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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
 
COLEGIO DE HISTORIA 
 
 
 
MEMORIA COLECTIVA EN TORNO DEL 
CULTO AL CRISTO NEGRO EN EL SANTUARIO DE OTATITLÁN, 
VERACRUZ. (S.XX) 
 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADA EN HISTORIA 
 
 
 
 
PRESENTA: 
 
VERONICA ESPINOSA GARDUÑO 
 
 
 
 
 
 
ASESOR: 
 
DR. J. JESÚS MARÍA SERNA MORENO 
 
 
 
 
 
 
MÉXICO, CIUDAD UNIVERSITARIA, ABRIL, 2016. 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
1 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A mi madre y mis hermanas por su presencia incondicional. 
A Diego por tanto amor. 
A los santuareños por compartir conmigo sus vivencias y memoria. 
A mis amigos porque su existencia me entusiasma el camino. 
2 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Un par de agradecimientos muy especiales. 
Para Chucho, porque con su consejo y acción nos estimula a continuar 
conscientes y comprometidos con nuestra gente. Gracias también al CIALC y a 
todos quienes conforman al proyecto PAPIIT-IN 404013 “Interculturalidad y 
relaciones interétnicas entre los afrodescendientes y los indígenas de México y 
Nuestra América” por permitirme participar como becaria y adquirir aprendizajes 
tan significativos. 
Igualmente gracias al CEIICH y a los miembros del proyecto PAPIIT -IN 400911 
“Geografías médicas. Discursos, prácticas y representaciones de la medicina en la 
Nueva España (siglos XVI-XVII)” por las experiencias académicas que obtuve 
durante mi participación como becaria en el proyecto, gracias al Dr. Mauricio 
Sánchez Menchero porque su siempre atenta lectura y sus comentarios han sido 
de gran ayuda en la construcción de mi investigación. 
 
 
3 
 
 
 
 
Memoria colectiva en torno del culto al Cristo Negro en el Santuario de 
Otatitlán, Veracruz. (S.XX) 
 
 
 
 
Índice 
Introducción .......................................................................................................... 6 
1. Desarrollo histórico de la localidad ........................................................24 
1.1 Las culturas mesoamericanas y su relación con el bajo 
Papaloapan. 
1.2 La invasión Española: el proceso colonial. 
1.3 La evangelización. 
1.4 De la conformación del municipio a la Guerra Cristera. 
1.5 Del “oro verde” a finales del siglo XX. 
2. La composición étnica en Otatitlán ......................................................... 54 
2.1 Los antecedentes indígenas. 
2.2 La transculturación colonial. 
2.3 Los habitantes del Santuario en el siglo XX. 
3. Las festividades en el Santuario ............................................................. 69 
3.1 La Santa Cruz el 3 de mayo. 
3.2 La exaltación de la Santa Cruz, origen y desarrollo. 
4. El culto al Cristo Negro en Otatitlán ....................................................... 87 
4.1 La efigie de Cristo Crucificado. 
4.2 Memoria colectiva en torno a la hierofanía, el mito en el siglo 
XX y sus antecedentes. 
4 
 
 
4.3 La Profanación del Señor del Santuario. 
5. Conclusiones .......................................................................................... 114 
6. Bibliografía .............................................................................................. 125 
7. Anexo ....................................................................................................... 131 
 
7.1 Documento 
7.2 Entrevistas 
7.3 Ilustraciones 
5 
 
 
 
 
 
 
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ALABADO DEL SEÑOR DE 
OTATITLÁN 
 
Bendito sea y alabado 
el Señor de Otatitlán. 
 
Que en aqueste su santuario 
es consuelo universal. 
 
De los cielos descendió 
con hombres a conversar. 
 
Que son todas las delicias 
de su amor y su bondad. 
 
En el purísimo vientre 
de María terso cristal. 
 
Por obra del Santo Espíritu 
se vistió carne mortal. 
 
Para en ella redimirnos 
padeciendo hasta expirar. 
 
Y con su vida y ejemplo 
enseñarnos la verdad. 
 
En su santísima vida 
a todos quiso tratar. 
 
Con satisfacción de hermanos 
con cariño paternal. 
 
 
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6 
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
Introducción 
 
 
esde que comenzamos este proyecto, nos hemos planteado la 
investigación de la religiosidad en Otatitlán con la premisa de poder 
contribuir en el campo de las ciencias sociales, específicamente en el 
estudio de la religiosidad contemporánea, generando en lo posible la comprensión 
de un área no explorada como lo es; la memoria colectiva de los otatitlecos. 
Nos planteamos como objetivo principal el análisis del tejido social otatitleco 
en su relación con lo sagrado, a partir de la interpretación de textos culturales 
múltiples que nos permitieran demostrar la composición holística de la religiosidad 
local y regional. De hecho nos interesaba que el fenómeno religioso local no 
quedara desdibujado de procesos más amplios, a la vez que se comprendiera en 
su especificidad. 
El proceso de investigación ha tenido como eje principal las siguientes 
preguntas: ¿Qué tipo de dinámicas colectivas permiten que un fenómeno religioso 
se continúe a pesar de los cambios sociales?, ¿En qué forma la memoria colectiva 
común entre los otatitlecos se va a relacionar con el culto al Cristo Negro?, ¿Qué 
función cumple el culto al Cristo Negro entre la comunidad de otatitlecos?, y ¿Cuál 
es la importancia del santuario de Otatitlán en el Sotavento? 
Al principio de la investigación, cuando realizamos el primer acercamiento a 
la cultura de los otatitlecos, nos percatamos de la importancia que tienen las 
fiestas de mayo y el culto al Cristo Negro entre la comunidad, lo que nos llevó a 
plantearnos las siguientes hipótesis para nuestra investigación: 
I. Las dinámicas de cambio sociocultural en Otatitlán han estado 
profundamente vinculadas al culto al Cristo Negro. La religiosidad que de 
ello se desprende ha sido incorporada al espacio social a través de relatos 
y rituales que fortalecen y también articulan la identidad de los otatitlecos en 
el marco de la localidad y la región Sotavento. 
7 
 
 
II. Las fiestas de mayo en Otatitlán son parte de un entramado simbólico inter 
relacionado a las culturas agrícolas del maíz que se desprende de la 
antigua Mesoamérica. 
La religiosidad y la formas de devoción van a ser entendidas en un sentido 
general como acción contractual, por medio de la cual el fiel da y solicita en un 
modo simbólico de intercambio; la necesidad explicativa a partir de entidades 
superiores y el depósito de obligaciones en estas entidades con base en las 
propias necesidades materiales, son también fundamentales para entender el 
fenómeno religioso. Así lo sagrado es intencional, pues existe aunque no existiera 
ninguna realidad divina. 
Consideramos que hablar de religiosidad popular es un tanto ambiguo, mejor 
pensamos en términos de qué y quienes lo practican, utilizamos “religiosidad local” 
entendiendo tal categoría como la focalización de una forma de culto, en base a 
vínculos identitarios en una comunidad, en este caso, la comunidad de otatitlecos. 
Acerca de la delimitación espacio-temporal de esta investigación tenemos 
que considerar lo siguiente; el trabajo aborda el siglo XX, porque es a partir de 
inicios de tal siglo que el Sotavento se vuelve sinónimo de la “cuenca del 
Papaloapan” (aunque se reconocela existencia de las llanuras de Sotavento) y 
porque a mediados del siglo se comienzan a dar cambios significativos en lo 
cultural; el crecimiento urbano de los años cincuenta, la introducción de los medios 
masivos de comunicación, los nuevos transportes y la migración entre otros 
aspectos nos dan idea de los cambios acaecidos en la sociedad1 y sus formas de 
relación con lo sagrado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
1 
Federico A. Bolaños y Serrato, “Capitalismo o evolución: la disyuntiva latinoamericana”, en: 
Revista Latinoamericana de Economía. Problemas del desarrollo. México. Vol. 23, No. 91, octubre- 
diciembre de 1992. passim. 
8 
Sotavento 
 
Cuenca del 
Papaloapan 
Villa de 
Otatitlán 
 
 
Los cambios en las relaciones sociales se comienzan a ver con mayor 
fuerza a partir de la segunda mitad del siglo XX, época en que se insertan las 
políticas neoliberales en la zona, y se amplía la 
actividad industrial; sus impactos ecológicos se 
radicalizan. Así podemos observar con el analisis 
de un siglo, los principales cambios y continuidades 
de la sociedad que se vincula al santuario. 
Se entenderá la influencia cultural del 
santuario de Otatitlán en tres distintos niveles: el 
pueblo de Otatitlán, el área cuenca Papaloapan y la 
región Sotavento2. Siendo todas categorías originadas en temporalidades 
distintas, pero que ayudan a explicar los rasgos culturales compartidos y los 
límites de estos mismos ya en el s XX. 
Hablar de sotaventinos, cuenqueños, jarochos, indígenas o mestizos lleva 
ese rasgo de la distinción que ha sido un mecanismo ideológico; que ubica, 
ordena y da significados, ya que asigna funciones, derechos y obligaciones en el 
gran orden social, político y económico. Más adelante vamos a aclarar en que 
sentido utilizamos estos términos. 
Durante la investigación nos hemos centrado en Otatitlán, pero cuando es 
necesario vamos hacia otras dimensiones como la cuenca del Papaloapan y el 
Sotavento, aunque no son nuestro objetivo central. 
Los conceptos clave 
 
 Identidad, memoria colectiva y tradición oral. 
En esta investigación nos estamos situando en el plano de las colectividades, es 
por eso que nos interesa analizar las experiencias compartidas por conjuntos 
humanos en relación a lo sagrado. Los prototipos identitarios y la reafirmación 
cultural, con sus orientaciones y representaciones internas y externas, son parte y 
fuente de la diferenciación entre grupos que se da consciente e 
 
2 
Diagrama de elaboración propia. 
9 
 
 
inconscientemente, pues, los seres humanos tenemos la necesidad de ubicarnos 
en el contexto social, pues sólo en la alteridad la identidad tiene sentido. 
En la investigación la identidad es entendida como “la (auto y hetero) 
percepción colectiva de un –nosotros- relativamente homogéneo y estabilizado en 
el tiempo, por oposición a los –otros3- en función del (auto y hetero) 
reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos compartidos (que funcionan como 
signos o emblemas), así como de una memoria colectiva común.”4 
La memoria puede definirse entonces como “la ideación del pasado”5, 
siempre en función del presente lo que hace dinámica, la memoria colectiva nos 
refiere entonces al pasado compartido, construido y reconstruido constantemente 
por el grupo. De hecho, tal pasado es funcional porque se reactiva en el presente 
a partir de muchos mecanismos, que van desde las historias escritas, los rituales, 
iconografía, etc. hasta la propia tradición oral que nos interesa particularmente en 
esta investigación, porque supone la comunicación de la memoria colectiva de 
boca en boca a futuras generaciones6. 
La memoria colectiva es entonces: una constante actividad creadora en 
función de la identidad social, que necesita ser aprendida y reaprendida 
permanentemente. Para realizar la presente investigación se acude a la tradición 
oral de los otatitlecos como fuente primaria, porque permite ahondar en la forma 
en que sienten, viven y representan el fenómeno religioso del Culto al Cristo 
Negro. 
 La larga duración, el núcleo duro mesoamericano. 
 
El estudio de la religión como proceso histórico ha tomado en cuenta los 
elementos de larga duración presentes en el culto y sus diversas formas de 
expresión. En La Historia y las ciencias sociales, Fernand Braudel nos explica la 
larga duración cuando nos dice que en el decurso histórico existen diversas 
 
3 
La alteridad va ser entendida justo como eso “otros”. 
4 
Giménez Montiel, Gilberto. Teoría y análisis de la cultura. México, 2006. Volumen I: p 90. 
5 
Ibid. P 97. 
6 
Jan Vasina. “Tradición oral, historia oral: logros y perspectivas” en: Historia, Antropología. 
Fuentes Orales. No. 37. Año 2007, 3° época. (ENTRE-VISTAS). p 151. 
9 
Ibid. p 146. 
10 
 
 
 
realidades cronológicas, es decir, que el tiempo histórico ocurre en capas 
simultáneas “como las hojas de un libro”. Esas diversas capas atienden a 
procesos históricos distintos entre sí, pero, inseparables en lo social. Los temas 
que atienden al individuo y al acontecimiento corresponden al tiempo breve; la 
historia económica y social está ritmada lentamente, y la historia de aliento mucho 
más sostenido pertenece a la larga o muy larga duración. 7 
En este trabajo la propuesta de la larga duración ha sido retomada desde 
las reflexiones de Alfredo López Austin: para entender como algunos de los 
elementos que históricamente comprendieron la unidad mesoamérica se 
prolongan hasta nuestros días. A tales elementos puede entéreseles bajo la 
propuesta del núcleo duro mesoamericano8 del mismo autor. 
En cuanto al núcleo duro, es el conjunto de elementos de una cosmovisión que 
tienen una gran resistencia al cambio histórico y estructuran y dan sentido al resto de la 
cosmovisión. El núcleo duro mesoamericano es una entidad de extraordinaria antigüedad: 
fue formado por las sociedades igualitarias aldeanas del Preclásico Temprano, y muchos 
elementos perduran en las comunidades indígenas de hoy, pese al tremendo impacto de la 
conquista española.
9
 
Una parte fundamental para este trabajo son las partes del núcleo duro 
mesoamericano que refieren a los soportes del cielo en los árboles de los 
extremos del mundo y el axis mundi en la planta del maíz, porque nos van a 
ayudar a entender la importancia de una fiesta relacionada a los ciclos agrícolas; 
la celebración de la Santa Cruz en Otatitlán. 
 El mito 
El mito como forma de construcción y transmisión de valores sociales, nos ha en 
permitido en parte, articular la función de la religiosidad en la colectividad. El mito, 
como relato o forma de captar y expresar un tipo específico de realidad, es, en su 
 
 
7 
Fernand Braudel. “La larga duración” en: La historia y las ciencias sociales Madrid, 1979. Passim. 
8
Liviu Popescu y Javier Martínez Villarroya. Entrevista a Alfredo López Austin. En: EX NOVO: 
Revista de historia y humanidades (en línea). No. 4. p 145-166. 2007. 
http://www.raco.cat/index.php/ExNovo/article/view/144754 [Consulta: 15-02-16] 
http://www.raco.cat/index.php/ExNovo/article/view/144754
12 
Ibid. p 108. 
11 
 
 
forma colectiva y tradicional, un “texto oral” anónimo, producto del pensamiento, 
demostración del sentido interno de la vida humana.10 
Las historias míticas son, entonces, hechos históricos de producción de 
pensamiento social; inmerso en recursos de larga duración. “El mito es un hecho 
complejo y sus elementos se aglutinan y ordenan principalmente en torno a dos 
núcleos, que son recíprocamente dependientes, el primero, una concepción causal 
y taxonómica de pretensiones holísticas y, el segundo, los relatos orales.”11 
El mito se hace actualidad como “expresión repetida de un suceso 
poderoso”. Comúnmente relata la irrupción del otro tiempo en el tiempo del 
hombre, provocando el origen, principio o fundamento de algo relevante en lo 
social.“Pero no sólo es necesario tomar en cuenta su génesis, sino su capacidad 
generadora y condicionadora de otros procesos ya que se trata de un hecho 
ideológico”.12 
Los mitos, adquieren múltiples funciones en cada sociedad y, distintas 
pueden operar simultáneamente, tales formas no son inmutables. Alfredo López 
Austin identifica como las principales funciones del mito a las siguientes: 
I. Mantiene viva la tradición, porque es uno de los lugares en donde la 
memoria se conserva y se transforma. 
II. Educa; bajo la transmisión generacional de valores y conocimientos. 
III. Ordena el conocimiento; estructurando y clasificando el cosmos y en el 
orden refuerza el saber; no se trata de explicar, sino de ubicar los 
fenómenos al establecer un orden. 
IV. Explica y es guía de la acción. 
V. Cohesiona al reafirmar por medio de la creencia y la narración el 
carácter común de los conocimientos y valores del grupo. 
VI. Legitima y autentifica el poder al construir jerarquía. 
 
 
 
 
10 
López Austin, Alfredo. Los mitos del tlacuache. México, Alianza Editorial, 1990. p 47. 
11
Ibid. p 481. 
12 
 
 
La acción humana se produce en un medio en que los intereses 
individuales, grupales o de clase son diferentes y opuestos, los mitos y las 
creencias pueden validar derechos concretos entre distintos grupos de personas, 
en un espacio social muy acotado. 
 La transculturación 
El concepto transculturación nos funciona en este trabajo para dibujar los 
procesos de unión de varias sociedades que desembocan en una nueva, hemos 
optado por transculturación y no por mestizaje para diferenciar el proceso de unión 
biológica, del proceso de cambio social que provoca tal unión. 
Retomamos el concepto de Fernando Ortiz porque nos parece que da una 
dimensión más profunda al proceso histórico de la composición étnica de los 
pueblos de América como es el caso de los pueblos del bajo Papaloapan y nos 
permite acentuar las relaciones sociales (sobre todo coloniales) que dieron forma 
a la sociedad otatitleca y con ello a la religiosidad en torno al Cristo Negro. 
Entendemos que el vocablo “transculturación” expresa mejor las diferentes fases del 
proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en 
adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana 
“aculturation”, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o 
desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial 
“desculturación”, y además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos 
culturales que pudieran denominarse “neoculturación”(...) En todo abrazo de culturas 
sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo 
de ambos progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos. En 
conjunto, el proceso es una “transculturación”, y este vocablo comprende todas las 
fases de su parábola.
13
 
 
Las fuentes. 
Para realizar esta investigación, de corte histórico, podemos comenzar por 
expresar que asumimos y nos planteamos el análisis como una “regresión”, es 
decir, comenzando a investigar en torno a un momento cercano al presente, en lo 
 
13 
Fernando Ortiz. Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (Advertencia de sus contrastes 
agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación). Cuba-España, 
1999, p. 83. 
13 
 
 
que se ha llamado deconstrucción del presente, porque hemos ido de la 
observación etnográfica a la construcción histórica. 
Por lo anterior se acudió al testimonio surgido de la retroalimentación: 
narrador-escucha en la entrevista oral y, también a otras fuentes, algunas de ellas 
forman parte de la cultura de la oralidad como lo son; la música, cuento, mito, etc., 
otras son registros materiales la memoria colectiva: la fotografía, escultura, fuentes 
textuales, etc. 
Cabe decir que los testimonios que se presentan a continuación fueron 
tomados entre el 2014 y el 2015, de esta forma, los habitantes de Otatitlán 
entrevistados narran partir de lo que sus padres o abuelos les contaban que 
sucedió, lo que puede ser considerado como su tradición oral y en algunos 
momentos nos brindan testimonio de lo que ellos han vivido. 
Las entrevistas fueron semiestructuradas, más que seguir preguntas 
específicas, se buscaba hablar de los siguientes temas con cada entrevistado: la 
llegada del Cristo Negro a Otatitlán, la profanación, las fiestas de mayo y la 
exaltación de la Santa Cruz, la inundación de 1944, la época del “oro verde”, la 
inserción de la modernidad en Otatitlán y la relación particular del entrevistado con 
el culto al Cristo Negro. 
Las entrevistas fueron pensadas con base en cortes culturales; generación, 
género, oficio, clase social, grupo étnico, lugar de origen y relación particular con 
el Cristo Negro14. De entre los habitantes del santuario tratamos de buscar a 
personas representativas de grupos al interior del poblado, se buscó antes que 
excepcionalidad, que las personas fueran comunes y claro que tuviesen una 
disposición favorable para transmitir su memoria. Hemos entrevistado 
campesinos, amas de casa, escritores, un obrero, un comerciante, una empleada 
doméstica y un profesionista: las actividades anteriores pueden darse de forma 
simultánea en una misma persona. 
En cuanto a la generación, procuramos que los entrevistados fuesen 
mayoritariamente personas de más de cincuenta años, las entrevistas a gente más 
14 
Véase anexo de entrevistas. 
14 
 
 
joven buscan crear un contraste y visibilizar algunos cambios discursivos en sus 
relatos. 
Todas las personas entrevistadas habitan actualmente el santuario, se 
buscó que la mayoría fuesen nacidos y criados allí para poder encontrar las 
diferencias entre ellos y un par de entrevistadas que no son originarias de la 
localidad y que étnicamente tienen otras identidades: mazateca y nahua. Todas 
las entrevistas fueron realizadas por la autora de este trabajo, en Otatitlán, Ver. 
Se generó un soporte de audio de 6 hrs con 18 min de grabación. 
Para referirnos a los entrevistados en el texto hemos abreviado su nombre 
comenzando con sus iniciales, y a cada número de entrevista se le ha agregado 
“M” para el caso de la mujeres y “H” a los hombres. Por ejemplo: Entrevista No. 
3M, LBM. 
Hemos tratado, en la medida de lo posible, de no forzar el lenguaje que 
percibimos en quienes nos expresan su sentir respecto a lo religioso, lo histórico, 
etc., en ocasiones ello puede resultar confuso para el lector y por eso queremos 
aclarar que se ha nombrado a la escultura Cristo Negro para familiarizar al lector 
con la realidad que desde nuestra perspectiva y otredad encontramos; pero, la 
gente del santuario lo llama el “Señor”, y algunos peregrinos lo llaman “el Señor 
Santuario” o el ”Cristo”, rara vez se le llama entre los fieles “Cristo Negro”. 
En cuanto a la revisión historiográfica hemos, acudido a los estudios 
regionales y locales sobre el tema o relacionados, que nos han aportado gran 
cantidad elementos para realizar nuestra investigación, tenemos como principales 
a los siguientes15: 
I. Gonzalo Aguirre Beltrán. Pobladores del Papaloapan: biografía de una hoya 
II. Alfredo Delgado Calderón. Historia, cultura e identidad en el Sotavento. 
III. Antonio García de León. Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de 
Veracruz y su litoral a Sotavento, 1518-1821. 
IV. José Velasco Toro: De la historia al mito: mentalidad y culto en el santuario 
de Otatitlán, Santuario y Región. Imágenes del Cristo Negro de Otatitlán. 
15 
Para consultar los registros completos, véase bibliografía. 
15 
 
 
“Catolicismo popular en México; líneas temáticas para el estudio de los 
ámbitos de influencia ritual y devocional.”, “Cosmovisión y deidades 
prehispánicas de la tierra y el agua en los pueblos del Papaloapan 
veracruzano”. 
V. Winfield Capitaine, Fernando.“La cofradía del Cristo Negro en el siglo 
XVIII”, “Otatitlán y Yacatecuhtli”. 
VI. Gustavo Vergara Ruíz. “Otatitlán en el perfil del tiempo”. 
 
Términos clave. 
En el presente trabajo se han utilizaron constantemente los términos 
Sotavento (categoría socio-económico-cultural) y jarocho (identidad étnica). Su 
uso puede referir a distintas realidades por ser términos históricamente 
determinados; hemos optado por aclarar que no siempre significaron lo mismo y 
explicar brevemente a que nos referimos. 
Respecto a “jarocho” sabemos que los grupos de vaqueros que arreaban 
con lanzas y garrochas fueron en el siglo XVII la casta de los “jarochos” 16que era 
la denominación regional de la mezcla entre negro e india; en la sociedad de 
aquella época se conoció más comúnmente esta forma de mestizaje como 
“zambo” o “pardo”, ya para el siglo XVIII; jarocho denomina más formas de 
mestizaje, es decir, a un sector poblacional cada vez más amplio que incluía 
sangre de: indígenas de distintos grupos étnicos, europeos y afrodescendientes. 
La versión más probable que “(…) refiere a –jarocho- viene de “jara” en el 
sentido de saeta, flecha o lanza, llamándose antiguamente “jarocha” a la vara o 
garrocha con que los arrieros puyaban a los animales, y jarochos a los que usaban 
este instrumento. Esta misma designación recibían los milicianos negros 
integrados en los cuerpos o compañías de lanceros que custodiaban las costas.” 
“La palabra –jarocho- se aplicó después a todos individuos con rasgos físicos 
negroides y finalmente sirvió para designar a los habitantes de la costa 
 
16
También se les llamó “moriscos”, no utilizaré esta forma pues tiene muchas implicaciones 
históricas que podrían confundir. 
16 
 
sotaventina, los que hoy, con orgullo, se asumen como jarochos.”17 Como 
denominación de tipo étnico históricamente ha tenido muchos matices que van del 
modo colonial peyorativo a toda una forma de autoadscripción étnica en una 
región cultural 
En el siglo XX “jarocho” es una categoría que tienen mucho que ver con los 
estereotipos18 culturales generados en épocas anteriores, que eran muy populares 
en representaciones visuales, lenguaje hablado, la música y las costumbres. 
Jarocho no es un gentilicio típico de los veracruzanos en general, parecía ser un 
calificativo limitado al uso de aquellos pobladores de la Cuenca del Papaloapan y 
concretamente a los sectores campesinos y populares de dicha zona.19 
Durante la época colonial jarocho se encuentra ligado a la población negra 
o mulata de la costa y las llanuras de Sotavento; con el paso del tiempo y el 
constante mestizaje de tales poblaciones, se eliminaría la categoría pardo y 
zambo del imaginario colectivo. El calificativo jarocho ya no sólo tenía que ver con 
orígenes étnicos, sino, con costumbres, actividades económicas, lugar de 
asentamiento, etc. 
Un aspecto importante a considerar en la catergoria jarocho es que durante 
el siglo XIX y buena parte del XX las elites y extranjeros utilizaban la categoría 
como un término despectivo y se empeñaban en inviabilizar la presencia de la 
sangre europea en el mestizaje de Sotavento, para justificar, según sus ideas 
colonialistas y positivistas, la diferencia étnica, que más bien era una diferencia de 
clase social. Se le atribuía a la raíz negra del jarocho cuatro elementos centrales: 
 
 
17 
Ibid. p 79-80. 
18
“Estereotipo pretende ser la síntesis de las características anímicas, intelectuales y de imagen, 
aceptadas o impuestas, de determinado grupo social o regional. Se manifiesta en una gran 
cantidad de representaciones, conceptos y actitudes humanas, desde el comportamiento cotidiano 
hasta las más elaboradas referencias al estado nacional. Los estereotipos se cultivan tanto en la 
academia como en los terrenos de la cultura popular, en la actividad política y desde luego en los 
medios de comunicación masiva.” vid. Ricardo Pérez Montfort. Estampas del nacionalismo popular 
mexicano. CIESAS, 1995. 
19 
Pérez Montfort, Ricardo. “Lo –negro- en la formación del estereotipo jarocho durante los siglos 
XIX y XX”. Sotavento. México, Universidad Veracruzana. v. 1, no. 2, verano de 1997, p. 137. 
17 
 
la alegría, lo lenguaraz (malhablado), la desfachatez y lo silvestre.20 Luego 
también se agregará su “musicalidad”. 
Durante el siglo XIX y XX la identidad del jarocho estuvo ligada a muchas 
pautas originadas en la construcción del nacionalismo en México. Sobre todo 
después del proceso revolucionario de 1910-1920, lo típico de esta región se 
caracteriza de forma estereotipada con el jarocho vestido de blanco, con paliacate 
y la jarocha de vestido blanco y delantal negro que baila “la bamba”, ese ya no era 
el jarocho de la clases populares, sino un personaje folclórico representante de 
Veracruz en el plano de lo nacional; siendo una representación simbólica- 
institucional que borraba el origen popular, campesino e indígena al jarocho. Sin 
duda fue Miguel Alemán21 el principal promotor de esa imagen entre la élite 
política. En el cine, la radio y otros medios masivos de comunicación esa imagen 
tuvo gran eco.22 
El tema no está agotado y jarocho sigue adquiriendo nuevas connotaciones, 
en la segunda mitad del siglo XX con la revitalización del son tradicional y la 
formación del “movimiento jaranero” lo jarocho va despojándose en parte de la 
figura “oficial” “institucional”. Como hemos visto, lo “negro” dio ese eco 
diferenciador al jarocho, acentuándose esa característica (estereotípica) en el 
imaginario del siglo XIX y principios del XX. 
Ahora bien, la composición étnica y cultural del jarocho no ha dejado de 
tener una presencia una en la realidad y en lo cotidiano las diversas formas 
culturales de las identidades que le dieron origen y, por supuesto, no ha sido igual 
para todos; por ello realizamos un breve capítulo sobre la identidad étnica en 
Otatitlán. 
Hablar de “lo negro” o “lo africano” presupone la unidad inexistente de los 
grupos humanos de muy diverso desarrollo económico y cultural en todo un 
continente, razón por la cual preferimos utilizar la categoría de afrodescendiente 
 
 
20 
Pérez Montfort. op. cit. p 148. 
21 
Presidente de la República de 1946 a 1952. Originario de Veracruz. 
22 
Pérez Montfort. op. cit. p 152 
18 
 
 
 
para indicar el origen étnico de alguna característica cultural especifica en la 
compleja transculturación de Sotavento. 
La región Sotavento ha tenido desde el siglo XVII diversos límites y 
convergencias internas, la unidad cultural de la llamada “Costa de Sotavento” se 
generó desde hace aproximadamente 30000 años de antigüedad, en las 
sociedades mesoamericanas; ligada por un corredor comercial y rasgos culturales 
de la ancestral cultura olmeca. Con el proceso colonizador aquellos vínculos 
permanecieron, agregándose más actores sociales y nuevas formas culturales que 
no borraron las anteriores, sino que se nutrieron de ellas. 
No pretendo abordar la historia del Sotavento como región, solamente en este 
caso es necesario anotar los elementos que nos permitan comprender cómo era 
el llamado Sotavento en el siglo XX y qué papel jugó el Santuario de Otatitlán en 
esta región que nos ocupa ahora. Para ello hay que tomar en cuenta que para el 
siglo XX la región estaba un tanto dispersa, en comparación con la Colonia y 
épocas anteriores. Los factores de tal dispersión fueron múltiples. Antonio García 
de León identifica como principales los siguientes: 
 La creación y penetración de intereses norteamericanos sobre el Istmo de 
Tehuantepec en el siglo XIX, durante la época de Santa Anna (1850 
aproximadamente). Las reformas liberales ubicaron en la división política 
del estado de Tabasco a la parte sur del Sotavento incorporando esta área 
a una nueva realidad económico-administrativa. 
 En el siglo XX el tráfico comercial con el Istmo de Tehuantepec haceque el 
sur de Veracruz se considere Istmo veracruzano, desplazando al Sotavento 
más al norte, siendo considerado como tal, fundamentalmente, la Cuenca 
del Papaloapan.23 
Conforme las divisiones políticas en estados del siglo XIX; el Sotavento 
quedó restringido al sur de Veracruz, pero la cultura sotaventina sigue permeando 
 
23
García de León, Antonio. Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a 
Sotavento, 1518-1821. México, Fondo de Cultura Económica-Gobierno del Estado de Veracruz- 
Universidad Veracruzana, 2011.p 795-805. 
19 
 
partes de Oaxaca y Tabasco. En el Sotavento confluyen elementos culturales 
como: el son jarocho, la tradicional Quema del año viejo, la Rama, los Portalitos, 
los culebreros, la agricultura y gastronomía, los santuarios (Otatitlán y Catemaco), 
la mitología y varios elementos más que son identitarios de varios sectores de las 
clases subalternas; pequeños propietarios, campesinos, colonos y obreros.24 
Ya para el siglo XX, que nos ocupa, el Sotavento es territorialmente, en 
gran parte, la cuenca del Papaloapan; pero, culturalmente, no ha dejado de ser 
mucho más amplio. Se caracteriza tanto por su fuerte permanencia como por su 
constante adecuación al devenir histórico. Sus componentes se encuentran en 
constante reacomodo. 
Datos generales 
En la región se identifican dos Santuarios de influencia macroregional en el 
culto católico, las imágenes de tales Santuarios; Nuestra Señora del Carmen en 
Catemaco y el Señor Crucificado de Otatitlán; en su relación, pueden pensarse 
como una complementariedad del conjunto simbólico de los habitantes del 
Sotavento: desde la Colonia hasta la actualidad, podemos imaginar el lugar del 
padre y la madre, el sol y la luna, el agua y la tierra, etc25., a ambos llegan 
peregrinos de muy distintos núcleos socioculturales, favoreciendo así encuentros 
de la alteridad social de una riqueza inigualable. 
El Señor de Otatitlán y la Virgen del Carmen
26 
son antípodas dentro del tiempo 
sagrado, pues, mientras el primero es celebrado principalmente en el periodo de -secas-, 
época del calor más cruento y agobiante, la segunda es festejada en plena temporada de 
lluvias. Los dos son personajes vinculados al elemento acuático y cuentan con un santuario 
construido en las inmediaciones de un rio y una laguna respectivamente.
27
 
 
24 
Delgado Calderón, op. cit. p 31. 
25
Véase. Vargas Montero, Guadalupe.“Santuarios del sur de Veracruz. Cosmovisión y ritual de los 
carmelitas y santuareños.” En: Félix Báez Jorge. Et. al. Devoción y creencia religiosa en el 
amanecer del tercer milenio. México, Gobierno del Estado de Veracruz, 2005. 
26
Los habitantes de Otatitlán acostumbraban visitar con sus familias a la Virgen del Carmen en 
Catemaco cada año. 
27 
Ángel Rubio, Miguel. “Relaciones interetnicas y alteridad de cultos en el Santuario del Señor de 
Otatitlán”, en: La morada de los santos. Expresiones del culto religioso en el sur de Veracruz y en 
Tabasco. México, INI – Secretaria de Desarrollo Social. 1995. p 47. 
20 
 
 
La cuenca del Papaloapan ocupa 46 517 kilómetros cuadrados, repartidos 
desigualmente entre los estados de Veracruz y Oaxaca, forma parte de la llamada 
llanura de Sotavento; a la cuenca, como su nombre lo indica, la compone 
específicamente la zona que va a lo largo del rio Papaloapan28 y ha tenido como 
región un desarrollo histórico profundamente marcado por la relación cultural de 
sus habitantes con el rio. 
A grandes rasgos la villa de Otatittlán, cabecera del municipio del mismo 
nombre, se localiza en la región baja de la cuenca del Papaloapan, en la margen 
derecha del “río de las mariposas”29, que colinda al norte con el municipio de 
Cosamaloapan, al sur y oeste con el estado de Oaxaca y al este con Tlacojalpan. 
La superficie municipal es pequeña, apenas alcanza los; 53.46 km², a una altura 
sobre el nivel del mar de 30 metros, el clima es cálido, con una temperatura 
promedio de más de 25° y una precipitación pluvial de 1762.5 mml. 
La flora es de bosque alto y mediano tropical perennifolio, predominan los árboles 
de chicozapote, cedro rojo, mango, almendra y naranja. Por su parte, la fauna silvestre es 
variada: hay palomas, pericos, garzas, grullas, conejos, tejones, mapaches, tlacuaches, 
iguanas, tortugas, onzas, coyotes, etc. La principal actividad económica es agropecuaria; 
se cultiva plátano macho, caña de azúcar, mango, maíz y frijol. La ganadería consiste en la 
cría de ganado bovino, porcino, caprino y aves de corral.
30
 
En la actualidad, las condiciones de deterioro del medio ambiente son 
evidentes, debido principalmente a la contaminación producida por los residuos 
industriales y desagües improvisados, implementados a mayor escala desde 
mediados del s. XIX, lo que ha favorecido la desaparición de algunas especies. En 
la época precolombina podían encontrarse en abundancia árboles; de cedro rojo, 
primavera, cocuite y ceiba principalmente; la fauna era aún más abundante, había: 
 
28 
La palabra Papaloapan se origina de: papalo=papalotl/mariposa, a=atl/agua-río y pan/en, lo que 
puede entenderse como “río de las mariposas”. 
29 
“El gran rio asociaba desde antes de su conquista por los aztecas, no solamente al Tlalocan, 
sino también al trayecto de las almas de los guerreros muertos, que en su viaje al oriente se 
transformaban en mariposas y así regresaban al mundo de los vivos.” García de León, op, cit. p. 
136. 
30 
Arias Hernández, Rafael (coord.). Información básica municipal de Veracruz. México, Fundación 
Cambio XXI, 1992. p 286- 290. 
21 
 
 
jaguares, venados, pumas, coyotes, iguanas, tortugas y una extensa variedad de 
aves de las que se obtenían plumajes preciosos. 
Por sus características geográficas, la zona ha sido identificada con la 
fertilidad desde tiempos mesoamericanos. Para los antiguos nahuas era el 
“Tlalocan terrenal” por su abundancia en: flores, hule, ríos, peces, alimentos, aves 
y otros rasgos preciosos; para los primeros españoles que la visitaron era “tierra 
abundante en todo lo que Dios ha creado” y para los norteamericanos en el siglo 
XX la tierra del “oro verde”; es decir, la región ha sido pensada como lugar 
privilegiado desde distintas cosmovisiones. Esta geografía ha sido sacralizada en 
el imaginario colectivo, lo que será muy importante en su consolidación como sede 
terrena de deidades, dioses patronos y antepasados. 
La época de lluvias abarca en mayor medida de junio a noviembre. Por sus 
características, el Papaloapan fue el principal medio de transporte durante una 
buena parte del siglo XX. 
Otatitlán ha conservado bastante su arquitectura vernácula de fuerte estilo 
caribeño. El templo es de fachada neoclásica y en el centro podemos notar con 
facilidad que el edificio de la iglesia predomina a cualquier otra construcción31. La 
plaza central es cuadrangular igual que el resto del poblado, que se divide en 
barrios. Durante la época colonial el centro era habitado por la elite de la localidad, 
y existía una clara relación entre el barrio que se habitaba y la posición 
socioeconómica, situación que ha permanecido de forma parcial. 
En otro orden de ideas y para cerrar la introducción vamos a explicar la 
forma del capitulado. De un modo general busca llevar al lector de aspectos 
generales la región y Otatitlán a lo particular del culto al Cristo Negro entre los 
otatitlecos, esta lógica atiende también a las etapas en que se fue dando la 
investigación. 
El primer capítulo atiende el desarrollo histórico de la localidad, realizamos 
en él una breve revisión del devenir histórico en Otatitlán. A rasgos generales 
partimos de la época mesoamericana en el bajo Papaloapan, para luego tratar 
31 
Véase anexo de ilustraciones. 
22 
 
 
algunos aspectos del proceso colonial en la región y la evangelización; seguimos 
con la conformación del municipio y finalizamosen la segunda mitad del siglo XX 
con los cambios acontecidos a partir de la industrialización del bajo Papaloapan. 
La temporalidad y aspectos que podríamos abordar son muy amplios, por lo que, 
nos hemos enfocado en los aspectos que pueden arrojarnos alguna luz sobre el 
fenómeno religioso del culto al Cristo Negro. Hemos decidido introducir al lector de 
esta forma porque es un modo de situar las particularidades de la localidad en el 
contexto de la región. 
En el segundo capítulo seguimos con un breve análisis de la composición 
étnica en Otatitlán, vamos a abordar aquí el proceso de transculturación que 
aconteció en Otatitlán, con el fin de definir en que consiste la identidad de los 
oatitlecos y así poderla relacionar al fenómeno religioso. 
En el tercer capítulo el campo de la religiosidad colectiva y compartida con 
otras regiones es el principal, nos interesa desarrollar la relación de las fiestas del 
Santuario los cultos agrícolas de larga duración. Esto porque, son justo las fiestas 
en donde aparecen explícitamente los elementos culturales compartidos por los 
habitantes de sotavento. La construcción de este capítulo se ha fortalecido de 
fuentes como: cuentos, canciones, fotografías, relatos, alabanzas, etc. El análisis 
de estos productos culturales se va a complementar con la observación 
etnográfica y las notas que de esta se desprenden. 
El cuarto y último capítulo busca explicar algunas particularidades del culto 
al Cristo Negro entre los Otatitlecos, mediante el análisis de la memoria colectiva: 
a partir de los mitos, documentos escritos y tradición oral acerca de la llegada del 
Cristo al bajo Papaloapan. En el segundo apartado se continua con el análisis de 
la tradición oral, pero en esta ocasión a propósito la profanación del Cristo que se 
dio en el marco de la “guerra cristera”. 
23 
 
 
 
 
 
 
 

Al Señor de Otatitlán 
buscamos con gran 
anhelo 
donde todos hallarán 
la salud y gran 
consuelo. 
 
Es el padre universal 
que al mundo da 
bendición 
y libra del todo mal 
al que implora su 
perdón. 
 
De distintas poblaciones 
todos forman sus 
cuadrillas 
tributan sus oraciones 
hincándose de rodillas. 
 
(fragmento “Canto de 
los peregrinos de 
Coamoapan” al salir 
hacia el Santuario de 
Otatitlán.) 
 
 

24 
L 

Capítulo1. Desarrollo histórico de la localidad 
 
 
a historia de Otatitlán ha sido abordada principalmente por Gonzalo 
Aguirre Beltrán, José Velasco Toro y Gustavo Vergara Ruiz32, a ellos se 
deben gran parte de los datos que aquí se presentan. 
Uno de los argumentos que guían la investigación es la relación que existe 
entre las religiosidad del siglo XX en Otatitlán y la que se fraguó en épocas 
anteriores. Al analizar el estado tal cuestión, encontramos la constante alusión a la 
hipótesis que plantea la relación de continuidad entre el culto dedicado a 
Yacatecuhtli y el culto al Cristo Negro en Otatitlán; por ser de gran relevancia en el 
tema que nos concierne debemos aclarar que fue hacia 1950 cuando Gonzalo 
Aguirre Beltrán desarrolló tal asociación. En la obra Pobladores del Papaloapan: 
biografía de una hoya.33 Aguirre Beltrán dedica un capítulo a hablar de Otatitlán y 
ahí aparecen por primera vez las descripciones de Otatitlán como un lugar de 
paso y asiento de mercaderes; un santuario dedicado a Yacatecuhtli. Su hipótesis 
se elabora bajo los supuestos teóricos del sincretismo y en adelante poco va a 
variar tal postura entre los estudiosos del tema. 
Más adelante, en 1979, tal hipótesis será retomada por Fernando Winfield 
Capitaine, en su artículo “Otatitlán y Yacatecuhtli”34. En este trabajo, se hace 
énfasis en la relación entre Quetzalcóatl y Yacatecuhli. Posteriormente otros 
autores que han trabajado Otatitlán35 retomaran la hipótesis, en continuidad con 
estos dos trabajos pioneros, es importante aclarar que tal relación de los cultos a 
Yacatecuhtli y al Cristo Negro, aún permanece en el estado de hipótesis, pues se 
carece de fuentes que nos indiquen con certeza que el proceso histórico de la 
religiosidad en Otatitlán pudo ser así. Para este capítulo, vamos a retomar algunos 
 
32 
Véase introducción. 
33
Aguirre Beltrán, Gonzalo. Pobladores del Papaloapan: biografía de una hoya. México, 1992. p 
159-170. 
34 
Winfield Capitaine, Fernando.“Otatitlán y Yacatecuhtli” La palabra y el hombre. Universidad 
Veracruzana. no. 32, octubre-diciembre 1979. p. 25-30 
35 
Véase introducción. 
25 
 
 
elementos de la anterir hipótesis, que nos permiten analizar el caso del Culto al 
Cristo Negro en su dimensión histórica y cultural. Lo primero que aclaramos es 
que la relación entre la pintura facial negra de Yacatecuhtli y el color del Cristo 
Negro es un elemento insuficiente para plantear la conexión de los cultos. 
1.1 Las culturas mesoamericanas y su relación con el bajo 
Papaloapan 
Lo que llamamos Mesoamérica existió como una realidad histórica y fue una 
secuencia milenaria de sociedades fuertemente vinculadas entre sí, si bien en 
determinadas épocas y regiones mesoamericanas prevalecieron algunos tipos de 
relaciones de poder sobre otros el valor de lo mesoamericano deriva de todo el 
complejo de relaciones, de sus combinaciones y pesos relativos. 
Se identifica el comienzo del proceso histórico de la conformación de 
Mesoamérica a partir del sedentarismo agrícola de los diversos grupos que la 
habitaron. En el transcurrir de su historia, los mesoamericanos formaron 
sociedades dentro de una amplia gama de complejidad: desde aldeas agrícolas, 
hasta concentraciones de alta densidad con sociedades de clases y estados 
centralizados.36 A grandes rasgos “En Mesoamérica existió un fundamento 
económico y cultural común, su carácter agrícola con base en el cultivo del 
maíz.”37 
Los pueblos del Papaloapan se desarrollaron en la ribera del río, 
estableciendo una íntima relación con el mismo. La región fue ocupada con 
asentamientos desde el Preclásico Temprano38 (1800 a. C, economía aldeana) y 
ha tenido desde entonces injerencia de grupos de diversos orígenes, lo que ha 
permitido que la cultura se desarrolle en un complejo mosaico pluriétnico. 
Los pueblos mesoamericanos de la cuenca asociaron el cielo, el rio y la 
tierra con los niveles del cosmos. Se puede decir que en esta región, dichos 
 
36
López Austin. op.cit. p 28-29. 
37 
Popescu, Liviu y Javier Martínez Villarroya. Entrevista a Alfredo López Austin. op. cit. p 146. 
38 
Ortiz Ponciano y Carmen Rodríguez. Donde el tigre y la serpiente dominaban en México antiguo. 
Antología de arqueología mexicana. México, SEP, 1995, p 54-55. 
26 
 
 
elementos coexisten en un mismo espacio, no como parte del entorno, sino como 
la dinámica de la vida misma. 
El Papaloapan como muchos otros complejos fluviales se asoció al cambio, 
a la transformación, a la vida y a la muerte, por ser un sistema espacial en donde 
predomina el agua; ésta fue sacralizada y divinizada en todas sus variantes: como 
lluvia fertilizadora, como agua que inunda, como corriente que trae sustento, etc. 
La región se concebía entonces como habitada por fuerzas sobrenaturales. 
Todo ello, dio pie a una compleja multiplicidad de valores y advocaciones que se 
corresponden con ciclos y fenómenos de la naturaleza presentes en el 
Papaloapan. Es decir, las características geográficas pueden ser vistas como 
representación de la dinámica que lleva el cosmos. 
Hablando del Papaloapan en general y de Otatitlán en particular se puede 
decir que: 
Cada sitio es un centro simbólico donde la naturaleza deviene como una imagen donde 
habita la divinidad. Y en este juego de espejos refleja las interacciones entre uno o varios 
sistemas históricos con un presente que constantemente actualiza el pasado porque 
entrelaza elementos de los relatos míticos que se hacen coincidir con la topografía del 
asentamiento, recuerda la remota tierra deorigen y revela una articulación de los lugares 
dentro de un sistema donde ocurrían procesos cósmicos particulares cuya energía deviene 
de una totalidad. 
39
 
Los olmecas o popolucas fueron la población más extendida en el bajo 
Papaloapan por lo que su cultura fue la base del desarrollo social posterior en la 
cuenca. Estos primeros núcleos culturales se fueron modificando a partir de la 
llegada de toltecas a la zona. Los estudios lingüísticos ubican a los pobladores 
más antiguos de Otatitlán como hablantes de popoluca, lengua del tronco mixe- 
zoqueano,40 que se extendieron en ambas riberas del Papaloapan.41 
 
 
39 
Velasco Toro,José. “Cosmovisión y deidades prehispánicas de la tierra y el agua en los pueblos 
del Papaloapan veracruzano” La Palabra y el Hombre. México, Universidad Veracruzana. no. 129, 
enero-marzo 2004, p. 59. 
40 
Aún existen dudas al respecto, no se sabe con certeza si el popoluca hablado por estos pueblos 
corresponde al grupo lingüístico; zoque-mixe o al mazateco. Delgado Calderón, op. cit. p 18. 
Posteriormente se hablara un popoluca nahuatizado una variante regional con la que se 
encontraron los conquistadores. 
27 
 
Según algunas hipótesis,42 Otatitlán fue un pueblo nahuat alrededor de los 
siglos 900-1200 d.C en que los toltecas dominaron buena parte del Papaloapan a 
partir del vasallaje militar, el control del comercio y la introducción de sus formas 
culturales, en un proceso que se conoce como la nahuatlización de la población 
del bajo Papaloapan. “Mediante el control de las rutas de comercio y extracción 
del tributo, fueron entrelazados los espacios étnicos y simbólicos de la cuenca del 
Papaloapan, chinantecos, mazatecos, nahuas, popolucas y mixtecos tenían un 
punto de confluencia común en Tochtepec.43” 
La gente nahuat que se estableció en Otatitlán y que arrebató al señorío de 
Acuetzpaltepec44 una pequeña porción de su amplio territorio; un pueblo de 
esencia comerciante, no necesitó ampliar la cuña que había introducido en tierra 
popoluca; se conformó con asentar firmemente en el sitio estratégico de donde 
partían hacia los cuatro rumbos cardinales las expediciones de los pochtecas.45 
Una de las características de este momento histórico en Mesoamérica fue 
la difusión del culto a Quetzalcóatl, “Al caer la provincia del Papaloapan bajo el 
dominio mexica, en 1452, se impuso el culto a Yiacatecuhtli, señor de la partida o 
señor de la nariz, en alusión a la deidad que guía y protege los caminos, 
Yiacatecuhtli era una advocación de Xólot-Quetzalcóatl (…)” 46 
A esta deidad se le describe de la siguiente manera: 
La imagen de este dios se pintaba como un indio, que iba caminando con su báculo, y la 
cara tenía manchada de blanco y negro; en los cabellos llevaba atadas dos borlas de 
plumas ricas que se llamaban quetzalli; iban atadas en los cabellos del medio de la cabeza, 
recogidas como una gavilla de todo lo alto de la cabeza; tiene unas orejeras de oro; está 
cubierto con una manta azul, y sobre el azul una red negra, de manera que el azul se 
parece por las mallas de la red; tenía una flocadura esta manta por todas las orillas, en la 
41 
Velasco Toro, José. De la historia al mito: mentalidad y culto en el santuario de Otatitlán. 
Veracruz, Instituto Veracruzano de la Cultura, 2000. 184 p. 
42 
Velasco Toro, José. Et al. Santuario y Región. Imágenes del Cristo Negro de Otatitlán. Instituto 
de Investigaciones Histórico/Sociales UV, 1997. Apud. Aguirre Beltrán. op.cit. 
43 
Velasco Toro. De la historia al mito…p 48. 
44 
Acuetzpaltepec “lugar del lagarto” fue llamado por los españoles Huaspaltepec, fue uno de los 
centros político-religiosos más importante de la época, ubicado en el actual municipio de Playa 
Vicente. 
45 
Aguirre Beltrán. op.cit. p 165. 
46 
Velasco Toro. “Cosmovisión…, p. 54. 
28 
 
 
cual estaban tejidas unas flores; tenía en la garganta de los dedos unas como calzuelas de 
cuero amarillo, de las cuales colgaban unos caracolitos mariscos. Tenía en los pies unas 
cotaras muy curiosas y labradas; tenía una rodela teñida de amarillo con una mancha en el 
medio, de azul claro, que no tiene ninguna labor. Tenía en la mano derecha su báculo con 
que van camino.
47
 
El topónimo Otatitlán48 puede entenderse en su traducción literal como 
“lugar entre otates”, “en el jeroglífico que del nombre trae el Códice Mendoza49 
está representado el lugar por una vara de bambú, en forma de cayado invertido 
(…) en realidad representa un otlatopilli, es decir, un báculo o bastón” ello ha 
llevado a desentrañar el profundo significado de Otatitlán como “lugar en donde se 
adora al dios de los mercaderes”.50 
El otlatopilli era una de las principales representaciones de Yacatecuhtli, 
consistía en un “báculo de caña maciza” que se adoraba y se ornamentaba con 
papel amate y plumas como un dios; aquel báculo era llevado por los mercaderes 
cuando partían a alguna parte a tratar y durante sus ceremonias principales.51 
Yacatecuhtli, por su parte, se compone de Yiacatl que significa “nariz” y 
tecuhtli “señor”, entendiéndose “el señor de la nariz”, “el que va por delante” o “el 
que guía”, lo que hace alusión a la función de espionaje que ejecutaban los 
mercaderes “para recoger información sobre las riquezas y posiciones 
estratégicas de territorios no ocupados”52. 
Se considera que Yacatecuhtli por ser una fusión de deidades tendría 
además atributos ligados a Quetzalcóatl. Se le concibe asociado a la cruz y a la 
agricultura por su larga nariz, que puede ser asimilada como el palo plantador y el 
bastón del comerciante, además de estar relacionado a Tláloc en su atributo de 
 
 
47 
De Sahagún, Fr. Bernardino. Historia general de las cosas de Nueva España. México, Porrúa, 
1992. p 26-29. 
48 
El nombre del poblado “Otatitlán” fue seguramente impuesto por los comerciantes tenochcas, se 
desconoce su anterior denominación. 
49 
Véase la ilustración 1 en el anexo de ilustraciones. 
50 
Entre los mayas existe un dios homólogo, Ek Chuak, “El señor negro”. Aguirre Beltrán. op cit. p 
159-160. 
51 
De Sahagún. op. cit. p 493-509 
52 
Winfield Capitaine, op. cit. p. 25-30 
29 
 
 
lluvia. Y es por todas estas características por las que surgieron las hipótesis que 
relacionan a esta deidad con el Cristo Negro de Otatitlán. 
Durante el final del periodo postclásico mesoamericano (900 d.C – 1500 
d.C) Otatitlán era uno de los 7 señoríos nahuat53-popoloca de la cuenca del 
Papaloapan, único que se encontraba sobre la ribera del “rio mariposa”. En 1452 
Moctecuhzoma Ilhuicamina, que estaba al frente del imperio de la Triple Alianza, 
sujetó los señoríos de Tuxtepec y Cosamaloapan; Otatitlán era entonces tributario 
de Tenochtitlan (cacao, hule, plumas, almagre, etc.). Las relaciones con el centro 
de poder configuraron al poblado como frontera en la ruta comercial que provenía 
del altiplano central54, y que concluía en su primer parte en Tochtepec 
(actualmente Tuxtepec, Oax.); este era el puerto fronterizo de intercambio y 
asiento de una colonia de ricos tratantes de esclavos, los cuales habían llegado 
originalmente de Tlatelolco. Allí estaba la puerta del territorio enemigo, la cual 
cruzaban rumbo a dos centros de intercambio del sur: Xilango y Xoconusco55, es 
decir, el Golfo de México y el área maya. Dentro de la dinámica comercial Otatitlán 
fungió como proveedor de cargadores (tamemes); es decir, aquí reclutaban 
tamemes los pochtecas antes de emprender su camino, pero en lo general el 
poblado no contaba con gran importancia regional. 
Se considera que desde entonces Otatitlán pudo ser sede de rituales 
ligados a la protección, por ser Santuario de Yacatecuhtli y muy cercano a 
Tuxtepec: 
(…) y si alguna vez los conocían a estos mercaderes mexicanos los naturales, los 
mataban, y así andaban con gran peligro y con gran miedo; y cuando ya venían, y salían 
de aquella provincia para venir a sutierra, venían con los mismos trajes, que entre aquella 
gente habían usado y en llegando a Tochtépec, donde eran tenidos en mucho, allí dejaban 
aquel traje y tomaban el traje mexicano, y allí los daban bezotes de ámbar, y orejeras y 
 
53
Que no son los mismos que los nahuas de la región centro, Gonzalo Aguirre Beltrán distingue 
étnicamente a los nahuat como un grupo con influencia mexica, pero propio de la cuenca del Bajo 
Papaloapan. 
54
Aguirre Beltrán. op. cit. p 161. 
55 
Chapman M., Anne. “Puertos de intercambio en Mesoamérica Prehispánica”. En: Acosta Saignes 
y Miguel León Portilla. El comercio en el México Prehispánico. México, Instituto Mexicano del 
Comercio Exterior, 1975. p 134. 
30 
 
 
mantas de maguey, tejidas como telas de cedazo, y les daban aventaderos y moscaderos 
hechos de plumas ricas, y también les daban unos báculos adornados con unas borlas de 
pluma amarilla de papagayos, con que venían por el camino hasta llegar a México.
56
 
Es necesario anotar que si bien eran los pochtecas quienes organizaban el 
comercio, necesitaban de una gran cantidad de trabajadores a su servicio, 
Otatitlán suministraba fuerza de trabajo para el transporte de las mercancías. Los 
tamemes o cargadores tenían condiciones de trabajo poco favorables, pues eran 
explotados en beneficio de los pochtecas. De hecho “hacían a estos miserables 
cargar todo el día y hasta dos o tres seguidos, sosteniendo el fardo en la espalda 
con cuerdas cruzadas sobre el pecho y con una gruesa banda de cuero en medio 
que pasaba sobre la cabeza a la frente, soportando así la carga de manera que al 
finalizar el viaje iban desangrándose por la frente, con la piel desollada o 
arrancada o con marcas en la cabeza”57. 
En esta organización del trabajo para el comercio vemos un punto 
importante de la relación con lo sagrado, si bien los pochtecas pudieron haber 
establecido a Otatitlán como localidad clave del culto a Yacatecuhtli, fue en tal 
caso el conjunto de personas relacionadas al comercio quienes colocaron a esta 
deidad en el imaginario como un protector. 
1.2 La invasión española: el proceso colonial 
A la llegada de los españoles, la población de la cuenca del Papaloapan estaba 
sujeta al poderío del imperio de la Triple Alianza encabezada por los mexicas, 
relación que facilitó la penetración hispana y una rápida sujeción de las naciones 
indias. Bernal Díaz del Castillo informa que Gonzalo de Sandoval llegó en 1522 a 
Tuxtepec y ahí se enfrentó con la guarnición mexica, a quienes derrotó 
disponiéndose a controlar la zona, que le fue dada en encomienda. 
Cuando se instauró el poder virreinal, Otatitlán quedó bajo la jurisdicción 
civil del corregimiento de Cosamaloapan, que se creó en 1530 y en lo religioso 
perteneció a la diócesis de Oaxaca. El poblado fue nombrado San Andrés de 
Otatitlán y declarado República de Indios con sus tres agregados: Zacatixpan, 
56 
De Sahagún. op. cit. p 499. 
57 
Chapman M. op. cit. p 97-158. 
31 
 
Cacahuaxochitla y Teoatl58. Se sabe que en 1565 el poblado fue dado en 
encomienda por primera vez, pues se le otorgó a Juan Limpias Carvajal quien se 
mantuvo hasta 1597, año en que lo heredó a Fernando de Limpias Carvajal 59 
Los datos más antiguos para Otatitlán en la época colonial los proporciona 
Francisco del Paso y Troncoso quien informa60 que en 1546 había en el pueblo 82 
casas y sus tributarios daban 25 cargas de cacao, además de sembrar algodóny 
maíz y tener pesquerías en el rio Papaloapan y el –Estanque de Dios-. 
A su llegada los españoles se dieron cuenta no sólo de la riqueza natural de 
la cuenca, sino también de su importancia como puente para el comercio con otras 
regiones. Todo ello, aunado a las condiciones climáticas, hicieron orientar el perfil 
topográfico de la zona hacia el desarrollo de la ganadería y el comercio como 
principales actividades económicas durante la etapa colonial. 
Durante el siglo XVI a Otatitlán llegaban canoas repletas de mercancías 
procedentes de los puertos de Veracruz, Alvarado y Tlacotalpan, que eran 
comercializados e intercambiados por productos provenientes de la sierra de 
Oaxaca y la región del Istmo veracruzano. Para el siglo XVII Otatitlán era un punto 
central en el tráfico mercantil lo que le dio renovada importancia regional, gracias a 
la red fluvial se erigía como entramado natural del mercado interno. 
Como en muchas otras regiones, las condiciones de explotación a los 
indígenas61 en manos de encomenderos y corregidores, así como las 
enfermedades traídas del llamado Viejo Mundo mermaron a la población local, 
que para finales del siglo XVI presentó un importante decremento; en 1597 
Fernando de Limpias Carvajal informa que en ese año tributaban 168 familias, 
mientras que para 1600 lo hacían solo 45.62 En un memorial los indígenas 
expresan al virrey que sufrían grandes abusos por parte de los colonizadores que 
 
58 
Báez-Jorge . Et. al. Devoción y creencia religiosa en el amanecer del tercer milenio. México, 
Gobierno del Estado de Veracruz, 2005. p 102. 
59 
Velasco Toro. “Cosmovisión…, p 68. 
60 
Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 72. apud. Francisco del Paso y Troncoso. Colección 
de Mendoza o Códice Mendocino, México, Innovación, 1980. 
61 
Utilizo el término indígena para denominar a la población originaria de esta región, aunque es 
necesario apuntar que tenían diversos orígenes étnicos. 
62 
Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 72. 
32 
 
los trataban como esclavos y no les proporcionaban alimentación alguna, por lo 
que “se trasladó a la población india al antiguo barrio de Cacahuaxochitla en 
donde permanecieron durante 80 años, hasta que una peste los obligó a regresar 
a Otatitlán para no abandonar el lugar jamás”63. 
La caída demográfica tuvo un efecto inmediato en la pérdida del control y 
ocupación de suelo y pesquerías por parte de los pueblos indígenas. La nueva 
colonización de “tierra caliente” tuvo como base el acaparamiento de territorio por 
parte de los colonizadores, y para sancionar la ocupación de esos espacios se 
instrumentaron tres procesos jurídicos interrelacionados: la concesión de sitios de 
pesquería y de mercedes ganaderas así como la congregación en pueblos de los 
indios sobrevivientes64. Con el paso del tiempo, bajo el proceso de dotación de 
mercedes de tierra para la cría de ganado mayor, se originaron grandes haciendas 
ganaderas de producción extensiva en la región, lo que a la larga impactaría la 
composición étnica de la localidad aunque la actividad ganadera no fue 
especialmente próspera. 
Debido al constante abuso de la fuerza del trabajo indígena, y a las quejas 
de los mismos ante las autoridades virreinales se prohibió el uso de tamemes para 
la carga; la medida fue efectiva a la introducción del ganado. “El caballo y la mula 
sustituyeron al sufrido tameme; dando origen al sistema de recuas que en 
combinación con el transporte de cabotaje cruzaban de norte a sur, y desde este 
a oeste la cuenca alta y baja del Papaloapan”65. 
La implantación de las estructuras coloniales produjo un efecto devastador 
sobre las poblaciones originales. Durante los tres siglos que duró la dominación de 
la Corona la región presentó baja densidad demográfica y en aquella nueva lógica 
externa “(…) las pocas comunidades originales sobrevivientes convivieron 
forzosamente y se mezclaron con las gentes venidas de Europa, África y Asia. Se 
 
 
 
 
63 
Ibid. p 72, apud, AGN, Mercedes: 208. 
64 
Velasco Toro. De la historia al mito…p 51. 
65 
Velasco Toro. De la historia al mito…, op. cit. p 58. 
33 
 
originó así desde finales del siglo XVI una población mestiza original y local, de 
ascendencia primordialmente indígena y africana.”66 
Las actividades económicas demandaban la exportación de mano de obra 
y como respuesta los españoles introdujeron poblaciones traídas de África bajo el 
sistema esclavista:“la población negra se ocupó en las plantaciones azucareras, 
haciendas ganaderas y pesquerías.”67 Sin embargo, dicha información es de orden 
general, porque se desconoce la magnitud particular de este proceso en Otatitlán, 
pero, estableciendo relación con otros procesos similares en la cuenca baja del 
Papaloapan, podemos decir que la llegada de afrodescendientes a la cuenca fue 
mayoritariamente en situación de cimarronaje y no de esclavitud. Así que por 
estas razones la composición social de Otatitlán presentó variaciones 
importantísimas, pues también por este tiempo arribó población mazateca 
proveniente de Puctlancingo. 
La mezcla de negro e indio o apardamiento de la población se hará más 
notoria a mediados del siglo XVIII, es necesario decir que la formación de núcleos 
familiares entre las poblaciones provenientes de África fue muy difícil, pues 
cuando arribaban lo hacían en relación de dos hombres por una mujer, lo que los 
imposibilitaba en un inicio para reconstruir núcleos familiares de acuerdo a sus 
propios patrones culturales (polígamos), que era una práctica condenada por la 
Iglesia católica. Otra problemática a la que se enfrentaron fue la legislación del 
sistema esclavista, según la cual una mujer esclavizada heredaba dicha condición 
a sus hijos. 
Las poblaciones afromestizas se encontraban en constante contacto con los 
indígenas y, por ende, fue muy común el establecimiento de núcleos familiares 
entre hombres esclavizados y mujeres indígenas, que si bien en muchos aspectos 
eran oprimidas por el sistema colonial, tenían hijos libres. “De ahí se originó una 
 
 
 
 
 
66 
García de León, op. cit. p 20. 
67 
Velasco Toro. Et al. Santuario y Región … p 69-70. 
34 
 
mezcla constante de negros e indias, que dio nacimiento a una población mulata 
abundantísima, la población entonces y aun llamada jarocha.”68 
 
En esta temporalidad se comienza a hablar del Sotavento como un área 
que abarca las jurisdicciones que correspondieron a provincias prehispánicas y las 
primeras jurisdicciones coloniales, se establece aquel como concepto náutico, que 
toma al puerto de Veracruz como región central y que divide hacia el norte la 
región que se nombró Barlovento y al sureste el llamado Sotavento.69 En esta 
época támbien se le sumó a buena parte del bajo Papaloapan población de origen 
francés70 dedicada al cultivo y procesamiento de algodón71. 
 
1.3 La evangelización 
En el abrupto encuentro entre culturas, tanto los pueblos de tradición 
mesoamericana como los de tradición hispana y africana tuvieron que negociar 
sentidos y símbolos en búsqueda de un orden dinámico, aunque no podemos 
dejar de lado que dicha búsqueda se dio dentro de los supuestos del colonialismo 
y bajo los parámetros del dominio político que ostentaban los hispanos. 
Al instaurarse el virreinato los mecanismos de control tendieron hacia dos 
formas de ejecución del poder opresor, por un lado, la sujeción militar y , por otro, 
la penetración que ejecutaron las instituciones religiosas a través de la 
evangelización, con lo que se buscaba imponer la visión occidental del mundo a 
las poblaciones que se estaba invadiendo y esclavizando. 
Así el aseguramiento territorial, real y simbólico de la tierra estuvo también legitimado de 
manera imaginaria por la organización religiosa de la región, que siempre fue, por su clima 
y sus características sociales poco atractiva para las labores permanentes de 
evangelización, pues en un principio los límites de las jurisdicciones religiosas aparecían 
 
 
 
 
68 
Aguirre Beltrán. op. cit. p 94-95. 
69
Véase anexo de ilustraciones. Costa de Sotavento Jurisdicciones coloniales. 
70 
Inmigrantes que también se ocuparon en la ganadería, el cultivo de caña de azúcar y el 
comercio. 
71 
Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 70-71. 
35 
 
sobre extensos territorios que empalmaban sus pretensiones, aunque el acomodo de los 
obispados hacia dimensiones cada vez más reales fue poco a poco imponiéndose.72 
La estrategia evangelizadora comenzó por imponer en cada localidad a un 
santo patrono o protector cristiano, al que se buscaba relacionar con los atributos 
numiosos de las deidades prehispánicas. De esta forma se pretendía igualar los 
actos de los dioses ancestrales a los hechos heroicos de los nuevos santos 
cristianos. Y con el paso del tiempo y el entrecruzamiento de distintas 
concepciones de lo sagrado, estos primeros intentos de sustitución se modificaron, 
en un proceso en que las poblaciones locales estaban participando activamente 
en la construcción de lo sagrado bajo el nuevo orden. En el caso de Otatitlán se 
impuso en un primer momento la figura de San Andrés apóstol a quien muy 
probablemente se le introdujo por ser pescador de oficio, pero posteriormente se 
adoptó a Cristo por su relación con la Cruz y en su asociación a la fertilidad, el sol 
y el árbol cósmico mesoamericano. 
Cabe señalar que esta relación entre la deidad y santo fue establecida 
desde la perspectiva de los cristianos, es decir, que en ocasiones se encontraron 
paralelismos, o se quisieron ver, según los atributos numiosos de dos 
representaciones de lo sagrado. 
En este proceso colonial de entrecruzamiento entre la cultura 
mesoamericana, el catolicismo y otras formas de religiosidad se conservó la 
representación simbólica mesoamericana de la dualidad. Es el caso del par agua- 
tierra siempre en simbiosis, una relación de opuestos complementarios. 
Velasco Toro identifica en el Papaloapan dos zonas diferenciadas y, a la 
vez, emparentadas del ámbito geográfico y simbólico. Es decir, por un lado, los 
sitios ubicados en área de inundación ligados a las diosas madres y la diosa 
Chalchiuhtlicue; emparentados con el ámbito húmedo, el nacimiento y lo frio, y los 
otros en terrenos elevados, con cubierta vegetal densa y suelo fértil, ligados a 
Tláloc y Quetzalcóatl en el ámbito de la germinación, el verdor y lo cálido. 
 
 
72 
García de León, op. cit. p 53. 
36 
 
 
El componente religioso católico que fue impuesto en un primer momento 
no siempre tuvo éxito, pues dependía también de su aceptación o rechazo. En el 
caso de los lugares acuíferos, en donde la protectora mesoamericana era 
Chalchiuhtlicue, las advocaciones de María terminaron prevaleciendo, así en 
Alvarado se adoptó a Nuestra Señora del Rosario, en Tlacotalpan a la Virgen de la 
Candelaria, y en Cosamaloapan a la Purísima Concepción. Sin embargo, en 
Ixamatlahuacan localidad de pescadores, Santiago Apóstol permaneció. En los 
lugares térreos se adoptó a Cristo; en Otatitlán a Jesús Crucificado y en 
Chacaltianguis al Padre Jesusito.73 
El proceso de evangelización transcurrió con mayor eficacia con la llegada 
del Cristo Negro a Otatitlán, pues de algún modo se atendió a la necesidad de 
cristianizar en una misma región a pueblos de diversos orígenes étnicos. Según 
algunos datos en 1597 la imagen fue llevada al poblado para dar inicio a la 
construcción del templo bajo el plano de Manuel de Lémur. Más adelante 
analizaremos tales datos, por ahora sólo anotamos que fue en esta época que se 
desarrollaron en la región; las asociaciones del Cristo en la cruz con la fertilidad y 
el árbol de la vida.74 
Ya en el siglo XVII, esta simbiosis terrenal y celeste, conformaba el ámbito 
“triunfal” de la Iglesia vencedora del mal, por lo que la Nueva España evidenció en 
la suntuosidad arquitectónica de sus catedrales e iglesias aquella pretensión de 
dominio. Los lienzos y esculturas de sus artistas sublimaron con escenas los 
sacros recintos y todas estas imágenes rivalizaban en suntuosidad y riqueza, poco 
a poco los recintos fueron siendo dotados de gran ostento. 
En el siglo XVII Otatitlán se consolidó como santuario siendo centro de una 
“región devocional”75 que se desarrolló de forma muy dinámica. Ciertamente el 
conjunto de personas que se relacionaba con dichos espaciosaún estaba 
profundamente diferenciado. Fungieron como motores de esta otra articulación de 
lo sagrado, la búsqueda de beneficios empíricos y utilitarios por parte de los 
73 
Velasco Toro. “Cosmovision…, Passim. 
74 
Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p. 250-256. 
75 
Ibíd. passim. 
37 
 
 
devotos, así como de complejas dinámicas de poder en torno a este espacio 
privilegiado. 
Paralelo al proceso de imposición del catolicismo seguían actuando en el 
plano de lo religioso curanderos, brujos, rezanderos, etc., sin haber contradicción 
en ello pues aún más que el clero conservaban una importante presencia frente a 
un binomio como la salud y la enfermedad entre la sociedad indígena y 
afromestiza. 
La evangelización como proceso complejo se nutrió también de otras 
formas culturales como la música indígena (popoluca, nahuat, mixteca, zapoteca, 
etc.), española (andaluz) y de elementos afromestizos (vaqueros, milicianos y 
milperos). 
Precisamente el espacio de difusión del son jarocho y sus instrumentos coinciden con el 
intervalo de influencia de tres importantes santuarios del Sotavento que pudieron ser el 
crisol de estas expresiones musicales que dieron origen al son: Otatitlán y Mecatepec con 
sus Cristos negros y Catemaco con la Virgen del Carmen.
76
 
Hacia la segunda mitad del siglo XVII las autoridades virreinales y 
eclesiásticas decidieron congregar en Otatitlán a los mazatecos supervivientes del 
pueblo de Puctlancingo, quienes a consecuencia del descenso demográfico 
provocado por las epidemias del siglo anterior, se habían visto obligados a 
deshabitar la mayor parte de su señorío.77 
El arribo histórico de mazatecos a Otatitlán está lleno de un profundo 
simbolismo, inclusive en la actualidad permanece en la memoria un relato que 
cuenta que hacia finales del siglo XVI, un 3 de mayo, la escultura de Cristo 
Crucificado fue encontrado por un matrimonio mazateco en Puctlancingo, a la 
orilla de un árbol de xuchitl. Este hecho fue comunicado al resto del pueblo y el 
Cristo se hizo objeto de veneración. Sin embargo, tiempo después y debido a la 
peste que había asolado el poblado, los sobrevivientes decidieron emigrar y llevar 
consigo la escultura. Así que navegaron rio abajo por el Papaloapan y, luego de 
un largo camino un remolino los llevó a la orilla derecha del río, justo donde se 
 
76 
Delgado Calderón, op. cit. p 
77 
Báez-Jorge. Et. al. Devoción…,. p 102-104. 
38 
 
 
encontraba Otatitlán, en donde la efigie fue desembarcada un 14 de septiembre de 
1597. 
Entre 1777 y 1778 el obispo de Oaxaca, José Gregorio Alonso Ortigoza 
propuso la creación del curato de Otatitlán, decisión que fue aprobada por el 
gobierno virreinal, otorgándole el título de “Santuario del Santísimo Cristo de 
Otatitlán.”78 
Por lo menos, a partir de 1779, se tiene el regristro de la existencia de una 
cofradía que llevaba el nombre del Cristo de Otatitlán79 con 600 cofrades inscritos, 
entre los que había zapotecos, chinantecos, mazatecos y cuicatecos, si pensamos 
en este complejo entramado étnico y social podemos notar que este medio sirvió 
como integrador frente a la diversidad cultural y territorial de la zona. El culto al 
Cristo Negro fungía ya como un aglutinador social y siguió fortaleciendo las 
relaciones comerciales en la región. La organización de la cofradía corría a cargo 
“indios caciques” y el cura párroco, en la cual ambos formaban parte de los grupos 
privilegiados en Otatitlán, dada la importancia religiosa que había adquirido el 
santuario. 
Durante el siglo XVIII se agudizó en Otatitlán un largo conflicto por límites y 
tierras con los vecinos de Tuxtepec. Por ejemplo se tiene noticia de una 
importante demanda contra los de Otatitlán en 1782 por invasión de tierras; este 
conflicto tenía su origen en la carencia de terrenos suficientes para la población 
indígena de ambas localidades, sobre todo porque esta tierra había sido 
acaparada por los colonizadores.80 El origen de la narración mítico-histórica que 
narra la llegada del Cristo Negro a Otatitlán puede rastrearse históricamente en 
esta etapa de constantes disputas por tierras entre la gente de Otatitlán y 
Tuxtepec; más adelante estos acontecimientos se abordaran con mayor 
detenimiento. 
 
 
 
78 
Velasco Toro. De la hitoria al mito…, p 93. 
79 
Winfield Capitaine, Fernando. “La cofradía del Cristo Negro en el siglo XVIII”, La palabra y el 
hombre. Universidad Veracruzana. no. 89, enero-marzo 1994. p 50-53. 
80 
Ibid. p 74-75. 
39 
 
 
La primera iglesia que se construyó para resguardar al Cristo fue de 
hechura bastante rustica madera y palma. Pero para 1780, por órdenes del 
entonces obispo de Oaxaca, se comenzó la construcción de un templo de mayor 
tamaño utilizando piedra de cal, ripio y ladrillo. No obstante la obra avanzó 
lentamente porque los recursos provenientes de limosnas y donaciones fueron 
utilizados para otros fines. Así, se reporta que en 1860 la obra seguía en el mismo 
estado inacabado. Para la primera década del siglo XIX, los recursos que se 
administraban en el Santuario eran cuantiosos por la importancia que éste estaba 
adquiriendo; la administración de tales se volvió un buen negocio. 
 
1.4 De la conformación del municipio a la Guerra Cristera 
Al lanzarse el Plan de Iguala el 23 de febrero de 1821, se proclamó la 
independencia de la América Septentrional, iniciándose una nueva etapa para 
México como nación. Con la Constitución de 1824, el indio jurídicamente dejó de 
existir y, con ello, la propiedad comunal; el liberalismo mexicano basaba sus 
principios en la idea del ciudadano dotado de propiedad personal, por lo que los 
ataques a la propiedad comunal comenzaron al tiempo que México se constituía 
en una nación independiente. En 1826, en Veracruz, favoreciendo a los 
hacendados y especuladores, se aprobó “El repartimiento de terrenos indígenas y 
baldíos.” El despojo vendría a complementarse en 1856 con la Ley Lerdo o la 
desamortización eclesiástica y civil, que aceleró procesos económicos y políticos 
que fueron base del capitalismo moderno, cuya primera fase se consolidó durante 
el porfiriato.81 
En 1824, Veracruz se elevó a la calidad de Estado y para 1825 la entidad 
se dividió en doce cantones que se sujetaban a cuatro departamentos. De esta 
forma, Otatitlán ya como municipio fue parte del cantón de Cosamaloapan y del 
departamento de Orizaba, permaneciendo así hasta 1917.82 Para esta etapa, la 
 
81 
Velasco Toro, José.”Desamortización civil y resistencia india en México y Veracruz: de la 
Independencia a la Reforma” Anuario. Centro de Investigaciones Históricas, Instituto de 
Investigaciones Humanísticas, Universidad Veracruzana. Vol. VIII, 1992, p. 56 
82 
Velasco Toro. Et al.Santuario y Región…. p. 81. 
49 
 
 
economía de Otatitlán estaba basada en la producción de maíz, frijol, algodón, 
arroz y pesca; también se contaba con un par de fábricas de aguardiente de caña 
y trapiches de hacer panela. En cuanto a las vías de comunicación, se siguió 
utilizando el transporte por río fluvial, al igual que algunos caminos. 
Se tiene noticia de que el día 14 de Septiembre de 1838 se trasladó al 
Cristo Negro al pueblo de Chacaltianguis por orden del entonces obispo de 
Antequera, Oax., y que se regresó a Otatitlán un 14 de Septiembre de 1840, 
gracias a la petición de peregrinos de Córdoba y Orizaba. Fue el padre José 
Blanco quien reinstaló la imagen, murió poco tiempo después y fue sepultado 
frente al altar del Sagrado Corazón. 
Los años de 1860 y 1861 fueron marcados por diversos desastres 
naturales: inundaciones y ciclones que provocaron pérdidas significativas en 
cultivos y ganadería. Dichos fenómenos provocaron que numerosos pobladores 
emigraran hacia Oaxaca regresando alrededor del último tercio del siglo XIX en 
que se intensificó el cultivo de caña, al tiempo que el algodón alcanzaba

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