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OCTUBRE 2018 INTERTEXTUALIDAD Y TESTIMONIO EN LA POESÍA DE VÍCTOR VALERA MORA TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS PRESENTA ÁNGEL EDUARDO ORTIZ FLORES ASESOR: SERGIO UGALDE QUINTANA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 DEDICATORIA Para María Eugenia Ortiz (†), para quien este trabajo es un logro personal. 3 AGRADECIMIENTOS: A Marlene, mi compañera, que durante tantos años ha oído hablar de Víctor Valera Mora y de Maqroll “El gaviero”, sin su amor, ayuda y comprensión sencillamente habría sido imposible este proceso. Para mi hermano Alejandro y su familia, por su ayuda de siempre, invaluable, incuantificable. A Sulemi y Beto, a quienes considero mis hermanos, y a los otros amigos, Ángel, los Carlos, David, Ara, Ana, don Norberto y la familia Contreras Valdez, por su ayuda en momentos difíciles y por la cotidianidad y buenos momentos compartidos. También esa parte de mi familia que siempre ha estado cerca. Al poeta Eduardo Zambrano y Margot Carrillo, que sin saberlo cambiaron mi vida presentándome la literatura venezolana y la poesía de Víctor Valera Mora, hace tantos años ya. Al Doctor Sergio Ugalde, por su confianza al aceptar dirigir este trabajo y su paciencia en la labor de ordenar lo que estuvo disperso, y a los demás sinodales por sus correcciones y comentarios que tanto aportaron a la redacción final. Lo escribí yo, pero lo escribimos todos. ÍNDICE INTRODUCCIÓN. LA POESÍA VANGUARDISTA DE VÍCTOR VALERA MORA __________________ 5 CAPÍTULO 1 VÍCTOR VALERA MORA Y LA LITERATURA VENEZOLANA __________________ 10 CAPÍTULO 2 ESBOZO BIOGRÁFICO DE VÍCTOR VALERA MORA A PARTIR DE SUS TEXTOS______ 19 CAPÍTULO 3 UNA POÉTICA CONTESTATARIA________________________________________ 41 3.1 ALGUNOS RASGOS COMUNES CON OTROS POETAS ______________ 41 3.2 NERUDA Y LA LUCHA OBRERA DE LOS PETROLEROS _____________47 3.3 MÚSICA POPULAR Y LITERATURA ITALIANA _____________________ 51 3.4 EL MARXISMO ____________________________________________ 56 CAPÍTULO 4 OTROS REFERENTES E INFLUENCIAS EN LA POESÍA DE VALERA MORA _____ 63 4.1 MITOLOGÍA, HISTORIA Y CIENCIAS SOCIALES ___________________ 63 4.2 ¿VALERA MORA “LE METÍA EL DIENTE AL PLAGIO”?______________ 77 4.3 VALERA MORA Y LOS POETAS DE CALIFORNIA __________________ 83 CONCLUSIONES____________________________________________________ 91 BIBLIOGRAFÍA______________________________________________________97 5 INTRODUCCIÓN LA POESÍA VANGUARDISTA DE VÍCTOR VALERA MORA Este trabajo aborda la obra de Víctor Valera Mora, bardo venezolano quien escribió entre finales de los años cincuenta y principios de los ochenta del Siglo XX. Irreverente, contestatario, considerado por sus críticos y colegas el último “vanguardista” de las letras venezolanas y ligado igualmente con la vanguardia política, la de las izquierdas combativas. En el primer capítulo se ubica el trabajo poético de Valera Mora en el contexto de su país y época. Entre finales de los años cincuenta y mediados de los setenta se concretaron trasformaciones importantes para las letras venezolanas, quizás más que en cualquier otro momento del Siglo XX. Valera Mora fue uno de los protagonistas en tales renovaciones. Existe un debate en la historiografía venezolana acerca del uso del término “vanguardia” (y poesía vanguardista) aplicado a diferentes nombres y momentos representativos de su literatura, acentuado por la ausencia de un “ismo” definido durante las primeras décadas del Siglo XX1. Al margen de consideraciones acerca de otras obras y poetas, hay varias razones para elegir el término “vanguardista” aplicado a Valera Mora: «La vanguardia representa la radicalización de la modernidad en el arte del Siglo XX, y la postura que asumen los diversos ismos es extremista. En la noción de vanguardia está implícita la actitud de rechazo hacia la sociedad burguesa»2 como afirma Carmen Virginia Carrillo. Valera Mora encarna mejor que cualquier otro escritor venezolano esa radicalización, ese espíritu combativo característico de las literaturas de vanguardia, de los ismos, en otras latitudes. 1 Carrillo, Carmen Virginia, Figuras del Siglo XX en la literatura venezolana, Mérida, ULA-CDCHT, 2001, p. 27 2 Ibid p.30 6 Otra de las razones para utilizar el término “vanguardia” es que su uso suele estar ligado a la descripción de momentos efímeros, a las ideas de avanzada, que llevan inscritos también la integración de sus aportaciones temáticas o estilísticas en la literatura posterior. Es en ese sentido que Valera Mora es descrito como “bisagra” entre dos momentos de las letras venezolanas. Por un lado la poesía de los años sesenta, que como se verá es sobre todo una literatura combativa, áspera, radical, y por otro la de las generaciones de poetas subsecuentes que integran los aportes de esa ruptura a sus propias obras, para los cuales sirve de referente3. Ahora bien ¿cuáles son esos aportes a la poesía venezolana? Javier Lasarte, uno de sus críticos, menciona el poema breve, el papel protagónico del poeta en el texto, el tono confesional, el humor, la poesía oral y la intertextualidad paródica4. Es el mismo Lasarte quien describe la intertextualidad paródica como “ese proceder mediante el cual un discurso se apropia premeditada y alevosamente de otro ajeno para darle una función”5. Valera Mora usa ese recurso en prácticamente toda su obra, apropiándose de un número difícil de determinar de otros discursos, con las intenciones más variadas. Es a través de esta característica que su obra puede ser entendida desde las primeras lecturas, por los numerosos puntos de contacto con otras literaturas. Este es uno de los ejes del análisis en este trabajo. Víctor Valera Mora gusta de narrar su propia vida y lo que ve en su entorno. Uno de sus rasgos característicos es la pretensión de que vida y poesía se invadan e interpreten. El segundo capítulo aprovecha esta característica de la poesía valeramoriana para hacer un boceto de su biografía, agregando a los elementos autobiográficos de su obra el comentario de algunos de sus contemporáneos y contrastándolos. La poesía de Valera Mora tiene un valor de testimonio: un acercamiento a 3 Lasarte, Javier, “El ‘impecable caballero de las tinieblas’.(Valera Mora el último de los vanguadista)” en Víctor Valera Mora, Obras Completas, Fundarte, Caracas, 1994, p. 10 4 Idem. 5 Ibid. p.14 7 ella es también un acercamiento a la historia y la cultura de Venezuela. Muchos de sus versos dan cuenta de la cotidianidad, pero también del ambiente literario y sus debates, y de las noticias en su país y el mundo. El tercer capítulo analiza la poética contestaría de Valera Mora, que vio la luz desde sus primeros escritos, producidos durante su militancia en los movimientos estudiantilesal final de una dictadura. En esa primera etapa se observan tanto la influencia de la poética de Pablo Neruda, Miguel Hernández y Gabriel Celaya, en el plano literario, como la del final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en su país, y la Revolución Cubana en el ámbito internacional, así como la del marxismo en cuanto al ideario político del poeta. Su evolución literaria muestra en su segundo libro un estilo desenfadado, donde cabe el humor, la ironía y los lenguajes populares. La retórica del panfletarismo estudiantil es sustituida por la crítica, conservando su compromiso ideológico con la revolución. La construcción de su poesía a partir de ese momento tiende a la oralidad. Los poemas breves conviven con largas disertaciones escritas en versículos de sintaxis abrupta donde el uso de signos de puntuación es limitado al mínimo y la tipografía es usada como un recurso expresivo más. A partir de Amanecí de bala, su segundo libro, se suman varias influencias entre las que destacaban la de Cesare Pavesse, Baudelaire y Lautréamont, y desde luego la poesía Beat, las cuales lo llevaron a consolidar una voz característica, que ya no desaparecería en toda su obra. En el cuarto capítulo se abordan algunos otros elementos presentes en la obra valeramoriana. El análisis continuo de la realidad se deriva de su formación como científico social, en tanto que una vasta cultura general le permitió utilizar con igual soltura elementos provenientes de la historia, la mitología y las más distantes literaturas. Hacia la parte final de ese capítulo se aborda la influencia y los puntos de contacto entre el autor y la Generación Beat. 8 Desde el punto de vista de las formas Valera Mora, al igual que muchos de los vanguardistas de otras latitudes, renunció a los versos medidos y los moldes tradicionales (aunque el verso libre ya era una característica de la poesía venezolana desde finales de la década del veinte6), y utilizó varias figuras retóricas en sus textos entre las que destacan, por su uso continuo, la interrogación retórica y las figuras basadas en la repetición particularmente el polisíndeton, la complexión, la anáfora y la epífora, usadas durante prácticamente toda su obra. Si bien es difícil que un solo texto pueda contener todas las características citadas, “Oficio Puro”, de su segundo libro Amananecí de bala, por ejemplo, reúne un buen número de ellas: Cómo camina una mujer que recién ha hecho el amor En qué piensa una mujer que recién ha hecho el amor Cómo ve el rostro de los demás y los demás cómo ven el rostro [de ella De qué color es la piel de una mujer que recién ha hecho el [amor De qué modo se sienta una mujer que recién ha hecho el amor Saludará a sus amistades Pensará que en otros países está nevando Encenderá y consumirá un cigarrillo Desnuda en el baño dará vuelta a la llave del agua fría o del agua caliente Dará vuelta a las dos a la vez Cómo se arrodilla una mujer que recién ha hecho el amor Soñará que la felicidad es un viaje por barco Regresará a la niñez o más allá de la niñez Cruzará ríos montañas llanuras noches domésticas Dormirá con el sol sobre los ojos Amanecerá triste alegre vertiginosa Bello cuerpo de mujer que no fue dócil ni amable ni sabio7* El lector puede notar la repetición epifórica “una mujer que recién ha hecho el amor”, las preguntas retóricas que en conjunto podríamos 6Carrillo, Carmen Virginia, Figuras del Siglo XX en la literatura venezolana, Op cit. p.28 7 Valera Mora, Víctor, Obras completas, Caracas, Fundarte- Alcaldía de Caracas, 1994, p.81 *Por cuestiones prácticas todas las citas de poemas de Víctor Valera Mora son tomadas del volumen de Obras completas. 9 decir que narran un momento, la ausencia de signos de puntuación, un lenguaje coloquial, sin métricas, cuyo ritmo es el dado por las preguntas, quizás incluso, debajo de la temática amorosa, persista una significación política algo escurridiza cuando habla de la felicidad, la niñez y un cuerpo que no ha sido dócil. Todas estas características serán recurrentes en la obra de Valera Mora. Javier Lasarte hace notar que “Oficio puro” es uno de los poemas más populares en Venezuela8 y el más conocido entre los escritos por Valera Mora, lo cual acaso sea otra característica de bardo en cuestión: su facilidad para integrar elementos de la cultura popular a su literatura y su literatura en la cultura popular. Nos encontramos, entonces, ante una muestra bastante completa de lo que el lector puede encontrar en los textos del venezolano. 8 Lasarte, Javier, “El ‘impecable caballero de las tinieblas’.(Valera Mora el último de los vanguadista)” en Víctor Valera Mora, Obras Completas, Fundarte, Caracas, 1994, p.18 10 CAPÍTULO 1 VÍCTOR VALERA MORA Y LA LITERATURA VENEZOLANA La literatura venezolana cuenta entre sus hitos más importantes la poesía de Víctor Valera Mora, un poeta nacido en la ciudad de Valera del estado Trujillo, en los andes venezolanos, autor de una de las obras con mayor influencia en Venezuela hasta nuestros días; y, sin duda, una de las más renovadoras en toda América Latina durante la segunda mitad del Siglo XX. Teniendo en cuenta su actividad política y sus afinidades, que en ningún momento intenta ocultar en sus textos, la primera tentación para el lector no familiarizado con la literatura venezolana es la de situar a Valera Mora únicamente junto a otros poetas contestatarios de los años sesenta del siglo pasado, en la más radical de las líneas, por donde transitaron Javier Heraud, Roque Dalton, Otto René Castillo o incluso Marighella, de quienes además es contemporáneo y cercano en cuanto a planteamientos políticos. Pero junto al aire de época que imperaba en toda Latinoamérica, los Estados Unidos y Europa, y las similitudes ideológicas y literarias con personajes de otras latitudes, la poesía de Valera Mora tiene un lugar particular en la literatura venezolana, siendo una síntesis de las tendencias renovadoras en la escritura que se desarrollan en su país en los años sesenta y cuyos alcances, según el decir de los estudiosos del tema, fueron más radicales que los de sus predecesores. Valera Mora fue protagonista de una época en que la literatura, la cultura, la sociedad y la política venezolana transitaron por una serie de vertiginosos cambios, en los que el poeta participó no solamente como observador a través de su quehacer literario, sino también de manera activa al militar en el Partido Comunista Venezolano (PCV) y las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN).9 9 Cabe señalar que los datos en torno a su militancia en estas organizaciones políticas, resultan difíciles de rastrear, debido a la clandestinidad en la que se gestaron. 11 Su poesía, en ese sentido, es un testimonio de la época y de las contradicciones por las que transitaba la sociedad venezolana durante los años que van de 1958, final de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, hasta inicios de la década de los ochenta. Las primeras tres década de la experiencia democrática que en Venezuela perduró hasta finales del Siglo XX, que además de la alternancia política por la vía electoral, también significó claroscuros menos agradables, tales como la firma de pactos políticos excluyentes entre partidos que acapararon el poder, y la consiguiente represión violenta y “pacificación” de los grupos armados de izquierda en sus primeras etapas, así como un paulatino agotamiento y corrupción de las estructuras estatalesque la democracia había institucionalizado apenas unas pocas décadas atrás10. La obra de Valera Mora quizás integre al quehacer poético, mejor que la de cualquier otro bardo latinoamericano, el bagaje por las ciencias sociales y el marxismo, dándole una singular calidad a sus versos al mismo tiempo que le permitió dejar de lado los dogmatismos y hacer una poesía que, sin abandonar su ideología y compromiso, pudo evolucionar y madurar durante casi tres décadas. En su conjunto, la obra de Valera Mora muestra cómo el poeta combinaba la formación sociológica con una facilidad para manejar grandes cantidades de información, y una cultura general muy vasta. Al mismo tiempo que algunos de sus textos poéticos pueden contener análisis de fenómenos político-sociales particulares, el poeta utilizaba 10Como una muestra de la tensión existente en Venezuela durante los primeros años del sistema democrático se puede citar el discurso de toma de posesión de Rómulo Betancourt en que declaraba «De este pacto—refiriéndose al llamado Pacto Punto Fijo— fue excluido el Partido Comunista, por decisión razonada de las organizaciones que lo firmaron. En el transcurso de mi campaña electoral fui explícito en el sentido de que no consultaría al Partido Comunista para la integración del gobierno». En López-Portillo Tostado, Felícitas, Historia documental de Venezuela, Tomo II, FFyL /CCyDEL, México, 2003, p. 146-147. Para un análisis de las políticas del gobierno venezolano y de los retos y contradicciones de la “izquierda” en las primeras décadas del proceso democrático, particularmente en lo concerniente al ámbito que interesa a este trabajo, es decir el de la cultura, véase: Chacón, Alfredo, «Trayectoria ideológica de la izquierda cultural venezolana (1958-1973)» en Maza Zavala, Domingo Felipe, et. al., Venezuela. Crecimiento sin desarrollo, Nuestro Tiempo/ Universidad Central de Venezuela, México, 1980 p. 381-441. 12 también, con igual soltura, pasajes y personajes de la historia universal para hablar de la revolución o de la mujer amada, frases, textos o referencias veladas y explícitas de poetas y escritores procedentes de lenguas y literaturas diversas: Lautréamont, Maiakovski, Julio Cortázar, Rimbaud, Franz Fanon, Pablo Neruda, Lu Sin, Jorge Luis Borges, Dante, Orígenes, filósofos de la antigüedad, Sócrates, Heráclito, Empédocles, revolucionarios, Emiliano Zapata, el “Che” Guevara, Sandino, Julius Fusik, Marx, músicos, Beny Moré, Mozart, personajes y elementos mitológicos, Helena, Aquiles, Ícaro, Job, Narciso; todos son citados, homenajeados, criticados o emulados; todos terminan integrándose a su discurso amoroso o revolucionario sin ofrecer resistencia a otros elementos de corte bien popular, confiriéndole a los poemas del trujillano la gran versatilidad que puede ser apreciada sin dificultad desde la primera lectura. Como es de esperarse, la historiografía venezolana es muy abundante entre los elementos presentes en su poesía, ya que además de los sucesos históricos de los que el poeta participó o fue contemporáneo, conviven en sus textos innumerables episodios y personajes tomados de la historia de su país, ya sea con motivo de crítica en ocasiones o de homenaje en otras, e incluso como temas para desarrollar un discurso o contar una fábula: Bolívar, Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, Lope de Aguirre, entre los más conocidos para los lectores no venezolanos, además de un número difícil de precisar de escritores, poetas, políticos e intelectuales. Al mismo tiempo que esa formación sociológica y libresca, Víctor Valera Mora ofreció en su poesía un lugar privilegiado a las más diversas manifestaciones de la cultura popular venezolana, al lenguaje callejero urbano y al de los campesinos, al grafiti, a los juegos de palabras, a la música popular, a la arenga política y las narrativas orales. El resultado inmediato se aprecia en su obra, pues al contener estos elementos se torna coloquial, accesible incluso para los que recién la conocen, con un marcado tono festivo, a tal grado que, en algún sentido, su poesía y la leyenda en torno a su vida han terminado por 13 formar parte de esa misma cultura popular, como lo muestran las incontables anécdotas sobre él que circulan entre los muchos colegas, amigos y contemporáneos, y el apodo de “el Chino” con el que incluso sus prologuistas y críticos le nombran. Para acceder por primera vez a su literatura, es preciso conocer los rasgos que caracterizan a los escritores coetáneos de Víctor Valera Mora, lo que de manera general analizaré. En los párrafos siguientes no pretendo hacer un estudio detallado de algo tan complicado como el desarrollo de la literatura de todo un país durante varias décadas, sino apenas dar cuenta de algunos rasgos y características que puedan considerarse comunes.11 Paralelas a los fenómenos sociopolíticos y socioeconómicos de las décadas del sesenta y setenta, en Venezuela también tuvieron lugar transformaciones profundas en el ámbito cultural. Particularmente la literatura experimentó una renovación de sus temas, de las ideas estéticas y del lenguaje hasta entonces utilizados, capitaneada por escritores de una generación que había empezado a producir en los últimos años de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y que gestaría los llamados grupos de vanguardia a la caída del régimen. Los principales círculos vanguardistas fueron los de Caracas: Sardio (1958-1961), el Techo de la Ballena (1961-1968), y Tabla redonda (1959-1965). Tal renovación estética que la historiografía venezolana ubica como “vanguardia” literaria convivió y en ocasiones se mezcló con la vanguardia política, la de la guerrilla, aunque los grados de militancia política y participación activa de los escritores de esa época (y en general durante toda la década del sesenta) sigue siendo objeto de debates, así como las repercusiones reales que los grupos vanguardistas tuvieron en el conjunto del ambiente artístico y literario 11 Desde luego tal ejercicio de abstracción será parcial, toda vez que una sola enumeración de autores y obras plantea más dudas que respuestas para quien accede por primera vez esa literatura, y que el solo hecho de utilizar categorías como generación, grupo, época o tendencia, son ya simplificaciones que difícilmente encontrarán una sola interpretación en la realidad 14 venezolano, sobre las cuales también existe diversidad de opiniones.12 Sin embargo es un hecho que los escritores que formaron parte de estos grupos renovadores se cuentan entre los más prolíficos de toda la literatura venezolana.13 Ángel Rama vio en este predominio de Caracas sobre otras ciudades, en contraste con el origen provinciano de muchos de los escritores y artistas participantes de los grupos vanguardistas, el fenómeno que la sociología conoce como “macrocefalia”, que provocó el éxodo masivo del mundo rural al citadino; en tanto que en el ámbito cultural significó un paso apresurado de los valores tradicionales (provincianos si se quiere), hacia los de una nueva sociedad predominantemente urbana y “moderna”. En Venezuela ambos procesos habían tomado apenas un par de décadas desde el final de la dictadura de Juan Vicente Gómez en 1935, hasta la caída de Marcos Pérez Jiménez en 1958, y desde luego se acentuaron con la llegada de la democracia.14 La función, esa sí innegable, de estos grupos se encuentra sobre todo en sacudir los valores de la literatura establecida. Sardio, Tabla Redonda, el Techo de la Ballena y otros15 desacralizaron el arte con una 12 Para mayor información sobre los grupos de vanguardia de la década del sesenta en Venezuela, pueden consultarse enla bibliografía los escritos de Eduardo Zambrano, Carmen Virginia Carrillo, Alfredo Chacón, Ángel Rama y José Ramón Medina. 13 Pueden contarse entre los escritores que conformaron o colaboraron en Sardio: Adriano González León, Guillermo Sucre, Rómulo Aranguibel, Rodolfo Izaguirre y Luis García Morales, Gonzalo Castellanos, Elisa Lerner, Salvador Garmendia y Ramón Palomares, Francisco Pérez Perdomo, Edmundo Aray, Pedro Duno, Efraín Hurtado, Caupolicán Ovalles, Elizabeth Schön y algunos artistas plásticos como Carlos Contramaestre quien también tuvo actividad literaria, Manuel Quintana Castillo, Perán Erminy, Mateo Manaure, Marcos Miliani y Omar Carreño. En El techo de la Ballena participaron, además de la mayoría de los mencionados del grupo Sardio, Juan Calzadilla, el Chileno Dámaso Ogaz y varios artistas plásticos. Tabla Redonda contó en su membresía a Jesús Sanoja Hernández, Arnaldo Acosta Bello, Rafael Cadenas, Jesús Enrique Guédez, Ángel Eduardo Acevedo, Oswaldo Barreto, Samuel Villegas, José Fernández Doris, Manuel Caballero, Enrique Izaguirre y los pintores Mateo Manaure, Darío Lancini y Ligia Olivieri. Y desde luego esta lista no da cuenta de otros muchos escritores contemporáneos, quizás decenas, que empezaron a publicar en la misma época y tuvieron papeles importantes en la configuración de la literatura venezolana. 14 Rama, Ángel, Antología el Techo de la ballena, Caracas, FUNDARTE, 1987, p. 22. 15 A estos grupos podrían sumarse Apocalipsis y 40º a la sombra en la ciudad de Maracaibo, solo por poner otros ejemplos. Cfr José Ramón Medina, «Un libro un poeta una promoción» en Noventa años de literatura venezolana(1900-1990), Caracas, Monte Ávila Editores, 1993, p. 263. 15 producción que, conscientemente y como un objetivo colectivo, buscaba desconcertar y renovar el quehacer artístico (no solo en el ámbito de la literatura sino también en las artes plásticas). A partir de los años 60 la literatura venezolana preferirá los contextos urbanos, tanto en la narrativa como en la poesía, nada raro si se toma en cuenta el nombrado fenómeno de la macrocefalia, donde efectivamente la ciudad será cada vez más el eje rector de la vida social y cultural. Aun en los casos en que los temas de la naturaleza y el mundo rural siguen siendo objeto de la producción poética, los poetas dejarán de lado los lugares comunes para describir las realidades sociales. Los nuevos lenguajes poéticos admitieron un vocabulario áspero donde caben las blasfemias, las malas palabras o la escatología. Los lenguajes populares y coloquiales, que se empiezan a consolidar se vuelven más depurados en una búsqueda constante de economía, e incluyen formas del humor, la ironía, el desconcierto y subversión, dejando definitivamente fuera la carga del folklor, de la versificación y metro tradicionales de los cantos patrióticos y la grandilocuencia de las metáforas rebuscadas. Durante los años siguientes a la dictadura de Pérez Jiménez circularon un número importante de publicaciones periódicas de corte cultural en varias ciudades de Venezuela, entre las que desde luego destacan las ligadas a los grupos vanguardistas que en ese sentido fueron también animadores de proyectos editoriales trascendentes. Las revistas Sardio y Tabla redonda de los grupos homónimos, y la Rayada sobre el techo de El techo de la ballena, en Caracas, parecen las de mayor impacto en el periodo. Bajo los sellos editoriales de los propios grupos también se editaron plaquetas y libros de autores tan importantes como Salvador Garmendia y Adriano González León en Sardio y el Techo de la Ballena, o Rafael Cadenas en Tabla redonda, solo para ejemplificar. Circularon otras revistas trascendentes para el desarrollo de las letras y la publicación de un nutrido número de poetas y escritores que 16 empezaban o consolidaban su obra durante la década de los sesenta, entre las que puede contarse Sol cuello cortado, En letra roja, En HAA, Trópico Uno, Imagen, Rocinante y Zona Tórrida. Otros poetas con obras anteriores como Vicente Gerbasi y Juan Sánchez Peláez, continuaban activos, dirigiendo además algunas de esas publicaciones, lo cual contribuía a mantener un ambiente cultural lo suficientemente denso, dando a la literatura un contexto favorable. Este impulso editorial, daba cabida incluso a obras de escritores no venezolanos como las de Saint- John Perse y la Generación Beat.16 La poesía de Valera Mora se desarrolla de manera simultánea a esta efervescencia de las letras y la poesía. Si bien no hay testimonio que ligue directamente la actividad literaria del trujillano a los núcleos más definidos de los grupos vanguardistas17 ya mencionados, es un hecho que el ambiente cultural, propició el desarrollo de una obra como la de Valera Mora. Como comenta Javier Lasarte Su participación en la Pandilla Lautréamont será una continuación (tozuda y algo anacrónica, ya en la decadencia) del espíritu iconoclasta de grupos como el Techo de la Ballena y Tabla redonda, a los que homenajeará en algunos poemas. Por otra parte cómo desvincular su poesía de congéneres inmediatos de los primeros sesenta: el alucinado yo de Cuadernos del destierro o el tono entre bíblico y desenfado de “Derrota” de [Rafael] Cadenas; el trabajo sobre el habla coloquial regional de [Ramón] Palomares; el humor negro y macabro de Fantasmas y enfermedades o Los venenos fieles de [Francisco] Pérez Perdomo; la crítica de la selva urbana enajenando de [Juan] Calzadilla; la poesía política de [Edmundo] Aray, [Jesús Enrique] Guédez, [Gustavo] Pereira o [Arnaldo] Acosta Bello, donde el poeta se muestra como una suerte de guerrero maldito; o el antecedente mayor de la irreverencia valeramoriana, el Caupolican Ovalles que va de ¿Duerme Ud. señor Presidente? a Elegía en rojo… 18 16 Carrillo, Virginia, Grupos artístico-literarios en la Venezuela de los años sesenta, disponible en internet https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc =s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjd0rPv__bQAhVI0GMKHcKmArAQFggdMAA&url =http%3A%2F%2Fwww.cialc.unam.mx%2Fweb_latino_final%2Farchivo_pdf%2FLat44- 59.pdf&usg=AFQjCNEvKW3zNkjpmfIAVvgVPMnHOQA_jg&cad=rja 17 La pandilla Lautréamont, a la que diversos de sus comentaristas y el poeta mismo mencionan, no aparece como un grupo literario consolidado, sino más bien efímero y sin otra cohesión que la amistad y afinidad de sus integrantes, aunque también destaquen en este grupo nombres de poetas importantes además del propio Valera Mora, como Luis Camilo Guevara, José Barroeta, Caupolicán Ovalles, Ángel Eduardo Acevedo. 18 Lasarte Javier, El ‘impecable caballero de las tinieblas’.(Valera Mora el último de los vanguadistas) en Víctor Valera Mora Obras Completas, Fundarte, Caracas, 1994, p.10 https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc%20=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjd0rPv__bQAhVI0GMKHcKmArAQFggdMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.cialc.unam.mx%2Fweb_latino_final%2Farchivo_pdf%2FLat44-59.pdf&usg=AFQjCNEvKW3zNkjpmfIAVvgVPMnHOQA_jg&cad=rja https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc%20=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjd0rPv__bQAhVI0GMKHcKmArAQFggdMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.cialc.unam.mx%2Fweb_latino_final%2Farchivo_pdf%2FLat44-59.pdf&usg=AFQjCNEvKW3zNkjpmfIAVvgVPMnHOQA_jg&cad=rja https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc%20=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjd0rPv__bQAhVI0GMKHcKmArAQFggdMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.cialc.unam.mx%2Fweb_latino_final%2Farchivo_pdf%2FLat44-59.pdf&usg=AFQjCNEvKW3zNkjpmfIAVvgVPMnHOQA_jg&cad=rja https://www.google.com.mx/url?sa=t&rct=j&q=&esrc%20=s&source=web&cd=1&ved=0ahUKEwjd0rPv__bQAhVI0GMKHcKmArAQFggdMAA&url=http%3A%2F%2Fwww.cialc.unam.mx%2Fweb_latino_final%2Farchivo_pdf%2FLat44-59.pdf&usg=AFQjCNEvKW3zNkjpmfIAVvgVPMnHOQA_jg&cad=rja 17 Desde luego habrá que puntualizar que es Valera Mora el que sintetiza más plenamente todas esascaracterísticas, casi de manera simultánea, a lo largo de toda su obra. Al mismo tiempo que las obras de Valera Mora dejan de manifiesto sus homenajes y afinidades con otros poetas y artistas coetáneos, son numerosos los intelectuales y literatos venezolanos que han comentado y escrito acerca de la obra valeramoriana y su legendario autor: Gabriel Jiménez Emán, Javier Lasarte, Salvador Garmendia, Eduardo Zambrano, Ángel Eduardo Acevedo, Manuel Bermúdez, Martín Caballero, Luis Alberto Crespo, Miyó Vestrini, Enrique Hernández D’Jesús, José Barroeta. De maneras menos elogiosas Juan Liscano le dedica algunas palabras en su ensayo Panorama de la literatura venezolana actual19, y Reinaldo Pérez So un escueto párrafo en 1994 en la revista valenciana Poesía20. Una poesía que se caracteriza por la radicalidad de sus versos y la intransigencia del autor, es blanco casi natural para los críticos. Pero como cabría esperarse en un poeta de estas características, es entre sus lectores que la obra de Valera Mora ha logrado mantenerse vigente hasta nuestros días. Los libros editados durante la vida del poeta se difundieron sobre todo en círculos cerrados de amigos y colegas, pero durante los años siguientes a su muerte, acaecida en 1984, su obra conoció un éxito editorial inusitado, y se puede contar entre las más leídas dentro de Venezuela, como lo muestran las diferentes ediciones de sus poemas en los sellos editoriales más destacados en su país: El fondo editorial Fundarte, en 1985 y 1989, había publicado dos ediciones de su Antología poética21, compiladas por Gabriel Jiménez Emán, al menos una más apareció bajo el sello de 19«extrovertido, pop, desmesurado; político y erótico, discursivo», Liscano, Juan, Panorama de la literatura venezolana actual, Caracas, Publicaciones Española, 1973, p.271 20 Reinaldo Pérez Só, “Seis décadas de poesía Venezolana (Bosquejo)”. En Poesía num. 102-103, Universidad de Carabobo, Valencia, 1994, p. 113 21 Valera Mora, Víctor, Antología poética, Caracas, Fundarte, 1987. Segunda edición en 1989 18 Monte Ávila22. Amanecí de bala fue impreso en las ediciones de Biblioteca de la UCV probablemente en varias ocasiones23. En 1994, 2002 y 2012 se imprimieron sendas ediciones de sus Obras completas. Además de que existen otras antologías en fondos editoriales diversos en Venezuela. La coyuntura política del chavismo le prodigó a la obra y la memoria de Víctor Valera Mora un trato similar al que poetas de signos contrarios tienen en otros regímenes. Declarada patrimonio cultural de Venezuela, en 2003, también se creó el Premio Internacional de Poesía Víctor Valera Mora, con uno de sus antiguos colegas como primer laureado, Ramón Palomares. Acaso su popularidad y la profusión con la que su obra de VVM había sido leída a partir de los años ochenta tuviesen algo que ver en estas decisiones. La poesía valeramoriana sigue encontrando ecos, tanto en la literatura de su país como entre la cultura popular y en los claroscuros de la política cultural de los regímenes que han sucedido en Venezuela, sin que, en rigor, sus méritos literarios o incluso sus probadas credenciales ideológicas tengan un peso real en ello. La presencia de Valera Mora es hoy capital para entender las letras de su país, y su popularidad todavía podría extenderse más gracias al uso de las tecnologías digitales. No obstante para un estudio como el presente se resiente la falta de los trabajos con rigor académico. 22 Valera Mora, Víctor, Nueva Antología, Caracas, Monte Ávila, 2004 23 Valera Mora, Víctor, Amanecí de bala, Caracas, Ediciones de la Biblioteca UCV, 1992 19 CAPÍTULO 2 ESBOZO BIOGRÁFICO DE VÍCTOR VALERA MORA A PARTIR DE SUS TEXTOS Lo que dije de mí y no dije soy Lo que dijeron y no dijeron también Estoy en algo Víctor Valera Mora, «Historia»24 Años acá se me voceó en Granada. Víctor es victoria. Su imagen es proteica. Con apellidos y nombres propios, huracanado cual cada tempestad beethoveniana, por aquí pasó Víctor Manuel Valera Mora. Ángel Eduardo Acevedo, «Víctor es Victoria25» Una leyenda construida a partir de una vida bohemia, de sus propios textos y los recuerdos de amigos, rodea la biografía Víctor Valera Mora, al que lectores y colegas conocen como el “Chino” Valera Mora. Sin demasiado recato, sus prologuistas y comentaristas, abundan en ése aspecto legendario; se trata de la vida mítica que suele complementar una poesía que divide épocas. Valera Mora proyecta a la perfección, y más que cualquier otro escritor venezolano, o aun latinoamericano, la imagen de poeta-leyenda que tiene cabida solamente en las épocas de ruptura con tradiciones literarias anteriores, la imagen de “impecable caballero de las tinieblas”, como se definía él mismo. Valera Mora, además de bardo, es también su propio personaje literario y su obra no puede desligarse de esta condición vital, que por si misma fija algún parentesco literario con otros poetas de sinos similares. En una época que no carece de otras figuras que la cultura popular haya convertido en leyendas de las letras en América Latina o 24 Valera Mora, Víctor, Obras completas, Caracas, Fundarte- Alcaldía de Caracas, 1994, p. 234 25 Acevedo, Ángel Eduardo, Flor diversa, Monte Ávila, Caracas, 2005, p.92 20 en el mundo, la biografía plagada de elementos legendarios de Valera Mora ya expresa mucho de la obra que pretendo abordar: no es la más estudiada o documentada, ni la más conocida fuera de su país, sus detractores fácilmente pueden encontrar elementos para su desacreditación tanto en sus posturas políticas extremas , como en su biografía dispersa y en su calidad poética desigual. Se trata, sin embargo, de una poesía sobreviviente a varias décadas, cambios ideológicos, y coyunturas políticas y que hoy puede contarse entre las de mayor influjo en la literatura venezolana. Los libros del poeta, donde la temática principal es (o está fusionada con) la política, no pueden ser clasificados únicamente como propaganda de la vanguardia armada de los años sesenta. Su notable éxito entre lectores y escritores venezolanos durante varias coyunturas políticas y culturales no puede atribuirse solamente a las efervescentes décadas durante las que se desarrolló su obra literaria. La historia de Víctor Valera Mora no es en rigor demasiado diferente a la de otros escritores que durante los años sesenta vivieron las experiencias de la militancia política en la extrema izquierda, el exilio y la serie de vertiginosos cambios que América Latina experimentó. En ese sentido la vida de Valera Mora, si bien inseparable de las transformaciones particulares tanto en la literatura y la cultura como en la política y economía de su país, tampoco puede desligarse del espíritu de la época, del influjo de los años sesenta, tan notorio en las temáticas, las influencias presentes en su poesía y las similitudes con otras obras poéticas. Se sabe que el poeta Víctor Valera Mora nació en la ciudad de Valera, en el estado Trujillo, Venezuela, el 29 de septiembre de 1935, murió casi 50 años después en Caracas, el 30 de abril de 1984. Durante su vida, el bardo publicó cuatro libros. La edición de Obras completas de Fundarte, editada por primera vez años después de su muerte incluye un libro póstumo y un par de poemas dispersos. Si se le complementa con otras fuentes de segunda mano, la lectura del volumen de Obras Completas puede ser tomada como eje para una 21 biografía más o menos ordenada, gracias a los pasajes autobiográficos usados como elementos literarios que además le confieren un particular sesgo narrativo a sus textos. Es sin embargo la leyenda,repartida entre sus obras y los recuerdos de amigos y colegas, la que completa una biografía que de otra manera tendría algunos otros huecos significativos, y al estar hecho con elementos realistas tiene una cierta influencia en las lecturas posibles de sus versos. Sus poemas pueden parecerle un poco distantes o incluso encriptados al lector no venezolano, pero al ligarse con diferentes momentos vitales y anímicos, adquieren un evidente tono testimonial, vital, reflexivo y popular. La obra de Valera Mora en ese sentido trasciende los textos y se convierte en la suma de poesía y poeta. Vida y obra constantemente se tocan aunque la distancia entre el personaje histórico y el literario sea inevitable y queden por investigar aspectos importantes. Cotejar sus textos con anécdotas y relatos hace emerger pasajes de la vida del poeta, que si bien necesitarían otra confirmación para adquirir el carácter de histórico, no carecen de cierto realismo y siguen ayudando a formar una biografía general de Valera Mora, en ocasiones con algunos rasgos psicológicos valiosos. Estas líneas, por ejemplo, son del poema «Manifiesto»: Nací de parto bravo Y vivo sin dolerle a nadie Mi padre era obrero, lo mató una tuberculosis pulmonar cuando yo siendo niño, iniciaba mi rojo andar del río a los caminos. Mi madre desde muy pequeñita es asunto de naranjos y cereales.26 Casi no hay reseña, entre las muchas y escuetas que circulan por el Internet, donde no se cite la muerte del padre obrero de VVM27, sin muchas explicaciones o datos adicionales. Pero si bien la figura del padre será retomada en algún otro de sus poemas y es muy clara la 26 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 41 27 Cfr. Alvarado Tenorio, Harold, ”El Chino Valera Mora” en Letralia Año X • Nº 130 19 de septiembre de 2005 disponible en internet http://www.letralia.com/130/especial 01.htm solo para ejemplificar http://www.letralia.com/130/index.htm http://www.letralia.com/130/especial%2001.htm http://www.letralia.com/130/especial%2001.htm 22 marca de la infancia y los primeros años de vida en su literatura y su intransigencia política, estos textos fundamentalmente le sirven para hacer un discurso existencial donde los protagonistas no son los padres sino él mismo, interrogándose y dando explicaciones sobre su propia historia. Más o menos lo mismo pasa con la idea del bautismo o de Dios: A la edad de diez años mucho te pesaba Dios, Te aburría tanto que fuiste triste tú […] Amabas todas las cosas. Quisiste sonreír, necesitabas sonreír y renunciaste a él28 Otros datos empiezan a fluir con sus primeros estudios que transcurrieron en su ciudad natal y en la llanera ciudad de San Juan de los Morros, Estado Guárico. Se sabe, por ejemplo, que obtuvo el título de bachillerato en 1956. Las referencias coinciden en que ese mismo año el poeta era militante del Partido Comunista Venezolano (PCV), también es el año en que inicia la carrera de sociología en la Universidad Central de Venezuela (UCV), en Caracas: «“Tu contacto -me dijo Andrés- será el camarada Valera Mora”. Y me presentó entonces al recién venido de San Juan de los Morros, o de más allá desde Valera, que aspiraba a ser sociólogo», narrará muchos años después un antiguo compañero de los movimientos estudiantiles29. También existe información y testimonios que indican que Valera Mora fue encarcelado el año siguiente por su participación en las huelgas estudiantiles convocadas contra el dictador Marcos Pérez Jiménez. Así lo comenta el también poeta Enrique Hernández D’Jesús: En la última manifestación de los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela contra el régimen de Marcos Pérez Jiménez fue detenido el poeta Víctor Valera Mora. Concluía, por ese entonces, la libertaria pasión que lo impulsaba a decir sus poemas revolucionarios, “panfletos”, los llamaba él, por las plazas y tribunas de nuestro conflictivo país. […] 28 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 35 29 González, Asdrúbal, Recuerdos de Víctor Valera Mora, En Notitarde, 1 de nov., 2015 disponible en internet http://www.notitarde.com/columnistas-del-dia/recuerdos-de- victor-valera-mora/2015/11/01/685224/ http://www.notitarde.com/columnistas-del-dia/recuerdos-de-victor-valera-mora/2015/11/01/685224/ http://www.notitarde.com/columnistas-del-dia/recuerdos-de-victor-valera-mora/2015/11/01/685224/ 23 En la nefasta Seguridad Nacional fue interrogado por el propio Jefe, Pedro Estrada, quien se le presentó diciendo: -Ahora, quiero saber quién es Pedro Bala-. Este era el seudónimo de guerra del poeta. Pero no pudo el terror sacarle ninguna información. 30 Como muchas de las anécdotas que se narran sobre el poeta, la vaguedad de estas afirmaciones hace difícil precisar los datos históricos. Las huelgas convocadas por estudiantes de la UCV y organizaciones políticas opositoras a Marcos Pérez Jiménez, iniciaron probablemente el 21 noviembre de 1957. La intervención de la Seguridad Nacional, la policía del régimen, continuó por varios días en la casa de estudios, al igual que las protestas y actividades reactivas de los estudiantes, prácticamente hasta la caída del dictador, el 23 de enero de 1958. En lo que coinciden los relatos es en que ya para esa época Valera Mora ha iniciado su actividad poética, de la mano con la militancia, haciendo una poesía panfletaria. El poeta lo comenta así: Las contradicciones echaron las cartas sobre la mesa y tomaste partido y te convulsionaste en la lucha de clases tus esperas y tus energías organizadas has pagado una parte de la cuota de cárcel y la muerte como [un silbo en los agites31 Años después, en «Yo justifico esta guerra», dueño ya de un dominio evidente de lo que será su lenguaje poético, y de la formación en la carrera de sociología, el bardo Valera Mora escribirá de nuevo sobre el año 58, y volverá sobre los mismos temas de la cárcel, el compromiso político, la dictadura, en forma distinta, acaso en el auge de su creatividad: Diez años de terror combatíamos buscando salida a la muerte enseñoreada sobre el hombro de la adolescencia que procuraba crecer y no desentenderse jamás de su alegato y como nada sabíamos y nada se nos dijo el 23 de enero las banderas escondidas en el fondo quedaron a medio desplegar32 30 Hernández D’Jesús, Enrique, Víctor Valera Mora, Disponible en internet http://unionlibre.rakumin.org/ul/30-victor-valera-mora/ También puede verse una narración similar acerca del interrogatorio, narrada por el mismo Hernández D’Jesús el documental Víctor Valera Mora, Dirección de Argelia Castillo, disponible en https://www.youtube.com/watch?v=vydyMmctYys 31 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 36 http://unionlibre.rakumin.org/ul/30-victor-valera-mora/ https://www.youtube.com/watch?v=vydyMmctYys 24 El 58 también es un año importante para las letras venezolanas: la generación de escritores y artistas reunidos alrededor del grupo Sardio, antecedente inmediato de El Techo de la Ballena, que llevarán a cabo la renovación de las letras de su país, se encontraban ya en activo. Los grupos de vanguardia tendrán una actividad cronológicamente similar a la obra de Víctor Valera Mora, por lo que la poesía vanguardista, la ruptura, no tardarán en estar en auge en Venezuela. Valera Mora obtuvo el título de sociólogo por la UCV en 1961, ése mismo año aparece su primer libro Canción del soldado justo: impreso de manera artesanal y financiada con recursos propios y de amigos33. El poeta deja constancia: De libro en libro un día te recibiste, Saliste tocando, llamando, poniéndote a la orden, Las puertas dieron en tus narices, dejaste el asunto de esemodo Y optaste por cantar y luchar, es la consigna. Hay en tus haberes un carnet clandestino, Todo un año solar sin un centavo En el rostro querencias de los combates callejeros Y en las sienes una cantera de poemas.34 «En 1961 Valera Mora era militante de la célula de la guerrilla urbana que apoya el frente armado José Leonardo Chirinos»35, por lo que puede considerarse Canción del soldado justo como un libro propagandístico. Sus dieciocho textos, sin embargo, no son una poesía desagradable. En términos generales no carecen de cierta calidad. La mayor parte de los ejes temáticos y los recursos metafóricos, el vocabulario marxista, la crítica incendiaria, las ideas anticapitalistas y el influjo de otras literaturas que conocerán un desarrollo y evolución a lo largo de la obra poética de Valera Mora, aparecen ya en «Comienzo», el primer poema de ése primer libro. 32Víctor Valera Mora, Op cit. p. 61 33 Gabriel Jiménez Emán y Enrique Hernández D’Jesus, mencionan específicamente el financiamiento del artista plástico Mateo Manaure, quién posteriormente editaría y diseñaría la portada de 70 poemas Stalinistas. Vease: Nota 30 y Nota 75 34 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 36 35 Carrillo, Virginia, Amor y revolución, la obra de Víctor Valera Mora, en internet http://lapalabreradecv.blogspot.mx/2011/04/amor-y-revolucion-en-la-poesia-de.html http://lapalabreradecv.blogspot.mx/2011/04/amor-y-revolucion-en-la-poesia-de.html 25 Aunque algunos de los poemas incluidos en Canción del soldado justo pueden remontarse incluso al año 1956, la fecha de publicación de ese primer poemario es en 1961 y pasaron diez años antes de que apareciera Amanecí de Bala, su segundo libro. Pero esa década no puede ser interpretada como diez años de silencio. Los años entre 1961 y 1971 son años de plena actividad para Valera Mora, aunque no sea fácil seguirle la pista. En vida, el bardo trujillano vio publicados solamente cuatro libros, pero esa aparente brevedad no fue sinónimo de ligereza. Constantemente Valera Mora reescribió sobre los mismos temas. Lo que se pierde en extensión, lo gana el poeta en lecturas posibles, en profundidad, en visiones constantes de la realidad que facilitan su comprensión y permiten visualizar la evolución de su poética e ideología. Una anécdota referida por el ensayista Martín Caballero, en un texto donde recuerda en años bastante posteriores a algunos otros bardos venezolanos, da un poco de luz sobre la vida de Valera Mora y los cambios que operan en su poética durante el lapso entre su primer libro y el segundo, el relato está ubicado en algún punto entre 1961 y 1971: Víctor Valera Mora combinaba sus violencias puramente escriturarias con una impar dulzura en el trato, la cual hacía pensar a muchos que, Chino, de verdad lo fuese por aquello de la sabiduría oriental del lugar común. Nos conocimos una noche en que, en compañía de otro chino (ése sí de verdad), Paco Hung, recorrimos todos los burdeles de Maracaibo pero no buscando putas sino cerveza fría; y terminamos zambulléndonos vestidos en el lago, para huir de la imposible plaga de zancudos. El Chino Valera Mora fue protagonista de uno de los más audaces saltos mortales de la poesía venezolana. Salto mortal que lo llevó a convertirse en un extraordinario y admirado poeta, y le valió una desolada reprimenda de su madre. Sus amigos conocemos de sobra la historia, contada por él mismo. Sus inicios en la poesía fueron bastante tradicionales, rimas y coplas y esas 26 cosas. En una época en que estaba pasando trabajos por falta de todo (ya no era estudiante, no tenía trabajo, se había divorciado de una mujer extraordinaria y había dejado la sociología por la poesía), Juan Sánchez Peláez le publicó un poema fabuloso en una revista de Valencia. Aquello lo consagró como un poeta sin igual. Pero no eran versos rimados, ni coplitas ni nada parecido. Su madre no entendía una poesía así y le reprochó suavemente: "¡Ay hijo, ya vos ni poeta sos!" Pero más allá de la conocida anécdota, ha quedado como testimonio de su actitud poética y vital una obra que escoge la violencia e incluso la provocación (Setenta poemas estalinistas[sic]) para terminar diciendo con ternura a una mujer por una sonrisa de la cual se decía capaz de entregar todas sus banderas rojas: "soy un caballo y te amo"36. Como se dijo antes no se pueden tomar estos devaneos anecdóticos, aun con un fondo aparentemente realista, como sustitutos inequívocos de una biografía, aunque sin duda son los elementos de una leyenda. No es del todo posible situar en tales relatos fechas y sitios exactos, pero algunos de ellos parecen complementarse y brindar un panorama muy apegado a la verdad histórica. José Ramón Medina, en un ensayo crítico sobre la poesía venezolana de los cincuenta y sesenta parece confirmar parcialmente la historia de Martín Caballero, cuando pone de manifiesto la labor editorial de Juan Sánchez Peláez en la revista Imagen, y, de paso, hace algunos comentarios sobre la poesía que Víctor Valera Mora y algunos sus contemporáneos están escribiendo. Efectivamente los saltos mortales de la poesía estaban operando: Recientemente Juan Sánchez Peláez, desde las páginas del quincenario Imagen, ha publicado una selección representativa de nueve poetas de la última promoción —la mayoría inéditos— que no llegan a los treinta años. Ellos son José Barroeta, Luis Camilo Guevara, Víctor Valera 36 Caballero, Martín, Defensa e ilustración de la pereza, Alfadil, Caracas, 1998, p. 136- 137 27 Mora, Miguel Lorenzo, Alejandro Oliveros, Irma Salas, Thamara Williams, Enrique Hernández D´Jesús y Alberto Patiño. Sánchez Peláez, señala dos características fundamentales en los poetas presentados, que son los mismos, precisamente de un calificado sector de la joven poesía venezolana: su apego a —o referencia — al proceso discursivo de la realidad y la insistencia temática del poema en una expresión de humor, a ratos obsesivo, desgarrado o hiriente. Hay un rasgo que nos parece común y a la vez esencial en los textos que aquí presentamos: la inmediatez y espontaneidad para aprender los datos y las apariencias del mundo. Volvemos con ello a desplazarnos desde la casa onírica hasta la ronda de los días. Si toda poesía auténtica esta asentada en la reflexión de sí misma y el lenguaje , tiene sobre todo ahora, con ejemplos a la mano, hacia zonas cada vez más próximas al ser. 37 El recurso del humor y la irreverencia a la que hace referencia el ensayo de Medina será común durante toda la obra poética de Valera Mora y también caracteriza a algunos de los poetas mencionados en el texto. Pero es posible notar otros elementos en la obra de Valera Mora: anécdotas, noticias, estados anímicos, incidentes cotidianos son recopilados con cierta exactitud cronológica durante el conjunto de su obra, con una calidad desigual poco o nada relacionada con la temática, ofreciendo una abundancia de versiones sobre la realidad cotidiana, tocadas siempre por esa ideología irrenunciable que acompañó al poeta durante su vida. Amanecí de bala será el libro donde esos trabajos terminarían por publicarse, también es según el decir de muchos de sus colegas donde Valera Mora llegó a la cima de su calidad poética. Fue integrado por poemarios independientes fechados entre 1963 y 1971. ¡ODIEN! ¡HÁRTENSE DE POESIA! 38 37José Ramón Medina, «Un libro un poeta una promoción» en Noventa años de literatura venezolana(1900-1990), Caracas, Monte Ávila Editores, 1993, p.282 38 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 5928 es el epígrafe, inventado por el propio Valera Mora para su poemario más conocido, más extenso, más vanguardista, más experimental, y en el cual los temas y el sesgo ideológico van a conocer también alguna evolución con respecto a Canción del soldado justo. Si desde la primera línea de «Comienzo» se introducen palabras de extracción de manual marxista, en estos renglones epigráficos Javier Lasarte ve un homenaje al grafiti callejero, a las pintas hechas durante las manifestaciones urbanas39. Pero el anuncio en estos renglones va más allá: la tipografía en mayúsculas ya da una idea de un tono de voz cercano al grito; los signos de puntuación estarán reducidos al mínimo a partir de ése momento durante todos los apartados de Amanecí de bala. Los elementos tipográficos se convertirán en recursos poéticos. El humor, la irreverencia, el coloquialismo, pero sobre todo la oralidad, estarán presentes a partir de esas dos líneas. La vocación testimonial de algunos de los versos seguirá siendo transparente como en Canción del soldado justo, pero ha evolucionado hacia una nueva forma de expresión. En este fragmento, uno de los tantos con trasfondo autobiográfico, el poeta habla a la madre de una chica pretendida, está fechado en Mérida en 1967 Entonces plantee usted en consejo de familia el desafuero cometido por su hija si me encierro es porque no estoy para deslumbrar a nadie este rostro mío de boxeador retirado no me gano nada con el sudor de la frente no hay misterios sobre la montaña de cadáveres de los defensores de la Comuna un pobre loco se destrozó la garganta gritándole a los corazones venideros “hay que reinventar el amor” Luego no se preocupe señora que yo sepa ninguna guerra se ha dado a causa de suegra alguna de ciudadelas incendiadas está llena la historia comprenda este conflicto no es [en] contra suya Quiero que nos tomemos de las manos de todos modos pronto me iré así ha sido y será y es fatal y cruel y hermoso 39Lasarte, Javier, “El ‘impecable caballero de las tinieblas’.(Valera Mora el último de los vanguadista)” en Víctor Valera Mora, Obras Completas, Fundarte, Caracas, 1994, p.14 . 29 insensato de mí si no celara tan alta columna de oro puntuales estaremos a la hora del juicio final mañana escribiré un manual para delincuentes si allá lejos preguntan por mí salúdelos tristeza afuera40 En este texto, junto al autorretrato y los elementos autobiográficos, se encuentran varias de las características constantes en el lenguaje poético de Víctor Valera Mora (VVM). Las referencias históricas, en este caso la de la Comuna de París. El homenaje a otros literatos, específicamente a Rimbaud, a través de uno de los tópicos que de él retoma VVM: «hay que reinventar el amor». Las palabras y expresiones extraídas de otros contextos puestas al servicio de la oralidad y la irreverencia están presentes en el texto: «no me gano nada con el sudor de mi frente». Incluso podríamos interpretar como una referencia a su idea de poesía el verso «mañana escribiré un manual para delincuentes» en que con fina ironía manifestaría su oficio de poeta a una familia de la aristocracia conservadora, a la que casi al inicio del poema, advertía: Esta llave ruinosa es del baúl donde vuelan los papeles de mis antepasados ahí no hay lobo negro ni hierro de esclavos no hay césped ni aves de cetrería41 Si bien esa vertiente narrativa con un lenguaje coloquial, apareció en su primer libro, en la mayoría de los textos de Amanecí de bala llega a la cima de la versatilidad. Los diez capítulos de su segundo libro forman un todo lleno de variedad: el particular lenguaje poético de Valera Mora y sus múltiples recursos dan unidad a los textos, pero cada uno de ellos puede ser leído como un poemario independiente. La escritura de Amanecí de bala se extendió por lo menos ocho años pero como vimos, esa falta de publicación no significó necesariamente interrupciones del quehacer poético: hay vías alternas que operan en la difusión de su poesía como es el caso de las revistas, pero sobre todo la oralidad. Así lo confirma Eduardo Zambrano 40 Víctor Valera Mora, Op cit. p 142-143 41 Víctor Valera Mora, Op cit. p 141 30 Colmenares, otro poeta contemporáneo de Valera Mora, en su ensayo sobre los grupos de vanguardia de los años 60. El comentario de Zambrano también se ocupa temporalmente de la etapa entre la publicación de Canción del soldado justo y Amanecí de bala: Valera Mora publica en el año 64 [sic] un libro panfletario que no pasó de ser un texto más de propaganda de la lucha armada, pero da a conocer luego, en 1971, Amanecí de Bala, obra que constituye la reunión de varios libros independientes, junto con extensos poemas escritos entre 1964 y el año de esta publicación.42 Ciertamente Canción del soldado justo es el libro menos valorado por los contemporáneos del poeta, quienes no ven en la retórica politizada de los primeros textos, sino un panfleto que no alcanzará la calidad sus trabajos posteriores. Sin embargo, como lo comenta Zambrano Colmenares, el proceso que siguió el poeta en los años siguientes, lo llevó a ganarse un lugar destacado entre sus colegas venezolanos: Pero ocurre que ya para ese año todo el mundo conocía a este poeta, que casi ni hacía falta que hubiera publicado nada, aparte de su primer libro, porque el “Chino”, como se le llamaba entre amigos, se sabía de memoria todos y cada uno de los poemas escritos en esos siete años entre Caracas, Mérida y San Juan de los Morros, y los recitaba, además con una voz de tenor que podía oírse en cualquier bar o fiesta de esas ciudades43 Existen más aspectos, aparte de lo propiamente anecdótico, que quedan confirmados por los puntos de coincidencia entre los distintos comentaristas del poeta, la celebración en sus poemas, o su peculiar forma de “escribir”. Por ejemplo: Zambrano Colmenares hace referencia 42 Zambrano, Eduardo, Fiesta y subversión creadora en la Vanguardia Venezolana del sesenta. En América, Cahiers du CRITICCAL, No 28 La fête en Amérique Latine II. Conseil Scientifique de l´Université de Paris III et Centre National des lettres, París 2002, pp 95-103. La fecha de publicación de Canción del soldado justo parece no estar del todo clara, Zambrano habla del 64, el volumen de Obras completas la fecha en 61, el crédito de colaboradores en la Revista Casa de las Américas, la registra en 1963 (Vease: Nota 150). Nada raro tratándose de un libro escrito en la clandestinidad, editado con dinero propio y de amigos, con circulación limitada. 43 Eduardo, Zambrano, Idem. 31 al hábito del poeta de recitar sus versos en las noches de bohemia, lo que lo llevaba a crear una poesía propia para ser hablada, y José Barroeta, otro contemporáneo de Valera Mora, confirma la oralidad durante todo el proceso creador: Víctor Valera Mora tuvo la virtud de memorizar una buena parte de sus poemas antes de llevarlos a la página, manera extraña de escribir, de la que fuimos testigos reverentes y jubilosos ¿Qué, si no locura, pudieron imaginar los adormecidos viajeros de un autobús donde un joven hablaba solo, mirando la noche desde las ventanas? Hablaba y repetía y luego, al término del viaje, nos recitó la primera parte del poema «Dos».44 La oralidad en la poesía de VVM es una de las características más destacadas, particularmente Amanecí de bala se hizo en las noches de bohemia donde el poeta recitaba, por tanto estos fragmentos pueden contarse entre los más útiles para entender la vida del bardo, pero también sus ideas acerca de cómo debía ser la poesía. La anécdota contada por José Barroeta se situaría, según la fecha que se asigna a «Ve y atrapauna estrella volante» (del que forma parte el fragmento «Dos»), alrededor de 1964. Si el fragmento «Dos» fue acabado el año en que se fecha el libro completo, pasaron al menos siete años para que ese texto se incluyera en Amanecí de Bala; Zambrano Colmenares no comenta acerca de las publicaciones del poeta en revistas, pero ciertamente no exagera cuando afirma que Valera Mora era ya un poeta muy conocido entre sus contemporáneos muchos años antes de que apareciera su libro fundamental Amanecí de bala en 1971. También ubicados en la agitada década de los sesenta se encuentran otros pasajes biográficos de Valera Mora, dispersos en la decena de poemarios que al final serán incluidos en Amanecí de bala. Por ejemplo su militancia política en las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional: 44 Barroeta, José, Lector de travesías. Ediciones Solar, Mérida, 1994, p. 105 32 Pero ah mundo perro Oeste sin remedio los pobres bardos que ni ropa que ponerse tenían ahora son los más elegantes del Municipio y yo poeta del cartel efe a ele ene llevo sobre los hombros una fantástica carga de futuro y digo que todo buen consejo sobre qué y cómo hacer poesía siempre es un mal consejo45 Donde también hace suya una idea de Gabriel Celaya «La poesía es un arma cargada de futuro»; Virginia Carrillo comenta acerca de los cambios que han operado en la poesía de Valera Mora entre su primer y segundo libro, y de su militancia política: Para ese entonces, Valera Mora se había distanciado del Partido Comunista de Venezuela, que había abandonado la lucha armada, y se había adherido al movimiento que se mantenía en el combate: el Partido de la Revolución Venezolana y las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (PRV-FALN), fundado por Douglas Bravo, Fabricio Ojeda y Francisco Prada en 1966.46 Más difícil de determinar es el grado de participación del poeta en las acciones de los grupos armados, y aun los alcances reales de las actividades de las guerrillas en Venezuela fueron debatidos47 y lo son todavía. Existen algunas radicales críticas nada menos que a Pablo Neruda, enmarcadas en un pasaje que suena absolutamente realista, pero que difícilmente hoy en día pondrían en peligro la validez de las credenciales revolucionarias del chileno o la influencia que tuvo en la poesía del bardo venezolano48. La fecha también es indeterminada: 45 Víctor Valera Mora, Op cit. p. 154 46 Carrillo, Carmen Virginia, Amor y revolución. La obra de Víctor Valera Mora, disponible en internet http://lapalabreradecv.blogspot.mx/2011/04/amor-y- revolucion-en-la-poesia-de.html 47 Cfr. Petkof, Teodoro, Proceso a la izquierda, Editorial Mosaico, México, 1978, p.33 y 65-91. Si bien el caso Venezolano tiene muchas particularidades, hacia la década de los setenta prácticamente todas las guerrillas habían sido desarticuladas, en 1968 el movimiento político del mismo Petkof, el MAS, participaba ya en elecciones y desde luego sus críticas se dirigía hacia las posiciones de la izquierda más combativa, radical si se quiere, que aún no se desmovilizaban por completo. 48Argenis Rodríguez recuerda: «Víctor se fue a Caracas a estudiar en la Universidad. Aquí se inscribió en los cursos de sociología. Yo lo veía de tanto en tanto. Ahora cargaba bajo el brazo el Canto general de Pablo Neruda y le escribía cartas a Luis Camilo Guevara por el estilo de aquella carta que Pablo Neruda le mandó a Miguel Otero Silva.» Algunas líneas más adelante también comenta « Víctor Valera Mora tiene http://lapalabreradecv.blogspot.mx/2011/04/amor-y-revolucion-en-la-poesia-de.html http://lapalabreradecv.blogspot.mx/2011/04/amor-y-revolucion-en-la-poesia-de.html 33 Y con las manos en forma de embudo llamar Al naipe rey de oro que vive en Isla Negra Pablo Neruda recuerda que era la casa de los Otero Silva Y Adolfo Rodríguez y yo En nombre del pueblo de San Juan de los Morros señor venimos Para que vaya a allá y diga sus versos Entonces nos habló de geografía y de un dinero Y nosotros le dijimos que todos éramos pobres Y nos dijo que sin mil dólares su corazón Era una piedra sorda y a nosotros Nos dio mucha pena y no hicimos escándalo Y le dijimos que se fuera de aquí Que ya no lo queríamos que se fuera Y la verdad sea dicha Es fácil cantar La revolución a cientos de millas de nuestros Padecimientos49 Es difícil ubicar exactamente los derroteros del poeta durante algunos de esos años. Contribuyen a esa falta de información su estilo de vida bohemio y nómada, y acaso en algunos momentos la clandestinidad derivada de la actividad política. Después de la publicación de su primer libro, el poeta radicó en varias ciudades, pero particularmente los testimonios de amigos y sus propios escritos lo ubican en la ciudad de Mérida, donde a pesar del ambiente provinciano, hacia el final de los sesenta existía una vida cultural bastante activa de la que el poeta participaba: Después de graduarse de sociólogo, el Chino Valera dio clases en algunos liceos de Caracas; marchó a Mérida a trabajar en el Departamento de Planificación de la Universidad de los Andes. Fue allí donde lo conocí en el año 1970, cuando yo apenas tenía 20 años y él 32, en el edificio administrativo de la ULA situado en la avenida Tulio Febres Cordero, donde estaban varias dependencias: la Dirección de Cultura al mando de Salvador Garmendia quien también dirigía la revista Actual; la Galería La Otra Banda dirigida por Enrique Hernández D’Jesús; el Departamento de Cine con Carlos Rebolledo, Tarik Souki y Vicencio Pereira; la radio de la universidad donde laboraban Bayardo Vera, Luis Cornejo e Iván Real, entre otros. A pocas cuadras de allí estaba el Cegra, el Centro Experimental de Arte dirigido por Carlos debilidad por insultar a la gente. Cuando escribe, específico. Eso lo aprendió de Neruda, del Canto General. Después Víctor, para no quedarse atrás, atacó a su maestro.» En Rodríguez, Argenis, Víctor Valera Mora visto por Argenis Rodríguez, disponible en internet https://www.ensartaos.com.ve/es/2017/03/20/victor-valera- mora-visto-por-argenis-rodriguez 49 Víctor Valera Mora, Op cit. p 154-155 https://www.ensartaos.com.ve/es/2017/03/20/victor-valera-mora-visto-por-argenis-rodriguez https://www.ensartaos.com.ve/es/2017/03/20/victor-valera-mora-visto-por-argenis-rodriguez 34 Contramaestre, donde laboraban entre otros los artistas Antonio Eduardo Dagnino, José Montenegro y Omar Granados. Por la calle paralela a la avenida Don Tulio, a pocas cuadras de allí estaba la Galería El Caracol, dirigida por el escritor y titiritero argentino Javier Villafañe, muy amigo de todos nosotros, casado con una artista llamada Lucrecia Chávez50. Existen varios textos de Valera Mora fechados en Mérida. Por ejemplo le dedica un breve poema a la galería de Enrique Hernández D’Jesús, al que tituló «La otra banda»: Los globos están provistos de una banda de desgarre La banda de Isabel II o la otra banda de acá del río Sobre un paño litúrgico jugar por la banda Cinta que cruza el escudo de esquina a esquina Porque la banda es siempre de color y metal diverso Costado de la nave faja ceñidora Franja y también hoja de puerto o ventana Lazo y trampa del profesor Porción de gente armada Conjunto de los partidarios de alguna banda de gorriones Cuerpo de músicos de aldea Llevarse en banda atropellar embestir cerrarse en banda mantenerse firme en un propósito51 Es también en Mérida donde se publicó su segundo libro, del que el mismo Gabriel Jiménez Emán comenta: «Carlos Contramaestre le había publicado en 1971 Amanecíde bala en Editorial Cabimas, una editorial inventada por Carlos cuyo único título fue ese.»52 Un año después de aparecer Amanecí de bala, el poeta publica un extraño libro cuya temática versa esencialmente sobre sus vivencias en la ciudad de Mérida, llamado Con un pie en el estribo (1972). Este libro se publica en esa misma ciudad andina por la editorial la Draga y el Dragón, fundada hacía poco53; la metáfora anuncia lo que vendrá inmediatamente después. Manuel Bermúdez, otro de sus comentaristas, narra la anécdota: 50 Jiménez Emán, Gabriel, Víctor Valera Mora: memoria de una amistad, Letralia, 16 de octubre 2016, disponible en internet http://letralia.com/articulos-y- reportajes/2015/10/16/victor-valera-mora-memoria-de-una-amistad/ 51 Víctor Valera Mora, Op cit. p 186 52 Jiménez Emán, Gabriel, Víctor Valera Mora: memoria de una amistad, op cit. 53 Miranda, Julio (Estudio y selección), Antología histórica de la poesía venezolana del siglo XX, 1907-1996, Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan, 2001, p.44 http://letralia.com/articulos-y-reportajes/2015/10/16/victor-valera-mora-memoria-de-una-amistad/ http://letralia.com/articulos-y-reportajes/2015/10/16/victor-valera-mora-memoria-de-una-amistad/ 35 Cuando aparece el libro Amanecí de bala, aun quedaban focos guerrilleros en el monte y la ciudad; y al leer el libro un funcionario del Servicio de inteligencia militar, dijo que esa obra era peor que una carga de dinamita. Entonces Valera Mora, como buen peruchista-leninista, se consiguió una beca con el entonces y ahora rector de la ULA, Perucho Rincón Gutiérrez, y se fue a Roma, dejando en editorial La Draga y el Dragón su tercer libro Con un pie en el estribo (1972)54 Los siguientes años Valera Mora radicó en Roma. Este poema se incluyó en su siguiente libro, 70 Poemas Stalinistas, con una versión en italiano: Pequeña llave mía en este duro invierno mi corazón sufre por el Lazio mientras que tus ojos se van tras la oncena de Roma Tú en el aire de la noche demandarás con cólera ¿entonces? Yo bajo los cabellos de las naranjas responderé nada reina de los ríos La vida está cero a cero55 Podemos deducir por «Mi llavecita», que el poeta incluye a pesar de su temática más bien lúdica en el capítulo «Fedayines» de 70 poemas stalinistas, que VVM estaba en Roma ya el 12 de noviembre de 1972, fecha en que se jugó el partido de la Serie A de fútbol italiano entre La Roma y El Lazio56, ahora inmortalizado por el bardo venezolano. La experiencia en sus primero meses en Italia es dura, apenas unas semanas después de «Mi llavecita» escribe estas líneas que llevan el título peculiar de «Roma /10/1/73»: Esta colilla de cigarrillo Este poquito de café en polvo este yogurt de cerezas estos contados granos de sal este puñado 54 Bermúdez, Manuel, “Víctor Valera Mora: Una poesía mística de la revolución”, En Revista Nacional de Cultura, No. 339, Año LXXV, Caracas, marzo 2013, p.105 55 Víctor Valera Mora, Op cit. p 281 56 El partido fue ganado por el Lazio con un gol de Nani, en el minuto 34, ¿“la vida está cero a cero” será la manera de evitar el conflicto con la dama en cuestión? Datos disponibles en http://www.rsssf.com/tablesi/ital73.html http://www.rsssf.com/tablesi/ital73.html 36 estas flores de manzanilla estos granos de arroz esta ración de pasta de sémola estos dos dedos de aceite de oliva este pedazo de pan viejo este trocito de queso parmesano esa rosa de aguas del Aniene Este rugido bronquial Este frío que cala hondo Esta arrechera cogida anoche por culpa de la malinche romana Estas navajas57 Aquí leemos dos textos que sin lugar a dudas están muy cercanos temporalmente; si tomamos en cuenta los hábitos para escribir de Víctor Valera, referidos por José Barroeta y Eduardo Zambrano, podemos deducir que «Mi llavecita» fue escrito el mismo día del juego entre Roma y Lazio, el título de «Roma /10/1/73» es una fecha pocos días después del partido de futbol. La “malinche romana” de la que habla en ese poema parece ser la misma dama, hincha del Roma, de la que podríamos deducir también le sirve al poeta como traductora del italiano. Como sucedió también con Amanecí de bala, los poemas dentro de 70 poemas stalinistas, su cuarto libro, dan cuenta del trabajo de casi una década que inicia con su estancia en Europa. 70 poemas stalinistas se publicó como libro en 1979, es casi de la misma calidad poética que Amanecí de bala, y es quizás el libro donde Valera Mora testimonia más la vida cotidiana, cuando la revolución por la vía armada empezaba a volverse lejana. Es un libro influido por las distancias y los años en que se escribe, sin embargo la ideología del Chino Valera continúa incólume: Sólo con disparates ideológicos se hacen revoluciones triunfantes Si así no fuera ahora mismo pastaríamos sobre estos bellos prados comiendo hierba y espantando moscas58 57 Víctor Valera Mora, Op cit. p 218 58 Víctor Valera Mora, Op cit. p 250 37 No así las circunstancias, que están cambiando, lo mismo que las personas, casi a pesar del poeta: Entonces estaba yo En un bar alemán del centro de Roma Con una bebedera de cerveza y un habla Hasta por los codos de cuanto existe con una Becaria venezolana cuando de pronto Se me vino de necedades con aquello De que “la cuestión de nuestros pueblos Se ve más clara desde Europa” pero Sus ojos eran dos culos de botella Y entonces los últimos tragos Los tomé lejos solo en Trastévere59 En este poemario se narran algunos otros pasajes de su vida en Roma, y en sus textos se vislumbra también otro elemento que paralelamente a la construcción de una autobiografía, las mujeres, la política, el humor descarnado y la bohemia, toma la forma de una discusión muy frontal e intelectualizada: la crítica intransigente de todo y de todos. Jiménez Emán hace notar que 70 poemas stalinistas antes de ser libro también mereció la publicación en revistas por lo menos cinco años antes de la edición, con tan singular título, del volumen definitivo, y de paso que el trabajo Valera Mora, radicado en Europa, seguía mereciendo la atención de críticos y colegas. Fue justamente en esa época cuando mi amigo el Chino me escribió desde Roma cartas de una terca dulzura, donde además de hablarme de sus desandadas rutas itálicas me incluía, entre otras cosas, las primeras versiones de sus «Tarantelas Napolitanas», que publiqué en la revista yaracuyana Rendija (No.6, noviembre de 1974) y que titulé arbitrariamente «Ultima teoría poética de Víctor Valera Mora», la cual fue comentada, entre otros, por Ludovico Silva60 59 Víctor Valera Mora, Op cit. p 248 60 Jiménez Emán, Gabriel, “Las distancias imantadas de Víctor Valera Mora”, en Víctor Valera Mora Antología poética, Fundarte, Caracas, 1989, p. 20. 38 A su regreso a Venezuela, probablemente en 1975, el poeta trabajó algún tiempo para el Consejo Nacional de la Cultura (CONAC). Siguiendo las crónicas de Emán, durante esta nueva etapa caraqueña de Valera Mora el poeta continuó con sus lecturas, en un acervo peculiar: también le habían hecho lugar en una habitación a la llamada Gran Papelería del Mundo, la famosa biblioteca ambulante de Víctor Manuel Ovalles, el abuelo de Caupolicán Ovalles, una impresionante colección de libros, folletos y revistas que don Víctor Manuel llevaba por todo el país. Pablo Neruda, al conocerla, la bautizó con ese nombre. Caupolicán vendió buena parte de ésta a la Biblioteca Nacional y otra parte al CONAC, y mientras estuvo ahí nosotros nos dábamos gusto escudriñando volúmenes y papeles viejos, documentos antiguos. El Chino se la
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