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Teoria-de-la-conducta-2 - Carmen Vidal

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TEORIA DE LA
CONDUCTA
2
Avances y extensiones
Emilio Ribes Iñesta
EDITORIAL ni-!
TRILLAS I®
jola I (©
México. Aigonlina. España. * ■■■■
Colombia. Puorto Rico. Venozuola I (R)
Catalogación en la fuente
rRibes Iñesta, Emilio
Teoría de la conducta 2 : avances y extensiones. — 
México: Trillas, 2010.
178 p. : il.; 23 cm.
Incluye bibliografías e índices
ISBÑ 978-607-17-0467-2 
1. Behaviorismo (Psicología). I.1.
D-150.1943 R625c LC-BF199 R5.2
La presentación y 
disposición en conjunto de 
TEORÍA DE LA CONDUCTA 2. 
AVANCES Y EXTENSIONES 
son propiedad del editor. 
Ninguna parte de 
esta obra puede ser 
reproducida o trasmitida, mediante ningún 
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(incluyendo el fotocopiado, la grabación 
o cualquier sistema de recuperación y 
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www.trillas.com.mx
Tienda en línea
www.etrillas.com.mx
Miembro de la Cámara Nacional de 
la Industria Editorial.
Reg. núm. 158
Primera edición, marzo 2010
ISBN 978-607-17-0467-2
Impreso en México
Printed in México
http://www.trillas.com.mx
http://www.etrillas.com.mx
4
La función principal de una propuesta teórica en ciencia es la de 
estimular nuevas formas de percibir y analizar no sólo los fenómenos 
del dominio común que constituyen el origen y destino del pensa­
miento científico, sino también los conceptos y métodos que la propia 
disciplina ha desarrollado para comprenderlos desde una perspectiva 
más abstracta. Estos fueron los objetivos de Teoría de la conducta: un 
análisis de campo y paramétrico (TC) cuando apareció en 1985. Como 
toda propuesta teórica inicial, TC se formuló con un doble propósito. 
Por una parte, se intentó "reconstruir” una tradición científica (en este 
caso, los diversos conductismos) cuyas categorías y métodos mostraban 
serias limitaciones y contradicciones para analizar y comprender diver­
sos fenómenos experimentales y de la experiencia común relativos al 
dominio de la psicología. Esta reconstrucción implicó un rompimiento 
con los paradigmas del mecanicismo y de la evolución, como paradig­
mas de lo psicológico, y su reemplazo por la lógica propuesta por J. R. 
Kantor. La teoría se transformó categorialmente y, por consiguiente, 
en las funciones lógicas de sus conceptos. De igual manera, se reor­
denaron los criterios de clasificación de los fenómenos a ser estudia­
dos y comprendidos. Por la otra parte, se plantearon nuevos horizontes 
empíricos, tanto desde una perspectiva conceptual como desde la me­
todología apropiada para abordar experimental y observacionalmente 
fenómenos complejos, de carácter episódico, que comprenden a más de 
un individuo, y que fueron simplificados de manera reduccionista por 
la tradición y, las más de las veces, ignorados.
5
6 PRÓLOGO
Durante veinticinco años he guiado mi trabajo teórico, experimen­
tal y como docente por los supuestos y categorías planteados en TC. El 
camino no ha sido fácil. Los paradigmas y categorías aparentemente su­
perados, reaparecen continua y persistentemente en la nueva práctica, 
disfrazados bajo distintas palabras y procedimientos, distorsionando y 
desviando los esfuerzos por ver y comprender los fenómenos psicoló­
gicos desde una perspectiva diferente. Sin embargo, y a pesar de ello, 
se han realizado avances significativos. En este volumen se compen­
dian algunos de dichos avances y logros. Se trata de escritos publicados 
previamente, y que su dispersión en distintas revistas especializadas 
y en el tiempo, han dificultado percibir su unidad y coherencia teó­
ricas como extensiones y completamiento de temas y problemas sólo 
apuntados en TC. Presentarlos de manera articulada es el objetivo de 
este libro. Entre otros, se examinan los problemas del tiempo y el es­
pacio psicológicos, la distinción entre contingencias de ocurrencia y de 
función, la naturaleza sociolingüística del comportamiento social, los 
conceptos y categorías como medio de contacto del comportamiento 
humano, las categorías y medidas vinculadas a un análisis de campo 
del comportamiento, así como la naturaleza de la "explicación” como 
causalidad desde la perspectiva aristotélica.
Aunque es fácil suponerlo, deseo hacer manifiesto mi agradeci­
miento a todos aquellos amigos, colegas y estudiantes, sin cuya cola­
boración, discusión y demandas por entender a TC, no hubiera tenido 
la motivación y lucidez suficientes para embarcarme en el análisis y 
reflexión de los problemas que se plantean en esta obra. No me cabe 
duda que la práctica teórica (como ejemplo paradigmático de la función 
substitutiva no referencial) se alimenta y tiene sentido solamente en la 
interacción con la práctica teórica de otros. El solipsismo psicológico es 
una ilusión incluso en su forma más refinada: el pensamiento.
Guadalajara (México), julio 2009
Emilio Ribes-Iñesta
índice de contenido
Prólogo 5
Introducción 9
1. Sobre el tiempo y el espacio psicológico 25
2. Causalidad y contingencia 39
3. Acerca de las funciones psicológicas: Un post-scriptum 57
4. Dimensiones funcionales de la conducta social:
Consideraciones teóricas y algunos datos preliminares 69
5. Conceptos, categorías y conducta: Reflexiones 81
6. 1 Jn programa de investigación sobre el comportamiento 
animal y humano: 15 años después 103
7. Lenguaje, aprendizaje y conocimiento 129
8. listados y límites del campo: Medios de contacto y análisis molar 
del comportamiento: Reflexiones teóricas 143
Indice onomástico 173
/
i
Introducción
En el prólogo de la primera edición advertimos que la Teoría de la 
Conducta no es un modelo cerrado, sino un sistema conceptual abierto 
y autocorregible. Después de más de veinte años, podemos afirmar que 
estábamos en lo correcto: durante este periodo se han llevado a cabo dife­
rentes esfuerzos por precisar, profundizar y desarrollar los elementos clave 
de la estructura teórica; además, a partir de sus premisas básicas, se ha po­
dido abordar, teórica y experimentalmente, una diversidad de problemas 
que tradicionalmente han sido abordados desde la perspectiva de otros 
enfoques (por ejemplo, los estilos interactivos y la conducta social).
En esta edición hemos decidido mostrar, de manera sintética, los 
avances conceptuales que, de una u otra manera, modifican las premisas 
básicas de la teoría y/o posibilitan el desarrollo de nuevas áreas de inves­
tigación. Con fines prácticos, dichos avances pueden ser agrupados en dos 
grandes vertientes: a) el análisis diferencial y sintético de las funciones 
psicológicas; y b) el desarrollo de un marco conceptual para el análisis del 
comportamiento social y del medio de contacto convencional, los cuales 
se encuentran plasmados en cinco artículos teóricos elaborados por Ribes 
en el periodo comprendido entre 1992 y 2005. Finalmente, haremos una 
breve presentación del programa de investigación experimental derivado 
del modelo teórico, en el que se incluyen más de 100 trabajos experimen­
tales, en los que se abordan problemas que corresponden a diversas áreas 
de la psicología.
10
ANÁLISIS DIFERENCIAL Y SINTÉTICO 
DE LAS FUNCIONES PSICOLÓGICAS
l. Las dimensiones espaciotemporales de 
las funciones psicológicas
En la primera edición de la Teoría de la Conducta se abordó el proble­
ma del tiempo y el espacio desde diferentes perspectivas, lo que resultaba 
inevitable dado que todo análisis de la realidad se inscribe necesariamente 
en coordenadas espaciotemporales. Para apreciar este hecho considere­
mos, a manera de ilustración, tres ejemplos:
d) A partir de una reflexión acerca de la historicidad de los procesos 
estudiados por la biología y las ciencias sociales se señaló “la necesi­
dad conceptual de considerar quelos tiempos de lo psicológico son 
diferentes de los de lo biológico y lo social” (p. 42);
/?) El análisis de la lógica funcional del campo psicológico nos llevó a 
identificar analíticamente dos aspectos de la temporalidad de los 
procesos psicológicos: “La interdependencia de los factores de cam­
po convierte a la descripción en un concepto conceptualmente sin­
crónico, aun cuando los eventos particulares descritos ocurran en 
momentos diferentes” (p. 52), y
c) Finalmente, en el contexto de una reflexión crítica de la teoría del 
condicionamiento operante, señalamos que la respuesta estaba de­
finida “en términos de la intersección por el organismo de un punto 
fijo en el espacio”, lo que mantenía invariante la geografía de la con­
ducta, y la topografía se volvía irrelevante en la medida en que se 
consideraba equivalente “cualquier movimiento capaz de producir 
el pulso registrado como respuesta” (p. 31).
"Sobre el tiempo y el espacio psicológicos” (Ribes, 1992) constituye 
un ampliación de esas reflexiones iniciales y el desarrollo sistemático del 
análisis del tiempo y el espacio psicológicos a partir de tres premisas bá­
sicas:
a) El tiempo y el espacio no son propiedades de la realidad, sino cate­
gorías para describirla y analizarla; es decir, son modos lógicos de 
entrar en contacto con las cosas y los acontecimientos” (p. 72);
/>) La lógica del tiempo y el espacio es especifica para cada discipli­
na científica; y c) la naturaleza situa< ional de todo acontecimiento 
P'.n ologn o impone una logii a esp.n intemporal diferencial en el 
análisis <lc < ada lino de los pn>< osos psi< ologii os.
11
/./. Antecedentes conceptuales
Para situar los orígenes de los que derivan problemas conceptuales 
en el tratamiento del tiempo y espacio, el trabajo inicia con el reconoci­
miento de que las categorías desarrolladas por la física se convirtieron en 
"las categorías generales de todo hecho o fenómeno para las ciencias” y 
de "todo conocimiento, incluyendo al conocimiento ordinario” (p. 72); 
y señala que el desarrollo conceptual de las distintas disciplinas científicas, 
en la medida en que tratan con diferentes niveles analíticos de la realidad, 
ha requerido la construcción de categorías diferenciales del tiempo y el 
espacio.
En el caso de la psicología, el proceso de diferenciación ha sido más 
complejo, puesto que, en el marco de la lógica posrenacentista, le corres­
pondió la tarea de "estudiar empíricamente la interacción o correlación 
entre las propiedades puramente temporales de la racionalidad y sus pa­
siones, y las propiedades del movimiento como acción” (p. 73). De esta 
manera, la psicología se enfrentó al problema de “conciliar la materialidad 
de la acción biológica, como comportamiento, con la espiritualidad del 
alma, como razón” (p. 73), lo que constituyó el fundamento sobre el que 
Descartes propuso "la existencia funcional’de dos mundos distintos: uno 
extenso en el espacio, sujeto a los parámetros temporales de lo mecánico, y 
otro como temporalidad pura”; "la relación cognición-acción y sus pasiones, 
constituyeron el legado cartesiano a la psicología moderna, y el marco de 
referencia ineludible de sus concepciones del tiempo y el espacio” (p. 73).
Aunque el surgimiento del conductismo transformó la lógica del tiem­
po y el espacio -el cuerpo dejó de ser el marco de referencia espacial en 
el que se inscribía el alma entendida como temporalidad pura no sujeta a 
l.is leyes de la mecánica-, se puede concluir que el conductismo histórico, 
en sus diferentes versiones, ha sido incapaz de superar la lógica del tiempo
V el espacio -“y de su dualismo tácito en lo que toca a lo psicológico”- 
establecido por la filosofía cartesiana. De manera sintética, en la lógica 
del conductismo histórico, el tiempo se vuelve significativo respecto de 
l.i * onducta, ya sea como reflejo de relaciones ambientales (Pavlov), como 
aso< ¡aciones entre estímulos y respuestas (Guthrie y HulI), o como distri­
buí ion de la conducta en el tiempo respecto a los estímulos (Skinner).
/ IJna nueva formulación del tiempo
V <•/ espacio en psicología
I ,a reformulación conceptual del tiempo y el espacio psicológicos se 
llevo a cabo mediante su ubicación como coordenadas funcionales del 
< ampo psicológico. Esta solución parte de la premisa de que, en la lógii a 
<le| lampo psicológico, el cambio en el espacio geograíia, topografía o 
mot lologia depende de la ai i ion del organismo; y que los estímulos, poi 
12 INTRODUCCIÓN
su parte, alteran la ubicación espacial del organismo, regulando así la di­
mensión temporal.
La aplicación de las premisas anteriores, permite la identificación de 
criterios espaciotemporales diferenciales para cada nivel de organización 
psicológica:
a) El organismo se limita a reaccionar a las dimensiones temporales 
-y contingentes- entre los estimulos; una vez que se produce fun­
cionalmente la interacción, aparece la primera forma psicológica: la 
asimetría como anticipación;
b) Los eventos se vuelven funcionales con base en la acción del orga­
nismo; la conducta, como determinante de los criterios espaciales 
regula las propiedades temporales de la contingencia;
c) Se caracteriza por "la existencia de múltiples relaciones contin- 
genciales yuxtapuestas respecto de un conjunto finito de relaciones 
de estimulo” (p. 81), a la vez que la relación particular que puede 
operar en un momento dado depende de lo que el organismo 
hace;
cT) La persona responde a propiedades funcionales de los eventos que 
no son físicamente operativos dentro de la situación: el tiempo y 
el espacio presentes son transformados por y en tiempos pasados 
y futuros diversos; y
é) Finalmente, el tiempo y el espacio dejan de ser dimensiones de la 
interacción y se transforman en miembros de ella; el tiempo y el 
espacio se dan sin referencia a ningún tiempo y espacio particula­
res; ocurren con referencia a sí mismos.
EL PROBLEMA DE LA CAUSALIDAD
En la primera edición de la Teoría de la Conducta llevamos a cabo una 
reflexión critica del paradigma del reflejo como esquema explicativo-cau- 
sal de las interacciones psicológicas, en la que se mostraron algunas de sus 
limitaciones en el análisis del comportamiento: por ejemplo, la eliminación 
de las variables contextúales, su incapacidad para cubrir efectos "causales" 
mediatos y la imposición de una lógica secuencial. Además, se señaló la 
importancia del concepto de contingencia en el análisis de la causalidad en 
psicología: "Cuando el concepto de contingencia se visualiza en términos 
de dos eventos comprendidos en la relación, significa condicionalidad o 
dependencia recíprocas y, por consiguiente, se ajusta de manera natural al 
análisis de campo de los eventos relacionados interactivamente” (p. 49).
En “Causalidad y Contingencia: algunas consideraciones conceptuales" 
(Ribes, 1997), se desarrolla y profundiza el planteamiento esbozado en la 
Teoría de la < onducta. Podemos identificar dos aportaciones centrales en 
la propuesta:
INTRODUCCIÓN 13
c<) La distinción entre dos tipos de contingencia -de ocurrencia y de 
proceso-;y
b) El desarrollo conceptual de una lógica causal diferencial para cada 
una de las funciones estímulo-respuesta.
1. Antecedentes conceptuales
Los orígenes históricos del concepto de causalidad se delimitan a par­
tir de tres referentes:
a) La concepción tradicional de la causalidad establecida por Descar­
tes y por Hume estaba fundamentada en tres criterios: contigüi­
dad, sucesión y necesidad;
b) Dichos criterios pueden ser identificados en el concepto de reflejo 
-en el que se asume una relación necesaria entre la presentación 
del estímulo y la ocurrencia de la llamada respuesta refleja o incon­
dicional-; y
<•) A pesar de que en la teoría del condicionamiento operante, desa­
rrollada por Skinner, se recupera el sentido original del concepto 
de contingencia -como relaciones condicionales-, su uso fue am­
biguo e impreciso (por ejemplo, confundió la condicionalidad con 
una mera coincidencia,y el peso que le concedió a las relaciones en 
el tiempo convirtió el esquema de triple contingencia en un enun­
ciado disposicional).
2. I lita nueva formulación del concepto de contingencia
I .I desarrollo del concepto de contingencia, parte del análisis de los 
procedimientos empleados en el condicionamiento operante y respon­
diente, en los que se pueden identificar dos tipos de relaciones de con­
tingencia: un tipo de relación condicional consiste en la especificación de 
I.i <h urrencia -o la no ocurrencia- de un evento de estímulo o respuesta; 
mientras que un segundo tipo de relación condicional hace referencia a 
las propiedades funcionales del estímulo o la respuesta respecto de otros 
eventos. Al primer tipo de contingencias se les denominó de "ocurrencia”, 
mientras que el segundo tipo fue llamado de "función”. Las contingencias 
tic ocurrencia especifican que si “A” ocurre, entonces “B” debe ocurrir; 
las contingencias de función establecen que "A” es funcional respecto de 
IV' Las contingencias de ocurrencia describen las condiciones físicas 
<lc la interacción total; las contingencias de función describen las condicio­
nes funcionales entre sus elementos.
Por otra parte, las contingencias de ocurrencia y de función desem­
peñan, en este esquema, diferentes roles: las relaciones de enturen» ia 
< onsisten rn reía» iones en las » nales la ocurrencia de un evento "A” es la 
14 INTRODUCCIÓN
condición necesaria para que ocurra "B”, lo cual no significa que “A” sea la 
causa de “B”; sólo implica que si ocurre “B”, entonces "A” ocurrió. Por lo 
tanto, podemos decir que ambos eventos ocurren en tiempo real -son con­
tiguos- y pueden ser descritos en términos de relaciones lineares -son dia- 
crónicos-. Por otra parte, las contingencias de función implican un efecto 
“retroactivo”; involucran relaciones sincrónicas y articulan funcionalmente 
la situación en la que ocurren.
La distinción entre los dos tipos de contingencias permitió el análisis com­
parativo de las funciones estímulo respuesta, a partir dos criterios básicos:
á) La complejidad en términos del número de relaciones de contin­
gencia; y
/?) El elemento clave en la mediación. Ambos criterios permiten re­
presentar los niveles de organización conductual de manera pro­
gresivamente incluyente, en términos de su complejidad -de ocu­
rrencia y funcional.
Finalmente, para precisar con mayor claridad la naturaleza inclusiva 
de las coordenadas espaciotemporales en los distintos niveles de organi­
zación psicológica, se señala que las funciones que involucran estímulos 
convencionales no se limitan a relaciones estrictamente contiguas, como 
ocurre en el condicionamiento clásico y el operante. “Las contingencias 
de ocurrencia se vuelven mediadas en tiempo y espacio por las respuestas 
y estímulos convencionales, de acuerdo con las relaciones establecidas por 
las contingencias de función, en situaciones diferentes de aquellas en las 
que tiene lugar la relación presente” (p. 633).
ACERCA DE LAS FUNCIONES PSICOLÓGICAS:
UN POST-SCRIPTUM
En Acerca de las funciones psicológicas: un post-scriptum (2004), se lleva 
a cabo un análisis integrado, sintético, de la estructura causal de las funcio­
nes estímulo-respuesta. Para entender la relevancia y los alcances de este 
ejercicio, se requiere ubicarlo en el contexto histórico de la construcción 
de la teoría. En la primera formulación de la Teoría de la Conducta, cada 
una de las funciones psicológicas podía ser identificada a partir de una 
forma de mediación de la relación de contingencia y de una forma de desli­
gamiento específica en cada una de las funciones psicológicas. En trabajos 
posteriores (Ribes 1998; Ribes; Moreno y Padilla, 1996) se agregaron los 
criterios de ajuste para cada una de las funciones, “haciendo énfasis en el 
sentido, los logros o resultados de una interacción determinada”. Además, 
se ajustaron los criterios de los casos de cada una de las funciones.
El ejercicio desarrollado en "Acerca de las funciones psicológicas” se 
fundamentó en las cuatro causas o principios explicativos de la filosofía 
INTRODUCCIÓN 15
it istotélica, lo que puede ser atribuido a dos razones: a) Su generalidad: 
delimitan las dimensiones que deben considerarse para la identificación, 
descripción, explicación y conocimiento de cualquier fenómeno natural” 
(p 118); y b) Su carácter integral y sintético: "los principios o causas de- 
ben considerarse en su conjunto, de manera integrada, puesto que corres­
ponden a diferentes aspectos del cambio o estado de cualquier entidad” 
(p 119). En ambos casos, podemos identificar una lógica cercana a la em­
pleada en el análisis del campo psicológico. Un punto nodal del ejercicio
< onsistió en incluir el tipo de relación como dimensión analítica, lo que 
posibilitó el análisis de las funciones estímulo respuesta a partir de las
> mitro causas (de manera complementaria, se estableció la relación entre
< .«la factor del campo y cada una de las causas). De esta manera, el trá­
balo se concibió como un “cierre” conceptual: dentro de un solo sistema 
de referencia se articularon los cuatro elementos básicos del sistema de
< oni ingeridas de las funciones estímulo-respuesta: la mediación, la forma 
de interacción, el desligamiento y el criterio.
I .a causa material se identificó con el mediador de la relación de con- 
t urgencia, y la causa formal con su organización o arquitectura. Los fac­
imos que se vincularon con causa material y formal son los posibilitado- 
tes de la interacción: el medio de contacto, los sistemas reactivos y las 
pi opiedades de estímulo de los objetos. La causa eficiente se vinculó con
• I desligamiento funcional de la respuesta -las contingencias de función 
pimlm idas por la interacción de los parámetros de estímulo y respuesta-. 
I <>s lai (ores que se vincularon con la causalidad eficiente son los factores 
dr.posn ionales -historia interconductual y los eventos situacionales-; es 
d< i n, se trata de aquellos factores que determinan la probabilidad de una 
mh i.u i ¡ón sin formar parte de ella. Por último, la causa final se relacionó
< on el grado en que se cumple una función -no se trata de propósitos, 
iiiiem tonalidades o finalidades-, sino, de acuerdo con el pensamiento aris­
totélico, de la medida en que una potencia dada se convierte en acto. En
• I ámbito de las funciones estímulo-respuesta, la causa final se refirió a la
< l.r.i de ajuste lograda en una interacción y, por tanto, se vinculó con el
• i iiei io de ajuste específico para cada uno de los niveles funcionales; es de- 
■ ii, define el "sentido” de una interacción (p. 123). El factor que se vinculó 
i • .te i ipo de causalidad es el límite de campo -circunscribe el rango y el 
inibito funcional de los elementos de la función.
I n sintesis, la traducción de las cuatro categorías de causalidad en el 
iii.ile.r. de las cinco funciones de estímulo-respuesta, constituye una he- 
ii.milenta conceptual mediante la cual se pueden identificar, de manera 
integrada y diferencial, los elementos fundamentales de cada uno de los
> iik o niveles de la taxonomía estímulo-respuesta.
16
DIMENSIONES FUNCIONALES DE LA CONDUCTA 
SOCIAL: CONSIDERACIONES TEÓRICAS
Y ALGUNOS DATOS PRELIMINARES
En el texto anterior de la Teoría de la Conducta el comportamiento so­
cial se definió como la interacción entre dos o más sujetos en un medio 
social, el cual se identificó genéricamente con una de las categorías del cam­
po psicológico: el medio de contacto; es decir, con el "conjunto de circuns­
tancias que posibilitan una interacción” (página 47). El medio de contacto 
fue concebido inicialmente como una “abstracción límite” entre las fun­
ciones psicológicas y los objetos de estudio de otras disciplinas. En esta 
perspectiva, cada función o nivel de organización se produce en un medio 
de contacto particular: físico-químico, ecológico o normativo. El medio de 
contacto normativo corresponde a las funciones psicológicas exclusivas del 
comportamiento humano; como"abstracción límite” se le asignaron con­
ceptualmente dos características básicas:
a) Se encuentra constituido por las “circunstancias que posibilitan” 
la conducta individual; y
b) “Reconoce a las convenciones, reglas y prácticas que constituyen 
las instituciones, relaciones y costumbres sociales como conte­
nido concreto de la disciplina correspondiente: la ciencia social 
(página 47).
Aunque el medio de contacto convencional es una categoría que per­
tenece al dominio de las ciencias sociales, debido a su importancia en el 
análisis de la conducta humana, se llevó a cabo un primer esfuerzo por 
identificar sus dimensiones psicológicas: la ciencia social “no puede con­
cebir a las instituciones, a las prácticas sociales ni a las relaciones de pro­
ducción o a las políticas, al margen del reconocimiento de que éstas se dan 
en y entre individuos, pero no puede dejar de considerar que lo concreto 
social es el sistema de relaciones como tal, independientemente del actuar 
particular de cada uno y todos los individuos particulares inmersos en 
dichas relaciones”... Lo que preocupa epistemológicamente a la psicología 
es la interacción de lo social manifestada como relación entre individuos 
(página 41). Esta primera tentativa constituyó el inicio de otros trabajos 
conceptuales (Ribes, 1992; Ribes, 1998) en los que se intentó clarificar 
la relación entre la conducta psicológica y el medio de contacto conven­
cional.
En "Dimensiones funcionales de la conducta social: consideraciones 
teóricas y algunos datos preliminares” (Ribes, 2001), se desarrolla una 
visión sintética en la que se resuelven los problemas enunciados en los tra­
bajos anteriores, en un esfuerzo para llevar el medio social convencional 
al dominio lógico observacional de la psicología. En principio, se establece
INTRODUCCIÓN 17
una distinción entre el comportamiento grupal de los animales y la con- 
diu ta social humana, a la que se caracteriza por el medio social conven-
< tonal en el que ocurre. En esta perspectiva, la delimitación conceptual 
del medio social convencional constituye el factor clave en el análisis del 
medio social.
En este trabajo, el concepto de medio de contacto convencional se de- 
•.anolló a partir de dos elementos centrales: lenguaje e instituciones. "Las 
inst it liciones, como prácticas mediadas lingüísticamente, se convierten en
■ I medio de las relaciones entre individuos en la medida en que establecen 
v regulan los criterios para el desarrollo de conductas que son funcionales
< orno roles sociales” (p. 289). Por una parte, el concepto de "institución” 
de.empeña una función sintética: se refiere a eventos o acontecimientos
■ .peí ¡fíeos en los que se actualizan “interacciones individuales que se ajus- 
i .m .i criterios funcionales que son descriptivos de los intercambios sociales 
de grupos particulares” (p. 289). En otras palabras, la función teórica que 
■.<■ asignó en trabajos anteriores (Ribes, 1992; 1998) a la relación macro
< ontingencial y a la mediación substitutiva referencial se concentran ahora
< n la función institucional, la cual cumple una doble tarea: describe, por 
una parte, “los intercambios sociales de un grupo particular”; y, por otra 
paite, regula las interacciones “en situación”. Ambas tareas constituyen 
elementos funcionales complementarios:-una institución regula una in­
ician ion especifica y sólo es funcional en la medida en que corresponde 
a un conjunto de contingencias que ocurren en otros tiempos y espacios. 
I'oi olía parte, el concepto de institución refleja un mayor acercamiento al 
nivel lógico observacional de la psicología:
<i) "Las instituciones, desde el punto de vista psicológico, consisten en 
acontecimientos o eventos que despliegan funciones de estímulo”;
/<) “i .as funciones institucionales pueden ser concebidas como contin­
gencias que involucran las interacciones de individuos con diferen­
tes atribuciones sociales en situaciones particulares” (p. 290); y
<) "Las instituciones, desde un punto de vista psicológico, consisten 
<•11 acontecimientos o eventos con funciones específicas... no repre­
sentaciones abstractas de estructuras sociales” (p. 289). Por otra 
parte, se lleva a cabo un avance conceptual en el papel asignado al 
lenguaje en la conformación del medio social: si las instituciones 
son el medio de contacto de la conducta social, el lenguaje es el 
medio que hace posible el surgimiento de las instituciones: “En las 
sociedades humanas las relaciones convencionales que se producen 
como y a través del lenguaje, se convierten en instituciones” (p. 
289).
En este trabajo, la estructura del medio social convencional se visua­
liza a partir de tres dimensiones básicas de las relaciones sociales: “I.as 
18 INTRODUCCIÓN
contingencias sociales, como funciones institucionales, se pueden conce­
bir como emergiendo de tres dimensiones básicas de las relaciones en las 
sociedades humanas: a) las relaciones de poder; b) Las relaciones de inter­
cambio; y c) Las relaciones de sanción” (p. 290). En este planteamiento 
los elementos que forman parte de la estructura del medio del contacto 
convencional son definidos en términos de sistemas de contingencias: "Las 
contingencias sociales pueden ser identificadas y analizadas empíricamen­
te como dimensiones funcionales que caracterizan el medio de contacto, 
en el contexto de diferentes interacciones institucionales”. En términos 
prácticos esto se traduce en el análisis de las contingencias sociales invo­
lucradas en las relaciones de poder, de intercambio y sanción en térmi­
nos de tres características del medio institucional, derivadas de la función 
mediadora del lenguaje: La delegación, la separación y el distanciamiento 
-espaciotemporal- de dichas relaciones entre los miembros individuales 
que participan en dichas contingencias” (p. 290).
MEDIO DE CONTACTO CONVENCIONAL, 
CATEGORÍAS Y CONCEPTOS
En el análisis precedente mostramos que los conceptos de institución y 
lenguaje se encuentran estrechamente vinculados en el análisis de la conduc­
ta social: constituyen la estructura del medio social convencional. En este 
contexto, “Conceptos, categorías, y conducta: reflexiones teóricas y meto­
dológicas” (Ribes, 2007) representa un avance adicional: el lenguaje es, simul­
táneamente, el medio y la forma en que se producen las relaciones sociales.
La delimitación del "concepto del concepto” parte necesariamente de 
la ubicación de la reflexibilidad como una de las funciones básicas del len­
guaje. Las palabras y las expresiones:
a) Tienen una función descriptiva y narrativa: son instrumentos para 
hablar acerca del mundo físico;
b) Son el medio de interrelación y comunicación entre las personas; y
c) "Pueden abstraerse de las condiciones particulares en las que se 
usan y tienen sentido respecto de las cosas y de las personas, y 
operar directamente sobre otras palabras y las circunstancias y cri­
terios de su uso y aplicación” (pp. 2 y 3). Esta última función po­
sibilita el surgimiento de la abstracción y la reflexibilidad; es decir, 
“del teorizar como práctica humana” (p. 3).
Para ubicar el nivel analítico en el que se lleva a cabo la reflexión sobre 
categorías y conceptos se establecen tres premisas básicas:
¿i) Categorías y conceptos no constituyen eventos psicológicos, aun­
que formen parte de circunstancias necesarias para que tenga lugar 
INTRODUCCIÓN 19
una diversidad de fenómenos vinculados al comportamiento indi­
vidual;
/’) ( alegorías y conceptos están vinculados al lenguaje, como sistema 
de articulación de las relaciones sociales y culturales; y
i) I .as i alegorías y los conceptos constituyen la arquitectura conven-
< ional del ambiente humano y de los sistemas reactivos correspon­
dientes (p. 18).
I n síntesis, conceptos y categorías son concebidos como los elementos 
<|iu e .tun turan y le dan sentido al medio social convencional; es decir, 
....... . los elementos básicos del medio de contacto social convencional.
I I desarrollo teórico del análisisde categorías y conceptos puede ser 
nía. ido en el marco de la teoría de la conducta: constituye una manera 
ini. ii. .1 <le representar la estructura del campo psicológico en el nivel 
..... . ional: "La función de la palabra es condicional a su ámbito y crite- 
i io de ir,o; no puede desvincularse de la situación ni del contexto lingüís- 
ii. o in. luyendo al lector o escucha- en que la palabra ocurre como parte 
o . I. mentó de una frase o expresión" (p. 5). Específicamente, “el concepto 
m identifica siempre con un criterio de ajuste del comportamiento res- 
I- ■ lo de los objetos y acontecimientos que tienen lugar en un ámbito 
d< i> i niin.ido" (p. 6).
I n l.i medida en que las categorías y los conceptos constituyen la ar- 
>|iiii< i tina lonvencional del medio social, “los conceptos no constituyen
• nii. Lides psicológicas, son construcciones sociales y, por tanto, lingüísti-
• i '.on i « presentaciones de condiciones que delimitan, regulan y tipifican 
l i inician iones psicológicas; constituyen logros respecto de criterios de 
■i|ii .t. Su estatuto lógico es equivalente al de una creencia” (pp. 6 y 7).
Al definir a los conceptos en términos de la función de las palabras, se 
lii/o nei esa rio establecer una distinción entre ambos, la cual fue llevada a 
< ilm siguiendo tres líneas de argumentación:
<i) En primer término, “las palabras no son entidades abstractas en sí 
mismas. Lo son en términos de su criterio de uso; es decir, el con-
< epto no se refiere a un tipo especial de palabra, sino a la función 
de la palabra” (pp. 4 y 5);
/') l '.l«oncepto incluye toda "actividad realizada como ajuste a un cri- 
lei io” (p. 5); es decir, “aunque el concepto se expresa como palabra 
no se restringe a la palabra” (p. 5);
< | N<> existe una identidad funcional entre las palabras y los con-
< eptos: "el concepto “no aparece necesariamente como fragmento 
morfológico, descriptor o identificador del comportamiento” (p. 
7); por esta razón, el ajuste pertinente de un individuo a una situa- 
«ion "no implica que lo haga expresando conceptos como parte de 
una práctica teórica" (p. 8).
20 INTRODUCCIÓN
Es decir, el concepto no corresponde a una estructura o entidad sub­
jetiva que regule las relaciones del individuo con las cosas, los aconteci­
mientos y las personas; surge, más bien, “como consecuencia del compor­
tamiento efectivo y apropiado”. De manera más precisa, la “adquisición", 
“posesión” o “uso” de los conceptos “no requiere del conocimiento o do­
minio de la teoría o de los criterios para la formulación de esos conceptos 
(p. 9). “Usamos las palabras como conceptos antes de saber que dichas 
palabras constituyen conceptos, y que nuestro comportamiento ante una 
situación se ajusta y cumple con criterios relacionados a categorías y con­
ceptos” (p. 9). Por esta razón, su estatuto lógico se equipara al de una 
creencia -entendida como “la aceptación tácita o expresa de los criterios 
de ajuste que regulan nuestras acciones”- (p. 7). En esta línea de argu­
mentación podemos identificar un avance significativo respecto de la afir­
mación formulada inicialmente en el análisis de la conducta social (Ribes, 
2001): “En el caso de la conducta humana las dimensiones sociales tienen, 
la mayor parte del tiempo, una influencia tácita o implícita" (p. 288).
En el caso de las categorías se desarrolla un argumento equivalente: 
“Las categorías no constituyen circunstancias o criterios de las cosas y la 
naturaleza; son marcos de significación de las expresiones respecto de las 
cosas; no tienen que ver con la verdad o falsedad de lo que se dice, sino con 
el sentido y pertinencia de lo que se dice, y de lo que se hace con base en 
lo que se dice” (p. 22). Las categorías, como marcos de significación, deli­
mitan y regulan el ámbito funcional de los conceptos: “Una misma palabra 
puede ser empleada en relación a dos categorías diferentes; por tanto, se 
trata de dos conceptos distintos” (pp. 22 y 23). En sintesis: “las categorías 
no constituyen estructuras de la realidad (clases o conjuntos de objetos 
o estímulos), ni los conceptos son representaciones o respuestas a dichas 
estructuras, sino funciones del lenguaje que le dan sentido y pertinencia a 
los actos de los individuos" (pp. 23-24).
En la medida en que la conducta social se caracteriza “por el medio en 
que se desarrolla y es funcional”, y que categorías y conceptos constituyen 
la "arquitectura funcional” de dicho medio, se puede concluir "que todo el 
comportamiento humano refleja, de una manera u otra, una funcionalidad 
de naturaleza conceptual” (p. 9), en la que se incluyen la práctica teórica 
y “las prácticas que forman parte de nuestra convivencia cotidiana con los 
otros y el mundo ordinario y cuya pertinencia puede interpretarse como 
la correspondencia a una teoría social de lo que se debe y puede hacer en 
cada situación” (p. 9). En este contexto, no es de sorprender que algunos 
de los rasgos de los juegos de lenguaje sean compatibles con la lógica de 
categorías y conceptos. (Por ejemplo, no tienen límites fijos y se transfor­
man continuamente como resultado de la práctica social; no se aprenden a 
partir de definiciones, sino mediante la experiencia práctica.) Aún más, 
a partir de la noción de "juegos del lenguaje" se pueden entender las di­
versas relaciones entre la práctica social, las categorías y los conceptos. Por 
INTRODUCCIÓN 21
mu parte, la práctica individual respecto de los objetos, los acontecimien­
to. y las personas tiene sentido en términos de un criterio; por otro lado, 
l>>s < i iterios no son fijos, sino que varían de acuerdo a los requerimientos 
de la situación. En este sentido, "el criterio es definidor y dependiente del 
< ontexto a la vez...” (p. 24). De manera más general, "categorías y concep­
to, no i (instituyen esquemas fijos que se adquieren y aplican unívocamen­
te (p. 27); por esta razón, "son imposibles de identificar con base en crite- 
iios formales” (p. 24). De manera sintética: "categorías y conceptos hacen 
o |< i< iu ¡a a cómo, mediante su comportamiento, un individuo actúa con 
base en, aplica y formula criterios de ajuste respecto de atributos y propie­
dades variantes en una misma situación o entre situaciones” (p. 27). Esta 
loi ululación puede ser traducida en cinco tipos de "ajuste conceptual”: a) 
ajuste por aceptación; b) ajuste por uso; c) por elección; d) ajuste mediante 
modificación del criterio; y é) ajuste por construcción.
I‘R( K ¡RAMA DE INVESTIGACIÓN SOBRE
I I ( (ÍMPORTAMIENTO ANIMAL Y HUMANO: 
f» ANOS DESPUÉS.
I n "Un programa de investigación sobre el comportamiento animal 
v humano: 15 años después” (Ribes, en prensa) se lleva a cabo una reca­
pitula! ion de los trabajos, teóricos y experimentales, llevados a cabo en 
■ I marco de la Teoría de la Conducta. Se parte del reconocimiento de 
i|iK esta constituyó no sólo un esfuerzo teórico encaminado a formular 
una taxonomía general del comportamiento; sino también ha sido la base 
conceptual del "primer programa general de investigación científica en 
p a< ologia" (p. 2). En este trabajo formula un resumen de “los supuestos 
del piogtama, su organización como exploración sistemática de una lógica 
teoiK a, y el estado de avance del mismo mediante la presentación de una 
bibliografía clasificada por proyecto” (p. 2).
I .l modelo teórico en que se basa la taxonomía de la conducta com- 
piende (i neo niveles o campos de investigación complementarios:
«i| I I análisis conceptual y las formulaciones teóricas;
/») I I estudio de los procesos básicos en el comportamiento animal;
<) El estudio de la conducta humana compleja;
</) I .l análisis de los procesos del desarrollo del comportamiento; y
c) l.a extensión del modelo a diversos escenarios naturales y so- 
i iales.
I •.tos campos de investigación se relacionan entre sí, "no sólo por estar 
iiii< ulados por los supuestos, criterios y categorías del modelo de TC, 
ino porque algunos de ellos se influyen recíprocamente dado su conte­
nido empírico" (p. 3).Cada campo o nivel puede caracterizarse como 
22 INTRODUCCIÓN
un subprograma de investigación, compuesto a su vez por diversos pro­
yectos. A continuación presentamos, de manera sintética, los contenidos 
que caracterizan a cada uno de los subprogramas (el lector interesado en 
profundizar en alguno de los temas mencionados, puede acudir al texto 
completo de este trabajo -anexo- en el que se incluye la bibliografía co­
rrespondiente).
El subprograma de análisis conceptual y formulaciones teóricas. Este 
nivel de investigación "consiste en analizar conceptos, categorías, proble­
mas, métodos y propuestas teóricas de las diversas áreas empíricas de in­
vestigación” (p. 4); su contenido, por tanto, corresponde al de los demás 
subprogramas y proyectos. Debido a su amplitud, sólo mencionaremos, a 
manera de ilustración, algunos de los problemas que han sido abordados 
en este nivel:
a) El análisis de conceptos tradicionales de la teoría psicológica;
b) La valoración crítica y el análisis histórico de problemas, estrate­
gias y conceptos de la tradición operante;
c) El análisis alternativo de fenómenos significativos para una teoría 
de la conducta -por ejemplo, las interacciones sociales, las consis­
tencias individuales, el aprendizaje humano complejo, el desarrollo 
psicológico y las relaciones básicas entre dimensiones temporales y 
espaciales del comportamiento-, y
d) El estudio de problemas pertinentes a la llamada "filosofía de la 
mente”. En este nivel de investigación podemos observar "la estre­
cha vinculación que promueve el programa de investigación entre 
la indagación teórica, los estudios experimentales con animales y 
humanos, los estudios observacionales, y las extensiones a escena­
rios naturales y aplicaciones” (p. 5).
El subprograma de procesos básicos en comportamiento animal. In­
cluye dos proyectos generales: el estudio de parámetros temporales de es­
timulación y el análisis de la segmentación de las funciones de respuesta.
El subprograma de conducta humana compleja comprende dos pro­
yectos generales: el estudio del aprendizaje humano y el análisis de la 
conducta social. El proyecto de aprendizaje humano tiene como objetivo 
fundamental identificar cómo los factores lingüísticos y no lingüísticos 
participan en la regulación intrasituacional, extrasituacional y transitua- 
cional del comportamiento.
El subprograma de análisis del desarrollo del comportamiento está 
conformado por dos proyectos, el de interacciones diádicas madre-hijo y 
el de estilos interactivos.
Finalmente, el subprograma de extensión del modelo a escenarios 
naturales y sociales involucra el desarrollo de modelos particulares orien­
tados al análisis del comportamiento psicológico en ámbitos específicos. 
INTRODUCCIÓN 23
I Insta el momento, se han formulado modelos analíticos de la práctica
< icntifica, de la educación, y de la salud. La función principal de estos mo­
lidos es representar las dimensiones psicológicas -o del comportamiento 
individual- de problemáticas o escenarios que rebasan el ámbito de lo 
psú ológico. Con ello no se pretende reducir dichos problemas o escena- 
nos a procesos puramente psicológicos, sino identificar la manera en que 
los procesos psicológicos participan en la estructura y funcionalidad de
• In lias circunstancias o problemas. Además de constituir representaciones
< oih cptuales de problemas, estos modelos sirven como instrumentos que 
gm.m su interpretación en los ámbitos sociales correspondientes, y permi­
tí n el desarrollo de programas de investigación aplicada, tecnológica, de
• ampo y evaluativa.
\l>( PACIONES METODOLÓGICAS.
I’or último, aunque en el prólogo de la Teoría de la Conducta afirma- 
nios que "no se proponen nuevos métodos (p. 20), al plantear nuevos crite- 
nii'. de clasificación que permiten "visualizar” nuevos fenómenos, dimen- 
aones y parámetros, gradualmente se ha llegado a la conclusión que los 
pioi cdimientos y preparaciones experimentales tradicionales son, en oca-, 
H’iics, insuficientes o inadecuados. De esta manera, durante el desarrollo 
di I ptograma de investigación se han llevado a cabo algunas aportaciones 
un lodológicas, que incluyen el diseño de nuevos aparatos experimentales, 
la modificación de aparatos existentes, la adaptación y modificación de 
pio< cdimientos generales, así como el diseño de preparaciones especiales 
■ on base en software computacional diseñado ex profeso.
Francisco López-Valadez
el espacio psicológicos
"Nostalgia: el poeta se vuelve 
hacia su pasado en busca de ese 
instante en que realmente fue, pero 
la otra orilla del tiempo no está allá 
sino aqui. Recordar es imaginar: 
Extraño territorio que la mirada 
encuentra en su propia invención/ 
invisible creación de los hechos. El 
pasado no existe en sí: nosotros lo 
inventamos."
Octavio Paz, 1973
Toda práctica y conocimiento humanos tienen lugar, ocurren y se sig- 
ihIk an en términos del tiempo y del espacio. Es virtualmente imposible 
pndvi señalar un acontecimiento de la naturaleza, de la historia o de la 
> speriencia humanas, que tenga algún sentido, sea comunicable o pueda 
iquiera describirse como tal, si no es en referencia a alguna coordenada 
■ '.p.i< io-temporal. Nuestro lenguaje ordinario y cotidiano está estructura­
do siempre en relación con objetos, acontecimientos y propiedades que se 
O'.mlit an como elementos de un mundo definido con base en parámetros 
• l< t lempo y espacio.
I I tiempo y el espacio son las dimensiones en las que transcurre lo 
leal, el mundo de lo sensible y lo práctico. El tiempo y el espacio son las coor­
denadas en que se jija el inicio, los cambios y el término de lo perecedero, es 
25
26 1 SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS
decir, de lo natural, de lo que está ahí, de lo real. Es por ello que, tal como 
lo señalaba ya Aristóteles en su Metafísica (1980-traducción castellana 
completa), lo infinito y lo eterno son sólo propiedades de la divinidad y 
no de lo perecedero, atribución que se ha mantenido en la distinción de 
lo inmutable y universal frente a lo mutable y particular. Sólo lo mutable 
requiere, lógicamente, del tiempo y el espacio. La adscripción de lo real a 
modos de conocimiento en los que el momento y el lugar son los referentes 
discretos del cambio como condición de existencia, configuró a la primera 
ciencia de la naturaleza, la Física aristotélica. Ésta se constituye en un 
modo de conocimiento en el que las categorías del movimiento fueron 
categorías del cambio en cualidad, en cantidad y en lugar, es decir, catego­
rías relativas a la transformación de la sustancia en tiempo y en espacio, ya 
fuera como modificación, crecimiento, traslación. La física, como ciencia 
o conocimiento de lo sensible, se constituyó como el estudio de los fenó­
menos en el tiempo y el espacio.
El tiempo y el espacio, por consiguiente, no deben entenderse como 
equivalentes o propiedades de la realidad. Son categorías para describir y 
analizar la realidad. Son modos lógicos de entrar en contacto con las cosas 
y los acontecimientos, ya sea en el lenguaje ordinario, en el lenguaje de la 
ciencia -como conocimiento abstraído de lo real concreto-, o en la propia 
reflexión sobre el conocimiento, en la que todas las formulaciones privile­
gian, de un modo u otro, al tiempo y el espacio como modos o categorías 
en las que tiene lugar o se ubica toda experiencia no trascendente (vg., 
Locke, Kant).
Puesto que la física es la ciencia primera de lo real, su formulación ini­
cial en términos del tiempo y el espacio como coordenadas o dimensiones 
de lo natural, determinó que, a partir de ella, las sucesivas diferenciaciones 
del conocimiento científico -como química, biología, psicología y las cien­
cias de lo social- asumieran la delimitación de sus fenómenos específicos 
como fenómenos ubicados necesariamente en el tiempo y el espacio. El 
tiempo y el espacio se convirtieron de esta manera en categorías generales 
de todo hecho o fenómeno para las ciencias.
Con el Renacimiento, lageometría mecánica, como modelo general de 
la física, se impuso como concepción general de la realidad; y como culmi­
nación de un largo proceso histórico, el tiempo y el espacio de la física se 
constituyeron en categorías generales de todo conocimiento, inclusive del 
conocimiento ordinario. La física se apropió del tiempo y el espacio como 
formas lógicas de concebir los acontecimientos, los objetos y las propieda­
des de lo real. En ese momento se inició para la ciencia moderna -la ciencia 
occidental- el arduo camino de diferenciar las especificidades particulares 
del tiempo y el espacio para cada nivel de conocimiento empírico, proceso 
que se tuvo que desarrollar también progresivamente en el interior de la 
propia física con motivo de su propia diferenciación. En esta tarea, sin 
embargo, cada ciencia especial ha tenido que formular su propia cualidad
SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS 27
I. ib ñipo y espacio, manteniendo la métrica cuantitativa originada en la 
......intuí mecánica. Ahí radica, en gran medida, la dificultad de separar 
11 pi opiedades lógicas de las categorías físicas de tiempo y espacio, como 
..... i denudas universales aceptadas por el conocimiento ordinario, de las 
I'o (piedades lógicas del tiempo y el espacio químicos, biológicos, psico- 
l"gb os v sociales, las que, aun cuando poseen su propia especificidad, se 
d. • t ilx'ii cuantitativamente en los términos métricos de la física.
I n el < aso particular de la psicología, la determinación de las caracte- 
11 tu as lógicas del tiempo y el espacio como dimensiones de los fenóme­
no psicológicos sufrió las mismas vicisitudes que otras disciplinas para 
■npei.n la lógica de la mecánica universalmente impuesta. Sin embargo, 
11 p ai ologia se vio además aprisionada por las argumentaciones que sus- 
i< ni.non su formulación moderna, como disciplina encargada de estudiar 
I. modo empírico la interacción o correlación entre las propiedades pu- 
i miente temporales de la racionalidad y sus pasiones y las propiedades
■ p.i< i.des del movimiento como acción.
I n la medida en que los procesos y el movimiento animal se concibie-
• ■■n . omo formas de acción de naturaleza mecánica, la psicología adquirió 
mi lug o en la configuración de la nueva ciencia posrenacentista, esto a 
i ii tu del razonamiento que procuró conciliar la materialidad de la acción 
l'K.logii .1, como comportamiento, con la espiritualidad del alma, como 
i i mi I ..i formulación de la naturaleza de lo psicológico como la interfase 
'lito lo mecánico y lo espiritual dotó a los fenómenos psicológicos de una
pr< iIk idad peculiar en lo que respecta a su ubicación espaciotemporal. 
I i < oib epción resultante, cuya formulación corresponde a Descartes, pos­
tulo lo psicológico como la existencia funcional de dos mundos distintos, 
i.... extenso en el espacio y con los parámetros temporales propios de lo
un < .mu o, y otro puramente temporal, paraóptico, cuyos ejes de ocurren-
■ i.i, < odio temporalidad pura, se daban en la autorreflexión -es decir en la 
|ii.isi simultaneidad- del pensamiento en relación con su propio devenir
■ intei mitentemente, con las acciones -siempre mecánicas- del propio 
1 llltpo
I .i psicología, de este modo, se concebía como la disciplina empírica 
. .........Judiaba la interacción o correlación entre el conocimiento -como 
pi nsamiento o razón verbal- y la acción o comportamiento -como mo- 
mib uto mecánico. El cuerpo, como una máquina biológica, albergaba
■ h nlro de si al alma como pensamiento, y sus movimientos como acciones 
.'ilo podían entenderse como funcionamiento de una relojería peculiar en
■ • 11, ion »on el funcionamiento paramecánico de otra sustancia, la razón,
• |iu . sin ser extensa, habitaba dentro del cuerpo. La psicología construyó 
o paradigma de conocimiento con base en lo que Ryle (1949) bautizó
....... . el "mito del fantasma en la máquina”. De acuerdo con esta concep-
■ ion de lo psicológico, el individuo era protagonista y espectador de su 
pinpia ai < ion; su cuerpo, instrumento y escenario del movimiento, y la 
28 1. SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS
razón una especie de visión interior dotada de una lógica racional-deduc­
tiva. La relación cognición-acción, y sus pasiones constituyeron el legado 
cartesiano a la psicología moderna, y el marco de referencia ineludible de 
sus concepciones sobre el tiempo y el espacio.
El individuo psicológico era un cuerpo que convivía paradójicamente 
con su alma, sustancia no extensa, en la forma de pensamiento sobre sí 
mismo, su cuerpo y sus acciones. El cuerpo, como extensión física, era el 
locus o lugar, siempre fijo, invariante, en el que ocurrían las interacciones 
psicológicas. El alma o mente, como razón, aunque siempre era referida 
en su funcionamiento al propio cuerpo, sólo devenía en tiempo, y sus ac­
ciones aun cuando no ocurrían en el espacio -y por consiguiente, no eran 
mecánicas-, dado que tenían lugar en un cuerpo y respecto de un cuer­
po, se ajustaban a una temporalidad paramecánica: la contigüidad como 
principio de la relación entre las acciones de la mente y las acciones del 
cuerpo.
El advenimiento histórico del conductismo destruyó la prisión que 
representaba el cuerpo como marco de referencia espacial contenedor de 
lo psicológico. En la medida en que el conductismo rechazaba un segundo 
mundo paralelo al de las acciones del cuerpo, sin un sustrato espacial pro­
pio, liberó a los acontecimientos psicológicos de los estrechos límites im­
puestos por la piel, y les abrió, sorprendentemente para muchos, el amplio 
espacio físico de la realidad exterior al cuerpo, que constituía el marco de 
referencia de ese cuerpo como extensión autoimpulsada.
Para el conductismo fueron las propias acciones del cuerpo en relación 
con ese mundo, metafóricamente denominado "exterior” -arrastrando de 
esta manera el peso de la tradición cartesiana-, el objeto de estudio de la 
psicología. El flujo o la ubicación puntual del pensamiento respecto de 
las propias acciones del cuerpo dejaron de ser los parámetros temporales 
de lo psicológico. Ahora se tenía un cuerpo libre en el espacio frente a la 
temporalidad intrínseca de los objetos y de los acontecimientos allí resul­
tantes, incluyendo a los del propio cuerpo frente a esos objetos ¿Qué hizo 
el conductismo histórico para formular una ubicación espacio-temporal 
especifica de los fenómenos psicológicos?
En términos generales, se pueden identificar tres maneras de abor­
dar la ubicación espaciotemporal de los fenómenos psicológicos desde la 
perspectiva conductista. Aun cuando cada una de ellas obedece a circuns­
tancias históricas concretas y posee una especificidad aparente, todas ellas 
comparten la limitación general de ubicarse como una superación del dua­
lismo, pero dentro de la tradición cartesiana de la geometría mecánica 
como lógica general del conocimiento.
Aunque Pavlov no es considerado por muchos como un conductista 
estricto sensu, existen argumentos sobrados para incluirlo como parte im­
portante, desde el punto de vista conceptual y metodológico, del movi­
miento conductista. Por una parte, Pavlov concibió el funcionamiento del 
SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS 29
ruina nervioso central como una actividad semejante a las de los otros 
oig.mos del cuerpo, pero en la medida en que la psicología, en aquella época,
< mi ocancelaba como una ciencia natural establecida (Pavlov, 1927, p. 3)
> n voces de sus propios fundadores Wundt y James, Pavlov consideró que:
no hay necesidad de que el fisiólogo recurra a la psicología. Sería más 
natural que la investigación experimental de las actividades fisiológi- 
i as de los hemisferios fueran la base de un fundamento sólido para una 
vcidadera ciencia futura de la psicología; dicho curso es más probable 
que conduzca a un avance de esta rama de la ciencia natural" (1927, 
I' t).
Y de hecho esto ocurrió así al tiempo que Pavlov lo sugería.
lohn B. Watson (1916) proponía el reflejo condicional como concep­to < cutral de la nueva psicología naturalista anunciada en el Manifiesto 
< oinlnt lista (Watson, 1913), y de este modo, involuntariamente, Pavlov se 
i <Hivct iia en el constructor de los conceptos y procedimientos fundaciona- 
l< ilc la psicología conductista. Pavlov, como la totalidad de la nueva psi-
> < «logia incluyendo a la conductista-, adoptó la lógica del conocimiento 
|uo( mada por la mecánica cartesiana. Lo citaré en extenso:
.. El fisiólogo debe tomar su propio camino, donde ya se le ha tra­
zado una senda. Hace trescientos años Descartes desarrolló la idea del 
ivllejo. Partiendo del supuesto de que los animales se comportaban 
ionio máquinas, consideró cada actividad del organismo como una reac-
< ion necesaria a algún estímulo externo, a través de una vía nerviosa de­
finida; y esta conexión, afirmó, era el propósito fundamental de las es- 
tiu< turas nerviosas en el cuerpo animal. Ésta fue la base sobre la que 
•.c estableció firmemente el estudio del sistema nervioso. (1927, p. 4.)
Nuestro punto de inicio ha sido la idea de Descartes del reflejo ner­
vioso Esta es una concepción científica genuina, puesto que implica ne- 
i estilad. Puede resumirse como sigue: Un estímulo interno o externo re- 
i .ie sobre uno u otro receptor nervioso y da lugar a un impulso nervioso; 
este impulso nervioso se transmite a lo largo de las fibras del nervio al 
sistema nervioso central, y aquí, sobre la base de las conexiones nervio­
sas existentes, da lugar a un impulso fresco que pasa a través de fibras 
nerviosas que salen hacia el órgano activo, donde excita una actividad 
especial de las estructuras celulares. De este modo un estímulo aparece
< uncí lado por necesidad con una respuesta definida, como una causa 
ion el efecto. Parece obvio que la actividad total del organismo se debie- 
i.i i «informar a leyes definidas. Si el animal no estuviera en corresponden- 
i ia exacta (itálicas mías) con su ambiente, tarde o temprano cesaría de 
existir." (1927, pp. 7-8.)
Los fenómenos psicológicos -equivalentes a los reflejos condicionales 
o i las pi unitivas "secreciones psíquicas’’- fueron para Pavlov las conexiones 
30 1. SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS
temporales establecidas en los hemisferios cerebrales como una reacción 
del organismo a los cambios que operaban en el ambiente como señales. 
Pavlov decía que:
... “Tan infinitamente complejas, tan continuas en flujo, son las condicio­
nes del mundo circundante, que ese complejo sistema animal que está a 
su vez en flujo viviente, y sólo ese sistema, tiene una oportunidad para 
establecer un equilibrio dinámico con el ambiente. Así vemos que la 
función fundamental y más general de los hemisferios es la de reaccionar 
ante las señales presentadas por innumerables estímulos de significación 
intercambiable.” (1927, p. 15.)
En la concepción pavloviana de los fenómenos psicológicos como re­
flejos condicionales, los acontecimientos del ambiente -fuera interno o 
externo- se conectaban temporalmente, por contigüidad, en los hemisfe­
rios cerebrales, donde estaban fijadas las rutas para la acción en la forma 
de secreciones o movimientos. De este modo, el tiempo de lo psicológico 
era un tiempo de la necesidad mecánica que se daba, al igual que en el 
paradigma cartesiano dentro del cuerpo: las estructuras y rutas fijas que 
conformaban el sistema nervioso. Lo psicológico ocurría como reproduc­
ción necesaria de la temporalidad física, sin espacialidad propia: sólo tenía 
lugar en el cuerpo.
Una segunda manera de abordar el tiempo y el espacio puede identifi­
carse, a pesar de sus diferencias, en los puntos de vista de Guthrie (1935) 
y de Hull (1943). Aun cuando el segundo empleó algunos constructos 
referidos al sistema nervioso -periférico-, a diferencia del primero que 
se limitó a identificar los actos como movimientos y acontecimientos de 
tipo propioceptivo, ambos autores concibieron la temporalidad de los fe­
nómenos psicológicos como asociaciones estrictas en un lugar, bien fuera 
la posición del laberinto o la caja en donde se daba el movimiento frente a 
un indicio de estímulo, o la ubicación orgánica de la asociación muscular- 
propioceptiva o la conexión del impulso eferente con la huella aferente 
del estímulo. El tiempo psicológico se reducía al tiempo asociativo real, no 
reflejado, que ocurría en referencia a un locus invariante respecto de dicha 
asociación. El tiempo era un tiempo de asociación entre estímulo y respues­
ta, y el espacio era el lugar en el que se daba dicha asociación: el múscu­
lo o la vía nerviosa enmarcada en una posición espacial del organismo.
Skinner (1938) propuso una tercera manera de abordar el tiempo y 
el espacio psicológicos. El método de la operante libre, que fundamentó el 
diseño de la llamada caja de Skinner, superó una restricción básica en 
los procedimientos experimentales empleados hasta ese momento en el 
análisis de la conducta: el comportamiento del organismo estaba prefrac­
cionado en tiempo debido al uso de ensayos discretos, durante los cuales 
se presentaban los estímulos y se medían las respuestas. Tradicionalmente 
SOBRE El TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS 31
I i b tupo experimental no correspondía con el tiempo real del organismo: 
mu ntias el organismo se comportaba en forma continua, sólo se medía 
lo que ocurría durante una porción de ese tiempo definido en la forma 
>l> ensayos en los que se presentaban los estímulos. En cambio, en el mé- 
iodo de la operante libre el organismo podía responder sin restricciones 
o nipoialcs, es decir, podía responder en cualquier momento, y no sólo en
• I"linos intervalos predeterminados en la forma de ensayos.
Sin embargo, en el arreglo común de la operante libre, la respuesta es- 
i iba K slringida a una posición fija en el espacio, a un lugar predetermína­
lo A diferencia de las dos maneras previas de analizar el espacio, el lugar 
un ubicaba en o dentro del organismo, sino que el lugar de la conducta
■ in pondia a un punto en el espacio externo al organismo. Por ello, a 
i " ii de que con Skinner se rompió la restricción temporal impuesta a la 
i ■■ i/’i/i</<i</ de comportarse -en tanto comportamiento evaluado-, y se ex- 
'■ i ioi izo < l locus de la interacción, la conducta conservó paradójicamente 
uii.i dimensión en rigor temporal como en la lógica cartesiana. El espacio
• delimitó como una posición fija, constante -la palanca o cualquier otro 
p' l indo , y la conducta se visualizó como la intersección puntual del
■ i inr.mo en el tiempo con esa posición fija: la resultante fue una sucesión 
I. iones" temporales, sin restricción, pero representados como puntos
di ., u tos, discontinuos en un espacio no variable, y por consiguiente, un
■ p n io no representado (la tasa de respuesta). De hecho, aunque el espa-
■ i" ■ i.i i ontinuo y sin restricción desde el punto de vista del organismo
i...... < omportaba, se conceptualizaba como un espacio invariante, no sig-
ndn .iiivo. Las propiedades morfológicas, geográficas y topográficas de la
.... Iu> la se concibieron como propiedades no definitorias. Lo definitorio 
i i la posición del operando -y su operabilidad- como locus del corte 
'• nipoi .il de la conducta en la forma de respuestas. El espacio perdió toda
■ i......litar ion conceptual, y el tiempo se convirtió en el tiempo relativo a
■ in intermitentemente muestreado por el organismo que se compor- 
i ili.i i n la situación experimental.
I n icstimen, el conductismo ha sido incapaz históricamente de for- 
• 'mi o una lógica del tiempo y el espacio que se aparte de la lógica de la 
........mi a r artesiana -y de su dualismo tácito en lo que toca a lo psicoló-
■ >• " lia mantenido una conceptualización del comportamiento referido
• I" a < oordenadas temporales de naturaleza estrictamente física, relegan­
do al i spar io como un mero locus interno o externo en el que el tiempo
■ in Ive significativo respecto de la conducta, ya sea como reflejo de re- 
I H iniii s ambientales, como asociaciones entre estímulosy respuestas, o
■iiin distribución de la conducta en el tiempo respecto de los estímulos. 
I '■ i .o modo, la teoría de la conducta ha concebido la temporalidad del
■ iiipni (amiento en la forma de sucesión y demora, de asociación e inter-
............i.i, de rereiu ia y postremidad, y como discriminación, ubicación o 
■ lili iIhk mu temporal.
1. SOBHt tL lltMHU Y tL tSBACIU HblUULUÜIVUb
No obstante, la literatura vinculada a los procedimientos de condicio­
namiento clásico y operante destaca numerosos ejemplos de la especifici­
dad de las coordenadas espaciotemporales en relación con la conducta. El 
condicionamiento temporal pavloviano, las conductas mediadoras en los 
programas diferenciales de pausa, la conducta característica de los pro­
gramas de intervalo fijo y otros ejemplos más, son parte de una amplia 
casuística de fenómenos conductuales en niveles todavía simples de or­
ganización, en los que sobresale la situacionalidad como propiedad defi- 
nitoria del tiempo y el espacio psicológicos. La situacionalidad implica la 
interdependencia del lugar y el momento respecto de lo que el organismo 
hace y de lo que al organismo le ocurre. Aun cuando física y biológica­
mente es posible describir por separado una métrica temporal y espacial 
de los sucesos de estímulo y de respuesta en interacción, es su conjunción 
funcional como el ahí situacional del comportamiento lo que les imprime 
una lógica específica como coordenadas psicológicas.
Antes de pasar a examinar una propuesta sobre la especificidad fun­
cional del tiempo y el espacio como coordenadas psicológicas, conviene 
aclarar dos puntos: El primero, relativo al concepto mismo de especifi­
cidad de la lógica del tiempo y el espacio en cada disciplina científica. 
El segundo, relativo a la naturaleza situacional de todo acontecimiento 
psicológico y a las formas en que se puede estructurar una situación como 
fenómeno psicológico. Partiendo de que el tiempo y el espacio son cate­
gorías para describir y caracterizar los fenómenos de la realidad, no es 
sorprendente que la lógica de tales categorías pueda variar para adecuarse 
a las propiedades analíticas de los distintos niveles de fenómenos conce­
bibles. Dado que, históricamente, el tiempo y el espacio surgieron como 
dimensiones lógicas para describir los fenómenos de la física, es decir, to­
dos los fenómenos de la realidad en tanto fenómenos del movimiento y 
la sustancia, los criterios prácticos para referirse al tiempo y al espacio se 
adecuaron a las formas métricas que desarrolló progresivamente la física. 
Estas formas métricas fueron formas aplicables a la extensión y al movi­
miento de los cuerpos, así como a la duración de los ciclos astronómicos, 
y en fechas más recientes a aspectos como la velocidad de la luz, etc. Las 
demás disciplinas, y el habla ordinaria, conservaron estas formas métricas 
derivadas y adaptadas a las necesidades lógicas de la física. Sin embar­
go, aun cuando se siguieron usando las unidades métricas de la física del 
tiempo y el espacio, es evidente para cada disciplina que la funcionalidad 
de las categorías lógicas propias a su objeto de conocimiento no puede ser 
equivalente a las de la física.
Un ejemplo puede ilustrar esta afirmación. Los tiempos y espacios 
metabólicos de una célula poseen una lógica propia de su especificidad 
funcional, como ocurre también con los tiempos y espacios evolutivos, 
tanto a nivel de la química como de la biología. Los intervalos, aunque se 
expresan como tiempo y espacio métricamente físicos, no poseen la mis- 
SUBHt II IIIMPUYH l SI’ACIO PSICOLOGICOS JJ
in.i pioporcionalidad que los del tiempo y el espacio físicos propiamente
• 11« Inis A pesar de que el crecimiento biológico del ser humano se describe
• n di.is, meses y años las proporciones de cada periodo de crecimiento 
pin <> llenen que ver con los años solares de 3 ó 5 días o con los ciclos de 
mi ,n ion de 24 horas del día y la noche. De igual manera, aun cuando el
i lempo y el espacio en que se efectúan las interacciones entre organismo
in esos ambientales individuales, a las que denominamos interacciones 
P'.h ologicas, se describen en metros y minutos, estos metros y minutos 
no i mresponden como proporciones a las proporciones funcionales del 
tiempo y el espacio que poseen el comportamiento y los objetos cuando 
iniei.K túan situacionalmente.
I Ato no significa que haya distintas “realidades”. Significa sólo que hay
■ Ir.t mías lógicas específicas para los diversos niveles de conceptualización
observación de la realidad representados en las diversas ciencias. Por eso 
l.i descripción de un mismo acontecimiento, vg. Rubinstein tocando el 
piano, puede ser descrito simultáneamente con distintas lógicas respecto 
di la funcionalidad espaciotemporal en que se puede representar dicho 
.in eso: la física describirá la velocidad de sus dedos y la fuerza ejercida
• n su ejecución, mientras que la biología describirá los procesos relati­
vos al esfuerzo como metabolismo celular correspondiente a la edad de 
Kubmstein en tanto ejecutante. La psicología, por su parte, describirá la
■ locución como interpretación de un espacio y tiempo correspondientes 
al autor de la obra interpretada, por ejemplo el romanticismo. El aconteci­
miento es el mismo, pero es abordable desde distintas lógicas funcionales 
de caracterización espaciotemporal. No obstante, dado el carácter más 
general, y por consiguiente, menos diferenciado del nivel conceptual de 
la lisica, es conveniente y obligado usar la métrica de dicha lógica como 
marco de referencia fundamental.
I.a antigua psicofísica y la psicología de la percepción se plantearon 
pistamente el problema de la falta de correspondencia, en unidades mé-
ii icas físicas, entre las variaciones que sufría un objeto físico como objeto 
de estímulo y la reacción sensible de un individuo a dichas variaciones, 
liste viejo problema trasciende el mero hecho de comparar a la sensibili­
dad conductual con una escala métrica invariante de naturaleza física. El 
problema radica, primero, en delimitar cómo el tiempo y el espacio físicos 
■.on representables funcionalmente en un campo psicológico y, segundo, 
como el tiempo y el espacio conductuales se construyen a partir de esa 
i<-presentación básica como resultado de la experiencia interactiva conti­
nuada. Debo aclarar que en el caso particular de un campo psicológico, 
no sólo están representados inicialmente el tiempo y el espacio físicos, 
•i no también el tiempo y el espacio biológicos, y el tiempo y el espacio 
socioculturales.
A partir de estas lógicas de representación inicial, que delimitan las 
posibilidades funcionales de todo fenómeno psicológico, puede plantearse 
34 1 SOBHI II IIIMI'OYII ESPACIO PSICOLÓGICOS
la construcción conceptual de la dimensión conductual del tiempo y el 
espacio como coordenadas funcionales del campo psicológico.
En otro estudio (Ribes y Carpió, 1991) se examina cómo se repre­
sentan el tiempo y el espacio físicos en toda interacción conductual. El 
campo que define a toda interacción conductual está constituido primor­
dial, pero no exclusivamente, por el organismo individual de referencia y 
otros organismos u objetos individuales que actúan respecto de él. En esta 
interacción el fenómeno psicológico radica en la relación, inseparable por 
definición, del comportamiento biológico del individuo y el comporta­
miento de otro individuo u objeto. El cambio en el espacio, como cambio 
en la geografía, topografía o morfología de la interacción, depende del 
comportamiento del organismo. Si no hay cambio en el comportamien­
to, no hay espacio que representar. El organismo, mediante su actividad, 
regula de este modo la dimensión espacial del campo psicológico. Los es­
tímulos, como acciones discretas de los objetos, alteran la espacialidad 
del organismo y regulan así la dimensión temporal, es decir, duracional del 
fenómeno psicológico. Tiempo y espacio son inseparables en toda relación 
psicológica, sin embargo, su regulacióninicial como dimensiones estric­
tamente físicas es estar distribuido en los objetos y el organismo respecti­
vamente, como elementos separados.
¿Cómo se construyen distintas funcionalidades psicológicas del tiem­
po y el espacio a partir de sus dimensiones estrictamente físicas? ¿Son 
estas nuevas funcionalidades psicológicas del tiempo y el espacio resultado 
de los procesos que caracterizan a distintos tipos de interacciones conduc­
tuales?
Todo campo psicológico es la situación en donde interactúa un orga­
nismo individual con otro individuo o con un objeto. El espacio de la situa- 
cionalidad lo regula el organismo mediante su comportamiento, mientras 
que el tiempo de la situacionalidad está regulado por el comportamiento 
de los objetos -u otro organismo- como la ocurrencia de sucesos discre­
tos de estímulo. Dependiendo de las formas en que se estructure la inter­
acción, dominará una u otra dimensión funcional de la situación, o bien, 
en el caso del comportamiento humano, inmerso siempre en un campo 
lingüístico, se pueden transformar las dimensiones físicas de la situaciona­
lidad de acuerdo con criterios regulados convencionalmente.
Tomando como criterio la funcionalidad posibilitada por las carac­
terísticas de la interacción como un campo organizado de contingencias 
recíprocas, se pueden delimitar cinco formas funcionales de naturaleza 
psicológica para categorizar el tiempo y el espacio. Solamente las esbozaré 
dadas las limitaciones de espacio... y tiempo.
Hay un primer tipo de interacción en que, ya sea por restricciones en 
las características reactivas del organismo (su rango y tipo de sensibilidad y 
movilidad) o por restricciones derivadas de las características de las propias 
contingencias en las relaciones entre eventos del ambiente, el organismo
SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS 35
■ alee tado y sólo puede reaccionar diferencialmente ante las ocurrencias
• n <1 ambiente que le afectan. Los eventos del ambiente actúan sobre el 
individuo, cuya interacción con ellos consiste en reaccionar ante sus pro- 
pn dades contingenciales. El primer efecto en la conducta es parecido al 
que ■.<• describiría de acuerdo con coordenadas físicas de tiempo y espacio 
|< oordenadas mecánicas), pero una vez que se constituye funcionalmen- 
i> l.i interacción, aparece la primera forma psicológica de organización
• .p.ii intemporal: la asimetría como anticipación. La conducta al estar 
iiinetida a contingencias puramente temporales y el condicionamiento
• l.r.u o, entre otros fenómenos, ilustra esta organización de la interacción
i n l.i que las propiedades espaciales de la relación contingencial, es decir, 
11 « onducta del organismo, se subordinafn) funcionalmente a las propie­
dades temporales, o sea, a las relaciones entre los eventos de estímulo y su 
!■ ■ ion que afecta al organismo Así, por ejemplo, en el condicionamiento
• i r.i< o el organismo está virtualmente inmóvil, y su motricidad, incluyen­
do l.i reacción de orientación depende de y está regulada por la ocurrencia 
d« lo-, estímulos condicional e incondicional en relación recíproca. En la
■ oikIik la supersticiosa, la variación y distribución temporal de la conduc­
ía del organismo es un efecto directo del intervalo entre estímulos.
I n un segundo tipo de organización contingencial, aun cuando exis­
tí n telar iones dadas entre los eventos que actúan sobre el organismo, éste 
n« ne la posibilidad de regular algunas propiedades de su regulación con- 
iingi iu ial. Los eventos se tornan funcionales con base en la acción del 
oiganismo, de modo que la conducta, como determinante de los criterios
• •q>.i< tales, regula las propiedades temporales de la contingencia. El con- 
di. lonainiento operante constituye el ámbito empírico que mejor ilustra 
«".la nueva funcionalidad del tiempo y el espacio como dimensiones psico- 
l>igi« as lín la situación operante los parámetros temporales de las relacio- 
ii> entre estímulos se ven regulados por su contingencia efectiva respecto 
d< l.i « onducta del organismo: las relaciones entre estímulos sólo ocurren
ii .«■ presenta la conducta operante, y las características temporales de 
di. lia relación son moduladas por las propias características de ocurrencia 
d< la conducta.
Se puede distinguir un tercer nivel de organización contingencial en
■ I que la interacción todavía tiene lugar como interacción intrasituacional.
líala «le aquellas circunstancias en las que existen múltiples relaciones 
■ mi ingenr ¡ales yuxtapuestas respecto de un conjunto finito de eventos de
• i nimio, a la vez que la relación particular que puede operar en un mo­
tín uto dado depende de lo que organismo hace. Se tiene una doble depen­
dí in i.i o una interdependencia entre propiedades temporales y espaciales 
d> la interacción: las relaciones entre estímulos constituyen contingencias
■ o . i. Iiiik iones temporales son múltiples como efecto en potencia sobre
■ I organismo, pero, a la vez, su operación efectiva depende de cómo el
■ uranismo se comporta. Las situaciones de discriminación condicional y
36 1. SOBRE EL TIEMPO Y EL ESPACIO PSICOLÓGICOS
muchas de las interacciones sociales diádicas constituyen ejemplos de este 
tercer tipo de funcionalidad del tiempo y el espacio. Asi, en la situación de 
discriminación condicional se da una doble dependencia entre los paráme­
tros temporales y espaciales de la situación. La interacción se ve regulada 
por las contingencias entre estímulos momentáneamente efectivas (tiem­
po), pero éstas, a su vez, tienen lugar sólo y con base en la ocurrencia de la 
conducta que emite el organismo.
Cuando existe este nivel de interdependencia del tiempo y el espa­
cio como variabilidad organizativa de una interacción y, además, se dan 
las condiciones para responder a propiedades funcionales de los even­
tos que no son físicamente operativos dentro de la situación, se tiene un 
cuarto nivel de organización contingencial en que se rompen los límites 
de la situacionalidad, y el tiempo y el espacio operan como dimensiones 
múltiples y extrasituacionales desde un punto de vista psicológico. Esta 
organización que sólo es posible mediante el lenguaje como reactividad 
convencional desligable, en principio, físicamente de las cosas y los aconte­
cimientos, caracteriza a la mayor parte del comportamiento humano que 
está en interacción con otros: el tiempo y el espacio presentes son siempre 
transformados por y en tiempos, y espacios pasados y futuros diversos. En 
la mayor parte de la conducta humana de naturaleza interpersonal, dado 
el lenguaje como un instrumento social ejercitado mediante y como com­
portamiento, las situaciones están conformadas por propiedades presentes 
que sólo tienen funcionalidad (o "sentido") por su relación con otras situa­
ciones que representan tiempos y espacios distintos. El “aquí” y el "ahora” 
sólo significan algo en términos del “antes”, el “después” y el “allá”.
Finalmente, se puede señalar un quinto tipo de organización contin­
gencial en la que el tiempo y el espacio dejan de ser dimensiones de la 
interacción y se vuelven miembros de ella. Se trata de cuando el individuo 
interactúa con su propio comportamiento o el de otros y sus productos 
como objetos y eventos convencionales que guardan entre sí relaciones 
contingenciales, con base en lo que Wittgenstein (1969) denominó "los 
fundamentos de cada juego de lenguaje". La interacción deja de ser fun­
cional con base en eventos en tiempo y en espacio, y el tiempo y el espacio 
se vuelven, como lenguaje en acto, eventos psicológicos en sí mismos de 
carácter transituacional. Es lo que Octavio Paz expresa cuando dice:
"Vértigo abstracto: hablé conmigo, fui doble, el tiempo se rompió.”
(P 32.)
El tiempo y el espacio, como conceptos abstractos, constituyen, en sus 
distintos ámbitos funcionales, la ilustración de cómo el contexto funda­
mental de toda conducta, dadas ciertas formas de organización del com­
portamiento, se convierte en un mero fenómeno psicológico que le da 
sentidos

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