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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE CIENCIAS Diferencias en la conducta territorial entre machos y hembras de la calandria Icterus pustulatus T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: BIÓLOGO P R E S E N T A : DIEGO HERNÁNDEZ MUCIÑO TUTORES: DRA. MARCELA OSORIO BERISTAIN DR. TROY G. MURPHY 2009 FACULTAD DE CIENCIAS UNAM Neevia docConverter 5.1 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Neevia docConverter 5.1 Dedico esta tesis a mis abuelos, quienes me enseñaron a amar la vida y la naturaleza: Margarito, Raque, Luci y Carlos; los llevaré siempre en mi corazón. Agradecimientos A mis asesores, Troy G. Murphy quien fue apoyado por la NSF IRFP y the Americas Program (0700953), y Marcela Osorio Beristain, quien fue apoyada por el fondo PROMEP-UAEM. Agradezco también a mis sinodales sus valiosos comentarios que hicieron crecer esta tesis. Agradezco a Raúl y Magui el ser tan buenos padres, amigos, “filántropos” y ejemplos a seguir; además, a él por ser un buen corrector de estilo, y a ella por ser tan buena consejera. A Lynna, Laila y Daniel agradezco su amistad, su cariño y su apoyo esencial para la creación de esta tesis. Y al resto de la banda les agradezco el hacer mi vida tan divertida. Neevia docConverter 5.1 Epígrafe …pájaros de la miel y del forraje, del terciopelo azul o la blancura, pájaros por la espuma coronados o simplemente vestidos de arena, pájaros pensativos que interrogan la tierra y picotean su secreto o atacan la corteza del gigante y abren el corazón de la madera o construyen con paja, greda y lluvia la casa del amor y del aroma o van entre millares de su especie formando cuerpo a cuerpo, ala con ala, un río de unidad y movimiento, solitarios pájaros duros entre los peñascos, ardientes, fugitivos, polvorientos, eróticos, inaccesibles en la soledad de la niebla, la nieve, la hostilidad hirsuta de los páramos, o jardineros suaves o ladrones o inventores azules de la música o tácitos testigos de la aurora. Yo, poeta popular, provinciano, pajarero, fui por el mundo buscando la vida: pájaro a pájaro conocí la tierra: reconocí donde volaba el fuego: la precipitación de la energía y mi desinterés quedó premiado porque aunque nadie me pagó por eso recibí aquellas alas en el alma y la inmovilidad no me detuvo. (“Discurso por los pájaros”, fragmento; Pablo Neruda) Neevia docConverter 5.1 ÍNDICE RESUMEN Y ABSTRACT .................................................................................................................... 6 INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................. 8 Estrategias de Historias de Vida ..................................................................................................... 10 Territorialidad y adecuación ............................................................................................................ 11 Biología de la especie....................................................................................................................... 13 Territorialidad en Icterus pustulatus ............................................................................................... 15 OBJETIVOS........................................................................................................................................ 17 MÉTODOS .......................................................................................................................................... 18 Sitio de estudio ................................................................................................................................. 18 Identificación de aves y territorios.................................................................................................. 18 Presentación de modelos................................................................................................................. 19 Análisis estadístico........................................................................................................................... 22 RESULTADOS ................................................................................................................................... 25 DISCUSIÓN ........................................................................................................................................ 29 CONCLUSIÓN .................................................................................................................................... 39 BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................................. 40 Neevia docConverter 5.1 Neevia docConverter 5.1 RESUMEN Las aves de zonas templadas han sido un modelo útil para el estudio de la territorialidad. Sin embargo, gran parte de las especies de aves del planeta viven en zonas tropicales y tienen historias de vida que no corresponden con los modelos clásicos. Una de las diferencias más importantes entre estas dos regiones se da en el papel de los sexos durante la defensa de los territorios. En este estudio realizado en Huautla, Morelos, durante la época no reproductiva de las calandrias (Icterus pustulatus), comparamos la reacción de machos y hembras ante un intruso (ave taxidermizada) en 17 territorios. Se midió la intensidad y duración de la respuesta de cada sexo. Así, encontramos que ambos sexos reaccionan frente a cualquier intruso; en general los machos reaccionan con más fuerza contra un intruso macho, y ambos responden con fuerza semejante frente a una hembra. Es posible que alguna presión de selección que afecte sólo a los machos explique su mayor capacidad de respuesta. Por otra parte, una posible razón para que ambos sexos defiendan su territorio, aun en época no reproductiva, es que los dos corren el mismo riesgo de ser sustituidos, y por tanto de perder todos los recursos que implica su estatus. Este estudio nos puede ayudar a entender las causas subyacentes en la evolución del papel de los sexos en la defensa de su territorio. Asimismo, el presente trabajo ayudaría a explicar otros rasgos distintivos de las aves de los trópicos; en particular, la presencia de caracteres sexuales elaborados en ambos sexos, elemento evolutivo que las distingue de las aves de zonas templadas. Neevia docConverter 5.1 ABSTRACT Birds from temperate regions of the world have been a useful model for the study of territoriality. However, most of the world’s bird species live in tropical areas and have life history traits that do not agree with the classic model described for birds. One of the most important differences between zones is the role of each sex in territorial defense. This study was conducted near the town of Huautla, Morelos, México, during the non-breeding season of the streak-backed oriole (Icterus pustulatus). We compared males´ and females´ reactions tothe presence of an intruder of each sex (represented by a taxidermic mount) in 17 territories. We recorded the intensity and duration of response using the number of vocalizations and response times to the mount from each sex. We found both sexes to be territorial, regardless of the sex of the stimulus mount. It appears that both sexes experience the risk of being replaced by another individual of the same sex, which implies the loss of all resources gained from their territory and is a possible reason for the response of both sexes during the non-breeding season. However, males are more territorial overall than females, and some extra selection pressure over males alone may explain the higher intensity of response from this sex. This study may help us understand the possible evolutionary causes underlying the role of the sexes in territorial defense and to explain other traits of many tropical birds, such as elaborate female sexual traits ( e.g. colorful plumage and complex songs), which differ from their temperate counterparts. Neevia docConverter 5.1 INTRODUCCIÓN Puesto que la mayoría de los organismos se enfrentan a la restricción de recursos en el medio ambiente que habitan, se ven forzados a luchar contra otros individuos de su misma especie por ciertos recursos esenciales, como la comida, la pareja o el refugio, entre otros (Drickamer y Vessey 1996). Dicha competencia genera conflictos que se manifiestan en forma de conductas antagónicas, las cuales no implican necesariamente una agresión directa, una contienda, también pueden manifestarse con despliegues y vocalizaciones (Brown y Orians 1970). Una clase particular de dichas conductas es la territorialidad (Drickamer y Vessey 1996). Llamamos conducta territorial a cualquier comportamiento dentro de un sitio determinado, cuya finalidad sea evitar el acceso a otros individuos (Fretwell 1972). La conducta territorial se presenta en todo el reino animal (Drickamer y Vessey 1996). Históricamente, la forma de vida de las aves, en particular las paserinas, ha servido como un modelo útil para el estudio de la territorialidad. Sin embargo, muchas de las ideas clásicas sobre territorialidad en aves provienen de estudios en zonas templadas donde algunos factores abióticos, como las condiciones climáticas o la duración de los días, constituyen presiones de selección que pueden favorecer la conducta territorial en los machos en mayor medida que en las hembras (Orians 1980, Francis y Cooke 1986, Marra et al. 1998). Por lo tanto, las conclusiones de dichos estudios no son necesariamente ciertas en el caso de las aves de zonas tropicales, donde existen otro tipo de presiones de selección, las cuales han propiciado la evolución de una conducta territorial en ambos sexos (Stutchbury y Morton 2001). El modelo de territorialidad clásico refiere que en zonas templadas los machos establecen y defienden sus territorios de forma conspicua (e.g. intervienen en contiendas, realizan despliegues y vocalizan con frecuencia), pero sólo durante un corto periodo que corresponde a la época de reproducción (Stutchury y Morton 2001, Fedy y Stutchbury 2005). Debido a que en estas latitudes la Neevia docConverter 5.1 mayoría de las aves son migratorias, es fundamental para los machos arribar temprano en la temporada, y establecer territorios para así garantizar el acceso a una hembra y a un buen sitio de anidación. Por su parte, las hembras arriban más tarde en la temporada cuando las condiciones para anidar son óptimas, y eligen al macho con el mejor territorio (Yasukawa 1979, Francis y Cooke 1986, Orians 1980, Marra et al. 1998). En zonas templadas el papel de cada sexo en la defensa del territorio suele ser muy distinto. En general, los machos tienen una inversión mayor en la conducta territorial que las hembras, es decir, invierten mucho más en conductas antagónicas como contiendas, despliegues y vocalizaciones (Stutchbury y Morton 2001). Una posible razón es que las hembras invierten casi toda su energía y tiempo en la crianza, por lo que la conducta territorial podría comprometer su supervivencia (Stutchbury y Morton 2001). Otra explicación sería que en zonas templadas los machos y las hembras tienen intereses opuestos: los machos están obligados a ser territoriales para poder acaparar los recursos disponibles y de esa manera acceder a una hembra, al mismo tiempo que tratan de impedir las intrusiones constantes de otros machos en busca de cópulas extra pareja; las hembras, por su parte, no necesitan invertir energía para adquirir un territorio, y además pueden beneficiarse con las intrusiones de los machos y las cópulas extra pareja (Holm 1973, Gray 1997, Stutchbury y Morton 2001). Hay que considerar que en los trópicos, a diferencia de las zonas templadas, las condiciones climáticas permiten a muchas aves ser residentes todo el año (Freed 1987). Las estrategias que siguen las aves tropicales para asegurar sus recursos son muy diversas y la supervivencia de los adultos normalmente es más alta que en las zonas templadas (Stutchbury y Morton 2008). No obstante, debido a que la migración en estas zonas es reducida, los territorios disponibles suelen ser escasos (Stutchbury y Morton 2001, Freed 1987). Bajo estas condiciones, tanto las hembras como los machos pueden tener un papel semejante, ya que comparten el interés por defender su territorio contra cualquier intruso; de esta manera, al defender su territorio asegurarán un sitio de Neevia docConverter 5.1 alimentación, anidación y refugio todo el año, lo cual es fundamental para la supervivencia y el éxito reproductivo de ambos sexos (Morton y Stuchbury 2000, Stutchbury y Morton 2001, Fedy y Stutchbury 2005). Pese a que los estudios sobre territorialidad en zonas tropicales son escasos, se ha documentado que las hembras no únicamente defienden el territorio con ayuda de su pareja sino que pueden hacerlo solas cuando el macho muere o deserta (Wolf 1975, Kodrick-Brown y Brown 1978, Morton y Derrickson 1996, Fedy y Stutchbury 2005). Estrategias de historias de vida En términos generales, las diferencias ecológicas entre las zonas templadas y tropicales se reflejan en distintas estrategias de historias de vida que actúan sobre la conducta de las aves, como la elección de pareja, el cuidado parental y la territorialidad (Stutchbury y Morton 2001). Las estrategias de historias de vida son las formas en que los individuos asignan recursos para las funciones básicas que realizan a lo largo de su vida: crecimiento, supervivencia y reproducción (Krebs y Davies 1997). Tales estrategias se expresan en rasgos muy característicos de cada especie, como la edad de madurez sexual, el tamaño de nidada, el número de crías o la tendencia a adoptar una conducta territorial, entre otras. Por ejemplo, muchas paserinas de zonas tropicales presentan más alta sobrevivencia adulta, tamaños de nidada más pequeños y territorios más estables que sus semejantes de zonas templadas (ver revisión en Stutchbury y Morton 2001, 2008). Las estrategias que cada organismo desarrolla durante su vida implican costos y beneficios inherentes, los llamados compromisos (Krebs y Davies 1997). Entre éstos se encuentra el costo que conlleva la reproducción en términos de esperanza de vida y riesgo de depredación, versus éxito reproductivo; o el costo que representa la territorialidad en términos de gasto de energía e integridad física, versus asegurar el acceso a los recursos. En consecuencia, el establecimiento de un territorio dependerá del balance positivo entre los costos y beneficios de defenderlo (Brown, 1964). Dicho de Neevia docConverter 5.1 otro modo, se defenderá un territorio sólo si vale la pena hacerlo. Territorialidad y adecuación La territorialidad como una estrategia de historia de vida se encuentra bajo presiones deselección; por lo tanto, puede ser evaluada en términos de su impacto en la adecuación de los individuos. Un estudio realizado en una paserina europea (Parus cauruleus) nos ayuda a entender mejor esta cuestión (Przybylo et al. 2001). En este caso, se relacionaron medidas del éxito reproductivo (datos relacionados a la puesta, el tamaño de la nidada y la condición de los polluelos) con dos parámetros: el territorio, por un lado, y los padres, por el otro; esto, para ver cuál de los dos factores es más importante en términos de éxito reproductivo. El estudio de referencia obtuvo los siguientes resultados: se concluyó que un buen territorio es determinante para el éxito reproductivo de los individuos, por otra parte, no se obtuvieron datos tan concluyentes en relación a los individuos. Es decir; los datos de éxito reproductivo tuvieron una correlación importante con el territorio, no así con los padres. En este estudio en particular se tomaron datos de colecta de residuos de alimento para determinar si la cantidad de alimento en el territorio tenía relación con los parámetros observados, y se encontró una relación positiva entre el inicio de la época reproductiva y el pico en la disponibilidad de alimentos dentro del territorio; esto sugiere que los mejores territorios son aquellos que tienen la mayor cantidad de alimento disponible para alimentar a los polluelos. El ejemplo nos permite observar la manera como impacta la calidad de un territorio en la adecuación de los individuos (vista en forma de éxito reproductivo). Se ha expuesto cómo la adecuación de los individuos puede depender en gran medida del acceso a los recursos que provee un buen territorio, pero ¿qué determina la calidad de un territorio? Przybylo et al. (2001) encontró una relación significativa entre la calidad del territorio y la disponibilidad máxima de alimento. Sin embargo, en la mayoría de los casos esto es difícil de Neevia docConverter 5.1 identificar, puesto que los factores que influyen en la calidad de un territorio son muy diversos y generalmente dependen de la interacción de los individuos con el medio ambiente; por lo tanto, no es necesariamente la característica más obvia o visible la que determina la calidad de un territorio. Estos factores, que llamaremos “determinantes ecológicas”, son en parte recursos básicos que los individuos necesitan para realizar sus funciones de forma normal (Maher y Lott 2000). En muchos casos estos recursos se encuentran limitados o varía su disponibilidad según la época del año, por lo que los individuos deben competir por ellos (Brown 1964, Kodric-Brown y Brown 1978). Entre los requerimientos más comunes para cualquier especie destacan el alimento, la pareja, el sitio de anidación y el refugio (Maher y Lott. 2000). Un déficit en cualquiera de estos requerimientos se verá reflejado negativamente en la adecuación de los individuos. Asimismo, dichos requerimientos influyen de forma importante en las estrategias de vida de las aves, y por consiguiente en su conducta territorial. Sin embargo, la forma en que estos recursos interactúan o se ven afectados por las características del medio ambiente (e.g. “la estructura del hábitat”; Smith y Shugart 1987) es lo que vuelve a un territorio difícil de evaluar para un investigador. Por lo anterior, para el estudio de la territorialidad se deben tomar en cuenta los costos y beneficios que implica la conducta territorial, los posibles compromisos que esta conducta genera en relación con otros rasgos de historias de vida (Stutchbury y Morton 2001) y las determinantes ecológicas que influyen directamente en ella (Maher y Lott 2000). Junto con lo anterior se debe evaluar la respuesta territorial en machos y hembras, ya que las presiones de selección, y por consiguiente los intereses, pueden variar dependiendo del sexo (Marra et al. 1998). Las diferencias o similitudes en el papel de los sexos no sólo afectan a la conducta territorial sino que conllevan distintas implicaciones evolutivas (Fedy y Stutchbury 2005, Stutchbury y Morton 2001), entre las que destaca la evolución de caracteres elaborados en ambos sexos (Amundsen 2000). Neevia docConverter 5.1 Biología de la especie La subespecie Icterus p. pustulatus (Icteridae) es una especie paseriforme que se distribuye desde el norte de México hasta Honduras, y en su área de distribución reside durante todo el año. Hembras y machos muestran una coloración naranja intensa en cabeza, mejillas y pecho, además de una máscara negra alrededor de los ojos, la cual baja en forma de mancha por la garganta hasta el centro del pecho; también presentan un color blanco notorio en el filo de las alas y marcadas líneas negras sobre la espalda (Jaramillo y Burke 1999). El macho suele ser ligeramente más grande y colorido que la hembra; sin embargo, muchas hembras pueden ser tan brillantes como el promedio de los machos, y en tal caso el sexo sólo se distingue observando la parte inferior de la cola: negra en los machos y gris en las hembras (Jaramillo y Burke 1999, Price et al. 2008). El hábitat tropical de esta ave presenta dos estaciones muy marcadas, lluvias y secas, que determinan de manera importante la disponibilidad de alimentos en el lugar y, por tanto, el tipo de recursos defendidos dentro del territorio. Debido a que son aves insectívoras, frugívoras y nectarívoras, alternan su dieta según la época del año. Al parecer este tipo de calandrias prefiere los insectos (principalmente larvas y orugas), los cuales sólo son abundantes en la estación de lluvias (Noguera et al. 2002). Icterus pústulatus se alimenta también de frutos: Hamelia patens (arbusto, Rubiaceae), Ficus cotinifolia (árbol, Moraceae), Spondia purpúrea (árbol, Anacardiaceae), Jacaratia mexicana (árbol, Caricaceae), Pachycereus grandis, (Cactaceae), Bunchosia canescens (árbol, Malpighiaceae). Los frutos de una o varias de estas especies se distribuyen durante todo el año en la zona de estudio (Sigala Rodríguez 2009). Se ha observado que los individuos de esta especie forman y mantienen parejas a lo largo del año. Tienen una época reproductiva que va de fines de mayo a principios de agosto (Price et al. 2008); es decir, tienen una época de apareamiento y anidación conspicua, cuyo inicio coincide con el fin del período de secas. Por lo regular durante el primer mes la hembra fabrica un nido colgante sin Neevia docConverter 5.1 ayuda del macho. Dentro de nuestra área de estudio los nidos se ubican en árboles de alimentación, mismos que la pareja comparte con muchos otros individuos (Corman y Monson 1995, Jaramillo y Burke 1999). Durante el segundo mes se realiza la puesta, de fines de mayo a principios de junio, con alrededor de 6 huevos en promedio. La incubación tarda aproximadamente 12 días, y la alimentación en el nido se mantiene por un lapso de cerca de 14 días (Corman y Monson 1995, Jaramillo y Burke 1999). Por otra parte, esta especie defiende territorios a lo largo del año, los cuales suelen ser pequeños, estables y de alta densidad –alrededor de 40 territorios en aproximadamente medio kilómetro (Yunes Jiménez 2008). Los territorios suelen iniciar en el nido –ubicados en grandes árboles a lo largo del río–, para luego expandirse en forma radial a medida que se adentran en el bosque (Murphy et al. en revisión). Pese a que se trata de una especie territorial, es común ver a los individuos salir de sus territorios y viajar hasta medio kilómetro para alimentarse de árboles con flores o frutos, en tanto que los individuos dueños de territorios con árboles de alimentación dejan de defenderlos temporalmente; esto podría sugerir que el alimento no es el principal recurso defendido en estos territorios (Murphy et al. en revisión). Debido a que la pareja permanece junta una vez formada, machos y hembras defienden el territorio contra intrusos (Jaramilloy Burke 1996). Esta conducta no implica necesariamente una agresión directa pues, como lo mencionamos anteriormente, se sabe que las vocalizaciones están estrechamente relacionadas lo mismo con la atracción de pareja que con la defensa del territorio (Stutchbuy y Morton 2001, Fedy y Stutchbury 2005). En cuanto a este recurso, llama mucho la atención que las hembras de Icterus pustulatus vocalicen más que los machos, sobre todo cuando está próxima la temporada de anidación. En efecto, en las interacciones que son parte de la defensa del territorio, se ha registrado que las hembras utilizan vocalizaciones agnósticas (chatters) y cantos en mayor medida que su pareja (Price et al. 2008). Neevia docConverter 5.1 Territorialidad en Icterus pustulatus I. pustulatus es un ave paseriforme cuya conducta territorial contrasta claramente con el modelo planteado por estudios realizados con aves de zonas templadas. De acuerdo con lo observado previamente, esta especie forma parejas y defiende territorios a lo largo del año, además de que ambos sexos cantan y poseen colores vistosos (Price et al. 2008, Jaramillo y Burke 1999, Howell y Webb 2000). Lo anterior concuerda con los reportes en la literatura sobre aves de zonas tropicales según los cuales, por ejemplo, el 63 % de las paserinas defienden territorios y forman parejas a lo largo del año (Stutchbury y Morton 2001). También se afirma que es común la formación de duetos elaborados durante la defensa de los territorios (Levin 1996b, Fedy y Stutchbury 2005, Price et al. 2008). A partir de los datos que se tienen sobre la biología de I. pustulatus y de sus coincidencias con algunos modelos de territorialidad planteados para los trópicos (Levin 1996a, Morton et al. 2000, Stutchbury y Morton 2001, Fedy y Stutchbury 2005), se podría esperar que la defensa de territorios se dé a lo largo del año, y por tanto encontrar una conducta territorial incluso durante la época no reproductiva. Por otra parte, tomando en consideración lo observado en esta especie respecto al escaso dimorfismo sexual en color y sabiendo que residen durante todo el año en los sitios de anidación (Price et al. 2008), podríamos esperar en las hembras una respuesta similar a la de los machos en cuanto a defensa de los territorios. Con base en lo anterior, en este trabajo planteamos las siguientes preguntas: ¿De qué manera se presenta la conducta territorial en ambos sexos durante la época no reproductiva del año? ¿Existen diferencias significativas en la intensidad de la conducta territorial entre machos y hembras? Por último, con el fin de obtener más información sobre una posible función específica de la territorialidad en esta especie, nos formulamos la siguiente pregunta: ¿existen diferencias significativas en la intensidad con que rechazan los individuos a uno u otro sexo? Para responder a Neevia docConverter 5.1 estas tres preguntas se diseñó un experimento que simuló la intrusión de individuos de uno y otro sexo en territorios de aves identificadas previamente como pareja; esto, con el fin de evaluar la intensidad de la respuesta de cada sexo a la intrusión. Debido a las condiciones ecológicas a las que se enfrentan estas calandrias, la hipótesis de trabajo plantea que machos y hembras comparten la necesidad de defender sus recursos, y que en consecuencia ambos sexos colaboran, más o menos con la misma intensidad, en la defensa de sus territorios. También se predice que ambos sexos defenderán su territorio con la misma intensidad en contra de su propio género, ya que los dos miembros de la pareja corren el mismo riesgo de ser sustituidos o de perder su propiedad. De confirmarse la hipótesis de trabajo, se daría más sustento a la idea de que la conducta de las aves tropicales no concuerda con el modelo clásico descrito para aves de zonas templadas; por tanto, dichos modelos requerirían ser reevaluados. Creemos que para poder entender el cómo y el porqué de la territorialidad en los trópicos, se debe poner mayor atención al papel que juega cada sexo para garantizar su éxito reproductivo, considerando los costos y beneficios que pudieran incidir en la respuesta territorial de uno y otro sexo. Asimismo, estimamos importante y urgente estudiar a las aves en regiones tropicales, ya que en ellas habitan la gran mayoría de las aves del planeta (e.g. 80 % de las paserinas del mundo); al mismo tiempo es el área con mayor y más acelerado deterioro ambiental, por lo que muchas de las especies podrían desaparecer incluso antes de ser estudiadas (Stutchbury y Morton 2001). Neevia docConverter 5.1 OBJETIVOS Objetivo general: Determinar experimentalmente el papel de los sexos en la calandria, I. pustulatus, en la defensa de territorios durante la temporada no reproductiva del año. Objetivos particulares: (a) Evaluar la intensidad y duración de la respuesta de los dueños de un territorio ante la intrusión de un individuo de la misma especie. (b) Evaluar si existen diferencias en la respuesta territorial de hembras y machos cuando ocurre una intrusión. (c) Evaluar si el sexo del intruso influye en la intensidad y duración de la respuesta territorial. Neevia docConverter 5.1 MÉTODOS Sitio de estudio El sitio de estudio se localiza en el poblado de Huatla, Morelos –zona colindante con la Reserva de Biósfera de la Sierra de Huautla, México– con coordenadas 18,26,21N; 99,01,27W y una altura de entre 960 y 980 msnm (Figura 3a). Presenta dos estaciones marcadas: la temporada de lluvias de mayo a diciembre y la temporada seca el resto del año. El tipo de vegetación en la región es selva baja caducifolia perturbada, también llamada bosque tropical seco (Trejo y Dirzo 2000), y se caracteriza porque durante la temporada seca ocurre la caída de todas las hojas y la disminución de la población de insectos. El sitio de estudio consta de un corredor de vegetación riparia de aproximadamente 0.9 km de largo con aproximadamente 200 metros a cada lado del río Juchitlan (Murphy et al. en revisión). Ahí prevalecen las áreas abiertas dedicadas a actividades agropecuarias aunque existen algunos matorrales de acacias pertenecientes a un bosque seco muy perturbado (Price et al. 2008). A lo largo del río también se observan algunos árboles grandes del género Ficus, guamúchiles (Pithecellobium dulce), algunas mimosas (Fabaceae) y bonetes (Jacaratia mexicana), entre otras especies. Identificación de aves y territorios Doscientas calandrias fueron capturadas y anilladas previamente, esto con el fin de identificar a las aves durante los transectos, observar con quién formaban parejas y poder registrar posteriormente su conducta dentro de los territorios (Price et al. 2008, Murphy et al. en revisión). Las aves fueron capturadas con redes de niebla (durante la estación reproductiva anterior), y se anillaron con un aro metálico y tres bandas plásticas (PVC) de colores formando una combinación individual para cada ave (Price et al 2008). Al principio se determinó el sexo con base en la coloración del plumaje en la cola de los adultos, más tarde los datos fueron corroborados con una técnica de Neevia docConverter 5.1 sexado molecular. En términos generales, la técnica consiste en la amplificación, con “primers” modificados para calandrias, de dos genes, uno situado en el cromosoma W y otro en el cromosoma Z. De este modo, al analizar el gel fue posible observar una sola banda correspondiente a los machos (ZZ) y dos bandas distintivas de las hembras (ZW; Griffiths et al. 1998, Price et al. 2008, Murphy et al. en revisión). Para determinar los límites de cada territorio se realizaron 72 transectos a lo largo del área de estudio –3 diferentes transectos paralelos a lo largo de un área de 900X400 metros (Figura 3b)– durante mayo, junio y noviembredel 2006; y luego se marcaron los puntos en GPS de la localización de las aves previamente bandeadas. Una vez tomadas las coordenadas se introdujo el cúmulo de los puntos dentro de un programa de mapeo digital (MacGPS Pro, James Associates). Se formaron mapas con los puntos de observación de cada pareja y se definió como porción central de cada territorio el lugar con la mayor concentración de puntos donde fueron observados los dueños del territorio (Figura 3c). Presentación de modelos Una vez determinados los territorios, del 15 de noviembre al 4 de diciembre del 2006 cada mañana entre las 7 y las 9: 30 h (GMT-6) se llevó a cabo la presentación de un modelo macho y un modelo hembra –cada uno en diferente día– dentro de los 20 territorios de las parejas marcadas (se consideró que con este número se tendría un tamaño de muestra suficientemente grande). Cada modelo (taxidermias en una posición natural) se colocó en una rama de medio metro de altura al centro del territorio, acompañado de una bocina con grabaciones que reproducían ciclos de 20 segundos de vocalizaciones naturales por 60 segundos de silencio; repetidas durante los 20 minutos que duró la prueba (Murphy et al. en revisión). Todas las grabaciones se estandarizaron en cuanto a frecuencia, amplitud y número de vocalizaciones mediante el uso del programa Raven Pro 1.3 Neevia docConverter 5.1 (Cornell Lab of Ornithology, Ithaca NY) y reproducidas siempre al mismo volumen. Se emplearon dos tipos de vocalizaciones para el experimento, pero se recurrió principalmente a los llamados “chatters”, que corresponden a la típica vocalización usada como advertencia. Éstos constan de sonidos cortos (<50mseg) de amplia frecuencia, emitidos en rápidas sucesiones. La otra vocalización es la conocida como “Chits” que consta de una sola nota silbada entre intervalos >0.5seg. (Price et al. 2008). Las vocalizaciones se grabaron de seis aves no vecinas a los territorios probados (a más de 100 metros de distancia); por su parte, las aves taxidermizadas que se emplearon como modelos se capturaron por lo menos a 5 km de distancia del área de estudio. Tanto los modelos como las grabaciones fueron aleatoriamente seleccionados y combinadas de entre un juego de 6 modelos y 6 grabaciones para cada sexo, además cada combinación se utilizó una sola vez para reducir la pseudoreplicación (Murphy et al. en revisión). El orden de presentación de cada modelo se planeó de tal manera que dos territorios vecinos no se probaran el mismo día. Asimismo, se alternó la presentación de los modelos, de manera que en la mitad de los territorios se presentó primero un modelo macho y en la otra mitad un modelo hembra, dejando un lapso de entre 8 y 10 días entre la primera y segunda presentación. Ambas pruebas se realizaron alrededor de la misma hora y con el modelo y la bocina colocados en el mismo lugar. Figura 1. Defensa del territorio por parte del macho (derecha) y la hembra (izquierda) en presencia de un modelo taxidermizado (centro) dentro de su territorio. Foto: Troy G. Murphy Neevia docConverter 5.1 Una vez colocados el modelo y la bocina e iniciada la reproducción de las vocalizaciones, dos observadores se ubicaron en una tienda para cacería, utilizada como caseta de observación, a aproximadamente 30 metros del modelo (Ver figura 2). Entonces los observadores registraron, ayudados de telescopios y binoculares, la respuesta de los dueño del territorio, enfocándose cada quien en uno de los miembros de la pareja. Los datos colectados se registraron en una grabadora digital durante los 20 minutos de cada prueba. Se analizaron dos aspectos de la conducta territorial: duración e intensidad. Para ello se definieron las siguientes medidas: Medidas de duración • Latencia de llegada es el tiempo en segundos que tardó cada individuo en presentarse para defender su territorio, dentro de un perímetro de 30 metros, tomando en cuenta desde el comienzo del experimento hasta la primera aproximación al modelo. En los casos en que el ave nunca entró al perímetro marcado, se consideraron 1200 segundos de latencia. • Tiempo entre 0 y 30 m consiste en el tiempo total, medido en segundos, que cada individuo permaneció dentro de un perímetro de prueba de 30 metros. Medidas de intensidad • Mínima distancia de aproximación se refiere a la distancia más corta registrada entre el ave focal y el modelo. Cuando el ave focal se ubicó fuera del perímetro de 30 metros de distancia del modelo, se consideró que no hubo respuesta. • Número de chatters son las vocalizaciones agonísticas producidas, las cuales se registraron sólo cuando se observaba al ave focal por el telescopio. • Tiempo entre 0 y 5 m fue la principal medida de intensidad. Para ello se tomó en cuenta únicamente el tiempo que pasó el ave dentro del perímetro de cinco metros. Con el propósito de determinar la distancia de aproximación de las aves focales al modelo, Neevia docConverter 5.1 se establecieron dos radios concéntricos dentro de cada territorio de 5 y 30 metros de diámetro. Para ello se inspeccionó cada territorio antes de comenzar la prueba y se eligieron referencias fijas (árboles, río, cercas, rocas grandes, entre otras) a fin de delimitar cada uno de los perímetros. Figura 2. Esquema del diseño experimental en uno de los territorios, como se observa, se ocuparon rocas, árboles e incluso la propia caseta como referencia de las distancias. En la imagen se observa un cable de 30 metros conectado a la grabadora y a la bocina que reproducía las vocalizaciones debajo del modelo. Análisis estadístico Se observó en histogramas los datos colectados en el campo y se determinó que no presentaban una distribución normal. Además, el registro de respuesta de la hembra y el macho se hicieron simultáneamente, por lo que la respuesta de un sexo podría influenciar la respuesta de su pareja. Para determinar si existía una relación entre la respuesta de ambos sexos, se realizaron análisis de regresión lineal simple a cada una de las medidas registradas. Debido a que los datos no Neevia docConverter 5.1 se distribuyeron normalmente y había una correlación importante en la respuesta de machos y hembras, fue necesario utilizar una prueba no paramétrica para datos pareados, en este caso, la prueba de rangos asignados de Wilcoxon. Este análisis no sólo puede ayudarnos a decir si existen diferencias en la respuesta entre dos datos pareados, también es capaz de evaluar la dirección y magnitud de dichas diferencias (Siegel y Castellan 1995). La prueba fue empleada para determinar si existían diferencias entre los miembros de cada pareja frente a cada intruso. Además evaluamos si existían diferencias en la respuesta de cada individuo, frente a uno y otro intruso. Todos los análisis fueron realizados en el programa JMP 7 (Statistical Discovery From SAS) Neevia docConverter 5.1 Figura 3 a. Mapa de ubicación del área de estudio; b. Fotografía aérea de la zona (Google Earth) con referencias de campo en blanco (carretera, río, cercas, caminos, etc.); y con puntos rojos señalando los territorios; c. Foto de una porción del área de estudio, y circunferencias blancos señalando la forma aproximada de los territorios. Neevia docConverter 5.1 RESULTADOS Regresiones lineales Los resultados de las regresiones lineales muestran una importante correlación en la respuesta entre sexos, sobre todo en las medidas de latencia y tiempo entre 0 y 30 m (Gráficas 1 y 2), pero no muestran una correlación significativa en cuanto a intensidad (Gráfica 3). Gráfica 1. Correlación positiva en la latencia de llegada entre macho y hembra territoriales. Gráfica 2. Correlación positiva entre tiempo que pasaron el macho y la hembra dentro de un perímetro de 30 metros. R 2=0.2999 P=0.0008P<.0001 R 2=0.4172 Neevia docConverter 5.1 Grafica 3. La gráfica no muestra una correlación significativa entre macho y hembra en el tiempo que pasaron entre 0 y 5 metros. Prueba de los rangos asignados de Wilcoxon Los resultados muestran una conducta territorial por parte de ambos sexos; no obstante, sólo muestran diferencias significativas en el papel de los sexos cuando comparamos la respuesta entre macho y hembra de cada pareja. Por otro lado, los datos no mostraron diferencias en la respuesta de cada individuo a uno y otro sexo. En general los machos tuvieron una mayor respuesta que su pareja tanto en intensidad como en duración (Tabla1; respuesta total). Además el macho fue consistentemente más territorial que su pareja frente al modelo macho (Tabla1; respuesta al modelo macho, Gráficas 3 y 4). Por su parte, las hembras no mostraron grandes diferencias entre sus respuestas frente a los dos sexos (Tabla 1; Gráficas 3 y 4). Aunque las respuestas de las hembras aumentaron frente al modelo hembra, en comparación con el modelo macho (Gráficas 3 y 4), la prueba de Wilcoxon que comparó ambas respuestas no arrojó diferencias significativas. P=0.2697 R 2=0.0379 Neevia docConverter 5.1 Papel de los sexos en la defensa del territorio Respuesta Total (♂+♀) Respuesta al modelo ♂ Respuesta al modelo ♀ Parámetro N para wilcoxo n Media ♂ Media ♀ Sexo de mayor respuest a P N para wilcoxo n Media ♂ Media ♀ Sexo de mayor respuesta P N para wilcoxo n Media ♂ Media ♀ Sexo de mayor respuesta P Latencia de llegada(s) 13 1364.6 1721.9 ♂ 0.042 15 587.0 927.3 ♂ 0.005 14 750.1 777.6 Sin Tend 1.0 T entre 0 y 30m 17 637.2 486.2 Tend ♂ 0.135 17 331.4 208.7 ♂ 0.004 17 305.8 277.5 Sin Tend 0.922. Mínima distancia (m) 17 31.5 44.6 ♂ 0.005 17 14.1 21.7 ♂ 0.014 17 17.4 22.9 Sin Tend 0.154 # de chatters 17 12.9 5.6 Tend ♂ 0.147 17 5.9 3.5 . 0.408 17 6.9 2.1 Sin Tend 0.435 T entre 0 y 5m 17 193.2 54.4 ♂ 0.013 17 126.5 25.1 ♂ 0.012 17 66.7 29.3 Sin Tend 0.375 Tabla 1. De izquierda a derecha: Los parámetros registrados, el número (N) de parejas ocupados en la prueba Wilcoxon; también muestra los promedio para cada sexo; el sexo con mayor respuesta, y por último el valor de “p” que arrojó la prueba –siendo p ≤ 0.05 estadísticamente significativa. Neevia docConverter 5.1 Figura 3. Los machos pasan significativamente más tiempo que las hembras a menos de cinco metros del modelo macho (derecha). Por su parte las hembras pasan un tiempo similar al del macho en presencia de una hembra (izquierda; ver estadística en tablas). Los asteriscos muestran valores de p ≤ 0.05. Figura 4. Se observa cómo los machos pasaron más tiempo que las hembras entre 0 y 30 metros frente a otro macho (derecha), sin embargo prácticamente no hubo diferencias entre los sexos en presencia de una hembra (izquierda). Pese a que se observa un incremento en la media de las hembras frente a su mismo sexo, en comparación con su respuesta frente al macho, esta diferencia no fue significativa (ver estadística en tablas). Los asteriscos muestran valores de p ≤ 0.05. Neevia docConverter 5.1 DISCUSIÓN Para poder interpretar mejor los resultados de este trabajo, consideramos fundamental tener en cuenta que la conducta territorial en las aves es resultado de la competencia por los recursos (Brown, J. L. 1964), de las determinantes ecológicas que afectan el acceso a ellos (Maher y Lott 2000), de las estrategias de vida de las especies (Martin 1996), así como de los intereses que cada sexo pueda tener para defender su territorio (Fedy y Stutchbury 2005). Los resultados del experimento apoyan lo siguiente: 1. I. pustulatus es territorial aun en época no reproductiva; 2. Machos y hembras responden de forma semejante frente a las hembras intrusas. 3. Los machos tuvieron mayor respuesta territorial que su pareja ante los machos intrusos. 4. La diferencia anterior permite afirmar que los machos son más territoriales que las hembras cuando se enfrentan a machos. La pregunta que surge ahora es ¿por qué la conducta de defensa se manifiesta a lo largo del año y no solamente previo a la época de anidación? En zonas tropicales el alimento se considera uno de los recursos que determina de forma importante el tipo de territorialidad que expresará un ave (Brown 1964, Franzblau y Collins 1980, Maher y Lott 2000, Stutchbury y Morton 2001). Por ejemplo, en especies insectívoras el alimento se distribuye más o menos de forma homogénea a lo largo del año, por lo que es posible encontrar territorios estables. Sin embargo, en especies preferentemente frugívoras, la fuerza con que se defiende un territorio varía dependiendo de la abundancia de frutos, siendo particularmente débil cuando el alimento es escaso (Stutchbury y Morton 2001). En la zona de estudio la abundancia de insectos comienza a declinar en noviembre (tiempo de inicio del estudio), y alcanza su nivel más bajo durante el mes de febrero (Noguera et al. 2002); sin embargo, es poco probable que la abundancia de insectos sea el único recurso que esté provocando la conducta territorial en esta especie. Neevia docConverter 5.1 Las calandrias, como se mencionó antes, tienen una dieta flexible que incluye, además de insectos, frutos, flores, semillas y néctar de distintas especies de plantas (Jaramillo y Burke 1999, Sigala Rodríguez 2009). La mayoría de estas especies se distribuyen a lo largo del año (De León 2005). El consumo de recursos diversos podría explicar la defensa del territorio de alimentación durante todo el año. No obstante, frecuentemente se observa a las calandrias fuera de su territorio, ya sea visitando flores para extraer néctar, o bien acudiendo a árboles con frutos (e.g. Guamúchiles; Pithecellobium dulce), pues no todos los territorios poseen árboles en flor o con frutos (Murphy com. pers.). Si el alimento fuera el único recurso defendido por las calandrias, no abandonarían sus territorios para buscarlo, o los territorios estarían delimitados en función de las fuentes de alimento, como ocurre con los colibríes y otras especies nectarívoras (Wolf 1975, Gill y Wolf 1975). Por otro lado, el defender árboles de alimentación durante una época de escasez de alimento no es factible, ya que los costos de defender el árbol contra cada intruso sobrepasan los beneficios de ser el dueño exclusivo del árbol (Murphy com. pers., ver ejemplo en Gill y Wolf 1975). Además, esta idea no explica el porqué los machos defienden con más fuerza contra los machos y las hembras en contra de hembras. Si se tratara sólo del alimento, no habría razón para atacar más a uno que a otro sexo, pues un individuo de cualquiera de los dos sexos implicaría el mismo riesgo. Por lo tanto, debe haber otro factor relacionado con el sexo del intruso que incide en la conducta defensiva del dueño del territorio. Otra posibilidad es que las aves defiendan su propiedad (Stutchbury y Morton 2001) no sólo por el alimento que les proporciona sino como sitio de anidación, para escapar de los depredadores e incluso como un medio de acceso a la pareja. Esta idea puede explicar el que ambos sexos actúen juntos para defender su territorio contra intrusos de cualquiera de los dos sexos. La literatura referente a aves de zonas tropicales apoya esta tesis (Freed 1987, Morton y Derrickson 1996, Morton et al. 2000, Stutchbury y Morton 2001, Fedy y Stutchbury 2005, Logue y Gammon 2004, Neevia docConverter 5.1 Stutchbury y Morton 2008). En el área de estudio se puede observar una fluctuación tanto de insectos (Noguera et al. 2002) como de otras fuentes de alimento para las calandrias (Sigala Rodríguez 2009), lo que podría explicar en parte el porqué estas aves suelen dejar temporalmente el territorio para buscar comida durante la época no reproductiva del año (Murphy com. pers.).Ante esta situación, la defensa continua de los territorios se antojaría poco viable. Además, debido a que la temporada reproductiva ha concluido (Jaramillo y Burke 1999, Price et al. 2008, Murphy et al. en revisión), el resguardo de pareja como causa de la conducta territorial es poco probable, pues no hay hembras fértiles. Así que para responder a la pregunta de por qué se mantiene la territorialidad durante todo el año, se plantea una hipótesis que retoma la idea de la defensa de la propiedad (Stutchbury y Morton 2001). Se trata de la analogía de un territorio con el de una “plaza” que se debe defender (Murphy et al. en revisión). Una vez que el ave obtiene dicha plaza, gana con ella cierta jerarquía sobre otras aves, lo que le permitirá acceder de forma preferencial a diversos recursos a lo largo del año (e.g. a un buen sitio de anidación). Como suele pasar, hay muchos individuos esperando que aparezcan nuevas plazas; sin embargo, éstas son muy escasas. Por lo anterior, cuando un individuo obtiene una plaza procura defenderla con mucho empeño y trata de mantenerse en ella a menos que tenga la oportunidad de acceder a una plaza mejor. De acuerdo con nuestro estudio, aproximadamente 75% de las aves permanecieron en sus territorios de una estación a otra (Murphy et al. en revisión). Además recordemos que sólo en el área de estudio se encontraron más de 20 territorios en una distancia menor a medio kilómetro, y que se hallaron hasta 7 nidos en un mismo árbol (Murphy et al. en revisión), lo que nos sugiere una alta densidad poblacional y, por lo tanto, una competencia fuerte por el espacio (sobre todo por los lugares adecuados para anidar). Además, durante el monitoreo del área de estudio se observó que el 20% de las aves no eran dueñas de ningún territorio; eso podría explicar el porqué cuando uno de los dueños de los territorios desaparecía, siempre se encontraba Neevia docConverter 5.1 otra ave ocupando su lugar (Murphy, datos no publicados). Esto nos habla de que puede haber una población importante de aves flotantes (individuos solos y sin territorio) merodeando. Desde nuestro punto de vista, la analogía de la plaza explica el porqué las calandrias defienden territorios aun en época no reproductiva y a pesar de la falta de alimento dentro del territorio. Otra ventaja de esta hipótesis reside en que no se contrapone con el hecho de que cada sexo podría estar defendiendo más intensamente en contra de su propio sexo. Pese a que la idea de una plaza no está descrita como tal en la literatura, existen ejemplos que refuerzan esta idea. Freed (1987) plantea que en zonas tropicales donde los hábitats adecuados para las aves pueden ser escasos, para una pareja resulta más costoso abandonar su territorio en la búsqueda de uno de mejor calidad, que mantener el que poseen aunque no sea de tan buena calidad. Es decir, existe una tendencia a conservar la plaza. Por su parte Ents (1992), quien trabajó con el Ostrero Haematopus ostralegus, encontró que durante los 7 años que duró su estudio tanto las aves con buenos como con malos territorio difícilmente lo cambiaron en temporadas sucesivas (sólo 6 machos y 10 hembras de más de 330 parejas), lo que nos habla de lo difícil que puede resultar conseguir un nuevo territorio. Existen otros datos que apoyan la idea de la defensa de la plaza. Se ha observado que en algunas paserinas tropicales la fidelidad al territorio y la pareja es muy alta, y dicha característica puede estar relacionada con su esperanza de vida (Morto et al. 2000, Morton y Stutchbury 2000, Stuchbury y Morton 2001, Gill y Stuchbury 2006). Por ejemplo, Morton y Stuchbury (2000), en un estudio de 8 años realizado con una especie de hormiguero Cercomacra tyrannina, encontraron que 72% de las parejas permanecieron juntas en el mismo territorio durante todo el estudio. En este mismo estudio se realizó un experimento donde removieron temporalmente a uno de los individuos de cada pareja (Morton et al. 2000), y sorprendentemente más del 40% de los individuos no fueron remplazados; además, aun cuando las parejas tuvieron oportunidad de cambiar de territorio o Neevia docConverter 5.1 expandirlo, difícilmente lo hicieron. Esto sugiere que las aves tratan de mantener su territorio y su pareja, a menos que tengan la oportunidad de conseguir una pareja o territorio de mejor calidad (Morton et al. 2000). Por su parte Gill y Stutchbury, quienes trabajaron con Thryothorus leucotis (2006) encontraron que las aves con mayor experiencia fueron las que presentaron mayor fidelidad, tanto a la pareja como al territorio, pese a que todas tuvieron la oportunidad de cambiar. En lugares con pocos sitios disponibles y con una alta supervivencia de aves adultas, es posible que mantener un territorio y una pareja de buena calidad puede incrementar de forma importante la esperanza de vida de estas aves (Morton et al. 2000, Stutchbury y Morton 2001, Gill y Stutchbury 2006). Asimismo existen ejemplos, como el de Sandercock (2000), que muestran cómo las aves que viven en pareja presentan una mayor tasa de supervivencia local y tienen mayor probabilidad de reproducirse que las aves solas (ver también Stutchbury y Morton 2001). Así, se refuerza la tesis de que tener un territorio y una pareja puede ser determinante para la adecuación de un individuo. Por otro lado, la idea de la plaza también podría explicar el porqué cada género defiende más en contra de su propio sexo. Una razón probable es que existe una competencia intrasexual fuerte debido a que la presencia de un individuo del mismo sexo representa la amenaza de ser sustituido. Levin (1996B) plantea: “Los machos con pareja serían más agresivos contra otro macho que los machos que no tienen pareja, ya que el macho intruso representa un riesgo potencial para el lazo de pareja.” Tanto Morton y Derrickson (1996) como Fedy y Stutchbury (2005) señalan que cuando ambos sexos pueden intercambiar pareja, atraer otra, o romper uniones de largo plazo, la defensa de territorios se enfocará principalmente en individuos del mismo sexo. En otras palabras, las aves luchan por conseguir una pareja, o bien, por no ser remplazados por un intruso. Ahora bien, si cada individuo se enfoca más en intrusos de su propio sexo ¿por qué es más intensa la respuesta de los machos, en comparación con las hembras, hacia los individuos de su propio sexo? La respuesta puede estar relacionada con la evolución del papel de los sexos en esta Neevia docConverter 5.1 especie; esto es, las diferencias entre los sexos en cuanto a sus necesidades e intereses. Un concepto que puede ser útil para explicar la evolución de los roles es la proporción operacional de los sexos u “OSR” (por sus siglas en inglés; Fedy y Stutchbury 2005). La OSR se define como la proporción disponible de hembras fértiles para los machos sexualmente activos en cualquier tiempo dado (Emlen y Oring 1977). Cuando alguno de los dos sexos se encuentra en menor proporción que el otro, existe un desequilibrio en el OSR, lo que provoca una mayor competencia sexual en el sexo más abundante. Un ejemplo de esto ocurre en algunas poblaciones de tordos (Agelaius phoeniceus), también miembro de la familia Icteridae, donde los machos son más escasos y defienden territorios de anidación concentrando los recursos que las hembras requieren. Esto da como resultado que un solo macho pueda formar un harem de hasta seis hembras en su territorio (Holm 1973). En nuestro caso, pese a que no hay censos en la población de estudio, es posible que los machos sean más numerosos que las hembras, lo que posiblemente propicia una competencia más intensa por las hembras disponibles y por lo tanto el macho se comporta más agresivamente contra otros machos debido a la dificultad que implica conseguir una pareja. Mientras que las hembras, al ser el sexo más escaso, podrían con mayor facilidadsustituir a un macho o elegir otro de mayor jerarquía (Amundsen 2000). No obstante que la proporción operacional de los sexos podría explicar las diferencias en la respuesta territorial entre los sexos, nuestros datos de campo no corroboran esta idea. Los datos de captura colectados en la zona de estudio no muestran un desequilibrio en cuanto a la población de los dos sexos, pues se capturó un número semejante de machos y de hembras (96 hembras y 108 machos). Además, hay que considerar que la especie de estudio es socialmente monógama (Jaramillo y Burke 1999, Price et al. 2008), y según Emlen y Oring (1977) esto tiende a reducir la competencia producto del desequilibrio. En el artículo en cuestión se propone que en sistemas de entrecruzamiento monógamo, aun cuando existan sesgos hacia uno de los dos sexos en el OSR, no Neevia docConverter 5.1 es común que alguno de los sexos obtenga ventaja de ello debido a que ambos sexos requieren invertir mucho en el cuidado parental, lo que genera restricciones en la elección de pareja tanto en hembras como en machos. En este sentido, otro concepto que puede contribuir a entender mejor las diferencias en la respuesta territorial entre los sexos es precisamente la inversión parental. Algunos autores sugieren que el sexo que invierte más en el cuidado parental puede ser más selectivo que el sexo que invierte menos (Burley 1977, Amundsen 2000, Parker 1996). En el caso de I. pustulatus se cuenta con datos, tanto de la literatura como de observaciones de campo, que indican que las hembras tienen una inversión parental mayor que los machos al menos durante la primera parte de la época reproductiva de esta especie. Es la hembra quien elige cuidadosamente el sitio de anidamiento y teje el nido, tarea que le lleva alrededor de un mes; pasa aproximadamente 12 días incubando los huevos y además contribuye de forma importante en la alimentación de los polluelos y la defensa del territorio (Jaramillo y Burke 1999, Howell y Webb 2000, Price et al. 2008). Es posible que la diferencia en cuanto a inversión parental en estas calandrias torne a las hembras más selectivas al momento de elegir. Si aunado a esto existe una gran variación en la calidad de los machos, por ejemplo, en cuanto a la defensa de los territorios (ver desviación estándar en gráficas), es probable que se genere una presión extra de selección sobre estos últimos, y sean seleccionados aquellos machos que defiendan con mayor intensidad en contra de su propio sexo. Las diferencias en el papel de los sexos ayuda a explicar el porqué un macho defiende más que las hembras en contra de otro macho, sin embargo, ¿por qué los resultados muestran una defensa intersexual más fuerte de parte del macho que de parte de la hembra? En el artículo de Logue y Gammon (2004) se discute este tema, y se presenta un modelo sencillo que prevé las condiciones bajo las que puede ocurrir la defensa intersexual en aves socialmente monógamas. El modelo plantea que la defensa intersexual dependerá de la siguiente desigualdad que Neevia docConverter 5.1 eventualmente enfrentaría cualquier ave: por un lado existe el valor de adecuación, que resulta del valor de mantener a la pareja actual (“V1”) menos el valor que representaría el cambiar de pareja (“V2”); frente a otro valor, producto del costo físico que implica la defensa del territorio contra el intruso (“C”), entre la probabilidad de que el intruso asuma la posición de pareja dentro del territorio (“p”). La ecuación es la siguiente: V1-V2 > C/p. La ecuación anterior predice que un macho puede defender su territorio en contra de un intruso hembra cuando el valor de adecuación al mantener a su pareja actual, sea mayor que el valor de la adecuación con la hembra intrusa; esto, siempre y cuando el costo de dicha defensa sea suficientemente bajo. De tal manera que en especies en las cuales uno de los dos sexos es más grande o fuerte que el otro, podemos esperar que el primero practique la defensa intersexual, pues pagará un costo más bajo por esta conducta. El modelo también prevé un incremento en la territorialidad intersexual cuando la retención de su pareja actual proporciona ventajas considerables a la adecuación del individuo (Logue y Gammon 2004). En el caso de I. pustulatus no observamos diferencias físicas sustanciales entre los sexos, excepto que los machos son ligeramente más coloridos (Howell y Webb 1995, Jaramillo y Burke 1999); no obstante, pueden existir diferencias que no percibimos. Por otra parte, como mencionamos antes, las hembras invierten más que los machos en el cuidado parental, lo que puede volverlas un recurso muy valioso para los machos e impactar de forma muy importante en su adecuación. Así se explicaría el porqué los machos defienden con fuerza a su pareja en presencia de otra hembra. Por su parte, aunque no con la misma intensidad que lo hacen los machos, es claro que las hembras de I. pustulatus tienen que defender su territorio a lo largo del año, de forma activa, en contra de ambos sexos. Esta es una característica que las hembras comparten con un gran número de especies tropicales (Stutuchbury y Morton 2001), e incluso con algunas aves de zonas templadas que poseen territorios de invierno en los trópicos (Holmes et al. 1989). Asimismo, se ha observado Neevia docConverter 5.1 en algunas especies que cuentan con poblaciones en áreas templadas y en tropicales que las hembras presentan marcadas diferencias entre las dos regiones. Así lo confirman Whittingham y colaboradores (1992) en un estudio sobre poblaciones de tordos en Canadá y Cuba (Agelaius phoeniceus p. y Agelaius phoeniceus assimilis respectivamente): encontraron que las hembras de la población insular son mucho más semejantes a los machos en lo que respecta a cantos, morfología y color del plumaje; mientras que las hembras de la misma especie en Canadá muestran diferencias muy marcadas, en esos mismos parámetros, con los tordos machos. Los autores sugieren que las diferencias en cuanto al dimorfismo sexual pueden estar relacionadas con diferencias en el rol de los sexos en cuanto a la defensa de territorios entre estas dos poblaciones; es decir, una explicación plausible de los cantos y colores elaborados en las hembras de la población tropical es su estrecha correlación con el papel que cumple este sexo en la defensa de territorios. Hasta hace poco tiempo las causas de los caracteres elaborados en las hembras no habían recibido mucha atención. Amudsen (2000) plantea en una revisión por lo menos tres posibles razones de la presencia de dichos rasgos. La primera es que las hembras también son objeto de selección sexual –que es la razón más utilizada para explicar los ornamentos, cantos y demás caracteres elaborados en los machos. Otra posible causa es la correlación genética entre los sexos; básicamente, se plantea que no hay una razón adaptativa para la presencia de dichos caracteres en las hembras, y que sólo son resultado de la herencia genética de los machos. La tercera razón, y la que más interesa en este caso, es lo que West-Eberhard (1979) llama selección social y que se refiere a la competencia por distintos recursos –no necesariamente sólo la pareja–, por lo que los cantos y ornamentos en las hembras les otorgarían ventajas en la lucha por los recursos. Ya existen estudios que apuntan a la selección social como la causa de los caracteres elaborados en las hembras de distintas especies de la familia Icteridae (Irwin 1994); sin embargo, son necesarios más trabajos que nos permitan sustentar las razones de estos rasgos. Presentamos Neevia docConverter 5.1 esta tesis con el fin de contribuir a dilucidar esta cuestión. Considero que los resultados del presente trabajo proveen evidencias a favor de que los caracteres elaborados en las hembras de I. pustulatus, y de otras hembras de zonas tropicales,pueden servir como signos de estatus durante la defensa del territorio y la lucha por los recursos. Neevia docConverter 5.1 CONCLUSIÓN Los resultados del presente trabajo demuestran que I. pustulatus es una especie en la que tanto machos como hembras defienden territorios durante la época no reproductiva. Aunque ambos sexos responden de forma semejante a la intrusión de una hembra en su territorio, los machos, a diferencia de las hembras, muestran una respuesta territorial elevada ante intrusos de su mismo sexo. Si bien sólo podemos especular sobre los factores que promueven la conducta territorial en esta especie, es claro que se requieren más experimentos (e.g. bservacionales o en aviario) para determinar cuáles son las características que prefieren las hembras para elegir a los machos, o cuáles son las posibles razones que explican el porqué los machos expresan una conducta territorial más intensa en contra de su propio sexo. En conclusión, el estudio de la territorialidad en hembras de zonas tropicales es interesante por la relación que puede existir entre la defensa de territorios y la evolución de caracteres elaborados como señales de estatus (e.g. coloración brillante o canto complejo). Neevia docConverter 5.1 BIBLIOGRAFÍA Amundsen 2000. Why are female birds ornamented? 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