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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
"Acercamiento multimetodol6gico a la violencia: Análisis de caso 
de una adolescente reproductora de la violencia" 
T E s s 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE 
P 
L I e E N e I A D o EN PSI e o L o G í A 
R E s E N T A (N) 
Jessica Chávez Sandoval 
Agustín Emmanuel Espinosa Bataz 
Daniela Pérez Acosta 
Directora: Dra. Azucena Hernández Ordoñez 
Dictaminadores: Dra. Laura Palomino Garibay 
Lic. Bertha Esther Gallegos Ortega 
Los Reves Iztacala. Edo de México. 19/09/201A 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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ÍNDICE 
 
1. Introducción …...…………………………………………………………. 3 
 
2. Adolescencia ……………………………………………………………… 4 
2.1. Aspectos biológicos …………………………………………………..4 
2.1.1. Cambios hormonales ………………………………………….5 
2.1.2. Cambios físicos………………………………………………...6 
2.2. Aspectos cognitivos ………………………………………………….8 
2.3. Aspectos sociales…………………………………………………….11 
2.4. Lectura bio-psico-social................................................................16 
 
3. Identidad............................................................................................. 18 
3.1. Concepto de identidad..................................................................18 
3.2. Familia..........................................................................................21 
3.3. Escuela........................................................................................ 23 
3.4. Amistad.........................................................................................26 
3.5. Medios de comunicación..............................................................29 
3.6. Convencionalismos de género.....................................................32 
3.7. Expectativas de vida....................................................................35 
3.8. Conclusiones................................................................................38 
 
4. Violencia.............................................................................................. 40 
4.1. Tipos de violencia......................................................................... 42 
4.2. Factores relacionados con la violencia..........................................44 
4.1.1 Individuales.........................................................................45 
4.1.2 Sociales..............................................................................45 
4.3. Consecuencias de la violencia......................................................47 
 
5. Aspectos metodológicos...................................................................... 53 
5.1 Métodos de recolección de información......................................... 53 
5.1.1. Historia de vida.....................................................................53 
5.1.2. Entrevista..............................................................................54 
5.1.3. Composiciones escritas……………………………………….55 
5.2 Método............................................................................................56 
 
6 Análisis................................................................................................ 60 
6.1 Métodos de análisis de información............................................... 60 
6.2 Descripción del caso.......................................................................61 
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7 Discusión.............................................................................................85 
 
8 Conclusiones....................................................................................... 92 
 
9 Bibliografía.......................................................................................... 94 
 
Anexos……………………………………....…………………..……………. 99 
 
 
 
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1. INTRODUCCIÓN 
 
La violencia y la inseguridad en nuestro país es cada vez más frecuente, y en 
muchas ocasiones es sabido que muchos de los que llevan a cabo este tipo de 
acciones son llevadas a cabo por menores de edad, lo cual es un foco de alerta 
para la sociedad, ya que desde pequeños, los adolescentes van aprendiendo y 
adquiriendo conductas que poco a poco se vuelven legítimas para ellos, lo que 
trae graves consecuencias a quienes les rodean. Es así que la violencia no es 
algo que aparezca espontáneamente, sino que es consecuencia de las 
experiencias e historia de vida de cada individuo, por lo que es fundamental 
analizarlas. 
A partir de lo anterior, es que durante ésta investigación cualitativa se pretendió 
conocer y analizar la historia de vida de una adolescente que presenta 
comportamientos violentos. Para esto se realizó un acercamiento 
multimetodológico, el cual incluye técnicas como la entrevista a profundidad, una 
línea de tiempo sobre su familia con ayuda de fotografías, composiciones escritas 
sobre la amistad, una representación gráfica de su salón de clases y las relaciones 
dentro del mismo, y por último una conversación acerca de un capítulo de una 
serie televisiva del agrado de la participante. 
A través de dichas técnicas se pretendió abarcar los diferentes contextos en los 
cuales de desarrolla, como lo es el familiar, escolar y sus círculos de amistad. Del 
mismo modo, se intentó explicar cómo sus experiencias en los mencionados 
contextos, le han ayudado a desarrollar una identidad y expectativas de vida 
particulares. A su vez, se analizaron los productos permanentes de las actividades 
que se realizarán y las transcripciones de entrevista, analizando así como sus 
interacciones sociales le han llevado a reproducir patrones violentos en su actuar 
cotidiano. 
 
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 2. ADOLESCENCIA 
 
 
Dentro de este capítulo se pretende abordar a la adolescencia, a partir de los 
cambios que se presentan durante esta etapa, los cuales se dividen en 
biológicos psicológicos y sociales, para finalizar con una recapitulación y englobar 
a la adolescencia como un proceso bio-psico-social, tomando en cuenta que 
dentro de éste, ocurren diferentes cambios vinculados entre sí y que ocurren 
simultáneamente, por lo que no es posible separarlos debido a que la complejidad 
de las personas va más allá de una simple descripción y división de aspectos. 
 
La adolescencia se ha definido generalmente como una etapa de transición entre 
la infancia y la adultez, la cual está caracterizada por grandes cambios físicos, 
intelectuales, morales y sociales, que desembocan en una búsqueda de la propia 
identidad y personalidad. La bibliografía indica que esta etapa abarca desde los 10 
a los 19 años de edad aproximadamente, sin embargo, no se puede generalizar a 
todos puesto que no a todos se nos presenta de la misma manera. 
 
Dentro del primer capítulo abordaremos los aspectos biológicos de la 
adolescencia, lo cual ha sido definido como pubertad, e incluye alteraciones a 
nivel hormonal y físico. La pubertad, acompañada de factores sociales, 
desencadena otro tipo de cambios, los psicológicos, que se abordarán de igual 
manera en el presente capítulo, para poder finalizar con una lectura completa 
incluyendo los aspectos anteriores. 
 
2.1 Aspectos biológicos 
 
 
A pesar de las variaciones en cómo se trata a la juventud, la adolescencia incluye 
cambios físicos yfisiológicos de manera universal, a los cuales los jóvenes deben 
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adaptarse. A diferencia de la niñez en que los cambios son graduales, uniformes y 
pocos numerosos, ahora el puberto se encontrará con una etapa de cambios 
constantes, críticos y dramáticos (Conger, 1980). 
 
La pubertad va acompañada no sólo de cambios en el sistema reproductivo y los 
caracteres sexuales primarios y secundarios, sino también en otros diferentes 
factores como el funcionamiento del corazón y el sistema cardiovascular, la 
respiración, la capacidad pulmonar y muscular, etcétera (Coleman, 1985). 
 
2.1.1 Cambios hormonales 
 
El inicio de la pubertad se nota inicialmente con el crecimiento del vello púbico y 
en las mujeres, con los primeros indicios del crecimiento mamario y la primera 
menstruación de la joven. Un año antes del desarrollo de los cambios físicos de la 
pubertad, empiezan a presentarse cambios hormonales tanto en hombres como 
en mujeres: las concentraciones de hormona luteinizante, es decir la reguladora 
de las hormonas sexuales; hormona estimulante del folículo y testosterona se 
elevan a grandes niveles. A medida que avanza la pubertad en ambos sexos, los 
máximos de éstas, ocurren con más frecuencia durante la noche; y finalmente, en 
la pubertad tardía, ocurren durante todo el día (Styne, 2011). 
 
Durante esta etapa, las concentraciones de esteroides gonadales aumentan en 
forma progresiva: los esteroides sexuales se secretan siguiendo un ritmo diurno 
durante la pubertad temprana, al igual que las gonadotrofinas. La leptina es una 
hormona que producen las células adiposas y que suprime el apetito, por medio 
de la interacción con su receptor en el hipotálamo, además de ser un componente 
necesario en el desarrollo de la pubertad en seres humanos. La leptina aumenta 
en las niñas durante la pubertad, en sincronía con el aumento en masa grasa, 
mientras que en los varones, la leptina se reduce, con aumento en masa corporal 
magra y reducción en masa grasa relacionados con la producción de testosterona. 
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Aunque la leptina no parece desencadenar el inicio de la pubertad en 
adolescentes “normales”, es posible que acompañe los cambios puberales, más 
que causarlos (Styne, 2011). 
 
En las mujeres, durante la última etapa de desarrollo endócrino, se presenta la 
ovulación y la primera menstruación, sin embargo es posible que no ocurra la 
ovulación durante los primeros ciclos menstruales; 90% de los ciclos menstruales 
son anovulatorios en el primer año después de la menarquia y, hasta cuatro o 
cinco años después, el porcentaje de ciclos anovulatorios disminuye a menos de 
20 %. A pesar de esto, algunos de los primeros ciclos después de la primera 
menstruación pueden ser ovulatorios y es posible que la joven sea fértil en el 
primer ciclo, incluso pueden embarazarse, antes de lograr la madurez física o 
emocional. De la misma manera, los varones alcanzan la madurez reproductiva 
antes que la madurez física o emocional (ídem.). 
 
2.1.2 Cambios físicos 
 
La pubertad es una etapa de continuo crecimiento y desarrollo que comienza 
durante algo conocido como “la pausa juvenil”, que es un intervalo de tiempo al 
final de la infancia. Los cambios en la estatura y peso se inician en promedio a los 
12 años en los hombres, llegando a tener su ritmo más acelerado a los 14 años y 
terminando aproximadamente entre los 17-19 años. Esto puede retrasarse 
llegando incluso hasta los 20-21 años de edad (Conger, 1980). Con todos estos 
cambios, se producen grandes aumentos en las capacidades físicas de los 
jóvenes (resistencia, velocidad, fuerza, etcétera). 
 
Ahora bien, hay variaciones entre persona y persona en cuanto a la edad de los 
cambios, pero en general, las mujeres han mostrado iniciar y terminar la 
adolescencia dos años antes que los hombres en los 3 aspectos: inicio, 
aceleración y fin del desarrollo (Coleman, 1985). 
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Otro punto importante durante la pubertad y adolescencia es la exaltación de las 
diferencias individuales por el género. Los hombres se vuelven más compactos y 
largos de huesos, químicamente más resistentes a la fatiga, más anchos de los 
hombros y con mayor cantidad de vello en todo su cuerpo y rostro; se desarrolla 
una voz más grave que en las mujeres, y se inicia la producción de espermas 
(Conger, 1980). 
 
Por su parte, en las mujeres, las caderas se ensanchan de manera notable, tienen 
crecimiento de vello a nivel moderado, una maduración considerable de los senos 
y se adquiere la capacidad de concebir aproximadamente un año posterior a la 
primera menstruación (ídem.). 
 
En esta etapa, el hipotálamo aumenta su actividad justo antes de que inicien los 
cambios físicos en el individuo. Esto conduce a un aumento de secreción de 
diferentes hormonas, y de manera subsiguiente, al desarrollo de características 
sexuales secundarias, el crecimiento puberal repentino y el principio de la etapa 
fértil. La edad en que esto sucede se ha marcado en promedio como los 11 o 12 
años, aunque hay una gran cantidad de factores endógenos y exógenos que 
pueden alterarla (Styne, 2011). 
 
Hay una serie de “normas” para evaluar el desarrollo puberal a nivel físico, que 
sirven como registro de detalles del progreso sutil de las características sexuales. 
En las mujeres, de los primeros indicios de la pubertad es el desarrollo mamario, 
el cual es estimulado por la secreción de estrógenos y otras hormonas. El tamaño 
y forma dependen de factores genéticos y nutrición, pero las características y la 
forma de desarrollo son similares en todas las mujeres. Otro factor es el 
agrandamiento de labios menores y mayores y la producción de una secreción 
blanquecina, seguida del crecimiento de vello púbico. También es notable el 
aumento de longitud del cuello del útero. Es importante mencionar que las mujeres 
adquieren madurez reproductiva antes de la madurez física, y por supuesto, antes 
que la psicológica (Styne, 2011). 
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En los hombres, el primer indicativo de la pubertad es el aumento del tamaño 
testicular, debido al desarrollo de secreción de diferentes hormonas, que también 
llevan a una mayor producción de vello en esa zona. También aparece la 
espermarquía (pequeños rastros de espermatozoides en la orina). Posteriormente, 
se requerirá de la eyaculación para la expulsión de espermatozoides. 
 
En promedio, la pubertad inicia alrededor de los 12 años de edad, aunque existe la 
pubertad precoz en que se inician los cambios corporales desde los 6 o 7 años. El 
límite superior para el inicio de los cambios puberales, es de los 14 años. El 
crecimiento repentino de estatura se da en ambos sexos, aunque de manera más 
marcada en los hombres (ídem.). 
 
Es importante el aumento de la masa muscular en hombres y mujeres, aunque 
con las pubertas se mantiene una grasa corporal más elevada que en los varones. 
El crecimiento y el cambio de la composición del cuerpo, se detiene alrededor de 
los 15 años en las mujeres, y en los 18 años en los hombres. El ejercicio y la 
alimentación adecuada, fomentan un crecimiento óseo y muscular más saludable 
(óp cit.). 
 
2.2 Aspectos cognitivos 
 
Mientras un niño crece y entra a la etapa de la adolescencia, ciertos aspectos 
cognitivos y psicológicos se alteran a nivel cuantitativo y cualitativo. Esta etapa de 
la vida se caracteriza por ser confrontante y llena de dificultades emocionales y 
conductuales en la vida de los individuos (Zajko, 2007). 
 
Sin importar el contexto social, todos los adolescentes deben pasar por ciertos 
procesos de desarrollo y aprendizaje; algunos de estos procesos incluyen el 
movimiento hacia la independencia, la formación de la identidad sexual, el 
desarrollo de intereses vocacionales y la integración de un modelo ético y moral. 
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Es razonable asumir que esos factorestienen un efecto en el crecimiento y 
desarrollo de los jóvenes, y también influyen en la formación de su identidad. 
Como resultado de varias investigaciones con respecto al rol de las glándulas 
endócrinas en la emotividad, factores ambientales y sociales, Hurlock, en 1989, 
propuso el término “emotividad intensificada”, al que se refiere como: un estado 
emocional por encima de lo normal para una determinada persona que ocurre 
sobre todo durante la adolescencia. Los adolescentes, como consecuencia de 
deshacerse de viejos hábitos de pensamiento, de acción y adoptar otros nuevos, 
sumado a la circunstancia ambiental en las que se desenvuelva, padecen de 
muchas perturbaciones emocionales. 
 
Según Hosrocks (1993) la palabra “cognición” se refiere a los procesos por medio 
de los cuales un individuo aprende e imparte significado a un objeto e idea, o bien 
a un conjunto de ideas, además se adquiere conciencia y conocimientos acerca de 
un objeto. Entre las cogniciones se encuentran la percepción, sensaciones, 
pensamientos, concepción de ideas, juicios, solución de problemas, etc. Las 
expectativas que tienen una persona y las suposiciones que hace acerca de sus 
mundos interno y externo, son resultado del proceso cognoscitivo. 
 
Para la teoría de Kohlberg (citado por Zajko, 2007) hay tres niveles de 
razonamiento, y los jóvenes de secundaria están en el nivel “convencional”, ese 
nivel se divide en 2 etapas; en la primera, los niños juzgan las intenciones de sí 
mismo y otras, evaluando si son buenas o malas; en la segunda, se intenta 
mantener el orden y la convención social. 
 
Eventualmente estos jóvenes entrarán en la etapa postconvencional donde se 
desarrolla la concentración a través de la ley y los ideales estandarizados sociales. 
El proceso de avance cognitivo de los niños desde los 10 años hasta la 
adolescencia, se da como se muestra a continuación: 
 
 
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Nivel 2 (convencional) edad de 10-13 años: 
1. Acuerdos interpersonales y conformidad 
2. Orientación hacia el orden social 
Nivel 3 (postconvencional) adolescencia temprana: 
3. Orientación a los contratos sociales 
4. Principios éticos universales 
5. Conciencia regida por la ética 
 
Según la teoría de Piaget (citado por Lara, 1996), a principios de la adolescencia 
se alcanza la última etapa del desarrollo cognitivo, la etapa de operaciones 
formales. Siendo así, hay algunos aspectos del pensamiento y la capacidad 
cognitiva que pueden ser generalizables a todos los adolescentes. 
 
A pesar de lo anterior, cabe señalar que no todos los individuos desarrollan las 
capacidades al mismo tiempo, así que es posible que un preadolescente ya tenga 
ciertas capacidades de pensamiento formal, así como que un adulto aun no tenga 
todos los aspectos desarrollados. Algunas características del pensamiento formal 
desarrollado por los adolescentes son: 
 
1. Se razona no sólo sobre lo que es real, sino lo que es posible: el individuo 
puede elaborar conclusiones o plantear escenarios que no han ocurrido 
pero son posibilidades. 
2. Razonamiento hipotético-deductivo: la base del pensamiento científico. Se 
plantean hipótesis para luego intentar comprobarlas. 
3. Carácter proposicional del pensamiento: estrechamente ligado a los dos 
aspectos anteriores, las partes más importantes del razonamiento y el 
pensamiento ya no son los datos de la realidad, sino afirmaciones o 
enunciados (llamados proposiciones) que contienen estos datos de manera 
abstracta (ídem.). 
 
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Como resultado de lo anterior, los adolescentes durante esta etapa, suelen pensar 
no sólo sobre su propia existencia, sino también en la de los demás, no tienen en 
cuenta las contradicciones vitales, por lo que sus planes serán utópicos e 
ingenuos, confrontando con sus ideales de realidad (Pedreira y Álvarez, 2000). 
Respecto a lo anterior Hosrocks (1993) menciona que el adolescente cree que si 
él está obsesionado por un pensamiento, también los demás lo están; además de 
que se preocupan por la forma en la que les ven los demás, lo que podría explicar 
la conciencia fijada en sí mismos, el deseo de intimidad, las largas horas frente al 
espejo, etc., lo que se conoce como egocentrismo adolescente. 
 
Durante la adolescencia se desarrolla también el pensamiento respecto a la ética y 
la moral; Piaget por ejemplo, dividió el pensamiento moral en dos estadios: 1) 
Realismo Moral: se establecen juicios sobre una base objetiva; y 2) Modalidad de 
Reciprocidad: se decide en base a la apreciación de las intenciones y no de las 
consecuencias (ídem.). 
 
Dentro de una investigación acerca del pensamiento moral de los adolescentes, 
los resultados arrojaron que los adolescentes de 12 a 13 años se mostraban 
incapaces de comprender que los problemas tienen más de una solución y que el 
comportamiento individual no es forzosamente bueno o malo. Mientras que a los 
14 o 15 años, su pensamiento comienza a ser más crítico, hipotético y pragmático 
(óp cit.). 
 
2.3 Aspectos sociales 
 
Cuando el niño aún no entra al colegio, la familia constituye el grupo más 
importante y casi único para referirse y aprender pautas de comportamiento 
convencionales a nivel social. Sin embargo, conforme el niño va creciendo y 
conociendo nuevos contextos, se aumentan considerablemente los espacios y 
oportunidades de intercambio social en diferentes círculos, debilitando así la 
referencia que se da a la familia (González, 2006). 
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Dentro de la familia se establecen ciertas pautas de interacción entre sus 
miembros, estableciendo jerarquías, alianzas, límites, roles y redes de apoyo, sin 
embargo debido a que el adolescente es muy sensible a la cultura y a los cambios 
psicológicos por los que atraviesa, suelen surgir dificultades en la relación padre-
hijo, principalmente en relación a la autoridad, sexualidad y valores, ya que de 
alguna manera, los adolescentes intentan probar límites, buscar autonomía y 
capacidad, separándose de los parámetros y estándares parentales, 
estableciendo sus propios valores (Mendizábal y Anzures, 1999). 
 
Tomando en cuenta que el adolescente es un ser social, se le va otorgando mayor 
importancia a los cambios del papel y status, lo que lleva a una redefinición del 
lugar del individuo dentro de su estructura social, lo que también puede generar 
una situación de conflicto entre padres e hijos, ya que muchos padres esperan que 
sean más independientes y dejen de plantear exigencias infantiles, sin embargo 
los padres suelen asustarse de las consecuencias de esta independencia. 
Sumado a esto, hay que recalcar que generalmente cuando los adolescentes 
atraviesan por esta etapa, los padres se encuentran también en una edad más 
avanzada, lo que lleva a un “vació intergeneracional”, es decir a un aislamiento 
debido en gran medida a la cultura distante entre las normas y valores de los 
adolescentes y adultos (Coleman, 1984). 
 
De este modo, la relación entre los padres y los hijos se vuelven más “elásticas”, 
es decir, se da cierto alejamiento entre ambas partes. Al mismo tiempo, por la 
interacción social, se produce un acercamiento mayor del que hubo en la niñez, 
del joven a sus padres. Por todo lo mencionado anteriormente, se logra cierta 
autonomía individual, uno de los rasgos más notorios a nivel social en el 
adolescente (Conger, 1980). 
 
Al aprender a relacionarse en diferentes contextos, y saber que se enfrentará solo 
a ellos, es decir, que no siempre las mismas personas estarán con él en todos los 
ambientes en que se desarrolle, se va formando la independencia, es decir, la 
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capacidad de decisión y resolución de problemas sin intervención externa. Lo 
anterior también se da gracias al desarrollo cognitivo, que cada vez es mayor en el 
individuo (González, 2006). 
Por otro lado hay que tomar en cuenta que durante la adolescencia el individuose 
encuentra en una necesidad de reconstruir su imagen corporal, lo que puede llevar 
a una inestabilidad emocional, sensibilidad extrema, inhibiciones e idealizaciones. 
Por tal necesidad recurre a un grupo de iguales en donde se busca comunicación, 
apoyo, liberación, reducción de tensiones, etc. En esta etapa suelen aparecer 
amistades intensas, pero no siempre se prolongan. El grupo de amigos ejerce 
influencia en la realización de deseos y necesidades; además de otros aspectos 
como: formas de vestir, lecturas, música, etc. La influencia de este grupo la 
mayoría de las veces es decisiva (Álvarez, 2010). 
 
Coleman (1985) menciona que las razones por las cuales se dice que las 
amistades son muy importantes durante este periodo se pueden reducir en dos 
factores: 1) El procesos de desvinculación de los padres y del hogar familiar deja 
un vacío emocional en la vida de los adolescentes; y tal vacío se llena con la 
búsqueda de apoyo de sus amigos y compañeros; y el 2) La experiencia 
compartida con su grupo de la misma edad crea grandes vínculos. Además se 
refuerza la confianza por el hecho de que los conflictos, las angustias y las 
dificultades pueden ser compartidos. 
 
La amistad es considerada como una relación estrecha entre dos o más 
individuos, y que supone por supuesto una mayor comunicación íntima. El sentido 
y significado que se le da a la amistad depende de la edad, la bibliografía sugiere 
que a mayor edad las amistades se van haciendo más organizadas. 
 
Douvan y Andelson (1996, citado por Coleman, 1985), mencionaron que en la 
adolescencia temprana, es decir, 11,12 y 13 años, la amistad se centra en la 
actividad, no existe reacción de mutualidad, ni profundidad e incluso mucho afecto; 
mientras que en la adolescencia media (14,15 y 16 años) lo importante es la 
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seguridad, se espera lealtad y confianza; y por último en la adolescencia tardía 
(17+) la amistad es una experiencia más relajada, compartida, se valora la 
personalidad y los intereses de los amigos, es probable además, que aparezcan 
relaciones heterosexuales más estables y disminuyan la importancia de las 
amistades. 
También, en ocasiones surgen cambios en el intercambio social con sus pares, 
que no siempre tienen la misma opinión sobre que está bien, que es atractivo, 
etcétera. Por esto los adolescentes suelen regirse por las modas y las 
convenciones, ya que buscan sentirse aceptados para así mejorar el concepto que 
tienen de sí mismos en este momento de crisis continuas (González, 2006). 
 
Es por esto que pueden surgir ciertas modas y comportamientos tipificados a 
algún grupo de adolescentes, ya que los individuos intentan adaptarse al grupo. 
Aunque esto pueda parecer superfluo para el adulto, desde la perspectiva del 
joven, en ello radica la clave de la aceptación, que él tanto necesita (Conger, 
1980). 
 
Es posible que conforme las amistades se vuelven más “sólidas” y los jóvenes 
lleguen a conocerse más a fondo entre sí, se dejen las modas y los intentos 
desesperados por formar parte del grupo, ya que entre los integrantes del mismo 
se va formando una mayor aceptación, que permite al individuo mostrarse tal y 
como es realmente (ídem.). 
 
Esto ayuda al adolescente a aceptar sus propios sentimientos, pensamientos y 
modos de ser, por medio de expresarlos sin temor a ser juzgado por los demás. A 
pesar de esto, las amistades entre los jóvenes no siempre son estables y 
duraderas, ya que están en constante cambio y evolución en todos los aspectos 
de su vida. Esto puede llevarlos a querer formar parte de otro tipo de grupo, con 
mecánicas y convenciones diferentes (óp cit.). 
 
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Las relaciones familiares del adolescente pueden verse afectadas, ya que el joven, 
al volverse más reflexivo, descubre que las figuras adultas de autoridad no tienen 
todas las respuestas y no siempre actúan “correctamente”, lo cual desencadena 
cierta rebeldía. Sin embargo, esta disminuye cuando el joven aprende a 
controlarse de manera más racional, logrando así una empatía para sus padres y 
personas cercanas (González, 2006). 
 
Dentro de las relaciones con los adultos, existen ambivalencias pues en ocasiones 
los adolescentes se oponen a los adultos y a los valores que representan; y otras 
veces les imita pues necesitan modelos en esta época en la que se afirma su 
personalidad. La influencia de los padres es importante para su futuro, el momento 
de mayor tensión entre padres e hijos, parece producirse justo alrededor de la 
pubertad; por lo que como ya mencionamos se deteriora la comunicación y se 
multiplican las interrupciones de la conducta del adolescente por la intervención de 
los padres (Álvarez, 2010). 
 
Otro contexto importante en el que se desenvuelve socialmente el adolescente, 
es la escuela; los profesores por ejemplo, pueden o no impactar en sus ideas y por 
lo tanto influenciar su comportamiento; y por otra parte sus compañeros cobran 
importancia en su imagen física y social (Aguilar, 2010). 
 
Por último, se dice que los adolescentes exploran y aprenden de sí mismos, su 
sexualidad e identidad, por medio del intercambio con sus pares, ya que ellos, 
también tienen dudas y crisis sobre sí mismos, y al unirse en círculos, son 
capaces de “encontrarse a sí mismos” por medio de la unión con personas 
similares (González, 2006). 
 
Hasta el momento, en este apartado se han tratado por separado los diferentes 
factores que predominan en la etapa de la adolescencia. Sin embargo, no es 
suficiente explicarlos por separado, ya que consideramos al joven como un todo, 
donde cada aspecto juega un papel importante, pero no único. Por tanto, en el 
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siguiente apartado daremos una lectura completa, bio-psico-social, de la 
adolescencia. 
 
2.4 Lectura bio-psico-social de la Adolescencia 
 
Son varios los aspectos que intervienen en los cambios y el desarrollo del 
adolescente, por lo que no basta describirlos en términos biológicos, sociales o 
psicológicos por separado, hay que analizarlo como un todo. 
Desde esta perspectiva, tomaremos en cuenta los factores anteriores para hacer 
una descripción y análisis del desarrollo del adolescente. Hay que mencionar 
que muchos de los cambios en esta etapa son producto de los cambios 
hormonales, los cuales llegan durante la pubertad, tomando en cuenta que 
generalmente estos cambios son los primeros en presentarse, incluso antes que 
los cambios psicológicos, sin embargo los factores sociales siempre están 
presentes a lo largo de la vida de los individuos. 
 
Dado que el cuerpo de los jóvenes se encuentra desarrollándose durante esta 
etapa, normalmente surgen inseguridades en cuanto a la forma y desarrollo de su 
cuerpo, ya que no en todos, estos cambios se dan de la misma forma ni al mismo 
tiempo, por lo que dentro de sus círculos sociales llegan a surgir convenciones y 
estereotipos sociales sobre lo que es atractivo y aceptado en la estética corporal. 
Por otro lado, tomando en cuenta que su crecimiento se acelera, la manera en la 
que se relacionan con los adultos se transforma, y con ello su manera de pensar y 
actuar. 
 
Además, como el adolescente está, del mismo modo, adquiriendo y progresando 
en cuanto a las capacidades cognitivas, se vuelve más reflexivo, lo que puede 
aumentar las inseguridades y conflictos sobre el concepto que tiene de sí mismo, 
su personalidad y la forma en la que se relaciona con los demás, adquiriendo 
nuevas formas de pensar sobre diferentes aspectos en su vida. 
 
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En este punto, entran las amistades, ya que el joven adquiere una necesidad de la 
noción de pertenencia, la cual es satisfecha a través de unirse a diversos grupos 
de pares en los contextos de los cuales forma parte, dentro de los cuales se van 
desarrollando valores e ideas diferentes a las que el adolescente había adquirido 
en su núcleofamiliar, por lo que en ocasiones suelen surgir conflictos con respecto 
a estas diferencias. 
 
Al presentarse cambios de tipo hormonal y físicos, los adolescentes enfrentan 
situaciones totalmente nuevas para ellos, como lo es el desarrollo de su 
sexualidad. Debido a que sus iguales pasan también por este tipo de cambios, se 
sienten identificados, y es cuando buscan un mayor acercamiento con ellos, más 
que con los adultos, con los que generalmente se relacionaba durante la infancia. 
Es en estos momentos cuando el adolescente busca aclarar dudas acerca sobre 
lo que está ocurriendo en su cuerpo y la forma de enfrentar estos cambios. En 
esta etapa, los jóvenes tienden a experimentar con su sexualidad por medio de 
sus relaciones entre iguales, esto debido en parte a la curiosidad de aprender 
sobre los cambios que están ocurriendo con su cuerpo, y en parte por la presión 
social que ejerce el grupo en el que se están desenvolviendo. 
 
Todo lo anterior nos lleva a observar la manera en la que los cambios interactúan 
entre sí, vinculándose y fluctuando entre sí, lo que compone una totalidad, 
concluyendo que es necesario tomar en cuenta todo lo anterior para llegar a una 
mejor explicación del desarrollo de los adolescentes, ya que cada individuo se 
desarrolla de forma diferente y las situaciones con las que convive día a día 
también. 
 
 
 
 
 
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3. IDENTIDAD 
 
Como hemos mencionado en el capítulo anterior, es en la adolescencia en donde 
se empieza a socializar en una gran variedad de contextos, a diferencia de la 
infancia, en la que se interactúa la mayor parte del tiempo con la familia y en la 
escuela. Es en la adolescencia en donde se atraviesa por ciertos cambios y 
procesos que llevan a una inestabilidad e inconstancia de sentimientos y 
sensaciones, por lo que el adolescente trata de definirse a partir de él mismo en 
referencia a los otros. Esto termina por desarrollar de manera más clara e 
independiente una identidad. 
 
Para comprender más a fondo qué es la identidad y qué factores y procesos 
influyen en la misma, el objetivo de este capítulo es el de definir el concepto de 
identidad, y analizar el papel de la familia, grupos de amigos, las instituciones 
educativas y los medios de comunicación en la construcción y desarrollo de ésta. 
 
3.1 Concepto de identidad 
 
Antes de poder analizar el papel que tienen los diferentes contextos en que se 
desarrolla el individuo en la formación de su identidad, es definirla. De una manera 
muy general, se entiende a la identidad como las características que posee un 
individuo, por las cuales es conocido en sociedad y por sí mismo. Sin demeritar el 
factor biológico, la mayor parte de la identidad personal se da por las interacciones 
sociales que se tengan en familia, la escuela y con la gente que se conoce a lo 
largo de toda la vida. 
 
Desde una perspectiva sociológica, la identidad es el rasgo psicológico que deja 
en nosotros las interacciones con los demás, siendo variable debido a los 
diferentes niveles en que se sitúa nuestro sentido de autopertenencia a los grupos 
culturales. La formación de la identidad desde el acercamiento sociocultural, mira 
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dos polos: los procesos socioculturales y el funcionamiento individual, existiendo 
entre ellos una relación estrecha y dinámica, en la cual, la experiencia de sí mismo 
influye y se cumple por el ser social y viceversa, y no existen aislados uno del otro, 
ambos son componentes de la identidad (Gover y Gavelack, 1996 en Galicia, 
2005). 
 
El sujeto se desenvuelve en diferentes contextos, y como tal, llega a desarrollar 
diferentes identidades, por lo que las identidades no son fijas ni predeterminadas, 
sino que se van construyendo conforme se va desenvolviendo el individuo en su 
vida social, por lo tanto, no se habla de una identidad indivisible e inalterable, sino 
de un conjunto de identidades, producto de una serie de posibilidades de 
interacción social que se aparecen en la vida del individuo; dichas relaciones con 
otros nos llevan a la auto-observación (ídem). 
 
También el auto-concepto, es decir, el self, es una construcción psicosocial, ya 
que lo que pensamos de nosotros mismos, es dado a partir de dicha auto-
observación en base de que cumplamos o no las convenciones sociales, las 
cuales producen un impacto muy fuerte en los primeros años de infancia, pero 
conforme se va adquiriendo un mayor criterio, a partir de numerosas experiencias, 
tipos de interacción social y desarrollo personal y académico, no son tan 
determinantes en la forma de ser de las personas, ya que se adquiere la 
capacidad de tomar decisiones propias (óp cit.). 
 
Es también a partir de la identidad que nos formamos auto-esquemas en donde se 
incluyen las expectativas a futuro (Barón y Byrne, 2005). La formación de la 
identidad lleva a una reflexión narrativa del sí mismo, donde surgen expectativas 
respecto a la trayectoria a futuro de su vida, es decir, a donde se quiere dirigir en 
base a lo que ya se conoce (Dreier, 1999). 
 
Se dice que la formación de la identidad lleva a una reflexión narrativa, ya que el 
lenguaje nos hace personas, nos permite identificarnos y establece la condición de 
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diferenciar las formas de discurso de unas personas a otras en un proceso de 
aprendizaje, donde el lenguaje es primero comunicativo, después egocéntrico, y 
finalmente interiorizado (Vygotsky, 1934, citado por Medina 1994). Por lo anterior, 
se deduce que el lenguaje tiene sus manifestaciones y repercusiones iniciales en 
la persona desde los primeros meses de vida a través de la actividad en la que se 
van interiorizando los significados y simbolismos del lenguaje, influyendo así en su 
relación con otras personas. De ahí viene la importancia de su papel en la 
construcción de las relaciones interpersonales, y por consiguiente, de la identidad. 
Factores como la escolaridad, nivel socioeconómico, competencias físicas, raza, 
posición social, género, relaciones interpersonales o grupales también influyen en 
la formación de la identidad (Ames y Rojas, 2010) y permite que hagamos 
valoraciones sobre nuestro comportamiento, aun en situaciones en que nadie nos 
observa ni juzga. 
 
En el adolescente, para lograr la identidad, se debe determinar y organizar sus 
capacidades, necesidades, intereses, gustos, tendencias y deseos, para lo cual, 
también deberá conformarse un autoconcepto gracias a la unión del pasado, 
presente y futuro, y así conformar un todo de forma coherente en base a los 
contextos en que se desarrolle (Contreras, Balcázar, Gurrola y González, 2012). 
 
En resumen, la identidad es una “red” construida de diferentes factores, tanto 
biológicos como sociales, entre los que se incluyen todos los contextos en que se 
pueda dar la interacción social, así que la identidad siempre está en constante 
desarrollo y cambio, tomando siempre en cuenta que las personas no le dan el 
mismo sentido a las experiencias. Incluso en la misma persona, en diferentes 
situaciones, puede cambiar el significado dado a una situación, todo depende del 
contexto, situación, cultura y época (Guariaud, 1992). 
 
 
 
 
P á g i n a | 21 
 
3.2 Familia 
 
Ha habido muchos intentos por definir lo que es una familia, sin embargo, es una 
tarea excesivamente compleja, esto debido a que cada familia cuenta con sus 
propias características, las cuales dependen de su contexto cultural, social, de su 
historia, experiencias, etc.; siendo así existen varios tipos de familias con 
diferentes estructuras, ya sean monoparentales, compuestas, “tradicionales”, entre 
otras. Éstas, propician la formación de identidades y maneras de interacción 
diferentes en cada uno de sus miembros, haciéndolos seres únicos (Ortega y 
Minguez, 2003). 
 
La familia tiene una intervención importante en la formación de la identidad 
individual de los integrantes,esto a partir de diferentes aspectos. El primero de 
ellos serían las interacciones que se presentan entre los integrantes de la familia, 
es decir diversos eventos que pueden impactar la historia de la familia, como lo 
son divorcios, muertes, enfermedades, abandonos, etc., sin dejar de lado el resto 
de las experiencias vividas y la manera en la que se reacciona y se solucionan los 
conflictos. 
 
Es importante también considerar la presencia o ausencia del clima de afecto y 
aceptación, además del tipo de diálogo que existe entre los miembros de la 
familia, y por su puesto sus hábitos, costumbres, reglas, obligaciones, valores, 
roles de género, etc. Todos estos aspectos se pueden ver reflejados en los lazos 
que se forman con otras personas ajenas a la familia y la manera en cómo se 
relacionan con ellas (ídem.). 
 
Dentro de las familias existen ciclos, ya que los roles de cada uno de los 
miembros, van cambiando conforme a las diferentes situaciones que se presentan 
dentro de éstas: Los miembros crecen, envejecen, forman nuevas familias o 
sufren eventos como el divorcio o bien, pueden tener dinámicas violentas, 
armoniosas, entre otras. Este tipo de eventos, afectan la dinámica familiar y por 
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consiguiente las identidades de los implicados, en especial del adolescente, ya 
que se encuentra en un proceso crítico de formación de identidad (Krauskopf, 
1996). 
 
Lee (1998) menciona que dos factores importantes en la familia, son la cohesión y 
la flexibilidad. La cohesión se refiere al apego, confianza y unión de los 
integrantes, mientras que la flexibilidad es la capacidad de resolver problemas y 
conflictos sin que se afecten negativamente las relaciones interpersonales. En su 
estudio, este autor demostró que los adolescentes cuyas familias que tenían 
dichas características desarrolladas, presentaron mayores habilidades 
interpersonales y sociales que otros adolescentes. Así el concluyó que un 
ambiente familiar cálido puede potenciar o inhibir el proceso de construcción 
identitario en los adolescentes. 
 
También Medhus (2002), menciona que la importancia de una “identidad familiar” 
(sentido de pertenencia a dicha familia), puede imbuir a los integrantes de 
confianza e independencia. Como la familia es el primer círculo social en el que se 
interactúa, mientras más hábil sea él niño o adolescente en relacionarse con su 
familia, es más probable que se sienta cómodo al verse rodeado de iguales en 
otros contextos, lo cual puede formar una autoconfianza más sólida. Además, si 
los adolescentes se sienten “pertenecientes” a un grupo, como es su familia, es 
más improbable que se deje influenciar completamente por otros, como los medios 
o sus amigos. 
 
Se ha enfatizado el papel de la familia para formar una identidad en la niñez, sin 
embargo, para que el adolescente pueda desarrollarse plenamente, es necesario 
que la familia le brinde cierta independencia, ya que esta le permitirá adquirir 
nuevos roles diferentes a los que posee dentro de su familia, que le permitirán 
mayores logros personales, satisfaciendo sus necesidades emocionales, de 
experimentación, de desarrollo y de reconocimiento de nuevas capacidades 
(Krauskopf, 1996). 
P á g i n a | 23 
 
La familia también introduce a las personas en el entorno cultural que los rodea, 
por lo que a partir de ella, los referentes culturales marcan el comportamiento 
individual y social, mismo que se impregna gradualmente en la persona a partir del 
ejemplo y la imitación a los que ningún humano es ajeno. Por lo que podemos 
decir que la familia además de intervenir en la formación de la identidad personal, 
forma parte de la identidad cultural, lo que se logra a partir de tres aspectos: el 
idioma, la religión y la identidad nacional (Aviña, 2006). Algunas maneras en las 
que se puede formar una identidad en familia, es mediante la práctica de ciertos 
“rituales”, que pueden ir desde la asistencia a centros religiosos, hasta costumbres 
como sentarse a platicar después de cenar (Medhus, 2002). 
Es durante la adolescencia sobre todo, que se hace más evidente la diferenciación 
en cuanto a los valores fomentados en hombres y mujeres, ya que aún en la 
actualidad, se espera que la mujer se dedique más al hogar, y por lo tanto la 
misma familia y cultura, trata de desarrollar estos valores y costumbres en las 
adolescentes, para que de esta forma siga prevaleciendo en las familias un 
equilibrio y homeostasis, sin embargo, a comparación de las familias de hace 
todavía algunas décadas, en la actualidad se espera que el matrimonio y la 
llegada de los hijos se alargue lo más posible. De esta manera, se alarga también 
la estancia de los adolescentes en las familias nucleares (Krauskopf, 1996). 
 
En conclusión, las interacciones que se dan dentro de la familia son de su suma 
importancia para la formación de la identidad, ya que éstas, dan la pauta para las 
interacciones posteriores dentro de diversos contextos sociales, como lo es la 
escuela, en donde se dan intercambios culturales y personales que es importante 
considerar, por lo que este tema se analizará en el próximo apartado. 
 
3.3 Escuela 
 
La educación forma parte esencial en el desarrollo de todo ser humano, ya que es 
a través de ésta y de todo lo que implica, como asistir a una escuela, relacionarse 
con compañeros y maestros, adquirir nuevo conocimiento, etc., que se van 
P á g i n a | 24 
 
adquiriendo nuevas significaciones del entorno donde se vive y se va 
construyendo una identidad y cultura. Citando a Aguilar (2001), la educación es un 
proceso de optimización integral e intencional del hombre orientado al logro de su 
autorrealización e inserción activa en la naturaleza, sociedad y cultura. Por otro 
lado, Medina (1997, citado por Aguilar, ídem.) menciona que el fin de la actividad 
educadora es el proceso de personalización, en el que el individuo requiere de 
reflexión o toma de conciencia de sí mismo, autocontrol y autodeterminación para 
que desarrolle sus propias potencialidades. 
 
Las relaciones humanas implican la intersubjetividad, la cual, según Colwyn, 
(citado por Bruner, 1997), es una habilidad humana para entender la forma de 
pensar de otros, ya sea a través del lenguaje, el gesto u otros medios. No sólo es 
el lenguaje lo que hace esto posible, sino nuestra capacidad para aprehender el 
papel de los contextos en los que las palabras, los actos y los gestos ocurren. 
Cada individuo forma significados diferentes a partir de su experiencia, mas es la 
intersubjetividad la que nos permite interpretar los significados sin necesidad de 
palabras; por esta razón el contexto debe reformularse bajo este principio. 
En las escuelas, los adolescentes pasan gran parte de su tiempo interactuando 
con otros adolescentes creando nuevos procesos de subjetivación, redefinición y 
resignificación, entre nuevas exigencias sociales, prácticas educativas y las 
condiciones propias de las instituciones educativas; fusionando así su condición 
adolescente con su condición de estudiante en la experiencia escolar cotidiana 
(Dubet y Martuccelli, 1998, citado por Reyes, 2009). 
 
De acuerdo a esto, se entiende también que las escuelas contribuyen a la 
creación de expectativas que los propios adolescentes han construido sobre las 
escuelas, y que a sí mismo, influyen en la forma en cómo enfrentan las exigencias 
académicas de ésta y también en cómo se relacionan con los elementos 
constitutivos, como sus compañeros, maestros, directivos, etc. Sin embargo, éstas 
también varían de acuerdo a las ideas que a cada adolescente se le ha transmitido 
acerca de la escuela o de las propias experiencias que ha vivido dentro de la 
P á g i n a | 25 
 
institución, por lo que se encuentra que pueden surgir diferentes significados que 
adquiere la educación, la escuela, y a su vez de los mecanismos de control y 
disciplina para los adolescentes;quienes pueden entender a las escuelas como 
un espacio afectivo-lúdico, en el cual los adolescentes encuentran como prioridad 
las relaciones con sus iguales y entablar amistades tanto con compañeros de su 
mismo género como con los del contrario, con los cuales las relaciones pueden 
volverse no sólo de amistad, sino de pareja. Por esto, los adolescentes pueden 
llegar incluso a concebir a la escuela como un espacio de desorden en el cual 
encuentran una oportunidad de ser libres y “escapar” del control que es ejercido 
sobre ellos en otros ambientes, como puede ser el familiar. Sin embargo, también 
existen adolescentes que, en la escuela, encuentran un entorno de control e 
injusticia, ya sea por parte del profesorado, o incluso por situaciones de violencia 
entre iguales. Finalmente, los adolescentes pueden también ver al ambiente 
educativo, como un espacio educativo útil, donde aprenderán conocimientos que 
puedan llegar a utilizar a corto o largo plazo, y desde el cual se puede llegar a 
mejor calidad de vida (ibídem.). 
 
La escuela, además, desde la perspectiva de Doval (2011), cumple tres funciones 
esenciales; en primer lugar, es una institución que otorga a los adolescentes 
nuevas experiencias, en las diferentes esferas: académica, social, afectiva, 
emocional, etcétera. Además, el entorno educativo juega un papel importante en el 
desarrollo de expectativas y estereotipos, los cuales pueden surgir de los 
diferentes modelos a seguir que en ocasiones suelen ser los mismos profesores, 
además de las interacciones e intereses que tienen con sus iguales, lo que les 
permite formar planes de acuerdo al contexto en el cual se desarrollen, por lo que 
a la larga les permiten insertarse en la cultura. La tercera es la de marcar una 
división social, entre adolescentes que estudian, y adolescentes que no lo hacen, 
dándole cierto estatus o jerarquía a los primeros e incluso a sus familias. Por todo 
lo anterior, a pesar de los múltiples significados y funciones que tenga la escuela, 
ésta se vuelve un espacio en el cual “estar” y “ser” adolescentes. 
 
P á g i n a | 26 
 
Si bien en la escuela se complementa el proceso de socialización que los 
individuos traen de sus familias (Pérez G., citado por Zambrano 2000), no se 
podría caer en la ingenuidad de pensar que allí se resuelve en su integralidad toda 
su formación. 
De esta forma, la escuela es un espacio de interacción, construcción y desarrollo 
de potencialidades necesarias para la comprensión e inserción en el mundo, entre 
las que se incluyen nociones de poder, jerarquía, roles de género y diferentes 
tipos de relaciones, así como sus posibles transformaciones, como la amistad y el 
noviazgo. Al construir y fortalecer dichas potencialidades, se logra el aprendizaje 
de nuevos conocimientos, desarrollo de competencias cognitivas, socioafectivas, 
comunicativas, etcétera, y a la construcción de la identidad de las personas, y de 
la escuela como comunidad generadora de vínculos y aprendizajes (Echavarria, 
2003). Sobre estos vínculos, que pueden ser de amistad o de pareja así como sus 
diferentes implicaciones, se hablará en los siguientes apartados. 
 
3.4 Amistad 
 
 
Dentro de nuestra vida diaria hemos oído escuchar o experimentado acerca de las 
relaciones amistosas, las cuales en muchas de las ocasiones juegan un papel 
importante dentro del ámbito social, papel que puede variar mucho de persona a 
persona, pues cada quien elige a sus amistades y aprende de ellos. 
Aristóteles por ejemplo, pensaba que la amistad se trataba de “lazos afectivos 
necesarios para la vida”, decía que “sin amigos ¿Quién querría vivir?”. Sin 
embargo, también se dio cuenta de que existían distintos tipos de amistad: las que 
se dan por interés, por utilidad y por virtud. Acerca de las primeras dos 
mencionaba que éstas se daban de manera accidental y que eran egoístas, 
mientras que la que se da por virtud era la verdadera amistad (García, 2007). 
P á g i n a | 27 
 
De la Rúa (2003), menciona que las relaciones de amistad se dan en la 
solidaridad y la confianza, y que al mismo se construyen; son relaciones afectivas, 
voluntarias y personales, se distinguen de acuerdo a su intensidad pues existen 
desde “conocidos amistosos” hasta “amigos del alma”. 
Este tipo de relaciones tienen un papel muy importante en los adolescentes que se 
encuentran en búsqueda de nuevas experiencias y alejándose cada vez más de 
casa y de sus padres, pues es ya conocido que cuando los niños comienzan a 
crecer pasan ahora más tiempo en el contexto escolar, en donde se encuentran 
con un grupo de iguales y de donde surgen en muchos casos las relaciones de 
amistad. López y colaboradores (2009), afirman que la importancia de la amistad 
en la adolescencia se da debido al estrecho vínculo existente y al ajuste 
psicosocial que está ocurriendo en la persona. 
La conducta social de los adolescentes se define en parte por la relación con un 
grupo de iguales, el cual les aporta seguridad y reconocimiento, al tiempo que les 
brinda la posibilidad de compartir intimidad, afectos, ideas, preocupaciones, etc.; 
además contribuye a fomentar el sentimiento de pertenencia a un grupo y la 
identificación con los roles o actividades desempeñadas por éste (De la Villa, 
2004). 
Al ser parte de un grupo social e interactuar con otros, se despliega una conducta 
intergrupal, cuyos objetivos dependen de los intereses y pretensiones de aquellos 
que establecen un vínculo. Siendo así, el grupo ofrece un ideal del yo al 
adolescente, un marco de referencia, por lo que contribuye a la afirmación del sí 
mismo y por lo tanto a la formación de la identidad (ídem.). 
Dentro del mundo socio-afectivo del adolescente las relaciones de amistad son 
importantes, dado que de la propia integración y aceptación por el grupo, va a 
depender la conformación y afianzamiento de su identidad personal. La amistad 
contribuye al desarrollo de las competencias y significados sociales, cómo lo son: 
gustos, reproducción del deber ser por edad, género, formas de vestir, entre otros; 
ya que las capacidades de crear y mantener relaciones con otros, la adquisición 
P á g i n a | 28 
 
de modos de expresión emocional o la participación en interpretaciones sobre la 
realidad social proceden de las relaciones entre iguales (óp cit.). 
Como ya se mencionó en el capítulo anterior, Douvan y Andelson (1996, citado 
por Coleman, 1985), mencionan que el significado de la amistad varía de acuerdo 
a la edad, además de que este tipo de relaciones se van haciendo más 
organizadas y diferenciadas, por ejemplo, en los primeros años de la 
adolescencia, la amistad se percibe con base en la actividad, por lo que no llega a 
existir mucho afecto; conforme se va madurando, se le da mayor importancia a la 
seguridad, se espera lealtad y confianza; y por último, al final de la adolescencia, 
la amistad se vuelve una experiencia más relajada, valorándose más la 
personalidad y los intereses de los amigos, además es probable que aparezcan 
relaciones de pareja o noviazgo más estables, restándole importancia a la 
amistad. 
Por otra parte, se dice que existe una diferencia en la manera en la que se vive y 
experimenta la amistad en función del género, pues la manera en que le dan 
significado a la amistad las chicas no es igual a la de los chicos. Esta diferencia 
radica en que los chicos otorgan mayor importancia a las acciones mientras que 
en las chicas predomina la satisfacción de necesidades emocionales (ibídem.). 
A partir de lo expuesto por Coleman (1985), podemos darnos cuenta de que 
existen diversas significaciones acerca de la amistad, sin embargo, nosotros 
creemos que éstas no sólo varían de acuerdo a la edad, sino que intervienen otros 
factores como las experiencias, valores, intereses, etc. 
Retomando la información expuesta anteriormente, los amigos, son de gran 
importancia en la formación dela identidad, éstos, en ocasiones están 
conformados por tendencias de comportamiento e identificación, basadas en lo 
que se ve en los medios de comunicación, como lo es la televisión, la radio o el 
internet. Lo anterior, es debido a que los adolescentes están en una constante 
búsqueda de pertenencia a partir de modelos a seguir. Siendo esto, es importante 
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abordar el papel de los medios en la construcción de la identidad, por lo que esto 
se abarcará en el siguiente apartado. 
 
3.5 Medios de comunicación 
 
Como ya se ha mencionado, parte de la formación identitaria adolescente, incluye 
la búsqueda de sentirse únicos y con un propósito en la vida (Santrock, 2011, 
citado por Cline, 2012). De muchas maneras, los medios de comunicación masiva 
proveen un sitio inmenso para la exploración de la identidad, ya sea en series 
televisivas, programas de radio o blogs de internet. Esto propicia una posible 
adopción de roles establecidos con base a qué programa se prefiere, a qué 
tendencias se siguen en las redes sociales, entre otros factores, que en ocasiones 
podría resultar problemático para los adolescentes y sus familias. 
Se dice que esta tendencia a adoptar roles establecidos puede ser “problemática”, 
debido a que los medios de comunicación masiva llegan como un bombardeo para 
las personas en general, pero sus mensajes son más captados por los 
adolescentes, debido a su constante búsqueda de identidad y sentido de 
pertenencia (Ayensa, 2008). Siendo así, es factible que se intenten seguir 
“ideales” en todos los sentidos: de modas, de belleza, de alimentación, de 
actividades, gustos, etcétera. 
Como señala Rocher (1989, citado por Vera, 2005): “Los medios sugieren, 
proponen y transcriben valores e ideales susceptibles de imponerse con tanta 
mayor fuerza y persuasión cuanto que se presentan en un contexto dramático o 
emotivo que contribuye a inhibir el juicio crítico” (p. 20). En otras palabras, en los 
medios de comunicación es donde los adolescentes pueden encontrar modelos a 
seguir, los cuales se adaptan en virtud de tener la noción de pertenencia a un 
grupo que los acepte. 
Por ejemplo, en un estudio realizado por Ayensa (2008), se relacionaron los 
resultados de autoestima baja y trastornos alimenticios en adolescentes de sexo 
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femenino y los prototipos de extrema delgadez y belleza, que se suele asociar 
principalmente con las mujeres en la publicidad y los medios de comunicación 
masiva en general. 
A pesar de que algunos especialistas mencionan que los medios de comunicación 
tienen un poder simbólico que sustituye experiencias reales (Thompson, 1998, 
citado por Pindado, 2005), la realidad es que los medios de comunicación aportan 
un complemento a las experiencias reales; el joven construye su subjetividad en 
un proceso dialéctico entre la experiencia directa, sus vivencias y la mediada, la 
cual incluye a los medios de comunicación. 
Como menciona Bruner (1990), el relato es una herramienta mediante la cual se 
puede edificar y reconsiderar la experiencia personal. Sin embargo, en tiempos 
modernos, dicho relato puede ser oral y visual, y manifestarse en forma de una 
novela, una película, una serie televisiva, un programa noticioso, etcétera. De este 
modo, en los medios de comunicación masiva, se encuentran muchos espacios 
simbólicos de gran riqueza, en los que los adolescentes construyen significados y 
después utilizan en sus experiencias y por ende en la formación de su identidad. 
Un ejemplo importante es el de la televisión: mismos mensajes, imágenes, sonidos 
y programas repetidos en cualquier lugar; esto afecta la interacción social de un 
grupo determinado (quienes ven dicha programación) y por tanto, una repercusión 
de la noción del “yo” en los individuos. Además del ejemplo mencionado, en la 
actualidad hay una multitud de medios en los cuales comunicarse y aprender, 
gracias al internet y a la enorme ventana de sitios y personas que se pueden 
conocer y usar como contraste para una autoevaluación de pensamientos, 
comportamientos y demás. 
En un estudio cualitativo realizado por Pindado (ídem.), se descubrió que los 
adolescentes tienden a estar informados sobre tendencias similares de internet, y 
a mirar series televisivas en común, además de que también se menciona que 
dichos gustos se reflejan en el uso de diversas expresiones “coloquiales”. Por 
esto, se concluye que los medios de comunicación masiva, principalmente la 
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televisión, el cine y el internet, con todo lo que éstos implican, podrían intervenir en 
la identidad de los adolescentes. 
Por otra parte, sobre la influencia mediática en la identidad adolescente, 
Buckingham (2002, citado por Vera, 2005), menciona que el predominio actual de 
las imágenes distribuidas masivamente, y la accesibilidad de información, ha 
causado que los menores accedieran con facilidad a ámbitos antes considerados 
solamente “de adultos”, por ejemplo: el sexo y la violencia por mencionar algunos. 
En cierta medida, es posible que este fenómeno contribuya a que los adolescentes 
e incluso los niños, se convirtieran en “pequeños adultos”, presentando 
comportamientos y formas de ser que se podrían esperar de ellos a edades 
mucho más avanzadas. 
Pese a todo lo anterior, es importante considerar el hecho de que, como ya se ha 
mencionado, la adolescencia no es vivida de la misma manera por todos los 
individuos, ya que interviene una amplia gama de factores: los contextos en que 
se vive, la historia personal, la familia, etcétera. Esto quiere decir que no es 
posible saber a ciencia cierta, qué significado dará un individuo específico a un 
mensaje que reciba en los medios de comunicación (ibídem.). 
Como un ejemplo, en la literatura se explica que los primeros estudios sobre la 
influencia de los medios de comunicación estaban basados en la teoría llamada 
“hipodérmica”, la cual partía de la premisa de que los mensajes en los medios 
actuaban como una aguja hipodérmica, ”penetrando” de la misma manera y 
afectando homogéneamente en todos los individuos. Posteriormente, en los años 
40’s y 50’s, se fue abandonando dicha teoría, al aceptar que los mensajes son 
interpretados de manera diferente por cada persona, en virtud de su historia, 
valores personales y su contexto de desarrollo (Vera, 2005). 
Para concluir, mencionamos que los medios de comunicación tienen gran efecto 
en la formación de la identidad en las personas, debido a que constantemente 
presentan imágenes, modelos, actitudes, comportamientos y convencionalismos 
de género a seguir por las masas; sin embargo, pudieran tener mayor efecto en 
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los adolescentes, pues están inmersos en la búsqueda de su identidad y 
pertenencia, siendo más “vulnerables” a las ideas a las que son expuestos. A 
pesar de esto, los medios no afectan del mismo modo a todos, debido a que la 
historia de cada persona es diferente, y también lo es el significado que se da a 
las diversas situaciones a las que se enfrentan. 
Hasta el momento, se ha explicado el papel de la familia, la amistad, la escuela y 
los medios de comunicación en la formación de la identidad; sin embargo, en cada 
de estas entidades se da la adopción y uso de convencionalismos de género, que 
también pueden marcar la identidad de las personas; por ello, este tema se 
abordará en el siguiente apartado. 
 
3.6 Convencionalismos de género 
 
Un punto importante en todas las sociedades, es la gran relevancia que se da en 
la formación de la identidad al género (Instituto Nacional de las Mujeres, 2007). Es 
decir, se atribuyen ciertas características, comportamientos tipificados y 
expectativas a las personas, dependiendo si son hombres o mujeres. Los roles de 
género son precisamente esto: los estereotipos esperados, impuestos y 
construidos culturalmente. 
Al respecto, Bonder (1993, citado por Amurrio,2009), explica que los estereotipos 
de género son las ideas que ha construido una sociedad sobre los 
comportamientos y sentimientos que deben tener las personas en relación a sus 
sexo, y transmitidas de generación en generación. Con el tiempo, a pesar de que 
sean construcciones sociales, dichos estereotipos se naturalizan, es decir, se 
asumen como verdades absolutas y libres de la temporalidad, lo que los vuelve 
fuertemente enraizados a la sociedad que los tiene. 
En México, por ejemplo, tradicionalmente se ha asignado a los hombres el rol 
productivo, con ocupaciones como políticos, mecánicos, líderes, etcétera; y a las 
mujeres el rol reproductivo, con ocupaciones como amas de casa, maestras y 
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enfermeras (ídem.). Es así, como los hombres ejercen tradicionalmente las 
labores que traen ingresos inmediatos, se les confiere socialmente el poder 
económico, por lo que los espacios sociales son construidos típicamente 
masculinos, y por consiguiente, también en la familia se tiene una gran influencia 
por parte de este género. 
En una encuesta sobre la dinámica de relaciones en los hogares (ENDIREH, 
2006, citado por óp cit.), se señaló que, incluso en estos tiempos de aparente 
cambio, donde los hombres se incorporan cada vez más al cuidado de los hijos, y 
las mujeres ocupan espacios de trabajo remunerados, el 43% de las mujeres 
mencionan que “una buena esposa debe obedecer a su pareja en todo lo que él 
ordene”, y el 56% de ellas, dijeron que “su esposo o pareja es quien decía si ellas 
pueden o no trabajar”. Estos dos ítems, son sólo una muestra de cómo 
tradicionalmente, el poder económico, y por tanto social, está colocado en el 
género masculino. 
Como ya se ha mencionado, durante la infancia, es en la familia donde las 
personas aprenden la manera de relacionarse con las demás; por ello, el hecho de 
que existan convencionalismos de género tan arraigados en la sociedad, produce 
que desde el hogar se inculquen estas pautas de pensamiento y comportamiento 
de generación en generación. En una encuesta acerca de la dinámica familiar, el 
trabajo extradoméstico femenino y las relaciones de género, se reportó que el 
75.5% de los hombres casados no participan en las tareas domésticas, y que el 
66.6% de los mismos, tampoco participa en el cuidado de los hijos, además, se 
descubrió el 42% de mujeres casadas aún debe pedir permiso a su marido para 
salir (García y Oliveira, 2004). 
Por otra parte, en un estudio sobre los estereotipos de género en adolescentes de 
secundaria y preparatoria, realizado por Amurrio (2009), se ilustra el impacto de 
dichos estereotipos en la construcción de su identidad. En sus resultados, se 
muestra que los adolescentes varones dicen, que ellos deben tener el rol activo en 
sus relaciones de pareja, que deben ser impulsivos, agresivos y no mostrar 
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sentimientos. Por otro lado, las mujeres tienden, socialmente, a percibirse como 
elegantes, pasivas, afectivas y mesuradas. 
En otro estudio realizado por Levinson (1999), se encontró que hay ciertas 
contrariedades con respecto a los roles de género que se adoptan dentro de las 
escuelas secundarias, ya que por un lado se espera que las mujeres sean 
sensibles y tengan cualidades necesarias para poder en un futuro hacerse cargo 
del hogar, mientras que en los hombres se espera que ejerzan autoridad aunque 
tenga que implicar el uso de la agresividad, sin embargo, en éste se hizo evidente 
que aquellas adolescentes que eran sobresalientes en el ámbito académico y que 
además perseguían los roles de liderazgo en la escuela, tendían a lidiar con las 
ideologías de género ya arraigadas, combinando así cualidades tanto femeninas 
como masculinas: por un lado la disciplina y moralidad esperada por las mujeres, y 
por otro, una personalidad enérgica masculina y tácticas verbales agresivas, 
arriesgándose así a ser llamadas “fachosas” o “sangronas”, además de que éstos 
roles adoptados por las mujeres eran criticados por algunos de sus iguales del 
género contrario e incluso por algunos maestros. 
Estas ideas que en lo general poseen los alumnos acerca del género y lo que esto 
implica, tienen dimensiones históricas, materiales, regionales, institucionales y 
familiares, por lo que los alumnos traen a la escuela las ideologías de género 
tomadas en diversos contextos, como la casa, la iglesia, la calle, los sitios de 
trabajo y los medios de comunicación masiva, sin embargo, en muchas ocasiones, 
estas ideas son reforzadas por los propios maestros y directivos de las escuelas, 
ya que en ocasiones a pesar de que se tratan de promover actividades inclusivas, 
su discurso denota lo contrario, inclusive en la propia promoción de actividades, 
debido a que en muchas escuelas secundarias, aún se siguen impartiendo talleres 
como taquimecanografía, corte y confección, mecánica automotriz, carpintería, 
etcétera, que generalmente son preferidos de acuerdo a convenciones sociales de 
género, y que muy probablemente, en un futuro podrían marcar las elecciones que 
hagan estos adolescentes en cuanto a planes de vida, por lo que Levinson (ídem.) 
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sugiere y cree que el cambio puede ser producido a través de los propios 
maestros y siendo un ejemplo para el cambio de estas ideas. 
Un punto de mucho interés, es el de las respuestas de los jóvenes, tanto hombres 
como mujeres, sobre aquellos que se “desvían” de lo marcado por el rol definido 
(Amurrio, 2009). Sobre esto, se tiende a rechazar a chicas que son directas en sus 
relaciones de pareja, o a aquellas que no son delicadas y practican deportes 
típicamente masculinos, como el fútbol. Respecto a los varones, se tiende a 
pensar como algo ridículo la expresión de sentimientos o la práctica de actividades 
artísticas, como el canto. 
A partir de lo anterior, podemos inferir que los convencionalismo de género, son 
fomentados principalmente en la familia, entorno en el cual se suele considerar a 
la mujer como pasiva, obediente y receptiva, y a los hombres como fuertes, fríos y 
agresivos; dichos convencionalismos son posteriormente reafirmados en 
diferentes ambientes, como lo son la escuela, el hogar, los círculos de amistad y 
los medios de comunicación. Es así, que la interacción social en todos estos 
entornos, es esencial en la construcción de la identidad; y resultado de ello es la 
creación de expectativas y planes de vida en los adolescentes, tema que será 
expuesto a continuación. 
 
3.7 Expectativas de vida 
 
La concepción del mundo brinda al individuo un marco general valorativo y 
cognoscitivo para la realización de su actividad, mientras que las orientaciones de 
la identidad personal expresan dentro de ese marco general aquellas direcciones y 
objetivo vitales que el individuo se ha trazado. Sobre la base de esta integración 
de objetivos, planes de acción y la formación de vínculos internos, se va 
constituyendo un sistema funcional conservando una relativa independencia entre 
ellas y los modos de organización de las actividades del individuo, a lo que se le 
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denomina “proyecto de vida”, el cual representa en su conjunto lo que el individuo 
quiere ser y lo que él va a hacer en determinados momentos de su vida, así como 
las posibilidades de lograrlo (D’Angelo, 1986). 
En el proyecto de vida, interactúan los procesos de la esfera motivacional, los 
procesos de organización instrumental de la actividad y los procesos de 
autoconciencia en sus diversas manifestaciones, como lo son la autovaloración, 
autoreflexión, autodeterminación, etc. En el caso de los adolescentes suele existir 
un fuerte interés en los cambios a futuro, de este modo, paulatinamente se inicia a 
prestar atención a lo que serán los planes de vida. En dichos planes, la 
construcción de la identidad es algo fundamental, ya que sólo al tener noción de 
pertenencia, conocimiento propio y aprendizajeen numerosos contextos sociales, 
se pueden hacer interrelaciones entre las experiencias, pensamientos y vínculos 
afectivos, desde las cuales se concibe a sí mismo y al mundo (Merino, 1993). 
El proceso comienza por medio de la interacción social, ya que el niño primero 
debe darse cuenta de que es una entidad separada del mundo. Una vez que se 
tiene esta individuación, la persona puede construir un autoconcepto y un 
sentimiento de identidad que se va desarrollando cada vez más. Al relacionar su 
presente con su pasado, la persona inicia a buscar el sentido que tiene su 
existencia en el tiempo. Madison (1972, citado por Merino, 1993), menciona que la 
principal tarea de la adolescencia es reordenar el pasado, relacionarlo con la 
situación presente y formar expectativas a futuro; esto está estrechamente ligado 
con la identidad y la perspectiva que se tiene del mundo y la realidad. 
Los adolescentes al irse desarrollando, comienzan a sentir la necesidad de definir 
un escenario sobre qué desean ser en la vida adulta, lo cual implica tomar 
consciencia de las estrategias, posibilidades y necesidades que tienen, para poder 
encaminarse al futuro, relacionando sus pensamientos y deseos con las 
oportunidades existentes. Con lo anterior se enfatiza en que la realización de un 
plan de vida no es algo que se resuelve en un plazo fijo; algunos lo cumplen a 
edad temprana, otros en tiempos tardíos y en algunas personas puede no llegar a 
cumplirse. Al no formar planes de vida, las personas pueden llegan a tener fuertes 
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y prolongadas confusiones, llevando a sentirse ajenos a sí mismos y abrumados 
por desconfianza y desesperanza; es por esto que muchos adolescentes se 
pueden mostrar hostiles y resistentes al cambio (ídem.). 
El proyecto de vida comienza a tomar forma en la infancia y se expresa como 
nociones primarias que intentan aproximarse al mundo adulto, constituyendo un 
dato de la realidad particular de la infancia, la cual se va transformando durante el 
transcurso de la adolescencia, expresándose en la perspectiva de asumir los roles 
que caracterizan la vida adulta, definiéndolo por la formación de una familia propia 
y la independencia económica después de la realización de estudios, por lo que 
para comprender este proceso de la formación de un proyecto de vida en la 
adolescencia, es importante tomar en cuenta tres factores: el estudio, la pareja y el 
trabajo. 
Con respecto a las expectativas educativas, éstas tienen base en los roles de 
género que muchas veces se presentan en diferentes contextos, en donde se 
designan ciertas actividades dirigidas a hombres o mujeres, y que influyen 
posteriormente en la elección de planes educativos futuros. Se dice entonces que 
la mayoría de los hombres le otorgan mayor importancia a los ingresos que 
puedan recibir a través de su elección vocacional, ya que se piensa al trabajo 
como un medio para ser exitosos laboral y económicamente, además de que el 
porcentaje de mujeres que quiere alcanzar estudios superiores es más alto que en 
los hombres, debido probablemente al retraso del matrimonio. 
En cuanto a las expectativas que tienen los adolescentes sobre la pareja y el 
trabajo, contempla entre sus planes el matrimonio, sin embargo, dentro de éste 
hay variaciones con respecto al género y al nivel socioeconómico, ya que en lo 
general, las mujeres buscan cada vez más integrarse al plano laboral esperando 
que el hombre sea también quien participe más con las labores domésticas y el 
cuidado de los hijos, y aunque los hombres argumentan que están a favor de la 
equidad de géneros, hay una ambigüedad con respecto a los roles que ellos 
deben de tener, ya que se consideran como los que deberían ser los principales 
proveedores económicos. 
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Como puede verse, la interacción social en todos los ámbitos y contextos que 
hemos mencionado, fomentan la construcción de la identidad y ésta lleva a las 
personas a crear expectativas y planes de vida, en base a lo que percibe del 
medio, de sí mismo y de los demás; por esta razón el plan de vida es un punto 
fundamental en el análisis de la construcción identitaria en los adolescentes. Para 
concluir el capítulo, haremos una integración de todos los puntos tocados con 
anterioridad. 
 
3.8 Conclusiones 
 
Tomando en cuenta que los adolescentes se encuentran en una constante 
búsqueda de identidad, y que ésta se encuentra fuertemente relacionada con la 
manera de comportarse, en este capítulo recorrimos los distintos aspectos que se 
relacionan y que influyen en la formación de la misma; sin embargo, es claro que 
éstos no pueden verse de manera aislada puesto que las personas estamos 
expuestas a todos estos factores de forma distinta a lo largo de nuestro desarrollo, 
por lo que la manera en que estos factores se relacionan y se presentan en el 
individuo, formarán individuos únicos. 
 
Como ya hemos mencionado, la familia es la primera formadora de identidad, ya 
que es aquí donde se aprenden los primeros valores, costumbres, pautas de 
comportamiento, maneras de relacionarse, etc., sin embargo, al estar en contacto 
con amigos, profesores, medios de comunicación y demás factores externos, la 
identidad se va complejizando y adquiriendo diversos elementos. Es por esta 
razón que no podemos dejar de lado que éstos cumplen también con una función 
formadora de identidad, ya que por ejemplo, en el caso de la escuela, se dan los 
primeros pasos hacia el aprendizaje de las nociones de amistad, y que también 
son esenciales para el proceso de formación de identidad. 
 
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Es a partir de todos estos procesos de aprendizaje en los diferentes contextos, 
que los adolescentes comienzan a su vez a crear expectativas y planes de vida, y 
como se ha mencionado durante el capítulo, la identidad, y por consiguiente, los 
planes de vida, pueden estar mediados por ciertos estereotipos y 
convencionalismos sociales, los cuales pueden ser por edad, género, u otros 
factores. Estos estereotipos en ocasiones suelen causar confusión en el 
adolescente, debido a que se pueden presentar contrariedades entre lo que 
desean hacer y lo que se espera de ellos. 
 
Al analizar los diferentes factores que intervienen en el desarrollo y construcción 
de la identidad, y sobre todo, la manera en que se relacionan e interactúan entre 
sí, se hace claro el proceso en que se forma la identidad de un individuo, y 
también se explica la extensa diversidad y multiculturalidad de las personas, ya 
que incluso dentro de la misma familia, sus integrantes se mueven dentro de 
contextos diferentes, y esto precisamente causa que ni siquiera dos personas que 
vienen de la misma familia posean identidades iguales. 
 
Dentro de la familia, y volviendo a los estereotipos de género, se ha expuesto 
durante el capítulo presente que en las familias mexicanas se tienden a reproducir 
patrones de comportamiento en los cuales las mujeres son pasivas, receptivas, 
obedientes, emocionales, etcétera, mientras que los hombres tienen un papel 
activo, productivo, impulsivo y agresivo. Siendo así, concluimos que la familia 
puede ser un ambiente de legitimación de la agresión y violencia, ya que dentro de 
ésta hay comportamientos de este tipo y que se asumen como “normales”. Luego, 
siendo la familia el primer entorno de interacción social de las personas, esta 
legitimación de la violencia puede ser extendida a los diversos ambientes en que 
se interactúa, como lo pueden ser la escuela y los medios de comunicación. Por lo 
anterior, en el siguiente capítulo analizaremos el fenómeno de la violencia y las 
diferentes maneras en las que ésta se presenta. 
 
 
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4. VIOLENCIA 
 
La violencia es una realidad casi inherente a la cotidianeidad. En todos los 
contextos sociales existe violencia en mayor o menor medida, y ésta aparece en 
distintas variantes: Ya

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