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Comparacion-de-resultados-funcionales-en-pacientes-postoperados-de-plastia-de-ligamento-cruzado-anterior-con-uso-de-injerto-autologo-v s -homologo-en-pacientes-del-hospital-central-norte

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1 
 
 
.. 
UNIVERSIDAD NACJONALAUTÓNOMA DE MÉXICO FlEMEX 
FACULTAD DE MEDICINA 
HOSPITAL CENTRAL NORTE 
PETRÓLEOS MEXICANOS 
TÍTULO: 
"Compartlcióll de rc!>mlttulos fllllciollale!J-en pacielltes pos/operados de 
plasfia tle/ligamento cTlIzar!o anterior eDil liSO de ¡"jer/o allfó/ogo v.s. 
homólogo en pacientes dell/ospifa[ Celllral Norte" 
Para ahtcner el t fllllo eu: 
MÉDICO ESPECIALISTA EN ORTOPEDIA 
Presenta: 
DR. MIGUELANGELARTEAGA VALDÉS 
ASESORES DE TÉSIS: 
DR. CARLOS ALBERTO SALAS MORr-_,~ t 
DR. MA URIC/O SIERRA PÉREZ v}7-
DRA. SUEILA PATRICIA VÁZQUEZ 
MExICOO.F. AGOSTO 2014 
1 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
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TÍTULO DE INVESTIGACIÓN 
 
 
Comparación de resultados funcionales en pacientes postoperados de 
plastia del Ligamento cruzado anterior con uso de injerto autólogo V.S. 
homólogo en pacientes del Hospital Central Norte de Petróleos 
Mexicanos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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AGRADECIMIENTOS 
 
 
A mi padre, Miguel Ángel Arteaga Rodríguez (QEPD) 
 
Por su amor incondicional, confianza, ser mi guía y mi mejor amigo. Por estar 
siempre a mi lado cuidándome, ahora desde el cielo. Gracias por tus enseñanzas, cariño 
y comprensión. Gracias por ser mi ejemplo a seguir, esperando ser la mitad de bueno de 
lo que siempre fuiste. Te quiero mucho papá. 
 
 
A mis hijas, Renata Carolina y Julia Sofía Arteaga 
 
 Son mi inspiración y mi orgullo. Mi razón de ser y el motor que me alienta a ser 
cada día mejor. A pesar de la distancia y las circunstancias siempre las llevo y las llevaré 
en mi corazón. Las amo desde lo más profundo de mi alma. 
 
 
A mi madre, Leticia Valdés Mena 
 
 Por tu cariño y valentía. Por ser alguien admirable a quien le debo el lugar que 
ocupo hoy. Gracias por ser mi ejemplo de vida, por darme tus consejos y palabras de 
aliento cuando más los necesité. Gracias por estar siempre ahí. 
 
 
A mi hermana. Ericka Arteaga Valdés 
 
 Por darme tu apoyo y cariño, pues con la alegría que irradias haces que cada día a 
tu lado sea mejor. 
 
 
A mis tíos, Salvador Valdez y Maria del Carmen Albuerne 
 
 Por su apoyo incondicional a lo largo de toda mi formación profesional. Gracias por 
brindarme no sólo un techo, sino un hogar. Por cuidarme y darme los consejos y guía 
siempre que lo necesité. 
 
 
A mi tío, Rubén Arteaga Rodríguez 
 
 Gracias tío Rubén, por estar siempre al pendiente de mí. Por ser un ejemplo de 
trabajo duro, dedicación y amor a la familia. Gracias por hacerme saber que estás cerca 
de mí. Tal vez sin vernos tanto cómo quisiéramos, pero se que estás ahí. 
 
 
 
 
 
 
 
4 
 
A mis maestros 
 
Por compartir sus conocimientos y experiencias, brindarme sus consejos, y cuando 
fue necesario, sus llamadas de atención. Por permitirme aprender de primera mano la 
excelencia en la práctica ortopédica. Gracias por ser no sólo excelentes ortopedistas sino 
excelentes personas, ayudando y siempre viendo por el bien de cada paciente. Gracias 
Dr. Mauricio Sierra Pérez, Dr. Carlos Alberto Salas Mora, Dr. Racob Alberto García 
Velazco, Dr. Ricardo Rojas Becerril, Dra. María Enriqueta Balanzario Galícia, Dr. Mario 
Loreto Lucas, Dr. Ordoñez Conde, Dr. Jorge Balbuena Bazaldúa, Dr. Víctor Manuel 
Cisneros González. 
 
A mis compañeros 
 
Gracias Dr. Avelino Aguilar Merlo y Dr. José Antonio Gutiérrez García. Por ser mi 
segunda familia durante estos 4 años en los que compartimos logros y fracasos, alegrías 
y tristezas. Gracias por permitirme aprender de ustedes y ser no sólo mis compañeros 
sino grandes amigos. Estoy seguro de que la vida nos volverá a encontrar. Son 
excelentes ortopedistas pero sobre todo, excelentes personas. 
 
 
Al personal de salud del Hospital Central Norte de PEMEX 
 
 Gracias a todo el personal médico y paramédico de mi hospital. El Hospital Central 
Norte de PEMEX. Por compartir la vocación, esfuerzo y dedicación para el cuidado de 
cada paciente. 
 
 
Al Instituto Politécnico Nacional y la Escuela Superior de Medicina 
 
 Por ser mi “alma mater” brindarme las bases necesarias para cumplir una de mis 
mayores metas, ser médico cirujano. Siendo estandarte en la formación no sólo 
profesionales en la salud, sino seres humanos que hacen de México un país mejor. 
 
LA TÉCNICA AL SERVICIO DE LA PATRIA 
 
 
A la Universidad Nacional Autónoma de México y la Facultad de Medicina 
 
 Por ser también mi “alma mater”. Gracias por darme las herramientas 
indispensables para formarme como especialista. Por otorgarme la infraestructura 
académica vital para contribuir en la salud de México y los mexicanos. 
 
 POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU 
 
 
Gracias Dios 
 
 Gracias Dios, por darme vida y la oportunidad de poder formarme cómo 
especialista y así cuidar de mis pacientes, aliviando su dolor y el de sus familias. Gracias 
por ponerme a prueba, siempre con un halo de esperanza haciéndome saber que a pesar 
de lo que sea Tú estás ahí cuidando de éste tu hijo. 
5 
 
ÍNDICE 
 
Pág. 
 
PORTADA ------------------------------------------------------------------------------------------ 1 
TÍTULO --------------------------------------------------------------------------------------------- 2 
AGRADECIMIENTOS --------------------------------------------------------------------------- 3 
ÍNDICE ----------------------------------------------------------------------------------------------- 5 
I.- ANTECEDENTES. 
1) ANATOMÍA DEL LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR ----------------------- 6 
2) BIOMECÁNICA -------------------------------------------------------------------------- 9 
3) LCA Y LA CINEMÁTICA DE LA RODILLA --------------------------------------- 10 
4) ROTURA DEL LCA -------------------------------------------------------------------- 12 
5) FACTORES DE RIESGO DE LESION DEL LCA -------------------------------- 13 
A. AMBIENTAL --------------------------------------------------------------------- 13 
B. ANATÓMICO--------------------------------------------------------------------- 13 
C. HORMONAL--------------------------------------------------------------------- 14 
D. BIOMECÁNICO ---------------------------------------------------------------- 14 
6) PLASTIA DEL LCA ---------------------------------------------------------------------- 15 
A. ANTECEDENTES HISTÓRICOS ------------------------------------------- 15 
B. REPARACIONES PRIMARIAS Y TIPOS DE INJERTO -------------- 23 
7) DIAGNÓSTICO --------------------------------------------------------------------------- 25 
A. EVALUACIÓN CLÍNICA ------------------------------------------------------- 25 
B. BIOMARCADORES MOLECULARES ------------------------------------- 25 
C. ESTUDIOS DE IMAGEN------------------------------------------------------ 26 
8) FUNCIONALIDAD ----------------------------------------------------------------------- 27 
A. FUNCIÓN NEUROMUSCULAR -------------------------------------------- 27 
B. FUERZA MUSCULAR Y LA RESISTENCIA ----------------------------- 27 
C. PREVENCIÓN DE LESIONES DEL LCA --------------------------------- 28 
II.- PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA. ------------------------------------------------- 29 
1) PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN -------------------------------------------------- 29 
III.- JUSTIFICACIONES. -----------------------------------------------------------------------30 
IV.- HIPÓTESIS. ---------------------------------------------------------------------------------- 31 
1) HIPÓTESIS ALTERNA ----------------------------------------------------------------- 31 
2) HIPÒTESIS NULA------------------------------------------------------------------------ 31 
V.- OBJETIVOS. ---------------------------------------------------------------------------------- 32 
VI.- MATERAL Y MÉTODOS. ---------------------------------------------------------------- 34 
VII.- VARIABLES --------------------------------------------------------------------------------- 36 
VIII.-ETICA ------------------------------------------------------------------------------------------ 38 
IX.- ORGANIZACIÓN ---------------------------------------------------------------------------- 39 
X.- RESULTADOS ------------------------------------------------------------------------------- 40 
XI.- ANÁLISIS DE RESULTADOS ----------------------------------------------------------- 65 
XII.- CONCLUSIONES Y DISCUSIÓN. ----------------------------------------------------- 68 
XIII.- RECOMENDACIONES. ------------------------------------------------------------------ 69 
XIV.- ANEXOS. ------------------------------------------------------------------------------------ 70 
XV.- BIBLIOGRAFÍA. ---------------------------------------------------------------------------- 73 
6 
 
ANTECEDENTES: 
 
La rodilla es una estructura musculo esquelética compleja, con capacidad 
para soportar grandes cargas en todos sus componentes. El ligamento cruzado 
anterior (LCA), junto con otras estructuras, provee la estabilidad dinámica y 
estática de la rodilla y se constituye como el principal estabilizador anterior de la 
misma, evitando la traslación anterior de la tibia. Además, actúa como restrictor de 
la rotación interna y externa, de la angulación varo-valgo y tiene una importante 
función en la generación de estímulos propioceptivos. (01) 
 
La primera descripción del LCA se le atribuye a Galeno (02), pero no fue 
sino hasta 1850 cuando Stark (03) describe el primer caso de rotura de este 
ligamento. En 1917, Hey-Groves (04), quien se considera cómo el padre de las 
ligamentoplastias, describe la primera reconstrucción intraarticular del LCA. 
 
Anatomía del LCA 
 
Cada uno de los ligamentos cruzados presenta una doble oblicuidad, pues 
no sólo son oblicuos entre sí, sino que también lo son con sus homólogos 
laterales; el LCA lo es con respecto al ligamento lateral externo mientras que el 
ligamento cruzado posterior (LCP) con el lateral interno. La relación de longitud es 
constante entre ambos cruzados. 
 
El LCA es 5/3 del LCP siendo esto una de las características esenciales de 
la rodilla y determinante de la función de los cruzados y de la forma de los 
cóndilos. Esta disposición permite que ambos cruzados tiren de los cóndilos 
femorales para que resbalen sobre las glenoides en sentido inverso de su 
rodadura, con el clásico concepto de atornillado o “roll-back”. 
 
El LCA es un ligamento intraarticular que se inserta, distalmente, en el área 
preespinal de la cara superior de la extremidad proximal de la tibia para terminar, 
proximalmente, en la porción posterior de la superficie interna del cóndilo femoral 
externo y está formado por numerosas fibras que absorben las solicitaciones de 
tensión durante el arco de movimiento de la rodilla. 
 
El LCA presenta una estructura multifibrilar con diferentes fascículos que 
mantienen tensiones distintas según el grado de flexión de la articulación de la 
rodilla. 
 
Se ha descrito la composición del LCA, formado por dos fascículos 
funcionalmente diferentes. Un fascículo ántero-medial (AM) y el póstero-lateral 
(PL), que también se aprecian en el desarrollo fetal. La terminología de AM y PL 
está en función de su inserción en la tibia y determinada por su tensión funcional 
en el movimiento de flexión de la rodilla, siendo la porción antero-medial la 
estabilizadora del cajón anterior, con la rodilla en flexión entre 0° y 90°. El 
fascículo PL se tensa en extensión y el AM lo hace en flexión. Cuando la rodilla 
7 
 
está en flexión, la inserción femoral del LCA se dispone más horizontal tensando 
el fascículo AM y relajando las fibras del PL. La restricción de la rotación interna 
está controlada por el fascículo PL. Con la rodilla en extensión los fascículos AM y 
PL están paralelos y giran sobre uno mismo cuando la rodilla se flexiona. Es decir 
que durante la flexión se produce una torsión del ligamento de 180° pero además 
el LCA derecho y el LCP izquierdo giran en el sentido de las agujas del reloj, 
mientras que el LCA izquierdo y el LCP derecho lo hacen en sentido contrario. 
 
Hay autores que dividen el LCA en tres porciones (05, 06, 07, 08) y 
fijándose en su inserción femoral describen fibras anteriores, para la flexión, fibras 
posteriores, para la extensión y fibras medias, que actúan en un amplio rango de 
la flexoextensión. Por ello, fiel a su interpretación, Iwahashi y colaboradores 
proponen la reconstrucción de la rotura del LCA con una triple plastia. 
 
Las mediciones anatómicas del LCA, en rodillas normales, analizadas con 
Resonancia Magnética Nuclear (RMN) confirman los resultados obtenidos en 
cadáveres por Odensten y Gillquist quienes vieron que el LCA no es un ligamento 
uniforme en su diámetro. La longitud del LCA presenta valores entre 22 y 41 mm y 
el ancho de 7 a 12 mm. (09) 
 
La sección transversal del LCA tiene un diámetro que oscila entre 28 y 57 
mm2. Harner y colaboradores midieron las áreas de sección y la forma de los 
ligamentos cruzados y de los ligamentos menisco-femorales, en cinco puntos 
distintos, en ocho rodillas de cadáver, a 0°, 30°, 60° y 90° de flexión. El LCP 
presentó un diámetro medial-lateral mayor mientras que el LCA lo era en su eje 
antero-posterior. La forma del LCA era más circular que la del LCP que, por su 
parte, se hace más circular en su inserción tibial. El área de sección, también 
cambia a lo largo de su longitud. El área del LCA es ligeramente superior en su 
porción distal mientras que el LCP lo es en la proximal. El ángulo de flexión de la 
rodilla no afecta sobre el área de sección de los ligamentos pero altera su forma. 
Comparando los dos ligamentos cruzados, el área de sección del LCP es 1,5 
veces mayor que la del LCA en la sección proximal y 1.2 veces mayor en la 
porción distal. (10, 11, 12) 
 
El origen del LCA en la cara interna del cóndilo femoral externo es una fosa 
elíptica con muchos orificios vasculares. Las inserciones suelen ser, para ambos 
fascículos, circulares u ovales y muy parecidas en tamaño. El AM se origina en la 
parte más anterior y proximal del fémur y se inserta en la parte anterior de la 
espina tibial. Por su parte, el PL tiene un origen más distal y ligeramente posterior 
en el fémur para terminar disponiéndose en la tibia en una posición posterior en 
relación al AM. La huella de inserción de las fibras AM ocupa aproximadamente el 
52% del área de inserción mientras que las áreas de inserción femorales del LCA 
para las fibras AM y PL son mayores en el hombre que en la mujer y en las rodillas 
izquierdas que en las derechas. 
 
En 55 rodillas de cadáver se analizaron las inserciones tibiales del LCA 
encontrando una gran variedad de modelos utilizando el eje tibial posterior, la 
8 
 
superficie tibial anterior y la espina interna como puntos de referencia. La 
referencia más consistente fue la superficie posterior de la espina y el centro de 
los fascículos AM y PL que se encuentran a 17 mm y 10 mm respectivamente, por 
delante de esta referencia y a 4 mm y 5 mm por fuera del borde interno de la 
espina. 
 
Analizando la inserción femoral en 22 rodillas de cadáver, el fascículo AM 
se inserta entre las 9:30 y las 11:30 horas y el PL entre las 8:30 y las 10 horas, 
con una inclinación de 37º en relación con el eje femoral longitudinal. La inserción 
femoral tiene una forma oval con el centro de las fibras AM y el de las fibras PL 
muypróximo al borde del cartílago articular anterior e inferior (13). 
 
La superficie de inserción femoral del LCA es de 197 mm2; 120 mm2 
corresponden a las fibras del haz AM y 77 mm2 a las del PL. El LCA se inserta, 
radiográficamente, en la mitad posterior de los cóndilos femorales superpuestos 
mientras que el LCP lo hace en la mitad anterior. En la tibia, la eminencia 
intercondílea se encuentra en el tercio medio y el LCA ocuparía el tercio anterior 
mientras que el LCP se sitúa en el tercio posterior. 
 
Existen dos referencias anatómicas en el fémur para identificar 
artroscópicamente las zonas de inserción de los fascículos del LCA, una cresta 
vertical, de proximal a distal, que denominan cresta intercondílea lateral y la cresta 
bifurcada lateral que se dispone horizontal, de delante hacia atrás, entre los dos 
fascículos del LCA. La inserción presenta dos carillas en ángulo diedro de 28º y un 
radio de curvatura de 26 mm. 
 
Purnell y colaboradores consideran que el borde anterior de la inserción 
femoral del LCA es la clásica «cresta del residente», por su importancia como 
punto de referencia, mientras que la cresta entre los tubérculos intercondíleos 
medial y lateral, en la base de la eminencia tibial es el margen del LCA en la tibia. 
Establecen numerosas referencias artroscópicas para identificar la inserción del 
LCA. (14) 
 
La longitud anteroposterior de la superficie de inserción femoral del LCA es 
de 14- 15 mm, aunque la mayoría de los estudios anatómicos sugieren que la 
longitud de la inserción femoral del LCA está entre 14 y 23 mm indicando que la 
reconstrucción con un fascículo único puede ser insuficiente para ocupar toda la 
huella anatómica. Por su parte, la eminencia intercondílea de la tibia también tiene 
una función en la mecánica sobre los ligamentos cruzados; el LCP se dobla 
alrededor de ella durante la extensión mientras que el LCA lo hace durante la 
flexión. 
 
El LCA está rodeado por la sinovial con abundantes vasos. Las ramas 
penetran en el ligamento y forman una red vascular en el interior del ligamento. 
Con el microscopio es posible obervar que el espacio perivascular alrededor de los 
vasos intrínsecos comunican a través de las fibras ligamentosas y la membrana 
sinovial. 
9 
 
Las arterias de los ligamentos cruzados proceden de la arteria genicular 
media que envia cuatro ramas al LCP y una sola al LCA. En la inserción de los 
ligamentos, los vasos se anastomosan con la red vascular subcortical del fémur y 
de la tibia, anastomosis muy pequeñas para reparar un ligamento roto. La 
inserción de los ligamentos cruzados, anterior y posterior, están libres de vasos 
nutriéndose de los vasos sinoviales que se anastomosan con los vasos del 
periostio. 
 
Existen dos tipos distintos de mecano-receptores en el LCA: terminaciones 
de Ruffini y corpúsculos de Pacini. Los elementos nerviosos constituyen un 1% del 
ligamento. Además de las dos terminaciones anteriores, también se han 
encontrado terminaciones libres para ofrecer una información exacta de la 
posición relativa de los huesos en relación a la articulación y a la interacción entre 
la articulación y los músculos. 
 
Los axones, receptores especializados y las terminaciones nerviosas libres 
constituyen, aproximadamente el 3% del área del tejido sinovial y subsinovial que 
rodea al LCA. Este porcentaje aumenta en pacientes afectos de gonaartrosis lo 
que establece una relación desconocida entre las terminaciones nerviosas y la 
función mecánica del ligamento. 
 
Los ligamentos de la articulación de la rodilla humana son estructuras 
compuestas por colágeno distribuido de forma no homogénea. Los fascículos 
anteriores de todos los ligamentos contienen más colágeno por unidad de volumen 
que los fascículos posteriores y, además, en los ligamentos cruzados, la porción 
central contiene más colágeno que la distal o proximal y su densidad es menor en 
el LCA que en el resto de los ligamentos. El contenido de colágeno tipo I es similar 
en ambos cruzados mientras que se han encontrado diferencias en el contenido 
del colágeno Tipo III. También se han encontrado diferencias ultraestructurales 
entre el LCA masculino y femenino que podrían explicar la mayor frecuencia 
relativa de roturas en la mujer. 
 
El LCA, como la mayoría de los ligamentos, presenta un comportamiento 
viscoelástico que muestra la capacidad del ligamento para atenuar las 
deformaciones bruscas, cuando es solicitado y es característica su relajación de la 
tensión para reducir el riesgo de lesión en el caso de una deformación prolongada. 
 
El LCA: Biomecánica 
 
El LCA es el responsable, durante la flexión, del deslizamiento del cóndilo 
hacia delante mientras que durante la extensión, el LCP se encarga del 
deslizamiento del cóndilo hacia atrás, impidiendo tanto la rotación axial interna 
como la externa, con la rodilla en extensión. La lesión del LCA no produce grandes 
variaciones en la rotación articular ya que los ligamentos cruzados ofrecen la 
estabilidad fundamentalmente en dirección antero-posterior. 
 
10 
 
El LCA se tensa durante el movimiento de flexo – extensión de la 
articulación de la rodilla y actúa como una estructura que limita la hiperextensión 
de la rodilla y previene el deslizamiento hacia atrás del fémur sobre el platillo tibial. 
 
Por su parte, Beynnon y colaboradores demostraron, en sujetos sanos, que 
con la rodilla entre 10° y 20° de flexión y un peso de 5 kg colgando de la pierna, la 
deformación del LCA es significativamente superior que cuando se realiza el 
mismo movimiento activo y sin soportar peso. También durante la contracción 
isométrica del músculo cuádriceps, entre 15º y 30° de flexión, la deformación del 
LCA es mucho mayor que cuando la rodilla está flexionada entre 60º y 90°, sin 
mostrar diferencias con respecto a la movilidad con el músculo relajado. (15) 
 
Cada fascículo del LCA tiene una función en la estabilidad de la articulación 
de la rodilla. Cuando la rodilla está en extensión las fibras de los dos fascículos del 
LCA están paralelas y se encuentran en tensión, pero el fascículo PL está más 
tenso que el AM; esta tensión permanece alta en el PL hasta los 45º de flexión. 
Cuando colocamos a la rodilla en flexión de 90º, las fibras PL se encuentran más 
relajadas y las AM se encuentran en máxima tensión. En general, el fascículo AM 
se tensa durante la flexión y el PL se relaja; mientras que en la extensión ocurre lo 
contrario. 
 
Las fibras AM producen el 96% de la contención del LCA durante la 
maniobra de cajón anterior a flexión de 30°, por lo que no es de extrañar que la 
rotura parcial de este fascículo equivale a la rotura completa del ligamento. 
 
Todos estos datos rompen con el modelo clásico de la articulación de la 
rodilla formada por cuatro barras constituidas por los dos ligamentos cruzados, el 
fémur y la tibia que asume que hay una fibra neutra en cada ligamento que 
permanece constante en su longitud, isométrica, durante el arco de flexión. Las 
fibras que están por delante de este eje se alargan durante la flexión, mientras que 
las que quedan por detrás se acortan. Además, el punto de inserción de las fibras 
neutras es conocido como punto isométrico. Las fibras que se insertan por delante 
de la fibra neutra en la tibia se insertan posterior en el fémur y las fibras 
posteriores en la tibia se insertan por delante en el fémur. Esta disposición 
minimiza los cambios de longitud durante la flexión de las fibras no isométricas. 
 
LCA y la cinemática de la rodilla 
 
El efecto de la fuerza de contracción del músculo cuádriceps depende del 
ángulo de flexión articular que, por medio del ligamento rotuliano, desplaza la tibia 
hacia delante en los primero 70° de flexión. Cuando el LCA está roto hay un mayor 
desplazamiento anterior de la tibia, a 20° de flexión, que se atribuye a la fuerza del 
músculo. Clínicamente, el promedio de desplazamiento anterior de la tibia 
resultante de una contracción aislada del músculo cuádriceps, en pacientescon 
lesión unilateral del LCA, es de 4,5 mm mayor en la rodilla lesionada que en la 
normal. 
11 
 
En estudios clínicos efectuados por Rosenberg y Rasmussen para analizar 
la tensión desarrollada en el LCA durante el test de Lachman y el cajón anterior, 
concluyeron que la tensión desarrollada en las fibras AM del LCA, a 15° de flexión, 
eran significativamente mayores que las tensiones desarrolladas a 90° de flexión, 
con variaciones de longitud mínimas lo que hizo que su técnica se denominase 
«isométrica ». Henning y colaboradores, por su parte, midieron las variaciones de 
longitud de los ligamentos y determinaron que el test de Lachman, sin especificar 
el grado articular exacto, deforma al LCA más que la prueba del cajón anterior. 
(16) 
 
Los ligamentos cruzados tienen una función en las actividades diarias, y 
existen diferencias en el estudio cinemático de la marcha entre rodillas sanas y 
con rotura del LCA. Se han descrito modificaciones durante la marcha, la carrera o 
al subir y bajar escaleras, atribuidas a la eliminación de las solicitaciones de 
cizallamiento anteriores sobre la tibia, describiéndose perfiles electromiográficos 
anormales en pacientes con lesión del LCA. Además, la rotura de uno o de los dos 
ligamentos cruzados puede alterar el mecanismo extensor de la rodilla al cambiar 
el patrón de contacto tibio-femoral y la eficacia del mecanismo del músculo 
cuádriceps. 
 
Morrison y colaboradores calcularon las solicitaciones que actúan sobre los 
ligamentos cruzados durante la marcha en terreno plano (LCA: 169 N; LCP: 352 
N); al subir (LCA: 67 N; LCP: 641 N) o bajar escaleras (LCA: 445 N; LCP: 262 N). 
Las pruebas ascendiendo (LCA: 27 N; LCP: 1215 N) y bajando una rampa de 9,5° 
(LCA: 93 N; LCP: 449 N). Estas tensiones aumentan proporcionalmente con la 
velocidad de la marcha. Como se puede observar, las solicitaciones sobre el LCP 
son, generalmente, mayores que las que actúan sobre el LCA y, sin embargo las 
roturas son menos frecuentes. El LCA supera al LCP únicamente en la actividad 
de bajar escaleras (17) 
 
En el resto de las actividades estudiadas las fuerzas que actúan sobre el 
LCA no superan los 20 kg lo que hace pensar que el LCA es una estructura 
biológicamente adaptada y mecánicamente bien diseñada para una actividad 
normal, mientras que cuando aumentan las solicitaciones sobre él, como ocurre en 
el deporte, o se somete a posiciones inadecuadas puede romper con mucha 
facilidad. No podemos olvidar que la mayoría de las roturas de LCA se producen 
por el apoyo monopodal o por frenar súbitamente en la carrera aunque las 
condiciones que influyen en la deformación del LCA no se conocen. 
 
El LCA es una estructura viscoelastica, con mínimas variaciones de longitud 
en los movimientos articulares, con presencia de mecanorreceptores y vasos de 
pequeño diámetro,compuesto por dos o tres fascículos independientes desde el 
punto de vista anatómico y biomecánico, por lo que su reconstrucción debe 
mantener y respetar la longitud de sus fibras, además de facilitar su reparación 
biológica y de la propioceptividad. 
 
 
12 
 
ROTURA DEL LIGAMENTO CRUZADO ANTERIOR 
 
La rotura del LCA es una lesión común en todo el mundo. Las estimaciones 
sugieren una incidencia anual de rotura del LCA de 35 por cada 100.000 personas 
de todas las edades, con un aproximado dos a ocho veces más riesgo en mujeres 
atletas que en hombres atletas. Estas lesiones a menudo resultan en inestabilidad 
de la rodilla, aumento de la laxitud articular y reducción de la actividad, así como 
un mayor riesgo de osteoartrosis de rodilla a largo plazo. La reconstrucción 
quirúrgica del ligamento cruzado anterior se recomienda, sobre todo en pacientes 
jóvenes y activos, para facilitar un retorno a las actividades cotidianas, incluyendo 
deportes. (18, 19, 20, 21, 22, 23). 
 
La reconstrucción del ligamento cruzado anterior es el, Gold Standard en el 
tratamiento quirúrgico para proporcionar estabilidad en el contexto de una rotura 
del ligamento cruzado anterior. La reconstrucción puede ser realizada con el uso 
de cualquiera autoinjerto o aloinjerto de tejido. Actualmente no está claro si los 
resultados de la reconstrucción del ligamento cruzado anterior con aloinjerto 
difieren significativamente de aquellos con autoinjerto. 
 
La reconstrucción con aloinjerto tiene la gran ventaja de la eliminación de la 
morbilidad del sitio donante, con los beneficios consiguientes cómo menor dolor 
postoperatorio y un periodo de rehabilitación más rápida. Sin embargo, el 
aloinjerto tiene las principales desventajas potenciales para desarrollar reacción 
por transplante (24, 25) y disponibilidad limitada (26). Además, existen 
preocupaciones por una integración del ligamento más lenta, inadecuada 
ligamentización, y la posible inmunogenicidad, que se han planteado en 
asociación con el uso de aloinjerto. (27, 28, 29) Curiosamente, el costo de 
aloinjerto sí parece estar compensado, pues existe aumento del tiempo quirúrgico 
y una mayor probabilidad de hospitalización por una noche en procedimientos que 
involucran autoinjerto (30). 
 
Algunos artículos de revisión (31, 32, 33, 34, 35, 36) se han ocupado de 
cuestiones relacionadas con la selección de injerto para la reconstrucción del 
ligamento cruzado anterior. Conclusiones firmes con respecto a los resultados 
clínico/funcionales después de la reconstrucción con autoinjerto o aloinjerto no se 
pueden extraer de esas revisiones porque puede reflejar un sesgo inherente hacia 
la literatura que apoya el punto de vista de los autores. 
 
Dos revisiones sistemáticas previas, compararon los resultados tras la 
reconstrucción del ligamento cruzado anterior con autoinjerto de con los de la 
reconstrucción del ligamento cruzado anterior con aloinjerto. La primera revisión 
sistemática sólo analizó mediciones instrumentadas de laxitud, La segunda 
revisión sistemática evaluó únicamente injerto tipo “hueso-tendón rotuliano-hueso” 
(HTH) (37, 38). 
 
13 
 
En un estudio realizado en el 2009 tipo metaanálisis, concluye que a corto 
plazo no existen diferencias significativas en los resultados de la reconstrucción 
del ligamento cruado anterior con aloinjerto respecto a autoinjerto, no obstante 
específicamente, el metanálisis de Lysholm, hizo notar una diferencia de 1.5 en 
favor del autoinjerto (Intervalo de confianza del 95%, 21,1 a 4,1, p> 0,25), que no 
es estadísticamente significativo. Cabe destacar que, en relación con las lesiones 
del ligamento cruzado anterior, el cambio mínimo detectable para la puntuación de 
Lysholm es 8.945.) 
 
 
Factores de riesgo de lesión del LCA 
 
Debido al hecho de que las mujeres atletas son 6.4 veces más propensos a 
sufrir una lesión del LCA que los hombres cuando se participa en los mismos 
deportes, la mayoría de los estudios que evalúan los factores de riesgo se centran 
en las mujeres. Aproximadamente el 70% de todas las lesiones del LCA son 
lesiones sin contacto Los factores de riesgo para una lesión sin contacto de ACL 
se pueden dividir ambiental, anatómica, hormonal y biomecánica (44). 
 
Ambiental 
 
Los factores ambientales o extrínsecos se refieren a la forma en que la 
fricción entre los zapatos y la superficie de juego tiene implicaciones para el riesgo 
de sufrir una lesión de LCA. Para los jugadores de balonmano de un equipo 
femenil se demostró que el riesgo de lesión del LCA es mayor en suelos de 
madera artificial que en madera natural (45). Por otra parte, en la Liga Nacional de 
Fútbol de Estados Unidos, la tasa de lesiones del LCA para superficies de césped 
artificial es superior a la de pasto natural. También se ha encontrado que las 
superficies artificiales producen un mayor componente rotacional que las 
superficies de césped natural. 
 
El clima frío y la lluvia están asociados con un menor riesgo de lesiones de 
rodilla y tobillo en estadios al aire libre (tanto de césped natural y césped artificial), 
probablemente debido a la reducción de la fricción delzapato con la superficie (46) 
 
Anatómico 
 
Las dimensiones de la escotadura intercondílea se han estudiado 
ampliamente en relación con las lesiones de LCA. Debido a los diferentes métodos 
empleados para obtener datos sobre su áres, los resultados son difíciles de 
interpretar. Se ha demostrado que la medida del área de la muesca de rodillas 
bilaterales con lesión del LCA es menor que la de las rodillas unilaterales con 
lesión del LCA. Esto implica una fuerte asociación entre el área de la escotadura y 
la lesión del LCA Otro factor que podría ser relevante para el riesgo de sufrir una 
lesión del LCA es la inclinación posterior de la meseta tibial. (47) 
14 
 
Estudios de resonancia magnética han puesto de manifiesto que los sujetos 
con lesión del LCA tenían una mayor pendiente de la meseta tibial lateral y una 
pendiente menor de la meseta tibial medial que un grupo control, que 
hipotéticamente podría identificarlos como vulnerables a los movimientos de pivote 
de la rodilla (48) 
 
Las mujeres también tienen una mayor laxitud de la articulación 
femorotibial, menor resistencia a la rotación, además de disminución de la rigidez 
muscular y mayor genu recurvatum (49). 
 
Las jugadoras de Fútbol y baloncesto seguidos prospectivamente con 
hiperextensión de la rodilla y / o aumento de la laxitud de la rodilla sagital tenían 
un mayor riesgo de lesión del LCA. Por otra parte, también se ha encontrado que 
las mujeres presentan una mayor laxitud articular generalizada después del inicio 
de la pubertad mientras que los hombres no la presentan (49). 
 
Hormonal 
 
Muchos estudios han investigado si los factores hormonales contribuyen al 
riesgo de lesión del LCA. Las diferencias hormonales entre hombres y mujeres 
podrían explicar en cierta medida la discrepancia en las tasas de lesiones. El 
riesgo de una lesión del LCA parece ser mayor en el periodo preovulatorio que en 
la fase post-ovulatoria del ciclo menstrual. 
 
Los resultados de la medición de los estrógenos, progesterona y de la 
hormona luteinizante y los niveles de sus metabolitos en el momento de la rotura 
del LCA, han indicado que las mujeres tenían un porcentaje significativamente 
mayor de lo esperado en dichos marcadores durante las lesiones del LCA durante 
la primera mitad del ciclo (fase ovulatoria) y un porcentaje menor de lo esperado 
durante la fase lútea del ciclo menstrual (50). 
 
Hasta la fecha, está claro que las hormonas sexuales (estrógenos, 
testosterona y de relaxina) tienen un papel importante en la biología y fisiología 
normal de colágeno. Mientras que las causas y mecanismos específicos de estas 
diferencias entre género no se conocen bien, la implicación hormonal está 
demostrada.El ciclo menstrual, con sus fluctuaciones hormonales mensuales es 
una de las diferencias más básicas entre hombres y mujeres, por lo que los 
factores hormonales también podrían explicar parte de la divergencia. (50) 
 
 
Biomecánico 
 
Las lesiones del LCA frecuentemente ocurren cuando se aterriza de un 
salto, cambiar de dirección brúscamente o desacelerar. Una combinación de la 
traslación anterior tibial y un de valgo de la rodilla, son probablemente 
componentes importantes para el mecanismo de lesión en estos atletas. Mediante 
15 
 
el uso de análisis de video 3D se ha demostrado que la mayoría de las lesiones 
del LCA sin contacto se produjo cuando el ángulo de valgo de la rodilla aumentó 
bruscamente 3-16 ° durante 30 a 40 ms (51). 
 
En cuanto a las diferencias biomecánicas de género, las mujeres jóvenes 
tienen mayor momento de abducción de la rodilla durante el impacto en el 
aterrizaje (49), 
 
Todos estos factores aumentan el riesgo de una contracción excéntrica del 
cuádriceps con la rodilla cerca de la extensión, añadiendo así un desplazamiento 
de anterior repentino que combinado con el valgo de la rodilla puede producir 
lesión del LCA. 
 
PLASTÍA DEL LCA 
ANTECEDENTES HISTÓRICOS 
 
Historicamente se han desarrollado dos sistemas de reconstrucción del 
LCA, las técnicas intraarticulares y extraarticulares, y en ocasiones se ha utilizado 
una combinación de ambas. Las técnicas intraarticulares actúan sobre la tibia 
intentando simular el LCA, mientras que las técnicas extraarticulares lo hacen a 
cierta distancia de la inserción del propio LCA. Las técnicas extraarticulares 
intentan prevenir el pívot shift. Sin embargo, no están justificadas en las roturas 
aisladas del LCA. Tampoco se ha encontrado diferencias al añadir un refuerzo 
extraarticular a una técnica intraarticular. Además de no aportar ninguna ventaja 
mecánica, estos pacientes presentan un 40% de síntomas residuales como 
consecuencia de la técnica extraarticular. Anteriormente, la cirugía solo estaba 
indicada cuando los síntomas de la insuficiencia del LCA eran lo suficientemente 
graves como para interferir en las actividades diarias. 
 
Inicialmente, la reparación del LCA fue una sutura primaria que demostró 
unos resultados insatisfactorios. Después de que Stark (40) describiese, en 1850, 
dos casos de rotura del LCA, la primera reparación de una lesión aguda del LCA 
fue efectuada en 1903 por Mayo Robson, en el General Infirmary de Leeds (Gran 
Bretaña). Hey-Groves (41) nunca estuvo de acuerdo con esta técnica, y desde el 
principio recurrió a la toma de injertos de fascia lata ya que el ligamento roto se 
encontraba deshilachado y en las reparaciones tardías aparecía como un muñón 
incapaz de ser reparado. En 1917, Hey-Groves (41) publicó la primera 
reconstrucción del LCA, utilizando una tira dela cintilla ilio-tibial por el fémur, a 
través de la articulación, y cruzando la extremidad proximal de la tibia. También 
recomendó la utilización del tendón del músculo semitendinoso para reconstruir el 
ligamento cruzado posterior. En 1920, modificando su técnica, mostró 14 casos, 
de los cuales cuatro no habían mejorado. 
 
En 1918, Alwyn Smith, extrayendo una porción rectangular distal de la 
cintilla iliotibial, trataba tanto el ligamento lateral interno (LLI) como el LCA. Como 
ocurrió con Hey-Groves, obtuvo buenos resultados, aunque debemos resaltar su 
16 
 
protocolo de rehabilitación y estimulación eléctrica postoperatoria; además, 
describió la reparación del LCA con múltiples suturas de seda fijadas con grapas 
metálicas, pero no fueron utilizadas debido a la fuerte sinovitis que producían. En 
1920, Putti preconizó la utilización de la fascia lata y poco después recomendó la 
utilización del tendón del músculo semimembranoso, mientras que Holzel, también 
en 1920, para reemplazar el ligamento dañado, introducía la parte libre de un 
menisco roto en asa de cubo (42). 
 
En 1926, Bennett (43) ideó una técnica extraarticular para la reconstrucción 
del LCA deficiente mediante una tira de fascia lata a lo largo de la cara interna de 
la rodilla asociada a un retensado del retináculo extensor medial, pensando que un 
LCA roto se puede suplir si el resto de los ligamentos articulares están intactos. 
Los resultados fueron buenos y uno de sus pacientes jugó como capitán del 
equipo de fútbol All American un año después de la cirugía. 
 
Cubbins y colaboradores, en 1932, tras diversos estudios anatómicos y 
mecánicos, llegaron a la conclusión de que la técnica propuesta por Smith, 
utilizando la aponeurosis del músculo bíceps femoral era óptima. Inmovilizaban 
con un yeso a 30º de flexión, durante 30 días, y después colocaban otro yeso en 
extensión completa durante otros tres meses. 
 
Cotton y Morrison, así como Bosworth y Bosworth, seguían manteniendo la 
idea de que la reconstrucción del LLI transformaba una rodilla deficiente por la 
rotura del LCA en una rodilla estable. Ambos estudios utilizaban una tira libre de la 
cintilla iliotibial perforando los cóndilos internos del fémur y de la tibia. (39) 
 
En 1936, Campbell describió su técnica intraarticular, mediante túneles en 
la tibia y el fémur, empleando el ligamento rotuliano. Destacó la frecuencia de las 
lesiones combinadas de meniscointerno y LLI en las rodillas con rotura del LCA. 
Ese mismo año, Mauck recomendaba el avance distal de la inserción del LLI, lo 
cual exigía la resección del menisco interno para estabilizar una rodilla con el LCA 
roto. Pero, sin embargo, lo más interesante de su técnica fue la colocación de una 
ortesis móvil durante seis-ocho semanas. (39) 
 
El trabajo de Palmer, publicado en 1938, fue la base de los conocimientos 
básicos de las lesiones ligamentosas de la rodilla, pues describe su anatomía, 
biomecánica y la indicación del tratamiento. Discutió el «signo del cajón», por 
primera vez en la literatura, y dio cuenta de los hallazgos radiográficos e 
histológicos. Palmer utilizó la técnica de Hey-Groves y mencionó la necesidad de 
efectuar los orificios de los túneles adecuadamente, por lo que desarrolló una guía 
semejante a las actuales. 
 
En 1939, Macey también había propuesto los tendones isquiotibiales como 
injerto para sustituir un LCA roto, pero fue mucho más tarde cuando Zarins y Rowe 
popularizaron la técnica al publicar sus resultados con tendones de la pata de 
ganso (39) 
 
17 
 
Hauser, en 1947, presentó una nueva reconstrucción extraarticular 
utilizando una porción distal del ligamento rotuliano. Lo fijaba, mediante grapas o 
agujas, en el punto de inserción femoral del LLI, pensando que así duplicaba la 
función del LCA y reforzaba las estructuras mediales, tan frecuentemente 
debilitadas. Por su parte, en el mismo año, Helfet, para reforzar el complejo interno 
de la rodilla, desplazaba la tuberosidad tibial medial, controlando así la rotación 
externa de la tibia. Además, pasaba el tendón del semitendinoso por un canal 
longitudinal medial, en línea con el LLI, para provocar la rotación interna del fémur 
con la flexión. Los resultados eran buenos, únicamente, si el paciente era capaz 
de contraer los isquiotibiales; la inestabilidad pasiva permanecía. 
 
En 1950, Lindemann propuso la plastia del LCA tomada del músculo recto 
interno, el cual, una vez desinsertado, lo pasaba por la escotadura para 
introducirlo a través de un túnel tibial, siendo suturado a su salida con el ligamento 
rotuliano. 
Posteriormente se mantenía inmovilizado con un yeso pelvi-pédico durante tres 
semanas y no iniciaba la carga hasta las cinco-seis semanas de la cirugía, 
siempre que la rodilla flexionara activamente de 30º a 40º. (39) 
 
A las ocho semanas, la flexión y extensión debían ser completas o, al 
menos, llegar hasta los 90º. Por su parte, Ficat sistematizó esta técnica 
conservando el fundamento «dinámico» de la estabilización articular con la 
contracción muscular refleja ante las tensiones ejercidas por el tendón, fijando 
este sobre el LLI. Bousquet añadió una función «estática» al reintroducir distal al 
tendón en la articulación, fijándolo, tras realizar un túnel transóseo, en el cóndilo 
externo (39). 
 
En la línea de las reconstrucciones dinámicas, Augustine aportó su técnica. 
El tendón del semitendinoso, después de liberarlo distalmente, se pasaba por la 
escotadura intercondílea y por un túnel tibial para fijarlo a su salida. Como en el 
caso de la técnica de Helfet, los resultados dependían de una buena 
rehabilitación. Para obtener mejores resultados, O’Donoghue insistió en la 
importancia de reparar los ligamentos de la rodilla en las dos primeras semanas 
después de la lesión. En el caso de las lesiones crónicas con inestabilidad articular 
recomendaba la técnica de Hey-Groves y, a diferencia de Helfet y Augustine, 
pensaba que una reconstrucción dinámica con los tendones de los isquiotibiales 
no funcionaba. (39) 
 
Fue en la década de los 60’s cuando Jones recomendó el injerto autólogo 
hueso-tendón-hueso (H-T-H) con el tercio central del ligamento rotuliano, aunque 
sería Clancy quien lo popularizó. El H-T-H pasó de emplear el tercio medial al 
injerto del tercio central. Inicialmente, Clancy lo combinaba con técnicas 
extraarticulares de refuerzo, hasta que O’Brien demostró que no eran necesarias. 
Sin embargo, la idea original había sido de Campbell, quien en 1936 propuso la 
utilización de tiras de la porción interna del ligamento rotuliano. En 1963, Clancy 
defendió la técnica propuesta por Jones pero extrayendo el tercio central del 
ligamento vascularizado, es decir, con el tejido adiposo subyacente para mejorar 
18 
 
su integración. Brückner y Brückner, en 1966, utilizaban una porción del ligamento 
rotuliano, técnica que diez años después, en 1976, fue mejorada sustancialmente 
por Eriksson, quien se apoyó en una idea de Broström.(39) 
 
En 1968, Lam volvió a tomar el tercio interno del ligamento rotuliano, 
colocando la inserción tibial en una posición más anatómica, con un bloque de 
hueso y un tornillo interferencial. Además, giraba el injerto 360º para simular la 
morfología helicoidal del LCA. En 1970, en un intento de efectuar una sola 
incisión, Jones describió la utilización de un tornillo percutáneo para fijar el hueso 
rotuliano en el túnel femoral. 
 
Ese mismo año, Slocum y colaboradores definieron la «inestabilidad 
rotatoria» de la rodilla como consecuencia de una lesión de las estructuras 
mediales y del LCA. Describieron una prueba para ayudar con el diagnóstico y 
desarrollaron su técnica con la transferencia de la pata de ganso para controlar la 
inestabilidad. Considerando que la rotación externa de la tibia era la causa 
principal de la sintomatología de la inestabilidad, pensaron que cambiando la 
acción de la pata de ganso, de flexora a rotadora interna, controlarían la 
inestabilidad. Estos métodos quirúrgicos precisaban de una artrotomía, causando 
alteraciones de los elementos propioceptores de la cápsula articular hasta que 
Rosenberg y Rasmussen, en 1984, describieron su técnica endoscópica, hoy 
perfectamente establecida y utilizada en la mayoría de los centros, que disminuye 
las complicaciones propias de la técnica y el tiempo de recuperación (39) 
 
Los años 70 
 
En la década de los 70’s, Kennedy y Fowler demostraron que el LCA puede 
estar lesionado sin afectación de las estructuras capsulares internas. En los años 
siguientes, Galway y MacIntosh dieron a conocer el fenómeno del pivot shift, que 
Hughston y colaboradores pronto incorporaron a su teoría de la inestabilidad 
rotacional, también denominada «inestabilidad rotacional ántero-externa», 
atribuyendo el fenómeno a la rotura de la cápsula externa que se ve aumentada 
con la lesión del LCA. MacIntosh y colaboradores describieron la prueba del pivot 
shift, modificada posteriormente por otros autores, como patognómico de la rodilla 
con insuficiencia por rotura del LCA. Por su parte, Torg y colaboradores 
describieron la prueba de Lachman y demostraron su superioridad biomecánica 
frente a la prueba del cajón anterior. 
 
Muchos cirujanos tenían claro que la rotura del LCA producía una 
inestabilidad articular, pero las técnicas disponibles ofrecían garantías suficientes 
para solucionarlo. No es de extrañar que comenzaran a publicarse trabajos 
experimentales preocupados por resolver un problema, la rotura del LCA, cada 
vez más frecuente y que afectaba a una población joven y activa. Por ello, 
proliferaron las técnicas para reparar la inestabilidad rotacional con procedimientos 
para prevenir la subluxación de la tibia y mantener la rodilla en una posición 
19 
 
reducida de rotación interna, con la transferencia de la pata de ganso, la retracción 
capsular y el avance del LLI a una posición más proximal y posterior. 
 
McIntosh, en el Toronto General Hospital, describió una reconstrucción 
intraarticular utilizando una banda de la cintilla iliotibial, conocida como técnica 
“McIntosh 1”, que Andrews modificó añadiendo su concepto de isometría y 
ganando así gran popularidad. La isometría pretendía mantener el injerto a la 
misma tensión en flexión y en extensión de la rodilla. Los resultados fueron 
inicialmente espectaculares, si bien se deterioraban con el tiempo. 
 
Todos los esfuerzos se encaminaron a corregir la inestabilidad residualde 
la rodilla y así, McMaster y colaboradores utilizaron el tendón del músculo recto 
interno, Cho y colaboradores y Lipscomb y colaboradores publicaron sus técnicas 
con el tendón del semitendinoso, como ya había hecho Macey en 1939, mientras 
que Horne y Parsons modificaron el procedimiento con un injerto a través de la 
cápsula posterior y over the top del cóndilo femoral lateral, una ruta más 
anatómica descrita inicialmente por MacIntosh. 
 
Collins y Tillberg y colaboradores volvieron a utilizar el menisco como 
injerto, demostrando mejores resultados que Walsh. En esta época, en la que 
todavía no se había abandonado la sutura primaria del LCA roto, Feagin 
sorprendió con sus entusiásticos resultados de la sutura del LCA roto en cadetes 
de la Academia Militar de West Point, presentados en un congreso de la AAOS. 
 
Simultáneamente, McIntosh y colaboradores describieron sus buenos 
resultados de la reparación primaria suturando el ligamento roto por detrás del 
cóndilo femoral externo, con una técnica que definieron como over the top y que, 
modificada por Marshall, se convirtió en el tratamiento de elección. Pero el propio 
Marshall la abandonó, pasando a efectuar reconstrucciones con fascia lata. 
 
En 1979, siete años después de su presentación, Feagin admitió que la 
valoración de los cadetes operados demostraba una inestabilidad recurrente de su 
rodilla y un deterioro progresivo en su función. Basado en los trabajos previos de 
Ellison, Insall utilizó una banda de la cintilla iliotibial intraarticular, fijándola en la 
cara anterior de la tibia. McIntosh cambió su técnica, pasando el injerto intrarticular 
con un túnel tibial, que fue conocida como “McIntosh 2”, y la siguió modificando 
mediante el empleo del injerto de tendón cuadricipital. El extremo proximal pasaba 
por la escotadura y lo aseguraba en la cara externa del fémur, conocido como 
quadriceps patellar tendon over the top o “McIntosh 3”. No era una técnica 
isométrica y la propia delgadez del injerto provocaba fallos al cabo del tiempo. 
Para evitarlo, aumentó su grosor con una cinta de tendón cuadricipital (técnica de 
Marshall-McIntosh) y también con material sintético. Curiosamente, a pesar de la 
importancia de las técnicas de MacIntosh, en el General Hospital de Toronto 
(Canadá) son muy pocos los trabajos originales disponibles de su autor. La cintilla 
iliotibial se hizo más popular para corregir las inestabilidades ántero-laterales o 
combinadas (62) 
 
20 
 
En esa época se describieron técnicas que utilizaban esta cintilla. Losee y 
colaboradores liberaban la cintilla proximalmente, pasando por un túnel 
extracapsular, por debajo del músculo gemelo externo, a través del cóndilo 
femoral lateral, de adelante hacia atrás, y después, de nuevo, hacia delante, por 
debajo del ligamento lateral externo, hasta llegar al tubérculo de Gerdy. Tanto 
MacIntosh como Losee desinsertaban la cinta proximal, pero Ellison describió una 
reconstrucción «dinámica» desinsertando la cinta distal, rotando el injerto por 
debajo del LLE, considerando que la tensión provocada por el tensor de la fascia 
lata estabiliza el compartimento externo de la rodilla. Con esto pretendía controlar 
la subluxación anterior del platillo tibial externo en la extensión por ausencia del 
LCA. Sin embargo, los resultados obtenidos por Kennedy y colaboradores 
demostraron que una gran mayoría de las rodillas operadas no obtenían buenos 
resultados. (63) 
 
Unverferth y Bagenstose combinaron la técnica de Ellison con una 
cápsulorrafia antero-medial, una transferencia de la pata de ganso y un avance 
parcial del bíceps femoral. Youmans, además, combinó una reconstrucción 
extraarticular medial y lateral. Andrews desarrolló su técnica, que se divulgó 
fácilmente. 
 
Se reconoció la importancia de la isometría y pensaba en una 
reconstrucción funcional, tanto en flexión como en extensión. Hacía dos tiras con 
la cinta iliotibial y las aseguraba, extraarticularmente, en el cóndilo femoral 
externo. Este procedimiento reducía el pivot-shift inicialmente pero no actuaba 
funcionalmente y, además, perdía consistencia con el tiempo. 
 
Siguiendo en esta línea, Nicholas y Minkoff reorientaron la cintilla iliotibial 
desinsertada distalmente con un bloque óseo a través de la cápsula posterior y de 
la articulación a la porción antero-interna de la tibia, por delante de la espina tibial. 
La técnica, llamada del «cinco en uno» para corregir la inestabilidad rotacional 
ántero-medial, incluía una meniscectomía total interna, avance posterior e interno 
de la inserción del LLI, avance distal y anterior de la cápsula póstero-medial, 
adelantamiento de la parte posterior del vasto medial y transferencia de la pata de 
ganso. 
 
Ellison y colaboradores modificaron su técnica asociando un 
adelantamiento del bíceps femoral para dar mayor estabilidad. En pacientes 
activos y, sobre todo, en deportistas de alta competición se recomendaba una 
técnica extraarticular combinada con otra intraarticular. Según Marín y 
colaboradores, desaparecía el pivotshift aunque persistía un cajón neutro o 
rotatorio externo con la rodilla a 90º de flexión. Bray y colaboradores revisaron con 
más de seis años de seguimiento la evolución de 47 pacientes, 18 de ellos 
operados según la técnica de MacIntosh y los 29 restantes asociando una 
reparación intraarticular del LCA con una plastia sintética de Dracon®. No vieron 
diferencias entre ambos grupos: un 44% de los pacientes del grupo extraarticular y 
un 55% de las dos técnicas asociadas se mostraron satisfechos con el resultado, 
aunque el grupo con la plastia sintética presentó mayor número de 
21 
 
complicaciones. Sin embargo, ambos grupos presentaron un deterioro progresivo 
a partir de los tres años de la cirugía. 
 
El ligamento rotuliano ya había sido utilizado, tomando la porción interna 
para pasarla por los túneles tibiales y femorales. En 1979, Marshall y 
colaboradores enrollaron, como si fuera un cigarrillo, la porción central del 
ligamento rotuliano con la fascia prerrotuliana y una tira central del tendón del 
músculo cuádriceps como un injerto largo que pasaba por un túnel tibial y era 
llevado, cruzando la articulación, hacia el cóndilo femoral póstero-lateral over the 
top por un surco preparado previamente. 
 
Woods y colaboradores tomaban también una porción de hueso rotuliano 
para conseguir un contacto hueso-hueso en el túnel femoral y después obtenían la 
longitud suficiente para fijarlo en la región supracondílea femoral lateral mediante 
un hilo guía, aunque fue Franke el primero en describir un trasplante libre de una 
porción de ligamento rotuliano con hueso, tanto de la rótula como de la tibia. 
Eriksson y Alm y colaboradores, como Palmer previamente, utilizaron una guía 
para conseguir un anclaje anatómico. 
 
En esta década proliferaron nuevos trabajos experimentales y conceptuales 
sobre el LCA y su reparación. En 1974, Noyes y colaboradores analizaron en una 
máquina de ensayos universal la resistencia del LCA en primates (Macaca 
mulatta), un trabajo pionero que sirvió de referencia durante muchos años. Vieron 
que el complejo H-T-H fallaba con altas cargas y con una elongación importante 
del ligamento. Además, señalaron que la rotura se producía por una avulsión tibial 
cuando el ensayo se hacía a baja velocidad y por disrrupción del ligamento 
cuando la velocidad era alta. 
 
Kennedy y colaboradores recomendaron la reparación ante una lesión de 
LCA aguda con un arrancamiento femoral o tibial. Pero cuando la rotura estaba en 
la porción media del ligamento los extremos se debían resecar. Si la lesión del 
LCA se asocia con daños capsulares y de los ligamentos colaterales, consideraba 
la rotura del LCA como secundaria. Además, cuando en una artrotomía aparecía 
una inestabilidad rotatoria externa asociada a una rotura del LCA, recomendaban 
una transposición de los tendones de la pata de ganso, pero con cuidado, pues la 
transposición podría agravarla. 
 
Por su parte, Hughstony colaboradores propusieron una clasificaciónde las 
inestabilidades de los ligamentos de la rodilla correlacionando con la clínica. 
Afirmaron que el test del cajón anterior no es patognómico de rotura del LCA y es 
más consistente con una rotura del ligamento menisco-tibial y menos con lesiones 
del ligamento menisco-femoral. Además, el cajón anterior aumentaba al asociarse 
la rotura del LCA con una lesión del ligamento oblicuo posterior. El cajón anterior 
positivo como prueba clara de rotura del LCA estaba asumido desde 1938 con la 
publicación de Palmer, aunque no faltaron ciertas reticencias con esta prueba. Sin 
embargo, Hughston y colaboradores escribieron que en «200 artrotomías 
22 
 
observando un LCA normal no vimos ni un solo LCA tenso a 90º de flexión con el 
pie apoyado sobre la mesa de operaciones». 
 
Concluyeron así: «según nuestras observaciones clínicas, anatómicas y 
quirúrgicas del LCA, nuestra impresión es que la función más importante del LCA 
es la prevención de la hiperextensión o el recurvatum. También podría actuar con 
una guía en el mecanismo de rotación durante la extensión de la rodilla». 
 
A partir de las experiencias anteriores el tratamiento de la rotura del LCA se 
enfocase para resolver la inestabilidad anterior y no tanto los daños estructurales. 
 
Se describió la prueba de Lachman y Noyes y colaboradores definieron el 
LCA como un estabilizador primario de la subluxación anterior de la tibia, haciendo 
que todos los cirujanos buscasen modelos de reconstrucción cada vez más 
anatómicos. Todavía en 1985, Bonnel y colaboradores recomendaban como 
cirugías más apropiadas la cuadricepsplastia tipo McIntosh, la plastia con refuerzo 
prostésico de Dacron o el trasplante libre vascularizado tipo Clancy. 
 
Noyes y colaboradores habían demostrado la eficacia mecánica del tercio 
central del ligamento rotuliano como plastia y constataron que una porción de 14-
15 mm de ancha era 1,5 veces más resistente que el LCA normal; además, como 
había demostrado experimentalmente Clancy, se producía una revascularización 
del injerto y, por entonces, la artroscopia diagnóstica había permitido ver, en 
second looks, que la sinovial recubría a la plastia. Por si faltase poco, la 
integración ósea de los tacos del injerto H-T-H permitía una integración rápida que 
evitaba los aflojamientos con el tiempo. Sin lugar a dudas, era el injerto ideal. 
 
Paterson y Trickey modificaron la técnica obteniendo el tercio central del 
ligamento rotuliano libre, lo pasaban por un túnel tibial y lo fijaban over the top en 
el cóndilo femoral externo, evitando perforar el fémur. Es importante reseñar que a 
principios de los años 80 aparecieron las primeras evaluaciones de las cirugías 
utilizando escalas de valoración con parámetros objetivos y subjetivos, que 
permitieron revisar los resultados con un criterio más homogéneo. 
 
Una pérdida de la movildad articular causa mayores problemas e 
incapacidad que la inestabilidad inicial de la rodilla. A principios de los años 90, la 
incidencia de este tipo de complicación se estableció en el 4% en tres series con 
rotura única del LCA, pero aumentaba al 23% en pacientes con rotura del LCA 
combinada con rotura del LLI o al 35% en un grupo de pacientes con rotura aguda 
y reparación inmediata. 
 
En su publicación de 1988, Bray y colaboradores plantean cuatro aspectos 
a considerar en la cirugía del LCA. El primero seguía siendo la indicación de la 
técnica intra o extraarticular y señala el curioso comentario de Helfet, para quien 
«las técnicas intraarticulares no tienen una indicación especial o principal». El 
segundo es el tiempo de evolución en los estudios. Critican aquellos trabajos que 
no tienen, al menos, un seguimiento de cinco años como recomendaban Noyes y 
23 
 
colaboradores. El tercer aspecto era la falta de correlación entre los signos 
clínicos, la prueba del cajón anterior y un Lachman positivo, con los resultados 
funcionales. Al respecto, McDaniel y Dameron vieron que el 72% de los pacientes 
con una inestabilidad anterior de la rodilla demostrable tenían un buen resultado 
clínico diez años después de la intervención. Por último, aunque era conocida la 
asociación de la rotura del LCA con otras estructuras articulares, se ignoraba 
cómo repercutía en la evolución de la reparación. 
 
Otro aspecto que se planteó por aquellos años era conocer la tensión 
adecuada del injerto al mismo tiempo que se fijaba. Normalmente, cuando se fija 
el injerto H-T-H en el túnel femoral se aplica tensión en sentido distal, fijándolo 
posteriormente en la tibia. El grado de flexión articular y la cantidad de tensión 
aplicada sobre el injerto son aspectos que se efectúan de forma empírica. Si el 
injerto se queda «muy suelto», no desaparecerá la laxitud articular anormal en 
sentido antero-posterior. Conseguir esta estabilidad y eliminar el pivot shift son los 
indicadores de un buen resultado quirúrgico. Si, por el contrario, el injerto queda 
«muy tenso», se producirán alteraciones en el movimiento articular y la 
revascularización se verá afectada. Una idea estaba clara: la fijación correcta e 
isométrica del injerto era el factore técnico más importante para obtener buenos 
resultados. Además, como también señalaron Hamada y colaboradores, la 
colocación de un injerto H-T-H exigía una perfecta adaptación entre el grosor del 
túnel y el del hueso para evitar zonas sin contacto entre las estructuras. Todos 
estos aspectos contribuían no solo a la integración de la plastia, sino también al 
proceso de transformación de un tendón en un ligamento, lo que se dio en llamar 
«ligamentización». 
 
REPARACIONES PRIMARIAS Y TIPOS DE INJERTO 
 
Actualmente, el tercio central del tendón rotuliano autólogo sigue siendo el 
injerto más utilizado para la reparación del LCA y el patrón con el que deben 
compararse los demás injertos. (39) 
 
Efectivamente, este injerto fue el preferido por el 79,1% de los 249 cirujanos 
que participaron en una encuesta realizada en 2003 sobre el tratamiento de las 
lesiones del LCA. En un estudio similar llevado a cabo por la Asociación Española 
de Artroscopia, el porcentaje de injertos rotulianos autólogos usados en ese país 
fue del 71. Miembros del Grupo de Estudio del LCA presentaron otra perspectiva: 
el 73% eligieron ligamento rotuliano, el 23% pata de ganso y un 4% «otros» como 
los aloinjertos. Bach y colaboradores señalan que su uso de aloinjertos ha 
aumentado: entre 1986 y 1996, la reconstrucción primaria con aloinjertos era del 
2%, creció hasta el 14% entre 1996 y 2001, alcanzando el 36% entre 2002 y 2005. 
 
Los aloinjertos en la cirugía primaria del LCA están justificados cuando el 
paciente presenta problemas para la toma de injertos autólogos (tendinitis, 
secuelas de Osgood-Slatter, etc.), si se necesita acortar el periodo de baja laboral 
o por motivos estéticos. Sin embargo, estudios comparativos entre autoinjertos y 
24 
 
aloinjertos no han demostrado diferencias entre ambos tipos, lo que ha llevado a 
algunos autores a utilizarlo de forma rutinaria. 
 
Se han descrito métodos con injertos autólogos para reconstruir el LCA 
utilizando el tendón del músculo semitendinoso y también del recto interno, o 
ambos tendones de la pata de ganso, así como el tracto iliotibial y la fascia lata o 
el ligamento rotuliano. Son técnicas que generalmente ofrecen muy buenos 
resultados, pero no hay que olvidar que dañan una estructura no lesionada 
previamente. 
 
Beynnon y colaboradores realizaron un metaanálisis sobre trece trabajos 
prospectivos y aleatorizados donde compararon los injertos H-T-H con los de la 
pata de ganso, sin que los resultados puedan inclinar la balanza en uno u otro 
sentido. 
 
Solo destacaron el mayor dolor al arrodillarse en aquellos pacientes que 
recibieron un injerto de tendón rotuliano. No había diferencias en cuanto a la 
estabilidad ántero-posterior ni tampoco en la actividad. El dolor anterior de rodilla 
apareció en ambos grupos. 
 
La utilizacióndel tercio central del ligamento rotuliano se considera el tejido 
autólogo de elección para los deportistas por su resistencia, durabilidad y 
elasticidad. Este procedimiento tiene también sus inconvenientes por el 
compromiso del aparato extensor de la rodilla y se han descrito disminución del 
perímetro y restricciones de la movilidad. Las tres complicaciones más frecuentes 
de dicha técnica son la contractura en flexión, el dolor de la articulación fémoro-
rotuliana y el debilitamiento del cuádriceps. Asimismo, se ha descrito una 
disminución significativa en la resistencia del cuádriceps al año de la intevención, 
comparándolo con pacientes con los que se había utilizado otro tipo de plastia 
tendinosa. Otra complicación es el síndrome de contractura infrarrotuliana, que se 
presenta cuando el injerto no se coloca siguiendo los principios de la isometría. 
También se han señalado roturas del ligamento rotuliano y fracturas rotulianas 
después de utilizar el tercio central como injerto para la reconstrucción del LCA. 
(39) 
 
Además, se han señalado como complicaciones la rotura del ligamento 
rotuliano, la tendinitis, la calcificación intratendinosa y la contractura infrarrotuliana. 
Sin embargo, lo más frecuente es el dolor anterior de la rodilla, que se relaciona 
con una pérdida de la movilidad, falta de extensión completa y lesión del nervio 
infrarrotuliano por el propio abordaje (39) 
 
 
 
 
 
 
25 
 
DIAGNÓSTICO 
 
EVALUACIÓN CLÍNICA 
 
Una minuciosa historia clínica y la exploración física en la mayoría de los 
casos permitirán un diagnóstico de una lesión del LCA. En el 40 % de las lesiones 
del LCA hay una historia de un mecanismo de lesión sin contacto asociado con un 
"pop" al momento de la lesión. 
 
Normalmente, el mecanismo de lesión es el resultado de una combinación 
de rotación interna o externa con valgo o una hiperextensión. El sujeto es a 
menudo incapaz de continuar la actividad y el aumento de volumen de la rodilla 
con hemartrosis se desarrolla dentro de las 2 primeras horas (52). 
 
Se requiere tener conciencia de las lesiones asociadas, pues una lesión 
aislada del LCA ocurre raramente. Durante el examen físico la prueba de Lachman 
y la prueba de “pivot shift” son útiles en la evaluación de una rotura del LCA. 
La prueba de Lachman, clínicamente introducido por Torg, se lleva a cabo con la 
rodilla en 20º de flexión mientras el examinador realiza una traslación de la tibia 
respecto al fémur de forma pasiva. (53) . 
 
La prueba de “pivot shift” evalúa la subluxación del cóndilo tibial lateral en el 
fémur distal, descrita por primera vez por Mackintosh. Se realiza con la rodilla en 
extensión y rotación interna aplicando una furza en valgo, lo que hace que la tibia 
tienda a la subluxación anterior si la LCA está lesionado. 
 
Desde esta posición de subluxación de la rodilla, a continuación produce 
una flexión de 10-20 º reduciéndose la subluzación de forma súbita produciendo 
un ruido metálico. En un meta-análisis de la sensibilidad y especificidad de la 
prueba de Lachman para una rotura del LCA fue del 85 % y 94 % 
respectivamente. Para el “pivot shift” hubo una alta especificidad del 98 %, pero la 
sensibilidad fue de sólo el 24 % (54) 
 
Biomarcadores moleculares 
 
Se ha demostrado que el marcador de CTX -II (colágeno de cartílago 
degradado-II) se libera al líquido sinovial, con valores máximos en cuestión de 
horas posterior a una lesión del LCA, manteniéndose elevados los valores por 
alrededor de 1 año respecto a grupo control. Existen muchos otros biomarcadores 
moleculares potenciales. En el líquido sinovial de pacientes con lesión crónica del 
LCA, se han encontrado concentraciones elevadas de citocinas, tales como la 
interleucina 1-beta (IL-1β) y factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α). (55) 
 
 
 
 
26 
 
Estudios de imagen 
 
La resonancia magnética (RM) es el método de imagen de elección para el 
diagnóstico de lesiones del LCA, permitiendo descartar además, lesiones 
asociadas de ligamentos, meniscos, cartílagos y estructura ósea. 
 
La radiografía (Rx) simple es, habitualmente, el primer examen de 
imágenes efectuado en una rodilla traumática, pues permite descartar fracturas y 
evaluar la congruencia articular, entre otras alteraciones. Por este motivo, un 
porcentaje importante de los pacientes con lesiones de LCA tendrá una Rx simple 
como primera imagen. 
 
La rotura del LCA puede producir signos indirectos e inespecíficos en la Rx 
simple, como un aumento de líquido articular por hemartrosis, que se ve en el 70% 
de las roturas agudas del LCA. Sin embargo, también podemos encontrar signos 
muy específicos de rotura del LCA en las Rx simples; entre otros, existen dos 
signos radiológicos que son los más importantes y frecuentes para diagnosticar 
rotura del LCA con Rx simple: 
 
1. El signo del surco profundo consiste en una fractura osteocondral por 
impactación en el tercio medio de la superficie de carga del cóndilo femoral 
externo, que está presente en aproximadamente el 5% de las radiografías de 
pacientes que presentan lesión del LCA. 
 
En la radiografía lateral de rodilla es posible distinguir suaves concavidades 
o surcos normales en ambos cóndilos femorales. El surco del cóndilo externo se 
ubica posterior e inferior respecto del interno, lo que permite distinguir los cóndilos 
en esta proyección. Cuando la rotura del LCA se asocia a esta fractura por 
impactación del cóndilo femoral externo, la profundidad del surco normal aumenta. 
Se considera normal un surco con una profundidad menor a 1,5 mm, y cuando 
ésta es mayor a ese valor, está presente el signo del “surco profundo”. Si el surco 
tiene una profundidad mayor de 2 mm, este signo tiene una especificidad y un 
valor predictivo positivo de un 100%. 
 
2. La Fractura de Segond corresponde clásicamente a una avulsión ósea de 
la zona de inserción tibial del ligamento capsular lateral que ocurre por un 
mecanismo de rotación interna y varo forzado, con la rodilla en flexión. La 
fractura fue descrita por el Dr. Paul Segond, cirujano francés, en 1879 
(antes del descubrimiento de los rayos X), en base a estudios en 
cadáveres. El fragmento óseo avulsionado es habitualmente laminar, de 
menos de 15 mm de longitud, tiene una orientación vertical y se asocia a un 
defecto óseo en la superficie “donante” de la tibia. Se visualiza mejor en la 
radiografía en proyección AP o túnel intercondíleo. Esta pequeña fractura 
puede ser difícil de diagnosticar si no se busca dirigidamente. 
 
27 
 
La presencia de la fractura de Segond es altamente específica de rotura del 
LCA (75 a 100%), aunque esta fractura está presente sólo en aproximadamenteel 
10% de los casos. 
 
FUNCIONALIDAD 
 
En los primeros informes sobre la función de la rodilla después de la lesión, 
los sujetos fueron divididos en grupos, simplemente clasificando su función como 
excelente, buena o mala según el médico. O`Donoghue en 1955 fue el primero en 
presentar una evaluación numérica de los resultados después de la cirugía de 
rodilla. Marshall, en 1977 presentó un método estandarizado de evaluación 
después de las lesiones de ligamentos de la rodilla. 
 
El Comité Internacional de Documentación de la rodilla “International Knee 
Documentation Committee” (IKDC, por sus siglas en inglés) desarrolló un sistema 
de puntuación para las rodillas con lesión del LCA en colaboración con la 
Sociedad Americana Ortopédica de Medicina Deportiva “American Orthopedic 
Society for Sports medicine “ (AOSSM) y la Sociedad Europea de Traumatología 
Deportiva, Cirugía de rodilla y Artroscopia “European Society of Sports 
Traumatology, Knee surgery and Arthroscopy” (ESSKA). El IKDC consta de 
diferentes secciones en las que se vierten las dolencias subjetivas del paciente, 
además de los síntomas, clínica y arcos de movilidad (58). 
 
Función neuromuscular 
 
El término de función neuromuscular es una combinación de todas las 
consecuencias atribuidas a las afectaciones somatosensoriales perturbadasdespués de que existe una lesión del LCA. La propiocepción, control postural, la 
fuerza muscular, el rendimiento funcional, el movimiento, los mecanismos 
centrales, control motor y aprendizaje se ven afectados después de la lesión y se 
deben tener en cuenta durante la rehabilitación después de una lesión de LCA o 
en la prevención de lesiones del LCA (59). 
 
 
Fuerza muscular y la resistencia 
 
Es bien sabido que el cuadriceps femoral se debilita poco después de una 
lesión aguda de ligamento cruzado anterior. Se ha propuesto que la pérdida de la 
retroalimentación de los mecanorreceptores del LCA es el mecanismo que 
subyace detrás de la debilidad del cuádriceps en pacientes con lesión del LCA. 
 
El cuádriceps y su fuerza muscular es crítico para la estabilidad dinámica de 
la articulación, y la debilidad de este grupo muscular está relacionada con pobres 
resultados funcionales y de estabilidad en pacientes con un LCA deficiente. 
 
28 
 
Recientemente se ha demostrado que alrededor del 20% de los individuos 
con déficit preoperatorio de la fuerza del cuádriceps también tuvieron persistentes 
mayores déficits de fuerza dos años después de la cirugía. (60). 
 
Hoy en día, disponemos de más conocimientos, de mayor experiencia y, 
sobre todo, de un desarrollo técnico que ha permitido efectuar la cirugía articular 
de la rodilla por vía artroscópica. Se han unificado criterios y prácticamente las 
cirugías de la reparación del LCA se pueden dividir, por el tipo de injerto, en 
autólogos o aloinjertos. 
 
Dentro de los autoinjertos existen los que utilizan H-T-H o tendones de la 
pata de ganso, aunque una gran mayoría se inclina por la técnica monofascicular y 
otro grupo, menos numeroso, defiende la técnica bifascicular. Pero quedan 
muchos aspectos por conocer y demostrar, como son el tiempo necesario para 
una buena integración de la plastia, la tensión más adecuada, el grosor tanto del 
túnel como de la plastia, las posiciones e inclinaciones óptimas para cada paciente 
y, sobre todo, poder distinguir entre los pacientes candidatos a cirugía y aquellos 
que podrían vivir en su actividad diaria con un LCA roto compensado con las 
estructuras músculo-tendinosas restantes. Sea como fuere, poco a poco se irán 
aclarando estos y otros aspectos, pero no se puede olvidar que una técnica 
quirúrgica hoy tan frecuente y «sencilla» ha tenido una historia apasionante de 
ideas y comprobaciones, de ilusiones y decepciones, de suposiciones y 
evaluaciones que conviene conocer y no olvidar. 
 
A finales de los años 80 comienza a ponerse en tela de juicio la idoneidad 
del tercio central del ligamento rotuliano como injerto ideal; se confundieron 
aspectos técnicos y subjetivos. Sin embargo, esto contribuyó a la mayor utilización 
de injerto autólogo con uso de los tendones isquiotibiales. La toma de injerto 
autólogo de los tendones isquitibiales puede molestar, especialmente en la zona 
periférica a la herida quirúrgica para la toma delos mismos, ya sea por el daño de 
las ramas infrarrotulianas del nervio safeno, de los ramos periósticos en la zona de 
toma de injerto o por la formación de un neuroma. 
 
Prevención de lesiones del LCA 
 
Hoy en día, la literatura contiene una gran cantidad de evidencia de que es 
posible prevenir las lesiones del LCA mediante la formación neuromuscular 
específica con una combinación de ejercicios de equilibrio, coordinación, fuerza, 
agilidad y pliométricos (61) 
 
Debido a que las mujeres están en mayor riesgo de una lesión del LCA que 
los hombres cuando éstos participan en deportes de alto riesgo, la mayoría de 
estos estudios preventivos incluyen jugadores de fútbol femenino. Por otra parte, 
se ha demostrado que las mujeres atletas con mayor genu valgo durante una 
tarea de salto y aterrizaje están en mayor riesgo de lesión del ligamento cruzado 
anterior. 
29 
 
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA 
 
La rotura del LCA es una lesión común en todo el mundo. Las estimaciones 
sugieren una incidencia anual de rotura del LCA de 35 por cada 100.000 personas 
de todas las edades, con un aproximado dos a ocho veces más riesgo en mujeres 
atletas que en hombres atletas. Estas lesiones a menudo resultan en inestabilidad 
de la rodilla, aumento de la laxitud articular y reducción de la actividad, así como 
un mayor riesgo de osteoartrosis de rodilla a largo plazo. La reconstrucción 
quirúrgica del ligamento cruzado anterior se recomienda, sobre todo en pacientes 
jóvenes y activos, para facilitar un retorno a las actividades cotidianas, incluyendo 
deportes. 
 
La reconstrucción del ligamento cruzado anterior es el, Gold Standard en el 
tratamiento quirúrgico para proporcionar estabilidad en el contexto de una rotura 
del ligamento cruzado anterior. Actualmente no está claro si los resultados de la 
reconstrucción del ligamento cruzado anterior con aloinjerto difieren 
significativamente de aquellos con autoinjerto. 
 
 
PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN: 
 
¿Existe diferencia en la funcionalidad del paciente postoperado de plastia 
de ligamento cruzado anterior mediante el uso de injerto autólogo vs. injerto 
homólogo en el Hospital Central Norte de Petróleos Mexicanos en el periodo 2009 
– 2014? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
30 
 
JUSTIFICACIÓN: 
 
Primordialmente, la razón para realizar este protocolo de estudio, es para 
obtener el grado de Especialista en Ortopedia por parte de la Facultad de 
Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, con el fin de ser un 
profesionista capaz de diagnosticar, tratar y resolver las patologías ortopédicas y 
traumatológicas más comunes que afectan a la población. 
 
Además, la evidencia estadística en México es muy escasa, basando los 
resultados funcionales tras la plastia de LCA con estadística anglosajona o 
europea y nula en los sistemas de salud de PEMEX, abriendo un parteaguas para 
iniciar datos estadísticos aplicables a la población mexicana. 
 
Por otra parte, se sabe que existen pacientes con lesiones crónicas del 
LCA, no obstante, dicha lesión es un limitante para realizar sus actividades 
cotidianas, deportivas e inclusive laborales, siendo un problema socioeconómico 
para el paciente y sus empleadores, pues las lesiones generalmente están 
asociadas en un 68% a otras lesiones intraarticulares cómo lesiones meniscales u 
osteocondrales, aumentando los días de incapacidad laboral y los costos de 
atención médica para los sistemas de salud. 
 
En nuestro medio, los pacientes con lesiones del LCA son laboralmente 
activos, realizando actividad física demandante al trabajar en refinerías, 
plataformas petroleras, en el transporte de hidrocarburos o servicios de 
contraincendio, por lo que es prioritario para la empresa (PEMEX) reincorporarlos 
a sus actividades laborales y cotidianas lo antes posible y con el menor número de 
secuelas funcionales para la adecuada realización de su actividad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
31 
 
HIPÓTESIS 
 
 
HIPÓTESIS ALTERNA. 
 
“Existe diferencia en el resultado de la funcionalidad del paciente 
postoperado de plastia de Ligamento Cruzado Anterior de Rodilla con uso de 
injerto homólogo V.S. pacientes con uso de injerto autólogo en el Hospital Central 
Norte del 2009 al 2014” 
 
 
 
HIPÓTESIS NULA 
 
No existe diferencia de funcionalidad en pacientes postoperados de plastia 
de ligamento cruzado anterior con uso de injerto autólogo v.s. homólogo en el 
Hospital Central Norte del 2009 al 2014 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
32 
 
OBJETIVOS 
 
OBJETIVO GENERAL. 
 
 Comparar la funcionalidad con el Test Cincinnati y Test Tegner Lysholm a 
los pacientes postoperados de plastia de Ligamento Cruzado Anterior con 
uso de injerto homólogo vs. Injerto autólogo. 
 
 
OBJETIVOS ESPECÍFICOS. 
 
 Identificar diferencias del grado de funcionalidad con el Test Cincinnati 
entre los pacientes postoperados de plastia de Ligamento Cruzado Anterior 
con uso de injerto autólogo vs. homólogo a los 2 meses

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