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Un-nuevo-modelo-de-universidad--la-UNAM-entre-1945-1953

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
SUAYED 
 _____________________________________________________________ 
 
 _____________________________________________________________ 
 
Un nuevo modelo de Universidad 
 La UNAM entre 1945-1953 
 T E S I S 
 
 
 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
LICENCIADO EN HISTORIA 
P R E S E N T A : 
GREGORIO JOAQUÍN LOZANO TREJO 
ASESOR: DR. JOSÉ RAÚL DOMÍNGUEZ MARTÍNEZ 
 MÉXICO, D.F., MAYO de 2011 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
2 
 
Índice 
 
Dedicatoria 
 
Agradecimientos 
 
Introducción 7 
 
1. Modernización e industrialización 13 
 
 1.1 El escenario internacional. 15 
 1.2 La política económica 21 
 1.3 El contexto político 31 
 1.4 El proyecto educativo 37 
 1.5 La educación superior 45 
 
2. El nuevo modelo de Universidad. 59 
 
 2.1 La Ley Orgánica de 1945 61 
 2.2 El nuevo esquema institucional 68 
 2.3 El rectorado de Genaro Fernández MacGregor. 73 
 2.4 El rectorado de Salvador Zubirán 97 
 2.5 El rectorado de Luis Garrido 127 
 
3.- La transformación de las bases institucionales 155 
 
 3.1 Financiamiento 158 
 3.2 La vida universitaria 181 
 3.3 Sindicalismo Universitario 189 
 3.4 La ciudad universitaria 207 
 
Conclusiones. 219 
 
 
Bibliografía 224 
 
 
 
 
 
 
 
 
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3 
 
 
 
 
 
 
Siglas 
 
 
 
AHUNAM Archivo Histórico de la Universidad Nacional Autónoma de México 
AHCU Archivo Histórico del Consejo Universitario 
JEPC Fondo José Enrique Pérez Cruz 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Dedicatoria 
 
 
A Brígida (†) y Dolores 
Porque gracias a su ejemplo, aprendí que la ternura no excluye el coraje para afrontar 
la lucha diaria de manera incansable, siempre con el mejor talante. 
 
 
A José (†) y Julián (†) 
Quienes me dieron rostro y corazón, compartiendo conmigo sus horas y su memoria 
para enseñarme la importancia de ser y conocer. 
 
A Rosario 
Que me enseñaste el verdadero sentido de la convicción, de luchar por lo que se cree, 
que nunca te cansaste de creer en mí y dar todo lo que estaba a tu alcance para 
conseguir los anhelos compartidos. Gracias por estar y darte a nosotros 
incondicionalmente. 
 
A Gregorio (†) 
Por ser mi padre y mi amigo, por la firmeza e infinita ternura que me prodigaste, por 
tus enseñanzas, por recorrer largos caminos a mi lado y compartir tu ser, por vivir aún 
en mí, por todo, gracias Negro 
 
A María (†), José Joaquín, Adrian Balam y Javier Emiliano 
Los huéspedes permanentes de mi mente y mi corazón, quienes me confortan con sus 
risas, sus besos y abrazos, la esperanza de siempre, la conciencia de mi lucha, el orgullo 
de mi vida. 
 
A Janis 
Por tu paciencia y cariño, por estar a mi lado y soportar los inconvenientes de este 
largo trayecto, compartiendo los buenos y malos momentos de la vida, gracias 
 
A Raquel 
Mi mejor amiga en la vida y una excelente acompañante en los derroteros de la 
Historia, por tu generosidad, solidaridad, cariño y amistad incondicional, que no sólo 
hicieron posible la conclusión de esta meta, sino al mismo tiempo te hacen parte 
fundamental de ella, mil gracias, por ser y estar. 
 
A José Luis, Joel, Sergio, Adrian, Dolores, Tonatihu y Fernando 
Quienes han caminado a mi lado ayer, hoy y siempre, compartiendo el orgullo de la 
sangre, la fortaleza ante la adversidad, las risas del momento, el espíritu de los 
nuestros, gracias por todo. 
 
A Raúl 
Porque has sido mucho más que mi maestro, enseñándome más de la vida y de la 
nobleza del hombre que lo que se restringe al espacio del aula; gracias por tu amistad y 
confianza, ante eso mi cariño y mayor esfuerzo. 
 
 
 
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Agradecimientos 
 
 
 
 
 
A mi familia toda 
Por ser cada uno parte de mi formación personal y de mis afectos, gracias por su 
apoyo y cariño. 
 
A mis amigos todos 
Afortunadamente difícil de enumerar, agradezco la cantidad, pero sobre todo la 
calidad de su amistad. 
 
A Federico, David y Roberto 
Compañeros de viaje en la escuela y en la vida, muchas gracias por su amistad y 
solidaridad. 
 
A Vero y Miguel 
Los amigos de ayer y siempre, gracias por la amistad permanente y todo lo vívido. 
 
A los Guerreros 
Monse, Miriam, Gaby, Jacky, Raz, Fabián, Paco y Moon, por todo lo que he aprendido 
y recibido de cada uno de ustedes 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México 
Que sigue representando lo más noble de este país 
 
A mis maestros de la Facultad 
Por compartir su saber y ser, siempre de manera generosa 
 
A Palabra de Clío 
Por el apoyo, cobijo y amistad de todos y todas 
 
 
 
 
 
 
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6 
 
 
 
 
Canek dijo: 
 
Hace años leí libros donde se contaba la historia de estas tierras. Los leí con 
placer y me entretuve en el conocimiento de los sucesos antiguos y en el 
razonar de las gentes que fueron. Una vez mi padrino me dijo: Los libros 
que lees fueron escritos por los hombres que ganaron estos lugares. Mira 
con cuidado las razones puestas en sus páginas, porque si te entregas 
desprevenido, no entenderás la verdad de la tierra sino la verdad de los 
hombres. Léelos, sin embargo, para que aprendas a odiar la mentira que se 
dice dentro de los pensamientos de los filósofos y dentro de la oración de los 
devotos. 
Y así aprendí –concluyó Canek- a leer, no la letra, sino el espíritu de la letra 
de todas esas historias. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Introducción 
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -título que adquirió con 
la Ley Orgánica de 1945- fue una institución central en el proyecto nacional 
configurado en la coyuntura de la Segunda Guerra Mundial. La Casa de 
Estudios cumplió una función estratégica en el nuevo modelo recibiendo en 
consecuencia, el apoyo político y económico del Estado. 
Esta nueva reconfiguración institucional de la UNAM, tanto en su 
estructura interna como en lo que respecta a su relación con el Estado y sus 
efectos en la vida nacional en general, marcó su derrotero durante las 
siguientes décadas a tal grado que incluso hoy en día y a pesar de los diversos 
cambios acontecidos en la Universidad en particular y en el país en general, la 
Ley Orgánica de ese año continua vigente y la preeminencia de esta institución 
en el ámbito nacional, como la Máxima Casa deEstudios, sigue siendo una 
realidad. 
En este sentido, el interés de este trabajo es analizar el proceso 
mediante el cual la UNAM transformó su estructura institucional de tal forma que 
respondiera a los objetivos planteados en el contexto del nuevo modelo de 
desarrollo que se estableció en los años cuarenta y que se sustentó, en la 
industrialización de bienes de consumo primario e intermedio, vía la sustitución 
de importaciones. 
Este proceso de industrialización, que transformó de manera notable al 
país, exigió una determinada orientación educativa que se manifestó en una 
particular política gubernamental en la cual la Universidad desempeñó una 
función de suma importancia, por lo que, contrario a lo que había sucedido en 
su historia inmediata, se le destinaron importantes recursos económicos, al 
tiempo que empezó a sufrir una serie de cambios estructurales. 
 En consecuencia, partimos del supuesto de que la participación de la 
UNAM dentro del contexto de la política económica nacional, estuvo 
condicionada por la redefinición de sus funciones con respecto a las 
expectativas gubernamentales, sin que esto implicara modificar las 
explícitamente señaladas en su legislación. Esto fue el resultado del 
establecimiento de un nuevo esquema de relaciones entre el Estado y la 
Universidad en la que el gobierno obtuvo una mayor capacidad de influir en las 
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decisiones de la institución, en gran parte gracias al mecanismo del subsidio 
económico. 
En este esquema de relaciones, la reestructuración universitaria pasó 
por el diseño y promulgación de un nuevo marco jurídico –la Ley Orgánica de 
1945 y su respectivo Estatuto- así como su puesta en marcha durante el 
periodo en cuestión, restableciendo el orden institucional, reestructurando la 
forma de gobierno para concentrar la toma de decisiones en ciertos órganos y, 
haciendo énfasis en la función docente de la Universidad abocada a 
determinadas carreras, lo que implicó su carácter profesionalizante en cuya 
lógica, se inserta la ampliación de la matrícula estudiantil. 
De esta manera se concibe este proceso en términos de lo planteado 
por Bourdieu y Passeron al conceptualizar la autonomía relativa de los 
sistemas escolares en términos de que su enseñanza, “sirve de manera 
específica e insustituible a las estructuras sociales”.1 Más aún cuando quien 
recibe el servicio educativo no asume sus costos, sino que es el Estado quien 
se adjudica esta responsabilidad, es entonces que la autonomía resulta más 
limitada sino es que definitivamente ilusoria. De acuerdo con los mencionados 
autores, el sistema escolar no tiene la función de reproducir el orden social, 
sino de contribuir desde su especificidad a ello. 
En este sentido, una vez legitimada por el Estado su autoridad 
pedagógica, la función estratégica de la Universidad, consistiría en producir 
los profesionistas necesarios a la expansión de la actividad industrial y de 
servicios que trajo aparejada la modernización del modelo productivo con 
algunos efectos colaterales, como el convertirse en uno de los factores de 
movilidad social que posibilitó la expansión de los estratos medios. Asimismo, 
la Casa de Estudios, se correspondería con las directrices de la política 
gubernamental en cuanto a contribuir con el sostenido congelamiento de las 
cuotas escolares, reforzando así la imagen del Estado benefactor, de donde se 
derivó un proceso de expansión geométrica de la matrícula. 
De esta forma, la educación superior se conformó como parte de la 
transferencia de recursos útiles a la iniciativa privada, vía la formación de 
cuadros necesarios con cargo al erario público, para el crecimiento y desarrollo 
 
1 Pierre Bourdieu y Jean-Claude, La reproducción. Elementos para una teoría del sistema de enseñanza, 
México, Fontamara, 2005, p: 17 
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de la industria nacional, al tiempo que favorecía que grupos sociales -antes 
marginados del acceso a estas instancias educativas- pudieran tener acceso y 
con ello, la posibilidad de ascender socialmente mejorando sus condiciones de 
vida. No obstante dicho apoyo, los recursos se mantuvieron por debajo de las 
exigencias de gasto. 
Estas circunstancias definieron el carácter profesionalizante y social de 
la Universidad, quedando en un plano marginal el desarrollo de la investigación 
y su consecuente vinculación con una industria, que no alcanzó a transitar a 
los procesos de producción de bienes de capital. 
Específicamente, este trabajo se remite a los años que marcan el 
proceso a través del cual se establecieron los fundamentos formales e 
informales, así como en cuanto a lo relativo a la infraestructura que signaron el 
nuevo modelo de Universidad y una nueva relación con el Estado y la 
sociedad. Es decir, los límites cronológicos de nuestra investigación son: del 
surgimiento de la Ley Orgánica de 1945, al término del rectorado del Dr. Luis 
Garrido en 1953 cuando fue inaugurada la Ciudad Universitaria. Estos años se 
corresponden en términos políticos, con el final del sexenio del general Manuel 
Ávila Camacho (1940-1946) y el correspondiente al licenciado Miguel Alemán 
(1946-1952). 
 Más allá de los momentos estelares que enmarcan cronológicamente el 
periodo en cuestión (1945-1953), en realidad ha sido muy poco abordado por 
la historiografía existente. Sin embargo, estos años adquieren una gran 
relevancia si se considera que fue en ellos cuando se concretizó el espíritu 
subyacente en la mencionada legislación, la cual no sólo representó un nuevo 
marco de relaciones entre la Universidad y el Estado, sino que al mismo 
tiempo y quizá, como consecuencia de ello, estableció un nuevo modelo 
institucional que se correspondió en la práctica, con las necesidades del 
modelo de desarrollo nacional. 
 En consecuencia con lo anterior, la presente investigación se 
fundamenta en fuentes de carácter primario. La mayoría de ellas responden a 
la visión institucional, es decir, se trata de anuarios universitarios, informes y 
memorias de los rectores en turno, así como de otros protagonistas 
universitarios y gubernamentales. De igual forma, de manera relevante se hizo 
un análisis de las actas y versiones taquigráficas de las sesiones del Consejo 
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Universitario incluyendo los documentos que integran los expedientes de cada 
una de ellas. También se utilizaron otros fondos documentales del Archivo 
Histórico de la UNAM Estas visiones se complementaron con el trabajo de 
fuentes hemerográficas, específicamente el diario Excélsior. 
 De esta forma, el tratamiento de fuentes consistió en un análisis crítico 
del discurso de las mismas entendiendo sus significaciones y datos en relación 
con las necesidades de las estructuras sociales existentes en esa coyuntura, 
así como de las definiciones que vivió la Universidad en ese momento. A pesar 
de tratarse de fuentes de carácter oficial, se pueden dilucidar a través de ellas, 
las tensiones existentes al interior de la Universidad así como entre ésta y el 
Estado, en el proceso de institucionalización de un nuevo modelo. Asimismo, 
los datos referentes a los ingresos presupuestales y a su consecuente 
distribución, ilustran sobre las prioridades y sentidos de la acción universitaria y 
su, por decirlo de alguna manera, coincidencia con los proyectos 
gubernamentales. 
 Para acercarse a este planteamiento, en el primer capítulo se desarrolla 
el contexto histórico del periodo, tanto en el plano internacional,para entender 
la coyuntura específica que determinó el carácter de las fuerzas externas que 
actuaron sobre el desarrollo del país; como en lo que refiere a las 
asimilaciones nacionales de las mismas, haciendo énfasis en el 
establecimiento de un modelo de desarrollo basado en la industrialización vía 
la sustitución de importaciones. 
De igual forma se plantean las repercusiones que lo anterior tuvo en el 
fortalecimiento del sistema político por un lado y por otro, en la gestación de un 
sistema educativo en el que el nivel superior desempeñó un papel particular, lo 
cual permitió la revaloración estratégica de la UNAM. 
 En el siguiente capítulo, se abordan las gestiones de los rectores del 
periodo: Genaro Fernández Mac Gregor (1945-46), Salvador Zubirán (1946-
1948) y Luis Garrido (1948-1953); para entender las formas y los mecanismos 
que implementaron para cambiar el carácter de la Universidad Nacional y 
adecuarla a las nuevas funciones que de facto le fueron conferidas. 
 En el último capítulo, se hace un acercamiento a aspectos de la vida 
institucional que ilustran no sólo sobre las transformaciones de esos años, sino 
sobre todo, el carácter que la Casa de Estudios adquirió en esta nueva relación 
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con el Estado y la sociedad. Tales aspectos refieren al financiamiento como 
mecanismo central de su relación con el Estado y la forma en que la misma 
distribución presupuestal definía el peso de las distintas tareas universitarias. 
 De igual forma, el sentido que tuvieron las acciones tomadas con el 
objetivo de abonar en el disciplinamiento de los distintos sectores de la 
comunidad universitaria, particularmente de alumnos y trabajadores cuyo 
control, junto con el mejoramiento relativo del aspecto docente, contribuyó a la 
estabilidad de la institución y por tanto, al desempeño eficiente de sus 
funciones. 
 En este mismo capítulo se aborda el caso de la construcción de la 
Ciudad Universitaria, la cual tuvo múltiples significaciones dentro del proceso. 
Para la Universidad representó el mejoramiento sustancial de su 
infraestructura y el poder concentrar sus funciones y comunidad en un espacio 
en común. Por su parte, para el Estado fue un mecanismo mediante el cual se 
concentró y alejó a los estudiantes y sus posibles conflictos del centro de la 
Ciudad de México y sobre todo, fue una de las construcciones insignias de la 
propaganda y discurso modernizador del régimen alemanista. 
 Finalmente, agradezco a quienes me apoyaron de mil maneras, entre 
ellas compartiendo su tiempo y sus enseñanzas como el Dr. Hugo Casanova 
Cardiel; así como a quienes me auxiliaron en la aportación de datos, tal fue el 
caso de José Enrique Pérez Cruz en relación al sindicalismo universitario y de 
Luis Ariosto con referencias hemerográficas. Mención aparte merece Raquel 
Navarro Castillo quien me auxilió en la recopilación de toda la documentación y 
datos correspondientes al Archivo Histórico del Consejo Universitario, por lo 
cual mi infinito agradecimiento. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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12 
 
 
 
 
 
 
 
Canek dijo: 
 Las cosas no vienen ni van. Las cosas no se mueven. Las cosas 
duermen. Somos nosotros los que vamos a ellas. Por esto la memoria no es 
un arma del espíritu dispuesta para evocar el pasado. Es más bien una 
facultad que nos permite, en un instante, ver lo que es, en su esencia, fuera 
del tiempo. La memoria nos permite subir a un estadio, inexplicable para 
nuestra conciencia, en el cual todo está presente. Esto que les digo me lo 
explicaba con razones y palabras buenas mi padrino –que era hombre de 
mucho saber y de pocos libros. Es cosa que nunca entendí, pero que me 
agrada recordar aquí dentro de mi corazón. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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13 
 
Capítulo 1. Modernización e industrialización 
A lo largo del siglo XX, la Universidad Nacional, cuya existencia se dio en el 
último minuto del régimen porfirista, se reveló gradualmente y a través de 
muchas y diversas vicisitudes, como uno de los proyectos educativos más 
importantes del Estado resultante del movimiento revolucionario iniciado en 
1910, mismo año en que vio la luz esta institución educativa. 
Concebida por Justo Sierra -ferviente impulsor de su creación- como un 
proyecto insignia de la educación nacional, tal como quedó establecido en la 
Ley Constitutiva de la Universidad promulgada el 26 de mayo de dicho año: “Se 
instituye, con el nombre de Universidad Nacional de México, un cuerpo docente 
cuyo objeto primordial será realizar en sus elementos superiores la obra de la 
educación nacional”2, siguió manteniendo este carácter de institución de 
educación superior central aún cuando, al término de la lucha armada 
revolucionaria, algunos gobiernos posrevolucionarios desconfiaron del carácter 
elitista y conservador que le adjudicaron a esta institución, precisamente por 
haber sido concebida y nacida en el marco del porfiriato. 
 Esta circunstancia llevó en varios momentos a diversos enfrentamientos 
entre la Universidad y el Estado. Sin embargo hasta 1929, año en que se le 
concedió la autonomía, la Universidad dependió administrativamente del 
Estado a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP). 
 En ese año y en el marco de una huelga estudiantil originada en la 
Facultad de Derecho -motivada por el rechazo al sistema de evaluación basado 
en reconocimientos escritos, periódicos y sucesivos en sustitución del examen 
anual escrito u oral- la cual gradualmente se fue extendiendo con la 
incorporación de otras escuelas universitarias rebasando así el ámbito 
universitario para convertirse en un movimiento que tomó las calles y requirió la 
intervención del presidente de la República; se tuvo como resultado la 
concesión de la autonomía o semi-autonomía a esta Casa de Estudios. De esta 
manera, el gobierno capitalizó a su favor el conflicto haciendo una importante 
concesión que -no está de más decir- los estudiantes no estaban solicitando. 
 La Ley Orgánica de 1929 o de la autonomía, no resolvió los problemas 
entre la Universidad y el Estado. Pocos años después, con el establecimiento 
 
2 “Ley Constitutiva de la Universidad Nacional de México”, Diario Oficial, 31 de mayo de 1910. 
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14 
 
del carácter socialista de la educación pública, estas entidades se confrontarían 
nuevamente al negarse un importante grupo de universitarios a alinear la 
Universidad con esta orientación ideológica. El enfrentamiento entre los grupos 
que apoyaban la adopción de la educación socialista y los que, por el contrario, 
abogaban por la libertad de cátedra y el ejercicio pleno de la autonomía, 
provocó nuevamente una huelga y la final destitución del entonces rector 
Roberto Medellín. Nuevamente el presidente en turno, Abelardo Rodríguez, 
intervino para promover una nueva ley orgánica que ayudara a resolver la 
situación. 
 Esta vez, la nueva Ley Orgánica de 1933 daría plena autonomía a la 
Universidad disolviendo los vínculos del Estado con ella. A cambio, la máxima 
institución de educación superior del país perdía el carácter de nacional y en 
consecuencia el permanente subsidio económico del Estado. En esta situación 
permanecería hasta los años cuarenta en los que se dará un reposicionamiento 
de la Universidad dentro de la estrategia gubernamental. 
 La forma actual se dio en el marco deun ajuste en el modelo de 
desarrollo económico promovido por el Estado en la coyuntura de los efectos 
de la Segunda Guerra Mundial que obligó a la generación de un marco 
institucional ad hoc a dicho modelo y en el que la Universidad Nacional 
desempeñó un papel estratégico. 
El viraje en cuanto al modelo de desarrollo económico3 vigente en estos 
años, se orientó en torno de un proceso de industrialización nacional vía la 
sustitución de importaciones, producto en gran medida del nuevo 
ordenamiento político y económico internacional y de las redefiniciones que se 
dieron durante el desarrollo, la finalización y las consecuencias de la Segunda 
Guerra Mundial. Dado que la Universidad Nacional habría de asumir una 
función estratégica en el contexto del modelo económico nacional durante 
 
3 En realidad, el término Modelo de Desarrollo no es otra cosa que un eufemismo con el que se intenta 
nombrar lo que en los hechos resulta ser una estrategia de acumulación. El impulso del capitalismo 
requiere de la implementación de mecanismos propicios a la acumulación de capital en determinadas 
manos, de tal manera que posibilite que su concentración detone la actividad económica. Las 
características del modelo de acumulación de capital dependerán de la estructura económico-social 
existente, así como de las fuerzas internas y externas que operen en ella. En el caso del México de 
mediados del siglo XX, la sobreexplotación de la mano de obra y la generación de un mercado interno 
cautivo aseguraron la acumulación de capital en manos de una burguesía nacional y extranjera que bajo el 
impulso de la industrialización y la protección y apoyo del Estado, lograron obtener altas tasas de 
ganancia. 
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15 
 
estos años, es necesario precisar las premisas bajo las que se aplicó dicho 
modelo de desarrollo pero, todavía más y en consideración de la posición 
periférica que nuestro país tiene en relación con el sistema económico 
mundial, nos es necesario establecer, así sea de manera general, la situación 
internacional en el periodo en cuestión. 
Una visión general de ésta permitirá dimensionar la multiplicidad de 
matices propios de la función que adquirió la Universidad en el ámbito nacional 
en un momento en el que, como resultado del mencionado ajuste en el modelo 
económico nacional, se verificó de igual forma una recomposición entre los 
grupos políticos y económicos del país, para los que de alguna forma se 
convirtió en un instrumento de reproducción y homogeneización de la ideología 
promovida por dichos grupos a través de la acción del Estado y, al mismo 
tiempo, sirvió como mecanismo subsidiado de transferencia de recursos 
humanos y conocimientos tanto a la burocracia estatal, como a la iniciativa 
privada. 
Este último aspecto operó de manera directa en el progresivo 
incremento de la matrícula universitaria, lo cual –articulado con el proceso de 
expansión de los sectores secundario y terciario- significó el que también 
cobrara relevancia como un importante factor de movilidad social 
contribuyendo al ensanchamiento de los estratos medios de la sociedad, y -con 
ello- a la maduración de un México urbano. 
 
1.1 El escenario internacional. 
Los ajustes en la estructura económica del país fueron consecuencia en alto 
grado de la coyuntura que se generó durante y a consecuencia de la Segunda 
Guerra Mundial (1939-1945). El escenario de confrontación armada en el 
mundo produjo una disminución de las exportaciones de bienes de consumo e 
intermedios de Europa y Norteamérica, aquéllas por el cierre de los mercados 
continentales y éstas, debido a la reconversión de la industria norteamericana 
hacia las necesidades bélicas, siendo esta última circunstancia la que 
determinó en mayor medida la reorientación económica de países como 
México. 
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16 
 
La participación de los Estados Unidos en la guerra lo llevó a canalizar 
su producción industrial al abastecimiento de pertrechos y materiales de 
guerra, lo que implicó la caída en vertical de la producción de bienes de 
consumo e intermedios, los cuales no sólo se producían para consumo interno, 
sino que representaban un importante rubro de sus exportaciones. La 
disminución en la producción y exportación norteamericana de estos bienes 
abonó a favor de la industria de países que tradicionalmente los importaban y 
que en esta coyuntura se vieron obligados a establecer nuevas estrategias 
para su obtención. 
Una vez definidos los cambios estructurales durante la primera mitad de 
la década de los cuarenta, el surgimiento de un nuevo modelo de Universidad 
en México, consecuencia de la coyuntura señalada, coincidió en el ámbito 
internacional con el desarrollo del periodo de posguerra. 
 De forma más precisa, con lo que la historiografía ha denominado 
tradicionalmente como guerra fría, refiriéndose al marco de confrontación que 
se generó entre las dos potencias que resultaron triunfadoras de dicha 
conflagración mundial. Fue precisamente éste un periodo de tiempo marcado 
por las resultantes económicas, políticas, ideológicas y sociales de la misma, 
que en primera instancia, obligó a un reacomodo en el orden económico y 
político internacional entre los vencedores, los cuales definieron y consolidaron 
sus áreas de influencia y sus marcos de acción, generando un escenario de 
nuevo equilibrio de poder mundial entre Estados Unidos y la Unión Soviética: la 
llamada bipolaridad. 
 Esta confrontación se desarrolló en varios escenarios en todo el mundo, 
en los que se procuró evitar el enfrentamiento directo entre las dos grandes 
potencias triunfadoras, pero sin conseguir en los que no dejaran de intervenir 
de una u otra forma, provocando –además- la alineación de países o grupos 
políticos al interior de las naciones, a las premisas ideológicas sustentadas por 
cada una de ellas, lo que significó en muchos casos la implementación de 
políticas de Estado tendientes a contrarrestar las posiciones ideológicas 
contrarias. En el terreno militar, se crearon la Organización del Tratado del 
Atlántico Norte (OTAN), por parte del bloque occidental, mientras que el Pacto 
de Varsovia aglutinó a los miembros del campo socialista. 
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17 
 
Bajo el sustento de la Doctrina Truman, los Estados Unidos se 
enfrascaron en un activismo que tenía como fin la contención del comunismo 
en el mundo entero. Esta dinámica incluyó el apoyo financiero a Europa por 
medio del Plan Marshall para lograr su recuperación económica, de tal forma 
que se eliminaran en los países de su parte occidental, los escenarios 
propicios al avance del comunismo, al mismo tiempo que se aseguraban 
mercados para las exportaciones norteamericanas, las cuales se volvieron a 
incrementar sustancialmente una vez terminada la guerra. Japón participó 
también de esta lógica, pero no los países latinoamericanos. 
 Así, la Segunda Guerra Mundial arrojó un nuevo orden internacional que 
mostró en lo económico un ajuste en el sistema capitalista mundial con la 
consolidación del liderazgo de Estados Unidos en el hemisferio occidental. Si 
bien los trastornos del conflicto bélico habían hecho posible la reanudación de 
la expansión comunista, en realidad la capacidad industrial soviética había 
padecido seriamente por la guerra. 
Por el contrario, Estados Unidos aumentó su producción industrial y 
agrícola y se convirtió en el principal proveedor de capitales y fondos de 
inversión aún más, cuando el dólar adquirió el papel de moneda base paralas 
transacciones internacionales.4 Por otra parte, debido al crecimiento de su 
economía, era también un mercado atractivo para las exportaciones 
mundiales. En resumen, durante estos años “Los Estados Unidos fueron el 
factor principal del sostenimiento de la economía mundial.”5 
 Esta nueva circunstancia se reflejó en el liderazgo ejercido por los 
norteamericanos con relación a la estabilidad y la reestructuración de la 
economía mundial en los años posteriores a la guerra, ampliando así su radio 
geoeconómico de acumulación.6 A su vez, este nuevo orden económico 
mundial tenía como característica principal, una “aceleración de la integración 
de corporaciones transnacionales en el marco del liberalismo económico, el 
cual sirve también como norma para la división internacional del trabajo”.7 Ello 
fue posible principalmente por tres grandes factores: a) la reconstrucción de 
 
4 En los Acuerdos de Bretton Woods de 1944 se sustituyó el patrón oro por el patrón dólar. 
5 David Thomson, Historia mundial de 1914 a 1968, trad. Edmundo O´ Gorman, 2ª edición, México, 
Fondo Cultura Económica, 1970 p: 212 
6 Pablo González Casanova y Enrique Florescano (coord.), México Hoy, 3ª edición, México, Siglo XXI, 
1979, p: 22 
7 Ibíd. 
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18 
 
Europa y Japón; b) la transformación de los países importadores de 
manufacturas en dependientes de la tecnología importada para producir 
internamente esos bienes, y c) la creciente intervención del Estado en la 
economía.8 
 El bloque occidental se dio a la tarea de crear instituciones que 
apuntalaran el nuevo sistema económico internacional. En 1944, en la 
conferencia de Bretton Woods, se establecieron las reglas del juego: liberar de 
todo proteccionismo nacional al comercio y dar plena libertad a la circulación 
de capitales. Para lograr el primer propósito, se constituyó el Acuerdo General 
sobre Aranceles y Comercio (GATT) en 1947, que tenía como objetivo reducir y 
eliminar los costos arancelarios y otras barreras comerciales. En relación con 
la segunda premisa, se crearon organismos financieros internacionales como 
el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. 
 En este nuevo marco económico, el comercio tomó nuevas direcciones 
y, en el caso de las naciones latinoamericanas, éstas orientaron sus 
exportaciones a partir de los últimos años de la guerra hacia Estados Unidos, 
en grado tal, que para 1945 América Latina “obtenía el 39 por ciento de las 
exportaciones de este país y enviaba la mitad de sus exportaciones al 
mismo.”9 
Sin embargo, la naturaleza de este intercambio comercial entre 
Latinoamérica y los Estados Unidos estableció un esquema desigual en cuanto 
al valor de sus productos, pues mientras ésta se especializaba en la 
producción de bienes primarios, los norteamericanos exportaban a éstos 
productos industrializados con un alto y creciente valor agregado, situación que 
se fue reflejando en las respectivas balanzas comerciales. 
Aún cuando en esos algunos años países como México aprovecharon 
la coyuntura bélica para impulsar proyectos de industrialización, éstos fueron 
de características tales que tuvieron como consecuencia una progresiva 
dependencia tecnológica y financiera con respecto a los capitales externos al 
no poder transitar de la producción de bienes industriales primarios e 
intermedios a la de bienes de capital, así como al hecho de sostener parte de 
 
8 Ibíd. p: 23 
9 David Thomson, Historia mundial de 1914 a 1968, Op cit. p: 223. 
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19 
 
su economía y su proceso industrializador con créditos foráneos y con una 
creciente inversión extranjera. 
Las fuerzas que integraron esta nueva dinámica económica mundial, las 
cuales se encontraron divididas y confrontadas política e ideológicamente entre 
capitalistas y socialistas, llevaron a la conformación de áreas de influencias en 
las que algunas naciones se subordinaron a las potencias hegemónicas. En 
este sentido, América Latina incluido México, consolidó su ubicación en el área 
de influencia política y económica norteamericana que, como ya vimos, creció 
debido a la fortaleza que se derivó de su triunfo en la contienda mundial y de la 
debilidad propia en que se veía entonces sumida Europa Occidental, cuyas 
potencias vieron disminuida su presencia económica en América. 
Si durante los años de la guerra México, junto con el resto de los países 
latinoamericanos, se alineó a las estrategias norteamericanas en cuanto a su 
participación en el conflicto bélico contra el fascismo, durante la guerra fría 
afianzó sus relaciones y su colaboración ahora frente al “peligro” que 
significaba el avance del comunismo. 
En 1947 se firmó el Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro 
entre las Repúblicas Americanas mediante el cual los países latinoamericanos 
se alineaban a la política internacional estadounidense contra el comunismo, 
esperando obtener de este país una cooperación constante y efectiva, por lo 
que no les importó suscribir este convenio que ha sido calificado de 
“enteramente asimétrico, bastante complejo, oneroso, muy distante de la 
concepción nacionalista de cada uno de los Estados de América Latina.”10 
Esta reestructuración geopolítica en el continente, que implicó el 
sometimiento a la tutela económica norteamericana, fue determinante en la 
redefinición de las políticas económicas de algunas naciones, como fue el caso 
de México. 
 En efecto, el escenario de posguerra incentivó a países como México al 
incremento en la producción de bienes alimenticios y materias primas, así 
como de bienes de consumo que se habían empezado a producir bajo la 
política de sustitución de importaciones. Sin embargo, para el inicio de los 
cincuenta el panorama comercial de estas naciones había cambiado: “la 
 
10 César Sepúlveda, “La política internacional de México y la Universidad Nacional, 1929-1979”, Gaceta 
UNAM, México DF, 11 de octubre de 1979, p: 7 
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imposibilidad de seguir aumentando el consumo de alimentos en los países 
industriales –ya recuperados de los estragos de la guerra-, la sustitución de 
productos naturales por materiales sintéticos, y la mayor utilización de técnicas 
modernas en la agricultura en los países más desarrollados”11, provocaron un 
estancamiento de las exportaciones de los países subdesarrollados durante 
esta década. 
 Para los países latinoamericanos que apostaron a ese tipo de 
industrialización aprovechando la coyuntura e inercia ya descrita, la falta de 
capitales, equipo y conocimientos técnicos, aunada a las inercias particulares 
de cada uno, motivó que su industria no sólo no alcanzara los niveles, 
características y efectos que la de los países desarrollados, sino que 
consecuentemente se subordinara a los intereses y objetivos del capitalismo 
internacional. 
Este hecho marcó la dependencia de las economías latinoamericanas a 
la importación de tecnología norteamericana, así como de los créditos e 
inversiones foráneas para sustentar sus procesos de industrialización. En este 
sentido resulta claro que fue el empuje de los capitales foráneos a través de 
las compañías transnacionales, el que influyó de manera determinante en la 
reestructuración económica de dichos países, obligando a sus gobiernos a 
establecer políticas tendientes a ajustarse a estos intereses. 
 En el caso particular de México estrechó sus relaciones económicas con 
EstadosUnidos. Nuestro país concentró sus transacciones comerciales en el 
vecino del norte; de éste, fluyeron de manera progresiva créditos e inversiones 
que se concentraron cada vez más en las industrias eléctrica, minera y 
manufacturera. Por su parte, México suministró las materias primas necesarias 
para la industria norteamericana, e incluso mano de obra barata para cubrir el 
descenso de la misma en el ámbito rural norteamericano por medio de 
esquemas como el del Programa Bracero. 
Este ambiente de colaboración entre naciones generó un periodo de 
cordialidad política que contó con la redefinición de la política interior mexicana 
en relación con la practicada durante el periodo cardenista; a partir del sexenio 
 
11 Olga Pellicer de Brody y Esteban L. Mancilla, Historia de la Revolución Mexicana 1952-1960. El 
entendimiento con los E.U y la gestación del desarrollo estabilizador, México, El Colegio de México, 
1978, p: 11-12 
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de Manuel Ávila Camacho “se frenó el proceso de reparto de tierras y 
organización colectiva de los ejidos, se excluyó de las organizaciones obreras 
a los elementos más definidos de la izquierda, y desaparecieron del 
vocabulario oficial las alusiones a la educación socialista o a la democracia de 
los trabajadores.”12 
 Así, el proceso de industrialización nacional no fue de ninguna manera 
independiente y por lo tanto, orientado a un desarrollo nacional autónomo tal 
como lo veremos en el siguiente apartado. Este proceso, basado en la 
sustitución de importaciones, logró promover un crecimiento económico sin 
precedentes en el país; sin embargo, no escapó de la dependencia tecnológica 
y financiera norteamericana, lo que implicó un desarrollo científico y 
tecnológico muy acotado. 
Este hecho fue determinante en el tipo de educación superior que se 
estableció para satisfacer las necesidades que la economía nacional planteaba 
en este contexto, y, en consecuencia, las características y funciones que 
desempeñó la UNAM como parte del marco institucional: una institución liberal, 
profesionalizante, con actividades de investigación desarticuladas de la planta 
productiva. 
 
1.2 La política económica 
La coyuntura de la guerra y las nuevas condiciones que representó para el 
país fueron enfrentadas por el gobierno que en turno relevaba al general 
Lázaro Cárdenas y que, encabezado por el general Manuel Ávila Camacho 
(1940-1946), se dio a la tarea de generar las condiciones propicias para los 
ajustes en el modelo de desarrollo nacional, mientras que su sucesor, el 
licenciado Miguel Alemán Valdez (1946-1952) convirtió una situación de 
coyuntura en una política definida de desarrollo nacional. 
 Para el presidente Ávila Camacho el objetivo era claro. Una vez que la 
Revolución Mexicana “ha logrado conquistar para el pueblo una por una de sus 
reivindicaciones esenciales,”13 la tarea que ahora demandaba la República era: 
 
12 Ibíd. 
13 “Discurso del Gral. Manuel Ávila Camacho, al protestar como Presidente de la República ante el 
Congreso de la Unión, el 1° de diciembre de 1940”, en Los presidentes de México ante la nación 1821-
1984, Tomo V, México, LII Legislatura de la Cámara de Diputados, 1985, p: 209. 
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22 
 
“la consolidación material y espiritual de nuestras conquistas sociales en una 
economía próspera y poderosa. Demanda una era de construcción de vida 
abundante, de expansión económica.”14 
 En otras palabras, “la Revolución dio por terminados sus proyectos 
social y político y sus dirigentes lanzaron de lleno al país a una nueva 
empresa: propiciar por todos los medios el crecimiento económico y cambiar 
materialmente al país.”15 La apuesta por la actividad industrial como eje central 
del modelo de desarrollo nacional, siguiendo una serie de inercias internas 
pero sobre todo externas, implicó un proceso de transformación social al 
subordinar diversos factores económicos y sociales a la consecución de los 
objetivos propuestos en beneficio de empresarios nacionales y extranjeros. 
 El gobierno de Ávila Camacho empezó su gestión con las dificultades 
políticas y económicas producto de la expropiación petrolera de 1938, pero en 
una coyuntura internacional más favorable. Estando las potencias en guerra, 
México tuvo un margen de maniobra y negociación más amplio con el cual 
revertir las medidas hostiles de los Estados Unidos. La cooperación económica 
y militar entre estas dos naciones, con motivo de los efectos de la guerra en la 
economía del vecino del norte y de la inercia misma de la confrontación contra 
los estados fascistas, se hizo patente. 
 A partir de este sexenio, México concentró como nunca sus intereses 
económicos en el vecino del norte; por ello fue necesario llegar a un acuerdo 
en torno al conflicto del petróleo, comprometiéndose México a indemnizar a las 
compañías afectadas a cambio de la compra de plata mexicana y la apertura 
de una línea de crédito con el EXIMBANK; dicho acuerdo se firmó en noviembre 
de 1941. De igual forma, en diciembre de 1942 se suscribió un tratado bilateral 
de comercio al mismo tiempo que se abría paso a la inversión extranjera. El 
90% de la balanza comercial total del país se concentró en los Estados Unidos, 
así lo reconocía el mismo presidente de la República: 
 
Las alteraciones debidas a causas externas ocasionan en nuestro 
comercio internacional una profunda depresión de nuestros envíos a los 
mercados europeos, que se ven reducidos a un 0.9%, del total de las 
exportaciones, cuando antes absorbían, aproximadamente, la mitad de 
 
14 Ibídem. p: 210 
15 Lorenzo Meyer, “La encrucijada”, en Historia general de México, México, El Colegio de México p: 
1276. 
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23 
 
nuestros productos exportados. Los Estados Unidos adquieren hoy el 
90.6% y los demás países del continente nos compran el 5% del 
volumen total, cuyo monto ha disminuido considerablemente. 
 Cosa análoga acontece en el comercio de importación. De los 
artículos adquiridos en el primer trimestre del año actual, el 90% 
procede de los Estados Unidos, el 4.5% de otros países americanos y 
sólo el 1.7% de ellos son de origen europeo.16 
 
 Asimismo, el hecho de que los Estados Unidos orientaran su industria a 
las necesidades bélicas y que la misma guerra provocara el cierre del mercado 
europeo, implicó que las importaciones mexicanas disminuyeran y se tuvieran 
que sustituir con producción nacional para un mercado totalmente cautivo 
propiciando así un acelerado desarrollo de la industria nacional precisamente 
por el camino de la sustitución de importaciones de bienes de consumo e 
intermedios. 
 De esta forma, el sexenio 1940-1946 fue el periodo en el que se 
establecieron las bases estructurales para orientar el nuevo modelo de 
desarrollo, generando las premisas internas que se correspondieran con las 
demandas del nuevo esquema económico internacional. Por lo que el proceso 
de industrialización mexicana: 
 
… no obedeció a una estrategia planeada y concebida en función de un 
plan a largo plazo, sino que sistemáticamente, ha respondido a 
momentos coyunturales favorables, dados por la situación del 
capitalismo a nivel mundial y por las consideraciones internas que 
posibilitaron aprovechar dicha situación17 
 
 Uno de sus rasgos distintivos fue la ausencia total de un esquema o 
sentido de planificación; es decir, fue sólo reactiva a las distintas coyunturas y 
necesidades externas,por lo que, si bien propició crecimiento económico, el 
anhelado desarrollo nacional se fue desvaneciendo a la larga en una ideología 
desarrollista. Consecuentemente, los dispositivos establecidos para sustentar 
este tipo de industrialización, carecieron igualmente de planificación, como lo 
fue el caso de la misma Universidad Nacional. 
 En este sentido, la Revolución y las reformas emprendidas por los 
gobiernos subsiguientes crearon las condiciones estructurales para que los 
 
16 “El Gral. Manuel Ávila Camacho, al abrir el Congreso sus sesiones ordinarias, el 1° de septiembre de 
1941”, en Los presidentes de México ante la nación, Op cit. p: 238 
17 Américo Saldívar, Ideología y política del Estado mexicano: 1970-1976, 4ª ed., México, Siglo XXI, 
1985, p: 89 
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24 
 
grupos sociales y políticos triunfantes hicieran inversiones productivas en la 
industria, el comercio y la agricultura comercial, provocando así una mayor 
movilidad social. Fue a partir de 1940 que “las nuevas élites literalmente se 
vieron forzadas a seguir nuevas pautas de inversión y al mismo tiempo 
abrieron una amplia variedad de cauces nuevos para la movilidad 
socioeconómica de las clases media y baja de México”;18 verificándose a partir 
de dicho año un reavivamiento en el ritmo del crecimiento económico del país. 
Es decir, las reformas económicas e institucionales adoptadas por los 
regímenes posrevolucionarios suprimieron una “élite económicamente 
improductiva, excluyó las antiguas pautas de inversión productiva y 
redistribuyó parte de la riqueza.”19 
 Por lo que no resulta gratuito que desde el primer momento quedara 
claro que aun cuando la intervención del Estado sería fundamental para el 
establecimiento del desarrollo industrial del país, éste se sustentaría en función 
de los intereses de la burguesía, dejando los beneficios marginales para los 
demás grupos sociales: 
 
Cifraremos nuestra seguridad de expansión económica principalmente 
en las energías vitales de la iniciativa privada. Una de estas fuerzas 
propulsoras de esa expansión será el crédito; un crédito accesible y 
barato, cuya organización y fomento merecerá nuestro más inmediato y 
decidido apoyo. El pueblo de México necesita la palanca del crédito y se 
la daremos.20 
 
 Para sostener el esfuerzo de industrialización, fue necesario generar 
una serie de condicionantes propicias a estimular dicha actividad. En primer 
lugar, se promovió la creación de un mercado cautivo para las mercancías 
nacionales por medio de una serie de medidas de carácter proteccionista, 
eliminando la competencia al establecer una política de barreras arancelarias 
que elevó el costo de los bienes de consumo importados; esto aseguró 
ganancias altas y seguras para la industria nacional, aún cuando sus productos 
se fueron rezagando en calidad, al tiempo que se cancelaba la necesidad de 
 
18 Roger D. Hansen, La política del desarrollo mexicano, 20ª edición, México, Siglo XXI, 1991, p:56 
19 Ibíd. 
20 “Discurso del Gral. Manuel Ávila Camacho, al protestar como Presidente de la República ante el 
Congreso de la Unión, el 1° de diciembre de 1940” en Los presidentes de México ante la nación, Op cit. 
p: 211 
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25 
 
inversión y mejoramiento tecnológico. Así las cosas, las medidas de protección 
significaron un factor fundamental en el modelo de desarrollo industrial: 
 
Otro punto fundamental lo constituye la protección a las industrias 
indispensables para el desarrollo de nuestros recursos, defendiéndolas 
de la competencia de los productos extranjeros similares y, con estos 
propósitos, se dictó un decreto facultando a la Secretaría de Hacienda 
para formar listas de artículos o mercancías de importación 
restringida.21 
 
 La política proteccionista del Estado se hizo aún más necesaria al 
término de la guerra mundial con el incremento de la competencia externa, ya 
que en este escenario los Estados Unidos pudieron restablecer su industria y 
reactivar sus exportaciones. 
 En este tenor, no sólo se incrementaron las tarifas arancelarias, sino 
que también, a partir de 1947 se introdujo por primera vez el impuesto ad 
valorem y se puso en marcha un sistema de licencias de importación para 
restringir la creciente compra de productos de origen externo. La política 
proteccionista benefició tanto a las empresas nacionales, como a las 
subsidiarias extranjeras que invirtieron en el país para evitar los aranceles y 
cubrir el mercado en mejores condiciones, abaratando sus productos y 
protegiéndose asimismo de la competencia externa. Como efecto de las 
medidas proteccionistas se incentivó la corrupción de los funcionarios 
gubernamentales. 
 Las mismas mercancías producidas por el Estado estuvieron sujetas a 
una política de subsidio para la industria a través de la implantación de precios 
y tarifas bajas que no sólo estimuló la inversión, también le aseguró pingües 
ganancias a la burguesía nacional y el sacrificio deliberado del sector primario. 
 Además, el Estado orientó las instituciones financieras ya existentes a la 
promoción de la actividad industrial facilitando créditos a las empresas. 
Instituciones como Nacional Financiera y el Banco de México, sufrieron 
modificaciones en su marco jurídico para redefinir sus funciones de tal manera 
que canalizaran sus recursos a la actividad productiva, principalmente la 
industrial. 
 
21 “El Gral. Manuel Ávila Camacho, al abrir el Congreso sus sesiones ordinarias, el 1° de septiembre de 
1944”, en Los presidentes de México ante la nación, Op cit. p: 411 
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26 
 
 De esta manera, la primera promovió la inversión de grandes capitales 
en obras de infraestructura y en industria básica a grado tal, que para 1954 
participaba con el 66% del financiamiento concedido a la industria por el 
sistema bancario en su conjunto.22 Mientras que el Banco de México se 
convirtió “en la principal fuente de financiamientos públicos deficitarios.”23 
 De igual forma, el proceso de desarrollo de la industria nacional fue 
acompañado por el crecimiento y modernización de un sistema bancario de 
carácter privado que promovió la unión entre los capitales financiero e 
industrial, para lo cual se promulgó una nueva Ley de Instituciones de Crédito 
que, junto con las modificaciones en las instituciones públicas de carácter 
financiero mencionadas, buscaba promover la inversión privada en la rama 
industrial 
 
(…), ya sea para dar mayor expansión a las existentes, o para alentar 
en casos bien definidos el establecimiento de actividades que eviten la 
necesidad de importar artículos susceptibles de ser elaborados en el 
país para el consumo interno; de igual modo se pretende estimular, con 
la debida prudencia respecto a las inversiones que tengan carácter 
permanente, la exportación de aquellas mercancías que México pueda 
producir en mejores condiciones para distribuirlas en los mercados que 
actualmente tenemos abiertos24 
 
 Por otro lado, la inversión en la industria se fomentó también por medio 
de medidas impositivas de subsidio y exención de las obligaciones fiscales de 
las empresas para promover la inversión en su creación y desarrollo. El marco 
jurídico en el que estas medidas tomaron relevancia fue: la Ley de Industrias 
de la Transformación de 1941 y la Ley de Fomento de Industrias de la 
Transformación de 1946. Esta política se centró en apoyar la producción de las 
pequeñasy medianas unidades, favorecer la diversificación manufacturera al 
propiciar la instalación de empresas en nuevas ramas o en aquellas 
insuficientemente desarrolladas, y alentar el surgimiento de industrias 
consideradas como básicas. 
 
22 Elsa Gracida y Esperanza Fujigaki, “El triunfo del capitalismo”, en Enrique Semo (coord.) México, un 
pueblo en la historia. Nueva burguesía, México, Alianza Editorial, 1989, p: 26 
23 Ibíd. 
24 “El Gral. Manuel Ávila Camacho, al abrir el Congreso sus sesiones ordinarias, el 1° de septiembre de 
1941”, en Los presidentes de México ante la nación, Op cit. p: 229 
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27 
 
 Las grandes empresas y particularmente aquellas dedicadas a la 
producción de bienes de consumo, fueron quienes se vieron mayormente 
beneficiadas por las disposiciones en esta materia, su aplicación 
indiscriminada a todas las empresas accionó en contra de las denominadas 
pequeñas y medianas limitando su diversificación y crecimiento. 
 Por último, el Estado creó una serie de mecanismos de facto para 
subsidiar estructuralmente el desarrollo de los sectores secundario y terciario 
de la producción. En este sentido, el sector agropecuario se subordinó y 
sacrificó a las necesidades de la industria incentivando la producción de 
alimentos y materias primas para las ciudades de tal forma que pudiera 
mantenerse mano de obra barata disponible para la industria. Este hecho tuvo 
varios efectos que modificaron no sólo la dinámica social en el campo, sino 
también las bases originales en que se sustentaba el proyecto revolucionario 
con respecto a las masas campesinas. Desde su toma de posesión, el Gral. 
Ávila Camacho delineaba la nueva estrategia a seguir: 
 
Concentraré mi empeño en hacer florecer la parcela de los 
campesinos, extendiendo todos los estímulos de que pueda disponer el 
país. Extremaremos la protección a la pequeña propiedad, no sólo para 
defender la que ya existe, sino para que de las vastas extensiones 
incultas se formen nuevas pequeñas explotaciones agrícolas25 
 
 Esta estrategia que estimuló a la burguesía agraria y relegó al ejido a un 
segundo plano afectando de manera importante el ritmo del reparto agrario, se 
intensificó particularmente durante el siguiente sexenio, durante la presidencia 
de Miguel Alemán. Entre otros aspectos, se fomentó la incorporación de 
tecnología a las actividades agropecuarias para conseguir mayor 
productividad, pero siempre en relación con los fines ya descritos. 
 El fomento a la agricultura con este sentido benefició particularmente a 
los pequeños propietarios,26 mientras que las masas campesinas fueron 
 
25 “Discurso del Gral. Manuel Ávila Camacho, al protestar como Presidente de la República ante el 
Congreso de la Unión, el 1° de diciembre de 1940” en Los presidentes de México ante la nación, Op cit. 
p: 210 
26 A partir de 1940 disminuyó el reparto agrario y las tierras entregadas a los campesinos ejidatarios eran 
cada vez más improductivas, se ordenó la parcelación de los ejidos y se apoyó la inafectabilidad de tierras 
ganaderas; medidas que, entre otras, provocaron la gradual desaparición del ejido del escenario nacional. 
Al mismo tiempo, los apoyos que se destinaron al campo formaron parte de una estrategia de fomento de 
la producción de la pequeña propiedad privada; entre ellos, los créditos y la asignación de las inversiones 
de riego fueron importantes para este tipo de propiedad. Los resultados: para 1950 la superficie de tierra 
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28 
 
orilladas a abandonar el campo rumbo a las ciudades o hacia los Estados 
Unidos. La gradual intensificación de esta última migración, en paralelo con las 
necesidades norteamericanas en materia agrícola, dio pie a la firma en 1942, 
del Programa de Importación Laboral mejor conocido como Programa Bracero, 
mediante el cual se legalizaba la entrada de trabajadores agrícolas mexicanos 
a territorio estadounidense. 
 Sin embargo, este mecanismo funcionó de acuerdo a las necesidades e 
intereses norteamericanos, aunque los ajustes a las condiciones del mismo y 
de su vigencia no impidieron, sino que por el contrario, aumentaron la 
migración ilegal de trabajadores mexicanos, con el consiguiente beneficio de 
los patrones norteamericanos que así se vieron desligados de otorgar las 
mínimas garantías que les imponía el acuerdo migratorio entre los dos países, 
las cuales por cierto, no cumplieron del todo en ninguna circunstancia. 
 Pero la migración más importante durante estos años se dirigió a las 
ciudades, principalmente hacia la Ciudad de México en donde se concentró la 
actividad industrial. Esto hizo posible la creación de un ejército industrial de 
reserva necesario para mantener mano de obra barata y suficiente para el 
desarrollo de la actividad industrial. Esta circunstancia se vería vinculada más 
adelante con los destinos universitarios. 
 La protección y seguridad social de los trabajadores corrió también en 
gran medida a cargo del Estado. En enero de 1943 se publicó la Ley del 
Seguro Social con la finalidad de garantizar el derecho humano a la salud, la 
asistencia médica, la protección de los medios de subsistencia y los servicios 
sociales necesarios para el bienestar individual y colectivo. Al amparo, y como 
consecuencia de esta ley, se creó el Instituto Mexicano del Seguro Social 
(IMSS) con el carácter de organismo público descentralizado. 
 La instalación de este esquema de protección al trabajador enfrentaría 
algunas resistencias tanto de los empresarios, quienes se negaban a pagar las 
cuotas, como de algunos grupos sindicales, sin embargo, en pocos años 
iniciaría su expansión y en el sexenio 1946-1952 viviría su consolidación con la 
integración de un notable equipo sociomédico, la ampliación de servicios y su 
 
cultivable era mayor para los particulares con 11.1 millones de hectáreas, por 8.8 millones en manos de 
ejidatarios. 
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29 
 
extensión a otras entidades federativas, aunque por otro lado, la cobertura se 
mantuvo restringida. 
 De igual forma, el Estado se convirtió en el principal promotor de la 
actividad industrial al aumentar el gasto público y generar obras de 
infraestructuras que posibilitaron el desarrollo económico. La inversión del 
Estado superó incluso a la de carácter privado, convirtiéndose así en el eje 
rector del desarrollo industrial, aunque después de 1946 le fue cediendo el 
terreno gradualmente. 
 En este sentido, los rubros más atendidos por la inversión estatal fueron 
aquellos orientados a la generación de bienes y servicios necesarios para la 
producción: electricidad, petróleo, cemento y aceros. También se hizo 
necesaria una mejora en la red de caminos para facilitar la movilización de 
mercancías, por lo que ésta se duplicó en los años de la guerra, pasando de 9, 
108 a 18, 544 km. 
 Dentro del conjunto de mecanismos de carácter subsidiario al servicio 
de este tipo de modelo de desarrollo, fue relevante el papel que desempeñó la 
educación. Se modificaron los preceptos constitucionales que enmarcaban el 
carácter de la educación pública con la reforma al Artículo 3° Constitucional en 
diciembre de 1945 pero, sobre todo, se realizó un importante esfuerzo para 
desarrollar un sistema educativo nacional centralizado y orientado 
principalmente al ámbito urbano. 
 El desarrollo y expansión delas actividades secundarias y terciarias 
requirieron de incrementar la calificación de la mano de obra urbana y en esta 
lógica, la educación superior adquirió relevancia estratégica, por lo que no fue 
casual el apoyo e impulso brindado durante estos años a la Universidad 
Nacional. Este apoyo confirió -además- responsabilidades de promoción social 
al sector educativo. 
 En resumen, el proceso de industrialización mexicana no sólo se dio 
como resultado de la coyuntura externa, sino que fue promovido y sostenido 
por el Estado. De tal manera que la aplicación de todas estas políticas de 
apoyo y fomento a la industria se llevaron a cabo con un financiamiento 
deficitario, teniendo como características el crecimiento, la inflación, el 
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30 
 
desequilibrio externo y la devaluación como mecanismo corrector del 
desequilibrio.27 
 La industrialización mexicana tuvo efectos importantes sobre la 
economía nacional al incrementarse la tasa de crecimiento del Producto 
Nacional Bruto, lo que posibilitó la percepción de un periodo de auge y 
bienestar que modificó la estructura social y la naturaleza de la misma. 
Asimismo, los porcentajes en la composición de la producción nacional se 
alteraron, disminuyendo gradualmente el correspondiente al sector agrario y en 
sentido inverso, el manufacturero incrementó su aportación así como los 
servicios. 
 El crecimiento demográfico fue significativo a partir de la década de los 
cuarenta, pero igualmente o más significativo fue el cambio en la distribución 
poblacional entre campo y ciudad. La migración del campo a la ciudad refleja la 
concentración de las actividades productivas en las urbes como consecuencia 
de la industrialización. En 1940 la población ubicada en las áreas urbanas 
representaba el 35.1% y para 1950 el 42.6%. En consecuencia, la estructura 
de la ocupación se modificó a lo largo de estas décadas disminuyendo la 
población dedicada a la agricultura e incrementándose la ubicada en la 
industria y los servicios. 
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN OCUPADA 
POR SECTORES ECONÓMICOS28 
(porcentaje de la ocupación total) 
Año Total Sector 
Primario 
Sector secundario Sector 
terciario 
Sector 
no especificado 
Absoluto
s 
% Absoluto
s 
% Absoluto
s 
% Absolutos % 
1940 
 5 858 116 3 830 871 65.39 746 313 12.73 1 117 274 19.07 163 658 2.79 
1950 
8 272 093 4 823 901 58.32 1 319 163 15.95 1 774 063 21.45 354 966 4.29 
Las agrupaciones se hicieron de la siguiente manera: Sector primario: agricultura, ganadería, 
silvicultura, pesca y caza; Sector secundario: industria del petróleo, industria extractiva, 
industria de transformación, construcción, generación de energía eléctrica; Sector terciario: 
comercio, transportes, servicios y gobierno. 
Fuentes: INEGI, DGE. Censos Generales de Población y Vivienda. 
 
27 Elsa Gracida y Esperanza Fujigaki, “El triunfo del capitalismo”, en Enrique Semo (coord.) México, un 
pueblo en la historia. Nueva burguesía. Op cit. p: 30-31 
28 “Distribución de la población ocupada por sectores económicos (1895-1996)”, Estadísticas Históricas 
de México, Cuadro 6.1, Biblioteca Raúl Bailleres Jr, ITAM, http://biblioteca.itam.mx/recursos/ehm.html 
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31 
 
 Los cambios en la estructura económica y ocupacional, que, como ya se 
ha ilustrado, operaron a favor del crecimiento de los sectores secundario y 
terciario, afectaron a su vez la estructura social. El crecimiento de los estratos 
medios fue una característica del periodo, circunstancia que impactó en el 
aumento de la demanda de ciertos servicios como los educativos, 
particularmente de los niveles medio y superior. En el lapso de una década, de 
1940 a 1950, los espacios para profesionistas, técnicos, oficinistas, empleados 
de servicios, etc., tanto en el sector público como en el privado, se 
incrementaron, tendencia que se mantendría hasta la década de los sesenta 
cuando este modelo empezaría a mostrar los efectos de sus insuficiencias y 
las evidencias de su agotamiento. 
 
1.3 El contexto político 
 
Durante el gobierno de Ávila Camacho se empezaron a dar los primeros pasos 
para reorientar los mecanismos de poder y revertir las políticas establecidas 
por su antecesor, las cuales respondían a una visión y coyuntura económica 
distinta. Pero sería con Miguel Alemán, cuando se consolidaría el control del 
Estado y la redefinición en la composición del grupo en el poder. 
Bajo el discurso de la Unidad Nacional, el gobierno de Ávila Camacho 
emprendió la tarea de desterrar toda aquella idea que fuera en el sentido de la 
confrontación de intereses de clase y, conforme se fue estableciendo el 
discurso anticomunista al término de la Segunda Guerra Mundial en el bloque 
liderado por los Estados Unidos, se alineó al mismo. 
Esto resultó más que evidente si consideramos que la inversión pública 
en infraestructura y otros rubros favorecieron primordialmente a la industria, 
cuyos dueños pertenecían al ámbito privado tanto nacional como extranjero.29 
En este contexto, la orientación de los mecanismos económicos se vio 
acompañada de ajustes en las formas y componentes del ejercicio del poder 
para garantizar la sujeción de todos los sectores y grupos sociales al proyecto 
industrializador. El populismo en su versión discursiva del nacionalismo 
 
29 Arnaldo Córdova, La formación del poder político en México, 6ª ed., México, Era, 1978, p: 62-64 
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revolucionario, fue el elemento ideológico que sirvió para conciliar la acción de 
las masas con los fines económicos impulsados por el Estado. 
La concentración del poder en la figura presidencial tuvo su génesis en 
ese periodo, se dio una transición del “autoritarismo derivado del carisma del 
caudillo revolucionario”, al del “autoritarismo del cargo institucional de la 
Presidencia de la República.”30 Efectivamente, en el marco de una 
Constitución con preceptos democráticos, se establecieron facultades que se 
extendieron en la práctica para fortalecer no a la persona en sí, sino a la figura 
institucional, de tal manera que con la institucionalización de la Revolución, se 
instituyó el presidencialismo constitucional como forma última de concentración 
del poder en una persona representante de un determinado grupo político-
económico llamada a conseguir el equilibrio y el control de poderes.31 
Se aprovechó la corporativización de importantes sectores de la 
sociedad que había iniciado el gobierno del general Lázaro Cárdenas, a través 
de la integración por sectores del Partido de la Revolución Mexicana (PRM): 
obrero, campesino, militar y popular. El gobierno cardenista centró sus 
esfuerzos en estructurar a las organizaciones obreras y campesinas, la 
Confederación de Trabajadores de México (CTM) y la Confederación Nacional 
Campesina (CNC) respectivamente. 
El sector popular se concibió para agrupar a los trabajadores del 
Estado, pequeños propietarios y comerciantes, a los intelectuales y a las 
mujeres; debido a la poca importancia que significaba en este momento este 
sector, terminó integrándose básicamente por burócratas, profesionistas y 
algunas organizaciones de maestros. 
En la gestión avilacamachista se reestructuraría el partido 
desapareciendo el sector militar y reorganizando al sector popular, fundando 
en 1943 la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), 
evidencia del crecimiento de la pequeña burguesía. Esta nuevaorganización 
tendría un importante impulso, por un lado, creció en número al reclutar a 
diversos grupos del ámbito urbano ampliando su espectro a profesionistas, 
estudiantes, cooperativistas, artesanos y amas de casa; es decir, los estratos 
medios urbanos en expansión encuentran espacio en esta corporación del 
 
30 Ibíd. p: 13 
31 Ibíd. p: 54 
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33 
 
partido. Hay que señalar que aunque la política económica estaba destinada a 
beneficiarlos, no hubo un “sector empresarial” integrado al partido. 
Por otro lado, y como consecuencia del mencionado crecimiento, pero 
particularmente del peso específico que adquirieron los estratos medios 
urbanos en la nueva dinámica social y económica, fueron accediendo a los 
puestos medios de la administración pública engrosando las filas de la 
burocracia política, esto en detrimento de los espacios que ocupaban los 
miembros de los sectores obrero y campesino. La repartición de curules por 
sectores del partido para las elecciones legislativas de 1943 ilustra la nueva 
correlación de fuerzas al asignarse de la siguiente manera: 56 para la CNOP, 43 
para la CNC y 21 para la CTM.32 
La reestructuración del PRM tuvo su expresión más radical en torno a los 
nuevos intereses con su conversión en el Partido Revolucionario Institucional 
(PRI) creado en 1946 en la coyuntura de la campaña electoral de Miguel 
Alemán, quien, a la postre encabezaría el primer gobierno civil 
posrevolucionario. Alemán no sólo dirigiría su diseño, sino que estableció al 
mismo tiempo las bases de subordinación del partido a los intereses 
particulares del grupo encabezado por él. Este grupo, a pesar de tener una 
línea de continuidad en cuanto al modelo económico establecido en la primera 
mitad de la década de los cuarenta, presentaba puntos de vista específicos: 
 
(…): 1] preferencia por la iniciativa privada y por la inversión extranjera 
en gran escala; 2] apoyo a la propiedad gubernamental, pero limitada al 
petróleo, ferrocarriles, telégrafos, energía eléctrica y aviación; 3] 
exención de impuestos, protección arancelaria y contratos 
gubernamentales a la ‘industria infantil’; 4] restricción a la inversión 
estatal en materia de distribución a favor de los comerciantes privados; 
5] libertad económica antes que equidad económica; 6] ahorros 
forzosos antes que equidad política.33 
 
El partido oficial fue abandonando las actividades políticas y se 
concentró en el terreno de lo social y lo electoral subordinándose a la autoridad 
presidencial. A lo largo de la década, el Partido fue purgado de sus elementos 
 
32 Teresa Aguirre y José Luis Ávila, “La revolución cuesta abajo” en Enrique Semo (coord.) México, un 
pueblo en la historia. Nueva burguesía. Op cit. p: 80 
33 Frank Branderburg, The making of modern México, Englewood Cliffs, Pretince-Hall, Apud en Miguel 
Basañez, La lucha por la hegemonía en México 1968-1980, 5ª ed., México, Siglo XXI, 1985, 243 pp., p: 
27-28. 
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34 
 
comunistas, pero fue con Miguel Alemán y la creación del PRI que se avanzó 
definitivamente en este sentido al lograr la salida de Vicente Lombardo 
Toledano tanto de la CTM como del partido para formar uno nuevo, el Popular 
Socialista (PPS), que junto con el ya existente Partido Acción Nacional (PAN)34, 
formarían parte de la oposición institucionalizada del régimen durante los 
siguientes años. 
Por su parte, el Partido Comunista Mexicano que había apoyado en lo 
general a las políticas cardenistas, empezó a sufrir la hostilidad gubernamental 
particularmente durante el gobierno alemanista que hacía eco de las 
tendencias anticomunistas promovidas por los Estados Unidos dentro de la 
coyuntura de la Guerra Fría, al grado de ser declarado ilegal hacia 1948. 
Como consecuencia del desarrollo del modelo económico, la burguesía 
nacional fue no sólo aumentando su poder económico, sino que al mismo 
tiempo tuvo mayor influencia en las decisiones de poder. Durante el primero de 
estos sexenios, la Ley de Cámaras de Comercio y de la Industria de 1942 
reforzó, por un lado, el papel de las organizaciones integradas por empresarios 
como la CONCANACO (1917) y la CONCAMIN (1918) que agrupaban a los 
comerciantes y a los industriales respectivamente, al darles el carácter de 
Instituciones Públicas y entre otros aspectos, asignarles la facultad de 
funcionar como órganos de consulta del Estado. Pero por otro, estableció el 
control de las mismas a la Secretaría de Industria y Comercio, que incluso 
podía integrar por medio de un representante los consejos directivos de las 
distintas cámaras. 
La banca privada se encontraba también ya aglutinada en la Asociación 
de Banqueros de México (AMB). Además, bajo el amparo de esta misma ley, y 
aún desde antes, se promovió la creación de nuevas organizaciones 
empresariales. En 1941 ya se había permitido la creación de la CANACINTRA, 
integrada por la pequeña y mediana industria de la transformación; y para 1946 
se estableció la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad Agrícola 
integrada por la burguesía agraria. La actividad de estas asociaciones 
empresariales se conjugó con la ya existente COPARMEX (1929), que 
funcionaba como una especie de sindicato patronal. 
 
34 Este instituto político fue fundado en 1939 por Manuel Gómez Morín, Rector de la Universidad de 
1933 a 1934. 
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35 
 
En general, el sector empresarial se alineó a través del comportamiento 
de sus organizaciones a la política gubernamental; sin embargo, gradualmente 
fueron elevando el tono de sus críticas hacia la intervención estatal en las 
actividades económicas en las que se sentían afectados por la competencia de 
los bienes producidos por las empresas del sector público. 
De tal manera que la llegada de Miguel Alemán a la presidencia de la 
República significó también el arribo de representantes de la burguesía 
nacional, “con la expresa intención de posibilitar de esta forma la estrecha 
colaboración entre el gobierno y los distintos sectores de la burguesía 
nacional.”35 
Las divergencias entre las distintas organizaciones empresariales o 
entre éstas y el Estado, giraron en torno a la manera de mantener y perpetuar 
el sistema, pero de ninguna manera propusieron una alternativa que corrigiese 
insuficiencias de origen o que profundizara la modernización con acciones más 
nacionalistas o que incidieran en una distribución de la propiedad más 
equitativa. 
Otro de los puntos en el que los empresarios eventualmente 
presionaron a la administración gubernamental fue el relacionado con el 
incremento de las medidas proteccionistas, más aún cuando después de 
terminada la guerra mundial, Estados Unidos volvió a establecer su capacidad 
productiva y de exportación de bienes de consumo. Por lo que fue necesario 
reforzar la garantía de un mercado cautivo para la producción nacional y en 
ese sentido fue demandada la acción gubernamental. 
En el caso de los trabajadores, el Estado se enfocó en disminuir sus 
márgenes de acción en el marco legal laboral e intensificó el control sobre sus 
organizaciones sindicales, no sólo por medio de la corporativización iniciada en 
el periodo cardenista, sino también mediante su depuración, haciendo a un 
lado a los miembros de ideología comunista, pero también por medio de la 
imposición de líderes sindicales afines al gobierno y a los patrones. 
 
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