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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA ADAPTACIÓN DEL INVENTARIO DE EFICACIA PERCIBIDA PARA EL CONTROL DE PESO, VALIDACIÓN DEL CUESTIONARIO DE ACTIVIDAD FÍSICA EN PREADOLESCENTES ESCOLARES Tesis que para obtener el grado de Licenciada en Psicología: PRESENTAN: Yerena Flores Diana Janeth Vázquez González Lizbeth Gutiérrez Cervantes Araceli Directora: DRA. GILDA GÓMEZ PEREZ-MITRÉ México D.F. Febrero del 2012. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ii ÍNDICE Resumen…………………………………………………………………..…………….. 1 Introducción………………………………………………………………..………….… 2 Capítulo 1. Autoeficacia……..………………...……………….…….….…………….. 4 1.1. Mecanismos de mediación de la autoeficacia………………………..…….….. 7 1.2. Autoeficacia para la reducción y mantenimiento del peso corporal…...…….. 9 1.2.1. Autoeficacia y alimentación………………………………..……...………….. 12 1.2.2. Autoeficacia en la actividad física…………………..……………...…………. 15 1.3. Instrumentos de medición de la autoeficacia……………………..………........ 17 Capítulo 2. Actividad Física……………………..……………………………............ 20 2.1 Clasificación de la Actividad Física………………………………….………...... 22 2.2. Beneficios de la Actividad Física……………………………………….………. 24 2.3. Medición de la Actividad Física…………………………….………….……...... 26 2.4. Estilos de vida…………………………………………………………….………. 27 2.5. Actividad física en la niñez intermedia………………………………….……… 30 2.6. Situación Actual de la Actividad Física……………………….……………...... 32 Capítulo 3. Conducta alimentaria.………………................................................... 36 3.1. Trastornos de la conducta alimentaria………………………………….…....... 37 3.1.1. Anorexia nervosa………………………………………………….….……….. 38 3.1.2. Bulimia Nervosa…………………………………………………….………….. 39 iii 3.2. Factores de riesgo que influyen en los trastornos de la conducta alimentaria………………....................................................................... 41 3.2.1. Factores de riesgo asociados a la imagen corporal……….………............. 42 3.2.2. Factores de riesgo asociados con la conducta alimentaria……................. 46 3.2.3. Factores de riesgo asociados con la maduración sexual…….……………. 48 3.2.4. Factores de riesgo asociados con prácticas compensatorias….…............. 48 3.3. Prevención de los trastornos de la conducta alimentaria…………...……...... 49 Capítulo 4. Preadolescencia…………..…………………………………..……….. .. 51 4.1. Desarrollo físico y motor………………………………..................................... 52 4.2. Pubertad…………………………………………………….…………..…….... … 55 4.3. Desarrollo Cognoscitivo…………………………………….…..….……………. 56 4.4. Desarrollo social y emocional……………………………….……..…………. ... 57 4.5. Aspectos relacionados con la salud en la preadolescencia………………….. 60 Capítulo 5. Obesidad…………………………………………………..………….… ... 65 5.1. Clasificación de la Obesidad……………………………………...…………....... 68 5.2. Factores relacionados con la Obesidad………………………...………………. 69 5.2.1. Factores metabólicos……………………………………...……………………. 69 5.2.2. Factores ambientales……………………………………...……………………. 71 5.2.3. Factores familiares…………………………………...…………………. ……… 73 5.3. Prevención de la obesidad………………………………...……………………… 74 iv Capítulo 6. Metodología…………………………………………………...…..……. 79 6.1. Justificación……….……………………………………………………….. ……. 79 6.2. Objetivos…………….………………………………….………………………… 81 6.2.1 Objetivos específicos…………….…………………………….………………. 81 6.3. Muestra……………….…….………………………………….…………………. 82 6.4. Criterios de exclusión..………………………………………………………….. 82 6.5. Diseño……………….…………………………………………………….... …… 82 6.6. Instrumentos………………………………………………………………………. 83 6.7. Definición de variables………………………………………………....……….. 84 6.8. Procedimiento……………………………………………………………............ 85 Capítulo 7. Resultados…………………………………………..………………….... 86 Capítulo 8. Discusión y Conclusión………………………….……………………… 197 Capítulo 9. Referencias……………………………………….…………………… … 211 Anexos 1 RESUMEN El objetivo del presente estudio 1, fue adaptar y validar tres instrumentos a una población de escolares mexicanos. La muestra fue de carácter no probabilístico, estuvo formada por una N=1003 preadolescentes escolares del 4to, 5to y 6to grado del primaria entre los 9 y 12 años de edad. La investigación fue de campo, con un diseño correlacional de tipo transversal. Procedimiento, la aplicación de los instrumentos fue de manera colectiva en los salones de clase, previamente se pidió el consentimiento informado de los padres. Instrumentos se utilizaron tres escalas, el Inventario de Eficacia Percibida, la Escala de Factores de Riesgo Asociados con Trastornos Alimentarios (EFRATA) y el Cuestionario de Actividad e Inactividad Física, adecuados a la edad de los participantes. Resultados, se realizaron estadísticas descriptivas e inferenciales para el análisis de los datos. Se obtuvo una buena validez y coeficientes de consistencia interna para cada unos de los instrumentos. Discusión y Conclusiones, los resultados se comparan y se relacionan con los resultados de estudios e instrumentos previos y apoyándonos en los resultados obtenidos, recomendamos los tres instrumentos como buenos indicadores en la medición de las variables: autoeficacia en el control de peso, actividad física y factores de riesgo de la conducta alimentaria, así como su utilidad en el diseño de programas preventivos para el control de peso en preadolescentes. 1 Este estudio forma parte de una investigación mayor denominada “Peso sano en cuerpo sano. Un programa de prevención de la obesidad en población escolar” PAPIIT IN304011. 2 INTRODUCCIÓN En la actualidad la población infantil ha experimentado un incremento alarmante del problema de obesidad, debido principalmente a un estilo de vida sedentario y patrones alimentarios con alto contenido calórico (INSP, 2006). Se sabe que una alimentación saludable y la realización de actividad física regular son dos conductas que contribuyen a la pérdida de peso corporal (Ortiz-Hernández & Ramos, 2008). Debido a lo anterior, establecer estilos de vida sanos en la infancia es una de las mejores estrategias para alejar a los niños de los riesgos. Los hábitos que se mantienen durante toda la vida se forman en la infancia y en la adolescencia; es más fácil prevenir hábitos perjudiciales que tratar de modificarlos una vez que se hayan instaurado como un estilo de vida (Bandura, 1999). Desde esta perspectiva, es necesario diseñar intervenciones destinadas a la prevención de enfermedades, con la finalidad de modificar las actitudes de las personas al enfrentar los riesgos en las etapas posteriores (Llanes & Castro, 2002). Junto con la obesidad, se presentan otros problemas de salud, como los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), que son alteraciones que comprometen la salud de los adolescentes. Ante esta situación surge la necesidad de concientizar a los preadolescentes acerca de la importancia de la realización de conductas saludables promoviendo una imagen corporal positiva. Tomando en cuenta lo anterior,se considera importante contar con instrumentos validos y confiables que identifiquen tanto los factores protectores, como factores de riesgo en edades escolares. En la presente investigación, se validó el Cuestionario de Actividad Física de Hernández, et al. (2000), diseñado para evaluar el estado de actividad e inactividad física en una población de escolares. 3 Así mismo, se adaptó y validó la Escala de Factores de Riesgo Asociados con Trastornos Alimentarios (EFRATA) de Gómez-Peresmitré y Ávila (1998) que explora conductas alimentarias normales y anómalas en adolescentes. Un tercer instrumento validado es el Inventario de Autoeficacia Percibida para el Control de Peso de Román, Díaz, y Lugli (2007), diseñado para evaluar las expectativas de eficacia en el control de peso, específicamente el seguimiento de conductas alimentarias saludables y la realización de actividad física. La autoeficacia es una variable que explica como las personas adquieren y mantienen determinadas pautas de conducta. En el ámbito de la salud, se define como la creencia para adoptar una conducta saludable, o bien, dejar de realizar conductas desfavorables para la salud (Schwarzer y Fuchs, 1999). Puesto que dichos instrumentos fueron desarrollados para adolescentes y adultos con buenos resultados en esas poblaciones, se consideró pertinente adaptarlos a una población más joven (preadolescentes de 9 a 12 años de edad). El objetivo es contar con instrumentos que midan las tres variables mencionadas y contribuyan al desarrollo de programas que faciliten la pérdida de peso. A continuación, en el capítulo 1 se presenta el concepto de autoeficacia y su relación con conductas saludables. En el capítulo 2, se describe todo lo relacionado con la actividad física; tipos, beneficios y la importancia de su realización en la niñez intermedia. En el capítulo 3, se expone el concepto de conducta alimentaria, los trastornos que se desarrollan alrededor de ella y los factores de riesgo asociados. En el capítulo 4, se da la definición de preadolescencia, los cambios físicos, cognoscitivos y emocionales que caracterizan esta etapa. En el capítulo 5, se revisarán los aspectos relacionados con la obesidad infantil y algunas estrategias para prevenir y disminuir esta problemática. Posteriormente en el capítulo 6 se describe la metodología de investigación. En el capítulo 7, se muestran los resultados obtenidos y finalmente en el capítulo 8 se presenta la discusión y las conclusiones. 4 Capítulo 1 AUTOEFICACIA El concepto de autoeficacia es el componente central de la Teoría Socio Cognoscitiva (Bandura, 1997), la cual se refiere a la creencia que una persona tiene sobre su capacidad para dominar una situación y de esta forma ejercer control sobre ciertas circunstancias que afectan la vida (Bandura, 1994). La Teoría Socio Cognoscitiva (TSC) explica el funcionamiento humano como el resultado de la interacción recíproca de factores ambientales, conductuales y personales (eventos cognoscitivos, afectivos y biológicos). Desde esta perspectiva las personas pueden responder cognoscitiva, afectiva y conductualmente a eventos ambientales; se enfatiza el papel de las cogniciones puesto que a través de ellas se ejerce control sobre la propia conducta, que a su vez influye en el ambiente y en los estados personales experimentados; cabe destacar que “si bien estas influencias son recíprocas, no son necesariamente simultáneas o de igual intensidad” (Maddux, 1995 p.5). Bandura (1997) ofrece una visión de la conducta humana en la cual las creencias que las personas tienen de sí mismos son elementos fundamentales en el control de sus sentimientos, pensamientos y acciones. Se considera que las creencias de eficacia contribuyen a determinar lo que los individuos hacen con los conocimientos y habilidades que poseen; esto explica porque personas con habilidades similares pueden presentar conductas y niveles de rendimiento muy diferentes en una misma situación (Pajares, 2002). El punto más importante en la teoría de la autoeficacia es que la iniciación y la persistencia en los cursos de acción, están determinados por las expectativas en las habilidades, las capacidades y la probabilidad de poder enfrentar 5 exitosamente las demandas ambientales (Maddux, 1995). En esta teoría se distinguen dos conceptos fundamentales: Expectativas de eficacia o autoeficacia; la capacidad percibida para llevar a cabo una actividad eficientemente y obtener resultados deseados, es por tanto, el proceso cognoscitivo involucrado en la iniciación y mantenimiento de la conducta cambiante. Expectativas de resultado o resultados de acción, es la probabilidad percibida de que un comportamiento producirá determinadas consecuencias, por ejemplo, reconocimiento social, recompensas, satisfacción propia (Bandura, 1997). El que una persona en un momento dado inicie un comportamiento concreto, dependerá de la interacción de estos dos tipos de expectativas respecto de un comportamiento en particular (Villamarín, 1987). En la medida en que las expectativas actúan como determinantes de la conducta, pueden utilizarse como predictores de la misma (Villamarín, 1994). Las expectativas de eficacia son cogniciones que se forman y reelaboran constantemente a partir del procesamiento de cuatro fuentes de información disponibles: la experiencia previa, el aprendizaje vicario, la persuasión social, y la interpretación de los estados fisiológicos y emocionales (Bandura 1994; Villamarín, 1994). Experiencia previa Se refiere a la historia personal de éxitos y fracasos obtenidos en la realización de tareas específicas; esta información tiene gran importancia porque se basa en habilidades y experiencias de dominio reales. Cuando la persona está 6 familiarizada con las demandas de una tarea o actividad, es probable que recurra a las creencias de autoeficacia que se han desarrollado como resultado de su experiencia previa; por otro lado, si no está familiarizada con una tarea entonces no tendrá precisamente claro qué habilidades serán necesarias para su ejecución (Pajares & Schunk, 2001). Y para conformar un sentido fuerte de eficacia se requiere experiencia en la superación de obstáculos a través del esfuerzo personal (Bandura 1994). Aprendizaje vicario Es el aprendizaje por observación, moldeamiento o imitación de los modelos en los que nos encontramos inmersos (familia, escuela, amigos). Éstos proporcionan estándares sociales con los cuales podemos juzgar nuestras habilidades y competencias; al observar a los otros tener éxito en actividades de nuestro interés se forma una creencia de que uno también poseé la capacidad para dominar situaciones similares (Bandura 1994). Tomemos en cuenta que los efectos de la modelización son particularmente relevantes cuando el individuo tiene poca experiencia previa con la tarea (Pajares, 2002). Persuasión social Es la información obtenida a través del refuerzo verbal, los reportes de otros se utilizan para inducir en el sujeto la creencia que posee suficiente capacidad para lograr un resultado óptimo. Las personas persuadidas verbalmente de que poseen la capacidad de dominar ciertas actividades suelen realizar un esfuerzo constante y progresivo en comparación con aquellos que dudan sobre sí mismos. Estados fisiológicos y emocionales Las personas pueden valorar sus capacidades de afrontamiento de acuerdo a la interpretación de los estados fisiológicos y emocionales que experimentan ante ciertas circunstancias. Los estados emocionales intensos y el estrés, ocurren cuando una situación imprevista (de amenaza o daño) fuerza al individuo a 7 cambiar su conducta habitual, a realizarla con mayor precisión o a buscar nuevas formas de actuar (Fernández & Edo, 1994); en casos comoéstos, reacciones de estrés, ansiedad o tensión pueden considerase como signos de la vulnerabilidad. Creer que podemos ejercer control favorece la realización de una conducta efectiva al reducir la duración e intensidad las respuestas experimentadas. En actividades relacionadas con la fuerza y vitalidad, los individuos juzgan la fatiga, el dolor y las molestias como signos de debilidad física, este tipo de indicadores fisiológicos de eficacia juegan un papel influyente en actividades físicas y deportivas (Bandura, 1994). 1.1 Mecanismos de mediación de la autoeficacia Las creencias de autoeficacia influyen en la conducta a través de cuatro procesos de mediación: cognoscitivos, afectivos, motivacionales y de selección, éstos actúan como determinantes en el inicio y mantenimiento de diferentes conductas (Bandura, 1994; 1999; Maddux, 1995): A) Procesos Cognoscitivos La mayoría de los cursos de acción son inicialmente organizados en el pensamiento, antes de actuar las personas piensan en los escenarios posibles que resultarán de su actuación y desarrollan estrategias para controlar aquellos eventos que afectan sus vidas. Cuanto más fuerte sea la eficacia percibida, más desafiantes serán las metas propuestas y más firme el compromiso para cumplirlas porque anticipan escenarios de éxito y pautas de conducta adecuadas. B) Procesos Afectivos La autoeficacia afecta las respuestas de afrontamiento de dos formas; regulando la intensidad de las emociones experimentadas y contribuyendo a controlar los pensamientos negativos generados acerca de su posible desempeño. Un alto nivel de eficacia brinda confianza y serenidad en el afrontamiento de tareas difíciles, 8 mientras que la persona con baja autoeficacia puede considerar a ciertas actividades más difíciles de lo que realmente son, situación que sin duda afectará su funcionamiento y su ejecución en actividades posteriores. C) Procesos Motivacionales Como se ha mencionado, las personas forman creencias sobre lo que son capaces de hacer, anticipan resultados probables y se fijan así mismos planes de acción que llevarán a cabo. Cuando se establece una meta y se tiene una fuerte percepción de eficacia el comportamiento tiende a ser persistente hasta el cumplimiento de los objetivos fijados (Bandura, 1994). Estas personas suelen abordar las tareas necesarias para lograr sus objetivos, como desafíos que hay que dominar y no como amenazas que hay que evitar. Frente a la posibilidad de fracasar aumentan y reafirman sus esfuerzos ante ciertos contratiempos (Pajares, 2002). En una situación de fracaso tienden a atribuirlo al esfuerzo insuficiente o a situaciones fuera de su control (Pajares & Schuck, 2001). Las creencias de eficacia contribuyen en la motivación de muchas formas: determinan las metas que se establecen, la cantidad de esfuerzo invertido, el tiempo de perseverancia ante las dificultades y la resistencia ante los fracasos. Ante la presencia de obstáculos las personas que desconfían de sus capacidades reducen sus esfuerzos o abandonan rápidamente la tarea; se puede dar el caso de que atribuyan sus fracasos a la falta de habilidades o conocimientos, suelen presentar una visión más estrecha de cómo solucionar el problema considerando a ciertas tareas más difíciles de lo que en realidad son (Bandura 1994, 1999). D) Procesos de selección Las creencias de eficacia personal influyen en los tipos de actividades y entornos que las personas seleccionan; eligen actividades que consideran son capaces de manejar porque esperan realizarlas con éxito, mientras que suelen evitar aquellas actividades que exceden sus habilidades. De esta forma cuando se tiene una alta 9 eficacia en un dominio especifico los individuos seleccionan objetivos más desafiantes y ambiciosos, (Luszczyanka, Scholz & Schwarzer, 2005). En resumen, la teoría de autoeficacia proporciona un modelo para explicar el origen y el efecto del control percibido, realzando el ajuste personal y la adaptación. Ha estimulado investigaciones en áreas de la vida humana, incrementado nuestro entendimiento de aquellas condiciones que generan el cambio de conducta. 1.2. Autoeficacia para la reducción y mantenimiento del peso corporal La autoeficacia es una variable que explica como las personas adquieren y mantienen determinadas pautas de conducta, afecta todas las fases del cambio personal y es el mejor indicador de las capacidades de adaptación a las demandas vitales que influyen en el bienestar psicológico de los individuos (Bandura 1994, 1997). Para Bandura (2004), las expectativas de eficacia personal afectan a la conducta a través de dos formas; directamente o por su influencia sobre otros determinantes. Desde un punto de vista psicosocial, el que una persona realice conductas saludables, logre mantenerlas a largo plazo y obtenga un cambio permanente en su vida depende de la interacción de diversos factores, por ejemplo: La creencia personal de que un cambio de conducta puede mejorar el estado actual. La confianza en su capacidad para adoptar conductas benéficas y/o dejar de practicar aquellas que resulten desfavorables para su salud, es decir, la autoeficacia (Román, Díaz, Cárdenas & Lugli, 2007, p. 47). El conocimiento pertinente de las actividades que debe realizar. Habilidades reales para ejecutar dichas acciones. 10 Los recursos materiales necesarios para su actuación (Villamarín, 1994, p. 10). Las expectativas de resultado respecto de los costos materiales y los beneficios a obtener de un comportamiento saludable en particular (Bandura, 2004, p.144). De acuerdo con la TSC la adopción de una conducta saludable depende de las creencias individuales de que se es capaz de desempeñar una conducta apropiadamente. La eficacia percibida influye sobre la intención de modificar las conductas de riesgo, en la cantidad de esfuerzo invertido una vez logrado el cambio conductual y en la persistencia para continuar luchando a pesar de las barreras o contratiempos que podrían afectar la motivación (Schwarzer & Fuchs, 1999). Se considera que los individuos con alta autoeficacia son más propensos a involucrarse en conductas saludables, en su mantenimiento y en la recuperación ante los contratiempos (Luszczyanka, et al. 2005). En la actualidad la población infantil ha experimentado un incremento alarmante en la incidencia y prevalencia de la obesidad, debido principalmente a un estilo de vida sedentario, caracterizado por la drástica reducción del gasto energético y patrones alimentarios basados en dietas de alto valor calórico (Instituto Nacional de Salud Pública, INSP, 2006). Una alimentación saludable y la realización de actividad física son dos conductas que forman parte de un estilo de vida saludable y contribuyen en gran manera en la pérdida de peso corporal (Ortiz-Hernández & Ramos, 2008). Establecer estilos de vida sanos desde la infancia es de vital importancia para alejarse de los riesgos y prevenir enfermedades futuras (Llanes y Castro, 2002). Los hábitos que se mantienen durante toda la vida se forman en la infancia y en la adolescencia. Es más fácil prevenir hábitos perjudiciales para la salud que tratar de modificarlos una vez que se hayan instaurado como un estilo de vida (Bandura, 1999). 11 De acuerdo con Román et al. (2007) la autoeficacia actúa en el mantenimiento y pérdida de peso corporal porque facilita a las personas tanto la realización de actividad física como el seguimiento de una alimentación saludable. Para que estas conductas resulten realmente efectivas, el individuo debe realizar un esfuerzo constante y progresivo para controlar su ingesta alimentaria y mantener un adecuado gasto calórico mediante la práctica regular de ejercicios físicos. Por lo tanto, la responsabilidad individual se vuelvefundamental para lograr resultados favorables porque son dependientes en gran medida del control alcanzado por la persona en la adopción de conductas saludables y de un cambio permanente en su estilo de vida. La influencia de autoeficacia en el control de peso ha sido explicada en diversas investigaciones. Kitsantas (1999), por ejemplo, examinó el papel de la percepción de autoeficacia en el empleo de estrategias autorregulatorias para el control y pérdida del peso corporal. Las estrategias autorregulatorias se definen como acciones dirigidas hacia la adquisición y delineamiento de habilidades y son: establecimiento de metas, auto-monitorización, autoevaluación, estructuración ambiental, manejo del tiempo, búsqueda de asistencia social y de información. Los resultados muestran que la percepción de autoeficacia juega un papel fundamental en la perdida y mantenimiento de peso. Los participantes con baja autoeficacia no aplicaron las estrategias de autorregulación consideradas esenciales en la rutina de mantenimiento del peso. Por otro lado, los individuos que reportaron alta percepción de autoeficacia aplicaron sus estrategias autorregulatorias constantemente ante las dificultades y tendían más a manejar con éxito su peso. Campos y Pérez (2007) realizaron un estudio en el que se analizó la relación entre autoeficacia y conflicto decisional para bajar de peso en mujeres adultas. Los resultados indican que una mayor autoeficacia se asocia con un menor conflicto decisional para bajar de peso. La baja autoeficacia desmotiva a las mujeres ante la posibilidad de realizar un cambio en su dieta y en adoptar una rutina de 12 ejercicios físicos para bajar de peso. La correlación que alcanzó la mayor magnitud se presenta en la autoeficacia para el ejercicio físico y el conflicto decisional, lo cual indica que las mujeres pueden considerar que realizar una rutina de ejercicios es un desafío mayor. Basados en la teoría de la Autoeficacia se espera que los individuos que confían en sus habilidades (alta autoeficacia) intensifiquen el esfuerzo y la perseverancia invertida en la realización de actividades para lograr perder o mantener su peso corporal. Mientras que aquellos que desconfían de sus capacidades (baja autoeficacia), tienden a sentirse intimidados ante las demandas de la tarea, llegan a desmotivarse en la realización de un cambio en su dieta y en adoptar una rutina de ejercicios físicos para bajar de peso. 1.2.1. Autoeficacia y alimentación Algunas investigaciones (Campos & Pérez, 2007; Chang, Brown, Baumann & Nitzke, 2008; Nothwerhr, 2008; Román et al., 2007) muestran que cuando se tiene el propósito de bajar de peso, la autoeficacia actúa sobre las conductas de ingesta, permitiendo a las personas modificar sus hábitos de alimentación, de tal forma que la persona sea capaz de: - Seleccionar alimentos con bajo contenido calórico, - Moderar el consumo de alimentos durante el día. La autoeficacia relacionada con la ingesta alimentaria se refiere a la percepción de la capacidad para realizar determinadas conductas alimentarías, durante y, particularmente, en momentos tentadores. Típicamente ha sido medida en situaciones que involucran incentivos sociales, disponibilidad inmediata de comidas apetitosas y perturbaciones emocionales (Bandura, 1997). 13 Los instrumentos utilizados son cuestionarios de frecuencia alimentaria, recuerdo de consumo y auto-reportes de adherencia a una dieta prescrita. Estas medidas se refieren a la realización de dos tipos de conducta: - La adherencia a comportamiento positivos, por ejemplo alimentarse saludablemente o disminuir el consumo de grasas. - La resistencia a una conducta negativa, como la habilidad para hacer frente a situaciones relacionadas con la comida o controlar el exceso de alimentación (Nothwerhr, 2008). Ruiz, Berrocal, López y Rivas (2003), analizaron la estructura factorial y las propiedades psicométricas de la Eating Self-efficacy Scale en dos muestras de adultos; con normo peso y exceso de peso. Los resultados indican que los sujetos con exceso de peso presentan menos expectativas de autoeficacia que los individuos con normo peso cuando tratan de controlar la ingesta bajo estados emocionales negativos. Además a mayor numero de intentos previos para el control de peso, menores eran las expectativas de autoeficacia. Y finalmente, cuanto menor es el número de kilos perdidos, menores son las expectativas de autoeficacia. Mientras que en los sujetos con normo peso, las expectativas de autoeficacia ante estados emocionales no se relacionaron ni con el número de intentos previos, ni con la cantidad los kilogramos perdidos. Nothwerhr (2008), examinó la relación entre autoeficacia y algunas estrategias usadas en la conducta alimentaría en adultos: la auto-monitorización, planeación de las comidas, conductas de preparación y compra de alimentos, el control de las porciones, la interacción social en la alimentación y las estrategias cognitivas en la ingesta (de grasa, de calorías y de vegetales o frutas por día). Estos resultados señalan que esas variables están positiva y fuertemente asociadas, apoyan la hipótesis que indica que la autoeficacia es un indicador de éxito en el estudio del proceso del cambio de la conducta alimentaria. 14 Chang, et al. (2008) examinaron la influencia de tres tareas específicas de dominio de autoeficacia en cinco tipos de conducta de reducción de grasas en un grupo de madres jóvenes. Las participantes reportaron la confianza que presentaban al comer alimentos bajos en grasa cuando experimentaban: estados de ánimo positivos, estados de ánimo negativos (como estrés, ansiedad, enojo, disgustos o alteraciones) y tenían disponibilidad de alimentos. Las conductas de reducción de grasa en la dieta son: sustitución de alimentos, modificación en la elección de carne, evitación de alimentos fritos, consumo de frutas y verduras, evitación de margarinas y/o mantequillas. Las madres que informaron de mayor confianza en su capacidad de comer alimentos bajos en grasas eran más propensas realizar las conductas meta cuando se encontraban ansiosas, enojadas o con algún malestar que aquellos que presentaban menor confianza. Los resultados apoyan hallazgos anteriores que sugieren que cuando se experimenta estrés las personas son menos propensas a mantener comportamientos saludables. Además de que una mayor autoeficacia en condiciones difíciles se asocia a conductas de reducción de grasa en la dieta, y mayor consumo de frutas y verduras en la ingesta de adultos de bajos ingresos de mediana edad. En una investigación sobre la influencia de diferentes factores socioculturales en el consumo de frutas de hombres y mujeres mayores de 18 años, Guzmán y Rosello (2003), encontraron que únicamente la autoeficacia se asoció significativamente con un adecuado patrón de consumo de frutas. Para medir la autoeficacia elaboraron nueve preguntas con el fin de conocer que tan seguras estaban las personas de comer frutas en diferentes situaciones. Del total de entrevistados sólo el 25% tenían un adecuado patrón de consumo de frutas, más de la mitad mencionaron estar muy seguros de poder hacer cambios en su dieta si se lo propusieran y las mujeres fueron quienes manifestaron sentirse más seguras de lograr estas metas. Para la mayoría de los sujetos la principal influencia en el consumo de fruta es la familia, especialmente la madre, quien asume la formación de hábitos alimentarios desde la niñez. 15 1.2.2. Autoeficacia en la actividad física La autoeficacia es uno de los factores de tipo psicosocial que ha sido relacionado con la participación y mantenimiento de actividad física en diferentes situaciones. Un análisis de diferentes investigaciones sobre la relación de estas dos variables,concluye que los individuos con alta autoeficacia tienen sentimientos mucho más fuertes de efectividad para realizar ejercicio físico y de compromiso a realizar una mayor cantidad de actividad física a diferencia de los individuos con baja autoeficacia (Balaguer, Escartí & Villamarín, 1995). La autoeficacia en la actividad física (Physical Activity Self-efficacy) se define como la creencia individual acerca de las capacidades para realizar actividad física con cierta frecuencia, duración e intensidad (Colella, Morano, Bortoli & Robazza, 2008; Ryan & Dzewaltowski, 2002). La eficacia percibida se concibe como uno de los principales determinantes de la intención de hacer ejercicio y de seguir haciéndolo por largos periodos de tiempo (Aedo & Ávila, 2009). Se cree que la experiencia pasada ejerce un poderoso impacto en la adherencia de la actividad física; si se han tenido experiencias pasadas positivas existe mayor probabilidad de que esta conducta se repita y las personas tendrán una fuerte creencia en su capacidad para participar en actividad física en el presente y el futuro (Miller, Ogletree & Welshimer, 2002). Por ejemplo, una persona que ha sido capaz de completar una clase de ejercicios sin renunciar se sentirá confiada en su capacidad para llevar a cabo sesiones posteriores (Allison, Dwyer & Makin, 1999). Otro aspecto estudiado son la barreras de autoeficacia (self-efficacy barrier) o la creencia en la capacidad personal para superar ciertas barreras sociales, personales y ambientales en la realización de actividad física (Colella, et al. 2008). Bandura (2004) explica que las personas pueden juzgar su eficacia para realizar ejercicio con regularidad a pesar de enfrentar ciertos obstáculos como 16 experimentar cansancio, sentirse deprimidos o ansiosos, no contar con tiempo suficiente, tener cosas más importantes que hacer o ante condiciones ambientales desfavorables. Astudillo y Rojas-Russell (2006); Ceja (2008) analizaron la asociación entre autoeficacia, disposición al cambio y su relación con la realización de actividad física en estudiantes universitarios. Encontraron que las mujeres presentaron menor autoeficacia al realizar ejercicio frente a situaciones que involucran emociones, falta de tiempo o algún padecimiento. Los hombres por el contrario, se percibieron con más confianza para realizar ejercicio aún cuando se sienten tristes o deprimidos, tengan más cosas que hacer o presenten algún padecimiento físico. En la búsqueda de la influencia de la autoeficacia en la actividad física Ryan y Dzewaltowski (2002) han propuesto otro concepto que sería de utilidad en la promoción de actividad física en edades tempranas denominado: Eficacia para el cambio ambiental (enviromental change efficacy) que se define como la habilidad para encontrar y construir ambientes (físicos o sociales) que apoyen la realización de actividad física. La realización de actividad física regular desde la infancia juega un papel fundamental en la prevención de una gran cantidad de enfermedades prevalentes con la edad (Aedo 2009). La autoeficacia es un determinante en la adopción y mantenimiento de hábitos saludables, por lo cual es recomendable incluirlo en el desarrollo de estrategias dirigidas a incidir en la reducción de la inactividad física desde edades tempranas (Aedo y Ávila, 2009; Allison et al. 1999; Colella,et al. 2008; Ryan & Dzewaltowski, 2002) Hernández, Velázquez, Martínez, et al. (2008) estudiaron la asociación entre “autoeficacia motriz” y la frecuencia de actividad física en niños escolares. Este estudio puso de manifiesto que la autoeficacia motriz, definida como “la sensación de competencia y control ante la persistencia ante tareas motrices” resultó ser una variable de relevancia para comprender las variaciones de actividad física en los 17 niños. La valoración de la autoeficacia motriz tiende a ser menor entre más pequeño es el grado de satisfacción en las clases de educación física y con su profesorado. Los autores concluyen que es de gran importancia promover en la escuela el reconocimiento de la competencia personal a través de la participación en actividades atractivas y saludables para los niños. 1.3. Instrumentos de medición de autoeficacia En diversas investigaciones se ha conceptualizado a la autoeficacia en forma general, es decir, como un sentido amplio y estable de competencia personal de cuán efectiva puede ser la persona al afrontar situaciones estresantes (Olivari & Urra, 2007). Típicamente ha sido estudiada mediante la escala de Percepción de Autoeficacia Generalizada que mide la confianza global en la propia capacidad de afrontamiento en una amplia gama de situaciones demandantes o nuevas (Luszczynska, Gibbons, Piko y Tekozel, 2004). Sin embargo, para la mayoría de las aplicaciones de la autoeficacia Bandura (2001) plantea que lo más recomendable es que los instrumentos se ajusten a un dominio particular, en otras palabras, deben centrarse en los factores conductuales que determinan el éxito en una tarea específica. Se ha estudiado la influencia de la eficacia percibida en numerosas conductas, en el caso del control de peso y en particular de la conducta alimentaria se ha evaluado mediante dos pruebas: a) Weight Efficacy Life-Style (WEL) originalmente de Clark Abrams, Niasura, Eaton y Rosi en 1991, fue validada por Ruiz, et al. (2003) mide la percepción de autoeficacia en relación a la conducta alimentaria a través de tres dimensiones situacionales; emociones negativas, presión social y malestar físico. En su versión original cuenta con 20 ítems a los que se les agregan otros dos componentes: actividades positivas y disponibilidad (Warziski, Sereika, Styn, Music y Burke, 2008), para evaluar la autoeficacia 18 los sujetos deben puntuar su grado de confianza para resistir el deseo de comer. b) Eating Self-efficacy (ESES) desarrollada por Glynn y Ruderman en 1986, consta de 25 ítems enfocados en la autoeficacia relacionada con el control de la ingesta en dos situaciones: afecto negativo y circunstancias socialmente aceptadas. Las respuestas oscilan en una escala de puntos, entre 1 “ninguna dificultad para controlar la alimentación” y 7 “máxima dificultad para controlar la alimentación” (Ruiz et. al, 2003). Se han diseñado instrumentos psicométricos para evaluar la autoeficacia en la actividad física en diversas poblaciones. En el caso de la población infantil son pocos las pruebas dirigidas a este fin, entre las cuales podemos mencionar: La Escala de Habilidad Física Percibida para niños (Perceived Physical Ability Scale) de Colella, et al. (2008), está constituida por seis ítems estructurados en un formato de respuesta cuatro puntos. Al escoger una oración los niños requieren pensar en sí mismos cuando juegan o realizan ejercicios de educación física o cuando participan en actividades deportivas. Los ítems representan la fortaleza, velocidad y coordinación de habilidades de los niños. Altos puntajes indicarían que se posee una alta auto percepción de habilidad física. Jago, Baranowski, Watson, et al. (2009) desarrollaron un cuestionario que estima la autoeficacia en el cambio actividad física y la conducta sedentaria basados en el modelo de respuesta de Ítem (IRM). Cuenta con cuatro escalas de autoeficacia hacia: la actividad física, conducta sedentaria, televisión y uso del teléfono. Tiene una alta consistencia interna, los resultados de esta investigación muestra que tiene validez razonable para niños escolares. El Cuestionario de Autoeficacia hacia la Actividad Física de Aedo y Ávila (2009), está dirigido a niños en edad escolar, consiste en 12 reactivos divididos en tres factores: búsqueda de alternativas positivas hacia la actividad física, 19 capacidad para enfrentar posibles barreras y expectativas dehabilidad y competencia. Los resultados de esta investigación muestran que tiene una confiabilidad aceptable que permitió recomendar la utilización de este instrumento como indicador de la autoeficacia hacia la actividad física en niños de edad escolar, y como una herramienta en la planificación y diseño de programas que promocionen esta conducta. Finalmente mencionaremos el Inventario de Eficacia Percibida de Román et. al (2007) para adultos, está diseñado para evaluar las expectativas de eficacia en la modificación de los hábitos alimentarios y actividad física para lograr controlar el peso corporal. Esta prueba surge ante la necesidad de elaborar medidas que incluyan la valoración de las dos conductas que contribuyen a controlar el peso corporal y que son aspectos básicos en los programas de tratamiento del sobrepeso y la obesidad. Tomando en cuenta la importancia del constructo de autoeficacia se propone como uno de los objetivos de la presente investigación adaptar y validar el inventario de Román et. al (2007) en muestras de población preadolescente mexicana, con la finalidad de que este instrumento pueda ser utilizado en el desarrollo de estrategias que fomenten conductas preventivas y de promoción de la salud mediante el incremento de la autoeficacia. Específicamente hablamos de programas dirigidos al combate del sobrepeso y la obesidad a través de la práctica de actividad física y de hábitos alimentarios saludables. 20 Capítulo 2 ACTIVIDAD FÍSICA En los últimos años se ha profundizado en el estudio de la actividad física, tanto en los efectos saludables que su práctica frecuente genera como la relación que existe entre la ausencia de ella y el desarrollo, mantenimiento y agravamiento de diversas enfermedades (Varo, Martínez & Martínez, 2003). Diversos autores (Ceja, 2008; Cornejo, Llanas & Alcázar, 2008; Hernández, Gortmaker, Laird, et. al 2000; Márquez, 1995) definen a la actividad física como cualquier movimiento-conducta producido por los músculos esqueléticos que produce un gasto energético, que van desde movimientos leves hasta los que requieran de intensidad, incluyendo todo aquel movimiento de la vida cotidiana, por ejemplo subir y bajar escaleras, caminar, correr, etc. En términos generales existen dos tipos de actividad física, la estructurada y la no estructurada: La actividad física no estructurada incluye muchas de las actividades de la vida diaria, entre ellas ir en bicicleta, bailar, los trabajos de la casa y el jardín, diversas ocupaciones domesticas y laborales, además de los juegos y otros cuidados de los niños. La actividad física estructurada es un programa planificado de actividades físicas diseñado para mejorar la condición física, y nos podemos referir a ella como ejercicio planificado (Melvin, 2002; pág. 7). El termino actividad física se confunde en muchas ocasiones con deporte, ejercicio, condición física y educación física. Es muy común que cualquiera de estos conceptos y no el de actividad física sea usado para referirse a cualquier 21 tipo de ejercicio. Esta confusión de términos es comprensible, puesto que al utilizarse con tanta frecuencia cualquiera de ellos abarca más de lo que representan (Dosil, 2003). Por esta razón resulta necesario definirlos: Ejercicio; son los movimientos que tienen una duración y repetición determinada y constante con la intensión de mejorar o conservar el cuerpo en buen estado y un buen nivel de forma física (Cornejo, et.al, 2008; Márquez, 1995). Ejercicio aeróbico; actividades que se practican en largos periodos de tiempo pero que requieren de una intensidad moderada como la caminata. Ejercicio anaeróbico: es una actividad breve y de gran intensidad que proporciona potencia y masa muscular como el levantamiento de pesas o abdominales. Condición física: es la característica que llega a alcanzar una persona que le permite tener un desempeño mayor sin fatigarse y con suficiente energía para disfrutar de alguna disciplina (Cornejo, et.al, 2008; Márquez, 1995). Sedentarismo: conducta caracterizada por movimientos nulos por periodos de tiempo mayor a 10 minutos. Inactividad física: estado en el que el movimiento corporal es mínimo por ejemplo: leer, transportarse sentado, dormir, comer, hablar por teléfono, etc., (Cornejo, et.al, 2008). Estos últimos dos términos no son sinónimos y no deben usarse como tal, hasta la fecha, el sedentarismo ha sido definido de acuerdo a niveles bajos de gasto de energía y a la escasez de la participación en actividades, mientras que la inactividad se define de acuerdo a comportamientos que no cumplen con las guías tradicionales de ejercicio en forma o las más recientes guías de salud pública (Cornejo, et.al, 2008). 22 Entonces podemos decir que el concepto de actividad física es genérico y por tanto siempre que exista algún tipo de movimiento por mínimo que este sea, se está hablando de actividad física; el cual incluye actividades de la vida diaria, actividades vigorosas y actividades bien estructuradas y planificadas como el ejercicio. 2.1 Clasificación de la Actividad Física Una vez teniendo claro el concepto de actividad física es necesario distinguir los tipos. Diversos autores (Ceja, 2008; Díaz, 2008; Devís, 2000; Dosil, 2003) plantean que la actividad física se puede clasificar por su nivel de intensidad, por su nivel de requerimiento calórico (Dosil, 2003) o bien por el tipo de actividad física (Devís, 2000). Tabla 1. Actividad Física por nivel de intensidad Leve o Ligera Moderada Vigorosa Con poco mantenimiento de intensidad y poca variabilidad Con constante intensidad y variabilidad dependiente de la actividad Con mucha intensidad y variabilidad. Caminar despacio o pasear Caminar a paso rápido Caminar rápido, con peso o trotar Bicicleta estacionaria Andar en bicicleta por placer o como medio de transporte Andar en bicicleta a altas velocidades o en una pendiente Nadar despacio Nadar con un esfuerzo moderado Nadar rápidamente Estiramiento y ejercicios de acondicionamiento Ejercicios específicos de acondicionamiento (sentadillas) Ejercicio de acondicionamiento (deportes) 23 Trabajos domésticos (sacudir) Trabajos domésticos (limpieza y cambio de muebles) Realizar una mudanza Tareas de jardinería (regar plantas) Cortar el pasto con podadora Podar el pasto con tijeras o excavar. Fuente: Adaptado de Ceja, (2008); Díaz, (2008); Devís, (2000); Dosil, (2003). Tabla 2. Clasificación por tipo de actividad física Tipo de Actividad Física Ejemplo Actividades cíclicas Caminar, Correr Ejercicios de preparación física Estiramientos musculares Juegos Populares (con pelota, etc.), espontáneos con materiales (juguetes). Actividades cotidianas Subir escaleras, barrer, hacer manualidades. Bailes y danzas Todo tipo de baile y danza Deportes Todo tipo de deporte Actividades en la naturaleza Escalar, parapente, senderismo Otros Yoga, Tai-chí, aerobics Fuente: Adaptado de Devís, (2000). Actividad física deporte y salud, pág 104. Actividad Física según el requerimiento calórico: esta clasificación de actividad física se complementa con las anteriores, ya que se clasifica de acuerdo al Índice de Actividad Metabólica que se gasta, por ejemplo, durante la inactividad física se 24 consume el equivalente a una unidad, una actividad ligera se considera equivalente a 3 unidades, actividad moderada se realiza cuando se consumen 5 unidades y elevada desde 6 hasta 12 o más unidades (Serra y Albanell, 2000; citado en Dosil, 2003). 2.2. Beneficios de la Actividad Física La Organización Mundial de la Salud (2004; citado en Fernández & Hernández, 2007) afirma que la activad física es el pilar para la prevención delas enfermedades crónicas que atacan a nuestro país. Además de ser un factor determinante del gasto de energía, del equilibrio energético y del control del peso, reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, reduce la tensión arterial, mejora el nivel de colesterol y el control de la hiperglucemia en las personas con exceso de peso, también puede reducir el riesgo de cáncer de colon y de mama en las mujeres. Melvin (2002) reporta que son muchos los informes científicos que detallan los beneficios para la salud derivados de la actividad física, regulan y documentan los significativos beneficios para la salud que supone la actividad física regular, beneficios que pueden acumularse en hombres y mujeres de todas las razas y de todas las franjas de edad. Nunca se es demasiado joven o demasiado viejo para beneficiarse de las ventajas que supone el ejercicio para la salud. En esencia los individuos físicamente activos disfrutan de una mayor calidad de vida, porque padecen menos los efectos de limitación que normalmente se asocian con las enfermedades crónicas, además la actividad física supone también un incremento de la esperanza de vida (Melvin, 2002). 25 Los beneficios de la actividad física sobre la salud se manifiestan en todas las etapas de la vida, debido a los efectos de tipo metabólico que favorecen a diferentes órganos, mejorando su función. Las consecuencias positivas son tanto físicas como psicológicas (Molina & Pastor, 2004). La visión de salud como algo más que la ausencia de enfermedad nos lleva a entender a la actividad física como una experiencia de bienestar personal y una práctica sociocultural que nos proporciona calidad de vida (diversión, satisfacción, sentirse bien, autoconocimiento, relaciones sociales y con el medio físico) (Devís & Peiró, 2001). En general, los principales beneficios de la práctica de la actividad física son: Aumento de la aptitud hacia el ejercicio aeróbico, disminución de la grasa corporal, mejora de la presión sanguínea y aumento en la densidad de los huesos. Prevención y rehabilitación de problemas del corazón. Provoca efectos favorables sobre personalidad y carácter, disminuye los sentimientos de incapacidad y aumenta la autoestima, el auto concepto y la función intelectual. Ayuda en el tratamiento de obesidad. Incrementa la esperanza de vida. Ayuda a la prevención y el tratamiento de enfermedades mentales o trastornos psicológicos como ansiedad, depresión, estrés, ciertas adicciones y diferencias de personalidad (Garoz & Maldonado, 2004). Podemos destacar entonces los beneficios de la actividad física son generales en relación con la calidad de vida puesto que contribuye a un aumento del rendimiento intelectual, académico y laboral, en la confianza en uno mismo, en la sensación de bienestar, mejora del sueño, reducción del estrés y para la liberación 26 de tensiones. Otros beneficios se relacionan con la prevención de enfermedades y el aumento de la esperanza de vida (Molina & Pastor, 2004). Devís y Peiró (1997) afirman que los mayores beneficios saludables de la actividad física se obtienen cuando se pasa del sedentarismo a niveles moderados de actividad física. La práctica regular de la actividad física, adaptada a las características personales produce beneficios, principalmente preventivos y rehabilitadores. Cuando la práctica de la actividad física se incorpora a la vida de una persona, muchas veces se acompaña de una alimentación equilibrada, descanso y sueño suficiente y actividades de ocio al aire libre. De ahí la importancia de educar para la salud de forma global a través de la actividad física. 2.3. Medición de la Actividad Física Debido a los grandes beneficios que tiene la Actividad Física sobre las personas ha sido indispensable medirla, existen al menos 30 diferentes técnicas para hacerlo, la mayoría de estas son costosas y complicadas. Aedo (2009), reporta que dichas técnicas se han dividido en dos: Objetivas: Frecuencia cardiaca. Calorimetría. Sensores electrónicos de movimiento. Método de agua doblemente marcado. Subjetivas: Observación Cuestionarios auto administrados. Cuestionarios a través de entrevista. 27 Diarios o recordatorios. Reportes Proxy. Un indicador para medir la actividad física son los MET (equivalente metabólico) los cuales son considerados como el gasto energético de una persona en reposo o dormida y cada MET equivale, aproximadamente, a una kilocaloría por kilogramo de peso (Ceja, 2008). Unas de las más recomendables técnicas para medir la actividad física, son los cuestionarios ya que resultan mucho más baratos, fáciles y accesibles en comparación con las demás técnicas, no existe otra técnica para medir los patrones de actividad física que arroje importantes indicadores del estado de salud, tienen gran habilidad para recabar datos a gran número de personas; han sido utilizados en todos las edades y pueden adaptarse a la población de estudio aunque como auto reporte puede verse afectado por cuestiones de memoria (Aedo, 2009; Ceja, 2008; Díaz, 2008). Un ejemplo de ellos es el cuestionario de Hernández, et. al (2000), llamado CAINM el cual evalúa la actividad e inactividad física, fue validado en México en una población de adolescentes de 10 a 14 años, los resultados muestran que el cuestionario mostró validez aceptable para estimar el tiempo de ver televisión, de la actividad moderada y de la vigorosa. 2.4. Estilos de vida Un estilo de vida se puede describir como el conjunto de hábitos, actitudes y conductas que determinan nuestra manera de vivir y de relacionarnos con el entorno, abarca todas las actividades cotidianas, desde la alimentación hasta los hábitos corporales de sueño, higiene y cuidado personal (Llanes &Castro, 2002). 28 Los principales problemas de salud de nuestro entorno están asociados a factores de riesgo relacionados con los estilos de vida. Mendoza, Sagrera y Batista (1994; citado en Garoz & Maldonado, 2004) plantean que existen diversas influencias en los estilos de vida, se encuentran las propias características individuales, el entorno social (vivienda, familia, amigos, vecinos, ambiente laborar o estudiantil, grupos) los factores sociales (cultura, instituciones, medios de comunicación) y el medio físico. En este sentido se puede decir que los estilos de vida son un proceso de adaptación del individuo al entorno y que de acuerdo a sus actitudes y comportamientos existen dos tipos de estilo de vida, los saludables y los insanos. Un estilo de vida saludable requiere de la adopción de una serie de hábitos entre los que es posible destacar aquellos que se relacionan con la realización de actividad física, debe ayudar a añadir años a la vida, mejorar su calidad de vida y hacer menos probable la aparición de enfermedades o incapacidades (Garoz & Maldonado, 2004). Dentro de un estilo de vida insano se habla de comportamientos de riesgo como consumo de tabaco y alcohol una inadecuada alimentación y el sedentarismo que es uno de los más significativos del desarrollo de enfermedades cardiovasculares, una de las primeras causas de muerte (Garoz & Maldonado, 2004). Desde los años 80´s surge la preocupación por la salud, en los 90´s aparece la actividad física dentro de la promoción de la salud, se incluye a la actividad física en las políticas sociales tratando de desarrollar valores y actitudes para optimizar la distribución del tiempo libre. En la actualidad, estos esfuerzos por la promoción de la salud se han visto afectados, debido a que las personas han adquirido estilos de vida sedentarios (Delgado & Tercedor, 2002; Devís & Peiró, 2001). Recientemente surge la preocupación por los estilos de vida sedentarios, ya que son uno de los mayores factores de riesgo parala salud. El estilo de vida sedentario y ciertas enfermedades crónicas muy generalizadas en nuestros días (la hipertensión, la obesidad o los trastornos cardiovasculares) se encuentran muy 29 relacionados. Williams (2002; citado en Garoz & Maldonado, 2004) estudio, las causas primordiales de muerte en Estados Unidos y encontró que seis de las diez principales son enfermedades determinadas por el tipo de vida. Normalmente nos encontramos ante unas actitudes sedentarias asociadas a la tensión, molestia o dolor causado por la actividad física y con una serie de barreras consideradas como excusas para mantener este estilo de vida. Estas barreras pueden tener influencia, fisiológica, emocional o por cuestiones de tipo psicosocial. El más grande desafío es que personas sedentarias inicien la realización de actividad física y mantengan ese cambio a través del tiempo, ya que uno de los problemas no solo es comenzar a realizar actividad física sino la practica regular de esta. Con el objetivo de mejorar la calidad de vida y prevenir enfermedades, es importante inculcar en las personas una serie de hábitos de vida saludables. La práctica regular de actividad física destaca entre ellos por su importancia en los efectos de la salud (Arregui, Garriz, Martínez, Moreno, Rodriguez-vida & Pascual, 2002). El que las personas elijan realizar o no ejercicio, se relaciona con muchos factores entre los que destaca la motivación. Márquez, (1995) expone algunos motivos por los que la gente realiza actividad física: Como experiencia social Como medio de mantener la salud y mejorar los niveles de habilidades Como búsqueda de vértigo y nuevas sensaciones Como una experiencia estética. Como catarsis Como una experiencia ascética 30 Garoz & Maldonado (2004) estudiaron los motivos por los cuales las personas no realizan actividad fisca y encontró como principales: La falta de tiempo La dedicación de tiempo a actividades tecnológicas La influencia de padres, amigos y maestros y la preocupación por una opinión desfavorable de estos Preocupación acerca de la inseguridad del lugar donde se hace la actividad física La inaccesibilidad y el costo Sentirse menos competitivos que sus pares No sentirse femenina al realizar las actividades. Como podemos observar existen más motivos por los cuales no se realiza actividad física, la sociedad está preocupada por la mala utilización del tiempo libre, en la actualidad el tiempo libre adquiere un gran significado para las personas. Los cambios sociales provocan que el tiempo de trabajo sea mayor al tiempo libre y cuando este se tiene se dedica actividades sedentarias (Nuviala, Ruiz & García, 2003). El individuo necesita información sobre comportamientos no saludables, como el sedentarismo pero también una formación para modificar ese habito no saludable. 2.5. Actividad física en la niñez intermedia La actividad física es uno de los factores más importantes en el mantenimiento de la salud, por lo que su práctica a lo largo de la vida es muy aconsejada. Durante la infancia se deben realizar una gran diversidad de actividades físicas que favorezcan la adquisición de habilidades motrices y de coordinación, es 31 conveniente que se practiquen en distintos medios y entornos naturales. También se recomiendan los juegos de grupo y deportes por su gran contenido socioeducativo (Arregui, et.al, 2002). Es conveniente realizar actividad física desde la infancia porque es la etapa en la que el organismo se encuentra más receptivo y se obtienen beneficios en el rendimiento. Su práctica es necesaria para el crecimiento físico normal y el desarrollo motor, pero también para el equilibrio psicológico, la maduración afectiva y el rendimiento escolar (Arregui, et.al, 2002). Durante la etapa infantil conviene estimular el espíritu de cooperación entre compañeros la competición con niños debe enfocarse como una diversión, como un acto lúdico y no como un desafío frente a un oponente y debe organizarse siempre con alumnos de la misma edad para que no existan desigualdades muy grandes en la realización de la práctica (Arregui, et.al, 2002). En la pubertad y adolescencia las capacidades físicas van alcanzando progresivamente el máximo desarrollo, la actividad física tiene importantes efectos preventivos, estas etapas son cruciales para el desarrollo de un estilo de vida físicamente activo. La actividad física regular favorece el equilibrio psicológico, la socialización, la interacción y la no adquisición de hábitos nocivos; es importante la influencia del grupo al que se pertenece debido al tiempo que se comparte con él (Arregui, et.al, 2002; Bianchi & Brinnitzer, 2000) Se deben fomentar las actividades físicas que pueden seguir practicándose durante toda la vida (caminar, correr, nadar, subir y bajar escaleras, danza), poniendo especial énfasis en ejercicios dinámicos de grandes grupos musculares de naturaleza rítmica y aeróbica (Arregui, et.al, 2002). La escuela debe cumplir el papel fundamental de la promoción de la actividad física relacionada con la salud, creando un ambiente físico y social saludable, realizando programas curriculares y extracurriculares de actividad física, teniendo en cuenta los intereses y necesidades de todos los alumnos (Devís & Peiró, 2001). Para Delgado y 32 Tercedor (2002), la escuela debe dar respuesta a variados y cambiantes problemas sociales, debe encargarse de la educación para la salud a través de una serie de contenidos o temas transversales. La educación física escolar y los programas de deporte son cruciales para el fomento de la actividad física en niños y adolescentes, debe significar una experiencia satisfactoria para los alumnos y alumnas, desarrollando actitudes positivas hacia la actividad fisca y la creación de hábitos más activos y saludables (Garoz & Maldonado, 2004). Es innegable la toma de conciencia acerca de los beneficios de la práctica de actividades físicas, su participación es de carácter voluntario lo cual implica cierto grado de motivación. Bianchi & Brinnitzer, (2000) reportan que la motivación juega un papel importante en la realización de actividad física ya que está influenciada por todos los agentes socializadores que rodean a un individuo, principalmente en los niños y adolescentes, la motivación se relaciona con la práctica de alguna actividad física con el hecho de compartirla con sus pares o bien adquirir el cuerpo de alguno de ellos. También juega un papel muy importante el gusto por un deporte, entre los más destacados se encuentran: futbol y actividades de gimnasio. 2.6. Situación Actual de la Actividad Física Entre los objetivos del proyecto “Salud para todos” la OMS del año 2010 incluye la reducción de la prevalencia de sobrepeso, obesidad, así como aumentar la proporción de individuos que realizan actividad física moderada de forma regular. El día mundial de la salud en el 2002, estuvo dedicado a la promoción de la actividad física en toda la población mundial, bajo el lema “Por tu salud muévete”, y recientemente la OMS ha promovido una iniciativa para consolidar la celebración anual de este día dedicado a la promoción de la actividad física. Posteriormente, 33 se ha iniciado un proceso encaminado al desarrollo de una estrategia global sobre dieta, actividad física y salud. En esta iniciativa se destaca la gran importancia de la promoción de la actividad física y el seguimiento de una dieta sana como pilares en la prevención de numerosas enfermedades no transmisibles. Así mismo en un informe conjunto con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la OMS insiste en la necesidad de realizar cambios en los estilos de vida y en la alimentación como medida preventiva básica para disminuir la carga global de enfermedad(Varo, Martínez & Martínez, 2003). En contraste con todas estas propuestas, se comprueba que la población se está haciendo cada vez más sedentaria. La Comisión Nacional del Deporte (CONADE, 2001), en el Programa Nacional de Cultura Física y Deporte 2001-2006, reporta que en México el 80% de los niños y jóvenes no realizan la suficiente actividad física y menos del 7% de la población mayor de 15 años no realiza alguna actividad física o deporte que sea significativo para su salud. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006) encontró que más del 40% de los adolescentes mexicanos son inactivos, un 24% son moderadamente activos y solo el 35% realiza el tiempo recomendable de actividad física. A esto debe agregarse que más de la mitad de los niños dedican más de 12 hrs a la semana frente a la pantalla de televisión. Muchos de los estudios de investigación que se han realizado como el de Hernández, et.al., (2000), arrojan que los niños y adolescentes pasan más de 3 horas al día frente a la televisión, cabe destacar que la prevalencia de ver televisión como indicador del sedentarismo, ha recibido la mayor atención en relación al riesgo de salud. Los niños y adolescentes que llevan una vida sedentaria tienen mayor probabilidad de ser en el futuro adultos con problemas de sobrepeso y obesidad. La actividad física demanda tiempo y voluntad y compite con otras actividades que se han convertido en las preferidas de los mexicanos; a esto se suma la tendencia 34 mundial a practicar una menor actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchos trabajos, a los cambios en los medios de transporte y a la creciente urbanización (CONADE, 2008). Ante esta situación el Gobierno Federal, a través de la CONADE (2008), ha establecido la tarea de generar las condiciones necesarias para propiciar el desarrollo del deporte y la cultura física, con el propósito de que la población viva mejor. En conjunto con diversas instancias como la Secretaria de Educación Pública (SEP, 2008), se han creado propuestas como alternativa a combatir el gran problema de obesidad y sedentarismo que tiene nuestro país. La SEP ha integrado a su currículo desde el año 2008 el programa “Por un México Activo”, el cual propone incluir actividades escolares que intervengan en los factores que influyen en el sobrepeso en las escuelas, por ejemplo; actividades al aire libre, acumular en el día, 3 sesiones de actividad física, de 15 minutos cada una la primera en la formación al inicio de clases, la segunda después del recreo y la tercera antes de retirarse a su casa, menús saludables en las cafeterías y la educación de las disminución del consumo de comida chatarra. Además de promover la pirámide de la actividad física (figura 1) que explica las diversas actividades y la cantidad de cada una de ellas que deben tener los niños en edad escolar. 35 Figura 1: Pirámide de Actividad Física para niños. Fuente: http://ideasana.fundacioneroski.es/web/es/22/ejercicio Otro ejemplo es el programa que implemento el Gobierno del Distrito Federal (2007) el cual realiza una intervención para promover la Actividad Física con su programa “Muévete en bici“ el cual fomenta actividades al aire libre como andar en bicicleta, patinar o caminar por una de las principales avenidas de la ciudad. Así pues se concluye que sumados a todos estos programas se deben implementar efectivas estrategias que promuevan la adopción de hábitos y estilos de vida físicamente activos. Pequeños cambios que incrementen la actividad física diaria pueden contribuir a reducir el riesgo de enfermedades crónicas y contribuirá a mejorar la calidad de vida del país. Es necesario crear un vínculo entre la educación física y la educación para la salud. http://ideasana.fundacioneroski.es/web/es/22/ejercicio 36 Capítulo 3 CONDUCTA ALIMENTARIA La conducta alimentaria es una conducta psicosocial la cual está directamente relacionada con el estado de salud/enfermedad del sujeto y puede verse influida por la familia, los pares, los valores de la sociedad y los medios de comunicación que reflejan esos valores (Gómez-Peresmitré, 2001). Un conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los alimentos es conducta alimentaria. Los comportamientos frente a la alimentación se adquieren a través de la experiencia directa con la comida en el entorno familiar y social, por la imitación de modelos, la disponibilidad de alimentos y el estatus social (Domínguez-Vásquez, Olivares & Santos, 2008). Este tipo de conducta se despliega bajo la influencia de un gran número de factores biológicos, psicológicos, ambientales, sociales y culturales. Entre los factores biológicos se encuentran el hambre, la regulación de la ingesta alimentaria y las necesidades especiales por el crecimiento, embarazo o lactancia. Los componentes psicológicos se refieren a los gustos, actitudes, preferencias y experiencias ligadas a los alimentos. Mientras que entre los componentes culturales encontramos los ritos y tradiciones relacionados con el acto de comer (Osorio, Weisstaub & Castillo, 2002). Comer es una actividad cotidiana, importante e imprescindible en la vida de todos los seres humanos, de manera que los excesos, las deficiencias, los desequilibrios crean problemas no sólo en el aspecto fisiológico, sino en el psicológico y en el área de intercambio con los demás. De manera circular y multicausal la alimentación influye en esas variables y éstas en la alimentación (Acosta-García, Llopis, Gómez-Peresmitre, Pineda, 2005). 37 Cualquier animal incluido el hombre se alimenta siguiendo sus motivaciones primarias. Busca comida cuando tiene hambre y deja de comer cuando está saciado. Los problemas de la conducta alimentaria se originan cuando estos dos mecanismos, naturales e instintivos, el hambre y la saciedad, son alterados por la voluntad de la persona. En este momento la persona no respeta sus sensaciones naturales y fisiológicas de hambre y saciedad. Es decir está comiendo solo hasta el punto que ha decidido comer y no hasta el punto en que sus necesidades estarían satisfechas (Larraburru, 2002). Cuando se presentan alteraciones en la ingesta alimentaria o bien existen patrones distorsionados en el acto de comer, estamos hablando de trastornos alimentarios. La bulimia y la anorexia nervosas son las alteraciones más comunes relacionadas con el acto de comer. 3.1. Trastornos de la conducta alimentaria En los últimos años, el interés por el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) ha aumentado debido a la gran cantidad de población adolescente e infantil que los padece, a la relevancia social por su gravedad, a la complejidad de su diagnóstico y tratamiento (Jurado, Correa, Delgado, Contreras, Camacho, Ortiz & Sánchez, 2009). Los TCA se refieren a alteraciones en las actitudes y comportamientos relacionados con la ingestión de alimentos, que se acompaña de una distorsión en la percepción corporal y de un miedo intenso al incremento del peso corporal (Mancilla & Gómez, 2006). En general se dice que son enfermedades causadas debido a una excesiva ansiedad y preocupación por el peso corporal y el aspecto físico. Ocurren cuando una persona coloca la comida como centro de su vida (Phares, 1999). 38 Kirszman y Salgueiro (2002) definen un trastorno alimentario como un complejo conjunto de cogniciones y actitudes hacia la comida, el peso y la forma corporal que se manifiestan en conductas, hábitos alimentarios y prácticas de control de peso que, progresivamente generan un gran número de consecuencias en diversas áreas del funcionamiento individual, incluyendo desajustes fisiológicos. Asimismo, patrones conductuales como la restricción alimentaria o la sobreingestiónson síntomas de trastorno alimentario que se pueden presentar tanto en hombres como en mujeres, así como en niños y adultos de cualquier clase social o estrato económico, que pueden llegar a poner en peligro la vida del paciente (Hartley, 1989; Stumphauzer, 1989; citados en Bosques, 2003). Los trastornos de la alimentación abarcan tres principales enfermedades: Anorexia nervosa, Bulimia Nervosa y Obesidad: se dice “nervosa” para distinguir a la anorexia o la bulimia de origen biológico o fisiológico. Anorexia quiere decir sin hambre y nervosa señala que su origen es de tipo emocional o psicológico, en otras palabras, una cuestión de orden mental (Gómez Pérez-Mitré, 2002). 3.1.1. Anorexia nervosa La palabra anorexia es el término médico utilizado para hacer referencia a un Trastorno de la Conducta Alimentaria que consiste en comer muy poco o no comer en absoluto. Dejar de comer se convierte en trastorno si, y sólo si, se deja de comer por miedo a engordar, para bajar de peso o porque no se está conforme con la forma del cuerpo (Silva, 2007). Gómez Peresmitré (2001) define la Anorexia Nervosa (AN) como un trastorno bio-psico-socio-cultural severo, caracterizado por el rechazo voluntario de la ingesta de alimentos y por una importante pérdida de peso corporal. García-Camba (2002) menciona que la anorexia se caracteriza por el rechazo a 39 mantener el peso en los valores mínimos normales y que se acompaña de una alteración de la percepción de la forma y del peso corporal. La AN se presenta principalmente en la adolescencia, que es la etapa en la que ocurren una serie de cambios fisiológicos (por ejemplo, cambios corporales y hormonales), psicológicos (caracterizados principalmente por un complejo proceso de reestructuración cognitiva) y sociales (cambios en sus actividades y roles familiares, escolares y sociales), así como una mayor susceptibilidad a la información proveniente del medio en el cual se desenvuelven) (Román, Mancilla, Alvarez, & López, 1998). Aunque este padecimiento es mucho más frecuente en las mujeres adolescentes, también puede presentarse en hombres, niños pequeños y adultos jóvenes (Silva, 2007). El profundo temor a engordar por parte del paciente, así como la drástica pérdida de peso (85% menos del peso esperado), son los criterios más sobresalientes para el diagnóstico de la AN (Caballo & Simón, 2001). Riobó (2001) menciona que el nivel de autoestima de las personas que sufren este trastorno depende en gran medida de la forma y el peso de su cuerpo; consideran un logro perder peso y un signo de extraordinaria autodisciplina, en cambio, ven el aumento de peso como un fracaso inaceptable de su autocontrol. Algunas personas son conscientes de su delgadez pero niegan que ésta pueda tener implicaciones clínicas graves. 3.1.2. Bulimia Nervosa De acuerdo a Kaplan y Sadock (1999) la Bulimia Nervosa (BN) consiste en recurrentes episodios de ingestión de grandes cantidades de comida acompañada por la sensación de que la conducta alimentaria está fuera de control. Por lo general, sólo la interrupción social o la incomodidad física –caracterizada por dolor físico o náusea- marcan la finalización del episodio de sobreingestión o atracón, el 40 cual habitualmente es seguido por sentimientos de culpa, tristeza o disgusto. Esta situación, conduce a las personas que padecen este trastorno, a que se involucren en la práctica de conductas compensatorias, como son; vómito provocado, dietas restrictivas o ayunos, ejercicio excesivo, consumo de laxantes o diuréticos, etc., que en general tienen la finalidad de prevenir el incremento de peso. La preocupación por el peso y excesiva autoevaluación del mismo y de la figura corporal, son comunes tanto en la AN como en la BN. Muchos pacientes presentan cuadros mixtos con síntomas de AN y BN. Más del 50 % de pacientes con AN desarrollan síntomas bulímicos, así como, algunos pacientes bulímicos desarrollan síntomas de AN (Suárez, 2004). La BN por sí misma no produce pérdidas importantes de peso (es posible que ni siquiera se adelgace), pero si genera problemas de salud como: dolores de estómago y garganta debido a la acidez del vómito, gastritis y úlceras gástricas, acaba con el esmalte de los dientes, provoca caries y mal aliento. La bulimia, en casos extremos puede llevar a la muerte, por lo general, debido a estallamiento de vísceras o porque se revientan las úlceras gástricas provocando fuertes hemorragias (Silva, 2007). Dentro de la BN existen dos tipos; el tipo purgativo en el cual el individuo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes o enemas en exceso. El tipo no purgativo donde la persona emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso (Caballo & Simón, 2001) Aunque los pacientes con BN pueden presentar un aspecto físico dentro de los parámetros normales, también presentan trastornos psicológicos similares a los pacientes de anorexia nerviosa como rasgos obsesivos, irritabilidad y tendencias depresivas. Son enfermos que no piden ayuda de forma voluntaria, sino que llegan a la consulta del profesional cuando el proceso ya está instaurado y a veces pueden morir por las complicaciones que presentan (Suárez, 2004). 41 3.2. Factores de riesgo que influyen en los trastornos de la conducta alimentaria Los factores de riesgo son aquellas condiciones que influyen de manera negativa en el estado de salud del sujeto, contribuyendo al desequilibrio del mismo y en la medida que lo hace vulnerable, incrementan la probabilidad de desarrollar una enfermedad (Gómez-Peresmitré, 2001). La restricción alimentaria, por ejemplo, es el factor de riesgo inmediato a la aparición de los trastornos alimentarios, y se realiza con la intención de perder peso o de no ganarlo (Toro, 2004). Los factores de riesgo en el campo de los trastornos de la conducta alimentaria se han clasificado desde diferentes perspectivas. Gómez-Peresmitré (2001) propone cuatro grandes grupos, tomando en cuenta la naturaleza de las variables estudiadas, estos son: 1. Aquellos asociados con la imagen corporal: a) satisfacción/insatisfacción; b) alteración: sobrestimación/subestimación; c) preocupación por el peso corporal y por la comida, d) actitud hacia la obesidad/delgadez e) autoatribución de adjetivos positivos /negativos. 2. Los que están relacionados con conducta alimentaria, siendo los más importantes el seguimiento de dieta restrictiva y el comer compulsivo; los hábitos alimentarios inadecuados, ayunos, disminuir o evitar alimentos considerados de alto contenido calórico. 3. Aquellos relacionados con el cuerpo real o biológico: peso corporal y talla o estatura (índice de masa corporal), madurez sexual precoz o tardía y amenorrea. 4. Practicas compensatorias; como ejercicio excesivo (10hrs o más a la semana) y uso de algunos productos con el propósito de controlar su peso 42 como laxantes, diuréticos, fibra y consumo excesivo de agua (Gómez Peresmitre, 2001 pp.21-22) 3.2.1. Factores de riesgo asociados a la imagen corporal De acuerdo con Gómez-Peresmitré (1997) la imagen corporal se refiere a la sensación del cuerpo que se tiene desde la niñez temprana y se modifica continuamente a lo largo de la vida como consecuencia de los cambios físicos, biológicos, enfermedades, el dolor, el placer y la atención. La imagen corporal puede diferir según la edad, el género y clase social. Raich (2000), define la imagen corporal como un complejo constructo que incluye tanto la percepción que tenemos de todo el cuerpo (y de cada una de sus partes), el movimiento y los límites de este, así como la experiencia subjetiva de actitudes, pensamientos, valoraciones y el modo
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