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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN FILOSOFÍA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSÓFICAS LA FÁBRICA DE LA ENAJENACIÓN IMPLICACIONES FILOSÓFICAS DEL CUENTO “HEGEL Y YO” COMO ALEGORÍA EN LA LECTURA HEGELIANA DE JOSÉ REVUELTAS TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE MAESTRÍA EN FILOSOFÍA PRESENTA FÉLIX ROSALÍO VERGARA LÓPEZ NOMBRE DEL TUTOR DR. CARLOS OLIVA MENDOZA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Ciudad Universitaria, Ciudad de México, junio de 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 Introducción La obra de José Revueltas exige una lectura que sea capaz de percibir montajes cognoscitivos entre la política, la literatura y la filosofía. Estos montajes se expresan en su trabajo narrativo y ensayístico, en su militancia dentro y fuera del Partido Comunista Mexicano (PCM), y en la relación que Revueltas estableció entre experiencia y teoría, en un medio hostil que levantó cercos espectrales desde diversos bloques. 1 Su quehacer periodístico, y propagandístico dentro de las células políticas en las que participa, así como una copiosa trayectoria como dramaturgo y guionista de cine, constituyen otros rasgos de una escritura comprometida con el ejercicio crítico (y autocrítico) de la palabra. Aunque se privilegie cualquiera de estos montajes, los otros siempre intervienen, y en esto radica la propia constitución dialéctica del pensamiento y la obra de Revueltas. La genealogía de los estudios revueltianos tiene etapas que van desde lecturas convencionales, hasta abordajes audaces y complementarios al momento actual. Tras su participación en el movimiento estudiantil del 68, y su muerte ocho años más tarde, la difusión aumenta y el sesgo ideológico de muchas aproximaciones a las que antes se escamotó el reconocimiento, dan paso a un régimen de valoración sobre el proyecto con el que este escritor afrontaba los problemas de su época. Entre 1960 y 1980, Evodio Escalante, Jorge Ruffinelli, Edith Negrín, Emmanuel Carballo o Andrea Revueltas, por 1 Al respecto, véase Los usos de la dialéctica. El pensamiento filosófico de José Revueltas, Universidad de Guanajuato, México, 2016. Aureliano Ortega Esquivel, en la introducción de su artículo “José Revueltas: experiencia y dialéctica”, señala, siguiendo a Evodio Escalante (José Revueltas. Una literatura del “lado moridor”, Era, México, 1979), que la eficacia de “la condena ideológica del comunismo y de los comunistas” ha sido tal que incluso “la mirada del experto” realiza una operación profiláctica de su obra y separa “la literatura propiamente dicha” de los otros “escritos de circunstancia”, para construir una “normalización académico-literaria” mediante una técnica de exclusión sistemática, aparte de situar la “incapacidad” de la crítica para enlazar aspectos de su obra con su experiencia como militante” y a pesar de reconocer una corriente que busca “restablecer los lazos rotos por la vieja crítica especializada, entre la obra literaria y la posición política del autor” (8-11). 3 citar algunos, abren brechas para líneas de investigación que aún siguen siendo exploradas. La aparición de libros como Los muros de agua, El luto humano o Los días terrenales, en donde no faltan aspectos filosóficos sobresalientes, gana una posición en la vanguardia literaria del momento. No obstante, “la mirada filosófica” que podría afrontarlo no existe como tal, 2 salvo esporádicos reojos de Zea 3 y Sánchez Vázquez. 4 Esto puede explicar que el prólogo de Lefebvre a Dialéctica de la conciencia, al sugerir un análisis a la altura de la Escuela de Frankfurt, adquiera peculiaridad y desempolve el letargo o descuido de quienes califican al autor como inconsistente o incomprensible. Si ya la expansión de los estudios revueltianos hacia otras disciplinas sociales y humanísticas enriqueció su acervo, a raíz del centenario del autor en 2014 este corpus ha vigorizado su perspectiva multidisciplinaria. 5 La intención por recuperar el pensamiento de Revueltas crece. Su obra teórica es revalorada para reconocer su lugar en el pensamiento latinoamericano y cuestionar su escasa reedición. Si en Ensayo sobre un proletariado sin cabeza desarrolla la tesis de la inexistencia histórica del PCM y denuncia la enajenación ideológica de la izquierda, 6 en 2 Rodolfo Cortés del Moral señala en su artículo “La dialéctica que no se desvaneció en la trivialidad del desierto posmoderno” que “es precisamente en el terreno de la reflexión y la discusión filosóficas donde su „inactualidad‟ adquiere mayor relevancia”; por ello, sus “planteamientos filosóficos […] se inscriben, sin residuo, en el formato discursivo de la concepción que en el siglo XX acabó siendo acusada de dogmática y autoritaria más que ninguna otra” (Los usos de la dialéctica, 68). 3 Véase Leopoldo Zea, “Revueltas, el endemoniado”, en José Revueltas, Los días terrenales, ed. crítica de Evodio Escalante, Colección Archivos, Madrid, 1991, pp. xvi-xix, un entrañable texto que no es precisamente un análisis filosófico, pero marca tópicos conceptuales que más adelante la propia crítica literaria explotaría. 4 Sánchez Vázquez, en “La estética terrenal de José Revueltas”, a grandes rasgos señala que la noción de tragedia, como comprende la estética de Revueltas, hace de su marxismo un humanismo subjetivista en donde no cabe la utopía y se desencadena la tragedia (Cuestiones estéticas y artísticas contemporáneas, FCE, México, 2ª edición, 2003: 71); este autor se retomará más adelante. 5 Véase la Enciclopedia Electrónica de la Filosofía Mexicana, elaborada por Víctor Hugo Pacheco y Francisco Javier Sainz, de la UNAM, en donde se ofrece una lista detallada de la obra crítica sobre el autor y se incluyen las compilaciones y textos recientes. 6 Conviene tener en cuenta, según Andrea Revueltas y Philippe Cheron en el prólogo “una de las limitaciones del Ensayo: el que se restrinja al fenómeno mexicano, en lugar de ubicar internacionalmente el problema de la crisis histórica de la dirección del proletariado. […] En efecto, muy bien hubiera podido hablar de la „inexistencia histórica‟ de todos los partidos comunistas del mundo”. (José Revueltas, Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Era, México, 1980, pp. 23, 24). 4 Dialéctica de la conciencia la crisis marxista se calibra fortaleciendo el análisis histórico en favor de una propuesta abiertamente filosófica sobre la dialéctica hegeliana. 7 Ahora bien, ¿hay que incorporar a Revueltas al panorama de la filosofía mexicana (más aún, de la filosofía latinoamericana), 8 cuando su labor tenía el propósito perentorio del análisis político del PCM y la organización de la conciencia, llevada hasta ámbitos como la autogestión? 9 Los temas en Dialéctica plantean la noción de ideología como falsa conciencia, rasgo central de la teoría marxista de la enajenación, que fabrica la vulgarización ideológica que, siguiendo a Kosik, el autor denomina pensamiento acríticamente reflexivo (Ortega Esquivel 2016:35). El fin es desmontar esta teoría con una desmitificación de la dialéctica que descubra una totalidad concreta en la relación sujeto- objeto como relación de transferencia, por causa de la “locura brujular” del comunismo en su articulación deficiente con la práctica. La construcción del partido cobra así una grave proporción en el leninismo, 10 que Revueltas concebía en el orden de lo teórico-filosófico y no solo de lo gnoseológico. 7 Aunque de acuerdo con sus editores faltó tiempo para que su análisis lograra una mayor contribución respecto a las revisiones sobre las teorías de Estado. Si bien Revueltas no pudo concretar diversos proyectos, Dialéctica de la conciencia pretendía cubrir ciertos vacíos e insatisfacciones teóricas. 8 Al respecto, Alejandro Sánchez Lopera, en un artículo derivado del libro José Revueltas y Roberto Bolaño: formas genéricas de la experiencia, propone tres razones para considerar el pensamiento revueltiano dentro del panorama filosófico en Latinoamérica: 1) porque “se aleja de las convenciones de la filosofía latinoamericana, al dejar atrás la experiencia del lamento y la nostalgia por la unidad perdida, así como el extravío del ser sepultado por el colonialismo”; 2) “opone un pensamiento sin finalidad y un análisis antimoralista de la verdad. Para lograrlo, […] utiliza un método basado en la construcción de una imagen cinematográfica del pensamiento”; y 3) esto le “permite construir otra imagen de América Latina, y de su filosofía, por fuera de la moral del sufrimiento o la victimización por parte de Europa. Esa imagen es la de Latinoamérica como isla y no como continente” (41). Sánchez Lopera, A., “José Revueltas y la filosofía latinoamericana: imágenes cinematográficas del mundo”. Hallazgos, 2016, 13 (25), 41-63. 9 Para Revueltas, “no se puede combatir con una ideología pretendidamente alternativa […], sino mediante un proceso de reeducación autogestivo que en gran medida consiste en el acceso progresivo al pensamiento crítico y en el ejercicio sistemático de la autocrítica” (Cortés del Moral, 68). 10 Lenin es fundamental para Revueltas y merecería un capítulo aparte que no puedo abordar aquí. Para una revisión de Lenin y Revueltas véase Jorge Fuentes Morúa, José Revueltas. Una biografía intelectual (“Lenin y la prueba de fuego”, cap. IV. Democracia cognoscitiva: raíces latinoamericanas) UAM/ Porrúa, México, 2001, pp. 331-342. Asimismo, Aureliano Ortega Esquivel, “Para una lectura política de la Filosofía de la 5 El análisis que nos planteamos en este trabajo no fue sencillo porque el corpus teórico de Revueltas es fragmentario, reiterativo; sin embargo, la concurrencia temática desvió la atención hacia otros textos. Sus notas en Dialéctica son arpones que amplían este corpus, y nos llevan al terreno del cuento, específicamente a “Hegel y yo”, donde Revueltas reúne elementos para mostrar cómo a través del discurso literario y filosófico se genera un reflejo ontológico de la censura y el encarcelamiento como problemas capitales de la eticidad y su moralidad. La importancia de Hegel para Revueltas radica en el problema de la libertad, que su dialéctica plantea como problematización de la conciencia, buscando el grado superior de su autoconciencia como conciencia organizada. Los capítulos de esta tesis responden a los intereses teóricos de Revueltas expresados en su Dialéctica. En el primero planteo su desacuerdo con la inversión de Marx a la filosofía hegeliana que propone Althusser. En el segundo reviso su lectura sobre el método progresivo-regresivo de Sartre, y en el tercero a Kosik y Sánchez Vázquez, en relación con el desdoblamiento práctica-praxis; busco un contrapunto entre Sartre y Kosik, con el fin de postular diferencias esenciales sobre la dialéctica de la naturaleza. Por ello, el tercer capítulo traslada el problema dialéctico a la polémica entre Sartre y Garaudy, y la revisión sistemática de Alfred Schmidt en El concepto de naturaleza en Marx: si la dialéctica es una ley natural y cómo se la distingue desde Hegel, Engels y Marx desde la praxis y el análisis de la economía política. Por otra parte, El gran viraje del socialismo guarda parentesco con Revueltas en lo que Garaudy califica como revolución científica y técnica, la cibernética, para una comprensión de los Estados nucleares; el desarrollo “optimista” de Garaudy, según el praxis de Adolfo Sánchez Vázquez: Lenin vs. Althusser”, en Theoria. Revista del Colegio de Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM, núm. 26, junio de 2014, cuyo artículo retomo más adelante. 6 escritor, se confronta con las revisiones al último Revueltas de González Rojo Arthur sobre la autogestión. Las lecturas de Benjamin, Blanchot, Deleuze y Guattari han servido como instrumental crítico 11 para el análisis alegórico de “Hegel y yo”. En este sentido, la alegoría ilumina una realidad que subsiste sobre otra y cobra una significación paralela a su expresión literal, sometiéndola a un examen dialéctico que cuestiona su dimensión política. Este campo residual, el fondo que descubre lo alegórico, se sostiene sobre la misma base de planteamientos de Hegel, en el capítulo de “El espíritu” (“El espíritu verdadero. La eticidad”) y (“El espíritu cierto de sí mismo. La moralidad”) de la Fenomenología del espíritu. En este último, en palabras del propio Hegel, “para la conciencia buena la certeza de sí misma es la pura verdad inmediata”, certeza inmediata de sí que se representa con un contenido en donde reina “la arbitrariedad del singular y la contingencia de su ser natural no consciente” (Hegel 2012: 376). 12 La bisagra entre los tres primeros y el último capítulo de esta tesis radica en el problema de la praxis, en el plano de la eticidad (en donde el espíritu verdadero concibe las leyes exteriores que lo fundan: la ley humana y la ley divina) y su moralidad, cuya deformación de estas leyes orienta las contradicciones de su concepción hacia el ethos de lo político. Allí, la acción y el acontecer políticos del partido se insertan en el problema del deber y la buena conciencia, que alegoriza Revueltas en el relato, adopta sin reservas esta arbitrariedad del singular, es decir, que la subjetividad es la causa per se del ser natural no consciente en la función operativa del partido. 11 Como en el caso de Evodio Escalante (José Revueltas. Una literatura del “lado moridor”) y otros artículos que se apoyan en el arsenal metodológico de estos pensadores, encuentro posibilidades de colocar a Revueltas en estudios más atentos desde el psicoanálisis como campo afín a la teoría literaria. 12 G.W.F. Hegel, Fenomenología del espíritu, México, FCE, 2012. 7 El contenido de este deber –subraya Hegel– “es capaz de este contenido lo mismo que de aquél [la cobardía reservada o la violencia injusta]” (2012: 376) y se complementa, irreductiblemente, con la convicción del deber en sí. La existencia real de la conformidad surgida por la colisión del deber y la convicción elabora un anclaje para el saber: “es en el saber donde subsiste el deber; de otro modo, cometería la torpeza de ser inmoral” (376). Y si se agrega el poder, la sagrada trinidad de esta jerarquía es aún más indestructible. La presencia (y ausencia) de Hegel en el marxismo (primero representada por el ala opuesta que involucra la postura simplista de Althusser sobre la “inversión hegeliana” y, más adelante, por los “idealismos hegelianos” de Sartre y Garaudy, cuya base ideológica, a pesar de su disputa, sigue siendo común respecto a no superar el problema planteado por Hegel en el ámbito de la enajenación) mantiene un paralelismo conel cuento analizado que no es casual ni accidental. Se trata del juicio del criminal (en este caso, de la disidencia militante) y la universalidad del crimen, cuya afiliación, de raíz dostoievskiana, correspondería más a un guiño con Hegel que con Marx. Al regresar a la universalidad de la buena conciencia planteada por Hegel, el sí mismo de dicha buena conciencia se puede proponer como la ley en general y la inmediatez del ser para otro podría fundarse en el obrar criminal reconocido como deber: devenir esta universalidad del crimen supondría una “relación de igualdad con todas las autoconciencias” (2012: 378) que, en la ecuación revueltiana, daría como resultado que el no-reconocimiento de este obrar no implica, necesariamente, su no-realidad. Es esta realidad la que no debe ocultarse y aparece alegorizada en el hecho (el saber de sí mismo), en el crimen que se revela en el momento final de la trama del relato. Por lo anterior, sostengo un enfoque de lectura sobre “Hegel y yo”, apoyándome en la dialéctica de la experiencia carcelaria de su autor, que a partir de un ethos político que deviene 8 ontológico puede concebirse como una fábrica de depuraciones de la voluntad, el lenguaje de la convicción que da paso al reconocimiento ético de sí y la esencia de la moralidad, en donde la acción del hombre aún requiere de “la fuerza de la enajenación, la fuerza de convertirse en cosa y de soportar el ser” (Hegel 2012: 384). De aquí que la denominada por Revueltas “locura brujular del marxismo” como fenómeno político asuma el juicio moral y condenatorio de quienes viven al margen de su razón y son excluidos de su “delirio de grandeza”. O para decirlo con Lukács: 13 la tendencia a convertir la falsa conciencia en la única conciencia correcta (desde Hegel hasta Marx) le permite a Revueltas hablar de esa falsa conciencia que implica la ideologización marxista (1970: 459). Fijar, así, el problema de la conciencia organizada conducirá a revisiones que coloquen tanto a la obra como al autor en problemáticas vigentes. 13 Georg Lukács, El joven Hegel y los problemas de la sociedad capitalista, Grijalbo, Barcelona, 1970. 9 I. Entre Marx y Hegel, y el desacuerdo con Althusser Revueltas y los Manuscritos económico filosóficos de 1844 Durante su reclusión en la cárcel penitenciaria de Lecumberri, Revueltas redacta los manuscritos que derivarán en Dialéctica de la conciencia. Con el fin de darles una dirección, sus editores componen el libro como lo conocemos. De esto quedan remanentes (fragmentos, reseñas, “glosas marginales”, como las califica su autor) que me propongo examinar desde la perspectiva teórica del marxismo de la época. Dicha perspectiva tomará en cuenta la separación o rechazo del hegelianismo por ciertas corrientes marxistas, así como una terminología cuya tradición va de Hegel a Marx, y que Revueltas continúa. En la primera parte figura “Apuntes para un ensayo sobre la dialéctica de la conciencia”. La segunda, “Entre la retama y el laurel”, contiene cinco “cuadernos” con notas de textos filosóficos, apuntes y esquemas que Revueltas elaboró simultáneamente a la redacción de su ensayo; además, una aclaración sobre el orden de los borradores, su incorporación al texto definitivo y un apéndice con cinco escritos relacionados. El Cuaderno primero de esta segunda parte se titula “Acerca de la relación Marx-Hegel”. Lo precede un “Plan general de estudios” y arranca con esta nota: “Comentario al „Prefacio: hoy‟ de La revolución teórica de Marx (Althusser)”. Los textos subsecuentes dan cuenta de la relación Marx-Hegel en términos de este plan de estudios, 14 que consigna un itinerario teórico que va del desarrollo de la filosofía y la dialéctica hegelianas en Alemania y Francia a partir de 1830 (Bauer, Ruge, Feuerbach, Marx, Engels, Cornu, Mehring), hasta el momento en que “la praxis marxista se aparta de 14 José Revueltas, “Plan general de estudios” en Dialéctica de la conciencia, Era, México, 1986. 10 su deber ser, deviene hacia su proyecto, es decir hacia su intencionalidad como dirección y transformación de la historia”. Esto significa convertir la crítica filosófica en una ideología enajenada. No obstante, “Marx supera la idea absoluta de Hegel y la conciencia universal de Bruno Bauer y la izquierda hegeliana, pero no supera la enajenación, o sea no supera la utopía socialista de la libertad del ser humano” (Revueltas 1986: 86, 87). 15 En principio, no existe una tajante separación entre un joven Marx y un Marx de la madurez, y esto permite asumir la vertiente filosófica del marxismo que cuestiona esta separación. En su estudio José Revueltas: una biografía intelectual, Jorge Fuentes Morúa señala la temprana influencia de Marx en el autor de El luto humano, gracias a su incursión en el PCM a través de las Juventudes Socialistas. El libro que será referencia obligada es los Manuscritos económico filosóficos de 1844, cuya edición pionera en México, y que Revueltas consultó, se tituló Economía política y filosofía. 16 En entrevista a Rogelio Vizcaíno, Revueltas argumenta que el dogmatismo es una enfermedad política del partido; un atraso ideológico en donde los demás grupos se someten a “un síntoma de degeneración partidaria” por la “coincidencia entre organicidad y relaciones burocráticas” (citado por Fuentes Morúa 2001: 18-20). Este atraso concierne a la edición y difusión de la teoría marxista en México, en particular del marxismo-leninismo. Revueltas afirmaba que la edición de los Manuscritos correspondía a 1930; Fuentes Morúa sostiene que el texto ve la luz en otros lugares de Latinoamérica antes que en México. Desde 1958, Revueltas utiliza la traducción de Wenceslao Roces y esto subraya la importancia de los primeros escritos de Marx en su creación política y literaria (2001: 28). 17 15 Volveré a esta cuestión en las conclusiones. 16 Jorge Fuentes Morúa, José Revueltas. Una biografía intelectual, UAM/Porrúa, México, 2001. 17 Fuentes Morúa, op. cit., cap. I, “En busca de una edición perdida”. Dicho crítico advierte que su recuento se limita a presentar las ediciones de los Manuscritos… que circularon en México a partir de los años sesenta; el 11 Con anotaciones de Revueltas, Fuentes Morúa obtiene Economía política y filosofía. Relaciones de la economía política con el Estado, el derecho, la moral y la vida burguesa. La traducción corresponde a la edición alemana de S. Lanshut y J. P. Mayer, publicada en 1938, en la Editorial América, cuyo director, Roberto García Treviño, fuera vinculado con el trotskismo, pero quien no impugnara ninguna orientación política en particular (Fuentes Morúa 2001: 76, 77). 18 El supuesto atraso ideológico del marxismo y la lectura pionera de Revueltas orientan el enfoque de Fuentes Morúa hacia dos corrientes que van de 1919 a 1940: 1) la de matriz soviética que el PCM difunde entre 1919 y 1925, con Bujarin, Zinoviev, Trotsky, Lenin (lo cual explica que Marx y Engels lleguen por medio del marxismo-leninismo), y 2) la difusión bibliográfica que libreros ambulantes hacen de anarquistas rusos, italianos, franceses y españoles, además de Marx, Engels y Lenin. La confluencia de rivalidades ideológicas desde 1932 enriquece la teoría y da lugar a un acervo cultural que no debe calificarse radicalmente de “atrasado” (120, 133), 19 y solo es posible enjuiciar el marxismo gracias a un examen comparativo con otras expresiones ideológicas como el nacionalismo revolucionario, catolicismo, cultura popular, etc. (143). ¿Quiere Althusser “deshegelianizar” a Marx?que Revueltas empleara las traducciones de Roces “se hace evidente en un libro tan importante […] como es Ensayo sobre un proletariado sin cabeza. De ahí, que haya sido propuesta la revisión de las ediciones anotadas anteriormente, pues formaron parte del horizonte bibliográfico existente durante la época en la que el duranguense se esforzaba por avanzar desde el marxismo en la reflexión teórica y política sobre problemas nacionales. Este análisis muestra que la afirmación de Revueltas es insostenible y que los Manuscritos… fueron editados en otros lugares antes que en México” (28, 29). 18 Sobre la controversia entre estalinistas y trotskistas durante los 30 cfr. “Cap. I. En busca de una edición perdida” (67-137). Véase también Benita Galeana, Benita, Extemporáneos, México, 1984, y Olivia Gall, “Clave a tiempo”, en El Buscón, núm. 13, México, 1985. (Citados por J. Fuentes Morúa, 83, 84). 19 Una de las principales disputas radicaba en la interpretación que cada una de estas fuerzas elaboraba acerca de “la comprensión e interpretación de Marx-Lenin y el significado de la Revolución de Octubre”, lo que aseguraba la necesidad de elevar el nivel ideológico de los militantes comunistas (Fuentes Morúa: 2001: 141). 12 Revueltas tiene en el filósofo francés, Louis Althusser, un primer oponente teórico. Si en su plan de estudios señala que la razón dialéctica de la historia indica “la enajenación objetivada de su esencia, en los mismos términos, vistos y tomados en concreto (como filosofía de la praxis); […] lo que se pretende como el revés o la inversión de la dialéctica idealista de Hegel asume los mismos términos no invertidos en que éste los formulaba como una desobjetivación de la historia” (1986: 87), en el Cuaderno primero de Dialéctica de la conciencia: “Comentario al „Prefacio: hoy‟ de La revolución teórica de Marx (Althusser)”, Revueltas es más radical: “no existe tal „puesta en pie de Hegel‟ por Marx, ni este „corte epistemológico‟ con los escritos del 43-44” (89). A Revueltas, pues, no lo entretiene el retruécano acuciante de Althusser sobre si el “joven Marx es ya marxista”. Quisiera revisar lo que para Althusser significaría la relación Marx-Hegel y retomar el problema en donde lo suspendo. ¿Quiere Althusser deshegelianizar a Marx? ¿Cabe la pregunta? 20 Esto significa considerar si la cuestión sustenta la hipótesis althusseriana que Revueltas rechaza, pues llegar a Marx en tales términos conduciría siempre a Hegel, a pesar de la ruptura que desea Althusser. Si entre 1946-1947 Althusser, como muchos jóvenes de su generación, comienza una lectura penetrante sobre el filósofo alemán que será el umbral hacia Marx y el comunismo, su lectura no sigue la vía teórica autorizada de los círculos marxistas, sino la de Dilthey y Nohl. Esto no expresará una gran aportación porque la 20 Fuentes Morúa (cap. II, “Antropología, historia y filosofía: intereses principales”), afirma en nota al pie: “La reclusión carcelaria no doblegó el espíritu filosófico de Revueltas; así el 6 de abril de 1971 escribió sus observaciones críticas sobre las ideas de Althusser, a propósito de las obras de juventud de Marx. Conviene reconocer su perspicacia, pues se opuso a la filosofía althusseriana empeñada en deshegelianizar el pensamiento de Marx. En efecto, discrepó tajantemente del filósofo francés, explicando que para éste lo juvenil de Marx es sinónimo de hegelianismo y de lenguaje equívoco tan característico de esta filosofía. Revueltas a renglón seguido, localizó la relación entre Althusser y aspectos de cierto marxismo de los años treinta” (2001: 153). Véase también Aureliano Ortega Esquivel, “Para una lectura política de la Filosofía de la praxis de Adolfo Sánchez Vázquez: Lenin vs. Althusser”. 13 interpretación “humanista-existencialista” de los dos primeros sobre el autor de la Ciencia de la lógica es objeto de una recalcitrante cacería por parte de la ortodoxia comunista. 21 ¿Por qué Hegel transforma en Althusser la epifanía católica que concreta el sueño comunista? Se perfila un rechazo ambiguo; los comentarios sobre esta transición rozan un conflicto ideológico: el marxismo como la única filosofía posible, pues su punto de partida es el cristiano. Sin renegar de valores religiosos, el giro de Althusser hacia el PCF le brinda una axiomática propia: “El cristiano que yo era no ha renegado en nada de los „valores‟ de su cristianismo, pero ahora los vivo [cuando] antaño aspiraba a vivirlos” (citado por Benítez Martín 2007: 46). Los tres ejes de Althusser sobre Hegel (negatividad como desgarramiento, identidad entre Ser y Saber que encarnan historia y filosofía, y la denuncia del criticismo como propedéutica para el saber) se separan de Kant, reafirmando como imposible alcanzar la verdad de forma intuitiva; siempre estará “lo universal [que] es el don del rodeo”. La circularidad no tendría sentido al margen de la identidad entre lo real y lo verdadero porque esta circularidad representa la decadencia hegeliana que la admonición de Marx ante Hegel recobra e invierte. El conflicto ideológico con la temporalidad hegeliana hace que Althusser escriba en su tesis: “El problema del contenido en la filosofía de Hegel es primeramente un problema de historia”. Que “verdad y realidad son reconciliadas en la totalidad histórica que Hegel vive” denota un “tiempo apocalíptico” en donde sus “contradicciones son resueltas y los velos desgarrados” (Benítez Martín 2007: 56). Por tanto, “el cuerpo de la verdad hegeliana no es más que un cadáver en la historia que nos muestra su podredumbre como „una existencia privada del concepto‟, un contenido privado de la forma, un 21 Para una relación más detallada entre Hegel y Althusser consúltese Pedro Benítez Martín, La formación de un francotirador solitario: lecturas filosóficas de Louis Althusser (1945-1965), Prensas de la Universidad de Zaragoza, España, 2007. 14 contenido abandonado por una forma extraña” (59). De allí que Althusser ignore que este cadáver vive en la huella de su forma extraña y en el modo como construye su propia concepción de la historia, que proviene de la noción hegeliana de temporalidad. ¿Qué ocurre para que Althusser, tras validar el sistema hegeliano sostenga que la descomposición radica en no afirmar su realización en la existencia empírica? ¿Cómo consigue despojar del “reino de la Idea” el universal y constatar su no posible concreción para “tomar conciencia de la perversión del Estado hegeliano” y presumir que la podredumbre de esta historia priva al concepto de su auténtica verdad y cuál es esa verdad? Según Althusser, Hegel no puede “renunciar a su propio pensamiento y destruirlo con sus manos” (Benítez Martín 2007: 60). ¿Cómo deshegelianizar a Marx? ¿En términos del concepto de Estado, al que Marx agrega el problema de la economía política? El desencanto hegeliano, que va de la Fenomenología del espíritu a la Filosofía del derecho, constituye el principio y el fin del sueño napoleónico. El Espíritu será una fantasmagoría en cuanto este sueño no se comprende como la efectividad de la historia, y al ser negado supone la primacía de la espectralidad donde el Espíritu cubre esta ausencia. De acuerdo con Althusser, que Hegel se mantenga fiel a su propio sistema expresa su realidad trágica y su rechazo al fantasma del Espíritu. Este fantasma del idealismo, sin embargo, ronda al propio Althusser. En La revolución teórica de Marx, Althusser sostiene que en su fase de juventud la terminología de Marx es feuerbachiana: Marx escribe bajo la sombra de la dialéctica hegeliana, pero con el disfraz discursivo de Feuerbach edifica fórmulas de un humanismo idealista concerniente a la teoría de la enajenación, esto es, va de la naturaleza humana a la política concreta delos hombres. En el “Prefacio: hoy”, afirma: “La problemática hegeliana 15 inspira un texto (manuscritos del 44) que pretende la inversión del idealismo hegeliano en el seudo-materialismo de Feuerbach” (Althusser 1983: 21). 22 La “ruptura” tendría como punto de partida La ideología alemana. Marx incorpora la cuestión de la economía al problema filosófico, mientras Engels afirma la necesidad de no soltar en un vacío epistemológico dicho principio, privilegiando factores que desvíen la aportación de la nueva disciplina científica. Esta escisión contiene una matanza crítica de todas las formas de la filosofía de la conciencia y una filosofía antropológica. Sin embargo, para Althusser la filosofía marxista no debe confundir la crítica marxista de Hegel con la crítica feuerbachiana de Hegel, en la propia raíz del pensamiento de Marx. Como si Althusser quisiera purificar a Marx dispensándolo de Hegel y, por un lado, lo ubica en la discusión neohegeliana; por otro, parece disgustarle que sus escritos de juventud tengan como modelo la propia distinción que se hace con la obra de Hegel. Althusser acusa el solipsismo crítico de la teoría de las fuentes y las anticipaciones para mostrar que el sistema en los escritos del joven Marx se ciñe tanto al materialismo como al idealismo, “a condición de [que se realice] una lectura orientada”, es decir, teleológica, de estos mismos textos (Althusser 1983: 45). Puede que este sistema sea hegeliano, pero no dialéctico; es decir, plantear un sistema que relaciona elementos teóricos siempre trae a colación la dialéctica hegeliana, de manera profunda o superficial, pero no concita a la dialéctica marxista, que implica un sustrato científico; por ello, Althusser propone aplicar los principios marxistas de una teoría de la evolución ideológica. En Elementos de autocrítica, 23 Althusser recapitula las “desviaciones” de su propia “tendencia teorizante”, con la reducción de un hecho histórico para él evidente: que el 22 Louis Althusser, “Prefacio: hoy” en La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1983. 23 Louis Althusser, Elementos de autocrítica, Fontamara, Barcelona, 1974. 16 marxismo solo pudo consumarse por una ruptura radical con la ideología burguesa: la ruptura de Marx entre sus obras de juventud y las de madurez. Dicha tendencia tuvo secuelas racionalistas y especulativas que se apartaban del problema de la lucha de clases. 24 Sin embargo, Althusser mantiene la apuesta de que la ruptura “no es una invención pura y simple que deba reducirse a la nada”. Retoma el punto de partida: La ideología alemana, para la metáfora de la Apertura del Continente Historia al conocimiento científico, lo radicalmente nuevo en la teoría; redistribuye conceptos y termina sosteniendo otra forma de crítica de la economía. El funcionamiento de este nuevo dispositivo sentaría las bases de una ciencia revolucionaria que constituye la denuncia científica de errores conceptuales serios, y no la crítica filosófica que procede por inversión. Porque la inversión es una calca de la filosofía sobre el modelo de la ciencia no reconoce en la inversión un modelo situado antes para las relaciones filosóficas. En “Contradicción y sobredeterminación (Notas para una investigación)”, subraya que la sentencia de Marx sobre la dialéctica de Hegel puesta bocabajo, que es preciso invertir “para descubrir el núcleo racional encubierto en la envoltura mística” (Althusser 1983: 71), es también metafórica y, en consecuencia, se propone desanudar tal inversión retórica. Así, dedujo que el núcleo racional podría ser igual a la dialéctica y la envoltura mística a la filosofía especulativa. Extraer la dialéctica de su escoria idealista suponía tratar la inversión como “el contrario directo de la dialéctica hegeliana”, pues era imposible que la ideología hegeliana no contaminara la esencia de la dialéctica en Hegel mismo. Dicha contaminación no puede descansar sino en la ficción de una dialéctica pura, la dialéctica 24 Por otra parte, en Lenin y la filosofía, Althusser, al referir que la filosofía carece de objeto y no se explica por una simple relación con el mundo de la ciencia, traza lúcidamente, en las coordenadas de su práctica, la manifestación de una tendencia (y por ello no un “error”) que se manifiesta en un orden jerárquico en donde los términos de la dicotomía filosofía-ciencia acusan una dominación ideológica, una “instalación en el poder” que traslada un concepto dado a un terreno más amplio. Son tendencias que, necesariamente, están vinculadas con tomas de posición específicas y, en consecuencia, con conflictos de clase. 17 materialista de Marx, que pretende aplicarse a la vida en lugar de la idea. La inversión es la extracción del sentido de la dialéctica, es decir, el descortezamiento del núcleo y la inversión se producen en un mismo acto que reacciona a la forma mistificada impuesta. El mismo Engels, según Althusser, tiene este presentimiento al calificar el método de la dialéctica hegeliana de inservible. La envoltura mística no es la filosofía especulativa como concepción del mundo, como sistema, sino la forma mistificada de la dialéctica; no un elemento relativamente exterior, sino interno a la dialéctica, consustancial a ella. Althusser elabora una ágil separación en donde romper “lo enajenado” de la dialéctica es desgarrar al Espíritu fantasmagórico. Si para Althusser el concepto de enajenación que Marx adopta de Hegel pasa por Feuerbach y sigue latente en El Capital, que corresponde al Marx de la madurez, ¿significa que quiere relativizar, en la dialéctica tanto hegeliana como marxista, el problema de la enajenación? En contraste, ¿por qué esta noción es para Revueltas razón suficiente para no soportar un corte metodológico en Marx? Revueltas y el problema de la enajenación En Cuestionamientos e intenciones 25 los editores recogen un prólogo que el autor concebía como introducción a su obra teórica. La publicación nunca tuvo lugar, 26 pero en “Acerca de la relación Marx-Hegel” de Dialéctica los problemas planteados vuelven a ser blanco de sus críticas. Es preciso aplazar la discusión de Revueltas con Althusser como una cuestión asociada con un joven Marx y un Marx de la madurez, y situar aquí el problema de la enajenación. La discusión no es banal: Revueltas, al oponerse, construye a partir del Marx 25 José Revueltas, Cuestionamientos e intenciones, Era, México, 1981, pp. 135-153. 26 En las notas a la segunda parte de Cuestionamientos e intenciones se lee: “Revueltas escribió este prólogo en 1970, en la cárcel de Lecumberri. En esta época, sus familiares trataron de publicarlo en esta misma revista [La Cultura en México], la cual se negó a hacerlo por encontrarlo „muy abstracto‟” (352). 18 de juventud, específicamente los Manuscritos económico filosóficos de 1844 y La Sagrada familia, la doble visión, política y literaria, que articula su obra. ¿Qué motiva en Revueltas una relectura de Marx? Fuentes Morúa señala aspectos como 1) la huelga de los ferrocarrileros entre 1958 y 1959; 2) un proceso de crítica impulsado por Revueltas al PCM desde la célula “Carlos Marx”; 3) el ascenso revolucionario en Cuba y las expectativas que genera en Latinoamérica; 4) la difusión del pensamiento de Hegel en Europa y América Latina; 5) la difusión de la filosofía existencialista, que coincide con la acusación de Revueltas por la publicación de Los días terrenales y El cuadrante de la soledad; y 6) la publicación de los Manuscritos, que tiene una coyuntura propicia para su estudio a partir del XX Congreso del PCUS, favorecida por las investigaciones sobre la filosofía hegeliana (Fuentes Morúa 2007: 155). 27 En esta relectura, Revueltasencuentra una reivindicación de Marx que pasa por Feuerbach, quien prepara las condiciones para una antropología materialista, cuyo planteamiento sea un tránsito de la conciencia enajenada a la desenajenación. Así, retiene la concepción naturalista de Feuerbach para contraponerla a la concepción espiritualista de Hegel, y extrae tres núcleos en el tema de la enajenación: 1) Hegel y su perspectiva 27 Cfr. Jorge Fuentes Morúa, “Hacia una geografía de las pasiones. ¿Revueltas existencialista?” (cap. 3. “Un mundo enajenado”). Partiendo del estudio de Mark Poster sobre el marxismo existencial en Francia desde Sartre hasta Althusser se muestra que los Manuscritos constituyen otro de los ejes esenciales que dan vida a este marxismo. Por ello, entre las fuerzas intelectuales que concurren entonces, Poster destaca el descubrimiento de Hegel a partir de Kojève e Hyppolite, así como la difusión de Historia y conciencia de clase de Lukács (que Revueltas aún no había leído y que introduce, antes de la traducción de los Manuscritos, el problema sobre cosificación y reificación de la conciencia). En consecuencia, Poster atribuye al término “alienación” el vínculo posible entre marxismo y existencialismo. Fuentes Morúa concluye que la lectura por Revueltas de los Manuscritos, al margen de la tradición francesa, constituye un influjo filosófico propio que posee la misma raíz teórica (2007: 185-320). Habría que enfatizar más el papel de Lukács en su interpretación hegeliana de la alienación, no solo en cuanto define una noción primaria en el joven Hegel en donde “toda la naturaleza debe concebirse como enajenación del espíritu” (Lukács 1970: 97), que evoluciona teniendo a la “conciencia desgarrada” como “el producto más desarrollado de esta crisis de transición” (1970: 478), hasta ser un concepto central en la Fenomenología del espíritu, caracterizado por formas que pasan de una dialéctica objetiva a una subjetiva y en donde la pregunta del sujeto alienado dirige la pregunta hacia la conciencia de la dialéctica de la alienación. También, lo que no es menos banal, aunque sería una cuestión de orden lingüístico más atenta, la diferencia semántica entre alienación y enajenación, el uso indistinto de los términos y la posibilidad de ulteriores perspectivas que pudieran ahondar en el problema (1970: 518). 19 espiritualista, 2) Feuerbach y su visión antropocéntrica, y 3) Marx y su retorno al problema desde una perspectiva histórico social que superara el antropocentrismo feuerbachiano. De acuerdo con los apuntes de Revueltas a Economía política y filosofía, en la perspectiva espiritualista hegeliana el objeto de la conciencia no es sino la conciencia de sí objetivada y el ser humano es esta conciencia de sí. Toda alienación humana es, por ello, la alienación de la conciencia de sí. Feuerbach, al asumir la filosofía como religión puesta en pensamiento y fundar el verdadero materialismo en la ciencia real, que hace de la relación Hombre-Hombre su principio fundamental, deja en Marx un eco que resuena en Revueltas: la “mentira” de una base para las ciencias y otra para la vida. La naturaleza real del hombre está alienada en el trabajo; la industria es su “verdadera naturaleza antropológica” (Fuentes Morúa 2007: 159). Por tanto, la materialidad será la base de toda ciencia que excluya cualquier separación, pues al ser la misma historia parte real de la historia natural, de la transformación de la naturaleza en hombre, no habrá sino una ciencia (160). Estas posiciones llevan a asimilar los argumentos de Marx sobre la naturaleza enajenada en el trabajo. El lugar que este le asigna a partir de su relación con la industria tiene significado en lo propiamente histórico, y reconoce derivaciones cognoscitivas en el trabajo enajenado, en términos del lenguaje que Revueltas organiza estéticamente. La industria es la verdadera naturaleza antropológica en el sentido de que la producción de dicha naturaleza humana ha sido condición para el desarrollo del hombre, como giro de una tecnología natural que para sobrevivir ha debido modificarse; se trata de los sentidos históricamente humanos que concibe Marx. El énfasis revueltiano se ubica en las expresiones visuales de la pauperización espiritual, moral, física y corporal, dadas por las condiciones de pobreza. La naturaleza enajenada en Marx es en Revueltas una 20 concepción sobre la naturaleza humana. Por esto, se produce y reproduce a través de un proceso histórico: la apropiación de esta naturaleza, a la que se enajena mediante el trabajo. Cuando Revueltas articula una relación entre literatura y crítica al capitalismo desarrolla una relación mayor entre literatura e historia y una crítica a la barbarie y la animalización resultantes de la sociedad, así como al realismo socialista. En este sentido debe comprenderse la configuración del realismo dialéctico de Revueltas (Fuentes Morúa 2007: 166-168). El proletariado es sometido y empobrecido en todos los aspectos. Revueltas hace suya la idea de Marx sobre una “necesidad humana natural inmediata” en donde las necesidades inmediatas del hombre y sus satisfacciones son desvirtuadas por el capitalismo, que se caracteriza por un tipo de prostitución posible por el poder del dinero, el uso de la propiedad privada y la cosificación del hombre para la reproducción de la riqueza. En esta pauperización y apropiación de los cuerpos también los sentimientos se deterioran; las expresiones humanas no pueden traducirse en capital y son devaluadas. Por esto la percepción revueltiana sobre la problemática de la subjetividad expuesta en los Manuscritos permite construir, por una parte, la relación entre el lado objetivo económico y material del empobrecimiento humano por el capitalismo, y por otra el lado subjetivo pauperizado sistemáticamente por la violencia del dinero (170). En el “Prólogo” de Cuestionamientos e intenciones, Revueltas sintetiza su interés por el pensamiento marxista universal, en términos de una situación histórica, económica y política que le hace tomar conciencia de sus limitaciones teóricas. Por esta razón, se cuida de tratarse como filósofo y prefiere la acepción de “hombre de partido”; sin embargo, su activa participación dentro del movimiento que genera el debate le hace examinar su propio material teórico en su naturaleza documental, y asentar el lugar que el conjunto de sus ensayos ocupa dentro de la discusión (Revueltas 1981: 135). 21 Este movimiento y este lugar responden a las exigencias de una “situación teórica”, dice Revueltas, en el sentido en que la llama Lefebvre, es decir, la necesidad de volver al pensamiento de Marx para conocer al mundo contemporáneo dentro de la coyuntura específica de la crítica marxista, de allí que la situación teórica se asuma como la crisis del marxismo. “Crisis y crítica, la crisis indica la crítica: el marxismo se abre a la crítica”. Por tanto, Revueltas exige “un proceso de crítica desenajenante […] que comienza con su propia desenajenación”. Agrega: “una crítica que primero se sabe alienada ella misma”, que aparece escindida de “la crisis contemporánea, concentrada y totalizada, que es la historia de los partidos comunistas”, donde esta crítica debería cuestionarse en virtud de qué desarrollos y contradicciones se ha mistificado al marxismo para conocer la “especificidad originaria” de su movimiento y buscar su realización como autoconciencia, puesto que lo específico es su escisión de “la crisis general a la que pertenece” (1981: 137, 138). Sin embargo: “Ha de advertirse esta totalización y concentración de la historia, sin ninguna intencionalidad subjetiva que la induzca, pues esto equivaldría a remistificar su realidad con una doble alienación: la suya propia y la que se le añade con su atribución al carácter y naturaleza de losjefes o sus manipulaciones, que extraviaría la esencia de su problemática” (138), esto es, que la historia de los partidos no consiguiera salir del espacio opaco en que se produce la crisis contemporánea del marxismo. El movimiento de esta historia sigue una búsqueda de sí misma en donde se escinde subjetiva y objetivamente, como ideologización (la autoconciencia que se niega y es negada) y como ideología (la autoconciencia histórica comprobada). En este devenir, la autoconciencia se restituye como conciencia ideológica pura, es decir, “autoconciencia escindida” (138). Tanto las ideologías como las ideologizaciones se legitiman negando la racionalidad y el trabajo de la razón dialéctica se despliega en la actividad humana en 22 donde se enajena el movimiento, distribuido en “unidades fácticas de carácter ideológico” que denotan intereses de poder. Esta autoconciencia, al no disponer de ninguna otra realidad sino la praxis, se realiza en la autocrítica para no quedar atrapada en la naturaleza misma de su ser abstracto como ideal. La praxis, “tanto en su realidad de praxis establecida (conservadora), como en su realidad de praxis que se transforma (revolucionaria)”, necesita de la conciencia histórica, pero esta la despoja de su realidad conceptual y su autocrítica al interior de la praxis, de manera que el movimiento de esta conciencia “deviene en conciencia ideológica, y su historicidad „en sí‟ refluye a la esfera diacrónica de la actividad pura del pensamiento, es decir, a la esfera de la filosofía no-realizada” (139): A falta de una crítica de la historia de los partidos comunistas y de una ontología del partido y las formas específicas de alienación de su conciencia –tarea aún por realizarse–, la crisis del marxismo contemporáneo se expresa a través de las aperturas menos resistentes y más inmediatamente urgidas. Se despliega por ello en primer lugar sobre el campo de la estética y del arte, para extenderse después al terreno propio de la filosofía. Empero, la crítica permanece escindida en dos esferas: la del pensamiento “sin partido” (generalmente del mundo “occidental”) y la del pensamiento que proviene de la “ortodoxia” o todavía no sale de ella y la cuestiona, más o menos, de algún modo (Revueltas 1981: 141). Althusser representa el marxismo ortodoxo que rechaza Revueltas. “Toda crítica de lo sagrado y que se indica a partir de allí, como desalienación, no accede de inmediato […] a romper el cordón umbilical con que se conserva unida a su origen” (141). Lo profano sigue imbuido en lo sagrado y faltan “recursos de transparencia” para aclarar la crítica de Althusser sobre el corte epistemológico Marx-Hegel. 23 Althusser escinde la filosofía, respecto a la ciencia, en Marx, a partir de un todo ideológico de la filosofía con minúscula a lo que opone la Teoría con mayúscula, cuyo desarrollo, idéntico a ciencia, iniciaría Marx en el “corte epistemológico” que señala la ruptura con sus obras hegelianas de juventud, en particular –o sobre todo– los Manuscritos del 44. Esta operación con la que Althusser deshegeliza a Marx, le permite atribuir a los adversarios del “corte epistemológico”, una especie de intención de marxificar a Hegel, al no ver a éste en los Manuscritos del 44 (o del 43, la Crítica de la filosofía del derecho), a cambio de aislar los “elementos” materialistas del joven Marx en una retrocepción teleológica (que los “estructurara” a partir de una historia culminada, vista de adelante hacia atrás), a la búsqueda de un “Marx por entero”, con lo que se quedarían con el todo de Marx y Hegel juntos e indiscriminados (Revueltas 1981: 142). Además, Althusser alude al propósito abierto de la “filosofía de partido”: desfilosofar al marxismo. El “espíritu de aventura” que ironiza en La revolución teórica frente a quien busque responder si un pensamiento centrado en el marxismo sería idealista o materialista, es decir, “tomar en serio y profesar la filosofía de La cuestión judía o del Manuscrito del 44”, tiene una nota al pie que produce un resquemor particular: “Planteo esta pregunta a propósito de un tercero. Pero todos saben bien que se plantea a los marxistas mismos que utilizan las obras de juventud de Marx” (citado por Revueltas 1981: 142). “Él mismo, Althusser –replica Revueltas–, ya ha pasado por la experiencia de una lectura peligrosa del joven Marx”. La herejía es volver al Marx de juventud y omitir el corte epistemológico: “¿Qué pasaría si quienes consideran los Manuscritos de 1844 como integrados filosóficamente –en alguna forma– al „Marx entero‟, o mejor dicho, a la totalidad concreta del marxismo, son también marxistas, a pesar del corte epistemológico 24 de Althusser, a pesar de no pertenecer al partido, o finalmente, a pesar de haber sido expulsados de sus filas” (Revueltas 1981: 143). Althusser y la “filosofía científica de partido” fortalecen una zona de opacidad en la crisis del marxismo que debilita la posibilidad de autocrítica. Revueltas no busca “examinar los contenidos del proyecto filosófico” althusseriano, pero afirma su fin: “desideologizar” a Marx en favor de una ciencia marxista depurada de “especulaciones”. 28 Reconoce, no obstante, que el proyecto obtiene, con su solo enunciado, una gran conquista: el concepto de ideología como forma alienada de la conciencia. Por eso: …resulta tanto más curioso que sea precisamente en ese terreno, en el de la ideología y no en el campo del pensamiento filosófico, donde veamos cómo Althusser se sacude el pecaminoso polvo de la dialéctica materialista, para purificar su espíritu –vuelto de espaldas a la ciudad perversa de la crítica– con el bálsamo tranquilizante de la Religión [que] tiene un nombre: conciencia alienada de partido, la forma como deviene en ser el marxismo opaco de nuestro tiempo (Revueltas 1981: 144). El fantasma de Althusser Al examinar la relación entre Althusser y Revueltas, Bruno Bosteels y John Kraniauskas cuestionan la “inversión althusseriana”. Para Bosteels el periodo en torno al 68 en Francia y México constituye una incidencia insoslayable respecto a formular una “ontología de la 28 Vale la pena regresar a Lukács y recordar que para Hegel, en la Fenomenología, lo que importa fundamentalmente es concebir el proceso de la autoproducción humana como resultado de su propio trabajo, y aunque para Marx este movimiento mental es análogo al modelo de la economía inglesa, cuyo reflejo del problema en Hegel termina siendo un idealismo, sin embargo, él “es el único que apresa el carácter dialéctico de ese movimiento, y el único capaz de pasar así desde eso a la dialéctica en general” (El joven Hegel, 30). Véase también Adolfo Sánchez Vázquez, Filosofía de la praxis, Siglo XXI, México, 2003 (“Primera parte: Fuentes filosóficas fundamentales para el estudio de la praxis. I. La concepción de la praxis en Hegel”, 71- 102. Asimismo, valga destacar la coincidencia de algunos aspectos de Revueltas sobre la crítica a Althusser con Paul Ricoeur, Ideología y utopía, Gedisa, Barcelona, 2008. 25 actualidad”, que no es visible precisamente por descuidar el fenómeno de los movimientos estudiantiles. Al subrayar la aportación de los estudios político-culturales en las últimas décadas deplora su falta de continuidad dentro de la izquierda, caso del marxismo. Un ejemplo sería la historia del término antagonismo en el pensamiento posmarxista de Laclau y Mouffe (Bosteels 2013: 37, 38), 29 que se tendría como invención propia, ignorando su asociación con los términos hegemonía y guerra de posiciones de Gramsci (37) y cuya procedencia remite a la “contradicción antagónica” de la teoría maoísta de la revolución cultural, y a conceptos como encuentro o acontecimiento en Althusser. Siguiendo a Badiou, Bosteels emprende un “análisis del 68 como parte de una lecturametapolítica del presente”. Si conforme a la teoría marxista-leninista de la lucha de clases las masas hacen la política y el partido las organiza como clase, la pregunta será cómo organizar la política porque la clase estudiantil no es homogénea y desde los sectores de la educación y la cultura cuestiona la estructura social en donde la economía cancela la diferencia entre socialismo e imperialismo 30 mientras el partido, como vanguardia intelectual, establece alianzas con las capas progresivas de la burguesía en el poder. Revueltas es para Bosteels el mayor ideólogo de este periodo. Sus intereses teóricos por la autogestión tienen eco en el activismo espontáneo estudiantil, al grado de sustentarla como la mayor conquista teórica esencial. “Aunque el concepto […] no fue explícitamente desplegado como tal por el Movimiento” –reconoce Revueltas– ve posible superar la teoría leninista de partido, del Estado y de la dictadura del proletariado de acuerdo con la experiencia de la segunda mitad del siglo XX (citado por Bosteels 2013: 43). 29 Cfr. Bruno Bosteels, El marxismo en América latina. Nuevos caminos al comunismo, Vicepresidencia del Estado Plurinacional/ Presidencia de la Asamblea Legislativa Plurinacional, La Paz, Bolivia, 2013. 30 Volveré a este problema en el último capítulo y las conclusiones, en donde este punto de vista coincide con el de González Rojo Arthur. 26 El 68 destaca el papel decisivo de la ideología, el arte, la cultura y las prácticas de la vida cotidiana. De acuerdo con Barry Carr, en el caso de México las masas guardan cierta autonomía como fuerza política respecto a su organización partidaria en clases y la irrupción de las estrategias estudiantiles despierta interés en la izquierda de 1966 y 1975, frente a las estrategias a largo plazo que presentan partidos políticos y sindicatos nacionales (citado por Bosteels 2013: 42). 31 Arrojado a los “límites de su imaginación”, el movimiento se obliga a crear nuevas formas de hacer política. En palabras de Badiou, “su fuerza desligante” involucra lo social al arrancar de una apertura o vacío el imaginario de la sociedad: la actividad política será una desligazón incluso en el propio movimiento de masas. El esfuerzo por deconstruir el lazo, deshacer su ilusión y desplegar lo múltiple en el vacío afirma su singularidad, en cuyo nombre el acontecimiento pronuncia el vacío latente donde la política edifica su nueva ley (Bosteels 2013: 46, 47). La consolidación e impacto en el discurso filosófico y político del acontecimiento es clave en Bosteels como estudio cultural que equivale a una “rigurosa autorreflexión” sobre los efectos filosóficos del 68: ¿qué es lo que llamamos acontecimiento y cómo poder discernir las diversas formas de pensarlo? Una hipótesis es mostrar cómo Althusser, en textos póstumos sobre la crisis del marxismo, busca reconstruir “la conciencia subterránea de un materialismo aleatorio” a través del término, pero encuentra que en este proyecto de autorreflexión “la crítica de la economía política apenas sirve para fijar el posible lugar del acontecimiento como el término evanescente, o la causa ausente, en una lógica estructural de las distintas instancias de la totalidad sociohistórica” (2013: 50, 51). Desde el concepto estructuralista de “sobredeterminación”, la obra de Althusser anticipa esta filosofía del acontecimiento y, pese a aportaciones como abrir posibilidades 31 Barry Carr, La izquierda mexicana a través del siglo XX, Era, México, 1996, p. 229. 27 filosóficas de una estrategia de lectura en el síntoma de origen psicoanalítico, o la reproducción de las relaciones de producción para discernir al Estado como aparato ideológico, el pensamiento althusseriano es el talón de Aquiles del marxismo: “Al llegar a tal impasse objetivo, sin embargo, ni siquiera una crítica inmanente de la tradición marxista capta cuáles son las nuevas fuerzas subjetivas, tales como el estudiantado, capaces de abrirse paso, aunque sea brevemente, a través de esta brecha” (Bosteels 2013: 52). Para Kraniauskas el nacionalismo es un aspecto desaprovechado por Revueltas: “Aunque le preocupan las especificidades de la historia, incluso de la cuestión de la identidad cultural […] no muestra interés por el excepcionalismo ni por el nacionalismo mexicano, del cual se sirve, sintomáticamente, como base para sus reflexiones sobre la historia del país, llegando incluso a considerarlo acientífico” (Kraniauskas 2012: 130), 32 cuyo alcance sería mayor en Althusser (no obstante, admite que se trata de proyectos distintos). Más interesante resulta su aserto de que, al insistir Revueltas en la desenajenación como principal tarea revolucionaria de la emancipación humana tome como fuente a Carr: “Para finales de los [sesenta], Revueltas había abandonado el leninismo para 32 John Kraniauskas, Políticas literarias: poder y acumulación en la literatura y el cine latinoamericanos, FLACSO, México, 2012. Ya Fuentes Morúa discute que solo sea posible enjuiciar la eficacia crítica del marxismo a través de una comparación con expresiones como el nacionalismo revolucionario. Sobre este aspecto cfr. Sánchez Lopera (2016: 54). Para este crítico, aun arrastrando el legado hegeliano, los miembros de Hiperión propugnan la “filosofía de lo mexicano” siguiendo una idea de exclusión que Revueltas cuestiona en torno al mito ideológico de lo mexicano; opone el pensamiento revueltiano partiendo de una vaga afirmación de Hegel en Lecciones de historia universal: “América es el país del porvenir”. Aunque el escritor nunca sostiene un debate formal con este grupo su obra consigue gracias a su montaje cinematográfico, a decir de Sánchez Lopera, una noción de América no como discurso ni concepto, sino como imagen; en consecuencia, puede leerse como la alegoría de un porvenir que no logra expandirse abiertamente y condiciona su propia libertad. Por su lado, García de la Sienra (José Revueltas: una ontología carcelaria. Los relatos del periodo de Lecumberri, Literal Publishing, Texas, 2016) considera que una parte de la tradición al margen de Revueltas representa la desmitificación historiográfica, que implica un desmontaje del presupuesto ideológico de la nacionalidad (29). Acerca del tema véanse en particular “Posibilidades y limitaciones del mexicano” (José Revueltas, Ensayos sobre México, Era, México, 1985), y el análisis respectivo de Max Parra, “El nacionalismo y el mito de „lo mexicano‟ en Octavio Paz y José Revueltas” en Edith Negrín (comp), Nocturno en que todo se oye. José Revueltas ante la crítica, Era/Difusión Cultural UNAM, México, 1999. En mi opinión, estas disertaciones no lograron madurar teóricamente en el terreno donde el discurso literario y político venía fusionándose, es decir, que Revueltas no tuvo tiempo para poder ampliar esta perspectiva. 28 abrazar elementos de la teoría crítica marcussiana y de la Nueva Izquierda” (2012: 131). 33 No se trata de un abandono total. En “Aproximación a las últimas concepciones teórico- políticas de José Revueltas”, González Rojo Arthur precisa que el interés por la teoría y práctica de la organización de las masas surgido a partir del 68, a su pesar no representa sino un sincretismo entre el leninismo y la corriente de Rosa Luxemburgo en Alemania y Holanda. 34 En síntesis, el corte epistemológico de Althusser, según Revueltas, transparenta una realidad ideológica que sustituye la “situación teórica” de esta crisis, ocultándola y disfrazándola. Sus planteamientos son delicados por revelar una “intimidación ético ideológica” y no por la respuesta que condicionan en el contexto. Cita Revueltas: “El debate sobre las obras de juventud de Marx es, en primer lugar, un debate político.¿Es necesario volver a decir que las obras [de juventud de Marx], cuya historia escribió y cuyo sentido reveló bastante bien Mehring, han sido desenterradas por los socialdemócratas y explotadas por ellos contra las posiciones teóricas del marxismo-leninismo?” (Revueltas 1981: 145). Pero es un debate político “en el peor sentido de la palabra” porque los adversarios del corte no solo existen al margen de este, sino de la propia vida: “no son, para los pensadores ideologizados de la zona opaca” (146). Althusser no se rebaja al lenguaje estalinista de la época, pero la “situación teórica mundial” o la “crisis gnoseológica del marxismo” que pregona excluye a estos adversarios. Como se sabe, Sánchez Vázquez cuestiona el teoricismo de Althusser con mayor profusión y rechaza posturas que, de acuerdo con Aureliano Ortega Esquivel, entre la primera y la segunda edición de Filosofía de la praxis (1967 y 1980), figuran a propósito de 33 Cfr. Barry Carr, op. cit., p. 190. 34 Enrique González Rojo Arthur, Ensayo sobre las ideas políticas de José Revueltas, Editorial Domés, México, 1987. 29 su revisión al capítulo sobre Lenin y en donde incorpora nuevas revisiones al pensamiento althusseriano. La “lectura sintomal” de Ortega Esquivel sobre Sánchez Vázquez se propone mostrar que “la ausencia de Lenin en 1967 no sería sino aparente, y en la que su presencia explícita en 1980 no solamente estaría cargada de „política‟ y de intenciones críticas, sino del refrendo de reclamos teóricos y políticos” (2014: 21). 35 La respuesta no estaría solo dirigida a Althusser, sino a sus discípulos mexicanos y buscaría profundizar el debate cuando las intervenciones se acompañan de interpretaciones sobre Lenin desde Althusser, en el contexto del problema de la lucha de clases y cómo concibe este último la actividad filosófica marxista-leninista, que sería exclusivamente una práctica teórica; por ello, Althusser obvia “el énfasis que merece lo propiamente novedoso y fundacional del marxismo: el ser esencialmente una filosofía de la praxis” (25-27). En cambio, Althusser encuentra en ella “los vicios „fundamentalistas‟, „totalitarios‟, „analógicos‟ y „humanistas‟ del marxismo contemporáneo”. Al regresar a la polémica, Sánchez Vázquez replantea sus postulados, lo que importa en la medida en que Revueltas, en su comentario a Filosofía de la praxis, se refiere a la primera edición y a un problema que concierne a Lenin. La afirmación en la que repara Revueltas, sin embargo, sigue figurando en la segunda edición de dicho libro, por ello su análisis se traslada al capítulo tercero sobre el desdoblamiento de la praxis. 35 Cfr. Aureliano Ortega Esquivel, “Para una lectura política de la Filosofía de la praxis de Adolfo Sánchez Vázquez: Lenin vs. Althusser”. Si bien dicho artículo arranca con la “humorada” de Althusser: “que lo „dialéctico‟ le vino a Lenin no del estudio minucioso de la obra de Hegel, sino de una acuciante y puntual lectura del libro primero de El Capital de Marx” (2014: 20), no será sino hasta el capítulo dedicado a Sánchez Vázquez donde se retome este problema. 30 II. Desmitificar la dialéctica: militancia y paroxismo Las palabras como disparos: Revueltas y Sartre En el Cuaderno segundo: “Razón dialéctica y crítica al marxismo”, de Dialéctica de la conciencia, Revueltas discute a Sartre, particularmente “Cuestiones de método”, del tomo I: Teoría de los conjuntos prácticos de la Crítica de la razón dialéctica. Entre las huestes marxistas el filósofo francés, de acuerdo con André Gorz, 36 estaría marcado por un prejuicio de la época: ser tildado de “idealista” por no repudiar sus trabajos iniciales ni su método fenomenológico (1967: 82). Revueltas se interesa por Sartre en dos momentos particulares: cuando en 1960 el último hace un viaje a La Habana, invitado a presenciar el apogeo revolucionario, y el primero le escribe una carta a “Lunes”, suplemento literario de Revolución, periódico comunista que entonces dirigía Guillermo Cabrera Infante y que a juicio de Revueltas ha publicado un lúcido artículo de Sartre sobre la muerte de Camus. 37 En los comentarios de Revueltas, desde luego, subsiste una simpatía por el filósofo debido al proceso de satanización en que este último se vio sometido a causa de su partido, como en su momento el propio escritor con el PCM. Sin embargo, lo que en un principio importa es la segunda aproximación, esto es, la lectura que Revueltas hace de la interpretación de Gorz y Macció sobre la Crítica, entre otras, “descubrir la inteligibilidad de las estructuras prácticas y las relaciones dialécticas que unen a las diferentes formas de la multiplicidad activa” (citado por Gorz 1967: 90), 38 con el fin de rastrear las condiciones 36 André Gorz, “Sartre y Marx” en Pensamiento crítico, Habana, No. 5, junio de 1967. Disponible en: www.filosofia.org. 37 José Revueltas, “Carta a Jean Paul Sartre” en Las evocaciones requeridas, t. II, Era, México, 1987, pp. 70- 73. De acuerdo con sus editores, no hay constancia de que Sartre hubiese recibido la misiva. Sin embargo, en el esquema de sus notas, al aludir al conflicto de la desestalinización en Budapest, Revueltas elabora una crítica más seria y atenta sobre la práctica de los partidos comunistas. 38 Líneas atrás de su artículo, Gorz se formula esta cuestión: “El propósito de la empresa de Sartre, con la cual se mantiene en pie o cae, es establecer la inteligibilidad dialéctica de los procesos históricos (que no es lo mismo que el estudio de estos procesos en sí), y al mismo tiempo, aportar una reciprocidad de perspectiva que http://www.filosofia.org/ 31 bajo las cuales es posible el conocimiento de la Historia y ofrecer una revisión sistemática de la teoría marxista para definirla en términos de la experiencia y no de la conciencia. 39 Posteriormente, el duranguense se concentra en el método progresivo-regresivo y, en relación con él, problematiza cuestiones como la síntesis absolutamente negativa, el hombre como naturaleza fáctica y la noción de temporalidad sartreana de la historia, de filiación hegeliana. Esto brinda la alternativa de confrontar, adicionalmente, la dialéctica de la naturaleza y la dialéctica subjetiva que propone Revueltas. En dicha carta, el escritor mexicano aborda el tema de la desestalinización en Budapest tras la insurrección política de octubre y noviembre de 1956, y el papel de la izquierda en América respecto a su propia desestalinización. Ahora bien, en otro documento anterior, recogido en Cuestionamientos e intenciones y datado en 1957: “Carta de Budapest a los escritores comunistas”, afirma: “Las palabras son disparos”, dijo J.-P. Sartre en alguna ocasión. Este mismo J.-P. Sartre a quien tantas veces hemos atacado del modo más injusto y no hablo de las bajas calumnias ni los groseros insultos de que lo cubren los mediocres y el que, en debida aunque igualmente injusta correspondencia, nos ha lanzado también muchas e inexactas críticas. permita que se interprete al individuo como el agente alienado de la historia” (90, subrayados míos). Sobre el particular, escribe Cortés del Moral que Revueltas: “Coincide con autores como Gorz, Kojève y Sartre en cuanto a la necesidad de someter a la crítica la absolutización que entraña la concepción de la dialéctica de la naturaleza, pero advierte que es necesario realizar una desmitificación de la dialéctica que vaya más allá de esa concepción” (Los usos de la dialéctica, 91). 39 En teoría, Sartre ya se había ocupado de plantear el problema de las “estructurasformales (ontológicas) de la interioridad de la relación del para-sí con el en-sí y con el otro” en El ser y la nada, mientras que en la Crítica se proponía dar un paso adelante del cogito reflexivo, pero sin abandonarlo por completo y, más bien, “para retornar a él constantemente” (Gorz, 93). La divergencia es que para Sartre, según Gorz, el punto de retorno y de partida es siempre la conciencia como certeza apodíctica de sí misma, e interrogarse sobre si es un solipsismo, por tanto, satisface una respuesta anticipada (que la conciencia sea demostrable); por eso hay que ir a la vida, pero para Revueltas la conciencia no es solo esta certeza, sino una búsqueda autopoiética que asume desde la experiencia que no hay respuestas porque, ¿cómo puede separarse la vida de la conciencia y prever esta certeza, pretendiendo que la experiencia como refugio nos salva de la conciencia incondicional? 32 Las palabras son disparos. Sí, amigo Jean-Paul Sartre, y ahora lo estamos mirando con nuestros propios ojos (Revueltas 1981: 76). 40 La desestalinización en América no es un problema menor para Revueltas; puesto que en el marco de la ideología burguesa y capitalista los marxistas asientan el problema de la dialéctica de la naturaleza como postulado metafísico, esto supone revisar los dogmas del materialismo trascendental que Sartre se plantea discutir y que Revueltas analiza a través de Gorz y Macció, con lo que revierte la categoría de dogma contra el propio Sartre y su concepción de progresismo dialéctico. En Dialéctica de la conciencia, escribe: “Conforme a este progresismo de la dialéctica, ésta resultaría finalista y no distinta al presupuesto del hombre „esencialmente‟ bueno, o „esencialmente‟ malo […]. En el movimiento hay una ceguera fundamental y carece de toda dirección en el espacio” (1986: 104, 105). Esta idea de Revueltas se complementa con elementos de su narrativa. Por ejemplo, en “Diálogo sobre El apando” anota: “[…] que la síntesis no sea progresiva es una cosa muy importante. Los marxistas vulgares consideran que la dialéctica es progresiva, que va de lo menos a lo más, de lo atrasado a lo avanzado. Eso es falso, porque la síntesis puede ser absolutamente negativa, como en el caso de El apando”. 41 La síntesis resulta sombría, totalmente negadora porque una dicotomía (idealista o materialista) es un recurso de oportunismo. Otra nota de 1969 de Dialéctica puede ser una prodigiosa síntesis del concepto revueltiano sobre una dialéctica subjetiva: “Cuando se dice dialéctica materialista o dialéctica idealista, hablamos de una subjetividad, [esta] constituye una „lectura‟ 40 José Revueltas, “Carta de Budapest a los escritores comunistas” en Cuestionamientos e intenciones, 340- 343. Se trata del viaje que el escritor hizo un año después de los sucesos en Europa del este, y cuyo documento, que recoge sus impresiones y preocupaciones como escritor comunista, se publicó en dos entregas en La Voz de México entre el 21 y el 22 de julio de 1957. 41 Véase “Diálogo sobre El apando” en Conversaciones con José Revueltas, Era, México, 2001, p. 165. 33 incompleta de la dialéctica; son los dos modos fundamentales (hasta ahora) del método que asume esta lectura […] que se hace a su vez objetiva en la filosofía de la historia” (Revueltas 1986: 246). No importa el ropaje de esta subjetividad: si es materialista o idealista, lo esencial es que su carácter inacabado, constante e infinito, es inseparable de su método; en el instante en que dicha subjetividad objetiva la dialéctica del pensamiento atribuye las diversas metodologías que escapan de su propio seno a “una posición de distancia”, que existiría previamente y como antídoto para validar la separación, es decir, que la propiedad de estas metodologías no bastan para distinguir esta subjetividad, pues ellas también pertenecen a la dialéctica del pensamiento. Si para Hegel el espíritu subjetivo comprende los estadios de la conciencia y la autoconciencia en su tránsito hacia la razón, por lo que tienen lugar inmediatamente dentro de la conciencia individual, el movimiento expuesto (la disolución dialéctica de cada “forma de la conciencia” y su sustitución por otra superior, hundida subjetivamente en sí), resulta simplemente de la dialéctica del desarrollo de la conciencia (Lukács 1970: 460); Revueltas, entonces, condensa el vigor de su postulado en el espíritu subjetivo. Parecería así solo tomar una parcialidad de esa totalidad, mas si el fin es la razón, en consecuencia es la razón el estadio enajenado que no logra su superación (1970: 461). Esta programación de la dialéctica subjetiva se refuerza con otras consideraciones: la idea del hombre como naturaleza fáctica. Sostiene Gorz que cuando “los sustentadores de la dialéctica de la naturaleza” conceden al hombre “la privilegiada facultad de comprender la significación total de los acaecimientos de la naturaleza, al tiempo que se mantiene inmanentemente dentro de ella”, no reparan en que, al “supeditar la significación de la historia humana a la de la historia natural, la historia humana queda sujeta a una dialéctica 34 exterior a sí misma, en una forma que Marx parece rechazar cuando escribe, en los Manuscritos de 1844, que „el hombre es su propio origen‟” (Gorz 1967: 84). A esta sentencia, Revueltas agrega que el hombre “disimula, disfraza su acto de origen: lo pierde y se pierde él mismo en esta pérdida”. Su naturaleza fáctica se explica “como la naturaleza egoísta, como el yo de la naturaleza respecto a su propia totalidad antropomórfica concreta, a la que enajena (sin apropiársela, es decir sin que le pertenezca como dicha totalidad)” (1986: 105). A su vez, el hombre, en tanto ser no antropomórfico, se enajena con esta totalidad y se expresa como razón universal que no asume su naturaleza fáctica; así, su esencia enajenada inadvertida lo produce como “equivocación de la materia”, negación de la materia sin la que no puede existir ni destruirse a sí mismo. De acuerdo con Gorz, desmitificar esta dialéctica y arrebatarle su carácter metafísico implica que el hombre “pueda experimentarla en función de sí mismo y de su propia praxis”. Su inteligibilidad exige un criterio en donde ni Dios, ni la naturaleza, ni cualquier otra autoridad puedan constituir una base; el propio individuo será el soporte de su autoevidencia, lo que solo puede asimilarse en la experiencia personal (1967: 84-86). Para cumplir estas premisas es precisa la voluntad humana, 42 sin embargo, surge una duda: si la autosuficiencia descansa sobre un antropomorfismo absoluto, observa Revueltas: “¿No 42 Habría que señalar que, mientras Revueltas localiza el problema de la inteligibilidad introduciendo en el concepto histórico sartreano esta voluntad humana, entendida como la “posibilidad de los individuos unidos de „someterse a su propio poder‟ y de „hacer imposible todo lo que existe independientemente de ellos‟” (1986: 106), Sartre sostiene que: “El proyecto no debe confundirse con la voluntad, que es una entidad abstracta, aunque puede estar revestido por una forma voluntaria en ciertas circunstancias […]; no es ni una necesidad, ni una pasión, ni una voluntad, sino que nuestras necesidades, o nuestras pasiones, o el más abstracto de nuestros pensamientos participan de esta estructura: siempre están fuera de ellos mismos hacia…” (2004: 131). Pero según Revueltas “los „individuos unidos‟ van a otra parte distinta de aquello que se proponen”, revestidos de una circunstancia que para Sartre es ocasional: la aventura de la razón (sin las formas de enajenación de la historia) (106); luego, una entidad abstracta, determinada en la concreción de su práctica como necesidad, pasión o voluntad que participan de una estructura en donde son exteriores a
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