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por que feminismo vegano ahora - Elisa Elizondo

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Texto trabajado a partir de la Edición de Kanaj
Traducción: Resistencia AntiEspecista
Reeditado por Asamblea Antiespecista Santiago
antiespecitastgo@riseup.net
3
¿POR QUÉ FEMINISMO VEGANO AHORA?
Carol Adams1
En este ensayo, presento una reflexión acerca de la publicación 
de La Política Sexual de la Carne, introduciendo varias de las prin-
cipales perspectivas teóricas del libro, y examinando si y cómo 
siguen siendo actuales veinte años después de la primera publica-
ción del libro. Examino las asociaciones entre las nociones de vi-
rilidad, masculinidad y el consumo de carne, y explico el concepto 
del referente ausente y cómo funciona en la institución del comer 
animales. También exploro el por qué han proliferado imágenes 
que muestran la animalización de las mujeres o la feminización y la 
sexualización de los animales de granja, y propongo que éstas son 
respuestas recuperativas que intentan restablecer la “hombría” y 
el consumo de carne. Propongo que la resistencia a la descentrali-
zación del ser humano a menudo se expresa a través de lo que yo 
llamo el “humanismo retrógrada”. Para concluir, medito acerca de 
las “viejecitas en zapatillas”–término que se refiere a aquellas mu-
jeres y su trabajo del cual el movimiento animalista quiere renegar, 
pero que necesita para que hagan ese trabajo.
En Diciembre de 1989, se publicó La Política Sexual de la Carne. 
La idea de que hay una conexión entre el feminismo y el vegetaria-
nismo me surgió en Octubre de 1974, cuando estaba caminando 
en mis zapatillas por una calle de Massachusetts, Cambridge. Pero 
tardé quince años a partir de ese momento hasta que terminé mi 
libro. Y lo triste, para mí, es que en el momento de terminar de 
escribir el libro, me preguntaba si había observado algo que, para 
entonces, estaba empezando a ser superado por nuestra cultura.
1 Carol J. Adams es la autora de La Política Sexual de la Carne, publicado 
este año en una edición de su 20° aniversario, que ha sido traducido al alemán, 
japonés, chino y coreano. Ella es también la autora de muchos libros, entre ellos 
La Pornografía de la Carne, Viviendo entre Consumidores de Carne y Ni Humano Ni 
Bestia. Con Josephine Donovan ha editado tres colecciones sobre el feminismo 
y los animales: Animales y Mujeres: Exploraciones Teóricas Feministas, Más Allá de los 
Derechos Animales, y más recientemente, La Cuidadosa Tradición Feminista en la 
Ética Animal (Columbia, 2007). Su interés se centra en analizar y desafiar opre-
siones interconectadas, y en la creación de teoría progresista que descentralice 
al humano. Su presentación en diapositivas de La Política Sexual de la Carne, la 
cual está constantemente revisando, ha sido mostrada en más de 100 universi-
dades y en varios países. Su dirección web es www.caroljadams.com.
4
¡Que optimista que era! Subestimé enormemente el mundo an-
tifeminista -el mundo en base a la desigualdad de las mujeres - y 
el mundo del comer carne, y la forma en que intensificarían sus 
interacciones.
Cuando salió el libro, los comentaristas de derecha amaron 
odiarlo. Especialmente viril, vil y virulento en su defensa del 
consumo de carne era Rush Limbaugh, la voz actual del Partido 
Republicano en los Estados Unidos -y uno de los más recientes 
portavoces de la Sociedad Protectora de Animales de los Estados 
Unidos (Human Society of the United States, HSUS)2. Sin darse 
cuenta que yo no era una académica, que el libro había sido escrito 
por una feminista, antirracista, activista de base3, estos comenta-
ristas lo tomaron como el último, y el más absurdo, ejemplo de 
exceso académico y corrección política. Amaban odiarlo.
Con los años, he observado que el libro y la idea de la política 
sexual de la carne son muchas cosas diferentes para muchas per-
sonas diferentes. Pero creo que puedo identificar con seguridad las 
partes principales del argumento.
Virilidad, consumo de carne y política de la carne
En el primer capítulo de La Política Sexual de la Carne, propongo 
que existe un vínculo entre comer carne y las nociones de masculi-
nidad y virilidad en el mundo occidental. Las sociedades en donde 
se come carne ganan identificación masculina por su elección de 
alimentos creando una experiencia de amistad masculina, en res-
taurantes especializados en carne o en fraternidades o sobre la pa-
rrilla. El consumo de carne otorga una idea de la masculinidad en 
2 Rush Limbaugh ha grabado dos declaraciones de apoyo a la HSUS y 
su trabajo para proteger a los animales de la crueldad y el abuso. El primer spot 
es sobre nuestra asociación con los organismos encargados de hacer cumplir la 
ley en todo el país para acabar con la organización de peleas de perros y otros 
delitos de crueldad animal. El segundo es sobre nuestro alcance a comunidades 
de fe, y la obligación moral que tenemos de ser buenos cuidadores de las cria-
turas de Dios. Ver http://www.hsus.org/press_and_publications/press_relea-
ses/rush_limbaugh_records_audio_041409.html
3 N. del T.: la autora utiliza el término grassroot activist con el objetivo de 
diferenciarse de aquellos activistas que son líderes o que conforman la élite de 
las organizaciones sociales.
5
el consumidor individual con las ideas de que los hombres deben 
comer carne y las mujeres deben se1virla. Esto se hizo evidente 
en comerciales de los EE.UU., pero es transportado de forma en-
cubierta a través de recetas en revistas de mujeres en Inglaterra o 
Australia o Italia. Una parte de esta política sexual es que los ve-
getales representan la pasividad, y el vegetarianismo está bien para 
las mujeres y cualquier persona asociada a las mujeres.
Describo el funcionamiento de una política racial y colonial de 
la carne, tal vez más prominente en la noción de la “beefeater”4 
británica. Una de las demarcaciones del estado evolutivo de una 
cultura era si era dependiente de proteínas de origen animal: escri-
tores del siglo XIX creían que debido a que los británicos comían 
carne de res estos tuvieron tanto éxito en la conquista de otros 
pueblos.
En EE.UU., a través de la usurpación de tierras indígenas, en 
par ticular la violación de los tratados con otros pueblos que ya 
habitaban el territorio continental de EE.UU., y luego la invención 
del transporte ferroviario y la refrigeración, el consumo de carne 
fue “democratiza do” para que todos pudieran esperar poder ha-
cerlo. Con la economía mundial, hemos exportado estas expectati-
vas junto con McDonald’s y Kentucky Fried Chicken y las granjas 
industriales.
el referente ausente
Propongo que los animales son referentes ausentes en el con 
sumo de carne. Como escribo en La Política Sexual de la Carne,
‘’A través de la matanza, los animales se contJierten enreferentes ausentes. 
Los animales en nombre y cuerpo son transformados en referentes ausentes 
como animales para que la carne exista. La vida de los animales precede y 
permite la existencia de la carne. Si los animales están vivos nopueden ser 
carne. Así, un cuerpo muerto sustituye al animal vivo. Sin animales no habría 
consumo de carne, sin embargo están ausentes del acto de comer carne, ya que 
han sido transformados en alimento”.
4 N. del T.: el término utilizado por la autora es beefeater que puede tra-
ducirse como la persona que come carne de forma regular.
6
Los animales son transformados en referentes ausentes a tra-
vés de un lenguaje que cambia el nombre de los cuerpos muertos 
antes de que los consumidores se los coman. Nuestra cultura hace 
aún más confuso el termino “carne” con el lenguaje gastronómi-
co, de forma que no nos referimos a animales muertos y descuarti-
zados, sino que a comida. Así, el lenguaje contribuye aún más a las 
ausencias de los animales. Mientras que los significados culturales 
de la carne y del comer carne cambian históricamente, una parte 
esencial del significado de la carne es estático: uno no come car-
ne sin la muerte de un animal. Los animales vivos son, pues, los 
referentes ausentes en el concepto de carne. El referente ausentepermite olvidarnos de los animales como entidades independien-
tes; también nos permite resistir los esfuerzos para hacer de los 
animales referentes presentes.
El referente ausente tiene como función encubrir la violencia 
inherente al consumo de carne, proteger la conciencia del consu-
midor de carne y proveer la idea de animales individuales como 
inmateriales a los deseos egoístas de cualquiera. El referente au-
sente es lo que separa al comedor de carne del animal y al animal 
del producto final. La función del referente ausente es permitir el 
abandono moral de un ser.
Sostengo que un proceso de objetificación, fragmentación y 
consumo permite la opresión de los animales de tal forma que 
los animales son representados como “menos-seres”a través de 
la tecnología, el lenguaje y la representación cultural. La objetifi-
cación permite a un opresor ver a otro ser como un objeto. Una 
vez objetificado, un ser puede ser fragmentado. La fragmentación 
es el aspecto oculto en la producción de carne–aquel sobre el que 
no debemos de hablar. A través de la fragmentación, el objeto 
no sólo es separado de su cuerpo, sino también de su significado 
ontológico.
Una vez fragmentado, el consumo sucede: el consumo de un 
ser, y el consumo del significado de la muerte de ese ser, de modo 
que el punto de referencia de la carne cambia. Encontré una su-
perposición de las imágenes culturales de violencia sexual contra 
las mujeres y la fragmentación y desmembramiento de la natura-
leza y el cuerpo en la cultura occidental. Propongo que este ciclo 
de la objetificación, fragmentación y consumo vincula la matanza 
7
tanto con la representación como con la realidad de la violencia 
sexual en culturas occidentales que normalizan el consumo sexual.
La opresión interconectada de mujeres y animales también 
puede ser encontrada en el uso de un lenguaje dominante y arbi-
trario en el cual el significado de la violenta transformación de la 
vida en muerte es consumido y negado, de la misma forma en que 
es “elevado” a metáfora y aplicado a las mujeres. Pero esta estruc-
tura de superposición de referentes ausentes también se mueve 
en la otra dirección; en la cual la objetificación de las mujeres se 
convierte en la base para las construcciones culturales sobre los 
animales utilizados en la producción de carne. Fue difícil encon-
trar un término preciso para esta teoría, pero en el momento en 
que escribí La Pornografía de la Carne yo tenía uno: en un mundo 
patriarcal y consumidor de carne, los animales son feminizados y 
sexualizados; las mujeres son animalizadas.
En La Política Sexual de la Carne, sostengo que las conexiones 
entre las mujeres y los animales que estoy esbozando son contin-
gentes e históricas. Pero debo precisar que teórica y políticamente 
hablando, estas superposiciones históricas y contingentes (en el 
que el animal es sustituido por la mujer, y la mujer, o parte de una 
mujer, es sustituida por un animal muerto) son asociaciones rele-
vantes que se deben hacer.
Proteína animalizada y el complejo industrial de 
animales
Todos nosotros obtenemos nuestra proteína de las plantas. Al-
gunas personas la obtienen directamente, y algunos eligen dejar 
que los animales la procesen por ellos. Para ayudar a comunicar 
esta idea, utilizo el término del siglo XIX proteína animalizada; es 
decir, la proteína preexiste al animal, quien es un procesador de 
la proteína de las plantas. La jerarquía de los seres humanos sobre 
los animales, la que observo operando en el funcionamiento del 
referente ausente, es literalmente representada cuando los consu-
midores de carne cambian de posición a partir de la fuente original 
de proteína. Al resucitar ese término, quiero hacer más evidente, y 
8
por lo tanto observable, las visiones conflictivas globales acerca de 
la fuente apropiada para obtener la proteína vegetal para cada uno.
Acuñé el término proteína feminizada para los huevos y los pro-
ductos lácteos; es decir, proteína vegetal producida a través del 
abuso del ciclo reproductivo de las hembras animales. La proteí-
na feminizada es tomada de hembras animales vivas, cuya capa-
cidad reproductiva es manipulada en función de las necesidades 
humanas. Sentí que la situación única de las hembras animales do-
mesticadas requería su propio término: una esclavitud sexual con 
gallinas en jaulas batería y vacas lecheras conectados a máquinas 
de ordeña. A pesar de que los animales están vivos, los productos 
lácteos y los huevos no son alimentos sin víctimas.
También propongo que con las granjas factorías5 hemos en-
trado a una cuarta etapa del consumo de carne, la cual incluye la 
exportación a países no occidentales de la forma occidental de 
producción de carne. En China, ahora, hay 63.000 granjas fac-
torías. Algunas confinan 10 millones de aves en una sola granja. 
Barbara Noske (1997) propuso el término “complejo industrial 
animal” para esta manera de producción. Ella muestra cómo, des-
pués de la Segunda Guerra Mundial, la industria de la ganadería 
cambió, volviéndose cada vez más “mecanizada, automatizada y 
racionalizada” (199:14). También señala que el comer carne es un 
producto perfecto para el capitalismo, ya que requiere un suminis-
tro interminable de materia prima (proteína vegetal) que se reduce, 
a través de la animalización y feminización de la proteína, al 16% 
de su materia original.
Más de 60 mil millones de animales de granja están vivos hoy en 
este planeta; esto solo es posible gracias a la industrializada cuarta 
etapa de cría intensiva. 33% de las tierras cultivables del mundo 
son destinadas a la producción de cultivos para la alimentación de 
animales. Esta forma de producción de proteínas está generando 
nuevos problemas: su contribución al calentamiento global no es 
despreciable, ni tampoco lo son sus lagunas llenas de estiércol. 
Nuevas enfermedades infecciosas también han sido relacionadas 
con la ganadería industrial. Aunque durante la década de los 60’s, 
5 N. del T.: La autora también se refiere a ella como “Operaciones de 
Alimentación Concentrada de Animales” (CAFO, Concentrated Animals Fee-
ding Operations).
9
las principales autoridades médicas dijeron que las enfermedades 
infecciosas fueron erradicadas, a mediados de la década de los 70’s 
estaban de vuelta. Cada vez que los científicos han sido capaces de 
seguir la evolución del virus de la gripe aviar de menor a mayor pa-
togenicidad6, las condiciones de las granjas industriales han estado 
presentes, ya sea en Chile, Pakistán, Italia, o Pennsylvania7. En ju-
nio del 2009, la “gripe porcina”, que algunas autoridades médicas 
y activistas por los derechos animales han cambiado de nombre 
a “gripe de granja industrial”, fue declarada como una pandemia. 
Esta es la primera vez en 41 años que la etiqueta de pandemia ha 
sido aplicada a una enfermedad.
El complejo industrial animal -la fuente de producción de la 
mayoría de la carne contemporánea- es un proyecto de la moder-
nidad que ha hecho la transición sin mayores problemas a la post-
modernidad. Debido a la estructura del referente ausente, se pien-
sa que el veganismo se trata de prácticas de consumo en lugar de 
prácticas de producción. En realidad, el veganismo es un boicot.
En La Política Sexual de la Carne, ofrecí ejemplos de resisten-
cias históricas, contemporáneas y de ficción frente al consumo de 
carne. Sugerí que las decisiones acerca de la comida eran formas 
codificadas de resistencia. Describí a los/las vegetarianos/as-fe-
ministas como quienes se convirtieron en vegetarianos/as porque 
esto tenía sentido como parte de su no-sometimiento dentro de 
la lógica de la cultura patriarcal. Muestro que para muchos pro-
gresistas, feministas, activistas radicales, el vegetarianismo era un 
aspecto de su activismo. La Política Sexual de la Carne establece que 
las ideas acerca de la carne, las discusiones acerca de la carne, son 
ideas sobre el poder, discusiones de poder... y no sólo de poder 
sobre los animales, no sólo ideas acercade los anímales.
6 Capacidad de un microorganismo de infectar(invadir y multiplicarse 
en un ser vivo), produciendo unos síntomas(enfermedad).
7 Información obtenida de Michael Greger, Doctor en Medicina, Di-
rector de Salud Pública y Agricultura Animal, Sociedad Humanitaria Interna-
cional (HSI por sus siglas en inglés).
10
Imágenes e imaginando opresión
En los 60’s, los fabricantes de toallas de playa y creadores de 
carteles nos dieron la “Reina del Ganado”, mostrando a una mujer 
cortada como la carne, con el lema “Rompe el Aburrido Hábito 
del Bistec” (véase Fig ura 1). En 1968, las feministas protestaron 
contra el concurso de Miss América argumentando que las con-
cursantes eran reducidas a trozos de carne. Llevaban el cartel de la 
“Reina del Ganado” y letreros que proc lamaban: “Bienvenidos a la 
Subasta Ganadera de Miss América” (Doug las, 1994:138-139). La 
protesta de Miss América en 1968 sugirió que las mujeres estaban 
siendo exhibidas como animales. En el siglo XXI, la or ganización 
Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) desple go 
la problemática imagen para generar conciencia acerca de los ani 
males. PETA comenzó su campaña anti-carne “Todos los Animales 
Tienen las Mismas Partes”, utilizando a la actriz de Baywatch, Tra-
ci Bingham, quien se muestra, desnuda, desde la espalda, con su 
cuerpo segmen tado en partes tradicionales de “carne” (lomo, pul-
pa, costilla, espald illa, etc.) PETA expandió esta campaña, usando 
una modelo filipina, Ginebra Cruz, posando en una forma similar 
(debido a que está de pie, sus muslos son marcadas como “hue-
sos para sopa”). Las modelos y sus poses conllevan implicaciones 
raciales, y no sólo porque PETA etiquetó las partes del cuerpo 
de las modelos (los huesos para sopa estando “más abajo” en la 
clasificación que las costillas, lomos, etc.). La exhibición de PETA 
de mujeres reales como carne utiliza muchas de las convenciones 
de la pornografía, por lo que las imágenes, más que protestar con-
tra la idea de mujeres vistas como carne, sólo parecen protestar 
contra el hecho de transformar a los animales en carne. Es otras 
palabras, el con sumo a través de la visualización está bien, pero no 
el consumo a través de la alimentación. En estas representaciones de 
las mujeres, el animal sacrificado es el referente ausente. Debido 
a la estructura del referente ausente, es difícil para los animales 
presentar su propio caso para no ser consumidos. La elección de 
PETA de la imagen misógina de la déca da los 60’s confirma triste-
mente cuan incontrolables e interconectadas están las opresiones.
En 1990, La Política Sexual de la Carne utilizo cuatro imágenes 
para ilustrar mis afirmaciones, incluyendo en su portada a la “Rei-
11
na del ganado.” También usé una 
imagen llamada “Ursula Ham-
dress”8, des de Playboar: La Playboy 
del Criador de Cerdos. Describo la 
imagen de esta forma:
Un ser sexual saludable posa cerca de su 
trago: ella solo viste bra9as y se deleita 
en una gran silla con la cabeza apoyada 
deforma seductora en un elegante tape-
te de encaje. Su acogedor trago con un 
toque de limón espera en la mesa. Sus 
ojos están cerrados; su expresión facial 
irradia placer, relajación, seduc ción. 
Ella está tocando su entrepierna en una 
acción suave, masturbatoria. Anatomía 
de la seducción: objeto sexual, trago,, 
ambiente atractivo, actividad sexual. 
La fórmula es completa. Pero no es una 
mujer la que está llamando la atención. 
Una cerda lo hace (Adams, 1990: 39)
Mucho sucede con esta imagen. Para empezar, en la fotografía 
de una cerda, la mujer sexualizada es el referente ausente. Pero, la 
forma en que una cerda es reemplazado por la mujer revela cómo 
interactúan los referentes ausentes superpuestos que animalizan y 
sexualizan. “Ursula Hamdress”, una cerda exhibida como si estu-
viera en una revista pornográfica, proviene de una genealogía del 
arte Occidental dedicada a otorgar significado al cuerpo de una 
mujer. En Imágenes de Colores: Raza y Representación, Michael Harris 
escribe: “El desnudo femenino, hace mucho un tema clásico en el 
arte Occidental, se puede interpretar como evidencia de las estruc-
turas patriarcales, una afirmación de la universalidad de perspecti-
vas masculinas blancas, y la apropiación de los cuerpos femeninos 
para preferencias masculinas” (Harris,2003:126). En su capítulo 
sobre “La Mujer Sexualizada”, Harris examina Venus de Urbino 
de Tiziano, “uno de los primeros desnudos reclinados en el arte 
Occidental.” “Ursula Hamdress” está posando como el famoso 
8 N. del T.: el término que utiliza la autora puede traducirse como “Ur-
sula vestida de jamón,” y hace referencia a la actriz y “sex symbol” de la década 
de los 60’s, Ursula Andress.
Fig 1 “Cattle Queen”, Imagen de portada de 
La Política Sexual de la Carne
12
desnudo de Tiziano. Tiziano puso a un pequeño perro durmiendo 
cerca de los pies de su Venus. La Olympia de Manet (1863) vuelve 
a trabajar a Tiziano, haciendo de la reclinada figura de Venus una 
prostituta desnuda que directamente se encuentra con la mirada 
del espectador. Detrás de ella hay una sirvienta negra, lo que in-
tensifica el significado de la imagen. Como Harris explica, “En el 
siglo XIX, las mujeres de color fueron asociadas con la naturaleza, 
la pasión descontrolada y la promiscuidad... Aquí en el espacio pri-
vilegiado de la mirada masculina blanca es un objeto negro caído 
que es a la vez socialmente inferior a un prostituta desnuda, para 
quien ella es una sirvienta, y sin embargo, un significante sexual y 
un significado cifrado: su mera presencia es la equivalencia de la 
desnudez de Olympia (Harris, 2003:126) (Además, Manet sustitu-
ye al pequeño perro de Tiziano con un gato negro).
Harris no es el único crítico reciente en seguir la evolución del 
desnudo femenino desde Tiziano a Manet y luego en el siglo XX. 
A lo que se refiere el crítico David Harvey en su La Condición de 
la Posmodernidad (1990) no sólo es al punto de vista colonialista 
construido a través de la pintura de Manet, ni su genealogía en la 
modernidad y posmodernidad (Harris considera a Las señoritas de 
Avignon de Picasso; Harvey, la obra posmoderna de Rauschenberg 
Persimmon). Lo que preocupa a Harvey es cómo la genealogía pue-
de ser seguida a través de un anuncio para Citizen Watch (empresa 
de relojes)9.
“Ursula Vestido de Jamón” (en las ediciones más recientes d.e 
Playboar es llamada por el nombre más genérico de “Taffy Lo-
vely”) habría encajado a la perfección en la genealogía de estas 
figuras femeninas con un giro: la función animalizadora ha pasado 
del mar gen al centro: un perro a los pies de la Venus representaba 
la animalidad en la pintura de Tiziano. Manet colocó una sirvienta 
africana para representar la sexualidad animal. Con Ursula/Taffy, 
las funciones animalizadoras y sexualizadoras que están separadas 
en las pinturas de Tiziano y Manet están unidas en un solo ser. La 
imagen, que ahora tiene cuarenta años de edad, todavía se puede 
encontrar dentro de Playboar, que se vende en muchas librerías. 
Pero así como Harvey encuentra las figuraciones de desnudos de 
9 Harvey ensarta estas imágenes sin ningún tipo de comentario a lo 
largo de su capítulo sobre “Posmodernidad”. Comenta que recibió protestas de 
académicos y ha añadido este comentario en ediciones posteriores, “Las ilus-
13
Tiziano y Manet manifestadas ahora en los anuncios, pasa lo mis-
mo, también, con “Ursula”: la publicidad de la carne a menudo 
posiciona a los animales como sujetos feminizados, sexualmente 
libres y provocativos. Yo llamo a esto la pornografía de la carne -las 
actitudes hacia las mujeres que se encuentran en Playboy y otra por-
nografía heterosexual pueden expresarse libremente en una for-
ma disfrazada, con animales como objetos. En el funcionamiento 
de la pornografía de la carne encontramos d mismo fenómeno 
que Harris identifica: las mismas estructuras patriarcales, la misma 
perspectiva masculina blanca como universal, la misma apropia-
ción delos cuerpos femeninos. Esta vez, tanto presupone y man-
tiene la normatividad del comer carne como sexualiza la matanza 
y el consumo de lo no humano.
La afirmación recuperatoria de la política sexual 
de la carne en el siglo XXI
La primera edición de La Política Sexual de la Carne sólo ofrece 
estas dos imágenes que ilustran mi idea de la superposición e in-
terconexión de los referentes ausentes (“Úrsula Hamdress”, en el 
que la “mujer” es el referente ausente, y la imagen de la portada 
de la mujer dividida en “carne”, en la que el animal muerto es 
el referente ausente). Sin embargo, inmediatamente, tras la publi-
cación del libro, mi mail cambió. La gente comenzó a enviarme 
imágenes que encontraron y vieron como una confirmación de 
la política sexual de la carne. ¡Me quedé muy sorprendida por la 
cantidad de imágenes que recibí! Durante este tiempo de enfer-
medades animales haciéndose virales, no es simplemente irónico 
que las imágenes, también, se hayan vuelto virales. Encuentro una 
rigidez e inflexibilidad en estas imágenes fetichistas, algunas de los 
cuales son reproducidas en La Pornografía de la Carne y algunas de 
las cuales se pueden encontrar en la edición de los 20 años de La 
Política Sexual de la Carne (2010). De poco sofisticadas pinturas mu-
traciones utilizadas en este capitulo han sido criticadas por algunas feministas 
de convicción posmoderna... Todas las ilustraciones hacen uso de un cuerpo 
de mujer para inscribir su particular mensaje. El punto adicional que traté de 
mostrar es que la subordinación de las mujeres, una de las “contradicciones 
problemáticas” de la práctica de la Ilustración burguesa, no puede esperar nin-
gún alivio apelando a la posmodernidad”(1990:65).
14
rales a los astutos comerciales del Superbowl, el mensaje de que el 
significado de la carne se expresa a través de la política sexual es 
recreado constantemente.
Me he dado cuenta de algunos temas en la reiteración de ciertas 
imágenes: la idea de los animales como objetos desechables para la 
diversión o para comer como un hecho. Pero igualmente contun-
dente es la reafirmación de la heterosexualidad como normativa y 
la idea de que darle placer a los hombres es trabajo de las mujeres.
Encuentro prácticas heteronormativas que obsesivamente se 
recrearse a sí mismas, que tratan de silenciar otras posibilidades, 
y manifiestan una necesidad de silenciar otras posibilidades para 
recrearse sí mismos. Desde dibujos animados a muñecas, desde 
comerciales a programas de televisión, es como si el marketing en 
sí mismo habla un lenguaje sobre las mujeres y la carne.
Otro tema del siglo XXI es el resurgimiento de lo crudo como 
“real”. Con lo crudo, siempre hay más de lo mismo. Una sesión 
de fotos de un reality show del 2008 llamado Top Model de América 
requirió que las concursantes posarán en una cámara frigorífica 
vistiendo sostenes y calzones hechos de carne cruda. ¿Por qué 
la carne cruda? La carne cruda puede expresar un sentido más 
inmediato de la violación de lo que alguna vez fue, de lo que una 
vez existió y sólo recientemente perdieron sus vidas. Con lo crudo, 
siempre hay más de lo mismo -más talento en bruto para competir 
en un reality show, más carne cruda para ser colgada en los arma-
rios o usada como ropa interior. Este sentido de la interminable 
producción de lo crudo es recapitulado en la interminable recon-
figuración de la afinidad básica de la política sexual y el comer 
carne, tal vez expresando la afinidad de la carne cruda y la carne 
muerta en el sushi servido sobre una mujer viva (utilizado para 
atraer convenciones a varias ciudades de la Costa Oeste de Nor-
teamérica).
¿Por qué carne cruda? Es como si estuvieran tratando de pro-
meter que uno puede experimentar la vida de nuevo como algo 
“crudo, fresco y sabroso”, que allí subsiste una zona sin tocar, ori-
ginaria -conectada con comer carne y mujeres desnudas- que pue-
de regresar, que las vidas dominantes (asumidas como masculinas) 
15
que se sienten tan limitadas por tratar de cumplir con las normas, 
que esas vidas que son estáticas pueden sentirse “frescas”.
Otro hilo de estas representaciones es la idea de que los ani-
males utilizados para el consumo de carne desean ser deseados, es 
decir, que los animales representados como cuerpos femeninos 
están sexualmente disponibles y quieren ser violados / consumi-
dos. Dibujos animados de cerdos se muestran desnudos en un 
sitio web que vende carne muerta (ver Adams, 2004: 109-112). 
O está el “gancho para pavos”10 (Un gancho curvado como el 
del Capitán Garfio usado para sacar el cadáver de un pavo del 
horno, prometiendo “un fácil agarre de la sartén al plato”; ver 
Adams, 2004: 108). Después de mostrar algunas de estas imágenes 
durante la presentación en diapositivas de la política sexual de la 
carne, me detuve y dije “necesitamos decir algo respecto de esto”. 
Y una amiga, Amie Hamlin, propuso el termino antropornografía. 
Solamente los dibujos animados, se podría decir, que es tal vez 
una creencia similar a la creencia en lo crudo, que sólo hay algunas 
zonas en la cultura occidental tocadas por la política sexual de la 
carne. Como si los dibujos animados no estuviesen siendo una 
carga pesada para las construcciones culturales. Pero las modelos 
posando en cámaras de frío para carne, vistiendo ropa hecha de 
carne, no eran dibujos animados. Y tampoco lo son los animales 
que son consumidos, que son hechos parecer caricaturescos.
Hay algo hiperbólico y excesivo en las imágenes que han proli-
ferado en los últimos veinte años. Un carácter fetichizado a estas 
representaciones existe, animalizando y sexualizando, feminizan-
do y animalizando, desde las artes mayores hasta las doblemente 
derivativas revistas de “diversión” (como Playboar) y de repente 
no hay un referente ausente sino sólo un referente cultural (véase 
Adams, 2009).
¿Por qué esas imágenes que aparecieron desde la publicación 
de La Política Sexual de la Carne en 1990 eran más sexistas, más 
misóginas, más explotadoras? Debido a que durante este tiempo, 
la venta de las mujeres, a través de la pornografía y el comercio se-
xual, se ha movido más hacia la corriente cultural principal (al res-
10 N. del T.: el término utilizado es “hooker” que también debe traducir-
se como “prostituta” o “puta”, es decir, además de “gancho para pavos” puede 
entenderse como “el pavo puta”.
16
pecto, ver el libro de Sheila Jeffrey [2008], La Vagina industrial). La 
industria del sexo -la venta de los cuerpos de las mujeres- propor-
ciona una metáfora perdurable y una imagen para otros cuerpos 
consumibles, en las que las mujeres se convierten en los referentes 
ausentes. Los comerciales de la carne y las referencias en periódi-
cos que combinan la venta de los cuerpos de las mujeres y la venta 
de carne normalizan y naturalizan simultáneamente la industria 
del sexo y el consumo de carne.
Me he dado cuenta que desde el 9/11 ha surgido una nueva 
insistencia en comer carne y la masculinidad, lo ·que confirma los 
argumentos de Susan Faludi en El Sueño de Terror (2007) con res-
pecto a la ansiosa virilidad después de los ataques contra el World 
Trade Center. Después del 9/11, los medios promocionaron la 
masculinidad al estilo de John Wayne, poderes masculinos al estilo 
de Superman, y la hipervirilidad de los equipos de rescate y los po-
líticos. Así nos enteramos de que, después de que el World Trade 
Center cayera, la primera comida que el Alcalde Guiliani devoró 
era un sándwich hecho de “carnes que sudaban” (Faludi, 2007: 
49). Donde hay (ansiosa) virilidad, uno encontrará el consumo de 
carne.
Un anuncio comercial de Hummer del 2006 presenta a un 
hombre comprando tofu en un supermercado. A su lado hay un 
hombre que está comprando “carne que suda” -trozos de ella. El 
hombre que compra tofo, ahora alerta y preocupado por su virili-
dad debido al hombre con toda su carne cerca de él en la fila, sale 
apresurado desde la tienda de comestibles y se dirige directamente 
a un concesionarioHummer. Él compra un nuevo Hummer y se 
muestra feliz alejándose, manejando, mascando una zanahoria. El 
eslogan original para el anuncio era “Restaura tu virilidad”11. Un 
intensificado énfasis en la vinculación masculina mediante el con-
sumo de carne -en restoranes especializados, o fraternidades, o en 
los asados- ha aparecido en este tiempo. Las imágenes son paté-
ticamente insatisfactorias (a menos que estés masturbándote con 
ellas), sin embargo hay una necesidad compulsiva de re-presen-
tar estas imágenes. Lo que la pornografía como Hustler estableció 
acerca de las mujeres como carne en la década de 1980 sangra en 
11 Seth Stevenson, “Todo terreno para hippies? Hummer juzgado por el 
comercial de tofu” Slate, publicado el lunes14 de agosto de 2006. http://www.
slate.com/id/2147657
17
la cultura popular en el siglo XXI. (Por ejemplo, Hustler muestra 
a una mujer como la carne de una hamburguesa, con las piernas 
abiertas en un pan. Cuando en el 2006 Burger King regresó a la 
publicidad durante el Superbowl, por primera vez en once años su 
anuncio mostraba mujeres saltando sobre un pan, transformándo-
se en hamburguesas).
En términos de La Política Sexual de la Carne, vemos varias res-
puestas recuperatorias que en sí mismas confirman mi análisis. En 
primer lugar, como en el anuncio de Hummer, encontramos reac-
ciones culturales e imágenes que restablecen la virilidad, el consu-
mo de carne, y ambas de forma interactiva. En segundo lugar, una 
respuesta defensiva, aunque asertiva, que proclama a uno mismo 
como un comedor de carne, pero un comedor de carne cuidadoso. 
Y en tercer lugar, una respuesta no regulada, hostil (como la que se 
encuentra en camisetas y carteles que proclaman “Maldito tofo” 
o “Jódanse vegetarianos”). Podríamos concluir que conlleva una 
gran cantidad de energía ser anti-vegetariano. Debido al referente 
ausente, la presencia de carne puede anunciar el desempodera-
miento del mensaje vegano; pero el veganismo no es (sólo) un 
mensaje.
¿Cómo es la relación de la política sexual de la carne con lo que 
está sucediendo? Se trata de un circuito de retroalimentación, que 
se repite de nuevo en sí mismo. E incluso cuando seguimos las 
asociaciones postmodernas en representación todavía parece que 
nos lleva de una u otra manera a la confluencia de los animales y 
las mujeres. Consideren que la célula para la clonación de Dolly 
fue tomada de una glándula mamaria y en la lógica de nuestro 
tiempo la oveja fue nombrada por la muy pechugona Dolly Par-
ton. Pero algo interrumpe esta fetichizacíón, algo ofrece finales 
alternativos, algo se inserta en contra de las asociaciones. Son en 
realidad las comidas veganas12.
12 Este ensayo fue presentado por primera vez como un discurso de 
apertura en la conferencia “Minding Animals” en Newcastle, Australia, en Julio 
de 2009. Se dio después de una deliciosa cena vegana, así que el contexto en que 
el análisis se llevó a cabo era literalmente a un vegano.
18
Callejones teleológicos sin salida
En los últimos veinte años, varías respuestas han tratado de en-
jaular mí libro. La más destacada es lo que yo llamo humanismo re-
trógrado. Humanistas retrógrados, creyendo que los seres humanos 
son la realización teleológíca de la evolución, me preguntan,¿Por 
qué no estoy haciendo algo importante como alimentar a las personas sin 
hogar? (La gente quiere apoyar y financiar comedores populares 
-nos ponemos sentimentales frente este acto de relación con las 
personas sin hogar- al costo de encontrarse verdaderamente con 
las personas sin hogar).
Mi pareja realmente alimenta a las personas sin hogar, lo ha 
estado haciendo durante más de 22 años, y yo comencé un come-
dor de beneficencia como activista en 1985 y supervise el primer 
censo rural de las personas sin hogar en los Estados Unidos. Pero 
no suelo proporcionar esas respuestas. Veo la cuestión como una 
señal de que la política sexual de la carne perturba el proyecto hu-
manista de la Ilustración. Esto de colocar a los humanos primero 
es o una negación para ver la interconexión de las opresiones, o 
una negación para repensar el excepcionalismo humano.
Luego está el problema del movimiento por los derechos ani-
males. Parece como si algunas organizaciones de derechos anima-
les creyeran que los derechos animales son la realización teleoló-
gica de una progresión lineal del activismo liberal. Piensan que 
Peter Singer ha hecho una declaración teleológica en su prefacio 
de Liberación Animal (1975). A saber: “Ha habido Liberación de los 
Afroamericanos, Liberación Homosexual, Liberación de la Mujer. 
Ahora vamos a hablar de Liberación Animal.” Leyendo esto, algu-
nos activistas por los animales concluyen: “Bien por la Liberación 
de los Afroamericanos, la Liberación Homosexual, la Liberación 
de la Mujer -eso se ha hecho. Sólo necesito centrarme en los ani-
males” (corno si hubiésemos logrado los objetivos de esos movi-
mientos, o que su tiempo “ha pasado”). Estos activistas por los 
animales creen que están en alguna zona intocable porque son la 
“voz de los sin voz”, que de manera problemática, para empezar, 
acepta una definición de la voz centrada en lo humano.
19
Cuando tratamos de hablar con ellos sobre el sexismo en el 
activismo por los animales, pueden clamar que están “demasiado 
ocupados salvando animales”; es decir, que la situación verdadera-
mente grave de los animales supera a cualquier otra preocupación. 
Esta afirmación de que el activismo por los animales no tiene que 
ser responsable ante otros movimientos de liberación sugiere que 
tal activismo por los animales podría ser visto como un ejemplo 
de a lo que se refería Derrida cuando habló de “comer bien” y 
“carnifalologocentrismo” (Derrida, 1991)13.
No puedo no asumir que nunca he luchado con la cuestión de 
lo que significa comer bien. Ciertamente, el veganismo es parte de 
la respuesta a esa pregunta, pero no es la única respuesta. Cuando 
el activismo por los animales afirma lo contrario, cae en algunas 
de las mismas presunciones en que cae el proyecto humanista que 
estamos tratando de dejar en el pasado. Esta vez, o coloca a los 
animales primero, o es también una negativa a ver las opresiones 
interconectadas. El activista teleológico / evangélico por los ani-
males dice “tengo que sacrificarme por los animales”. El sacrifi-
cio, si se trata de una mujer, a menudo implica la aceptación de la 
propia mercantilización sexual, como organizaciones como PETA 
lucen cuerpos de mujeres para atraer la atención a las ideas de la 
liberación animal.
Humanistas retrógrados (y quizás todos los consumido-
res de carne) ofrecen la explicación “agradezco a los animales 
su sacrificio por mí” (mendigando la cuestión de si cualquier 
animal tiene una opción). Existe la presunción de que existe 
una jerarquía y que los que comen carne tienen derecho a be-
neficiarse del estatus más bajo y de víctima del animal. (El ani-
mal que está tan a menudo representado como mujer). Ade-
más, expone el nunca explícito hecho establecido: que los 
consumidores de carne temen tener que sacrificar su placer en 
comer (su hamburguesa, su pollo, sus pescados) para responder al 
escándalo que es comer carne.
Al ser cuestionados, la respuesta es entonces: “yo entiendo, 
pero simplemente no es lo mío”, o “lo entiendo, yo simplemente 
no quiero renunciar a comer carne.” A lo que yo digo, “Me sor-
13 Las discusiones con Mateo Calarco me ayudaron a comprender las 
ideas de Jacques Derrida.
20
prende que usted piense que lo entiende, porque la gente que lo 
entiende, cambia.”
Muchas personas son como el hijo y la nuera de Elizabeth Cos-
tello representados en la ficción de J. M. Coetzee (2003). Ellos 
anticiparon cómo las feministas-vegetarianas o feministas-veganas 
se comportarían. Pensar que vamos a establecer la “ley” y asumir 
el rol del superyó y entonces, descubriendo un sentimiento de cul-
pa o malestar en ellos mismos, asumen que somos nosotras quie-
nes lo hemos puesto allí. En otras palabras, ya que se asumeque 
voy a hacer que te sientas incómodo, y descubres que de verdad 
te sientes incómodo, entonces yo debo haberlo provocado (véase 
Adams, 2008).
Dicho de otra manera, la fuerza de la política sexual de la carne 
es la de mantener un círculo cerrado en la constitución del sujeto. 
Yo soy el que tiene el problema. Yo uso los textos o alimentos 
equivoca dos, o parezco puritano o impulsado por la pureza. Tú, 
tú no tienes un problema.
Reconociendo animales feminizados / mujeres 
animalizadas
Cary Wolfe (2003: 101) propone que dentro de la tradición oc-
cidental no tenemos que pensar en términos de humano/ animal, 
sino en términos de humano humanizado, humano animalizado, 
animal humanizado, animal animalizado. Aunque Wolfe ve al hu-
mano humanizado y al animal animalizado como ficciones ideoló-
gicas, con las designaciones híbridas haciendo mucho del trabajo 
pesado en la iluminación de las presunciones humanistas, veo su 
red -cuando se la empuja suavemente- funcionando para iluminar 
la política sexual de la carne. El humano humanizado en la cultura 
occidental ha sido a menudo el hombre blanco, quien ha tenido 
el derecho a voto y a poseer bienes propios. Moldear individuos 
como seres humanos animalizados es usualmente influenciado 
por la raza, el sexo y la clase social. El discurso animalizante es 
una herramienta poderosa en la opresión (véase Adams, 2007). El 
discurso animalizante también sustituye a menudo un análisis de 
por qué la violencia contra las mujeres ocurre; es decir, violadores 
21
y maltratadores u otras personas que cometen actos de violencia 
son con frecuencia animalizados (llamados “bestias”, “animales”, 
etc.), cuando en realidad están actuando como humanos, en cuan-
to a que su violencia es deliberada y a menudo planificada.
Mientras para el animal humanizado: el animal humanizado a 
menudo se produce como una especie de excepcionalismo ani-
mal. En el ejemplo de Cary Wolfe, el animal humanizado es la 
“mascota”, el animal que puede ser rescatado en El Silencio de los 
Inocentes14, ya que claramente los corderos no. La gran activista de 
los Derechos Civiles Fannie Lou Hamer cuenta que cuando estaba 
creciendo, el perro que pertenecía al granjero para quien trabajó 
Hamer tenía un baño, mientras que Hamer vivía en una pequeña 
casa sin inodoro interior funcionando. Hamer fue tratada como 
un ser humano animalizado; el perro, como un animal humani-
zado. Los argumentos tradicionales de la liberación animal y los 
derechos animales que muestran cómo los animales son como no-
sotros, que pueden sentir, sufrir, y así sucesivamente, son también 
un intento de humanizar al animal. Si es así, el antropocentrismo 
14 N. del T.: referencia al libro/película The Silence of the Lambs.
22
todavía determina lo que cuenta. Los animales animalizados son 
los que pueden ser descartados o comidos -o tal vez es el mis-
mo acto. Creo que es importante destacar las categorías de gé-
nero subyacentes que están funcionando y juegan con el análisis 
de Wolfe, sumando las categorías de mujeres animalizadas y animales 
feminizados15.
Con la excepción de la Dama de Hierro del movimiento por los 
derechos animales, Ingrid Newkirk de PETA, quien ha cercado un 
nicho de misantropismo, la mayoría de los líderes del movimiento 
por los derechos animales son hombres. Una razón para la mas-
culinización del activismo por los animales es porque en la estruc-
tura de la cultura occidental el humano humanizado (fantaseado 
y entendido como hom bre) es el que puede ser escuchado con 
respecto al destino del animal animalizado (fantaseado y entendi-
do como animales hembras). El hu mano humanizado protegerá al 
animal animalizado, o (en la comuni dad jurídica) salvar al animal 
humanizado.
¿Ha notado las cuestiones sobre el envejecimiento que el hijo 
de Elizabeth Costello tiene? Señor, él realmente tiene algunas ob-
sesiones con ella16. Ella está envejeciendo, ella es vieja, ella está vien-
do su edad. Es el problema constante para él. Su personificación 
es como una vie ja feminista vegetariana. El hijo está en relación 
con Costello como los líderes masculinos del movimiento lo es-
tán respecto de la mayoría de los activistas de organizaciones de 
base -mujeres. Existe una necesidad continua de desvincular a las 
mujeres y a la voz de las mujeres; hay un malestar evidente con los 
cuerpos envejecidos de las mujeres activistas.
Después de la Marcha por los Animales de 1990, en Washing-
ton DC, los periódicos citaron a los organizadores estadouniden-
ses anunciando que el movimiento por los animales ya no estaba 
constituido solo por viejecitas en zapatillas de tenis. Cleveland 
Amory, una de las figuras públicas por los animales de toda la vida 
en los Estados Unidos, fue la persona más famosa asociada con 
15 Puse al animal feminizado al final en esta red porque las hembras ani-
males usadas por su labor reproductiva, vacas y gallinas, experimentan el mayor 
sufrimiento y son tratadas como cosas reemplazables. Ellas son oprimidas tanto 
por su reproductividad y la productividad de sus cuerpos como carne, una vez 
que ellas, también, son asesinadas.
16 Así me lo señaló Bob McKay en una conversación, en mayo de 2009.
23
ese discurso. Pasamos de anuncios comerciales de carne creados 
para hablarles a los hombres, y hablar un lenguaje masculino, a 
descubrir que esto es lo que el movimiento por los animales está 
haciendo también.
En el 2008, la siguiente cita apareció en un artículo del New 
York Times Magazine acerca de Wayne Pacelle, Director de la So-
ciedad Humanitaria de los Estados Unidos: “Nosotros no somos 
un manojo de viejecitas en zapatillas de tenis,” Pacelle dice, para-
fraseando a su mentor Cleveland Amory, un activista por los dere-
chos animales. “Nosotros tenemos toperoles puestos.”17 Con esa 
cita y ese portavoz tenemos una masculinización del movimiento 
por los animales en tres maneras -el portavoz, la negación de las 
mujeres y la asociación del fútbol o los deportes con los zapatos. 
Todo está estructurado por representación y un cierto tipo de voz. 
Es un acto de confinar el mensaje feminista-vegano y a los men-
sajeros enfocándose o en realidad no queriendo centrarse en el 
envejecimiento del cuerpo de la mujer. Tomo la continua negación 
de los aportes de las mujeres de forma personal. Tengo la espe-
ranza de vivir el tiempo suficiente para calificar como una viejita, 
y ya que estaba allí en la Marcha (vistiendo mis zapatos de tenis), y 
ahora veinte años después, es seguro decir, que estoy más cercade 
ser una viejita en zapatillas deportivas. Me estoy acercando (¡mu-
cho!) a la edad de Elizabeth Costello.
Consideremos por un momento este ambiguo cumplido. Una 
cosa que ha sido dicha es “antes que el resto de nosotros descu-
briera las cuestiones legítimas e importantes acerca de la opresión 
de los humanos sobre los demás animales, las viejecitas ya lo ha-
bían hecho.” Tal vez cuando empezaron a agitar en nombre de los 
animales no eran viejecitas. Pero la negativa de las personas para 
enfrentar los hechos respecto de lo que le hacemos a los animales 
las hizo viejas en el proceso.
En la primera cena oficial feminista-vegetariana de la Segunda 
Ola celebrada en Shandygaffs en el distrito Castro de San Fran-
cisco, en abril de 1977, dimos vueltas y dijimos cuánto tiempo 
habíamos sido vegetarianas. “Desde esta mañana,” anuncio una 
mujer. Y eso está bien. Así es como empieza. Se come con un 
17 Maggie Jones, “El estratega del corral”. The New York Times Mega-
zine, 24 de octubre de 2008.
24
tenedor o dos palillos; masticas con una boca; tragas con una gar-
ganta. El sujeto que está en constante expansión teórica está más 
controlado que un individuo singular por el hecho de comer. Esa 
práctica particular te da forma y te hace tan consolidado como 
vas a ser. Precisamente, en la forma en que interiorizas el mundo 
y exteriorizas el mundo, la alimentación es una de las formas más 
serias en que te defines a ti mismo y te consolidas en sí mismo yte abres en sí mismo18.
El veganismo es siempre una cuestión de ahora. Sabiendo lo 
que sé, ¿ahora qué haré? ¡Viene con insistencia! “¡Presta atención!” 
Presta atención, ahora. El proceso de objetivización/fragmenta-
ción/consumo puede ser interrumpido por el proceso de aten-
ción/ahoridad/compasión. El sujeto humanista ilustrado, el suje-
to de la política sexual de la carne insiste en la historia. El sujeto 
carnifalologocentrico es hecho por la historia (“así es como me 
gusta” o “cambiar es difícil”), es formado, más de lo que él o ella 
puede admitir, por las mentiras de los padres (“la carne es buena 
para ti”).
Se necesita un rechazo, una ruptura, una fisura con esa historia 
dominante. Creo que me he dado cuenta de esto: son quizás las 
ancianitas en zapatillas de deporte las que últimamente han estado 
desafiando las opresiones entrelazadas. Con ellas, estoy tratando 
de elaborar teorías reales de resistencia y teorías reales de transfor-
mación. No sólo estamos trabajando por un nuevo texto; estamos 
trabajando por un nuevo mundo. Únete a Elizabeth Costello y a 
otros ancianitas, y a mí, en el otro lado de esa opresiva historia. 
Ahora.
18 Le debo la ampliación de este conocimiento a Mateo Calarco. Discu-
sión, Junio de 2009.
“Si nos tomamos en serio la Liberación Animal, debemos trabajar por 
la liberación de todos los animales, los humanos y los no-humanos. Si nos 
tomamos en serio el feminismo, debemos rechazar el especismo tanto como 
rechazamos el sexismo”.
Pattrice Jones

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