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Sistemas-hidraulicos-pre-industriales-en-tres-haciendas-azucareras-de-los-Valles-de-Yautepec-y-Cuautla-de-Amilpas--Apanquetzalco-Calderon-y-Cocoyoc

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
Programa de maestría y doctorado en Arquitectura 
•
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. IU.HISTÓRICAS 
. ~ 
Presenta: 
Rebeca Hernández Fuentes 
Tutor: 
Dr. Tarsido Pastrana Salcedo 
Sinodales: 
Mtra. Diana Ramiro E.; Dr. José López Quintero, 
Mtra. Gabriela Vázquez G.; Dr. Pedro Molotla X. 
México, D.F. Noviembre 2012. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Sistemas hidráulicos pre-industriales en tres haciendas azucareras de 
los valles de Yautepec y Cuautla de Amilpas:
Apanquetzalco, Calderón y Cocoyoc
Tesis que para obtener el grado de Maestra en Arquitectura presenta:
Rebeca Hernández Fuentes
Programa de Maestría y Doctorado en Arquitectura
2012
Director de tesis:
Dr. Tarsicio Pastrana Salcedo
Sinodales:
Mtra. Diana Ramiro E.
Dr. José López Quintero
Mtra. Gabriela Vázquez G.
Dr. Pedro Molotla X.
Agradecimientos:
Esta tesis a quiero dedicar a todas aquellas personas que me motivaron a hacer las cosas bien, a las personas que mostraron 
interés en mi trabajo y que me brindaron consejos y recomendaciones tanto académicas y de investigación, como anímicas y 
de apoyo moral, aún, estas últimas sin saber muy bien de lo que estaba hablándoles.
Sin su interés, cariño, dedicación o amistad no hubiera logrado terminar este trabajo que tanto he disfrutado y que comencé 
sin mucha idea de lo que estaba haciendo. Es difícil cerrar este capítulo que fue mi vida por tres años, sin embargo, me siento 
feliz de que hayan sido tres años dedicados a algo que realmente disfruté y que considero que aporta mi granito de arena 
para el rescate y difusión de lugares como Apanquetzalco y Calderón. Todos los trabajos deberían de ser como el mío lo ha 
sido hasta ahora, con altibajos incluidos.
Contenido
I. Introducción.................................................................................................................................................3
1. Análisis histórico y geográfico de la región azucarera.............................................................................8
• Características físicas y morfología natural..........................................................................................8
• Características geo-políticas................................................................................................................13
• Establecimiento, distribución y expansión de las haciendas..............................................................17
• Distribución y transporte del azúcar..................................................................................................33
• La infraestructura en la producción de azúcar.................................................................................37
• Tres haciendas azucareras que incorporaron molinos hidráulicos...................................................41
• Hacienda de Apanquetzalco, Yautepec................................................................................41
• Hacienda de Santa Bárbara Calderón, Cuautla...................................................................48
• Hacienda de Cocoyoc, Yautepec.........................................................................................51 
2. Sistemas hidráulicos en las haciendas azucareras....................................................................................56
• Hidromensura, reglamentación y dotación de agua.........................................................................56
• Sistemas hidráulicos............................................................................................................................69
• La producción de azúcar a partir del uso del agua y su infraestructura..........................................71
• Técnicas de irrigación..........................................................................................................71
• Sistemas de conducción.......................................................................................................75
• Almacenamiento y distribución...........................................................................................82
 1
• Molinos hidráulicos..............................................................................................................84
• Uso doméstico y productivo................................................................................................90
• El aprovechamiento del agua en otros productos relacionados con las haciendas.......................... 
azucareras..........................................................................................................................................98
3. Decadencia de la infraestructura hidráulica pre-industrial y su rescate histórico.....................................104
• El impacto de la incorporación de nuevos sistemas de producción en los sistemas.......................... 
hidráulicos pre-industriales...............................................................................................................104
• Sobrevivencia de la infraestructura hidráulica al día de hoy..........................................................111
• Una propuesta para detener el deterioro y reintegrar a la comunidad la hacienda........................ 
pre-industrial de Apanquetzalco......................................................................................................113
II. Conclusión...............................................................................................................................................119
III. Fuentes de Información...........................................................................................................................123
IV. Anexo I; Glosario de términos................................................................................................................128
V. Anexo II; Ficha Nacional del catálogo de Monumentos Históricos Inmuebles,...................................... 
Apanquetzalco, Yautepec......................................................................................................................134
VI. Anexo III; Fragmentos del avalúo de la hacienda de Apanquetzalco, 1790.......................................137
2
I.Introducción
 Las haciendas azucareras del virreinato fueron espacios magníficos que aún hoy en día 
cautivan al visitante con su imponente arquitectura pre-industrial. Esta arquitectura ha sido motivo de 
diversos estudios, sin embargo, hay ciertos aspectos del funcionamiento de una hacienda, que si bien 
no se han pasado por alto, aún no se han desarrollado en su totalidad. Uno de estos aspectos es la 
influencia del agua en la ubicación, distribución y diseño de los espacios. 
Para el cultivo y procesamiento de la caña de azúcar, el agua fue un elemento esencial. Si no existía 
era imposible producir azúcar. La presencia del agua estaba implícita en el momento en que se 
buscaba un terreno apto para establecer el ingenio, en el delicado proceso de siembra y riego de la 
caña, en la molienda, que muchas veces dependía de la fuerza hidráulica, en la casa de calderas 
cuando se limpiaban los canales para evitar que los residuos del jugo se agriaran y contaminaran a 
los recién obtenidos, en el proceso de cristalizaciónpara blanquear el azúcar, y finalmente, más no 
menos importante, en el uso doméstico. Fue un elemento tan importante y necesario en toda clase de 
actividades productivas y de subsistencia, que originó diversas disputas, muchas de ellas se encuentran 
documentadas en litigios en el Archivo General de la Nación en el ramo de Tierras, pues todo 
hacendado quería la mejor fuente de abastecimiento para su hacienda, así aseguraría una abundante 
producción constante.
En las haciendas azucareras se formaba un sistema hidráulico, es decir, un circuito de procesos que 
formaban parte de la producción de azúcar. En algunos de estos procesos, los elementos y espacios 
arquitectónicas fueron esenciales para llevar a cabo dicha etapa. Por ejemplo, para conducir el agua 
hasta el molino, se construyeron acueductos que atravesaban grandes distancias y salvaban 
pendientes y barrancas y que al llegar debían liberar el agua con la suficiente fuerza para impulsar la 
rueda del molino. Por otro lado, generalmente las haciendas contaban con un gran galerón para 
albergar el molino. Éste podía ser de piedra, con techos abovedados, o bien a dos aguas de madera 
y teja de barro. Sin embargo, el aspecto que más llama la atención de los sistemas hidráulicos, es 
cómo el agua se relacionaba con cada una de las secciones de la hacienda, convirtiéndose en un 
elemento sustancial en la distribución, interacción y diseño, de cada espacio. 
 3
Para definir el sitio en el que se establecería el trapiche, era necesario obtener los derechos sobre las 
tierras y el agua del lugar, ubicar la o las fuentes de abastecimiento cercanas, evaluar las pendientes 
del terreno y las distancias, de lo cual se ocupaban los agrimensores, a partir de ahí, se planeaba la 
distribución de cada uno de los espacios de la fábrica azucarera según sus requisitos hidráulicos y de 
producción, partiendo del sistema de riego y del molino y siguiendo un orden lógico, tratando de 
aprovechar de la mejor manera los recursos. Además, cada canal, conducto, pileta, caja de agua, 
acueducto, etc. representaba una inversión muy importante para el hacendado, quien normalmente no 
lo veía como un gasto innecesario, sino como el camino para una mejor y mayor actividad productiva.
Esta dependencia del agua, para la distribución y diseño de las haciendas azucareras, fue 
disminuyendo a medida que las nuevas tecnologías fueron sustituyendo a la maquinaria y elementos 
que la utilizaban para su funcionamiento. A partir de la inauguración del ferrocarril México-Cuautla 
en 1881 y de la construcción del ramal que conectaba a Morelos con Veracruz, sin pasar por la 
Ciudad de México, en 1882,1 se introdujo gradualmente en las haciendas, maquinaria que funcionaba 
con combustible en vez de energía hidráulica, por lo que el agua pasó a un segundo plano, y aunque 
ya no era el principal elemento de diseño, todavía era muy necesaria para el riego y las actividades 
domésticas. Por lo que se invirtieron grandes sumas de dinero en remodelar y aumentar la capacidad 
de los acueductos para poder cubrir la necesidad de riego de mayores extensiones de tierra que iban 
concentrándose en unos pocos propietarios.
El objetivo de esta investigación fue, hacer un análisis de cada una de las partes del sistema hidráulico 
en las haciendas azucareras de los valles de Cuautla y Yautepec y a partir de él, construir modelos de 
funcionamiento en tres haciendas de la zona de estudio, en las que se utilizó fuerza hidráulica para la 
molienda, que permitiera demostrar cómo el agua fue el principal elemento de diseño y distribución.
Para realizar este análisis fue necesario conocer primero las características físicas y geográficas de los 
valles de Yautepec y Cuautla, así como la historia del azúcar en la región, es decir, el establecimiento 
de las primeras haciendas y las fuentes de agua que utilizaron para su abastecimiento, después, 
determinar cuáles de estas haciendas utilizaron el agua como fuerza motriz para impulsar el molino, y 
cuáles no. Fue necesario también, estudiar detalladamente el proceso de fabricación del azúcar para 
detectar todas las etapas que involucraban la utilización del agua. 
Otro aspecto importante, fueron los conflictos que se originaron a raíz de los derechos de uso del 
agua, existieron tantas haciendas en estos valles, que continuamente hubo disputas por el uso del 
agua de manantiales y ríos. Generalmente la fábrica azucarera que se ubicaba en la parte más 
4
1 Alicia Hernández Chávez. Breve historia de Morelos. FCE. México, 2002. p. 148.
cercana al manantial y con un nivel más elevado con respecto a las demás, tenía ventaja para obtener 
el agua, sobre las que estaban en terrenos más bajos y que recibían los remanentes de la hacienda 
precedente. También se dieron numerosos conflictos con los pueblos, pues todos deseaban tener el 
mayor beneficio de este preciado líquido.
Finalmente, para concluir con los antecedentes, se incluyó un recuento del establecimiento de las 
haciendas más importantes de la región y las etapas industriales que definieron la forma de 
fabricación del azúcar según los avances tecnológicos.
Una vez que se tuvo esta información, se realizó un análisis del proceso de producción del azúcar 
desde una perspectiva donde el agua es el eje del proceso. Se definió un “sistema hidráulico” dentro 
del contexto de una hacienda azucarera, y cada una de las etapas del agua en la fabricación del 
azúcar: fuentes de abastecimiento de agua, técnicas de irrigación, sistemas de conducción, molinos 
hidráulicos, almacenamiento y distribución, y finalmente el uso doméstico y productivo. A partir de 
este análisis se realizó una interpretación hipotética de los restos arquitectónicos de tres haciendas y 
una reconstrucción del recorrido y los usos del agua. Sustentado por una investigación histórica de 
cada uno de estos conjuntos arquitectónicos: Apanquetzalco y Cocoyoc en el valle de Yautepec, y 
Calderón en Cuautla. Las dos primeras tomaban el agua de los manantiales de Oaxtepec y estuvieron 
involucradas en diversas disputas con el pueblo, el convento y otras haciendas del valle de Yautepec, 
como Pantitlán, por el uso de esta agua. La de Calderón por su parte, construyó un importante 
acueducto para llevar el agua desde afluentes del río Cuautla, hasta su molino, el cual hasta hace 
algunos años aún conservaba la rueda de madera.2 
Ninguna de las tres haciendas estudiadas fue de gran tamaño, Apanquetzalco fue de quinta 
categoría, Cocoyoc de tercera y Calderón de cuarta y aunque estas clasificaciones parten de un 
decreto de contribuciones del siglo XVIII nos brindan un resumen global del nivel que llegó a tener 
cada hacienda en la época de mayor éxito en la fabricación de azúcar en México. Además, las tres 
haciendas tuvieron una producción de azúcar constante en los siglos XVII y XVIII y funcionaron con 
molinos hidráulicos en algún momento.3 
 5
2 Brígida von Mentz et al. Haciendas de Morelos. CONACULTA/ Instituto de Cultura de Morelos/ Porrúa. México, 1997. p.263.
3 Categorías basadas en un decreto de contribuciones de las haciendas pertenecientes a los partidos de Cuernavaca Morelos, Yautepec, 
Jonacatepec y Tetecala en 1851, en el cual se especifican el monto de impuestos que pagaba cada una según su tamaño y la clase fiscal a la que 
pertenecían. Ibídem. p.141-142. No todos los autores aceptan esta clasificación pues no toma en cuenta muchos factores importantes como la 
producción a lo largo del tiempo, sin embargo es útil para tener un resumen del nivel que llego a tener cada hacienda en la época de mayor éxito 
de la producción de azúcar en México.
La hacienda de Apanquetzalco, pertenece en la actualidad al ejido del mismo nombre de la hacienda 
y aunque su acueducto está muy deteriorado, se conservan la mayoría de los muros de los espacios 
de habitación y producción, como parte de la bóveda del trapiche, la caja de la rueda del molino, la 
casa de calderas, la capilla, entre muchos otros edificios. 
A travésde los avalúos fue posible saber que la hacienda contaba con una cantidad de canales de 
agua realmente considerable para su tamaño, hoy se conservan muy pocos canales, pues la mayoría 
deben de haber sido cubiertos con escombro y tierra. La hacienda de Calderón por otro lado, tiene la 
mayor parte de sus edificios en pie, sin embargo a lo largo del siglo XX la población fue gradualmente 
invadiendo los edificios de la hacienda y hoy forma parte de los muros y calles del pueblo de 
Calderón, hecho que sólo ha incrementado el deterioro y la modificación de los espacios originales. 
La tercera hacienda estudiada, Cocoyoc, es en la actualidad un hotel. Al haber permanecido como 
propiedad privada después de la Revolución se conservó en mejor estado que las otras dos y hoy en 
6
Vista Sur de la Casa grande y 
los talleres de 
Apanquetzalco. 
En esta imagen se aprecia el 
suave desnivel que tiene la 
hacienda hacia el Sur. Lo cual, 
como veremos más adelante, era 
esencial para poder distribuir el 
agua por toda la hacienda y 
conducir el guarapo obtenido en la 
casa del trapiche hasta la casa de 
calderas, que a diferencia de otras 
haciendas, en esta se encontraba 
un edificio de otro a una distancia 
considerable. Rebeca Hernández 
Fuentes. 2010.
día se pueden apreciar algunos de sus espacios casi como eran originalmente, como el área del 
trapiche, la casa de calderas y el acueducto.
La investigación de estas tres haciendas está basada en una amplia bibliografía y documentos 
históricos de la cual se obtuvieron los datos de fechas y funcionamiento de cada hacienda. En el caso 
específico de la hacienda de Apanquetzalco se consultó un avalúo realizado en el siglo XVIII que se 
encuentra en el Archivo General de la Nación, esta información fue complementada con una consulta 
del acervo de imágenes en la Fototeca Nacional del INAH y el catálogo de monumentos históricos del 
Estado de Morelos realizado también por el INAH. En los tres casos se visitaron las tres haciendas 
corroborando datos bibliográficos y relacionando los datos históricos obtenidos de la investigación 
con la visita de estudio personal. Como complemento a la visita se realizó un reporte fotográfico y 
croquis del estado actual de cada una de las tres haciendas. Este análisis fue la base para reconstruir 
el recorrido y el funcionamiento del agua, en cada hacienda.
En la última sección de este documento, se explicará cómo y porqué este sistema de producción llegó 
a su fin con la introducción de nuevas tecnologías, las cuales, no necesariamente dependían del agua, 
y que además incrementaron la producción de manera exponencial, intensificando el cultivo y 
concentrando la producción en unas cuantas unidades. 
Finalmente se elaboró un diagnóstico de la situación actual de los sistemas hidráulicos de estas tres 
haciendas y una propuesta de rescate de uno de los tres casos estudiados, la hacienda de 
Apanquetzalco. Este proyecto integrará a la comunidad local con un espacio cultural, de 
esparcimiento, y que tenga las instalaciones necesarias para albergar eventos que le permitan ser 
sustentable económicamente. Lo cual, como consecuencia, atraerá también al turismo. 
Con esta investigación se destaca la importancia del agua en el diseño arquitectónico y la distribución 
de las haciendas azucareras, y con ello la revalorización de edificios que forman parte de la 
infraestructura hidráulica, como son los acueductos, los molinos hidráulicos, la red de canales de 
agua, los depósitos de almacenamiento, entre otros que analizaré más adelante. Además de que nos 
permite tener una idea más clara de lo importante que fue el agua en muchas de las actividades 
industriales del virreinato.
 7
1. Análisis histórico y 
geográfico de la 
región azucarera. 
• Características físicas y morfología natural.
! Dos de las zonas más importantes para la producción de azúcar en el área central de 
Nueva España, se ubicaron en las subcuencas que se formaron a partir de los ríos Yautepec y Cuautla. 
Ambos, fluyen de Noroeste a Sureste y desembocan en el Amacuzac, el cual es afluente del Balsas, 
uno de los principales ríos del territorio mexicano. En cada una de estas dos subcuencas surgió un 
valle4 con tierras cálidas, fértiles y muy bien irrigadas. Estas características fueron determinadas por 
distintas formaciones geográficas; en el Norte, separándolas del Valle de México, se encuentra la 
cordillera montañosa Neo-volcánica y al Noreste, los contrafuertes occidentales del volcán 
Popocatépetl. Al Este se desprende del mismo volcán una cadena montañosa que termina en las 
llanuras de Tepalcingo y Axochiapan. Y finalmente al Oeste, el valle de Yautepec está separado del 
Valle de Cuernavaca por la sierra de Yautepec o Tetillas y por la sierra de Montenegro.5 Gracias a 
las cadenas montañosas circundantes, los dos valles cuentan con alturas y climas muy variados en una 
extensión reducida de tierra, con pendientes ligeras hacia el Sur que permiten el flujo constante de los 
ríos y manantiales, y que protegen a los valles de las heladas y los vientos fuertes. 
Varía tanto la altura de los terrenos en estos valles que algunos historiadores han clasificado las 
diferentes zonas climáticas; para esta investigación se ha utilizado, la clasificación hecha por la 
historiadora y especialista en el tema, Gisela von Wobeser, ya que en ella se distingue claramente las 
tierras que eran aptas para el cultivo de la caña de azúcar en estos valles: La “Tierra Fría”, de los 
8
4 Un valle comprende la llanura de tierra que existe entre dos montañas o áreas elevadas, en algunos casos, es también la cuenca de un río, es 
decir las tierras por las que fluyen sus aguas. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Vigésima segunda edición.
5 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. UNAM. México, 2004. p.19.
1,700m sobre el nivel del mar, hasta los 3,400m sobre el nivel del mar. La “Tierra Templada”, de 
1,500m sobre el nivel del mar hasta los 1,700m sobre el nivel del mar. Y finalmente la “Tierra 
Caliente” que va de los 800m sobre el nivel del mar hasta los 1,500m sobre el nivel del mar.6 El 
cultivo de la caña de azúcar se desarrolló principalmente, en la “Tierra Caliente” de estos valles, pues 
era una zona con una temperatura estable durante todo el año de entre 18º y 24º centígrados y un 
clima subtropical que favoreció al crecimiento de la caña. 
La excelente irrigación se originaba al Norte de estos valles, en las laderas de montañas que se 
elevan a más de 3,000m sobre el nivel del mar. Desde estas tierras elevadas, el agua de lluvia, se 
filtraba al subsuelo, el cual era sumamente permeable por ser de origen volcánico y formaba un gran 
depósito de agua que emergía en la parte más baja de los valles en forma de manantiales. Algunos 
de ellos son los manantiales de Itzamatitlán, El Bosque, Michiatengo, Las Estacas, etc. Todos ellos en 
las subcuencas de Yautepec y Cuautla. El agua que no se alcanzaba a filtrar al subsuelo, fluía hacia 
los valles en forma de ríos y arroyos con dirección de Norte o Noreste hacia el Sur.7 
A pesar de las abundantes lluvias de verano, este ecosistema de temperatura cálida, suaves 
pendientes y numerosos manantiales, tiene una precipitación pluvial muy limitada durante seis meses, 
de noviembre a abril. Esta escasez de agua provocaba que la humedad del suelo fuera insuficiente 
para el cultivo de la caña de azúcar y el déficit aumentaba cada mes hasta que llegaba la temporada 
de lluvias, en la que se presentaba un gran incremento de humedad sobre las necesidades. Cuando el 
suelo se reabastecía hasta su límite de 30cm. el exceso de agua corría por la superficie formando los 
arroyos de temporada, especialmente en los meses de agosto y septiembre. En las haciendas 
azucareras del virreinato que dependían del agua durante todo el año, este déficit se debía cubrir 
desviando el agua de ríos y manantiales perennes hacia el sitio deseado.8 Para hacer esto fue 
necesario realizarobras hidráulicas que permitieran conducir el agua desde los manantiales y ríos, 
hasta la hacienda. Así como almacenarla para cubrir las necesidades en la época del año en que las 
lluvias eran muy reducidas.
A pesar de tener una temporada en que el agua es escasa la región fue ideal para el cultivo de la 
caña de azúcar por las características ya mencionadas. Al respecto Ward Barret, quien analizó a 
fondo la hacienda que perteneció a Cortés y que a pesar de encontrarse en el valle de Cuernavaca y 
 9
6 Ibídem. p.20.
7 Marcela Pérez López y Brígida von Mentz. Manantiales, ríos, pueblos y haciendas: dos documentos sobre conflictos por aguas en Oaxtepec y en 
el valle de Cuernavaca 1795-1807. CIESAS/IMTA. México, 1998. p.13.
8 Ward Barret. La hacienda azucarera de los marqueses del Valle, 1535-1910. Siglo XXI. México. 1977 p.92.
no en los de Yautepec y Cuautla compartía las mismas características geográficas y climáticas que 
hicieron de toda esta zona que hoy ocupa Morelos, un área exitosa en la producción de azúcar:
[...] Es una región única en México y no existe otra igual que posea ventajas similares de clima, 
agua y grandes extensiones de tierra plana en una pendiente de terreno de la misma altitud 
general. [...]9 
Para los españoles, las excelentes características hidrológicas de los valles de Yautepec y Cuautla 
fueron fundamentales para desarrollar la industria azucarera, sin embargo su influencia no se limitó a 
la “Tierra Caliente”, sino que llegó hasta las tierras boscosas del Norte de los valles, es decir, la 
“Tierra Fría”. Estas tierras además de funcionar como recarga acuífera para los valles, albergaban un 
importante recurso para las haciendas; la madera necesaria para hacer funcionar las calderas de los 
ingenios en conjunto con el bagazo de la caña.10 Por otro lado, los grupos nativos que ocupaban 
estas tierras antes de la llegada de los españoles, tenían un gran respeto por su entorno, estas tierras 
eran sagradas y se referían a los depósitos de agua que se formaban en la cordillera Neovolcánica al 
Norte de los valles como “ollas llenas de agua”.11 Es importante tener en cuenta que, aunque desde 
perspectivas diferentes, tanto para los españoles como para los grupos nativos, estas “Tierras Frías” es 
decir, desde las laderas del Popocatépetl y la sección Sur de la cordillera Neovolcánica hasta las 
zonas cercanas a poblados como Tepoztlan, Tlalnepantla, Totoloapan, Atlatlahucan y Ocuituco, 
tuvieron un papel muy importante en la actividad agrícola de la región, ya fuera como zona de 
abastecimiento de combustible, o bien, de agua para riego.
10
9 Ward Barret, Morelos and its Sugar Industry in the Late Eighteenth Century. Provinces of early Mexico: Variants of Spanish American regional 
evolution, Ida Altman y James Lockhart, comps, Los Angeles, University of California, 1976, p. 155.
10 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op. Cit., p. 224.
11 Ward Barret. La hacienda azucarera de los marqueses del Valle, 1535-1910. Op. Cit., p.14.
 11
La zona de los valles de Yautepec y Cuautla en las que surgieron numerosas haciendas durante el virreinato se indica en color verde. En este mapa se pueden apreciar también los 
innumerables arroyos de temporada que abundan en la región, y alimentan a los ríos perennes que forman las cuencas. Valles de Yautepec y Cuautla. INEGI. 1990. Cartas topográficas escala 
1:50,000 E14B51 y E14B59 correspondientes a Cuernavaca y Cuautla.
• Características geo-políticas.
! Desde los primeros años de vida colonial, los valles de Cuautla y Yautepec formaron parte 
de la provincia o intendencia de México, cuyas localidades con el tiempo se convirtieron en alcaldías 
mayores, como las de Cuernavaca y Cuautla de Amilpas. A su vez las alcaldías mayores se 
subdividieron en partidos. Para principios del siglo XVIII, la alcaldía mayor de Cuernavaca 
comprendía los partidos de Jojutla, Yautepec, Jonacatepec y Yecapixtla y la de Cuautla de Amilpas 
sólo incluía al partido del mismo nombre y el de Ocuituco. Posteriormente, en 1746 la alcaldía de 
Cuautla de Amilpas, junto con Tetela del Volcán y Tochimilco se integraron a la intendencia de Puebla. 
Esta división territorial se mantuvo hasta 1810.12 En 1800 Cuernavaca contaba con 74 pueblos y 
43,351 habitantes y Cuautla con 9,873 pobladores repartidos en 9 pueblos.13 De las tres haciendas 
estudiadas en esta investigación, Apanquetzalco se establecieron en tierras que pertenecían al 
Marquesado del Valle,14 y después a la Alcaldía mayor de Cuernavaca. Cocoyoc en cambio, fue 
adquiriendo tierras que pertenecieron al Marquesado pero también tierras que eran propiedad 
privada y que se encontraban en terrenos dentro de Cuautla. La hacienda de Calderón surgió por 
completo en terrenos que se encontraban en la Alcaldía de Cuautla de Amilpas.
En el ámbito religioso, la zona quedó comprendida dentro del arzobispado de México y en ella se 
estableció principalmente, la orden de los Dominicos, aunque también hubo presencia de Dieguinos en 
Cuautla y de la orden hospitalaria de San Hipólito en Oaxtepec.15
Esta distribución, tanto política como religiosa, se conservó desde la formación del Marquesado del 
Valle en 1529 hasta el comienzo del México independiente. Es importante mencionar que una gran 
parte de la alcaldía mayor de Cuernavaca formaba parte del Marquesado, y sólo algunas porciones 
de tierra se perdieron durante los periodos en que Hernán Cortés no tuvo el control de estas tierras. 
Por ejemplo, las encomiendas de Yautepec y Tepoztlán, fueron cedidas temporalmente de 1529 a 
 13
12 Héctor Ávila Sánchez. Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos. CRIM. Cuernavaca. 2002. p. 39.
13 Dorothy Tanck de Estrada et àl. Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España 1800. El Colegio de México, Comisión Nacional para el 
Desarrollo de los Pueblos Indígenas, Fomento Cultural Banamex y El Colegio Mexiquense. México, 2005. p.67-71.
14 El Marquesado del Valle, fue la posesión de 22 villas ubicadas en las tierras de Toluca, Oaxaca, Tehuantepec, Cuernavaca, Tlalpan y Xochimilco 
que recibió Hernán Cortés como gratificación por los servicios prestados a la Corona española en 1529, abarcaban unos 11,500km2 exceptuando 
sólo las tierras que pertenecían a las órdenes religiosas. Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op. Cit., p.28
15 Héctor Ávila Sánchez. Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos. Op. Cit., p. 39.
1531 por Cortés a Diego de Ordaz. De igual forma la de Oaxtepec que fue cedida a Juan de 
Burgos.16
Dentro de la alcaldía de Cuernavaca, el partido de Yautepec fue el más importante en lo relacionado 
con la producción de azúcar, pues el valle en el que se encuentra es muy fértil, con suelos aptos para 
la agricultura y numerosas fuentes de agua que desembocan en el río Yautepec. Su principal actividad 
económica desde el Virreinato fue la producción de azúcar, y destacaron importantes ingenios como 
Oacalco y Atlihuayán. En el partido de Cuautla de 
Amilpas existían numerosos pueblos de indios, 
cercanos a los campos cañeros que dependían de 
esta villa. Las haciendas más importantes de esta 
zona fueron Casasano, El Hospital, Cocoyoc y 
Calderón. Algunas de estas haciendas tomaban el 
agua para sus actividades agrícolas, del río Cuautla, 
el cual se aprovechó para la horticultura, producción 
de frutos y por supuesto de azúcar Otras como 
Cocoyoc, aunque se encontraban dentro de Cuautla 
de Amilpas, dependían de los manantiales de 
Oaxtepec. 
Este conjunto de características físicas, geográficas y 
políticas, convirtieron a la región en una importante 
zona agrícola desde tiempos prehispánicos y en el 
principal valle productor de azúcar de Nueva España y de los primeros años del México 
independiente, hasta la Revolución. Tanto Yautepec, como Oaxtepec y Cuautla fueron “Pueblos de 
indios”. Éste era un término legal que se refería a un asentamiento humano conun gobierno de 
autoridades indígenas reconocido por el virrey. El gobierno virreinal fue reconociendo como pueblos 
de indios a lugares con gran concentración de población indígena que en tiempos prehispánicos 
formaban parte de una entidad político-territorial llamada el altepetl, el cual tenía un gobernante 
señorial hereditario. Los lugares prehispánicos más importantes fueron designados cabeceras y los de 
menor rango dentro del señorío fueron llamados pueblos sujetos. Al nombre indígena se le añadió un 
santo católico como patrono del lugar.17 !
14
16 Ibídem. p.29.
17 Dorothy Tanck et àl. Atlas ilustrado de los pueblos de indios. Nueva España 1800. El Colegio de México, Comisión Nacional para el Desarrollo de 
los Pueblos Indígenas, Fomento Cultural Banamex y El Colegio Mexiquense. México, 2005. p.21-22.
Hacienda de Atlihuayán.
La hacienda de Atlihuayán fue muy 
importante durante todo su 
periodo productivo. Funcionó un 
largo periodo con molino hidráulico 
hasta que en la era industrial 
incorporó molino de vapor. A 
mediados del siglo XIX incorporó a 
Apanquetzalco a sus propiedades. 
Fototeca INAH.1954.
 15
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uernavaca, O
axtepec, Yautepec (resaltadas en 
color ocre) y los ríos que pasan entre ellas, el río Yautepec y sus afluentes. La ubicación geográfica es un poco confusa pues se encuentran a la izquierda de la C
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éxico, pues el N
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• Establecimiento, distribución y expansión de las haciendas.
! Se cree que la caña de azúcar proviene de tierras árabes o hindúes y se procesa desde 
antes de los tiempos de Cristo. En la antigüedad se consumía en forma de miel o azúcar morena, pues 
no se conocía el proceso de refinación. Fue hasta el siglo VII cuando los persas produjeron por 
primera vez el azúcar blanca granulada y fue comercializada en Europa por los venecianos. Sin 
embargo, la cantidad importada era poca, y el precio elevado, por lo que por mucho tiempo, el 
azúcar fue considerado un producto de lujo y casi farmacéutico.18
A lo largo del siglo XVI, la industria del azúcar incrementó su actividad considerablemente, pues se 
comenzó a producir en las Colonias como las Islas Canarias, Santo Domingo, Puerto Rico y Cuba.19 
En Nueva España fue introducida por Cortés alrededor de 1523 en las tierras templadas y cálidas al 
Norte del valle de Cuernavaca en su recién fundado Ingenio de Tlaltenango dentro de las tierras del 
Marquesado del Valle. 20 
Independientemente de la producción de azúcar, es importante comentar que el término “hacienda” 
utilizado desde el virreinato para clasificar a estas unidades productivas, realmente se refiere al 
conjunto de bienes que posee una persona, sin embargo, en el virreinato, se aplicó también a las 
propiedades agrícola-industriales, fincas o ranchos que tenían una actividad económica. Es por esto 
que se vuelve tan común nombrar al ingenio azucarero como Hacienda Azucarera, refiriéndose al 
conjunto de tierra y de edificaciones que poseía un individuo español, al que se le llamaba 
hacendado, en el que se producía algún bien, en este caso, el azúcar. 
En México existieron seis tipos diferentes de haciendas clasificados según su producción: ganaderas, 
cerealeras, azucareras, pulqueras, henequeneras y mineras. Las haciendas cerealeras se ubicaron 
principalmente en las tierras altas de la meseta central, las ganaderas en zonas marginales del norte 
del país y las pulqueras, henequeneras y mineras en las zonas en las que existía la materia prima 
necesaria para la producción en la que se especializaban. Las haciendas azucareras florecieron en las 
zonas cálidas y bien irrigadas de Nueva España, es decir, en la tierra caliente de lo que hoy son los 
estados de Morelos, Veracruz, Michoacán, Oaxaca y Guerrero.21
 17
18 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p.9
19 Juan M. Aurrecoechea et. al. De haciendas, cañeros y paraestatales : cien años de historia de la agroindustria cañero-azucarera en Mexico, 
1880-1980. Edo. de México : Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, 1993.. P. 9
20 Héctor Ávila Sánchez. Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos. Op. Cit., p. 41.
21 Brígida von Mentz et àl. Haciendas de Morelos. Op.Cit., p.19-21.
El cultivo de la caña en la región modificó radicalmente el patrón de explotación agrícola que había 
subsistido hasta antes de la conquista, además de la orientación de la economía local. 
Paulatinamente, los demás españoles se dieron cuenta que el azúcar era un buen negocio; su precio 
era alto y algunas zonas de la Nueva España eran ideales para su cultivo.22! !
Hacia fines del siglo XVI los ingenios y trapiches se extendieron hacia el Este y Sur del valle, 
ocupando otros valles como los de Jojutla, Yautepec y Cuautla, en los que el clima era más cálido y 
las tierras muy bien irrigadas. Los encomenderos ubicados en la región de Cuauhnáhuac y Yautepec 
habían empezado dedicándose a la agricultura de productos europeos que no había en América, 
como el trigo, la caña de azúcar, el añil, la morera y la producción de seda, la vid, los plantíos de 
cítricos, entre otros. Pero de todos éstos, fue la caña de azúcar la que mejor se adaptó a las 
condiciones de la región y la que predominó durante toda el Virreinato. 
El éxito de la producción de azúcar fue determinado por varios factores que provocaron que, a partir 
de la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII, la mayoría de las pequeñas unidades 
productivas crecieran y se consolidaran como grandes haciendas azucareras. Entre los años de 1580 
y 1630 surgieron en la región de estudio, a partir de mercedes o censos perpetuos, haciendas como 
Atlihuayán, Pantitlán, Xochimancas y Guajoyuca en los alrededores de Yautepec. Y el Hospital, 
Casasano, Calderón, y Cuauhixtla en Cuautla de Amilpas.23
La consolidación de las haciendas vino a partir de la tercera década del siglo XVII, ya con la mayoría 
de las unidades en funcionamiento. Este fortalecimiento de las haciendas existentes se dio porque la 
creación de ingenios y trapiches se detuvo significativamente en estos años, posiblemente debido a la 
reducción en la demanda del azúcar ocasionada en parte por el exceso de oferta (en menos de 150 
años la oferta de azúcar aumentó exponencialmente) y como consecuencia la disminución de su 
precio, el cual a partir de entonces nunca volvió a alcanzar los altos niveles del siglo XVI. Otras 
razones fueron el cese de mercedes que otorgaba el marquesado a partir de 1628 y la escasez de 
esclavos negros que se había agudizado por la separación de España y Portugal. Éste último había 
sido el encargado del comercio de esclavos. 24
Para mantener las ganancias de periodos anteriores los hacendados se vieron en la necesidad de 
18
22 Juan M. Aurrecoechea et. al. De haciendas, cañeros y paraestatales : cien años de historia de la agroindustria cañero-azucarera en Mexico, 
1880-1980. Op.Cit.,p.16"
23 “La principal característica estructural de una hacienda era el dominio que ejercía sobre los recursos naturales, la fuerza de trabajo y los 
mercados de determinada región” Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p.64.
24 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit.,.p. 93.
 19
Alcaldía mayor de Cuernavaca y de Cuautla de Amilpas en el siglo XVIII. En este mapa podemos ver la extensión aproximada del Marquesado del Valle, dentro del cualse encontraba la 
alcaldía mayor de Cuernavaca (en naranja) y la extensión de la alcaldía mayor de Cuautla de Amilpas (en amarillo). Además se aprecian los manantiales y arroyos de temporada que alimentan cada 
uno de los ríos Yautepec y Cuautla. 
Valles de Yautepec y Cuautla. INEGI. 1990. Cartas topográficas escala 1:50,000 E14B51 y E14B59 correspondientes a Cuernavaca y Cuautla. 
intensificar su producción, por lo que invirtieron cantidades mayores en tierras, maquinaria y 
construcciones. Adquirieron además molinos hidráulicos equipados con las tecnologías más modernas 
de la época, remodelaron y crecieron sus edificios para dar abasto al incremento de producción. 
Construyeron obras de infraestructura hidráulica, como presas y jagüeyes, y obras de conducción 
como acueductos, canales y apantles. Pero esto, aunque fue positivo para las haciendas, desbalanceó 
su economía y muchas se endeudaron gravemente porque a pesar de las remodelaciones y tierras 
adquiridas para aumentar la producción, sus ganancias no fueron suficientes para cubrir los pagos de 
las deudas. Muchas dejaban de pagar y finalmente eran rematadas. 
Algunos hacendados se asociaron con comerciantes de la Ciudad de México, con el fin de que ellos 
solventaran el transporte y la distribución del azúcar en la ciudad, y así sus ganancias no se vieran 
tan reducidas. Pero otros simplemente pararon su producción, abandonaron y arrendaron sus 
cañaverales a pequeños productores para la siembra de productos de subsistencia. La razón principal 
de la crisis azucarera se dio por el desequilibrio que existía entre la oferta y la demanda. A fines del 
siglo XVI se había prohibido la exportación de azúcar, por lo que la demanda se limitó al mercado 
interno. Durante los primeros años del siglo XVII la demanda seguía siendo mayor a la producción, sin 
embargo conforme se fueron creando más ingenios y trapiches la producción aumentó, y la oferta 
superó a la demanda.25 Hacia 1770 inicio una ligera mejora en los precios del azúcar, consecuencia 
de la recuperación económica que Nueva España estaba viviendo por la recuperación demográfica y 
el aumento de la demanda en todos los sectores económicos. Además el sector minero experimentó un 
auge en estas épocas, lo que se vio reflejado también en la mejora de la situación económica general. 
Las reformas Borbónicas implantadas en en el siglo XVIII abrieron el comercio trasatlántico y 
aumentaron los puertos autorizados para el intercambio, los cuales originalmente sólo eran Veracruz 
y Sevilla. Además permitieron que las colonias comerciaran entre sí. La posibilidad de exportar 
azúcar de nuevo, contribuyó a la regulación de la oferta y la demanda y con esto la recuperación de 
la industria. Aunque nunca fue mucha la cantidad exportada, permitía liberar la producción que no se 
consumía en el país. Con el cese de producción de azúcar haitiana en 1791, por el levantamiento de 
los esclavos, Nueva España se benefició, pues obtuvo la posibilidad de comerciar internacionalmente 
el azúcar nacional.26
Una de las soluciones a las que recurrieron los hacendados para sobrevivir a las fluctuaciones del 
mercado fue la diversificación de los cultivos. Muchos cultivaron granos y cereales para satisfacer la 
 21
25 Ibídem. p. 124.
26 Ibídem. p. 175.
demanda de alimento que se agudizó entre 1785-1786 y 1808-1809 y obtuvieron grandes ganancias, 
a raíz de esto, muchas haciendas produjeron otros productos que les permitieran tener una ganancia 
constante y se enfocaron principalmente en el café y el añil.27 La hacienda de Apanquetzalco, por 
ejemplo, produjo añil durante casi todo su periodo productivo. Y la de Cocoyoc tenía importantes 
sembradíos de café y de naranja.28
Por otro lado, es importante mencionar que la producción industrial de azúcar tuvo una fuerte 
repercusión en la distribución y asentamientos de población que se volvió dependiente de la 
producción de azúcar y de las actividades económicas que iban implícitas con las haciendas. Para 
comprender el surgimiento de estas unidades productivas, es necesario explicar primero, el modo en 
que se adquirieron las tierras en las que se establecieron y las medidas que servían como parámetro 
para delimitar estas propiedades. 
Las medidas de longitud que se utilizaron en Nueva España, se establecieron a partir de la vara 
castellana del marco de Burgos. La vara era dividida en dos medias, tres tercias o pies, en cuatro 
cuartas, seis sesmas y treinta y seis pulgadas. Así mismo, una pulgada se divide en doce líneas y una 
línea en doce puntos.29 Sin embargo, para la agrimensura, existió otra división legal de la vara 
mexicana, a partir de la división de la antigua vara de Toledo, la cual consistía en dividir en vez de 
treinta y seis pulgadas, en ocho ochavas, y cuarenta y ocho dedos. Un dedo era equivalente a tres 
pajas o a cuatro granos. Cincuenta de estas varas formaban una medida a la que se le dio el nombre 
de cordel, y que también era el instrumento que se utilizaba para medir las tierras. La legua legal 
tiene cien cordeles, o cinco mil varas y se divide en dos medias y en cuatro cuartos; es decir que 
media legua tiene 2,500 varas y un cuarto de legua tiene 1,250 varas.30
A partir de estas medidas se establecieron las agrarias, de las cuales, encontramos tres que se repiten 
en muchos archivos y documentos antiguos sobre haciendas azucareras. Estas son el Sitio de ganado 
mayor, para la producción de ganado caballar y vacuno; el Sitio de ganado menor para cerdos, 
ovejas y otros animales pequeños, y la tercer clasificación de tierras que presentaré aquí, fue la 
Caballería de tierra, la cual era un área menor pero con tierra de mejor calidad apta para la 
siembra. Generalmente el encargado de medir estas tierras y delimitarlas era nombrado agrimensor, 
22
27 Íbídem. p.176.
28 Frances Erskine Inglis Calderón de la Barca. La vida en México durante una residencia de dos años en ese país. Porrúa. México, 1959. p.349.
29 Mariano Galván Rivera. Op.Cit., p. 157.
30 Idem. 
pero también se le llamaba en ocasiones profesor o inteligente aprobado en debida forma para medir 
tierras.
La medida más extensa era el Sitio de ganado mayor. Éste tenía forma cuadrada, 5,000 varas 
mexicanas por lado y debía de estar alineado Norte-Sur. Si se utilizaba en cambio el cordel para 
medir, el Sitio de ganado mayor debía tener por lado 100 cordeles. El área de un Sitio de ganado 
mayor, por lo tanto, equivaldría a 25,000,000 de varas cuadradas.31 En el sistema métrico decimal 
esta cifra equivale aproximadamente a 1,755 ha. 
El Sitio de ganado menor, era también un cuadrado pero con 3,333 varas y una tercia de cada lado. 
De igual forma que el Sitio de ganado mayor, dos de sus cuatro lados debían estar alineados Norte-
Sur. Utilizando el cordel de cincuenta varas, cada lado equivalía a 66 cordeles y 32 varas y una 
tercia y tenía un área de 11,111,111.111 varas cuadradas.32 El área de un sitio de ganado menor 
equivalía a 780 ha.
La Caballería de Tierra, comprendía un paralelogramo de 1,104 varas en sus lados mayores y 552 
varas en los menores, con un área de 609,408 varas cuadradas33 o bien de 43 ha. Cuando se 
mencionaba una porción de tierra llamada Criadero de ganado mayor o menor, éste equivalía a una 
cuarta parte del tamaño original del sitio, ya fuera un Sitio de ganado mayor, o uno de ganado 
 23
31 Ibídem. p.158-161.
32 Idem.
33 Ibídem. p.163.
Croquis de una Caballería de 
tierra, un Sitio de ganado 
mayor y un Sitio de ganado 
menor. 
M a r i a n o G a l v á n R i v e r a . 
Ordenanzas de tierras y aguas. 
Registro Agrar io Nacional; 
CIESAS y Archivo Histórico del 
Agua. México, 1998. Capítulo X. 
“De las medidas agrarias”. p. 
160, 162 y 163. 
Estos croquis nos dan una idea 
de la extensión y medidas de las 
tres medidas de tierra más 
utilizadas en la conformación de 
las haciendas azucareras. 
menor. En el caso de las Caballerías de tierra, la cuarta parte de esta medida se nombraba Suerte de 
tierra, la cual, aligual que la Caballería era de forma rectangular.
Esta forma de medir la tierra nos permite comprender más claramente las extensiones que ocuparon 
las haciendas de los valles de Yautepec y Cuautla. El Hospital, por ejemplo, fue uno de las primeros 
ingenios que se establecieron en los valles de Cuautla y Yautepec y llegó a ser de los más 
importantes. Se formó por dos mercedes de tierra cercanas al poblado de Ahuehuepa, otorgadas por 
la Corona a la orden de San Hipólito que sostenía el Hospital de la Santa Cruz en Oaxtepec, entre 
los años de 1581 y 1582. Una de estas dos mercedes se conformaba de dos caballerías de tierra (86 
ha.), y la otra de dos caballerías y dos sitios para ganado menor (1,646 ha). Después le fue otorgada 
una tercera merced de cuatro caballerías y un sitio para ganado menor (952 ha) en terrenos cercanos 
a Olintepec.34 
Otro ejemplo importante formado en principio por mercedes, la hacienda de Casasano, también en 
las inmediaciones del pueblo de Ahuehuepa. Para esta hacienda, don Gordian Casasano, recibió una 
merced que comenzó con dos caballerías (86ha.) de tierra, en donde fundó la hacienda que llevaría 
su nombre a fines del siglo XVI.35 Pero con el tiempo fue creciendo y anexando tierras adquiridas de 
otra forma hasta convertirse en uno de los más importantes.
Por otro lado, las haciendas analizadas en esta investigación se conformaron por tierras adquiridas 
de distintas formas. La hacienda de Santa Bárbara Calderón, se estableció en terrenos adquiridos por 
don Fernando Calderón a principios del siglo XVII y que adjuntó a la merced de tierra que constaba 
de un sitio de ganado menor (780 ha.) situado en Xuchimicatzingo, que le había otorgado el virrey 
don Luis de Velasco. A partir de esta merced don Fernando compró otros terrenos cercanos para 
conformar su propiedad, en 1604, a Cristobal de Oñate 2.5 caballerías de tierra (107.5ha.), tres años 
después, a Jácome Hernández otra caballería (43ha.), en 1610 a Francisco de Bernal media 
caballería (21.5ha.) y por último ese mismo año, al Convento de Santo Domingo, otras 2.5 caballerías 
(107.5 ha).36
Sobre la hacienda de San José Cocoyoc, no tenemos mucha información sobre la extensión de sus 
tierras, tan sólo se sabe que fue formada por varios terrenos, al parecer de poca extensión, 
24
34 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. 89
35 Ibidem. p. 38. La mayoría de las equivalencias manejadas por Gisela von Wobeser están tomando en cuenta una vara de 83.9cm. Otras que no 
coinciden con este valor, las he ajustado a la vara de 83.9cm. para presentar una sola equivalencia. Sin embargo es importante tener en cuenta 
que la longitud de una vara podía variar entre 83.9cm y 91.4cm.
36 Ibidem. p.89.
adquiridos por don Pedro de Izaguirre, fundador de la hacienda, en la segunda década del siglo 
XVII. El primero, fue una compra de un terreno cercano al pueblo de Cocoyoc que pertenecía a 
Francisco Sequera, quien había obtenido licencia para formar un trapiche en 1619. La segunda 
compra fue de 3/4 de caballería (32.25 ha.) al sr. Menén Pérez Solís, que era escribano público de 
Cuautla. Sobre estas tierras se construyó el casco de la hacienda. Posteriormente adquirió tierras de 
Diego Ferralde, que antes habían pertenecido al convento de Santo Domingo de Oaxtepec, y otras 
que habían pertenecido a una cacica indígena llamada María Cantía, al parecer cerca de 4 
caballerías (172 ha).37
Por otro lado, tiempo después Cortés otorgó media caballería de tierra a Francisco Bernal e Isabel 
Ruiz para la formación de la hacienda de Cocoyoc.
Finalmente en el caso de la hacienda de Apanquetzalco, sabemos que surgió como una merced para 
un cañaveral y que con el tiempo fue creciendo hasta alcanzar una extensión de 14 caballerías (602 
 25
37 Idem.
Mapa comparativo de la 
extensión de las haciendas 
en su primera etapa y en 
1910. 
E n e s t e m a p a s e h a n 
sobrepuesto las extensiones de 
terreno de tres hacienda en dos 
épocas diferentes, la primera 
cuando se fundó la hacienda y 
l a segunda en 1910. La 
ubicación de los terrenos en 
rojo es hipotética, y está basada 
en la ubicación conocida de 
1910. De la hacienda de 
Cocoyoc, no se conoce la 
extensión original exacta, tan 
sólo se sabe que no fue una 
hacienda muy grande. En 1910 
fue adquirida por el propietario 
de la hacienda de San Carlos 
Borromeo y se conformó una 
gran propiedad, de la cual, es 
probable que la extensión 
marcada en rojo haya sido el 
terreno que or ig inalmente 
perteneció a Cocoyoc, pues es 
donde se ubica el casco de la 
hacienda. 
ha.) a fines del siglo XVIII.38 A fines del siglo XIX las tierras de la hacienda pasaron a manos de la 
familia Escandón y se incorporó a los terrenos de Atlihuayán, sin embargo es posible que haya 
disminuido un poco su extensión para ese entonces pues la hacienda estuvo en un área muy 
conflictiva, la gente del pueblo de Yautepec, los propietarios de la hacienda de Pantitlán y la hacienda 
de San Carlos constantemente estuvieron en litigios por los derechos del agua y los límites de las 
propiedades de la tierra.
Además de la forma de medir las tierras, es importante explicar también cómo se adquirieron. A 
partir de la década de 1530, la población indígena se vio mermada por diversas causas; las guerras, 
las epidemias desconocidas, y la explotación laboral. Estos factores causaron un drástico 
decrecimiento, el cual en un lapso de 130 años desde la Conquista representó una disminución del 
87% de la población indígena.39 Al quedar pequeños núcleos de población repartidos en grandes 
extensiones de tierra y que además tenían diferentes dioses, lenguas y gobiernos, la Corona intentó 
reubicar a los indígenas en comunidades nuevas que les permitieran tener un mayor control sobre 
ellas. 
Para los españoles, que estaban acostumbrados a las calles y barrios de las ciudades europeas, los 
pueblos de indios que existían antes de la conquista les parecían desordenados y dispersos. Estos 
núcleos de población dispersos, eran además, una dificultad más para las labores de adoctrinamiento 
y administración de los sacramentos. Fue entonces, que para lograr un mejor control, se crearon 
nuevos pueblos, con una traza urbana idealmente reticular en la que lo primero que se estableció fue 
la Iglesia, el tamaño de ésta dependía del número de habitantes que tendría el pueblo. Junto a ella, 
se construía la casa del cura o convento, y al frente de éstos una amplia plaza. También desde el 
inicio, se definía el sitio que ocuparía el cementerio, y la casa de regimiento o concejo.40 Junto a ella 
la cárcel y el mesón. El resto del pueblo se dividía con cordel, las calles debían siempre ser 
ortogonales y anchas y trazadas de Norte a Sur y de Este a Oeste.41 
Fue difícil convencer a los grupos indígenas de mudarse a estos nuevos pueblos, pues ellos se sentían 
muy arraigados a sus tierras originales: 
26
38 Avalúo de 1790 de la hacienda de Apanquetzalco. AGN tierras volumen 2159 exp. 1.
39 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. p.26.
40 Concejo: Ayuntamiento o municipio. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Vigésima segunda edición.
41 Fray Antonio de Remesal: Invención del pueblo de indios: cambio del hábitat disperso por el concentrado. Papel del misionero y del cacique. 
Citado en Francisco de Solano. Normas y leyes de la ciudad hispanoamericana. 1492-1600. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. 
Centro de Estudios Históricos. Madrid, 1996. p.143-144.
Que los indios se comenzaban a salir de los pueblos en que vivían, y se volvían a los antiguos 
asientos que solían tener, y si se les consentía hacer esto, sería causa para que se perdiesen, 
porque no podrían ser doctrinados, y fácilmente se volverían a los ritos e idolatrías que solían 
tener y los pueblos quedarían deshechos.42 
En teoría los grupos indígenas estaban protegidos por la Corono, y no era permitido invadir la tierras 
que quedaban despobladas,sin embargo esto no siempre se respetaba:
[...] Y porque con más voluntad y de mejor gana se junten los indios en poblaciones estaréis 
advertidos que no se les quiten a los que así poblaren las tierras y granjerías que tuvieren en 
 27
42 Ibídem. p.146.
Pueblo de Quauhtlan de Amilpas 
y su jurisdicción. 1743. Archivo 
General de Indias, Sevilla. No. 144. 
En Dorothy Tanck de Estrada. Atlas 
Ilustrado de los pueblos de Indios. 
El Colegio de México, Comisión 
Nacional para el Desarrollo de los 
Pueblos Ind ígenas, Fomento 
Cultural Banamex y El Colegio 
Mexiquense. México, 2005. p. 100
Las haciendas de la alcaldía mayor 
de Cuautla de Amilpas se aprecian 
en este plano del siglo XVIII. Al 
centro el número 2 indica la villa de 
Cuautla, al Noroeste se encuentran 
las haciendas de Casasano (4), 
Calderón (5), y Cocoyoc(6). Al 
Suroeste se encuentra la hacienda 
de El Hospital(7). Se aprecia el 
cauce del r ío Cuautla y sus 
afluentes, y la sección amarilla que 
divide en dos el territorio indica las 
tierras del Marquesado del Valle.
los sitios que dejaren, antes proveeréis que aquellas se les dejen y conserven como las han 
tenido hasta aquí.43
Para la creación de estos nuevos pueblos de indios, se otorgaron nuevas tierras y derechos de uso del 
agua que existía alrededor y se les despojó a los indígenas de las tierras que trabajaban 
originalmente. Según Héctor Ávila Sanchez, las tierras que se destinaron a los pueblos de indios en 
las que debían de cultivar sus propios productos, eran de menor calidad que las originales, y por esta 
razón se tuvo que modificar el sistema productivo intensivo que se convirtió en extensivo, con animales 
de tiro y alternancia en el uso de las tierras.44
Al ser reubicados los indígenas, sus fértiles terrenos originales quedaron sin dueño, y pasaron a 
manos de los españoles, que necesitaban aumentar sus tierras y producir a gran escala. Sin embargo, 
al disminuir la población también hubo menor disponibilidad de mano de obra y como la creciente 
población española necesitaba gente que se dedicara al trabajo duro, trajeron esclavos de raza 
negra para complementar la mano de obra faltante.
Estos nuevos empresarios se dedicaron en gran medida al cultivo del azúcar y el trigo, pues eran 
productos que no había en América y a los que los españoles estaban acostumbrados pues cultivaban 
en otras colonias y los esclavos conocían muy bien. Muchas haciendas y trapiches se establecieron en 
tierras que habían sido propiedad indígena, sobre todo en la región de Cuautla de Amilpas, en donde 
se encontraba la mayor cantidad de tierras disponibles pues esta región no pertenecía al Marquesado 
del Valle, ya fuera para compra o bien, algún otro modo de adquisición de los que ya hemos 
hablado. 
Además de que existía una gran cantidad de tierras disponibles en esta zona, muchos pueblos 
indígenas de la región habían sido reubicados. Esto sumado a la excelente fertilidad de las tierras, 
numerosos manantiales y la cercanía con el valle de México, convirtió a la zona de estudio en un 
semillero de pequeños trapiches y haciendas de mediana capacidad, que con el tiempo se 
convirtieron en grandes empresas productoras de azúcar.
Los hacendados no sólo ocuparon las mejores tierras para el cultivo, sino también, el agua de los ríos 
que pasaban cerca de sus sembradíos, y los sistemas de riego, que en muchas ocasiones habían sido 
construidos desde el periodo pre-hispánico, como en el caso de la hacienda de Cocoyoc, la cual al 
adquirir uno de sus primeros terrenos comprados a la cacica indígena María Cantía, adquirió con 
28
43 Real Cédula al Virrey de la Nueva España insistiendo en que se junten en pueblos los indígenas dispersos, resguardándoles la propiedad de los 
lugares que abandonaban. 1560. Ibídem. p. 167.
44 Héctor Avila Sánchez. Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos. Op.Cit., p. 44.
ellos obras hidráulicas que incluían una presa, un apantle y un acueducto que conducían y 
almacenaban el agua de la barranca de Tecuaque y que se utilizaba para regar las tierras.45 
En teoría, las leyes de la 
C o r o n a p r o t e g í a n e l 
patrimonio indígena para así 
garantizar la producción, el 
suministro de víveres para la 
población y el pago de 
tributos a la Corona. Estas 
áreas protegidas se llamaban 
fundos legales, y eran áreas 
de más de 1,500 varas por 
lado aprox imadamente , 
determinadas a partir del 
centro de cada pueblo, que 
se restr ingían para uso 
exclusivo de las comunidades 
ind ígenas, y as í se les 
protegía de ganaderos, 
hacendados y agricultores, 
quienes estaban en constante 
expansión:
[...] Estas 1,500 varas han 
de estar apartadas de los 
pueblos se midan desde 
la iglesia o ermita que 
ordinariamente tienen las 
poblaciones el centro del lugar [...] 46
 29
45 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. p.89.
46 Real cédula al Virrey y audiencia de México ampliando a 600 varas a la redonda los términos del pueblo de indios y a 1,100 varas los límites de 
fijación de las estancias. Y que dichas medidas se cuenten a partir de la última casa del pueblo, y no desde el centro de él. En Francisco de Solano. 
Normas y leyes de la ciudad hispanoamericana. 1601-1821. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Centro de Estudios Históricos. 
Madrid, 1996. p.88.
Fundo legal de San Bernabé 
Temoxtitlán, Puebla. 1730. AGN. 
Tierras, Vol. 476. Exp. 1 Foja 428. 
En esta imagen podemos ver 
claramente la representación del 
siglo XVIII de un fundo. En color rojo 
se representa el área de 600 varas 
por lado que se protegía para uso 
exclusivo del pueblo, el cual se 
representa en verde, como vemos 
su crecimiento se había extendido 
hacia el Sur (arriba) y cada quiebre 
de la extensión del pueblo está 
marcada con la medida en varas y 
triangulada. A un lado de la linea 
que cruza el centro del pueblo 
indicado por la iglesia, de Norte a 
Sur y de Este a Oeste se aprecia el 
área del fundo legal de 600 varas, 
medidas en este caso desde la 
iglesia y en la parte inferior izquierda 
se encuentra indicada una hacienda 
con su caserío y capilla. No hay 
indicación en el plano, pero esta 
hacienda debió de haberse situado 
por lo menos a 1,100 varas del límite 
del fundo, como lo indicaban las 
ordenanzas.
Además se les concedían derechos legales sobre los recursos naturales incluidos dentro del área del 
fundo y en ocasiones se les reducían los tributos:
[...] Y habiéndose encargado últimamente al Conde de Monterrey la breve y cómoda ejecución 
de esto como quiera que ahora se escribe, representando las dificultades que en ello se ofrecen y 
las diligencias que para comenzar a dar asiento en este negocio va haciendo, dice que será 
forzoso para entablarlo hacerles alguna suelta de los tributos que pagan los dichos indios, y 
darles comodidades de tierras, aguas y montes en las partes donde se congregaren. Y por lo que 
toca a las tierras, se le ordena al virrey lo que ha de hacer, parecer al Consejo que por lo mucho 
que importa que se hagan las dichas congregaciones, siendo Vuestra Majestad servido, les podrá 
hacer merced a los que se hubieren de reducir de soltarles por tiempo de dos años la mitad de 
los tributos ordinarios que pagan a Vuestra Majestad en los repartimientos que están en la 
Corona Real, para que con este alivio lo hagan con más voluntad y facilidad. 47
La mayor extensión de fundos se ubicó al norte de los valles de Yautepec y Cuautla, en las tierras 
comunales de Tepoztlán y Tlalnepantla y en la zona Nor-oriente de Totolapan, Tlayacapan y 
Ocuituco, comprendiendo también algunas porciones de Oaxtepec, sin embargo hubo algunos fundos 
legales que quedaron cercados por las haciendas o en medio de ellas y que estuvieron en constante 
pugna por los límites, este fue el caso de Yautepec y Oaxtepec en el valle del río Yautepec, y Cuautla, 
Tetelcingo, Pazulco, Tlamomulco, Amilcingo, Cuautlixco, Anenecuilco, Tlacotepec, y Zacualpan de 
Amilpas, en el valle deCuautla de Amilpas.48
La ordenanza que definía el área protegida que correspondía a los pueblos de indios para su propio 
sustento existía desde 1567. En esta ordenanza se indicaba que se debían otorgar 600 varas a los 
pueblos, y no se le debía dar merced de estas tierras a nadie, sino hasta 1,100 varas de la población, 
en ocasiones se contaban desde la iglesia y en otras desde la última casa del pueblo, lo cual 
provocaba que el área final del fundo variara un poco según el caso: 
A los pueblos de indios deben darse por fundo legal para sus sementeras, seiscientas varas 
alrededor de la población por los cuatro vientos, o las que necesitasen si fueren de más que de 
ordinaria vecindad, de modo que los indios siembren y vivan sin escasez ni limitación. Las 
30
47 Consulta del consejo de indias para rebajar los tributos a los indios que se redujeren a pueblos. Madrid, octubre 1598. Francisco de Solano. 
Normas y leyes de la ciudad hispanoamericana. 1492-1600. Op.Cit., p.276.
48 Delfino Madrigal Uribe. Estructura Económico-regional de las haciendas azucareras de Morelos. Ciencia Ergo Sum, vol. 10, núm. 1. UAEM. 
Toluca, México. p. 21-22.
estancias de ganados han de ser apartadas de estos pueblos mil y cien varas, medidas éstas y 
aquellas desde la iglesia del pueblo, y no desde la última casa.49
En la ordenanza del marqués de Falces, hecha el 26 de Mayo de 1567, indica que: 
A los pueblos de indios se les de sitio que tenga comodidad de aguas y tierras y montes, 
salidas y entradas para que hagan sus labranzas y un ejido de una legua donde pasten sus 
ganados.50 
La cita anterior, permite ver la importancia que se le dio desde un principio al derecho al uso del 
agua que acompañaba siempre la posesión de una porción de tierra. Sin este derecho las tierras 
serían prácticamente inservibles. 
Dejando de lado los fundos, podemos ver que la mayoría de las haciendas de Yautepec y Cuautla, se 
formaron en principio, por tierras adquiridas de alguna de las tres formas legales: las mercedes de 
tierra que otorgaba el virrey en representación de la Corona española; la compra de tierras a 
indígenas; y la concesión de tierras otorgadas por Cortés o sus descendientes a determinadas 
personas.
Explicaré primero las mercedes reales, esta forma de adquisición de tierras fue gratuita durante el 
siglo XVI, mientras que la persona que la adquiría se comprometiera a explotar sus tierras en un 
plazo máximo de un año y a conservarlas por cuatro años, después de este plazo se podrían vender 
las tierras a cualquier interesado, con excepción de las instituciones eclesiásticas, a quienes no se les 
podría vender por ninguna razón las tierras mercedadas, aún pasados los cuatro años. Sin embargo, 
es bien sabido, que estas restricciones no se respetaron, y hubo un intenso comercio relacionado con 
este tipo de tierras. Un claro ejemplo de esta situación fueron las mercedes otorgadas por la Corona a 
la orden de San Hipólíto para la formación de la hacienda de El Hospital en el Sur del valle de 
Cuautla. Existían además diferentes tipos de mercedes, según la calidad del terreno y en algunos 
casos se situaron en las tierras fértiles que habían quedado despobladas al mover a los indígenas a 
los nuevos pueblos de indios. Si las mercedes no incluían derechos sobre aguas, se tenían que solicitar 
de forma independiente. Se concedieron muy pocos sitios para estancias de ganado mayor ya que la 
región no era apropiada para la cría de ganado vacuno y caballar, pues estos terrenos normalmente 
 31
49 Mariano Galván Rivera. Op.Cit., p. 22. Las medidas del Fundo Legal varían según la fuente, seguramente la medida dependía de las 
circunstancias de cada pueblo. Sin embargo la mayoría (de las fuentes consultadas) abarcan un área de entre 1,200 y 1,600 varas por lado, 
incluyendo el área del pueblo.
50 Mariano Galván Rivera. Op.Cit., p.25.
no eran tan fértiles como las caballerías, sin embargo muchas veces los hacendados habilitaron las 
tierras para la agricultura construyendo obras hidráulicas desde ríos y fuentes alejadas.51
La compra de tierras a particulares indígenas normalmente significaba la adquisición de pequeñas 
parcelas dispersas, por ejemplo, la heredera indígena “principal” de Oaxtepec, María Cantía, que 
había sido esposa de un gobernador indígena, poseía tierras dispersas desde las montañas cercanas 
a Oaxtepec hasta los valles del río Cuautla y al venderlas pasaron a manos de varios hacendados. 
Entre ellos, Lucio Lopio Lambertengo, fundador de Pantitlán entre 1598 y 1600, y Francisco López 
Bueno, ex alcalde de Cuernavaca, que adquirió seis caballerías de estas tierras para fundar San 
Carlos Borromeo en 1623. Otra parte de estas tierras que como ya se ha mencionado fue adquirida 
por la hacienda de Cocoyoc.52
Otros ejemplos de tierras compradas a particulares son las tierras de la hacienda de Santa Inés de 
Diego Caballero, o las de Diego de Ordaz en la zona de Yautepec.53 El trapiche de Santa Inés tenía 
129 ha y operaba con dos molinos, uno hidráulico y otro que funcionaba con fuerza motriz animal, 
además de los campos de cultivo, una gran casa de calderas y 100 cabezas de ganado vacuno.54 En 
algunos casos, los indígenas no vendieron sus tierras, sino que las arrendaron a los hacendados 
durante mucho tiempo. Con este dinero podían pagar sus contribuciones a la Corona, fiestas 
populares, etc. 
La tercera forma de adquisición fueron los censos perpetuos que otorgaba Cortés o sus herederos. 
Estas tierras se ubicaron en el valle de Yautepec, pues Cuautla no pertenecía al Marquesado del 
Valle. Eran tierras con derechos y sin restricciones, siempre y cuando se pagara una cierta cantidad 
anual al Marquesado. Entre 1613 y 1623, Pedro Cortés otorgó más de doscientos censos perpetuos 
por tierras, entre los que se incluyeron ocho caballerías a Juan Fernández de la Concha para la 
hacienda de Guajoyuca que después fue incorporada a Atlihuayán. Además también se otorgaron 
tierras en censo perpetuo que consolidaron a haciendas ya existentes como los otorgados a 
Xochimancas y Cocoyoc.55 
Además de las tres formas principales de adquisición de tierras, existieron otras como las donaciones 
a congregaciones religiosas. Ejemplo de esto fue la hacienda de Cuahuixtla que fue establecida por 
32
51 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. 40.
52 Ibidem. p.56.
53 Ibídem. p.43.
54 Ibídem p. 87.
55 Brígida von Mentz et al. Haciendas de Morelos. Op.Cit., p. 47.
los Dominicos en tierras que tanto, indígenas de Anenecuilco, como mestizos y españoles donaron a 
los religiosos del convento de Cuautla. También, el ingenio de Xochimancas, pertenecía a la orden de 
los Jesuitas. Por el contrario, los religiosos del convento de Yautepec, también Dominicos, vendieron 
tierras a empresarios azucareros con un censo sobre ellas a beneficio del convento. Éste fue el caso 
de Apanquetzalco, cuyos propietarios tenían que pagar una anualidad de 1,200 pesos.56 
La mayoría de las haciendas se conformaron por una combinación de tierras adquiridas de distintas 
formas, ya fuera compra a indígenas, censo perpetuo de los descendientes de Cortés, mercedes reales 
o donaciones. Así se formaron extensiones de tierra muy grandes que estuvieron en constante 
crecimiento durante todo el Virreinato y el primer siglo del México independiente creando unidades 
productivas cada vez de mayor tamaño y capacidad. 
• Distribución y transporte del azúcar.
! El primer centro de distribución del azúcar que se producía en los valles de Yautepec y 
Cuautla fue la Ciudad de México. Pero también se comercializaba, aunque a menor escala en 
ciudades como Puebla, Toluca, Cuernavaca y otras villas menores. También se comercializaba en los 
alrededores de la hacienda, pero eran cantidades muy pequeñas comparadas con lo que se llevaba a 
las villas más importantes y sobre todo eran mieles, ya que tenían un escaso valor, gran volumen y 
difícil transportación. Una cantidad menor se exportó entre lossiglos XVI y XVIII, pero Nueva España 
nunca exportó tanto como las colonias del Caribe.57
En las villas donde se distribuía el azúcar, era por medio de grupos de comerciantes que controlaban 
su venta, y con ello en muchos casos su costo, lo que después provocó severas deudas y que las 
haciendas debieran ser rematadas para saldar las deudas, pasando así a manos de los comerciantes 
y controlando así producción y distribución y aumentando las ganancias. Algunos ejemplos de estos 
comerciantes fueron Gabriel de Yermo, Miguel Ángel Michaus, Francisco del Pozo y Antonio de 
Velasco, quienes poseían almacenes en la Ciudad de México en los que vendían lo que producían en 
sus haciendas. También los Dominicos, Jesuitas y los Marqueses del Valle tenían almacenes en la 
capital, así no debían depender de los comerciantes y sus ganancias eran mayores.58 Sin embargo la 
mayor parte de los hacendados tenían que distribuir sus productos por medio de los comerciantes. 
 33
56 Ibídem, p. 48.
57 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. 273
58 Idem.
Había mayoristas que compraban grandes cantidades para revenderlas o industrializarlas y los 
fabricantes de confituras quienes también absorbían fuertes cantidades.59 En el ingenio de Atlihuayán 
por ejemplo, en el año de 1798 se produjo 16,188 arrobas de azúcar (186Ton.) y 1,402 cargas de 
miel. La miel, se vendió en la misma hacienda a 12 pesos la carga y del azúcar se obtuvieron 37,717 
pesos. Esto quiere decir que la miel representó el 32% de los ingresos.60
También es necesario mencionar que muchas haciendas producían otros productos como café, añil, 
frutas, cereales o ganado, pero estos se comercializaban directamente en la hacienda sin utilizar 
intermediarios. Esta actividad proporcionaba un ingreso extra que permitía que la hacienda no 
dependiera completamente de las fluctuaciones del precio del azúcar.61 
El transporte del azúcar a las ciudades, y de víveres e insumos de las ciudades a las haciendas se 
realizaba en recuas de mulas. Algunas haciendas, como las que ya hemos mencionado antes que 
pertenecían a los mismos encargados del comercio de sus productos, disponían de suficientes animales 
de carga y los envíos corrían por cuenta propia. No obstante, lo más común era que los hacendados 
contrataran ese servicio con alguno de los arrieros que había en la región. El arriero se comprometía 
a llevar el azúcar hasta su lugar de destino y en el viaje de regreso, a traer los artículos que requería 
la hacienda para subsistir. El recorrido hasta la Ciudad de México duraba entre cuatro y seis días, al 
igual que el viaje a la ciudad de Puebla, dependiendo de dónde se ubicaba la hacienda en cuestión, 
y de las condiciones de los caminos.62 En el plano anterior podemos ver un esbozo de los caminos de 
mulas del virreinato, es obvio que se regían totalmente por la ubicación de las haciendas y de las 
grandes villas tratando de esquivar la caprichosa geografía de la región. Una mula cargaba 
alrededor de 150 kilos y avanzaba unos 20 kilómetros al día.63 Aunque durante la temporada de 
lluvias los caminos se convertían en veredas de lodo y el tránsito se volvía mucho más lento y 
complicado.
Algunas haciendas, como las de la orden hospitalaria de San Hipólito, utilizaban el sistema lacustre 
del Valle de México. Llevaban la carga en mula hasta el embarcadero de Mexicalcingo y a partir de 
ahí se conducían en canoa hasta San Lázaro. 64
34
59 Ward Barret. La hacienda azucarera de los marqueses del Valle, 1535-1910. Siglo XXI. México. 1977. p.57
60 Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p. 281
61 Ibídem p. 283
62 Ibídem. p.284.
63 Brading. Mineros y comerciantes. p. 34. Citado en Gisela von Wobeser. La hacienda azucarera en la época colonial. Op.Cit., p.284.
64 Ibídem, p. 284.
 35
Principales haciendas existentes en los Valles de Yautepec y Cuautla a fines del virreinato. En este plano, basado en la carta del INEGI de 1990, y los caminos de herradura y ferrocarril 
(después de 1902, al inicio de la Industrialización de las haciendas) que indica Héctor Ávila Sánchez en Aspectos históricos de la formación de regiones en el estado de Morelos. p.45. Es 
posible ver cómo los caminos se establecieron a partir de la localización de las haciendas y sus necesidades de comunicación con el Valle de México, el de Cuernavaca y los poblados 
cercanos. Valles de Yautepec y Cuautla. INEGI. 1990. Cartas topográficas escala 1:50,000 E14B51 y E14B59 correspondientes a Cuernavaca y Cuautla. 
• La infraestructura en la producción de azúcar.
! Una vez que se tenían las tierras en las que se establecería el ingenio, era necesario una 
fuerte inversión de capital, pues se debía de invertir en maquinaria, construcciones, trabajadores e 
infraestructura hidráulica. Esto no era fácil y no cualquiera podía tener un gran ingenio funcionando 
de la noche a la mañana. Por esa razón, muchas haciendas comenzaron como modestos trapiches 
improvisados, que no requerían demasiada inversión y que con el tiempo fueron creciendo hasta 
consolidarse como grandes unidades productivas. 
Lamentablemente, con el tiempo y al verse obligados a enfrentarse a la fuerte competencia, los 
hacendados se vieron en la necesidad de solicitar préstamos para mejorar su maquinaria, aumentar 
sus tierras, comprar esclavos o pagar censos, y así poder incrementar su producción. Como garantía 
para obtener estos préstamos se ponían las mismas haciendas y sus tierras, lo que provocó que 
muchas se endeudaran gravemente, fueran embargadas o tuvieran que ser rematadas constantemente 
para poder saldar las deudas. En muchos casos las deudas sobrepasaban el 50% del valor de la 
propiedad y en otros alcanzaban hasta el 90%.65 Por esto mismo, eran anexadas a propiedades 
contiguas mucho más grandes, como sucedió en el caso de Apanquetzalco, que a fines del siglo XIX 
fue adquirida por Atlihuayán, Cocoyoc por San Carlos Borromeo en 184166 y Calderón por el 
propietario de El Hospital en 1889.67 Sin embargo, en muchos casos estos intercambios se dieron 
durante todo el Virreinato.
Algunas de las inversiones más importantes que realizaron los propietarios de las haciendas, además 
de comprar tierras para aumentar su capacidad de siembra, fue en la infraestructura hidráulica. Si la 
hacienda tenía mayor capacidad de riego y de molienda, tendría asegurada una mayor producción y 
por consiguiente mayores ingresos. Sin embargo, los costos de estas obras eran muy elevados, pues 
en ocasiones debían traer el agua desde muy lejos para evitar entrar en conflicto por los derechos de 
uso del agua con los pueblos y las haciendas vecinas ya establecidas, y en consecuencia, atravesar 
mayores extensiones y sortear desniveles. Además debían de realizarse más apantles para cubrir las 
necesidades de riego de las tierras de siembra. Estas dificultades provocaron que las inversiones 
fueran mayores al renovar o mejorar la infraestructura hidráulica y convirtieron a estas construcciones 
en una parte importantísima del conjunto. 
 37
65 Ibídem p. 149.
66 Brígida von Mentz et àl. Haciendas de Morelos. Op.Cit., p.279.
67 Ibídem., p. 263.
La hacienda de San José Cocoyoc, por ejemplo, en el año de 1763 contaba ya con una presa, un 
acueducto y canales de riego con valor de 3,831 pesos. Algunas de estas construcciones existían ya 
cuando la hacienda fue fundada, pero otras fueron realizadas para poder aumentar su productividad, 
como el acueducto. Además en tan sólo veinte años esta infraestructura aumentó su valor a 5,000 
pesos, representando en el primer caso el 9.7% y en el segundo el 4.8% del valor total de la 
hacienda.68 
Junto con los acueductos, muchas haciendas incorporaron el uso de la rueda hidráulica para la 
molienda y la utilizaron intermitentemente a lo largo del Virreinato. Sólo aquéllas pocas que tuvieron 
el suministro de agua suficiente y constante no utilizaron en ningún momento molinos de sangre, como 
Cocoyoc, a la que nunca

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