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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Colegio de Letras Hispánicas Uso de elementos lingüísticos para la enseñanza lectoescritora Informe Académico que para obtener el título de: Presenta Ciudad Universitaria 2015 Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas Jorge Arturo Mejía Ortiz Asesor: Dr. Bulmaro Enrique Reyes Coria UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Aplica tu corazón a la enseñanza, Y tus oídos a las palabras de sabiduría Pr. 23.12. 3 Agradecimientos Gracias a Dios quien, por sobre todas las cosas, aún creo que me quiere. A mis padres por apoyarme siempre. A Julián Santamaría Alvarado, gracias por tus certeros consejos, te aprecio amigo. En la Secretaría de Educación del D.F., agradezco a Miguel Olivo por el apoyo para la integración del centro comunitario. Igualmente, gracias a mi coordinador Juan Martínez por su atención en este tema y por proporcionarme los nombres de los primeros autores que empecé a leer para indagar con mayor alcance en la materia. Gracias a todo el personal de la Biblioteca Jesús H. Abitia por facilitarme un espacio para las clases. Especialmente a Norma y a Gerardo los recuerdo con gran aprecio por su interés en el aprendizaje de los pequeños. Agradezco a la Secretaría de Educación Pública por autorizar las visitas y por su disposición para buscar siempre una mejor educación, particularmente al Dr. Luis Ignacio Sánchez Gómez y al Profr. Germán Cervantes Ayala, y a todo el cuerpo docente que conocí en las diferentes escuelas. Y gracias también a la Lic. Areli Moreno López por su infinita amabilidad. Igualmente gracias a la Coordinación de Letras Hispánicas por facilitarme establecer los diferentes contactos institucionales. Agradezco a la Dra. Marcela L. Palma Basualdo, y al Lic. Arturo Hernández. Gracias por la lectura y sugerencias para este informe al Mtro. Javier Cuétara, a la Dra. Axel Hernández, a la Mtra. Teresita Adriana Reyes y a la Dra. Julia Pozas Loyo. También agradezco a la Dra. Hilda Julieta Valdés por, desinteresadamente, prestarme parte de su biblioteca personal relacionada a este tema. Gracias muy especiales al Dr. Bulmaro Reyes Coria por todo su tiempo y ayuda, sin su apoyo decisivo no hubiera sido posible la realización de este trabajo. 4 INDICE 1 Marco referencial ............................................................................................................ 9 1.1 Concepto de alfabetización e instituciones educativas encargadas de ello ................... 9 1.2 Contexto internacional ................................................................................................. 10 1.3 Relevancia de la materia de español en el panorama educativo .................................. 14 1.4 Situación de la alfabetización en nuestro país ............................................................. 18 2 Principales metodologías de alfabetización usadas en México ...................................... 25 2.1 Notas preliminares ....................................................................................................... 25 2.1.1 El México de la Nueva España ................................................................................. 26 2.1.2 Método de deletreo .................................................................................................... 27 2.1.3 Método de silabeo ..................................................................................................... 29 2.1.4 Silabario de Ignacio Montero .................................................................................... 30 2.1.5 El arte de escribir ...................................................................................................... 31 2.2.1 Inicios del México independiente ............................................................................. 32 2.2.2 Cartilla de Matías de Córdova .................................................................................. 33 2.2.3 Método doméstico de Víctor Flores .......................................................................... 34 2.3.1 El Porfiriato ............................................................................................................... 34 2.3.2 Método de San Miguel .............................................................................................. 35 2.3.3 Método de Luis Mantilla ........................................................................................... 35 2.3.4 Método de Enrique Rébsamen .................................................................................. 36 2.3.5 Propuesta de María Oviedo ....................................................................................... 38 2.3.6 Método de Torres Quintero ....................................................................................... 38 2.4.1 La Revolución Mexicana .......................................................................................... 39 2.4.2 Método de los maestros Ayala y Pons ....................................................................... 40 2.4.3 El tesoro de adulto ..................................................................................................... 40 2.4.4 Método natural .......................................................................................................... 41 2.5.1 De 1930 al México de nuestro tiempo ...................................................................... 41 2.5.2 La Cartilla ..................................................................................................................42 2.5.3 La palabra generadora ............................................................................................... 43 2.5.4 PRONALEES ............................................................................................................ 43 3 Enseñanza de lectura y escritura ..................................................................................... 46 3.1 Etapa preescolar ........................................................................................................... 46 3.2 Primer año de educación primaria ............................................................................... 48 3.3 Investigación de campo ................................................................................................ 52 3.3.1 Antecedentes ............................................................................................................. 52 5 3.3.2 Casos individuales ..................................................................................................... 54 3.3.2.1 Mariela .................................................................................................................. 57 3.3.2.2 Alejandro ............................................................................................................... 57 3.3.2.3 Ana ......................................................................................................................... 59 3.3.2.4 José ......................................................................................................................... 59 3.3.3 Errores frecuentes al leer y escribir ........................................................................... 60 3.4 Centro comunitario educativo ...................................................................................... 61 3.4.1 Visita a las escuelas ................................................................................................... 62 3.4.2 Relación de alumnos sin saber leer ni escribir .......................................................... 64 3.4.2.1 Escuela primaria: Leopoldo Río de la Loza ........................................................... 65 3.4.2.2 Escuela primaria: Francisco Medina Ascencio ...................................................... 65 3.4.2.3 Escuela primaria: Fray Melchor de Talamantes ..................................................... 66 3.4.2.4 Escuela primaria: Estado de Sonora....................................................................... 66 3.4.2.5 Escuela primaria: Gabriel Leyva ............................................................................ 67 3.4.2.6 Escuela primaria: España ....................................................................................... 69 3.4.2.7 Escuela primaria: Margarita Maza de Juárez ......................................................... 70 3.4.2.8 Escuela primaria: Dolores Correa Zapata .............................................................. 71 3.4.2.9 Resultados generales .............................................................................................. 71 3.5.1 Un modelo del proceso de lectura ............................................................................. 74 3.5.2 Propuesta didáctica .................................................................................................... 75 3.5.3. Omisión de las letras mayúsculas ............................................................................ 78 3.5.4 Uso de la letra de molde ............................................................................................ 79 3.5.5 Enseñanza de las vocales .......................................................................................... 80 3.5.6 diptongos y triptongos ............................................................................................... 82 3.5.7 La palabra .................................................................................................................. 83 3.5.8 La frase ...................................................................................................................... 88 3.5.9 El discurso ................................................................................................................. 92 3.5.9.1 Recuperación de las letras mayúsculas .................................................................. 93 3.5.9.2 La descripción ........................................................................................................ 94 3.5.9.3 Tiempos verbales .................................................................................................... 98 3.5.9.4 Ortografía ............................................................................................................... 98 3.6 Conclusiones ................................................................................................................ 99 6 Introducción Hace ya algunos años leí en un cartel una invitación para participar en una campaña de alfabetización en la Ciudad de México. En ese entonces me pregunté, ¿analfabetismo, aquí, en el Distrito Federal? Ese anuncio turbó mi camino, y recuerdo que estuve varios minutos absorto tratando de ver más allá de las letras a través del papel. Sin saber el porqué escribí algunos datos del anunciante, y continué mi marcha. Tentado por una naciente curiosidad, decidí satisfacer mi incredulidad, pues estaba convencido de que era un uso bastante amplio del término “analfabetismo”, y no era posible encontrar gente sin saber leer ni escribir en esta gran urbe, capital de nuestro país. En un sitio con infraestructura escolar y carretera, bibliotecas y diversidad de centros educativos, ¿acaso era posible semejante carencia, al grado convocar a la ciudadanía para incorporarse a esa labor educativa? Marqué el número telefónico, y al poco tiempo yo había establecido una cita en la Secretaría de Educación del D.F. El texto que el lector tiene en sus manos es un informe académico que recoge parte de esa experiencia laboral en el terreno de la docencia. Sin embargo, me centro en una cuestión que ha sido desde entonces tema de mi interés. ¿A qué me refiero? Si bien, como dije, ingresé a la campaña de alfabetización atraído por la necesidad de constatar la veracidad, en todos los sentidos, del letrero, poco tiempo después de haber iniciado mi trabajo que, efectivamente, resultó real, conocí otro aspecto que rápidamente superó mi inicial sorpresa ante el cartel. Al paso de los días, paulatinamente fueron incorporándose a la clase niños de diversas primarias que tras un año o más de estudio, como alumnos regulares, seguían siendo analfabetas. Excepto por uno, ni siquiera las vocales sabían. ¿Qué estaba pasando? Se trataba en total de cuatro estudiantes de segundo, tercero y quinto grado de educación básica. 7 Por si eso no fuera suficiente, rápidamente yo también me vi envuelto en la problemática educativa, pues inicialmente tampoco conmigo parecía haber avances. En este informe me centraré en esos casos específicos e intentaré aportar diversos elementos, desde el punto de vista lingüístico, para respaldar con teoría lo que se resolvió en la práctica, dentro del campo de la enseñanza de las primeras letras. Debido a lo anterior, dejaré de lado mi trabajo como alfabetizador con adultos, adolescentes u otros niños a los que instruí con procedimientos habituales, y sólo me concentraré en los estudiantes que mostraron problemas en su aprendizaje, pues era tanta su dificultad que me vi obligado a adaptarles un proceso de enseñanza específico para ellos. Este escrito está estructurado en tres capítulos. En el primero hago un recorrido breve del analfabetismo en la República Mexicana y en otros países. La intención es poner un marco de referencia a nivel internacional para que el lector pueda tener un panorama objetivo dentro de un contexto amplio. Algunas preguntas que aborda son: ¿Qué institucioneseducativas en nuestro país se encargan de afrontar el problema? ¿Cuál es la situación de México en relación a otras naciones? ¿Qué importancia tiene la materia de Español? Por otro lado, también la finalidad de esas primeras páginas es aportar cifras, con el mayor sentido humano posible, para otorgar una carga de realidad a un tema aparentemente abstracto y lejano a nuestra cotidianeidad. El segundo capítulo hace un recorrido desde los inicios de la alfabetización en México comenzando en la época de la Nueva España. Las obras y autores citados forman parte del canon gubernamental, y reflejan la evolución que poco a poco se ha ido dando en el área. No recojo todo porque la intención de este trabajo no es historiar el tema, sino ubicar al lector en un proceso de desarrollo gradual de las diferentes técnicas de enseñanza de nuestra lengua escrita. En el capítulo tercero se encuentra una propuesta concreta de enseñanza de lectoescritura. Ella es reflejo de mi trabajo en un Centro de Alfabetización Comunitario, perteneciente a la Secretaría de Educación del Distrito Federal. Para dar más elementos 8 de análisis al lector, anoto y comento la forma en que los niños de nuestro país comienzan a ser instruidos por la SEP desde la etapa preescolar y el primer año de educación primaria. A su vez, hago una breve investigación de campo por distintos planteles de educación básica en busca de alumnos analfabetas del segundo al sexto grado. Finalmente, escribo mi experiencia laboral en los casos más difíciles de alfabetización que enfrenté e intento aportar información que pueda servir para ampliar el tema en una o varias investigaciones más. La teoría lingüística de este informe toma como base al escritor Émilie Benveniste y los diversos niveles lingüísticos de la lengua planteados por él. 9 1 Marco referencial 1.1 Concepto de alfabetización e instituciones educativas encargadas de ello La alfabetización es uno de los procesos primarios en el aprendizaje de la lengua escrita del español. Tal actividad cobra particular relevancia porque abre el camino para la comprensión profunda de la estructura del castellano en el estudiante. Este saber no debe minimizarse, pues de su buen desarrollo habrá de depender el claro entendimiento de nuestro idioma, así como el gusto por la lectura y el interés del alumno por acercarse más, así sea mediante preguntas, al funcionamiento cabal del lenguaje de su comunidad. Por tanto, enseñar a leer y escribir se beneficiaría mucho de una base lingüística que respalde tal enseñanza para poder llegar siempre a resultados óptimos. Actualmente, México cuenta con una variedad de opciones para cumplir dicho proceso. En la Ciudad de México, la Secretaría de Educación del Distrito Federal ha asumido la mencionada labor con programas como “Analfabetismo cero en la capital”. A nivel federal se encuentra el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos. Y, sin duda alguna, la Secretaría de Educación Pública es el organismo que por presupuesto, alumnos, aulas y maestros condensa la tarea más importante en la República Mexicana. Con respecto a lo anterior, debo señalar los siguientes puntos. El primero de ellos es que los tres organismos mencionados tienen ámbitos de responsabilidad que superan por mucho el mero proceso de la alfabetización. En segundo término, los estudiantes que acuden a sus centros de aprendizaje tienen niveles heterogéneos. En el INEA, en su mayoría, son personas adultas pero también hay un amplio y creciente número de adolescentes. En la Secretaría de Educación del D.F. el alumnado es mixto en todos los sentidos: niños, adolescentes, adultos y esto incluye a estudiantes con discapacidad. Por 10 último, la SEP tiene en sus escuelas niños1 cuyas edades oscilan entre los seis y once años de edad. Pero, debido a la importancia y carácter obligatorio de la educación básica, en la primaria se concentra el mayor número de alumnado respecto a cualquier nivel escolar en el país. Así lo constata el Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América en el Informe “La Educación Básica en México en el Nuevo Milenio 2000-2011” al mencionar que durante el ciclo 2010 al 2011 la matrícula de educación primaria fue de 13 665 890 alumnos frente a 4 641 060 niños en educación preescolar y 5 663 261 en educación secundaria (IEESA). Asimismo, es evidente que existen diferencias entre educar a un niño y a un adulto. Sin embargo, sin prestar mucha atención a eso debido a que en su mayoría tal circunstancia atañe al grado de madurez de una persona y su receptividad hacia el maestro, el proceso de lectoescritura en general es indiferente a la edad, sexo u otro tipo de cuestiones. A todos es posible instruirlos, y existen distintas vías o formas para ello: el único requisito es que el alumno quiera aprender. En síntesis, quiero subrayar que aunque pude haber factores diversos que inciden en la forma de enseñar dependiendo de los años del aprendiz, eso se trata de una cuestión subjetiva. El aplicar un método u otro sólo tiene justificación en la medida en que el escolar lo entienda mejor. Más claro, transmitir un conocimiento conlleva la búsqueda inmanente de una ruta asequible para lograrlo. 1.2 Contexto internacional 1 La Secretaría de Educación Pública ofrece una amplia gama de posibilidades de estudio para niños, adultos, y personas discapacitadas. Sin embargo, para cada tipo de población ofrece un centro de enseñanza y no mezcla unos con otros. Una excepción a ello es si dentro del rango de edad un niño que recibe educación especial pide ser integrado a una escuela de enseñanza tradicional. Esto último es, por cierto, a mi juicio un grave error propiciado en la mayoría de los casos por los padres de los menores. Únicamente para aclarar, en mi investigación de campo no tuve conocimiento de primera mano de niños disminuidos intelectualmente integrados con otro tipo de compañeros. 11 Para comenzar el estudio resulta conveniente ampliar la perspectiva del analfabetismo en el mundo. Es importante porque da un panorama global de la situación del problema y ubica la posición, respecto de otros países, de nuestro grado de avance en ese tema. Para tal efecto, es necesario recurrir a una institución internacional con amplia experiencia en dicha labor y sin la cual resultaría difícil aportar cifras fiables. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuenta entre sus organismos con uno de suma importancia para la vida de millones de personas. Me refiero a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura: UNESCO. Dicha dependencia, entre otras cosas, busca salvaguardar el patrimonio cultural de los pueblos, alentar la educación promoviendo lo necesario para ello, y brinda especial énfasis para apoyar la alfabetización. Lo último es fundamental y también crucial para comprender el contexto en el que se desarrolla nuestro tema porque en el año 2000 los 189 países miembros de las Naciones Unidas acordaron conseguir para el año 2015 ocho propósitos de desarrollo humano denominados “Objetivos de desarrollo del milenio”. Una de esas metas es de nuestro interés:la educación universal. Es decir, se busca asegurar que, en la fecha fijada, los niños y niñas de todo el mundo puedan terminar un ciclo completo de enseñanza primaria. Por ello, en el año 2012, justamente conmemorando el 8 de septiembre, día internacional de la alfabetización, en la ciudad de La Habana, Cuba, se leyó un mensaje de la directora general de la UNESCO: Irina Bokova. Este comunicado, entre otras cosas, aportó cifras importantes. El informe registró en el mundo 775 000 000 de adultos analfabetos así como 122 000 000 de jóvenes en iguales circunstancias. Además, dos tercios de estas personas son mujeres y niñas. De igual manera tal lectura dejó una conclusión altamente significativa: la alfabetización es pieza clave para lograr la educación universal (UNESCO a 2012). Es decir, leer y escribir representa el primer paso en tan importante empresa, y sólo mediante la obtención de tal objetivo verdaderamente 12 se puede creer que se está en el principio de cualquier proceso educativo. Y esto último debe reflexionarse de manera seria porque actualmente existen en México alumnos que tristemente terminan la primaria sin tal habilidad lingüística. Es necesario aclarar que la última información proporcionada por la UNESCO, precisamente en el día mundial de la alfabetización, año 2014, apunta un incremento en el número de personas sin saber leer ni escribir: 781 000 000 de adultos y 126 000 000 de jóvenes. La relación de iletrados, entre mujeres y hombres, permanece invariable respecto a las cifras del año 2012, es decir dos tercios de ese grupo son del sexo femenino (UNESCO b 2014). Aunque en la presente investigación me centro específicamente en los niños, eso no significa algún tipo de exclusión en cualquier sentido. Cuando hablamos de analfabetismo, según mi propia experiencia, no importa la edad. Debe quedar claro que en muchos aspectos estamos tratando del mismo problema. Es decir, los pequeños a los que hoy no se les puede enseñar algo tan importante para la vida como es la lectoescritura serán los adultos analfabetas del futuro. Por ello, en la medida de lo posible hay que solucionar el problema desde su origen, en la niñez, y para hacerlo es nuestro deber disponer del mayor número posible de herramientas lingüísticas. Así, tengo plena certeza, podrá resolverse tal situación. Mantengo la convicción de que si hay un incremento en el número de elementos de ayuda para la enseñanza escrita del español, entonces habrá más opciones de elegir los auxilios adecuados ante necesidades de aprendizaje diversas. Durante el año 2011 un estudio mostró que a nivel mundial 84% de las personas adultas2 sabía leer y escribir (UNESCO c 2013 p.8). Esta cifra es significativa porque hace evidente que se ha trabajado seriamente en el tema y dentro de la balanza internacional hay una tendencia a favor en la materia, pero en la cual se avanza 2 El rango de edad establecido en tal informe de la UNESCO para un adulto es de 15 años y mayores. El de un joven es entre 15 y 24 años. 13 lentamente. Sin embargo, el 16% faltante representa una cifra enorme y significa un reto para cada país involucrado. En este renglón, las naciones con tasas importantes de analfabetismo, principalmente por ser densamente pobladas, son China e India. La primera de ellas, y con mayor número de habitantes en el mundo, por ejemplo, registró en el año 2010, según la UNESCO, una población consistente en 1 341 000 300 (Márquez 2011), y en igual periodo el organismo documentó, para ese mismo país asiático, una tasa de alfabetización de 95.1% (UNESCO d). Eso quiere decir que el número de gente por aprender a leer y escribir es 65 709 014.7. Sin embargo, China viene de disminuir en un 71% su porcentaje de analfabetismo, lo cual equivale a 130 000 000 personas. Por su parte, la India acumula un 37% de la población adulta analfabeta en el mundo, es decir, 287 000 000, y por lo tanto es el país con mayores problemas por resolver en este sentido (UNESCO e 2014 p.82). Otras naciones con problemáticas importantes en la materia son Pakistán 6%, Bangladesh 6%, Nigeria 5%, Etiopía 3% y Brasil, República Democrática del Congo, Egipto e Indonesia con un 2% respectivamente. Respecto a los jóvenes, el futuro refleja mejores números, pues 90% de la población esta alfabetizada (UNESCO f ). No hay que olvidar que el avance tecnológico así como una mayor infraestructura para apoyar las labores educativas han favorecido a las nuevas generaciones. En América Latina y el Caribe, el promedio de alfabetizados alcanza el 91% de los adultos. En lo alto de la lista destaca Cuba con el 100%. Chile, Islas Caimán, Trinidad y Tobago, Antigua y Barbuda poseen el 99% de alfabetizados. A media tabla se encuentra México con un 93% junto a Colombia. En los rangos bajos se ubican Nicaragua 78%, Guatemala 75%, y en el último puesto Haití enfrenta un grave rezago pues sólo 49% de su gente posee dicha habilidad lingüística (UNESCO g). Al detenernos de nuevo en nuestro país caben muchas preguntas. Todas ellas son válidas, pero plantearé sólo algunas. Por ejemplo, ¿por qué catorce naciones de la región 14 nos superan? ¿Qué han hecho ellas a diferencia de nosotros? ¿Es posible alcanzarlas en el mediano plazo? ¿Estar a mitad de la lista es buena señal o simplemente signo de mediocridad? ¿Respecto a otros años hemos avanzado, nos estancamos o estamos retrocediendo? En términos lingüísticos, ¿las últimas innovaciones educativas planteadas como modelo de enseñanza reflejan un avance o quizá un retroceso? En el transcurso de este trabajo, el lector verá la solución a algunas de ellas. Pero, aun sin dar respuesta a todas, al abarcar quizá elementos de otras áreas de estudio, el panorama global de la investigación dará claves para contestar individualmente esas cuestiones. Además, un dilema final que une todas las interrogantes y que a cada quien le tocará resolver es el siguiente: ¿estamos en ese sitio por no tener las metodologías adecuadas para cada necesidad de la población o es tal vez una cuestión extralingüística? 1.3 Relevancia de la materia de español en el panorama educativo Un asunto relacionado con el conocimiento de nuestro idioma puede medirse en el número de alumnos que se rezagan respecto al aprendizaje del resto de sus compañeros dentro de las aulas escolares. Ellos son estudiantes y es necesario verlos como personas que necesitan ayuda para mejorar su desenvolvimiento académico. Y aunque hay diversos factores que pueden incidir en su atraso educativo, como la falta de dinero, aun así resulta claro que en muchos casos hace falta elevar la calidad de la enseñanza. Por ejemplo, en Latinoamérica 22 100 000 niños y adolescentes están fuera de todo proceso académico o se encuentran en riesgo de no concluir su educación en sus respectivos planteles (UNESCO h 2012). En tal informe, además, queda documentado que el proceso de deserción viene precedido, en su mayoría, por una serie de fracasos escolares. Siendo así, resulta claro que mejorando la capacitación de los maestros en el área de lengua se podrá atenuar significativamente dicha situación. Esto es así por una simple razón. Los alumnos como sus familias esperan de la 15 escuela un aprendizaje mínimo que puedan aplicar de manera práctica y útil en su vida diaria, pero si éste no llega, entonces, ¿cuál esel objetivo de seguir asistiendo? En el aprendizaje de la lectura debería ser recomendable incorporar a la enseñanza del estudiante el significado de letreros con los que interactúa diariamente como escuela, dirección, salón, baño, biblioteca y otros más. Así, posteriormente el niño irá resolviendo asuntos simples como anotar las compras para el mandado, la lectura de alguna oferta en el mercado y quizá realizar alguna suma o resta para saber si alcanza o no para comprar un producto más. ¿Es eso mucho pedir? E incluyo el área matemática meramente para ejemplificar con mayor claridad una situación cotidiana de cualquier estudiante. Sin embargo, la lingüística o la literatura no están del todo inconexas de dicha ciencia. Y aunque no expondré aquí tal situación, por ejemplo, la palabra “cuento” hace referencia a saber llevar la cuenta de algo. No hay dificultad en saberlo, pues la acepción proviene de la voz latina computus. Es decir, el vocablo nos remonta a una situación netamente comercial, pues allí está su origen. Y a todo esto es conveniente hacer la siguiente pregunta: ¿por qué es tan importante la lingüística en la educación primaria? Esta ciencia en particular tiene la virtud de conectar al estudiante con el significado de los signos lingüísticos a través de la rama de la semántica. Por su parte, al ser estudiadas la función y la forma de las palabras, por medio de la gramática, se permite al aprendiz un mejor acercamiento estructural de su idioma. Sumado a eso, la fonética estudia la acústica y la fisiología de los sonidos que pronunciamos (Beristáin 2007: 20). En consecuencia, al ser éstos últimos audibles forman parte de la realidad material del habla de nuestra lengua, lo cual permite al alumno un mejor posicionamiento en su estudio, pues al ser la adquisición del lenguaje oral su primer contacto con la lengua materna hay una predisposición mayor en ese sentido. En virtud de ello, si el docente hace presente esa serie de elementos de una manera asequible al pequeño y los interrelaciona con el mundo cotidiano del joven aprendiz habrá un mejor entendimiento. 16 La relevancia de la lingüística es importante. Sin embargo, lo que aquí se propone no rebasa el nivel de conocimiento primario que debe imperar en todo momento. Por lo tanto, debe ser el maestro quien introduzca en un plano oral tales elementos a manera de reflexión de nuestra lengua para complementar y no sustituir lo que se hace en los primeros dos años de la educación básica. En ese sentido, la materia de español será el motor que impulse el quehacer del estudiante. Si éste la asimila, mejorará su discernimiento y las herramientas para optimizar sus actividades diarias y, además, su comprensión numérica. ¿Acaso resolver un problema; por ejemplo de aritmética, no requiere, en principio, una buena comprensión lectora? En virtud de ello, no demerito la educación por competencias (SEP). Lamentablemente, si se hace a costa de aligerar o suprimir la materia de español dejando de explicar algunos conceptos importantes para la lingüística en aras de un afán integrador del alumno con su comunidad, a la larga los resultados serán mediocres en ambos sentidos. ¿O no es la lengua materna el mayor vínculo del hablante con su pueblo? Históricamente siempre ha sido así. El mayor ejemplo lo registra nuestra literatura, desde sus inicios, al perfilarse en la obra príncipe del castellano, El poema de Mío Cid, un espíritu de nación que por supuesto está trabado, en profundidad, en las realidades de la vida. Eso se puede confirmar en una monumental obra de uno de los más prestigiosos eruditos españoles (Menéndez 1903: 315-317). Y no puede haber en otro concepto, como el de Nación, una simbiosis tan clara entre el habla de una comunidad y sus tradiciones. Afirma el Nobel mexicano: “Al crear el lenguaje de las naciones europeas, las leyendas y poemas épicos contribuyeron a crear esas mismas naciones. Y en un sentido profundo las fundaron: les dieron conciencia de sí mismas” (Paz 1972: 39). Adicionalmente a este vínculo, la poesía oral representa una de las máximas manifestaciones culturales del hombre desde sus orígenes. Para ser más explícito y 17 llevando esto al territorio que quiero tratar, puedo decir que toda creación cultural tiene que pasar un filtro de aceptación social para conseguir una mejor recepción. Y, la manifestación artística, estando en conexión con la gente, se registra en la memoria colectiva y posteriormente, si es el caso, se anota gráficamente y en tal forma consolida esa unión emocional y regional que identifica al pueblo con la obra: Supongamos que un miembro de una comunidad compusiera algo propio en verso. Si por una u otra razón aquella obra oral, creada por el individuo, resultara inaceptable para la comunidad, los demás miembros de ésta no se la apropiarían y estaría condenada a desaparecer. Sólo su transcripción casual por un compilador podría salvarla, pasándola de la esfera de la poesía oral a la de la literatura escrita (Jakobson 1977: 9). Antes de avanzar en la materia, es necesario volver a lo anterior. Creo necesario meditar en relación a por qué existiendo un antecedente de la forma en que a través de la historia el hombre se ha vinculado con el arte y los lazos que lo unen a él, no sólo en la poesía, al grado de acudir a los recintos culturales, escuchar a los oradores, actores o juglares; aprenderse las obras, etc, no se han rescatado del todo esos elementos conectores entre ambos para usarlos con el afán de fortalecer la didáctica del español en pro de una unión entre lingüística y literatura. Opino que esta última debería ser la base para poner sobre ella la estructura del castellano que haga falta a través de los diversos niveles lingüísticos de la lengua de los cuales, en cierta medida, carece el niño para leer y escribir en muchas ocasiones. El autor de El laberinto de la soledad, a su vez, menciona que todo período de crisis se inicia o coincide con una crítica del lenguaje (Paz 1972: 29). ¿Qué podemos deducir de esto? Pues bien, si entendemos esta cita como un momento decisivo en el que es necesario asumir una postura crítica en beneficio, en este caso, de un sector de la población infantil y que al mismo tiempo eso conlleve un cambio que impacte en el aprendizaje y en la modificación del proceso de alfabetización de cientos de niños, que así lo necesiten; entonces, sin duda, sí estamos en un período de crisis. Si aceptamos esto es porque a diferencia de otras naciones como Estados Unidos o 18 Inglaterra, que han tratado este tipo de temas abiertamente y en grandes escalas desde hace décadas, nuestro país enfrenta un rezago con respecto a ellos de alrededor de cuarenta años. Eso provoca un estado de inercia aparentemente de carácter inmutable que, por difícil que sea, hay que romper en nuestras instituciones educativas porque, a diferencia de otros tiempos, ahora existe lo necesario para hacerlo, por lo pronto, en el área de la lingüística. Solamente para concluir, señalo que el análisis o crítica del lenguaje no pretende debilitarlo. Su único fin es reafirmarlo y, para hacerlo, la base de todo ese trabajo es la palabra. Eso sucede porque, si bien hay estructuras sintácticas mayores, cada vocablo conlleva un significado importante que muchas veces se olvida, cambia la manera como se concibe o se tiene una vaga noción del concepto que representa. Acordecon eso, estimo fundamental mantener ese estatus prioritario para la realización de tal obra y definitivamente no tengo duda de la valía de dicho proceder en un campo de la lingüística aplicada, como es la enseñanza de la lengua materna. 1.4 Situación de la alfabetización en nuestro país Para el reconocido lingüista José Moreno de Alba, la situación de la enseñanza del español en México tiene ya notas de alarma: 'Las calificaciones internacionales nos han colocado muy mal dentro de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), por ejemplo, pero era en matemáticas, ahora también lo hacen en lectura, también en español nos está yendo mal' (Notimex 2009). Y es que para el investigador, opinión que comparto plenamente, la simbiosis es clara: el entendimiento de lo que se lee sumado a una expresión correcta de lo que se quiere decir mejorará el desempeño no sólo del español sino también de otras materias. Para mayor detalle, México ocupó el último lugar en matemáticas, lectura y ciencia, entre 34 naciones participantes, según la examinación realizada por el Programa 19 para la Evaluación Internacional de los estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), coordinado por el organismo anteriormente mencionado. La prueba es realizada cada tres años, y en su última edición, 2012, según la OCDE nuestro país tiene un rezago de 65 años en lectura (Martínez 2013). La preocupación por el tema del analfabetismo, lamentablemente, lejos de disminuir va en aumento. El INEA mencionó en 2012 que 5 300 000 mexicanos mayores de 15 años no sabían leer ni escribir. Sin embargo, Hugo Casanova Cardiel, académico del Instituto de Investigaciones sobre la Educación de la UNAM, afirmó, en ese mismo periodo, que existían más analfabetas que hace diez años: “en 2000 sumaban 5 742 000 analfabetas, pero en 2010 esa cifra subió a 5 948 000 y, aunque las variaciones son mínimas son alarmantes” (Hernández 2012 p.22). ¿Está justificada esa inquietud? El Instituto Nacional de Estadística y Geografía ha documentado una disminución gradual del problema. En 1970 había 25 800 000 personas censadas con esa carencia. Sin embargo, el número bajó a 12 400 000 en el año de 1990. Un nuevo descenso fue registrado en el 2000, pues la cantidad pasó a 9 500 000. Nuevamente en 2010 la cantidad anotada mostró mejoría, descendiendo a 6 900 000 (INEGI a). Sin embargo, el INEA, a finales de agosto de 2013, afirmó que eran 5 400 000 los que no sabían leer ni escribir (López 2013). En consecuencia, entre el primer dato (2012) y el segundo (2013), del Instituto Nacional para la Educación de los Adultos, hay una diferencia de 100 000 personas. Por tanto, aumentó la cantidad. ¿Qué pasó? Desafortunadamente, en la información correspondiente al año 2014 se incrementa el problema. Alfredo Llorente Martínez, director del INEA, indica que hay 5 500 000 analfabetas en México. Para esta cifra, el instituto toma como base un aumento de la población estimado en 120 000 000 de habitantes. De esta última cantidad 85 000 000 rebasan los 15 años, cifra de la cual se desprende que 6% de los mexicanos no puede leer ni escribir. Este último dato coloca a nuestro país por encima de la media internacional ubicada en un 4%. También cabe destacar que 10 100 000 personas, mayores de 15 años, 20 aún no cuenta con la educación primaria (Ponce 2014). Indudablemente, no se puede negar que la tendencia histórica hacia nuestros días indica una disminución del problema. Sin embargo, también es evidente que de aproximadamente una década a la fecha hay cierto estancamiento que se ha traducido en un cruce de cifras entre diferentes instituciones. En ese sentido, las variaciones numéricas pueden ser un indicador de campañas alfabetizadoras poco exitosas. En contraparte, la visión optimista gubernamental rumbo al 2018 que planea reducir el analfabetismo a la mitad, registrada en la nota de Susana López, cruelmente es explicable si se toma en cuenta que 33.7% del grueso de la población carente de dicho aprendizaje tiene setenta y cinco o más años. El 21.2% va de los sesenta a los setenta y cuatro años, y el 9.2% está entre los cuarenta y cinco y los cincuenta y nueve años (INEGI b). Parecería claro que una mayoría sin el conocimiento lectoescritor es posible verla, a su vez, como un conjunto minoritario al tratarse de un grupo vulnerable conformado por adultos mayores. ¿Será esa la realidad que proyectan las instancias gubernamentales? Efectivamente, todo indica que el deceso paulatino de esas personas en el mediano plazo, y no una buena propuesta de alfabetización, será el factor de cambio esperado para mejorar las cifras: triste realidad mexicana. Un aporte significativo, que se suma a la preocupación por el analfabetismo, es del rector de nuestra Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro Robles. Éste menciona que si al 5.4% de la gente sin saber leer ni escribir, mayor de quince años, se le agrega 3.4%, en igual rango de edad, que únicamente cursaron el primero y segundo año de primaria entonces la cantidad de personas sin ese importante conocimiento debería aumentar a 8.8% (Narro y Moctezuma 2012). En otras palabras, hablamos de 8 800 000 habitantes iletrados. En apoyo a esto, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura menciona que “la población requiere entre tres y cuatro años de 21 educación primaria efectivamente cursados para adquirir los conocimientos de lectoescritura mínimamente necesarios para desenvolverse en la vida” (INEGI c 2011). En ese sentido, de no seguir la recomendación, se entra en la categoría de analfabetismo funcional, pues poco tiempo de práctica conlleva una deficiente capacidad para leer y escribir. El porcentaje agregado que propone el rector es importante, además, por otro motivo. Indica que 3 400 000 personas tuvieron como filtro educativo no superado el tercer año de educación primaria. En ese grado es, en mi opinión, donde se unen una serie de factores que impiden a muchos niños pasar ese límite escolar. ¿Qué sucede en esa etapa? Una respuesta viable puede ser nuevamente la existencia de un pobre o nulo nivel lectoescritor. En dicho periodo, a diferencia del primero o segundo año, no es posible seguir justificando semejante carencia ni por el docente ni por el alumno en la mayoría de los casos. Técnicamente para esa fase, por lo menos, la capacidad lectora no debería ser muy diferente del resto de sus compañeros. Al ingresar a la primaria se suele decir que se está en etapa de aprendizaje. Al avanzar de año se menciona que hay un proceso de consolidación de ese ciclo aún por terminar, pero en el tercer año sólo quedan interrogantes cuando el escolar todavía no puede escribir, leer o incluso entender. Ese desfase lingüístico, en la lengua escrita, acarrea una serie de problemas de fácil extensión al resto de sus materias de estudio que de no recibir ayuda termina en un continuo deterioro educativo. Lamentablemente, en todo eso, los únicos verdaderamente afectados son los pequeños. Difícil medir el impacto en el infante por sentirse impotente y muchas veces rechazado por familiares, compañeros y peor aún ignorados en cierta medida en sus propias escuelas. Durante mis visitas escolares, mientras esperaba la autorización para comenzar el recorrido, miraba a los escasos niños que recorrían el patio en horas de actividad académica.A algunos de ellos fui presentado poco más tarde, pues, evidentemente, 22 carecían de la habilidad lectoescritora. Eso me sucedió en más de un plantel. ¿Qué hacían deambulando como fantasmas sin que nadie, aparentemente, los notara? Corresponderá a otras áreas de estudio ayudar en ese tipo de situaciones. México tiene una población, según el último censo oficial, de 112 336 538 habitantes (INEGI d). Considerando esa cifra, el porcentaje de iletrados en nuestro país es de 4.8%. Es decir, 5 392 153.824 personas. Sin duda, el número es alto y va más allá de una mera cantidad abstracta. Desde una perspectiva particular juzgo apropiado poner a discusión lo siguiente. Si los analfabetos se consideran desde los 15 años en adelante, ¿por qué incluir a la población infantil del censo poblacional dentro de la balanza? ¿No genera eso un desequilibrio? O en todo caso, ¿no sería lo lógico catalogar a los menores de seis años como no alfabetizados? Por ello, es necesario debatir desde qué edad es conveniente la inserción en la estadística. Asimismo, el factor no incluido, por su poca edad, debería estar al margen del dato final. Las entidades con mayor número de analfabetas son las siguientes: Chiapas, 18.41%; Guerrero, 17.53%; Oaxaca, 16.92% y Veracruz con 12.02% (NOTIMEX b 2012). Este último análisis hace notorio un mayor descuido hacia el sur de nuestra nación. En coincidencia con eso, en la labor comunitaria que tuve oportunidad de realizar en la Ciudad de México, efectivamente, traté con un grupo menor de migrantes veracruzanos cuyas edades iban desde los dieciséis hasta los 36 años. Provenían de zonas rurales y su llegada obedecía a la búsqueda de mejores oportunidades de vida. De doce, cuatro no sabían leer ni escribir y un muchacho más de diecisiete cabía en la categoría de analfabeta funcional, pues, si bien leía lentamente y con dificultades escribía, no era capaz de entender un cuento infantil perfectamente ilustrado y recomendado para niños de nueve años en adelante. Eso indicaron las diversas preguntas de comprensión que le hice por escrito, y que aun apoyándose en el libro y con tiempo libre no pudo responder. Asimismo la prueba PISA, mencionada anteriormente, reveló que los estudiantes con mayor rezago provenían de los siguientes estados del país: 23 Guerrero, Chiapas, Tabasco, Veracruz y Campeche. El Distrito Federal tiene una población de 8 851 080. La cifra de analfabetismo está por debajo del 3%, es decir, 2 de cada 100 personas de quince años o más no saben leer ni escribir. Existen 16 delegaciones en la capital del país, de ellas destacaré a las cinco de mayor incidencia en este tema. Iztapalapa tiene 37 306 iletrados, Gustavo A. Madero le sigue con 19 630 y Álvaro Obregón con 11 986. Por último Tlalpan tiene 10 851 personas analfabetas y Xochimilco le sigue con 8 376 (INEGI e). Siendo la UNESCO el organismo internacional que, como quedó mencionado, entre sus directrices tiene como fin apoyar la alfabetización, ésta ha establecido que para que toda entidad o país pueda ser declarada oficialmente libre de analfabetismo su porcentaje de iletrados debe ser igual o inferior al 4%. La República Mexicana registra una tasa del 6%. Sin embargo, ya trece entidades, según las normas planteadas, no cuentan con tal problemática. Ellas son: Distrito Federal, Estado de México, Quintana Roo, Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Coahuila, Chihuahua, Durango, Jalisco, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas (INEA 2012). Aun así, quizá para muchos sea posible pensar en el analfabetismo como un tema menor debido a la poca difusión del tema fuera de las esferas educativas, pero la realidad se muestra todavía distante de esa aparente irrelevancia. Es una cuestión que permea incluso directamente en la plantilla laboral del gobierno. Los números lo demuestran con nitidez. Hay 15 000 servidores públicos federales que son analfabetos (Hernández b 2012 p.10). En esta llamativa cifra destacan: la Comisión Federal de Electricidad, el Instituto Mexicano del Seguro Social, Petróleos Mexicanos y la Comisión Nacional del Agua. Estas dependencias gubernamentales poseen el mayor atraso educativo. E independientemente de la función que desempeñan tales trabajadores se trata a fin de cuentas de servidores públicos a los que les haría muy bien saber leer y escribir para 24 mejorar sus tareas en beneficio de la población y por supuesto del suyo. En una sociedad incluyente, la base de la equidad debe contar con una igualdad mínima de desarrollo. El tema lectoescritor no debe estar exento en esa aspiración y, mejor aún, debe encabezarla. Al sopesar los datos previamente dados, queda claro que está por delante un reto muy grande: abatir el analfabetismo. También, es patente que el rezago escolar de los alumnos frente a sus compañeros puede tener muchas causas. Pero, ¿qué pasa cuando el estudiante asiste regularmente a clase, pone atención y demuestra deseos para aprender pero simplemente no entiende? ¿Y qué ocurre cuando el docente aplica su experiencia y recursos de enseñanza en ese afán y no obtiene resultados? ¿Qué tienen que decir los profesionales de la lengua al respecto? Al entrar en esa problemática la presente investigación me ha llevado, en todos los sentidos, a terrenos insospechados y muchas veces desagradables que la han detenido más de una vez. Sin embargo, todo queda atrás cuando la suma de buenas voluntades es mayor. Espero no equivocarme. Para concluir este capítulo, es necesario volver al informe del Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América. Allí se revela un dato muy relevante y, por qué no, estremecedor. Se trata del futuro de este país, de una problemática que se sufre en silencio y a la vista de todos. Son los pequeños señalados y en muchas ocasiones párvulos sin nombre que ante las estadísticas son un número más; parte de un tema global que muchos autores han sintetizado en dos palabras: fracaso escolar. Pues bien, el Censo de Población del año 2010 en México señala que los menores de entre seis y catorce años registrados como analfabetos en toda la nación alcanzan el 11% de la población en ese rango de edad: 2 227 283 niños. Del anterior dato se tienen 1 190 195 niños y 1 037 088 niñas. 25 2 Principales metodologías de alfabetización usadas en México 2.1 Notas preliminares En cualquier ámbito es recomendable, para comprender con claridad las propuestas del presente, detenernos brevemente en el pasado. En este país, los orígenes de los procesos de alfabetización de nuestra lengua se remontan a la época de la Nueva España, pasan por los inicios del México independiente, la Revolución Mexicana y así, poco a poco, hasta llegar hasta nuestros días. Muchos de ellos, como el método de deletreo, ahora parecen simples. Sin embargo, no es posible calificarlos como triviales, pues provenían de las altas esferas educativas de aquellos tiempos y, en consecuencia, tuvieron una aplicación masiva. Es decir, así empezaron las primeras letras miles de pequeños, pero más allá de eso: hubo resultados. Desconocer dichos esfuerzos es hacer a un lado las mentes que los crearon, no es esa la intención. Gracias a ellos se fue asentando un precedente que ahora se ha podido mejorar substancialmente a través de un largo camino. Y por fácil que parezcan algunos de esos métodos, en lo personal, valoro la sencillez cuando es bien aplicada.Por otro lado, sólo destacaré la parte lingüística o, en su caso, aquellos elementos útiles para la aplicación de ésta. Sin embargo, brevemente incluiré, si es necesario, el contexto histórico en el que queda insertada, pues todo trabajo educativo que verdaderamente impacte a un número amplio de beneficiarios siempre ha necesitado del apoyo gubernamental, y éste se da de acuerdo a las condiciones de cada momento. Una vez concluido ese sucinto panorama que tiene como único fin marcar un antecedente, señalaré de manera breve las principales formas con que actualmente el docente instruye al alumno en la enseñanza de las primeras letras. Mas, aun siendo 26 evidente que el maestro puede fusionar distintos métodos para su quehacer académico o incluso “no tener un método”, es importante tener una visión general de lo que se hace en las aulas de nuestro país para facilitar un marco de referencia a lo que más adelante vendrá. 2.1.1 El México de la Nueva España En el inicio de la etapa de la colonia establecida en México, y paulatinamente en el resto del territorio bautizado como Nueva España, la lectura y escritura eran sólo un privilegio para las minorías. Usando el término amplio de educación, ésta era entendida únicamente como una cuestión de formación religiosa (Escalante 1994: 13). En ese sentido, seguramente por su brevedad, amplia promoción y fácil adquisición, catecismos y confesionarios fueron los primeros libros de texto populares, e informalmente esas vías de enseñanza eran reforzadas con lecturas, fiestas y sermones (Escalante 1994: 14). Un hecho singular, ocurrido en esos primeros albores de nuestra historia, fue que en principio la lengua madre del castellano, el latín, se designó como el vehículo de primer contacto entre ambas civilizaciones. Así, desde 1532 se instruía a los indígenas en gramática latina y únicamente hasta 1550, por real cédula, se ordena la enseñanza del castellano (Escalante 1994: 50). Esto último, por cierto, se comenzó a hacer sin mucho interés, pues para 1686 se insistía en que se continuara y no se interrumpiese dicha ordenanza (Escalante 1994: 54). En ese primer esfuerzo adoctrinador, el Padre Nuestro, Ave María, Credo, etc, fueron enseñados en latín. ¿Cómo lo hicieron? Para facilitar su recuerdo se utilizaron distintos recursos mnemotécnicos. Por ejemplo, se procedió a acomodar cada una de las oraciones a manera de una simple canción jovial. Eso pudo mejorar el proceso de memorización (Osorio 1990: XI). Otra técnica de aprendizaje requería el uso de pequeñas piedras o granos de maíz. 27 Cada una de éstas estaba vinculada al fragmento extraído de un enunciado de la oración a estudiar. El procedimiento era simple. Nombrada la parte asignada se colocaba la piedrezuela ligada a ella, y se continuaba a enunciar la que seguía. Si se hacía bien se ponía la siguiente piedrita y así sucesivamente. Por ejemplo, “Padre nuestro”, una piedra, “que estás en el cielo”, otra, etc. La actividad era practicada varias veces hasta lograr la asimilación. Posteriormente, el estudiante señalaba la primera piedrezuela colocada y debía nombrar la parte de la oración vinculada a ésta (Osorio 1990: XII). Ese ímpetu, en pro de la enseñanza, fue llevando a los frailes a fundar escuelas y enseñar a leer y escribir en castellano y latín (Osorio 1990: XIII). En años posteriores, con la llegada de los jesuitas en 1572, el esfuerzo educativo se trasladó de forma exclusiva al terreno de la lengua castellana para optimizar el aprendizaje básico, y dejar el latín únicamente para estudios de alto nivel. En esa época, era posible observar que imperaba una distinción entre lectura y escritura. Me parece significativo porque aunque están vinculadas, a su vez, son actividades independientes, y la segunda requiere un mayor esfuerzo de aprendizaje. Por ejemplo, en el colegio Tepozotlán a los niños indígenas se les impartía la doctrina cristiana. De éstos, sólo a los que mostraban mejores cualidades en su aprendizaje los instruían en la lectura. Una nueva selección se hacía, según la habilidad mostrada, con la finalidad de aprender a escribir, y con ello, en esta última etapa, les abrían las puertas para instruirse en distintas artes o ayudar en los oficios de culto (Osorio 1990: LVIII). Tal separación entre lectura y escritura duraría hasta poco antes de terminar la etapa histórica conocida como el porfiriato (Vázquez 1994: XXVI). 2.1.2 Método de deletreo Esta técnica para leer principiaba con el aprendizaje del alfabeto: identificar y pronunciar cada letra. Una vez obtenido este conocimiento se pasaba a la combinación en sílabas, 28 pero siempre nombrando previamente cada una de las letras. Por ejemplo, para leer la sílaba “man” el aprendiz decía, “eme”, “a”, “ene”: “man”. La principal crítica a este método consistía en que el vínculo entre letras y sílabas no era claro para el alumno. Además, los sonidos, muchas veces distintos, tanto de unos como de otros le causaban confusión. Esa dificultad obstaculizaba la rápida asimilación. Hasta finales del siglo XVIII se usó todavía esta manera de enseñar. La Cartilla de Valladolid, texto de 16 páginas, fue un libro común usado para instruir al docente en dicho procedimiento. La estructura del material en términos generales iba así: las primeras cuatro hojas estaban dedicadas al alfabeto y las vocales. Posteriormente incluía listas de sílabas de hasta tres letras como ta, te, ti, to, tu... man, men, min, mon, mun, etcétera. El resto del material eran oraciones y puntos de doctrina cristiana para aprender (Tanck 1994: 84). En cierta medida, el método de deletreo sigue vigente; o bien, ha sido incorporado como parte de otras técnicas de enseñanza. A la crítica citada, en particular, añadiría que si bien cumple la unión de las letras en sílabas está muy distante de señalar el contenido semántico inherente a cada palabra, pues tras un simple estudio preliminar de las primeras prácticamente se salta al aprendizaje de oraciones. Es decir, era poco común hacer ejercicios con palabras individuales. No obstante, pareciera que más que reafirmar en las cláusulas lo inicialmente aprendido se buscaba inculcar en la mente del escolar sentencias apropiadas para una buena conducta religiosa. Vicente Riva Palacio (†1832- 1896) dedicó un texto en ese sentido, y en su cuento El buen ejemplo ironiza sobre ese tipo de instrucción pública, pues era claro que más que alumnos de educación elemental los estudiantes eran loros repitiendo sin sentido lo dicho por el maestro: En esa escuela, siguiendo tradicionales costumbres y uso general en aquellos tiempos, el estudio para los muchachos era una especie de orfeón, y en diferentes tonos, pero siempre con desesperante monotonía, en coro se estudiaban y en coro se cantaban lo mismo las letras y las sílabas que la doctrina cristiana o la tabla de multiplicar. (Riva Palacio 2003: 33). 29 2.1.3 Método de silabeo En 18143 la Academia de Primeras Letras fue establecida en la Ciudad de México (Tanck 1994: 82). La intención era lograr que en 1830 todo adulto pudiera saber leer y escribir para ejercer su derecho de voto de una forma más plena. El docente a cargo, Antonio Mateos, preceptor de gramática latina y maestro examinado de primeras letras seguía la costumbre de la época al separar la lectura de la escritura, pues sólo a los alumnos que mostraran un aprendizaje en la primera los iría instruyendo en la segunda (Tanck 1994: 83). El maestro Mateos afirmaba que los estudiantes aprendían a leer en seis meses. Su método no dejabade lado el deletreo, pero el énfasis de su instrucción radicaba en otro elemento. Abundaba en la pronunciación de las sílabas, innovación desarrollada a fines del siglo XVII. La clase impartida por él duraba dos horas e iba directamente al estudio de la lectura. La temática de su instrucción era explicar un artículo de la constitución de 1812 y finalizaba con algo de educación religiosa o cívica (Tanck 1994: 84). El hecho de establecer un plazo para el aprendizaje e introducir otra técnica significó, a mí modo de ver, una aportación importante; mas, comparado con el anterior procedimiento, entre uno y otro la distancia no es mucha, aunque, es verdad, incluía una mayor ejercitación en la pronunciación silábica así como un mayor número de palabras para practicar, y eso, por sí mismo, representa un factor de cambio. Aun con esa ventaja, se seguía pasando de la palabra a la oración, si bien en la misma temática, en estructuras desvinculadas. Pronunciar las sílabas es importante, pero si todo queda en palabras desconectadas entre sí, la ganancia inicial disminuye. Por otro lado, otras cartillas como la de Vicente Naharro titulada Nuevo arte de enseñar a leer publicada a inicios del siglo XIX incluía el deletreo de forma muy escueta, 3 Esa visionaria aspiración que tiene su origen en la Constitución de Cádiz de 1812, hoy, más de 200 años después, sigue siendo sólo un anhelo inacabado. 30 pues daba paso inmediato a pronunciar las sílabas sin necesidad de otra vez nombrar las letras o hacer deletreo alguno. Eso generó que una mayoría de futuros trabajos en la materia, en ese periodo, eliminaran por completo el deletreo, el cual se etiquetó como difícil y fue objeto de críticas (Tanck 1994: 85). 2.1.4 Silabario de Ignacio Montero El método, publicado en 1815, dejaba de lado el alfabeto y el deletreo. Dicho texto, iniciaba con diez palabras cuya letra inicial pertenecía a alguna vocal. Por ejemplo: e-so, e-lla, e-dad, E-va, etcétera. Según el maestro novohispano, esa técnica resultaba natural para el alumno y por tanto eso hacía que fuera mejor asimilada. Montero ideó su silabario, a diferencia de todos los anteriores, pensando en los niños. Argumentaba que la adquisición oral del lenguaje en el infante se da, en principio, articulando sílabas para, posteriormente, pronunciar palabras, y si éstas últimas son repetidas continuamente por el niño, en consecuencia, habrá una asimilación rápida. Por tanto, teniendo en cuenta esa observación de la lengua oral el maestro decidió excluir desde un principio, en su método de lectura, el deletreo y el alfabeto, pues eso, decía, no existe en el pequeño cuando aprende a hablar (Tanck 1994:85). El silabario de Ignacio Montero es importante porque desde principios del siglo XIX sentó un antecedente entre el vínculo existente con relación a la adquisición del lenguaje oral y el escrito en los niños. Además, el maestro, al señalar que la palabra se adquiere con mayor facilidad entre más es escuchada debidamente, pone de manifiesto, desde ese entonces, la importancia de la entrada de información proporcionada por el adulto en el menor. Al expandir esas ideas con lo que investigadores contemporáneos realizan, es posible expresar que esas primeras palabras recibidas por el infante tendrían como fin allegarle de forma paulatina un vocabulario básico del que posteriormente habrá de 31 servirse para comenzar con mayor profundidad un proceso de enseñanza del lenguaje oral. Ello le permitirá comprender con mayor facilidad y eventualmente producir diferentes estructuras de la lengua, lo cual “proporciona al niño las herramientas para armar las piezas de su rompecabezas lingüístico” (Rojas 2011: 112). 2.1.5 El arte de escribir En esas fechas, para enseñar a leer abundaban cartillas, silabarios y libros. Pero es lamentable, quizá por motivos prácticos o poco interés en la materia, el casi nulo testimonio gráfico acerca de la manera de instruir la lengua escrita, campo en que cada maestro seguía un criterio particular. Una excepción a esta falta de material ocurre cuando en 1776 es publicado El Arte de escribir, de Santiago Palomares, y por ende lo he querido dejar hasta el final de este bloque dedicado al período novohispano. El procedimiento de enseñanza era básico. Se principiaba con algunos ejercicios caligráficos como formación de líneas, círculos y medios círculos. En segundo término, el texto mostraba algunas letras cursivas e invitaba al alumnado a calcarlas y repetirlas para obtener habilidad para escribir. Tanto en mayúsculas como en minúsculas debían ser copiadas las grafías. Posteriormente se pasaba a la copia de sentencias religiosas, morales o de urbanidad; reglas de ortografía o de caligrafía (Tanck 1994: 86). Esta técnica de aprendizaje resulta significativa. Trata un tema complicado y lo resuelve con sencillez. Indudablemente hoy en día podría ser objeto de observaciones y mejoras. No obstante, como método inicial no es incorrecto y funciona a cabalidad. En cuestiones de escritura cada alumno responde de manera diferente. Un símil para ejemplificar lo anterior son los juegos para armar. A algunos les puede tomar mucho tiempo establecer conexiones entre las piezas mientras que otros sin demasiado trabajo lo van acomodando con rapidez. Lo mismo puede decirse para los métodos enfocados al área de lectura o escritura. 32 Una de las virtudes del Arte de escribir consiste en el uso de sentencias o reglas de cualquier índole. Las palabras que las forman se asimilan mejor, pues cada lema y su correspondiente representación gráfica establecen un vínculo de difícil olvido. Es decir, hablamos de un recurso mnemotécnico. Otra cualidad más está relacionada con este último, pues para que funcione mejor debe haber un trabajo mecánico adecuado y eso se da en el proceso de copia. No debe subestimarse el valor de ésta. Ejercitarla requiere una clara lectura, fina atención en la actividad y concentración. En mi experiencia como docente de la Secretaría de Educación del D.F., algunas veces incluía dentro de la actividad copiar un párrafo de alguna lectura realizada en clase. En esa labor, no era raro encontrar omisión de signos ortográficos, letras o incluso palabras. Poco a poco eso fue desapareciendo al intercambiar, sólo en principio, rapidez por exactitud. Indudablemente, como método inicial de escritura el texto es destacado en ese lejano siglo XVIII. Asimismo, tal vez no es común encontrar más libros de la materia, simplemente porque no existieron mejores. Por último, precisamente en ese siglo hubo un cambio de concepción respecto al objetivo de la alfabetización. Si en principio se buscó formar personas religiosas, paulatinamente enseñar a leer y escribir empezó a ser concebido con un fin utilitario. La ampliación de los temas de lectura se debió gracias a pronósticos, periódicos y otros tipos de escritos que se sumaron a los romances de caballería, temas seglares y textos de carácter religioso ya existentes. De esa forma fue posible tomar conocimiento de hechos relevantes y educarse en cosas prácticas (Tanck 1994: 87). 2.2.1 Inicios del México independiente Uno de los principales fines de la alfabetización en ese entonces consistió en formar ciudadanos republicanos. Ello conllevaba poner la educación al alcance del pueblo33 (Tanck b 1994: 109). Para eso se crearon los “Gabinetes de lectura”. Éstos eran un compendio de textos de utilidad pública (Tanck b 1994: 112). En 1825 ese objetivo también toma forma con libros de preguntas y respuestas llamados catecismos, y que abarcaban todas las áreas de interés general (Tanck b 1994: 114). Esa novedad de aprendizaje permitió una amplia difusión porque en realidad se echaba mano de uno de los formatos más conocidos y promovidos en el área religiosa: ciencias como la química o el derecho fueron enseñadas en ese modo (Staples 1994: 142). En 1833, el presidente Valentín Gómez Farías promueve la fundación de escuelas de primeras letras para adultos (Tanck b 1994: 119). 2.2.2 Cartilla de Matías de Córdova Matías de Córdova, fraile dominico chiapaneco, creó un sistema para enseñar a leer aplicable tanto a niños como a adultos. En su cartilla promovía el uso del silabeo y excluía el deletreo. Una de sus innovaciones era enseñar las letras consonantes, sin tomar en cuenta la pronunciación de la letra sino únicamente su sonido. Otra de las novedades era el aprendizaje simultáneo de la lectura y escritura por influencia del educador inglés Joseph Lancaster (Tanck b 1994: 122). Cabe acotar que la importancia de la difusión del “sistema de enseñanza mutua” y el método conocido ahora como “sistema de madras”, promovidos por Lancaster, han contribuido de manera destacada de diferentes formas en el proceso educativo hasta nuestros días. Sin embargo, la disciplina a la que se sometía a los niños incluía una serie de castigos. Lamentablemente, el maltrato infantil se consolidó como parte de la cotidianidad alumno-maestro, y ese legado perduró aún mucho tiempo después de las escuelas lancasterianas. 34 2.2.3 Método doméstico de Víctor Flores Este singular texto llamado Método doméstico ya experimentado para enseñar y aprender seguramente a leer y escribir corresponde a otro fraile chiapaneco. El material estaba estructurado en 66 lecciones con una explicación detallada de cómo enseñar al alumno. A su vez cada clase iba seguida de un ejercicio que el estudiante debía llevar a casa para practicar. Igualmente la lectura y escritura se realizaban de forma paralela, y desde un principio, tanto las sílabas como las palabras se hacían en letra cursiva. Fue tal el éxito de este trabajo que fue utilizado en el régimen de Díaz y en parte de la campaña para alfabetizar de Vasconcelos durante el periodo 1921-1922 (Tanck b 1994: 123). El fondo del método doméstico era una labor intensa de práctica y aprendizaje de las sílabas. Éstas eran divididas en sílabas simples y sílabas compuestas. Las primeras consistían en la unión de una consonante con una vocal, y esto era ejercitado durante 34 lecciones. Las segundas eran sílabas de hasta tres letras. Asimismo, también incluía palabras (Tanck b 1994: 123). 2.3.1 El Porfiriato Desde finales de 1876, comenzó en México una larga etapa política a nivel nacional bajo el régimen de Porfirio Díaz. El ambiente educativo estaba influenciado por las ideas positivistas de Augusto Comte, traídas por Gabino Barreda. Sin embargo, a diferencia de otras épocas, en términos reales la labor por la educación del pueblo estaba encaminada para capacitar artesanos y obreros con una formación práctica (Bazant 1994: 245). Siguiendo la línea europea llegada a nuestro país poco tiempo atrás, durante el porfiriato, la lectura y escritura se enseñaban al mismo tiempo. Igualmente predominaban las cartillas y silabarios que eran bautizadas según el nombre de su creador. Las primeras 35 eran pequeños libros de alrededor de diez páginas que aleccionaban cómo enseñar a leer, y algunas más, también, incluían la escritura. Unas comenzaban con letras aisladas y otras más con las sílabas. Respecto a los silabarios, la sílaba era siempre la base para el comienzo de la alfabetización (Bazant 1994: 263). 2.3.2 Método de San Miguel Este texto de orientación cristiana comenzaba con el aprendizaje de las vocales presentadas en minúsculas. Posteriormente iba introduciendo las consonantes con cada vocal para formar, así, sílabas. Una vez terminado esto, mostraba el alfabeto con letras minúsculas cursivas e impresas. Por último, introducía palabras separadas en sílabas (Bazant 1994: 263). Ejemplo de presentación y estudio de: vocales sílabas 2.3.3 Método de Luis Mantilla Este texto de enseñanza para aprender a leer tenía la cualidad de ir acompañado de pequeñas lecturas en busca de lograr un mejor aprendizaje. Presentaba las letras del alfabeto en minúsculas y mayúsculas seguidas de alguna palabra que iniciara con la l s d t m la sa da ta ma le se de te me li si di ti mi lo so do to mo lu su du tu mu a e i o u e i o u a i o u a e o u a e i u a e i o 36 respectiva grafía. Asimismo esto era acompañado de una ilustración adecuada para cada vocablo. El método llegaba a dividir las palabras hasta en cinco sílabas con la finalidad de mejorar la pronunciación. Respecto a las lecturas, tenían un fondo moralizante, y su temática era general (Bazant 1994: 264). 2.3.4 Método de Enrique Rébsamen El libro de Rébsamen fue dado a conocer en 1889. Este material tuvo el mayor éxito para enseñar a leer y escribir durante su época. Critica el deletreo o el uso del alfabeto como base de la enseñanza, así como los métodos globales por carecer, éstos, de las partes analítica4 y fonetista5 (Barbosa 1971: 40). También conocido como método de palabras normales, pues elegía vocablos de fácil identificación por el niño y propios a su nivel intelectual, el texto orienta para que el alumno lea y escriba al mismo tiempo empezando por el uso de la escritura dando así paso a caracteres manuscritos y enseguida a los impresos. La estructura del método de Rébsamen se divide en cuatro etapas principales: la primera consiste en ejercicios preparatorios. El maestro presenta al alumno una serie de dibujos con la finalidad de alistar los sentidos de la vista y el oído, y afinar la destreza motriz. Las figuras son trazadas en el aire por los alumnos, luego en el pizarrón y al último en los cuadernos. Enseguida, el docente presenta físicamente el objeto, lo nombra y repite esto último haciendo énfasis en la división silábica de la palabra con la intención de agudizar la parte auditiva (Barbosa 1971:41). La segunda etapa está encaminada a la enseñanza de las vocales y de alrededor, en principio, de 25 palabras que sean familiares al niño de dos o más sílabas. Respecto a las primeras, el orden propuesto por el maestro es: i, e, a, o, u. Cada una de éstas es enseñada en función de alguna palabra que contenga la respectiva letra, comenzando con la 4Pasa del todo a las partes. 5Enseñanza de las letras por su sonido y no por el nombre. 37 enunciación de vocablos
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