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International Development Research Centre MANUSCRIPT REPORTS ARCHly 370 (8) G 3S U August 1983 Teorla y Prãctica de Ia Educaciôn Popular The International Development Research Centre is a public corporation created by the Parliament of Canada in 1970 to support research designed to adapt science and technology to the needs of developing countries. The Centre's activity is concentrated in five sectors: agriculture, food and nutrition sciences; health sciences; information sciences; social sciences; and communications. IDRC is financed solely by the Government ofCanada; its policies, however, are set by an international Board of Governors. The Centre's headquarters are in Ottawa, Canada. Regional offices are located in Africa, Asia, Latin America, and the Middle East. IDRC Manuscript Reports This series includes meeting documents, Internal reports, and preliminary technical documents that may later form the basis of a formal publication. Manuscript Reports are given a small distribution to a highly specialized audience. MARCELA GAJARDO, Edjtora Carlos R. Brando Manuel Barrera Flix Cadena Eduarcio Coritreras Enzo Faletto Orlando FalS Borda Juan Eduardo Garcca-Huidobro 58465 Isabel Hernndez Pablo LatapC Robert G. Myers Jaime Ramfrez Francisco V(o Jacobo Waisclfisz Jorge Werthein 9 7-2 IDRC-MR81s TEORIA Y PRACTICA DE LA EDUCACION POPULAR INDICE Pa g. 1. INTRODIJCCION 5 PRIMERA PARTE CUESTIONES DE CONTEXTO 30 Notas sobre estilos alternativos de desarrollo, polftica y movimientos sociales. Enzo Faletto 33 La educaciôn popular y el contexto rural. Cam bio agrario, movilización campesina y progra mas de clesarrollo rural. Francisco VIo 64 Conciencia étnica y educación indigeria. Isabel Hernâridez 92 SEGUNDA PARTE ESTRATEGIAS METODOLOGICAS E INTENTOS DE SISTEMATIZACION 126 Estructuras sociales de reproducciôn del saber popular. Carlos R. Brando 130 La relación educativa en proyectos de educación popular. Análisis de quince casos. Juan Eduardo Garcfa-Huidobro 166 La sistematizaciôri de la práctica de la educación radiofónica. La experiencia del proyecto ASER. Eduardo Contreras 260 La educación no-formal en Mxico: un an.álisis de sus metodologias. Pablo Latap( Flix Cadena. 291 3 g. Una experiencia de educaci6n popular en contexto estatal: los programas m6viles del SENA. Jaime Ram(rez 359 TERCERA PARTE ESTRATEGIAS DE INVESTIGACION Y ESTILOS DE EVALUACION 393 Reflexiones sobre la irivestigaci6n y la educaci6ri popul.ar. Jacobo Waiselfisz 396 Evoluci6n, situaci6n actual y perspectivas de las estrategias de investigaci6n partici pativa en Amrica Latina. Marcela Gajardo 409 Evaluaci.6n educacional. Tendencias hacia el desarrollo de enfoques participativos. S. Kiees; P. Esmanhoto; J. Werthein 466 CUARTA PARTE COMENTARIOS 495 li De Manuel Barrera a Enzo Faletto 598 Be Pablo Latapc a Juan Eduardo Garc6-Huidobro 506 De Orlando Fals Borda a Marcela Gajardo 511 De Robert G. Myers sobre el Encuentro 518 APENDIC ES Apndice 1 Convocatoria: Teorca y Pr.ctjca de Ia Educaci6n Popular. Aritecedentes para un Debate 536 Apndice 2 Lista de Documentos de Apoyo 553 Apndice 3 Lista de Participarites al Taller sobre Ia Teora y la Prctica do la Educaci6a Popular, Punta de Tralca, Chile, 1982 555 A GRA DECIMIENTOS Los trabajos reunidos en este volumen fueron presentados al Taller sobre la Teorla y Ia Práctica de la Educación Popular. Dicho encuentro se realizó en Punta de Tralca, Chile, entre los d!as 29 de marzo y 10 de abril de 1982 bajo el copatrocinio de Ia Facultad Lati.no americana de Ciencias Sociales (FLACSO), el Programa Interdiscipli nario de Investi.gaciones en Educación (PIlE), el International Develop- ment Research Centre (IDRC) y la Fundación Ford. Se ha tratado, en esta edición, de ser fieles a lo que fue el. en cuentro recogiendo, para ello, el material escrito y los resultados del debate. Esto fltimo es lo que se rescata en Ia iritroducci6n y los comen tarios finales. Dichos resultados, marcan, tambin, Ia estructura del libro en tres grandes apartados: cuestiones de contexto, estrategias me todológicas y estilos de investigación y evaluación en el campo de Ia educación popular. Tanto el encuentro como la ediciôn de este libro no habria si do posi.ble sin la colaboración de muchas personas. Sin embargo, que remos dejar aqu expreso reconocimiento a Elizabeth Fox, Robert G. Myers, Nefly Stromquist y Jos JoaquIn Brunner por su apoyo perma-. nente a nuestro trabajo. A Enrique D' Etigriy y Duncan Livingston por brindarnos el patrocinio de Ia Academia de Humanismo Cristiano cuaa do se nos negara Ia autorización oficial para' reunirnos en. Isla Negra, lugar original de Convocatoria del encuentro. A Gabriela Lopez por su val.iosa ayuda durante los dias de la reuni6n, a Magdalena Astorquiza, quien nos brindara 'su hospitalidad en Punta de Tralca y a los grupos tea trales ICTUS y TIT. Por (iltimo, pero no por ello menos importante, a Violeta Cuevas quien se encargO de Ia transcripciOn de nuestros nianus critos para su edici6n final. No qui.siramos dejar de agradecer, tambiOn, a todos aquellos que participaron de la reuniOn por Ia disponibilidad con que asumierori un trabajo que vino a sumarse a sus miiltiples actividades y por l.a altu- ra de miras con que se corifroritaron ideas y experiencias. EU.o no s6l.o facilitO el trabajo editorial sino que hizo de Ia reuniOn una verdadera ex periencia de aprendizaje. SANTIAGO, Octubre de 1982 INTRODUCCION 6 EN TORNO A LA TEORIA Y LA PRACTICA DE LA EDUCACION POPULAR Marcela Gajardo I. ANTECEDENTES GENERALES En Arnrica Latina rio puede hablarse de Ia existencia de una educaci6n popular si por ella se entiende Ia extension del servicio edu.- cativo a toda Ia poblaci6n. Tampoco puede hablarse de la existencia de uria educación popular si se Ia considera como una actividad vinculada a procesos de participaciOn social, econ6mica y politica cuya base de susteritaci6rt se ericuentra en un orden social basado en principios de igualdad en el acceso a los berieficios del trabajo y el poder social. Si bien esto sera lo deseable lo cierto es que, en la mayora de estas sociedades, el conicepto de educación popular ha surgido como parte de una tenidencia que viene a contraponerse a las concepcionies y erifoques existerites tras diferentes propuestas educativas para los sec- tores populares. De hecho, la evoluci6ni de estas actividades permite seflalar que stas se han veriido dando en estrecha relaci6n con los esti los de desarrollo predorniriantes en la regi6n. En ellos, Ia educaci6n aparece como un bin desigualmerite distribu(do existlendo una segrega- dOn de granides sectores de Ia poblaci6n que se traduce en inescolari- dad, deserci6n y bajos niveles de instrucciOn y calificaci6n para los gru pos que se ubican en los tramos rns bajos de Ia estructura social y pro ductiva. Por dOcadas estos grupos fueron atenididos por programas edu cativos desarrollados bajo Ia forma de actividades de suplericia o corn- plernentariedad. Coriocidos coma tales cran los programas de alfabeti- zaci6n, en sus diversas modalidades, aquellos de educaci6ri compensa- toria y las actividades de extensiOn cultural y educativa. Es sabido ya que esta situaciOn se rnodific6 sustancialmente hacia fines de Ia dcada de los cincuerita coincidiendo con los procesos generales de moderniza- ciOn social a que se vieron sometidos los pacses latinoarnericanos y la emergericia, en ellos, de grupos que acarrearon transformaciones rns o menos profundas tanto en las estructuras sociales corno en los siste- mas de poder. La educaci6n de los sectores populares se v16 alterada, tarn bin, como producto de estos can-ibios. La diversificaci6n del apara- to productivo y los nuevos requerirnientos ocupacionales, los procesos de cambio agrario y Ia presi6n de grupos emergentes por una mayor participaci6n en Ia producción., el consumo y los berieficios de Ia socie dad condujeron a una ampliación del sistema regular de ens efanza y a ut-ia diversificaci6n de Ia oferta educativa. Sellegó, entonces, a diseilar poli'ticas estatales de educaci6ri de adultosycalificaci6n de la fuerza de trabajo ocupada en Ia iricustria y ta agricultura. La alfabetización fun.- cional, Ia formaci6n b.sica y lahoral y, en general, los programas de educaci6n orientados al desarrol.lo de la comunidad fueron, entre otros, instrumentos utilizados para incorporar a los sectores populares a Ia vida nacional y difundir las pautas y valores que impotifari los requeri- mientos de la modernización social. Tras el disei'io de tales politicas subyacra un modelo de interpretación de Ia realidad que atribu(a Los dficits educacionales al "atraso" que manifestabat-i ciertos sectores en relaci6ri a otros a los que se definca como "modernos" y desarrollados. Ampliamente difundida como teorra de la margirialidad sta atribu(a a Ia educacisSn un papel central como motor del desarrollo econtSmico-so cial. Sin embargo, las contradicciones inherentes a un estilo de desa- rrollo integracionista y modernizador dejaron de manifiesto que Ia si- tuaci6n de pobreza y marginalidad vivida por algunos grupos no era con secuericia de atrasos o vacios sino producto directo de un mod do de de sarrollo capitalista y dependiente. La marginalidad pas6, entonces, a entenderse como una forrna particular de -inserci6n de los sectores p0- pulares en Ia sociedad siendo su participaci6n err ella limitada, discon- tcnua, escasarnente estructurada y altamente conflictiva. Los nuevos modelos de interpretaci.6n social basados en una concepcióri hist6rico-estructural del desarrollo y de la existenci.a de so ciedades organizadas sobre relaciones de dominaci6n ecori6mica y so- cial generarori,tambin, enfoques renovados en el campo de Ia educaci6n y la cultura. Surgieron asc formas alternativas de educaci6n de los sec tores populares. Entre ellos, Ia concepci6n concientizadora de Ia edu- cacicSn y las corrientes liberadoras y socio-pol(ticas a que sta di6 on- gen destacan como enfoques determinarites de estas prácticas educativas. Al concepto de marginalidad se contrapuso el de opresión y dominio. Al hombre marginal se contrapuso el hombre oprimido. A las lecturas par ciales de la realidad se contrapusieron las interpretaciories de corte his t6rico que velan en Ia estructura de clases y en ci papel hegem6nico de los grupos dominantes ci centro de los problemas de desarrollo. En este 8 contexto, la educaci6a empezó a aparecer explcitamente como un ins- trumen.to de lucha ideol6gica. En el caso particular de los sectores po pulares sta se entenda como un mecanismo que, ins erto en procesos de movilizacin y organización popular, podia utilizarse como apoyo en Ia tarea de elevar los niveles de conciencia poirtica, rnejorar la capaci dad de rnovimi.ento y viabilizar Ia adquisici6n de los conocimientos, ha bilidades y destrezas para participar del poder social. y la gesti6n co- lectiva de los medios de producci6n. De este modo empezaron a coexistir experiencias educativas con connotaciones diversas dependiendo del contexto en que se insertan y los grupos qte las impulsan. En algurios casos estas han nacido y se mantienen al amparo del aparato estatal. En otros se han. generado a partir de Ia iniciativa de las iglesias, grupos de inspiraci6n cristiana, organismos no.-gubernameritales de carcter privado. No han faltado tampoco aqueflas actividades impulsadas por frentes poifticos y movi- n-iientos sociales, en general. As, los actores, el origen y la ubica-. ci6n de estas experiencias ha condicionado tanto las orieritaciones gene ral.es como las funciones de dicha práctica. En Ia actualidad, y como elementos hasta cierto punto polari- zados, se pueden ubicar tendencias diversas e incluso, contrapuestas. Por una parte, existen prograrnas estatales de educaci6a con sectores populares que visualizan estas actividades corno un factor de integraci6n iniportante en la tarea de apoyar procesos de desarrollo econ6mico-so cial en el marco de las estructuras vigentes. Otros, se ubican en una perspectiva de cambio estructural proyectndose como un tipo de educa ci6n que se orienta a Ia transformaci6n del orden existente y al estable- cimiento de un nuevo sisterna de relaciones sociales. En una posici6n intermedia, se ubican aquellas concepciones que visualizan estas prc- ticas como un conjunto de esfuerzos sistemticos orieritados a ubicar las estrategias de desarrollo existentes en Ia perspectiva de satisfacer nece sidades autodeterminadas por los sectores populares y sus organizacio- nes de base. Lo que suporie una reformulaci6n de las relaciones de p0 der con el fortalecimiento de lo que actualmente se conoce como socie- dad civil. Ahora bien, a pesar de Ia disparidad de criterios y diversidad de enfoques con respecto a la educaci.6n con sectores populares se pue- -9 de decir que, progresivamente, se ha ido conformando un punto de consenso y convergencia. El trmino popular con. que se adjetiva es- tas pr.cticas' educativas tiene, en la actualidad, una marcada connota ci6n de clase. Lo popular rio es ó.riicamente sinónimo de pobreza, de marginalidad, sino que alude a grupos y movirnientos sociales que corn parten una situaci6n de dorniriio social y econ6mico. Son, en general, sectores a los cuales se les ha negado su calidad de sujetos poifticos. Sectores que no participan, 0 participari subalternamente, de los bene- ficios del trabajo, el poder y la cultura. Es en este sentido que Ia emergencia de' una tendencia renova da en el campo de la educaci6n no surge por azar. Por una parte, re- fleja los cambios que se han dado en las sociedades latinoarnericanas y recoge elementos presentes en los modelos o esquemas con los cuales se ha acostumbrado interpretar situaciones de crisis y desequilibrio so cial. Por otra, se vincula a la nueva fase de desarrollo existente en paises donde los procesos de democratización y Ia incorporaci6n de am plios sectores de la poblaci6n a Ia vida nacional ha dado paso a la impo sici6n de estilos autoritarios, concentradores y excluyentes. Estos re ducen los márgenes de participaci6n caractercsticos de dcadas pasadas y sustituyen 'Ia heterogeneidad de grupos sociales por clases de perfil rns definido. Todos estos clernentos estuvieron presentes al convocar a un encuentro sobre Ia teora y la práctica de la educacióri popular. Ellos estuvieron preserites, tarnbin, en. la deflriici6n prelirninar que de estos procesos se hiciera a fin de erimarcar el debate colectivo. Enteridiendo estos procesos como un problema y un objeto susceptible de estudlo in- teresaba enfocarlos corno una actividad puesta en Ia perspectiva del po- der y la transformaci6n social. Interesaba analizarlos, tambin, en su dimensi6n económica y en su coritribucicSn a la construcción deuni estilo alternativo de desarrollo o la creaci6n. de una nueva hegemon(a. Al hacer esta opci6n se optaba, tarnbi&i, por un tipo de expe-' riencias que se desarrolla al margen del sistema regular de enseñanza. Sc dejaba, con ello, de considerar problernas tan importantes como lo son el papel de Ia escuela y de los aparatos de educaci6n formal en Ia uriiversalizaci6ri do la enseiariza, aspecto que preocupa seriamerite a quienes so encuentran ocupados 'n la tarea de dar cuenta de las incapa- cidades y limitaciories dci sistema educativo para atender a las necesi- - 10 - dades de los diversos grupos de la poblaci6n. Sin embargo, sin desco.- nocer la influencia que ejercen los aparatos educativos del Estado, in- teresaba analizar los problemas e interrogantes que suscitan aquellas prácticas que, implementadas al margen de la escuela, se dan como comporientes de otros procesos de desarroUo econ6mico y cambio so- cial. Algunas de estas interrogantes se relacionaban, precisamen- te, con la visi6n de sociedad y concepciories del can-iblo subyacentes a esta actividad. Otras, con el tipo y formas de vinculaci6n que sta es- tablece con otros procesos que ocurren en la sociedad. Interrogantes referidas, tambin,al tipo de estrategias utilizadas en experiencias di- versas y las furici.onesy funcionalidad atribudas a estas prcticas se- g&n se den como componente de polctica-s estatales, como proyectos pro puestos o ejecutados por organismos no-gubernamentales o como parte integral de las poifticas dise?Iadas por el movimiento popular y sus orga nizaciones de base. Se partca del supuesto que estas dimensiones condi cionaban un nimero importante de los problemas presentes en Ia educa- cin popular. Y, con ello, se constataba que, a pesar de existir un re- lativo consenso eritre quienes implementen este tipo de experiencias es poco lo que se conoce aCm sobre los supuestos que subyacen esta prcti'- c a y sobre sü papel tanto en la tarea de apoyar el desarrollo de una ca- pacidad de comunicaci6n y reflexi6n critica sobre procesos y relaciones sociales como en la de contribuir al fortalecirniento y emergencia de nuevas formas de organizaci6n popular. Si bien podi'a coristatarse, a priori, la existencia de uria multiplicidad de proyectos y programas se verificaba tambiri Ia ausencia de estudios o registros que dieran cuen- t a de las caractersticas, logros y vacos presentes en ellos. Recuentos recierites sobre Ia experiencia acumulada coinciden en se?Ialar como uno de los problernas ms serios en este campo Ia fal- ta de sistematizaci6n y Ia escasez de trabajos que den cuenta tanto de los avances te6rico-metodológicos como de los resultados de estas acti vidades. Con frecuencia se alude a Ia existencia en ellas de vacros teó ricos, imprecisi6n conceptual y dispersión de Ia práctica lo que incide negativamente tanto en el disello de nuevas- experiencias como en la in-i posibilidad de generalizar las ya existentes. Los avances metodohSgi- cos representan, para muchos, uno de los-mayores aportes al dise?io de un modelo alternativo de trabajo educativo. Sin embargo, prcticamen te no existeri estudios o evaluaciones que den cuenta de los resultados obtenidos en la implementaci6n de estrategias metodol6gicas que inten tan partir de la realidad, intereses y necesidades de los sectores popu lares para Ilegar a establecer una relaci6n de sujetos a lo largo de una prctica que se define por su carcter crftico, dial6gico, participante y coricientizador. A Ia falta de estudios sobre este fen6meno se agrega una di- mensi6n adicional. Son muchas las crfticas que se forrnulan a la irives tigaci6n social y evaluativa cuando sta se ubica en la perspectiva de verificar los avances, logros y vaccos presentes en esta práctica. Exis te, en general, un grado de irisatisfacci6rj frente a los enfoques y mto dos de irivestigaci6n que se han venido utilizando para el estudio y eva- luaci6n de estos procesos. Por utia parte, se ha liegado a sostener que Ia investigaci6n en este campo ha crecido sin teor(a. Por otra, que los estudios existentes no han logrado penetrar en la l6gica de experiencias que per sigueri provocar cambios en. la percepci6n y el comportamiento de aquellos grupos que han sido n-iantenidos al margeri del poder y Ia cul tura. Ello ha dado pie a uria bsqueda de enfoques y alternativas metodo l6gicas que perrnitari dar cuenta de Ia red de interrelaciones que deterrni nan el xito o fracaso de las experi.encias de educaci6n popular. En es- te campo destacan los estilos participativos de investigaci6n que adquie ren cada vez mayor fuerza en Amrica Latiriay sobre los cuales existe, tambin, muy poca inforniaci6n sistematizada. Todo este conjunto de factores condujo a optar por un ilamado a Ia reflexi6n colectivabasado en Ia sistematizacin de experiencias y evaluaciones existentes. Ellos son el corpus de este libro y el hilo con ductor de un debate que se organizara en torno a aspectos conceptuales de la educaci6n popular y, muy particularmente, a cuestiones de contex to, estrategias metodol6gicas y enfoques alternativos en Ia investigaci6n y evaluación de egos procesos de educaci6n popular. A estos aspectos se hará referencia en los puntos siguientes. - 12 - U. NUCLEOS DE DEBATE 2. 1. Contexto El material de base sobre cuestiones de con.texto lo propor- cionaron los docurnentos de Enzo Falétto, Francisco Vo e Isabel Her nndez. Con ellos se intent6 establecer los mrgenes de un marco que permitiera situar, en una perspectiva macro social,las interrogan tes que suscita Ia pr.ctica de Ia educaci6n popular, sus lmites y posi. bilidades en Ia perspectiva de contribuir al dise?io de un estil.o de desa rroflo alternattvo sustentado en un.a distri.buci.6n equitativa de bienes y berieficios sociales y en una efectiva participaci6n de los sectores p0- pulares en los distintos niveles de decisi6n social. Al iniciar el en- cuentro con este tipo de antecedentes se estaba ya utilizando un conce to amplio de educaci6n popular que, supeditando el problema del cono- cimierito y el apreridizaje a los problernas de la participaci6n social, permitiera cuesti.onarse tanto sobre la acci6n del Estado como sobre la acci6n de grupos y movirnieritos sociales en la tarea de transformar la educaci6ri en cornponertte e instrumento de una propuesta de cambio social y poltico,o lo quealgunos participantes denominarari como pro- yecto popular alternativo. La revisi6n de aquellos conceptos presentes en las diversas propuestas de estilos alternativos de desarrollo, el artálisis del coritex- to agrari.o y de los movimientos campesinos as como los antecedentes referi.dos a Ia situaci6n que enfrentan las poblaciones indgenas, uno de los grupos ms discrirninados social y econ6micarrente, seritaron las bases para un debate que se centr6 en Ia funci6n de las iniciativas esta tales en el can-ipo de Ia educación con sectores populares y Ia relaci6n de ste con fuerzas sociales en conflicto, particularmente campesinos e indcgenas, frente al poder cortstitudo. Ello coridujo, a Ia vez, a una reflexi6ri sobre el papel de los movimientos y organizaciones en los pro cesos de cambio y el significado y alcarice de proyectos impulsados por fuerzas sociales con intereses opuestos y contradictorios. El debate en torno do las posibilidades que tieneri los sectores populares de asegurar se un cierto dominio sobre las estrategias y orientaciories del desarro ho, el papel que juegan las pr.cticas de educación popular en esta ta- rea, el poner en evidencia los fundamentos de una educaci6n apropiada, en forma y contenidos, a ha realidad e intereses de los sectores popula- - 13 - res fueron considerados elementos claves en la tarea de repensar las bases de uria pedagogfa social inserta en estilos diversos de desarro- lb con un norte comn: el atender a las necesidades, intereses y rei- viridicaciones de los sectores populares y su proyecto histórico. Las interrogantes referidas a Ia construcci6n de un proyecto popular alternativo al poder constituido, las caractercsticas de sus por tadores y ci modo en que distintas identidades confluyen en una propues ta cornin fueron ternticas que marcaron la t6nica del debate. En gene ral, se reconoci6 que el coricepto de estilo alternativo de desarrolbo surge en situaciones frente a las cuales no existen aiternativas visibles destac.noose Ia necesidad de utilizar y crear espacios que permitan a- vanzar en Ia bisqueda de los lineamientos presentes en las diversas propuestas socio-polticas que surgen en momentos y coyunturas pro-- pias de cada sociedad. La pregunta dave a este respecto surgi6 al in- terrogarse los participantes sobre quin o quines son los capaces de construir una alternativa y proponer, a la vez, una forma poiftica que constituya Ia posibilidad de un estilo alternativo. En este senti.do Ia bsqueda de los distintos proyectos presentes en Ia acci6n de los movi- rnientos soci.ales y el hecho de constatar la inexistericia de un estilo o proyecto hist6rico aiternativo, goner6 otro conj unto do problemas refe ridos, cspecfticamentc,a las prácticas de educaci6n popular, su inten- cionalidad poirtica y los grupos con que esta opera. Al ubicar stas 5.ltimas en el marco de propuestas diversas se sef'ialcS,como uno de sus problemas ms serios,ia carencia de un referencial te6rico acerca del funcionamientode la sociedad donde insertar las prcticas de educaci6n popular y dar cuenta, asc, de su contribuci6n a Ia construcci6n de una alternativa de desarrolbo. Directamente vinculado con esta dimensi6n se seial6 Ia necesidad de indagar en torno de las caracteristicas de los grupos con los que se trabaja, su carácter de grupos o movimientos es tratgicos y el tipo de proyectos alternativos que, de hecho, se estn construyendo en Ia realidad. Mucho de lo anterior so vi6 determinado por Ia crisis de los mo delos con los cuales se ha acostumbrado interpretar la realidad y los fen6rncnos sociabes. Existe lo quo fuera calificado por al.gunos de los participantes como Un 'estado do porplejidad' frente a la magnitud de las crisis econ6micas, poicticas y sociales. A ello se suma la existen cia de una diversidad de grupos y movimientos sociales agregado el he cho de que Ia propia heterogeneidad de stos atenta contra la posibilidad - 14 - de identificar los proyectos de los cuales son portadores. En Ia actua lidad se constata que, dada la forma en que han evolucionado los parses latinoamericanos, Ia coexistencia de forrnas diferentes de producci6n, los procesos de atornizaci6n y recomposici6ri de las fuerzas sociales, no permitenhablar de Ia existencia de una clase hegemónica, de un gru P0 oprimido. Como sei'ialara urio de los participantes, ni el proletaria-. do ni la burguesia est.n ciaramerite perfiiados como fuerzas fundamen- tales en Ia sociedad lo que hace dificil crear un proyecto hegemónico al ternativo, comó.n a las diferentes clases populares, que pueda recoger y expresar su forma de existenci.a a fin de representarlas y legitimar- las. Fue en este contexto que lleg6 a indicarse que Ia educaci6n popular es una pr.ctica en busca de su propio sentido. Utia prLctica qute orientada hacia el diseflo de caminos alternativos, aparece indis.- tintarnente como espacio de participaci6n social y mtodo de acci6n po- litica. Como una forrna renovada de hacer politica y una forma alterna tiva de hacer cducaci6n. En este sentido, fue una posici6n de corisenso ci que si bien los cambios de estructuras no provendrn de Ia suma de tales experiencias, stas perrniten avanzar colecti.varnerite en la lectura socio-polftica de Ia realidad y relacionar cuestiones parciales de intere ses y necesidades sociales con dimensiones m atnplias propias de la construcci6n de un proyecto popular alternativo. Lo anterior queda de manifiesto si se observan las intervencio nes referidas al contexto agrario y al papel que se atribuye al movimien to campesino e indgena en ci dise?io de un estilo de desarrollo basado en sus intereses y necesidades. Un nmero significativo de programas en este campo han prestado atenci6n preferencial a estos grupos, ubicados entre los m4. postergados, discriminados y atomizados de la poblaci6n. Si bien es en este medio doride se pueden identificar el mayor nmero de conflictos y contradicciones es tarnhin ci medio donde han tenido lugar procesos de cambio agrarto que, con dimensiones y caracter(sticas dis- tintas, han requerido dela organizaci6n y participación campesina para el logro de sus objetivos. De ah que al hacer referenda al diseflo de una propuesta alteL nativa los mayores problen-ias surgieranal hacer referencia a contextos sociales donde se han visto restringidas o suprimidas las posibilidades - 15 - de participaci6n popular. 0 el propiciar, en sociedades que ain permi ten dicha participación, la participaci6n de grupos y sectores con mayor potencial de transformaci6n social (i. e. movimierito obrero, movimien tos reivindicativos en el medio poblacional. urbano) capaces de cuestio- nar efectivamente ci poder constitucdo. Muchos de estos proyectos exis ten en Ia realidad y se originari en los interitos sistemticos que desarro han los rnovimientos populares para acceder al poder social. Otros, tieneri su genesis en la acci6n de uno o más grupos que utilizan el apara to de Estado como instrumento de transformaciones orieritados al disc- ?io de un nuevo modelo social. Tras cada uno de estos proyectos emer- gentes subyace una coricepción del cambio, una visión de Ia sociedad y una estrategia para ci logro de objetivos societales que trascienden con mucho a Ia educaci6n. Estos suscitan, tambin, problemas e interro- gantes que no es posible desvincular de las cuestiories coritextuales aiin cuando tienen unaespecificidad propia. A ehios se quiere hacer referen cia a coritinuaci6n. 2.2. Estrategias metodoi6gicas Como se indicara, el contexto no estuvo ausente del debate so bre estrategias metodol6gicas y educaci.6n popular. Sin embargo, la base do las intervenciones sobre este. nic1eo estuvo dada por los inten- tos do sistematizaci6n do la experiencia acumulada. Al respecto cabe seflalar que la sistematizaci6n de estas expe riericias obedeci6 a enfoques y criterios diversos. En aigunos casos el. esfuerzo por dar cuenta de ha experiencia acumulada permaneci6 ci ni- vel de un ordenamiento y clasificación de experienci.as. En otros, ci esfuerzo se centr6 en la comprensi6n y explicaci6n de estos fenómenos. Por (iltimo, no faltaron aquehlos trabajos que, por sabre las taxonomras, se propusieron anahizar las funciones y funcionamiento de experiencias concretas derivando de ahl algunas consideraciones sobre ha funcionahi- dad social de estos procesos. Metodol6gicamente, un n'iimero importan te de los estudios utilizaron informaci6n de fuentes secundarias de tipo documental. Otros, de corte emprico, se centraron en la verificacin de los resultados de diversas experiencias. End primer caso los es- fuerzos de sistcmatizaci6n destacaron Ia importancia de confrontar, ain a nivel de discruso o enunciados, varios proycctos o experiencias para Ilegar, por esta vca a una tcorca más general. En ci segundo, ci esfuer - 16 - zo fue más bien de carcter evaluati.vo y de bisqueda de la racionalidad de estas experiencias. Los resultados pusieron en contraposici6n enfo ques y experiencias de muy diversa cndole determinando ci punto hasta el cual los contextos sociales y los estilos educativos prevalecientes en cada sociedad afectan ci desarrollo de las experiencias educativas con sectores populares. Estas no se dan de la misma forma en contextos autoritarios o estilos de congelamiento politico qu.e en soci.edades donde existen mrgenes para la expresi6n y participaci6n popular. Ellos ad- quieren connotaciones distintas y condicionan mtodos, medios y rela- clones educador-educando al interior de los procesos pedag6gicos. A estsaspectos se remite Ia mayorra de los trabajospresenta dos a Ia reunion. A excepci6n del de Carlos R. Brandao que introdu cc el terna del saber popular consider ado, por muchos educadores, como una dimensi6n que contiene las expresiones e intereses que se gestan a nivei de la experiencia cotidiana de los sectorespopulares. En l se ex- presan las formas de reproducci6n social, organizaci6n familiar, esti- los do vida, patroris (10 consurno. En suma, todos los conocimientos y expresiones ideoiOgicas'elaboradas y asumidas como propi.as por es- tos grupos de la poblaci6n. Para algunos, este saber no sOlo existe sino que' se reproduce a travs de verdaderas redes de relacionamiento popular. Para otros pareciO representar formas de vida y estrategias de sobreviencia que pasan a constituir verdaderos estilos de vida. Por dtimo, no estuvie- ron ausentes aquellas posiciones que yen en el denominado saber popu- lar un conjunto coritradictorio debido a que, por una parte, es producto do Ia influencia e irnposiciOn de Ia ideologra dominante y, por otra, es portador de lineamientos aiternativos para Ia construccicSn de una nueva sociedad y Ia emergencia de una cultura que refleja Ia experiencia e inte feses do estos sectores de la poblaci6n. En todo caso, hubo una posi- ciOn do consenso respecto de la riecesidad do rescatar tanto los vaiores do una cultura popular como las formas en quo se reproduce ci saber acumulado adaptando las prácticas educativas a las formas de vida y de trabajo que comparten los distintosgrupos. El trabajo del CESTEEM, ue aqur se incluye, explora en las formas que estos postulados adquieren en la pr.ctica. Sus autores, uti lizando ci concepto de educaci6n no-formal y trabajando una muestra de - 17 - proyectos, analizarori el funcionamiento de diversos modelos metodoló gicos en experiencias educativas con sectores populares en el agro me xicano. Su esfuerzo se centr6, básicarnerite, en Ia recopilaci6ri, clasi. ficaci6n y an1.isis de estos programas con vistas a formular concl.usio nes de validez general. Clasificando las experienci.as por familias de proyectos susteritadas en teorias sociales diversas ilegaron a determi-. nar que raramen1e existe una adecuaci6n de estas actividades a una de- terminada teoria. En general las experiencias en este campo no presen tabari adscripci6n a una teora explicita sino que trabajaban con concep- ciones generales, pre-te6ricas, sobre la sociedad y el cambio. Adiclo- nalmente se constat6 que, con frecuencia, existen contradicciones entre las coricepciones generales de los proyectos y su disefo estratgico. La agrupaci6n de proyectos segn su estrategia metodoiógica, en una segun da clasificaci6n, permiti6 observar las confluencias entre el discurso- de las experiencias y la práctica concreta,' los obstáculos y facilitado- res, aciertos y errores presentes en elios. Sobre esta base se iieg6 a establecer Ia existericia de siete modelos rnetodol6gicos inventariando, tambin sus logros y carericias, congruencias e incongruencias para concluir proponiendo un modelo metodoi6gico para Ia sistematización de experiencias en este campo. Por una vca distinta, y utilizando un referencial tambin dife- rente, Juan Eduardo Garcra Huidobro reiacionó diversos estilos de de- sarrollo con'ias estrategias de acci6n presentes en un total de quince experiencias. Lleg6 a distinguir cuatro grandes tendencias. Una pri- mera de dinamizaci6n cultural, ideritidad colectiva o de recuperaci6n de Ia mernoria histórica centrada en una fuerte valorizaci6n de las cul- turas locales. Una segunda, donde el esfuerzo se centra en Ia bitsqueda de uria sntesis entre Ia denominada i6gica del capital con Ia valoraci6n de la cultura propia. Dicha estrategia enfatiza la importancia de la lec tura estructural de la realidad iricorporando a esa lectura aspectos de la vida cotidiana vinculada con la apropiaci6n del saber cientffico y tec- nol6gico en ci entendido que cualquicr proceso de desarrollo aut6nomo y de lucha por Ia constituci6ri de unpoder alternativo debe, necesaria- mente, pasar por dicha apropiaci6n. La tercera estrategia es Ia que el autor denomina de participaci6ri comunitaria centrada en Ia resolu- ci6n de probiemas por los propios grupos y comunidades, satisfacci6n de necesidades bsicas y, en general, utilizaci6n de capacidades pro- pias que permita, sino irnpulsar transformaciones de corte estructural, participar en procesos de cambio de rnanera consciente y responsabie. Elemento comn de estas tres estrategias es el predorninio de lo educa- - 18 - tivo por sobre lo soclo-poiftico lo que Ileva a que ellas mantengan sus- rasgos genricos independiente de los momentos en que se da o las co- yunturas por las que atraviesa Ia sociedad. Contrastando con las ante- riores, se distingue una cuarta estrategia que el autor denomina de or- ganizaci6n popular y cuyos lIiites coinciden con aquellos de [a denomi nada educaci6n poiftica. Eduardo Contreras y Jaime Ramirez, analizaron casos parti culares de educaci6n con sectores populares. El primero se remiti6 a Ia sistematizaci6ri de Ia experiencia acumulada en el campo de Ia edu cación radiof6nica, de larga e importante trayectoria en Amrica Lati na, El suyo fue un esfuerzo de diagnóstico y evaluaci6ri en tanto por una parte, arializó las forrnas de organizaci6n y funci.onamiento de es- tas experiencias identificando, con fines operativos, los modelos com- patibles con las ne-cesidades y posibilidades de desarrollo de una edu cación radiof6nica puesta al servicio de los sectores populares. Por otra, aport6 antecedentes para un debate en torno del significado que tienen los esfuerzos evaluativos en este campo, las pautas y criterios utilizados para recabar informaci6n, los logros y vacros presentes en Ia informaci6n recogida y las lecciones que arroja el desafio de asumir colectivarnente, con Ia participación de los actores, el anlisis crtico de Ia propia pr.ctica. El de Jaime Ramrrez es Ufl estudio de caso que recoge Ia ex- periencia de un organismo gubernamental en Colombia, para analizar los limites y posibilidades que tienen las pr.cticas educativas con sec- tores populares cuando se dan como componente de politicas estatales de desarrollo. La diversidaci de enfoques presentes en los estudios reseados di6 pie para el surgimiento de interrogantes de tipo diverso. Un primer ni.cleo podria agruparse en torno a cuestiones relativas a 1.os nuevos con ceptos surgidos sobre esta prctica, la acci6n del Estado, el tipo de de- mandas, enfrentamientos y relaciones de las orgariizaciones populares con el aparato estatal y el significado que adquiere Ia educaci6n popular cuando se la postula como una propuesta de trabajo aut6nomo para gru- pos y movimientos sociales. Otro conjunto de interrogantes se refieren al punto hasta el cual puede utilizarse el aparato del Estado para impul sar procesos de movilización y organización popular y el momento en el - 19 - cual los sectores populares deberi operar al margen de 61 subentendien do que Si bien los aparatos educativos cumplen una funci6n ideol6gica 6sta no se da sin contradicciones. De hecho, no faltaron ejemplos de-- experiencias que, en su desarrollo, ilustran el surgimiento de ideolo- g(as contrarias a las del sisterna que las origina. Con elIo,volvi6 a re conocerse que el carcter de estas actividades depende de los particu- lares momentos y coyunturas por las que atraviesa una sociedad. Con esto presente si bien se destacó la necesidad de descubrir ICneas comu ries, corivergeticias existentes de pai:s a pais, se seal6 que no es posi- ble seguir haciendo referencia a Am6rica Latina como wi todo homog6- neo cuando se analiza la problemática de la educaci6n popular. En el anterior contexto se destac6 la necesidad de observar Ia diversidad de situaciones que lievan a que los procesos de educaci6n p0 pular vlidos en un contexto puedan resultar absolutarnente invlidos en otros. El grado de madurez y conciencia logrado por los sectores po- pulares, la acción del Estado, los recursos i.nstitucionales y humarios disponibles, Ia vinculaci6n eritre intelectuales y sectores populares, Ia relaci6n entre sectores y sub-sectores sociales, movimientos y organi zaciones diversas y su importancia relativa en cada pacs, los procesos econôrnicos, regirnenes poIi'ticos y espacios abiertos para implementar este tipo de actividades, el papel de Ia Iglesia y la existencia de organi- zaciones económicas con relativa autonorna fueron, entre otros, algu- nos de los criterios o parámetros sugeridos para tipificar contextos y experiencias. Otro niicleo de interrogantes se refiri6 especificamente a Ia di.mensi6n polftica de esta práctica y sus posi.bilidades de contribuir al diseio de un proyecto hist6rico alternativo. Ello condujo al punto de Ilamar Ia atenci6n sobre la importancia de la vinculaci6n orgnica de las experiencias de educaci6n popular con las acciones impulsadas por el movimiento popular y'sus organizaciones con vistas a la instauraci6n de un nuevo orden social. El papel del intelectual/educador/agente ex- terno en Ia tarea de participar de la conducci6n de los procesos de cam bio fué uno de los aspectos relevantes del debate. El otro estuvo dado por el papel atribuido a frentes y partidos poifticos en el desarrollo de estas acciones. Para quienes entendcan la educaci6n popular como una actividad puesta al servicio de la creación de uria nueva hegemonia, 6sta aparec(a como una actividad susceptible de insertars enun proce so ms arnplio en el que podian distinguirse dos variantes. Aquella en -20 - que predornina Ia idea de un proyecto pre-existente apareciendo la edu- caci6n popular como una forma de convocar a Ia incorporaci6n a l y aquella donde ci nfasis est. puesto en la constituci6n de un sujeto co- lectivo capaz de generar un proyecto alternativo al del poder constitui- do. Es en esta (iltima perspectiva donde se destac6 Ia importaricia de la educaci6n popular en el desarrollo cle una conciencia poirtica, por ende de una direcci6n consciente, que permita integrar nteTeses parcia les en un solo movimiento capaz de alterar el orden. vigen.te. Este paso de un nivel de conci.enci.a a otro, de un tipo de movilizaci6n reivindicati va a otro en ci cual se buscan soluciones colectivas y generales para el conjunto de los sectores populares es lo que marca, para rnuchos, la especificidad de Ia educaci6n popular. Su aporte, en este sentido, se ubica en Ia perspectiva de recuperar Ia memoria colectiva, la. experien cia acumulada, los elementos dispersos y fragmentarios. que conforman la cultura y ci saber popular para proceder a devolverlos en forma de contenidos pedag6gicos a los diversos grupos que conforman ci rnovi- niiento popular. A pesar de lo anterior debc reconocerse que no hubo referen- cias, en este .mbito del debate, a aquellas ternáticas ligadas a ia acti- vidad pedag6gica inciuyendo aqui a las concepciones del proceso de en- sei'ianza-aprendizaje, mtodos y medios no convencionales en este cam- 0 de actividad. An cuando fue insinuada por varios de los participan- tes, y a pesar de las intenciones originales, tambin se dejcS parcialmen te de lado la consi.deraci&n de la educaci6n popular en su vinculaci6n con los procesos econcSrnicos y la necesidad de instrumentación tcnica que implica cualquier intento de gesti6n colectiva de los medios de produc- cion. A pesar de lo anterior puede clecirse que, detrs de los esfuer zos de sistematización y consideradas las interrogantes que su conteni- do suscita, estuvo implcita la necesidad dc elaborar una o ms teoras explicativas de este fen6meno. En este sentido, los intentos de sistemati zaci6ri adquirierori, en este encueritro, finalidades te6ricas y finalidades estratgicas, de acci6n. Más que una sumatoria de datos, su acumula- ci6n, organizaci6n y análisis se entendieron como un paso previo a la elaboraci6n o reeiaboraci.6n te6rica y al esfuerzo por insertar en una - 21 - perspectiva com(in y globalizante lo que se realiza en este campo. Es lo que algunos de los participantes denominaran, metaf6ricamente, como si.sternatizaci6n de las sistematizacioriest y que marca un hito irnportarite para ci disePlo de trabajos futuros en este carnpo de activi- dad. 2. 3. Investi.gaci6n y evaluaci6n en l.a educaci.6n popular Los problemas derivados de Ia teori'a y Ia práctica de Ia edu- cación pooular, las interrogantes que plantea el diseiio e implementa- - ci6n de estrategias participativas en este campo, l.a aplicaci6n de peda- gogas que son tambin formas de trabajo poiftico y aprendizaje social conilevan una serie de interrogantes sobre Ia funci6n y enfoques meto- doiógicos presentes en los procesos de investigaci6n social y procesos evaluativos. A las preguntas referidas al qu, para quin y c6mo recu perar l.a experiencia acumulada, considerando que sta sigue dndose en forma dispersa y fragmentaria, se sumaron las interrogantes que sur gen al intentar reflexionar en torno del significado que tienen los proce- SOS de educaci6n popular en la modificaci6ri de percepciones y comporta mientos, y con la preocupaci6ri que existe respecto de la verificaci6n de los resuitados o efectos de estas experiencias. Gran parte del debate se centró en el análisis de los esfuerzos realizados en trminos de ela- borar enfoques y diseiIar metodoiogias que permitan una rnejor aproxi- maci6n a Ia verificaci6n de-1 xito o fracaso de las experiencias educati.- vas con sectores populares. Experiencias cuyos objetivos son difi'cil- mente mensurables en tanto requieren, para su satisfacci6n, de Ia pues ta en marcha de una multiplicidad de procesos sociales, poli'ticos y eco nómicos. Experiencias cuyas dimensiones ms especrficas, relaciona- das con Ia adquisici6n de conocimientos y destrezas que posibiliten una mayor participaci6n de los sectores populares en l.a vida social y productiva, adquieren conriotaciones diversas al ubicarse en una pers- pectiva de cambio que dif(cilmente puede medirse con criterios tradicio nales de evaluaci6n. Al respecto se sef1a16 que los enfoques existentes raramente hari.logrado penetrar en la I6gica de proyectos que, aurique de cobertura restringida, se ubican en una per spectiva de cambio social y econ6rnico. Si bien existen aigunos avances en este campo,en los tra- bajos sobre estos aspectos,queda mucho por recorrer en lo que concier- ne al diseflo de enfoques que den cuenta de Ia multiplicidad de factores que se interrelacionan en las experiencias de educaci6n popular. - 2z - Tomando en cuenta lo anterior podria decir'se que dos grandes nCicleos de reflexi6n conformaron esta area temática. En ellos estuvo presente, tambi6n,el factor sistematización en un esfuerzo por registrar tanto los enfoques evaluativos existentes, mtodos y tcnicas utilizadas como las tendencias existentes hacia formas participativas de irivestiga- ci6ri social y evaluaci6n educativa. El primer rnicleo de preguntas se susterit6 en el trabajo sobre estilos participativos de investigaci6n que han. surgido en America Lati- na. En este se di6 cuenta,de manera descriptiva, de las diversas tenden cias existentes en este campo, el tipo de proyectos de esta naturaleza, sus caracter(sticas, estrategias, metodologras y resultados. En el cam po evaluativo el debate se centr6 en el anaiisis de los supuestos te6ricos y diniensiones practicas de diversos enfoques de evaluacióri y su grado de adecuaci6n a la realidad de las pr.cticas educativas con sectores po- pulares. En este contexto se atribuy6 particular importancia a Ia falta de atencicSn que los enfoques de corte experimental y cuasi..experimental prestan a las dimensiones estructurales presentes en los procesos de educaci6n popular enfatizandose la necesidad de considerar, previGs a cualquier evaluaci6n o investigación en este campo, el tipo de cuantifi.ca ci6n que admiten estos procesos, los niveles en que se precisa cuantifi- car y los conceptos que, deritro de Ia tcoria, admiten o requieren cuariti- ficaci6n. En lo propiamente evaluativo el para qu y para quines recu- perar Ia experiencia acumulada fueron aspectos considerados corno de- terminantes de los enfoques a utilizar y diniensiories a considerar en una evaluaci6ri. As(, tomando en cuenta la iritenci.orialidad de estos procesos, las caractersticas y objetivos de las experiencias y los grupos que soli citari o irnplementan una evaluaci6n se agrup6 el inters de los partici- pantes en tres areas de problernas. La pregunta del para quin, qu o para qu y c6mo se ev1(ia condujo a detenere en los actores de este tipo de experiencias, en el destino de los esfuerzos de evaluaci6n, y en las formas posibles de abordarlos. Analizando ci papel de la evaluaci6n en procesos educativos in sertos en estrategias de cambio se lleg6 a determi.nar la existencia de tres focos hacia las cuales convergen estas actividades. - Z3 - El primero constiturdo por aquellas evaluaciones que persi- guen retroalimentar a las propias experiencias, proporcionando infor- maci6n actualizada a grupos y movimientos sociales. El segundo cons titu(do por las evaliaciones que responden a los requerimientos de las agendas que concurren a apoyar financierarnente a un ri(imero importan te de estas experiericias y, por ltimo, aquel foco que aglutina aquellas evaluaciones que se articulan con los procesos de educaci6n. popular ubi cando el registro y Ia evaluaci6n de la experiencia en una misma linea de objetivos. Enfrentados los participantes a interrogarites referidas a Ia existencii de uno o más rnodelos evaluati.vos seg6.n los focos hacia los cuales convergen estos procesos hubo una posici6ride consenso recono- cindose que no existen en este campo, model.o generalizables, válidos para cualquier situaci6n, sino orientaciones generales que responden a las particulares situaciones de cada experiencia debierido generarse en foques y alternativas apropiadas a ellas. En este contexto Ia autoeva- luaci6n apareci6 como una meta deseable a nivel de experiencias consi derando el hecho de que las evaluaciones, por lo general, se Ilevan a cabo en trrninos de observar las formas en que evoluciona un proyec-. to, captar su dinmica interna, su lógica de desarrollo y emitir un jul do tanto sobre su coherericia como sobre Ia converiiencia de utilizar la experiencia como modelo generador. As entendida se set'1a16 tambin Ia importancia de Ia evaluación como instancia capacitadora tanto para quienes implementan o irnpulsan procesos de educaci6n popular corno para el conjunto de quienes participan de estas actividades. Lo anterior gener6 otro conjunto de interrogantes referidas a la existencia de objetivos implcitos o el cambio de objetivos iniciales por otros que surgen como resultado de las propias experiencias. El como captar Ia dinmica concreta de estos procesos, tan distinta de sus enunciados, y como dar cuenta de las condiciones que permiten replicar y masificar estas experiericias fueron algunas de las interrogantes levan tadas a prop6sito de Ia necesaria relaci6n que debe establecerse entre uria y otra actividad. En esta interici6ri de relacionamiento, de comu- nicaci6n, se lleg6 a hacer coiricidir Ia prctica de La evaluaci6n con aque ila de la sistematizaci6ri pese a que el centro de ambos conceptos es di- ferente. Puestos, sin embargo, en Ia perspectiva de relacionar experien cias, compararlas y buscar elementos comunes para una posible genera- lizaci6n lievaron a visualizar sistematizaci6ri y evaluaci6n como prcti- - 24 - cas convergentes a un rnismo fin: recuperar Ia experiencia acumulada y pensar en el diseFlo de alternativas de comunicación y de in.tercarribio, que facilite lo que cada uria de las experiencias puede y debe entregar a otras de igual ndole. Lo anterior se relaciona tambin con la funci6n de Ia irivesti- gación social y educativa, el papel del investigador, la vinculaci6n de estas prcticas con otros procesos sociales y polfticos, las opciones ideol6gicas subyacentes a dichas prcticas y l.a consecuerite vinculaci6n entre pr.cticas de investigaci6n y prácticas polcticas. El debate en tor no del trasfondo y opciones metodol6gicas de lo que Orlando Fals Borda denomiria como ciencia popular concentraron parte importante del deba- te. La recuperaci6n por el sisterna dominante de un nimero significa- tivo de experiencias en el campo de la denominada investigaci6n-acci6n e investigaci6n participativa dej6 planteada una interrogante general re- ferida a cu.1.es son los criterios que se deben tener presentes para de- terminar, sino un nuevo paradigma de investigaci6n, una alternativa de trabajo con sectores populares que contribuya a crear o consolidar un poder popular, una nueva hegemona. Para unos, el criterio fundamen tal radicaba en Ia apropiaci6n del saber y para otros en Ia utilizaci6n que puede hacerse no s6lo saber acumulado sino del producto del saber cienti#fico por los sectores populares. No hubo respuestas a este tipo de interrogantes quedando stas como un desafIo al cual responder. IV. A MODO DE CONCLUSION Esta fu4 una reuni6n sin conclusiones. No se pretendra obte- rierlas ni el lector las encontrará en este libro. El esfuerzo fue el de generar una masa cr(tica de coriocimientos y conformar un mbito de reflexiiSri en torno a un problerria y un proceso: ci de Ia educaci6n popu- Ia r. El debate fu, bS.sicaniente, de car.cter te6rico. No se inten- t6 proporcionar respuestas sino forrnular preguntas. No se intent6 la coastru.cci6n de un marco cornCin para l.a interpretaci6n de estos fen6me nos sino observar las formas en que se han venido construyendo marcos - 25 - de referencia para el anlisis de estos procesos. Por sobre la defini- ci6n de l(neas futuras de investigaci6n se privilegi6 Ia apertura de es- pacios de reflexi6n y crftica colectiva. Se trataba pues, de avanzar en el conocimiento de esta práctica y contribuir con antecedentes empfri- cos y conceptuales a un debate que recin se inicia. Repensar un modo de acci6n, sin embargo, siempre conlieva Ia necesidad de mayores profundizaciones. Ello qued6 en evidencia trás esta reuni6n. Si se observan los trabajos presentados al encuen- tro y los ntcleos temticos del debate, existe uria teridencia gerieraliza- da a vincular estas formas de producci6n y comuriicaci6n de conocimien tos a aquellas prácticas poliiticas conducentes a la instauraci6n de Un nuevo orden social. En este sentido, la educaci6n popular pasa a visua lizarse como un factor coadyuvante de procesos de rnovilizaci6n yorga- nización popular en torno de un proyecto alternativo de desarrollo. Con esto presente no cabe duda que son muchos los aspectos a abordar y as interrogantes a responder sobre estos procesos y sus caracter(sticas. Au.nque dichas interrogantes s6lo alcanzaron a insinuarse en este de- bate, ellas marcan Ia necesidad de nuevas investigaciones y futuros en- cuentros entre quienes se encuentran ocupados en la sistematizaci6n, ariálisis y evaluaci6n de estas experiencias. Si se piensa en futuras aproximaciones al problema, una de las posibles icneas de trabajo se relaciona directamente con el primero de los temas abordados en la reurii6n. Poiftica y movimientos sociales son dos dimeusiones que se vinculan estrechamente con Ia educaci6n po pular. El solo hecho de se?Ialar que la educaci6n popular debe mante- nerse ligada al movimiento popular resolviendo en este proceso sus pro blemas te6rico-metodol6gicos, corilleva Ia necesidad de analizar no s6lo las condiciones sociales, poifticas y econ6micas presentes en cada so- ciedad sino, tambin, el papel que en ellas juegari grupos y movimientos sociales. Avanzar en el diseFlo de urio o ms esquenias te6ricos sobre la sociedad y su funcionamiento y la inserci6n en ella de los procesos de educaci6n popular precisa de un an.lisis interdisciplinarto que ayude en la clarificaci6n de cuáles son los proyectos alternativos que se estn dando en una sociedad, cuáles son los grupos portadores de ellas, cuá- les los grupos y movimientos que forman parte de lo que genricamente se conoce como "lo popular" y cules deritro de stos, tienen wi carcter estratgico en tanto portadores de un proyecto social alternativo. Re- quiere, tambin, de un análisis respecto de las formas de inserci6n de - 26 - Ia educación popular en las acciorles que estos grupos desarrollan para lograr Ia construcci6n de una sociedad democrtica basada en princi- pios de justicia e igualdad social. Lo anterior es válido para los diver SOS movimientos sociales, grupos o frentes,ocupados en esta actividad, Mucho se eufatiz6 en la inexistencia de registros que den cuenta de cx- periencias realizadas con o at interior del movimiento obrero frente a la informaci6n que existe sobre experiencias desarrolladas con sectore-s urbairn-marginales y otros, vinculadas al movi.miento campesino e mdi- gena. A esta carencia de antecedentes se suma Ia falta de estudios que den cuenta de las caractercsticas e intereses de estos grupos. Casi no existen antecedentes sobre el nivel de conciencia alcanzado por cada urio de ellos ni sobre el grado en el cual han adquirido uria identidad so cial vinculando sus intereses particulares con aquellos del conjunto de las capas y cl.ases que comparten una situaci6n de domitiio y pobreza. Poco es lo que se ha profu.ridizado sobre las formas en que estos grupos aprenden. y, ms parti.cularmente, los i-necanisrnos que perrniten el tr.n sito de uno a otro nivel de conciencia. Del mismo modo, no existen an- tecedentes sobre la participación de estos grupos en estructuras o fren- tes poicticos, ni sobre mecanisrnos que viabilizan el disef'Io de propues- tas capaces de atender a sus necesidades e intereses. Ello adquiere particularimportancia si se considera que, muchas veces, y particular mente en el contexto de regcmenes autoritarios, los sectores populares no siernpre generan procesos que se traduzcan en cambios de conciencia y organizaci6ri poli'tica. Por el contra rio, salvo excepciones, la mayo- rca de las veces estas acciones se presentan como estrategias aisladas, de tipo espontane{sta y sin vinculaci6n orgnica. Explorar en las razo- nes de este fen6meno es otro campo abierto a la imaginaci6n y creativi- dad de quien.es se interesan. en estas actividades. El debate enfatiz6 en la relaci6n educaci6n popular, poder y poictica abordando, aunque someramente, el terna del papel de los inte- lectuales y aquel de frentes y partidos poirticos. Poco o nada se ha avan zado sin embargo, en tomb a la acci6n dcl. Estado y los lcmites y posibi- lidades que ste presenta para implementar acciones que en dtima ins- tancia, tienclen al poner en cuesti6n ci orcien social y los grupos que en l juegan un rol hegem6nico. Si bien se comparte una opini6n com(in res pecto do la importaucia de estas prácticas en el fortalecirniento de la so- ciedad civil son escasos los estudios quc dan cuenta no s6lo del tipo de experiencias en este campo, sus supuestos y estrategias, sino tambincu&les son las que tieneri un efecto rni.iltipiicador. Una aproximaci6n al conjunto de pr.cticas y organismos donde se preparan otros modelos de sociedad, se - 27 - expresan valores y demandas y se articulan diversos intereses, perrnitir(a una mejor cornprensi6n de la contribuci6n y lftnites de las prácticas alternativas en el campo de Ia educaci6n y la cultura. Pensar en la emergencia de una cultura popular, la constituci6n del pueblo en sujeto poiftico y en la creaci6n de uria nueva hegemonca implica crincular la bsqueda de caminos en la educaci6n popular con otros que se dan en tomb del significado de la práctica poiftica y del papel de los rnovimien tos sociales en la construcci6n de un proyecto popular alternativo. Lo anterior no obsta para asurnir, tambin desde una perspec tiva crrtica, el valor de Ia educaci6n cuando se da desde el aparato es- colar y la funciones econórnicas que sta tiene. Profundizar en los elernentos que determinan la inadecuaci6n de los sisternas educativos para atender a las necesidades y demandas de los sectores populares y las posibilidades de transferir al aparato escolar algunas de las- premisas y valores de las prácticas en el campo de Ia educaci6n popu- lar, es un aspecto que debiera conformar un mbito importante de traba jo. En general, Ia tendencia de las propuestas alternativas en el cam- p0 de la educaci6n tienden, y han tendido, a desvalorizar el conocimien to irnpartido por la escuela y a supeditar los factores econ6micos a Ia dimerisi6n poiftica e ideol6gica de estas prácticas. Como ya se ha vis- to,existe una tendencia generalizada a enfatizar Ia función de direcci6n y orientaci6n polftico-ideol6gica de intelectuales y profesionales vincu- lados a estas prácticas y no asia en la furici6n tcnica que dice relaci6n con el desarrol.lo de un saberespeciatizado, de corte instrumental, a- corde con el proyecto popular. Pensar en ambas dimensiones, indagar en Ia percepci.6n que los sectores populares tienen de la escuela y sus funciones, asf como el tipo de den-iandas noestructuradas que grupos y movimientos sociales imporien como reivindicaci6n educativa es tambin tarea de futuras aproximaciones at problema. Esto, a fin de evitar que acciones parciales orientadas a obtener educaci6n se traduzcan, al fi- nal, en una obtenci6n de servicios tan desigual como sea el poder de los distintos grupos. Otro ámbito quo requiere de nuevas aproximaciones es aquel que so relaciona con los cortceptos de saber popular y ciencia popular. Si, como se señalara el saber popular se condice con aquellas expre- siones y experiencias que se gestan a nivel de la experien.cia cotidiana de los sectores populares, ste no se da sin contradicciones. Dicho sa- ber es, tambin, producto de las formas en que se insertan los grupos - 28 - en' Ia estructura social y productiva, producto de su experi.encia hist6ri ca. Como tal ste contiene elemeatos propios de Ia ideologia dominan- te en la sociedad y se manifiesta, muchas veces, de manera difusa, dis persa y fragmentaria. El conocimiento y el rescate de los elernentos que conforman el saber y Ia cultura popular, La determinación de los contenidos ya internal.izados por estos grupos, el tipo de relaciones que establecen entre s1 y sus formas de orientación hacia Ia sociedad son un imperati- vo del diseio de cualquier actividad educativa que se oriente, por sobre la adquisici6n de habilidades y destrezas, al desarrollo de una capa.ci- dad cr(tica y a lograr cambios en los niveles de comprensión de Ia rea- lidad social y econ6mica. Poco es lo avanzado en este campo y poco, - tambin lo logrado en el dise?Io de estrategias de investigaci6n que per- mitan aprehender Ia temtica popular y avanzar en la comprensi6n y ex plicaci6n de las fornias y condiciones bajo las que se produce y repro- duce el saber y la cultura popular. El papel atriburdo a la investigaci6n social en Ia sistematiza- ción de este saber, disperso y fragmentario para su posterior devolu- ci6n a los sectores populares ha sidoaceptado por Ia rriayor(a de los educadores ocupados en esta actividad. A las propuestas originales de Paulo Frej.re y Orlando Fals Borda se han sumado nuevas alternativas de trabajo en este campo. Se multiplican las experiencias de investiga- ci6n participativa y cada vez m.s se enfatiza en Ia necesidad de ubicar Ia producción y comunicaci6n de conocimientos en una perspectiva de - aprendizaje colectivo. En una tarea asumida por intelectuales y secto- res populares con vistas a una transformaci6n social. Ello abre todo un campo de indagaci6n y estudio respecto del significado de la actividad cientcfica y de las alternativas metodológicas más adecuadas para el es- tudio corijutito l:arito de la realidad social como aqul de percepciones y compo rtamientos. Algo de ello se ha avanzado en este campo quedando aiin mucho por recorrer. Profundizar, quizs,en los intentos por lievar a cabo es- tudios,que conocidos en dcadas pasadas bajo Ia denorninaci6n de investi gación temática, se orienta a la determinaci6n de las ideas-fuerza subyacerites a la acci6n del movi.rniento popular. Eridagar en el significa do y resultados de los estilos de investigaci6n-acci6n que inspiran a la mayorfa de las experiencias de investigaci6n participativa y los esfuer- - 29 - zos permarientes que en este campo se realizan por vincular teoria y- prctica, acci6n y reflexi6n. Estos son algunos de los aspectos sus- ceptib.es de orientar futuras b(isquedas en el ámbito te6rico y metodo- l6gico. Es evidente que estos no son los .nicos posibles de abordar. Existe todo un c(imulo de problemas e interrogantes que se encuentran, implcita o explrcitamente, en cada uno de los textos. Aquf se ha tra- tado de rescatar los que surgieran al calor de la discusi6n y del clima intelectual que se creara en la propia reunii6n. Existe concienicia que ci carnpo de la educaci6n popular recin comienza a perfilarse. El pro ceso se encuentra atni en gestaci6n. En este sentido, al levantar pro- blemas sin recurrir a esquemas o modelos existentes, al no intentar de finiciories ni arribar a teor(as nicas o reglas generales para el. desarro Ho de estas actividades se quiso rescatar tambin la situaci6n de bCisque da de alternativas adecuadas a la realidad de cada pais. Y con ello, con tribucr a consolidar un espaclo de reflexi6n en tornio de un quehacer que, en Ia actualidad, se plantea como problema y desaffo. SANTIAGO, CHILE, octubre de 1982. PRIMERA PARTE C1JESTIONES DE C.ONTEXTO - 31 - En esta prirnera parte se incluyen aquelios documentos refe- ridos a estilos de desarroU.o, movimientos sociales y educaci6n popular. El primero, cle Enzo Faletto, forrna parte de un trabajo mayor sobre Estilos de Desarrollo AlternatFcro preparado con el apoyo del Ins- tituto deCooperaci6n tberoamericana. En l, revisa algunos de los con ceptos que, con frecuencia, aparecen en estas propuestas. Entre ellos consider. las nociones de irtters social, necesidades y enajertaci6n. Plantea, asimismo, una discusi6n sobre el tema de valor de cambio y va br de uso considerando ambos conceptos corno pautas centrales de dis- tintos ordenarnientos econ6rnicos. Por (iltimo, procede a analizar la di- niensi6n poiftica en la puesta en marcha de un estilo alternativo, de cor- te dernocrático, incluyendo algunas reflexiones sobre el papel que en este cabe a los niovimientos sociales. Francisco Wo, en el capftulo segundo, analiza los problemas del cambio agrario y la educaci6n popular tomando como punto de parti- da Ia racionalidad presente en el rnovimierito campesirio y en sus inten- tos por conformar unaeconom(a propia, sustentada en sus intereses y necesidades. Contrapone esta opci6n con elementos anaifticos respecto del modo en que las diversas teori'as del desarrollo han ido concibiendo-- ci desarrollo rural para terminar analizando el papel que, deritro y fue- ra de ellas, cabe a la educaci6n popular en este medio. El autor ilega a concluir que parteimportante del an1isis del desarrollo de'la agricul- tura latinoamericana se ha centrado en. observar dos aspectos. Por una parte, las tensiones y conflictos que surgen en los intentos de penetraci6ri del capitalismo en areas rurales. Por otra, las resistencias que frente a elbos manifiestari los diversos grupos que conforman el movimiento campesino. Sobre Ia base de esta constataci6n, atribuye un papel impor- tante a los procesos de edu.caci6n popular en la tarea de generar un pro- yecto alternativo de desarroiio rural, disefiado en funci6n de los intereses y necesidades de estos grupos de Ia poblaci6n. En este mismo contexto, levanta un conjunto de problemas e interrogantes referidos a las caracte- rcsticas que dichos procesos debieran asumir para desempeflar esta fun- don. - 3Z - El trabajo sobre conciencia tnica y educaci6n ind(gena, pre- parado por Isabel Hernthidez, se ubica en una doble perspectiva. Por una parte proporciona antecedentes relativos a la actual situaci6n eco n6mica, social y poirtica de los pueblos abori'genes de Amrica Latirta. Por otra, intenta relacionar el. anlisis de lo que denomina como con- ciencia tnica con los procesos de aprendizaje social con vistas a gene- rar una propuesta educativa propia para estos grupos de la poblaci6n. Sobre Ia base de un anlisis de Ia situaci.6n actual de la poblaci6n indge- na y sus riiveles de conciericia, la autora intenta relacionar el análisis de cada estadlo de conci.enci.a tnica con los procesos de aprendizaje. En este sentido, sostiene que la educaci6n impuesta por los sisternas educativos, ypor Ia sociedad en general, puede ser vivenciada cle for-. mas diversas. Entre el.las sefiala Ia de la aculturaci6rzrechazada por difundir valores y pautas de conducta ajenas, e incluso contrarias, a las formas cultural.es de las comunidades indrgenas. En contraposi- ci6n enfatiza en las posibil.idades que tienen los procesos educativos en trmirios de transformarse en experiencias autogestionarias sin descono- cer el peligro de germ rar una movilizaci6n en pro de una integraci6n no igualitaria. De ello deriva, corno consecuencia l6gica, que cualquier integraci6n igualitaria de Ia poblaci6n indrgena a las sociedades naciona- les implican Ia necesidad de di.seflar estrategias educativas diferencia- das para grupos objetivamente diferentes. Como tal, visualiza a Ia edu- caci6n popular como un mecanismo de apoyo irnportante en la reorienta- ci6n de la conciencia tnica y una movilizaci6n que facilite los procesos de autoafirmaci6n racial y cultural. Este corijunto de documeritos sirve de marco para ubicar, his- t6ricamente, las prácticas educativas con sectores populares, analizar las diversas manifestaciones que presenta este fen6meno y debatir en torno de la conceptualizaci*Sn del cambio que subyace a este tipo de ac- tividad. - 33 - CAPITULO PRIMERO NOTAS SOBRE ESTILOS ALTERNATIVOS DE DESARROLLO. POLITICA Y MOVIMIENTOS SOCIALES Enzo Faletto I. EL TEMA DE ESTILOS ALTERNATIVOS DE DESARROLLO Permanece Ia discusi6n sobre la validez del tema "estilos al terriativos de desarrollo" sierido eviderite, en algurios autores, cierta dosis de pesimismo frente a l. Puederi servir de ejemplo los arti'cu- los publicados por Marshall Wolff en algunos n(imeros de Ia Revista de CEPAL (1), doride si bien se reconoce la buena voluntad de quienes In- tentan abordar ci probierna se seflala que, de hecho, Ia mayor parte de las propuestas son "utopias concretas creadas por comits doride se entremezclan, en distintos grados, las di.mensiones hiconCretasti con las "ut6picas" (Ia misn-ia contradicci6n de los trmirios es de por si significativa) y, se subraya aderns, e]. carcter restririgido de lo crea do. Más aCm, las utopras propuestas son "utopas riormativas", e indican por tanto un "deber ser", cuyas dificul.tades para constiturrse son mciltiples. Por una parte, las propuestas de "estilos alternativos" ms en boga, aparecen como divergentes de la realidad de la lucha de ciases, tal y como se conoce en el capitalismo. Por otra, las indica- clones hechas adolecen de la arnbigfledad de aparecer como posibles coricesiories de los poderes existentes o, coma propuestas veladas de derrocamiento de los mismos. El divorcio de la realidad se hace evidente cuando se sef1aia que los pobres, en cuyo nombre se pretende hablar, riada saberi de tales propuestas; que las clases medias estn dernasiado preocupadas por su autodefensa y poco dispuestas a asumir los posibles sacrificios que Ia puesta en marcha de un "estilo altertiativo" podra significarles y, que - 34 - los poderosos poco inters tienen en un posible carnbio queriendo s6- lo conservar el poder. Con referenda a America Latina, el Estado, sobre el cual siernpre se cifran expectativas, es resultado del compromiso entre fuerzas sociales cuyas orientaciones no corresponden a la esperanza de un nuevo estilo. En sun-ia, y como siempre, el problema estriba en saber t?quin le pone el cascabel at gatou, puesto que, descontada la iriflueri cia que pueden ejercer, rio bastarfan los esfuerzos de una pequefla lite ilustrada para provocar el carnbiO esperado. A pesar de todo, se husca un punto de apoyo para la transfor maci6n y se seflala una propuesta de Alairi Tourairie (2), quierl reco- mienda no centrar la preocupaci6n en Ia idea de crisis, pues tat actitud implica la bCisqueda casi desesperada de un grupo de salvaci6n sino que, partiendo de Ia noci6ri de que Halgo est cambiand&', intentar ver qu es to que cambia y en qu dirección lo hace. En cierta forma, nos parece que no conviene abandonar del todo Ia preocupaci6n por Ia utopfa, aunque a esto debernos agregarle el adjetivo atenuante de: posible. Se trata de encontrar Ia relaci6n en tre posibilidad y realidad, eritendiendo por esta (iltima Ia existente aho ra. El esfuerzo de Ia irivestigaci6n puede orientarse por Ia b(isqueda de las potencialidades de innovaci6n o cambios contertidos y latentes en la presetite sociedad, teniendo en cuenta que las posibilidades se cons- tituyen como alternativas, por to que adquiere importartcia el determi- nar quines y en qu condiciories son los sostenedores de ama 'u otra. Asimismo, la deterrriinaci6ri de alianzas y conflictos entre grupos soda les es fundamental para ama cabal comprerisi6n de Ia posibilidad y poten cialidad de realizaci6nde las distintas alternativas. Corno puede presumirse, las ms de las veces las opciones ad quieren an carcter polftico, por to que importa averiguar Ia capacidad de los grupos o clases sociales para asumir Ia responsabilidadde la de cisi6n poiftica como el car&cter de la rnisma. - 35 - Como ha seflalado Anbal Pinto (3), la preocupación pot un estilo alternativo surge de las insatisfacciones que produce ci estilo vigente; en otros trmirios, existe una contradicción entre las condi- ciories objetivas de la existencia y las necesidadessubjetivas de la vi da, lo que obliga a detectar c6mo se dan stas entre los distintos gru pos y cu'les son las alternativas que a partir de esa contradicci6n de sarrolian. En este seritido, conviene anotar que la sociedad s6lo se convierte en problema para aqul que puede pensarla distinta a la exis tente. Quiries y en qu condiciones tienen esta capacidad, es otro de los temas acuciantes. Hmos hablado hasta ahora de Ia bsqueda de un estilo alter nativo, pero estamos conscientes de que Ia noci6n del misrno estilo posee una cierta imprecisi6n. Quizs el uso del concepto de estilo en Ia historia y Ia socioiogia del arte, pueda constituir alguna ayuda. Con tal prop6sito, hemos consuitado Ia "Sociolog(a del Artef de Arnold Hauser (4). Se afirma ahc, que un estilo supone la idea de un ncleo que atrae a las dems manifestaciones. Un estilo -Se aflade- impli- ca unacierta totalidad, que en el proceso hist6rico se da como posi- bilidad. Anotamos de pasada que Ia noci6n de posibilidad hist6rica aparece en la definici6n de Hauser respecto a estilo. Pero hay, ade- mis, uria riota de inters: lo importante, segn el autor, es ci despia- zamiento del centro del movimiento más que la nueva acumuiaci6ri de elementos en torno del mismo centro. Esto rios obliga a precisar cui Cs el ceritro del. estilo vigente y a preguntarrios por cul es ci otro 'centro" de un estilo alternativo. En esta preocupaci6n por el cambio de ceritro, est obviamen te presente el terna de la continuidad y discontinuidad en el problema del cambio de estilo. En ci paso de un estilo a otro, no s6lo son importantes los dis tintos hechos que pre-anuncian el nuevo estilo sino que adems, y muy particularmente, ci moniento de Ia negaci6n del anterior. Hay un mo- mento que es dave, cual es el corte o fisura eritre wi estilo y otro. Si bien es posibie hablar de ciertas acumulaciones en determinada direc- ci6ri, wi verdadero cambio de estilo, es decir ci cambio por ci que un mpetu estil(stico se coivierte en estilo, sucede en un punto indetermi- naclo y en su evoiuci6n no puede trarismitirse ninguna cl.ase de corte, fuera de la negaci6n. En otros trminos, se trata del viejo tema dia1c - 36 - tico de l.a trarisformaci6n de l.a cantidad en calidad. El. tema aludido ronda constantemente l.a discusión y, a este prop6sito no es inCitil recordar l.a discusi6n que tuvo lugar en l.a Uni6n Sovitica entre 1924 y 1928, cuyos ms destacados exponentes fueron Preobrashenski y Bujarin (5). La po1.mica aludia al problema de l.a acumulaci6n soctalista, pero trascendi.6 l.a especi.ftcidad de este tema. De manera muy gruesa se puede describir la tests de Preobrashenski como l.a afirmaci6n de que l.a acumulaci6nprirnitiva capitalista pudo desarrollarse sobrela base del feudalismo, rnientras que l.a acurnula- ci6n primitiva socialista, no puede realizarse sobre l.a base dcl capita lismo. Por consiguiente, Si el socialismo tiene una prehistoria, sta s6lo puede rrianifestarse a partir de l.a conquista del poder por parte del proletariado. La interrogante que actualmente nos planteamos en refe- rencia a nuestro ten-ia, essi el. estilo alternativo se forma en el serio del estilo vigente como se produce la ruptura con el mismo. Sin temor a tergiversar dernasiado, pod rra sefialarse que, l.a postura de Marx, en relaci6n al paso del capitalismo al. socialismo, implicaba que en el seno del primero, se preparaba el segundo, fundamentalmente por: a) el. surgimiento de sus portadores sociales (el proletariado); y b) por l.a existen.cia de trabajo "socialmenteorganizado. Incluso puede agre garse que, en las formulaciones de R. Bahro, de no cumplirse estas condiciones "l.a vCa capitalista'T al social.ismo implicar(a graves proble mas a Ia construcci6n socialista misma. En el rnisrno sentido, y de ms antigua data, las prevenciones de los personeros de l.a Segurida In- terriacional, Kautsky, entre otros, respecto a l.a posibilidad socialista en parses de escaso desarrollo capitalista, como Rusia en l.a poca. En lo que existia cierto acuerdo, es en la preerninencia de Ia opci6ri politica en Ia construcci6ri socialista. Esto no poda ser dejado solarnente al "desarrollo de las fuerzas productivas". Para Bujarin, el proletariado asume el poder y, desde ahr construye el socialismo, puesto que no hay forma socialista previa. En Gramsci (7), existe l.a necesidad de construir formas socialistas en l.a sociedad civil corno he cho previo a l.a ocupaci6n del poder en Ia sociedad pol.ftica pero dicha construcci6rt es, preferentemente, voluntad pol(tica. Incluso, el "par- tido" es l.a prefiguraci6n del socialisrno. En l.a poImica a Ia que se hacra referencia y en sus otras m - 37 - nifestaciones no sovi&icas, C.O. Lange; M. Dobb; Ch. Bettelhei.m (8), se alude a un punto constante que manifiesta similitud con lo di- cho respecto al "centro'1 que caracterizara y diferenciar(a un estilo de otro. Dicho centro estarca dado por el predominio de valores de cambio o de valores de uso, caracterizndose el capitalismo por el. primero y el socialisrno por el segundo. El valor de cambio hace referencia al carcter de mercanca que adquieren los productos, en camblo el valor de uso pone de relie- ve el valor social de los mismos. Como es obvio, el predominlo de uo u otro valor, est basado en relaciones sociales coricretas. En el estilo vigente, el intento de privilegiar el valor social de un producto, es un requerimiento extraecon6mico. Las opciones ms sefialadas en las formulaciones de estilos alternativos, como: a) satisfacci6n de ne cesidades bsicas; b) confianza en el esfuerzo propio; c) participa- ci6n; y d) cumplimiento de una actividad humana significativa, impli- can un cierto predominio delos valores de uso por sobre los valores de cambio y, muy a rnenudo, son formulados como una demanda extra- econ6mica a la economia. No obstante, puede insinuarse que, al interi tar afirrnar el predominio de los valores de uso, en el sentido de valor social de un producto, cuya vigencia est dada por la existencia de un sistema de relaciones econSmico-sociales concretas, el problema de estilos se plantea en el centro de Ia economa, superando Ia antiriomia de lo econ6mico y de lo extra-econ6mico. Pero en el estilo vigente, donde las relaciones econ6mico-sociales concretas son el soporte del predominio de los valores de cambio, los requerimientospor valores sociales o de uso, son preferentemente extra-económicos. As1, por ejernplo, el caso de la educacióri, Ia salud, la vivienda u otros, en don de los esfuerzos por evaluarlos en trminos de pura "rentabilidad eco nómica", siernpre resultan irisatisfactorios. El tema del valor social de los productos no está exento de problemas. Basta partir de la simple constatación de Ia diferencia de clases y grupos de nuestras sociedades. La definición del "valor social" de un producto seri:a el reflejo del inters particular de una clase o grupo, dificultándose uria evaluación "objetiva" de los intereses sociales, constituyndose estos como unia mera contraposición subjeti va. Si por ejemplo, como lo ha hecho Anbal Pinto (9), se inten- - 38 - ta caracterizar el estilo vigente como concentrador, excluyente y de- pendiente y, por contraposiciôri, al estilo alternativo como: redistri.- butivo, participativo y autónomo, no escapa el que existan 'intereses sociales" vinculados a una u otra opci6n. Del misrno modo, un estilo alternativo iniplica un uso social del excedente. R. Prebisch, b porie en los siguientes têrmirios: "el uso social del excedente responide a la necesidad de establ.ecer por par te del Estado una discipliria impersonal y colectiva de acumulación y distribución compatible'con el ejercicio de Ia libertad económica en el juego del mercado" (10). Corno siempre, es dif(cil imaginar un Esta- do que asuma ese carácter impersonal y represente cabal.mente el inte rs general. El propio R. Prebisch advierte en su referencia al con- junto de graves problemas que implica el estibo vigente, que es lapro- pia dinámica del modelo actual la que constituye estas dificultades.
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