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Un-rostro-de-la-modernidad-y-el-progreso-en-Culiacan-1880-1895

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
Facultad de Filosofía y Letras 
Maestría en Historia del Arte 
Un rostro de la modernidad y el progreso en Culiacán (1880-1895). 
Tesis 
Que para obtener el grado de: 
Maestro en Historia del Arte 
Presenta: 
Sergio Uzárraga Acosta 
Tutor: 
Dr. Aurelio de los Reyes García Rojas 
Comité tutoral: Sinodales: 
Dr. Jesús Alberto Cabañas Osorio. Mtra. Isaura Silvia Oseguera Pizaña. 
Dr. Alejandro Ochoa Vega. Mtra. Luisa Noelle Gras Gas. 
 
 
 
 Ciudad Universitaria, abril de 2012. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
ii 
 
 Al señor Miguel Tamayo Espinoza de los Monteros, 
por ser el guardián del patrimonio histórico de Culiacán. 
 
iii 
 
Agradecimientos: 
A Rosario Uzárraga Orduño, mi padre, y a Dolores Acosta Álvarez, mi madre. A mis 19 hermanos. 
Gracias a la Universidad Nacional Autónoma de México y a la Universidad Autónoma de Sinaloa. 
Agradezco infinitamente al doctor Aurelio de los Reyes García Rojas todas sus enseñanzas y 
por guiarme hasta el final en la realización de esta investigación. 
Gracias a todos mis profesores, y un agradecimiento especial a mis sinodales. 
Gracias a la doctora Clara Bargellini, a la doctora Teresa Matabuena, a la licenciada 
Concepción Christlieb Robles, a Sergio López Sánchez, a Héctor Leal y a Javier Fuentes. 
A todos gracias. 
 
iv 
 
ÍNDICE. 
INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................. 1 
 
Sobre la fundación ..................................................................................................................... 6 
 
Culiacán después de la época de la Colonia. ............................................................................. 10 
 
Lázaro de la Garza y Ballesteros y su aporte a la arquitectura de Culiacán. ............................... 12 
 
Los trazos de la ciudad y sus nuevas circunstancias. ................................................................. 17 
 
Primera institución educativa laica de estudios superiores. ...................................................... 20 
 
PRIMER PERIODO DE URBANIZACIÓN........................................................................................... 23 
 
La gran esperanza y las mejoras en la ciudad. ........................................................................... 23 
 
Logros que simbolizaron la llegada del progreso....................................................................... 26 
 
La construcción de teatros y otras obras arquitectónicas. ......................................................... 31 
 
 Apertura de los nuevos edificios …………………………………………………….……………………………………….35 
 
Conclusión del hospital y de la catedral. ................................................................................... 38 
 
SEGUNDO PERIODO DE URBANIZACIÓN ....................................................................................... 41 
 
Proyecto de Manuel Calderón y Luis F. Molina rumbo a Culiacán ............................................. 41 
 
El 5 de febrero de 1890 y la inauguración del puente. .............................................................. 45 
v 
 
 
Luis F. Molina en Culiacán: sus primeras obras. ........................................................................ 47 
 
El ensanche de calles y mejores servicios en la ciudad. ............................................................. 50 
 
Culiacán se expande. ................................................................................................................ 54 
 
Primera colonia de Culiacán. .................................................................................................... 57 
 
Inauguración de la “Avenida del dos de Abril.” ......................................................................... 59 
 
Inauguración del nuevo tanque de agua. .................................................................................. 60 
 
Nace el nuevo teatro. ............................................................................................................... 62 
 
Cambios notables en la ciudad. ................................................................................................ 64 
 
Nuevas mejoras materiales y otros cambios fisonómicos. ........................................................ 68 
 
Tercer periodo gubernamental de Francisco Cañedo. ............................................................... 70 
 
Inauguración del teatro Apolo. ................................................................................................. 74 
 
CONCLUSIONES ............................................................................................................................ 78 
 
ARCHIVOS .................................................................................................................................... 81 
 
HEMEROGRAFÍA .......................................................................................................................... 82 
 
BIBLIOGRAFÍA .............................................................................................................................. 83 
 
 
1 
 
INTRODUCCIÓN 
Lo “moderno” se entiende como lo “que pertenece a la edad actual,” o lo “que ha sucedido 
recientemente.”1 Nace como producto de los cambios técnicos, sociales, políticos y culturales en 
general, y en este sentido el término es ambiguo. No se refiere exactamente a una época. Se 
puede hablar de “lo moderno” en el arte en la época del pintor Cimabué, de “la ciencia moderna” 
en la época de Copérnico, de “la filosofía moderna” en la época de Descartes, y así sucesivamente 
se extiende a todos los ámbitos de la vida y a todos los tiempos. Una “modernidad” va 
desplazando a otra “modernidad,” y cada una va marcando una línea divisoria entre lo nuevo y lo 
viejo. “Lo moderno” es, por lo tanto, lo nuevo, opuesto a lo antiguo, que rompe con cierta forma 
de ser y de obrar del hombre. Tiene varios rostros. Por eso este trabajo, por sugerencia del doctor 
Jesús Alberto Cabañas Osorio, se llama Un rostro de la modernidad y el progreso en Culiacán 
(1880-1895). 
La idea original de esta investigación fue hacer una historia del espectáculo en Culiacán, en 
el periodo que comprende de 1890 a 1895. Guiado por el doctor Aurelio de los Reyes, en su 
seminario sugirió que primero se hablara en torno a la construcción de los teatros, y esto me 
inclinó a hacer un estudio urbano de la ciudad. Al hurgar en los periódicos de la época, encontré 
que al urbanizador y constructor de este periodo, arquitecto Luis F. Molina, lo precedió seis años 
el arquitecto David Bravo, y esto me llevó a ampliar el universo de estudio de 1880 a 1895. 
A los dos arquitectos los invitó el gobernador MarianoMartínez de Castro, y ambos 
presentaron proyectos importantes. En la década de los ochentas del siglo XIX se alinearon calles, 
se hicieron banquetas, se arreglaron las plazas públicas, y de manera provisional se construyó el 
 
1 Juan Manuel Dávila: Arquitectura moderna: a la involución, México, Federación Editorial Mexicana, 2008, 
p. 13. 
 
2 
 
teatro Ángela Peralta. Se reconstruyeron edificios, como el del Antiguo Mesón de San Carlos (fig. 
11) y el de la Tercena (fig. 12), y aunque es posible pensar que el arquitecto David Bravo tuvo una 
participación importante en estos trabajos, los periódicos, aunque anuncian su salida de 
Guadalajara rumbo a Culiacán y hablan de él cuando presenta su proyecto de teatro, al informar 
de los avances en estas obras no vuelven a mencionar su nombre. En cambio, lo de la construcción 
del Hospital del Carmen (fig. 13) y lo de la conclusión de la catedral (fig. 22) es atribuido al obispo 
José de Jesús María Uriarte y Pérez, y respecto a esta última presento poca información porque 
por lo pronto no fue posible el acceso al archivo del obispado. En esta misma década se introdujo 
el agua potable, se arregló la Plaza Rosales (de ser circular pasó a ser cuadrada), se inauguró la 
calle Porfirio Díaz (actual Teófilo Noris), y al llegar la de los noventas se continuó con estos 
trabajos. Se mejoró el sistema del agua, se inició la construcción de un puente (fig. 17), y se abrió 
la calle “2 de Abril” (actual Francisco I. Madero), que aunque actualmente es un simple boulevard, 
la mentalidad de finales del siglo XIX en Culiacán permitió que se considerara como un gran paseo, 
a la manera de los Campos Elíseos de París, o el Paseo de la Reforma de la ciudad de México. 
También se inició la instalación del drenaje y se construyó el teatro Apolo (fig. 24 y 25), y como el 
progreso en Culiacán a finales del siglo XIX fue un quimera, los logros siempre estuvieron por 
debajo de las necesidades y la realización de los dos teatros fue un aliciente muy importante para 
obtener otras mejoras materiales, el objetivo de este trabajo es presentar los resultados de un 
estudio del proceso de urbanización de Culiacán durante las dos últimas décadas del siglo 
mencionado. Se analizan las necesidades que generaron la construcción de los dos recintos del 
espectáculo a los que se alude, la de otros edificios públicos y numerosas mejoras materiales que 
transformaron la ciudad a tal grado que fue considerada por la sociedad de esa época como 
“completamente de gusto moderno”. 
 
3 
 
Como de acuerdo al cronograma de la convocatoria de titulación publicada por la 
coordinación del posgrado de Historia del Arte, el ensayo debe tener una extensión de entre 30 y 
50 cuartillas, me vi obligado por estas circunstancias a tomar sólo la modernización de Culiacán 
durante los dos periodos en que se construyeron los teatros Ángela Peralta y teatro Apolo. Y 
aunque breve, en este trabajo se alcanzó a detectar información hemerográfica no utilizada en 
investigaciones previas sobre los teatros, la Plaza Rosales y las casas que se construyeron a su 
alrededor, la apertura de la calle Porfirio Díaz, sobre el papel de “paseo” que jugó la calle “2 de 
Abril,” a la que también se le construyó una serie de casas en sus dos márgenes. Además, gracias 
al corte cronológico que se hizo al dividir en dos periodos la información obtenida, se detectaron 
diferencias y continuidades en la política de los gobernadores Francisco Cañedo y Mariano 
Martínez de Castro. 
Al hablar de los antecedentes históricos para tocar brevemente el tema de la fundación de 
Culiacán, se encontró que la información es diversa e incierta. Alonso de la Mota y Escobar, 
Eustaquio Buelna, Ignacio Elenes Gaxiola, Alfredo Ibarra Jr., José Mena Castillo, Aristeo Zavala 
Duarte, Antonio Nakayama Arce y Fausto Marín Tamayo difieren sobre la fecha de cuándo se 
fundó Culiacán y sobre el lugar en donde originalmente se dio este suceso. Se optó, por lo tanto, 
por no dar fecha exacta y aceptar que el 29 de septiembre de 1531 Nuño Beltrán de Guzmán 
fundó un poblado que dio por nombre Villa de San Miguel, ubicado en el río Cihuatán (actual San 
Lorenzo), a un costado del pueblo de Navito y distante aproximadamente 50 kilómetros de la 
actual Culiacán. Esta postura resultó más lógica, porque si se sabe que la provincia de Culiacán ahí 
comenzaba2 y estaba muy poblada de indígenas, es obvio que para los conquistadores no fue fácil 
ni rápido acercarse a donde se juntan el río Orabá (actual Humaya) y el Batacudea (actual 
 
2 Baltasar Obregón afirma que comenzaba en el río Piaxtla; es decir, unos 80 kilómetros antes. Sin embargo, 
en el río Cihuatán (actual San Lorenzo) fue donde los conquistadores que acompañaban a Nuño Beltrán de 
Guzmán encontraron diferencias culturales. 
 
4 
 
Tamazula), al oriente de los cuales y a una distancia aproximada de un kilómetro, fue donde 
posteriormente se fundó la actual ciudad de Culiacán. No se pretende en este trabajo estudiar esa 
parte de la historia. Por eso rápidamente se pasa a hablar del siglo XIX, especialmente a partir de 
1838, año en que llega a Culiacán el obispo Lázaro de la Garza y Ballesteros y promueve la 
construcción de varias obras arquitectónicas. 
Después de los antecedentes históricos, este trabajo se centra en dos periodos de 
urbanización en que se dividió el universo de la investigación: el primero se inicia en 1880, con la 
llegada al poder del gobernador Mariano Martínez de Castro, hasta 1890, y el segundo comienza 
en este último año, con la llegada a Culiacán del arquitecto Luis F. Molina, y termina en 1895, año 
en que se inauguró el teatro Apolo. Sobre los dos periodos hay información en obras como Las 
viejas calles de Culiacán, de Francisco Verdugo Fálquez, publicada por la Universidad Autónoma de 
Sinaloa en 1981 y a la que se le debe información muy rica sobre los avances materiales de 
Culiacán y su ambiente cultural en general. Como la escribe con base en sus recuerdos, yerra en 
las fechas en que se llevaron a cabo los acontecimientos de los que habla. Fue necesario, por lo 
tanto, consultar los periódicos de la época u otros documentos de primera mano, como las actas 
de cabildo de Culiacán, para situar con precisión los acontecimientos, y en este sentido se 
diferencia el trabajo que pongo a consideración del lector. 
Otra fuente importante para este estudio, Donde mueren las palabras. El teatro Apolo de 
Culiacán, de Sergio López Sánchez publicada en el año 2000, presenta las efemérides teatrales de 
la ciudad y su respectivo panorama histórico, político, social y económico en que estuvieron 
envueltas. Se trata de un trabajo minucioso, producto de la búsqueda constante en fuentes 
documentales bibliográficas y hemerográficas, pero como abarca muchos temas es poco lo que 
 
5 
 
informa sobre la vida material y el urbanismo en Culiacán. Este trabajo, en cambio, se centra 
principalmente en esa temática. 
En el año 2002 René A. Llanes Gutiérrez publicó Luis F. Molina. El arquitecto de Culiacán, en 
donde hace un análisis tipológico del patrimonio histórico-inmobiliario producido en el siglo XIX. 
De esta obra fue valioso para este trabajo la descripción que hace del Palacio de Gobierno (fig. 12) 
y del Teatro Apolo (fig. 24 y 25). Los otros edificios de los que habla se construyeron 
posteriormente al periodo estudiado en esta investigación, y el problema que presenta consiste en 
que, a diferencia de este trabajo, generalmente él no usa documentos de primera mano. También 
en el año 2002 el historiador y arquitecto Martín Sandoval Bojórquez publicó Luis F. Molina y la 
arquitectura porfirista en la ciudad de Culiacán, obra en la cual, más como historiador que como 
arquitecto y centrándose en el periodo que comienza con lo que él llama “La primeramodernidad” 
hasta finales del porfiriato, describe las transformaciones de la traza urbana de Culiacán. El análisis 
que hace de los edificios, aunque es muy valioso, es breve, y por eso este trabajo pretende 
profundizar algo más en esos aspectos. En el año 2004 el doctor Alejandro Ochoa Vega publicó 
Modernidad arquitectónica en Sinaloa, obra en la cual hace conciencia de que la modernidad de la 
que él habla comienza en 1940, y aunque aclara que ésta no llegó a un terreno vacío, es decir, no 
comenzó de cero, de todas maneras no habla con detalle en el análisis que hace de la modernidad 
anterior. Lo trata sólo en las primeras cinco cuartillas, y por eso es que, aunque se ocupa de la 
transformación de la estructura colonial por los efectos del porfirismo, no toca esta temática con 
minuciosidad, a como se intenta en esta investigación. En el año 2010 Sergio López Sánchez 
publicó El teatro Ángela Peralta de Culiacán Rosales (De trenes, tedio y espectáculos a fines del 
siglo XIX), y aunque es obra confiable, con información muy importante sobre la construcción de 
ese teatro, no habla del urbanismo de manera específica. Este trabajo da un tratamiento más 
amplio a este tema, y el del espectáculo decidí dejarlo para otra ocasión. 
 
6 
 
ANTECEDENTES 
Sobre la fundación 
El 29 de septiembre de 1531, al asentarse en el río Cihuatán (actual San Lorenzo, frente al pueblo 
de El Navito),3 los soldados españoles al mando de Nuño Beltrán de Guzmán y fundar la villa de 
San Miguel,4 Culiacán era un amplio territorio que limitaba por el sur con el río Piaxtla, se extendía 
hacia lo que actualmente es Badiraguato y Mocorito, y llegaba por el norte hasta las orillas de 
Guasave. Este espacio territorial abarcaba hasta la costa cubierto por una vegetación tropical 
abundante que daba el sustento a una población indígena numerosa que lo habitaba y disfrutaba 
de su fertilidad. El centro ceremonial más importante no se sabe exactamente dónde estaba 
ubicado, pero siguiendo la corriente del río, en lo que actualmente es Ayuné, Jotagua y el pueblo 
de Mojolo, hacia el norte, y la colonia Aguaruto5 y Culiacancito hacia el sur, hay vestigios humanos 
antiquísimos que hablan de pobladores indígenas que eran los más cercanos a los españoles que a 
partir de un día incierto de 15326 se fueron asentando poco a poco, dando origen a la actual 
ciudad de Culiacán. Los primeros españoles que la habitaron se establecieron hacia el oriente, 
aproximadamente a un cuarto de legua (un kilómetro) de donde se juntan el río Orabá (actual 
Humaya) y el Batacudea (actual Tamazula). 
Al juntarse los dos ríos y doblar el caudal forman una “Y” distante aproximadamente 50 
kilómetros desde la Villa de San Miguel, a las orillas del río Cihuatán y desde donde los soldados 
españoles de Nuño Beltrán de Guzmán, desde los primeros días en que se asentaron, se 
desplazaron continuamente hasta este lugar a sembrar el terror en los pobladores indígenas que, 
 
3Significa “río de mujeres”. 
4 Antonio Nakayama Arce: Sinaloa. Un bosquejo de su historia, 3ª. edición, Culiacán, Sinaloa, México, 
Universidad Autónoma de Sinaloa, 1996, p. 98-103. 
5 Es probable que Aguaruto y Culiacancito sean los lugares en donde los conquistadores encontraron 
concentrada la mayor parte de la población indígena. 
6 Alonso de la Mota y Escobar: Descripción geográfica de los reinos de Nueva Galicia, Nueva Vizcaya y Nuevo 
León, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco-Universidad de Guadalajara, 1993, (Colección histórica de 
obras facsimilares, no. 8), p. 48. 
 
7 
 
dadas las nuevas circunstancias y a pesar de su gran nivel de organización, fueron desapareciendo. 
En 1536, año en que llega Álvar Núñez Cabeza de Vaca, la actual capital sinaloense existía como un 
pueblo indígena. Aunque ya acogía a algunos españoles, como a Melchor Díaz, todavía no era 
considerado asentamiento cristiano.7 Hacia el oriente estaba habitado por algunos conquistadores 
españoles, y hacia el poniente, a partir de lo que actualmente es la isla de Orabá, concentraba 
indígenas descendientes de quienes en tiempos remotos fundaron estos asentamientos humanos. 
Culiacán era una población aislada que tenía como barrera importante la Sierra Madre y su 
Valle. La comunicación y el transporte tanto de carga como de personas desde esta villa a otros 
pueblos era complicada, pero quienes por distintas circunstancias en el siglo XVI pisaron estas 
tierras tan apartadas y dejaron escrito su testimonio, manifestaron que las barreras naturales que 
mantenían aislado este territorio, eran las mismas que le daban una belleza singular. Fray Marcos 
de Niza visitó Culiacán en 1538 y Francisco Vázquez de Coronado en 1539. No se conocen grandes 
descripciones de estos momentos históricos, pero es sabido que en la década de los cuarentas del 
siglo XVI la villa de Culiacán corrió mucho peligro. Los indígenas de más al norte trastornaban su 
estabilidad. Comenzó un periodo de cierta tranquilidad aproximadamente a partir de 1560, 
cuando Francisco de Ibarra se hizo presente. Este conquistador pacificador, procedente de Cinaro, 
halló a Culiacán en buenas condiciones. Fue bien recibido por todos los vecinos, y lo ayudaron en 
lo que pudieron. La mayoría de los soldados se hospedaron en casa de Pedro de Tovar, en otra 
contigua de su misma propiedad, y algunos en las de los demás vecinos. Permanecieron así 
durante 6 años, y después de haberse surtido de víveres y ropa que pidieron fiada a los 
comerciantes de Culiacán,8 en abril de 1566, muy agradecidos con Pedro de Tovar, con su esposa 
 
7 El pueblo de cristianos que menciona el náufrago es San Miguel. Ver Álvar Núñez Cabeza de Vaca: 
Naufragios, México, Editorial Origen, S. A.-Editorial OMGSA, S. A., 1984, p. 130-134. 
8 Baltasar Obregón: Historia de los descubrimientos de Nueva España, estudio introductorio, edición y 
glosario de Eva Ma. Bravo, Sevilla, Ediciones Alfar, S. A., 1997 (Alfar Universidad, no. 90), p. 113-117. 
 
8 
 
Isabel de Guzmán y con todos los habitantes, salieron de esta villa con rumbo a la conquista de 
Chametla. 
De acuerdo a una relación levantada en 1583 se sabe que en este año la villa de Culiacán 
contaba con 66 familias. Para 1602, año en que visita esta ciudad el obispo de Guadalajara Alonso 
de la Mota y Escobar, ya había cambiado. Contaba sólo con 30 familias, y estaba gobernada por un 
Alcalde Mayor y dos alcaldes ordinarios. Este obispo informa que a estos últimos los nombraba el 
Consejo de la Villa de Culiacán, que se elegía cada año, y describe esta población como una villa en 
la que las casas eran todas de adobe, bajas y sin altos.9 Las calles eran anchas y rectas, la plaza 
grande, y contaba con una iglesia parroquial dedicada al arcángel San Miguel. Este mismo año 
(1602) estuvo en Culiacán el poeta español Bernardo de Balbuena, quien habla de esta ciudad 
afirmando que “el hambre del oro y golosina del interés tuvo maña y presunción de hacer, 
plantando en aquellos baldíos y ociosos campos una famosa población de españoles, cuyas 
reliquias, aunque sin la florida grandeza de sus principios, duran todavía, y a pesar del tiempo 
conservan en su remoto sitio el nombre de la gran villa de San Miguel de Culiacán.”10 
El 21 de junio de 1768 llegó a esta ciudad el obispo de Durango Pedro Tamarón y Romeral. 
Lo recibieron los curas propietarios de la parroquia, el bachiller Domingo Pando de la Granda y el 
bachiller Juan Francisco Victórica.11 En el inventario que hacen describen la iglesia como una 
edificación de piedra y cal, techada hasta la mitad de madera. Dicha iglesia mide ocho varas12 de 
ancho (aproximadamente 6 metros con 88 cm.), y tiene una torrecita vieja (fig. 14 y 21) con tres 
campanas y un esquilón. Menciona también la capilla de Nuestra Señora, con doce varas de largo9 Alonso de la Mota y Escobar, Op. Cit., p. 48-51. 
10 Bernardo de Balbuena: Grandeza mexicana, estudio preliminar de Luis Adolfo Domínguez, 5ª. ed., México, 
Editorial Porrúa, S. A., 1990, (“Sepan Cuántos,” no. 200), p. 55. 
11 Pedro Tamarón y Romeral: Libro registro de la segunda visita de Pedro Tamarón y Romeral, obispo de 
Durango, introducción y notas de Clara Bargellini y Chantal Cramaussel, México, Siglo XXI Editores, S. A. de 
C. V., 1997, (serie Los Once Ríos), p. 191-192. 
12 La vara castellana equivale a 83.5 cm. 
 
9 
 
(aproximadamente 10 m.), seis de ancho (aproximadamente 5 m.) y la sacristía con diez varas de 
largo (aproximadamente 8 metros con 35 cm.) y seis y cuarta de ancho (aproximadamente 5 
metros con 22 cm.). El altar mayor es de madera, maqueado y dorado. En este se halla una imagen 
del Señor San Miguel, de bulto, de una y media vara de alto (aproximadamente 1 metro con 25 
cm.). También hay un cuadro del Señor Crucificado, otro de San Pedro, y dos cuadros de dos 
ángeles. El sagrario tiene sus cortinas por dentro de lustrina blanca y pabellón de lo mismo, con su 
crucifijo de bronce. El 30 de junio Pedro Tamarón y Romeral mandó techar cuanto antes el cañón 
de la iglesia y le dio el título de teniente de cura de la villa de Culiacán a don Timoteo de la Vega. 
No habla de las características que tiene la población, pero según una relación levantada por los 
vecinos en 1793, Culiacán contaba con 549 familias. Sumaban aproximadamente 2 mil 660 
personas, pero parece ser que en este censo no se incluye a indios y a mestizos.13 A partir del 19 
de julio de 1796, antes de consagrarse como obispo, gobernó la diócesis fray Francisco de Jesús 
Rouset. Él fundó una cátedra de latinidad y, como la plaza era muy amplia (fig. 1) se propuso erigir 
ahí un seminario y una catedral.14 Como murió el 14 de abril de 1814, sólo alcanzó a dejar, para 
tales obras, muchas piedras labradas. Desde su muerte hasta el 18 de agosto de 1817 gobernó la 
mitra en sede vacante don Joaquín Calvo, en seguida don Francisco de Angulo, y a partir del 18 de 
mayo de 1818 tomó posesión como quinto obispo fray Bernardo del Espíritu Santo. 
 
13 Antonio Nakayama Arce, Culiacán, México, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1988, (Colección Rescate 
no. 7), p. 22. 
14 Eustaquio Buelna: Compendio histórico, geográfico y estadístico, 2ª. ed., Culiacán, Sinaloa, México, 
Editorial Culiacán, S. A., 1978, p. 82. 
 
10 
 
Culiacán después de la 
época de la Colonia. 
Durante las dos primeras 
décadas del siglo XIX, las 
condiciones para el 
desarrollo de Culiacán no 
eran muy favorables. Fue 
hasta la tercera década, el 19 
de julio de 1823, que el 
Congreso constituyente de 
México, al declarar divididas las provincias de Sinaloa y Sonora, fijó la residencia de los poderes de 
Sinaloa en la villa de Culiacán, suceso con el cual adquirió la categoría de ciudad.15 Dejó de ser 
capital en 1824, año en que se formó el Estado Interno de Occidente16, a pesar de que era una 
ciudad muy importante. Seguía siendo residencia de los obispos, y Fray Bernardo del Espíritu 
Santo, que estaba ejerciendo ese puesto en Culiacán, estaba haciendo grandes esfuerzos por 
continuar con el acopio de materiales para construir el templo nuevo y el seminario propuestos 
por su antecesor. Falleció en 1825, y con su muerte los materiales que se habían acopiado hasta 
entonces para tal fin se empezaron a desperdiciar.17 Como no había obispo, los propósitos de 
construir los edificios antes mencionados se vinieron abajo, además de que tanto la iglesia como la 
capilla con las que contaba Culiacán quedaron abandonadas. 
 
15 Eustaquio Buelna: Apuntes para la historia de Sinaloa, int. de Genaro Estrada, México, Universidad 
Autónoma de Sinaloa, 1966, (Colección Centenario), p. 23. 
16 En este periodo la capital fue El Fuerte, Cosalá, El Rosario y Álamos, respectivamente. 
17 Memoria citada ampliamente por Alfredo Ibarra Jr: Sinaloa en la cultura de México, México, Editorial 
Hidalgo, 1944, p. 27. 
fig. 1 Plano de Culiacán de 1804. Fuente: Martín Sandoval Bojórquez, Luis F. Molina y la 
arquitectura porfirista en la ciudad de Culiacán. 
 
11 
 
Juan M. Riesgo y Antonio J. Valdés, en la memoria estadística rendida en 1828 le asignan a 
Culiacán entre 5000 o 7000 habitantes, y la describen como la ciudad de mayor forma en el 
estado. Informan que se halla colocada en un hermoso plano, y dicen que sus calles son rectas y 
de bastante extensión. Aseguran que la plaza principal es espaciosa, decorada con muchas casas 
con portales también de mucha extensión, y que éstas le dan a la plaza una vista agradable. 
Afirman que la iglesia, situada en este lugar, es un gran barracón sin forma de arquitectura ni torre 
ni campanas, y que: “El interior es intolerable por la fetidez que le comunican los murciélagos de 
que está plagada.”18 Como no hablan de la torrecita, lo más seguro es que se refieran sólo a la 
capilla mencionada anteriormente, que era la más amplia. 
El 9 de junio de 1829 se dio en Culiacán un levantamiento a favor de la división del Estado 
de Occidente, y para celebrar dicho acontecimiento, el 22 de julio de este mismo año se decretó la 
erección de una columna en la plaza principal.19 En 1830 se dio la separación legalmente definitiva, 
y en 1831, al crearse el estado de Sinaloa, Culiacán volvió a ser su capital y fue entonces que 
comenzó a adquirir su fisonomía meramente urbana. No se sabe a partir de cuándo, pero ahora la 
iglesia estaba en mejores condiciones. En 1832, Antonio Fernández Rojo, cura propio y vicario 
superintendente de esta parroquia y su partido, hizo un inventario y lo entregó a Franco Vidales, 
sacristán y cantor responsable de lo existente a partir de entonces, en el cual describe la parroquia 
como de una sola nave con sus dos capillas o cruceros, construida de piedra y mezcla y techada de 
madera, ladrillo y mezcla. Informa que su coro y órgano se encuentran en estado de servicio, y que 
existe un cajón de madera con su correspondiente puerta, chapa y llave en que se conserva la 
 
18 Juan M. Riesgo y Antonio J. Valdés: “Memoria estadística del Estado de Occidente,” en Sergio Ortega y 
Edgardo López Mañón (compiladores): Sinaloa. Textos de su historia, vol. 1, México, Gobierno del Estado de 
Sinaloa-DIFOCUR-Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1987, p. 80-117. También está citada 
ampliamente por Alfredo Ibarra Jr: Sinaloa en la cultura de México, México, Editorial Hidalgo, 1944, p. 27. 
19 Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 33. 
 
12 
 
máquina de un reloj paralizado.20 No informa si tiene torre, y por lo tanto no se sabe si se refiere a 
la iglesia parroquial anteriormente descrita o a la capilla. Sin embargo es probable que al 
comenzar esta década del siglo XIX todavía existieran las dos. De la iglesia se conoce una fotografía 
(fig. 14), gracias a la cual se puede afirmar que era un templo sencillo, de planta rectangular, con 
cinco contrafuertes en su costado izquierdo y lucía una torre también cuadrangular. La capilla, en 
cambio, es probable que se haya demolido al llegar a Culiacán el obispo Lázaro de la Garza y 
Ballesteros. 
Lázaro de la Garza y Ballesteros y su aporte a la arquitectura de Culiacán. 
Después de catorce años sin prelado, Culiacán 
comenzó ciertos cambios fisonómicos importantes con 
la llegada de Lázaro de la Garza y Ballesteros21 en 
1838, año en que este obispo de la diócesis de Sonora 
y Sinaloa abrió el Seminario Tridentino,22 la primera 
institución de educación superior en esta ciudad. Al 
abrirlo, promovió y realizó algunos conjuntos 
arquitectónicos modernos que se conocen, 
construyendo en primer lugar, a partir de 1839, el 
edificio que albergó al Seminario (fig. 3). Él trazóel 
plan, hizo los oficios de arquitecto, albañil, cantero y 
 
20 “INVENTARIO de las alaxas, ornamentos, paramentos […]” en Antonio Nakayama: Documentos inéditos e 
interesantes para la historia de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, México, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981, 
(Rescate, no. 10), p 85. 
21 Nació el 17 de diciembre de 1785 en el pueblo del Pilón, de la entonces provincia y hoy estado de Nuevo 
León. Murió en Barcelona, España, a las diez de la noche del 11 de marzo de 1862. 
22 “De los Distritos,” El Correo de la Tarde, Mazatlán, sábado 15/08/1891, p. 1, no. 1,872. 
Fig. 2 Lázaro de la Garza y Ballesteros. S. HERNÁNDEZ 
LITOG, LIT. H. IRIARTE MÉXICO. Fuente: Francisco 
Sosa: El episcopado mexicano… 
 
13 
 
carpintero.23 El ayuntamiento de Culiacán, que en este tiempo sesionaba en una pieza arrendada a 
don Luis Vega, en este mismo año acordó, en sus sesiones del 5 y 7 de enero, nombrar una 
comisión para que se encargara de la conclusión de la casa consistorial (actual Museo de Arte de 
Sinaloa), que causó un monto de 860 pesos. Además por estos mismos acuerdos la ciudad se 
dividió en dos secciones,24 y estas son señales de que en este tiempo se mejoró en su aspecto 
físico, porque también el 23 de enero de 1839 el ayuntamiento acordó que de los fondos 
municipales se costeara un carretón y una bestia para tirar la basura de la población. Al mozo 
encargado de tal labor se le pagaba la cantidad de diez pesos mensuales. También en este periodo 
de cambios, el 7 de marzo de 1839, el ayuntamiento adjudicó 80 varas (aproximadamente 66 
metros con 80 centímetros) de terreno de la plaza a don Joaquín Burgos. Quedó mucho más chica, 
y a la plaza del mercado, por su parte, se le dio la forma de parián formando un cuadro y dejando 
amplias entradas. A partir del 16 de mayo de este mismo año se prohibió hacer excavaciones en el 
lugar conocido como de “Los adobes,” situado al poniente de la ciudad, y en la sesión del primero 
de junio de 1840 se decretó que en la cárcel se pusiera una tapia, que en la casa consistorial se 
construyera el frontis, y en la sesión del 22 de agosto de este mismo año se adjudicó a la Curia un 
solar para un cementerio y se dividió la ciudad ahora en cuatro fracciones. El crucero fue la 
medianía de las calles que formaban las esquinas del Cajón de don Antonio Aguirre, la de la 
Municipalidad, la de la casa de doña Francisca Banderas y la de la señora Jesús Vega de Tirado. Los 
miércoles y los sábados se barrían las calles, y éstas se estaban arreglando respetando las 
propiedades particulares. En general, se estaba invirtiendo mucho en ornato de la ciudad, pues la 
 
23 “EL ILLMO. SR. D. LÁZARO DE LA GARZA Y BALLESTEROS,” en Francisco Sosa: El episcopado mexicano. 
Galería biográfica ilustrada de los Illmos. Señores Arzobispos de México desde la época colonial hasta 
nuestros días, México, imprenta de Jens y Zapiain, 1877, p. 224-228. 
24 “Acuerdos del ilustre ayuntamiento de Culiacán, 1839-1842,” en Antonio Nakayama: Documentos inéditos 
e interesantes para la historia de Culiacán, p. 99. 
 
14 
 
plaza se remataba para que ahí se llevaran a cabo diversiones públicas que comenzaban en los 
primeros días de diciembre y terminaban aproximadamente hasta el 15 de enero de cada año. 
El edificio del Seminario lo 
terminó e inauguró don Lázaro de 
la Garza y Ballesteros en 1842. 
Ubicado en lo que en ese tiempo 
era el límite sur (actual calle 
Mariano Escobedo), es un edificio 
poseedor de un estilo ecléctico 
con el predominio de líneas 
horizontales. Sobresalen en su 
fachada algunas figuras 
geométricas, y tiene dos balaustradas, una a cada lado, que acentúan su simetría; construido de 
cantera en su totalidad, se considera haber sido el primero de dos plantas que existió en Culiacán. 
Al frente no había calle. Ahí se construyó una pequeña plaza, que a partir de entonces fue 
conocida como Plaza del Seminario, y como la calle de San Isidro (actual Escobedo) tampoco 
existía, es probable que dicha plaza abarcara todo el costado derecho del edificio. Por lo menos se 
sabe que ese predio era propiedad del Seminario. 
Es probable que además de estos cambios fisonómicos, también en 1842 se haya demolido 
la antigua capilla. La pequeña iglesia sobrevivió, con su torrecita descrita anteriormente, pero 
contiguo a ésta el obispo dio principio a los trabajos para construir un nuevo templo (fig. 14, 21 y 
22). De este monumento religioso don Lázaro de la Garza y Ballesteros trazó la planta de cruz 
Fig. 3 Seminario Tridentino de Sonora y Sinaloa (actual Palacio Municipal), 
construido por don Lázaro de la Garza y Ballesteros. Foto Sergio Uzárraga. 
 
15 
 
latina, y levantó unos muros de dos metros de altura.25 Así permaneció esperando mejores 
tiempos, porque eran otras las necesidades de la ciudad de Culiacán. Es posible que la situación 
haya sido precaria, o que haya tenido problemas de salud fuertes, porque en 1843, según la 
información proporcionada por el viajero Albert M. Guilliam, Culiacán contaba con sólo 5000 
habitantes.26 Además, fue el 13 de mayo de 1844 cuando el mismo obispo, Lázaro de la Garza y 
Ballesteros, se vio en la necesidad de poner en servicio el Panteón San Juan, ubicado al final de la 
Calle del Seminario (actual Benito Juárez). 
En 1846, al darse en Culiacán cierto progreso 
económico debido al auge de la minería, en la 
esquina de la calle De la Tercena (actual Antonio 
Rosales) y callejón De los Artesanos (actual calle Juan 
Carrasco) se abrió la Casa de Moneda (fig. 4),27 y con 
fondos del estado28 se construyó un edificio también 
de estilo ecléctico con algunas reminiscencias jónicas 
que en su portada luce, además de las volutas, una arquivolta 
adornada, en su parte alta, con un mascarón que representa a un 
rostro masculino (fig. 5). Con arcos de medio punto y de herradura, 
junto con los edificios construidos por Lázaro de la Garza y 
Ballesteros, se cree que es este uno de los más antiguos que, a 
duras penas, permanecen todavía de pie. 
 
25 Martín Sandoval Bojórquez: Luis F. Molina y la arquitectura porfirista en la ciudad de Culiacán, Culiacán, 
Sinaloa, México, DIFOCUR, H. Ayuntamiento de Culiacán, La Crónica de Culiacán, 2002, p. 42. 
26 Ver Albert M. Guilliam: “Culiacán, Cosalá y Mazatlán en la descripción de un viajero, 1843,” en Sergio 
Ortega y Edgardo López Mañón (compiladores), Op. Cit., p. 210. 
27 Antonio Nakayama Arce, Sinaloa. Un bosquejo de su historia, p. 247. 
28 Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 115. 
Fig. 4 Casa de Moneda (actual tienda comercial). Foto 
Sergio Uzárraga. 
Fig. 5 El Mascarón, uno de los detalles
de la arquivolta de la Casa de Moneda. 
Foto Sergio Uzárraga. 
 
16 
 
A pesar de la epidemia terrible de cólera morbus que acabó con una buena parte de la 
población de Culiacán en 1851, en 1852 esta ciudad vivía un momento de esplendor. Tenía 
aproximadamente 12,000 moradores,29 y urbanística y arquitectónicamente mejoró 
considerablemente. Francisco de la Vega, gobernador en turno, el 9 de abril de 1852 decretó una 
ley sobre construcción de fincas por medio de la cual obligó a los dueños de solares que no 
estaban fabricados para que lo hicieran en un plazo de seis meses. Dispuso que los propietarios 
pusieran al frente de sus construcciones una tapia de “competente altura,”30 y quien no lo hiciera 
estaba expuesto a perder su propiedad. Por eso a partir de este año, además de nuevas 
construcciones que se realizaron, se tiene noticia de que se llevaron a cabo varias mejoras en la 
ciudad. En 1855, por ejemplo, el ilustrísimo don Pedro Loza y Pardavé continuó la construcción del 
nuevo templo (fig. 22), aunque siguió sin concluirse debido a la problemática social que se desató 
con las leyes de reforma y conlos constantes cambios de residencia de los poderes del estado al 
puerto de Mazatlán. 
 
 
29 Francisco Gómez Flores: “El Ex San Miguel de Culiacán y la actual Culiacán Rosales (Croquis de una 
odisea.)”, apéndice I en Sergio López Sánchez: El teatro Ángela Peralta de Culiacán Rosales (De trenes, tedio 
y espectáculos a fines del siglo XIX), Culiacán, Sinaloa, México, Instituto Sinaloense de Cultura, 2010, p. 224-
225. Ver también “Noticias estadísticas de Sonora y Sinaloa, compiladas y amplificadas para la comisión de 
estadística militar: por el Lic. D. José Agustín de Escudero,” en Sergio Ortega y Mario López Mañón, Op. Cit., 
p. 302. 
30 “Ley sobre construcción de fincas,” El Correo de la tarde, Mazatlán, sábado 17/07/1897, p. 1, no. 3,892. 
Esta ley estuvo vigente todo el resto del siglo. 
 
17 
 
Los trazos de la ciudad y 
sus nuevas circunstancias. 
En 1861, año en que el 
gobernador Plácido Vega 
solicitó a la Comisión 
Científica de Geografía, 
Deslinde y Estadística del 
Estado de Sinaloa la 
elaboración de un plano 
topográfico de Culiacán (fig. 
6), esta ciudad tenía buenas 
condiciones en sus trazos. Aunque sus calles y callejones eran muy 
estrechos y en varias partes estaban obstruidos por edificaciones 
particulares, el plano muestra un casco urbano consolidado y da una 
visión más o menos clara de lo que era la ciudad, entrada la segunda 
mitad del siglo XIX. En este plano todavía no aparecen el Callejón de los 
Artesanos (actual calle Juan Carrasco) ni el Callejón del Oro (actual calle 
Domingo Rubí), porque además de ser sólo unos pasadizos, su longitud 
únicamente abarcaba de la calle Del Comercio (actual Ángel Flores) a la 
calle Libertad (actual Rafael Buelna); es decir, sólo dos manzanas. 
Una de las calles de más movimiento social era la De la Tercena (actual Antonio Rosales), 
que se llamaba así por el estanco de tabaco ubicado en un edificio (fig. 12) del periodo colonial 
que llevaba también el mismo nombre. Físicamente Culiacán estaba bien, pero muchas de las 
casas estaban abandonadas. Por un lado las epidemias provocaron la muerte de numerosos 
Fig. 7 Plácido Vega. Foto La 
Crónica de Culiacán. 
fig. 6 Plano de la ciudad de Culiacán, levantado en 1861 por orden del gobernador Plácido 
Vega. Fuente: Martín Sandoval Bojorquez, op. cit. 
 
18 
 
habitantes y por otro los movimientos sociales, hicieron que varias construcciones quedaran solas. 
Después de que la Brigada de Sinaloa y el escuadrón Guías de Jalisco, dando pruebas de su arrojo y 
al mando del general Antonio Rosales, el 22 de diciembre de 1864 obtuvieron la victoria en contra 
de los franceses al derrotarlos en el pueblo de San Pedro, la situación de Culiacán cambió 
favorablemente. Para celebrar e inmortalizar el acontecimiento del patriota, el 29 de agosto de 
1868 el diputado Francisco Verdugo Amador turnó al Congreso local una iniciativa que para el 21 
de septiembre31 de este mismo año se elevó a decreto y por medio del cual la ciudad de San 
Miguel de Culiacán comenzó a llamarse Culiacán Rosales. A partir de entonces la hermosearon y 
mejoraron en varios aspectos, y se propusieron erigir una estatua que representara al vencedor de 
la batalla de San Pedro. Concedieron también a la ciudad una feria anual, franca de derechos, para 
celebrar su victoria. Para realizar esta festividad se fundó una plaza circular en un lugar llamado La 
Cruz del Perdón, la cual a partir de entonces se llamó Plaza Antonio Rosales (fig. 23), y la calle que 
anteriormente se llamaba De la Tercena adquirió también el nombre de este héroe inmortal. 
Como esta vía pasa por un costado de la Plaza Principal o Plaza de Armas (fig. 10, 14 y 21), los 
habitantes de Culiacán la usaban, junto con la Calle del Comercio, para trasladarse a la Plaza 
Rosales, y estos lugares eran en ese tiempo los de mayor movimiento social. 
Con Benito Juárez en la presidencia de la república y Domingo Rubí en el gobierno de 
Sinaloa, la capital del estado fue el puerto de Mazatlán. Esta ciudad, cosmopolita por recibir 
personas de diversas nacionalidades, estaba gobernada por los comerciantes extranjeros. Lo que 
ellos decían era lo que se hacía, y aunque evadían los impuestos, aún así acarrearon beneficios 
para todo el estado. La instrucción pública, por ejemplo, comenzó a cobrar una importancia32 
 
31 Antonio Pineda: El vago del malecón, Culiacán, 1988, p. 54, citado por Sergio López Sánchez en El teatro 
Ángela Peralta de Culiacán Rosales (De trenes, tedio y espectáculos a fines del siglo XIX), Culiacán, Sinaloa, 
México, Instituto Sinaloense de Cultura, 2010, p. 17. 
32 Así sucedió en todo Sinaloa. Ver Marcial: “De los Distritos,” El Correo de la Tarde, Mazatlán, Sinaloa, 
sábado 15/08/1891, p. 1, no. 1,872. 
 
19 
 
nunca antes vista, y de esta manera Culiacán se benefició también en estos aspectos. La única 
institución de educación superior seguía siendo el Colegio Seminario, pero se empezó a prestar 
una intensa atención a la educación primaria. 
De acuerdo al censo de 1869, Culiacán contaba con 4382 habitantes.33 Vivía un periodo de 
decadencia debido a tantas enfermedades y asaltos que sufría por parte de quienes se levantaban 
en armas. El 31 de marzo de 1871, entre las nueve y diez de la mañana, las fuerzas que acaudillaba 
Cristóbal Andrade asaltó la ciudad. Comandaba aproximadamente a 60 hombres, quienes 
recorrieron las calles del centro de la ciudad y pusieron en libertad a los que se encontraban en la 
prisión.34 Culiacán estaba en crisis, y por eso en estos años, según percepción de Francisco Gómez 
Flores, se componía de caserones ruinosos, solares escuetos y cercos desvencijados. Tenía, según 
él, solamente 5000 vecinos,35 que compartían su derecho de vecindad con los murciélagos. Los 
edificios más importantes eran el seminario (fig. 3), la casa de moneda (fig. 4) y la antigua 
parroquia (fig. 14 y 21). 
Después de varios levantamientos armados, en 1873 había todavía mucha desconfianza en 
el comercio, desaliento en las empresas y desmoralización en los funcionarios y empleados 
públicos. Los partidos políticos todo lo trastornaban,36 pero el Congreso del estado, instalado en 
Culiacán por propuesta del gobernador Eustaquio Buelna, el 20 de septiembre de este año declaró 
a esta ciudad como la capital de Sinaloa,37 y de nueva cuenta Culiacán concentró los poderes del 
estado. Huyéndole a la influencia política de los comerciantes extranjeros, los cambió de Mazatlán 
 
33 “Extracto del censo de la población general del Estado, según los padrones practicados en cumplimiento 
del decreto Supremo 11 de Noviembre último,” La Regeneración de Sinaloa, Mazatlán, jueves 13/05/1869, 
p. 1. 
34 “Prefectura del Distrito de Culiacán,” Boletín Oficial del Estado de Sinaloa, Mazatlán, viernes 31/03/1871, 
p. 3, no. 49. 
35 Francisco Gómez Flores, Op. Cit., p. 225. 
36 “Editorial,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, domingo 18/07/1886, p. 1, no. 28. 
37 Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 181. 
 
20 
 
a Culiacán, y desde entonces las autoridades superiores de Sinaloa tuvieron más libertad en su 
acción legal. Ya no estuvieron más a merced de especulaciones extranjeras, y pudieron comenzar a 
dictar medidas hacendarias que económicamente fueron más favorables. 
El gobernador se instaló en la antigua Casa Consistorial 
(actual Museo de Arte de Sinaloa), en este tiempo propiedad 
de la familia Martínez de Castro. Ubicada en la esquina de las 
calles Libertad (actual Rafael Buelna) e Independencia (actual 
Ruperto L. Paliza), a partir de entonces el gobierno pagó una 
renta mensual por este local y empezó a ser conocida como la 
Casa de Gobierno. La situación económica del erario no daba 
para tener edificio propio, y aparte de que les ocasionaba el 
gasto,hablaba de la debilidad o la poca firmeza del gobierno de 
ese tiempo. 
Primera institución educativa laica de estudios superiores. 
Siendo una vez más capital del estado, el primero de marzo de 1874 el gobernador Eustaquio 
Buelna reabrió en Culiacán una institución educativa que había fundado en Mazatlán el 5 de mayo 
del año anterior con el nombre de Liceo Rosales. A partir de su reapertura se llamó Colegio Rosales 
(actual Universidad Autónoma de Sinaloa),38 y comenzó a ofrecer a los habitantes de Culiacán 
educación laica. Así fue posible formar a los educandos de acuerdo a lo que la sociedad 
necesitaba, y se dio de esta manera una nueva etapa en la historia de Culiacán. 
 
38 Un año antes se abrió en Mazatlán con el nombre de Liceo Rosales, pero en esta fecha se cambió a 
Culiacán. Ver Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 182. 
Fig. 8 Lic. Eustaquio Buelna, gobernador de 
Sinaloa y fundador del Colegio Rosales 
(actual Universidad Autónoma de Sinaloa). 
Foto La Crónica de Culiacán. 
 
21 
 
El día en que las elecciones para gobernador dieron la victoria al general Francisco Cañedo, 
las condiciones en muchos aspectos comenzaron a cambiar otra vez favorablemente. Tomó 
posesión el 4 de junio de 1877, e inició su gobierno con el apoyo de intelectuales como don 
Eustaquio Buelna, quien inmediatamente le presentó su obra Compendio histórico, geográfico y 
estadístico y le propuso que se la publicara. En dicha obra se dice que Culiacán se extiende a lo 
largo del río para tener cerca el agua porque no hay acueducto para distribuirla en la población.39 
Se informa también que Culiacán tiene ocho largas calles de oriente a poniente y que varias de las 
transversales son más bien callejones. Describe a Culiacán 
como una ciudad con cuatro plazas, una de las cuales es la 
del mercado. Otra es la Plaza Constitución, que es amplia y 
hermosa, y está rodeada de dos hileras de naranjos. Tiene 
elegantes portales exteriores en las casas de tres de sus 
lados, y en el cuarto lado, hacia el sur, está custodiada por 
el pequeño templo católico viejo. El nuevo, considerado de 
formas y dimensiones adecuadas a la categoría de iglesia 
matriz o catedral, en este año avanza un poco más. Se sigue 
con su construcción, y Culiacán cuenta, además, con una 
capilla en la casa episcopal y otra ubicada en el Seminario. 
La tercera plaza es la que se encuentra enfrente del Seminario, y la cuarta la Plaza Rosales. 
Ubicada en la parte occidental de la ciudad, Eustaquio Buelna describe a esta última como de 
forma ligeramente elíptica con vista hacia los dos ríos. A partir de esta descripción se deduce, por 
lo tanto, que esta plaza era el límite poniente de la ciudad. Respecto de otros aspectos, Eustaquio 
Buelna informa que Culiacán cuenta con dos panteones, de los cuales sólo uno se encuentra en 
 
39 Eustaquio Buelna, Compendio histórico, geográfico y estadístico, p. 116. 
Fig. 9 General Francisco Cañedo. Foto La Crónica 
de Culiacán. 
 
22 
 
buen estado. Dice también que La Tercena es uno de los edificios notables y que, siendo antes 
oficina de los tabacos estancados, en este tiempo es de propiedad particular. 
En estas circunstancias, Francisco Cañedo tomó posición de su cargo, y pronto comenzó a 
organizar la administración y a realizar algunas reformas. Con él, la política entró en una fase de 
cierta tranquilidad, y el sistema fiscal, recién creado, mejoró un tanto. Como encarriló la marcha 
de su administración sobre bases más sólidas, se empezaron a crear las condiciones para que 
Culiacán entrara a la ola de progreso que ya envolvía a la mayor parte de la república mexicana. 
Bajo su iniciativa se elaboraron leyes hacendarias que empezaron a salvar al erario de la tristísima 
situación en que se hallaba, y algunas de sus reformas importantes (aunque varias se quedaron en 
meras propuestas), fueron en el campo de la educación. El 19 de enero de 1878, por ejemplo, 
decretó la ley número 52, por medio de la cual estableció el internado en el Instituto Profesional 
Rosales. Esta ley comenzó a observarse en enero de 1880, y en este tiempo, pensando que esta 
institución educativa se iba a ver en nuevas necesidades, su rector, el ingeniero Luis G. Orozco, se 
propuso hacer economías de las cantidades que el gobierno ministraba mensualmente para los 
gastos de este instituto, con el fin de dotar al Colegio Rosales de edificio propio. Francisco Cañedo, 
por su parte, en este tiempo se ocupaba en fabricar, componer y ensanchar constantemente una 
casa40 que compró en 3000 pesos desde hacía ya varios años. Daba qué decir porque en dicha 
fábrica empleaba los carretones de la municipalidad para que le sacaran los escombros. Así no le 
costaba nada, pero debido a tal causa, se veían con frecuencia las calles llenas de basura. Había 
ciertas inconformidades con él, y ya casi para terminar su periodo gubernamental enfrentaba una 
situación un tanto difícil que se vio en la necesidad de protegerse con retenes. Todas las noches 
 
40 Esta casa puede ser la que actualmente ocupa la Escuela Libre de Derecho, ubicada por la calle Rosales. 
Ver Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 232. 
 
23 
 
los había en la Casa de Gobierno (actual Museo de Arte de Sinaloa) y otras alturas, y la noche del 7 
de julio de 1880 pusieron uno en las torres41 de la iglesia (fig. 22). 
PRIMER PERIODO DE URBANIZACIÓN 
La gran esperanza y las mejoras en la ciudad. 
El 7 de diciembre de 1880 tomó posesión como gobernador Mariano Martínez de Castro, 
ingeniero egresado del Colegio de Minería de la ciudad de México, y él no se tropezó ya con tantos 
obstáculos que en otro tiempo tenían más estancada la administración pública. Aprovechó esta 
situación para seguir adelante con el mejoramiento que promovió su antecesor, y se propuso 
sacar a la ciudad de la pobreza y aislamiento en que se encontraba. Bajo su mandato el estado de 
Sinaloa traspasó el 28 de diciembre de 1880 una concesión a Eduardo D. Adams para construir un 
ferrocarril del puerto de Altata a Culiacán42 con facultades para prolongarlo hasta Durango. En 
esta ciudad se conectaría, según se dijo, con el Ferrocarril Central, que iba de Paso del Norte (hoy 
Ciudad Juárez, Chihuahua) hasta la ciudad de México. Fue hasta el 28 de mayo de 1881 cuando el 
periódico El Estado de Sinaloa anunció: “Participamos á nuestros lectores que ya han principiado 
los trabajos del ferrocarril que unirá ésta capital con el puerto de Altata.”43 En seguida agregó: 
“Bien por tan importantísima mejora. Ojalá se concluya felizmente.” De esta manera se esperaba 
que Culiacán quedara libre de trabas que impedían su progreso, y a partir de entonces este 
ferrocarril se convirtió en la gran esperanza. Animó al gobernador para introducir otras mejoras, e 
inmediatamente inició la construcción de un kiosco en la Plaza Principal o Plaza de Armas. 
 
41 Así lo expresa Eustaquio Buelna en Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 236. Como el templo viejo tenía 
sólo una torre, es seguro que se refiere a las del templo nuevo (actual Catedral). Es la única referencia que 
tengo para afirmar que esas torres ya existían. 
42 Eustaquio Buelna, Apuntes para la historia de Sinaloa, p. 243. Ver también Daniel Cosío Villegas: Historia 
moderna de México. El porfiriato. Vida económica, vol.1, México, Editorial Hermes, 1965, p. 525. 
43 “GACETILLA,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, 28/05/1881, p. 3, no. 19. 
 
24 
 
En agosto de 1881 los ahorros que el ingeniero Luis G. Orozco, director del Colegio Rosales, 
tenía para comprar edificio para instalar en él a esa institución educativa, ascendían a 2,000.00. 
Con esta cantidad más mil pesos que el ingeniero JorgeDouglas, tesorero de la Junta Directiva, 
agenció comprometiéndose a pagar el uno por ciento mensual, acordaron comprar el edificio de 
La Tercena (fig. 12), ubicado al costado norte de la calle Antonio Rosales, entre el Callejón del Oro 
(actual Domingo Rubí) y la Calle del Indio Triste (actual Morelos). Comisionaron a Ramón Ponce de 
León, miembro de la Junta Directiva de Estudios, para negociar con la señora Rosario Zazueta, 
propietaria de dicho inmueble, y la escritura de compra-venta se otorgó el 13 de agosto de 1881. 
El edificio de La Tercena estaba viejo y derruido, y era de los últimos vestigios que quedaban del 
periodo colonial. Ahora se comenzaría a transformar con el laudable fin de dotar al Instituto 
Profesional Rosales de una finca propia.44 
Culiacán así mejoraba. Funcionarios como los del Colegio Rosales propiciaban su desarrollo, 
y el gobernador en turno, Mariano Martínez de Castro, animado por sus seguidores más cercanos, 
se esforzaba por hacer varias gestiones a favor de la ciudad. En el centro de la Plaza de Armas 
ordenó cultivar un jardín estilo parque inglés, en este tiempo muy en uso, y la estaba convirtiendo 
en un atractivo lugar de recreo. El 15 de septiembre de 1881, fecha en que rindió su primer 
informe, dio cuenta de la construcción del kiosco de la Plaza de Armas que, a imitación del que 
había en la Alameda Central de la ciudad de México,45 se estaba realizando en Culiacán. Informó 
que en esta obra ya se habían invertido 2,500.00, y que todavía estaba inconcluso.46 
Los trabajos para la construcción del ferrocarril habían avanzado a buen ritmo. El 12 de 
febrero de 1882 fueron entregados por la empresa y aceptados por el representante del gobierno 
 
44 “Editorial,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, domingo 18/07/1886, p. 1, no. 28. 
45 Afirmación de Francisco Verdugo Fálquez en Las viejas calles de Culiacán, Culiacán, Sinaloa, México, 
Universidad Autónoma de Sinaloa, 1981, (Colección Rescate, no. 8), p.229. 
46 Citado por Martín Sandoval Bojórquez en Op. Cit., p. 54. 
 
25 
 
los primeros cuatro kilómetros47 de vía férrea de Altata a Culiacán, y el 17 del mismo mes y año se 
inauguraron.48 Los trabajos continuaron con rapidez, y para el 21 de este mismo mes ya había 
nueve kilómetros construidos.49 El 5 de mayo de 1882 se hizo la inauguración oficial de los 
primeros 25 kilómetros de vía férrea. Llegaba hasta el pueblo de Bachimeto,50 a donde se trasladó 
el Gobernador con su comitiva, acompañado, además, de la Junta Patriótica de Culiacán. Ahí, junto 
con la Junta Patriótica de Altata, abordaron la locomotora que llamaron “Martínez de Castro,” que 
los condujo por primera vez al puerto en donde se llevó a cabo dicho acto solemne. Así, los 
habitantes de Altata y los de Culiacán celebraron la gloriosa Batalla de Puebla. Para al 15 de 
septiembre de este mismo año, fecha en que el gobernador rindió su informe, sólo faltaban ocho 
kilómetros para que dicha vía férrea tocara las puertas de la ciudad de Culiacán,51 y su 
construcción continuó de tal modo que para el 11 de febrero de 1883 el Ingeniero Inspector 
recibió dos kilómetros más de esta obra. Con esta entrega ya sumaban 60 kilómetros 
construidos,52 y con la terminación de estos últimos tramos de la gran serpiente de hierro que se 
construyó con capital estadounidense y como parte del Ferrocarril Occidental Mexicano, los 
habitantes de Culiacán vieron que su ciudad entraba, ahora sí, a la tan anhelada modernidad. Esta 
les permitiría, de acuerdo a la mentalidad de la época, gozar de lo más novedoso que llegaba para 
ofrecerles mayores comodidades. Se construyeron 62 kilómetros de vía férrea, que los pobladores, 
muy pendientes de sus avances, por fin vieron que llegó esa máquina espolvoreando humareda 
hasta El Vallado, en donde improvisaron una estación. Después la vía se prolongó hasta el solar de 
Jesús Tavizón, localizado en la orilla sur de Culiacán y en el que posteriormente construyeron la 
estación definitiva. Se inauguró el 24 de febrero de 1883, con tráfico de pasajeros y carga desde la 
 
47 “Gacetilla,” El Diario del Hogar, México D. F., martes 21/02/1882, p. 3, no. 120. 
48 “Gacetilla,” El Diario del Hogar, México D. F., domingo 26/02/1882, p. 3, no. 125. 
49 “GACETILLA,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, viernes 21/02/1882, p. 3, no. 8. 
50 “GACETILLA,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, viernes 05/05/1882, p. 2, no. 18. 
51 “Discurso pronunciado en la apertura del primer periodo de sesiones del undécimo Congreso del Estado,” 
El Municipio de Mazatlán, Mazatlán, sábado 07/10/1882, p. 1, no. 34. 
52 “Gacetilla,” El Diario del Hogar, México D. F., domingo 11/02/1883, p. 6, no. 125. 
 
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ciudad de Culiacán al puerto de Altata,53 y a partir de entonces constantemente hizo su recorrido 
entre estos dos lugares estimulando el comercio y fomentando la industria. Se daba un gran 
movimiento de población entre estas dos localidades porque este puerto era un eslabón muy 
importante de una cadena de ranchos y porque, además, era el punto que conectaba a Culiacán 
con numerosas ciudades a lo largo del Pacífico Mexicano con las que se relacionaba 
comercialmente. Con este logro la vida económica de los habitantes de la capital sinaloense se 
transformó, y se pensó que ahora sí se integraba al concepto porfirista de progreso. Ahora los 
habitantes de Culiacán tendrían más al alcance los últimos adelantos científicos, tecnológicos o 
culturales en general, y obtendrían, de esta manera, un mayor bienestar. 
Logros que simbolizaron la llegada del progreso. 
Aunque desde hacía tiempo el gobernador estaba facultado por la asamblea legislativa para 
construir en los suburbios de Culiacán una penitenciaría, para contratar el establecimiento de un 
banco, para edificar un palacio y para organizar compañías que introdujeran el agua desde el río 
Humaya, en lo que había avanzado era en la reconstrucción del edificio de La Tercena (fig. 12). En 
el informe que rindió en marzo de 1883 ante el Congreso del Estado, dijo: “[…] en este periodo de 
tiempo he hecho avanzar de un modo considerable, las reparaciones del hermoso edificio que fue 
comprado para el ‘Colegio Nacional Rosales’ con los fondos del mismo.”54 Era uno de sus mayores 
logros, y como la paz prevalecía, las condiciones para que los habitantes de Culiacán demandaran 
diversiones de todo tipo eran mejores. El gobernador Mariano Martínez de Castro, entonces, 
comenzó a crear espacios para las artes de la escena, especialmente para el teatro. El sábado 23 
de junio de 1883, El Siglo Diez y Nueve publicó la noticia de que el gobernador de Sinaloa y el 
 
53 Carlos Grande: Sinaloa en la historia. De la Independencia a los preludios de la Revolución mexicana, vol. 2, 
Culiacán, Sinaloa, México, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1998, p. 364. 
54 “MENSAJE DEL GOBERNADOR DEL ESTADO, Y CONTESTACIÓN DEL PRESIDENTE DEL H. CONGRESO AL 
INAUGURAR EL 2º. PERIODO DE SUS SESIONES ORDINARIAS,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, sábado 
17/03/1883, p. 2, no. 13. 
 
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diputado Luis Rivas García erigirían un teatro.55 La idea era genial y muy emocionante, pero 
además este mismo día La Patria dio la noticia de que la Santa Sede acababa de decretar la 
erección de una nueva diócesis.56 Se refería a la de Sinaloa, con sede en Culiacán, que se 
desprendió de la de Sonora quedando regida por el primer obispo, el ilustrísimo José de Jesús 
María Uriarte y Pérez. Fue así que, con la propuesta de teatro y con el nombramiento del primer 
obispo de la diócesis de Sinaloa, comenzó en Culiacán un nuevo periodo prolífico en el aspecto 
arquitectónico. Los funcionarios públicos y algunos particulares promoverían la construcción del 
teatro, y el obispo se esforzaría por la construcción de un hospital (fig. 13) y por la terminacióndel 
templo que estaba comenzado (fig. 22). 
Al finalizar agosto de 1883 se dijo que en Culiacán muchas fincas estaban en construcción, y 
que se necesitaban albañiles. La distribución de los espacios se hacía desordenadamente, porque 
el ayuntamiento, desde los últimos movimientos sociales en que se perdieron todos los archivos, 
no tenía ni siquiera un plano de la ciudad. Como Ramón Félix y Buelna, alumno del Colegio 
Rosales, había trazado uno, el doctor Ruperto L. Paliza propuso al ayuntamiento se lo comprara 
por la cantidad de 25 pesos.57 
Como las enfermedades causaban muchas muertes, estaban construyendo un nuevo 
panteón. En estos días el señor Toribio Barrantes donó mil pesos para que se invirtieran en 
mejoras materiales, de los que quinientos estaban destinados a la construcción de este panteón,58 
y con esta donación se avanzaría un poco más. La construcción de esta obra se hizo más necesaria 
porque la epidemia de fiebre amarilla que se presentó en Mazatlán en los últimos días de agosto 
de 1883, se extendió a la capital sinaloense en forma alarmante. Para el 19 de septiembre ya había 
 
55 “Gacetilla,” El Siglo Diez y Nueve, México D. F., sábado 23/06/1883, p. 3, no. 13,539. 
56 “Gacetilla,” El Diario del Hogar, México D. F., sábado 23/06/1883, p. 2, no. 237. 
57 Acta de cabildo, sesión ordinaria del 25 de agosto de 1883, en Catálogo de actas de cabildo, tomo II, p. 
110. 
58 “Noticias de los Estados,” El Diario del Hogar, México D. F., viernes 31/08/1883, p. 2-3, no. 296. 
 
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provocado la muerte de setenta y siete59 personas en Culiacán, y tenía aterrados a todos los 
pobladores. Las nuevas construcciones y todas las obras ornamentales que estaban realizando en 
la ciudad se paralizaron, y se retomaron a partir de los primeros meses de 1884. Este año lo 
iniciaron cambiando el aspecto de varios espacios públicos, mejorándolos y embelleciéndolos, a 
pesar de que la situación insalubre por la que estaban pasando no les permitía contar con los 
medios económicos para resolver algunos otros problemas. Había, por ejemplo, dos relojes 
públicos con la deficiencia de no marchar acordes en el adelanto o el atraso del tiempo, y ninguno 
de los dos lo marcaba de manera precisa.60 
 
59 “Noticias locales,” El Diario del Hogar, México D. F., viernes 28/09/1883, p. 2, no. 11. 
60 “Noticias de los Estados,” El Diario del Hogar, México D. F., martes 05/02/1884, p. 2-3, no. 122. 
 
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La Plaza Principal o Plaza de Armas, sin embargo, en este periodo sí pudo cambiar su 
aspecto rápidamente. Se terminó de plantar el jardín y se enlosaron las banquetas del rededor, y 
la noche del 5 de febrero de 1884, por iniciativa del gobernador, se inauguró el elegante y 
hermoso kiosco que desde hacía 
tiempo estaba construyendo el 
contratista Vicente Ferreira. Era un 
kiosco de hierro forjado cuyas 
columnas las fabricó la fundición de 
Mazatlán, y los demás elementos 
ornamentales traídos de los Estados 
Unidos. Su plataforma estaba 
ligeramente inclinada hacia el 
interior, y contaba con diez columnas de hierro que soportaban un complejo entablamento 
bellamente decorado. Los fustes de las columnas estaban divididos en tres partes. La primera iba 
de su basa, que se angostaba con su altura hasta llegar al barandal que rodeaba toda la estructura. 
La segunda, también más angosta en la parte más alta, remataba en el capitel donde descansaban 
arcos trilobulados de influencia mudéjar. La tercera parte estaba enmarcada a ambos lados por 
una decoración vegetal que formaban los arcos junto a las figuras geométricas que, en círculo, 
envolvían las liras que decoraban cada uno de los lados del arco.”61 El entablamento, adornado 
con elementos vegetales, tenía tres pequeñas cornisas que rodeaban todo el kiosco, y servían de 
base a la estructura conopial de metal que formaba el techo62 ojival ambientado por pequeños 
arcos con reminiscencias góticas. El día de la inauguración estos trabajos todavía no estaban 
terminados. Se seguía trabajando con intensidad, y así se llevó a cabo el acto inaugural, en la que 
 
61 Ver Martín Sandoval Bojórquez, Op. Cit., p. 57. 
62 Ibídem, p. 58. 
fig. 10 El kiosco en el siglo XX, todavía instalado en su lugar original. Actualmente 
se encuentra en la plaza del pueblo de Quilá. Foto La Crónica de Culiacán. 
 
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la numerosa concurrencia disfrutó de una noche iluminada con luz eléctrica, instalada 
especialmente para esta ocasión.63 Fue la cristalización de un gran esfuerzo con el que, al llevarse 
a cabo las constantes serenatas en este lugar, la sociedad de Culiacán vivió las emociones del 
romanticismo de este momento histórico, que se manifestó en una nostálgica devoción por la 
naturaleza y la vida al aire libre. 
En los primeros días de marzo de 1884, Joaquín Redo instaló luz eléctrica en su fábrica de 
azúcar La Aurora,64 y Vicente Ferreira estaba intentando, con el apoyo de las autoridades del 
distrito y las generales del estado, introducir el agua del río Humaya. También en estos días se dijo 
que pronto se iba a dar principio a las obras de la penitenciaría que, por propuesta del gobernador 
Mariano Martínez de Castro, pensaban levantar en Culiacán, y se informó que el ingeniero David 
Bravo65 ya había salido de Guadalajara rumbo a la capital sinaloense para dirigir dicha obra. 
David Bravo, discípulo del arquitecto español José Ramón Cuevas,66 tenía una gran 
experiencia con él.67 Al lado de su maestro había trabajado en la construcción de la penitenciaría 
de Guadalajara, fue autor del salón de sesiones del Palacio de Gobierno, y había realizado también 
la fachada de la Universidad de esta misma ciudad. Era un buen arquitecto, y llegó a Culiacán 
invitado por Mariano Martínez de Castro para trabajar con la ilusión y planes de realizar varias 
construcciones.68 
Había ánimo para cambiarle el rostro a la ciudad, terminando edificios que estaban 
comenzados, como era el caso del templo nuevo (fig. 22), y por construir otros como el del 
 
63 “Gacetilla,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, martes 12/02/1884, p. 3, no. 6. 
64 “Noticias de los Estados,” El Diario del Hogar, México D. F., miércoles 12/03/1884, p. 3, no. 153. 
65 Ibídem. 
66 Israel Katzman: Arquitectura del siglo XIX en México, México, Editorial Trillas, 1993, p. 343. 
67 Desde 1860 le tocó continuar la labor de su maestro en la penitenciaría de Guadalajara, y en 1872 
construyó el salón de sesiones del Palacio de Gobierno de esta misma ciudad. 
68 La penitenciaría de Culiacán se construyó mucho tiempo después; a él no le tocó realizarla. 
 
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hospital (fig. 13), el de la cárcel y el del teatro. En este tiempo la ciudad se extendía en la ribera del 
río. Si crecía, lo hacía sólo siguiendo su orilla. Hacia el sur no, a pesar de que la calle De los Infantes 
(actual boulevard Madero) ya existía. Los pobladores se asentaban en desorden porque no había 
síndico capaz de hacer una propuesta bien planeada para mejorar la ciudad. Por eso en Culiacán 
con frecuencia se vivía a obscuras, y sus calles, o más bien callejones, eran estrechos. La mayoría 
de las casas estaban sin enjarre y sin pintura, y muchas, incluso, todavía estorbaban el paso. Era 
necesario crear un ambiente más agradable y prolongar las calles, y con base en las facultades que 
tenía el ayuntamiento se empezaron a derrumbar algunas construcciones o a expropiar parte de 
los terrenos necesarios para abrir paso a las vías que por su falta de alineación eran un obstáculo 
para los transeúntes. El 9 de abril de 1884 se presentó ante el notario público Domingo Uriarte el 
señor Rómulo Rico, comisionado del ayuntamiento, para llevar a cabo un contrato de compra-
venta de un terreno, propiedad de Luis Martínez deCastro, con el fin de continuar la calle de La 
Sirena (actual Ignacio Zaragoza). El ayuntamiento, por convenio que hizo con Luis Martínez de 
Castro, le otorgó la cantidad de 400 pesos por ese terreno que medía 34 metros sesenta 
centímetros de largo por 9 metros 20 centímetros de ancho, necesario para prolongar dicha 
calle.69 Fue así como, ahora sin respetar la propiedad particular, comenzaron un periodo de 
apertura de calles tumbando todo lo que impedía gozar de las comodidades que les ofrecía el 
progreso. 
La construcción de teatros y otras obras arquitectónicas. 
El lunes 23 de junio de 1884, El Siglo Diez y Nueve publicó información sobre un proyecto para la 
construcción de un teatro que el ingeniero David Bravo presentó al gobierno de Sinaloa; dicho 
ingeniero se encargaría también de hacer la fachada del palacio, que sería, según se dijo, por el 
 
69 Acta de compra-venta, levantada por el notario Domingo Uriarte el 09/04/1884. 
 
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estilo de la que hizo para la Universidad de Guadalajara.70 Aunque este proyecto era todavía a 
largo plazo, el gobierno de Mariano Martínez de Castro, el ayuntamiento y la sociedad de Culiacán 
tenían pensado realizar otros e intervenir los edificios que estaban inconclusos. En los primero días 
de julio de 1884 el obispo José de Jesús María Uriarte y Pérez abrió una suscripción con el objeto 
de terminar las obras de la catedral y de comenzar, en la esquina que formaban las calles De la 
Barranca (actual Aquiles Serdán) y la Del Refugio (actual Miguel Hidalgo), la construcción de un 
hospital (fig. 13). Se dio a conocer que los recursos con los que contaba el señor Uriarte eran 
insuficientes71 para cubrir los crecidos gastos que estas obras demandaban, y por lo tanto ocupaba 
de la ayuda de todos para concluir tan importantes bienes públicos. Se reunieron donativos, y 
algunos opinaron que se construyera primero el hospital, que era el que hacía más falta, y que el 
nuevo templo (fig. 22) se continuara después.72 Por temor a las epidemias consideraban que era 
más necesaria la construcción de ese nosocomio, y porque además en este tiempo, debido a los 
problemas de salud que estaban viviendo, eran más los que morían que los que nacían. A 
mediados de julio de 1884 se sabía que la ciudad contaba con 8715 habitantes.73 
En las elecciones74 de este año salió nuevamente electo como gobernador el general 
Francisco Cañedo. Tomó posesión el 27 de septiembre de ese año con nuevos bríos. Este mismo 
día le envió una carta a Filomeno Mata manifestándole: “La prosperidad y el bienestar de Sinaloa 
son y serán el objeto de mis mayores deseos, y á ese fin tan justo como grato para mí, se han 
dirigido siempre todos mis esfuerzos, ya como simple ciudadano, ya con el elevado carácter con 
 
70 “Gacetilla,” El Siglo Diez y Nueve, México D. F., lunes 23/06/1884, p. 2, no. 13,852. 
71 “Gacetilla,” El Siglo Diez y Nueve, México D. F., sábado 19/07/1884, p. 2-3, no. 13,875. 
72 “Noticias de los Estados,” El Diario del Hogar, México D. F., sábado 19/07/1884, p. 2, no. 164 (hay un 
error. Debe ser 264). 
73 “CENSO del Estado de Sinaloa, según su última división política y de conformidad con los datos oficiales 
obtenidos por el Gobierno del Estado,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, lunes 30/06/1884,p. 2, no. 26. Ver 
también “Gacetilla,” El Siglo Diez y Nueve, México D. F., viernes 25/07/1884, p. 2, no. 13,880. 
74 Dichas elecciones se llevaron a cabo el último domingo de marzo de 1884. 
 
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que, en otra vez como ahora, he sido honrado por el pueblo sinaloense.”75 Tenía el propósito de 
lograr adelantos en todo Sinaloa e impulsar el desarrollo de Culiacán, porque, a como lo expresa el 
periódico oficial El Estado de Sinaloa, Francisco Cañedo era de la idea de que“[…] la capital de un 
Estado, por decoro a él mismo, debe ostentar más ornato y abundancia de mejoras materiales, 
que las otras poblaciones”.76 Así es que se dedicó con asiduidad a promover mejoras con los 
deseos de que la ciudad ofreciera mayores comodidades y un aspecto mucho más agradable. 
Respecto a la construcción del teatro, como proyecto en el que se incluía al gobierno del 
estado, se quedó en el camino. Los esfuerzos por construirlo continuaron, pero ahora como una 
propuesta de particulares. El sábado 8 de noviembre de 1884 se formó una sociedad para llevar a 
cabo esta obra, encabezada por Evaristo Paredes77 y con la que se dieron pasos más firmes para 
lograr la construcción de este recinto que, según se creía, debía tener Culiacán para ser una ciudad 
progresista. El martes 6 de enero de 1885, El Siglo Diez y Nueve informó: “Por fin habrá teatro en 
Culiacán Rosales; una Sociedad formada por varios vecinos de aquella población llevará á buen 
término, si tiene buena paciencia, la construcción del edificio. Ya han comprado el terreno, y esto 
sí da buena idea de que la empresa se acometerá desde luego.”78 Transformarla en este aspecto y 
en muchos más era una necesidad prioritaria. En marzo de 1885 se estaban concluyendo los 
trabajos de empedrado de la calle Libertad (actual Rafael Buelna) y de la Independencia (actual 
Ruperto L. Paliza). Se estaba ampliando, por medio de expropiaciones, la calle Donato Guerra, y 
también por este medio se estaba abriendo la calle De los Infantes (actual Boulevard Madero). Se 
estaba ampliando la calle Riva Palacio, y empedrándose un tramo de la Del Comercio. Además, se 
estaban haciendo reparaciones en los barandales que había en la Plaza Rosales, se estaba 
 
75 “Noticias Locales,” El Diario del Hogar, México D. F., sábado 18/10/1884, p. 3. 
76 “Editorial,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, viernes 06/08/1886, p. 1, no. 31. 
77 “Tercer aniversario de la Sociedad Constructora del Teatro Ángela Peralta,” El Correo de Occidente, 
Culiacán, 17 de noviembre de 1887, p. 3, citado por Sergio López Sánchez en El Teatro Ángela Peralta de 
Mazatlán. Del desahucio a la resurrección, p. 102. 
78 “Gacetilla,” El Siglo Diez y Nueve, México D. F., martes 06/01/1885, p. 2, no. 14,021. 
 
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adornando el salón de sesiones del ayuntamiento, y aumentando el alumbrado de petróleo en la 
población.79 
También en el campo de la educación era muy necesario hacer algunas transformaciones 
para que Culiacán se modernizara, porque se consideraba que la instrucción obligatoria era “[…] la 
palanca más segura del progreso en las sociedades modernas.”80 Y a pesar de esta postura, por 
una ley decretada el 24 de junio de 1885 se concedió al ejecutivo para que destinara el edificio 
que ocupaba el Colegio Rosales (fig. 12) para la residencia de los supremos poderes del estado.81 
Francisco Cañedo se propuso, a partir de entonces, arbitrarse fondos para reconstruir, ampliar y 
hermosear82 este edificio, pero ahora para convertirlo en Palacio de Gobierno. Comenzó a invertir 
en su arreglo, y a la vez compró otro edificio, el Antiguo Mesón de San Carlos (fig. 11), para 
reconstruirlo, también, e instalar en éste al Instituto Profesional Rosales. Este edificio era amplio, 
pero no tenía las condiciones para tales fines. Todo parecía que el Colegio Profesional Rosales se 
iba a beneficiar con ese cambio. Se consideró un edificio mejor, y se informó que al primitivo 
dueño le había costado más de treinta mil pesos,83 pero que al gobernador Francisco Cañedo le 
salió sólo en ocho mil pesos. Eso le costó, no se sabe por qué, y al adquirirlo empezó a adecuarlo y 
a la vez a construirle piezas necesarias para los fines a que ahora se destinaría. Así, estos dos 
edificios viejos, vestigios del periodo colonial, comenzaron un nuevo periodo en el que 
fisonómicamente se transformaron. 
 
 
79 “PREFECTURA DEL DISTRITO DE CULIACÁN,” El Estado de Sinaloa, Culiacán, viernes 10/04/1885,

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