Logo Studenta

Diagnostico-de-los-efectos-de-las-polticas-publicas-en-programas-de-recuperacion-de-especies-en-riesgo--analisis-del-lobo-mexicano-y-berrendo-peninsular

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA 
MANEJO INTEGRAL DE ECOSISTEMAS 
 
Diagnóstico de los efectos de las políticas públicas en programas de recuperación de 
especies en riesgo: Análisis del Lobo Mexicano y Berrendo Peninsular. 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS 
 
PRESENTA: 
JESÚS LIZARDO CRUZ ROMO 
TUTOR PRINCIPAL DE TESIS: DR. JORGE IGNACIO SERVÍN MARTÍNEZ 
POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS. 
COTUTOR DE TESIS: DR. VICTOR SÁNCHEZ CORDERO 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM 
COMITÉ TUTOR: DR. ENRIQUE MARTÍNEZ MEYER 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM. 
 
MÉXICO, D.F. FEBRERO, 2015. 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA 
MANEJO INTEGRAL DE ECOSISTEMAS 
 
Diagnóstico de los efectos de las políticas públicas en programas de recuperación de 
especies en riesgo: Análisis del Lobo Mexicano y Berrendo Peninsular. 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS 
 
PRESENTA: 
JESÚS LIZARDO CRUZ ROMO 
TUTOR PRINCIPAL DE TESIS: DR. JORGE IGNACIO SERVÍN MARTÍNEZ 
POSGRADO EN CIENCIAS BIOLÓGICAS. 
COTUTOR DE TESIS: DR. VICTOR SÁNCHEZ CORDERO 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM 
COMITÉ TUTOR: DR. ENRIQUE MARTÍNEZ MEYER 
INSTITUTO DE BIOLOGÍA, UNAM. 
 
MÉXICO, D.F. FEBRERO, 2015. 
 
3 
 
 
 
Dr. Isidro Ávila Martínez 
Director General de Administración Escolar, UNAM 
Presente 
COORDINACiÓN 
Me permito informar a usted que en la reunión del Subcomité por Campo de Conocimiento 
Ecologra y Manejo Integral de Ecosistemas del Posgrado en Ciencias Biológicas, celebrada el dla 
22 de Septiembre de 2014, se aprobó el siguiente jurado para el examen de grado de MAESTRO 
EN CIENCIAS del alumno CRUZ ROMO JESÚS LlZAROO con número de cuenta 91218298 con 
la tesis titulada " Diagnóstico de los efectos de las pOlíticas públicas en programas de 
recuperación de especies en riesgo : análisis del lobo Mexicano y Berrendo Peninsular", 
realizada bajo la dirección del ORo JORGE IGNACIO SERVíN MARTíNEZ: 
Presidente: 
Vocal : 
Secretario: 
Suplente: 
Suplente : 
DR. VICTOR LUIS BARRADAS MIRANDA 
DR JOSE JUAN FLORES MARTiNEZ 
DR. ENRIQUE MARTINEZ MEYER 
DRA. VERÓNICA FAR[AS GONZÁLEZ 
M. EN C. ARIEL ROJO CURIEL 
Sin otro particular, me es grato enviarle un cordial saludo. 
ATENTAMENTE 
" POR MI RAZA HABLARA El ESPIRITU" 
Cd. Universitaria, D.F., a 16 de enero de 2015. 
f1'MCw~O) ' 
DRA. MARiA DEL CORO ARIZMENDI ARRIAGA 
COORDINADORA DEL PROGRAMA 
c.c.p. Expediente del (la) interesado (a). 
COORDlNACtOIl.· 
Unidad de Posgrado' Coord.i?aeión del Posgrado en Cie~c.ias Biológicas Edificio B. ler. Piso, Circuito dc Posgrados Cd. Universitaria 
DclegaclO11 Coyoac{m c.P. 04510 MC)(ICO, D.F. Tc!. 5623 7002 http://pcbiol.posgrado.umlln.mx 
4 
 
 
Agradecimientos 
Al Posgrado en Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional Autónoma de 
México, en particular al Instituto de Biología de la UNAM y todo su equipo. 
A la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas por todo el apoyo para 
realizar mis estudios. 
A los doctores Jorge I. Servín Martínez, Víctor Manuel Sánchez Cordero y Enrique 
Martínez Meyer. 
 
 
 
 
5 
 
 
Agradecimientos a título personal 
Quiero extender mi agradecimiento a mis tutores Jorge, Enrique y Víctor por su 
apoyo y confianza durante estos años, así como por su motivación, compresión y 
paciencia. A mis sinodales Víctor Barradas, Verónica Farías, José Juan Flores y 
Ariel Rojo por sus comentarios y recomendaciones a un texto con partes 
rupestres, mejoradas gracias a sus comentarios puntuales, atinados y sinceros. 
En particular a la Dirección de Especies Prioritarias para la Conservación de la 
CONANP, a Oscar Ramírez y a mis compañeros (que están y a los que han 
pasado por esa mítica área), por el apoyo en estos años pero principalmente por 
contribuir con pasión a la recuperación de las especies en riesgo. 
Finalmente pero no menos importante, en este proceso ha intervenido mucha 
gente que desde diferentes formas, frentes y visiones, contribuyeron consientes o 
no, a alcanzar esta meta. Me gustaría agradecerles personalmente y de manera 
específica, pero seguramente si me dedico a la tarea expresa de hacerlo como 
ustedes lo merecen, simplemente no acabaré y ya urge un punto final. Prefiero 
agradecerles a ustedes (bien saben quiénes), que desde sus trincheras me han 
ayudado a dar paso más, me han enseñado y motivado a luchar por la 
conservación, por el berrendo, por el lobo, por todos los demás. Sinceramente 
gracias. 
 
 
 
6 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
"...era un animal hermosísimo, de mirada noble, profunda, que 
era quizá, la más acabada representación de la fuerza, de la 
libertad, de la nobleza, del palpitar del corazón de la madre 
Tierra." 
 Félix Rodríguez de la Fuente (1974) 
 
 
 
7 
 
Índice 
Introducción ..................................................................................................................... 15 
Transformación de Ecosistemas y Políticas Públicas ............................................... 15 
Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del Lobo 
Mexicano (Canis lupus baileyi; Nelson y Goldman, 1944). ........................................ 16 
Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del berrendo 
peninsular (Antilocapra americana peninsularis (Nelson 1912) ................................. 21 
Políticas públicas en torno a la biología de la conservación. ..................................... 25 
Objetivos .......................................................................................................................... 28 
Objetivo General .......................................................................................................... 28 
Particulares .................................................................................................................. 28 
Antecedentes ................................................................................................................... 29 
Por qué analizar las políticas públicas y la conservación ............................................. 29 
Metodología ..................................................................................................................... 32 
Resultados ....................................................................................................................... 34 
Estado y cambio en las poblaciones ............................................................................ 40 
El lobo mexicano ...................................................................................................... 40 
El berrendo peninsular .............................................................................................. 42 
Discusión ......................................................................................................................... 44 
Análisis de las Políticas públicas para la conservación de especies en riesgo en México.
 .....................................................................................................................................44 
Balance general de México en políticas públicas para la conservación de especies en 
riesgo ........................................................................................................................... 45 
Estado de la población del berrendo peninsular y su relación con las políticas públicas 
de conservación ........................................................................................................... 48 
Estado de la población del lobo mexicano y su relación con las políticas públicas ....... 53 
Conclusiones ................................................................................................................... 58 
Literatura consultada ....................................................................................................... 66 
Anexo 1. Instrumentos de la política pública en la conservación de especies en riesgo 
identificados durante el periodo que comprende desde 1900 hasta 2010. ................ 78 
Anexo II. Censos que determinan las diferentes poblaciones de berrendo peninsular, 
en Baja California. .................................................................................................... 81 
Anexo III. Revisión histórica de los instrumentos de conservación de especies en 
México. ..................................................................................................................... 82 
 
 
8 
 
Lista de figuras y cuadros 
Cuadro 1. Tipo de instrumentos de políticas públicas orientados 
a la conservación de especies generados de 1900 a 2010. 34 
Cuadro 2. Instrumentos con incidencia en las especies A. 
americana y C. lupus baileyi. 38 
Cuadro 3. Surgimiento histórico de los Instrumentos de política 
pública para la conservación por especie. 38 
Cuadro 4. Subcomités Técnicos Consultivos para la 
recuperación de especies prioritarias constituidos y PREP 
publicados hasta noviembre del 2006. 
103 
Cuadro 5. Especies con Programa de Acción para la 
Conservación de Especies (PACE), publicados al 2012. 108 
Figura 1. Distribución Potencial del lobo mexicano, basado en el 
modelado del Nicho Ecológico. 21 
Figura 2. Mapa de distribución potencial berrendo en México, 
basado en el modelado del Nicho Ecológico. 23 
Figura 3. Se muestra una curva acumulativa que representan el 
número de los instrumentos de las políticas públicas para la 
conservación biológica desde 1900 hasta el 2010. 
36 
Figura 4. Frecuencia de acumulación de instrumentos de 
política pública por década. 37 
Figura 5. Surgimiento de los instrumentos específicos de 
política pública por especie, la relación de éstos se presenta en 
la Tabla 5. 
40 
Figura 6. Estructura de edades en la población cautiva de Lobo 
Mexicano considerando la población de México y Estados 
Unidos. 
41 
Figura 7. Población de berrendo peninsular de 1997 a 2010, 
considerando Población silvestre, población en manejo 
semiextensivo y población en el ejido El Costeño. 
43 
 
9 
 
Resumen 
En México la construcción de políticas ambientales, surgen a principios del siglo 
XX pero se consolidan al final de la década de 1990. Destacan diversos esfuerzos 
para instrumentar efectivamente políticas para la conservación, 
desafortunadamente muchas han resultado simbólicas y de poco impacto, otras 
son recientes por lo cual deberán analizarse detallada y periódicamente en un 
futuro; más recientemente los esfuerzos han estado orientados únicamente a la 
promoción de subsidios. 
En el modelo de recuperación del berrendo peninsular (Antilocapra americana 
peninsularis) el gobierno diseñó, coordina y acompaña los esfuerzos de 
recuperación y manejo, en colaboración con organizaciones civiles y académicas, 
la iniciativa privada y dueños de la tierra, aplicando políticas transversales para la 
conservación asociadas con la producción agrícola y ganadera, lo cual está dando 
resultados positivos en la recuperación de la especie, su hábitat y generando 
beneficios a los habitantes locales. Esta combinación ha mostrado utilidad y 
resultados positivos a lo largo de los años. 
El programa del lobo mexicano (Canis lupus baileyi) no ha tenido un 
acompañamiento gubernamental directo y los esfuerzos han sido sostenidos 
gracias a la participación del sector social a través de organizaciones civiles, 
empresas y academia, con esfuerzos intermitentes del gobierno federal y 
participación en mantener ejemplares en cautiverio. En vida libre, en términos 
prácticos y financieros, es hasta 2007 que participa el gobierno federal con el 
diseño e implementación de programas como el PROCER y el PACE: Lobo 
mexicano. En este programa se requiere el liderazgo del gobierno en las acciones 
de manejo y la intervención de directa del personal gubernamental para afrontar la 
problemática, realizar las acciones y establecer los vínculos con la sociedad, 
siendo fundamental generar las capacidades en las instituciones de gobierno. 
En México aún persiste escaso respeto a los depredadores y en general a la vida 
silvestre, dificultado con una laxa aplicación de la ley, lo que afecta aún más el 
10 
 
éxito de los programas de recuperación. En otras regiones del planeta donde la 
gente local convive con depredadores tope y hay una mayor tolerancia hacia 
éstos, se ha observado la necesidad de modificar las políticas públicas para 
permitir a la gente maximizar los beneficios que obtienen a partir de su 
conservación, basado en el manejo y aprovechamiento de la vida silvestre, con 
incentivos financieros por parte de los gobiernos. En México se ha dado una 
situación semejante con las UMA, sin embargo la presencia y atractivo de 
programas de subsidios como los programas de ganadería, hacen que el interés 
de la vida silvestre pase a segundo plano. 
En ambos programas es necesario contar con el vínculo y apoyo de la comunidad 
científica para realizar acciones puntuales de investigación, análisis de resultados, 
diseño y ajuste progresivo de los programas tanto desde punto de vista biológico y 
ecológico, como socio-económico, jurídico y cultural. La perspectiva de las 
ciencias biológicas permitirán incorporar la visión y el conocimiento científico, y 
sobre todo contribuir a la construcción de políticas fuertes y bien sustentadas 
partiendo de la experiencia de la aplicación de éstas a lo largo del tiempo. 
Las listas de especies en riesgo por sí mismas no resuelven el problema de 
extinción de éstas, pero detonan el interés de la sociedad y tomadores de 
decisiones, y deben ser acompañadas con programas para la recuperación, 
volverse vinculantes con otros instrumentos y programas de gobierno, y se 
requiere una aplicación efectiva de la ley. 
La recuperación de especies en riesgo debe ser atendida desde varias 
dimensiones, incluyendo aspectos científicos, sociales, políticos, económicos e 
institucionales, y que todos estos factores sean considerados en la elaboración de 
las políticas públicas para la conservación. Asimismo, los programas de 
recuperación de especies deben contar con mecanismos de evaluación y 
seguimiento basados en ciencia, y no solo de gestión. Resulta fundamental contar 
con los recursos económicos para la efectiva operación y acompañamiento de los 
instrumentos, contar con las capacidades institucionales, la organización del 
sector rural que es donde se distribuyen las especies y los recursos humanos 
11 
 
preparados en las instituciones responsables en todos sus niveles, y bien 
remunerados. 
La biología de la conservación nos ha enseñado que la naturaleza no se puede 
salvar protegiendo un poco por aquí y un poco por allá, se acude a ella una vez 
que un ecosistema, especie y población está sujeta a presiones que afectan su 
función y continuidad, con limitaciones de información, tiempo y recursos. Sin 
embargo debe ser considerada como una medida integral y multidisciplinaria, 
considerando el grado de convivencia entra la sociedad y la naturaleza, es decir, 
buscando incrementarla coexistencia entre la vida silvestre y las actividades 
humanas. 
Esto se hizo en programas como el Programa de Conservación de la Vida 
Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000, teniendo una 
política regulatoria en vez de prohibitiva, y fomentando el interés y beneficio de las 
comunidades a través de la conservación de la vida silvestre, para mantener 
ecosistemas saludables. Sin embargo se requiere revalorar, actualizar y llevar a 
niveles operativos con instrumentos de acompañamiento y desarrollo, basados en 
ciencia, evaluar sus resultados en términos de ecosistemas, especies y 
poblaciones, y el impacto de la conservación en la calidad de vida humana. 
 
12 
 
Abstract 
In Mexico, the constructions of environmental policies emerges in the early 
twentieth century, but there were consolidated at the end of 1990's. There are 
some efforts to effective implementation of conservation policies, unfortunately 
many of them have been symbolic and ineffective impacts, some others are recent 
and should closely and regularly analyzed in the future; recently efforts have been 
aimed only at promoting subsidies. 
In the recovery model of peninsular pronghorn the government designed, 
coordinates and accompanies recovery efforts and management, in collaboration 
with civil and academic organizations, the private sector and landowners, applying 
transverse conservation policies associated with agricultural and livestock 
production, which is producing positive results and restoration of species, their 
habitat and generating benefits for local people. This combination has proven to be 
useful and positive over the years. 
The Mexican wolf program has not had direct government support, and the efforts 
have been sustained by the social sector, through civil organizations, companies 
and academia, with intermittent federal efforts and participation in captivity 
management. In the wild, in effective and financial terms is until 2007, that the 
federal government is involved with the design and implementation of programs 
with PROCER and PACE: Mexican Wolf. In this recovery program the government 
leadership in management actions and direct intervention of government personnel 
is required to attend the problem, implement the actions and establish links with 
society, it is fundamental capacity building in government institutions. 
In Mexico society persist lack respect to predators and wildlife, added with slack 
law enforcement, which further affects the success of recovery programs. In other 
regions of the world, where locals live with predators and there is a better tolerance 
towards them, there has been observed the need to change public policy to allow 
people to maximize their benefits from their conservation, based on the 
management and use of wildlife, with financial incentives from governments. In 
13 
 
Mexico there has been a similar situation with UMA, however the presence and 
attractive of other subsidies programs such as livestock programs, generate few 
attention for wildlife conservation. 
Both programs are needed participation and support of the scientific community to 
conduct specific research, analysis results, design and adaptive management of 
programs from biological and ecological, socio-economic, legal and cultural 
perspectives. The approach of biological sciences, will allow incorporate the vision 
and scientific knowledge, and contribute to building strong and well supported 
policies based on the experience of the application of these over time. 
The lists of species at risk by themselves, do not solve the problem of species 
extinction, but generate the interest of society and decision makers, it must be 
accompanied with recovery programs, mandatory with other instruments and 
government programs, and effective law enforcement is required. 
The recovery programs of species at risk must be addressed from several 
dimensions, including scientific, social, political, economic and institutional aspects, 
and all these factors should be considered in the development of public policies for 
conservation, as well recovery programs for species must have monitoring and 
evaluation mechanisms based on science, not just administrative management. It 
is essential to have economic resources for the effective operation and monitoring, 
to have the institutional capacity, rural sector organization and human resources 
trained and well paid in the responsible institutions. 
The conservation biology has shown us that nature cannot be saved protecting a 
little here and a little there, we apply it once an ecosystem, species or population is 
under pressures that affect their function and continuity, with limited information, 
time and resources, but it must be considered a comprehensive and 
multidisciplinary measure, considering the degree of coexistence among society 
and nature, and looking for increase the coexistence among wildlife and human 
activities. 
14 
 
This was done in programs such as the Program for Conservation of Wildlife and 
Productive Diversification of the Rural Sector 1997-2000, a regulatory policy rather 
than prohibitive, and promoting interest and benefit communities through the 
conservation of wild life, maintaining healthy ecosystems; however it is required to 
reassess, update and bring to operational levels with accompanying policy 
instruments, based on science, evaluating their results in terms of ecosystems, 
species and populations, and the impact of conservation in the quality of human 
life. 
 
 
15 
 
Introducción 
Transformación de Ecosistemas y Políticas Públicas 
Si bien los ecosistemas a nivel mundial han sido transformados a lo largo de la 
historia, los últimos 100 años han sido cruciales en el incremento de los cambios 
que se han producido; esta situación se debe en gran medida a la demanda de 
bienes y servicios asociados provenientes del medio ambiente, asociados al 
cambio de uso de suelo, a la introducción de especies exóticas y en general a la 
sobreexplotación de los recursos naturales de cada región. En el caso particular 
de México se ha considerado que hasta 1976 se había perdido el 38% de la 
vegetación primaria (vegetación madura y conservada, esto es, vegetación sin 
impacto humano), y para 1993 se había perdido el 46% (Challenger y Dirzo et al., 
2009). La tasa de transformación, se calcula fue del 1% anual, es decir se 
mantiene aproximadamente el 38% de los ecosistemas con vegetación primaria. 
Sin embargo, se estima que este proceso incluye valores de incertidumbre, que 
considera tipos de vegetación arbolados como vegetación secundaria producto del 
impacto humano (Challenger y Dirzo et al., 2009). 
La mayor parte de estos cambios fueron impulsados desde el gobierno federal, 
gobiernos estatales y municipales, e incluso por presiones de gobiernos 
extranjeros. Durante el siglo XX perduró la idea de que el desarrollo estaba 
confrontado con la conservación, y no se vislumbraba la posibilidad de encontrar 
la armonía entre la conservación y el uso racional del capital natural. Las políticas 
de uso y explotación de los recursos naturales que prevalecieron durante el siglo 
pasado no contribuyeron a su conservación, ni tampoco representaron un 
elemento importante para mejorar el bienestar social (Carabias et al., 2008). 
Los esfuerzos gubernamentales y oficiales por hacer productivo el campo 
mexicano han sido a través del reparto de tierras y con programas de subsidio 
orientados al fomento de actividades productivas tradicionales como la agricultura, 
la ganadería y la piscicultura, que llevaron a la transformación de los ecosistemas 
hacia sistemas productivos, en la mayor parte de los casos sin tomar en cuenta la 
vocación de la tierra y su capacidad de producción. Estas situaciones, si bien han 
16 
 
logrado aspectos positivos en términos sociales, también han generadoaspectos 
con repercusiones negativas en materia ambiental, los cuales llevaron a que 
actualmente los ecosistemas hayan sido transformados o impactados 
significativamente, generando la pérdida de biodiversidad y de servicios 
ambientales, de muchas especies seguramente nunca se sabrá de su existencia y 
otras se encuentran en un punto de difícil retorno. 
Con una extensión de 44 millones de hectáreas, los bosques templados si bien 
representan el ecosistema arbolado más ampliamente distribuido en país, han 
presentado amplios procesos de transformación debido a los bienes y servicios 
ambientales que proporcionan, entre estos las grandes cantidades de materia 
prima para la construcción, durmientes para vías férreas, muebles y papel, entre 
otros. Sin embargo, las mayores causas de pérdida de este ecosistema ha sido el 
fomento de actividades productivas que requieren el cambio de uso de suelo, 
como la agricultura, la ganadería extensiva y el crecimiento urbano (Challenger y 
Dirzo et al., 2009). 
Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del 
Lobo Mexicano (Canis lupus baileyi; Nelson y Goldman, 1944). 
El lobo mexicano (Canis lupus baileyi) es la subespecie más pequeña y es 
genéticamente la más distinta de las subespecies de lobo gris de Norteamérica, lo 
que habla de un aislamiento geográfico con el resto de las subespecies (García-
Moreno et al., 1997; Fredrickson et al., 2007; Lidsey y Siminski, 2007; Martínez, 
2007). El lobo mexicano es una especie de la que poco se llegó a conocer de su 
biología y ecología en vida libre, y esto a partir de referencias anecdóticas, su 
distribución original se extendía desde Arizona, Nuevo México y oeste de Texas, y 
a lo largo de la Sierra Madre Occidental, porciones de la Sierra Madre Oriental, 
planicies al oeste del centro de México, hasta el sur del Valle de México, llegando 
incluso en las partes altas de las sierras de Oaxaca (Servín, 1997; Conanp, 2008). 
Se distribuía principalmente en zonas de bosques templados, aunque también con 
presencia en zonas de matorrales y zonas semidesérticas, solo estando ausente 
17 
 
de desiertos y altas montañas (Figura 1) (Martínez-Gutiérrez et al., 2005; Martínez, 
2007). 
El lobo mexicano es un carnívoro estricto que se agrupa en manadas de pocos 
ejemplares, cazando presas como venados cola blanca (Odocoileus virginianus), 
bura (O. hemionus), wapití o elk (Cervus elaphus), mamíferos pequeños y aves, 
sin embargo se conoce poco de su biología y ecología en libertad (Servín, 1997). 
La mayor parte de los estudios y de la información biológica que se posee, se han 
generado con especímenes en cautiverio (Servín, 1991, 1997, 2000), no obstante 
se está acumulando información de los grupos liberados en el área experimental 
de Blue Range en Estados Unidos (Carrera et al., 2008; USFWS, 2010), y algunas 
experiencias recientes en México (Conanp, 2013b). 
Desde la llegada de los europeos, el lobo gris fue cazado en sus áreas de 
distribución de Norteamérica tal como se hacía en Europa, ya que se introdujeron 
tanto los miedos como los mitos, y por lo tanto un rechazo injustificado (Martín-
López et al., 2009). En general la percepción social y las actividades productivas, 
ocasionaron que en 1925 esta especie fuera declarada rara en los Estados 
Unidos, y para 1950 su distribución y número en México fueron severamente 
reducidos (Fredrickson et al., 2007). Durante la segunda mitad del siglo XX el lobo 
mexicano fue objeto de campañas sistemáticas de erradicación apoyadas por los 
gobiernos de México y Estados Unidos, estas campañas se debieron a los 
argumentos dados por los ganaderos del norte del país en cuanto a los severos 
daños que ocasionaba a la producción ganadera, así como del efecto potencial 
como transmisor de la rabia. Actualmente ambos argumentos son cuestionables 
por la falta de claridad técnica y científica, aceptándose que dichas campañas 
fueron promovidas por la presión de sectores ganaderos de ambas naciones, en 
todos los casos las suposiciones del efecto del lobo se basan en testimonios 
anecdóticos y poco fundamentados (Servín 1993, USFWS, 2010). 
Un hecho que cabe resaltar es que para 1950, los técnicos de control de 
depredadores de los Estados Unidos capacitaron a técnicos mexicanos para 
colaborar y realizar el control de la especie, principalmente incorporando el uso de 
18 
 
venenos, entre éstos el conocido como 1080 (Monofluoroacetato de Sodio), 
veneno incoloro, inodoro, insípido, altamente letal y acumulable. Este veneno no 
solo afectó significativamente al lobo mexicano sino también, a muchas otras 
especies en México, sobresaliendo el hecho que en esa época estaba siendo 
probada su eficacia y letalidad en los Estados Unidos (Servín, 1993). Nunca se ha 
evaluado el impacto de esta campaña en términos ecológicos; sin embargo, es 
claro que los daños producidos llevaron a la extirpación y disminución de 
poblaciones de las diferentes especies que hasta la fecha no han podido 
recuperarse (Servín, 1993). Para 1980, el líder del grupo de control del lobo 
mexicano Roy McBride estimó que sólo quedaban alrededor de 50 parejas 
reproductivas en México (McBride 1980, USFWS, 2010). 
El grupo de control de depredadores del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los 
Estados Unidos (USFWS - United States Fish and Wildlife Service), estimó que 
para 1942 las poblaciones reproductivas del lobo mexicano fueron erradicadas de 
los Estados Unidos, aunque se realizaron observaciones ocasionales hasta la 
década de 1960. Por esta razón se clasificó como una especie en riesgo por las 
leyes federales en los Estados Unidos (Endangered Species Act ESA - acta de 
especies en riesgo) en 1976 (USFWS, 2010). En 1978 el USFWS incluyó al lobo 
mexicano y a otras subespecies en un nivel especial del listado que obliga a 
proteger a las especies a través de todo su área de distribución, iniciando la 
elaboración de los planes de recuperación en tres regiones: al Norte de las Rocky 
Mountains (Montañas Rocallosas), los Grandes Lagos y el Suroeste (USFWS, 
2010). 
De manera simultánea, el USFWS contrató a Roy McBride, antiguo líder del grupo 
de control de depredadores y hábil trampero de lobos, quien entre 1977 y 1980 
logró capturar cinco ejemplares silvestres en la Sierra Madre Occidental en 
México, y cuya reproducción inició en 1981 para comenzar así el “Programa de 
Reproducción en Cautiverio de Lobo Mexicano”, este linaje reproductivo es 
conocido como linaje "McBride" (Lindey y Siminski, 2007; USFWS, 2010). A través 
del Plan maestro para la reproducción del lobo mexicano, documento de 
19 
 
planeación para la reproducción de ejemplares aplicable para todas las 
instituciones participantes en el programa (Master Plan), se definen los objetivos 
poblacionales, ejemplares a reintroducir, reproducir, así como la coordinación de 
otras acciones de conservación (Siminski y Spevak, 2013), se lleva un estricto 
manejo genético, gracias al cual en 1995 se logró hacer crecer esta población 
hasta 107 lobos. 
En 1996 se certificó la pureza de dos linajes más, el linaje conocido como “Ghost 
Ranch”, por el rancho donde se alojaban en Arizona, los cuales provenían de 
lobos capturados entre 1959 y 1961; y por otro lado el linaje “Aragón”, debido a 
que se ubicaban en el Zoológico de San Juan de Aragón de la Ciudad de México, 
provenientes de ejemplares capturados y donados al zoológico de la Ciudad de 
México a mediados de la década de 1970, no obstante se desconoce la localidad 
de origen (Lindsey y Siminski, 2007; USFWS, 2010). 
También se elaboró el “Wolf Recovery Plan” o ”Plan de Recuperación del Lobo 
Mexicano” realizado por el USFWS y firmado por la entonces Dirección General de 
la Fauna Silvestre de México (1982), siendo el primer objetivo asegurar la 
sobrevivencia de la subespecie en dos líneas, por un lado la reproducción en 
cautiverio y por el otro lareintroducción a la vida libre en las zonas de distribución 
histórica (INE, 2000b; USFWS, 2010). México comienza su participación práctica 
en el plan de recuperación en cautiverio en 1987 y para 1994 el plan binacional 
alcanzó 94 lobos en cautiverio (USFWS, 2010). 
En 2013 se contaba con una población de 248 ejemplares (115 machos; 127 
hembras; 6 sin determinar), aunque el potencial de crecimiento es limitado y la 
edad de los ejemplares en el programa es cada vez más elevado (la mayoría entre 
7 y 11 años), reduciéndose su potencial reproductivo (Siminski, 2012; Siminski y 
Spevak, 2013). 
La segunda línea de acción planteada en el Plan de Recuperación es la 
reintroducción en vida libre, con la meta de alcanzar al menos una población de 
100 lobos libres. Con esta visión, en 1998 se elaboró la regulación para el 
20 
 
establecimiento de una Población Experimental No-esencial de Lobo Gris 
Mexicano en Arizona y Nuevo México. Esta zona se determinó como el Área de 
Población Experimental de Lobo Mexicano, (Mexican Wolf Experimental 
Population Area – MWEPA); sin embargo, para la reintroducción el área 
determinada fue Blue Range Wolf Recovery Area (BRWRA) (USFWS, 2010). 
Finalmente como uno de los principales hitos en el programa, el 29 de marzo de 
1998 se logra liberar en el Apache National Forest de Arizona los primeros 11 
ejemplares criados en cautiverio (Lindsey y Siminski, 2007). 
El proceso de reintroducción y liberación en BRWRA llegó a alcanzar en 2009 una 
población mínima de 42 lobos y dos parejas reproductivas. Se realizaron 
liberaciones anuales de entre 1 y 21 lobos desde 1998, con excepción de 2005, 
2007 y 2009 (USFWS, 2010). Para finales de 2012 la población silvestre había 
alcanzado aproximadamente 75 individuos, a pesar de que, desde 2009 no se 
habían realizado liberaciones (USFWS, 2012). Es decir, el incremento de la 
población fue debido a nacimientos en condiciones 100% silvestres. 
El paso obligado en México era iniciar la recuperación de poblaciones silvestres de 
la especie, sin embargo era necesario aprender de las experiencias pasadas, y 
desmitificar a la sociedad de las creencias respecto a este depredador, basadas 
en anécdotas poco confiables. A pesar de diversos intentos encabezados desde el 
Subcomité Técnico Consultivo para la Recuperación del Lobo Mexicano, donde se 
tenían avances significativos para la reintroducción en vida libre en México, no se 
contaba con la sinergia con las autoridades ambientales del gobierno federal para 
tal fin (Servín, com. pers.). 
21 
 
 
Figura 1. Distribución Potencial del lobo mexicano, basado en el modelado del 
Nicho Ecológico (Martínez-Gutiérrez et al., 2005). 
 
Descripción, situación actual y causas específicas de la desaparición del 
berrendo peninsular (Antilocapra americana peninsularis (Nelson 1912) 
La familia Antilocapridae es una familia monotípica y endémica de Norteamérica, 
durante el Mioceno y Plioceno existieron más de 18 géneros de esta familia, pero 
desde entonces una sola especie ha persistido, Antilocapra americana (berrendo) 
(Heffelfinger, 2002; Klimova, 2013). El berrendo llegó a ser una especie muy 
abundante en Norteamérica, sin embargo sus poblaciones declinaron 
rápidamente. Se considera que existían entre 30 y 40 millones de ejemplares a 
principios del siglo XIX o antes de la colonización europea, sin embargo para 1910 
quedaban menos del 1% (Nelson, 1925; O’Gara y Yoakum, 2004; Klimova, 2013). 
El primer análisis de la población de berrendo en México fue realizado por Nelson 
22 
 
(1925), en éste relata los siguientes números poblacionales: Coahuila, 600; 
Chihuahua, 700; Sonora; 595; y Baja California, 500. 
En México se consideran tres subespecies de Antilocapra americana, dos de ellas 
se distribuyen principalmente en zonas desérticas del país, la subespecie A. 
americana sonorensis en Sonora, con poblaciones dentro de la Reserva de la 
Biosfera El Pinacate y al oeste de ésta; A. americana peninsularis en la Península 
de Baja California, en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno y en el límite sur del 
Área de Protección de Flora y Fauna Valle de los Cirios; la otra subespecie (A. 
americana mexicana) se distribuye en Chihuahua en grupos fragmentados desde 
la Reserva de la Biosfera de Janos hasta los pastizales centrales, asimismo se 
cuenta con poblaciones silvestres en el Área de Protección de Flora y Fauna 
Maderas del Carmen y pequeños grupos aislados en el Valle de Colombia, 
Coahuila (Figura 2) (Valdéz et al., 2006), aunque actualmente existe discusión 
sobre la pureza de esta última. La subespecie peninsularis se distribuía 
originalmente desde el norte de San Felipe y San Quintín en Baja California, hasta 
Bahía Magdalena (Hall, 1981; Cancino et al., 1994). 
Hoy en día su distribución se limita a pequeñas porciones dentro de la Reserva de 
la Biosfera El Vizcaíno y en el límite sur del Área de Protección de Flora y Fauna 
Valle de los Cirios, en áreas sujetas a manejo semi-extensivo, adicionalmente en 
los sobrevuelos y monitoreos realizados se han detectado ejemplares aislados en 
la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno (Conanp-Endesu, 2012). 
Un de las principales causas de la desaparición del berrendo ha sido la 
fragmentación, reducción y alteración del hábitat, aunado a la cacería furtiva y la 
depredación por coyotes, situación que se agrava cuando las poblaciones ya han 
sido muy afectadas (Conanp, 2008). 
Se ha considerado que el berrendo peninsular fue cazado por las culturas de Baja 
California desde antes de la llegada de los españoles, y fue hasta el siglo XVII 
cuando los jesuitas se asentaron en la Península que la situación poblacional del 
berrendo comenzó a cambiar, ya que el gobierno de México otorgó concesiones 
23 
 
de aprovechamiento a empresas extranjeras que llevaron a la sobre explotación 
de varios recursos naturales, incluyendo a la ballena gris (Eschrichtius robustus), 
el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus towsendi), el lobo marino (Zalophus 
californianus) y el berrendo (A. americana peninsularis), entre las especies más 
afectadas (Sánchez et al., 2006). 
 
 
Figura 2. Distribución Potencial del berrendo en México, basado en el modelado 
del Nicho Ecológico. (Ceballos-González et al., 2006). 
Durante el siglo XX la concesiones mineras, las salineras, la colonización, el 
crecimiento urbano, el reparto agrario y la promoción ganadera, acompañados de 
las carreteras (principalmente la Carretera Federal No. 1), llevaron a realizar un 
uso indiscriminado de recursos naturales sin regulación alguna en toda la 
24 
 
península, afectando entre otras especies al berrendo. A pesar de esta situación la 
escases de agua en el desierto ha limitado la expansión urbana y el desarrollo de 
infraestructura asociada, lo que ha permitido mantener sitios con relativas buenas 
condiciones de conservación biológica (Sánchez et al., 2006). 
Se ha observado que la competencia de los ungulados silvestres nativos con el 
ganado doméstico introducido, juega un papel preponderante bajo ciertas 
condiciones, principalmente en zonas áridas donde la disponibilidad de agua y 
alimentos es limitada; en este sentido se ha reportado que la unidad animal de 
ganado bovino consume lo equivalente a entre 47 y 220 berrendos silvestres, 
dependiendo de las condiciones del hábitat (Sánchez et al., 2006; Conanp, 2008). 
El berrendo fue una de las pocas especies vedadas desde 1922 (DOF, 1922; 
Sánchez et al., 2006; Conanp, 2008). En la actualidad, la especie Antilocapra 
americana, incluyendo todas las subespecies que se distribuyen en México, está 
considerada en la NOM-059-SEMARNAT-2010 en la categoría “P” En Peligro de 
extinción (DOF, 2010). 
Desde 1978 la Dirección General de la Fauna Silvestre inició el esfuerzo por la 
conservación de la subespecie en la Península de Baja California, primero con la 
conservación y manejo de aves acuáticas en la LagunaOjo de Liebre, y 
posteriormente con el berrendo en El Vizcaíno, estos esfuerzos incluyeron en una 
primera instancia censos aéreos y la asesoría para control de depredadores 
(Conanp, 2008). Con el decreto de la Reserva de la Biosfera en 1988 se 
incrementó el interés de realizar estudios de flora y fauna silvestre de la región, 
incluyendo por supuesto al berrendo. Por tal motivo, en 1994 el Centro de 
Investigaciones Biológicas del Noroeste S.C. (Cibnor) organiza el Taller de 
Evaluación de la Población Peninsular del Berrendo y su Hábitat, con la 
participación de 30 especialistas y derivado del cual surge el primer Programa de 
Recuperación del Berrendo Peninsular (Conanp, 2009). 
En 1997, la Semarnap a través de la Dirección General de Vida Silvestre, la 
compañía Ford Motors Co. y la asociación civil Espacios Naturales y Desarrollo 
25 
 
Sustentable A.C. (Endesu) firmaron un convenio para la recuperación del 
berrendo, comenzando con la campaña “Salvemos al Berrendo” (Conanp, 2008). 
Los primeros cinco ejemplares se capturaron en 1998 dando inicio al programa de 
manejo de crías en cautiverio, posteriormente en 1999 se capturan cuatro recién 
nacidos más, y en el años 2000 otras siete crías. Los primeros nacimientos se 
lograron en el mismo año 2000 y de esta manera inició un programa intenso de 
manejo genético a partir de los ejemplares fundadores (Sánchez et al., 2006; 
Cervantes et al., 2008.). 
Políticas públicas en torno a la biología de la conservación. 
Desde el siglo pasado la tasa de cambio de los ecosistemas naturales, ya sea por 
extracción o trasformación, para realizar actividades productivas y satisfacer la 
demanda de la población humana, ha sido sumamente alta y por lo tanto la 
pérdida de especies y ecosistemas se ha visto acentuada en escala espacial y 
temporal. Asimismo se ha procurado medir, evaluar y reducir estos procesos de 
cambio desde el punto de vista técnico y científico, a través de la biología de la 
conservación (Soulé 1991; Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). La biología de la 
conservación es una disciplina orientada a objetivos que involucran la parte pura y 
aplicada de la ciencia (Soulé, 1980) y desde un punto de vista multidisciplinario 
aborda la crisis que enfrenta la biodiversidad a causa de las presiones humanas 
(Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). Fue concebida como un campo de las 
ciencias biológicas orientado a tareas específicas, pero con una aproximación 
interdisciplinaria en la cual se incorporan ciencias sociales, humanidades, ética y 
economía, y se ha convertido cada vez más, en un vínculo entre las ciencias y la 
política (Meine, 2010). Esta situación ha llevado a la necesidad de plantear la 
regulación de las tasas de cambio a través de diversos esquemas, entre ellos el 
surgimiento y aplicación de políticas ambientales mediante sus diversos 
instrumentos dentro de los cuales la biología de la conservación ha incorporado 
políticas exprofeso en todo el mundo (Meine, 2010). 
La biología de la conservación tiene dos objetivos fundamentales, por un lado la 
investigación de los efectos de las actividades humanas en la naturaleza, y por 
26 
 
otro desarrollar alternativas para evitar la pérdida de ecosistemas, la extinción de 
especies, restauración de hábitat y poblaciones, y el desarrollo sostenible con la 
especie humana (Soulé, 1991; Monroy-Vilchis, 2003; Meine, 2010). 
Actualmente poner en práctica la conservación biológica y las acciones que de ella 
derivan, requiere del apoyo de los instrumentos de la política pública que permitan 
contar con el marco normativo y de gestión que ordene las actividades, genere 
recursos económicos para su aplicación, y se establezca los instrumentos de 
promoción y seguimiento para la conservación (Meine, 2010; Giraudo et al., 2011). 
En términos generales, una política pública se refiere a las decisiones de gobierno 
que incorporan la opinión, la participación, la corresponsabilidad y el dinero de los 
ciudadanos electores y contribuyentes; las cuales se manifiestan en sus diversos 
instrumentos legales, reglamentarios, normativos, medidas administrativas y 
posiciones, para alcanzar un fin o una posición estratégica (Aguilar-Villanueva, 
1992). Es decir, las políticas públicas se manifiestan a través de diversos 
instrumentos que varían desde programas de gobierno, leyes, reglamentos y otros 
instrumentos de gestión, normativos, medidas administrativas, convenios 
nacionales e internacionales que se generan por una demanda ciudadana y se 
instrumentan con un fin particular. 
Otras definiciones de política pública incorporan que éstas representan estrategias 
para la resolución de problemas públicos, resaltando su función en “la obtención 
de mayores niveles de bienestar social” (González-Tachiquin, 2005). 
El concepto de conservación biológica se ha ido incorporando paulatinamente a 
los instrumentos de política pública a nivel internacional (Meine, 2010) y también 
en México como se verá en el desarrollo del presente trabajo; sin embargo no 
siempre han respondido a la visión de la conservación. Es común que estas 
políticas carezcan del sustento científico adecuado, sean basadas solo en buenas 
intenciones, o por oportunismo, con los consecuentes reclamos sociales (Giraudo 
et al., 2011). 
27 
 
Los instrumentos de política pública deben tener características adecuadas para 
garantizar su utilidad en el largo plazo, entre los cuales deben ser dinámicos y 
acordes con las situaciones de las especies y ecosistemas, pero también atender 
las realidades sociales, económicas y políticas, así como responder al avance 
continuo de la ciencia (Meine, 2010). Particularmente los instrumentos de política 
de conservación deben ser monitoreados y evaluados teniendo en consideración 
aquellos fines que motivaron y fundamentaron su generación, desde perspectivas 
ecológicas, socioeconómicas y de gestión (García y Toledo, 2008). Por lo anterior 
sería deseable que las políticas públicas sean evaluadas y analizadas desde 
diferentes perspectivas y tiempos con el fin de hacer ajustes progresivos, 
incorporando análisis de costos beneficios y sus resultados, principalmente con 
programas de conservación de especies en riesgo (Meine, 2010; Rao y Ginsberg. 
2010). 
28 
 
 
Objetivos 
Objetivo General 
– Analizar los programas de conservación de dos especies en riesgo 
de extinción en México y el ejercicio de los instrumentos de la política 
pública en torno a su recuperación, con el fin de contribuir al 
fortalecimiento de las políticas en materia de conservación biológica. 
Particulares 
– Analizar dos ejemplos de programas de recuperación de especies en 
riesgo (Canis lupus baileyi y Antilocapra americana peninsularis), y 
su vinculación con las políticas públicas en materia de conservación 
biológica a lo largo del tiempo. 
– Identificar los instrumentos de las políticas públicas para la 
conservación aplicadas en la recuperación de especies. 
– Proponer alternativas a las políticas públicas identificadas con el fin 
de favorecer la recuperación del lobo y berrendo, y su sostenibilidad 
a mediano y largo plazo 
 
29 
 
Antecedentes 
Por qué analizar las políticas públicas y la conservación 
En la mayor parte del siglo XX las iniciativas de conservación biológica se 
centraron exclusivamente en temas de reforestación y en menor grado en la 
recuperación de suelos; sin embargo poco se han adentrado en temas que 
incorporen la recuperación de la estructura y función de los ecosistemas, los 
servicios ambientales o la recuperación de especies en riesgo (Cervantes et al., 
2008). 
Con las especies, al igual de lo que sucede con los ecosistemas, México no ha 
contado con una política nacional a largo plazo que responda a las necesidades 
que requieren las especies silvestres, de sus condiciones y características 
intrínsecas a cada una de ellas y de sus hábitats; ha faltado una visiónintegral del 
problema que aborde aspectos biológicos, ecológicos, pero también sociales, 
culturales y económicos desde una perspectiva multidisciplinaria, sin dejar de lado 
que es necesario considerar en los procesos de planeación, la prevención, en 
lugar de la restauración del daño, lo cual conlleva a un gasto considerablemente 
menor de recursos a largo plazo (Cervantes et al., 2008). 
Fue hasta finales del siglo XX que México, debido a presiones sociales, nacionales 
e internacionales, comenzó la elaboración de políticas públicas e instrumentos 
jurídicos en materia de medio ambiente. Sin embargo, muchos de éstos se han 
caracterizado por no haber sido acompañados por los recursos económicos y 
humanos para lograr su aplicabilidad y función de manera sostenida y a largo 
plazo, de ahí que los programas de conservación sean comúnmente criticados 
(Martín-López et al., 2009). 
México es una nación joven en cuanto a políticas de conservación de especies, y 
desafortunadamente muchos de los esfuerzos que se han realizado a lo largo del 
siglo XX han sido aislados y carentes de un acompañamiento y soporte por parte 
del gobierno, y de la sociedad misma. Por otro lado, al igual que en otros países, 
los esfuerzos de conservación de especies han tenido una fuerte influencia social, 
30 
 
como se verá más adelante, desde la misma selección de especies, la elaboración 
de programas, el acompañamiento y el interés mismo de autoridades y sociedad. 
Queda clara la necesidad de incorporar información científica a las políticas 
públicas de conservación, sin embargo, es más importante la participación del 
sector científico en su elaboración, seguimiento y ajuste. Parte de esta brecha ha 
sido subsanada parcialmente con el fortalecimiento de instituciones como la 
Conabio, sin embargo sigue siendo común la participación discreta de sectores 
científicos para jugar un rol activo en la elaboración de políticas de conservación, 
lo que reduce la objetividad en los instrumentos y discusiones en torno a éstos 
(Miene, 2010; Rao y Ginsberg. 2010). 
Actualmente en México el objetivo de la política nacional en materia de vida 
silvestre está definida en la Ley General de Vida Silvestre en el artículo 5, el cual a 
la letra dice: “Artículo 5o. El objetivo de la política nacional en materia de vida 
silvestre y su hábitat, es su conservación mediante la protección y la exigencia de 
niveles óptimos de aprovechamiento sustentable, de modo que simultáneamente 
se logre mantener y promover la restauración de su diversidad e integridad, así 
como incrementar el bienestar de los habitantes del país” (DOF, 2000). Asimismo, 
la Semarnat integra en su misión y visión los conceptos de “protección, 
conservación y aprovechamiento de los recursos naturales” y “la convivencia 
armónica con la naturaleza” (Semarnat, 2014). Derivado de estos conceptos, es 
importante en el análisis de los instrumentos de conservación considerar su 
incorporación y utilidad desde el punto de vista de la conservación, 
aprovechamiento sustentable y coexistencia con la especie humana. 
En México, como consecuencia al deterioro de las poblaciones de especies 
silvestres se han generado instrumentos para la conservación de especies en 
riesgo, entre ellos listas que identifican a éstas, listas de especies prioritarias, 
diversos esquemas de conservación de hábitat y programas para su atención a 
través de la conservación y recuperación (DOF, 2000; DOF, 2010; DOF, 2014). En 
este contexto, la Ley General de Vida Silvestre (DOF, 2000) define conservación 
como: "La protección, cuidado, manejo y mantenimiento de los ecosistemas, los 
31 
 
hábitats, las especies y las poblaciones de la vida silvestre, dentro o fuera de sus 
entornos naturales, de manera que se salvaguarden las condiciones naturales 
para su permanencia a largo plazo", asimismo y de manera complementaria, 
recuperación se define como "el restablecimiento de los procesos naturales y de 
los parámetros genéticos, demográficos o ecológicos de una población o especie, 
con referencia a su estado al iniciar las actividades de recuperación, así como a su 
abundancia local, estructura y dinámica en el pasado, para retornar a cumplir con 
su papel ecológico y evolutivo con la consecuente mejoría en la calidad del 
hábitat". De esta manera los esfuerzos para el restablecimiento de poblaciones y 
las acciones de conservación, deben ser evaluados para poder realizar los ajustes 
necesarios periódicamente para su mejor operación y efectividad a largo plazo. 
 
 
32 
 
Metodología 
Siguiendo los modelos de análisis de Globe et al. (1999) y Bobadilla et al. (2011), 
se realizó la búsqueda de los instrumentos de política de protección y 
conservación de especies en riesgo a nivel federal. Se consideraron todos 
aquellos instrumentos que involucraran especies en alguna categoría de riesgo o 
no, como prohibiciones y listas, asimismo se consideraron, los instrumentos que 
de manera tangencial involucraran su conservación, como aquellos que buscan la 
protección de hábitat o instrumentos de gestión y planeación. Posteriormente se 
organizaron cronológicamente, considerando sus objetivos y haciendo una 
reflexión de los alcances obtenidos. 
Los instrumentos identificados se ordenaron cronológicamente en una reseña 
histórica y posteriormente se plasmaron en una línea de tiempo. Se analizaron los 
diferentes instrumentos de la política en conservación de especies que surgieron 
durante el siglo XX y los inicios del siglo XXI, hasta el 2010, con algunas 
aportaciones relevantes posteriores. De manera simultánea se realizaron 
revisiones documentales para conocer el estado de las poblaciones del lobo 
mexicano (Canis lupus baileyi) y el berrendo peninsular (Antilocapra americana 
peninsularis). Se identificaron los datos de las poblaciones de acuerdo con la 
información disponible en la literatura y en informes técnicos del gobierno federal. 
Debido a que ambas especies cuentan con ejemplares sujetos a manejo en 
cautiverio o semi-intensivo se incluyó la información disponible. Para el caso del 
lobo mexicano se utilizaron los datos del Plan Maestro (Master Plan) publicado y 
actualizado anualmente (ver introducción) (Siminski y Spevak, 2013), así como la 
información disponible de ejemplares liberados en México, lo cual abarca del 2011 
al 2013. Para el caso del berrendo se utilizó la información publicada, pero la 
mayor cantidad de información actualizada no ha sido publicada formalmente por 
lo que se revisaron los informes técnicos correspondientes al programa de 
recuperación del berrendo, disponibles en la Comisión Nacional de Áreas 
Naturales Protegidas (Conanp). 
33 
 
Para efecto de esta revisión se agruparon los instrumentos de gestión y 
normativos de las políticas de conservación de especies en los siguientes grupos, 
y se agruparon por décadas, para identificar el contexto de su formación y 
operación sobre la conservación de las especies: 
Normativos.- Aquellos instrumentos representados por leyes, reglamentos, 
normas o acuerdos que inciden de manera directa sobre las especies en riesgo (p. 
e. Ley General de Vida Silvestre y su reglamento, Acuerdos o Normas Oficiales 
Mexicanas); 
Arreglos Institucionales.- Aquellos arreglos en las instituciones de gobierno que 
permitieron la creación de capacidades para la atención de especies en riesgo a 
través del establecimiento o modificación de organismos de gobierno (p. e., 
Comisión Nacional de Áreas Naturales); 
Acuerdos Internacionales.- Acuerdos, convenios o memorandos de 
entendimiento de carácter internacional, que contribuyeron a dar atención a las 
especies en riesgo y que son vinculantes con las políticas mexicanas (p. e., 
Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y 
Flora Silvestres –CITES-); y, 
Programas de Gobierno.- Programas de gobierno de diversa índole mediante los 
cualesse atendieron o atienden a las especies en riesgo (p. e. Programa de 
Conservación de Especies en Riesgo). 
Una vez identificados y agrupados los instrumentos de política para la 
conservación, se analizó la relación de éstos con el avance de los programas de 
recuperación, y en su caso con el estado de las poblaciones de las especies de 
interés. En el caso del berrendo se incluyó información de los ejemplares sujetos a 
manejo y en vida libre; para el caso del lobo solo se consideraron los avances en 
general de la conservación de la especie, puesto que no se cuenta con 
poblaciones silvestres y la información en México corresponde a ejemplares en 
cautiverio. Con esta información se discutieron las fortalezas y debilidades en su 
operación, así como las alternativas para incrementar su efectividad. 
34 
 
Resultados 
Se identificó un total de 58 instrumentos de políticas públicas que inciden en la 
conservación de especies (Cuadro 1) y en la gestión o regulación del 
aprovechamiento desde 1922 hasta 2010, cuyos detalles se presentan en el 
Anexo I. Estos instrumentos estuvieron orientados en algunos casos a una de las 
especies de estudio y en otras ocasiones no tuvieron un fin para alguna especie 
en particular, pero repercutieron en la conservación de éstas con resultados a 
largo plazo. En algunos casos se observó que éstos se orientaron a especies que 
no necesariamente estaban en situación de riesgo de extinción, siendo el caso de 
los calendarios cinegéticos y temporadas de veda, los cuales buscaban regular el 
aprovechamiento en lo general, pero no mejoraron las condiciones de 
poblaciones. 
Cuadro 1.- Tipo de instrumentos de políticas públicas orientados a la 
conservación de especies generados de 1900 a 2010. 
Tipo de 
Instrumentos 
Número 
Normativos 27 
Arreglos 
Institucionales 
12 
Acuerdos 
Internacionales 
11 
Programas de 
Gobierno 
8 
 
La información obtenida muestra la variación con que los diferentes tipos de 
instrumentos fueron surgiendo, de manera muy lenta durante los primero 80 años 
del siglo XX, acumulándose sólo 16 instrumentos de 1900 hasta 1975. 
Posteriormente se presenta un incremento sustancial desde 1982 al 2010, donde 
se emiten o crean 42 nuevos instrumentos de conservación biológica. Resaltan 
periodos de poca acumulación del 2001 al 2005 con sólo dos instrumentos, y un 
repunte de 2006 a 2010 (Figura 3). 
35 
 
Al analizar estos datos por décadas (Figura 4), se identifican tres periodos 
marcados de surgimiento de instrumentos de políticas públicas: 
a) Periodo estable y bajo interés hacia la conservación y manejo de los 
recurso naturales en México, que va de 1900 a 1980, en donde se 
generaron 16 instrumentos orientados a la conservación biológica, en este 
periodo de 80 años se crearon en promedio dos instrumentos por década. 
b) Periodo de incremento y alto interés por la conservación biológica y manejo 
de recursos naturales de México, en este periodo, 1980-2000, se generaron 
34 instrumentos, en promedio 17 instrumentos por década. 
c) Periodo decreciente en cuanto al número de instrumentos orientados a la 
conservación biológica y al manejo de recursos naturales en México, en 
este reciente periodo que comprende de 2000 a 2010, se crearon ocho 
instrumentos de política pública, sin embargo a diferencia de los anteriores, 
se cuenta con una aplicación puntual y directa dedicada a las especies de 
este estudio y con objetivos planteados para su recuperación y 
conservación, los cuales continúan vigentes hasta la fecha o se han ido 
actualizando. 
Resalta lo observado de 1930 a 1960 con sólo seis instrumentos orientados a 
especies durante 30 años, y la tendencia pobre entre 1970 y 1980 con sólo cuatro 
instrumentos. En promedio se tuvieron 5.27 (DS = 6.184) instrumentos por 
década, sin embargo en los últimos 30 años de la revisión se concentra el 72.41% 
de los instrumentos generados durante el periodo de estudio. 
36 
 
 
Figura 3.-Frecuencia acumulada absoluta del número de los instrumentos de las 
políticas públicas orientados a la conservación biológica de 1900 al 2010. 
 
Respecto al lobo mexicano, se identificaron 31 instrumentos con incidencia en su 
conservación; 12 correspondieron a Instrumentos Normativos, siete a Arreglos 
Institucionales, seis a Convenios Internacionales y seis a Programas de Gobierno. 
De forma específica se encontraron seis Instrumentos Normativos, un Acuerdo 
Internacional y cuatro Programas, dando un total de 11 Instrumentos Específicos. 
En el caso particular del lobo, se tuvo el único programa gubernamental con el fin 
de erradicación de la especie emitido en 1954. 
Para el berrendo se identificaron 33 instrumentos con incidencia sobre la especie, 
aunque pocos con efecto directo en la subespecie A. americana peninsularis. Los 
primeros instrumentos para la recuperación de especies se orientaron al berrendo 
en el norte-centro de México entre 1921 y 1922, asimismo por su interés 
cinegético, se incluyó en los calendarios cinegéticos. Los tipos de instrumentos 
con incidencia en el berrendo se agruparon en 16 Normativos, seis Arreglos 
Institucionales, seis Acuerdos Internacionales y cinco Programas. De manera 
específica se elaboraron instrumentos particulares para el berrendo o con 
0
5
10
15
20
25
30
35
40
45
50
55
60
65
1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Fr
ec
u
en
ci
a 
d
e 
ac
u
m
u
la
ci
ó
n
 d
e 
 
In
st
ru
m
en
to
s 
d
e 
P
o
lít
ic
a 
P
ú
b
lic
a 
Tiempo 
37 
 
contenidos directos a la especie, los cuales correspondieron a 13 instrumentos 
distribuidos en nueve normativos y cuatro programas gubernamentales (Cuadro 
2). 
 
 
Figura 4. Frecuencia acumulada de instrumentos de política pública por década, 
incluyendo línea de tendencia por media móvil (2 periodos). 
 
No se incluyeron los arreglos institucionales en secretarías de estado, 
subsecretarías y direcciones generales, que si bien en la mayor parte de los casos 
generaron resultados positivos en términos generales para la conservación, no 
fueron orientados de manera particular para la atención y conservación de alguna 
especie en particular (ver Anexo II). Es importante señalar que el marco normativo 
general, que regula el aprovechamiento y conservación de especies, como el caso 
de la Ley General de Vida Silvestre y su Reglamento, en su momento calendarios 
cinegéticos o acuerdos como CITES, se aplicaron continuamente para ambas 
especies. 
 
0
2
4
6
8
10
12
14
16
18
20
Fr
ec
u
en
ci
a 
Tiempo (Décadas) 
38 
 
Cuadro 2.- Instrumentos con incidencia en las especies A. americana y C. 
lupus baileyi. 
 Normativo Arreglo 
Institucional 
Acuerdos 
internacionales 
Programas de 
Gobierno 
Berrendo a 16 6 6 5 
Berrendo b 9 0 0 4 
Lobo 
mexicano 
12 7 6 6 
Lobo 
mexicano b 
6 0 1 4 
 Nota: el subíndice “a” corresponde a instrumentos con incidencia en general con la especie 
 y el subíndice “b” a instrumentos con incidencia directa. 
Como se observa en el Cuadro 3 y en la Figura 5, los instrumentos de protección 
de especies de interés cinegético, como el berrendo, surgen 60 años antes que las 
políticas de conservación para depredadores. 
Con el caso del lobo mexicano la situación es contrastante, para la década de los 
cincuentas el primer instrumento que aparece es el programa de control de 
depredadores, con fines de erradicar a la especie. No es sino hasta 1982 que se 
logra un primer instrumento internacional para la conservación y recuperación del 
lobo (USFWS, 1982). 
 
Cuadro 3.- Relación histórica de los instrumentos de política pública para la 
conservación por cada especie analizada. 
Año Berrendo Año Lobo Mexicano 
1922 ACUERDO de veda para la caza del 
berrendo (Antilocapra americana). 
1954 Programa de control de depredadores, 
iniciando la aplicación del veneno 1080. 
1922 ACUERDO prohibiendo la caza del 
berrendo y venadoen los terrenos 
baldíos y nacionales de los Estados 
de Chihuahua y Coahuila. 
1982 Firma del plan de recuperación del lobo 
mexicano entre el USFWS y la Dirección 
General de Fauna Silvestre del gobierno 
mexicano. 
1988 Decreto de la Reserva de la Biosfera 
El Vizcaíno. 
1993 Acuerdo Criterio Técnico de la 
Conservación Ecológica de los Recursos 
Naturales 001-91 (CT-CERN-001-91). 
1993 Acuerdo Criterio Técnico de la 
Conservación Ecológica de los 
Recursos Naturales 001-91 (CT-
CERN-001-91). 
1993 La Norma Oficial Mexicana: NOM-PA-
CRN001/93. 
Año Berrendo Año Lobo Mexicano 
39 
 
1993 NOM-PA-CRN001/93. 1994 La Norma Oficial Mexicana: NOM-059-
ECOL-94 la cual determina la especies de 
flora y fauna silvestres terrestres y acuáticas 
en peligro de extinción, amenazadas, raras 
y las sujetas a protección especial y estable 
especificaciones para su protección. 
1994 La Norma Oficial Mexicana: NOM-
059-ECOL-94, la cual determina la 
especies de flora y fauna silvestres 
terrestres y acuáticas en peligro de 
extinción, amenazadas, raras y las 
sujetas a protección especial y 
estable especificaciones para su 
protección. 
1997 Programa de Conservación de la Vida 
Silvestre y la Diversificación Productiva en 
el Sector Rural (1997-2000). 
1997 Programa de Conservación de la 
Vida Silvestre y Diversificación 
Productiva en el Sector Rural (1997-
2000). 
2000 El Programa de Recuperación de Especies 
Prioritarias (PREP) del Lobo Mexicano. 
1999 El Programa de Recuperación de 
Especies Prioritarias (PREP) del 
Berrendo. 
2001 Norma Oficial Mexicana NOM-059-ECOL-
2001, Protección ambiental-Especies 
nativas de México de flora y fauna 
silvestres-Categorías de riesgo y 
especificaciones para su inclusión, 
exclusión o cambio-Lista de especies en 
riesgo”. 
2001 Norma Oficial Mexicana NOM-059-
ECOL-2001, Protección ambiental-
Especies nativas de México de flora 
y fauna silvestres- 
2007 Programa de Conservación de Especies en 
Riesgo (PROCER). 
2007 Programa de Conservación de 
Especies en Riesgo (PROCER). 
2009 Programa de Acción para la Conservación 
de Especie (PACE). Lobo Mexicano. 
2009 Programa de Acción para la 
Conservación de Especie (PACE). 
Berrendo. 
2009 Acuerdo por el que se crea y define la 
estructura, organización y funcionamiento 
del Consejo Técnico Consultivo Nacional 
para la Conservación y Aprovechamiento 
Sustentable de la Vida Silvestre. 
2009 Acuerdo por el que se crea y define 
la estructura, organización y 
funcionamiento del Consejo Técnico 
Consultivo Nacional para la 
Conservación y Aprovechamiento 
Sustentable de la Vida Silvestre. 
2010 Norma Oficial Mexicana NOM-059-
SEMARNAT-2010, Protección ambiental-
Especies nativas de México de flora y fauna 
silvestres-Categorías de riesgo y 
especificaciones para su inclusión, 
exclusión o cambio-Lista de especies en 
riesgo. 
2010 Norma Oficial Mexicana NOM-059-
SEMARNAT-2010, Protección 
ambiental-Especies nativas de 
México de flora y fauna silvestres- 
 
 
40 
 
 
Figura 5.- Surgimiento de instrumentos específicos de política pública para cada 
especie, la relación de éstos se presenta en el Cuadro 5 del Anexo III. 
 
Estado y cambio en las poblaciones 
El lobo mexicano 
En 1982 México firma el plan de recuperación del lobo mexicano (Mexican Wolf 
Recovery Plan), y se incorpora al programa de manejo en cautiverio del lobo 
mexicano en 1987. Históricamente se considera que desde enero de 1991 a julio 
de 2012 la población alcanzó tasas de crecimiento de entre el 11% y 14% cada 
año; a pesar de tener un mayor potencial de crecimiento, éste se ha restringido 
debido a falta de espacios en las instalaciones participantes en el programa de 
reproducción en cautiverio, lo cual se ha sumado a un bajo éxito reproductivo 
debido a la estructura de edades de la población donde cada vez hay más 
ejemplares viejos (Siminski y Spevak, 2013) (Figura 6). 
1 
2 
3 
5 
6 
7 
8 
9 
10 
12 
13 
1 
2 
4 
5 
6 
8 
9 
11 
12 
0
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
1
9
0
0
1
9
0
5
1
9
1
0
1
9
1
5
1
9
2
0
1
9
2
5
1
9
3
0
1
9
3
5
1
9
4
0
1
9
4
5
1
9
5
0
1
9
5
5
1
9
6
0
1
9
6
5
1
9
7
0
1
9
7
5
1
9
8
0
1
9
8
5
1
9
9
0
1
9
9
5
2
0
0
0
2
0
0
5
2
0
1
0
Berrendo
Lobo Mexicano
N
ú
m
er
o
 d
e 
In
st
ru
m
en
to
s 
 
Tiempo (Años) 
41 
 
 
Figura 6.- Estructura de edades en la población cautiva de lobo mexicano 
considerando la población de México y Estados Unidos (tomado de Siminski y 
Spevak, 2012). 
De acuerdo con el Libro de Linaje (Studbook), para el 31 de julio de 2012 se había 
alcanzado una población total de 289 ejemplares, 137 machos, 147 hembras y 5 
ejemplares no sexuados, en 51 instituciones de México y Estados Unidos. Durante 
ese año se presentaron 20 nacimientos y 51 muertes (Siminski y Spevak, 2012). 
Asimismo se mantienen los 7 ejemplares fundadores y los 300 ejemplares de 
población objetivo, la estructura de edades de la población no se aproxima a una 
distribución estable debido a las restricciones reproductivas para mantener la 
capacidad de manejo en las instalaciones (Siminski y Spevak,2012). 
En octubre 2011 como parte del PROCER y del PACE: Lobo Mexicano, se realizó 
la primera liberación de ejemplares en México (Conanp, 2013b). En este primer 
evento se liberó un grupo de 5 ejemplares (2 machos: 3 hembras), durante el 2012 
se realizaron dos liberaciones adicionales (2 machos: 1 hembra) y en 2013 dos 
liberaciones más (2 machos: 2 hembras) (Conanp, 2013b). Siendo en total cinco 
42 
 
eventos y en total 12 ejemplares liberados (6 machos: 6 hembras) en un periodo 
de 26 meses. 
De los ejemplares liberados se ha confirmado la muerte de 8 ejemplares (cuatro 
por intoxicación con anticoagulantes y pesticidas, dos por disparos de arma de 
fuego, y dos muertos por causas desconocidas), la desaparición de un ejemplar 
(hembra F1096 cuyo collar dejó de funcionar) y tres ejemplares continúan con vida 
(Conanp, 2014). 
Para el caso del lobo mexicano no fue posible realizar un análisis poblacional en 
relación con los instrumentos generados, debido a que: 1) no se cuenta con 
información del lobo mexicano en estado silvestre en México; 2) que toda la 
información de poblaciones para nuestro país proviene de cautiverio y las 
instituciones privadas se han encargado de mantener la mayor parte de estos 
ejemplares, y c) la liberación de ejemplares de lobo mexicano en México se realizó 
hasta octubre de 2011 con resultados preliminares de las liberaciones, sin 
embargo se discutirán aspectos relevantes en su conservación. 
El berrendo peninsular 
Si bien no existe algún registro histórico de que se haya realizado un censo de 
berrendo peninsular a lo largo de toda su área de distribución, desde 1977 se han 
realizado censos periódicos en las zonas conocidas con presencia de la especie, 
particularmente en la Reserva de la Biosfera El Vizcaíno, Baja California Sur, a 
pesar de la declaratoria de esta Reserva en 1988 los números poblacionales en 
vida libre no han mostrado un incremento en estos últimos 25 años, por el 
contrario se ha observado la pérdida de ejemplares en los censos fuera de las 
áreas de manejo. El número más alto se registró en el año 2000, de 161 
ejemplares observados y un estimado de 250 ejemplares silvestres (Cancino y 
Estrella, 2010). En censos posteriores se han observado menos ejemplares, así 
en el 2008 se observaron sólo 22 ejemplares silvestres (Endesu, 2009), y en 2011 
la cifra disminuyó a únicamente 15 ejemplares observados (ver Anexo II) (Conanp-
Endesu, 2011). 
43 
 
Por otro lado, la población sujeta a manejo semi-extensivo presentó una tendencia 
creciente desde el inicio del programa, dado el fuerte manejo intensivo inicial, 
enfocado a aumentar la sobrevivencia e incrementar rápidamente la población. El 
crecimiento de la población fue constante durante los 15 años de duración del 
programa, alcanzando sus cifras másaltas en 2010, cuando se logró llegar a tener 
una población de 450 individuos (Figura 7) (Conanp-Endesu, 2011; Conanp-
Endesu, 2012). 
En el marco del PACE: Berrendo, en 2011 se incorporó al programa del berrendo 
peninsular el Ejido El Costeño, localizado en APFF Valle de los Cirios en Baja 
California, y con esto se realizó el traslado de los primeros 23 ejemplares, 
incrementando a 39 ejemplares en 2012 (Conanp-Endesu, 2011; Conanp-Endesu, 
2012). 
 
Figura 7.- Población de berrendo peninsular de 1997 a 2010, considerando a la 
población silvestre, población en manejo semi-extensivo y población en el ejido El 
Costeño (derivado de Cancino et al., 2010; Endesu-Conanp, 2011; Conanp-
Endesu, 2012). 
 
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
500
1
9
77
1
9
79
1
9
81
1
9
83
1
9
85
1
9
87
1
9
89
1
9
91
1
9
93
1
9
95
1
9
97
1
9
99
2
0
01
2
0
03
2
0
05
2
0
07
2
0
09
2
0
11
Población Silvestre
Pob. en manejo
Semiextensivo
Población El Costeño
Población Total
N
ú
m
er
o
 d
e 
ej
em
p
la
re
s 
44 
 
Discusión 
Análisis de las políticas públicas para la conservación de especies en riesgo 
en México. 
En México se presentó poca visión para planificar la conservación durante casi 
todo el siglo XX. Si bien se realizó el ejercicio de proteger en papel algunos 
Parques Nacionales o Reservas Forestales, así como el establecimiento de 
algunas vedas durante el Gobierno de Álvaro Obregón (Retana, 2006); la falta de 
medidas estratégicas, de planeación, conservación, manejo, seguimiento y 
fomento hacia la vida silvestre, llevaron a la creencia que la conservación y el uso 
de estos bienes fueran actividades no compatibles entre sí (Carabias et al., 2008), 
ya que se buscó regular su uso hasta finales del siglo XX; lamentablemente para 
ese entonces muchas especies ya estaban disminuidas o extirpadas (DOF, 2002). 
Durante todos esos años la conservación de las especies prácticamente quedó 
sujeta a la voluntad de los dueños de la tierra, algunos de ellos se ocuparon por 
mantener especies que habitaban sus terrenos, y otros hicieron uso de este 
recurso de manera irracional. Lamentablemente, la gran mayoría nunca consideró 
la conservación y el aprovechamiento sustentable como una medida 
complementaria y necesaria (Cervantes, 2008). 
No existe un análisis detallado de la suma de estos impactos sobre la 
biodiversidad, sin embargo el resultado fue una acelerada tasa de pérdida de 
ecosistemas hasta lograr reducir en 62% nuestros ecosistemas naturales, 
introducir una gran cantidad de especies invasoras a cuerpos de agua, islas, 
bosques y otros ecosistemas (Challenger y Dirzo et al., 2009). En general, 
actualmente se reconocen 2606 especies en riesgo según la NOM-059-
SEMARNAT-2010 de las cuales 49 están posiblemente extintas, 475 en peligro de 
extinción, 896 amenazadas y 1186 sujetas a protección especial (DOF, 2010). 
A pesar de estas situaciones es necesario poner en contexto la situación del país 
y el proceso que llevó a generar políticas públicas en favor de la conservación de 
las especies, lo cual sin duda alguna llegó tarde, pero finalmente llegó. En el 
45 
 
Anexo III se presenta la "Revisión histórica de los instrumentos de conservación 
de especies en México". 
Balance general de México en políticas públicas para la conservación de 
especies en riesgo 
En contraste con lo que se sucedió en otros países (p. e., Estados Unidos 
reconoce en 1976 al lobo mexicano como especie en riesgo), es hasta la década 
de 1990, que se reconocen a ambas especies como en riesgo de extinción y su 
carácter de prioritarias en los programas de gobierno en México (Semarnap, 1997; 
Carabias et al., 2007). Los programas específicos que consideran la recuperación 
del lobo mexicano y del berrendo se plantean hasta 1997, con el Programa de 
Vida Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000 (Semarnap, 
1997), así como su reconocimiento como especies prioritarias para la 
conservación, y el consecuente establecimiento del subcomité técnico consultivo 
para la recuperación de estas especies, que conlleva la elaboración de un 
proyecto de recuperación (PREP). Durante la última década estas especies son 
apoyadas por el Programa de Conservación de Especies en Riesgo (PROCER) de 
la Conanp, y se elaboran y ejecutan sus respectivos Programa de Acción para la 
Conservación de la Especie (PACE). 
En este contexto se ha demostrado que las listas de especies en riesgo juegan un 
papel importante tanto en aspectos políticos, sociales y científicos, asimismo para 
la planeación de los esfuerzos de conservación a diversas escalas y la priorización 
de éstos (Possingham et al., 2002; Meine, 2010). Análisis recientes generados a 
partir del Acta de Especies en Riesgo de los Estados Unidos, señalan que para 
lograr la conservación de especies en riesgo es necesario contar con un marco 
legal sólido que integre a los habitantes locales con un espíritu que permita 
incorporarlos a esquemas de uso, más allá de sólo limitar el aprovechamiento, en 
este sentido se han reconocido los avances de países en desarrollo que han 
integrado una visión de no castigar el dar refugio a la fauna en terrenos privados, 
sino abrir oportunidades para los dueños de la tierra, idealmente dando 
oportunidad de posesión a propietarios privados y gobiernos locales con 
46 
 
alternativas de uso comercial, identificando estrategias que generen beneficios en 
la conservación y desarrollo económico local (Seasholes, 2007; Rao y Ginsberg. 
2010). 
Esta visión vanguardista se comenzó a desarrollar en México en las últimas 
décadas, quedando plasmada en instrumentos como el Programa Conservación 
de la Vida Silvestre y Diversificación Productiva del Sector Rural 1997-2000, la Ley 
General de Vida Silvestre, su reglamento y el PROCER, entre otros; por lo cual 
podemos considerar que contamos con esa base robusta de marco legal para 
encaminar las acciones adecuadas para la recuperación de especies en riesgo. 
Sin embargo, su ejecución y aplicación ha sido laxa en muchos sentidos, ha 
dependido de aspectos más subjetivos como la voluntad o el interés de los 
gobiernos federales y estatales en turno, y las modificaciones realizadas en años 
recientes a la Ley General de Vida Silvestre, lo que ha alterado sustancialmente 
ese espíritu y visión vanguardista con la que fue creada, de tal forma que se ha 
vuelto a recurrir a precarias acciones, como las vedas y prohibiciones, cuyos 
efectos han sido contrarios al espíritu de esta ley, y peor aún, representan 
retrocesos en lo ganado en política de conservación de la biodiversidad. 
Como ya ha sido identificado en otros análisis de políticas públicas asociadas a la 
conservación, la mayor parte de los instrumentos generados en México, si bien 
han mostrado un compromiso gubernamental hacia la conservación en las últimas 
tres décadas (1980-2010), también es cierto han tenido una aplicación simbólica 
en ciertos casos, con resultados poco medibles y con escasos efectos reales y 
positivos en las poblaciones silvestres, a pesar de contar con el marco legal para 
obtener mejores resultados. Históricamente los instrumentos por sí mismos no han 
logrado sus objetivos en parte a la constante generación de nuevas estrategias, 
las cuales tampoco se pueden mejorar significativamente sin evaluaciones 
efectivas y cuando éstas sólo se limitan a evaluar la congruencia entre objetivos y 
las acciones, que no incluyen los resultados de los instrumentos por sí mismos 
(Bobadilla et al., 2011). 
47 
 
Esta situación se ha documentado con los PREP, donde los resultados se 
limitaron a referencias anecdóticas, minutas y documentos técnicos con 
información dispersa e incompleta, lo cual limitó su potencial evaluación y 
seguimiento, situación que se debe evitar en políticas como el PROCER y los 
PACE (Ortega y Contreras, 2013). 
Los esfuerzos de

Continuar navegando