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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS La colonia española y Falange en México: una colaboración problemática, 1939-1940 TESIS que para obtener el grado de LICENCIADO EN HISTORIA presenta RODRIGO FRANCISCO MARTÍNEZ OROZCO Asesora DRA. JOSEFINA MAC GREGOR UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE INTRODUCCIÓN 3 1. LAS CIRCUNSTANCIAS Y LOS ACTORES: LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA Y LA COLONIA ESPAÑOLA EN MÉXICO 15 1.1. Radicalización y conflictividad internacional, 1917-1933 15 1.2. Objetivos de la política exterior de la Falange y del franquismo, 1934-1939 22 1.3. La colonia española de México 37 2. LA VICTORIA INMINENTE DE FRANCO: ENERO-ABRIL DE 1939 53 2.1. España y la victoria de Franco 53 2.2. México: manifestaciones de las derechas 55 2.3. La colonia española y la Falange en México 66 3. EL FRACASO DEL PROYECTO CONJUNTO, ABRIL- SEPTIEMBRE DE 1939 83 3.1. 2 de abril: el festejo en el Casino Español y el proyecto de unificación de la colonia española 83 3.2. La respuesta antifalangista 92 3.3. La “Falange no puede actuar aquí”: la autonomía de la colonia frente a la Falange 87 3.4. La llegada de los refugiados españoles 104 4. ENTRE LA GUERRA MUNDIAL Y LAS ELECCIONES EN MÉXICO 112 4.1. México y Estados Unidos frente al Eje: camino difícil hacia la colaboración 112 4.2. La Quinta Columna 118 3 4.3. La batalla por la presidencia 120 4.4. La Falange y la colonia: caminos diferentes 129 4.4.1. Neutralidad y “no beligerancia” españolas 130 4.4.2. El proyecto revitalizado para la unificación de la colonia: la Casa de España 155 EPÍLOGO CONCLUSIONES 173 181 BIBLIOGRAFÍA 186 4 INTRODUCCIÓN Con las migraciones españolas a Latinoamérica durante la segunda mitad del siglo XIX comenzó a crecer de manera importante la población hispana en México.1 De ella se desprendió una élite económica que desde el porfiriato ha estado representada principalmente por el Casino Español de México y la Sociedad Española de Beneficencia. Fundado en 1863, el Casino comenzó como un espacio de estrechamiento de las relaciones entre españoles en México, pero no fue hasta el porfiriato que sus miembros pudieron cobrar una especial importancia económica y social para así constituirse en un grupo cerrado y diferenciado del resto de los componentes de la sociedad mexicana. Durante las primeras tres décadas del siglo XX la colonia española continuó con el proceso de institucionalización, el cual se orientó más hacia la creación de centros regionales. Este fenómeno preocupó a los principales líderes hispanos en México, sobre todo a los dirigentes de los principales centros españoles, el Casino Español y la Beneficencia Española, que siempre habían buscado la unidad de la colonia. Esta élite extranjera, con intereses materiales en común, se caracterizaba por su conservadurismo y tradicionalismo, elementos ideológicos que fueron utilizados para mantenerse atados a la tierra que dejaron atrás en su búsqueda por “hacer la América”. Procuraban no involucrarse en política mexicana, o al menos no aparecer públicamente como partícipes de ésta por su carácter de extranjeros y por la amenaza constante de que les aplicaran el artículo 33 constitucional. Además, se trataba de exitosos empresarios y comerciantes que poco buscaban en la política mientras que sus negocios no se vieran afectados. Sin embargo, en el momento más crítico de la política española de la primera mitad del siglo XX, la guerra civil, se manifestaron abiertamente franquistas. Aunado a esto, las expropiaciones cardenistas y su política reformista los había tocado 1 Aproximadamente 29 500 en 1910. Sin embargo, la importancia de los españoles en México fue más de orden cualitativo (debido a su papel como empresarios y comerciantes dentro del desarrollo económico de México) que cuantitativo, pues representaban solamente el 0.2% de la población radicada en el territorio mexicano. Clara Lida, Inmigración y exilio. Reflexiones sobre el caso español, México, Siglo XXI, El Colegio de México, 1997, p. 41-55; Fernando Rosenzweig, “El desarrollo económico de México de 1877 a 1911”, en El Trimestre Económico, México, vol. 32, núm, 127(3), julio-septiembre de 1965, p. 429. 5 sensiblemente. A su declarado franquismo se sumó un anticardenismo que pocas veces pudieron manifestar públicamente. No es difícil apreciar que la colonia española formó parte de un movimiento generalizado de radicalización política propio de la convulsa década de los años treinta en todo el mundo, que generó nuevos actores políticos y radicalizó a un gran número de personas. Para el caso de los movimientos de derecha, el anticomunismo fue un componente esencial y generalizado. Las condiciones estaban dadas para que al estallar la guerra civil española, la colonia, defensora de lo tradicional, se ligara con la Falange Española y otros grupos de la derecha en México para oponerse a la república española. Fue desde esta posición abiertamente de derecha que tuvo conflictos con la política del régimen cardenista, sobre todo con las corporaciones en torno a ésta, aunque el presidente Lázaro Cárdenas mostró cierta indiferencia en torno a la antigua colonia y sus acciones políticas. Si bien durante la guerra civil española, la colonia y la Falange trabajaron de cerca haciendo propaganda franquista en México y mandando dinero a España para el bando nacionalista, la colaboración entre ambos grupos no fue fácil. La delegación de Falange en nuestro país se excedió en el festejo de la victoria franquista, celebrado el 2 de abril de 1939 en el Casino Español, lo que propició el ataque a su edificio dos días después por parte de diversos actores políticos de la izquierda y la expulsión del país de los líderes falangistas en ese mismo mes. Ante estas represalias, los dirigentes de los centros españoles se manifestaron en contra de la forma de hacer política de la Falange en México, sobre todo por medio del periódico de la colonia, el Diario Español, a cargo de Mario Fernández, director de la publicación. Se trataba de establecer una distancia prudente entre la presencia del partido franquista en México y la colonia, pues a pesar de la politización producto de la guerra civil española, los españoles en México colocaron siempre los negocios por encima de la política. Además, la introducción súbita de un elemento externo en la vida interna de la colonia, que por décadas había producido sus propios liderazgos, generó descontento entre la cúpula dirigente. 6 Desde este alejamiento relativo la colonia emprendió un ambicioso proyecto de unidad con ayuda del nacionalismo revitalizado a raíz de la victoria de Franco en España. La Casa de España en México —en oposición a la Casa de España de los refugiados— sería su nuevo punto de encuentro, proyecto que obligaría a cerrar todos los centrosregionales en pro de la tan ansiada unidad. Fue así que diversos factores generaron las condiciones de colaboración que la colonia necesitaba para emprender un proyecto de tal magnitud durante 1940: el nuevo nacionalismo, el liderazgo de Ángel Urraza2 y la marginación de los elementos falangistas más radicales. Sin embargo, el inicio de la segunda guerra mundial y la caída de Francia en el verano de 1940 propiciaron una nueva ola de intensa propaganda a favor del Eje Roma-Berlín y de Franco, que por medio del Diario Español buscó justificar el cambio franquista de la neutralidad a la no beligerancia. La diferencia con la propaganda de la guerra civil fue que la colonia y la Falange ya no aparecían colaborando públicamente, sino por caminos diferentes. El ambiente mexicano era hostil para los propósitos españoles, pues México estaba dando los primeros pasos hacia la colaboración con EUA en los planes de defensa hemisférica, el general Juan Andreu Almazán3 estaba siendo acusado de colaborar con las potencias del Eje y los rumores de la existencia de una quinta columna en México obligaron a los gobiernos de los presidentes Lázaro Cárdenas y de Franklin Delano Roosevelt a emprender una campaña en contra de la influencia de los países totalitarios en México. La colonia renunció a seguir apoyando públicamente 2 Ángel Urraza fue en esos años el líder indiscutible de la colonia. Fue fundador de la Compañía Hulera Euzkadi, presidente de la Sociedad de Beneficencia Española y miembro de diferentes centros españoles en los que formó parte de las directivas. Durante la guerra civil española fue acusado de imponer al Centro Vasco una directiva franquista y de expulsar a los republicanos de esa asociación. Además, en el mismo periodo, se reeligió como presidente de la Beneficencia Española para evitar fracturas internas de la colonia a raíz del conflicto electoral que surgió en ella. En 1940 impulsó un proyecto de unificación de la colonia en la llamada “Casa de España”, que contemplaba el cierre de todos los centros regionales para concentrarse en uno solo. Murió en 1946. Diccionario Porrúa de historia, biografía y geografía de México, 6ª ed., 4 t., México, Porrúa, 1995, p. 3643-3644. 3 Era un experimentado militar, con una larga trayectoria dentro de las diferentes facciones revolucionarias. Fue maderista, zapatista, huertista, combatió al constitucionalismo y a los sonorenses. A pesar de eso, Obregón le ofreció el armisticio. Con Pascual Ortiz Rubio fue secretario de Comunicaciones y Obras Públicas, y jefe de operaciones militares de Monterrey desde 1931. Luis Medina, Historia de la Revolución Mexicana, 1940-1952: Del cardenismo al avilacamachismo, t. 18, México, El Colegio de México, 2004, p. 99-100. 7 al Eje cuando en diciembre de 1941 envió una carta al presidente Manuel Ávila Camacho manifestando su respaldo a la política internacional del régimen, que se estaba alineando con los aliados y, sobre todo, con Estados Unidos.4 El presente estudio se centra en los años de 1939 y 1940 debido que representan una coyuntura de politización del sector dirigente de la colonia diferente a la del periodo de 1936-1939, pues es el momento de distanciamiento entre la Falange y la colonia en el contexto del inicio de la segunda guerra mundial, las victorias arrasadoras de Alemania, la entrada de Italia en la guerra, el cambio de la neutralidad a la no beligerancia de España, la caída de Francia y el inicio de la colaboración entre México y EUA. Ya existen trabajos que han tratado a profundidad la manera en que se vivió la guerra civil española en México y las relaciones con España durante los años treinta. José Antonio Matesanz, en una obra que ha sido base para muchas investigaciones posteriores, estudió la postura de México frente a la guerra civil española por medio de la batalla en los principales diarios mexicanos: El Universal y Excélsior, por el bando franquista, y El Nacional, por el bando republicano. La gran virtud de esta obra es que muestra el desarrollo día a día de la sociedad mexicana, sobre todo la urbana, en relación con el conflicto español. Se tocan puntos interesantes que esbozan algunos conflictos entre la colonia española y la Falange en México durante los años de la guerra civil, pero no fue el objetivo del autor centrar la atención en estos problemas, además de que su estudio llegó hasta mediados de 1939.5 Las relaciones entre España y México han sido también un tema recurrente para los historiadores. Hay abundancia de trabajos al respecto para diferentes periodos históricos, por lo que nombraremos solamente algunos, en particular los que han estudiado las décadas de 1930 y 1940. José Antonio Matesanz, Mario Ojeda Revah, Lorenzo Meyer, Clara Lida, Concha Pando Navarro, entre muchos 4 Carta de Julián Bayón, Ángel Urraza (et al.) al presidente Manuel Ávila Camacho, México, Distrito Federal, 12 de diciembre de 1941, Archivo General de la Nación (AGN), Ramo Presidentes, Fondo Manuel Ávila Camacho, expediente 550/44-9. 5 José Antonio Matesanz, Las raíces del exilio. México ante la guerra civil española, 1936-1939, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 1999. 8 otros que se han encargado del tema.6 El problema para los años 1939-1942 es que España no tuvo representación oficial en México, por lo que sus operaciones las hizo de manera oficiosa por medio de Augusto Ibáñez Serrano y las embajadas españolas en Estados Unidos y Guatemala. Josefina Mac Gregor estudió los españoles durante la revolución mexicana. Su obra es de especial importancia pues muestra el comportamiento político de la colonia durante tiempos de crisis e inestabilidad, e incluso muestra la radicalización de algunos de sus elementos.7 En perspectiva comparada, los últimos años del cardenismo y de la guerra civil, así como los primeros del avilacamachismo y de la segunda guerra mundial, constituyeron un periodo de profunda conflictividad, donde los fenómenos de politización alcanzaron de nueva cuenta a la colonia. Si hay un campo en el que los españoles han sido objeto de estudio es el de la historia social y demográfica. Michael Kenny hizo aportes fundamentales en este sentido al explicar el lugar que se atribuyeron los españoles en una sociedad diferente, las distintas concepciones de antiguos residentes y refugiados de la guerra civil, además de analizar fenómenos como integración, emigración, retorno, asociación, entre otros, que se enfocan principalmente en los españoles como un componente determinante de la sociedad mexicana.8 Moisés González Navarro estudió a los extranjeros en general y ayudó a poner en una perspectiva más amplia el papel de los españoles en México. Clara Lida, con múltiples publicaciones, ha hecho una contribución fundamental al estudiar las cifras de la 6 José Antonio Matesanz, “De Cárdenas a López Portillo: México ante la República Española, 1936-1977”, en Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1980, vol. 8, p. 179-231; Mario Ojeda Revah, México y la guerra civil española, Madrid, Turner, 2004 (Armas y Letras, 15); Lorenzo Meyer, El cactus y el olivo. Las relaciones México y España en el siglo XX, México, Océano, 2001; Clara Lida (comp.), México y España durante el primer franquismo, 1939-1950. Rupturas formales y relaciones oficiosas, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2001; Concha Pando Navarro, La colonia española en México, 1930-1940, Murcia, Universidad de Murcia, Facultad de Letras, 1994 (Tesis de Doctorado en Historia). 7 Josefina Mac Gregor, México y España:del Porfiriato a la Revolución, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, Secretaría de Gobernación, 1992 (Colección Sociedad); Revolución y diplomacia: México y España 1913-1917, México, Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2002 (Colección Premio Salvador Azuela). 8 Michael Kenny (et al.), Inmigrantes y refugiados españoles en México (siglo XX), México, Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia, La Casa Chata, 1979. 9 presencia hispana en nuestro país.9 Toda esta enorme producción le permitió a Dolores Pla señalar que “los títulos dedicados al exilio español representan el 30 por ciento de los materiales localizados para todos los grupos de extranjeros establecidos en México en los siglos XIX y XX y 67 por ciento del total de los dedicados a toda la emigración española durante el mismo periodo.”10 A pesar del copioso caudal de publicaciones, la colonia española pocas veces ha sido estudiada en su comportamiento político para los años que nos interesan, y mucho menos su relación con la Falange en México. Los trabajos más importantes en este sentido son los de Ricardo Pérez Montfort, quien proporciona gran cantidad de información sobre la colaboración entre la colonia y el partido franquista por medio de la revisión de los informes de la embajada republicana en México y de los datos proporcionados por los mismos representantes franquistas en América. Pero el objetivo de este autor fue estudiar el hispanismo como ideología de las derechas, no tanto la colaboración citada; no obstante, su estudio es imprescindible para conocer la presencia de la Falange en México.11 La ideología conservadora, católica y tradicionalista ha sido señalada por muchos estudiosos de los españoles en México, sin embargo, las relaciones de la colonia con la iglesia católica no han sido tratadas a profundidad para el periodo que nos ocupa, por lo que tratamos más la religiosidad de los españoles que sus ligas con la iglesia.12 Vemos pues, que todavía quedan algunos problemas por estudiar sobre este grupo tan concurrido por la historiografía. La colaboración entre la Falange y la colonia, que se ha planteado como automática debido a la afinidad ideológica y a 9 Moisés González Navarro, Los extranjeros en México y los mexicanos en el extranjero, 1821- 1970, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 3 v., 1994. Una síntesis de los diferentes trabajos de Clara Lida es Inmigración y exilio…, op. cit. 10 Dolores Pla Brugat (et al.), Extranjeros en México (1821-1990): Bibliografía, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Seminario de Inmigrantes en la Historia de México, 1993, p. 218. 11 Pérez Montfort, Hispanismo y Falange…, op. cit.; Ricardo Pérez Montfort, “La Quinta Columna y el buen vecino (Lázaro Cárdenas, la prensa norteamericana y los nazis)”, en Anuario de Historia, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, año XI, 1983, p. 115- 129; Ricardo Pérez Montfort, “La Falange Española en México (1937-1942)”, en Latinoamérica: Anuario de Estudios Latinoamericanos, México, 1989, núm. 22, p. 171-191. 12 El mismo Diario Español menciona poco a la iglesia católica. La menciona principalmente para hacer referencia a la herencia colonial española en América, sin ir mucho más lejos que eso. 10 su definición en contraposición a los exiliados, fue más problemática de lo que se ha mostrado hasta el momento. La estructura del trabajo está dividida en 4 capítulos y un epílogo. El capitulado se ha definido de acuerdo con el papel de la colonia española y de la Falange en diferentes coyunturas específicas. El primero ubica a la colonia española de los años treinta del siglo XX dentro de un panorama internacional inestable en extremo, que junto con las reformas cardenistas, la llevó a politizarse como nunca antes. El segundo refiere el papel de la Falange y la colonia en la órbita de la guerra civil española. El tercero hace lo mismo, pero durante el final de la guerra civil y mediados de 1939, en un contexto mexicano lleno de protestas, movilizaciones, expulsiones de falangistas y llegada de refugiados. El cuarto centra su atención en una coyuntura internacional de la segunda guerra mundial, que incluye los intereses estadounidenses en América Latina, las negociaciones franquistas con el Eje para su posible entrada en la guerra, la instrumentalización de las ambiciones imperiales españolas en la zona por medio del Consejo de la Hispanidad, y la revitalización del proyecto de unidad de la colonia en México. Aunque el presente trabajo se centra en los años de 1939 y 1940, optamos por un epílogo para abarcar los años de 1941 y 1942 debido a que terminar el estudio estrictamente en 1940 hubiera impedido observar la conclusión del ciclo de mayor actividad falangista en México, comenzado en 1937 y terminado en 1942. Con base en esta organización, la hipótesis es la siguiente: la colaboración entre la colonia española y la Falange en México, en busca de cumplir los objetivos de la política exterior imperial de la España franquista fue muy problemática debido a la influencia de factores de diversa índole: el gobierno franquista sostuvo una actitud triunfalista a causa de la victoria en la guerra civil y los triunfos del Eje durante los primeros años de la guerra, justo en el momento en que Cárdenas afirmaba la soberanía nacional por medio de la expropiación petrolera y la defensa de los débiles en los foros internacionales, aunado a que México se estaba alineando con la política estadounidense de seguridad continental en contra del Eje. Todo esto significaba una amenaza para los 11 españoles residentes en México que ya habían sufrido expulsiones en 1936 y 1939. Sin embargo, lo más importante fue la diferencia de intereses entre la Falange y la colonia, unos políticos y otros económicos, que llevaron a ésta a priorizar los negocios sobre la política, al mismo tiempo que aprovechó la revitalización del nacionalismo español para emprender el tan ansiado proyecto de unidad sin tener que ceder al partido franquista el liderazgo de la colectividad española en México. Para esto me he planteado los siguientes objetivos: Conocer el comportamiento político del grupo dirigente de la colonia española y su relación con el régimen franquista, en especial con la Falange en México, en las diferentes coyunturas nacionales e internacionales de 1939 a 1942. Señalar los conflictos que surgieron entre la Falange y la colonia a raíz de la llegada de aquélla, la ambiciosa política exterior franquista, la divergencia de intereses de ambos grupos y lo desfavorable de los panoramas internacional, continental y nacional. Analizar el impulso que el nacionalismo falangista le dio a la colonia española al finalizar la guerra civil y su influencia en la elaboración del proyecto de unidad de la colonia bajo el liderazgo de Ángel Urraza. Demostrar que el carácter de empresarios extranjeros llevó a este grupo de élite a privilegiar siempre los negocios por encima de la política, a pesar de la intensa coyuntura de radicalización política de la época. Debido a las características de este trabajo, recurrí a una extensa bibliografía que me ayudara a cubrir lo limitado de las fuentes primarias españolas y extranjeras accesibles desde México. Es por esto que los trabajos ya referidos de Concha Pando, María Emilia Paz, Verena Radkau, José Antonio Matesanz y Ricardo Pérez Montfort, que cuentan con numerosas y acertadas referencias a los archivos tanto europeos como estadounidenses, fueron de vital importancia. Las fuentes primarias en las que se basa este estudio provienen del Archivo General de la Nación, pues el régimen cardenista tenía a los españolesbajo una celosa vigilancia. Además utilizamos como fuente principal el Diario Español, periódico de Braulio Suárez y Mario Fernández, fundado en 1935 y que se erigió 12 como la publicación más representativa del sector dirigente de la colonia en aquellos años. Se publicaba tres veces por semana y en él, sobre todo a partir de 1937, confluían las opiniones de la colonia, la publicidad de sus negocios, la propaganda falangista y nacionalsocialista, entre otras cosas que volvieron al periódico un punto de encuentro y desencuentro entre estos componentes, así como en un espacio de discusión y difusión de sus intereses. Hasta el momento, no contamos con un estudio sobre la colonia por medio de este periódico. El presente trabajo puede ser un aporte a la historiografía sobre los españoles en México al centrar su atención en el comportamiento político del sector dirigente de la colonia en relación con la Falange en México, que ha sido poco estudiado para los años treinta del siglo XX. Al observar esta relación es posible reconocer cómo los intereses tanto de la colonia como de la Falange estuvieron determinados por circunstancias nacionales e internacionales que volvieron muy problemático el acercamiento político entre ambos grupos. Estos encuentros y desencuentros fueron analizados, sobre todo, por medio del Diario Español, publicación en donde la labor propagandística de la Falange penetró considerablemente. El Diario Español no ha sido estudiado hasta el momento, a pesar de que se publicó durante casi cuatro décadas, fenómeno poco común en la prensa hispana en México, que en general se caracterizó por la muy corta duración de sus publicaciones.13 Como se verá en el texto, especial deuda tengo con los trabajos de José Antonio Matesanz y de Ricardo Pérez Montfort. En su estudio sobre la batalla en la prensa mexicana por la guerra civil española, Matesanz va mostrando día a día, detalladamente, cómo se mueven diversos intereses, grupos, ideas y personas en torno al problema español. Nos introduce de tal manera en la vida mexicana de aquellos años y, sobre todo, presenta a unos grupos de derecha muy reducidos, pero bastante notorios, que en los años finales del cardenismo encabezaron una ola de protestas que se expresó casi a diario en las calles de la ciudad de México. 13 Club España, Periodismo hispánico en México: premios Club España de periodismo, 1953-1959, México, Ediciones Club España, Impresiones Modernas, 1959; Pablo Mora y Ángel Miquel (comps. y eds.), Españoles en el periodismo mexicano: siglos XIX y XX, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Bibliográficas, Biblioteca Nacional de México, Hemeroteca Nacional de México, Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2008. 13 A raíz de esta lectura surgió la pregunta ¿por qué la colonia española no pudo sumarse a estos movimientos con los que guardaba una afinidad ideológica innegable? Por su parte, Ricardo Pérez Montfort, en una labor monumental, supo captar la influencia del hispanismo tanto en la prensa mexicana, como española y extranjera durante tres décadas (1920-1950, aproximadamente). Su exploración exhaustiva de los archivos españoles, sobre todo del Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, brinda una cantidad enorme de información sobre las acciones de la Falange en México y sobre la colonia española. Sin sus estudios mi trabajo hubiera resultado imposible de realizar. Es por esto que han sido citados abundantemente para esta tesis. Si el propósito de estos dos autores fue impulsar la creación de nuevos trabajos de historia, en este caso se ha cumplido con creces. Merecen un caluroso agradecimiento quienes me acompañaron a lo largo de la elaboración del presente estudio y que influyeron decisivamente en mi formación: Martín Ríos Saloma, Bernardo Ibarrola, Georgette José, Cristina Gómez Álvarez, Alfredo Ávila, Iván Valdez Bubnov, Carmen Yuste, Mario Ojeda Revah, Rebeca Villalobos, Rodrigo Díaz Maldonado, Antonia Pi Suñer y Enrique Rajchenberg. De manera especial agradezco a Josefina Mac Gregor, mi directora de tesis, que con un profundo sentido de compromiso con su quehacer académico me ha guiado desde mi primera semana en la Facultad de Filosofía y Letras hasta la conclusión de mi proceso como estudiante de licenciatura. Este trabajo no habría sido posible sin sus críticas, sus lecturas atentas de las diferentes versiones del presente texto y su disposición a colaborar con el desarrollo de los estudiantes. También agradezco a mis sinodales, los doctores Antonia Pi Suñer, Georgette José, María Dolores Lorenzo y Ricardo Pérez Monrfort por sus críticas y sugerencias que ayudaron a mejorar mi tesis. Las carencias de este trabajo no son atribuibles a ninguno de ellos. Al doctor Tomás Pérez Vejo por la oportunidad de trabajar con él y por sus enriquecedores comentarios y conversaciones en torno a los españoles en 14 México, un tema en el que es un reconocido especialista: muchas gracias. De igual manera a Daniel Castillo Santander por invitarme a su equipo de trabajo. A mis amigos de la ciudad de México, Miguel, Luis Romario, César, Yair, Agnes, Tania, Moisés, Francisco, Omar y Jediael, que me han facilitado la asimilación a un entorno urbano totalmente diferente al que dejé en el 2007: muchísimas gracias. A la pequeña familia que me acogió en su seno desde entonces y que se preocupó siempre por brindarme las condiciones óptimas de estudio, a la señora Judith, a Héctor y a Gilberto, gracias también. A Brenda y a Citlalli, mis hermanas y compañeras de casa por ya varios años, gracias por compartir todo conmigo. A Alfredo y Ángel por su amistad y por los ratos tan agradables, como necesarios, fuera de toda preocupación académica. Por último, a la gente de la única patria que considero mía: a mi familia grande, la de mis amigos colimenses Polo, Javier, Mendo, Barrera, César, Carlos, Jesús, José, Gerardo, Oseguera, Carolina, Andrea, Cinthia, Mireya, Luis Ángel, Patricia, Karen, Paulina, y seguramente faltarán algunos más. A mi padre, a mi madre y a mi hermano por su apoyo incondicional a pesar de las adversidades, por mi formación, por su cariño y por todo lo que viene. 15 1. LAS CIRCUNSTANCIAS Y LOS ACTORES: LA POLÍTICA EXTERIOR ESPAÑOLA Y LA COLONIA ESPAÑOLA EN MÉXICO 1.1. RADICALIZACIÓN Y CONFLICTIVIDAD POLÍTICA INTERNACIONAL, 1917-1933 La primera guerra mundial generó dos fenómenos políticamente antagónicos que se encontraron, cruzaron y enfrentaron desde finales de ésta, pero sobre todo de 1933 a 1945: el comunismo soviético y el fascismo, éste principalmente en su vertiente más radical representada por el nacionalsocialismo alemán. Detrás de ellos, muchos grupos alrededor del mundo se inclinaron por uno u otro bando, desarrollaron movimientos y regímenes similares, o rechazaron a ambos, pero muy pocos fueron indiferentes. Por otro lado, la misma guerra había involucrado y movilizado a la gran mayoría de la población en los países beligerantes. Además de los intensos esfuerzos industriales para suministrar recursos para el conflicto, las características del combate cambiaron radicalmente. En primer lugar, el grado de destructividad mostrado en la llamada “gran guerra” no tenía parangón. Eric Hobsbawm califica al “frente occidental” como “la maquinaria más mortífera que había conocido hasta entonces la historia del arte de la guerra.” Como muestra de ello, basta señalar los meses de febrero a junio de 1916, cuando los alemanes intentaron superar la línea defensiva en Verdún. En la batalla se enfrentaron 2 millones de hombres y hubo un millón de bajas.14 Los conflictos armados internacionales del siglo XIX se libraban entre militares y la población civil no solía ser blanco de los ejércitos en pugna.Sin embargo, al alargarse los enfrentamientos que marcaron el inicio del siglo XX, los beligerantes se vieron involucrados en una guerra de desgaste. Inglaterra impuso un bloqueo marítimo a Alemania, y ésta hizo lo propio con Rusia. Generar el hambre en la población civil enemiga formó parte fundamental de la estrategia bélica. 14 Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, 1914-1991, 7ª ed., trad. Juan Faci, Jordi Ainaud y Carmen Castells, Barcelona, Crítica, 2004. p. 33. 16 A raíz de la extrema violencia experimentada, en los combatientes y también en la población civil creció un profundo desprecio hacia la guerra. Pero “algunos veteranos que habían vivido la experiencia de la muerte y el valor sin rebelarse contra la guerra desarrollaron un sentimiento indomable de superioridad, especialmente con respecto a las mujeres y a los que no habían luchado, que definiría los grupos ultraderechistas de posguerra.” Toda la población pues, desde los civiles hasta los militares, se vio involucrada en la dinámica violenta de la segunda década del siglo XX. “La experiencia contribuyó a brutalizar la guerra y la política, pues si en la guerra no importaban la pérdida de vidas humanas y otros costes, ¿por qué debían importar en la política?”15 Otro grupo aprovechó la coyuntura para realizar un proyecto único y definitorio del siglo. Los bolcheviques tomaron el poder en Rusia, apoyados en un principio por Alemania, que buscaba fomentar rebeliones internas en los países enemigos. La victoria bolchevique fue recibida de muy distintas maneras, desde los que veían la reivindicación total del proletariado internacional y el inicio de una nueva era de hombres libres e iguales, hasta los que acusaban a la Rusia soviética de ser el centro de la barbarie y la destrucción. En el caso de los detractores de la revolución rusa, las opiniones relativas a la existencia de una conspiración internacional surgieron a los pocos meses de iniciada la revolución. Retomando ideas decimonónicas tradicionalistas y conservadoras, Winston Churchill escribió: Este movimiento no es nuevo entre los judíos. Desde los días de Spartakus Weishaupt hasta los de Karl Marx y Trotski (Rusia), Bela Kun (Hungría), Rosa Luxemburgo (Alemania) y Emma Goldman (Estados Unidos), está tomando fuerza la conspiración mundial apuntada a destruir la civilización y restructurar la sociedad a partir de un desarrollo frenado, rivalidad envidiosa y una igualdad imposible […] [Este movimiento] fue el móvil que impulsó a todas las corrientes subversivas del siglo XIX, y ahora la misma banda de personajes extraordinarios salida del inframundo de las grandes ciudades de Europa y Estados Unidos ha agarrado del cuello al pueblo ruso y prácticamente se ha convertido en el amo indiscutible de un inmenso reino.16 15 Ibid, p. 34. 16 Citado en Ernst Nolte, La guerra civil europea, 1917-1945, Nacionalsocialismo y bolchevismo, 5ª ed., trad. Sergio Monsalvo Castañeda, Julio Colón Gómez y Adriana Santoveña Rodríguez, México, Fondo de Cultura Económica, 2001.p. 131. 17 Churchill refirió una de las acusaciones más comunes entre el amplísimo espectro político anticomunista del periodo de entreguerras: los dirigentes comunistas judíos manipulan a las masas con el objetivo destruir la civilización occidental. Esta opinión se volvió predominante entre los derechistas radicales sobre todo a partir de la llegada de Hitler al poder en 1933, incluidos los de España y, en menor medida, los de México. “Desde 1917 existió, por lo tanto, un Estado y desde 1919 un partido internacional que en todas partes llamaba al ‘levantamiento armado’ y, por ende, a la guerra civil mundial.”17 El carácter destructivo atribuido a la toma de poder bolchevique y a la consolidación de su sistema se basaba, en muchos casos, en declaraciones de los mismos bolcheviques. La voluntad de exterminar a los burgueses era expresada abiertamente. Las declaraciones de Grígori Zinóviev— uno de los principales líderes de la revolución, después integrante de la Troika que se opuso al trostkismo para apoyar a Stalin, aunque paradójicamente, como muchos más, terminó asesinado por éste— son representativas de esta tendencia. Pronunció un discurso al respecto en septiembre de 1918, durante una asamblea del partido en Petrogrado: “De los cien millones con que cuenta la población de la Rusia Soviética, debemos ganar a noventa para nuestra causa. En cuando a los demás, no tenemos nada de qué hablar; hay que exterminarlos.”18 La “gran purga” de Stalin implicó otro gran revés para la imagen soviética en el exterior. Además de los millones que realizaban trabajo forzado en los grandes complejos industriales rusos, los mismos hombres que habían colaborado incluso en la guerra civil española, como Antonov-Ovseyenko —conocido en la Unión Soviética como el conquistador del Palacio de Invierno—, fueron víctimas de la purga stalinista. “El mundo no cobró conciencia de que algo monstruoso estaba ocurriendo en la Unión Soviética hasta el 11 de junio de 1937, cuando se reveló que varios de los más altos comandantes del Ejército Rojo habían sido detenidos como sospechosos de alta traición”.19 17 Ibid, p. 35. 18 Ibid, p. 91. 19 Ibid, p. 268-269. 18 La paz de 1918-1939 fue todo menos eso. En diferentes zonas del mundo reinaba una inestabilidad política que en algunos casos tomó el carácter de guerra civil. En la Rusia soviética fue necesaria una guerra interna para comenzar el proceso de consolidación de la revolución. Italia fue escenario de una confrontación entre comunistas y el gobierno, pero nunca tomó las características de un conflicto nacional. Los fascistas italianos aprovecharon la oportunidad ante la debilidad de sus dos enemigos. “Por ello se ha afirmado con frecuencia que el partido fascista entró en liza tardíamente y debe considerarse como una especie de parásito que asestó una patada innecesaria a la revolución ya vencida, para luego arrojar de la arena política a su propio huésped, el sistema.” La crisis de 1929 intensificó la inestabilidad. En Alemania, una quinta parte de los electores alemanes se identificaba con la Unión Soviética. Un tercio apoyaba abiertamente al partido de Hitler. El nivel de conflictividad creció de tal manera que en las calles había disturbios graves y constantes. Se habló muchas veces de la cercanía de una guerra civil alemana. El advenimiento del NSDAP [el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán] constituyó un proceso en cuyo transcurso el poder estatal y un gigantesco partido derrotaron a su enemigo principal de una manera muy propia de una guerra civil, y obligaron a sus demás adversarios a capitular. Cabe dudar que en este caso, como en Italia, sólo se haya tratado de la aparatosa usurpación de una victoria ya lograda. Como quiera que sea, desde ese momento se hizo probable que una nueva era estuviese arrancando definitivamente para Europa. De acuerdo con su factor más nuevo y de ahí en adelante decisivo, debe denominarse la era del fascismo, y precisamente por eso fue la era de la guerra civil europea.20 No solamente en Occidente surgían agudos y profundos enfrentamientos. En China, el partido nacionalista, el Kumointang, liderado por Sun Yat-sen, se alió con el Partido Comunista Chino —que desde 1920 había recibido la asesoría de Voitinsky, delegado de la Komintern—, de Chen Duxui, en 1924.21 Hasta 1927, nacionalistas y comunistas actuaron juntos en el llamado “frente unido” en busca de reunificar China y eliminar a los jefes regionales, los militaristas del norte, que habían dividido el territorio y generado lealtades propias. 20 Ibid, p. 37. 21 Harriet Evans, Historia de China desde 1800, trad, MarielÁlvarez y Carmen Chuaqui, México, El Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África, 1989, p. 272-274. 19 La alianza no duró mucho y desde 1925 las secciones anticomunistas del Kuomintang acordaron la exclusión de sus enemigos. Frente a la formación de gobiernos populares en las zonas de dominio comunista, Chiang Kai-shek, nuevo líder de los nacionalistas, lanzó ataques contra las milicias sindicales en abril de 1927.22 Emprendió una cacería de comunistas, que se establecieron en la zona montañosa de las provincias de Jiangxi y Fujian, el llamado “sóviet de Jiangxi”. El ataque de los nacionalistas era inminente y fue entonces que comenzó la Gran Marcha al norte en 1934, donde el Ejército Rojo anduvo a pie alrededor 10,000 kilómetros en poco más de un año.23 España también fue escenario de transformaciones internas, reflejo de una época de inestabilidad generalizada, que, sin embargo, fueron causadas por circunstancias españolas en su mayoría. Al caer la dictadura de Miguel Primo de Rivera, España adoptó el régimen republican: el 14 de abril de 1931 fue establecida la segunda república española. El primer gobierno republicano (1931- 1933) se propuso enfrentar los que consideró los principales problemas españoles: el agrario, el militar, el religioso y el regional.24 Las principales centrales obreras, enormes, fuertes y combativas, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y la Unión General de Trabajadores (UGT),25 colaboraron con el nuevo régimen español. Sin embargo, al poco tiempo fue evidente que su alianza con la democracia burguesa, aunque profundamente reformista e izquierdista, no duraría mucho. Ante las fallas técnicas y la lentitud de la aplicación de las reformas, sobre todo las relativas al reparto agrario, las izquierdas más radicales le retiraron su apoyo. Al mismo tiempo, amplios sectores conservadores, desde los latifundistas hasta la Iglesia católica, vieron atacados sus privilegios y sus posiciones dentro de la sociedad española. Además, Manuel Azaña, presidente de gobierno y principal 22 Ibid, p. 287. 23 Ibid, p. 310-316. 24 Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox, España: 1808-1996. El desafío de la modernidad, Madrid, Espasa Calpe, 1997, p. 254. 25 En 1930 la CNT contaba con aproximadamente un millón de afiliados, 13% de la mano de obra, lo mismo que UGT. Michael Mann, “La familia española de autoritarios”, en Michael Mann, Fascistas, trad. Juan Pérez Moreno, Valencia, Publicaciones de la Universitat de València, 2006, p. 331. 20 actor de las diferentes fuerzas republicanas, había emprendido una reforma del Ejército, que redujo el número de jefes y oficiales, eliminó algunos regimientos, cerró la Academia General Militar de Zaragoza, entre otras medidas que afectaron a ciertos sectores militares.26 Fue generado pues, otro foco de descontento, que junto con la Iglesia, sería el más importante de todos, y para agosto de 1932 respondió con un intento fallido de golpe de Estado a cargo del general José Sanjurjo. Como reacción a las políticas reformistas del primer gobierno los diferentes grupos españoles de derecha se organizaron en torno a la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), creada en marzo de 1933 y liderada por José María Gil-Robles. Reunía diferentes agrupaciones católicas nacionales, a los carlistas y a otras organizaciones regionales. Esta alianza fue efectiva y las derechas triunfaron en las elecciones de noviembre de ese mismo año. Comenzó así el bienio radical-cedista, o “bienio negro”, que detuvo la gran mayoría de las reformas azañistas.27 Para 1933 el panorama mundial había cambiado profundamente. Engelbert Dollfuss ya tenía casi un año como dictador de Austria cuando Hitler llegó al poder en Alemania el 30 de enero. Mientras que Mussolini tardó 7 años en forjar un régimen plenamente totalitario, a Hitler le tomó solamente 10 meses.28 El ascenso del partido nacionalsocialista alemán en 1933 fue mucho más significativo y preocupante que la del fascismo italiano en 1922.29 La amenaza del fascismo a nivel internacional y la victoria de la CEDA en España en 1933, mostraron a los partidos y organizaciones españolas de izquierda la necesidad de adoptar la 26 Fusi y Palafox, España: 1808-1996…, op. cit., p. 257. 27 Ibid, p. 262-263. 28 Ernst Nolte, El fascismo en su época. Action Française, fascismo, nacionalsocialismo, trad. María Rosa Borràs, Barcelona, Península, 1967, p. 397. 29 “Con todo, a fines de la década de los veinte estaba muy difundida la opinión de que las dos naciones ideológicas [la Unión soviética e Italia] eran estados marginales, con una fuerza de producción y un dinamismo efectivo muy inferiores a los de las grandes potencias centrales de Europa –Inglaterra, Francia y Alemania–, y unos partidos internacionales reunidos en sectas sin importancia […] En 1929, el viajero europeo no se halló en ninguna parte enfrentado a condiciones propias de una guerra civil; sólo en la Unión Soviética y en Italia se encontraba con regímenes unipartidistas que habían eliminado a todos sus adversarios por medio de una guerra civil, aunque en formas muy distintas entre sí.” Nolte, La guerra civil europea…, op. cit., p. 37. 21 estrategia del Frente Popular,30 según las directrices de Moscú, que los llevó a la victoria en las elecciones de febrero de 1936.31 La guerra civil estalló el 18 de julio de 1936. Este conflicto mostró el alto grado de conflictividad que dividía profundamente a la sociedad española. El gobierno republicano, asediado por los militares rebeles, que recibieron apoyo de Alemania e Italia, tuvo que enfrentar a su vez la desorganización interna producto de las izquierdas antidemocráticas. Éstas aprovecharon la coyuntura para comenzar la revolución. En las zonas donde el levantamiento militar fracasó, las masas salieron a las calles y exigieron armas al gobierno con un ímpetu revolucionario desbordado. Muchas iglesias fueron quemadas, empresarios y curas fueron atacados, expulsados o asesinados; se instalaron cooperativas y comenzó la organización de la defensa. El control de este entusiasmo revolucionario resultó difícil, y mostró la distancia existente entre las bases y los dirigentes de las izquierdas revolucionarias. Dos son los aspectos a destacar en tan terrible episodio. En primer lugar, que fue denunciado por los dirigentes o portavoces de la izquierda revolucionaria española, a pesar de que eran virulentamente anticlericales, incluso por los anarquistas, cuyo odio hacia los sacerdotes era notorio. En segundo lugar, para quienes lo perpetraron, y para muchos de cuantos lo contemplaron, la revolución significaba eso, esto es, la transformación radical del orden de la sociedad y de sus valores, no sólo por un momento simbólico, sino para siempre.32 La respuesta internacional fijó inmediatamente su atención en el conflicto español, y la toma de posiciones incluía necesariamente una referencia a la revolución como construcción y redención, o como destrucción e injerencia soviética. “En todo el mundo, la izquierda percibía la liberación y la alegría, el nuevo comienzo y el entusiasmo de las masas; la derecha de todas partes contemplaba con horror los asesinatos, el desorden y la expropiación, y enseguida empezó a hablar de 30 La estrategia del Frente Popular fue propuesta por el líder comunista búlgaro Georgi Dimitrov, durante el VII Congreso de la Internacional Comunista. Se trataba de la unión de partidos políticos y otro tipo de organizaciones progresistas con las fuerzas socialistas y obreras para hacer frente a la amenaza creciente del fascismo en el mundo. 31 Fusi y Palafox, España: 1808-1996…, op. cit., p. 266-267. 32 Hobsbawm, Historia del siglo XX…, op. cit., p. 84. 22bolchevismo español […] La opinión pública se polarizó aún más que durante la Guerra Civil rusa.”33 The New York Times expresó en agosto de 1936, el temor hacia la victoria republicana, pues, de acuerdo con este periódico, era muy probable que el comunismo se adueñara del poder. En Gran Bretaña los elementos conservadores en parlamento manifestaron su indignación cuando buques de la armada española arrojaron a sus oficiales por la borda, de la misma manera que en la película El acorazado Potemkin.34 El miedo a la injerencia en la vida nacional de un Estado soberano por parte de un poder internacional sanguinario y destructor estaba plenamente generalizado. El nacionalismo, que para entonces ya había adoptado tintes más combativos y agresivos, incluso entre los diferentes sectores tradicionales, se radicalizó todavía más. A nivel internacional se tomó partido por alguno de los bandos en pugna de la guerra civil española. En México ocurrió ese mismo fenómeno, aunque quedó restringido al ámbito urbano, a la población que leía periódicos y a las masas insertadas en los grandes movimientos obrero y sinarquista. La simpatía por el bando rebelde español penetró más directamente donde las reformas cardenistas y su orientación izquierdista ya habían generado diversos grupos pequeños de oposición, es decir, en aquellas agrupaciones orientadas principalmente hacia el nacionalismo de derecha. Esta situación se volvió más intensa cuando la guerra civil española se encontró directamente con el régimen mexicano: Cárdenas, junto con la Unión Soviética, estaba apoyando abiertamente a la república española con material de guerra, además de respaldarla y defenderla políticamente en escenarios internacionales como la Sociedad de Naciones, y desde 1939 Cárdenas manifestó su disposición de recibir, en carácter de refugiados, a aquellos. 33 Nolte, La guerra civil europea…, op. cit., p. 258. Cursivas mías. 34 Nolte, La guerra civil europea…, op. cit., p. 258. 23 1.2. LOS OBJETIVOS DE LA POLÍTICA EXTERIOR DE LA FALANGE Y DEL FRANQUISMO, 1934- 1939 Desde el siglo XVIII, y posiblemente desde antes, la monarquía española experimentó un proceso de desgaste, constante e ininterrumpido, como potencia imperial, proceso que concluyó durante el siglo XIX. Después de las independencias latinoamericanas, solamente conservaba las posesiones de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La situación preocupaba bastante y se vio reflejada en su política exterior hacia América. Los objetivos eran claros: “lograr la unificación de las repúblicas hispanoamericanas, defender el hispanismo y elegir a México como punta de lanza de esta campaña.” Fue así que en 1860, Joaquín Francisco Pacheco, representante español en México, recibió órdenes de "ponerse a la cabeza de la raza española en América para bien o para mal”, procurando hacer entender a los americanos que la madre patria no deseaba de sus antiguas colonias “ni soberanía ni aún protectorado”, sino una tutela moral y espiritual. La amenaza de Estados Unidos como potencia regional en pleno crecimiento —acababa de librar una guerra precisamente contra México— implicó pensar en nuestro país como bastión para defender las posesiones españolas, pues la raza latina y su profundo catolicismo podrían servir de muro de contención frente al avance de la raza anglosajona y el protestantismo. Las instrucciones que recibió el ministro español calificaban la ambición norteamericana como una “aspiración sin derecho e insensata.” España ofrecía a sus antiguas colonias, “por un hecho natural”, su ayuda y colaboración en dicha misión.35 Parte de la estrategia incluía el desarrollo de prensa hispanista que, por lo tanto, necesitaba de la colaboración de la élite de la colonia española en México, pues algunos de ellos estaban bien relacionados con los representantes diplomáticos y tenían los recursos suficientes para ello. Los objetivos de la 35 Romana Falcón, Las rasgaduras de las descolonización: españoles y mexicanos a mediados del siglo XIX, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 1996, p. 27, citado en Verónica Nélida Ordóñez Gómez, Crisol de fantasías: ideología en los centros y asociaciones de la colonia española de México, 1901-1928, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2010 (Tesis de Maestría en Historia), p. 88. 24 campaña de prensa fueron los mismos que los de la política exterior ya mencionados.36 Sin embargo, una política exterior de este tipo resultó demasiado ambiciosa y poco apegada a la verdadera capacidad material española. Desde 1868 Cuba experimentó movimientos independentistas que se reflejaron en las constantes preocupaciones de los representantes españoles en México, como hemos señalado. La guerra de independencia cubana, la entrada de Estados Unidos en la guerra 25 de enero de 1898 tras el hundimiento del acorazado Maine en la bahía de La Habana y la posterior pérdida de las colonias americanas fueron eventos especialmente traumáticos que tuvieron consecuencias muy profundas para la historia española del siglo XX. Además de la pérdida misma de sus posesiones, importaba mucho que en este proceso hubiera intervenido Estados Unidos, país considerado como el principal oponente de la influencia española en América. La pérdida de estas colonias americanas se convirtió en el trauma nacional español por excelencia, componente imprescindible de los diferentes movimientos y regímenes fascistas o fascistizados37 de la primera mitad del siglo XX.38 36 Ordóñez, Crisol de fantasías…, op. cit., p. 88-89. 37 Utilizo el término de “regímenes fascistizados” de acuerdo con la definición de Ismael Saz: "aquellas dictaduras reaccionarias en las que los integrantes de la alianza informal en el poder son sustancialmente los mismos que en las fascistas—medios de negocios, ejército, iglesia, burocracia, partido—, pero en las que el sector fascista aparece subordinado, sin capacidad, por tanto, de marcar la dirección del proceso. Estas dictaduras responden a una compleja serie de fenómenos entre los que destaca la existencia de un proceso de fascistización previo en el que sectores fundamentales de las elites tradicionales de poder y de la derecha conservadora y contrarrevolucionaria han ido asumiendo todos o muchos de aquellos elementos ideológicos, políticos e institucionales del fascismo —como movimiento y como régimen— compatibles con sus intereses y fundamentos ideológicos originales, intentando eludir a un tiempo el potencial desestabilizador y conflictivo implícito en toda experiencia fascista genuina. La pugna entre sectores genuinamente fascistas y los fascistizados, con la imposición final aunque no absoluta de los últimos, será la que marcará la dirección del proceso y de la dinámica del régimen." Ismael Saz, "Escila y Caribdis: el franquismo, un régimen paradigmático", en Joan Antón Mellón (comp.), Orden, jerarquía y comunidad. Fascismos, dictaduras y postfascismos en la historia contemporánea, Madrid, Tecnos, 2002, 293 p. 167 (Colección Ciencias Sociales, Sección Ciencia Política). 38 Los principales ejemplos de los traumas nacionales que influyeron en el desarrollo de movimientos reaccionarios y fascistas fueron: en el caso francés, Action Française de Charles Maurras se nutrió del “Caso Dreyfus”, la derrota en la guerra franco-prusiana en 1871 frente a los alemanes y la añoranza del poderío francés del Antiguo Régimen. Para el caso del fascismo italiano, los hechos principales fueron el fracaso de las ambiciones territoriales italianas a expensas de territorio austriaco durante la primera guerra mundial y la nostalgia del imperio romano. Para el nacionalsocialismo alemán, la derrota en la primera guerra mundial,el mito de la “puñalada por la 25 De acuerdo con Juan Pablo Fusi y Jordi Palafox: “El 98 reveló, pues, las limitaciones del régimen de 1876, fijó además parte sustancial de la agenda de cuestiones que iban a interesar a los españoles durante buen parte del siglo XX.” Un ambiente generalizado de “regeneracionismo”, según el término usado por Joaquín Costa,39 se difundió en España en busca de enfrentar los problemas nacionales más profundos y complejos. Es posible agrupar en dos grandes tendencias aquellas propuestas que buscaban solucionar los males hispanos: por un lado estaban quienes pretendían “europeizar” España y abrirla al mundo, y, por otro, los que señalaban la necesidad de mirar hacia adentro, hacia lo español.40 La política se impregnó de este ambiente regeneracionista y el régimen parlamentario español durante el reinado de Alfonso XIII (1902-1923) logró la creación de medidas reformistas concretas. En materia educativa, el recientemente creado Ministerio de Instrucción Pública (1899) impulsó el establecimiento de otras instituciones educativas, solamente como muestra: la Junta de Estudios e Investigaciones Científica (1907), la Residencia de Estudiantes (1910), la Residencia de Señoritas (1915). También la legislación laboral dio sus primeros pasos hacia la intervención del Estado en material social. En cuanto a política exterior buscó volver a acercarse a América Latina, de la que se había alejado a partir del 98. En África, España contrajo un compromiso conjunto con Francia sobre Marruecos en 1906, que por medio de un acuerdo se convirtió en protectorado en 1912. Después de la pérdida de las últimas colonias americanas, el acceso a un nuevo territorio bajo su tutela fue aceptado con beneplácito, sin embargo, las consecuencias de esto fueron catastróficas para el régimen parlamentario. espalda”, la evocación al pasado feudal germano y la crisis de 1929 desencadenaron el más radical de los fascismos. Nolte, El fascismo en su época…, op. cit. 39 Joaquín Costa nació en Monzón en 1846, hijo de una familia de campesinos, circunstancia que lo llevó a dedicar gran parte de su vida a la búsqueda de la transformación de la España agraria de finales del siglo XIX y principios del XX. Abogado de formación, se desempeñó en diversos cargos públicos relacionados con la cuestión agraria, a la que dedicó muchos textos que lo llevaron a convertirse en líder de opinión en dicha materia dentro del ambiente del regeneracionismo español. Murió en Graus en 1911. Elena Hernández Sandoica, “Joaquín Costa”, en Jaime Alvar Ezquerra (dir.), Diccionario Espasa Historia de España y América, Madrid, Espasa Calpe, 2002, p. 367-368. 40 Fusi y Palafox, España: 1808-1996…, op. cit., p. 177. 26 Tan problemática resultó la tutela sobre Marruecos que llevó a la dimisión del gobierno conservador de Antonio Maura en 1909, que había impulsado gran cantidad de reformas y que soñaba con una “revolución” desde arriba. José Canalejas, liberal, formó gobierno en 1910 y continuó con el espíritu reformista, pero fue asesinado por un anarquista en noviembre de 1912. Canalejas encontró una España que había cambiado en pocos años y con una política dinamizada. Su gobierno se vio asediado por las huelgas obreras, la presión de las organizaciones católicas, las reivindicaciones autonomistas en Cataluña y la dificultad de librar a España del caciquismo tan férreamente arraigado. A raíz de la intensificación de estos problemas y la muerte del líder liberal, el sistema de partidos y el sistema parlamentario en general enfrentó una profunda crisis entre 1913 y 1923. El llamado “Pacto del Pardo”, consistente en una alternancia pacífica y acordada del poder entre los partidos liberal y conservador, ya no funcionaba. La inflación se sumó a este panorama a partir del final de la primera guerra mundial y el desastre de Annual, en Marruecos, en 1921,41 intensificó la crisis nacional de tal modo que el rey Alfonso XIII optó por brindarle su apoyo al golpe militar del general Miguel Primo de Rivera.42 Primo de Rivera logró contener uno de los problemas más importantes y que le habían facilitado la llegada al poder, el de Marruecos, con un desembarco conjunto con fuerzas francesas en 1925. En cuanto a política exterior, impulsó el acercamiento con Latinoamérica en busca de fomentar “relaciones morales y materiales, desprovistas de miras políticas”. Como parte de esto, creó una oficina especialmente concentrada en investigar asuntos latinoamericanos, dependiente 41 El desastre de Annual fue un escandaloso fracaso militar español en su aventura colonial africana. Al querer expandir su territorio hasta Alhucemas, posición clave para mantener el dominio del norte de Marruecos, las tropas de Abd-el Krim atacaron varios puestos militares españoles, hubo muchos muertos y consiguieron que las tribus locales se volvieran en contra del ejército español. El 17 de julio de 1921 los rebeldes africanos atacaron los puestos de Annual e Igueriben y provocaron la huida de las tropas hispanas, además de muchos más muertos. La humillación que sufrió un ejército regular frente al ataque de unas tribus locales causó gran impacto en amplios sectores de la sociedad hispana, incluido el ejército mismo. En realidad, las fortificaciones españolas fueron restablecidas al poco tiempo sin mucha dificultad, pero, de acuerdo con Javier Tusell: “lo más grave del desastre de Annual no fue éste en sí, pese a su entidad, sino el hecho de que incidiera sobre un sistema político ya en crisis.” Javier Tusell, Historia de España en el siglo XX. I. Del 98 a la proclamación de la República, Madrid, Taurus, 1998, p. 378-380. 42 Fusi y Palafox, España: 1808-1996…, op. cit., p. 178-192. 27 del Ministerio de Estado. Financió, además, diferentes instituciones, como la Unión Iberoamericana, el Centro Internacional de Investigaciones Históricas Americanas, entre otras. La Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, el clímax de esta política, “trató de manifestar las potencialidades económicas, artísticas y culturales de la comunidad hispánica, siempre con la mira de afirmar el hispanismo conservador”.43 Lo que Primo de Rivera no pudo solucionar fueron los problemas causados por la crisis del 29 y sus consecuencias. Como evidencia de la debilidad de su poder, dimitió al año siguiente, situación bastante extraña dentro de un régimen autoritario. Sin embargo, sentó un precedente de acción desde el nacionalismo conservador en contra de la democracia como sistema y del desorden que generaba a ojos de algunos círculos militares. Murió a las pocas semanas de dejar el cargo exiliado en París. El hispanismo impulsado por el dictador, su muerte y la instauración de la segunda república española fueron coincidencias temporales de profundas consecuencias para su hijo, José Antonio Primo de Rivera, que determinaron el curso de su influyente carrera política. De acuerdo con Stanley Payne, José Antonio no se metió en política sino como reacción a los ataques de los intelectuales republicanos que ridiculizaban a su padre. Para defender su memoria se postuló como candidato a diputado por Madrid en las elecciones de octubre de 1931, pero fue derrotado. Se retiró de la vida pública para dedicarse a su labor como abogado y para poner en orden su ideario, todavía muy difuso en aquel momento.44 Después de meses de planeación y negociaciones, la Falange fue creada por José Antonio Primo de Rivera el 29 de octubre 1933,45 en alianza con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ramiro Ledesma y Onésimo 43 Existieron diferentes vertientes del hispanismo, que fue utilizado desde posturasliberales hasta conservadoras y, por último, fascistas. En la colonia española predominó el hispanismo conservador durante todo el siglo XIX y en la década de 1930 este hispanismo conservador tomó ciertos tintes de hispanismo radical de corte fascista que fue introducido por la Falange. Para un análisis de los diferentes tipos de hispanismo véase Pérez Montfort, Hispanismo y Falange…, op. cit., p. 16-20 y 23. 44 Payne, Falange…, op. cit., p. 23-24. 45 Ibid, p. 33. 28 Redondo.46 José Antonio se convirtió en la figura principal debido a su reconocimiento público y lo atractivo de su retórica. Durante los primeros meses después de la creación del partido, José Antonio se afanó en formular sus fundamentos teóricos. Sus razonamientos partían desde la misma célula social, el individuo, para llegar a la unidad más grande, la nación. En esta lógica, la vida de un individuo solamente tenía sentido cuando era dedicada a cumplir una empresa colectiva trascendente. Las grandes empresas únicamente podían llevarse a cabo por medio de la unión libre y fervorosa de los individuos. Esta comunidad podía constituirse en nación cuando las ligas entre los individuos componentes se relacionaban entre sí por medio de una tradición histórica, colaboración material y un destino común. Dando un paso más en este razonamiento, la nación sólo podía cumplir su misión y mantener la integridad de sus instituciones ofreciendo a todos los ciudadanos un destino común, que debería realizarse a través de una empresa nacional trascendente. Es decir, que la nación únicamente podía concebirse como Imperio. Cuando la nación perdía el sentido de su vocación trascendente y de su destino común, cuando las clases y las regiones perseguían sus propios fines, toda la estructura ética de la vida nacional se hacía pedazos. Las luchas sociales, la miseria económica y las discordias políticas sólo se terminarían cuando los españoles volvieran a ser capaces de forjar su propio destino común en el mundo.47 Así respondió José Antonio al ambiente de decadencia abierto en 1898 por la pérdida de Cuba y a lo turbulento de la política española, en general, de los años posteriores al 98. Desde esta lógica articuló las bases de la política exterior de la que luego se apropió Franco al poco tiempo de iniciada la guerra civil. La Falange publicó su doctrina en 27 puntos en noviembre de 1934.48 El punto tres señalaba: 46 Ramiro Ledesma publicaba La Conquista del Estado, revista de corte izquierdista nacional, con un característico desvarío ideológico que combinaba alabanzas a la Unión Soviética y al nacionalsocialismo, pero era radicalmente enemigo de la democracia burguesa. Buscaba una síntesis entre las reivindicaciones obreras y el nacionalismo, como muchos en la época, que diera como resultado el “nacional sindicalismo”. Onésimo Redondo fue un católico radical, conservador y revolucionario, que sostenía que la violencia y la fuerza juvenil resolverían los problemas españoles. Ambos unieron fuerzas el 10 de octubre de 1931 y fundaron las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, el primer grupo de nacionalsindicalismo en España. Ibid, p. 10-16. 47 Ibid, p. 36-37. 48 Ibid, p. 59-61. 29 Tenemos voluntad de imperio. Afirmamos que la plenitud histórica de España es el Imperio. Reclamamos para España un puesto preminente en Europa. No soportamos ni el aislamiento internacional ni la mediatización extranjera. Respecto a los países de Hispanoamérica, tendemos a la unificación de la cultura, de los intereses económicos y de poder. España alega su condición de eje espiritual del mundo hispánico como título para su preminencia en las empresas universales.49 Se había roto el molde tradicional del hispanismo conservador para dar paso a la hispanidad, un concepto más combativo. Si recordamos las instrucciones dadas al ministro español Joaquín Francisco Pacheco en 1860, ya bastante ambiciosas, no hay alguna mención siquiera equiparable a la “voluntad de imperio” y los intereses falangistas de “unificación de poder”. El concepto de “imperio”, sin embargo, fue utilizado de muy diversas maneras en la España de los años 30 y 40, pero entre todas las ideas al respecto podemos encontrar rasgos comunes: “unidad espiritual y cultural, aunque también se pretenderá ‘unidad de cerebro, de economía y de poder’”. Este imperio cumplía la función de una utopía y de fuerza de integración nacional: La idea de Imperio es retórica y beligerante, aunque menos efectiva en el aspecto movilizador que en el fascismo italiano. Es, generalmente, un concepto histórico, psicológico, biológico (raza) o cultural, y en muy contadas ocasiones adquiere carácter reivindicativo territorial, por ser una actitud nada apropiada de cara al exterior en un momento de plena crisis nacional. Ello no será óbice para que el “Imperio” sea uno de los lugares comunes más utilizados por la prensa, especialmente la falangista.50 ¿A qué se debe la creación de una política exterior imperial mucho más ambiciosa que la del siglo XIX, cuando ésta ya había fracasado en sus posibilidades de aplicación material? Es claro que la de 1860 era una política de Estado, mientras que la de José Antonio en 1934 fue una propuesta hecha al margen de una dependencia estatal. Sin embargo, no duraría mucho en esa condición, pues sería un pilar muy importante de los fundamentos ideológicos para justificar la rebelión 49 Lorenzo Delgado Gómez-Escalonilla, Diplomacia franquista y política cultural hacia Iberoamérica, 1939-1953, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos, Departamento de Historia Contemporánea, 1988, p. 33 (Colección Monografías del Centro de Estudios Históricos, 6). 50 Eduardo González Calleja y Fredes Limón Nevado, La hispanidad como instrumento de combate: raza e imperio en la prensa franquista durante la guerra civil española, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Centro de Estudios Históricos, 1998, p. 57-58. 30 franquista y, además, la base de la política exterior española de los años 1939- 1942. Aunado a lo anterior, el tránsito del siglo XIX al XX generó una situación internacional de profunda inestabilidad, como ya hemos visto. Para el caso español, implicó el estallido de la guerra civil y la victoria del franquismo. En el panorama internacional, significó la aparición de movimientos de masas reaccionarios y violentos, principalmente el nacionalsocialismo alemán, que fue capaz de eliminar a sus adversarios políticos —los comunistas y los socialdemócratas, sobre todo— al poco tiempo de tomar el poder, y posteriormente llevar la ventaja en la segunda guerra mundial de 1939 a 1943, hasta que los aliados, especialmente Estados Unidos y la Unión Soviética, lograron cambiar el curso de la guerra a partir de 1943 y obtener la victoria dos años después. Por su parte, la Falange decidió sumarse a la rebelión en julio de 1936. El general Emilio Mola51 buscaba hacerse de una base civil que contrarrestara la fuerza de las organizaciones de masas obreras organizadas. Las únicas milicias con las que podía contar eran las falangistas y las tradicionalistas, pues todas las demás estaban alineadas con las izquierdas. José Antonio temía que ante la rebelión creciera la afiliación al partido y desbordara su capacidad de encuadramiento y adoctrinamiento. Además, la Falange se consideraba a sí misma una organización revolucionaria nacionalsindicalista, por lo que una alianza con las fuerzas tradicionalistas y conservadoras representaba un problema. Mola le otorgó a José Antonio la garantía de que no sería entregado el poder a los conservadores al terminar la rebelión. Éste tenía la esperanza de que con el 51 Emilio Mola nació en Cubaen 1887. En 1904 entró a la Academia Militar de Toledo y consiguió escalar posiciones a raíz de las campañas españolas en el norte de África. Fue expulsado del ejército en 1932 tras acusársele de participar en el fallido golpe de estado del general José Sanjurjo, pero dos años después recibió la amnistía del gobierno derechista de Alejandro Lerroux. Esto le permitió volver a Marruecos como comisario, desde donde planeó la rebelión al lado de Goded, Kindelán, Varela y Franco. Murió a los pocos meses de iniciada la guerra civil española en un accidente aéreo. Hernández Sandoica, “Emilio Mola”, en Jaime Alvar Ezquerra (dir.), op. cit., p. 777. 31 triunfo de los rebeldes, los militares serían incapaces de dirigir el gobierno y entregarían el mando a los falangistas.52 Para entonces, la Falange todavía conservaba un poco de autonomía en relación con las demás fuerzas que integraban la rebelión. Con la captura de José Antonio Primo de Rivera por los republicanos y su posterior muerte el 20 de noviembre de 1936 la situación cambió drásticamente. Un mes después, el 22 de diciembre, por decreto del Cuartel General de Franco, fueron unificadas todas las fuerzas auxiliares por el ejército regular, incluidas las milicias falangistas, para ser comandadas por oficiales del ejército.53 A diferencia de los republicanos, los nacionalistas agruparon todas sus fuerzas bajo una férrea disciplina. Por decreto de Ramón Serrano Suñer,54 fueron unificadas el 19 de abril de 1937 la Falange Española y la Comunión Tradicionalista, para formar ese partido único franquista de tan largo nombre y ecléctica conformación: Falange Española Tradicionalista de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista. Aquellos viejos falangistas que se opusieron a la medida fueron encarcelados o asesinados. Manuel Hedilla, dirigente del partido y opositor al decreto, pudo salvar su vida por intervención de Serrano Suñer.55 En todo el territorio franquista se instalaron consejos de guerra para capturar a los seguidores de Hedilla que se manifestaron en contra del nuevo partido franquista. Franco tuvo éxito y logró la publicación de los nuevos estatutos de FET de las JONS el 4 de agosto de 1937. Eliminó así el liderazgo falangista y se 52 Payne, Falange…, op. cit., p. 94-96. 53 Ibid, p. 114-118. 54 Ramón Serrano Suñer nació en Cartagena en 1901. Fue abogado y desde joven empezó a formar parte de diversas organizaciones de derecha, como las Juventudes de Acción Popular, de las que fue dirigente. También formó parte de la Unión de Derechas de Zaragoza, ligada a la CEDA y fue amigo cercano de José Antonio Primo de Rivera. En 1932 contrajo matrimonio con Zita Polo, cuñada de Franco, mientras éste se desempeñaba como director de la Academia Militar de Zaragoza. Fue diputado durante la segunda república española, se unió al bando rebelde en marzo de 1937 y pronto adquirió gran importancia dentro del gobierno franquista de Burgos, donde ocupó los cargos de ministro del interior y presidente de la Junta Política de la Falange. Como principal impulsor de la creación de un aparato totalitario al estilo del fascismo italiano, dirigió gran parte de la organización del estado franquista entre 1939 y 1942, hasta que Franco lo hizo a un lado para dar más importancia al ejército, por encima de la Falange. Desde entonces se distanció de Franco y de su régimen. Su inconformidad lo llevó a acercarse a la oposición del lado de don Juan de Borbón. No asistió al funeral de Franco. Hernández Sandoica, “Ramón Serrano Suñer”, en Jaime Alvar Ezquerra (dir.), op. cit., p. 1026-1027. 55 Payne, Falange…, op. cit., p. 137-138. 32 apoderó “tanto del aparato del partido como de su retórica, que vino a llenar, junto con el catolicismo, el evidente vacío ideológico que existía en el ‘Movimiento’.”56 El partido tuvo, pues, muchas dificultades durante la guerra civil. Sin embargo, eso no evitó que hubiera actividad falangista en México antes de 1939, cuando la victoria se veía ya claramente. La Falange Exterior fue creada en enero de 1936 —con el objetivo de “llevar sus principios a diversas partes del mundo”—, es decir, antes de que José Antonio acordara la alianza con los militares rebeldes. Desde entonces el partido ya contaba con presencia en el extranjero, aunque careció de relevancia. Fue hasta 1937 que los franquistas comenzaron a utilizar el servicio exterior del partido como medio de propaganda para legitimar la rebelión contra la república española.57 Se estructuró por medio de una Jefatura Provincial en cada país donde tuviera presencia y Jefaturas locales en aquellas ciudades que contaban con militantes falangistas. Para “garantizar la coordinación y el contacto con la Secretaría General del Partido” se implementaron los inspectores generales.58 Franco lo tenía muy claro, el objetivo principal en materia de política exterior era “imponer el régimen, consolidarlo y obtener su reconocimiento internacional.”59 Al apropiarse del partido, se apropió también de su propuesta de política exterior, basada en el hispanismo radical.60 Le serviría para otorgarle un fundamento 56 Matesanz, Las raíces del exilio…, op. cit., p. 266. 57 Pérez Montfort, Hispanismo y Falange…, op.cit., p. 94. 58 Julio Gil Pecharromán, La política exterior del franquismo. Entre Hendaya y El Aaiún, Barcelona, Flor de Viento Ediciones, 2008, p. 38 (Colección Con Franco Vivíamos Peor). 59 Nuria Tabanera, "Los amigos tenían razón. México en la política exterior del primer franquismo", en Clara Lida (comp.), México y España durante el primer franquismo, 1939-1950. Rupturas formales y relaciones oficiosas, México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2001, p. 20. 60 El hispanismo ha sido definido como “una concepción teológica y providencialista de la historia, que situaba a España como pueblo escogido por la divinidad para la defensa y propagación del catolicismo en el mundo. La trama de esa interpretación se condensaba en la síntesis entre unidad nacional y unidad católica, de tal forma que las oscilaciones producidas en esa mutua interconexión determinaban el rumbo del devenir español.” Delgado Gómez-Escalonilla, Diplomacia franquista…, op. cit., p. 28. Ricardo Pérez Montfort lo definió como una combinación de las ideas imperiales heredadas del reinado de Carlos V y “la integración de los fundamentos de una cultura madre enarbolados por Marcelino Menéndez y Pelayo.” Se sustenta “en un principio que plantea la existencia de una ‘gran familia’ o ‘comunidad’ o ‘raza’ trasatlántica que distingue a todos los pueblos que en un momento de su historia pertenecieron a la Corona española. Esta identidad hispánica descansa en la convicción de que los españoles desarrollaron, en su proceso 33 ideológico a la rebelión y un discurso legitimador y agitador para atraer seguidores a su causa. “Se percibe una clara manipulación del concepto de Hispanidad en la zona franquista, como una baza más de legitimación del golpe militar, y encauzada por las directrices de Prensa y Propaganda. La gesta del descubrimiento y la colonización tiene una segunda edición en la supuesta regeneración y purificación de España, en guerra contra sus enemigos seculares.”61 En un sentido más práctico, el franquismo utilizó una “política de captación”, para justificar el levantamiento armado contra la república. De acuerdo con sus ambiciones de tutela moral hacia Hispanoamérica, fue creada la Junta de Relaciones Culturales el 23 de abril de 1938. Perseguía el objetivo de acercarse a los hispanistas extranjeros, para así volver a España la capital intelectual de Iberoamérica. Sin embargo, este organismo resultó muy caro y careció de eficacia, por lo que al volverse cada vez más evidente que los nacionalistas ganarían la guerra, la Junta fue disuelta en diciembre
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