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Adaptacion-de-inventario-de-eficacia-percibida-para-el-control-de-peso-validacion-del-cuestionario-de-actividad-fsica-en-preadolescentes-escolares

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE PSICOLOGÍA 
 
 
ADAPTACIÓN DEL INVENTARIO DE EFICACIA PERCIBIDA PARA EL 
CONTROL DE PESO, VALIDACIÓN DEL CUESTIONARIO DE ACTIVIDAD 
FÍSICA EN PREADOLESCENTES ESCOLARES 
 
 
Tesis que para obtener el grado de Licenciada en Psicología: 
 
PRESENTAN: 
 
Yerena Flores Diana Janeth 
Vázquez González Lizbeth 
Gutiérrez Cervantes Araceli 
 
 
 
 
Directora: DRA. GILDA GÓMEZ PEREZ-MITRÉ 
 
 
México D.F. Febrero del 2012. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
ii 
 
ÍNDICE 
Resumen…………………………………………………………………..…………….. 1 
Introducción………………………………………………………………..………….… 2 
 
Capítulo 1. Autoeficacia……..………………...……………….…….….…………….. 4 
1.1. Mecanismos de mediación de la autoeficacia………………………..…….….. 7 
1.2. Autoeficacia para la reducción y mantenimiento del peso corporal…...…….. 9 
1.2.1. Autoeficacia y alimentación………………………………..……...………….. 12 
1.2.2. Autoeficacia en la actividad física…………………..……………...…………. 15 
1.3. Instrumentos de medición de la autoeficacia……………………..………........ 17 
 
Capítulo 2. Actividad Física……………………..……………………………............ 20 
2.1 Clasificación de la Actividad Física………………………………….………...... 22 
2.2. Beneficios de la Actividad Física……………………………………….………. 24 
2.3. Medición de la Actividad Física…………………………….………….……...... 26 
2.4. Estilos de vida…………………………………………………………….………. 27 
2.5. Actividad física en la niñez intermedia………………………………….……… 30 
2.6. Situación Actual de la Actividad Física……………………….……………...... 32 
 
Capítulo 3. Conducta alimentaria.………………................................................... 36 
3.1. Trastornos de la conducta alimentaria………………………………….…....... 37 
3.1.1. Anorexia nervosa………………………………………………….….……….. 38 
3.1.2. Bulimia Nervosa…………………………………………………….………….. 39 
 
 
iii 
 
 
3.2. Factores de riesgo que influyen en los trastornos de la 
conducta alimentaria………………....................................................................... 
 
41 
3.2.1. Factores de riesgo asociados a la imagen corporal……….………............. 42 
3.2.2. Factores de riesgo asociados con la conducta alimentaria……................. 46 
3.2.3. Factores de riesgo asociados con la maduración sexual…….……………. 48 
3.2.4. Factores de riesgo asociados con prácticas compensatorias….…............. 48 
3.3. Prevención de los trastornos de la conducta alimentaria…………...……...... 49 
 
Capítulo 4. Preadolescencia…………..…………………………………..……….. .. 51 
4.1. Desarrollo físico y motor………………………………..................................... 52 
4.2. Pubertad…………………………………………………….…………..…….... … 55 
4.3. Desarrollo Cognoscitivo…………………………………….…..….……………. 56 
4.4. Desarrollo social y emocional……………………………….……..…………. ... 57 
4.5. Aspectos relacionados con la salud en la preadolescencia………………….. 60 
 
Capítulo 5. Obesidad…………………………………………………..………….… ... 65 
5.1. Clasificación de la Obesidad……………………………………...…………....... 68 
5.2. Factores relacionados con la Obesidad………………………...………………. 69 
5.2.1. Factores metabólicos……………………………………...……………………. 69 
5.2.2. Factores ambientales……………………………………...……………………. 71 
5.2.3. Factores familiares…………………………………...…………………. ……… 73 
5.3. Prevención de la obesidad………………………………...……………………… 74 
 
 
 
iv 
 
 
Capítulo 6. Metodología…………………………………………………...…..……. 79 
6.1. Justificación……….……………………………………………………….. ……. 79 
6.2. Objetivos…………….………………………………….………………………… 81 
6.2.1 Objetivos específicos…………….…………………………….………………. 81 
6.3. Muestra……………….…….………………………………….…………………. 82 
6.4. Criterios de exclusión..………………………………………………………….. 82 
6.5. Diseño……………….…………………………………………………….... …… 82 
6.6. Instrumentos………………………………………………………………………. 83 
6.7. Definición de variables………………………………………………....……….. 84 
6.8. Procedimiento……………………………………………………………............ 85 
 
Capítulo 7. Resultados…………………………………………..………………….... 86 
 
Capítulo 8. Discusión y Conclusión………………………….……………………… 197 
Capítulo 9. Referencias……………………………………….…………………… … 211 
 
Anexos 
 
 
 
 
 
 
 
1 
 
RESUMEN 
 
El objetivo del presente estudio 1, fue adaptar y validar tres instrumentos a 
una población de escolares mexicanos. La muestra fue de carácter no 
probabilístico, estuvo formada por una N=1003 preadolescentes escolares del 
4to, 5to y 6to grado del primaria entre los 9 y 12 años de edad. La 
investigación fue de campo, con un diseño correlacional de tipo transversal. 
Procedimiento, la aplicación de los instrumentos fue de manera colectiva en 
los salones de clase, previamente se pidió el consentimiento informado de los 
padres. Instrumentos se utilizaron tres escalas, el Inventario de Eficacia 
Percibida, la Escala de Factores de Riesgo Asociados con Trastornos 
Alimentarios (EFRATA) y el Cuestionario de Actividad e Inactividad Física, 
adecuados a la edad de los participantes. Resultados, se realizaron 
estadísticas descriptivas e inferenciales para el análisis de los datos. Se 
obtuvo una buena validez y coeficientes de consistencia interna para cada 
unos de los instrumentos. Discusión y Conclusiones, los resultados se 
comparan y se relacionan con los resultados de estudios e instrumentos 
previos y apoyándonos en los resultados obtenidos, recomendamos los tres 
instrumentos como buenos indicadores en la medición de las variables: 
autoeficacia en el control de peso, actividad física y factores de riesgo de la 
conducta alimentaria, así como su utilidad en el diseño de programas 
preventivos para el control de peso en preadolescentes. 
 
 
 
 
1 Este estudio forma parte de una investigación mayor denominada “Peso sano en cuerpo sano. Un programa de 
prevención de la obesidad en población escolar” PAPIIT IN304011. 
 
 
2 
 
INTRODUCCIÓN 
 
En la actualidad la población infantil ha experimentado un incremento alarmante 
del problema de obesidad, debido principalmente a un estilo de vida sedentario y 
patrones alimentarios con alto contenido calórico (INSP, 2006). Se sabe que una 
alimentación saludable y la realización de actividad física regular son dos 
conductas que contribuyen a la pérdida de peso corporal (Ortiz-Hernández & 
Ramos, 2008). 
Debido a lo anterior, establecer estilos de vida sanos en la infancia es una de las 
mejores estrategias para alejar a los niños de los riesgos. Los hábitos que se 
mantienen durante toda la vida se forman en la infancia y en la adolescencia; es 
más fácil prevenir hábitos perjudiciales que tratar de modificarlos una vez que se 
hayan instaurado como un estilo de vida (Bandura, 1999). Desde esta perspectiva, 
es necesario diseñar intervenciones destinadas a la prevención de enfermedades, 
con la finalidad de modificar las actitudes de las personas al enfrentar los riesgos 
en las etapas posteriores (Llanes & Castro, 2002). 
Junto con la obesidad, se presentan otros problemas de salud, como los 
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), que son alteraciones que 
comprometen la salud de los adolescentes. Ante esta situación surge la necesidad 
de concientizar a los preadolescentes acerca de la importancia de la realización de 
conductas saludables promoviendo una imagen corporal positiva. 
Tomando en cuenta lo anterior,se considera importante contar con instrumentos 
validos y confiables que identifiquen tanto los factores protectores, como factores 
de riesgo en edades escolares. En la presente investigación, se validó el 
Cuestionario de Actividad Física de Hernández, et al. (2000), diseñado para 
evaluar el estado de actividad e inactividad física en una población de escolares. 
 
 
3 
 
Así mismo, se adaptó y validó la Escala de Factores de Riesgo Asociados con 
Trastornos Alimentarios (EFRATA) de Gómez-Peresmitré y Ávila (1998) que 
explora conductas alimentarias normales y anómalas en adolescentes. 
Un tercer instrumento validado es el Inventario de Autoeficacia Percibida para el 
Control de Peso de Román, Díaz, y Lugli (2007), diseñado para evaluar las 
expectativas de eficacia en el control de peso, específicamente el seguimiento de 
conductas alimentarias saludables y la realización de actividad física. La 
autoeficacia es una variable que explica como las personas adquieren y 
mantienen determinadas pautas de conducta. En el ámbito de la salud, se define 
como la creencia para adoptar una conducta saludable, o bien, dejar de realizar 
conductas desfavorables para la salud (Schwarzer y Fuchs, 1999). 
Puesto que dichos instrumentos fueron desarrollados para adolescentes y adultos 
con buenos resultados en esas poblaciones, se consideró pertinente adaptarlos a 
una población más joven (preadolescentes de 9 a 12 años de edad). El objetivo es 
contar con instrumentos que midan las tres variables mencionadas y contribuyan 
al desarrollo de programas que faciliten la pérdida de peso. 
A continuación, en el capítulo 1 se presenta el concepto de autoeficacia y su 
relación con conductas saludables. En el capítulo 2, se describe todo lo 
relacionado con la actividad física; tipos, beneficios y la importancia de su 
realización en la niñez intermedia. En el capítulo 3, se expone el concepto de 
conducta alimentaria, los trastornos que se desarrollan alrededor de ella y los 
factores de riesgo asociados. En el capítulo 4, se da la definición de 
preadolescencia, los cambios físicos, cognoscitivos y emocionales que 
caracterizan esta etapa. En el capítulo 5, se revisarán los aspectos relacionados 
con la obesidad infantil y algunas estrategias para prevenir y disminuir esta 
problemática. Posteriormente en el capítulo 6 se describe la metodología de 
investigación. En el capítulo 7, se muestran los resultados obtenidos y finalmente 
en el capítulo 8 se presenta la discusión y las conclusiones. 
 
 
4 
 
Capítulo 1 
AUTOEFICACIA 
 
El concepto de autoeficacia es el componente central de la Teoría Socio 
Cognoscitiva (Bandura, 1997), la cual se refiere a la creencia que una persona 
tiene sobre su capacidad para dominar una situación y de esta forma ejercer 
control sobre ciertas circunstancias que afectan la vida (Bandura, 1994). 
 La Teoría Socio Cognoscitiva (TSC) explica el funcionamiento humano como el 
resultado de la interacción recíproca de factores ambientales, conductuales y 
personales (eventos cognoscitivos, afectivos y biológicos). Desde esta perspectiva 
las personas pueden responder cognoscitiva, afectiva y conductualmente a 
eventos ambientales; se enfatiza el papel de las cogniciones puesto que a través 
de ellas se ejerce control sobre la propia conducta, que a su vez influye en el 
ambiente y en los estados personales experimentados; cabe destacar que “si bien 
estas influencias son recíprocas, no son necesariamente simultáneas o de igual 
intensidad” (Maddux, 1995 p.5). 
Bandura (1997) ofrece una visión de la conducta humana en la cual las 
creencias que las personas tienen de sí mismos son elementos fundamentales 
en el control de sus sentimientos, pensamientos y acciones. Se considera que 
las creencias de eficacia contribuyen a determinar lo que los individuos hacen 
con los conocimientos y habilidades que poseen; esto explica porque personas 
con habilidades similares pueden presentar conductas y niveles de rendimiento 
muy diferentes en una misma situación (Pajares, 2002). 
El punto más importante en la teoría de la autoeficacia es que la iniciación y la 
persistencia en los cursos de acción, están determinados por las expectativas 
en las habilidades, las capacidades y la probabilidad de poder enfrentar 
 
 
5 
 
exitosamente las demandas ambientales (Maddux, 1995). En esta teoría se 
distinguen dos conceptos fundamentales: 
 Expectativas de eficacia o autoeficacia; la capacidad percibida para 
llevar a cabo una actividad eficientemente y obtener resultados 
deseados, es por tanto, el proceso cognoscitivo involucrado en la 
iniciación y mantenimiento de la conducta cambiante. 
 
 Expectativas de resultado o resultados de acción, es la probabilidad 
percibida de que un comportamiento producirá determinadas 
consecuencias, por ejemplo, reconocimiento social, recompensas, 
satisfacción propia (Bandura, 1997). 
 
El que una persona en un momento dado inicie un comportamiento concreto, 
dependerá de la interacción de estos dos tipos de expectativas respecto de un 
comportamiento en particular (Villamarín, 1987). En la medida en que las 
expectativas actúan como determinantes de la conducta, pueden utilizarse 
como predictores de la misma (Villamarín, 1994). 
Las expectativas de eficacia son cogniciones que se forman y reelaboran 
constantemente a partir del procesamiento de cuatro fuentes de información 
disponibles: la experiencia previa, el aprendizaje vicario, la persuasión social, y 
la interpretación de los estados fisiológicos y emocionales (Bandura 1994; 
Villamarín, 1994). 
 
Experiencia previa 
Se refiere a la historia personal de éxitos y fracasos obtenidos en la realización de 
tareas específicas; esta información tiene gran importancia porque se basa en 
habilidades y experiencias de dominio reales. Cuando la persona está 
 
 
6 
 
familiarizada con las demandas de una tarea o actividad, es probable que recurra 
a las creencias de autoeficacia que se han desarrollado como resultado de su 
experiencia previa; por otro lado, si no está familiarizada con una tarea entonces 
no tendrá precisamente claro qué habilidades serán necesarias para su ejecución 
(Pajares & Schunk, 2001). Y para conformar un sentido fuerte de eficacia se 
requiere experiencia en la superación de obstáculos a través del esfuerzo personal 
(Bandura 1994). 
Aprendizaje vicario 
Es el aprendizaje por observación, moldeamiento o imitación de los modelos en 
los que nos encontramos inmersos (familia, escuela, amigos). Éstos proporcionan 
estándares sociales con los cuales podemos juzgar nuestras habilidades y 
competencias; al observar a los otros tener éxito en actividades de nuestro interés 
se forma una creencia de que uno también poseé la capacidad para dominar 
situaciones similares (Bandura 1994). Tomemos en cuenta que los efectos de la 
modelización son particularmente relevantes cuando el individuo tiene poca 
experiencia previa con la tarea (Pajares, 2002). 
Persuasión social 
Es la información obtenida a través del refuerzo verbal, los reportes de otros se 
utilizan para inducir en el sujeto la creencia que posee suficiente capacidad para 
lograr un resultado óptimo. Las personas persuadidas verbalmente de que poseen 
la capacidad de dominar ciertas actividades suelen realizar un esfuerzo constante 
y progresivo en comparación con aquellos que dudan sobre sí mismos. 
Estados fisiológicos y emocionales 
Las personas pueden valorar sus capacidades de afrontamiento de acuerdo a la 
interpretación de los estados fisiológicos y emocionales que experimentan ante 
ciertas circunstancias. Los estados emocionales intensos y el estrés, ocurren 
cuando una situación imprevista (de amenaza o daño) fuerza al individuo a 
 
 
7 
 
cambiar su conducta habitual, a realizarla con mayor precisión o a buscar nuevas 
formas de actuar (Fernández & Edo, 1994); en casos comoéstos, reacciones de 
estrés, ansiedad o tensión pueden considerase como signos de la vulnerabilidad. 
Creer que podemos ejercer control favorece la realización de una conducta 
efectiva al reducir la duración e intensidad las respuestas experimentadas. 
En actividades relacionadas con la fuerza y vitalidad, los individuos juzgan la 
fatiga, el dolor y las molestias como signos de debilidad física, este tipo de 
indicadores fisiológicos de eficacia juegan un papel influyente en actividades 
físicas y deportivas (Bandura, 1994). 
 
 
1.1 Mecanismos de mediación de la autoeficacia 
Las creencias de autoeficacia influyen en la conducta a través de cuatro procesos 
de mediación: cognoscitivos, afectivos, motivacionales y de selección, éstos 
actúan como determinantes en el inicio y mantenimiento de diferentes conductas 
(Bandura, 1994; 1999; Maddux, 1995): 
A) Procesos Cognoscitivos 
La mayoría de los cursos de acción son inicialmente organizados en el 
pensamiento, antes de actuar las personas piensan en los escenarios posibles 
que resultarán de su actuación y desarrollan estrategias para controlar aquellos 
eventos que afectan sus vidas. Cuanto más fuerte sea la eficacia percibida, más 
desafiantes serán las metas propuestas y más firme el compromiso para 
cumplirlas porque anticipan escenarios de éxito y pautas de conducta adecuadas. 
B) Procesos Afectivos 
La autoeficacia afecta las respuestas de afrontamiento de dos formas; regulando 
la intensidad de las emociones experimentadas y contribuyendo a controlar los 
pensamientos negativos generados acerca de su posible desempeño. Un alto nivel 
de eficacia brinda confianza y serenidad en el afrontamiento de tareas difíciles, 
 
 
8 
 
mientras que la persona con baja autoeficacia puede considerar a ciertas 
actividades más difíciles de lo que realmente son, situación que sin duda afectará 
su funcionamiento y su ejecución en actividades posteriores. 
C) Procesos Motivacionales 
Como se ha mencionado, las personas forman creencias sobre lo que son 
capaces de hacer, anticipan resultados probables y se fijan así mismos planes de 
acción que llevarán a cabo. Cuando se establece una meta y se tiene una fuerte 
percepción de eficacia el comportamiento tiende a ser persistente hasta el 
cumplimiento de los objetivos fijados (Bandura, 1994). Estas personas suelen 
abordar las tareas necesarias para lograr sus objetivos, como desafíos que hay 
que dominar y no como amenazas que hay que evitar. Frente a la posibilidad de 
fracasar aumentan y reafirman sus esfuerzos ante ciertos contratiempos (Pajares, 
2002). En una situación de fracaso tienden a atribuirlo al esfuerzo insuficiente o a 
situaciones fuera de su control (Pajares & Schuck, 2001). 
Las creencias de eficacia contribuyen en la motivación de muchas formas: 
determinan las metas que se establecen, la cantidad de esfuerzo invertido, el 
tiempo de perseverancia ante las dificultades y la resistencia ante los fracasos. 
Ante la presencia de obstáculos las personas que desconfían de sus capacidades 
reducen sus esfuerzos o abandonan rápidamente la tarea; se puede dar el caso 
de que atribuyan sus fracasos a la falta de habilidades o conocimientos, suelen 
presentar una visión más estrecha de cómo solucionar el problema considerando 
a ciertas tareas más difíciles de lo que en realidad son (Bandura 1994, 1999). 
 
D) Procesos de selección 
Las creencias de eficacia personal influyen en los tipos de actividades y entornos 
que las personas seleccionan; eligen actividades que consideran son capaces de 
manejar porque esperan realizarlas con éxito, mientras que suelen evitar aquellas 
actividades que exceden sus habilidades. De esta forma cuando se tiene una alta 
 
 
9 
 
eficacia en un dominio especifico los individuos seleccionan objetivos más 
desafiantes y ambiciosos, (Luszczyanka, Scholz & Schwarzer, 2005). 
En resumen, la teoría de autoeficacia proporciona un modelo para explicar el 
origen y el efecto del control percibido, realzando el ajuste personal y la 
adaptación. Ha estimulado investigaciones en áreas de la vida humana, 
incrementado nuestro entendimiento de aquellas condiciones que generan el 
cambio de conducta. 
 
1.2. Autoeficacia para la reducción y mantenimiento del peso corporal 
La autoeficacia es una variable que explica como las personas adquieren y 
mantienen determinadas pautas de conducta, afecta todas las fases del cambio 
personal y es el mejor indicador de las capacidades de adaptación a las 
demandas vitales que influyen en el bienestar psicológico de los individuos 
(Bandura 1994, 1997). 
Para Bandura (2004), las expectativas de eficacia personal afectan a la conducta a 
través de dos formas; directamente o por su influencia sobre otros determinantes. 
Desde un punto de vista psicosocial, el que una persona realice conductas 
saludables, logre mantenerlas a largo plazo y obtenga un cambio permanente en 
su vida depende de la interacción de diversos factores, por ejemplo: 
 La creencia personal de que un cambio de conducta puede mejorar el 
estado actual. 
 La confianza en su capacidad para adoptar conductas benéficas y/o dejar de 
practicar aquellas que resulten desfavorables para su salud, es decir, la 
autoeficacia (Román, Díaz, Cárdenas & Lugli, 2007, p. 47). 
 El conocimiento pertinente de las actividades que debe realizar. 
 Habilidades reales para ejecutar dichas acciones. 
 
 
10 
 
 Los recursos materiales necesarios para su actuación (Villamarín, 1994, p. 
10). 
 Las expectativas de resultado respecto de los costos materiales y los 
beneficios a obtener de un comportamiento saludable en particular 
(Bandura, 2004, p.144). 
 
De acuerdo con la TSC la adopción de una conducta saludable depende de las 
creencias individuales de que se es capaz de desempeñar una conducta 
apropiadamente. La eficacia percibida influye sobre la intención de modificar las 
conductas de riesgo, en la cantidad de esfuerzo invertido una vez logrado el 
cambio conductual y en la persistencia para continuar luchando a pesar de las 
barreras o contratiempos que podrían afectar la motivación (Schwarzer & Fuchs, 
1999). Se considera que los individuos con alta autoeficacia son más propensos a 
involucrarse en conductas saludables, en su mantenimiento y en la recuperación 
ante los contratiempos (Luszczyanka, et al. 2005). 
En la actualidad la población infantil ha experimentado un incremento alarmante 
en la incidencia y prevalencia de la obesidad, debido principalmente a un estilo de 
vida sedentario, caracterizado por la drástica reducción del gasto energético y 
patrones alimentarios basados en dietas de alto valor calórico (Instituto Nacional 
de Salud Pública, INSP, 2006). 
Una alimentación saludable y la realización de actividad física son dos conductas 
que forman parte de un estilo de vida saludable y contribuyen en gran manera en 
la pérdida de peso corporal (Ortiz-Hernández & Ramos, 2008). Establecer estilos 
de vida sanos desde la infancia es de vital importancia para alejarse de los riesgos 
y prevenir enfermedades futuras (Llanes y Castro, 2002). Los hábitos que se 
mantienen durante toda la vida se forman en la infancia y en la adolescencia. Es 
más fácil prevenir hábitos perjudiciales para la salud que tratar de modificarlos una 
vez que se hayan instaurado como un estilo de vida (Bandura, 1999). 
 
 
11 
 
De acuerdo con Román et al. (2007) la autoeficacia actúa en el mantenimiento y 
pérdida de peso corporal porque facilita a las personas tanto la realización de 
actividad física como el seguimiento de una alimentación saludable. Para que 
estas conductas resulten realmente efectivas, el individuo debe realizar un 
esfuerzo constante y progresivo para controlar su ingesta alimentaria y mantener 
un adecuado gasto calórico mediante la práctica regular de ejercicios físicos. Por 
lo tanto, la responsabilidad individual se vuelvefundamental para lograr resultados 
favorables porque son dependientes en gran medida del control alcanzado por la 
persona en la adopción de conductas saludables y de un cambio permanente en 
su estilo de vida. 
La influencia de autoeficacia en el control de peso ha sido explicada en diversas 
investigaciones. Kitsantas (1999), por ejemplo, examinó el papel de la percepción 
de autoeficacia en el empleo de estrategias autorregulatorias para el control y 
pérdida del peso corporal. Las estrategias autorregulatorias se definen como 
acciones dirigidas hacia la adquisición y delineamiento de habilidades y son: 
establecimiento de metas, auto-monitorización, autoevaluación, estructuración 
ambiental, manejo del tiempo, búsqueda de asistencia social y de información. 
Los resultados muestran que la percepción de autoeficacia juega un papel 
fundamental en la perdida y mantenimiento de peso. Los participantes con baja 
autoeficacia no aplicaron las estrategias de autorregulación consideradas 
esenciales en la rutina de mantenimiento del peso. Por otro lado, los individuos 
que reportaron alta percepción de autoeficacia aplicaron sus estrategias 
autorregulatorias constantemente ante las dificultades y tendían más a manejar 
con éxito su peso. 
Campos y Pérez (2007) realizaron un estudio en el que se analizó la relación entre 
autoeficacia y conflicto decisional para bajar de peso en mujeres adultas. Los 
resultados indican que una mayor autoeficacia se asocia con un menor conflicto 
decisional para bajar de peso. La baja autoeficacia desmotiva a las mujeres ante 
la posibilidad de realizar un cambio en su dieta y en adoptar una rutina de 
 
 
12 
 
ejercicios físicos para bajar de peso. La correlación que alcanzó la mayor 
magnitud se presenta en la autoeficacia para el ejercicio físico y el conflicto 
decisional, lo cual indica que las mujeres pueden considerar que realizar una 
rutina de ejercicios es un desafío mayor. 
Basados en la teoría de la Autoeficacia se espera que los individuos que confían 
en sus habilidades (alta autoeficacia) intensifiquen el esfuerzo y la perseverancia 
invertida en la realización de actividades para lograr perder o mantener su peso 
corporal. Mientras que aquellos que desconfían de sus capacidades (baja 
autoeficacia), tienden a sentirse intimidados ante las demandas de la tarea, llegan 
a desmotivarse en la realización de un cambio en su dieta y en adoptar una rutina 
de ejercicios físicos para bajar de peso. 
 
1.2.1. Autoeficacia y alimentación 
Algunas investigaciones (Campos & Pérez, 2007; Chang, Brown, Baumann & 
Nitzke, 2008; Nothwerhr, 2008; Román et al., 2007) muestran que cuando se 
tiene el propósito de bajar de peso, la autoeficacia actúa sobre las conductas de 
ingesta, permitiendo a las personas modificar sus hábitos de alimentación, de tal 
forma que la persona sea capaz de: 
- Seleccionar alimentos con bajo contenido calórico, 
- Moderar el consumo de alimentos durante el día. 
 
La autoeficacia relacionada con la ingesta alimentaria se refiere a la percepción de 
la capacidad para realizar determinadas conductas alimentarías, durante y, 
particularmente, en momentos tentadores. Típicamente ha sido medida en 
situaciones que involucran incentivos sociales, disponibilidad inmediata de 
comidas apetitosas y perturbaciones emocionales (Bandura, 1997). 
 
 
13 
 
Los instrumentos utilizados son cuestionarios de frecuencia alimentaria, recuerdo 
de consumo y auto-reportes de adherencia a una dieta prescrita. Estas medidas 
se refieren a la realización de dos tipos de conducta: 
- La adherencia a comportamiento positivos, por ejemplo alimentarse 
saludablemente o disminuir el consumo de grasas. 
- La resistencia a una conducta negativa, como la habilidad para hacer 
frente a situaciones relacionadas con la comida o controlar el exceso de 
alimentación (Nothwerhr, 2008). 
 
Ruiz, Berrocal, López y Rivas (2003), analizaron la estructura factorial y las 
propiedades psicométricas de la Eating Self-efficacy Scale en dos muestras de 
adultos; con normo peso y exceso de peso. Los resultados indican que los sujetos 
con exceso de peso presentan menos expectativas de autoeficacia que los 
individuos con normo peso cuando tratan de controlar la ingesta bajo estados 
emocionales negativos. Además a mayor numero de intentos previos para el 
control de peso, menores eran las expectativas de autoeficacia. Y finalmente, 
cuanto menor es el número de kilos perdidos, menores son las expectativas de 
autoeficacia. Mientras que en los sujetos con normo peso, las expectativas de 
autoeficacia ante estados emocionales no se relacionaron ni con el número de 
intentos previos, ni con la cantidad los kilogramos perdidos. 
Nothwerhr (2008), examinó la relación entre autoeficacia y algunas 
estrategias usadas en la conducta alimentaría en adultos: la auto-monitorización, 
planeación de las comidas, conductas de preparación y compra de alimentos, el 
control de las porciones, la interacción social en la alimentación y las estrategias 
cognitivas en la ingesta (de grasa, de calorías y de vegetales o frutas por día). 
Estos resultados señalan que esas variables están positiva y 
fuertemente asociadas, apoyan la hipótesis que indica que la autoeficacia es un 
indicador de éxito en el estudio del proceso del cambio de la conducta alimentaria. 
 
 
14 
 
Chang, et al. (2008) examinaron la influencia de tres tareas específicas de dominio 
de autoeficacia en cinco tipos de conducta de reducción de grasas en un grupo de 
madres jóvenes. Las participantes reportaron la confianza que presentaban al 
comer alimentos bajos en grasa cuando experimentaban: estados de ánimo 
positivos, estados de ánimo negativos (como estrés, ansiedad, enojo, disgustos o 
alteraciones) y tenían disponibilidad de alimentos. Las conductas de reducción de 
grasa en la dieta son: sustitución de alimentos, modificación en la elección de 
carne, evitación de alimentos fritos, consumo de frutas y verduras, evitación de 
margarinas y/o mantequillas. Las madres que informaron de mayor confianza en 
su capacidad de comer alimentos bajos en grasas eran más propensas realizar las 
conductas meta cuando se encontraban ansiosas, enojadas o con algún malestar 
que aquellos que presentaban menor confianza. Los resultados apoyan hallazgos 
anteriores que sugieren que cuando se experimenta estrés las personas son 
menos propensas a mantener comportamientos saludables. Además de que una 
mayor autoeficacia en condiciones difíciles se asocia a conductas de reducción de 
grasa en la dieta, y mayor consumo de frutas y verduras en la ingesta de adultos 
de bajos ingresos de mediana edad. 
En una investigación sobre la influencia de diferentes factores socioculturales en el 
consumo de frutas de hombres y mujeres mayores de 18 años, Guzmán y Rosello 
(2003), encontraron que únicamente la autoeficacia se asoció significativamente 
con un adecuado patrón de consumo de frutas. Para medir la autoeficacia 
elaboraron nueve preguntas con el fin de conocer que tan seguras estaban las 
personas de comer frutas en diferentes situaciones. Del total de entrevistados 
sólo el 25% tenían un adecuado patrón de consumo de frutas, más de la mitad 
mencionaron estar muy seguros de poder hacer cambios en su dieta si se lo 
propusieran y las mujeres fueron quienes manifestaron sentirse más seguras de 
lograr estas metas. Para la mayoría de los sujetos la principal influencia en el 
consumo de fruta es la familia, especialmente la madre, quien asume la formación 
de hábitos alimentarios desde la niñez. 
 
 
15 
 
 
1.2.2. Autoeficacia en la actividad física 
La autoeficacia es uno de los factores de tipo psicosocial que ha sido relacionado 
con la participación y mantenimiento de actividad física en diferentes situaciones. 
Un análisis de diferentes investigaciones sobre la relación de estas dos variables,concluye que los individuos con alta autoeficacia tienen sentimientos mucho más 
fuertes de efectividad para realizar ejercicio físico y de compromiso a realizar una 
mayor cantidad de actividad física a diferencia de los individuos con baja 
autoeficacia (Balaguer, Escartí & Villamarín, 1995). 
La autoeficacia en la actividad física (Physical Activity Self-efficacy) se define 
como la creencia individual acerca de las capacidades para realizar actividad física 
con cierta frecuencia, duración e intensidad (Colella, Morano, Bortoli & Robazza, 
2008; Ryan & Dzewaltowski, 2002). 
La eficacia percibida se concibe como uno de los principales determinantes de la 
intención de hacer ejercicio y de seguir haciéndolo por largos periodos de tiempo 
(Aedo & Ávila, 2009). Se cree que la experiencia pasada ejerce un poderoso 
impacto en la adherencia de la actividad física; si se han tenido experiencias 
pasadas positivas existe mayor probabilidad de que esta conducta se repita y las 
personas tendrán una fuerte creencia en su capacidad para participar en actividad 
física en el presente y el futuro (Miller, Ogletree & Welshimer, 2002). Por ejemplo, 
una persona que ha sido capaz de completar una clase de ejercicios sin renunciar 
se sentirá confiada en su capacidad para llevar a cabo sesiones posteriores 
(Allison, Dwyer & Makin, 1999). 
Otro aspecto estudiado son la barreras de autoeficacia (self-efficacy barrier) o la 
creencia en la capacidad personal para superar ciertas barreras sociales, 
personales y ambientales en la realización de actividad física (Colella, et al. 2008). 
Bandura (2004) explica que las personas pueden juzgar su eficacia para realizar 
ejercicio con regularidad a pesar de enfrentar ciertos obstáculos como 
 
 
16 
 
experimentar cansancio, sentirse deprimidos o ansiosos, no contar con tiempo 
suficiente, tener cosas más importantes que hacer o ante condiciones ambientales 
desfavorables. 
Astudillo y Rojas-Russell (2006); Ceja (2008) analizaron la asociación entre 
autoeficacia, disposición al cambio y su relación con la realización de actividad 
física en estudiantes universitarios. Encontraron que las mujeres presentaron 
menor autoeficacia al realizar ejercicio frente a situaciones que involucran 
emociones, falta de tiempo o algún padecimiento. Los hombres por el contrario, se 
percibieron con más confianza para realizar ejercicio aún cuando se sienten tristes 
o deprimidos, tengan más cosas que hacer o presenten algún padecimiento físico. 
En la búsqueda de la influencia de la autoeficacia en la actividad física Ryan y 
Dzewaltowski (2002) han propuesto otro concepto que sería de utilidad en la 
promoción de actividad física en edades tempranas denominado: Eficacia para el 
cambio ambiental (enviromental change efficacy) que se define como la habilidad 
para encontrar y construir ambientes (físicos o sociales) que apoyen la realización 
de actividad física. 
La realización de actividad física regular desde la infancia juega un papel 
fundamental en la prevención de una gran cantidad de enfermedades prevalentes 
con la edad (Aedo 2009). La autoeficacia es un determinante en la adopción y 
mantenimiento de hábitos saludables, por lo cual es recomendable incluirlo en el 
desarrollo de estrategias dirigidas a incidir en la reducción de la inactividad física 
desde edades tempranas (Aedo y Ávila, 2009; Allison et al. 1999; Colella,et al. 
2008; Ryan & Dzewaltowski, 2002) 
Hernández, Velázquez, Martínez, et al. (2008) estudiaron la asociación entre 
“autoeficacia motriz” y la frecuencia de actividad física en niños escolares. Este 
estudio puso de manifiesto que la autoeficacia motriz, definida como “la sensación 
de competencia y control ante la persistencia ante tareas motrices” resultó ser una 
variable de relevancia para comprender las variaciones de actividad física en los 
 
 
17 
 
niños. La valoración de la autoeficacia motriz tiende a ser menor entre más 
pequeño es el grado de satisfacción en las clases de educación física y con su 
profesorado. Los autores concluyen que es de gran importancia promover en la 
escuela el reconocimiento de la competencia personal a través de la participación 
en actividades atractivas y saludables para los niños. 
 
1.3. Instrumentos de medición de autoeficacia 
En diversas investigaciones se ha conceptualizado a la autoeficacia en forma 
general, es decir, como un sentido amplio y estable de competencia personal de 
cuán efectiva puede ser la persona al afrontar situaciones estresantes (Olivari & 
Urra, 2007). Típicamente ha sido estudiada mediante la escala de Percepción de 
Autoeficacia Generalizada que mide la confianza global en la propia capacidad de 
afrontamiento en una amplia gama de situaciones demandantes o nuevas 
(Luszczynska, Gibbons, Piko y Tekozel, 2004). 
Sin embargo, para la mayoría de las aplicaciones de la autoeficacia Bandura 
(2001) plantea que lo más recomendable es que los instrumentos se ajusten a un 
dominio particular, en otras palabras, deben centrarse en los factores 
conductuales que determinan el éxito en una tarea específica. Se ha estudiado la 
influencia de la eficacia percibida en numerosas conductas, en el caso del control 
de peso y en particular de la conducta alimentaria se ha evaluado mediante dos 
pruebas: 
a) Weight Efficacy Life-Style (WEL) originalmente de Clark Abrams, Niasura, 
Eaton y Rosi en 1991, fue validada por Ruiz, et al. (2003) mide la 
percepción de autoeficacia en relación a la conducta alimentaria a través de 
tres dimensiones situacionales; emociones negativas, presión social y 
malestar físico. En su versión original cuenta con 20 ítems a los que se les 
agregan otros dos componentes: actividades positivas y disponibilidad 
(Warziski, Sereika, Styn, Music y Burke, 2008), para evaluar la autoeficacia 
 
 
18 
 
los sujetos deben puntuar su grado de confianza para resistir el deseo de 
comer. 
b) Eating Self-efficacy (ESES) desarrollada por Glynn y Ruderman en 1986, 
consta de 25 ítems enfocados en la autoeficacia relacionada con el control 
de la ingesta en dos situaciones: afecto negativo y circunstancias 
socialmente aceptadas. Las respuestas oscilan en una escala de puntos, 
entre 1 “ninguna dificultad para controlar la alimentación” y 7 “máxima 
dificultad para controlar la alimentación” (Ruiz et. al, 2003). 
 
Se han diseñado instrumentos psicométricos para evaluar la autoeficacia en la 
actividad física en diversas poblaciones. En el caso de la población infantil son 
pocos las pruebas dirigidas a este fin, entre las cuales podemos mencionar: 
La Escala de Habilidad Física Percibida para niños (Perceived Physical Ability 
Scale) de Colella, et al. (2008), está constituida por seis ítems estructurados en un 
formato de respuesta cuatro puntos. Al escoger una oración los niños requieren 
pensar en sí mismos cuando juegan o realizan ejercicios de educación física o 
cuando participan en actividades deportivas. Los ítems representan la fortaleza, 
velocidad y coordinación de habilidades de los niños. Altos puntajes indicarían que 
se posee una alta auto percepción de habilidad física. 
Jago, Baranowski, Watson, et al. (2009) desarrollaron un cuestionario que estima 
la autoeficacia en el cambio actividad física y la conducta sedentaria basados en el 
modelo de respuesta de Ítem (IRM). Cuenta con cuatro escalas de autoeficacia 
hacia: la actividad física, conducta sedentaria, televisión y uso del teléfono. Tiene 
una alta consistencia interna, los resultados de esta investigación muestra que 
tiene validez razonable para niños escolares. 
El Cuestionario de Autoeficacia hacia la Actividad Física de Aedo y Ávila 
(2009), está dirigido a niños en edad escolar, consiste en 12 reactivos divididos en 
tres factores: búsqueda de alternativas positivas hacia la actividad física, 
 
 
19 
 
capacidad para enfrentar posibles barreras y expectativas dehabilidad y 
competencia. Los resultados de esta investigación muestran que tiene una 
confiabilidad aceptable que permitió recomendar la utilización de este instrumento 
como indicador de la autoeficacia hacia la actividad física en niños de edad 
escolar, y como una herramienta en la planificación y diseño de programas que 
promocionen esta conducta. 
Finalmente mencionaremos el Inventario de Eficacia Percibida de Román et. al 
(2007) para adultos, está diseñado para evaluar las expectativas de eficacia en la 
modificación de los hábitos alimentarios y actividad física para lograr controlar el 
peso corporal. Esta prueba surge ante la necesidad de elaborar medidas que 
incluyan la valoración de las dos conductas que contribuyen a controlar el peso 
corporal y que son aspectos básicos en los programas de tratamiento del 
sobrepeso y la obesidad. 
Tomando en cuenta la importancia del constructo de autoeficacia se propone 
como uno de los objetivos de la presente investigación adaptar y validar el 
inventario de Román et. al (2007) en muestras de población preadolescente 
mexicana, con la finalidad de que este instrumento pueda ser utilizado en el 
desarrollo de estrategias que fomenten conductas preventivas y de promoción de 
la salud mediante el incremento de la autoeficacia. Específicamente hablamos de 
programas dirigidos al combate del sobrepeso y la obesidad a través de la práctica 
de actividad física y de hábitos alimentarios saludables. 
 
 
 
 
 
 
 
20 
 
Capítulo 2 
ACTIVIDAD FÍSICA 
 
En los últimos años se ha profundizado en el estudio de la actividad física, tanto 
en los efectos saludables que su práctica frecuente genera como la relación que 
existe entre la ausencia de ella y el desarrollo, mantenimiento y agravamiento de 
diversas enfermedades (Varo, Martínez & Martínez, 2003). 
Diversos autores (Ceja, 2008; Cornejo, Llanas & Alcázar, 2008; Hernández, 
Gortmaker, Laird, et. al 2000; Márquez, 1995) definen a la actividad física como 
cualquier movimiento-conducta producido por los músculos esqueléticos que 
produce un gasto energético, que van desde movimientos leves hasta los que 
requieran de intensidad, incluyendo todo aquel movimiento de la vida cotidiana, 
por ejemplo subir y bajar escaleras, caminar, correr, etc. 
En términos generales existen dos tipos de actividad física, la estructurada y la no 
estructurada: 
 La actividad física no estructurada incluye muchas de las actividades de 
la vida diaria, entre ellas ir en bicicleta, bailar, los trabajos de la casa y el 
jardín, diversas ocupaciones domesticas y laborales, además de los juegos 
y otros cuidados de los niños. 
 
 La actividad física estructurada es un programa planificado de 
actividades físicas diseñado para mejorar la condición física, y nos 
podemos referir a ella como ejercicio planificado (Melvin, 2002; pág. 7). 
El termino actividad física se confunde en muchas ocasiones con deporte, 
ejercicio, condición física y educación física. Es muy común que cualquiera de 
estos conceptos y no el de actividad física sea usado para referirse a cualquier 
 
 
21 
 
tipo de ejercicio. Esta confusión de términos es comprensible, puesto que al 
utilizarse con tanta frecuencia cualquiera de ellos abarca más de lo que 
representan (Dosil, 2003). Por esta razón resulta necesario definirlos: 
 Ejercicio; son los movimientos que tienen una duración y repetición 
determinada y constante con la intensión de mejorar o conservar el cuerpo 
en buen estado y un buen nivel de forma física (Cornejo, et.al, 2008; 
Márquez, 1995). 
 Ejercicio aeróbico; actividades que se practican en largos periodos de 
tiempo pero que requieren de una intensidad moderada como la caminata. 
 Ejercicio anaeróbico: es una actividad breve y de gran intensidad que 
proporciona potencia y masa muscular como el levantamiento de pesas o 
abdominales. 
 Condición física: es la característica que llega a alcanzar una persona que 
le permite tener un desempeño mayor sin fatigarse y con suficiente energía 
para disfrutar de alguna disciplina (Cornejo, et.al, 2008; Márquez, 1995). 
 Sedentarismo: conducta caracterizada por movimientos nulos por periodos 
de tiempo mayor a 10 minutos. 
 Inactividad física: estado en el que el movimiento corporal es mínimo por 
ejemplo: leer, transportarse sentado, dormir, comer, hablar por teléfono, 
etc., (Cornejo, et.al, 2008). 
 
Estos últimos dos términos no son sinónimos y no deben usarse como tal, hasta la 
fecha, el sedentarismo ha sido definido de acuerdo a niveles bajos de gasto de 
energía y a la escasez de la participación en actividades, mientras que la 
inactividad se define de acuerdo a comportamientos que no cumplen con las guías 
tradicionales de ejercicio en forma o las más recientes guías de salud pública 
(Cornejo, et.al, 2008). 
 
 
 
22 
 
Entonces podemos decir que el concepto de actividad física es genérico y por 
tanto siempre que exista algún tipo de movimiento por mínimo que este sea, se 
está hablando de actividad física; el cual incluye actividades de la vida diaria, 
actividades vigorosas y actividades bien estructuradas y planificadas como el 
ejercicio. 
 
2.1 Clasificación de la Actividad Física 
Una vez teniendo claro el concepto de actividad física es necesario distinguir los 
tipos. Diversos autores (Ceja, 2008; Díaz, 2008; Devís, 2000; Dosil, 2003) 
plantean que la actividad física se puede clasificar por su nivel de intensidad, por 
su nivel de requerimiento calórico (Dosil, 2003) o bien por el tipo de actividad física 
(Devís, 2000). 
Tabla 1. Actividad Física por nivel de intensidad 
 
Leve o Ligera Moderada Vigorosa 
Con poco 
mantenimiento de 
intensidad y poca 
variabilidad 
Con constante intensidad 
y variabilidad dependiente 
de la actividad 
Con mucha intensidad y 
variabilidad. 
Caminar despacio o 
pasear 
Caminar a paso rápido Caminar rápido, con 
peso o trotar 
Bicicleta estacionaria Andar en bicicleta por 
placer o como medio de 
transporte 
Andar en bicicleta a 
altas velocidades o en 
una pendiente 
Nadar despacio Nadar con un esfuerzo 
moderado 
Nadar rápidamente 
Estiramiento y ejercicios 
de acondicionamiento 
Ejercicios específicos de 
acondicionamiento 
(sentadillas) 
Ejercicio de 
acondicionamiento 
(deportes) 
 
 
23 
 
Trabajos domésticos 
(sacudir) 
Trabajos domésticos 
(limpieza y cambio de 
muebles) 
Realizar una mudanza 
Tareas de jardinería 
(regar plantas) 
Cortar el pasto con 
podadora 
Podar el pasto con 
tijeras o excavar. 
 
Fuente: Adaptado de Ceja, (2008); Díaz, (2008); Devís, (2000); Dosil, (2003). 
 
Tabla 2. Clasificación por tipo de actividad física 
Tipo de Actividad Física Ejemplo 
Actividades cíclicas Caminar, Correr 
Ejercicios de preparación 
física 
Estiramientos musculares 
Juegos Populares (con pelota, etc.), espontáneos con 
materiales (juguetes). 
Actividades cotidianas Subir escaleras, barrer, hacer manualidades. 
Bailes y danzas Todo tipo de baile y danza 
Deportes Todo tipo de deporte 
Actividades en la 
naturaleza 
Escalar, parapente, senderismo 
Otros Yoga, Tai-chí, aerobics 
 
Fuente: Adaptado de Devís, (2000). Actividad física deporte y salud, pág 104. 
 
Actividad Física según el requerimiento calórico: esta clasificación de actividad 
física se complementa con las anteriores, ya que se clasifica de acuerdo al Índice 
de Actividad Metabólica que se gasta, por ejemplo, durante la inactividad física se 
 
 
24 
 
consume el equivalente a una unidad, una actividad ligera se considera 
equivalente a 3 unidades, actividad moderada se realiza cuando se consumen 5 
unidades y elevada desde 6 hasta 12 o más unidades (Serra y Albanell, 2000; 
citado en Dosil, 2003). 
 
2.2. Beneficios de la Actividad Física 
La Organización Mundial de la Salud (2004; citado en Fernández & Hernández, 
2007) afirma que la activad física es el pilar para la prevención delas 
enfermedades crónicas que atacan a nuestro país. Además de ser un factor 
determinante del gasto de energía, del equilibrio energético y del control del peso, 
reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, reduce la tensión arterial, 
mejora el nivel de colesterol y el control de la hiperglucemia en las personas con 
exceso de peso, también puede reducir el riesgo de cáncer de colon y de mama 
en las mujeres. 
 
Melvin (2002) reporta que son muchos los informes científicos que detallan los 
beneficios para la salud derivados de la actividad física, regulan y documentan los 
significativos beneficios para la salud que supone la actividad física regular, 
beneficios que pueden acumularse en hombres y mujeres de todas las razas y de 
todas las franjas de edad. Nunca se es demasiado joven o demasiado viejo para 
beneficiarse de las ventajas que supone el ejercicio para la salud. 
En esencia los individuos físicamente activos disfrutan de una mayor calidad de 
vida, porque padecen menos los efectos de limitación que normalmente se 
asocian con las enfermedades crónicas, además la actividad física supone 
también un incremento de la esperanza de vida (Melvin, 2002). 
 
 
 
25 
 
Los beneficios de la actividad física sobre la salud se manifiestan en todas las 
etapas de la vida, debido a los efectos de tipo metabólico que favorecen a 
diferentes órganos, mejorando su función. Las consecuencias positivas son tanto 
físicas como psicológicas (Molina & Pastor, 2004). 
La visión de salud como algo más que la ausencia de enfermedad nos lleva a 
entender a la actividad física como una experiencia de bienestar personal y una 
práctica sociocultural que nos proporciona calidad de vida (diversión, satisfacción, 
sentirse bien, autoconocimiento, relaciones sociales y con el medio físico) (Devís 
& Peiró, 2001). 
En general, los principales beneficios de la práctica de la actividad física son: 
 
 Aumento de la aptitud hacia el ejercicio aeróbico, disminución de la grasa 
corporal, mejora de la presión sanguínea y aumento en la densidad de los 
huesos. 
 Prevención y rehabilitación de problemas del corazón. 
 Provoca efectos favorables sobre personalidad y carácter, disminuye los 
sentimientos de incapacidad y aumenta la autoestima, el auto concepto y la 
función intelectual. 
 Ayuda en el tratamiento de obesidad. 
 Incrementa la esperanza de vida. 
 Ayuda a la prevención y el tratamiento de enfermedades mentales o 
trastornos psicológicos como ansiedad, depresión, estrés, ciertas 
adicciones y diferencias de personalidad (Garoz & Maldonado, 2004). 
 
Podemos destacar entonces los beneficios de la actividad física son generales en 
relación con la calidad de vida puesto que contribuye a un aumento del 
rendimiento intelectual, académico y laboral, en la confianza en uno mismo, en la 
sensación de bienestar, mejora del sueño, reducción del estrés y para la liberación 
 
 
26 
 
de tensiones. Otros beneficios se relacionan con la prevención de enfermedades y 
el aumento de la esperanza de vida (Molina & Pastor, 2004). 
Devís y Peiró (1997) afirman que los mayores beneficios saludables de la 
actividad física se obtienen cuando se pasa del sedentarismo a niveles 
moderados de actividad física. La práctica regular de la actividad física, adaptada 
a las características personales produce beneficios, principalmente preventivos y 
rehabilitadores. Cuando la práctica de la actividad física se incorpora a la vida de 
una persona, muchas veces se acompaña de una alimentación equilibrada, 
descanso y sueño suficiente y actividades de ocio al aire libre. De ahí la 
importancia de educar para la salud de forma global a través de la actividad física. 
 
2.3. Medición de la Actividad Física 
Debido a los grandes beneficios que tiene la Actividad Física sobre las personas 
ha sido indispensable medirla, existen al menos 30 diferentes técnicas para 
hacerlo, la mayoría de estas son costosas y complicadas. Aedo (2009), reporta 
que dichas técnicas se han dividido en dos: 
 Objetivas: 
 Frecuencia cardiaca. 
 Calorimetría. 
 Sensores electrónicos de movimiento. 
 Método de agua doblemente marcado. 
 Subjetivas: 
 Observación 
 Cuestionarios auto administrados. 
 Cuestionarios a través de entrevista. 
 
 
27 
 
 Diarios o recordatorios. 
 Reportes Proxy. 
Un indicador para medir la actividad física son los MET (equivalente metabólico) 
los cuales son considerados como el gasto energético de una persona en reposo o 
dormida y cada MET equivale, aproximadamente, a una kilocaloría por kilogramo 
de peso (Ceja, 2008). 
Unas de las más recomendables técnicas para medir la actividad física, son los 
cuestionarios ya que resultan mucho más baratos, fáciles y accesibles en 
comparación con las demás técnicas, no existe otra técnica para medir los 
patrones de actividad física que arroje importantes indicadores del estado de 
salud, tienen gran habilidad para recabar datos a gran número de personas; han 
sido utilizados en todos las edades y pueden adaptarse a la población de estudio 
aunque como auto reporte puede verse afectado por cuestiones de memoria 
(Aedo, 2009; Ceja, 2008; Díaz, 2008). 
Un ejemplo de ellos es el cuestionario de Hernández, et. al (2000), llamado 
CAINM el cual evalúa la actividad e inactividad física, fue validado en México en 
una población de adolescentes de 10 a 14 años, los resultados muestran que el 
cuestionario mostró validez aceptable para estimar el tiempo de ver televisión, de 
la actividad moderada y de la vigorosa. 
 
2.4. Estilos de vida 
Un estilo de vida se puede describir como el conjunto de hábitos, actitudes y 
conductas que determinan nuestra manera de vivir y de relacionarnos con el 
entorno, abarca todas las actividades cotidianas, desde la alimentación hasta los 
hábitos corporales de sueño, higiene y cuidado personal (Llanes &Castro, 2002). 
 
 
28 
 
Los principales problemas de salud de nuestro entorno están asociados a factores 
de riesgo relacionados con los estilos de vida. Mendoza, Sagrera y Batista (1994; 
citado en Garoz & Maldonado, 2004) plantean que existen diversas influencias en 
los estilos de vida, se encuentran las propias características individuales, el 
entorno social (vivienda, familia, amigos, vecinos, ambiente laborar o estudiantil, 
grupos) los factores sociales (cultura, instituciones, medios de comunicación) y el 
medio físico. En este sentido se puede decir que los estilos de vida son un 
proceso de adaptación del individuo al entorno y que de acuerdo a sus actitudes y 
comportamientos existen dos tipos de estilo de vida, los saludables y los insanos. 
Un estilo de vida saludable requiere de la adopción de una serie de hábitos entre 
los que es posible destacar aquellos que se relacionan con la realización de 
actividad física, debe ayudar a añadir años a la vida, mejorar su calidad de vida y 
hacer menos probable la aparición de enfermedades o incapacidades (Garoz & 
Maldonado, 2004). 
Dentro de un estilo de vida insano se habla de comportamientos de riesgo como 
consumo de tabaco y alcohol una inadecuada alimentación y el sedentarismo que 
es uno de los más significativos del desarrollo de enfermedades cardiovasculares, 
una de las primeras causas de muerte (Garoz & Maldonado, 2004). 
Desde los años 80´s surge la preocupación por la salud, en los 90´s aparece la 
actividad física dentro de la promoción de la salud, se incluye a la actividad física 
en las políticas sociales tratando de desarrollar valores y actitudes para optimizar 
la distribución del tiempo libre. En la actualidad, estos esfuerzos por la promoción 
de la salud se han visto afectados, debido a que las personas han adquirido estilos 
de vida sedentarios (Delgado & Tercedor, 2002; Devís & Peiró, 2001). 
Recientemente surge la preocupación por los estilos de vida sedentarios, ya que 
son uno de los mayores factores de riesgo parala salud. El estilo de vida 
sedentario y ciertas enfermedades crónicas muy generalizadas en nuestros días 
(la hipertensión, la obesidad o los trastornos cardiovasculares) se encuentran muy 
 
 
29 
 
relacionados. Williams (2002; citado en Garoz & Maldonado, 2004) estudio, las 
causas primordiales de muerte en Estados Unidos y encontró que seis de las diez 
principales son enfermedades determinadas por el tipo de vida. 
Normalmente nos encontramos ante unas actitudes sedentarias asociadas a la 
tensión, molestia o dolor causado por la actividad física y con una serie de 
barreras consideradas como excusas para mantener este estilo de vida. Estas 
barreras pueden tener influencia, fisiológica, emocional o por cuestiones de tipo 
psicosocial. El más grande desafío es que personas sedentarias inicien la 
realización de actividad física y mantengan ese cambio a través del tiempo, ya que 
uno de los problemas no solo es comenzar a realizar actividad física sino la 
practica regular de esta. 
Con el objetivo de mejorar la calidad de vida y prevenir enfermedades, es 
importante inculcar en las personas una serie de hábitos de vida saludables. La 
práctica regular de actividad física destaca entre ellos por su importancia en los 
efectos de la salud (Arregui, Garriz, Martínez, Moreno, Rodriguez-vida & Pascual, 
2002). 
El que las personas elijan realizar o no ejercicio, se relaciona con muchos factores 
entre los que destaca la motivación. Márquez, (1995) expone algunos motivos por 
los que la gente realiza actividad física: 
 Como experiencia social 
 Como medio de mantener la salud y mejorar los niveles de habilidades 
 Como búsqueda de vértigo y nuevas sensaciones 
 Como una experiencia estética. 
 Como catarsis 
 Como una experiencia ascética 
 
 
 
30 
 
Garoz & Maldonado (2004) estudiaron los motivos por los cuales las personas no 
realizan actividad fisca y encontró como principales: 
 La falta de tiempo 
 La dedicación de tiempo a actividades tecnológicas 
 La influencia de padres, amigos y maestros y la preocupación por una 
opinión desfavorable de estos 
 Preocupación acerca de la inseguridad del lugar donde se hace la actividad 
física 
 La inaccesibilidad y el costo 
 Sentirse menos competitivos que sus pares 
 No sentirse femenina al realizar las actividades. 
 
Como podemos observar existen más motivos por los cuales no se realiza 
actividad física, la sociedad está preocupada por la mala utilización del tiempo 
libre, en la actualidad el tiempo libre adquiere un gran significado para las 
personas. Los cambios sociales provocan que el tiempo de trabajo sea mayor al 
tiempo libre y cuando este se tiene se dedica actividades sedentarias (Nuviala, 
Ruiz & García, 2003). El individuo necesita información sobre comportamientos 
no saludables, como el sedentarismo pero también una formación para modificar 
ese habito no saludable. 
 
2.5. Actividad física en la niñez intermedia 
La actividad física es uno de los factores más importantes en el mantenimiento de 
la salud, por lo que su práctica a lo largo de la vida es muy aconsejada. Durante la 
infancia se deben realizar una gran diversidad de actividades físicas que 
favorezcan la adquisición de habilidades motrices y de coordinación, es 
 
 
31 
 
conveniente que se practiquen en distintos medios y entornos naturales. También 
se recomiendan los juegos de grupo y deportes por su gran contenido 
socioeducativo (Arregui, et.al, 2002). 
Es conveniente realizar actividad física desde la infancia porque es la etapa en la 
que el organismo se encuentra más receptivo y se obtienen beneficios en el 
rendimiento. Su práctica es necesaria para el crecimiento físico normal y el 
desarrollo motor, pero también para el equilibrio psicológico, la maduración 
afectiva y el rendimiento escolar (Arregui, et.al, 2002). 
Durante la etapa infantil conviene estimular el espíritu de cooperación entre 
compañeros la competición con niños debe enfocarse como una diversión, como 
un acto lúdico y no como un desafío frente a un oponente y debe organizarse 
siempre con alumnos de la misma edad para que no existan desigualdades muy 
grandes en la realización de la práctica (Arregui, et.al, 2002). 
En la pubertad y adolescencia las capacidades físicas van alcanzando 
progresivamente el máximo desarrollo, la actividad física tiene importantes efectos 
preventivos, estas etapas son cruciales para el desarrollo de un estilo de vida 
físicamente activo. La actividad física regular favorece el equilibrio psicológico, la 
socialización, la interacción y la no adquisición de hábitos nocivos; es importante 
la influencia del grupo al que se pertenece debido al tiempo que se comparte con 
él (Arregui, et.al, 2002; Bianchi & Brinnitzer, 2000) 
Se deben fomentar las actividades físicas que pueden seguir practicándose 
durante toda la vida (caminar, correr, nadar, subir y bajar escaleras, danza), 
poniendo especial énfasis en ejercicios dinámicos de grandes grupos musculares 
de naturaleza rítmica y aeróbica (Arregui, et.al, 2002). La escuela debe cumplir el 
papel fundamental de la promoción de la actividad física relacionada con la salud, 
creando un ambiente físico y social saludable, realizando programas curriculares y 
extracurriculares de actividad física, teniendo en cuenta los intereses y 
necesidades de todos los alumnos (Devís & Peiró, 2001). Para Delgado y 
 
 
32 
 
Tercedor (2002), la escuela debe dar respuesta a variados y cambiantes 
problemas sociales, debe encargarse de la educación para la salud a través de 
una serie de contenidos o temas transversales. 
La educación física escolar y los programas de deporte son cruciales para el 
fomento de la actividad física en niños y adolescentes, debe significar una 
experiencia satisfactoria para los alumnos y alumnas, desarrollando actitudes 
positivas hacia la actividad fisca y la creación de hábitos más activos y saludables 
(Garoz & Maldonado, 2004). 
Es innegable la toma de conciencia acerca de los beneficios de la práctica de 
actividades físicas, su participación es de carácter voluntario lo cual implica cierto 
grado de motivación. Bianchi & Brinnitzer, (2000) reportan que la motivación juega 
un papel importante en la realización de actividad física ya que está influenciada 
por todos los agentes socializadores que rodean a un individuo, principalmente en 
los niños y adolescentes, la motivación se relaciona con la práctica de alguna 
actividad física con el hecho de compartirla con sus pares o bien adquirir el cuerpo 
de alguno de ellos. También juega un papel muy importante el gusto por un 
deporte, entre los más destacados se encuentran: futbol y actividades de 
gimnasio. 
 
2.6. Situación Actual de la Actividad Física 
Entre los objetivos del proyecto “Salud para todos” la OMS del año 2010 incluye la 
reducción de la prevalencia de sobrepeso, obesidad, así como aumentar la 
proporción de individuos que realizan actividad física moderada de forma regular. 
El día mundial de la salud en el 2002, estuvo dedicado a la promoción de la 
actividad física en toda la población mundial, bajo el lema “Por tu salud muévete”, 
y recientemente la OMS ha promovido una iniciativa para consolidar la celebración 
anual de este día dedicado a la promoción de la actividad física. Posteriormente, 
 
 
33 
 
se ha iniciado un proceso encaminado al desarrollo de una estrategia global sobre 
dieta, actividad física y salud. En esta iniciativa se destaca la gran importancia de 
la promoción de la actividad física y el seguimiento de una dieta sana como pilares 
en la prevención de numerosas enfermedades no transmisibles. Así mismo en un 
informe conjunto con la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), 
la OMS insiste en la necesidad de realizar cambios en los estilos de vida y en la 
alimentación como medida preventiva básica para disminuir la carga global de 
enfermedad(Varo, Martínez & Martínez, 2003). 
En contraste con todas estas propuestas, se comprueba que la población se está 
haciendo cada vez más sedentaria. La Comisión Nacional del Deporte (CONADE, 
2001), en el Programa Nacional de Cultura Física y Deporte 2001-2006, reporta 
que en México el 80% de los niños y jóvenes no realizan la suficiente actividad 
física y menos del 7% de la población mayor de 15 años no realiza alguna 
actividad física o deporte que sea significativo para su salud. 
La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006) encontró que más del 40% de 
los adolescentes mexicanos son inactivos, un 24% son moderadamente activos y 
solo el 35% realiza el tiempo recomendable de actividad física. A esto debe 
agregarse que más de la mitad de los niños dedican más de 12 hrs a la semana 
frente a la pantalla de televisión. 
Muchos de los estudios de investigación que se han realizado como el de 
Hernández, et.al., (2000), arrojan que los niños y adolescentes pasan más de 3 
horas al día frente a la televisión, cabe destacar que la prevalencia de ver 
televisión como indicador del sedentarismo, ha recibido la mayor atención en 
relación al riesgo de salud. Los niños y adolescentes que llevan una vida 
sedentaria tienen mayor probabilidad de ser en el futuro adultos con problemas de 
sobrepeso y obesidad. 
La actividad física demanda tiempo y voluntad y compite con otras actividades que 
se han convertido en las preferidas de los mexicanos; a esto se suma la tendencia 
 
 
34 
 
mundial a practicar una menor actividad física debido a la naturaleza cada vez 
más sedentaria de muchos trabajos, a los cambios en los medios de transporte y a 
la creciente urbanización (CONADE, 2008). 
Ante esta situación el Gobierno Federal, a través de la CONADE (2008), ha 
establecido la tarea de generar las condiciones necesarias para propiciar el 
desarrollo del deporte y la cultura física, con el propósito de que la población viva 
mejor. En conjunto con diversas instancias como la Secretaria de Educación 
Pública (SEP, 2008), se han creado propuestas como alternativa a combatir el 
gran problema de obesidad y sedentarismo que tiene nuestro país. 
La SEP ha integrado a su currículo desde el año 2008 el programa “Por un México 
Activo”, el cual propone incluir actividades escolares que intervengan en los 
factores que influyen en el sobrepeso en las escuelas, por ejemplo; actividades al 
aire libre, acumular en el día, 3 sesiones de actividad física, de 15 minutos cada 
una la primera en la formación al inicio de clases, la segunda después del recreo y 
la tercera antes de retirarse a su casa, menús saludables en las cafeterías y la 
educación de las disminución del consumo de comida chatarra. Además de 
promover la pirámide de la actividad física (figura 1) que explica las diversas 
actividades y la cantidad de cada una de ellas que deben tener los niños en edad 
escolar. 
 
 
35 
 
 
Figura 1: Pirámide de Actividad Física para niños. 
Fuente: http://ideasana.fundacioneroski.es/web/es/22/ejercicio 
 
 
Otro ejemplo es el programa que implemento el Gobierno del Distrito Federal 
(2007) el cual realiza una intervención para promover la Actividad Física con su 
programa “Muévete en bici“ el cual fomenta actividades al aire libre como andar en 
bicicleta, patinar o caminar por una de las principales avenidas de la ciudad. 
 Así pues se concluye que sumados a todos estos programas se deben 
implementar efectivas estrategias que promuevan la adopción de hábitos y estilos 
de vida físicamente activos. Pequeños cambios que incrementen la actividad física 
diaria pueden contribuir a reducir el riesgo de enfermedades crónicas y contribuirá 
a mejorar la calidad de vida del país. Es necesario crear un vínculo entre la 
educación física y la educación para la salud. 
 
 
 
 
http://ideasana.fundacioneroski.es/web/es/22/ejercicio
 
 
36 
 
Capítulo 3 
CONDUCTA ALIMENTARIA 
 
La conducta alimentaria es una conducta psicosocial la cual está directamente 
relacionada con el estado de salud/enfermedad del sujeto y puede verse influida 
por la familia, los pares, los valores de la sociedad y los medios de comunicación 
que reflejan esos valores (Gómez-Peresmitré, 2001). 
Un conjunto de acciones que establecen la relación del ser humano con los 
alimentos es conducta alimentaria. Los comportamientos frente a la alimentación 
se adquieren a través de la experiencia directa con la comida en el entorno familiar 
y social, por la imitación de modelos, la disponibilidad de alimentos y el estatus 
social (Domínguez-Vásquez, Olivares & Santos, 2008). 
Este tipo de conducta se despliega bajo la influencia de un gran número de 
factores biológicos, psicológicos, ambientales, sociales y culturales. Entre los 
factores biológicos se encuentran el hambre, la regulación de la ingesta 
alimentaria y las necesidades especiales por el crecimiento, embarazo o lactancia. 
Los componentes psicológicos se refieren a los gustos, actitudes, preferencias y 
experiencias ligadas a los alimentos. Mientras que entre los componentes 
culturales encontramos los ritos y tradiciones relacionados con el acto de comer 
(Osorio, Weisstaub & Castillo, 2002). 
Comer es una actividad cotidiana, importante e imprescindible en la vida de todos 
los seres humanos, de manera que los excesos, las deficiencias, los desequilibrios 
crean problemas no sólo en el aspecto fisiológico, sino en el psicológico y en el 
área de intercambio con los demás. De manera circular y multicausal la 
alimentación influye en esas variables y éstas en la alimentación (Acosta-García, 
Llopis, Gómez-Peresmitre, Pineda, 2005). 
 
 
37 
 
Cualquier animal incluido el hombre se alimenta siguiendo sus motivaciones 
primarias. Busca comida cuando tiene hambre y deja de comer cuando está 
saciado. Los problemas de la conducta alimentaria se originan cuando estos dos 
mecanismos, naturales e instintivos, el hambre y la saciedad, son alterados por la 
voluntad de la persona. En este momento la persona no respeta sus sensaciones 
naturales y fisiológicas de hambre y saciedad. Es decir está comiendo solo hasta 
el punto que ha decidido comer y no hasta el punto en que sus necesidades 
estarían satisfechas (Larraburru, 2002). 
Cuando se presentan alteraciones en la ingesta alimentaria o bien existen 
patrones distorsionados en el acto de comer, estamos hablando de trastornos 
alimentarios. La bulimia y la anorexia nervosas son las alteraciones más comunes 
relacionadas con el acto de comer. 
 
3.1. Trastornos de la conducta alimentaria 
En los últimos años, el interés por el estudio de los Trastornos de la Conducta 
Alimentaria (TCA) ha aumentado debido a la gran cantidad de población 
adolescente e infantil que los padece, a la relevancia social por su gravedad, a la 
complejidad de su diagnóstico y tratamiento (Jurado, Correa, Delgado, Contreras, 
Camacho, Ortiz & Sánchez, 2009). 
Los TCA se refieren a alteraciones en las actitudes y comportamientos 
relacionados con la ingestión de alimentos, que se acompaña de una distorsión en 
la percepción corporal y de un miedo intenso al incremento del peso corporal 
(Mancilla & Gómez, 2006). 
En general se dice que son enfermedades causadas debido a una excesiva 
ansiedad y preocupación por el peso corporal y el aspecto físico. Ocurren cuando 
una persona coloca la comida como centro de su vida (Phares, 1999). 
 
 
38 
 
Kirszman y Salgueiro (2002) definen un trastorno alimentario como un complejo 
conjunto de cogniciones y actitudes hacia la comida, el peso y la forma corporal 
que se manifiestan en conductas, hábitos alimentarios y prácticas de control de 
peso que, progresivamente generan un gran número de consecuencias en 
diversas áreas del funcionamiento individual, incluyendo desajustes fisiológicos. 
Asimismo, patrones conductuales como la restricción alimentaria o la 
sobreingestiónson síntomas de trastorno alimentario que se pueden presentar 
tanto en hombres como en mujeres, así como en niños y adultos de cualquier 
clase social o estrato económico, que pueden llegar a poner en peligro la vida del 
paciente (Hartley, 1989; Stumphauzer, 1989; citados en Bosques, 2003). 
Los trastornos de la alimentación abarcan tres principales enfermedades: Anorexia 
nervosa, Bulimia Nervosa y Obesidad: se dice “nervosa” para distinguir a la 
anorexia o la bulimia de origen biológico o fisiológico. Anorexia quiere decir sin 
hambre y nervosa señala que su origen es de tipo emocional o psicológico, en 
otras palabras, una cuestión de orden mental (Gómez Pérez-Mitré, 2002). 
 
3.1.1. Anorexia nervosa 
La palabra anorexia es el término médico utilizado para hacer referencia a un 
Trastorno de la Conducta Alimentaria que consiste en comer muy poco o no comer 
en absoluto. Dejar de comer se convierte en trastorno si, y sólo si, se deja de 
comer por miedo a engordar, para bajar de peso o porque no se está conforme 
con la forma del cuerpo (Silva, 2007). 
Gómez Peresmitré (2001) define la Anorexia Nervosa (AN) como un trastorno 
bio-psico-socio-cultural severo, caracterizado por el rechazo voluntario de la 
ingesta de alimentos y por una importante pérdida de peso corporal. 
García-Camba (2002) menciona que la anorexia se caracteriza por el rechazo a 
 
 
39 
 
mantener el peso en los valores mínimos normales y que se acompaña de una 
alteración de la percepción de la forma y del peso corporal. 
La AN se presenta principalmente en la adolescencia, que es la etapa en la que 
ocurren una serie de cambios fisiológicos (por ejemplo, cambios corporales y 
hormonales), psicológicos (caracterizados principalmente por un complejo proceso 
de reestructuración cognitiva) y sociales (cambios en sus actividades y roles 
familiares, escolares y sociales), así como una mayor susceptibilidad a la 
información proveniente del medio en el cual se desenvuelven) (Román, Mancilla, 
Alvarez, & López, 1998). Aunque este padecimiento es mucho más frecuente en 
las mujeres adolescentes, también puede presentarse en hombres, niños 
pequeños y adultos jóvenes (Silva, 2007). 
El profundo temor a engordar por parte del paciente, así como la drástica pérdida 
de peso (85% menos del peso esperado), son los criterios más sobresalientes 
para el diagnóstico de la AN (Caballo & Simón, 2001). 
Riobó (2001) menciona que el nivel de autoestima de las personas que sufren 
este trastorno depende en gran medida de la forma y el peso de su cuerpo; 
consideran un logro perder peso y un signo de extraordinaria autodisciplina, en 
cambio, ven el aumento de peso como un fracaso inaceptable de su autocontrol. 
Algunas personas son conscientes de su delgadez pero niegan que ésta pueda 
tener implicaciones clínicas graves. 
 
3.1.2. Bulimia Nervosa 
De acuerdo a Kaplan y Sadock (1999) la Bulimia Nervosa (BN) consiste en 
recurrentes episodios de ingestión de grandes cantidades de comida acompañada 
por la sensación de que la conducta alimentaria está fuera de control. Por lo 
general, sólo la interrupción social o la incomodidad física –caracterizada por dolor 
físico o náusea- marcan la finalización del episodio de sobreingestión o atracón, el 
 
 
40 
 
cual habitualmente es seguido por sentimientos de culpa, tristeza o disgusto. Esta 
situación, conduce a las personas que padecen este trastorno, a que se involucren 
en la práctica de conductas compensatorias, como son; vómito provocado, dietas 
restrictivas o ayunos, ejercicio excesivo, consumo de laxantes o diuréticos, etc., 
que en general tienen la finalidad de prevenir el incremento de peso. 
La preocupación por el peso y excesiva autoevaluación del mismo y de la figura 
corporal, son comunes tanto en la AN como en la BN. Muchos pacientes 
presentan cuadros mixtos con síntomas de AN y BN. Más del 50 % de pacientes 
con AN desarrollan síntomas bulímicos, así como, algunos pacientes bulímicos 
desarrollan síntomas de AN (Suárez, 2004). 
La BN por sí misma no produce pérdidas importantes de peso (es posible que ni 
siquiera se adelgace), pero si genera problemas de salud como: dolores de 
estómago y garganta debido a la acidez del vómito, gastritis y úlceras gástricas, 
acaba con el esmalte de los dientes, provoca caries y mal aliento. La bulimia, en 
casos extremos puede llevar a la muerte, por lo general, debido a estallamiento de 
vísceras o porque se revientan las úlceras gástricas provocando fuertes 
hemorragias (Silva, 2007). 
Dentro de la BN existen dos tipos; el tipo purgativo en el cual el individuo se 
provoca regularmente el vómito o usa laxantes o enemas en exceso. El tipo no 
purgativo donde la persona emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, 
como el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el 
vómito ni usa laxantes, diuréticos o enemas en exceso (Caballo & Simón, 2001) 
Aunque los pacientes con BN pueden presentar un aspecto físico dentro de los 
parámetros normales, también presentan trastornos psicológicos similares a los 
pacientes de anorexia nerviosa como rasgos obsesivos, irritabilidad y tendencias 
depresivas. Son enfermos que no piden ayuda de forma voluntaria, sino que llegan 
a la consulta del profesional cuando el proceso ya está instaurado y a veces 
pueden morir por las complicaciones que presentan (Suárez, 2004). 
 
 
41 
 
3.2. Factores de riesgo que influyen en los trastornos de la conducta 
alimentaria 
 Los factores de riesgo son aquellas condiciones que influyen de manera negativa 
en el estado de salud del sujeto, contribuyendo al desequilibrio del mismo y en la 
medida que lo hace vulnerable, incrementan la probabilidad de desarrollar una 
enfermedad (Gómez-Peresmitré, 2001). La restricción alimentaria, por ejemplo, es 
el factor de riesgo inmediato a la aparición de los trastornos alimentarios, y se 
realiza con la intención de perder peso o de no ganarlo (Toro, 2004). 
Los factores de riesgo en el campo de los trastornos de la conducta alimentaria se 
han clasificado desde diferentes perspectivas. Gómez-Peresmitré (2001) propone 
cuatro grandes grupos, tomando en cuenta la naturaleza de las variables 
estudiadas, estos son: 
1. Aquellos asociados con la imagen corporal: 
a) satisfacción/insatisfacción; 
b) alteración: sobrestimación/subestimación; 
c) preocupación por el peso corporal y por la comida, 
d) actitud hacia la obesidad/delgadez 
e) autoatribución de adjetivos positivos /negativos. 
2. Los que están relacionados con conducta alimentaria, siendo los más 
importantes el seguimiento de dieta restrictiva y el comer compulsivo; los 
hábitos alimentarios inadecuados, ayunos, disminuir o evitar alimentos 
considerados de alto contenido calórico. 
3. Aquellos relacionados con el cuerpo real o biológico: peso corporal y talla o 
estatura (índice de masa corporal), madurez sexual precoz o tardía y 
amenorrea. 
4. Practicas compensatorias; como ejercicio excesivo (10hrs o más a la 
semana) y uso de algunos productos con el propósito de controlar su peso 
 
 
42 
 
como laxantes, diuréticos, fibra y consumo excesivo de agua (Gómez 
Peresmitre, 2001 pp.21-22) 
 
3.2.1. Factores de riesgo asociados a la imagen corporal 
De acuerdo con Gómez-Peresmitré (1997) la imagen corporal se refiere a la 
sensación del cuerpo que se tiene desde la niñez temprana y se modifica 
continuamente a lo largo de la vida como consecuencia de los cambios físicos, 
biológicos, enfermedades, el dolor, el placer y la atención. La imagen corporal 
puede diferir según la edad, el género y clase social. 
Raich (2000), define la imagen corporal como un complejo constructo que incluye 
tanto la percepción que tenemos de todo el cuerpo (y de cada una de sus partes), 
el movimiento y los límites de este, así como la experiencia subjetiva de actitudes, 
pensamientos, valoraciones y el modo

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