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Actualizaciones en endocrinologia glandulas suprerrenales - Saúl Veloz

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Actualizaciones en Endocrinología - 4
GLÁNDULAS
SUPRERRENALES
2.ª edición
GLÁNDULAS SUPRARRENALES, 2.ª EDICIÓN
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, su
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del Copyright.
Derechos reservados 2008 respecto de la segunda edición en español, por
CARLOS DIÉGUEZ GONZÁLEZ, RAFAEL YTURRIAGA MATARRANZ
Y MERCK - SERONO
McGRAW-HILL - INTERAMERICANA DE ESPAÑA, S. A. U.
Edificio Valrealty
Basauri, 17, 1.a planta
28023 Aravaca (Madrid)
ISBN: 978-84-481686-5-0
Depósito legal: M.
Preimpresión: SAI, S.L. María Guerrero, 24. 28019 Madrid
Impreso en
IMPRESO EN ESPAÑA - PRINTED IN SPAIN
COMITÉ EDITORIAL
C. Diéguez González
Unidad de Endocrinología 
Facultad de Medicina
Universidad de Santiago de Compostela
R. Yturriaga Matarranz
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Hospital Universitario Ramón y Cajal
Madrid
AUTORES
J. M. Aparicio-Meix
Servicio de Pediatría 
Hospital Universitario Ramón y Cajal
Madrid
J. Argente Oliver
Departamento de Pediatría
Universidad Autónoma de Madrid. 
Servicio de Pediatría y Endocrinología.
Hospital Infantil Universitario Niño Jesús
Madrid
C. Aragón
Servicio de Endocrinología
Hospital Universitario Ramón y Cajal 
Madrid
L. Audi Parera
Unidad de Investigación Endocrinología y Nutrición 
Pediátricas
Hospital Maternoinfantil Valle de Hebrón
Barcelona
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Alicante
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Universidad de Santiago de Compostela
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Hospital Universitario Ramón y Cajal
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Hospital San Juan de Dios
Barcelona
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Servicio de Endocrinología
Hospital Universitario Ramón y Cajal
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Hospital Universitario Ramón y Cajal
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Madrid
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Hospital Universitario Ramón y Cajal 
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Endocrinología Infantil. 
Hospital San Juan de Dios
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Sevilla
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Hospital Universitario Virgen del Rocío
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Hospital Clínico San Carlos 
Madrid
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Depto de Fisiología
Facultad de Medicina 
Universidad Complutense 
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Servicio de Endocrinología y Nutrición 
Hospital Universitario de Gran Canaria. 
Las Palmas de Gran Canaria
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Hospital Infantil Universitario Niño Jesus
CIBER Fisiopatología Obesidad y Nutrición
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Madrid
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Cuidados Intensivos pediátricos 
Servicio de Pediatría.
Hospital Universitario Ramón y Cajal
Madrid
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Servicio de Endocrinología y Nutrición
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Area de Endocrinología y Nutrición.
Universidad de Salamanca 
Hospital Clínico Universitario de Salamanca
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Hospital Universitario Ramón y Cajal 
Madrid
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Departamento de Endocrinología 
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. 
Servicio de Endocrinología y Nutrición 
Hospital Universitario de Gran Canaria
Las palmas de Gran Canaria
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Servicio de Endocrinología
Hospital Universitario Ramón y Cajal 
Madrid
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Área de Radiodiagnóstico 
Hospital Universitario Ramón y Cajal 
Madrid
A .Picó Alfonso
Sección de Endocrinología y Nutrición 
Hospital General Universitario de Alicante
Alicante
N. Potau Vilalta
Laboratorio Hormonal
Hospital Maternoinfantil valle de Hebrón
Barcelona
A. Pumar López
Unidad de Gestión Clínica de Endocrinología
y Nutrición
Hospital Universitario Virgen del Rocio
Sevilla
P. Ros Pérez
Unidad de Endocrinología Pediátrica
Hospital Universitario Ramón y Cajal
Madrid
I. Santos Gómez
Servicio de Medicina Nuclear
Hospital Universitario Ramón y Cajal
Madrid
G. Sebastiani
Endocrinología Infantil. 
Hospital San Juan de Dios
Barcelona
P. Soriano
Servicio de Endocrinología y Nutrición 
Hospital Universitario de Gran Canaria
Las Palmas de Gran Canaria
J. A. F. Tresguerres
Depto de Fisiología
Facultad de Medicina 
Universidad Complutense 
Madrid
CONTENIDO
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 1. ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LA GLÁNDULA SUPRARRENAL, 
A. López-Calderón, A. I. Martín, J. A. F. Tresguerres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Capítulo 2. MECANISMO DE ACCIÓN CELULAR DE LOS GLUCOCORTICOIDES 
Y DE LOS MINERALOCORTICOIDES, J. A. Costoya . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 3. MÉTODOS DE EXPLORACIÓN DE LA FUNCIÓN SUPRARRENAL, 
L. Audi Parera, M.a L. Granada Ybern . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 4. TÉCNICAS DE IMAGEN DE LA GLÁNDULA SUPRARRENAL: 
TC Y RH, M. Muñoz Beltrán, I. Pecharromán de las Heras . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 5. EXPLORACIÓN CON ISÓTOPOS DE LAS GLÁNDULAS 
SUPRARRENALES, L. Díez Jiménez, I. Santos Gómez, A. Crespo Díez . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 6. ADRENARQUIA L. Ibánez Toda, N. Potau Vilalta . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 7. HIPOFUNCIÓN SUPRARRENAL CONGÉNITA: HIPERPLASIA 
SUPRARRENAL CONGÉNITA, APLASIA- HIPOPLASIA SUPRARRENAL 
CONGÉNITA Y DEFICIENCIA ADRENAL AUTOINMUNITARIA, R. Díaz Naderi, 
A. Jaramillo Villegas, G. Sebastiani . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 8. ALTERACIONES SECUNDARIAS DE LA FUNCIÓN 
SUPRARRENAL: NEUROLOGÍA, ADRENOLEUCODISTROFIA Y 
ADRENOMIELONEUROPATÍA, J. M. Aparicio-Meix . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 9. HIPOFUNCIÓN SUPRARRENAL ADQUIRIDA: 
HIPOCORTISOLISMO, E. Boix Carreño, A. Picó Alfonso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 10. HIPOFUNCIÓN SUPRARRENAL ADQUIRIDA: 
HIPOALDOSTERONISMO, O. González Albarrán, A. Paniagua, C. Aragón . . . . . 
Capítulo 11. HIPERFUNCIÓN SUPRARRENAL ADQUIRIDA: 
HIPERCORTISOLISMO, A. Leal Cerro, A. Pumar López, A. León Justel . . . . . . . 
IX
1
35
47
89
103
121
131
143
155
165
173
Capítulo 12. HIPERFUNCIÓN ADRENAL ADQUIRIDA: 
HIPERALDOSTERONISMO, N. Martell, A. Fernández-Cruz . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 13. PATOLOGÍA SUPRARRENAL SECUNDARIA A OTRAS 
ENFERMEDADES, J. M. Miralles García, M.ª T. Mories Álvarez . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 14. TUMORES VIRILIZANTES Y FEMINIZANTES DE LA CORTEZA 
SUPRARRENAL, G. A. Martos-Moreno, J. Argente Oliver . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 15. FEOCROMOCITOMA Y OTROS TUMORES DEL TEJIDO 
SIMPÁTICO, P. L. de Pablos, F. J. Martínez Martín, P. Soriano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 16. PATOLOGÍA SUPRARRENAL EN SITUACIONES ESPECIALES: 
ACTITUD TERAPÉUTICA EN EDAD PEDIÁTRICA, P. Ros Perez,
 I. Martos Sánchez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
Capítulo 17. PATOLOGÍA SUPRARRENAL EN SITUACIONES ESPECIALES: 
ACTITUD TERAPÉUTICA EN EDAD ADULTA, J. J. Díez, P. Iglesias . . . . . . . . . . . .
Índice analítico . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 
191
211
229
245
265
283
303
VIII Contenido
PREFACIO
A los 8 años de la primera edición, presen-
tamos la segunda de la monografía “Glán-
dulas Suprarrenales”, incluida en la serie de 
“Actualizaciones en Endocrinología”. Aun 
conservando el contenido de la edición ante-
rior, esta se ha visto ampliada en tres capítu-
los, apreciándose de manera objetiva la real 
puesta al día de todos los temas, ya que en 
este tiempo, ha habido muchos cambios en lo 
concerniente a la glándula suprarrenal.
En el primer capítulo, “Estructura y fun-
ción de la corteza suprarrenal”, se expone 
la anatomía y embriología de esta zona, así 
como la esteroidogénesis, el transporte plas-
mático y el metabolismo de estas hormonas. 
Con posterioridad se desarrollan aspectos 
concretos de los gluco, mineralocorticoides 
y andrógenos suprarrenales.
El siguiente capítulo, “Mecanismo de acción 
celular de los glucocorticoides y de los mine-
ralocorticoides”, complementario al anterior, 
profundiza a nivel celular sobre los receptores 
de estas hormonas, las modifi caciones postra-
duccionales de ellos así como su mecanismo de 
acción. Su extensión no es grande pero su con-
densación hace necesaria una detallada lectura 
para su correcta comprensión.
En los “Métodos de exploración de la fun-
ción suprarrenal”, se detalla la exploración del 
eje Hipotálamo-Hipófi so-Suprarrenal basal y 
dinámicamente, tanto con pruebas de estímulo 
como de frenación en los distintos niveles de 
este eje y en sus diversas patologías. De ma-
nera esquemática se muestran las diferentes 
técnicas de estas pruebas y los rangos de nor-
malidad de ellas. Termina este capítulo con una 
exposición del estudio molecular de la función 
suprarrenal, técnica hoy en día indispensable 
en el diagnóstico de la clínica diaria.
El capítulo de “Técnicas de imagen de la 
glándula suprarrenal” nos enseña la meto-
dología diagnóstica para el estudio de estas 
glándulas, siendo la Tomografía Computari-
zada (TC) la técnica inicial de elección y la 
Resonancia Magnética (RM) complementa-
ria, que ayuda en muchos casos a caracteri-
zar la lesión observada en TC.
En la “Exploración con isótopos de las 
glándulas suprarrenales” segundo paso ha-
bitual en el estudio de un paciente con una 
supuesta patología de estas glándulas, se 
detallan los distintos trazadores de la cor-
teza y médula suprarrenal y la interpreta-
ción de estas imágenes en la gammagrafía 
resultante. A continuación, se valora la im-
portancia de la Tomografía por emisión de 
positrones (PET) como técnica de imagen 
funcional, con su especial repercusión en la 
oncología. Finaliza el capítulo tratando la 
terapia con radioisótopos.
La “Adrenarquia” es una entidad exclusiva-
mente de edad pediátrica, pero ya se conoce su 
repercusión pospuberal, pudiendo afectar a la 
función suprarrenal y ovárica así como su rela-
ción con el hiperinsulinismo y con los pacientes 
Pequeños para Edad Gestacional (PEG).
En el capítulo siguiente sobre “Hipofun-
ción suprarrenal congénita: hiperplasia su-
prarrenal congénita, aplasia-hipoplasia su-
prarrenal congénita y defi ciencia suprarrenal 
autoinmunitaria” se exponen ampliamente 
estas tres entidades en sus aspectos clínicos, 
diagnósticos y terapéuticos, incluyendo el 
tratamiento prenatal cuando es necesario.
X Prefacio
En pocos tratados sobre las glándulas su-
prarrenales se expone de manera tan completa 
y profunda las “Alteraciones secundarias de la 
función suprarrenal: neurología, adrenoleuco-
distrofi a y adrenomieloneuropatía” como en 
este capítulo escrito por un excelente pediatra 
con especial dedicación a la neuropediatría. 
Seguidamente, disfrutamos con cuatro capí-
tulos relacionados y homogeneizados: “Hipo-
función suprarrenal adquirida: hipocortisolis-
mo”, “Hipofunción suprarrenal adquirida: hi-
poaldosteronismo”, “Hiperfunción suprarrenal 
adquirida: hipercortisolismo” e “Hiperfunción 
suprarrenal adquirida: hiperaldosteronismo”. En 
cada uno de ellos se desarrolla de manera clara y 
extensa la etiología, clínica, diagnóstico y trata-
miento de todas estas entidades.
El capítulo de “Patología suprarrenal secun-
daria a otras enfermedades” detalla el Síndrome 
de Inmunodefi ciencia Adquirida (SIDA) y la 
función suprarrenal, la resistencia a los gluco-
corticoides y defectos genéticos de los distintos 
receptores hormonales, la insufi ciencia suprarre-
nal secundaria, la función suprarrenal y la obesi-
dad, endemia en nuestra sociedad, así como en 
la malnutrición, anorexia nervosa e inanición, 
terminando con la alteración de la función su-
prarrenal iatrogénica.
Los dos capítulos siguientes tratan de 
procesos tumorales: “Tumores virilizantes y 
feminizantes de la corteza suprarrenal”, pa-
tología muy infrecuente en la infancia por lo 
que es de extraordinaria importancia repor-
tar los datos de estos pacientes al Registro 
Internacional de Tumores Adrenocorticales 
(IPACTR) e intercambiar conocimientos y 
opiniones en su página web: www.stjude.org/
international-outreach. El otro capítulo es el 
“Feocromocitoma y otros tumores del tejido 
simpático”, en donde igualmente se refi ere el 
desconocimiento de la incidencia de estas en-
tidades en España. En este capítulo se expo-
nen todos los aspectos del feocromocitoma, 
neuroblastoma, ganglioneuroblastomas y 
ganglioneuromas, quemodectomas, simpato-
goniomas, feocromoblastomas, meduloblas-
tomas, hiperplasia de la médula suprarrenal 
y el mielolipoma adrenomedular.
Termina esta segunda edición de la mono-
grafía sobre Glándulas Suprarrenales con dos 
capítulos igualmente hermanados y homoge-
neizados: “Patología suprarrenal en situaciones 
especiales: actitud terapéutica en edad pediátri-
ca” y “Patología suprarrenal en situaciones es-
peciales: actitud terapéutica en edad adulta”. En 
ambos se expone la actitud terapéutica en situa-
ciones de estrés crítico o ante hipofunción cró-
nica, especialmente tras el tratamiento con cor-
ticoides, evidentemente cambiante dependiendo 
de la edad del paciente. En el niño críticamente 
enfermo se resalta la función suprarrenal y su 
tratamiento en la UCI.
Aquí termina mi prólogo “científi co” y “téc-
nico” de esta monografía, pero quiero a conti-
nuación exponer una serie de pensamientos y 
sentimientos tras catorce años de formar parte 
del Comité Editorial de esta Serie de “Actuali-
zaciones en Endocrinología”:
En primer lugar, mi orgullo al materializar un 
trabajo que no ha sido nunca fácil y que si ello ha 
sido posible fue por la inestimable colaboración 
de todos aquellos que durante este tiempo han 
trabajado en y para ello.
En la vida de las personas y de las empresas, 
hay distintas etapas y es conveniente conocer 
en cual de ellas se encuentra uno, así como 
reconocer la caducidad de estas. Por ello, es 
importante y necesario saber dar paso a nue-
vas generaciones que aportarán sangre fresca 
con nuevas ideas. Para esto, no es necesaria 
la ruptura de una larga relación muy positiva, 
llena de mutua fi delidad y de muy buenos mo-
mentos. Simplemente, hay que saber retirarse 
a tiempo, sin acritud, aunque se intuya que los 
vínculos de amistad personal y el mutuo interés 
van disminuyendo: la vida misma.
Añorar, en castellano, lengua ofi cial de esta 
Serie, es recordar con pena, y por el contrario 
mi recuerdo de todos los que han colaborado en 
esta OBRA, y de las gentes de Merck-Serono es 
y será maravillosamente positivo y alegre. Un 
abrazo a todos con mi cariño y consideración. 
Hasta siempre
DR. RAFAEL YTURRIAGA
www.stjude.org/
www.stjude.org/
1Estructura y función de la corteza suprarrenal 
A. López-Calderón
A. I. Martín
J. A. F. Tresguerres
INTRODUCCIÓN
Las glándulas suprarrenales son dos es-
tructuras piramidales localizadas encima 
del polo superior de ambos riñones. Miden 
aproximadamente 2.5 × 5 cm, con un espesor 
de 1 cm, y constan de dos tipos glandulares 
distintos, la corteza y la médula, envueltos 
por unacápsula común. La corteza se divide 
en tres zonas: la más externa, denominada 
glomerulosa, encargada fundamentalmente 
de la biosíntesis de mineralocorticoides; una 
zona intermedia, la fasciculada, que secreta 
glucocorticoides; y la zona más interna, de-
nominada reticular, que sintetiza sobre todo 
andrógenos.
En 1855 Addison describió la enfermedad 
que actualmente lleva su nombre, debida a 
la defi ciencia de las hormonas corticosupra-
rrenales, caracterizada por «anemia, langui-
dez y debilidad, una fl aqueza muy grande 
del corazón, irritabilidad gástrica y un color 
característico de la piel». Un año más tarde, 
Brown-Sequard indicó que la extirpación de 
las glándulas suprarrenales era incompatible 
con la vida. Entre 1927 y 1929, Banmann 
observó que los animales adrenalectomiza-
dos podían sobrevivir si se les administraban 
sales de sodio o extractos de corteza supra-
rrenal. No obstante, estos animales no podían 
superar situaciones como infecciones, ejerci-
cio físico intenso u otras formas de estrés. 
En 1936, los grupos de Kendall y Reichstein 
consiguieron obtener extractos cristalinos de 
la corteza suprarrenal y demostraron que la 
cortisona, a la que denominaron compuesto 
E, era capaz de mejorar los síntomas causa-
dos por la adrenalectomía. Selye, en 1946 
creó los términos de glucocorticoide y mi-
neralocorticoide para designar las dos fun-
ciones suprarrenales necesarias para la vida. 
Fue 6 años después de su aislamiento, en 
1951, cuando se llegó a la conclusión de que 
el cortisol era el principal esteroide secretado 
por la corteza suprarrenal.
La gran innovación que supusieron los es-
teroides comenzó en 1949, cuando Hench ad-
ministró cortisona con fi nes terapéuticos a pa-
cientes con artritis reumatoide. El impacto y 
la repercusión de este descubrimiento fueron 
tan grandes que Kendall, Hench y Reichstein 
recibieron por él el premio Nobel en 1950.
ANATOMÍA Y EMBRIOLOGÍA
Las glándulas suprarrenales están situadas 
en el polo superior de cada riñón, a ambos 
lados de la columna vertebral entre las vérte-
bras D11 y L1, estando la derecha más alta y 
lateral que la izquierda (Fig. 1.1). En el hom-
bre adulto, pesan aproximadamente 4 g, in-
dependientemente del sexo y la estatura de la 
persona. El 85-90% de su masa total corres-
2 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
ponde a la capa externa o corteza, y el resto, 
a la médula. Toda la glándula está rodeada 
por una cápsula de tejido conectivo.
La corteza suprarrenal deriva embrioló-
gicamente del mesodermo, a partir del cual 
se generan las células que sintetizarán este-
roides tanto gonadales como suprarrenales. 
Las glándulas suprarrenales aparecen entre 
la 4.a y la 6.a semanas de gestación. A partir 
de la 7.a semana, son invadidas por unas cé-
lulas procedentes de la cresta neural y, por lo 
tanto, neuroectodérmicas, que darán lugar a 
la médula suprarrenal. La glándula fetal está 
compuesta por tres zonas: la subcapsular o 
defi nitiva, una zona de transición y otra zona, 
la más grande, que se denomina zona fetal o 
zona X. La zona fetal secreta principalmente 
andrógenos, que servirán como precursores 
para la biosíntesis de los estrógenos placen-
tarios durante el embarazo.
Las suprarrenales del feto y del recién na-
cido son muy grandes, ya que pesan 8-9 g, el 
doble que en el adulto, y suponen el 0.5% del 
peso corporal (frente al 0.005% en el adul-
to). Después del nacimiento, la corteza fetal 
comienza a involucionar, de modo que al 
año de vida no se detectan ya restos de ella. 
La zona glomerulosa no se desarrolla defi -
nitivamente hasta los 3 años, y la reticular, 
hasta después de la adrenarquia, a los 8 años 
aproximadamente.
La diferenciación de los tipos celulares 
que constituyen las distintas capas de la cor-
teza es resultado de factores locales. Esto 
podría explicar la proliferación ocasional de 
restos ectópicos de células corticales tras una 
adrenalectomía total, o la existencia a veces 
de glándulas suprarrenales accesorias.
La irrigación de las suprarrenales depende 
de varias arterias (Fig. 1.1) que, procedentes 
de la aorta, la frénica inferior y las renales, pe-
netran en la parte externa de la corteza, desde 
donde la sangre fl uye hacia la médula, con un 
fl ujo de 0.5 mL/g/min. El drenaje de la sangre 
venosa se lleva a cabo por una única vena cen-
tral que sale de la médula. La vena suprarrenal 
derecha desemboca en la vena cava y la iz-
quierda, en la vena renal; por tanto, la sangre 
periférica que llega a la suprarrenal debe atra-
vesar primero la corteza y lleva los produc-
tos de su secreción a la médula. Teniendo en 
cuenta este fl ujo, los productos secretados en 
Vena suprarrenal izquierda
Vena frénica inferior
Arterias
suprarrenales
izquierdas
Arterias
suprarrenales
derechas
Vena suprarrenal derecha
Vena
renal
Vena
renal
Vena cava
inferior
Aorta
abdominal
Arteria
renal
Arteria
renal
Suprarrenal derecha
Arteria
frénica Suprarrenal izquierda
Figura 1.1. Estructura macroscópica de las glándulas suprarrenales.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 3
la corteza deben infl uir sobre la biosíntesis de 
catecolaminas de la médula. Existe, así, una 
unidad anatómica y funcional entre ambas 
estructuras, encaminada a proporcionar una 
respuesta funcional integrada.
Microscópicamente, la corteza suprarrenal 
está formada por células epiteliales dispuestas 
en cordones separados por capilares. En ella 
podemos distinguir tres zonas desde un punto 
de vista anatómico y funcional (Fig. 1.2). La 
zona más externa o glomerulosa, situada in-
mediatamente por debajo de la cápsula, tiene 
sus células distribuidas en masas irregulares, 
suele ocupar el 15% de la corteza y sintetiza 
aldosterona. La zona intermedia o fascicula-
da posee unos cordones dispuestos en forma 
radial, sintetiza fundamentalmente cortisol 
y ocupa el 75% de la corteza. Por último, la 
zona más interna y próxima a la médula, la 
reticular, posee cordones celulares que for-
man una red irregular, sintetiza andrógenos 
y también cortisol, aunque en mucha menor 
cantidad que la zona fasciculada.
Las células de la corteza suprarrenal tie-
nen abundantes mitocondrias, un retículo 
endoplásmico liso muy desarrollado y, al 
igual que todas las células que sintetizan 
esteroides, están repletas de gotas lipídicas 
que contienen colesterol, precursor de dichas 
hormonas.
ESTEROIDES SUPRARRENALES
Podemos clasifi car las principales hormonas 
secretadas por la corteza suprarrenal en tres 
grupos: mineralocorticoides, glucocorticoi-
des y andrógenos. Los glucocorticoides y los 
mineralocorticoides tienen 21 átomos de car-
bono y los andrógenos poseen 19 (Fig. 1.4). 
En el ser humano, el cortisol y la aldosterona 
son el principal glucocorticoide y mineralo-
corticoide, respectivamente, secretados por 
la corteza suprarrenal, mientras que de los 
andrógenos el principal es la dehidroepian-
drosterona (DHEA). Todos ellos derivan del 
colesterol, que tiene 27 átomos de carbono.
Esteroidogénesis
Las suprarrenales sintetizan colesterol a par-
tir del acetil CoA, sin embargo, en condicio-
nes normales, el 80% de aquél proviene de 
Hipotálamo
Glándula
suprarrenal
Sistema
renina-
angiotensina
Glándula
suprarrenalZonaglomerulosaZonaglomerulosa
Zona
fasci-
culada
Zona
reticular
Andrógenos
Cortisol
Médula
Aldosterona
Riñón
Hipófisis
CRH
ACTH
Sistema
renina-
angiotensina
Figura 1.2. Hormonas secretadas por la corteza suprarrenal y regulación de su secreción.
4 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
la dieta y llega a la suprarrenal unido a las 
lipoproteínas de baja densidad (LDL, del in-
glés low density lipoproteins), mientras que 
el colesterol plasmático que circula unido a 
las lipoproteínas de alta densidad (HDL, del 
inglés high density lipoproteins) no puede 
ser captado por ella.
La captación del colesterol plasmático 
unido a las LDL está directamente relaciona-
da con la esteroidogénesis. Las células cor-
ticoadrenalestienen en su membrana plas-
mática receptores específi cos para las LDL. 
Los ésteres del colesterol forman un núcleo 
hidrófobo en las lipoproteínas, rodeado por 
una monocapa de fosfolípidos polares y pe-
queñas cantidades de unas apoproteínas, que 
son las que se unen a los receptores de mem-
brana de las LDL8.
La unión de las LDL a sus receptores in-
duce la entrada en la célula por endocitosis 
de las LDL y de los ésteres de colesterol 
unidos a ellas39. Una vez dentro, el receptor 
se separa de la LDL y retorna a la superfi cie 
celular. La vesícula que contiene la LDL y 
el colesterol se fusiona con los lisosomas, y 
los ésteres de colesterol se transforman en 
colesterol libre. El colesterol se esterifi ca de 
nuevo y se almacena en vacuolas lipídicas 
en el citoplasma, o queda disponible para la 
esteroidogénesis (Fig.1.3). La ACTH (del in-
glés adrenocorticotropic hormone) aumenta 
la actividad colesterol esterasa e inhibe la 
esterifi cación del colesterol, lo que hace que 
aumente el colesterol libre disponible para la 
biosíntesis de hormonas (Fig. 1.5). También 
facilita la síntesis de colesterol de novo a par-
tir de acetil CoA.
En la síntesis de las diferentes hormonas a 
partir del colesterol intervienen seis enzimas, 
que se encuentran en las crestas mitocondria-
les y en el retículo endoplásmico, que per-
tenecen a la familia de enzimas oxidativas 
del citocromo P-450, actualmente denomi-
nado CYP. Éste es un nombre genérico que 
comprende un gran número de enzimas que 
tienen un grupo hemo. La numeración 450 
hace referencia a su máximo de absorbancia 
cuando se reducen con monóxido de carbo-
no. Todas estas enzimas reducen el oxígeno 
atmosférico con electrones donados por el 
NADPH que, a su vez, los obtiene de una 
proteína de transporte.
El colesterol libre es insoluble en el cito-
sol, por lo que su transporte a la mitocondria 
se lleva a cabo por una proteína denominada 
StarD4. Posteriormente, el colesterol pasa 
desde la membrana mitocondrial externa 
a la interna atravesando el espacio acuoso 
Retí
cul
o
end
opla
sm
áti
co
Endosoma
Colesterol
libre
Mitocondria
Receptor LDL
Vacuola lipídica
HSL
StAR
P450scc
StarD4
Sínte
sis
de n
uevo
Figura 1.3. Primeros pasos de la esteroidogénesis suprarrenal.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 5
Colesterol
Pregnenolona
11-Desoxicorticosterona Progesterona Dehidroepiandrosterona
(DHEA)
CH3
C=O
CH2OH
C=O
CH2OH
OH
C=O C=O
CH3
OH OH
O
O
CH2OH
OH
OH
CH
O
C=O
CH2OH
C=O
CH2OH
C=O
O
O
O
O
O
O
O HO
CH3
C=O
OH
OH
17-OH-pregnenolona
HO
OH
5
6
3
4
6
4
Corticosterona
CH3
C=O
6
6
O
OH
2
OH
OH
Aldosterona
1
3
17 α OH-Progesterona
11-Dexosicortisol
2
Cortisol
GLUCOCORTICOIDE
ANDRÓGENO
MINERALOCORTICOIDE
4
Androstendiona
1
2
3
4
5
6
CYP11B2
CYP11B1
CYP21A2
3βHSDII
CYP11A1
CYP17
ENZIMAS
Figura 1.4. Esteroidogénesis suprarrenal.
6 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
intermembrana, lo que constituye un factor 
limitante en el que interviene una proteína 
mitocondrial denominada StAR (del inglés 
steroidogenic acute regulatory protein). La 
StAR desempeña un papel importante en la 
regulación aguda de la síntesis y la secreción 
de esteroides55. Esta proteína crea un puen-
te lipídico que permite que el colesterol sea 
transferido a la membrana mitocondrial in-
terna (Fig. 1.3).
El primer paso común en la síntesis de 
hormonas suprarrenales es la conversión del 
colesterol en pregnenolona, catalizado por la 
enzima mitocondrial P450ssc (Fig. 1.4), que 
se encuentra en la membrana interna de la 
mitocondria. La reacción se lleva a cabo me-
diante dos hidroxilaciones en los carbonos 
20 y 22, tras lo cual se produce la escisión de 
la molécula de colesterol entre ellos. Ésta es 
la reacción limitante de la esteroidogénesis, 
ya que la P450ssc es una de las enzimas más 
lentas de las conocidas. El factor que enlen-
tece todo el proceso es la unión del colesterol 
al centro activo de la enzima. El gen que co-
difi ca esta enzima, CYP11A1, se encuentra 
en el cromosoma 15 (q23-q24) humano y su 
expresión en las suprarrenales aumenta por 
estímulos como la ACTH o la angiotensina 
II en la zona glomerular34.
En el retículo endoplásmico, la pregneno-
lona puede sufrir dos cambios. El primero es 
su transformación en progesterona, proceso 
en el que interviene la enzima 3β-hidroxie-
steroide deshidrogenasa B5-B4 isomerasa 
(3β-HSD), que cataliza dos reacciones: la 
deshidrogenación del grupo hidroxilo en po-
sición 3 y la isomerización del doble enlace 
de posición 5-6 a posición 4-5. Esta enzima 
Colesterol
esterasa
inactiva
ACTH
ATP
AMP-C
Ésteres de 
colesterol
Colesterol
esterasa
activa
(Colesterol)
Mitocondria
Ch + CYP11A1
Ch CYP11A1
Cortisol
Cortisol
Gota lipídica
LDL-Col
StAR
Ch
Pregnenolona
Pregnenolona
11-desoxicortisol
11-desoxicortisol
Retículo endoplasmático liso
Proteinquinasa
inactiva
Proteinquinasa
activa ++
+
+
Figura 1.5. Mecanismo de acción de la ACTH en la esteroidogénesis suprarrenal.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 7
está en el retículo endoplásmico próximo a 
la mitocondria, de modo que facilita la con-
versión de la pregnenolona recién formada. 
El gen que codifi ca esta enzima se encuentra 
en el cromosoma 1 humano (banda p13) y 
apenas se expresa en la suprarrenal fetal hu-
mana, por lo que la biosíntesis fetal origina 
andrógenos principalmente.
Tanto la pregnenolona como la progeste-
rona pueden ser hidroxiladas en su carbono 
17, formándose 17-OH-pregnenolona y 17-
OH-progesterona, respectivamente. Si se 
escinde la molécula de estos últimos este-
roides entre los carbonos 17 y 20, se forma-
rán la dehidroepiandrosterona (DHEA) y la 
androstendiona, respectivamente (Fig.1.4). 
Estas dos reacciones están catalizadas por 
una única enzima, la CYP17, que se en-
cuentra en el retículo endoplásmico liso1.
El gen que codifi ca esta enzima está en el 
cromosoma 10, en la banda 24 (q24), y es 
muy parecido al gen de otra enzima esteroi-
dogénica, la CYP21A2. Al poseer actividad 
17- hidroxilasa y 17,20-liasa, es el punto 
clave donde la biosíntesis se puede dirigir 
desde la pregnenolona hacia mineralocor-
ticoides (si no muestra la enzima ninguna 
actividad), hacia glucocorticoides si actúa 
como 17-hidroxilasa y hacia andrógenos si 
actúa en los dos sentidos (Fig.1.4).
En el retículo endoplásmico, la proges-
terona o la 17-OH-progesterona se pueden 
hidroxilar en el carbono 21, con lo que se 
genera la 11-desoxicorticosterona (DOC) y 
el 11-desoxicortisol, respectivamente. En el 
genoma humano existen dos genes que co-
difi can la 21-hidroxilasa (CYP21A2) situa-
dos en el cromosoma 6 (p21.3), en medio 
del locus del HLA7. La enzima 11β-hidroxi-
lasa/18-hidroxilasa/18-oxidasa (CYP11B2), 
que se encuentra en la membrana interna de 
la mitocondria, cataliza el paso de 11-desoxi-
cortisol a cortisol y el de DOC a aldosterona. 
El gen de la CYP11B1 se expresa en gran 
cantidad en las zonas fasciculada y reticular, 
y codifi ca una enzima que sólo tiene activi-
dad 11-hidroxilasa36. El gen de la CYP11B2 
se expresa únicamente en la glomerulosa y, 
en pequeñas cantidades, codifi ca la aldos-
terona sintasa y posee las tres actividades: 
11β-hidroxilasa, 18-hidroxilasa y 18-oxida-
sa81. La expresión del gen de la CYP11B1 
aumenta tras la administración de ACTH y 
disminuye tras la administración de dexa-
metasona, mientras que la expresión del gen 
de la CYP11B2, necesario para la síntesis de 
aldosterona, se regula fundamentalmente por 
la angiotensina II y el potasio, entre otros 
factores50.
Los esteroides sulfatados pueden sinte-
tizarse directamente a partir del sulfato de 
colesterol o bien formarse por la acción de 
enzimas citosólicas. La DHEA se sulfata me-
diante una sulfotransferasa existente única-
mente en la zona reticular de las glándulas 
suprarrenales. La mayor parte de la DHEA 
sintetizada por estas glándulas está en for-
ma sulfatada, aunque una pequeña parte delsulfato de DHEA plasmático procede de la 
acción de enzimas periféricas.
Transporte plasmático
Una vez sintetizadas, las distintas hormonas 
esteroideas no se almacenan en la corteza su-
prarrenal, sino que abandonan las células y 
entran en el compartimiento vascular. La tasa 
de secreción diaria y la concentración plasmá-
tica de los principales productos de secreción 
de la corteza aparecen en el Cuadro 1.1.
En el plasma, entre el 90 y el 93% del cor-
tisol circula unido a proteínas y el resto, en 
forma libre. Una pequeña cantidad de corti-
sol se fi ja a la albúmina y a otras proteínas 
plasmáticas, pero la mayor parte circula uni-
da a la transcortina o CBG (del inglés cor-
tisol binding globulin). La transcortina es 
una glucoproteína con gran afi nidad por los 
corticosteroides con grupos cetónicos en po-
sición 21 y 3 y con un doble enlace entre los 
carbonos 4 y 5. La aldosterona, en cambio, 
se une débilmente a las proteínas plasmáti-
cas, de modo que el 40% de la aldosterona 
plasmática se encuentra en forma libre y, por 
ello, se degrada rápidamente. Esto explica 
8 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
que la semivida del cortisol en sangre sea de 
aproximadamente 90 minutos, mientras que 
la de la aldosterona es de 15 minutos. El 20% 
de la aldosterona se une a la CBG y el 40%, a 
otras proteínas plasmáticas.
La CBG tiene una semivida de 5 días y 
liga aproximadamente el 70% del cortisol 
plasmático. La CBG protege el cortisol de 
su degradación y aclaramiento renal y sirve 
además como reservorio para cuando dis-
minuya la fracción libre. La concentración 
plasmática de transcortina es de 10–7 M, 
unas mil veces menor que la de albúmina. 
En condiciones normales, alrededor del 50% 
de los sitios de unión de la CBG está unido 
al cortisol; por ello, cuando la concentración 
de cortisol es muy alta (valores plasmáticos 
por encima de 28 μg/dL, cifras que pueden 
alcanzarse durante una situación estresante), 
su capacidad de transporte se satura, cosa que 
no ocurre con la albúmina. Además de en el 
hígado, esta proteína se sintetiza en otros te-
jidos, sobre todo en la época fetal. Se piensa 
que la CBG extravascular podría regular la 
disponibilidad del cortisol, por ejemplo, en 
el pulmón, cuya maduración en el feto de-
pende estrechamente de este último.
La transcortina pertenece a la familia de 
los inhibidores de la serina-proteasa serpina, 
de estructura muy similar a la de la α1-an-
titripsina; los genes de todas estas proteínas 
están en el cromosoma 14. La CBG, al igual 
que otros miembros de la familia de la serpi-
na, cuando sufre la ruptura proteolítica entre 
la Val 344 y la Thr 345, cambia su estructura 
irreversiblemente y pierde la afi nidad por los 
esteroides. Esta ruptura ocurre, por ejemplo, 
por acción de la elastasa liberada por los neu-
trófi los activados durante la infl amación, lo 
que permite que quede más cortisol libre dis-
ponible en esa zona29.
Los estrógenos aumentan la producción 
de transcortina, de modo que en el tercer tri-
mestre del embarazo, la concentración plas-
mática de la proteína aumenta al doble de sus 
valores normales. Por el contrario, ciertas 
enfermedades hepáticas, el hipotiroidismo y 
la nefrosis disminuyen sus niveles. En estos 
casos, el cortisol plasmático total disminuye, 
pero la cantidad de cortisol libre y la función 
suprarrenal se mantienen dentro de límites 
normales. Igualmente, en la sepsis o en las 
situaciones de estrés disminuye la concentra-
ción plasmática de la CBG y de la albúmina, 
lo que aumenta el cortisol libre84.
La DHEA y la androstendiona se unen a 
las proteínas plasmáticas, fundamentalmente 
a la albúmina, a diferencia de la testosterona 
y los estrógenos que se unen con gran afi ni-
dad a una globulina específi ca que fi ja este-
roides sexuales, la SHBG (del inglés sexual
hormones binding globulin).
Metabolismo
El cortisol se transforma en cortisona, que 
no tiene actividad glucocorticoide, mediante 
Esteroide Tasa de secreción(mg/día)
Concentración plasmática
(ng/mL)
Cortisol 8-25 50-200
DHAS 6-8 1100
Androstendiona 2 1,8
Corticosterona 1-4 3
Desoxicorticosterona 0.6 0.15
Desoxicortisol 0.4 1.5
Aldosterona 0.15 0.16
Cuadro 1.1. Tasa de secreción y niveles plasmáticos de los principales esteroides secretados 
por la corteza suprarrenal
Estructura y función de la corteza suprarrenal 9
la acción de la enzima 11 β-hidroxiesteroide
deshidrogenasa (11β-HSD1), reacción que 
tiene lugar fundamentalmente en el riñón. 
Existen dos isoformas de esta enzima, la 1 y 
la 2, que están codifi cadas por genes distin-
tos y que se expresan en distintos tejidos. La 
11β-HSD1 (que convierte la cortisona inacti-
va en cortisol) se expresa fundamentalmente 
en el hígado, tejido adiposo y sistema nervio-
so, y la 11β-HSD2 (que transforma el cortisol 
en cortisona), en el riñón y las glándulas sali-
vales. De este modo, la 11β-HSD1 aumenta 
la actividad glucocorticoide, mientras que la 
11β-HSD2 tiene el efecto contrario
Los mamíferos no pueden degradar el 
anillo esteroide, por lo que la inactivación 
de este tipo de hormonas se lleva a cabo a 
través de cambios metabólicos que las ha-
cen irreconocibles para sus receptores y que, 
además, aumentan su solubilidad en agua, lo 
que facilita su excreción a través de la orina. 
El hígado es el sitio principal donde tienen 
lugar estas conversiones metabólicas de los 
esteroides. La mayoría de las modifi caciones 
consiste en el cambio de grupos cetónicos 
por hidroxilos, que poseen mayor polaridad 
y pueden conjugarse con grupos sulfatos o 
glucuronatos, los cuales, a su vez, aumentan 
más la solubilidad en agua. El 90% de los 
esteroides se elimina por la orina y el resto, 
por el tracto gastrointestinal.
La aldosterona tiene, como ya se mencio-
nó, una semivida corta (15 minutos) y se me-
taboliza prácticamente toda a su paso por el 
hígado, de tal modo que este esteroide no se 
detecta en el plasma de las venas hepáticas, 
y en la orina se excreta menos de un 0.5% 
en forma libre. Un 35% de la aldosterona se 
transforma en el hígado en tetrahidroglucu-
ronato de aldosterona para su posterior eli-
minación. Un 5% de este mineralocorticoide 
es convertido en el hígado y en el riñón en 
un 18-glucurónido, y el resto se excreta en 
forma de diversos compuestos. Las modifi -
caciones en el carbono 11 de la aldosterona 
son mucho menos frecuentes que las del cor-
tisol, porque está protegido por la forma cí-
clica del grupo 11,18-hemiacetal.
La DHEA y la androstendiona pueden 
convertirse en los tejidos periféricos en su 
forma más activa, la testosterona. El 80% de 
la DHEA se metaboliza a su paso por el híga-
do, mientras que en el caso de la testosterona 
sólo se metaboliza el 44% del esteroide que 
pasa por ese órgano. El sulfato de DHEA se 
excreta sin modifi caciones y puede, al igual 
que la DHEA hidroxilarse, en las posiciones 
7 y 16. La mayor parte de estos esteroides 
se metaboliza por reducción del doble enlace 
entre los carbonos 4 y 5 y por hidroxilacio-
nes en los carbonos 7 y 16.
Inhibidores de la esteroidogénesis
La biosíntesis de esteroides suprarrenales 
puede inhibirse por varios compuestos que 
actúan en distintos puntos de la ruta metabó-
lica. Estos compuestos son de gran utilidad 
tanto en el campo de la investigación como 
en el del diagnóstico y el tratamiento de en-
fermedades corticosuprarrenales.
La metopirona inhibe la actividad 11-hi-
droxilasa en todas las zonas de la corteza 
suprarrenal, por lo que induce un descenso 
de la aldosterona y el cortisol, con el con-
siguiente aumento de la producción de re-
nina y de ACTH. Se emplea en la práctica 
clínica para evaluar la reserva hipofi saria de 
ACTH. La anfenona y el mitotano (deriva-
do del DDT) bloquean la síntesis de todos 
los esteroides. La aminoglutetimida inhibe la 
CYP11A1, por lo que bloquea la síntesis de 
todos los esteroides suprarrenales. La espi-
ronolactona, además de su acción antagonis-
ta de los receptores de mineralocorticoides,inhibe la actividad de la aldosterona sintasa 
CYP11B2; por ello, tras la terapia con espi-
ronolactona se bloquea la respuesta de la al-
dosterona a la renina.
GLUCOCORTICOIDES
Los glucocorticoides, sintetizados por la 
corteza suprarrenal, son esenciales para la 
10 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
vida. Actúan sobre múltiples tejidos desen-
cadenando una gran variedad de respuestas 
que desempeñan un papel muy importante 
en la adaptación del organismo a una situa-
ción de estrés. Los glucocorticoides tienen 
importantes efectos antiinfl amatorios e in-
munosupresores, efectos que en principio 
parecen contrarios a su misión de defender al 
organismo frente a una situación de alarma. 
Estas acciones sobre el sistema inmunitario 
están encaminadas a limitar la respuesta del 
organismo frente a una agresión, evitando 
los efectos perjudiciales de una respuesta in-
munitaria excesiva. Los glucocorticoides por 
lo general no son los principales reguladores 
de una función, a excepción del control de su 
propia secreción. Por ejemplo, el cortisol re-
gula la glucemia, pero su acción radica más 
en reforzar los efectos del glucagón y de las 
catecolaminas.
La ACTH hipofi saria regula la secreción 
de glucocorticoides, y, su vez, de la ACTH, 
depende de la liberación hipotalámica de la 
hormona liberadora de corticotropina (CRH, 
del inglés corticotropin releasing hormone).
La CRH es la principal hormona mediante la 
cual el sistema nervioso controla la actividad 
del eje suprarrenal. En los últimos 30 años, 
desde su aislamiento, ha quedado claro que 
es un neuropéptido que integra respuestas no 
sólo endocrinas sino también de comporta-
miento, del sistema nervioso autónomo y del 
sistema inmunitario.
Mecanismo de acción 
de los glucocorticoides
Las acciones de los glucocorticoides en 
las células se realizan a través de su unión 
a receptores intracelulares específi cos, de-
nominados GR (del inglés glucocorticoid
receptors). Estas proteínas pertenecen a la 
superfamilia de los receptores de las hor-
monas esteroideas, tiroideas y la vitamina 
D, y modulan la expresión génica actuando 
como factores de trascripción. El gen para 
el receptor de los glucocorticoides está en el 
cromosoma 5 (q31-q32) y se expresa en la 
mayoría de las células del organismo, por lo 
cual prácticamente todos los tejidos se verán 
afectados por estas hormonas. Según sea la 
concentración plasmática de cortisol, variará 
el porcentaje de los receptores unidos a él, 
entre el 10 y el 70% en condiciones norma-
les. La mayor o menor saturación de los re-
ceptores se traducirá en una mayor o menor 
respuesta fi siológica.
Cuando los GR no están unidos al corti-
sol, forman complejos con las proteínas de 
choque térmico hsp90 (del inglés heat shock 
protein) y con las immunofi linas80, lo que 
hace que su afi nidad por el DNA sea muy 
baja. Estas proteínas se encuentran en el ci-
tosol independientemente de la existencia de 
receptores GR, y se piensa que constituyen 
un sistema de transporte intracelular para 
diversas proteínas. El cortisol se une a su 
receptor en el mismo dominio en el que se 
unen las proteínas hsp90; por ello, la unión 
del cortisol al receptor provoca la disocia-
ción del receptor de las proteínas hsp90 y su 
posterior translocación al núcleo31. Una vez 
en el núcleo, el complejo receptor-cortisol 
forma dímeros que se unen al DNA en zonas 
reguladoras o promotoras de genes, llamadas 
GRE (elementos que responden a los gluco-
corticoides), o bien interactúan con otros fac-
tores de trascripción unidos al DNA, como el 
AP-1 o el NFKB75.
También existen GR en la membrana ce-
lular, cuya activación da lugar a respuestas 
muy rápidas, por ejemplo, cambios en las pro-
piedades electrofi siológicas de las neuronas, 
magnitud y frecuencia del potencial de ac-
ción, actividad de los canales de calcio y libe-
ración de hormonas o neurotransmisores16, 82,
o algunas de las acciones inmunosupresoras 
en las células T47. En este caso, la unión al 
receptor de membrana da lugar a respuestas 
rápidas (entre milisegundos y minutos), mien-
tras que las respuestas mediadas por cambios 
en la transcripción se manifi estan más lenta-
mente (a partir de 15 minutos) y duran más 
tiempo. Uno de los mecanismos considerados 
más importantes, mediado por los receptores 
Estructura y función de la corteza suprarrenal 11
de membrana es la apertura del genoma para 
que pueda tener lugar la interacción con el 
complejo hormona-receptor intranuclear y sea 
posible la accion genómica.
Los glucocorticoides, por lo tanto, pueden 
actuar en sus células diana de diversos modos: 
1) induciendo la transcripción de un gen, como 
los de las enzimas hepáticas; 2) inhibiendo la 
transcripción de un gen, como el de la POMC 
en las células corticotropas; 3) modulando la 
acción de otros factores de transcripción como 
el NFKB, y por último, 4) actuando a través 
de receptores de membrana.
El cortisol también se une a los receptores 
de los mineralocorticoides (MR, del inglés 
mineralocorticoid receptors (véase más ade-
lante) y los activan. Estructuralmente, ambos 
tipos de receptores están bastante bien estu-
diados19. Se trata de proteínas muy similares. 
Los dominios a los que se une la hormona 
son idénticos en un 57 %, mientras que el 
extremo N-terminal es bastante divergente. 
En las células diana de la aldosterona, como 
las del epitelio renal, el cortisol no activa el 
MR, ya que en estas células se sintetiza la 
enzima 11β-hidroxiesteroide deshidrogena-
sa que inactiva el cortisol y lo transforma 
en cortisona, por la que no tiene afi nidad el 
receptor56.
En ciertos tejidos, como diversas áreas del 
sistema nervioso, el cortisol puede activar los 
MR, que son 10 veces más sensibles al cor-
tisol que el propio GR38, por lo que pueden 
activarse cuando la concentración plasmáti-
ca de cortisol es mínima (1-2 ng/dL), como 
ocurre al inicio de la noche. Cuando coexis-
ten ambos tipos de receptores en una misma 
neurona, la célula puede responder al cortisol 
en un margen de concentraciones mucho más 
amplio que si sólo existiese un único tipo de 
receptor. La activación de ambos tipos de 
receptores tiene efectos similares sobre el 
control hipofi sario de la secreción de ACTH, 
u opuestos sobre la presión arterial, depen-
diendo del sistema que se esté estudiando. 
Cuando los niveles de cortisol son bajos, la 
retroalimentación negativa sobre la hipófi sis 
corre a cargo de los MR, mientras que cuan-
do aumenta la concentración plasmática de 
cortisol, el control lo llevan a cabo los GR. 
Para más detalles, véase el Capítulo 2.
Acciones de los glucocorticoides
Acciones sobre el metabolismo
Los glucocorticoides actúan sobre el metabo-
lismo de los hidratos de carbono a través de 
un efecto hiperglucemiante y diabetógeno. El 
cortisol aumenta la gluconeogénesis hepática, 
disminuye la entrada de glucosa en las célu-
las periféricas y estimula la síntesis hepática 
de glucógeno, de modo que éste se almacena 
para ser liberado después por las hormonas 
glucogenolíticas, como son el glucagón y la 
adrenalina. La glucemia se mantiene en el or-
ganismo gracias al equilibrio entre la insulina, 
por un lado, y las hormonas contrarregulado-
ras, como el glucagón, la adrenalina, la GH 
y el cortisol, por otro. Los efectos del gluca-
gón y la adrenalina son rápidos a través de la 
glucogenólisis, mientras que los del cortisol 
son más lentos, potenciando y prolongando 
durante varias horas, gracias a la neogluco-
génesis, el aumento de la glucemia producido 
por el glucagón o la adrenalina. Además, el 
cortisol estimula directamente la liberación 
pancreática de glucagón.
En el hígado, el cortisol tiene un efec-
to anabólico, ya que activa la captación de 
aminoácidos y la síntesis proteica, lo que da 
lugar a un aumento de la síntesis de las enzi-
mas que participan en la gluconeogénesis y 
la glucogenogénesis (Fig. 1.6). Aumenta la 
expresión del gen de la piruvato descarboxi-
lasa, lo que hace posibleque el pirúvico que 
se forme no se destine a otra ruta que no sea 
la gluconeogénesis. Tanto el cortisol como la 
glucosa activan la formación de glucógeno, 
ya que promueven la síntesis de la glucóge-
no sintetasa y la conversión de la glucógeno 
sintetasa b inactiva en activa, mediante una 
reacción que, además, inactiva la glucogenó-
lisis. En este caso, el cortisol y la insulina 
tienen los mismos efectos sobre el glucóge-
12 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
no hepático. Sin embargo, en las situaciones 
de ayuno prolongado, los glucocorticoides 
actuarían como protectores contra la hipo-
glucemia, y el papel de la insulina sería el 
contrario. El cortisol disminuye la entrada 
celular de glucosa en los tejidos periféricos, 
exceptuando el sistema nervioso y el miocar-
dio. De este modo, tiende a aumentar la glu-
cemia para que la glucosa pueda ser utilizada 
por dichos órganos prioritarios.
Los glucocorticoides disminuyen la masa 
de músculo esquelético, aumentando la pro-
teólisis a través de la activación del sistema 
ubiquitina-proteasoma, y disiminuyendo la 
síntesis proteica53. Por ello, aumentan los ami-
noácidos libres en sangre, que se desaminarán 
en los tejidos periféricos formándose alanina, 
que será captada por el hígado para sintetizar 
glucosa. Se formará también glutamina, que 
servirá como sustrato para la gluconeogéne-
sis renal. La alanina aumenta la producción 
hepática de glucosa, ya que este aminoácido 
estimula la gluconeogénesis al inhibir la pi-
ruvato quinasa hepática. Estos efectos no se 
observan en el músculo cardíaco.
En el hígado los glucocorticoides aumen-
tan la síntesis de ácidos grasos y la secreción 
de lipoproteínas87, lo que causa acumulación 
de triglicéridos en el mismo18. En el tejido 
adiposo, el cortisol promueve la diferencia-
ción de los preadipocitos en adipocitos, lo 
que podría dar lugar a un aumento de la masa 
de tejido adiposo. Sin embargo, el cortisol 
favorece la acción lipolítica de la adrenalina 
y la GH y, además, al impedir la entrada de 
glucosa en el adipocito, difi culta la síntesis 
de triglicéridos. Los sujetos que segregan 
cortisol en exceso, como en el síndrome de 
Cushing, tienen un aumento del depósito 
graso en ciertas zonas como la cara, el cuello 
y la nuca fundamentalmente. Esto puede de-
berse, además de a lo mencionado anterior-
mente, a que los glucocorticoides aumentan 
el apetito y la ingesta83, y a que la acción 
hiperglucemiante del cortisol se contrarresta 
por un aumento de la secreción de insulina 
que ejerce sus acciones anabólicas en cier-
tos tejidos, como el adiposo, mientras que en 
otros, como el músculo esquelético, el corti-
sol ejerce sobre todo una acción catabólica.
Los glucocorticoides son esenciales para 
el mantenimiento de la glucemia en situacio-
nes de emergencia como el estrés, el ayuno 
prolongado o la hipoglucemia insulínica. Sin 
ellos la movilización proteica es más difícil 
y, si las reservas de glucógeno están agota-
das, puede sobrevenir la muerte por hipoglu-
cemia. En estas condiciones, el aumento de 
la secreción de cortisol potencia y extiende 
la duración de la hiperglucemia producida 
por el glucagón, la adrenalina y la GH, al 
tiempo que acentúa la movilización proteica, 
evitando así la hipoglucemia y permitiendo 
el suministro de glucosa al sistema nervioso 
hasta que el organismo se adapte al ayuno 
crónico y utilice cuerpos cetónicos como 
fuente de energía.
Sistema inmunitario
Actualmente, los glucocorticoides sintéticos 
son uno de los fármacos más utilizados para 
suprimir la respuesta infl amatoria, el rechazo 
de trasplantes, así como para el tratamiento 
de gran número de enfermedades autoin-
munitarias. En un principio, se pensó que 
las acciones de los glucocorticoides sobre 
el sistema inmunitario eran exclusivamente 
farmacológicas. Sin embargo, actualmente 
se sabe que en un individuo sano el corti-
Glucógeno
Gluconeogénesis
MÚSCULO
Proteólisis
Síntesis proteicaGRASA
Lipólisis
Utilización
de glucosa
HÍGADO
Glucosa
AminoácidosÁcidos
grasos
Glicerol
Figura 1.6. Acciones de los glucocorticoides.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 13
sol modula también fi siológicamente su ac-
tividad. Por ejemplo, el bloqueo de los GR 
aumenta la respuesta infl amatoria40 y, por el 
contrario, durante una situación de estrés, 
los niveles plasmáticos de cortisol aumentan 
para atenuar ciertas respuestas del sistema 
inmunitario, de modo que éstas no sean ex-
cesivas. La respuesta del sistema inmunitario 
ante una agresión pone en marcha una serie 
de funciones destinadas a eliminar al agre-
sor pero al mismo tiempo también estimula 
la síntesis de cortisol, que a su vez regula la 
respuesta del sistema inmunitario. Todo ello 
indica que en condiciones fi siológicas exis-
te una comunicación bidireccional entre los 
sistemas inmunitario y el eje hipotálamo-hi-
pófi so-suprarrenal.
Varias de las acciones antiinfl amatorias de 
los glucocorticoides se deben a su efecto in-
hibidor sobre la síntesis de prostaglandinas, 
inhibiendo la producción de ácido araquidó-
nico a partir de los fosfolípidos de membra-
na a través de la inducción de la síntesis de 
una proteína llamada anexina 1 (ANXA1). 
La anexina 1 recibía antes diversos nombres: 
macrocortina, renocortina, lipomodulina y 
lipocortina. Las acciones antiinfl amatorias 
de esta proteína se deben a su efecto inhi-
bidor sobre fosfolipasa A2 y la síntesis de 
eicosanoides35, 42.
La administración de glucocorticoides 
evita la reacción infl amatoria que aparece en 
respuesta a sustancias extrañas o a lesiones 
tisulares, porque impide el aumento de la per-
meabilidad vascular al inhibir la síntesis de 
prostaglandinas y leucotrienos. También redu-
ce la liberación de histamina por los basófi los 
y las células cebadas y, por tanto, disminuye 
el edema y la infi ltración leucocitaria. Estas 
hormonas estabilizan las membranas de los 
lisosomas de los fagocitos, impidiendo que 
liberen sus enzimas y disminuyendo su acti-
vidad citotóxica. En los fi broblastos, disminu-
yen la formación de fi brina y colágeno, por lo 
que retrasan la cicatrización de las heridas y 
posibilitan la diseminación de la infección.
El cortisol aumenta el número de neu-
trófi los, mientras que disminuye el de lin-
focitos, monocitos, eosinófi los y basófi los. 
El aumento de neutrófi los se debe a un 
mecanismo doble: aumenta su producción 
y liberación por la médula ósea y, en los 
vasos sanguíneos, disminuye el número de 
neutrófi los adheridos a la pared vascular. 
La eosinopenia se debe a una disminución 
de la liberación de eosinófi los a partir de 
la médula ósea, mientras que la monocito-
penia es secundaria a una inhibición tanto 
de la producción como de la liberación de 
los monocitos de la médula ósea. La linfo-
citopenia parece deberse fundamentalmente 
al secuestro de los linfocitos por el siste-
ma mononuclear fagocítico, que los retira 
de la circulación sanguínea hacia los teji-
dos linfoides o, incluso, a la propia médula 
ósea. Los glucocorticoides disminuyen la 
liberación de histamina por los basófi los. 
Su administración en dosis farmacológicas 
reduce el número de células cebadas en la 
mucosa respiratoria y en la piel.
El cortisol inhibe el efecto proinfl amato-
rio de los factores de transcripción como el 
AP-1 (del inglés activator protein 1) y el NF-
KB, que activan la expresión de los genes de 
proteínas proinfl amatorias como las citoqui-
nas, enzimas infl amatorias, moléculas de ad-
hesión y receptores infl amatorios4, 12. En los 
macrófagos estos efectos se traducen en una 
disminución de su activación y fagocitosis, 
así como de la producción de factores proin-
fl amatorios e interleuquinas como la IL-1, la 
IL-6 y el TNFα. El cortisol también altera la 
función linfocitaria y bloquea de forma enér-
gica la transcripción de la IL-2, que es funda-
mental para la expansión clonal de los linfo-
citos. Esta disminución de la IL-2 da lugar a 
un descenso de la proliferaciónde los linfo-
citos tanto in vitro como in vivo. Los efectos 
son más acusados en los linfocitos T que en 
los B, de modo que en los pacientes que reci-
ben tratamiento con dosis farmacológicas de 
glucocorticoides no suele alterarse la capaci-
dad para producir anticuerpos. Dentro de los 
linfocitos T, son más sensibles al cortisol los 
linfocitos CD4 o colaboradores que los linfo-
citos CD8 o citotóxicos/supresores.
14 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
El tratamiento con glucocorticoides pro-
duce modifi caciones en el metabolismo ce-
lular de los timocitos y facilita su muerte por 
apoptosis. Estos efectos letales del cortisol 
no se restringen sólo a estas células T inma-
duras, sino que también afectan a los linfoci-
tos T maduros y a los B que están maduran-
do33. Aunque los glucocorticoides actúan so-
bre múltiples células, este efecto parece estar 
restringido a las células linfoides, donde pa-
recen tener un papel fi siológico en el control 
de la generación del repertorio de células T 37.
La secreción endógena de glucocorticoides 
aumenta tras la exposición a un antígeno, 
con lo que se frena la respuesta inmunitaria 
excesiva y se previene el posible desarrollo 
de enfermedades autoinmunitarias.
Sistemas cardiovascular y renal
El cortisol aumenta el efecto presor de las ca-
tecolaminas mediante la inducción de sus re-
ceptores en el músculo liso vascular, de modo 
que la carencia de cortisol suele producir hi-
potensión por disminución del tono arteriolar 
y, viceversa, el exceso de glucocorticoides se 
asocia con hipertensión. El efecto del cortisol 
sobre el tono vascular depende de la inhibición 
de la síntesis de prostaglandinas, fundamental-
mente de la PGI3. Además, la activación de los 
GR disminuye la unión de la endotelina-1 y au-
menta la de la angiotensina II a sus receptores 
del músculo liso vascular65.
A pesar de su efecto sobre el catabolismo 
proteico, los glucocorticoides aumentan la 
síntesis de proteínas en el músculo cardíaco. 
Además, favorecen el acoplamiento entre los 
receptores β-adrenérgicos y la adenil ciclasa 
en el miocardio, y tienen un efecto inotrópico 
positivo. Estos efectos no parecen estar me-
diados por los MR ya que en el miocardio hu-
mano las células que expresan el gen de estos 
receptores expresan también el gen de la enzi-
ma 11β-hidroxiesteroide deshidrogenasa45.
El cortisol aumenta la fi ltración glomeru-
lar y, en la nefrona distal, tiene una acción 
opuesta a la hormona antidiurética (ADH, del 
inglés antidiuretic hormone), porque aumenta 
la excreción de agua libre. Este efecto puede 
deberse simplemente a su inhibición de la 
secreción de ADH, o al aumento del péptido 
natriurético auricular (PNA). Por todo ello, 
pueden aumentar la natriuresis y la diuresis.
Esqueleto
La administración de glucocorticoides puede 
dar lugar a una disminución de la matriz or-
gánica y desmineralización ósea u osteopo-
rosis48. Por un lado, disminuyen el número y 
la función de los osteoblastos, y ello da lugar 
a una disminución de la síntesis de colágeno 
y de la osteocalcina, lo que se traduce en una 
menor formación de hueso nuevo. Por otro 
lado, los glucocorticoides aumentan la for-
mación de los osteclastos y, por tanto, la re-
sorción ósea. Además, disminuyen el número 
de osteocitos porque aumentan su apoptosis, 
por lo que difi cultan la reparación ósea52.
El cortisol disminuye la absorción intesti-
nal de calcio y favorece su excreción renal, 
acciones ambas opuestas a las de la vitamina 
D. Los glucocorticoides inhiben la produc-
ción de factores de crecimiento esqueléticos, 
como el TFG-β y el IGF-I. El aumento de la 
secreción de parathormona (PTH) junto con 
los efectos directos de los glucocorticoides 
sobre el hueso dan lugar a un aumento de la 
resorción ósea y a una disminución de la for-
mación del hueso (Fig. 1.7).
Diferenciación y desarrollo
Los glucocorticoides regulan el desarrollo 
embrionario de diversos órganos, así como 
la diferenciación celular. Las acciones de este 
tipo más conocidas son las que ejercen en el 
pulmón y en la glándula mamaria. Son los res-
ponsables de la aparición del surfactante pul-
monar así como de la maduración del pulmón, 
efecto que se produce solamente en la época 
fetal. Parece como si la sensibilidad a los glu-
cocorticoides variara a lo largo de la vida, de 
modo que la expresión de algunos genes po-
dría estar regulada por los glucocorticoides 
sólo en determinadas etapas de la vida.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 15
Junto con la prolactina y otras hormonas, 
los glucocorticoides son necesarios para el 
inicio de la lactación. La combinación de in-
sulina, cortisol y prolactina estimula la síntesis 
de caseína e induce cambios histológicos en el 
epitelio alveolar de la glándula mamaria.
Sistema nervioso central
En el sistema nervioso, los glucocorticoides 
tienen acciones muy diversas. Reducen el 
edema cerebral por sus efectos sobre la per-
meabilidad vascular, y tanto la carencia de 
glucocorticoides como su exceso producen 
cambios en el estado de ánimo. Al inicio del 
tratamiento con glucocorticoides, se observa 
euforia y sensación de bienestar; sin embar-
go, es muy común que los pacientes con sín-
drome de Cushing estén deprimidos, aunque 
también los pacientes con enfermedad de 
Addison tienden a ser depresivos y negati-
vos. En las personas que padecen depresión 
se observa un aumento de la secreción de 
ACTH y cortisol, un aumento del cortisol li-
bre en la orina y un aumento de los niveles 
de cortisol y CRH en el líquido cefalorraquí-
deo, junto con una resistencia de la hipofi sis 
a la retroalimentación negativa de los gluco-
corticoides sobre la secreción de ACTH. La 
depresión se asocia con una resistencia a la 
retroalimentación negativa de los glucocorti-
coides, mientras que los fármacos utilizados 
como antidepresivos aumentan ambos tipos 
de receptores (MR y GR) en el hipocampo de 
los animales de experimentación y también 
la sensibilidad al efecto inhibidor del corti-
sol sobre la secreción de ACTH32. Los nive-
les muy altos de glucocorticoides atenúan la 
memoria hipocámpica en el ser humano60.
Puesto que el volumen del hipocampo está 
relacionado directamente con la memoria e 
inversamente con los niveles de cortisol, pa-
rece lógico que los pacientes con síndrome 
de Cushing padezcan alteraciones en las fun-
ciones cognoscitivas77.
Efectos sobre otras hormonas
El cortisol estimula la actividad de las en-
zimas que intervienen en la biosíntesis de 
adrenalina. Por ello, la médula suprarrenal, 
que es la parte del organismo que recibe la 
mayor concentración de cortisol por reci-
bir la sangre venosa de la corteza, sintetiza 
fundamentalmente adrenalina, en lugar de 
noradrenalina como ocurre en las neuronas 
simpáticas.
Los glucocorticoides modifi can también 
la secreción de otras hormonas, si bien la 
mayoría de las acciones se observan cuando 
sus niveles son muy altos o en situaciones de 
tratamientos prolongados con dosis farma-
cológicas de glucocorticoides. El exceso de 
glucocorticoides inhibe la secreción de pro-
lactina y la de GH, aunque a través de me-
canismos de acción distintos. En la hipófi sis 
los glucocorticoides inhiben la expresión del 
gen de la prolactina y aumentan la del gen de 
la GH. Sin embargo, el tratamiento crónico 
con glucocorticoides disminuye la secreción 
de GH actuando sobre su control hipotalámi-
co10, 43. En el hígado disminuyen la síntesis 
de IGF-I, pero aumentan la de su principal 
proteína plasmática, la IGFBP-364. Respecto 
a la función tiroidea, el exceso de glucocorti-
coides disminuye los niveles plasmáticos de 
T4 y la respuesta de la TSH a la estimulación 
Glucocorticoides
Paratiroides
Sangre
(Ca2+)
Riñón
Excreción(Ca+2)
Tracto gastrointestinal
Absorción Ca2+
Hueso
Resorción ósea
Osteogénesis
PTH
Osteoporosis
+
Figura 1. 7. Acciones de los glucocorticoides so-
bre el hueso.
16 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
con TRH.En cuanto a las gónadas, los glu-
cocorticoides en dosis farmacológicas inhi-
ben la secreción de estrogénos y andrógenos 
por el ovario y el testículo, respectivamente, 
así como su respuesta a la estimulación con 
gonadotropinas46.
Agonistas y antagonistas de los 
receptores de glucocorticoides
Sus principales agonistas son el cortisol, la 
corticosterona, la aldosterona y los glucocor-
ticoides sintéticos, como la dexametasona, la 
prednisolona y la triamcinolona. La actividad 
glucocorticoide de estos esteroides depende, 
por un lado, de su afi nidad por el receptor y, 
por otro, de sus concentraciones plasmáticas.
En general, los antagonistas de los gluco-
corticoides suelen tener sustituciones en el 
carbono 11, ya sea un grupo cetónico o un 
ion hidrógeno. Otras modifi caciones estruc-
turales que provocan la pérdida de su activi-
dad son la alteración o la deleción de la ca-
dena lateral del carbono 17, sustituciones en 
el carbono 21 y reducciones del doble enlace 
entre los carbonos 4 y 5. Los antagonistas de 
los GR no son capaces de inducir el cambio 
de conformación del receptor necesario para 
que se produzca la respuesta. En unos casos, 
los antagonistas no llegan a unirse al núcleo; 
en otros casos, sí lo hacen.
El principal antagonista de los GR es la me-
fi prestona, más conocida como RU-486, que 
tiene alta afi nidad por los GR pero también por 
los receptores de progestágenos, y que carece 
de actividad agonista de los GR. También la 21 
hidroxi 6,19 oxidoprogesterona, que sin em-
bargo no tiene afi nidad por los receptores pro-
gestagénicos y, por tanto, no es abortiva46.
Resistencia a los glucocorticoides
En el ser humano se han descrito alteraciones 
en el GR que hacen a los tejidos insensibles o 
«resistentes» a los glucocorticoides. Sin em-
bargo, a diferencia de lo que ocurre con otras 
hormonas esteroideas, la insensibilidad a los 
glucocorticoides es parcial y no total, de lo 
que se deduce que la resistencia total a los 
glucocorticoides debe ser incompatible con 
la vida, como se ha constatado en animales 
de experimentación.
La resistencia parcial a los glucocorticoi-
des produce, en el ser humano, un aumento 
de los niveles plasmáticos de ACTH y de to-
dos los esteroides secretados por las supra-
rrenales. Así, el aumento de la secreción de 
aldosterona y de andrógenos suprarrenales 
produce hipertensión, hipopotasemia, pseu-
dopubertad precoz y, en las mujeres, altera-
ciones del ciclo menstrual e hirsutismo49.
Regulación de la secreción 
de glucocorticoides
La regulación del eje hipotálamo-hipófi so-su-
prarrenal es una de las más complicadas del 
sistema endocrino. Esto se debe a que el cor-
tisol tiene una gran infl uencia sobre el meta-
bolismo de casi todos los tejidos. Además, los 
estímulos que regulan este eje son múltiples y 
de naturaleza muy distinta, y pueden afectar 
a los tres niveles de control, el hipotálamo, la 
hipófi sis y la corteza suprarrenal.
En la Fig. 1.8 se puede observar dicha regu-
lación en un esquema muy simplifi cado. Las 
neuronas del núcleo paraventricular (NPV) 
del hipotálamo liberan a la eminencia media 
(CRH), que estimula la síntesis y liberación 
hipofi saria de ACTH, la cual, a su vez, actúa 
sobre la zona fascicular de la corteza supra-
rrenal aumentado la síntesis de cortisol. Éste, 
a su vez, cierra el circuito de retroalimenta-
ción negativa actuando a nivel tanto hipofi sa-
rio como hipotalámico. La secreción de todas 
estas hormonas no es constante a lo largo del 
día, sino que fl uctúa de forma circadiana, de-
pendiendo de los períodos de sueño-vigilia. El 
estrés es un estímulo muy potente capaz de 
inducir la secreción de todas las hormonas del 
eje, independientemente de la concentración 
plasmática de cortisol y del momento del día 
en que se produzca.
Estructura y función de la corteza suprarrenal 17
Hormona liberadora de corticotropina, CRH
La CRH fue la primera de las hormonas hi-
potalámicas de cuya existencia se tuvo cons-
tancia, en el año 1955, pero no ha sido ais-
lada hasta 1981. Este péptido hipotalámico 
estimula el eje hipotálamo-hipófi so-supra-
rrenal, y participa tanto en la coordinación 
de la respuesta fi siológica al estrés como en 
la regulación de las respuestas infl amatoria 
e inmunitaria. El gen que codifi ca la CRH 
humana está en el brazo largo del cromoso-
ma 8 (q13) y consta de dos exones separados 
por un intrón. Contiene varios sitios de unión 
para la AP-1, así como sitios de unión para el 
receptor de glucocorticoides (GR) y de estró-
genos (ER).
La CRH se sintetiza en forma de un pre-
cursor la prepro-CRH de 192-196 amino 
ácidos, que da lugar al péptido activo de 41 
aminoácidos. En el ser humano, existe una 
proteína de 38 kDa que liga CRH la CRH-BP 
(CRH-binding protein), y que se encuentra 
fundamentalmente en el plasma, el hígado, 
la placenta y el cerebro63. Su función es im-
pedir que la CRH se una a su receptor y, por 
tanto, aumenta su aclaramiento metabólico. 
La concentración plasmática de CRH au-
menta a lo largo del embarazo, alcanzando al 
fi nal del mismo unos valores similares a los 
encontrados en la sangre portal. No obstante, 
los niveles de ACTH en la sangre materna se 
mantienen dentro de la normalidad debido a 
la unión de la CRH a la CRH-BP, lo que im-
pide que la estimulación hipófi so-suprarrenal 
sea excesiva. Sin embargo, en las últimas se-
manas del embarazo se produce un descenso 
en los niveles plasmáticos de la CRH-BP44,
lo que permite a la CRH placentaria desem-
peñar un papel en el parto.
Los cuerpos celulares y las fi bras que 
contienen CRH están distribuidos difusa-
mente por el sistema nervioso, siendo las 
mejor estudiadas las células parvocelulares 
del núcleo paraventricular del hipotálamo 
(NPV). La mayoría de estas neuronas del 
NPV proyecta sus axones en la eminencia 
media, donde la CRH es liberada a la circu-
lación portal y llega a las células corticotro-
pas de la adenohipófi sis. Existen otros gru-
pos de neuronas CRHérgicas cuyos axones 
se proyectan desde el núcleo paraventricular 
hasta la neurohipófi sis. También se ha loca-
lizado CRH en otros núcleos hipotalámicos, 
como el supraóptico, el supraquiasmático, el 
preóptico, el periventricular, el arcuato y el 
premamilar.
Existen varios subtipos de receptores para 
la CRH. El primer tipo, llamado CRH1, se 
ha aislado en diversas especies, incluida la 
humana. El gen que codifi ca este receptor en 
el hombre se encuentra en el cromosoma 17 
(q12) y se expresa en la hipófi sis, el hipotá-
lamo, la corteza cerebral, el sistema límbico, 
el cerebelo y la médula espinal. El receptor 
CRH1 se ha descrito además en el pulmón, el 
hígado, el tracto gastrointestinal, las células 
del sistema inmunitario, las gónadas y la pla-
centa, lo que nos da una idea de lo amplios 
que pueden ser sus efectos. El segundo tipo 
de receptor, el CRH2, tiene una distribución y 
una farmacología distintas a las del primero. 
Ambos tipos de receptores están acoplados 
en la membrana celular con las proteínas G 
estimuladoras, que transducen su señal esti-
mulando la adenilato ciclasa y la producción 
Hipotálamo
HipofisisPOMC
NPV
Cortisol
Efectos
periféricos
Suprarrenal
CRH
ACTH β-Endorfina
+
+
−
−
Figura 1.8. Retroalimentaciones en el eje hipotá-
lamo-hipófi so-suprarrenal.
18 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
de AMPc. En el mecanismo de transducción 
de la activación del receptor de la CRH está 
implicado también el fl ujo de calcio.
La CRH actúa además como neurotrans-
misor en diferentes áreas del sistema nervio-
so central, siendo el principal coordinador 
de la respuesta de los sistemas nervioso au-
tónomo y neuroendocrino, y de la respues-
ta inmunitaria al estrés15. En el hipotálamo, 
la CRH estimula la liberación de somatos-
tatina, mientras que inhibe la liberación de 
la hormona liberadora de gonadotropinas 
(LHRH)46. La mayor parte de sus efectos pe-
riféricos no mediados por las hormonas del 
eje suprarrenal se deben a sus acciones sobreel tono simpático, al aumentar la liberación 
de adrenalina por la médula suprarrenal.
Las acciones de la CRH sobre el compor-
tamiento parecen depender de su actividad 
como neurotransmisor y no como hormona 
estimuladora de las células corticotropas. Au-
menta la actividad locomotriz, disminuye el 
sueño y tiene una acción anorexígena. Gran 
parte de los pacientes con anorexia nerviosa 
padece hipercortisolismo, junto con una me-
nor respuesta de la ACTH a la estimulación 
con CRH exógena, respuesta que se normali-
za tras la recuperación del peso corporal.
Regulación de la secreción 
hipotalámica de CRH.
La regulación del eje hipotálamo-hipófi so-
suprarrenal depende, por un lado, de nume-
rosas aferencias que llegan al NPV del hipo-
tálamo y a la eminencia media y, por otro, 
de la información periférica que llega por vía 
sanguínea en forma de glucocorticoides y de 
ciertas citoquinas. En el núcleo paraventricu-
lar existen terminales axónicos catecolami-
nérgicos procedentes de los grupos de neu-
ronas C1 (del bulbo ventrolateral) y C2 (del 
complejo vagal dorsal), que hacen sinapsis 
con las neuronas secretoras de CRH.
La acetilcolina y la serotonina estimulan 
la secreción de CRH, mientras que el GABA, 
el PNA, la morfi na y los opioides endógenos 
la inhiben. Diversas citoquinas, sobre todo 
la IL-1 y la IL-6, estimulan la secreción de 
CRH, siendo los más potentes de los estímu-
los conocidos. Como, a su vez, los glucocor-
ticoides inhiben la liberación de citoquinas, 
se cierra así el circuito de interrelación entre 
los mensajeros del sistema inmunitario y el 
eje hipotálamo-hipófi so-suprarrenal.
Los glucocorticoides inhiben la síntesis y 
liberación hipotalámica de la CRH, así como 
la expresión del gen de los receptores de CRH 
en la hipófi sis. Sin embargo, son necesarios 
para evitar la desensibilización de las células 
corticotropas a la CRH; esto explicaría que 
en las situaciones de estrés crónico no haya 
desensibilización a la CRH exógena.
ACTH
La ACTH es un péptido de 39 aminoácidos 
sintetizado en las células corticotropas de 
la adenohipófi sis a partir de una molécula 
de mayor tamaño denominada proopiome-
lanocortina (POMC). La POMC tiene 241 
aminoácidos y debe su nombre a que es la 
precursora de ACTH, MSH (hormona esti-
mulante de los melanocitos) y β-endorfi na. 
El gen de la POMC no se expresa exclusiva-
mente en las células corticotropas, sino tam-
bién en las células melanotropas del lóbulo 
intermedio de la hipófi sis, en diversas áreas 
del sistema nervioso (fundamentalmente en 
el núcleo arcuato del hipotálamo) y en varios 
tejidos como las gónadas, el bazo, el pán-
creas, el tiroides y la mucosa gastrointesti-
nal. En el ser humano la ACTH plasmática 
proviene casi exclusivamente de las células 
corticotropas, ya que el adulto carece de ló-
bulo intermedio.
El gen de la POMC en el ser humano está 
localizado en el cromosoma 2, consta de 3 
exones separados por dos intrones relativa-
mente largos y es similar a los genes de la 
proencefalina y de la prodinorfi na. El proce-
samiento de la molécula de POMC es especí-
fi co de cada tejido y depende de la existencia 
en él de las enzimas específi cas. La adenohi-
pófi sis del ser humano contiene almacenados 
Estructura y función de la corteza suprarrenal 19
alrededor de 250 mg de ACTH, y en condi-
ciones basales, secreta entre 25 y 50 mg de 
ACTH al día. La ACTH circula libre en el 
plasma y tiene una semivida de 10 minutos 
aproximadamente. Sus niveles plasmáticos 
fl uctúan entre menos de 10 y 80 pg/mL, va-
lores que pueden aumentar hasta 10 veces en 
las situaciones de estrés.
La capacidad de estimular la esteroidogé-
nesis reside en la porción N terminal 1-24 de 
la molécula de ACTH, idéntica en todos los 
mamíferos. El resto de la molécula le con-
fi ere estabilidad, ya que la semivida del pép
tido 1-24 es mucho menor que la del péptido 
completo. La ACTH se une a receptores espe-
cífi cos situados en la membrana de las células 
suprarrenales y estimula la adenilato ciclasa. 
Esto conlleva un aumento de los niveles de 
AMPc que, a su vez, estimulan una protein-
quinasa A. La ACTH aumenta la hidrólisis de 
los ésteres de colesterol. A más largo plazo, la 
ACTH induce la síntesis de las enzimas que 
intervienen en la vía esteroidogénica; en con-
creto, aumenta la expresión de los genes de la 
CYP11A1, CYP17, CYP21A2 y CYP11B1. 
Además, la ACTH estimula la síntesis de novo 
del colesterol a partir de acetil CoA y la capta-
ción del colesterol plasmático al aumentar la 
síntesis de receptores de las LDL (Fig.1.5). La 
estimulación prolongada con ACTH aumen-
ta la síntesis de ADN y el crecimiento de la 
glándula.
Independientemente de su efecto sobre 
la corteza suprarrenal, la ACTH estimula la 
lipólisis y la captación de glucosa y amino
ácidos por el músculo y aumenta la secreción 
de insulina y de GH. Para que estas acciones 
sean evidentes, la concentración de ACTH 
plasmática tiene que estar muy elevada, 
como ocurre en algunas situaciones patoló-
gicas con hipersecreción de ACTH, como 
el síndrome de Nelson. La ACTH también 
interviene en la pigmentación, aunque con 
mucha menor actividad que la β o la α-MSH
(100 y 50 veces menos, respectivamente).
El hipotálamo controla la secreción de 
ACTH en las células corticotropas a través de 
la CRH y la ADH (Fig. 1.8). La CRH induce 
la síntesis y liberación de ACTH, b-endorfi -
nas y otros péptidos derivados de la POMC 
en la hipófi sis, sin modifi car otras hormonas 
hipofi sarias. Aunque el tratamiento crónico 
con CRH produce una cierta desensibiliza-
ción en las células corticotropas, la hipófi sis 
sigue respondiendo a esta hormona.
El efecto estimulante de la CRH sobre la 
hipófi sis se potencia por diversos factores u 
hormonas hipotalámicas. Entre ellas, la más 
conocida es la ADH u hormona antidiurética. 
La ADH estimula débilmente la secreción de 
ACTH; pero, cuando se administra conjun-
tamente con CRH, potencia enormemente 
el efecto de ésta. Aún no está muy claro el 
mecanismo de este efecto potenciador, para 
el que existen diversas hipótesis. Una expli-
cación podría ser el hecho de que la ADH 
interactúa con un receptor V1, y en lugar de 
activar la adenil ciclasa como mediador, acti-
va el metabolismo de los fosfoinositoles.
De los factores hipotalámicos conocidos, 
el peptido natriurético auricular (PNA) y la 
somatostatina son los principales inhibido-
res de la secreción de ACTH. El hipotála-
mo libera dos formas moleculares de PNA 
más cortas que la sintetizada en el corazón, 
el PNA 4-28 y el 5-28 y las concentracio-
nes en el plasma portal son mayores que las 
encontradas en la circulación sistémica. La 
somatostatina inhibe la secreción hipofi saria 
de ACTH, pero en circunstancias no fi sioló-
gicas, como la de pacientes con ACTH muy 
elevada.
El efecto inhibidor de los glucocorticoides 
en las células corticotropas se desarrolla en 
dos fases. En las primeras 3 horas, inhiben 
fundamentalmente la respuesta de ACTH a 
diversos estímulos más allá de la secreción 
basal. Esto quiere decir que la inhibición 
rápida debe producirse a nivel de la trans-
ducción de los estímulos, y no a nivel de la 
transcripción y síntesis de la POMC. Esta in-
hibición primera o rápida está mediada por 
los receptores de glucocorticoides (GR)74. La 
retroalimentación lenta tarda más de 6 horas 
en manifestarse y se debe a la inhibición de 
la síntesis de la POMC.
20 Actualizaciones en Endocrinología. Glándulas suprarrenales
Ritmos de secreción
El cortisol y la ACTH no se secretan de un 
modo continuo, sino episódico. Por tanto, su 
secreción es intermitente en períodos de ape-
nas unos minutos. La separación entre estos 
pulsos de secreción puede ser de minutos o, 
incluso, de horas. El número y la duración de 
los picos secretores varían a lo largo del día, 
teniendo un máximo entre las 4-8 horas y un 
mínimo entre las 20-24 horas. Estos cambios 
en la frecuencia y amplitud de la secreción 
dan lugar al ritmo circadiano del cortisol

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