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1 UNIVERSIDAD NACIONAL , AUTONOMA DE MEXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS MAESTRÍA EN HISTORIA DEL ARTE LA MUERTE DE MARAT: JESTUDIO ICO N OLÓ GICO y SO CIAL DJE LA OBRA DJE SANTIAGO REBULL Presentada por: Ma. Concepción Márquez Sandoval Asesor: Mtro. Fausto Ramírez Rojas UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 ÍNDICE Páginas Introducción…………………………………………………………………... 3 – 5 Capítulo 1: El Cuadro de Marat de Santiago por Rebull: análisis formal y significado. 1.1) El primer acercamiento…………...………………………………..…7 - 10 1.2) Los detalles y sus significados…..………..……………………...…10 - 13 Capítulo 2: La Muerte de Marat: su reconstrucción pictórica y literaria 2.1) La muerte de Marat: diferentes respuestas pictóricas…………….…..14- 24 2.2) “Los Girondinos” de Lamartine y su influencia en la obra de Rebul...24-27 Capítulo 3: La recepción de la obra 3.1) Rasgos generales de la vida de Santiago Rebull.…………..………….28 – 35 3.2) La muerte de Marat en la trayectoria de Rebull. La pintura de historia ……………………………………………………………………………………36-39 3.3) La crítica y reacciones a la muerte de Marat ………………………..….39-45 3.4) Rasgos generales de la vida de Alfredo Chavero ………………….... 46 - 49 3.5) Alfredo Chavero, el comitente de la muerte de Marat…….…...….. 49 - 50 Capítulo 4: Una pintura para tiempos caóticos 4.1) La situación política: Sebastián Lerdo de Tejada y la creación del Senado………………….…………………………………….…………………51- 55 4.2) Problemas entre hermanos: enfrentamientos en la francmasonería mexicana……………………………………………………..………….….... 56 – 63 Conclusiones: Leyendo entre líneas a la Muerte de Marat……….…………… 64-70 Bibliografía……………………………………………………...……….…… 71- 74 3 INTRODUCCIÓN La muerte de Marat realizada por Santiago Rebull (1829-1902) en 1875 es una pintura al óleo de formato pequeño con una intensa y compleja significación. Su presentación al público por primera vez, en diciembre de 1875 en la Escuela Nacional de Bellas Artes fue un gran éxito, la prensa, sus colegas, alumnos y el público en general la aclamaron. Se afianzó así el prestigio de su autor, quien fungía como profesor de dibujo del desnudo en esa Academia, desde su regreso a México en 1860. Como objetivo principal en este trabajo, se describirá la obra en cuatro capítulos abordando su historia y la de todos los aspectos que la rodean, como su concepción, las circunstancias inherentes a su factura, la vida del artista y de su comitente, Alfredo Chavero (1841-1906). Al igual que a quienes la conocieron en 1875, La muerte de Marat me cautivó cuando la vi por primera vez y mi interés creció a medida de que la búsqueda de información fue arrojando frutos. Me pregunté la razón por la cual un pintor mexicano había realizado la representación de este crimen a ochenta y ocho años de que ocurriese y a miles de kilómetros de donde tuvo lugar. También surgió la duda de saber la razón por la cual le dio a Rebull tanto prestigio llevando a José Martí (1853-1895), poeta y político cubano, a afirmar: este es el cuadro: el que ata voluntad y miradas, el que pone en el alma alegrías y seducciones, en los brazos deseo de abrazar y en la memoria instantes de ventura indelebles1. Por sí misma la obra posee características de gran calidad técnica y el suceso ahí representado, identifique o no el observador a los protagonistas, cautiva. El asesinato de un hombre sentado en una bañera, el sutil hilo de sangre que corre por su costado, la boca exhalando el último aliento, el rostro de dolor contrapuesto al de una mujer erguida y firme en su postura, con las manos en tensión y el vestido en movimiento, las tres personas que irrumpen en la sala, entre otros elementos, capturan la mirada del espectador. Estos elementos se revisarán en el primer capítulo titulado El cuadro de Marat de Santiago Rebull: análisis formal y significado. También se abordará el estudio de la resolución compositiva de la obra, lo que condujo a una labor de búsqueda iconológica de las imágenes que la precedieron. Con ello constaté una vez más el genio del pintor mexicano, al recrear de una manera tan especial un famoso crimen, reproducido en grabados horas después de cometerse. Mencionaré algunas versiones contemporáneas, tanto a la obra de Rebull, como a la del crimen, entre ellas “La muerte de Marat” (Marat á son Dernier Soupir) del pintor neoclasicista Jacques-Louis David (1748-1825) de 1793. Ésta es considerada una de las grandes obras de la pintura europea y goza aún en nuestros días de una gran 1 José Martí, “Revista Universal”, México, 7 de enero de 1876, en: Ida Rodríguez Prampolini. La Crítica de Arte en México en el siglo XIX. Estudios y Documentos. México, UNAM-IIE, 1997. Tomo 2. p. 347. 4 fama pero, como lo veremos en el segundo capítulo referente a La muerte de Marat, su reconstrucción pictórica y literaria, no es el referente principal de la obra de Rebull, quien utilizó otras fuentes de inspiración de pintura, como la del pintor francés Paul Baudry (1828-1886), y de literatura. Entre éstas últimas se encuentra la novela Historia de los Girondinos de Alphonse Lamartine (1790- 1869), ampliamente difundida en México y cuya descripción del asesinato de Marat es sorprendentemente similar a la del pintor mexicano. Para la comprensión del cuadro, era importante también indagar sobre las vidas del creador y del comitente, que se abordan en el tercer capítulo, La recepción de la obra. Éste comienza con los rasgos generales de la vida de Santiago Rebull, abarcando en otra sección el lugar de esta obra en su carrera profesional y sus características dentro del género de la pintura de historia. Conforman también este capítulo, una descripción sobre la manera en la que La muerte de Marat fue recibida por la crítica de su tiempo, y una revisión de la vida del comitente, uno de los más notables intelectuales de la segunda mitad del siglo XIX en México, activo liberal que destacó como historiador, dramaturgo, abogado, político y coleccionista de arte. Concluye el capítulo una revisión de su papel como comitente. Otra parte fundamental de mi investigación es el estudio y descripción de las condiciones sociales que rodearon a la obra de Santiago Rebull. Indagar sobre la atmósfera de su factura, particularmente álgida y tensa, me permitió relacionar la tesis en un nivel de significación más allá de su análisis formal. No es de extrañarse la comparación realizada por la prensa de la época entre el México de la década de 1870, y la de la Revolución francesa, lo que ayudó a la calurosa recepción de la obra. Además de las condiciones de ese momento, la influencia ejercida por Francia en México a lo largo de su historia, especialmente durante el siglo XIX es innegable. Esto es un elemento fundamental para comprender esta obra que ilustra uno de los eventos más memorables de la Revolución francesa, la “madre de las revoluciones modernas”. Ésta tuvo un papel primordial en la ideología de los políticos liberales mexicanos decimonónicos, como fuente de inspiración y modelo a seguir, sobre todo en cuestiones legislativas.El estudio de su historia era parte de la formación académica de la clase intelectual mexicana y sus preceptos discutidos en la prensa de esos años. Rebull y Chavero, intelectuales de su época, contaban con un bagaje cultural que les permitió conocer el hecho y otorgarle diversos significados. Además de la política, la aportación cultural francesa es de suma importancia en la historia de México. Particularmente su sentido del arte y estética, influyeron en las creaciones de los artistas mexicanos dentro y fuera de la Academia de San Carlos, convirtiéndose en uno de los referentes más importantes. Estas razones bastarían para comprender, en un primer 5 acercamiento, la razón por la cual se produjo La muerte de Marat, un incendiario escritor y político de la Revolución francesa, por un pintor mexicano, pero no son las únicas. Probablemente, la tensa atmósfera política que se sentía en diciembre de 1875, fue un elemento primordial para su caluroso recibimiento. Estas condiciones son descritas en el capítulo cuarto, Una pintura para tiempos caóticos, analizadas desde dos vertientes: las condiciones de la política y las de la francmasonería. La arena política mexicana del siglo XIX fue de grandes enfrentamientos, el año de 1875, fue de profundos cambios y de una tensa situación política. El sucesor de Juárez, Sebastián Lerdo de Tejada, intentaba reelegirse a toda costa pero un “obstáculo” llamado Porfirio Díaz se lo impediría. Además el 16 de septiembre de ese año se reanudó el sistema bicameral en el Congreso de la Nación, interrumpido en 1845, con la creación del Senado de la República. La sección sobre francmasonería se liga con el comitente y propietario del cuadro Alfredo Chavero quien fue miembro del Rito Escocés y alcanzó el grado 33, máximo grado de la francmasonería. En 1873 llegó a ser su más alta autoridad al ocupar el cargo de Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, teniendo así un papel fundamental en la masonería mexicana durante la segunda mitad del siglo XIX. Problemas entre hermanos: enfrentamientos en la francmasonería mexicana describe la tensa situación reinante en la francmasonería de esta década en la que, al igual que en la esfera política, la desunión y las pugnas entre diferentes ritos enfrentaron a sus miembros, en las que Chavero fue juez y parte. Tras el análisis del contexto político de la francmasonería se desprende la hipótesis de entender a La Muerte de Marat como una obra con carácter aleccionador, que hace un llamado a los liberales mexicanos a mantener la cordura ante las condiciones de profunda división, y también a los hermanos de logia de Chavero advirtiendo sobre las funestas consecuencias de mantenerse desunidos. Con ello se plantea que el cuadro es una ventana a los conflictos al interior de la Francmasonería mexicana durante la década de 1870. Esta hipótesis se desarrolla en las conclusiones, titulada Leyendo entre líneas a la muerte de Marat, en donde se presenta una interpretación que combina los elementos aportados por el contexto histórico y los formales, poniendo a consideración del lector una propuesta de lectura por medio de las alegorías francmasónicas. Dejo en sus manos una propuesta de estudio para este cuadro, con el que se escribió una importante página en la pintura histórica del siglo XIX en México y que seguramente continuará levantando interrogantes para futuros estudios. México, Junio del 2011. 6 La muerte de Marat Santiago Rebull, México 1875. 57.9 X 65.5 cm. Colección particular. 7 CAPÍTULO 1: El cuadro de Marat de Santiago Rebull: análisis formal y significado 1.1) El primer acercamiento Un crimen acaba de cometerse en una oscura sala y asistimos al momento inmediatamente posterior. En el centro se encuentra la asesina, de pie ante su víctima, un hombre con el torso desnudo sentado dentro de una bañera. Ella lo enfrenta con la mirada y él levanta su rostro hacia el techo mientras se agita expirando en la agonía. El caos reina en la sala. Él se cubre la herida con su mano izquierda en un esfuerzo por detener la sangre y se convulsiona levantando la cabeza, abre la boca y muestra los ojos desorbitados apoyándose en su brazo derecho. Ella baja la plataforma en donde está la bañera, flexiona la pierna izquierda y se sostiene con la derecha mientras sus brazos advierten peligro. Del derecho pegado a su costado, se abre la mano con la que ha empuñado el arma mortal, un cuchillo ensangrentado que ha cumplido su propósito y apunta hacia ella. Cubre su pecho con el brazo izquierdo y sus dedos flexionados muestran la palma de su mano como si tratara de defenderse repeliendo a un enemigo invisible. El desorden rodea a los protagonistas, lo demuestran las hojas sobre una tabla de madera, que es el improvisado escritorio de la víctima, y un troco en donde se encuentra un tintero y que también hace las veces de escritorio. En el piso se observa una pluma con pedazos de papel esparcidos junto con un par de borceguíes y una silla derribada con un pantalón y una camisa. 8 La acelerada irrupción al fondo de cuadro de tres personajes, dos mujeres y un hombre, enfatiza lo inesperado del acontecimiento y la conmoción en la sala. Destaca una mujer que abre la puerta violentamente y acude al rescate de la víctima. Sus rostros de sorpresa y horror invitan a conmoverse ante el acto pero nos desconcierta la erguida posición de la asesina que denota una profunda firmeza y convicción ante la acción. También lo hace la víctima que parece combatir heroicamente su muerte con una dramática postura en escorzo que dibuja sus músculos. 9 En la escena se muestran luces y sombras. Predominan en ella los colores ocres como el café claro y el gris que colaboran en la recreación de la sala y sintonizan con el exiguo mobiliario de la sala. La monotonía de la penumbra se rompe con la claridad del vestido de la figura central, acentuada por un intrigante halo de luz que ilumina su rostro, así como el paño rojo carmesí que cubre la bañera en donde a los pocos minutos expirará la víctima. Un vestido de falda y mangas largas con cuatro botones en la cintura de color azul claro, casi blanco, cubre el cuerpo de la figura central. Acompaña su atuendo con una pañoleta blanca sobre los hombros y con un sombrero o cofia del mismo color del vestido con una bandera francesa. La cofia no le cubre la cabeza en su totalidad y permite observar algunos cabellos rubios y rizados que se asoman de su nuca y frente. En el otro personaje vemos su pecho desnudo con una vestimenta que consiste en un pañuelo que le cubre la cabeza, semejando un turbante, y una transparente tela blanca que le cae sobre su hombro derecho y que parece deslizarse sumergiéndose en la tina. 10 Complementan el mobiliario de la sala una pistola que cuelga de la pared, junto con una botella semivacía y un pequeño frasco de ungüento, colocados al lado de la bañera y en la pared del fondo se observa una bolsa redonda con periódicos enrollados. 1.2) Los detalles y sus significados La Muerte de Marat es un óleo sobre tela que mide 57.9 x 65.5 centímetros y forma parte de una colección particular. De acuerdo a la firma que aparece en el extremo inferior izquierdo, fue hecha por el pintor y profesor de Dibujo de la Escuela Nacional de Bellas Artes Santiago Rebull en 1875. 11 Se dio a conocer al público en la décimo séptima exposición de la Escuela Nacional de Bellas Artes realizada en Diciembre de ese año. Fue exhibida en la sala de cuadros originales de fuera de esta Escuela con el número cincuenta y cinco2. Esta exposición tuvo una peculiar importancia respecto a otras, pues de acuerdo a Manuel Romeo de Terreros, de ella serían seleccionadas obras correspondientes “al décimo de losgrupos determinado en el Cap. 3º Sec. 2ª del Reglamento formado por la Comisión Mexicana de la Exposición Nacional e Internacional de Filadelfia”3. Dicha exposición poseía además un carácter muy especial para los Estados Unidos que se disponía a celebrar el Centenario de su independencia4. Sus cualidades propias y el tamaño la convierten en una obra que destaca frente a otras de su tiempo, ya que no eran comunes las pinturas de formato pequeño para la pintura histórica. Esto fue comentado profusamente por la prensa de la época y sobre ello ahondaré en el apartado dedicado a la recepción de la obra. Por otra parte, al observar detenidamente el cuadro comenzamos a advertir que es posible situar varios niveles de análisis que nos ayudan a una mejor comprensión. Tenemos detalles que se relacionan con el hecho descrito y la historia de los personajes, los que son simples objetos cotidianos útiles en la recreación de la escena, y por último los que pongo a consideración del lector proponiendo su explicación de acuerdo a los datos obtenidos del contexto histórico del cuadro. Predominan por su número los que se refieren a la historia de los personajes, pues es una escena que recrea el asesinato del líder revolucionario Jean Paul Marat (1743 - 1793) a manos de Charlotte Corday (1768 - 1793) ubicando el cuadro en el género de pintura de historia. Entre los elementos que se relacionan con la historia de los personajes destaca por su importancia el cuchillo con el que se cometió el crimen. El arma ensangrentada sobre el piso, apunta hacia la asesina presagiando su fin que ocurrió a los cuatro días, cuando tras enfrentar un juicio, se le condenó a morir en la guillotina. La bañera posee una relación directa con la salud de la víctima, un escritor enfermo que ahí se encontraba al momento de su asesinato. Debía permanecer en ella debido a un padecimiento en la piel, un 2 Manuel Romero de Terreros, (editor). Catálogos de las Exposiciones de la Antigua Academia de San Carlos (1850- 1898). México, UNAM-IIE, 1963. p. 472 3 Ibidem. p. 466. 4 Fausto Ramírez, “El proyecto artístico en la restauración de la República: entre el fomento institucional y el patrocinio privado (1867-1881)”, en el catálogo de la exposición Los pinceles de la Historia. La fabricación del Estado 1864-1910. México, Museo Nacional de Arte, Banamex, INBA, UNAM-IIE, 2003. p. 58. 12 tipo de herpes que se agravaba día con día, que lo obligaba a sumergirse en una mezcla de vinagre con agua para calmar la insoportable comezón. La tina cumple también la función de un improvisado escritorio compuesto de una tabla colocada en sus extremos en cuya superficie se muestran algunas hojas de papel. Marat se encontraba absorto en sus labores como ensayista y editor de su periódico “El amigo del Pueblo”, que llegó a ser su apodo, y pese a su estado de salud no quería interrumpir sus trabajos por lo que fue necesario colocar una tabla para que pudiera escribir. Junto al peculiar escritorio se observa un tronco de árbol, sobre él un tintero y en el piso, la pluma desprendida de la mano de Marat tras ser apuñalado. La tabla se encuentra sobre una larga tela de color rojo carmesí que cubre la bañera y cae al piso. El llamativo color parece relacionarse con el carácter que asume la tina como el lugar de muerte de Marat al sugerir de manera discreta y dramática su sangre vertida. Detalle importante en la obra es el torso desnudo de la víctima, un elemento tradicionalmente relacionado en la historia del arte con la heroicidad, difícil de adjudicarle a primera vista. Su desnudez se disfraza discretamente con la tela transparente que se sumerge en la tina y que junto con el pañuelo que le cubre parte de la cabeza, se relacionan con su padecimiento dérmico. Otros objetos diferentes ligados a la historia del líder revolucionario son una botella y un pequeño frasco de ungüento colocados al lado de la bañera que aluden a la enfermedad cutánea del amigo del pueblo, su pseudónimo. La botella casi vacía sugiere su utilización y probablemente contenía el vinagre que se mezclaba con el agua de la bañera mientras que el bálsamo era usado para intentar cicatrizar las dolorosas llagas que tenía en todo su cuerpo. Por otra parte, se refieren a la vida de la víctima una bolsa redonda con periódicos enrollados que se encuentra en la pared del fondo y que alude a la labor de Marat como impresor, y una pistola colocada en el muro a su costado que sugiere su utilización como arma de defensa personal ante sus múltiples enemigos y refuerza su carácter como el asesino intelectual de cientos de personas a través de las órdenes que giró en contra de los que consideraba traidores a la revolución. Otro objeto que se vincula con la historia es la escarapela adherida a la banda o cinturón del sombrero que porta Charlotte Corday en el que encontramos los colores de la bandera francesa, rojo, blanco y azul. De acuerdo a grabados de la época estos broches eran comunes entre los ciudadanos franceses que los portaban, quizás de manera obligatoria, para mostrar su nacionalismo y compromiso con la Revolución. Con ello Rebull utiliza un elemento contemporáneo al hecho y nos recuerda que Corday era una ciudadana sirviendo a su patria, de acuerdo a las declaraciones de la homicida. El último de los detalles vinculados a la historia narrada es el gorro rojo que porta un hombre que se encuentra entre las personas que acuden al auxilio de 13 la víctima, detrás de la mujer que abre la puerta. Este singular gorro o bonete de peculiar relevancia histórica es un gorro frigio y es característico de los miembros del grupo denominado sans-culottes (descalzonados), presentes a lo largo de la Revolución francesa, si bien fue durante los años de 1792 a 1795 que alcanzaron un destacado papel por su participación en la Asamblea Nacional a la que acudían para alentar las medidas más radicales en contra de la nobleza. Hicieron suyas las propuestas de Marat, considerado una de sus voces más brillantes y por ello uno de sus líderes, aunque el escritor nunca se presentó como dirigente de este grupo. Analicemos ahora los objetos cotidianos útiles en la recreación de la escena. Estos son escasos ya que el autor de la obra tenía una clara percepción del papel que los objetos jugaban en la historia por lo que no son plasmados de una manera casual y todos, en mayor o en menor medida, guardan relación directa con el episodio. Contribuyen a la recreación de una escena caótica los papeles esparcidos en el piso junto con los zapatos así como una camisa blanca y un pantalón verde obscuro que se encontraban sobre el respaldo de una de las sillas derribada por Charlotte Corday. Las dos sillas muestran que en esta sala Marat solía recibir a los visitantes y realizar su actividad cotidiana, la escritura. Las grietas del muro, la ausencia de pintura en la sala, los ladrillos que muestran una pared deteriorada, el piso de sencillos baldosas y el color desgastado de la puerta nos ubican en un lugar habitado por alguien que vivía pobremente, sugiriendo además un estado de deterioro y un ambiente enrarecido, turbio y desgastado. Finalmente encuentro que mediante su disposición compositiva, los protagonistas de la historia forman algunas figuras geométricas como una escuadra, una columna y un triángulo equilátero, por ahora baste señalarlos y posteriormente, una vez abordado el contexto histórico de la obra en México, en el capítulo cuarto titulado “Una pintura para tiempos caóticos” les otorgaré los significados que en ellos encuentro y que profundizarán en el conocimiento de esta pintura. 14 CAPÍTULO 2: LA MUERTE DE MARAT: SU RECONSTRUCCIÓN PICTÓRICA Y LITERARIA 2.1) La muerte de Marat: diferentes respuestas pictóricas Los elementos contenidos en la obra de Rebull nos demuestran su amplio conocimiento del hecho histórico.El estudio de la historia de la Revolución Francesa era común entre las clases ilustradas del México decimonónico pero a ello debemos de sumar el posible contacto que Rebull tuvo con las imágenes y pinturas que representaron el suceso y que debido a los elementos que incluye en su obra bien pudieron influir en su peculiar representación del crimen. Para encontrar una referencia que nos permita entender el nivel de familiaridad de Rebull con la historia es importante abordar la manera en la que se ha registrado el asesinato de Marat y la vida de sus protagonistas a partir de fuentes primarias y secundarias. No se pretende con ello llevar a cabo un ejercicio para determinar la cercanía o lejanía de esta obra con el acontecimiento, pues el objetivo de este trabajo es entender el cuadro en la dimensión del contexto de su producción y no realizar una labor de comparación entre ficción y realidad. El asesinato de Jean Paul Marat ocurrió una muy calurosa tarde de verano del 13 de julio de 1793. Ese día por la tarde Marie-Anne-Charlotte Corday se dirigió al número 30 de la calle de Cordeliers en París, Francia y alrededor de las siete de la noche le clavó un cuchillo en el pecho al amigo del pueblo. Ambos fueron personas que no admitían solución pacífica, Marat se caracterizó por su llamado a las acciones extremas y no aceptó otra vía que la suya; mientras que Charlotte, influenciada por la dramática situación política, pensó que al asesinar a Marat acabaría con la violencia desatada en Francia. No hay que dejar de considerar las implicaciones físicas e ideológicas de sus protagonistas: una mujer de 25 años de edad capaz de cometer fríamente un asesinato en contra de un hombre de 50 años con un destacado papel en la política de su tiempo, temido por amigos y enemigos. La víctima nos da testimonio de su intolerancia o “sed de sangre”, expresión acuñada por la prensa de oposición en su época, con sus acciones. Como escritor incitó a los lectores de su periódico El Amigo del Pueblo a acabar con los “enemigos de la Revolución” y como miembro de la Convención Nacional expidió y ratificó numerosas órdenes de ejecución. Por otra parte, la victimaria dejó constancia de su intolerancia, traducida en una firme determinación para cometer el crimen, en los testimonios del juicio que se le siguió tras ser capturada y en la carta de despedida a su padre en la que afirmó: “He vengado a muchas víctimas inocentes, he prevenido muchos otros 15 desastres. Esta gente, de la que ya no se podrá abusar, se alegrará de estar libre de un tirano”5. Copia de una parte de la carta diriguida de Charlotte Corday a su padre. Por ello desde el principio, y debido a las condiciones que prevalecían en Francia, se supo que había sido un crimen político y de inmediato las opiniones se polarizaron entre quienes consideraban a la asesina una heroína y los que clamaban justicia ante el crimen y contaban las horas para ver rodar su cabeza. Al momento de su muerte triunfaba el régimen impuesto violentamente en 1789, año del inicio de la Revolución francesa. Cientos de asesinatos se cometieron en aras de la “democracia y justicia reprimida del pueblo”, comenzando con los monarcas. Marat había estado ahí formando parte activa de la Comuna de París y posteriormente de la Convención Nacional y mentor de los sans-culottes grupo de choque que representaba la radicalización política del jacobinismo, activos principalmente de 1792 a 17956. 5 “Une Lettre de Charlote Corday”, Le Trait d’Union, México, 7 de julio de 1876, p. 3. Traducción mía. 6 François Furet, Mona Ozouf et collaborateurs. Dictionnaire critique de la Révolution Française. France, Editée par Flammarion, 1992. pp. 425- 434. 16 Sans-culottes y gorro frigio, grabados de la época. En un contexto sangriento en el que los ciudadanos estaban atrapados entre el miedo y la excitación, los Sans-culottes comandados por Marat eran los radicales entre los radicales. Ante la ligera sospecha de que alguien fuera “enemigo de la Revolución” no vacilaban en exigir las cabezas (a veces cientos) de los implicados. Aunque la participación directa de Marat con las armas y en los combates revolucionarios no está probada, su principal arma, la escritura lo convirtió en “aquel en el que la pluma valía un ejército de 100 000 hombres y que no tenía más que escribir una palabra”7. Su muerte se convirtió en un motivo más para prolongar la división al interior de la Convención entre los girondinos, con quienes se relacionó a Corday, la cual declaró reiteradamente en su juicio que había cometido el crimen por decisión propia sin estar ligada a ningún partido político. Los jacobinos simpatizantes de Robespierre y Marat no le creyeron y se dedicaron a clamar justicia y la consiguieron pues Corday fue ejecutada en la guillotina el 17 de julio de 1793. Sin embargo el móvil de su crimen, detener la violencia y salvar a su país, no se cumplió pues las ejecuciones continuaron. De acuerdo al historiador del arte Michael Marrinan, quizás “el acto capturó inmediatamente la atención y la imaginación del público debido a la importancia de la víctima, la gran pompa que rodeó su funeral y el juicio y ejecución pública de su asesina”8. Las primeras imágenes gráficas del asesinato, en donde se recreaba la escena del crimen y los rostros de los protagonistas, circularon pocas horas después y a la mañana siguiente todos los periódicos parisinos las incluyeron en sus páginas. Con igual interés, la prensa siguió difundiendo los detalles relacionados con el crimen como con el juicio realizado a Corday y paulatinamente el hecho se difundió en otros países. 7 Ibidem. p. 186. 8 Michael Marrinan, “Images and Ideas of Charlotte Corday: Texts and Contexts of an Assassination”, en: Arts Magazine. Estados Unidos, Abril, 1980. Volúmen LIV, número 8. p. 158. 17 Algunos de los grabados que circularon en ese tiempo, en su mayoría referentes a Marat, pueden consultarse en la sala reservada de la biblioteca del Instituto de Investigación Getty. Son de distintos temas y medidas y retratan a Marat dentro y fuera de su tina, antes y después de su funeral, y como mártir9. 1 2 3 4 1 Marat Asesinado, Bernardine, impresor. 2 La muerte del patriota Jean Paul Marat, diputado de la convención. Bernardine, impresor. 3 Asesinato de J.P Marat. Trager, impresor. 4 Asesinato de J.P Marat. Bernardine, impresor. 9 Algunos de los que consulté forman parte de la serie “Grabados de la Revolución Francesa 1773- 1840”, de la imprenta de Audebert y también de Villeneuve. Destaca el titulado Retratos de Le Peletier y Marat, publicado en 1794 que mide 9.5 por 16.3 centímetros y que representa en una sola hoja los rostros en forma de medallón de estos personajes y en menor tamaño los de sus respectivos asesinos. A la de Marat se le muestra con vestido y pañoleta sobre los hombros, con un sombrero de copa alta y sin el arma con la leyenda: “Marie Charlotte Corday, asesina de Marat”. También se incluye bajo el medallón de Marat la frase: “Pueblo, aquí está tu amigo que por tu libertad, con peligro de sus días, te ha dicho la verdad”. 18 Referente a la iconografía de Corday, tenemos el grabado de Tassaert, destacado impresor contemporáneo a Marat, quien creó una estampa del rostro de la asesina ampliamente difundida en Francia. Charlotte Corday, Tassaert, 1793. Charlotte Corday esperando su ejecución, Tassaert, 1793. Es copia del retrato al pastel del pintor Jean-Jacques Häuer (1751- 1829) que estuvo presente en el juicio y fue al único artista al que se le permitió el acceso a la celda de Corday minutosantes de su decapitación. Este artista produjo en ese año dos cuadros del tema: La muerte de Marat, colección del Museo Lambinet, y el Retrato de Charlotte Corday, del Museo Nacional del Palacio de Versalles10. 10 Michael Marrinan. Op. Cit. p. 160. 19 Retrato de Charlotte Corday, Häuer, 1793. La muerte de Marat, Häuer, 1793. Otros cuadros contemporáneos al crimen son El asesinato de Jean-Paul Marat de Louis Brion de la Tour (1753-1823), La muerte de Marat de Guillaume-Joseph Roques (1757-1847). Entre las obras relacionadas con el crimen, Marat asesinado de Jacques-Louis David (1748-1825) ocupa un lugar especial. Fue amigo y colega del escritor y quizás el artista más importante de la Revolución francesa, que realizó esta pintura el mismo año del crimen. La obra delata el fuerte lazo de amistad que los unió, el pintor había visitado a Marat un día antes de la muerte y estuvo a cargo de los funerales. David hizo suyos los preceptos de la Revolución francesa y se convirtió en director de Propaganda Revolucionaria y miembro de la Convención Nacional, la misma que votó por la muerte del rey, que le había encargado obras al pintor y que condenó a cientos de personas a la guillotina. 20 Fue realizada por encargo de sus compañeros de la Convención y por ello David se dispuso a crear un cuadro que perpetuara la trágica muerte de su amigo. Es un retrato íntimo de Marat y en él no hay lugar para la asesina, solo para el recuerdo de su traición a través de una carta que Marat sostiene con su mano izquierda. Su piel blanca se altera con las sombras y la delicada herida que evoca la del costado de Cristo en la cruz. Su cabeza reposa sobre un extremo de la tina y una blanca sábana, casi como una mortaja, se combina con un lienzo verde que cubre la bañera. Complementan la imagen dos plumas blancas, una sostenida por su mano derecha y otra al lado de un tintero y un pequeño papel sobre un cajón de madera que funcionaba como un improvisado escritorio. La mitad superior de la pintura se pierde entre las sombras alteradas por un brillo que recuerda a la eternidad, a la inmortalidad de “Marat asesinado”. Marat asesinado, Jaques-Louis David. Rostro de Marat, grabado por Jaques- Louis David. Para Albert Boime, con este cuadro David “dibuja un inequívoco paralelo entre Marat y el Cristo muerto [y] su trágico poder descansa en el progreso general de la Revolución en la manera en la que David la registró, pasando del fervor e idealismo a la violencia y la desilusión”11 , actualmente es uno de los referentes más importantes del crimen ganando un destacado lugar entre las pinturas históricas más conocidas. Sin embargo ésta será una de las pocas obras que se realizarán a favor de Marat. A partir de las siguientes décadas del siglo XIX el “juicio de la historia” se inclinará a favor de Charlotte Corday. Ella será percibida como una redentora, heroína y víctima comparada por la prensa con Judith y Holofernes, mientras que Marat y la obra de David serán criticados por su filiación con los jacobinos responsables de múltiples ejecuciones en la guillotina. 11 Albert Boime. Art in an Age of Revolution 1750-1800. A social History of Modern Art. U.S.A, The University of Chicago Press, 1987. Volume I. p. 464. 21 Ejemplo de esta polarización en tiempos de Rebull es el comentario que hace a inicios de 1876 Felipe López López, crítico de arte mexicano, en el periódico el Federalista de Corday y Marat, como aquellos que “tan alto subieron ambos personajes del argumento: el uno, por su frenesí demagógico, su tránsito asolador y terrorista por el mundo culto, y su desmesurada ambición; la otra por el arrojo imponderable hasta donde la arrastró su exaltado fanatismo político y la resolución con la que consumó el homicidio!”.12 Por ello junto con los juicios a favor y en contra de ambos personajes, generados desde el momento del crimen, las representaciones tanto en pintura como en grabados fueron cambiando en expresión y la vestimenta de Charlotte se transformó en algunos casos de acuerdo a las características estéticas en boga. El Arresto de Charlotte Corday de Henri Scheffer de 1830 y la de August Raffet de 1834 con el mismo título ejemplifican el cambio. De las siguientes décadas podemos mencionar el retrato titulado El Arresto de Charlotte Corday del francés Alfred Dehodencq (1822-1882) realizado en 1868. El arresto de Charlotte Corday, A. Dehodenq. También El asesinato de Marat de 1860 por Paul Baudry (1828- 1886) expuesta en el salón parisiense de 186113. 12 Felipe López López, “Exposición de la Academia de San Carlos”, El Federalista, México, 10 de enero de 1876, en: Ida Rodríguez Prampolini. Tomo 2. Op. Cit p. 361. 13 Fausto Ramírez Rojas. La plástica del siglo de la Independencia. México, Fondo Editorial de la Plástica Mexicana, 1985. p. 86. 22 El asesinato de Marat, Paul Baudry. En esta obra Marat con el pecho desnudo, está sumergido en su bañera pegada a la pared ubicada en la esquina de un cuarto, con el brazo derecho extendido saliendo de la tina y el izquierdo sobre un extremo de ésta, con la mano aferrándose a uno de los costados de la tina. La cabeza, cubierta por un paño blanco (elemento común en las representaciones de Marat), y el torso se hunden en el agua, amortiguados por un lienzo blanco que cubre la bañera junto con otro lienzo verde olivo (interesante semejanza de color con el de David), con un rostro de dolor y con los ojos cerrados, la boca abierta aún con el puñal asesino clavado en su pecho. Charlotte viste un vestido a rayas grises y blancas con el cuello descubierto. Se esconde en el rincón derecho del cuarto, al lado de una ventana abierta con una cortina blanca, por donde penetra la luz que ilumina su rostro y un costado de su cuerpo. Tiene la mirada fija, alerta, que denota preocupación, hacia un extremo de la sala, quizás la puerta. Su mano derecha, la homicida, aún está empuñada tras solo unos instantes de clavar el puñal en la víctima. En el piso observamos una silla derrumbada, papeles y periódicos, el sombrero negro de Charlotte y un abanico que remite a lo femenino pero también indica que estamos en un verano especialmente caluroso. En la pared frente al espectador, cuelga un mapa que cubre prácticamente todo el muro y en el otro extremo una repisa con tres libros y una hoja blanca. Un improvisado escritorio, un cajón y una tabla, junto con el tintero y la pluma blanca complementan la escena. Este cuadro de Baudry le dio un reconocimiento especial no solo por su admisión al Salón en 1861, reservada sólo a los artistas aceptados por la Academia de Artes, sino que además es considerada una de sus mejores obras. 23 El lienzo guarda una relación iconográfica muy cercana con la de Rebull, mucho más que con el de David, que hoy en día es la referencia obligada de esta temática. Múltiples elementos los relacionan. En ambos tenemos a la homicida de pie, erguida, con la mano empuñada, la bañera, el improvisado escritorio, el lienzo blanco que cubre la bañera, la mesa derribada, los papeles esparcidos, el mapa, los libros en la pared y el gesto de dolor de la víctima. Pero así como se asemejan, también varios elementos las diferencian. Baudry solo nos presenta a dos personajes, Rebull plasma además de los protagonistas, a tres figuras que acuden en ayuda de la víctima. La sala es más amplia y no hay ventana de donde provenga la luz, y al contrario ilumina a Corday con un halo de luz cenital. Rebull la coloca al centro, valiente, firme y segura de sí misma y Baudry la muestra preocupada en un rincón tras una ventana y una cortina agitada por el aire. Marat tiene en Rebull un escorzomuy dramático, su rostro mira al techo, intenta detenerse la sangre con la mano y corre un hilo de sangre por su pecho, mientras Baudry lo hunde en la tina, se deja caer, sin luchar y sin resistirse al embate del mortal puñal clavado en su pecho sin sangre aparente. Es muy probable que Rebull tuviera contacto con grabados de “Charlotte Corday” de Paul Baudry. Los artistas de la Academia de Bellas Artes en México tenían contacto con las obras seleccionadas en el Salón de la Academia, vistas como las mejores expresiones de la ya entonces importante capital del arte europeo, París, generalmente a través de revistas de arte que llegaban a México utilizadas como referencias iconográficas por los artistas locales. Otra de las obras de esta temática del siglo XIX es Carlota Corday de 1889, realizada por el pintor venezolano Arturo Michelena (1863-1898). Se muestra a la protagonista rumbo al cadalso, en la puerta de su celda con el rostro y el cuerpo iluminados por la luz exterior. Junto con los guardias y celadores que van en busca de la condenada se observa, en el extremo derecho, al pintor Jean-Jacques Hauer con un acongojado rostro. Carlota Corday, Arturo Michelena. Jules Aviat (1844-1931) realiza en 1880 el óleo sobre tela, Charlotte Corday y Marat de gran similitud con el lienzo de Baudry, mientras que el belga Jean- Joseph Weerts (1847-1927) que la concluye en 1880, titulándola ¡Marat asesinado! 13 de julio 1793, se acerca a los grabados de la época del evento. 24 Charlotte Corday y Marat, Jules Aviat. ¡Marat asesinado! 13 de Julio 1793, Jean Joseph Weerts. Finalmente en el siglo XX, pintores como el expresionista noruego Edvard Much (1893-1944) en 1904 y Pablo Picasso (1881-1973) en 1930 realizaron también trabajos con esta temática. 25 Mujer de estilete, Pablo Picasso. Muerte de Marat, Edvard Much. Terminaré este apartado señalando que ya desde el primer retrato de Corday realizado por Jean-Jacques Hauer y grabados de la escena comenzaron a perfilarse las opiniones entre los creadores de las obras y el público para señalar a la víctima y al victimario. ¿Era Marat una inocente víctima de una cruel mujer? ¿Era un héroe que había sido violentamente impedido para concluir su labor durante la revolución francesa? O bien, ¿era Charlotte Corday una heroína trágica que cuyo destino era salvar a su país del enemigo (y no amigo como se auto nombraba) del pueblo? ¿Se le podía condenar por haber buscado, para sus simpatizantes, justicia ante una dictadura que había hecho una parodia de la “república de la libertad”? Ante tal diversidad de percepciones en torno al acontecimiento es fundamental para el estudio de la obra tomar en cuenta esta polarización. Algunas obras han tenido a Charlotte como personaje central, otras más a Marat y algunas, quizás más veladamente muestran a los protagonistas y tendremos que “leer entre líneas” el juicio, pues ninguna está exenta de opinión ya sea para reivindicar o condenar a cualquiera de los dos. Podemos advertir esta polarización desde los títulos de las obras mencionadas. En algunas sólo se da el nombre de ella o de él, a ella se le llama por su nombre completo, quizás en un intento por “humanizarla”, y a él en una obra se le antepone el apelativo de “patriota”. En otros se refiere el hecho de diversas formas, desde el Asesinato de Marat hasta La Muerte de Marat, o bien el Arresto de Charlotte Corday. Y en estas consideraciones La Muerte de Marat de Santiago Rebull no está exenta de ello. 26 2.2) “Los girondinos” de Lamartine y su influencia en la obra de Rebull Al buscar las posibles fuentes de inspiración de Santiago Rebull destaca la descripción del crimen de Marat realizada por el escritor, poeta y político francés Alphonse Lamartine (1790- 1869) en su novela Historia de los Girondinos, en la que encontramos numerosas coincidencias con el lienzo del pintor mexicano14. Alphonse Lamartine, grabado de la época. Esta larga novela, considerada obra histórica por otros autores, fue publicada en 1847 y al igual que el resto de sus obras, fue una referencia común para los lectores mexicanos del siglo XIX. Es prácticamente imposible determinar con certeza si Rebull leyó Historia de los Girondinos pero muy posiblemente lo hizo debido a la clase social a la que pertenecía y a que sus amigos y conocidos como el intelectual decimonónico Justo Sierra lo hicieron. En 1899, prácticamente una generación después y una fecha muy posterior a la factura de la Muerte de Marat, Sierra dejó evidencia que nos ayuda a comprender la importancia de esta novela en el siglo XIX en una carta dirigida a su amigo Ignacio Manuel Altamirano en la que afirma que “en el curso de este mes de julio de 1861, devoró la célebre obra de Lamartine, Los Girondinos, obra que recordando su exaltación, calificaba sonriendo de “biblia de revolucionarios de quince años”15. En uno de sus textos, titulado Crítica, Justo Sierra incluyó la biografía comentada de Lamartine, lo que nos muestra su interés en dicho novelista y sobre Los Girondinos comentó: En esta obra reaparecía por fin el poeta con todas sus brillantes cualidades. Descripciones bellísimas, cuadros inimitables palpitantes de sentimiento y de colorido, grandes pensamientos, rasgos inmortales, himnos de triunfo y de amor a la libertad; he aquí lo que más resalta en esa obra, que será perpetuamente leída. [Reivindica] 14 Alphonse de Lamartine. La Revolución Francesa. Historia de los Girondinos. Traducción de F. Cabañas Ventura. 3 Tomos. Barcelona, Ramiro Sopeña editor, 1931. Tomo 3. Libro XLIV. p. 14. 15 Claude Dumas. Justo Sierra y el México de su tiempo 1848- 1912. México, UNAM, 1986. Tomo 1. p. 44 27 ante la historia la memoria de aquellos hombres que aún no pueden verse sino al través de un terrible reflejo de sangre16. Consciente Justo Sierra de que algunos críticos de la obra de Lamartine dudaban de la objetividad de Los Girondinos, lo defiende afirmando en líneas posteriores: Si en ese libro célebre se tiene pocas veces en cuenta la verdad histórica, nosotros creemos que el espíritu de la gran Revolución se encuentra exactamente comprendido. ¡Acaso era necesaria el alma de un poeta para entrever el alma de aquella época asombrosa en que la Francia balbutía la primera estrofa de su libertad en medio de un delirio sangriento! Algunos han reprochado a Lamartine el haber apelado a tan terribles recuerdos para hacer de ellos un arma de partido.17 Esta novela no oculta el repudio de su autor al grupo radical de revolucionarios franceses, de los cuales formaba parte Marat. La razón de tal antipatía la podemos encontrar en la biografía del autor, que perteneció a una familia de la pequeña nobleza de la provincia de Mâcon en Borgoña, cuyas propiedades y su modo de vida se vio seriamente afectado con la llegada de la Revolución francesa. Estuvo activo en la política hacia 1814, año en el que defendió la restauración de la dinastía borbónica en Francia, fue un hombre de letras simpatizante del conservadurismo durante toda su vida. Sus obras, de carácter poético e histórico, usualmente clasificadas dentro del romanticismo, gozaron de gran popularidad dentro y fuera de Francia. Alphonse de Lamartine sintetiza así las condiciones previas al crimen de Marat y las intenciones de Charlotte Corday: Mientras París, Francia, los jefes y los ejércitos de los partidos políticos se disponían a despedazar la República, la sombra de un gran pensamiento vagaba en el alma de una joven e iba a desconcertar los sucesos y los hombres, interponiendo el brazo y la vida de una mujer entre el destino de la revolución. […] la Providencia [pondría] frente a frente los dos fanatismos para que lucharan cuerpo a cuerpo; uno bajo las facciones odiosas de la venganza del pueblo en Marat, y elotro bajo la radiante hermosura del amor de la Patria en una Juana de Arco de la libertad. Ambos, sin embargo, tendían en su extravío al mismo fin, al asesinato […]18. Describe a los protagonistas de una manera antagónica: a ella como quien cambió el ideal del amor por un: “pensamiento de sacrificio en beneficio de la felicidad pública […] ocupó incansablemente el pensamiento en discurrir cuál sería el servicio que podía prestar a la humanidad, pues el ansia de sacrificarse había llegado a ser en ella demencia, amor 16 Justo Sierra. Obras completas. Crítica y Artículos Literarios. México, UNAM, 1984. Tomo III. p.p 39- 40. 17 Idem. 18 Alphonse de Lamartine. Op. Cit. p. 14. 28 o virtud”19. A Marat como aquel “cuyo nombre se había convertido en sinónimo del crimen […] demagogo sanguinario”20. El autor justifica el acto de Corday al afirmar “Un acto criminal se diferencia de otro heroico, aun antes de consumarse, por los medios a que es forzoso recurrir para verificarlo”21. Una vez narrados los detalles de cómo Charlotte planeó el crimen y las vicisitudes que tuvo para llegar al domicilio de Marat, describe así la escena en donde tendrá lugar el crimen: El aposento estaba débilmente iluminado, y Marat estaba bañándose, sin que en este forzado reposo del cuerpo, dejara reposar el alma. Colocada sobre el baño, había una tabla llena de papeles, cartas abiertas y escritos principiados. El demagogo tenía en la mano derecha una pluma, que la llegada de la desconocida había suspendido sobre la página. Esta carta de papel era una carta dirigida a la Convención, pidiendo el procesamiento y la proscripción de los últimos Borbones tolerados en Francia. Junto al baño, un disforme tajo de encina, parecido a un tronco para la chimenea, puesto en pie, sostenía un tintero de plomo y de tosquísima labor: manantial impuro de donde habían brotado durante tres años numerosos delirios, infinitas denuncias y un mar de sangre. Marat, cubierto en su baño con una sábana sucia y manchada de tinta, tenía fuera del agua la cabeza, las espaldas, medio cuerpo y el brazo derecho. Nada había en su fisonomía capaz de enternecer la mirada de una mujer, ni de influir en hacer vacilar el golpe. Cabellos grasientos, ceñidos por un sucio pañuelo, frente saliente, ojos audaces, pómulos angulosos, inmensa y sarcástica boca, velludo pecho, ceñudas facciones y piel lívida: tal era el repugnante aspecto de Marat 22. Una vez que Corday entró en la sala para su entrevista, anuncia lo que acontecerá refiriéndose al momento en el que, ante la excusa de revelar nombres de quienes traicionaban a la Revolución desde Caen, los proporcionó: anotólos aquél, y cuando concluyó de escribir los nombres: -Está bien- le dijo, con el acento propio de quien está seguro de la venganza-; antes de ocho días irán todos a la guillotina. Al oír esto, como si el alma de Carlota hubiese esperado un nuevo crimen para decidirse a asestar el golpe, empuñó el cuchillo y lo hundió con fuerza sobrenatural hasta el mango en el corazón de Marat. Carlota retiró con igual movimiento el cuchillo ensangrentado del cuerpo de la víctima y lo dejó caer a sus pies. -¡A mí! ¡Mi querida amiga! ¡A mí!- exclamó Marat, expirando bajo el golpe que acababa de recibir. Al oír gritar a la víctima, Albertina y el criado Laureano Basse se precipitaron en el aposento, donde recibieron en sus brazos la moribunda cabeza de Marat. Carlota, inmóvil y como petrificada, permanecía en pie tras la cortina de la ventana23. 19 Ibidem. p. 18. 20 Ibidem. p. 19. 21 Ibidem. p. 26. 22 Ibidem. p. 28. 23 Idem. 29 Con esta narración, podemos corroborar que la similitud con la representación hecha por el pintor mexicano es a todas luces innegable y por ello las coincidencias entre ésta pintura y las del escritor francés del fatídico instante de Jean Paul Marat son de suma importancia para comprender a Rebull. Es importante destacar que el artista mexicano no es el único que parece haber utilizado Historia de los Girondinos como inspiración para una pintura. Paul Baudry en su obra llamada también La Muerte de Marat de 1860, incluye referencias directas a la manera en la que Lamartine describió el episodio. Entonces nos preguntamos si Rebull se dejó influir por Lamartine o por Baudry o bien por ambos, aunque no sabemos con certeza si el pintor mexicano tuvo contacto con éstas obras. Por ello resta saber si el lienzo se relaciona con la narración del literato francés y si Rebull se dejó seducir, al igual que sus contemporáneos, por el dramático relato de Alphonse Lamartine. Portadas de La Revolución francesa. Historia de los Girondinos. Edición de Ramiro Sopeña, 1931. CAPÍTULO 3: LA RECEPCIÓN DE LA OBRA 30 3.1) Rasgos generales de la vida de Santiago Rebull Santiago Rebull, fotografía de la época. En 1875 Santiago Rebull escribió con una de las páginas más importantes en su carrera. El éxito de la pintura llegó a ser tal que se hizo muy famosa dándole un gran prestigio, corroborado con las efusivas opiniones de críticos y colegas y alumnos en la Escuela Nacional de Bellas Artes, publicadas en los principales periódicos de la época. La muerte de Marat, fue quizás la más famosa pintura de Santiago Rebull dentro de su escasa producción. Varias causas parecen ser el motivo de ello: su frágil salud, algo que lo acompañó desde su juventud, su carácter reservado y perfeccionista, o bien las severas críticas a uno de sus cuadros, que tal vez pudieron haber calado hondo en su seguridad y desempeño como pintor. Quizás también la carga de trabajo en la Escuela Nacional de Bellas Artes, en donde se desempeñó como profesor de la clase de dibujo al natural desde 1859, puesto que ocupó hasta su muerte. Situación que no era solo la suya pues no era el único profesor de producción escasa. En 1877 un crítico de arte, L. Agontía del periódico La Libertad, que reseñó la exposición de ese año y en la que Rebull presentó una pintura, apuntaba esta situación: Siempre nos ha llamado la atención la poca o ninguna parte que los profesores toman en la exposición bienal de la Academia, [las dos causas son] que los profesores en general carecen de los elementos para consagrarse a ejecutar una obra digna de ellos mismos: carecen de tiempo que tienen dedicado a buscar los precisos recursos para su subsistencia, carecen de los fondos indispensables y que no son insignificantes para tener a su disposición los elementos necesarios a una composición de alguna importancia. Otra de las dificultades que los profesores encuentran para exponer sus obras es la falta de un concurso especial en el que solo tomen parte los profesores”24. Pero, la dura crítica a su cuadro La Purísima Concepción de 1879, detallada más adelante, no fue el único problema que el artista tuvo a lo largo de su vida. Semanas antes de su nacimiento, su familia tuvo que trasladarse a España debido a que su padre de origen catalán fue expulsado de México, en 24 L. Agontía, “La Academia Nacional de San Carlos en 1877. El arte”, La Libertad, México, 12 de enero de 1878, en: Ida Rodríguez Prampolini. Tomo II. Op. Cit. p. 429. 31 cumplimiento de la ley publicada el 2 de diciembre de 1827, que indicaba que todos los españoles debían de abandonar el país. Por ello la familia, conformada por su futuro padre, José Rebull, madre, Josefa Gordillo y su hermana mayor del mismo nombre, ambas mexicanas de nacimiento, solicitó su pasaporte a finales de 1828.25 De acuerdo a su discípulo, el pintor Luis Monroy en su discurso titulado La Oración fúnebre, pronunciado en el homenaje luctuoso de Rebull ofrecido en la Escuela Nacional de Bellas Artes la noche del 19 de julio de 1902, Santiago Rebull nació mientras sus padres se “disponíana salir de la república”26. Si bien por otra parte, la historiadora del arte y biógrafa de Rebull, Nanda Leonardini afirma que el pintor nació el 25 de julio de 1829 a bordo de un barco durante el trayecto que emprendió su familia a Europa. La familia permaneció en Cataluña hasta 1837 año en que regresaron a México para establecerse en el país de manera definitiva. Diez años después, Santiago Rebull, de dieciocho años de edad y que ya contaba con conocimientos de dibujo, fue admitido en enero de 1847 en la Academia de San Carlos, en la clase de dibujo de estampa. Su ingreso ocurrió un año después de la renovación en la escuela, con nuevos maestros y recursos provenientes de la lotería recién creada para proveerla de recursos económicos, y que fue una de las etapas más importantes en la historia de ese plantel27. Muy pronto, se convirtió en uno de los alumnos más promisorios de la primera generación de la renovada Academia de San Carlos. El 18 de julio de ese año solicitó una pensión, que le fue conferida en esa ocasión a José Salomé Pina, otro destacado pintor. En diciembre del año siguiente, su dibujo a dos lápices sobre papel de media tinta, de la musa Thalía le valió el primer premio, otorgándosele la pensión y el ingreso a la clase de pintura al óleo, impartida por el maestro catalán Pelegrín Clavé (1810-1880). Profesor por más de veinte años, fue una de las principales figuras en la renovación artística de la Academia y siempre tuvo a Rebull en gran estima, apoyándolo y reconociendo su gran talento, algo que él confirmó a lo largo de su carrera28. El peregrino de 1849, realizado en la clase de estudio al natural, le valió nuevamente el primer premio en esa sección. Su avance fue ininterrumpido a través de las diferentes asignaturas que conformaban esta especialidad, tales 25 Nanda Leonardini. El pintor Santiago Rebull. México, UNAM, 1983. pp. 25- 26. 26 Luis Monroy, “Oración fúnebre”, en: Xavier Moyssén. La crítica de arte en México 1896-1921. México, UNAM-IIE, 1999. Tomo 1. p. 134. 27 Justino Fernández. Arte Moderno y Contemporáneo de México. El Arte del siglo XIX. México, UNAM- IIE, 1993. Tomo 1. p. 42. 28 Guía del Museo Nacional de Arte. México, Museo Nacional de Arte, CONACULTA/INBA, 2006. p. 124. 32 como el claroscuro, la copia de cuadros, el estudio al natural y la de composición de obras originales. En la exposición de 1851 de la Academia, presentó el óleo Jesucristo en Agonía, de gran originalidad respecto a las obras presentadas por sus compañeros y que Justino Fernández refiere como el único Cristo que produjo la academia del siglo XIX en México 29. En esta obra, realizada cuando cursaba el primer año de composición de una figura, denominada por Luis Monroy Cristo expirando en la Cruz, le otorgó nuevamente el primer lugar de su clase, que ya venía ocupando dos años antes, y la distinción de ser adquirido por la Academia. Años después, en 1878, el alumno de la Academia Ramón Borrel realizaría una copia de ella. Parece que a partir de esta obra, quizás su primera obra de gran alcance, empieza a perfilarse su carácter y personalidad como artista: la de aquel que gustó y cultivó escenas dramáticas, el que retrató los momentos claves y trascendentales en una historia. Con La muerte de Abel de 1851, uno de sus mejores cuadros, nuevamente una escena dramática, compitió para ganar la pensión que le permitiera irse a Europa a perfeccionar sus estudios. Con este cuadro corroboró su peculiar talento para el desnudo permitiéndole “mostrar más ampliamente sus capacidades en las dos figuras que hacen el cuadro, ambas en términos generales bien realizadas. [Aunque] no obstante sus cualidades, tiene la pintura graves defectos, como por ejemplo ese ojo de Caín, desorbitado, que asoma tras el antebrazo; […] y las manos pobremente dibujadas”30. La muerte de Abel. Óleo sobre tela. 245 x169 cm. A la presentación de esta obra se sumó el boceto realizado en ocho horas Abraham adorando a los tres ángeles, ambos presentados el 24 de diciembre de 1851, que lo colocaron como el ganador indiscutible de la beca. 29 Justino Fernández. Tomo 1. Op. Cit. p 76. 30 Ibidem. pp. 76-77. 33 A mediados de 1852, emprendió el viaje a Roma para estudiar en la Academia San Lucas con Tomás Consoni. Ahí tuvo contacto con las obras de los maestros renacentistas italianos al tiempo que se introdujo en el purismo, variante italiana de tendencia nacionalista romántica, cuyos seguidores fueron denominados nazarenos y que fue bien acogida por el temperamento y estilo de Rebull. Los nazarenos creían que el artista era un “redentor de la sociedad con una misión edificante para el espíritu. [….] pondrán énfasis en explorar los problemas sociales de su época. […] fueron de los pocos pintores que aún siguieron propugnando por recuperar el sentido didáctico de la historia para narrar los orígenes de una identidad y los cimientos de una cultura. He aquí la utilidad práctica que el nazarenismo podía ofrecer a un país como México, justamente en un proceso equivalente de definición como Nación. No es la historia grandilocuente de los héroes y villanos la que les interesó a los nazarenos, sino la historia de los hombres comunes en el devenir existencial de la humanidad.31 Rebull permaneció en Roma de julio de 1852 hasta 1858. Estos años fueron cruciales para su desarrollo personal y profesional. Durante esos años viajó en varias ocasiones a París, en donde se encontraba con su compañero mexicano José Salomé Pina (1830-1909), también becado por la Academia, y visitaban museos en otras ciudades. Conoció a otros pintores como el catalán Mariano Fortuny y Gabó y remitió varias obras. La primera fue una copia de un fragmento de La Teología de Rafael, así como Moisés mostrando las tablas de la ley, composición original expuesta en la Academia mexicana en 1855. En el año de 1858, poco antes de su regreso a México, envió El sacrificio de Isaac, otro de sus principales cuadros, remitido a la Academia y expuesto con gran aceptación en la undécima exposición de diciembre de ese año. Éste le dio una gran fama, pues “colmó cuanto se podía esperar; era la típica del idealismo romántico, y tanto por el tema como por el suave color, la composición y el dibujo vino a ser algo así como la culminación de la escuela clásica mexicana […]32. Esta obra fue copiada en 1877 por Rodrigo Gutiérrez. En este cuadro se aprecia el dramatismo que distinguió a Santiago Rebull entre sus demás compañeros, particularmente con José Salomé Pina quien también pintó una escena de Isaac, contemporánea a la de Rebull pero muy distinta. Cronológicamente en la historia, el cuadro de Pina representa el momento anterior al sacrificio, vemos a padre e hijo caminando, destacando en la pintura el rostro preocupado del padre, pero sin el episodio de violencia y tensión que encontramos en el de Rebull. En éste se representa el “momento de la verdad”, aquel en el que el padre está por sacrificar a su hijo sujetando 31 Luis Martín Lozano, “Renovación estética en la Academia de San Carlos el purismo en la pintura de mediados de siglo”, en: Arte de las Academia Francia y México siglos XVII- XIX. Catálogo de la Exposición en el Colegio de San Idelfonso. México, UNAM- CONACULTA, 1999. pp. 62 y 63. 32 Justino Fernández. Tomo 1. Op. Cit. p. 77. 34 el cuchillo en la mano y es detenido por un ángel una vez que su fidelidad ha sido comprobada. El sacrificio de Isaac. Óleo sobre tela. 273 x 186 cm Durante su estancia en Roma, el pintor enfermó gravemente y tuvo que ser auxiliado desde México por Ezequiel Montes, responsable de los pensionados quien lo ayudó económicamente para resistir durante esos difíciles días. Por motivos de salud tuvo que trasladarsea Bilbao, España y desde ahí regresar a México. Esto sentó un precedente en su vida, pues las enfermedades siempre estuvieron presentes. Su salud fue siempre delicada lo cual influyó quizá en su personalidad al ser descrito por quienes le conocieron como “siempre melancólico. […] te vi luchando con profundas amarguras […] la fatalidad corrió para detener tu paso, y envenenar tu implacable existencia”33. Las obras remitidas por el artista afianzaron su buena reputación en la Academia y poco después de su llegada, en junio de 1859, se le otorgó el puesto de profesor de la clase de dibujo al natural, que ocupó hasta su muerte34. Su trayectoria docente se complementó con la administrativa pues “a la vuelta del Gobierno Constitucional a ésta capital el 21 de febrero de 1861, el señor presidente Don Benito Juárez lo nombró director de la entonces Academia de San Carlos […] A la usurpación de esta capital por las tropas francesa el señor Rebull presentó su renuncia [el 5 de junio de 1863] la que fue aceptada35. Sin embargo, si es que esta muestra de desapruebo al imperio de Maximiliano existió, ello no le valió ser excluido del quehacer artístico pues el emperador lo nombró pintor de cámara encomendándole su retrato y el de la emperatriz 33 Miguel Pérez, “La ovación a Rebull”, Revista Universal, México D.F, 10 de febrero de 1876, en: Ida Rodríguez Prampolini. La crítica de arte en México en el siglo XIX. México, UNAM – IIE, 1997. Tomo 2. p.p 372 y 273. 34 Luis Monroy afirma que llegó el 30 de noviembre de 1860. En: Xavier Moyssén. Op. Cit. p. 141. 35 Eduardo Báez Macías. Guía del archivo de la antigua Academia de San Carlos (1781-1910). México, UNAM- IIE, 1993. Volumen II. Oficio elaborado el 13 de febrero de 1902 por R. de Chávez, Secretario de Justicia e Instrucción Pública. Archivo de la Academia de San Carlos. Expediente 9395. p. 4. 35 Carlota. Solo terminó el del emperador, que se encuentra hoy en Miramar y que le valió se condecorado con la orden de Guadalupe, mientras que el de la emperatriz, quedó inconcluso. Maximiliano quedó tan complacido que le encomendó la tarea de realizar una serie de retratos de los héroes de la independencia para lo cual Rebull convocó a Joaquín Ramírez, Petronilo Monroy, José Obregón y Ramón Sagredo. También le encargó seis figuras de Bacantes para las terrazas del alcázar de Chapultepec, realizadas en estilo pompeyano y que fueron del agrado del emperador. Éstas se encuentran en su sitio original, mientras que los retratos de los héroes en el Palacio Nacional. En 1864, a los 35 años de edad, contrajo matrimonio con Concepción Pérez con quien vivió hasta la muerte de ella. Solo procreó una hija llamada María quien tuvo un hijo llamado Santiago. La deferencia que el emperador le hizo a Rebull le generó críticas de algunos periodistas tras la caída de Maximiliano y el triunfo de Juárez, sin embargo su calidad y las buenas relaciones con sus colegas, lograron que no perdiera su puesto como profesor de dibujo al desnudo que ocupó hasta su muerte. Se hizo cargo también por un tiempo, de la clase de dibujo del yeso y la de pintura durante doce meses, ante la ausencia de su compañero José Salomé Pina, que se encontraba en Europa y quien sustituyó a Pelegrín Clavé. Las diversas fuentes consultadas para este apartado, refieren que tras su etapa de mayor producción durante el imperio de Maximiliano, dedicó prácticamente todos sus esfuerzos a su labor como profesor de pintura y realizó muy pocas obras. Luis Monroy atribuye la escasa producción del artista a su carácter perfeccionista y a su firme vocación docente pues “lo que Rebull emprendía lo hacía bien y con conciencia […] se consagró por completo a prestar sus servicios en el profesorado. […] si es de lamentarse que no haya podido Rebull dedicar todo su tiempo a ejecutar sus propias obras como él sabía hacerlo, […]36. Dentro de las pocas obras que Santiago Rebull realizó después de 1867, se encuentran varios retratos particulares como el de José Villela y Antonio Villamil 37. También realizó La muerte de Marat y La Purísima Concepción. La recepción de estas dos obras fue muy diferente; una fue celebrada y la otra duramente criticada. La Purísima Concepción, fue presentada en la décimo novena Exposición de Obras de Bellas Artes en la Escuela Nacional de Bellas Artes, realizada en 1879 y que correspondió también a 1878. Se exhibió en la Sala de Exposición de pinturas modernas, correspondientes a la Sección de 36 Luis Monroy, “Oración fúnebre”, en: Xavier Moyssén. Op. Cit. p. 142. 37 Justino Fernández. Tomo 1. Op. Cit. p. 78. 36 exposición Nacional, con el número 103 y perteneciente al Sr. Amor Escandón38. La pintura prácticamente no fue mencionada en las reseñas de esta exposición, salvo por el mordaz ataque de Ignacio Manuel Altamirano (1834- 1893), quien lanzó una fuerte crítica y afirmó que era una “idea pobre […] la figura [de la virgen] carece totalmente de expresión […] no como la puede concebir un maestro […] sino un muchacho, un dibujante vulgar con imaginación de “santero” común […] el color de esa luz […] no se ve jamás así, a través de la diafanidad del espacio. Es necesario buscar ese color amarillo en otra parte que no sea el cielo, y al menos, no recuerdo haberlo visto sino en cierta salsa francesa llamada mayonnaise, […]39”. Este cuadro, del cual hoy se desconoce su ubicación, es para Nanda Leonardini “uno de los verdaderos intentos de Rebull por salirse una vez más de las normas usuales de la pintura académica”40. Sin embargo en comentario de Altamirano pareció influir en Rebull, que redujo significativamente su de por sí ya escasa obra, y se dedicó principalmente a la enseñanza del dibujo. Realizó los retratos del pintor Juan Manchola, el de Rafael Martínez de la Torre, el gobernador guanajuatense Joaquín Obregón González y de los presidentes Benito Juárez y Porfirio Díaz41. Sus últimos años de vida fueron de poca fortuna, y su salud estaba muy deteriorada. El 6 de enero de 1876 Martí refirió en la Revista Universal al hablar sobre La Muerte de Marat: “Un hombre enfermo ha producido un lienzo vigoroso: he aquí cómo las debilidades corporales en nada empañan ni perturban las creaciones del dolor y del amor”42. En 1891 estaba enfermo de tiflitis –inflamación del intestino ciego y del apéndice cecal- por lo que se ausentó durante dos meses de sus clases, al poco tiempo sufrió un asalto en la calle y al caer se rompió el fémur lo cual le obligó a usar un bastón por el resto de sus días. Tras el severo accidente, tuvo que seguir trabajando hasta su muerte en condiciones muy lastimosas debido a su precaria situación económica43. A pesar de su frágil salud continuó impartiendo clases hasta que el 12 de febrero de 1902 falleció a las 12 horas 40 minutos víctima una infección gripal. Su muerte fue profundamente sentida entre sus colegas de la Escuela 38 Manuel Romero de Terreros. Op. Cit. p. 512. Luis Monroy, menciona que la obra fue un encargo de don Francisco Arce. Luis Monroy, “Oración fúnebre”, en: Xavier Moyssén. Op. Cit. p. 142 39 Justino Fernández. Tomo 1. Op. Cit. p. 79. 40 Nanda Leonardini. Op. Cit. p. 38. 41 Ibídem. p. 79. El retrato firmado por Rebull del gobernador guanajuatense, que duró 18 años en su cargo, se conserva en el Museo Regional de la Alhóndiga de Granaditas en la ciudad de Guanajuato. 42 José Martí, Revista Universal, Mexico, 7 de enero de 1876, en: Ida Rodríguez Prampolini. Tomo 2. Op. Cit. p. 342. 43 Nanda Leonardini. Op. Cit. pp. 39 y 40. 37 Nacional de Bellas Artes a quienes se les convocó al entierro “de aquel que en vida fue para nosotros tan querido” llevado a cabo a las tres de la tarde del día siguiente44. 3.2) La muerte de Marat en la trayectoriade Rebull. La pintura de historia. No resulta extraño que Rebull, quien se encontraba en un momento de producción muy escasa, y pese a las condiciones adversas anteriormente descritas, haya aceptado el encargo del cuadro que le hizo Alfredo Chavero. Al analizar la trayectoria de Rebull, e inscribiendo en ésta La Muerte de Marat Desde sus primeros años en la Academia de San Carlos, Santiago Rebull se distinguió por su desempeño en la llamada pintura de historia, en ese momento expresada principalmente a través de episodios bíblicos. Es importante, sin embargo destacar que en un inicio quizás esta no fue su motivación personal, sino más bien la de su maestro Pelegrín Clave. Este pintor catalán supo hacer eco de los intereses de la junta que dirigía la Academia quienes “privilegiaron en la producción estudiantil la pintura bíblica, que formaba parte del “gran género”, trabajada en los principios estéticos del romanticismo nazareniano, en el que se formaron Clavé y Vilar en Roma”45. Pero sin duda, en la simbiosis que suele darse entre maestro y alumno, Rebull terminó prefiriendo este género, el de la pintura histórica bíblica, gusto reafirmado en Roma. Y dentro de estas escenas, principalmente del antiguo testamento y nuevo testamento y la vida de los santos, había una gran variedad de momentos para escoger y es ahí en donde el alumno decidió privilegiar la violencia en los temas. Esto se demuestra en las tres obras más relevantes en su producción, aquellas que le valieron diversos premios: La muerte de Abel (1851), por la que se le otorgó la pensión para ser enviado a Italia, El sacrificio de Isaac (1857), que afirmó su calidad influyendo en su contratación como profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes y La muerte de Marat (1875) que lo consolidó como uno de los mejores exponentes del género de pintura histórica. Gustó entonces de plasmar momentos decisivos, de temas dentro del carácter de pintura de historia que lo unieron con la tradición académica de sus maestros Pelegrín Clavé y Tomás Consoni. Paul Delaroche (1797-1856) pintor francés, que retrató dramáticos momentos en la vida de personajes históricos como Napoleón, Pedro el Grande, Juana de Arco y entre otros temas algunos de la Revolución francesa como María Antonieta después de su condena, y El último adiós de los girondinos, es considerado también por algunos historiadores del arte como una de las principales influencias de Rebull. 44 Oficio elaborado el 13 de febrero de 1902 por R. de Chávez, Secretario de Justicia e Instrucción Pública. Archivo de la Academia de San Carlos. Expediente 9395. 45 Angélica Velázquez Guadarrama, coordinadora. La colección de pintura del Banco Nacional de México. Catálogo Siglo XIX. México, Fomento Cultural Banamex, 2004. Volumen 1. p. 31 38 No resulta extraño que Rebull haya cultivado el género de la pintura de historia durante toda su carrera, pues en ese tiempo se consideraba que era el más alto al que un artista podía aspirar. Esta idea se consolidó desde el siglo XVII cuando “quedó establecida una división jerárquica de los distintos géneros pictóricos en cuya cúspide estaba colocada, justamente, la pintura de historia, por sus valores estéticos y su estatura intelectual […] El cuadro de historia planteaba dificultades especiales de invención, composición, expresividad…; tenía que ser a la vez verosímil, legible e intensamente dramático. La pintura de historia era considerada el “género de géneros”, puesto que englobaba a todos los demás, al incorporar retratos, paisaje (ya urbano, ya rural), pintura de objetos, etc”46. Rebull nunca abandonó este género, a pesar de que a su regreso de Europa las cosas habían cambiado en la Academia. Sustituyó su nombre por uno de carácter laico: Escuela Nacional de Bellas Artes, que fue el reflejo de las ideas liberales predominantes. Al reinstaurarse la República, los liberales buscaron deshacerse de la estética nazarena y los temas religiosos modificando los planes de estudio, los profesores europeos fueron sustituidos por mexicanos y en general se exhortó a los pintores “a volcarse hacia los temas que recrearan la singularidad de lo mexicano. […] a partir de la República Restaurada, cuando se fomentó la ejecución de asuntos de carácter laico y de la historia patria, para instituir la iconografía patrocinada por el pensamiento conservador que prevaleció durante la etapa de Clavé […]”47. Era necesario adaptarse a las nuevas demandas y Rebull, junto con Salomé Pina quienes quedaron a cargo de la Dirección de Pintura, Escuela Nacional de Bellas Artes, fueron conscientes de ello y “sabiamente orientaron a las nuevas generaciones por otros rumbos: la pintura nacionalista de historia y el género de una pintura postromántica, sentimental y literaria”48. El cambio de temáticas bíblicas a las no religiosas, no se dio solamente por deseo de los políticos mexicanos, fue un cambio que se gestó también en Europa en las últimas décadas del siglo XIX. Los regímenes políticos en Europa y México, se valieron de ella para distintos fines, tanto proselitistas como de crítica a sus enemigos. Para Esther Acevedo, la pintura histórica posee una vocación pública, “tanto por su gran formato, como por su temática ejemplar, por lo regular elevada y heroica, a menudo trágica, así como por la pretendida nobleza y el empaque retórico de su composición. […] Presupone una estructura institucional para ser producida, expuesta y contemplada. Por lo común, es el Estado el que se encarga, cuando no de encomendar directamente su ejecución, si de adquirirla a la postre. […] por tratarse de una producción estrechamente vinculada al mundo académico, entra a formar parte 46 Fausto Ramírez y Esther Acevedo, “Preámbulo”, en el catálogo de la exposición Los pinceles de la Historia. La fabricación del Estado 1864-1910. México, Museo Nacional de Arte, Banamex, INBA, UNAM-IIE, 2003. p. 26. 47 Angélica Velázquez Guadarrama, coordinadora. Op. Cit. pp. 31-32. 48 Luis Martín Lozano. Op. Cit. p. 76. 39 de los “aparatos ideológicos” del Estado. Al fin y al cabo, las academias (llámense así o Escuela Nacional de Bellas Artes) son instituciones sostenidas por el Estado, que de esta manera regula su injerencia en la sociedad dentro de la esfera del arte”49. La pintura de historia cumplía así con diversas funciones; consolidaba la fama del artista, por ser considerada el género más importante y complejo de la pintura, ubicándolo en un lugar importante entre el público y los críticos, y por otra parte complacía a las autoridades que patrocinaban la producción de arte. Pero es precisamente en este género que La muerte de Marat desconcierta. El tamaño de este cuadro demasiado pequeño, no corresponde al tradicional del género de pintura de historia. Esta suele poseer un gran formato al ser “una forma de arte que reclama grandes espacios dentro de la arquitectura oficial, y mal se aviene con los interiores domésticos. Presupone una estructura institucional para ser producida, expuesta y contemplada”50. Dos cuadros del mismo género, ambos de realizados por alumnos de Rebull que se presentaron al público en ese año, evidenciaron con su tamaño la peculiaridad de La muerte de Marat. Éstas fueron: Fray Bartolomé de la Casas de Félix Parra (1845-1919), presentada en la décimo séptima exposición, y El senado de Tlaxcala, de Rodrigo Gutiérrez (1848-1903), realizada para decorar el gabinete de antigüedades del licenciado Felipe Sánchez Solís, connotado intelectual. La primera mide 191 x 232.5 cm y la segunda 356.3 x 263 cm, una gran diferencia con las dimensiones de la de Rebull de 57.9 X 65.5 cm. El senado de Tlaxcala. Óleo sobre tela. 191 x232.5. cm. 49 Fausto Ramírez y Esther Acevedo. Op. Cit. p. 26. 50 Idem. 40 Fray Bartolomé de las Casas. Óleo s/tela. 356.5
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