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Autoconcepto-y-desempeno-de-roles-en-un-grupo-de-jovenes-homosexuales-de-la-ciudad-de-Mexico

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA 
 PSICOLOGÍA 
 
 
. 
 
 
 
 T E S I S 
 
 
 
 
 JURADO DE EXAMEN 
 
 TUTORA: M EN C. MARLENE RODRÍGUEZ MARTÍNEZ 
 COMITÉ: 
 
 
 
 
 MEXICO, D.F. JUNIO 2012 
AUTOCONCEPTO Y DESEMPEÑO DE ROLES EN UN 
GRUPO DE JÓVENES HOMOSEXUALES DE LA CIUDAD 
DE MÉXICO 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: 
 L I C E N C I A D A S E N P S I C O L O G Í A 
 P R E S E N T A N: 
 ESPINOSA PORRAGAS IVONNE JOYCE 
 GARCÍA ZAMORA ANAYELY 
 
MTRO. EDGAR PÉREZ ORTEGA 
MTRA. MARÍA FELICITAS DOMÍNGUEZ ABOYTE 
MTRA. ALEJANDRA LUNA GARCÍA 
LIC. MARIO MANUEL AYALA GÓMEZ 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Gracias Dios por darme el tiempo y las oportunidades necesarias para crecer como mujer, 
estudiante y compañera, a mi Familia por su confianza y darme las palabras de aliento necesarias 
para poder terminar este gran proyecto con responsabilidad, calidad y entusiasmo incluso en los 
peores momentos. 
A ti John por ser mi compañero, impulsarme y ayudarme incluso en la distancia, sin ti estos 
agradecimientos no los estaría escribiendo, al menos en este trabajo te amo. 
A la Mtra. Marlene Rodríguez Martínez que a través de su asesoría didáctica y milagrosa 
mejoró y superó el trabajo que con anterioridad se había realizado. 
A cada uno de mis sinodales por su paciencia y guía, y al Mtro. Xavier que siempre nos 
asesoró como profesor y amigo sin importar cuánto trabajo tuviera. 
Gracias a todos. 
Ivonne Joyce 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Gracias papas Fidelia y Salvador por haberme apoyado en cada momento de mi vida y 
hacer lo que estuvo en sus manos para que hoy concluya este trabajo, por todo el apoyo 
que me han brindado, por estar ahí cuando más los necesite, escucharme y darme 
ánimos cuando pensé que iba a caer, por enseñarme a levantarme y aprender de cada 
momento que viví, ustedes saben cuánto los Amo y lo importante que son para mí. 
Gracias Maestra Marlene Rodríguez Martínez por ayudarnos a rescatar este 
trabajo, apoyarnos y orientarnos en cada momento, estar cuando la necesite, hacerme 
ver más cosas de las que no tenía contempladas. 
Gracias también: 
Maestra Alejandra Luna García por revisar el trabajo y hacerme reflexionar en 
varios aspectos del mismo, porque de usted recibí una gran retroalimentación. 
Maestro Edgar Pérez Ortega por hacerme reflexionar en cada punto de la 
metodología, hacerme dudar en varios momentos y así propiciar en mí una reflexión 
más profunda y nuevos aprendizajes. 
Licenciado Mario Manuel Ayala Gómez por escucharme cuando más lo necesite, 
ponerme a analizar sobre muchos temas que están relacionados con la tesis y que en un 
momento dado los había dejado de lado. 
Maestra María Felicitas Domínguez Aboyte por revisar la tesis y brindarme puntos 
para pensar. 
Maestro Javier por orientarme en muchos momentos, escuchar los problemas a los 
cuales nos enfrentábamos al momento de realizar la tesis y proporcionarme en toda 
platica momentos de reflexión. 
 
Anayely 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
NDICE 
 
RESUMEN ................................................................................................................................................... 1 
INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................ 2 
CAPÍTULO I AUTOCONCEPTO .............................................................................................................. 4 
CAPÍTULO II SEXO, GÉNERO Y DESEMPEÑO DE ROLES GENÉRICOS ................................. 12 
CAPÍTULO III SEXUALIDAD, ORIENTACIÓN SEXUAL E IDENTIDAD SEXUAL: EL CASO DE 
LA HOMOSEXUALIDAD ......................................................................................................................... 24 
CAPÍTULO IV METOLODOGÍA ............................................................................................................. 34 
CAPITULO V RESULTADOS ................................................................................................................. 43 
CAPÍTULO VI DISCUSIÓN Y CONCLUSIÓN .................................................................................... 59 
REFERENCIAS ........................................................................................................................................ 68 
ANEXOS .................................................................................................................................................... 72 
 
 
 
1 
 
 
 
 
RESUMEN 
 
En el presente estudio se aplicó el “Inventario de Masculinidad-
Feminidad” (IMAFE) de Lara, elaborado en 1996 y el instrumento “AF5” 
de García Gutiérrez & Musito elaborado en el 2002, a una muestra de 
60 jóvenes homosexuales de la Ciudad de México, con el objetivo de 
determinar si su autoconcepto y los factores que conforman al 
constructo se asocian con el desempeño de sus roles sociales y sus 
factores. Los resultados mostraron que para el autoconcepto se 
hallaron diferencias estadísticamente significativas en las variables 
sexo, edad y escolaridad; para el desempeño de roles sociales sólo se 
encontraron diferencias estadísticamente significativas en las variables 
edad y escolaridad. Además de que no se encontró correlación entre el 
autoconcepto y el desempeño de roles sociales, pero sí entre factores 
de ambos constructos. Se discuten los resultados obtenidos y se 
incluyen consideraciones. 
Palabras clave: Autoconcepto y desempeño de roles sociales. 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
INTRODUCCIÓN 
 
En el transcurso de la vida, las personas tratan de descubrir quiénes son, cómo son en 
diversas circunstancias y que es lo que los demás piensan de ellas. A través de estos 
elementos se conforma su autoconcepto y su desempeño de roles sociales. 
La importancia de tales constructos radica en que estos son el núcleo de la 
personalidad y es por esta razón que se deben describir y estudiar a profundidad, para 
entender y comprender el comportamiento humano. 
Por tanto en el primer capítulo se desarrolla y describe desde sus orígenes al 
constructo autoconcepto partiendo de la distinción de este con la autoestima, 
posteriormente se mencionan las diferentes definiciones que a través del tiempo se han 
formulado por diversos autores, y se tomaron en cuenta algunos de sus componentes y 
elementos que interviene en la construcción tanto de manera individual y social, del 
constructo, para finalmente formular una definición propia y optima del autoconcepto. 
En el segundo capítulo se hace la distinción entre los conceptos de sexo y género, y se 
determina el vínculo que existe entre ambos, el cual se basa en el hecho de que es la 
naturaleza la que impone al dato biológico, pero es la cultura la que define las 
modalidades que la diferencia adopta, dando lugar a los roles sociales,los cuales 
determinan al mismo tiempo a los roles genéricos y el status de rol. Posteriormente, se 
hace mención de las diversas investigaciones realizadas por investigadores 
contemporáneos y los instrumentos que realizaron para el estudio de los roles 
genéricos, concluyendo que mediante la cultura algunas características marcan lo que 
es socialmente deseable en cada sexo; pero siendo vulnerables a las transformaciones 
sociales, en las cuales hombres y mujeres han ido permeando espacios y actividades 
tradicionalmente asignadas de manera diferente, en donde se puede ver hoy en día la 
transformación paulatina de lo atribuido y por tanto lo permitido para ambos sexos. 
 
3 
 
El tercer capítulo pretende dar respuesta a la pregunta ¿qué es la sexualidad?, 
tomando en cuenta diversas definiciones y enfoques que se han hecho de la misma, 
además de tratar de descubrir la relación que tiene con el autoconcepto y el desempeño 
de roles sociales, sin dejar de lado otros elementos que intervienen en ésta, tales como, 
la orientación sexual y la identidad sexual, enfocándose principalmente en las personas 
homosexuales. Por tal motivo, se hace un recuento de las hipótesis que fundamentan el 
origen de la homosexualidad, sin llegar a una explicación certera de dicha orientación. 
En el cuarto capítulo se describe el objetivo general y los objetivos específicos, se 
formula la pregunta de investigación así como la hipótesis, haciendo uso de las 
variables correspondientes, el tipo de estudio que se llevó a cabo fue correlacional y el 
diseño fue no experimental transeccional correlacional, en un grupo de jóvenes 
homosexuales de la ciudad de México, los instrumentos que se utilizaron fueron el 
Inventario de Masculinidad-Feminidad “IMAFE” de Lara (1996), y el AF5 elaborado por 
García Gutiérrez & Musito (2002). 
Por otra parte en el quinto capítulo se mencionan y describen los resultados en cuatro 
sub-apartados: características generales de la muestra, frecuencias y porcentajes de 
los factores del autoconcepto y del desempeño de roles sociales y su asociación con el 
sexo, edad, ocupacion y escolaridad de la muestra de estudio, y por último las 
correlaciones entre el autoconcepto y el desempeño de roles sociales. 
 Finalmente en el capítulo sexto se discuten los resultados y su relación con el marco 
conceptual, y se hacen críticas y sugerencias para futuras investigaciones. 
 
 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
4 
 
CAPÍTULO I 
AUTOCONCEPTO 
 
 
 
 
 
Alguna vez se ha preguntado quién es esa persona que a través de los ojos del otro 
refleja una apariencia resistente a desafíos y críticas del exterior, que protege la 
vulnerabilidad y sensibilidad que la caracteriza, con deseos de ser perdurable y 
reconocida mediante su poliforme actuar en diversos contextos que le permiten 
destellar o permanecer bajo las sobras de la sociedad que le acongoja. 
Múltiples son las respuestas a esta pregunta, puesto que, depende de diversos factores 
tales como: el estado de ánimo, las personas con las que uno se relaciona, el contexto 
histórico-social y demás elementos que se presentan en la vida de los seres humanos, 
algunas veces se resolverá con facilidad, en otras, la vida no será suficiente para 
hacerlo, sin embargo la incógnita que constantemente angustia, intriga e inquieta, 
determina al autoconcepto. 
El autoconcepto es un constructo teórico que necesita ser abordado desde sus 
orígenes para tener una idea clara y concisa de lo que representa este término 
psicológico. Sin embargo ésta no es una tarea fácil, puesto que, la definición del 
autoconcepto depende en gran medida del enfoque teórico con que se aborde. Su 
estudio obedece a múltiples aportaciones de autores tales como: Willian James (1952), 
Cooley (1902), Mead (1934/1993), entre otros, dónde enfatizan su naturaleza, 
desarrollo y/o función. 
Por tanto, el autoconcepto asume diferentes formas y nombres según la corriente 
psicológica que lo estudie, Doménech (2003), indica que no es difícil confundirse al 
escuchar y utilizar como sinónimos los siguientes términos: sí mismo, self, 
“Hay tres cosas extremadamente duras, 
el acero, el diamante y conocerse a uno 
mismo” 
Benjamín Franklin 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
5 
 
autorrealización, yo, y mí; Díaz (2007), agrega los términos: imagen corporal, 
autoimagen, autoconciencia, autoconocimiento, autorrepresentaciones, auto-identidad y 
autoestima como sinónimos y a su vez menciona que estos términos sólo difieren en su 
manejo semántico. 
Es importante indicar que los términos autoconcepto y autoestima, con el tiempo se 
usan indistintamente y crean controversia. Pérez (1997), asume que la similitud entre 
ambos constructos parece indicar que están íntimamente relacionados, no obstante la 
autoestima refiere a las evaluaciones en grado en cuanto a cómo la persona se acepta 
o aprueba así misma y/o que tan valiosa se considera, por ejemplo Coopersmith (1977, 
citado en Pérez, 1997), define al autoestima como, el juicio de valor personal, que se 
expresa en las actitudes que el individuo hace de sí mismo. 
En cambio el autoconcepto es un constructo complejo y varias son las definiciones que 
se han formulado acerca de él, una de las principales es el conjunto de respuestas a la 
pregunta ¿Quién soy? 
El primer acercamiento teórico al término lo hace William James (1952), al decir que el 
autoconcepto o sí mismo de un individuo, es la suma total de cuanto un individuo puede 
llamar suyo, como su cuerpo, familia, posesiones, estados de conciencia y 
reconocimiento social, tratándose de un fenómeno consciente. 
James (1952), fue el primer psicólogo en hacer la distinción entre el sí mismo como 
sujeto o conocedor yo y el sí mismo como objeto o conocido mi. Gross (2004), 
ejemplifica la distinción con un hecho rutinario que posiblemente la mayoría de las 
personas han hecho desde temprana edad, esto es, observarse a través de un espejo, 
el autor alude que, cuando una persona ve su rostro en el espejo es tanto la que se 
mira como la que es mirada. De manera similar, cuando se razona acerca del tipo de 
persona que se es o acerca de lo que se ha hecho, se es tanto la persona que piensa 
como aquello sobre lo que se piensa. En otras palabras, la persona es tanto el sujeto (el 
pensador u observador), como el objeto (lo que se observa o aquello en lo que se 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
6 
 
piensa), se utiliza el pronombre personal yo para referirse a uno mismo como sujeto y 
mi para referirse a uno como objeto. 
A partir de la distinción que James hace, cabe preguntar qué tan imparcial u objetivos 
llegan a ser los juicios o evaluaciones emitidos por uno mismo para sí, sin tratar de 
justificar lo que verdaderamente se es. Es complicado dar una respuesta a esta 
pregunta, debido a que la honestidad algunas veces es dolorosa y las actitudes llegan a 
ser incongruentes, sobre todo cuando se trata de uno mismo en los diversos aspectos 
que lo constituyen; pues James además, clasificó al autoconcepto o sí mismo en tres 
constituyentes: 1) material, que se representa por el cuerpo, esto es, la experiencia 
propia del individuo con las corrientes de sensaciones que surgen en el interior del 
organismo, 2) social, que refiere a las opiniones que los demás tienen de uno mismo, y 
3) espiritual, que simboliza el conjunto de habilidades, capacidades y procesos 
psíquicos; estos componentes complejizan al constructo aún más. 
Así el yo y el mí representan una relación especial que origina al autoconcepto; el yo 
significa la forma principal del autoconcepto que reside en la conciencia, y en cuanto al 
mi pueden existir tantos mies como relaciones sociales establecidas y el conocimientode lo que se es en este momento, además de lo que se anhela ser, por tanto, el 
autoconcepto llega a ser multifacético (Groos, 2004). 
Hazel & Markus (1995, citados en Baron & Byrne 2005), agregan otro factor que 
contribuye en la formación de otros mies, el cual es, el autoconcepto o sí mismo que se 
teme ser, y añaden que el conjunto de mies motivan con metas específicas para la 
imagen de la vida que se desea o no tener. 
Otro autor que favorece el estudio del autoconcepto es Cooley (1902), quien es 
conocido por la teoría The looking glassself o sí mismo reflejado, en la cual sostiene 
que el autoconcepto se refleja en las percepciones, reacciones, juicios y evaluaciones 
de la conducta y apariencia de uno y que otras personas manifiestan hacia él, puesto 
que éstas son el espejo para uno mismo, es decir, a fin de comprenderse cómo persona 
se necesita saber cómo los demás la ven. Desde esta perspectiva el autoconcepto es 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
7 
 
múltiple y por tanto se aprende a través de la relación que un individuo tiene con su 
medio social. 
Así, mediante el autoconcepto múltiple cada persona es lo que cree que los demás 
creen que es, por tanto, el autoconcepto queda conformado por las respuestas, o mejor, 
por las interpretaciones subjetivas de las respuestas recibidas de otras personas 
(Oñate, 1989). 
La metáfora del espejo propuesta por Cooley capta algo fundamental acerca de la 
formación del autoconcepto pero no lo capta todo, puesto que no hace mención de la 
interpretación que el sujeto hace ante las interpretaciones de los otros, ésta 
interpretación de interpretaciones es factor esencial en la estructuración del 
autoconcepto, según el autor; los individuos infieren sus actitudes y estados inferiores 
de la observación que hacen los demás de su conducta y dependiendo de los contextos 
en los cuales ella se manifiesta. 
Al respecto, Felson (1981, citado en Vander, 1986), puntualiza que los sujetos infieren 
su conducta a partir de las percepciones que los otros hacen en relación a ellos sobre 
sus estados emocionales, habilidades, preferencias sexuales y demás características 
que el ser humano posee y/o desarrolla, por ello señala el autor que es por eso que los 
sujetos deben poseer patrones o criterios ideales de conducta que se desarrollan 
durante el curso de la socialización, que sirven para interpretar y guiar el 
comportamiento a partir de lo que se observa. 
Dicho brevemente, la concepción del autoconcepto, entraña con frecuencia la 
aplicación de patrones culturales a uno mismo. Por vía de ejemplo, en el caso de las 
personas con inclinaciones homosexuales que ocultan sus preferencias a los demás, al 
hacerlo, evitan la realimentación negativa (evaluación refleja), y deducen de la cultura 
determinadas definiciones y juicios de valor generalmente negativos en cuanto a lo que 
constituye la homosexualidad. Mediante estos elementos, es probable que las personas 
homosexuales puedan desarrollar o formar un autoconcepto desfavorable, sin recibir 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
8 
 
comunicación directa alguna de los demás en cuanto a su preferencia sexual (Vander, 
1986). 
A partir de lo antes mencionado, cabe preguntar, ¿El autoconcepto realmente se 
aprende o sólo se moldea mediante el conjunto de acciones, actitudes y exigencias que 
se manifiestan en un momento dado por la sociedad a la que se pertenece? 
Desde la perspectiva de Cooley, ¿No hay opciones para ser auténticos y salir de la 
norma establecida sin ser juzgados? Pareciera que así es, puesto que desde esta 
perspectiva algunas personas dotan de gran valor el conjunto de creencias que otros 
hacen de ellas, permitiendo que éstas constituyan parte de su autoconcepto. Sin 
embargo, ¿Es posible valorizar en menor grado las creencias que otros hacen de uno y 
valorar más las propias?, ¿A caso el sujeto no es dueño de lo que lo constituye? 
Mead (1934/1993), quien recibió influencia de las primeras teorías tanto de James, 
como de Cooley, responde a las preguntas antes formuladas, al aludir que el 
autoconcepto no es mentalista (algo que ocurre de forma privada dentro del individuo) 
sino como la mente, es un proceso cognitivo aposentado en el mundo social en 
actividad, puesto que, para Mead, la determinación del autoconcepto depende de la 
interacción social, porque el autoconcepto y la sociedad representan un todo común y 
ninguno puede existir sin el otro. 
El ser humano es un organismo que se convierte en un tipo especial de actor que 
transforma y a la vez es transformado mediante su relación con el mundo, y da a sus 
acciones un carácter único al ser objeto para sí, es decir, se puede percibir a sí mismo, 
tiene concepciones sobre sí mismo y se comunica consigo mismo, en suma, puede 
interactuar consigo mismo y esta auto-interacción influye en su desempeño con él y con 
otras personas en particular, por tanto a través de esta auto-interacción, el sujeto es 
dueño de lo que lo constituye (Gross, 2004). 
La empatía, para Mead, juega un papel clave en este proceso debido a que al colocarse 
en la posición de los demás las personas pueden examinarse a sí mismas y asumirse 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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tal cual son, de esta manera uno se convierte en persona en la medida en que puede 
adoptar la actitud de otro y actuar hacia sí mismo como actúan otros. 
El autoconcepto, por tanto, sólo se puede desarrollar si un individuo puede salir fuera 
de sí (en términos experienciales), de tal forma que se vuelva objeto para sí, y verse 
desde la perspectiva de los demás o en la de los demás y convertirse así 
esencialmente en una estructura social que surge de la experiencia social. 
Por ello Hall & Lindzey (1984, citados en Cabral & Cruz, 2001), mencionan que Mead 
(1993), aborda al autoconcepto como un constructo socialmente estructurado, que sólo 
puede aparecer en un ámbito en el que exista comunicación social; además, señalan al 
igual que Cooley, que existe la posibilidad de desarrollar diversos autoconceptos los 
cuales surgen de la empatía y la posibilidad que tiene la persona para volverse objeto, 
además de un conjunto más o menos separado de respuestas adquiridas a partir de 
diferentes grupos sociales, y proyecciones del pasado, presente y futuro. 
Por ejemplo, el individuo puede desarrollar un autoconcepto familiar, representativo de 
la estructura de actitudes expresadas por los miembros de su familia, uno laboral, y 
cualquier otro, el cual dependerá de la participación del sujeto en algún grupo de 
pertenencia. 
Por tanto, el autoconcepto es en gran medida una actualización a nivel individual de 
cierto número de componentes sociales; ello implica una definición de sí por los otros y 
de los otros por sí mismos, es decir, se trata de descubrir quién es uno para sí mismo y 
para los otros y quiénes son los otros para sí (Laing, 1971). 
Además, Deutsch & Kraus (1984), & Oropeza (1995, citado en Cabral & Cruz, 2001), al 
respecto mencionan que el desarrollo del autoconcepto y varios autoconceptos influye 
en la personalidad, porque al ser producto de características físicas, biológicas, 
psicológicas y sociales, las cuales explican, predicen y controlan el comportamiento 
adaptativo, y dan estabilidad emocional, confirman y desarrollan la personalidad; no 
obstante si los diversos autoconceptos llegan a ser contradictorios entre sí, los autores 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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consideran que difícilmente existirá estabilidad en la persona, y por ende la 
conformación y desarrollo de la personalidad se verá afectada. 
Por ello, Lecky, Hurlock, Benneth, Byrne, Rivera, & Sarafino (1945, 1980, 1984, 1984,1985, 1988, citados en Pérez, 1997), identifican al autoconcepto como el núcleo de la 
personalidad, puesto que conforma percepciones, interpretaciones y conceptos 
organizados conscientes e inconscientes, relacionados con el aspecto físico, el género 
al cual se pertenece, el sexo, la preferencia sexual, capacidades e incapacidades, 
relación y aceptación con los demás, disposición emocional, intereses, objetivos, 
habilidades y opinión de otros, que surgen de la asimilación de valores al interactuar 
con otras personas significativas para el sujeto, ya sea en la sociedad o núcleo familiar; 
donde cualquier modificación de los elementos transformará el sistema total del 
autoconcepto. 
Para los autores mencionados, el autoconcepto es por tanto, un proceso de selección y 
evaluación mediante el cual, se asimilan nuevas patrones o criterios provenientes de la 
experiencia. 
Debido a lo expuesto, se puede mostrar que el estudio del autoconcepto se aborda, 
desde dos perspectivas distintas pero no excluyentes; la primera privilegia las 
características individuales y define las modalidades de constitución del autoconcepto a 
partir de una absorción de lo social por lo individual y; la segunda privilegia las 
características colectivas y define al individuo a partir de las modalidades de pertenecía 
a un grupo o categoría social en su integración a un sistema dado (Fisher, 1999). 
Como puede observarse el autoconcepto desde la primer perspectiva responde a la 
pregunta ¿Quién soy? y se asume de manera individual, pero la segunda perspectiva 
define al autoconcepto mediante el sistema de normas que se expresan a través del 
conjunto de roles sociales que el individuo se adjudica para satisfacer las expectativas 
de los otros, de un grupo social o de una situación dada. Por ello cuando las 
interacciones y roles sociales se consideran en relación al autoconcepto es necesario 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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tomar en cuenta el contexto y cabe preguntar "¿Quién soy... cuando...?" (Baron & 
Byrne, 2005). 
Las dos perspectivas, por consiguiente son fruto de la socialización, pero la segunda 
tiene como función insertar la personalidad en un contexto social, es decir, se construye 
al autoconcepto por medio de una combinación de esfuerzos del individuo y la sociedad 
por integrar a aquél de la mejor manera posible en los papeles que le sean asignados. 
La cuestión del autoconcepto abordada desde este ángulo, pone de relieve el valor 
positivo de su función integradora, porque el individuo tendrá un sentimiento de 
bienestar, si acepta y hace suyos los valores que se le proponen. 
Si bien, en este enfoque, la integración se define como un valor estructurante del 
autoconcepto, aunque éste se construye igualmente, a través de las tensiones 
inherentes a todo proceso social, en otras palabras si los sujetos no están de acuerdo 
con los roles que se les impone, estos tendrán conflictos en el desarrollo o constitución 
de su autoconcepto, y por tanto habrá un fracaso en la socialización y disfunción en los 
procesos de integración (Fisher, 1999). 
Mediante lo mencionado se concluye que, el análisis que se hacer respecto a uno es 
dinámico y se percibe en grados de conocimiento sobre los aspectos físicos, biológicos, 
sexuales, psicológicos y sociales, los cuales dependen del contexto en donde se 
desenvuelve el sujeto, sin embargo todos estos elementos o fenómenos se incorporan 
a la personalidad para construir el núcleo de lo que el individuo piensa, la manera en 
que se representa a los otros y de cómo se evalúa la propia posición, mediante las 
preguntas ¿Quién soy? y ¿Quién soy…cuando…?, que se examinan de manera 
individual al convertirse en objeto para sí; y social, a través de la empatía y mediante la 
interpretación del conjunto de repuestas y evaluaciones que la sociedad hace hacia 
uno, basadas en patrones culturales que permite la transformación, asimilación o 
modelación personal y social, por tanto el autoconcepto es producto de los procesos 
interactivos en marcha entre el individuo y el campo social, y no solamente un elemento 
de las características individuales. 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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CAPÍTULO II 
SEXO, GÉNERO Y DESEMPEÑO DE ROLES GENÉRICOS 
 
 
 
 
 
Alguna vez se ha preguntado, en qué momento el ser humano crea redes dotadas de 
significado, que en muchas ocasiones restringen y limitan tanto su comportamiento, 
como su desarrollo psicológico, y que por ser arquitecto de dichas redes no lo excluyen 
del conjunto de ideas y costumbres que él mismo elaboró. 
Estas respuestas variarán según el momento socio-histórico-cultural y desarrollo físico 
y/o psicológico en el que se encuentre, pero de alguna u otra forma éstas lo 
determinarán como sujeto y guiarán de manera consciente e inconsciente sus 
relaciones sociales. Es por ello, que con el paso del tiempo se han transformado 
numerosas prácticas y concepciones que son consecuencia de la evolución de las 
sociedades y por tanto de la re-significación del propio ser humano. A pesar de estos 
avances ideológicos o conjunto más o menos sistemático de creencias que intentan 
explicar al hombre, además de orientar su conducta a partir de ciertos valores 
aceptados como correctos, aún persisten costumbres en algunos lugares que refuerzan 
el arraigo cultural mediante su transmisión y que originan en los sujetos contradicciones 
sobre su entorno. 
Las redes dotadas de significado son en gran medida el conjunto de conceptos y 
constructos que determinan, como ya se mencionó, a los individuos, antes de que estos 
nazcan y durante su desarrollo. Los conceptos más representativos para establecer los 
límites del comportamiento humano son los conceptos, sexo y género. 
“El hombre es un animal inserto en 
tramas de significación que él mismo ha 
tejido y que esa urdimbre, es su propia 
cultura” 
Clifford Greerz 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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Es por esta razón el presente capítulo inicia con la distinción de los términos, pues, es 
común utilizados como sinónimos, pues, la relación que se establece convierte al 
primero en un clon del segundo, y con frecuencia, este proceso consigue confundir los 
términos, aunque, de hecho, teóricamente, son cuestiones diferentes (Mancilas-Todd, 
Person & Turner, 1993). 
El sexo por una parte, constituye una categoría biológica, determinada por la presencia 
del cromosoma sexual XX en las mujeres y XY en los hombres. Estos cromosomas son 
portadores de información genética, la cual a su vez, proporciona diferentes caracteres 
sexuales a los individuos, tales como el pene y el escroto al hombre, y el clítoris y la 
vagina a las mujeres, estos caracteres sexuales permiten asignar un sexo a los 
individuos. En tanto que el género, habitualmente, se considera como el producto de la 
construcción socio-cultural del hecho de ser hombre o mujer. Por ejemplo, en la cultura 
occidental, se instruye a los hombres sobre el ideal de masculinidad, mientras que a las 
mujeres, se les india cual es el ideal femenino (Alterman, 2008). 
El vínculo que existe entre los conceptos se basa en el hecho de que es la naturaleza la 
que impone al dato biológico, pero es la cultura la que define las modalidades que la 
diferencia adopta, puesto que, la cultura es el conjunto de saberes implícitos que guían 
el comportamiento y determinan la orientación del individuo en el mundo. Los saberes 
implícitos de los cuales se habla son el conjunto de concepciones constituidas por 
creencias, tradiciones, ideas, valores, normas, modos de vida, mitos, estrategias, 
manifestaciones artísticas y espirituales, en general, formas de organización que no son 
objeto de ninguna enseñanza específica, pero quese trasmiten de generación en 
generación y se reproducen en cada individuo para controlar su conducta y existencia 
en la propia sociedad, de tal forma que los individuos saben “sin saber” lo que se tiene 
que hacer (Gallegos, 2008). 
Mediante la cultura, como se puede observar, se construye el sistema ideológico de 
género, en torno a una noción de diferencia fundamental, establecida en términos de 
oposición entre los sexos (Flores, 2001), y llega a ser una herramienta analítica que 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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pone de relieve las diferencias y especificidades sociales y culturales de los procesos 
por los cuales se llegan a nombrar y organizar las categorías sexuadas (masculinidad, 
feminidad), de acuerdo con las relaciones de poder que estructuran la existencia social 
de los sujetos. 
Por ende, la relación que existe entre los conceptos de sexo y género se deriva de una 
multiplicidad de procesos sociales y simbólicos mediante los cuales, se incorporan 
determinados patrones y formas de pensamiento que permiten conocer cómo está y se 
organiza el mundo social, y por supuesto, los roles que cada individuo debe 
desempeñar (Bourdieu, 1998). 
Los roles sociales son comportamientos y actitudes adecuadas y esperadas por la 
sociedad en función de las circunstancias típicas en las que se encuentra el individuo y 
las relaciones que mantenga éste con su grupo y/o grupos de pertenencia, es decir, 
existirán tantos roles como contextos sociales en los que se desenvuelva el individuo. 
Por ejemplo, se determinan roles que son asignados en función del sexo, el género, los 
grupos de pertenencia y cualquier desempeño que el individuo tenga en un contexto 
social determinado. También, mediante los roles sociales se determina el status de rol, 
que refiere al lugar o posición ocupada por un individuo en el interior de una estructura 
social, la cual determina los grados de interiorización de los roles y al autoconcepto; 
esto es, al situar al individuo en su contexto, se describe igualmente sus relaciones con 
los demás y por tanto, las conductas que se esperan de él. Por ejemplo, una mujer no 
puede ser madre, sino tiene hijos, le hace falta un hijo que le confiera el estatus de 
madre y por tanto los roles que debe desempeñar como madre (Fischer, 1999). 
Pero los roles más representativos y determinantes se derivan de la relación existente 
entre los conceptos, sexo y género, y son llamados, roles genéricos, los cuales refieren 
al conjunto de conductas y actitudes estereotipadas para mujeres y hombres; desde el 
punto de vista psicológico, este tipo de roles son de suma importancia, porque, se 
asocian con la construcción del autoconcepto y muchos otros aspectos fundamentales 
de la vida, tales como, las actividades ocupacionales, académicas, de ocio, 
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interacciones entre hombres y mujeres y las relaciones sociales en general (Matud & 
Aguilera, 2009). 
Los individuos al construir su autoconcepto asumen, perciben y experimentan 
características que la cultura adjudicada tanto a hombres como mujeres en un momento 
histórico y en un contexto social determinado, mediante este proceso, se interiorizan los 
roles o patrones de comportamiento sobre lo que se debe hacer y sobre todo cómo se 
debe actuar en función del sexo y el género, como se observa, estos patrones no se 
determinan mecánicamente, pues, son un sistema abierto de disposiciones o libertades 
reguladas que son perturbables, pero no eternas e inmutables, que se construyen bajo 
formas específicas de adaptación o resistencia ante lo que socialmente se impone 
(Gallegos, 2008; Rodríguez, 2003), en otras palabras, la cultura permite la producción 
libre de conductas y comportamientos, aunque siempre dentro de los límites que ésta 
impone. 
Así, los roles sociales y el estatus de rol deben comprenderse como un conjunto de 
mecanismos que permiten al ser humano sentirse orientado en el mundo que vive, 
saber quién es y cómo es la realidad en la que se ha de desenvolver, lo que conduce a 
pensar que, mediante dichos elementos también se puede comprender el proceso de 
cómo llegar a ser (Rodríguez, 2009). 
Por ejemplo, los roles genéricos o la masculinidad o feminidad se convierten en el 
núcleo de la conciencia que es esencialmente constitutivo del autoconcepto, pues, al 
nacer sexuado el sujeto es referido y rotulado como niño-masculino o niña-femenina, es 
decir, el sexo y el género se implican mutuamente y se desarrollan paralelamente, 
puesto que, a una asignación de sexo le corresponde una asignación de género, y esta 
asignación tendrá un carácter de referencia en el aprendizaje y desarrollo del niño (a), 
facultándole conocimientos específicos que orientarán la construcción del 
autoconcepto, a partir de la oposición, a saber soy niño y por lo tanto no soy niña, o soy 
niña por lo cual no soy niño, una vez creada la convicción de partencia a un sexo y no 
al otro, este hecho es inalterable culturalmente, tal como es inalterable la inevitabilidad 
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del sexo biológico, puesto que, de forma natural no se metamorfosea ni está sujeta a 
elección la biología del sexo (Stoller,1968, citado en Flores, 2001). 
Al respecto Flores (2001), argumenta que si se decide reclamar el derecho y la libertad 
de decidir en un tipo de rol que no corresponde al rol genérico establecido, implica 
también defender el derecho a reconocer que ciertas imposibilidades, inadecuaciones y 
perturbaciones de género son también construcciones ideológicas, provenientes de un 
sistema resistente a las transformaciones evidentes. 
Por tanto, es importante mencionar que los roles genéricos específicamente son 
sistemáticos y aplicados idénticamente en relación al género que se pertenezca. 
En el caso de los hombres, según Myers (2003), el rol genérico masculino, reside en la 
idea de poder y virilidad, entendida ésta como, una especie de miedo a lo femenino, 
debido a que el conjunto de disposiciones e ideales culturales sobre la masculinidad se 
fundamentan en el autocontrol de las emociones y la evitación de la vulnerabilidad, se 
destaca la rudeza y la auto-eficiencia, se fomenta un autoconcepto individualizado, que 
tiene que ver con el control material del destino histórico del grupo, y sobre todo con el 
ejercicio del poder. 
Dicho ejercicio dota al hombre de un progresivo desarrollo de éxito en el ámbito público, 
pues, se otorgan y permiten cualidades tales como, la organización, mando, liderazgo, 
competitividad, audacia, tenacidad, objetividad y racionalidad, además la conducta ha 
de estar sujeta a normas inflexibles, destinadas a garantizar la permanencia del orden 
parcial. Su ubicación ha de estar situada en una posición de superioridad sobre otro 
grupo y el cumplimiento de las normas establecidas están indisolublemente vinculadas 
con su prestigio, honor, dignidad masculina y eficacia en la ejecución de las funciones 
asignadas a él (Myers, 2003). 
Pearson & Bales (1965, citados en Díaz-Loving, Rivera & Sánchez, 2001), identifican 
los roles genéricos masculinos de manera consistente con un papel instrumental y de 
agencia, centrados en la acción, la producción, la sabiduría, el dominio, la racionalidad 
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y la violencia; en cambio, distinguen en los roles genéricos femeninos aspectos 
expresivos, afiliativos y el cuidado de los demás. Generalmente el rol genérico femenino 
se configura por la falta de poder, así como la posición subordinada que ocupa en sus 
relaciones sociales. Esta disposición sumisa ha orientado la percepción del mundo de 
las féminas, así como lasconductas que han generado y la actitud ante el mundo que 
las rodea. En este sentido, la abnegación, la resignación, el silencio, la abstención, la 
docilidad o la entrega, se definen como virtudes típicamente femeninas. 
Sears, Peplau & Taylor (1991, citados en Rodríguez, 2009), asumen que la disposición 
sumisa del género femenino ha provocado que las mujeres demuestren culpabilidad 
relacionada con la agresividad de su propia conducta o de otras personas, si ésta es 
injusta, debido a que, algunas mujeres solamente manifiestan comportamientos 
agresivos cuando creen que una tercera persona ha sido tratada injustamente o cuando 
observan que existe una cuestión de principios de por medio; por tanto, los autores 
arriba mencionados aluden que las mujeres tienden a ser más directas en sus estilos 
conversacionales, lo que indica la predisposición a evitar la confrontación, así desde 
temprana edad se inculca a las féminas que la inhibición de la agresividad es 
fundamental para la adquisición del papel propio de su género. 
Otra propiedad que caracteriza a los roles genéricos femeninos es su carácter 
codependiente, resultado de la sumisión, esto es, la orientación de las mujeres a buscar 
la protección y dependencia del hombre, por extensión de la familia. Esta característica 
codependiente del rol crea en las féminas un sentimiento afectivo de adhesión al grupo 
familiar y a sus intereses, lo que genera una serie de conductas y comportamientos 
relacionados con el mantenimiento y la cohesión de las relaciones que se establecen en 
el seno de ese grupo, así como la reproducción de esta unidad social elemental que es 
la familia. 
Como afirma Subirats (1993, citada en Rodríguez, 2009), muchas de las actividades 
domésticas tienen que ver con el trabajo reproductivo que supone ocuparse de las 
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necesidades físicas de los miembros del hogar, aunque también incluye la atención a 
necesidades de carácter psíquico, intelectual, emocional, afectivo, sensual y sexual. 
De tal manera que, el rol genérico femenino se fortalece y logra en la mujer la 
realización personal, puesto que, la familia es el eje básico de su vida, cualquier otro 
aspecto, según el autor, es secundario como la inserción laboral. Subirats (1993), 
considera que se puede afirmar que este énfasis en la labor de cuidado y atención ha 
orientado la incursión de la mujer en el mundo laboral, por cuanto el tipo de profesiones 
elegidas han sido, con muchísima frecuencia, aquellas que tienen por objeto ayudar, 
educar y cuidar a los demás, como si de una prolongación de sus tareas domésticas se 
tratase, y aclara que, la dependencia no es una debilidad de los roles femeninos, 
puesto que únicamente forman parte de los ideales que la cultura estableció al 
respecto. 
Los roles genéricos establecidos, son como se menciona anteriormente, resultado de 
una visión diferencial entre los sexos, generada por el amplio y cambiante proceso de 
socialización y endoculturalización que establece los lineamientos, contenidos, 
significados y expectativas que conforman estas dimensiones, manifestándose 
intensiva e indistintamente en ambos sexos y presentando variaciones en función de 
cada cultura. 
Por tanto, cualquier cambio o transformación en las distintas sociedades puede 
conllevar a un cambio en el significado funcional de estas dimensiones. Lo cual implica, 
que si los acuerdos sociales entre los géneros llegan a ser poco adaptativos, o entran 
en conflicto con el sistema de valores vigente, dentro de una sociedad en particular; 
pueden producir variaciones significativas en su contenido y asignación a través de las 
distintas culturas (Robinson, Shaver & Wrighstsman, 1991, citados en Díaz-Loving et 
al., 2001). 
Por otra parte, la conceptualización y definición de los roles genéricos, ha 
desembocado en diversas operacionalizaciones, inventarios o instrumentos construidos 
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con el afán de medir los rasgos duraderos que diferencian a hombres y mujeres en 
apariencia, actitudes y conductas. Uno de los trabajos determinantes, fue el 
desarrollado por Bem (1974, 1975), el cual evalúa estas dimensiones en el Bem Sex 
Role Inventory. 
Con su trabajo apoyó la idea de que la androginia psicología implica la posibilidad de 
que los individuos sean firmes y a la vez compasivos, tanto instrumentales como 
expresivos, tanto masculinos como femeninos dependiendo de la ideoneidad de la 
situación contextual, e implica además, que este tipo de individuos puedan incluso 
cambiar su contexto (Bem, 1977). 
Los individuos andróginos en México corresponden a lo que Díaz-Guerrero (1994), 
llamó control interno-activo, según el autor, estas son personas exitosas, dado que, 
actúan, modifican e influyen sobre su medio sin descuidar sus relaciones sociales, 
están orientadas a metas y logros y, al mismo tiempo, son afectivos y expresan sus 
sentimientos y simpatía por los demás, esto es, son afiliativos, educados, corteses, etc., 
en algunas ocasiones, es decir, estos individuos desde la perspectiva de Díaz-Guerrero 
han introyectado lo mejor de la cultura mexicana, llegan a ser personas que piensan 
antes de actuar, progresan en la vida, son más cautelosos que audaces, son 
obedientes y respetuosos, sin caer en la sumisión. 
Los andróginos, en consecuencia, no están limitados por las prescripciones culturales 
impuestas por los roles genéricos, y son capaces de mostrar características y 
conductas que consideran ser las más efectivas de acuerdo a la situación, 
independientemente de si las normas sociales establecen que son apropiadas sólo para 
algunos de los sexos. De hecho se asume que los andróginos son más saludables 
mentalmente, puesto que, presentan flexibilidad y adaptabilidad en el medio socio-
político-cultural en el que se encuentran (Aguíñiga, Moreno & Sebastián, s.f). 
Braza, Braza, Carreras & Muñoz, (2006), refiere que los sujetos que presentan esta 
capacidad para comportarse androgínicamente tienden a ser psicológicamente más 
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saludables y desarrollan un mejor autoconcepto, a diferencia de los individuos 
tipificados e identificados como masculinos y femeninos, por su limitante en cuanto al 
rango de comportamientos que se les permite llevar a cabo, el autor indica que llegan a 
reprimir cualquier comportamiento que pueda ser considerado como no deseable o 
inapropiado para el sexo y género asignado (Kagan, 1964; Kohlberg, 1966, citados en 
Aguíñiga. et al., s. f.), como consecuencia, es posible que tengan conflictos para 
expresar sus sentimientos, emociones, conductas, y se les dificulte relacionarse con 
otras personas, en general, es probable que también posean un autoconcepto 
desfavorable. 
Por ejemplo, Parrott (2009), examinó que los prejuicios sexuales, la ira y la agresión 
hacia hombres homosexuales son producto de papeles estresantes que se derivan de 
la adhesión a normas prescritas sobre la masculinidad, particularmente experimentados 
por hombres heterosexuales estrictamente tipificados por las normas de género 
masculinas establecidas por la cultura; además, argumenta que la actitud anti-gay es 
motivada con la finalidad de hacer que los homosexuales hombres cumplan el rol 
establecido, con el propósito de apoyar las creencias tradicionales, sobre la 
masculinidad. 
Por otra parte Bem (1975), incluyó otra categoría genérica, la cual denomina como 
indiferenciado, la autora describe que las personas que se ubican dentro de esta 
categoría genérica poco asimilan el rol genérico femenino o masculino, se ven a sí 
mismos como ni triunfadores ni perdedores, ni ineficientes ni eficientes, ni corruptos ni 
incorruptos,no están deprimidos pero tampoco contentos (Acuña & De los Ángeles, 
1991). 
Para Díaz-Guerrero (1994), los sujetos indiferenciados corresponden al tipo de 
personalidad que el autor denominó “personalidad de tipo de control externo pasivo” 
cuyas cualidades son las de ser poco exitosos, rebeldes, cínicos y principalmente, 
oportunistas, que actúan con forme a las circunstancias para obtener el mayor beneficio 
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posible, esto es, que son amorosos, corruptos, amigables, o sus opuestos, según les 
convenga. 
Además, las investigaciones de Bem, fueron parte aguas de numerosos trabajos que 
estudian los aspectos antes mencionados, y para muestra de ello, existen hoy en día 
numerosas escalas tales como: el PAQ (Personal Attributes Questionnaire), elaborado 
por Spence & Helmreich en 1974, el ACL (Adjective Checklist), elaborado por Heilbrun 
en 1976, la ANDRO (Personality Research Form), elaborada por Berzins, Wellin y 
Wetter en 1978, el IMAFE (Inventario de Masculinidad-Feminidad), elaborado por Lara 
en 1993, entre otros; que se construyen bajo diferentes perspectivas y definiciones de 
los roles genéricos o la masculinidad y feminidad, y la relación que guardan en función 
de otras variables, sin embargo, sus hallazgos propician el desarrollo de nuevos 
instrumentos para comprender y explicar el comportamiento y personalidad de los 
individuos (Bem, 1979). 
Por ejemplo, Díaz-Loving et al. (2001), concluyen en su trabajo titulado Elaboración, 
validación y estandarización de un inventario para evaluar las dimensiones atributivas 
de instrumentalidad y expresividad, que las mujeres son típicamente más trabajadoras, 
responsables y ordenadas, y tienen atributos instrumentales deseables e indeseables. 
Dichos autores argumentan que, de alguna manera, el perfil denota la lucha entre las 
necesidades biopsiquicas de desarrollo personal y el reflejo de las imposiciones 
sociales que oprimen al género femenino mediante las normas que exigen abnegación 
y sumisión, que sí por una parte han dado paso a la transformación de la mujer 
abriéndole un espacio fuera del ámbito hogareño, favorecen la aparición de aspectos 
tales como la agresividad, la manipulación, etc. 
De hecho, parece ser que la doble y hasta la triple jornada, no solo impulsan al 
crecimiento personal constructivo, sino que también, parecen estar creando 
inestabilidades e incongruencias por la dificultad de cumplir adecuada y 
satisfactoriamente todas las demandas, el reflejo extendido de estas tendencias a 
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formas extremas de control es claro en las mujeres rebeldes que dejan de lado el 
romanticismo y la idealización. 
Empero, Díaz-Loving et al., señalan que no sólo las mujeres son víctimas de 
necesidades personales y sociales aparentemente incompatibles, puesto que, otro de 
los patrones que se hace manifiesto y que refleja la complejidad de la cultura mexicana, 
es la relación entre los aspectos expresivos, tanto negativos como positivos, con la 
Instrumentalidad. De hecho, existen hombres con rasgos de machismo que a su vez 
son soñadores, idealistas, emotivos, sensibles, etc. 
Al respecto Díaz Guerrero, alude que la posible fuente de neurosis emana de hombres 
que deben ser duros con el medio y protectores y sensibles en la familia. En ambos 
géneros, los estereotipos tradicionales asociados a lo masculino y lo femenino se ven 
transformados, manifestando por parte de las mujeres una absorción de características 
instrumentales, pero no solo positivas, sino también negativas, y en el caso de los 
varones, una absorción de características expresivas, no solo positivas, sino también 
negativas. 
Como puede observarse éstos autores concuerdan con lo que se menciona al inicio de 
este trabajo al indicar que, bajo la cobija de la cultura, algunas características marcan lo 
que es socialmente deseable en cada sexo; pero siendo vulnerables a las 
transformaciones sociales, en las cuales hombres y mujeres han ido permeando 
espacios y actividades tradicionalmente asignadas de manera diferente, y se puede ver 
hoy en día una transformación paulatina de lo atribuido y por tanto lo permitido para 
ambos sexos. 
Empero, la transformación significativa es más evidente en las mujeres, los hallazgos 
del trabajos realizados (Díaz-Loving et al.,2001) muestran que los factores 
instrumentales de cooperación y orientación al logro, característicos tradicionalmente y 
frecuentes en hombres que en mujeres, en los estereotipos femeninos ya aparecen 
características instrumentales descritas como más típicas e ideales en mujeres; en el 
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caso de los hombres, en el campo de los factores de expresividad, específicamente los 
rasgos afiliativos y romantico-soñador, los autores encuentran interesante que, aunque 
estas características se asignan tradicionalmente más en mujeres que en hombres, 
parece que en ambos se presenta esta caracterización. 
De manera general se puede observar que ambos sexos optan por características 
mucho más funcionales en el contexto de los cambios socioculturales y las necesidades 
individuales. 
Finalmente se reconoce que, indudablemente con el paso del tiempo los individuos 
poco apoco han transformado sus redes significativas y por consiguiente, han 
modificado a la vez el conjunto de estereotipos y roles sociales impuestos 
culturalmente, se espera que mediante esta lenta transformación también el 
autoconcepto sea más positivo, autosuficiente, exitoso y sano, sin importar las 
preferencias políticas, sociales, deportivas y sobre todo las sexuales, al reconocer que 
antes de ser hombre o mujer se es humano. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO III 
SEXUALIDAD, ORIENTACIÓN SEXUAL E IDENTIDAD SEXUAL: EL CASO DE LA 
HOMOSEXUALIDAD 
 
 
 
 
 
 
 
La tarea de ofrecer una respuesta a la pregunta ¿Qué es la sexualidad?, es sumamente 
compleja, porque como muchos otros aspectos de la experiencia humana, se muestra 
como una realidad oscura y tan diversa, que resulta absolutamente imposible acotar 
todo lo que puede representar bajo una perspectiva única (Fuentes & López 1997). 
La sexualidad al ser parte orgánica del lenguaje de la vida y estar ligada al placer, al 
descubrimiento, al renacimiento personal, a lo interaccional, a lo lúdico, a lo 
comunicacional, a la belleza, a la naturaleza, al amor, a la salud, ser fuente permanente 
de goce erótico que sobrepasa las fronteras del fenómeno reproductivo y el ámbito de 
lo privado, y ser potenciadora del desarrollo del autoconcepto, entre otros aspectos 
psíquicos (Weeks, 1998), hacen que ésta sea mucho más compleja de entender y 
abordar, y en ninguno de los casos se puede reducir a éstos; una prueba de ello es la 
multiplicidad de disciplinas tales como, la medicina, antropología, sociología, filosofía, 
historia y psicología, que han desarrollado teorías y modelos, que se acercan a su 
estudio, centrándose en mayor o menor medida en unos y otros aspectos o 
dimensiones vinculadas a ésta. 
Por ello, en algunas ocasiones su estudio se convierte en un terreno movedizo, donde 
todo aquello que se sabe sobre ella está influido por discursos morales y culturales, que 
con frecuencia dicen lo que se debe ser o hacer con los cuerpos, utilizando a veces 
… no existen ni opinión ni preferencia reales donde una 
forma de sexualidad es precisamente definida y sostenida 
como obligatoria. Las otras formas de sexualidad deben 
ser comprendidas como vivencias fruto de una lucha 
abierta y dolorosa contra formas fundamentales de 
opresión sexual y social. 
Rich,A 
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parámetros entre “normal o anormal” lo que en ocasiones puede conducir a una 
sensación de “extravío personal” al grado de perderse en territorios ideológicos 
aparentemente ajenos o desconocidos, a pesar de que la vivencia de la sexualidad 
parte del propio cuerpo (Sánchez, 2011). 
Al respecto Michel Foucault (1982), alude que la sexualidad ha estado históricamente 
ligada a los valores morales, éticos, políticos y económicos de cada época, es decir, en 
cada momento histórico ha existido una construcción socio-cultural de la sexualidad, 
rodeada de apreciaciones y diversas valoraciones. 
Por tanto, la sexualidad requiere ser vista desde múltiples formas y tomar en cuenta 
que los seres humanos son (independientemente de sus deseos) parte de esa 
diversidad, y para estudiarla es útil conocer de dónde surge, qué se sabe o qué se ha 
dicho sobre el tema y qué relación tiene con lo que cada sujeto experimenta. 
Foucault (1982), al respecto, mostró que a partir del siglo XIX apareció en Europa el 
concepto “sexualidad”, bajo una marcada preocupación por los comportamientos 
sexuales y una proliferación de discursos en torno a ésta, señala que no es que antes, 
no existiera la sexualidad, pero es desde ese momento histórico que ésta cobró fuerza 
a tal punto de creer que en ella se deposita la verdad de la existencia humana, es decir, 
la esencia de lo que se es, dejando de ser sólo un aspecto moral y religioso. Desde 
entonces, la sexualidad ha sido objeto de estudio para distintas disciplinas científicas 
como parte de un invento reciente en la historia de las sociedades occidentales. 
Desde la perspectiva de Sánchez (2011), han existido dos enfoques teóricos 
contrapuestos que proponen mayor comprensión acerca de la sexualidad: el 
esencialismo y el construccionismo social. El sociólogo Jeffrey Weeks (1998), expresa 
que el esencialismo es un método que pretende explicar las propiedades de la 
sexualidad remitiéndola a una supuesta verdad o esencia interior, en cambio el 
construccionismo social, explica el mismo autor, intenta mostrar que la comprensión de 
las actitudes hacia el cuerpo y la sexualidad debe partir de su contexto social 
específico, en donde se deben descubrir las diversas relaciones de poder que 
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conforman y hacen ver la conducta como algo normal o anormal, aceptable o 
inaceptable, se puede deducir entonces que, la sexualidad se encuentra configurada en 
la intersección de dos elementos: la subjetividad (qué y quién se es) y la sociedad, las 
cuales se encuentran íntimamente vinculadas. 
Partiendo de estos dos elementos y mediante la revisión de la literatura se descubrió 
que ésta compleja y rica manifestación vital se construye, vivencia, crece, comparte, 
proyecta y expresa en al menos tres dimensiones existenciales del ser humano, tales 
como, la dimensión sociocultural, la dimensión interpersonal y la dimensión individual o 
personal (Castellanos & González 1996; Cruz, 1998). 
La dimensión sociocultural se determina a partir del proceso de socialización, de esta 
forma el individuo aprende y asimila ciertas habilidades, motivaciones, normas, 
actitudes, valores, y comportamientos relacionados con la sexualidad, es importante 
mencionar que no todas las sociedades son iguales y por tanto las culturas, pues, cada 
sociedad modela, estructura y controla el desarrollo y la expresión de la sexualidad en 
cada uno de sus miembros, se puede decir que, existen culturas del sexo que son 
extremadamente variables en términos de ideologías y valores contenidos en ellas. Por 
esta razón, si se decide hacer un análisis de la sexualidad es necesario tomar en 
cuenta el lugar y el significado que la sexualidad ocupa en la vida social de una cultura 
o sociedad determinada (Fuentes & López, 1997). 
La dimensión interpersonal, íntimamente relacionada con la dimensión sociocultural, se 
fundamenta a partir de la capacidad de los individuos para relacionarse con otras 
personas, es decir, la necesidad de encontrarse y establecer vínculos con los otros o 
con el otro; estas interacciones se convierten en el contexto más importante, puesto 
que, en ellas se desarrolla el proceso de socialización, y por tanto, la socialización 
sexual. 
La familia, los grupos de pares, la pareja y la necesidad de establecer relaciones 
íntimas, se convierten en el núcleo central de aprendizaje y ensayo del comportamiento 
sexual, empero, las relaciones interpersonales más relevantes o significativas, serán 
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centrales y mediadoras a lo largo del ciclo vital y de la forma en que el individuo vive su 
propia sexualidad. No hay que olvidar que del mismo modo las relaciones 
interpersonales condicionan el modo de estar y de ser de los individuos, y éstos, a su 
vez, son los que con sus características personales desarrollan dichas relaciones 
(Fuertes & López, 1997). 
La dimensión individual o personal, se relaciona con una serie de procesos fisiológicos 
(activación y deseo sexual), afectivos (emociones y sentimientos) y cognitivos 
(creencias, expectativas, fantasías e intereses) que mediatizan, condicionan y 
desarrollan de forma particular el comportamiento sexual del propio sujeto, además, la 
sexualidad se expresa de forma activa en el contexto dinámico de la totalidad psíquica 
del sujeto, es decir, la personalidad. Se comprende entonces que existe un indisoluble 
vínculo entre la personalidad y la sexualidad, y desde esta perspectiva la personalidad 
es siempre sexuada y la sexualidad es de carácter personalizado (Castellanos & 
González, 1996). 
La personalidad es un sistema de organizaciones, procesos, propiedades, fenómenos, 
elementos psíquicos activos, integrales y reguladores, de carácter irrepetible que 
proyectan a la sexualidad. Por tanto, resulta determinante para establecer un enfoque 
de la sexualidad como expresión de ésta. 
Castellanos & González (1996), mencionan que el sujeto deviene psicológicamente y 
socialmente sexuado a través de un proceso ontogenético de la personalidad que 
conduce a la construcción activa del autoconcepto y los roles genéricos, desde esta 
perspectiva, estos elementos o componentes desempeñan un papel fundamental en la 
sexualidad de los individuos. 
Pero el autoconcepto y los roles genéricos no son los únicos elementos que intervienen 
en la sexualidad humana, la orientación sexual y la identidad sexual, también juegan un 
papel fundamental en la sexualidad humana. 
La orientación sexual refiere a la dirección preferente de los impulsos, deseos, fantasías 
y sueños sexuales hacia una o varias personas, en general la orientación sexual es una 
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atracción constante hacia otra persona en el plano emotivo, romántico, sexual o afectivo 
(APA, 2012). En cambio la identidad sexual es un elemento del autoconcepto y 
responde a la pregunta ¿Quién soy?; en función de la respuesta se determina la 
identificación a cualquiera de las cinco categorías sexuales que se mencionan a 
continuación: la heterosexual o buga, la homosexual, la bisexual, la transexual o la 
transgénero. 
Las personas que se identifican como heterosexuales experimentan atracción erótico-
afectiva, incluyendo sueños y fantasías persistentes por personas de sexo diferente al 
propio (si soy hombre me atraerán mujeres, y viceversa), en cambio las personas que 
se reconocen como homosexuales sienten atracción erótico-afectiva por personas del 
mismo sexo, por otra parte las personas que se perciben como bisexuales se inclinan 
eróticamente por cualquier sexo (Delamate & Shibley, 2006).Los transexuales, en cambio, son personas que creen que han nacido con el cuerpo del 
otro sexo, generalmente son candidatos para el proceso de reasignación de sexo y el 
término transexual puede utilizarse para referirse a la persona tanto antes como 
después de la cirugía. En cambio el término transgénero es más amplio e incluye a 
transexuales al igual que a las personas cuya identidad de género no se equipara con 
su rol genérico, este tipo de personas no buscan una cirugía de reasignación de sexo y, 
en su lugar prefieren sólo tratamientos hormonales, se interesan principalmente en 
percibirse y desarrollar actitudes, conductas y comportamientos sistemáticos y 
aplicados idénticamente en relación al género que no corresponden (Delamate & 
Shibley, 2006). 
En otras palabras, a pesar de que al nacer sexuado las personas transgenéro fueron 
identificados y rotulados como niño o niña a partir de su sexo biológico, durante su 
desarrollo se identificaron y desarrollaron una identidad genérica que no parte de la 
oposición “soy niño y por tanto no soy niña, o soy niña por lo cual no soy niño”, y 
crearon una convicción de pertenecía a un género que de acuerdo a la cultura no les 
corresponde. 
Autoconcepto y Desempeño de Roles en un Grupo de Jóvenes Homosexuales de la Ciudad de México 
 
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La homosexualidad, tema central de éste capítulo, según Delamate & Shibley (2006), 
se deriva de la raíz griega homo que significa “igual”, por tanto, este término se puede 
aplicar de manera general a los homosexuales de ambos sexos. El término lesbiana, en 
cambio, se utiliza para hacer referencia a las mujeres homosexuales, tiene su origen en 
la gran poetisa griega Sappho, que vivía en las Islas Lesbos (de aquí el término 
lesbiana) alrededor del año 600 A.C. 
Harper & Schneider (2003, citados en Briseño, 2008), aluden que el término 
homosexualidad se forma a partir del prefijo griego homo que significa mismo, y sexus, 
vocablo latino para sexo, lo cual designa en un principio un deseo sexual orientado 
hacia personas del mismo sexo, y este término se imprime por primera vez en alemán 
(Homosexualität) en 1869 y lo acuña un escritor y traductor austro-húngaro, Karl María 
Kertbeny. 
Al respecto, múltiples son los estudios que se han realizado para explicar la 
homosexualidad, y los primeros en hacerlo son los médicos Casper y Tardieu, de 
nacionalidad alemana y francesa, respectivamente, quienes a mediados del siglo XIX, 
formularon por primera vez la hipótesis de que la homosexualidad se trataba de algo 
congénito, esta tesis gozó de enorme popularidad y todavía prevalece en los 
planteamientos tanto científicos como populares (Linnhoff, 1976). 
Dichas hipótesis se fundamentan en que la homosexualidad es producto de lesiones 
hereditarias manifestadas en forma de neuropatía y que puede agravarse a través de la 
masturbación, otra hipótesis del mismo corte se basa en la no superación del estadio 
bisexual del embrión y por tanto este no alcanzaba la madurez heterosexual. Otra 
respuesta de la ciencia médica a la hipótesis de que, la homosexualidad es 
determinada constitucionalmente, es debido a un desequilibrio hormonal, en este 
sentido se parte de la suposición de que existen hormonas sexuales masculinas y 
femeninas (andrógenos y estrógenos) y por consiguiente, la homosexualidad debe 
atribuirse a un desequilibrio entre estos tipos de hormonas. Sin embargo, se demostró 
posteriormente que las hormonas, no modifican la elección del objeto sexual en los 
homosexuales masculinos y femeninos incluso en personas heterosexuales, pero si se 
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producen modificaciones en el sentido de que tanto en las mujeres como en los 
hombres la actividad sexual aumenta (Linnhoff, 1976). 
Puede entenderse entonces que desde la perspectiva médica y psiquiátrica la 
homosexualidad es considerada como un estigma de alguna enfermedad degenerativa 
del sistema nervioso central por lo que fue incluida como variante sexual bajo el amplio 
epígrafe de “Trastornos de personalidad y otras alteraciones mentales no psiquiátricas” 
en la segunda edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM), 
de la American Pyschiatric Association (Asociación Psiquiátrica Americana APA). La 
cuestión de si la homosexualidad pertenecía a la categoría de trastornos mentales se 
debatió hasta que en el año de 1973 se quitó de las enfermedades mentales del DSM-
III y se eliminó todo diagnóstico psiquiátrico que podría ser usado para discriminar a la 
gente homosexual (Maya, 1998). 
Esta despatologización de la homosexualidad al parecer ha sido el resultado, entre 
otras razones, de los cambios socioeconómicos en la sociedad occidental; la liberación 
sexual que la segunda guerra mundial originó, las múltiples rebeliones de los 60s, los 
movimientos Gay y Feminista, la transformación de la conducta sexual, la familia y el 
desarrollo de los intereses científicos en la conducta sexual (Herdt, 1988, citado en 
Cruz, 1998). 
Pero el merito de haber desarrollado una serie de teorías totalmente originales sobre la 
homosexualidad es de Sigmund Freud, quien señaló que, en general los seres 
humanos tienen una bisexualidad psíquica normal, es decir, la visión de Freud era que 
todas las personas pasaban por una fase homoerótica en la infancia en el transcurso 
regular de su desarrollo, si la homosexualidad se manifestaba, ello sería debido a una 
detención del desarrollo normal o a una regresión como resultado de la angustia de 
castración movilizada por las relaciones familiares patológicas. Incluso si el desarrollo 
transcurriría normalmente, algunos vestigios de la fase homoerótica podían permanecer 
como aspectos perennes de la personalidad. Desde esta perspectiva las tendencias 
homosexuales latentes son universales y se reflejan en los sublimados patrones de 
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afecto hacia miembros del mismo sexo o en las tendencias pasivas de los hombres y en 
las tendencias agresivas de las mujeres (Maya, 1998). 
Por otra parte desde la disciplina sociológica Linnhoff (1976), alude que el 
comportamiento homosexual no es una deviación en sí, puesto que es causa de la 
apreciación y la relación de los miembros de la sociedad, por lo que concluye que las 
diversas explicaciones sobre la homosexualidad muchas veces servirían para reducir 
sentimientos de culpa o de vergüenza y que lo único que podían revelar es el origen y 
no el desarrollo. 
Campo (2005), sugiere que para explicar la génesis de la homosexualidad, es preciso 
tener presente que el desarrollo psicosexual involucra una compleja interacción de 
experiencias individuales, de aprendizaje y potencialidades innatas, alude además que 
las bases para la identidad sexual se establecen en la infancia; pero, la orientación 
sexual se consolida posteriormente. Desde esta perspectiva el autor asume que es 
inobjetable el papel de la socialización en el proceso de formación de la identidad 
sexual, pero son cuestionables las influencias de las actitudes y las prácticas de crianza 
de los padres en el proceso de determinación de la orientación sexual. 
 
Pardo (1995), explica que la homosexualidad debe ser entendida como una conducta 
humana conformada de aspectos intelectuales, físicos y psicoafectivos, es decir, se 
debe comprender como una conducta que puede ser fruto de una decisión personal, 
una dotación genética o neuroanatómica peculiar, consecuencia de factores culturales, 
educativos o de los condicionantes psicoafectivos. Para el autor, cada una de estas tres 
interpretaciones valora al homosexual de modo distinto, en el primer caso, el 
homosexual es sólo culpable, en el segundo, es un títere inocente de sus tendencias 
alteradas y en el tercero, ha sufrido de influenciasinconscientes y conscientes negativa 
o positivas. 
Sin embargo, cualquiera de estas interpretaciones resultan simplistas, puesto que, la 
conducta del hombre no es resultado sólo de decisiones, ni sólo de pulsiones innatas, ni 
de estilos de crianza o hábitos inculcados, sino que es resultado de una interacción 
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compleja de estos factores; y toda consideración de la homosexualidad que deje fuera 
alguna de estas facetas está en condiciones de enfrentarse inadecuadamente a hechos 
malinterpretados. 
Además, la consolidación y aceptación de la identidad homosexual de manera positiva 
ha sido asociada con un buen autoconcepto y de satisfacción general de la vida en 
hombres y mujeres homosexuales. Sin embargo, el proceso de crear una identidad 
positiva y de aceptar la propia homosexualidad, depende múltiples factores y 
experiencias individuales y sociales que se desarrollan durante la vida. Una identidad 
homosexual negativa, aún para alguien que ya la ha aceptado y externado, puede 
provocar problemas como culpa, vergüenza, problemas en la intimidad, disfunción 
sexual y abuso de sustancias, entre otros aspectos (Luhtanen, 2003, citado en Briseño, 
2008). 
En resumen, se puede decir que los estudios acerca de la homosexualidad vienen 
fundamentalmente determinados por la hipótesis a) de que se trata de un fenómeno 
congénito, y b) de que se trata de un fenómeno adquirido. La hipótesis a) es la que 
adopta principalmente los médicos y psiquiatras al admitir que la homosexualidad se 
atribuye a condicionamientos genéticos, o que debe relacionarse con desequilibrios 
hormonales y/o mentales. La hipótesis b), revela a la homosexualidad como fenómeno 
adquirido, y es adoptada sobre todo por psicólogos, psicoanalistas y sociólogos 
(Foucault 1982). 
La sexualidad, como puede observarse se ejerce y entiende desde sus diversos 
componentes y elementos, por tanto, no es esencia o aspecto de la naturaleza corporal, 
es mucho más compleja que eso, es una construcción que hace la sociedad de ella, y 
también depende en gran medida de la propia subjetividad que el ser humano haga 
sobre ésta, por lo tanto, se sugiere que para estudiarla y entenderla se debe abordar de 
la manera más objetiva posible (Córdova, 2003). 
Cabe preguntar, si la sexualidad es una construcción social, ¿La orientación sexual y la 
identidad sexual se puede cambiar o reconstruir a voluntad? La respuesta argumenta 
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que ni la heterosexualidad es natural ni la homosexualidad, bisexualidad, 
transexualidad y la identidad transgénero son antinaturales; la identidad y la orientación 
sexual son resultado de los procesos de estructuración psíquica que, de manera 
inconsciente, posicionan o guían el deseo de los seres humanos y de las normas 
culturales que permiten o prohíben ese tipo de prácticas, pero que no las determinan 
pues, desde una perspectiva psicoanalítica, la libido es polimorfa y perversa, y esta 
clásica expresión freudiana quiere decir que el deseo, se dispara y extiende 
psíquicamente en mil formas y direcciones, vertiéndose fuera de los cauces previstos 
para la reproducción, sin más límites que el que la cultura logra imponer mediante la 
existencia básica de dos cuerpos en donde se encauza la pasión (Sánchez, 2011). Así 
el deseo hacia el otro no se elige, se siente y contra ello ni la cultura ni la voluntad 
propia se pueden interponer. 
Pero a pesar de lo antes mencionado las personas homosexuales, bisexuales y 
transexuales son, constantemente víctimas de la discriminación y opresión a pesar de 
todos los intentos sociales, legales y políticos que se han hecho para garantizar sus 
derechos humanos. Debido a esta marginación de las relaciones románticas entre 
personas del mismo sexo, las minorías sexuales se ven obligadas a enfrentar el reto de 
encontrar formas de adaptarse a su condición estigmatizada (Briseño, 2008). 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPÍTULO IV 
METOLODOGÍA 
 
Objetivo de Investigación 
 
 Determinar si el autoconcepto y sus factores en un grupo de jóvenes 
homosexuales de la Ciudad de México se asocia con el desempeño de sus roles 
sociales. 
 
Objetivos Específicos 
 
 Clasificar el autoconcepto de la muestra de estudio. 
 Determinar si hay diferencias en el autoconcepto de la muestra de estudio 
considerando su sexo, edad, escolaridad y ocupación. 
 Clasificar los roles desempeñados por la muestra de estudio. 
 Determinar si hay diferencias en el desempeño de roles de la muestra de estudio 
considerando su sexo, edad, escolaridad y ocupación. 
 Analizar si el autoconcepto de un grupo de jóvenes homosexuales de la ciudad de 
México se asocia con su desempeño de roles sociales. 
 
Pregunta de Investigación 
¿El autoconcepto de un grupo de jóvenes homosexuales está asociado a su 
desempeño de roles sociales en la Ciudad de México? 
 
Hipótesis 
Si el autoconcepto de un grupo de jóvenes homosexuales de la Ciudad de México es 
desfavorable entonces tendrán un inadecuado desempeño de roles sociales. 
 
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Variables 
Demográficas 
Edad 
Definición conceptual: Tiempo en años transcurridos a partir del nacimiento de un 
individuo (Diccionario de la Real Academia Española). 
Definición operacional: Conjunto de sujetos aglutinados por edad en intervalos. 
Escolaridad 
Definición conceptual: Conjunto de conocimientos determinados por grados 
adquiridos en instituciones de educación formal (Diccionario de la Real Academia 
Española). 
Definición operacional: Último grado escolar cursado por los participantes 
Sexo 
Definición conceptual: Categoría biológica, determinada por la presencia del 
cromosoma sexual XX en las mujeres y XY en los hombres. Estos cromosomas son 
portadores de información genética, que proporciona diferentes caracteres sexuales a 
los individuos, tales como el pene y el escroto al hombre, y el clítoris y la vagina a las 
mujeres, los cuales permiten asignar un sexo (Alterman, 2008). 
Definición operacional: Ser hombre o Ser mujer 
Ocupación 
Definición conceptual: Actividad a la que una persona se dedica en un determinado 
tiempo (Diccionario de la Real Academia Española). 
Definición operacional: Status de Estudiante o No estudiantes 
 
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Dependiente 
Desempeño de Roles Sociales 
Definición conceptual: Mediante la literatura revisada se concluye que el desempeño 
de roles es el conjunto de comportamientos y actitudes adecuadas y esperadas por la 
sociedad en función de las circunstancias típicas en las que se encuentra el individuo y 
las relaciones que mantenga éste con su grupo y/o grupos de pertenencia (Fischer, 
1999). 
Definición operacional: Factores y puntajes obtenidos para un grupo de personas 
homosexuales de la ciudad de México mediante la factorización del instrumento “AF5”, 
elaborado por García Gutiérrez & Musito en el año 2002. 
 
Independiente 
Autoconcepto 
Definición conceptual: Tomando en cuenta el análisis de los elementos teóricos de 
autores tales como James (1890), Cooley (1902), Mead (1934/1993), entre otros, se 
concluye para este trabajo de tesis que el autoconcepto es, el análisis que se llega a 
hacer respecto a uno, el cual se realiza de manera individual y social, basándose en 
patrones culturales de los aspectos físicos, biológicos, sexuales, psicológicos y 
sociales. 
Definición operacional: Factores y puntajes que se obtuvieron para la muestra de un 
grupo de personas homosexuales de la Ciudad de México

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