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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
COLEGIO DE FILOSOFÍA 
 
 
 
HEIDEGGER COMO FILÓSOFO DE LA CIENCIA: UNA 
INTERPRETACIÓN DE THOMAS KUHN DESDE EL PENSAR DEL SER 
 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
LICENCIADO EN FILOSOFÍA 
PRESENTA: 
 
SALVADOR CRECENCIO CERVANTES ZETINA 
 
ASESOR: DR. RICARDO HORNEFFER MENGDEHL 
 
 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX., 2019 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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A mis padres, con sincero 
agradecimiento por su 
inagotable paciencia. 
 
 
A Jessica, sin cuyo 
aliciente esto no hubiera 
sido posible. 
ÍNDICE 
Introducción: Otra senda para la filosofía de la ciencia ......................................................... 5 
Capítulo 1: La Ciencia y la Técnica ..................................................................................... 10 
1.1 Ciencia y Naturaleza .............................................................................................. 10 
1.2 Técnica y Naturaleza.............................................................................................. 17 
1.3 Ciencia y Técnica ................................................................................................... 22 
1.4 Ciencia y Filosofía ................................................................................................. 28 
Capítulo 2: La estructura del conocimiento científico.......................................................... 34 
2.1 Ciencia y Paradigma .............................................................................................. 34 
2.1.1 La naturaleza de un paradigma ....................................................................... 34 
2.1.2 Paradigma y ciencia normal ........................................................................... 38 
2.2 Ciencia normal como “solución de rompecabezas”............................................... 41 
2.3 Concordancia razonable y anomalías..................................................................... 43 
2.4 Paradigma y revoluciones científicas..................................................................... 45 
2.4.1 Ciencia extraordinaria..................................................................................... 45 
2.4.2 Inconmensurabilidad y revoluciones científicas............................................. 49 
2.5 Conocimiento y ontología ...................................................................................... 52 
Capítulo 3: El concepto de verdad: Ciencia y Ontología ..................................................... 57 
3.1 Ser y ἀλήθεια .......................................................................................................... 58 
3.1.1 Verdad como ἀλήθεια ..................................................................................... 58 
3.1.2 La modernidad en la historia del ser ............................................................... 62 
3.2 Paradigma y ἀλήθεια .............................................................................................. 64 
3.2.1 El paradigma kuhniano a la luz de la verdad como desocultamiento (Primera 
parte) 64 
4 
 
3.2.2 El paradigma kuhniano a la luz de la verdad como desocultamiento (segunda 
parte) 71 
Bibliografía ........................................................................................................................... 84 
Obras de Martin Heidegger .............................................................................................. 84 
Obras de Thomas Kuhn .................................................................................................... 84 
Bibliografía secundaria ..................................................................................................... 84 
 
 
5 
 
INTRODUCCIÓN: OTRA SENDA PARA LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA 
 
La filosofía de la ciencia, tal como se realiza hoy en día, es una disciplina relativamente 
joven. Consolidada en la primera mitad del siglo XX, entre sus primeros problemas se 
encontraba el dar cuenta de la naturaleza del conocimiento científico. Para ello, estudió las 
características de los métodos de prueba, la relación entre teoría y experimento, la naturaleza 
de la explicación científica y, también, la estructura lógica de las teorías científicas y sus 
leyes. Independientemente del partido que los estudiosos tomaran al confrontar este abanico 
de cuestiones, centrar los esfuerzos filosóficos en el estudio del conocimiento científico y de 
las prácticas que lo producen, condujo a que esta disciplina desarrollara un fuerte vínculo con 
la epistemología y la lógica. Aun cuando discusiones de carácter semántico u ontológico 
tengan lugar en la filosofía de la ciencia, lo cierto es que dependen en gran medida de los 
compromisos epistemológicos y de los límites del conocimiento que asumen sus 
participantes. 
En este contexto cabe todavía preguntarse: ¿es posible otra vía para esta disciplina? 
Considero que sí. Andar por un camino alternativo no significa echar por la borda lo que ha 
sido ganado en las investigaciones clásicas, sino simplemente ampliar el panorama. Sin lugar 
a dudas, el problema de la ciencia y su relación con la técnica/tecnología ocupa también un 
lugar central en las reflexiones de uno de los filósofos más importantes del siglo XX: Martin 
Heidegger. Con su interpretación del concepto de verdad como desocultamiento, el filósofo 
alemán rechaza la noción clásica de verdad como corrección entre la representación del sujeto 
y los objetos, lo que supone también un abandono de la distinción misma entre sujeto y 
objeto. 
Sin embargo, los estudiosos de Heidegger abordan sus reflexiones como si no hubiera 
ya una tradición consolidada al respecto, más allá de los trabajos del filósofo de Messkirch. 
Es por eso por lo que, en el presente trabajo, se intenta una respuesta a esta pregunta: ¿qué 
puede aportar el concepto de verdad de Heidegger a las discusiones tradicionales de la 
filosofía de la ciencia? El objetivo es mostrar que estos dos enfoques, que han andado por 
sendas paralelas, descubran que pueden tener puntos de contacto fructíferos. Para mostrar 
6 
 
dichos puntos, aquí se busca encontrar una conexión entre el trabajo de Heidegger y el de 
uno de los clásicos de la filosofía de la ciencia tradicional: Thomas Kuhn. 
Este escrito se compone de tres capítulos, en los que se analiza, respectivamente, la 
postura filosófica de Heidegger en torno a la ciencia y la técnica, la noción de paradigma de 
Thomas Kuhn y las posibles conexiones entre ambos. Para encontrar los puntos de contacto, 
partimos de la hipótesis de que, al entender la noción de verdad como desocultamiento, 
resulta posible derivar las principales características de un paradigma a partir de las 
estructuras ontológicas de la ciencia señaladas por Heidegger. De aquí se desprende que, más 
que una simple comparación entre pasajes que puedan parecer más o menos semejantes en 
ambos pensadores, aquí se busca mostrar que hay una conexión fundante entre sus desarrollos 
filosóficos. En este sentido, se puede decir grosso modo que los desarrollos kuhnianos pueden 
ser interpretados como concreciones ónticas tanto de la estructura ontológica de laciencia 
como del ente que, en última instancia, es en el modo de ser de hacer ciencia. 
El primer capítulo tiene como objetivo general mostrar en qué consiste la propuesta 
de Heidegger en torno a la ciencia y la técnica, así como la relación íntima que las vincula. 
Se divide en cuatro apartados. En el primero, se analizan las estructuras ontológicas de la 
moderna investigación científica, tal como las expone Heidegger en “La época de la imagen 
del mundo”. Se explican los tres rasgos fundamentales de este fenómeno (proyecto, método 
y empresa), al tiempo que se señala que la concepción de lo ente que subyace en la ciencia 
moderna es la de ser objeto, cuyo correlato necesario es el sujeto. En el segundo apartado se 
analiza la noción de técnica, pieza fundamental del pensamiento tardío de Heidegger. Se 
muestra que la esencia de la técnica es el Gestell, que provoca, emplazando, al hombre a 
hacer salir de lo oculto como existencias (Bestände). 
En el tercer apartado se traza una conexión esencial entre ciencia y técnica, mostrando 
que, en la ciencia moderna misma, al ser un modo de desocultamiento, se halla ya de cierto 
modo el Gestell. Finalmente, en el cuarto apartado se hace un breve análisis crítico de la 
recepción de la propuesta heideggeriana en torno a la ciencia, tanto entre los círculos 
tradicionales de filosofía de la ciencia, como entre los estudiosos del filósofo alemán. El 
lector constatará al final de este apartado que el capítulo constituye también una defensa de 
la relevancia del estudio de la noción de ciencia en Heidegger como complemento 
indispensable e inseparable de cualquier estudio sobre la técnica. En otras palabras, se 
7 
 
pretende desarticular el prejuicio de que la ciencia es sólo un fenómeno secundario, por lo 
que sería entonces necesario concentrar los esfuerzos del pensamiento en el problema de la 
técnica. 
El segundo capítulo revisa las principales tesis de La estructura de las revoluciones 
científicas. Se divide en cinco secciones, en las que se analizan los conceptos de paradigma, 
ciencia normal, ciencia extraordinaria, inconmensurabilidad, así como los límites que Kuhn 
ve en la epistemología basada en la noción sujeto-objeto. La primera sección se divide, a su 
vez, en dos subsecciones, en las que se analizan, respectivamente, las principales 
características de un paradigma (paradigma como obra clásica o libro de texto, como 
principios metafísicos, como logro científico universalmente reconocido, o como principio 
que gobierna la percepción) y el modo en que permiten lo que Kuhn denomina “ciencia 
normal”. Asimismo, se explican los tres núcleos de investigación normal: la determinación 
más precisa y variada de los fenómenos especialmente relevantes ya conocidos, la 
confirmación de las predicciones realizadas por el paradigma y la resolución de problemas o 
ambigüedades en la teoría paradigmática. La segunda sección se ocupa de la naturaleza 
particular de los problemas de la ciencia normal, entendidos como “rompecabezas”, cuyos 
problemas, preguntas, soluciones e instrumentos válidos se hallan legitimados por el 
paradigma aceptado. 
En la tercera sección se esclarece el papel que desempeña la concordancia razonable, 
que es el margen de error permitido en una teoría científica y cómo se relaciona ésta con las 
anomalías que pueden conducir a los periodos de crisis en los que la ciencia normal tambalea 
y surge lo que Kuhn llama “ciencia extraordinaria”. El cuarto apartado se subdivide en dos 
subsecciones, en las que se abordan, respectivamente, la naturaleza de la ciencia 
extraordinaria y la inconmensurabilidad entre paradigmas. De este modo, se expone cómo la 
ciencia extraordinaria puede conducir al abandono de un paradigma en favor de otro que 
ofrezca soluciones a las anomalías que produjeron la crisis. También se pone de manifiesto 
cómo dos paradigmas son inconmensurables entre sí, pues los fundamentos que legitiman 
sus métodos, problemas y soluciones son distintos entre sí. En el quinto y último apartado, 
se tratan los límites que el propio Kuhn veía en la epistemología tradicional, en la cual su 
propio trabajo se halla fundado. También se hace un breve recuento de las principales críticas 
en contra de su concepción del trabajo científico. 
8 
 
El tercer capítulo cuenta sólo con dos apartados, cada uno dividido en dos 
subsecciones. Aquí llevamos propiamente a cabo el intento de fundamentar la propuesta 
kuhniana en la ontología heideggeriana. En el primer apartado se explica de qué modo la 
verdad como desocultamiento acontece originariamente desde la estructura existenciaria del 
Dasein, que es por esencia descubridor. También se pone de manifiesto que la comprensión 
de la verdad y de lo ente es histórica, por lo que cada época ha interpretado estos conceptos 
centrales de modo distinto. En la primera subsección del segundo apartado, se lleva a cabo 
una fundamentación de los componentes metafísicos del paradigma sobre la base de la 
estructura de la moderna investigación científica que Heidegger denominaba “proyecto”. 
Posteriormente, se muestra cómo ambas son posibilitadas por el comprender proyectivo-
interpretativo, una estructura existenciaria del Dasein. Finalmente, la segunda subsección 
muestra cómo la inconmensurabilidad de los paradigmas es derivable tanto del carácter 
histórico de las nociones de verdad y ente, como del carácter existencial del acontecimiento 
de la verdad. 
¿Qué relevancia puede tener un trabajo con estas características y objetivos? 
Considero que el pensamiento de Heidegger puede ayudar a enriquecer algunas de las 
discusiones tradicionales en filosofía de la ciencia. A guisa de ejemplo, consideremos el 
debate entre el realismo y el antirrealismo. Dicho de modo muy tosco, el debate surge a partir 
de estas preguntas: ¿las entidades inobservables postuladas por las teorías científicas existen 
realmente de forma independiente a nuestra mente? ¿Nuestro conocimiento es capaz de 
captar de manera fiable la realidad? ¿Pueden tener valores de verdad las teorías? Una 
respuesta afirmativa a estas tres preguntas conduce a un realismo ontológico, epistemológico 
o semántico, respectivamente. 
De hecho, como señalaré en el capítulo segundo, sección quinta, las principales 
críticas en contra de la posición de Kuhn se han hecho desde un compromiso con alguno (o 
todos) estos tipos de realismo. Ahora bien, considero que estas posturas dependen de alguna 
variante de la noción clásica de verdad como correspondencia entre representación y objeto 
y, por lo tanto, suponen la distinción entre sujeto y objeto. Puesto que los análisis de 
Heidegger rechazan la originalidad de la mencionada distinción y de esa noción de verdad, 
una defensa de la argumentación kuhniana, como la que se presenta aquí, fundamentada en 
la ontología del filósofo alemán, ayudaría a sortear exitosamente la crítica realista. Desde 
9 
 
luego, la noción de verdad como desocultamiento no sólo es útil para la defensa de las tesis 
de Kuhn, sino que ofrece un suelo fructífero en el que el debate mismo entre realismo y 
antirrealismo puede someterse a una crítica, de modo que se muestre que, quizá, se halla 
montado sobre un malentendido semántico, propio de la modernidad. El lector encontrará en 
las conclusiones un abordaje un poco más extenso de este asunto. 
Pero considero que esta senda no sólo es provechosa en el caso de los debates en 
filosofía analítica. Como señalo en el cuarto apartado del primer capítulo, hacen falta estudios 
sistemáticos del concepto de ciencia de Heidegger, descuidado por un prejuicio que esta 
investigación pretende ayudar a desmontar. La preeminencia de la técnica no elimina la 
importancia de la ciencia y, dada la cercanía de ésta con nosotros, es necesario volverla a 
pensar. El peligro es todavía mayor porque esta cercanía no significa comprensión. En 
“Ciencia y Meditación”, Heidegger da muestrasde sus esfuerzos por comprender los trabajos 
de Werner Heisenberg; nosotros, como lectores críticos de la obra del filósofo alemán, no 
estamos exentos de la máxima “a las cosas mismas”. En este sentido, considero que los 
múltiples ejemplos directos del campo de la ciencia que nos ofrece Thomas Kuhn, quien era 
físico de formación, ayudarán a una mejor comprensión del problema en cuestión. 
Finalmente, en lo que atañe a la carencia en nuestra lengua de estudios monográficos 
sistemáticos sobre el concepto de ciencia en Heidegger, desafortunadamente, dado su 
carácter eminentemente propositivo, este trabajo no es exhaustivo ni mucho menos completo. 
Sin embargo, considero que puede servir como apoyo provisional y aliciente para cualquier 
estudioso que esté dispuesto a realizar aquella tarea todavía tan necesaria. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
10 
 
CAPÍTULO 1: LA CIENCIA Y LA TÉCNICA 
 
1.1 CIENCIA Y NATURALEZA 
 
De acuerdo con el filósofo alemán Martin Heidegger, dos de los fenómenos fundamentales 
de la modernidad son su ciencia y su técnica. En la medida en que son eminentes, quien 
reflexione sobre ellas podrá divisar el fundamento metafísico que da forma a la modernidad 
misma, es decir, la interpretación que hace esta época de la verdad y de lo ente.1 La primera 
pregunta que se plantea nuestra investigación es ésta: ¿qué entiende Heidegger por ciencia 
y por técnica? Por ello, en este primer capítulo nos proponemos la tarea de ofrecer una 
explicación detallada de las ideas centrales de las reflexiones heideggerianas en torno a estas 
dos nociones centrales. La eminencia de estos fenómenos, otorgada por ahora sin ninguna 
justificación, se mostrará mejor a partir de la exposición de los rasgos ontológicos centrales 
de los mismos. 
Abordemos primero la ciencia. Dos rasgos característicos de la investigación 
científica moderna, desarrollada a partir del siglo XVII, son su carácter experimental y su 
carácter teórico. Por el primero entendemos la dependencia que la investigación científica 
tiene para con el experimento controlado y con la observación sistemática. El aparato teórico, 
por otra parte, permite dar cuenta, o mejor, explicar los fenómenos o hechos que son objeto 
de la ciencia y realizar predicciones. La filosofía de la ciencia tradicional se ha ocupado, 
entre otras cosas, del esclarecimiento de la relación entre teoría y observación experimental. 
Sin embargo, en sus consideraciones sobre el tema, Heidegger procede de un modo 
más radical al dar un paso atrás y, antes de preguntarse por el modo en que se conectan teoría 
y práctica en la investigación científica, pone el acento en su carácter mismo de investigación. 
Ésta consiste en que el conocer, en el modo de un proceder anticipador, abre una región de 
entes mediante la proyección de un rasgo fundamental que determina qué cuenta como objeto 
de investigación y qué no.2 Dicho rasgo delimita su sector mediante una caracterización 
 
1 HEIDEGGER, M., Caminos de Bosque, trad. H. Cortés y A. Leyte, Madrid: Alianza, 1998; p. 63. 
2 Cf. ibid. p. 65 
11 
 
ontológica previa a toda experimentación, que determina conceptualmente cuáles y cómo son 
los fenómenos que se han de investigar. 
Además de la apertura de un sector de entes, el proyecto marca también el modo en 
que el conocer ha de vincularse con la región ontológica abierta: «Esta vinculación ―dice 
Heidegger― es el rigor de la investigación».3 Un rasgo esencial de las ciencias empíricas de 
nuestro tiempo es que las matemáticas desempeñan un papel fundamental para la 
investigación. Incluso en biología ha surgido un campo que se denomina Biología 
Matemática (o Biomatemática), que utiliza modelos matemáticos para estudiar sistemas 
biológicos, lo que ha permitido el surgimiento de la bioingeniería. El rigor en las ciencias 
experimentales es, según el filósofo alemán, la exactitud del cálculo. Pero ya que el proyecto 
determina el tipo de rigor necesario para la investigación, la precisión de los datos propia de 
las investigaciones de la naturaleza no se debe a que usen los cálculos matemáticos, sino que 
los usan porque el rasgo proyectado en la naturaleza exige la cuantificación precisa. 
Ejemplifiquemos esto con la química, que es el estudio de la estructura atómica de la 
materia, sus configuraciones y cambios, y su relación con la energía. En el rasgo proyectado 
por la investigación química se da una decisión ontológica sobre lo que hay y cómo está 
constituido: hay átomos y energía; los átomos están formados por protones de carga positiva, 
neutrones sin carga y electrones de carga negativa en configuraciones únicas en su tipo; 
ningún protón, electrón o neutrón es diferente de otro; se denomina elemento químico a los 
átomos de una misma clase; estos se combinan para formar compuestos químicos; todo lo 
que vemos, o son elementos químicos o son compuestos químicos; un elemento no puede 
descomponerse mediante ninguna reacción química, etc. Al determinar lo que hay en la 
región ontológica propia de esta disciplina mediante estas definiciones, se decide también de 
antemano qué cuenta como fenómeno químico y qué no. En palabras de Heidegger, «sólo 
desde la perspectiva de este rasgo fundamental [contenido en las definiciones básicas] puede 
volverse visible un fenómeno natural».4 
Pese a que los conceptos centrales de la química tienen que ser cualitativos, están 
postulados de tal modo que posibilitan la medición en los casos concretos: la noción de 
elemento y su clasificación está fundamentada en la cantidad de protones y electrones de los 
 
3 Ibidem 
4 Ibíd. p. 66. 
12 
 
átomos; la capacidad de un elemento para entrar en combinación con otro está dada por la 
cantidad de electrones en su último orbital, etc. Trish Glazebrook lo resume así: “La ciencia 
no proyecta porque requiera medir; más bien, mide porque proyecta la naturaleza como 
cuantificable”.5 Con ello se decide de antemano que todos los fenómenos de la disciplina son 
medibles, matematizables y, por tanto, el rigor propio de la investigación química exigirá las 
matemáticas y el cálculo. El rasgo proyectado no sólo posibilita la cuantificación de los 
fenómenos, sino que también permite que las leyes sean cuantitativas: según una ley 
fundamental de la química, en las reacciones químicas la cantidad de masa se mantiene 
constante, etc. 
Por su parte, Heidegger pone como ejemplo de esto a la mecánica clásica newtoniana. 
En la física matemática ―dice el filósofo― se decide que lo que hay en la naturaleza son 
movimientos de puntos de masa en una relación espacio-temporal.6 Aun cuando la física 
newtoniana ya había sido “superada” para la fecha en que “La época de la imagen del mundo” 
se publicó, el filósofo alemán afirma que los rasgos esenciales de la ciencia moderna son 
aplicables también a la física atómica y, podríamos decir nosotros, a la física cuántica. Esto 
es posible porque el proyecto, como rasgo esencial de la ciencia experimental, no atañe al 
contenido de la ciencia misma, sino al modo en que procede. 
De esta forma, aunque las decisiones ontológicas acerca de lo que hay que se toman 
en el proyecto de la física cuántica son materialmente distintas de las que en su momento se 
tomaron con Newton o Einstein, la esencia matemático-formal es la misma en las tres.7 Paul 
Dirac, uno de los fundadores de la mecánica cuántica, afirma en el prólogo de uno de sus 
textos lo siguiente: 
Las matemáticas son el instrumento especialmente indicado para tratar conceptos de cualquier 
clase, y en este campo [la mecánica cuántica] su poder no tiene límites. Por esta razón todo 
libro sobre la nueva física, que no sea puramente una descripción de trabajos experimentales, 
ha de ser esencialmente matemático.8 
 
5 GLAZEBROOK, T., Heidegger’s Philosophy of Science, Nueva York: Fordham University Press, 2000, p. 111. 
6 Cf. Ibidem. 
7 Al leer esencia matemática, debemos recordar lo señaladopor Heidegger: “Ta mathémata significa para los 
griegos aquello que el hombre ya conoce por adelantado cuando contempla lo ente […]. Pues bien, si ahora la 
física se configura expresamente bajo una forma matemática, esto significa que, gracias a ella y por mor de ella, 
algo se constituye por adelantado y de modo señalado como lo ya conocido”. 
8 DIRAC, P., Principios de mecánica cuántica, traducción de Antonio Montes, Barcelona: Ariel, 1968; p. 10. 
13 
 
Así, más allá de cualquier cualidad que puedan tener los entes estudiados por las nuevas 
disciplinas físicas, lo que se ha decidido de antemano es que son susceptibles de ser 
cuantificados de algún modo y, por ello, las matemáticas se vuelven imprescindibles. 
La ciencia tiene el carácter de investigación porque proyecta un rasgo fundamental 
en la naturaleza y se vincula a él en todo momento por adelantado. Esta vinculación es el 
rigor de investigación que, como vimos, en las ciencias experimentales es el rigor 
matemático. Pero la investigación, entendida como proyecto y rigor, se despliega y llega a 
ser lo que es en el método. Heidegger señala que éste es el segundo carácter esencial de la 
ciencia moderna. 9 El método tiene dos elementos constitutivos íntimamente relacionados: el 
planteamiento de una ley a modo de hipótesis y el experimento. 
Los entes que hacen frente en la investigación científica se muestran en una pluralidad 
de manifestaciones que sólo se torna objetiva en la ley. Según el filósofo alemán, es ésta la 
que consigue fijar lo constante en la multiplicidad de transformaciones y, gracias a ello, 
aclara los hechos en cuanto hechos científicos derivados de una necesidad. En otras palabras, 
sólo tiene carácter científico un fenómeno que ha podido ser reducido a una ley o fenómeno 
más general previamente establecido Así, la aclaración “fundamenta algo desconocido por 
medio de algo conocido y, al mismo tiempo, garantiza eso conocido por medio de eso 
desconocido”.10 
Esta aclaración se lleva a cabo en el experimento. En la investigación científica 
moderna, un experimento comienza con la postulación de una hipótesis dispuesta siempre 
desde el rasgo fundamental de la naturaleza previamente proyectado por el proceder 
anticipador. De este modo, la experimentación depende directamente del rasgo proyectado, 
al grado de que la posibilidad y éxito del primero dependerá del modo como se haya 
proyectado el segundo. Guiados por el rasgo proyectado, los investigadores pueden entonces 
fijar lo constante detrás de la multiplicidad de transformaciones fenoménicas, o lo que es lo 
mismo, consigue dominarlas mediante el cálculo. Como señala Joseph Kockelmans sobre 
este punto: 
Desde la perspectiva de Heidegger, ni los griegos ni los científicos medievales llevaron 
a cabo nunca experimentos genuinos; sencillamente, eran incapaces de realizar tales 
 
9 Heidegger, loc. cit. 
10 Ibid. p. 67. 
14 
 
experimentos dado que ni la episteme ni la doctrina califican como ciencia en el sentido 
moderno, i. e., ciencia en el sentido de investigación.11 
Así pues, el método experimental es propio únicamente de la modernidad. Ilustremos 
esto con algunos ejemplos de la historia misma de la ciencia moderna. El descubrimiento de 
la botella de Leyden no hubiera sido posible sin el presupuesto teórico de que la electricidad 
era un fluido. Aquí el rasgo ontológico definitorio proyectado (“la electricidad es fluido”) 
permitió enfocar los experimentos que llevaron al desarrollo de dicho artefacto por dos 
investigadores de modo completamente independiente. Lo mismo sucedió con los 
experimentos de Boyle, que llevaron a la postulación de la famosa ley de los gases que lleva 
su nombre, experimentos que sólo pudieron ser dispuestos una vez que el físico inglés 
concibió el aire como un fluido corpuscular.12 
De esta forma, vemos que el rasgo fundamental proyectado por el proceder 
anticipador juega un papel vital en el modo en que ha de plantearse una hipótesis y, por 
consiguiente, en la forma en que ha de disponerse el experimento (lo que incluye todo el 
instrumental necesario).13 Ahora bien, los resultados obtenidos en la experimentación no se 
limitan únicamente a confirmar o negar una hipótesis o las predicciones hechas por una teoría 
tiempo atrás. 
La ciencia, en tanto que investigación, organiza sus resultados para reiniciar el 
proceso con un nuevo proceder anticipador. A este último rasgo ontológico de la ciencia 
moderna lo denomina Heidegger el carácter de empresa de la ciencia. La esencia de la 
empresa científica es, según el filósofo alemán, que ésta tiene “que regirse por los propios 
resultados, como camino y medio del método progresivo”.14 
El autor de Sein und Zeit parece referirse aquí al hecho de que el conocimiento 
científico se construye sobre la base de las investigaciones previas que han probado explicar 
 
11 KOCKELMANS, J., Heidegger and Science, Center for Advanced Research in Phenomenology-University Press 
of America: Lanham, 1985; p. 156. 
12 Los experimentos mentales o imaginarios (el plano inclinado de Galileo, el tren de Einstein o el gato de 
Schrödinger) constituyen casos muy peculiares de “aclaración a partir de lo claro”. De cualquier modo, en el 
siguiente capítulo ahondaremos más sobre el papel que cumplen los compromisos teóricos desde los que el 
científico “ve” el experimento. 
13 Aquí cabría hacer una precisión a lo señalado por Heidegger. Según él, el experimento tiene como fin 
“producir los hechos que confirman o niegan la ley” (cf. ibid. p. 68). Esto, como señalara Kuhn, es un prejuicio 
proveniente de los libros de texto científicos. ¿Cómo puede un experimento, diseñado a partir del rasgo 
proyectado, refutar dicho rasgo? 
14 Ibid. p. 70. 
15 
 
de manera suficiente fenómenos que, hasta entonces, eran problemáticos. Siguiendo el 
ejemplo de la física clásica que él suministra, los Principia de Newton sentaron los pilares 
sobre los que habrían de trabajar todos los físicos que le siguieron. Para citar el caso de un 
trabajo fundamental montado sobre décadas de investigaciones anteriores, podemos 
referirnos a las famosas ecuaciones de Maxwell, que describen los fenómenos 
electromagnéticos y que no hubieran sido posibles sin los trabajos de Gauss, Coulomb y 
Faraday. 
Joseph Rouse señala adecuadamente que este tercer rasgo fundamental empata con 
uno de los puntos que más han interesado a los filósofos de la ciencia anglosajones: el avance 
de la ciencia.15 Sin embargo, Heidegger lo destaca desde una perspectiva distinta: el 
aseguramiento y control de los fenómenos está íntimamente conectado con la capacidad que 
tiene la ciencia de elaborar futuras investigaciones sobre logros previos.16 Como 
consecuencia del carácter de empresa, los científicos se agrupan en institutos, dando lugar a 
un nuevo tipo de hombres de ciencia: desaparece el sabio erudito que dominaba distintos 
campos del saber, para dar lugar al investigador especializado que se informa ahora 
predominantemente en congresos y a través de artículos académicos publicados en revistas 
especializadas. Esta institucionalización a la que se ve empujado por su propia esencia el 
trabajo científico consolida el método como lo primordial frente a lo ente.17 
Para ejemplificar la preeminencia del método y la empresa frente a lo ente, 
recordemos el caso de Immanuil Velikovski.18 En 1950, este médico y psicoanalista ruso 
publicó un libro titulado Worlds in Collision, en el cual ofrecía una nueva explicación sobre 
el origen del planeta Venus. En resumen, Velikovski afirmaba que este planeta no tenía más 
de tres mil quinientos años de existir y que se había producido a partir de un desprendimiento 
de materia de Júpiter. Además, hizo una serie de predicciones sobre esta base, que eran 
contraintuitivas para los conocimientos de aquellos años.19 La comunidad científica rechazó 
 
15 Cf. ROUSE, J., “Heidegger’s Later Philosophy of Science”,en The Southern Journal of Philosophy, Vol. 
XXIII, No. 1, 1985; p. 79. 
16 Como veremos en el siguiente capítulo, éste es uno de los rasgos fundamentales del paradigma kuhniano. 
17 Cf. RICHARDSON, W. J., “Heidegger’s critique of Science”, en GLAZEBROOK, T. (ed.), Heidegger on Science, 
p. 49. El autor hace ahí una descripción más detallada de la relación entre el carácter de empresa, la 
especialización y el surgimiento de los institutos. Cf. también KOCKELMANS, J., op. cit. p. 158. 
18 El ejemplo está tomado de BAKKER, G. y CLARK, L., La explicación. Una introducción a la filosofía de la 
ciencia, pp. 25 y ss. 
19 Por aquellos años se pensaba que la atmósfera de Venus y su superficie eran similares a las de la tierra. Sin 
embargo, el médico ruso postuló que la superficie de Venus, dada su juventud, tendría una temperatura de más 
16 
 
los trabajos de Velikovski con una vehemencia poco común, llegando incluso a amenazar a 
la casa editorial que había publicado Worlds in Collision. 
Curiosamente, descubrimientos posteriores confirmaron una larga lista de las 
predicciones que Velikovski había hecho sobre Venus y Júpiter. ¿Cambiaron estos 
descubrimientos la percepción que tenía la comunidad científica del trabajo del médico ruso? 
De ninguna manera. Velikovski había basado su estudio primordialmente comparando 
diversas narraciones mitológicas de distintas culturas que involucraban cataclismos, y que 
parecían coincidir narrativamente. Esto fue considerado poco riguroso por la comunidad 
científica, pues no era el tipo de prueba pertinente para las conclusiones que se pretendían 
extraer de él. El caso ha quedado como modelo para la diferenciación entre ciencia y 
pseudociencia. Además de la falta de rigor, la comunidad científica se quejó también de que 
el trabajo se hubiera dirigido al gran público y no se hubiera impreso en una publicación 
especializada. 
Vinculemos ahora nuestro ejemplo con la exposición de Heidegger. Como se dijo, el 
método es el despliegue del rigor y del proyecto. Velikovski fue rechazado por la comunidad 
científica como pseudocientífico porque, a pesar de sus adecuadas predicciones, su 
metodología (y por lo tanto el tipo de pruebas que ofrecía) no era pertinente para un buen 
trabajo científico. Además, el reclamo de la comunidad científica, que lamentaba la 
publicación dirigida al gran público y no en una revista especializada, es sólo posible sobre 
la base de una ciencia organizada con un carácter de empresa. De lo que se acusaba 
tácitamente aquí a Velikovski era de haber actuado fuera de la empresa, es decir, fuera del 
aparato institucional especializado a través del cual el proceder anticipador organiza sus 
resultados con miras a un nuevo proceder anticipador. 
La figura de Velikovski se parece más a la del sabio que ya hemos mencionado. Una 
figura totalmente impropia de este tiempo en el que la ciencia se lleva a cabo en institutos y 
con equipos de investigadores, que, como señalara Heidegger, se ven empujados “dentro de 
la esfera del técnico en sentido esencial”.20 En pocas palabras, Velikovski se hallaba fuera 
de la comunidad científica. 
 
de 400°C y que, además, presentaría una rotación totalmente anómala con un eje exageradamente inclinado y 
una órbita de traslación también anómala. 
20 HEIDEGGER, loc. cit. Las cursivas son mías. 
17 
 
El ensayo “La época de la imagen del mundo” concluye señalando que lo fundamental 
de la primacía del método es que, en virtud de ella, el sujeto se vuelve hypokeimenon, lo que 
subyace y da fundamento a todo lo ente. Por el contrario, lo ente es interpretado 
necesariamente como objeto asegurado por el método para el sujeto. No es casual que las 
palabras “objetivo” y “objetividad” designen aquello que es seguro, que existe realmente. 
Leyte resume así la posición de Heidegger: 
el título ‘objeto’ no vale, sin más, para referirse a las cosas, sino sólo a las cosas cuando 
éstas se definen para el sujeto y desde el sujeto […] el sujeto sólo es tal en la medida en 
que pueda asegurar objetos, lo que ocurre gracias a las matemáticas, que consisten en 
una imposición de una medida y un criterio para todo. 21 
¿Pero por qué el uso de las matemáticas transforma esencialmente el quehacer 
científico? Además, ¿por qué dicha cuantificación de la naturaleza empuja a los miembros 
de la comunidad científica a la esfera del técnico? La afirmación conecta a los investigadores 
y, por tanto, a la ciencia misma con otro fenómeno fundamental de la modernidad: la técnica. 
Responder la pregunta planteada exige dilucidar la naturaleza de la técnica, de modo que 
quede claro en qué sentido el científico cae en su esfera. 
 
1.2 TÉCNICA Y NATURALEZA 
 
Es conocido por todos que en el quehacer científico se emplean multitud de instrumentos y 
tecnología que lo hacen posible. Por ejemplo, en la década de los 60, el físico británico Peter 
Higgs postuló que las partículas elementales adquirían masa gracias a su interacción con un 
campo teórico, por medio de un cuanto —también teórico— asociado a dicho campo. Fue 
hasta 2012 que la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) hizo público 
el descubrimiento de una partícula elemental que coincidía con las características propuestas 
por Higgs para su cuanto teórico y que, a la par, confirmaba la existencia del campo al que 
estaba asociado. El campo y el bosón fueron bautizados con el nombre de Higgs, quien al 
año siguiente recibió el premio Nobel. 
 
21 LEYTE, A., Heidegger, Madrid: Alianza, p. 228. 
18 
 
Dada la narrativa de esta anécdota de la ciencia, pareciera que el Gran Colisionador 
de Hadrones del CERN es un instrumento o herramienta utilizado con una finalidad muy 
concreta: ayudar a responder ciertas cuestiones planteadas por los teóricos o confirmar sus 
predicciones. Según esto, la técnica (τέχνη)/tecnología es un instrumento. Sin embargo, 
Heidegger señala en un breve texto sobre la técnica que esta definición instrumental, aunque 
correcta, no desvela la esencia misma de este fenómeno fundamental.22 Como señala Webster 
F. Hood, 
cuando Heidegger habla de la técnica, piensa en ella no solamente su dimensión óntica 
—es decir, en la actividad de producir cosas concretas mediante procedimientos 
determinados— sino también en su dimensión ontológica, que es mucho más 
fundamental.23 
Por ello, para dilucidar la verdad detrás de la corrección de esta definición, lo que equivale a 
desvelar su esencia, debemos preguntarnos por la naturaleza de lo instrumental mismo. 
Un instrumento es un medio para lograr ciertos fines. En tanto que medio, efectúa 
algo, lo produce, lo causa. La finalidad también vale como causa. De este modo, Heidegger 
conecta la definición instrumental de la técnica con la teoría clásica de las cuatro causas. 
Aunque esta teoría tiene su origen en la filosofía de Aristóteles, lo que los griegos 
comprendían en la palabra αἴτιον no se corresponde con lo que la tradición posterior tradujo 
al latín por causa. Mientras el mundo romano y el medievo concibieron como lo esencial de 
la causa su capacidad para producir (efficere) un efecto (effectus), el autor de Sein und Zeit 
afirma que el sentido del vocablo griego αἴτιον en realidad era el de ser-responsable de la 
presencia de lo presente, es decir, dejar-venir algo a la presencia: αἴτιον es ser responsable 
“de dejar venir al advenimiento”.24 
Apoyándose en Platón, el filósofo de Messkirch asegura que el αἴτιον griego es 
ποίησις, que él traduce como traer-ahí-delante. La amplitud de este concepto no se limita sólo 
al producir artesanal, sino que también incluye a la φύσις, que es ποίησις de un modo más 
esencial porque “tiene en sí misma (ἐν ἕαυτῷ) la eclosión del traer-ahí-delante, por ejemplo, 
 
22 Cf. HEIDEGGER, M., “La pregunta por la técnica”, p. 7. 
23 HOOD, W. F., “El problema de la técnica: el enfoque aristotélico versus el heideggeriano”, en MITCHAM, C., 
Filosofía y Tecnología,p. 493. 
24 HEIDEGGER, M., op. cit. p. 11 y, asimismo, cf. “Ciencia y Meditación”, en Filosofía, ciencia y técnica p. 156. 
19 
 
la eclosión en las flores”.25 Así pues, a diferencia de la φύσις, podemos decir que la τέχνη es 
un producir cuyo ἀρχή no está en sí mismo.26 El traer-ahí-delante deja que los entes vengan 
al estado de descultamiento, que aparezcan ahí delante. De acuerdo con Heidegger, la palabra 
griega para designar el pasar del ocultamiento al desocultamiento es ἀλήθεια, que fue 
traducida al latín por veritas.27 
El rasgo esencial de la técnica no es, pues, que sea un medio o un instrumento, sino 
que es αἴτιον y, como tal, es un traer-ahí-delante, un desocultar que guarda una íntima 
relación con la verdad entendida como ἀλήθεια. Esta caracterización de la técnica, que hemos 
obtenido mediante un rodeo, es esencial para nuestro análisis de la técnica moderna (y de la 
ciencia moderna misma, como veremos enseguida), pues ésta también, en la medida en que 
es en esencia técnica, es desocultar.28 
Llegados a este punto debemos aclarar dos cuestiones; la primera es: ¿en qué sentido 
es la técnica moderna también desocultar? La segunda cuestión es: ¿cómo se relaciona la 
técnica moderna con los rasgos ontológicos de la ciencia moderna que pusimos de relieve en 
un inicio? En lo que resta de este capítulo trataremos de responder estas cuestiones. 
Según lo dicho hasta aquí, la técnica (incluida la moderna) es en esencia un modo de 
hacer salir de lo oculto. Mientras que el traer-ahí-delante de la τέχνη griega era un ser-
responsable del dejar salir de lo oculto, en la técnica moderna el desocultar se convierte en 
un provocar que emplaza.29 Es una provocación porque le exige a la Naturaleza, y la emplaza 
en el sentido de que lo que le exige en cada caso es algo muy concreto a partir de lo cual la 
naturaleza misma debe hacer frente. 
Para ejemplificar el provocar que emplaza propio de la técnica moderna basta echar 
una mirada al modo en que funcionan las diferentes industrias que componen lo que hoy 
conocemos como actividades económicas del sector primario.30 Tomemos una de ellas: la 
 
25 HEIDEGGER, “La pregunta…”, op. cit. p. 12. 
26 Cf. LOSCERBO, J., Being and Technology. A study in the philosophy of Martin Heidegger, La Haya: Martinus 
Nijhoff Publishers, 1981; p. 21. 
27 Ibid. p. 13. 
28 Como ha sido señalado por John Loscerbo, el término “dejar venir” [Ver-an-lassen] refuerza mediante el 
prefijo alemán “Ver” el modo en que el artesano es corresponsable de la presencia de lo traído ahí delante, por 
lo que no es un mero “fabricante”. Cf. LOSCERBO, J., op. cit., pp. 134-135. 
29 Cf. MÁSMELA, C., “Heidegger: El ensamblaje del Gestell en la técnica moderna”, en XOLOCOTZI, A., GODINA, 
C. (coords.), La técnica ¿orden o desmesura?, Puebla: BUAP, 2009; p. 67. 
30 La división misma en tres sectores de las actividades productoras es consecuencia necesaria de la esencia 
misma de la técnica moderna, como se mostrará en el ejemplo. 
20 
 
explotación forestal. Por ella, el bosque deja de ser el lugar misterioso en el que habitaban 
criaturas mitológicas y al que acudía el leñador para escoger y preparar los árboles que debían 
ser cortados. Ahora se provoca a la naturaleza para que dé madera. Lo que ahora conocemos 
como silvicultura no tiene nada que ver con el cuidado de los bosques, sino con una serie de 
técnicas que se aplican a las masas forestales para obtener de ellas una producción continua 
y estable. Que el bosque ahora aparezca como fuente de madera constituye su 
emplazamiento. 
Lo mismo pasa con la tierra, el mar, los campos y los ganados: sus dioses protectores 
se ven forzados a huir y sus respectivos reinos se transforman en depósitos de materias primas 
o fuentes de energía sólo desde los cuales pueden aparecer. Lo fundamental de nuestro 
ejemplo es que, mientras que el leñador recolectaba madera de un modo tal que vinculaba a 
la comunidad con el bosque, en la silvicultura, tomada en sí misma, no tiene ningún otro 
propósito que de cortar madera o, mejor dicho, producir madera. Arturo Leyte lo resume así: 
“No es ya la naturaleza la que concede los dones, sino la técnica la que provoca a la naturaleza 
para obtener lo que se quiere, bien directamente, bien por transformación o conmutación.”31 
Las actividades económicas secundarias, también llamadas industriales, también 
están esencialmente desvinculadas de la industria primaria y de la comunidad. A la industria 
metalúrgica nada le importan los medios y formas en que se extraigan los minerales de la 
tierra (y no pueden importarle sin que abandone su esencia), sino que su principal y única 
actividad es la transformación de minerales en metales y aleaciones. Heidegger lo describe 
así: 
La energía oculta en la Naturaleza es sacada a la luz, a lo sacado a la luz se lo transforma, 
lo transformado es almacenado, lo almacenado a su vez se lo distribuye, y lo distribuido 
es nuevamente conmutado. Sacar a la luz, transformar, almacenar, distribuir, conmutar 
son maneras del hacer salir lo oculto.32 
 El sector primario y el sector secundario de la economía producen cada uno, por su 
parte, “existencias” [Bestände]. Con este concepto señala Heidegger el estado de 
desocultamiento de los entes traídos ahí delante por la técnica moderna. Lo esencial de los 
entes que son desocultados como “existencias” es que tienen que estar disponibles para ser 
 
31 LEYTE, A., op. cit., p. 229. 
32 HEIDEGGER, “La pregunta…” op. cit. pp. 17-18. 
21 
 
solicitados. Carl Mitcham resume así la naturaleza de las existencias frente al producir 
poético: 
los procesos tecnológicos, a diferencia de las técnicas tradicionales, nunca crean cosas 
en sentido genuino. […] La tecnología moderna, en lugar de cosas únicas como el jarro 
del alfarero, genera un mundo al cual Heidegger llama Bestand —“lo constante”, 
“depósito”, “objetos de consumo disponible”. […] Bestand consiste en objetos sin valor 
inherente aparte del uso que les pueda dar el ser humano.33 
Las minas de cuprita le solicitan a la Naturaleza existencias de este mineral, que a su 
vez están disponibles para solicitud de la industria del cobre, que transforma este metal 
emplazada por los fabricantes de motores y sistemas eléctricos y electrónicos y lo pone a su 
disposición. Finalmente, los fabricantes de electrónicos (pertenecientes al sector terciario) 
emplazan a los consumidores a solicitar las existencias de sus productos finales.34 
El filósofo alemán señala que no se debe caer en el error de considerar que el hombre 
disponga del modo en que las cosas salen de lo oculto. Antes bien, él mismo se halla ya 
provocado y solicitado al solicitar. De acuerdo con Heidegger, cuando el hombre hace salir 
de lo oculto lo presente, “no hace más que corresponder a la exhortación del 
desocultamiento”.35 
Heidegger denomina Gestell a la exhortación que provoca al hombre a solicitar los 
entes como existencias: “Ge-stell significa lo coligante de aquel emplazar que emplaza al 
hombre, es decir, que lo provoca a hacer salir de lo oculto lo real y efectivo en el modo de 
un solicitar en cuanto un solicitar existencias”.36 Al comienzo de la conferencia titulada “La 
vuelta”, el filósofo alemán define así el Ge-stell: 
La esencia del Gestell es el emplazar reunido en sí que reajusta (nachstellt) la verdad de 
su propia esencia con el olvido. Este reajustar se desfigura (verstellt) por el hecho de 
 
33 MITCHAM, C., ¿Qué es la filosofía de la tecnología?, p. 68. 
34 Sobre esto, Cf. XOLOCOTZI Ángel, “Las estancias de habitar. La esencia de la Técnica y el carácter 
ontohistórico del pensar meditativo”, en Heidegger. Sendas que vienen, vol. 2, pp. 122 y ss. Según el autor, lo 
que aquí opera es una “re-ducción” de la plenitud original de lo ente. 
35 La pregunta por la técnica. p. 21. Cf. también LEYTE, A. op. cit. p. 232. 
36 Ibid. p. 22. 
22 
 
que se desarrolla en el solicitar todo lopresente como existencias, se instala en éstas y 
como tal las domina.37 
El Gestell es el modo de hacer salir de lo oculto de la ténica moderna y, como tal, 
constituye la esencia de ésta. Pese a que las conclusiones onto-históricas que Heidegger 
extrae de estos análisis no son pertinentes en esta parte de nuestra investigación, hay una que 
es necesario señalar: aunque desde el punto de vista histórico la técnica no ha podido ponerse 
en marcha hasta que pudo apoyarse en las ciencias exactas, desde una consideración onto-
histórica lo que aquí esencia, el Gestell, es lo más temprano. La conclusión necesaria de esto 
es que en el seno de las incipientes ciencias de la naturaleza del siglo XVII ya se hallaba el 
Gestell, aunque de modo velado: “El coligar que provoca y que conduce al desocultamiento 
que solicita prevalece ya en la física. Pero en ella no aparece aún de un modo propio”.38 
 
1.3 CIENCIA Y TÉCNICA 
 
La primera parte de este capítulo concluía con una aseveración de Heidegger que era 
necesario aclarar: afirmaba que los científicos eran empujados “dentro de la esfera del técnico 
en sentido esencial”.39 El examen de la esencia de la técnica ahora nos pone en condiciones 
de arrojar luz sobre esta cuestión. Este análisis es todavía más necesario pues, como señala 
Glazebrook,40 el análisis de la relación entre ciencia y técnica ha sido descuidado por la 
bibliografía especializada. 
Recapitulemos cuáles fueron los tres rasgos esenciales de la moderna investigación 
científica que se pusieron de relieve: 
1) El proyecto. Es la decisión ontológica que se da sobre lo que hay en la Naturaleza y 
que, como vimos, siempre es de carácter cuantificable, de modo que el rigor propio 
de la investigación de la Naturaleza siempre resulta ser matemático. 
 
37 HEIDEGGER, M., “La vuelta”, trad. Salvador Mas Torres, Anales del Seminario de Metafísica. N. 24-
1990/129-162, Madrid: Ed. Universidad Complutense, 1990. La traducción ha sido modificada para ajustarse a 
la de Eustaquio Barjau, que hemos manejado hasta ahora. Nachstellen significa también “posponer” y 
“acechar”, significados que conviene tener en mente en la lectura. 
38 HEIDEGGER, M., “La pregunta...”, op. cit. p. 24. 
39 Véase supra p. 9. 
40 GLAZEBROOK, T., op. cit. p. 240. La autora señala acertadamente que el prejuicio se remonta a los trabajos 
del propio Heidegger. 
23 
 
2) El método. Proyecto y rigor se despliegan como tales en el método, el cual tiene dos 
fases: la hipótesis y el experimento. La hipótesis es planteada siempre desde la 
decisión ontológica tomada por el proyecto y busca fijar los fenómenos en la 
necesidad de su transcurso, haciéndolos dominables mediante el cálculo. El 
experimento reproduce los hechos de forma controlada para confirmar o negar la 
hipótesis. 
3) La empresa. La investigación científica no se limita a acumular resultados, sino que, 
a partir de ellos, pone en marcha siempre un nuevo proceder anticipador que reanuda 
el proceso desde el proyecto. El regirse por sus propios resultados como único camino 
y medio es lo que constituye el carácter de empresa de la ciencia. Porque la ciencia 
moderna es esencialmente empresa, es que se ha agrupado en institutos de 
investigación científica y ha consolidado algo que no existió nunca en la antigüedad: 
la comunidad científica. 
Proyecto, método y empresa constituyen la esencia de la ciencia moderna como 
investigación. Si, por una parte, el investigador ha caído en la esfera del técnico en sentido 
esencial y, por otra, la técnica moderna es en su esencia Gestell, entonces el Gestell debe 
poder divisarse en estous caracteres fundamentales de la ciencia moderna.41 ¿Qué implica 
que la ciencia moderna sea investigación? Implica que la naturaleza se vuelve para la 
investigación objeto de la representación explicativa.42 
Mediante la primacía del método, la investigación decide cómo y hasta qué punto la 
naturaleza está a disposición de la representación. Cualquier fenómeno que escape al cálculo 
matemático es descartado como acientífico o se le deja para un proceder anticipador posterior 
(lo que significa, para cuando haya herramientas suficientes para dominarlo mediante el 
 
41 Aquí podría plantearse una objeción de carácter cronológico a nuestro tratamiento del problema: “La pregunta 
por la técnica” fue leída en una primera versión en 1949 bajo el título “Das Gestell” y publicada con 
modificaciones y con el título que ahora tiene en 1954, mientras que “La época de la imagen del mundo” fue 
pronunciada en 1938, es decir, once años antes que la primera versión de “La pregunta por la técnica”. Por lo 
tanto, es casi seguro que Heidegger no hubiera elucubrado todavía lo referente al Gestell en 1938. Parafraseando 
a Heidegger, podemos decir que esto es correcto desde el punto de vista cronológico, pero si lo que esencia es 
lo más temprano, entonces las meditaciones sobre la esencia de la ciencia de 1938 han podido en cierto modo 
acceder al Gestell, aunque no se haya enunciado explícitamente: lo que faltaba entonces eran los conceptos, 
pero lo esencial ya se hallaba ahí; prueba de ello es la constatación del carácter técnico de la investigación 
científica. De cualquier modo, en esta sección conectaremos la exposición sobre la ciencia de 1938 con la que 
hallamos en “Ciencia y Meditación”, texto de 1953, para mostrar que las meditaciones más tardías no son sino 
un desarrollo de la de 1938, por lo que se complementan. 
42 HEIDEGGER, M., “La época…” op. cit. p. 72. 
24 
 
cálculo). Así pues, en la ciencia como investigación hay una decisión sobre qué cuenta como 
objeto y qué no: se obliga a la naturaleza a mostrarse de una forma determinada, de manera 
que pueda ser calculada. 
Aquí calcular no quiere decir primariamente representarlo matemáticamente, sino 
dominarlo en la necesidad de su transcurso, contar con él. Es porque la investigación exige 
certeza que las matemáticas se vuelven la única vía para representar la naturaleza. Según 
Heidegger, esta objetivación de la naturaleza tiene por meta “colocar a todo lo ente ante sí, 
de tal modo que el hombre que calcula pueda estar seguro de lo ente”.43 
La conclusión necesaria es que lo así asegurado y dominado mediante el cálculo pasa 
a ser lo cierto, lo real. La concepción de la verdad que subyace en la ciencia moderna como 
investigación es la certeza de la representación. Aquellos entes traídos ahí delante y 
asegurados en la certeza de la representación son ahora lo objetivo. 
Heidegger llega a la misma conclusión en la conferencia “Ciencia y meditación”. Al 
indagar sobre el sentido de la frase “la ciencia es teoría de lo real”,44 el filósofo señala que 
el significado originario de las palabras “lo real” [das Wirkliche] sufrieron un proceso 
análogo de deformación al que hemos visto en el caso de la τέχνη griega y esencialmente 
relacionado con ella. Mientras que los griegos (Aristóteles) tenían presente en el término 
ἐνέργεια el permanecer desocultado en la presencia, la traducción latina por actus cambió 
radicalmente el sentido de lo que se quería decir: lo traído-ahí-delante ahora aparece como 
consecuencia de una operatio: “La consecuencia hace que lo presente llegue, a través de ella, 
a un estado más seguro, y como tal estado hace frente. Lo real se muestra ahora como lo 
contra-stado [Gegen-Stand: objeto].”45 
¿Qué quiere decir el fílósofo alemán con la expresión “un estado más seguro”? Se 
refiere a la dominación y aseguramiento a través del cálculo matemático, como enseguida 
veremos. Al preguntarse después en el mismo texto por el sentido de la palabra “teoría”, 
Heidegger afirma que la traducción deformadora vertió el original griego θεωρία por 
contemplatio, que, según él, es una palabra con un ámbito distinto de lo que los griegos 
pensaron. “[C]ontemplari significa —dice el filósofo—: dividir algo en trozos y cercarlo 
 
43 Ibidem. 
44 HEIDEGGER, M., “Ciencia y meditación”,p. 152. 
45 Ibid. p. 158. 
25 
 
allí.”46 Lo que sucede ontológicamente aquí es que el carácter divisor y clasificador 
predomina en el conocimiento, por oposición a la captación que deja ser lo que es a aquello 
que se muestra. 
Este carácter clasificador del conocimiento es lo que constituye el carácter 
fundamental de la ciencia moderna que hemos señalado, junto con Heidegger, con el rótulo 
de proyecto. En la citada conferencia, el pensador alemán afirma que: “La teoría asegura en 
cada caso una región de lo real como su campo de objetos. El carácter de campo de la 
objetidad se muestra en que él acota de antemano las posibilidades de poner preguntas”. 
Como vimos, el proyecto delimita el sector de objetos —aquí campo de objetos— de las 
ciencias a partir de una serie de rasgos ontológicos sólo desde los cuales pueden cobrar 
sentido ciertas preguntas.47 
Ahora bien, una característica esencial del proyecto era que el rasgo ontológico 
decidido de antemano debía ser de tal modo que permitiera la cuantificación, es decir, el 
cálculo. Pero la cuantificación aquí no es simplemente la representación de un fenómeno con 
números o el acto de medir algo: calcular significa “contar con algo”, “esperar algo”. La 
ciencia moderna cuenta de antemano con que la Naturaleza puede ser expresada con 
números. Lo esencialmente matemático de la física cuántica está en la actitud de contar con 
que la naturaleza pueda ser reducida a relaciones de orden de objetos expresables a través de 
ecuaciones, aunque sólo sea en forma estadística. Kockelman describe así el carácter 
matemático de la ciencia: 
Puesto que la ciencia moderna es teoría de lo real en el sentido descrito, su método —i. 
e. su ajustar, refinar y asegurar sus procedimientos— tiene superioridad decisiva en la 
ciencia. [Max] Planck afirmaba que sólo es real lo que puede ser medido. Esto significa 
que la decisión sobre lo que puede pasar por conocimiento seguro en física descansa 
sobre la medibilidad suministrada por la objetivación de la naturaleza, y sobre las 
posibilidades inherentes en este tipo de medibilidad.48 
De este modo, la primacía del método (en el caso de la física, el matemático) frente a 
lo ente vuelve a ser avistada en el texto de 1953: el sector proyectado de objetos debe ser 
 
46 Ibid. p 161. 
47 Una vez más, la pregunta “¿cómo embotellar la electricidad?” no hubiera tenido sentido para los electricistas 
del XVIII si no se hubiera concebido a la electricidad como fluido. 
48 KOCKELMANS, J., op. cit. p. 167. 
26 
 
compartimentado, para poder asegurarlo con el cálculo matemático.49 Sin embargo, en el 
despliegue experimental de la física cuántica sucede algo que no acontecía con la física 
newtoniana: 
[En la Física Atómica] desaparece incluso el objeto y, de esa manera, logra la primacía 
ante todo la relación sujeto-objeto, en cuanto simple relación; primacía frente al objeto 
y al sujeto, que habría que asegurar como constante.50 
El Gran Colisionador de Hadrones del CERN no constituye una versión sofisticada 
de un microscopio, es un aparato técnico-tecnológico intermediario que únicamente arroja 
datos y gráficas. Los científicos no “ven” directamente el fenómeno, sino que lo intuyen sólo 
a través de los números. La objetidad del objeto se diluye hasta convertirse únicamente en 
una representación matemática, que el científico se ve provocado a aceptar como fenómeno 
natural, logrando con ello que la subjetividad misma también desaparezca. Lo fundamental 
es la relación misma, que hay que asegurar como constante [Bestand-existencia]. 
¿Es una decisión de la comunidad de investigadores confiar en los resultados que 
arroja el Gran Colisionador? No. El aparato está construido de acuerdo con la teoría 
científica misma: la presupone. Los datos que arroja no pueden no referirse a partículas 
subatómicas, porque están garantizados por la teoría. Pero la teoría está garantizada a su vez 
por los datos que arroja el colisionador. Este “instrumento” es en realidad un caso de aquella 
“aclaración a partir de lo claro” propia del método de la que habló Heidegger en el texto de 
1938. 
Queda señalada la íntima relación entre el experimento metodológico (tal como lo 
comprende Heidegger) y la técnica: los armatostes tecnológicos como el Gran Colisionador 
sólo son posibles desde las posibilidades abiertas por el proyectar ajustador de la 
investigación científica; sin embargo, también es cierto que la investigación científica no 
puede ya dar ningún paso seguro que no tenga que ser garantizado por estos intermediarios 
tecnológicos. 
 Como se mencionó, aunque históricamente la tecnología sólo fue posible hasta la 
llegada de las ciencias exactas, la esencia de la técnica es la que ontológicamente ha hecho 
 
49 Cf. Ibid. p. 166. 
50 Ibid. p. 168. 
27 
 
posible la necesidad y primacía de las ciencias exactas. Esto es constatable en la ciencia 
actual, en la que prácticamente no es posible ningún “descubrimiento” científico que no esté 
mediado por alguna clase de tecnología que nos permita “observar” el fenómeno. Ahora bien, 
aunque la teoría científica y la técnica estén íntimamente relacionadas y sean inseparables de 
facto, ello no muestra del todo que haya una posible relación esencial entre ellas. ¿Qué son, 
en última instancia, ciencia y técnica? 
La estrecha relación de ambas está fundada, primero que nada, en que ambos son 
modos de hacer salir de lo oculto lo ente. En el caso de la técnica, ya hemos visto que era un 
provocar que emplaza a la naturaleza a salir de lo oculto como existencias [Bestände], ¿pero 
qué pasa en el caso de la ciencia? La ciencia, según lo que hemos dilucidado hasta aquí, es 
un proyectar ajustador que hace salir a lo ente como objeto, de modo que pueda asegurarlo y 
tener certeza de él. La pregunta que debemos hacernos aquí es: ¿Asegurarlo para qué? Para 
disponer de él. Sólo visto así puede entenderse que el Gestell se halle ya en el corazón de la 
esencia de la ciencia moderna aun antes de su despliegue como tecnología. 
Esta necesidad de asegurar lo objetivo para disponer de él, que señala de modo velado 
al Gestell, aparece de modo tajante en uno de los elementos constitutivos de la ciencia 
moderna como investigación: el experimento.51 Lo matemático, en el sentido antes señalado, 
aparece aquí con toda claridad: el experimento científico es la re-producción de un fenómeno 
bajo condiciones controladas que permitan seguirlo en la necesidad de su transcurso. Lo 
controlado de las condiciones garantizará que, en caso de que el experimento sea exitoso, 
pueda reproducirse cuando se solicite: 
La física moderna puede ser experimental gracias a que es esencialmente una física 
matemática. […] Disponer un experimento significa representar una condición según la 
cual un determinado conjunto de movimientos […] puede tornarse apto para ser 
dominable por medio del cálculo.52 
 
51 Glazebrook ha señalado también el despliegue del Gestell desde la ciencia misma: “Heidegger ha sostenido 
explícitamente desde Los problemas fundamentales de la fenomenología que las ciencias proceden a través de 
una ontología regional, esto es, una ciencia investiga un objeto que ha sido determinado de antemano. En esta 
determinación previa de su objeto tiene su esencia y su nacimiento. Sobre esta base, puede interpretarse la 
afirmación de Heidegger en ¿Qué significa pensar?, en donde dice: “las ciencias pertenecen al ámbito de la 
esencia de la técnica. La esencia de la técnica es Ge-stell. La ciencia también tiene su Ge-stell […] Esto es, la 
esencia de la técnica surge desde el Ge-stell de la ciencia”. Cf. GLAZEBROOK, T., op. cit. pp. 232 y ss. 
52 HEIDEGGER, “La época…” op. cit.. p. 67. 
28 
 
La necesidad de este control y calculabilidad de la Naturaleza es lo que fundamenta 
la primacía del método que señalaba Heidegger; pero también estos mismos elementos son 
lo que distingue al experimento de la investigacióncientífica de la experientia propuesta por 
el escolástico Roger Bacon. 
Esta necesidad, propia de la ciencia moderna, de disponer de los objetos asegurados 
para su re-producción tiene consecuencias que, de ordinario, pasan desapercibidas por la 
cercanía que tenemos con ellas. Por citar un ejemplo, en una publicación electrónica del 
Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) se señala que los países con mayor 
desarrollo tecnológico son aquellos en los que predominantemente invierte el sector 
privado.53 Este dato es indicador de que la ciencia hoy en día es posibilitada desde su 
solicitabilidad. 
Con estas indicaciones creemos haber señalado suficientemente de qué modo el 
Gestell ha preparado su camino a través de la preeminencia del método frente a lo ente. 
 
1.4 CIENCIA Y FILOSOFÍA 
 
¿Qué finalidad se propone alcanzar la ontología de la ciencia desarrollada por Heidegger? 
¿Puede aportar algo dicha ontología en las discusiones más recientes de filosofía de la 
ciencia? Respondamos estas preguntas en orden. Al comienzo de “La época de la imagen del 
mundo”, Heidegger menciona que la metafísica fundamenta una era mediante una 
determinada interpretación de lo que “verdad” y “ente” significan.54 El análisis que hace 
Heidegger de la ciencia y de la técnica tiene como meta encontrar cuáles son las 
interpretaciones que la modernidad hace de estos conceptos. 
Por ello, y dada la particular comprensión que tiene Heidegger de lo que significa 
verdad, no debe extrañarnos que en los anteriores análisis se haya concluido que la ciencia y 
la técnica modernas son modos de hacer salir de lo oculto (con todas las implicaciones 
señaladas). Esta contestación a nuestra primera pregunta parecería cortar de tajo toda 
respuesta positiva al segundo problema planteado. En efecto, la historia del ser no es y, casi 
 
53 “El financiamiento de la ciencia, la tecnología y la innovación” 
http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/140/6/El_financiamiento.pdf 
54 Cf. Caminos de Bosque, p. 63. 
http://revistas.bancomext.gob.mx/rce/magazines/140/6/El_financiamiento.pdf
29 
 
con toda seguridad, nunca será un problema de la filosofía de la ciencia, disciplina que, como 
su nombre lo indica, no se ocupa del ser, sino de la ciencia. 
La filosofía de la ciencia tradicional ha buscado ofrecer una epistemología adecuada 
que permita entender cómo se produce el conocimiento científico, así como los criterios sobre 
los cuales se decide si algo cuenta como ciencia o es pseudociencia. Ahora bien, ¿esto 
significa que la ontología de la ciencia nada tiene que decir en el campo de la filosofía de la 
ciencia tradicional? Considero que no. 
Joseph Rouse ha señalado que en el mundo de la filosofía anglosajona no se considera 
que Heidegger haya aportado algo significativo a las discusiones sobre filosofía de la 
ciencia.55 Pese a ello, Rouse defiende que algunas de las reflexiones del filósofo alemán 
anticipan problemas centrales que sólo más tarde fueron tratados con detalle en la filosofía 
de la ciencia anglosajona.56 Por otra parte, el problema de la técnica sí que ha despertado la 
atención de los filósofos de la tecnología en el mundo anglosajón.57 Si los análisis de la 
sección anterior tienen algún fundamento, ¿cómo puede explicarse la falta de atención al 
problema de la ciencia, siendo ésta una pieza fundamental para entender la esencia de la 
técnica? 
La situación es todavía peor en la así llamada filosofía continental que se ocupa de 
Heidegger. Mientras que en el mundo anglosajón la relación entre ciencia y tecnología sigue 
apareciendo como un problema importante que merece toda la atención, los estudiosos de 
Heidegger han adoptado cual dogma la prioridad esencial de la técnica frente a la ciencia. 
Así, por citar algunos casos, Leyte despacha el problema de la ciencia con estas palabras: “la 
técnica es así originalmente también un salir a la luz […] y, por eso mismo, previa a cualquier 
conocimiento, incluido la ciencia. […] Y la ciencia, así considerada, no es original”.58 
Loscerbo abre su monumental análisis de la τέχνη heideggeriana afirmando que el filósofo 
 
55 Cf. ROUSE, J., “Heidegger’s Philosophy of Science”, en Dreyfus, H. L. (ed.), A Companion to Heidegger, 
Nueva Jersey: Blackwell Publishing, 2005, pp. 173-189. Véase también Glazebrook, T., op. cit. p. 1. La autora 
comienza su exposición señalando, precisamente, la falta de atención de los filósofos de la ciencia anglosajones 
para con el pensamiento de Heidegger. 
56 Cf. ROUSE, J., “Heidegger’s Later Philosophy of Science”, en The Southern Journal of Philosophy, Vol. 
XXIII, No. 1, 1985 y “Kuhn, Heidegger and scientific realism” en Division I Faculty Publications, 79, 1981. 
57 BORGMAN, A., “Technology”, en DREYFUS, H., WRATHALL, M. A. (ed.), A Companion to Heidegger, Oxford: 
Blackwell Publishing Ltd., 2005, p. 431. El estudio de la tecnología, separada de la filosofía de la ciencia, ha 
cobrado fuerza en la última década en el ámbito anglosajón; cf. MITCHAM, C., ¿Qué es la filosofía de la 
tecnología?, ed. cit. 
58 LEYTE, A., op. cit. p. 224. 
30 
 
alemán se opone a “la visión actual sobre la histórica reciprocidad entre el surgimiento de la 
ciencia moderna y el de la moderna tecnología”.59 En las más de doscientas páginas que 
componen su estudio, no volvemos a encontrar otra mención a la ciencia. 
En un ensayo que dedica al problema de la técnica, Ángel Xolocotzi recuerda que 
Heidegger rechaza la interpretación historiográfica de la técnica como una aplicación de la 
ciencia, para luego llevar a cabo un análisis de la relevancia del problema de la técnica, así 
como un rastreo histórico-conceptual de cómo Heidegger llega a sus importantes 
conclusiones sobre el asunto.60 En su erudito trabajo, no volvemos a encontrar una sola 
mención sobre la ciencia, aun cuando la esencia de la técnica requirió apoyarse sobre ésta en 
su puesta en marcha. 
Estos son sólo algunos ejemplos sobre la negligencia de los estudiosos en relación 
con el tema de la ciencia en Heidegger, pero la lista de trabajos que enfocan sus esfuerzos en 
la técnica, desdeñando la ciencia como fenómeno secundario, puede extenderse 
indefinidamente. Encontrar un estudio sistemático del concepto de ciencia en Heidegger 
puede volverse una tarea extenuante. 
Es un hecho que Heidegger desdeña la interpretación que hace surgir a la técnica de 
la ciencia y afirma que la técnica es lo esencial… ¿Esto significa que no necesitamos pensar 
más la ciencia y que debemos concentrar todos nuestros esfuerzos en la técnica? 
Consideramos que dicho desdén es simplemente una indicación de que el asunto no es tan 
sencillo. En una carta que el filósofo alemán dirigió a los participantes de la Reunión Anual 
del Círculo Heidegger de la Universidad DePaul, fechada justo dos meses antes de su muerte, 
Heidegger hace esta pregunta a modo de saludo a los asistentes: 
¿Es la ciencia moderna de la naturaleza —como se ha sostenido— el fundamento de la 
tecnología moderna o es ella misma la forma básica del pensar técnico, la determinante 
concepción primigenia [fore-conception] del representar técnico y su constante 
intrusión en el establecimiento e implementación de la maquinación de la tecnicidad 
moderna?61 
 
59 LOSCERBO, J., op. cit. p. 3. 
60 Cf. XOLOCOTZI, A., “Técnica, verdad e historia del ser”, en XOLOCOTZI, A. (ed.), La técnica ¿orden o 
desmesura?, ed. Cit. 
61 Puede consultarse una transcripción de la carta en CAPOBIANCO, R., Engaging Heidegger, Toronto: 
University of Toronto Press, 2010; pp. 31-32. 
31 
 
¿Es acaso sólo una pregunta retórica? Considerando que estamos ante un filósofo que 
afirmaba que todo preguntar es un goce y que toda respuesta es un displacer, suponemos que 
no sólo se trata de una cuestión retórica, sino de algo que debe considerarse nuevamente. 
Además, Heidegger señala en la carta que la ciencia es la forma básica del pensar técnico.Por lo tanto, parece que el problema de la ciencia no puede despacharse así, sin más. 
Sin entrar ahora mismo en detalle sobre los puentes que pueden trazarse entre el 
análisis ontológico de Heidegger y la filosofía de la ciencia, pues de ello nos ocuparemos en 
el tercer capítulo de este trabajo, mencionaremos rápidamente algunas conexiones que 
sustenten lo que aquí se afirma. 
En Patrones de descubrimiento, N. R. Hanson critica la distinción clásica del 
empirismo positivista entre experiencia e interpretación. De acuerdo con él, la percepción 
visual de un objeto es inseparable de lo que conocemos de antemano, al grado de que esto 
último estructura nuestra experiencia misma.62 Como ejemplo, el filósofo estadounidense 
sugiere que imaginemos la siguiente situación: Johannes Kepler y Tycho Brahe observan el 
amanecer en el horizonte. Aunque ambos reciben los mismos estímulos visuales (el disco 
solar elevándose sobre el fondo azul y el verde de la tierra), no observan lo mismo. Kepler 
verá la tierra moverse alrededor del Sol, mientras que Brahe verá al Sol moverse alrededor 
de la tierra. 
En el ejemplo de Hanson podemos ver cómo la teoría científica que defendemos 
determina de antemano cómo nos hacen frente los fenómenos. Cuando Hanson afirma que 
es imposible separar la teoría de la observación, abre tácitamente un espacio para la crítica a 
la distinción sujeto-objeto sobre la que está montada la filosofía de la ciencia de la primera 
mitad del siglo XX y, desde luego, la ciencia moderna misma, como Heidegger señala en las 
conclusiones ontológicas a las que llega en el texto de 1938.63 
Para respaldar la tesis de Rouse podemos aducir otro ejemplo. Kuhn señalaba en La 
estructura… que los paradigmas dominantes de la ciencia nunca tienen una explicación para 
todos los problemas posibles de un campo científico dado. Antes bien, resuelven con cierto 
 
62 HANSON, N. R., Patrones de descubrimiento, pp. 77 y ss. 
63 El propio Kuhn señala en La estructura de las revoluciones científicas que hace falta una nueva epistemología 
para el análisis de la ciencia. Siguiendo al profesor Rouse, aquí creemos que la ontología heideggeriana puede 
servir de apoyo en la formulación de una nueva epistemología para el análisis de la ciencia. Cf. ROUSE, J., 
“Kuhn, Heidegger and scientific realism”, en Man and World, 14, 1980; pp. 269-290. Volveremos sobre esto 
para argumentarlo, como es debido, en el capítulo tres. 
32 
 
éxito algunos de los problemas que la comunidad de investigadores considera esenciales, 
pero les deja otro abanico de problemas en los que los científicos que abrazan el paradigma 
centrarán toda su atención. El hecho de que los paradigmas jamás logren una explicación 
acabada de todos sus problemas posibilita que acontezcan revoluciones científicas. 
¿Qué implica esta imposibilidad del paradigma y de la ciencia normal de resolver 
todos sus “rompecabezas” —como los llamara Kuhn—? De fondo, implica que en la ciencia 
hay algo que queda como inabarcable e insondable de la naturaleza, sustentado en el modo 
en que la ciencia proyecta los rasgos ontológicos decisivos de su sector de objetos. El 
paralelismo trazado entre Heidegger, por un lado, y Kuhn por otro, exige mayores 
aclaraciones y una correcta delimitación de su alcance, así como de las diferencias que hay. 
Por ahora, cabe señalar todavía que Rouse no es el único anglosajón que ha 
encontrado esta conexión entre el pensamiento de Heidegger y el de Kuhn. En un artículo 
suyo publicado en The Cambridge Companion to Heidegger, el filósofo estadounidense 
Hubert Dreyfus se expresaba así sobre uno de los aspectos de la teoría de Kuhn de los 
paradigmas científicos: 
Kuhn es bastante heideggeriano al sostener que es el paradigma el que guía las prácticas 
científicas y que el paradigma no puede ser explicado como un conjunto de creencias o 
valores que, por lo mismo, no pueden ser establecidos como criterios o reglas.64 
A lo largo del citado artículo, Dreyfus expone diversos puntos en los que los planteamientos 
básicos de Kuhn pueden compararse con los de Heidegger. Finalmente, pero no menos 
importante, Hans Georg Gadamer, discípulo directo de Heidegger, pone de relieve la 
posibilidad de trazar puntos de contacto entre Heidegger y Kuhn: 
También en las ciencias naturales hay en cierto modo una problemática hermenéutica. 
Tampoco su camino es simplemente el del progreso metodológico, como demostró 
posteriormente Thomas Kuhn y que coincidía con las ideas que habría sugerido sobre 
todo Heidegger en Die Zeit des Weltbildes y en su interpretación de la física aristotélica 
 
64 DREYFUS, H., “Heidegger on the connection between nihilism, art, technology, and politics”, en GUIGNON, 
C. (ed.), The Cambridge Companion to Heidegger, Nueva York: Cambridge University Press, 1993; p. 299. 
Fuera del ámbito anglosajón, podemos citar como ejemplo el artículo de SCHWENDTNER, T., “Parallelen 
zwischen Heideggers und Kuhns Wissenschaftsauffassung”, en FEHÉR, M., KISS, O., ROPOLYI, L. (eds.), 
Hermeneutics and Science, Boston: Springer, 1999; pp. 35-58. Aquí el autor reconstruye la interpretación de 
Heidegger sobre la ciencia desde Ser y Tiempo hasta sus trabajos tardíos, para luego mostrar los puntos de 
encuentro entre el pensamiento del filósofo alemán y Kuhn. 
33 
 
(Phys. B. 1) El “paradigma” es decisivo para el empleo y la interpretación de la 
investigación metodológica y es mero resultado de la misma.65 
Con esto hemos analizado someramente la postura de la ontología de Heidegger 
respecto de la ciencia y pudimos constatar que establecer una conexión entre su postura, por 
un lado, y los problemas y propuestas de la tradición anglosajona de filosofía de la ciencia 
por otro, no es una empresa peregrina. Ahora debemos explicar con mayor detalle estas 
últimas para poder sustentar de mejor modo aquella conexión. Partiendo de esta hipótesis, 
seleccionamos para nuestro análisis uno de los conceptos que más vigor imprimió en la 
filosofía de la ciencia: la noción de paradigma, acuñada por Thomas Kuhn. 
 
 
65 GADAMER, H. G., Verdad y Método II, trad. Manuel Olasagasti, Salamanca: Ediciones Sígueme, 1992; p. 
391. 
34 
 
CAPÍTULO 2: LA ESTRUCTURA DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO 
 
La estructura de las revoluciones científicas apareció por vez primera en el año de 1962. Este 
libro habría de marcar los derroteros que seguirían las discusiones en filosofía de la ciencia 
en las décadas siguientes. Uno de los grandes aportes de este texto fue señalar la necesidad 
de concederle un lugar a la historia de la ciencia en las reflexiones sobre filosofía de la 
ciencia. ¿Por qué fue este texto un acontecimiento fundamental digno de volver a pensarse? 
Porque al introducir la idea de la historicidad de la ciencia y de los paradigmas, Kuhn estuvo 
lo más cerca de dar con la raíz de la que brota la ciencia: la estructura existencial, 
esencialmente histórica, del hombre. En el siguiente capítulo argumentaremos en extenso 
esta idea, pero a modo de preparación explicaremos algunas de las tesis centrales de Kuhn 
en La estructura… 
 
2.1 CIENCIA Y PARADIGMA 
 
2.1.1 LA NATURALEZA DE UN PARADIGMA 
 
Pese a la fundamental importancia que el concepto “paradigma” tiene en la obra capital de 
Kuhn, su significado no queda perfectamente definido a lo largo del texto. De hecho, 
Margaret Masterman señalaba66 que el término era usado con al menos veintiún significados 
distintos por el filósofo de la ciencia. Guiándonos por el índice que elaboró aquella 
comentadora, analizaremos algunos los sentidos de “paradigma” que aparecen en La 
estructura que consideramos los más relevantes. Posteriormente completaremos el análisis 
con algunas observaciones del propio Kuhn.67 
1) “[Paradigma] como un logro científico universalmente reconocido.”68 De acuerdo 
con Kuhn, los logros científicos paradigmáticos poseen dos características esenciales: por un 
 
66 MASTERMAN,

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