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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Psicología Acompañamiento del adulto en el duelo infantil mediante un taller preventivo T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA PRESENTAN: Arriaga Mendoza Elizabeth Chora Chora Diana Nayeli Directora: Laura Ángela Somarriba Rocha Revisora: Guadalupe Medina Hernández Ciudad Universitaria, Cd. Mx. 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. i Agradecimientos A la maravillosa Universidad Nacional Autónoma de México, por abrirnos sus puertas desde la Escuela Nacional Preparatoria No. 5 y 9 y posteriormente permitirnos estudiar en la Facultad de Psicología, la cual nos brindó todo lo necesario para desarrollarnos profesionalmente, es un orgullo pertenecer a la máxima casa de estudios. Al Centro Comunitario “Julián Mac Gregor y Sánchez Navarro”, por permitirnos llevar a cabo esta intervención y brindarnos lo necesario para la ejecución del taller. Asimismo, agradecemos a los participantes del taller porque fueron pieza clave en este proyecto, su dedicación para aprender fue una gran inspiración para nosotras, gracias por sus comentarios y aportaciones. A nuestra directora, la Mtra. Laura Somarriba y revisora, la Mtra. Guadalupe Medina, quienes gracias a su tiempo y esfuerzo nos apoyaron en cada paso del proyecto, agradecemos las correcciones y consejos, pero sobre todo la confianza en nosotras. A nuestros sinodales, la Dra. Blanca Mancilla, la Mtra. Guadalupe Santaella y la Mtra. Verónica Ruiz, por la disposición mostrada y el tiempo dedicado a la corrección de esta tesis, gracias por proporcionarnos su conocimiento. Al cuerpo docente de la Facultad de Psicología, quienes nos brindaron las bases del conocimiento de esta bella profesión, siempre recordaremos a excelentes profesores como la Dra. Mariana Lara, el Dr. Julio Espinoza, el Mtro. Rodrigo Peniche, la Dra. Olga Rojas, la Dra. Nazira Calleja, pero sobre todo a la Dra. Ivonne de la Vega y a la Dra. Paulina Arenas, quienes han sido pilares muy importantes en nuestro desarrollo profesional, gracias a las dos por tanto apoyo. Elizabeth Arriaga Mendoza Diana Nayeli Chora Chora ii Elizabeth Arriaga Mendoza Dedicado a: A mi mamá Dolores y a mi papá Eleacer, quienes son las personas más importantes en mi vida, agradezco mucho tanto apoyo brindado para lograr esta meta, son los mejores padres que puedo tener, los admiro y respeto mucho, pero sobre todo los amo con todo mi corazón. A mis hermanas Mayra y Chelo, por su apoyo incondicional y sus consejos durante toda mi vida, gracias por ser mi guía. Estoy orgullosa de ustedes y las quiero mucho. A mis abuelos tíos, primos y sobrinos con quienes puedo compartir la dicha de tener una hermosa familia, que me apoya y me alienta a ser mejor persona. A Jordy, por ser un apoyo incondicional en la elaboración de este proyecto, fuiste mi amigo, hermano y sobre todo un maravilloso novio. Gracias por tus palabras de aliento y por acompañarme todo el tiempo, eres mi psicólogo favorito, simplemente gracias por tanto, Te Amo. A Diana, mi hermana por elección, en verdad que ha sido un verdadero placer compartir contigo esta experiencia, llegamos a la meta y ahora es momento de decirte gracias, gracias por tu apoyo y por cada risa, caminata, llanto, consejo, burla, etc. Sé que fue complicada esta meta, pero lo hemos logrado y con los mejores resultados. Me siento muy orgullosa de ser tu amiga, admiro tu empeño y dedicación en la carrera, eres una excelente psicóloga y una persona admirable, pues luchas todo el tiempo para conseguir lo que quieres, tienes una fuerza asombrosa y espero siempre la conserves, ojalá que nuestra vida vaya por caminos muy juntos porque te adoro mucho. A mis amigos Cairelivoros (Sofia, Mauricio, Armando, Mario, Carlos, Jorge, Leonardo y Bernardo) quienes me enseñaron un mundo diferente, me hicieron disfrutar cada momento en la Prepa 9 y el tiempo que le siguió, espero poder contar con su apoyo y amistad para siempre, los adoro. A mi familia universitaria (Fernanda, Montse, Selene, Karen e Iván), gracias por las vivencias, consejos y risas; fueron pieza clave en esta etapa de mi vida, iii porque sin ustedes mi estancia en la Facultad no hubiera sido igual de magnífica, los querré siempre, sé que nuestra amistad perdurará por muchos años. A Erika y Nancy, quienes me han enseñado el valor de la amistad y que el tiempo no será suficiente para borrar nuestra hermandad, y ahora nuestra historia continua con dos bellas joyas acompañándonos, las quiero mucho. A Ivonne de la Vega y Karla Jiménez, muchas gracias por los consejos y pláticas, me siento muy contenta de formar parte de Vitae. Doctora agradezco mucho la confianza que me tuvo para que formara parte de su equipo, la disposición que tiene para enseñarme y proyectarme lo bello que es ejercer esta profesión, espero que el proyecto crezca cada día más. A Dios, por darme la oportunidad de compartir mi vida con excelentes personas y por ayudarme a lograr esta meta. Diana Nayeli Chora Chora Dedicado a: A mi mamá Nely, por estar en todo momento a mi lado y brindarme su confianza, amor y comprensión. Eres mi gran ejemplo de alegría, lucha, fortaleza y perseverancia, te admiro y agradezco por ser la mejor mamá, así como todo el apoyo para hacer realidad este sueño, nuestro sueño, te amo. A mi papá Pedro, quien ha sido el mejor amigo y príncipe azul que una niña puede tener. Tú recuerdo es mi fortaleza e inspiración para enfrentar cada reto, porque cada anécdota sobre ti está llena de alegría y orgullo, gracias por haber dejado una gran huella en mi corazón, te amo y siempre te amaré. A mi hermana Viridiana, le agradezco el apoyo incondicional, las risas, los enojos, los miedos, pero sobre todo su amor, compañía y sinceridad, sé que siempre estás ahí. Estoy orgullosa y feliz de que seas mi hermana, te amo bebé. A Leonel, por acompañarnos en esta etapa de crecimiento y por ser una base y ejemplo de sabiduría. iv A mis abuelitos, les agradezco el apoyo en todo momento y porque siempre tienen una anécdota y consejo para mí, los admiro y amo con todo mi corazón. A mis tíos y primos, por alentarme, escucharme y brindarme sus consejos, gracias por su cariño y comprensión. A la familia Carranza, quienes nos han brindado su apoyo y amistad, les agradezco por siempre sacarnos una sonrisa, los admiro y aprecio mucho. A Eli, porque además de ser mi amiga, es mi hermana por elección, esa chica que me caía mal, se convirtió en la mejor compañera profesional y de vida, un ejemplo de fortaleza, dedicación y lucha por lo que quiere y desea, te admiro y agradezco porque por ti sigo de pie, por tus consejos y regaños wiwi, porque somos un excelente equipo, ese que danza y se sincroniza, disfrutando cada tonada de esa melodía a la que llamamos vida, te adoro y te propongo hacer la siguiente tesis juntas ¿qué dices? (prometo solemnemente hacer todo en la computadora).A mis amigos Fer, Montse, Iván, Selene, Maye, Lau y José, por enseñarme a disfrutar cada momento de la vida, y cómo no hacerlo si cada experiencia juntos está llena de alegría y diversión; pero en especial a Jordy, mi hermano, quien ha ido caminando a mi lado desde hace ya algunos años, de quien admiro su fortaleza y entusiasmo por la vida, te adoro y te agradezco por cada momento juntos. Asimismo, a mis queridos amigos de la covacha: Carlos, David, Olaf y Eduardo, por siempre tener presente que ya me tardé con esta tesis, los adoro. A Dios, por darme la oportunidad de vivir y conocer a excelentes y hermosas personas, así como guiar mi camino para cumplir mis metas, hoy, mi titulación. v Índice Resumen vii Introducción viii Capítulo 1. Desarrollo cognitivo, emocional y psicosocial del niño 1 1.1 Desarrollo cognitivo 1 1.1.1 Etapa sensoriomotora 3 1.1.2 Etapa preoperacional 3 1.1.3 Etapa de las operaciones concretas 6 1.1.4 Etapa de las operaciones formales 7 1.2. Perspectiva sociocultural 7 1.3 Desarrollo emocional 9 1.3.1 Teoría del apego 10 1.3.2 Teoría del desarrollo psicosocial 13 Capítulo 2. Muerte y Duelo 19 2.1 Tipos de pérdida 21 2.2 El duelo 22 2.3 Manifestaciones del duelo 25 2.4 Etapas o fases del duelo 27 2.5 Tiempo del duelo 31 2.6 Duelo normal y patológico 31 2.7 Modelos para la intervención psicológica en el proceso de duelo normal 35 Capítulo 3. Duelo infantil por muerte 40 3.1 Concepción de muerte en los niños y las posibles reacciones a ésta 40 3.2 Tipos de duelo en los niños 50 3.3 Factores involucrados en el proceso de duelo en los niños 51 3.3.1 La familia 55 3.3.2 La escuela 57 3.4 Factores que pueden favorecer la elaboración de duelo en los niños 58 3.5 Formas de acompañar al niño en el duelo 60 vi Capítulo 4. Intervención preventiva en el proceso de duelo en niños 65 4.1 Prevención indicada 68 4.2 Prevención selectiva 69 4.3 Prevención universal 71 4.3.1 Psicoeducación 75 4.4 Objetivos de la intervención preventiva en el proceso del duelo infantil 77 Capítulo 5. Método 80 5.1 Justificación 80 5.2 Planteamiento del problema 82 5.3 Objetivos 82 5.4 Participantes 83 5.5 Escenario 83 5.6 Instrumentos 84 5.7 Materiales 84 5.8 Procedimiento 85 5.9 Cartas descriptivas 87 Resultados 98 Discusión 113 Conclusión 118 Referencias 122 ANEXOS 128 vii Resumen La muerte y el duelo posterior a esta pérdida es un tema difícil de tratar a nivel social, familiar y personal a cualquier edad, sin embargo, todos estamos expuestos a estas experiencias. Para los niños, la situación se complica, ya que están en el proceso de formación de su concepto de muerte y de estrategias de afrontamiento, así también, las respuestas ante el duelo son diferentes de acuerdo con la edad de los menores y se exponen a que los adultos carezcan del conocimiento necesario para saber acompañarlos en este tema, por lo que cometen errores en su actuar. Es así que los autores recomiendan realizar psicoeducación para adultos que remedie la situación anterior. Por ello, el objetivo de la presente tesis fue brindar conocimiento a los adultos que acompañan al menor: padres, familiares, tutores o personas que trabajen con los mismos; sobre el manejo de la muerte, el duelo y las pautas del acompañamiento en este proceso, mediante la aplicación de un taller de prevención universal, con el fin de evitar complicaciones ante la muerte de un ser querido. El taller constó de ocho sesiones, a éste acudieron 5 adultos, tres familiares y dos personas que trabajan con esta población, la edad de los niños por los que acudieron oscilaba entre tres y 12 años. Los resultados se describieron de manera cualitativa, mismos que muestran cambios en el conocimiento de los adultos sobre los temas de muerte y duelo, referentes tanto en niños como en los propios adultos, asimismo, se comprendieron los factores protectores y de riesgo en el tema, pero sobre todo, las pautas de acompañamiento con los niños al hablar de estos tópicos y así evitar complicaciones en el duelo. Se concluye que el objetivo del estudio se cumplió, fomentando así en los adultos el conocimiento y las pautas necesarias para un adecuado acompañamiento con los menores ante el duelo infantil, por lo que se considera seguir implementando este tipo de intervenciones. Palabras clave: duelo infantil, acompañamiento del adulto, prevención. viii Introducción La muerte es un proceso natural en la vida de todos los seres humanos, sin embargo, la sociedad prefiere no hablar de ella, y si lo hace es con eufemismos (“Se fue”, “ya no está con nosotros”, “perdimos a…”, “se nos adelantó”, “se fue al cielo”), por lo que la muerte se ha convertido en una situación que se oculta o se niega y se piensa que hablar de ella es de “mal gusto”, hasta el punto de convertirse en un tema tabú; es así que el simple hecho de pensar en la propia muerte o la de algún ser querido puede resultar insoportable. Esta situación se agrava cuando la experiencia de muerte se presenta en la infancia, puesto que se considera que los niños no deberían de sufrir o que no comprenden el tema, así que se les oculta la verdad o se les aísla del proceso. Hoy en día estamos inmersos en un mundo lleno de violencia y de muerte, los propios medios de comunicación están sobresaturados de este tipo de información y desafortunadamente los niños son precisamente los que pasan una gran parte del tiempo captando imágenes distorsionadas y contaminadas de violencia (ya sea por las situaciones de la vida real o por los programas para su edad), por lo que muchas veces no llegan a entender el verdadero significado de la muerte (Otero & Soarez, 2014). Aunado a esto, las estadísticas mundiales describen que el 4% de los infantes pierde un padre antes de los 15 años de edad (Lewis, 2002). Del mismo modo, actualmente la tasa de mortalidad en México aumenta año con año 4.5% aproximadamente; en el 2015 se registraron 655,688 defunciones (INEGI, 2015). Ahora bien, el fallecimiento de un ser querido es una experiencia muy dolorosa y los niños no están exentos de vivir una situación así; una mala experiencia de este tipo puede poner en riesgo el sentido de seguridad del niño, además de tener efectos adversos tales como quejas somáticas y accidentes, problemas en el rendimiento académico, conflictos sociales por aislamiento y expresiones psicológicas como depresión, ansiedad, síntomas de estrés ix postraumático, duelo complicado y autoestima baja (Lozano & Chaskel, 2010). De hecho, de acuerdo con Dowdney (2000) se estima que el 20% de los niños en duelo son propensos a tener problemas lo suficientemente significativos para requerir intervención clínica. De igual forma, las dificultades que un niño puede tener ante la muerte de un ser querido se deben en gran parte, a que no obtienen el acompañamiento necesario por parte de los adultos en la formación del concepto de muerte y/o durante el proceso de duelo debido a diferentes factores, entre ellos, el desconocimiento de que el concepto de muerte difiere de acuerdo a la edad, qué pasa cuando los menores se enfrentan a la muerte de un ser querido, qué se debe decir y hacer ante dicha situación, así también, las creencias erróneas al respecto (los niños “no entienden el significado de la situación”, “deben ser protegidos del dolor” u “olvidan rápido lo sucedido”), la influencia de los tabúes del duelo en el adulto y el estado emocional en el que se encuentre éste durante la experiencia; teniendo como consecuencia problemas para que puedan brindar conceptos claros y creíbles a los menores respecto a la muerte y que los niños puedan comprender qué es lo que les pasa en el duelo. De esta forma, los infantes viven la experiencia de muertecon angustia, puesto que se les arrebata la oportunidad de analizar el tema de la despedida (parte de la elaboración del duelo) y observar el profundo valor que tiene la tristeza y las pérdidas en la vida emocional (Jové, 2008, en Siracusa, 2010; Lozano & Chaskel, 2009). Por ello, distintos autores (De Hoyos, 2015; Kroen, 2002; Loreto, 2011; Moraza, 2003; Ramos, 2009; Vicente, 2008; Wolfelt, 1983), recomiendan que los padres, familiares o adultos que trabajen con los niños posean información (a manera de prevención) que les permita conocer el concepto que tienen los niños sobre la muerte en sus diferentes etapas, la forma en la que los menores perciben y reaccionan ante ésta y cómo es la elaboración del duelo infantil, ya que son ellos quienes pueden acompañar a los menores la mayor parte del tiempo y se convierten en modelos o guías de comportamiento para afrontar esta experiencia. x Un punto a considerar sobre este acompañamiento es que los mitos que los adultos tengan sobre la muerte o el duelo en general, influenciarán la forma en cómo se comporte con el menor cuando éste tenga una experiencia de muerte o simplemente cuando le pregunte sobre el tema, por lo que autores como Moraza (2003) y Wolfelt (1983), recomiendan que aparte de proporcionar información sobre el menor, se debe reflexionar y describir el proceso que puede vivir el adulto, de esta forma su influencia será lo más positiva posible. Cabe destacar que las experiencias previas, las fuentes de apoyo, la personalidad, la religión y la cultura influyen en la percepción de muerte y el duelo infantil, así como la etapa de desarrollo físico y emocional en la que se encuentren los niños. Ahora bien, hasta el momento, el acompañamiento de los padres en el duelo infantil ha sido fomentado por medio de manuales o guías, sin que se tenga registro de sus resultados. Por lo anterior y por la propia experiencia en la práctica profesional, se considera importante realizar la presente tesis, con el objetivo de brindar conocimientos a los adultos (padres, familiares, tutores o personas que trabajen con niños) sobre el duelo infantil por la muerte de un ser querido y las pautas para el acompañamiento en este proceso, mediante la aplicación de un taller de prevención universal, con el fin de evitar complicaciones en el duelo infantil por la muerte de un ser querido. Entonces, es así que se estará impactando positivamente en el desarrollo personal y social del niño, puesto que la forma de afrontar este tipo de experiencias en la niñez impacta en la capacidad de resolver experiencias parecidas en el futuro; pero sobre todo, de esta forma se pueden prevenir complicaciones cognitivas, somáticas, emocionales y conductuales en los menores durante el proceso de duelo. xi También, con los resultados se comprenderá la importancia de seguir atendiendo la temática en este tipo de población, asimismo, se le hará énfasis a las intervenciones preventivas en el campo de la psicología. Finalmente, se pretende que este trabajo sea la base para una investigación más extensa, que permita aumentar el acompañamiento del adulto en el duelo infantil, el cual funge como factor protector ante las situaciones de violencia y muerte que se viven en el país; y disminuir así la psicopatología infantil derivada de un duelo mal elaborado. Para lograr el objetivo, en el primer capítulo de la tesis se consideraron las etapas del desarrollo de la infancia a nivel cognitivo, emocional y social, enfatizando la teoría de Piaget, Vygotsky, Bowlby y Erikson; mismas que dan explicación a la percepción de muerte, las reacciones ante ella y el proceso de duelo en los niños. El segundo capítulo explica las definiciones de muerte y duelo, así como los tipos y características de cada uno, también, se describen de manera breve los principales modelos teóricos que le dan una explicación a este proceso y se retoman algunos autores que explican las etapas o fases del duelo. Todos estos temas se abordan de manera general debido a que la primera parte de la intervención será destinada a trabajar las concepciones de los adultos ante la muerte y el duelo, con el propósito de que éstas no afecten su acompañamiento con el menor. En el tercer capítulo se habla sobre la construcción del concepto de muerte en el niño, se abordan las posibles reacciones en el proceso de duelo (cognitivas, conductuales y emocionales) de acuerdo con cada una de las etapas de desarrollo de los menores, los factores que influyen en el proceso y las pautas de acompañamiento que puede proporcionar el adulto. El cuarto capítulo describe la intervención psicológica preventiva y sus distintos niveles, los objetivos de estos en la prevención del duelo infantil, así xii como las diferentes guías y estudios preventivos que se han realizado para el acompañamiento en la elaboración del duelo en los niños. Por último, en el quinto capítulo se describe el método utilizado, donde se presentan las cartas descriptivas del taller. Después, se describen los resultados obtenidos por medio de un análisis cualitativo, asimismo, se realiza la discusión de los mismos y la conclusión, la cual engloba los alcances, las limitaciones y las sugerencias para futuros estudios. 1 Capítulo 1. Desarrollo cognitivo, emocional y psicosocial del niño El presente capítulo está conformado por las etapas del desarrollo cognitivo, emocional y psicosocial del menor, puesto que éstas se relacionan con la forma en que un niño construye el concepto de muerte y el proceso de duelo posterior. Ahora bien, dentro de la Psicología del desarrollo (disciplina encargada de estudiar los cambios que sufren los seres humanos durante su ciclo vital) se han especificado tres ámbitos: desarrollo físico y motor, desarrollo cognitivo y lingüístico, y por último, desarrollo social y de la personalidad. Se retomaron los últimos dos ámbitos, mismos que permiten comprender el impacto del desarrollo del niño en el tema de la tesis. Enesco (2001) los explica de la siguiente manera: ● Desarrollo cognitivo: se incluyen los procesos psicológicos humanos, desde los básicos como la percepción, la atención, la memoria o el aprendizaje, hasta los complejos, como el pensamiento, la imaginación, el lenguaje, la actividad simbólica, el recuerdo y el razonamiento. ● Desarrollo social y de la personalidad: estudia las emociones y la vida afectiva del ser humano, es decir, la forma que tiene de relacionarse con otras personas en los diferentes contextos sociales en donde se desenvuelve, por ejemplo, la familia, la escuela y el trabajo; así también, estudia el impacto que esto genera en el desarrollo de su personalidad y en su manera de adaptarse a la sociedad. 1.1 Desarrollo cognitivo Para que un niño pueda comprender todo el proceso de la muerte, necesita un adecuado desarrollo cognitivo, puesto que un infante de pocos años comprende diferente el tema a uno con mayor edad, esto se debe a los cambios en su cognición que a continuación se mencionan. El desarrollo cognitivo fue descrito por Piaget (1979/1981; Piaget & 2 Inhelder, 1997) y lo dividió en cuatro etapas, argumentando que en cada una de éstas la cantidad de información que tiene el infante aumenta, así también, cambia la calidad del conocimiento y el entendimiento que se tiene del mundo. Este autor considera que un factor importante para que un niño pase de un estadio de pensamiento a otro se llama equilibración, éste es un mecanismo con el cual el niño intenta comprender el mundo y experimenta un conflicto cognitivo; cuando resuelve este conflicto, alcanza un balance o equilibrio en el pensamiento. Así también, para Piaget (1979/1981) el pensamiento humano está constituido por esquemas, es decir, configuraciones mentalesorganizadas que representan conductas y acciones; y que están mediados por dos principios: asimilación y acomodación. La asimilación y acomodación permiten la adaptación a los elementos ambientales. La primera se refiere a la interpretación o construcción de los datos exteriores con base al sistema cognitivo ya existente, conocido como esquema sensoriomotor. Mientras que, la acomodación es la modificación de la forma de pensar como respuesta a los nuevos estímulos o acontecimientos (Piaget, 1994). Otra parte importante del desarrollo es la organización, definida como la agrupación de comportamientos aislados en un sistema de orden superior, los objetos se agrupan en categorías; mientras mejor sea la ejecución, mayor desarrollo por parte del niño (Piaget & Inhelder, 1997). Es importante recordar que Piaget en colaboración con Inhelder (1997) colocan al individuo en una posición activa para la formación del conocimiento; ya que por medio de la manipulación de los objetos y la interacción con las personas, el niño construye su realidad: seleccionando, interpretando, transformando y reorganizando la información que procede del medio; y no sólo copiando aquella que se presenta a través de sus sentidos de forma pasiva. De este modo, Piaget (1979/1981) clasificó el desarrollo cognitivo en cuatro estadios: etapa sensoriomotora (abarca la primera infancia, cero – tres años), la etapa preoperacional (niñez temprana, tres – seis o siete años), la etapa de las 3 operaciones concretas (niñez tardía, seis o siete a 12 años) y la etapa de las operaciones formales, (adolescencia de los 12 en adelante). A continuación, se describen dichas etapas. 1.1.1 Etapa sensoriomotora Esta primera etapa se conoce también con el nombre de inteligencia sensomotriz y abarca desde el nacimiento a los dos o tres años de edad aproximadamente, se caracteriza por movimientos reflejos aislados, una conducta sin coordinación, falta de información de ideas o de la capacidad para manejar símbolos. El autor, en esta etapa, coloca el conocimiento de los bebés en simples sensaciones y movimientos, y es que dentro de sus esquemas se presentan acciones concretas, por ejemplo, esquemas para succionar, asir, entre otros. Después, los recién nacidos aprenden a manipular los objetos, sin embargo, no poseen una existencia permanente de estos, ya que el infante no diferencia entre sí mismo y el mundo; pero al término de la etapa sensoriomotora, estos comprenden que los objetos y los eventos siguen existiendo incluso cuando ellos no pueden verlos, oírlos o tocarlos, lo cual tiene por nombre permanencia del objeto (Piaget, 1981). 1.1.2 Etapa preoperacional Esta etapa se desarrolla de los dos a los siete años de edad aproximadamente (los niños se encuentran cursando el preescolar y/o iniciando la primaria); en ella los infantes aprenden cómo interactuar con su ambiente de una forma más compleja por medio de las palabras e imágenes. Esto es posible gracias a que tienen mayor capacidad para formar y operar con símbolos, aunque todavía el pensamiento es equívoco y con poca organización; a su vez esta etapa se divide en el subestadio de función simbólica y el subestadio del pensamiento intuitivo (Piaget & Inhelder, 1997). 4 En el primer subestadio (de los dos a los cuatro años) el infante obtiene la habilidad para representar mentalmente un objeto que no está presente en el pensamiento simbólico. Existe también el egocentrismo (idea de que todas las personas ven el mundo como él o ella lo ven) y el animismo (los objetos inanimados tienen las mismas percepciones que ellos y pueden ver, sentir, escuchar, etc.). El niño encuentra una conciencia no completa del mundo; por medio del juego y actividades lúdicas, que se vuelven un medio de adaptación intelectual y de cariño (Piaget, 1981). En estos años, el pensamiento del infante es subjetivo y no tiene relación con el objeto mismo, sino con la manera de pensar del niño, quien prestará atención a lo que ve y oye de la acción, pero sólo cuando está pasando algo. Asimismo, el lenguaje le permitirá al niño obtener una progresiva interiorización por medio del empleo de signos verbales y sociales (Piaget, 1981; Piaget & Inhelder, 1997). El segundo subestadio es del pensamiento intuitivo (de los cuatro hasta los siete años), Piaget le da este nombre porque el niño parece seguro de su conocimiento y no es consciente de que no sabe mucho, es decir, conoce las cosas, pero no usa el pensamiento racional. Una importante característica de esta etapa es la centración, llamada así porque la atención se centra en una característica excluyendo a todas las demás; de hecho, la centración se presenta sobre todo en los niños que no tienen el concepto de conservación, es decir, aquella idea de que alterar la forma de un objeto no cambia sus propiedades cuantitativas (Piaget & Inhelder, 1997). Los niños, (Erikson, 1963; Piaget, 1981; Piaget & Inhelder, 1997) a partir de los tres años forman imágenes mentales de sus vivencias con el fin de asimilar los sucesos e imitar conductas, para después utilizarlas en el juego simbólico; en dicho juego el niño cambia la realidad obteniendo resultados placenteros para él y también así resuelve sus conflictos. De igual forma, el juego, la creatividad y la imaginación serán más elaborados en esta edad, sin embargo, su inmadurez 5 cognitiva hará que se creen muchas ideas ilógicas del mundo, las cuales por medio de la curiosidad y haciendo preguntas podrán solucionar, llegando a la razón de las cosas. Ahora bien, los niños de estas edades presentan dos tipos de recuperación: el reconocimiento y el recuerdo; el primero es la capacidad para identificar algo que se encontró antes, y el segundo es la capacidad para reproducir el conocimiento de memoria (Piaget & Inhelder, 1997). Mientras que, en la niñez temprana la memoria es transitoria; regularmente los niños sólo recuerdan aquello que les causó una fuerte impresión. Por ello, Nelson (1993, en Papalia, Olds & Feldman, 2010) describe tres tipos de memorias en niños: ● Genérica: desarrollada a partir de los dos años aproximadamente, se trata de un guión sobre un acontecimiento familiar que se repite, tiene como fin que el niño sepa qué esperar y cómo actuar. ● Episódica: hace referencia al conocimiento de haber experimentado un hecho específico en un momento determinado, los recuerdos episódicos son temporales a menos que ocurran varias veces y se hagan memoria genérica. ● Autobiográfica: es un tipo de memoria episódica que aparece entre los tres y cuatro años y son los recuerdos de sucesos de la historia de vida del niño; es importante aclarar que sólo las experiencias con un significado muy especial, pasan de la memoria episódica a la autobiográfica. Entre los aspectos inmaduros que se encuentran en esta etapa están los siguientes: centralización, los infantes ignoran algunos aspectos de la situación enfocándose sólo a uno; la irreversibilidad, no comprenden que las operaciones o acciones se pueden restablecer o revertirse a su situación original; razonamiento transductivo, tienden a notar causalidad donde no la hay, es decir, relacionan mentalmente dos sucesos cercanos en el tiempo ya que no usan el razonamiento 6 deductivo o inductivo; atribución de vida a los objetos: la incapacidad para distinguir la apariencia de la realidad, confunden lo real con la simple apariencia externa; y por último, el egocentrismo y animismo, explicados anteriormente (Papalia, Olds & Feldman, 2010). También, en este período surgen varias conductas que involucran cierta educación representativa, y los niños pueden referirse a objetos no visibles en ese momento por medio del empleo de significantes diferenciados. Las conductas son: imitación diferida (es en ausencia del modelo, un poco distanteen el tiempo), juego simbólico (los objetos representan a otros), dibujo (representación de algo), imagen mental (imitación que se manifiesta en pensamientos) y lenguaje (evocación verbal de acontecimientos no actuales) (Bendersky, 2004). 1.1.3 Etapa de las operaciones concretas Este estadio comprende desde los siete a los 11 años de edad (etapa de la primaria), a grandes rasgos, en éste el niño puede utilizar operaciones lógicas y básicas; sin embargo, los elementos deben ser relativamente concretos, es decir, sin símbolos de distinto o segundo orden. Se presenta un decremento paulatino del pensamiento egocéntrico y existe mayor capacidad para concentrarse en más de un aspecto del estímulo; de igual forma, los niños pueden comprender el concepto de agrupación, puesto que consiguen llegar a un equilibrio entre la asimilación y acomodación (Piaget & Inhelder, 1997). Los autores explican que las operaciones concretas son acciones mentales reversibles, entre ellas se encuentran la conservación, clasificación, duración y transitividad. Éstas pueden llevarse a cabo por medio de inversión (anulando la acción directa) o por reciprocidad (neutralizando la acción); pero se usa sólo una de las dos. 7 1.1.4 Etapa de las operaciones formales Esta etapa comprende desde los 12 años en adelante, en ella, los niños desarrollan una visión abstracta del mundo y utilizan la lógica formal. Realizan operaciones lógicas gracias a que desarrollaron la suposición y deducción de los conocimientos, ocupando representaciones de símbolos abstractos. También aumenta la comprensión del mundo, junto con la idea de causa y efecto de las cosas, saben aplicar la reversibilidad y la conservación de situaciones reales e imaginarias (Piaget & Inhelder, 1997). Los autores comentan que en este nivel se perfecciona la capacidad de pensamiento abstracto, con la cual los niños pueden manipular información. Ahora logran entender el tiempo histórico y el espacio extraterrestre, aprecian las metáforas y alegorías, e imaginan posibilidades, por lo que forman y prueban hipótesis. De igual forma, reaparece el egocentrismo, pero en esta etapa se trata de la conciencia preservada de sí mismo, se distinguen dos tipos: el primero es audiencia imaginaria, donde el adolescente piensa que la gente tiene un interés en él, igual que él lo tiene de sí mismo, el segundo tipo es fábula personal, gracias al cual el joven se percibe como único e invulnerable (Piaget, 1981). Santrock (2006) concluye que en esta etapa existen modificaciones en el procesamiento de la información, las cuales son: aumento de la capacidad para tomar decisiones y para hacer pensamientos críticos, este aumento se debe a que existe mayor velocidad de pensamiento; también, habrá mayor cantidad de conocimientos y habilidades que pueden aplicar de forma rápida en varias situaciones. 1.2. Perspectiva sociocultural La perspectiva sociocultural hace hincapié en los componentes sociales y culturales del desarrollo. En ella se menciona que las interacciones sociales entre 8 los miembros de una cultura dan como resultado el desarrollo cognitivo. Por ello, los niños aprenden lo importante de la sociedad y avanzan cognoscitivamente en su comprensión del mundo por medio del juego y la interacción con otros. Es así que esta perspectiva permite comprender la influencia que tienen los adultos cercanos al menor sobre el desarrollo de la percepción de muerte en el niño, y la importancia de su acompañamiento para que los niños puedan aprender de ellos. De hecho, Vygotsky (1988), el representante de esta perspectiva, enfatiza que se forma un círculo en el cual los niños se vuelven receptores y emisores de la influencia social de la gente a su alrededor y el ambiente. De igual forma, la memoria, la atención y el razonamiento tienen su desarrollo gracias a las actividades sociales y culturales del niño; ya que en ellas aprende a manipular las invenciones de la sociedad, por ejemplo, el lenguaje, el sistema matemático, relaciones sociales y las estrategias de memoria (Vygotsky, 1973). Dentro de la teoría, Vygotsky explica que los niños tienen un rango de tareas difíciles de realizar, pero que aprenden gracias a la guía de los adultos o trabajando con niños más calificados, a lo cual le llamó Zona de Desarrollo Próximo (ZDP), ésta llega a su límite cuando el niño resuelve el problema solo y acepta responsabilidades. Aunado a la ZDP, Vygotsky también propone el concepto de andamiaje; el cual representa el apoyo que proporcionan los adultos para hacer una tarea; es importante que la persona que enseña al niño, ajuste la cantidad de ayuda de acuerdo con el dominio que tiene el menor del tema y a su nivel de desarrollo; cuando el niño comprende mejor la actividad, el andamiaje se va retirando (Papalia, Olds & Feldman, 2010). Este concepto tiene dos características importantes; debe ser ajustable de acuerdo con el nivel de competencia del sujeto menos experto y de los progresos que se produzcan; y temporal, ya que, un 9 andamiaje crónico no otorga autonomía al sujeto menos experto en su desempeño. Una herramienta importante que tiene el niño es el lenguaje, puesto que le ayuda a la comunicación, a la resolución de tareas, permite el habla interna o privada, también planear, guiar y observar su propio comportamiento autorregulador, ya que, cuando un niño habla para sí mismo, está utilizando un lenguaje que dirige su comportamiento y que lo guía (Vygotsky, 1973). 1.3 Desarrollo emocional Ahora que ya se sabe la manera en que los niños desarrollan su conocimiento, es decir, la forma en que ellos perciben, aprenden y recuerdan, podemos hablar de la forma en que estos desarrollan sus emociones y afectos, aspecto de gran importancia para la construcción de su identidad, autoestima, seguridad, confianza en sí mismo y del mundo que lo rodea, puesto que, a través de las interacciones que establece con sus pares más significativos (apegos) se ubica a sí mismo como una persona única y distinta (Haeussler, 2000), lo cual determinará el futuro afrontamiento de las pérdidas del menor, así como el desarrollo de la percepción de muerte. Ahora bien, las emociones son indispensables para la adaptación, éstas ajustan el estilo cognitivo de la persona a las demandas de la situación, facilitan la toma de decisiones, preparan al individuo para respuestas motoras rápidas y promueven el aprendizaje. También, cuentan con una función social; la cual es proveer de información acerca de las intenciones conductuales de alguien, dar claves sobre si algo es bueno o malo y determinar las conductas con flexibilidad (Figueroa, 2009). De hecho, Santrock (2006) las considera como el primer lenguaje entre el niño y el adulto, dando pie a los primeros vínculos afectivos. En este apartado se abordan las teorías que han hecho alusión al desarrollo emocional y se describen las características de dicho desarrollo en las primeras etapas de la vida. 10 1.3.1 Teoría del apego John Bowlby (1998) estudió el origen de los lazos afectivos entre el bebé y sus cuidadores, desarrollando la Teoría del apego, en la cual enfatiza la necesidad del contacto social que tiene el ser humano, así como la necesidad de seguridad y de proximidad, la cual se presenta desde el nacimiento hasta la muerte; ésta se muestra desde un simple contacto visual entre ambas partes, pasando por un acercamiento de las figuras, hasta el contacto físico entre ambos, mismos que se pueden observar en contextos cotidianos y a esto le llama conductas de apego. Dicho autor habla de tres componentes del apego: el primero es el componente comportamental, éste se identifica con las diversas conductas exhibidas por el niño, mismas que estarán en función de las necesidades de éste para lograr el contacto con la figurade apego. Tales comportamientos de apego se van alterando de acuerdo a la situación y el contexto, es decir, pueden modificarse según las necesidades y metas que persigue el niño, pero también dependen de qué tanto la figura de apego cubre ciertas necesidades. El segundo componente es el cognitivo, este nivel permite hacer valoraciones de las interacciones que tiene el niño con los demás y basarse en las experiencias previas y los resultados obtenidos, para establecer diferentes modelos de relación. Tal modelo tendrá en consideración dos aspectos fundamentales: en primer lugar, la concepción que el niño tiene de la figura de apego, y en segundo lugar el autoconcepto en relación con la figura de apego. Por último, el componente emocional nos habla de las emociones y de los sentimientos que tiene el niño hacia la figura de apoyo, dichos sentimientos pueden ser de seguridad o de angustia (sea por pérdida o ausencia). Para valorar estos tipos de sentimientos, Ainsworth (1979) ideó un escenario, el cual le permitió observar las relaciones del niño en situaciones de interacción con el cuidador, de separación y reencuentro, la aparición y acción de extraños, y la ausencia de figuras adultas. Con lo cual pudo identificar cuatro patrones de apego, los cuales son: 11 1. Apego seguro: el niño utiliza como base segura a la figura de apego para poder explorar de una manera independiente el entorno, mientras mantiene el contacto visual con el adulto. Cuando el cuidador se separa o desaparece, el niño puede expresarse mediante la protesta y aparece la angustia de separación, sin embargo, el reencuentro con el adulto de referencia es positivo y anula cualquier sentimiento negativo, lo que favorece que el niño reanude las actividades que estaba haciendo antes de que el adulto desapareciera. Los bebés con apego seguro han aprendido a confiar no sólo en sus cuidadores, sino también en su capacidad para obtener lo que necesitan. 2. Apego inseguro: aquí el niño duda en explorar el medio, apareciendo un alto nivel de ansiedad, se aferra a la figura de apego y al mismo tiempo hay una resistencia a la proximidad de ésta, misma que expresa con llanto y peleas. 3. Apego resistente-ambivalente: lo caracteriza la independencia de los niños a explorar de manera activa; los niños no necesitan de sus cuidadores, no buscan la proximidad, e incluso los ignoran cuando estos se acercan, tampoco aparece el estrés como respuesta a la ausencia del cuidador. 4. Apego desorganizante: surge la confusión por parte del niño ante el comportamiento que debe de seguir, pues éste no ha formado un vínculo seguro con su cuidador, por lo que puede presentar temor a esta figura, aunque ante situaciones novedosas, buscan la protección de ésta. Ahora bien, para llegar a establecer estos tipos de relaciones, Bowlby (1983/1998) describe cuatro fases por las que el niño tiene que pasar: la primera fase da inicio desde el nacimiento hasta los dos meses de vida, los niños dirigen su apego de forma instintiva a cualquier figura humana; los extraños, los 12 hermanos y los padres provocarán de igual manera una sonrisa o llanto por parte del bebé, ya que éste buscará principalmente la supervivencia. Mientras que en la fase dos (de los dos a los siete meses), el apego se centra en una figura, normalmente la del cuidador primario, también el bebé aprende a distinguir a la gente conocida de la desconocida. De los siete a los 24 meses se desarrolla el apego específico, en el cual se perciben mayores habilidades locomotoras, los bebés buscan activamente tener contacto con los cuidadores habituales (como la madre y el padre), estos comportamientos pueden entenderse como un simple contacto visual o un acercamiento de ambas figuras, hasta el contacto físico entre ambos, mismos que se pueden observar en contextos cotidianos, por otro lado, comienza el rechazo de cuidados por parte de otros adultos tanto conocidos como desconocidos. En la última fase (de los 24 meses en adelante) se mejora el referente social, se forma una relación en la que el niño se da cuenta de los sentimientos, objetivos y planes de otros y comienza a tener en cuenta esto para llevar a cabo sus propias acciones, determinando cómo actuar en una situación particular. Ahora bien, las relaciones de apego se van ampliando y diversificando con el paso del tiempo, ya no sólo son los cuidadores primarios, sino los familiares y docentes empiezan a formar vínculos con el niño (Sroufe, 1988). En concreto, la formación del apego va a permitir un desarrollo pleno de los niños (López, 2011), ya que el proporcionar seguridad, permite a estos el desarrollo del sentido del yo y hace posible su socialización. Los niños que logran formar apego seguro son menos tímidos e inhibidos en sus relaciones con los demás; pueden llevarse mejor con otros niños, aunque sean ajenos a la familia, empiezan a identificar, imitar y aprender de las personas, y es por esos contactos que aprenden lo que la sociedad espera de ellos; esas relaciones se convierten en la base para la formación de la personalidad y el carácter. 13 1.3.2 Teoría del desarrollo psicosocial El desarrollo psicosocial también es un componente importante dentro del entendimiento de la muerte y la vivencia del duelo, puesto que el niño necesita desarrollar su propia identidad, pasar por cambios en sí mismo como miembro de una sociedad, y comprender cómo se modifican sus relaciones, de no ser así, estas situaciones contribuyen a la formación de factores de riesgo para el afrontamiento de dichos procesos. Erikson (1963), expuso la Teoría del desarrollo psicosocial, en ella propone ocho etapas de la vida: confianza vs. desconfianza, autonomía vs. vergüenza- duda, iniciativa vs. culpa, laboriosidad vs. inferioridad, búsqueda de identidad vs. confusión de identidad, intimidad vs. aislamiento, generatividad vs. estancamiento e integridad vs. desesperanza; cada etapa tiene una crisis o conflicto, el individuo debe intentar resolverla y así podrá manejar las demandas de la siguiente etapa de desarrollo. a. Primera infancia (0 – 3 años) Dentro de la primera infancia se desarrollan dos etapas de las ocho propuestas por Erikson (1963/1971). La primera de ellas lleva por nombre confianza vs. desconfianza, comienza desde el nacimiento hasta los 12 – 18 meses de vida, en ella la crisis se centra en la confianza o desconfianza del bebé en cuanto a la vinculación con la madre; los bebés desarrollan un sentido que les permite saber en qué personas y en qué objetos de su entorno pueden confiar; gracias a la confianza el bebé puede formar relaciones íntimas, así como la creencia de que puede satisfacer sus necesidades y cumplir sus deseos. Por otra parte, si en el bebé predomina la desconfianza, ve al mundo como un lugar poco amistoso e impredecible, por lo que le resulta difícil establecer relaciones. Al inicio de esta etapa, las emociones son expresadas de manera no verbal, es decir, por medio de expresiones faciales que se asocian con las emociones 14 básicas de rabia, miedo y alegría, sin que todavía se asocien a eventos específicos. Le sigue la etapa de Autonomía vs. vergüenza y duda, se desarrolla del primer año a los tres años de edad. En ella se comienzan a observar conductas de autonomía e independencia, los niños presentan la necesidad de hacer las cosas por sí mismos, comienzan a tomar sus propias decisiones, por ejemplo, a vestirse o a comer solos. En esta fase el apoyo y guía de los adultos es fundamental, de lo contrario (la inhibición o el castigo) pueden provocar la aparición de sentimiento de vergüenza y de culpa en el niño. También, en esta etapa se dan los primeros aspectos que menciona Bowlby (1969/1988) sobre el apego del niño con sus cuidadores, ya que, con el progreso del desarrollointelectual, en especial el de la memoria, el niño empieza a distinguir a la gente familiar de la desconocida; después de los seis meses, los bebés experimentan ansiedad ante los extraños y ansiedad a la separación. Por otro lado, alrededor de los 12 meses, los bebés desarrollan autoconsciencia, comienzan a sentirse diferentes a las personas que les rodean, empiezan a identificar características únicas y pueden reconocerse, asimismo, despierta el interés del bebé con respecto a los otros y el modo en que interacciona con ellos (Feldman, 2007); lo que da pie al desarrollo del sentido de autonomía. Hacia finales del segundo año, los bebés comienzan a tener un poco de control de sus actividades y cierta determinación, ya que, se dan cuenta que pueden usar sus habilidades y capacidades para satisfacer algunas necesidades (Santrock, 2006). Asimismo, entre el segundo y tercer año de vida las emociones se van diferenciando entre sí, se manifiestan con mayor rapidez, intensidad y duración, pudiendo llegar a transformarse en sentimientos. b. Niñez temprana (3- 6 años) La niñez temprana abarca mucho de lo que Erikson (1963) llamó la etapa de 15 Iniciativa vs. culpa, la cual comprende aproximadamente de los tres a los seis años; ésta es una etapa donde se construyen nuevos intereses y necesidades, nuevas formas de expresión y de relación con los demás. En ella las normas de los adultos comienzan a tomar importancia en la consciencia de los niños, puesto que, empiezan a darse cuenta del mundo que los rodea y de los elementos con los que interactúan. Así también, se les exige que se comporten correctamente, sean responsables, y tengan mayor control, lo que da pie al desarrollo moral y a una mayor iniciativa para que el niño pueda afrontar otras situaciones, sin embargo, si éste no toma en serio las responsabilidades o se le hace sentir muy ansioso por ellas, el sentimiento de culpa puede aparecer (Erikson, 1963/1971). También, este sentimiento puede surgir al momento en que el niño intenta comunicarse con otras personas, al no lograr enviar o recibir el o los mensajes de manera satisfactoria, esto puede crearle confusiones, debido a que alrededor de los cuatro y cinco años de edad el menor se encuentra en una etapa egocéntrica, donde el niño supone una sola forma de entender el mundo a través de su punto de vista, sin comprender el de otras personas. Por otro lado, le es difícil expresar estas confusiones, ya que, aún no cuenta con habilidades de planificación y el control necesario para poder desarrollar esta tarea (Santrock, 2006). Otro aspecto que se desarrolla es el autoconcepto, Feldman (2007) y Perpiñan (2013), lo definen como un conjunto de creencias acerca de cómo es uno como individuo, las cuales derivan de las propias percepciones, de la conducta de los padres y de la sociedad. Para el niño, el estar consciente de sus propias habilidades le permite enfrentar diversas situaciones de la vida, con la seguridad de que dispone de recursos; esto apoya el desarrollo de su identidad, aprende a valorarse a sí mismo y a adquirir autonomía. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que en este periodo, el niño suele exagerar sus habilidades y conocimientos en todas las áreas, por lo que la visión que tiene del futuro es muy prometedora y es que aún no ha comenzado a 16 compararse con los demás, lo que después puede llegar a afectar el autoconcepto (Feldman, 2007). Por otro lado, la autoestima es otro factor importante para el desarrollo emocional y afectivo, ésta es definida por Perpiñan (2013) como la valoración positiva o negativa que se hace de uno mismo, la aceptación o rechazo de lo que se ha llegado a hacer, y el reconocimiento de los fracasos y debilidades que se han tenido, lo que le permite al niño aprender y experimentar, así como a relacionarse mejor con las personas del entorno, y es que con una autoestima positiva el niño es capaz de pedir ayuda o algún favor. López (2011) refiere que con el desarrollo del lenguaje del niño alrededor de los cuatro y cinco años de edad, muestra una mayor capacidad para reflejar verbalmente las emociones y para considerar la relación compleja que existe entre éstas y las situaciones, esto debido a que el niño se da cuenta que dichas emociones dependen de la evaluación que ellos mismos hacen en cada situación. Asimismo, comienzan a tener consciencia y comprensión de las emociones y sentimientos de las personas que le rodean, también, que un sólo evento puede producir diferentes sentimientos en personas distintas, y que estos algunas veces persisten por mucho tiempo. Esto le lleva a tener mayor control y manejo de sus emociones. Una de las emociones que está muy presente en esta etapa es el miedo, principalmente al abandono de los padres. Otra emoción que comienza a expresarse mediante conductas agresivas es la ira, pero disminuirá con el desarrollo de estrategias más eficaces y afrontando de mejor manera sus emociones negativas (Berkowitz, 1993). El juego es algo más de lo que hacen los niños en esta etapa, ya que utilizan el lenguaje emocional dentro del juego imaginario simbólico, el cual contribuye a su desarrollo social, cognitivo y físico. El carácter del juego cambia con el tiempo, Feldman (2007) menciona que éste se vuelve más sofisticado, 17 interactivo, cooperativo y hace que el niño confíe cada vez más en las habilidades sociales que posee. Aquí también, se comienzan a establecer las primeras amistades del niño, con ellas en un principio comparte sólo actividades y juegos, después comienza a considerar rasgos personales que satisfacen sus necesidades y luego se centra en la intimidad y lealtad con las personas. Asimismo, la amistad en la niñez muestra jerarquías de estatus, puesto que ser mejor en ciertas habilidades como la solución de problemas sociales y en el procesamiento de información social, da lugar a mejorar las habilidades interpersonales y a mayor popularidad. De acuerdo con Gesell (1979) entre los cuatro y cinco años, a los niños les empieza a importar la cultura, para lo cual buscan apoyo de sus padres; les gusta escuchar, pero sobre todo contar historias. c. Niñez media o tardía (6-12 años) De acuerdo con Erikson (1963/1971), durante este lapso se desarrolla la etapa de productividad vs. inferioridad, la cual se da entre los seis y doce años de edad. Aquí los niños se encuentran cursando la educación primaria, donde viven diversas experiencias; hay un mayor desarrollo del conocimiento y las capacidades intelectuales, mismas que le permiten enfrentar nuevos desafíos, lo que da pie a que desarrollen conceptos más complejos de sí mismos y mejoren la comprensión y el control emocional. Las emociones como el orgullo y la vergüenza, se interiorizan y se integran en el sentido de la responsabilidad personal del niño (Papalia, Olds & Feldman, 2010). Así también, éste asume responsabilidades gracias a que tiene cierta habilidad de prever las actividades que puede hacer, lo que provoca que se sienta útil y capaz de tomar decisiones cuando encuentra un equilibrio entre lo que tiene que hacer y la capacidad que posee para realizarlo (Erikson, 1971; Gesell, 1979). 18 Por otro lado, el niño se enfrenta también a experiencias de fracaso, las cuales pueden provocar sentimientos de inferioridad, dando lugar a una falta de motivación para afrontar nuevos retos, sin embargo, el apoyo de los familiares y docentes hace que los niños persistan y superen estos obstáculos, aumentando así el sentido de autosuficiencia o de competencia. Estas situaciones provocan estrés en los niños, pero ya se muestran capaces de evaluar con mayor precisión una situación estresante y determinar el grado de control que ejercen sobre ella. Los niños de mayor edad también crean alternativas para hacer frente a esas situaciones,utilizando las estrategias cognitivas (Santrock, 2006). Aprender a gestionar el estrés es una parte importante de la vida emocional de los niños, puesto que sí éste llega a niveles abrumadores, puede generles problemas físicos y psicológicos (Papalia, Olds & Feldman, 2010). Ahora bien, de acuerdo a lo expuesto anteriormente, se puede concluir que es importante apoyar a los niños durante su desarrollo cognitivo, emocional y psicosocial, los cuales van de la mano. Puesto que en cada una de las etapas se suscitan experiencias que son determinantes para la conducta del niño y para la resolución de sus conflictos en la edad adulta. También, un apropiado reconocimiento de lo que sienten, la forma en que lo expresan, y además, la identificación de lo que sienten otras personas, proporciona una correcta interpretación de la realidad, para un adecuado ajuste socioemocional. De igual forma, gracias al acompañamiento de los padres se podrán aclarar todos los miedos y las dudas que surgen en los infantes durante este tiempo; brindándoles seguridad y claridad de los procesos de la vida, por ejemplo, la muerte y el duelo. De ahí la importancia de explicar el desarrollo psicológico del niño, puesto que éste sustenta la evolución de la concepción de los temas abordados en los siguientes capítulos. 19 Capítulo 2. Muerte y Duelo Vivir una pérdida por muerte puede ser una de las experiencias más dolorosas a las que el ser humano se puede enfrentar y de ella deriva un duelo. Inevitablemente todos los seres humanos experimentan diferentes pérdidas en algún momento de su vida; por ello, con el fin de entender mejor estos conceptos, es importante considerar que el ser humano para sobrevivir física y emocionalmente, ha establecido a lo largo del tiempo poderosos vínculos afectivos, también llamados apegos, con aquellas personas con las que le unen necesidades, sentimientos y relaciones; los cuales como ya se vio, ayudan a definir la personalidad y el desarrollo de los individuos. Bowlby (1980/1998), describe que el patrón de los vínculos afectivos que un individuo establece durante su vida determina la forma de comportarse y expresar emociones ante la pérdida de un objeto querido. Existen diferentes tipos de pérdidas, entendiendo a éstas como la situación interna frente a lo que ya no está, a la separación o distanciamiento de aquello que se considera propio, por ejemplo, muerte de un ser querido, situaciones de cambio de trabajo o de carrera, la adolescencia, el climaterio, la jubilación, entre otras (Giaci, 2006). A pesar de que la muerte es una pérdida común, hay que considerar que sigue siendo un misterio inexplorado, pues el morir, ha sido y es para muchos, una pared y no una puerta que se abre a un espacio sobrecogedor y fascinante a la vez, es una situación llena de incógnitas, temores, oportunidades y opciones. Sin embargo, Siracusa (2010) considera que aquellas personas que visualizan a la muerte como necesaria y natural tendrán mejor forma de afrontarla, disminuye su miedo a ésta, controlan mejor los pensamientos que trae consigo y la aceptan neutralmente. Ahora bien, desde una visión biológica, Centeno (2013) define a la muerte como el cese de las funciones corporales; es decir, una persona está muerta cuando su corazón ya no late durante un tiempo o ya no existe actividad eléctrica en el cerebro. 20 El autor también describe una visión social de la muerte, que significa los rituales funerarios y todos aquellos que se realizan para la elaboración del duelo, también hace referencia a los procesos legales como la herencia de poder y riqueza. Por último, en la visión psicológica de la muerte, se encuentran los sentimientos que tienen las personas sobre su propio deceso al estar cercanos a éste y sobre la muerte de gente cercana. Sin embargo, el significado de muerte cambia según cada persona, puesto que depende de la cultura, se modifica por las creencias, la época en la que vive la humanidad y sobre todo por la religión que se tenga (Castro, 2007). También para este autor, la manera de comprender la muerte y de elaborar el duelo tiene relación con la cultura, ya que, aunque la muerte es universal, cada cultura la vive y la asume de diferente forma; esto va a depender de las creencias que esa sociedad tenga sobre el morir, el cuerpo y el más allá. Ahora bien, a través del tiempo, la muerte ha generado mucha incertidumbre, es común que la gente presente miedo a ella, tanto a la muerte propia como a la de algún ser querido, puesto que ante estas situaciones surgen sentimientos difíciles de enfrentar y se generan cambios psicológicos, conductuales y emocionales que marcan de por vida. A esto le sumamos que la muerte es una de las situaciones que queda fuera de nuestro control y que ocurre sin que se desee o sin participación; pero ser impotentes para evitar la muerte, no significa que no se pueda hacer algo con lo que resulta de ella, es decir, todos los cambios que provoca (Fonnegra, 2001). Cabe destacar que Klein (1940, en Worden, 2004) menciona que, con la muerte de una persona, el doliente no ha perdido totalmente a ese objeto amado; por ello, puede recuperarlo de otra forma, sin la necesidad de su presencia o posesión física; es decir, mediante la incorporación psicológica de los aspectos buenos de la persona perdida, a través del recuerdo y del afecto. 21 Por otro lado, O’Connor (2007) menciona que todas las pérdidas conducen a una crisis, y se le llama así porque requieren de un largo periodo de introspección y revaloración de la propia identidad, valores y convicciones. Así también, se considera que son experiencias universales y aunque parezca contradictorio, a cada una de las pérdidas corresponde una ganancia y un logro; ya que implican una renuncia y un abandono a algo conocido; pero ayudan a aceptar los retos que plantea el crecer y alcanzar autonomía como persona (Fonnegra, 2001). 2.1 Tipos de pérdida Algunos autores especifican los diferentes tipos de pérdida, los cuales dependen del enfoque de cada uno, por ejemplo, para O’Connor (2007) existen cuatro tipos de pérdidas, mismas que causan un gran impacto en la persona, estas son: ● La muerte de uno mismo, puede ser un cambio radical en el cuerpo por enfermedad o una mutilación que hace que la vida sea diferente. ● La separación de las personas más significativas en la vida de los individuos, por muerte, divorcio o abandono. ● Un reajuste a nuevas normas, por ejemplo, los cambios del desarrollo en la vida, casa, trabajo, entre otras. ● La pérdida de objetos importantes, los cuales tienen un valor sentimental, por ejemplo, un automóvil, fotografías, un hogar, algún mueble, dinero, joyas, aparatos tecnológicos, etcétera. Por otro lado, Tizón (2004) clasifica las pérdidas en cuatro tipos: ● El primer tipo son las pérdidas relacionales, éstas dependen del otro, es decir, de las personas que le acompañan y que son muy importantes para la vida; se incluye el fallecimiento de personas cercanas, el fin de relaciones (separaciones y divorcios), los abandonos y las privaciones afectivas. ● Las pérdidas intrapersonales son aquellas que tienen que ver con uno 22 mismo y con el propio cuerpo, es decir, pérdidas de capacidades intelectuales y/o físicas como consecuencia de alguna enfermedad o accidente. ● Las pérdidas materiales, se refieren a objetos o posesiones que le pertenecen a la persona; son los cambios hechos por fuerza mayor, ya sea de residencia, laborales, escuela, entre otros. ● Por último, las pérdidas evolutivas son los cambios por el final de las fases del ciclo de vida: niñez, adolescencia, juventud, adultez y vejez. Es importante destacar que las pérdidas relacionadas a la muerte o ausencia de un ser querido son un desafío y frecuentemente se convierten en unfactor de riesgo para la producción de psicopatología, ya que, dichas pérdidas están asociadas con cuadros depresivos, trastornos de ansiedad, trastornos por estrés postraumático, síntomas psicosomáticos y deterioro de la salud física (Montuori, 2013); por ello, es uno de los acontecimientos más estresantes en la vida de una persona. Para resumir, se considera que cada pérdida conlleva una elaboración y que la intensidad del duelo dependerá tanto de la naturaleza del objeto perdido, como del valor o significado que se le atribuye. Además, en cada pérdida se replantean una y otra vez las relaciones interpersonales e intrapersonales fundamentales, por lo que se ponen en cuestión todas las vías de comunicación de la persona, tanto con el medio social por un lado y el mundo interno por el otro. De ahí la importancia de elaborar las pérdidas y de poder soportar y mentalizar los sentimientos, las emociones y las fantasías que conllevan éstas (Tizón, 2004). 2.2 El duelo A lo largo de la historia, el duelo ha sido estudiado y analizado por varios autores, con enfoques y en contextos diferentes, por ello, se retoman algunas definiciones 23 con la finalidad de comprender su función, trayectoria y las manifestaciones que de él derivan. El Diccionario de la Real Academia Española (2014) define este término desde su etimología como: Dolus, del latín tardío, que significa dolor, pena o aflicción, manifestaciones del sentimiento que se tiene por la muerte de alguien, y duellum, variante fonética arcaica de bellum, que significa batalla, desafío, combate entre dos. Se considera entonces que el duelo es el desafío que tiene una persona ante la pena que se manifiesta por la muerte de alguien. Distintos autores (Engel, 1961 en Worden, 2004; O’Connor, 2007) coinciden al decir que el duelo es conocido como el proceso de sanar o curación; pues al igual que en la curación física en la cual se puede restaurar el funcionamiento total o casi total del cuerpo, en el duelo se puede regresar a un estado de equilibrio psicológico y social, pero para lo anterior se necesita un periodo de tiempo. Como todo proceso, debe de tener cambios graduales y no debe de bloquearse, puesto que puede formarse un daño emocional con graves problemas en la vida del individuo. Por su parte, Freud (1917/1973) describe al duelo como “la reacción frente a la pérdida de una persona amada, la patria, la libertad, un ideal, entre otros.” Bowlby (1983) lo define como “una serie bastante amplia de procesos psicológicos que se ponen en marcha debido a la pérdida de una persona amada, cualquiera que sea su resultado”; generalmente es largo, doloroso y desorganizante; produce un desequilibrio en el sistema de apego, puesto que desestabiliza la relación entre el individuo y su figura de apego. Otra descripción la realiza Fonnegra (2001) y lo hace en términos de tiempo, al decir que es el periodo que sigue tras la muerte de alguien afectivamente importante; también lo describe como un proceso activo (y no un estado) de adaptación ante la pérdida de un ser amado, un objeto o un evento significativo, que involucra las reacciones de tipo físico, emocional, familiar, conductual, social y espiritual que se presentan como respuesta a él. 24 Tizón (2004) indica que el duelo es una reacción normal que se experimenta precisamente después de que existe una pérdida; por ello, lo define como el “conjunto de procesos psicológicos y psicosociales que siguen a la pérdida de una persona con la que el sujeto en duelo, el deudo, estaba psicosocialmente vinculado”. El autor comenta que el duelo es un proceso adaptativo y hace hincapié en que la persona que lo vive debe cambiar su mundo interno y sus relaciones externas a una nueva situación, en la cual, se incorpora la pérdida o deterioro del objeto de la pérdida u objeto perdido. Mientras que la elaboración del duelo termina aceptando la nueva realidad interna y externa del sujeto, donde éste tiene un papel activo y responsable en su proceso; Fonnegra (2001) llama a esto “hacer un duelo”. Ahora bien, parafraseando a Sequeira (2004), el duelo es una experiencia traumática donde la persona sufre grandes pérdidas, siendo un proceso universal y no una enfermedad; por ello, vivirlo es absolutamente normal y necesario para lograr la recuperación. Con el fin de resumir las definiciones antes abordadas, se mencionan las principales características del proceso de duelo que Sequeira (2004) describe a continuación: ● Es un proceso, ya que evoluciona a través del tiempo y del espacio; tiene un carácter cíclico. ● Es normal puesto que es algo que le ocurre a todo ser humano, de hecho, es adecuado reaccionar ante una pérdida, aunque las formas de afrontarlo sean diferentes en cada persona. ● Es dinámico, la persona experimentará cambios a lo largo del tiempo, como oscilaciones del humor y de la sensación de bienestar-malestar. ● Depende del reconocimiento social, ya que cuando una persona sufre una pérdida, es ésta y su entorno quienes reciben el impacto, iniciándose un proceso individual y colectivo. ● Es íntimo, cada persona reaccionará ante una pérdida como aprendió o 25 como pueda. ● Es social porque las pérdidas pueden conllevar rituales culturales como el luto y existen diferentes protocolos funerarios en el mundo. ● Es un proceso activo puesto que la persona tendrá un papel dinámico en la elaboración de su propia pérdida y es quien deberá hacer sus propias elecciones. De igual forma, es importante reconocer que tras el cambio y el crecimiento que puede suponer una experiencia de duelo, el individuo no retorna al punto de partida siendo la misma persona de antes; es posible que sea mejor, pero nunca igual (Attig, 1996). En concreto, el objetivo de este proceso es aceptar la realidad de la pérdida, adaptarse al nuevo entorno y en medida de lo posible, prevenir nuevas pérdidas; cobrando así importancia para la estructuración de la personalidad y para la salud mental del individuo (De Hoyos, 2015; Tizón, 2004). Resulta necesario diferenciar el duelo por muerte al de otras pérdidas, ya que en el primero no existe la posibilidad de recuperar aquello que se perdió, mientras que para las otras pérdidas puede haber una resignificación, recuperando en otras cosas lo perdido. 2.3 Manifestaciones del duelo En el duelo se reconocen diferentes cogniciones, conductas y sensaciones físicas, así como un amplio rango de patrones de emociones o sensaciones que engloban la tristeza, el enojo y la culpa, entre otras; sin embargo, no sabemos qué es el duelo hasta que es experimentado en carne propia. Worden (2004) describe y divide estas manifestaciones en cuatro categorías generales: La primera categoría son los sentimientos: donde menciona a la tristeza, la cual se puede expresar con lágrimas, mismas que evocan reacciones de comprensión y protección por parte de los demás. Por otro lado, el enfado es un 26 sentimiento desconcertante que puede provenir de una sensación de frustración ante el hecho de que no se pudo hacer nada para evitar la muerte o de una experiencia regresiva, es decir, sentirse desamparado e incapaz de existir sin esa persona, también existe la posibilidad de que este sentimiento no pueda controlarse, desplazándolo a otra persona o dirigiéndolo hacia sí mismo; la culpa y el autorreproche se presentan respecto a algo que no ocurrió o algo que se pasó por alto en el momento de la muerte, la mayoría de las veces estos dos sentimientos son irracionales. El autor también menciona ligeras sensaciones de inseguridad, hasta fuertes ataque de pánico, esto es por el temor a que no podrán cuidar de sí mismos o por la sensación de muerte personal. De igual forma, puede existir soledad social, o emocional, es decir, a veces existe la necesidad de ser tocado. Por otrolado, la fatiga o el cansancio pueden ser experimentados como apatía o indiferencia. Otro sentimiento común en el duelo es la impotencia, la cual hace que el acontecimiento tenga un valor estresante. Se puede presentar shock, sobre todo en el caso de las muertes repentinas. El anhelo, también es común y surge al querer que la persona perdida regrese. El alivio aparece cuando el ser que murió sufrió una enfermedad larga o particularmente dolorosa o cuando ha tenido que mantener una relación difícil y prolongada con la persona que experimenta el duelo; sin embargo, a esta sensación le acompaña otra de culpa; y por último, puede presentarse la sensación de inestabilidad. La segunda categoría son las sensaciones físicas, que con mayor frecuencia experimentan las personas en proceso de duelo, el autor describe: molestias gástricas, opresión en el pecho, hipersensibilidad al ruido, sensación de falta de aire, debilidad muscular, alteración del sueño y sequedad en la boca. Las cogniciones son la tercera categoría que menciona el autor, entre ellas está la incredulidad que suele ser el primer pensamiento que se tiene, en especial si la muerte es súbita. Mientras que con la confusión las personas suelen tener 27 dificultad para organizar sus pensamientos, así como para concentrarse y recordar algunas cosas. También suele estar presente la preocupación, pensamientos recurrentes y los pensamientos recurrentes intrusivos con imágenes del difunto. La última categoría son las conductas, por ejemplo, trastornos del sueño, presentándose dificultad para dormir y despertar temprano por las mañanas, algunas de las causas son los miedos a soñar con la persona perdida, miedo a estar solo en la cama o a ya no poder despertar; también trastornos alimentarios, como la hiperfagia y la anorexia, entre otros; conductas distraídas que pueden causar incomodidad o daño a las personas en duelo; del mismo modo, suele presentarse aislamiento social ya que no hay interés por el mundo exterior. Ciertas personas evitarán los lugares o cosas que le provocan sentimientos dolorosos, por ejemplo, algunas se deshacen de las cosas del fallecido; otros, por su parte, harán lo opuesto, lo que podría reflejar el miedo a olvidar al fallecido, visitando lugares o llevando consigo objetos que le recuerdan a la persona querida. No será extraño observar en algunas ocasiones que las personas dolientes estén buscando o llamando en voz alta a la persona perdida con comentarios como "¡regresa conmigo!", "¿dónde estás?", ”¿por qué te fuiste?” entre otros; el suspiro y el llanto son otras de las conductas presentes. Por otro lado, Kübler-Ross (1969/1993) y O’Connor (2007) afirman que es muy importante que la persona que sufre la pérdida sea consciente de todas sus emociones y las manifieste libremente, ya que es necesario elaborar el dolor, con la finalidad de ir aceptando la realidad de la pérdida. Ahora bien, a nivel social el luto o ritos psicosociales para el duelo, es el conjunto de manifestaciones externas, culturales, sociales, antropológicas e incluso económicas, que ayudan o reglamentan la reacomodación social y psicosocial tras la pérdida de una persona allegada (Tizón, 2004). 2.4 Etapas o fases del duelo Las etapas o fases por las que las personas pasan tras la pérdida de un vínculo 28 afectivo tienen como fin la recuperación, sin embargo, no significa que todas las personas tengan que experimentar lo mismo para hacer un duelo apropiado; de hecho, los autores comentan que las etapas pueden existir o no dependiendo de la experiencia y no necesariamente en la secuencia que plantean, ya que puede haber un ir y venir entre éstas o una superposición. Ahora bien, tener claridad sobre algunas de las reacciones y conductas esperables en un duelo, facilita el poder validar la respuesta personal como única y respetable (Fonnegra, 2001); por lo anterior, distintos autores describen momentos diferentes en el camino del duelo, a continuación, se mencionan algunos: Bowlby (1980/1998) postuló cuatro fases diferenciadas: ● La primera fase es la de embotamiento, la cual está caracterizada por el aturdimiento que causa la noticia de la pérdida y la incapacidad del sujeto para aceptar la realidad; asimismo se presentan estallidos de enojo, tristeza, angustia o pánico; quizá las personas en esta fase pueden continuar con su vida normal, pero su funcionamiento será casi de forma automática. Esta fase dura desde algunas horas, días o una semana. ● La segunda fase es de anhelo y búsqueda de la persona perdida, la cual dura por lo general unos meses. Al cabo de unos días de la pérdida, tiene lugar un cambio y la persona afectada comienza (aunque sólo esporádicamente) a darse cuenta de la realidad; esto ocasiona crisis con una intensa desesperación y llanto. Existe a su vez, una gran intranquilidad sobre los recuerdos de la persona que se ha ido, con la sensación de que aún se encuentra presente, también, se puede estar sumida en una tendencia a interpretar señales o sonidos como indicando que el ser amado ha vuelto de nuevo. ● La tercera fase es de desorganización y desesperación, la cual está caracterizada básicamente por la presencia de la depresión y la apatía, debido a que el individuo que sufre una pérdida siente que ya nada 29 puede salvarse, además, el papel desempeñado anteriormente se ve modificado al tener que asumir nuevas responsabilidades. Los pensamientos y sentimientos se encuentran rebasados por la realidad; entonces el sujeto examina esta nueva situación y considera las alternativas que tiene para enfrentarla, esto conlleva a una nueva definición de sí mismo y de su situación. ● La última fase es de reorganización, en ella la persona afectada debe poder tolerar todas las emociones dolorosas (anhelo, frustración, angustia, ansiedad y tristeza), producidas por la falta del ser querido y finalmente, aceptar la irreversibilidad de ésta a nivel cognitivo y emocional, así el duelo puede tener un desarrollo favorable; pero no se trata de romper totalmente el vínculo con la persona fallecida, sino de modificarlo de acuerdo a la realidad, tomando en cuenta que mentalmente puede permanecer en la memoria, actuando como un compañero valioso. Por su parte, Elisabeth Kübler-Ross (1969/1993) describió cinco etapas del duelo: ● La primera etapa que la autora menciona tiene por nombre Negación y aislamiento; la negación nos permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada e impresionante; le permite a la persona recobrarse. Es una defensa provisional y pronto será sustituida por una aceptación parcial. ● La segunda etapa es la Ira, en ella la negación es sustituida por la rabia, la envidia y el resentimiento; surgen todos los por qué. Es una fase difícil de afrontar, esto se debe a que la ira se desplaza en todas direcciones, a veces injustamente. Las personas en esta fase suelen quejarse por todo; todo les viene mal y critican mucho; después pueden responder con dolor, lágrimas, culpa o vergüenza. ● A la tercera etapa la autora la llama Pacto o Negociación, puesto que, 30 ante la dificultad de afrontar la difícil realidad, más el enojo con la gente, surge la fase de intentar llegar a un acuerdo; el cual puede ser con la persona fallecida, con alguna deidad o consigo mismo al querer cambiar alguna conducta, con el fin de intentar superar la traumática vivencia. ● Sigue la cuarta etapa llamada Depresión, se llega a ella cuando no se puede seguir negando la pérdida; la persona se debilita, adelgaza, entre otros síntomas y se verá invadida por una profunda tristeza. Es una etapa en la que es necesaria mucha comunicación verbal ya que se tiene mucho para compartir. ● Después de que se pudo expresar los sentimientos se llega a la etapa de Aceptación, ésta no significa que sea una etapa feliz;
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