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"E l an ál is is in st itu ci on al '' In tr od uc ci ón to do u n co rt ej o de n om 1as , m od el os y va lo re s de c om po rt am ie nt o. C on e l ré gi m en d el s al ar io e st án l ig ad as l as n � ci on es d e ofi ci o, f áb ri ca , of ic in a, h ue l ga , si nd ica to ; c on e l ma tr im on io , la s de pr op ie da d pr iv ad a, f am il ia , he re n ci a, ed uc ac ió n. O tr as n on na s o m od el os s on cl as if ic ad os c om o si nó ni m os o a nt ó ni m os d el r ég im en d el s al ar io o d el m a- . t ri m on io As í, el c ap ita l, la g an an ci a, la s re nt as , lo s ho no ra ri os , se i ns cr ib en en u n si st em a de in gr es os d el q ue fo m 1a pa rt e el s al ar io , m ie nt ra s qu e el c el ib at o, el d iv or ci o, l a vi ud ez , el a du lt er io y l a po li ga m ia s e ins cr ib en , j un to c on e l m a tr im on io , en u n si st em a de r el ac io ne s se xu al es . · U st ed e s co m er ci an te o a gr ic ul to r, o ej er ce u n a pr of es ió n li be ra l. La n on na de no m in ád a . << sa la ri o» n o le c on ci ern e di re ct am en te ;.p er o le a ta ñe e n la m ed id a en q ue t ie ne e m pl ea do s a qu ié ne s p ag a. E n ca m bi o, us te d se h al la i ns cri pt o a ig ua l t ítu lo q ue e l a sa la ri ad o en e l s is te ma d e la f am ili a. A ig ua l tít ul o, d ic e el de re ch o; p er o: n o en l as m is m as c on di ci o ne s 1ii ate ri al es e i de ol óg ica s, r ep lic a la s Óc io lo gí �. E n ef ec to , la s re la ci on es qu e us te d m an tie ne · c on la in st itu ci ón d e la f am ili a no s on l as n ii sm as , s eg ún us te d se a . E l he ch o de f un da r un a fa m ili a, e l ac ta d e m at ri m on io , a sí c om o el f un da r un a as oc ia ci ón , de i ni ci ar u n ne go ci o, de c re ar u na e m pr es a, u n tip o de e ns e ña nza , u n es ta bl ec im ie nt o m ed ic o: ta m bi én es to s fe nó m en os ll ev an e l no m br e de ins tit uc ió n. E n ot ra é po ca s e ha bl ab a de ins ti tu ir a lo s ni ño s (e n el s en tid o de f or m ar lo s) y de ins tit ui r un p ue bl o (e n el s en tid o de da rl e un a ·co ns tit uc ió n po lí tic a) . P or . ú lt im o, f orm as s oc ia le s vi si bl es po r es ta r do ta da s de u na o rg an iz ac ió n U na n or iu a un iv ers al , o c on si de ra da ta l, ya s e tr at e de l m at ri m on io , de l a ed uc ac ió n, d e la m ed ic in a, d el r ég im en de l s al ar io , d e la g an an ci a o de l cr éd ito , es d es ig na da in �t itu ci ón l. U st ed es a sa la ri ad o; t ie ne u na f a m il ia . R ég im en d el s al ar io , m at ri m on io ; he a h í do s no nn as u ni ve rs al es , pr op ia s de n ue st ra s oc ie da d. C on e ll as s e as oc ia un a sa la ri ad o o no . D ig am os q ue us te d ac ep ta l a id ea o l a im ag en d e la fa m il ia c om o té lu ia so ci al u ni ve rs al m en te d if un di da e n nu es tr a so ci ed ad . 2 jurídica y/o materfal: una empresa, una escuela, un hospital, el sistema indus trial, el sistema escolar el sistema, hos pitalario de un país, son denominadas institUciones. En el lenguaje habitual se emplean sobre todo las expresiones «ins titución escolar» o «institución religio sa». En otros contextos se prefiere ha blar de una organización, un organismo, una administración·, una sociedad, una compañía, una asociación. En los tres casos que hemos enumerado, el concep to de institución no tiene el mismo con tenido. ¿Signitica esto que lo abarca todo, y es por ello confuso e inu tilizable?. Es más exacto decir que, ana lizado dialécticamente, se descompone en sus tres momentos: universalidad, particularidad, singularidad.<1> El momento de la universalidad es el de la unidad positiva del concepto. Den tro de ese momento el concepto es ple namente verdadero, vale decir, verdade ro de manera abstracta y general. El sa lario y la familia· son norn1as universa les de la sociedad, hechos sociales posi tivos en lo abstracto; únicamente · en lo abstracto. En efecto: el momento de la particu laridad expresa la negación del momen to precedente. Es así como, en nuestras sociedades regidas por el régimen del salario y el matrimonio, un individuo puede ser no asalariado y soltero sin hacerse pasible de sanciones oficiales. Toda verdad general deja de serlo ple namente tan pronto como se encama, se aplica en condiciones particulares, circunstanciales y detenninadas, vale decir, dentro del grupo heterogéneo y René Lpurau cambiante de individuos que difieren por · su origen social, edad, sexo, status. Por IÓ tanto, no se debe confundir la univer salidad con la totalidad: aquella lleva en si misma su contradicción. Toda idea es tan «verdadera» como su contrario, no en general, como lo pretende el escepti cismo, sino desde que se encama en la acción de los individuos y de las colecti vidades. Y sin embargo, la sociedad funcio na, .bien o mal, porque las normas uni versales, o así consideradas, no se en carnan directamente en los individuos: pasan por la mediación de forn1as socia les singulares, de modos de organiza ción más o menos adaptados a una o a varias funciones. El momento de la sin gularidad es el momento de la unidad negativa, resultante de la acción de la negatividad sobre la unidad positiva de la nonua universal.<!) A menudo se confunde particulari dad y singularidad, y se opone artifi cialmente Jo general (lo universal) a lo particular, olvidando que esta oposición es puramente abstracta, que nunca exis te en la práctica, sino solamente en la l. G. W. F. H<!gdScience de la logiquc, Propédcutiquc philosopbique, Phénoménologie de I"C$priL 2. Cofl3igno aquí t:.rl<! •raum.!n» d<! la dialéctica hegeliana, sumamenu esquemático, simplemenu para recordarlo. Sin embargo, su mención indisporsable, en la mc:diJa m qUt: la m.ayoria de los sociólogos conocen muy mal la dia léctica o la rechazan. El auge del posiliyismo, IIJnUJ as sociología como en otros seelore.s del pensamicúo, es acompaMdo por una declinación del �nsamiento n.cgatiyo (cf. H. Marcuse, Raison el réyolutioo, París, EJ. de Mitwit, 1968) El análisis institucional ideología y en la filosofía idealista. Con esto se anula el tercer momento del con cepto de i.Dstitúción y, lo que es aún más grave, la acción recíproca de los tres momentos, sin la cual no hay dialéctica. Con la oposición entre· lo particular y lo general, la dialéctica es reemplazada por antinomias «racionales», «naturales>> o. «fatales» entre el individuo y la socie dad (o el «mundo»);.antinomias·que se resuelven acordando preeminencia ya sea a la sociedad o· al individuo. : Otra confusión, consecuencia de la primera consiste en asimilar las (armas sociales singulares a las normas· univer sales, o bien en reducirlas a la mentali dad de los individuos. En el primer caso, estamos frente a la concepción tradicio nalista, autoritaria, que ve en el orden establecido una positividad y una ver dad intocables. En el segundo caso, se trata. del psicologismo o del espiri tualismo, según Jos cuales todos los pro blemas sociales son imaginarios,·y es preferible «cambiar al hombre>) antes de pensar en cambiar el orden social. Dotada de una organización admi nistrativa (por ejemplo, una asociación basada en la ley de 1901), de una orga nización material (por ejemplo, una em presa), o. de ambas a la vez, toda fom1a social se. define negativamente con res pecto a.las otras fon11as sociales y con respecto �l conjunto del sistema social. En efecto, todo. ordenamiento instituye una ruptura entre lo que se puede y lo que no se pu�de hacer dentro de la for ma social considerada. La ruptura con cierne también a Jo que es deseable u obligatorio hacer y, por otra parte, a lo 3 que no es ni deseable ni obligatorio. Los modelos de acción posible, l!l-5 normas de la acción impuesta . y sancionada y los modos de la acción simplemente de seable constituyen, en .�1 entrecruza miento y en las contradicciones de una organización singular, un universo dife rente de los universos definidos por otros ordenamientos, en otra organizaciones. Las finalidades y el funcionamiento de una cárcel no son idénticos a las fina lidades y al funcionamiento de una plan ta industrial o de una escuela. Sin em bargo a veces ocurre que los presos son trabajadores (sometidos al régimen infantilizante del peculio, es decir, a un estatuto particular del régimen del sala rio), y que simultáneamente se los escolariza o reeduca. El entrecru�mien to de las instancias ergológica, educati va y carcelaria remit� entonces al con junto de un sistema social que, fuera de la cárcel, articula de modo singularmen te más 1 ibre Jos modos de acción pro pios del trabajo, de la educación y de las sanciones. La organizaci6n jurídi"co-téc nica de la cárcel se sitúa negativamente con respecto a la organización social «normah). · Lo mismo podría decirse de fom1as sociales menos «totales)> o «totalita rias»<3> que la cárcel: la escuela, el hos pital, la fábrica el tribunal, el cuartel, la organización política. Por ejemplo, ¿es la «escuela-cuartel>> (según la fórmula de Fernand Oury, ya clásica en Francia) equiparable a un verdadero cuartel? No; 3. E. Go/fman, Asikr, París, E dic. dt! MitWit, 1968.· 4 pero tampoco se identifica en medida mayor con su función educativa. Sus funciones de vigilancia médica, de cui dados maternales y guarda de los niños, de represión, etc., son a tal punto evi dentes que llegan -al menos ante los ojos de sus usuarios a anteponerse a su función oficial. Como lugar donde se trabaja, la escuela no es una fábrica ni un cuartel; pero la organización de las tareas, su control, la sanción de los re sultados, la ideología del esfuerzo, la interiorización de normas fijadas por los adultos, todo ello crea por lo menos homologías entre el universo del trabajo eXplotado y el universo del aprendizaje escolar. Así lo atestigua toda una litera tqra clínica o novelística. : En cuanto a la fábrica, ciertos soció logos de la industria quisieran situarla en una categoría completamente ajena a la de las instituciones totalitarias. Sin embargo, ella no escapa a esa transver sa:lidad de las instancias y funciones que h�mos evocado. Al igual que otras for mas sociales, es atravesada por lo edu cativo y lo carcelario, pero bajo el signo del principio de rendimiento, único prin cipio de realidad de la sociedad indus trial (según Marcuse). La fábrica es una escuela, una dura escuela para los indi viduos a quiénes la sociedad priva de escuela tan pronto abandonan la infan cia. La fábrica es una cárcel, una cárcel donde no se obliga a entrar y donde no se retiene a nadie, poro donde ciertos individuos se yen obligados a ingresar por la «lógica» del origen social, de la herencia cultural y de la selección esco lar. RenéLourau Toda forma social posee por consi guiente una unidad, un carácter especí fico producido por su fmalidad oficial (la producción, la gestión, la educación, el control, la ayuda, la protección, etc.), finalidad que, tomada en sí misma y aisladamente, recibe el nombre de fun ción. La finalidad de las empresas in dustriales consiste en producir, si con ello se entiende lo que diferencia la fá brica de la escuela o de una administra ción. Si se llama «función» a esa finali dad autonomizada, ello se debe tan solo a que ese concepto es. el que mejor ex plica la existencia de un sistema social racional, profundamente diferenciado, así como de una división del trabajo «funcional», donde no solamente cada individuo está en su justo sitio, sino que todos los «Órganos» del cuerpo social ocupan su legítimo Jugar, prestan servi cios irreemplazables y ejercen un poder indiscutible. Esto permite al sociólogo de las organizaciones afirmar tranquila mente, cuando estudia las «disfunciones» de las grandes organizaciones burocrá ticas francesas, que emprende «un estu dio científico, es decir, funcionalista».<"> 2. La sociología de las organizacio nes olvida que si bien toda forma social posee una unidad «funcional», esa uni dad, siguiendo la definición que da Hegel del momento de la singularidad, solo puede ser negativa. La finalidad más «operatoria» éle la organización (su función oficial) está ligada a otras fina- 4. M. Crozier, Le phénomene bureaucraratique París E d. J.u Seuil, 1963, pág. 14. ' ' 1 El análisis institucional lidades creadas por la existencia de rela ciones continuas entre· determinada or ganizaciones y las otras organizaciones con diferente función, así como por las relaciones que la primera m�ntiene con el conjunto del s�tema social. No basta con definir racionalmente una organiza ción por los servicios�que esta brinda o que e�tá destinada a brindar. Hay que tener en cuenta además que la fábrica, o l a compañía, producen modelos de com portamiento, mantienen nonnas socia les, integran a sus usuarios dentro del . �istema total. Por último, se debe consi derar que en la fábrica no se organiza solamente ni ante todo el trabajo, la pro ducción, el incremento del rendimiento y de los servicios, sino un fragmento de la clasificación social y de la lucha 'de clases. Es tan poco científico adoptar como ténnino de referencia de la inves tigación o de la intervención sociológi cas tal o cual objetivo de rendiiuiento, como lo sería tomar como ténuino de referencia del estudio sobre un conven to el «servicio de Dios». La fábrica tie ne como función producir automóviles o gas natural; pero su prime_ra función es producir ganancia: toda su organiza ción y todas las disfunciones de esta tienen como sistema de referencia real, y no imaginario, esa institución casi sa grada del modo de producción capitalis ta que es la plusvalía. De igual modo, la escuela tiene· como funciones preparar para la vida profesional, proporcionar una cultura general, etc.; pero su fun ción primera consiste en interiorizar las normas oficiales del trabajo explotado, -:ie la familia cristiana, del Estado bur- 5 gués. En la escuela, se aprende también a interiorizar el modelo de la fáb.rica. En ella, como en ésta, se aprende a «humi llarse» ante los superiores, y en segundo término, o s� es necesario, se aprende un· oficio. Si se consideran las grandes funcio nes sociales que son la producción y la educación, la transversalidad de dichas funciones aparece (aunque en niveles diversos de _conciencia, lo cual implica cierto tipo de análisis) tanto en la fábri ca como en la escuela, en el partido político como en la asociación deporti va, en la Iglesia como en la Universi dad. La unidad de una organización con siste, por un "lado, en un ordenamiento específico de las funciones sociales en torno de una función oficialmente prlvi legiada y, por el otéo, en la exclusión ·oficial de algunas otras funciones, que entonces pasan a ser latentes, accidenta les o infom1aleS. Agreguemos a ello que el sistema así fom1.ado se define a su vez globalmente, con respecto a la_. globalidad más vasta que lo subsume: elsistema social como totalidad de las relaciones entre elementos incluidos en una insti tución territorial (la ciudad}, un territo rio nacional o un área de influencia po lítica (imperialismo, Estados coloniales). Esta última relación -entre una orga nización considerada como totalidad y la totalidad del sistema socioeconómico es también negatjva, pero en un sentido particular. La pequeña o mediana orga nización debe contar con el Estado-pa trón, y al mismo· tiempo aprovecha su libertad relativa frente a ese patrón. Por el contrario, una gra:1 organización pue- 6 de disponer de una potencia igual o su perior a la del Estado. Tal es el caso de las iglesias, de los partidos políticos y de las compañías supranacionales. La negatividad· que se vio actuar dentro de la organización se reproduce aquí, de manera inversa entre el sistema global y una organización particular. El objetivo pnncipal de la empresa industrial de gran envergadura y a no es producir automó viles, sino asegurarse una hegemonía nacional o internacional. Con el in1pe rialismo o con el sistema socialista in ternacional, esa inversión es casi total, puesto que el Estado mismo ya no es más que un subsistema dentro de una globalidad controlada de modo interno externo por el Partido o por otro instru mento de presión política. Desde un punto de vista dialéctico, hay que tratar entonces de superar la teoría de la organización, lo cual nci sig nilica recusada ni menospreciarla en modo alguno.(S) Cuando postula una especie de unidad positiva de la organi zación definida a partir de sus funciones (con las correcciones que Merton o Parsons imponen al funcional ismo ), el positivismo suprime una parte funda- S. Para s.:r complf!tD, la critica d.: la ta�ría d.: la orgimi zación d.:b.:ría incluir un estudio comparativo d.: la t.:oría sociológica y de la teoría polilica (l.:ninista y anarquista) d.: la orgaiÚzación.lA t.:oría sociológica rú la organización procura sup.:rar tanlo d taylorismo como ID psicologí.a ináu.strial. E n cambio, la t.:oría política preserva en gel'lt!ral dogmáticam.:nte, la infAlibilidad de la lt!orí.a circuiiStancial y ambigüa dd · centralismo democrático, que es colllemporána dd taylorisiTW. 1 nvocar cuí a Lcain, contcnporáneo y admi rador de Taylor, t.:stimoiÚa una actiruá pcuati.sta, que encontramos aun en teóricos impregnados de trotslcisiTW. RenéLourau mental del objeto de conocimiento: la negatividad que actúa en el sistema global y en cada uno de los elementos que lo componen. Como suele ocurrir en ciencias sociales, el objeto real (en este caso, la gran empresa) ejerce una atracción tan grande, que se lo toma de inmediato como objeto de conocimien to. Este empirismo, corregido mediante diversas sistematizaciones (subjetivistas en Crozier, acc.ionalistas en Touraine, psicosociológicas en Merton, estructu ralistas en Parsons) o recurriendo a da tos cuantificables. merece sin duda el calificativo de «abstracto» que se le asig na a veces. Confundir con la realidad «objetiva» la ideología pragmática de los sujetos-clientes del sociólogo atesti gua, en efecto, una abstracción, una autonomización de las funciones «no bles>> denominadas crecimiento, desa rrollo, inversión, servicio social. en de trimento de las funciones -inconfesadas e inconfesables, pero perfectamente ob jetivas- de las organizaciones. La sociología de las. organizaciones tiene el mérito de poner.de relieve los sistemas de poder y decisión, y de no disimular sus propias orientaciones Es un teóricos confund.:n la psico.soci ología y la sociolo gía d.: ltl.f organizacio11es <m una misma r.:probación, aunque con ci.:rta indulgencia hacia la segunda. A menudo s.: amalgaman los ensayos áe análisis institucional con los mod.:los tÚ análisis a que nos hemos referido. Jáúrrica amalgama caracteriza a tdgu nos sociólogos de la organización y a ID mayoría áe los comunistas ortodoxos. Esta comprobación, conviene precisarlo, no apu11ta a su va a una amalgama. Como comprolxlción emptrica, las observaciones prccd.<:nta exigen análisis e investigaciones que, cabe esperar, se .:fa:tuarán pronto. ::. ··El análisis institucional · - .. reformistas. modernistas (anticonser vadoras, pero . también antirrevo lucionarias). Sin embargo, ella se con dena a no captar totalmente el momento de la organización .. Después de haber sugerido las razones .teóricas de esta in suficiencia, es necesario indicar breve mente sus razones históricas. Durante mucho-tiempo, las raciona lizaciones que se comprueban en la teo ría de las organizaciones hicieron estra gos en derecho. Según el Código Civil_ esa clave de las fantasías políticas de la burguesía-, nadie puede ignorar la ley. Cien años más tarde, la ciencia de l_os sueños instituye, no ya el saber abstf<!.C tamente universal y asequible, sino el no-saber universal: nadie puede cono cer su propio deseo. En la misma ép.?ca, el marginalismo logra legitimar la plusvalía psicologizando las bases obje tivas de la economía política: la ganan cia está justificada por la necesidad de satisfacer los deseos, la demanda, las preferencias de los consumidores. Los inconvenientes de la anarquía económi ca, las contradicciones surgidas de la racionalización, son motivo de reflexión para expertos como Taylor o Fayol, y también para teóricos como Durkheim o Weber. El no-saber de la sociedad sobre su producción de riqueza se reve la aún con mayor intensidad que duran te la época de Ricardo o de Marx. Las crisis del capitalismo obligan a encon trar una nueva teoría susceptible de le gitimar la anomia introducida por la em presa industrial, ese foco de negatividad. Hay que reconstruir un nuevo «código civil». �·: ' l, . Siguiendo los pasos de la organiza ción científica del trabajo y de la psico logía industrial, la sociología de las or ganizaciones aporta un elemento a esta reconstrucción, a este New Deal genera lizado. Para ello tiene que postular la racionalidad del nuevo orden social: la sociedad industrial. Tiene que con.Side rar como orden de derecho, y no mera mente de hecho aquello que más se presta a ser cuestionado, tanto desde el punto de vista del derecho encarnado en el Estado como desde el punto de vista del mÓvimiento obrero: la institución eco nómica denominada fábrica y más tarde grandes talleres, empresa, compañía, sis tema Imperialista. Tiene que ·reconstruir lo que construyeron los juristas de la época napoleónica, sobre nuevas bases, pero en una idéntica pe·rspectiva ideoló gica: la de la autonomizidón de un mo mento de la práctica social, que ya no será la práctica jurídica, sino la práctica de _la gestión económica. Sin desapare cer por ello, el jurista, el escribano, el juez,. el abogado, el filósofo del dere cho, cederiuna parte del lugar que ocu paban en el sistema social al economis- . la, al i ngeniero, ar tecnócrata, a l psicosociólogo y a l sociólogo d e las or ganizaciones. Este último abandona ent()nces a la psiquiatría social y a la psicosociología las formas sociales «totales», que en el lenguaje habitual siguen llamánclose a veces instituciones. Sin embargo, las «organizaciones» económicas no son un univers.o ajeno a las instituciones tradi cio.nales; no están reservadas al sociólo go de las organizaciones. Los fenóme- ;, � _8----------------------------------------------�R�en�e�·L�o�u�ra�u ;; � nos de poder los sistemas de acción, de ·� decisión, de control, de negociación que las constituyen, no difieren fundamen;J talmente de aquellos que pueden anali� zarse en las instituciones «no producti- vas». La misma diferenciación spence� riana, en el plano de la función oficial, _ entre instituciones «reguladoras» (de .;;:/ control social) e instituciones «opera� tivas» (de producción) no es decisiva �- cuando se trata de construir un objeto de � conocimiento sociológico. Al igual que � la _ se�aración, instituid_a en el plano aca- demJco, entre etnolog1a y sociología, la � �ep�rac!ón entre una �ociología de las � - mstttucLOnes y una soc1ología de las or� ganizaciones se basa en lo que Althusser ·J llama el desconocimiento de lo econó � mico: hay problemas económicos en un � organismo «no productivo», así conio �- hay problemas de control social y de �� connotación política en un organismo Q�co?ón�ico. La materialidad de todas las � · mshtuctones, tengan o no función eco�nómica, es un hecho sociológico funda:;me�tal, evid:�ciado por la morfología soc1al y tambten por la antropología cul ;dtural, cuyo mayor aporte es precisamen ,. te ese. La transversalidad de las más ;;diversas funciones dentro de institucio ::;¡nes en aparie�cia tan opuestas como lo • s?n un organJSmo deportivo, una igle�la, una empresa, un sistema de ense:;ñanza, es tan importante para el sociólo- go �mo la transversalidad -de las perte :�enctas y de las referencias reveladas r por los individuos y los grupos que com�ponen aquellas diversas formas socia:Jies. Por co�iguien _te, la unidad de las fonnas soctales exJSte sin duda: es la � encarnación de una determinada ima gen de l a totalidad, refractada por el conjunto del sistema social. Se trata de una unidad negativa, que afirma una o va_rias �nciones privilegiadas, y que al mLSmo tiempo contradice otras funcio nes, otros sistemas de pertenencia y re ferencias que son privilegiados en otras fonuas sociales. Estas funciones nega das, presentes-ausentes, actúan simbóli camente, es decir, por intennedio de ac tos y de palabras, de no-actos y de silen cios que no se pueden vincular unívo camente con una o varias funciones pri- vilegiadas. · 3. Puede decirse que el análisis institucional es reclamado por esta ca racterística del sistema social, así como por las carencias que revelan los méto d?s _ d� abordaje sociológicos, psicoso Ciologicos y económicos. Las carencias de la sociología, pero también las del psicoanál�is, las del derecho y de la economía política, procuran articularse dentro del análisis institucional, que no por ello pretende sustituir cada una de estas disciplinas, y menos aún englo barlas a todas. Articular carencias ver relaciones donde solo se veían ele�1en tos coherentes y homogéneos, compro bar un problema donde se creían encon trar s�luciones, ¿no es acaso lo que ca �ct�nza a todo método nuevo, lo que JUStifica, según la frase de Bachelard la índole polémica de la práctica cientÍfi ca'! La constitución «negativa» deJas for mas sociales denominadas instituciones u organizaciones es lo que induce a la El análisis institucional sociología a buscar un instrumento de análisis que permita dilucidar «la serie dad, el dolor, la paciencia y el trabajo de lo negativo».<6> La clínica sociológica, la observación sobre el terreno, la encues ta profundizada que se basa en «bancos de datos» cuantificados, no responden enteramente al objeto del análisis institucional, porque trabajan sobre da tos positivos, sobre hechos perfectamen te exteriores· al observador o al encues tador. El trabajo de lo negativo, entre los tres momentos del concepto y entre los momentos y la totalidad, indica que no existe un dato positivo (y cuanti ficable) en est<'tdo puro, puesto que la unidad positiva no es más que un mo mento: el momento de la universalidad.' Se habla de análisis institucional por que las organizaciones sociales de todo tipo, que el sociólogo estudia, no son reducibles a sistemas positivos que bas taría desmontar, sino totalidades parcia les, y como tales doblemente trabajadas por la negatividad. Por ser totalidi\des, presentan la negatividad formal que se . adhiere a todo hecho social positivo, dado que toda positividad simple e in mediata contiene ya su propia negación. Por ser parciales, es decir, por estar 6 G.W.F. Hegtd, Phénornenologie de !'esprit, Paris, Aubier-MonJ.sigrw; 1939, prqacio, pág. 18. 7 G. W. F. Jlege� Science de lo logique, la. part�, capítulo jiMI •L 'Jd¿e absoluo-. Lo n�gativo formal corrapond.: al prima n.:gativo, a decir, al s�gundo momenlo de la dialéctica. Lo lll!gativo absoluto corra ponde al segundo negativo, a decir, al tercer momt:nl.o (negación de la negación). Véase, asimismo, H. f4ebvr� Logique fonnelle,logique dialectiq ue, París,Anthropos, la . .:J., 1969. 9 subsumidas en el conjunto de las formas de organizaci6n .que constituyen el sis tema social, pueden·entrar en oposición absoluta con el sistema. Tomada entre la negatividad Jprmal y la negatividad absoluta,(7) la organización no puede ser considerada como. un, hecho social pu ramente objetivo: una intervención que compromete al 9bservador supone un análisis de este compromiso. Tomar por objeto de conocimiento la_negatividad fonnal descartada por la sociología de las organizaciones y _la negatividad ab soluta descartada por la psicosociología, ¿no significa acaso arriesgar resultados negativos, e inclusiv� una operación en teramente «nihilista)) que siembre la con fusión dentro de la organización, y se contente con ello?� Es lo que objetan. no solamente clientes potenciales del análi sis institucional, sino también algunos sociólogos. Sin negar esos riesgos, con viene precisar un punto muy mal perci bido en el estado actual de la investiga ción. El análisis institucional no preten de producir un super-saber clandestino y misterioso, más completo y más «ver dadero)) que los otros saberes fragmen tarios. Aspira, simplemente, a producir una nueva relación con el saber, una conciencia del no-saber que determine nuestra acción. El psicoanálisis, mejor que la socio logía, penuite captar la importancia del concepto de no-saber. ¿Qué sé en cuan to a lo que detenuina m.i acción y en cuanto a lo que obedece, sobre mi de seo, mis inclinaciones y repulsiones, tan to en materia política como en materia de «gustos y colores)). El psicoanálisis 10 significa prec isamente el descubrimien to del no-sab er como regla universal de la acción y, por consiguiente, como base de toda empresa de conocimiento. El no-saber sobre el deseo y el no saber sobre aquello que funda la sociedad pue den tener un origen común: esta es una hipótesis posfreudiana, en la medida en que Frcud y la mayor parte de sus segui dores no evitan ver en el psicoanal ista a un «Sabio)) del no-saber, capaz de desci frar tanto los meandros de la historia y de la vida social como los contornos de una neurosis. La sociología de tendencia positivista, por su parte, desconfía del psicoanálisis, en el cual finge no ver sino considera ciones vagas y arbitrarias. O bien, si admite cJ descubrimiento freudiano, es para circunscr ib i rlo : en el nivel del indi viduo, fuera del campo sociológico. Para el soc iólogo y el economista, así 'como para el fís ico. csl;tría reservada una positividad sio sombras un acto de co nocimiento c.lespojado de toda negati vic.lad. Sin embargo, la etnología se en carga de sei1alar a la sociología la'' �on tingcncia de los sistem:1s de acción «ra cionales», que esta cree decodificar en los países donde se usa corbata y para guas. ¿Hay derecho a lanzar todo el in consc ie n te sociológ ico al limbo del predesarrollo y a la humedad de los tris tes trópicos? ¿Y si el origen común del no-saber respecto de mi deseo y del no saber respecto de la historia fuera esa cosa, ni individual ni colectiva, descu bierta por Freud? ¿Si. más allá del pro yecto subjetivo, así como de las confi guraciones que las sociedades dibujan a René Lourau. medida que niegan sus formas mejor . establecidas, quedaran por desdfrar quién. sabe qué signos, qué «intluen cias>) y qué «ascendientes)) de un zodia co social? Desde hace é:incuen ta años, grande es la tentación de establecer un paralelo entre la revolución psicoanalítica y una revolución sociológica, todavía en es bozo. Así como Freud remit ió la clave de los sueños al pasado, pero conservando al menos la forma del p royecto contenido en el ocultismo, también el sociólogo conservaría, superándolos·, los viejos horóscopos causalist.3s, surgidos tanto de S a int-S imon y de Auguste Comte como del ocultismo. De estas analog ías tentadoras, reten gamos al menos l o sigu iente: buscar una interpretación del presente y de las vías del futuro en los sueños o en los astros en lo infinitamente pequeño o en Jo infi� nitamcnte vasto , en e l microcosmos 0 en el macrocosmos, en las entrañas de aves o en el estudio ue los enfren t.Jmientos entre clases sociales, pueb los y razas o en cua lquier otro soporte de interpretación, ¿no es acaso manifestar la marca de todo saber'! Cualquiera que sea este, y no solamente d sab er respec to uel deseo, está marcado por un irreduccible deseo de sabe�: este es, des pués de la insistencia en el no-saber el segundo aporte del psicoanálisis a la t�o ría institucional. � . in_1portanc ia asignada por el psi coanaltsts al compromiso del observa dor en el objeto de observación arrastra al psicoanalista, y trns él al sociólogo, a consecuencias que, en verdad, no esta- ·' ' El análisis institucional ban incluidas en la teoría de Freud. Me refiero al papel desempeñado por la re lación de dinero y la relación de poder en la intervención. El tercer aporte del psicoanálisis, en sus derivaciones más actuales, consiste en mostrar que cuan do se «inicia el psicoanálisis>), subjeti vamente, para ver más claro en el pro- . p io deseo, se produce objetivamente un reacondicionamiento de las relaciones que el analista y el cliente mantienen con el dinero como fonna universal del intercambio, y con el poder como forma habitual de las relaciones de produc ción. En tales condiciones, no basta orquestar intcnninables variaciones so bre el carácter altamente simbólico de las prestaciones exigidas al cliente. Des de el punto de vista del análisis del acto de intervención ;¡nalítica �omo totali dad, no es correcto reducir al simbolismo parental toda palabra y todo aconteci mien.to referido al dinero y al poder. En er acto psicoanalítico, inscripto objeti vamente en un sistema de fonuas eco nómicas, así como en un sistema de co n ocimientos y un sistema de procedi mientos terapéuticos, el dinero y el po der no son únicamente materiales útiles para la elaboración inconsciente del de seo, para la articulación de la demanda ni para el trabajo desordenado del acting Out. Lo primordial en el acto psicoa nalítico no es sólo la estructura libidinal del cliente y del analista librados a la iluminación intem1itente de la transfe rencia y la contra transferencia. Nada - · salvo una ideología no analizada, una ciega contratransferencia institucional- 11 permite postular una primacía de siste ma de parentesco simbólico, de la libido o del aparato inconsciente con respecto a las connotaciones materiales y socia les de la intervención. Si, en la crisis instaurada por la institución del análisis, todo es significante con respecto al de seo, está claro también que todo es significante con respecto al dinero, a la autoridad y a las fonnas de poder, es decir, a las relaciones institucionales. ¿Quiere decir esto que el análisis institucional, queriendo «hablar>) de los materiales dejados de lado o subestima dos por los otros modelos de análisis, acuerda una importancia peligrosa al fac tor subjetivo?. Si el pelig�o ·existe, es desde la perspectiva de una filosofía subjétivista, tan discutible como su opuesto, el objetivismo. La al ternativa frente a los desvaríos del positivismo no es el subjetiv ismo, como tampoco el ni hilismo de la intervención destructora y salvaje. Ella reside en la clara conside ración de los límites teóricos y prácticos con que tropieza el análisis en situación, y que él mismo traza cuando se institu ye en la práctica social. El examen de estos líiuites es inseparable de la con ciencia del no-saber que nunca debe es tar ausente del anál isis. ¿Quién mejor que Hegel, teórico desgarrado del Saber Absoluto, podr ía ofrecer una idea de ese no-saber? «El espíritu conquista su ver dad solamente a condición de reencon trarse en el desgarramiento absoluto. El espíritu es este poder en cuanto no se asemeja a lo positivo que se aparta de lo negativo (como cuando decimos de una cosa que no es nada, o que es falsa, 12 entonces, desembarazándonos de ella, pasamos sin más a otra cosa), el espíritu es este poder únicamente cuando sabe girar de frente lo negativo y morar en él».(S) 8 Pbéooméoologie de 1' esprit, prefacio, pág. 29. Se trata Jd pasaje ddicaJo al an4lisis. RenéLourau Primera parte. Las teorias institucionales La institución en la filosof'Ja del derecho I. Puntualizaciones Rousseau instituye el anál isis perma nente de las instituciones. Es verdad que en metafísica, en filosofía, en política, el problema institucional se había plantea do mucho antes. Puede decirse, empero, que hay una inversión rousseauniana de la reflexión sobre la institución. Antes de él, esa reflexión tomaba como siste ma de referencia implícito o explícito el estado de hecho, es decir, el Estado apo yado en la Providencia Divina. A partir de él , habrá siempre una corriente de reflexión institucional para la cual el Es tado ya no será la Providencia de la vida sociaL Rousseau inaugura esta corriente al confiar la legitimidad no ya al estado de hecho, sino al pueblo soberano. Rousseau se distingue asimismo de los demás filósofos de la Ilustración. Por ejemplo, Montesquieu, a quien tanto Hegel como la filosofía del derecho y la sociología positivista invocan de buen grado, postula una coherencia «funcio nal» de las sociedades. Por eso distribu ye las cualidades de cada pueblo en fun ción del régimen político instituido: la virtud es necesaria en una República .. . E n cambio, Rousseau intenta a islar, me diante el método inductivo, las estructu ras constitutivas de todo sistema social a partir del modelo nominal (y no real) del contrato. El análisis institucional ,Hegd responde a l a nálisis de Rou sse�u. Además. evalúa las consecuen ciáS; de la aplicación de su teoría: la Revolución Francesa, el reino de la «li beitad absoluta», el Terror, la propaga ción y negación del concepto de liber tad siguiendo la vía del jefe de Estado conquistadot> Entre la aparición de El contrato social j de la Fenomenolog(a del espfritu se interpone medio siglo de hirviente historia; en cuyo transcurso nacen el Estado moderno, la gran indus tria y su consecuencia en el dominio del saber: las ciencias sociales. Durante esta fase el concepto de institución fue «tra bajado» por los pueblos y hombres polí ticos mucho más de lo que fuera estu diado por los teólogos y filósofos del derecho durante mil años. Allí doncJe el filóso fo Rou5seau había actuado como «socioanalista». ·ífi;·abstracto, sobre el papel, el ciudadano de 1792 -por ejem plo el ex marqués de Sade, secretario de la Se<:ción de las Picas en vísperas del Terror- tuvo ocasióñ.de esbozar análisis institucionales in Vivo el in situ en su sección, en lós clubes, en las asambleas revolucionarias· y en otras instituciones agonísticas (o contra instituciones) �rac terísticas de todas· las épo�s donde la historia permite. que lo i.nstituy�nte su merja a lo · ihstituido. Otro ciudaqano, origin:uio dé esa misma CÓ�c�ga que pidió n Rousseau 1.,1n proyecto d·e'Cbns tilución, da a Fr�ncia y ·a una ,parte de Europa la mayoría de sus ac�uales insti tuciones. Al igual que Sade; Bonaparte es -al menos cuando joven- un gran lec tor de Rousseau .. Cabe preguntarse, sin embargo, si la figura del legislador a 13 caballo corresponde verdadera mente al modelo del legislador «no d ircctivo)) pro puesto por El contfa.w sociaL De hecho, responde mejor al ideal ftlosófico y po lítico de Hegel. · Este último interesa a l sociólogo como teóricO ··de la institución.Por so bre todas las cosas, el método dialéctico, la teoría de los tres momentos del con cepto (universalidad, particularidad, sin gularidad), la potencia luminosa que Hegel- confiere a la negati�idad, tanto en su Lógica como en sus demás obras, han orientado sin cesar mis pasos. Una génesis del pensamiento institu cional exigiría una investigación que par tiera al menos de la Antigüedad griega. Aquí, siguiendo a Hegel, se preferirá la . génesis conceptual a 1� - génesis tempo ral, con sus ventajas y sus riesgos. Las grandes obras del pensamiento griego, en cuanto registran el tránsito del despotismo oriental a la democracia, del modo de producción asiático al modo de producción precapitalista, i lustran en el plano mítico la crisis institucional -y también el análisis institucional- de la cual surgió la civil ización occidental . Edipo y Antígena, esos grandes transgre sores de lo instituido, obsesionan sin ce sar el pensamiento de Hege1.<1> Al matar a la Esfinge, Edipo mata a la vieja Asia. Y cuando opone su violenta negativa al «positivista» Creón; Antígona instaura la gran oposiCión entre «las leyes de la polis» y «las leyes subterráneas», entre la dominación política y las institucio- 1 G. W. F. Hege� Ph�ooménologic de l'cspri� París, Aubi-Monlaigne, 1941, voL 11; ¡uígs. li·16, 232·49. ":"".:i.;;¡.4•:, \ · r�· .... . . .. , .. . 14 nes como instancias simbólicas, extra legales. «Estas leyes divinas n o están . escritas, pero son infalibles. No se ha llan en vigencia desde hoy ni desde ayer, sino desde siempre y nadie las vio na cer».<2l � A veces íntimamente mezclada con � el pensamiento mítico (con Platón), a veces por su propia cuenta, las filosofías � griega y romana oponen al «letargo» Asiático el proyecto a na l ítico q ue ¡ instaura a la conciencia como juez de sí � misma y de la regla socialY> Pensar las técnicas. pensar el lenguaje, pensar la � ley: eso pretenden los sofistas, esos � «extremistas» a quiénes la institución universitaria, siguiendo a Platón, aún ; condena. Al tratar de «restituir» -como dice Rabelais en el muy simbólico «elo� gio del Pantagruélion»- el saber anti .; guo a Europa, el Renacimiento marca una etapa importante en la evolución � del pensamiento institucional. Mientras que Calvino opone a las instituciones ;> eclesiásticas de la «Babilonia» papal sus ) «Instituciones cristianas», Rabelais, que en apariencia no l leva tan lejos el � cuestionamiento, ofrece sin embargo, � con la Abadía de TI1eleme, un hem1oso ejemplo de utopía crítica. En el punto de articulación entre ins titución religiosa e institución educati- 1 va, tenemos aquí una muestra de análi � sis institucional, que se apoya en una c rítica institucional e ideo l ógica. � TI1eleme es la contrainstitución educati ) va; dicho de otra manera, una institu ción verdaderamente educativa en el � sentido que el humanismo del Renaci miento da a la educación.<4l ; ' 1 Re11é Lourau Fray Jean des Entomeures no pre tende convertir la Abadía, que él quiere fundar de acuerdo con sus sueños de monje desviante, en un instrumento de su poder y de la dominación eclesiásti ca: «¿Cómo podría gobernar a otros - decía- cuando no me sé gobernar yo mismo?>>. Henos aquí d e lleno -como más tarde en El contrato social y en el Emilio- ante un legislador y un «gober n a n te>> (peda gogo) n o d i rectivos. Rabelais agrega: «Y pidió a Gargantúa que instituyera su religión al contrario de todas las demás>> .· El primero de los grandes principios de la contra institución de TI1eleme pone directamente el acento en la clausura institucional do los con�entos para re chazarla. Ninguna muralla rodeará a Theleme, «y no sin razón: donde hay muro por delante y por detrás, abundan la murmuración, la envidia y la conspi ración mutuas». Como buen ana l ista de la institución, Fray Jean ve que la insti tución de la separación -en la cual Marx habrá de ver la esencia de la burocracia se halla en el origen de muchos de los fenómenos que los modernos psicoso ciólogos y psjcoterapeutas han aprendi do a conocer. Notemos que no solamen te se ha aludido a las anomal ías de la comunicación dentro de la institución, 2 Sófocles, Ailligona, 2 • tpisodio, París, cltJSSiqua Ganri, Théatre de Sophocle, vol. /. 3 M . .Ddiame, La maitrcs de verité dans la Grecc arch<iiqu.; París M aspero, 1967. 4 F.RabeÚJis, Gargantúa, libro 1, cap;;. Lif -LVIII. .. l . • El análisis institucional sino también dentro de los dos campos instituidos por la separación: adentro y a fuerá. El segundo principio de la contrains titución indica una transgresión más pro vocativa que la consistente en suprimir la clausura. Por lo demás, él es conse cuencia de esta. Fray Jean desea que se pennita entrar a las mujeres, y .que se apl ique a los rel igiosos que pudieran penetrar en la Abadía el ritual de purifi cación que ciertos establecimientos conventuales apl icaban a las visitantes. Una vez suprimidas las murallas, el de seo no es reprimido por la institución. El tercer principio no es sino la con dena de todo reglamento; de toda util i zación del tiempo dividido por campa nadas: la distribución. de su vida cotidia na escapa, en genera l.. ·a los individuos que dependen de una o de varias institu ciones y separa las formas posibles de actividad, as í como la clausura sepa ra el sistema total de la institución del sis te ma total de la sociedad. El cua rto principio retoma, amplifi cándolo irónicamente, el tema del cuer po y de la mujer, presente ya en el se gundo principio. Habitualmente se en viaba a l convento a .las mujeres poco agraciadas o a quiénes· su famiiíá' ya no podía mantener. En carubio, fray Jean . q uiere que Theleme sele�ione · hermo sas mujeres y bellos j óveneS. La fronte ra, a menudo incierta, e n t.re I ugar de retiro y lugar de te ro r i ·: . �'·.' :·; \ . . �u.1l», que- . da aquí n ítidame a le ¡narcada. Notemos de paso que, si bien 1� contrainstit�ción rechaza la división instituida por las ins tituciones habituales, establece en ca m- 15 bio una nueva d ivisión, nuevas fronte ras entre categorías y criterios sociales. El quinto principio prolonga a la vez el anterior y el segundo: Esta vez, el carácter mixto de la Abadía es presenta do no ya como una posibilidad, sino como una regla o una c'ontrarregla: «Se decretó que donde antes no había hom bres, ya no hubiera mujeres solamente», y a la r�cíproca. El argumento «psicoso ciológico>) es que la prohibición de co municarse instaurada' tradicionalmente entre a mbos sexos produce solo encuen- tros clandestinos. : � � : El sexto principio profundiza la críti ca de las modal idades para ingresar en la institución y salir de· efla. Fray Jean sustituye el compromiso de quedar pri sionero del convento a perpetuidad por la más completa libertad de abandonar 11releme. En el capítulo LVII, donde aparece la famosa fómru'la «Haz lo que q u ie ras>), y habland o esta vez d e Tireleme e n tiempo pasado, Rabelais es pecifica que, e n la mayoría de los casos, los jóvenes de a mbos sexos abandona ban juntos la Abadía, para entrar en la vida activa «regularizando» su situaCión , de pareja . En séptimo y último lugar, Fray Jean instituye Jos contra�otoS, o la ausencia de votos al entrar en la institu ción. A la inversa de las instituciones que re¡:)l'(· ·>· ·:· :: : t . n: forzándolos, los con e ¡ ._:;,j:; ·.:: nue clases o ci tegorías sociales y crean impera tivos y sanciones, la contra institución crea posibilidades. Al_ voto de castidad se . opone la pQsibilidad de estar casado (de viv i r juntos a la es pera de' . ! : :1 trimcinio). Al voto de pobre T� , . �fJne la condición de riqueza, lo 16 cual no deja d e esClarecer la inspiración aristocrática d e la utopía. Al voto de «obediencia» se opone la regla de vivir en l ibertad. Estos siete p rincipios trazan los con- tomos deuna institución destinada a muchachas entre diez y quince años, y a varones entre doce y dieciocho años. Subrayemos tres rasgos de la utopía rabelaisiana, que permiten hacerse una idea bastante precisa de lo que aquí se procura fonnular mediante el concepto de institución. . En primer término, la institución es un espacio singular. Es el lugar clausu rado, marcado, lugar de la represión libidinal� un lugar d ividido en el espacio y el tiempo sociales� un lugar sometido a nonnas imperativas, que refleja en parte las nom13S sociales de la clase dominan te acentuándolas, y en parte instaura nor mas especiales que dan la espalda tanto a las reglas jurídicas como a la «ley natural». Un lugar donde las modalida des de ingreso (de pertenencia) y de egreso (de exclusión) están finnemente codificadas dentro de un sistema simbó l ico, donde se reconoce una voluntad de regulación -siempre problemática- del ingreso mediante el egreso. El conteni do del concepto designa aquí estableci mientos perfectamente delimitados den tro del espacio social, organizaciones o grupos definidos mediante una selec ción y/o por las CJracterísticas de una clientela, y simbol izados en el espacio urbano o rural por una arquitectura «fun cional». Además del convento y de otras instituciones rel igiosas, se evocan infal iblemente dos tipos de instituciones RenéLourau cuya matriz es el convento : las ins�tu ciones hospitalarias y las instituciones educativas. Más en general, se p iensa en todas las « instituciones» morfoló gicamente separadas en el espacio y en el tiempo sociales: cuartel, cárcel, etc� En todos estos casos se trata de lo que, con Goffman, se puede denominar ins tituciones «totali tarias» o «totales».C5) Totalitarias porque, encontrándose se- · paradas de las nonnas sociales exterio res, y además fuertemente reglamenta das, ofrecen una analogía con los siste mas pol íticos lla mados totalitarios. Pero también «totales», en un sentido, por que encarnan el proyecto -siempre la tente en nuestra cultura-de condensar en un espacio el concepto de totalidad, que constituye siempre la obsesiva aspira ción de la filosofía occidental. Conden sación y desplazamiento espaciales que presentan, con el triunfo del racio nal ismo, los caracteres de una «esquizo frenización» del pensamiento y de la práctica social .C6> En segundo lugar, el modelo' utópico de la Abadía de Theleme acentúa otro «momento» del concepto de institución: el de la nonua universal que busca en carnarse en l as fo rmas s i ngul a res, institucionalizadas, de sociabilidad. En el caso de 1l1eleme, el momento de la un iversalidad de la institución «Abadía» corresponde al de la educación como función social pem1anente, transhis- 5 S E. Goffman, Asiles, Paris, Ed. J�Minuil, 1968. 6 J. Gab.:� La fausse conscieoce, París, Ed. d� MiiiUÍl, 1962. El análisis institucional tórica, institucionalizada en todas las cul turas, cualesquiera que sean las fonnas e n las que se inscriba dicha función. En el modele rabelaisiano se valori zan los momentos de la singulari�d y de la universalidad, pero a expensas del momento de. l a particularidad. El punto ciego de la utopía humanista reside, en e fecto, en el modo de reclutamiento de los thelemitas, en los criterios aristocrá ticos de admisión en la institución y, por co.nsiguiente, en la detenuinación de las fuerzas instituyentes que componen la sociedad. Es un monje, protegido por un jefe político, quien tiene la capacidad de fundar, de instituir, un establecimiento «revolucionario>• d e enseñanza. Quié nes tienen derecho a ingresar en él son jóvenes bien nacido . Al considerar este el itismo sociocul tural como algo «natu ral» y «evidente», la utopía pedagogista, tanto en la actua lidad como en el siglo XVI, deja de lado el drama social. Sobredeterminando las particulari dades de esta fonua social singular que es la institución educativa (abadía, es cuela, gothu� preceptorado, etc.), el sis tema social fragmenta la aparente uni versalidad d e la educación como fun ción «natural» de toda sociedad. Para comprender la interacción de estos tres momentos, l a acción de la negatividad de que son portadores unos con respec to a los otros, hay que explorar el siste ma oficial y el sistema oculto de las normas, valores y modelos que cónst_i tuyen la trama de las conductas dentro de toda institución. Ancígona muestra cómo detenninado s istema institucional, basado en la p reeminencia oficial de la 1 7 familia, entra en conflicto con un siste ma institucional nuevo y que no ha sido aún institucionalizado, fundado sobre la preeminencia de la polis. En la sociedad monárquica y eclesiástica posfeudal, donde se sitúa Rabelais, la Iglesia sigue siendo uno de los principales códigos para descifrar condicionamientos institu cionales, pero el Estado entra en com petencia con ella. Cuando triunfa la · impugnación -el protestantismo-, el sis tema estatal tennina por suplantar al sis- te ma ecles iásti co romano, no s i n reconstituif diaiéctica mente nuevas for-. mas singulares -nacionales- de cristia nismo. En la actualidad, el carácter so bre determinante del sistema institucional global se manifiesta, no solamente a p ro ··pósito de las instituciones familiares o educativas, sino también de institucio nes cuya función es producir. El «dina mismo de la gran empresa norteameri cana no puede ser disociado de un or den social favorable a la empresa ( ... ) Esta no puede ser ,reproducida fuera de su marco institucional y social».C1) El sistema social, con todas las con tradicciones, todos los movimientos que lo hac:;en y deshacen, es el sistema de referencia de todo «socioanálisis». Si, en nombre del pragmatismo de la «buena forma» socioeconómica, el aná lisis institucional subestimara la impor tancia del sistema social global como sobredeterminante de las particularida des de toda institución, no haría más que repetir el error de la sociología de 7 F H elmlln, La secrets des géa n IS américains, Parir,Ed. du Scui� 1969. 18 las organizaciones, que consiste en retomar la visión inconscientemente nor mativa que caracterizó a la filosofía del derecho. En consecuencia, las reflexio nes precedentes permiten abordar, si guiendo los lineamientos de la fllosofi'a del derecho, uno de los más antiguos contextos del concepto de institución. El principio metodológico que valoriza la génesis conceptual con respecto a la génesis temporal invita a aislar de este contexto dos ejemplos: Roussea u y Hegel. 11. Rousseau y el derecho subjetivo La tensión entre nominal ismo y rea lismo es una de las oposiciones funda mentales de la filosofía occidental des de hace ochocientos años. Tras la facha da intelectual de la d isputa entre dos escuelas, se trata de una verdadera l u cha, en el sentido político del tém1ino. Una l ucha donde se enfrentan no solo individuos ávidos de influencia o de se guridad dentro de las instituciones uni versitarias, sino también clanes, grupos y sectas más o menos institucionalizados según el modelo del maestro y del discí pulo. Las universidades, símbolo de la universalidad del saber:, fueron institui das en el momento en que la separación entre saber teórico (la aletlteia cristiana) y saber filosófico (la doxa racionalista) ya no podía ser d isimulada o reabsorbida. El que tales unjversidades, sometidas a la Iglesia y los monarcas, hayan tenido dificultades en desarrollar la enseñanza nominalista nos ilustra sobre la natura- RenéLourau leza institucional de la famosa Querellá de los Universales.<l) · Un elemento de esta querella es la cuestión d e la índole de las Ideas. Según Cassirer, si la idea de justicia es una· pura representaCión, idéntica suerte está reservada a toda idea «La idea vale en tonces solamente por institución (thesis) y no por naturaleza (physis); tiene reali-· dad solo por institución, yno debe su contenido y su duración relativa más quo - la institución)), El siglo XVII ya había percibido las consecuencias jurí d icas y políticas del problema. Grocio, por ejemplo, en su Doctrina sobre el origen de la sociedad y del derecho, relaciona el aspecto lógico del problema con sus aspectos ético y político.<9> Después de haber revestido formas d iversas en el transcurso de los siglos, la oposición nominal ismo-rea l ismo se reaviva a fines del siglo XVII y en el siglo XVIII. La vieja antinomia entre lo que pertenece al orden natural y lo que ha sido instituido humana o divinamen te emerge en la cuestión del origen d e l a s l enguas. Leibniz, Cond i l l a c y Rousseau, y otros, toman posicion a fa vor d e una de ambas tesis o las contra p o nen. Cuando Filaleto (lO) afirma que el 3 V .:ase Braaier, Histoire de la philosophie; L. Rougie La scolastique et le thomisme, París, Gauúliu-Villars. 1925; Une fai llite: la scolasque ( vusión conáou.ula del anterior), colc:cción Lib.:rtés, JJ. Pauvat, 1966, La n1étaphysique et le langage, París, Flammarion, 1960 9 E C assira, La philosophie des Lumieres,París, Fayard, 1966, cap. 6. · 1 OG Leibniz, No uvea us essais sur 1' en tendement humain libro 3 ¡ «La mots». ' El análisis institucional origen de las leirguas reside en «una institución arbitraria en virtud de la cual determinada palabra ha sido voluntaria- · mente el signo de. �eterminada idea>>, a Teófilo le cuesta: hallar en la teoría de l as i d eas i n.11�t�s · a l go q u e pueda atemperar el nom inalismo de su adver sario: «Yo sé -explica- que en las escue las y en todas partes se acostumbra decir que las significaciones de las palabras son arbitrarias (ex instituto), y verdad es que no están detenuinadas por una ne cesidad natural; pero no dejan de estarlo por razones tanto naturales, donde el azar cumple cierto papel, como ta mbién morales, donde hay elección». Aristotélicos, cartesianos, partidarios de Locke, p iensa n en general como , Condillac, que existen «signos insti tu- ' cionales» y, como Rousseau, que la pa labra es «la primera institución sociah>.<u) Esto no les impide d isputar acerca d e las determinaciones naturales, sobre natura Jes y sociales de esa institución. No siem pre las oposiciones aparecen claramente . delimitadas: cuando Teófilo defensor de la tesis teológica, invoca causas natura les, lo hace para recuperar un resto de trascendencia, siguiendo a Descartes y rechazando la ti::zbula rasa y el empidsmo absoluto de Gassendi o Locke. Cuando Rousseau especifica que la institución de la palabra. «solo debe su forma a causas naturales», lo hace sobre todo para descartar las causas sobrenaturales ' y «SeculariZar» l a institución del len- . guaje, a la espera de secularizar las de- 11 JJ. Rousseau, Essai sur !'origine des langues, cap. 1 19 más instituciones. Podría decirse que, en Rousseau, el concepto de institución es genérico: encuentra un lugar tanto en el Ensayo sobre el origen de las len- . guas, como en El contrato social o en el Discurso sobre el origen de la desigual dad entre los hombres,· tanto en sus es critos sobre teatro y música cerno en el Emilio. Las últimas líneas del último capítu lo (capítulo XX) del Ensayo sobre el origen de las lenguas indican la impor tancia que Rousseau atribuye a la «rela c ión entre lenguaje y fom1a de gobier no)). Retomando una idea del gra mático Duelos, subraya: «Sería materia de un examen asaz filosófico observar en los hechos, y mostrar mediante ejemplos, hasta qué punto el carácter, las costum bres y los intereses de un pueblo influ yen sobre su lengua». Esta perspectiva socio-l ingüística está presente en el Dis curso sobre el origen de la desigualdad, cuando Rousseau se contenta con dejar planteado el gran interrogante acerca d e q ué es lo que funda el concepto de so ciedad: « Dejo a quien quiera empren derlo el análisis de este d ifícil problema : qué ha sido más necesario, la sociedad ya formada para instituir las lenguas, o las lenguas ya inventadas para estable cer la sociedad». Lo que el derecho subjetivo a isla es, en verdad, la actividad social institu yente. Cuarido Rousseau utiliza el con cep.to de institución, parecen deslizarse tres significados que no dejan de evocar Jos tres momentos del concepto recono cibles en Rabelais; pero siempre acen tuando el momento descuidado por este: ,, ... . . ... . . � . . 20 a. El significado universal, «estruc tural» o incluso tópico, de la institución, se refiere a normas insti�idas, a lo que · ya se halla establecido. b. El significado singular, morfoló gico, de la institución, se refiere a for mas sociales visibles, de origen ya sea eclesiástico o estatal. c. El significado particular, dinámi co, de la institución, se refiere al acto de instituir, de fundar, de mod i ficar el s is tema instituido. Aquí reside lo institu yente. El contrato social trata de «quien Osa emprender la tarea de instituir un pueblo», y en varias oportunidades se indica el problema casi meta físico que �e p resenta ante el legislador «no direc tivo»: «la d i ficultad consiste en com prender cómo puede haber un acto de gobierno antes de que el gobierno exis ta, y cómo el pueblo, que JIO es sino soberano o s úbdito, puede convertirse en príncipe o magistrado en ciertas cir cunstancias». Ya antes Rousseau había � �eñalado esta paradoja de la institu _cionalización: «Sería necesario que el � efecto pudiera anticiparse a la causa; que el espíritu social, que debería ser ¡ obra de la institución, precediera a la institución misma». Es una paradoja que los partidarios del derecho objetivo a tri buirán con facil idad a ta· visión errónea, ¡ demasiado «espontaneísta», del derecho subjetivo, pero que tiene larga vida: re ' aparece sumamente actualizada en la re flexión de Kant, así como en los debates de l a Revol ución Francesa y de las re , voluciones siguientes. En un plano más modesto, los psicosociólogos, pedago gos, psicoterapeutas, la ven surgir cuan- RenéLourau d o procuran instituir fonnas de selfgo-· vernment ·en el seno de los grupos que dependen fuertemente de las institucio nes. La paradoja de Rousseau, su «im pensado»Pl) procede del contexto teóri co en el cual se intenta «pensarla>>. Tras la d iscusión sobre el concepto de Natu raleza, en el contexto de la oposición entre derecho civil y derecho natural, ¿no se plantea acaso el concepto de ins titución? Rousseau no postula el estado d e naturaleza como ideal o co mo pro yecto pol ítico, sino como sistema de re ferencia de la reflexión sobre el ori gen de la desigualdad, es decir, de la estructura del sistema social . . Quienes invoca n el estado natura l como objeto rea l son precisamente los teóricos reac c iona rios como Hobbes, a quienes Rousseau combate. Ellos imaginan un estado de naturaleza dominado por la l ucha por la vida, lo cual les pennite deducir la idea de un contrato basado en la esclavitud y en lasumisión al orden existente. Muy por el contrario, Rous seau señala: a. Que el estado de naturaleza del que se habla es, en realidad el úl timo estado de degeneración de ciertas socie dades. Así lo conftrma l a etnología.<13l Para Rousseau, el estado de naturaleza es una ficción teórica, un objeto de co nocimiento (y no un objeto real), un 12 L Aúhu.ss<7, cSur lt: Cootrat sociai>o, Cahiers pour 1' Analyse, n• 8, L' im penst. de Jeao�Jacques Rou.sseau. 13 C. Lévi-Slrauss, Tristes !ro piques, 9a. pa,.te, cap. 38 El análisis institucional modelo nominal (pero no real), que él adopta para �nstruir el concepto de so ciedad. Dicho en lenguaje hegeliano: el estado de naturaleza no es un ideal ni un paraíso perdido, sino la negatividad en el corazón de lo social. Esto explica que, según Rousseau, él signifique la no sociabilidad ( «antes» de la propiedad privada, o más bien «Sin» propiedad privada); y explica también la elección de un «gobernante» particular para un alumno particular en el Emilio, que es o try modelo nominal . b . Que e l contrato no se establece entre gobernantes y gobernados, · tal como en la actualidad pretenden, por ejemplo, algunos sociólogos.<14> Eso se ría simple esclavitud, como lo ind icará un rousseauniano inesperado: Sade. El contrato se fija entre miembros iguales, el único contrato es el de la asociación (El contrato socia� l ibro 11). En la vo luntad general, en el consenso, las vo l untades particu ]ares no se confun den con la incli�ación o el capricho de su representante, sino que se funden, en el sentido de fusión ( que no es confu sión ) y se fundan en el sentido de fun dación. Articulándose con sus semejan tes mediante un compromiso total, el ciudadano descripto por Rousseau al canza el momento de la universalidad. En lugar de ser, como se verá en Hegel, aquel a quien no incumbe saber. el pue blo de Rousseau sólo es pueblo en la conciencia de su actividad instituyente. La paradoja y la aporía propias de la institución dentro de la concepción del derecho subjetivo son esclarecidas de modo violento por dos Aufkliirer perte- 21 necientes a la época revolucionaria: el Auf/diirer activo Saint-Just y elAufldiirer contemplativo Kant El primero decre ta, un poco somera mente, que «es nece sario sustituir, mediante las institucio nes, la influencia personal por la fuerza y la justicia inflexible de las leyes»<1.s> Esto significa quo las instituciones del Antiguo Régimen; basadas en el po der personal, cumplían una función opuesta a la verdadera función de las instituciones. Y pocos años antes, el antiterrorista Kant declaraba: «Es fácil instaurar la· Aufkliirung (Ilustración) en algunos sujetos mediante la educación ( ... ) Pero il ustrar un siglo es tarea extre madamente larga y penosa, ya que sur gen obstáculos exteriores que pueden impedir en parte este tipo de educación o dificultarlo».<16> Los tradicionalistas y Hegel se en cargarán de sistematizar esos obstáculos exteriores, a menudo subestimados por el derecho subjetivo. Al hacerlo, asigna rán a l concepto de institución un signifi cado de coerción exterior y legitima que 141 rulllurar IUUJ nt:gociación, irutitucio��alizar los con flictos: att: t:S d proya:to dt: la •sociología dt: la ac cióro>. Esta sociología atuw los si.stt:mD.s de acción, •cuya forma más simplt: a la conlTIUÜcción Ollrc diri g�nJa y dirigidos•. Amlxu cal�gorías, consideradas t:n abstraclll, lftiHilÍt:nDI rdaciona confli.ClilldS, puo cada va: más conlractuala: cEl análisis acciONllislll di.sta mucho de rt:prat:lllar a la socít:.dlui como dagarrat!D por una viokncia funJIJmDlÚl/... A. T ouril� �ai.son d'árt: d'unesociologiede l'aaiotP, Revue Fra�ise de Sociologie, octubrt:·diciembre de 1966. 15Sainl-lust, Fragmentssur !esínstitutioosrépub!icaioes. 16 /. Kant, Qu 'at-ce que s'oñeoter daos la pensée?, París, Vrin, 1959. 22 en nuestra época· tiende a confundirse con la definición que de él ofrecen el sentido co.mún y la ideología dominan te. 111. Hegel y el derecho objetivo La querella entre derecho subjetivo y derecho objetivo no será estudiada aquí por sí misma, como no lo fue la que opone nominal ismo y real ismo. Se pun tualizarán solamente algunos aspectos de la reflexión sobre las instituciones efectuada por la emigración francesa (ge neralmente en Alemania ), antes de pa sar a una fonualización que es la más avanzada ya que intenta superar la opo sición de lo subjetivo y lo objetivo: nos referimos a la de Hegel. l. La «sociología emigrada» La «sociología teocrática» o «emi grada» <17) fue e�aborada por los pensa dores de la contrarrevolución. En ma yor o menoi medida, a utores como Maistre, Bonald, Rivarol, Malletdu Pan, Sénancourt forman parte de lo que se denomina escuela tradicionalista fra n cesa. Esta, q ue ejercería enorme infl uen cia sobre el pensamiento de Augusto Comte (el cual influirá a su. vez sobre los neotradicionalistas de la Acción Fran cesa hasta mediados del siglo XX), pre senta a veces tesis niuy semejantes a la doctrina, más conocida, de la escuela histórica alemana. A pesar de sus dife rencias, los tradicionalistas encuentran su unidad en el movimiento de reacción violenta contra la Ilustración en general, René Lourau y contra Rousseau y el derecho subjetív.6 en particular. Para ellos, más aún que para. los juristas modernos discípulos de Hauricu, no solamente «lo institucional precede a lo contractual», s ino que lo institucional debe quedar protegido de toda acción política o j urídica. «El hom bre no puede dar una constitución a la sociedad religiosa o política, así como tampoco puede dar gravedad a los cuer pos, o extensión a la materia», proclama Bonald. Las instituciones al igual que las categorías filosóficas de extensión y materia, son ideas dotadas de «realidad». Pretender modificarlas o derribarlas es atacar la naturaleza, la obra de Dios. Ya existen cuando el hombre aparece. Al igual que el lenguaje dentro de la con cepción realista, son de «institución» di vina. Por lo tanto, la sociología emigra da nunca podría tener por objeto la so ciedad en su funcionamiento y en sus movimientos contradictorios; el objeto de esta sociología es la sociedad insti tuida. En su Teorla del poder (que me reció la aprobación de Bonaparte y va lió a su autor el permiso para regresar a Francia a fin de ocupar u n cargo impor tante en la Universidad imperial), así como en otras obras,<18) Bonald · postula . la particula r ís ima base de su teoría institucional. Dicha base es l inguística. 17 F. BaldCtSperga, Le mouvement des idées dans l'émigratioo rrao<;aise, París, Plon, 1914. 18 Bonald, Tbéorie du pouvoir, 1796 ( año m qU<: aparece la obra, mucho más liberal, de otro enügraJo, Chauaubriand: Essai sur les révolutions), La législatioa primitive, 1802. El análisis institucional No es sorprenqente que considere a Leibniz como el filósofo más importan te, aunque el realismo mitigado (a decir verdad, al conceptualismo) de este últi- . mo no implique obligatoriamente una ideología reaccionaria. La teoría tradi cionalista, anunciadora del positivismo y de la escuela del derecho objetivo (y también, en parte, de la sociología durkheimiana), se basa solo parcialmente en las categorías del realismo. La época de la Revolución Francesa produjo una confusión muy comprensible en las re laciones entre nominalismo y realismo. La d istinción se hace menos exacta que durante los períodos de calma, precisa mente porque la sociolingüística de los teóricos políticos y de los filósofos so ciales no es más que una pieza de sus construcciones ideológicas, que ellos in tentan legitimar como constru�ciones científicas.{19> Cuando ciertos roussea unianos; arrepentidos a consecuencia de �9s acontecimientos revolucionarios, readaptan posiciones realistas pero con servando parte de la teoría contractual de Rousseau, este repliegue «teórico» acompaña a otro repl iegue hacia la rel i gión como garantía de la sociedad «cons tituida». Saint-Martin, Fabre d'Oiivet (y otros gnósticos revolucionarios), Sebas tian Mercier (y otros utopistas apasiona dos por la l inguistica) corrigen la filogénesis rousseauniana invocando un origen divino de las lenguas y rechazan do la arbitrariedad del signo (en la rela ción entre significante y significado a la vez que la relación entre signo y obje to). Todas las instituciones «humanas» son frágiles y están sujetas al cambio; 23 pero en medio de ese fluir es necesario hallar un núcleo estable, que garantice una ideología de la estabilidad. Aun an tes de que Chateaubriand restabiezca con ella el valor del cristianismo, la prueba mediante las maravillas de la naturaleza sirve ya a Fabre d 'Oiivet para restablé cer la trascendencia del lenguaje: « ¡Ah! si la palabra fuera un arte mecánico, unainstitucion arbitraria, tal. como lo han afim1.ado Hobbes, y con anterioridad a él Gorgias y los sofistas de su escuela, ¿tendría, pregunto, esas ··raíces profun das que, surgidas de una reducida canti dad de signos y confundiéndose por un lado con los elementos de ·la propia na. turaleza, echan por el otro esas ramifi- .. caciones inmensas, coloreadas por los destellos del genio, que invaden el do m inio del pensamiento y parecen alcan zar los l ímites del infinito? ¿Se ve acaso algo semejante en fos juegos de azar? ¿Cuándo han presentado las institucio nes humanas, por perfectas que sean, esa progresión en su forma y en su cre cimiento ?»(ZO) Fabre_d'Ol ivet fundamenta la tras cendencia de las instituciones en esa par ticularidad de la institución del lenguaje que los l ingüistas llaman doble articula ción. Por una parte, «una reducida can tidad de signos», «que se confunden por 19 Después de ID Comuna k 1871 surgen ÍgUilúnenleun ciennficismo de derecha y un cientificismc de izquierda. Después de los disturbios de mayo de 1968 en F rar.cia algunas tendencias del estructuralismo y las ciencias hu�TU��UJS se descubren una potencialidtul qevo/ucÍOfUl· na;.. 20 F. d'Oiivd, La langue bebraique rcstituee, l815. 24 un lado con los elementos de la natura leza»: aquí se reconocen los materiales del lenguaje (el significante es mate rial), Jos fonemas, cuyo número es 1 inti tado. Por otra parte, la serie infinita de los morfemas, «esas inmensas ramifica ciones», «que parecen alcanzar los lími- . tes del infinito». De esta posibilidad no fmita nace la idea según la cual e l len guaje y las demás instituciones «regula res» son de origen divino, es decir, su peran las débiles posibilidades de las instituciones humanas. Basando su teo ría del poder en una gram.atología bas tante somera, Bonald extraerá las últi mas consecuencias de esta visión preorganicista y naturalista de las insti tuciones como estructuras existentes des de siempre y para siempre, y a las que basta reactualizar,«revelar» en el senti do químico del término. Bonald afinua que una revelación, incluida en el lenguaje, actua de modo perpetuo en la sociedad. Lo atrae hacia el lenguaje su valor in.Stitucional dejan do tota lmente de lado su valor contrac tual, visible en la palabra. «La lengua francesa habla como se debe pensar y expresa lo que debe ser». Por lo tanto, la frase y el discurso franceses expresan el discurso y la modulación de la verdade ra sociedad. As í como .existe una estruc tura ternaria de la frase modelo (suje to,verbo,atributo o complemento), exis ten también las tres categorías de causa, medio y efecto, y tal principio debe ser «aplicado a toda sociedad, en las perso nas sociales de poder, ministro y súbdi to». Esto, en cuanto a las instituciones estatales. Las instituciones religiosas se RenéLourau organizan bajo las fonnas de Dios, me diádor, creyente. Idéntica estructúra ternaria se aplica al conjunto de las cate gorías sociales: las mujeres, los niños y los trabajadores manuales componen el «estado doméstico», mientras que el ser vicio público se compone de sacerdo tes, magistrados y guerreros, etcétera. La índole especulativa de esta teoría del poder no pasó del todo inadvertida para los contemporáneos del autor, dis puestos, sin embargo, a aceptar cual quier racionalización que pudiera legiti mar la vuelta al orden. Ni siquiera un pensador tan próximo a Bonald como fue Joseph de Maistre pudo .seguir esta concepción hasta el fin. Este último pro pone la trascendencia de la institución a teniéndose al punto de vista estricta mente meta [JSico: «El hombre no puede hacer una constitución, n i se podría es cribir ninguna constitución legítima; nunca se ha escrito y nunca se escribirá a priori la recop ilación de las leyes fun damentales que deben constituir una so c iedad civil o religiosa . Solo cuando la sociedad se encuentra ya constituida sin que pueda decirse cómo, es posible ha cer declarar o explicar por escrito algu nos artículos particulares; pero tales de claraciones son casi siempre el efecto o l a causa de inmensos males, y siempre cuestan a los p ueblos más de lo que valen» <21>. Ya antes de que la sociolo gía, por medio de Comte y después de Spencer y sus d�cípulos hasta llegar a l a escuela francesa de sociología, inten- 21 J. de Maistre, Principe générateur des constitutions poUtiques el des a u tres iostitutions bumaines, /809 . ·:·� EL análisis institucional tara precisamente explicar «CÓmo la so ciedad se encuentra ya constituida», Hegel ofrece una respuesta que influirá durante mucho tiempo en la filosofía del derecho: el Estado de hecho consti tuye la base de todas las instituciones. 2. Ei concepto de institución en Hegel En oposición a los «embrollones del libre arbitrio», que pretenden agregar una teoría del Estado a la que es convalidada «por el carácter formal de ser válida en el Estado», Hegel estable ce un «derecho positivo)), una «ciencia filosófica del derecho [que] tiene por objeto la idea del derecho, es decir, el concepto del derecho y de su real iza ción»<2::!J El derecho subjetivo no posee otro' fundamento que el conferido por la mo ralidad objetiva. «Se puede oponer a l derecho positivo y a las leyes e l senti miento del corazón, la inclinación y el l ibre arb itrio. Pero que al menos no sea la filosofía la que reconozca tales auto ridades, el hecho de que la violencia y la tiranía puedan constituir un elemento del derecho positivo es un suceso acci dental que no se relaciona con la natura leza de este». Esta declaración, no des provista de violencia, será retomada por tradicionalistas y por positivistas, tanto juristas comci sociólogos o pol íticos, y no requiere comentario alguno. 22. G. W .F. Hege� Principes de la phi/csophie du droit, 1821 25 El objetivismo de la escuela histórica no es la «Verdad» que Hegel opondrá luego al derecho subjetivo. La justifica c i ó n a par t i r de los o rígenes, e l historicismo, olvida tener e n cuenta la legislación «como un elemento condi cionado dentro de una totalidad>�; Por eso, «Cuando el intento de legitimación a partir de la historia confunde génesis temporal y génesis conceptual, tem1ina haciendo inconscientemente lo contra rio de lo que se propone». La continua ción parece indicar que semejante con fusión es pcopia tanto de los tradiciona l istas como d e l derecho subjetivo: <<Cuando el nacimiento de una institu ción aparece, dentro de circunStancias detenuinadas, plenamente adaptado y necesario, llenando así la función exigi da por el punto de vista histórico, enton ces, si se generaliza este tipo de justifi cación, el resultado es el opuesto; no siendo iguales las circunstancias, la ins titución pierde su sentido y su derecho» (Hegel analiza el ejemplo de los con ventos). Habiendo descartado desde el co mienzo la moralidad subjetiva como fun damento suficiente del derecho, y sin ocultar las críticas que merece la escue la histórica del derecho cuando se aban dona al camino fácil de la génesis tem poral olvidando la génesis conceptual, Hegel plantea los criteri.os objetivos de la institución. Para comprender el lugar que ocupa este concepto, debemos reinstalarlo dentro del sistema de refe rencia <<Sociológico» de Hegel. La so ciedad civil abarca los :res momentos siguientes: . ' .. . 26 · - · a. La mediación de l a necesidad y la satisf�cción del individuo mediante su trabajo y mediante el trabajo y la satis facción de las necesidades de los demás; es el sistema de las necesidades. b. La real idad efectiva del elemento universal de Ja l ibertad, contenido en este sistema; es la defensa de la propie dad mediante la justicia. e La preca ución contra el residuo de contingencia que estos sistemas conser van y la «defensa del interés particular como algo común, iuediante el poder de policía y la
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