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La-cofrada-de-San-Pedro--imagen-y-voz-del-clero-secular

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
LA COFRADÍA DE SAN PEDRO: IMAGEN Y VOZ 
DEL CLERO SECULAR. 
 
TESIS PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
 
 
LICENCIADO EN HISTORIA 
 
 
QUE PRESENTA: 
 
 
VÍCTOR MANUEL HERNÁNDEZ VÁZQUEZ 
 
 
 
 
 
DIRECTORA DE TESIS: 
LETICIA PÉREZ PUENTE 
 
 
 
 
México D.F. Febrero del 2011 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
2 
 
Índice 
 
 
Introducción ............................................................................................................................... 3 
 
 
CAPÍTULO 1 – FORMACIÓN Y PRIMEROS AÑOS DE LA COFRADÍA DE SAN PEDRO 
(1577-1584) ............................................................................................................................... 17 
 
1.1 - Las cofradías, instituciones para la salvación y la integración social .................................. 18 
1.2 - Fundación y primeros años de la cofradía de san Pedro (1577-1584) ................................... 23 
1.2.1 - La labor hospitalaria de san Pedro.................................................................................... 28 
1.2.2 - Los cofrades de san Pedro.................................................................................................. 33 
 
 
CAPÍTULO 2. EL SIGNIFICADO TRAS SAN PEDRO ............................................................38 
 
2.1 – El rey y el alfil: las políticas reales en torno al fortalecimiento del episcopado. ................ 40 
2.2 - Pedro Gutiérrez de Pisa: una cofradía para la unión ........................................................... 51 
2.3 - La educación como refoma .................................................................................................. 55 
 
 
CAPÍTULO 3. SAN PEDRO: IMAGEN Y VOZ DE LA CLERECÍA SECULAR ...................... 66 
 
3.1 - San Pedro, portavoz de la clerecía ....................................................................................... 68 
3.2 – Dos iglesias encontradas ................................................................................................... 79 
 
4.- Conclusiones ...................................................................................................................... 107 
 
5.- Anexos .................................................................................................................................. 112 
 
Fuentes ...................................................................................................................................... 123 
 
 
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Introducción 
 
 
 partir de la segunda mitad del siglo XVI, la Corona española inició un proceso 
de reorganización de la administración eclesiástica en Indias con la intención de 
consolidar el patronato del rey y reducir los gastos que generaba a la hacienda 
real el sostenimiento de las Iglesias americanas. Para ello promovió distintas reformas, que 
apoyadas en los acuerdos del Concilio de Trento (1545-1563), estuvieron orientadas a 
fortalecer la jurisdicción episcopal, así como a educar al clero secular1 para que éste se 
encargara de la vida parroquial. 
 La puesta en marcha de estas reformas no fue bien recibida por la mayoría de los 
religiosos en América, quienes vieron en ellas una reducción de los poderes y privilegios 
que otrora les habían concedido la Corona y Roma para ejercer la labor pastoral en Indias. 
Esta situación motivó que se desencadenaran numerosos pleitos y tensiones entre el clero 
regular y el secular, pues los primeros se resistieron a ceder el domino de las parroquias a 
 
1 La Iglesia está conformada por dos tipos de clero, el regular y el secular. Al primero pertenecen los 
frailes, los cuales rigen su vida y conducta con base en una regla o regula, misma que como condición 
esencial, les exige vivir en comunidad. Por esta razón se reúnen para cohabitar dentro de un mismo 
recinto. 
A lo largo de la historia distintos hombres santos han diseñado diferentes tipos de regulas, 
mismas que se bautizan con el nombre de su creador. Así existe por la orden de san Benito o la de san 
Agustín. Cada uno de estos códigos de conducta da origen a su vez a la formación una orden religiosa. 
Estos son grupos de frailes que se diferencian unos de otros por el conjunto de normas que adoptan 
para regir su vida. Por esta razón existen comunidades de frailes a las que se denominan, benedictinos, 
agustinos, dominicos, entre otros. 
Las órdenes religiosas se diferencian por muchos rasgos, pero básicamente por adoptar un 
tipo de vida de clausura o activa. En el primer modelo los frailes se apartan de la vida mundana y se 
aíslan, recluyéndose como monjes en un monasterio. Por otro lado, los frailes “activos”, viven en 
conventos, por lo general dentro de las ciudades o cerca de centros urbanos y los religiosos tienen la 
posibilidad salir, pero sólo bajo el permiso del prior del convento. 
El clero secular recibe su nombre de la palabra latina saeculum, que significa “lo 
perteneciente al siglo” o “a lo mundano”. Estos clérigos viven de forma individual en el mundo, sin la 
necesidad de sujetarse a alguna norma de conducta. Por esta razón, aparte de sus actividades como 
ministros eclesiásticos, tienen la libertad de desenvolverse en la vida secular. No obstante deben 
sujetarse a la autoridad del obispo de su diócesis, por esta razón también se les conoce como clero 
diocesano.John Frederick Schwaller, Los orígenes de la riqueza de la iglesia en México. Ingresos 
eclesiásticos y finanzas de la Iglesia, 1523-1600, trad. José Antonio Pérez Carballo, México, Fondo de 
Cultura Económica, 1990, p. 15-18 
 Es necesario aclarar al lector que a lo largo de este trabajo se hará alusión de forma constante al 
clero secular y regular, por lo que para evitar la redundancia en el primer término, se utilizarán como 
sinónimos las palabras “secular”, “clérigo” y “clerecía”. Para el segundo caso, se hará referencia a dicho 
grupo utilizando las palabras “religiosos”, “religiones”, “frailes”. 
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los clérigos, así como a reconocer su autoridad como ministros eclesiásticos; de igual forma 
se mostraron reticentes a aceptar que el episcopado pudiera ejercer algún tipo de control 
sobre los miembros de las órdenes encargados de ejercer la cura de almas. 
A tal grado llegó la rebeldía de los frailes que incluso varios de ellos, aprovechando 
que los seculares eran autoridades relativamente nuevas entre la sociedad y no habían 
formado aún una presencia sólida dentro de ella, buscaron convencer a los fieles para que 
no acudieran a los curatos de los clérigos, ni les prestaran obediencia. Los religiosos 
actuaban de esta forma porque pretendían mermar la consolidación del poder 
episcopal.Pues sabían que al impedir que la clerecía controlara las parroquias,los obispos 
difícilmente podrían ejercer un control efectivo sobre la labor pastoral, ya que los religiosos 
que tenían a su cargo la cura de almas,rechazaban sujetarse bajo la autoridad del prelado. 
Al igual que los religiosos, varios de los ministros temporales de la Nueva España 
se opusieron al fortalecimiento del episcopado. El virrey y la Real Audiencia fueron los 
primeros interesados en entorpecer este proceso. Pues vieron en el obispo una figura, que a 
pesar de ejercer una autoridad espiritual sobre los fieles, comenzaba a forjar un gran 
prestigio dentro de la sociedad y a ejercer su influencia en ella; por lo que en un futuro su 
potestad podría desarrollarse a tal grado, que llegara competir o cuestionar la suya.2 
El virrey por su parte, también tenían otras razones para querer debilitar al 
episcopado;pues este personaje, al ser el representante directo del rey, gozaba no sólo de un 
dominio sobre la esfera de lo “temporal”, sino que además participaba de los derechos del 
monarca para actuar como vice-patrón de la Iglesia en Indias.3Por tanto,las nuevas políticas 
 
2 Para profundizar en este tema es pertinente revisar el trabajo de Jonathan Israel, quien analiza el 
desarrollo de los conflictos de autoridad entre el episcopado y las autoridades temporales – 
principalmente la del virrey y la Real Audiencia – a lo largo del siglo XVII, pues en este periodo la 
potestad de los prelados logró ser más sólida y tener mayor influencia sobre la sociedad que durante 
la segunda mitad del siglo XVI. Passim, Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el 
México colonial, 1610-1670, trad. De Roberto Gómez Ciriza, México, Fondo de Cultura Económica, 
2005, 309 p. 
3 El regio patronato consistía en un acuerdo celebrado entre Roma y la Corona española, que 
facultaba a los monarcas españoles para nombrar a los candidatos a los oficios eclesiásticos, así como 
a las prelacías en Granada y los reinos americanos. Estas facultades habían sido concedidas a los reyes 
en retribución al cumplimiento de su obligación por promover la evangelización de dichos territorios 
y financiar el sostenimiento de las iglesias. El virrey como representante directo del rey asumió la 
tarea de hacerlos nombramientos a los oficios eclesiásticos. Eugene Shields, W., King and church. The 
rise and fall of the Patronato Real, Chicago, Loyola University Press, 1961, p. 5-6 (Jesuit studies); 
Charles Padden Robert, “The ordenanza del patronazgom 1574: an interpretative essay”, The Americas, 
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reales que promovían el fortalecimiento de las prelacías,significaron para él una amenaza a 
sus facultades patronales, ya que su jurisdicción y la de los obispos se empataban en el 
terreno del gobierno eclesiástico. Esta situación llevó a que los virreyes se mostraran 
celosos porque los prelados no pudieran disputarles el control sobre el destino de la Iglesia 
en Nueva España. 
En un escenario tal, donde era vital defender el equilibrio de poderes, las 
autoridades temporales se empeñaron en combatir constantemente el fortalecimiento de los 
prelados,para garantizar que sus potestades pudieran dominar sobre el episcopado. Por 
tanto, con la intención de inclinar la balanza a su favor, la Real Audiencia y el virrey, 
decidieron apoyar a las órdenes religiosas a fin de que éstas conservaran el dominio de las 
parroquias. 
La clerecía secular poco pudo hacer ante la ofensiva de las órdenes religiosas y de 
los poderes temporales, pues frente a ellos se hallaba en una situación de desventaja 
numérica y principalmente de organización. Pues para la segunda mitad del siglo XVI, la 
población de clérigos en Nueva España representaba apenas un porcentaje muy reducido en 
comparación a los frailes. El número de seculares comenzó a aumentar ligeramente gracias 
al arribo y establecimiento de nuevos pobladores españoles, cuyos hijos elegían como 
destino la carrera eclesiástica. 
Por otro lado, a diferencia de las órdenes religiosas y de la Real Audiencia, los 
seculares no se hallaban organizados de forma corporativa, de tal forma que sus integrantes 
no contaban con algún tipo de respaldo o apoyo institucional, que en todo caso les ayudara 
a hacer frente a la oposición de sus enemigos políticos. Pues sucede que el clero secular se 
caracteriza porque sus integrantes se desenvuelven de forma individual en su carrera 
eclesiástica y en el ejercicio de sus ministerios. Así, aunque en conjunto, los clérigos y 
obispos conforman a la Iglesia secular, juntos no integraban un cuerpo que se encargara de 
velar por las necesidades e intereses de sus miembros, ni tampoco para coordinar la acción 
colectiva de todos ellos.4 Por esta razón el clero secular novohispano se convirtió en un 
blanco fácil de las críticas y ataques de sus detractores. 
 
A quarterly review of internal-american cultural history, Washington, Academy of American 
Franciscan History, Vol. XII, Núm. 4, April, 1956, p. 334 
4 Passim, John Frederick Schwaller, TheChurch and clergy in the sixteenth century-México, 
Albuquerque, University of New Mexico Press, 1987, 263 p.; John Frederick Schwaller, Partidos y 
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 La presente investigación plantea, que para hacer frente a la oposición de los 
poderes temporales y de las órdenes religiosas, algunos miembros de la clerecía idearon 
como estrategia el fundar una cofradía. La intención de formar una asociación religiosa de 
este tipo, fue la de congregar a los seculares en una organización que además de bríndales 
una asistencia material y espiritual; les ayudara a poder consolidar una presencia colectiva 
como sector eclesiásticodentro de la sociedad novohispana. De igual forma se propone que 
la intención por crear una hermandad fue la de hacer que este cuerpo velara y respaldara los 
intereses políticos de la clerecía, y los defendiera de los ataques de sus enemigos políticos. 
El proyecto por crear esta hermandad finalmente se materializó el 22 de enero de 
1577, cuando el entonces provisor del arzobispado de México, Pedro Gutiérrez de Pisa, 
fundó la cofradía del apóstol san Pedro. La intención de este clérigo, fue la crear una 
corporación cuya labor piadosa consistiría en brindar asistencia hospitalaria a los sacerdotes 
ancianos, así como servir de hospedería para los seculares de otros obispados, que en su 
trayecto tuvieran que pernoctar en la ciudad de México. No obstante, la tesis central de esta 
investigación sostiene, que la confraternidad, además de haber sido formada para atender a 
un fin asistencial, tuvo en su origen un significado mucho más amplio para su fundador y 
sus cofrades. Pues se plantea que ellos vieron en san Pedro un proyecto para unificar y 
fortalecer al clero secular, haciendo de este cuerpo una instancia que fungiera como la 
representante, portavoz y defensora de los intereses este sector eclesiástico. 
 
 
 
Estructura del trabajo 
 
El objetivo central del presente trabajo es demostrar que san Pedro, en su carácter de 
cofradía, no actuó como el común de estas hermandades, orientadas básicamente a brindar 
algún tipo de asistencia material o espiritual a sus cofrades.Más bien se plantea que desde 
sus orígenes fue concebidapara funcionar como una instancia de representación política de 
la clerecía. Por esta razón no buscó como una de sus prioridades el consolidar sus funcionespárrocos bajo la real Corona en la Nueva España¸México, Instituto Nacional de Antropología e 
Historia, Departamento de Investigaciones Históricas, 1981, LII, 614 p. 
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hospitalarias; en todo caso sus objetivos estuvieron centrados en dar solución a las 
problemáticas que enfrentaban sus cofrades en su calidad de seculares. Para llevar a cabo 
esta demostración, el desarrollo de la investigación se estructura en tres partes: 
 
En el primer capítulo, Formación y primeros años de la cofradía de san Pedro 
(1577-1584), se procederá a analizarel funcionamiento de la hermandad en su carácter de 
corporación asistencial; por lo que se explicará cuáles fueron los beneficios espirituales y 
materiales y espirituales que ofrecía a sus integrantes; cuál era el perfil de sus miembros, 
así como la forma en que se articulaba la vida corporativa dentro de la asociación. 
Tras un primer acercamiento a la hermanad en su carácter más superficial, en el 
segundo capítulo, El significado tras san Pedro, se plantea que más bien la fundación de la 
corporación estuvo motivada por el interés de algunos sacerdotes por salvaguardar los 
intereses políticos de la clerecía. Para ello, se desarrollará una exposición sobre las 
principales problemática que afectaban a al clero secular novohispano en la década de 1570, 
y que se han resumido en los siguientes puntos: 
 
1. La autoridad de los seculares no era desafiada e ignorada constantemente por los 
religiosos y las autoridades temporales, quienes a través de estas acciones pretendían 
motivar a las poblaciones indígenas, para que tampoco reconocieran a los clérigos como 
ministros eclesiásticos. 
2. La clerecía novohispana contaba con una escasa oferta de curatos, en la que sus 
miembros donde poder ubicarse para ejercer sus ministerios, ya que la mayoría de las 
parroquias se encontraban ocupadas por los religiosos. 
3. De lo anterior se seguía, que buena parte de los seculares eran pobres o tenían ingresos 
muy reducidos, pues los frailes controlaban las parroquias más prósperas. 
4. Los miembros del clero secular difícilmente podían opositar para la ocupación de algún 
beneficio, pues la mayor parte de sus integrantes no contaban con la formación mínima 
que exigía la Corona para que se les pudiera hacer alguna provisión. 
5. La clerecía no contaba con una organización corporativa que respaldara a sus miembros 
frente a la sociedad, los poderes y corporaciones de la Nueva España. 
 
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Con base en los puntos aquí planteados se concluye que los miembros fundadores de san 
Pedro, vieron en la formación de una cofradía la posibilidad de utilizar los mecanismos 
corporativos de ésta para congregar y organizar a la clerecía;de tal forma que pudieran 
ofrecer a este grupo la posibilidad de contar con un respaldo institucional que les ayudara a 
defender sus intereses frente a las órdenes religiosas y los poderes temporales. Así también 
se plantea el hecho de que los miembros fundadores supieron ver que la hermandad podía 
ser utilizada para operar como una instancia que representara políticamente a la clerecía y 
se desempeñara como su portavoz. 
 A través del tercer capítulo, San Pedro: imagen y voz de la clerecía secular, se 
confirman los planteamientos desarrollados en el segundo capítulo. En esta última parte se 
analiza una de las primeras incursiones políticas de la cofradía, durante los meses de 
noviembre de 1583 a abril de 1584. Se trató de un proceso público promovido por la 
hermandad ante la Real Audiencia para solicitar se ejecutara de forma pública un 
interrogatorio elaborado por los cofrades, cuya finalidad era demostrar los beneficios que 
traería a la Corona y a la sociedad la aplicación de una real cédula emitida 1583. A través 
ella el rey ordenaba a los obispos que en adelante se prefiriera a los clérigos sobre los 
frailes para la provisión de beneficios eclesiásticos. 
 El desarrollo de este episodio constituye una de las pruebas más claras que 
demuestran el significado político que tuvo la cofradía de san Pedro para los clérigos. Ya 
que a través de él se puede constatar cómo se utilizaron los mecanismos corporativos de la 
hermandad para reunir y organizar a la clerecía, y hacer de la corporación la instancia 
exclusiva que los representara y expresara su parecer en torno a las políticas de la 
administración eclesiástica en Indias. 
El marco temporal de la investigación parte de la década de 1570 y concluye en el 
mes de abril de 1584. Se ha determinado que el punto de partida sea impreciso, ya que al 
hacer el rastreo de las distintas problemáticas que afectaban a la clerecía secular se da 
seguimiento al hilo de procesos y eventos, que si bien se desarrollaron de forma paralela, 
no iniciaron todos en un mismo momento. Por el contrario se ha definido la fecha final con 
mayor precisión, ya que fue entonces cuando concluyó el proceso de aplicación del 
interrogatorio promovido por san Pedro. 
 
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Fuentes y metodología 
 
Uno de los principales obstáculos que enfrentó esta investigación para su desarrollo, 
fue la falta de estudios históricos sobre cofradía de san Pedro que ayudaran a tener un 
mejor conocimiento del tema, pues la historiografía existente se reduce básicamente 
tres artículos. El primero, titulado “La congregación de san Pedro – una cofradía 
urbana del México colonial – 1604-1730”, fue elaborado por Asunción Lavrin en 
1970.5 En él, la autora analiza a la corporación desarrollando dos temas centrales que 
la distinguían, a saber, la asistencia médica que comenzó a brindar a sus cofrades a 
partir de 1698, cuando fundó su hospital, y el prestigio de que gozó esta sociedad 
durante el siglo XVIII, pues en ella se dieron cita las personalidades más notables del 
virreinato. 
 A lo largo de este texto la historiadora analiza a la cofradía en lo que podría 
llamarse una segunda etapa de desarrollo que inicia a partir de 1698, año en que se 
construyen el hospital y hospedería, y con ello la corporación consolida sus funciones 
hospitalarias. En este trabajo la autora plantea que el prestigio de la hermandad estuvo 
estrechamente ligado al desarrollo de sus actividades asistenciales, pues enfatiza el 
hecho de que en la confraternidad se congregaron algunas de las personalidades más 
notables de la Nueva España, y fue gracias a las contribuciones de estos individuos, 
que fue posible construir y sostener el funcionamiento del nosocomio de san Pedro. 
No obstante el eje conductor de la argumentación de Lavrin – la ayuda médica 
– poco ayuda a explicar sobre el por qué a ella ingresaron personajes tan ricos con la 
intención de financiar las obras del edificio del hospital; y tampoco revela nada 
respecto al carácter que tuvo san Pedro durante sus primeros cien años de vida, 
periodo en que todavía no consolidaba sus funciones asistenciales. En todo caso la 
autora parecer indicar que la fama de la confraternidad y su auge, corresponden más 
bien al siglo XVIII. En parte, son las omisiones que presenta el trabajo de esta 
historiadora, las que motivan a que en la presente tesis se pretendan analizar los 
 
5AsunciónLavrin, “La congregación de san Pedro – una cofradía urbana del México colonial – 1604-
1730”, Historia mexicana, Vol. XXIV, núm. 4, abril-junio, 1980, p. 562-601 
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orígenes y lafundación de la cofradía, a fin de comprender mejor las funciones de esta 
organización y el papel que desempeño en años previos. 
A pesar de la distancia que se marca con respecto a la explicación de Lavrin, la 
lectura de este trabajo fue de gran importancia para el desarrollo de la presente 
investigación, pues más allá de la información y datos que la autora proporciona, su 
aportación más significativa estriba en que ayudó a localizar uno de los acervos 
documentales más ricos y aún inexplorados para estudiar a la cofradía de san Pedro. 
Se trata del Archivo Histórico de la Secretaría de Salud (en adelante AHHSA), en el 
que ella pudo encontrar información de primera mano para elaborar su artículo. Sobre 
este fondo archivístico se hablará más adelante. 
El segundo estudio en torno a san Pedro fue elaborado por John Frederick 
Schwaller en 1998; quien es además uno de los historiadores que dedicó gran parte de 
su vida al estudio del clero secular del siglo XVI. En este artículo titulado “Los 
miembros fundadores de la congregación de san Pedro, México, 1577”, el autor 
retomó el trabajo de Asunción Lavrin, pero se enfocó en analizar el proceso de 
fundación de san Pedro, así como el perfil de los primeros abades de la hermandad.6 
En su escrito el autor propuso, que el arzobispo Pedro Moya de Contreras y el provisor 
Pedro Gutiérrez de Pisa, probablemente decidieron fundar la hermandad de san Pedro 
para ofrecer, además de una asistencia hospitalaria, un respaldo legal a los seculares en 
los pleitos y procesos que pudieran entablar con las órdenes religiosas. 
La tesis de Schwaller constituyó uno de los puntos de partida para realizar la 
presente investigación, pues a partir de ella surgió el interés por profundizar y analizar 
las motivaciones e intereses de la clerecía que estuvieron implicados en la fundación 
de la cofradía de san Pedro. 
El último trabajo que se logró localizar es un artículo de Clara Inés Ramírez, 
titulado, “Universidad y clerecía. México, 1583”. 7 Si bien en este estudio la autora no 
 
6John Frederick Schwaller, “Los miembros fundadores de la congregación de san Pedro, México, 1577”, 
en María del Pilar Martínez López-Cano, Gisela von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz Correa (eds.), 
Cofradías, capellanías y obras pías en la América colonial, México, Universidad Nacional Autónoma 
de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Filosofía y Letras, 1998, p.109 - 117 
7Clara Inés Ramírez González, “Universidad y clerecía. México, 1583”, en Vicent S. Olmos (coord.), 
Doctores y escolares. II congreso internacional de historia de la universidades hispánicas (Valencia, 
1995), pról. Mariano Peset, Valencia, Universidad de valencia, 1998, Vol. 2, p. 297 – 309 
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analiza de forma directa a la cofradía de san Pedro, revisa el mismo documento, con 
base en el cual se estructura el tercer capítulo de esta investigación. Como ya se ha 
mencionado, se trata de un expediente formado por una petición de los cofrades a la 
Real Audiencia, para solicitarse se aplicara a distintos testigos un interrogatorio 
formulado por ellos.La intención de recabar esta información era la de probar los 
efectos positivos que traería la aplicación de unareal cédula de 1583, que mandaba a 
los obispos, prefirieran a los clérigos sobre los frailes en la provisión de doctrinas. No 
obstante, la historiadora,no analiza el contenido del documento en función de los 
intereses que perseguían sus creadores, los miembros de san Pedro. Por tanto tampoco 
retoma los estudios previos desarrollados por Lavrin y Schwaller, en torno a la 
corporación. 
Más bien el objetivo del estudio de Clara Inés Ramírez es revisar las primeras 
doce preguntas que integraban el cuestionario de los cofrades, con la intención de 
identificar, cómo a través de ellas, los miembros de san Pedro habían formulado una 
imagen positiva de la clerecía en relación con la Universidad; ya que estos individuos 
sostenían que todos los sacerdotes seculares, eran personas doctas y preparadas para 
tomar bajo su cargo las doctrinas de indios, por haberse formado dentro del estudio 
universitario. Sin embargo, en su exposición, la autora no ahonda en los motivos e 
intereses que llevaron a los cofrades a elaborar su demostración y presentarla ante las 
autoridades virreinales. 
Tras agotar estastres vetas, se procedió a hacer una búsqueda bibliográfica 
sobre las cofradías novohispanas, con la intención de rastrear alguna noticia en torno a 
san Pedro. A través de esta revisión se pudieron identificar algunas de las principales 
características que definían el carácter y el comportamiento de estas corporaciones. De 
igual forma, a través de esta revisión, se logró encontrar algunas mencionas aisladas 
en la historiografía sobre san Pedro, las cuales coincidían en identificar a la 
corporación de clérigos, como una hermandademinentemente hospitalaria.8 
 
8 Josefina Muriel, Hospitales de la Nueva España. Tomo II, Fundaciones de los siglos XVII y XVIII, 
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas / Cruz 
Roja Mexicana, 1991, p. 123-142; Clara García Ayluardo, “El privilegio de pertenecer: las comunidades 
de fieles y la crisis de la monarquía católica.”, en Beatriz Rojas (coord), Cuerpo político y pluralidad de 
derechos. Los privilegios de las corporaciones novohispanas, México, Centro de Investigación y 
Docencia Económica/Instituto Mora, 2005, p. 85-125 
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Como parte de la pesquisa bibliográfica se revisaron también los pocos 
estudios que existen en torno a la archicofradía de la Santísima Trinidad, ya que san 
Pedro se anexó a ésta corporación en 1580. Algunos de los estudios al respecto fueron 
de gran utilidad, ya que permitieron conocer la forma en que se desarrollaron las 
relaciones entre ambas hermandades y cómo a raíz de la unión de ambas hermandades, 
la cofradía de clérigos, pudo consolidar una posición de prestigio dentro de la sociedad 
novohispana. 
Dentro de la revisión historiográfica, también se consultaron investigaciones y 
trabajos en los que se ha estudiado al clero secular del siglo XVI. La intención de la 
búsqueda fue la de poder identificar en qué situación política, económica y social en 
que se encontraba la clerecía de la época, y a través de ello identificar las motivaciones 
que llevaron a distintos sacerdotes a fundar la cofradía de san Pedro. Sin embargo, los 
resultados esta pesquisa probaron ser muy pobres, ya que existen muy pocos estudios 
que desarrollaran el tema, los cuales se reducir prácticamente a las investigaciones que 
realizó el investigador estadounidense, John Frederick Schwaller en los años 1970’s y 
80’s.Es importante señalar que además, casi la mitad de los textos elaborados por este 
historiador no son accesibles hoy día para varios de los estudiosos de habla hispana, ya 
que no todos se encuentran traducidos al español.9 Este hecho sorprende pues revela 
que en los últimos cuarenta años sólo la historiografía angloparlante ha sido la pionera 
en el estudio de la clerecía de del siglo XVI, mientras que los historiadores mexicanos 
han hecho poco para traducir siquiera las investigaciones de Schwaller, o bien hacer 
nuevas contribuciones a la historiografía, aprovechando el estudio de las fuentes 
documentales novohispana, que además se encuentran en su idioma. 
La ausencia de materiales que abordaran el estudio de la clerecía secular se 
completó con la revisión de estudios generales en los que se desarrollara la historia de 
la Iglesia en Indias.A travésde ellos se logró identificar cuáles fueron de las 
principales directrices de las políticas y las reformas eclesiásticas promovidas por la 
 
9Schwaller, the church and clergy…, John Frederick Schwaller, “The cathedral chapter of Mexico in the 
sixteenth century”, The Hispanic American Historical Review, s.l., Duke University Press, 1981, Vol. 61, 
No. 4 (Nov. 1981), p. 651-674 
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13 
 
Corona española durante la segunda mitad del siglo XVI; y cómo dentro de este marco 
de cambios,la clerecía secular y el episcopado empezaron a consolidar sus poderes.10 
Como parte de la revisión de estudios que abordaran la historia eclesiástica en 
Indias, se decidió consultar también algunos trabajos sobre la figura del arzobispo 
Pedro Moya de Contreras.11Se determinó proceder de esta forma ya que el prelado fue 
uno de los cofrades san Pedro y a su vez, uno de los actores centrales que intervinieron 
activamente en el destino la Iglesia en la Nueva España, durante las décadas de 1570 y 
1580, periodo en que se estudia a la hermandad de clérigos. 
La última veta bibliográfica que se explotó fueron los estudios que se han 
realizado a cerca de la historia de la Real Universidad de México. Afortunadamente la 
información a este respecto fue por demás abundante gracias a la nutrida producción 
del otrora Centro de Estudios sobre la Universidad (CESU) de la UNAM, hoy Instituto 
de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE). Se decidió revisar los 
trabajos de esta institución, con la finalidad de poder rastrear la presencia de los 
cofrades de san Pedro al interior de la universidad y comprender cómo fue que las 
problemáticas que enfrentaron al interior de este espacio tuvieron una repercusión en 
las acciones y objetivos de la confraternidad. 
Una primera conclusión respecto a la revisión de fuentes bibliográficas revela 
que no sólo existe un vacío historiográfico respecto a san Pedro, sino también al 
estudio de la clerecía novohispana del siglo XVI. Ello obliga al historiador a proceder 
por vías indirectas para estudiar algunos de estos dos temas. Por tanto puede decirse 
que la presente investigación pretende ser una contribución al estudio de la cofradía de 
san Pedro; y de igual forma propone el que esta corporación puede ser considerada 
como una nueva veta para desarrollar investigaciones en torno al clero secular 
novohispano, visto ya sólo como un conjunto de de individuos, sino como un sector 
corporativo. 
 
10 Mariano Cuevas, Historia de la Iglesia en México, 5 tomos, México, Imprenta del asilo “Patricio 
Sanz”, 1922, Tomo II; León Lopetegui y Félix Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América Española. 
Desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX, 2 vols., Madrid, Biblioteca de Autores 
Cristianos, 1965, vol. 2.; Josep Ignasi Saranyana, et al., Teología en América Latina. Desde los orígenes a 
la Guerra de Sucesión (1493-1715), 2 vols., Madrid, Iberoamericana; Frankfurt, Vervuert, 1999, vol. 1 
11 Julio Sánchez Rodríguez, Pedro Moya de Contreras, Las Palmas de Gran Canaria, Pastor Bonus, 2006, 
392 p.; Stafford Poole, Pedro Moya de Contreras. Catholic reform and royal power in New Spain, 1571 – 
1591, Los Angeles, University of California Press, 1987, 309 p. 
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14 
 
Ante la ausencia de un sólido apoyo historiográfico, cerca de dos tercios de 
esta investigación han sido construidos a partir de fuentes documentales. Como se 
comentó líneas atrás, gracias a la oportuna lectura del trabajo de Asunción Lavrin, 
rápidamente se pudo localizar el AHSSA, que contiene un fondo exclusivo sobre la 
Congregación de san Pedro. En él se encontró el libro de registros de la corporación, 
donde se anotaban los nombres y datos de todos los miembros inscritos; de igual 
forma se pudieron localizar las solicitudes de ingreso que presentaron los aspirantes a 
cofrades. Con base en esta documentación se pudo conocer cómo operaban en la 
práctica los mecanismos para seleccionar a los nuevos integrantes de la hermandad, 
cuál era el perfil de ellos, así como el ritmo de crecimiento poblacional que tuvo este 
cuerpo. 
El segundo fondo documental que ayudó a nutrir el estudio sobre san Pedro, 
fue el Archivo General de la Nación (AGN), que en sus ramos Bienes nacionales e 
Indiferente virreinal, resguarda algunos manuscritos donde se da cuenta de las 
gestiones promovidas por la cofradía de san Pedro para anexarse a la archicofradía de 
la Santísima Trinidad, así como para comprar los solares donde edificarían la iglesia 
que las albergaría a ambas. También se localizaron fragmentos de los trámites que 
realizaron las dos hermandades, para solicitar a Roma el otorgamiento de indulgencias. 
Por último, se logró encontrar una de las noticias más tempranas que existen sobre la 
participación san Pedro en la procesión religiosa de san Pedro y san Pablo. La 
recopilación de esta información ayudó a conocer con mayor detalle el proceso de 
consolidación de la confraternidad de clérigos como una sociedad piadosa. 
El último núcleo documental al que se recurrió fue el Archivo General de 
Indias (AGI), al que se accedió a través del Portal de Archivos Españoles en Red 
(PARES). Los resultados de búsqueda fueron bastante significativos para el curso de 
la investigación, ya que en el ramo Audiencia de México se pudo localizar un 
expediente cuya información fue crucial para sustentar la hipótesis del trabajo. Se trata 
de la noticia del proceso promovido por los cofrades de san Pedro ante la Real 
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15 
 
Audiencia para organizar un interrogatorio público, que probaría los beneficios en la 
ejecución de la ya mencionada, cédula de 1583.12 
El análisis de este documento ofrece una prueba por demás clara sobre la forma 
en que la cofradía de san Pedro fue utilizada por los seculares como una instancia para 
adquirir una proyección política como sector eclesiástico. Sin embargo, la información 
que ofrece este manuscrito es a tal grado abundante, que en sí misma es suficiente para 
hacer una investigación monográfica al respecto. No obstante para los fines de este 
trabajo, sólo se utilizarán los elementos y los testimonios que permitan confirmar la 
hipótesis planteada. 
Dentro del mismo AGI, se consultaron los fondos, Audiencia de México, 
Patronato, Pasajeros de Indias, y Casa de contratación, en los cuales se buscó 
documentación que permitiera identificar la condición social de los testigos 
presentados por san Pedro durante el proceso del interrogatorio. La información 
recabada ayudó a identificar en algunos casos la presencia de intereses comunes entre 
los declarantes y los clérigos seculares. Esta evidencia ayudó a reforzar la tesis sobre 
el hecho de que san Pedro, ayudara a los clérigos a consolidar una presencian dentro 
de la sociedad novohispana y sobretodo obtener el apoyo de algunos sectores. 
Además de los archivos, esta investigación se apoyó también en fuentes 
documentales impresas, a través de las cuales se pudo conocer más de cerca cuáles 
eran las tensiones políticas y los conflictos que se desarrollaron entre los miembros de 
la clerecía, las órdenes religiosas y la Audiencia Real. Una de las compilaciones más 
importante de que se echó mano fue el Epistolario de la Nueva España, donde se 
encontraron cartas que permitieron conocer de forma directa las opiniones de clérigos 
seculares y del arzobispo Pedro Moya de Contreras, respecto la situación en que se 
hallabala administración eclesiástica en Nueva España, así como de los pleitos que 
sostenían con los religiosos y oidores.13 
 
12 Agradezco a la doctora Leticia Pérez Puente el que me haya proporcionado la referencia para ubicar 
este documento, su ayuda para iniciar la labor de paleografía, y su constante apoyo para la 
elaboración de esta tesis. 
13Cinco cartas del illmo. y exmo.señor don Pedro Moya de Contreras, arzobispo virrey y primer 
inquisidor de la Nueva España. Precedidas de la historia de su vida según Cristóbal Gutiérrez de Luna y 
Francisco Sosa, Madrid, Ediciones José Porrúa Turanzas, 1962, 173 p. 
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Por otro lado se revisaron las compilaciones documentales elaboradas por 
Joaquín García Icazbalceta, Nueva colección de documentos para la historia de 
historia de México. Cartas de religiosos, 1539-1594, y los Documentos franciscanos, 
siglos XVI y XVII, con la intención de conocer cuáles fueron las opiniones y reacciones 
de los frailes respecto a la forma en que se desarrollaban las nuevas políticas 
eclesiásticas de la Corona. 
Por último se consultaron otras fuentes digitalizadas como la Ordenanza de 
patronazgo, de 1574, y la tan referida cédula de 1583, que motivó a los miembros de 
la cofradía de san Pedro a promover el proceso del interrogatorio. El primer 
documento se incluyó como parte de una edición digital de Concilios provinciales 
mexicanos, época colonial, elaborada por el Seminario de Historia Política y 
Económica de la Iglesia en México, de la UNAM en el año 2004. El segundo 
manuscrito se incluye como un anexo en del libro de la Dra. Leticia Pérez Puente, El 
concierto imposible. Los concilios provinciales en la disputa por las parroquias 
indígenas, México 1555 - 1647, que aún está en prensa. 
 
 
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CAPÍTULO 1.FORMACIÓN Y PRIMEROS AÑOS DE LA COFRADÍA DE SAN 
PEDRO (1577-1584) 
 
 
 
 lo largo de este primer capítulo se pretende explicar al lector la forma en que la 
cofradía de san Pedro se desenvolvía como una corporación piadosa. La 
demostración inicia con el apartado Las cofradías, instituciones para la 
salvación e integración social, a través del cual se hace una breve presentación sobrelas 
principales funciones espirituales y asistenciales a las que acometían las cofradías.También 
se expone cómo fue que a partir de la llegada de los conquistadores y los primeros 
pobladores españoles a América, el modelo institucional de las confraternidades se 
implantó en las nuevas sociedades católicas del continente. 
 Tras la presentación, en el apartado Fundación y consolidación de san Pedro (1577-
1584), se analiza de manera particular cuáles eran los objetivos piadosos que perseguía la 
corporación de clérigos; y cómo fue que circunstancias como su anexión a la archicofradía 
de la Santísima Trinidad, la obligaron a postergar parcialmente el cumplimiento de sus 
metas asistenciales. 
En el tercer apartado,titulado, La labor hospitalaria de san Pedro, se analiza la cuál 
era el tipo de asistencia médica que la corporación pudo brindar a sus integrantes durante su 
primeros años, y cómo finalmente en 1689, la hermandad logró consolidar sus funciones 
hospitalarias al construir las instalaciones del albergue y hospital, donde se atendrían a los 
clérigos ancianos. Por último en el apartado, Los cofrades de san Pedro, se explica cuáles 
fueron los mecanismos y los criterios de selección implementados por la confraternidad, 
para limitar el acceso de los cofrades, y en relación a ello, cuál fue el perfil de los 
individuos que lograban ingresar a la corporación. 
 
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1.1 -Las cofradías, instituciones para la salvación y la integración social 
 
ras el sometimiento militar de los pueblos indígenas, inició para los soldados 
españoles y los primeros pobladores la tarea de participar en la construcción de 
una nueva configuración social que daría luz a la futura Nueva España. Parte 
fundamental de este nuevo quehacer consistió en la instalación de distintas instituciones 
sociales a través de las cuales se pretendía reproducir o emular en la medida de lo posible, 
las condiciones de vida que conocían en la Península, una de las cuales fueron las cofradías. 
Éstas eran corporaciones14 que nacían a partir de la asociación de fielesque eran devotos a 
un santo o alguna de las manifestaciones de Cristo y la virgen María, figuras a las que se 
elegía como patronos de la hermandad.15 El principal objetivo que motivaba la creación de 
estos grupos era el depromover acciones piadosas, principalmente la de fomentar el culto 
religioso a su santo patrón, al que se veneraba en las capillas de alguna iglesia parroquial o 
conventual. 
El origen de las cofradías se remonta a la Edad Media, entre los siglos VIII y XII, 
periodo en el que se hizo común su establecimiento en las distintas sociedades que 
practicaban el cristianismo. Su génesis, además de estar vinculada a la paulatina expansión 
de este tipo de fe, se relacionó también de forma muy estrecha con el surgimiento y 
consolidación de los gremios en las ciudades. Ello se debió a que durante la Medioevo se 
popularizó la práctica de vincular los oficios con el patronazgo de algún santo.Larelación se 
estableció al significar las torturas o castigos a que fueron sometidos los mártires cristianos, 
 
14Es importante hacer algunas precisiones respecto a los términos cofradía y corporación. 
Una corporación refiere a la unión de individuos bajo el acuerdo de compartir una serie de normas, 
valores y creencias que regulan la convivencia interna de los integrantes, plantean la exclusión de los 
ajenos, así como la forma en que se cuida de forma material y espiritual la integridad de los bienes y 
los miembros de la comunidad. Debido a que se trata de una definición muy amplia, el término 
corporación puede referir a un sinnúmero de asociaciones; de entre ellas, las cofradías. 
A fin de evitar la repetición de palabras, a lo largo de este trabajo me referiré a las cofradías, 
como “corporaciones”, “hermandades”, “confraternidades”; términos que si bien tienen matices 
distintos, bien puede participar de la misma esencia de lo que es una cofradía. 
15Miguel Luis López Muñoz, Las cofradías de la parroquia de santa María de Granada en los siglos XVII 
y XVIII, Granada, 1992, p. 22; William Callahan, “Las cofradías y hermandades de España y su papel 
social y religioso dentro de una sociedad de estamentos.”, en María del Pilar Martínez López-Cano, 
Gisela von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz Correa (eds.), Cofradías, capellanías y obras pías en la 
América colonial, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones 
Históricas, Facultad de Filosofía y Letras, 1998, p. 40-41; Isidoro Moreno, Cofradías y hermandades 
andaluzas: estructura simbolismo e identidad (ensayo), Granada, Biblioteca de la Cultura Andaluza, 
1985, p. 23 
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19 
 
así como algunos episodios que se contaban sobre sus vidas, con el ejercicio de alguna 
actividad o trabajo. Así por ejemplo a san Lorenzo, quien fue condenado por el emperador 
Decio a morir asado sobre una parrilla, se le asoció como patrono de los cocineros.16O bien 
los santos Cosme y Damián, a los que se atribuye el milagro de pegar la pierna de un 
hombre blanco a uno negro, que estaba cojo, fueron consideradoslos protectores de los 
cirujanos.17 
Las cofradías lograron tener una buena aceptación dentro de las sociedades 
medievales, por lo que con el paso del tiempo comenzaron a proliferar a lo largo de la 
Europa cristiana. Incluso, ya en los últimos siglos de la Baja Edad Media, fue común que 
las autoridades temporales comenzaran a promover la formación de confraternidades 
religiosas.Sin embargo a través de suintervención buscaron controlar también el 
crecimiento y funcionamiento de las hermandades, pues en adelante comenzaron a exigirles 
como requisito para su fundación,el contarcon un cuerpo de estatutos o constituciones 
aprobados por los obispos y los gobiernos locales. Por su parte, a los prelados quedó 
encomendada la tarea de vigilarlas las actividades de los cofrades. Por lo que en adelante se 
ordenó que en todas las asambleas y ceremonias religiosas de las confraternidades estuviera 
presente un clérigo o un fraile, bajo el pretexto de que ellos resolverían las dudas 
espirituales que pudieran surgir en las pláticas.18 
Si bien las cofradías eran corporaciones devocionales, el acceso a ellas no estuvo 
abierto a cualquier persona, ya que cada una contaba con un reglamento propio o 
constituciones,en las que se establecían los requerimientos que debían cumplir los que 
aspiraran a inscribirse. Así por ejemplo,era común que se condicionara el ingreso a aquellos 
individuos que pertenecieran a alguna minoría étnica, que ejercieran algún oficio en 
 
16Santiago de la Vorágine, La leyenda dorada, tomo I, traducción del latín de fray José Manuel Macías, 
Madrid, Alianza, 1982, p. 461 – 472 
17Ibid, p. 114 - 123 
18 Murdo J. MacLeod, “Desde el Mediterráneo y España, hasta la Guatemala indígena. Las 
transformaciones de una institución colonial: la cofradía, 1580-1750”, en María Alba Pastor y Alicia 
Mayer (coords.), Formaciones religiosas en la América colonial, México, Universidad Nacional 
Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Dirección General de Asuntos del Personal 
Académico, 2000, p. 204-211; Murdo J. MacLeod, “The social and economic roles of Indian cofradias in 
colonial Chiapas”, en Jeffrey A. Cole (ed.), The church and society in Latin America, Tulane, Center of 
Latin American Studies, 1982, p. 74; Antonio Rumeu de Armas, Historia de la previsión social en 
España: cofradías, gremios, montepíos, hermandades, Madrid, Revista de derecho privado, 1944, p. 201-
203 (serie G: manuales de derecho, vol. XI) 
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20 
 
particular o bien que fueran residentes de algún barrio o localidad; características todas, que 
como pude imaginarse, estaban ligadas entre sí. 
A partir de sus propias condiciones,cada hermandad dibujaba su propio perfil como 
grupo;aunque como puede verse, las cofradías buscaban replicar la estratificación social en 
el plano de lo espiritual, limitando a que los fieles sólo pudieran a las corporaciones donde 
convivieran con sus pares. Estamisma forma de organización de las cofradías se trasladó a 
la Nueva España, cuya población estaba fuertemente jerarquizada a partir del origen racial 
de sus habitantes, ya que en América convivían poblaciones de españoles, indígenas, 
negros y mestizos. 
Así, por ejemplo en la ciudad de México se fundaron hermandades exclusivas para 
españoles, como la de Los caballeros de la Cruz, creada por Hernán Cortés en 1526; La de 
la Santa Cruz, a la que pertenecían los albañiles y maestros mayores de la ciudad, de origen 
español (1674); o la de la Virgen Aránzazu, creada y compuesta únicamente por vascos 
(1681).19 De igual forma se instituyeron confraternidades formadas sólo por negros, como 
la de san Nicolás de Tolentino (1560), la de La exaltación de la cruz de los negros (1628) o 
la de san Benito de Palermo. Los naturales por su parte fundarondesde fechas muy 
tempranas sus propias fraternidades, como la del apóstol Santiago, en pueblo de Tlatelolco. 
No obstante, también llegaron a existir cofradías de composición mixta, como fue el caso 
de la del Santísimo Sacramento o la de las Ánimas benditas.20 
Además de los requerimientos de perfil, para ingresar a una cofradía era necesario 
que los fieles se comprometieran a guardar las constituciones de la hermandad.En ellas se 
estipulaban distintas actividades y obligaciones que debían realizar los cofrades a favor de 
la comunidad. Una de los principales compromisos era el pago de cuotas periódicaspara 
sufragar los gastos de la fiesta patronal,21además de la asistencia obligatoria de todos los 
integrantes para participar en dicha celebración. 
 
19 Luque Alcaide, Elisa, “Coyuntura social y cofradía. Cofradía de Aránzazu de Lima y México.” en 
María Alba Pastor y Alicia Mayer (coords.), Formaciones religiosas en la América colonial…, p. 91-108; 
Bazarte, 
20 Alicia Bazarte Martínez, Las cofradías de españoles en la ciudad de México (1526-1869), México, 
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco, División de Ciencias Sociales y 
Humanidades, 1989, p. 42-44 
21 En España y Nueva España las cuotas recibían el nombre de cornadillos, que por lo general se 
pagaban semanalmente. Asunción Lavrin, “´Cofradías novohispanas: economías material y espiritual”, 
en Martínez López-Cano, María del Pilar, Gisela von Wobeser y Juan Guillermo Muñoz Correa (eds.), 
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21 
 
A pesar del gasto que significaba pertenecer a una cofradía, existía un especial 
interés de los fieles por ingresar a alguna, pues a través de ellas se buscaba alcanzar la 
salvación del alma. El principal beneficio que estas hermandades ofrecían a sus miembros 
era la concesión de indulgencias, que por lo general eran bonos impresos o manuscritos 
emitidos por Roma, en los que la Santa Sede otorgabaa los fieles una reducción en el 
número de años que su ánima pasaría en el Purgatorio.22 No obstante también era común 
que durante las fiestas y procesiones religiosas se dierande palabra algunas indulgencias a 
los devotos o peregrinos, en premio a las muestras de su piedad. 
Roma concedía dos tipos de indulgencias, las plenarias, que borraban en su totalidad 
la pena que debía redimirel alma del fiel en el Purgatorio, y las parciales, que sólo reducían 
la estancia del ánima por unos cuantos años. Toda cofradía que se fundara debía contar con 
la autorización del prelado, quien concedía a estas corporaciones el permiso para otorgar a 
sus cofrades, un cierto número de indulgencias, como recompensa a sus acciones piadosas. 
Sin embargo, las hermandades debían comprar a los obispos los derechos para comunicar 
indulgencias; así entre mayor fuera el pago, mayor era la cantidad de bonos que podrían 
ofertar. 
Por tanto, se deduce que sólo las cofradías más ricas, podían comprar las 
indulgencias más amplias, así como las plenarias. En estos casos los permisos se 
gestionaban con Roma, que a cambio de uncuantioso pago otorgaba bulas especiales a las 
hermandades. De esta forma se entiende que entre mayores fueron los privilegios y las 
indulgencias que pudiera adquirir una corporación, mayor era el prestigio de que forjaba 
dentro de la sociedad.23 
 
Cofradías, capellanías y obras pías en la América colonial, México, Universidad Nacional Autónoma 
de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Filosofía y Letras, 1998, p. 58 
22 En vida, se creía, todas personas cometían un sinnúmero de pecados, ya fuera de palabra, obra u 
omisión, que generaban una mácula o mancha en el espíritu del individuo. Para purgaral ánima de 
las malas acciones era necesario confesarse y recibir la eucaristía; no obstante, esto no borraba la 
culpa, que en todo caso generaba una sentencia imborrable de cientos de años o milenios de 
condenación.Por tanto, era necesario que el creyente pasara una larga temporada en el Purgatorio 
para redimir sus faltas. Alicia Bazarte y Clara García Ayluardo, Los costos de la salvación, las cofradías 
y la ciudad de México (siglos XVI al XIX), México, Centro de investigación y Docencia en Economía / 
Instituto Politécnico Nacional / Archivo General de la Nación, 2001, p. 34-35 
23Alicia Bazarte Martínez, “Las limosnas de las cofradías su administración y destino.”, Cofradías, 
capellanías y obras pías en la América colonial, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 
Instituto de Investigaciones Históricas, Facultad de Filosofía y Letras, 1998, p. 68 
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22 
 
Para adquirir las indulgencias los fieles debían realizar en común una serie de 
actividades piadosas señaladas en las constituciones de la hermandad, de tal forma que por 
cada una ellas se les otorgarían en recompensa un cierto número de bonos. Si bien, cada 
corporación contaba con sus propias reglas, todas obligaban a sus miembros a contribuir 
con dinero y con su participación en la fiesta patronal. Esta condición era de suma 
importancia para las cofradías ya que era a través de la participación colectiva como se 
afianzaban y fortalecían los lazos de unión entre los cofrades y se fomentaba un espíritu de 
disciplina.De igual forma, a través de las manifestaciones religiosas, cada confraternidad 
buscaba consolidar una posición dentro de la jerarquía social, pues en relación lo lujoso y lo 
vistoso de su celebración, las demás corporaciones verificabanel estrato económico y social 
al que pertenecían sus integrantes. 
Como parte de las obligaciones piadosas, algunas cofradías exigían a sus miembros 
el pago de cuotas extraordinarias, para que con ellas se financiaran los servicios funerarios 
de los cofrades que fallecieran. Otras hermandades con caudales más amplios, solicitaban 
cuotas para construir edificios destinados a brindar ayuda o algún tipo de servicio a la 
comunidad. Por lo general el dinero se invertía en hospitales yescuelas. Promover este tipo 
de empresas asistenciales era también importante para consolidar el prestigio de las 
hermandades. Por un lado, porque a través de estas edificaciones se evidenciaba cuál era el 
potencial económico de la corporación. Por otra parte, el hecho de construir un espacio que 
fuera visible para todos, generaba en el imaginario social un referente de espacialidad que 
se asociaba automáticamente a una corporación. De tal forma que hermandad ya no sólo se 
haría notar en las fiestas religiosas, sino que estaba presente a diario en el entorno urbano y 
además a través de los servicios que ofrecía, incidía continuamente en la vida de los 
habitantes del pueblo o de la ciudad.24 
 
24 Todo cofrade al momento de ingresar a una cofradía adquiría una “patente de indulgencias” y una 
“sumario de indulgencias”. El primero consistía en un contrato entre la cofradía y el cofrade en el que 
la primera comunicaba al segundo las indulgencias que le habían sido concedidas por Roma, a cambio 
de que el contrayente se comprometiera a acatar las constituciones de la corporación. Por su parte el 
sumario era el documento en que se anotaban puntualmente los años de redención que el fiel iba 
acumulando. Bazarte Martínez, Las cofradías de españoles…, p. 24; Bazarte y García Ayluardo, “Los 
costos de la salvación...”, p. 29-30. Asunción Lavrin ha denominado a este tipo de intercambio 
“economía espiritual”. Asunción Lavrin, “Confraternities in colonial Spanish America.” En, Nahua 
confraternities in Early Colonial Mexico: The 1552 Nahuatl ordinances of fray Alonso de Molina, OFM, 
Trad., y ed. por Barry D. Sell, Berkeley, Academy of American Franciscan History, 2002, p 22, 26-29; 
Isidoro Moreno, op. cit., p. 22 
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23 
 
Para los cofrades era importante que las hermandades realizaran actos y 
celebraciones públicas y colectivas, ya que a través de ellas los individuos forjaban su 
propia identidad social. Pues como se ha visto, cada fiesta o manifestación religiosa, era 
además de un acto de piedad, una oportunidad para mostrar a la sociedad cuál era el grupo 
religioso, económico y racial al que se pertenecía. 
En conclusión, puede decirse que las cofradías, a pesar de ser asociaciones fundadas 
con una clara intención piadosa, trascendieron las más de las veces el ámbito meramente 
espiritual para ser corporaciones en las que se reflejaba la situación de un grupo social. Las 
fiestas religiosas, los eventos públicos, y las muestras de caridad de las que participaban, 
eran también mecanismos y espacios a través de los cuales se confirmaba la organización 
de una sociedad, así como la existencia de múltiples identidades colectivas que convivían 
dentro de ella y le daban forma. 
Ejemplo de ello es la cofradía novohispana de san Pedro, fundada por clérigos 
seculares en 1577 y que desde sus primeros años logró posicionarse como una de las 
corporaciones de mayor prestigio en su tiempo. 
 
 
 
1.2 -Fundación y primeros años de la cofradía de san Pedro (1577-1584) 
 
l 22 de enero de 1577, un grupo de clérigos seculares encabezado por el provisor 
y vicario general de indios, el licenciadoPedro Gutiérrez de Pisa, se reunió en la 
ciudad de México con la intención de fundar una cofradía para “… ejercitar la 
caridad de los sacerdotes, formando una hospedería para los foráneos y un hospital para los 
enfermos…”25. La hermandad se instituyó bajó la advocación del apóstol san Pedro en la 
capilla de santa Ifigenia, ubicada en el hospital de Nuestra Señora de la Concepción.26 
 La cofradía de san Pedro compartía la capilla con una hermandad de negros, en el 
entendido de que cada una podría celebrar con toda independencia sus reuniones y 
 
25 Carlos de Sigüenza y Góngora,Piedad heroica de don Fernando Cortes, Madrid, José Porrúa Turanzas, 
1950, p. 70; Iconografía colonial.Retratosdepersonajesnotablesenlahistoriacolonialde México, 
existentesenelMuseoNacional, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1940, p. 106 
26 Hoy conocido como el Hospital de Jesús. Muriel, op. cit., p. 123 
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ceremonias religiosas. No obstante los negros temieron ser desplazados de la iglesia por sus 
nuevos compañeros y una noche arrojaron la imagen de san Pedro a la calle. Al día 
siguiente los clérigos recuperaron la efigie de su patrono y decidieron trasladar su sede a 
otrolugar. Carlos de Sigüenza y Góngora, quien narró ese episodio y cien años más tarde 
fue cofrade de san Pedro, señala que entonces se reubicaron en la capilla de la Soledad, en 
la Iglesia del recogimiento de Jesús. 27 Otras noticias apuntan a que más bien fueron 
albergados por la cofradía de santa Lucía, en la Iglesia del Recogimiento de santa 
Mónica;28y otras más a que permanecieron en ambas sedes durante un tiempo, no mayor a 
tres años.29 
En 1580 la hermandad de los trinitarios,30 una de las cofradías más antiguas de la 
Nueva España, fundada por iniciativa de Hernán Cortés31, invitó a los cofrades de san 
Pedro a instalarse de forma definitiva en la iglesia de la Santísima Trinidad. La fecha exacta 
de la unión entre ambas no es precisa, pero podemos presumir que formalmente se debió 
celebrar en el mes de marzo, cuando la cofradíaanfitriona se elevó de categoría a 
archicofradía. Ello significaba que podría tener como agregadas a otras cofradías y que las 
gracias e indulgencias adquiridas por su nuevo rango los podría comunicar a éstas. El 22 de 
marzo de 1580 los cofrades de san Pedro y los trinitarios, solicitaron de forma conjunta a 
Roma,elevara a la confraternidad de la Trinidad al rango de archicofradía, concediéndole 
con ello un mayor número de privilegios e indulgencias. Tras varios años de gestiones, la 
Santa Sede aprobó finalmente la solicitud el 26 de septiembre de 1585.32 
Se desconoce exactamente cuáles fueron los privilegios concedidos a la 
archicofradía, sin embargo se sabe por noticia de los agentes que san Pedro y la Trinidad 
enviaron a Roma para llevar a cabo las gestiones, que se solicitaron permisos para 
comunicar indulgencias plenarias a todos sus cofrades adscritos a la archicofradía, así como 
a quienes la visitaran su iglesia el día de la Trinidad, de los apóstoles, el primer día Pascua, 
 
27 Sigüenza, op. cit., p. 70 
28 Muriel, Josefina, op. cit., p. 123 
29Ma. CristinaMontoya, La iglesia de la Santísima Trinidad, México, Universidad Nacional Autónoma 
de México, Escuela de Estudios Profesionales Acatlán, 1984, p. 34 
30 Trinitario – devoto de la Santísima Trinidad 
31 Muriel, Josefina, op. cit., p. 124 
32Montoya, op. cit., p. 35 
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los jueves de cuaresma, el día de Corpus Christi y de la ascensión de Jesucristo.33 Todo 
apunta a que los beneficios confirmados por la Santa Sede fueron bastante amplios, al igual 
que el pago de derechos que debieron hacer los trinitariosa los fiscales de la curia romana. 
No obstante ello significaba una importante inversión que ayudaría a atraer nuevos 
miembros a ambas corporaciones. 
Con su nueva calidad de archicofradía, la Santísima Trinidad adquirió también una 
serie de obligaciones impuestas por Roma. Debía tributar culto al misterio trinitario, 
enterrar a sus cofrades muertos, visitar a los enfermos, redimir a los cautivos y dar posada a 
los peregrinos.34No obstante, aprovechando el reciente prestigio que había adquirido la 
hermandad, cofrades trinitarios, que eran sastres, calceteros y juberos,35 decidieron dejar 
que las nuevas corporaciones que se anexaran a ellos les ayudaran a dar cumplimiento a sus 
nuevas tareas. 
Por tal motivo decidieron invitara la cofradía de san Pedro, para que ella les ayudara 
a financiar algunos de sus gastos.Así la unión celebrada entre ambas corporacionesfue más 
bien de un acuerdo. Los trinitarios ofrecieron compartir con los clérigos sus privilegios así 
como el recinto para sus reuniones y culto, con la condición de que los sacerdotes se 
comprometieran a financiar la construcción de una nueva iglesia con una capilla reservada 
a la archicofradía.36Como parte de los acuerdos debían edificar también una sala de “…50 
pies de largo por 25 de ancho y corral cercado de 20 pies de largo por otros tantos de 
anchopara – que en ella se celebraran –losexámenes de los cofrades de los diferentes 
oficios…37” Este edificio, debía estar anexo a la nueva iglesia de la Trinidad. 
El pacto fue asentado en las constituciones de la archicofradía el 8 de agosto de 
1580.Además, debe tomarse en cuenta que a través de la unión de ambas corporaciones, los 
trinitarios podrían dar cumplimiento a sus obligaciones asistenciales, de dar posada a los 
 
33 “Testimonio del poder que otorgó la cofradía de la Santísima Trinidad a favor de su mayordomo, 
Alonso Izaguirre, para la solicitud de las indulgencias y gracias que en él se expresan. México, 1581”, en 
Archivo General de la Nación [en adelante AGN], Bienes nacionales, Caja 14,Vol. 118, exp. 4, fj. 4-7v 
34Montoya, op. cit., p. 35 
35 La palabra jubero se deriva de la palabra jubón, que es un chaleco ajustado. 
36 Montoya, op. cit., p. 34 
37 AGN,Bienes nacionales¸ leg. 863, exp. 1; Muriel, op. cit., p. 140; Montoya, op. cit., p. 34 
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peregrinos y ayuda a los enfermos, pues aprovecharían el que los clérigos pretendían 
construir un hospital y colegio,38 anexos también a la nueva iglesia de la Santísima Trinidad. 
 
 
Nueva Iglesia de la Trinidad Vieja Iglesia de la Trinidad 
 
 
[Plano de la antigua y nueva iglesia de la Santísima Trinidad. “Relación de propietarios de unos 
lotes. [Documento del siglo XVI s/f]”, AHHSA, Congregación de san Pedro, Leg. 98, Exp. 21. El 
texto incluido en el plano está paleografiado en un cuadro a continuación]39 
 
38 El término “colegio” no refiere en este caso a una institución educativa, más bien se le debe 
interpretar en su sentido medieval, como los lugares destinados para dar hospedaje a los estudiantes 
universitarios, que no tenían los recursos suficientes para poder pagar el alquiler de una casa 
particular o un hospedaje. De esta forma muchos de los alumnos terminaban por compartir una vida 
en común dentro de estos espacios. Asimismo, esta palabra terminó aludir también a albergues para 
los miembros de una corporación. Víctor Gutiérrez Rodríguez, “Hacia una tipología de los colegios 
coloniales”, en Pérez Puente, Leticia (coord.), De maestros y discípulos. México. Siglos XVI-XIX, 
México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios sobre la Universidad, 
Coordinación de Humanidades, 1998, p. 82-84 
39 Agradezco al Archivo Históricos de la Secretaría de Salud el que se me haya permitido realizar una 
sesión fotográfica de sus documentos, que ahora incluyo en mi tesis. De igual forma agradezco la 
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Contenidos de plano - “Relación de propietarios de unos lotes. [Documento del siglo XVI s/f]”, 
AHHSA, Congregación de san Pedro, Leg. 98, Exp. 21.40 
1 Hizo la ciudad merced de este solar… 
2 Benito Méndez, hay de él merced y todas las escrituras en sus 3 títulos 
3 Pienso que es el solar que dio la ciudad a Juan Pérez Montañéz 
4 Pienso que es por la señas el solar que dio la ciudad a Gil de la Mar hay de él merced y todas 
las escrituras con sus 3 títulos 
5 Calle de Tacuba, hacia las atarazanas 
6 Hospital de las bubas, hacia las atarazanas 
 
 
 
La situación física del templo de la archicofradía era bastante delicada, pues el edificio que 
los albergaba se encontraba en un estado deplorable y casi a punto de colapsar. El motivo 
del gran deterioro de la iglesia se debía a que años antes, en 1567, las monjas santa Clara 
habían obtenido permiso del obispo Montúfar para construir sus casas y convento anexas a 
la ermita de la Santísima Trinidad. A los pocos años iniciaron las obras de demolición de 
los solares circundantes para construir sus casas, pero no tardaron en abandonarlas cuando 
en 1576 les fue señalado otro lugar para asentarse. Como resultado de la breve pero 
destructiva estancia de las clarisas, la pequeña iglesia trinitaria, hecha de adobe, quedó muy 
debilitada.41 
Es probable que para san Pedro, el compromiso de financiar la construcción de la 
nueva Iglesia de la Trinidad y la sala de juntas, fueran tareas excesivas que superaban por 
mucho el presupuesto de los clérigos. Tal vez por esta razón, los sacerdotes postergaron 
 
atención del personal de dicho lugar por su disposición para facilitarme los materiales y ayudarme 
durante mi investigación. 
40 La ortografíadel texto se ha modernizado y se han incluido signos de puntuación para facilitar la 
lectura. 
41 Muriel, op. cit., p. 124 
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constantemente el cumplimiento de los acuerdos, lo que llevó a queen repetidas ocasiones 
los trinitarios amenazaran con expulsarlos y multarlos por faltar a su palabra.42 
Durante casi la mitad del siglo XVII los clérigos dieron soluciones provisionales a 
la edificación de la iglesia,pues sólo retomaban temporalmente el pago de las obrasy al 
poco volvían a abandonarlas. Finalmente en 1667 se terminó de construir el templo y se 
dedicó, no obstante, la archicofradía levantó una queja ante el Consejo de Indias porque el 
edificio había sido concluido sin que en él se contemplara un espacio para su capilla.Por 
temor a ser sancionados, los clérigos se apresuraron a resolver el problema levantando un 
improvisado altar en de la sala de juntas anexa al templo.43 
 Pese a todos los incumplimientos de san Pedro, es casi seguro que en realidad la 
Trinidad nunca pretendiera expulsarlos de su iglesia, pues se veía beneficiada por el 
prestigio que les significó tener agregada a una de las corporaciones a la que pertenecían las 
personalidades más notables del virreinato. Virreyes, obispos, maestros mayores de los 
gremios e individuos de familias acaudaladas, solicitaron ser cofrades de san Pedro,44 y 
fueron ellos los que con sus donaciones y limosnas hicieron posible que en el futuro se 
pudiera pagar la construcción del hospital y el colegio que compartirían ambas 
corporaciones. 
 
 
 
1.2.1 -La labor hospitalaria de san Pedro 
 
i los trabajos de san Pedro fueron lentos en la edificación de su iglesia, más lo 
fueron aún para levantar su hospital y colegio, pues tuvieron que pasar 121 años 
para que el propósito que había motivado la fundación de la hermandad pudiera 
materializarse. Fue hasta 1698 que cuando se inauguraron las primeras secciones de los 
edificios, que se construyeron en los solares contiguos al templo de la Trinidad. 
 El hecho de que san Pedro haya demorado más de un siglo en acometer a su 
principal labor piadosa es hecho que no deja de sorprender, sobretodo porque como se 
 
42 García Ayluardo, Clara, op. cit., p. 99-100 
43 Muriel, op. cit., p.140 
44 Lavrin, “La congregación de san Pedro…”, p. 570-57 
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comentó en la introducción del presente trabajo, existe un referente común en la 
historiografía de las cofradías en el que se concibe a la hermandad de san Pedro, como 
corporación eminentemente hospitalaria. Es probable que esta imagen surja a partir de la 
lectura de trabajos como los de Asunción Lavrin, “La congregación de san Pedro – una 
cofradía urbana del México colonial – 1604-1730”, en los que se estudia a la confraternidad 
en un periodo ya tardío, en el que finalmente ha logrado consolidar sus funciones 
asistenciales, y su presencia como corporación está ligada estrechamente al espacio físico 
de los edificios del hospital y el colegio. No obstante, cabe preguntarse qué era entonces la 
hermandad de clérigos, cuál era su carácter antes de 1698, cuando todavía no contaba con 
dichas construcciones. 
 La erección del nosocomio y su colegio se llevó a cabo apenas en 1689.Todo indica 
que el entonces abad, el doctor Manuel Escalante y Mendoza, fue el orquestador de esta 
empresa. Este personaje aprovechó los vínculos de su posición como canónigo, como 
catedrático de la Universidad, así como la influencia de su hermano, el oidor Juan Escalante 
y Mendoza,45 para convencer a distintas hermandades e individuos acaudalados, para que 
con sus limosnas le ayudaran a financiar la construcción de los edificios. Se desconocen las 
condiciones bajo las cuales el abad logró pactar estas ayudas financieras. 
 Nelly Sigaut explica que la cofradía de san Pedro recibiótambién en 1689 una gran 
cantidad de limosnas por parte de los fieles, así como del arzobispo Aguiar y Seijas.La 
historiadora explica que ello fue resultado de una intensa campaña que dirigieron los 
miembros cabildo, incluido el doctor y canónigo, Manuel Escalante, para promover el culto 
del apóstol san Pedro.46 
Los apoyos externos ayudaron a pagar casi en su totalidad la construcción de los 
edificios;peroel mayor problema fue el de garantizar su sostenimiento, ya quesegún las 
constituciones de la hermandad san Pedro, los clérigos y los miembros seglares estaban 
obligados a financiar por un día los gastos médicos del lugar. La situación resultó ser 
 
45Gustavo Rafael Alfaro Ramírez, “¿Quién encarceló al alguacil mayor de Puebla? La vida, los negocios 
y el poder de don Pedo de Mendoza y Escalante, 1695-1740”, Estudios de historia novohispana, México, 
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, Vol. 17, 1998, p. 
32 
46 NellySigaut, “El uso de la emblemática en un programa catedralicio”, en Herón Pérez Martínez y 
Bárbara Skinfill (eds.), Esplendor y ocaso de la cultura simbólica, México, El Colegio de Michoacán / 
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2002, p. 121 
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bastante complicada para los seculares porque no todos contaban con los ingresos 
suficientes como para poder sufragar los insumos del hospital. Sin embargo para conjurar 
esta dificultad, el abad Escalante logró pactar también con algunas cofradías para que éstas 
cubrieran los gastos de varios días,a cambio de que sus miembros pudieran gozar también 
de los servicios de atención médica. 
 En junio de 1698 se inauguraron de forma paralela las primeras secciones del 
hospital y del colegio de san Pedro,mismas que se construyeron en solares anexos a la 
iglesia de la Santísima Trinidad. Estas instalaciones, además de albergar a los viajantes, se 
convirtieron en algo parecido a una casa de retiro, donde los clérigos ancianos se instalaban 
para vivir sus últimos años. Si su situación se los permitía, los sacerdotes viejos debían 
contribuir con cuotas para su manutención y hospedaje, y a cambio de ello tenían la 
seguridad de estar bien atendidos, de contar con un entierro,además de gozar de un 
ambiente que consideraban digno de su calidad eclesiástica.47No obstante, si los clérigos 
eran pobres se les asignaba alguna capellanía a la que pudieran servir y así pagar sus gastos; 
o bien,se destinaba un porcentaje de la caja de ahorro de la cofradía, para solventar su 
estancia.48 
Elaborar una explicación que resuelva el porqué de la gran dilación para que san 
Pedro construyera su hospital y colegio, requeriría de un profundo y extenso trabajo en la 
revisión de sus finanzas, mismo que podría convertirse en tema de otra investigación.49Sin 
embargo, es necesario precisar que la erección física del nosocomio tan sólo revela una 
etapa de la cofradía en que finalmente logra consolidar sus funciones asistenciales. Lo cual 
no implica de forma necesaria, que durante más de un siglo hubiera faltado a su misión 
hospitalaria. 
 
47 Muriel, op. cit., p. 134 
48Ibid, p. 134 
49 Asunción Lavrin ha estudiado las finanzas de la cofradía durante el siglo XVIII, no obstante aún 
queda mucho por investigar respecto al manejo de su capital durante el siglo XVI. Desde sus primeros 
años la cofradía contó con una hacienda en Tampico que fue donada por uno de sus cofrades y 
miembro del cabildo catedralicio, el chantre, Antonio Freyre [Freire], quien además fue abad de la 
Cofradía de san Pedro y capellán de la ermita de la

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