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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES IZTACALA EL DETERIORO COGNITIVO EN LA ENFERMEDAD DE PARKINSON T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: B I Ó L O G A P R E S E N T A : YENIFER GABRIELA TORT ENRÍQUEZ DIRECTOR DE TESIS: BIÓL. DIANA ALICIA MILLÁN ALDACO COTUTOR: LIC. ANA CLEMENTINA EQUIHUA BENITEZ ‘Por mi raza hablará el espíritu’ Los Reyes Iztacala, Tlalnepantla, Estado de México 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Esta tesis se realizó en el laboratorio AL-201 a cargo del Dr. René Drucker Colín en la División de Neurociencias en el Departamento de Neuropatología Molecular del Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México bajo la tutoría de la Biól. Diana Millán Aldaco y de la Lic. Ana Clementina Equihua Benitez. Este proyecto contó además con el apoyo económico por parte del Dr. René Drucker Colín y del Dr. Arturo Hernández Cruz, en los siguientes programas, sin los cuales su realización no hubiera sido posible. Fideicomiso ‘TRASPLANTES AL CEREBRO’ 231.326.302 Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) becaria 879,204 A mi comité tutoral por las aportaciones y comentarios en este trabajo. Dra. Verónica Anaya Martínez Dra. Norma Laura García Saldívar Mtro. Ángel Fernando Villalba Sánchez Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje. (Nicanor Parra) Mientras nuestro cerebro sea un arcano, el universo, reflejo de su estructura, será también un misterio. (Santiago Ramón y Cajal) Como hay talentos por el estudio, hay tontos entontecidos por desuso. (Santiago Ramón y Cajal) Agradecimientos personales Para comenzar, agradezco al Dr. René Drucker por otorgarme el apoyo y el espacio para trabajar todo este tiempo, también a Ana y a Diana por tenderme la mano en la escritura de esta tesis y a mi formación, entre otras cosas. Asimismo, agradezco al Dr. Arturo Hernández por brindarme la beca CONACYT de ayudante de investigador durante el tiempo de realización del presente trabajo. Agradezco a todas las personas del laboratorio AL-201, a Tere y a Mari, a la Biól. Marcela Palomero, Francisco Pérez de la unidad de cómputo, Chava, Rodrigo, Ale Morato, Luis Daniel, porque sus enseñanzas, atención y apoyo me han hecho crecer en el ámbito académico. En especial a Diego, Ale Gómez y a Mafi por sus opiniones y críticas al escrito y porque aparte de ello, mejoré en otras áreas de mi vida. También le agradezco a Chucho Espinoza a quién admiro por esa amabilidad implacable, a Miguel, Emmanuel, Maribel, Sandra y Midori, por haber coincidido en mi primer paso hacia la Neurociencia y por tantas risotadas que saqué con ustedes. En el camino a éste punto de mi vida tengo la alegría de conocer a mis compañeros de carrera, mejor dicho, a mis amigos de equipaje. Axel, Bety, Lore, Pedri, Joan, Moyers, les agradezco por su apoyo íntegro, por tantos buenos momentos en las prácticas de campo, en clases, en nuestras salidas y aunque se han presentado adversidades hemos logrado salir avante después de tantos años (y contando). Marco y Edith, qué puedo decirles, quizá no existen los mejores amigos, pero lo que sí existe es la familia y yo los escogí a ustedes. Por escuchar la misma cantaleta, aguantarme y por estar siempre conmigo, en las buenas, en las malas y en las peores. Gracias. A Omar López, por los escenarios compartidos y aprendidos. A todos de los que me he olvidado mencionar pero que me han acompañado en el transcurso de mi vida. Finalmente, a ‘mamá’ por haberme dado ése amor incondicional desde que vine al mundo por ser mi motivación, a mi mamá Blanca por ser mi fuerza y a mis tíos José Luis y Araceli, por apoyarme y recordarme la confianza y la fe que debo tener en mí. 1 Para Antonia y Blanca 1 Cascadas de agua Azul, Chiapas – diseñador gráfico Parker Jones i Índice Abreviaturas ............................................................................................................ 1 Resumen ................................................................................................................. 2 Introducción ............................................................................................................ 3 Estrategia de trabajo ............................................................................................ 6 Capítulo 1. Enfermedad de Parkinson ..................................................................... 8 Epidemiología ...................................................................................................... 9 Etiología ............................................................................................................... 9 Envejecimiento ............................................................................................... 10 Predisposición genética .................................................................................. 10 Factores ambientales...................................................................................... 11 Fisiopatología ..................................................................................................... 11 Estrés oxidativo y el metabolismo de la dopamina ......................................... 12 Etapas para el desarrollo de la enfermedad de Parkinson ............................. 14 Síntomas motores .............................................................................................. 16 Síntomas no motores ......................................................................................... 17 Capítulo 2. Deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson............................ 19 Epidemiología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson .............. 19 Etiología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson ...................... 24 Predisposición genética .................................................................................. 24 Fisiopatología ..................................................................................................... 26 Neuroquímica ................................................................................................. 28 Biomarcadores ................................................................................................ 29 Perfil del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson ............................ 32 Tipos de deterioro cognitivo ............................................................................ 33 Deterioro cognitivo leve ............................................................................... 33 Demencia .................................................................................................... 35 Dominios cognitivos........................................................................................ 37 Atención y Función ejecutiva ....................................................................... 37 Memoria ...................................................................................................... 38 ii Funciones visoespaciales ............................................................................ 40 Lenguaje ...................................................................................................... 41 Diagnosis ........................................................................................................... 42 Criterios diagnósticos...................................................................................... 42 Pruebas neurocognitivas para identificar el deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson ............................................................................... 43 Tratamiento ........................................................................................................ 44 Discusión ............................................................................................................... 47 Conclusiones ......................................................................................................... 57 Referencias ........................................................................................................... 59 1 Abreviaturas α-syn Proteína α-sinucleína Aβ Proteína beta-amiloide AChE Acetil colinesterasa CL Cuerpos de Lewy COMT catechol-O-metiltrasferasa dclEP Deterioro cognitivo leve asociado a la enfermedad de Parkinson dEP Demencia asociada a la enfermedad de Parkinson DLB Demencia con cuerpos de Lewy EA Enfermedad de Alzheimer EP-CN Enfermedad de Parkinson con cognición normal GB Ganglios basales LCR Líquido cefalorraquídeo LASSO Análisis de regresión y logística del operador de selección y contracción mínima absoluta MDS Sociedad de Trastornos del Movimiento MMSE Mini examen de estado mental MoCA Evaluación cognitiva de Montreal MRI Imagen de resonancia magnética. NL Neurita de Lewy PET Tomografía por emisión de positrones SD Desviación estándar SPECT Tomografía computarizada de emisión monofotónica SNP Polimorfismo de nucleótido único SNpc Substancia nigra pars compacta UPDRS Escala unificada de la enfermedad de Parkinson 2 Resumen La enfermedad de Parkinson es un desorden multisistémico, neurodegenerativo y progresivo. El síndrome clínico se caracteriza por la presencia de síntomas motores tales como rigidez, temblor en reposo, bradicinesia e inestabilidad postural. Abarca, además, varios síntomas no motores; incluyendo al deterioro cognitivo, el cual se clasifica en etapa leve frente a un trastorno de demencia. El deterioro cognitivo es frecuente en la enfermedad de Parkinson y tiende a dominar el cuadro clínico a medida que la enfermedad progresa, esto puedo llegar a afectar la calidad de vida de pacientes y cuidadores, aún más que los síntomas motores. Es un problema serio, cuya prevalencia e incidencia tenderá a incrementar conforme aumenta la expectativa de vida. Por lo que, conocer el perfil cognitivo de la enfermedad contribuye a la comprensión del diagnóstico clínico y favorece la intervención de los síntomas desde etapas iniciales. En esta tesis, la enfermedad de Parkinson se abordó como un trastorno cognitivo y del movimiento. Para ello, se examinaron investigaciones relacionadas con el deterioro cognitivo mediante la búsqueda en la biblioteca virtual. Se profundizó en los hallazgos históricos, la comprensión de la patología dentro de la enfermedad, la distinción de los subtipos genéticos, el fenotipo clínico, el diagnóstico oportuno y los posibles tratamientos. Este conocimiento podría ser utilizado por médicos e investigadores para el mejor entendimiento del estado cognitivo del paciente en cada etapa de la enfermedad. Palabras clave: enfermedad de Parkinson, síntomas no motores, deterioro cognitivo, deterioro cognitivo leve, demencia. 3 Introducción El estudio sistemático de la enfermedad de Parkinson comenzó con las observaciones de James Parkinson en 1817, cuando publicó su ‘Ensayo sobre la parálisis agitante’ (An essay on the shaking palsy), en el cual describió a la Paralysis Agitans como a una deficiencia motora (Parkinson, 2002 re-edición). La enfermedad de Parkinson es uno de los desórdenes neurodegenerativos más comunes ya que afecta a más de 10 millones de personas a nivel mundial (Parkinson’s Disease Foundation, 2017). Es una enfermedad que ataca principalmente a la población >65 años de edad. La enfermedad de Parkinson es un problema de salud grave actual ya que el surgimiento de nuevos casos se incrementa conforme la esperanza de vida mundial y el número de personas de edad avanzada va en aumento (Svenningsson, Westman, Ballard y Aarsland, 2012). El estudio de la fisiopatología y la precisión en la identificación de sus síntomas clínicos es prioritario para el buen manejo del paciente y la posibilidad de tratamientos específicos que le permitan sino detener la progresión de la enfermedad, sí mejorar su calidad de vida. Se considera un desorden heterogéneo que involucra múltiples sistemas corporales (Goedert, Spillantini, Del Tredici y Braak, 2012). Las características neuropatológicas son la degeneración progresiva de las neuronas dopaminérgicas de la substancia nigra pars compacta (SNpc) de la vía nigro-estriatal, que a su vez causa una deficiencia en la producción de la dopamina en el estriado; y la presencia de inclusiones intracelulares de agregados de α-syn en los ganglios basales y otros núcleos neuronales (Olanow y Schapira, 2012). Estas alteraciones conllevan al desarrollo de manifestaciones clínicas que se agrupan en dos tipos: los síntomas motores y los síntomas no motores. En los síntomas motores se observa que el paciente sufre de inestabilidad postural disfunción sobre la marcha, temblor en reposo, bradicinesia y rigidez muscular (Hely et al., 2008). En cuanto a los síntomas no motores se presenta principalmente el deterioro cognitivo, fallo autonómico, psicosis, trastorno del sueño, problemas sensoriales, depresión, paranoia, apatía, 4 alucinaciones y trastorno de control de impulsos (Chaudhuri y Schapira, 2006; McNamara, 2011; Davis y Racette, 2016). El deterioro cognitivo es uno de los síntomas no motores más comunes ya que incapacita del 80% al 85% de los pacientes afectados con enfermedad de Parkinson (McNamara, 2011; Davis y Racette, 2016). Este síntoma se clasifica según su gravedad en deterioro cognitivo leve (dclEP) o en demencia (dEP). El dclEP, está considerado como un trastorno fronto-estriatal ya que está afectada la comunicación multidireccional entre la corteza frontal, el tálamo y el estriado. Se caracteriza por producir afectaciones en la memoria de trabajo, atención, aprendizaje y déficits ejecutivos y visoespaciales (Kehagia, Barker y Robbins, 2013; O ’callaghan y Lewis, 2017) aunque las actividades básicas del paciente no son mayormente afectadas (Pedersen, Larsen, Tysnes y Alves, 2013). La dEP es un deterioro cognitivo de desarrollo rápido que tiene repercusión en la calidad de vida y afecta el transcurso del día a día del paciente. Conduce a la incapacidad de producir o comprender el lenguaje (afasia), poco o no reconocimiento de objetos a través de los sentidos (agnosia) y no poder llevar a cabo tareas o movimientos cuando se solicitan (apraxia) (Kehagia, Barker y Robbins, 2013). Es importante mencionar que los individuos que presentan problemas motores en el trastorno de la marcha, la inestabilidad postural y la bradicinesia son más propensos a padecer dEP, lo que sugeriría una relación entre ambos síntomas (Emre et al., 2007). La dEPes considerada por algunos autores como el continuum del dclEP. Cabe mencionar que en algunas ocasiones se desarrolla únicamente la dEP o no se presenta deterioro cognitivo durante el transcurso de la enfermedad. La razón fisiopatológica de este agravamiento súbito de la enfermedad no ha sido explicada, sin embargo se ha propuesto que el envejecimiento puede ser una causa que subyace a esto (Aarsland et al., 2017). Otra observación clínica, es el hecho de que el dclEP puede revertirse en algunos pacientes como consecuencia de la suspensión del consumo de estupefacientes, fármacos como las benzodiacepinas o la administración de antidepresivos (Pedersen, Larsen, Tysnes y Alves, 2013; 5 Sanford, 2017). De hecho, los datos clínicos disponibles sobre la prevalencia del dclEP varían mucho, ya que hasta hace poco la medición dependía de las pruebas neuropsicológicas aplicadas, de la definición utilizada y de la población que se encontraba en estudio (clínico o comunidad, progreso de la enfermedad de Parkinson, edad) (Aarsland et al., 2010). Sin embargo, diversos estudios epidemiológicos demuestran consistentemente que un alto número de pacientes presentan dEP o progresarán a padecerla a medida que avanza el cuadro clínico (Bocanegra, Trujillo y Pineda, 2014; Davis y Racette, 2016). Por ejemplo, un estudio que incluyó a sujetos con enfermedad de Parkinson y cognición normal (EP-CN) encontró que al cabo de cinco años cerca de la mitad de ellos experimentaron dclEP y de estos, el 83% desarrolló dEP después de veinte años (Hely et al., 2008). Debido a estos elementos de confusión para el diagnóstico del dclEP y de la dEP, la Sociedad de Trastornos del Movimiento (MDS, por sus siglas en inglés Movement Disorder Society) propuso una serie de criterios para el diagnóstico de ambos. En el año 2007 la dEP se distinguió entre probable o posible (Emre et al., 2007). Considerando que la dEP es probable cuando el perfil típico de deterioro cognitivo afecta al menos dos de los dominios cognitivos y se presenta al menos un síntoma conductual, o posible cuando el perfil de deterioro cognitivo es atípico, el daño es prominente en al menos un dominio cognitivo, el síntoma conductual puede presentarse o no y puede mostrar coexistencia de cualquier otra anomalía que por sí misma pueda causar deterioro cognitivo, pero que se considere que no es la causa de la demencia. Posteriormente en 2012, la MDS propuso separar en dos niveles de evaluación al dclEP de acuerdo a su severidad, sin llegar a los niveles considerados para la demencia. Aunque los dominios cognitivos afectados en el dclEP son básicamente los mismos que en la dEP, en esta última se presentan de forma más grave (Litvan et al., 2012; Lawrence, Gasson y Loftus, 2016; Seubert- Ravelo y Yáñez-Tellez, 2016). La importancia de atender el deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson es esencial debido al incremento de la esperanza de vida mundial (Svenningsson, Westman, Ballard y Aarsland, 2012) así como al envejecimiento 6 progresivo que conllevan a una mayor inquietud en el entorno social, familiar y a la demanda creciente del sector salud que aún está en vías de poder consolidarse adecuadamente. La dEP por ejemplo, es muchas veces catalogada de forma incorrecta dado su inicio insidioso y gradual, se puede confundir con la demencia con cuerpos de Lewy (DLB, por sus siglas en inglés) debido a que muestra trastornos de movimiento (e.g. movimientos enlentecidos, rigidez muscular o temblores), trastorno del sueño durante la fase de movimientos oculares rápidos (MOR) la cual puede llevar a recrear físicamente los sueños mientras se duerme (Lippa et al., 2007) . La falta de concientización y comprensión de la enfermedad de Parkinson dificulta su diagnóstico, lo que se traduce en pacientes que no reciben la atención oportuna, empeorando así su pronóstico. El objetivo del presente trabajo fue integrar la información disponible con respecto al deterioro cognitivo en el contexto de la enfermedad de Parkinson, con el propósito de ofrecer un texto que pueda funcionar como una actualización en el tema para médicos, investigadores, cuidadores y pacientes que puedan beneficiarse de la información aquí contenida. Estrategia de trabajo Se llevó a cabo una búsqueda de la literatura relevante a partir del año 2001 hasta diciembre de 2017 a través de la biblioteca virtual de la UNAM y de la base de datos PubMed. Utilizando términos combinados de búsqueda que incluyen ‘Parkinson’, ‘deterioro cognitivo’, ’deterioro cognitivo leve’ y ‘demencia’. La búsqueda arrojó ciento veinticuatro estudios que se incluyeron en la elaboración de esta tesis. Los criterios de inclusión y exclusión se tomaron a partir del resumen. Para los criterios de inclusión se tomaron los estudios dirigidos al deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson, además de la presencia de información neuropsicológica que cubriera al menos un dominio cognitivo. Se tomaron como criterios de exclusión los artículos con falta de definición de deterioro cognitivo leve o demencia. De la misma manera, se excluyeron estudios cognitivos en pacientes con enfermedad de Parkinson tratados quirúrgicamente o en combinación con otras 7 enfermedades neurológicas, así como artículos que se centraran en otros síntomas no motores o sin datos cognitivos relevantes. 8 Capítulo 1. Enfermedad de Parkinson La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo, multisistémico y progresivo del sistema nervioso central, periférico y entérico (Braak, Rüb y Del Tredici, 2006; O ’callaghan y Lewis, 2017). Originalmente se conceptualizó como una enfermedad meramente motora y su diagnóstico se basó principalmente con la presencia de síntomas motores tales como bradicinesia, temblor de reposo, rigidez e inestabilidad postural (Fengler et al., 2017). Sin embargo, está asociada además con numerosos síntomas no motores, algunos de los cuales preceden a la disfunción motora por más de una década (Kalia y Lang, 2015). La etiología común está asociada a los casos de origen idiopático, mientras que del 10% al 15% de los casos son de origen genético (Thomas y Beal, 2007; Yang, Tang y Guo, 2016). La neuropatología de la enfermedad de Parkinson está caracterizada por la muerte temprana y prominente de las neuronas dopaminérgicas en la SNpc (Gibb y Lees, 1991; Kalia y Lang, 2015). Así como la presencia de los agregados de proteína α-sinucleína (α-syn), llamados neuritas de Lewy (NL) y cuerpos de Lewy (CL) en las neuronas supervivientes (Thomas y Beal, 2007). Se sabe que los síntomas motores que permiten el diagnóstico clínico son una manifestación tardía de la enfermedad, ya que se presentan cuando ha habido una degeneración del 40% al 60% de neuronas dopaminérgicas (Fengler et al., 2017) y una disminución en los niveles de la dopamina producida en el estriado de hasta un 80% (Braak et al., 2003). Durante el curso de la enfermedad de Parkinson los sistemas monoaminérgicos (catecolaminas e indolaminas) y colinérgicos se ven afectados. Degenera la SNpc (Gibb y Lees, 1988; Lees, Hardy y Revesz, 2009; Wirdefeldt et al., 2011) y otras regiones, incluyendo al locus coeruleus, núcleo basal de Meynert, núcleo pedunculopontino, núcleo del rafe, núcleo motor dorsal del vago, amígdala, hipotálamo, neocorteza y los ganglios autonómicos (Gibb y Lees, 1988; Dickson, 2012; Kalia y Lang, 2015; Dickson, 2018) 9 Epidemiología La enfermedad de Parkinson es el segundo desorden neurodegenerativo más frecuente (Lozano et al., 2012), la padecen alrededor de 5 a 10 millones de personas a nivel mundial, con 0.3% de prevalencia en la población general (Olanow y Schapira, 2012; Parkinson’s Disease Foundation, 2017). Además, la incidencia en la enfermedad de Parkinson está relacionada con la edad (Pringsheim, Jette, Frolkis y Steeves,2014), afecta al 2% de la población mayor de 60 años (Salud, 2010) y cerca del 3% de la población mayor a 65 años (Lugo, 2015). Asimismo, los hombres de entre 60 y 79 años tienen mayores probabilidades de adquirirla (Hirsch et al., 2016). Se espera que para el 2030 esta cifra se duplique como consecuencia del aumento en la esperanza de vida de la población y del aumento en la población de adultos mayores (inversión de la pirámide poblacional) (Dorsey et al., 2007). En México la Secretaria de Salud estimó una prevalencia de 40 a 50 casos por cada 100,000 habitantes/año (Salud, 2010) y en 2013 Cervantes-Arriaga y colaboradores realizaron el Registro Mexicano de Enfermedad de Parkinson (ReMePARK) que reportó una edad de inicio de síntomas motores de 56.7 ± 13.4 años (Cervantes-Arriaga et al., 2013). Etiología La etiología de la enfermedad de Parkinson aún no se comprende en su totalidad ya que, el 90% de los casos se consideran esporádicos o idiopáticos (Rodríguez-Violante, Villar-Velarde, Valencia-Ramos y Cervantes-Arriaga, 2011). Es probable que el desarrollo de la enfermedad involucre múltiples factores que actúan a la vez, como el envejecimiento, la vulnerabilidad genética y la exposición ambiental (Guerrero et al., 2007; Wirdefeldt et al., 2011; Pringsheim, Jette, Frolkis y Steeves, 2014). 10 Envejecimiento La edad es un tema crítico ya que el envejecimiento es el mayor factor de riesgo para desarrollar la enfermedad de Parkinson (Schapira y Jenner, 2011; Kalia y Lang, 2015; Getz y Levin, 2017). Un meta-análisis demostró que la prevalencia aumenta continuamente con la edad y que alcanza el valor máximo en el grupo de edad de 80 años y más (Pringsheim, Jette, Frolkis y Steeves, 2014). Además, los cambios bioquímicos consecuentes del envejecimiento amplifican el daño cerebral (Schapira y Jenner, 2011), es decir, incrementa la susceptibilidad al estrés oxidativo o a la disminución de las funciones del proteosoma (Gómez-Chavarín et al., 2012), esto conduce a la disminución de las neuronas dopaminérgicas de la SNpc, al aumento de los CL y a una reducción de los transportadores de dopamina en el estriado (Guerrero et al., 2007), ahondaremos en los problemas de estrés oxidativo más adelante. Predisposición genética Durante los últimos años, se han identificado varios genes de susceptibilidad y locus de riesgo asociados con la enfermedad de Parkinson. Diversas investigaciones se han centrado en las mutaciones de los genes SNCA, LRRK2 y GBA (Hernandez, Reed y Singleton, 2016), en las formas familiares monogénicas y recientemente en polimorfismos de un solo nucleótido (Collins y Williams-Gray, 2016). El primer gen de transmisión autonómica dominante identificado en la enfermedad de Parkinson fue el SNCA (PARK 1/PARK4) (Hernandez, Reed y Singleton, 2016). Sin embargo, el mayor factor de riesgo genético para desarrollarla es la mutación en GBA (Kalia y Lang, 2015). Aunque la forma genética más frecuente es LRRK2 (PARK 8) que representa el 4% de la enfermedad de Parkinson hereditaria, ≈1% de casos esporádicos y ≈3% - 6% de casos familiares en países de América del Norte (Ferreira y Massano, 2017). En la enfermedad de Parkinson también se presenta la transmisión autosómica recesiva, así como polimorfismos que se encuentran en el gen de la 11 catecol-O-metiltrasferasa (COMT) que es el regulador de niveles de dopamina sináptica, relacionados con la regulación del recambio de dopamina cortical prefrontal (Foltynie, Goldberg, et al., 2004). Factores ambientales El ambiente desempeña un papel importante en la etiología y en el desarrollo de la enfermedad de Parkinson, entre estos se incluyen el consumo de agua de pozo, toxinas derivadas de las plantas, infecciones bacterianas (e.g. en el sistema entérico que conecta con el tronco encefálico) o virales (como en el parkinsonismo postencefálico) (Schapira y Jenner, 2011; Olanow y Schapira, 2012), los pesticidas (Elbaz et al., 2009), la exposición al cobre (Gu et al., 2000), manganeso, aluminio y mercurio (Avila-Costa y Anaya-Martínez, 2009) Factores ambientales que se han relacionado con menor probabilidad de padecer enfermedad de Parkinson involucran el consumo de anti-inflamatorios no esteroideos (Chen et al., 2003), cafeína (Costa et al., 2010), tabaco (Nakamura y Edwards, 2007), alcohol, anti-hipertensivos, bloqueadores de canales de calcio, y ejercicio aeróbico (Schapira y Jenner, 2011; Kalia y Lang, 2015; Getz y Levin, 2017). Fisiopatología La fisiopatología en la enfermedad de Parkinson está relacionada con la etiología y consecuentemente está asociada con la exposición a factores ambientales, las formas genéticas (Gómez-Chavarín et al., 2012) y a la falla de los procesos celulares que ocurren con relación al proceso de envejecimiento. Aunque la causa precisa que conduce a la muerte neuronal aún se desconoce (Schapira y Jenner, 2011; Blesa, Trigo-Damas, Quiroga-Varela y Jackson-Lewis, 2015). Los humanos tienen aproximadamente 220,000 neuronas dopaminérgicas en la Substancia Nigra de cada hemisferio y cuando del 40% al 60% de estas células se pierden los síntomas motores de la enfermedad se manifiestan (Kalia y Lang, 2015; Fengler et al., 2017). Es decir, la característica patológica crucial en la 12 enfermedad de Parkinson es la muerte de neuronas dopaminérgicas dentro de la SNpc que proyectan a los núcleos caudado y putamen (Larumbe, 1998). Otra característica distintiva de la enfermedad son los CL, formados por la agregación de α-syn insoluble mal plegada en los cuerpos neuronales (Goedert, Spillantini, Del Tredici y Braak, 2012; Irwin, Lee y Trojanowski, 2013). Algunas formas monogénicas de la enfermedad de Parkinson hereditaria no presentan CL (Kalia y Lang, 2015), por lo que se pueden observar inclusiones compuestas por otros tipos de proteína como son las placas beta amiloideas (Aβ) y los ovillos neurofibrilares que contienen tau (Irwin, Lee y Trojanowski, 2013). Todos estos, verificados post-mortem. Algunos mecanismos fisiopatológicos involucrados en la neurodegeneración de estas células dopaminérgicas son el propio metabolismo de la DA, el estrés oxidativo (Gómez-Chavarín et al., 2012) y la inflamación (Schapira y Jenner, 2011), que contribuyen a la disfunción mitocondrial que precede a la formación excesiva de radicales libres o especies reactivas de oxígeno. Estrés oxidativo y el metabolismo de la dopamina El estrés oxidativo es el desequilibrio entre las especies reactivas de oxígeno y los procesos de defensa antioxidante. La enfermedad de Parkinson al tener una pérdida progresiva de neuronas nigrales, puede implicar estrés oxidativo dependiente de dopamina (Lotharius Julie y Patrik, 2002; Wirdefeldt et al., 2011). Así como una respuesta inflamatoria crónica, excito-toxicidad, disfunción mitocondrial y alteraciones en la ubiquitinación (Schapira y Jenner, 2011). La dopamina es sintetizada por L-tirosina, la enzima tirosina hidroxilasa (TH), por la descarboxilasa de aminoácidos aromáticos o L-DOPA y a través de la acción secuencial de la L-aminoácido descarboxilasa (AADC). Mediante el transportadores de monoaminas vesiculares (VMAT2) la dopamina pasa del citosol, se almacena en las vesículas sinápticas y producen la forma activa de dopamina (DA+) (Larumbe, 1998). La liberación de DA+ de las vesículas sinápticas al espacio sináptico es un 13 proceso mediado por la acción de canales de calcio sensibles a voltaje. Después de la acción de dopamina sobre el receptor sináptico, éste es recapturado por transportadores de dopamina (DAT), los cuales son dependientes de sodio y cloro (López y Arancibia, 2008). El metabolismo de la dopamina, en condiciones de homeostasis es en sí mismo oxidativo, sin embargo, cuando este equilibrio se pierde, puede conducir a la formación de moléculas que actúan como neurotoxinas,entre ellos los radicales superóxido (SO), peróxido de hidrógeno (H2O2) y especies de dopamina-quinona (SQ), así como a la deficiencia de glutatión (GSH) que es el encargado de eliminar a los radicales libres y de vitamina E que actúa como antioxidante. La formación de estos radicales se atribuye a procesos de oxidación y desaminación, que se dan por tres enzimas principales, monoaminooxidasa (MAO), aldehído-deshidrogenasa (ADH) y COMT, cuyos productos finales son ácido 3,4-hidroxifenilacetico (DOPAC) y ácido homovanílico (López y Arancibia, 2008; Gómez-Chavarín et al., 2012). La MAO oxida a la vía primaria de dopamina hasta DOPAC, generando H2O2. Este último no daña a las células, pero en presencia de ion ferroso, que es abundante en los ganglios basales, puede formar a los radicales hidroxilo (HO●) mediante la reacción de Fenton (Gómez-Chavarín et al., 2012).Por otra parte, debido a la inestabilidad del anillo fenólico de la DA, ésta puede ser oxidada a moléculas reactivas llamadas quinonas de dopamina (DAQ’s), lo cual conlleva a la baja producción de ATP por bloqueo de la cadena respiratoria. Las DAQ’s son especies inestables que se forman de manera natural e inevitable en el tejido nervioso, ya que también participan en la síntesis de la neuromelanina (López y Arancibia, 2008). Otra vía que puede producir daño neuronal es la descarboxilación oxidativa de la dopamina, seguida por una condensación que produce R-Salsolinol más otras reacciones que se dan en el tejido cerebral y que da como resultado una estructura inductora de necrosis, como consecuencia de una disminución de ATP causado también por la inhibición de la cadena respiratoria mitocondrial (López y Arancibia, 2008). 14 La mayor fuente intracelular de radicales libres es la mitocondria, por lo que el daño oxidativo en su ADN puede aumentar 15 veces en comparación con el ADN nuclear, por lo tanto las deficiencias en el complejo I de la cadena respiratoria mitocondrial representa la mayor degeneración neuronal para la enfermedad de Parkinson (Blesa, Trigo-Damas, Quiroga-Varela y Jackson-Lewis, 2015). Etapas para el desarrollo de la enfermedad de Parkinson La gravedad de la patología en los núcleos cerebrales involucrados en la enfermedad de Parkinson se exacerba al mismo tiempo que progresa. Por ello, el grupo de Braak estudió el desarrollo de depósitos de α-syn y sugirieron que el curso clínico de la enfermedad de Parkinson puede explicarse por una progresión de tipo caudorostral que comienza en el sistema nervioso entérico hasta alcanzar al sistema nervioso central (Braak et al., 2003). Propusieron que la enfermedad de Parkinson cursa por una fase presintomática y otra sintomática, que quedan ilustradas en la Figura 1. A continuación se describen las etapas. Figura 1. Desarrollo caudorostral de la progresión en la enfermedad de Parkinson de acuerdo a las etapas de Braak asociadas al aumento de los depósitos de α-syn, señalado por la intensidad de color rojo. Durante la fase presintomática (etapas 1, 2 y 3) la enfermedad se caracteriza por síntomas insidiosos en los que la enfermedad de Parkinson no se reconoce fácilmente, mientras que en la fase sintomática (etapas 4, 5 y 6) se distinguen los síntomas motores y la enfermedad cruza el límite 15 entre el tallo cerebral al cortical, por lo que la afectación cerebral es mayor y la muerte inminente del paciente se presenta (Tomado de Braak et al., 2003). El inicio de los síntomas premotores corresponde a las etapas 1 y 2. Dentro de la primera, se afecta el núcleo motor dorsal del nervio vago y el bulbo olfatorio. Comienza la formación de NL aisladas y la existencia de depósitos anormales de α- syn en el plexo mientérico gástrico. En la etapa 2, se presentan los primeros CL en los núcleos del rafe inferior, en las porciones magnocelulares de la formación reticular y en el complejo coeruleus-subcoeruleus. Que pueden dar lugar a manifestaciones como depresión y trastornos del sueño. Los síntomas motores se hacen visibles en las etapas 3 y 4. Los CL involucran a los ganglios basales (GB) en especial a la SNpc, al núcleo pedúnculo pontino y al subnúcleo central de la amígdala. Estos núcleos envían eferentes a todos los núcleos talámicos que tienen proyecciones difusas tanto corticales como subcorticales (Braak y Del Tredici, 2008). A su vez, se forman CL en el núcleo magnocelular, núcleo intersticial de la banda diagonal de Broca, núcleo colinérgico basal de Meynert y núcleo histaminérgico tuberomamilar. Que podrían estar relacionados con la manifestación de las alteraciones en la regulación del ciclo sueño-vigilia, trastornos de la memoria y deterioro cognitivo (Zola-Morgan et al., 1986). En la etapa 4 el daño al núcleo intralaminar, núcleo accumbens y núcleo central de la amígdala puede contribuir al trastorno de control de impulsos, a los síntomas cognitivos, emocionales y autonómicos. Finalmente, las etapas 5 y 6 se caracterizan por daño extenso y severo en la corteza. Los CL se extienden a la corteza insular, subgeniculada y al cíngulo anterior. El área temporal medial, formación hipocampal y la amígdala empeoran (Morales-Briceño, Cervantes-Arriaga y Rodríguez.Violante, 2011). Además, los depósitos de α-syn invaden las áreas primarias somato sensoriales, pre motora y motora primaria, provocando daño severo a los sistemas autonómicos, límbicos y somatomotores. Ocasionando severos síntomas motores, alteraciones en el gusto 16 y deterioro cognitivo (Morales-Briceño, Cervantes-Arriaga y Rodríguez.Violante, 2011). Síntomas motores James Parkinson describió a la Paralysis Agitans como a una deficiencia motora (Parkinson, 2002 re-edición), por lo que la MDS tomó al síndrome motor como la característica central de la enfermedad de Parkinson (Postuma et al., 2015). Los síntomas motores se asocian frecuentemente con la agregación de α-syn y la muerte de neuronas dopaminérgicas de la SNpc, así como con su deposición en el citoplasma de las neuronas colinérgicas y monoaminérgicas del tronco cerebral, en las neuronas del sistema olfativo y en las regiones límbicas y neocorticales. Los síntomas motores también se han relacionado con la forma hipocinética de los GB (Jahanshahi, Obeso, Rothwell y Obeso, 2015), por lo que su lesión representa el área cerebral más afectada en la enfermedad de Parkinson (Obeso et al., 2008). Los GB se componen por el cuerpo estriado dorsal (caudado y putamen), el estriado ventral (núcleo accumbens y tubérculo olfatorio), globo pálido (interno y externo), pálido ventral, sustancia nigra y el núcleo subtalámico. Cada núcleo tiene conexiones organizadas con la corteza motriz (Blandini, Nappi, Tassorelli y Martignoni, 2000), lo que influye en las funciones motoras. Adicionalmente, los GB están asociados con la degeneración dopaminérgica nigroestriatal lo que representa una inhibición excesiva de las neuronas talámicas que proyectan a la corteza (Leisman y Melillo, 2013). Esto se traduce por el temblor en reposo, la rigidez, la bradicinesia y la inestabilidad postural, trastornos característicos de la enfermedad de Parkinson (Rodriguez-Oroz et al., 2009). El temblor de reposo, es el primer síntoma en el 50-70% de los casos, se puede observar cuando la extremidad del individuo está completamente en reposo y se amortigua con la iniciación del movimiento, denominado movimiento de ‘contar monedas’. Puede reanudarse con la postura estática y se agrava por situaciones altamente emocionales o la realización de una tarea de gran demanda mental (Guerrero et al., 2007; Lees, Hardy y Revesz, 2009; Erro y Stamelou, 2017). 17 La rigidez se caracteriza por la resistencia al estiramiento pasivo constante en ‘tubo de plomo’ que ocurre durante el movimiento pasivo de una articulación (Erro y Stamelou, 2017). Pueden presentarse breves episodios de oposiciónalternados con episodios de relajación (fenómeno de la rueda dentada) (Lees, Hardy y Revesz, 2009). La bradicinesia es la alteración funcional más importante en pacientes con enfermedad de Parkinson, es un tipo de hipocinesia que se manifiesta por la prolongación del tiempo de movimiento y la reducción progresiva de la frecuencia de los movimientos repetitivos (Postuma et al., 2015). La inestabilidad postural es la aparición gradual y tardía de dificultad en el equilibrio, la alteración en la marcha en algunos pacientes consiste en un inicio difícil, lentitud de arrastre de los pies, giro inestable, congelamiento en estadios avanzados y postura en flexión, con mayor riesgo de caídas (Guerrero et al., 2007). Síntomas no motores En los últimos años, el reconocimiento de la presencia de síntomas no motores en la enfermedad de Parkinson ha aumentado considerablemente. En 2009, la evaluación multicéntrica de los síntomas no motores del Parkinson (PRIAMO) encontró que entre los más frecuentes se encuentran la fatiga, alteraciones neuropsiquiátricas como ansiedad, apatía (Barone et al., 2009) y depresión (Fahn, Jankovic y Hallett, 2011). Así mismo se ha observado trastorno del sueño MOR, dolor, problemas de vejiga, trastornos autónomos (Zis et al., 2015) y deterioro cognitivo (Barone et al., 2009; Zis et al., 2015). Los síntomas no motores suelen preceder a los síntomas clásicos asociados a la deficiencia de dopamina (Hawkes, Del Tredici y Braak, 2010; Schapira, Chaudhuri y Jenner, 2017), razón por la cual también se les denomina síntomas premotores (Lang, 2011). Entre los más comunes están los sensoriales y de dolor, afectando alrededor del 30%-40% de los pacientes, los déficits olfatorios, de habla 18 y de lenguaje, que afectan entre el 90% y 96,7% de los pacientes (Fahn, Jankovic y Hallett, 2011; Zis et al., 2015). El inicio de los déficits olfatorios puede presentarse aproximadamente 20 años antes del comienzo de los síntomas motores (Braak, Rüb y Del Tredici, 2006), aunque también pueden observarse en etapas posteriores. El equipo de Bohnen en 2010 sugirió que esto ocurre debido a una alta denervación colinérgica en las áreas cortical y límbica (Bohnen et al., 2010). Al menos 78% de los pacientes padecen déficits oftalmológicos que incluyen dificultad para leer, visión doble, sentimiento de presencia y paso y alucinaciones visuales complejas (Archibald, Clarke, Mosimann y Burn, 2011), causados posiblemente por una disfunción del circuito dopaminérgico intraretinal (Satue et al., 2017). Particularmente las alucinaciones se vinculan a la presencia de CL (Schapira, Chaudhuri y Jenner, 2017). La depresión, se presenta en 35% de los individuos, sin embargo no está claro si es una reacción a la discapacidad asociada a la enfermedad, un fenómeno separado, o una combinación. Con frecuencia viene acompañada de apatía y anhedonia (Reijnders et al., 2008). Con la progresión de la neurodegeneración y el avance de la enfermedad los problemas como el deterioro cognitivo, la disfunción autonómica y los trastornos del sueño, además de ser los principales determinantes de la pérdida de calidad de vida del paciente llegan a dominar el cuadro clínico (Chaudhuri & Schapira, 2006). En el estudio de Maeda y colaboradores encontraron además, que el deterioro cognitivo, es un síntoma prominente con una prevalencia de 19.7% entre los pacientes con Parkinson (Maeda et al., 2017) que se manifiesta regularmente en conjunto con los síntomas anteriores (Barone et al., 2009). En la siguiente sección se abordarán las características y evidencias del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson. 19 Capítulo 2. Deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson La palabra ‘cognición’ se origina del latín cognitio, del griego gnosis. Se refiere al proceso mental por el cual la información se transforma, reduce, elabora, almacena, recupera y utiliza (Neisser, 1967). Involucra también, funciones como percepción, atención, memoria, retención y recuperación, toma de decisiones, razonamiento, resolución de problemas, creación de imágenes, planificación y ejecución de acciones. Es decir, la cognición es la adquisición, organización y el uso del conocimiento a partir del pensamiento, la experiencia y los sentidos (Brandimonte, Bruno y Collina, 2006). Los elementos son dependientes entre sí, por lo que se deteriora alguna de las habilidades mencionadas entonces sufrirán afectación las demás. El deterioro cognitivo es definido como un rendimiento pobre en uno o más dominios cognitivos: función ejecutiva, atención, funcionamiento social, lenguaje, aprendizaje, memoria y habilidades visoespaciales (American Psychiatric Associaton, 2013; Petersen et al., 2014). Generalmente se considera como un componente de la etapa tardía de la enfermedad de Parkinson, o como consecuencia de la senescencia (Kempster et al., 2010). Sin embargo, en etapas tempranas puede presentarse como un síndrome disejecutivo frontal que podría manifestarse como una dificultad para mantener una respuesta adaptativa frente a alternativas competitivas, así como problemas en la memoria de trabajo (Chaudhuri y Schapira, 2009; Chahine et al., 2016). Epidemiología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson Durante las últimas dos décadas se ha incrementado la investigación del deterioro cognitivo y con ello la importancia de la estimación de su epidemiología. En 2017 la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que 50 millones de personas padecen demencia y que cada año se registran cerca de 10 millones de nuevos casos (OMS, 2017). Se sabe por ejemplo, que los pacientes con 20 enfermedad de Parkinson tienden a desarrollar demencia con frecuencia tres a seis veces mayor que las personas sin la enfermedad (Aarsland et al., 2001). Adicionalmente, las mujeres tienen mayor esperanza de vida, por lo que al ser diagnosticadas con dEP, sufren durante más tiempo este padecimiento (Buter et al., 2008). Los datos para el dclEP son menos claros, su valoración epidemiológica es variable, debido a su definición, población de estudio (comunidad o clínico), edad, gravedad de la enfermedad, comorbilidades, herramientas neuropsicológicas utilizadas y la mortalidad de los pacientes (Petersen et al., 2014). La MDS corroboró los datos sobre la epidemiología del dclEP a través de una evaluación de la literatura, en donde presentó estudios transversales como el estudio noruego del parque oeste (ParkWest, por sus siglas en inglés) (Aarsland, Bronnick, et al., 2009) y la Incidencia de Parkinson en Cambridgeshire de médico de cabecera a neurólogo (CamPaIGN por sus siglas en inglés) (Foltynie, Brayne, Robbins y Barker, 2004), determinando una media en la prevalencia de 26.7% (Litvan et al., 2011). Encontraron además, que alrededor del 15 al 20% de los pacientes presentaron dclEP al momento o antes de comenzar tratamiento dopaminérgico (Aarsland, Bronnick, et al., 2009; Aarsland, 2016). La probabilidad de que un paciente con enfermedad de Parkinson desarrolle dclEP o dEP aumenta con la progresión y duración de la enfermedad. En algunos estudios epidemiológicos, la dEP muestra una incidencia acumulada de entre 75%- 90% en pacientes que sobreviven más de 10 años y una prevalencia puntual de aproximadamente de 30% (Buter et al., 2008; Hely et al., 2008; Aarsland y Kurz, 2010). Otros investigadores encontraron que la tasa de dEP aumenta conforme la edad, siendo de 14% en los menores de 65 años, 40% en los mayores de 76 años (Riedel et al., 2013), finalmente alcanzando entre 80%-90% en la población de 90 años (Buter et al., 2008). En México, el grupo de Romo-Gutiérrez realizaron un estudio sobre la contribución genética para el desarrollo de la dEP, encontrando demencia subcortical de forma prominente(Romo-Gutierrez, Yescas, Lopez-Lopez y Boll, 2015). Para más información véase tabla 1. 21 Tabla 1. Estudios de la epidemiología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson Estudio Lugar Tipo de estudio Tipo de muestra P Resultados principales Autores dEP Sydney Australia Longitudinal Incidencia 136 Reporte de 20 años de seguimiento, 75% de los pacientes presentaron dEP antes de la muerte. 30 pacientes sobrevivieron al estudio de los cuales 83% presentaron dEP. Diagnóstico por MMSE, calificación de demencia clínica y la prueba de nombramiento de Boston. (Hely et al., 2008) Noruega Cohorte longitudinal prospectivo Clínica, incidencia 233 12 años de seguimiento, donde 140 pacientes desarrollaron dEP con el criterio diagnóstico DSM-III Puntaje de MMSE >16 completaron una batería neuropsicológica con los dominios función ejecutiva, memoria y visoespacial. (Buter et al., 2008) Revisión sistemática Incidencia, prevalencia Comunidad, clínica 30% de incidencia 75% de prevalencia cumulativa para pacientes que sobreviven más de 10 años. (Aarsland y Kurz, 2010) CamPaIGN Reino Unido Cohorte Incidencia 121 10 años de seguimiento, donde el 46 % de los pacientes desarrollaron dEP con el criterio diagnóstico DSM-IV, el deterioro cognitivo se examinó mediante MMSE >24. (Williams-Gray et al., 2013) GEPAD Alemania Transversal, prevalencia Clínica 866 252 pacientes desarrollaron dEP con el criterio diagnóstico DSM-IV, el deterioro cognitivo se examinó mediante MMSE. (Riedel et al., 2013) 22 México Clínica 193 Dominios función ejecutiva y visoespacial. 39% de los pacientes presentaron dEP (Romo-Gutierrez, Yescas, Lopez- Lopez y Boll , 2015) dclEP CamPaIGN Reino Unido Cohorte Clínica 201 Definición de dclEP de ≥1 SD Dominios incluidos función ejecutiva y memoria. 35.2 % de pacientes clasificados con dclEP, con el subtipo prominente de dominio único. (Foltynie, Brayne, Robbins y Barker, 2004) ParkWest Noruega Cohorte Incidencia 196 Definición de dclEP de ≥1.5 SD. Dominios incluidos atención/ejecutivo, memoria y visoespacial. 18.9% de pacientes fueron clasificados con dclEP. Dos terceras partes de estos con el subtipo no amnésico y una tercera con el amnésico. (Aarsland, Bronnick, et al., 2009) Meta-análisis De novo, incidencia, prevalencia, transversal Comunidad, clínica 1396 Definición de dclEP de ≥1.5 SD. Dominios incluidos atención/ejecutivo, memoria y visoespacial 25.8% de los sujetos fueron clasificados con dclEP. El dclEP no amnésico de dominio único fue el más prominente. (Aarsland et al., 2010) Australia Prevalencia, transversal Clínica 70 Definición de dclEP de ≥1 SD. Dominios incluidos función ejecutiva, atención, memoria, lenguaje y visoespacial. 64.3% de los participantes fueron diagnosticados con dclEP, donde el subtipo prominente fue el amnésico de múltiples dominios. (Lawrence, Gasson y Loftus, 2016) 23 dclEP y dEP CamPaIGN Reino Unido Cohorte Clínica 142 Definición de dclEP de ≥1 SD Dominios incluidos función ejecutiva y memoria. 35.2 % de pacientes clasificados con dclEP, don el subtipo prominente fue el de dominio único. (Foltynie, Brayne, Robbins y Barker, 2004) Cambridge Reino Unido Cohorte longitudinal Incidencia 239 Definición de dclEP de ≥1 SD Dominios incluidos función ejecutiva, memoria y visoespacial. 57.1% de pacientes clasificados con dclEP, donde el subtipo prominente fue el no amnésico. Aproximadamente 10% de la pacientes manifestaron dEP dentro de los 3.5 años desde la diagnosis. (Williams-Gray et al., 2007) ParkWest Noruega Cohorte Clínica, incidencia 182 Definición de dclEP de ≥1.5 SD Dominios incluidos función ejecutiva, atención, memoria y visoespacial. 3 años de seguimiento, donde del total de pacientes 20.3% desarrolló dclEP y 20.5% desarrolló dEP con el criterio diagnóstico la MDS. El deterioro cognitivo se examinó mediante MMSE y pruebas neuropsicológicas puntuales, así como la presencia de síntomas psiquiátricos. Los pacientes que presentaron dclEP progresaron a dEP. (Pedersen, Larsen, Tysnes y Alves, 2013) Abreviaturas: P= Número de pacientes con enfermedad de Parkinson, DSM = Manual de Diagnóstico y Estadística de Desórdenes Mentales, MMSE = Mini examen de estado mental 24 Etiología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson Tanto el dclEP como la dEP correlacionan con el aumento de la edad (Buter et al., 2008), el sexo masculino (Buter et al., 2008; Aarsland et al., 2010), el nivel de educación bajo, así como con el uso de medicamentos contra la ansiedad (Mamikonyan et al., 2009). Otros predictores relevantes para la dEP son la gravedad motora, principalmente el fenotipo no tembloroso (Foltynie, Brayne, Robbins y Barker, 2004; Muslimović, Post, Speelman y Schmand, 2005; Williams-Gray et al., 2007; Aarsland et al., 2010), seguido del trastorno de la marcha e inestabilidad postural y la bradicinesia. En contraste, la rigidez y/o temblor no predisponen a la demencia (Reid et al., 1996; Levy et al., 2002; Williams-Gray et al., 2007). Predisposición genética Se sabe que existen variantes genéticas relacionadas con el rendimiento cognitivo en la enfermedad de Parkinson. Por ejemplo, la mutación G2019s en LRRK2 (Srivatsal et al., 2015) y el polimorfismo COMT V158M están presentes en pacientes que demuestran mejor rendimiento cognitivo, por lo cual la demencia es menos frecuente (Hernandez, Reed y Singleton, 2016; Mata et al., 2017). Sin embargo, la modulación de COMT es dependiente de la medicación dopaminérgica (Nombela et al., 2014), de modo que sus efectos sobre la cognición dependerán del nivel de DA. De igual forma, existen genes involucrados en la predisposición del deterioro cognitivo, como son los genes GBA, BCHE, MAPTH1, APOE4, DIRK1A y SNCA, véase tabla 2. Sin embargo, estudios recientes no encontraron asociaciones a variables cognitivas (establecidas por el Consorcio de Genética Cognitiva en la enfermedad de Parkinson) en los polimorfismos de un solo nucleótido del locus de SNCA, ni en los polimorfismos COMT V158M y MAPT H1 (Hoogland et al., 2010; Nalls et al., 2011; Mata et al., 2017). 25 Tabla 2. Genes implicados en la cognición de la enfermedad de Parkinson Gen Producto Síntoma Información relevante COMT Cathechol-O- methyltransferasa Función ejecutiva y atención Alteración en la regulación de los niveles de dopamina prefrontal. Polimorfismos intervienen en el rendimiento de las pruebas de atención y planeación. Ejemplo, si la actividad V158M es alta, se relaciona con un mejor resultado en la pruebas ejecutivas fronto- estriatales (Foltynie, Goldberg, et al., 2004). LRRK2 Leucine-rich repeat kinase 2 Función ejecutiva Mutación G2019s relacionada con un mejores resultados en las pruebas de memoria de trabajo y en el MMSE (Srivatsal et al., 2015; Mata et al., 2017). MAPT Microtúbulo- asociado a la proteína Tau Deterioro cognitivo global/ Demencia Incrementa la deposición de CL. Polimorfismo H1 con baja puntuación de MMSE (Williams-Gray et al., 2009). APOE4 Apolipoproteína E Demencia Bajo rendimiento en el aprendizaje de listas de palabras y la fluidez verbal semántica (Mata et al., 2017). BCHE Butyryl- cholinesterasa Deterioro cognitivo global/ Demencia Alteración en la regulación de los niveles de ACh. Variantes asociadas con la enfermedad de CL (Mata et al., 2004; Williams-Gray y Barker, 2013). GBA Gluco- cerebrosidasa Deterioro cognitivo global/ Demencia Incremento de agregados de α- sinucleína. La mutación E326K del gen GBA presentan daño en las funciones ejecutiva, visoespacial y de la memoria de trabajo (Mataet al., 2016). SNCA Mutaciones con cambio de sentido del locus de α-syn Demencia/ degeneración de tipo Lewy Multiplicaciones, pero no polimorfismos asociados con la dEP (Nalls et al., 2011). BDNF Factor neurotrófico derivado del cerebro Deterioro cognitivo Actividad neurotrófica, implicado en la supervivencia de las neuronas motoras y del hipocampo. DYRK1A Microtúbulo- asociado a la proteína Tau Deterioro cognitivo Polimorfismos fosforilan a Tau, a α-syn y al precursor de proteína Aβ (Jones, Aarsland, Londos y Ballard, 2012). 26 VPARP Ribosilación de las poli-ADP- ribosil transferasas Deterioro cognitivo Polimorfismos PARP4 de un solo nucléotido ligados con los puntajes de la prueba de aprendizaje verbal, que sugieren un papel en el desempeño de la consolidación de la memoria (De Maio et al., 2013). Fisiopatología La fisiopatología del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson aún no ha sido elucidada, algunos mecanismos probables incluyen a la genética, patología sináptica, cambios de neurotransmisores, inflamación (Aarsland et al., 2017), así como cambios metabólicos tempranos en la corteza de asociación visual y la corteza cingulada posterior (Bohnen et al., 2011). Como ya se mencionó, los CL se originan en el tronco encefálico y se propagan hasta las estructuras límbicas, como se observa en la Figura 1 (Braak et al., 2003). La patología cortical y límbica de los CL parece ser una de las causas principales del deterioro cognitivo, ya que existe evidencia convincente de su asociación con la demencia (Irwin, Lee y Trojanowski, 2013; Weil et al., 2017), por ejemplo un estudio post-mortem confirmó la acumulación de CL en estas áreas en pacientes con dEP (Jellinger, 2017) En la mayoría de los casos, la patología de α-syn parece extenderse desde el tronco encefálico inferior, pero también por el bulbo olfatorio o incluso desde el intestino u otras áreas inervadas por el núcleo del vago (Sauerbier, Jenner, Todorova y Chaudhuri, 2016). Al acumularse la α-syn en las neuronas dopaminérgicas supervivientes, la depleción de dopamina podría afectar al procesamiento cognitivo en los sistemas nigroestriatal y/o mesocorticolímbico, como en la memoria de trabajo y en el aprendizaje asociado a recompensas (Owen et al., 1995; Blesa, Trigo-Damas, Quiroga-Varela y Jackson-Lewis, 2015). Además, otros mecanismos contribuyen a la comprensión del deterioro cognitivo como la deficiencia en la actividad del complejo 1 de la cadena de transporte de electrones. Gatt y colaboradores, utilizaron enfoques moleculares y bioquímicos como la inmunocaptura del complejo 1, seguida de la medición de su actividad enzimática 27 en tejidos de la corteza prefrontal de pacientes post-mortem confirmados patológicamente con enfermedad de Parkinson, con dEP y de controles pareados por edad. El estudio arrojó deficiencia del complejo 1 mitocondrial, así como reducción de ADN mitocondrial en individuos con dEP que en los que no habían presentado deterioro cognitivo (Gatt et al., 2016). Desde otra perspectiva, el grupo de Halliday plantea que la corteza de asociación heteromodal sufre la primera afectación, seguido de la corteza unimodal y las cortezas motoras sensoriales primarias. La corteza heteromodal es relacionada con funciones de lenguaje, atención, procesamiento visoespacial, planificación, ejecución de actos motores voluntarios y la conducta (Halliday, Hely, Reid y Morris, 2008). Por su parte, el equipo de Braak, sugiere que en las etapas 3 y 4, existe afectación en los GB y la destrucción de los núcleos colinérgicos del cerebro anterior basal (Braak et al., 2003). La consecuente pérdida de acetilcolina (ACh) conlleva una baja excitabilidad colinérgica en la corteza cerebral, lo cual correlaciona con el dclEP (Yarnall, Rochester, Baker, et al., 2013). De igual forma los GB desempeñan un papel clave en las funciones cognitivas, por lo tanto, su lesión causa un grave deterioro en funciones como afasia, atención y en funciones ejecutivas. No hay que olvidar que los GB actúan en sinergia con otros núcleos, por ejemplo, las cortezas sensoriomotoras o el cerebelo. Estas evidencias provienen de la experiencia clínica con pacientes con trastornos del movimiento que también muestran síntomas asociados al dominio cognitivo-neuropsicológico (Obeso et al., 2008; Leisman y Melillo, 2013). La alteración fisiológica asociada a los síntomas no motores y a los motores es la pérdida de la neurotransmisión dopaminérgica en el circuito de los GB que están implicados en procesamientos emocionales, cognitivos y motores (Fahn, Jankovic y Hallett, 2011). Al participar en la vía corticoestriatal, recolectan información desde la corteza cerebral y después de un procesamiento local, la reenvían a través del tálamo y la SNpc, por ello, cada circuito parece estar involucrado en el comportamiento (Middleton y Strick, 1994) 28 Las cortezas premotoras, motoras y somatosensoriales en el lóbulo frontal y parietal se proyectan principalmente al putamen. Las áreas de asociación de las cortezas prefrontal, temporal, parietal y cingulada también proyectan al núcleo estriado. Además, las proyecciones aferentes de las áreas corticales límbicas como la amígdala y el hipocampo terminan en la porción ventral del estriado. Por lo tanto, es mayor la probabilidad de que las lesiones discretas en el núcleo caudado induzcan manifestaciones conductuales, emocionales y cognitivas que las correspondientes al putamen que se vinculan con los síntomas motores (Brown et al., 1997; Chaudhuri y Schapira, 2009; Purves y Argüelles, 2015). Neuroquímica La comprensión de las funciones de los neurotransmisores y las consecuencias de sus déficits puede conducir al diseño de tratamientos farmacológicos apropiadas para pacientes con dEP (Archibald y Burn, 2008; Halliday, Leverenz, Schneider y Adler, 2014). Cuando la enfermedad de Parkinson avanza, las concentraciones de dopamina disminuyen progresivamente y en consecuencia se reducen en las áreas mesolímbica y mesocortical asociadas con el funcionamiento cognitivo (Damier, Hirsch, Agid y Graybiel, 1999). Se ha encontrado mediante tomografía computarizada de emisión monofotónica (SPECT, por sus siglas en inglés) que la densidad del DAT en la dEP se reduce en más del 50% comparado con EA, DLB o EP-CN. El desarrollo de la dEP muestra una reducción en los marcadores de dopamina en un grado similar bilateralmente, afectando a las áreas estriatales (tálamo, el núcleo accumbens), a las áreas corticales (O’Brien et al., 2004) y a algunos núcleos no dopaminérgicos como el locus coeruleus y los núcleos del rafe. El locus coeruleus también ha mostrado pérdida neuronal noradrenérgica, en pacientes con dEP, o con enfermedad de Parkinson + depresión, además la degeneración en el núcleo dorsal serotoninérgico puede contribuir con los síntomas afectivos (Hanagasi, Tufekcioglu y Emre, 2017). 29 En general, el sistema colinérgico es afectado de forma temprana en la enfermedad de Parkinson y contribuye a su deterioro cognitivo, especialmente en el dominio visoespacial (Kehagia, Barker y Robbins, 2013). Los déficits colinérgicos han sido más pronunciados en individuos con la dEP de aparición tardía (Shimada et al., 2009). Además, la pérdida de las células colinérgicas en el núcleo basal de Meynert es mayor a la observada en pacientes con EA o DLB (Hanagasi, Tufekcioglu y Emre, 2017). Las alteraciones frontales, pueden explicarse por las disfunciones dopaminérgicas del circuito nigroestriadofrontal, así como los cambios cognitivos de origen cortical pueden deberse a alteraciones colinérgicas (Lippa et al., 2007; Bocanegra, Trujillo y Pineda, 2014). Por otra parte, estudios indican que el aumento de la actividad de los receptores de adenosina A2A se asocia con el deterioro cognitivo.Estos receptores son expresados por las neuronas estriatales GABAérgicas y son utilizadas para el mejoramiento de la función motora, incluso se encuentran en el tálamo y la neocorteza. Se ha detectado que los antagonistas de estos receptores pueden aumentar la actividad dopaminérgica en la corteza prefrontal, lo que sugiere una mejoría en la memoria de trabajo (Emre et al., 2007; Vorovenci y Antonini, 2015). Biomarcadores Diversos biomarcardores, como la degeneración cortical y la diseminación de CL, Aβ y tau se asocian con la neuropatología del deterioro cognitivo de la enfermedad de Parkinson (Irwin, Lee y Trojanowski, 2013). Pues proporcionan evidencia de los mecanismos subyacentes, como la atrofia en las regiones frontales, prefrontales, temporal, hipocampal, amígdala, parietal y occipital, lo cual se aprecia en la Figura 2 (Weintraub et al., 2011). Algunos de los análisis que funcionan para medir estos marcadores incluyen al LCR y a la neuroimagen estructural, funcional y molecular, ya sea imagen por resonancia magnética, tomografía por emisión de positrones (MRI, PET respectivamente, por sus siglas en inglés), o por SPECT. 30 Figura 2. Atrofia del hipocampo, ínsula y putamen en pacientes con deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson, en comparación con pacientes con EP-CN, corte axial (A), coronal (B) y sagital (C). La escala de color representa la cantidad de atrofia en mm3 por mm de tejido, ajustado por el volumen intracraneal. Tomado de (Weintraub et al., 2011). Utilizar un solo biomarcador es insuficiente para obtener un buen panorama de la dEP debido a que algunos patrones de atrofia se pueden confundir con los de la EA. Estos patrones también se relacionan con el rendimiento cognitivo en la enfermedad de Parkinson, ya que se podría predecir el deterioro global prospectivo en pacientes no dementes (Weintraub et al., 2011). Incluso el uso de biomarcadores para dclEP podrían apoyar a la identificación de los subtipos etiológicos (Beyer, Janvin, Larsen y Aarsland, 2006). Los análisis relacionados con el LCR pueden ser muy útiles para la predicción del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson. Lin & Wu identificaron que en 14 de 15 estudios de LCR, se presentó una asociación entre niveles reducidos de Aβ42 y deterioro cognitivo (Lin y Wu, 2015). En contraste, los hallazgos para la proteína α-syn o la tau fueron inconsistentes (Lin y Wu, 2015; Aarsland et al., 2017). Sin embargo, en algunos estudios, los niveles normales o elevados de tau total y fosforilada son relacionados con la enfermedad de Parkinson (Svenningsson, Westman, Ballard y Aarsland, 2012). Por otro lado, el estudio multimodal de diagnóstico de Novo en Parkinson (DeNoPa) no encontró ninguna relación entre la progresión de la enfermedad y los marcadores en LCR (Mollenhauer et al., 2016). Uno de los descubrimientos con la MRI ha demostrado que el deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson está relacionado con el cambio estructural 31 cortical y que algunos déficits cognitivos pueden ser atribuibles a la atrofia de regiones específicas cerebrales (Lin y Wu, 2015). Por ejemplo, en los pacientes con dEP se ha localizado la pérdida del volumen cortical y subcortical, además de reducciones leves, pero generalizadas de la materia gris (Weintraub et al., 2011). Así como lesiones en la materia blanca (Bohnen y Albin, 2011), la corteza entorrinal, el hipotálamo, la corteza prefrontal, el cíngulo posterior y el ensanchamiento ventricular. De acuerdo con las extensas alteraciones estructurales en la dEP, también se documenta la conectividad deteriorada en las redes cerebrales (Apostolova et al., 2010). En las imágenes con tensor de difusión de la MRI de pacientes con enfermedad de Parkinson no diagnosticados con dclEP o dEP, se observa un incremento en la difusión media del hipocampo y en los tractos de la materia blanca frontal y parietal, esto se asocia con el mal rendimiento de la memoria verbal y visoespacial, en la fluidez semántica y en funciones ejecutivas (Aarsland et al., 2017). Además, la atrofia hipocampal es mayor en el trastorno de la memoria en pacientes con EP-CN y con dclEP en comparación con pacientes controles sanos (Beyer, Janvin, Larsen y Aarsland, 2006; Jokinen et al., 2010). Por su parte, la MRI funcional (fMRI, por sus siglas en inglés), una herramienta que mide el contraste dependiente del nivel de oxígeno en la sangre, muestra la pérdida progresiva de la conectividad de múltiples regiones cerebrales que correlacionan con un mal rendimiento cognitivo en pacientes con enfermedad de Parkinson (Olde Dubbelink et al., 2014). En cuanto a los estudios de imagen nuclear que utilizan PET se encuentran los de metabolismo de glucosa, imágenes moleculares colinérgicas y los asociados con las proteínas Aβ y tau. Diagnósticos por PET con F-fluorodeoxyglucosa (F-FDG) han revelado una hipoactivación en el metabolismo de glucosa en el cerebelo de pacientes con dclEP de dominio múltiple, así como una hiperactivación en las cortezas frontal, parietal y en área subcortical (Huang et al., 2008). Cuando hay mucho consumo en una región entonces hay poca glucosa pero se le dice hiperactivación. 32 Otra prueba de la imagen molecular PET es sobre la actividad de la acetilcolinesterasa, la cual ha indicado que la denervación colinérgica es un fenómeno temprano en la enfermedad de Parkinson, por lo tanto, es más extensa y profunda para la dEP. El uso del PET también ha mostrado una reducción en los receptores nicotínicos de ACh en el cerebro medio, protuberancia y cerebelo en pacientes con dclEP. Lo que denota la pérdida de la función colinérgica en el tálamo y en las cortezas temporal, frontal y occipital medial (Tiraboschi et al., 2000; Meyer et al., 2009). Por otro lado, en pacientes con EP-CN la baja actividad cortical de la acetilcolinesterasa se asocia con un rendimiento reducido para la atención, la memoria y las funciones ejecutivas (Aarsland et al., 2017). El grupo de trabajo de Jokinen, comprobó mediante PET que el daño de la actividad colinérgica en la dEP es mayor que en la EA (Jokinen et al., 2010). En el caso de las imágenes PET de la proteína Aβ han probado que la combinación de las placas estriatales y corticales se relacionan con un grave deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson (Aarsland et al., 2017). Debido a que en pacientes con enfermedad de Parkinson el radioligando específico para la deposición de Aβ cerebral o compuesto B de Pittsburgh posee una mayor carga de placas Aβ corticales, que corresponden a una mayor probabilidad de que los pacientes con dclEP desarrollen demencia (Lin y Wu, 2015). Acerca de la SPECT se ha localizado hipoperfusión en el lóbulo parietal posterior bilateral y en el lóbulo occipital derecho, que resulta en dclEP (Nobili et al., 2009). Además la evaluación de la densidad del DAT en el núcleo caudado y putamen ha mostrado una posible asociación con el deterioro cognitivo prefrontal en pacientes con enfermedad de Parkinson (Lin y Wu, 2015). Perfil del deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson Desde la década de los 90’s se han diseñado investigaciones para poder identificar el perfil neuropsicológico más cercano a los síntomas de los pacientes con deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson (Svenningsson, Westman, Ballard y Aarsland, 2012). En las primeras aproximaciones se denominó bradifrenia 33 al enlentecimiento del pensamiento reportado por pacientes, sin embargo este término y el de ‘cognición lenta’, han caído en desuso para dar paso a términos más apropiados como son dclEP y dEP. En las siguientes secciones se describirán los dominios cognitivos que suelen verse afectados (Goldman et al., 2015). Tipos de deterioro cognitivo Deterioro cognitivo leve El término de deterioro cognitivo leve fueintroducido como entidad clínica a finales de la década de los 80’s, basado en el estadio tres de la magnitud cognitiva de la escala de deterioro global (GDS) que dice que el deterioro cognitivo leve-leve es el déficit confusional temprano con deterioro funcional mínimo (Reisberg et al., 1988). En 1992 la décima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) sugirió que el deterioro cognitivo leve es aplicable a todas la edades y se caracteriza por daño a la memoria, poca concentración en tareas por períodos breves, fatiga para realizar tareas mentales y dificultad de aprendizaje (OMS, 1992). Años más tarde la clínica Mayo desarrolló el primer criterio para describir al deterioro cognitivo leve como la fase en el continuum de la normalidad a la demencia, que se relaciona con la edad y con la preservación de la independencia en las habilidades funcionales (Petersen et al., 1999). Al principio, el deterioro cognitivo leve fue planteado para referirse a problemas con la memoria, siendo considerado como un signo prodrómico de la EA (Petersen et al., 1997; Petersen et al., 1999). Sin embargo en 2003 se sostuvo un consenso internacional para la ampliación del criterio de la clínica Mayo, en el cual se aclaró que intervenían otras áreas de la función cognitiva y que no necesariamente se desarrollaba EA (Winblad et al., 2004; Petersen y Morris, 2005). Con lo anterior, el término de deterioro cognitivo leve cambiaría a ‘una disminución en la capacidad de aprender nueva información o recordar información almacenada’ (Petersen y Morris, 2005). 34 Posteriormente la clínica Mayo, respaldada por el DSM-V, clasificó mediante pruebas neuropsicológicas al deterioro cognitivo leve en amnésico si la memoria episódica es pobre en el rendimiento y no amnésico si otro dominio cognitivo resultaba bajo. A esta clasificación se le pueden sumar los términos para la afectación de dominios: aislado o de dominio único, o de dominio múltiple (Petersen y Morris, 2005; American Psychiatric Associaton, 2013). Es por ello que el dclEP se ha descrito como la etapa más temprana de deterioro cognitivo en la enfermedad de Parkinson (Emre et al., 2004). Es posible que la probabilidad de adquirirla aumente con la edad y la duración de la enfermedad (Litvan et al., 2011). El grupo de Aarsland menciona al subtipo no amnésico de dominio único es el más común entre los pacientes (Aarsland et al., 2010). Sin embargo, algunos estudios informaron que el dclEP de dominio múltiple es el predominante (Broeders et al., 2013; Lawrence, Gasson y Loftus, 2016), probablemente debido a la heterogeneidad que presenta (Goldman et al., 2013). La MDS en 2012 propuso el criterio diagnóstico para el dclEP (el cual se desarrollará más adelante) (Litvan et al., 2012). Los estudios que han utilizado este criterio reportan de la misma manera resultados variables, debido a los diferentes puntajes de corte de diagnóstico y de valor para cada dominio cognitivo (Marras et al., 2013; Cholerton et al., 2014). Pese a ello, este criterio diagnóstico se utilizó satisfactoriamente en los estudios transversales CamPaIGN y ParkWest (tabla 1), pues la mayoría de los pacientes diagnosticados desarrollaron demencia (Williams- Gray et al., 2007; Aarsland, Bronnick, et al., 2009). Cabe mencionar que no todos los casos de dclEP son precursores de demencia, ni todos son progresivos, existen además casos donde las capacidades vuelven al rango de EP-CN. El dclEP normalmente se determina después de que la enfermedad de Parkinson ya se ha diagnosticado (Broeders et al., 2013). No obstante, en un estudio más del 20% de los pacientes con dclEP presentaron reversión a la cognición normal después de 1 año del diagnóstico (Pedersen, Larsen, Tysnes y Alves, 2013). Por ello, en las pruebas neuropsicológicas se 35 requieren puntajes inferiores a 1.5 desviaciones estándar (SD) con respecto a la media para su posterior diagnóstico (Emre et al., 2007). Demencia Según la OMS, la demencia es un síndrome que implica el deterioro de la memoria, el intelecto, el comportamiento y la capacidad para realizar actividades diarias (OMS, 2017). En general, la demencia es cualquier trastorno que presenta una disminución significativa del nivel previo de cognición (Gale, Acard y Daffner, 2018). La demencia comprende dos amplias categorías de enfermedades, las neurodegenerativas o ‘irreversibles’ y las no neurodegenerativas o potencialmente ‘reversibles’. Sin embargo, esta clasificación es limitada por su simplicidad, ya que en algunas situaciones la demencia puede coexistir con ambas categorías (Gale, Acard y Daffner., 2018). La demencia neurodegenerativa se divide en cortical y subcortical, o la combinación de ambas (Whitehouse, 1986). La demencia cortical abarca a las cortezas de asociación y a las estructuras del sistema límbico. Se caracteriza por la afectación del lenguaje, la memoria y el razonamiento abstracto. Por su parte, la demencia subcortical involucra el daño a los GB, tronco cerebral y a ciertos núcleos talámicos (Tolosa y Alvarez, 1992), los cuales están enlazados con las regiones de la corteza frontal (Cummings, 1993). Se distingue por una afectación progresiva de las funciones visuales provocando agnosia o alteraciones visoespaciales (Alberca, 2001). Por ejemplo, el estudio de prevalencia sobre dEP realizado en México describió una demencia de tipo subcortical con predominio de apatía y fallas en las funciones ejecutivas y visoespaciales (Romo-Gutierrez, Yescas, Lopez-Lopez y Boll, 2015). Algunas demencias neurodegenerativas comunes son la EA, DLB y la dEP (Gale, Acard y Daffner, 2018). Debido a que algunos de los cambios clínicos como los patológicos pueden superponerse, por ejemplo, déficits de lenguaje, apraxia y falta de memoria (Emre et al., 2007) y la acumulación de tau-positivas, Aβ positivas 36 y α-syn están presentes en las tres condiciones, es complicado distinguir a los pacientes con dEP de individuos que presentan DLB o EA (Metzler-Baddeley, 2007). Por otro lado, la patología característica de la enfermedad de Alzheimer (EA) que incluye a las placas Aβ y los ovillos neurofibrilares tau, contribuye en menor grado a la dEP (Compta et al., 2011; Irwin et al., 2012; Kalia y Lang, 2015), por lo que su detección por medio del análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR) puede favorecer su predicción (Emre, 2015). Posteriormente se averiguó que los niveles altos de placas Aβ, ovillos neurofibrilares tau, α-syn cortical y límbica en la dEP corresponde a su comorbilidad con la EA (Irwin, Lee y Trojanowski, 2013). La dEP es de inicio insidioso, puede describirse como un síndrome disejecutivo, asociado al trastorno de la marcha e inestabilidad postural, de cognición fluctuante con variaciones pronunciadas en la atención y en estado de alerta. Además, presenta conductas de representación de sueño durante la fase MOR (como bradicinesia, temblor en reposo o rigidez), somnolencia diurna, disfunción autonómica (Metzler-Baddeley, 2007), síntomas neuropsiquiátricos (Emre et al., 2007; Aarsland, Marsh y Schrag, 2009; Gale, Acard y Daffner, 2018) como ansiedad, apatía, alucinaciones visuales, psicosis (Aarsland, Marsh y Schrag, 2009; Hanagasi, Tufekcioglu y Emre, 2017) y depresión (Muslimović, Post, Speelman y Schmand, 2005; Aarsland y Kurz, 2010; Gallagher, Fischer y Laboni , 2017). Asimismo, la dEP se caracteriza por deficiencias de lenguaje, apraxia, afectación visoespacial de construcción y de reconocimiento, pérdida de memoria semántica y episódica (Emre et al., 2007; Schapira, Chaudhuri y Jenner, 2017). Además los déficits de memoria visoespacial y verbal son de rápida progresión en estos pacientes comparado con los que presenta EA (Johnson y Galvin, 2011). Afecta también el cuidado social, ocupacional y personal de la vida diaria (independientemente
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