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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE HISTORIA MEMORIA COLECTIVA EN TORNO DEL CULTO AL CRISTO NEGRO EN EL SANTUARIO DE OTATITLÁN, VERACRUZ. (S.XX) TESIS QUE PARA OBTENER EL GRADO DE LICENCIADA EN HISTORIA PRESENTA: VERONICA ESPINOSA GARDUÑO ASESOR: DR. J. JESÚS MARÍA SERNA MORENO MÉXICO, CIUDAD UNIVERSITARIA, ABRIL, 2016. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 A mi madre y mis hermanas por su presencia incondicional. A Diego por tanto amor. A los santuareños por compartir conmigo sus vivencias y memoria. A mis amigos porque su existencia me entusiasma el camino. 2 Un par de agradecimientos muy especiales. Para Chucho, porque con su consejo y acción nos estimula a continuar conscientes y comprometidos con nuestra gente. Gracias también al CIALC y a todos quienes conforman al proyecto PAPIIT-IN 404013 “Interculturalidad y relaciones interétnicas entre los afrodescendientes y los indígenas de México y Nuestra América” por permitirme participar como becaria y adquirir aprendizajes tan significativos. Igualmente gracias al CEIICH y a los miembros del proyecto PAPIIT -IN 400911 “Geografías médicas. Discursos, prácticas y representaciones de la medicina en la Nueva España (siglos XVI-XVII)” por las experiencias académicas que obtuve durante mi participación como becaria en el proyecto, gracias al Dr. Mauricio Sánchez Menchero porque su siempre atenta lectura y sus comentarios han sido de gran ayuda en la construcción de mi investigación. 3 Memoria colectiva en torno del culto al Cristo Negro en el Santuario de Otatitlán, Veracruz. (S.XX) Índice Introducción .......................................................................................................... 6 1. Desarrollo histórico de la localidad ........................................................24 1.1 Las culturas mesoamericanas y su relación con el bajo Papaloapan. 1.2 La invasión Española: el proceso colonial. 1.3 La evangelización. 1.4 De la conformación del municipio a la Guerra Cristera. 1.5 Del “oro verde” a finales del siglo XX. 2. La composición étnica en Otatitlán ......................................................... 54 2.1 Los antecedentes indígenas. 2.2 La transculturación colonial. 2.3 Los habitantes del Santuario en el siglo XX. 3. Las festividades en el Santuario ............................................................. 69 3.1 La Santa Cruz el 3 de mayo. 3.2 La exaltación de la Santa Cruz, origen y desarrollo. 4. El culto al Cristo Negro en Otatitlán ....................................................... 87 4.1 La efigie de Cristo Crucificado. 4.2 Memoria colectiva en torno a la hierofanía, el mito en el siglo XX y sus antecedentes. 4 4.3 La Profanación del Señor del Santuario. 5. Conclusiones .......................................................................................... 114 6. Bibliografía .............................................................................................. 125 7. Anexo ....................................................................................................... 131 7.1 Documento 7.2 Entrevistas 7.3 Ilustraciones 5 ALABADO DEL SEÑOR DE OTATITLÁN Bendito sea y alabado el Señor de Otatitlán. Que en aqueste su santuario es consuelo universal. De los cielos descendió con hombres a conversar. Que son todas las delicias de su amor y su bondad. En el purísimo vientre de María terso cristal. Por obra del Santo Espíritu se vistió carne mortal. Para en ella redimirnos padeciendo hasta expirar. Y con su vida y ejemplo enseñarnos la verdad. En su santísima vida a todos quiso tratar. Con satisfacción de hermanos con cariño paternal. 6 D Introducción esde que comenzamos este proyecto, nos hemos planteado la investigación de la religiosidad en Otatitlán con la premisa de poder contribuir en el campo de las ciencias sociales, específicamente en el estudio de la religiosidad contemporánea, generando en lo posible la comprensión de un área no explorada como lo es; la memoria colectiva de los otatitlecos. Nos planteamos como objetivo principal el análisis del tejido social otatitleco en su relación con lo sagrado, a partir de la interpretación de textos culturales múltiples que nos permitieran demostrar la composición holística de la religiosidad local y regional. De hecho nos interesaba que el fenómeno religioso local no quedara desdibujado de procesos más amplios, a la vez que se comprendiera en su especificidad. El proceso de investigación ha tenido como eje principal las siguientes preguntas: ¿Qué tipo de dinámicas colectivas permiten que un fenómeno religioso se continúe a pesar de los cambios sociales?, ¿En qué forma la memoria colectiva común entre los otatitlecos se va a relacionar con el culto al Cristo Negro?, ¿Qué función cumple el culto al Cristo Negro entre la comunidad de otatitlecos?, y ¿Cuál es la importancia del santuario de Otatitlán en el Sotavento? Al principio de la investigación, cuando realizamos el primer acercamiento a la cultura de los otatitlecos, nos percatamos de la importancia que tienen las fiestas de mayo y el culto al Cristo Negro entre la comunidad, lo que nos llevó a plantearnos las siguientes hipótesis para nuestra investigación: I. Las dinámicas de cambio sociocultural en Otatitlán han estado profundamente vinculadas al culto al Cristo Negro. La religiosidad que de ello se desprende ha sido incorporada al espacio social a través de relatos y rituales que fortalecen y también articulan la identidad de los otatitlecos en el marco de la localidad y la región Sotavento. 7 II. Las fiestas de mayo en Otatitlán son parte de un entramado simbólico inter relacionado a las culturas agrícolas del maíz que se desprende de la antigua Mesoamérica. La religiosidad y la formas de devoción van a ser entendidas en un sentido general como acción contractual, por medio de la cual el fiel da y solicita en un modo simbólico de intercambio; la necesidad explicativa a partir de entidades superiores y el depósito de obligaciones en estas entidades con base en las propias necesidades materiales, son también fundamentales para entender el fenómeno religioso. Así lo sagrado es intencional, pues existe aunque no existiera ninguna realidad divina. Consideramos que hablar de religiosidad popular es un tanto ambiguo, mejor pensamos en términos de qué y quienes lo practican, utilizamos “religiosidad local” entendiendo tal categoría como la focalización de una forma de culto, en base a vínculos identitarios en una comunidad, en este caso, la comunidad de otatitlecos. Acerca de la delimitación espacio-temporal de esta investigación tenemos que considerar lo siguiente; el trabajo aborda el siglo XX, porque es a partir de inicios de tal siglo que el Sotavento se vuelve sinónimo de la “cuenca del Papaloapan” (aunque se reconocela existencia de las llanuras de Sotavento) y porque a mediados del siglo se comienzan a dar cambios significativos en lo cultural; el crecimiento urbano de los años cincuenta, la introducción de los medios masivos de comunicación, los nuevos transportes y la migración entre otros aspectos nos dan idea de los cambios acaecidos en la sociedad1 y sus formas de relación con lo sagrado. 1 Federico A. Bolaños y Serrato, “Capitalismo o evolución: la disyuntiva latinoamericana”, en: Revista Latinoamericana de Economía. Problemas del desarrollo. México. Vol. 23, No. 91, octubre- diciembre de 1992. passim. 8 Sotavento Cuenca del Papaloapan Villa de Otatitlán Los cambios en las relaciones sociales se comienzan a ver con mayor fuerza a partir de la segunda mitad del siglo XX, época en que se insertan las políticas neoliberales en la zona, y se amplía la actividad industrial; sus impactos ecológicos se radicalizan. Así podemos observar con el analisis de un siglo, los principales cambios y continuidades de la sociedad que se vincula al santuario. Se entenderá la influencia cultural del santuario de Otatitlán en tres distintos niveles: el pueblo de Otatitlán, el área cuenca Papaloapan y la región Sotavento2. Siendo todas categorías originadas en temporalidades distintas, pero que ayudan a explicar los rasgos culturales compartidos y los límites de estos mismos ya en el s XX. Hablar de sotaventinos, cuenqueños, jarochos, indígenas o mestizos lleva ese rasgo de la distinción que ha sido un mecanismo ideológico; que ubica, ordena y da significados, ya que asigna funciones, derechos y obligaciones en el gran orden social, político y económico. Más adelante vamos a aclarar en que sentido utilizamos estos términos. Durante la investigación nos hemos centrado en Otatitlán, pero cuando es necesario vamos hacia otras dimensiones como la cuenca del Papaloapan y el Sotavento, aunque no son nuestro objetivo central. Los conceptos clave Identidad, memoria colectiva y tradición oral. En esta investigación nos estamos situando en el plano de las colectividades, es por eso que nos interesa analizar las experiencias compartidas por conjuntos humanos en relación a lo sagrado. Los prototipos identitarios y la reafirmación cultural, con sus orientaciones y representaciones internas y externas, son parte y fuente de la diferenciación entre grupos que se da consciente e 2 Diagrama de elaboración propia. 9 inconscientemente, pues, los seres humanos tenemos la necesidad de ubicarnos en el contexto social, pues sólo en la alteridad la identidad tiene sentido. En la investigación la identidad es entendida como “la (auto y hetero) percepción colectiva de un –nosotros- relativamente homogéneo y estabilizado en el tiempo, por oposición a los –otros3- en función del (auto y hetero) reconocimiento de caracteres, marcas y rasgos compartidos (que funcionan como signos o emblemas), así como de una memoria colectiva común.”4 La memoria puede definirse entonces como “la ideación del pasado”5, siempre en función del presente lo que hace dinámica, la memoria colectiva nos refiere entonces al pasado compartido, construido y reconstruido constantemente por el grupo. De hecho, tal pasado es funcional porque se reactiva en el presente a partir de muchos mecanismos, que van desde las historias escritas, los rituales, iconografía, etc. hasta la propia tradición oral que nos interesa particularmente en esta investigación, porque supone la comunicación de la memoria colectiva de boca en boca a futuras generaciones6. La memoria colectiva es entonces: una constante actividad creadora en función de la identidad social, que necesita ser aprendida y reaprendida permanentemente. Para realizar la presente investigación se acude a la tradición oral de los otatitlecos como fuente primaria, porque permite ahondar en la forma en que sienten, viven y representan el fenómeno religioso del Culto al Cristo Negro. La larga duración, el núcleo duro mesoamericano. El estudio de la religión como proceso histórico ha tomado en cuenta los elementos de larga duración presentes en el culto y sus diversas formas de expresión. En La Historia y las ciencias sociales, Fernand Braudel nos explica la larga duración cuando nos dice que en el decurso histórico existen diversas 3 La alteridad va ser entendida justo como eso “otros”. 4 Giménez Montiel, Gilberto. Teoría y análisis de la cultura. México, 2006. Volumen I: p 90. 5 Ibid. P 97. 6 Jan Vasina. “Tradición oral, historia oral: logros y perspectivas” en: Historia, Antropología. Fuentes Orales. No. 37. Año 2007, 3° época. (ENTRE-VISTAS). p 151. 9 Ibid. p 146. 10 realidades cronológicas, es decir, que el tiempo histórico ocurre en capas simultáneas “como las hojas de un libro”. Esas diversas capas atienden a procesos históricos distintos entre sí, pero, inseparables en lo social. Los temas que atienden al individuo y al acontecimiento corresponden al tiempo breve; la historia económica y social está ritmada lentamente, y la historia de aliento mucho más sostenido pertenece a la larga o muy larga duración. 7 En este trabajo la propuesta de la larga duración ha sido retomada desde las reflexiones de Alfredo López Austin: para entender como algunos de los elementos que históricamente comprendieron la unidad mesoamérica se prolongan hasta nuestros días. A tales elementos puede entéreseles bajo la propuesta del núcleo duro mesoamericano8 del mismo autor. En cuanto al núcleo duro, es el conjunto de elementos de una cosmovisión que tienen una gran resistencia al cambio histórico y estructuran y dan sentido al resto de la cosmovisión. El núcleo duro mesoamericano es una entidad de extraordinaria antigüedad: fue formado por las sociedades igualitarias aldeanas del Preclásico Temprano, y muchos elementos perduran en las comunidades indígenas de hoy, pese al tremendo impacto de la conquista española. 9 Una parte fundamental para este trabajo son las partes del núcleo duro mesoamericano que refieren a los soportes del cielo en los árboles de los extremos del mundo y el axis mundi en la planta del maíz, porque nos van a ayudar a entender la importancia de una fiesta relacionada a los ciclos agrícolas; la celebración de la Santa Cruz en Otatitlán. El mito El mito como forma de construcción y transmisión de valores sociales, nos ha en permitido en parte, articular la función de la religiosidad en la colectividad. El mito, como relato o forma de captar y expresar un tipo específico de realidad, es, en su 7 Fernand Braudel. “La larga duración” en: La historia y las ciencias sociales Madrid, 1979. Passim. 8 Liviu Popescu y Javier Martínez Villarroya. Entrevista a Alfredo López Austin. En: EX NOVO: Revista de historia y humanidades (en línea). No. 4. p 145-166. 2007. http://www.raco.cat/index.php/ExNovo/article/view/144754 [Consulta: 15-02-16] http://www.raco.cat/index.php/ExNovo/article/view/144754 12 Ibid. p 108. 11 forma colectiva y tradicional, un “texto oral” anónimo, producto del pensamiento, demostración del sentido interno de la vida humana.10 Las historias míticas son, entonces, hechos históricos de producción de pensamiento social; inmerso en recursos de larga duración. “El mito es un hecho complejo y sus elementos se aglutinan y ordenan principalmente en torno a dos núcleos, que son recíprocamente dependientes, el primero, una concepción causal y taxonómica de pretensiones holísticas y, el segundo, los relatos orales.”11 El mito se hace actualidad como “expresión repetida de un suceso poderoso”. Comúnmente relata la irrupción del otro tiempo en el tiempo del hombre, provocando el origen, principio o fundamento de algo relevante en lo social.“Pero no sólo es necesario tomar en cuenta su génesis, sino su capacidad generadora y condicionadora de otros procesos ya que se trata de un hecho ideológico”.12 Los mitos, adquieren múltiples funciones en cada sociedad y, distintas pueden operar simultáneamente, tales formas no son inmutables. Alfredo López Austin identifica como las principales funciones del mito a las siguientes: I. Mantiene viva la tradición, porque es uno de los lugares en donde la memoria se conserva y se transforma. II. Educa; bajo la transmisión generacional de valores y conocimientos. III. Ordena el conocimiento; estructurando y clasificando el cosmos y en el orden refuerza el saber; no se trata de explicar, sino de ubicar los fenómenos al establecer un orden. IV. Explica y es guía de la acción. V. Cohesiona al reafirmar por medio de la creencia y la narración el carácter común de los conocimientos y valores del grupo. VI. Legitima y autentifica el poder al construir jerarquía. 10 López Austin, Alfredo. Los mitos del tlacuache. México, Alianza Editorial, 1990. p 47. 11 Ibid. p 481. 12 La acción humana se produce en un medio en que los intereses individuales, grupales o de clase son diferentes y opuestos, los mitos y las creencias pueden validar derechos concretos entre distintos grupos de personas, en un espacio social muy acotado. La transculturación El concepto transculturación nos funciona en este trabajo para dibujar los procesos de unión de varias sociedades que desembocan en una nueva, hemos optado por transculturación y no por mestizaje para diferenciar el proceso de unión biológica, del proceso de cambio social que provoca tal unión. Retomamos el concepto de Fernando Ortiz porque nos parece que da una dimensión más profunda al proceso histórico de la composición étnica de los pueblos de América como es el caso de los pueblos del bajo Papaloapan y nos permite acentuar las relaciones sociales (sobre todo coloniales) que dieron forma a la sociedad otatitleca y con ello a la religiosidad en torno al Cristo Negro. Entendemos que el vocablo “transculturación” expresa mejor las diferentes fases del proceso transitivo de una cultura a otra, porque éste no consiste solamente en adquirir una distinta cultura, que es lo que en rigor indica la voz angloamericana “aculturation”, sino que el proceso implica también necesariamente la pérdida o desarraigo de una cultura precedente, lo que pudiera decirse una parcial “desculturación”, y además, significa la consiguiente creación de nuevos fenómenos culturales que pudieran denominarse “neoculturación”(...) En todo abrazo de culturas sucede lo que en la cópula genética de los individuos: la criatura siempre tiene algo de ambos progenitores, pero también siempre es distinta de cada uno de los dos. En conjunto, el proceso es una “transculturación”, y este vocablo comprende todas las fases de su parábola. 13 Las fuentes. Para realizar esta investigación, de corte histórico, podemos comenzar por expresar que asumimos y nos planteamos el análisis como una “regresión”, es decir, comenzando a investigar en torno a un momento cercano al presente, en lo 13 Fernando Ortiz. Contrapunteo cubano del tabaco y del azúcar (Advertencia de sus contrastes agrarios, económicos, históricos y sociales, su etnografía y su transculturación). Cuba-España, 1999, p. 83. 13 que se ha llamado deconstrucción del presente, porque hemos ido de la observación etnográfica a la construcción histórica. Por lo anterior se acudió al testimonio surgido de la retroalimentación: narrador-escucha en la entrevista oral y, también a otras fuentes, algunas de ellas forman parte de la cultura de la oralidad como lo son; la música, cuento, mito, etc., otras son registros materiales la memoria colectiva: la fotografía, escultura, fuentes textuales, etc. Cabe decir que los testimonios que se presentan a continuación fueron tomados entre el 2014 y el 2015, de esta forma, los habitantes de Otatitlán entrevistados narran partir de lo que sus padres o abuelos les contaban que sucedió, lo que puede ser considerado como su tradición oral y en algunos momentos nos brindan testimonio de lo que ellos han vivido. Las entrevistas fueron semiestructuradas, más que seguir preguntas específicas, se buscaba hablar de los siguientes temas con cada entrevistado: la llegada del Cristo Negro a Otatitlán, la profanación, las fiestas de mayo y la exaltación de la Santa Cruz, la inundación de 1944, la época del “oro verde”, la inserción de la modernidad en Otatitlán y la relación particular del entrevistado con el culto al Cristo Negro. Las entrevistas fueron pensadas con base en cortes culturales; generación, género, oficio, clase social, grupo étnico, lugar de origen y relación particular con el Cristo Negro14. De entre los habitantes del santuario tratamos de buscar a personas representativas de grupos al interior del poblado, se buscó antes que excepcionalidad, que las personas fueran comunes y claro que tuviesen una disposición favorable para transmitir su memoria. Hemos entrevistado campesinos, amas de casa, escritores, un obrero, un comerciante, una empleada doméstica y un profesionista: las actividades anteriores pueden darse de forma simultánea en una misma persona. En cuanto a la generación, procuramos que los entrevistados fuesen mayoritariamente personas de más de cincuenta años, las entrevistas a gente más 14 Véase anexo de entrevistas. 14 joven buscan crear un contraste y visibilizar algunos cambios discursivos en sus relatos. Todas las personas entrevistadas habitan actualmente el santuario, se buscó que la mayoría fuesen nacidos y criados allí para poder encontrar las diferencias entre ellos y un par de entrevistadas que no son originarias de la localidad y que étnicamente tienen otras identidades: mazateca y nahua. Todas las entrevistas fueron realizadas por la autora de este trabajo, en Otatitlán, Ver. Se generó un soporte de audio de 6 hrs con 18 min de grabación. Para referirnos a los entrevistados en el texto hemos abreviado su nombre comenzando con sus iniciales, y a cada número de entrevista se le ha agregado “M” para el caso de la mujeres y “H” a los hombres. Por ejemplo: Entrevista No. 3M, LBM. Hemos tratado, en la medida de lo posible, de no forzar el lenguaje que percibimos en quienes nos expresan su sentir respecto a lo religioso, lo histórico, etc., en ocasiones ello puede resultar confuso para el lector y por eso queremos aclarar que se ha nombrado a la escultura Cristo Negro para familiarizar al lector con la realidad que desde nuestra perspectiva y otredad encontramos; pero, la gente del santuario lo llama el “Señor”, y algunos peregrinos lo llaman “el Señor Santuario” o el ”Cristo”, rara vez se le llama entre los fieles “Cristo Negro”. En cuanto a la revisión historiográfica hemos, acudido a los estudios regionales y locales sobre el tema o relacionados, que nos han aportado gran cantidad elementos para realizar nuestra investigación, tenemos como principales a los siguientes15: I. Gonzalo Aguirre Beltrán. Pobladores del Papaloapan: biografía de una hoya II. Alfredo Delgado Calderón. Historia, cultura e identidad en el Sotavento. III. Antonio García de León. Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1518-1821. IV. José Velasco Toro: De la historia al mito: mentalidad y culto en el santuario de Otatitlán, Santuario y Región. Imágenes del Cristo Negro de Otatitlán. 15 Para consultar los registros completos, véase bibliografía. 15 “Catolicismo popular en México; líneas temáticas para el estudio de los ámbitos de influencia ritual y devocional.”, “Cosmovisión y deidades prehispánicas de la tierra y el agua en los pueblos del Papaloapan veracruzano”. V. Winfield Capitaine, Fernando.“La cofradía del Cristo Negro en el siglo XVIII”, “Otatitlán y Yacatecuhtli”. VI. Gustavo Vergara Ruíz. “Otatitlán en el perfil del tiempo”. Términos clave. En el presente trabajo se han utilizaron constantemente los términos Sotavento (categoría socio-económico-cultural) y jarocho (identidad étnica). Su uso puede referir a distintas realidades por ser términos históricamente determinados; hemos optado por aclarar que no siempre significaron lo mismo y explicar brevemente a que nos referimos. Respecto a “jarocho” sabemos que los grupos de vaqueros que arreaban con lanzas y garrochas fueron en el siglo XVII la casta de los “jarochos” 16que era la denominación regional de la mezcla entre negro e india; en la sociedad de aquella época se conoció más comúnmente esta forma de mestizaje como “zambo” o “pardo”, ya para el siglo XVIII; jarocho denomina más formas de mestizaje, es decir, a un sector poblacional cada vez más amplio que incluía sangre de: indígenas de distintos grupos étnicos, europeos y afrodescendientes. La versión más probable que “(…) refiere a –jarocho- viene de “jara” en el sentido de saeta, flecha o lanza, llamándose antiguamente “jarocha” a la vara o garrocha con que los arrieros puyaban a los animales, y jarochos a los que usaban este instrumento. Esta misma designación recibían los milicianos negros integrados en los cuerpos o compañías de lanceros que custodiaban las costas.” “La palabra –jarocho- se aplicó después a todos individuos con rasgos físicos negroides y finalmente sirvió para designar a los habitantes de la costa 16 También se les llamó “moriscos”, no utilizaré esta forma pues tiene muchas implicaciones históricas que podrían confundir. 16 sotaventina, los que hoy, con orgullo, se asumen como jarochos.”17 Como denominación de tipo étnico históricamente ha tenido muchos matices que van del modo colonial peyorativo a toda una forma de autoadscripción étnica en una región cultural En el siglo XX “jarocho” es una categoría que tienen mucho que ver con los estereotipos18 culturales generados en épocas anteriores, que eran muy populares en representaciones visuales, lenguaje hablado, la música y las costumbres. Jarocho no es un gentilicio típico de los veracruzanos en general, parecía ser un calificativo limitado al uso de aquellos pobladores de la Cuenca del Papaloapan y concretamente a los sectores campesinos y populares de dicha zona.19 Durante la época colonial jarocho se encuentra ligado a la población negra o mulata de la costa y las llanuras de Sotavento; con el paso del tiempo y el constante mestizaje de tales poblaciones, se eliminaría la categoría pardo y zambo del imaginario colectivo. El calificativo jarocho ya no sólo tenía que ver con orígenes étnicos, sino, con costumbres, actividades económicas, lugar de asentamiento, etc. Un aspecto importante a considerar en la catergoria jarocho es que durante el siglo XIX y buena parte del XX las elites y extranjeros utilizaban la categoría como un término despectivo y se empeñaban en inviabilizar la presencia de la sangre europea en el mestizaje de Sotavento, para justificar, según sus ideas colonialistas y positivistas, la diferencia étnica, que más bien era una diferencia de clase social. Se le atribuía a la raíz negra del jarocho cuatro elementos centrales: 17 Ibid. p 79-80. 18 “Estereotipo pretende ser la síntesis de las características anímicas, intelectuales y de imagen, aceptadas o impuestas, de determinado grupo social o regional. Se manifiesta en una gran cantidad de representaciones, conceptos y actitudes humanas, desde el comportamiento cotidiano hasta las más elaboradas referencias al estado nacional. Los estereotipos se cultivan tanto en la academia como en los terrenos de la cultura popular, en la actividad política y desde luego en los medios de comunicación masiva.” vid. Ricardo Pérez Montfort. Estampas del nacionalismo popular mexicano. CIESAS, 1995. 19 Pérez Montfort, Ricardo. “Lo –negro- en la formación del estereotipo jarocho durante los siglos XIX y XX”. Sotavento. México, Universidad Veracruzana. v. 1, no. 2, verano de 1997, p. 137. 17 la alegría, lo lenguaraz (malhablado), la desfachatez y lo silvestre.20 Luego también se agregará su “musicalidad”. Durante el siglo XIX y XX la identidad del jarocho estuvo ligada a muchas pautas originadas en la construcción del nacionalismo en México. Sobre todo después del proceso revolucionario de 1910-1920, lo típico de esta región se caracteriza de forma estereotipada con el jarocho vestido de blanco, con paliacate y la jarocha de vestido blanco y delantal negro que baila “la bamba”, ese ya no era el jarocho de la clases populares, sino un personaje folclórico representante de Veracruz en el plano de lo nacional; siendo una representación simbólica- institucional que borraba el origen popular, campesino e indígena al jarocho. Sin duda fue Miguel Alemán21 el principal promotor de esa imagen entre la élite política. En el cine, la radio y otros medios masivos de comunicación esa imagen tuvo gran eco.22 El tema no está agotado y jarocho sigue adquiriendo nuevas connotaciones, en la segunda mitad del siglo XX con la revitalización del son tradicional y la formación del “movimiento jaranero” lo jarocho va despojándose en parte de la figura “oficial” “institucional”. Como hemos visto, lo “negro” dio ese eco diferenciador al jarocho, acentuándose esa característica (estereotípica) en el imaginario del siglo XIX y principios del XX. Ahora bien, la composición étnica y cultural del jarocho no ha dejado de tener una presencia una en la realidad y en lo cotidiano las diversas formas culturales de las identidades que le dieron origen y, por supuesto, no ha sido igual para todos; por ello realizamos un breve capítulo sobre la identidad étnica en Otatitlán. Hablar de “lo negro” o “lo africano” presupone la unidad inexistente de los grupos humanos de muy diverso desarrollo económico y cultural en todo un continente, razón por la cual preferimos utilizar la categoría de afrodescendiente 20 Pérez Montfort. op. cit. p 148. 21 Presidente de la República de 1946 a 1952. Originario de Veracruz. 22 Pérez Montfort. op. cit. p 152 18 para indicar el origen étnico de alguna característica cultural especifica en la compleja transculturación de Sotavento. La región Sotavento ha tenido desde el siglo XVII diversos límites y convergencias internas, la unidad cultural de la llamada “Costa de Sotavento” se generó desde hace aproximadamente 30000 años de antigüedad, en las sociedades mesoamericanas; ligada por un corredor comercial y rasgos culturales de la ancestral cultura olmeca. Con el proceso colonizador aquellos vínculos permanecieron, agregándose más actores sociales y nuevas formas culturales que no borraron las anteriores, sino que se nutrieron de ellas. No pretendo abordar la historia del Sotavento como región, solamente en este caso es necesario anotar los elementos que nos permitan comprender cómo era el llamado Sotavento en el siglo XX y qué papel jugó el Santuario de Otatitlán en esta región que nos ocupa ahora. Para ello hay que tomar en cuenta que para el siglo XX la región estaba un tanto dispersa, en comparación con la Colonia y épocas anteriores. Los factores de tal dispersión fueron múltiples. Antonio García de León identifica como principales los siguientes: La creación y penetración de intereses norteamericanos sobre el Istmo de Tehuantepec en el siglo XIX, durante la época de Santa Anna (1850 aproximadamente). Las reformas liberales ubicaron en la división política del estado de Tabasco a la parte sur del Sotavento incorporando esta área a una nueva realidad económico-administrativa. En el siglo XX el tráfico comercial con el Istmo de Tehuantepec haceque el sur de Veracruz se considere Istmo veracruzano, desplazando al Sotavento más al norte, siendo considerado como tal, fundamentalmente, la Cuenca del Papaloapan.23 Conforme las divisiones políticas en estados del siglo XIX; el Sotavento quedó restringido al sur de Veracruz, pero la cultura sotaventina sigue permeando 23 García de León, Antonio. Tierra adentro, mar en fuera. El puerto de Veracruz y su litoral a Sotavento, 1518-1821. México, Fondo de Cultura Económica-Gobierno del Estado de Veracruz- Universidad Veracruzana, 2011.p 795-805. 19 partes de Oaxaca y Tabasco. En el Sotavento confluyen elementos culturales como: el son jarocho, la tradicional Quema del año viejo, la Rama, los Portalitos, los culebreros, la agricultura y gastronomía, los santuarios (Otatitlán y Catemaco), la mitología y varios elementos más que son identitarios de varios sectores de las clases subalternas; pequeños propietarios, campesinos, colonos y obreros.24 Ya para el siglo XX, que nos ocupa, el Sotavento es territorialmente, en gran parte, la cuenca del Papaloapan; pero, culturalmente, no ha dejado de ser mucho más amplio. Se caracteriza tanto por su fuerte permanencia como por su constante adecuación al devenir histórico. Sus componentes se encuentran en constante reacomodo. Datos generales En la región se identifican dos Santuarios de influencia macroregional en el culto católico, las imágenes de tales Santuarios; Nuestra Señora del Carmen en Catemaco y el Señor Crucificado de Otatitlán; en su relación, pueden pensarse como una complementariedad del conjunto simbólico de los habitantes del Sotavento: desde la Colonia hasta la actualidad, podemos imaginar el lugar del padre y la madre, el sol y la luna, el agua y la tierra, etc25., a ambos llegan peregrinos de muy distintos núcleos socioculturales, favoreciendo así encuentros de la alteridad social de una riqueza inigualable. El Señor de Otatitlán y la Virgen del Carmen 26 son antípodas dentro del tiempo sagrado, pues, mientras el primero es celebrado principalmente en el periodo de -secas-, época del calor más cruento y agobiante, la segunda es festejada en plena temporada de lluvias. Los dos son personajes vinculados al elemento acuático y cuentan con un santuario construido en las inmediaciones de un rio y una laguna respectivamente. 27 24 Delgado Calderón, op. cit. p 31. 25 Véase. Vargas Montero, Guadalupe.“Santuarios del sur de Veracruz. Cosmovisión y ritual de los carmelitas y santuareños.” En: Félix Báez Jorge. Et. al. Devoción y creencia religiosa en el amanecer del tercer milenio. México, Gobierno del Estado de Veracruz, 2005. 26 Los habitantes de Otatitlán acostumbraban visitar con sus familias a la Virgen del Carmen en Catemaco cada año. 27 Ángel Rubio, Miguel. “Relaciones interetnicas y alteridad de cultos en el Santuario del Señor de Otatitlán”, en: La morada de los santos. Expresiones del culto religioso en el sur de Veracruz y en Tabasco. México, INI – Secretaria de Desarrollo Social. 1995. p 47. 20 La cuenca del Papaloapan ocupa 46 517 kilómetros cuadrados, repartidos desigualmente entre los estados de Veracruz y Oaxaca, forma parte de la llamada llanura de Sotavento; a la cuenca, como su nombre lo indica, la compone específicamente la zona que va a lo largo del rio Papaloapan28 y ha tenido como región un desarrollo histórico profundamente marcado por la relación cultural de sus habitantes con el rio. A grandes rasgos la villa de Otatittlán, cabecera del municipio del mismo nombre, se localiza en la región baja de la cuenca del Papaloapan, en la margen derecha del “río de las mariposas”29, que colinda al norte con el municipio de Cosamaloapan, al sur y oeste con el estado de Oaxaca y al este con Tlacojalpan. La superficie municipal es pequeña, apenas alcanza los; 53.46 km², a una altura sobre el nivel del mar de 30 metros, el clima es cálido, con una temperatura promedio de más de 25° y una precipitación pluvial de 1762.5 mml. La flora es de bosque alto y mediano tropical perennifolio, predominan los árboles de chicozapote, cedro rojo, mango, almendra y naranja. Por su parte, la fauna silvestre es variada: hay palomas, pericos, garzas, grullas, conejos, tejones, mapaches, tlacuaches, iguanas, tortugas, onzas, coyotes, etc. La principal actividad económica es agropecuaria; se cultiva plátano macho, caña de azúcar, mango, maíz y frijol. La ganadería consiste en la cría de ganado bovino, porcino, caprino y aves de corral. 30 En la actualidad, las condiciones de deterioro del medio ambiente son evidentes, debido principalmente a la contaminación producida por los residuos industriales y desagües improvisados, implementados a mayor escala desde mediados del s. XIX, lo que ha favorecido la desaparición de algunas especies. En la época precolombina podían encontrarse en abundancia árboles; de cedro rojo, primavera, cocuite y ceiba principalmente; la fauna era aún más abundante, había: 28 La palabra Papaloapan se origina de: papalo=papalotl/mariposa, a=atl/agua-río y pan/en, lo que puede entenderse como “río de las mariposas”. 29 “El gran rio asociaba desde antes de su conquista por los aztecas, no solamente al Tlalocan, sino también al trayecto de las almas de los guerreros muertos, que en su viaje al oriente se transformaban en mariposas y así regresaban al mundo de los vivos.” García de León, op, cit. p. 136. 30 Arias Hernández, Rafael (coord.). Información básica municipal de Veracruz. México, Fundación Cambio XXI, 1992. p 286- 290. 21 jaguares, venados, pumas, coyotes, iguanas, tortugas y una extensa variedad de aves de las que se obtenían plumajes preciosos. Por sus características geográficas, la zona ha sido identificada con la fertilidad desde tiempos mesoamericanos. Para los antiguos nahuas era el “Tlalocan terrenal” por su abundancia en: flores, hule, ríos, peces, alimentos, aves y otros rasgos preciosos; para los primeros españoles que la visitaron era “tierra abundante en todo lo que Dios ha creado” y para los norteamericanos en el siglo XX la tierra del “oro verde”; es decir, la región ha sido pensada como lugar privilegiado desde distintas cosmovisiones. Esta geografía ha sido sacralizada en el imaginario colectivo, lo que será muy importante en su consolidación como sede terrena de deidades, dioses patronos y antepasados. La época de lluvias abarca en mayor medida de junio a noviembre. Por sus características, el Papaloapan fue el principal medio de transporte durante una buena parte del siglo XX. Otatitlán ha conservado bastante su arquitectura vernácula de fuerte estilo caribeño. El templo es de fachada neoclásica y en el centro podemos notar con facilidad que el edificio de la iglesia predomina a cualquier otra construcción31. La plaza central es cuadrangular igual que el resto del poblado, que se divide en barrios. Durante la época colonial el centro era habitado por la elite de la localidad, y existía una clara relación entre el barrio que se habitaba y la posición socioeconómica, situación que ha permanecido de forma parcial. En otro orden de ideas y para cerrar la introducción vamos a explicar la forma del capitulado. De un modo general busca llevar al lector de aspectos generales la región y Otatitlán a lo particular del culto al Cristo Negro entre los otatitlecos, esta lógica atiende también a las etapas en que se fue dando la investigación. El primer capítulo atiende el desarrollo histórico de la localidad, realizamos en él una breve revisión del devenir histórico en Otatitlán. A rasgos generales partimos de la época mesoamericana en el bajo Papaloapan, para luego tratar 31 Véase anexo de ilustraciones. 22 algunos aspectos del proceso colonial en la región y la evangelización; seguimos con la conformación del municipio y finalizamosen la segunda mitad del siglo XX con los cambios acontecidos a partir de la industrialización del bajo Papaloapan. La temporalidad y aspectos que podríamos abordar son muy amplios, por lo que, nos hemos enfocado en los aspectos que pueden arrojarnos alguna luz sobre el fenómeno religioso del culto al Cristo Negro. Hemos decidido introducir al lector de esta forma porque es un modo de situar las particularidades de la localidad en el contexto de la región. En el segundo capítulo seguimos con un breve análisis de la composición étnica en Otatitlán, vamos a abordar aquí el proceso de transculturación que aconteció en Otatitlán, con el fin de definir en que consiste la identidad de los oatitlecos y así poderla relacionar al fenómeno religioso. En el tercer capítulo el campo de la religiosidad colectiva y compartida con otras regiones es el principal, nos interesa desarrollar la relación de las fiestas del Santuario los cultos agrícolas de larga duración. Esto porque, son justo las fiestas en donde aparecen explícitamente los elementos culturales compartidos por los habitantes de sotavento. La construcción de este capítulo se ha fortalecido de fuentes como: cuentos, canciones, fotografías, relatos, alabanzas, etc. El análisis de estos productos culturales se va a complementar con la observación etnográfica y las notas que de esta se desprenden. El cuarto y último capítulo busca explicar algunas particularidades del culto al Cristo Negro entre los Otatitlecos, mediante el análisis de la memoria colectiva: a partir de los mitos, documentos escritos y tradición oral acerca de la llegada del Cristo al bajo Papaloapan. En el segundo apartado se continua con el análisis de la tradición oral, pero en esta ocasión a propósito la profanación del Cristo que se dio en el marco de la “guerra cristera”. 23 Al Señor de Otatitlán buscamos con gran anhelo donde todos hallarán la salud y gran consuelo. Es el padre universal que al mundo da bendición y libra del todo mal al que implora su perdón. De distintas poblaciones todos forman sus cuadrillas tributan sus oraciones hincándose de rodillas. (fragmento “Canto de los peregrinos de Coamoapan” al salir hacia el Santuario de Otatitlán.) 24 L Capítulo1. Desarrollo histórico de la localidad a historia de Otatitlán ha sido abordada principalmente por Gonzalo Aguirre Beltrán, José Velasco Toro y Gustavo Vergara Ruiz32, a ellos se deben gran parte de los datos que aquí se presentan. Uno de los argumentos que guían la investigación es la relación que existe entre las religiosidad del siglo XX en Otatitlán y la que se fraguó en épocas anteriores. Al analizar el estado tal cuestión, encontramos la constante alusión a la hipótesis que plantea la relación de continuidad entre el culto dedicado a Yacatecuhtli y el culto al Cristo Negro en Otatitlán; por ser de gran relevancia en el tema que nos concierne debemos aclarar que fue hacia 1950 cuando Gonzalo Aguirre Beltrán desarrolló tal asociación. En la obra Pobladores del Papaloapan: biografía de una hoya.33 Aguirre Beltrán dedica un capítulo a hablar de Otatitlán y ahí aparecen por primera vez las descripciones de Otatitlán como un lugar de paso y asiento de mercaderes; un santuario dedicado a Yacatecuhtli. Su hipótesis se elabora bajo los supuestos teóricos del sincretismo y en adelante poco va a variar tal postura entre los estudiosos del tema. Más adelante, en 1979, tal hipótesis será retomada por Fernando Winfield Capitaine, en su artículo “Otatitlán y Yacatecuhtli”34. En este trabajo, se hace énfasis en la relación entre Quetzalcóatl y Yacatecuhli. Posteriormente otros autores que han trabajado Otatitlán35 retomaran la hipótesis, en continuidad con estos dos trabajos pioneros, es importante aclarar que tal relación de los cultos a Yacatecuhtli y al Cristo Negro, aún permanece en el estado de hipótesis, pues se carece de fuentes que nos indiquen con certeza que el proceso histórico de la religiosidad en Otatitlán pudo ser así. Para este capítulo, vamos a retomar algunos 32 Véase introducción. 33 Aguirre Beltrán, Gonzalo. Pobladores del Papaloapan: biografía de una hoya. México, 1992. p 159-170. 34 Winfield Capitaine, Fernando.“Otatitlán y Yacatecuhtli” La palabra y el hombre. Universidad Veracruzana. no. 32, octubre-diciembre 1979. p. 25-30 35 Véase introducción. 25 elementos de la anterir hipótesis, que nos permiten analizar el caso del Culto al Cristo Negro en su dimensión histórica y cultural. Lo primero que aclaramos es que la relación entre la pintura facial negra de Yacatecuhtli y el color del Cristo Negro es un elemento insuficiente para plantear la conexión de los cultos. 1.1 Las culturas mesoamericanas y su relación con el bajo Papaloapan Lo que llamamos Mesoamérica existió como una realidad histórica y fue una secuencia milenaria de sociedades fuertemente vinculadas entre sí, si bien en determinadas épocas y regiones mesoamericanas prevalecieron algunos tipos de relaciones de poder sobre otros el valor de lo mesoamericano deriva de todo el complejo de relaciones, de sus combinaciones y pesos relativos. Se identifica el comienzo del proceso histórico de la conformación de Mesoamérica a partir del sedentarismo agrícola de los diversos grupos que la habitaron. En el transcurrir de su historia, los mesoamericanos formaron sociedades dentro de una amplia gama de complejidad: desde aldeas agrícolas, hasta concentraciones de alta densidad con sociedades de clases y estados centralizados.36 A grandes rasgos “En Mesoamérica existió un fundamento económico y cultural común, su carácter agrícola con base en el cultivo del maíz.”37 Los pueblos del Papaloapan se desarrollaron en la ribera del río, estableciendo una íntima relación con el mismo. La región fue ocupada con asentamientos desde el Preclásico Temprano38 (1800 a. C, economía aldeana) y ha tenido desde entonces injerencia de grupos de diversos orígenes, lo que ha permitido que la cultura se desarrolle en un complejo mosaico pluriétnico. Los pueblos mesoamericanos de la cuenca asociaron el cielo, el rio y la tierra con los niveles del cosmos. Se puede decir que en esta región, dichos 36 López Austin. op.cit. p 28-29. 37 Popescu, Liviu y Javier Martínez Villarroya. Entrevista a Alfredo López Austin. op. cit. p 146. 38 Ortiz Ponciano y Carmen Rodríguez. Donde el tigre y la serpiente dominaban en México antiguo. Antología de arqueología mexicana. México, SEP, 1995, p 54-55. 26 elementos coexisten en un mismo espacio, no como parte del entorno, sino como la dinámica de la vida misma. El Papaloapan como muchos otros complejos fluviales se asoció al cambio, a la transformación, a la vida y a la muerte, por ser un sistema espacial en donde predomina el agua; ésta fue sacralizada y divinizada en todas sus variantes: como lluvia fertilizadora, como agua que inunda, como corriente que trae sustento, etc. La región se concebía entonces como habitada por fuerzas sobrenaturales. Todo ello, dio pie a una compleja multiplicidad de valores y advocaciones que se corresponden con ciclos y fenómenos de la naturaleza presentes en el Papaloapan. Es decir, las características geográficas pueden ser vistas como representación de la dinámica que lleva el cosmos. Hablando del Papaloapan en general y de Otatitlán en particular se puede decir que: Cada sitio es un centro simbólico donde la naturaleza deviene como una imagen donde habita la divinidad. Y en este juego de espejos refleja las interacciones entre uno o varios sistemas históricos con un presente que constantemente actualiza el pasado porque entrelaza elementos de los relatos míticos que se hacen coincidir con la topografía del asentamiento, recuerda la remota tierra deorigen y revela una articulación de los lugares dentro de un sistema donde ocurrían procesos cósmicos particulares cuya energía deviene de una totalidad. 39 Los olmecas o popolucas fueron la población más extendida en el bajo Papaloapan por lo que su cultura fue la base del desarrollo social posterior en la cuenca. Estos primeros núcleos culturales se fueron modificando a partir de la llegada de toltecas a la zona. Los estudios lingüísticos ubican a los pobladores más antiguos de Otatitlán como hablantes de popoluca, lengua del tronco mixe- zoqueano,40 que se extendieron en ambas riberas del Papaloapan.41 39 Velasco Toro,José. “Cosmovisión y deidades prehispánicas de la tierra y el agua en los pueblos del Papaloapan veracruzano” La Palabra y el Hombre. México, Universidad Veracruzana. no. 129, enero-marzo 2004, p. 59. 40 Aún existen dudas al respecto, no se sabe con certeza si el popoluca hablado por estos pueblos corresponde al grupo lingüístico; zoque-mixe o al mazateco. Delgado Calderón, op. cit. p 18. Posteriormente se hablara un popoluca nahuatizado una variante regional con la que se encontraron los conquistadores. 27 Según algunas hipótesis,42 Otatitlán fue un pueblo nahuat alrededor de los siglos 900-1200 d.C en que los toltecas dominaron buena parte del Papaloapan a partir del vasallaje militar, el control del comercio y la introducción de sus formas culturales, en un proceso que se conoce como la nahuatlización de la población del bajo Papaloapan. “Mediante el control de las rutas de comercio y extracción del tributo, fueron entrelazados los espacios étnicos y simbólicos de la cuenca del Papaloapan, chinantecos, mazatecos, nahuas, popolucas y mixtecos tenían un punto de confluencia común en Tochtepec.43” La gente nahuat que se estableció en Otatitlán y que arrebató al señorío de Acuetzpaltepec44 una pequeña porción de su amplio territorio; un pueblo de esencia comerciante, no necesitó ampliar la cuña que había introducido en tierra popoluca; se conformó con asentar firmemente en el sitio estratégico de donde partían hacia los cuatro rumbos cardinales las expediciones de los pochtecas.45 Una de las características de este momento histórico en Mesoamérica fue la difusión del culto a Quetzalcóatl, “Al caer la provincia del Papaloapan bajo el dominio mexica, en 1452, se impuso el culto a Yiacatecuhtli, señor de la partida o señor de la nariz, en alusión a la deidad que guía y protege los caminos, Yiacatecuhtli era una advocación de Xólot-Quetzalcóatl (…)” 46 A esta deidad se le describe de la siguiente manera: La imagen de este dios se pintaba como un indio, que iba caminando con su báculo, y la cara tenía manchada de blanco y negro; en los cabellos llevaba atadas dos borlas de plumas ricas que se llamaban quetzalli; iban atadas en los cabellos del medio de la cabeza, recogidas como una gavilla de todo lo alto de la cabeza; tiene unas orejeras de oro; está cubierto con una manta azul, y sobre el azul una red negra, de manera que el azul se parece por las mallas de la red; tenía una flocadura esta manta por todas las orillas, en la 41 Velasco Toro, José. De la historia al mito: mentalidad y culto en el santuario de Otatitlán. Veracruz, Instituto Veracruzano de la Cultura, 2000. 184 p. 42 Velasco Toro, José. Et al. Santuario y Región. Imágenes del Cristo Negro de Otatitlán. Instituto de Investigaciones Histórico/Sociales UV, 1997. Apud. Aguirre Beltrán. op.cit. 43 Velasco Toro. De la historia al mito…p 48. 44 Acuetzpaltepec “lugar del lagarto” fue llamado por los españoles Huaspaltepec, fue uno de los centros político-religiosos más importante de la época, ubicado en el actual municipio de Playa Vicente. 45 Aguirre Beltrán. op.cit. p 165. 46 Velasco Toro. “Cosmovisión…, p. 54. 28 cual estaban tejidas unas flores; tenía en la garganta de los dedos unas como calzuelas de cuero amarillo, de las cuales colgaban unos caracolitos mariscos. Tenía en los pies unas cotaras muy curiosas y labradas; tenía una rodela teñida de amarillo con una mancha en el medio, de azul claro, que no tiene ninguna labor. Tenía en la mano derecha su báculo con que van camino. 47 El topónimo Otatitlán48 puede entenderse en su traducción literal como “lugar entre otates”, “en el jeroglífico que del nombre trae el Códice Mendoza49 está representado el lugar por una vara de bambú, en forma de cayado invertido (…) en realidad representa un otlatopilli, es decir, un báculo o bastón” ello ha llevado a desentrañar el profundo significado de Otatitlán como “lugar en donde se adora al dios de los mercaderes”.50 El otlatopilli era una de las principales representaciones de Yacatecuhtli, consistía en un “báculo de caña maciza” que se adoraba y se ornamentaba con papel amate y plumas como un dios; aquel báculo era llevado por los mercaderes cuando partían a alguna parte a tratar y durante sus ceremonias principales.51 Yacatecuhtli, por su parte, se compone de Yiacatl que significa “nariz” y tecuhtli “señor”, entendiéndose “el señor de la nariz”, “el que va por delante” o “el que guía”, lo que hace alusión a la función de espionaje que ejecutaban los mercaderes “para recoger información sobre las riquezas y posiciones estratégicas de territorios no ocupados”52. Se considera que Yacatecuhtli por ser una fusión de deidades tendría además atributos ligados a Quetzalcóatl. Se le concibe asociado a la cruz y a la agricultura por su larga nariz, que puede ser asimilada como el palo plantador y el bastón del comerciante, además de estar relacionado a Tláloc en su atributo de 47 De Sahagún, Fr. Bernardino. Historia general de las cosas de Nueva España. México, Porrúa, 1992. p 26-29. 48 El nombre del poblado “Otatitlán” fue seguramente impuesto por los comerciantes tenochcas, se desconoce su anterior denominación. 49 Véase la ilustración 1 en el anexo de ilustraciones. 50 Entre los mayas existe un dios homólogo, Ek Chuak, “El señor negro”. Aguirre Beltrán. op cit. p 159-160. 51 De Sahagún. op. cit. p 493-509 52 Winfield Capitaine, op. cit. p. 25-30 29 lluvia. Y es por todas estas características por las que surgieron las hipótesis que relacionan a esta deidad con el Cristo Negro de Otatitlán. Durante el final del periodo postclásico mesoamericano (900 d.C – 1500 d.C) Otatitlán era uno de los 7 señoríos nahuat53-popoloca de la cuenca del Papaloapan, único que se encontraba sobre la ribera del “rio mariposa”. En 1452 Moctecuhzoma Ilhuicamina, que estaba al frente del imperio de la Triple Alianza, sujetó los señoríos de Tuxtepec y Cosamaloapan; Otatitlán era entonces tributario de Tenochtitlan (cacao, hule, plumas, almagre, etc.). Las relaciones con el centro de poder configuraron al poblado como frontera en la ruta comercial que provenía del altiplano central54, y que concluía en su primer parte en Tochtepec (actualmente Tuxtepec, Oax.); este era el puerto fronterizo de intercambio y asiento de una colonia de ricos tratantes de esclavos, los cuales habían llegado originalmente de Tlatelolco. Allí estaba la puerta del territorio enemigo, la cual cruzaban rumbo a dos centros de intercambio del sur: Xilango y Xoconusco55, es decir, el Golfo de México y el área maya. Dentro de la dinámica comercial Otatitlán fungió como proveedor de cargadores (tamemes); es decir, aquí reclutaban tamemes los pochtecas antes de emprender su camino, pero en lo general el poblado no contaba con gran importancia regional. Se considera que desde entonces Otatitlán pudo ser sede de rituales ligados a la protección, por ser Santuario de Yacatecuhtli y muy cercano a Tuxtepec: (…) y si alguna vez los conocían a estos mercaderes mexicanos los naturales, los mataban, y así andaban con gran peligro y con gran miedo; y cuando ya venían, y salían de aquella provincia para venir a sutierra, venían con los mismos trajes, que entre aquella gente habían usado y en llegando a Tochtépec, donde eran tenidos en mucho, allí dejaban aquel traje y tomaban el traje mexicano, y allí los daban bezotes de ámbar, y orejeras y 53 Que no son los mismos que los nahuas de la región centro, Gonzalo Aguirre Beltrán distingue étnicamente a los nahuat como un grupo con influencia mexica, pero propio de la cuenca del Bajo Papaloapan. 54 Aguirre Beltrán. op. cit. p 161. 55 Chapman M., Anne. “Puertos de intercambio en Mesoamérica Prehispánica”. En: Acosta Saignes y Miguel León Portilla. El comercio en el México Prehispánico. México, Instituto Mexicano del Comercio Exterior, 1975. p 134. 30 mantas de maguey, tejidas como telas de cedazo, y les daban aventaderos y moscaderos hechos de plumas ricas, y también les daban unos báculos adornados con unas borlas de pluma amarilla de papagayos, con que venían por el camino hasta llegar a México. 56 Es necesario anotar que si bien eran los pochtecas quienes organizaban el comercio, necesitaban de una gran cantidad de trabajadores a su servicio, Otatitlán suministraba fuerza de trabajo para el transporte de las mercancías. Los tamemes o cargadores tenían condiciones de trabajo poco favorables, pues eran explotados en beneficio de los pochtecas. De hecho “hacían a estos miserables cargar todo el día y hasta dos o tres seguidos, sosteniendo el fardo en la espalda con cuerdas cruzadas sobre el pecho y con una gruesa banda de cuero en medio que pasaba sobre la cabeza a la frente, soportando así la carga de manera que al finalizar el viaje iban desangrándose por la frente, con la piel desollada o arrancada o con marcas en la cabeza”57. En esta organización del trabajo para el comercio vemos un punto importante de la relación con lo sagrado, si bien los pochtecas pudieron haber establecido a Otatitlán como localidad clave del culto a Yacatecuhtli, fue en tal caso el conjunto de personas relacionadas al comercio quienes colocaron a esta deidad en el imaginario como un protector. 1.2 La invasión española: el proceso colonial A la llegada de los españoles, la población de la cuenca del Papaloapan estaba sujeta al poderío del imperio de la Triple Alianza encabezada por los mexicas, relación que facilitó la penetración hispana y una rápida sujeción de las naciones indias. Bernal Díaz del Castillo informa que Gonzalo de Sandoval llegó en 1522 a Tuxtepec y ahí se enfrentó con la guarnición mexica, a quienes derrotó disponiéndose a controlar la zona, que le fue dada en encomienda. Cuando se instauró el poder virreinal, Otatitlán quedó bajo la jurisdicción civil del corregimiento de Cosamaloapan, que se creó en 1530 y en lo religioso perteneció a la diócesis de Oaxaca. El poblado fue nombrado San Andrés de Otatitlán y declarado República de Indios con sus tres agregados: Zacatixpan, 56 De Sahagún. op. cit. p 499. 57 Chapman M. op. cit. p 97-158. 31 Cacahuaxochitla y Teoatl58. Se sabe que en 1565 el poblado fue dado en encomienda por primera vez, pues se le otorgó a Juan Limpias Carvajal quien se mantuvo hasta 1597, año en que lo heredó a Fernando de Limpias Carvajal 59 Los datos más antiguos para Otatitlán en la época colonial los proporciona Francisco del Paso y Troncoso quien informa60 que en 1546 había en el pueblo 82 casas y sus tributarios daban 25 cargas de cacao, además de sembrar algodóny maíz y tener pesquerías en el rio Papaloapan y el –Estanque de Dios-. A su llegada los españoles se dieron cuenta no sólo de la riqueza natural de la cuenca, sino también de su importancia como puente para el comercio con otras regiones. Todo ello, aunado a las condiciones climáticas, hicieron orientar el perfil topográfico de la zona hacia el desarrollo de la ganadería y el comercio como principales actividades económicas durante la etapa colonial. Durante el siglo XVI a Otatitlán llegaban canoas repletas de mercancías procedentes de los puertos de Veracruz, Alvarado y Tlacotalpan, que eran comercializados e intercambiados por productos provenientes de la sierra de Oaxaca y la región del Istmo veracruzano. Para el siglo XVII Otatitlán era un punto central en el tráfico mercantil lo que le dio renovada importancia regional, gracias a la red fluvial se erigía como entramado natural del mercado interno. Como en muchas otras regiones, las condiciones de explotación a los indígenas61 en manos de encomenderos y corregidores, así como las enfermedades traídas del llamado Viejo Mundo mermaron a la población local, que para finales del siglo XVI presentó un importante decremento; en 1597 Fernando de Limpias Carvajal informa que en ese año tributaban 168 familias, mientras que para 1600 lo hacían solo 45.62 En un memorial los indígenas expresan al virrey que sufrían grandes abusos por parte de los colonizadores que 58 Báez-Jorge . Et. al. Devoción y creencia religiosa en el amanecer del tercer milenio. México, Gobierno del Estado de Veracruz, 2005. p 102. 59 Velasco Toro. “Cosmovisión…, p 68. 60 Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 72. apud. Francisco del Paso y Troncoso. Colección de Mendoza o Códice Mendocino, México, Innovación, 1980. 61 Utilizo el término indígena para denominar a la población originaria de esta región, aunque es necesario apuntar que tenían diversos orígenes étnicos. 62 Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 72. 32 los trataban como esclavos y no les proporcionaban alimentación alguna, por lo que “se trasladó a la población india al antiguo barrio de Cacahuaxochitla en donde permanecieron durante 80 años, hasta que una peste los obligó a regresar a Otatitlán para no abandonar el lugar jamás”63. La caída demográfica tuvo un efecto inmediato en la pérdida del control y ocupación de suelo y pesquerías por parte de los pueblos indígenas. La nueva colonización de “tierra caliente” tuvo como base el acaparamiento de territorio por parte de los colonizadores, y para sancionar la ocupación de esos espacios se instrumentaron tres procesos jurídicos interrelacionados: la concesión de sitios de pesquería y de mercedes ganaderas así como la congregación en pueblos de los indios sobrevivientes64. Con el paso del tiempo, bajo el proceso de dotación de mercedes de tierra para la cría de ganado mayor, se originaron grandes haciendas ganaderas de producción extensiva en la región, lo que a la larga impactaría la composición étnica de la localidad aunque la actividad ganadera no fue especialmente próspera. Debido al constante abuso de la fuerza del trabajo indígena, y a las quejas de los mismos ante las autoridades virreinales se prohibió el uso de tamemes para la carga; la medida fue efectiva a la introducción del ganado. “El caballo y la mula sustituyeron al sufrido tameme; dando origen al sistema de recuas que en combinación con el transporte de cabotaje cruzaban de norte a sur, y desde este a oeste la cuenca alta y baja del Papaloapan”65. La implantación de las estructuras coloniales produjo un efecto devastador sobre las poblaciones originales. Durante los tres siglos que duró la dominación de la Corona la región presentó baja densidad demográfica y en aquella nueva lógica externa “(…) las pocas comunidades originales sobrevivientes convivieron forzosamente y se mezclaron con las gentes venidas de Europa, África y Asia. Se 63 Ibid. p 72, apud, AGN, Mercedes: 208. 64 Velasco Toro. De la historia al mito…p 51. 65 Velasco Toro. De la historia al mito…, op. cit. p 58. 33 originó así desde finales del siglo XVI una población mestiza original y local, de ascendencia primordialmente indígena y africana.”66 Las actividades económicas demandaban la exportación de mano de obra y como respuesta los españoles introdujeron poblaciones traídas de África bajo el sistema esclavista:“la población negra se ocupó en las plantaciones azucareras, haciendas ganaderas y pesquerías.”67 Sin embargo, dicha información es de orden general, porque se desconoce la magnitud particular de este proceso en Otatitlán, pero, estableciendo relación con otros procesos similares en la cuenca baja del Papaloapan, podemos decir que la llegada de afrodescendientes a la cuenca fue mayoritariamente en situación de cimarronaje y no de esclavitud. Así que por estas razones la composición social de Otatitlán presentó variaciones importantísimas, pues también por este tiempo arribó población mazateca proveniente de Puctlancingo. La mezcla de negro e indio o apardamiento de la población se hará más notoria a mediados del siglo XVIII, es necesario decir que la formación de núcleos familiares entre las poblaciones provenientes de África fue muy difícil, pues cuando arribaban lo hacían en relación de dos hombres por una mujer, lo que los imposibilitaba en un inicio para reconstruir núcleos familiares de acuerdo a sus propios patrones culturales (polígamos), que era una práctica condenada por la Iglesia católica. Otra problemática a la que se enfrentaron fue la legislación del sistema esclavista, según la cual una mujer esclavizada heredaba dicha condición a sus hijos. Las poblaciones afromestizas se encontraban en constante contacto con los indígenas y, por ende, fue muy común el establecimiento de núcleos familiares entre hombres esclavizados y mujeres indígenas, que si bien en muchos aspectos eran oprimidas por el sistema colonial, tenían hijos libres. “De ahí se originó una 66 García de León, op. cit. p 20. 67 Velasco Toro. Et al. Santuario y Región … p 69-70. 34 mezcla constante de negros e indias, que dio nacimiento a una población mulata abundantísima, la población entonces y aun llamada jarocha.”68 En esta temporalidad se comienza a hablar del Sotavento como un área que abarca las jurisdicciones que correspondieron a provincias prehispánicas y las primeras jurisdicciones coloniales, se establece aquel como concepto náutico, que toma al puerto de Veracruz como región central y que divide hacia el norte la región que se nombró Barlovento y al sureste el llamado Sotavento.69 En esta época támbien se le sumó a buena parte del bajo Papaloapan población de origen francés70 dedicada al cultivo y procesamiento de algodón71. 1.3 La evangelización En el abrupto encuentro entre culturas, tanto los pueblos de tradición mesoamericana como los de tradición hispana y africana tuvieron que negociar sentidos y símbolos en búsqueda de un orden dinámico, aunque no podemos dejar de lado que dicha búsqueda se dio dentro de los supuestos del colonialismo y bajo los parámetros del dominio político que ostentaban los hispanos. Al instaurarse el virreinato los mecanismos de control tendieron hacia dos formas de ejecución del poder opresor, por un lado, la sujeción militar y , por otro, la penetración que ejecutaron las instituciones religiosas a través de la evangelización, con lo que se buscaba imponer la visión occidental del mundo a las poblaciones que se estaba invadiendo y esclavizando. Así el aseguramiento territorial, real y simbólico de la tierra estuvo también legitimado de manera imaginaria por la organización religiosa de la región, que siempre fue, por su clima y sus características sociales poco atractiva para las labores permanentes de evangelización, pues en un principio los límites de las jurisdicciones religiosas aparecían 68 Aguirre Beltrán. op. cit. p 94-95. 69 Véase anexo de ilustraciones. Costa de Sotavento Jurisdicciones coloniales. 70 Inmigrantes que también se ocuparon en la ganadería, el cultivo de caña de azúcar y el comercio. 71 Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p 70-71. 35 sobre extensos territorios que empalmaban sus pretensiones, aunque el acomodo de los obispados hacia dimensiones cada vez más reales fue poco a poco imponiéndose.72 La estrategia evangelizadora comenzó por imponer en cada localidad a un santo patrono o protector cristiano, al que se buscaba relacionar con los atributos numiosos de las deidades prehispánicas. De esta forma se pretendía igualar los actos de los dioses ancestrales a los hechos heroicos de los nuevos santos cristianos. Y con el paso del tiempo y el entrecruzamiento de distintas concepciones de lo sagrado, estos primeros intentos de sustitución se modificaron, en un proceso en que las poblaciones locales estaban participando activamente en la construcción de lo sagrado bajo el nuevo orden. En el caso de Otatitlán se impuso en un primer momento la figura de San Andrés apóstol a quien muy probablemente se le introdujo por ser pescador de oficio, pero posteriormente se adoptó a Cristo por su relación con la Cruz y en su asociación a la fertilidad, el sol y el árbol cósmico mesoamericano. Cabe señalar que esta relación entre la deidad y santo fue establecida desde la perspectiva de los cristianos, es decir, que en ocasiones se encontraron paralelismos, o se quisieron ver, según los atributos numiosos de dos representaciones de lo sagrado. En este proceso colonial de entrecruzamiento entre la cultura mesoamericana, el catolicismo y otras formas de religiosidad se conservó la representación simbólica mesoamericana de la dualidad. Es el caso del par agua- tierra siempre en simbiosis, una relación de opuestos complementarios. Velasco Toro identifica en el Papaloapan dos zonas diferenciadas y, a la vez, emparentadas del ámbito geográfico y simbólico. Es decir, por un lado, los sitios ubicados en área de inundación ligados a las diosas madres y la diosa Chalchiuhtlicue; emparentados con el ámbito húmedo, el nacimiento y lo frio, y los otros en terrenos elevados, con cubierta vegetal densa y suelo fértil, ligados a Tláloc y Quetzalcóatl en el ámbito de la germinación, el verdor y lo cálido. 72 García de León, op. cit. p 53. 36 El componente religioso católico que fue impuesto en un primer momento no siempre tuvo éxito, pues dependía también de su aceptación o rechazo. En el caso de los lugares acuíferos, en donde la protectora mesoamericana era Chalchiuhtlicue, las advocaciones de María terminaron prevaleciendo, así en Alvarado se adoptó a Nuestra Señora del Rosario, en Tlacotalpan a la Virgen de la Candelaria, y en Cosamaloapan a la Purísima Concepción. Sin embargo, en Ixamatlahuacan localidad de pescadores, Santiago Apóstol permaneció. En los lugares térreos se adoptó a Cristo; en Otatitlán a Jesús Crucificado y en Chacaltianguis al Padre Jesusito.73 El proceso de evangelización transcurrió con mayor eficacia con la llegada del Cristo Negro a Otatitlán, pues de algún modo se atendió a la necesidad de cristianizar en una misma región a pueblos de diversos orígenes étnicos. Según algunos datos en 1597 la imagen fue llevada al poblado para dar inicio a la construcción del templo bajo el plano de Manuel de Lémur. Más adelante analizaremos tales datos, por ahora sólo anotamos que fue en esta época que se desarrollaron en la región; las asociaciones del Cristo en la cruz con la fertilidad y el árbol de la vida.74 Ya en el siglo XVII, esta simbiosis terrenal y celeste, conformaba el ámbito “triunfal” de la Iglesia vencedora del mal, por lo que la Nueva España evidenció en la suntuosidad arquitectónica de sus catedrales e iglesias aquella pretensión de dominio. Los lienzos y esculturas de sus artistas sublimaron con escenas los sacros recintos y todas estas imágenes rivalizaban en suntuosidad y riqueza, poco a poco los recintos fueron siendo dotados de gran ostento. En el siglo XVII Otatitlán se consolidó como santuario siendo centro de una “región devocional”75 que se desarrolló de forma muy dinámica. Ciertamente el conjunto de personas que se relacionaba con dichos espaciosaún estaba profundamente diferenciado. Fungieron como motores de esta otra articulación de lo sagrado, la búsqueda de beneficios empíricos y utilitarios por parte de los 73 Velasco Toro. “Cosmovision…, Passim. 74 Velasco Toro. Et al. Santuario y Región…, p. 250-256. 75 Ibíd. passim. 37 devotos, así como de complejas dinámicas de poder en torno a este espacio privilegiado. Paralelo al proceso de imposición del catolicismo seguían actuando en el plano de lo religioso curanderos, brujos, rezanderos, etc., sin haber contradicción en ello pues aún más que el clero conservaban una importante presencia frente a un binomio como la salud y la enfermedad entre la sociedad indígena y afromestiza. La evangelización como proceso complejo se nutrió también de otras formas culturales como la música indígena (popoluca, nahuat, mixteca, zapoteca, etc.), española (andaluz) y de elementos afromestizos (vaqueros, milicianos y milperos). Precisamente el espacio de difusión del son jarocho y sus instrumentos coinciden con el intervalo de influencia de tres importantes santuarios del Sotavento que pudieron ser el crisol de estas expresiones musicales que dieron origen al son: Otatitlán y Mecatepec con sus Cristos negros y Catemaco con la Virgen del Carmen. 76 Hacia la segunda mitad del siglo XVII las autoridades virreinales y eclesiásticas decidieron congregar en Otatitlán a los mazatecos supervivientes del pueblo de Puctlancingo, quienes a consecuencia del descenso demográfico provocado por las epidemias del siglo anterior, se habían visto obligados a deshabitar la mayor parte de su señorío.77 El arribo histórico de mazatecos a Otatitlán está lleno de un profundo simbolismo, inclusive en la actualidad permanece en la memoria un relato que cuenta que hacia finales del siglo XVI, un 3 de mayo, la escultura de Cristo Crucificado fue encontrado por un matrimonio mazateco en Puctlancingo, a la orilla de un árbol de xuchitl. Este hecho fue comunicado al resto del pueblo y el Cristo se hizo objeto de veneración. Sin embargo, tiempo después y debido a la peste que había asolado el poblado, los sobrevivientes decidieron emigrar y llevar consigo la escultura. Así que navegaron rio abajo por el Papaloapan y, luego de un largo camino un remolino los llevó a la orilla derecha del río, justo donde se 76 Delgado Calderón, op. cit. p 77 Báez-Jorge. Et. al. Devoción…,. p 102-104. 38 encontraba Otatitlán, en donde la efigie fue desembarcada un 14 de septiembre de 1597. Entre 1777 y 1778 el obispo de Oaxaca, José Gregorio Alonso Ortigoza propuso la creación del curato de Otatitlán, decisión que fue aprobada por el gobierno virreinal, otorgándole el título de “Santuario del Santísimo Cristo de Otatitlán.”78 Por lo menos, a partir de 1779, se tiene el regristro de la existencia de una cofradía que llevaba el nombre del Cristo de Otatitlán79 con 600 cofrades inscritos, entre los que había zapotecos, chinantecos, mazatecos y cuicatecos, si pensamos en este complejo entramado étnico y social podemos notar que este medio sirvió como integrador frente a la diversidad cultural y territorial de la zona. El culto al Cristo Negro fungía ya como un aglutinador social y siguió fortaleciendo las relaciones comerciales en la región. La organización de la cofradía corría a cargo “indios caciques” y el cura párroco, en la cual ambos formaban parte de los grupos privilegiados en Otatitlán, dada la importancia religiosa que había adquirido el santuario. Durante el siglo XVIII se agudizó en Otatitlán un largo conflicto por límites y tierras con los vecinos de Tuxtepec. Por ejemplo se tiene noticia de una importante demanda contra los de Otatitlán en 1782 por invasión de tierras; este conflicto tenía su origen en la carencia de terrenos suficientes para la población indígena de ambas localidades, sobre todo porque esta tierra había sido acaparada por los colonizadores.80 El origen de la narración mítico-histórica que narra la llegada del Cristo Negro a Otatitlán puede rastrearse históricamente en esta etapa de constantes disputas por tierras entre la gente de Otatitlán y Tuxtepec; más adelante estos acontecimientos se abordaran con mayor detenimiento. 78 Velasco Toro. De la hitoria al mito…, p 93. 79 Winfield Capitaine, Fernando. “La cofradía del Cristo Negro en el siglo XVIII”, La palabra y el hombre. Universidad Veracruzana. no. 89, enero-marzo 1994. p 50-53. 80 Ibid. p 74-75. 39 La primera iglesia que se construyó para resguardar al Cristo fue de hechura bastante rustica madera y palma. Pero para 1780, por órdenes del entonces obispo de Oaxaca, se comenzó la construcción de un templo de mayor tamaño utilizando piedra de cal, ripio y ladrillo. No obstante la obra avanzó lentamente porque los recursos provenientes de limosnas y donaciones fueron utilizados para otros fines. Así, se reporta que en 1860 la obra seguía en el mismo estado inacabado. Para la primera década del siglo XIX, los recursos que se administraban en el Santuario eran cuantiosos por la importancia que éste estaba adquiriendo; la administración de tales se volvió un buen negocio. 1.4 De la conformación del municipio a la Guerra Cristera Al lanzarse el Plan de Iguala el 23 de febrero de 1821, se proclamó la independencia de la América Septentrional, iniciándose una nueva etapa para México como nación. Con la Constitución de 1824, el indio jurídicamente dejó de existir y, con ello, la propiedad comunal; el liberalismo mexicano basaba sus principios en la idea del ciudadano dotado de propiedad personal, por lo que los ataques a la propiedad comunal comenzaron al tiempo que México se constituía en una nación independiente. En 1826, en Veracruz, favoreciendo a los hacendados y especuladores, se aprobó “El repartimiento de terrenos indígenas y baldíos.” El despojo vendría a complementarse en 1856 con la Ley Lerdo o la desamortización eclesiástica y civil, que aceleró procesos económicos y políticos que fueron base del capitalismo moderno, cuya primera fase se consolidó durante el porfiriato.81 En 1824, Veracruz se elevó a la calidad de Estado y para 1825 la entidad se dividió en doce cantones que se sujetaban a cuatro departamentos. De esta forma, Otatitlán ya como municipio fue parte del cantón de Cosamaloapan y del departamento de Orizaba, permaneciendo así hasta 1917.82 Para esta etapa, la 81 Velasco Toro, José.”Desamortización civil y resistencia india en México y Veracruz: de la Independencia a la Reforma” Anuario. Centro de Investigaciones Históricas, Instituto de Investigaciones Humanísticas, Universidad Veracruzana. Vol. VIII, 1992, p. 56 82 Velasco Toro. Et al.Santuario y Región…. p. 81. 49 economía de Otatitlán estaba basada en la producción de maíz, frijol, algodón, arroz y pesca; también se contaba con un par de fábricas de aguardiente de caña y trapiches de hacer panela. En cuanto a las vías de comunicación, se siguió utilizando el transporte por río fluvial, al igual que algunos caminos. Se tiene noticia de que el día 14 de Septiembre de 1838 se trasladó al Cristo Negro al pueblo de Chacaltianguis por orden del entonces obispo de Antequera, Oax., y que se regresó a Otatitlán un 14 de Septiembre de 1840, gracias a la petición de peregrinos de Córdoba y Orizaba. Fue el padre José Blanco quien reinstaló la imagen, murió poco tiempo después y fue sepultado frente al altar del Sagrado Corazón. Los años de 1860 y 1861 fueron marcados por diversos desastres naturales: inundaciones y ciclones que provocaron pérdidas significativas en cultivos y ganadería. Dichos fenómenos provocaron que numerosos pobladores emigraran hacia Oaxaca regresando alrededor del último tercio del siglo XIX en que se intensificó el cultivo de caña, al tiempo que el algodón alcanzaba
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