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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS SUAyED LA INTERTEXTUALIDAD EN PARAÍSO CLAUSURADO DE PEDRO ÁNGEL PALOU TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS PRESENTA IRWIN VÁZQUEZ PÉREZ ASESOR MTRO. GALDINO MORÁN LÓPEZ MÉXICO, CIUDAD UNIVERSITARIA. 2015 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Índice Introducción ............................................................................................................ 4 Capítulo 1. Intertextualidad .................................................................................... 6 1.1. Antecedentes de la intertextualidad ................................................................. 6 1.2. Origen de la intertextualidad como concepto ................................................... 9 1.3. Tipos de intertextualidad ............................................................................... 15 1.4. El intertexto ................................................................................................... 24 Capítulo 2. Generación del Crack .......................................................................... 27 2.1. Orígenes ........................................................................................................ 27 2.2. ¿El Crack es en realidad una Generación? ........................................................ 29 2.3. Significado del término .................................................................................. 31 2.4. El Manifiesto Crack .......................................................................................... 33 2.5. El Crack y su relación con el Boom y el Post Boom ......................................... 35 2.6. La literatura del Crack .................................................................................... 38 2.7. Pedro Ángel Palou ......................................................................................... 45 2.8. Paraíso clausurado ........................................................................................... 48 Capítulo 3. Análisis de Paraíso clausurado ............................................................... 50 3.1. Contextos de interpretación (framings) ............................................................ 54 3.2. Análisis textual (elementos discursivos) .......................................................... 55 3.3. Arqueología textual (relación con otros textos o con otros códigos) ................. 59 3.4. Palimpsestos (subtextos implícitos) ................................................................. 60 Conclusiones .......................................................................................................... 80 Anexo. Entrevista con Pedro Ángel Palou García .................................................. 82 Bibliografía ............................................................................................................. 88 Agradecimientos En breves líneas expreso mi más profundo y afectuoso agradecimiento a aquellas personas que han hecho posible la realización de este trabajo y todo lo que conlleva. En primer lugar agradezco a Reyna, mi madre, quien ha dedicado cada día de su vida para ser al siguiente, mejor madre, amiga, compañera, consejera… mejor persona en pocas palabras. Es el ejemplo de cómo una persona puede sobreponerse a toda adversidad y salir victoriosa. Sin ella nada sería posible. Agradezco de la misma forma a mi padre y hermanos pues son tan parte de mi vida como mi propio ser. A Lily, que comparte a mi lado desde los silencios imperturbables, hasta las horas, los sueños y las ambiciones, además de inspirarme y hacer conmigo arte todos los días. A mi asesor y amigo Galdino, quien desde mi primer día en la Facultad de Filosofía y Letras me mostró y acompañó en estos mundos que solo la literatura puede crear. A Iván, quien a pesar de la eterna distancia está a mi lado cada instante. A todos ustedes… Muchas gracias. 4 Introducción En toda obra de arte existe un diálogo, no sólo entre el artista y su obra, ni entre ésta y el que la admira, o entre el autor y el público. También se establece un diálogo entre todos los textos de la humanidad, que va más allá de la presencia de una obra en otra, el diálogo se da por el simple hecho de coexistir en un mismo mundo. Las posibilidades son infinitas y los escritores han utilizado la intertextualidad desde tiempos remotos, ya desde la antigüedad clásica, los griegos daban gran importancia a la imitación; por ejemplo, Platón y Aristóteles. Sin duda la “intertextualidad” es un tipo de imitación y recogeré en medida de lo posible las teorizaciones más sobresalientes al respecto. El objetivo general de este trabajo es comprobar que existe un gran contenido intertextual en la novela Paraíso clausurado de Pedro Ángel Palou García y es necesaria una minuciosa investigación para establecer su pertinencia. Asimismo, describiré como Palou utiliza a uno de sus personajes principales, Gavito, como un vehículo para jugar con la intertextualidad; la historia en la novela transcurre, pero demostraré que en realidad lo importante es la relación de Gavito con el mundo y la literatura; gracias a él se justifican las entradas intertextuales y, por lo tanto, la novela es el conjunto de todas estas relaciones. En este trabajo, además, expongo el significado del término, desde sus orígenes hasta la actualidad mediante los teóricos que más han ahondado en el tema. Por otro lado presento las generalidades de la Generación del Crack, sus integrantes y cuáles son los objetivos de la agrupación, para comprender un poco mejor las características de la narrativa de Palou y sus contemporáneos. Para analizar Paraíso clausurado, en el primer capítulo reúno la teoría sobre la intertextualidad, desde la perspectiva de Platón y Aristóteles sobre la imitación, la de Bajtín y Julia Kristeva, quien es la primera en utilizar el término. Posteriormente, realizo una travesía sobre algunos de los teóricos que han abordado en el tema hasta nuestros días como Jesús Camarero, Susana Onega, Jenny Laurent, Genette, entre 5 otros, y muestro las distintas clasificaciones de los tipos de intertextualidad, así como de las relaciones intertextuales, las cuales tomo como sustento para analizar Paraíso clausurado y su relación con los textos que conviven en la novela. En el capítulo describo la Generación del Crack, su origen, las discusiones en torno a si es o no una generación y el significado del término Crack. De la misma forma puntualizo algunos datos por los cuales se piensa que el Crack intenta romper con el Boom Latinoamericano e intento descifrar los objetivos en común de la agrupación. Después analizo la vida y trayectoria de Pedro Ángel Palou, su papel dentro de la Generación del Crack y hago un resumen de su obra literaria. Para terminar el capítulo, reflexiono sobre Paraíso clausurado, recreo la opinión del autor sobre esta obra y elaboro un breve resumen para comprenderla mejor.Por último, en el capítulo tres recapitulo todas mis búsquedas; establezco las constantes en la novela y muestro mi análisis con base en estas pesquisas. Además compruebo por medio de estos datos la hipótesis inicial, y lo que aporta al estudio de la literatura, específicamente de la literatura mexicana. Con esto pretendo dar mi opinión sobre el porqué deberíamos seguir leyendo a Palou y a los demás miembros de la Generación del Crack. Este trabajo muestra solamente una porción de la complejidad y riqueza de Paraíso clausurado; sin embargo, espero que con mi análisis, pueda ahora leerse y comprenderse desde una perspectiva intertextual y sea más clara su pertenencia a la tradición de la literatura mexicana. Espero que mi trabajo ayude a comprender en mejor medida la importancia de intertextualidad en la novela, así como en todas las otras obras del mundo, además, espero que el presente trabajo ayude a las siguientes investigaciones relacionadas con la intertextualidad. 6 Capítulo 1. Intertextualidad Existe un diálogo entre los textos del mundo; éste ocurre de muchas maneras posibles, entre ellas, mediante la influencia de un escritor en otro, al citarlo, mencionarlo o parodiarlo. El recurso tiene su origen en la imitación pues es el primer paso de un escritor para encontrar su estilo propio. Este diálogo llega a ser tan extenso, que para algunos autores abarca a todos los textos; siempre relacionados de una u otra forma. Para cada persona, los textos dialogan de manera distinta pues cada una se acerca a los textos de una forma por completo diferente a las demás porque reúne en su ser toda la cultura que ha absorbido a lo largo de su vida y cada caso no puede ser igual. Se trata de un proceso muy complejo que se puede analizar hasta cierto punto y al que muchos autores le han dado importancia. En este capítulo reuniré las propuestas más relevantes de dichos teóricos para ayudarme en el análisis de Paraíso clausurado; diferenciaré los distintos tipos de intertextualidad y las relaciones intertextuales que desarrolla Pedro Palou en su novela Paraíso clausurado. Mostraré la importancia del intertexto para entender la obra y además haré énfasis en la lectura, pues es un punto clave en la teoría de la intertextualidad y el intertexto. 1.1. Antecedentes de la intertextualidad Desde tiempos remotos, los griegos ya se habían preocupado por un elemento importante en el arte: la imitación; para Platón y Aristóteles todo el arte es imitación; según Platón en el décimo libro de La República, la pintura de una cama es la imitación de una imitación, ya que la cama real es la imitación de la idea original. Platón define la pintura como una “imitación de una apariencia” (Platón La república X). Para él, el poeta, tanto como el pintor, siempre copia un elemento imitando algo anteriormente creado, lo cual es a su vez una copia de una forma original. Por lo tanto, no tiene el mismo valor la obra de arte, pues como pintura, simplemente es la copia de una copia; 7 solo está basada en el ángulo que el autor percibe de esta imagen y no en el conocimiento propio de la idea. Aristóteles en el capítulo IV de su Poética menciona que el origen de la poesía se debió en gran parte a la imitación, cualidad natural del hombre; pues aprende todo por imitación y, con el paso del tiempo, también se regocija en admirar las imitaciones de la realidad (Aristóteles 4-5); por este motivo las artes han perdurado y son tan necesarias para nosotros, porque llevan noticias del hombre, a sí mismo, que no podría conocer de otra manera. En palabras de Susana Onega, para Cicerón y Quintiliano, así como para Aristóteles, la imitación no solo ayuda a dar forma al discurso, además influye en la formación y ayuda a templar cómo va a ser el individuo y su creatividad: Las dos formas principales de imitación descritas por la retórica clásica son la paráfrasis (o traducción del latín al latín) y la traducción (o traducción del griego al latín). Aunque Cicerón, lo mismo que Horacio, rechaza la paráfrasis por considerar que puede conducir a la tautología y a la disminución de la significación, Quintiliano la defiende, siempre que no sea una reproducción literal, por considerar que genera una tensión creativa entre la necesidad de emulación y la angustiada rivalidad que se establece entre el parafraseador y el autor del texto parafraseado. (…) Para Cicerón (1959) y Quintiliano (1979) ese ejercicio estilístico que es la imitación nunca es un fin en sí mismo. Sirve para aprender a improvisar, liberando al autor novel del exceso de admiración por los maestros precedentes (Onega 25). Onega también habla sobre Bajtín, para quien la imitación evidencia la necesidad de todo escritor por encontrar su propia voz e identidad; pero al mismo tiempo, para el teórico ruso toda imitación está determinada necesariamente por los códigos literario y socio-lingüísticos prevalecientes en el momento de la escritura; por lo tanto, un texto imitativo presenta y constituye a la vez una tensión entre dos idiolectos y dos o más sociolectos; los suyos propios y los del texto o textos que imita (Onega 26). Por lo tanto, el autor, en su búsqueda de originalidad, se conoce a sí mismo a través de conocer su propio contexto socio cultural. 8 Otro ejemplo de este intento por encontrar la originalidad propia de cada autor lo vemos esta cita de Derrida: para quien, “cada imitación literaria es un suplemento que busca completar y suplantar al original y que funciona a veces para lectores posteriores como el pre-texto del ‘original.ۥ” (Cit. en Onega 26). Según Derrida, el autor, además de encontrarse a sí mismo, intenta ser mejor escritor; quizá no siempre intenta suplantar a su predecesor, pero sí lo toma como ejemplo a seguir para escribir textos de la misma calidad. No obstante, siempre han existido quienes piensan lo contrario, y el ejemplo más claro es Platón, pues para él, “el imitador no sabe nada que valga la pena acerca de las cosas que imita; en que, por tanto, la imitación no es cosa seria, sino una niñería, y en que los que se dedican a la poesía trágica, sea en yambos, sea en versos épicos, son todos unos imitadores como los que más lo sean.” (Platón, La república X). Sin embargo, esta idea de Platón está superada por la fuerza que la imitación ejerce en el hombre; es imposible aprender algo sin imitarlo antes y además hoy en día no es posible hablar de originalidad en un sentido estricto. En La tradición y el talento individual (1920), T. S. Eliot habla precisamente sobre la originalidad en los poetas; según él, tradicionalmente se alaba mucho la obra de autores donde no hay aparentemente interferencia de otros; sin embargo, para T. S. Eliot, “si nos aproximamos a un poeta sin este prejuicio, con frecuencia encontraremos que no sólo las mejores partes de su obra, sino las más individuales, acaso resulten aquellas en las cuales los poetas muertos, sus ancestros, confirman su inmortalidad más vigorosamente.” (Eliot). Esta es una visión por completo diferente, donde precisamente las partes que revelan con fuerza la influencia de los demás, son las que las hacen más interesantes o ricas. En mi opinión, sí hay cosas nuevas en la actualidad; la originalidad no radica solamente en el contenido; los elementos intertextuales muestran cómo un autor: “reconoce su pertenencia a la tradición literaria y su gratitud a los escritores precedentes” (Onega 29). El escritor hace un intento por encontrar su propio estilo y, 9 aunque posiblemente todo ha sido ya dicho, no todo ha sido dicho de la misma manera y ahí entra en juego la originalidad. 1.2. Origen de la intertextualidad como concepto El origen del término “intertextualidad” se encuentra en la obra de Bajtín y su concepto de “dialogismo” analizadoen obras como Teoría y estética de la novela (1975), Estética de la creación verbal (1982) y Problemas de la poética de Dostoievski (1972). Dentro de estos análisis adquiere especial importancia el concepto de “enunciado”, completamente ligado al de diálogo: Todo enunciado, desde una breve réplica del diálogo cotidiano hasta una novela grande o un tratado científico, posee, por decirlo así, un principio absoluto y un final absoluto; antes del comienzo están los enunciados de otros, después del final están los enunciados respuestas de otros (o siquiera una comprensión silenciosa y activa del otro, o, finalmente, una acción respuesta basada en tal tipo de comprensión). Un hablante termina su enunciado para ceder la palabra al otro o para dar lugar a su comprensión activa como respuesta. El enunciado no es una unidad convencional sino real, delimitada con precisión por el cambio de los sujetos discursivos, y que termina con el hecho de ceder la palabra al otro, una especie de un dixi silencioso que se percibe por los oyentes (como señal de que el hablante haya concluido) (Bajtín, Estética 260- 261). Para Bajtín, la importancia del diálogo se encuentra desde el origen de la palabra misma; “La orientación dialogística de la palabra es, seguramente, un fenómeno propio de toda palabra. Es la orientación natural de toda palabra viva. En todas sus vías hacia el objeto, en todas sus orientaciones, la palabra se encuentra con la palabra ajena y no puede dejar de entrar en interacción viva, intensa, con ella”, (Bajtín, Teoría 96) por lo tanto, no es posible imaginar algún tipo de interacción humana donde la palabra no actúe con el mundo. Podemos ver esto en todos los ámbitos de la vida; social, artística, intelectual, etc. La palabra es la célula con la que se forma todo diálogo y da paso a la comunicación. 10 Para Todorov y Ducrot el discurso no se limita en sí mismo: siempre “es trabajado por otros textos –‘todo texto es absorción y transformación de una multiplicidad de otros textos’” (Ducrot y Todorov 400). Según Camarero, el dialogismo es la capacidad de los enunciados de uno mismo para relacionarse con una red de múltiples enunciados de los otros y, de esta manera, entablar un diálogo entre todos, donde cada uno de estos enunciados es importante a su manera; con la conjunción de ellos se crea una obra. La frase de Camarero: “una polifonía en el nivel del discurso” (Camarero 28) me recuerda a la polifonía musical donde varias voces se mueven, cada una en su plano individual, pero al mismo tiempo crean una relación armónica cuando se relacionan con las demás, y así, con esta interacción se produce una obra de arte. Por estos motivos, el diálogo llega a ser muy extenso y rico; su misma naturaleza posibilita diversas expresiones, pues interactúa con los diferentes niveles de la lengua, con los estratos sociales, con estilos o corrientes artísticas, con diferencias temporales, de nacionalidad, etc.; todo diálogo es posible ya que la realidad se encuentra en un todo. Así lo argumenta Bajtín, aunque con respecto sólo a la novela: La novela como todo es un fenómeno pluriestético, plurilingual y plurivocal. El investigador se encuentra en ella con unidades estilísticas heterogéneas, que algunas veces se hallan situadas en diferentes planos lingüísticos, y que están sometidas a diferentes normas estilísticas […]. Estas unidades estilísticas heterogéneas, al incorporarse a la novela, se combinan en un sistema artístico armonioso y se subordinan a la unidad estilística superior del todo, que no se puede identificar con ninguna de las otras unidades sometidas a aquella (Bajtín, Teoría 80). Bajtín termina mencionando algo de suma importancia: el diálogo se puede dar no solo en la literatura, sino entre distintos tipos de lenguaje: “[…] en un análisis amplio de relaciones dialógicas éstas son posibles también entre otros fenómenos interpretables, si éstos se expresan mediante alguna clase de material sígnico, por ejemplo, imágenes de otras artes” (Bajtín, Problemas 258). Es muy importante esta característica, pues en Paraíso clausurado hay elementos intertextuales de otros tipos de lenguajes como la música o la pintura, y estos expanden la interpretación de la obra y su alcance. 11 Es Julia Kristeva, integrante del grupo Tel Quel de Philippe Sollers, quien lleva la idea del dialogismo a Francia en su artículo “La palabra, el diálogo, la novela”, el cual es publicado después en su libro Semiotiké (1978). Según ella “todo texto se construye como un mosaico de citas, todo texto es absorción y transformación de otro texto. En lugar de la noción de intersubjetividad se instala la intertextualidad, y el lenguaje poético se lee, al menos, como doble.” (Kristeva 190). Es ella quien propone por primera vez el término “intertextualidad” y, como podemos observar, se trata siempre del diálogo mencionado por Bajtín; las obras dialogan con otras, por ello, cuando el lector se acerca a una, al mismo tiempo se encuentra leyendo otra u otras, porque éstas hablan con él, de la misma forma que lo hicieron también con el autor, cuando era lector. Para Kristeva el texto es un punto de reunión donde varios elementos intercambian algo y quedan plasmados en la obra, aunque ahora transformados en un texto diferente. Según Camarero este intercambio es: Un proceso o una dinámica, una “transposición”, una productividad textual (redistribución, deconstrucción o diseminación de textos anteriores). Así el “ideologema” kristeviano sería una función intertextual materializada en los diferentes niveles de la estructura de cada texto y que se extiende a lo largo de su trayecto dándole sus coordenadas históricas y sociales (Camarero 28-29). Jenny Laurent, contemporánea de Kristeva, en el artículo “La stratégie et la forme”, publicado en la revista Poétique (1976), define la intertextualidad como una “transformación” y “asimilación” de textos de acuerdo con un impulso centrador del sentido en el texto final.” (Cit. en Camarero 30). Para ella, entonces, la intertextualidad es el proceso de transformar elementos de un autor en algo nuevo y diferente, aunque suene como una paradoja. Esto resulta importante en el análisis de Paraíso clausurado, porque es precisamente todo este conjunto de elementos de otros autores los que le dan sentido a la obra de Palou; a pesar de contener un gran número de relaciones intertextuales, el texto como totalidad es uno, nuevo y es diferente al de los autores precedentes. 12 Para Chassay, la intertextualidad es el “proceso constante y quizá infinito de transferencia de materiales textuales en el interior del conjunto de discursos” (Camarero 25). De la misma forma, se comprende el texto en relación con los demás. Para comprender mejor esto tomo la metáfora de Camarero: es como una gran biblioteca, donde se encuentran reunidas todas las obras de la literatura universal y la intertextualidad, en pocas palabras, es el diálogo o la relación entre estos libros (Camarero 23). Además podemos sumarle todos los textos de las demás artes y ramas de la ciencia; en realidad, cualquier texto existente puede entablar una relación intertextual con otro u otros. El estudio de la intertextualidad, es al mismo tiempo, una herramienta de gran utilidad para los estudios actuales tanto en literatura como en cualquier arte, ya que podemos leer y entender un texto por medio de otros. De Biasi define precisamente la intertextualidad como una función de “elucidación del proceso por el cual todo texto puede leerse en tanto que integración y transformación de uno o varios textos” (Cit. en Camarero 33-34). Es gracias a esta herramienta que el lector podría tener acceso no solo al texto mismo, sino a los textos con las cuales trabajó el autor, al momento de escribir, pues seven reflejados en su obra; gracias a esto, si en la biografía de determinado autor no se menciona explícitamente su relación con algún autor o sus obras, ciertas referencias intertextuales en sus textos nos pueden hacer creer lo contrario. Las interacciones entre los textos son tan complejas que para algunos autores, todas las obras están vinculadas entre sí: Borges en su obra El libro de arena afirma: “Ya no quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas” (Borges 41). Camarero habla sobre la postura de Borges y lo parafrasea de la siguiente manera: Según Borges, ya no quedaría ninguna posibilidad de decir una historia original y nueva, todo estaría escrito ya en todos los textos de nuestra tradición secular de múltiples culturas y lenguas, solo quedaría la posibilidad de citar. Entonces, citar sería como escribir, o escribir sería citar, y lo que se produciría no sería ya tanto una obra creadora de un mundo nuevo, sino una red de textos en la que todas las obras estarían virtualmente presentes. La red de textos haría posible que la obra se convirtiera en una 13 relación entre obras, sería una obra de obras, un texto de textos, una cultura de culturas, una lengua de lenguas, y su funcionamiento estaría basado, no ya en la invención de una historia original y única (o no sólo eso), sino en la interacción textual o capacidad de relación entre textos diferentes, todo un sistema. (Camarero 10). De la misma forma, hay un gran número de teóricos, quienes comparten una opinión similar; según Susana Onega: “los teóricos de la intertextualidad sostienen, en contra del formalismo extremado, que un texto no puede existir como un todo cerrado y autosuficiente y que, por tanto, no funciona como sistema autónomo. (Onega 17-18). En el mismo sentido Charles Grivel, asegura que: “Il n’est de texte que d’intertexte”1 (Cit. en Onega 18), lo cual remite de nuevo a la postura de Borges. T. S. Eliot amplía el horizonte de la intertextualidad hacia el futuro, pues para él, una obra de arte no solo depende de su pasado, sino del futuro con las obras venideras: “el significado total de la obra de un artista concreto no sólo debe tener en cuenta las obras de los artistas precedentes sino también al contrario, es decir, las obras de los artistas muertos varían y aumentan su significado a la luz de la obra de los nuevos” (Onega 19). Si los nuevos autores dan nuevos significados a las obras anteriores, el contexto cambia y la intertextualidad no es la misma o no se presenta de la misma forma a través del tiempo y las generaciones de lectores hacen de éste un concepto maleable y muy complejo. Susana Onega recalca la importancia de los teóricos como Bajtín, Roland Barthes, Julia Kristeva o Derrida y en general del deconstructivismo por sus avances en la teoría de la intertextualidad. A partir de la combinación de distintas áreas del conocimiento como el marxismo, el psicoanálisis, la semiótica y la filosofía, los teóricos intentan comprender el texto literario no como un fin en sí mismo, sino como un intento por parte de los autores de descifrar el comportamiento humano a través del uso del lenguaje (Onega 19). Esto me parece un acierto, pues desde los tiempos remotos de la escritura, los seres humanos han dejado por escrito los pensamientos más profundos de 1 No hay texto más que intertexto (la traducción es mía). 14 su ser y su sociedad, algunas veces sólo para sí mismos, otras para compartir con los demás, pero muchas veces dejando plasmada su esencia en ellos. Riffaterre afirma: “la intertextualidad es un efecto de lectura porque lo más importante es el lector: a él le corresponde reconocer e identificar el intertexto, y su memoria y competencia resultan definidoras en el juego intertextual” (Cit. en Camarero 31). Por lo tanto, para él es igual de importante el diálogo entre los textos como la capacidad del lector de diferenciar los elementos intertextuales para que se dé la intertextualidad. Este es un efecto que se produce cuando el lector se acerca al texto y descubre esos elementos; no existe por sí misma. A esto es posible sumar la opinión de Umberto Eco, quien en su libro Lector in fabula (1979), dice: “ningún texto se lee independientemente de la experiencia que el lector tiene de otros textos” (Eco 116). Esta postura resulta importante porque entonces la intertextualidad no se manifiesta siempre de la misma manera; el autor, antes de serlo fue lector y el lector antes de acercarse a una obra se ha acercado a otras antes y su lectura depende de un gran número de variables. El autor de una obra no puede saber cuántas interpretaciones llegará a tener su texto, pues como bien se sabe, existen tantas lecturas posibles como lectores en el mundo. Esto es indispensable para la formación cultural de las personas. Susana Onega afirma que “para Bajtín, lo mismo que para Kristeva y Barthes, lo importante no es solo que los textos se citen mutuamente, sino el hecho de que el sujeto, definido como autor y/o lector, da sentido a su experiencia vital y construye su ‘vida’ en relación a los textos” (Onega 21). Y así como estos autores, hay muchos más quienes se han preocupado por la intertextualidad; como en todo ámbito de la vida, sería muy complicado reunir cada una de las opiniones de los teóricos. Por ello concuerdo con Susana Onega: La posibilidad de encontrar teorías de la intertextualidad son infinitas, no porque los pensadores hayan sido siempre conscientes de la existencia de relaciones intertextuales 15 sino, sencillamente porque lo somos nosotros, los lectores contemporáneos y al re-leer a los clásicos aportamos a sus textos nuestro propio conocimiento (Onega 23). En esencia, los teóricos comparten la idea de que hay un diálogo entre los textos denominado intertextualidad, y enfatizan cuán extenso llega a ser, por ello considero acertado el comentario de Susana Onega citando a Heinrich F. Plett: “Ya no podemos hablar de intertextualidad, sino de intertextualidades” (Cit. en. Onega 17), es decir, que según Onega, solo podemos diferenciar entre tipos, enfoques o actitudes hacia la intertextualidad y es precisamente lo que a continuación presento. 1.3. Tipos de intertextualidad Remarcaré, para comenzar, la importancia que los teóricos dan a la lectura; según Riffaterre no existe intertextualidad si el lector no es capaz de reconocerla en el texto. Cuando el lector se acerca a una obra y reconoce en ella rasgos o reminiscencias de alguna otra, u otro autor, cuando se presenta un quiebre en la lectura que le hace pensar en la influencia de alguien, algún estilo peculiar, o hasta en el plagio de alguna otra obra, se encuentra en presencia de la intertextualidad aunque no sea consciente de ello. Dice Susana Onega: La inserción de una cita literal, de una alusión genérica, o de cualquier otro guiño intertextual irrumpe la lectura y genera una tensión entre la tendencia a creer en la integridad y originalidad del texto y la posibilidad de que su significado se disperse y posponga infinitamente. Es decir, como diría Derrida, constituye una ruptura y un vestigio que exige una lectura especulativa, no lineal (Onega 29). Lauro Zavala menciona lo mismo pero como un efecto curioso: el déja lû o la “sensación de lo “ya leído” producida en el lector al percibir la naturaleza intertextual de un determinado texto. Esta expresión surge como alusión a la expresión francesa déja vu (ya visto)” (Zavala 72). Ahora me ocuparé de reunir en la medida de lo posible las teorías más relevantes sobre estos tipos de interrupciones en la lectura. En primer lugar volveré a Riffaterre, quien hace una distinción entre dos tipos de intertextualidad: “la intertextualidad 16 “aleatoria”: ésta existe aunqueel lector no la perciba y la “obligatoria”, donde “el lector no puede dejar(la) de percibir, porque el intertexto deja en el texto un rastro indeleble, una constante formal que ejerce la función de un imperativo de lectura y que gobierna el desciframiento del mensaje en tanto que literario” (Cit. en Camarero 31). Esta distinción privilegia la capacidad del lector de reconocerla: hay una intertextualidad obligatoria, pero otra que el lector puede o no percibir dependiendo de su bagaje cultural. Por su parte, Ricardou distingue entre una intertextualidad “externa”, la cual es la relación entre un texto y otro diferente, y otra “interna” donde un texto mantiene una relación intertextual consigo mismo (Camarero 29). Según Camarero, esto “supone una cierta novedad al introducir el campo textual de un mismo autor como escenario de operaciones intertextuales “internas”” (Cit. en Camarero 29). Pero no es el único; Dällenbach, en su artículo Intertexte et autotexte poetique (1976) propone el término “autotextualidad”, que define como: [...] una reduplicación interna que desdobla el relato en todo o en parte en su dimensión literal (la del texto, estrictamente entendido o referencial de la ficción), es decir, que despliega las relaciones intertextuales dentro del mismo texto en referencia a sí mismo, en lo que no es sino una adaptación a la teoría general de la intertextualidad de su conocida teoría de la “mise en abyme” (Cit. en Camarero 30). Esto resulta relevante para los fines de esta investigación pues Palou realiza en Paraíso clausurado referencias a la misma novela, es un tipo de intertextualidad ficticia donde el autor hace referencias a obras que no existen, pero las emplea en su texto como si fueran reales. Asimismo, Claude Simon Ricardou diferencia entre la intertextualidad “general”, la cual se define como las relaciones intertextuales entre textos de autores diferentes, y la intertextualidad “restringida”, que son las relaciones intertextuales entre los textos de un mismo autor (Cit. en Camarero 30). Este fenómeno se encuentra igualmente en Paraíso clausurado, pues Palou hace referencias en el texto a otras obras de su autoría como Demasiadas vidas (2001). 17 Gérard Genette, en su libro Palimpsestos (1982) trata de sistematizar unas relaciones que denomina “transtextuales” y propone varios términos: 1) La intertextualidad: “relación de copresencia entre dos o más textos, es decir, eidéticamente y frecuentemente, como la presencia efectiva de un texto en otro.” (Genette 10). 2) La paratextualidad: relación de un texto con su paratexto, “título, subtítulo, intertítulos, prefacios, epílogos, advertencias, prólogos, etc.; notas al margen, a pie de página, finales; epígrafes; ilustraciones; fajas, sobrecubierta, y muchos otros tipos de señales accesorias, autógrafas o alógrafas, que procuran un entorno (variable) al texto y a veces un comentario oficial y oficioso del que el lector más purista y menos tendente a la erudición externa no puede siempre disponer tan fácilmente como lo desearía y lo pretende.” (Genette 11-12). 3) La metatextualidad: “relación-generalmente denominada “comentario”-que une un texto a otro texto que habla de él sin citarlo (convocarlo), e incluso, en el límite, sin nombrarlo.” (Genette 11). 4) La architextualidad: “relación completamente muda que, como máximo, articula una mención paratextual (títulos, como en Poesías, Ensayos, Le Roman de la Rose, etc., o, más generalmente subtítulos: la indicación Novela, Relato, Poemas, etc., que acompaña al título en la cubierta del libro), de pura pertenencia taxonómica. Cuando no hay ninguna mención, puede deberse al rechazo de subrayar una evidencia o, al contrario, para recursar o eludir cualquier clasificación.” (Genette 13). 5) La hipertextualidad: o “relación existente entre un texto B (que llamaré hipertexto) a un texto anterior A (al que llamaré Hipotexto) en el que se injerta de una manera que no es la del comentario” (Genette 14). Para Camarero existen dos tipos esenciales de diálogos, y los clasifica siguiendo un criterio que va de la mano con la literatura comparada. Propone la intersubjetividad, la cual es una relación producida entre autores en el ámbito comparatista (en esta clasificación encontramos a la influencia) y la intertextualidad, que es la relación entre obras distintas y ya no entre autores (Camarero 10). 18 Jenny propone en La estrategia de la forma (1976) una tipología vinculada a la retórica: Paronomasia: alteración del texto original que consiste en conservar sus sonoridades aunque modificando la grafía, lo cual le da al nuevo texto un sentido distinto. Elipsis: forma mutilada de un texto o de un “arque-texto”. Amplificación: transformación de un texto original por medio del desarrollo de sus virtualidades semánticas. Hipérbole: transformación de un texto por superlativización de su cualificación. Interversión: de la situación enunciativa, cuando cambia el alocutario y permanece estable la integridad del discurso; de la cualificación, cuando ciertos actantes o “circunstantes” del relato original son retomados pero calificados antitéticamente; de la situación dramática, cuando el esquema accional del relato prestado es modificado por transformación negativa o pasiva; y de los valores simbólicos, cuando los símbolos elaborados por un texto son retomados con significados opuestos en el nuevo contexto. Cambio de nivel de sentido: un esquema semántico es retomado en el contexto de un nuevo nivel de sentido (Cit. en Camarero 34-35). Camarero propone otra clasificación distinta. Siguiendo a Genette en Palimpsestos (1982), en primer lugar, establece una doble distinción entre dos tipos de relaciones intertextuales: a) Relaciones de “copresencia”: i) “Explícita”: cita y referencia. ii) “Implícita”: plagio y alusión. b) Relaciones de “derivación” por: i) “transformación”: parodia ii) “imitación”: pastiche. (Camarero 34). 19 En las relaciones de copresencia se percibe, efectivamente, un intento del autor por hacer notar al lector un diálogo con las obras del pasado; sin embargo, entre estos ejemplos la única relación que muestra con claridad su presencia y la pone de manifiesto es la cita; las otras tres no lo hacen y para descubrirlas es necesario el trabajo del lector, pues debe acercarse al texto con una perspectiva abierta; hay un mundo dentro de éste por descubrir, y no solo eso; posiblemente, existe oculto así que debe esforzarse. A continuación muestro una explicación un poco más detallada sobre esta clasificación y otros ejemplos que desarrolla Camarero en su libro Intertextualidad (2008), siguiendo las bases de Genette: La cita. Esta relación se sitúa en el nivel más explícito y literal. Algunas veces se encuentra entre comillas y puede haber o no una referencia precisa del texto al cual hace referencia. Para Camarero, la cita es la forma emblemática de la intertextualidad pues siempre es clara; se encuentra siempre resaltando el texto, ya sea en cursivas, con un tipo reducido, comillas, sangrado, etc. Es importante resaltarlas de esta forma pues si no quizás se trate de plagio, especialmente cuando el autor trata de ocultar la referencia y mezclarla como si fuese parte de un texto suyo (Camarero 35). Para Camarero el resaltar la cita da al texto además, dos características esenciales del juego intertextual: la heterogeneidad y la fragmentación. La primera sería la diferenciación clara entre textos; Camarero menciona a Graciela Reyes quien propone el término “polifonía” para referirse a esta situación y tiene sentido, pues al diferenciar las voces, el lector se encuentra con distintos planos en la lectura y debe mantenerse alerta para poner la atención debida a cada una. La fragmentación es lo que Derridadenomina diseminación respecto del texto primitivo o antiguo (Camarero 35). Camarero menciona un tipo de cita que Magné ha denominado “implí-cita”, en el texto original es impli-citation pero Camarero la traduce. En esta relación intertextual ni siquiera se sugiere al lector una relación entre textos; “es una cita absolutamente implícita, fundida con el texto, disfrazada, reescrita, enigmática, pero cuya presencia es 20 delatada indirectamente (no como tal texto, sino que se hace referencia a su existencia) por el autor, o incluso por especialistas de su obra.” (Camarero 36). Cuando el autor se apropia por completo del texto puede tratarse de plagio, por lo tanto la diferencia es que en algún lugar hay una referencia a pesar de haber suprimido los signos (Camarero 36). La referencia. Es una relación intertextual explícita, como la cita, pero en ella no se reproduce el texto resaltado y con referencias, sino que se remite a él por medio de otros elementos como un título, el nombre de un autor o de un personaje, el relato de una situación, etc. Camarero menciona a Bouillaguet, quien definió la referencia como “un préstamo no literal explícito” pues en el caso de la cita el préstamo sería literal (Camarero 36). El plagio. Esta relación intertextual es mucho menos explícita, es un préstamo completamente literal, pero el autor no lo da a conocer como tal, por ello no se distingue una heterogeneidad y el texto pasa regularmente como de la autoría del escritor. En la actualidad conlleva muchos problemas legales y ha suscitado discusiones sobre la originalidad. Camarero resume en pocas palabras la definición del plagio como una cita sin identificar (Camarero 37). Según Camarero, para Borges y Barthes el plagio no existe, pues la literatura es una y universal, pero menciona también a Schneider, para quien todas las prácticas intertextuales pueden considerarse plagio de alguna u otra manera. Como se vea, el plagio provoca una paradoja sobre la originalidad en la literatura: pues copiar un texto muestra una completa falta de originalidad, pero después de analizar las teorías de la imitación se sabe realmente que ningún texto surge de la nada absoluta, y todos están relacionados entre sí de una u otra forma (Camarero 38). La alusión. Es aún menos explícita que la referencia; es un “enunciado cuya plena inteligibilidad supone la percepción de una relación entre ese enunciado y otro, al que remite necesariamente tal o cual de sus inflexiones, no evidentes de otro modo.” (Camarero 38). Según Camarero es una especie de cita, pero no es literal ni explícita y 21 es más sutil porque no rompe la continuidad del texto, sin embargo existe una relación indirecta a otro texto conocido o con alguna relación espacio-cultural; en pocas palabras, relaciona dos textos mediante indicios vagos, pero reconocibles. En la alusión ocurre el mismo problema que en la referencia: no existe una diferenciación clara entre el texto del autor y el otro al que hace la referencia, por lo que hace difícil el reconocer las relaciones intertextuales (Camarero 38-39). Sin embargo, si el lector es lo suficientemente capaz, o el autor hace saber a sus lectores las características del texto y con cuáles tiene algún contacto, estas relaciones intertextuales deberían poder diferenciarse; la actitud del lector frente a textos de este tipo es indispensable, pues debe comprender antes de leer, que algunas partes pueden hacer relación a elementos externos a la obra, pero no tiene que ser algo complicado o redundante; esta actividad llega a ser hasta una actividad lúdica para un lector ávido de encontrar estas relaciones en los textos. Las otras relaciones intertextuales (parodia, pastiche) no siguen la misma línea de la copresencia textual, sino que funcionan, según Genette por transformación (Genette 17) o según Camarero, por derivación: éstas son la derivación transformatoria (parodia) y la derivación imitativa (pastiche). Estas relaciones se encuentran incluidas dentro de la clasificación de hipertextualidad de Genette. Camarero los describe de la siguiente manera: La parodia. Es básicamente la modificación de un texto pero imitando un estilo. “Su eficacia aumenta cuanto más cerca se reescribe el hipertexto (el texto paródico) del hipotexto (el texto parodiado); por ello es normalmente bastante breve ya que el montaje de citas no es soportado durante una gran cantidad de texto.” (Camarero 40). Esta imitación se encuentra como una cita, pero con algunas diferencias o desvíos; lo importante es aclarar la relación con el texto precedente al cual parodia, el cual por lo general es un texto canonizado y nuevo es una especie de caricatura de la anterior o un intento de sobrepasar al anterior. Los autores utilizan la parodia como un juego en muchas ocasiones y se llega a considerar regularmente como una muestra de 22 admiración o afecto hacia la obra parodiada; sin embargo como indica Camarero; este juego puede considerarse un juicio peyorativo (Camarero 39-40). El pastiche: Tiene relación con la parodia, pero a éste Genette lo incluye más que nada en la tradición clásica; no es ya la deformación de un texto, sino la imitación del estilo de un escritor; en este caso es indiferente el tema del texto nuevo, ya que lo importante no es el texto imitado, sino el estilo característico del escritor al que se imita en sus giros, fórmulas, rasgos sintácticos y semánticos, etc. Por lo general, tiene un carácter lúdico (Camarero 40). Camarero menciona otras relaciones intertextuales no mencionadas por Genette. Son las siguientes: El lema. Es una cita generalmente breve colocada al inicio de un libro o una sección (capítulo, artículo, etc.) y, por lo general, es un fragmento reconocido o de algún autor con autoridad. Este elemento sirve para invitar al lector a admirar a quien se cita, y también a tomarlo en cuenta para comprender de una mejor manera el texto próximo a leer; es una invitación para la mejor interpretación (Camarero 40). El centón. Variante de la cita, es una obra compuesta en su totalidad por citas. Aquí la cita-texto se convierte en una cita-obra cuya referencialidad es puramente interna o literaria (Camarero 41). El collage. Es un tipo de texto inventado por los poetas surrealistas; éste recoge elementos de obras anteriores para elaborar un nuevo texto en el que se encuentran los viejos textos pero ahora con un sentido de disonancia o ruptura con lo anterior. Por lo regular, estos textos tienen una intención específica, como hacer crítica desmitificadora, por ejemplo, y por ello podemos relacionarla fácilmente con la parodia. Los textos que conforman el collage coexisten o cohabitan sin que uno de ellos integre al otro, es decir, aparecen de manera simultánea ante el lector; proponiéndole una visión fragmentaria y heterogénea de la textualidad; no hay por lo tanto relación intertextual de absorción, sino de disociación (Camarero 41), y es en mi opinión el tipo de intertextualidad más cercano a la polifonía musical, debido a la 23 multitud de voces que coexisten en el texto. Aunque Camarero la asocie más con la disociación, al final de cuentas las citas del collage forman un solo texto, igual que las distintas voces en una fuga. La palinodia. Es una repetición del canto al revés. Comúnmente es una retractación pública sobre algún tema o publicación específica, ya sea filosófica, sentimental, moral, científica, crítica, etc., y el texto o discurso anterior se transforma para variar profunda o radicalmente el mensaje (Camarero 41). La paráfrasis. Es el desarrollo explicativo de un texto sin alterar su contenido, simplemente se realiza la modificación para hacerlo más asequible ya sea para el autor mismo u otro público (Camarero 41). Camareromenciona otros dos tipos de intertextualidad: la intratextualidad, producida entre textos del mismo autor pero no como la autotextualidad y la intertextualidad interna; es un proceso de continuidad textual a determinada obra; podría definirse como una “reescritura” o más precisamente como lo denomina Camarero, una “autorreescritura”, la cual no es más que la “mejora” o modificación de los textos de un autor por su propia mano (Camarero 41-42). De la misma manera, Camarero menciona la Intertextualidad exoliteraria definida como una: [...] hibridación textual mediante la cual se añaden al texto otros textos de forma y sentido un tanto cerrado (fórmulas discursivas, documentos, formatos de texto e imágenes) que operan una especie de referencialidad textual en tanto que son incorporaciones de objetos de la realidad externa (Camarero 42). Aunque estos últimos dos tipos de intertextualidad no aparecen en la obra de Palou, objetivo de la presente tesis, no está demás tenerlos en cuenta ya que son bastante comunes en la literatura. Con el avance de la tecnología, hoy encontramos fácilmente textos de este tipo en la red y cada vez será más común encontrar textos digitales que nos incluyan no solo las referencias a los otros textos de los que hablamos, sino el texto 24 completo. Incluso será posible interactuar no solo con elementos físicos como partituras, las pinturas, las esculturas o los lugares sino también con la música, las películas, hasta de los olores de los cuales habla el autor. 1.4. El intertexto Siguiendo a Lauro Zavala, “El concepto de intertextualidad presupone que todo texto está relacionado con otros textos, como producto de una red de significación. A esa red la llamamos intertexto. El intertexto, entonces, es el conjunto de textos con los que un texto cualquiera está relacionado” (Zavala 28). Otro ejemplo bastante interesante es el de Camarero, para quien el conjunto de textos de su gran biblioteca con los cuales se relaciona uno en específico, es el intertexto (Camarero 23). La relación intertextual es bastante compleja. Para Tiphaine Samoyault existe una red universal; esta es la relación intertextual que existe o puede existir entre todas las obras de la literatura, a la que denomina la “memoria de la literatura” (Cit. en Camarero 24). Sin embargo Camarero lleva esta idea más lejos, pues para él no existe una sola red; existen muchas “[...] redes, en plural, porque la literatura no es una, sino una diversidad de prácticas simbólicas, hermenéuticas o sociológicas para concebir artísticamente la vida, el mundo o el hombre.” (Camarero 9) y es por ello que autores como Barthes han llegado a concebir el intertexto de una manera mucho más amplia. Según Barthes: Todo texto es un intertexto, otros textos están presentes en él, en niveles variables, bajo formas más o menos reconocibles; los textos de la cultura anterior y los de la cultura contemporánea o del entorno, todo texto es un tejido nuevo de citas. Pasan al texto, redistribuidos en él, trozos de códigos, de fórmulas, de modelos rítmicos, fragmentos de usos sociales, etc., porque siempre hay lenguaje antes del texto y alrededor de él. La intertextualidad, condición de todo texto, sea el que sea, no se reduce evidentemente a un problema de fuentes o de influencias; el intertexto es un campo general de fórmulas 25 anónimas, en cuyo origen raramente se repara, de citas inconscientes o automáticas, dadas sin comillas (Cit. en Mendoza 77). Sin embargo, esta definición ha provocado numerosas críticas de parte de algunos estudiosos de la intertextualidad. José Martínez considera que mezcló los conceptos de código y texto, por lo que su definición es vaga y con una difícil aplicación crítica. Según Hans-Georg Ruprecth y Marc Angenot, Barthes volvió inaplicable el concepto. Para Riffaterre, Barthes confundió el intertexto con asociaciones accidentales y azarosas que dependen de las experiencias individuales. Para Desiderio Navarro los artículos de Barthes en lugar de una teoría de la intertextualidad, proponen, en polisémica prosa literaria y de forma breve, una erótica de la lectura panintertextual aleatoria que le quita toda utilidad analítica al concepto (Martínez 58-59). Por lo tanto, la definición del concepto es muy variable y depende de la perspectiva. Es el mismo Riffaterre quien da otra posible respuesta; él define el intertexto como “el conjunto de textos que pueden resultar cercanos al texto que estamos leyendo, el conjunto de textos que repertoriamos en nuestra memoria en el instante de leer un pasaje dado, un corpus indefinido.” (Cit. en Camarero 30-31). Para Riffaterre el intertexto también depende de la lectura; no existe por sí mismo y es diferente para cada lector. De acuerdo con la definición de Helena Beristáin en su Diccionario de retórica y poética (1985), el intertexto es el: Conjunto de las unidades en que se manifiesta el fenómeno de transtextualidad (“trascendencia textual del texto”), dado en la relación entre el texto analizado y otros textos leídos o escuchados, que se evocan consciente o inconscientemente o que se citan, ya sea parcial o totalmente, ya sea literalmente (en este caso, cuando el lenguaje se presenta intensamente socializado o aculturado y ofrece estructuras sintácticas o semánticas comunes a cierto tipo de discurso), ya sea renovados o metamorfoseados creativamente por el autor, pues los elementos extratextuales promueven la innovación (Beristáin 269). 26 De modo que para Helena Beristáin el intertexto también depende de las evocaciones, asociaciones, analogías, etc. que se despiertan en el lector al acercarse al texto. Sin embargo, también me parece bastante acertada la idea de Plett: Un intertexto está caracterizado por atributos que van más allá de él. No está delimitado, sino des-limitado (sic), porque sus elementos constituyentes se refieren a elementos constituyentes de otro(s) texto(s). Por lo tanto, tiene una doble coherencia; una intratextual que garantiza la integridad inmanente del texto, y una intertextual que crea relaciones estructurales entre él mismo y otros textos. Esta doble coherencia contribuye a la riqueza y complejidad del intertexto, pero también a su status problemático (Plett 67-68). Por lo tanto, no es posible concentrarse en una sola idea del intertexto como algo cerrado, ni como algo infinito. Aunque Plett hace referencia a la intratextualidad, el concepto define al intertexto como un elemento de los textos con los que se relaciona y además con los que el lector los puede relacionar. A pesar de las relaciones que el lector pueda no descubrir, éstas existen y al mismo tiempo se relacionan con otras. Sería imposible encontrar todas estas redes y relaciones, además analizarlas, por el vasto diálogo que establecen, ya referido. Por el momento me concentraré en el intertexto como consecuencia de la lectura, aunque no hago a un lado la posible existencia de referencias intertextuales en Paraíso clausurado que no descubrí. 27 Capítulo 2. Generación del Crack Para continuar el análisis de Paraíso clausurado es necesario conocer el contexto donde nació la obra; por ello presento una semblanza de la llamada Generación del Crack, agrupación a la cual perteneció Pedro Ángel Palou. Como en casi todos los movimientos literarios, los integrantes de la Generación del Crack dudan sobre el tipo de movimiento al cual pertenecen. Eloy Urroz se cuestiona: “¿Éramos grupo, éramos generación, éramos acaso un grupo enclavado dentro de una generación? ¿Qué diablos éramos?” (Urroz 151). De la misma manera se pregunta “¿existen novelas de Crack o existen autores del Crack?, ¿son sólo las obras publicadas a partir del Manifiesto obras genuinamente del Crack o lo son también todas aquellas anterioresa ese año, 1996?” (Urroz 149) entre otras dudas, no sólo de él, también de los demás miembros de este movimiento tan peculiar. Según Jorge Volpi; “A la pregunta “¿qué es el Crack?” se puede responder de maneras distintas, según el grado de ironía que se desee. Ello se debe a que el Crack es, antes que nada, una broma literaria, es decir, una broma en serio” (Volpi 175). 2.1. Orígenes Es cuestionada la fecha exacta en que nació esta agrupación, pues según Jorge Volpi “El Crack es un grupo de siete amigos enloquecidos por la literatura, Sanborns y Vips, largas horas de charla, miles de hojas de papel, siete computadoras y, claro, Internet.” (Volpi 176). Si la agrupación nace junto con la amistad, sería imposible definir una fecha; según Volpi “El Crack es la manera de darle nombre a una amistad literaria que se preocupa tanto de lo literario como de lo amistoso” (Volpi 176). En este sentido, la amistad es el lazo que los mantiene unidos como generación y su nacimiento no se puede establecer fácilmente, lo cual me hace pensar en el origen de la agrupación, similar al de un ser vivo, cuya formación se da poco a poco, aunque debe haber un momento donde existe una génesis; de hecho los propios autores proponen varias teorías al respecto; por ejemplo, según Eloy Urroz “Dado que el Crack es- y 28 continúa siendo- una estrecha amistad literaria, esta denominación podría retrotraerse al día en que Nacho, Jorge y yo nos conocimos y nos hicimos amigos en el Centro Universitario México hacia 1984 o 1985” (Urroz 150)”. Jorge Volpi nos ofrece varias posibilidades: “El Crack surgió en abril de 1994, cuando Padilla, Urroz y Volpi publicaron un libro en común, Tres bosquejos de mal” (…)“El Crack surgió en diciembre de 1994, cuando esos mismos cinco escritores se reunieron tras un brindis navideño y tuvieron la ocurrencia de fundar un grupo literario (Volpi 177), entre muchas otras más. En Crack. Instrucciones de uso (2004) se menciona otra fecha importante: En 1994, durante la presentación de Tres bosquejos del mal, nos reunimos todos por primera vez en el auditorio Arnaldo Orfila de la editorial Siglo XXI: Pedro Ángel y Alejandro presentaban el libro de Nacho, Eloy y Jorge, y entre el público asistente se hallaban Ricardo y Vicente. Si existe un inicio del Crack, tal y como se conoce ahora, probablemente fue ése. (Volpi, Urroz, Padilla, Chávez, Palou 13) Pero Volpi entre sus teorías se aventura incluso a decir que el Crack pudo haber surgido entre 1965 y 1968, pues entre estos años nacieron sus miembros, o simplemente no tiene un origen, pues el Crack, como una metáfora, es simplemente una novela más escrita por ellos (Volpi 178), por lo cual no tiene fecha exacta de origen ni publicación. Así como estos ejemplos, hay más fechas posibles, sin embargo y para fines prácticos podríamos establecer agosto de 1996 como su origen, pues en esa fecha ocurrió un evento importante: cinco jóvenes escritores mexicanos presentaron en la Revista de Cultura Lateral (Devriendt 10) un manifiesto junto a una novela cada uno. En esta “conspiración literaria” (Zavala) como la llama Agnes Zavala, participaron Jorge Volpi (El temperamento melancólico); Pedro Ángel Palou (Memoria de los días); Ignacio Padilla (Si volviesen sus majestades); Ricardo Chávez Castañeda (La conspiración idiota) y Eloy Urroz (Las rémoras). El texto presentado en la revista fue su Manifiesto Crack y ellos son conocidos como la Generación del Crack. 29 En un inicio, estos jóvenes escritores fueron atacados por la crítica y no se les dio mayor importancia, por eso, tanto ellos como sus novelas dejaron pronto de recibir la poca atención que tenían y fueron prácticamente olvidados. Sin embargo, en 1999 Jorge Volpi ganó el Premio Biblioteca Breve de Seix Barral por su libro En busca de Klingsor y en 2000, Ignacio Padilla obtuvo el Premio Primavera por Amphitryon. Gracias a esto, sus obras se traducen a varias lenguas y los medios de comunicación comienzan a darles importancia de nuevo (Urroz 150-151). 2.2. ¿El Crack es en realidad una Generación? Para Volpi, el Crack no tiene una definición como tal; así como hay teorías sobre su fecha de origen, las hay para definirlo; para él hay varias opciones: puede ser el grupo formado por Ricardo Chávez Castañeda, Alejandro Estivill, Vicente Herrasti, Ignacio Padilla, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz y Jorge Volpi. También puede ser el conjunto de libros publicados a partir de 1995 por estos integrantes o bien todos los libros publicados por ellos. Otra posibilidad es más bien una manera de entender la literatura, o una invitación para cualquier escritor que comparta las mismas creencias (Volpi 175- 176). Por esta ambigüedad, parte de su juego, existe la duda de si forman o no parte de una generación. Agnes Zavala acude a Octavio Paz, quien propone los siguientes puntos para distinguirlas: Una generación es una sociedad dentro de la sociedad y, a veces, frente a ella. Es un hecho biológico que asimismo es un hecho social: la generación es un grupo de muchachos de la misma edad, nacidos en la misma clase y el mismo país, lectores de los mismos libros y poseídos por las mismas pasiones y los mismos intereses estéticos y morales. […] Los temas vitales de sus miembros son semejantes […] (Paz 99). Hay bastantes pruebas con las cuales comprobar cómo los jóvenes escritores cumplen con los requisitos anteriores, pues tienen aproximadamente la misma edad, el mismo fondo socio-cultural y una formación profesional similar, incluso, como hemos visto, son buenos amigos y además colegas al apoyarse mutuamente en sus trabajos (Zavala 46). 30 Comparten no sólo la amistad, sino las mismas preocupaciones sociales; entre todo esto descubren un lazo que los mantiene unidos, son un grupo de “jóvenes de generación de crisis que han crecido en la crisis y, para ellos, la crisis no termina” (Estivill 130); descubrieron que “en contra de todos los prejuicios, la literatura también podía ser una pasión compartida” (Castañeda 13) y todo esto fue posible debido a los avances tecnológicos, especialmente el internet: Según Palou sin el correo electrónico “no habría Crack, sino deshilachados vestigios de lo que fue una amistad juvenil” (Palou, Pequeño 197). El grupo mantiene una estrecha amistad, los miembros cultivan intereses mutuos y hasta aquí todo parece correcto si seguimos al pie de la letra la definición de Paz, sin embargo en cuanto a los temas en común, la visión del grupo no encaja; según Ortega y Gasset: “cada generación consiste en una peculiar sensibilidad, en un repertorio orgánico de íntimas propensiones, quiere decirse que cada generación tiene su vocación propia” (Ortega 82). Y en los textos de la Generación del Crack existen escritos muy peculiares, los cuales apuntan en direcciones distintas. En la presentación del Manifiesto Crack cada autor presentó una novela, todas son muy diferentes, fueron escritas de manera individual, y aunque quizá se encuentren elementos comunes, es en realidad bastante heterogénea la relación existente entre ellas. Los miembros del Crack han afirmado no ser parte de una generación: “En contra de la opinión de la prensa y de numerosos académicos, el Crack no es una generación.” (Volpi 177) lo cual resulta bastante contradictorio pues se consideran una agrupación mexicana, viven en una misma época y comparten una tradición, sin embargo no pretenden ser una generación como tal a pesar de encajar en la mayoría de los puntos propuestos por Octavio Paz. Los autores del Crack afirman no serlo por diversos motivos; porque no pretenden ser “una mafia o un batallón de combate que busca enfrentarse con los demás grupos literarios que abundan, abierta o soterradamente, en la República de las Letras.” (Volpi 177). Por ejemplo, Devriendt citaa Carrera y Keizman; para ellos el elemento que une al Crack tampoco es la influencia sobre los medios o los lectores; esta unión “consiste 31 en no ejercer un poder. En el momento de su creación, no puede funcionar como mafia porque no poseen medios de información, suplementos literarios o revistas, ni les interesa tenerlos (Cit. en Devriendt 12). De hecho, para Devriendt, “la pretensión del grupo no es tanto formar una supuesta Generación del Crack sino burlarse de todos los escritores que se han unido en grupos o generaciones para cobrar más credibilidad, para que los tomen en serio.” (Devriendt 11), sin embargo caen en la misma paradoja ya mencionada; de alguna manera estos escritores buscan que se les tome en serio y para ello forman un grupo con intención de romper algo, pero al final, terminan siendo un grupo, y a la fecha siguen siendo conocidos como la Generación del Crack, a pesar de afirmar tajantemente que no son una generación. Después de conocer estos puntos de vista llego a la conclusión de que la llamada Generación del Crack no es en realidad una generación, pues aunque comparten intereses, son amigos y tienen algunos objetivos en común, su literatura no lleva una misma línea estética, no pretenden abarcar los medios de información ni luchar contra otros grupos literarios, pero lo más importante: ellos no pretenden serlo. Como bien dicen Carrera y Keizman “simplemente son un grupo de autores amigos que escriben cosas que más o menos tienen ciertas coincidencias.” (Cit. en Devriendt 12). Por estos motivos, y para no entrar en discusiones delicadas, de aquí en adelante los llamaré Grupo del Crack; no pretendo cambiar la forma en la que se conocen, ni quiero cerrar esta discusión, simplemente les diré de esa forma porque ellos se consideran a sí mismos así, y para el presente trabajo, el juego ambiguo que siempre tienen la estudiaré en el texto mismo, como ellos también lo prefieren. 2.3. Significado del término ¿Por qué del Crack?; existen varias versiones que los integrantes proponen. Según Jorge Volpi “el nombre fue elegido a sugerencia de Palou, después de descartar otras veinte onomatopeyas inglesas (pum, pow, splash, como en el Batman televisivo de los sesenta.)” (Volpi 178), agrega que el nombre proviene de la evocación de un sonido; es la 32 onomatopeya de algo cuando se rompe. Otra versión es del mismo Volpi: “el nombre Crack surgió cuando Padilla rompió su silla en aquel brindis navideño de 1994 (entonces tenía unos kilos de más).” (Volpi 179). Ignacio García nos remite al término en inglés cuyo significado recuerda a una fisura o grieta (García): de nuevo es la onomatopeya. Para Chávez Castañeda, el significado del nombre va más ligado al narcótico; según él, el significado más cercano es aquel “relativo a la terrible droga surgida a finales del siglo pasado. Leer al Crack como síntoma de nuestro medio literario implica hablar del efecto aquí no adictivo sino aversivo que genera el brote de todo “fenómeno grupal”” (Chávez 141). De la misma forma, Ignacio García apunta su significado relacionándolo al sonido de la droga al momento de hervir (García). José Peiró propone un significado con relación a la crisis: “En el México de agosto de 1996, cuando la crisis económica hizo sucumbir las estructuras sociales sumándose a la anterior revolución de Chiapas, nació el grupo de El Crack, en alusión al caos financiero vigente en el país” (Peiró 46). Jorge Volpi lo menciona también: “El Crack hace referencia al Crack de la bolsa mexicana de 1994” (Volpi 178). Como es posible notar, el significado es bastante variable a pesar de coincidir en buena parte con la idea de un quiebre; por ese motivo Devriendt habla no sobre un significado de la palabra, sino más bien de un elemento que forma parte del mismo juego ambiguo de la agrupación: Esa multiplicidad de significados de la palabra Crack forma parte del juego típico de este grupo, así que, contrariamente a muchos otros grupos literarios con vanas pretensiones artísticas, ellos auto relativizan su propia agrupación hasta transformarse en una parodia de aquellos mismos grupos literarios, lo que es totalmente congruente dentro de su modo de pensar (Devriendt 11). Y se comprueba con esta cita de Volpi: “El Crack espera disolverse en algún momento, luego de una terrible pelea pública entre sus miembros, como única manera 33 de justificar su nombre” (Volpi 179) pues en la mente de los integrantes siempre existe este juego. 2.4. El Manifiesto Crack En el momento de la presentación del grupo, los cinco autores mostraron ante el público su Manifiesto crack, en el cual proponen romper con lo que hasta entonces se venía haciendo; según Ignacio García “la estructura del Manifiesto Crack, es la de un texto académico, un ensayo al modo más clásico. Tan inusitada resulta su redacción, que requiere de una introducción, en la cual se indica ¡cómo leer el resto del texto!” (García), lo cual indica antes que nada, una gran ironía por parte de los autores por la manera en cómo los lectores se deben acercar a sus textos, pues no puede ser de una manera común y corriente. Alejandro Estivill describe su presentación de la siguiente manera: “En 1996 Volpi, Padilla y Urroz, arrieros en el camino de otros arrieros como Pedro Ángel Palou y Ricardo Chávez Castañeda, lanzaron el “Primer Manifiesto”, un legajo de diez apretadas páginas a renglón seguido, papel amarillo, apenas tesoro para los coleccionistas, que logró el desconcierto del auditorio de la Casa de Cultura en San Ángel” (Estivill 136). En este texto los autores proponen romper con algo, sin embargo no pretenden en ningún caso imponer una nueva tendencia o una línea estética. Dice Palou en una parte del Manifiesto Crack: Las novelas del Crack no nacen de la certeza, madre de todos los aniquilamientos creativos, sino de la duda, hermana mayor del conocimiento. No hay por ende, un tipo de novela del Crack, sino muchos; no hay un profeta, sino muchos [...], las novelas del Crack apuestan por todos los riesgos. Su arte es, más que el de lo completo, el de lo incumplido. (Volpi, Urroz, Padilla, Chávez, Palou 213) El Grupo del Crack busca innovar experimentando, proponen pero escuchan y no están cerrados a un único estilo, por ello son una agrupación tan variada. Gracias a 34 esta postura es que nos ofrecen obras tan ricas y una nueva perspectiva para los escritores de las generaciones siguientes. En el momento de la publicación de Crack. Instrucciones de uso (2000) los escritores ya tienen otra perspectiva de la agrupación y sus obras, por ello dan una idea de lo que es para cada uno el Manifiesto; para Palou es una guía. Según Chávez Castañeda es sólo un mapa y “las cinco novelas del Crack son precisamente el sitio donde ha de buscarse cuanto de pacto, de alma comprometida y de ambición. Las obras representan los únicos verdaderos reinos del compromiso con una postura y una proclama» (Volpi, Urroz, Padilla, Chávez, Palou 221). Naturalmente no debe tomarse este Manifiesto como un manual sobre cómo hacer literatura, sino solo como una guía o una introducción a la literatura del Crack; para ellos, el verdadero manifiesto son las novelas. Tan es así que Crack. Instrucciones de Uso incluye un capítulo de Vicente Herrasti, el título es “Que del Crack sólo hablen las obras” y para darle fuerza a esta afirmación, este capítulo solo consta de una hoja en blanco. Según Ignacio García, el Manifiesto Crack no tiene como intención proponer una nueva forma de hacer literatura; tiene como fin mostrar algo a los lectores: La intención del citado Manifiesto va dirigido no a personas que adquieren un libro con la sola intención de aprender cómo bajar de peso, acomodar sus muebles a la Feng Shui para que les salgan bienlas cosas, o simplemente pasar un buen rato sin que quede huella de lo leído; esta clase de lector no compraría un libro Crack en el que existen palabras que constantemente deben ser consultadas con un Larousse en la mano (García). Por lo tanto, según este autor la finalidad del Manifiesto es que los lectores tengan idea de cómo son las novelas del Crack. No serán simplemente para divertirse o pasar un rato agradable; el Manifiesto les advierte una lectura más complicada y no va a decir más, todo lo necesario se encontrará sólo en un lugar y Chávez lo dice así: “El manifiesto fue escrito a cinco manos para dar forma a lo que ya existía: las novelas. “Escribir una literatura de calidad; obras totalizantes, profundas y lingüísticamente renovadoras; libros que apuesten por todos los riesgos, sin concesiones”” (Chávez 143) 35 por lo tanto el verdadero Manifiesto no es el legajo de páginas escrito en conjunto; es cada una de las obras de los integrantes. 2.5. El Crack y su relación con el Boom y el Post Boom Mucho se ha dicho sobre la relación de quiebre entre el Crack y el Boom latinoamericano. Se tiene la idea de que el Crack pretende romper con esta tradición, pero comprobaré que esto no es así. Comienzo citando a Devriendt, quien hace una distinción en la formación de ambos movimientos: Boom como nombre es más bien un producto editorial, inventado por algún periódico argentino. Es una manera de clasificar a un conjunto de autores que escriben en el mismo período. El Crack por otro lado no puede ser un producto de mercado porque para eso el mercado tendría que haber creado al grupo, creado la amistad y creado la literatura, siendo que el grupo existe desde hace diecisiete años, que se conformó con mucha antelación y que los libros fueron escritos sin ningún tipo de presión o plan editorial (Devriendt 17). El mismo Volpi habla sobre esto, aclarando que el Crack no es una guerrilla literaria, una invención por parte de los editores, partido político ni un grupo cerrado, entre otras cosas (Volpi 176). Nadie creó al Crack más que los integrantes, si es que también se puede decir esto. Resulta importante aclarar algo; los autores del Crack sí pretenden romper con una tradición, aunque no es la del Boom; “más bien quieren distanciarse del Postboom, en defensa de la alta literatura y del retorno a la ambición del Boom” (Devriendt 17). Esto porque los autores de su época estaban muy concentrados en querer volver al Boom y escribían imitando a los grandes autores de esta corriente, por lo tanto los estilos como los temas eran muy parecidos; “Ahora la gente está habituada a leer cosas de selva, de guerrilleros, la Revolución mexicana. Esas son cosas muy arquetípicas, hollywoodenses...” (Devriendt 17). Así se estableció que el Grupo del Crack no pretendió romper con el Boom, sino con sus imitadores, o sea, con el Post Boom. 36 Se nota la ruptura en sus textos; un ejemplo es el uso de los lugares donde se desarrollan sus novelas: “Los autores huyen del espacio latinoamericano: les interesa más ubicar sus relatos en Europa, Estados Unidos o en la misma ciudad latinoamericana, nunca en el universo rural. Simplemente narran el mundo que han conocido y en el que han vivido.” (Peiró 47). Ya no son los temas de la selva o de guerrilleros mencionados por Devriendt, pero no es por estética, simplemente escriben sobre estos lugares porque ahí les tocó vivir, o por lo menos los conocen gracias a los medios de comunicación, aunque no es la única razón; Jorge Volpi da varios motivos por los cuales los autores desarrollan sus obras en distintos lugares, por ejemplo dice: “los miembros del Crack tienen el derecho -como todos los escritores del mundo- de ubicar la acción de sus novelas en el lugar que se les ocurra” (Volpi 183). En otro apartado dice: “los miembros del Crack sólo tiene prohibido ubicar sus novelas en Comala y Macondo, salvo en casos de extrema urgencia” (Volpi 184) pero no por renegar de las raíces, pues “los miembros del Crack no pretenden, ni han pretendido nunca, dejar de escribir sobre México o América Latina. Simplemente invocan sus derechos establecidos en los artículos previos para no imponer límites a su imaginación. La ubicación es subsidiaria de la forma y no al revés” (Volpi 184). Los autores del Crack ya no pretenden ser imitadores, pero reconocen la importancia de las generaciones precedentes; dice Urroz: Se creyó asimismo que renegábamos del Boom o de la generación de Medio Siglo o de Contemporáneos, cuando se trataba justamente de lo contrario: de rendir tributo a estos tres grupos o momentos literarios con los que nos sentíamos y nos seguimos sintiendo deudores. Si hay algo que, creo, hermana al Crack, es la pasión por Owen y Villaurrutia, por Cortázar y Vargas Llosa, por Pitol e Inés Arredondo (Urroz 152). Los autores mencionan su orgullo de pertenecer a esta tradición en varias ocasiones; Dice Volpi: “El Crack se siente orgulloso de pertenecer a la rica tradición literaria latinoamericana” (Volpi 186) y Palou: “El boom es nuestra ciudadanía, que nos dignifica ante el mundo” (Palou, Pequeño 194). Otro ejemplo de esta admiración es la que sienten hacia “el uso del humor por estos autores, sobre todo en García 37 Márquez” (Peiró 48) y lo demuestran en todo momento, como hemos visto a través de su relación con el mundo, siempre llena de momentos de humor e ironía. Siguiendo esta línea, menciono algo curioso dicho por Ignacio Padilla, el autor “confiesa que el Manifiesto del Crack puede considerarse una humorada: si, por un lado, se invitaba a la ruptura con las tendencias recientes de la literatura en español, por otro se defendía a ultranza la continuidad de la tradición de la gran novela hispanoamericana.” (Peiró 47). Puede sonar contradictorio como ya es costumbre, pero para Peiró “sólo defendían sus propios recursos como escritores y su propia identidad.” (Peiró 47). Con relación al rompimiento de la tradición, la idea del Grupo del Crack se resume en esta cita de Padilla: “Asumimos que no hay nada más revolucionario que la tradición, y que el rompimiento nunca puede ser absoluto, sino que la innovación prevalece sólo si reconoce las bondades de lo antiguo como piedra de toque del rejuvenecimiento de lo contemporáneo.” (Padilla 168-169). Según Devriendt, y siguiendo esta línea, “la idea básica de la literatura del Crack es regresar para renovar. Una vez que han renovado, rompen con aquella renovación para volver y renovar otra vez. Eso es la vía de la continuidad, un camino de ruptura constante para poder progresar.” (Devriendt 23-24) y para aclarar esto muestra una espiral: 38 Gracias a esto se recuperan las ideas, contenidos, temas y lenguaje de otros períodos (Devriendt 24). Siguiendo esta espiral, los integrantes del Crack intentan trazar una línea distinta, recuperando elementos en desuso que sus contemporáneos habían dejado pasar al simplemente imitar; su progreso consiste en regresar continuamente para recuperar la cultura y transformarla. En pocas palabras, este grupo se inscribe en la tradición latinoamericana, se sabe parte de ella y heredera de sus virtudes, tanto como de sus desatinos, sin embargo quiere romper con los estereotipos sin dejar de pertenecer a Latinoamérica. Es, a mi parecer, una manera no de romper, sino de evolucionar. Su herencia es esta búsqueda de la originalidad, algo que para los autores del Crack no se venía haciendo por los escritores de su época porque estaban estancados imitando al Boom Latinoamericano. Los autores quieren evolucionar y dejar los temas recurrentes del Boom, pero claro, sin alejarse por completo de sus raíces. Dice Peiró al respecto: “Ya no se trata de conquistar Europa desde el corazón latinoamericano: se trata de ser universal,
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