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Flores Magón, Ricardo - Epistolario revolucionario e intimo -1925- - Judith Reyes Luna

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JOHANN MOST 
(LA VIDA DE UN REBELDE) 
 
 
 Nuestro camarada y maestro Rudolf Rocker ha escrito, con el 
titulo de Johann Most, la vida de un rebelde, una soberbia 
contribucion a la historias del movimiento anarquista. El libro de 
Rocker, por su valor historico, esta al lado de L'Internationale de 
James Guillaume y de la biografia monumental de Bakunin escrita per 
Max Nettlau, las tres obras historicas mas importantes de nuestro 
movimiento y junto a las cuales palidecen todas las apologias de los 
partidos llamados revolucionarios. El libro de Rocker tiene, ademas la 
ventaja de un estilo literario y sencillo, al alcance de todos los 
lectores, como el estilo de Kropotkin. El que lea un capitulo de 
Johann Most se sentira atraido irresistible- ' mente a leer el libro 
entero, un tomo voluminoso que no todos se atreverian a tomar en sus 
manos si no se conocieran de antemano las cualidades del autor. La 
vida agitada del , gran rebelde de Augsburgo, del incomparable 
redactor de Freiheit (Libertad) ha dado motivo para trazar magistrales 
descripciones del movimiento revolucionario en Austria, en Suiza, 
en Alemania, en Inglaterra; todos los pormenores de las luchas 
heroicas de aquellos tiempos en que Most cornenzaba su propaganda 
como partidario del programa de Eisenach, ally por 1870, en Austria, 
hasta su muerte en Estados Unidos, en 1906, estan mencionados en 
esta obra; todas las dolorosas contiendas internas de movimiento son 
expuestas aqui; el desenvolvimiento de nuestras ideas en Estados 
Unidos tiene en el libro de Roker un resumen precioso. Leyendo el 
Johann Most nos apecibimos que nuestras ideas se fortifican; que 
nuestros conceptos nebulosos se aclaran como por obra de 
encantamiento; que nuestras vacilaciones sobre determinados proble-
mas se disipan; que ciertos enigmas inexplicables se nos aparecen a la 
luz del dia a traves de la evolucion historica con meridianidad; nos 
sentimos templados para la penosa guerra social al contacto con 
hombres como Most, Neve,Dave, Reinsdorf; como los anarquistas de 
Chicago, como Alejandro Berkman; nos sentimos mejores y 
penetramos aun mas en nuestro propio mundo de ideas y de hechos. 
El libro de Rocker no tiene para nosotros solo significacion 
historica: es tambien una obra de propaganda y de cultura libertarias. 
 Las infamias social-democratas contra el anarquismo sus 
defensores no podran pasarse por alto en una obra historica como la 
de Rocker. Y las ignominias de un Liebknecht y de un Grillenberger o 
de sus secuaces en Estados Unidos nos parecerian increibles si no 
experimentaramos nosotros mismos la misma tactica todos los dias. El 
capitulo 
 1 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EPISTOLARIO 
REVOLUCIONARIO E 
INTIMO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 2 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
RICARDO FLORES MAGON: VIDA Y OBRA 
 
 
 
EPISTOLARIO 
REVOLUCIONARIO 
 
 
E INTIMO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1925 
PRIMER VOLUMEN 
 3 
GRUPO CULTURAL “RICARDO FLORES MAGON” 
APARTADO POSTAL NUM. 1563 
MEXICO, D.F. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
NOTA EXPLICATORIA 
 
 
 
 
Todas las cartas contenidas en este libro. con excepcion 
de las dirigidas a Mexico a Nicolas T. Bernal, fueron escritas en 
ingles y traducidas al español pero el ingles usado por Ricardo 
Flores Dragon era un ingles pulcro y elevado, y a. cuya 
elegancia y poesia es dificil encontrarles la interpretacion 
correspondiente en el idioma español Ambos idiomas y sus 
pueblos son tan diferentes los uno,,; de los otros en su estilo, 
en,su caracter y en las costumbres sociales que los distinguen, 
que aun teniendo un profundo conocimiento literario, as! como 
de las costumbres de am. bos pueblos, es dificil darles la 
interpretacion correspondiente. 
Hay palabras en ingles sin equivalents en español y viceversa, y 
en este caso hay que formar toda una frase para, expresar la 
idea. Tambien es muy comun por ejemplo, usar en español el 
pronombre personal tu entre los miembros que componen una 
familia y aun usamosel pronombre usted cuando nos dirigimos 
a personas de alta categoria social entre la burguesia o que nos 
 4 
son poco familiares: mientras que en ingles el you (usted) es 
usado en ambos casos. 
 
 
 
 
 
 
Siguiendo la costumbre familiar anarquista, hemos traducido, el 
pronornbre you por biz, a pesar de que no todas las personas a 
quienes escribio Ricardo son anarquistas. 
Suplicamos, pues, a todos los camaradas y amigos que noten 
deficiencias en las ideas o mala construccion en el lenguaje, no 
atribuyan eras falters al actor de las camas, sino a sus 
traductores Una mala, -interhretacion de la idea fue realmente 
lo que ocasiono 1a \ nota Aclaratoria en "Rayos de Luz" acerca 
de una 
carta de Ricardo Flores Magon publicada en "Sembrando 
Ideas." Este error to notamos despues; pero en la proxima 
edicion de ester obra de la aerie ofrecemos publicarla ya 
corregida 
 
 
 
 
EL GRUPO EDITOR 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 5 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
EPISTOLARIO 
 
 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.----Diciembre 4 de 1919. 
Gus Teltsch. 
Lake Bay, Wash. 
Mi querido camarada: 
Esta carta tiene por objeto notificarte, así como a todos 
los camaradas, mi nueva residencia. Fuí trasladado de McNeil a 
este lugar en los últimos días de octubre. 
Mi dirección es como sigue: RICARDO FLORES MA-
GON, P, O. Box 7, Leavenworth, Kansas; y será para mí un 
verdadero placer saber de ti y del resto de mis amigos. Mi salud 
ha mejorado notablemente durante los meses últimos.¿Cómo se 
encuentran todos ustedes? 
¿Has visto a Librado últimamente? Cuando tengas 
oportunidad, dale mis mejores recuerdos. Ahora puedo escribir-
 6 
te directamente, pues el reglamento de esta institución me per-
mite escribir tres cartas semanarias. 
Esta carta me deja con magnífico ánimo soñando, como 
siempre, en un futuro de amor, fraternidad y paz. ¡ Un futuro 
que se acerca más cada día! Puedo ver la aurora de un nuevo 
día, o precisando mejor, de una nueva era. Solamente los ciegos 
no pueden verlo. Es cierto que hay mucha inquietud, disgustos 
y sufrimientos, pero eso es muy natural: el nacimiento de un ni-
ño siempre va acompañado de dolores e incomodidades. Así es 
que no perdamos la cabeza ni nos sumerjamos en la desespera-
ción. Al fin todo se arreglará para satisfacer a la justicia y la ci-
vilización, anhelos naturales de la raza humana. 
Esperando recibir tus noticias y con mis mejores deseos 
para ti y todos los camaradas, quedo tuyo por una humanidad 
mejor. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas. ----Enero 12 de 1920. 
Gus Teltsch. 
Lake Bay, Wash. 
Estimado camarada: 
Me refiero a tus dos cartas del 24 y 31 de diciembre úl-
timo. Con la primera recibí seis dólares, querido camarada. 
 7 
Leí con emoción las tristes noticias que te trasmiten de 
Europa. La ruina, la miseria, el hambre, la muerte de millones y 
millones de personas inocentes, esa es la consecuencia de la 
carnicería colosal de cuatro años. Y al pensar en estos errores, 
no puedo llegar a comprender en dónde está nuestra llamada ci-
vilización. Te acompaño en tu legítima pena, querido amigo. 
Comprendo cuánto debe sufrir tu corazón cuando aquellos que 
más tiernamente amas sobre la tierra, son las víctimas de tan te-
rrible situación, y deseo que tengas la fuerza moral necesaria 
para afrontar tan crueles males. 
Respecto a nuestro infortunado doctor Creaghe, siento 
mucho saber que esté otra vez en Steilacoom. Como describes 
que su mente está en buena condición, alerta y activa, esto hace 
que su suerte sea más deplorable. Te ruego que le des mis mejo-
res recuerdos cuando tengas oportunidad de visitarlo. 
Tienes razón al quejarte contra el espíritu de intoleran-
cia que reina entre los hombres. Pero es natural que exista la in-
tolerancia, y seguirá existiendo mientras la raza humana quede 
dividida en clases. No hay un interés común porcuya causa los 
seres humanos crean indispensable permanecer unidos. El indi-
vidualismo es la contraseña; y el individualismo ha madurado 
aún en sus formas más crudas. ¿Cómo podría florecer la tole-
rancia bajo tales circunstancias? ¿Cómo podría prosperar la in-
dulgencia en este mundo, amplio infierno en donde la única 
bandera que se mira es el de cada uno para si? 
¡Pero no dejes que tu ánimo decaiga! Una flor blanca, 
cultivada por tiernas manos, está en botón: la de Ia fraternidad 
universal; y cuando esta hermosa flor despliegue sus pétalos al 
sol y su fragancia a los vientos, la solidaridad substituirá al in-
dividualismo y Ia tolerancia será el resultado de la fraternidad. 
Termino con fraternales abrazos y saludos. Por la fra-
ternidad universal. 
RICARDO FLORES MAGON 
 8 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas. ---Febrero 5 de 1920. 
Gus Teltsch 
Lake Bay, Wash. 
Estimado camarada: 
Me refiero a tus dos cartas del 25 y 28 de enero último. 
La decisión tomada por la Liga Internacional de Defen-
sa de los Trabajadores está muy justificada. Ciertamente nues-
tro caso está perdido, no porque la justicia no esté de nuestro 
lado, sino porque la conveniencia está en nuestra contra. Por es-
to es que desde un principio sabía yo cuál tendría que ser la re-
solución de la Corte de Apelaciones; pero si yo quería que se 
apelara de la sentencia, era, por una parte, con el objeto de go-
zar de mi libertad mientras que la causa pasaba por los diversos 
peldaños de los procedimientos legales, y, por otra, para demos-
trar, con la decisión final de la Suprema Corte de Justicia que 
yo nunca dudé que sería adversa, puesto que el gobierno viola 
la ley que los funcionarios del mismo gobierno juran sostener. 
Mis afirmaciones de que el gobierno no es una institución crea-
da para impartir protección a los débiles estarían ampliamente 
justificadas. 
Asi es que ten ánimo y no pierdas las esperanzas. El fu-
turo es nuestro y en mis sueños gozo de antemano. Es verdad, 
viene lento, lento; pero viene, y recuérdalo: él es nuestro; y 
cuando al fin el futuro rosado se presente, ¡cuán grande será 
nuestra satisfacción! La misma satisfacción con la que el jardi-
nero corta el fruto del árbol que ha cultivado. 
 9 
No hay nada que haga que estemos desanimados. La 
vida desenvuelve nuevas formas cada vez más hermosas. La vi-
da nunca cesa de trabajar. La vida, nunca pierde un solo movi-
miento del reloj. Mientras que tú duermes, ella trabaja indus-
triosamente, infatigablemente, en el fondo del mar, en el aire 
azul, en la tierra fecunda, en los billones de cuerpos celestes 
que cintilan por dondequiera en el espacio infinito, y como la 
sociedad humana es parte de la vida eterna, ella obedece la 
misma ley, y trabaja y se desenvuelve, adaptándose a nuevas 
formas, cada vez más hermosas, más de acuerdo con la justicia, 
esto es, con la libertad, porque la justicia es la piedra angular 
de la libertad. 
Recibe un abrazo y mis saludos fraternales. Tuyo por la 
Justicia. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas---Marzo 1° de 1920. 
Gus Teltsch. 
Lake Bay. Wash. 
Mi querido camarada: 
Recibí tus amables cartas del 7 y 15 de febrero último, 
así como tres dólares que venían en tu anterior. Gracias. Como 
todavía no he recibido The Liberator (El Libertador), te ruego 
que escribas al editor pidiéndole me lo remita, y para que pueda 
 10 
yo hacer la investigación necesaria, sugiérele que me escriba 
una carta en que diga los números del magazine que me ha en-
viado. 
Sí, leí en La Vie Ouvriere (La Vida Obrera) que se pu-
blica en París, la muerte del camarada Domela Niewvenhuis. Su 
muerte es una gran pérdida, y es mucho mayor ahora que se ne-
cesitan hombres de su carácter. 
Cuando recibí tu carta del 15, estaba yo en el hospital 
de esta institución sufriendo de un ataque de influenza y pul-
monía. Sin embargo, fuí atendido bien y prontamente. 
Por supuesto que me siento muy débil; pero la primave-
ra entrante me ayudará a la completa restauración de mi salud. 
Ciertamente, mi querido camarada, el Progreso camina lenta-
mente, pero camina; se mueve hacia adelante. No puede volar, 
porque tiene que llevar sobre sus espaldas la carga de las preo-
cupaciones, tradiciones y prejuicios que siglos de ignorancia 
han acumulado sobre ellas. Pero es un consuelo verlo mover, 
verlo vivir a pesar de los obstáculos casi inaccesibles arrojados 
a su paso. Estando vivo, alimenta y fortalece la esperanza de 
que al fin llegará a poder desembarazarse de la carga, y después 
de haberla arrojado al mar, acelerará su marcha hacia aquella 
Tierra Prometida que ahora sólo es un sueño de nuestro cerebro 
y un anhelo de nuestro corazón. 
Tengo una gran fe en el progreso, porque el progreso es 
una ley natural, y siendo así, él mismo tiene que afirmarse. No 
hay poder capaz de estrangularlo. Cuando se considera por un 
momento que el hombre - esa maravilla de la naturaleza - es el 
descendiente directo del humilde ameba, uno no puede dejar de 
tener fe en el progreso. Lo más natural es que uno se impaciente 
al ver eI progreso con pasos de tortuga; pero puedes estar segu-
ro, mi querido camarada, que está cerca el momento en que eI 
progreso sacudirá sus espaldas para libertarlas de la pesada car-
ga que lo hace bambolear. El Progreso ha llegado a uno de los 
períodos históricos en que es imperativo efectuar una descarga 
de los males acumulados por siglos de ignorancia, y la descarga 
 11 
ya ha principiado: ¡el lastre ha comenzado a ser arrojado al 
mar! 
Así es que hay que tener fe en el Progreso. A la tortuga 
pronto le saldrán alas para caminar con la velocidad que cami-
nan los sueños de nuestro cerebro y los anhelos de nuestro co-
razón. 
Sírvete dar mis recuerdos a Librado, y de consiguiente 
a nuestra querida Jeanette, y a los camaradas que se acuerden 
de mí. Recibe un abrazo de Enrique y otro de tu camarada y 
hermano por un mundo mejor. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del inglés) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas. ---Marzo 25 de 1920 
Gus Teltsch 
Lake Bay, Wash. 
Mi querido camarada : 
Me refiero a tu amable carta del 13 del corriente, con la 
que recibí tres dólares. Gracias, querido amigo. 
Por tu carta me he enterado de que nuestro viejo amigo 
Creaghe falleció el 19 de febrero último (El camarada doctor Juan Creaghe 
fue editor y uno de los fundadores del diario anarquista La Protesta de Buenos Aires, Argenti-
na). 
 12 
Ahora está libre y descansando. Los últimos afios de 
este gran luchador por la libertad fueron de tal naturaleza que 
hacen a uno estremecerse. Él, que amó a la humanidad, fue 
blanco de todos los tratamientos inhumanos. Él, que soñó la li-
bertad. fue privado de todos los privilegios humanos. El, que 
luchó para que cada criatura humana pudiera tener un hogar, no 
tenía un albergue propio. iEl pobre viejo veterano de la lucha de 
clases! 
Ahora está libre y descansa. La Muerte es la gran liber-
tadora. Es un absurdo representar a Ia Muerte como una cosa 
terrible que inspira horror. Estoy cansado de ver a la Muerte 
pintada como un esqueleto humano, llevando en una mano una 
guadaña y en la otra un reloj de arena. Si yo fuera artista, repre-
sentaría a la Muerte completamente diferente, como una bella 
doncella. por ejemplo, en el acto de tirar una cortina que oculta 
una magnífica recámara, y con una dulce sonrisa en su faz amo-
rosa ofreciendo la entrada a cada mortal. Nuestro querido Juan 
Creaghe es felíz ahora, como lo es el que goza de un sueño pro-
fundo. 
Da mis mejores recuerdos al camarada Ballard. Jeanette 
no me ha escrito todavía. Dale mis recuerdos también cuando 
tengas oportunidad, así como a Zogg y a Rivera. 
Ahora, querido amigo: debo terminar esta carta con 
mayores esperanzas que antes de un futuro mejor para la raza 
humana. Ese futuro ya viene.¿No oyes sus pasos más cerca ca-
da vez? Yo los oigo. ¡Animémonos, entonces! Va a levantarse 
el telón para que se represente el acto más solemne del drama 
humano. 
Recibe un abrazo de tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
 13 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Mayo 4 de 1920. 
Gus Teltsch. 
Lake Bay, Wash. 
Mi querido amigo : 
Estoy avergonzado de no haber contestado más pronto 
tu amable carta del 9 de abril último; pero esto ha sido a causa 
de mi mala salud. Estuve muy enfermo durante todo el mes de 
abril y la última parte de marzo, y para coronar mi desgracia me 
estoy quedando ciego. 
Me siento mejor ahora, con excepción de la vista, que 
se me está poniendo más débil cada día. Estoy condenado a ce-
gar, querido camarada; estoy sentenciado a ser un objeto cual-
quiera. El oculista de esta institución se ha tomado muchas mo-
lestias para tratar de encontrarme anteojos apropiados; pero sus 
esfuerzos han sido en vano. Mis ojos ya están demasiado daña-
dos. Por lo tanto, estoy en espera de la eterna obscuridad que va 
a envolverme mientras viva... 
Para. mí, el no ver es una positiva desgracia. ¡No ver 
más la luz. ...! ¿Has pensado tú alguna vez en ésto, querido ca-
marada ? La sola idea hace que a uno se le revuelva la cabeza. 
La gente compara la ceguera con la noche. Sí, es la noche; pero 
sin el encanto de las estrellas. Es la noche; pero sin la poesía de 
la naturaleza vista a través de la obscuridad. 
 14 
Pero pasemos a asuntos más placenteros. Tengo que 
darte buenas noticias. La semana pasada notificaron a Enrique 
que la orden de deportación que se había dado en su contra es-
taba revocada. Por lo mismo estoy agradecido por tu actividad 
en su favor, así como también a Anise y Ault por su generosi-
dad en tomar la defensa de mi hermano. Esta muestra de solida-
ridad de clase, de parte de Anise y Ault, merecen mi elogio. 
iEs tan rara virtud la solidaridad! El rebaño humano ha 
olvidado que debe a la solidaridad el haber salido victorioso so-
bre las otras criaturas de la selva. Para mí la solidaridad es la 
virtud de las virtudes. La materia existe por la solidaridad de los 
átomos. Sin esta virtud, todo el edificio del universo se desplo-
maría y desaparecería en la obscuridad, como polvo esparcido 
por los vientos. La solidaridad es esencial a la existencia, es 
condición de la vida. Las especies que sobreviven en la lucha 
por la existencia no son, de ningún modo, las que están com-
puestas de los individuos más fuertes, sino aquellas cuyos com-
ponentes adoran más reverentemente la mayor de las virtudes: 
la solidaridad. 
La solidaridad es fuerza. Se puede limpiar del dedo una 
gota de agua; pero se requiere la fuerza del arrecife para resistir 
el empuje del océano. La solidaridad es progreso, pues la vida 
significa evolución, y la solidaridad es condición de la vida. La 
solidaridad es armonía, cooperación entre los seres humanos, 
gravitación para los cuerpos ceIestes. ¿Qué es la luz solar? La 
solidaridad de los siete colores del arco-iris. 
Ves, querido camarada, que tengo razón para amar la 
solidaridad, porque es fuente de vida. Amante de lo beIlo, adoro 
la solidaridad porque ella hace posible la existencia de lo bello. 
Gracias a la solidaridad existe Ia naturaleza y puede complacer 
mis sentidos con sus formas y colores, con su fragancia y su 
poesía, mientras que en mi cerebro se agitan sueños rosados de 
libertad, justicia y arte. 
 
 15 
Ahora debo terminar esta carta, esperando que estés 
bueno cuando la recibas, querido camarada, y que pronto tenga 
noticias tuyas. Ten fe en el progreso. La madre Tierra se enor-
gullecerá dentro de poco al ser pisada por hombres en vez de 
rebaños. El sol comienza a besar sus frentes en lugar de quemar 
sus espaldas. 
¡Ánimo, hermano! 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas. ---Octubre 6 de 1920. 
Señorita Elena White. 
Nueva York, N. Y. 
Mi querida camarada : 
Aunque esperada, porque estaba seguro que me escribi-
rías, tu carta del 2 de septiembre último fue una sorpresa - y 
muy agradable - para mí: ¡es tan hermosa! ¡Y está escrita con 
tan extraordinaria sinceridad! 
Tu admirable carta ha tenido el poder de conmover todo 
mi ser, a medida que sentía vibrar los latidos de tu corazón en 
cada una de sus páginas. Me siento tan deprimido que necesito 
esa clase de apoyo moral; porque debes saber, mi bondadosa 
Elena, que no puedo acostumbrarme a esta existencia que me 
han obligado a llevar; mi mente y mi cuerpo protestan contra 
este género de vida. iOh , si pudiera no pensar... ! Pero no pue-
do detener mi pensamiento. ¡No puedo! Y por consiguíente ca-
 16 
da detalle de la vida en la prisión lastima mis sentimientos; los 
muros se elevan para impedir que me comunique con mis her-
manos en ideales, con mis semejantes, con la Naturaleza; las re-
jas. ...que me hacen pensar en el miedo y el odio de aquellos 
que temen verme libre; el reglamento, que me manda obedecer, 
obedecer, obedecer... ; los garrotes, cuya sola vista hieren mi 
dignidad, como si materialmente fuese golpeado con ellos; to-
do, en fin, en mi triste ambiente me hace pensar que no soy 
hombre, sino una cosa. ¡Y ésto, cuando todavía me siento hom-
bre! 
¿Podrás comprender ahora porqué tu carta me hizo tan-
to bien'? Aunque un severo análisis de mí mismo, al cual me 
sujeto una y otra vez, me pone en desacuerdo con el poético re-
trato que haces de mí, sin embargo, lo estimo como estimaría 
cualquier cosa delicada, noble, cariñosa, bella; el perfume de 
una flor, una sonrisa bondadosa, un sentimiento simpático, el 
cintilar de una estrella; y tu carta es todo esto. Derramaste en 
sus páginas todo el perfume, toda la luz y todo el calor de tu 
alma exquisita. 
No temas escribirme mucho. Te suplico que lo hagas. 
Una cosa buena nunca me fastidia. Amo la belleza, y la belleza 
la encuentro en tus cartas. Es cierto que hubiera deseado que tus 
cartas viniesen más pronto; pero temprano o tarde son tan bien 
recibidas como un rayo de sol. No tengo por que quejarme. Du-
rante los largos meses de invierno no culpamos al sol porque no 
calienta nuestros cuerpos ni anima nuestros espíritus; nos ale-
gramos únicamente al verle venir hacia nosotros otra vez. ¿Po-
dría yo culparte por no haberme escrito? 
Escríbeme, escríbeme, mi buena camarada Elena. 
Tengo que terminar esta carta. No puedo trabajar como 
tú, pero sueño y espero. . . Aguila sin alas, ¡ay! y sin garras, ya 
no me queda más que soñar, y ésto es lo que hago. 
 17 
Da a nuestra querida Erma mis mejores recuerdos y fra-
temal cariño. En cuanto a ti, las tiernas emociones que tu ines-
perada carta despertó en mi corazón. 
Tuyo fraternalmente. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Octubre 26 de 1920 
Señorita Elena White. 
Nueva York, N.Y. 
Mi querida camarada: 
Por fin puedo contestar tu muy querida carta del 15 de 
este mes, que, como la primera, fuiste tan bondadosa de en-
viarme, ha sido muy bien recibida. 
Leí tu carta con mucho gusto, y, a decir verdad, con en-
vidia; porque tu puedes escribir cuantas páginas quieras, mien-
tras que yo tengo que contentarme con la concesión que se me 
hace para verter mi alma en sólo dos. 
Tu carta nunca puede ser demasiado larga, mi querida 
amiga. Lo que tienes que decir es tan querido, tan ingenioso y 
tan inspirado, y la manera como lo haces es tan grata, que no 
pueden cansarme tus palabras. Así, pues, deja correr la hermosa 
corriente de tus sentimientos y pensamientos; déjala correr y 
que me llegue para empaparme en sus encantos y su belleza, 
porque necesito abluciones de esta clase para encontrar inspira-
ción. No temas, pues, y deja correr tu Castalia ... 
 18 
Tus esperanzas son grandes y también lo son las mías; 
no hay esperanzas ociosas, ¡oh, no! El aire está cargadode po-
sibilidades ... La historia está escribiendo las últimas líneas del 
periodo que tuvo como cuna las ruinas de la Bastilla, y está a 
punto de abrir un nuevo periodo, cuyo primer capítulo será co-
nocido por las generaciones venideras, como las tentativas de la 
raza humana hacia el camino de la libertad. 
 
Un reajuste de valores sociales se está haciendo en todo 
el mundo, y es evidente que lo que hace cinco o diez años era 
despreciable o sin valor, ahora tiene influjo, o al menos lo está 
adquiriendo. Se aproxima la hora en que el billete de banco y 
las monedas de plata y oro ya no tendrán el poder mercantil que 
tengan las callosidades de las manos humanas. Ya los herederos 
de ciertos tronos no han podido vender sus derechos de primo-
genitura por el clásico plato de lentejas ... Dentro del duro crá-
neo del esclavo, un fulgor ha comenzado a brillar, un fulgor del 
divino fuego de Prometeo, que los dioses del cielo y de la Tie-
rra se inclinaban para extinguir, pero que en muchas cabezas 
proletarias es ya una conflagración inextingible ... Respiramos 
una atmósfera de conflicto y de inquietud; algo sopla en la 
sombra; rumores nunca oidos flotan en el aire y de los cuatro 
rincones del mundo ascienden vapores lívidos y se acumulan en 
las alturas en masas de negras nubes que presagian tempesta-
des; está a punto de sonar la hora de las liquidaciones sociales; 
se siente la solemnidad del momento; más bien que compren-
derla, nuestros mismos instintos están advirtiendo a nuestra ra-
zón del inminente nacimiento de una nueva edad histórica. Y yo 
sueño, y mis sueños me dan, querida Elena, lo que tú me acon-
sejas; es decir, mucho consuelo ... ¡Cuánto amo estos sueños 
dulces, buenos y fieles! Ellos nunca me abandonan. Confío, 
sueño y espero con el oído atento en la dirección del viento, pa-
ra sorprender los rumores más sutiles que el mundo exterior 
pueda hacer venir, y escucho ya la fatiga de los que se esfuer-
zan por aproximar el nacimiento de la edad tan largo tiempo es-
perada, ya los gemidos de los que tratan de perpetuar las condi-
ciones de las cuales obtienen su felicidad y su poder. La lucha 
debe ser aguda, a juzgar por el viento ardiente que sopla en la 
 19 
cara, como si saliese de un furioso volcán ...; y sueño, y veo a 
nuestra Tierra meciéndose en su órbita, ahora orgullosa de ser 
el vehículo de una raza altiva en su marcha alrededor del sol, 
bajo la mirada simpática de millones de otros soles y de otras 
tierras ... Y descanso mi mano sobre el pecho de nuestra madre 
común para sentir las pulsaciones de su corazón, y saber cuán 
felíz es ella ante la vista de sus hijos redimidos, habiendo muer-
to el último Caín, y, bajo la presión de una emoción casi reli-
giosa, la beso, la beso ... 
Con la esperanza de saber de ti pronto y deseando sentir 
una vez más ese dulce aliento del jardín de tus sentimientos - 
para usar de tus mismas palabras - quedo en mi jaula de hierro 
como una águila cautiva, soñando, soñando, soñando ... 
Tu camarada. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría de los Estados Unidos. Leavenworth, 
Kansas.---Octubre 30 de 1920. 
Nicolás T. bernal 
Oakland, Calif. 
Mi querido Nicolás: 
San Francisco debe estar ahora hermoso. Viví allí en 
1907, cuando gran parte de la ciudad estaba en ruinas, y uno de 
mis intentos revolucionarios en México también estaba en rui-
nas. Me oculté con mi pena entre las ruinas, cuando sobre mi 
cabeza pendía un premio de 20 000 dólares que se había ofreci-
 20 
do por mi arresto; el servicio secreto de las dos naciones me 
perseguía de un lugar a otro, de ciudad en ciudad. Era cuestión 
de vida o muerte para mí, porque mi arresto significaba mi paso 
inmediato a México y asesinado allí sin ninguna apariencia de 
juicio. Ya ves, mi querido hermano, cómo tengo muy buenas 
razones para recordar San Francisco. ¡Cuántos días pasé sin lle-
varme un pedazo de pan a la boca! Algunas veces me pasaba 
tres o cuatro días sin comer, y durante esos ayunos forzados 
pensaba en los miserables que matan por una pieza de pan, por-
que yo mismo me sentía asaltado por instintos asesinos, y ha-
bría matado si mis ideales no me hubieran apartado de esos 
pensamientos. 
¡Cuán pronto pasa el tiempo y cómo cambia la suerte 
de los hombres, excepto la mía! Mis camaradas de aquella épo-
ca son ahora Generales, gobernadores, secretarios de Estado, y 
algunos de ellos han sido hasta presidentes de México. Ellos es-
tán ricos, son famosos y poderosos, mientras yo estoy pobre, 
obscuro, enfermo, casi ciego, con un número por nombre, mar-
cado como un felón, pudiéndome entre este rebaño humano cu-
yo crimen fue el de haber sido tan ignorante y tan estúpido de 
haber robado una pieza de pan, cuando es una virtud robar mi-
llones. Pero mis antiguos camaradas son hombres prácticos, 
mientras que yo sólo soy un soñador, y, por lo tanto, es mi pro-
pia culpa. 
Ellos han sido la hormiga y yo la cigarra; mientras ellos 
han contado dólares, yo he gastado el tiempo contando las es-
trellas. Yo quería hacer un hombre de cada animal humano; 
ellos, más prácticos, han hecho un animal de cada hombre, y se 
han hecho ellos mismos pastores del rebaño. Sin embargo, pre-
fiero ser un soñador que un hombre práctico. 
Con mis mejores deseos de fraternidad universal, quedo 
tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 21 
 
 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Noviembre 17 de 1920. 
Señorita Elena White. 
Nueva York, N. Y. 
Mi querida camarada: 
Te escribo con un sentimiento cercano al remordimien-
to. me has escrito tres cartas: una el 26 de octubre último y dos 
más el 6 y 7 de este mes, respectivamente. Y es con mi carta de 
dos páginas con la que me veré obligado a contestar la abun-
dancia de dulces sentimientos y bondadosos pensamientos que 
has desencadenado para mi satisfacción y delicia ... 
Entiendo perfectamente, querida camarada, tu impa-
ciencia por la lentitud con que transcurren los acontecimientos. 
¡Estamos tan sedientos y tan hambrientos de lo que el futuro 
nos reserva! Pero, ¿cuántos somos los que sentimos verdadera 
sed y hambre aguda de ello? Sólo unos cuantos; sólo los que 
saben que el presente estado de cosas no es permanente, sino 
una simple escena de la miriada de actos de la tragedia de la vi-
da, y que hay más escenas y más actos que representar. Y so-
mos tan pocos, que nos vemos forzados a sufrir las impacientes 
miradas, miradas y miradas a la misma cosa, hasta que nuestra 
impaciencia - porque la impaciencia es contagiosa - infecte a 
 22 
otras gentes y despierte en ellas la misma sed y la misma ham-
bre que nos aflige a nosotros. Entonces, y sólo entonces cam-
biará la escena; la rapidez del cambio dependerá de la suma de 
las migajas de pan disponibles para llenar los estómagos; mien-
tras más pequeña sea la cantidad, más rápido será el cambio. 
Es triste referir esto, pero es la verdad. La dignidad 
humana y el orgullo humano ... palabras, palabras, palabras, 
como decía el genio de Shakespeare. Es el estómago el que go-
bierna hoy, tan poderosamente como cuando nuestros antepasa-
dos vagaban en la selva. Todavía no somos el tipo de hombre; 
somos el eslabón entre el mono y el hombre. Porque, ¿en dónde 
está la dignidad de que blasonamos tanto? Un hombre, o un 
grupo de hombres, puede tener bajo su dominio millones y mi-
llones de los llamados seres humanos; él puede someterlos a to-
das las indignidades imaginables e inconcebibles; puede dictar-
les lo que han de hacer y lo que no; puede inmiscuirse en los 
asuntos privados y más íntimos del individuo; puede hasta pres-
cribir lo que se ha de decir y lo que se ha de pensar ... y todos 
deben someterse, todos deben deponer gustosamente su digni-
dad, su honor, su orgullo, su libertad, con sólo que se les permi-
ta obtener la porción de migajas que les tiene designadas ... ¿No 
es esto ser simplemente un animal? Pero el tirano debe tener 
cuidado que nodisminuya la cantidad de migajas. Unas cuantas 
migajas y vistas cinematográficas conservan en nuestros días la 
sumisión de las masas, tan efectivamente como el pan y el circo 
aplacaban la furia esporádica de la plebe romana. Así, pues, de-
bemos ser pacientes, querida Elena, y esperar que la escena 
cambie. No tenemos qué esperar mucho, como que las migajas 
están mermando, y mermando y mermando, y en razón inversa, 
el número de los afligidos con nuestra sed y atormentados con 
nuestra hambre y nuestro anhelo, está creciendo, creciendo, 
creciendo; en presencia de este hecho, desde las profundidades 
de mi ser, brota un suspiro de alivio: ¿es la esperanza! 
Veo con terror, querida camarada, que sólo me quedan 
unas cuantas líneas y son muchos los puntos de tus amables car-
tas a los cuales quisiera referirme. Tengo tantas cosas que decir-
te referentes a mí mismo, a mis pensamientos, mis sueños y mis 
sentimientos, y cómo se estremece todo mi ser bajo su influen-
 23 
cia, y cómo mi sangre se precipita en mis arterias estimulada 
por su calor; pero no puedo decir todo en estas dos páginas y, 
por lo tanto, sufro la doble tortura de maltratar mi cuerpo si me 
muevo libremente dentro de mi estrecha jaula, y lastimar las 
alas de mi mente si trato de extenderlas más allá de los límites 
de una carta de dos páginas. 
 
Escríbeme cartas largas, muy largas, mi querida Elena, 
y tan seguido como puedas. Tus cartas me deleitan. 
Si los editores me envían directamente Freedom, de 
Londres, me llegará seguramente. 
Mi cariño a Erma, a todos los camaradas y a ti, mi bue-
na amiga. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Noviembre 24 de 1920. 
Nicolás T. Bernal 
Oakland, Calif. 
Querido Nicolás: 
Son espléndidas tus noticias sobre la buena expectativa 
que hay de obtener ayuda de nuestros compañeros de México. 
Si abrigo alguna esperanza de salir de la prisión, ésto se efec-
tuará solamente por medio de la fuerza económica del trabaja-
dor mexicano, rehusándose a trabajar para empresas norteame-
ricanas, y paralizando la carga que vaya y venga de los Estados 
 24 
Unidos. No creo haya otro medio, y la solución está en las ma-
nos del trabajador mexicano. 
Cada vez veo menos, la niebla a través de la cual veo, 
va poniéndose más densa a medida que el tiempo transcurre. 
Ha habido a causa de mi enfermedad algún movimiento 
en favor de mi excarcelamiento; pero nada se ha conseguido 
aún. ¡Tengo tan pocos amigos! La actitud que he asumido en la 
lucha de clases me ha atraído enemigos, pero no amigos.¿Por 
qué? No lo sé. He sacrificado todo: riquezas, poder, fama, ho-
nores, por seguir un camino que lo creo, sinceramente, es el 
único que se puede conquistar para las sufridas masas víctimas 
de la justicia social, de la que tienen hambre y sed; he perjudi-
cado mi salud y expuesto mi libertad para elevar al infeliz es-
clavo a la dignidad de hombre, y, sin embargo, solamente tengo 
unos cuantos amigos. pero no lo lamento. Tal vez no tengo 
amigos porque las masas no comprenden la finalidad de mi es-
fuerzo, aunque siempre me he afanado en escribir sencilla y cla-
ramente para que me entiendan. Sin embargo, espero que algún 
día comprenderán, y que después de haber experimentado este 
sistema u otro, finalmente seguirán el camino que conduce a la 
libertad. 
Entretanto, espero y observo. Aunque lentamente, el 
mundo marcha; y ésto llena mi corazón con esperanzas y mi 
mente con sueños. 
Hay cierta agitación entre la masa obscura del oprimi-
do, que presagia un amenazante despertamiento; el aire está 
cargado con posibilidades; el momento es de expectativa e in-
certidumbre, como el que precede al nacimiento de un nuevo 
ser, o la muerte de un organismo decrépito del cual la vida se 
despide. Tal vez sean ambos fenómenos un nacimiento y una 
muerte: el nacimiento de una forma nueva de organización so-
cial y la muerte de la vieja. Que la vieja se está muriendo, es 
demasiado evidente; hasta mi calabozo puedo percibir el rechi-
nido de su muerte, y puedo ver la tristeza reflejada en la cara de 
aquellos que se beneficiaron de su existencia, mientras en el 
 25 
semblante de aquellos que han sufrido por miles de años, brilla 
un rayo de esperanza ... Mi corazón se regocija a la proximidad 
del prodigio y un suspiro de consuelo sale de lo hondo de mi 
ser, como si fuera la condensación de la amargura, la tristeza y 
las lágrimas del infortunado de todas las edades y de todos los 
pueblos. 
Recibe un fuerte abrazo de tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Noviembre 30 de 1920 
Señorita Elena White 
Nueva York, N. Y. 
Mi querida camarada: 
Tengo en mi poder dos cartas tuyas, una fechada el 10 y 
la otra el 24 de este mes, y como de costumbre, fueron portado-
ras de esa alegría y esa fortaleza que me parece forman la esen-
cia de tu alma. En verdad, una escencia muy exquisita y muy 
rara. Tu puedes estar alegre, mi querida camarada, hasta bajo la 
influencia de un dolor de cabeza, o cuando tu cuerpo esté pri-
vado del descanso necesario. 
Estoy completamente de acuerdo con tu concepción del 
arte. Eso del arte por el arte mismo es un absurdo, y sus defen-
sores han crispado siempre mis nervios. Siento por el arte tan 
reverente admiración y amor, que me lastima verlo prostituído 
por personas que no teniendo el poder de hacer sentir a otras lo 
que ellas sienten, ni hacerlas pensar lo que ellas piensan, ocul-
tan su impotencia bajo el mote de el arte por el arte mismo; pe-
ro afortunadamente el número de los defensores de el arte por 
el arte mismo es despreciable, y no hay peligro de que el arte 
 26 
jamás zozobre en sus aguas turbias. La vida, con su miríada de 
manifestaciones, está en contra de esa escuela absurda, y mien-
tras el hombre continúe siendo un ser construido con sangre y 
nervios, con corazón y cerebro, el arte tendrá que existir, el arte 
genuino que tú concibes, mi querida camarada, con significa-
ción y fondo, verdaderamente bello. 
Con cariño para Erma, los demás camaradas y para ti. 
RICARDO FLORES MAGON 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Diciembre 6 de 1920 
Nicolás T. Bernal. 
Oakland, Calif. 
Mi querido Nicolás: 
Me refiero a tu querida carta del 30 de noviembre últi-
mo. Con ella recibí cinco dólares, enviados bondadosamente 
por el camarada Rubio; por tu mismo conducto le hago mani-
fiesta mi profunda estimación por su ayuda, ya que el dinero es 
siempre una necesidad para un prisionero. 
La camarada Erma Barsky, de Nueva York, me escribió 
la semana pasada. Me dice que el Lic. Harry Weinberger fue a 
Washington la semana antepasada a urgir una decisión en mi 
asunto, pues sabes que muchos amigos y eminentes influencias 
han pedido al gobierno mi libertad por razón de ir quedándome 
ciego rápidamente. En el Departamento de Justicia se dijo al Sr. 
Weinberger que nada puede hacerse en mi favor si no hago una 
solicitud de perdón ... Esto sella mi destino; cegaré, me pudriré 
y moriré dentro de estas horrendas paredes que me separan del 
resto del mundo, porque no voy a pedir perdón. ¡No lo haré! En 
mis veintinueve años de luchar por la libertad lo he perdido to-
 27 
do, y toda oportunidad para hacerme rico y famoso; he consu-
mido muchos años de mi vida en las prisiones; He experimen-
tado el sendero del vagabundo y del paria; me he visto desfalle-
ciendo de hambre; mi vida ha estado en peligro muchas veces; 
he perdido mi salud; en fin, he perdido todo, menos una cosa, 
una sola cosa que fomento, mimo y conservo casi con celo fa-
nático, y esa cosa es mi honra como luchador. Pedir perdón sig-
nifica que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al 
Capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la li-
bre asociación de los trabajadores para producir y consumir, y 
no estoy arrepentido deello; más bien me siento orgulloso de 
ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideales anar-
quistas; y no me retracto, afirmo, afirmo que si la especie hu-
mana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y liber-
tad, y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así 
pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y a morir en 
la prisión; más prefiero esto que volver la espalda a los trabaja-
dores, y tener las puertas de la prisión abiertas a precio de mi 
vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; 
pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: 
Aqui yace un soñador, y mis enemigos:Aquí yace un loco. pero 
no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: Aquí 
yace un cobarde y traidor a sus ideas. 
Con fraternal cariño para nuestros compañeros, se des-
pide tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Diciembre 14 de 1920 
Señorita Elena White 
Nueva York, N. Y. 
Mi querida camarada: 
 28 
Tengo en mis manos tus hermosas y queridas cartas del 
1° y 5 de este mes; ambas me comunican tus grandes esperan-
zas y tus sueños, y deliciosamente entretejido con todo esto - 
como flores asomándose entre el césped - esa nota de buen hu-
mor, de luz, amabilidad o cariño para los que sufren, lo cual ha-
ce de tus cartas una verdadera medicina para el corazón de este 
viejo rebelde. 
Tus noticias respecto a una cercana libertad de los pre-
sos políticos son espléndidas, y cualquiera que sea el resultado, 
te lo agradezco; te lo agradezco, ya sea que dejen o no libres 
mis alas, porque lo que aprecio es esa emoción nacida en un de-
licado rincón de tu corazón, que te impulsa a enviar tan buenas 
noticias a tu camarada. Te sentiste feliz al recibir las noticias y 
deseabas que yo también me sintiera feliz; abres tu corazón, y 
dejas fluir su delicado perfume para mi satisfacción y bienestar. 
Gracias, muchas gracias, mi querida Elena. 
Pensando en el asunto, no veo razón para que nosotros, 
prisioneros de guerra, quedemos en el cautiverio más tiempo. 
Creo que es una crueldad innecesaria e infructuosa conservar-
nos encerrados. Estamos separados del resto de los mortales, 
con la esperanza de que nuestro descontento no infecte a otros; 
pero, ¿somos nosotros realmente una fuente de descontento? 
Por mi parte puedo decir que no lo soy. Yo no he subido el pre-
cio del pan; no he privado a ningún niño de su leche; no he 
arrojado a ninguna familia al arroyo por falta de pago de la ren-
ta, porque no tengo casa habitación ni siquiera para mi; no he 
privado a ninguno del derecho de pensar con su propia cabeza y 
de obrar de acuerdo con ese derecho; no he obligado a ninguno 
a sudar y trabajar y aun a dar la vida por mí; ninguno puede se-
ñalarme como causante de su miseria, de sus lágrimas y de su 
desesperación. ¿Cómo, pues, puedo causar el descontento? Y si 
no soy una fuente de descontento, ¿por qué es que no me 
desatan mis alas ni me dejan volar hacia ese rincón de la Tierra 
en donde tiernos corazones lamentan mi ausencia? 
Todo esto me hace sospechar que no se me conserva 
cautivo porque sea yo una fuente de descontento, sino porque 
quiero suprimirlo, porque me empeño en extirpar de nuestra 
 29 
Tierra todos los dolores, toda degradación y toda miseria que 
nace de toda situación en la que uno manda y otro obedece. 
Creo que esta es mi falta, este es mi crimen y, si es así, lo ben-
digo y lo acaricio, y estoy listo para volverlo a cometer con to-
do mi corazón, con todo mi cerebro y con todo mi cuerpo, por-
que ello responde al llamamiento de un instinto misterioso de 
armonía y belleza que se estremece en los más íntimos rincones 
de mi ser. Quiero que todo sea bello, en armonía con la natura-
leza. Todo en la naturaleza es hermoso, todo respira belleza, 
menos el hombre, la más privilegiada de sus criaturas. ¿No es 
ésto una vergüenza para el hombre y una afrenta para la misma 
naturaleza? Odio, crimen, dolor, tal es la condición del hombre 
en medio de la grandeza y esplendor de la naturaleza; ¿y por 
qué? Porque hay uno que manda y otro que obedece; uno que 
explota y otro que es explotado, y de este modo somos una 
mancha en la superficie de la naturaleza; somos una deshonra 
para todas las cosas y para todos los seres, porque violamos to-
da armonía y toda belleza. Cuando todos los seres vivientes se 
regocijan bajo el aliento de la vida, el hombre se marchita, se 
enmohece y solloza y, teniendo cerebro, no se detiene a pensar 
que las estrellas se ofenden al ser miradas a través del velo de 
sus lágrimas, y que las rosas, los oros y las púrpuras de las au-
roras y de las puestas de sol se sienten ofendidas a la vista de 
sus andrajos y de su roña. Lo que el hombre necesita para apre-
ciar la belleza y evitar el contraste de él con la armonía univer-
sal, es ser libre. Entonces, sólo entonces introducirá su nota en 
el concierto poderoso de la vida, y encontrará para sus ojos una 
función más noble que la de derramar lágrimas, y para su cora-
zón algo mejor que ser el abrigo del odio y del dolor. 
Como el espacio está para acabarse, pongo punto final a 
mis divagaciones. He estado enfermo, muy enfermo, la semana 
pasada; los catarros siempre me atacan en forma muy severa, 
acompañados con fiebres, dolor de cabeza, dolor de dientes, do-
lores reumáticos, y el invierno pasado hasta con pulmonía. ya 
vez, mi querida Elena que esta pobre planta tropical se marchi-
ta bajo el cielo gris, ceñudo y frío. Todavía estoy enfermo, pero 
ya no tanto, y creo que en dos o tres días más estaré bien ... para 
esperar otro ataque, y así sucesivamente. 
 30 
Ahora debo terminar esta carta, mi buena Elena, 
deseando para ti horas felices en las próximas fiestas en que el 
mundo cristiano celebrará la venida a la vida del soñador que 
consiguió ser asesinado por los mismos que han hecho de él un 
dios y se arrastran a sus pies. ¡Que seas felíz, y olvida por unos 
cuantos días esa lúgubre prisión en la cual gastas tu juventud y 
tu salud, dos tesoros que nuestros amos compran por un pedazo 
de pan! 
 
Da mi cariño a Erma y a todos los camaradas, y tú, mi 
querida amiga, creeme que vives en mi corazón con todos aque-
llos a quienes amo y que desempeñan una dulce y cariñosa par-
te en la fábrica de mis sueños. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas. ---Diciembre 15 de 1920 
Gus Teltsch. 
Lake Bay, Wash. 
Mi querido camarada: 
Recibí tu amable carta del 17 de noviembre último, así 
como tres dólares, tres onzas de plata, y pensé: esta es la sangre 
de Gus; pues este dinero, ganado tan penosamente, es tu sangre, 
querido hermano; la sangre que te extraen los amos de nuestra 
libertad y de nuestras vidas. No te asombres de que estas tres 
piezas de metal blanco sean preciosas para mí, porque represen-
 31 
tan tu sacrificio. ¡Si estas onzas de plata pudieran decir cómo 
llegaron a tus manos! Fue un verano, cuando la naturaleza ofre-
ce sus rebosantes pechos a sus hijos, y cuando todos los seres 
vivientes, plantas y árboles, bestias y pájaros, gozan de su gene-
rosidad y un himno de gozo a la vida se levanta de toda la crea-
ción hacia lo azul, excepto de los labios del hombre ... El hom-
bre es la única nota discordante en este festín de los hijos de la 
naturaleza, porque el hombre es el único esclavo que respira 
sobre la Tierra, y por tanto, mientras todas las criaturas nutren 
su vida libremente del hermoso y robusto pecho de nuestra ma-
dre común, el hombre tiene la repugnante tarea de ordeñar de 
las tetas de la naturaleza para labios que no son suyos. Fue en 
verano, en medio de la fiesta universal en la cual toman parte 
todas las criaturas de la naturaleza, que tú, mi querido amigo, 
sudabas y te afanabas por obtener para tu amo el fluido vital de 
la naturaleza. A tu alrededor continuaba la orgía de los vivos 
bajo los besos del padre sol, y el arrullo sensual delmar, cuyo 
poderoso seno se hinchaba como si fuera impulsado por los la-
tidos de su amoroso corazón. A tu alrededor, las criaturas esta-
ban ebrias de amor, y belleza y libertad. Billones de galanteos y 
billones de matrimonios tenían lugar, ya en las ramas de los ár-
boles, ya en los arbustos floridos o en algún discreto rincón. En 
algún lugar de la Tierra, los pájaros cantan o se arrullan, los in-
sectos se cazan unos a otros a través del aire límpido en sus es-
fuerzos eróticos, resplandeciendo al sol como joyas voladoras 
escapadas de no sé qué misterioso tesoro ... Y tú, mi buen ami-
go, trabajando, trabajando, trabajando por una rebanada de pan, 
y de este pan consagrado por tu angustia y tus sufrimientos, tu 
generoso corazón toma una parte para participármela ... ¡Esto 
hace valioso el obsequio! Por eso aprecio tu regalo con todo mi 
corazón. Gracias, mil veces gracias. 
Algunas organizaciones y otras personas amigas en di-
versas partes del país han hecho trabajos para obtener mi liber-
tad a causa de mi inminente ceguera, y solicitaron de las autori-
dades se me pusiera libre. Hace dos semanas un amigo mío me 
informó con profundo disgusto, después de un viaje que hizo a 
Washington para saber del resultado, que los hombres en el po-
der manifestaron que nada se podía hacer en mi favor, salvo 
que yo personalmente pidiera perdón. Por lo tanto, los argu-
 32 
mentos humanitarios no tienen valor alguno para que se me 
ponga libre; lo que se necesita es mi degradación moral, pues es 
inmoral para la víctima el apelar a la merced de quien lo tiene 
injustamente en cautiverio. El pedir perdón significa arrepenti-
miento, y yo no estoy arrepentido de lo que he hecho. ¿Qué fue 
lo que hice? Cuando todo el mundo fijó la vista, horrorizado, en 
la carnicería europea, y el dolor se intensificaba en las cabañas 
de los humildes, y el duelo por la ausencia o la muerte de un hi-
jo, o un padre, o un esposo, o un hermano, y escaseaba o faltaba 
el pan, y vacío el lugar favorito que acostumbraba ocupar en la 
choza el ausente, únicamente acentuaba esa soledad que se 
siente en un hogar del que ha desaparecido para siempre un ser 
amado; cuando todo era tristeza y la vida parecía imposible pa-
ra los caídos, para quienes el cielo no tenía estrellas, porque no 
podía verlas a través de la niebla de sus lágrimas, y el arroyuelo 
no tenía música, porque el rugido de sus tormentos le impedía 
oirla; muriéndome de hambre como estaba, no podía darles pan, 
pero les doné amorosamente mi entusiasmo, y mis esperanzas, 
y mis sueños, y percibieron una sonrisa en cada estrella, y en-
canto en cada flor, y melodías dulces en cada fuente, y presta-
ron oído atento al voluptuoso susurro de la brisa. Comprendie-
ron que la vida es hermosa, y cuando antes ellos querían morir 
para poner fin a sus sufrimientos, ahora deseaban vivir para 
conquistar la vida para sí y ansiosamente esperaban que sonara 
la hora de la libertad. Esto fue interpretado como contrario a la 
ley a al orden, y fuí enviado para pudrirme y morir en una pri-
sión, pues una sentencia de 21 años es una sentencia por vida 
para un hombre, viejo y aniquilado como yo. Tal fue mi crimen 
y no estoy arrepentido de ello. 
Con cariño para ti y todos los camaradas. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
 
 33 
 
 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Diciembre 20 de 1920 
Nicolás T. Bernal. 
Oakland, Calif. 
Mi querido Nicolás: 
Es inútil decir cuán bien recibidas son tus cartas, por-
que ellas siempre traen en una u otra forma la expresión de tus 
sentimientos, o las noticias referentes al trabajo llevado a cabo 
para promover el advenimiento de la por tanto tiempo suspirada 
justicia social; o detalles del trabajo especial que mis amigos 
han emprendido para conseguir mi libertad, o el aliento frater-
nal de los trabajadores mexicanos, aliento que llena el corazón 
de uno con alegría, vigor y esperanza. Así, pues, tu querida car-
ta del 13 del actual ha sido bien recibida, muy bien recibida. 
El mensaje del Sindicato de Obreros Panaderos de San 
Luis Potosí es conmovedor y animador. Te suplico hagas saber 
a estos generosos compañeros cuánto aprecio sus alentadoras 
palabras, en las cuales respira la sinceridad de los hombres hon-
rados del trabajo. El saludo de estos hermanos ha llenado mi 
corazón de esperanzas, de esperanzas en ese futuro en que sue-
ño, cuando cada uno sea su propio amo y cuando el único códi-
go de leyes que gobierne las relaciones entre los seres humanos 
 34 
esté contenido en esta simples palabras: No hagas a otro lo que 
no quieras que te hagan a tí. Estaba yo muy enfermo, cuando 
aquel cariñoso saludo llegó a mis manos. Enfermo del cuerpo y 
enfermo del alma; pero hay cierto encanto en la fraseología que 
lo anima, que tuvo el mérito de mitigar un poco mi adolorido 
corazón, así como mi cuerpo envejecido y estrujado por las in-
clemencias del tiempo, haciendo que ello duplicase mi recono-
cimiento a estos generosos y queridos compañeros. 
¡Oh, si ellos supieran que mi libertad está en sus ma-
nos! 
Después de escrito lo anterior llegó a mis manos una 
carta del 16 del actual, en la que transcribiste la carta que ... te 
escribió refiriéndose a la pensión que la Cámara de Diputados, 
generosamente acordó para Librado y para mí. 
No puedo escribir directamente a México por razones 
que te expliqué en mi última carta. Así, pues, dile a ... que yo 
no sé lo que Librado piense acerca de esta pensión, y hablo so-
lamente en mi nombre. Soy anarquista, y no podría sin remor-
dimiento y vergüenza, recibir el dinero arrebatado al pueblo por 
el gobierno. 
Agradezco los sentimientos generosos que impulsaron a 
la Cámara de Diputados a acordar dicha pensión. Ellos tienen 
razón porque creen en el Estado, y consideran honesto imponer 
contribuciones al pueblo para el sostenimiento del Estado; pero 
mi punto de vista es diferente. Yo no creo en el Estado; sosten-
go la abolición de las fronteras internacionales; lucho por la fra-
ternidad universal del hombre; considero al Estado como una 
institución creada por el capitalismo para garantizar la explota-
ción y subyugación de las masas. Por consiguiente todo dinero 
obtenido por el Estado representa el sudor, la angustia y el sa-
crificio de los trabajadores. Si el dinero viniera directamente de 
los trabajadores, gustosamente, y hasta con orgullo, lo acepta-
ría, porque son mis hermanos. Pero viniendo por intervención 
del Estado, después de haber sido exigido - según mi convic-
ción - del pueblo, es un dinero que quemaría mis manos, y lle-
 35 
naría mi corazón de remordimiento. Mis agradecimientos a An-
tonio Díaz Soto y Gama en particular, y a los generosos dipu-
tados en general. Ellos pueden estar seguros que con todo mi 
corazón aprecio sus buenos deseos; pero yo no puedo aceptar el 
dinero. 
Recibe un fuerte abrazo de tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Diciembre 28 de 1920. 
Señorita Elena White. 
New York, N. Y. 
Mi querida camarada: 
Hace un año, dos de mis más queridos amigos, Emma 
Goldman y Alejandro Berkman, fueron lanzados al mar porque 
a los mandatarios de este país, en un tiempo la tierra de la li-
bertad y el hogar de los valientes, los consideraron incapacita-
dos para compartir las alegrías y los dolores del pueblo norte-
americano, y sobre todo demasiado libres y valientes para per-
mitirles plantar sus tiendas sobre el suelo que la tradición con-
fería a todos los rebeldes del mundo ... Fue aquel un momento 
de angustia cuando Emma y Alejandro pusieron sus pies en la 
cubierta del Bufford. La justicia dejó caer su brazo con la mayor 
desesperación. La libertad misma creyó estar bajo las garras de 
una pesadilla. El domicilio del nacido en país extranjero dejó de 
ser sagrado, y en el peso de la noche fue arrancado de los bra-
zos de su familia y encadenado. Un aliento de tragediay de ho-
rror envenenaba el ambiente; Torquemada rió burlonamente, y 
los restos mortales en Plymouth Rock enrojecieron de vergüen-
za ... Y ahora que recuerdo el ultraje, amontonado en un rincón 
de mi calabozo, medito, y medito, y medito, y me pregunto: 
 36 
¿Qué objeto se persigue con estas deportaciones y encarcela-
mientos, y hasta linchamientos, de los que acarician un ideal di-
ferente del que sostienen los que están en el poder? Y después 
de tanto pensar hasta conseguir un dolor de cabeza, no puedo 
encontrar más que una contestación: ¡matar el ideal! ¡Cuán le-
jos estamos del hombre que habitó la caverna, y, al mismo 
tiempo, cuán cerca también! Podemos navegar en el aire; somos 
capaces de platicar a través del espacio; sabemos enrolar la luz 
a través de un carrete y obligarla a trabajar para nosotros; hasta 
hemos perseguido y arrojado de los cielos a los dioses, y hemos 
suspendido de las estrellas la argentina hamaca de nuestros sue-
ños, para mecernos voluptuosamente en el azul ... Sin embargo, 
nuestra jurisprudencia no difiere esencialmente de la fundada 
por un ladrón en la noche de los tiempos, al grito de: ¡Esto es 
mío! Toda nuestra vida social y política y nuestras relaciones 
internacionales gravitan alrededor del crímen consagrado como 
principio por la mano armada del primer ladrón que respiró so-
bre la Tierra ... Y así, cuando por medio de la alquimia del su-
frimiento y del dolor humanos brota la flor blanca del blanco 
ideal de justicia, todas las fuerzas sociales, políticas e interna-
cionales rivalizan unas con otras para arrancarla, creyendo, ¡oh, 
insensatos! que al hacerlo apaciguan todo el peligro que pudiera 
poner en riesgo la santidad del crimen, mientras dejan vivir la 
horrenda planta portadora de la flor divina. Por eso fue que 
Emma y Alejandro fueron entregados al océano hace un año; 
sin embargo, el sufrimiento y el dolor humanos, no han dejado 
de producir sus flores blancas ... 
Efectivamente, si llego a dejar este infierno, escribiré 
un drama en inglés y te lo dedicaré, querida amiga. 
¿Mi catarro? Me deja descansar dos o tres semanas y 
después vuelve a la carga con mayor furia, haciendo miserable 
mi vida. 
1921 está ya a nuestros umbrales, levantando la mano 
para llamar a nuestras puertas. Llega cargado de dichas y de 
tristezas, y le pido deje a tus puertas un paquete enorme de feli-
cidades, que dure los trescientes sesenta y cinco días seguientes, 
 37 
y te evite las penas que puede colocar sobre mis espaldas, por-
que ya estoy acostumbrado a ellas. 
Con cariño para Erma y para todos los compañeros y 
más cariño y admiración para ti, Elena, quedo tu camarada. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Enero 12 de 1921. 
Nicolás T. Bernal. 
Oakland, Calif. 
Mi querido Nicolás: 
Tu interesante y querida carta del 6 del actual fue reci-
bida. ¡Qué infatigable eres, mi querido camarada! 
Los saludos del Sindicato de Obreros Panaderos de 
San Luis Potosí, el mensaje de simpatía de Salvador Medrano 
con motivo de mi actitud en contra de la proposición de mi li-
bertad al precio de mi honor como luchador, y los fraternales 
sentimientos expresados por ... cuya labor por el bien del prole-
tariado, yo he visto siempre con simpatía y aprecio, junto con la 
espléndida campaña iniciada por él en Vida Nueva para hacer 
efectiva la liberación de aquellos cuyo amor por la libertad uni-
versal los ha conducido a la pérdida de los suyos, me llena de 
satisfacción y me da vigor. 
¿Y qué decir de tu labor, mi buen Nicolás? Eso senci-
llamente conquista mi admiración, por lo modesto, lo sincero, 
generoso y laborioso que eres. 
 38 
El Año Nuevo se ha establecido entre nosotros para ser 
nuestro compañero durante trescientos sesenta y cinco días. Es-
tá cargado de promesas de las regiones etéreas, promesas color 
de rosa, bellas promesas, y es nuestro deber observarlo, y no 
darle descanso hasta que todas las promesas hayan sido cumpli-
das. Nosotros los desafortunados, nosotros los desheredados y 
los pisoteados, debemos tener los ojos fijos en él. No debemos 
dejarlo ir como se fue 1920, sin levantar de nuestras nucas el 
yugo que hemos llevado por miles y miles de años. Tengo espe-
ranzas que durante este año veremos muchos sucesos importan-
tes. Hay una tendencia general en todo el mundo que fortalece 
mis esperanzas. me parece que estamos en la víspera de una 
transformación social que establecerá para siempre la justicia 
en los asuntos entre los hombres. La atmósfera está cargada de 
posibilidades. Mientras te escribo sentado en un rincón de mi 
calabozo, mi oido percibe los rumores que flotan en el aire. Son 
rumores extraños; ya no son los dolorosos suspiros del rebaño 
resignado; son rugidos, rugidos que hacen estremecer mi cora-
zón de emoción y de entusiasmo; rugidos que presagian el ad-
venimiento de la justicia. Hay también un calor extraño que 
caldea el aire; un calor que se alza de los cuatro rincones de la 
Tierra; un calor desacostumbrado que reemplaza la fría indife-
rencia de las masas hacia su propio bienestar, y mi corazón se 
regocija al comprender de dónde viene ese calor. Es el calor 
que irradia del pecho del esclavo ardiente de protesta ... Y agu-
zando el oído, puedo percibir las vibraciones de los yunques 
sobre los cuales se forjan los martillos destinados a romper las 
cadenas. En el silencio de la noche puedo ver, a través de las 
formidables paredes que me separan de los vivientes, a mis 
hermanos - los parias - de todo el mundo palmeando las manos 
como para sellar un pacto sagrado en contra de la opresión co-
mún. Algo flota en el aire sobre las cabezas de esos hermanos 
míos. ¿Es un andrajo? ¿Es una bandera? Tal vez es un andrajo; 
pero entonces, ¿no es el andrajo nuestra bandera común? ¿No 
es el andrajo la justificación de nuestra cólera y de nuestra pro-
testa? ¿No son nuestros andrajos los que vamos a izar como un 
símbolo de nuestros sufrimientos, y como una insignia de vin-
dicación y justicia? Y cuando veo todo ésto, y oigo los rumores 
y siento el aire ardiente, una luz, hasta hoy desconocida, co-
mienza a desparramarse del oriente, anunciando que un nuevo 
 39 
sol está próximo a aparecer en el lívido horizonte. Mis ojos, ya 
decayentes, pueden ver esta luz que llega a mi corazón desper-
tando mis adormecidas esperanzas. El nuevo sol es la libertad. 
Libertad para todos. 
Recibe el fraternal cariño de tu hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Enero 10 de 1921. 
Gus Telsch. 
Lake Bay, Wash. 
Mi querido Gus: 
Dos días antes de recibir tu querida carta del 27 de di-
ciembre último, me llegó una caja conteniendo los comestibles 
que me remitiste. Gracias, muchas gracias. 
Tu carta es especialmente querida para mí; me da forta-
leza, porque está de acuerdo con la actitud que he tomado para 
obtener mi libertad, la libertad racional que no tiene más que 
una ley, la que contienen estas simples palabras: No hagas a 
otro lo que no quieras para ti. 
El tiempo pasa, querido camarada, pero no pasa en 
vano. Cierto que tengo de edad tres años más que cuando las 
garras de los enemigos de la civilización se clavaron sobre mi 
cuello; pero también el sistema del cual ellos obtienen su poder 
tiene tres años más, y tres años es tiempo muy largo para algo 
 40 
que está decayendo y muriendo rápidamente, como es el siste-
ma capitalista. De hecho, el sistema está ya muerto en la con-
ciencia de las masas, nadie funda en él sus esperanzas, y si no 
se ha desplomado, es a causa del impulso que recibió en cente-
nares y millares de años de ignorancia y sumisión. Se sostiene 
por la simple inercia; su vida es galvánica. Todos los esfuerzos 
hechos para revivir su cadáver son inútiles, desatinados, idiotas; 
nadie puede volver a la vida un árbol muerto, apuntalándolo. 
El sistema está muerto y bien muerto, porque fracasó en 
asegurar al serhumano su desarrollo en armonía con la ciencia 
y la naturaleza. Nadie cree en este sistema, ni aún aquellos que 
se empeñan en sostenerlo y parcharlo. El ambiente está cargado 
con su peste y dentro de poco será necesario enterrarlo o con-
ducir al fuego su deteriorado esqueleto. Por lo tanto, el anciano 
Tiempo no pasa en vano. Si coloca más hilos de plata en mi ca-
beza y añade una o dos arrugas a mi cara, él, al mismo tiempo, 
aproxima el momento de la caída de la iniquidad y la justicia. 
El conocimiento de este hecho es halagador. Mis sueños, nues-
tros sueños, los sueños de los desheredados de todo el mundo, 
están a punto de realizarse, o cuando menos el principio de su 
realización está a la mano. 
La vanguardia del gran ejército del Progreso ha llegado 
a las puertas de la Libertad, y está a punto de dar vuelta al pa-
sador para abrirla y dejarnos entrar. ¿No es una gran fortuna 
haber vivido para ver el principio del fin de una larga pesadilla 
que duró toda una época? Porque estoy cierto que nosotros, los 
seres humanos, hemos entrado ya en un franco periodo revolu-
cionario. La revolución no comienza con el cambio forzoso o 
pacífico de un modo colectivo de vida social, económica o polí-
tica en otra. Mucho antes que se intente el cambio, se ha efec-
tuado la revolución en la conciencia colectiva. Mucho antes que 
la Bastilla fuera reducida a un montón de humeantes ruinas, el 
derecho divino de los reyes se había desmoronado adentro de 
los densos cráneos de las chusmas parisienses. No fue el hura-
cán de 1910 el que arrojó a Díaz desde su mansión en Chapul-
tepec a la cubierta del Ipiranga, sino la conciencia popular que 
despertó en 1906 y 1908 por los clarines de Jiménez y Acayu-
can, Viesca y Valladolid. Las coronas de los Romanoff rodaron 
 41 
a los pies del pueblo mucho antes que el tirano hubiera dejado 
de ser el querido padrecito para los mujiks. Ahora solamente es 
simple cuestión de tiempo para la realización del prodigio, y el 
tiempo pasa ... El aire está lleno de rumores; el ambiente está 
repleto de posibilidades, y mi corazón se regocija con la inmi-
nencia del milagro. ¿No viene es rumor de la azada de aquellos 
que se ocupan de cavar una tumba profunda para arrojar aden-
tro su cadáver? Y el creciente calor de la atmósfera, ¿no es el 
resultado de la ardiente respiración de millones sobre la Tierra, 
de cuyos pechos surgen las llamas del descontento? A la pro-
ximidad del portento, corre por todo mi ser ese sentimiento de 
ansiedad y regocijo que embarga al joven cuando vuela al lugar 
de su primera cita de amor ... 
Ahora, mi querido amigo, debo concluir. Las dos pági-
nas que me permiten escribir, están casi llenas. ¿Estás en co-
municación con el camarada Nicolás T. Bernal, 1279 79th. 
Ave., E. Oakland, Cal.? Si así fuese, debes de estar bien infor-
mado de lo que están haciendo en mi favor y en favor de los 
prisioneros políticos de los Estados Unidos, los trabajadores de 
México, y también debes saber que mi último drama va a repre-
sentarse en Tampico y en la ciudad de México. ¿Lo sabías? 
También van a publicar el mismo drama en forma de libro y 
con bellas ilustraciones. 
Recibe, mi querido y buen Gus. mi cariño fraternal. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Enero 25 de 1921. 
Señorita Elena White. 
 42 
Nueva York, N. Y. 
Mi querida camarada: 
Esta vez he tenido que esperar dos semanas para recibir 
el rayo de sol. Al fin vino, trayendo la fecha de 17 del mes en 
curso. Sin duda alguna que el padre sol juega con nosotros los 
mortales esta clase de travesuras. ¿Podrá uno maravillarse de 
que su hija se entregue también a ellas? Pero como nadie guar-
da rencor contra el sol por no calentar nuestros cuerpos, así yo 
no abrigo ningún resentimiento contra su bella hija por haber 
olvidado que existe un negro agujero en esta Tierra hermosa, en 
donde una alma marchita suspira por la belleza. 
¿Una deuda a mí? ¿Tú mi deudora? ¡Oh, querida Elena, 
tu nada me debes, pero tu te debes toda a nuestra humanidad 
entera! Naciste para brillar, y brillarás a pesar de los dolores 
que te ocasione tu brillo, porque brillar es incendiar ... Tu tienes 
que incendiar, e incendiar, incendiar otra vez y siempre, porque 
ese es tu deber; la humanidad necesita tu luz ... Tu no obtuviste 
tu magnífico cerebro para conservarlo ocioso; tu tienes que fa-
tigarlo, molestarlo; tienes que torturarlo, porque crear significa 
dolor. Así, pues, yo no reclamo ninguna deuda, pero anhelo 
verte resplandecer, iluminando al mundo. Que tu serás esta an-
torcha humana, este faro viviente, estoy seguro. Y esto, mucho 
antes de que te encuentres lejos, en el camino de la vida. Esta 
opinión mía no es una profecía ni un mero entreetenimiento li-
terario, es la convicción sacada de los hechos: tu cerebro lúcido 
y la grandeza de tu corazón, elementos propios para hacer un 
faro viviente ... Todo lo que necesitas hacer es no permitir que 
ese fuego divino muera. Vuélvelo a encender, mi joven y ama-
da amiga; reenciéndelo con tu sangre, con tu carne y aún con 
tus lágrimas si es necesario, y marcha adelante, adelante, ade-
lante, llevando tu fuego que al fin encienda al mundo. Tus pies, 
hechos para el contacto de terciopelos y flores, te sangrarán por 
lo escabroso del camino ... No te fijes en eso; de las piedras 
benditas con tu sangre, flores de fraternidad universal brotarán 
luego a tu llamado. Y si encuentras espinas, no las apartes, an-
tes bien, premeditadamente pasa sobre ellas para que sangren 
todavía más tus pies ... Quizá tus labios estén secos y te den hiel 
 43 
a beber ... Bébela y sigue adelante, adelante, adelante: y si el 
fuego se estuviese extinguiendo y no tuvieres más carne, ni más 
sangre, ni más lágrimas para encenderlo de nuevo, pon a arder 
tus huesos, pero no lo dejes morir, no permitas que el ideal se 
extinga, nuestro ideal de belleza. 
Todo esto lograrás; estoy seguro; te conozco bastante 
bien. ¿Un junquillo? No; no eres un junquillo, aunque algo más 
frágil que un junquillo; eres una rama de hinojo. Prometeo nos 
trajo el fuego del cielo. Eres una águila joven, una hermosa 
águila joven, enamorada del azul, y que se remonta, se remonta, 
se remonta para ocupar su lugar entre sus hermanas las estre-
llas. Sólo deseo que esta amada águila no pierda la fe en la 
fuerza de sus alas, para que alguna noche que ella cintile en al-
guna u otra constelación, y cuando alguien me pregunte quién 
es al nueva estrella, contestaré orgulloso: Es mi amiga Elena 
Quizá ella me lo premiará con una sonrisa ... 
Sí, recibí el calendario, y actualmente está adornando 
mi calabozo; pero como no traía ninguna seña indicando quien 
lo envió, no mencioné que lo tenía en mi poder, aunque tuve la 
idea de las criaturas solicitas que pudieron haberlo mandado. Es 
el mismo que me describes: tierra, agua, pasto, árboles, nubes y 
la luna, todo duerme. Su título es: Rayo lunar. Yo lo llamaría 
Paz No hay allí ni un soplo de aire que agite esta agua; los ár-
boles silenciosos se inclinan sobre la linfa, como si en un sueño 
hubieran perdido su equilibrio; la luna, bellamente embriagada 
de melancolía, ha permitido a sus vaporosas cubiertas se desli-
cen parcialmente de sus lecho, y, como una doncella embriaga-
da, muestra al infinito ofuscado el encanto de su carne ... Y bajo 
ese símbolo de paz está el calendario, exacto, una sucesión de 
doce pequeños cuadritos de papel, los cuales, para un cautivo, 
significan una eternidad ... Cada uno de estos pedacitos de pa-
pel está subdividido en treinta o treinta y una partes, como otras 
tantas paredes que separan a uno de la vida ... Es imperioso es-
calar esas paredes, una por una, día por día, y parece como que 
crecen más altas a medida que el tiempo se desliza ... 
He recibido noticias de la opinión del doctor que uste-
des, camaradas, hicieron que me examinara. Dice que la catara-
 44 
ta no está todavía madura para hacer la operación,y que tengo 
que cegar completamente antes de que se me pueda hacer la 
operacion. De modo que tendré que subir mis paredes en la 
obscuridad ... 
En cuanto a mi resfriado, ése no me abandona con su 
equipo de dolores de cabeza, de muelas, y un centenar de mise-
rias más. 
No teniendo más papel para mis fantasías, termino mi 
carta enviando mi cariño a nuestra Erma y a los demás camara-
das, y a ti, mi buena camarada. 
RICARDO FLORES MAGON 
 
 
 (Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Enero 27 de 1921. 
Nicolás T. Bernal. 
Oakland, Calif. 
Mi querido Nicolás: 
Recibí tu interesante carta del 22 del corriente. La lec-
tura de la comunicación enviada por nuestros camaradas de San 
Luis Potosí, me hace sentir tan fuerte y orgulloso, que bendigo 
estas cadenas que atormentan mi carne; que amo esta tortura 
diaria de mi cuerpo y de mi mente; que acaricio este dolor in-
terminable de mi corazón, porque ello me gana la estimación de 
las verdaderas criaturas de la civilización: los trabajadores. Esta 
comunicación de mis hermanos de las uniones de trabajadores y 
sindicatos de San Luis Potosí vivirá en mi mente por el resto de 
 45 
mi vida, como un faro que me enseña el camino del honor y de 
la rectitud. Te ruego, querido Nicolás, digas a estos camaradas 
lo mucho que aprecio su actitud en mi favor, y expresarles mi 
firme convicción respecto a que solamente por la acción de los 
trabajadores reinarán la libertad y la fraternidad sobre la Tierra. 
Alégrate, hermano, el nuevo día está cerca; el nuevo día 
soñado desde hace miles de años por los oprimidos y explota-
dos de todas las tierras. Recibamos ese día con corazones ale-
gres, pues con su venida los parias no tenemos nada que perder, 
sino un mundo que ganar. Límpiense sus lágrimas, ¡oh escla-
vos!, porque el momento no es una pesadumbre estéril, sino una 
acción fecunda y clara visión: ¡Tenemos que reconstruir un 
mundo! Tenemos que crear un mundo de bellezas, en donde 
sean desconocidas las lágrimas y las cadenas, salvo que ellas 
sean las floridas cadenas de la solidaridad, atando duramente a 
todas las criaturas humanas de la Tierra en lazos de fraternidad 
universal, o las lágrimas que el gozo hace brotar de corazones 
felices ... Despierten todos los que duermen todavía y tomen sus 
puestos en uno u otro lado, con los que oprimen o con los que 
desean ser libres; pero tomen su puesto para que esta sea la úl-
tima batalla, la disputa decisiva entre las fuerzas de la libertad y 
las de la tiranía. Una de ellas tiene que ser eliminada de la Tie-
rra, porque no puede coexistir más tiempo, al menos en este 
planeta. Los que amamos la belleza queremos libertad o muer-
te. Escojan sus filas los que han malgastado el tiempo durmien-
do, pues consideramos como enemigo nuestro al que no está 
con nosotros; no reconocemos neutrales en este formidable con-
flicto. O se redime la raza humana con nuestro triunfo, o pere-
cemos con nuestra derrota, pues la derrota significa la supervi-
vencia de los dos tipos animales: el amo y el esclavo, pero no 
del hombre ... 
Sírvete dar mis saludos fraternales a todos los buenos 
camaradas, y tu, querido Nicolás, acepta un fuerte abrazo de tu 
hermano. 
RICARDO FLORES MAGON 
 46 
 
 
 
 
 
(Traducción del ingles) 
Penitenciaría Federal de los Estados Unidos. Leaven-
worth, Kansas.---Febrero 8 de 1921 
Señorita Elena White. 
Nueva York, N. Y. 
Mi muy querida camarada: 
Tres joyas tengo ante mi vista: cada una de ellas es por-
tadora de un mensaje de ánima, un aliento de gran entusiasmo y 
una solemne promesa de devoción al ideal ... 
Me refiero a tus hermosas cartas del 26, 27 y 30 de 
enero último, en las que vertiste lo que sientes y lo que piensas 
respecto de nuestra causa, lo cual yo llamo la causa de la belle-
za porque la libertad es belleza. Hay solamente una palabra que 
podía expresar mis emociones a la vista de estas tres espléndi-
das joyas: ¡admiración! Me complace denominar tus tres últi-
mas cartas: El canto del Amazonas, pues ellas son un poema en 
tres cantos. Eres una poetiza y el canto es hermoso. Me pone en 
presencia de la lucha más desigual, la lucha de una alma libre y 
audaz contra las deidades del cielo y los dioses de la Tierra. Es-
ta alma, tu alma que, tomándoles por el cuello, arrastra ante el 
tribunal de la razón a las criaturas que el hombre crió en su te-
rror y para quienes construyó tronos en los espacios estrellados; 
tu alma arrojando a los pies de la dignidad humana a los dioses 
 47 
terrestres, impuestos al hombre por medio del fraude, de la vio-
lencia y del crimen ... Es tu alma acorralada, pero todavía re-
chazando con valentía los implacables ataques hechos en su 
contra por las fuerzas de la obscuridad, las hordas de todos los 
prejuicios, de todos los fetichismos, de todas las costumbres, de 
todas las preocupaciones, de todas las tradiciones. ¿Te sorpren-
derá, pues, mi admiración? ¿Producirá esta admiración otra 
sonrisa indefinible? Sin embargo, mi admiración es sincera. 
¿Cómo pudo resistir tu alma, y vencer actualmente el gran nú-
mero de solicitaciones e influencias del medio? Una flor blanca 
y pura, nacida en la boca de un infierno, y sin embargo flore-
ciendo pura y fresca ... 
Cuán diligente eres, mi buena amiga. Tengo Freedom, 
de Londres, en mi poder; todos los números de 1920, y el nú-
mero de enero de este año. Gracias a ti, a Keel y a Owen; nece-
sitaba ese buen periódico; tenía hambre de esta lectura saluda-
ble. Estoy de acuerdo con estos camaradas; una dictadura es ti-
ranía, y no puede conducir más que a la tiranía; y yo estoy en 
contra del despotismo, ya sea ejercido por los trabajadores o por 
la burguesía ... Esta cuestión rusa me preocupa mucho; temo 
que las masas rusas, después de haber esperado en vano la li-
bertad y el bienestar que les habían sido prometidos por la dic-
tadura de Lenin y Trotsky, retrocedan hacia el capitalismo otra 
vez. La actual miseria de las masas rusas, después de dos años 
de administración de las industrias por el Estado, puede condu-
cir a esas masas a la conclusión de que el antiguo sistema de 
producción es bueno, y por lo tanto, en vez de poner las indus-
trias bajo la administración directa de los trabajadores, pueden 
entregarlas de nuevo a los propietarios particulares. El efecto de 
esta acción sería desastroso para el movimiento revolucionario 
de los trabajadores del mundo, que cifra tantas esperanzas en el 
gobierno del soviet. Estos recelos míos me hacen ver con pro-
funda simpatía la tarea de ilustración que Freedom está llevan-
do a cabo. La caída de la dictadura de Lenin y Trotsky es cues-
tión solamente de tiempo, y los trabajadores del mundo deben 
estar preparados para mirar con serenidad tal fracaso, mientras 
que por medio de nuestra propaganda se conocerán las causas 
del fracaso, y se tendrá abierto ante ellos el camino que condu-
ce a una sociedad sin amos. 
 48 
Sírvete, mi querida Elena, enviar mis fraternales salu-
dos a Owen y Keel y a todos los camaradas ingleses. Como mi 
querido amigo Owen desea saber cómo me encuentro, puedes 
tu informarle. Sabes que los días de mi vista están contados ... 
La obscuridad se aproxima, se aproxima ... 
Tengo una carta del señor Weinberger en la cual tam-
bién me informa de lo que tu me escribes: Que el Departamento 
de Justicia dará la consideración debida a mi causa. El señor 
Weinberger es muy bondadoso en ponerme al corriente sobre 
todo lo concerniente a mi causa. Sírvete saludarlo. 
Recibí la rosa. Sí, ese objeto querido me dice de la san-
gre roja de la joven que vive para el ideal, y, naturalmente, amo 
esta rosa, porque me trae un mensaje de esperanza. Cuando 
contemplo almas jóvenes como la tuya, consagradas a la causa, 
miro con confianza el futuro de la humanidad. En tanto que la 
humanidad continúe dando nacimiento a Elenas Whites, habrá 
esperanza ... 
Mi catarro me mortifica como siempre; siento mi cabe-
za muy pesada. Sí, he tomado medicinas

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