Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Salvador Rus Rufino La razón contra la fuerza Las directrices del pensamiento político de Aristóteles En esta obra se trata de mostrar cómo la filosofía política de Aristóteles fue una auténtica solución a los problemas políticos teóricos —y en parte prácticos— de la Grecia de veinticuatro siglos atrás, abo cada al imperialismo macedónico, que supu so una transformación radical del horizonte político y vital griego. Es la época en que la política había perdido su razón de ser, cuan do ésta dejaba paso a la cruda práxis, una acción política que buscaba sólo resultados inmediatos, sin considerar que el futuro hay que articularlo mediante una reflexión pro funda de los problemas que afectan a la con vivencia humana en sociedad. Una realidad innegable al modo de ser del hombre que hay que vertebrar, ordenar y garantizar, que reclama una reposición y revisión de los prin cipios que Aristóteles se propuso realizar en la Política. ISBN 84-309-4218-1 7 8 8 4 3 0 9 4 2 1 8 3 1252005 www.tecnos.es http://www.tecnos.es SALVADOR RUS RUFIN O La razón contra la fuerza Las directrices del pensamiento político de Aristóteles temos Cubierta de JV Diseño gráfico, S. L. Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemni zaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o cientí fica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización. © Salvador Rus Rufino, 2005 © EDITORIAL TECNOS (GRUPO ANAYA, S .A .), 2005 Juan Ignacio Lúea de Tena, 15 - 28027 Madrid ISBN : 84-309-4218-1 Depósito Legal: M. 33.143-2005 Printed ¡n Spain. Impreso en España por Fernández Ciudad, S. L. ÍOOOOOOOOOOOOOCXXXXXXXXXXXXXXX índice PRÓ LO GO ........................................................................................................... Pág. 11 SINOPSIS BIOGRÁFICA........................................................................................... 21 Capítulo I: LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA................................................................................................. 27 1. El sentido de la Política .......................................................................... 27 2. La superación de la última etapa de la sofística griega clasica: el uso de la razón ...................................................................................... 31 3. La propuesta de la ciencia de la felicidad ..................................... 38 4. La ciencia política como epitécnica ................................................ 41 5. La división de la política ........................................................................ 45 6. La política es natural................................................................................. 50 Capitulo II: EL IDEAL DE LA VIDA BUENA O VIVIR EN SOCIEDAD .. 65 1. La vida virtuosa y la vida contemplativa ................................ 65 2. El modelo aristotélico .............................................................................. 68 3. La restauración del lenguaje de la razón práctica ..................... 71 4. La distinción entre lo despótico y lo político ............................. 80 5. La corrección de la razón práctica ................................................... 83 6. Origen y fin de la p ó lis ........................................................................... 85 7. ¿El buen ciudadano es el hombre bueno? ..................................... 90 8. La casa y la crematística ........................................................................ 96 Capítulo III: EL IMPERIO DE LA JUSTICIA Y DEL DERECHO ............. 105 1. Las aporías de la sofística ...................................................................... 108 2. La unidad y pluralidad del nómos: su función práctica.......... 113 3. La justicia y la ley ...................................................................................... 121 4. La función educadora del nómos ..................................................... 127 5. La función del legislador........................................................................ 133 Capítulo IV: EL GOBIERNO DE LOS OCIOSOS ........................................ 143 1. El principio de la jerarquía ................................................................... 143 2. Las virtudes del gobernante................................................................... 147 3. El ocio y el trabajo ................................................................................... 153 4. Las dicotomías políticas de Aristóteles .......................................... 161 Capítulo V: EL MEJOR RÉGIMEN DE VIDA POLÍTICA .......................... 169 1. El arquetipo de constitución política ............................................... 169 10 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA 2. ¿Qué es y quién es ciudadano?........................................................... 180 3. Formas políticas rectas y desviadas...................................... *.......... 184 4. Los regímenes simples ........................................................................... 188 A) Las constituciones políticas unipersonales .......................... 188 B) La aristocracia y la oligarquía .................................................. 200 C) El sistema político de participación ciudadana: la demo cracia ...................................................................................................... 209 D) El régimen mixto: la politeía o mesopoUteía ..................... 218 5. El cambio constitucional y la búsqueda de la estabilidad, o por qué degeneran los sistemas políticos ..................................... 234 Capítulo VI: LA COSMOPÓLIS O SU UNIDAD ARMÓNICA Y JUSTA... 245 PÁGINAS WEB CON INFORMACIÓN SOBRE ARISTÓTELES ............. 257 BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................ 259 ÍNDICE ONOMÁSTICO ......................................................................................... 283 KXXX>(XX>0 !(XXX><X>CKX><X>0000<XXXX>< Prólogo No es fácil comenzar a escribir cuando se trata de Aristóteles.Es sabido que sus obras han sido leídas a lo largo de la histo ria por pensadores importantes, que sobre él se ha dicho todo o casi todo. Las lecturas de Aristóteles han sido múltiples', quizá sea ésta la única forma de conseguir la comprensión de un pensador genial que intentó reflexionar sobre problemas humanos. Y es precisamente éste su gran valor: el haber estudiado y pensado con profundidad, rigor y coherencia las constantes que afectan al modo de ser hombre, para llegar a darle una solución, o al menos intentar comprenderlas mejor. Aristóteles como filósofo se encon traba ante una situación acuciante: ¿se puede restaurar el pensar teórico sobre los problemas humanos de una forma integral? Esta pregunta era urgente porque, a pesar de los grandes esfuerzos de Platón, la filosofía no gozaba de buena salud, porque se había ais lado al prescindir de no pocos ámbitos del conocimiento de la ' Durante generaciones los europeos comentaron la Política de Aristóteles desde su primera traducción latina; véase mi trabajo «Significado e importancia de la Política de Aristóteles en la Europa medieval y moder na», Circunstancias (Revista de Ciencias Sociales) [revista electrónica de la Fundación Ortega y Gasset], 4, mayo de 2004. También, desde principios del siglo xx se han publicado comentarios, entre los que podemos destacar: D. Keyt, Aristotle Politics Books V and VI, Clarendon Press, Oxford, 1999; R. Kraut, Aristotle Politics Books Vil and VIII, Clarendon Press, Oxford,1997; W. L. Newman, The Politics o f Aristotle, 4 vols., Clarendon Press, Oxford, 1887-1902; E. Schütrumpf, Aristóteles. Politik, libros l-VI, Wissens. Buchges., Darmstadt, 1991-1996 [edición incompleta]; R. Robinson, Aristotle Politics Books III and IV, Clarendon Press, Oxford, 1995; T. ]. Saunders, Aristotle Politics Books I and II, Clarendon Press, Oxford, 1995; P. L. P. Simpson, A Philosophical Commentary on the Politics o f Aristotle, University of North Caroline Press, Chapel Hill/London, 1998; W. van Swinderen, Aristotelis Politicorum libris, I. Oomkens, Groningae, 1824; J. B. Morrall, «Aristotle», en Politlcal Thinkers from Aristotle to Marx, Routledge, London, 2004. 12 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA realidad. En este hecho es donde radican los problemas más importantes. Curiosamente, toda situación crítica humana se defi ne como un aumento de retórica y un aminoramiento de la filo sofía, esto es, una desconexión entre el lenguaje y la realidad. La sofística dejó este problema sin resolver, o no quiso resolverlo, o no pudo. Platón lo intentó, pero tampoco tuvo fortuna, y Aristóteles acertó a solucionarlo mediante una reposición de un pensamiento auténticamente filosófico. Éste es el hilo de Ariadna del libro: mostrar cómo la filosofía política de Aristóteles fue una auténtica solución a los problemas políticos teóricos —y en parte prácticos— de la Grecia del siglo iv, que se veía abocada al imperialismo macedónico, que supuso una transformación radi cal del horizonte político y vital griego. Es la época en la que la política había perdido su razón de ser, cuando ésta dejaba paso a la cruda praxis, una acción política que buscaba sólo resultados inmediatos, sin considerar que el futuro hay que articularlo mediante una reflexión profunda de los problemas que afectan a la convivencia humana en sociedad, que es una realidad innega ble al modo de ser del hombre que hay que vertebrar, ordenar y garantizar, y que reclama una reposición y revisión de los princi pios que Aristóteles se propuso realizar en la Política. * * * El presente trabajo se propone exponer de modo muy sintético los nudos principales de la doctrina de Aristóteles sobre la política. Por tanto, se utiliza como texto básico la Política, pero hace tam bién referencia a otras obras del mismo autor, en especial la Ética a Nicómaco. En él se han incluido ideas expuestas en trabajos anteriores, si bien no estaban totalmente desarrolladas en aquéllos. El método seguido ha sido el siguiente: presentar de un modo sin tético el complejo contenido de la doctrina de un gran autor, arti culado según un esquema séxtuplo. Así se ha buscado que el lec tor comprenda lo que Aristóteles quiso decir y los principios desde los que habla. Para ello se atiende más a presentar un esquema glo bal comprensible, que ofrecer un resumen completo de los con ceptos aristotélicos y de sus múltiples usos y sentidos, extraordina PRÓLOGO 13 riamente ágiles y variados, aunque la crítica, como es lógico, suele atender más a este segundo aspecto. Al mismo tiempo, se ofrecen algunas claves de reflexión, siempre muy breves e intencionada mente poco desarrolladas para que preparen el camino del traba jo posterior. Los seis puntos sobre los que se articula el texto que dan lugar a otros tantos capítulos son los siguientes : — La kyriopolítica o ciencia de la felicidad. — La arístobía o ideal de buena vida o bien vivir. — La nomocracia o imperio de la ley o del derecho. — La escolarquía o gobierno de los ociosos, de los que tie nen tiempo. — La arístopoliteía o mejor régimen de vida política. — La cosmópoUs o la unidad armónica y justa de la ciudad. Este método de trabajo obliga a dejar de lado el aparato crí tico-textual, ya que no se trata de un estudio crítico, lo cual no tiene que llevar a pensar que no se puedan fundamentar críti camente las afirmaciones que se hacen; sencillamente se omi ten en aras de la brevedad y para descargar al lector no espe cializado de una tarea penosa e inacabable. Por el mismo moti vo se prescinde también de la discusión rigurosa de las opinio nes de los autores que principalmente se citan, que bien hubie ran merecido ser recogidas más extensamente. Por tanto, no se pretende hacer una exposición que resuma todos los contenidos de esta obra fundamental, ni tampoco un comentario a alguno de ellos en especial. Más bien se intenta señalar esquemáticamente sus problemas teóricos más impor tantes, a partir de los cuales se puede ordenar el resto de la doc trina de esta obra de Aristóteles, y remitir de modo propedéuti- co a una reflexión posterior sobre ellos, aplicada a nuestra sociedad, a nuestro tiempo, a nuestro mundo. Como se trata de un esquema, tampoco se pretende desarrollar los «nudos» con ceptuales en toda su complejidad, sino sólo señalar cuáles son y cómo se plantean: para ello principalmente se citan los textos donde Aristóteles los muestra con toda claridad. 14 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA Para conseguir este efecto indicativo, se ha adoptado el esque ma de los seis principios que pretenden ser como la fuente de donde mana la mayor parte de la doctrina aristotélica de esta obra. Este esquema séxtuplo es, por supuesto, también indicativo. Para designar los seis principios se han acuñado seis palabras griegas transí iteradas al castellano, que no fueron explícitamente acuña das ni usadas por Aristóteles, pero que recogen el contenido de esos principios. Se trata, pues, de una licencia lingüística, también empleada en otras nociones que no llegan al rango de estos pri meros principios políticos. Esta licencia se basa en las virtualida des plásticas y expresivas de la lengua griega. El esquema aquí presentado podría, sin duda, desarrollarse y transformarse en un comentario a la Política, de los que existe una gran variedad en todos los tiempos —desde el siglo xm hasta nues tros días—, y del cual se fueran deduciendo las cuestiones que actualmente debería plantearse una filosofía política que, teniendo inspiración aristotélica, pretendiese ser una filosofía política actual, pero éstas serán tareas de publicaciones posteriores. Ese comenta rio sería la formulación de una Teoría General de la Ciudad que no se realiza en este trabajo, pero será la línea directriz para articular un estudio sobre el aristotelismo político desde el siglo xm al xix1 2 * * * &. 1 La influencia de Aristóteles en la historia de la humanidad es innegable; a modo de ejemplo, se pueden consultar los siguientes trabajos: C. B. Harris (ed.), Aristotle: Histórica! OverView and Bibliography, Nova Science Publishers, New York, 2002; V. L. Dowdell, Aristotle and Anglican Religious Thought, Cornell University Press, Ithaca (N Y), 1942; H. Kassim, Aristotle and Aristotelianism in Medieval Muslim, Jewish, and Christian philosophy, Austin & Winfield, San Francisco, 1998; H. Kurfess e I. Düring, Aristotle and his Influence: Two Studies, Garland, New York, 1987; A. Tessitore (ed.), Aristotle and Módem Politics: The Persistence o f Political Philosophy, University of Notre Dame Press, Notre Dame, 2002; F. E. Peters, Aristotle and the Arabs: The Aristotelian Tradition in Islam, New York University Press, New York, 1968; Ch. B. ScHMirr, Aristotle and the Renaissance, published for Oberlin College by Harvard University Press, Cambridge, 1983; F. H. Sandsach, Aristotle and the Stoics, Cambridge, Cambridge Philological Society, 1985; L. P. Schrenk (ed.), Aristotle in Late Antiquity, Catholic University of America Press, Washington, 1994; F. van Steenberghen, Aristotle in the West: The Origins o f Latín Aristotelianism, 2nd ed., Nauwelaerts, Louvain, 1970. PRÓLOGO 15 Si se tienen en cuenta el propósito de este trabajo, que expli ca su método, y las restantes precisiones hechas en este prólo go, la Política de Aristóteles tiene un rendimiento mayor del esperado para nuestra teoría política contemporánea, aunque a primera vista su contexto histórico sea muylejano a nosotros. Un buen conocedor de la filosofía aristotélica, R. G . Mulgan, lo afirmaba con rotundidad: «sus argumentos tienen implicaciones importantes para la teoría social y política. En especial, señalan algunos puntos acertados no sólo contra sus oponentes conven cional istas, que argumentaban también dentro del contexto de la pó/is, sino contra todos aquellos cuyas teorías de la morali dad y del estado dependen de una visión de los humanos como seres individualistas, atomizados e interesados en sí mismos»1. * * * La lectura de la Política exige tener en cuenta algunas obser vaciones generales sobre Aristóteles. En primer lugar, se ha dicho que existe una cantidad enorme de bibliografía secunda ria y de comentarios sobre esta obra y el conjunto del Corpus Arístotelicum impresionante4. Y es tanta que constituye un pro- * 4 1 R. G. Mulgan, Aristotle's Política! Theory, Oxford University Press, Oxford, 1977, p. 27. 4 Véanse los trabajos de Ch. Lohr, que ha publicado artículos y mono grafías sobre los comentaristas de Aristóteles que se citan a continuación: Aristotle Commentaries II. Renaissance Authors, Leo S. Olschki Editore, Firenze, 1988, que tiene su origen en los artículos publicados en la revista Studies in The Renaissance entre los años 1974 y 1981; Aristotélica Helvética, Universitatsverlag Freiburg, Freiburg, 1994; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors A-F», Traditio, XXIII (1967), pp. 313-418; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors G-l», Traditio, XXIV (1968), pp. 149-245; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors jacobus- Johannes Juff», Traditio, XXVI (1970), pp. 135-216; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors Johannes de Kantlei-Myngodus», Traditio, XXVI (1971), pp. 251-351; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors Narcissus-Richardus», Traditio, XXVIII (1972), pp. 279-396; «Medieval Latín Aristotle Commentaries. Authors Robertus-Wilgelmus», Traditio, XXIX (1973), pp. 93-197. 16 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA blema de primer orden saber qué hacer con ella y cómo utili zar de un modo inteligente y ordenado sus aportaciones, pues, cuando se lee a Aristóteles, la selección de los críticos siempre es un problema d ifícil de resolver, y además se impone una selección y una clasificación si se quiere progresar en el pro pósito que se tiene. El esquema séxtuplo que se presenta ha sido, a pesar de todo, cotejado con la crítica de modo sufi ciente, aunque se requeriría una labor de equipo para comple tar esta afirmación. En segundo lugar, es difícil armonizar todas las dimensiones de la doctrina política, y en general, de cualquier doctrina aris totélica, sin perder algún aspecto de su complejidad ricamente matizada. En efecto el estilo del pensamiento de este autor mues tra una gran riqueza de relaciones entre los diversos conceptos y una multiplicidad de sentidos y de usos en éstos. Con frecuencia los críticos se precipitan calificándolo de incoherente5, y de obte ner conclusiones que no tienen en cuenta distinciones aristotéli cas que aclaran los equívocos que ellos creen advertir6. Tales acusaciones de incongruencia son frecuentes cuando se toman pasajes aislados. Éste es el límite del enfoque analítico de Aristóteles. Es notoria la insuficiencia de un método que al estu diar una cuestión excluye textos que son pertinentes para ella. Aristóteles tiene un pensamiento tan rico que nunca expone de una sola vez lo que contiene cada noción: hay que reunir y coor dinar los textos, y hacer una inducción de todos ellos para captar esta conjunción de sentidos. Parece insuficiente que algunos auto res quieran captar en un solo texto y de una vez lo que Aristóteles quiso decir sobre esta o aquella cosa, y olviden que casi siempre hay otro texto que matiza lo afirmado en éste o aquél. Al leer a Aristóteles es preciso, principalmente, no olvidar que su mirada lo recoge todo, es discernidora, distinguidora. La suya es una filosofía no excluyente, por eso mismo admite con- * * s Véase R. G . Mulcan, Aristotle's Political Theory, cit., p. 26. * Véase M. P. Nichols, Citizens and Statesmen. A Study o f Aristotle's Politics, Rowman & Littlefield, Savage, 1992. PRÓLOGO 17 tinuación. Su canon es la misma realidad antropológica, suma mente compleja y variada, pero sistémica y unida. Aristóteles no es nunca un filósofo apresurado, no niega nada que sea per tinente y se dé en la realidad: siempre resuelve mediante dis tinciones, sin respuestas categóricas y omniabarcantes. El sí y el no se desdoblan y distinguen según los casos. No es el sistema aristotélico un sistema cerrado, sino libre y, por tanto, abierto7. No siempre resulta fácil, en tercer lugar, remitir las nociones uti lizadas en la Política a sus fundamentos metafísicos, antropológi cos y éticos, pero la unidad del pensamiento de este autor es evi dente y no se puede entender una de sus obras si se la aísla de las demás8. Es más, la consistencia de su pensamiento político no tiene otra raíz que esta unidad sólidamente arraigada en unas nociones metafísicas bien asentadas metódica y temáticamente. El propósito de este trabajo necesita ser respaldado de la misma manera si quiere alcanzar buenos resultados: si le falta se una propuesta congruente y rigurosa acerca del hombre, carecería de fuerza especulativa y de capacidad de conexión con otras disciplinas filosóficas. Si la originalidad de este libro se reduce a una simple averiguación política, no pasará de ser un debate más sobre la igualdad y el individualismo ético. En tal caso podría no haberse publicado nunca por trivial. Para superar ese problema se necesita un apoyo sim ilar al de * 7 W. Jaeger, Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectu al, FCE, México, 1984, p. 426: «El alma del pensamiento de Aristóteles no es el juntar, sino el dividir, y esto no como principio de construcción, sino como instrumento de investigación viva. Por eso su sistema resulta provi sional y abierto en toda dirección.» * Un ejemplo es la dificultad de M. P. Nichols, Citizens and Statesmen, cit., p. 134, donde no llega a entender, por ejemplo, la distinción entre las diversas clases de autarquía por no relacionarlas con el concepto metafísico de enérgeia, que es el que en el parágrafo 1325b 14-23 establece las distin ciones precisas. El estudio de la misma autora (pp. 118 ss., 143-146 y 207- 217) es en su conjunto un intento de mostrar la unidad del pensamiento de Aristóteles en una de sus nociones fundamentales: el acto. Esta unidad ha sido negada por bastantes críticos del método genético y del método analíti co, pero es una negación infundada e incongruente en su formulación. 18 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA Aristóteles: una antropología anclada en unas nociones filosó ficas, usables en cualquier reflexión teórica, independiente mente del tema, y un método propio de pensarlas. En cuarto lugar, hay que poner de relieve que la lengua grie ga tiene una peculiaridad que afecta decisivamente al pensa miento de Aristóteles: funciona como grupos de palabras cuyo significado está íntimamente relacionado. Estos grupos de pala bras carecen de vinculación mutua en las lenguas modernas, perdiéndose de este modo importantes relaciones lingüísticas. Así lo vio M. Heidegger en el curso que impartió en 1923 sobre Aristóteles, y en general toda la reflexión de este autor tiene muy en cuenta esta peculiaridad de la lengua griega, e intenta encon trar el verdadero significado de los términos en su etimología, lo cual tiene el peligro de modificar el sentido que el autor griego estudiado puso en esas palabras, queriendo ver en él más de lo que había originalmente. Pero tal vez esto sucede siempre que se quiere volver a pensar a un filósofo. Al menos Heidegger modi ficó sustancialmente este sentido añadiendo otro inédito. Éste es el «embrujo» lingüístico de ese autor, al que es tan difícil esca par. La dificultad se extiende a tres términos muyimportantes: — Polis, cuya traducción más extendida es ciudad, de la cual derivan tres palabras: politiké, un adjetivo que significa política como ciencia, condición política de la justicia, de la acción; politeía, que al menos, como dice M. García Valdés9, tiene cuatro acepciones: régimen político, cuerpo cívico , ciu dadanía y constitución moderada o república, aunque esta últi ma acepción, «república», no suele ser aceptada por muchos críticos y no sin motivo; polítes, ciudadano. — Arché, principio, que, aplicado a la pólis, quiere decir mando, y de la cual derivan: árchai, magistraturas, autoridades o incluso gobiernos; árchóntes, gobernantes; árchómenoi, gobernados, y árchéó, gobernar o mandar. ’ Véase M. García Valdés, Aristóteles. Política, Credos, Madrid, 1988, p. 88. PRÓLOGO 19 — Areté, virtud, relacionado con áristos, el mejor, el virtuoso, el superior, y áristokratía, dominio de los superiores o mejores (en la virtud), y no de los nobles, como se suele entender. Esta peculiaridad lingüística griega se extiende a otros muchos términos muy importantes en la filosofía de Aristóteles: philía (amistad), chrémata (cosas materiales), noús (mente, razón), kra- teín (dominar), techné (técnica, arte), kyríos (señor, principal), páthos (pasión, sentimiento), praxis (acción, praxis), érgon (obra, acción, proyecto, función), etc. No se puede entender adecua damente a Aristóteles si no se relacionan entre sí las palabras que traducen estos términos y los términos originarios de ellas. Se puede afirmar que el pensamiento griego es sintético, y no analítico, aunque estos términos quizá no son los pertinentes. Lo que se quiere decir es que la filosofía griega halla pero no explíci ta, toca en el fondo pero no despliega la multiplicidad de dimen siones que más tarde se elaboran en la tradición occidental. Tiene la virtud de lo genuino, auténtico y primerizo, de lo que brota del fondo ignoto manifestándose, pero confunde o simplifica en exce so por su misma antigüedad. Esta tesis se refiere a la lengua griega como tal, y no sólo a Aristóteles. Se podrían multiplicar los ejem plos: el ser de Parménides, muchas nociones de Platón, etc. La mirada griega es genealógica, se remonta a los orígenes de los que manan las cosas — por ejemplo, pháinesthai signifi ca el brotar que se manifiesta: aléthéia pháinesthai, la verdad se manifiesta— , pero el lenguaje del que se sirven tiene aún pocas palabras para expresar muchas realidades: aún no ha discernido. Por eso la labor de Aristóteles es desplegar la mani festación y acuñar términos nuevos que distinguen aspectos unificados que han de ser distinguidos. Por tanto, la mirada de Aristóteles es juzgadora, discernidora del fenómeno, o de un ju icio , o de lo que se manifiesta. Este trabajo quedaría más completo si hubiera dedicado un espacio a explicar o interpretar la Política usando como guía tanto la Metafísica como el Sobre el alma. Esta conjunción hubiera dado a la teoría política de Aristóteles un rendimiento que hasta ahora no se ha conseguido, e iluminaría muchos 20 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA aspectos que pueden parecer oscuros en la teoría del genial pensador griego. A modo de ejemplo, por un lado, se funda mentarían todas las afirmaciones sobre la realidad de la políti ca, sus manifestaciones y su destino. Por otro, nos mostraría la política como una actividad que se está haciendo en el tiempo, en la existencia de los hombres. * * * Sólo resta agradecer a las personas que de una u otra forma me han ayudado, como los profesores Benito de Castro, Manuel A. Rabanal, José Montoya, Rafael Alvira, Francisco Puy, Agustín Andreu, Francisco Javier Zamora, James R. Gordley, Jürgen Sprute, Hartmut Lehmann, Martial Staub, Francisco Bertelloni y Joaquín E. Meabe. No sería justo olvidarme de Manuel González Moreno, que con entusiasmo acogió la idea de hacer una colec ción nueva bajo el rótulo de «Biblioteca de Historia y Pensamiento Político». Gracias por la confianza. * * * Cuando repasaba la primera versión del infolio original del trabajo, el 15 de mayo del año 2002, falleció mi padre Salvador Rus Velázquez, tras una larga enfermedad. Él siempre se sintió muy orgulloso de mis trabajos publicados. Es justo que en esta líneas rinda un homenaje a quien me dio tanto sin pedir nada a cambio, pues, como decía Aristóteles, a los padres y maestros no podemos agradecerles nunca el bien que nos han hecho. Su pre sencia espiritual seguirá siendo la guía de toda mi vida, en la que trataré de vivir siempre los principios que me inculcó. Tres años más tarde este libro aparece impreso: es el homenaje póstumo de un hijo a su padre, de quien aprendió la bondad, la generosidad y la amistad hacia todos los que nos rodean. León, 7 de noviembre de 2004 >oo<xxxxx><xxxx><xx>oooooooooooo< Sinopsis biográfica de Aristóteles Aristóteles es una de las figuras más importantes de la historia de la filosofía. En palabras de G . W. F. Hegel, fue «uno de los hombres más ricos y profundos genios científicos que jamás ha existido: un hombre que nunca ha podido ser igualado [ ...] . Por lo que se refiere al carácter general de Aristóteles, vemos que éste abarca todo el horizonte de las ideas humanas, penetra en todos y cada uno de los aspectos del universo real y somete al poder del concepto la riqueza y la dispersión de todos ellos: no en vano la mayoría de las ciencias filosóficas le deben a Aristóteles sus distinciones y sus orígenes»'. Aristóteles representa una figura indiscutible en la historia del pensamiento científico y filosófico. Su sistema, sus ideas, sus obras, han estado presentes — ya a favor, ya en contra— en las diversas tendencias filosóficas de la cultura occidental. En su pensamiento palpita un esfuerzo reiterado y continuo por encontrar la vía más idónea para comunicar y divulgar el pensamiento y los descubrimientos científicos. Por eso entre sus aportaciones cabe destacar la acuñación de un lenguaje estrictamente filosófico, y la instauración de un método cientí fico para investigar la realidad circundante, el cosmos que tanto ha asombrado y sorprende al hombre. La biografía de Aristóteles nos muestra un hombre dedicado constantemente al estudio, a la investigación en los más diver sos campos del saber humano, pero también hay momentos históricos y vitales que obligaron al pensador a convertirse en un hombre de acción, práctico* 1 2. ' C . W. F. Hegel, Lecciones sobre Historia de la Filosofía, FCE, México, 1995, vol. II, pp. 237-238. 1 Dionisio de Halicamaso nos dice que Aristóteles estuvo muy interesa do en la ciencia médica, lo cual podría justificar sus extensos y documenta- 22 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA Los testimonios y los datos que nos permiten reconstruir su perfil biográfico e intelectual han sido reunidos, estudiados, criticados y admitidos o rechazados por I. Düring3, que con los datos que reseñan Diógenes Laercio (siglo m a.J.C .) y los tres textos cuyos títulos son: Vita Martiana, Vita Vulgata y Vita Latina, y otros textos menores4, sirven para reconstruir la vida de este gran pensador, y también su obra. Aristóteles nació en el año 384 a.J.C . en Estagira, colonia grie ga y puerto de mar en la costa de Tracia. Su padre, Nicómaco, fue médico en la corte del rey Amintas II de Macedonia; desde entonces Aristóteles estuvo ligado a la Corte de Macedonia, que tuvo una influencia importante en su vida. Su padre murió cuan do él era todavía un niño. Próxeno se convirtió en su tutor, tras la muerte de su padre, e influyó en su formación y desempeñó un gran papel en su vida, pues a los diecisiete años lo envió a Atenas, el centro de la vida intelectual del momento, para com pletar su educación. Logró entrar en la Academia de Platón, de quien durante veinte años oyó directamente sus lecciones. Cuando Aristóteles llegó a la Academia de Platón el enfoque predominante era el político, el lógico y el matemático, más que el ontológico deotros tiempos. Esto era así porque duran te la ausencia de Platón, que estaba en S icilia intentando reali zar su sueño de entronizar a un filósofo, o convertir a un tirano en filósofo, llevó los destinos de la Academia el matemático y astrónomo Eudoxo de Cnido, con quien Aristóteles estuvo los primeros tiempos. En esta época la Academia se movía entre dos tendencias. Por un lado, la concepción eidética de la ciencia: es la tendencia dos estudios de biología y ciencias naturales, pues para él estas últimas cien cias tienden a comprender los primeros principios de la salud y de la enfer medad, que llevan a una relación muy estrecha entre el científico y el médi co. 1 I. Düring, Arístotle ¡n the Ancient Biographical Tradition, Almquist- Wiksell, Cóteborg, 1957. 4 Véase la obra de Hesiquio de Mileto (siglo iv d.J.C.) y las referencias dis persas de Ptolomeo, el extranjero, y del peripatético Hermipo de Esmirna. SINOPSIS BIOGRÁFICA DE ARISTÓTELES 23 Cariátides en la fachada del Erecteion, en la Acrópolis de Atenas. El esplen dor politico y cultural ateniense fue enriquecido con las aportaciones del sabio griego, quien vivió y trabajó buena parte de su existencia en esta mag nífica ciudad-estado. Archivo Anaya. 24 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA tradicional. Por otro, una nueva tendencia más inclinada a la lógica y a las matemáticas. Quien sería futuro sucesor de Platón, Espeusipo, enseñaba que la realidad suprasensible eran núme ros, más que formas o ¡deas. Este giro científico fue moldeando un nuevo paradigma de pensamiento en un joven Aristóteles dotado de una inteligencia privilegiada. Durante los últimos años de su estancia en la Academia comenzó a desarrollar sus tesis sobre la retórica. A la muerte del maestro en 347 a .J.C ., todo apuntaba que Aristóteles sería elegido como nuevo director o líder de la Academia, pero sus controversias con el maestro lo hicieron imposible, llegando a ocupar ese lugar el sobrino de Platón, Espeusipo. Cuando abandonó la Academia trabajó y vivió en varias ciuda des. Ante el requerimiento y la invitación de su amigo Hermias, soberano de Atarneo, Aristóteles se marchó junto con jenócrates a Aso, en Misia. Fue un tiempo de paz, de tranquilidad vital e inte lectual. A llí se dedicó a la investigación y compuso su Historia de los animales que muestra cómo la investigación de carácter des criptivo, empírico y positivo anidó en la mente de Aristóteles y fue una constante en toda su vida. Estuvo allí durante tres años, con virtiendo la ciudad en un auténtico centro intelectual lleno de acti vidad. Se casó con Pitíade, hija adoptiva y sobrina de Hermias. En el año 343 fue invitado por el rey Filipo de Macedonia a ser tutor de su hijo, el príncipe heredero Alejandro, que tenía trece años. Realizó el viaje entre Aso y Macedonia con una escala en Mitilene de Lesbos, donde, en compañía de Teofrasto, continuó sus traba jos biológicos, ampliándolos con nuevas noticias y observaciones. A llí conoció la noticia de que Hermias, acusado de traición, fue apresado y ejecutado por los persas. Aristóteles estuvo a cargo de la formación de Alejandro durante cinco años en M ieza. Se sabe poco de este período y de la relación de ambos. Lo cierto es que Alejandro aprendió y apreció la cultura griega. Sin embargo, no hay motivos para afirmar que la conducta política de Alejandro estuviera influi da y mediatizada por Aristóteles. Aristóteles vivió en Macedonia durante parte del reinado de Alejandro. Los trece años que pasó en la Corte le permitieron SINOPSIS BIOGRÁFICA DE ARISTÓTELES 25 abundar en sus trabajos científicos y filosóficos. Una de las acti vidades que tuvo que cultivar fueron los estudios de historia, literatura, política y ética, que a su vez eran necesarios para enseñar a su pupilo futuro rey, el arte de gobernar. Su vertiente científica en este período se centra en el estudio particularizado y recogida de datos históricos. En esta época compuso sus tra bajos Problemas homéricos, Sobre los poetas, Lista de vencedo res píticos, Sobre las competiciones Ieneas y didascalias, Sobre la colonización, Sobre la realeza, el Político, De la educación, De la justicia, Del bien, de los que sólo quedan algunos frag mentos. Cabe destacar, dentro de su faceta de investigador incan sable, la recopilación de 158 constituciones políticas—tenemos sólo la de Atenas—, que sin duda sirvieron como material de pri mera mano para elaborar una obra de la importancia y trascen dencia de la Política. En 339 murió Espeusipo, director y suce sor de Platón en la Academia. Unos años después, hacia 335, Aristóteles regresó a Atenas. Llegó con un gran bagaje: tenía fama de sabio, disfrutaba de una notable influencia política, disponía de una gran cantidad de material científico, libros, mapas, notas de todo tipo, y no le faltaban recursos económicos. Se encontró que la Academia estaba en plena actividad bajo la dirección de Jénócrates, y el platonismo dominaba el panorama filosófico ate niense. Ante esta situación decidió edificar su propia escuela lla mada Liceo, pues se estableció cerca del templo de Apolo Licio. La actividad intelectual desarrollada a llí tuvo éxito, pero ninguna conexión con la Academia. Se decía que Aristóteles solía cami nar mientras enseñaba, por eso a sus seguidores se les llamó peri patéticos. V se alejó definitivamente de la que había sido su casa durante veinte años. En el Liceo, además de las clases, se realizaban investiga ciones científicas, según nos explica Aulo Gelio . Se impartían dos tipos de enseñanzas. Una llamada exotérica, de carácter amplio, humanista y político para un público al que no se le exigía unos conocimientos elevados, eran lecciones divulgati- vas. Otro tipo, denominado acroático, de carácter filosófico y de investigación natural y dialéctica, exigía conocimientos pro fundos y la guía del maestro, dada la dificultad de tales estu 26 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA dios. Como se ve, el Liceo era toda una organización docente e investigadora, también divulgadora, encaminada, por un lado, al desarrollo y avance de las ciencias y del saber huma nístico, y, por otro, a la divulgación de los resultados y a la for mación amplia de todas las personas que requerían sus servi cios. La orientación científica y filosófica que se siguió en el Liceo era propia de un centro de investigación. Se procedía con minuciosidad para realizar cualquier estudio, se informaba pre viamente, se recogían datos mediante un estricto reparto de funciones y trabajos, se laboraba en equipo, y se relacionaban para alcanzar conclusiones. Así lo muestra el propio Aristóteles en la obra Partes de los animales: afirmó que en todos los seres naturales siempre hay algo que mueve a la admiración. Aristóteles, en el Liceo, dividió las responsabilidades entre sus colaboradores. La botánica la encargó a Teofrasto. La medicina, a Menón. Eudemo de Rodas cultivó la historia de las ciencias, mate máticas, geometría y astronomía. Por eso Cicerón afirmó que la escuela peripatética era una industria de producción de especia listas, de donde salieron hombres que se dedicaron a la política, m ilicia, matemáticas, música, poesía y física. Durante treinta años dedicó todos sus esfuerzos a la ense ñanza y a escribir sus textos filosóficos. Parece que daba dos tipos de clases. Por la mañana, a los alumnos adscritos al Liceo; eran los discípulos aventajados. V por la tarde, unas sesiones abiertas a todos los que estaban interesados en conocer algo de la filosofía. La muerte de Alejandro en 323 provocó una reacción anti macedónica en Atenas. Los nuevos gobernantes le acusaron de impiedad. Para evitar el proceso que tendría un final sim ilar al de Sócrates, se exilió voluntariamente en Calcis de Eubea, donde su madre, Féstide, había tenido alguna posesión. Vivió a llí con su compañera Herpílide, con quien vivía tras la muer te de su esposa, y que fue la madre de su hijo Nicómaco. Al pocode llegar, en 322, enfermó y murió de una afección esto m acal; tenía sesenta y tres años. kxx>oo<x ><xx>oo<xx><xxx>oooo<x ><xx>< Capítulo I La ciencia de la felicidad como relación entre política y ética1 En este capítulo se desarrollan las líneas generales en las que Aristóteles se movió en su intento de recomponer el pensa miento político griego tras el fracaso del pragmatismo político de la sofística. Asimismo, en él se contiene la explicitación del pri mer principio: la kyriopolítica o ciencia de la felicidad. 1. EL SENTIDO DE LA POLÍTICA Dos de las grandes obras de Aristóteles, la Ética a Nicómaco y la Política, están estrechamente relacionadas. La primera fue compuesta, según la mayoría de los autores, en el período final de la vida de Aristóteles, cuando estaba en Atenas, entre los años 330 y 322. Es una obra ética pero subyace en ella una antropología extraordinariamente rica que ha llamado siempre la atención de los filósofos, y que ha conformado la visión occi dental del hombre de una manera definitiva. Respecto de la Política, los estudiosos han debatido amplia mente sobre su génesis y proceso de formación, hasta llegar a una conclusión clara para cualquier lector: «en los estudios más recientes, no se pone en duda que en la obra hay tratados 1 1 Sobre el tema de la felicidad véase ). Montoya Sáenz y J. Conill Sancho, Aristóteles: sabiduría y felicidad, Ediciones Pedagógicas, Madrid, 1994, especialmente capítulos 5 y 6, pp. 102-146. 28 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA pertenecientes a épocas diferentes, materiales que formaban parte, incluso, de otros escritos, pero también se admite, en general, que el propio autor lo refunde todo, en una última revisión, en la Política con el orden tradicional en que nos ha llegado y que este orden ha sido escogido por el propio Aristóteles o, según otros, por algún editor de la escuela peri patética, fiel a la enseñanza de su maestro»2. Así, lo más razo nable, teniendo en cuenta los últimos resultados de la investi gación, es respetar ese orden y considerar la unidad de la obra que se descubre de su lectura. Por tanto, es el propio Aristóteles el que al final de su vida nos presenta su obra tal como él la quiso después de trabajar en ella durante años, y nos lleva a pensar que es la síntesis más acabada de sus reflexiones sobre los problemas del gobierno de la ciudad, o las virtudes del gobernante, etc. A la luz de este carácter tardío resultan más claras, y aún más evidentes, las referencias y el modo en que la Ética a Nicómaco, obra tam bién tardía, trató la polis y la política. La obra consta de ocho libros3. El libro I (en realidad son capítulos de una misma obra) es la introducción general y el estudio sobre el origen de la polis y la casa fam iliar, primera unidad político-social. Contiene la célebre doctrina de la escla vitud. En el libro II desarrolló la crítica a la filosofías políticas anteriores, en especial la de Platón, y de algunas construccio nes existentes entonces. El libro III es el más importante de la Política: es una teoría general de las constituciones políticas a partir de los conceptos de ciudad y ciudadano. Los libros IV, V y VI rompen de algún modo el hilo conductor e introducen al lector en una gran cantidad de material recogido de la obser vación directa de los aconteceres políticos griegos históricos y contemporáneos, engarzados con reflexiones muy ricas y con cretas sobre formas de estado y de gobierno: variedades de o li 2 Véase M. G arcía Valdés, Aristóteles. Política, cit., pp. 202-204; la cur siva es nuestra. 3 Véase M. G arcía Valdés, Aristóteles. Política, cit., pp. 7-42, y J. Marías, Aristóteles. Política, IEP, Madrid, 1970, pp. V-LXVIII. LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLITICA Y ÉTICA 29 garquía, democracia y república, la teoría de los tres poderes (libro IV), la inestabilidad y la patología políticas (libro V), la estabilidad de la democracia y de la tiranía y las magistraturas (libro V I). El libro V il vuelve al final del libro III y trata de la ciudad ideal: las mejores formas de vida del ciudadano y de la ciudad, la constitución política ideal, la descripción de la ciu dad ideal y, finalmente, los principios de la educación. El libro VIII continúa el estudio de la educación, es muy breve y pare ce estar inacabado. Dentro de este esquema general, se pueden atender fructífe ramente las consideraciones de un crítico tan eminente como W. Jaeger sobre la génesis y la formación, que básicamente han sido confirmadas por ulteriores resultados de la crítica: el núcleo original está formado por los libros II, III, V il y V III, que tratan del diseño del estado ideal y fueron redactados antes de la llegada de Aristóteles a Atenas en el año 335. Después de esa fecha el autor redactó los materiales más empíricos que formarían los libros IV, V y V I, y, por último, en fecha tardía, redactó el libro I como una introducción y revisó todos los demás. El núcleo ori ginal contiene muchas ideas tomadas de la Ética Eudemia y del Protréptico, diálogo de juventud cuya doctrina contiene el embrión de una buena parte de la filosofía aristotélica4. El conjunto de la Política es una obra extraordinariamente clara, pero compleja en su composición, temática y entramado conceptual. Contiene las variaciones e imprecisiones textuales típicas de todas las obras del autor. Resulta d ifícil dar cuenta cabal de ella sin caer en la sim plificación, o en la inacabable y un poco estéril repetición de sus razonamientos. En ambos extremos incurre cierta parte de los m illares de páginas que en ella tratan y han tratado de filosofía política a lo largo de la his toria. Es una obra que admite, por tanto, muchas lecturas y relecturas, que se tornan cada vez más interesantes si se vuel ve una y otra vez a los principios que la inspiraron. Tal es, 4 Véase W. Jaeger, Aristóteles, cit., pp. 298-336, y R. Yepes Stork, La doc trina del acto en Aristóteles, Eunsa, Pamplona, 1993, pp. 155-173. 30 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA como queda dicho, el propósito de estas páginas, y ha sido la intención de muchos comentaristas a lo largo de los siglos. Es pertinente mencionar aquí el debate producido por el planteamiento genetista de W. Jaeger, el crítico de Aristóteles más importante del siglo xx. Su trabajo es un incomparable acercamiento global al filósofo, en el cual la filología y la eru dición sobre el mundo antiguo descubren la historia de sus obras y sus mutuas relaciones y rinden un extraordinario servi cio en la aclaración de un tema muy complejo y sin duda importante, pues se trata de unos textos muy peculiares5. Las convicciones de W . Jaeger y el utillaje filosófico están al servicio de mostrar la enorme deuda de Aristóteles con Platón, y la independencia progresiva que fue adquiriendo con respecto a su maestro6. El crítico alemán es moderado en este planteamien to, que arroja luz sobre un terreno antes abandonado. Sin embar go, su prudencia y su grandiosidad no le eximen de cierta visión unilateral fruto de su propio descubrimiento: busca ante todo un «criterio con que apreciar el grado de distanciamiento constan temente creciente de Aristóteles respecto de su punto de parti da»7. El resultado es la interpretación de Aristóteles como un Platón debilitado por la fuerza de los hechos, y que, con mirada genial, se limita a organizarlos metódicamente. Se trata, por tanto, de un enfoque interdisciplinar de tipo histórico que rinde un servicio inestimable a nuestra compren sión de Aristóteles8, pero que filosóficamente manifiesta algu nas carencias de cierto relieve, la más grave de las cuales es 5 Véase R. Yepes Stork, La doctrina del acto en Aristóteles, cit., pp. 119- 124. 6 Una de las críticas más frecuentes que se le hacen a la monumental obra de W. Jaeger, Paideia: los ideales de la cultura griega, FCE, México, 1971, es que el punto central y final de la obra es desarrollar la idea de edu cación y culturaen Platón, y todo está subordinado a este principio meto dológico. 7 W. Jaeger, Aristóteles, cit., p. 300. * Véase, por ejemplo, en W. Jaeger, Aristóteles, cit., pp. 420-466, el capí tulo «El lugar de Aristóteles en la historia». I.A CIENCIA DE IA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 31 identificar la filosofía con su desarrollo histórico9. Este modo de interpretar a Aristóteles ha sido y es aún muy influyente, y por eso conviene mencionarlo aquí. En cualquier caso, W. Jaeger mismo estaría de acuerdo en que «la información histórica no actúa en el seno del pensamiento de Aristóteles como fuente primigenia de inspiración»10 * * *, aunque no acierte a poner de manifiesto el verdadero motivo, que es el genial descubrimiento de la razón práctica: «a diferencia de Platón, el Estagirita sí habría tenido en cuenta la sabiduría con suetudinaria. Atento a la experiencia, habría descubierto la índo le específica de lo práctico, cuyos principios no pueden ser cono cidos con independencia de su uso; y que, por tanto, han de bus carse, no en lo ideal, sino en lo que es ejercicio: en las institucio nes, usos y costumbres»". Si eso se olvida, no se comprenden las limitaciones de Platón y la grandeza filosófica de Aristóteles, y se suele admitir que el primero fue mucho más genial que el segun do por su inspiración y belleza literaria. De hecho algunas histo rias de la filosofía así lo reflejan en extensión y planteamiento'2. 2. LA SUPERACIÓN DE ÚLTIMA ETAPA DE LA SOFÍSTICA GRIEGA CLÁSICA: EL USO DE LA RAZÓN'3 A medida que la actitud de los defensores del derecho natural del más fuerte se radicalizaba, la sofística mostraba con claridad la aguda crisis del tradicional sentido del derecho y de la ley. Al * Véase W. Jaeger, Aristóteles, cit., pp. 9 y 420-421. 10 A. Cruz, «La Política de Aristóteles y la democracia» (I), Anuario Filosófico XX1-1 (1988), p. 17. " A. C ruz, «La Política de Aristóteles y la democracia» (I), cit., p. 15. También son muy interesantes las precisiones de F. Inciarte, «Moralidad y sociedad en la filosofía práctica de Aristóteles», Atlántida, 47 (1970), p. 534. ’* Véase W. C. K. G uthrie, Historia de la filosofía griega, vols. III, IV y V, Credos, Madrid, 1981-1993. u Véase mi libro El problema de la fundamentación del derecho. La apor tación de la sofística griega a la polémica entre naturaleza y ley, Universidad de Valladolid, Valladolid, 1987, pp. 145-152. 32 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA identificar la ley con el poder del más fuerte, el acontecer se entrega al dominio de una instancia irracional que desplaza la rectoría de la razón humana y la anula. La fuerza bloquea a la razón y se impone a ella destruyéndola. De esta manera el curso de la vida individual y colectiva se hace incontrolable y, como es imposible detenerlo, el hombre se encuentra de continuo ante la inminencia de la catástrofe. La ley del más fuerte instau ra la inseguridad social y política, por cuanto nadie es más fuer te en términos absolutos. La ratificación racionalista de esta interpretación de la ley no le añade nada, no redime a la fuerza del carácter fortuito que le es inherente desde el punto de vista del que la posee. La apelación a un factor del que el hombre no es dueño en sentido estricto, es decir, con el que coincide de un modo contingente, es una abdicación de la lógica misma en la fuerza de la conducta. La lógica de la fuerza es un absurdo, una confusión de planos, ya que el hombre es un animal con razón, lógos, porque alcanza a comprender un mundo de conceptos y a percibir un orden inmutable. Ese orden contrasta con los aza rosos sucesos en los que está enredado el afán de imponerse a los demás. Por ello Aristóteles considera la historia como extra ña a la ciencia, y Platón la describe como un proceso de decadencia en el que todo intento de estabilización es desmon tado por la prevalencia de valores inferiores albergados en la situación. El hecho de situar lo valioso, o lo que justifica el poder, en algo que no lo es, o que lo es de forma contingente, muestra la deriva pesimista que disuelve la pura fuerza, su impotencia, frente a la propia degradación. Esta progresiva inversión de valores es inherente al desarrollo de la fuerza, es su verdadera ley precisamente porque el recurso a la fuerza deja de lado lo cualitativo y se impone desconociéndolo. La razón va a remolque de la historia porque no puede pre ver su curso o, como dice Alcmeón de Crotona14, porque el hombre es incapaz de unir el principio con el fin. Tucídides nos 14 Cfr. DK 24B, 2: «Los hombres mueren porque no pueden aunar el prin cipio con el fin.» muestra la clave de la cuestión. Al tratar la figura de Temístocles, el principal artífice de la victoria sobre los persas, dice: «se eri gió por sus dotes naturales, en juzgador óptimo de coyunturas que no permiten demorar la decisión y en el adivino de las cosas futuras hasta sus últimas posibilidades»15. Pero es claro que el incierto porvenir de Temístocles no alcanzó a vislumbrar sino un corto trecho, y que no calibró las consecuencias lejanas del incremento del poderío naval ateniense que él mismo fomentó. El cálculo humano no despeja la incógnita del futuro, capacidad que los antiguos poetas reservaban a los dioses. La fuerza destruye la paz, se busca enemigos internos si no los hay fuera. Así pues, la interpretación de la naturaleza humana como fuerza es incompatible con la correspondencia entre naturale za y ley o derecho, y acentúa paradójicamente la incomunica ción de la una con el otro y viceversa, puesto que el hombre es alternativamente dominador y dominado. La nivelación de la razón o el lógos a dicha alternancia priva al lógos de consis tencia y lo reduce a la mera ratificación de lo que se desenca dena sin contar con él. De esta manera la lógica degenera en erística y la retórica pierde su encanto al convertirse en cruda intim idación. Por otra parte, si la naturaleza es fuerza sólo desatada, su régimen funcional es la simple incontinencia. Ésta es la convicción de Calicles. Pero entonces la ley es arrastrada por la fuerza, se confunde con ella y no aporta su concurso, como un poder distinto, a la escueta ejecución del actuar humano. El orden normativo desaparece cuando la ley no es más que el cómplice complaciente de los hechos que ocurren o de los ya cumplidos. Es la crisis de la firmeza del derecho. Por su parte, el lógos se inhibe cuando el hombre confía úni camente en la anulación de su uso práctico. La pregunta que plantea la confusión de la ley con los hechos es si el hombre es capaz de ley, apto para ella, es decir, si en el horizonte de su vivir se destaca un imperar irreductible LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 33 IS Tucídides 1,138. 34 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA a los hechos. La diferencia entre viv ir con ley y sin ella equi vale a la distinción aristotélica entre viv ir bien y el mero v iv ir'6. Por eso Aristóteles pudo escribir: «Los legisladores hacen bue nos a los ciudadanos haciéndoles adquirir costumbres, y ésa es la voluntad de todo legislador; los que no lo hacen bien yerran, y en esto se distingue el régimen bueno del malo» (E.N . 1103b 3-6). Y añade: «Las leyes se refieren a todas las cosas, propo niéndose lo que conviene en común a todos, o a los mejores, o a los que están en el poder, o alguna otra cosa semejante; de modo que, en este sentido, llamamos justo a lo que por su índole produce y preserva la felicidad y sus elementos para la comunidad política» (E.N. 1129b 14-19). Ser capaz de ley significa poder ser investido de la norma. Por eso la ley establece de suyo la distinción entre el poder y la debilidad en términos de naturaleza. La debilidad deja de serlo en virtud del carácter verbal y activo de la norma: el normar. Ser capaz de ley significa aumentar la capacidad de medida de la ley. La distinción entre los fuertes y los débiles en la sofística es biológica: se refierea la fuerza en términos contantes y sonan tes'7. La norma jurídica incrementa el modo de ser del hombre, añade algo a su forma de vida política, esto es, mediante la norma se suple el poder de hecho y se otorga el poder de dere cho, su función es hacer a una persona capaz, supone, por tanto, un aumento del poder del individuo, sin que ese poder 16 17 16 Véase B. Knauss, Pólis. Individuo y estado en la Grecia clásica, Aguilar, Madrid, 1979, p. 261: «La vida feliz es la vida adecuada, la única que corres ponde verdaderamente al hombre (...|. El eu zen no era una construcción filosófica, sino una realidad vivida.» 17 En el caso concreto de la ley se puede ver un cierto paralelismo con la tesis de Heráclito DK 28B, 114: «Es necesario que quienes quieran hablar con inteligencia, se apoyen en lo que es común a todas las cosas, como una ciudad debe apoyarse en la ley.» A. DIaz Tejera comenta parte de este texto diciendo que «de la misma manera la ley dice cómo han de regularse las acciones de los hombres que habitan en una ciudad [...]» (en «El Lógos de Heráclito», en Atholon. Satura Gramática in Honorem Francisci R. Adrados, Gredos, Madrid, 1984, p. 144). Del mismo autor se puede ver «Desarrollo de la democracia en Grecia: Dialéctica interna», en Cinco lecciones sobre cultura griega, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1990, p. 23: «|...J la oposición LA CIENCIA DF. LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 35 esté respaldado por su propio poder efectivo. Su función con siste en aumentar la capacidad de una persona. En el modo de ser del hombre hay una justificación para ejercer sus poderes más allá de su propio poder de hecho. El establecimiento y con trol de esa función es el objeto de la norma jurídica. El favore cido por la norma es el titular; la norma, por consiguiente, le faculta. Así, la norma jurídica se muestra como una forma de descargar la fuerza física, si yo tengo derecho, el derecho me otorga un poder que físicamente no tengo. Jurídicamente el modo de ser del hombre se ve potenciado por una capacidad mayor de la que efectivamente tiene. Por tanto, el derecho se puede considerar como un fortalecimiento de la condición humana misma. Dicho con otras palabras, el que tiene el dere cho tiene un poder del que la biología no le puede dotar. La idea sofística de pasarse sin dicho poder, y atenerse a los recursos inmediatos, es una presuntuosa renuncia, una pérdida neta. Por tanto, la pregunta sobre la capacidad de la ley remite al modo propio de ser del hombre y la destaca de la animal. Los hombres, recuerda Aristóteles, no se reúnen para comunicarse con aullidos sentimientos de placer o disgusto, sino para algo más (Pol. 1253a 7-18)18. Este algo más, que desborda la biología, cul mina en la normatividad. Sin duda, es digno de ser cuestionado tan marcada entre naturaleza y ley en el orden ontológico, se neutraliza en el orden político: aquí constitución y ley no es otra cosa que la creación necesaria de un modelo de convivencia bajo la dirección de la racionalidad humana, si el hombre quiere ser un hombre político, un hombre que vive en una pólis. El hombre es naturaleza abierta a infinitas posibilidades. La ley, la convención de voluntades de un démos, no violenta la naturaleza humana. Todo lo contrario: la perfecciona. Pero esa ley, ese nómos, tiene que ser iso- nomía, derecho por igual de todos los ciudadanos para elaborarla. La demo cracia ateniense [...] encontró en esa formulación intelectual su mejor apoyo vivificador». Cfr. también J. de Romilly, La loi dans la pensée grecque, des origines á Aristote, Les Belles Lettres, Paris, 1971, pp. 162-163, y A. Fernández G auano, «Conceptos de naturaleza y ley en Heráclito», Anuario de Filosofía del Derecho, V (1957), pp. 259-321. ’8 Véase W. Kullmann, «L'image de l'homme dans la pensée politique d'Aristote», en A. Tordesillas (ed.), Aristote politique. Études sur la «Politique» d'Aristote, cit., pp. 161-184. 36 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA el origen de la ley, así como su contenido. Sin embargo, el pro blema de principio es la función de la norma en la naturaleza humana. Si la ley significa un incremento de capacidad, su enca je en la vida del hombre depende no tanto del imperio de la ley como de su asimilación. Con otras palabras, el imperio de la ley no proporciona tan sólo beneficios externos, premios y castigos, sino que faculta para el advenimiento de un futuro propio. El futu ro en cuanto que propio es el fin, télos, del hombre. De ese fin dice Aristóteles que trasciende las elecciones humanas: «El hom bre es principio de las acciones, y la deliberación tiene por objeto lo que él mismo puede hacer, y las acciones se hacen a la vista de otras cosas. Pues no puede ser objeto de delibera ción el fin, sin los medios conducentes a los fines» (EN . 1112b 30-31; véanse también 1112b 10-12, 1113b 3-5 y 1114b 4-7). Por eso la ley y el derecho han de distinguirse del simple decreto que tiene su origen en los votos (pséphisma), y de la orden proclamada a viva voz, o publicada por quien tiene la autoridad suficiente. Ni los votos ni la proclamación aseguran la validez intrínseca del normar. La norma no es ajena a la naturaleza por cuanto que es inseparable de un normar. El pleno actuar de ese valor verbal exige la correspondencia con otra naturaleza en la cual se reproduce en la forma de un hábito o, al menos, costumbre. El normar en el hombre es la virtud. Esto es lo que Aristóteles alcanzó a formular. No hay ley sin hábito o costumbre, ni hábi to sin querer llegar a un fin. Y en ello reside lo peculiar del modo de ser del hombre. El antiguo prestigio de la ley y de la virtud, areté, ha sido rescatado por la inspiración filosófica19. Se trata de un nuevo humanismo que da razón de la ilustración ” Aristóteles, Ética a Nicómaco 1106a 14: «Hay que decir, pues, que toda virtud perfecciona la condición de aquello de lo cual es virtud»; Política 1280b 6-8: «La ciudad que verdaderamente lo es, y no sólo de nombre, debe preocuparse de la virtud»; Política 1281a 2-3: «Pues el fin de la comunidad política son las buenas acciones, y no la convivencia»; Política 1313b 17: «Convengamos, por tanto, en que cada uno participa de la felicidad en la medida de la virtud.» LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 37 sofística y, por lo mismo, de la crisis que desde sus presupues tos no era posible remontar. La filosofía de los grandes socráticos es la síntesis de la experiencia griega. La síntesis constata el fracaso de la historia efectiva justamente en su desenlace. El imperialismo griego era imposible sobre todo porque desborda el marco político de la vida griega, esto es, la pólis. Como se ha dicho, «cuando se dice que Aristóteles está ciego para el mundo que estaba for jando su discípulo, y que permanecía tercamente aferrado a la pólis, se comete [...] cierta confusión. Aristóteles estaba per suadido de la crisis de la ciudad, pero sólo en ella se veía la posibilidad de constitución, de po/ífe/a»20. Para A. Díaz Tejera, «la pólis constituye el único horizonte político del hombre grie go [...]. De aquí que un griego fuera de su pólis no sabía qué hacer, su vida carecía totalmente de sentido»2'. Los aconte cimientos posteriores confirmaron el dictamen. Trasplantados al espacio imperial el pensamiento y la vida de los griegos adquieren rasgos extravagantes. Recordemos a los cínicos, a Epicuro y el estoicismo, así como el olvido de Platón en la Academia y de Aristóteles en el Liceo. Puede describirse la situación a que responde la llamada filosofía helenística como una existencia desocupada y a la defensiva. El alejamiento de los puntos de referencia no permite organizar un conjunto uni tario y con sentido de asuntos, un mundo propio. Al monopo lio imperial de la política se responde declarándose cosmopo lita, pero tal declaración no es más que un eco que se extingue, una defensa ante algo que no se aprecia, y queno puede ven cerse. El helenismo cambia totalmente el sentido de la naturaleza humana alcanzado por los grandes socráticos. Obedecer a la norma adquiriendo virtudes implica una concepción de la naturaleza opuesta al dejarse llevar por las tendencias natura- * 11 20 J. Marías, Aristóteles. Política, IEP, Madrid, 1970, p. LXII. 11 A . D íaz T eiera , Encrucijada de lo político y lo humano. Un momento histórico de Grecia, Universidad de Sevilla, Sevilla, 1972, p. 20. 38 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA les. No se trata de ceder a las tendencias, sino de aumentarlas. La vida humana es tarea respecto de sí misma, es la búsqueda de un tenerse en el tender, un constante y continuo «ir hacia». Dicho tenerse es el concepto aristotélico de la libertad: ser dueño de los actos, causa de conducirse al fin. Nada más ajeno a la represión de esta lucha por la libertad que se concreta en la virtud. La virtud no cancela la tendencia, sino su anonimato, es decir, su falta de fijeza, su contingencia. Orientada al fin, la tendencia es propia, no de cualquiera al acaso, como la fuerza de los sofistas. Por eso Aristóteles nota en la indagación socrá tica la presencia de la compatibilidad de lo universal de la naturaleza con la realidad de la naturaleza del hombre singu lar. La universalidad o el universal están ausentes del plantea miento de los sofistas, que confunden lo general con lo indivi dual y, por consiguiente, no garantizan la naturaleza de cada uno. Tal confusión es especialmente llamativa en la fuerza que se concentra en algunos, y desasiste a los demás de acuerdo con un reparto inestable. Ahora bien, es justamente la virtud lo que asegura lo universal en cada uno, es decir, el modo de hacerse con lo universal el hombre concreto. Este ser lo univer sal en muchos se pierde de vista en el universalismo estoico, que obviamente es unilateral. 3. LA PROPUESTA DE LA CIENCIA DE LA FELICIDAD La Ética a Nicómaco tiene una relación tan estrecha con la Política que ambas son por completo inseparables. De hecho, en la conclusión de aquélla Aristóteles se refiere a ésta como su continuación (E.N . 1181b 13-24). A lo largo de la Ética a Nicómaco hay una constante referencia a las impli caciones políticas de las nociones estudiadas21 22. Es preciso por tanto, para no desenfocar el tema, estudiar las relaciones 21 El caso más claro es el de la justicia política estudiada en la Ética a Nicómaco, libro V, 1130a 30 ss. LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 39 entre ambas y el rendimiento político de la Ética a Nicómaco para responder a esta pregunta: ¿qué aporta políticamente la Ética a Nicómaco? En el fondo la pregunta es mucho más radical, también para nosotros: ¿qué relación tienen la ética y la política?, ¿qué se entiende por ambas? Este capítulo sobre Aristóteles se puede decir que depende de esta res puesta. Por eso, la pregunta ha de ser formulada con todo su rigor. La aportación política más importante de la Ética a Nicó maco se refiere al concepto mismo de la política. Es un con cepto egregio, dignísimo, que pone en juego las mejores dimensiones humanas. Es algo por completo alejado de nues tra idea habitual de la política como ámbito despreciable, sim ple escenario de juegos hipócritas de poder, completamente ajenos a nuestros intereses. Este carácter egregio tiene el sentido de la política como señora o dominadora, que viene expresado en el capítulo segundo de la Ética a Nicómaco: «Si existe, pues, algún fin de nuestras acciones que queramos por él mismo y los demás por él, y no elegimos todo por otra cosa — pues así se segui ría hasta el infinito, de suerte que el dqseo sería vacío y vano— , es evidente que ese fin será lo bueno y lo mejor. V, así, ¿no tendrá su conocimiento gran influencia sobre nuestra vida, y, como arqueros que tienen un blanco, no alcanzare mos mejor el nuestro? Si es así, hemos de intentar compren der de un modo general cuál es y a cuál de las ciencias o facultades pertenece. Parecería que ha de ser el de la más principal y eminentemente directiva. Tal es manifiestamente la política. En efecto, ella es la que establece qué ciencias son necesarias en las ciudades y cuáles ha de aprender cada uno, y hasta qué punto. Vemos, además, que las facultades más estimadas le están subordinadas, como la estrategia, la eco nomía y la retórica. Y puesto que la política se sirve de las demás ciencias prácticas y legisla además qué se debe hacer y de qué cosas hay que apartarse, el fin de ella comprenderá los de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre; pues, aunque el bien de cada uno y el de la ciudad 40 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA sean el mismo, es evidente que será mucho más grande y más perfecto alcanzar y preservar el de la ciudad; porque, cierta mente, ya es apetecible procurarlo para uno solo, pero es más hermoso y divino para un pueblo y para las ciudades» (E.N. 1098a 28-1094b 9). Para entender el alcance de este texto es preciso insistir en que la política, considerada como ciencia suprema, rige la totalidad de la vida humana porque con ella se alcanza el conocimiento del bien. Esto llevó a Platón a hacer reyes a los filósofos23. La ciencia de la política platónica es absoluta, sin distinción entre la ciudad y el individuo24, y, al mismo tiem po, teórica y práctica: nos da a conocer la virtud y ese cono cimiento hace justos a los hombres. Por eso los gobernantes son educadores en el bien. Por tanto, entre ética y política no hay distinción, son lo mismo25. “ Platón, Carta Vil 325d-326b: «[...] el género humano no verá días mejores hasta que adquiera autoridad política la raza de quienes siguen recta y auténticamente la filosofía». 24 Sin entrar en mucho detalle porque no es el objeto de este estudio, se puede afirmar que a Platón no le interesan las ciudades concretas, porque ha perdido —quizás a raíz de la muerte de Sócrates y los acontecimientos pos teriores— la confianza en la acción política. Su reacción a la crisis es muy radical. Por otra parte, para Platón la política no es epitécnica, sino la técni ca por excelencia al servicio de la justicia; es acertado decir que cae en una forma de despotismo ilustrado. Esta insuficiencia, de la que él era conscien te, le obligó a reelaborar su teoría política. 25 «En la ética platónica no existe una separación última entre inclinación y deber o entre los intereses de los individuos y los de la sociedad a que per tenece [...]. El problema del estado bueno y el del hombre bueno son dos aspectos del mismo problema, y la solución de uno debe dar a la vez la del otro. La moralidad debe ser a la vez pública y privada, y cuando no ocurre así, la solución consiste en corregir el estado y mejorar el individuo hasta que alcancen su posible armonía. Puede dudarse con razón si, en términos generales, se ha expuesto alguna vez un ideal moral mejor que éste» (G. Sabine, Historia de la teoría política, 9.a reimp., FCE, México, 1978, p. 50). No obstante este autor interpreta desde Hume el conflicto de la Grecia clá sica entre naturaleza y ley —physis y nómos—. Su aceptación del plantea miento de W. Jaeger y la reducción del problema fundamental de Aristóteles al dualismo entre la naturaleza y la convención estrechan considerablemen te su concepción (cfr. p. 77): no menciona la Ética a Nicómaco y centra su LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 41 Aristóteles tiene ante sus ojos este planteamiento y lo desarrolla26. Pero pertenece al espíritu griego ver con una sola mirada a la persona y cuanto le rodea: la ciudad es un hom bre a gran escala, «descrito en caracteres mayores»27. Por eso la política abarca ambas cosas, pues no se puede considerar lo uno sin lo otro. 4. LA CIENCIA POLÍTICA COMO EPITÉCNICA Como se ha visto, la Ética a Nicómaco comienza mostrando que la política es una ciencia, y una ciencia peculiar, la más señora, la más dominadora, la directiva, que engriego sería arquitectónica: la que gobierna o dirige a las demás técnicas (f .N . 1094a 25-26). Es una ciencia que establece qué ciencias son necesarias en la polis, pues estas ciencias prácticas la obe decen: se sirve de ellas, su fin es «comprender a las demás ciencias» y por eso el político es «el arquitecto del fin» (E.N . 1152b 1); por esta razón escribe: «en todas las ciencias y artes * lo atención en las oscilaciones de la focalización de Aristóteles entre lo ideal y lo empírico, aplicando una drástica distinción entre lo empírico, lo racional y lo valorativo, la costumbre, la planificación racional y la preferencia. Su concepto de ley es empirista. “ W . Jaeger , Aristóteles..., cit., p. 316, interpreta la ciencia política en Aristóteles de la siguiente manera: «La relación entre la Política y la Ética era mucho más apretada en el primer período que con posterioridad. Más ade lante, mientras que Aristóteles seguía manteniendo formalmente la unidad de las dos disciplinas, y hasta las sistematizaba externamente en un gran conjunto, se había, no obstante, separado en el fondo prácticamente por completo la ética del individuo de su tradicional compañero platónico de yugo, y se le había abierto un camino hacia la independencia que logró en los tiempos helenísticos.» Posteriormente W. Jaeger indica que la interpre tación de la vida contemplativa como acción perfecta —práxis teleía— es un recurso para «reemplazar la deshecha síntesis mítica del conocimiento y la vida de Platón (...]; así lucha con la realidad cuya naturaleza ve ahora más claramente, y salva sus ideales juveniles» (p. 324). w Platón , República 328 d. 42 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA el bien es un bien; el mayor y en el más alto grado será el de la suprema, y ésta es la disciplina política» (Pol. 1282b 14). Por tanto, es una disciplina que está por encima de las demás pues las dirige. Esta superioridad radica en el carác ter supremo del objeto que persigue: abarca los objetos de todas las demás. Así pues, «las acciones de la vida» (E.N. 1094b 14), siguiendo la terminología de Aristóteles, son el objeto general que abarca la totalidad de la ciencia. Acerca de ellas «legisla qué hacer y de qué apartarse» (E.N. 1094b 1). No se trata de una ciencia sectorial, sino completa: abar ca, en general, todas las acciones humanas, la conducta28. Estas acciones prácticas no son necesarias a diferencia de las verdades universales conocidas mediante la teoría, pues éstas versan sobre lo que puede ser de otro modo, y aquéllas sobre lo que no tiene ese carácter29. Por eso esta ciencia es incierta e inexacta, porque su fin no es el conocimiento, sino la acción (E.N. 1095a 6), la conducta práctica, muchas veces imprevisible y nunca necesaria. “ Acción traduce el término clave práxis, cuyo significado, como siem pre, es polisémico; véase R. Yepes Stork, La doctrina del acto en Aristóteles, cit., pp. 333-342. Hay tres clases diferentes de acciones: 1) la producción por medio de la técnica o saber hacer — téchne—, llamada poiésis, a la cual Aristóteles le aplica también el término práxis; 2) la acción humana en gene ral, de cuyo estudio se ocupa la ética y la política (la acción práctica; nóte se que práctica deriva de práxis) y a la que en estos textos estamos refirien do; 3) la acción perfecta o aquella que contiene en sí misma el fin: se refie re principalmente a las llamadas práxis teleíai, acciones perfectas, que son las operaciones intelectuales o teóricas, como contemplar (theorein), pensar o ver. La inmensa mayoría de las veces práxis en Aristóteles designa las acciones prácticas (acepción 2), cuyo carácter de práxis perfectas (acepción 3) es débil (Aristóteles no se ocupó de esta debilidad) y se toma poco en cuenta. Traducir práxis por acto, como hacen algunos traductores de la Política, induce a error: acto se traduce mejor por energeía, no práxis. ” Ésta es una distinción, transcendental en Aristóteles y ausente en Platón, entre razón teórica y razón práctica. Esta última está regulada por la prudencia; véase la Ética a Nicómaco, capítulo II, libro VI 1139a 1 ss. Lo bueno y lo malo de la razón práctica, la verdad homóloga con el recto deseo. Esta homologación es la que realiza la prudencia. Toda la antropolo gía de la Ética a Nicómaco nace de esta distinción. LA CIENCIA DE LA FELICIDAD COMO RELACIÓN ENTRE POLÍTICA Y ÉTICA 43 Si su fin comprende el de las demás ciencias, se tratará del fin que se busca por sí mismo, y los fines de las demás ciencias se buscarán en él. ¿Cuál es ese fin? Ésta es la pregunta con la que la Ética a Nicómaco se pone en marcha. Tal fin parece ser la felicidad (E.N. 1095a 16). Por eso la política es la ciencia de lo mejor (E.N. 1094b 18) y constituye el bien del hombre (E.N. 1094b 7), «porque el bien del hombre y el de la ciudad son el mismo» (E.N. 1094b 3), pero este fin es más grande y más per fecto cuando es de la ciudad; «aunque el bien del individuo y de la ciudad sean el mismo, será mucho más grande y más her moso alcanzar y preservar el de la ciudad» (E.N. 1094b 9). Así pues, la política, ciencia de lo mejor, tiene que ver con la felicidad. Incluso constituye el bien del hombre, aquello sin lo cual éste no se alcanza como tal. Las acciones prácticas humanas, pues, parecen tener que ver con el bien y la felicidad: en ellas se gana o se pierde. Este objetivo supremo de la políti ca — buscar y ganar el bien supremo, el que se busca por sí— establece una distinción drástica de la política respecto de las demás ciencias sociales. Ahí radica su señorío sobre las otras. Esto tiene una importancia extraordinaria: la política no puede confundirse con las demás técnicas30, porque está más allá de ellas, es epitécnica. Es superior porque éstas buscan un bien par cial, sectorial, especializado, que se logra mediante una habili dad, mientras que la política tiene que ver con algo más alto: la felicidad, que parece consistir en un bien al que todos los bien es especializados o parciales se orientan. La técnica no da la felicidad, todo lo más puede ser un medio para conseguirla. Una primera observación que se deriva de este planteamiento es que, cuando se pretende reducir la política a técnica, se la rebaja, se la convierte en algo sectorial, relacionado con una uti lidad. Entonces deja de alcanzarse con ella la felicidad. La políti ca como simple técnica es una política rebajada, disminuida de su objetivo propio: ser la ciencia de lo mejor que el hombre M Véase X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios, 7.a ed.. Editora Nacional, Madrid, 1978, pp. 180-182 y 197-199. También el mismo Aristóteles en Retórica 1404b, 20-23, y Poética 1446a 30 ss., sobre la poesía. 44 LA RAZÓN CONTRA LA FUERZA desea. Y al revés: cuando se pretende encomendar a una técnica la dirección de las demás técnicas y de los asuntos humanos, entonces se convierte al hombre en objeto de la técnica, en pro ducto. Dicho con otras palabras, sustituir la política por una téc nica de primer nivel es corromperla. Una técnica dominadora de las demás es la esclavitud de la política y, por tanto, del hombre. Así pues, la política no es el ámbito del hombre como técnico, sino del hombre que conoce, que sabe y es libre. Cuando el técnico pretende apropiarse el ámbito de lo políti co, anula al hombre libre, le quita la libertad, y le convierte en producto manipulado, porque el simple técnico es un artesano: cree que la felicidad es producto de su técnica, de su saber hacer práctico, de su hablidad para la componenda. En ese momento se produce en el ámbito de la política la sustitución o el dominio de la tecnología: hagamos técnicamente al hombre y a la socie dad y así podremos ser felices. Esto, visto desde Aristóteles, supo ne la corrupción de la política, porque significa la pérdida de su carácter directivo respecto de las demás ciencias, e implica esclavizar la libertad y el abandono de lo mejor. La felicidad no está en el orden de la técnica,
Compartir