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Aller Juan, - Obstetricia Moderna 3 Ed LEONES POR LA SALUD - Saúl Veloz

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CAPÍTULO
DIAGNÓSTICO DE
EMBARAZO
CAPÍTULO 1 Juan Aller 
Gustavo Pagés
ASPECTOS GENERALES
ASPECTOS HISTÓRICOS
SIGNOS POSITIVOS
Presencia del feto
Ultrasonido
Rayos X
Embrioscopia
Fetoscopia
Actividad cardíaca fetal
Ultrasonido
Electrocardiografía
Auscultación directa
Movimientos fetales
Ultrasonido
Palpación manual
Tocodinamometría
SIGNOS PROBABLES
Determinaciones hormonales
Gonadotropina coriónica humana
Estrógenos
Progesterona
Otras hormonas
Amenorrea postadministración de
hormonas
Crecimiento abdominal
Cambios uterinos
Crecimiento
Consistencia
Cervicales
Contracciones uterinas
Peloteo fetal
Palpación del feto
SIGNOS PRESUNTIVOS
Amenorrea
Náuseas y vómitos
Fatiga
Cambios en las mamas
Manifestaciones cutáneas
Percepción de los movimientos
fetales
Síntomas urinarios
Elevación de la temperatura basal
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Desviaciones del embarazo de lo
normal 
Enfermedades de los órganos
pélvicos
Pseudociesis
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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ASPECTOS GENERALES
El diagnóstico del embarazo es relativamente fácil, si se
considera que constituye la causa más frecuente de
tumor abdominal y amenorrea en la mujer en edad
reproductiva; sin embargo, no pocas veces se somete a
la embarazada a un tratamiento con drogas potencial-
mente teratogénicas o a una operación ginecológica,
sobre todo en etapas precoces de la gestación. 
El diagnóstico de embarazo pone a prueba los
conocimientos, la experiencia y los recursos con que
cuenta el médico. Su seguridad se precisa por razones
personales, médicas y legales. En lo personal, una
mujer puede estar interesada en saber si está
embarazada o no, para poder hacer planes de estudio
o trabajo a futuro. Desde el punto de vista médico,
puede ser importante hacer el diagnóstico de embara-
zo antes de someter a la paciente a un estudio ra-
diológico o a una intervención y, en lo legal, puede ser
necesario saber si existe un embarazo a la hora de
cualquier trámite.
El diagnóstico puede ser fácil después del tercer
mes, pero antes puede haber duda porque el útero es
un órgano intrapélvico. El diagnóstico se basa en sig-
nos y síntomas, resultados de laboratorio y en el uso de
métodos auxiliares. Al inicio de este capítulo se evalúan
los signos de embarazo, que se dividen en: positivos,
probables y presuntivos y, al final, se hacen algunas
consideraciones sobre el diagnóstico diferencial.
ASPECTOS HISTÓRICOS
El diagnóstico de embarazo se viene haciendo desde el
inicio de la humanidad, cuando la mujer dejaba de ver
la menstruación y comenzaban a aparecer los signos
presuntivos y probables de embarazo. Durante la
época de los egipcios (6000 a 1200 a.C.), el diagnós-
tico de embarazo se hacía mediante un proce-dimien-
to sencillo, se le decía que orinara en un envase que
contenía semillas de trigo y cebada mezcladas con sal.
Si las semillas germinaban, la mujer estaba segura de
estar embarazada. Según la creencia, si germinaban
sólo las de trigo nacería un varón y si germinaban sólo
las de cebada nacería una hembra.
El diagnóstico precoz, no se realiza sino hasta que
Ascheim y Zondek, en 1928, descubren que la orina
de la mujer embarazada es altamente estrogénica y
puede ser usada como prueba de embarazo. Ellos
inyectaban orina 2 veces al día durante 3 días a
ratones hembras entre 3 y 5 semanas de edad.
Después de 100 horas, los ratones eran sacrificados y
sus ovarios examinados, si estaban grandes y conges-
tivos, la mujer tenía 98% de posibilidad de estar
embarazada. Esta prueba, llamada de Ascheim-
Zondek, se utilizó durante más de 4 décadas en
pacientes con un alto riesgo de morbi-mortalidad por
causa obstétrica y, a pesar de que la gonadotropina
coriónica humana (HCG) fue descubierta por Collip en
1930, no es sino hasta la década de los 80´, cuando
se comienza a utilizar como prueba de rutina en el
diagnóstico precoz de embarazo.
Aparte de los métodos bioquímicos de diagnóstico
de embarazo, se desarrollaron otras técnicas como la
fonocardiografía que consiste en la detección del latido
cardíaco fetal mediante un micrófono sensible aplicado
a la pared abdominal de la madre, una vez captado,
puede ser transformado en ondas eléctricas que
pueden hacerse sonoras, visibles o inscritas en papel.
También se desarrollaron otras técnicas como la ra-
diología simple, el electrocardiograma fetal y algunos
métodos endoscópicos que permitían la visualización
del embrión y del feto. Luego del desarrollo del sonar
durante la segunda guerra mundial, que fue utilizado
por los ingleses para detectar la presencia de los sub-
marinos alemanes, comenzaron los estudios para
conocer sus aplicaciones médicas. El campo de la
obstetricia es quizás, el que más se benefició con este
avance y la ecosonografía y las diversas aplicaciones
del eco Doppler, constituyen el signo positivo más pre-
coz para el diagnóstico de embarazo. 
SIGNOS POSITIVOS 
Presencia del feto
Uno de los signos positivos de embarazo consiste en
poder demostrar la presencia de estructuras embriona-
rias mediante ultrasonido, rayos X, embrioscopia y fe-
toscopia. 
Ultrasonido. Mediante la ecosonografía bidimen-
sio-nal es posible detectar estructuras fetales que
varían según la edad gestacional, tal como se
describen a continuación (ACOG, 1993; AIUM, 1991). 
Semana 5: aunque se ha señalado la posibilidad de
detectar el saco gestacional implantado dentro de la
cavidad endometrial a partir de la semana 4, no es
sino a partir de la semana 5 cuando el método
adquiere valor diagnóstico. En esta fecha se puede
visualizar claramente el saco gestacional que aparece
como una imagen intrauterina econegativa, redonda,
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de aproximadamente 2 cm, que está rodeada por una
zona más ecogénica gruesa, en forma de un anillo que
se diferencia con facilidad de la ecogenicidad del
miometrio y que es la zona de implantación.
Semana 6: el saco adquiere una forma oval y se
comienza a ver una estructura ecogénica en forma de
medialuna en alguno de los polos del saco gestacional
que constituye el corion frondoso o placenta primitiva.
Hacia el lado opuesto, el sincitiotrofoblasto se degenera
y forma el corion calvo que se distingue fácilmente del
frondoso. En esta época del embarazo, el saco mide
unos 3 cm y son visibles las estructuras embrionarias
en la forma de un elemento más ecogénico dentro del
saco amniótico que se ha denominado “botón em-
brionario” (fig. 3-2). El uso de la ecosonografía por vía
vaginal permite detectar el latido cardíaco y medir el
saco porque como se realiza con la vejiga vacía no se
deforma, como ocurre cuando se realiza el ultrasonido
por vía abdominal. 
Semana 7: el embrión es más visible y mide aproxi-
madamente 1,5 cm. Entre las semanas 5 y 8, es posible
ver, dentro de la cavidad uterina, una zona econegativa
redondeada y a veces triangular que no pertenece a las
estructuras fetales y que corresponde al sangrado de
implantación. En estos casos, es común para el médico
con poca experiencia hacer el diagnóstico erróneo de
embarazo gemelar; por eso, el diagnóstico de embara-
zo múltiple se debe hacer sólo cuando se vean dos o
más embriones con latido. A medida que el embarazo
progresa, esta imagen va desapareciendo, de tal man-
era que es raro que persista mas allá de la semana 15.
Cuando se utiliza el ultrasonido vaginal aparece una
estructura redondeada, menor de 1 cm, entre el feto y la
placenta que se denomina saco vitelino y que desa-
parece en las siguientes semanas (fig. 3-1).
Semana 8: el latido cardíaco se identifica fácilmente y
comienzan a observarse los movimientos fetales.
Semana 9: se identifica la cabeza fetal y se ven esbo-
zos de los miembros. La visualización de la placenta es
fácil y se diferencia del corion calvo.
Semana 10: los miembros se reconocen fácilmente, la
cabeza y el tórax son de tamaño similar pero fáciles de
diferenciar. El embrión mide ahora 3,5 cm y los
movimientos fetales son más evidentes. La placenta se
comienza a visualizar como una estructura más
ecogénica cerca delmiometrio (fig. 3-4). 
Semana 11: el embrión se ve claramente y se identifica
la cabeza. Los huesos de las extremidades, sobre todo
los de las extremidades superiores, son fáciles de dis-
tinguir. También es posible distinguir el amnios antes de
que se adose a la pared uterina (fig. 3-3). Generalmente,
es hasta esta edad gestacional que el ultrasonido vagi-
nal es mejor que el abdominal para la valoración fetal
y placentaria porque a partir de esta fecha el útero deja
de ser un órgano pélvico y las estructuras se ven mejor
mediante la ecosonografía abdominal. 
Semana 12: la cabeza se ve con claridad y tiene un
diámetro aproximado de 2 cm. La placenta ya está
totalmente definida y el corion calvo se confunde con la
pared interna del miometrio.
Existe una excelente correlación entre los hallazgos
ecosonográficos, la edad gestacional y los valores de
gonadotropina coriónica humana. En la tabla 1-1 se
puede apreciar esta relación.
Rayos X. La presencia radiológica del esqueleto fetal
ha sido señalada a partir de la semana 14, pero es
sólo a partir de la semana 16 cuando tiene valor clíni-
co porque antes de esa semana el porcentaje de falsos
negativos es elevado, lo que le resta valor práctico al
método (Bartholomew et al, 1921). Debido a los posi-
bles efectos sobre el feto, esta técnica ha sido substitu-
ida por la ecosonografía, que hasta la fecha ha proba-
do ser inocua (ver cap. 3).
La evaluación endoscópica del embrión y el feto se
ha utilizado para valorar la anatomía y normalidad y
no como método diagnóstico de embarazo; sin embar-
go, por permitir su visualización se incluye como técni-
ca para determinar la presencia del feto.
Embrioscopia. Se utiliza un endoscopio rígido que
se introduce mediante guía ultrasonográfica a través
del orificio cervical, lo que permite la visualización
completa del embrión, así como también tomar mues-
tras de sangre y tejido fetal. El momento ideal para el
estudio es entre las semanas 8 y 11 porque en este
período se puede realizar la evaluación de la anatomía
fetal y asegura que no se han fusionado el corion y el
amnios, lo que disminuye el peligro de ruptura acci-
dental de esta última capa durante el procedimiento.
Esta técnica no ha tenido mucha difusión por los altos
costos y el aumento de la morbilidad materno-fetal
(Gallinat et al, 1978; Ghirardini, 1990). 
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Fetoscopia. Mediante una punción abdominal se
introduce un trocar fino a través del cual se inserta a la
vez un sistema óptico que permite ver el contenido
intrauterino y estudiar el feto, fotografiarlo, tomar
biopsia, etc. Se ha utilizado a partir de la semana 16
de gestación y no tiene una difusión universal por los
riesgos materno-fetales que implica su técnica
(Scrimgeour, 1976).
Actividad cardíaca fetal
La detección de un latido abdominal regular, general-
mente entre 120 y 160 latidos por minuto, e indepen-
diente del latido materno, constituye un signo positivo
de embarazo. Entre las formas de detectar el latido
cardíaco fetal se encuentran: el ultrasonido, la electro-
cardiografía y la auscultación directa.
Ultrasonido. Durante la semana 5 de gestación se
forma el corazón primitivo de dos tubos de células
provenientes del mesodermo. Hacia el final de esta
semana los tubos comienzan a bombear sangre a un
doble sistema vascular primitivo; sin embargo, este
movimiento sólo puede ser detectado con equipos de
ecosonografía bidimensional en tiempo real a partir de
la semana 6.
El ultrasonido que utiliza el efecto Doppler contin-
uo permite detectar el latido cardíaco alrededor de la
se-mana 9, pero en un porcentaje bajo de casos. La
técnica adquiere mayor valor alrededor de la semana
12, en la que el porcentaje de seguridad diagnóstica es
de un 90% y es prácticamente del 100% a partir de la
semana 16. Este método es práctico, portátil, sencillo y
económico (Cunningham et al, 1997). Algunos equipos
de ultrasonido que utilizan el efecto Doppler de doble
pulso, permiten hacer un análisis espectral de las dife-
rentes frecuencias que se han derivado de las distintas
velocidades de los eritrocitos que circulan por los vasos
sanguíneos. Si se usa la vía vaginal, es posible identi-
ficar el latido cardíaco a partir de la semana 5. Con el
ultrasonido Doppler de flujo de color, la frecuencia de
onda de los eritrocitos es captada por una computado-
ra y transformada en color (azul o rojo) lo que permite
una visualización más fácil de la circulación sanguínea
(Zalud and Kurjak, 1990).
Electrocardiografía. Existen dos formas de elec-
trocardiografía fetal durante el embarazo: la directa, que
es la utilizada en el período intraparto, mediante la colo-
cación, por vía vaginal, de electrodos especiales aplica-
dos a la parte fetal que se presenta en la pelvis y que se
ha utilizado como una alternativa a la cardiotocografía
para el diagnóstico de bienestar fetal intraparto (Rosen
and Luzzietti, 1994). En tanto que la indirecta es a través
del abdomen materno. Con esta última técnica, es posi-
ble el diagnóstico de embarazo a partir de la semana
14-16, pero es complicada y con un alto porcentaje de
falsos negativos, por lo que se descarta como un méto-
do práctico y tiene sólo valor histórico.
Auscultación directa. Mediante el estetoscopio
fetal es posible la detección del latido cardíaco a partir
de la semana 17-18 pero, en general, es en la sem-
ana 20 cuando adquiere valor diagnóstico y es posible
detectarlo en el 80% de los casos. En la semana 21 se
determina en aproximadamente el 95% de los casos, y
en la semana 22 en todos los casos, de allí la limitación
de este método (Hebert et al, 1987).
Movimientos fetales
La detección de los movimientos fetales por un médi-
co constituye un signo positivo de embarazo y se puede
hacer de tres formas diferentes: ultrasonido, palpación
manual y tocodinamometría.
Tabla 1-1. Relación entre niveles de HCG y hallazgos por ecosonografía.
SEMANAS ECO VAGINAL ECO ABDOMINAL HCG mUI/cc
4 Endometrio grueso Endometrio grueso 50-500
5 Saco gestacional Endometrio grueso 500-5 000
6 Embrión con latido Saco gestacional 3 000-19 000
7 Embrión con latido Embrión con latido 12 000-100 000
8 Movimiento fetal Movimiento fetal 50 000-160 000
(Ashitaka et al, 1980; ACOG, 1993; Goldstein et al, 1988; Bernashek et al, 1988).
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Ultrasonido. Mediante el ultrasonido bidimension-
al en tiempo real es posible la visualización del
movimiento fetal a partir de la semana 7-8. En un prin-
cipio los movimientos pueden ser difíciles de precisar
pero si se estimula al feto con percusión mecánica
abdominal o haciendo que la madre tosa enérgica-
mente se puede lograr el movimiento del feto. A medi-
da que el embarazo progresa los movimientos son más
fáciles de identificar, de tal forma que, a la semana 11-
12 se pueden observar movimientos de flexión y exten-
sión de cabe-za, tronco y extremidades (AIUM, 1991).
El diagnóstico también se puede hacer mediante el
efecto Doppler continuo, a partir de la semana 9-10,
porque las ondas ultrasónicas al chocar con el feto en
movimiento cambian su frecuencia. Ésta es detectada
por el transductor y convertida en un sonido característi-
co similar al producido por la aguja de un tocadiscos al
caer perpendicularmente sobre un disco en movimiento.
Al principio son difíciles de detectar, pero a medida que
progresa el embarazo se hacen más evidentes.
Palpación manual. En general, es sólo a partir
de la semana 20-22 cuando se pueden palpar
movimientos fetales de poca intensidad que se hacen
más intensos a medida que avanza el embarazo y son
visibles al final de la gestación. La palpación de estos
movimientos, por un experto, se considera signo pos-
itivo de embarazo.
Tocodinamometría. Mediante un transductor
aplicado a la pared abdominal se pueden registrar
fenómenos mecánicos de tensión en la pared abdomi-
nal producidos por los movimientos fetales que, a su
vez, pueden ser transformados en una señal eléctrica
que se puede transcribir. Este método,de poca utilidad
práctica, es sólo posible a partir de la semana 20 de
gestación.
SIGNOS PROBABLES
Determinaciones hormonales
El embarazo ocasiona la elevación de determinadas
hormonas y la aparición de otras que normalmente no
existen cuando la mujer no está embarazada. La deter-
minación cuantitativa y cualitativa de algunas de estas
hormonas permiten el diagnóstico de embarazo.
Gonadotropina coriónica humana. La
mayoría de los métodos diagnósticos y de bienestar
embrionario, se basan en la determinación cualitativa
y cuantitativa de esta hormona. La HCG tiene gran
importancia biológica en el establecimiento y manten-
imiento del embarazo en las primeras etapas de la
gestación. Se comienza a producir a partir del día 6
luego de la concepción y tiene como función principal
el mantenimiento del cuerpo lúteo que, a su vez, secre-
ta progesterona que prepara el endometrio para el
normal desarrollo embrionario, luego de su
implantación. La HCG está compuesta de dos sub-
unidades: la alfa, que tiene un gran parecido bio-
químico con las glicoproteínas de las hormonas folícu-
lo estimulante (FSH), luteinizante (LH) y estimulante
de la tiroides (TSH); y la beta, que es dife-rente de la
FSH y la TSH, pero de gran parecido con la de la LH.
La subunidad alfa es producida principalmente por el
citotrofoblasto y la beta exclusivamente por el sinci-
tiotrofoblasto.
La determinación de la HCG en sangre es factible
uno o dos días luego de la implantación del trofoblasto;
es decir, unos siete a ocho días después de la fecun-
dación, de tal manera que, con las técnicas actuales el
diagnóstico de embarazo es posible aún antes de que
haya ocurrido la primera falta de la menstruación. La
HCG alcanza su pico sérico máximo alrededor de la
semana 8-12 y luego desciende bruscamente hasta la
semana 20, a partir de la cual se mantiene más o menos
estable hasta el momento del parto, después del cual
desaparece (fig. 1-1). El pico máximo es de 50 000
mUI/cc con un rango de hasta 150 000 mUI/cc
(Braunstein et al, 1976). 
Existen dos métodos de determinación de la HCG:
los biológicos y los inmunológicos. Los primeros se
basan en la administración de orina o sangre de mujer
embarazada a animales de laboratorio (conejos,
ratones, sapos) y en la observación del efecto de la
HCG sobre los órganos genitales de estos animales.
Estas pruebas están en desuso y sólo tienen un valor
histórico. Los inmunológicos se basan en la capacidad
de la HCG de producir una respuesta inmunológica
cuando es inyectada en animales de laboratorio
porque es una proteína capaz de producir una respues-
ta antigénica, lo cual permite la preparación de
antígenos específicos para realizar pruebas cualitativas
diagnósticas de embarazo.
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Figura 1-1.
Variaciones hormonales durante el embarazo y el puerperio. 
HCSM = somatomamotropina coriónica humana. 
HCG = gonadotropina coriónica humana. 
(Adaptado de Ashitaka et al, 1980; Selenkow et al, 1971;
Botella-Llusiá, 1973)
Existen variaciones de este método como la prueba
de fijación del complemento, la de aglutinación-inhibi-
ción, etc. Esta última es la más difundida y en la que se
basa la mayoría de las pruebas de embarazo en orina.
Son fáciles de realizar, económicas y su resultado se
puede obtener en 2 minutos, si se hacen en lámina o en
2 horas, si se hacen en tubo de ensayo. Las primeras
permiten detectar entre 1 500 y 2 000 mUI/cc y las
segundas entre 500 y 1 000 mUI/cc. Estas pruebas
dan positivas a partir de la semana 6-7 de gestación.
Se han desarrollado nuevos métodos de lámina
capaces de detectar 500 mUI/cc y de tubo de 200
mUI/cc; pero, en general, estas pruebas no son buenas
en el diagnóstico precoz de embarazo porque dan po-
sitivas sólo con niveles altos de HCG. Las pruebas
inmunológicas pueden ser cualitativas y cuantitativas.
Determinación cualitativa: utiliza tanto anticuerpos mo-
noclonales, como policlonales y es la más sencilla,
segura y económica. Esta técnica permite detectar con-
centraciones en orina de 50 mUI/cc o superiores y, en
sangre, de 25 mUI/cc o superiores; es decir, que puede
dar positiva entre los 10 ó 12 días luego de la concep-
ción; unos 2 a 4 días antes de la fecha esperada de la
menstruación. De las pruebas de embarazo cualitati-
vas, las que se hacen en orina y utilizan los anticuerpos
monoclonales y policlonales son las mejores porque no
requieren de extracción de sangre, el resultado se
puede leer en 2 minutos y tienen casi un 100% de
seguridad diagnóstica. Es importante recordar que
como la prueba es tan sensible es posible tener una
prueba positiva antes de la fecha esperada de men-
struación y luego no haber un embarazo clínico. Esto se
debe a que no todos los embriones que se implantan
progresan hacia un embarazo, por lo que la paciente
puede tener una regla normal o un poco retrasada. A
esto se le ha denominado “embarazo bioquímico” o lo
que es lo mismo, prueba de embarazo positiva sin sig-
nos clínicos de embarazo. Por esto una prueba positiva
en época premenstrual no necesariamente significa que
la paciente tendrá un embarazo que se pueda detectar
por los estudios clínicos por lo que es mejor esperar
hasta la semana 5, para hacer el diagnóstico ecosono-
gráfico y confirmar lo que se denomina “embarazo clíni-
co” (Batzer et al, 1983). Se ha encontrado que la termi-
nación natural del embarazo ocurre en el 22% de todos
los embarazos clínicamente inadvertidos y en el 31% de
todos los embarazos (Wilcox et al, 1988). Estas pruebas
son de gran valor en la detección de embarazo ectópico
porque una paciente con amenorrea sin evidencia
ecosonográfica de embarazo intrauterino, puede tener
esta prueba positiva. La mayoría de los ectópicos tienen
concentraciones superiores a las 25 mUI/cc en suero y
de 50 mUI/cc en orina, pero como la concentración de
HCG en estos casos nunca alcanza los valores obtenidos
en embarazos normales, las pruebas de aglutinación-
inhibición pueden dar negativas. Es importante conocer
que luego de un aborto estas pruebas pueden per-
manecer positivas porque la HCG está presente hasta
unos 24 días luego de un curetaje y por tanto una prue-
ba positiva no significa que el embarazo continúa.
Determinación cuantitativa: se hace mediante el
radioinmunoensayo y permite no sólo hacer el diag-
nóstico de embarazo sino también evaluar el bienestar
em-brionario porque se pueden hacer determinaciones
se-riadas de la hormona. De acuerdo con los valores
obtenidos y conociendo la curva de producción de un
embarazo normal se puede establecer el diagnóstico
de huevo anembrionado, embarazo ectópico, enfer-
medades del trofoblasto, etc. (tabla 1-2) (Bogart et al,
1991). En el embarazo normal y antes de la semana
12, los valores séricos de HCG duplican su valor cada
1,5 a 2 días. Las pacientes con embarazo ectópico y
huevos anembrionados tienen un tiempo de dupli-
cación significativamente mayor y nunca alcanzan los
valores vistos en embarazos normales. En mujeres con
sangrado del primer trimestre, la determinación cuan-
titativa seriada de HCG permite distinguir aquellos
embarazos viables de aquellos que terminarán en
aborto porque el aumento del tiempo de duplicación
de los valores en sangre es de gran valor pronóstico.
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En el embarazo molar, las concentraciones de HCG
alcanzan valores del orden del millón de mUI/cc, mien-
tras que los casos de coriocarcinoma, aunque con val-
ores superiores a los de embarazo normal, nunca
alcanzan estos niveles (Pittaway et al, 1985; Batzer,
1981) (ver cap. 18).
Estas pruebas son útiles en el manejo de las enfer-
medades del trofoblasto porque la persistencia de nive-
les altos o la elevación de los valores en sangre, luego
del vaciamiento de una mola o un coriocarcinoma,
puede indicar una reactivación de la enfermedad. Por
último, hay que tener presente que estas pruebas pueden
dar positivas en casos de tumores de células germinales
que afectan diversos órganos, tanto en el hombre como
en la mujer, y su determinaciónseriada es de ayuda en
el diagnóstico y seguimiento (Hussa, 1985).
Estas pruebas tienen la desventaja de ser costosas,
utilizan suero y tecnológicamente son complejas al
utilizar radionucleidos e instrumental de lectura sofisti-
cado, por lo que no se justifican para el diagnóstico de
embarazo si se cuenta con las técnicas de anticuerpos
monoclonales y policlonales para el diagnóstico en
sangre u orina. Su uso se reserva para los casos en que
se requiera una determinación cuantitativa para evalu-
ar el bienestar embrionario. Estas pruebas detectan
valores en sangre de 1 mUI/cc o superiores y debido a
que una mujer normal puede tener niveles bajos de
HCG, en ausencia de embarazo, sólo se deben con-
siderar positivos valores iguales o superiores a 5
mUI/cc.
En conclusión, si se desea un diagnóstico muy pre-
coz de embarazo, se deben utilizar las pruebas
basadas en anticuerpos monoclonales y policlonales. Si
tiene 6 a 7 semanas de amenorrea, se pueden usar las
de aglutinación-inhibición que son menos costosas, sin
ser por eso menos precisas, aunque ya están en desu-
so. Las técnicas por radioinmunoensayo sólo se justifi-
can para el diagnóstico de bienestar embrionario
porque son las únicas que permiten una determinación
cuantitativa.
Estrógenos. Está demostrado que la placenta pro-
duce cantidades elevadas de estrógenos que pasan a
la circulación materna a los pocos días de la
implantación del trofoblasto. Los niveles de estrógenos
se elevan de tal manera que, durante el embarazo nor-
mal, una mujer produce más estrógenos que lo que
produciría durante 150 años de vida fértil; por tanto, su
determinación cualitativa se pudiera utilizar en el diag-
nóstico de embarazo; sin embargo, se ha utilizado más
en la evaluación del bienestar fetal hacia el final del
embarazo, aunque está en desuso. Su valor actual es,
junto con la HCG y la alfa-feto-proteína, en el despis-
taje de alteraciones cromosómicas (Crandall et al,
1991). El estrógeno que más se ha determinado es el
estriol porque los otros dos estrógenos: estradiol y
estrona, no tienen valor durante el embarazo.
Progesterona. Al comienzo del embarazo la prog-
esterona es producida por el ovario, pero ya en etapas
precoces del primer trimestre la placenta comienza a
producirla. Su determinación se ha usado, junto con la
determinación de la HCG, para distinguir entre el
embarazo intrauterino viable y no viable, ya sea ectópi-
co o intrauterino (Mathews et al, 1986; Stoval et al,
1992; Stoval et al, 1989) (ver cap. 18). 
Otras hormonas. La placenta también es fuente
de producción de otras hormonas que están presentes
en el estado no grávido, como son la adrenocorti-
cotropina y la liberadora de hormona luteinizante.
También produce otras hormonas que no se encuen-
tran en el estado no grávido, como la tirotropina
coriónica humana que no tiene un papel biológico sig-
nificativo durante el embarazo, y el lactógeno placen-
tario humano, también conocida como
somatomamotropina coriónica huma-na, por su pare-
cido biológico con la hormona de cre-cimiento. Estas
hormonas se pueden detectar en sangre materna a
partir de la semana 6, pero no se utilizan para el diag-
nóstico de embarazo por su poca sensibi-lidad y
especificidad. 
Amenorrea postadministración 
de hormonas
La amenorrea que persiste por más de 10 días luego
de la administración de progestágenos o de combina-
ciones de estrógenos-progestágenos, es otro de los sig-
nos probables de embarazo. Por ser estos últimos los
más efectivos, son los más empleados. Se pueden uti-
lizar los preparados comerciales de estrógenos y pro-
gesterona a la dosis de 1 tableta diaria, por VO, por 2
días ó 1 a 2 ampollas, por vía IM, en una sola apli-
cación. Si la administración de estos compuestos no
induce sangrado genital en los siguientes 10 días, el
diagnóstico de embarazo es probable en el 98% de los
casos. Si se presenta sangrado, lo cual suele ocurrir
entre el tercer y quinto día luego de su administración,
la prueba no es concluyente porque la paciente puede
estar embarazada y tener un sangrado de amenaza de
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aborto. La administración de estos compuestos en
forma muy seguida, por ejemplo cada 2 ó 3 días, muy
común en pacientes ansiosas por saber de una vez si
están o no embarazadas, puede prolongar una
amenorrea y dar el falso diagnóstico de embarazo.
Condición Niveles de HCG en mUI/cc
Premenopausia
Postmenopausia
Hombre normal
Primera falta menstrual
Semana 5
Semana 6
Semana 8
Semana 12
Embarazo ectópico
Aborto en evolución
Mola hidatidiforme
Coriocarcinoma
Tumor células germinales
0,02-0,2
0,02-2,8
0,02-0,8
50-250
500-5 000
3 000-19 000
14 000-160 000
160 000-170 000
25-50
Valores por debajo de lo normal
>1 000 000
Valores muy altos, menos que en mola
>200 000
Tabla 1-2. Concentraciones de HCG en diversas condiciones.
(Bogart et al, 1991).
Crecimiento abdominal
Todo crecimiento abdominal en una mujer en época
reproductiva sugiere la posibilidad de embarazo.
Luego del tercer mes, el crecimiento abdominal es pro-
gresivo y es más notorio en multíparas; sin embargo,
ello no sólo ocurre en los embarazos sino que puede
aparecer en patologías tumorales de cualquiera de los
órganos intrabdominales y en casos de ascitis. 
Cambios uterinos
El útero sometido a la acción mecánica del feto en cre-
cimiento y a la acción hormonal, sobre todo de los
estrógenos, experimenta una serie de cambios morfoló-
gicos que constituyen signos probables de embarazo.
D I A G N Ó S T I C O D E E M B A R A Z O
99
Crecimiento. Este se hace manifiesto a partir de la
semana 6-7 y es posible detectarlo mediante tacto
vaginal. El útero aumenta de tamaño, sobre todo a
expensas de su diámetro antero-posterior, y constituye
el signo más confiable para el diagnóstico de embara-
zo durante el examen físico. A partir de la semana 12
el útero deja de ser un órgano pélvico y pasa a la cavi-
dad abdominal, donde es posible su palpación por
encima de la sínfisis púbica (fig. 1-2). Es un signo pro-
bable porque tumores pélvicos de cualquier naturaleza
se pueden confundir con el útero grávido, como: fibro-
mas, hematometra, piometra, etc.
Figura 1-2. 
Relación anatómica del útero grávido de acuerdo con los
meses de gestación (meses de 28 días).
Consistencia. Los cambios se hacen evidentes a
partir de la semana 5-6, debido a la acción hormonal, y
han dado origen a muchos signos, el más útil de todos
es el signo de Hegar (fig. 1-3) que consiste en el
ablandamiento del istmo uterino, es decir, del punto de
unión del cuerpo con el cuello uterino. Es un signo
probable pero bastante preciso y pocos úteros no grávi-
dos tienen este signo, aunque por ser debido a la acción
hormonal, se puede observar en pacientes bajo hor-
monoterapia.
Figura 1-3. 
Técnica para determinar el signo de Hegar.
Cervicales. El cuello sometido a la acción hormon-
al también cambia de consistencia y color; así, a partir
de la semana 5-6 se puede notar un reblandecimiento
conocido como signo de Goodell. El cambio más
notable, consiste en la aparición de una coloración
violácea que adquiere el epitelio cérvico-vaginal cono-
cido como el signo de Jacquemier-Chadwick. Este
cambio es debido a la congestión vascular y, por tanto,
se puede ver en todas aquellas afecciones capaces de
producirla como tumores pélvicos, infección, pacientes
que reciben progesterona, etc.
Contracciones uterinas. El útero grávido tiene
dos tipos de contracciones: las descritas por Álvarez y
Caldeyro, de poca intensidad, indoloras, con una fre-
cuencia aproximada de una cada minuto y que sólo
pueden ser detectadas por medio de equipos espe-
ciales; y las de Braxton-Hicks, también indoloras, de
intensidad mayor que las anteriores, de frecuencia
variable, generalmente una cada 10 minutos, y son las
que producen la formación del segmento, la madu-
ración del cuello y el descenso de la presentación. Las
contracciones de Braxton-Hicks son palpables a par-
tir del segundo trimestre de la gestación pero no son
patognomónicasde embarazo porque un hematome-
tra y ciertos tumores uterinos submucosos pueden pro-
ducir contracciones similares. Las contracciones uteri-
nas pueden ser visibles mediante la ecosonografía en
la forma de una masa redondeada, de ecogenicidad
similar a la del miometrio normal, que presiona hacia
la cavidad uterina y que duran unos 30 segundos. Es
importante diferenciarlas de los miomas porque su
ecogenicidad es menos homogénea, pueden no sólo
presionar hacia la cavidad uterina, sino también hacia
la superficie serosa y se mantienen presentes en el
mismo sitio durante todo el estudio.
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
1010
Peloteo fetal
Durante el cuarto y quinto mes de embarazo, el feto es
pequeño con relación al volumen de líquido amnióti-
co; de tal manera que un golpe suave del abdomen o
a través de la vagina, hace que el feto se separe de la
mano o del dedo explorador y, al volver a su posición
original, golpee al examinador. Este signo puede verse
en tumores de ovario y ascitis (fig. 1-4).
Figura 1-4.
Técnica para determinar el signo del peloteo fetal.
Palpación del feto
A partir del sexto mes, es posible la palpación de partes
fetales; sin embargo, se puede confundir con miomas
uterinos, tumores multilobulados de ovario, etc., de
manera que no es útil en el diagnóstico de embarazo.
Al final del embarazo, la palpación fetal mediante las
maniobras de Leopold (ver cap. 2) permite, en
ausencia de equipos ecosonográficos y de rayos X,
determinar la posición del feto.
SIGNOS PRESUNTIVOS
Amenorrea
Toda mujer en vida sexual activa que se presente con
este síntoma se debe considerar embarazada hasta
que se demuestre lo contrario porque, aunque la
ameno-rrea puede ser de tipo funcional, su causa más
frecuente es el embarazo. Por otra parte, la presencia
de sangrado genital que simula una regla no descarta
un embarazo porque el sangrado genital es muy fre-
cuente en la embarazada, al punto que 1 de cada 4
mujeres puede tener algún tipo de sangrado
macroscópico durante el embarazo, siendo más fre-
cuente en multíparas que en primigestas (Goldstein,
1994). 
La fecha de la última menstruación no constituye un
signo seguro para el cálculo de la edad gestacional,
porque es posible que una mujer logre embarazo sin
una regla previa. También es factible que la ovulación
no ocurra unos 14 días luego de la última regla y, por
tanto, el embarazo puede tener más o menos tiempo
del que se cree. En estos casos, la ecosonografía es de
gran utilidad para aclarar la edad gestacional sobre
todo cuando se rea-liza en etapas precoces de la
gestación. La amenorrea es sólo un signo presuntivo
porque se puede presentar en casos de problemas
emocionales, tumores de ovario, problemas tiroideos,
hipofisiarios e hipotalámicos, menopausia, desnutrición
severa, anorexia nervio-sa, atletas sometidas a ejerci-
cios vigorosos, tuberculosis genital, etc.
Náuseas y vómitos
Es un signo típico del primer trimestre de la gestación
pero no exclusivo del embarazo porque se puede pre-
sentar en trastornos digestivos, uso de anticonceptivos
orales, factores emocionales, etc. Se presentan con
más frecuencia en la mañana y pueden ser de intensi-
dad y severidad variable.
Fatiga
La fatiga, caracterizada por falta de ganas de trabajar
al levantarse, somnolencia y disminución de la capaci-
dad física normal, es un síntoma frecuente en los
primeros meses de la gestación que se debe a la eleva-
da producción de progesterona durante el embarazo.
Cambios en las mamas
La congestión de las mamas es un signo precoz, sobre
todo en la primigrávida, y está asociado a la elevada
producción de hormonas. La aparición de calostro
D I A G N Ó S T I C O D E E M B A R A Z O
1111
puede ocurrir en etapas precoces de la gestación por el
aumento de la prolactina. Este signo también se puede
observar en mujeres bajo terapia hormonal, tumores
hormono-funcionantes como adenomas hipofisiarios,
tumores de ovario, con el uso de ciertos tranquilizantes
y antes de la menstruación, sobre todo en pacientes
con displasia mamaria. En mujeres con amenorrea
anovulatoria, se presenta con mayor intensidad, simu-
lando la congestión que se ve en la embarazada. Por
todas estas razones es sólo un signo presuntivo.
Manifestaciones cutáneas
La aparición de una hiperpigmentación de los pómu-
los, conocida con el nombre de cloasma gravídico, es
sólo un signo presuntivo porque se puede observar en
enfermedades del colágeno y con el uso de anticon-
ceptivos orales. Las estrías cutáneas que pueden apare-
cer en las mamas y en el abdomen, aunque bastante
típicas del embarazo, se pueden observar en el sín-
drome de Cushing, lo mismo se puede decir de la
hiperpigmentación que aparece en línea media
infraumbilical, llamada línea nigra del embarazo que
aparece alrededor del tercer mes, aunque puede
aparecer antes en las multíparas.
Percepción de los movimientos 
fetales
Es un síntoma subjetivo y depende mucho de la impor-
tancia que la paciente le dé al embarazo; así, no es
raro encontrar una primigesta ansiosa que dice sentir
movimientos desde el primer mes. Apartando estos
casos poco frecuentes, es un signo que permite tener
una idea aproximada de la edad gestacional porque se
sienten de una manera más o menos constante y, en
forma evidente, alrededor de la semana 20 de
gestación. Se pueden confundir con la peristalsis intes-
tinal exagerada, contracciones involuntarias de los
músculos abdominales y con cambios de posición de
las estructuras abdominales al girar el cuerpo en
decúbito.
Síntomas urinarios
Durante los primeros meses, el útero grávido comprime
la vejiga ocasionando polaquiuria, signo que se obser-
va en muchas otras condiciones, por lo que sólo es pre-
suntivo. Al final de la gestación, el encajamiento del
polo de presentación fetal en la pelvis también oca-
siona un síntoma similar. Se pueden ver en casos de
infecciones urinarias, cistocele, tumores pélvicos, ten-
sión emocional, etc.
Elevación de la temperatura basal
En mujeres que llevan el registro gráfico de la tempe-
ratura basal por tratamiento de infertilidad o como
forma de mejorar la seguridad del método del ritmo, la
elevación de la temperatura durante tres semanas
luego de la fecha probable de ovulación, es un signo
presuntivo de embarazo. Se puede observar en caso de
infecciones, persistencia del cuerpo lúteo, terapia con
pro-gesterona, etc.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
El diagnóstico diferencial de embarazo normal
intrauterino se debe enfocar desde tres puntos de vista
diferentes: desviaciones del embarazo de lo normal,
enfermedades de los órganos pélvicos y pseudociesis. 
Desviaciones del embarazo 
de lo normal
Alrededor de un 25% de los embarazos cursa con
algún tipo de sangrado macroscópico, un 10% llega a
feliz término y el 15% restante termina en aborto,
ectópico, enfermedades del trofoblasto o en fetos con
malformaciones (ver cap. 18 y 21). Muy rara vez un
embarazo que curse sin sangrado es anormal, por lo
que la presencia de este signo es bastante sugestivo de
anormalidad. En general, el aborto cursa con sangra-
do genital, en ocasiones abundante, con expulsión de
tejido embrionario o sin él, modificaciones cervicales y
dolor tipo cólico en bajo vientre. El embarazo ectópico
cursa con sangrado tipo manchas, dolor constante y de
poca intensidad en hipogastrio antes de aparecer el
dolor punzante, de fuerte intensidad, típico de ruptura,
aunque puede no estar presente. También se pueden
presentar mareos con pérdida de conocimiento o sin
ésta y, en casos avanzados, signos de abdomen agudo
con shock hipovolémico o sin éste. Las enfermedades
del trofoblasto se caracterizan por sangrado genital
más o menos abundante, expulsión de las típicas
vesículas en “racimo de uva”, altura uterina mayor de
la esperada para la edad de la gestación y puede
haber signos de hipertensión inducida por el embarazo
e hiperemesis gravídica.
El diagnóstico de anormalidad fetal es más difícil. Si
hay sangrado, generalmente es escaso, aunque puede
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
1212persistir hasta el final de la gestación. El crecimiento
uterino puede estar retardado con relación a la edad
gestacional y puede haber historia, en embarazo previo
o familiar, de malformación. El único método efectivo de
hacer el diagnóstico de anormalidad fetal cromosómica
es mediante la obtención de células fetales para cultivo
ya sea por biopsia de vellosidades coriales, amniocen-
tesis o cordocentesis. También con el líquido extraído
mediante amniocentesis se puede determinar la alfa-
feto-proteína, valores por encima de lo normal para
la edad gestacional, son sugestivos de anomalías del
tubo neural (ver cap. 5). Las anomalías morfológicas
como anencefalia, focomelia, cardíacas, etc., se pueden
diagnosticar mediante estudio radiológico simple,
fetografía (ver cap. 3), fetoscopia, aunque el más útil e
inocuo es la ecosonografía.
Enfermedades de los órganos 
pélvicos
El diagnóstico diferencial debe hacerse con miomas
uterinos, quistes de ovario y paraováricos, tumores de
trompa, vejiga, riñón pélvico, tumores del sigmoides, etc.
Pseudociesis
Conocida también como embarazo fantasma o espurio,
es una entidad relativamente frecuente, aunque se
señalan pocos casos porque el especialista, quien hace
el despistaje, tiende a considerar esta condición más
como una simulación que como una patología. En con-
secuencia, pocos casos son referidos a la consulta
psiquiátrica y es difícil valorar su frecuencia; sin embar-
go, ésta es quizás la afección psicosomática más típica,
al punto que se ha dicho que es el ejemplo más convin-
cente que ofrece la medicina, acerca de la influencia de
los procesos psicológicos sobre el organismo porque su
sintomatología corresponde a la de un embarazo ver-
dadero. Las mujeres que presentan pseudociesis
pueden ser agrupadas en tres categorías, tal como se
describen a continuación. 
1. Mujeres jóvenes recién casadas y solteras jóvenes
que mantienen relaciones. En ambos casos el ori-
gen de la pseudociesis es el temor al embarazo.
2. Mujeres de edad avanzada o con problemas de
esterilidad y con fuertes deseos de embarazo.
Ocurre, sobre todo, en mujeres que se han vuelto
a casar y desean tener un hijo para congraciarse
con el nuevo esposo y también en mujeres infér-
tiles que ven la posibilidad de una ruptura matri-
monial por la ausencia de niños.
3. Mujeres de edad avanzada que presentan
pseudociesis debido a tener una amenorrea de
origen menopáusico. En estos casos subyace casi
siempre la percepción de que aún es fértil.
El tratamiento de la pseudociesis es variable y
depende de los factores etiológicos y psicodinámicos
que han intervenido en cada caso, la intensidad de los
síntomas, la personalidad de la mujer y el nivel de
comprensión. La mayoría de las veces basta con una
prueba objetiva, como por ejemplo, una prueba de
embarazo negativa o un ecosonograma que descarta
la presencia de estructuras embrionarias. En casos
excepcionales hay que recurrir a la psicoterapia.
CONCLUSIONES
El diagnóstico de embarazo es uno de los más impor-
tantes del ejercicio de la profesión médica debido a las
implicaciones médicas, sociales, legales y personales
que tiene. Si bien el diagnóstico de embarazo es fácil,
por la cantidad de métodos precisos que existen para
hacer un diagnóstico precoz, en ocasiones pasa
desapercibido porque algunas mujeres pueden tener
alteraciones menstruales y estar embarazadas a pesar
de tener sangrado genital.
Existen signos positivos, probables y presuntivos de
embarazo, pero sólo los positivos confirman la existen-
cia de un embarazo porque los probables y presuntivos
se pueden observar en otras condiciones. De todos los
métodos disponibles, la determinación de HCG es la
más precoz porque puede dar positiva aun antes de la
primera falta menstrual; sin embargo, está considerada
dentro de las pruebas probables debido a que puede
haber una prueba positiva en ausencia de embarazo
clínico. La prueba positiva más precoz de embarazo la
constituye la ecosonografía, que permite detectar un
embarazo clínico entre las semanas 4 y 5 y la presencia
del embrión con latido cardíaco a partir de la semana
6, mediante ecosonografía transvaginal.
D I A G N Ó S T I C O D E E M B A R A Z O
1313
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O B S T E T R I C I A M O D E R N A
1414
CAPÍTULO 2
CONTROL PRENATAL
CAPÍTULO 2
Gustavo Pagés
ASPECTOS GENERALES
ASPECTOS HISTÓRICOS
DEFINICIÓN 
COMPONENTES DEL CONTROL PRECONCEPCIONAL
Historia reproductiva
Historia familiar
Evaluación médica
Evaluación nutricional
Evaluación social 
DIAGNÓSTICO DE EMBARAZO 
HISTORIA CLÍNICA 
Datos Personales 
Edad
Estado Civil 
Procedencia 
Raza 
Historia actual
Antecedentes obstétricos
Antecedentes familiares
Antecedentes personales
Ginecológicos
Cardiovasculares
Pulmonares 
Renales
Gastrointestinales
Neurológicos
Endocrinológicos
Quirúrgicos 
Hábitos 
Examen físico
Examen físico general
Examen gineco-obstétrico
Exámenes de laboratorio
Otros estudios
PRUEBAS DE DESPISTAJE
Despistaje de alteraciones cromosómicas
Despistaje de defectos del tubo neural
Despistaje de diabetes gestacional
Prevención de infección por Estreptococo 
β− hemolítico
CONSULTAS SUCESIVAS
Maniobras de Leopold
Primera 
Segunda 
Tercera 
Cuarta 
DIAGNÓSTICO DE EDAD GESTACIONAL
Criterios clínicos
Fecha de la última regla
Síntomas de embarazo
Examen gineco-obstétrico
Criterios inmunológicos
Criterios radiológicos
Criterios ultrasonográficos
Doppler
Ecosonografía
ORIENTACIONES GENERALES
Actividad sexual
Viajes
Ejercicio y reposo
Higiene
Drogas
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
1616
ASPECTOS GENERALES
En las últimas décadas los logros de la ciencia médica
han superado las aspiraciones más optimistas, logran-
do con ello el asombro de la humanidad. La cirugía
con sus transplantes de órganos, la utilización de mod-
ernos equipos electrónicos en medicina interna, la efi-
ciencia creciente de la anestesiología, las precisiones
de la antibioticoterapia, el desarrollo de la
imagenología etc., son apenas unos pocos ejemplos de
este vertiginoso progreso. La obstetricia no se ha
quedado atrás y, desde el punto de vista cualitativo y en
forma significativa, ha logrado un progreso notable. 
Uno de los logros más significativos en obstetricia
lo constituye el control prenatal, el cual implica la eva-
luación sistemática y meticulosa de la gestante desde el
inicio mismo del embarazo hasta su exitosa culmi-
nación. Para alcanzarlo, se presta especial atención a
la implementación a todos los niveles y en forma pre-
coz de la consulta prenatal, para que sea capaz de
garantizar el éxito y lograr los mejores hijos en pro de
una sociedad mejor.
ASPECTOS HISTÓRICOS
Durante el siglo XVII se creía que el cuerpo humano
estaba constituido por 4 humores: la sangre, la flema,
la bilis amarilla y la bilis negra, y que la salud provenía
del equilibrio de éstos. También, debido a la alta tasa
de morbilidad y mortalidad materna, se creía que el
embarazo era una enfermedad y, por tanto, debía ser
tratada como tal. Razón por la que, durante este siglo,
el único tratamiento antenatal fue la exanguinación, la
cual se practicaba realizando una incisión con un bis-
turí o con una lanceta a nivel de una vena y dejando
que salieran de 500 a 1 000 cc de sangre. Esta terapia
fue utilizada de rutina, entre una y tres veces, en las
mujeres embarazadas de algunos pueblos de Austria y
Baviera. El caso más representativo lo constituyó el de
la reina Carlota, de Inglaterra, en 1762, quien
durante su primer embarazo presentó mareos, palpita-
ciones, disnea y dolor en hipocondrio, por lo que su
cirujano le practicó la exanguinación de 6 onzas.
La idea del control prenatal regular fue de John
William Ballantine (1861-1923), en 1913, en Ingla-
terra, quien después de publicar importantes trabajos
acerca de las enfermedades y deformidades del feto,
sugiere crear un “hotel pro-maternidad”, con el fin de
estudiar la fisiología y calidad del embarazo. Sin
embargo, la primera clínica para control prenatal
ambulatorio fue creada por Haig Fergunson (1862-
1934), en 1915, en Edimburgo, que sirvió de modelo
para todas las demás clínicas de control prenatal en el
Reino Unido.
El desarrollo y divulgación general de la atención
prenatal en Inglaterra y parte del mundo occidental, se
debe principalmente a Janet Campbell, quien fue la
responsable de iniciar el Servicio Nacional de Clínicas
Antenatales y uniformar los parámetros de visitas y ruti-
nas que se debían seguir durante el control prenatal.
Gracias a su trabajo, se logró que del 40% de las
embarazadas que recibía control prenatal antes de la
segunda guerra mundial se pasara a 100% después de
la misma (O´Dowd and Phillipp, 1994). 
DEFINICIÓN
Se denomina consulta prenatal al procedimiento médi-
co que tiene como propósito atender a la mujer
durante la gestación a objeto de reducir la morbi-mor-
talidad materno-fetal a su mínima expresión. Para
lograr este objetivo se deben seguir normas y proced-
imientos que permitan un adecuado control de la
evolución del embarazo tanto para la madre como
para el producto de la gestación.
COMPONENTES DEL CONTROL 
PRECONCEPCIONAL
Algunas veces, cuando se evalúa por primera vez a una
paciente embarazada, se pueden encontrar complica-
ciones maternas o malformaciones fetales que podían
haber sido prevenidas con un adecuado consejo e
intervención antes del embarazo. Como la organo-
génesis se inicia alrededor de los 17 días después de la
fertilización, todo lo que se haga para lograr un ambi-
ente ideal para el desarrollo del conceptus (etapa que
va desde que ocurre la fertilización hasta que se inicia
la organogénesis), resultará en beneficio para el pos-
terior desarrollo del feto (Summers and Gegor, 1995).
Un gran número de situaciones demuestra el be-
neficio de la intervención preconcepcional; entre las
que se encuentran las pacientes diabéticas, las porta-
doras de enfermedades infecciosas, historia previa de
anomalías cromosómicas y malformaciones congéni-
tas. Por otro lado, el uso de ácido fólico para prevenir
defectos del tubo neural (ACOG, 1993), la precaución
en el uso de ciertos medicamentos y ciertos cambios
C O N T R O L P R E N A T A L
1717
dietéticos antes de la concepción han demostrado ser
beneficiosos para el desarrollo normal de la gestación.
Además, mediante la consulta preconcepcional se
pueden prevenir algunas anomalías congénitas y otras
complicaciones del embarazo y es el momento ideal
para establecer una adecuada relación médico-
paciente, educarla acerca de qué es el embarazo, la
importancia de un adecuado control prenatal y cómo
ha de ser su planificación familiar posterior.
Durante la evaluación preconcepcional se debe
tratar de identificar posibles factores de riesgo, proveer
la educación individualizada que la paciente necesita e
iniciar cualquier intervención terapéutica para el mejor
desarrollo de su embarazo. Para poder identificar estos
factores de riesgo se debe hacer una adecuada historia
clínica, con especial énfasis en los siguientes puntos
(ACOG, 1995; Cefalo and Moos, 1995). 
Historia reproductiva
Es importante identificar factores que contribuyan a pér-
didas fetales tempranas y que puedan ser corregidos,
como: malformaciones uterinas, enfermedades autoin-
munes, anormalidades endocrinas e infecciones geni-
tales.
Historia familiar
La evaluación preconcepcional de la historia genética
familiar provee una buena información porque el
despistaje del estado de portador adquiere especial re-
levancia en pacientes con antecedentes familiares de
enfermedades como talasemia, drepanocitosis, fibrosis
quística, etc. El reconocer el estado de portador permite
a los padres entender los riesgos de una enfermedad
autosómica recesiva, tomar una mejor decisión acerca
dela concepción y planificar los exámenes a realizar
durante el embarazo. Si la historia familiar revela
alteraciones cromosómicas, se debe explicar a la pare-
ja que tienen mayor riesgo y prepararlos para realizar
pruebas como: biopsia de vellosidades coriales,
amniocentesis o cordocentesis.
Evaluación médica
El control preconcepcional de mujeres con enfer-
medades sistémicas debe incluir la evaluación de los
potenciales riesgos materno-fetales que pueden tener.
Existen ciertas condiciones como la hipertensión pul-
monar primaria, en el que la tasa de mortalidad mater-
na se acerca al 50% y la de mortalidad fetal excede el
40% (Dawkins et al, 1986). El incremento de malfor-
maciones congénitas en recién nacidos de madres dia-
béticas insulino-dependientes, con mal control de la
glicemia durante la etapa de organogénesis, represen-
ta un buen ejemplo de cómo el control preconcep-
cional adecuado mejora el pronóstico fetal (Kitzmiller et
al, 1991) (ver cap. 28). En pacientes con riesgo, se
debe investigar la posibilidad de enfermedades infec-
ciosas como la rubéola (despistaje preconcepcional y
vacunación), hepatitis B, tuberculosis, toxoplasmosis,
citomegalovirus y síndrome de inmunodeficiencia
adquirida (ver cap. 31 y 32). En aquellas que estén
recibiendo medicación, se deben evaluar los posibles
efectos teratogénicos y, en conjunto con el médico
especia-lista, iniciar un régimen terapéutico seguro,
tanto para la madre como para el feto. 
Evaluación nutricional
La evaluación dietética debe incluir la discusión de los
hábitos de alimentación, como el vegetariano que
requiere tan sólo de pequeñas modificaciones en su
dieta, a objeto de lograr la ingesta adecuada de todos
los nutrientes necesarios para el normal desarrollo
embrionario, especialmente de hierro. También se
debe evaluar la pica, los desórdenes digestivos y el uso
de suplementos megavitamínicos. La ingesta precon-
cepcional de ácido fólico disminuye el riesgo de defec-
tos del tubo neural, por lo que se recomienda la suple-
mentación con 5 mg diarios por VO. Se inicia tres
meses antes de que se planifique la concepción y, se
continúa, por lo menos durante los tres primeros meses
del embarazo (Milunsky et al, 1989). 
Evaluación social
Poder conocer las formas de recreación, hábitos
sociales y psicológicos, ambiente de trabajo, uso de
tabaco, alcohol u otras drogas, permite educar a la
madre y evitar que el feto sea expuesto durante su
etapa de organogénesis a sustancias teratogénicas o
que puedan poner en riesgo el futuro embarazo
(ACOG, 1985).
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
1818
DIAGNÓSTICO DE EMBARAZO
La paciente se puede presentar en la consulta con el
diagnóstico de embarazo o para que el médico haga
el diagnóstico, para lo cual se debe apoyar en los sig-
nos y síntomas y en las pruebas diagnósticas de
embarazo descritas en el Capítulo 1. Generalmente, la
paciente acude a la consulta en las primeras semanas
de gestación. Por tanto, se debe hacer un diagnóstico a
fin de determinar si el embarazo se está iniciando en
forma normal y descartar, de esta forma, los problemas
típicos del primer trimestre, como huevo ciego,
embarazo ectópico, etc.
HISTORIA CLÍNICA
El elemento básico de la consulta prenatal lo constituye
una buena historia clínica, en la que se deben investi-
gar los aspectos que se señalan a continuación.
Datos Personales
Edad. Se conoce muy bien el papel que representa la
edad de la paciente para la salud de la madre y del
futuro niño, tanto en el embarazo como en el parto. El
embarazo en la adolescente tiene un manejo diferente
al de un embarazo en edades más avanzadas de la
vida fértil. El embarazo en la mujer añosa tiene un
aumento de la incidencia de anomalías fetales,
además de ser más propensa a complicaciones sistémi-
cas tipo hipertensión, diabetes, etc. 
Estado civil. Por las implicaciones psicosociales
que inciden sobre la madre soltera, madre en trámites
de divorcio, etc.
Procedencia. Las migraciones internas y externas
traen consigo enfermedades propias de las diferentes
latitudes de donde procede la gestante.
Raza. Algunas enfermedades atacan con preferencia
a ciertos grupos étnicos, como la drepanocitosis en
negros e indios y la talasemia en asiáticos, indios y
pakistaníes.
Historia actual
Se debe interrogar la fecha de la última regla (FUR)
para calcular la edad del embarazo en semanas y la
fecha probable de parto según regla de Naegele,
que consiste en restarle 3 meses a la fecha de la última
regla y añadirle 7 días. Ejemplo de esta regla es el
siguiente.
El embarazo dura un promedio de 280 días desde
la FUR, lo que es igual a 40 semanas, a aproximada-
mente 9 meses del calendario normal ó 10 meses de
28 días exactos del calendario lunar. Debido a que el
embarazo se cuenta desde la FUR y la fecundación
ocurre unos 14 días después, en mujeres con ciclos de
28 días, la paciente se siente con frecuencia confundi-
da cuando el médico le dice que tiene, por ejemplo, 6
semanas de embarazo, cuando tiene sólo 14 días de
retraso y apenas 4 semanas de la relación fecundante.
Una forma sencilla de explicarle a la paciente para que
lleve su propia cuenta y no se confunda con la forma
médica de contar en semanas desde la fecha de la últi-
ma regla es, siguiendo el ejemplo usado antes para
explicar la regla de Naegele, que ella cumple meses
cada día 6 del mes, de tal manera que, el 6 de sep-
tiembre tiene 2 faltas, el 6 de octubre 3 faltas y así
sucesivamente hasta el 6 de abril en que cumple las 9
faltas, el parto debe ocurrir la semana siguiente.
Es muy importante precisar la historia menstrual
anterior a la FUR para estar seguro que la menstruación
haya sido normal y no sea una confusión con un san-
grado del embarazo. En mujeres con historia de
oligomeno-rrea, la FUR no es de mucha ayuda para
precisar la fecha probable de parto porque la ovu-
lación no ocurre 14 días después de la última regla,
sino 14 días antes de la regla siguiente. Como no va a
tener esa regla porque ocurrió el embarazo, no podrá
conocer la fecha probable de fecundación. En estos
casos el ultrasonido seriado, como se explica en el
Capítulo 3, es de gran ayuda para precisar la fecha
probable de concepción y, por consiguiente, la fecha
probable de nacimiento. De no contar con el ultra-
sonido se puede interpretar que el embarazo está pro-
longado, cuando en verdad está a término o aún
pretérmino, y tomar una conducta equivocada de
inducción de parto. 
Fecha de la última regla: día (6), mes de julio (7)
+ (7) -(3) 
Fecha probable de parto: día (13), mes de abril (4)
C O N T R O L P R E N A T A L
1919
Se debe interrogar sobre la sintomatología que
presenta en este embarazo, para estar seguro de que
son los síntomas propios de la gestación y no se está
ocultando alguna otra patología. También es impor-
tante interrogar si en el curso de la gestación ha tenido
complicaciones como infecciones, sangrado, trauma-
tismos, etc.; drogas utilizadas, estudios radiológicos,
motivación para este embarazo, etc.
Antecedentes obstétricos
Se debe averiguar el número de embarazos anteriores
y, en caso de aborto, precisar si presentó sintoma-
tología de dolor o sangrado para descartar incompe-
tencia cervical, semanas de gestación en que ocurrió, si
le practicaron o no curetaje y si tuvo alguna compli-
cación. Es importante precisar si durante el ultrasonido
practicado antes del aborto se observó embrión con
latido, para diferenciar un huevo anembrionado de un
huevo muerto retenido y, por último, saber si hay
antecedentes de enfermedades del trofoblasto y cuál
fue su seguimiento.
Se debe precisar la evolución de los embarazos
anteriores: historia de complicaciones como hiperten-
sión inducida por el embarazo, hemorragias, enfer-
medades intercurrentes como diabetes, infecciones uri-
narias, etc. Tipo de parto anterior, fecha de nacimiento
y edad de la gestación en que ocurrió. Si fue inducido
o espontáneo, eutócico o distócico, indicación de la
cesárea o del fórceps, tipo de anestesia utilizaday si
hubo morbilidad materna.
En el puerperio es importante conocer si hubo lac-
tancia, cuánto tiempo duró, complicaciones como
dolor, mastitis, etc.; si hubo complicaciones quirúrgi-
cas, hemorrágicas, infecciosas, etc. Historia de los
niños anteriores, desarrollo psicomotor, anomalías
congénitas; si fue prétermino, a término, postmaduro.
Complicaciones neonatales como ictericia, membrana
hialina, mortalidad, etc.
Antecedentes familiares
Se debe indagar la historia familiar de la gestante en
especial sobre diabetes, anomalías congénitas,
alteraciones cromosómicas, enfermedades cardiovas-
culares, sobre todo hipertensión y embarazos múltiples.
También es importante averiguar si entre la pareja
existe algún grado de consanguinidad, por la elevada
frecuencia de malformaciones congénitas que hay en
los descendientes de estas parejas.
Antecedentes personales 
Ginecológicos. Edad de la menarquia y tipo de
regla, infecciones genitales, particularmente sífilis, her-
pes, etc. Tiempo y tipo de relaciones sexuales, cuánto
tardó en lograr este embarazo luego de suspender el
método anticonceptivo, si hubo infertilidad previa y que
tipo de tratamiento recibió para lograr el embarazo.
Cardiovasculares. Debido a las modificaciones
que produce el embarazo en el sistema cardiovascular,
como aumento del volumen sanguíneo, del gasto
cardíaco, del volumen de eritrocitos, etc. es de gran
importancia saber si existe alguna enfermedad cardio-
vascular como valvulopatías, miocardiopatías, insufi-
ciencia cardíaca, hipertensión, etc. Establecer la clase
funcional en que se encuentra para el momento del
embarazo así como los medicamentos que usa para
controlar la enfermedad.
Pulmonares. Es importante conocer si sufre de
enfermedades como asma bronquial, tuberculosis,
bronquitis crónica, hipertensión pulmonar, etc. En caso
de asma se debe precisar la severidad, frecuencia y
fecha de la última crisis (ACOG, 1996).
Renales. Se debe indagar acerca de infecciones uri-
narias a repetición porque si no se tratan durante el
embarazo podrían ser causa de amenaza de parto
pretérmino, infecciones neonatales, etc. Conocer si
existen antecedentes de insuficiencia renal aguda o
crónica, fístulas urogenitales, urolitiasis, etc.
Gastrointestinales. Debido a que la gestación
produce una serie de cambios fisiológicos que se pare-
cen mucho a los trastornos digestivos de la no
embarazada, resulta imperativo conocer si existen
antecedentes de úlcera péptica, gastritis, ictericia,
estreñimiento y hepatopatías.
Neurológicos. Existen ciertas alteraciones neu-
rológicas durante el embarazo debido a los cambios fi-
siológicos que experimenta el organismo. La aparición
de ciertos síndromes de compresión como el sín-
drome del túnel carpiano y la neuritis ciática, son
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
2020
ejemplos frecuentes de estas alteraciones. Por otra
parte, ciertas afecciones preexistentes como las convul-
siones, los tumores cerebrales y la miastenia gravis,
pueden tener una alteración durante el curso del
embarazo, por lo que se debe conocer la existencia de
estas enfermedades para saber cómo manejar estos
casos en el embarazo (Angtuaco et al, 1995). 
La cefalea es frecuente por efecto de las hormonas
placentarias y las pacientes con historia previa suelen
padecer una exacerbación de este síntoma. Las
deformidades de columna son importantes de conocer
debido a que la embarazada presenta, con frecuencia, dolores
lumbares por los cambios físicos que la gestación produce
sobre el centro de gravedad (fig. 7-1), además de los prob-
lemas de compresión por el sobrepeso, obesidad, etc.
En los casos de historia de desviaciones de columna,
este síntoma se suele exacerbar.
Los trastornos psiquiátricos y de inestabilidad emo-
cional son importantes de precisar porque el embara-
zo ocasiona una sobrecarga emocional que puede
afectar a las pacientes lábiles (ver cap. 35). El adecua-
do soporte emocional por parte del médico y sus famil-
iares suele ser suficiente, en la mayoría de los casos,
pero en otros es necesario una consulta psiquiátrica.
Endocrinológicos. El control inadecuado de
enfermedades como diabetes, trastornos tiroideos o
alteraciones del funcionalismo de las glándulas supra-
rrenales puede ocasionar complicaciones materno-
fetales, por lo que es importante conocer hace cuánto
tiempo la padece, si se encuentra bajo control y qué
medicación utiliza.
Quirúrgicos. Se debe interrogar acerca de inter-
venciones ginecológicas, sobre todo las de útero, cura
operatoria de prolapso, fístulas urogenitales, fracturas
de fémur o de la pelvis que puedan impedir un parto
por vía vaginal, etc.
Hábitos. El uso de tabaco y las llamadas drogas
duras (marihuana, cocaína, heroína, L.S.D., etc.) producen una
serie de efectos sobre el embarazo y el feto como son: ruptura
prematura de membranas, desprendimiento prematuro
de placenta, placenta previa, bajo peso al nacer y
aumento de la morbi-mortalidad perinatal. También se
debe conocer y educar acerca de los hábitos alimenti-
cios, deportes que practica, recreaciones, etc.
(Zuckerman et al, 1989; Kleinman et al, 1988).
Examen físico
Examen físico general. En la primera consulta
se debe evaluar la talla, la tensión arterial y el peso. Se
debe hacer particular énfasis en la auscultación car-
diopulmonar, el examen del sistema vascular periféri-
co, la observación y palpación adecuada de las
mamas, la tiroides y el abdomen.
Examen gineco-obstétrico. Se debe observar
y palpar los genitales externos, piso perineal, si existe o
no cisto o rectocele y el grado del mismo, descartar la
pre-sencia de lesiones inflamatorias, desgarros,
tumores, etc. Es recomendable practicar un examen con
espéculo para el estudio del cuello uterino mediante
citología cérvico-vaginal, descartar pólipos, ectropión y
desgarros. Examen de la vagina, su amplitud, si existen
tabiques o paquetes varicosos; flujo, cantidad, color, olor
y, de ser posible, examen microscópico en fresco y culti-
vo. 
Se debe practicar un tacto para descartar embara-
zo ectópico, tumores uterinos o pélvicos, tamaño del
útero, que debe ser el esperado para la fecha de
amenorrea, lo que permite desde el inicio del control
presumir el diagnóstico de mola, embarazo múltiple o
error en la fecha de la última regla, especialmente si no
se cuenta con un equipo de ecosonografía. Hay que
valorar el estado del cuello, sobre todo del orificio
interno, el cual debe estar cerrado, si se trata de una
nulípara, o puede permitir el paso de la punta del dedo
por el orificio cervical externo, si se trata de una multí-
para. La permeabilidad del orificio cervical interno per-
mite sospechar una incompetencia cervical.
Se debe determinar el crecimiento uterino medido
con una cinta métrica desde el borde superior del pubis
hasta el fondo uterino. Si el embarazo tiene más de 9
semanas, se puede oír el foco fetal mediante el ultra-
sonido de efecto Doppler y, si no se cuenta con ese
equipo, hay que esperar a la semana 20 para auscul-
tar el latido con el estetoscopio fetal. Si se cuenta con
un aparato de ecosonografía, se practica un estudio
para buscar los signos que sugieren un embarazo nor-
mal, edad gestacional y descartar anomalías de la
gestación (ver cap. 3). 
C O N T R O L P R E N A T A L
2121
Exámenes de laboratorio
En la primera consulta se debe practicar hemoglobina,
hematocrito y, en pacientes con riesgo, descartar
drepanocitosis. Este estudio se debe repetir al comienzo
del tercer trimestre, aun en casos normales sometidos a
terapia con hierro y folatos (Wilkins-Haug et al, 1966).
Contaje y fórmula leucocitaria para descartar procesos
infecciosos bacterianos o virales, leucemia, etc.
Grupo sanguíneo y Rh, para el estudio de incom-
patibilidad sanguínea materno-fetal. En los casos de
madre Rh (-), se debe practicar estudio del Du para
saber, desde el punto de vista práctico, si la madre se
comporta como Rh (-) o (+). En los casos de pacientes
Rh (-) Du (-) se debe hacer el estudio correspondiente
para determinar el grupo sanguíneodel marido y la
determinación de aglutininas para detectar problemas
de isoinmunización (ver cap. 29). Este estudio se repe-
tirá en el tercer trimestre, sobre todo si hubo embarazo
previo o transfusiones y si en este embarazo se practicó
biopsia de vellosidades coriales, amniocentesis o cor-
docentesis.
Serología para sífilis y para el síndrome de
inmu-nodeficiencia adquirida, que se debe repetir
en el tercer trimestre, cuando se trabaja con pacientes
de riesgo. Se debe practicar una glicemia en ayunas,
aun en mujeres sin antecedentes de diabetes. Si el
resultado es dudoso o positivo, se debe practicar una
curva de to-lerancia glucosada; de ser negativo y exis-
tir la sospecha clínica, se repite en etapas más avan-
zadas del embarazo (ver cap. 28).
Examen simple de orina y si aparece bacteriuria o
proteinuria se debe hacer cultivo y antibiograma. El
examen rutinario de albuminuria no tiene justificación
porque es un signo que aparece tardíamente en la
hipertensión inducida por el embarazo (HIE), es preferi-
ble hacer mayor énfasis en el control de la tensión arte-
rial, ganancia de peso y edemas, como forma de pre-
vención de esta enfermedad y, en caso de aparecer
sospecha, recurrir a una hematología, para descartar
hemoconcentración, determinación de albuminuria y
ácido úrico sérico porque es el primer parámetro de
laboratorio que se eleva en caso de daño renal pro-
ducido por la HIE (ver cap. 27).
Otros estudios
Se debe realizar una radioscopia pulmonar o prueba
cutánea de tuberculina para hacer el diagnóstico de
tuberculosis en casos de pacientes de riesgo. Estudio
socioeconómico, lo cual permitirá clasificar a la ges-
tante en grupos desposeídos en lo social, económico y
psicológico. La valoración odontológica es importante
para la detección precoz de problemas que se pueden
agravar con el curso de la gestación.
En la primera consulta, la paciente debe recibir
una charla de orientación que le permita aclarar o
adquirir los conocimientos indispensables para tener
una visión clara de cómo se debe conducir ante los
problemas que pueden surgir durante la gestación;
estas charlas deben continuar hasta el momento en
que la paciente ingresa al hospital. En el mejor de los
casos, debe recibir una preparación psicoprofiláctica
que permita a la emba-razada mantener un equilibrio
psicológico adecuado para su comportamiento durante
la gestación y el parto.
PRUEBAS DE DESPISTAJE
El éxito de una prueba de despistaje está en identificar
a las pacientes que tienen un riesgo aumentado de
malformaciones (ACOG, 1996). El despistaje debe ser
vo-luntario y la pareja debe estar informada de las lim-
itaciones y beneficios del mismo. Las pruebas de
despistaje que más se utilizan actualmente son las que
se especifican a continuación.
Despistaje de alteraciones 
cromosómicas
El síndrome de Down (Trisomía 21) es la alteración
cromosómica más común en la raza humana, con una
incidencia aproximada de 1/800 nacidos vivos
(ACOG, 1994). Los individuos afectados generalmente
presentan retraso mental, malformaciones cardíacas,
malformaciones gastrointestinales y desarrollan
leucemia in-fantil. 
La enfermedad es más frecuente en hijos de
madres mayores de 35 años, con antecedentes fami-
liares de alteraciones cromosómicas o personales de
pérdida fetal recurrente y es en estas pacientes donde
está indicado realizar el estudio cromosómico. Sin
embargo, aproximadamente el 80% de los niños con
síndrome de Down nace de madres que no poseen
estos factores de riesgo.
Debido a esto, actualmente se puede hacer el
análisis de tres marcadores séricos: alfa-feto-proteína,
gona-dotropina coriónica humana y estriol no conju-
gado, con los cuales se establece el riesgo estadístico
de que el feto tenga la alteración cromosómica y, en
caso de ser elevado, practicar estudio del cariotipo fetal
con muestras obtenidas mediante amniocentesis, biop-
sia de vellosidades coriales o cordocentesis (Haddow,
1995). Con este método se logra detectar el 60% de los
casos que no presentan factores de riesgo, menores de
35 años, sin antecedentes de alteraciones cromosómi-
cas, ni de pérdida fetal recurrente, con una tasa de fal-
sos positivos de aproximadamente 5%. La prueba tam-
bién permite el despistaje de otras trisomías como la 18
(tabla 2-1). Esta evaluación se realiza entre las se-
manas 13 y 19 de gestación, y es más precisa a partir
de la semana 15.
Despistaje de defectos del tubo neural
Los defectos del tubo neural son la segunda causa más
frecuente de malformaciones congénitas, sólo supera-
da por los defectos cardíacos congénitos. Más del 90%
ocurre en embarazos donde no se identifican factores
de riesgo para este defecto (antecedentes de defectos
del tubo neural, de diabetes mellitus, de uso de ácido
valpróico, etc.) (ACOG, 1996).
Con el fin de determinar cuáles son los fetos con
riesgo de padecer este defecto, se utiliza la determi-
nación de la alfa-feto-proteína sérica materna, la cual
se eleva en estos casos. 
Con este método se puede detectar el 85% de
todos los defectos abiertos del tubo neural, además de
permitir el despistaje de otras anormalidades (tabla 2-
1). La prueba se puede realizar entre las semanas 15 y
22, y es más específica entre las 16 y las 18 (ACOG,
1996).
Tabla 2-1. Anomalías identificadas con la 
determinación de alfa-feto-proteína.
Defectos de la pared ventral
Gastroquisis
Onfalocele
Triploidías
Trisomías 13, 18 y 21
Traslocaciones no balanceadas
Secuelas de banda amniótica
Pentalogía de Cantrell (Onfalocele, defecto esternal
inferior, deficiencia de peritoneo diafragmático,
anormalidad intracardíaca y defecto diafragmático
inferior)
Agenesia renal
Muerte fetal
Nefrosis congénita
Teratoma sacrococcígeo
Desórdenes dermatológicos:
Epidermolisis bulosa
Eritrodermia ictiosiforme congénita
Corioangioma
Hepatoma materno y teratoma ovárico materno
O B S T E T R I C I A M O D E R N A
2222
C O N T R O L P R E N A T A L
2323
Despistaje de diabetes gestacional
Los embarazos complicados con diabetes gestacional
tienen una morbi-mortalidad perinatal aproximada-
mente del doble, si se comparan con los embarazos nor-
males; sin embargo, esta tasa puede reducirse a lo nor-
mal si la enfermedad es identificada y controlada.
Debido a que en los casos de historia familiar de dia-
betes, el ante-cedente de un feto macrosómico, o la
presencia de glucosuria pueden estar ausentes en el 40%
de los casos de diabetes gestacional, estos factores no
deben ser usados como marcadores aislados para iden-
tificar pacientes de riesgo (Kitzmiller et al, 1991). 
La prueba de despistaje se hace entre las semanas
24 y 28 de gestación y consiste en administrar 50 mg de
glucosa oral en ayunas y medir los niveles de glicemia
una hora más tarde, si el nivel de glicemia es igual o
mayor de 130 mg/dl está indicado practicar una curva
de tolerancia glucosada de tres horas (ver cap. 28).
Prevención de infección por Estreptococo
β-hemolítico 
En Estados Unidos, la infección por Estreptococo β-
hemolítico del grupo B (EBH) ha emergido durante las
dos últimas décadas como una de las causas más
importantes de morbi-mortalidad perinatal. También
en Estados Unidos se señalan tasas de mortalidad de
5% al 20%. Entre el 10% y el 30% de las mujeres
embarazadas son colonizadas por el EBH en el área
vaginal y rectal. La transmisión vertical durante el tra-
bajo de parto puede ocasionar una infección invasiva
en el neonato durante la primera semana de vida, que
se conoce como la infección precoz del EBH y repre-
senta el 80% de las infecciones del neonato. La infec-
ción tardía puede ser producto de transmisión vertical,
infección nosocomial o infección adquirida en la comu-
nidad (ACOG, 1996). 
El Centro de Control y Prevención de Enfermedades de
Atlanta recomienda tomar una muestra con hisopo de
la región anal y del 1/3 inferior de vagina para realizar
un cultivo para EBH, a todas las mujeres embarazadas
entre las semanas 35 y 37. En caso de que la paciente
sea portadora del EBH se debe admi-nistrar durante el
trabajo de parto Penicilina

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