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Ricardo Flores Magón En defensa de la revolución Índice Primera edición cibernética, abril del 2007 Captura y diseño, Chantal López y Omar Cortés http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/indice.html ÍNDICE Presentación de Omar Cortés. Nota editorial de Chantal López y Omar Cortés, a la edición en papel realizada por Ediciones Antorcha. I II III IV V VI VII VIII IX http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/presentacion.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/nota_editorial.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/1.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/2.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/3.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/4.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/5.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/6.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/7.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/8.html http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/defensa/9.html Presentación Fue hace ya diecisiete años y medio, en aquel inolvidable año de 1988, cuando, en nuestra editorial, Ediciones Antorcha, publicamos la obra cuya versión cibernética aquí presentamos. En defensa de la revolución fue, hasta cierto punto, una manera de buscar ejemplificar lo que en aquel año estaba ocurriendo cuando, en una lid electoral plena de irregularidades, la corriente que desde entonces se le conocía como de la tecnocracia neoliberal, se hacía plenamente del poder presidencial desplazando por medios poco honestos a la que podría denominarse como corriente política nacionalista. Fue pues, a partir de 1988, que se delineó el futuro - nuestro presente actual- de México, llegando a su fin el Estado emergido del proceso histórico conocido como Revolución Mexicana. Paralelamente México, indiscutible lider de cara a los países latinoamericanos, iniciaba un nuevo sendero en su política exterior que poco a poco le conduciría a delinear un proceso de alianzas estratégicas con las dos potencias del norte de América, que finalmente conduciría a la firma del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos de Norteamérica y México. Todo ese proceso hubo de generarse en un dolorosísimo marco de profundas crisis económicas, de las cuales quienes las vivimos guardamos amargos recuerdos. Pero sin duda alguna fueron y siguen siendo los sectores proletarios -de la ciudad y del campo- a quienes más duro zarandeo, y sigue zarandeando, la política económica instaurada por la denominada tecnocracia neoliberal, puesto que al desmembrar los restos del obeso Estado postrevolucionario, poco cuidado tuvieron y han seguido teniendo, para no dañar las instituciones sociales, poniendo con ello en auténticos predicamentos a los sectores proletarios mexicanos. Ideológicamente, las corrientes conformadoras de la llamada tecnocracia neoliberal, no han parado en su delirante objetivo de prácticamente pulverizar cualquier avance o logro que hubiese devenido del proceso conocido como Revolución Mexicana. La total abolición de lo establecido en los artículos 3°, 27° y 123° de la Constitución Federal Mexicana, sigue siendo su principal misión. Curiosamente los sectores más partidarios de la denominada tecnocracia neoliberal, buscan conceptualizar el proceso revolucionario mexicano de manera muy parecida a como en su momento lo hicieron tanto el grupo Fraternidad de Bostón, Massachussets, como el grupo Los de siempre, de Valladolid, España, a quienes Ricardo Flores Magón salió al paso para ponerles en su lugar. El alegato expresado por Ricardo Flores Magón en la serie de nueve artículos publicados en el periódico Regeneración, en 1915 y 1916, nos proporciona valiosos elementos e imprescindibles herramientas de análisis para poder encarar la soberbia de esas corrientes que ahora se han encaramado en los centros neurálgicos de la política mexicana, esperando tan sólo el momento oportuno para nulificar los logros del proceso revolucionario mexicano plasmados, precisamente, en los artículos 3°, 27° y 123° de la Constitución Federal Mexicana. Omar Cortés NOTA EDITORIAL Este escrito de Ricardo Flores Magón, fue publicado en nueve partes en el periódico Regeneración, entre los años de 1915 y 1916, en los números 212, 213, 214, 215 216, 217, 218, 221 Y 222, correspondientes al 13, 20 Y 27 de noviembre; 4, 11, 18 y 25 de diciembre de 1915 y, 15 y 22 de enero de 1916, bajo el titulo de ¡Alto ahí! De hecho, en esta serie de nueve extensos artículos -que por cierto iban a ser más, ya que al término de la novena parte, se menciona: continuará (Ignoramos cuál haya sido la causa de la suspensión de esta serie de artículos. Nota de Chantal López y Omar Cortés) -, Ricardo aborda tres puntos de importancia: A) La defensa del movimiento revolucionario mexicano ante sus detractores. B) La defensa de la postura del Partido Liberal Mexicano ante el movimiento revolucionario de México. C) La defensa de la labor desarrollada por Regeneración en su afán de divulgar al movimiento revolucionario mexicano en sí y, paralelamente, la difusión concientizadora que perseguía de cara al proletariado. Cabe también mencionar que este escrito está enmarcado en el ámbito de la política anarquista prevaleciente en aquel tiempo. De hecho Ricardo Flores Magón se dirige a la comunidad anarquista internacional, ya que careciendo ésta de una postura clara respecto al movimiento revolucionario mexicano, cada individuo, grupo o tendencia, mantenía su particular punto de vista, polarizándose estas posturas entre quienes defendían y apoyaban la labor realizada por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y quienes la criticaban velada o abiertamente. Ante la incapacidad de la comunidad anarquista mundial por establecer un organismo de carácter internacional capaz de clarificar y dirimir en su seno controversias como la aquí mostrada, se daba lugar a tomas de posición nada objetivas, expresándose éstas a través de chismes e insultos. Es preciso asentar que la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano no dejó nunca de preocuparse por obtener, de la comunidad anarquista, una definición sin ambigüedades en cuanto a la revolución mexicana. Así, por ejemplo, en el número 192 de Regeneración, correspondiente al 13 de junio de 1914, en una circular girada por la Junta al secretario del Congreso Internacional Anarquista, con sede en Londres, Inglaterra, se decía: Querido compañero deseamos por tu conducto invitar oficialmente al próximo Congreso Internacional Anarquista a tomar una actitud DEFINITIVA sobre la cuestión de la revolución mexicana. Deseamos que el Congreso diga sin rodeos que el peón mexicano al recuperar su herencia natural, la tierra, y al expulsar a los acaparadores de la misma como en el caso de Terrazas y otros bastante numerosos para poder ser mencionados, ha hecho lo que los desheredados de todos los países DEBEN hacer como primer paso hacia la conquista del pan y de la libertad económica. (...) Si vuestro Congreso cree que no puede dar semejante aprobación, debe entonces hacer lo contrario: rechazar la revolución mexicana en los términos más decididos y denunciarla como una simple guerra de capitalistas, políticos y bandidos. Nosotros creemos que vosotros debéis seguir uno de esos dos cursos si queréis conservar vuestra propia estima y tener alguna consideración en el tribunal de la opinión pública inteligente. Para que el movimiento internacional anarquista llegue a tener alguna representación debe ser fuerte y nunca podrá ser fuerte nadando entre dos aguas, incapaz de formarse una opinión acerca de una lucha que un personaje, no menos que el presidentede los Estados Unidos, ha declarado ser, en efecto, una repetición de la gran revolución francesa. Francamente lo que queremos es vuestra opinión. Creemos que tendréis alguna, porque esta revolución ha estado siendo llevada a cabo desde hace años y actualmente es el asunto del día más extensamente discutido. Si alguno de vuestros miembros están aún ignorantes de sus principales características, no podemos pensar de ellos otra cosa sino que no es su lugar el que ocupan en un Congreso Internacional Anarquista. Vagas declaraciones con palabras ambiguas serán peores que inútiles, según nuestro criterio y servirán sólo para desacreditaros. Lo que de vosotros queremos es una declaración concisa, clara, de que el peón mexicano está en lo justo al sostener que la libertad económica puede ser ganada solamente recobrando la posesión de la tierra, de que él está en lo justo al expulsar a los acaparadores de la tierra; de que vosotros urgís a los desheredados de todos los países a imitarlo. (Véase, Flores Magón, Ricardo, Artículos políticos 1914, México, Ediciones Antorcha, 1982, págs. 77-78. Nota de Chantal López y Omar Cortés) De hecho, los llamados como el citado, no encontraron en la comunidad anarquista una respuesta clara y concluyente. Así las cosas, y ante tan terrible vacío, este asunto hubo de ventilarse en base a alegatos como el presente escrito de Ricardo que, si bien guarda una importancia particular, pone en evidencia la ineficacia y pobreza política prevalecientes en el medio anarquista mundial de aquella época. La polémica generada entre los anarquistas, principalmente norteamericanos y europeos, en relación a las actividades de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, se remonta a muchos años atrás de la publicación en Regeneración del presente escrito. Entre las discusiones más relevantes, destacan las generadas con Luigi Galiani, director, en 1910, de La Cronaca Sovversiva, editada en Nueva York, y la publicación francesa Les Temps Nouveaux, mediante la edición por su director Jean Grave de los artículos de A. Cavalazzi y R. Froment. Diego Abad de Santillán, en su obra Ricardo Flores Magón, el apóstol de la revolución mexicana, sobre este asunto escribe lo siguiente: También se dijo (Grave y otros) que la revolución mexicana sólo existía en la fantasía de los redactores de Regeneración de Los Angeles. He aquí la polémica sostenida en Les Temps Nouveaux, de París. Un grupo de camaradas franceses solicitó informes para pasar a México con el propósito de luchar por la revolución. A esa demanda respondió un camarada de Regeneración, Manuel G. Garza (Teodoro Gaytán), agradeciendo las buenas intenciones; pera advirtiendo que el Partido Liberal no disponía de fondos para equipar, transportar y sostener a las camaradas que deseaban ofrecer su concurso a la revolución mexicana. Y, efectivamente, hay que tener en cuenta las condiciones de México y los momentos de lucha y de incertidumbre de entonces para pensar lo que hubiera significado una docena de anarquistas desconocedores del terreno, del idioma, etc., en el campo de la lucha en que se debatían federales, maderistas, liberales, zapatistas y otros; hubieran resultado más bien una carga que un beneficio. En el número del 2 de marzo de 1912, Les Temps Nouveaux publica un artículo de R. Froment en que se desprestigia la obra del Partido Liberal Mexicano y se niega la existencia de una revolución social en México, censurando a Regeneración por haber tenido palabras de benevolencia para Zapata, que no era anarquista. En otras diversos periódicos anarquistas se combatía también a Flores Magón y a sus amigos, presentándolos baja calores bastante ambiguos. (Véase, Abad de Santillán, Diego, Ricardo Flores Magón, el apóstol de la revolución mexicana, México, Ediciones Antorcha, 1988, pág. 106. Nota de Chantal López y Omar Cortés) Muchas publicaciones anarquistas de diferentes puntos del globo terráqueo, insertaron artículos ya sea en favor, en contra o simplemente descriptivos de la labor desarrollada por la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, ello a consecuencia del canje que, con su vocero Regeneración, la Junta realizaba con cientos de publicaciones del mundo entero. Nótese bien este dato que habla por sí sólo: la Junta se publicitó gracias a su propia labor y no debido a que en el medio anarquista internacional hubiese algún interés por descubrir o analizar lo que sucedía en México. Esto es tan fundamental, que no hay que perder lo de vista. Ahora bien, dejemos a un lado la relación de la Junta con el anarquismo mundial y analicemos el panorama interno que prevalecía en el Partido Liberal Mexicano. En sí, esta organización, había entrado en una etapa muy crítica después de la escisión generada en su seno con la separación, primero de Antonio l. Villarreal y, después, de Juan Sarabia, hecho que representó un doloroso golpe a las aspiraciones del Partido Liberal. Posteriormente, la derrota militar en Baja California norte en 1911, cuyas consecuencias fueron mucho más allá del terreno estrictamente militar, al adquirir un marcado caríz político la acusación de filibusterismo hecha al Partido Liberal Mexicano, empeoró la situación interna de esta organización. Las discusiones, acusaciones y pleitos internos que éstos dos hechos provocaron, lograban matizarse con la presencia de Ricardo Flores Magón (La figura de Ricardo Flores Magón, como elemento que cohesionaba al Partidfo Liberal Mexicano, era un hecho evidente. Nota de Chantal López y Omar Cortés), pero cuando éste, junto con su hermano Enrique, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa, ingresa a la prisión en junio de 1912, la situación cambia por completo. Antonio de P. Araujo, Blas Lara y Rafael Romero Palacios, quien posteriormente y debido a su negativa conducta divisionista sería reemplazado por Teodoro M. Gaytán, quedan al frente del Partido Liberal Mexicano y de Regeneración. Lógicamente no hubo que esperar mucho tiempo para que las diferencias internas dominaran en el ambiente del Partido Liberal Mexicano. Los miembros de la Junta, presos en la Isla de McNeil, comenzaron a ser blanco de difamaciones horrendas como por ejemplo el auténtico chisme según el cual, los presos, aparte de pasarla muy bien en prisión, ganaban cada uno cinco dólares diarios. Sobre esto, Ricardo Flores Magón posteriormente escribiría en un artículo referente a la muerte de Anselmo L. Figueroa, lo siguiente: En vez de dársenos en el presidio los cinco dólares diarios y de pasarnos en él una vida regalona, como aseguran nuestros pequeños enemigos, se nos hacía trabajar bajo la lluvia y la nieve a una temperatura glacial, en aquel lugar del extremo norte de este país. Nuestras ropas destilando agua, se secaban al calor de nuestros cuerpos por la noche, mientras dormíamos en nuestros calabozos. La alimentación que se nos proporcionaba no bastaba para que nuestros cuerpos recobrasen las fuerzas perdidas en las duras faenas del presidio. (Véase, Flores Magón, Ricardo, Carranza contra los trabajadores (Artículos políticos 1915), México, Ediciones Antorcha, 1987, págs 32-33. Nota de Chantal López y Omar Cortés) Paralelamente a estas calumnias, la creación de la Casa del Obrero Internacional en el año de 1913, provocaría igualmente una escisión entre los liberales, ahondando aun más las divergencias y sentando bases para futuras habladurías, como las acusaciones hechas por el grupo Fraternidad de Boston, Mass., que provocaron la violenta respuesta de Ricardo a través de los escritos aquí publicados. Este grupo afirmaba, entre otras cosas, que la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano era propietaria de un terreno que había adquirido por la cantidad de cincuenta mil dólares. Ahora bien, este infundio tiene su origen precisamente con la fundación de la Casa del Obrero Internacional en 1913, cuando el periódico Times de Los Angeles, California, que mantenía una política totalmente opuesta al PartidoLiberal Mexicano, publicó bajo el título Los rojos de Los Angeles se organizan, un artículo amarillista y sensacionalista donde, entre otras cosas, señalaba que el edificio donde se ubicaba la Casa del Obrero Internacional, había sido comprado en cincuenta mil dólares. Esta información era falsa; en realidad el edificio en cuestión había sido rentado por William C. Owen y Juan Francisco Moncaleano con opción de compra, que los miembros del Partido Liberal Mexicano jamás pudieron aprovechar. A pesar de ello, el insidioso artículo del Times curiosamente produjo sus efectos años después y en el seno mismo del movimiento anarquista mundial. Así, cuando los presos salen libres en enero de 1914, se encontraron con que su organización, el Partido Liberal Mexicano, estaba semi deshecha, corroída por la confusión, la intriga y el encono, teniendo además muchos enemigos y muy pocos aliados leales. Ante tan adversa situación, los excarcelados miembros de la Junta, inmediatamente se abocaron a sus trabajos periodísticos y organizativos. La pluma de Ricardo Flores Magón, vuelve a enseñorearse en las páginas de Regeneración, auténtica trinchera de combate del Partido Liberal Mexicano. La reestructuración de este órgano de prensa fue la primera labor que hubieron de realizar los ex-presos. El principal problema fue el estado financiero en que se encontraba el periódico, pues Rafael Romero Palacios, antes de abandonar la organización, se llevó consigo los fondos pecuniarios de Regeneración, dejando a la publicación sin ningún recurso. Asi pues, la colaboración económica de los miembros y simpatizantes del Partido Liberal Mexicano, resultaba imprescindible. Veamos como se expresaron los excarcelados al respecto: Las circunstancias en que hemos encontrado al periódico son verdaderamente terribles. El déficit ha ido creciendo de semana en semana y gracias a los heróicos esfuerzos de los compañeros Gaytán, Lara, Araujo, Owen, Téllez y otros pocos más, hemos encontrado con vida al querido periódico; pero creemos muy difícil que esa vida se prolongue, a menos que todos y cada uno de los amigos y simpatizadores, hombres y mujeres hagan algunos sacrificios y se empeñen no solamente en salvar la vida de Regeneración, sino también en que el periódico logre alcanzar por lo menos un tiro de cincuenta mil ejemplares semanarios. (Véase, Flores Magón, Ricardo, Artículos políticos 1914, op. cit., págs. 9-10) El periódico Regeneración aparecía semanalmente con un tiraje, en esta época de 1914- 1915, que oscilaba entre los veintitres y veintiséis mil ejemplares. Sus redactores, fieles a sus concepciones anarquistas, rechazaban sistemáticamente el insertar en sus páginas anuncios publicitarios, por lo que el periódico se sostenía únicamente con las aportaciones voluntarias de los miembros y simpatizantes de la causa del Partido Liberal Mexicano. Veamos lo que a este respecto escribía Enrique Flores Magón: Siendo Regeneración un periódico netamente doctrinario y de combate, no tiene más fuente de ayuda que la que le presten sus simpatizadores y amigos. Si fuese periódico burgués tendría la vida asegurada largamente con tantos anuncios que se nos ofrecen diariamente de todas partes de este país; anuncios que son bien pagados y que por sí solos pueden sostener al periódico con vida; que nosotros no aceptamos, tanto porque no queremos distraer espacio que es más valioso dedicar a la propaganda, porque no queremos, siendo enemigos del sistema capitalista, ayudar con la publicación de esos anuncios a los explotadores del proletariado a enriquecerse más, buscándoles marchantes en las columnas de este periódico. (Véase, Flores Magón, Enrique, En pos de la libertad, México, Ediciones Antorcha, 1988, pág. 88. Nota de Chantal López y Omar Cortés) Asi pues, cualquier acción que tendiera a influir sobre los sostenedores de Regeneración, en el sentido de que dejasen de colaborar económicamente con el periódico, traía nefastas consecuencias en sus libros de contabilidad. Todos los miembros de la Junta estaban plenamente conscientes de esta situación, de ahí que la serie de artículos de Ricardo Flores Magón que aquí publicamos, se constituyera en un velado alegato por la supervivencia del periódico. Bajo esta óptica, sí resulta comprensible que Ricardo tomara en cuenta a grupillos totalmente insignificantes en el contexto político y social de aquel tiempo; sin embargo, no deja de ser trágico el que Ricardo Flores Magón, cuya capacidad intelectual le permitía estar a la altura de los más destacados pensadores revolucionarios de su época, perdiera lamentablemente su valioso tiempo polemizando con mequetrefes que nunca hubiesen pasado a la historia por méritos propios y de los que ni el menor rastro quedaría en los tiempos actuales, si no fuese porque Ricardo los menciona en sus escritos. Verdaderamente, ¡qué tragedia! En 1915, año en que Ricardo Flores Magón trata de frenar las difamaciones en contra de Regeneración, del Partido Liberal Mexicano y de la revolución mexicana, el periódico resiente sensiblemente el abandono del apoyo económico de muchos individuos y grupos anarquistas del mundo entero. La razón de esto era muy sencilla: la campaña de desprestigio en contra de la revolución mexicana, había empezado a rendir sus frutos. Ricardo responde a los pregoneros de esta campaña. Su lenguaje es enérgico, virulento, agresivo, incluso, ofensivo en toda la extensión de la palabra. Esto a nadie debe sorprender, puesto que había desarrollado ese carácter impulsivo y agresivo a raíz de su participación política que, ciertamente, no se generó entre discusiones político-académicas, esto es, en un medio favorable a la reflexión y a la polémica. Muy por el contrario, el fogueo político de Ricardo se llevó a cabo en un medio agresivo, una dictadura brutal como la de Porfirio Díaz, en donde la discrepancia se pagaba con la muerte, la cárcel o el destierro. Después tuvo que enfrentar al brutal capitalismo norteamericano que no cejó ni un segundo siquiera en la persecución y aniquilamiento de sus enemigos. Sabido es que ante un medio agresivo, el individuo inmerso en él, ha de tornarse doblemente agresivo si es que quiere sobrevivir, y Ricardo Flores Magón no fue la excepción a esta regla. Por otra parte, su instinto u olfato político, desarrollado gracias a las feroces e interminables persecuciones de que era objeto, le concedió la particularidad de poder detectar al enemigo con una facilidad fuera de lo común. También, conocedor del principio que versa: quien pega primero, pega dos veces, cuando de enemigos se trataba no se andaba con contemplaciones, sino que dirigía sus ataques de manera directa, buscando hacer daño, el mayor daño posible a sus contrincantes, y esto era lógico, puesto que como señala el dicho: en el amor, la política y la guerra, todo se vale, y Ricardo Flores Magón amaba al proletariado, desarrollaba una política en su favor y hacía la guerra a todos sus enemigos. El alegato aquí publicado, es una auténtica defensa del movimiento revolucionario mexicano, en donde las clases sociales desposeídas lucharon desesperadamente por la conquista de su libertad económica. De que el movimiento armado no logró cabalmente sus fines, es ahora por todos conocido; pero de que hubo avances significativos, no hay la menor duda, como tampoco la hay de que la contrarrevolución logró, en cierta medida, detener y aun hacer retroceder los avances logrados. Pero ninguna culpa de ello tienen los revolucionarios de esa generación, como Ricardo Flores Magón, que supieron estar a la altura de las circunstancias. En la actualidad (Téngase en cuenta que esta Nota Editorial fue publicada en diciembre de 1988. Nota de Chantal López y Omar Cortés), esa generación que enfrentó valiente y decididamente los retos históricos de su momento, ha desaparecido. Corresponde entonces a las nuevas generaciones que pueblan el territorio mexicano, enfrentar los retos actualesy, sobretodo, armarse poderosamente de conocimientos y experiencias de nuestra historia para no caer en la trampa de los cantos de sirena entonados por la contrarrevolución que ensoberbecida y desafiante busca, camufleada en todos los rincones de la sociedad mexicana, acabar de una vez por todas con los avances logrados por el movimiento social y económico conocido como revolución mexicana. Chantal López y Omar Cortés I Una mano amiga nos hizo entrega de un ejemplar del periódico El Porvenir del Obrero, de Mahón, España, correspondiente al 14 de octubre de este año. En dicho ejemplar encontramos un artículo titulado: Documento importante. El documento es una carta fechada en Boston el 13 de julio del año actual, suscrita por el Grupo Fraternidad de dicha ciudad, del Estado de Massachusets, Estados Unidos de América, y dirigida al grupo Los de Siempre, de Valladolid, España. La carta tiene por objeto restar fuerza al movimiento económico que en todo el mundo es conocido con el nombre de revolución mexicana de la misma manera que lo hacen todos los que tienen interés en que perdure el sistema capitalista y autoritario que combatimos los anarquistas. Un tejido de embustes y de injurias, eso es lo que constituye la carta. Veámosla. Dice así: ¡Alerta, compañeros! que el timo de la revolución mexicana llega hasta ésa, según informaciones que tenemos de la aparición de un nuevo periódico defensor de la farsa política llamada por unos pocos vividores revolución social. En este grupo tenemos suficientes datos para probar lo contrario de lo dicho por los políticos fracasados que componen la Junta del Partido Liberal Mexicano, que allí es donde se fabrican todas las notas de la supuesta revolución. Parece que no es bastante grande el número de estúpidos que hay en América, pues que los barcos de Europa descargan en las playas de Massachusets bárbaros y más bárbaros. Porque se necesita ser estúpido redomado para negar que la revolución mexicana es un movimiento de carácter económico y social. Si la insurrección del proletariado mexicano para hacer que la tierra sea del que la trabaja, no es una insurrección de carácter económico y social, entonces, ¿qué carácter tiene, señores burros de Massachusets? No; no sois sinceros, señores asnos: comprendéis perfectamente que el movimiento mexicano es económico y social; pero no os resignáis a aceptar que los mexicanos, unos pobres indios analfabetos, hayan sabido poner la muestra a los europeos tan civilizados, tan educados y tan conscientes. Es que, aunque barnizados de obrerismo y de otros ismos, no dejáis de ser el gachupín de la conquista. Sois, por más que la dragonéis de anarquistas, los descendientes del encomendero que hiciera sudar sangre al indio; en vuestro pecho palpita el corazón del Oidor, y el espíritu del negrero que dormita en vuestro ser, se encabrita en presencia del indio rebelado. No; no podéis admitir que la raza considerada inferior por vosotros, se transforme en maestra vuestra; y, tragadlo porque tenéis que tragarlo, en maestra de todo el mundo. ¡Qué diferencia entre los gachupines de Massachusets tan mezquinos, tan estrechos, tan pequeños, tan ruines, tan idiotas, y nuestros verdaderos compañeros españoles que con nosotros luchan, que sufren cuando ven el peligro de caer en las garras de los políticos el grandioso movimiento del proletariado mexicano y sus corazones se inundan de una satisfacción sana y robusta, cuando de aquel caos llega la evidencia, de que la revolución no solamente está en pie, sino que se orienta cada vez mejor y robustece su finalidad eminentemente social! Es que nuestros compañeros españoles son anarquistas, mientras que los gachupines de Massachusets son instrumentos, conscientes o inconscientes, del capital y la autoridad. La revolución mexicana es una revolución social desde el momento que la caracteriza esta aspiración general, común a los combatientes de todas las facciones que están en armas: una repartición más justa de la riqueza social, para la elevación del nivel económico, político y social del proletariado, aspiración que encuentra esta solución, también común a los combatientes de todas las banderías que intervienen en la producción del grandioso fenómeno social: la expropiación de la tierra de las pocas manos que la acaparan, para que pase a poder del que quiera cultivarla. Una revolución que contiene en su seno una aspiración semejante, y que encuentra una solución parecida, ¿qué es, si no una verdadera revolución social? Esta afirmación nuestra de que el movimiento mexicano es una revolución social, tiene su confirmación tanto en el campo de los hechos como en el de las ideas, se comprueba por el acto revolucionario, tanto como por la palabra del tribuno y la frase del escritor. Las muchedumbres proletarias que asaltan las haciendas, toman posesión de ellas y se ponen a trabajarlas, sobre una base de igualdad, demuestran con ese simple hecho, que las anima el deseo de conquistar la libertad económica que presienten que es la base de todas las libertades. Actos de expropiación llevados a cabo de la manera que acabamos de apuntar, no pueden ser considerados como el hecho aislado que no responde a la materialización de una idea generalmente aceptada o de un sentimiento común, porque no han ocurrido en un solo punto del vasto territorio mexicano, sino en muchos puntos, y, lo que es mejor, en regiones enteras, como puede comprobarlo materialmente el que se tome la molestia de hacer una visita a la región del Yaqui, en Sonora, a la de Cuencamé, en Durango, a la del Fuerte de Sinaloa, a la de Chapala, en Jalisco, a grandes porciones del Estado de Michoacán, a parte de les Estados de México, Guerrero, Oaxaca y Puebla y a todo el Estado de Morelos; pero si no se quiere tomarse la molestia de hacer un viaje de esa naturaleza, pídanse a la ciudad de México colecciones de El Imparcial, El País y otros muchos diarios burgueses, y se encontrará en ellos relatos interesantes de cómo los proletarios mexicanos toman las haciendas y trabajan las tierras con el fusil al hombro. En presencia de estos hechos, no se puede negar que el movimiento mexicano es una verdadera revolución social. ¿Quién puede negar que es de carácter social un movimiento que ataca de tal manera la propiedad privada? ¿Por qué dar el nombre de farsa política a un movimiento que lleva en sí el germen de inmensas posibilidades para el progreso humano? ¿A un movimiento que por sí mismo, por su propia naturaleza, constituye ya un progreso, y que en vez de servir de objeto de burla y de escarnio, debería todo ser humano sentirse satisfecho de que la humanidad comience a dar los primeros pasos por el sendero de la verdadera libertad: la independencia económica, base de todas las prerrogativas del hombre? Si el acto revolucionario, revolucionario en el sentido social de la palabra, nos demuestra que el movimiento mexicano es una revolución social, nos lo demuestra igualmente el conocimiento claro, preciso, que el proletariado mexicano tiene de los fines de esta lucha. Preguntad a cualquier trabajador mexicano por qué se lucha, y responderá sin vacilar: ¡por la tierra! No le preguntéis en qué libro aprendió que se debe luchar por la posesión de la tierra, porque tal vez no sepa leer; pero él siente la necesidad de salir de la miseria, de convertirse de siervo en hombre libre por la posesión de la tierra, de la cual obtendrá sin necesidad de depender del amo, lo que necesitan él y su familia, y lucha por conquistarla. Y si buscamos en otras fuentes los datos que necesitamos para determinar con exactitud el carácter del movimiento mexicano, comprobaremos de ese otro modo que dicho movimiento es una revolución social. El orador, el escritor y el político, ¿no nos dicen a cada instante que se liberte a la clase trabajadora de la miseria en que yace, mediante un reparto equitativo de la tierra que se encuentra acaparada en las manos deunos cuantos señores feudales? Ellos, los oradores, escritores y políticos burgueses nos hablan de repartos de tierra, porque, naturalmente no pueden abogar por la abolición del derecho de propiedad privada; pero el solo hecho de que nos hablen de repartos de tierras, significa que han pulsado bien la opinión y procuran seguir su corriente, como buenos políticos, para guardar el equilibrio y no correr el riesgo de caer aplastados por el desprecio popular, cosa que ocurriría si no halagasen con sus palabras y sus actos los sentimientos del pueblo, y como mientras más tiempo transcurre, las ideas de las masas se radicalizan más, ora por el ejemplo que ponen los desheredados que se entregan a actos de expropiación en grande escala y para el bien colectivo en las regiones y circunstancias propicias para ello, ora por las prédicas netamente anarquistas de los miembros del Partido Liberal Mexicano, que se les encuentra diseminados en México esparciendo la semilla ácrata en las filas de todas las banderías, cuando no en los poblados, en las ciudades y en los campos, ora por la propaganda semi-socialista, semi-anarquista o simplemente unionista de otros agitadores, los políticos más inteligentes han tenido, también, que radicalizar sus palabras, para que no choquen con el modo de pensar del proletariado mexicano en este momento de su evolución, y a eso se debe que los oradores y los escritores burgueses de mayor potencia cerebral, propagan ideas netamente anarquistas con el fin de granjearse las simpatías de las masas. Pero si tantas pruebas, como las aducidas, no bastasen como para que cualquier cerebro, aún el más rudo, comprenda que es una revolución social la que se desarrolla en México, no hay más que echar una ojeada a la multitud de planes, manifiestos, proclamas, circulares, programas y otros documentos expedidos por las diversas facciones que desde 1910 hasta la fecha, han contribuido de alguna manera a la formación de ese caos magntfico que se llama revolución mexicana, para convencerse hasta la evidencia de su carácter económico y social. En efecto, en esos documentos se ve que uno de los objetos de la actitud beligerante de la bandería a la cual pertenecen, es el mejoramiento económico y social de las masas desheredadas por medio de repartos de tierras y otras medidas adecuadas, y en la prensa de esas banderías, se habla de reivindicaciones sociales, y en algunos de esos periódicos se ataca al capital, al militarismo y al clero, como no lo hacen muchos órganos proletarios. Y si todavía hubiera cabezas de piedra, incapaces de comprender el carácter económico y social del movimiento mexicano, es bueno que sepan esas cabezas duras, que Wilson, el Presidente de los Estados Unidos de América, al enviar el año pasado sus delegados a las conferencias del Niágara, les dió instrucciones de que no firmasen ningún arreglo en que no constase el compromiso formal del gobierno mexicano que quisiera ser reconocido por los Estados Unidos, de atender en primer lugar, a la solución del problema agrario, pues, dijo Wilson, que mientras el campesino no fuera dueño de la tierra, la revolución quedaría en pie. Indudablemente que Wilson no obró de esa manera movido por un sentimiento de filantropía, sino por el deseo de que se hiciera la paz, para que los burgueses americanos pudieran hacer buenos negocios; pero la acción de Wilson comprueba que el movimiento mexicano es de carácter económico y social. Atacar un movimiento revolucionario como el que sacude a México, es una villanía si el ataque proviene de un burgués; pero la acción no tiene nombre cuando el ataque es hecho por proletarios, y todavía es más dificil encontrar un calificativo para esa acción, cuando el ataque parte de un grupo de individuos que se titulan anarquistas. ¿Qué anarquistas son esos que ponen trabas a la emancipación de la clase trabajadora? Los trabajadores mexicanos están en lucha por conquistar su libertad económica, y, ¡oh sarcasmo! tenían que ser otros trabajadores los que habían de tenerles las manos para que el enemigo común les clavase el puñal, que no a otra cosa equivale el acto infame de escribir cartas incitando a que no se ayude a los que necesitan la asistencia de sus hermanos de clase. Traición, traición neta y descarada es la cometida por los gachupines de Massachusets. No; esos del grupo Fraternidad no son anarquistas, no pueden ser anarquistas; son esbirros. Si se les levantase el ala izquierda del saco, no causaría extrañeza ver brillar en sus pechos la estrella del polizonte. Al menos, su actuación hace despertar las más robustas sospechas. Y si no son esbirros oficiales; si no portan estrella, merecen portarla por bajos y por canallas. Esos gachupines de Massachusets, no son anarquistas, que entonces dejarían de ser gachupines. Son aventureros que tendieron el vuelo hacia América para hacer negocio. De esa manera están hechos el empeñero y el torero; el agiotista y el palo blanco. No son españoles; son gachupines a secas, hijos de madres asquerosas que no tuvieron el pudor de ahogarlos al nacer, siquiera para que más tarde no hicieran sospechar con sus acciones sus podredumbres ancestrales. Timadores, vividores, políticos fracasados, ésas son las flores con que nos obsequian esos insignes gachupines, descendientes de Loyola y Torquemada, de Alvarado y de Cortés, de Pizarro y de Valdivia. Obsequio de marranos: el lodo que salpican sus pezuñas. Timadores: los que todo lo hemos sacrificado en servicio del oprimido. Vividores: los que nos consumimos cita por cita por exceso de trabajo y falta de una buena alimentación. Poltticos fracasados: los que con abrir la boca tendríamos riquezas, distinciones, honores, en medio de una sociedad cuya muerte deseamos con todo nuestro corazón. ¡Qué infamia! ¡Qué infamia! (De Regeneración, N° 212 del 13 de noviembre de 1915) Ricardo Flores Magón II Si el gachupín, entiéndase bien, gachupín, no español, que el español es persona sensata, si el gachupín, repetimos, es corto de entendederas, es, sin embargo, listo como pocos para mentir, cualidad indispensable para llegar a ser un buen empeñero, inmejorable cualidad para distinguirse como palo blanco, muy buena cualidad para los hombres de negocios, cualidad muy útil para todo aventurero; pero malísima para llegar a ser un anarquista. Sigue así la carta de los gachupines de Massachusets: Aquí, en esta localidad, nos reunimos ciento cincuenta compañeros dispuestos a marchar a México, a luchar con el fusil o a trabajar las tierras ya expropiadas, según los redactores de Regeneración; pues, según dicho periódico, en México ya se practicaba el comunismo anárquico. Antes de salir de aquí, y para que el viaje no fracasara, nos comunicamos con un compañero que residía en Los Angeles, California, el cual se puso inmediatamente en marcha, internándose en México y, guiado por Regeneración, visitó las partes más importantes de la revolución (según el periódico) y no halló más que luchas políticas de cuatro desangradores del pueblo que aspiran a encumbrarse. Tenemos cartas escritas por nuestro camarada de diferentes partes de la República; ... Cuando se lee sin pensar, sin tratar de ver si lo que se lee puede ser admitido por la razón, fácilmente se aceptan las mentiras más gordas; pero por poco que se piense, por poco que se haga intervenir la razón en aquello que se lee, a las primeras líneas se descubre la mentira. Los gachupines de Massachusets, rudos como son, no pensaron en esto que decimos sobre la facilidad con que se desmorona la mentira, ¡también es que los pobres no contaban con la huéspeda: que Regeneración tendría que salir para ajustarles las puntadas! Y envalentonados con el mutismo forzado del noble vocero del oprimido, se dejaron ir de bruces, como carneros montaraces, sin ver el abismo que se abría a sus pies ... y dieron el salto mortal para caer en el lodo, que en este caso es ElPorvenir del Obrero, de Mahón, España, y alguno que otro charco de menor cuantía. Aseguran los gachupines de Massachusets, que lograron reunirse en Boston ciento cincuenta compañeros dispuestos a marchar a México a luchar con el fusil o a trabajar las tierras ya expropiadas. Quien quiera que tenga una poca de práctica revolucionaria, comprenderá desde luego que es una mentira colosal eso de los ciento cincuenta compañeros dispuestos a empuñar el rifle, pues si para el hecho inocentísimo de organizar un ordinario grupo anarquista sin otros fines que la propaganda, se reúnen con muchas dificultades unos cuantos compañeros, ¿qué no sucederá cuando se trata de organizar una expedición que deba recorrer miles de kilómetros para encontrarse en el terreno de la acción revolucionaria? Porque no hay que pensar que Boston está cerca de la frontera de México: se encuentra en el nordeste de los Estados Unidos, y para llegar a México hay que atravesar Estados extensos de la Unión Americana. Pero si no bastase este simple razonamiento para convencerse de que es una mentira lo de los ciento cincuenta compañeros dispuestos a empuñar el rifle, hay que convenir en que es muy duro de tragar eso de que se reúnan ciento cincuenta individuos listos para emprender la marcha a México, sin poseer antes una información exacta de las circunstancias que prevalecen en aquel país, pues por lo que se ve de la carta, primero se reunieron los ciento cincuenta revolucionarios, y hasta después se preocuparon por tomar informaciones. ¿Puede creerse semejante absurdo? No: esos ciento cincuenta anarquistas listos para emprender la marcha a lo desconocido, son otros tantos seres imaginarios, son fantasmas, son creaciones toscas, fabricaciones groseras de una intelectualidad bastante próxima a la del mono. Y esos ciento cincuenta individuos o fantasmas, porque en realidad no han existido, no eran todos con seguridad, vecinos de Baston, porque es muy dificil encontrar en una ciudad ciento cincuenta hombres dispuestos a tomar las armas por una causa noble como la del Partido Liberal Mexicano. Esto no quiere decir que dejemos de comprender que en una ciudad hay no solamente ciento cincuenta hombres enérgicos dispuestos a tomar las armas por una buena causa, nosotros creemos que hay muchos más, que tal vez son miles los que sienten en su corazón ansias de rebelarse contra un sistema de infamia; pero no se sabe quiénes son esos hombres para tratar personalmente con ellos asuntos tan delicados como el de la organización para llevar los ideales al terreno de la acción. Desde luego, se tropieza con la dificultad de saber si aquel que uno considera ser un anarquista de acción, lo es en realidad, y para determinar esa condición es preciso estudiar al individuo, conocer sus costumbres, su carácter, si es discreto, esto último sobre todas las cosas, porque no se trata de asuntos que puedan ser arreglados a la luz del día, en las narices del polizonte y del detective, pues se correría el riesgo de ver el plan fracasado por una denuncia. En estas circunstancias, la reunión en una ciudad de ciento cincuenta individuos dispuestos a marchar a México a luchar por Tierra y Libertad, es más que difícil, es imposible. Con seguridad que esos ciento cincuenta fantasmas no residían todos en Boston, pues ni el grupo Fraternidad, o sea el de los gachupines, cuenta con ese número de miembros. Los fantasmas residían en un buen número fuera de la ciudad, y fue preciso que esos abnegados fantasmas dejaran su trabajo, abandonaran sus familias e hicieran gastos de viaje, para tener el gusto de reunirse en Boston con los gachupines, no para marchar inmediatamente a México sino para ... esperar que un badulaque enviase informaciones sobre el movimiento revolucionario mexicano, y mientras esta información llegaba, estaban haciendo gastos en Boston, habían perdido sus trabajos y abandonado a sus familias. Si esos ciento cincuenta no son unos fantasmas, son unos redomados imbéciles, pues muy bien pudieron ahorrarse tanto sacrificio esperando en casa una buena información, antes de partir para Boston a reunirse con los gachupines. ¿Se hace necesario que más argumentos sean aducidos para probar que es una falsedad lo de los ciento cincuenta compañeros dispuestos a marchar a México? Pues, bien, allá va este otro argumento: si difícil es reunir ciento cincuenta combatientes, por las razones antes expuestas, más difícil es tener el dinero que se necesita para transportarlos a México, porque no se puede admitir que tal número de hombres tuvieran en su poder $75.00 moneda americana cada uno para pagar su pasaje, más unos $25.00, también cada uno y, en la misma moneda, para adquirir un rifle con una dotación, al menos, de doscientos cartuchos, aparte todo esto de los gastos en comidas durante todo el viaje que, es de cuatro citas con sus noches hasta la frontera de México. Raro es el trabajador que pueda reunir semejante suma, y es por esto mismo inadmisible que, en un momento dado, se hubieran reunido ciento cincuenta compañeros para emprender la marcha a México. No; no han existido esos ciento cincuenta compañeros. Lo que ha existido es la mala fe, la maldad de los rufianes que se cobijan con el sagrado nombre de un grupo anarquista para comprometer un movimiento proletario que todavía no es igualado por ningún otro de la Tierra contra la explotación y tiranía. ¡Traición! ¡Traición! ¡Traición! Judas no ha muerto; Judas vive; Judas reside en Massachusets; madres deformes y desvergonzadas siguen pariendo Judas; y continuarán pariéndolos mientras subsista este sistema que hace posible que los vástagos enclenques de los lupanares más sucios de Cádiz y de Madrid, de Sevilla y de Barcelona, puedan satisfacer su hambre vendiendo a la misma madre que los parió. Y como si por argumentos no parásemos, nos parece imposible que a invitación de un grupillo de infelices se hubieran reunido ciento cincuenta compañeros, esto es, ciento cincuenta anarquistas, listos para emprender la marcha a México. Los que conocemos el movimiento anarquista en los Estados Unidos, podemos afirmar que es imposible que se hubieran reunido en una ciudad ciento cincuenta anarquistas, dispuestos a luchar en México por Tierra y Libertad, aunque la invitación no hubiera partido de un grupillo sin influencia, sin significación como el de Massachusets, que tal vez no pueda reunir media docena de moscas desveladas. La medida del movimiento anarquista en los Estados Unidos la da el tiro mezquino de la poca prensa anarquista que aquí existe, muy buena prensa indudablemente; pero con muy pocos lectores si se tiene en cuenta que este país contiene más de cien millones de habitantes. Y no es que los compañeros no se muevan vigorosamente para robustecer, para agigantar el movimiento anarquista, que sí lo hacen y con una constancia digna de encomio; pero el medio es refractario a nuestros ideales, ésta es la tierra del dolar; aquí, el trabajador se siente tan burgués como Rockefeller y Morgan, y el sueño dorado del proletario, casi en lo absoluto, es tener en los bancos algunos ahorros para tiempos difíciles. No sin sorna se refieren los asnos de Massachusets a las tierras ya expropiadas, según los redactores de Regeneración ... como para significar que somos embusteros, que los desheredados no han tomado posesión de la tierra desconociendo virilmente el derecho de propiedad que sobre ella, sobre la tierra, pretenden tener los ricos. En la voluminosa colección de Regeneración se encuentran noticias tomadas de la prensa burguesa de la ciudad de México, relativas a la toma de posesión de la tierra por masas desheredadas que a nadie han pedido permiso para ejecutar ese acto de justicia, y por lo mismo, han obrado como lo haría el mejor anarquista, no uno de los de Massachusets. Y para que no se dijera que tales noticias eran fabricaciones nuestras, hemos tenido especial cuidado de citar el nombre y la fecha del periódicodel cual son tomadas, dando así nosotros una muestra de nuestra honradez como luchadores, al mismo tiempo que facilitamos a los que dudan, un medio expedito para convencerse de que la revolución mexicana es la revolución social, pues cualquiera puede pedir a las oficinas de los periódicos citados, los números que contienen las noticias que copiamos o extractamos. Mas, si todavía no fuera suficiente la multitud de noticias publicadas en Regeneración sobre actos de expropiación de la tierra por los desheredados, véase una recientísima, tomada del diario burgués, El Pueblo, de la ciudad de México, correspondiente al día cuatro de este mes. La noticia se refiere a la rendición de algunos zapatistas de la Prefectura de Tlalpan, Distrito Federal, distante unos dieciséis kilómetros de la ciudad de México. Dice la noticia en la parte relativa: El día primero (de noviembre) se presentaron al Jefe de las Armas señor Coronel Ezequiel Villar, sesenta y tres individuos con sus respectivas familias a solicitar amnistía, la cual les fue concedida inmediatamente, dedicándose todos estos ex-reaccionarios al trabajo, permitiéndoseles además, que recogieran el maíz y demás cereales que habían sembrado en tiempo de la ocupación de esta ciudad por los zapatistas, esto probará a dichos individuos y al público en general, que el constitucionalismo profesa ideas fraternales hacia los equivocados y los inconscientes. Haciendo a un lado la muestra de fraternidad carrancista, por esta noticia se comprende con toda claridad que esas familias proletarias que se rindieron ante la abrumadora fuerza carrancista, habían tomado posesión de la tierra, y la habían cultivado. Ahora, se les quita la tierra por los carrancistas para devolvérsela al burgués, y como un acto de fraternidad carrancista, se permite a esos pobres campesinos que levanten su cosecha. Se ve, pues, que no fabricamos noticias, que no es una ilusión la revolución social en México, y que solamente corazones pervertidos pueden dedicarse a obstruir un movimiento que en los corazones normales despierta simpatías y entusiasmo. ¡Otro fantasma!, el individuo que hizo su viaje a México. Si no es un fantasma de la misma clase de los ciento cincuenta reunidos en Baston, es uno de tantos vividores que en lugar de desempeñar la misión que se le confiara se paseó por los lugares en que no había peligro, y desde ellos enviaba cartas mentirosas a los asnos de Massachusets. ¿Quién es ese individuo? ¿Por qué se oculta su nombre, cuando ningún peligro hay en que se sepa, y antes por lo contrario, su publicidad hubiera dado mayores visos de verosimilitud a lo asentado en la carta? Que el burgués se empeñe en restar apoyo al movimiento mexicano, es lógico; su interés va de por medio; pero que los proletarios hagan el vado en torno de sus hermanos de clase cuando éstos están comprometidos en una lucha desigual contra el enemigo común, eso no tiene más que un solo nombre: ¡crimen! (De Regeneración, N° 213 del 20 de noviembre de 1915) Ricardo Flores Magón III Ya ven los asnos distinguidísimos de Massachusets que si es cosa fácil mentir, fácil también es destruir la mentira. Imbéciles y cobardes al mismo tiempo, cuando escribísteis vuestra cartita, creísteis que vuestro flagelo, Regeneración, estaba muerto para siempre, y que no tendríamos la oportunidad de embarraros en los hocicos vuestra propia inmundicia. Como ni por un momento queremos que se nos suponga racistas, esto es, que seamos partidarios de una cierta raza humana con exclusión de las demás, cosa impropia de los que profesamos ideas anarquistas, porque los anarquistas consideramos iguales a todos los seres humanos, sin distinción de raza ni color, bueno es que se tenga en cuenta que, cuando empleamos la palabra gachupín, no es para designar al individuo de raza española, raza que, como la francesa, como la inglesa, como la negra, como la china, como la japonesa, como todas las que habitan la madre Tierra, no suscita en nuestro corazón sino sentimientos de simpatía, de amor, de fraternidad. Cuando empleamos la palabra gachupín, es para designar a personalidades perversas de la raza española en la que, como en todas las demás, no deja de haber malvados. Sigue así la carta de los gachupines de Massachusets: ... tenemos aquí también algunos documentos de conocidísimos compañeros, que nos aseguran que Antonio de P. Araujo salió para España a redactar Reivindicación; pero aquí está lo más interesante: dicho individuo salió de aquí diciendo que salía para México y al salir dejó su firma grabada en caucho para que los Magones mandaran las cartas a España, que el mismo Araujo recibiría con un nombre supuesto, constando que dichas cartas eran procedentes del campo de operaciones en México. ¿No comprendéis? Este enredo quiere decir que Araujo no ha estado en México; que en vez de marchar a México, se fue a España a redactar Reivindicación, y, la verdad es que no se puede concebir que exista tanta imbecilidad en cabeza humana, aunque sea una cabeza de gachupín. No a cien, sino a miles de compañeros, les consta que es una realidad el viaje de Antonio de P. Araujo a México. Muchos compañeros residentes en los Estados Unidos tienen en su poder cartas y tarjetas postales escritas con el puño y letra de Araujo de distintas partes de México, y en cuyos sellos puede verse que las cancelaciones han sido hechas por las diversas oficinas postales mexicanas, donde iba depositando su correspondencia. Pero si se duda todavía, el modo más fácil de comprobar lo que decimos, es hacer que algún companero vaya a México y pida informaciones de Araujo a Emiliano Zapata. De esta manera se conseguirían dos cosas: demostrar que los conocidísimos compañeros de los gachupines de Massachusets son unos redomados embusteros, y comprobar que cuanto hemos dicho sobre las pláticas de Araujo con Emiliano Zapata es la verdad. Cuando Juan Francisco Moncaleano, aprovechándose del hecho de estar presos en la Isla de McNeil, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa, Enrique Flores Magón, y el que esto escribe, quiso apoderarse de Regeneración para su provecho personal, su despecho fue grande al verse descubierto en sus pretensiones y entonces, como recordarán los lectores de Regeneración de aquella época, Moncaleano se soltó injuriando y calumniando como quien da palos de ciego, a los compañeros Blas Lara y Teodoro M. Gaytán, representantes de la Junta mientras los miembros de ésta permanecían en la prisión, y a los prisioneros igualmente. Entonces Moncaleano, entre otras mentiras, echó a volar una, la más gorda de todas, la que no puede ser tragada por ninguna tragadera, pero que, a los gachupines de Boston y a sus hermanos de Mahón, les parece muy a propósito para hacer añicos de un porrazo, nuestra reputación revolucionaria. Otro papelucho que acoge con cariño cuanto de insultante y calumnioso se publica contra los hombres que formamos la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, es el periódico político La Justicia Social, de Reus, España. Como periódico partidario del principio de autoridad, tiene forzosamente que ser enemigo nuestro, pues mientras que ese periódico cree que es necesario que haya alguien que gobierne al pueblo, nosotros creemos que nadie debe mandar a nadie. De esta diferencia de opinión nace un odio irreconciliable que nos profesa ese periódico, odio que encuentra buenas todas las armas que contra nosotros halla al paso. Por lo demás, agradecemos a La Justicia Social que nos odie. Ese odio nos honra. En cambio, su simpatía nos envilecería: hay fraternidad de zahurda que causa sonrojo. Además, no queremos tener relaciones de ninguna clase, con los vástagos enclenques de ciertos lupanares de España. Pueden, pues, los señores regenteadores de La Justicia Social, de Reus, España, continuar atacando. Del campo enemigo no debemos esperar apretones de manos, sino coces. La mentira echadaa volar por Moncaleano es ésta: dice que Blas o Teodoro, pues parece que no ha podido determinar todavía quien de nuestros dos representantes fue, le propusieron, para hacer negocio, que no se diera a conocer en Los Angeles, sino que con Blanca, la mujer del payaso de la Escuela Moderna, se fuera a vivir fuera de la ciudad, y que desde donde estuvieran enviaran noticias sobre la revolución social, y con sólo eso llegaría tanto dinero a la oficina de Regeneración, que bastaría para pagar el déficit que pesaba sobre el periódico. He aquí cómo se expresan los gachupines de Massachusets a este respecto: Esta misma proposición se la han hecho a un compañero de aquí, diciéndole que fuese a vivir fuera de la localidad él y su familia y que sus gastos sertan costeados por los fondos de Regeneración con tal que escribiera semanalmente unas notas de la revolución, constando que venían del campo de la lucha. Dicho compañero se negó a ser instrumento de tal estafa. Esta mentira causa risa, porque el pobre Moncaleano será rufián manoseador de niñas de diez años de edad, y todo lo que se quiera, menos escritor, y nuestros compañeros Blas Lara y Teodoro M. Gaytán tienen el juicio necesario para no confiar a un individuo tareas que no pueda desempeñar. Moncaleano puede hilvanar difícilmente unas cuantas palabras. Como buen gachupín, es bruto por excelencia, y, buen escritor que hubiera sido, Regeneración no necesita inventar noticias como ha quedado plenamente demostrado, no sólo al principio de esta ya larga contestación a los majaderos de Massachusets, sino con la colección entera del periódico en la que se ve que cada noticia que se publica, es referida al periódico de donde se toma. No había, por lo mismo, necesidad alguna, de solicitar los servicios de Moncaleano para que fingiera enviar noticias del campo de la lucha, cuando en realidad se estaba recibiendo, y en abundancia. Además, ¿con qué dinero se iban a pagar los gastos de semejante servicio, cuando el periódico vivía, como siempre, en medio de las mayores dificultades? En realidad, nunca se propuso tal cosa a Moncaleano. Suponiendo que no fuéramos honrados en nuestras informaciones, que retamos a cualquiera que nos lo pruebe, no existió nunca la necesidad de tener que encomendar a un pelagatos la tarea de confeccionar noticias revolucionarias. Revísese con cuidado la colección de Regeneración y se podra ver si alguna vez ha existido la necesidad de inventar noticias. Siempre se ha dicho de qué periódico se toman, para que los que tengan dudas, busquen esos periódicos que, por lo demás, es fácil encontrar, porque siempre nos referimos a su fecha y lugar donde se publica. En esta contestación hemos procurado no pasar por alto ninguna afirmación hecha por nuestros enemigos. Nuestro empeño, muy justificado por lo demás, es que quede depurada la verdad de una vez por todas. Y que queden deslindados de una vez los campos. Trabajadores como somos en la tarea de orientación del movimiento revolucionario mexicano, es nuestro deber demostrar que obramos de buena fe, que nuestros procedimientos en la lucha han sido siempre honrados y que de nada tenemos que avergonzamos, ni nadie tiene derecho a señalarnos con el dedo. Nuestro pasado es un libro abierto a todas las miradas, a todas las investigaciones. No hay secretos, no hay rincones donde pudiera esconderse la indignidad. Veintitrés años puestos al servicio del oprimido contra el opresor, sirven siquiera para indicar que nuestra vida ha sido empleada en cosas más útiles para la humanidad que la invención de mentiras. Así, pues, adelante. (De Regeneración, N° 214 del 27 de noviembre de 1915) Ricardo Flores Magón IV Hay seres malvados que se complacen en calumniar. La calumnia debe ser para ellos una especie de golosina, algo que les proporciona placer, y como la calumnia es lo más inmundo, lo más sucio que pueda existir, esos seres depravados que gozan con la calumnia, son marranos, verdaderos marranos cuyo placer estriba en el acto de hundir la trompa en el lodo y con las pezuñas hendidas salpicar cieno a diestra y siniestra. Así, nuestros gachupines, se complacen en jugar con cieno. La carta famosa sigue de esta manera: Aquí los que escribían Regeneración, pues nada menos que con su déficit, compraron una grande extensión de terreno en el que trabajan, no ellos, sino diez trabajadores, que son villanamente explotados, haciéndoles creer que los productos de la finca son para la revolución mexicana. ¿Donde está ubicada esa gran extensión de terreno que hemos comprado? ¿Quiénes son esos diez trabajadores a quienes explotamos villanamente haciéndoles trabajar esa gran extensión de terreno? Ni la gran extensión de terreno existe, ni existen tampoco esos diez esclavos que, por no existir, entran en la categoría de fantasmas y pasan a aumentar el número de aquellos ciento cincuenta fantasmas de Boston que estaban dispuestos a empuñar el rifle. No, no hay esa gran extensión de terreno ni existen esos diez esclavos; lo que hay es la mala fe de enemigos gratuitos, a quienes ningún mal hemos hecho, con muchos de los cuales ni siquiera hemos cruzado una palabra, y que nos odian con el odio más irracional que pueda existir. Nos odian porque no somos como ellos, porque somos honrados, no porque nosotros lo decimos, sino porque los hechos nuestros lo demuestran: las tentaciones no nos han hecho caer; las persecuciones no nos han doblegado. Hemos pasado por todas las pruebas en nuestra larga vida de rebeldes, sin que haya nadie que pueda decir: tal día se vendieron, tal otro se rindieron. Esta conducta limpia, choca a todos los insignificantes, a los que por pequeños no pueden abrigar ni siquiera la esperanza de ser tentados, que bien lo apetecen. Tan pequeños y tan enemigos, son nuestros enemigos, que el enemigo común los ve con desprecio; los hombres se ríen de ellos y pasan la vida sin dejar más rastro que el que van marcando sus desahogos corporales. Seres tan mezquinos tienen que ver con odio a todo aquel que por sus hechos cuenta con la simpatía de los oprimidos. Ellos quisieran contar con esa simpatía, porque la convertirían en dinero, y no lográndolo por incapacidad e insuficiencia, los trastorna el despecho y se entregan a toda clase de infamias, hasta la de procurar por todos los medios posibles que el trabajador mundial, deje sin ayuda a los que se afanan por orientar el movimiento mexicano hacia el comunismo anarquista. No hay tal extensión de terreno ni los diez esclavos bajo nuestro dominio. La imprenta y las oficinas de Regeneración, así como las pobres casas que habitamos los que formamos este grupo editor, se encuentran en un terreno de cinco acres de extensión, y tenemos que pagar mensualmente una renta de veinticinco dólares, como quedará convencido todo aquel que desee ver los recibos que tenemos en nuestro poder. Nada, pues, tenemos en propiedad, ni un centímetro cuadrado de terreno, y en cuanto a la historia de los diez esclavos, se refiere indudablemente a nosotros mismos, a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y del grupo editor de Regeneración que, para ganar nuestra vida, labramos esos cinco acres de tierra, y no llegamos a diez individuos, pues los trabajadores permanentes de la Junta y del grupo editor somos cinco individuos: Librado Rivera, Enrique Flores Magón, Trinidad Villarreal, José Flores y Ricardo Flores Magón. Nosotros somos los esclavos que nos deslomamos trabajando, como a todos nuestros amigos de Los Angeles les consta, y no los diez fantasmas a que se refiere la carta de los gachupines de Massachusets. Los cinco compañeros arriba citados somos los que, con nuestra constancia, con nuestro desinterés, con nuestro arrojo para hacer siempre frente a la miseria y a la persecución, sostenemos con vida estos dos organismos importantes y de significación en el movimiento revolucionario: laJunta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y el grupo editor de Regeneración. ¿Dónde están, entonces, esos diez trabajadores a quienes explotamos villanamente? Y esa gran extensión de terreno que tenemos en propiedad. ¿Dónde está? Todo lector serio e inteligente se habrá venido convenciendo de que no hay justicia para atacar a los individuos que formamos la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y el grupo editor de Regeneración, y que, si se nos ataca, no se hace con el propósito de servir a la verdad, sino con el torcido empeño de dejar aislado al trabajador mexicano en la lucha que tiene emprendida contra sus verdugos, que son los verdugos de la humanidad. Esos ataques provienen de individuos que se dicen anarquistas. ¿Podemos realmente considerar como anarquista a quien ejecuta actos contrarios al ideal anarquista? ¿Puede ser considerado anarquista quien con sus hechos pone obstáculos a la marcha del anarquismo? Indudablemente que no son anarquistas ni los mentecatos que componen el grupo Fraternidad, de Boston, Massachusets, ni los pobres diablos que les sirvieron de corresponsales y que residen en esta ciudad de Los Angeles, Moncaleano y pandilla, ni los pelagatos de la cloaca El Porvenir del Obrero, de La Justicia Social, de Acción Libertaria y otros papeluchos de la misma calaña. Sigamos leyendo la carta de los gachupines de Massachusets: Tendríamos mucho, muchísimo que escribir -siguen diciendo-, pero vosotros mismos podéis sacar la cuenta. Existen hoy en la República de México cinco presidentes, pues el que conquista un pueblo (siempre con la sangre de los trabajadores) se erige presidente. Con eso de los cinco presidentes, quieren hacer entender los pobres asnos de que, lo que hay en México es un movimiento que nada tiene de anarquista, cuando lo que prueba el hecho de existir al mismo tiempo tal número de presidentes, es que el principio de autoridad se encuentra de tal manera relajado que no puede constituirse un gobierno fuerte, y eso, amigos asnos, debe congratularnos a todos los que nos sentimos verdaderamente anarquistas, a todos los que queremos que nuestros ideales ganen terreno, y ¿qué mejor oportunidad, tanto para la propaganda por medio de la palabra, como por la del acto, que cuando la autoridad debilitada, no puede entregarse a las represiones? Si los pollinos de Massachusets fuesen realmente anarquistas, y si anarquistas fueran los marranos que estampan las pezuñas en El Porvenir del Obrero, mejor que criticar los actos de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano y del grupo editor de Regeneración, actos guiados por un sincero fervor revolucionario, y de hacer mofa de la actitud viril del trabajador mexicano, actitud no superada todavía por la de ningún otro trabajador en el mundo, pondrían todo su empeño en fomentar el movimiento mexicano, en procurar que no sea acaparado, absorbido por los partidarios del principio de autoridad. Pero en lugar de hacerlo así, se nos ataca a nosotros que, quiérase o no se quiera somos los orientadores de ese hermoso y trascendental movimiento emancipador, pues a los trabajos y a los sacrificios de los miembros del Partido Liberal Mexicano se debe el gran progreso revolucionario alcanzado en México, y se nos ataca porque nacimos en México, porque somos indios, y el indio, según el criterio gachupín, es un individuo de mentalidad inferior, bueno para trabajar bajo la mirada brutal del capataz, excelente para vivir encorvado en el surco bajo el látigo del negrero, negrero gachupín, naturalmente; pero incapaz de concebir en sus nebulosas cerebraciones un solo proyecto de emancipación, la idea más vaga de libertad. (De Regeneración, N° 215, del 4 de diciembre de 1915) Ricardo Flores Magón V La carta de los gachupines de Massachusets termina de esta manera: Si necesitáis algunos datos, vosotros o algún grupo o federación anarquista, podéis escribirnos a este grupo. Un fraternal saludo a los buenos y vosotros contad en todo lo que al ideal puede ser útil con este grupo. Si deséais que la verdad florezca y que los explotadores se acaben, comunicad este asunto con los demás grupos y federaciones, pues será más fácil la comunicación que a nosotros, contando siempre a vuestro lado con este pequeño grupo de compañeros. Grupo Fraternidad P.O. Box 43. Hanover Street, Station, Boston. Mass., USA. Por la lectura de estos últimos párrafos de la carta, se descubre que los asnos de Massachusets han desplegado una actividad bastante grande en su triste obra de denigrar el movimiento revolucionario que sacude a México. Este trabajo cobarde estuvo haciéndose en el misterio, subterráneamente, y en los momentos en que la Junta no podía defenderse, y habría continuado esa labor de hormiga contra la Junta, contra Regeneración, y contra el movimiento revolucionario mexicano, si un puñado de abnegados anarquistas españoles no hubiera tenido la idea de publicar un periódico, Reivindicación, que combatiera, como lo ha hecho con laudable acierto, a todos aquellos que han tratado de amontonar basura sobre actos revolucionarios sin precedente en la historia del proletariado, y de enlodar la reputación de los que nos hemos empeñado en encauzar el movimiento mexicano por el sendero del comunismo anarquista. El mérito de Reivindicación es grandísimo, porque salió a la luz en los momentos en que parecía que la calumnia había triunfado; cuando, forzoso es confesarlo, muy raro era aquel que se atrevía a declararse en favor de los rebeldes mexicanos, y en los periódicos anarquistas se hacía el silencio más completo alrededor de todo lo que trascendiera a revolución mexicana. Se hablaba de dicha revolución, pero para condenarla, y condenar, de paso, a los individuos que formamos la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. De vez en cuando, aparecía en algún periódico anarquista algo favorable al movimiento mexicano; pero parecía como si se tuviera vergüenza de declararse abiertamente a favor de dicho movimiento, y como si se temiera ser objeto de ridículo si se decía una palabra en defensa de la Junta. En una palabra, se consentía con el silencio la comisión de una infamia: la calumnia del movimiento revolucionario mexicano y de los individuos de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. A Reivindicación se debe el hecho verdaderamente honrado de haber salido resueltamente a la defensa de la justicia. La historia del movimiento anarquista contemporáneo, en sus relaciones con el movimiento revolucionario mexicano, enseñará cómo hubo seres mezquinos que sacrificaron los principios anarquistas a los desahogos de su despecho, a los pataleos de su impotencia y de su insignificancia. Hemos concluído con la carta de los gachupines de Boston. No pueden quejarse de que no la hayamos considerado importante. Ahora vamos a seguir con el periodiquito El Porvenir del Obrero, que se publica en Mahón, España. Tenemos a la vista su namero 412, de 7 de octubre de este año. Tanto este periodiquito, como Acción Libertaria, de Gijón, estaban encariñados con la idea de que Regeneración había muerto, de que no podría levantarse de su tumba para darles una sacudida. Lo mismo creía el papelucho socialista La Justicia Social, que con tanto amor recomienda el de Mahón, como que El Porvenir del Obrero, es también periódico político, y esa es la causa del encono que tiene contra los individuos que formamos la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. Y todavía más: el periodiquillo de Mahón, es maderista, maderista vil, y como maderista, enemigo del movimiento revolucionario que está en pie en la región mexicana. Oigamos la profesión de fe de El Porvenir del Obrero por su propia boca. Dice así: Nosotros hubimos de simpatizar sin reservas con la revolución mexicana que derribó a Porfirio Díaz y elevó a la presidencia a Madero, quien por su gran cultura y probada honradez estabaen condiciones de emprender la renovación en todos los órdenes de la vida de aquella nación desgraciada. He aquí un periódico que se dice anarquista, declarar que puede esperarse algo bueno de los gobernantes. Los redactores de ese periodiquillo, de haber sido mexicanos y maderistas, por supuesto, habrían recomendado al pueblo que votase por Madero, imprimiendo, al efecto, un cartel como éste: postulamos para presidente de la República al ciudadano Francisco l. Madero, quien por su gran cultura y probada honradez está en condiciones de emprender la renovación, en todos los órdenes de la vida, de la nación mexicana. ¿Qué podemos esperar de periódicos políticos, sino ataques, censuras, calumnias? Y periódicos como éste, son los que acojen con cariño todo lo que dicen los detractores de la revolución mexicana y de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano. Solamente un partidario del principio de autoridad puede asentar lo que asienta El Porvenir del Obrero, periódico anarquista. ¡Periódico anarquista ...! ¡Periódico sinvergüenza, para hablar con propiedad! Aceptar que un hombre por su gran cultura y probada honradez, puede emprender la renovación de un pueblo en todos los órdenes de la vida, es aceptar con todas sus consecuencias el principio de las jefaturas, y quien acepta el principio de las jefaturas puede ser un buen borrego, pero nunca un anarquista. Desde el momento en que se acepta que otro emprenda la obra de renovación que todos debemos emprender sin amos ni directores ni capataces, se acepta el principio de autoridad, y eso no lo hace ningún anarquista. Madero fue un hombre de cultura mediocre, y en cuanto a su honradez quedo ampliamente probada cuando su hermano Gustavo barrió las cajas del erario nacional. ¡Esa es la obra de renovación para los imbéciles de El Porvenir del Obrero! Madero, al día siguiente de haberse sentado en la silla presidencial, declaró que las promesas que había hecho al pueblo eran irrealizables, y esas promesas envolvían, en parte, las demandas que hoy sigue haciendo el pueblo con las armas en la mano: libertad económica, política y social. ¡Y por ese renovador suspira El Porvenir del Obrero! Y suspira realmente, como puede verse en el párrafo que sigue: Pero cuando la desorganización general del país dio lugar a la caída de Madero y a la infame traición de su muerte, entonces perdimos por completo las esperanzas de que allí se pudiese hacer algo serio y honrado. Como se ve, el periódico que se dice anarquista, deplora la desorganización general del país, esto es, se duele de que el Estado, institución que combatimos con energía todos los anarquistas, se encuentre debilitado, desorganizado, quebrantado, al grado de haber hecho posible la muerte de un tirano, esto es, de un gobernante. ¿Puede pedirse mayor inconsecuencia? Dolerse de la desorganización del Estado, es declararse partidario del principio patriótico y del principio de autoridad, principios que están en pugna con los ideales anarquistas. (De Regeneración, N° 216 del 11 de diciembre de 1915) Ricardo Flores Magón VI ¿Podemos esperar solidaridad de un periódico maderista, de un periódico partidario del principio de autoridad como lo es El Porvenir del Obrero? No concibe El Porvenir del Obrero que fuera del maderismo pueda hacer algo serio y honrado el pueblo mexicano. El Porvenir del Obrero, periódico anarquista, tiene confianza en los caudillos que son de su devoción. Es, por lo mismo, un periódico personalista, y un periódico de esa naturaleza tiene que ser enemigo jurado del Partido Liberal Mexicano, de la Junta y de Regeneración. ¿Que de extraño tiene entonces que un periodiquito de esa naturaleza nos calumnie y nos insulte? Fuera del maderismo es como el pueblo mexicano ha estado llevando a cabo su grandiosa revolución. Las tierras expropiadas por las masas proletarias en extensas regiones de México, nunca habrían sido entregadas a los desheredados por el hombre que al día siguiente de haber asaltado el poder declaró que las promesas que había hecho al pueblo para que éste lo apoyase, eran irrealizables. Y todavía así, El Porvenir del Obrero, no vacila en dar el título de infame traición a la muerte de un infame traidor que arrastró al pueblo a la matanza ofreciéndole repartos de tierras y leyes protectoras contra los abusos del capital, para volverle la espalda cuando ya se encontraba en el poder. Sigue hablando de este modo El Porvenir del Obrero: Entonces comprendimos que el pueblo mexicano carecía de ideas y de aspiraciones de emancipación colectiva; comprendimos que no había más que bandidaje, latrocinio y corrupción arriba y abajo. En todas estas líneas, el periódico de Mahón viene confirmando su profesión de fe maderista, y así como todo personalista no puede concebir la realización de un ideal fuera de la influencia del ídolo, del caudillo, del jefe o del cacique, de la misma manera, para el maderista, nada se puede realizar fuera de la influencia de Francisco l. Madero. Murió Madero, y entonces los de El Porvenir del Obrero comprendieron que el pueblo mexicano carecía de ideas y de aspiraciones de emancipación colectiva. Cualquier persona sensata habría sacado la conclusión que sacó el periodiquito, de hechos llevados a cabo por el mismo pueblo y que por su naturaleza fueran contrarios a ideales de libertad y de justicia; pero no hay tales hechos. La muerte de Madero no significa que el pueblo mexicano carezca de ideas y de aspiraciones de emancipación colectiva. Por el contrario, la muerte de ese tirano fue posible solamente porque el pueblo tiene ideales y aspiraciones de emancipación colectiva. Cuando el pueblo mexicano se dió cuenta de que Madero había traicionado las aspiraciones generales de la revolución, aspiraciones que se condensan en estas palabras: tierra para todos, libertad para todos, le retiró su apoyo en gran parte y, entonces fue posible el cuartelazo de Huerta que triunfó con la muerte de Madero. Si Madero no hubiera traicionado las aspiraciones populares de libertad y de justicia, el pueblo habría estado agrupado a su derredor y el cuartelazo de Huerta habría sido imposible. Vemos, pues, que la muerte de Madero prueba precisamente todo lo contrario de lo que El Porvenir del Obrero quisiera que probase. Ahora, si analizamos los hechos del pueblo mexicano anteriores a la muerte de Madero; hechos que han sido consignados a grandes rasgos al principio de este trabajo, vemos que, por su carácter esencialmente revolucionario, prueban que el pueblo mexicano tiene ideas y aspiraciones de emancipación colectiva. La toma de posesión de la tierra de las haciendas por las poblaciones proletarias, expropiación que se llevó a cabo sin el consentimiento de Madero, sino que, más bien, contra la voluntad de ese tirano, como lo prueba el hecho de haber enviado a sus esbirros a batir las poblaciones expropiadoras, destruyendo los caseríos de los campesinos por medio del fuego; el incendio de los archivos judiciales y administrativos, llevado a cabo por los rebeldes, conscientes de que en esas oficinas se encuentran los títulos de propiedad, los procesos judiciales y cuanto papelote perjudicial para el pueblo pueda apetecerse; el incendio de los ornamentos de los templos, y el fusilamiento frecuente de los sacerdotes; el ajusticiamiento de los representantes de la autoridad, y la ejecución de los capitalistas verificada en condiciones que no dejan lugar a duda de que se les mata, no por el mezquino propósito de arrebatarles lo que tienen para enriquecerse a su vez los despojadores, sino como obedeciendo a una medida de saneamiento social, por la cual se extirpa todo lo que hace daño a la especie humana. Todos estos hechos, en medio de otros muchos de la misma naturaleza, prueban que el pueblo mexicano está levantado en armas no para entregarse a actos contrarios a una finalidad de libertad y de justicia, sino para conquistar el bienestar y la libertad de la
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