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Texto trabajado a partir de la Edición de Kanaj Traducción: Resistencia AntiEspecista Reeditado por Asamblea Antiespecista Santiago antiespecitastgo@riseup.net 3 ¿POR QUÉ FEMINISMO VEGANO AHORA? Carol Adams1 En este ensayo, presento una reflexión acerca de la publicación de La Política Sexual de la Carne, introduciendo varias de las prin- cipales perspectivas teóricas del libro, y examinando si y cómo siguen siendo actuales veinte años después de la primera publica- ción del libro. Examino las asociaciones entre las nociones de vi- rilidad, masculinidad y el consumo de carne, y explico el concepto del referente ausente y cómo funciona en la institución del comer animales. También exploro el por qué han proliferado imágenes que muestran la animalización de las mujeres o la feminización y la sexualización de los animales de granja, y propongo que éstas son respuestas recuperativas que intentan restablecer la “hombría” y el consumo de carne. Propongo que la resistencia a la descentrali- zación del ser humano a menudo se expresa a través de lo que yo llamo el “humanismo retrógrada”. Para concluir, medito acerca de las “viejecitas en zapatillas”–término que se refiere a aquellas mu- jeres y su trabajo del cual el movimiento animalista quiere renegar, pero que necesita para que hagan ese trabajo. En Diciembre de 1989, se publicó La Política Sexual de la Carne. La idea de que hay una conexión entre el feminismo y el vegetaria- nismo me surgió en Octubre de 1974, cuando estaba caminando en mis zapatillas por una calle de Massachusetts, Cambridge. Pero tardé quince años a partir de ese momento hasta que terminé mi libro. Y lo triste, para mí, es que en el momento de terminar de escribir el libro, me preguntaba si había observado algo que, para entonces, estaba empezando a ser superado por nuestra cultura. 1 Carol J. Adams es la autora de La Política Sexual de la Carne, publicado este año en una edición de su 20° aniversario, que ha sido traducido al alemán, japonés, chino y coreano. Ella es también la autora de muchos libros, entre ellos La Pornografía de la Carne, Viviendo entre Consumidores de Carne y Ni Humano Ni Bestia. Con Josephine Donovan ha editado tres colecciones sobre el feminismo y los animales: Animales y Mujeres: Exploraciones Teóricas Feministas, Más Allá de los Derechos Animales, y más recientemente, La Cuidadosa Tradición Feminista en la Ética Animal (Columbia, 2007). Su interés se centra en analizar y desafiar opre- siones interconectadas, y en la creación de teoría progresista que descentralice al humano. Su presentación en diapositivas de La Política Sexual de la Carne, la cual está constantemente revisando, ha sido mostrada en más de 100 universi- dades y en varios países. Su dirección web es www.caroljadams.com. 4 ¡Que optimista que era! Subestimé enormemente el mundo an- tifeminista -el mundo en base a la desigualdad de las mujeres - y el mundo del comer carne, y la forma en que intensificarían sus interacciones. Cuando salió el libro, los comentaristas de derecha amaron odiarlo. Especialmente viril, vil y virulento en su defensa del consumo de carne era Rush Limbaugh, la voz actual del Partido Republicano en los Estados Unidos -y uno de los más recientes portavoces de la Sociedad Protectora de Animales de los Estados Unidos (Human Society of the United States, HSUS)2. Sin darse cuenta que yo no era una académica, que el libro había sido escrito por una feminista, antirracista, activista de base3, estos comenta- ristas lo tomaron como el último, y el más absurdo, ejemplo de exceso académico y corrección política. Amaban odiarlo. Con los años, he observado que el libro y la idea de la política sexual de la carne son muchas cosas diferentes para muchas per- sonas diferentes. Pero creo que puedo identificar con seguridad las partes principales del argumento. Virilidad, consumo de carne y política de la carne En el primer capítulo de La Política Sexual de la Carne, propongo que existe un vínculo entre comer carne y las nociones de masculi- nidad y virilidad en el mundo occidental. Las sociedades en donde se come carne ganan identificación masculina por su elección de alimentos creando una experiencia de amistad masculina, en res- taurantes especializados en carne o en fraternidades o sobre la pa- rrilla. El consumo de carne otorga una idea de la masculinidad en 2 Rush Limbaugh ha grabado dos declaraciones de apoyo a la HSUS y su trabajo para proteger a los animales de la crueldad y el abuso. El primer spot es sobre nuestra asociación con los organismos encargados de hacer cumplir la ley en todo el país para acabar con la organización de peleas de perros y otros delitos de crueldad animal. El segundo es sobre nuestro alcance a comunidades de fe, y la obligación moral que tenemos de ser buenos cuidadores de las cria- turas de Dios. Ver http://www.hsus.org/press_and_publications/press_relea- ses/rush_limbaugh_records_audio_041409.html 3 N. del T.: la autora utiliza el término grassroot activist con el objetivo de diferenciarse de aquellos activistas que son líderes o que conforman la élite de las organizaciones sociales. 5 el consumidor individual con las ideas de que los hombres deben comer carne y las mujeres deben se1virla. Esto se hizo evidente en comerciales de los EE.UU., pero es transportado de forma en- cubierta a través de recetas en revistas de mujeres en Inglaterra o Australia o Italia. Una parte de esta política sexual es que los ve- getales representan la pasividad, y el vegetarianismo está bien para las mujeres y cualquier persona asociada a las mujeres. Describo el funcionamiento de una política racial y colonial de la carne, tal vez más prominente en la noción de la “beefeater”4 británica. Una de las demarcaciones del estado evolutivo de una cultura era si era dependiente de proteínas de origen animal: escri- tores del siglo XIX creían que debido a que los británicos comían carne de res estos tuvieron tanto éxito en la conquista de otros pueblos. En EE.UU., a través de la usurpación de tierras indígenas, en par ticular la violación de los tratados con otros pueblos que ya habitaban el territorio continental de EE.UU., y luego la invención del transporte ferroviario y la refrigeración, el consumo de carne fue “democratiza do” para que todos pudieran esperar poder ha- cerlo. Con la economía mundial, hemos exportado estas expectati- vas junto con McDonald’s y Kentucky Fried Chicken y las granjas industriales. el referente ausente Propongo que los animales son referentes ausentes en el con sumo de carne. Como escribo en La Política Sexual de la Carne, ‘’A través de la matanza, los animales se contJierten enreferentes ausentes. Los animales en nombre y cuerpo son transformados en referentes ausentes como animales para que la carne exista. La vida de los animales precede y permite la existencia de la carne. Si los animales están vivos nopueden ser carne. Así, un cuerpo muerto sustituye al animal vivo. Sin animales no habría consumo de carne, sin embargo están ausentes del acto de comer carne, ya que han sido transformados en alimento”. 4 N. del T.: el término utilizado por la autora es beefeater que puede tra- ducirse como la persona que come carne de forma regular. 6 Los animales son transformados en referentes ausentes a tra- vés de un lenguaje que cambia el nombre de los cuerpos muertos antes de que los consumidores se los coman. Nuestra cultura hace aún más confuso el termino “carne” con el lenguaje gastronómi- co, de forma que no nos referimos a animales muertos y descuarti- zados, sino que a comida. Así, el lenguaje contribuye aún más a las ausencias de los animales. Mientras que los significados culturales de la carne y del comer carne cambian históricamente, una parte esencial del significado de la carne es estático: uno no come car- ne sin la muerte de un animal. Los animales vivos son, pues, los referentes ausentes en el concepto de carne. El referente ausentepermite olvidarnos de los animales como entidades independien- tes; también nos permite resistir los esfuerzos para hacer de los animales referentes presentes. El referente ausente tiene como función encubrir la violencia inherente al consumo de carne, proteger la conciencia del consu- midor de carne y proveer la idea de animales individuales como inmateriales a los deseos egoístas de cualquiera. El referente au- sente es lo que separa al comedor de carne del animal y al animal del producto final. La función del referente ausente es permitir el abandono moral de un ser. Sostengo que un proceso de objetificación, fragmentación y consumo permite la opresión de los animales de tal forma que los animales son representados como “menos-seres”a través de la tecnología, el lenguaje y la representación cultural. La objetifi- cación permite a un opresor ver a otro ser como un objeto. Una vez objetificado, un ser puede ser fragmentado. La fragmentación es el aspecto oculto en la producción de carne–aquel sobre el que no debemos de hablar. A través de la fragmentación, el objeto no sólo es separado de su cuerpo, sino también de su significado ontológico. Una vez fragmentado, el consumo sucede: el consumo de un ser, y el consumo del significado de la muerte de ese ser, de modo que el punto de referencia de la carne cambia. Encontré una su- perposición de las imágenes culturales de violencia sexual contra las mujeres y la fragmentación y desmembramiento de la natura- leza y el cuerpo en la cultura occidental. Propongo que este ciclo de la objetificación, fragmentación y consumo vincula la matanza 7 tanto con la representación como con la realidad de la violencia sexual en culturas occidentales que normalizan el consumo sexual. La opresión interconectada de mujeres y animales también puede ser encontrada en el uso de un lenguaje dominante y arbi- trario en el cual el significado de la violenta transformación de la vida en muerte es consumido y negado, de la misma forma en que es “elevado” a metáfora y aplicado a las mujeres. Pero esta estruc- tura de superposición de referentes ausentes también se mueve en la otra dirección; en la cual la objetificación de las mujeres se convierte en la base para las construcciones culturales sobre los animales utilizados en la producción de carne. Fue difícil encon- trar un término preciso para esta teoría, pero en el momento en que escribí La Pornografía de la Carne yo tenía uno: en un mundo patriarcal y consumidor de carne, los animales son feminizados y sexualizados; las mujeres son animalizadas. En La Política Sexual de la Carne, sostengo que las conexiones entre las mujeres y los animales que estoy esbozando son contin- gentes e históricas. Pero debo precisar que teórica y políticamente hablando, estas superposiciones históricas y contingentes (en el que el animal es sustituido por la mujer, y la mujer, o parte de una mujer, es sustituida por un animal muerto) son asociaciones rele- vantes que se deben hacer. Proteína animalizada y el complejo industrial de animales Todos nosotros obtenemos nuestra proteína de las plantas. Al- gunas personas la obtienen directamente, y algunos eligen dejar que los animales la procesen por ellos. Para ayudar a comunicar esta idea, utilizo el término del siglo XIX proteína animalizada; es decir, la proteína preexiste al animal, quien es un procesador de la proteína de las plantas. La jerarquía de los seres humanos sobre los animales, la que observo operando en el funcionamiento del referente ausente, es literalmente representada cuando los consu- midores de carne cambian de posición a partir de la fuente original de proteína. Al resucitar ese término, quiero hacer más evidente, y 8 por lo tanto observable, las visiones conflictivas globales acerca de la fuente apropiada para obtener la proteína vegetal para cada uno. Acuñé el término proteína feminizada para los huevos y los pro- ductos lácteos; es decir, proteína vegetal producida a través del abuso del ciclo reproductivo de las hembras animales. La proteí- na feminizada es tomada de hembras animales vivas, cuya capa- cidad reproductiva es manipulada en función de las necesidades humanas. Sentí que la situación única de las hembras animales do- mesticadas requería su propio término: una esclavitud sexual con gallinas en jaulas batería y vacas lecheras conectados a máquinas de ordeña. A pesar de que los animales están vivos, los productos lácteos y los huevos no son alimentos sin víctimas. También propongo que con las granjas factorías5 hemos en- trado a una cuarta etapa del consumo de carne, la cual incluye la exportación a países no occidentales de la forma occidental de producción de carne. En China, ahora, hay 63.000 granjas fac- torías. Algunas confinan 10 millones de aves en una sola granja. Barbara Noske (1997) propuso el término “complejo industrial animal” para esta manera de producción. Ella muestra cómo, des- pués de la Segunda Guerra Mundial, la industria de la ganadería cambió, volviéndose cada vez más “mecanizada, automatizada y racionalizada” (199:14). También señala que el comer carne es un producto perfecto para el capitalismo, ya que requiere un suminis- tro interminable de materia prima (proteína vegetal) que se reduce, a través de la animalización y feminización de la proteína, al 16% de su materia original. Más de 60 mil millones de animales de granja están vivos hoy en este planeta; esto solo es posible gracias a la industrializada cuarta etapa de cría intensiva. 33% de las tierras cultivables del mundo son destinadas a la producción de cultivos para la alimentación de animales. Esta forma de producción de proteínas está generando nuevos problemas: su contribución al calentamiento global no es despreciable, ni tampoco lo son sus lagunas llenas de estiércol. Nuevas enfermedades infecciosas también han sido relacionadas con la ganadería industrial. Aunque durante la década de los 60’s, 5 N. del T.: La autora también se refiere a ella como “Operaciones de Alimentación Concentrada de Animales” (CAFO, Concentrated Animals Fee- ding Operations). 9 las principales autoridades médicas dijeron que las enfermedades infecciosas fueron erradicadas, a mediados de la década de los 70’s estaban de vuelta. Cada vez que los científicos han sido capaces de seguir la evolución del virus de la gripe aviar de menor a mayor pa- togenicidad6, las condiciones de las granjas industriales han estado presentes, ya sea en Chile, Pakistán, Italia, o Pennsylvania7. En ju- nio del 2009, la “gripe porcina”, que algunas autoridades médicas y activistas por los derechos animales han cambiado de nombre a “gripe de granja industrial”, fue declarada como una pandemia. Esta es la primera vez en 41 años que la etiqueta de pandemia ha sido aplicada a una enfermedad. El complejo industrial animal -la fuente de producción de la mayoría de la carne contemporánea- es un proyecto de la moder- nidad que ha hecho la transición sin mayores problemas a la post- modernidad. Debido a la estructura del referente ausente, se pien- sa que el veganismo se trata de prácticas de consumo en lugar de prácticas de producción. En realidad, el veganismo es un boicot. En La Política Sexual de la Carne, ofrecí ejemplos de resisten- cias históricas, contemporáneas y de ficción frente al consumo de carne. Sugerí que las decisiones acerca de la comida eran formas codificadas de resistencia. Describí a los/las vegetarianos/as-fe- ministas como quienes se convirtieron en vegetarianos/as porque esto tenía sentido como parte de su no-sometimiento dentro de la lógica de la cultura patriarcal. Muestro que para muchos pro- gresistas, feministas, activistas radicales, el vegetarianismo era un aspecto de su activismo. La Política Sexual de la Carne establece que las ideas acerca de la carne, las discusiones acerca de la carne, son ideas sobre el poder, discusiones de poder... y no sólo de poder sobre los animales, no sólo ideas acercade los anímales. 6 Capacidad de un microorganismo de infectar(invadir y multiplicarse en un ser vivo), produciendo unos síntomas(enfermedad). 7 Información obtenida de Michael Greger, Doctor en Medicina, Di- rector de Salud Pública y Agricultura Animal, Sociedad Humanitaria Interna- cional (HSI por sus siglas en inglés). 10 Imágenes e imaginando opresión En los 60’s, los fabricantes de toallas de playa y creadores de carteles nos dieron la “Reina del Ganado”, mostrando a una mujer cortada como la carne, con el lema “Rompe el Aburrido Hábito del Bistec” (véase Fig ura 1). En 1968, las feministas protestaron contra el concurso de Miss América argumentando que las con- cursantes eran reducidas a trozos de carne. Llevaban el cartel de la “Reina del Ganado” y letreros que proc lamaban: “Bienvenidos a la Subasta Ganadera de Miss América” (Doug las, 1994:138-139). La protesta de Miss América en 1968 sugirió que las mujeres estaban siendo exhibidas como animales. En el siglo XXI, la or ganización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA) desple go la problemática imagen para generar conciencia acerca de los ani males. PETA comenzó su campaña anti-carne “Todos los Animales Tienen las Mismas Partes”, utilizando a la actriz de Baywatch, Tra- ci Bingham, quien se muestra, desnuda, desde la espalda, con su cuerpo segmen tado en partes tradicionales de “carne” (lomo, pul- pa, costilla, espald illa, etc.) PETA expandió esta campaña, usando una modelo filipina, Ginebra Cruz, posando en una forma similar (debido a que está de pie, sus muslos son marcadas como “hue- sos para sopa”). Las modelos y sus poses conllevan implicaciones raciales, y no sólo porque PETA etiquetó las partes del cuerpo de las modelos (los huesos para sopa estando “más abajo” en la clasificación que las costillas, lomos, etc.). La exhibición de PETA de mujeres reales como carne utiliza muchas de las convenciones de la pornografía, por lo que las imágenes, más que protestar con- tra la idea de mujeres vistas como carne, sólo parecen protestar contra el hecho de transformar a los animales en carne. Es otras palabras, el con sumo a través de la visualización está bien, pero no el consumo a través de la alimentación. En estas representaciones de las mujeres, el animal sacrificado es el referente ausente. Debido a la estructura del referente ausente, es difícil para los animales presentar su propio caso para no ser consumidos. La elección de PETA de la imagen misógina de la déca da los 60’s confirma triste- mente cuan incontrolables e interconectadas están las opresiones. En 1990, La Política Sexual de la Carne utilizo cuatro imágenes para ilustrar mis afirmaciones, incluyendo en su portada a la “Rei- 11 na del ganado.” También usé una imagen llamada “Ursula Ham- dress”8, des de Playboar: La Playboy del Criador de Cerdos. Describo la imagen de esta forma: Un ser sexual saludable posa cerca de su trago: ella solo viste bra9as y se deleita en una gran silla con la cabeza apoyada deforma seductora en un elegante tape- te de encaje. Su acogedor trago con un toque de limón espera en la mesa. Sus ojos están cerrados; su expresión facial irradia placer, relajación, seduc ción. Ella está tocando su entrepierna en una acción suave, masturbatoria. Anatomía de la seducción: objeto sexual, trago,, ambiente atractivo, actividad sexual. La fórmula es completa. Pero no es una mujer la que está llamando la atención. Una cerda lo hace (Adams, 1990: 39) Mucho sucede con esta imagen. Para empezar, en la fotografía de una cerda, la mujer sexualizada es el referente ausente. Pero, la forma en que una cerda es reemplazado por la mujer revela cómo interactúan los referentes ausentes superpuestos que animalizan y sexualizan. “Ursula Hamdress”, una cerda exhibida como si estu- viera en una revista pornográfica, proviene de una genealogía del arte Occidental dedicada a otorgar significado al cuerpo de una mujer. En Imágenes de Colores: Raza y Representación, Michael Harris escribe: “El desnudo femenino, hace mucho un tema clásico en el arte Occidental, se puede interpretar como evidencia de las estruc- turas patriarcales, una afirmación de la universalidad de perspecti- vas masculinas blancas, y la apropiación de los cuerpos femeninos para preferencias masculinas” (Harris,2003:126). En su capítulo sobre “La Mujer Sexualizada”, Harris examina Venus de Urbino de Tiziano, “uno de los primeros desnudos reclinados en el arte Occidental.” “Ursula Hamdress” está posando como el famoso 8 N. del T.: el término que utiliza la autora puede traducirse como “Ur- sula vestida de jamón,” y hace referencia a la actriz y “sex symbol” de la década de los 60’s, Ursula Andress. Fig 1 “Cattle Queen”, Imagen de portada de La Política Sexual de la Carne 12 desnudo de Tiziano. Tiziano puso a un pequeño perro durmiendo cerca de los pies de su Venus. La Olympia de Manet (1863) vuelve a trabajar a Tiziano, haciendo de la reclinada figura de Venus una prostituta desnuda que directamente se encuentra con la mirada del espectador. Detrás de ella hay una sirvienta negra, lo que in- tensifica el significado de la imagen. Como Harris explica, “En el siglo XIX, las mujeres de color fueron asociadas con la naturaleza, la pasión descontrolada y la promiscuidad... Aquí en el espacio pri- vilegiado de la mirada masculina blanca es un objeto negro caído que es a la vez socialmente inferior a un prostituta desnuda, para quien ella es una sirvienta, y sin embargo, un significante sexual y un significado cifrado: su mera presencia es la equivalencia de la desnudez de Olympia (Harris, 2003:126) (Además, Manet sustitu- ye al pequeño perro de Tiziano con un gato negro). Harris no es el único crítico reciente en seguir la evolución del desnudo femenino desde Tiziano a Manet y luego en el siglo XX. A lo que se refiere el crítico David Harvey en su La Condición de la Posmodernidad (1990) no sólo es al punto de vista colonialista construido a través de la pintura de Manet, ni su genealogía en la modernidad y posmodernidad (Harris considera a Las señoritas de Avignon de Picasso; Harvey, la obra posmoderna de Rauschenberg Persimmon). Lo que preocupa a Harvey es cómo la genealogía pue- de ser seguida a través de un anuncio para Citizen Watch (empresa de relojes)9. “Ursula Vestido de Jamón” (en las ediciones más recientes d.e Playboar es llamada por el nombre más genérico de “Taffy Lo- vely”) habría encajado a la perfección en la genealogía de estas figuras femeninas con un giro: la función animalizadora ha pasado del mar gen al centro: un perro a los pies de la Venus representaba la animalidad en la pintura de Tiziano. Manet colocó una sirvienta africana para representar la sexualidad animal. Con Ursula/Taffy, las funciones animalizadoras y sexualizadoras que están separadas en las pinturas de Tiziano y Manet están unidas en un solo ser. La imagen, que ahora tiene cuarenta años de edad, todavía se puede encontrar dentro de Playboar, que se vende en muchas librerías. Pero así como Harvey encuentra las figuraciones de desnudos de 9 Harvey ensarta estas imágenes sin ningún tipo de comentario a lo largo de su capítulo sobre “Posmodernidad”. Comenta que recibió protestas de académicos y ha añadido este comentario en ediciones posteriores, “Las ilus- 13 Tiziano y Manet manifestadas ahora en los anuncios, pasa lo mis- mo, también, con “Ursula”: la publicidad de la carne a menudo posiciona a los animales como sujetos feminizados, sexualmente libres y provocativos. Yo llamo a esto la pornografía de la carne -las actitudes hacia las mujeres que se encuentran en Playboy y otra por- nografía heterosexual pueden expresarse libremente en una for- ma disfrazada, con animales como objetos. En el funcionamiento de la pornografía de la carne encontramos d mismo fenómeno que Harris identifica: las mismas estructuras patriarcales, la misma perspectiva masculina blanca como universal, la misma apropia- ción delos cuerpos femeninos. Esta vez, tanto presupone y man- tiene la normatividad del comer carne como sexualiza la matanza y el consumo de lo no humano. La afirmación recuperatoria de la política sexual de la carne en el siglo XXI La primera edición de La Política Sexual de la Carne sólo ofrece estas dos imágenes que ilustran mi idea de la superposición e in- terconexión de los referentes ausentes (“Úrsula Hamdress”, en el que la “mujer” es el referente ausente, y la imagen de la portada de la mujer dividida en “carne”, en la que el animal muerto es el referente ausente). Sin embargo, inmediatamente, tras la publi- cación del libro, mi mail cambió. La gente comenzó a enviarme imágenes que encontraron y vieron como una confirmación de la política sexual de la carne. ¡Me quedé muy sorprendida por la cantidad de imágenes que recibí! Durante este tiempo de enfer- medades animales haciéndose virales, no es simplemente irónico que las imágenes, también, se hayan vuelto virales. Encuentro una rigidez e inflexibilidad en estas imágenes fetichistas, algunas de los cuales son reproducidas en La Pornografía de la Carne y algunas de las cuales se pueden encontrar en la edición de los 20 años de La Política Sexual de la Carne (2010). De poco sofisticadas pinturas mu- traciones utilizadas en este capitulo han sido criticadas por algunas feministas de convicción posmoderna... Todas las ilustraciones hacen uso de un cuerpo de mujer para inscribir su particular mensaje. El punto adicional que traté de mostrar es que la subordinación de las mujeres, una de las “contradicciones problemáticas” de la práctica de la Ilustración burguesa, no puede esperar nin- gún alivio apelando a la posmodernidad”(1990:65). 14 rales a los astutos comerciales del Superbowl, el mensaje de que el significado de la carne se expresa a través de la política sexual es recreado constantemente. Me he dado cuenta de algunos temas en la reiteración de ciertas imágenes: la idea de los animales como objetos desechables para la diversión o para comer como un hecho. Pero igualmente contun- dente es la reafirmación de la heterosexualidad como normativa y la idea de que darle placer a los hombres es trabajo de las mujeres. Encuentro prácticas heteronormativas que obsesivamente se recrearse a sí mismas, que tratan de silenciar otras posibilidades, y manifiestan una necesidad de silenciar otras posibilidades para recrearse sí mismos. Desde dibujos animados a muñecas, desde comerciales a programas de televisión, es como si el marketing en sí mismo habla un lenguaje sobre las mujeres y la carne. Otro tema del siglo XXI es el resurgimiento de lo crudo como “real”. Con lo crudo, siempre hay más de lo mismo. Una sesión de fotos de un reality show del 2008 llamado Top Model de América requirió que las concursantes posarán en una cámara frigorífica vistiendo sostenes y calzones hechos de carne cruda. ¿Por qué la carne cruda? La carne cruda puede expresar un sentido más inmediato de la violación de lo que alguna vez fue, de lo que una vez existió y sólo recientemente perdieron sus vidas. Con lo crudo, siempre hay más de lo mismo -más talento en bruto para competir en un reality show, más carne cruda para ser colgada en los arma- rios o usada como ropa interior. Este sentido de la interminable producción de lo crudo es recapitulado en la interminable recon- figuración de la afinidad básica de la política sexual y el comer carne, tal vez expresando la afinidad de la carne cruda y la carne muerta en el sushi servido sobre una mujer viva (utilizado para atraer convenciones a varias ciudades de la Costa Oeste de Nor- teamérica). ¿Por qué carne cruda? Es como si estuvieran tratando de pro- meter que uno puede experimentar la vida de nuevo como algo “crudo, fresco y sabroso”, que allí subsiste una zona sin tocar, ori- ginaria -conectada con comer carne y mujeres desnudas- que pue- de regresar, que las vidas dominantes (asumidas como masculinas) 15 que se sienten tan limitadas por tratar de cumplir con las normas, que esas vidas que son estáticas pueden sentirse “frescas”. Otro hilo de estas representaciones es la idea de que los ani- males utilizados para el consumo de carne desean ser deseados, es decir, que los animales representados como cuerpos femeninos están sexualmente disponibles y quieren ser violados / consumi- dos. Dibujos animados de cerdos se muestran desnudos en un sitio web que vende carne muerta (ver Adams, 2004: 109-112). O está el “gancho para pavos”10 (Un gancho curvado como el del Capitán Garfio usado para sacar el cadáver de un pavo del horno, prometiendo “un fácil agarre de la sartén al plato”; ver Adams, 2004: 108). Después de mostrar algunas de estas imágenes durante la presentación en diapositivas de la política sexual de la carne, me detuve y dije “necesitamos decir algo respecto de esto”. Y una amiga, Amie Hamlin, propuso el termino antropornografía. Solamente los dibujos animados, se podría decir, que es tal vez una creencia similar a la creencia en lo crudo, que sólo hay algunas zonas en la cultura occidental tocadas por la política sexual de la carne. Como si los dibujos animados no estuviesen siendo una carga pesada para las construcciones culturales. Pero las modelos posando en cámaras de frío para carne, vistiendo ropa hecha de carne, no eran dibujos animados. Y tampoco lo son los animales que son consumidos, que son hechos parecer caricaturescos. Hay algo hiperbólico y excesivo en las imágenes que han proli- ferado en los últimos veinte años. Un carácter fetichizado a estas representaciones existe, animalizando y sexualizando, feminizan- do y animalizando, desde las artes mayores hasta las doblemente derivativas revistas de “diversión” (como Playboar) y de repente no hay un referente ausente sino sólo un referente cultural (véase Adams, 2009). ¿Por qué esas imágenes que aparecieron desde la publicación de La Política Sexual de la Carne en 1990 eran más sexistas, más misóginas, más explotadoras? Debido a que durante este tiempo, la venta de las mujeres, a través de la pornografía y el comercio se- xual, se ha movido más hacia la corriente cultural principal (al res- 10 N. del T.: el término utilizado es “hooker” que también debe traducir- se como “prostituta” o “puta”, es decir, además de “gancho para pavos” puede entenderse como “el pavo puta”. 16 pecto, ver el libro de Sheila Jeffrey [2008], La Vagina industrial). La industria del sexo -la venta de los cuerpos de las mujeres- propor- ciona una metáfora perdurable y una imagen para otros cuerpos consumibles, en las que las mujeres se convierten en los referentes ausentes. Los comerciales de la carne y las referencias en periódi- cos que combinan la venta de los cuerpos de las mujeres y la venta de carne normalizan y naturalizan simultáneamente la industria del sexo y el consumo de carne. Me he dado cuenta que desde el 9/11 ha surgido una nueva insistencia en comer carne y la masculinidad, lo ·que confirma los argumentos de Susan Faludi en El Sueño de Terror (2007) con res- pecto a la ansiosa virilidad después de los ataques contra el World Trade Center. Después del 9/11, los medios promocionaron la masculinidad al estilo de John Wayne, poderes masculinos al estilo de Superman, y la hipervirilidad de los equipos de rescate y los po- líticos. Así nos enteramos de que, después de que el World Trade Center cayera, la primera comida que el Alcalde Guiliani devoró era un sándwich hecho de “carnes que sudaban” (Faludi, 2007: 49). Donde hay (ansiosa) virilidad, uno encontrará el consumo de carne. Un anuncio comercial de Hummer del 2006 presenta a un hombre comprando tofu en un supermercado. A su lado hay un hombre que está comprando “carne que suda” -trozos de ella. El hombre que compra tofo, ahora alerta y preocupado por su virili- dad debido al hombre con toda su carne cerca de él en la fila, sale apresurado desde la tienda de comestibles y se dirige directamente a un concesionarioHummer. Él compra un nuevo Hummer y se muestra feliz alejándose, manejando, mascando una zanahoria. El eslogan original para el anuncio era “Restaura tu virilidad”11. Un intensificado énfasis en la vinculación masculina mediante el con- sumo de carne -en restoranes especializados, o fraternidades, o en los asados- ha aparecido en este tiempo. Las imágenes son paté- ticamente insatisfactorias (a menos que estés masturbándote con ellas), sin embargo hay una necesidad compulsiva de re-presen- tar estas imágenes. Lo que la pornografía como Hustler estableció acerca de las mujeres como carne en la década de 1980 sangra en 11 Seth Stevenson, “Todo terreno para hippies? Hummer juzgado por el comercial de tofu” Slate, publicado el lunes14 de agosto de 2006. http://www. slate.com/id/2147657 17 la cultura popular en el siglo XXI. (Por ejemplo, Hustler muestra a una mujer como la carne de una hamburguesa, con las piernas abiertas en un pan. Cuando en el 2006 Burger King regresó a la publicidad durante el Superbowl, por primera vez en once años su anuncio mostraba mujeres saltando sobre un pan, transformándo- se en hamburguesas). En términos de La Política Sexual de la Carne, vemos varias res- puestas recuperatorias que en sí mismas confirman mi análisis. En primer lugar, como en el anuncio de Hummer, encontramos reac- ciones culturales e imágenes que restablecen la virilidad, el consu- mo de carne, y ambas de forma interactiva. En segundo lugar, una respuesta defensiva, aunque asertiva, que proclama a uno mismo como un comedor de carne, pero un comedor de carne cuidadoso. Y en tercer lugar, una respuesta no regulada, hostil (como la que se encuentra en camisetas y carteles que proclaman “Maldito tofo” o “Jódanse vegetarianos”). Podríamos concluir que conlleva una gran cantidad de energía ser anti-vegetariano. Debido al referente ausente, la presencia de carne puede anunciar el desempodera- miento del mensaje vegano; pero el veganismo no es (sólo) un mensaje. ¿Cómo es la relación de la política sexual de la carne con lo que está sucediendo? Se trata de un circuito de retroalimentación, que se repite de nuevo en sí mismo. E incluso cuando seguimos las asociaciones postmodernas en representación todavía parece que nos lleva de una u otra manera a la confluencia de los animales y las mujeres. Consideren que la célula para la clonación de Dolly fue tomada de una glándula mamaria y en la lógica de nuestro tiempo la oveja fue nombrada por la muy pechugona Dolly Par- ton. Pero algo interrumpe esta fetichizacíón, algo ofrece finales alternativos, algo se inserta en contra de las asociaciones. Son en realidad las comidas veganas12. 12 Este ensayo fue presentado por primera vez como un discurso de apertura en la conferencia “Minding Animals” en Newcastle, Australia, en Julio de 2009. Se dio después de una deliciosa cena vegana, así que el contexto en que el análisis se llevó a cabo era literalmente a un vegano. 18 Callejones teleológicos sin salida En los últimos veinte años, varías respuestas han tratado de en- jaular mí libro. La más destacada es lo que yo llamo humanismo re- trógrado. Humanistas retrógrados, creyendo que los seres humanos son la realización teleológíca de la evolución, me preguntan,¿Por qué no estoy haciendo algo importante como alimentar a las personas sin hogar? (La gente quiere apoyar y financiar comedores populares -nos ponemos sentimentales frente este acto de relación con las personas sin hogar- al costo de encontrarse verdaderamente con las personas sin hogar). Mi pareja realmente alimenta a las personas sin hogar, lo ha estado haciendo durante más de 22 años, y yo comencé un come- dor de beneficencia como activista en 1985 y supervise el primer censo rural de las personas sin hogar en los Estados Unidos. Pero no suelo proporcionar esas respuestas. Veo la cuestión como una señal de que la política sexual de la carne perturba el proyecto hu- manista de la Ilustración. Esto de colocar a los humanos primero es o una negación para ver la interconexión de las opresiones, o una negación para repensar el excepcionalismo humano. Luego está el problema del movimiento por los derechos ani- males. Parece como si algunas organizaciones de derechos anima- les creyeran que los derechos animales son la realización teleoló- gica de una progresión lineal del activismo liberal. Piensan que Peter Singer ha hecho una declaración teleológica en su prefacio de Liberación Animal (1975). A saber: “Ha habido Liberación de los Afroamericanos, Liberación Homosexual, Liberación de la Mujer. Ahora vamos a hablar de Liberación Animal.” Leyendo esto, algu- nos activistas por los animales concluyen: “Bien por la Liberación de los Afroamericanos, la Liberación Homosexual, la Liberación de la Mujer -eso se ha hecho. Sólo necesito centrarme en los ani- males” (corno si hubiésemos logrado los objetivos de esos movi- mientos, o que su tiempo “ha pasado”). Estos activistas por los animales creen que están en alguna zona intocable porque son la “voz de los sin voz”, que de manera problemática, para empezar, acepta una definición de la voz centrada en lo humano. 19 Cuando tratamos de hablar con ellos sobre el sexismo en el activismo por los animales, pueden clamar que están “demasiado ocupados salvando animales”; es decir, que la situación verdadera- mente grave de los animales supera a cualquier otra preocupación. Esta afirmación de que el activismo por los animales no tiene que ser responsable ante otros movimientos de liberación sugiere que tal activismo por los animales podría ser visto como un ejemplo de a lo que se refería Derrida cuando habló de “comer bien” y “carnifalologocentrismo” (Derrida, 1991)13. No puedo no asumir que nunca he luchado con la cuestión de lo que significa comer bien. Ciertamente, el veganismo es parte de la respuesta a esa pregunta, pero no es la única respuesta. Cuando el activismo por los animales afirma lo contrario, cae en algunas de las mismas presunciones en que cae el proyecto humanista que estamos tratando de dejar en el pasado. Esta vez, o coloca a los animales primero, o es también una negativa a ver las opresiones interconectadas. El activista teleológico / evangélico por los ani- males dice “tengo que sacrificarme por los animales”. El sacrifi- cio, si se trata de una mujer, a menudo implica la aceptación de la propia mercantilización sexual, como organizaciones como PETA lucen cuerpos de mujeres para atraer la atención a las ideas de la liberación animal. Humanistas retrógrados (y quizás todos los consumido- res de carne) ofrecen la explicación “agradezco a los animales su sacrificio por mí” (mendigando la cuestión de si cualquier animal tiene una opción). Existe la presunción de que existe una jerarquía y que los que comen carne tienen derecho a be- neficiarse del estatus más bajo y de víctima del animal. (El ani- mal que está tan a menudo representado como mujer). Ade- más, expone el nunca explícito hecho establecido: que los consumidores de carne temen tener que sacrificar su placer en comer (su hamburguesa, su pollo, sus pescados) para responder al escándalo que es comer carne. Al ser cuestionados, la respuesta es entonces: “yo entiendo, pero simplemente no es lo mío”, o “lo entiendo, yo simplemente no quiero renunciar a comer carne.” A lo que yo digo, “Me sor- 13 Las discusiones con Mateo Calarco me ayudaron a comprender las ideas de Jacques Derrida. 20 prende que usted piense que lo entiende, porque la gente que lo entiende, cambia.” Muchas personas son como el hijo y la nuera de Elizabeth Cos- tello representados en la ficción de J. M. Coetzee (2003). Ellos anticiparon cómo las feministas-vegetarianas o feministas-veganas se comportarían. Pensar que vamos a establecer la “ley” y asumir el rol del superyó y entonces, descubriendo un sentimiento de cul- pa o malestar en ellos mismos, asumen que somos nosotras quie- nes lo hemos puesto allí. En otras palabras, ya que se asumeque voy a hacer que te sientas incómodo, y descubres que de verdad te sientes incómodo, entonces yo debo haberlo provocado (véase Adams, 2008). Dicho de otra manera, la fuerza de la política sexual de la carne es la de mantener un círculo cerrado en la constitución del sujeto. Yo soy el que tiene el problema. Yo uso los textos o alimentos equivoca dos, o parezco puritano o impulsado por la pureza. Tú, tú no tienes un problema. Reconociendo animales feminizados / mujeres animalizadas Cary Wolfe (2003: 101) propone que dentro de la tradición oc- cidental no tenemos que pensar en términos de humano/ animal, sino en términos de humano humanizado, humano animalizado, animal humanizado, animal animalizado. Aunque Wolfe ve al hu- mano humanizado y al animal animalizado como ficciones ideoló- gicas, con las designaciones híbridas haciendo mucho del trabajo pesado en la iluminación de las presunciones humanistas, veo su red -cuando se la empuja suavemente- funcionando para iluminar la política sexual de la carne. El humano humanizado en la cultura occidental ha sido a menudo el hombre blanco, quien ha tenido el derecho a voto y a poseer bienes propios. Moldear individuos como seres humanos animalizados es usualmente influenciado por la raza, el sexo y la clase social. El discurso animalizante es una herramienta poderosa en la opresión (véase Adams, 2007). El discurso animalizante también sustituye a menudo un análisis de por qué la violencia contra las mujeres ocurre; es decir, violadores 21 y maltratadores u otras personas que cometen actos de violencia son con frecuencia animalizados (llamados “bestias”, “animales”, etc.), cuando en realidad están actuando como humanos, en cuan- to a que su violencia es deliberada y a menudo planificada. Mientras para el animal humanizado: el animal humanizado a menudo se produce como una especie de excepcionalismo ani- mal. En el ejemplo de Cary Wolfe, el animal humanizado es la “mascota”, el animal que puede ser rescatado en El Silencio de los Inocentes14, ya que claramente los corderos no. La gran activista de los Derechos Civiles Fannie Lou Hamer cuenta que cuando estaba creciendo, el perro que pertenecía al granjero para quien trabajó Hamer tenía un baño, mientras que Hamer vivía en una pequeña casa sin inodoro interior funcionando. Hamer fue tratada como un ser humano animalizado; el perro, como un animal humani- zado. Los argumentos tradicionales de la liberación animal y los derechos animales que muestran cómo los animales son como no- sotros, que pueden sentir, sufrir, y así sucesivamente, son también un intento de humanizar al animal. Si es así, el antropocentrismo 14 N. del T.: referencia al libro/película The Silence of the Lambs. 22 todavía determina lo que cuenta. Los animales animalizados son los que pueden ser descartados o comidos -o tal vez es el mis- mo acto. Creo que es importante destacar las categorías de gé- nero subyacentes que están funcionando y juegan con el análisis de Wolfe, sumando las categorías de mujeres animalizadas y animales feminizados15. Con la excepción de la Dama de Hierro del movimiento por los derechos animales, Ingrid Newkirk de PETA, quien ha cercado un nicho de misantropismo, la mayoría de los líderes del movimiento por los derechos animales son hombres. Una razón para la mas- culinización del activismo por los animales es porque en la estruc- tura de la cultura occidental el humano humanizado (fantaseado y entendido como hom bre) es el que puede ser escuchado con respecto al destino del animal animalizado (fantaseado y entendi- do como animales hembras). El hu mano humanizado protegerá al animal animalizado, o (en la comuni dad jurídica) salvar al animal humanizado. ¿Ha notado las cuestiones sobre el envejecimiento que el hijo de Elizabeth Costello tiene? Señor, él realmente tiene algunas ob- sesiones con ella16. Ella está envejeciendo, ella es vieja, ella está vien- do su edad. Es el problema constante para él. Su personificación es como una vie ja feminista vegetariana. El hijo está en relación con Costello como los líderes masculinos del movimiento lo es- tán respecto de la mayoría de los activistas de organizaciones de base -mujeres. Existe una necesidad continua de desvincular a las mujeres y a la voz de las mujeres; hay un malestar evidente con los cuerpos envejecidos de las mujeres activistas. Después de la Marcha por los Animales de 1990, en Washing- ton DC, los periódicos citaron a los organizadores estadouniden- ses anunciando que el movimiento por los animales ya no estaba constituido solo por viejecitas en zapatillas de tenis. Cleveland Amory, una de las figuras públicas por los animales de toda la vida en los Estados Unidos, fue la persona más famosa asociada con 15 Puse al animal feminizado al final en esta red porque las hembras ani- males usadas por su labor reproductiva, vacas y gallinas, experimentan el mayor sufrimiento y son tratadas como cosas reemplazables. Ellas son oprimidas tanto por su reproductividad y la productividad de sus cuerpos como carne, una vez que ellas, también, son asesinadas. 16 Así me lo señaló Bob McKay en una conversación, en mayo de 2009. 23 ese discurso. Pasamos de anuncios comerciales de carne creados para hablarles a los hombres, y hablar un lenguaje masculino, a descubrir que esto es lo que el movimiento por los animales está haciendo también. En el 2008, la siguiente cita apareció en un artículo del New York Times Magazine acerca de Wayne Pacelle, Director de la So- ciedad Humanitaria de los Estados Unidos: “Nosotros no somos un manojo de viejecitas en zapatillas de tenis,” Pacelle dice, para- fraseando a su mentor Cleveland Amory, un activista por los dere- chos animales. “Nosotros tenemos toperoles puestos.”17 Con esa cita y ese portavoz tenemos una masculinización del movimiento por los animales en tres maneras -el portavoz, la negación de las mujeres y la asociación del fútbol o los deportes con los zapatos. Todo está estructurado por representación y un cierto tipo de voz. Es un acto de confinar el mensaje feminista-vegano y a los men- sajeros enfocándose o en realidad no queriendo centrarse en el envejecimiento del cuerpo de la mujer. Tomo la continua negación de los aportes de las mujeres de forma personal. Tengo la espe- ranza de vivir el tiempo suficiente para calificar como una viejita, y ya que estaba allí en la Marcha (vistiendo mis zapatos de tenis), y ahora veinte años después, es seguro decir, que estoy más cercade ser una viejita en zapatillas deportivas. Me estoy acercando (¡mu- cho!) a la edad de Elizabeth Costello. Consideremos por un momento este ambiguo cumplido. Una cosa que ha sido dicha es “antes que el resto de nosotros descu- briera las cuestiones legítimas e importantes acerca de la opresión de los humanos sobre los demás animales, las viejecitas ya lo ha- bían hecho.” Tal vez cuando empezaron a agitar en nombre de los animales no eran viejecitas. Pero la negativa de las personas para enfrentar los hechos respecto de lo que le hacemos a los animales las hizo viejas en el proceso. En la primera cena oficial feminista-vegetariana de la Segunda Ola celebrada en Shandygaffs en el distrito Castro de San Fran- cisco, en abril de 1977, dimos vueltas y dijimos cuánto tiempo habíamos sido vegetarianas. “Desde esta mañana,” anuncio una mujer. Y eso está bien. Así es como empieza. Se come con un 17 Maggie Jones, “El estratega del corral”. The New York Times Mega- zine, 24 de octubre de 2008. 24 tenedor o dos palillos; masticas con una boca; tragas con una gar- ganta. El sujeto que está en constante expansión teórica está más controlado que un individuo singular por el hecho de comer. Esa práctica particular te da forma y te hace tan consolidado como vas a ser. Precisamente, en la forma en que interiorizas el mundo y exteriorizas el mundo, la alimentación es una de las formas más serias en que te defines a ti mismo y te consolidas en sí mismo yte abres en sí mismo18. El veganismo es siempre una cuestión de ahora. Sabiendo lo que sé, ¿ahora qué haré? ¡Viene con insistencia! “¡Presta atención!” Presta atención, ahora. El proceso de objetivización/fragmenta- ción/consumo puede ser interrumpido por el proceso de aten- ción/ahoridad/compasión. El sujeto humanista ilustrado, el suje- to de la política sexual de la carne insiste en la historia. El sujeto carnifalologocentrico es hecho por la historia (“así es como me gusta” o “cambiar es difícil”), es formado, más de lo que él o ella puede admitir, por las mentiras de los padres (“la carne es buena para ti”). Se necesita un rechazo, una ruptura, una fisura con esa historia dominante. Creo que me he dado cuenta de esto: son quizás las ancianitas en zapatillas de deporte las que últimamente han estado desafiando las opresiones entrelazadas. Con ellas, estoy tratando de elaborar teorías reales de resistencia y teorías reales de transfor- mación. No sólo estamos trabajando por un nuevo texto; estamos trabajando por un nuevo mundo. Únete a Elizabeth Costello y a otros ancianitas, y a mí, en el otro lado de esa opresiva historia. Ahora. 18 Le debo la ampliación de este conocimiento a Mateo Calarco. Discu- sión, Junio de 2009. “Si nos tomamos en serio la Liberación Animal, debemos trabajar por la liberación de todos los animales, los humanos y los no-humanos. Si nos tomamos en serio el feminismo, debemos rechazar el especismo tanto como rechazamos el sexismo”. Pattrice Jones
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