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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de filosofía y letras Colegio de filosofía La Historia y el Hombre Un análisis del pensamiento arqueológico de M. Foucault a través de la antropología de I. Kant TESIS Que para obtener el grado de Licenciado en Filosofía presenta: Kin Canek Maya Gutiérrez Director de tesis Bily López Gonzalez México D.F. Agosto 2015 1 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 La verdadera razón no está libre de todo compromiso con la locura; por el contrario, debe seguir los caminos que ésta le señala. M. Foucault 3 4 5 6 A Armando, Judith, Oscar y Roberto, por la alegría de ver en el otro a un amigo. A Manuel, Jimena, Arturo, Damián y Victor, por llenar de sentido el camino de la filosofía. A Aylin, por todo el amor y el cariño. A mi hermana, mi amiga y complice incondicional. A mi valiente madre y mi tenaz padre, gracias por la vida. Al “Matador”. 7 8 Agradecimientos En primer lugar quiero agradecerle a la UNAM, por cobijarme, incluso antes de convertirme en estudiante de sus venerables aulas. Agradezco con mucho cariño al Dr. Bily López Gonzalez, por asesorarme y guiarme, sin su apoyo, este trabajo no habría podido concretarse. También quiero agradecer a mis sinodales, el Dr. Jorge Armando Reyes Escobar, el Lic. Rafael Ángel Gomez Choreño, el Mtro. Eduardo Sebastián Lomelí y el Mtro. Carlos Alberto Vargas, por sus atenciones, comentarios y consejos para este trabajo. De igual forma quiero agradecer a mi primo, el Dr. Miguel Angel Mancera, por leer y comentar este trabajo. Deseo hacer llegar mis más sinceros agradecimientos al profesor y amigo Ángel López, por inculcarme desde pequeño el esfuerzo, la pasión y la disciplina. Este trabajo es fruto de sus enseñanzas. Por último, quiero agradecer a todos los compañeros, maestros, familiares y amigos que de una u otra forma contribuyeron a mi formación y crecimiento como estudiante de filosofía y como persona. 9 10 Índice de contenido Introducción..........................................................................................................................13 I. La arqueología de M. Foucault a la luz de la antropología de I. Kant...............................20 I.1. ¿A qué problemas responde la arqueología?...................................................................22 I.2. ¿De dónde procede el problema?....................................................................................24 I.2.1. ¿Cuál es el contenido del problema ?..........................................................................26 I.2.2. ¿Cuál es la nota característica del problema?..............................................................29 I.3. Conclusiones...................................................................................................................33 II. La analítica de la finitud y el pensamiento repetido.........................................................35 II.1 ¿Qué es la analítica de la finitud?...................................................................................36 II.1.1. ¿De dónde procede la analítica de la finitud?.............................................................37 II.1.2. ¿Qué es la finitud del Hombre?..................................................................................39 II.2. ¿En qué consiste el pensamiento sobre lo Mismo?.......................................................42 II.2.1. Lo empírico y lo trascendental...................................................................................43 II.2.2. El cogito y lo impensado............................................................................................46 II.2.3. El retroceso y el origen..............................................................................................50 II.3. Conclusiones..................................................................................................................53 III. La propuesta arqueológica de Michel Foucault .............................................................54 III.1. ¿Cuál es el horizonte de sentido de la arqueología?.....................................................56 III.2. ¿Cuál es el objeto de estudio de la arqueología?..........................................................59 III.3. ¿Cuál es el rasgo definitivo del estudio arqueológico?................................................63 III.4. ¿Qué muestra la arqueología?......................................................................................66 III.5. Conclusiones................................................................................................................68 Conclusiones generales.........................................................................................................70 BIBLIOGRAFÍA...................................................................................................................75 11 12 Introducción I En 1969 se presentó por primera vez La arqueología del saber, obra del pensador francés Michel Foucault (Poiters, 15 de octubre de 1926 – Paris, 25 de junio de 1984). En este texto, Foucault pretendía hacer la exposición integral y sistemática de los conceptos y categorías que conforman el método arqueológico. Esta forma particular de investigación que se enfoca en los cambios históricos del conocimiento, había sido puesta en práctica por Michel Foucault a lo largo de las obras que precedieron a La arqueología del saber. Una muestra de ello aparece en la obra Locura y sin razón. Historia de la locura en la época clásica del año 1961, en donde Foucault definió sus investigaciones como una “arqueología del saber” (Citado en Castro, 2004: 38). En aquella obra, Foucault se había dado a la tarea de rastrear las condiciones que hicieron efectiva la aparición de un conjunto de saberes y prácticas concretas alrededor del tema de la locura y la sin-razón en occidente. En parte, Foucault trataba de mostrar a través de la historia de los desordenes del pensamiento, que la conformación del conocimiento en un espacio y tiempo determinado depende de condiciones especificas de las cuales se deriva su grado de verdad, su aplicabilidad, su efectividad e incluso su realidad. Cinco años después de la aparición de la Historia de la locura, en 1966, fue publicada la obra Las palabras y las cosas, que lleva como subtítulo “una arqueología de las ciencias humanas”. Aquí Foucault definió en el prólogo, aunque de manera general, un rasgo esencial del método arqueológico con el cual examinó las transformaciones del pensamiento occidental, en una transición que comenzó en la época clásica y se extendió hasta la época moderna. En dicho apartado Foucault describió al método arqueológico como “el relato en el cual aparecen dentro del espacio del saber, las configuraciones que han dado lugar a las diversas formas del conocimiento empírico en un periodo de tiempo especifico” (Foucault, 2010: 15). Esta caracterización en particular, da pie a uno de los argumentos filosóficos centrales en el texto que puede ser enunciado del siguiente modo: todos los periodos de la historia tienen ciertas condiciones fundamentales de verdad, que 13 son de carácter discursivoy que cambian a través del tiempo, mediante cambios relativamente repentinos y azarosos de una episteme o apriori historico a otra, según el término que el propio Foucault introduce, al tiempo que constituyen básicamente el orden de la experiencia y lo real. Para ilustrar la idea anterior, Foucault describió a detalle en su obra los cambios que sufrieron los saberes clásicos correspondientes al análisis de las riquezas, la historia natural y la gramática general en una transición que dio lugar al llamado orden moderno del pensamiento. Foucault explicó también que esta transición dio como resultado la aparición de nuevos saberes y prácticas como la economía, la biología y la lingüística, que desplazaron en general el orden clásico del conocimiento, haciendo posible el nacimiento de las ciencia humanas modernas. Como ya se dijo, en esta obra el método arqueológico fue utilizado por Foucault para explicar el paso de los saberes clásicos a las ciencias humanas modernas, pero en un sentido más profundo, lo que Foucault trataba de mostrar es que, a través de un examen riguroso de los saberes de una época, el gran relato continuo de la razón histórica universal se bifurca y se rompe, dejando ver en los restos las condiciones mas íntimas que lo hacen ser de un modo especifico. De esta manera, lo que tratamos de decir es que el método arqueológico puede verse desde La historia de la locura, pasando por Las palabras y las cosas y hasta La arqueología del saber, como la forma de reflexión y análisis que Foucault puso en marcha sobre aquello que hace posible, dentro de un periodo de tiempo especifico, la aparición de ciertos saberes y de ciertas prácticas. En este sentido, el pensamiento arqueológico de Foucault puede ser inscrito en el terreno de un tipo particular de preocupaciones epistemológicas que versan sobre las condiciones actuales y activas del conocimiento, ligadas a su vez a cierto tipo de preocupaciones ontológicas que se refieren al modo de ser de lo real en un tiempo determinado. Dicho esto, podremos darnos cuenta de que “...en todo momento a Foucault le inquietó también el presente; esto es, se interrogó por el tiempo en el que somos; más aún, se preguntó reiteradamente ¿qué somos hoy? En este presente que es el nuestro” (Martiarena, 1995: 15). 14 II Los motivos que llevaron a Foucault al desarrollo de una propuesta metodológica de investigación como la arqueología, se encuentran expuestos detalladamente en el tratado de La arqueología del saber. En este texto, la preocupación y urgencia por ofrecer una alternativa, no solo de carácter metodológico sino de interpretación y sentido mismo sobre la Historia de las ideas contemporánea llama en particular la atención. En sintesis, la idea que sostiene el propio Foucault (2010b: 11) es que esta disciplina se ha estancado desde hace bastante tiempo en una forma tradicional, obsoleta y por lo tanto problemática de abordar y examinar las transformaciones que presentan los saberes y la experiencia del mundo a través del tiempo. La raíz de este síntoma, que para Foucault padece la Historia de las ideas, procede de un hecho particular, un acontecimiento en el interior del pensamiento de occidente que hizo emerger y consolidar, a través de ciertos cambios, a la figura del Hombre como condición necesaria de todo conocimiento y toda experiencia. Como consecuencia de este hecho, Foucault hará notar la idea de que, a partir de esta emergencia antropológica, e.d., a partir de la aparición y consolidación de la figura humana como pilar de los saberes en la época moderna, el pensamiento occidental se halló en una confusión conceptual sobre lo que significaba pensar desde el Hombre, confusión que se extendió hasta buena parte del pensamiento contemporaneo en una reflexión repetida, es decir, en una reflexión continua sobre lo mismo. Foucault rastreó y analizó la procedencia de este acontecimiento particular del pensamiento occidental en la obra madura de Kant, La antropología en sentido pragmático del año 1798, pues es en ella en donde al parecer se encuentran en su forma definitiva los rasgos más importantes del orden moderno de los saberes. Reflexionar en torno a ello es importante, pues como se dijo, ayudará a visualizar las condiciones a partir de las cuales una propuesta metodológica sobre el sentido de la Historia, como la que pretende la arqueología de Foucault, es entonces posible. 15 III Una vez avistados los antecedentes de la arqueología de Foucault, el objetivo principal de este trabajo de tesis puede ser anunciado, éste consistirá en demostrar y dar sustento a la idea de que la propuesta arqueológica de Michel Foucault, que se presenta como una alternativa concreta frente a la Historiografía moderna, si bien trata de romper con los esquemas conceptuales de la tradición del pensamiento moderno, planteando la posibilidad de una superación del orden antropológico de los saberes, seguirá manteniendo de ella una especie de herencia irreductible, que se hace patente en su propósito o fin último. Nos referimos al modo de poner en cuestión las condiciones que hacen posible un saber determinado (disposición que nace con el pensamiento crítico de Kant), desnudando con ello las verdades mas arraigadas del conocimiento, pero solo para buscar cobijo y dar sentido a un nuevo fundamento, la discontinuidad de la Historia general. Para cumplir con el objetivo marcado trataremos de explicar de manera puntual qué es la propuesta arqueológica de Foucault en relación con el pensamiento antropológico de Kant, de donde tenemos la certeza que procede el proyecto de la arqueología. El cumplimiento del objetivo principal dependerá del cumplimiento de tres objetivos específicos relacionados entre sí. El primero de estos objetivos será mostrar que la arqueología de Michel Foucault es una propuesta metodológica que nace de la preocupación por un problema filosófico particular de la Historia, nos referimos al problema de la Historia tradicional que versa sobre la necesidad por consolidar un origen y fundamento como condición necesaria de sentido de esta ciencia, el cual tiene sus raíces, según Foucault, en la emergencia antropológica inaugurada por Kant, así, una vez presentada esta idea, explicaremos qué es la antropología de Kant y cuáles son sus postulados. De la mano del primer objetivo se presentará el segundo objetivo específico, que consiste en explicar de forma detallada el tema del origen y el fundamento, que están presentes en el interior la emergencia antropológica. Centraremos nuestra atención en las cuestiones y los síntomas que Foucault detecta al interior de estas ideas, para lo cual abordaremos el tema de la analítica de la finitud, nombre que Foucault da a la disposición particular del pensamiento antropológico de la cual se derivan una serie de estrategias que ponen en 16 constante circulación un pensamiento repetido sobre el Hombre, e.d., un pensamiento sobre lo Mismo. Por último, el tercer objetivo especifico de este trabajo consistirá en mostrar la manera particular en que la arqueología trata de ofrecer una alternativa metodológica y de sentido frente al modelo tradicional de la Historia tradicional, a través del examen y exposición de cuatro conceptos claves que conforman esta propuesta metodológica; la historia general, los discursos, la discontinuidad y el a priori histórico. El análisis de las ideas sobre las que habremos de enfocarnos a lo largo de este trabajo, se ceñirá únicamente a las que aparecen contenidas en las obras que conforman el periodo arqueológico del pensamiento de Michel Foucault1 En el caso del presente trabajo haremos un recorrido que inicia con la obra Una lectura de Kant. Génesis y estructurade la Antropología de Kant (1964), atravesando enseguida por Las Palabras y las Cosas (1966) y llegando hasta La arqueología del saber (1969). Con esta advertencia queremos dejar en claro al lector que la investigación del presente trabajo pretende analizar un pequeño periodo del pensamiento de Michel Foucault del cual se derivará en obras posteriores del mismo autor un programa de trabajo futuro que, si bien mantiene presentes las preocupaciones del periodo arqueológico, incorporará en gran medida otros elementos a la reflexión y a la forma de investigación misma, por cuestiones metodológicas del presente trabajo, no serán examinados estos elementos posteriores del pensamiento de Foucault. 1“Algunos estudiosos de la obra de Foucault, [...] coinciden en establecer convencionalmente tres periodos por los que atraviesa su pensamiento; el primero, centrado alrededor de la pregunta por el saber se reconoce bajo el nombre de arqueologia, y abarca obras como La historia de la locura en la epoca clasica. Enfermedad mental y personalidad. El nacimiento de la clinica, etc” (Gomez, 1989: 107). 17 IV El interés por hacer un trabajo de tesis sobre la arqueología de Foucault, nace de la convicción personal por tratar de entender, en el sentido más cercano a lo que podemos concebir por una “investigación arqueológica”, e.d., a partir del examen de lo que hace posible un tema, objeto o práctica, cuáles fueron o siguen siendo las condiciones sobre las cuales es posible pensar el sentido de los saberes y las experiencias que fluyen en el caudal de la Historia sin recurrir a un origen o fundamento como fuente de su sentido. La justificación de este trabajo de tesis pretende descansar en el valor que pueda alcanzar un estudio riguroso sobre uno de los temas centrales que aborda el pensamiento temprano de Michel Foucault, el tema de la Historia y su relación con los supuestos conceptuales y categóricos propiamente filosóficos sobre los que descansa esta ciencia, vistos a través del dialogo y discusión que sostiene con el pensamiento antropológico de Kant. En cuanto al método de análisis que habremos de seguir en este trabajo de tesis y con el fin de alcanzar el objetivo principal antes marcado, nos exigimos trazar un recorrido claro que nos permita ir mostrando la relación de los temas y cuestiones que creemos que son los más relevantes en cuanto a lo que se quiere explicar sobre el método arqueológico de Foucault. Este recorrido se presentará de la siguiente manera: En el primer capítulo trataremos de hacer una definición general y clara del método arqueológico de Foucault que nos dará pauta para presentar la cuestión central a la que se enfrenta esta propuesta. Examinaremos el problema de la Historia tradicional en la Historia de las ideas y el diagnóstico que Foucault hace sobre esta disciplina en su época. Esto nos ayudará a analizar en el texto Una lectura de Kant: introducción a la antropología en sentido pragmático el diagnostico que hace Foucault sobre el tema de la Antropología y la aparición de la figura del Hombre como condición de la experiencia y el conocimiento en la época moderna, pues estaremos examinando al mismo tiempo, las ideas fundamentales sobre las que descansa la mirada de la Historia tradicional que Foucault critica. En el segundo capítulo abordaremos las cuestiones y problemas más relevantes que, según Foucault, trajo consigo el tema antropológico de Kant, consolidado como paradigma del pensamiento en occidente, con el propósito de construir un puente entre la antropología de 18 Kant y la propuesta arqueológica de Foucault, en donde abordaremos, a través de las ideas del mismo Foucault, el tema de la analítica de la finitud y el problema de las anfibologías modernas o dicho de otro modo, las distintas formas en que la época moderna puso en circulación el tema antropológico, derivando de ello un problema más especifico, el de la búsqueda de un origen y fundamento del conocimiento y la experiencia. La cuestión sobre el origen, que va a presentar para Foucault una paradoja sobre las formas del pensamiento que expresan el constante retorno a lo Mismo, es el cierre del capítulo segundo y es la pauta para dar lugar a la exposición del tema del capitulo tres, que puede expresarse como la necesidad, que Foucault plantea, de una Historia general como horizonte de sentido de la arqueología y como alternativa frente a la Historia tradicional. En este capitulo trataremos de explicar cuál es el propósito y sentido de esta noción de Historia general y haremos una explicación de las categorías más importantes que definen el método arqueológico, donde explicaremos la idea de acontecimiento, la idea de discurso, práctica discursiva y por último el concepto de a priori histórico.De esta manera habremos examinado las respuestas conceptuales que el propio Foucault ofrece al problema que surge con la antropología de Kant. La ultima parte de este trabajo de tesis corresponde a las conclusiones, en donde a partir de una recapitulación breve, diremos que la arqueología de Michel Foucault y su valor para el pensamiento occidental, no puede entenderse completamente si no se comprenden cuáles fueron las condiciones que lo hicieron posible y cuáles fueron o siguen siendo las cuestiones a las que se enfrenta. Cerraremos este apartado explicando la idea de que en la arqueología de Foucault se halla al mismo tiempo una herencia moderna irreductible, de la cual no podrá librarse, sin que esto merme su valor para la reflexión filosófica y el pensamiento contemporáneo, con lo que habremos alcanzado el objetivo principal de este trabajo. 19 Give birth to a child see the world through his eyes let it touch everything possible and leave its fingermarks there in place of a signature. Yoko Ono Instructions for poem Nº 81 Capitulo I La arqueología de M. Foucault a la luz de la antropología de I. Kant El término arqueología (del griego archaios, viejo o antiguo, y lógos, ciencia o estudio) suele designar comunmente una disciplina o ciencia empírica que estudia los cambios culturales que se produjeron en las sociedades antiguas hasta el presente, a través de los restos materiales conservados con el paso del tiempo (DRAE, 2001). Foucault utiliza este término para designar una forma de análisis e investigación de carácter multidisciplinario, que tiene como objetivo principal descubrir las condiciones y los límites que hacen posible, para un periodo de tiempo especifico, el conjunto de saberes y prácticas que configuran e integran un objeto, un tema o una serie de temas, por ejemplo, la locura o la psiquiatría, valiéndose de herramientas conceptuales, así como de prácticas especificas de la historia, la psicología, la sociología, la antropología y la filosofía entre otras disciplinas. La exposición detallada de los conceptos y categorías que constituyen esta forma particular de investigación aparecen en el tratado metodológico que lleva por título La arqueología del saber, publicado por primera vez en el año de 1969. En este tratado Foucault quería dejar en claro a sus lectores y críticos del ámbito intelectual de su época, entre los que se encontraban personajes de la talla de Roland Barthes y Claude Lévi-Strauss, cuáles eran las preocupaciones y cuestiones centrales que lo habían llevado a desarrollar el método de 20 investigación arqueológico, con lo cual, se leería la justificación y el valor de dicha propuesta para la reflexión y el pensamiento occidental de aquella época. “Esta exigencia de explicitar su metodo a quienes habian leido sus primeros libros estriba en que se habia confundido el sentido de lo que se decia en ellos, y desde dónde se decia lo que se decia, tachando a Foucault de estructuralista o de mero historiador de las ideas” (Gomez, 1989: 108). En otras palabras, Foucaultse había dado cuenta de que en las obras que preceden a La arqueología del saber, no había definido en su totalidad lo que para él significaba el concepto de arqueología y se dio cuenta de que era indispensable definirla por tratarse de un término ambiguo e inquietante, pues parecía evocar, entre otras cosas, las ruinas y los vestigios que el paso del tiempo va dejando y que permanecen fijos en el pensamiento. Sin embargo y pese a las confusiones ya citadas, la arqueología de Foucault se refería a una alternativa metodológica que trataba de abrir la posibilidad de examinar los cambios y las transformaciones de los saberes a través del tiempo desde una óptica distinta a la de la Historia tradicional, planteando de esta manera un nuevo sentido para esta ciencia. El método arqueológico de Foucault puede entenderse como una alternativa metodológica frente a las formas tradicionales de investigación en el ámbito histórico y como toda propuesta del pensamiento que pretende alzarse frente a un sistema de ideas, anterior o vigente, tratará de responder o al menos esclarecer ciertas cuestiones y temas que, para la Historia y para la Filosofía, resultan de vital importancia. Uno de los temas más importantes con el que se enfrenta la arqueología de Foucault es aquel que tiene que ver con la aparición y consolidación de un tipo de saber antropológico en el pensamiento occidental moderno. Este tema será importante dentro del pensamiento arqueológico de Foucault, pues para nuestro autor, es en el interior de este saber antropológico en donde podrán ser aprehendidas y analizadas las condiciones y al mismo tiempo los límites de todo conocimiento y toda experiencia posible para el pensamiento occidental moderno. Veamos en qué consiste este tema y cuál es la cuestión más relevante que se deriva de él, pues con ello estaremos examinando los supuestos generales sobre los que se construye la propuesta arqueológica. 21 I.1 ¿A qué problemas responde la arqueología? El problema de la “historia tradicional” En el prefacio a La arqueología del saber Foucault abre el texto con la afirmación de que: “desde hace décadas, la atención de los historiadores se ha fijado en los largos periodos, como si, [..] se propusieran sacar a la luz los equilibrios estables y difíciles de alterar” (Foucault, 2010b: 11). Con esta afirmación Foucault hace un diagnóstico muy particular sobre la condición que había predominado en el estudio de la Historia contemporánea, entendida comunmente como aquella disciplina empírica cuyo objeto de estudio suele corresponder con los hechos más relevantes del pasado del Hombre o la humanidad (Carr, 1985; Tuñón de Lara, 1985). Foucault va a definir bajo el título de “Historia tradicional” o “historia global” esta forma particular del saber histórico cuyo análisis descansa en las grandes sucesiones lineales y prolongadas de los acontecimientos humanos. En este sentido, se puede entender que el asunto central de esta perspectiva de la Historia tiene que ver con aquello que establece la relación o nexo necesario entre lo que a la experiencia aparece como un conjunto de acontecimientos dispares, múltiples y diversos, y el elemento que les otorga una significación continua, uniforme y progresiva, e.d., el origen o fundamento que los vuelve parte inteligible de un mismo cauce narrativo. Esta caracterización de la historia que aparece en la primera parte de la Arqueología se ajusta en buena medida al modo de análisis propio de la historiografía decimonónica y al relato de “La Historia Universal”, pues en ella se procura la narración sistemática del conjunto de hechos que se han desarrollado en torno al ser humano, desde su aparición en el mundo hasta la actualidad (Gombrich, 2005). Foucault ahondó en el prefacio de su obra arqueológica, en el estudio contemporáneo de la “historia de las ideas”, cuyo tema es parte esencial de las preocupaciones filosóficas de este autor y señaló que, aunque tiene como objeto de estudio a los momentos de transición y cambio entre las diferentes visiones del mundo a través del tiempo, su mirada se ajusta a las continuidades y las progresiones narrativas de los sucesos históricos humanos, pues en ella 22 descansa la herencia moderna de la “historia tradicional”. Sin embargo, como señalará Foucault haciendo un reclamo al modelo tradicional histórico que dominó hasta buena parte del siglo XX, al ser inspeccionadas y examinadas exhaustivamente, estas continuidades parecen descomponerse y disolverse. Así, la idea a la que llega nuestro autor y que da pie al desarrollo de su método arqueológico es que, de hecho, la historia de las ideas marca puntos de discontinuidad entre modos de conocimiento que parecen generales, pero la suposición de que esos modos existen como absolutos, continuos y permanentes, no permite entenderlos realmente en toda su complejidad. El propósito de una arqueología del saber consistirá entonces en tratar de analizar los cambios y transiciones temporales del conocimiento, sin hacer que el estudio de dichas transformaciones sea dependiente del tema del origen ni de la continuidad, al menos no en el sentido de la Historia tradicional, esto último con el fin de restituirle a los saberes su complejidad, pues se verá más adelante que es en el lugar de este desfase o discontinuidad en donde, para nuestro autor, es posible detectar los lugares en los que se gestan los cambios paradigmáticos y las transformaciones significativas en el conocimiento y la historia misma. El problema de la “historia tradicional” puede resumirse entonces como el problema que Foucault detecta en el lugar de la cronología continua de la razón histórica, que hace remontar invariablemente los hechos y sucesos históricos a un “origen” o “fundamento absoluto” que los dota de sentido, reduciendo con ello la complejidad y el valor que les es propio. Es importante señalar este problema, pues el método arqueológico de Foucault se alzará como una alternativa, como ya dijimos, frente a los supuestos de la historia tradicional, exponiendo las urgencias de su necesaria desaparición. 23 I.2 ¿De dónde procede el problema? La Antropología de Kant La cuestión sobre el fundamento y la razón continua de la “Historia tradicional de las ideas” a la que Foucault se refiere en el prefacio a La arqueología del saber se deriva del examen de un acontecimiento relevante en el horizonte de la modernidad occidental, al cual podemos denominar como la “emergencia antropológica”. A esta cuestión nuestro autor dedica un profundo análisis expuesto en las obras de Una lectura de Kant; introducción a la antropología en sentido pragmático del año 1964 y en la obra de Las palabras y las cosas; una arqueología de las ciencias humanas del año 1966, de cuyo contenido se nutre la crítica que da pie al desarrollo del método arqueológico. En ambas obras Foucault explica a detalle cómo es que llegó a formarse y consolidarse en la época moderna de occidente, un tipo de saber del cual emanaba la imperiosa necesidad de un origen y fundamento para el conocimiento, para las ciencias humanas y para la experiencia en general. Como dato biográfico elemental para entender los orígenes de la emergencia antropológica en el presente trabajo, debemos mencionar que el estudio de Foucault sobre la obra de Kant se remonta al año de 1958 cuando este autor tenía en sus manos la versión casi definitiva de su tesis doctoral, tras un largo periodo de viajes por el este de Europa que comienzan en el año de 1955 a través de los territorios de Upsala en Suecia, Varsovia en Polonia y de Hamburgo en Alemania, donde permanece hasta el verano de 1960 (Foucault, 2009: 9). La tesis principal de Foucault, cuyo título aparece hasta eldía de hoy como Locura y sin razón. Historia de la locura en la época clásica, se presentó por primera en el año de 1961 con gran interés en el escenario de la crítica y de la mirada intelectual y académica de aquella época, por su objeto de estudio así como por el modo en que son abordados sus temas. Junto con esta obra, se presentó también la redacción del complemento de la tesis doctoral de Foucault, requisito necesario en aquella época para alcanzar el grado académico al que aspiraba y que corresponde a una traducción al francés, junto con un estudio introductorio de la obra La Antropología en sentido pragmático escrita por Kant y 24 publicada originalmente en el año de 1798, pocos años antes de morir. Dicho estudio complementario se presentó publicado por primera vez en 1964 con el nombre de Génesis y estructura de la Antropología de Kant, título que remite sin mucho esfuerzo a la obra sobre Hegel, Génesis y estructura de la Fenomenología del Espíritu de Jean Hyppolite, quien fue asesor junto con Georges Canguilhem de la tesis y complemento doctoral de Michel Foucault. Creemos que este hecho resulta relevante a un nivel biográfico e intelectual para tratar de responder a la cuestión de las motivaciones que lo hicieron interesarse en la obra de Kant en un principio, e.d., nos ayuda a comprender el inicio del recorrido académico y personal que tuvo que atravesar para llegar a Kant. Cabe mencionar también que Michel Foucault había dedicado años antes su tesis de licenciatura al estudio de Hegel, sin embargo, como menciona Edgardo Castro en el prólogo de la obra de Foucault sobre Kant, son casi nulas o escasas las informaciones acerca de este giro, pero algo es necesario que consideremos al respecto, el hecho de que durante sus años de formación en la École Normale de la rue d'Ulm, uno de los cursos en que Foucault estuvo mas interesado fue el de Jean Beaufret sobre el pensamiento de Kant, a quien Heidegger dedica la Carta sobre el humanismo y quien fuera su interlocutor en tierras francesas (Foucault, 2009: 10). Este hecho ayuda a formarnos un horizonte biográfico-intelectual significativo de las motivaciones que llevaron a Foucault a realizar un estudio y traducción de la obra de Kant. Ahora bien, respecto a la obra original de Kant y según las investigaciones bibliográficas que aparecen en la traducción y estudio introductorio de Foucault, la génesis de esta obra se remonta a los “primeros esbozos de curso” (Collegentwürfen) que el propio Kant había preparado desde finales de 1772 y principios de 1773, pero cuya redacción se extendió hasta poco antes de su publicación en el año de 1797, e.d., la obra a la cual Foucault dedica su traducción y análisis fue escrita por Kant en el transcurso de veinticinco años y, como bien señala el propio Foucault, “el texto nos es dado ya cargado de sedimentaciones y encerrado en ese pasado en el cual se fue constituyendo” (Foucault, 2009: 41). ¿A qué pasado se refiere? Sin lugar a dudas se refiere a los periodos de las primeras investigaciones, al periodo “crítico” y tripartita del pensamiento kantiano, así como a las 25 discusiones posteriores que sostendrá con sus contemporáneos. Estas etapas están contenidas en el texto de la Antropología y es indispensable no disociarlas del desarrollo del pensamiento antropológico de Kant, pues en ellos se encuentran los elementos claves apara entender lo que hemos nombrado como la emergencia antropológica de la modernidad. Al respecto Foucault señala que “Nos encontramos ante un texto que, en su mismo espesor, en su presencia definitiva y en el equilibrio de sus elementos, es contemporáneo de todo el movimiento que él mismo clausura” (Foucault, 2009: 44). I.2.1 ¿Cuál es el contenido del problema? La idea del “Hombre” en la Antropología de Kant En el texto de la Introducción a la antropología en sentido pragmático, Foucault va a sostener la postura de que la verdad dicha por las ciencias humanas modernas, incluida en ellas la Historia, descansa sobre el suelo de una antropología (Citado en Gros y Dávila, 1998: 8) . Esta idea ayudará a fijar, para los fines de este trabajo, el asunto central de la cuestión antes mencionada sobre la necesidad de un fundamento del conocimiento y la experiencia para la modernidad occidental. Para Foucault, el tema antropológico aparecerá en su forma más desarrollada dentro de la obra La antropología en sentido pragmático del pensamiento maduro de Kant, de la cual habremos de decir además, se derivará una confusión conceptual en todo el pensamiento occidental posterior sobre lo que significa pensar desde el Hombre. La postura que Foucault va a sostener frente al tema de la verdad y el conocimiento se mostrará entonces como una crítica de los supuestos más elementales sobre los que descansan el conocimiento moderno, en donde cabe inscribir a la Historia tradicional de las ideas. De esta manera, Foucault pone de manifiesto el problema de una historicidad fundamental dentro del pensamiento occidental moderno, cuyo fondo contiene la pregunta por el origen sobre el cual se alza el saber sobre el Hombre. Ahondemos en la explicación de estas cuestiones. Partamos señalando que, según las investigaciones de Foucault en Una lectura de Kant, introducción a la antropología en sentido pragmático, el tema antropológico en Kant atraviesa casi todo el recorrido intelectual de este autor (Foucault, 2009: 39). Este se 26 muestra por primera vez en los escritos del periodo pre-crítico, donde encontramos los textos de las Observaciones sobre lo bello y lo sublime (1764), el Ensayo sobre las enfermedades del espíritu (1764) y el Ensayo sobre las razas (1775). En dichas obras, el tema antropológico cobra forma a partir de aquello que, según Kant, es el objeto de estudio de una ciencia empírica dedicada al examen general del Hombre. Según la lectura de Foucault sobre Kant, esta ciencia empírica se ligaba estrechamente a otros saberes empíricos como la geografía física, en tanto que conformaban las partes simétricas de un conocimiento integral sobre el mundo, que se articulaba además sobre las bases de la oposición conceptual entre el Hombre y la Naturaleza (Foucault, 2009: 52). El propósito de la antropología era integrar junto con las otras ciencias empíricas y según su particular objeto de estudio, un conocimiento universal y objetivo sobre el mundo. Esta imagen temprana de la antropología y su papel dentro de la conformación del conocimiento del mundo para Kant, van a presentar una transformación de sentido en el texto final de La Antropología en sentido pragmático de 1797. En dicho texto, el tema del saber antropológico, relacionado al de las distintas ciencias empíricas como la geografía física, dejarán de aparecer descritas dentro del conjunto de lo que Kant denominaba un -ejercicio previo para alcanzar un conocimiento del mundo- (Weltkenntniss). Esta idea, que se presenta en las interrogaciones del periodo crítico de Kant y que versa sobre las posibilidades del conocimiento sintético en general, se abrió, según la interpretación de Foucault, para dar paso a la concepción de un conocimiento propiamente sobre el Hombre. El tema humano recibirá entonces una atención central dentro de las preocupaciones de Kant en la etapa adulta de su pensamiento. Foucault explica que el concepto de Hombre, que había sido examinado por Kant en los textos del periodo crítico y que había sido descrito bajo las determinaciones ontológicas, epistemológicas y éticas como homo natura, sujeto formal del conocimiento y como sujeto puro de libertad, será tomado en el texto de la antropología dentro de lo que Foucault explica como “las síntesis yadeterminadas de su relación con el mundo” (2009: 71). De ahí se sigue que este nuevo Hombre de la Antropología es el mismo que habrá de ser explicado bajo las formas de un nuevo orden del saber, desde el cual será posible aprehenderlo y cuestionarlo. Ahondemos en la exposición de esta idea. 27 El desplazamiento de sentido antes mencionado puede ser explicado dentro del periodo de tiempo en que Kant escribió la versión casi definitiva de su Antropología en sentido pragmático, pues es en este periodo en que aquello que gobernaba la organización de su “pensamiento crítico” sufrió una reformulación radical. Nos referimos a las tres interrogaciones fundamentales que enumera la llamada Metodología trascendental y que se suelen formular del siguiente modo: ¿Qué puedo conocer?, pregunta cuya naturaleza se enmarca en los términos de una reflexión especulativa sobre los límites del conocimiento y cuyo desarrollo se esboza a lo largo de la Critica de la razón pura; ¿Qué debo hacer?, pregunta que Kant examina en la Critica de la razón práctica y cuyo tema central es la acción moral humana; y por último está la pregunta de ¿Qué es lo que se puede esperar?, cuya formulación parece invocar el carácter teórico y práctico de la filosofía trascendental de Kant. Estas tres cuestiones se encontrarán en el texto de la Lógica y retomadas en la obra de La Antropología en sentido pragmático, pero afectadas por una modificación decisiva, nos referimos a la relación que se establece entre los asuntos de dichas cuestiones a una cuarta interrogación fundamental, ¿Qué es el Hombre? Was ist der Mensch? (Foucault, 2009: 87). Lo relevante en el hecho de que las tres consideraciones del periodo crítico de Kant se encontraran referidas a la cuarta como su fundamento, se sigue del hecho de que la pregunta por el Hombre hizo dirigir los asuntos iniciales de las obras críticas de Kant hacia el tema antropológico, lo que revela lo que ya antes habíamos anticipado, e.d., una ruptura y un desplazamiento en las estructuras del pensamiento de Kant que se extenderá a lo largo de la modernidad occidental. La explicación que Foucault ofrece pretende exponer el desplazamiento conceptual ocurrido en lo que este autor reconoce propiamente como la filosofía trascendental de Kant, e.d., en la reflexión y examen al que hay que someter a la razón humana para indagar las condiciones que hacen posible el conocimiento y la experiencia en general. Esta reflexión tiene como propósito responder y dar sentido a las siguientes preguntas: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori sobre el mundo?, ¿cómo es posible la experiencia? y ¿cómo es posible el conocimiento sobre la naturaleza? Según la interpretación personal de Foucault, a partir de la emergencia antropológica, las 28 cuestiones que esboza la filosofía trascendental de Kant se encontrarán enmarcadas dentro de la triada conceptual de Dios, el Hombre y el Mundo, en donde resulta importante notar que la figura humana aparece situada al centro de la división. Lo que Foucault tratará de mostrar a partir de este hecho, es que en el pensamiento propiamente antropológico de Kant, es el Hombre el principio y agente de unificación de todo aquello que, por una parte, rebasa las condiciones empíricas del conocimiento, e.d. Dios, y por otra parte, de todo aquello que está contenido en el conocimiento sobre la naturaleza, e.d., todo aquello que refiere a la objetividad del mundo. Dicho en otras palabras, la interrogación por el Hombre va a retomar las cuestiones de las obras críticas de Kant sobre la fuente, el dominio y el límite de un saber humano para introducirlo en lo que propiamente es la filosofía trascendental, lo que significó la aparición de un tipo de reflexión cuyo fin era el estudio exhaustivo del Hombre como fundamento del mundo. El Hombre de la Antropología se mostrará entonces como el agente y el sujeto de las síntesis que pueden conformar la unidad de lo real objetivo y de lo suprasensible, e.d., el mundo y Dios. Foucault va a concluir que, a partir de la aparición del Hombre en el pensamiento kantiano, el tema antropológico vino a mediar la posibilidad de concebir un conocimiento universal y objetivo, e.d., un todo absoluto, ein absoluter Ganze, pues “sólo a partir del Hombre será posible pensar lo absoluto” (Foucault, 2009: 90). I.2.2 ¿Cuál es la nota característica del problema? El carácter pragmático de la antropología de Kant Siguiendo con el desarrollo de las ideas descritas en el apartado anterior, creemos haber dado con el meollo del asunto antropológico, e.d., aquello que en el horizonte del pensamiento kantiano descubre al Hombre como condición y fundamento de un conocimiento total sobre el mundo y del cual se derivarán las preocupaciones de Foucault sobre la Historia de las ideas. Sin embargo hace falta explicar un rasgo esencial de la Antropología de Kant, sin el cual es imposible entender el sentido total y complejo de ese saber constituido alrededor de la figura humana y consolidado como paradigma en el 29 pensamiento occidental. Partamos señalando que para Foucault, el desplazamiento de las cuestiones de la filosofía crítica de Kant hacia el terreno de la pregunta por el Hombre, inauguró la posibilidad de describir no lo que es el Hombre, sino lo que puede o debe hacer de sí mismo y lo que se puede esperar de él (Foucault, 2009: 68). En ello se encontrará el sentido de la posibilidad de un conocimiento absoluto sobre el mundo. Para Foucault, esto último se sigue del hecho de que, en el pensamiento propiamente antropológico de Kant, aquello que pone definitivamente al Hombre como la condición del conocimiento absoluto sobre el mundo es la idea de “uso” (Gebrauch) (Foucault, 2009: 67). Este concepto establece dentro del pensamiento antropológico de Kant un puente de carácter pragmático entre lo que para este pensador significaba la libertad humana (entendida como la capacidad de autodeterminación que se deriva del uso de su razón) y el mundo de facto, en el cual se halla el sujeto humano. Para Foucault, pensar antropológicamente será analizar la manera en que el Hombre adquiere mundo, en relación con el uso que le da, dicho en otras palabras, pensar antropológicamente desde Kant, será para Foucault, examinar y encontrar la manera como puede instalarse el Hombre en el mundo y participar en el juego de las reglas que el mundo exige de él, por las cuales lo constituye de un modo particular y lo pone al mismo tiempo en condiciones de dominar el juego. El concepto de juego resulta importante en el esclarecimiento del rasgo esencial que denominamos pragmático de la antropología. Esta idea, según Foucault, abrirá la posibilidad de pensar el mundo a partir de un conocimiento que se dirige a los limites de lo que el Hombre mismo instaura en su uso de la libertad. “El hombre es el juego de la naturaleza” (Foucault, 2009: 69). Para Foucault, lo que aparece aquí es la figura de un Hombre determinado por él mismo en la ilusión de un artificio que él mismo constituye. “De modo que le corresponde ser amo del juego, y retomarlo por su cuenta en el artificio de una intención. El juego se vuelve entonces un “Künslicher Spiel” (juego artificioso) y la apariencia con la que se juega recibe su justificación moral.” (Foucault, 2009: 69) Podemos ver entonces que la lectura que Foucault hace sobre el carácter pragmático de la antropología de Kant, encuentra la expresión de un mundo que ya no es el mundo de las 30 determinaciones naturales, sino la apertura de las síntesis de la libertad de los sujetos; es, en dado caso, la expresión mas fuerte de las preocupaciones del periodo crítico de Kant llevadas al terreno de la incidencia efectiva de lo que el Hombrepuede y debe hacer en y con el mundo. Dicho en otras palabras, el mundo del periodo antropológico de Kant será, según la lectura de Foucault, en su fundamento y en su mas pleno aparecer, la existencia del Hombre haciendo uso de él. Tratemos de ilustrar el sentido de la exposición anterior a partir de una de las discusiones del periodo denominado post-crítico de Kant, e.d., del periodo que comprende las obras y escritos posteriores a la redacción de las tres obras críticas de su pensamiento que va a sostener con Christoph Wilhelm Hufeland, (12 de agosto de 1762, Langelsalza – 25 de agosto de 1836, Berlin), uno de los intelectuales más notables de su época en el área de las ciencias naturales (Foucault, 2009: 61). La discusión gira en torno a la medicina y particularmente al intento por tratar de determinar el significado de una “vida saludable” para el hombre, que no apelara exclusivamente a lo dado en la inmediatez de una buena naturaleza, ni solamente a las síntesis medidas que establece la razón, en otras palabras, el contenido de esta discusión es lo que se presenta para Kant como el tema de una dietética. Para Foucault, la incursión de Kant en los asuntos de la dietética, hizo aparecer la idea según la cual los movimientos del cuerpo, entendidos como determinaciones naturales en el Hombre, por muy condicionantes que sean de la vida y la muerte, la vigilia y el sueño e incluso del acto del pensamiento y el no pensamiento, pueden ser dominados por los movimientos de la razón y su libre ejercicio. Para Foucault, la explicación que ofrece Kant sobre las cuestiones planteadas por Hufeland alrededor de la dietética, contiene de fondo el problema de cómo articular un análisis de lo que es el Homo natura en función de lo que es el Hombre moral como sujeto de libertad. En este sentido, la respuesta que aparece ya formulada en la antropología de Kant retoma de los Collegenttwurfe la idea de que: “el conocimiento del hombre tiene por fundamento la idea de que nosotros podemos utilizar la naturaleza del mejor modo para nuestras intenciones” (Foucault, 2009: 67). La relación que tiene este ejemplo con lo que hemos dicho alrededor del carácter pragmático de la antropología es la idea de que dentro del espacio antropológico, Kant tiene 31 el interés por promover una figura de Hombre que no puede ser reducida al “yo puro de la apercepción” (condición formal del conocimiento) del periodo crítico, ni exclusivamente al sujeto determinado de la naturaleza, inclusive es inapropiado concebirlo como una mezcla de ambas, pues con ello se estaría clausurando el espacio de incidencia del carácter pragmático de lo propiamente antropológico, e.d., de lo que tiene que ver con lo que es y puede ser el Hombre. Lo que aparece en el espacio de la antropología es una figura humana comprometida, en tanto sujeto de experiencia y sujeto del conocimiento, con síntesis en las que pone en juego su propia libertad. Es la puesta en juego de una nueva forma en el orden de los saberes que sitúa a los sujetos, al Hombre mismo, al interior de su propia posibilidad de acción. En resumen, lo que hemos tratado de mostrar, es que la discusión con Huffeland se presenta como testigo de una interrogación propiamente antropológica, que concibe las formas del conocimiento del mundo, del conocimiento del Hombre y los distintos modos de aproximación a él, ya sean de tipo formal (Yo como conciencia de sí y como sujeto puro de las síntesis) o empírica (Yo como sujeto sometido a las determinaciones naturales), dados en un dominio abierto por la libertad pragmática, cualidad y condición de los sujetos para determinarse a ellos mismos. “Lo que aquí se piensa es, en el fondo, un sujeto tal como es afectado por él mismo” (Gros y Dávila, 1997: 17) 32 I.3 Conclusiones Hasta aquí definimos, aunque de manera general, los límites de la antropología, concepto del cual, como mencionamos en un principio, se nutrirá la crítica de Foucault frente a los supuestos sobre los que descansa la Historia tradicional de las ideas, y de la que señalará los perjuicios de su permanencia en el pensamiento contemporáneo. Lo que nos proponíamos en este primer capitulo era poder visualizar aquello que en el horizonte de la antropología kantiana descubre al Hombre como condición y fundamento de un conocimiento total sobre el mundo, no sobre la naturaleza, sino sobre el espacio de incidencia de la libertad humana, en un juego en el que este mismo Hombre funge como juez y parte. De esta manera, la idea a la que hemos conducido nuestro análisis nos deja ver que toda experiencia y todo saber que da forma al mundo, es descubierto en las implicaciones de la incidencia del Hombre. Foucault pensará que “lo que está en cuestión no son las determinaciones dentro de las cuales es tomada y definida en el nivel de los fenómenos al humano, sino el desarrollo de la conciencia de sí, y del Yo soy: sujeto que se afecta en el movimiento por el cual deviene objeto para él mismo.” (Foucault, 2009: 91) Esta es la idea de un conocimiento que parte y se dirige hacía el Hombre, en un movimiento del pensamiento que no puede evitar referirlo en tanto ser que determina todo lo que puede ser conocido y experimentado. Foucault pensará entonces, de manera casi definitiva, que aquello que determinará el carácter distintivo y esencial de la antropología, será posible aprehenderlo en la concepción del Hombre, entendido según la dimensión de un fundamento, e.d., de aquello de lo cual parte la empresa entera de un conocimiento sobre el mundo. Sin embargo ¿en qué sentido hablamos o nos referimos a este fundamento y de qué manera habrá que entenderlo? Para Foucault, la emergencia del fundamento antropológico referirá en lo subsecuente a un espacio en el que las posibilidades reales de las síntesis del conocimiento en general y los sujetos agentes de este conocimiento, se harán efectivos en una temporalidad particular, que tratará de mantener en un constante movimiento la dispersión y actualización de todo saber y la posibilidad de re-actualizarlo. 33 Así lo fundamental no será entendido como lo más primitivo en el desarrollo del conocimiento, sino aquello que mantiene un flujo desde sí mismo y hacía sí mismo. De esta manera pensará también Foucault, será posible entender en qué sentido la emergencia antropológica de Kant pudo instaurar un modelo fundamental y originario en el pensamiento occidental. Habrá que aclarar en el capitulo siguiente las cuestiones y paradojas que, según nuestro autor, trajo consigo la antropología de Kant y con ello estaremos revisando también los problemas que Foucault detecta en el espacio de incidencia de este saber. Advertiremos que, parados en el suelo de esta dimensión que hemos nombrado fundamental, trataremos de abrir la posibilidad de pensar la relación de la libertad y la verdad como constitutivas en un conocimiento originario, e.d., del Hombre. Por lo demás, podemos decir que Foucault pensará que desde Kant y hasta buena parte del presente, un conocimiento efectivo del mundo contendrá en su interior un conocimiento dirigido hacia el campo antropológico. Es en este suelo sobre el que, en la exposición del siguiente capitulo, trataremos de ir re-construyendo la confusión antes mencionada sobre lo que significó para las ciencias y los saberes modernos la premisa de “pensar desde el Hombre”. La cuestión a la que según Foucault habremos de enfrentarnos, será la de poder descubrir las formas y las leyes del desarrollo de lo que supone ser un conocimiento de lo originario y fundamental, de ahí extraeremos los asuntos más relevantes que le servirán a Foucault para develar los limites de la Historia tradicional y poder construir una alternativa arqueológica. 34 [...] Nunca el hombre estávencido: su derrota es siempre breve, un estímulo que mueve [...] Inti illimani Vuelvo Capítulo II La analítica de la finitud y el pensamiento repetido Al haber ahondado en la Antropología pragmática de Kant, hemos dado un paso importante en la comprensión de las condiciones que, para Foucault, hicieron posible la emergencia de un tipo de orden del pensamiento que contiene en su interior la reflexión en torno al Hombre y a la cual hemos denominado como emergencia antropológica. Es tiempo de examinar cuáles son para Foucault las preocupaciones más relevantes que se derivan de este acontecimiento. El análisis las cuestiones que surgen del pensamiento antropológico de Kant, nos dará pauta para exponer las distintas formas en que la reflexión sobre el Hombre se impuso bajo diversos mecanismos en el pensamiento de la época moderna, delimitando las posibilidades de reflexión en torno a la constitución de los saberes y a la experiencia del mundo. Trataremos de mostrar que, para Foucault, la reflexión sobre la Historia y las ciencias humanas modernas, van a contener en su interior el problema del “pensar a partir del Hombre” y en este sentido, pensará nuestro autor, contendrán la marca distintiva de la analítica de la finitud, una forma del pensamiento que tratará por diversos medios de hacer remontar en un constante retorno de lo mismo, la reflexión en torno al Hombre como sujeto y objeto de todo conocimiento y experiencia sobre el mundo, lo que para Foucault significará la permanencia de un tendencia perniciosa para el pensamiento occidental, la tendencia a concebir la verdad de que el mundo tiene siempre el rostro humano. 35 II.1 ¿Qué es la analítica de la finitud? La analítica de la finitud y el pensamiento moderno En el capitulo noveno de Las palabras y las cosas (Foucault, 2010: 317), cuyo título es “El hombre y sus dobles”, Foucault aborda la relación y las cuestiones que, a partir de la emergencia antropológica se generaron entre la filosofía y las ciencias humanas, e.d., entre lo que el propio Foucault denomina el acto del pensamiento crítico y el conocimiento del Hombre en el mundo. En dicho capitulo aparece el apartado titulado La analítica de la finitud (Foucault, 2010: 325), cuya expresión retomada de Heidegger le sirve a nuestro autor para interpretar y problematizar al mismo tiempo, una disposición del orden del pensamiento propia del periodo moderno, que abrió la posibilidad de pensar la finitud a partir de la finitud. Ahondemos en esta idea. La analítica de la finitud sostiene en principio que el modelo del pensamiento y del orden de los saberes en la época moderna se dedicó sistemáticamente a referir y llevar todo aquello que atravesara por su dominio al terreno de la reflexión sobre el Hombre. Sobre esta idea, Edgardo Castro señalará en el prólogo de la Introducción a la antropología de Kant que: precisamente, uno de los sentidos del término “modernidad” en el pensamiento de Foucault es el del “esfuerzo por hacer de la finitud el objeto y posibilidad de la reflexión filosófica” y en este sentido, “como contrapunto del sueño dogmático del que Kant decía haber despertado por Hume, Foucault hablará, a propósito de la herencia de Kant, de sueño antropológico”(Foucault 2010: 353). La disposición característica que hemos mencionado de la analítica de la finitud, será para Foucault el precedente de las anfibologías modernas e.d., las distintas maneras en que en el periodo de la modernidad antropológica occidental, se hicieron efectivos diversos mecanismos que ponían en circulación la reflexión sobre el Hombre como fundamento de los saberes y la experiencia en un ir y venir desde la posición del Hombre como sujeto del conocimiento hasta la posición objeto de los saberes. De esta forma, “la analítica de la finitud, junto con las ciencias humanas, define la disposición antropológica de la episteme moderna” (Castro, 2004: 24). 36 La tesis de la analítica de la finitud hizo surgir entonces, una serie de planteamientos sobre las distintas formas en las que el Hombre apareció a la vez como sujeto y objeto en la conformación del conocimiento en la época moderna y este será, para los fines de este trabajo, el eje temático del presente capitulo, del cual habremos de derivar la cuestión que Foucault detecta sobre el origen como problema central de esta forma del pensamiento. II.1.1. ¿De dónde procede la analítica de la finitud? El orden clásico y el desplazamiento antropológico Foucault va a sostener en el segundo capítulo de Las palabras y las cosas, la idea de que cuando los paradigmas del pensamiento del periodo clásico de occidente se transformaron a partir de la emergencia antropológica (periodo que abarca desde finales del siglo XVII y que se extiende a los albores del siglo XVIII), fue entonces posible la constitución de un espacio de ruptura que desplazó el régimen en el que el Ser de los objetos y los saberes constituidos en torno a ellos encontraban su lugar común (Foucault, 2010: 326). Esto quiere decir que dentro del orden de los saberes en la época clásica, toda experiencia y saber posibles se alojaban en el interior del pensamiento de lo infinito e.d., que el orden de lo real en la época clásica, concebía la posibilidad del conocimiento del mundo a partir del orden universal de las cosas, esta forma permitió diferenciar e identificar a los seres del mundo a partir de ellos mismos y sin la dependencia necesaria de una conciencia externa que los aprehendiera. Foucault señalará que, a partir del desplazamiento que sufrió el orden clásico de los saberes por la emergencia antropológica, la aparición de la figura del Hombre con su posición de objeto y de sujeto del conocimiento fue a la vez posible como un acontecimiento nuevo en el horizonte del pensamiento occidental. Este hecho abrió la posibilidad para que el modelo y el orden de los saberes de la época clásica dejara de tener valor absoluto como lugar de origen y fundamento de verdad (Foucault, 2010: 326). Y es que, dentro del tipo de orden de los saberes que se gesta con la aparición de la emergencia antropológica, se estableció una relación de exterioridad del Hombre respecto de los demás seres del mundo. La idea que sostiene Foucault se refiere a que los seres y objetos pertenecientes al mundo 37 moderno dejaron de manifestar en el interior de ellos mismos su propio ordenamiento. En contraparte, para los objetos de la modernidad antropológica, el Hombre va a ser requerido, pues detentará un lugar por demás privilegiado, al portar en sí el principio de razón que puede ordenar el conjunto de los objetos de la experiencia y de lo real (Foucault, 2010, 327). Todo esto nos hace suponer que a partir de la emergencia antropológica iniciada por Kant, se constituirá la primera exploración de las condiciones de validez del orden de los saberes clásicos, e.d., del infinito, el cual, según nuestro autor, suponía una ontología donde el Ser de los objetos se daba sobre la base de sí mismos, sin ruptura y con total continuidad frente a nuestro pensamiento. Ante esta disposición y este orden del pensamiento de la época clásica, las obras críticas y La Antropología de Kant formularán la pregunta por su legitimidad y sus límites, fracturando el orden taxonómico que las regía y abriendo un ámbito del pensamiento que problematiza sus propias prerrogativas, de ahí que Foucault reconociera en gran medida, que Kant da inicio a una transformación significativa y fundamental del pensamiento occidental. “A este respecto hay que recordar que la filosofía transcendental kantiana- antecedente de la historia crítica foucaultiana – es una filosofía del modo a priori de conocer que parte del sujeto. Podríamos decir que es una ontología a partir del sujeto puesto que lo que surge del análisis no essólo la subjetividad trascendental con sus formas a priori, sino también todo un mundo de objetos en cuanto determinados por “esas formas” (Yébenez, 2014: n.d.). Lo que nos sugiere el análisis de Foucault sobre el infinito es que por primera vez desde la aparición de las obras críticas de Kant, el espacio clásico del orden de los saberes y de la experiencia del mundo puede ser denunciado como una metafísica dogmática que hace pasar de largo la pregunta crítica respecto de sus propios límites. Este hecho, decisivo para el pensamiento occidental, hizo que se condujera a la filosofía a la búsqueda de un nuevo tipo de ontología, una ontología que el Kant del periodo de La Antropología vislumbró en la pregunta Was ist der Mensch? Las preguntas por el fundamento, los límites del orden de los saberes y la experiencia sobre el mundo hicieron constatar que éstos se hallaban contenidos en el Hombre. 38 Foucault pensará entonces que el deseo por el conocimiento y las formas de acceder a él, en el marco de la modernidad antropológica, se conducirán no solo a los objetos del mundo, sino al mismo sujeto que los conoce. Esto determina la disposición del Hombre como sujeto y objeto del conocimiento que caracteriza el ámbito en que las ciencias humanas encontraron las condiciones de todo aquello que se podía constituir como un saber y como una experiencia sobre el mundo durante el siglo XIX. “No obstante en esta misma positividad, se anuncia la finitud del hombre” (Castro, R., 2004: 173). II.1.2 ¿Qué es la finitud del Hombre? La contingencia como nota característica de la finitud Si bien hemos dicho en el apartado anterior que con la emergencia antropológica iniciada por Kant se abrió un espacio de ruptura dentro de lo que suponía ser el orden clásico de los saberes, fundado en la idea del infinito, debemos señalar también de forma enfática, que este acontecimiento trajo consigo la aparición de un rasgo muy particular en el orden del pensamiento moderno, el da la contingencia fundada en la finitud humana . Este rasgo nos ayudará a entender de mejor manera en qué consiste la disposición antropológica que hemos mencionado anteriormente. Examinemos con más detenimiento la idea de la finitud. analisando los planteamientos de Foucault en el apartado de la analítica de la finitud, ésta puede ser entendida como la forma característica en que se dio el orden de los saberes en la época moderna bajo el rasgo de la contingencia y el desfase, e.d., bajo la posibilidad de que pudiera darse un tipo de orden de los saberes que hacía requerir con necesidad al Hombre en un ir y venir de la posición de sujeto a la de objeto del conocimiento. Lo que tratará de mostrar Foucault será la idea de que en el interior de la finitud se desplegó la posibilidad, siempre indefinida, pero necesaria, de comprender al Hombre como agente y como objeto de todo saber y experiencia. Foucault pensará entonces que la finitud, al darse en los objetos de la experiencia y al mismo tiempo en la experiencia de los objetos del mundo, podrá ser señalado como un elemento constitutivo del Ser del Hombre y por lo tanto, del modo de acceder al mundo en la época moderna. Foucault explica esta idea a partir del papel que desempeñaron los ámbitos del trabajo, la 39 vida y el lenguaje en la constitución de este nuevo espacio definido por la finitud de la emergencia antropológica. Estos ámbitos representaron, según la lectura de nuestro autor, las formas concretas en que se pudieron expresar los modos de experiencia posibles del hombre moderno después del desplazamiento del orden clásico de los saberes, pero además representaron los ámbitos en los que se ponían en juego sus propias determinaciones y los límites del conocimiento al que aspiraba. “En efecto, la finitud del hombre para Foucault se presenta tambien como límite que le viene impuesto desde el exterior. Las fuerzas en el hombre entran en relación con nuevas fuerzas del afuera que son fuerzas de la finitud. Estas son la vida, el trabajo y el lenguaje” (Micieli, 2003: 131). Esto es así porque los conceptos de vida, de trabajo y de lenguaje, señalaban los límites del orden clásico, esto es, la imposibilidad de reducir lo que le es dado al Hombre de en esos ámbitos al orden clásico de lo infinito. “Imposibilidad de reducir la profundidad de la organización biológica a la linealidad taxonómica, imposibilidad de reducir la temporalidad de la producción al análisis de la medida del valor e imposibilidad de reducir la totalidad lingüística a la forma de la proposición” (Castro, E. 1995: 100) Esto quiere decir que el sentido de la existencia humana, en el marco de la modernidad antropológica, se halló contenido en el conjunto de las propias determinaciones de todo sujeto humano, lo que dejaba ver la imposibilidad de acceder al Ser del Hombre a expensas de atravesar siempre por aquellas consideraciones imperiosas que le son hechas explícitas como su condición de posibilidad: sus palabras, su cuerpo, sus creaciones y el tiempo invertido en ellas, e.d., aquello que de una manera u otra, ponía a la luz la característica definitiva de su Ser, e.d., su finitud. “La vida, el trabajo y el lenguaje tal como son analizados en Las palabras y las cosas, son fuerzas exteriores al hombre. La historia imprime estas fuerzas en él, que llega a una vida que ya está dada, se inscribe en un sistema de producción vigente, accede a un lenguaje preexistente. Esta historia no le pertenece, pero ingresa en ella. Luego se apropia de esa historia y convierte su finitud (la del hombre) en su fundamento” (Diaz, 2003: 41). De esta forma aquellos nuevos saberes, naturalizados en el pensamiento moderno y en las ciencias humanas pudieron establecer un discurso verdadero en la época. 40 Para último, en función de lo que se ha expuesto, diremos que la finitud constitutiva del Ser del Hombre deja ver una cualidad que funciona como estrategia de permanencia del proceso de conformación de los saberes y las posibilidades de toda experiencia en el marco de la modernidad, la cual va a constituir también, el nudo de la crítica que Foucault formulará a Kant, puesto que la emergencia antropológica iniciada por el pensador alemán, va a generar una experiencia de la finitud, e.d., de la contingencia, que la va a convertir en fundamento de todo conocimiento. “La finitud de los objetos manifiesta la finitud del sujeto, pero este a su vez, en los propios límites de su conocimiento, encuentra el fundamento positivo del saber” (Castro, R., 2004: 173). Podemos decir que lo que ocurrió a lo largo de la modernidad, fue el desenvolvimiento de una experiencia de la finitud e.d., de la contingencia del Hombre a partir de sus propias determinaciones, de la vida, del trabajo y el lenguaje, en que ésta se respondió y regresó siempre a sí misma, demostrando que el orden de los saberes y las condiciones que lo hacen posible, e.d., la episteme de la época moderna, se desplegó siempre y sistemáticamente repetida, en un pensamiento sobre lo Mismo. 41 II.2. ¿En qué consiste el pensamiento sobre lo Mismo? Las anfibologías de la analítica de la finitud Hasta este punto, hemos llegado a la idea de que el tipo de experiencia que se forma en el periodo de la modernidad antropológica contiene el descubrimiento de la finitud en el interior mismo de los saberes que son dados por un conocimiento finito sobre el Hombre.”El campo infinito será clausurado en un conjunto finito, a este conjunto se le asignará un centro que funde el juego de las sustituciones, y un signo (el Hombre) es el que remplaza al centro” (Nuñez, 2011: 35). Lo que puede entenderse como el rasgo definitivo de una época, el rasgo que define al Hombre como origen y fundamento del mundo en un espacio de contingencia y ruptura que lo vuelvenecesario. Estas transformaciones implicarán el desenvolvimiento de las múltiples anfibologías que, según el análisis de Foucault, serán las formas en las que se mostrará de forma sistemática a lo largo del subsecuente desarrollo del pensamiento al Hombre en el doble juego de objeto y de sujeto del conocimiento, perpetuando las formas de la reflexión sobre lo Mismo (Foucault, 2010: 331). Pero ¿Qué quiere decir esto último? En parte, quiere decir que la disposición del Hombre como sujeto y objeto del conocimiento en la modernidad, es marcada como una dualidad ontológica y epistemológica de la analítica de la finitud, una dualidad que ocurre como consecuencia de que los contenidos empíricos hallan implicado en la modernidad y a través de la figura finita del Hombre el principio de su existencia, así el Hombre no hizo entonces más que referirse siempre a sí mismo. Este será el foco de atención de la crítica sobre la Historia tradicional de las ideas que hace Foucault a lo largo de la Arqueología y será también el leit motiv por el cual habrá que esforzarse en transformar el orden del pensamiento, en aras de recomponer el anquilosamiento propio de los saberes y las ciencias humanas modernas, entre ellas la Historia. Para entender de mejor manera esta oscilación entre lo que Foucault denomina, la finitud 42 de los objetos y la finitud del sujeto, e.d., sobre el modo en que el Hombre se desplaza en un ir y venir desde la posición de objeto a la posición de sujeto del conocimiento, revisemos las tres grandes anfibologías o figuras teóricas que dominaron el pensamiento moderno hasta buena parte del pensamiento contemporáneo, ello nos ayudará a ver con mayor claridad el problema de la necesidad moderna de un origen y fundamento , el cual la arqueología señalará como la causa de la reflexión repetida en el pensamiento occidental. El recorrido nos conducirá a través de la figura de la oscilación entre lo empírico y lo trascendental, para después llevarnos al terreno de la oscilación entre el cogito y lo impensado concluyendo con el problema de el retorno y el regreso al origen, así, habremos examinado los elementos centrales de los cuales se nutre la crítica de Foucault y el reclamo por idear un nuevo modo de pensar la Historia de las ideas y las ciencias humanas. II.2.1. Lo empírico y lo trascendental Lo empírico y lo trascendental es el nombre con el que Foucault (2010: 332) reconoce a la primera de las anfibologías modernas, e.d., la primera de las formas en que la disposición antropológica de la analítica de la finitud fue puesta en circulación. Foucault hace uso de dos términos kantianos que, sin embargo, no tratan de explicar el modo particular en que Kant entiende estas dos nociones, sino la oscilación conceptual que se presenta a partir del propio Kant, pero también mas allá de él, entre estos dos conceptos que son lo empírico (el contenido de lo dado a la experiencia) y lo trascendental (las condiciones que hacen posible todo conocimiento de una experiencia). Esta figura parte del supuesto de que el Hombre, en el contexto de la analítica de la finitud, se muestra como una figura duplicada, en cuya división se pretende dar razón de aquello que hace posible todo conocimiento y por tanto, pensará Foucault (2010: 332), “la tarea de buena parte del pensamiento moderno será el tratar de hacer visibles las condiciones del conocimiento a partir de los contenidos empíricos que son dados en él”. Esta figura inicial nace del intento por tratar de articular un vínculo entre los elementos que, por un lado, buscan elaborar una explicación a partir de las condiciones naturales del hombre: de su cuerpo, de su anatomía y fisiología, condiciones que Foucault reconoce 43 dentro del orden de una estética trascendental, en donde la idea que impera es que el conocimiento tiene condiciones que parten de las funciones en el interior del cuerpo, es decir, que señalan que hay una naturaleza del conocimiento humano que determina sus formas y que se manifiesta en sus propios contenidos empíricos. Por otro lado, también están aquellas posiciones que buscan la elaboración de una explicación a partir de las condiciones históricas, sociales y económicas, e.d., de las condiciones culturales que, formándose al interior de las relaciones que se establecen entre los hombres, le prescriben y le imponen sus formas a todo saber empírico. A esta forma Foucault la denomina dialéctica trascendental. Dentro de este segundo enfoque se articulan todas aquellas filosofías que buscan las condiciones de posibilidad del conocimiento y la experiencia en la cultura y la historia. Foucault señalará sobre esta perspectiva que la verdad del conocimiento pretenderá emerger como la promesa de un discurso escatológico (del griego éskhatos que significa “lo último” y lógos que significa “estudio”) que busca asimilar lo trascendental a lo empírico (Foucault, 2010: 333). Estos enfoques, que parecen en principio no guardar alguna relación de necesidad entre sí y en los que cada uno pretende descansar en sus propios contenidos, sin recurrir a una teoría exterior o anterior del sujeto, haciéndolos funcionar en sí mismos como una reflexión trascendental, se muestran, sin embargo, como el resultado de una partición conceptual y fundamental sobre la verdad misma. Esta partición contiene el supuesto de que deben existir, por una parte, una verdad que es del orden del objeto, que se construye a través del cuerpo y la percepción en la postura de la estética trascendental, y que toma forma, a medida que la historia se instaura en su sentido más objetivo, en la postura de la dialéctica trascendental y por otro lado, en el otro extremo, el supuesto de que debe existir también una verdad que es del orden del discurso, es decir, que permita tener tanto para la naturaleza como para la historia del conocimiento un lenguaje que sea verdadero. Entre estas dos posiciones se encuentra entonces el proyecto moderno de un análisis de lo vivido, que busca elaborar una filosofía del sujeto que muestre la relación de necesidad en esa primera oscilación aparentemente sin reconciliación entre la postura naturalista y la 44 postura cultural, tratando de hacer valer lo empírico de una explicación en el nivel de la explicación trascendental (Foucault, 2010: 334). Es decir, la estrategia que la modernidad elaboró ante dicho escenario, trataba de configurar un espacio en el que se dieran los contenidos empíricos a la experiencia y también aquello que los hacía posibles, donde fuera posible relacionar aquello que se refiere a la naturaleza y a las determinaciones del cuerpo, con la historia y lo cultural. Lo que Foucault tratará de mostrar es que tanto los enfoques positivistas y aquellas filosofías que postulan un discurso escatológico, presentan lineas del pensamiento que funcionan bajo un principio epistemológico similar. “El positivismo salta de la constatación de la imperfección del conocimiento a la configuración de un saber estable; y el discurso escatológico pasa de la crítica al (sobre el) saber ilusorio, a la fundamentación de una ciencia de la historia” (Castro, R., 2004: 174). Foucault pensará que ambos enfoques serán incapaces, en tanto que mantienen la confusión entre lo empírico y lo trascendental, de superar el carácter repetitivo de la analítica de la finitud. En resumen, el exámen de la anfibología empirico-trascendental va a dejar ver que la empresa de una filosofía busca las condiciones de “aquello que se da en la experiencia” en “aquello que hace posible la experiencia” y viceversa, supone la atadura a una oscilación que pone en marcha una y otra vez el pensamiento sobre lo Mismo. “El pensamiento, desde Kant
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