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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Filosofía y Letras Programa de Posgrado en Estudios Mesoamericanos Los grafemas teotihuacanos. Relaciones entre nombres propios y contextos entre los años 250 y 600 d. C. Teopancazco y La Ventilla que para obtener el grado de: TESIS Doctora en Estudios Mesoamericanos PRESENTA Tatiana Valdez Bubnova Directora: Dra. Linda R. Manzanilla Comité tutoral: Dra. Karen Dakin Mtro. Leopoldo Valiñas Dr. Javier Urcid Dr. Erik Velásquez México, D.F. 2012 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS Quiero agradecer al Posgrado en Estudios Mesoamericanos por el apoyo constante para realizar mi trabajo de tesis. También quiero agradecer al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por la beca para realizar el presente estudio y por el apoyo para la estancia académica en la Universidad de Montreal, Canadá, que me permitió concluirlo. Agradezco a los miembros del Comité Tutorial, la Dra. Linda R. Manzanilla Naim, a la Dra. Karen Dakin, al Mtro. Leopoldo Valiñas Coalla, al Dr. Javier Urcid Serrano y al Dr. Erik Velásquez García por el apoyo y la dirección que fueron fundamentales para definir la forma y el contenido del presente estudio. Especialmente quiero agradecer a mi tutora principal, la Dra. Linda R. Manzanilla Naim el apoyo y las invaluables correcciones y sugerencias con las que me acompañó durante el tiempo que demoré en realizar esta investigación. Agradezco a la Dra. Louise I. Paradis y al Dr. James C. Langley la atención a mi trabajo y los valiosos comentarios durante la estancia académica que realicé en la Universidad de Montreal. De gran valía fue también el curso dedicado a la semiótica cultural dirigido por el Dr. José Alejos García, como también sus comentarios. Finalmente quiero expresar mi agradecimiento a la Dra. Tatiana Bubnova Gulaya y a mi esposo, Ma. Liviu Popescu, sin cuyo apoyo no me habría sido posible realizar esta tesis. Agradezco También a la maestra María Milea la corrección de estilo de la tesis. ÍNDICE INTRODUCCIÓN Antecedentes. La identificación de una escritura I En la búsqueda de una escritura teotihuacana 1 I.I El análisis iconográfico en los estudios de las imágenes 4 I.II Las relaciones entre componentes en los estudios de las imágenes 6 I.III La combinatoria de los signos en las escenas 8 I.IV La combinatoria de los signos en una escritura teotihuacana 10 El corpus de imágenes Contenido de los capítulos NOMENCLATURA 34 CAPÍTULO 1. Consideraciones teóricas y metodológicas 1.1 Las clases compositivas A, B y C 37 1.2 Acerca de la teoría de la escritura. Alcances y límites 39 Una definición de escritura Sistemas abiertos Sistemas cerrados La definición de las unidades de una escritura. División de los grafemas Grafemas Emblemas Los sintagmas 1.3 El nombre propio 54 Nombres personales y nombres de lugar Las prácticas culturales de nombramiento Posibles nombres propios en el registro gráfico de Teotihuacan 1.4 Acerca de los textos 64 Los textos y sus lecturas El texto plástico El texto y la función comunicativa Antropología del habla. Los eventos lingüísticos y situaciones de habla Definición y componentes del texto (según la semiótica de la cultura) 1.5 Acerca de los contextos 80 Contextos comunicativos Contextos plásticos Soportes y medios Contextos urbanos y arquitectónicos Contextos arqueológicos 1.6 El caso teotihuacano 88 Limitaciones del corpus El concepto de texto en el caso teotihuacano La imaginería del poder, las prácticas culturales y el nombre personal La organización urbanística teotihuacana: el modelo de barrio CAPÍTULO 2. TEOPANCAZCO 100 CAPÍTULO 3. LA VENTILLA 206 CAPÍTULO 4 Los grafemas en las áreas funcionales de La Ventilla y Teopancazco: un estudio comparativo 4.1 Patrones de relación entre grafemas y contextos. Tipos de mensajes y textos en contextos urbano-arquitectónicos 321 4.1.1 Templo de barrio 4.1.2 Sector administrativo. Edificios públicos, espacios dedicados a las actividades institucionales 4.1.3 Conjuntos o sectores residenciales 4.1.4 Unidades habitacionales. Viviendas 4.2 Mensajes gráficos dirigidos a distintos grupos sociales. Identidad: jerarquía, oficio y etnicidad 338 4.2.1 Templo de barrio. Sector ritual 4.2.2 Sector administrativo. Edificios públicos, espacios dedicados a las actividades institucionales 4.2.3 Conjuntos o sectores residenciales 4.2.4 Unidades habitacionales. Viviendas 4.3 Posibles contextos de uso de grafemas 361 4.3.1 Templo de barrio 4.3.2 Sector administrativo. Edificios públicos, espacios dedicados a las actividades institucionales 4.3.3 Conjuntos o sectores residenciales 4.4.4 Unidades habitacionales. Viviendas 4.4 Tipos de signos según forma, tema y contextos .367 Unidades divisibles e indivisibles. Unidades con significado y apoyos fónicos. 4.4.1 Templo de barrio 4.4.2 Sector administrativo. Edificios públicos, espacios dedicados a las actividades institucionales 4.4.3 Conjuntos o sectores residenciales 4.4.4 Unidades habitacionales. Viviendas 4.5 Espectro temporal de los grafemas 386 4.5.1 Miccaotli 4.5.2 Temprano 4.5.3 Tlamimilolpa Tardío - Xolalpan Temprano 4.5.4 Xolalpan - Metepec 4.6 Contrastes compositivos en los grafemas de distintas fases temporales teotihuacanas. Implicaciones 400 a) ¿Un sistema de comunicación mediante grafemas o varios sistemas yuxtapuestos? 4.6.1 La identidad de distintos grupos sociales e individuos a través del vestido 4.6.2 El posible registro de nombres personales y/o apelativos 4.6.3 Teónimos, referidos mediante grafemas que pueden a veces ser nombres calendáricos o imágenes emblemáticas 4.6.4 Las referencias al discurso verbal, en forma de grafemas adheridos o insertos en volutas del habla 4.6.5 Las imágenes emblemáticas que servían para referir a distintos lugares, cargos y personajes mediante algunos de sus atributos característicos 4.6.6 Los topónimos como imágenes locativas, emblemas o como grafemas. b) Los grafemas en la Transición Tlamimilolpa – Xolalpan: ¿son los mismos mensajes? ¿son las mismas élites? c) A manera de conclusión 414 Biblliografía 431 APÉNDICES Apéndice 1 Oztoyahualco 458 Apéndice 2 Conjunto del Sol 511 Apéndice 3 Techinantitla 575 Apéndice 4 Tepantitla 632 Apéndice 5 Yayahuala 701 Apéndice 6 Zacuala 778 Apéndice 7 Tetitla 904 Apéndice 8 Atetelco 1033 Apéndice 9 Totometla 1091 Apéndice 10 Tlailotlacan 1141 Apéndice 11 Planos de distribución de posibles grafemas 1167 1 INTRODUCCIÓN Antecedentes. La identificación de una escritura Las imágenes visuales legadas por los antiguos teotihuacanos, gráficas, pictóricas o escultóricas, son testimonio directo del pensamiento y los valores de grupos sociales desaparecidos de antaño. Durante décadas, los esfuerzos de los arqueólogos han promovido aproximaciones al estudio del desarrollo económico, político y social de Teotihuacan, pero también se ha avanzado en elcampo de la investigación de la imagen. El actual conocimiento de algunos aspectos de la cultura teotihuacana se debe a especialistas de distintas áreas. Aunque con el tiempo cambian las maneras de interpretar la imagen por parte de historiadores del arte y arqueólogos, a la fecha prevalecen algunos modos de aproximación al significado de las imágenes pintadas y grabadas. Desde inicios del siglo XX se publican estudios basados en la correlación de la información de culturas antiguas del centro de México y los hallazgos arqueológicos teotihuacanos. I En la búsqueda de una escritura teotihuacana Durante décadas la arqueología teotihuacana ha develado imágenes algunas de las cuales recuerdan a las escrituras mesoamericanas. La revisión de los estudios dedicados a la imagen plástica de Teotihuacan deja en claro que los elementos relacionados con la escritura, cuando provienen de imágenes complejas, por lo general se distinguen compositivamente de su entorno y suelen presentarse como 2 secuencias y conjuntos de unos cuantos signos discretos. En los albores del siglo XX, Eduard Seler describió estos últimos como antecedentes de los sistemas de escritura autóctonos desarrollados durante el Posclásico en el México central (Seler 1992: 193-243). Actualmente, las coincidencias estructurales entre las escrituras del Posclásico y las composiciones teotihuacanas tienden a interpretarse como persistencias en los recursos escriturarios.1 En algunos documentos mesoamericanos tardíos, las referencias verbales estaban integradas en composiciones de tipo icónico-naturalista donde comúnmente se registraban mediante marcas gráficas nombres personales, apelativos y topónimos. De tales interpretaciones se deriva que en Teotihuacan se desarrollaran o ya estuviesen presentes, rasgos de escrituras especializadas en el registro de nombres propios, y que estos últimos tenían asignadas posiciones compositivas determinadas, según las convenciones de cada tipo de documento. Actualmente permanece en debate si en tiempos anteriores a la Conquista los sistemas de escritura del México central se caracterizaban por el uso de logogramas y complementos fonéticos, aunque se conservó evidencia de estos tipos de signos en escasos monumentos prehispánicos. La evidencia arqueológica muestra que, desde las primeras etapas del desarrollo urbano teotihuacano, en la imagen plástica se recurrió a formaciones espaciales que consistentemente estaban integradas por una cantidad limitada de motivos visuales. Esta característica general, entre otras, ha dificultado la 1 Por ejemplo, para Alfonso Lacadena los signos en emblema y la escritura especializada en temas, caracterizan a la escritura náhuatl y pueden haber estado presentes ya en la escritura teotihuacana del Clásico, origen de las características de las escrituras de Mesoamérica occidental y conservadas por más de mil quinientos años (2003). Por su parte, S. Houston define a los emblemas en la escritura del centro de México como signos que no registran claramente el sonido. “En la iconografía olmeca, la yuxtaposición de elementos que se refieren a la organización espacial, topónimos e iconos de centralidad que incluyen el simbolismo direccional, estos elementos existen no como texto sino como características del paisaje, incluyendo las características cósmicas primordiales (Reilly 1995: 38-39). En este sentido, estas imágenes o grafos pueden describirse mejor como emblemas, los cuales conjugan elementos en composiciones significativas que no registran claramente el sonido.” (Houston 2004: 284). Más adelante el lector encontrará una propuesta de definición de los signos emblemáticos teotihuacanos. 3 distinción de la escritura teotihuacana. Además, el mal estado de conservación de las muestras y el escaso conocimiento de la conformación étnica de la urbe dificultan la distinción de las imágenes cuya estructura compositiva podría responder a necesidades de registro de información verbal. Aunque actualmente se puede constatar que algunos recursos gráficos de los documentos coloniales tempranos del México central semejan ciertas formaciones compositivas teotihuacanas, la ausencia de consenso acerca de que en la antigua Teotihuacan estuvieran en uso sistemas de escritura se debe, mayormente, a la falta de comprobación de las propuestas de desciframiento y asignación de valores a los signos. Esta situación deriva, en parte, de la dificultad que presenta, en el caso teotihuacano, la distinción de los principios compositivos de la plástica de tipo figurativo y naturalista, de los códigos que rigen la escritura. Para una aproximación a la significación de la imagen visual, en una primera etapa es necesario describirla con la conciencia de que toda descripción es interpretativa y está relacionada con el perfil profesional de cada investigador. Hasso Von Winning (1987), James Langley (1986), George Kubler (1967, 1983) y Arthur Miller (1973) fueron arqueólogos e historiadores del arte quienes, hace casi medio siglo, describieron y clasificaron las características generales del corpus disponible de imágenes visuales teotihuacanas; aunque diversos especialistas publicaron estudios anteriormente, mayormente dedicados a la interpretación de hallazgos arqueológicos específicos. Más recientemente, Diana Magaloni (1995) y Sonia Lombardo (1995) propusieron modelos del desarrollo técnico y estilístico de la pintura mural teotihuacana, aunque continúa siendo polémica la datación de los estratos constructivos de varios edificios en los cuales se halló pintura mural. La mayoría de los estudios particulares de las imágenes de la plástica teotihuacana se debe a arqueólogos, quienes abordan los temas de estudio desde la variedad de perspectivas que caracterizan a su especialización profesional. En términos generales, además de los estudios de tipo arqueométrico, la plástica bidimensional teotihuacana ha sido estudiada mediante enfoques 4 metodológicos que pueden ser clasificados en dos grandes campos: el de la llamada iconografía y el de los estudios derivados de la teoría de la escritura. I.I El análisis iconográfico en los estudios de las imágenes Gracias a la imagen plástica que se ha conservado hasta nuestros días sabemos de distintos temas culturales teotihuacanos. Cuando se reconocen en las imágenes haces de rasgos diagnósticos de temas de culturas más conocidas, éstos últimos suelen tornarse en modelos interpretativos. Dichos modelos son el origen de los nombres de algunos personajes como el Tlaloc y el Xipe teotihuacanos. Desafortunadamente, por lo general, las imágenes teotihuacanas se conservan de manera fragmentaria y es necesario en cada caso específico argumentar la identificación de los temas y motivos. Cuando se estudian motivos de la plástica teotihuacana, con frecuencia se afirma que se llevan a cabo estudios de tipo iconográfico. Generalmente se sobreentiende que el autor realizará una descripción interpretativa de las imágenes. Como resultado, en términos del esquema de interpretación elaborado por el historiador del arte Erwin Panofsky (1972), en ocasiones se accede a un nivel de comprensión relacionado con el reconocimiento de las referencias denotativas de las imágenes. Erwin Panofsky fue un historiador del arte quien desde la primera mitad del siglo XX se concentró en el estudio del significado de imágenes y motivos de la plástica clásica y renacentista. Realizó sus estudios por medio de la contextualización e interpretación de los referentes y connotaciones de las imágenes, en los términos de sus culturas de origen. Para la descripción de las imágenes visuales objeto de sus estudios, Panofsky utilizó términos como escenas o historias, que expresaban un contenido narrativo. El historiador desarrolló un métodopara conocer el significado intrínseco o contenido de obras artísticas, constituido por los valores simbólicos codificados en la imagen visual. Propuso 5 que se puede acceder a dicho significado mediante el nivel más profundo de la interpretación iconográfica, el cual percibimos indagando aquellos supuestos que revelan la actitud básica de una nación, un período, una clase, una creencia religiosa o filosófica [...] (Panofsky 1972: 17). El autor construyó la significación de las imágenes de las composiciones que eran objeto de sus estudios apoyándose en textos verbales clásicos, así como en ocasiones, en textos contemporáneos a la producción de las obras en cuestión, los cuales formaban parte de secuencias de desarrollos históricos de sistemas culturales coherentes. En tanto método de estudio, sin duda el análisis iconográfico permite una comprensión histórica de las imágenes y una aproximación a su significación en su contexto cultural originario, en el caso que se encuentre disponible la información necesaria y pertinente para llevar a cabo el análisis. En los estudios teotihuacanos se accede a una comprensión de la imagen comparable con el segundo nivel de análisis del modelo elaborado por Panofsky,2 mediante inferencias basadas en similitudes con registros de la narrativa de otras culturas mesoamericanas; aunque es necesario demostrar si representan desarrollos de sistemas de referencias coherentes con el teotihuacano. Al concebirse como una sola a la religión mesoamericana, con variantes locales y temporales, se identifican en la plástica teotihuacana imágenes de deidades registradas en documentos tardíos del México central. Como ejemplo de esta aproximación se citan a continuación las palabras de Hasso von Winning a propósito de los dioses y signos teotihuacanos: Con el fin de indagar el sistema teogónico nos hemos valido del modelo aplicado por H.B. Nicholson, quien agrupa las numerosas deidades del último periodo prehispánico en categorías, de acuerdo con sus funciones y jurisdicciones. El agrupamiento en complejos temáticos facilitó nuestra investigación de las figuras de los dioses y su relación con los signos e imágenes asociados con ellos (Von Winning 1987: 8). Para conformar los complejos temáticos derivados de la imaginería teotihuacana, von Winning propuso algunos motivos como ejes rectores de éstos; así el autor 2 En términos de Panofsky este nivel se denomina iconográfico y va más allá de la enumeración de motivos, pues se interpretan las imágenes figurativas en tanto escenas alegóricas o en tanto historias (1972: 21). 6 describió complejos como el del dios de la lluvia o Tlaloc y el del fuego-mariposa, relacionado con un Dios Viejo del Fuego. El ejemplo de von Winning ilustra cómo hicieron su aparición en Teotihuacan algunas de las imágenes, historias y alegorías de Panofsky: mediante evidencia externa en forma de analogías con figuras culturales de corte específico. Cabe preguntarse si el análisis iconográfico es en realidad el método para el estudio de la temática de las imágenes de culturas como la teotihuacana, pues, para conocer esta última en su desarrollo temporal sin recurrir a comparaciones basadas en textos de otras culturas nos encontraríamos, en el mejor de los casos, en la posibilidad de realizar un análisis pre-iconográfico en términos de Panofsky, basado en el mero reconocimiento de motivos, identificables por medio de la experiencia práctica.3 Es necesario subrayar que por medio del análisis iconográfico no es posible resolver el problema de la distinción de los posibles signos de escritura del resto de las imágenes teotihuacanas. I.II Las relaciones entre componentes en los estudios de las imágenes Desde los trabajos tempranos de Kubler se han descrito algunas de las convenciones compositivas de la plástica teotihuacana; aunque los recientes hallazgos de la arqueología han planteado nuevos retos para la clasificación y comprensión de la imagen visual teotihuacana y la distinción de posibles signos de escritura. En otro trabajo propuse que una manera de conocer, con base en evidencia interna, algunos aspectos de la significación básicas para la distinción de los signos de una escritura, es por medio del estudio extensivo de las bases referenciales que justifican las relaciones entre componentes (Valdez 2007). Para 3En palabras de Panofsky, el primer nivel de análisis “[s]e percibe por la identificación de formas puras, es decir, ciertas configuraciones de línea y color, o ciertas masas de bronce o piedra de forma peculiar, como representaciones de objetos naturales, tales como seres humanos, animales, plantas, casas, instrumentos, etc.; identificando sus relaciones mutuas como hechos; y percibiendo tales cualidades expresivas como el carácter doloroso de un gesto o una actitud, o la atmósfera hogareña y pacífica de un interior. El mundo de las formas puras, reconocidas así como portadoras de significados primarios o naturales, puede ser llamado el mundo de los motivos artísticos. Una enumeración de estos motivos sería una descripción pre-iconográfica de la obra de arte” (Panofsky 1972: 15). 7 lo anterior es necesario un estudio inductivo, centrado en el establecimiento de la base combinatoria de los constituyentes de cada composición. Cuando se analizan de esta manera las imágenes, se realizan estudios sincrónicos que develan algunos de los rasgos de sus sistemas de organización, mismos que se perfilan cuando se acumulan los estudios particulares. El paso siguiente es realizar un estudio diacrónico del desarrollo de las bases compositivas en los distintos sistemas de organización de las imágenes, si éstos existen. Éstas son tareas que el lector verá desarrolladas en la presente investigación. En un trabajo anterior expliqué cómo las composiciones que caracterizan a la plástica teotihuacana, limitadas en términos de soluciones formales, presentan combinatorias que convencionalmente denominé de tipo naturalista-figurativo y de tipo simbólico (Valdez 2007). Como se verá a lo largo del presente estudio, éstas no son las únicas bases combinatorias que hay en el corpus de imágenes, y por tanto, no debe caracterizarse a la variedad en plástica bidimensional teotihuacana como una unidad, pues de lo contrario se fomentará una simplificación que no ayuda a explicar su naturaleza. Se han atribuido a las imágenes teotihuacanas valores que con frecuencia son mutuamente excluyentes; los diversos términos con que éstas se describen, ya sea como imágenes-palabra (Kubler 1967), como signos de sistemas de comunicación gráfica (Langley 1986), como signos susceptibles de ser comprendidos de manera independiente de la lengua hablada por el intérprete (Angulo 1995) o como signos de escritura (Taube 2000), muestran la falta de consenso en la interpretación y la ausencia de distinciones entre clases compositivas4 basadas en las relaciones entre componentes. 4 Para la definición de clase compositiva teotihuacana se recurrió a la obra de Greimas y Courtés: “1. La clase se define, en términos generales, como un conjunto de magnitudes que poseen en común uno o varios rasgos distintivos. 2. En lingüística se entiende, más concretamente, por clase un conjunto de magnitudes que pueden ser sustituidas en una posición sintagmática y en un contexto dado. En este sentido, clase es sinónimo de paradigma. 3. En gramática, el término <<clase>> se encuentra en concurrencia parcial con el de categoría. Se distinguen, así, clases (o categorías) <<morfológicas>> (las partes del discurso), <<sintácticas>> o funcionales (sujeto, objeto, predicado) y <<sintagmáticas>> (sintagma nominal, verbal, etc.) (Greimas y Courtés 1982: 55).8 Desafortunadamente, con frecuencia no se explicita la definición de la terminología descriptiva, problema que dificulta el rigor en las interpretaciones. I.III La combinatoria de los signos en las escenas En términos generales, las imágenes de la plástica que nos ocupa pueden describirse como procesos plásticos en los cuales se combinaban unidades significativas dispuestas en relaciones jerárquicas (Francastel 2002: 4-5). Como ejemplo de una combinatoria jerárquica de unidades compositivas, en este caso justificada por principios de coherencia icónica, se pueden ver las láminas 1 y 2. Lámina 1. Fragmentos de murales de Tetitla, Pórtico 26. Dibujo según publicación de Beatriz de la Fuente, 1995: 288, fig. 19.23, 19.24. Los fragmentos de Tetitla presentan una composición organizada de manera naturalista según las convenciones teotihuacanas. Los principios compositivos de los fragmentos del Pórtico 26 de Tetitla se presentan en combinaciones distintas en el mural de los Animales Mitológicos. Según un modelo compositivo que rige la imagen del ambiente acuático, figuras zoomorfas o antropomorfas pueden estar 9 intercaladas en los componentes que refieren al agua, con consecuentes variaciones en los temas de las imágenes. Lámina 2. Fragmento del mural de los Animales Mitológicos. Según dibujo de José Francisco Villaseñor, tomado de Beatriz de la Fuente, 1995, Lámina 5. Aunque el mural de los Animales Mitológicos fue agrupado en la segunda fase estilística de la pintura mural, y el mural de los buzos de Tetitla en la tercera (Lombardo 1995: 23, 28), se observa que en la elaboración de la imagen del ambiente acuático en la plástica teotihuacana se podía recurrir a componentes cuyas formas pertenecían a varios paradigmas formados por conjuntos de signos con distintos referentes. La coherencia icónica se manifiesta, por ejemplo, en la conformación de la referencia ambiental, lograda mediante líneas paralelas que convencionalmente describen al agua. Dichas líneas a veces se presentan en posición horizontal o diagonal y pueden incluir elementos identificados como imágenes de ojos, conchas y fauna acuática. Un ejemplo de relaciones jerárquicas se manifiesta en la combinatoria de motivos acuáticos, pues como se comprueba en el mural de los Animales Mitológicos, las imágenes de conchas y ojos pueden estar subordinadas al motivo acuático principal: la imagen del agua lograda mediante las líneas paralelas; la ausencia de ojos, conchas o fauna no altera la referencia acuática general. 10 La interpretación de la temática de la plástica naturalista y figurativa teotihuacana se ha llevado a cabo por diversos autores desde inicios del siglo XX y su descripción excede los límites de la presente investigación. Tan sólo mencionaré que en las interpretaciones más recientes se observa una tendencia de incluir los temas teotihuacanos en ciclos mitológicos de presencia pan- mesoamericana, como es el caso del trabajo de Jesper Nielsen y Christophe Helmke dedicado al estudio de la imagen del abatimiento de la gran ave celeste (en prensa). La convencionalidad en el tratamiento de las formas está presente en toda la plástica teotihuacana, no es exclusiva de las imágenes interpretadas como escritura; en principio la referencialidad puede lograrse por medios verbales o de tipo icónico-naturalista codificados en la imagen y, por tanto, el valor de un elemento gráfico debe ser interpretado por las relaciones con otros elementos que se le oponen en cada composición. I.IV La combinatoria de los signos en una escritura teotihuacana En el canon teotihuacano, es posible considerar como réplicas de un signo a distintas realizaciones de motivos a los cuales se asignaban valores de manera simbólica. Lo anterior se demuestra debido a la existencia de patrones de combinación de determinados elementos y soluciones compositivas en tipos de contextos recurrentes. En las composiciones integradas en su totalidad o sólo parcialmente por posibles signos de escritura, se observan maneras distintas de organizar los componentes a las practicadas en las escenas. En las imágenes identificadas con una escritura teotihuacana, la combinatoria de los signos no proporciona información evidente acerca de su referencialidad. En la lámina 3 hay un conjunto de signos integrado mayormente por elementos de origen icónico; la falta de coherencia de tipo naturalista entre los componentes indica una base combinatoria de tipo simbólico. 11 Lámina 3. Conjunto de grafemas procedente de La Ventilla. Dibujo según publicación de Cabrera, 1996: 33. La combinatoria de las unidades compositivas en imágenes de este tipo es evidencia de que, en algunos casos, los valores de los componentes se asignaban por medio de una mera convención; y que esta última no respondía a la intención de describir o construir, según las normas teotihuacanas, la referencia a una realidad visual. En una primera instancia de su combinatoria, los signos gráficos de la lámina 3 posiblemente estaban organizados con base en la representación de una expresión de la lengua o de otro sistema de signos no icónico. Los referentes de las unidades visuales pudieron ser raíces léxicas o palabras formadas por signos con el valor de logogramas o incluso fonogramas, aunque podría también tratarse de signos complejos que funcionarían en dos planos: icónico y simbólico. El uso de logogramas y otros signos5 en las escrituras de tradición prehispánica del México central está atestiguado en distintos documentos. Hay dificultades para describir los recursos de la referencialidad de algunos signos gráficos con valores logográficos. Los paulatinos descubrimientos de los orígenes icónicos evidentes de algunos signos de escrituras antiguas han desatado polémicas relativas a su definición teórica. La dificultad de la definición del signo logográfico fue observada por Jacques Derrida, y descrita de la manera que sigue: 5 También fonogramas (vocálicos, consonánticos o silábicos), determinativos semánticos y marcas diacríticas. 12 En la estructura de un relato pictográfico, por ejemplo, una representación-de- cosa, como un blasón totémico, puede adquirir un valor simbólico de nombre propio. A partir de este momento, en tanto denominación, pude funcionar en otros encadenamientos con un valor fonético (Derrida 1978: 120). En la escritura jeroglífica egipcia hay buenos ejemplos de estas dificultades, pues como escribe María Betró, en esa tradición: [E]l jeroglífico obedece a las mismas reglas que la representación figurativa[…]. De hecho, texto y representación suelen compenetrarse; no es extraño, sobre todo en el Imperio Antiguo, que el retrato de un noble sobre una pared de su tumba cumpla la función de determinativo para su nombre, y lo mismo ocurre con las estatuas, determinativos tridimensionales para el nombre del personaje inscrito en el zócalo. Algunas estatuas son auténticos jeroglíficos tridimensionales, gigantescos acertijos de piedra (Betró 1998:17). Dificultades semejantes presenta el corpus teotihuacano, en el cual además cabe esperar la presencia de signos logográficos usados también como fonogramas. Derrida señala cómo el logograma, por definición un signo sintético que no se puede descomponer, en tanto sonido, puede entrar en otra composición en forma de rebus, y funcionar de manera fonético-analítica, de manera análoga a la del alfabeto (Derrida 1978: 120). Lo anterior es relevante porque en la plástica teotihuacana hay formas visuales que comparten las composiciones con base en la combinatoria icónica y las de base simbólica, y en tanto se desconoce la lengua a la cual posiblemente referían algunas expresiones visuales, el valor del signo se determina sólo pormedio del contexto plástico. La combinatoria de algunas imágenes teotihuacanas como las de la lámina 3 sugiere que éstas pudieron representar palabras, aunque el uso fonético de algunos componentes no puede excluirse. La evidencia arqueológica teotihuacana indica que las bases compositivas de combinatoria icónica y simbólica se presentaban en ocasiones de manera simultánea, en diferentes fórmulas compositivas; sería el caso de algunos fragmentos de pinturas murales de conjuntos arquitectónicos como los de Techinantitla y Tepantitla, estudiados por autores como Clara Millon (1973, 1988), Esther Pasztory (1988), Janet Berlo (1989) y Karl Taube (2000). 13 La escritura náhuatl como modelo de una escritura teotihuacana Varias estudios acerca de la imagen teotihuacana toman a la escritura náhuatl como modelo de interpretación. Las propuestas suelen coincidir en que en Teotihuacan se registraban por medios gráficos fechas, nombres personales y nombres de lugar. No es extraña esta asociación, puesto que algunos ejemplos de desciframientos arqueológicos sugieren que la necesidad de transcripción de nombres propios ha promovido el desarrollo de signos fonográficos, entendidos éstos como grafías que, por medio de la referencia a unidades fonológicas, representan diversas unidades de la lengua, según el sistema de escritura del que se trate. A continuación se presenta una descripción de la escritura náhuatl elaborada por Marc Thouvenot y Jean-Michel Hoppan, en la cual se establecen rasgos de la escritura náhuatl que con frecuencia se han encontrado entre las imágenes de la plástica teotihuacana: La escritura náhuatl está construida alrededor de dos clases de imágenes: los personajes, humanos o divinos, y los glifos. Glifos y personajes son generalmente complejos gráficos aislables, porque están circundados por un espacio. Pero mientras que los elementos de los personajes están siempre dispuestos en una relación anatómica, los de los glifos tienen gran libertad de asociación. La parte glífica se especializa en ciertos dominios como la expresión de los nombres propios y de las fechas. Los personajes generalmente expresan el dominio de las acciones y de los títulos, con una mayor vocación multilingüe. Pero en los dos casos, los elementos constitutivos son figurativos y pueden relacionarse con el mundo real. Casi siempre es posible "reconocer" un elemento […]. Esta relación con lo real puede tener varias formas según el contexto de empleo. Es así que el elemento ocelotl 'jaguar' exhibe al menos cuatro realizaciones: de cuerpo entero, la cabeza, una oreja, o sólo las manchas. Lo importante es que en todos los casos permanecen constantes los rasgos distintivos, esto es, las características de la imagen que permiten oponerla a todas las otras. En el caso del ocelotl son sus manchas. […] No existe una diferencia fundamental entre las imágenes de los personajes y las imágenes de los glifos. En buena cantidad de casos son las mismas, simplemente su tamaño es más grande cuando están integradas en los personajes y son más numerosas: entre dos y tres en promedio para los glifos, una decena para un personaje humano y una veintena para uno divino. Actualmente se han 14 identificado alrededor de 800 elementos que sirven para componer los glifos o los personajes. Estos elementos provienen del cuerpo humano, de la fauna, de la flora, del cosmos, de los artefactos, de los números, de los colores, de las formas... En función del origen geográfico de los códices, del taller al que perteneciera el tlacuilo “pintor-escritor” y de su estilo particular, los elementos podían presentar cierto grado de variación. A los factores geográficos y personales conviene añadir la época en que fue escrito el documento. […]Todos los elementos transcriben valores fónicos que corresponden en su gran mayoría a raíces nominales o verbales. Se puede entonces decir que se trata de una escritura esencialmente logográfica con un poco de fonetismo (Thouvenot y Hoppan 2009). Aunque la naturaleza verbal de las raíces léxicas que encuentran Hoppan y Thouvenot en la escritura náhuatl no ha sido cabalmente atribuida a la imagen teotihuacana, el resto de la descripción ilustra con bastante claridad el origen de varias hipótesis acerca de los valores de los signos de una escritura teotihuacana. Uno de los pioneros en la asignación de nombres propios como valores de algunas imágenes fue el arqueólogo Alfonso Caso, quien en un esfuerzo por demostrar que la escritura de tipo ideográfico-fonética estaba diseminada en todo el territorio mesoamericano, tempranamente entendió la relevancia del registro de numerales en imágenes que identificó como signos calendáricos y como una clave para la definición de otros tipos de signos de escritura. Dos grafemas con numerales fueron propuestos por Caso como signos del tonalpohualli; uno proviene de la pintura monumental de Teopancazco y correspondería al día Ocho Tigre, nombre calendárico de Tepeyolohtli (1966: 249). El otro es el grafema grabado en la Placa de Ixtapaluca, procedente de Chalco, que Caso identificó como 9 Viento, fecha de nacimiento y nombre calendárico de Quetzalcóatl (1942: 156-158). Caso tempranamente comprendió, aunque no se ocupó de definir de manera teórica, la diferenciación entre la escritura y otro tipo de imágenes teotihuacanas. Recientemente Javier Urcid propuso una reconstrucción de algunos componentes del calendario teotihuacano y su correlación con otros calendarios antiguos del oeste de Mesoamérica (2010). Si bien Caso comprendió la relevancia de los signos del calendario para el conocimiento de la escritura de algunos nombres personales teotihuacanos, Clara 15 Millon observó en la pintura mural de Techinantitla un patrón compositivo distinto, y también característico de la escritura de nombres personales en documentos de escritura de tradición prehispánica. En una propuesta que fue fundamental para el desarrollo de la descripción de la escritura en Teotihuacan, Millon señaló cómo algunos glifos6 teotihuacanos se presentan en asociaciones con algunos contextos plásticos formando patrones compositivos (1973, 1988). La autora propone que en Techinantitla, los glifos antroponímicos tienen una posición recurrente, antepuesta a figuras antropomorfas de perfil. Un patrón compositivo análogo al observado en Techinantitla fue señalado por Millon en la Vasija de las Colinas, hallada en Tlaxcala. En dos trabajos que a la fecha son clave para la descripción de los rasgos de la escritura teotihuacana, la autora señaló que los antropónimos en las imágenes que describió tuvieron por función distinguir y calificar a las figuras antropomorfas a las cuales anteceden (Millon 1988: 124). Millon también señaló que posiblemente los componentes de la escritura se asociaban de manera jerárquica y que glifos teotihuacanos como el Tocado de Borlas se pueden presentar en forma desarrollada y abreviada7 y estar constituidos por unidades con elementos comunes. Consideró que esta última observación es índice de la naturaleza polisilábica de los glifos (Millon 1988: 119). En cuanto a los temas registrados mediante la escritura, para Millon se trataba de la transcripción de nombres personales y de linajes, de algún grupo social o institución militar, también consideró que posiblemente indicaban la pertenencia a un territorio de residencia o a un culto. Las franjas con pisadas en los murales de Techinantitla indican camino o el verbo ir. En cuanto a la interpretación de las estructuras compositivas, Millon relacionó la distribución de los glifos de 6 Aunque para referirme a un posible signo de escritura usaré el término grafema, en el presente estudio retomaré la palabra glifo, con cursivas, cuando la utilizan los distintos autores que distinguen una posibleescritura teotihuacana. De la misma manera se procede con otros términos utilizados por los distintos autores que describen las características de una escritura teotihuacana. 7 Como es el caso de los relacionados con el tocado de borlas en los fragmentos de pinturas murales procedentes de Techinantitla, según señala Millon. Actualmente los estudiosos de la epigrafía maya llaman como variante completa y pars pro toto a las formas glíficas desarrollada y abreviada que señala Millon para Teotihuacan (Erik Velásquez, comunicación personal). 16 Techinantitla con los formatos en columnas de la escritura oaxaqueña y maya. Observó que en la antigua Teotihuacan estuvo en uso más de un sistema de escritura, pues en un fragmento de mural hallado en Tetitla, los glifos se presentan como secuencias de al menos dos elementos y tienen relación con el área maya. Hasta la fecha, todas estas agudas observaciones continúan siendo válidas para la descripción de la escritura teotihuacana. Otro modelo de interpretación de los signos teotihuacanos procede de los códices mixtecos. Algunos autores coinciden en la asociación de composiciones teotihuacanas con imágenes del estilo Mixteca-Puebla (King y Gómez 2004), característico del Posclásico y cuyos vestigios se encuentran difundidos por la mayor parte de Mesoamérica llegando hasta territorio centroamericano. Esther Pasztory encontró varias similitudes entre algunas imágenes teotihuacanas y la comunicación gráfica mixteca. La comparación entre imágenes le condujo a sugerir que la escritura teotihuacana fue ideográfica; propuso valores toponímicos para varias imágenes, relacionados con los nombres atribuidos a plantas pintadas en los muros de Tepantitla. La autora asoció algunas imágenes fitomorfas de Tepantitla con hipotéticas genealogías teotihuacanas. Como una explicación alterna, propuso que las imágenes posiblemente representaban plantas medicinales con glifos. En la pintura de Tepantitla, Pasztory observó un patrón de asociación entre glifos e imágenes figurativas. Mencionó que los glifos de la escritura teotihuacana pudieron ser logogramas organizados por el principio rebus. Propuso que los árboles de Techinantitla expresaban el concepto de planta de manera logográfica. Se trataría de una planta abstracta y genérica, en la cual se combinaban imágenes de flores y glifos relacionados entre sí. Pasztory señaló también coincidencias entre las plantas con glifos en la base y el signo toponímico mixteco para montaña (1988). Por su parte, Janet Berlo con motivo de la existencia de numerosas imágenes toponímicas aztecas con árboles como elementos principales, retomó el estudio de los árboles de Techinantitla para compararlos con signos de origen mixteca y azteca (1989: 20). Coincidiendo con Pasztory, con base en la configuración y 17 combinación de elementos gráficos, Berlo encuentra que la comunicación visual teotihuacana hacía uso de un sistema mixto, fonético, logográfico e ideográfico similar al azteca, en el cual se registraban antropónimos o topónimos mediante glifos. Los signos, paradójicamente fueron clasificados por la autora como recordatorios mnemotécnicos y no como signos escriturales, aunque combinaban elementos pictográficos y fonéticos, según la terminología empleada. Según Berlo, la combinación de varios componentes en un bloque constructivo que etiqueta a cada imagen de árbol, remite a la estructura y proceso de la formación glífica azteca. Señala que el uso de representaciones de elementos del mundo natural para referir a un topónimo remite a la convención plástica mixteca que representa al cerro. Propone que la metonimia8 era un recurso de la iconografía teotihuacana. Además de las interpretaciones en las cuales se propone que en algunas imágenes teotihuacanas hubo una intención de referir a expresiones de la lengua, hubo interpretaciones de composiciones de tipo figurativo y naturalista en las que se utilizaron categorías de análisis lingüístico. Es el caso del modelo de análisis que propuso el historiador del arte George Kubler, según el cual las imágenes del arte teotihuacano, constituidas por símbolos, se organizan con base en principios 8 Es posible que Berlo haya utilizado el término de metonimia para designar el principio compositivo conocido como pars pro toto, ya que metonimia se define, en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como “tropo que consiste en designar una cosa con el nombre de otra tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; v. gr., las canas, por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel, por la gloria, etc.”. Real Academia Española, Diccionario de la lengua española (Madrid: Espasa- Calpe, 1970). Metonimia, según Beristaín, es la “sustitución de un término por otro cuya referencia habitual con el primero se funda en una relación existencial que puede ser: 1) Causal, “eres mi alegría” (la causa de mi alegría). 2) Espacial, “tiene corazón” (valor). 3) Espacio-temporal, “conoce su “Virgilio”(la vida y obra de Virgilio); “defendió ´la cruz´” (al cristianismo). Ésta es una relación que se da en el pensamiento, según Henri Morier [...] La diferencia entre la metonimia y la metáfora consiste en que, mientras el espacio metonímico concierne a la organización referencial, según Le Guern, “el proceso metafórico concierne a la organización sémica”. En la metáfora se da una coposesión de semas o partes, mientras que en la metonimia se da la inclusión de los términos dentro de un conjunto de semas, debido a la copertenencia de ambos a una misma realidad material. La diferencia entre la metonimia y la sinécdoque consiste en que en la metonimia el objeto cuyo nombre se toma subsiste independientemente del objeto cuya idea se evoca, sin que ambos objetos formen parte de otro objeto que los abarque dentro de la misma totalidad. En la sinécdoque, en cambio, ambos objetos constituyen un conjunto en el que son, respectivamente el todo y la parte [...]” (Beristaín 1997: 330-331). Berlo desarrolla el concepto de metonimia entre las imágenes teotihuacanas en la publicación de 1992. 18 lingüísticos. Las imágenes corresponden a funciones gramaticales, donde cada forma es un sustantivo, adjetivo o verbo. Las imágenes se combinan en la búsqueda de posibles formas de escritura para conformar una letanía o una liturgia, con enunciados que nombran y califican una deidad. Pese a los recursos de análisis, los elementos que Kubler clasifica como símbolos no son descritos por el historiador del arte en términos de textos. En la tipología de símbolos que Kubler describió hay imágenes–palabra que el autor divide en formas simples y compuestas, figuras de perfil y frontales; los bordes o marcos indican el contexto o nivel discursivo y establecen el tipo de espacio que está siendo representado; contienen además formas adjetivas que califican lo que está dentro de este último (1967: 3-6). En su propuesta, Kubler describe hábilmente características de la plástica teotihuacana, como aquellas que se refieren a la función referencial de las cenefas, bordes o marcos, pero no establece una distinción explicativa de los principios organizativos de la iconografía y los de la escritura. La posibilidad del uso de categorías de análisis derivadas de funciones gramaticales no atañe exclusivamente a la plástica teotihuacana; en principio, podría describir la plástica de tipo icónico y naturalista de distintas culturas y distintas épocas. Producto de muchos años de estudio, Hasso von Winning propuso una clasificación de las imágenes de la plástica teotihuacana integrada por configuraciones antropomorfas y zoomorfas, signos y glifos. Algunos aspectos de la propuesta tuvieron mayor desarrollo que otros, pues la definiciónde las categorías que el autor llama signos y glifos no fue expresada de manera clara. Siguiendo al autor, los glifos se caracterizan por que contienen un mensaje y se distinguen de los signos debido a que están enmarcados por un cartucho (1987: 63). James Langley publicó un importante trabajo en el cual propuso una distinción entre signos glíficos y otros motivos simbólicos teotihuacanos. Para el autor, en Teotihuacan hay evidencia arqueológica de un sistema de comunicación simbólico, el cual no necesariamente constituyó un sistema de escritura. De una manera cautelosa justificada por la imposibilidad de comprobar de manera 19 satisfactoria las hipótesis, no definió como escritura al sistema de comunicación que describe, aunque sí se ocupó en determinar cuáles criterios, en su opinión, permiten considerar a algunos signos visuales teotihuacanos como semejantes a los que conforman los sistemas de escritura mesoamericanos; Langley observó que el sistema de comunicación simbólico teotihuacano tuvo signos similares a glifos mayas y zapotecos (1986: 11). Mediante criterios elaborados con base en la observación de asociaciones entre contextos y signos gráficos, Langley describió un grupo de imágenes que denominó como signos de notación teotihuacanos. También continuó con la clasificación de las imágenes teotihuacanas que habían iniciado Kubler, Miller y von Winning y elaboró un catálogo de signos de notación, según los siguientes criterios: 1.- El signo de notación debe ser compacto, auto-contenido y debe aproximarse a una forma convencional estandarizada, 2.- debe estar separado de su contexto natural, 3.- debe formar parte de un patrón visual compatible con la transmisión de mensajes verbales. Para Langley, la imagen de un atributo de algún elemento plástico figurativo, en un contexto naturalista, no debe ser considerada como símbolo ni como signo de notación. Pese a la intención explícita de externar los criterios de clasificación, algunos aspectos de la definición de los signos de notación son ambiguos pues, aún resulta necesario explicar cómo el autor concibe un contexto natural, definición que resulta muy relevante a la hora de distinguir entre clases de signos. Langley propuso que la combinatoria de los signos de notación se llevaba a cabo en tres contextos, cuya naturaleza es heterogénea: - Contexto de representación. El cual puede entenderse como un contexto plástico figurativo o icónico. Este contexto está definido según la función referencial de los signos. - Contexto estructural. Se refiere a bordes, cenefas y marcos que se integran en algunas composiciones- así como a los fondos, aquello que no es posible 20 identificar como figuras, también al canto y franjas en la base de vasijas cerámicas. Este contexto fue definido según criterios de distribución espacial. - Contexto semiótico. En el caso de estas imágenes, el autor parece referirse a los motivos en los cuales no es posible identificar la referencia al objeto denotado; si los hay, se encuentran combinados con elementos figurativos subordinados, (Langley 1986: 5-25). Una extensa investigación llevó a Langley a observar en la plástica teotihuacana distintas convenciones y reglas, conjuntos recurrentes de signos y patrones de asociación estables entre ellos. Su trabajo es principalmente formal pues procuró evitar proponer valores a las imágenes congruentes con una definición de escritura, entendida como representación gráfica de la lengua. Langley encuentra que los significados derivados de los análisis de los signos teotihuacanos no producen lecturas literales, sino la comprensión de conjuntos de signos. Jorge Angulo fue pionero en la identificación de topónimos entre las imágenes de la plástica monumental teotihuacana; propuso valores específicos en lengua náhuatl para éstos; asignó a dos motivos de los murales de Tepantitla los valores de /Cuauhtepetl/ y /Cerro de la Abeja/. Concibe las imágenes teotihuacanas como un sistema estable de comunicación visual, que incluía a las artes plásticas y era un tipo de escritura metafórica o una alegoría poética compuesta por glifos, más que una descripción de sujetos y objetos que se leen con las mismas palabras. Siguiendo a Angulo, éste no fue un sistema de escritura, pues no se especializaba en el registro silábico-fonético y carecía de un orden riguroso respecto al acomodo de cada glifo. El sistema estaba compuesto por símbolos y signos convencionales: pictogramas, ideogramas y tal vez fonogramas, cuyo conjunto expresa ideas y conceptos en imágenes gráficas dirigidas a la percepción (lado derecho del cerebro), para ser interpretadas libremente en las propias palabras de cada "lector" [...] (Angulo 1995: 68-82). Pese a que propuso lecturas específicas para algunos grafemas teotihuacanos, Angulo no desarrolló el estudio de la estructuración de dichas imágenes, y no 21 diferencia los rasgos que distinguen a la imagen plástica de tipo naturalista de la escritura. George Cowgill afirmó que las imágenes teotihuacanas se encontraban en la frontera de la escritura. Señaló la existencia de glifos que referían antes a conceptos generales que a palabras específicas; sin embargo, paradójicamente, consideró posible que en el registro gráfico de la antigua Teotihuacan se recurriera al principio del rebus. Aunque observa que hay grupos de signos que se organizaban por yuxtaposición, no es posible demostrar la presencia en éstos de una organización de tipo sintáctico. Con interés por determinar la filiación lingüística teotihuacana, Cowgill retomó el estudio de los murales de Tepantitla para comparar los motivos fitomorfos con nombres de plantas registrados en textos nahuas del siglo XVI. A partir de esos estudios Cowgill afirmó que se pueden establecer correspondencias similares con varias lenguas mesoamericanas; por lo tanto, concluyó que las imágenes no constituyen pruebas de que una forma de la lengua náhuatl estaba representada en los murales (1992 a: 231-239). Por otra parte, Arturo Pascual Soto propuso que las imágenes gráficas teotihuacanas conformaban sistemas de signos no verbales integrados por signos icónicos. Para su subsecuente estudio, Pascual recomienda concentrarse en la forma de organización de los signos, pues la comprensión del texto sucederá cuando se conozca la morfología y sintaxis de los signos. Acierta en describir que un signo gráfico básico se relaciona con otro por medio de tres asociaciones sígnicas: contigüidad, sobreposición o inclusión. En el estudio de las imágenes teotihuacanas, el autor se alejó definitivamente de los recursos interpretativos derivados de la teoría de la escritura, pues consideró de utilidad metodológica fundamental la relación motivada entre el referente y el signo icónico, ya que afirma que la determinación semántica del signo por el objeto puede ser un apoyo para interpretar el código de representación de las imágenes (1995: 291-302). 22 Pascual presentó herramientas para el análisis de las composiciones de base combinatoria de tipo icónico-naturalista, puesto que el principio que menciona no determina las relaciones no icónicas entre componentes. En su trabajo titulado Mesoamerican Writing Systems. Propaganda, Myth, and History in Four Ancient Civilizations, Joyce Marcus afirmó que es improbable que en Teotihuacan se encuentren los antecedentes de la escritura náhuatl; consideró que en la urbe posiblemente estuvieron en uso sistemas calendáricos e iconográficos, antes que verdadera escritura, aunque existió un uso limitado de notación glífica, en forma de posibles nombres y etiquetas (1992: 20). La evidencia arqueológica señala que varios aspectos que de manera general Marcus considera como característicos de una escritura mesoamericana abstracta, estuvieron presentes en Teotihuacan. Según la descripción deMarcus de los rasgos formales de los textos mesoamericanos tempranos, éstos se conformaban por tres o cuatro y hasta cincuenta signos discretos, distribuidos en una o más secuencias. Consideró que la distribución de signos en hileras sencillas caracterizó a la escritura mesoamericana temprana, pues las hileras dobles se presentaron posteriormente. Actualmente se conoce evidencia arqueológica teotihuacana de varios signos gráficos distribuidos en forma de secuencias o hileras. Lo anterior llama la atención, pues en el modelo de escritura que Marcus describe las escrituras mixteca y azteca del Posclásico no se organizaban, mayormente, bajo el principio de la distribución de signos en secuencias y, como se ha visto, algunos autores remontan los orígenes de dichas escrituras al Clásico teotihuacano. Marcus también señaló, como otros autores, que las escrituras azteca y mixteca se especializaban en transcribir nombres personales y de lugar, mediante signos que se encuentran comúnmente insertos en escenas figurativas. Aunque es escasa, la evidencia arqueológica señala que en Teotihuacan estaban presentes ambos principios de distribución sígnica: en forma de secuencias o hileras y como referencias de nombres propios en el contexto de escenas naturalistas y figurativas. 23 En cuanto al tipo de signos que conforman la escritura mesoamericana, Marcus enumeró elementos logográficos, silábicos y pictográficos; el principio de homofonía o rebus se usó con frecuencia, cuando la palabra presentaba dificultades de escritura. Aunque en ocasiones se han interpretado signos teotihuacanos de manera fonética, la fonografía, incluida la presencia de signos en rebus no pueden ser confirmadas en tanto no se logre demostrar su presencia sistemática en el corpus teotihuacano. Marcus sintetizó un espectro de temas abordados por la escritura mesoamericana temprana que se derivan de los textos tomados en consideración para su modelo de escritura; éstos tratan de proezas de gobernantes, su injerencia en algún evento histórico y sus ligas genealógicas con hombres prestigiosos o seres sobrenaturales. Los monumentos generalmente incluyen la descripción de un jefe, fechas calendáricas y un texto corto que liga al jefe con un evento específico, un ancestro o un ser sobrenatural (Marcus 1992). Salvo el último aspecto, aparentemente, la mayor parte de estos temas están ausentes en el corpus teotihuacano relacionado con una escritura. La escritura mesoamericana tardía abarca los siguientes temas, según el modelo de Marcus: victoria en batalla, sacrificios de prisioneros, ubicación de eventos políticos en un contexto fechado, nombramiento de personajes importantes mediante su fecha de nacimiento, descripción de viaje o desplazamiento mediante impresiones de huellas de pies (1992). Con excepción de los primeros dos puntos, estos asuntos parecen estar presentes en el corpus teotihuacano. Es necesario tomar con cautela algunas de las clasificaciones de Marcus, pues la distinción de una escritura verdadera revela una concepción evolucionista, coherente con aquella elaborada hace décadas por Ignace Gelb, en la cual el asiriólogo clasificó como precedentes de la escritura a la totalidad de los sistemas mesoamericanos.9 Ciertamente, cuando Gelb describía los rasgos tipológicos que 9 El trabajo de Gelb al cual se hace referencia fue editado por primera vez en 1952 y se denomina Historia de la Escritura. 24 caracterizan a lo que consideraba como escrituras plenas, el desciframiento de algunas escrituras mesoamericanas no se había desarrollado como actualmente lo ha hecho. Recientemente S. Houston publicó estudios tipológicos de las escrituras mesoamericanas (2004). El autor distingue dos áreas culturales mesoamericanas según la organización de la significación en la escritura: los sistemas cerrados, que caracterizan las escrituras más fonéticas del sureste mesoamericano, y los sistemas abiertos, propios de las zonas étnicamente heterogéneas del noroeste de Mesoamérica. Pese a que no se han comprobado en el corpus teotihuacano los intentos de desciframiento, ha habido importantes propuestas de sistematización de imágenes teotihuacanas relacionadas con la escritura, las cuales han producido catálogos razonados de glifos y signos de notación, elaborados por Kubler, von Winning y Langley. Hace poco más de una década, Karl Taube10 retomó los distintos estudios de un sistema de comunicación teotihuacano expresado por medio de signos gráficos y presentó la distinción fundamental de dos sistemas de signos con reglas y convenciones inherentes a cada uno; estos sistemas serían escritura e iconografía, aunque dedicó su trabajo a la descripción del primero. Taube también presentó argumentos para distinguir dos estilos en la escritura teotihuacana: uno lineal, compacto y simple, como en la pintura del piso de la Plaza de los Glifos y un estilo emblemático, que no fue definido teóricamente por el autor, pero fue descrito como integrado por signos grandes y elaborados. Con base en los estudios de la escritura teotihuacana que le precedieron, Taube presentó una definición de los rasgos de un sistema de escritura jeroglífica, precursor de la escritura de Xochicalco, Tula y de la escritura azteca (2000). Actualmente, el autor 10 En el año 2000 aparece un trabajo en el cual Karl Taube argumenta a favor de la existencia de signos teotihuacanos que representaban unidades de la lengua y por lo tanto correspondían a un sistema de escritura, en los términos en los cuales ésta comúnmente se define, es decir, como la representación gráfica de la lengua. Con base en hallazgos arqueológicos realizados a lo largo del siglo XX, Taube afirma que la escritura teotihuacana trascendió los límites de la urbe, hasta regiones tan lejanas como Escuintla, Guatemala. 25 continúa con este trabajo y en una publicación reciente presentó una propuesta con varios signos calendáricos y una descripción de los topónimos, títulos y nombres personales escritos. En esta descripción expresó su definición de los signos emblemáticos: Los signos emblemáticos se presentan en los murales teotihuacanos como signos que acompañan figuras y como textos independientes. Cuando aparecen de manera individual, estos signos pueden con frecuencia identificarse por extrañas combinaciones de elementos incongruentes. Así, un glifo emblemático de Tetitla muestra un techo de templo sobre una boca rodeada de flamas (2011: 84-86). La definición de signo gráfico emblemático que en el presente trabajo propongo es distinta de la de Taube, pues se considerará a un signo como emblemático cuando sus componentes se organizan según principios de coherencia icónica y pueden ser interpretados como los rasgos diagnósticos que identifican un lugar o un personaje. La coherencia icónica en el caso que nos ocupa supone la posibilidad de interpretación de la figura o escena basada en la percepción de una unidad de acción tiempo y espacio, y/o una unidad anatómica, con base en principios plásticos de imitación de rasgos observados en el mundo natural; la composición construida según principios de coherencia icónica se vale de las convenciones culturales de construcción de la imagen. El establecimiento de las características de una escritura teotihuacana se logró gracias a la acumulación, durante décadas, de materiales arqueológicos y al trabajo de distintos investigadores dedicados al estudio de la imagen. Desde los trabajos pioneros de Eduard Seler publicados a inicios del siglo XX, el conocimiento de la escritura en Mesoamérica y el conocimiento arqueológico de Teotihuacan han cambiado; el exitoso desciframiento de la escritura maya contribuyó no poco a fortalecer la definición de muchosdocumentos prehispánicos como exponentes de sistemas de escritura, aun cuando en algunos casos su desciframiento a la fecha no se haya conseguido cabalmente. Los recientes hallazgos arqueológicos en Teotihuacan han permitido la generación de nuevas propuestas acerca del uso de escritura en la antigua urbe. 26 En cuanto a las descripciones de las posibles reglas que gobernaban la lectura de los signos, generalmente las propuestas de interpretación han estado ligadas a las hipótesis de la lengua que era representada. Algunos autores afirman que en ocasiones los grafemas se organizaban sintácticamente en forma de columnas y conjuntos, es el caso de la propuesta de Thomas Barthel, según la cual los signos que denomina grafemas atributivos, especializados en ampliar o diversificar el significado de una imagen simbólica, se distribuyen ocasionalmente en forma de columna y agrupan mediante un contenedor a los elementos principales formando conjuntos; se asocian con las volutas del habla, o salen de las llamadas manos dadivosas y de las trompetas de caracol; también se encuentran en topónimos. Según Barthel, los textos que conforman los grafemas atributivos presentan progresión vertical. Barthel supone una sintaxis en los textos que corresponde a una forma temprana del náhuatl (1982). Por otra parte, Evans y Berlo desarrollan estudios en los cuales concuerdan con Barthel en que la estructura de la notación glífica en Teotihuacan sugiriere una filiación náhuatl, pero no descartan la posibilidad de que una forma antigua del totonaco se hablara en Teotihuacan (Evans y Berlo 1992: 7, 19). Los hallazgos arqueológicos han revelado que distintos grupos étnicos y lingüísticos cohabitaron en Teotihuacan. Un ejemplo gráfico fue hallado en la tumba TL7, del Tlailotlacan, el barrio oaxaqueño; es un grafema acompañado por un número, formando un signo compuesto que indica que la lengua zapoteca posiblemente formaba parte de las lenguas habladas y escritas en la urbe (Spence 1992). Clara Millon, como se mencionó, encontró que algunas muestras de escritura teotihuacana estaban relacionadas con el área maya (1988), una observación que fue desarrollada por varios autores (Taube 2003; Ruiz 2003), sobre todo los que se han ocupado del conjunto arquitectónico de Tetitla, en el cual hay restos de pintura mural, donde se han identificado grafemas mayas. 27 Algunos hallazgos arqueológicos en La Ventilla originaron nuevas interpretaciones de imágenes teotihuacanas como referencias a palabras de una forma antigua de la lengua náhuatl. El arqueólogo Rubén Cabrera relacionó a las imágenes de serpientes de la Plaza de los Glifos de La Ventilla con la palabra náhuatl mazacóatl (1996). No tardaron en surgir comentarios que aclararon que el concepto de venado-serpiente se presenta en otras lenguas de Mesoamérica, y por lo tanto, la presencia de tal signo no es evidencia certera de que una forma de náhuatl se hablara tempranamente en Teotihuacan. Timothy King y Sergio Gómez propusieron valores para las imágenes del piso de la Plaza de los Glifos, con base en el registro en mapas de presencia náhuatl en áreas cercanas a Teotihuacan durante el siglo XVI (2004). Según esta propuesta, dicho registro puede indicar la continuidad en el uso de topónimos desde tiempos teotihuacanos, pero tampoco la evidencia de una presencia importante de una lengua proto-náhuatl en la antigua ciudad es certera, puesto que, por definición, en Mesoamérica los topónimos han sido establecidos mediante calcos. Los autores coinciden con Cabrera en que las imágenes forman parte del sistema de organización gráfica del estilo Mixteca- Puebla y afirman que conforme a este sistema, las columnas glíficas verticales deben leerse de arriba hacia abajo; las secuencias horizontales son de lectura variable, con preferencia por el orden que va de izquierda a derecha; la orientación de la mayoría de los glifos indicaría que la lectura se hacía desde el norte de la plaza. Los glifos se interpretan como topónimos y antropónimos, los últimos como nombres de individuos con títulos, glifos vocacionales o de barrios (King y Gómez 2004: 208-209). En una publicación reciente, Nielsen y Helmke argumentan que en el piso de la Plaza de los Glifos se pintaron referencias a enfermedades y que, consecuentemente, ese lugar estaba posiblemente dedicado a la sanación de enfermos (2011). Otras propuestas recientes acerca del registro de nombres propios por medios gráficos en Teotihuacan también se refieren a topónimos y nombres de cargos o de instituciones. Claudia García-des-Lauriers, en una imagen de la plástica, 28 encuentra evidencia de continuidad desde tiempos teotihuacanos de una institución nahua conocida como la Casa de los Dardos. Si bien la autora no relaciona específicamente dicha imagen con la escritura, sí señala una correspondencia con la forma verbal (García-des-Lauriers 2000). Otro ejemplo de trabajos recientes acerca de composiciones de tipo simbólico, posiblemente relacionadas con la escritura, es un artículo publicado por Cynthia Conides y Warren Barbour, quienes encuentran que en vasijas trípodes de cerámica teotihuacana se presentan imágenes de tocados que alternan con imágenes de estructuras arquitectónicas. Según la propuesta de los autores las imágenes mencionadas posiblemente señalan una conexión entre los miembros de una organización representada por el tocado, hacia un lugar representado por una estructura (Conides y Barbour 2002: 416). En una serie de recientes publicaciones, Jesper Nielsen y más tarde Christopher Helmke desarrollaron una propuesta acerca de la presencia en la plástica teotihuacana de topónimos relacionados con imágenes de montañas (Nielsen 2006; Helmke y Nielsen en prensa). Según los autores, en algunos casos, el topónimo montaña es un sustantivo geográfico que puede incluir un signo calificativo, inserto o colocado en la parte superior de la imagen de la montaña. Los autores proponen también que, en ocasiones, en estos topónimos se encuentra un elemento con forma de sierra que referiría, a manera de determinativo semántico, al carácter pétreo de la montaña. Encuentran, además, que hay muestras en las cuales se presentan imágenes de montañas que carecen de dichos signos marcadores de materialidad. Recientemente se publicó un trabajo de Pierre Colas dedicado a la clasificación de una clase de signos que no han sido identificados con topónimos ni antropónimos (2011: 13-25); se trata de los signos afijos o infijos en las volutas del sonido teotihuacanas. Esta publicación es particularmente relevante, puesto que registra y clasifica el corpus completo de signos en volutas de la pintura mural, los cuales pueden constituir grafemas. 29 La inspección de los signos en volutas y de los posibles temas de sus contextos plásticos, que realicé durante la elaboración del presente estudio, indica que los grafemas relacionados con volutas registraban referencias no predicativas a temas culturales relacionados con el ritual cívico-religioso teotihuacano. Como se ha podido constatar, en el caso teotihuacano, las propuestas de interpretación se inclinan a que los signos de escritura posiblemente transcribían, mediante combinaciones, nombres personales, nombres de lugar y referencias a temas rituales. Entre los estudios que asocian una lengua particular con las imágenes, el idioma referido con mayor frecuencia es el náhuatl; también se han propuesto el otomí, el totonaco y una antigua lengua mixe-zoque. Hay propuestas que no asocian una lengua concreta con las composiciones, las cuales son estudiadas como un lenguaje visual autónomo. Son de particular importancia los estudios de los nombres propios teotihuacanos, pues la historia de las escrituras muestra que, por las características de los nombres propios, sus transcripcioneshan promovido el empleo de signos fonógráficos, entendidos estos como grafías que representan diversas unidades de la lengua, según el sistema de escritura del que se trate. El corpus de imágenes Este es un estudio dedicado a imágenes gráficas con posible contenido verbal, cuyos contextos sugieren que formaron parte significativa y posiblemente estructural de distintas actividades sociales e institucionales. El eje rector en torno al cual se organiza el corpus de imágenes es la distribución funcional y jerárquica de la antigua ciudad de Teotihuacan. Se adoptó una perspectiva de estudio basada en la comparación de la evidencia procedente de dos conjuntos arquitectónicos teotihuacanos considerados como posibles centros de barrio: La Ventilla 1992-1994 y Teopancazco. El estudio de los posibles grafemas de varios conjuntos arquitectónicos, representativos de la polémica en torno a la existencia de 30 sistemas de escritura en uso en la antigua urbe, ayudó a definir las características de los grafemas de La Ventilla y Teopancazco. Se espera que la clasificación del corpus, observando patrones compositivos, contextuales, funcionales y distributivos permita, a la larga, un manejo eficiente del material de la plástica teotihuacana, que posibilitará reforzar o comprobar hipótesis de valores específicos para los signos gráficos, en distintos estudios de caso. Se procuró identificar la diferenciación del dominio de validez y el tipo de funcionamiento del corpus de imágenes.11 Quedará pendiente para un trabajo posterior la sistematización de la composición de la imagen teotihuacana basada en principios de coherencia icónica. También quedará pendiente su comparación con las muestras que estudio en el presente trabajo. Harán falta estudios de los nuevos hallazgos arqueológicos para determinar los rasgos que caracterizaban a los sistemas de signos de las llamadas artes plásticas figurativas teotihuacanas no determinadas por la representación de de la lengua.12 El contenido de los capítulos En el presente trabajo propongo integrar al estudio de la significación de las imágenes relacionadas con la escritura teotihuacana, distintos aspectos contextuales que posiblemente determinaron su sentido. 11Siguiendo a Emile Benveniste, el dominio de validez es aquel donde se impone el sistema y debe ser reconocido u obedecido; mientras que el tipo de funcionamiento se refiere a la relación que une los signos y les otorga función distintiva (1979: 83-84). 12 Acerca del papel del llamado arte (incluida la literatura y la plástica) en relación con la lengua natural en los sistemas modelizantes secundarios, Julia Kristeva señaló que, tras el trabajo de Lotman: “[E]l lenguaje del arte no podía ser estudiado mediante la simple trasposición de modelos lingüísticos, como Jakobson y ciertos estructuralistas insistían todavía en hacer. Paralela a mi concepto de intertextualidad, Lotman elaboró una noción del arte como “sistema modelizante secundario”. Basado en el lenguaje natural, el arte es, no obstante, de otro orden, “supraestructural”: redistribuye la lógica primaria del lenguaje de acuerdo con nuevas reglas lógicas, dándole a la humanidad nuevas posibilidades mentales (o, como se diría hoy día, cognitivas), diferentes principios de lógica para la reconstrucción de sí mismo y del mundo” ( Kristeva 2007: 1). 31 Busco definir algunos aspectos de las imágenes teotihuacanas en tanto signos; no se trata de desciframientos, pero sí de aproximaciones a la significación y al sentido de los grafemas. El acceso a la significación será por medio del estudio de las relaciones entre distintos paradigmas compositivos de la plástica y su relación con algunas situaciones comunicativas en las cuales éstos se presentan, siempre en el contexto de la distribución funcional del espacio urbano y la funcionalidad de los soportes de las imágenes. En tanto los reportes arqueológicos publicados lo permitan, procuraré: - Proponer criterios para la clasificación tipológica de los signos gráficos y para la clasificación de los temas generales de los textos, relacionados con su presencia en distintos sectores de la antigua ciudad. - Observar si hay evidencia de más de un sistema de registro de posibles mensajes de tipo verbal en uso en la antigua urbe. - Distinguir distintas codificaciones de signos gráficos. - Evaluar la posibilidad de diferenciación de grupos sociales participantes en los actos de escritura. - Identificar tipos de actividades que involucraban el registro de signos de base compositiva simbólica. - En lo posible, distinguir las funciones de las unidades constitutivas de los signos gráficos compuestos, y observar si hay evidencia que permita la diferenciación de signos con significado léxico, elementos con valores fonéticos y otros signos con valores determinados por sistemas de registro específicos. - Se procurará, cuando sea posible, establecer si hubo cambios a lo largo del tiempo en los códigos de los signos gráficos y sus relaciones contextuales. En el presente estudio se asumió que la escritura en Teotihuacan fue un medio de comunicación inter-élites, que debía cumplir con una función comunicativa básica en varios niveles, que se manifestarían localmente, al interior de la urbe y, en muchos casos, más allá de las fronteras que imponen las distintas lenguas, como sugiere la evidencia arqueológica de grafías teotihuacanas en distintas regiones; aunque la perspectiva del estudio regional excede los límites de la presente investigación. Este estudio se limita a los grafemas hallados en el territorio de la urbe. Se presenta al lector una introducción seguida por el marco teórico y dos capítulos dedicados al estudio descriptivo de Teopancazco y La Ventilla. En estos 32 dos capítulos procuro exponer los siguientes puntos, por medio de referencias a los trabajos arqueológicos publicados: - ubicación - exploraciones arqueológicas - fechamientos - función de los espacios particulares, conjuntos y área urbana - especialización del conjunto - relaciones del conjunto o barrio con otras áreas de Mesoamérica - interpretaciones de las imágenes - corpus - relaciones entre grafemas y contextos: contextos comunicativos, contextos plásticos, soportes, contextos arquitectónicos y contextos arqueológicos. - trato entre destinador-destinatario, trato entre auditorio y tradición cultural, trato del lector consigo mismo, trato del lector con el texto y trato entre texto y contexto cultural. Los capítulos finalizan con un apartado dedicado a observaciones de los procesos de la función comunicativa de los textos de cada conjunto arquitectónico. Los puntos antes enlistados están presentes en los capítulos descriptivos y en los apéndices del presente estudio. La primera parte concluye con un capítulo dedicado al análisis comparativo de ambos sectores teotihuacanos y con las conclusiones generales. La segunda parte se conforma por los apéndices descriptivos de los conjuntos arquitectónicos más representativos en la discusión de la existencia de una escritura teotihuacana; el corpus gráfico de cada uno de los conjuntos fue estudiado, pero no forma parte directa del trabajo comparativo de La Ventilla y Teopancazco. Otro apéndice contiene los mapas de distribución de los posibles grafemas en los inmuebles. Los apéndices contribuyeron a la descripción de los aspectos relevantes del corpus gráfico de los conjuntos arquitectónicos y, aunque no forman parte del estudio comparativo presentado en la primera sección, constituyen una parte inseparable que permitió la elaboración de dicho estudio comparativo, y en cuya sistematización continuaré trabajando. 33 Por último, es necesario mencionar que las interpretaciones de los posibles grafemas, e incluso de la periodización de
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