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J A I M E L. G E L B S T E I N LA FILOSOFÍA De Descartes a Heidegger LA FILOSOFÍA De Descartes a Heidegger J A I M E L. G E L B S T E I N LA FILOSOFÍA De Descartes a Heidegger Editorial Biblos F i l o s o f í a Jaime L. Gelbste in La filosofía: de Descartes a H e i d e g g e r . - l a ed . - Ciudad A u t o n o m a de B u e n o s Aires: Biblos , 2 0 1 5 . 2 1 8 p . ; 1 4 x 2 0 c m . - (Filosofía) I S B N 9 7 8 - 9 8 7 - 6 9 1 - 3 9 7 - 3 1. Filosofía. I. T í t u l o C D D 190 D i s e ñ o de tapa: Luciano Tirabassi U. A r m a d o : Luciano Paez S. © J a i m e L. Gelbstein, 2 0 1 5 © Editorial Biblos , 2 0 1 5 Pasaje José M . GiufFra 3 1 8 , C 1 0 6 4 A D D B u e n o s Aires info@editorialbiblos.com / www.editorialbiblos.com H e c h o el depós i to que dispone la ley 11 .723 Impreso en la Argent ina N o se permite la reproducción parcial o total, el a lmacenamiento , el alquiler, la transmisión o la transformación de este l ibro, en cualquier forma o por cualquier m e d i o , sea e lectrónico o mecánico , mediante f o - tocopias , digital ización u otros m é t o d o s , sin el permiso prev io y escri- t o del editor. Su infracción está penada por las leyes 1 1 . 7 2 3 y 2 5 . 4 4 6 . Esta primera edic ión se t erminó de imprimir en Imprenta D o r r e g o , Avenida D o r r e g o 1 1 0 2 , B u e n o s Aires, Repúbl i ca Argent ina, en agos to de 2 0 1 5 mailto:info@editorialbiblos.com http://www.editorialbiblos.com índice Pró logo 9 In t roducc ión 11 La inquie tud filosófica. Pensamientos básicos 17 Mirada a vue lo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico: de Descartes a He idegger 25 R e n e Descartes 41 Baruch Spinoza 59 Los empiristas ingleses: Locke, Berkeley y H u m e 65 Gottfr ied Wi lhe lm Leibniz 83 Immanue l Kant 99 Georg Wi lhe lm Friedrich Hegel 139 E d m u n d Husser l 165 Mar t in Heidegger 173 Filosofía, ciencias físicas y realidad 185 Apéndice 199 Vocabulario 203 Prólogo En este l ibro he in ten tado expone r la temática de la filosofía desarrol lando el pensamien to de los grandes filósofos desde Descartes hasta Heidegger , c o m e n z a n d o po r evocar breve- m e n t e a los pr imeros pensadores que vivieron en la ant igua Grecia unos cinco siglos antes de nuestra era, en t iempos que fueron fundacionales para el inicio del conoc imien to h u m a n o . P r o c u r é desarro l lar ese p e n s a m i e n t o m e d i a n t e u n a e x - pos ic ión clara y sencilla, despojada del e n g o l a m i e n t o q u e suelen p resen ta r m u c h o s trabajos sobre filosofía y q u e dif iculta su c o m p r e n s i ó n . M e p r o p u s e p o n e r la filosofía al a lcance de cua lqu ie r p e r s o n a in te resada en los t emas p ro fundos q u e se ref ieren a la ex is tenc ia , ese marav i l loso des te l lo fugaz p r e c e d i d o y suced ido p o r dos inf in i tos i n - m e n s a m e n t e la rgos y mis te r iosos . Escapa a este p r o p ó s i t o el cap í tu lo t i t u l ado "Fi losofía , ciencias físicas y rea l idad" , que requ ie re del l ec to r c o n o c i m i e n t o s más ampl ios . Lo inc lu í p o r q u e se refiere a u n c o n j u n t o de v is iones ac tua - les de la rea l idad física q u e t i enen u n a p r o f u n d a re lac ión con la filosofía. [ 9 ] 10 La filosofía. D e Descartes a Heidegger Buenos Aires, mayo de 2015 Para mayor claridad, expuse el desarrollo de la filosofía p o r m e d i o de aproximaciones sucesivas, que en m u c h o s ca- sos c o m p o r t a incurr i r en reiteraciones. La repet ic ión de u n concep to , expues to con diferentes enfoques y de diversas maneras —algo así c o m o la acción de " rumia r " el concep to , o de "machacar" sobre él— corre el riesgo de caer en r edun- dancias, pe ro pe rmi t e consolidar el conoc imien to y fijarlo firmemente en nuestras mentes . Q u i e r o agradecer el es t ímulo entusiasta y la invalorable ayuda que m e b r inda ron m i amigo Edua rdo Shore y mis fa- miliares, en especial m i hijo A n t o n i o y m i n ie to Mar t ín . Expreso m i agradecimiento y admiración a m i hijo Pa- b lo , que con su ext raordinar ia inteligencia y calidez h u m a - na marcó m i or ientac ión profesional, conf igurando el ex t ra - ñ o caso de u n hijo que or ien ta al padre señalándole el fu turo y dándole lecciones de vida. Evoco la m e m o r i a de m i esposa María , a quien dedico este l ibro con p ro fundo amor . Ella, p lena de belleza, b o n - dad, t e rnura e inteligencia, m e acompañó duran te sesenta años a transitar la vida. Introducción La naturaleza luce su esplendor en el paisaje que estoy contem- plando. M e inundan la emoción y el asombro, y fluyen en mi mente preguntas profundas y fundamentales. ¿Es Dios quien creó este espectáculo maravilloso? Si Dios existe, existe desde el inicio de los tiempos. Pero ¿qué significa esto, el inicio de los tiempos? Porque antes del inicio, debió haber existido un t iem- p o anterior. Y esto lleva a preguntarme acerca de la infinitud del t iempo y del espacio. ¿Cómo es posible que el t iempo y el espacio sean infinitos? Aun aceptando la teoría del big bang, m e cuesta creer que todo comenzó, hace 13. 800 millones de años, desde la nada. D e todos modos, ¿qué es en sí mismo el espacio, y qué es el tiempo? En cuanto m e fo rmulo estas preguntas profundas y fun- damentales, ingreso en el domin io de la filosofía. Mis dudas d e s e m b o c a n en el t e m a de la exis tencia . Veo las personas y las cosas q u e m e r o d e a n , y p i e n s o : ¿por qué ex is ten , y n o exis te en su lugar el vac ío a b s o l u t o , la ausencia de t o d o , es decir , la nada? El fi lósofo a l emán M a r t í n H e i d e g g e r f o r m u l ó , en el siglo x x , u n a p r e g u n - ta f u n d a m e n t a l y laceran te q u e ya había p l a n t e a d o tres [ 1 1 ] 12 La filosofía. D e Descartes a Heidegger siglos an tes Go t t f r i ed L e i b n i z : " ¿Por q u é el ser, y n o la nada?" . O sea, ¿por q u é ex i s t en las cosas, si p o d r í a ser q u e n o exis t ie ra n a d a en a b s o l u t o , n i las cosas, n i los seres v i - v i en te s , n i el c o s m o s , ni la luz y el s o n i d o , n i el espacio y el t i e m p o ? Esta p r e g u n t a p o d r í a ser f o r m u l a d a a D i o s p o r u n c r eyen t e en El sin i n c u r r i r en u n a i r reverenc ia p o r q u e , en t a n t o q u e es o m n i p o t e n t e , D i o s p o d r í a h a b e r dec id ido q u e , en l uga r d e la cosas y en lugar de la v ida , n o exis t iera nada , y t a m p o c o ex i s t i e ran el espacio y el t i e m p o . Y si Dios n o o p t ó p o r la nada y decidió la existencia, ¿qué significa existir? Esa roca que dis t ingo c laramente en el paisaje ¿existe? Es t imado lector, n o se espante p o r esta p r egun ta : la duda es válida, y lo comprende rá a lo largo de este l ibro. N o s h e - m o s topado con u n t ema fundamenta l , el de la existencia. C o n v i e n e que nos refiramos aquí a la significación de dos t é rminos que son m u y impor tan tes en la comprens ión de la filosofía: el de existir, el de ser y sus correlatos, existencia y esencia. N o es fácil dar una definición del t é r m i n o existir que e x - pl ique cabalmente su significado. El concep to de existir se v is lumbra con t rapon iéndo le el opues to : n o existir. N o exis- tir significa la nada ; es el vacío, la oscuridad y el silencio absolutos . 1 El lenguaje n o nos pe rmi t e expresar adecuada- m e n t e este t ipo de pensamien to , p o r q u e pensar en la nada, o 1. Esta enunc iac ión debe ser entendida en su acepción más amplia. En la sentencia "las vacas voladoras n o existen" la inexistencia se refiere só lo a las vacas voladoras, y la nada se asocia c o n la ausencia total de vacas voladoras. Introducción 13 sea en la n o existencia, es caer en u n pensamien to mal cons- t ru ido : la nada existe en m i m e n t e co m o pensamien to de una ent idad vacía de existencia. Es difícil concebir la n o existencia c o m o una alternativa posible, po rque esa alternativa es sólo imaginable p o r m e - dio del pensamiento , que p resupone la existencia de quien piensa. Tener conciencia es sólo posible si existe alguien que la posee; ella, la conciencia, n o es vacía si t iene contenidos . N o es posible concebir una conciencia vacía de contenidos . Es más fácil c o m p r e n d e r el t é r m i n o ser, p o r q u e n o hay fo rma de exis tencia q u e n o t enga u n a m a n e r a , u n a t r i b u - t o , u n a m o d a l i d a d , u n a f o r m a : ser es la m a n e r a , la fo rma , el a t r i b u t o o la m o d a l i d a d , de exis t i r . En el p e n s a m i e n t o yo soy un hombre, yo soy el sujeto del ser, y hombre es el p r ed i cado q u e indica la m a n e r a o m o d a l i d a d de m i ex i s - tenc ia ; indica q u é y c ó m o soy. Yo ex i s to y soy u n h o m - b r e ; m i esencia es ser u n h o m b r e . Es decir , ser expresa la esencia del q u e exis te en t a n t o h o m b r e . Volviendo a la roca, observemos que la única constancia de que la roca existe m e la p roporc iona m i m e n t e , p o r q u e la imagen de la roca está contenida en ella. Mis congéneres coinciden conmigo , po rque sus respectivas mentes registran una imagen de la roca práct icamente idéntica a la que regis- tra la mía. Aquí sobreviene la p r egun ta : ¿cómo p u e d o decir que una cosa existe, si nadie la ha con ten ido en su mente? Veremos más adelante que esta p regun ta se cor responde con una doctr ina filosófica denominada empirismo. En cuanto a m í mi smo , en este m o m e n t o t engo la plena conciencia de que exis to. Pero , ¿qué era de m í antes de mi nac imiento , y qué será después de m i muer te? ¿Quién , o 14 La filosofía. D e Descartes a Heidegger qué cosa, aparte de m í y de mis semejantes, t iene concien- cia? M e p r e g u n t o si existe Dios , test igo ún ico y creador de los eventos , objetos, vidas, causas y efectos, de la concate- nación de hechos y t ransformaciones que han sucedido, su- ceden y sucederán en el t ranscurso del t i e m p o . Y si existe Dios , ¿puede haberse creado a sí mismo? ¿Cuál fue la causa generadora de Dios? C o m o veremos , la duda sobre la existencia de Dios , de las cosas, de m í mi smo , n o es trivial. P regunta rse o dudar de la existencia de una cosa, en este caso la roca que está frente a mí , o de m í m i s m o , o de Dios , es natural y n o configura de n inguna manera u n absurdo. La duda acerca de la existencia está en la base de las p r e - guntas profundas , fundamentales y pr imigenias que el h o m - bre se ha fo rmulado siempre, a par t i r del m o m e n t o en que los griegos se instalaron en la His tor ia , unos seis siglos a .C. Ellos s is tematizaron en u n es tudio lógico p ro fundo las in - quie tudes acerca de la existencia que , además, habían sido mater ia de las mi tologías . Los griegos fueron los p r imeros pensadores de la civilización occidental . C o n sus qui tones (las togas de los romanos) confeccionaron los pañales con que a r roparon a la criatura h u m a n a cuando nació en Grecia para i luminar , con su m e n t e bri l lante, el c ampo del conoc i - m i e n t o p ro fundo de la condic ión h u m a n a y los entes que la rodean . Las preguntas básicas y elementales que nos fo rmulamos a par t i r de la Grecia an t igua in ten tan indagar en el "más allá" de este universo inmenso , bel lo y mis ter ioso; más allá del conoc imien to que nos b r inda la con templac ión del e n t o r n o que nos rodea y más allá de las ciencias c o m o la cosmología , Introducción 15 la física, la química, la biología, la matemát ica , la geometr ía , entre muchas otras. Esta inquie tud po r ver el más allá de las cosas es el fun- d a m e n t o de la filosofía. E t imológicamente , filosofía deriva de las palabras griegas phylos, que significa amor , y sophia, que significa sabiduría. Q u i e n piensa filosóficamente in- tenta alcanzar el conoc imien to p ro fundo del m u n d o que lo circunda, y lo hace a instancias del amor . Las preguntas elementales, básicas y trascendentales que nos hemos for- m u l a d o per tenecen al domin io de la metafísica, que es el estudio filosófico de lo que está "más allá de las cosas físicas" (de las cosas físicas concretas que nos rodean) . La metafísica es la disciplina que indaga en la esencia de la realidad y en la esencia de la vida; también, en la psiquis misma en cuan to ella percibe, registra y procesa las señales que emanan del m u n d o exter ior . Existen otras disciplinas o domin ios que forman par te del conoc imien to p rofundo de las cosas del m u n d o que nos r o - dea. La ontología se ocupa del ser en sí m i smo , de la existencia en sí misma, con prescindencia de sus manifestaciones con- cretas. Esto quiere decir que la Onto log ía , cuando enfoca al ser h u m a n o , considera sólo su existencia y deja de lado toda otra circunstancia, c o m o sus características antropológicas , culturales, aspectos biológicos, etcétera. C o m p r e n d e r e m o s más adelante en qué consiste la indagación onto lógica ; pero podemos adelantar aquí que la p regun ta de Heidegger acer- ca de po r qué existen las cosas y n o la nada, es de naturaleza ontológica. Parte m u y importante de la filosofía es la gnoseología, que es- tudia el origen y la posibilidad del conocimiento, sus alcances, 16 La filosofía. D e Descartes a Heidegger características y limitaciones, y los criterios de verdad (que son las condiciones necesarias y suficientes para que un enunciado sea consagrado como verdadero y n o falso). Podríamos decir que la gnoseología es la disciplina que se centra en el estudio del conocimiento. En particular, el estudio gnoseológico aplicado a las ciencias (como por ejemplo la astrofísica o la biología m o - lecular), se denomina epistemología. Otras partes fundamentales del pensamiento filosófico - l a lógica, la teología, la psicología, la sociología— pertenecieron al t ronco de la filosofía, pero luego se separaron para constituir disciplinas independientes. Los domin ios de la filosofía n o están abso lu tamente deli- mi tados , sino que suelen imbricarse. Para c o m p r e n d e r el s ignif icado y el a lcance de la i n - q u i e t u d filosófica navega remos a través de los p o c o s años q u e cava ron el l e cho t e m p o r a l p o r el q u e fluyó u n a r e v o - l u c i ó n g igantesca q u e d io o r i g e n a la filosofía m o d e r n a . In ic iada p o r Desca r t e s a m e d i a d o s del siglo x v u , la f i lo- sofía m o d e r n a y la c o n t e m p o r á n e a , d u r a n t e t resc ien tos años , fue c o n s t r u i d a p o r los p e n s a m i e n t o s de Desca r t e s , Sp inoza , los empi r i s t as - L o c k e , Berke ley y Hume—, Le i - bn i z , K a n t , H e g e l , H u s s e r l y H e i d e g g e r . Ellos fueron los p e n s a d o r e s p i o n e r o s q u e se des t aca ron p o r e n c i m a de o t r o s fi lósofos de su t i e m p o . La denominada filosofía m o d e r n a c o m p r e n d e el pe r íodo que va desde Descartes hasta Hege l , o sea desde el siglo x v u hasta mediados del siglo x ix . Los pensadores posteriores pe r tenecen al d o m i n i o de la filosofía con temporánea . En este trabajo describiremos los hi tos fundamentales del pensamien to de estos filósofos, que se han destacado en el enfoque de los temas fundamentales de la filosofía. La inquietud filosófica Pensamientos básicos En este m o m e n t o mis ojos ven una mesa. D e esa mesa per- cibo determinadas características: el mater ial es roble color castaño, la tapa es rectangular y está sustentada p o r cuat ro patas cilindricas; al acercarme a ella hue lo el suave a roma del roble y con mis dedos c o m p r u e b o su t ex tura tersa; dis t ingo las vetas, marcas y manchas debidas al de te r io ro; p u e d o des- cribir su forma y med i r sus dimensiones . Tengo de la mesa una imagen clara y diferenciada. N o confundo la mesa con otros objetos que la c i rcundan. C o n la excepción de los a t r ibutos del color, en cuya apreciación puede haber ciertas diferencias, los seres h u m a n o s coincidi- mos al describir esa mesa. Para nosotros, la mesa existe. ¿Qué se entiende cuando ma- nifestamos que algo existe? Ya lo hemos visto: si una cosa existe, es porque tiene el atributo de la existencia; si no existiera, sería la nada. U n a cosa existe; si no existe, es la nada. Pero la cosa, además de existir, es. Cuando decimos que es, nos referimos a su manera, a. su forma, de existir; el ser es la esencia del existir de [ 1 7 ] 18 La filosofía. D e Descartes a Heidegger la cosa. Por ejemplo, de m í puedo manifestar que existo, y ade- más puedo dar datos de mi existencia: que mi nombre es Jai- me, que tengo tantos años, que soy padre de tres hijos, que soy ingeniero, que m e interesa la Historia, que mi salud es buena, etcétera. Cuando m e refiero a cómo existo, estoy describiendo mi esencia; esto es lo que soy, y cómo soy; éstos son mis atributos. Volvamos a la mesa. O b s e r v e m o s la fo rma en que , p o r m e d i o del lenguaje , m e he refer ido a la mesa. C o n s c i e n - te o i nconsc i en t emen te , la he descr i to a través de lo q u e percibo de ella, y n o de lo q u e la mesa es o tiene. H e h e c h o referencia ú n i c a m e n t e a la imagen in t e rna que m i psiquis se ha forjado de la mesa, y he descr i to esa imagen . Si cote jo m i v is ión de la mesa con la de o t r o ser h u m a n o , consta taré q u e a m b o s co inc id imos en su descr ipción. Pero esto sólo significa q u e co inc id imos en la descr ipc ión de nuestras res- pect ivas imágenes in te rnas de la mesa. N o p o d e m o s afir- m a r que la mesa existe c o m o u n en te en sí m i s m o , q u e es i n d e p e n d i e n t e de q u e noso t ros lo obse rvemos o n o . N o t engo duda a lguna de lo que perc ibo de la mesa: su forma, sus dimensiones , la mater ia de que está const i tuida, su color, a roma, etcétera. Pero ¿puedo asegurar que frente a mis ojos, y fuera del ámb i to de m i psiquis, existe una mesa, que es de roble , y que esa mesa consiste en el con jun to de sus a t r ibutos y características, que posee una forma rectangular de de terminadas medidas , que destila u n a roma particular, que ha sufrido el de te r ioro causante de las manchas y marcas que observamos? N o p u e d o afirmar que los a t r ibutos que y o perc ibo de la mesa son intr ínsecos a ella, es decir, que son abso lu tamente independientes de que yo la observe. N o p u e d o afirmar que la mesa es c o m o la veo . Sólo p u e d o decir La inquietud filosófica. Pensamientos básicos 19 que la imagen que poseo de la mesa es el resul tado de m i manera de percibir. En efecto, si m i vis ión fuera diferente —por e jemplo , si yo y mis congéneres tuv ié ramos en la córnea u n filtro azul—, la descr ipción de la mesa sería di ferente . Pero , ade- más, ¿puedo afirmar que la mesa seguiría s iendo, que se- guir ía t en i endo la conf iguración con la que la represen to en m i m e n t e , si nadie pudie ra percibir la , d igamos , en el caso de que u n accidente na tura l hiciese desaparecer súbi - t a m e n t e de nues t ro p laneta a los seres v iv ientes , y en es- pecial a la especie h u m a n a ? Si r e s p o n d o af i rmat ivamente a esta p regun ta , es p o r q u e creo que la mesa t iene u n a exis - tencia absoluta, o sea que creo que la mesa existe en sí misma y por sí misma; existe sin depende r de o t ra existencia —por caso, la mía o la de u n semejante—; la mesa existe al m a r g e n de que yo la perciba, al m a r g e n de que y o piense o n o en ella, o sea al m a r g e n de que la mesa exista en mí y para mí p o r el h e c h o de estar contenida en m i p e n s a m i e n t o ; estaré c reyendo que esa mesa existe en sí mi sma y p o r sí misma, en forma absoluta , que posee de te rminadas prop iedades , y que hay una cor respondenc ia perfecta en t r e la mesa que es real, que existe, y la imagen que m i m e n t e ha forjado de ella. En definitiva, p u e d o referirme a la mesa con dos enfo- ques diferentes. El p r imero es el que acabamos de considerar: la mesa es u n ente en sí, u n ente de la realidad ex te rna a mi psiquis e independiente de ésta, independien te de que yo , o mis se- mejantes, la observemos o pensemos en ella; es la mesa que conservará sus a tr ibutos aun después de que u n cataclismo 20 La filosofía. D e Descartes a Heidegger hiciera desaparecer a la especie v iv ien te ; los conservará aun- que nadie pudiera percibirla. Esta mesa, así considerada, es la mesa en sí misma y por sí misma, es una cosa u objeto de la realidad; es la mesa real, u n objeto real, una cosa en sí, que existe con independencia de que y o o alguien semejante a m í la veamos o pensemos en ella. La cosa existe en forma absoluta, con todos sus a t r ibutos , i ndepend ien temen te de que yo y mis semejantes exis tamos. U n enfoque diferente se refiere a la mesa c o m o fenómeno. D e n o m i n a m o s f enómeno p r o d u c i d o p o r una cosa, n o a la cosa en sí misma, sino al aspecto, a la apariencia, que se asienta en m i m e n t e al percibir las señales - l o s e s t í m u l o s - emana- dos de esa cosa. La palabra f enómeno proviene de la palabra griega faino, que significa aparecer. Veamos lo e x p u e s t o más de ta l l adamente . La mesa e m i - te señales —de luz reflejada, de a r o m a - q u e son percibidas p o r m í y se as ientan en m i m e n t e . Esas señales, c u a n d o son captadas , p r o d u c e n u n a modif icación en m i m e n t e ; la modif ican en t a n t o i m p r i m e n en ella la imagen de la mesa, hacen q u e y o m e represen te esa mesa de una d e t e r m i n a d a mane ra . Esa apariencia, y n o la mesa en sí misma , cons t i t u - ye el fenómeno de la mesa. F e n ó m e n o de la mesa es e n t o n - ces su apariencia, es decir , la fo rma en que aparece en mí al i m p r i m i r su imagen en m i psiquis . F e n ó m e n o de una cosa es la i m a g e n q u e las señales o es t ímulos emanados de esa cosa i m p r i m e n en la psiquis , conf igurando así la apariencia de la cosa. D i g á m o s l o de esta m a n e r a : la cosa ex t e r io r a m í , al i m p r i m i r su i m a g e n en m i psiquis , la modif ica: el f e n ó m e n o de u n a cosa es la modif icación que en m i psiquis p r o d u c e n las señales o es t ímulos emanados de esa cosa, al La inquietud filosófica. Pensamientos básicos 21 configurar en m i in te r io r idad la apariencia de la cosa. En el caso de la mesa, su f e n ó m e n o es la manifes tación que p r o - duce en m i psiquis una cosa d e n o m i n a d a "mesa", al p r o - yectar en m í una imagen que la representa . Esta mesa, así considerada c o m o f e n ó m e n o , p r o d u c e una representac ión in te rna en mí: es la mesa pensada. Lo que abriga m i m e n t e es una imagen , una representac ión , de la mesa ex t e r io r ; ésta se expresa en m í a través del f e n ó m e n o , que es —insista- mos— la manifestación que se hace presen te en m i m e n t e al impr imi r se en ella la apariencia de la mesa. Pero n o p u e d o estar tan seguro acerca de la exis tencia absoluta de la cosa en sí m i sma ; sólo perc ibo u n f e n ó m e n o , al que a t r ibuyo una fuente (la cosa). Y este enfoque n o es t r ivial , c o m o veremos más adelante . Esta dualidad de enfoques interesó p ro fundamen te al h o m b r e en el t ranscurso de su historia intelectual , y lo llevó a centrar su pensamiento en el t ema de la existencia. Ese tema está implíci to en las preguntas siguientes, que ya h e - mos fo rmulado : ¿Qué es la existencia? ¿Quéy quiénes existen? Aplicando estas preguntas al ejemplo dado an te r io rmente , m e formulo las preguntas siguientes. ¿Existela mesa real, exter ior a mí? ¿ O bien, existe sólo la imagen de la mesa en la inter ior idad de mi mente? ¿Existen ambas, la cosa en sí (la mesa c o m o objeto real, absoluto) y su imagen en mi mente? Y si es así, ¿cómo se relacionan la mesa en sí, independien te de mí , y la representación in terna que de ella se forja mi mente? ¿Coinciden exac tamente la mesa, c o m o cosa en sí, y la representación que de ella registra m i mente? Estas p re - guntas medulares , propias de la metafísica, son de naturaleza ontológica. Se refieren al di lema de la existencia. Cons t i tu - 22 La filosofía. D e Descartes a Heidegger yen el n u d o central , el meo l lo de la inqu ie tud filosófica. La on to log ía es la par te de la filosofía que estudia ese concep to mis ter ioso que es la existencia y ese o t ro concep to que es el ser, o sea la forma, los a t r ibutos y las cualidades con las que se inviste la existencia. Vamos a p l an tea rnos la p r e g u n t a m e d u l a r de la filosofía en los s iguientes t é r m i n o s on to lóg icos . ¿Existe fuera de m i conciencia , de m i p e n s a m i e n t o , es decir, fuera de m í , u n m u n d o e x t e r n o real, u n m u n d o que existe en sí m i s m o y p o r sí m i s m o , i n d e p e n d i e n t e de m í y m i pensamien to? ¿Aquel lo q u e está c o n t e n i d o en m i p e n s a m i e n t o , t iene u n cor re la to real con algo ex t e r io r a m í , o sea, se co r r e sponde con obje tos y eventos q u e exis ten fuera de m i p e n s a m i e n - t o , q u e exis ten r ea lmen te p o r sí mismos? H e m o s d e n o - m i n a d o f e n ó m e n o s a las manifes taciones de los objetos y eventos del m u n d o q u e nos rodea , percibidas p o r los sen- t idos (por n u e s t r o sistema sensorial). M e p r e g u n t o : ¿de- trás de esas manifes taciones del m u n d o ex te r io r , o sea, más allá del m u n d o f enomén ico , exis ten cosas y eventos reales q u e son la " fuente fidedigna" de las imágenes q u e nos i n - ducen? D i c h o de o t ra m a n e r a : ¿existen objetos y eventos que , fuera de m í , se co r r e sponden exacta y fielmente con las imágenes q u e de ellos perc ibe m i psiquis? Por o t ra par - te , ¿subsistirá la exis tencia de esos obje tos , i n d e p e n d i e n t e - m e n t e de m i psiquis , de m i p e n s a m i e n t o , en el caso de q u e y o desapareciera y, c o n m i g o , t odos los seres v iv ientes y en par t icu la r los do t ados de pensamien to? Estas p reguntas p u e d e n parecer triviales, o absurdas. D e - cimos a u n a m i g o : " Q u é bella es esa mujer" , y n o , " t engo la imagen de una bella mujer". Para m í y para m i in ter locutor , La inquietud filosófica. Pensamientos básicos 23 esa mujer existe; y existe, además, con la misma configu- ración que se presenta en mi m e n t e . Porque si veo a una mujer, si t engo de ella una imagen y siento una atracción po r ella, ¿cómo p u e d o dudar de que existe p o r sí misma, y de que ella es idéntica a la imagen in terna que induce en mi psiquis? Si veo a esa mujer es p o r q u e su imagen está aloja- da en mi psiquis, y n o d u d o de que , corre la t ivamente , una mujer real y concreta existe fuera de mi pensamien to en el ámbi to que m e rodea, y existe dotada de los a t r ibutos con que la percibe mi m e n t e . Pero a medida que incurs ionemos en el ámbi to de la filosofía y nos en te remos del pensamien to de los filósofos ingleses Locke, Berkeley y H u m e , y el del alemán Kant , comprende remos que estas dudas son tan le- gítimas y válidas, que nos harán desconfiar de que las cosas en sí (la mesa o la bella mujer) sean idénticas a las imágenes correlativas que tenemos de ellas y se cor respondan fielmen- te con esas imágenes. Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico: de Descartes a Heidegger El desarrollo que sigue a este t í tu lo in ten ta dar u n panorama general sobre la evolución del pensamien to filosófico. Será expl icado en detalle a lo largo del l ibro, de m o d o que carece de consecuencia que po r el m o m e n t o a lgunos té rminos o conceptos presenten alguna duda. Respec to al concep to de existencia, de algo p u e d o estar seguro: de que yo existo. Porque t engo conciencia, p o r q u e m e percibo a m í mi smo , po rque percibo u n m u n d o que es exter ior a mí , po rque pienso y soy consciente de que p ien- so, n o p u e d o dudar de que si algo existe, ese soy yo . Si de algo n o debo dudar , es de m i propia existencia, p o r q u e de ella t engo una constancia inmediata . P u e d o dudar de que en el m u n d o exter ior a m í la mesa posea los a t r ibutos que le asigna mi men te , pe ro n o p u e d o dudar de que yo tengo una imagen in terna de la mesa; de que yo pienso la mesa. N o p u e d o dudar de que pienso, p o r q u e para verificarlo n o requiero salir de mi conciencia. M i existencia es i ncon t ro - vertible, po rque es inmedia ta y precede a t odo . Si niego mi [ 2 5 ] 26 La filosofía. D e Descartes a Heidegger existencia, m i duda se ex t iende a t o d o el universo que m e rodea, y n o p u e d o seguir e lucubrando nada. Éste fue el p u n - to de par t ida de Descartes , en el siglo x v u : aseguró la exis- tencia del h o m b r e que piensa, imp lan tó la duda sobre los conoc imien tos y creencias preexis tentes y asumió esa duda c o m o p u n t o de a r ranque para el desarrollo de su pensamien- to filosófico. Desde la Antigüedad y hasta mediados del siglo xvu, los grandes intelectuales no dudaron de la existencia de un univer- so de cosas en sí, o sea de un universo que existe por sí mismo independientemente de que sea o no captado y pensado por la psiquis de un ser viviente. U n m u n d o real, concreto, que existe en sí mismo y por sí mismo, independientemente de que sea pensado o no , es un m u n d o inmanente. U n a cualidad inmanen- te significa que esa cualidad es inherente a la cosa que la posee, independientemente de algo exterior a esa cosa. Para esta forma de pensar, el m u n d o , con sus contenidos, existe: los objetos y eventos son reales y están contenidos en un universo que es real, y que lo es en forma absoluta en tanto y en cuanto su existencia no depende de que sea percibido por un ser viviente. Para los filósofos seguidores del pensamiento de Aristóteles, que vivió entre los años 384 y 322 a . C , el m u n d o exterior -ex te r ior a ellos, o a su psiquis— existe tal cual lo percibimos. Aristóteles fue el gran pensador de la Antigüedad. Abordó los temas de la filosofía, las matemáticas, la física, la biología y la política; fue asimismo el creador de la lógica. Su autoridad se extendió a tra- vés de los siglos, y fue el pensador indiscutido hasta el siglo xv. Antes de Aristóteles, P la tón (427-347 a .C. ) había ex - pues to una visión dual . Para él existen dos m u n d o s , u n m u n d o real y u n m u n d o ideal. Los sentidos se n u t r e n del Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 27 1. Ésta es una versión simplificada de la alegoría de la caverna de Platón. m u n d o real, que es u n m u n d o físico en el que t o d o está su- j e t o al cambio ; nosotros lo percibimos a través de nuestros sentidos. Por o t ro lado existe u n m u n d o ideal, el m u n d o de las ideas, en el que están las ideas perfectas e inmutables de t o d o lo que cont iene el m u n d o real. Para Pla tón, lo que t ie- ne realidad es ún icamente lo que existe en el m u n d o ideal, po rque en el m u n d o real existen las cosas correlativas a esas ideas, pe ro son representaciones imperfectas de éstas. La idea de mesa, c o m o la de cualquier objeto, la idea de amor , la idea de justicia, la idea de amistad, son perfectas: son la mesa perfecta, el amor perfecto, la just icia perfecta. Sólo p o d e m o s llegar a estas ideas perfectas a través de nuestra men te . En cambio, lo que habita el m u n d o real son copias imperfectasde lo que corre la t ivamente yace en el m u n d o ideal. P la tón veía al m u n d o de las ideas, al de la razón, c o m o perfecto y real. En su célebre alegoría de la caverna, P la tón expuso una representación metafórica de este pensamien to . Sucintamente , la alegoría representaba una caverna sobre cuya pared del fondo se proyectaban en forma imperfecta las sombras de las cosas i luminadas, desde la boca de la ca- verna, po r la luz del sol. U n o s prisioneros encadenados sólo podían mirar la pared de la caverna. Lo que percibían eran sombras, imágenes imperfectas proyectadas sobre la pared de los objetos que , detrás de ellos, eran i luminados p o r la luz del sol. En cambio, los objetos concretos , fuente de esa p r o - yección, eran fidedignos y const i tuían las ideas, expresión perfecta de la realidad. 1 28 La filosofía. D e Descartes a Heidegger El filósofo gr iego Herác l i to de Éfeso, que v ivió ent re los años 540 y 470 a .C. , aceptó la existencia de u n m u n d o real e x t e r n o a nosot ros , pe ro lo v io c o m o u n m u n d o cambiante , fluyente, que al evolucionar en forma p e r m a n e n t e nunca es igual a sí m i s m o . Lo expresaba de esta manera : " N o p o d e - m o s bañarnos dos veces en el m i s m o r ío" . Ello, p o r q u e el r ío que fluye nunca es el m i smo , y p o r q u e nosot ros fluimos a lo largo del t i e m p o y n o somos exac tamente lo que fuimos la p r imera vez que nos sumerg imos en él. Veremos que esta idea de la fluencia de las cosas y del t i e m p o fue reasumi- da p o r el filósofo Friedich Hegel , unos veinti trés siglos más tarde. A la doctrina filosófica que sostiene la existencia de u n uni - verso en sí mismo se la denomina realismo. El realismo, que imperó en la filosofía hasta el siglo xvn, no dudó de que en el universo existen objetos y eventos que se corresponden fiel- mente con sus manifestaciones fenoménicas en la mente , es decir que esos objetos y eventos son reales, existen indepen- dientemente del pensamiento, o sea independientemente de que sean pensados o no . Para el realismo, los entes y eventos que se manifiestan en el universo existen tal cual los percibi- mos . El universo exterior contiene una lógica intrínseca: 2 su 2 . La lógica intrínseca o interna de u n sistema (en este caso, el universo exterior) es el conjunto de leyes o c o m p o r t a m i e n t o s a los que se ajustan los conten idos (o partes) de ese sistema, en v ir tud de los cuales queda configurada la concertac ión, conci l iac ión y concurrencia de las partes del sistema para alcanzar una determinada finalidad. Si a lgo, c o m o un sistema, t iene una lógica interna, es porque t iene un "orden subyacente" que rige y determina su c o m p o r t a m i e n t o . Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 29 comportamiento se ajusta a leyes que concatenan las causas con sus efectos, y que estamos en condiciones de comprender. Para el realismo, pr imero y ante todo, existe el m u n d o exterior a la mente ; ese m u n d o exterior se impone, y precede, al sujeto que lo contempla. Subordinado a la realidad externa, el sujeto nutre su pensamiento abrevando en ella. En términos de exis- tencia, la cosa externa se antepone a la cosa representada en la mente. Esta fue la visión ciertamente ingenua y carente de p ro - fundidad que el realismo tuvo acerca del m u n d o exterior. Ent re los grandes pensadores de la Grecia ant igua se des- tacó Parménides de Elea, que v ivió ent re los años 520 y 450 a .C. Parménides refutó el enfoque de Herácl i to , en cuan to pensó que la visión de una realidad que fluye p e r m a n e n t e - m e n t e in t roducía una confusión inaceptable, que provenía de dar pr ior idad a los sentidos en la descripción de la reali- dad. Decir que t o d o fluye, c o m o el e jemplo del r ío , es m a n i - festar que nada es, sino que está s iendo. Parménides sostuvo que esa manifestación confundía dos principios categórica- m e n t e opues tos : el ser y el n o ser. A éste, al n o ser, negaba su existencia. El conocimiento imperante desde el siglo iv d .C . hasta el siglo xv estuvo impregnado del espíritu de la Edad Media. El conocimiento medieval era inconmovible e incontestable, en tanto gozaba del prestigio que le confería la autoridad ejercida por la Iglesia. Fue un conocimiento fundamentalmente esco- lástico. La escolástica es el cuerpo de conocimientos formado por la articulación y conciliación de la doctr ina cristiana con el pensamiento de Aristóteles, el filósofo insigne de la Gre- cia Antigua que fue consagrado c o m o certero e indiscutible por la Iglesia. Nadie podía desafiar la autoridad eclesiástica: 30 La filosofía. D e Descartes a Heidegger quien se atreviera a dudar siquiera de lo estipulado po r las Sa- gradas Escrituras y el pensamiento aristotélico era desechado, relegado, perseguido y corría el riesgo de ser incinerado en la hoguera . 3 El razonamiento medieval, casi siempre plagado de sofismas, silogismos forzados, argumentaciones inconsisten- tes y rebuscadas reñidas con el sentido c o m ú n y con la lógica, y, en ocasiones, con los dictados de la experiencia directa, fue u n conocimiento r ígido y hermét ico , a la vez que indiscuti- ble. Estaba impregnado de misticismo y puesto al servicio de la exaltación de Dios . Desde el siglo x n la Iglesia proclamó que la visualización aristotélica de la realidad era correcta e incontrovert ible, e interpretaba fielmente la concepción que había tenido Dios cuando const ruyó su obra maravillosa y perfecta, la Creación. Pero a par t i r del siglo xvi , las representaciones e imáge- nes del m u n d o físico dadas p o r el conoc imien to y la rel igión imperantes en Occ iden te sufrieron convulsiones t remendas , que se sumaron a las que había p rovocado , a fines del siglo anter ior , el descubr imien to de América . En el siglo xvi , en el que el Renac imien to ya había echado raíces firmes, c o - m e n z ó la l iquidación de la r igidez escolástica. Se e m p e z ó 3 . Giordano B r u n o , d is t inguido as trónomo y matemát ico , m u r i ó c o n s u m i d o por las llamas de la Inquis ic ión en 1 6 7 0 porque t u v o la osadía de negar la c o n c e p c i ó n que la Iglesia había i m p u e s t o acerca de la c o s m o l o g í a y la moral , concebidas c o m o u n pensamiento r íg ido e incontrovert ible . Gal i leo fue prudente y t u v o más suerte, porque se retractó públ i camente de sus convicc iones . T o d o esto ocurrió en el s iglo x v n , ya superada la Edad Media , a pesar del n u e v o espíritu de libertad in troduc ido por las luces del R e n a c i m i e n t o . Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 31 por dudar de t o d o , y la duda n o ta rdó en recaer sobre el pensamiento mi smo , en cuya infalibilidad se había creído ciegamente, pues to que , siendo legado de Dios , estaba sus- ten tado en forma férrea p o r el escolasticismo y p o r los sa- crosantos dictados del dogma . El pensamiento escolástico sufrió u n c imbronazo v io len- t ís imo. Los viajes de Cristóbal C o l ó n a par t i r de 1492 y el viaje de circunvalación iniciado p o r Magallanes y comple - tado por Vasco de Gama confi rmaron que nues t ro planeta t iene una forma similar a la de una esfera, y n o plana. A esto se le sumaron los descubrimientos realizados en los siglos xvi y xvn po r Copérn ico , Galileo, T y c h o Brahe, Kepler y N e w t o n , entre o t ros , que describieron una imagen del u n i - verso to ta lmente distinta a la que estaba v igente . Esta n u e - va visión de la realidad const i tuyó una conmoc ión de tal envergadura que fue ti ldada de revolución copernicana. En apenas med io siglo, la Tierra dejó de ser plana y de estar ubicada en el cen t ro del universo. Las nuevas experiencias pusieron en evidencia que el m u n d o c i rcundante era inconciliable con la concepción e interpretación que habíanregido duran te siglos, y que esa concepción debía ser modificada radicalmente . Estas evidencias i n t rodu je ron u n t r a u m a en el cue rpo de conoc imien tos v igentes hasta en tonces . ¿Se había in - t e rp re tado e r r ó n e a m e n t e el un iverso ex te r io r , al c o n t e m - plarlo? ¿Fue e r rado creer que t o d o lo que se observa en la exper iencia n o p u e d e merece r o t ra in te rp re tac ión que la directa e inmedia ta , la de creer que el m u n d o que nos rodea es, a través de sus manifestaciones , abso lu t amen te fidedigno? Se estaba seguro de que la T ie r ra era plana, pe ro 32 La filosofía. D e Descartes a Heidegger los nuevos descubr imien tos desecharon esa creencia drás- t i camen te . En tonces , ¿no es, acaso, el p e n s a m i e n t o falible en sí m i s m o ? En estas p r egun t a s se v i s lumbra que al en fo - que con el q u e se observa el m u n d o c i r cundan te se le debe a n t e p o n e r el análisis gnoseo lóg ico . Gnosis , en g r i ego , sig- nifica c o n o c i m i e n t o . La nueva vis ión del m u n d o i m p l a n t ó la conv icc ión de q u e se debía es tudiar el c o n o c i m i e n t o en sí m i s m o y e x a m i n a r en q u é forma, p o r m e d i o de la act i - v idad m e n t a l , l og ramos a lcanzar lo ; se debía desconfiar del c o n o c i m i e n t o hasta q u e se supiera c ó m o a p r e h e n d e m o s la real idad p o r m e d i o de nues t ros sent idos y p o r m e d i o del r a z o n a m i e n t o , y se debía invest igar si esa fo rma de ap re - hens ión del c o n o c i m i e n t o era fidedigna. U n a p r egun ta que surge de inmedia to es la que s igue: ¿es leg í t imo nues t ro conoc imien to si sólo proviene de la e x p e - riencia que nos da la observación del m u n d o exter ior? Al conoc imien to or ig inado en la observación del m u n d o ex t e - r ior se lo d e n o m i n a conoc imien to empír ico . Es u n conoci - m i e n t o aposteriori, o sea que es generado pos t e r io rmen te a la con templac ión del m u n d o ex te r ior a nosot ros . Por el con- t rar io , ¿poseemos u n conoc imien to que está í n t imamen te inco rporado a nuestra psiquis, y que se genera con prescin- dencia de la observación del m u n d o ex te r ior a nosotros? U n conoc imien to de esta naturaleza se denomina conoc imien- to a priori; es anter ior a la con templac ión del m u n d o e x - t e rno . Es éste u n conoc imien to inheren te a nuestra psiquis; es preexis tente y está incorporado a nuestra m e n t e prescin- d iendo de la experiencia ex ter ior y de cualquier actividad men ta l consecuente . El conoc imien to comienza con la ex - periencia, pe ro n o t o d o el conoc imien to proviene de ella. Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 33 El conoc imien to a priori es independien te de la experiencia, y es generado po r el r azonamien to ; una verdad a priori se incorpora en nosotros po r la actividad de la razón. Para los racionalistas, el conoc imien to a priori, o sea, el que es independiente de la experiencia, es posible. El racio- nalismo es la doct r ina filosófica que sostiene que el conoci - m i e n t o puede formarse po r m e d i o del r azonamien to , en el ámbi to in te rno de la psiquis, sin necesidad de recurr i r a la experiencia empírica. A part ir del siglo xvu , que fue el siglo de Descartes, la ciencia en general y la filosofía en part icular sufrieron con- mociones demoledoras . Se h izo evidente que , para analizar esta concurrencia y conjugación de los conceptos acerca de la naturaleza de las cosas y su existencia, de la percepción de esas cosas po r la men te , de la confiabilidad de la percepción, es decir, del conoc imien to en sí m i smo , y de la existencia o n o del conoc imien to a priori y del empír ico , se debía in- cursionar en el es tudio gnoseológico. Antes de de te rminar qué es la realidad, debemos estudiar los alcances de nuestra capacidad de contemplar , aprehender y conocer el m u n d o exter ior a nosot ros ; debemos asimismo con templa r y apre- hender el m u n d o inter ior a nosot ros —el de la psiquis— y los recursos con que con tamos para ello. Es así c o m o en la ciencia en general, y en la filosofía en particular, aparece el enfoque gnoseológico. A través de esta disciplina estudia- mos el conoc imien to en sí m i smo , o sea el p r o d u c t o final, el resultado de la actividad psíquica del sujeto pensante en- frentado con el m u n d o exter ior a él y con su p rop io m u n d o in te rno . La gnoseología, recordémoslo , in ten ta conocer la esencia misma del conoc imien to , los medios para lograrlo, 34 La filosofía. D e Descartes a Heidegger su posibil idad, legi t imidad, alcance, y los criterios para de - te rminar si es o n o es verdadero , denominados criterios de verdad. El p r i m e r filósofo de la m o d e r n i d a d fue Rene Descartes, que m u r i ó a mediados del siglo xvn . Él v i n o a implantar la duda en el acervo de los conoc imien tos acumulados hasta fines del siglo xvi . Sostuvo que los entes poseen sólo tres formas de existencia: el pensamien to , la extens ión (por el m o m e n t o , pensemos que la ex tens ión es el espacio y las c o - sas contenidas en él) y, p o r encima de ellos, Dios . Descartes creía en la ext raordinar ia capacidad de la m e n t e para captar la esencia de la realidad, y p o r ello fue u n m e n t o r del racio- nal ismo. A mediados del siglo x v n o t r o filósofo racionalista, Ba- ruch Spinoza, desechó esta visión cartesiana de la existencia de tres sustancias. Para Spinoza, la grandeza de Dios es tan inmensa , que la total idad de las sustancias n o p u e d e n ser más que una , p o r q u e Dios es t o d o , y a t o d o le ha insuflado su prop ia divinidad. Dios es la naturaleza: t o d o lo exis tente está i m p r e g n a d o de esa sustancia única, inmensa e infinita, que es la sustancia divina. Dios lo ha creado t o d o , t o d o está i m p r e g n a d o de El, y nada q u e d ó l iberado a n i n g ú n arbi t r io de diferenciación. Por su lado, a par t i r de mediados del siglo x v n los filó- sofos ingleses Locke, Berkeley y H u m e , sostuvieron que es la experiencia ex te rna (empírica), y n o el r azonamien to , la única fuente del conoc imien to . Por eso dichos filósofos fueron t i ldados de empiristas. Para el empi r i smo, nada p o - demos conocer si n o captamos el m u n d o e x t e r n o a través de nuest ros sentidos. Los empiristas negaron, p o r lo t an to , Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 35 la posibilidad del conoc imien to a priori. Berkeley y H u m e n o se l imitaron a esta negación: aseveraron también que n o se puede afirmar que existe una realidad ex te rna al pensa- mien to . Fue ésta una aseveración p o r cier to osada y t e m e - raria, a la que l legaron p o r q u e para ellos n o t iene sent ido sostener que los objetos en los que u n o piensa existen fuera del pensamiento , po r cuan to t o d o objeto existe sólo c o m o objeto pensado. Si algo n o es pensado, n o existe: ser es ser pensado (es ser percibido po r la mente) . Y a part i r de aquí se impuso la terrible, la osada conclus ión: el m u n d o ex t e - rior, el m u n d o de las cosas en sí, n o existe fuera de noso t ros ; lo que existe son las percepciones psíquicas, forjadas p o r la contemplac ión —empírica— del ámbi to ex te r ior a la psiquis. Gottfr ied Leibniz, que vivió ent re los siglos x v u y xvín , objetó t an to la doct r ina filosófica de Descartes c o m o la de los empiristas; t ambién objetó el pensamien to de Spinoza. Para Leibniz, l imitar la visión cartesiana de la realidad a la cosa extensa y al pensamien to c o m p o r t a abrigar una mira- da demasiado simple, indigna de la grandeza de Dios . Leib- niz sostuvo que Dios creó u n m u n d o perfecto, inmejorable y do tado de a rmonía . Con t r a r i amen te al pensamien to de los empiristas, Leibnizdijo que el conoc imien to puede ser alcanzado razonando . Sostuvo que la realidad ú l t ima está consti tuida por las mónadas. El filósofo I m m a n u e l Kant v ino a terciar en estas d i - cotomías. Para Kant , el enfrentamiento y la compe ten - cia entre el racionalismo —para el cual el r azonamien to es la fuente fundamental del c o n o c i m i e n t o - y el empi r i smo —que afirma que la única fuente del conoc imien to es la e x - periencia—, n o t ienen sent ido. Para él, la psiquis y el universo 36 La filosofía. D e Descartes a Heidegger ex te r io r a ella fo rman una dual idad tal que para elaborar el conoc imien to n o deben ser asumidos c o m o entes separados, sino concur ren tes . Existe una concurrencia de la psiquis y el m u n d o exter ior , que se conjugan p o r q u e están í n t imamen te imbr icados . A j u i c i o de Kan t , n o t iene sent ido hablar de u n m u n d o ex te r ior a la psiquis que existe en sí m i s m o y p o r sí m i s m o , p o r q u e es imposible describirlo y conocer lo : los a t r ibutos que asignamos a ese m u n d o ex te r io r están cond i - cionados p o r nosot ros al percibir los, p o r q u e los percibimos según nuestra manera de percibir. Esa manera de percibir depende de la sensibilidad y de las formas del en tend imien- to , que son facultades p u r a m e n t e psíquicas. N o percibimos el m u n d o según su prop ia naturaleza, que es indescriptible e inaprensible, sino según la naturaleza de nuestra psiquis, o sea, según la naturaleza de nuestra propia capacidad de per - cibir. N u e s t r o sistema sensorial y nuestra forma de pensar forjan y mo ldean el conoc imien to de la realidad exter ior . A esta realidad que , una vez elaborada y moldeada a priori po r nuest ra forma de percibir, se presenta en nuestra conciencia, K a n t la d e n o m i n ó realidad trascendental. En cuan to al m u n d o exter ior , n o p o d e m o s decir nada: sólo lo captamos a través de sus manifestaciones fenoménicas, filtradas y configuradas p o r la forma de percibir de nuestra psiquis. Si el m u n d o e x - ter ior existe o n o c o m o cosa en sí, n o lo sabemos ni p o d r e - m o s saberlo nunca . Más tarde, a pr incipios del siglo x i x G e o r g Fr iedr ich H e - gel in t rodu jo una versión amplís ima y total izadora de la v i - sión del universo . Antes de Hege l , la filosofía se dir igió al es tudio del m u n d o e x t e r n o a la psiquis, enfrentado con ésta. O sea que enfocaba u n c a m p o dua l : la cosa p o r u n lado, y su Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 37 efecto sobre la psiquis que la percibía —o sea, la idea—, po r el o t ro . En cambio, para este filósofo en el universo existen n o sólo las cosas y las ideas, sino también , y con igual relevan- cia, la inmensa t rama de las relaciones que vinculan las cosas, las ideas y la lógica implícita que las articula. Lo que nos rodea const i tuye una realidad dinámica en la que t o d o está ín t imamente v inculado. T o d o está relacionado, t o d o fluye, t o d o cambia, nada es, sino que "está s iendo". En esto, H e - ráclito hace acto de presencia, nuevamente . A esa total idad Hegel la d e n o m i n ó el Absolu to . Se denomina filosofía m o d e r n a a la que , iniciada p o r Descartes, cu lminó con Hegel . Después de Hege l se inicia la época de la filosofía con temporánea . D e n t r o de ella, Ed- m u n d Husserl ideó u n m é t o d o de abordaje del pensamien to filosófico al que d e n o m i n ó " fenomenología trascendental", cuya influencia alcanzó a casi toda la filosofía con t emporá - nea. Analizó los fenómenos en el seno de su ámbi to especí- fico, la conciencia. Por ú l t i m o , el filósofo a lemán M a r t i n H e idegge r ape- ló a la f enomenolog ía de Husser l para es tudiar la vida del h o m b r e y el c o n d i c i o n a m i e n t o al que está somet ida esa vida c u a n d o se involucra en el m u n d o que la rodea . La compleja conste lación de las emoc iones , sen t imien tos , conductas , inqu ie tudes , alegrías y sufr imientos que se agi - tan en el alma, y la in teracción de ella con su m e d i o , fue el objet ivo fundamenta l del es tud io filosófico de He idegger . El h o m b r e está inser to en el m e d i o en que vive, y este m e - dio lo condic iona afectando t o d o su desarrol lo . El h o m b r e in ten ta soslayar el c o n o c i m i e n t o angus t ian te de que él es finito, y de que su vida es una marcha inexorable hacia la 38 La filosofía. D e Descartes a Heidegger m u e r t e . Este en foque en la v ida del h o m b r e der ivó en el es tud io de la exis tencia y en su esencia, i n a u g u r a n d o la filosofía existencial , el exis tencia l i smo, m o v i m i e n t o al que d io forma, en t idad e i m p u l s o el filósofo francés Jean Paul Sar t re . R e c o r d e m o s que el racionalismo es la doct r ina que con- fiere al pensamien to u n rol fundamenta l en la representa- ción psíquica de la realidad exter ior . Fue ron racionalistas Spinoza, Leibniz, Kan t , Hege l , Husser l y He idegger ; lo fue Pla tón , al dar p r ior idad a las ideas p o r encima de la realidad misma. En resumen, los siglos xvi y x v u b r indaron al h o m - bre una visión del universo abso lu tamente nueva. La des- cr ipción del m u n d o dejó de ser la preconizada po r la Iglesia. Al verse l iberado de la r igidez doctr inar ia impues ta p o r la au tor idad clerical, que sometía t o d o pensamien to al con- t rol de su pureza escolástica, el h o m b r e se d o t ó de alas que le pe rmi t i e ron emprende r u n vue lo tan apasionado c o m o fascinante. El m u n d o perfecto, el m u n d o que merecía ser v iv ido , fue para San Agus t ín en el siglo V el de la C i u d a d de Dios , que opon ía a la C iudad Terrenal . El pensamien to medieval se ajustó a este pr inc ip io . A part i r del siglo xvu , a par t i r de Descartes , el h o m b r e c o m e n z ó a permit i rse n o sólo el acceso a la C i u d a d de Dios , sino también a la de su contrapar t ida , la C iudad Terrenal , para lanzarse a recorrerla con el exu l t an te gozo de la l ibertad. La filosofía es u n universo maravil loso del conoc imien to en el que han resplandecido los pensamientos de una infi- n idad de intelectuales. Ellos han apor t ado pensamientos y enfoques s u m a m e n t e valiosos. En este trabajo nos hemos l imi tado a presentar sólo a los filósofos Descartes, Spinoza, Mirada a vuelo de pájaro sobre el desarrollo del pensamiento filosófico... 39 Locke, Berkeley y H u m e (estos tres ú l t imos , denominados empiristas), Leibniz, Kant , Hegel , Husser l y Heidegger . Es- tos grandes pensadores han presentado enfoques rectores y fundamentales del pensamien to filosófico v igente hasta m e - diados del siglo x x . A partir de aquí vamos a desarrollar detal ladamente el pensamiento de estos filósofos. Pero antes recomendamos al lector que, ante la duda que puede surgir de un nombre , una denominación, o un concepto, recurra a las definiciones con- tenidas en el vocabulario de términos ubicado al final de este libro. Re tengamos , p o r q u e es éste u n concep to recurrente en la disquisición filosófica, lo que hemos expues to en esta i n t ro - ducción. Si creo que existe una cosa real que t iene existencia en sí misma, estoy creyendo que la cosa t iene una exis ten- cia absoluta, independ ien temente de que sea o n o percibida p o r m i m e n t e . Al universo de las cosas en sí, consideradas c o m o reales en sí mismas, se lo denomina "universo en sí", "realidad en sí" o bien, "universo real". En cambio , si creo que las cosas que percibo son sólo manifestaciones que p r o - vienen del ámbi to exter ior a mi psiquis e i m p r i m e n en ella una imagen, defino la realidad en mí , tal cual es representada en mi psiquis; defino la "realidad fenoménica" o "realidad aparente"; es la realidad que percibo, con independencia de lo que sea esa realidad.Antes de proseguir haremos una aclaración. Para en ten - der los conceptos , hemos supuesto que los t é rminos "cosa", "ob je to" o "en te" t ienen u n significado similar y equivalen- te. Por otra par te , en una pr imera instancia, p o d e m o s asu- mir c o m o equivalentes los t é rminos impresión, sensación y 40 La filosofía. D e Descartes a Heidegger percepción, s intet izándolos en el concep to de percepc ión: ésta es el resul tado de las impron tas que el m u n d o ex te r ior a m í m e p r o d u c e n c o m o pr imera t o m a de conciencia de algo que proviene del ex te r io r a m i psiquis, y que yo identifico. Imagen , pensamien to e idea significan la t o m a de concien- cia y pos ter ior elaboración que se p roduce en la psiquis una vez que ella capta y elabora las señales exter iores percibidas. La vivencia rebasa la percepción, p o r q u e incluye la reper- cusión anímica y emociona l de lo perc ibido. Por ejemplo, si escucho u n ru ido m u y fuerte p o r q u e alguien golpea m i puer ta , perc ibo que el ru ido proviene de ese go lpe ; la v iven- cia implica, además de esa percepción, la repercusión que en m i conciencia se p roduce c o m o consecuencia de percibir el go lpe ; p o r e jemplo, el sobresalto y la angust ia que m e sobrevienen. En realidad, los t é rminos t ienen significados diferencia- dos y están vinculados p o r u n o rden je rá rqu ico . El vocabu- lario que figura al final de este l ibro define los t é rminos y conceptos fundamentales de la filosofía. Bien, echemos m a n o a nuestra obra. Rene Descartes El conoc imien to escolástico que impe ró en la Edad Media fue dogmát ico , cerrado en sí m i s m o y muchas veces indife- rente a la evidencia que surgía de la simple contemplac ión de la realidad c i rcundante . Era u n conoc imien to que se en- redaba en palabras, preconceptos y silogismos forzados, y que debía ser aceptado con sumisión reverencial p o r q u e era un legado de Dios . Para el espíritu medieval la verdad era revelada po r El, y de esa verdad revelada n o se debía dudar en absoluto, ni cuestionarla. Nuevas evidencias demol ie ron convicciones largamente arraigadas. La Tierra dejó de ser plana y estar ubicada en el centro del universo. Las mentes , refrescadas e i luminadas po r las brisas y luces del Renac imien to que se instaló en la Historia a part i r del siglo xv , procedieron a revisar con espí- ri tu crítico el conoc imien to escolástico medieval que habían heredado. En los comienzos del siglo xvn , el filósofo francés Rene Descartes (1596-1650) puso en tela de ju ic io t o d o el conoci - [ 4 1 ] 42 La filosofía. D e Descartes a Heidegger m i e n t o v igen te en su época. La inteligencia excepcional de Descartes se involucró en la colisión de la vieja escolástica con el v i en to nuevo y diáfano del Renac imien to . Para in - t roduc i r o rden en esta turbulencia , Descartes creyó impres - cindible examinar , con esmerada desconfianza y d u d a n d o de t o d o , el conoc imien to acopiado hasta el m o m e n t o . Esta act i tud cons t i tuyó una verdadera revolución del espíri tu, p o r q u e el m a n d a t o del d o g m a impues to p o r la Iglesia exigía an teponer la fe al conoc imien to ; a par t i r de Descartes, se le an tepuso la duda. La duda sobre u n ju i c io es disipada sólo si ese ju ic io e n u n - cia una verdad ro tunda , incontrover t ib le e irrefutable; p o r e jemplo, si ese ju i c io es del s iguiente t eno r : "En la oscuri - dad absoluta es imposible leer sólo con la vista u n diario de papel". A estos ju ic ios to t a lmen te evidentes e irrefutables se los d e n o m i n a "apodíct icos". Fue así c o m o Descartes comenzó po r desconfiar: la duda fue el p r imer precepto del m é t o d o cartesiano. Anteponer la duda const i tuyó para Descartes una exigencia ineludible: la duda desbroza el campo del conocimiento y lo deja l impio de cuerpos extraños que traban su estudio y comprensión. Descartes in ten tó identificar qué era rescatable de los conoci- mientos puestos en j aque p o r la duda; y ese algo indubitable, de existir, constituiría u n p u n t o de partida para alcanzar el conocimiento verdadero. Y ya que para empezar de nuevo había que dudar de todo , comenzó po r dudar de la apt i tud de los sentidos y del razonamiento para emitir juicios verda- deros. Existían ya pruebas irrefutables que hacían dudar de la fidelidad de lo que percibimos po r med io de los sentidos. Por ejemplo, al mirar dos líneas que po r construcción son perfec- Rene Descartes 43 tamente paralelas, no veo que lo sean: por efecto de la pers- pectiva observo que se unen en u n p u n t o lejano. Lo mismo ocurre con un círculo, que desde distintos puntos de mira m e parecerá ovalado, aunque n o lo es. C o m o vemos, la pr imera inqu ie tud que anidó en la m e n - te de Descartes fue de naturaleza gnoseológica: consistió en analizar si estamos capacitados para lograr conocimientos certeros. Entonces , s iguiendo a Descartes, empecemos po r escudriñar la legi t imidad y ap t i tud del ser h u m a n o para ela- borar verdades inobjetables. R e c o r d e m o s aqu í la p r o f u n d a p r e g u n t a o n t o l ó g i c a q u e f o r m u l a r o n Leibniz y H e i d e g g e r : "¿Por q u é el ser, y n o la nada?" . El un ive r so , las cosas con t en idas en él, y el t i e m p o y el espacio, p o d r í a n n o habe r ex i s t i do . D e ser así, y o n o exis t i r ía , y en consecuenc ia , t a m p o c o m i p e n - samien to . Esta p r e g u n t a m e d u l a r , a u n q u e fue f o r m u l a d a después de Descar tes , estaba impl íc i t a en su p e n s a m i e n - t o . Se p r e g u n t ó Desca r t e s : ¿qué segur idad t e n g o de la exis tencia de las cosas q u e m e r o d e a n , si d u d o de t o d o ? Y se r e s p o n d i ó : de la ex is tenc ia de m i p e n s a m i e n t o n o p u e d o d u d a r ; m i p e n s a m i e n t o es u n a expe r i enc ia i n m e - diata, p o r q u e está ahí , en m i i n m e d i a t e z abso lu ta . El p e n - samien to se desarrol la y t i ene as ien to en m i y o ; el pensa - m i e n t o es i n m e d i a t o a m í , está í n t i m a e i n d i s o l u b l e m e n t e consus tanc iado c o n m i g o . Po r lo t a n t o , debe de ser real y v e r d a d e r o . Y si en m i p e n s a m i e n t o se agi ta la duda , esa d u d a es para m í i nmed ia t a , pa lpable , y en tonces es t a m - b ién verdadera y va ledera ; esa d u d a ex is te , t i ene el a t r i - b u t o de la exis tencia . Esa d u d a está en m i p e n s a m i e n t o , y t a m b i é n exis te . Si m i p e n s a m i e n t o exis te , y o t a m b i é n 44 La filosofía. D e Descartes a Heidegger d e b o de exis t i r , p o r q u e soy q u i e n ab r igo el p e n s a m i e n t o y la d u d a ; soy el suje to q u e p iensa y q u e d u d a . Los a rgumen tos expues tos hicieron evidente a Descartes la validez del pensamien to que s igue: si estoy firmemente seguro de que pienso, debo deduci r que existo. Esta conclu- sión se er igió en el aforismo supremo y fundacional de la filosofía m o d e r n a : "cogito, ergo sum'; "p ienso, p o r lo t an to ex i s to" . Para confirmar la validez de este enunc iado , Descartes expuso lo siguiente. A d m i t a m o s p o r u n m o m e n t o que u n genio ma l igno y perverso m e t iende trampas para confun- d i rme , y que siembra en m í la desconfianza y la duda ha - c i éndome pensar que t o d o es falso, que n i n g ú n ju ic io que se forma en m i m e n t e es verdadero . A u n en este supuesto , si t o d o fuera falso e inconsistente, yo n o lo sería, p o r q u e m i duda es legí t ima, inmedia ta y evidente . En u n m u n d o e x - pues to a la sospecha de con tener falsedades, lo ún ico que n o const i tuye una falsedad soy yo m i s m o , p o r q u e m e enfrento a las falsedades con m i pensamien to y con m i duda . Esa fue la conclusión subl ime y fundacional de Descar tes : si algoexiste, ese algo es el pensamien to , se agite en él la duda o la cer teza; y si existe el pensamien to , existo yo p o r q u e soy el sujeto que abriga el pensamien to . Si n o aceptamos este p r in - cipio, n o p o d r e m o s seguir e lucubrando nada. Los filósofos anter iores al siglo x v n habían dir igido sus estudios al universo que se ex t iende fuera del ámbi to de la psiquis. Pero Descartes v i n o a indagar n o sólo en los objetos del universo exter ior , sino t ambién en la in ter ior idad del m i s m o sujeto que los observa, es decir, en el sujeto pensan- te . Y éste fue u n apor te fundamenta l . Cogito, ergo sum fue el Rene Descartes 45 p u n t o de part ida de Descartes, el gran enunc iado que D e s - cartes inscribió en el frontispicio de la filosofía, y que iba a estar presente en t o d o el pensamien to occidental poster ior a él. Esta sentencia, "pienso, luego exis to", fue el ax ioma básico, el fundamento del edificio cartesiano. Fue también un osado gr i to de l ibertad y una antorcha que i l uminó el oscurant ismo de los viejos t iempos . Descartes quiso estable- cer u n ax ioma básico c o m o p u n t o de part ida, p o r q u e tenía una m e n t e matemát ica ; y es p rop io del espíritu matemát ico part i r de un n ú m e r o definido de principios básicos e lemen- tales que sean evidentes e incontrovert ibles , que const i tuyan los axiomas irrefutables, para deducir de ellos las verdades consecuentes. H a y o t r a m a n e r a de ver p o r q u é el a x i o m a m e d u l a r de Descar tes , "p i enso , l u e g o ex i s to" , es l e g í t i m o y va l ede ro . R e p i t a m o s aqu í lo q u e ya h e m o s e x p u e s t o . El c o n c e p t o o p u e s t o al de la exis tencia es el de la no existencia. ¿Cuá l es el c r i t e r io básico que nos p e r m i t e def inir la n o ex i s t en - cia? A la n o exis tencia la iden t i f i camos con la n a d a ; y a la nada la asoc iamos con la o scu r idad abso lu ta , la q u i e t u d to ta l , el s i lencio, la ausencia de c o n t i n e n t e s y c o n t e n i d o s , la falta de sensaciones; y es to impl ica necesa r i amen te la falta de concienc ia . En n o s o t r o s , la idea de exis t i r , efec- t i v a m e n t e , está asociada a la idea de ser consc ien tes ; está asociada a la idea de t ene r pe rcepc iones , y de t ene r cons - tancia de ellas. U n o se s iente v ivo c u a n d o perc ibe q u e es consc ien te . Y se es consc ien te sólo en las c i r cuns t an - cias en q u e se p iensa : n o se p u e d e conceb i r u n es tado de conciencia sin p e n s a m i e n t o , ni t a m p o c o u n p e n s a m i e n t o en es tado de inconc ienc ia . D e c i r "soy consc ien te , l uego 46 La filosofía. D e Descartes a Heidegger e x i s t o " es lo m i s m o q u e decir , con Desca r t e s , " p i e n s o , l u e g o ex i s to" . D e acuerdo . Yo pienso, luego exis to. Mis pensamientos existen y son reales. A par t i r de este p u n t o de par t ida surge de inmedia to la p r egun ta metafísica: fuera de mí , fuera de m i psiquis, ¿qué o t r o en te existe? Sigamos el pensamiento de Descartes. Algo en m í m e dice, con una convicción incontrovert ible porque de ella t engo una in tu ic ión 1 tan inmediata c o m o la que tengo de m í mismo, que existe u n ente supremo, infinitamente superior a todo . El concepto de que alguien cuya dimensión y poder ío son infi- nitos está incorporado en m í en forma innata, porque yo soy finito y n o podr ía existir si alguien, u n ser supremo y t o d o - poderoso, de dimensión infinita, n o m e hubiese o torgado la existencia. Si yo existo, y t engo conciencia y evidencia de mi finitud, n o p u e d o haber nacido de la nada. Alguien, de orden infinitamente superior, que todo lo puede , debe haber sido la fuente de mi existencia. Y ese ser infinito, todopoderoso , ubicuo, que posee y exhibe una inconmensurable potencia y sabiduría, que m e ha generado a m í y a t odo lo que m e rodea, es Dios . Por lo tan to , Dios existe. Descartes , que poseía una m e n t e matemát ica , i n t en tó de - mos t ra r la existencia de Dios con a rgumen tos propios de la 1. La intuición es u n acto ps íquico por el cual se c o n o c e algo de forma inmediata, directa, global y completa , en u n acto ú n i c o y n o a través de una suces ión de actos (esa sucesión se produce en el desarrollo de u n razonamiento o de u n procesamiento deductivo). Por e jemplo , el c o n o c i m i e n t o de que la línea recta es la distancia más corta que une dos p u n t o s es e m i n e n t e m e n t e intui t ivo . Rene Descartes 47 lógica, de los cuales el más relevante fue el d e n o m i n a d o ar- gumento ontológico. Los a rgumentos invocados p o r Descartes lucen c o m o forzados. Mues t ran que si bien Descartes fue el p r imer filósofo m o d e r n o , conservaba u n resabio escolástico en su doctr ina. Presentamos aquí una forma resumida y simplificada del a rgumento de Descartes para demostrar la existencia de Dios . Puedo pensar en un ser absolutamente perfecto, que posee todas las cualidades y los atributos de la perfección. El pensa- mien to del ser perfecto existe. Si ese ser pensado es perfecto, u n o de sus atributos debe ser, necesariamente, el de su exis- tencia; si n o tuviera ese atr ibuto, no sería perfecto. Este ser, que posee todas las perfecciones, n o puede depender de o t ro ser, porque en ese caso éste sería superior. Por otra parte, la idea de la perfección n o p u d o haber surgido de m í mismo, porque yo soy imperfecto y mis capacidades y poderes son limitados. Por lo tanto , esa idea de la perfección que abriga mi psiquis p u d o ser generada únicamente por un ser supe- rior y perfecto: Dios. Asimismo, yo n o puedo haber nacido de la nada, ni t ampoco mis ascendientes y mis congéneres. Alguien, un ser superior dotado de todas las superioridades, debe haber creado este universo de entes que m e rodean; y de ese Alguien infinitamente grande y poderoso, y superlativa- mente bueno , tengo una convicción innata, consustanciada con mi pensamiento desde que llegué a la vida. Por lo expues- to , debo deducir que Dios existe. Pero, ¿qué más existe?, se p r e g u n t ó Descartes. Y respon- dió a esta p regun ta de la siguiente manera : Dios existe, y n o cabe pensar que m e engaña. N o es posible que Dios , ser infi- n i tamente bondadoso , sea mal igno o desleal. Por lo t an to , lo 48 La filosofía. D e Descartes a Heidegger que es ex te r io r a m í y es perc ibido p o r mis sentidos debe de existir, debe de ser real. Fuera del y o se ex t iende el n o - y o , es decir, las cosas y los seres que n o son yo m i s m o ; a estos cons- t i tuyentes del n o - y o los perc ibo, m e c o m u n i c o con ellos, y p o r fuerza, deben de existir. D e otra manera , d igámoslo nuevamen te , Dios m e habría somet ido a una ilusión vana, a u n engaño , lo que es inconcebible p o r q u e Dios es infinita- m e n t e b u e n o , y n o engaña. Resul ta imposible concebir que el universo de infinitos objetos y eventos que m e rodean, exu l tan te de sonido, luz , co lor ido y m o v i m i e n t o , do t ado de abigarrada y maravillosa variedad, n o sea más que una re - presentación de algo que n o existe. N o es posible que Dios , la expres ión más absoluta de la perfección, incurra en la ar- bi t rar iedad y en la estéril acción, p ropia de una travesura, de l lenarme de apariencias, de visiones oníricas vacías, que n o t ienen una cont rapar t ida existencial. Yo capto los conten idos de este universo creado p o r Dios , y m e incl ino a pensar que esos contenidos , esos entes, existen. Pero h e establecido el pr inc ip io básico de la duda . Entonces , ¿cómo p u e d o o to rgar a las cosas el a t r ibu to de la existencia sin caer en el error? Pues bien, Descartes sostuvo que puedo asegurar que una cosa pensada po r m í tiene existencia real —una existencia fuera de m i pensamiento , e independientede é l - si, después de u n estudio r iguroso que abarque todos los enfoques p o - sibles, llego a la conclusión de que los atr ibutos de esa cosa coinciden con los que le confiere m i pensamiento, y que esa coincidencia se da en todas las circunstancias. Si una cosa en la que pienso existe, los atr ibutos fundamentales de esa cosa deben ser claramente definibles y deben ser permanentes ; es Rene Descartes 49 decir, deben ser necesarios y n o cont ingentes; esos atributos deben ser reconocidos por todos los observadores y no serán modificados por nuevas percepciones sensoriales. En otras pa- labras, una cosa tiene existencia en sí misma si sus cualidades coinciden con las que muestra la cosa pensada por mí , y si esa coincidencia n o es circunstancial, sino permanente y un i - versal. Si n o fuera así —digámoslo una vez más—, yo debería pensar que Dios m e engaña y m e confunde, pensamiento que es inadmisible. Descartes fue sumamen te proli jo y cauteloso; para él, d i - lucidar lo verdadero de lo falso era tarea que debía realizarse en forma r igurosamente metódica . El conoc imien to se debe construir progres ivamente a part i r de ideas elementales, sen- cillas e incontrovert ibles , que luego el r azonamien to elabora e integra minuc iosamente . El m é t o d o p r o p u g n a d o po r D e s - cartes para llegar al conoc imien to consiste en avanzar poco a poco , de manera que la relación lógica de u n antecedente con el que, en el flujo del r azonamien to , es su consecuente , n o deje duda alguna, o sea, que n o presente la m e n o r fisura; que sea evidente.2 2. Sócrates y Platón crearon la mayéutica, doctrina que sostuvo que cualquier hombre , por más s imple e i letrado que fuera —como lo fue M e n ó n , el esclavo— podía alcanzar el c o n o c i m i e n t o si éste le era expues to por m e d i o de una secuencia de pasos sencillos y coherentes del pensamiento , hilvanados lóg icamente , de manera tal que cada u n o de esos pasos fuera claro y ev idente . Además , dieron por cierto que M e n ó n guardaba en su m e n t e esos conoc imientos desde siempre, pero n o era consciente de el los. El m é t o d o mayéut i co se los iba trayendo a la conciencia en forma progresiva. 50 La filosofía. D e Descartes a Heidegger Descartes par t ió de pensamientos simples que , en su ele- men ta l sencillez, eran irrefutables. Se refirió a ellos d e n o - minándo los ideas claras y distintas. Las ideas son claras cuando son evidentes , inmediatas e irrefutables; son distintas (o sea, nít idas y b ien diferenciadas) cuando n o se confunden con otras ideas; se diferencian unas de otras c laramente . A part i r de ideas claras y distintas, en la m e n t e se enhebran y surgen progres ivamente ideas más complejas y profundas. Y si bien estas nuevas ideas más elaboradas nos parecen convincentes , vale decir, son para nosot ros t ambién claras y distintas, de - ben ser examinadas exhaus t ivamente para que quede consa- grada su validez. La duda s iempre debe revolotear sobre mis conclusiones, y vigilarlas. La ciencia p rocede de manera cartesiana. Si una visión de te rminada del universo real nos resulta confusa, la des- m e n u z a m o s , la anal izamos, la de scomponemos en partes const i tut ivas más simples para encuadrarlas en ideas claras y dist intas; y, a par t i r de ahí, e laboramos progres ivamente ideas más complejas y profundas, pe ro que en su nivel más e laborado cons t i tuyen t ambién ideas claras y distintas. P r o - gres ivamente enhebramos estas ideas claras y distintas para const i tu i r el conoc imien to ampl io , p ro fundo y verdadero . Esta es la base del m é t o d o car tes iano para e laborar u n acervo de verdades . C o n esta m e t o d o l o g í a , Descar tes b u s - có manifes taciones de la real idad ex t e r io r q u e pe rmi t i e r an enunc ia r verdades i r refutables ; y en u n un iverso de verda- des irrefutables es posible di lucidar , con absoluta cer teza , q u é es lo q u e t iene exis tencia real. Bien, ya hemos vis to que es absolu tamente verdadero que yo exis to , p o r q u e pienso. Y a par t i r de aquí , vamos a Rene Descartes 51 dar o t ro paso. Si t engo una visión clara y distinta del espacio exter ior a m í mi smo y de sus contenidos , n o debo dudar de que ese espacio exter ior es real. Veo claramente que los objetos ocupan ese espacio. Entonces , ¿cuál es el a t r ibu to esencial que p u e d o asignar a los objetos del m u n d o ex t e - rior? Es, precisamente, el de ocupar el espacio; es el a t r ibu to de la extensión. Porque n o cabe duda de que si t engo una imagen clara y distinta de que los objetos en los que pienso t ienen extensión, los objetos reales correlativos, exter iores a m i pensamiento , deben de tener extens ión. Y si esta c o - rrelación se cumple para todos los a t r ibutos , los objetos son reales. La representación in terna de la extens ión coincide con la extensión real de los objetos; y esa extens ión n o es cont ingente , sino necesaria; si n o fuera así, los objetos serían caóticos e indiferenciados. En consecuencia, la extens ión existe; y al objeto representado que en mi pensamien to t ie- ne extensión, le corresponde corre la t ivamente u n objeto del m u n d o exter ior que es real, o sea, que existe y es ex tenso . Si veo u n objeto, pongamos p o r caso u n poste de for- m a cilindrica, t engo de él una idea clara y distinta. P u e d o apreciar que el poste t iene una forma, y que se ext iende en el espacio en tres d imensiones; p u e d o medi r y relacionar su ancho, altura y profundidad; c o m p r u e b o que t iene peso, y que la altura del poste es tantas veces la medida de su diá- me t ro . Los seres h u m a n o s pueden apreciar estos atr ibutos del obje to ; pueden apreciar su extensión, y hallar relaciones numéricas entre los valores que expresan esa ex tens ión : po r ejemplo, que el t amaño longi tudinal del poste es diez veces el t amaño de su d iámet ro . En cambio , respecto a a lgunos atr ibutos del objeto, c o m o olor, color, rugosidad, bril lo, e t- 52 La filosofía. D e Descartes a Heidegger cétera, n o todos coinciden de forma unán ime . En otras pa- labras: d is t ingo en los objetos a t r ibutos absolutos, de ot ros a t r ibutos que son cont ingentes o circunstanciales. Insistamos en esto. Lo que capto a través de los sentidos y ocupa m i pensamien to , p o r u n lado, y lo que es ex te r ior a mí , p o r el o t ro , coinciden en los a t r ibutos (o cualidades) esenciales que Descartes resumió con el t é r m i n o de ex t en - sión. Q u e d a n excluidos de este pensamien to los a t r ibutos o cualidades n o esenciales o secundarios, c o m o lo son el color, la rugosidad, el olor , etcétera. U n a naranja del m u n d o real y su representación en el ámb i to de m i pensamien to t ienen en c o m ú n la forma (casi esférica), que implica extens ión, y n o los a t r ibutos secundarios (el color amari l lo rojizo y el a roma part icular) , que forman par te de m i pensamien to pe ro de los cuales n o p u e d o asegurar que existan en la realidad, p o r q u e su percepción es imperfecta y n o s iempre fiable. U n da l tó - nico n o ve, c o m o veo yo , que la naranja t iene u n color ama- rillo roj izo. En cambio , la extens ión es el con jun to de los a t r ibutos que n o dependen de circunstancias cont ingentes (por e jemplo, del da l ton i smo del observador) . Esos a t r ibu- tos de ex tens ión son las d imensiones , la forma, el vo lumen , el peso, las relaciones en t re las dimensiones , la cant idad y sus relaciones matemát icas (si t engo dos naranjas en frente de mí , y dos naranjas a m i espalda, m e rodean cuatro naranjas); p u e d o ver si están en reposo o en m o v i m i e n t o ; p u e d o cons- tatar que cua t ro naranjas pesan ap rox imadamen te el doble que dos, etcétera. Todas estas propiedades conforman los a t r ibutos cuant i ta t ivos del objeto , y son susceptibles
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