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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS INSTITUTO DE BIOLOGÍA MANEJO INTEGRAL DE ECOSISTEMAS Diagnóstico de los efectos de las políticas públicas en programas de recuperación de especies en riesgo: Análisis del Lobo Mexicano y Berrendo Peninsular. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS PRESENTA: JESÚS LIZARDO CRUZ ROMO TUTOR PRINCIPAL DE TESIS: DR. JORGE IGNACIO SERVÍN MARTÍNEZ POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS. COTUTOR DE TESIS: DR. VICTOR SÁNCHEZ CORDERO INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM COMITÉ TUTOR: DR. ENRIQUE MARTÍNEZ MEYER INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM. MÉXICO, D.F. FEBRERO, 2015. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS INSTITUTO DE BIOLOGÍA MANEJO INTEGRAL DE ECOSISTEMAS Diagnóstico de los efectos de las políticas públicas en programas de recuperación de especies en riesgo: Análisis del Lobo Mexicano y Berrendo Peninsular. TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS PRESENTA: JESÚS LIZARDO CRUZ ROMO TUTOR PRINCIPAL DE TESIS: DR. JORGE IGNACIO SERVÍN MARTÍNEZ POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS. COTUTOR DE TESIS: DR. VICTOR SÁNCHEZ CORDERO INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM COMITÉ TUTOR: DR. ENRIQUE MARTÍNEZ MEYER INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM. MÉXICO, D.F. FEBRERO, 2015. 3 Dr. Isidro Ávila Martínez Director General de Administración Escolar, UNAM Presente COORDINACiÓN Me permito informar a usted que en la reunión del Subcomité por Campo de Conocimiento Ecologra y Manejo Integral de Ecosistemas del Posgrado en Ciencias Biológicas, celebrada el dla 22 de Septiembre de 2014, se aprobó el siguiente jurado para el examen de grado de MAESTRO EN CIENCIAS del alumno CRUZ ROMO JESÚS LlZAROO con número de cuenta 91218298 con la tesis titulada " Diagnóstico de los efectos de las pOlíticas públicas en programas de recuperación de especies en riesgo : análisis del lobo Mexicano y Berrendo Peninsular", realizada bajo la dirección del ORo JORGE IGNACIO SERVíN MARTíNEZ: Presidente: Vocal : Secretario: Suplente: Suplente : DR. VICTOR LUIS BARRADAS MIRANDA DR JOSE JUAN FLORES MARTiNEZ DR. ENRIQUE MARTINEZ MEYER DRA. VERÓNICA FAR[AS GONZÁLEZ M. EN C. ARIEL ROJO CURIEL Sin otro particular, me es grato enviarle un cordial saludo. ATENTAMENTE " POR MI RAZA HABLARA El ESPIRITU" Cd. Universitaria, D.F., a 16 de enero de 2015. f1'MCw~O) ' DRA. MARiA DEL CORO ARIZMENDI ARRIAGA COORDINADORA DEL PROGRAMA c.c.p. Expediente del (la) interesado (a). COORDlNACtOIl.· Unidad de Posgrado' Coord.i?aeión del Posgrado en Cie~c.ias Biológicas Edificio B. ler. Piso, Circuito dc Posgrados Cd. Universitaria DclegaclO11 Coyoac{m c.P. 04510 MC)(ICO, D.F. Tc!. 5623 7002 http://pcbiol.posgrado.umlln.mx 4 Agradecimientos Al Posgrado en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, en particular al Instituto de Biología de la UNAM y todo su equipo. A la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas por todo el apoyo para realizar mis estudios. A los doctores Jorge I. Servín Martínez, Víctor Manuel Sánchez Cordero y Enrique Martínez Meyer. 5 Agradecimientos a título personal Quiero extender mi agradecimiento a mis tutores Jorge, Enrique y Víctor por su apoyo y confianza durante estos años, así como por su motivación, compresión y paciencia. A mis sinodales Víctor Barradas, Verónica Farías, José Juan Flores y Ariel Rojo por sus comentarios y recomendaciones a un texto con partes rupestres, mejoradas gracias a sus comentarios puntuales, atinados y sinceros. En particular a la Dirección de Especies Prioritarias para la Conservación de la CONANP, a Oscar Ramírez y a mis compañeros (que están y a los que han pasado por esa mítica área), por el apoyo en estos años pero principalmente por contribuir con pasión a la recuperación de las especies en riesgo. Finalmente pero no menos importante, en este proceso ha intervenido mucha gente que desde diferentes formas, frentes y visiones, contribuyeron consientes o no, a alcanzar esta meta. Me gustaría agradecerles personalmente y de manera específica, pero seguramente si me dedico a la tarea expresa de hacerlo como ustedes lo merecen, simplemente no acabaré y ya urge un punto final. Prefiero agradecerles a ustedes (bien saben quiénes), que desde sus trincheras me han ayudado a dar paso más, me han enseñado y motivado a luchar por la conservación, por el berrendo, por el lobo, por todos los demás. Sinceramente gracias. 6 "...era un animal hermosísimo, de mirada noble, profunda, que era quizá, la más acabada representación de la fuerza, de la libertad, de la nobleza, del palpitar del corazón de la madre Tierra." Félix Rodríguez de la Fuente (1974) 7 Índice Introducción ..................................................................................................................... 15 Transformación de Ecosistemas y Políticas Públicas ............................................... 15 Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del Lobo Mexicano (Canis lupus baileyi; Nelson y Goldman, 1944). ........................................ 16 Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis (Nelson 1912) ................................. 21 Políticas públicas en torno a la biología de la conservación. ..................................... 25 Objetivos .......................................................................................................................... 28 Objetivo General .......................................................................................................... 28 Particulares .................................................................................................................. 28 Antecedentes ................................................................................................................... 29 Por qué analizar las políticas públicas y la conservación ............................................. 29 Metodología ..................................................................................................................... 32 Resultados ....................................................................................................................... 34 Estado y cambio en las poblaciones ............................................................................ 40 El lobo mexicano ...................................................................................................... 40 El berrendo peninsular .............................................................................................. 42 Discusión ......................................................................................................................... 44 Análisis de las Políticas públicas para la conservación de especies en riesgo en México. .....................................................................................................................................44 Balance general de México en políticas públicas para la conservación de especies en riesgo ........................................................................................................................... 45 Estado de la población del berrendo peninsular y su relación con las políticas públicas de conservación ........................................................................................................... 48 Estado de la población del lobo mexicano y su relación con las políticas públicas ....... 53 Conclusiones ................................................................................................................... 58 Literatura consultada ....................................................................................................... 66 Anexo 1. Instrumentos de la política pública en la conservación de especies en riesgo identificados durante el periodo que comprende desde 1900 hasta 2010. ................ 78 Anexo II. Censos que determinan las diferentes poblaciones de berrendo peninsular, en Baja California. .................................................................................................... 81 Anexo III. Revisión histórica de los instrumentos de conservación de especies en México. ..................................................................................................................... 82 8 Lista de figuras y cuadros Cuadro 1. Tipo de instrumentos de políticas públicas orientados a la conservación de especies generados de 1900 a 2010. 34 Cuadro 2. Instrumentos con incidencia en las especies A. americana y C. lupus baileyi. 38 Cuadro 3. Surgimiento histórico de los Instrumentos de política pública para la conservación por especie. 38 Cuadro 4. Subcomités Técnicos Consultivos para la recuperación de especies prioritarias constituidos y PREP publicados hasta noviembre del 2006. 103 Cuadro 5. Especies con Programa de Acción para la Conservación de Especies (PACE), publicados al 2012. 108 Figura 1. Distribución Potencial del lobo mexicano, basado en el modelado del Nicho Ecológico. 21 Figura 2. Mapa de distribución potencial berrendo en México, basado en el modelado del Nicho Ecológico. 23 Figura 3. Se muestra una curva acumulativa que representan el número de los instrumentos de las políticas públicas para la conservación biológica desde 1900 hasta el 2010. 36 Figura 4. Frecuencia de acumulación de instrumentos de política pública por década. 37 Figura 5. Surgimiento de los instrumentos específicos de política pública por especie, la relación de éstos se presenta en la Tabla 5. 40 Figura 6. Estructura de edades en la población cautiva de Lobo Mexicano considerando la población de México y Estados Unidos. 41 Figura 7. Población de berrendo peninsular de 1997 a 2010, considerando Población silvestre, población en manejo semiextensivo y población en el ejido El Costeño. 43 9 Resumen En México la construcción de políticas ambientales, surgen a principios del siglo XX pero se consolidan al final de la década de 1990. Destacan diversos esfuerzos para instrumentar efectivamente políticas para la conservación, desafortunadamente muchas han resultado simbólicas y de poco impacto, otras son recientes por lo cual deberán analizarse detallada y periódicamente en un futuro; más recientemente los esfuerzos han estado orientados únicamente a la promoción de subsidios. En el modelo de recuperación del berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis) el gobierno diseñó, coordina y acompaña los esfuerzos de recuperación y manejo, en colaboración con organizaciones civiles y académicas, la iniciativa privada y dueños de la tierra, aplicando políticas transversales para la conservación asociadas con la producción agrícola y ganadera, lo cual está dando resultados positivos en la recuperación de la especie, su hábitat y generando beneficios a los habitantes locales. Esta combinación ha mostrado utilidad y resultados positivos a lo largo de los años. El programa del lobo mexicano (Canis lupus baileyi) no ha tenido un acompañamiento gubernamental directo y los esfuerzos han sido sostenidos gracias a la participación del sector social a través de organizaciones civiles, empresas y academia, con esfuerzos intermitentes del gobierno federal y participación en mantener ejemplares en cautiverio. En vida libre, en términos prácticos y financieros, es hasta 2007 que participa el gobierno federal con el diseño e implementación de programas como el PROCER y el PACE: Lobo mexicano. En este programa se requiere el liderazgo del gobierno en las acciones de manejo y la intervención de directa del personal gubernamental para afrontar la problemática, realizar las acciones y establecer los vínculos con la sociedad, siendo fundamental generar las capacidades en las instituciones de gobierno. En México aún persiste escaso respeto a los depredadores y en general a la vida silvestre, dificultado con una laxa aplicación de la ley, lo que afecta aún más el 10 éxito de los programas de recuperación. En otras regiones del planeta donde la gente local convive con depredadores tope y hay una mayor tolerancia hacia éstos, se ha observado la necesidad de modificar las políticas públicas para permitir a la gente maximizar los beneficios que obtienen a partir de su conservación, basado en el manejo y aprovechamiento de la vida silvestre, con incentivos financieros por parte de los gobiernos. En México se ha dado una situación semejante con las UMA, sin embargo la presencia y atractivo de programas de subsidios como los programas de ganadería, hacen que el interés de la vida silvestre pase a segundo plano. En ambos programas es necesario contar con el vínculo y apoyo de la comunidad científica para realizar acciones puntuales de investigación, análisis de resultados, diseño y ajuste progresivo de los programas tanto desde punto de vista biológico y ecológico, como socio-económico, jurídico y cultural. La perspectiva de las ciencias biológicas permitirán incorporar la visión y el conocimiento científico, y sobre todo contribuir a la construcción de políticas fuertes y bien sustentadas partiendo de la experiencia de la aplicación de éstas a lo largo del tiempo. Las listas de especies en riesgo por sí mismas no resuelven el problema de extinción de éstas, pero detonan el interés de la sociedad y tomadores de decisiones, y deben ser acompañadas con programas para la recuperación, volverse vinculantes con otros instrumentos y programas de gobierno, y se requiere una aplicación efectiva de la ley. La recuperación de especies en riesgo debe ser atendida desde varias dimensiones, incluyendo aspectos científicos, sociales, políticos, económicos e institucionales, y que todos estos factores sean considerados en la elaboración de las políticas públicas para la conservación. Asimismo, los programas de recuperación de especies deben contar con mecanismos de evaluación y seguimiento basados en ciencia, y no solo de gestión. Resulta fundamental contar con los recursos económicos para la efectiva operación y acompañamiento de los instrumentos, contar con las capacidades institucionales, la organización del sector rural que es donde se distribuyen las especies y los recursos humanos 11 preparados en las instituciones responsables en todos sus niveles, y bien remunerados. La biología de la conservación nos ha enseñado que la naturaleza no se puede salvar protegiendo un poco por aquí y un poco por allá, se acude a ella una vez que un ecosistema, especie y población está sujeta a presiones que afectan su función y continuidad, con limitaciones de información, tiempo y recursos. Sin embargo debe ser considerada como una medida integral y multidisciplinaria, considerando el grado de convivencia entra la sociedad y la naturaleza, es decir, buscando incrementarla coexistencia entre la vida silvestre y las actividades humanas. Esto se hizo en programas como el Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000, teniendo una política regulatoria en vez de prohibitiva, y fomentando el interés y beneficio de las comunidades a través de la conservación de la vida silvestre, para mantener ecosistemas saludables. Sin embargo se requiere revalorar, actualizar y llevar a niveles operativos con instrumentos de acompañamiento y desarrollo, basados en ciencia, evaluar sus resultados en términos de ecosistemas, especies y poblaciones, y el impacto de la conservación en la calidad de vida humana. 12 Abstract In Mexico, the constructions of environmental policies emerges in the early twentieth century, but there were consolidated at the end of 1990's. There are some efforts to effective implementation of conservation policies, unfortunately many of them have been symbolic and ineffective impacts, some others are recent and should closely and regularly analyzed in the future; recently efforts have been aimed only at promoting subsidies. In the recovery model of peninsular pronghorn the government designed, coordinates and accompanies recovery efforts and management, in collaboration with civil and academic organizations, the private sector and landowners, applying transverse conservation policies associated with agricultural and livestock production, which is producing positive results and restoration of species, their habitat and generating benefits for local people. This combination has proven to be useful and positive over the years. The Mexican wolf program has not had direct government support, and the efforts have been sustained by the social sector, through civil organizations, companies and academia, with intermittent federal efforts and participation in captivity management. In the wild, in effective and financial terms is until 2007, that the federal government is involved with the design and implementation of programs with PROCER and PACE: Mexican Wolf. In this recovery program the government leadership in management actions and direct intervention of government personnel is required to attend the problem, implement the actions and establish links with society, it is fundamental capacity building in government institutions. In Mexico society persist lack respect to predators and wildlife, added with slack law enforcement, which further affects the success of recovery programs. In other regions of the world, where locals live with predators and there is a better tolerance towards them, there has been observed the need to change public policy to allow people to maximize their benefits from their conservation, based on the management and use of wildlife, with financial incentives from governments. In 13 Mexico there has been a similar situation with UMA, however the presence and attractive of other subsidies programs such as livestock programs, generate few attention for wildlife conservation. Both programs are needed participation and support of the scientific community to conduct specific research, analysis results, design and adaptive management of programs from biological and ecological, socio-economic, legal and cultural perspectives. The approach of biological sciences, will allow incorporate the vision and scientific knowledge, and contribute to building strong and well supported policies based on the experience of the application of these over time. The lists of species at risk by themselves, do not solve the problem of species extinction, but generate the interest of society and decision makers, it must be accompanied with recovery programs, mandatory with other instruments and government programs, and effective law enforcement is required. The recovery programs of species at risk must be addressed from several dimensions, including scientific, social, political, economic and institutional aspects, and all these factors should be considered in the development of public policies for conservation, as well recovery programs for species must have monitoring and evaluation mechanisms based on science, not just administrative management. It is essential to have economic resources for the effective operation and monitoring, to have the institutional capacity, rural sector organization and human resources trained and well paid in the responsible institutions. The conservation biology has shown us that nature cannot be saved protecting a little here and a little there, we apply it once an ecosystem, species or population is under pressures that affect their function and continuity, with limited information, time and resources, but it must be considered a comprehensive and multidisciplinary measure, considering the degree of coexistence among society and nature, and looking for increase the coexistence among wildlife and human activities. 14 This was done in programs such as the Program for Conservation of Wildlife and Productive Diversification of the Rural Sector 1997-2000, a regulatory policy rather than prohibitive, and promoting interest and benefit communities through the conservation of wild life, maintaining healthy ecosystems; however it is required to reassess, update and bring to operational levels with accompanying policy instruments, based on science, evaluating their results in terms of ecosystems, species and populations, and the impact of conservation in the quality of human life. 15 Introducción Transformación de Ecosistemas y Políticas Públicas Si bien los ecosistemas a nivel mundial han sido transformados a lo largo de la historia, los últimos 100 años han sido cruciales en el incremento de los cambios que se han producido; esta situación se debe en gran medida a la demanda de bienes y servicios asociados provenientes del medio ambiente, asociados al cambio de uso de suelo, a la introducción de especies exóticas y en general a la sobreexplotación de los recursos naturales de cada región. En el caso particular de México se ha considerado que hasta 1976 se había perdido el 38% de la vegetación primaria (vegetación madura y conservada, esto es, vegetación sin impacto humano), y para 1993 se había perdido el 46% (Challenger y Dirzo et al., 2009). La tasa de transformación, se calcula fue del 1% anual, es decir se mantiene aproximadamente el 38% de los ecosistemas con vegetación primaria. Sin embargo, se estima que este proceso incluye valores de incertidumbre, que considera tipos de vegetación arbolados como vegetación secundaria producto del impacto humano (Challenger y Dirzo et al., 2009). La mayor parte de estos cambios fueron impulsados desde el gobierno federal, gobiernos estatales y municipales, e incluso por presiones de gobiernos extranjeros. Durante el siglo XX perduró la idea de que el desarrollo estaba confrontado con la conservación, y no se vislumbraba la posibilidad de encontrar la armonía entre la conservación y el uso racional del capital natural. Las políticas de uso y explotación de los recursos naturales que prevalecieron durante el siglo pasado no contribuyeron a su conservación, ni tampoco representaron un elemento importante para mejorar el bienestar social (Carabias et al., 2008). Los esfuerzos gubernamentales y oficiales por hacer productivo el campo mexicano han sido a través del reparto de tierras y con programas de subsidio orientados al fomento de actividades productivas tradicionales como la agricultura, la ganadería y la piscicultura, que llevaron a la transformación de los ecosistemas hacia sistemas productivos, en la mayor parte de los casos sin tomar en cuenta la vocación de la tierra y su capacidad de producción. Estas situaciones, si bien han 16 logrado aspectos positivos en términos sociales, también han generadoaspectos con repercusiones negativas en materia ambiental, los cuales llevaron a que actualmente los ecosistemas hayan sido transformados o impactados significativamente, generando la pérdida de biodiversidad y de servicios ambientales, de muchas especies seguramente nunca se sabrá de su existencia y otras se encuentran en un punto de difícil retorno. Con una extensión de 44 millones de hectáreas, los bosques templados si bien representan el ecosistema arbolado más ampliamente distribuido en país, han presentado amplios procesos de transformación debido a los bienes y servicios ambientales que proporcionan, entre estos las grandes cantidades de materia prima para la construcción, durmientes para vías férreas, muebles y papel, entre otros. Sin embargo, las mayores causas de pérdida de este ecosistema ha sido el fomento de actividades productivas que requieren el cambio de uso de suelo, como la agricultura, la ganadería extensiva y el crecimiento urbano (Challenger y Dirzo et al., 2009). Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del Lobo Mexicano (Canis lupus baileyi; Nelson y Goldman, 1944). El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es la subespecie más pequeña y es genéticamente la más distinta de las subespecies de lobo gris de Norteamérica, lo que habla de un aislamiento geográfico con el resto de las subespecies (García- Moreno et al., 1997; Fredrickson et al., 2007; Lidsey y Siminski, 2007; Martínez, 2007). El lobo mexicano es una especie de la que poco se llegó a conocer de su biología y ecología en vida libre, y esto a partir de referencias anecdóticas, su distribución original se extendía desde Arizona, Nuevo México y oeste de Texas, y a lo largo de la Sierra Madre Occidental, porciones de la Sierra Madre Oriental, planicies al oeste del centro de México, hasta el sur del Valle de México, llegando incluso en las partes altas de las sierras de Oaxaca (Servín, 1997; Conanp, 2008). Se distribuía principalmente en zonas de bosques templados, aunque también con presencia en zonas de matorrales y zonas semidesérticas, solo estando ausente 17 de desiertos y altas montañas (Figura 1) (Martínez-Gutiérrez et al., 2005; Martínez, 2007). El lobo mexicano es un carnívoro estricto que se agrupa en manadas de pocos ejemplares, cazando presas como venados cola blanca (Odocoileus virginianus), bura (O. hemionus), wapití o elk (Cervus elaphus), mamíferos pequeños y aves, sin embargo se conoce poco de su biología y ecología en libertad (Servín, 1997). La mayor parte de los estudios y de la información biológica que se posee, se han generado con especímenes en cautiverio (Servín, 1991, 1997, 2000), no obstante se está acumulando información de los grupos liberados en el área experimental de Blue Range en Estados Unidos (Carrera et al., 2008; USFWS, 2010), y algunas experiencias recientes en México (Conanp, 2013b). Desde la llegada de los europeos, el lobo gris fue cazado en sus áreas de distribución de Norteamérica tal como se hacía en Europa, ya que se introdujeron tanto los miedos como los mitos, y por lo tanto un rechazo injustificado (Martín- López et al., 2009). En general la percepción social y las actividades productivas, ocasionaron que en 1925 esta especie fuera declarada rara en los Estados Unidos, y para 1950 su distribución y número en México fueron severamente reducidos (Fredrickson et al., 2007). Durante la segunda mitad del siglo XX el lobo mexicano fue objeto de campañas sistemáticas de erradicación apoyadas por los gobiernos de México y Estados Unidos, estas campañas se debieron a los argumentos dados por los ganaderos del norte del país en cuanto a los severos daños que ocasionaba a la producción ganadera, así como del efecto potencial como transmisor de la rabia. Actualmente ambos argumentos son cuestionables por la falta de claridad técnica y científica, aceptándose que dichas campañas fueron promovidas por la presión de sectores ganaderos de ambas naciones, en todos los casos las suposiciones del efecto del lobo se basan en testimonios anecdóticos y poco fundamentados (Servín 1993, USFWS, 2010). Un hecho que cabe resaltar es que para 1950, los técnicos de control de depredadores de los Estados Unidos capacitaron a técnicos mexicanos para colaborar y realizar el control de la especie, principalmente incorporando el uso de 18 venenos, entre éstos el conocido como 1080 (Monofluoroacetato de Sodio), veneno incoloro, inodoro, insípido, altamente letal y acumulable. Este veneno no solo afectó significativamente al lobo mexicano sino también, a muchas otras especies en México, sobresaliendo el hecho que en esa época estaba siendo probada su eficacia y letalidad en los Estados Unidos (Servín, 1993). Nunca se ha evaluado el impacto de esta campaña en términos ecológicos; sin embargo, es claro que los daños producidos llevaron a la extirpación y disminución de poblaciones de las diferentes especies que hasta la fecha no han podido recuperarse (Servín, 1993). Para 1980, el líder del grupo de control del lobo mexicano Roy McBride estimó que sólo quedaban alrededor de 50 parejas reproductivas en México (McBride 1980, USFWS, 2010). El grupo de control de depredadores del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS - United States Fish and Wildlife Service), estimó que para 1942 las poblaciones reproductivas del lobo mexicano fueron erradicadas de los Estados Unidos, aunque se realizaron observaciones ocasionales hasta la década de 1960. Por esta razón se clasificó como una especie en riesgo por las leyes federales en los Estados Unidos (Endangered Species Act ESA - acta de especies en riesgo) en 1976 (USFWS, 2010). En 1978 el USFWS incluyó al lobo mexicano y a otras subespecies en un nivel especial del listado que obliga a proteger a las especies a través de todo su área de distribución, iniciando la elaboración de los planes de recuperación en tres regiones: al Norte de las Rocky Mountains (Montañas Rocallosas), los Grandes Lagos y el Suroeste (USFWS, 2010). De manera simultánea, el USFWS contrató a Roy McBride, antiguo líder del grupo de control de depredadores y hábil trampero de lobos, quien entre 1977 y 1980 logró capturar cinco ejemplares silvestres en la Sierra Madre Occidental en México, y cuya reproducción inició en 1981 para comenzar así el “Programa de Reproducción en Cautiverio de Lobo Mexicano”, este linaje reproductivo es conocido como linaje "McBride" (Lindey y Siminski, 2007; USFWS, 2010). A través del Plan maestro para la reproducción del lobo mexicano, documento de 19 planeación para la reproducción de ejemplares aplicable para todas las instituciones participantes en el programa (Master Plan), se definen los objetivos poblacionales, ejemplares a reintroducir, reproducir, así como la coordinación de otras acciones de conservación (Siminski y Spevak, 2013), se lleva un estricto manejo genético, gracias al cual en 1995 se logró hacer crecer esta población hasta 107 lobos. En 1996 se certificó la pureza de dos linajes más, el linaje conocido como “Ghost Ranch”, por el rancho donde se alojaban en Arizona, los cuales provenían de lobos capturados entre 1959 y 1961; y por otro lado el linaje “Aragón”, debido a que se ubicaban en el Zoológico de San Juan de Aragón de la Ciudad de México, provenientes de ejemplares capturados y donados al zoológico de la Ciudad de México a mediados de la década de 1970, no obstante se desconoce la localidad de origen (Lindsey y Siminski, 2007; USFWS, 2010). También se elaboró el “Wolf Recovery Plan” o ”Plan de Recuperación del Lobo Mexicano” realizado por el USFWS y firmado por la entonces Dirección General de la Fauna Silvestre de México (1982), siendo el primer objetivo asegurar la sobrevivencia de la subespecie en dos líneas, por un lado la reproducción en cautiverio y por el otro lareintroducción a la vida libre en las zonas de distribución histórica (INE, 2000b; USFWS, 2010). México comienza su participación práctica en el plan de recuperación en cautiverio en 1987 y para 1994 el plan binacional alcanzó 94 lobos en cautiverio (USFWS, 2010). En 2013 se contaba con una población de 248 ejemplares (115 machos; 127 hembras; 6 sin determinar), aunque el potencial de crecimiento es limitado y la edad de los ejemplares en el programa es cada vez más elevado (la mayoría entre 7 y 11 años), reduciéndose su potencial reproductivo (Siminski, 2012; Siminski y Spevak, 2013). La segunda línea de acción planteada en el Plan de Recuperación es la reintroducción en vida libre, con la meta de alcanzar al menos una población de 100 lobos libres. Con esta visión, en 1998 se elaboró la regulación para el 20 establecimiento de una Población Experimental No-esencial de Lobo Gris Mexicano en Arizona y Nuevo México. Esta zona se determinó como el Área de Población Experimental de Lobo Mexicano, (Mexican Wolf Experimental Population Area – MWEPA); sin embargo, para la reintroducción el área determinada fue Blue Range Wolf Recovery Area (BRWRA) (USFWS, 2010). Finalmente como uno de los principales hitos en el programa, el 29 de marzo de 1998 se logra liberar en el Apache National Forest de Arizona los primeros 11 ejemplares criados en cautiverio (Lindsey y Siminski, 2007). El proceso de reintroducción y liberación en BRWRA llegó a alcanzar en 2009 una población mínima de 42 lobos y dos parejas reproductivas. Se realizaron liberaciones anuales de entre 1 y 21 lobos desde 1998, con excepción de 2005, 2007 y 2009 (USFWS, 2010). Para finales de 2012 la población silvestre había alcanzado aproximadamente 75 individuos, a pesar de que, desde 2009 no se habían realizado liberaciones (USFWS, 2012). Es decir, el incremento de la población fue debido a nacimientos en condiciones 100% silvestres. El paso obligado en México era iniciar la recuperación de poblaciones silvestres de la especie, sin embargo era necesario aprender de las experiencias pasadas, y desmitificar a la sociedad de las creencias respecto a este depredador, basadas en anécdotas poco confiables. A pesar de diversos intentos encabezados desde el Subcomité Técnico Consultivo para la Recuperación del Lobo Mexicano, donde se tenían avances significativos para la reintroducción en vida libre en México, no se contaba con la sinergia con las autoridades ambientales del gobierno federal para tal fin (Servín, com. pers.). 21 Figura 1. Distribución Potencial del lobo mexicano, basado en el modelado del Nicho Ecológico (Martínez-Gutiérrez et al., 2005). Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis (Nelson 1912) La familia Antilocapridae es una familia monotípica y endémica de Norteamérica, durante el Mioceno y Plioceno existieron más de 18 géneros de esta familia, pero desde entonces una sola especie ha persistido, Antilocapra americana (berrendo) (Heffelfinger, 2002; Klimova, 2013). El berrendo llegó a ser una especie muy abundante en Norteamérica, sin embargo sus poblaciones declinaron rápidamente. Se considera que existían entre 30 y 40 millones de ejemplares a principios del siglo XIX o antes de la colonización europea, sin embargo para 1910 quedaban menos del 1% (Nelson, 1925; O’Gara y Yoakum, 2004; Klimova, 2013). El primer análisis de la población de berrendo en México fue realizado por Nelson 22 (1925), en éste relata los siguientes números poblacionales: Coahuila, 600; Chihuahua, 700; Sonora; 595; y Baja California, 500. En México se consideran tres subespecies de Antilocapra americana, dos de ellas se distribuyen principalmente en zonas desérticas del país, la subespecie A. americana sonorensis en Sonora, con poblaciones dentro de la Reserva de la Biosfera El Pinacate y al oeste de ésta; A. americana peninsularis en la Península de Baja California, en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno y en el límite sur del Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios; la otra subespecie (A. americana mexicana) se distribuye en Chihuahua en grupos fragmentados desde la Reserva de la Biosfera de Janos hasta los pastizales centrales, asimismo se cuenta con poblaciones silvestres en el Área de Protección de Flora y Fauna Maderas del Carmen y pequeños grupos aislados en el Valle de Colombia, Coahuila (Figura 2) (Valdéz et al., 2006), aunque actualmente existe discusión sobre la pureza de esta última. La subespecie peninsularis se distribuía originalmente desde el norte de San Felipe y San Quintín en Baja California, hasta Bahía Magdalena (Hall, 1981; Cancino et al., 1994). Hoy en día su distribución se limita a pequeñas porciones dentro de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno y en el límite sur del Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios, en áreas sujetas a manejo semi-extensivo, adicionalmente en los sobrevuelos y monitoreos realizados se han detectado ejemplares aislados en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (Conanp-Endesu, 2012). Un de las principales causas de la desaparición del berrendo ha sido la fragmentación, reducción y alteración del hábitat, aunado a la cacería furtiva y la depredación por coyotes, situación que se agrava cuando las poblaciones ya han sido muy afectadas (Conanp, 2008). Se ha considerado que el berrendo peninsular fue cazado por las culturas de Baja California desde antes de la llegada de los españoles, y fue hasta el siglo XVII cuando los jesuitas se asentaron en la Península que la situación poblacional del berrendo comenzó a cambiar, ya que el gobierno de México otorgó concesiones 23 de aprovechamiento a empresas extranjeras que llevaron a la sobre explotación de varios recursos naturales, incluyendo a la ballena gris (Eschrichtius robustus), el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus towsendi), el lobo marino (Zalophus californianus) y el berrendo (A. americana peninsularis), entre las especies más afectadas (Sánchez et al., 2006). Figura 2. Distribución Potencial del berrendo en México, basado en el modelado del Nicho Ecológico. (Ceballos-González et al., 2006). Durante el siglo XX la concesiones mineras, las salineras, la colonización, el crecimiento urbano, el reparto agrario y la promoción ganadera, acompañados de las carreteras (principalmente la Carretera Federal No. 1), llevaron a realizar un uso indiscriminado de recursos naturales sin regulación alguna en toda la 24 península, afectando entre otras especies al berrendo. A pesar de esta situación la escases de agua en el desierto ha limitado la expansión urbana y el desarrollo de infraestructura asociada, lo que ha permitido mantener sitios con relativas buenas condiciones de conservación biológica (Sánchez et al., 2006). Se ha observado que la competencia de los ungulados silvestres nativos con el ganado doméstico introducido, juega un papel preponderante bajo ciertas condiciones, principalmente en zonas áridas donde la disponibilidad de agua y alimentos es limitada; en este sentido se ha reportado que la unidad animal de ganado bovino consume lo equivalente a entre 47 y 220 berrendos silvestres, dependiendo de las condiciones del hábitat (Sánchez et al., 2006; Conanp, 2008). El berrendo fue una de las pocas especies vedadas desde 1922 (DOF, 1922; Sánchez et al., 2006; Conanp, 2008). En la actualidad, la especie Antilocapra americana, incluyendo todas las subespecies que se distribuyen en México, está considerada en la NOM-059-SEMARNAT-2010 en la categoría “P” En Peligro de extinción (DOF, 2010). Desde 1978 la Dirección General de la Fauna Silvestre inició el esfuerzo por la conservación de la subespecie en la Península de Baja California, primero con la conservación y manejo de aves acuáticas en la LagunaOjo de Liebre, y posteriormente con el berrendo en El Vizcaíno, estos esfuerzos incluyeron en una primera instancia censos aéreos y la asesoría para control de depredadores (Conanp, 2008). Con el decreto de la Reserva de la Biosfera en 1988 se incrementó el interés de realizar estudios de flora y fauna silvestre de la región, incluyendo por supuesto al berrendo. Por tal motivo, en 1994 el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste S.C. (Cibnor) organiza el Taller de Evaluación de la Población Peninsular del Berrendo y su Hábitat, con la participación de 30 especialistas y derivado del cual surge el primer Programa de Recuperación del Berrendo Peninsular (Conanp, 2009). En 1997, la Semarnap a través de la Dirección General de Vida Silvestre, la compañía Ford Motors Co. y la asociación civil Espacios Naturales y Desarrollo 25 Sustentable A.C. (Endesu) firmaron un convenio para la recuperación del berrendo, comenzando con la campaña “Salvemos al Berrendo” (Conanp, 2008). Los primeros cinco ejemplares se capturaron en 1998 dando inicio al programa de manejo de crías en cautiverio, posteriormente en 1999 se capturan cuatro recién nacidos más, y en el años 2000 otras siete crías. Los primeros nacimientos se lograron en el mismo año 2000 y de esta manera inició un programa intenso de manejo genético a partir de los ejemplares fundadores (Sánchez et al., 2006; Cervantes et al., 2008.). Políticas públicas en torno a la biología de la conservación. Desde el siglo pasado la tasa de cambio de los ecosistemas naturales, ya sea por extracción o trasformación, para realizar actividades productivas y satisfacer la demanda de la población humana, ha sido sumamente alta y por lo tanto la pérdida de especies y ecosistemas se ha visto acentuada en escala espacial y temporal. Asimismo se ha procurado medir, evaluar y reducir estos procesos de cambio desde el punto de vista técnico y científico, a través de la biología de la conservación (Soulé 1991; Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). La biología de la conservación es una disciplina orientada a objetivos que involucran la parte pura y aplicada de la ciencia (Soulé, 1980) y desde un punto de vista multidisciplinario aborda la crisis que enfrenta la biodiversidad a causa de las presiones humanas (Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). Fue concebida como un campo de las ciencias biológicas orientado a tareas específicas, pero con una aproximación interdisciplinaria en la cual se incorporan ciencias sociales, humanidades, ética y economía, y se ha convertido cada vez más, en un vínculo entre las ciencias y la política (Meine, 2010). Esta situación ha llevado a la necesidad de plantear la regulación de las tasas de cambio a través de diversos esquemas, entre ellos el surgimiento y aplicación de políticas ambientales mediante sus diversos instrumentos dentro de los cuales la biología de la conservación ha incorporado políticas exprofeso en todo el mundo (Meine, 2010). La biología de la conservación tiene dos objetivos fundamentales, por un lado la investigación de los efectos de las actividades humanas en la naturaleza, y por 26 otro desarrollar alternativas para evitar la pérdida de ecosistemas, la extinción de especies, restauración de hábitat y poblaciones, y el desarrollo sostenible con la especie humana (Soulé, 1991; Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). Actualmente poner en práctica la conservación biológica y las acciones que de ella derivan, requiere del apoyo de los instrumentos de la política pública que permitan contar con el marco normativo y de gestión que ordene las actividades, genere recursos económicos para su aplicación, y se establezca los instrumentos de promoción y seguimiento para la conservación (Meine, 2010; Giraudo et al., 2011). En términos generales, una política pública se refiere a las decisiones de gobierno que incorporan la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero de los ciudadanos electores y contribuyentes; las cuales se manifiestan en sus diversos instrumentos legales, reglamentarios, normativos, medidas administrativas y posiciones, para alcanzar un fin o una posición estratégica (Aguilar-Villanueva, 1992). Es decir, las políticas públicas se manifiestan a través de diversos instrumentos que varían desde programas de gobierno, leyes, reglamentos y otros instrumentos de gestión, normativos, medidas administrativas, convenios nacionales e internacionales que se generan por una demanda ciudadana y se instrumentan con un fin particular. Otras definiciones de política pública incorporan que éstas representan estrategias para la resolución de problemas públicos, resaltando su función en “la obtención de mayores niveles de bienestar social” (González-Tachiquin, 2005). El concepto de conservación biológica se ha ido incorporando paulatinamente a los instrumentos de política pública a nivel internacional (Meine, 2010) y también en México como se verá en el desarrollo del presente trabajo; sin embargo no siempre han respondido a la visión de la conservación. Es común que estas políticas carezcan del sustento científico adecuado, sean basadas solo en buenas intenciones, o por oportunismo, con los consecuentes reclamos sociales (Giraudo et al., 2011). 27 Los instrumentos de política pública deben tener características adecuadas para garantizar su utilidad en el largo plazo, entre los cuales deben ser dinámicos y acordes con las situaciones de las especies y ecosistemas, pero también atender las realidades sociales, económicas y políticas, así como responder al avance continuo de la ciencia (Meine, 2010). Particularmente los instrumentos de política de conservación deben ser monitoreados y evaluados teniendo en consideración aquellos fines que motivaron y fundamentaron su generación, desde perspectivas ecológicas, socioeconómicas y de gestión (García y Toledo, 2008). Por lo anterior sería deseable que las políticas públicas sean evaluadas y analizadas desde diferentes perspectivas y tiempos con el fin de hacer ajustes progresivos, incorporando análisis de costos beneficios y sus resultados, principalmente con programas de conservación de especies en riesgo (Meine, 2010; Rao y Ginsberg. 2010). 28 Objetivos Objetivo General – Analizar los programas de conservación de dos especies en riesgo de extinción en México y el ejercicio de los instrumentos de la política pública en torno a su recuperación, con el fin de contribuir al fortalecimiento de las políticas en materia de conservación biológica. Particulares – Analizar dos ejemplos de programas de recuperación de especies en riesgo (Canis lupus baileyi y Antilocapra americana peninsularis), y su vinculación con las políticas públicas en materia de conservación biológica a lo largo del tiempo. – Identificar los instrumentos de las políticas públicas para la conservación aplicadas en la recuperación de especies. – Proponer alternativas a las políticas públicas identificadas con el fin de favorecer la recuperación del lobo y berrendo, y su sostenibilidad a mediano y largo plazo 29 Antecedentes Por qué analizar las políticas públicas y la conservación En la mayor parte del siglo XX las iniciativas de conservación biológica se centraron exclusivamente en temas de reforestación y en menor grado en la recuperación de suelos; sin embargo poco se han adentrado en temas que incorporen la recuperación de la estructura y función de los ecosistemas, los servicios ambientales o la recuperación de especies en riesgo (Cervantes et al., 2008). Con las especies, al igual de lo que sucede con los ecosistemas, México no ha contado con una política nacional a largo plazo que responda a las necesidades que requieren las especies silvestres, de sus condiciones y características intrínsecas a cada una de ellas y de sus hábitats; ha faltado una visiónintegral del problema que aborde aspectos biológicos, ecológicos, pero también sociales, culturales y económicos desde una perspectiva multidisciplinaria, sin dejar de lado que es necesario considerar en los procesos de planeación, la prevención, en lugar de la restauración del daño, lo cual conlleva a un gasto considerablemente menor de recursos a largo plazo (Cervantes et al., 2008). Fue hasta finales del siglo XX que México, debido a presiones sociales, nacionales e internacionales, comenzó la elaboración de políticas públicas e instrumentos jurídicos en materia de medio ambiente. Sin embargo, muchos de éstos se han caracterizado por no haber sido acompañados por los recursos económicos y humanos para lograr su aplicabilidad y función de manera sostenida y a largo plazo, de ahí que los programas de conservación sean comúnmente criticados (Martín-López et al., 2009). México es una nación joven en cuanto a políticas de conservación de especies, y desafortunadamente muchos de los esfuerzos que se han realizado a lo largo del siglo XX han sido aislados y carentes de un acompañamiento y soporte por parte del gobierno, y de la sociedad misma. Por otro lado, al igual que en otros países, los esfuerzos de conservación de especies han tenido una fuerte influencia social, 30 como se verá más adelante, desde la misma selección de especies, la elaboración de programas, el acompañamiento y el interés mismo de autoridades y sociedad. Queda clara la necesidad de incorporar información científica a las políticas públicas de conservación, sin embargo, es más importante la participación del sector científico en su elaboración, seguimiento y ajuste. Parte de esta brecha ha sido subsanada parcialmente con el fortalecimiento de instituciones como la Conabio, sin embargo sigue siendo común la participación discreta de sectores científicos para jugar un rol activo en la elaboración de políticas de conservación, lo que reduce la objetividad en los instrumentos y discusiones en torno a éstos (Miene, 2010; Rao y Ginsberg. 2010). Actualmente en México el objetivo de la política nacional en materia de vida silvestre está definida en la Ley General de Vida Silvestre en el artículo 5, el cual a la letra dice: “Artículo 5o. El objetivo de la política nacional en materia de vida silvestre y su hábitat, es su conservación mediante la protección y la exigencia de niveles óptimos de aprovechamiento sustentable, de modo que simultáneamente se logre mantener y promover la restauración de su diversidad e integridad, así como incrementar el bienestar de los habitantes del país” (DOF, 2000). Asimismo, la Semarnat integra en su misión y visión los conceptos de “protección, conservación y aprovechamiento de los recursos naturales” y “la convivencia armónica con la naturaleza” (Semarnat, 2014). Derivado de estos conceptos, es importante en el análisis de los instrumentos de conservación considerar su incorporación y utilidad desde el punto de vista de la conservación, aprovechamiento sustentable y coexistencia con la especie humana. En México, como consecuencia al deterioro de las poblaciones de especies silvestres se han generado instrumentos para la conservación de especies en riesgo, entre ellos listas que identifican a éstas, listas de especies prioritarias, diversos esquemas de conservación de hábitat y programas para su atención a través de la conservación y recuperación (DOF, 2000; DOF, 2010; DOF, 2014). En este contexto, la Ley General de Vida Silvestre (DOF, 2000) define conservación como: "La protección, cuidado, manejo y mantenimiento de los ecosistemas, los 31 hábitats, las especies y las poblaciones de la vida silvestre, dentro o fuera de sus entornos naturales, de manera que se salvaguarden las condiciones naturales para su permanencia a largo plazo", asimismo y de manera complementaria, recuperación se define como "el restablecimiento de los procesos naturales y de los parámetros genéticos, demográficos o ecológicos de una población o especie, con referencia a su estado al iniciar las actividades de recuperación, así como a su abundancia local, estructura y dinámica en el pasado, para retornar a cumplir con su papel ecológico y evolutivo con la consecuente mejoría en la calidad del hábitat". De esta manera los esfuerzos para el restablecimiento de poblaciones y las acciones de conservación, deben ser evaluados para poder realizar los ajustes necesarios periódicamente para su mejor operación y efectividad a largo plazo. 32 Metodología Siguiendo los modelos de análisis de Globe et al. (1999) y Bobadilla et al. (2011), se realizó la búsqueda de los instrumentos de política de protección y conservación de especies en riesgo a nivel federal. Se consideraron todos aquellos instrumentos que involucraran especies en alguna categoría de riesgo o no, como prohibiciones y listas, asimismo se consideraron, los instrumentos que de manera tangencial involucraran su conservación, como aquellos que buscan la protección de hábitat o instrumentos de gestión y planeación. Posteriormente se organizaron cronológicamente, considerando sus objetivos y haciendo una reflexión de los alcances obtenidos. Los instrumentos identificados se ordenaron cronológicamente en una reseña histórica y posteriormente se plasmaron en una línea de tiempo. Se analizaron los diferentes instrumentos de la política en conservación de especies que surgieron durante el siglo XX y los inicios del siglo XXI, hasta el 2010, con algunas aportaciones relevantes posteriores. De manera simultánea se realizaron revisiones documentales para conocer el estado de las poblaciones del lobo mexicano (Canis lupus baileyi) y el berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis). Se identificaron los datos de las poblaciones de acuerdo con la información disponible en la literatura y en informes técnicos del gobierno federal. Debido a que ambas especies cuentan con ejemplares sujetos a manejo en cautiverio o semi-intensivo se incluyó la información disponible. Para el caso del lobo mexicano se utilizaron los datos del Plan Maestro (Master Plan) publicado y actualizado anualmente (ver introducción) (Siminski y Spevak, 2013), así como la información disponible de ejemplares liberados en México, lo cual abarca del 2011 al 2013. Para el caso del berrendo se utilizó la información publicada, pero la mayor cantidad de información actualizada no ha sido publicada formalmente por lo que se revisaron los informes técnicos correspondientes al programa de recuperación del berrendo, disponibles en la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp). 33 Para efecto de esta revisión se agruparon los instrumentos de gestión y normativos de las políticas de conservación de especies en los siguientes grupos, y se agruparon por décadas, para identificar el contexto de su formación y operación sobre la conservación de las especies: Normativos.- Aquellos instrumentos representados por leyes, reglamentos, normas o acuerdos que inciden de manera directa sobre las especies en riesgo (p. e. Ley General de Vida Silvestre y su reglamento, Acuerdos o Normas Oficiales Mexicanas); Arreglos Institucionales.- Aquellos arreglos en las instituciones de gobierno que permitieron la creación de capacidades para la atención de especies en riesgo a través del establecimiento o modificación de organismos de gobierno (p. e., Comisión Nacional de Áreas Naturales); Acuerdos Internacionales.- Acuerdos, convenios o memorandos de entendimiento de carácter internacional, que contribuyeron a dar atención a las especies en riesgo y que son vinculantes con las políticas mexicanas (p. e., Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres –CITES-); y, Programas de Gobierno.- Programas de gobierno de diversa índole mediante los cualesse atendieron o atienden a las especies en riesgo (p. e. Programa de Conservación de Especies en Riesgo). Una vez identificados y agrupados los instrumentos de política para la conservación, se analizó la relación de éstos con el avance de los programas de recuperación, y en su caso con el estado de las poblaciones de las especies de interés. En el caso del berrendo se incluyó información de los ejemplares sujetos a manejo y en vida libre; para el caso del lobo solo se consideraron los avances en general de la conservación de la especie, puesto que no se cuenta con poblaciones silvestres y la información en México corresponde a ejemplares en cautiverio. Con esta información se discutieron las fortalezas y debilidades en su operación, así como las alternativas para incrementar su efectividad. 34 Resultados Se identificó un total de 58 instrumentos de políticas públicas que inciden en la conservación de especies (Cuadro 1) y en la gestión o regulación del aprovechamiento desde 1922 hasta 2010, cuyos detalles se presentan en el Anexo I. Estos instrumentos estuvieron orientados en algunos casos a una de las especies de estudio y en otras ocasiones no tuvieron un fin para alguna especie en particular, pero repercutieron en la conservación de éstas con resultados a largo plazo. En algunos casos se observó que éstos se orientaron a especies que no necesariamente estaban en situación de riesgo de extinción, siendo el caso de los calendarios cinegéticos y temporadas de veda, los cuales buscaban regular el aprovechamiento en lo general, pero no mejoraron las condiciones de poblaciones. Cuadro 1.- Tipo de instrumentos de políticas públicas orientados a la conservación de especies generados de 1900 a 2010. Tipo de Instrumentos Número Normativos 27 Arreglos Institucionales 12 Acuerdos Internacionales 11 Programas de Gobierno 8 La información obtenida muestra la variación con que los diferentes tipos de instrumentos fueron surgiendo, de manera muy lenta durante los primero 80 años del siglo XX, acumulándose sólo 16 instrumentos de 1900 hasta 1975. Posteriormente se presenta un incremento sustancial desde 1982 al 2010, donde se emiten o crean 42 nuevos instrumentos de conservación biológica. Resaltan periodos de poca acumulación del 2001 al 2005 con sólo dos instrumentos, y un repunte de 2006 a 2010 (Figura 3). 35 Al analizar estos datos por décadas (Figura 4), se identifican tres periodos marcados de surgimiento de instrumentos de políticas públicas: a) Periodo estable y bajo interés hacia la conservación y manejo de los recurso naturales en México, que va de 1900 a 1980, en donde se generaron 16 instrumentos orientados a la conservación biológica, en este periodo de 80 años se crearon en promedio dos instrumentos por década. b) Periodo de incremento y alto interés por la conservación biológica y manejo de recursos naturales de México, en este periodo, 1980-2000, se generaron 34 instrumentos, en promedio 17 instrumentos por década. c) Periodo decreciente en cuanto al número de instrumentos orientados a la conservación biológica y al manejo de recursos naturales en México, en este reciente periodo que comprende de 2000 a 2010, se crearon ocho instrumentos de política pública, sin embargo a diferencia de los anteriores, se cuenta con una aplicación puntual y directa dedicada a las especies de este estudio y con objetivos planteados para su recuperación y conservación, los cuales continúan vigentes hasta la fecha o se han ido actualizando. Resalta lo observado de 1930 a 1960 con sólo seis instrumentos orientados a especies durante 30 años, y la tendencia pobre entre 1970 y 1980 con sólo cuatro instrumentos. En promedio se tuvieron 5.27 (DS = 6.184) instrumentos por década, sin embargo en los últimos 30 años de la revisión se concentra el 72.41% de los instrumentos generados durante el periodo de estudio. 36 Figura 3.-Frecuencia acumulada absoluta del número de los instrumentos de las políticas públicas orientados a la conservación biológica de 1900 al 2010. Respecto al lobo mexicano, se identificaron 31 instrumentos con incidencia en su conservación; 12 correspondieron a Instrumentos Normativos, siete a Arreglos Institucionales, seis a Convenios Internacionales y seis a Programas de Gobierno. De forma específica se encontraron seis Instrumentos Normativos, un Acuerdo Internacional y cuatro Programas, dando un total de 11 Instrumentos Específicos. En el caso particular del lobo, se tuvo el único programa gubernamental con el fin de erradicación de la especie emitido en 1954. Para el berrendo se identificaron 33 instrumentos con incidencia sobre la especie, aunque pocos con efecto directo en la subespecie A. americana peninsularis. Los primeros instrumentos para la recuperación de especies se orientaron al berrendo en el norte-centro de México entre 1921 y 1922, asimismo por su interés cinegético, se incluyó en los calendarios cinegéticos. Los tipos de instrumentos con incidencia en el berrendo se agruparon en 16 Normativos, seis Arreglos Institucionales, seis Acuerdos Internacionales y cinco Programas. De manera específica se elaboraron instrumentos particulares para el berrendo o con 0 5 10 15 20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010 Fr ec u en ci a d e ac u m u la ci ó n d e In st ru m en to s d e P o lít ic a P ú b lic a Tiempo 37 contenidos directos a la especie, los cuales correspondieron a 13 instrumentos distribuidos en nueve normativos y cuatro programas gubernamentales (Cuadro 2). Figura 4. Frecuencia acumulada de instrumentos de política pública por década, incluyendo línea de tendencia por media móvil (2 periodos). No se incluyeron los arreglos institucionales en secretarías de estado, subsecretarías y direcciones generales, que si bien en la mayor parte de los casos generaron resultados positivos en términos generales para la conservación, no fueron orientados de manera particular para la atención y conservación de alguna especie en particular (ver Anexo II). Es importante señalar que el marco normativo general, que regula el aprovechamiento y conservación de especies, como el caso de la Ley General de Vida Silvestre y su Reglamento, en su momento calendarios cinegéticos o acuerdos como CITES, se aplicaron continuamente para ambas especies. 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 Fr ec u en ci a Tiempo (Décadas) 38 Cuadro 2.- Instrumentos con incidencia en las especies A. americana y C. lupus baileyi. Normativo Arreglo Institucional Acuerdos internacionales Programas de Gobierno Berrendo a 16 6 6 5 Berrendo b 9 0 0 4 Lobo mexicano 12 7 6 6 Lobo mexicano b 6 0 1 4 Nota: el subíndice “a” corresponde a instrumentos con incidencia en general con la especie y el subíndice “b” a instrumentos con incidencia directa. Como se observa en el Cuadro 3 y en la Figura 5, los instrumentos de protección de especies de interés cinegético, como el berrendo, surgen 60 años antes que las políticas de conservación para depredadores. Con el caso del lobo mexicano la situación es contrastante, para la década de los cincuentas el primer instrumento que aparece es el programa de control de depredadores, con fines de erradicar a la especie. No es sino hasta 1982 que se logra un primer instrumento internacional para la conservación y recuperación del lobo (USFWS, 1982). Cuadro 3.- Relación histórica de los instrumentos de política pública para la conservación por cada especie analizada. Año Berrendo Año Lobo Mexicano 1922 ACUERDO de veda para la caza del berrendo (Antilocapra americana). 1954 Programa de control de depredadores, iniciando la aplicación del veneno 1080. 1922 ACUERDO prohibiendo la caza del berrendo y venadoen los terrenos baldíos y nacionales de los Estados de Chihuahua y Coahuila. 1982 Firma del plan de recuperación del lobo mexicano entre el USFWS y la Dirección General de Fauna Silvestre del gobierno mexicano. 1988 Decreto de la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno. 1993 Acuerdo Criterio Técnico de la Conservación Ecológica de los Recursos Naturales 001-91 (CT-CERN-001-91). 1993 Acuerdo Criterio Técnico de la Conservación Ecológica de los Recursos Naturales 001-91 (CT- CERN-001-91). 1993 La Norma Oficial Mexicana: NOM-PA- CRN001/93. Año Berrendo Año Lobo Mexicano 39 1993 NOM-PA-CRN001/93. 1994 La Norma Oficial Mexicana: NOM-059- ECOL-94 la cual determina la especies de flora y fauna silvestres terrestres y acuáticas en peligro de extinción, amenazadas, raras y las sujetas a protección especial y estable especificaciones para su protección. 1994 La Norma Oficial Mexicana: NOM- 059-ECOL-94, la cual determina la especies de flora y fauna silvestres terrestres y acuáticas en peligro de extinción, amenazadas, raras y las sujetas a protección especial y estable especificaciones para su protección. 1997 Programa de Conservación de la Vida Silvestre y la Diversificación Productiva en el Sector Rural (1997-2000). 1997 Programa de Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva en el Sector Rural (1997- 2000). 2000 El Programa de Recuperación de Especies Prioritarias (PREP) del Lobo Mexicano. 1999 El Programa de Recuperación de Especies Prioritarias (PREP) del Berrendo. 2001 Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL- 2001, Protección ambiental-Especies nativas de México de flora y fauna silvestres-Categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio-Lista de especies en riesgo”. 2001 Norma Oficial Mexicana NOM-059- ECOL-2001, Protección ambiental- Especies nativas de México de flora y fauna silvestres- 2007 Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER). 2007 Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER). 2009 Programa de Acción para la Conservación de Especie (PACE). Lobo Mexicano. 2009 Programa de Acción para la Conservación de Especie (PACE). Berrendo. 2009 Acuerdo por el que se crea y define la estructura, organización y funcionamiento del Consejo Técnico Consultivo Nacional para la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre. 2009 Acuerdo por el que se crea y define la estructura, organización y funcionamiento del Consejo Técnico Consultivo Nacional para la Conservación y Aprovechamiento Sustentable de la Vida Silvestre. 2010 Norma Oficial Mexicana NOM-059- SEMARNAT-2010, Protección ambiental- Especies nativas de México de flora y fauna silvestres-Categorías de riesgo y especificaciones para su inclusión, exclusión o cambio-Lista de especies en riesgo. 2010 Norma Oficial Mexicana NOM-059- SEMARNAT-2010, Protección ambiental-Especies nativas de México de flora y fauna silvestres- 40 Figura 5.- Surgimiento de instrumentos específicos de política pública para cada especie, la relación de éstos se presenta en el Cuadro 5 del Anexo III. Estado y cambio en las poblaciones El lobo mexicano En 1982 México firma el plan de recuperación del lobo mexicano (Mexican Wolf Recovery Plan), y se incorpora al programa de manejo en cautiverio del lobo mexicano en 1987. Históricamente se considera que desde enero de 1991 a julio de 2012 la población alcanzó tasas de crecimiento de entre el 11% y 14% cada año; a pesar de tener un mayor potencial de crecimiento, éste se ha restringido debido a falta de espacios en las instalaciones participantes en el programa de reproducción en cautiverio, lo cual se ha sumado a un bajo éxito reproductivo debido a la estructura de edades de la población donde cada vez hay más ejemplares viejos (Siminski y Spevak, 2013) (Figura 6). 1 2 3 5 6 7 8 9 10 12 13 1 2 4 5 6 8 9 11 12 0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 1 9 0 0 1 9 0 5 1 9 1 0 1 9 1 5 1 9 2 0 1 9 2 5 1 9 3 0 1 9 3 5 1 9 4 0 1 9 4 5 1 9 5 0 1 9 5 5 1 9 6 0 1 9 6 5 1 9 7 0 1 9 7 5 1 9 8 0 1 9 8 5 1 9 9 0 1 9 9 5 2 0 0 0 2 0 0 5 2 0 1 0 Berrendo Lobo Mexicano N ú m er o d e In st ru m en to s Tiempo (Años) 41 Figura 6.- Estructura de edades en la población cautiva de lobo mexicano considerando la población de México y Estados Unidos (tomado de Siminski y Spevak, 2012). De acuerdo con el Libro de Linaje (Studbook), para el 31 de julio de 2012 se había alcanzado una población total de 289 ejemplares, 137 machos, 147 hembras y 5 ejemplares no sexuados, en 51 instituciones de México y Estados Unidos. Durante ese año se presentaron 20 nacimientos y 51 muertes (Siminski y Spevak, 2012). Asimismo se mantienen los 7 ejemplares fundadores y los 300 ejemplares de población objetivo, la estructura de edades de la población no se aproxima a una distribución estable debido a las restricciones reproductivas para mantener la capacidad de manejo en las instalaciones (Siminski y Spevak,2012). En octubre 2011 como parte del PROCER y del PACE: Lobo Mexicano, se realizó la primera liberación de ejemplares en México (Conanp, 2013b). En este primer evento se liberó un grupo de 5 ejemplares (2 machos: 3 hembras), durante el 2012 se realizaron dos liberaciones adicionales (2 machos: 1 hembra) y en 2013 dos liberaciones más (2 machos: 2 hembras) (Conanp, 2013b). Siendo en total cinco 42 eventos y en total 12 ejemplares liberados (6 machos: 6 hembras) en un periodo de 26 meses. De los ejemplares liberados se ha confirmado la muerte de 8 ejemplares (cuatro por intoxicación con anticoagulantes y pesticidas, dos por disparos de arma de fuego, y dos muertos por causas desconocidas), la desaparición de un ejemplar (hembra F1096 cuyo collar dejó de funcionar) y tres ejemplares continúan con vida (Conanp, 2014). Para el caso del lobo mexicano no fue posible realizar un análisis poblacional en relación con los instrumentos generados, debido a que: 1) no se cuenta con información del lobo mexicano en estado silvestre en México; 2) que toda la información de poblaciones para nuestro país proviene de cautiverio y las instituciones privadas se han encargado de mantener la mayor parte de estos ejemplares, y c) la liberación de ejemplares de lobo mexicano en México se realizó hasta octubre de 2011 con resultados preliminares de las liberaciones, sin embargo se discutirán aspectos relevantes en su conservación. El berrendo peninsular Si bien no existe algún registro histórico de que se haya realizado un censo de berrendo peninsular a lo largo de toda su área de distribución, desde 1977 se han realizado censos periódicos en las zonas conocidas con presencia de la especie, particularmente en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, Baja California Sur, a pesar de la declaratoria de esta Reserva en 1988 los números poblacionales en vida libre no han mostrado un incremento en estos últimos 25 años, por el contrario se ha observado la pérdida de ejemplares en los censos fuera de las áreas de manejo. El número más alto se registró en el año 2000, de 161 ejemplares observados y un estimado de 250 ejemplares silvestres (Cancino y Estrella, 2010). En censos posteriores se han observado menos ejemplares, así en el 2008 se observaron sólo 22 ejemplares silvestres (Endesu, 2009), y en 2011 la cifra disminuyó a únicamente 15 ejemplares observados (ver Anexo II) (Conanp- Endesu, 2011). 43 Por otro lado, la población sujeta a manejo semi-extensivo presentó una tendencia creciente desde el inicio del programa, dado el fuerte manejo intensivo inicial, enfocado a aumentar la sobrevivencia e incrementar rápidamente la población. El crecimiento de la población fue constante durante los 15 años de duración del programa, alcanzando sus cifras másaltas en 2010, cuando se logró llegar a tener una población de 450 individuos (Figura 7) (Conanp-Endesu, 2011; Conanp- Endesu, 2012). En el marco del PACE: Berrendo, en 2011 se incorporó al programa del berrendo peninsular el Ejido El Costeño, localizado en APFF Valle de los Cirios en Baja California, y con esto se realizó el traslado de los primeros 23 ejemplares, incrementando a 39 ejemplares en 2012 (Conanp-Endesu, 2011; Conanp-Endesu, 2012). Figura 7.- Población de berrendo peninsular de 1997 a 2010, considerando a la población silvestre, población en manejo semi-extensivo y población en el ejido El Costeño (derivado de Cancino et al., 2010; Endesu-Conanp, 2011; Conanp- Endesu, 2012). 0 50 100 150 200 250 300 350 400 450 500 1 9 77 1 9 79 1 9 81 1 9 83 1 9 85 1 9 87 1 9 89 1 9 91 1 9 93 1 9 95 1 9 97 1 9 99 2 0 01 2 0 03 2 0 05 2 0 07 2 0 09 2 0 11 Población Silvestre Pob. en manejo Semiextensivo Población El Costeño Población Total N ú m er o d e ej em p la re s 44 Discusión Análisis de las políticas públicas para la conservación de especies en riesgo en México. En México se presentó poca visión para planificar la conservación durante casi todo el siglo XX. Si bien se realizó el ejercicio de proteger en papel algunos Parques Nacionales o Reservas Forestales, así como el establecimiento de algunas vedas durante el Gobierno de Álvaro Obregón (Retana, 2006); la falta de medidas estratégicas, de planeación, conservación, manejo, seguimiento y fomento hacia la vida silvestre, llevaron a la creencia que la conservación y el uso de estos bienes fueran actividades no compatibles entre sí (Carabias et al., 2008), ya que se buscó regular su uso hasta finales del siglo XX; lamentablemente para ese entonces muchas especies ya estaban disminuidas o extirpadas (DOF, 2002). Durante todos esos años la conservación de las especies prácticamente quedó sujeta a la voluntad de los dueños de la tierra, algunos de ellos se ocuparon por mantener especies que habitaban sus terrenos, y otros hicieron uso de este recurso de manera irracional. Lamentablemente, la gran mayoría nunca consideró la conservación y el aprovechamiento sustentable como una medida complementaria y necesaria (Cervantes, 2008). No existe un análisis detallado de la suma de estos impactos sobre la biodiversidad, sin embargo el resultado fue una acelerada tasa de pérdida de ecosistemas hasta lograr reducir en 62% nuestros ecosistemas naturales, introducir una gran cantidad de especies invasoras a cuerpos de agua, islas, bosques y otros ecosistemas (Challenger y Dirzo et al., 2009). En general, actualmente se reconocen 2606 especies en riesgo según la NOM-059- SEMARNAT-2010 de las cuales 49 están posiblemente extintas, 475 en peligro de extinción, 896 amenazadas y 1186 sujetas a protección especial (DOF, 2010). A pesar de estas situaciones es necesario poner en contexto la situación del país y el proceso que llevó a generar políticas públicas en favor de la conservación de las especies, lo cual sin duda alguna llegó tarde, pero finalmente llegó. En el 45 Anexo III se presenta la "Revisión histórica de los instrumentos de conservación de especies en México". Balance general de México en políticas públicas para la conservación de especies en riesgo En contraste con lo que se sucedió en otros países (p. e., Estados Unidos reconoce en 1976 al lobo mexicano como especie en riesgo), es hasta la década de 1990, que se reconocen a ambas especies como en riesgo de extinción y su carácter de prioritarias en los programas de gobierno en México (Semarnap, 1997; Carabias et al., 2007). Los programas específicos que consideran la recuperación del lobo mexicano y del berrendo se plantean hasta 1997, con el Programa de Vida Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000 (Semarnap, 1997), así como su reconocimiento como especies prioritarias para la conservación, y el consecuente establecimiento del subcomité técnico consultivo para la recuperación de estas especies, que conlleva la elaboración de un proyecto de recuperación (PREP). Durante la última década estas especies son apoyadas por el Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER) de la Conanp, y se elaboran y ejecutan sus respectivos Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE). En este contexto se ha demostrado que las listas de especies en riesgo juegan un papel importante tanto en aspectos políticos, sociales y científicos, asimismo para la planeación de los esfuerzos de conservación a diversas escalas y la priorización de éstos (Possingham et al., 2002; Meine, 2010). Análisis recientes generados a partir del Acta de Especies en Riesgo de los Estados Unidos, señalan que para lograr la conservación de especies en riesgo es necesario contar con un marco legal sólido que integre a los habitantes locales con un espíritu que permita incorporarlos a esquemas de uso, más allá de sólo limitar el aprovechamiento, en este sentido se han reconocido los avances de países en desarrollo que han integrado una visión de no castigar el dar refugio a la fauna en terrenos privados, sino abrir oportunidades para los dueños de la tierra, idealmente dando oportunidad de posesión a propietarios privados y gobiernos locales con 46 alternativas de uso comercial, identificando estrategias que generen beneficios en la conservación y desarrollo económico local (Seasholes, 2007; Rao y Ginsberg. 2010). Esta visión vanguardista se comenzó a desarrollar en México en las últimas décadas, quedando plasmada en instrumentos como el Programa Conservación de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000, la Ley General de Vida Silvestre, su reglamento y el PROCER, entre otros; por lo cual podemos considerar que contamos con esa base robusta de marco legal para encaminar las acciones adecuadas para la recuperación de especies en riesgo. Sin embargo, su ejecución y aplicación ha sido laxa en muchos sentidos, ha dependido de aspectos más subjetivos como la voluntad o el interés de los gobiernos federales y estatales en turno, y las modificaciones realizadas en años recientes a la Ley General de Vida Silvestre, lo que ha alterado sustancialmente ese espíritu y visión vanguardista con la que fue creada, de tal forma que se ha vuelto a recurrir a precarias acciones, como las vedas y prohibiciones, cuyos efectos han sido contrarios al espíritu de esta ley, y peor aún, representan retrocesos en lo ganado en política de conservación de la biodiversidad. Como ya ha sido identificado en otros análisis de políticas públicas asociadas a la conservación, la mayor parte de los instrumentos generados en México, si bien han mostrado un compromiso gubernamental hacia la conservación en las últimas tres décadas (1980-2010), también es cierto han tenido una aplicación simbólica en ciertos casos, con resultados poco medibles y con escasos efectos reales y positivos en las poblaciones silvestres, a pesar de contar con el marco legal para obtener mejores resultados. Históricamente los instrumentos por sí mismos no han logrado sus objetivos en parte a la constante generación de nuevas estrategias, las cuales tampoco se pueden mejorar significativamente sin evaluaciones efectivas y cuando éstas sólo se limitan a evaluar la congruencia entre objetivos y las acciones, que no incluyen los resultados de los instrumentos por sí mismos (Bobadilla et al., 2011). 47 Esta situación se ha documentado con los PREP, donde los resultados se limitaron a referencias anecdóticas, minutas y documentos técnicos con información dispersa e incompleta, lo cual limitó su potencial evaluación y seguimiento, situación que se debe evitar en políticas como el PROCER y los PACE (Ortega y Contreras, 2013). Los esfuerzos de
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