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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
Lo fantástico como eje de problematización de la experiencia moderna en 
cuatro cuentos de El principio del placer de José Emilio Pacheco. 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL TITULO DE
LICENCIADA EN LENGUA Y LITERATURAS HISPÁNICAS 
PRESENTA
ALEJANDRA GONZÁLEZ AMEZCUA 
ASESOR: DR. MANUEL SEGUNDO GARRIDO VALENZUELA 
CIUDAD DE MÉXICO, 2018. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
Agradezco al Dr. Manuel Segundo Garrido Valenzuela por su pasión hacia la literatura y la 
vida, por su apoyo, conocimientos y comentarios que me ha brindado a lo largo de sus clases 
de Teoría Literaria y Literatura Iberoamericana y durante la realización de esta investigación. 
A la Dra. Alejandra Giovanna Amatto Cuña por incluirme en el Seminario de Literatura 
Fantástica Hispanoamericana, del cual ella es coordinadora junto con el Dr. José Miguel 
Candelario Martínez. Por su comprensión y apoyo continuos en mi participación en el 
Seminario y en el proceso de investigación. 
A los miembros del Seminario de Literatura Fantástica Hispanoamericana por su constante 
retroalimentación e interés en mi trabajo de investigación. 
Al Mtro. Daniel Castañeda García, al Dr. Armando Octavio Velázquez Soto y al Dr. Daniel 
Gutiérrez Trápaga por su dedicación al revisar y comentar mi investigación. 
Índice 
Introducción……………………………………………………………………p. 1. 
Capítulo I. Teoría de la modernidad………………………………………...... p. 12. 
1.1. Marshall Berman. El arte como expresión y problematización del 
modernismo y la modernización……...……………....………………..p. 16. 
1.2. Alain Touraine. El sujeto: una aproximación a sus capacidades 
creadoras en la modernidad…………………………...………………...p. 27. 
 1.2.1. La noción clásica de la modernidad según A. Touraine……………….p. 28. 
 1.3. Modernidad en Latinoamérica: Bolívar Echeverría, Julio Ramos 
y Beatriz Sarlo…………………………………………………………...p. 42. 
 1.3.1 Conexiones posibles entre teorías…………………………………….....p. 46. 
 1.3.2. Desarrollo de los conceptos principales propuestos por Bolívar 
Echeverría y su relación con las perspectivas de B. Sarlo y 
J. Ramos……………………………………………………………..... p. 49. 
Capítulo II. Romanticismo y literatura fantástica.…………….……………….p. 87.
 2.1. Romanticismo e Ilustración: Tzvetan Todorov………………………… p. 90. 
2.2. La estética romántica: premisas para la estética de lo fantástico……….. p. 99.
 2.2.1. Víctor Antonio Bravo. Expresiones modernas de lo “otro”: 
la literatura romántica y lo fantástico………………………………….p. 101. 
 2.2.2. Rüdiger Safranski. La imaginación romántica del individuo frente al 
desencanto y la fragmentación de la modernidad………………….......p. 110. 
 2.2.3. Isaiah Berlin. Vías alternas de conocimiento en el Romanticismo: 
las exploraciones del individuo………………………………....…….p. 117. 
 2.2.4. Marshall Berman. El “modelo fáustico”: posibilidades de transformación 
en la modernidad…………………………………………………..... p. 122. 
 2.2.5. Romanticismo y literatura fantástica en Latinoamérica: aperturas 
diversas a lo “otro”……………………………………………………..p. 125. 
 2.2.5.1. Posibilidades de la literatura fantástica mexicana: Fortino 
Corral Rodríguez……………………………………………………..p. 129. 
Capítulo III. Lo fantástico en cuatro cuentos de El principio del placer……….p. 145. 
 3.1. Ejes teóricos de lo fantástico……………………………………………. p. 145. 
 3.2. “La fiesta brava”: análisis de la transgresión de los paradigmas de 
realidad del individuo moderno a través de la ruptura fantástica 
 del binomio “realidad/ficción.”…….……………………………………p. 161. 
 3.3. “Langerhaus”: exploración del imposible fantástico manifestado en el 
desdoblamiento del personaje - narrador…………………………………p. 196. 
 3.4. Dos ejes constitutivos de lo fantástico en “Tenga para que se entretenga”: 
 la irrupción de lo imposible sobrenatural y la barbarie del paradigma 
de realidad moderno……………………………………………………...p. 217. 
 3.5. El viaje en el tiempo en “Cuando salí de La Habana, válgame Dios”: la 
configuración subjetiva de la travesía espacio-tiempo desde lo ordinario 
 a lo imposible fantástico………………………………………………….p. 235. 
Conclusiones………………………………………………………………….......p. 253. 
Bibliografía......................................................................................................................p. 262
3.2.2. Noción de “realidad” del escritor Andrés Quintana................................... p. 184
1 
Introducción 
José Emilio Pacheco forjó durante su vida una obra literaria amplia y diversa, enmarcada por 
un espacio y por una temporalidad concretos: los sentidos de sus textos se entretejen con el 
mundo en el cual vivió y escribió, en el México del siglo XX. Podemos considerar su 
actividad literaria como el afán constante de expresar y problematizar las realidades 
modernas de nuestro país, a su vez vinculado con el resto del globo. La búsqueda creativa 
que permea la obra de Pacheco implica la re-significación de ideas, temas, tensiones y 
conflictos delimitados por la “experiencia vertiginosa” expuesta por Marshall Berman al 
inicio de su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire.1 Esta investigación parte de las 
peculiaridades de la obra fantástica de Pacheco en consonancia con una noción compleja: la 
de “modernidad.” Dicha categoría se ha configurado a partir de una serie de experiencias 
constantes para la humanidad desde hace por lo menos cinco siglos2: se trata de formas de 
vida que se han distinguido de los modos previos en que el ser humano se ha configurado, 
mismas que han abierto para nuestras sociedades y culturas posibilidades antes no vistas, es 
decir, horizontes y procesos novedosos que afectan en distintos grados y ángulos la totalidad 
de la vida de nuestra especie. A modo de marco referencial para las consecuentes reflexiones, 
planteamos la “modernidad” como una época histórica constituida por procesos complejos, 
y conformada por características diversas: las fuerzas de la modernidad afectan a la 
humanidad en todos sus aspectos, desde los sociales y culturales, hasta los políticos, 
científicos, identitarios y artísticos. 
1 Marshall Berman, “Prólogo”, en Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad.
México, Siglo XXI, 2001, p. 1. 
2 Idem. Tomamos la ubicación temporal del libro escrito por Marshall Berman si bien se han dado diferentes 
años para datar el inicio de lo que llamamos modernidad. 
2 
Tomamos como lineamientos iniciales para comprender los constituyentes de dicha época 
las ideas de Marshall Berman acerca del modernismo y la modernización: la primera alude a 
las ideas, visiones y valores que emanan de las experiencias humanas dentro de la época 
moderna, es decir, a su cultura a lo largo y ancho del globo, mientras que el segundo refiere 
a las estructuras “sociales”3 materiales, tecnológicas, demográficas, urbanísticas, 
económicas, etcétera, que dan forma al periodo histórico que aquí tratamos. Estos 
planteamientos no configuran una definición cerrada y única del asunto, sino que permiten 
una delimitación básica del problema que será ampliada y complementada a largo de esta 
investigación: veremos que las formas de comprender y definir el concepto son múltiples y 
que dependen de los intereses y perspectivas de los autores quelo abordan. 
Si bien consideramos la modernidad como un fenómeno común a la humanidad 
actual, es necesario ponderar las particularidades latinoamericanas que le otorgan formas y 
significados característicos. Los elementos que constituyen a las modernidades 
latinoamericanas y las estructuras mediante las cuales esos aspectos se vinculan entre sí son 
específicos. Por su parte, la categoría literaria de lo fantástico pertenece a esa circunstancia 
moderna (que es unitaria y a la vez problemática) ya que sus procedimientos narrativos y los 
temas que aborda esta literatura provienen de su seno y de sus tensiones más profundas. Así, 
en Latinoamérica lo fantástico se construye a partir de expresiones particulares de la 
modernidad, de modo tal que su configuración es, asimismo, singular. 
La investigación plantea, entonces, la vinculación entre dos categorías de carácter 
diferenciado: la modernidad, entendida grosso modo como un conjunto de experiencias 
humanas que puede abstraerse mediante diversos sistemas de pensamiento, gesta y da sentido 
3 M. Berman, op. cit., p. 2. 
3 
a la literatura fantástica. Consideramos a esta última como una manifestación artística 
moderna cuyas narraciones exploran múltiples conflictos de esa “circunstancia vertiginosa” 
a través de procedimientos y temáticas que al confluir concretamente distinguen al género en 
cuestión. Al ocurrir en el contexto latinoamericano, tanto lo moderno como lo fantástico se 
articulan en formas excéntricas, es decir, diferenciadas de las manifestaciones de los centros4 
culturales que podemos ubicar en Estados Unidos y en Europa. Nuestra investigación plantea 
la existencia de posibilidades auténticas de lo moderno y de lo fantástico en Latinoamérica: 
rechazamos la idea de que estos sean exclusivos de unos pocos espacios y tiempos. Si bien 
podemos ubicar el origen y el inicial desarrollo de ambos fenómenos en Europa, tal hecho 
no suprime la presencia de ambas expresiones humanas en otras coordenadas espaciales, 
temporales y culturales. 
El orden y la estructura de los tres capítulos propuestos responden a la necesidad de 
articular de forma coherente los diversos ejes que fundamentan nuestra investigación. El 
primer capítulo está dedicado a la comprensión de la categoría “modernidad” a través de la 
revisión y vinculación de las bases teóricas propuestas por los siguientes autores: Marshall 
Berman5, Alain Touraine6, Bolívar Echeverría7, Julio Ramos8 y Beatriz Sarlo.9 El 
acercamiento a la perspectiva de cada uno de ellos permite componer un panorama teórico 
que explica las características del fenómeno moderno que José Emilio Pacheco problematiza 
4 Utilizamos el término excéntrico en tanto que Latinoamérica se distingue por un carácter periférico que, según 
Beatriz Sarlo en Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires, Ariel, 1995, permite la creación de obras 
singulares desde y en el continente. 
5 M. Berman, op. cit. 
6 Alain Touraine, Crítica de la modernidad. México, FCE, 2000. 
7 Utilizamos variadas obras de Bolívar Echeverría: “Modernidad y capitalismo, 15 tesis”, en Las ilusiones de
la modernidad. México, El equilibrista/UNAM, 1995; “Definición de la modernidad”, en Modernidad y 
blanquitud. México, Era, 2010; “Modernidad en América Latina”, en Vuelta de siglo. México, Era, 2006. 
8 Julio Ramos, Desencuentros de la modernidad en América Latina. Caracas, El perro y la rana, 2009. 
9 B. Sarlo, op. cit. 
4 
en sus cuentos fantásticos. Los temas abordados por los dos primeros autores, Marshall 
Berman y Alain Touraine, fungen como el marco general a través del cual buscamos entender 
el tema que nos concierne: el proceso dado entre modernización y modernismo (explicado 
por M. Berman) y la relación entre el sujeto y la razón (planteado por A. Touraine) componen 
el primer plano teórico del capítulo. Bolívar Echeverría, Julio Ramos y Beatriz Sarlo, nos 
ayudan a concretar la “modernidad” en el espacio Latinoamericano: sus perspectivas nos 
permiten discernir y ponderar las singularidades de las modernidades en América Latina y 
los vínculos, asimismo específicos, entre éstas y las expresiones literarias en el continente. 
En el segundo capítulo se estudia la estética romántica y su estrecha relación con el 
género fantástico. Una vez más configuramos el texto partiendo de lo general a lo particular: 
a modo de puente entre este capítulo y el anterior, se abordan las características del proyecto 
ilustrado (fundamental para la composición de las modernidades occidentales), a través de la 
mirada de Tzvetan Todorov10, y las reacciones románticas a las pretensiones ilustradas, 
mediante los estudios de Marshall Berman, Rüdiger Safranski11 e Isaiah Berlin.12 Asimismo, 
en este capítulo abordamos dos particularidades: se plantea la visión de Víctor Antonio 
Bravo, quien articula las estrechas conexiones ocurridas entre el Romanticismo y lo 
fantástico mediante “la estética de la alteridad”13, un elemento propio del arte moderno, según 
el mismo autor. En segundo término recurrimos a la obra de Fortino Corral14 con el fin de 
10 Tzvetan Todorov, El espíritu de la Ilustración. Trad. Noemí Sobregués. Barcelona, Galaxia Gutemberg, 
2008. 
11 Rüdiger Safranski, Romanticismo. Una odisea del espíritu alemán. Trad. Raúl Gabás. México, Tusquets, 
2009. 
12 Isaiah Berlin, Las raíces del romanticismo. Henry Hardy (ed.). Madrid, Taurus, 2000. 
13 Víctor Antonio Bravo, La irrupción y el límite. Hacia una reflexión sobre la narrativa fantástica y de la 
naturaleza de la ficción. México, UNAM, 1988. 
14 Fortino Corral Rodríguez, Senderos ocultos de la literatura mexicana. La narrativa fantástica del siglo 
XIX. Madrid, Pliegos, 2011.
5 
exponer algunas de las expresiones románticas y fantásticas en el México decimonónico: 
tales manifestaciones evidencian el carácter singular y complejo de las creaciones artísticas 
enmarcadas en el ámbito mexicano. 
El tercer y último capítulo cristaliza en el análisis de los cuentos seleccionados las 
reflexiones teóricas previas, que, como hemos señalado, abarcan determinadas características 
de la categoría “modernidad” y las particularidades estéticas de lo fantástico (cuyos gérmenes 
hallamos en el Romanticismo, tanto en Europa como en América Latina). El objetivo de 
abordar las creaciones fantásticas de José Emilio Pacheco a partir de los fenómenos de las 
modernidades actuales, enmarcadas en el contexto singular de América Latina y en el más 
amplio espectro occidental, exige un planteamiento claro acerca del género literario en 
cuestión. Por ello, presentamos en un primer segmento la perspectiva a través de la cual 
comprendemos “lo fantástico”, sus características principales y los procedimientos 
específicos que le dan forma. El análisis puntual de los textos parte de tal comprensión del 
género con el fin de estudiar y comprender los procesos mediante los cuales lo fantástico 
revela y problematiza los fenómenos propios de la modernidad. 
Planteamiento del problema e hipótesis 
Una vez planteado el vínculo entre lo moderno y lo fantástico, mismo que será la idea básica 
de la investigación, debemos especificar la vía concreta que utilizaremos para abordar dicha 
relación en los textos seleccionados. José Emilio Pacheco ha articulado en su obra diversas 
manifestaciones de lo moderno a través de distintos géneros literarios y las estrategias 
particulares que cada uno permite: de entre ellos, el fantástico logra constituir un 
acercamiento profundo y crítico al concepto que nos atañe. Los cuentos seleccionados 
conforman una exploración específica a ciertas problemáticas de la modernidad 
6 
latinoamericana, y lo hacen acudiendo a determinadas formas narrativas y núcleos temáticos 
que buscaremos analizar en cada texto. 
 Es necesario proponer desde este punto de la investigación un acercamiento a la 
noción literaria que nos interesa, misma que será abordada a profundidad en el tercer capítulo.Rafael Olea Franco señala en su libro15 dos significados distintos para “lo fantástico”: el 
primero, de carácter generalizador, refiere a una “categoría estética global y abstracta (cuyo 
uso podría ser semejante a los términos de lo cómico, lo trágico, lo lírico, etcétera)”, mientras 
que el segundo designa al género literario, es decir a “la variedad específica de textos en los 
que esa categoría entra como principio dominante y estructurador, la cual está acotada por 
un período histórico y cultural.”16 Ocuparemos la segunda perspectiva explicada por el autor 
(quien también la prefiere), dado que los textos elegidos se estructuran primordialmente a 
partir de dicha categoría. Para este esbozo de definición nos es útil, también, la perspectiva 
de Remo Ceserani, quien denomina a lo fantástico como un “modo”17 o una “contraforma” 
en tanto que trastoca, dentro de un contexto dado, uno o varios discursos, 
deconstruyéndolos.18 Tal como apuntan Rafael Olea Franco y Remo Ceserani19, resulta 
elemental estudiar la obra de José Emilio Pacheco como una creación ubicada en coordenadas 
delimitadas temporal, espacial y culturalmente. 
15 Rafael Olea Franco, En el reino fantástico de los aparecidos: Roa Bárcena, Fuentes y Pacheco. México, 
Colegio de México, 2004, p. 25. 
16 Ibid., p. 25. 
17 Remo Ceserani, Lo fantástico. Madrid, Visor, 1999, pp. 95-96. 
18 Los planteamientos de Remo Ceserani en este sentido se fundamentan en la autora I. Bessière, quien 
desarrolla la idea de lo fantástico como contraforma en su libro Le récit fantastique La Poètique de l’incertain. 
París, Larousse, 1974. 
19 Ambos autores insisten en la relevancia del contexto o de la circunstancia específica en que se generan las 
obras fantásticas, dado que las transgresiones que éstas provoquen dependen en gran medida del tipo de 
paradigma de realidad o de discursos hegemónicos que enmarcan un momento y un espacio específicos. 
7 
Son cuatro los cuentos del libro El principio del placer a los que podemos incluir en el género 
fantástico20: “La fiesta brava”, “Langerhaus”, “Tenga para que se entretenga” y “Cuando salí 
de La Habana, válgame Dios.”21 En cada uno de ellos hay, en principio, un universo cercano 
a los códigos realistas, del cual forman parte algunos de los personajes y con el cual puede 
identificarse el lector. Este plano “real” es transgredido por sucesos y personajes imposibles, 
inexplicables según sus leyes racionales.22 Tal intrusión conmueve los cimientos de la esfera 
de lo “real”: la convivencia problemática entre ésta y lo ominoso23 es seña de lo fantástico y 
sugiere una constitución no ordinaria de ese plano que inicialmente podemos identificar 
como “cotidiano”. A partir de la existencia de esta categoría literaria en las narraciones 
elegidas surge un problema de trabajo: ¿cómo narra lo fantástico las diversas experiencias 
modernas? Es decir, ¿mediante qué estrategias narrativas y a partir de qué temáticas aborda 
ese conjunto de circunstancias que hemos denominado como “modernas”? 
Nuestro problema de investigación parte de la concepción de la modernidad como 
una compleja “experiencia” que puede ser comprendida mediante diversos sistemas de 
pensamiento. Así como puede ser estudiada a través de la filosofía y la ciencia, y sus 
múltiples corrientes y perspectivas, también puede ser entendida en el arte, en la literatura. 
Esta última sería entonces una forma del conocimiento humano o, dicho de otra manera, un 
lenguaje específico que re-significa y re-articula las diversas realidades humanas mediante 
20 R. Olea Franco, op. cit., p. 179. Nos basamos en sus afirmaciones en el capítulo “José Emilio Pacheco: el 
principio de lo fantástico.” 
21 Para esta investigación nos basaremos en la primera edición del texto (El principio del placer. México. 
Joaquín Mortiz, 1972) Remitiremos en ocasiones a la edición más reciente (de 1997) con el fin de ampliar y 
comparar ciertos temas o formas narrativas en ambas ediciones. 
22 La caracterización inicial que planteamos para lo fantástico se nutre de las teorías de Rafael Olea Franco 
ubicadas en su libro En el reino fantástico de los aparecidos: Roa Bárcenas, Fuentes y Pacheco. La delimitación 
específica del concepto será formulada posteriormente mediante las ideas de diversos autores contemporáneos. 
23 Este término, utilizado en algunas teorías sobre lo fantástico, proviene del conocido estudio Das unheimliche, 
escrito en 1919 por Sigmund Freud, quien aborda el cuento El hombre de arena (Der sandmann) de E.T.A. 
Hoffmann. Remo Ceserani dedica el primer capítulo de su libro citado al estudio de la interpretación de Freud. 
8 
órdenes y objetivos propios. En ese sentido es que planteamos la siguiente hipótesis: el 
encuentro más o menos perturbador entre lo “real” y lo “imposible” u “ominoso” permite la 
presencia de una particular exploración crítica de aspectos propios de la modernidad. Y, dado 
que ese “encuentro” se configura de maneras singulares en cada narración, es necesario 
estudiar y analizar las formas específicas mediante las cuales lo fantástico aborda y cuestiona 
las experiencias modernas en los cuentos seleccionados. 
En este sentido consideramos oportuno señalar algunas vías teóricas que permiten 
establecer el puente existente entre lo fantástico y la modernidad. En primera instancia, es 
posible articular las maneras en que lo fantástico aborda la modernidad a través de dos 
categorías generales: una formal y otra temática. La primera constituye el cimiento de los 
sentidos de lo fantástico, mientras que entendemos la segunda como un aspecto 
complementario, útil debido a que nos permite reconocer determinados planteamientos 
dentro de los textos: si bien existen ciertos temas constantes dentro del género en cuestión, 
su existencia no depende de ellos. 
A continuación daremos algunos ejemplos de los procedimientos formales y sistemas 
temáticos mediante los cuales se problematiza y explora la modernidad en lo fantástico: si 
bien la comprensión del género se desarrolla cabalmente en los capítulos posteriores, es 
necesario esbozar desde el inicio un horizonte de aquellos conflictos modernos que los textos 
de Pacheco abordan. Para ello retomaremos la exposición de Remo Ceserani en torno al modo 
fantástico, cuyas aportaciones continuaremos utilizando a lo largo de la investigación. Dicho 
autor ubica, por un lado, sus “procedimientos narrativos y retóricos” (o procedimientos 
formales), y por el otro, los “sistemas temáticos recurrentes en la literatura fantástica.”24 
24 R. Ceserani, op. cit., pp. 100-128. El autor dedica un capítulo completo al estudio de estos aspectos del modo 
fantástico: el listado y las descripciones que el autor facilita son generalidades de los procedimientos y temas 
9 
Desde luego, ambos aspectos se hallan interrelacionados, según explica Ceserani, y han sido 
expresiones constantes dentro del modo literario que nos atañe, el cual los ha desarrollado 
diversamente en distintas coordenadas históricas. En las líneas siguientes enumeramos los 
procedimientos formales y los núcleos temáticos que consideramos adecuados para 
comprender la relación entre la modernidad y lo fantástico: la ostensión de procedimientos 
narrativos en el cuerpo mismo de la narración; el interés en las capacidades proyectivas y 
creativas del lenguaje; los pasos de umbral y de frontera; el objeto mediador y la elipsis. En 
cuanto a los sistemas temáticos constantes dentro del modo en cuestión se hallan los 
siguientes elementos: la noche, lo obscuro, el mundo tenebroso e interior; la vida de los 
muertos; el individuo como asunto relevante de la modernidad; el doble; y la locura. Al 
listado propuesto por Ceserani podemos sumar algunos elementos explicados por Rafael 
Olea Franco: el proceso de desestabilización del paradigma de lo “real”; el suspenso; la 
incertidumbre; la estructura indicial del género y la lógica de la conjunción contrastada conla lógica de disyunción. 
La numeración previa expone algunas de las múltiples posibilidades que tiene lo 
fantástico para profundizar en las realidades modernas: en cada texto que hemos 
seleccionado, las estructuras narrativas específicas se suman al “tratamiento” singular de una 
o varias temáticas emanadas de los conflictos modernos. En este sentido resultan de utilidad
las palabras escritas por Flora Bottom: 
[…] lo fantástico, ente inasible por antonomasia, reside en un juego constante 
entre el tema y el tratamiento. Un tema por sí sólo no puede ser fantástico o no 
fantástico, más que si es tratado de cierta manera. Un tratamiento no puede darse 
en abstracto, sino referido a un tema determinado. En las modalidades de esa 
del género, por lo cual el autor hace hincapié en la relevancia que la contingencia histórica tiene para el modo 
en cuestión. 
10 
interrelación mutua entre el tema y su tratamiento es donde podemos encontrar, 
pues, la forma de lo fantástico.25 
Tal como explica la autora, no hay tema que por sí solo sea fantástico: es necesaria 
una manera particular, o un tratamiento específico, que aborde un determinado tema como 
fantástico. En términos generales es posible decir que dicho género busca, a través de 
distintas estrategias formales y temáticas, explorar y revelar los paradigmas de realidad 
configurados en una contingencia histórica particular: las narraciones fantásticas plantean 
conflictos y problemáticas que conmueven los cimientos de aquello que llamamos “realidad.” 
Los presupuestos “cotidianos”, “realistas” u “ordinarios” que lo fantástico vulnera forman 
parte de un amplio espectro que refiere a las diversas experiencias vitales, incluidas sus 
expresiones artísticas y filosóficas, por las que ha atravesado la humanidad desde los enormes 
cambios instaurados por la modernidad. Las cuestiones que los cuentos de Pacheco articulan 
pertenecen a una amplia gama de posibilidades: sus textos apelan a la situación del “sujeto” 
moderno y de la identidad en el mundo contemporáneo; a la relación entre las sociedades y 
culturas pre-modernas y las modernas; a la validez y relevancia de la “razón” en la actualidad; 
al cuestionamiento acerca de la supuesta estabilidad y orden de la “realidad” y su convivencia 
con la ficción; a las condiciones paradójicas de los países periféricos en relación con las 
naciones centrales26; y también a las apariencias de progreso que ocultan violencia y 
corrupción. En suma, lo que observamos cuestionado y re-articulado en su obra, gracias a la 
singular perspectiva que otorga lo fantástico, es el conjunto de signos de la modernidad que 
25 Flora Bottom, “Características generales de lo fantástico”, en Los juegos fantásticos, 2da edición. México, 
UNAM, 1994, p. 30. 
26 B. Sarlo, op. cit., p. 3. En este punto retomamos las reflexiones de la autora en torno a las culturas 
periféricas. 
11 
José Emilio Pacheco optó por abordar, y que nosotros buscaremos ubicar y analizar como 
parte constituyente de cada cuento. 
12 
Capítulo I 
Teoría de la modernidad 
La escritura del presente capítulo está justificada por nuestro planteamiento básico: los 
cuentos fantásticos elegidos narran fenómenos particulares de las experiencias modernas. Por 
ello resulta necesario abordar la categoría “modernidad” y así constituir un conjunto de 
características que sean coherentes con los significados encontrados en las obras 
seleccionadas: la configuración de una relación válida entre el concepto y las narraciones de 
José Emilio Pacheco aparece como una tarea prioritaria. Asimismo, la validez de nuestra 
propuesta de interpretación depende de lo siguiente: las reflexiones teóricas deben responder 
a las especificidades de los textos. Por lo tanto, las definiciones y caracterizaciones que 
abordemos serán herramientas para comprender la complejidad de los cuentos, para ubicar y 
analizar en ellos las expresiones y problematizaciones emanadas del fenómeno de la 
modernidad. 
Para comenzar las reflexiones pertinentes planteamos la siguiente cita del libro Las 
ilusiones de la modernidad del filósofo Bolívar Echeverría: 
Lo moderno no se muestra como algo exterior a nosotros, no lo tenemos ante los 
ojos como una ‘terra incognita’ cuya exploración podamos emprender o no. Unos 
más, otros menos, todos, querámoslo o no, somos ya modernos o nos estamos 
haciendo modernos, permanentemente. El predominio de lo moderno es un hecho 
consumado, y un hecho decisivo. Nuestra vida se desenvuelve dentro de la 
modernidad, inmersa en un proceso único, universal y constante que es el proceso 
de la modernización. Modernización que, por lo demás —es necesario subrayar, 
no es un programa de vida adoptado por nosotros, sino que parece más bien una 
fatalidad o un destino incuestionable al que debemos someternos.1 
1 Bolívar Echeverría, “Modernidad y capitalismo, 15 tesis” en Las ilusiones de la modernidad. México, El 
equilibrista/UNAM, 1995, p. 134. 
13 
Así pues, nos encontramos estudiando al fenómeno moderno desde su interior: este hecho 
vuelve cercanas las consideraciones teóricas que expondremos posteriormente, dado que 
aluden al tejido mismo que da forma a nuestra experiencia, como individuos y como culturas 
y sociedades. Nuestro propio carácter moderno nos permite acudir a una mirada crítica de la 
estructura en la cual habitamos, posibilitando así un ejercicio de reconocimiento de la 
complejidad en que la humanidad ha vivido y en la cual continúa existiendo. 
 La “experiencia vertiginosa”2 que ha dado forma a la vida de los seres humanos desde 
hace al menos cinco siglos3 ha sido fuente de numerosas discusiones teóricas y ha sido 
definida a partir de diferenciadas perspectivas. Para el desarrollo de este segmento de la 
investigación hemos seleccionado las teorías de Marshall Berman, Alain Touraine y Bolívar 
Echeverría, cuyas visiones se distinguen claramente, pero que no se excluyen entre sí: el 
primero vincula estrechamente sus planteamientos con el ámbito artístico (particularmente 
con el literario), mientras que el segundo estudia el tema a partir de la dualidad de la 
subjetividad y la racionalización. Echeverría, por su parte, aborda el tema de la modernidad 
a partir de las teorías formuladas por Karl Marx en el siglo XIX en torno al capitalismo. 
Buscaremos conformar una idea general sobre la modernidad a partir de cada teoría y de las 
relaciones posibles entre ellas, de manera que seamos capaces de conformar un 
entendimiento amplio y profundo acerca del término, en tanto que seamos conscientes de que 
nuestra aproximación al concepto no podrá ser total. Este primer nivel de integración entre 
las visiones particulares de los tres autores elegidos deberá articularse paralelamente con las 
expresiones de lo fantástico, una categoría o “modo” literario (según Remo Ceserani4) que 
2 Marshall Berman, Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. México, Siglo 
XXI, 2011, p. 1. 
3 Ibid., p. 2. Aludimos a delimitación temporal que Berman expone en su libro. 
4 Remo Ceserani, “Intentos de definición”, en Lo fantástico. Madrid, Visor, 1996, pp. 95-96. 
14 
surge en la modernidad, y que constituye una enriquecedora expresión de sus elementos y de 
los conflictos que ocurren entre ellos. Consideramos que las formulaciones de cada estudioso 
plantean características y estructuras de lo moderno que nos ayudarán a comprender aquellos 
procedimientos y temáticas que configuran la categoría de lo fantástico en las obras de José 
Emilio Pacheco. 
Es adecuado señalar que, si bien en el libro Crítica de la modernidad5, Alain Touraine 
critica las definiciones de la modernidad fundamentadas primordialmente en la oposición 
entre sociedades pre-modernas y modernas, o basadas en una idea de inagotable dinámica de 
cambio (ambos aspectos que Marshall Berman aborda como características modernas), la 
cuestión que distingue la concepciónpresentada por el autor francés es la del “sujeto” y su 
relación, contradictoria y a la vez complementaria, con la razón. Para el sociólogo, la omisión 
del sujeto en las concepciones de la modernidad es el principal error que ha resultado en 
definiciones parciales y débiles del término. Marshall Berman, por su parte, fundamenta la 
experiencia moderna a partir de otro tipo de relación, misma que no se opone a la que 
Touraine propone: para abordar y entender la modernidad Berman explora el diálogo 
constante entre modernizaciones y modernismos, así como los procesos de creación y 
destrucción procedentes de él. 
Una de las definiciones de “modernidad” que escribió el filósofo ecuatoriano Bolívar 
Echeverría puede parafrasearse6 de la siguiente forma: se trata de la característica 
determinante de un conjunto de comportamientos que han articulado a la humanidad desde 
hace varios siglos. Esta “característica” que ha configurado a la especie humana y que la ha 
5 Alain Touraine, Crítica de la modernidad. México, FCE, 2000. 
6 Utilizamos las ideas plasmadas al inicio del texto de Bolívar Echeverría, “Definición de la modernidad” en 
Modernidad y blanquitud. México, Era, 2010. 
15 
unido mediante sus atributos, resulta ser una experiencia heterogénea, diversa y sumamente 
compleja, la cual puede comprenderse a partir de dos categorías significativas emanadas de 
las reflexiones del ecuatoriano: la modernidad potencial y la modernidad realmente existente, 
mismas que explicaremos posteriormente. Además, el entrecruzamiento constante entre los 
diferentes estratos de la modernidad y entre las tradiciones provenientes de los mundos pre-
modernos conlleva a un largo espectro de posibilidades para vivir dentro de la “experiencia 
vertiginosa.” Echeverría comprende que la modernidad contiene vías creativas, afirmadoras 
de la vida, aún a pesar de la fuerza de lo que él denomina la modernidad realmente existente, 
es decir, la capitalista. 
Veremos que los tres autores coinciden en el cuestionamiento del avance acrítico de 
la modernidad, y que cada uno, según su visión propia, evidencia el tejido intricado de la 
experiencia moderna: si bien sus teorías se establecen desde distintos cimientos, es patente 
que sus textos nos ayudan a comprender lo moderno. Y, de nuestra comprensión de tal 
fenómeno resulta un entendimiento asimismo profundo y fructífero de las obras escritas por 
José Emilio: las problemáticas narradas en sus cuentos adquieren un matiz singular al 
observarlas desde la perspectiva teórica de la modernidad (y, especialmente, de la 
modernidad latinoamericana). Bolívar Echeverría explica el germen de resistencia ubicado 
dentro del destructivo modo capitalista: tal simiente permitiría a los individuos y a sus 
culturas y sociedades nuevas formas de vincularse con lo “otro”. Por su parte, Alain Touraine 
y Marshall Berman señalan la necesidad de un “sujeto” (en términos de A. Touraine) o de un 
nuevo hombre o mujer (según M. Berman) que configure la realidad y sus valores. Tanto M. 
Berman como A. Touraine y B. Echeverría consideran apta a la humanidad moderna para 
transformar su entorno y construir nuevas realidades: para ellos el periodo moderno contiene 
capacidades creativas vastas. Sin embargo, los autores señalan el carácter paradójico que nos 
16 
rodea: la acción del ser humano moderno puede verse limitada, degradada, inclinada a 
cometer actos violentos. El ser humano se encuentra frente a posibilidades inmensas, 
inexistentes en los mundos pre-modernos, azotado por condiciones que contradicen sus 
aptitudes transformadoras. En última instancia, los tres autores aluden a la necesidad de 
abordar la modernidad a través de miradas que hagan justicia a las capacidades creadoras del 
ser humano. En este sentido podemos considerar la actividad de escritura de José Emilio 
Pacheco como una expresión de las capacidades de creación del ser humano moderno: a 
través de lo fantástico, el autor concibe un espacio narrativo en el cual se problematiza el 
mundo moderno latinoamericano, sus fuerzas positivas y negativas, paradojas, y sus 
promesas incumplidas. 
1.1. Marshall Berman. El arte como expresión y problematización del modernismo y la 
modernización 
Ya delineadas las posibilidades de encuentro entre los autores que nos conciernen, 
procederemos a abordar concretamente la visión de cada uno. Comenzamos con el teórico 
Marshall Berman, quien estudia el concepto que nos ocupa como un conjunto de experiencias 
que ha permeado en las sociedades humanas desde hace cinco siglos, aproximadamente. Su 
primer acercamiento a la cuestión, en la introducción a su libro Todo lo sólido se desvanece 
en el aire, presenta un fenómeno cuyas consecuencias afectan a la totalidad de la humanidad, 
aunque en formas y grados distintos. M. Berman propone un elemento paradójico que es 
común a los seres humanos dentro de la modernidad, “la unidad de la desunión.”7 Porque, 
según lo expresa, tal conexión se caracteriza por procesos de constante separación y 
7 M. Berman, op. cit., p. 1. 
17 
desintegración, que afectan tanto a los individuos como a los grupos humanos. Así lo 
describe: 
Los entornos y las experiencias modernos atraviesan todas las fronteras […] en 
ese sentido la modernidad une a toda la humanidad. Pero es una unidad paradójica, 
la unidad de la desunión: nos arroja a todos en una vorágine de perpetua 
desintegración y renovación, de lucha y contradicción, de ambigüedad y angustia.8 
A pesar del carácter universal que Berman atribuye al término, la propia 
configuración del mismo incluye inmensas posibilidades de vida que se particularizan y se 
concretan según las temporalidades y los espacios, los individuos, sociedades y culturas. Ese 
tono diverso que emana de la explicación del autor nos resulta útil para comprender que los 
textos de José Emilio Pacheco constituyen un aspecto estético de la “experiencia vertiginosa” 
que expresa a la vez tanto lo universal de lo moderno como lo concreto y específico de ese 
fenómeno enmarcado en Latinoamérica. En la cita observamos que Berman apunta a la 
“vorágine” como un aspecto que forma parte importante de la modernidad: ésta pareciera 
funcionar como un impulso que influye en todo ser humano, de ahí su carácter unitario, y 
cuyos estímulos provocan procesos creativos y destructivos peligrosamente incontrolables. 
Las palabras de Marshall Berman aluden a movimientos perturbadores, incluso violentos: no 
obstante, la manera en que el autor concibe la idea no se limita a la condición de actividad 
permanente. Ésta es formulada como un primer horizonte a considerar, uno que puede ser, 
además, próximo al lector. Luego de su primera exposición acerca del concepto, el autor 
especifica los elementos y relaciones que lo constituyen: 
En el siglo XX, los procesos sociales que dan origen a esa vorágine, 
manteniéndola en un estado de perpetuo devenir, han recibido el nombre de 
«modernización». Estos procesos de la historia mundial han nutrido una 
asombrosa variedad de ideas y visiones que pretenden hacer de los hombres y las 
mujeres los sujetos tanto como los objetos de la modernización […] A lo largo del 
8 M. Berman, op. cit., p. 1. 
18 
siglo pasado, estos valores y visiones llegaron a ser agrupados bajo el nombre de 
«modernismo».9 
El dinámico vínculo existente entre los procesos de modernización y los 
modernismos10 (los primeros comprendidos como los progresos materiales y sociales en la 
modernidad, y los segundos como las diversas culturas e ideas gestadas en dicha época) ha 
permitido la creación de novedosas obras, ya sean materiales o abstractas, y la destrucción 
de otras: el autor apunta a la existencia de una rica tradición moderna que dio forma a las 
ideas más significativas del siglo XIX. Berman alude a la fuerza con que los modernistas 
decimonónicos europeos afrontaron los nuevos y conmovedores sucesos que estaban 
afectandosu mundo: a través de distintas estrategias y medios, los intelectuales y artistas del 
siglo XIX consiguieron aprehender y expresar las contradicciones de una modernidad que no 
había alcanzado aún la extensión que tendría en el siglo XX. Asimismo, señala la capacidad 
de los modernistas para tomar los elementos vertiginosos y construir a partir de ellos obras 
auténticas y vigorosas, cuyas limitaciones son parte de sus esfuerzos por entender y afrontar 
sus realidades. Los autores del siglo XIX que Berman retoma (principalmente a Karl Marx, 
Friedrich Nietzsche, Charles Baudelaire y Johann Wolfgang Goethe) consiguieron lo que, 
según el criterio del mismo autor, ha sido infrecuente durante el siglo XX: ellos, al ver su 
mundo transformarse, utilizaron esas energías inmensas y construyeron a su vez 
posibilidades de genuino cambio y creación. Expresa el autor: 
Marx, Nietszche y sus contemporáneos experimentaron la modernidad como una 
totalidad en un momento en que sólo una pequeña parte del mundo era 
verdaderamente moderna […] Hemos perdido nuestro control de las 
contradicciones que ellos tuvieron que captar con toda su fuerza, en todos los 
momentos de su vida diaria, simplemente para poder vivir.11 
9 M. Berman, op. cit., p. 2. 
10 Es necesario considerar que el “modernismo” desarrollado por Marshall Berman no es equivalente ni al 
modernism en inglés ni al modernismo latinoamericano. 
11 Ibid., p. 27. 
19 
Berman explica que los modernistas fueron autocríticos e irónicos: ellos formularon 
respuestas emanadas del entorno moderno en que se encontraban, a la vez que criticaban ese 
mismo marco que los constituía. Él expresa que: “Es irónico y contradictorio, polifónico y 
dialéctico, denunciar la vida moderna en nombre de los valores que la propia modernidad ha 
creado.”12 Un ejemplo de ello es la burguesía, la cual funge como impulsora de la relación 
(entre modernismos y modernizaciones) propuesta por el autor, y que fue arduamente 
criticada por Karl Marx y Frederic Engels en el Manifiesto comunista, a partir del cual 
Berman expresa: “[…] vemos que el dinamismo revolucionario que derrocará a la moderna 
burguesía nace de los impulsos y necesidades más profundos de esos burgueses.”13 Según 
Berman, lo anterior constituye un tema de especial interés en las reflexiones de Marx, ya que 
éstas se caracterizaron por buscar “hacer sentir la presión” de las contradicciones de su 
realidad. Tal pretensión de hacer notar o de exponer las problemáticas de las realidades 
específicas es común a autores como Nietzsche, Goethe, o Baudelaire. De forma similar a 
ellos, Marx buscó expresar y captar “un mundo donde todo está preñado de su contrario.”14 
En este sentido, podemos ubicar a José Emilio Pacheco como un modernista que buscó 
exponer y hacer sentir las contradicciones de la modernidad en y mediante la escritura. Su 
mirada es también paradójica dado que se origina en su propia experiencia vertiginosa, 
diferenciada de la ocurrida en el siglo XIX en Europa. El siglo XX detenta una clase de 
conflictos que se vinculan con los ocurridos en el período anterior y que a la vez se distinguen 
de aquéllos. Las contradicciones percibidas y señaladas por los modernistas decimonónicos 
se ramifican y potencian durante el siguiente siglo y toman formas peculiares especialmente 
12 M. Berman, op. cit., p. 10. 
13 Ibid., p.7. 
14 Ibid., p.10. 
20 
en los territorios periféricos, distantes de los proyectos modernos hegemónicos. En ese 
contexto Pacheco apunta y revela, mediante las transgresiones fantásticas, las paradojas 
emanadas de las realidades modernas mexicanas: en sus cuentos encontramos conflictos tales 
como la convivencia perturbadora de distintas temporalidades y de distintos sujetos y sus 
visiones del mundo. 
Observamos que el autor estadounidense afirma el carácter dinámico de la 
modernidad: la considera como una especie de reconstrucción paradójica que, aunque 
constantemente critique y derruya tradiciones anteriores, tiene la capacidad de generar 
nuevas posibilidades. El sujeto concebido por este tipo de visión sobre la modernidad es uno 
capaz de buscar soluciones a las experiencias vertiginosas. No hablamos de “solución” como 
una estrategia para la anulación de las contradicciones modernas, sino caminos para afrontar 
tales dificultades y crear a partir de ellas. El autor expone sus consideraciones con respecto 
al tema del individuo de la siguiente forma: éste se halla ante posibilidades “gloriosas y 
ominosas”15 para solucionar “el caos de la vida moderna.”16 Para Marshall Berman existen 
distintos tipos de modernos, cuyas diferencias radican en la forma en que viven la 
modernidad, o en la manera en que lidian con sus peligros.17 No obstante, una de las 
características comunes entre los seres humanos modernos es que no pueden ceñirse a ningún 
rol social determinado, como ocurría en las sociedades pre-modernas. Por su parte, Marx y 
Nietzsche conciben la idea de un hombre que no sólo viva entre los peligros de la era, sino 
que sea capaz de concebir nuevos valores, necesarios para existir en la modernidad. Para 
Nietzsche es el superhombre (übermensch, categoría que Gianni Vattimo traduce como 
15 M. Berman, op. cit., p. 9 
16 Idem 
17 Esta idea puede considerarse afín con la de los cuatro ethos propuesta por Bolívar Echeverría. 
21 
“ultrahombre”)18; para Marx, el obrero: ambos figuras novedosas que podrán llevar a cabo 
las transformaciones necesarias. Sin embargo, el siglo XX se ha caracterizado, en general19, 
por la desvinculación entre la cultura moderna y las creaciones artísticas y teóricas. En 
términos del romanticismo, podríamos explicar dicha ruptura a partir de la pérdida de la 
imaginación creadora, es decir, por la reducción del espíritu curioso y sensible a las 
contradicciones del mundo y del individuo mismo, por la disminución de vías auténticas para 
re-configurar la realidad en el arte y en la teoría. 
La disminución de la fuerza del modernismo20 se debe a la pérdida de la conexión 
“entre nuestra cultura y nuestras vidas.”21 Las capacidades que tuvieron los modernistas del 
siglo XIX para nutrirse de las energías caóticas propias de la era moderna parecen haberse 
paralizado a tal grado que los autores del siglo XX no logran construir vínculos entre sus 
obras y la vida moderna. En ese sentido, Berman explica que “nuestro siglo ha engendrado 
un arte moderno espectacular; pero parece que hemos olvidado cómo captar la vida moderna 
de la que emana ese arte.”22 Son las reflexiones acerca de la modernidad las que parecen 
haber perdido el camino para comprender el concepto ya que, según refiere el autor, las 
formulaciones enmarcadas dentro del siglo XX se han estancado. En ese sentido, la idea de 
la “jaula de hierro”, producto del pensamiento de Max Weber, y el paradigma del “hombre 
18 Vid. Gianni Vittamo, “Nietzsche, el superhombre y el espíritu de la vanguardia”, en Diálogo con Nietzsche. 
Ensayos 1961-2000. Trad. Carmen Revilla. Barcelona, Paidós, 2001. 
19 M. Berman, op. cit., p. 10. El autor menciona algunos ejemplos del “modernismo vivo” en el siglo XX, en 
autores como Günter Grass, Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes, entre otros. 
20 Cf. Daniel Bell, “La vanguardia fosilizada”, en Vuelta, Vol. XI, No. 127, México (junio de 1987) En el texto, 
el autor desarrolla el tema del modernismo cultural (integrado por los géneros artísticos, la pintura, la música, 
la literatura y la poesía) y de su vinculación con el capitalismo. Octavio Paz, “El ocaso de la vanguardia”, en 
Los hijos del limo en Obras completas, Tomo I. La casa de la presencia. 2ª edición. México, FCE, 1994. Paz 
desarrolla el tema de la vanguardia como última expresión de la tradición de ruptura romántica: en la vanguardia 
se agota, según el autor, la fuerza de transformación romántica. 
21 M. Berman, op. cit., p. 11. 
22 Idem 
22 
unidimensional” propuesto por Herbert Marcuse,aparecen como teorías que tuvieron gran 
resonancia en el pensamiento moderno del siglo XX. 
El pensamiento de Weber, al menos en un momento particular de sus estudios,23 
concibe a la modernidad como un “orden inexorable”24 que determina al ser humano, 
sustrayéndole sus fuerzas transformadoras: tal visión implicaría la desaparición, casi 
completa, del espíritu y el ser del individuo. El hombre unidimensional, una expresión de la 
visión neoolímpica25 explicada por Berman, reduce aún más las posibilidades de cambio, al 
hallarnos los modernos atrapados en una prisión sin salida, donde, aparentemente, deseamos 
estar. Luego de establecer tal horizonte ominoso, el autor aborda lo que él denomina como 
la “vanguardia”26, constituida por grupos que durante los sesenta, con distintas perspectivas, 
respondieron a las propuestas de H. Marcuse, y que pretendieron alejarse de la sociedad 
moderna carcelaria. Berman señala lo siguiente con respecto a tales intentos: “Desde luego 
tal búsqueda está condenada a la futilidad; no hay nadie que esté o pueda estar fuera del 
mundo contemporáneo.”27 
Debido al estancamiento del pensamiento en torno a la modernidad, Berman propone 
como objetivo de sus reflexiones conformar de nuevo el vínculo entre nosotros y las 
tradiciones modernas, específicamente, las creadas en el siglo XIX. Si podemos hacer nuestra 
de nuevo esa cultura, dice Berman, seremos capaces de afrontar las realidades actuales sin 
hundirnos en visiones carcelarias. La investigación presente está impulsada por un interés 
23 Berman señala que el pensamiento de Max Weber no se limita a la idea de la jaula de hierro, dado que tal 
autor ostentó perspectivas más dinámicas. 
24 M. Berman, op. cit., p. 16. 
25 Las visiones neoolímpicas expresan la desconfianza en las “masas” humanas incapaces para autogobernarse: 
sólo unos pocos tendrían esa capacidad. 
26 Vid. Andreas Huyssen, “Vanguardia y posmodernidad. En busca de la tradición: vanguardia y posmodernismo 
en los años 70”, en Modernidad y posmodernidad, Trad. Antoni Torregrossa. México, Alianza Editorial, 1988. 
27 M. Berman, op. cit., p. 17. 
23 
afín a las ideas de Marshall Berman: buscamos aproximarnos a las creaciones de José Emilio 
Pacheco dado que notamos en su obra un espíritu imaginativo capaz de sentir y de cuestionar 
las problemáticas de la modernidad del siglo XX y del XXI. Es decir que, sabiéndonos 
inmersos en la modernidad, buscamos encontrar conexiones entre esa experiencia vertiginosa 
y el arte del autor mexicano. 
Dentro de la teoría acerca de los constituyentes de la modernidad planteada por 
Marshall Berman hallamos una reflexión que apunta de forma general a las problemáticas 
que abordaremos en el segmento dedicado a Bolívar Echeverría, Julio Ramos y Beatriz Sarlo: 
nos referimos a las posibilidades singulares en que la modernidad y el arte emanado de ella 
ha tomado forma en los espacios marginales del globo, como es Latinoamérica. Si bien la 
reflexión de Berman al respecto es limitada, sus consideraciones nos permiten comenzar a 
proponer un espacio de reflexión sobre la situación del arte en coordenadas marginales. 
En el capítulo “San Petersburgo: el modernismo del subdesarrollo”, Berman escribe 
que el origen del arte y el pensamiento modernista se encontró en “las grandes ciudades de 
Occidente”28, es decir, en Nueva York, Londres, París, Viena, Berlín, urbes pertenecientes a 
culturas centrales en Europa y en el continente americano, que fueron conmovidas por 
modernizaciones emanadas de culturas preeminentes en el siglo XIX. Es decir que, según el 
autor de Todo lo sólido se desvanece en el aire, las primeras creaciones modernistas 
sucedieron en espacios específicos: no obstante, el mismo autor apunta a otras expresiones 
artísticas y diferentes manifestaciones de los componentes de la modernidad. En ese sentido, 
28 M. Berman, “San Petersburgo: el modernismo del subdesarrollo”, op. cit., p. 175. 
24 
Berman se pregunta qué diferencias existieron en los lugares que no tuvieron 
modernizaciones29 : 
¿Pero qué ocurriría en aquellas áreas fuera de Occidente donde, a pesar de las 
permanentes presiones del mercado mundial en expansión, y a pesar de una 
cultura moderna mundial que se desarrollaba junto con éste –«patrimonio común» 
de la humanidad moderna, como decía Marx en el Manifiesto comunista –, no se 
produjo la modernización?30 
Ahí donde los procesos sociales de la modernidad (es decir, las modernizaciones) 
ocurrieron de maneras distintas, en ocasiones a través de la apariencia de civilidad, han 
existido asimismo reacciones creativas ante sus crisis. El autor estadounidense utiliza el 
contexto decimonónico en Rusia como ejemplo de ello, dada su economía estancada o en 
regresión, y encuentra en su contexto un carácter paralelo, hasta cierto punto comparable con 
las situaciones latinoamericanas sucedidas años más tarde. Existió en Rusia un proceso de 
cambio superficial, que pretendía desarrollar sus sociedades y culturas dentro de la 
modernidad, pero que se limitó a aparentar dicha transformación: a partir de la ornamentación 
arquitectónica, urbana, en San Petersburgo se generó un espectáculo que ocultaba la miseria 
y el desorden tras sus muros supuestamente modernos.31 Dentro de tal panorama, Berman 
encuentra que “los significados de la modernidad tendrían que ser allí más complejos, 
escurridizos y paradójicos.”32 Este carácter que Berman define como escurridizo implica un 
29 Resulta necesario preguntarse si la afirmación de Marshall Berman en este punto es adecuada: es decir, 
debemos cuestionarnos si, en efecto, hubo áreas en las que efectivamente fue inexistente la modernización. De 
forma sincrética apuntamos que, a nuestra consideración, existieron diferentes vías de generación de esas 
modernizaciones en las coordenadas marginales o periféricas del globo. 
30 M. Berman, op. cit., p. 175. 
31 Ibid., p. 180. “[…] el uso del espacio tras las fachadas de los edificios no estaba regulado en absoluto, de 
modo que, especialmente a medida que crecía la ciudad, unos exteriores imponentes podían ocultar tugurios 
miserables, «mantos de civilización», como diría Peter Chadaaev hablando del conjunto de Rusia, civilizada 
únicamente por fuera.” 
32 Idem 
25 
tejido único de los elementos que dan forma a la modernidad, y que cristaliza, asimismo, en 
Latinoamérica: 
Durante esos cien años aproximadamente [desde 1820 hasta el periodo soviético] 
Rusia luchó con todos los problemas con los que los pueblos y naciones de Asia, 
África y América Latina se enfrentarían en fecha posterior. Por esto podemos ver 
en la Rusia del siglo XIX el arquetipo del incipiente Tercer Mundo del siglo XX.33 
El “arquetipo” referido por Marshall Berman implica que las manifestaciones de 
modernización en Rusia y en Latinoamérica fueron totalmente distintas a las ocurridas en los 
países “occidentales”, ya que se dieron de “la forma más entrecortada, vacilante, 
notoriamente frustrada o extrañamente distorsionada.”34 Se entiende, además, que al interior 
de esas expresiones “vacilantes” de la modernización, se generaron respuestas creativas, 
modernistas35: es decir que, desde Berman, podemos ubicar la posibilidad de expresiones 
artísticas en sitios donde la modernidad siguió caminos periféricos. El germen de la 
revelación de las presiones de la época moderna se plantó también en zonas “otras”, donde 
se han conformado desde entonces tradiciones modernas paralelas a las de Occidente. 
Entonces, nos encontramos con circunstancias complejas dentro de Latinoamérica, 
dadas las modernizaciones extrañas que aquí han ocurrido y, de forma similar, hallamos 
acciones creativas destinadas a aprehender y expresar las distintas realidades ocurridas en los 
espacios latinoamericanos. Gracias al texto de Marshall Berman Todo lo sólido se desvanece 
en el aire delineamos algunas ideas que nos serán de utilidad para abordarposteriormente la 
obra fantástica de Pacheco: consideramos adecuada la propuesta de Berman acerca del afán 
33 M. Berman, op. cit., p. 176. 
34 Idem. En este sentido, la distorsión que menciona Berman puede observarse en la construcción de la urbe 
(San Petersburgo) como símbolo de la modernidad: la conformación de la ciudad “moderna” provocó la muerte 
de alrededor de 150 000 trabajadores y fue articulada a partir de la ornamentación. 
35 Ante la realidad en que la superficie ornamentada permea las construcciones materiales e ideológicas, los 
autores rusos buscaron también afrontar y expresar mediante el arte. La problematización de la urbe fungió 
como una parte relevante de la tradición decimonónica rusa (Berman lo ejemplifica a través de autores como 
Dostoievski, Pushkin y Gogol). 
26 
modernista de evidenciar y expresar las “presiones” modernas, es decir, las diversas 
contradicciones suscitadas por el cambio instaurado en la modernidad. Encontramos que, en 
efecto, esa búsqueda es una acción válida no sólo para afrontar las nuevas realidades, sino 
también para transformarlas: la actividad artística e intelectual de José Emilio Pacheco puede 
entenderse como la pretensión modernista referida por Berman, la de transfigurar su realidad 
en el arte. Afirmar que José Emilio Pacheco fue un modernista implica entonces, por un lado, 
considerar la existencia de un carácter común entre él y autores de otros espacios, tiempos y 
culturas: la re-significación en la literatura de las presiones de la modernidad, la ironía, la 
crítica y la auto-crítica, son expresiones que lo ubican paralelamente a los artistas e 
intelectuales del siglo XIX en Europa (y tal como veremos posteriormente, en México). 
Sumado a ello es necesario estimar las particularidades del espacio, el tiempo y la cultura 
que enmarcaron la escritura de Pacheco, y que constituyen las “presiones modernas” 
complejas que el autor expone en su obra. En su caso, la problematización de la urbe que se 
pretende un símbolo moderno se presenta con particular fuerza en “La fiesta brava” y en 
“Tenga para que se entretenga”: veremos que en su literatura, el autor explora lo oculto (lo 
muerto, lo silenciado, lo tradicional y pre-moderno) bajo las realidades supuestamente 
modernas. 
Asimismo, hemos apuntado a la formulación de un individuo capaz de transformarse 
y de configurar su realidad, y de generar valores apropiados a ella. Dentro de sus textos tal 
figura se ve cuestionada: la exploración de las crisis del sujeto moderno aparece en los cuatro 
cuentos seleccionados a partir de variadas invasiones de lo fantástico en la “realidad”. 
Podremos observar en “Langerhaus” a un individuo desdoblado, en quien confluyen dos 
identidades, y por lo tanto, dos temporalidades y sendas perspectivas del mundo; en “La fiesta 
brava” leeremos el desarrollo de dos individuos modernos, Keller y Quintana, que confían 
27 
en el ordenamiento aparentemente racional del mundo y que se enfrentan a fenómenos 
imposibles según sus parámetros racionales; en “Tenga para que se entretenga” nos 
aproximaremos a un detective que investiga una misteriosa desaparición, y para quien el 
orden de la razón científica no basta al encontrarse con sucesos asimismo imposibles, por los 
cuales el orden temporal lineal y progresivo es transgredido; y por último, analizaremos al 
personaje de “Cuando salí de la Habana, válgame Dios”, quien transcurre de una realidad 
cotidiana, monótona y violenta, al imposible cronológico, el viaje en el tiempo. 
1.2. Alain Touraine. El sujeto: una aproximación a sus capacidades creadoras en la 
modernidad 
La perspectiva planteada por Alain Touraine permite ampliar nuestro panorama con respecto 
a la noción de modernidad y a los fenómenos que la constituyen. En su libro Crítica de la 
modernidad, Touraine lleva a cabo un desglose de las principales concepciones de la 
modernidad, y explica que ésta ha sido mayoritariamente entendida y delimitada a partir de 
la racionalización y de los conflictos entre la época moderna y las tradiciones previas. Nos 
proponemos exponer, en primera instancia, sus consideraciones sobre un entendimiento 
específico de la modernidad que él denomina “clásico”: esta comprensión y construcción de 
lo moderno se forjó como la forma hegemónica en el mundo, de modo que sus componentes 
se han llegado a considerar los auténticos atributos de la “experiencia vertiginosa”. Veremos 
que las consecuencias de este modo de entender la modernidad son sumamente relevantes: 
pondremos especial atención en la pretensión de eliminación de los “sentidos del mundo” y 
de la idea de sujeto. Ante la noción “clásica” el autor presenta un acercamiento propio al 
fenómeno moderno que busca exponer la relevancia de uno de sus componentes 
fundamentales, la subjetivación, y el diálogo entre éste y la racionalización. La perspectiva 
28 
de Touraine propone posibilidades creadoras dentro del fenómeno moderno, a pesar de sus 
crisis: éste resulta un punto cercano a las consideraciones de Bolívar Echeverría, quien 
escribe sobre la modernidad como una expresión sumamente diversa, incluso cuando existan 
modos hegemónicos que pretendan reducir sus capacidades. 
Las reflexiones de Alain Touraine exponen la complejidad que rodea a la categoría 
que intentamos identificar y comprender: “modernidad” es un concepto cuyos sentidos no 
han sido nunca estáticos, ni siquiera completamente estables. Y, tal como apunta el mismo 
autor, sus capacidades creadoras, o la ausencia de ellas, han dependido en gran medida del 
modo en que se le concibe. Es por ello que consideramos de suma importancia el presente 
acercamiento a algunos de los significados e implicaciones que rodean a la idea que nos 
ocupa. Nuestro objetivo, que consiste en estudiar los cuentos fantásticos escritos por José 
Emilio Pacheco a la luz de la categoría “modernidad”, requiere de una perspectiva capaz de 
ubicar y comprender, en el corpus seleccionado, los signos de la “experiencia vertiginosa.” 
Asimismo, el acercamiento teórico que propongamos deberá evitar reducir las posibilidades 
de creación del término, tal como A. Touraine apela a hacer en su texto. 
1.2.1 La noción clásica de la modernidad según A. Touraine. 
El autor dedica una parte de su texto a un tipo de modernidad particular, basada en un modelo 
específico que Touraine explica de la siguiente manera: “La ideología occidental de la 
modernidad, que se puede llamar modernismo, reemplazó la idea de sujeto y la idea de Dios 
–a la que aquélla se hallaba unida –, de la misma manera en que fueron reemplazadas las
meditaciones sobre el alma por la disección de los cadáveres o el estudio de las sinapsis del 
29 
cerebro.”36 Ese “modernismo” delineado en la cita previa (mismo que no debemos igualar al 
concepto que articula Marshall Berman37) expresa una manera específica de comprender y 
de construir la modernidad: dentro de ciertas coordenadas temporales, espaciales y culturales 
se constituyó una serie de características o de elementos “propios” de dicha noción de 
modernidad. Es relevante insistir en que la modernidad no es, entonces, una sola y unitaria 
expresión, dotada de atributos clara e incuestionablemente ubicables. Es posible decir que 
sus características se expresan a través de distintas vías y mediante diversas formas dentro 
de contextos específicos: las ideas de Touraine permiten vínculos con la teoría del filósofo 
Bolívar Echeverría, en quien nos basaremos para comprender el fenómeno moderno en 
América Latina. 
Touraine describe una clase de modernidad que Max Weber estudió previamente,38 y 
que Bolívar Echeverría comprenderá en sus textos como aquella vinculada al ethos clásico: 
“Esta concepción clásica, a la vez filosófica y económica de la modernidad, la define como 
triunfo de la razón, como liberación y como revolución y define la modernización como 
modernidad en acto, como un proceso enteramenteendógeno.”39 Tal forma de comprender y 
de llevar a cabo la modernidad se fundamenta en una serie de aspectos que, debido al dominio 
que ha tenido la concepción clásica en el mundo, parecieran ser los únicos constituyentes del 
fenómeno moderno: de tal suerte resulta casi incuestionable el uso de la razón como una 
herramienta que mediante su fuerza deshace vínculos “innecesarios” con lo pre-moderno y 
con lo tradicional, y también, con los sentidos que pudieran adscribirse a visiones integrales 
36 A. Touraine, “Las luces de la razón”, op. cit., p. 19. 
37 Notemos que el significado de “modernismo” dentro de la teoría de Alain Touraine difiere del sentido que 
Marshall Berman otorga al término en su libro Todo lo sólido se desvanece en el aire, donde lo explica como 
los valores, ideas y creaciones generados por los procesos sociales de la modernidad, es decir, por las 
modernizaciones. 
38 En la obra Die protestantische Ethik und der 'Geist' des Kapitalismus, 1904-1905. 
39 Ibid., p. 35. 
30 
o “externas” del mundo. Estas “rupturas” suceden como tabla rasa40 dentro de la modernidad
clásica: todo aquello no inscrito en la idea de la modernización como proceso endógeno, o 
aquello que no puede ser explicado científicamente, es inútil. De esta forma, supuestamente, 
el ser humano se encontraría libre de los antiguos miedos que dominaron a los pre-
modernos.41 La siguiente cita aborda la idea clásica de modernidad que hemos comenzado a 
delinear: 
La concepción occidental más vigorosa de la modernidad, la que tuvo efectos más 
profundos, afirmaba que la racionalización imponía la destrucción de los vínculos 
sociales, de los sentimientos, de las costumbres y de las creencias llamadas 
tradicionales, y que el agente de la modernización no era una categoría o una clase 
social particular, sino que era la razón misma y la necesidad histórica que 
preparaba su triunfo. De manera que la racionalización, componente 
indispensable de la modernidad, se convierte por añadidura en un mecanismo 
espontáneo y necesario de modernización. La idea occidental de modernidad se 
confunde con una concepción puramente endógena de la modernización.42 
La teoría de Alain Touraine vuelve evidente el acento que se le ha dado a ciertas 
características de la experiencia moderna y advierte sobre los peligros implicados en una 
reducción tal de la modernidad. A través de la visión “clásica” se le han atribuido 
significaciones enormes a la racionalización, hasta el punto de pretender explicar la 
existencia humana a partir de una razón comprendida como el mecanismo hegemónico de la 
estructuración de nuestra especie. El carácter miope de una perspectiva de dicha índole se 
vincula con una comprensión limitada a aquellos funcionamientos y elementos “internos” y 
40 A. Touraine, op. cit., p. 19. 
41 Cf. Horkheimer y Adorno, Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos. 3ra edición.
Madrid, Trotta, 1998, p. 59. Los autores abordan la problemática de la Ilustración y su pretensión de 
liberar al ser humano del miedo y de la amenaza: “La Ilustración, en el más amplio sentido de 
pensamiento en continuo progreso, ha perseguido desde siempre el objetivo de liberar a los hombres 
del miedo y constituirlos en señores. Pero la tierra enteramente ilustrada, resplandece bajo el signo 
de una triunfal calamidad. El programa de la Ilustración era el desencantamiento del mundo.” 
42 A. Touraine, op. cit., p. 18. 
31 
que excluye explicaciones o interpretaciones externas al proceso de modernización basado 
en una expresión particular de razón, aquélla que Touraine denomina como instrumental o 
subjetiva. El autor alude a la racionalidad instrumental desde el inicio de su texto y explica 
que ésta “[…] se ejerce dentro de un tipo de actividad y excluye la posibilidad de que alguno 
de esos tipos esté organizado desde el exterior, es decir, en función de su integración en una 
visión general, de su contribución a la realización de un proyecto social que Louis Dumont 
denomina holista.”43 Así, el modelo clásico de modernidad se compone por un tipo de 
racionalidad que permite visiones limitadas al interior de cada tipo de actividad: no es apta 
para esta clase de concepción la existencia de entendimientos más amplios, y a la vez más 
profundos, que consideren las posibles conexiones entre las distintas actividades humanas y 
sus diversos significados. 
Es relevante atender a la advertencia del autor, quien escribe que “[…] no hay que 
identificar [la ideología occidental de la modernidad] con la modernidad en general y que 
sería peligroso proponer o imponer a todo el mundo como el único buen método o 
camino[…]”44 Resulta ilustrativo que Touraine entienda la idea clásica de la modernidad 
como una de las vías de un fenómeno general: mediante dicha visión es posible aproximarnos 
a los elementos modernos de una manera abierta, que conciba las posibilidades de las 
experiencias humanas más allá de las delimitaciones y restricciones que la noción clásica ha 
construido. Asimismo, es necesario considerar las características resultantes de la ideología 
occidental en el mundo, dado que ellas han configurado significativamente nuestras 
realidades: en un sentido específico, debemos tener en cuenta sus aspectos definitorios para 
así comprender, hasta cierto grado, la perspectiva artística moderna. Las contradicciones y 
43 A. Touraine, op. cit., p. 17. 
44 Ibid., p. 34. 
32 
crisis emanadas de tal noción se vinculan directamente con la creación: el concepto 
“modernista” explicado por Marshall Berman vuelve a sernos útil, dado que refiere a la 
capacidad de generar obras a partir de las energías de la experiencia vertiginosa. Los caminos 
formulados por la idea clásica contienen aspectos conflictivos que han sido abordados por el 
arte moderno, y que podemos identificar en la literatura fantástica de José Emilio Pacheco. 
El autor mexicano profundiza en los problemas generados por la concepción hegemónica de 
la modernidad en el siglo XX: sus narraciones fantásticas revelan (más no solucionan) las 
paradojas propias de una “realidad” basada en el uso exagerado de la razón instrumental y en 
la constante omisión de los sentidos del mundo. Gran parte de la relevancia de su obra se 
encuentra en su capacidad de derrumbar las nociones aparentemente coherentes de la realidad 
moderna mediante la invasión de lo imposible (es decir, de lo “otro”) en el mundo. 
Las reflexiones formuladas por Alain Touraine en torno a esta clase de modernidad 
responden en gran medida a la teoría previa de Max Weber, desarrollada en el libro La ética 
protestante y el espíritu del capitalismo. El deslinde con el pasado y con los “sentidos” que 
hemos mencionado anteriormente se vinculan con el concepto de desencanto weberiano, que 
refiere a “[…] la ruptura con todas las formas de interpretación de lo sagrado y de lo profano, 
del ser y de los fenómenos.”45 Esta desvinculación específica ocurre como parte de la 
concepción clásica de la modernidad según Weber, quien la concibe (en palabras de A. 
Touraine) “[…] como intelectualización, como ruptura con el ‘sentido del mundo’ y acción 
en el mundo, como eliminación del finalismo de las religiones, de la revelación y del 
concepto de sujeto.”46 Observamos que a las atribuciones ya mencionadas de la noción 
occidental se suman dos aspectos sumamente importantes: la ruptura con el sentido del 
45 A. Touraine, op. cit., p. 32. 
46 Ibid., p. 33. 
33 
mundo y la “eliminación” del concepto “sujeto”. Ambas acciones supresoras ocurrirían 
debido a la “tabla rasa” y a una pretensión de liberar a la humanidad del peso de todo aquello 
ajeno a la racionalidad instrumental: se permitiría así la posibilidad de pérdida de esferas 
profundamente significativas para nuestra especie, tales como la imaginación creadora que 
los autores románticos buscaron rescatar en sus obras. 
Es necesario considerar que Touraine explicael tema del desencanto weberiano de la 
siguiente forma: por un lado, el desencanto implica la ruptura con los sentidos del mundo en 
términos de lo sagrado, del ser y de los fenómenos; e implica, también, la conciencia de la 
imposibilidad de un mundo totalmente ordenado mediante la razón objetiva: 
La modernidad, según Weber, rompe la alianza y la unidad del cielo y de la tierra, 
lo cual desencanta el mundo y elimina la magia, pero quebranta también las 
cosmologías racionalistas y, en efecto, pone fin al reinado de la razón objetiva. 
Aunque uno se satisfaga o no con el reinado de la racionalidad instrumental, lo 
cierto es que ya no es posible retornar a la idea de un mundo enteramente regido 
por las leyes de la razón descubiertas por la ciencia. El dios que suprime la 
modernidad es tanto el dios creador de un mundo inteligible como el dios de los 
sacramentos y de los sacerdotes.47 
Podemos comprender la ruptura con los sentidos del mundo como uno de los aspectos 
contradictorios de la modernidad (aquélla resultante de la noción clásica ya mencionada), 
dado que los cambios instaurados por ésta deberían colocar a la especie humana en una 
posición en que fuera libre de configurar sus realidades de manera acorde a sus necesidades 
(tanto materiales como espirituales, subjetivas, eróticas, etc.) No obstante, la omisión de las 
esferas no funcionales para los procesos endógenos de la modernización empobrece la 
experiencia humana dentro de la modernidad, reduciéndola a los aspectos afines a la razón 
instrumental. Cabe destacar que tal desencanto es uno de los elementos modernos contra los 
47 A. Touraine, op. cit., p. 95. 
34 
que el Romanticismo responde: ante el vacío de sentidos, la visión romántica propondrá, 
desde el interior mismo del fenómeno moderno, la espiritualización del mundo y de los 
individuos. 
En cuanto al tema específico del sujeto enmarcado por los atributos de la concepción 
clásica, Touraine explica lo siguiente: 
El triunfo de la modernidad supone la supresión de los principios eternos, la 
eliminación de todas las esencias y de esas entidades artificiales que son el yo y 
las culturas en beneficio de un conocimiento científico de los mecanismos 
biopsicológicos y de las reglas impersonales no escritas de los intercambios de 
bienes, de palabras y de mujeres […] El modernismo [occidental] es un 
antihumanismo pues sabe muy bien que la idea de hombre ha estado vinculada 
con la de alma, la cual impone la idea de Dios. El rechazo de toda revelación y de 
todo principio moral crea un vacío que debe llenar la idea de sociedad, es decir, 
la idea de utilidad social. El hombre sólo es un ciudadano, la caridad se convierte 
en solidaridad y la conciencia se convierte en el respeto de las leyes.48 
A partir de la cita previa podemos plantear un panorama problemático: hemos referido 
en el espacio dedicado a Marshall Berman que la modernidad implicó un abanico de 
posibilidades novedosas para el ser humano, totalmente distintas a las ocurridas en los 
periodos previos. Berman explica la experiencia moderna como un vórtice que nos lanza a 
todos a un proceso complejo de cambio y de reconstrucción en el que los modernismos y las 
modernizaciones juegan papeles fundamentales y, ante el denominador común de la “unidad 
de la desunión”, el individuo particular resulta indudablemente afectado. 
Podría suponerse que la modernidad otorgaría al individuo atributos y capacidades 
transformadoras inmensas e irrevocables por medio del uso de una razón específica. No 
obstante, las consecuencias en el individuo o en el sujeto moderno distan de ser claras o 
estables: el movimiento de tabla rasa pretende eliminar las relaciones con la figura del ser 
48 A. Touraine, op. cit., pp. 36-37. 
35 
humano pre-moderno, lo cual implicaría, según expresa Touraine, una ruptura con los 
“sentidos” en el mundo, y por lo tanto, en el individuo. Entonces el individuo y su papel en 
el mundo se abordaría en términos terrenales, es decir, no sagrados o mágicos. Y, debido al 
uso de la razón instrumental, no sólo se vería al ser humano como una parte de un sistema 
endógeno: sus acciones se explicarían y se dirigirían únicamente hacia la utilidad social. 
Pareciera que esa ruptura con lo sagrado y la consecuente transición del sujeto a la figura de 
“ciudadano” o de individuo dedicado al “buen” funcionamiento del sistema social contuviera 
en sí una pérdida enorme: el desapego y la posible incomprensión del “espíritu” o de los 
sentidos en el individuo y entre él y el mundo en que habita. Queremos apuntar de nuevo al 
carácter paradójico de ese proceso vertiginoso que es la modernidad: extrañamente, la 
humanidad se vuelve capaz de auto-ordenarse y de crearse a sí misma, dotándose así de 
atributos únicos, y al mismo tiempo, se aleja mediante variadas estrategias de “algo” 
inmensamente significativo, inmerso en lo espiritual, lo sagrado y lo poético. La sensación 
angustiosa ya expresada por Touraine vuelve evidente esa percepción de vacío: hay, sin 
embargo, búsquedas para hallar, modernamente, nuevas conexiones con esos “sentidos” en 
la filosofía y en el arte, tal como ocurre en las narraciones del autor mexicano. 
Es necesario señalar que Touraine añade otro elemento característico de la noción 
clásica, el capitalismo. De nuevo, el autor apela a las teorías de Max Weber para desarrollar 
sus ideas e indica ciertos matices que añaden información importante para la comprensión de 
ese tipo de modernidad. El capitalismo es la “[…] forma económica de la ideología occidental 
de la modernidad concebida como ruptura y tabla rasa.”49 La modernidad configurada por la 
concepción clásica estructura un mundo particular que, como hemos referido anteriormente, 
49 A. Touraine, op. cit., pp. 32-33. 
36 
se cifra a través de características determinadas. El capitalismo se suma a ese modelo de 
modernidad hegemónico que excluye otras maneras de explorar la experiencia vertiginosa, 
el autor escribe que: 
 El capitalismo que analiza tan profundamente Weber no es pues la forma 
económica de la modernidad en general, sino que es la forma de una concepción 
particular de la modernidad basada en la ruptura de la razón con la creencia y las 
filiaciones sociales y culturales, todos fenómenos analizables y calculables desde 
el punto de vista del Ser y de la Historia. De ahí la violencia –inspirada en el 
principio de la ‘tabula rasa’ – con la que se puso en obra la modernización 
capitalista, que aseguró su dominio, pero provocó también desgarramientos 
dramáticos que no pueden aceptarse como condición necesaria de la 
modernización.50 
Ante el concepto clásico y las realidades que ha generado, el autor propone una visión 
propia de la categoría en cuestión, a la que él atribuye capacidades creadoras. Touraine 
fundamenta su perspectiva mediante las interacciones entre el sujeto y la razón: apunta a que 
“no hay una figura única de la modernidad, sino dos figuras vueltas la una hacia la otra cuyo 
diálogo constituye la modernidad: la racionalización y la subjetivación.”51 Touraine explica 
que se trata de elementos que se contradicen y se complementan, y considera que, al 
fundamentar las ideas acerca de la modernidad únicamente a través de la racionalidad (de 
ésta como el agente endógeno de la modernización), se olvida la relevancia del sujeto como 
parte misma del concepto. El autor concibe la época moderna a partir del cambio crítico dado 
en la relación entre los “objetos” y los “sujetos”: en las perspectivas “premodernas” ambos 
se hallaban confundidos, mientras que en la modernidad tal fusión desaparece. A 
continuación la explicación del autor: 
En adelante [a partir de la modernidad], el mundo ya no tendrá unidad, a pesar de 
los repetidos intentos del cientificismo; el hombre pertenece ciertamente a la 
naturaleza y es el objeto de un conocimiento objetivo, pero también es sujeto y 
50 A. Touraine,

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