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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO EN BUSCA DEL SABOR PERDIDO ASOMOS A LA COMIDA EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE DESDE LA NOVELA DE LOS BANDIDOS DE RÍO FRÍO T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN HISTORIA PRESENTA MARÍA CRISTINA SOLÍS REYES DIRECTOR DE TESIS DR. JOSÉ LUIS JUÁREZ LÓPEZ MÉXICO, DF, FEBRERO 2011 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. EN BUSCA DEL SABOR PERDIDO ASOMOS A LA COMIDA EN EL MÉXICO INDEPENDIENTE DESDE LA NOVELA DE LOS BANDIDOS DE RÍO FRÍO A todas las cocineras que como mi madre nos han alimentado física y espiritualmente. Mujeres sin escritura que me habían precedido, ustedes que me habían legado la forma de sus manos, anticipa- do, deseado, llevado en el seno, nutrido, bisabuela ciega por la edad y que atendía mi nacimiento para consentir su muerte, ustedes cuyos nombres balbuceaba yo en mis sueño de niña, ustedes cuyas creencias y servidumbres no he conservado, quisiera que la lenta rememoración de sus acciones en la cocina me inspire las palabras que les fueron fieles, que el poema de palabras traduzca el de las acciones, que a su escritura de recetas y sabores corresponda una escritura de hablas y letras. Mientras que una de entre nosotras conserve sus conocimientos alimenticios, mientras que, de mano en mano, y de ge- neración en generación, se transmitan las recetas de su tierna paciencia, subsistirá una memoria fragmentaria y tenaz de su vida misma. Luce Giard introducción 15 Antecedentes de la historia de la alimentación 18 Autonomía de la historia de la alimentación 21 Historia de la alimentación en México 22 La novela histórica como fuente para el estudio de la historia de la alimentación 23 La trama de la novela 31 capitulo 1 manuel payno: vida, obra y su faceta de gastrónomo 35 Años de formación 36 Años fecundos: 1842-1848 39 Actividad política y su faceta de gastrónomo 42 Contexto de la cultura culinaria en el siglo xix 45 La cultura culinaria en México durante el siglo xix 50 Asociaciones literarias 54 Crónicas de viaje 57 ÍNDICE capítulo 2 consideraciones para el análisis de los menús en la novela de los bandidos de río frío 67 Comer en la Ciudad de México durante la primera mitad del siglo xix 68 Desarrollo de la cocina mestiza 72 La comida como diferenciación social 75 Lo que comían los indígenas: las curanderas Matiana y Jipila 76 Lo que comían las clases medias: Cecilia, trajinera próspera y el Licenciado Lamparilla 78 Lo que comían las clases medias altas: Pedro Martín de Olañeta, un abogado con tendencias monarquistas 82 La comida como instrumento de poder 91 El caso de Evaristo y Tules: “cansarla y aburrirla” 91 Juan Robreño, ayudante de cocina: los intoxicados en el hospicio 95 Vida social alrededor de la comida: “comer afuera y comer adentro” 96 La antigua y afamada pulquería de los Pelos 98 Fondas, cafés y agachados 106 Tertulias en casa de Relumbrón 109 La comida en los mitos fundacionales 112 Las chichihuas amamantan a Juan Robreño: el maíz como alimento primordial 113 Banquete en la Villa de Guadalupe 115 capítulo 3 menús del campo 125 El rancho de Santa María de la Ladrillera 130 Rancho de los coyotes 134 La tropa 135 Banquete en la Hacienda del Sauz 136 Mateo el cochero 142 San Ángel-Panzacola 143 capítulo 4 cocineras, cocinar, cocinas y comedores 147 Las mujeres en la historia de la alimentación durante el siglo xix 147 Las que no cocinan 149 Cocineras anónimas 153 Cocineras con nombre propio 154 Cocinar 161 Cocinas 164 Comedores 168 conclusiones 171 bibliografía 175 15 El menú, como se diría hoy, merece un lugar en esta narración, porque esto forma la historia doméstica de que no se ocupa el que aspira a grave historiador.1 Manuel Payno La presente investigación tiene como objetivo mostrar la aportación de Manuel Payno a la historia de la alimentación en México, contenida en su novela Los Bandidos de Río Frío. La comida, las costumbres, los hábitos y comportamientos alrededor de la mesa, que han quedado plasmados en esa obra, serán el hilo conductor de este trabajo. José Manuel Payno Cruzado nació en la ciudad de México el 28 de febrero de 18202 y murió en San Ángel el 4 de noviembre de 1894 a los 74 años. Su vida transcurrió durante el atribulado siglo xix y fue testigo de los acontecimientos 1 Manuel Payno, Los Bandidos de Río Frío, México, conaculta, 2000, t. i, p. 61. Se ha tra- bajado esta edición para la investigación por ser la más apegada a la “verdadera imagen de Los Bandidos”. El original fue destruido durante el saqueo de la casa de Payno en San Ángel durante la revolución en Margo Glantz, “Prólogo” de Los Bandidos..., pp. 14-15. 2 Robert Duclas, Les Bandits de Río Frío, México, Institut Francais D’Amerique Latine, 1979, p. 19. Para los datos biográficos de Payno se ha consultado esta obra por ser la más actualizada al respecto. Duclas se base en el acta de matrimonio de 1847 para confirmar la fecha de na- INTRODUCCIÓN 16 posteriores a la Independencia: la pérdida de más de la mitad del territorio mexicano y las dos intervenciones extranjeras por parte de los estadounidenses y los franceses. Estos sucesos tuvieron lugar al tiempo que liberales y conser- vadores se disputaban el poder desde concepciones y posturas diferentes ante la situación sociopolítica del momento. En ese contexto, Payno, desde el ala moderada de los liberales, orientó su vida hacia la construcción que le diera identidad a la nación en ciernes. Al igual que la de otros pensadores decimonónicos, como Ignacio Ramírez, Francisco Zarco, Guillermo Prieto, Vicente Riva Palacio y Manuel Altamirano, la obra de Payno fue vasta y diversa en un anhelo por entender la realidad que enfrentaba el país. Su novela Los Bandidos de Río Frío destaca en la novelística del siglo xix en México. Payno escribió Los Bandidos bajo el seudónimo de “Un ingenio de la Corte”, en el transcurso de 1888 a julio de 1891, cuando desempeñaba el cargo de cónsul interino en Santander, España, durante el régimen del General Porfirio Díaz. Lejos de su patria, al final de su vida con tono melancólico lleno de recuerdos, escribía las “cosas de otro tiempo”3 como constancia de una forma de vida que prevaleció en la sociedad novohispana hasta la primera mitad del siglo xix. A manera de “bocetos de cuadros sociales”,4 esta novela nos da un paseo por una época que tocaba su fin, una vez que los cambios políticos, económicos y avances tecnológicos trastocaron la mentalidad y forma de vida de la gente para la segunda mitad de ese siglo. cimiento de Payno en 1820; difiere de las que dan sus otros dos biógrafos: Ireneo Paz la ubica en 1822 y, Alejandro Villaseñor en 1810. 3 Payno, brf, t. 11, p. 752. 4 Payno denomina su obra como un ensayo de novela naturalista; alusión al estilo literario que surgió en Francia hacia finales del siglo xix cuando vivía en ese país y que se derivó del realismo en literatura con el acento puesto en lo más crudo de las relaciones sociales y sus consecuencias para las clases más desprotegidas. Sin embargo, la novela fue escrita a manera de folletín, por entregas, como lo hacían los escritores románticos de décadas atrás y ha sido mejor conocida como novela costumbrista. 17 Es por ello que la comida,5 así como todo lo relacionado con ella en Los Bandidosson reflejo de ese tiempo: una veta de identidad que Payno supo ver y destacar ante la influencia de otras cocinas europeas, sobre todo la de orien- tación francesa, que se iban colocando preferentemente en los sectores altos. En ese sentido, el sabor de aquellos años, al ser capturado en Los Bandidos, es un legado al acervo de nuestro patrimonio cultural comprendido dentro de la historia de la alimentación.6 Los menús que aparecen en la novela son el eje mediante el cual se ha desarrollado este trabajo. Payno veía en ellos, parte de la historia doméstica digna de reseñarse, toda vez que no interesaba a los historiadores de su época, por ello es precursor en advertir la importancia de la vida cotidiana como fundamental para entender a un pueblo y su cultura. Utilizo otras obras de Payno, como sus crónicas de viaje por contener referencias culinarias de personajes, lugares y situaciones que aparecen en la novela, también algunos de sus ensayos publicados por la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística con tópicos relacionados con la comida. Asimismo revisé sus otras novelas, El fistol del diablo y El hombre de la situación, escritas con anterioridad. Complementan y amplían el tema las obras de Guillermo Prieto, Manuel Rivera Cambas y Antonio García Cubas, así como de varios viajeros extranjeros entre los que se encuentran: Fanny Calderón de la Barca, la Condesa Paula Kolonitz, Carl Christian Sartorius y J.R. Poinsett entre otros. Los recetarios de cocina han sido indispensables para analizar diversos aspectos de la composición de los menús y los platillos, en especial me refiero a El cocinero mexicano(1831); La cocinera poblana y el libro de las familias(1877); 5 José Luis Juárez López, Nacionalismo culinario, México, conaculta, 2008, pp.10-14. Empleo el concepto de comida y cocina indistintamente como se han utilizado para hablar de comida en México, denotando un origen popular, tal como lo plantea Payno en Los Bandidos de Río Frío, no así el de gastronomía que se refiere a un “estado superior” del quehacer y co- nocimiento de la comida y su elaboración, de uso actual. 6 Historia de la alimentación y cocina histórica son las categorías académicas que se han utilizado, a partir de la investigación y estudio de la comida como una rama independiente dentro de la Historia, durante las últimas décadas en J.L. Flandrin, M. Montanari, Histoire de l’Alimentación, Paris, 1996, pp. 14-15. 18 Nuevo cocinero mexicano en forma de diccionario(1888) y la colección de recetarios antiguos publicados por conaculta. Para contextualizar y ubicar la novela como fuente para la investigación de la historia de la alimentación fueron consultadas obras de carácter general de historia de la cultura y de la cocina de autores tanto mexicanos como ex- tranjeros, que aparecen en la bibliografía. Cabe mencionar que la validación de un trabajo de investigación centrado en el tema de la comida, obedece a un proceso de carácter historiográfico que se inició en la tercera década del siglo xx en Europa, donde historiadores pug- naron por expandir el horizonte de los paradigmas de las formas tradicionales de abordar el pasado humano. Antecedentes de la historia de la alimentación Los antecedentes de la historia de la alimentación se pueden ubicar hacia 1929, cuando en Francia se conforma la escuela los Annales d’histoire économique et sociale, por Marc Bloch y Lucien Fèbvre. El periodo de entre guerras había puesto de manifiesto las limitaciones de la explicación histórica a través de la política y la economía; excluían la otra parte de la historia manifestada en diversos aspectos de la vida cotidiana y doméstica de los hombres y mujeres que incidían, de manera significativa, en la conformación de la misma y que actuaban como protagonistas en la forja del destino de las naciones. Estas consideraciones fueron evidenciadas por la escuela de los Annales como parte sustantiva para el estudio de la historia. Posteriormente y como resultado de las dos guerras mundiales, en la década de 1940, Fernand Braudel planteaba la necesidad de una nueva ciencia histó- rica interdisciplinaria para el estudio de la civilización cuyo dinamismo interno —según este autor— no conllevaba ni dirección ni intencionalidad y ritmos de tiempo diferentes. En dicho proceso distinguía, por una parte, la existencia de la economía de mercado, donde actúa la interconexión entre la producción y el intercambio ligados a las actividades de las bolsas, ferias, bancos, etcétera; lo que significaba un circuito claramente reconocible. En dicho circuito se per- cibe otra actividad elemental y básica que se encuentra en todas partes y que 19 denomina: la “vida material” o la “civilización material”.7 En ella se localizan todos los rastros de la vida cotidiana del hombre en sociedad mostrada a tra- vés de actitudes, costumbres y tendencias que van conformando un legado de inminente carga simbólica con la que se distinguen y caracterizan los pueblos. Para el conocimiento de la “vida material”, el arte, especialmente la literatura, es un registro imprescindible dentro de la variedad de bienes materiales como pueden ser la indumentaria, el mobiliario y la comida. Otro de los momentos relevantes dentro de la historiografía del siglo xx, decisivos para la historia de la alimentación, se dio a partir de finales de la década de los sesenta, cuando Georges Duby y Jacques Le Goff, parte de un grupo de prominentes historiadores, colocaban el ámbito de lo cultural no so- lamente como la instancia más determinante, sino como “la verdadera textura del lazo entre los seres humanos [...] de la reconciliación de la sociedad con los valores y con lo sagrado, en el modo de afirmación e identidad consigo mismo del individuo sin ambages”.8 La comida venía así, a ampliar y complementar el prisma que al igual que otras manifestaciones eran comprendidas dentro de la historia de la cultura. Al mismo tiempo este enfoque se situaba en el centro del desarrollo de la investigación histórica y en el corazón de las ciencias humanas y ponía al sujeto como “el actuante y pensante”.9 Me parece importante aludir a algunos ejemplos notables de cómo con base en las ideas mencionadas anteriormente se han realizado trabajos histo- riográficos en los que descansa mi propuesta. Norbert Elias ha mostrado cómo el concepto de civilizado en oposición a lo incivilizado, se fue delineando en el transcurrir del siglo xiii al xx. Este autor ha visto en los libros sobre buenos modales y manuales de comportamiento un género literario que sirve de guía descriptiva de lo que se comprende por “civilité, civility o civilità”. Como em- blemático de este género nos remite al De civilitate morum puerilum de Erasmo de Rotterdam, donde con puntualidad se dictan las normas de conducta en 7 Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo, siglos xv-xviii, Madrid, Tecnos, 2000, p. 2. 8 Jean Pierre Rioux, Para una historia cultural, Madrid, Taurus, 1999, p. 17. 9 Georges Duby, “La Historia Cultural” en Jean Pierre Rioux y Jean François Sirinelli, Para una historia Cultural, Madrid, Taurus, 1999, p. 450. 20 torno a la mesa: “cómo sentarse, la utilización del cuchillo el cual debía portarse limpio, ya que cada comensal llevaba consigo dicho instrumento para cualquier emergencia que se pudiera presentar; la cuchara debía secarse antes de pasarla al siguiente comensal; el tenedor era de uso menos frecuente, hasta las maneras de sonarse ya fuera con pañuelo o con los dedos, de conversar pausadamente y de vomitar tranquilamente, siempre que se tuviera necesidad de ello”.10 Así, el cuerpo y su conducta en relación con el mundo sensible iban mar- cando pautas que con el tiempo, se constituirían en valores sociales, lo que Elias ha llamado “sociogénesis” o “psicogénesis”, donde se imprimen las huellas características de los pueblos. Ejemplo de ello es como la utilización del plato, el vaso, el cuchillo, lacuchara y el tenedor asignados personalmente hacia los siglos xvii y xviii, delimitaron el espacio propio. En consecuencia la cocina devino en una de las máximas expresiones de refinamiento. Simultáneamente, la adopción de códigos etiquetados como de “buen gusto” y de “mal gusto” fueron utilizados como pautas para la discriminación entre los estratos sociales.11 De igual manera, la obsesión por la limpieza adquirió una importancia hasta entonces desconocida que repercutió en lo que Alain Corbain ha llamado un “sentido de desodorización que prevalece hasta nuestros días, y, que ha trasto- cado las referencias y representaciones simbólicas de la sociedad.”12 En suma, estos ejemplos muestran el recorrido de larga duración entre la Edad Media y la Modernidad, pasando de una mesa comunitaria arrasada indiscriminadamente por los comensales con escasos utensilios y enseres, hasta el seguimiento de reglas estrictas que requerían una educación y adiestramiento especializados que alcanzaron su momento más álgido durante el siglo xviii en Francia con lo que se sentaron las bases para el individualismo tan preciado por la burguesía. 10 Norbert Elias, El proceso de la civilización, México, Fondo de Cultura Económica, 1994, pp. 100-124. 11 Jean Louis Flandrin, “La distinción a través del gusto” en Roger Chartier (dir.), Historia de la vida privada, Madrid, Taurus, 1989, p. 268. 12 Alain Corbin, El perfume o el miasma. El olfato y lo imaginario social Siglos xviii y xix, México, Fondo de Cultura Económica, 2005, p. 35. 21 Autonomía de la historia de la alimentación Durante las décadas de 1980 y 1990 un grupo de historiadores europeos, es- pecialistas en la Edad Media y la Época Moderna, centraron su interés en los asuntos alimentarios. Compararon los procedimientos culinarios, los gustos, los disgustos, la influencia de la religión sobre la dieta, la selección y preparación de los platillos y su desarrollo histórico. El resultado fue que los historiadores Jean-Louis Flandrin y Massimo Montanari se pronunciaran por una “nouvelle histoire de l’alimentation”; argumentaron que el objeto de estudio de esta disciplina resultaba “estratégico dentro del sistema de vida y valores de las diversas sociedades”.13 Con ello declararon la autonomía de la historia de la alimentación, sin dejar de advertir su filiación con las otras vertientes de la historia y su carácter multidisciplinario con profesiones tales como la sociología, la economía, la demografía, la antropología, la literatura y la filosofía. En la actualidad el cuerpo y los sentidos con relación a la comida han sido retomados desde la filosofía. Carolyn Korsmeyer en su estudio sobre el sentido del gusto ha tratado la marginalidad del mismo en nuestra cultura. Se pregunta cuál es la conexión entre dicho sentido y sus complementarios, el olfato, el tacto y la relación de éstos con sus objetos sensibles. La activación de cualquiera de ellos se lleva a cabo a través del contacto directo con la materia; degustar un alimento se empieza con su introducción en la boca para continuar el proceso digestivo por el cual se cumple una de las necesidades fisiológicas básicas. En oposición, los sentidos de la vista y el oído que funcionan alejados de sus objetos, se han considerado como los conducentes a actividades de índole intelectual y psíquica privativas del ser humano.14 Con el triunfo de la razón y el desarrollo de la inteligencia en nuestra cultura, se les ha privilegiado en detrimento del gusto, el olfato y el tacto por estar asociados a la parte primitiva del hombre. Esta preferencia, no sólo abona tangencialmente a la explicación para que se llegara a la independencia de la historia de la alimentación, sino que es uno de los argumentos de fondo que ayudan a entender el prurito que los criollos mostraron por las formas alimentarias indígenas donde el cuerpo se involucraba 13 Flandrin y Montanari, Histoire de L’Alimentation..., pp. 13-15. 14 Carolyn Korsmeyer, El sentido del gusto, Buenos Aires, Paidós, 2002, p. 51. 22 —de manera más directa— en la elaboración misma de los alimentos hasta el uso de la tortilla y los dedos para degustarlos. Por su parte, la antropología reconoce la capacidad del ser humano de con- vertir el acto primario de alimentarse en algo trascendente y de gran significado cultural por medio de la cocina. Cuando comemos, no sólo nos alimentamos sino que manifestamos una concepción de la vida y del mundo que nos iden- tifica frente a los otros. Levi-Strauss15 ha visto, en esta acción primordial de transformar lo crudo a lo cocido, el detonante del proceso de civilización, lo cual ha suscitado una polémica, sobre todo entre los lingüistas quienes ven en el habla el impulso de arranque. Historia de la alimentación en México En nuestro país, este estudio se ha encausado principalmente a hilvanar todos aquellos elementos compilados en el gran corpus de lo que hoy en día conoce- mos como cocina mexicana en un proceso de construcción que inició a finales del siglo xix para consolidarse durante el xx.16 José Luis Juárez López ha distinguido tres momentos. El primero de los años cincuenta a los sesenta autores como Alfonso Reyes y Mariano de Cárcer empiezan una aproximación, influidos por autores como Julio Camba —quien publica el famoso libro La casa de Lúculo o el arte del buen comer en 1929. Manuel B. Trens, Manuel Toussaint, María Elena Sodi de Pallares y Manuel Carrera Stampa postulaban que la cocina mexicana se caracterizaba, al igual que su periodización, en prehispánica, colonial y la que va de los siglos xix al xx. El segundo momento, a partir de la década de 1960 se “distingue por su carácter apologético y por narrar el nacimiento de la cocina mexicana como producto de dos raíces que desembocan en el mestizaje”.17 A él pertenecen autores como Salvador Novo, Virginia Rodríguez Rivera y Amando Farga, 15 Claude, Levi-Strauss, Mitológicas. Lo crudo y lo cocido, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 11. 16 Juárez López, Nacionalismo culinario, p. 65. 17 Ibid., pp. 15-28 23 quienes alcanzaron gran difusión, y sus obras sobre todo la de Novo son ya clásicas dentro de este estudio. En el tercer momento hacia los años ochenta, coincidiendo con lo que se ha señalado como la autonomía de la historia de la alimentación, se empiezan a publicar obras donde participan autores de diversos ámbitos del mundo perio- dístico, cultural, antropológico, gastronómico, literario o académico. Proliferan los libros de cocina de factura atractiva que han llamado la atención. Entre los autores que destacan dentro de este periodo se encuentran: Luis Vargas, Janet Long, Cristina Barros, Sonia Corcuera, Maria Stoopen y Jeffrey Pilcher entre otros. Hoy en día, la historia de la alimentación en México continúa en una etapa de “autorreferencia” con su estudio centrado en la cocina mexicana sin trazar sus nexos con el resto de las cocinas del continente americano y del mundo. El interés despertado por explorar otras fuentes de investigación y la multiplicación de trabajos monográficos abren la posibilidad para que este campo amplíe su espectro. La novela histórica como fuente para el estudio de la historia de la alimentación ¿Por qué una novela histórica, como Los Bandidos de Río Frío, es un testimonio relevante para la historia de la comida? En principio, porque la literatura en su modalidad de novela histórica, es una pieza clave que permite la aproximación a lo fugaz de lo cotidiano. Nos transporta a través de la recreación de época al entramado de las relaciones humanas inaccesible de cualquier otra forma —como pueden ser los documentos oficiales. Los Bandidos es un espléndido ejemplo para conocer la cultura popular como la comida, los cantos, el baile y las costumbres. Al abordar el tema de la comida, nuestro autor, no sólo describe las formas alimenticias sino que las articula en la creación de un universo culinario animado, que arroja unano- ción integral al tejer sus lazos con la totalidad de su entorno. A través de esta novela no sólo frecuentamos los menús populares de la primera mitad del siglo xix, también sabemos quién, cuándo, cómo y dónde se degustaban; nos trae 24 las emociones, los motivos, los instintos y apetitos que incitan a sus personajes en las distintas mesas. Es por ello que los alcances del análisis que proporciona esta obra histórica, al mezclar y entretejer la realidad y la ficción, resultan un testimonio único y poco consultado que contribuye a la historia de la alimentación en México, ya que el mayor peso al respecto para este periodo ha sido la obra de Guillermo Prieto. Tal como se aprecia en el artículo “Guillermo Prieto ‘Fidel’ y Manuel Payno, Gastrónomos Literarios”,18 donde el primero ocupa el interés principal de la autora y sólo le dedica unos cuantos párrafos finales a Payno. Los pensadores del diecinueve19 una vez consumada la Independencia y conscientes de que la emancipación lograda en el ámbito político tendría que atravesar también el cultural, se dieron a la tarea de encontrar una expresión nacionalista. Escribieron sobre diversos temas, utilizando la prensa y la literatura como los medios para la tarea que se propusieron. La encomienda era sensibilizar a la sociedad de los obstáculos que impedían el ingreso a la modernidad, así como aflorar los signos de identidad que permitieran construir la unidad nacional en defensa de la invasión como amenaza permanente . La generación de escritores a la que pertenece Payno se dedicó a rescatar los patrones culturales que fue- ran representativos: el vestido, la música, la pintura, la literatura y la comida 18 Clementina Díaz y de Ovando, “Guillermo Prieto ‘Fidel’ y Manuel Payno, Gastrónomos Literarios” en Sara Poot Herrera (ed.), En gustos se comen géneros, México, Instituto de Cultura de Yucatán, 2003, p. 536. 19 Las diferentes corrientes de pensamiento del siglo xix fueron enarboladas por conservado- res, liberales puros y liberales moderados. La conformación de las posturas fue un proceso que tuvo sus altibajos a lo largo del siglo. Los unía el interés común por la edificación del país; concordaban en algunos rubros como fue la cultura: las asociaciones literarias sirvieron para el intercambio de ideas de las diversas filiaciones. Los sanjualetranenses compartieron el proyecto de la cultura nacional con conservadores en el Ateneo Mexicano y el Liceo Hidalgo: así tenemos a Lucas Alamán, el conde la Cortina, ultraconservadores; Guillermo Prieto y Andrés Quintana Roo, ultraliberales y Manuel Payno, liberal moderado, por citar unos pocos... era, pues, un impulso creativo colectivo y una voluntad creadora compartida lo que los unía en Aurelio de los Reyes, “Manuel Payno: el aprendizaje del oficio de escritor” en Laura Beatriz Suárez de la Torre (coord.), Miguel Ángel Castro (ed.), Empresas y cultura en tinta papel, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora/ Universidad Nacional Autónoma de México/ Instituto de Investigaciones Bibliográficas, 2001, pp. 639-643. 25 fueron motivos para ese propósito. Esto creaba y forjaba el sentimiento patrio que encontró en la novela histórica una de sus expresiones más acabadas. Este género novelístico abreva en el romanticismo del siglo xix europeo al exaltar el nacionalismo, la subjetividad y la problemática social como motivos centrales de la literatura. En Inglaterra Walter Scott y en Francia, Federico Soulié, Eugenio Sué y Alejandro Dumas lo cultivaron y popularizaron en forma de folletín con entregas semanales. Esto permitió su lectura a un mayor número de interesados, quienes intrigados por seguir la trama no dejaban de comprar los números semana a semana a precios accesibles. Al igual que otros de los intelectuales de la época, Payno siempre estuvo al tanto de las obras publicadas en el viejo continente que al traducirlas y reseñarlas inspiraron su propia creación. Tal fue el caso de Las memorias del diablo(1837-38) de Soulié, El Conde Montecristo(1844) de Alejandro Dumas y Los misterios de París(1842-43) de Sué que ejercieron una clara influencia en sus novelas. Especialmente esta última por considerarla “una de las mejores que ha creado la literatura nueva”,20 incidió en Los Bandidos por su honda reflexión en torno a la injusticia social en una mirada pormenorizada y pro- funda del pueblo. En las reseñas Sobre la vida y obras de Alejandro Dumas y Viaje a España de Alejandro Dumas, Payno certifica su filiación con este escritor francés para quien: “sólo el salvaje come por necesidad, el hombre civilizado por sibarita” 21 como lo expresa en el prólogo del Petit Dictionnaire de Cuisine y Grand Dictionnaire(1870). La novela histórica tanto en Europa como en México, estuvo abocada a la creación de “significados”.22 Bajo las premisas del romanticismo —ecléctico, como el mexicano y más aún el que anima Los Bandidos de Río Frío—, Payno se refiere al pueblo como actor principal donde se reconocen los “individuos indiferenciados e iguales integrados en una entidad abstracta que se manifiesta 20 Citado en Robert Duclas, Bibliografía de Manuel Payno, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, pp. 111-114. 21 Alexandre Dumas, Mon Dictionnaire de Cuisine, France, Société Nouvelle Firmin-Didot, 1999, p. 9. 22 Carlos Illades, Nación, sociedad y utopía en el romanticismo mexicano, México, conaculta, 2005, p. 87. 26 como voluntad general”.23 El pueblo viene a ser el depositario de los valores y salvaguarda de la moral frente a una clase política y aristocrática en total descomposición; se concebía como el responsable de preservar a la nación del invasor así como el creador del nuevo orden nacional. En consecuencia con estos preceptos, la vida del pueblo y sus costumbres fueron medulares para este género literario, y la comida popular tal como aparece en Los Bandidos por la que se interesa al autor. Payno se refiere al menú como merecedor de un lugar en la narración “porque forma la historia doméstica de la que no se ocupa el que aspira a grave historiador”;24 con esta afirmación no sólo muestra una sensibilidad especial hacia el tema de la comida, sino que además avizora la importancia de la vida cotidiana como parte de la historia que no alcanzó su reconocimiento sino hasta mediados del siglo xx. Considero esta aseveración como nodal y punto de partida para el desarrollo de mi análisis, porque los menús al formar parte de la narrativa, expanden las posibilidades interpretativas, más allá de lo que pudiéramos conocer con su consulta, aislados o compendiados en recetarios. Sin dejar de suponer que—para efectos del trabajo del historiador de la alimenta- ción— el menú se inscribe dentro de las “listas ordenadoras” en la medida en que el acomodo, la cantidad y la distribución de los ingredientes que las componen arrojan información de utilidad para la investigación historiográfica. El menú se convierte en el código para descifrar una comida, “el mensaje que codifica se encontrará en el modelo de relaciones sociales que se está expresando”:25 de ahí la legitimidad de su valor. El concepto del menú se introduce en México a mediados del siglo xix como influencia de la cultura francesa y tuvo varias presentaciones y utilidades. Era la tarjeta donde estaban escritos los platillos y bebidas que se servirían durante los banquetes, por lo general, se presentaba individualmente a cada comensal y confería un prestigio social al anfitrión. También fueron las cartas donde se apuntaban los platos que ofrecían los es- tablecimientos de comida como cafés y restaurantes. 23 Ibid., p. 88. 24 Payno, brf, t. 1, p. 61. 25 Jack Goody, Cocina, cuisine y clase, Barcelona, Gedisa, 1995, p. 46. 27 Ciertamente cuando Payno escribió Los Bandidos, el tema de la comida en su obra había alcanzado un lugar principal que se confirma con la dedicación de párrafos extensos a las descripciones y reflexionesculinarias. La lectura de otros de sus escritos nos permiten seguir el hilo conductor mediante el cual se apropió del tema. Escribió cuatro novelas: El fistol del diablo es la primera publicada en folleti- nes entre 1845-46,26 El hombre de la situación(1861), Tardes nubladas. Colección de novelas por Manuel Payno(1871) y Los Bandidos de Río Frío(1892). Las dos primeras son las más conocidas después de Los Bandidos. En El fistol del diablo las referencias a la comida aparecen circunstan- cialmente y se tratan dentro de los menús de Los Bandidos para ampliar y complementar la información sobre los mismos. En El hombre de la situación los menús ya forman parte del cuadro que caracteriza los diferentes episodios y sus personajes. Payno encuentra la vía de la comida, como la propicia para un cuestionamiento de índole ético, en torno a los acontecimientos históricos de su tiempo: “¿Qué cosa es mejor y más preferible: el gazpacho y los chorizos de Extremadura, del tiempo virreinal; los chiles rellenos y la carne frita de la Independencia, o las papas y la Carlota rusa de la República?”27 Con la utiliza- ción de metáforas culinarias plantea un dilema de índole político que tratará más extensamente en Los Bandidos. El hombre de la situación recorre momentos de la historia del país visitados por Payno a través de la vida de tres personajes. Fulgencio de origen andaluz, emprende a mediados del siglo xvii —al igual que muchos otros de los peninsu- lares—, la travesía en pos de la abundante riqueza que se aseguraba existía en la colonia, al otro lado del Atlántico. Continúa con la descripción de la naturali- zación de las siguientes generaciones el segundo Fulgencio y el tercer Fulgencio, tres generaciones caracterizadas mediante sus hábitos alimenticios. Como novela histórica Los Bandidos es una feliz amalgama entre ficción y realidad, Payno hace acopio de eventos y personajes que aparecen en toda su obra y a lo largo de su vida. De hecho, la idea de escribirla surgió a partir de un suceso que sacudió a la sociedad entera y a él de manera muy especial. Estuvo 26 Duclas, Bibliografía.., p. 58. 27 Payno, El hombre de la situación, México, Alfaguara, 2004, p. 171. 28 relacionado con la captura de Juan Yánez, militar y secretario particular de Santa-Anna, Relumbrón en la novela, y su organización de bandidos.28 Son de especial interés para el tema que nos ocupa las crónicas de Viaje sentimental a San Ángel,29 Un viaje a Veracruz en el invierno de 184330 publicadas en El Museo Mexicano (1844)31 y los relatos de su viaje a Inglaterra y Escocia. Existen otros factores para argumentar a favor de Los Bandidos como fuente para la investigación de la historia de la alimentación. En el época de Payno, la literatura o la historia no eran disciplinas académicas, como sí lo fueron otras 28 Juan Yánez, “natural de Puebla, de cuarenta y cuatro años de edad, casado, teniente coronel de caballería permanente con grado de coronel y ayudante del Excmo. Sr. Presidente desde el año de 834, hasta que fue preso en 7 de diciembre de 835”, “Extracto, p. 15” citado en Margo Glantz, “Prologo” en brf, t. i, p. 16. Payno nunca tuvo en sus manos el extracto hasta que en 1987, Napoleón Rodríguez, bibliófilo y biógrafo de Ireneo Paz encontró en una librería de viejo el Extracto de la causa formada al excoronel Juan Yánez y socios, por varios asaltos y robos cometidos en poblado y despoblado, que para satisfacción del público dan a la luz los fiscales que la han instruido, publicado entre septiembre y octubre de 1839; tres meses, desde la muerte a garrote vil, del jefe de la banda que, durante años, aterró a los 200 mil moradores de la capital del país, a los de sus cercanías y, a los de otras muchas poblaciones y ciudades. En dicho documento se reportan las fechorías y robos de 6 de los integrantes de la banda, el intento de suicidio con una navaja de rasurar por parte de excoronel Yánez y, cuya “herida no le causó la muerte inmediatamente, no obstante los esfuerzos que hizo con las manos para prolongársela”. Fue condenado a muerte por garrote vil y su cadáver se expuso a la “expectación pública en el patíbulo que se levantó en el campo del Egido.”en Napoleón Rodríguez, Los verdaderos bandidos de Río Frío, México, Hispánicas, 1987. Se sostiene que “Juan Yánez, Santa-Anna y los ahora llamados bandidos de Río Frío formaban una misma asociación delictuosa”. Esto se deduce a raíz del nerviosismo de Santa-Anna, quien dejó el cargo a los pocos días de haberse descubierto la red. Inclusive, el mismo Santa-Anna encubrió su muerte proporcionándole una navaja y narcóticos para que fingiera un suicidio. Luis González Obregón llegó a narrar que tuvo noticias de que Juan Yánez seguía con vida en un pueblecillo francés. Esto da una idea de la proporción del escándalo al que llevó este caso; varios magistrados y jueces murieron de forma sospechosa durante los años que duró el juicio en Rosalía Martha Pérez, De la política al bandidaje, México, Porrúa, 2007, p. 69. 29 Manuel Payno, “Viaje sentimental a San Ángel” en Boris Rosen Jélomer (comp.), Crónicas de viaje, México, conaculta, 1996, t. i, p. 37. 30 Ibid., p. 46. 31 Otras revistas en las que participó: El mosaico Mexicano (1836-1837, 1840-1842); El año nuevo (1837-1840); El ateneo Mexicano (1844-1845); Revista científica y literaria de México (1845-1846); El álbum Mexicano (1840); Presente amistoso (1847,1851-1852). 29 profesiones tales como la abogacía, medicina o ingeniería. Quienes escribían sobre los temas mencionados, lo hacían a título personal al hallar en el campo de la palabra escrita el medio idóneo para formular sus ideas, inquietudes y discrepancias. Las letras fueron el cauce apropiado para la expresión de una personalidad sibarita y sofisticada como la de Payno; en ellas encontró la libertad necesaria para que su interés por la comida y su memoria gustativa pudieran recrearse. La inclinación que Payno tuvo por la historia se advierte en sus novelas y los cincuenta y seis escritos comprendidos en su bibliografía,32 incluyen: “colecciones documentales y testimonios de su propia actuación en diversos acontecimientos, hasta algún libro de texto de instrucción elemental, pasando por ensayos y obras de reflexión interpretativas del pasado mexicano y de su importancia en un plano internacional”.33 Algunos de los títulos versan sobre Apuntes para la historia de la guerra entre México y Estados Unidos, Diccionario universal de historia y geografía —coordinado por Manuel Orozco y Berra—, Memorias sobre la revolución de diciembre de 1857 a enero de 1858 —donde in- tenta desmentir que él hubiera traicionado a los liberales y sus ideas reformistas. Es un documento de extrema defensa en contra de las acusaciones donde se esbozaba una imagen de él como “de alguien dominado por la ambición y la codicia”34 que se le imputaron por haber participado con Comonfort en el golpe de estado en 1857 y que Payno refutó contundentemente. Como escritor riguroso, recurría a las fuentes en archivos y localizaba a los testigos que pudieran aportarle información con testimonios orales. Consideraba que era necesario tener a la vista todos los antecedentes, hacer un balance entre la exposición de todas las partes para formar una apreciación lógica de los hechos. La obra histórica de Payno, al igual que su literatura han sido valoradas de forma desigual. Al respecto, Álvaro Matute y Evelia Trejo señalan que no 32 Duclas, Bibliografía, pp . 41-50. 33 Miguel Soto, “Manuel Payno” en Antonia Pi-Suñer Llorens, “En busca de un discurso integrador de la nación 1848-1884”, en Juan A. Ortega y Medina y Rosa Camelo, (coord.), Historiografía Mexicana, Universidad Nacional Autónoma de México, 1996, Vol. iv, p. 55. 34 Ibid., p. 57. 30 todos sus ensayos “resisten el análisis como obras historiográficas”. Para estos historiadores el Compendio de la Historia de México para el uso de los estableci- mientos de instrucciónpública de la República Mexicana (1870) y Memoria sobre la revolución de diciembre de 1857 y enero de 1858 cumplen con algunos de los lineamientos formales de la historia.35 El Compendio lo escribió animado por la necesidad de contar con un manual para la enseñanza de la historia cuando fue profesor en la Escuela Nacional Preparatoria. Escrito en forma de catecismo, muestra una preocupación por los acontecimientos recientes de la historia le dedica un menor tratamiento a la era prehispánica y colonial. Más que armar una trama histórica a través de sus protagonistas, le interesan los procesos que se van desarrollando en el devenir histórico, óptica que no era usual en sus contemporáneos. Por su parte, Miguel Soto rescata la primera incursión de Payno en su trabajo historiográfico en el capítulo “Polkos y puros” de la obra múltiple Apuntes para la historia de la guerra entre México y los Estados Unidos narra los testimonios de participantes y testigos. Se lamenta de la guerra fraticida y que ojalá nunca hubiera sucedido, sobre todo porque ésta se combatía mientras el país era in- vadido por los norteamericanos. Tuvo que hacer las gestiones ante Santa-Anna como representante de los alzados en una condición bochornosa.36 Momentos de estos sucesos fueron plasmados intensamente en El fistol del diablo. Algunas de las líneas del pensamiento de Payno en torno a la historia se encuentran resumidas en: “un afán integracionista del pasado indígena y español de la historia de México —como en los ensayos del Libro Rojo—; una evidente manifestación de su profunda convicción católica; muestra que los años de vida independiente no habían pasado en vano, había una modificación de apertura y ampliación de horizontes, en las costumbres y en las actitudes los mexicanos. Veía en el avance y progreso de las sociedades un principio rector inescrutable debido a su naturaleza providencialista: admira- 35 Evelia Trejo y Álvaro Matute, “Manuel Payno: de la historia inmediata a la perspectiva histórica” en Margo Glantz (coord.), Del fistol a la linterna, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1997, p. 116. 36 Soto, “Manuel Payno...” p. 56. 31 dor de Thiers y Guizot, Payno dejó estampado un tipo de “providencialismo evolucionista”.37 La trama de la novela Han sido muchas las lecturas e interpretaciones que se pueden hacer de Los Bandidos de Río Frío pero, sin lugar a dudas, es una metáfora sobre el nacimiento de la nación mexicana, donde la sociedad es vista con todas sus fortalezas y sus debilidades. La trama se desarrolla en un lapso de veintiún años que transcurren de 1819 a 1840.38 Consta de dos partes: el inicio de la primera se sitúa en el Rancho de Santa María de la Ladrillera, detrás de la cuesta de Barrientos con la noticia del extraño caso del embarazo de Doña Pascuala quien no lograba dar a luz después de trece meses de embarazo. Su esposo, Don Espiridión, recurre a la medicina tradicional que practicaban las brujas-curanderas Matiana y Jipila, una vez que el reconocidísimo doctor Codorniú había fracasado. Con ellos vive Moctezuma III, el sobrino huérfano de Don Espiridión, heredero de tierras cercanas a Amecameca. Los abogados Lamparilla y Bedolla interactúan en diversas situaciones con esta familia con el interés de obtener algún provecho en beneficio personal. El protagonista de la primera parte es Juan Robreño, hijo ilegítimo de Mariana la condesita del Sauz y el hijo del administrador de la hacienda pro- piedad de su familia, como niño expósito crece indefenso ante las desgracias de ser huérfano y la marginación que sufría por no contar con una familia. Su condición de desclasado lo introduce en las diferentes clases sociales y sus prototipos: Nastasita, la trapera, las chichihuas, Cecilia, Casilda, Evaristo, Don 37 Ibid., pp. 65-69. 38 Duclas, Les Bandits..., p. 276. Éstas son las fechas que le ha dado este autor, conforme a la cronología que ha elaborado del cotejo de algunos episodios y personajes de la época con pasajes de la novela. 32 Pedro Martín de Olañeta y Tules entre los principales. Sobrevive gracias a que en sus primeros años fue amamantado por las chichihuas en una atolería. Evaristo hábil artesano y tornero quien vivía idílicamente en San Ángel con Casilda, decide mudarse a la capital con la esperanza de superarse. En la desesperación por vender una almohadilla de marquetería que él mismo había confeccionado, se ve involucrado en una pelea con un aristócrata y es apre- hendido. Una vez libre, tiene la oportunidad de que Mariana, la condesita del Sauz aprecie su trabajo y le da empleo. Esto le abrió las puertas de la casa de la calle de Juan Manuel, propiedad del conde del Sauz. Ahí conoce a Tules, la dama de compañía más cercana a la condesita, con quien se casa una vez que abandona a Casilda. Después de varias peripecias, se instalan en una accesoria que utilizan como habitación y taller, más tarde, Nastasita les encarga a Juan Robreño en calidad de aprendiz. Para este momento de la novela, Evaristo ya se ha transformado en un hombre irascible y cruel, capaz de cometer los actos más atroces que presagian su fatalidad. Una noche después de haber pasado un San Lunes en la pulquería de los Pelos asesina a Tules bajo el influjo del alcohol. Una vez ejecutado el artero crimen, huye rumbo a Río Frío donde se convierte en ladrón. En esa zona finca su guarida y se afianza como el jefe de la banda de bandidos que más tarde con Relumbrón a la cabeza, serán conocidos como los bandidos de Río Frío. Este último alcanza un enorme poder al controlar el camino más importante del país por el que transitaban la diligencias con todo tipo de pasajeros que se dirigían rumbo al puerto de Veracruz. La segunda parte de la novela gira alrededor de Relumbrón, personaje inspirado en Juan Yánez, militar y secretario particular de Antonio López de Santa-Anna. Fue capaz de armar un entramado delictivo que poco a poco amplió en una combinación de casas de juego, fábrica de billetes falsos, robo de alhajas, asalto de haciendas y todo lo relacionado con el bandidaje y el crimen; despliega su ambición y brutalidad por medio de una red que operaba desde la capital. Con Relumbrón ha quedado caracterizado el perfil del político, que se vale del poder para satisfacer su ambición personal y, a costa de erario público amasar grandes fortunas. Los dos personajes centrales de la novela Juan Robreño y Relumbrón, a pesar de compartir un origen de orfandad tienen un final diametralmente 33 opuesto. Juan Robreño se encuentra con su padres; se integra a la vida familiar en sociedad, resarciendo el sino de desgracia con el que parecía haber nacido. Relumbrón en cambio paga las consecuencias de la orfandad; la falta de una guía ética y moral de haber tenido padres, lo convierten en una lacra social. El peso de Robreño y Relumbrón, aunado al de Evaristo, contrasta con el de las mujeres que como Cecilia, Casilda, Juliana, Doña Pascuala, Jipila, Matiana y Nastasita representan dentro de la novela. Las figuras masculinas están en la acción exterior. En Juan Robreño se encuentra la entereza que se necesita para sobrevivir y enfrentarse a las condiciones que privaban en el país. En ese sentido Robreño encarna lo nuevo, lo promisorio, lo esperanzador, mientras que Relumbrón y Evaristo serían la vieja sombra que había rondado y diezmando a la nación durante los siglos anteriores: el mal endémico difícil de extirpar. En oposición se mueven las figuras femeninas, que desde espacios de mayor intimidad, van coadyuvando de una manera menos visible y silenciosa en la construcción de la patria. De esto y de muchos otros aspectos más trata esta novela río por la confluencia de sus múltiples historias. 35 CAPITULO 1 MANUEL PAYNO: VIDA, OBRA Y SU FACETA DE GASTRÓNOMO “Ha muerto un hombre que era una época,” fue el titular del periódico El Partido Liberal del 7 de noviembre de 1894, con el que dio aconocer el deceso de José Manuel Payno Cruzado quien viera la luz primera el 28 de febrero de 182039 en la casa de Sta. Clara 23, en el centro de la Ciudad de México. Aunque se sabe poco de sus primeros años, es de suponerse que éstos transcurrieron dentro de un ambiente de bienestar y estabilidad económica. Su padre, José Manuel Payno y Bustamente hizo una carrera ininterrumpida y meritoria dentro de las finanzas públicas de México. En tiempos de la colonia trabajó en la Dirección de Alcabalas, después fue contador de la Dirección General de Rentas, desempeñó varios empleos en la Aduana de México y fue miembro de varias juntas consultativas y de aranceles.40 Sus cargos públicos le hicieron gozar de gran reputación que influyera en la vida futura de su hijo. La religiosidad de su madre María Josefa Cruzado, marcó la vida espiritual de Payno que le llevó a considerar la posibilidad de ingresar en alguna orden religiosa, de no ser por su irrefrenable atracción hacia el sexo opuesto. La su- blimación del amor maternal lo acompañó durante toda su vida tal como lo expresa en sus pensamientos hacia la mujer: “Las lágrimas de una madre son 39 Duclas, Les Bandits..., p. 19. 40 Ibid., p.12. 36 capaces de enternecer a las piedras”;41 o refiriéndose al amor de juventud: “A esa joven la amé con el amor tierno y sublime con que se ama a una madre”.42 Se desconoce la fecha de la muerte de Doña Josefa pero ésta acaeció antes de 1846, ya que su padre contrajo nuevas nupcias con Luz Abrego en 1847. Es de suponerse que este matrimonio afectó al joven Payno por la lejanía que mantuvo hacia la nueva familia. Los valores de la vida familiar como el trabajo, la disciplina, la honestidad, la perseverancia, la espiritualidad y la comodidad, bajo los cuales se crió, im- primieron su huella en la dedicación y convicción que le profesaba a todas las actividades que realizó en su vida. Años de formación Se sabe poco de la escolaridad de Payno; sus primeros años los cursó en la escuela de Jesús donde fue alumno destacado en las materias de historia, el resto de su formación fue autodidacta. A los 16 años, participa en la Academia de Letrán a instancias de Guillermo Prieto con quien mantuvo una estrecha amistad, compartían el interés que siempre los unió por las letras, la cultura y la política. Fue en la Academia de Letrán, —fundada en 1836 por José María Lacunza, profesor del Colegio de Letrán, su hermano Juan Nepomuceno, Manuel Tonait Ferre y Guillermo Prieto— donde Payno empezó a dar sus primeros pasos como escritor, poeta y narrador inimitable.43 Esta academia fue precursora de las asociaciones literarias que más tarde sirvieron como espacios de reunión e intercambio de ideas. Guillermo Prieto frecuentaba la casa de los Payno en donde encontraba un ambiente afectuoso y acogedor que no tenía en la situación tan precaria que vivía como huérfano. Debido a la cercanía de Prieto con Payno y a su agudeza para captar la personalidad de los que lo rodeaban, contamos con 41 Citado en Duclas, Bibliografía..., p. 114 42 Payno, Amor secreto, en Artículos y narraciones, México, Imprenta universitaria,1945, p. 146. 43 Duclas, Les Bandits..., p. 27. 37 un retrato elocuente de la personalidad física y psicológica de este último; le llamaba la atención lo atractivo y seductor de su temperamento: “Era Manuel de color apiñonado, de cabello negro y sedoso, de ojos hermosos de sombría pestaña; esmerado en el vestir, pulcro en las maneras y de plática sabrosa y entretenida”.44 Estas cualidades hicieron que Payno fuera el foco de atracción para el sexo opuesto de todas las edades; tenía éxito en cualquier reunión, ya fuera bailando, jugando o simplemente con su charla. La facilidad que mostraba para conducirse en sociedad, hizo que Payno contara con un grupo nutrido de amistades como Casimiro Collado, José Joaquín Pesado, Manuel Escandón que luego aparecerá en Los Bandidos, José María Esteva, Joaquín García, José María Escalante, González Mendoza —go- bernador de Puebla—, el Conde de la Cortina, —su padrino de boda—, Ignacio Altamirano, Pedro Escobedo, el poeta Juan de Dios Peza, los hermanos Suárez y los Peña de la alta sociedad.45 Las relaciones que cultivó en los diferentes ámbitos de la escena pública fueron imprescindibles para las actividades empresariales y mercantiles que realizó a lo largo de su vida. En 1839 a los diecinueve años, parte hacia Matamoros para trabajar en la aduana bajo las órdenes de Manuel Piña y Cuevas. Algunas alusiones de Payno hacen suponer que en aquella época, sufrió una pena muy grande por la pérdida del amor de Laura, quien murió siendo muy joven. Además de las motivaciones de índole profesional y sentimental, Payno viajó al norte del país interesado en el potencial, tanto humano como territorial de la zona más desconocida, deshabitada e inexplorada del país con el propósito de sondear la viabilidad de proyectos que impulsaran el desarrollo económico. Con esa mira, recorrió a caballo el Río Bravo, los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Veracruz y San Luis Potosí. Las crónicas de este viaje se publicaron en el periódico El Siglo xix, entre 1842 y 1843; resultaban de gran interés para el público lector del centro, no sólo por la descripción de la vida tan alejada del ajetreo de la gran ciudad, sino que la vecindad con los comanches hacía de aquellos lares una tierra llena de peligros y aventuras que despertaba la curiosidad de los lectores. 44 Guillermo Prieto, Memorias de mis tiempos, México, Porrúa, 1985, p. 60. 45 Duclas, Les Bandits..., p. 28. 38 Alrededor de 1840 y 1841 perteneció al ejército del norte, bajo el periodo de Mariano Arista, a sus veinte años había obtenido un alto rango dentro del mismo. Sobrellevando las dificultades y penurias, se sentía orgulloso de perte- necer a “tropas no revolucionarias, no viciosas, no altaneras, sino subordinadas valientes, sufridas y que han defendido como leales Mexicanos, como bravos soldados los derechos e integridad del territorio de la República. El haber per- tenecido, un momento siquiera, al ejército del Norte, da el orgullo necesario para levantar la cabeza y decir a los mercenarios: He servido a mi patria”.46 Payno regresa transformado, es otro y le esperan los años más fructíferos en cuanto a su producción literaria. Su vida personal no podía estar al margen de los cánones del romanticismo, creía que el matrimonio era indispensable. Pensaba que un hombre solo era: “un árbol sin hojas, una flor sin aroma, un arroyo sin agua, un campo sin verdura”. Tenía bien definidos sus conceptos de la mujer “ideal,” describiendo los requisitos tanto físicos como morales: “debe tener los ojos negros y brillantes, cabello de ébano, piel delicada, labios frescos y dientes blancos y bien torneada. Además que sea sensible al placer y libre para... esta especie de flexibilidad, de abandono, de dejadez que anuncian un cansancio del placer a la vez que un deseo infinito de gozar las caricias del amor”.47 Tal como parece, Guadalupe González Doncella —Gualupita— con quien se casó el 20 de enero de 1847 a los 27 años, cumplía con el ideal que había concebido. Guillermo Prieto fue su testigo48 de boda y así lo confirma: “su es- posa era un dechado de gracia y talento, chiquita, ojos negros, agudísima en la conversación, la misma finura para hacer los honores de la casa”.49 Procrearon 4 hijos: Juan Manuel, nacido el 29 de agosto de 1848; Trinidad el 20 de febrero de 1853; Manuel Cosme el 2 de octubre de 1855 y Rafael muerto de pulmonía a los 10 meses. Sin tener la fecha precisa de la muerte tanto de su esposa como de sus hijos, éstas acaecieron entre 1859 y 1863 para Doña Guadalupe y Juan 46 Citado en Duclas, Bibliografía..., p. 34. 47 Payno, Memorias sobre el matrimonio, México, conaculta, 2002, p .48. 48 En el acta de matrimonio aparecen como padrino el Sr. General Don José Gómez de la Cortina y Da Dolores Valdivieso; como testigos D. Guillermo Prietoy D. José Ignacio Padilla en Duclas, Les Bandits..., p. 79. 49 Prieto, Memorias..., p. 80. 39 Manuel y Manuel Cosme entre 1886 y 1890. Su hija Trinidad se casó en París en 1882 con el compositor mexicano Ernesto Elorduy, tuvieron dos hijos Elsa y Raúl, los únicos nietos del escritor.50 Años fecundos: 1842-1848 Entre los escritos de Payno, las crónicas de viajes son las que le sirvieron en mayor medida, de inspiración y memoria para escribir Los Bandidos. Los relatos de viajeros al igual que la novela histórica, fueron dos de los géneros literarios más socorridos durante el siglo xix. Gracias a los avances tecnológicos —como la máquina de vapor y el ferrocarril—, viajar se hizo más accesible y visitar lugares remotos estuvo al alcance de aquéllos que se lo propusieran. No sólo Gustave Flaubert, Gérard de Nerval, Alexander von Humboldt, Laurence Sterne, Alphonse de Lamartine y François-René de Chateaubriand51 inmor- talizaron sus experiencias, de igual manera el viajero común llevaba un diario donde apuntaba día a día sus impresiones. Como ávido lector de estos autores, Payno se contagió del mismo espíritu en sus travesías; viajar se convirtió una práctica constante a lo largo de su vida, los recorridos a los diferentes lugares, el contacto con otras culturas y otras personas, lo conducían a la introspección sobre la cual escribía. El intercambio que se daba entre la realidad externa y el “yo,” era parte del subjetivismo propio del ánimo romántico, presente en la literatura de viajes de este autor. En 1842 Payno va a Guanajuato a los sitios donde ocurrieron los sucesos de la Independencia para buscar y entrevistar tanto a los testigos y protagonistas para elaborar su interpretación personal. Viaje sentimental a San Ángel y otros escritos dedicados a Santa Anita e Iztacalco son descripciones donde se aprecia la admiración que Payno tenía por los alrededores de la ciudad. 50 Duclas, Les Bandits..., pp. 80-83. 51 Se le atribuye a este escritor, pionero del romanticismo y diplomático francés haber servido por primer vez a Napoleón el filete Chateaubriand, creación de su cocinero Montmirail. Consiste en una porción grande de filete con su interior ligeramente rosado en Néstor Luján, “Carnet de Ruta, Las recetas de Pickwik”, Los 5 sentidos, Tusquets, 1982. 40 El mundo editorial de aquella época es impensable sin Ignacio Cumplido quien jugó un papel relevante dentro del ámbito de la impresión y de la edición. En 1832 instaló su propio taller dirigido bajo una escrupulosa organización; se mantuvo a la vanguardia de las novedades editoriales para ofrecer a sus lectores publicaciones periódicas con ilustraciones litográficas de manera sistemática; contó con una red de distribuidores que abarcó gran parte de la nación, ade- más de integrarse al movimiento periodístico europeo. Como responsable del El Siglo Diez y Nueve, uno de los periódicos de mayor duración y la revista El Museo Mexicano mantuvo una estrecha relación con la intelectualidad mexi- cana; participó en publicaciones de escritores de la talla de Mariano Otero, Luis de la Rosa, Guillermo Prieto, Manuel Payno, Francisco Zarco y José María Lacunza.52 Ignacio Cumplido contó con una sagacidad especial para reconocer talentos literarios; creó una especie de cautiverio en su propia casa donde los escritores contaban con alojamiento y manutención, a cambio, ellos se veían con la obligación de trabajar bajo su dirección. Este empresario conocedor de la curiosidad y habilidades descriptivas de Payno, le encarga una crónica de viaje a Veracruz en el invierno de 1843; publicaciones que aparecieron en El Museo Mexicano en forma de cartas dirigidas a Fidel —seudónimo de Guillermo Prieto—, servían como guías para los viajeros, proporcionándoles un resumen de lo más importante de los lugares que iban visitando. En 1845 fue enviado por el ministro de Justicia, Mariano Riva Palacio, a cumplir una misión encauzada a estudiar el sistema penitenciario en los Estados Unidos.53 Desde allá presenció el embarque de las fuerzas americanas que iban a invadir a la República. Fletó una goleta y vino a dar parte al gobierno con minuciosos informes sobre tan grave asunto. Esto sería motivo para que hiciera un recorrido por los estados de Nueva York, Connecticut y estuviera 52 María Esther Pérez Salas, “Ignacio Cumplido: un empresario a cabalidad” en Empresa y cultura en tinta papel 1800-1860 ..., pp. 147-153. 53 Es muy posible, por tanto, que a su regreso a la ciudad de México, él hubiera entregado al gobierno de Herrera un informe preciso, que pudo servir para las negociaciones que de balde se intentó llevar a buen fin y, más tarde, para las operaciones de guerra en Ana Rosa Suárez Argüello, “La mirada en el espejo. El viaje de Manuel Payno a Estado Unidos(1845) en Anuario de Historia, Facultad de Filosofía y Letras/Universidad Nacional Autónoma de México, Vol. 1, 2007, p. 113. 41 algunos días en Cuba donde tuvo problemas con el gobierno por publicar sus desacuerdos. Regresa al norte vía Nuevo Orleáns, ciudad donde radicaban los hermanos Hargous quienes a través de sus relaciones con diplomáticos, políticos y empresarios mexicanos pugnaban por conseguir la concesión del Istmo de Tehuantepec; Payno formó parte del grupo Hargous entre otras de sus sociedades. A mediados del siglo xix, la cuestión de Tehuantepec constituyó el tema más importante de las relaciones entre México y Estados Unidos. La cons- trucción de una ruta que uniera los litorales oriental y occidental por el istmo mexicano resultaría en ahorro de tiempo, reducción de distancias y participación en el comercio transpacífico, el paso y tránsito por la angostura mexicana, se volvieron un elemento indispensable para el desarrollo estadounidense. Este asunto llevó varios años de cabildeo entre ambos países, finalmente no se llegó a ningún acuerdo.54 Diana Irina Córdoba en su biografía de Payno saca a la luz su talante empresarial en una faceta poco estudiada.55 De lo anterior se puede inferir que los viajes realizados por Payno para tratar algún asunto del gobierno mexicano se mezclaron con intereses personales de índole financiero ya que gozaba de información privilegiada como observador del progreso económico en especial de los Estados Unidos. También es de suponerse que fue enviado en misiones secretas dado la complicada situación de México con ese país, Inglaterra, España y Francia. Lo extenso de la obra de Manuel Payno da cuenta de la diversidad de temas que ocuparon a los pensadores del siglo xix. Nos legó: Artículos de costumbres 54 Ana Rosa Suárez Argüello, La batalla por Tehuantepec, México, Secretaria de Relaciones Exteriores, Dirección General del Archivo Histórico Diplomático, 2003, 241-245. 55 La actividad empresarial de Payno estuvo ligada al contexto de su época en un imbricado tejido de relaciones políticas, personales y económicas. Se asoció con la compañía de J.B. Jecker, a quien consideraba el “banquero de los gobiernos”, con los hermanos Mosso y Bonifacio Gutiérrez, para deslindar terrenos baldíos en Tehuantepec, fue pieza clave para que le otorgara a Antonio Escandón, hermano de Manuel, la concesión del camino de fierro en agosto de 1857. El matrimonio Payno celebró también la compraventa de algunos inmuebles, e hizo préstamos de no poco monto, si bien parece que las empresas más ambiciosas en que nuestro personaje participó durante esos años fueron las que lo habían llevado a asociarse, desde 1857, de una parte, con Guillermo Prieto, Ponciano Arriaga y José María Iglesias, entre otros en Diana Irina Córdoba Ramírez, Manuel Payno: los derroteros de un liberal moderado, Michoacán, El Colegio de Michoacán, 2006, pp. 120-177. 42 (32), Avisos. Informes (8), Biografías (8), Cartas (11), Críticas (28), Crónicas (36), Discursos (2), Ensayos filosóficos, sociológicos y éticos (13), Ensayos históricos (56), Ensayos religiosos (7), Mejoras morales y materiales (16), Monografíassobre México (30), Novelas (4), Periodismo (no se consideran en la numeración pero se mencionan 4), Poesía (9), Política (95), Polémica (36), Prólogos (2), Relatos de viaje (8), Teatro (1), Trabajos leídos en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística (26), Trabajos sobre Hacienda, Economía, Derecho (139), Tradiciones, leyendas (4), Traducciones (23) y múltiples artí- culos sin clasificar (42).56 Actividad política y su faceta de gastrónomo A partir de 1848 Payno comienza de manera más decidida su carrera política, una vez que había alcanzado logros dentro del ámbito literario. Era un escritor respetado y se le reconocía su talento; los viajes enriquecieron su visión del país en el contexto internacional. Su vida personal alcanzó la estabilidad y tranquilidad en el matrimonio, además había pasado por la experiencia de la lucha armada en defensa de la nación. Era una de las personas mejor preparadas dentro del Congreso cuando fue diputado por Puebla en 1848, se sentía con la legitimidad suficiente para emprender los proyectos que transformaran al país social y económicamente. Se le conocía como un orador inigualable, sereno y confiado, “cuando subía a la tribuna no andaba buscando ni frases pomposas, ni las figuras poéticas, ni los golpes de teatro; muy pocas veces se exalta y no hay peligro de que muera por la impetuosidad de su carácter...”57 No por eso dejaba de ser crítico y poco condescendiente con la situación que imperaba . Concebía la educación como parte medular para labrar la conciencia po- lítica, la importancia del voto y la trascendencia del ideario de cada uno de los partidos. Aunque reconocía que esto se lograría en el largo plazo, en el corto y mediano veía que era necesario reformar a la policía y al ejército, así como mejorar la administración. Planteó la modernización del país como prioritaria, 56 Miguel Ángel Castro, “Prólogo” en Duclas, Bibliografía..., p. 14. 57 Citado en Duclas, Les Bandits..., p. 113. 43 para lo cual habría que transformar el campo, las vías de comunicación eran indispensables para lograrlo, la construcción de ferrocarriles y barcos se tendrían que acelerar como lo hacían ya países de éxito, este proyecto lo tuvo siempre presente. Fue un convencido de que era necesario poblar el norte y proteger las fronteras ante los invasores; implementó un sistema de control de aduanas de “contrarresguardo.” Conocía mejor que nadie la situación hacendaria del país y, fue uno de los primeros en negociar la disminución de los intereses de la deuda externa. Llegó a ocupar cuatro veces la Secretaría de Hacienda, durante los gobiernos de Joaquín Herrera (del 4 de julio de l849 al 13 de enero de l851), Mariano Arista (del 16 al 28 de enero de l851) e Ignacio Comonfort (del 14 de diciembre de 1855 al 15 de marzo de 1856, y del 20 de octubre al 11 de diciembre de 1857).58 Consecuente con su vocación de servicio, en 1848 ingresa a la Sociedad Filantrópica donde obtiene financiamiento para la construcción de escuelas y talleres artesanales. Al siguiente año se convierte en miembro de la Sociedad de Geografía y Estadística de México. El 26 de enero de 1851 termina su cargo como Ministro de Hacienda y presenta su renuncia debido a una inflamación de los ojos que estaría presente durante toda su vida. En marzo del mismo año, es comisionado por Mariano Arista para emprender un viaje a Europa como Encargado de Negocios en Londres, Cónsul general y responsable de varias misiones.59 La vida política de Manuel Payno estuvo determinada por su participa- ción en el golpe de estado de 1857 y enero de 1858, durante la presidencia del General Ignacio Comonfort. En ella se vieron cifradas las convicciones que como moderado profesaba, sobre todo en su parte toral en cuanto a la separa- ción irreductible de la Iglesia y del Estado. Entre otras de las definiciones del actuar de la postura moderada que explican su comportamiento ante algunos de los acontecimientos políticos en los que se vio involucrado serían que “opera fundamentalmente como ‘reacción’: frente a lo que otros dicen o hacen, se 58 Nicole Giron, “Manuel Payno: un liberal en tono menor” en Historia Mexicana , México, El Colegio de México, Vol. xliv, núm. 1, julio-septiembre, 1994, p. 31. 59 Duclas, Les Bandits..., p. 142. 44 posiciona en el ‘centro’ y pretende ser el fiel de la balanza y su pertenencia a sectores de élite, lo que se traduce en la defensa de sus privilegios”.60 Después del fracaso del golpe, estuvo prisionero por algunos meses: salió de prisión a instancias de Maximiliano de Habsburgo, quien reconociendo su experiencia hacendaria lo invitó a colaborar dentro de su gabinete. Meses después renuncia y desempeña algunos cargos menores, dentro del servicio diplomático en España y Francia. Esto le permitió contar con el tiempo y la distancia suficientes para reflexionar sobre su país, su escritura y su porvenir. En el escenario de “hombre de mundo” que fue la vida de Payno, llama la atención su novedosa y sugerente faceta como uno de los primeros gastróno- mos en la historia de la cocina mexicana. En su obra se constata que el gusto por la comida y los placeres de la mesa sobrepasan el hedonismo personal para abarcar una dimensión cultural más amplia, visión propia del gastrónomo.61 60 Marcos T. Águila Medina, “Prólogo” en Memorias de México y el Mundo. Manuel Payno, obras completas, México, conaculta, 2000, t. vii, pp. 16-20. La vacilación de Payno para que se aplicaran las leyes de desamortización de bienes, se basaba en que la Iglesia había cumplido en la Nueva España diversas funciones relacionadas con préstamos de créditos blandos para obras de desarrollo económico; aperturas de escuelas básicas y de educación superior, así como hospitales y servicios de salud para la población de escasos recursos que el Estado no estaba en condiciones de absorber. Algunas de las personalidades que pertenecieron al partido moderado fueron: Manuel Gómez Pedraza, José María Lafragua, Ignacio Comonfort, Francisco Olaguíbel, Mariano Arista, Mariano Riva Palacio, Gregorio Mier y Terán, Mariano Otero, Luis de la Rosa, Manuel Siliceo, José María Lacunza, Manuel Doblado, Juan Álvarez. 61 El gastrónomo moviliza saberes múltiples: fisiología, medicina, química, higiene, a veces geografía o moral. Se abre con él la era de los escritores cuyo objeto es siempre la comida en Michel Onfray, La Raison Gourmande, Paris, Grasset&Fasquelle, 1995, p. 18. Una versión actualizada de lo que se entiende por gastronomía y, en consecuencia, por gas- trónomo es el estudio de la relación entre cultura y alimento. Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida. Desde el punto de vista etimológico la palabra “gastronomía” no tiene un significado literal del todo válido pues deriva del griego “gaster” o “gastros” que quiere decir estómago y “gnomos”, conocimiento o ley (Conocimiento o estudio del estómago).Un gourmet es una persona con gusto refinado, y conocedor de los platillos, 45 Este cariz de su personalidad, además de ser casi desconocido, no se entendería sin el contexto de la cultura culinaria de su época. Contexto de la cultura culinaria en el siglo xix México, como las otras grandes capitales del mundo, se vio permeado por la cultura francesa que en el siglo xix, dictaba la moda a seguir para el mundo “civilizado” en cuanto respecta a la cultura culinaria. Como parte de ella, la literatura gastronómica floreció en grande en ese siglo.62 Los nombres de B.A. Grimod de la Reynière (1758-1837) y Jean Anthelme Brillat-Savarin (1755-1826) quedan inscritos comolos iniciadores de la reflexión y teorización en torno a la comida y son referencias clásicas de consulta obligada. Ellos sentaron las bases para que se comprendieran la parte fisiológica, artísti- ca, social y material de la relación del hombre con la comida. Pertenecieron a las clases altas de la Francia prerrevolucionaria; el mundo aristocrático fue el ambiente donde germinaron sus obras con las que contribuyeron a la “secu- larización” de ciertos aspectos de esa forma de vida que más tarde adquirió la burguesía emanada de la Revolución Francesa. B.A. Grimod de la Reynière, muy al estilo del marqués de Sade, hizo de la trasgresión un apostolado, adepto al hedonismo emanado de la buena mesa. Se cuenta que no tenía manos por lo que realizó su actividad como escritor y gastrónomo con la ayuda de unas prótesis inservibles. 63 Pensaba que las que tiene la capacidad de ser catador de talentos de cocina al probar el nivel de sabor, fineza y calidad de ciertos alimentos y vinos. En México algunos de los primeros estudiosos que comenzaron a hablar del tema de la gastro- nomía fueron José Vasconcelos y José Juan Tablada, se refirieron a ella bajo dos definiciones. Consideraron a la gastronomía como el acceso a productos de todo el mundo y la posibilidad de tener restaurantes de categoría. Posteriormente, Salvador Novo utilizó la palabra gastronomía en el título de su libro sobre la cocina de la ciudad de México y si bien no definió el concepto vemos que usa la palabra gastronomía como entorno, es decir, todo lo que está alrededor del hecho culinario en Juárez López, Nacionalismo culinario, p. 45. 62 Jean François Revel, Un festín en palabras, España, Tusquets, Los 5 sentidos, 1995, p. 231. 63 Xavier Domingo, “Prólogo” en B.A.Grimond de la Reynière, Manual de anfitriones y guía de golosos, Barcelona, Tusquets, 1998, p. 12. 46 mujeres eran “demasiado débiles y bobas” para el trabajo teórico que requería la gastronomía, por lo que este dominio debía quedar en manos exclusivas de lo masculino. Como innovador original era capaz de montar verdaderas obras de teatro, donde la mesa y la comida eran el centro de atracción; consideraba que la cocina estaba relacionada con todos los conocimientos humanos “inclu- yendo las ciencias físicas, las artes útiles, la química, la física, la arquitectura, la geometría, la pintura, la pirotecnica”.64 Sus escritos fueron publicados dentro del género periodístico bajo el título en español de Manual de anfitriones y guía de golosos. El anfitrión65 es para Grimond de la Reynière un especialista, que al mando de un grupo de cocineros, pinches, mayordomos y demás servicios, debía tener conocimientos sobre cocina, vinos, servicio de mesa, manejar los códigos de puntualidad, temas de conversación, —aconsejaba no hablar de política en la mesa—, criterios para invitar y disponer a los invitados, etcétera. Todos los requisitos y virtudes del anfitrión corresponden a los creadores de l’Ancien Régime, capaces de organizar las fiestas más espectaculares donde ponían a prueba sus talentos con verdaderas producciones artísticas donde se exhibían el boato y el lujo de la corte.66 Reminiscencias de estos especialistas aparecen en el Nuevo cocinero mexicano, “un buen oficial debe ser al mismo tiempo confitero, decorador, pintor, arquitecto, escultor, y florero”.67 Lo que demuestra que junto con el saber de la culinaria francesa, también llegó a México para finales del siglo xix la especialización en roles dentro de la cocina. 64 Grimond de la Reynière, Manual de anfitriones..., p. 155. 65 Rol proveniente del nombre del rey de Tebas por haber sido espléndido en sus banquetes, y que hoy entendemos como aquella persona que tiene invitados o recibe a su mesa o a su casa en Diccionario de la Real Academia de la Lengua. 66 La figura del anfitrión, tal como la describe este autor, es conocida en la actualidad por la película Vatel, acerca de la vida de François Vatel (su verdadero nombre era Fritz Karl Watel; París, 1631 – Chantilly, 24 de abril de 1671) fue un cocinero y Maitre francés de origen suizo, famoso por haber inventado la crema Chantilly en el castillo del mismo nombre (Chantilly), donde servía a Luis II, Príncipe de Borbón-Condé. El suicidio de Vatel ha pasado a la historia de la gastronomía como ejemplo del extremo al que puede llevar la pasión por la cocina y su perfeccionamiento: supuestamente, la falta del pescado que requería para uno de sus banquetes fue el detonante para su final trágico; la película expone una causa más compleja. 67 Anónimo, Nuevo cocinero mexicano en forma de diccionario, México, Miguel Ángel Porrúa, 1989, p. 943. 47 El anfitrión tiene su motivo de ser en el “gourmand”, tal como aparece originalmente en el francés Almanach des gourmands, el significado que da el Diccionario de la Academia es el de “goloso como sinónimo de Glotón y de Tragón y Golosinería lo es de Glotonería.” Grimond de la Reynière puntuliza que el gourmand no sólo es aquel que por naturaleza goza de un excelente estómago, sino “tiene un gusto refinado, cuyo origen reside en un paladar exquisitamente delicado, logrado tras larga experiencia”.68 Esta definición de gourmand corres- ponde y es sinónimo de gourmet; sibarita o gastrónomo quienes rescatarían el viejo “savoir-vivre” perdido con la Revolución. Según Xavier Domingo esta concepción de anfitrión fue un modelo ideal “para los hombres del Primer Imperio y válido hasta la Tercera República...políticamente pertenece a la rara especie de los conservadores progresistas.”69 Domingo ve en esta obra una forma de militancia política por medio de la literatura gastronómica; criterio atribuible, de igual manera, con respecto a la obra Manuel Payno. El otro precursor de este género es Jean Anthelme Brillat-Savarin quien perteneció a una familia de abogados pudientes de la “noblesse de robe” —la aristocracia de la administración de la justicia. Él mismo fue abogado, opositor al régimen posrevolucionario por lo que se exilió en Suiza y Estados Unidos donde se ganó la vida como maestro de violín y cocinero; en una ocasión per- siguió a un pavo silvestre por las selvas vírgenes y luego se lo comió completo “mechado de cebolla, ajo, setas y anchoas”.70 Paradójicamente Brillat-Savarin recomendaba la mesura en el comer y el beber como reglas para el gourmet. La Fisiología del gusto es su gran obra y murió sin enterarse del éxito de la misma; versa sobre las funciones relacionadas con el acto de comer y su naturaleza.71 A manera de meditaciones con cierto tono filosófico, analiza lo referente a los sentidos, al gusto, al apetito, los sueños, la digestión, el descanso, la obesidad, la flaqueza, el ayuno, la muerte y a los alimentos en general. 68 Reynière de la, Manual de anfitriones..., pp. 29-30. 69 Domingo, “Prólogo” en Ibid., p. 27. 70 Alfonso Reyes, Memorias de cocina y bodega, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 91. 71 Fisiología en el sentido en que Aristóteles y otros escritores antiguos usan la palabra, estudio de la naturaleza lo mismo que física. En ese sentido usó también Kant a veces la palabra en Nicola Abbagnano, Diccionario de filosofía, México, Fondo de Cultura Económica, 1982, p. 559. 48 Dos de las meditaciones de Brillant-Savarin discurren sobre la gastronomía y el gastrónomo donde explica el significado de este término, toda vez que los diccionarios de la época, confundían gastronomía con glotonería y voracidad; repara en que este concepto está más cercano a la idea de gula, por lo que da varios conceptos que definen la gastronomía: “es la preferencia apasionada, racional y habitual de cuantos objetos lisonjean el gusto; es enemiga de los excesos; todo hombre que tiene indigestión o borrachera, corre peligro de que lo borren de la lista de los expertos; también comprende la golosina, que no es sino la misma preferencia aplicada a manjares ligeros, delicados, de pequeño volumen, a los dulces, pastas, etcétera.”72 Le reconoce
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