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JOHANN MOST (LA VIDA DE UN REBELDE) Nuestro camarada y maestro Rudolf Rocker ha escrito, con el titulo de Johann Most, la vida de un rebelde, una soberbia contribucion a la historias del movimiento anarquista. El libro de Rocker, por su valor historico, esta al lado de L'Internationale de James Guillaume y de la biografia monumental de Bakunin escrita per Max Nettlau, las tres obras historicas mas importantes de nuestro movimiento y junto a las cuales palidecen todas las apologias de los partidos llamados revolucionarios. El libro de Rocker tiene, ademas la ventaja de un estilo literario y sencillo, al alcance de todos los lectores, como el estilo de Kropotkin. El que lea un capitulo de Johann Most se sentira atraido irresistible- ' mente a leer el libro entero, un tomo voluminoso que no todos se atreverian a tomar en sus manos si no se conocieran de antemano las cualidades del autor. La vida agitada del , gran rebelde de Augsburgo, del incomparable redactor de Freiheit (Libertad) ha dado motivo para trazar magistrales descripciones del movimiento revolucionario en Austria, en Suiza, en Alemania, en Inglaterra; todos los pormenores de las luchas heroicas de aquellos tiempos en que Most cornenzaba su propaganda como partidario del programa de Eisenach, ally por 1870, en Austria, hasta su muerte en Estados Unidos, en 1906, estan mencionados en esta obra; todas las dolorosas contiendas internas de movimiento son expuestas aqui; el desenvolvimiento de nuestras ideas en Estados Unidos tiene en el libro de Roker un resumen precioso. Leyendo el Johann Most nos apecibimos que nuestras ideas se fortifican; que nuestros conceptos nebulosos se aclaran como por obra de encantamiento; que nuestras vacilaciones sobre determinados proble- mas se disipan; que ciertos enigmas inexplicables se nos aparecen a la luz del dia a traves de la evolucion historica con meridianidad; nos sentimos templados para la penosa guerra social al contacto con hombres como Most, Neve,Dave, Reinsdorf; como los anarquistas de Chicago, como Alejandro Berkman; nos sentimos mejores y penetramos aun mas en nuestro propio mundo de ideas y de hechos. El libro de Rocker no tiene para nosotros solo significacion historica: es tambien una obra de propaganda y de cultura libertarias. Las infamias social-democratas contra el anarquismo sus defensores no podran pasarse por alto en una obra historica como la de Rocker. Y las ignominias de un Liebknecht y de un Grillenberger o de sus secuaces en Estados Unidos nos parecerian increibles si no experimentaramos nosotros mismos la misma tactica todos los dias. El capitulo 1 EPISTOLARIO REVOLUCIONARIO E INTIMO 2 RICARDO FLORES MAGON: VIDA Y OBRA EPISTOLARIO REVOLUCIONARIO E INTIMO 1925 PRIMER VOLUMEN 3 GRUPO CULTURAL “RICARDO FLORES MAGON” APARTADO POSTAL NUM. 1563 MEXICO, D.F. NOTA EXPLICATORIA Todas las cartas contenidas en este libro. con excepcion de las dirigidas a Mexico a Nicolas T. Bernal, fueron escritas en ingles y traducidas al español pero el ingles usado por Ricardo Flores Dragon era un ingles pulcro y elevado, y a. cuya elegancia y poesia es dificil encontrarles la interpretacion correspondiente en el idioma español Ambos idiomas y sus pueblos son tan diferentes los uno,,; de los otros en su estilo, en,su caracter y en las costumbres sociales que los distinguen, que aun teniendo un profundo conocimiento literario, as! como de las costumbres de am. bos pueblos, es dificil darles la interpretacion correspondiente. Hay palabras en ingles sin equivalents en español y viceversa, y en este caso hay que formar toda una frase para, expresar la idea. Tambien es muy comun por ejemplo, usar en español el pronombre personal tu entre los miembros que componen una familia y aun usamosel pronombre usted cuando nos dirigimos a personas de alta categoria social entre la burguesia o que nos 4 son poco familiares: mientras que en ingles el you (usted) es usado en ambos casos. Siguiendo la costumbre familiar anarquista, hemos traducido, el pronornbre you por biz, a pesar de que no todas las personas a quienes escribio Ricardo son anarquistas. Suplicamos, pues, a todos los camaradas y amigos que noten deficiencias en las ideas o mala construccion en el lenguaje, no atribuyan eras falters al actor de las camas, sino a sus traductores Una mala, -interhretacion de la idea fue realmente lo que ocasiono 1a \ nota Aclaratoria en "Rayos de Luz" acerca de una carta de Ricardo Flores Magon publicada en "Sembrando Ideas." Este error to notamos despues; pero en la proxima edicion de ester obra de la aerie ofrecemos publicarla ya corregida EL GRUPO EDITOR 5 EPISTOLARIO Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.----Diciembre 4 de 1919. Gus Teltsch. Lake Bay, Wash. Mi querido camarada: Esta carta tiene por objeto notificarte, así como a todos los camaradas, mi nueva residencia. Fuí trasladado de McNeil a este lugar en los últimos días de octubre. Mi dirección es como sigue: RICARDO FLORES MA- GON, P, O. Box 7, Leavenworth, Kansas; y será para mí un verdadero placer saber de ti y del resto de mis amigos. Mi salud ha mejorado notablemente durante los meses últimos.¿Cómo se encuentran todos ustedes? ¿Has visto a Librado últimamente? Cuando tengas oportunidad, dale mis mejores recuerdos. Ahora puedo escribir- 6 te directamente, pues el reglamento de esta institución me per- mite escribir tres cartas semanarias. Esta carta me deja con magnífico ánimo soñando, como siempre, en un futuro de amor, fraternidad y paz. ¡ Un futuro que se acerca más cada día! Puedo ver la aurora de un nuevo día, o precisando mejor, de una nueva era. Solamente los ciegos no pueden verlo. Es cierto que hay mucha inquietud, disgustos y sufrimientos, pero eso es muy natural: el nacimiento de un ni- ño siempre va acompañado de dolores e incomodidades. Así es que no perdamos la cabeza ni nos sumerjamos en la desespera- ción. Al fin todo se arreglará para satisfacer a la justicia y la ci- vilización, anhelos naturales de la raza humana. Esperando recibir tus noticias y con mis mejores deseos para ti y todos los camaradas, quedo tuyo por una humanidad mejor. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas. ----Enero 12 de 1920. Gus Teltsch. Lake Bay, Wash. Estimado camarada: Me refiero a tus dos cartas del 24 y 31 de diciembre úl- timo. Con la primera recibí seis dólares, querido camarada. 7 Leí con emoción las tristes noticias que te trasmiten de Europa. La ruina, la miseria, el hambre, la muerte de millones y millones de personas inocentes, esa es la consecuencia de la carnicería colosal de cuatro años. Y al pensar en estos errores, no puedo llegar a comprender en dónde está nuestra llamada ci- vilización. Te acompaño en tu legítima pena, querido amigo. Comprendo cuánto debe sufrir tu corazón cuando aquellos que más tiernamente amas sobre la tierra, son las víctimas de tan te- rrible situación, y deseo que tengas la fuerza moral necesaria para afrontar tan crueles males. Respecto a nuestro infortunado doctor Creaghe, siento mucho saber que esté otra vez en Steilacoom. Como describes que su mente está en buena condición, alerta y activa, esto hace que su suerte sea más deplorable. Te ruego que le des mis mejo- res recuerdos cuando tengas oportunidad de visitarlo. Tienes razón al quejarte contra el espíritu de intoleran- cia que reina entre los hombres. Pero es natural que exista la in- tolerancia, y seguirá existiendo mientras la raza humana quede dividida en clases. No hay un interés común porcuya causa los seres humanos crean indispensable permanecer unidos. El indi- vidualismo es la contraseña; y el individualismo ha madurado aún en sus formas más crudas. ¿Cómo podría florecer la tole- rancia bajo tales circunstancias? ¿Cómo podría prosperar la in- dulgencia en este mundo, amplio infierno en donde la única bandera que se mira es el de cada uno para si? ¡Pero no dejes que tu ánimo decaiga! Una flor blanca, cultivada por tiernas manos, está en botón: la de Ia fraternidad universal; y cuando esta hermosa flor despliegue sus pétalos al sol y su fragancia a los vientos, la solidaridad substituirá al in- dividualismo y Ia tolerancia será el resultado de la fraternidad. Termino con fraternales abrazos y saludos. Por la fra- ternidad universal. RICARDO FLORES MAGON 8 (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas. ---Febrero 5 de 1920. Gus Teltsch Lake Bay, Wash. Estimado camarada: Me refiero a tus dos cartas del 25 y 28 de enero último. La decisión tomada por la Liga Internacional de Defen- sa de los Trabajadores está muy justificada. Ciertamente nues- tro caso está perdido, no porque la justicia no esté de nuestro lado, sino porque la conveniencia está en nuestra contra. Por es- to es que desde un principio sabía yo cuál tendría que ser la re- solución de la Corte de Apelaciones; pero si yo quería que se apelara de la sentencia, era, por una parte, con el objeto de go- zar de mi libertad mientras que la causa pasaba por los diversos peldaños de los procedimientos legales, y, por otra, para demos- trar, con la decisión final de la Suprema Corte de Justicia que yo nunca dudé que sería adversa, puesto que el gobierno viola la ley que los funcionarios del mismo gobierno juran sostener. Mis afirmaciones de que el gobierno no es una institución crea- da para impartir protección a los débiles estarían ampliamente justificadas. Asi es que ten ánimo y no pierdas las esperanzas. El fu- turo es nuestro y en mis sueños gozo de antemano. Es verdad, viene lento, lento; pero viene, y recuérdalo: él es nuestro; y cuando al fin el futuro rosado se presente, ¡cuán grande será nuestra satisfacción! La misma satisfacción con la que el jardi- nero corta el fruto del árbol que ha cultivado. 9 No hay nada que haga que estemos desanimados. La vida desenvuelve nuevas formas cada vez más hermosas. La vi- da nunca cesa de trabajar. La vida, nunca pierde un solo movi- miento del reloj. Mientras que tú duermes, ella trabaja indus- triosamente, infatigablemente, en el fondo del mar, en el aire azul, en la tierra fecunda, en los billones de cuerpos celestes que cintilan por dondequiera en el espacio infinito, y como la sociedad humana es parte de la vida eterna, ella obedece la misma ley, y trabaja y se desenvuelve, adaptándose a nuevas formas, cada vez más hermosas, más de acuerdo con la justicia, esto es, con la libertad, porque la justicia es la piedra angular de la libertad. Recibe un abrazo y mis saludos fraternales. Tuyo por la Justicia. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas---Marzo 1° de 1920. Gus Teltsch. Lake Bay. Wash. Mi querido camarada: Recibí tus amables cartas del 7 y 15 de febrero último, así como tres dólares que venían en tu anterior. Gracias. Como todavía no he recibido The Liberator (El Libertador), te ruego que escribas al editor pidiéndole me lo remita, y para que pueda 10 yo hacer la investigación necesaria, sugiérele que me escriba una carta en que diga los números del magazine que me ha en- viado. Sí, leí en La Vie Ouvriere (La Vida Obrera) que se pu- blica en París, la muerte del camarada Domela Niewvenhuis. Su muerte es una gran pérdida, y es mucho mayor ahora que se ne- cesitan hombres de su carácter. Cuando recibí tu carta del 15, estaba yo en el hospital de esta institución sufriendo de un ataque de influenza y pul- monía. Sin embargo, fuí atendido bien y prontamente. Por supuesto que me siento muy débil; pero la primave- ra entrante me ayudará a la completa restauración de mi salud. Ciertamente, mi querido camarada, el Progreso camina lenta- mente, pero camina; se mueve hacia adelante. No puede volar, porque tiene que llevar sobre sus espaldas la carga de las preo- cupaciones, tradiciones y prejuicios que siglos de ignorancia han acumulado sobre ellas. Pero es un consuelo verlo mover, verlo vivir a pesar de los obstáculos casi inaccesibles arrojados a su paso. Estando vivo, alimenta y fortalece la esperanza de que al fin llegará a poder desembarazarse de la carga, y después de haberla arrojado al mar, acelerará su marcha hacia aquella Tierra Prometida que ahora sólo es un sueño de nuestro cerebro y un anhelo de nuestro corazón. Tengo una gran fe en el progreso, porque el progreso es una ley natural, y siendo así, él mismo tiene que afirmarse. No hay poder capaz de estrangularlo. Cuando se considera por un momento que el hombre - esa maravilla de la naturaleza - es el descendiente directo del humilde ameba, uno no puede dejar de tener fe en el progreso. Lo más natural es que uno se impaciente al ver eI progreso con pasos de tortuga; pero puedes estar segu- ro, mi querido camarada, que está cerca el momento en que eI progreso sacudirá sus espaldas para libertarlas de la pesada car- ga que lo hace bambolear. El Progreso ha llegado a uno de los períodos históricos en que es imperativo efectuar una descarga de los males acumulados por siglos de ignorancia, y la descarga 11 ya ha principiado: ¡el lastre ha comenzado a ser arrojado al mar! Así es que hay que tener fe en el Progreso. A la tortuga pronto le saldrán alas para caminar con la velocidad que cami- nan los sueños de nuestro cerebro y los anhelos de nuestro co- razón. Sírvete dar mis recuerdos a Librado, y de consiguiente a nuestra querida Jeanette, y a los camaradas que se acuerden de mí. Recibe un abrazo de Enrique y otro de tu camarada y hermano por un mundo mejor. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del inglés) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas. ---Marzo 25 de 1920 Gus Teltsch Lake Bay, Wash. Mi querido camarada : Me refiero a tu amable carta del 13 del corriente, con la que recibí tres dólares. Gracias, querido amigo. Por tu carta me he enterado de que nuestro viejo amigo Creaghe falleció el 19 de febrero último (El camarada doctor Juan Creaghe fue editor y uno de los fundadores del diario anarquista La Protesta de Buenos Aires, Argenti- na). 12 Ahora está libre y descansando. Los últimos afios de este gran luchador por la libertad fueron de tal naturaleza que hacen a uno estremecerse. Él, que amó a la humanidad, fue blanco de todos los tratamientos inhumanos. Él, que soñó la li- bertad. fue privado de todos los privilegios humanos. El, que luchó para que cada criatura humana pudiera tener un hogar, no tenía un albergue propio. iEl pobre viejo veterano de la lucha de clases! Ahora está libre y descansa. La Muerte es la gran liber- tadora. Es un absurdo representar a Ia Muerte como una cosa terrible que inspira horror. Estoy cansado de ver a la Muerte pintada como un esqueleto humano, llevando en una mano una guadaña y en la otra un reloj de arena. Si yo fuera artista, repre- sentaría a la Muerte completamente diferente, como una bella doncella. por ejemplo, en el acto de tirar una cortina que oculta una magnífica recámara, y con una dulce sonrisa en su faz amo- rosa ofreciendo la entrada a cada mortal. Nuestro querido Juan Creaghe es felíz ahora, como lo es el que goza de un sueño pro- fundo. Da mis mejores recuerdos al camarada Ballard. Jeanette no me ha escrito todavía. Dale mis recuerdos también cuando tengas oportunidad, así como a Zogg y a Rivera. Ahora, querido amigo: debo terminar esta carta con mayores esperanzas que antes de un futuro mejor para la raza humana. Ese futuro ya viene.¿No oyes sus pasos más cerca ca- da vez? Yo los oigo. ¡Animémonos, entonces! Va a levantarse el telón para que se represente el acto más solemne del drama humano. Recibe un abrazo de tu hermano. RICARDO FLORES MAGON 13 (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Mayo 4 de 1920. Gus Teltsch. Lake Bay, Wash. Mi querido amigo : Estoy avergonzado de no haber contestado más pronto tu amable carta del 9 de abril último; pero esto ha sido a causa de mi mala salud. Estuve muy enfermo durante todo el mes de abril y la última parte de marzo, y para coronar mi desgracia me estoy quedando ciego. Me siento mejor ahora, con excepción de la vista, que se me está poniendo más débil cada día. Estoy condenado a ce- gar, querido camarada; estoy sentenciado a ser un objeto cual- quiera. El oculista de esta institución se ha tomado muchas mo- lestias para tratar de encontrarme anteojos apropiados; pero sus esfuerzos han sido en vano. Mis ojos ya están demasiado daña- dos. Por lo tanto, estoy en espera de la eterna obscuridad que va a envolverme mientras viva... Para. mí, el no ver es una positiva desgracia. ¡No ver más la luz. ...! ¿Has pensado tú alguna vez en ésto, querido ca- marada ? La sola idea hace que a uno se le revuelva la cabeza. La gente compara la ceguera con la noche. Sí, es la noche; pero sin el encanto de las estrellas. Es la noche; pero sin la poesía de la naturaleza vista a través de la obscuridad. 14 Pero pasemos a asuntos más placenteros. Tengo que darte buenas noticias. La semana pasada notificaron a Enrique que la orden de deportación que se había dado en su contra es- taba revocada. Por lo mismo estoy agradecido por tu actividad en su favor, así como también a Anise y Ault por su generosi- dad en tomar la defensa de mi hermano. Esta muestra de solida- ridad de clase, de parte de Anise y Ault, merecen mi elogio. iEs tan rara virtud la solidaridad! El rebaño humano ha olvidado que debe a la solidaridad el haber salido victorioso so- bre las otras criaturas de la selva. Para mí la solidaridad es la virtud de las virtudes. La materia existe por la solidaridad de los átomos. Sin esta virtud, todo el edificio del universo se desplo- maría y desaparecería en la obscuridad, como polvo esparcido por los vientos. La solidaridad es esencial a la existencia, es condición de la vida. Las especies que sobreviven en la lucha por la existencia no son, de ningún modo, las que están com- puestas de los individuos más fuertes, sino aquellas cuyos com- ponentes adoran más reverentemente la mayor de las virtudes: la solidaridad. La solidaridad es fuerza. Se puede limpiar del dedo una gota de agua; pero se requiere la fuerza del arrecife para resistir el empuje del océano. La solidaridad es progreso, pues la vida significa evolución, y la solidaridad es condición de la vida. La solidaridad es armonía, cooperación entre los seres humanos, gravitación para los cuerpos ceIestes. ¿Qué es la luz solar? La solidaridad de los siete colores del arco-iris. Ves, querido camarada, que tengo razón para amar la solidaridad, porque es fuente de vida. Amante de lo beIlo, adoro la solidaridad porque ella hace posible la existencia de lo bello. Gracias a la solidaridad existe Ia naturaleza y puede complacer mis sentidos con sus formas y colores, con su fragancia y su poesía, mientras que en mi cerebro se agitan sueños rosados de libertad, justicia y arte. 15 Ahora debo terminar esta carta, esperando que estés bueno cuando la recibas, querido camarada, y que pronto tenga noticias tuyas. Ten fe en el progreso. La madre Tierra se enor- gullecerá dentro de poco al ser pisada por hombres en vez de rebaños. El sol comienza a besar sus frentes en lugar de quemar sus espaldas. ¡Ánimo, hermano! RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas. ---Octubre 6 de 1920. Señorita Elena White. Nueva York, N. Y. Mi querida camarada : Aunque esperada, porque estaba seguro que me escribi- rías, tu carta del 2 de septiembre último fue una sorpresa - y muy agradable - para mí: ¡es tan hermosa! ¡Y está escrita con tan extraordinaria sinceridad! Tu admirable carta ha tenido el poder de conmover todo mi ser, a medida que sentía vibrar los latidos de tu corazón en cada una de sus páginas. Me siento tan deprimido que necesito esa clase de apoyo moral; porque debes saber, mi bondadosa Elena, que no puedo acostumbrarme a esta existencia que me han obligado a llevar; mi mente y mi cuerpo protestan contra este género de vida. iOh , si pudiera no pensar... ! Pero no pue- do detener mi pensamiento. ¡No puedo! Y por consiguíente ca- 16 da detalle de la vida en la prisión lastima mis sentimientos; los muros se elevan para impedir que me comunique con mis her- manos en ideales, con mis semejantes, con la Naturaleza; las re- jas. ...que me hacen pensar en el miedo y el odio de aquellos que temen verme libre; el reglamento, que me manda obedecer, obedecer, obedecer... ; los garrotes, cuya sola vista hieren mi dignidad, como si materialmente fuese golpeado con ellos; to- do, en fin, en mi triste ambiente me hace pensar que no soy hombre, sino una cosa. ¡Y ésto, cuando todavía me siento hom- bre! ¿Podrás comprender ahora porqué tu carta me hizo tan- to bien'? Aunque un severo análisis de mí mismo, al cual me sujeto una y otra vez, me pone en desacuerdo con el poético re- trato que haces de mí, sin embargo, lo estimo como estimaría cualquier cosa delicada, noble, cariñosa, bella; el perfume de una flor, una sonrisa bondadosa, un sentimiento simpático, el cintilar de una estrella; y tu carta es todo esto. Derramaste en sus páginas todo el perfume, toda la luz y todo el calor de tu alma exquisita. No temas escribirme mucho. Te suplico que lo hagas. Una cosa buena nunca me fastidia. Amo la belleza, y la belleza la encuentro en tus cartas. Es cierto que hubiera deseado que tus cartas viniesen más pronto; pero temprano o tarde son tan bien recibidas como un rayo de sol. No tengo por que quejarme. Du- rante los largos meses de invierno no culpamos al sol porque no calienta nuestros cuerpos ni anima nuestros espíritus; nos ale- gramos únicamente al verle venir hacia nosotros otra vez. ¿Po- dría yo culparte por no haberme escrito? Escríbeme, escríbeme, mi buena camarada Elena. Tengo que terminar esta carta. No puedo trabajar como tú, pero sueño y espero. . . Aguila sin alas, ¡ay! y sin garras, ya no me queda más que soñar, y ésto es lo que hago. 17 Da a nuestra querida Erma mis mejores recuerdos y fra- temal cariño. En cuanto a ti, las tiernas emociones que tu ines- perada carta despertó en mi corazón. Tuyo fraternalmente. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Octubre 26 de 1920 Señorita Elena White. Nueva York, N.Y. Mi querida camarada: Por fin puedo contestar tu muy querida carta del 15 de este mes, que, como la primera, fuiste tan bondadosa de en- viarme, ha sido muy bien recibida. Leí tu carta con mucho gusto, y, a decir verdad, con en- vidia; porque tu puedes escribir cuantas páginas quieras, mien- tras que yo tengo que contentarme con la concesión que se me hace para verter mi alma en sólo dos. Tu carta nunca puede ser demasiado larga, mi querida amiga. Lo que tienes que decir es tan querido, tan ingenioso y tan inspirado, y la manera como lo haces es tan grata, que no pueden cansarme tus palabras. Así, pues, deja correr la hermosa corriente de tus sentimientos y pensamientos; déjala correr y que me llegue para empaparme en sus encantos y su belleza, porque necesito abluciones de esta clase para encontrar inspira- ción. No temas, pues, y deja correr tu Castalia ... 18 Tus esperanzas son grandes y también lo son las mías; no hay esperanzas ociosas, ¡oh, no! El aire está cargadode po- sibilidades ... La historia está escribiendo las últimas líneas del periodo que tuvo como cuna las ruinas de la Bastilla, y está a punto de abrir un nuevo periodo, cuyo primer capítulo será co- nocido por las generaciones venideras, como las tentativas de la raza humana hacia el camino de la libertad. Un reajuste de valores sociales se está haciendo en todo el mundo, y es evidente que lo que hace cinco o diez años era despreciable o sin valor, ahora tiene influjo, o al menos lo está adquiriendo. Se aproxima la hora en que el billete de banco y las monedas de plata y oro ya no tendrán el poder mercantil que tengan las callosidades de las manos humanas. Ya los herederos de ciertos tronos no han podido vender sus derechos de primo- genitura por el clásico plato de lentejas ... Dentro del duro crá- neo del esclavo, un fulgor ha comenzado a brillar, un fulgor del divino fuego de Prometeo, que los dioses del cielo y de la Tie- rra se inclinaban para extinguir, pero que en muchas cabezas proletarias es ya una conflagración inextingible ... Respiramos una atmósfera de conflicto y de inquietud; algo sopla en la sombra; rumores nunca oidos flotan en el aire y de los cuatro rincones del mundo ascienden vapores lívidos y se acumulan en las alturas en masas de negras nubes que presagian tempesta- des; está a punto de sonar la hora de las liquidaciones sociales; se siente la solemnidad del momento; más bien que compren- derla, nuestros mismos instintos están advirtiendo a nuestra ra- zón del inminente nacimiento de una nueva edad histórica. Y yo sueño, y mis sueños me dan, querida Elena, lo que tú me acon- sejas; es decir, mucho consuelo ... ¡Cuánto amo estos sueños dulces, buenos y fieles! Ellos nunca me abandonan. Confío, sueño y espero con el oído atento en la dirección del viento, pa- ra sorprender los rumores más sutiles que el mundo exterior pueda hacer venir, y escucho ya la fatiga de los que se esfuer- zan por aproximar el nacimiento de la edad tan largo tiempo es- perada, ya los gemidos de los que tratan de perpetuar las condi- ciones de las cuales obtienen su felicidad y su poder. La lucha debe ser aguda, a juzgar por el viento ardiente que sopla en la 19 cara, como si saliese de un furioso volcán ...; y sueño, y veo a nuestra Tierra meciéndose en su órbita, ahora orgullosa de ser el vehículo de una raza altiva en su marcha alrededor del sol, bajo la mirada simpática de millones de otros soles y de otras tierras ... Y descanso mi mano sobre el pecho de nuestra madre común para sentir las pulsaciones de su corazón, y saber cuán felíz es ella ante la vista de sus hijos redimidos, habiendo muer- to el último Caín, y, bajo la presión de una emoción casi reli- giosa, la beso, la beso ... Con la esperanza de saber de ti pronto y deseando sentir una vez más ese dulce aliento del jardín de tus sentimientos - para usar de tus mismas palabras - quedo en mi jaula de hierro como una águila cautiva, soñando, soñando, soñando ... Tu camarada. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría de los Estados Unidos. Leavenworth, Kansas.---Octubre 30 de 1920. Nicolás T. bernal Oakland, Calif. Mi querido Nicolás: San Francisco debe estar ahora hermoso. Viví allí en 1907, cuando gran parte de la ciudad estaba en ruinas, y uno de mis intentos revolucionarios en México también estaba en rui- nas. Me oculté con mi pena entre las ruinas, cuando sobre mi cabeza pendía un premio de 20 000 dólares que se había ofreci- 20 do por mi arresto; el servicio secreto de las dos naciones me perseguía de un lugar a otro, de ciudad en ciudad. Era cuestión de vida o muerte para mí, porque mi arresto significaba mi paso inmediato a México y asesinado allí sin ninguna apariencia de juicio. Ya ves, mi querido hermano, cómo tengo muy buenas razones para recordar San Francisco. ¡Cuántos días pasé sin lle- varme un pedazo de pan a la boca! Algunas veces me pasaba tres o cuatro días sin comer, y durante esos ayunos forzados pensaba en los miserables que matan por una pieza de pan, por- que yo mismo me sentía asaltado por instintos asesinos, y ha- bría matado si mis ideales no me hubieran apartado de esos pensamientos. ¡Cuán pronto pasa el tiempo y cómo cambia la suerte de los hombres, excepto la mía! Mis camaradas de aquella épo- ca son ahora Generales, gobernadores, secretarios de Estado, y algunos de ellos han sido hasta presidentes de México. Ellos es- tán ricos, son famosos y poderosos, mientras yo estoy pobre, obscuro, enfermo, casi ciego, con un número por nombre, mar- cado como un felón, pudiéndome entre este rebaño humano cu- yo crimen fue el de haber sido tan ignorante y tan estúpido de haber robado una pieza de pan, cuando es una virtud robar mi- llones. Pero mis antiguos camaradas son hombres prácticos, mientras que yo sólo soy un soñador, y, por lo tanto, es mi pro- pia culpa. Ellos han sido la hormiga y yo la cigarra; mientras ellos han contado dólares, yo he gastado el tiempo contando las es- trellas. Yo quería hacer un hombre de cada animal humano; ellos, más prácticos, han hecho un animal de cada hombre, y se han hecho ellos mismos pastores del rebaño. Sin embargo, pre- fiero ser un soñador que un hombre práctico. Con mis mejores deseos de fraternidad universal, quedo tu hermano. RICARDO FLORES MAGON 21 (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Noviembre 17 de 1920. Señorita Elena White. Nueva York, N. Y. Mi querida camarada: Te escribo con un sentimiento cercano al remordimien- to. me has escrito tres cartas: una el 26 de octubre último y dos más el 6 y 7 de este mes, respectivamente. Y es con mi carta de dos páginas con la que me veré obligado a contestar la abun- dancia de dulces sentimientos y bondadosos pensamientos que has desencadenado para mi satisfacción y delicia ... Entiendo perfectamente, querida camarada, tu impa- ciencia por la lentitud con que transcurren los acontecimientos. ¡Estamos tan sedientos y tan hambrientos de lo que el futuro nos reserva! Pero, ¿cuántos somos los que sentimos verdadera sed y hambre aguda de ello? Sólo unos cuantos; sólo los que saben que el presente estado de cosas no es permanente, sino una simple escena de la miriada de actos de la tragedia de la vi- da, y que hay más escenas y más actos que representar. Y so- mos tan pocos, que nos vemos forzados a sufrir las impacientes miradas, miradas y miradas a la misma cosa, hasta que nuestra impaciencia - porque la impaciencia es contagiosa - infecte a 22 otras gentes y despierte en ellas la misma sed y la misma ham- bre que nos aflige a nosotros. Entonces, y sólo entonces cam- biará la escena; la rapidez del cambio dependerá de la suma de las migajas de pan disponibles para llenar los estómagos; mien- tras más pequeña sea la cantidad, más rápido será el cambio. Es triste referir esto, pero es la verdad. La dignidad humana y el orgullo humano ... palabras, palabras, palabras, como decía el genio de Shakespeare. Es el estómago el que go- bierna hoy, tan poderosamente como cuando nuestros antepasa- dos vagaban en la selva. Todavía no somos el tipo de hombre; somos el eslabón entre el mono y el hombre. Porque, ¿en dónde está la dignidad de que blasonamos tanto? Un hombre, o un grupo de hombres, puede tener bajo su dominio millones y mi- llones de los llamados seres humanos; él puede someterlos a to- das las indignidades imaginables e inconcebibles; puede dictar- les lo que han de hacer y lo que no; puede inmiscuirse en los asuntos privados y más íntimos del individuo; puede hasta pres- cribir lo que se ha de decir y lo que se ha de pensar ... y todos deben someterse, todos deben deponer gustosamente su digni- dad, su honor, su orgullo, su libertad, con sólo que se les permi- ta obtener la porción de migajas que les tiene designadas ... ¿No es esto ser simplemente un animal? Pero el tirano debe tener cuidado que nodisminuya la cantidad de migajas. Unas cuantas migajas y vistas cinematográficas conservan en nuestros días la sumisión de las masas, tan efectivamente como el pan y el circo aplacaban la furia esporádica de la plebe romana. Así, pues, de- bemos ser pacientes, querida Elena, y esperar que la escena cambie. No tenemos qué esperar mucho, como que las migajas están mermando, y mermando y mermando, y en razón inversa, el número de los afligidos con nuestra sed y atormentados con nuestra hambre y nuestro anhelo, está creciendo, creciendo, creciendo; en presencia de este hecho, desde las profundidades de mi ser, brota un suspiro de alivio: ¿es la esperanza! Veo con terror, querida camarada, que sólo me quedan unas cuantas líneas y son muchos los puntos de tus amables car- tas a los cuales quisiera referirme. Tengo tantas cosas que decir- te referentes a mí mismo, a mis pensamientos, mis sueños y mis sentimientos, y cómo se estremece todo mi ser bajo su influen- 23 cia, y cómo mi sangre se precipita en mis arterias estimulada por su calor; pero no puedo decir todo en estas dos páginas y, por lo tanto, sufro la doble tortura de maltratar mi cuerpo si me muevo libremente dentro de mi estrecha jaula, y lastimar las alas de mi mente si trato de extenderlas más allá de los límites de una carta de dos páginas. Escríbeme cartas largas, muy largas, mi querida Elena, y tan seguido como puedas. Tus cartas me deleitan. Si los editores me envían directamente Freedom, de Londres, me llegará seguramente. Mi cariño a Erma, a todos los camaradas y a ti, mi bue- na amiga. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Noviembre 24 de 1920. Nicolás T. Bernal Oakland, Calif. Querido Nicolás: Son espléndidas tus noticias sobre la buena expectativa que hay de obtener ayuda de nuestros compañeros de México. Si abrigo alguna esperanza de salir de la prisión, ésto se efec- tuará solamente por medio de la fuerza económica del trabaja- dor mexicano, rehusándose a trabajar para empresas norteame- ricanas, y paralizando la carga que vaya y venga de los Estados 24 Unidos. No creo haya otro medio, y la solución está en las ma- nos del trabajador mexicano. Cada vez veo menos, la niebla a través de la cual veo, va poniéndose más densa a medida que el tiempo transcurre. Ha habido a causa de mi enfermedad algún movimiento en favor de mi excarcelamiento; pero nada se ha conseguido aún. ¡Tengo tan pocos amigos! La actitud que he asumido en la lucha de clases me ha atraído enemigos, pero no amigos.¿Por qué? No lo sé. He sacrificado todo: riquezas, poder, fama, ho- nores, por seguir un camino que lo creo, sinceramente, es el único que se puede conquistar para las sufridas masas víctimas de la justicia social, de la que tienen hambre y sed; he perjudi- cado mi salud y expuesto mi libertad para elevar al infeliz es- clavo a la dignidad de hombre, y, sin embargo, solamente tengo unos cuantos amigos. pero no lo lamento. Tal vez no tengo amigos porque las masas no comprenden la finalidad de mi es- fuerzo, aunque siempre me he afanado en escribir sencilla y cla- ramente para que me entiendan. Sin embargo, espero que algún día comprenderán, y que después de haber experimentado este sistema u otro, finalmente seguirán el camino que conduce a la libertad. Entretanto, espero y observo. Aunque lentamente, el mundo marcha; y ésto llena mi corazón con esperanzas y mi mente con sueños. Hay cierta agitación entre la masa obscura del oprimi- do, que presagia un amenazante despertamiento; el aire está cargado con posibilidades; el momento es de expectativa e in- certidumbre, como el que precede al nacimiento de un nuevo ser, o la muerte de un organismo decrépito del cual la vida se despide. Tal vez sean ambos fenómenos un nacimiento y una muerte: el nacimiento de una forma nueva de organización so- cial y la muerte de la vieja. Que la vieja se está muriendo, es demasiado evidente; hasta mi calabozo puedo percibir el rechi- nido de su muerte, y puedo ver la tristeza reflejada en la cara de aquellos que se beneficiaron de su existencia, mientras en el 25 semblante de aquellos que han sufrido por miles de años, brilla un rayo de esperanza ... Mi corazón se regocija a la proximidad del prodigio y un suspiro de consuelo sale de lo hondo de mi ser, como si fuera la condensación de la amargura, la tristeza y las lágrimas del infortunado de todas las edades y de todos los pueblos. Recibe un fuerte abrazo de tu hermano. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Noviembre 30 de 1920 Señorita Elena White Nueva York, N. Y. Mi querida camarada: Tengo en mi poder dos cartas tuyas, una fechada el 10 y la otra el 24 de este mes, y como de costumbre, fueron portado- ras de esa alegría y esa fortaleza que me parece forman la esen- cia de tu alma. En verdad, una escencia muy exquisita y muy rara. Tu puedes estar alegre, mi querida camarada, hasta bajo la influencia de un dolor de cabeza, o cuando tu cuerpo esté pri- vado del descanso necesario. Estoy completamente de acuerdo con tu concepción del arte. Eso del arte por el arte mismo es un absurdo, y sus defen- sores han crispado siempre mis nervios. Siento por el arte tan reverente admiración y amor, que me lastima verlo prostituído por personas que no teniendo el poder de hacer sentir a otras lo que ellas sienten, ni hacerlas pensar lo que ellas piensan, ocul- tan su impotencia bajo el mote de el arte por el arte mismo; pe- ro afortunadamente el número de los defensores de el arte por el arte mismo es despreciable, y no hay peligro de que el arte 26 jamás zozobre en sus aguas turbias. La vida, con su miríada de manifestaciones, está en contra de esa escuela absurda, y mien- tras el hombre continúe siendo un ser construido con sangre y nervios, con corazón y cerebro, el arte tendrá que existir, el arte genuino que tú concibes, mi querida camarada, con significa- ción y fondo, verdaderamente bello. Con cariño para Erma, los demás camaradas y para ti. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Diciembre 6 de 1920 Nicolás T. Bernal. Oakland, Calif. Mi querido Nicolás: Me refiero a tu querida carta del 30 de noviembre últi- mo. Con ella recibí cinco dólares, enviados bondadosamente por el camarada Rubio; por tu mismo conducto le hago mani- fiesta mi profunda estimación por su ayuda, ya que el dinero es siempre una necesidad para un prisionero. La camarada Erma Barsky, de Nueva York, me escribió la semana pasada. Me dice que el Lic. Harry Weinberger fue a Washington la semana antepasada a urgir una decisión en mi asunto, pues sabes que muchos amigos y eminentes influencias han pedido al gobierno mi libertad por razón de ir quedándome ciego rápidamente. En el Departamento de Justicia se dijo al Sr. Weinberger que nada puede hacerse en mi favor si no hago una solicitud de perdón ... Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido to- 27 do, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consu- mido muchos años de mi vida en las prisiones; He experimen- tado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalle- ciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celo fa- nático, y esa cosa es mi honra como luchador. Pedir perdón sig- nifica que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al Capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la li- bre asociación de los trabajadores para producir y consumir, y no estoy arrepentido deello; más bien me siento orgulloso de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anar- quistas; y no me retracto, afirmo, afirmo que si la especie hu- mana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y liber- tad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y a morir en la prisión; más prefiero esto que volver la espalda a los trabaja- dores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: Aqui yace un soñador, y mis enemigos:Aquí yace un loco. pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas. Con fraternal cariño para nuestros compañeros, se des- pide tu hermano. RICARDO FLORES MAGON Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Diciembre 14 de 1920 Señorita Elena White Nueva York, N. Y. Mi querida camarada: 28 Tengo en mis manos tus hermosas y queridas cartas del 1° y 5 de este mes; ambas me comunican tus grandes esperan- zas y tus sueños, y deliciosamente entretejido con todo esto - como flores asomándose entre el césped - esa nota de buen hu- mor, de luz, amabilidad o cariño para los que sufren, lo cual ha- ce de tus cartas una verdadera medicina para el corazón de este viejo rebelde. Tus noticias respecto a una cercana libertad de los pre- sos políticos son espléndidas, y cualquiera que sea el resultado, te lo agradezco; te lo agradezco, ya sea que dejen o no libres mis alas, porque lo que aprecio es esa emoción nacida en un de- licado rincón de tu corazón, que te impulsa a enviar tan buenas noticias a tu camarada. Te sentiste feliz al recibir las noticias y deseabas que yo también me sintiera feliz; abres tu corazón, y dejas fluir su delicado perfume para mi satisfacción y bienestar. Gracias, muchas gracias, mi querida Elena. Pensando en el asunto, no veo razón para que nosotros, prisioneros de guerra, quedemos en el cautiverio más tiempo. Creo que es una crueldad innecesaria e infructuosa conservar- nos encerrados. Estamos separados del resto de los mortales, con la esperanza de que nuestro descontento no infecte a otros; pero, ¿somos nosotros realmente una fuente de descontento? Por mi parte puedo decir que no lo soy. Yo no he subido el pre- cio del pan; no he privado a ningún niño de su leche; no he arrojado a ninguna familia al arroyo por falta de pago de la ren- ta, porque no tengo casa habitación ni siquiera para mi; no he privado a ninguno del derecho de pensar con su propia cabeza y de obrar de acuerdo con ese derecho; no he obligado a ninguno a sudar y trabajar y aun a dar la vida por mí; ninguno puede se- ñalarme como causante de su miseria, de sus lágrimas y de su desesperación. ¿Cómo, pues, puedo causar el descontento? Y si no soy una fuente de descontento, ¿por qué es que no me desatan mis alas ni me dejan volar hacia ese rincón de la Tierra en donde tiernos corazones lamentan mi ausencia? Todo esto me hace sospechar que no se me conserva cautivo porque sea yo una fuente de descontento, sino porque quiero suprimirlo, porque me empeño en extirpar de nuestra 29 Tierra todos los dolores, toda degradación y toda miseria que nace de toda situación en la que uno manda y otro obedece. Creo que esta es mi falta, este es mi crimen y, si es así, lo ben- digo y lo acaricio, y estoy listo para volverlo a cometer con to- do mi corazón, con todo mi cerebro y con todo mi cuerpo, por- que ello responde al llamamiento de un instinto misterioso de armonía y belleza que se estremece en los más íntimos rincones de mi ser. Quiero que todo sea bello, en armonía con la natura- leza. Todo en la naturaleza es hermoso, todo respira belleza, menos el hombre, la más privilegiada de sus criaturas. ¿No es ésto una vergüenza para el hombre y una afrenta para la misma naturaleza? Odio, crimen, dolor, tal es la condición del hombre en medio de la grandeza y esplendor de la naturaleza; ¿y por qué? Porque hay uno que manda y otro que obedece; uno que explota y otro que es explotado, y de este modo somos una mancha en la superficie de la naturaleza; somos una deshonra para todas las cosas y para todos los seres, porque violamos to- da armonía y toda belleza. Cuando todos los seres vivientes se regocijan bajo el aliento de la vida, el hombre se marchita, se enmohece y solloza y, teniendo cerebro, no se detiene a pensar que las estrellas se ofenden al ser miradas a través del velo de sus lágrimas, y que las rosas, los oros y las púrpuras de las au- roras y de las puestas de sol se sienten ofendidas a la vista de sus andrajos y de su roña. Lo que el hombre necesita para apre- ciar la belleza y evitar el contraste de él con la armonía univer- sal, es ser libre. Entonces, sólo entonces introducirá su nota en el concierto poderoso de la vida, y encontrará para sus ojos una función más noble que la de derramar lágrimas, y para su cora- zón algo mejor que ser el abrigo del odio y del dolor. Como el espacio está para acabarse, pongo punto final a mis divagaciones. He estado enfermo, muy enfermo, la semana pasada; los catarros siempre me atacan en forma muy severa, acompañados con fiebres, dolor de cabeza, dolor de dientes, do- lores reumáticos, y el invierno pasado hasta con pulmonía. ya vez, mi querida Elena que esta pobre planta tropical se marchi- ta bajo el cielo gris, ceñudo y frío. Todavía estoy enfermo, pero ya no tanto, y creo que en dos o tres días más estaré bien ... para esperar otro ataque, y así sucesivamente. 30 Ahora debo terminar esta carta, mi buena Elena, deseando para ti horas felices en las próximas fiestas en que el mundo cristiano celebrará la venida a la vida del soñador que consiguió ser asesinado por los mismos que han hecho de él un dios y se arrastran a sus pies. ¡Que seas felíz, y olvida por unos cuantos días esa lúgubre prisión en la cual gastas tu juventud y tu salud, dos tesoros que nuestros amos compran por un pedazo de pan! Da mi cariño a Erma y a todos los camaradas, y tú, mi querida amiga, creeme que vives en mi corazón con todos aque- llos a quienes amo y que desempeñan una dulce y cariñosa par- te en la fábrica de mis sueños. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas. ---Diciembre 15 de 1920 Gus Teltsch. Lake Bay, Wash. Mi querido camarada: Recibí tu amable carta del 17 de noviembre último, así como tres dólares, tres onzas de plata, y pensé: esta es la sangre de Gus; pues este dinero, ganado tan penosamente, es tu sangre, querido hermano; la sangre que te extraen los amos de nuestra libertad y de nuestras vidas. No te asombres de que estas tres piezas de metal blanco sean preciosas para mí, porque represen- 31 tan tu sacrificio. ¡Si estas onzas de plata pudieran decir cómo llegaron a tus manos! Fue un verano, cuando la naturaleza ofre- ce sus rebosantes pechos a sus hijos, y cuando todos los seres vivientes, plantas y árboles, bestias y pájaros, gozan de su gene- rosidad y un himno de gozo a la vida se levanta de toda la crea- ción hacia lo azul, excepto de los labios del hombre ... El hom- bre es la única nota discordante en este festín de los hijos de la naturaleza, porque el hombre es el único esclavo que respira sobre la Tierra, y por tanto, mientras todas las criaturas nutren su vida libremente del hermoso y robusto pecho de nuestra ma- dre común, el hombre tiene la repugnante tarea de ordeñar de las tetas de la naturaleza para labios que no son suyos. Fue en verano, en medio de la fiesta universal en la cual toman parte todas las criaturas de la naturaleza, que tú, mi querido amigo, sudabas y te afanabas por obtener para tu amo el fluido vital de la naturaleza. A tu alrededor continuaba la orgía de los vivos bajo los besos del padre sol, y el arrullo sensual delmar, cuyo poderoso seno se hinchaba como si fuera impulsado por los la- tidos de su amoroso corazón. A tu alrededor, las criaturas esta- ban ebrias de amor, y belleza y libertad. Billones de galanteos y billones de matrimonios tenían lugar, ya en las ramas de los ár- boles, ya en los arbustos floridos o en algún discreto rincón. En algún lugar de la Tierra, los pájaros cantan o se arrullan, los in- sectos se cazan unos a otros a través del aire límpido en sus es- fuerzos eróticos, resplandeciendo al sol como joyas voladoras escapadas de no sé qué misterioso tesoro ... Y tú, mi buen ami- go, trabajando, trabajando, trabajando por una rebanada de pan, y de este pan consagrado por tu angustia y tus sufrimientos, tu generoso corazón toma una parte para participármela ... ¡Esto hace valioso el obsequio! Por eso aprecio tu regalo con todo mi corazón. Gracias, mil veces gracias. Algunas organizaciones y otras personas amigas en di- versas partes del país han hecho trabajos para obtener mi liber- tad a causa de mi inminente ceguera, y solicitaron de las autori- dades se me pusiera libre. Hace dos semanas un amigo mío me informó con profundo disgusto, después de un viaje que hizo a Washington para saber del resultado, que los hombres en el po- der manifestaron que nada se podía hacer en mi favor, salvo que yo personalmente pidiera perdón. Por lo tanto, los argu- 32 mentos humanitarios no tienen valor alguno para que se me ponga libre; lo que se necesita es mi degradación moral, pues es inmoral para la víctima el apelar a la merced de quien lo tiene injustamente en cautiverio. El pedir perdón significa arrepenti- miento, y yo no estoy arrepentido de lo que he hecho. ¿Qué fue lo que hice? Cuando todo el mundo fijó la vista, horrorizado, en la carnicería europea, y el dolor se intensificaba en las cabañas de los humildes, y el duelo por la ausencia o la muerte de un hi- jo, o un padre, o un esposo, o un hermano, y escaseaba o faltaba el pan, y vacío el lugar favorito que acostumbraba ocupar en la choza el ausente, únicamente acentuaba esa soledad que se siente en un hogar del que ha desaparecido para siempre un ser amado; cuando todo era tristeza y la vida parecía imposible pa- ra los caídos, para quienes el cielo no tenía estrellas, porque no podía verlas a través de la niebla de sus lágrimas, y el arroyuelo no tenía música, porque el rugido de sus tormentos le impedía oirla; muriéndome de hambre como estaba, no podía darles pan, pero les doné amorosamente mi entusiasmo, y mis esperanzas, y mis sueños, y percibieron una sonrisa en cada estrella, y en- canto en cada flor, y melodías dulces en cada fuente, y presta- ron oído atento al voluptuoso susurro de la brisa. Comprendie- ron que la vida es hermosa, y cuando antes ellos querían morir para poner fin a sus sufrimientos, ahora deseaban vivir para conquistar la vida para sí y ansiosamente esperaban que sonara la hora de la libertad. Esto fue interpretado como contrario a la ley a al orden, y fuí enviado para pudrirme y morir en una pri- sión, pues una sentencia de 21 años es una sentencia por vida para un hombre, viejo y aniquilado como yo. Tal fue mi crimen y no estoy arrepentido de ello. Con cariño para ti y todos los camaradas. RICARDO FLORES MAGON 33 (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Diciembre 20 de 1920 Nicolás T. Bernal. Oakland, Calif. Mi querido Nicolás: Es inútil decir cuán bien recibidas son tus cartas, por- que ellas siempre traen en una u otra forma la expresión de tus sentimientos, o las noticias referentes al trabajo llevado a cabo para promover el advenimiento de la por tanto tiempo suspirada justicia social; o detalles del trabajo especial que mis amigos han emprendido para conseguir mi libertad, o el aliento frater- nal de los trabajadores mexicanos, aliento que llena el corazón de uno con alegría, vigor y esperanza. Así, pues, tu querida car- ta del 13 del actual ha sido bien recibida, muy bien recibida. El mensaje del Sindicato de Obreros Panaderos de San Luis Potosí es conmovedor y animador. Te suplico hagas saber a estos generosos compañeros cuánto aprecio sus alentadoras palabras, en las cuales respira la sinceridad de los hombres hon- rados del trabajo. El saludo de estos hermanos ha llenado mi corazón de esperanzas, de esperanzas en ese futuro en que sue- ño, cuando cada uno sea su propio amo y cuando el único códi- go de leyes que gobierne las relaciones entre los seres humanos 34 esté contenido en esta simples palabras: No hagas a otro lo que no quieras que te hagan a tí. Estaba yo muy enfermo, cuando aquel cariñoso saludo llegó a mis manos. Enfermo del cuerpo y enfermo del alma; pero hay cierto encanto en la fraseología que lo anima, que tuvo el mérito de mitigar un poco mi adolorido corazón, así como mi cuerpo envejecido y estrujado por las in- clemencias del tiempo, haciendo que ello duplicase mi recono- cimiento a estos generosos y queridos compañeros. ¡Oh, si ellos supieran que mi libertad está en sus ma- nos! Después de escrito lo anterior llegó a mis manos una carta del 16 del actual, en la que transcribiste la carta que ... te escribió refiriéndose a la pensión que la Cámara de Diputados, generosamente acordó para Librado y para mí. No puedo escribir directamente a México por razones que te expliqué en mi última carta. Así, pues, dile a ... que yo no sé lo que Librado piense acerca de esta pensión, y hablo so- lamente en mi nombre. Soy anarquista, y no podría sin remor- dimiento y vergüenza, recibir el dinero arrebatado al pueblo por el gobierno. Agradezco los sentimientos generosos que impulsaron a la Cámara de Diputados a acordar dicha pensión. Ellos tienen razón porque creen en el Estado, y consideran honesto imponer contribuciones al pueblo para el sostenimiento del Estado; pero mi punto de vista es diferente. Yo no creo en el Estado; sosten- go la abolición de las fronteras internacionales; lucho por la fra- ternidad universal del hombre; considero al Estado como una institución creada por el capitalismo para garantizar la explota- ción y subyugación de las masas. Por consiguiente todo dinero obtenido por el Estado representa el sudor, la angustia y el sa- crificio de los trabajadores. Si el dinero viniera directamente de los trabajadores, gustosamente, y hasta con orgullo, lo acepta- ría, porque son mis hermanos. Pero viniendo por intervención del Estado, después de haber sido exigido - según mi convic- ción - del pueblo, es un dinero que quemaría mis manos, y lle- 35 naría mi corazón de remordimiento. Mis agradecimientos a An- tonio Díaz Soto y Gama en particular, y a los generosos dipu- tados en general. Ellos pueden estar seguros que con todo mi corazón aprecio sus buenos deseos; pero yo no puedo aceptar el dinero. Recibe un fuerte abrazo de tu hermano. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Diciembre 28 de 1920. Señorita Elena White. New York, N. Y. Mi querida camarada: Hace un año, dos de mis más queridos amigos, Emma Goldman y Alejandro Berkman, fueron lanzados al mar porque a los mandatarios de este país, en un tiempo la tierra de la li- bertad y el hogar de los valientes, los consideraron incapacita- dos para compartir las alegrías y los dolores del pueblo norte- americano, y sobre todo demasiado libres y valientes para per- mitirles plantar sus tiendas sobre el suelo que la tradición con- fería a todos los rebeldes del mundo ... Fue aquel un momento de angustia cuando Emma y Alejandro pusieron sus pies en la cubierta del Bufford. La justicia dejó caer su brazo con la mayor desesperación. La libertad misma creyó estar bajo las garras de una pesadilla. El domicilio del nacido en país extranjero dejó de ser sagrado, y en el peso de la noche fue arrancado de los bra- zos de su familia y encadenado. Un aliento de tragediay de ho- rror envenenaba el ambiente; Torquemada rió burlonamente, y los restos mortales en Plymouth Rock enrojecieron de vergüen- za ... Y ahora que recuerdo el ultraje, amontonado en un rincón de mi calabozo, medito, y medito, y medito, y me pregunto: 36 ¿Qué objeto se persigue con estas deportaciones y encarcela- mientos, y hasta linchamientos, de los que acarician un ideal di- ferente del que sostienen los que están en el poder? Y después de tanto pensar hasta conseguir un dolor de cabeza, no puedo encontrar más que una contestación: ¡matar el ideal! ¡Cuán le- jos estamos del hombre que habitó la caverna, y, al mismo tiempo, cuán cerca también! Podemos navegar en el aire; somos capaces de platicar a través del espacio; sabemos enrolar la luz a través de un carrete y obligarla a trabajar para nosotros; hasta hemos perseguido y arrojado de los cielos a los dioses, y hemos suspendido de las estrellas la argentina hamaca de nuestros sue- ños, para mecernos voluptuosamente en el azul ... Sin embargo, nuestra jurisprudencia no difiere esencialmente de la fundada por un ladrón en la noche de los tiempos, al grito de: ¡Esto es mío! Toda nuestra vida social y política y nuestras relaciones internacionales gravitan alrededor del crímen consagrado como principio por la mano armada del primer ladrón que respiró so- bre la Tierra ... Y así, cuando por medio de la alquimia del su- frimiento y del dolor humanos brota la flor blanca del blanco ideal de justicia, todas las fuerzas sociales, políticas e interna- cionales rivalizan unas con otras para arrancarla, creyendo, ¡oh, insensatos! que al hacerlo apaciguan todo el peligro que pudiera poner en riesgo la santidad del crimen, mientras dejan vivir la horrenda planta portadora de la flor divina. Por eso fue que Emma y Alejandro fueron entregados al océano hace un año; sin embargo, el sufrimiento y el dolor humanos, no han dejado de producir sus flores blancas ... Efectivamente, si llego a dejar este infierno, escribiré un drama en inglés y te lo dedicaré, querida amiga. ¿Mi catarro? Me deja descansar dos o tres semanas y después vuelve a la carga con mayor furia, haciendo miserable mi vida. 1921 está ya a nuestros umbrales, levantando la mano para llamar a nuestras puertas. Llega cargado de dichas y de tristezas, y le pido deje a tus puertas un paquete enorme de feli- cidades, que dure los trescientes sesenta y cinco días seguientes, 37 y te evite las penas que puede colocar sobre mis espaldas, por- que ya estoy acostumbrado a ellas. Con cariño para Erma y para todos los compañeros y más cariño y admiración para ti, Elena, quedo tu camarada. RICARDO FLORES MAGON Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Enero 12 de 1921. Nicolás T. Bernal. Oakland, Calif. Mi querido Nicolás: Tu interesante y querida carta del 6 del actual fue reci- bida. ¡Qué infatigable eres, mi querido camarada! Los saludos del Sindicato de Obreros Panaderos de San Luis Potosí, el mensaje de simpatía de Salvador Medrano con motivo de mi actitud en contra de la proposición de mi li- bertad al precio de mi honor como luchador, y los fraternales sentimientos expresados por ... cuya labor por el bien del prole- tariado, yo he visto siempre con simpatía y aprecio, junto con la espléndida campaña iniciada por él en Vida Nueva para hacer efectiva la liberación de aquellos cuyo amor por la libertad uni- versal los ha conducido a la pérdida de los suyos, me llena de satisfacción y me da vigor. ¿Y qué decir de tu labor, mi buen Nicolás? Eso senci- llamente conquista mi admiración, por lo modesto, lo sincero, generoso y laborioso que eres. 38 El Año Nuevo se ha establecido entre nosotros para ser nuestro compañero durante trescientos sesenta y cinco días. Es- tá cargado de promesas de las regiones etéreas, promesas color de rosa, bellas promesas, y es nuestro deber observarlo, y no darle descanso hasta que todas las promesas hayan sido cumpli- das. Nosotros los desafortunados, nosotros los desheredados y los pisoteados, debemos tener los ojos fijos en él. No debemos dejarlo ir como se fue 1920, sin levantar de nuestras nucas el yugo que hemos llevado por miles y miles de años. Tengo espe- ranzas que durante este año veremos muchos sucesos importan- tes. Hay una tendencia general en todo el mundo que fortalece mis esperanzas. me parece que estamos en la víspera de una transformación social que establecerá para siempre la justicia en los asuntos entre los hombres. La atmósfera está cargada de posibilidades. Mientras te escribo sentado en un rincón de mi calabozo, mi oido percibe los rumores que flotan en el aire. Son rumores extraños; ya no son los dolorosos suspiros del rebaño resignado; son rugidos, rugidos que hacen estremecer mi cora- zón de emoción y de entusiasmo; rugidos que presagian el ad- venimiento de la justicia. Hay también un calor extraño que caldea el aire; un calor que se alza de los cuatro rincones de la Tierra; un calor desacostumbrado que reemplaza la fría indife- rencia de las masas hacia su propio bienestar, y mi corazón se regocija al comprender de dónde viene ese calor. Es el calor que irradia del pecho del esclavo ardiente de protesta ... Y agu- zando el oído, puedo percibir las vibraciones de los yunques sobre los cuales se forjan los martillos destinados a romper las cadenas. En el silencio de la noche puedo ver, a través de las formidables paredes que me separan de los vivientes, a mis hermanos - los parias - de todo el mundo palmeando las manos como para sellar un pacto sagrado en contra de la opresión co- mún. Algo flota en el aire sobre las cabezas de esos hermanos míos. ¿Es un andrajo? ¿Es una bandera? Tal vez es un andrajo; pero entonces, ¿no es el andrajo nuestra bandera común? ¿No es el andrajo la justificación de nuestra cólera y de nuestra pro- testa? ¿No son nuestros andrajos los que vamos a izar como un símbolo de nuestros sufrimientos, y como una insignia de vin- dicación y justicia? Y cuando veo todo ésto, y oigo los rumores y siento el aire ardiente, una luz, hasta hoy desconocida, co- mienza a desparramarse del oriente, anunciando que un nuevo 39 sol está próximo a aparecer en el lívido horizonte. Mis ojos, ya decayentes, pueden ver esta luz que llega a mi corazón desper- tando mis adormecidas esperanzas. El nuevo sol es la libertad. Libertad para todos. Recibe el fraternal cariño de tu hermano. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Enero 10 de 1921. Gus Telsch. Lake Bay, Wash. Mi querido Gus: Dos días antes de recibir tu querida carta del 27 de di- ciembre último, me llegó una caja conteniendo los comestibles que me remitiste. Gracias, muchas gracias. Tu carta es especialmente querida para mí; me da forta- leza, porque está de acuerdo con la actitud que he tomado para obtener mi libertad, la libertad racional que no tiene más que una ley, la que contienen estas simples palabras: No hagas a otro lo que no quieras para ti. El tiempo pasa, querido camarada, pero no pasa en vano. Cierto que tengo de edad tres años más que cuando las garras de los enemigos de la civilización se clavaron sobre mi cuello; pero también el sistema del cual ellos obtienen su poder tiene tres años más, y tres años es tiempo muy largo para algo 40 que está decayendo y muriendo rápidamente, como es el siste- ma capitalista. De hecho, el sistema está ya muerto en la con- ciencia de las masas, nadie funda en él sus esperanzas, y si no se ha desplomado, es a causa del impulso que recibió en cente- nares y millares de años de ignorancia y sumisión. Se sostiene por la simple inercia; su vida es galvánica. Todos los esfuerzos hechos para revivir su cadáver son inútiles, desatinados, idiotas; nadie puede volver a la vida un árbol muerto, apuntalándolo. El sistema está muerto y bien muerto, porque fracasó en asegurar al serhumano su desarrollo en armonía con la ciencia y la naturaleza. Nadie cree en este sistema, ni aún aquellos que se empeñan en sostenerlo y parcharlo. El ambiente está cargado con su peste y dentro de poco será necesario enterrarlo o con- ducir al fuego su deteriorado esqueleto. Por lo tanto, el anciano Tiempo no pasa en vano. Si coloca más hilos de plata en mi ca- beza y añade una o dos arrugas a mi cara, él, al mismo tiempo, aproxima el momento de la caída de la iniquidad y la justicia. El conocimiento de este hecho es halagador. Mis sueños, nues- tros sueños, los sueños de los desheredados de todo el mundo, están a punto de realizarse, o cuando menos el principio de su realización está a la mano. La vanguardia del gran ejército del Progreso ha llegado a las puertas de la Libertad, y está a punto de dar vuelta al pa- sador para abrirla y dejarnos entrar. ¿No es una gran fortuna haber vivido para ver el principio del fin de una larga pesadilla que duró toda una época? Porque estoy cierto que nosotros, los seres humanos, hemos entrado ya en un franco periodo revolu- cionario. La revolución no comienza con el cambio forzoso o pacífico de un modo colectivo de vida social, económica o polí- tica en otra. Mucho antes que se intente el cambio, se ha efec- tuado la revolución en la conciencia colectiva. Mucho antes que la Bastilla fuera reducida a un montón de humeantes ruinas, el derecho divino de los reyes se había desmoronado adentro de los densos cráneos de las chusmas parisienses. No fue el hura- cán de 1910 el que arrojó a Díaz desde su mansión en Chapul- tepec a la cubierta del Ipiranga, sino la conciencia popular que despertó en 1906 y 1908 por los clarines de Jiménez y Acayu- can, Viesca y Valladolid. Las coronas de los Romanoff rodaron 41 a los pies del pueblo mucho antes que el tirano hubiera dejado de ser el querido padrecito para los mujiks. Ahora solamente es simple cuestión de tiempo para la realización del prodigio, y el tiempo pasa ... El aire está lleno de rumores; el ambiente está repleto de posibilidades, y mi corazón se regocija con la inmi- nencia del milagro. ¿No viene es rumor de la azada de aquellos que se ocupan de cavar una tumba profunda para arrojar aden- tro su cadáver? Y el creciente calor de la atmósfera, ¿no es el resultado de la ardiente respiración de millones sobre la Tierra, de cuyos pechos surgen las llamas del descontento? A la pro- ximidad del portento, corre por todo mi ser ese sentimiento de ansiedad y regocijo que embarga al joven cuando vuela al lugar de su primera cita de amor ... Ahora, mi querido amigo, debo concluir. Las dos pági- nas que me permiten escribir, están casi llenas. ¿Estás en co- municación con el camarada Nicolás T. Bernal, 1279 79th. Ave., E. Oakland, Cal.? Si así fuese, debes de estar bien infor- mado de lo que están haciendo en mi favor y en favor de los prisioneros políticos de los Estados Unidos, los trabajadores de México, y también debes saber que mi último drama va a repre- sentarse en Tampico y en la ciudad de México. ¿Lo sabías? También van a publicar el mismo drama en forma de libro y con bellas ilustraciones. Recibe, mi querido y buen Gus. mi cariño fraternal. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Enero 25 de 1921. Señorita Elena White. 42 Nueva York, N. Y. Mi querida camarada: Esta vez he tenido que esperar dos semanas para recibir el rayo de sol. Al fin vino, trayendo la fecha de 17 del mes en curso. Sin duda alguna que el padre sol juega con nosotros los mortales esta clase de travesuras. ¿Podrá uno maravillarse de que su hija se entregue también a ellas? Pero como nadie guar- da rencor contra el sol por no calentar nuestros cuerpos, así yo no abrigo ningún resentimiento contra su bella hija por haber olvidado que existe un negro agujero en esta Tierra hermosa, en donde una alma marchita suspira por la belleza. ¿Una deuda a mí? ¿Tú mi deudora? ¡Oh, querida Elena, tu nada me debes, pero tu te debes toda a nuestra humanidad entera! Naciste para brillar, y brillarás a pesar de los dolores que te ocasione tu brillo, porque brillar es incendiar ... Tu tienes que incendiar, e incendiar, incendiar otra vez y siempre, porque ese es tu deber; la humanidad necesita tu luz ... Tu no obtuviste tu magnífico cerebro para conservarlo ocioso; tu tienes que fa- tigarlo, molestarlo; tienes que torturarlo, porque crear significa dolor. Así, pues, yo no reclamo ninguna deuda, pero anhelo verte resplandecer, iluminando al mundo. Que tu serás esta an- torcha humana, este faro viviente, estoy seguro. Y esto, mucho antes de que te encuentres lejos, en el camino de la vida. Esta opinión mía no es una profecía ni un mero entreetenimiento li- terario, es la convicción sacada de los hechos: tu cerebro lúcido y la grandeza de tu corazón, elementos propios para hacer un faro viviente ... Todo lo que necesitas hacer es no permitir que ese fuego divino muera. Vuélvelo a encender, mi joven y ama- da amiga; reenciéndelo con tu sangre, con tu carne y aún con tus lágrimas si es necesario, y marcha adelante, adelante, ade- lante, llevando tu fuego que al fin encienda al mundo. Tus pies, hechos para el contacto de terciopelos y flores, te sangrarán por lo escabroso del camino ... No te fijes en eso; de las piedras benditas con tu sangre, flores de fraternidad universal brotarán luego a tu llamado. Y si encuentras espinas, no las apartes, an- tes bien, premeditadamente pasa sobre ellas para que sangren todavía más tus pies ... Quizá tus labios estén secos y te den hiel 43 a beber ... Bébela y sigue adelante, adelante, adelante: y si el fuego se estuviese extinguiendo y no tuvieres más carne, ni más sangre, ni más lágrimas para encenderlo de nuevo, pon a arder tus huesos, pero no lo dejes morir, no permitas que el ideal se extinga, nuestro ideal de belleza. Todo esto lograrás; estoy seguro; te conozco bastante bien. ¿Un junquillo? No; no eres un junquillo, aunque algo más frágil que un junquillo; eres una rama de hinojo. Prometeo nos trajo el fuego del cielo. Eres una águila joven, una hermosa águila joven, enamorada del azul, y que se remonta, se remonta, se remonta para ocupar su lugar entre sus hermanas las estre- llas. Sólo deseo que esta amada águila no pierda la fe en la fuerza de sus alas, para que alguna noche que ella cintile en al- guna u otra constelación, y cuando alguien me pregunte quién es al nueva estrella, contestaré orgulloso: Es mi amiga Elena Quizá ella me lo premiará con una sonrisa ... Sí, recibí el calendario, y actualmente está adornando mi calabozo; pero como no traía ninguna seña indicando quien lo envió, no mencioné que lo tenía en mi poder, aunque tuve la idea de las criaturas solicitas que pudieron haberlo mandado. Es el mismo que me describes: tierra, agua, pasto, árboles, nubes y la luna, todo duerme. Su título es: Rayo lunar. Yo lo llamaría Paz No hay allí ni un soplo de aire que agite esta agua; los ár- boles silenciosos se inclinan sobre la linfa, como si en un sueño hubieran perdido su equilibrio; la luna, bellamente embriagada de melancolía, ha permitido a sus vaporosas cubiertas se desli- cen parcialmente de sus lecho, y, como una doncella embriaga- da, muestra al infinito ofuscado el encanto de su carne ... Y bajo ese símbolo de paz está el calendario, exacto, una sucesión de doce pequeños cuadritos de papel, los cuales, para un cautivo, significan una eternidad ... Cada uno de estos pedacitos de pa- pel está subdividido en treinta o treinta y una partes, como otras tantas paredes que separan a uno de la vida ... Es imperioso es- calar esas paredes, una por una, día por día, y parece como que crecen más altas a medida que el tiempo se desliza ... He recibido noticias de la opinión del doctor que uste- des, camaradas, hicieron que me examinara. Dice que la catara- 44 ta no está todavía madura para hacer la operación,y que tengo que cegar completamente antes de que se me pueda hacer la operacion. De modo que tendré que subir mis paredes en la obscuridad ... En cuanto a mi resfriado, ése no me abandona con su equipo de dolores de cabeza, de muelas, y un centenar de mise- rias más. No teniendo más papel para mis fantasías, termino mi carta enviando mi cariño a nuestra Erma y a los demás camara- das, y a ti, mi buena camarada. RICARDO FLORES MAGON (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Enero 27 de 1921. Nicolás T. Bernal. Oakland, Calif. Mi querido Nicolás: Recibí tu interesante carta del 22 del corriente. La lec- tura de la comunicación enviada por nuestros camaradas de San Luis Potosí, me hace sentir tan fuerte y orgulloso, que bendigo estas cadenas que atormentan mi carne; que amo esta tortura diaria de mi cuerpo y de mi mente; que acaricio este dolor in- terminable de mi corazón, porque ello me gana la estimación de las verdaderas criaturas de la civilización: los trabajadores. Esta comunicación de mis hermanos de las uniones de trabajadores y sindicatos de San Luis Potosí vivirá en mi mente por el resto de 45 mi vida, como un faro que me enseña el camino del honor y de la rectitud. Te ruego, querido Nicolás, digas a estos camaradas lo mucho que aprecio su actitud en mi favor, y expresarles mi firme convicción respecto a que solamente por la acción de los trabajadores reinarán la libertad y la fraternidad sobre la Tierra. Alégrate, hermano, el nuevo día está cerca; el nuevo día soñado desde hace miles de años por los oprimidos y explota- dos de todas las tierras. Recibamos ese día con corazones ale- gres, pues con su venida los parias no tenemos nada que perder, sino un mundo que ganar. Límpiense sus lágrimas, ¡oh escla- vos!, porque el momento no es una pesadumbre estéril, sino una acción fecunda y clara visión: ¡Tenemos que reconstruir un mundo! Tenemos que crear un mundo de bellezas, en donde sean desconocidas las lágrimas y las cadenas, salvo que ellas sean las floridas cadenas de la solidaridad, atando duramente a todas las criaturas humanas de la Tierra en lazos de fraternidad universal, o las lágrimas que el gozo hace brotar de corazones felices ... Despierten todos los que duermen todavía y tomen sus puestos en uno u otro lado, con los que oprimen o con los que desean ser libres; pero tomen su puesto para que esta sea la úl- tima batalla, la disputa decisiva entre las fuerzas de la libertad y las de la tiranía. Una de ellas tiene que ser eliminada de la Tie- rra, porque no puede coexistir más tiempo, al menos en este planeta. Los que amamos la belleza queremos libertad o muer- te. Escojan sus filas los que han malgastado el tiempo durmien- do, pues consideramos como enemigo nuestro al que no está con nosotros; no reconocemos neutrales en este formidable con- flicto. O se redime la raza humana con nuestro triunfo, o pere- cemos con nuestra derrota, pues la derrota significa la supervi- vencia de los dos tipos animales: el amo y el esclavo, pero no del hombre ... Sírvete dar mis saludos fraternales a todos los buenos camaradas, y tu, querido Nicolás, acepta un fuerte abrazo de tu hermano. RICARDO FLORES MAGON 46 (Traducción del ingles) Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven- worth, Kansas.---Febrero 8 de 1921 Señorita Elena White. Nueva York, N. Y. Mi muy querida camarada: Tres joyas tengo ante mi vista: cada una de ellas es por- tadora de un mensaje de ánima, un aliento de gran entusiasmo y una solemne promesa de devoción al ideal ... Me refiero a tus hermosas cartas del 26, 27 y 30 de enero último, en las que vertiste lo que sientes y lo que piensas respecto de nuestra causa, lo cual yo llamo la causa de la belle- za porque la libertad es belleza. Hay solamente una palabra que podía expresar mis emociones a la vista de estas tres espléndi- das joyas: ¡admiración! Me complace denominar tus tres últi- mas cartas: El canto del Amazonas, pues ellas son un poema en tres cantos. Eres una poetiza y el canto es hermoso. Me pone en presencia de la lucha más desigual, la lucha de una alma libre y audaz contra las deidades del cielo y los dioses de la Tierra. Es- ta alma, tu alma que, tomándoles por el cuello, arrastra ante el tribunal de la razón a las criaturas que el hombre crió en su te- rror y para quienes construyó tronos en los espacios estrellados; tu alma arrojando a los pies de la dignidad humana a los dioses 47 terrestres, impuestos al hombre por medio del fraude, de la vio- lencia y del crimen ... Es tu alma acorralada, pero todavía re- chazando con valentía los implacables ataques hechos en su contra por las fuerzas de la obscuridad, las hordas de todos los prejuicios, de todos los fetichismos, de todas las costumbres, de todas las preocupaciones, de todas las tradiciones. ¿Te sorpren- derá, pues, mi admiración? ¿Producirá esta admiración otra sonrisa indefinible? Sin embargo, mi admiración es sincera. ¿Cómo pudo resistir tu alma, y vencer actualmente el gran nú- mero de solicitaciones e influencias del medio? Una flor blanca y pura, nacida en la boca de un infierno, y sin embargo flore- ciendo pura y fresca ... Cuán diligente eres, mi buena amiga. Tengo Freedom, de Londres, en mi poder; todos los números de 1920, y el nú- mero de enero de este año. Gracias a ti, a Keel y a Owen; nece- sitaba ese buen periódico; tenía hambre de esta lectura saluda- ble. Estoy de acuerdo con estos camaradas; una dictadura es ti- ranía, y no puede conducir más que a la tiranía; y yo estoy en contra del despotismo, ya sea ejercido por los trabajadores o por la burguesía ... Esta cuestión rusa me preocupa mucho; temo que las masas rusas, después de haber esperado en vano la li- bertad y el bienestar que les habían sido prometidos por la dic- tadura de Lenin y Trotsky, retrocedan hacia el capitalismo otra vez. La actual miseria de las masas rusas, después de dos años de administración de las industrias por el Estado, puede condu- cir a esas masas a la conclusión de que el antiguo sistema de producción es bueno, y por lo tanto, en vez de poner las indus- trias bajo la administración directa de los trabajadores, pueden entregarlas de nuevo a los propietarios particulares. El efecto de esta acción sería desastroso para el movimiento revolucionario de los trabajadores del mundo, que cifra tantas esperanzas en el gobierno del soviet. Estos recelos míos me hacen ver con pro- funda simpatía la tarea de ilustración que Freedom está llevan- do a cabo. La caída de la dictadura de Lenin y Trotsky es cues- tión solamente de tiempo, y los trabajadores del mundo deben estar preparados para mirar con serenidad tal fracaso, mientras que por medio de nuestra propaganda se conocerán las causas del fracaso, y se tendrá abierto ante ellos el camino que condu- ce a una sociedad sin amos. 48 Sírvete, mi querida Elena, enviar mis fraternales salu- dos a Owen y Keel y a todos los camaradas ingleses. Como mi querido amigo Owen desea saber cómo me encuentro, puedes tu informarle. Sabes que los días de mi vista están contados ... La obscuridad se aproxima, se aproxima ... Tengo una carta del señor Weinberger en la cual tam- bién me informa de lo que tu me escribes: Que el Departamento de Justicia dará la consideración debida a mi causa. El señor Weinberger es muy bondadoso en ponerme al corriente sobre todo lo concerniente a mi causa. Sírvete saludarlo. Recibí la rosa. Sí, ese objeto querido me dice de la san- gre roja de la joven que vive para el ideal, y, naturalmente, amo esta rosa, porque me trae un mensaje de esperanza. Cuando contemplo almas jóvenes como la tuya, consagradas a la causa, miro con confianza el futuro de la humanidad. En tanto que la humanidad continúe dando nacimiento a Elenas Whites, habrá esperanza ... Mi catarro me mortifica como siempre; siento mi cabe- za muy pesada. Sí, he tomado medicinas
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