Logo Studenta

Megaproyectos-urbanos-a-partir-de-la-segunda-mitad-del-siglo-XX-sus-implicaciones-sociales-y-polticas-en-la-Ciudad-de-Mexico

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
FACULTAD DE ARQUITECTURA 
LICENCIATURA EN URBANISMO 
 
 
 
 
MEGAPROYECTOS URBANOS A PARTIR DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO 
XX, SUS IMPLICACIONES SOCIALES Y POLÍTICAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO. 
Tesis que, para obtener el título de URBANISTA, presenta: 
Ignacio Bernabe Galván 
Asesor: 
Dr. Héctor Quiroz Rothe 
Sinodales: 
Mtra. Erika A. Alcantar García 
Mtro. Mario Enrique Reyes Pérez 
Dra. Pamela I. Castro Suárez 
Urb. Laura Jaloma López 
 
 
Ciudad Universitaria, Cd. Mx., 2019 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
2 
 
Agradecimientos 
 
A todos ustedes, que estuvieron, están, y seguirán estando conmigo. 
Siempre gracias. 
 
3 
 
Contenido 
1. Introducción ...................................................................................................... 5 
1.1 Marco teórico y modelo analítico. ............................................................... 8 
1.2 Objetivos ...................................................................................................... 14 
1.3 Hipótesis ...................................................................................................... 15 
1.4 Definiciones de megaproyectos, sus orígenes y evoluciones. ..................... 16 
1.4.1 Breve historia del concepto ................................................................... 16 
1.4.2 La discusión en la literatura ................................................................... 17 
1.4.3 La discusión pública .............................................................................. 20 
2. Megaproyectos de la “Estrategia modernizadora” en la Ciudad de México 
(1945-1973) ........................................................................................................... 23 
2.1 El desarrollo urbano durante el periodo modernizador. ............................... 26 
2.2 La Ciudad de México durante el periodo modernizador............................... 32 
2.3 Caracterización de los megaproyectos del periodo modernizador. ............. 39 
2.3.1 La Ciudad Universitaria (CU) ............................................................. 43 
2.3.2 Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco ................................................... 49 
3. Megaproyectos de la “Estrategia redistributiva” o de transición en la Ciudad de 
México. (1973-1982) ............................................................................................. 57 
3.1 El desarrollo urbano durante el periodo redistributivo. ................................. 59 
3.2 La ciudad de México durante la etapa redistributiva, o de transición. .......... 63 
4 
 
3.3 Caracterización de los megaproyectos del periodo redistributivo, o de 
transición. .......................................................................................................... 69 
3.3.1 Los Ejes Viales ...................................................................................... 76 
3.3.2 La Central de Abasto ............................................................................. 81 
4. Megaproyectos de la “Estrategia neoliberal” en la Ciudad de México (desde 
1983) ..................................................................................................................... 86 
4.2 La planeación urbana del periodo neoliberal. .............................................. 90 
4.3 La Ciudad de México durante el periodo neoliberal. .................................... 97 
4.3 Caracterización de los megaproyectos del periodo neoliberal. .................. 107 
4.3.1 Santa Fe .......................................................................................... 112 
4.3.1 La zona conocida como Granadas o “Nuevo Polanco ........................ 118 
5. Conclusiones generales. .............................................................................. 130 
6. Bibliografía ................................................................................................... 139 
 
5 
 
1. Introducción 
Los grandes proyectos urbanos, usualmente denominados “megaproyectos”, no son 
una novedad en el contexto latinoamericano, ni para la Ciudad de México en 
particular. Históricamente, los grandes proyectos inmobiliarios o de revitalización 
urbana1 han generado grupos de oposición desde distintos ámbitos y con distintos 
grados de influencia. Dadas las características de complejidad del territorio urbano, 
una irrupción de tal magnitud se contrapone a los intereses de terceros, sean estos 
los residentes y la actividad económica local, las condiciones medioambientales. En 
años recientes, la gestión urbana de la Ciudad de México ha estado influenciada en 
un grado considerable, a partir de la aparición de grandes intervenciones urbanas, 
con distintos fines, producto del capital privado, y facilitado por el marco regulatorio 
local. Este tipo de proyectos, se justifican en el discurso dominante, bajo conceptos 
como la “competitividad urbana”2, y, sin embargo, han tenido como resultado un 
incremento sustancial en procesos como la desigualdad y exclusión social. 
De manera particular, los grandes proyectos urbanos idealmente se deben 
considerar en el proceso de planificación y diseño del proyecto de ciudad, sin 
embargo, y como se verá más adelante, los anteriores paradigmas urbanos y sus 
 
1 La revitalización urbana implica crecimiento, progreso, y la inserción de nuevas actividades en 
ciudades o zonas urbanas estancadas o en proceso de obsolescencia que ya no son atractivas para 
los inversionistas ni los hogares de clase media. Típicamente, la revitalización urbana involucra 
inversiones para remodelar o reconstruir partes del entorno urbano para alojar actividades de mayor 
rentabilidad y mayores oportunidades de consumo, particularmente comercio minorista (en inglés 
“retail”) y vivienda para las clases medias y acomodadas. (Holcomb & Beauregard, 1981) 
2 “El concepto de competitividad urbana alude a la capacidad de una ciudad para insertarse en los 
mercados nacional y foráneos, y su relación con el crecimiento económico local y el incremento en 
la calidad de vida de sus residentes” (Sobrino, 2005) 
6 
 
promotores, llevaban a cabo obras con grandes repercusiones en el territorio donde 
fueron insertados, prácticamente con libertad absoluta y de manera impositiva. Esta 
forma de incidir en el espacio urbano no tiene cabida en un contexto donde la 
sociedad se encuentra organizada para presentar oposición a las imposiciones 
gubernamentales, empresariales o de otro tipo que violenten su derecho a la 
ciudad3. 
A lo largo de las últimas dos décadas, el éxito de las políticas de desarrollo urbano 
ha estado asociado a grandes obras o ambiciosos proyectos urbanos. El éxito de 
éstos comúnmente es medido por indicadores cuantitativos, tales como el número 
de nuevos proyectos inmobiliarios generados, la reducción del déficit de vivienda, la 
proporción de áreas verdes o dotación vial medida en kilómetros pavimentados y la 
reducción de los tiempos de viajes, entre otros. Sin embargo, conforme se 
desarrollan nuevos proyectos a gran escala en la Ciudad de México, tanto de 
inversión privada como mixta (Asociaciones Público-Privadas), los ciudadanosque 
han visto amenazada su calidad de vida se han incrementado en número y hoy 
buscan, a través de medios legales, y de la opinión pública, que se les tome en 
cuenta en el proceso del desarrollo urbano. Estos grupos buscan evidenciar la 
opacidad con la que han actuado las instituciones del gobierno local, en pos de 
facilitar la inversión privada a partir de desarrollos orientados por la búsqueda de 
 
3 El derecho a la ciudad se define como “el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los 
principios de sustentabilidad y justicia social. Y comprendido como un derecho colectivo de los 
habitantes de las ciudades, en especial de los grupos vulnerables y desfavorecidos, que les confiere 
la legitimidad de acción y de organización, basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de 
alcanzar el pleno ejercicio del derecho a un patrón de vida adecuado.” (Carta Mundial por el Derecho 
a la Ciudad, 2013) 
7 
 
rentabilidad económica, y mediante el discurso del desarrollo integrador, que busca 
cumplir el paradigma urbano de ciudades funcionales, sustentables y bellas. Ha 
surgido entonces, una creciente oposición ciudadana, del que provienen 
movimientos vecinales muy activos, los cuales fungen activamente como resistencia 
a los procesos de gestión que resultan en este tipo de intervenciones urbanas. 
Además, dichos grupos denuncian constantemente lo que interpretan como 
procesos clientelares, en donde existe colusión entre los actores público y privado 
del desarrollo urbano local. Cabe mencionar que, en las últimas décadas, estas 
movilizaciones, son los sectores de clase media y no las clases populares, las que 
se han organizado en defensa de lo que consideran una afrenta a sus derechos, y 
un potencial riesgo a su patrimonio inmobiliario, y a la calidad de vida de sus 
vecindarios. 
El presente proyecto de investigación abordará el concepto mismo de 
megaproyectos urbanos, el cual, se ha venido utilizando indiscriminadamente en 
medios de comunicación, en el actual discurso político de candidatos, gobernantes 
y legisladores, y por organizaciones ciudadanas que se oponen a este tipo de 
intervenciones; es en realidad un término bastante vago y difícil de abarcar en una 
definición única. 
De manera que, aunado a este intento de definir, o al menos acotar, a qué nos 
referimos cuando hablamos de un megaproyecto urbano, el presente trabajo, 
presenta un recuento histórico de distintos ejemplos localizados en la Ciudad de 
México. Estos son expresión material de distintas políticas económicas, sociales y 
8 
 
culturales, a partir de los cuales se desarrollaron distintas estrategias para abordar 
los problemas urbanos, y configuraron el desarrollo urbano de la capital. 
Por último, y a partir del análisis histórico de cada uno de los modelos identificados, 
se hace un breve resumen, a manera de conclusión, de los que podrían ser, de 
manera general, los principales beneficios y problemáticas derivados de la 
implementación estratégica de los megaproyectos, en el contexto reciente de la 
Ciudad de México. En dicho análisis se reconoce o que, aunque los megaproyectos 
se encuentran inmersos en las contradicciones del neoliberalismo y las premisas de 
la planeación estratégica, estos permanecen como una de las principales 
herramientas con la que las ciudades buscan generar ventajas competitivas para 
posicionarse en el contexto global. 
1.1 Marco teórico y modelo analítico. 
La estructura del presente trabajo de investigación toma como base la propuesta 
analítica de Burgess & Carmona (2001) en la que se hace una revisión histórica de 
la implementación de grandes proyectos urbanos alrededor del mundo, a partir de 
distintas políticas económicas y de desarrollo urbano, predominantes en la segunda 
mitad del siglo XX. Los autores encuentran similitudes importantes entre varios 
proyectos en distintas latitudes enfocándose particularmente en ciudades de países 
considerados en vías de desarrollo, concluyendo que la implementación de políticas 
de desarrollo urbano derivadas de modelos cuyo origen está en naciones con 
mayores índices de desarrollo, no se han traducido en una disminución de los 
procesos de desigualdad y segregación socio espacial, aunque han tenido un éxito 
moderado en indicadores como la provisión de vivienda, acceso a centros de 
9 
 
empleo, además de haber generado cambios sustanciales en los procesos de 
gestión del desarrollo urbano. 
Su análisis se estructura a partir de las principales estrategias de desarrollo 
identificadas por la ciencia política y económica, las cuales van desde las doctrinas 
mercantilistas hasta la gran variedad de teorías modernas, que se han ido 
desarrollando conforme evolucionan los planteamientos y posturas dominantes 
sobre lo que el Estado debe, o no, asumir y desempeñar. 
En dicho análisis se distinguen claramente tres estrategias de desarrollo, 
características de la segunda mitad del siglo XX. La primera, denominada la 
“Estrategia Modernizadora” que predominó en las diferentes aproximaciones del 
desarrollo urbano entre 1940 y 1970; en segundo lugar, un corto periodo de 
transición al Estado neoliberal, consistente en la implementación de la “Estrategia 
Redistributiva”, predominante desde principios de los años setenta a mediados de 
los años ochenta, y en tercer lugar, la “Estrategia Neoliberal” que se ha consolidado 
como dominante en el presente siglo, y que sin embargo está siendo seriamente 
cuestionada por sus efectos en materia ambiental y social. (ibid.) 
A partir de lo anterior, se busca presentar un breve recuento histórico de dichos 
modelos presentando sus principales características y objetivos en materia de 
planeación como instrumento del desarrollo económico y social; de una síntesis del 
contexto global y local por el que transitaban de manera general las naciones 
occidentales u occidentalizadas, y en específico el caso de México. Además, se 
presentan ejemplos clave de megaproyectos construidos en la Ciudad de México, 
10 
 
que son producto de cada una de las etapas identificadas, y que representan varios 
de los principios, prácticas y contradicciones de cada uno de estos modelos. 
México tiene más de 30 años (desde 1983), siguiendo los postulados del 
neoliberalismo o el “crecimiento hacia afuera”, el cual desplazó a las políticas 
económicas de sustitución de importaciones, características del Estado de bienestar 
en México y América Latina. Ambas estrategias de crecimiento se sustentan en 
concepciones diferentes sobre las funciones del Estado, ya que entre 1950 y 1982, 
la estrategia económica se basó en la intervención estatal, y la estrategia económica 
neoliberal retoma (de manera muy general) la vieja doctrina liberal del Estado con 
funciones mínimas.4 
Recapitulando de manera breve el surgimiento de ambas políticas económicas, es 
posible afirmar que la perspectiva de un Estado con funciones mínimas se relaciona 
de manera directa con la obra de Adam Smith (1723-1790), quien se preocupó, más 
que nada por entender la mejor forma en que una nación podía incrementar su 
riqueza; posteriormente, David Ricardo (1722-1832), desarrolló una teoría sobre la 
renta de la tierra y la teoría del libre comercio basado en las ventajas comparativas. 
El enfoque económico en el que se engloban ambos teóricos (Jeannot, 2000) se ha 
denominado “clásico”, y sus ideas fueron el paradigma sobre el cual se basó la 
revolución industrial en países como Inglaterra. Posteriormente, Alfred Marshall 
 
4 A partir de la década de 1980, varias naciones industrializadas comenzaron a implementar políticas 
de reducción del aparato estatal, recomendadas por economistas como Milton Friedman. En 
Inglaterra “thatcherismo” pretendía minimizar el papel del estado, promover la baja inflación y el libre 
mercado a través de un estricto controlde la oferta monetaria, las privatizaciones y las limitaciones 
en el movimiento obrero. A menudo es comparado con la llamada “Reaganomía” en Estados Unidos, 
que siguió políticas similares. (Biddiss, 1987) 
11 
 
(1842–1924), fue reconocido por retomar estas ideas, para explicar el 
funcionamiento de un orden construido en torno a la empresa competitiva en 
ausencia de intervención estatal, en el pensamiento económico denominado 
Neoclasicismo. Según lo que plantea este modelo de pensamiento, existen 
situaciones en las cuales se justifica la intervención neutra del Estado para corregir 
las fallas del mercado. Sin embargo, la depresión económica de finales de la 
segunda década del siglo XX (conocida en Estados Unidos como crisis del 29), puso 
en evidencia las limitaciones del análisis neoclásico, posibilitando así el desarrollo 
de una nueva teoría que sentaría las bases para un nuevo paradigma de las ideas 
económicas y su implementación: la teoría de Keynes. (Ibid.) 
 La propuesta esencial de Keynes fue la aplicación de una política basada en el 
gasto público a partir de la deuda, sentando las bases para conceptos como la 
macroeconomía y la contabilidad nacional, que persisten hasta nuestros días. Es 
por ello que el llamado modelo Keynesiano de intervención estatal es identificado 
como el principal detonador del Estado de bienestar, el cual experimentó varias 
crisis, ya que mientras las demandas de bienestar se incrementaban, también lo 
hacia el gasto social, lo que derivó en una crisis fiscal. Al mismo tiempo, existieron 
límites importantes a la recaudación de impuestos (crisis financiera); instituciones 
públicas grandes que experimentaban problemas propios de su gran tamaño, 
rigidez, burocratización y problemas de corrupción, todo en un contexto de 
estancamiento económico, que dificultaba el crecimiento del ingreso nacional. 
(Vázquez, 2000) 
12 
 
Fue a partir de un incremento en los precios del petróleo, que en 1973 se produjo 
una crisis global del sistema capitalista. Y es entonces cuando se comienza a ver 
como la principal causa de esta crisis, la existencia de un “supragobierno” sobre el 
que se sustenta un gran centralismo, una excesiva burocratización y 
reglamentación, lo cual supone un límite a la libertad de elegir de los individuos 
(Friedman, 1980). La implementación del neoliberalismo en América Latina fue 
entonces, la respuesta al desgaste del modelo del estado interventor. 
De manera que, esta forma de liberalismo económico se ha vuelto el paradigma 
dominante en América Latina y, desde luego, en México, donde se han 
implementado políticas basadas en sus diagnósticos desde hace tres décadas, 
hasta ahora con pocas intenciones de modificar su rumbo. A partir del desarrollo de 
estas teorías que reflejan distintas concepciones de Estado, y con marcadas 
diferencias respecto a lo que se puede resolver a partir del mercado, se identificaron 
tres etapas históricas para el caso de México, las cuales estructuran el análisis 
realizado al proceso de desarrollo urbano de la Ciudad de México, y la gestión e 
implementación de megaproyectos urbanos. 
En lo que concierne a los conceptos centrales de “megaproyectos”, y al estudio de 
estos, se retoma el trabajo Mario Lungo, investigador del Lincoln Institute of Land 
Policy (Lungo 1992, 2002, 2004), quien comenzó a describir procesos de 
transformación urbana a partir de megaproyectos en América Latina a principios de 
la década pasada. En su obra se reconoce que el concepto de megaproyecto es 
una “noción polisémica, pero se puede entender como el hecho de articular una 
estrategia fuerte alrededor de apuestas urbanas y socioeconómicas de gran 
13 
 
dimensión y larga duración que inciden en el desarrollo de una ciudad construido 
socialmente”, diferenciando este concepto de otros que más bien son acciones 
urbanas específicas proyectos arquitectónicos de gran dimensión o proyectos de 
ciudad. 
Además, se retoma la obra de José María Ezquiaga (Ezquiaga, 2001), quien 
clasifica los grandes proyectos urbanos en tres generaciones claramente 
identificables con las tres estrategias de desarrollo abordadas en el análisis de 
(Burgess & Carmona, 2001). Este autor caracteriza los grandes proyectos urbanos 
de primera generación por basarse en la construcción de grandes infraestructuras 
o servicios urbanos, basados en el protagonismo del poder público o estatal; 
identifica una segunda generación de grandes proyectos que diversificaron sus 
objetos de intervención, conformando nuevas centralidades, e incorporando al 
sector privado en su gestión; y concluye con una tercera generación que consiste 
en proyectos que se orientan a la atención del espacio metropolitano, o bien a la 
recuperación de centros históricos o la periferia interna. 
De manera paralela, el análisis propuesto para distintos modelos de grandes 
proyectos urbanos, a partir de las necesidades urbanas que buscaban solucionar, y 
la capacidad de las autoridades o promotores en turno de implementarlos, se 
estructura, parcialmente, a partir del Modelo de Vertientes Múltiples, propuesto por 
(Kingdon, 1984) , y recientemente aplicado al estudio de megaproyectos en América 
Latina, por Carlos Domínguez, profesor investigador del Instituto Mora (Domínguez, 
2015). 
14 
 
Dicho modelo de análisis estudia la manera cómo ciertos temas, y no otros, se 
posicionan en la agenda gubernamental y se mantienen en la agenda de decisiones 
para luego ser instrumentados. La principal premisa del modelo sostiene que un 
tema solo logra entrar en la agenda cuando tres cosas coinciden en el tiempo: 1) 
Cuando hay un problema, 2) Cuando hay una alternativa de solución, y 3) Cuando 
hay alguien que está dispuesto a promover dicha solución. (Ibid.) Cada una de las 
estrategias de desarrollo, a partir de las cuales surge un modelo de megaproyecto 
urbano, posee características que pueden analizarse a partir de este modelo, y que 
se expresan en cada uno de los grandes proyectos urbanos utilizados para 
ejemplificar el desarrollo urbano de los tres momentos históricos. 
1.2 Objetivos 
El principal objetivo de esta investigación fue: 
• Analizar los efectos de las distintas concepciones del rol del Estado y su 
intervención en la planeación urbana, que se materializa en forma de 
megaproyectos. 
Los objetivos específicos fueron: 
• Analizar las políticas de desarrollo urbano de la Ciudad de México a partir de 
la segunda mitad del siglo XX que permitieron la construcción de 
megaproyectos urbanos. 
• Caracterizar los megaproyectos de la Ciudad de México, a partir de las 
soluciones propuestas para los principales problemas urbanos de tres 
15 
 
periodos identificados por importantes cambios políticos, económicos y 
sociales. 
• Realizar una comparación de los megaproyectos de los tres periodos 
analizados, para evaluar las recientes políticas de desarrollo urbano de la 
capital, y la evolución en el tiempo de las grandes intervenciones urbanas. 
1.3 Pregunta de investigación 
Los megaproyectos urbanos de la Ciudad de México, desde de la segunda mitad 
del siglo XX, han surgido de políticas económicas y enfoques de planeación que 
buscan dar solución a las más apremiantes problemáticas urbanas, echando mano 
de un entramado de instrumentos que se han considerado los más avanzados en 
cada modelo. Partiendo de lo anterior, la pregunta que motivó y rigió esta 
investigación fue ¿De qué manera ha evolucionado la implementación de 
megaproyectos urbanos en la Ciudad de México, considerando los cambios 
políticos, económicos y sociales que se dieron en cada momento histórico 
identificado? 
También se plantearon otros cuestionamientos derivados de la pregunta principal 
como ¿Cuáles son los principales logros y contradicciones del surgimiento de estos 
proyectos? Y, a partir del análisis comparativo entre los modelos identificados ¿qué 
prácticas y objetivos han permanecidoy cuáles se han modificado en materia de 
implementación de grandes proyectos urbanísticos? 
16 
 
1.4 Definiciones de megaproyectos, sus orígenes y evoluciones. 
1.4.1 Breve historia del concepto 
A lo largo de la historia han existido transformaciones de los espacios urbanos de 
mayor envergadura y con mayores afectaciones en todos los aspectos de la vida 
urbana, en comparación con los megaproyectos a los que hace referencia este 
trabajo. Algunos ejemplos notorios son anteriores al siglo XX, como la 
transformación de París durante el Segundo Imperio, a manos de Napoleón III y 
ejecutada por el Barón de Haussmann, o el ensanche de Barcelona con el 
denominado Plan Cerdá. En el caso de México, las obras de modernización urbana 
emprendidas durante el Porfiriato, las cuales buscaron traer los últimos avances 
que, en materia de servicios urbanos, ya se extendían por amplias regiones de 
Europa occidental y Norteamérica, como el drenaje sanitario, las redes de 
electricidad y agua corriente, todo acompañado de un proyecto de embellecimiento 
urbano, que pretendía adornar la capital mexicana con imponentes monumentos, 
bulevares amplios, y parques urbanos enmarcados en un lenguaje urbanístico y 
arquitectónico que recreaba las más recientes tendencias europeas. Este tipo de 
intervenciones anteceden al concepto de proyecto urbano que este trabajo busca 
abordar, e incluso al concepto actual de urbanismo, pero sin duda comparten 
algunas características comunes con las intervenciones urbanas contemporáneas. 
Para abordar los megaproyectos a partir de la segunda mitad del siglo XX, es 
pertinente definir a qué tipo de proyectos urbanos se hace referencia, de igual 
manera resulta indispensable aclarar por qué este proyecto de investigación opta 
por la utilización de este término, y no otros como “grandes proyectos urbanos” o 
17 
 
simplemente “proyectos de escala urbana” utilizados indistintamente en la 
bibliografía consultada para referirse al mismo concepto.5 
1.4.2 La discusión en la literatura 
Tratando de encontrar una definición al concepto de megaproyectos, a lo largo de 
las últimas décadas se pueden encontrar varias intervenciones de gran escala que 
podrían definirse bajo este término, no solo en México, sino en América Latina. Es 
difícil encontrar una conceptualización específica sobre éstos que ayude a 
establecer una definición clara que pueda ser utilizada de manera indistinta para 
todas las grandes operaciones urbanas a lo largo de la historia reciente; y aún más 
cuando se intenta encontrar una definición que abarque intervenciones urbanas de 
distintos contextos y periodos. Sin embargo, debido a que la lógica del 
neoliberalismo y el surgimiento de la planificación estratégica han orientado la 
práctica urbana a la implementación de este tipo de emprendimientos, 
recientemente se ha comenzado a abordar el tema como un objeto de estudio en sí 
mismo. (Domínguez, 2015). 
Pero antes incluso de hablar de grandes proyectos urbanos, es necesario 
remontarse al concepto mismo de proyecto urbano. Noción que comienza a 
implementarse y analizarse como fenómeno en Europa durante los años setenta, 
asociada a las contradicciones existentes entre los proyectos arquitectónicos de 
 
5 Véase (Ezquiaga, 2001), (Burgess & Carmona, 2001), (Lungo, 2005) 
18 
 
gran dimensión y los planes urbanos, que no se limitaban a los aspectos espaciales 
(Lungo, 2005). 
El concepto evolucionó junto con las tendencias de la economía y el pensamiento 
globales de la segunda mitad del siglo XX. Su estudio adquirió mayor relevancia a 
principios del presente siglo, ya que el enfoque del desarrollo urbano, (primero en 
Europa Occidental y EEUU, y posteriormente en América Latina) ha buscado 
integrar cada vez más los postulados teóricos del neoliberalismo económico, 
mismos que implican una reducción de la participación estatal en todos los ámbitos, 
al tiempo que el libre mercado suple buena parte de las funciones que el Estado 
cedió. (Ibid.) 
Estos proyectos pueden ser la rehabilitación de centros históricos; la construcción 
de sistemas de transporte público, el reciclamiento de zonas industriales, militares, 
ferroviarias, portuarias, aeroportuarias, etc.; la renovación de grandes áreas de 
vivienda degradada; la construcción de nuevas zonas turísticas o recreativas, etc. 
(Lecroart & Palisse, 2007) 
A esta diversidad se agregan los problemas de la definición de la escala y la 
multiplicidad de actores presentes que caracterizan este tipo de proyectos urbanos. 
Además, de acuerdo con la bibliografía revisada, existen amplias diferencias en su 
concepción en América Latina y Europa occidental, con relación a Estados Unidos. 
lo cual incide directamente en la forma en la se abordan para su estudio. Mientras 
que en EEUU la discusión se centra en las grandes construcciones de 
infraestructura urbana (Altshuler & Luberoff, 2003), en América Latina y Europa se 
incluyen intervenciones urbanas de muy distinto tipo y con diferentes objetivos, pero 
19 
 
con un carácter tendiente a la regeneración de zonas degradadas en el largo plazo, 
y suele tratarse de proyectos considerados “emblemáticos” (los Docklands de 
Londres, la Defense en París, o Puerto Madero, en Buenos Aires, por poner algunos 
ejemplos muy conocidos). En esta diversidad encontramos factores determinantes 
y lógicas de actuación muy diferentes que obedecen a la compleja heterogeneidad 
de los intereses presentes. 
Aunque la escala física es una condición necesaria, algunos autores (Lungo 1992, 
2002, 2004) (Domínguez, 2015), consideran que la frontera entre un proyecto y 
megaproyecto urbano radica en la complejidad económica y social, lo que introduce 
mayores problemas a un intento de construir una tipología de grandes proyectos 
urbanos, o de construir indicadores para su análisis. 
La noción de megaproyecto es conveniente para designar un amplio rango de 
realidades. No obstante, un proyecto puede ser “mega” o de gran escala en varios 
ámbitos simultáneos; o bien tener distintas consideraciones de escala, dependiendo 
de cómo se realice la aproximación a cada caso específico. Asimismo, puede ser 
considerado “mega” por las expectativas que le atribuyen sus promotores desde los 
objetivos que busca cumplir (cantidad de empleos, rentas urbanas o habitantes 
proyectados), por la cantidad de recursos involucrados (inversión, compromisos 
económicos adquiridos por promotores públicos y privados), e incluso por factores 
relativos a su mediatización, como su uso para albergar eventos de gran magnitud 
etcétera. 
Otra definición, más acotada, se encuentra en (Villarreal Martínez, 2014) quien les 
define como “un conjunto de edificaciones, infraestructura y equipamiento que han 
20 
 
sido orientados a la operación o actividades a nivel metropolitano o regional, con 
capacidad para generar a gran escala impactos de orden no sólo técnico-
urbanístico, sino también económicos, sociales y ambientales en la estructura 
urbana” a partir de lo propuesto por (Hall, 1990; Olds, 1995). 
 
1.4.3 La discusión pública 
En el contexto reciente6, las principales organizaciones vecinales de la Ciudad de 
México, en conjunto con los medios de comunicación locales, han utilizado el 
término “megaproyecto” de manera indiscriminada para referirse a grandes 
intervenciones territoriales, en su mayoría de origen exclusivamente privado, que, 
desde su enfoque, vulneran los derechos de los habitantes de las zonas inmediatas 
a donde se insertan. En respuesta, diversos actores de la ciudad han retomado este 
concepto, utilizándolo como parte del discurso político que busca atraer a un grupo 
ciudadano que se manifiesta en clara oposición a este fenómeno. Aunque ninguno 
de estos actores repara en la utilización del término, sin duda existe un consenso 
tácito respecto a lo que se refiere. El prefijo “mega”es utilizado con una connotación 
claramente negativa desde estos grupos, y reafirmada por los medios de 
comunicación local7, en los que se le denomina megaproyecto a todo lo que se 
encuentra entre una intervención multisectorial de inversión mixta, que ocupa una 
 
6 A partir de la entrada en vigor de la Ley de Desarrollo Urbano del Distrito Federal, aprobada en 
2010, en la que se incorporaron instrumentos que facilitan la implementación de este tipo de 
proyectos. 
7 Véase artículo: “Megaproyectos, sin interlocución ciudadana y con planeación caduca. La Jornada, 
3 de enero de 2016. https://www.jornada.com.mx/2016/01/03/capital/022n1cap 
21 
 
superficie de numerosas hectáreas y con un escenario prospectivo a largo plazo8 y 
un proyecto habitacional en altura que sobrepase cierto número de niveles 
construidos. 
El término megaproyecto, también es utilizado por grupos vecinales y activistas en 
redes sociales, para denunciar proyectos que, asumen, violan la normatividad 
urbana vigente, y suponen un riesgo para su patrimonio, pues su construcción 
significa una inevitable disminución en la disponibilidad de agua potable y otros 
servicios públicos debido a la cantidad de viviendas u oficinas que pretenden 
albergar, lo que generaría complicaciones en materia de movilidad. 
 
8 Un ejemplo, puede ser el caso de la zona conocida como “Granadas” que abarca varias colonias 
de la Delegación Miguel Hidalgo, anteriormente ocupadas por actividades industriales y que en la 
última década, gracias a un proyecto de inversión privada, en conjunto con una política de 
flexibilización de la normatividad urbana por parte de la autoridad local, se ha transformado en una 
zona que concentra numerosos edificios corporativos, museos, y un número muy significativo de 
proyectos habitacionales multifamiliares de nivel residencial medio alto, en una zona de la Ciudad 
de México cercana y conectada a los principales corredores financieros de la capital. 
22 
 
 
Por todo lo anterior, el término “megaproyecto”, tan difundido, pero con una 
acepción tan vaga, será el que se habrá de utilizar en adelante en el presente 
trabajo, a fin de echar mano del discurso que por un lado utilizan los detractores de 
las intervenciones neoliberales, y que, por otro, se ha comenzado a utilizar en 
discursos políticos, mercadotecnia inmobiliaria e incluso terminología jurídica.9 En 
resumen, la palabra megaproyecto, en su uso cotidiano y no necesariamente 
coloquial, abarca un espectro amplio de intervenciones en el territorio. 
 
9 Véase: “Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos relacionados con proyectos 
de desarrollo e infraestructura.” (Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2014) 
Imagen 1. Asociaciones vecinales manifiestan su oposición a “Megaproyectos” de una empresa privada. 
Durante su campaña, Claudia Sheinbaum (Jefa de Gobierno 2018-2024), se compromete a someter estos 
proyectos (sin definir cuáles) a consulta pública vinculatoria. 
 
Obtenido de: https://twitter.com/search?q=megaproyectos&src=typd 
23 
 
Se vuelve imperativo entonces, establecer que el presente trabajo alude a proyectos 
de desarrollo que se insertan exclusivamente en el ámbito urbano (específicamente 
el de la Ciudad de México), cuya escala trasciende el ámbito exclusivamente 
arquitectónico, puesto que involucra grandes superficies que modifican la estructura 
urbana, provocando cambios significativos en el uso del suelo, y que han detonado 
procesos especulativos e importantes cambios demográficos. 
Es importante recalcar que cada uno de estos megaproyectos surge de marcos 
ideológicos determinados por las teorías y planteamientos dominantes en cada 
momento histórico, en la ciencia política y económica, a partir de la segunda mitad 
del siglo XX. 
2. Megaproyectos de la “Estrategia modernizadora” en la 
Ciudad de México (1945-1973) 
Esta etapa inicia en las naciones industrializadas con el fin de la Segunda Guerra 
Mundial (1945), y concluye con el alza generalizada de los precios del petróleo en 
1973. (Burgess & Carmona, 2001). 
Las ideas de modernización10 predominaron en los países en desarrollo en el 
periodo de la posguerra, y todas sus variantes compartían el argumento de que la 
transición de lo “tradicional” o “rural” hacia lo “moderno” y “urbano” se podía llevar a 
 
10 “La modernización se entiende como el proceso que lleva a las sociedades tradicionales hacia la 
modernidad y que se refleja en una serie de cambios generales: urbanización social, aumento del 
alfabetismo, extensión de los medios de comunicación, mayor control del entorno natural y social, 
crecimiento económico, una más compleja división del trabajo, un desarrollo político expresado en 
mayor movilización social y mayor participación política.” (Bula Escobar, 1994) 
24 
 
cabo emulando los patrones históricos de desarrollo observados en las naciones 
industrializadas, las cuales, hasta ese momento, consistían exclusivamente en las 
naciones consideradas “industriales”. En general, durante este periodo el Estado 
era el actor principal en la creación de las condiciones para el desarrollo de las 
fuerzas del mercado y de las actividades del sector privado. Se pensaba que la 
industrialización y la urbanización, requerían forzosamente de la modernización de 
la economía, la cultura y de la sociedad en general. Las políticas de desarrollo se 
orientaron hacia el crecimiento urbano, puesto que la ciudad se concebía como una 
condición esencial para el desarrollo, y las políticas que estimularon la migración 
campo-ciudad, incluyeron una concentración de la inversión pública en bienes y 
servicios urbanos, con el consecuente subsidio a los alimentos, el transporte y los 
combustibles entre otras cosas. 
A principios de los años setenta, las políticas derivadas de los ideales 
modernizadores, ejecutados a través de la acción del Estado, comenzaron a 
atravesar por una serie de dificultades que se traducirían posteriormente en su 
declive paulatino. En términos macroeconómicos, a pesar de que la mayoría de las 
naciones en vías de industrialización (en particular América Latina) mantenían tasas 
importantes de incremento en su Producto Interno Bruto (PIB), mismas que 
excedían en la mayoría de los casos las tasas de crecimiento poblacional, así como 
un incremento significativo de la contribución de la actividad secundaria en el PIB, 
los beneficios del proceso acelerado de urbanización e industrialización jamás se 
materializaron para gran parte de la población. El crecimiento en términos de PIB 
escondía el hecho de que las condiciones de vida se deterioraban a nivel urbano, 
25 
 
existían cada vez menos oportunidades de empleo y las desigualdades 
socioeconómicas se acrecentaban. (Burgess & Carmona, 2001) 
A principios de los años setenta, la industrialización y la urbanización en naciones 
industrializadas, habían conducido a una distribución menos equitativa de los 
recursos. Se volvió evidente que las condiciones para alcanzar las metas de la 
industrialización no se podían alcanzar debido a los cambios que se estaban dando 
en términos de la división del trabajo mundial. Las naciones desarrolladas 
comenzaron a trasladar la producción industrial de bajo valor agregado y la 
producción de alimentos a los países en vías de desarrollo en busca de mano de 
obra barata y con menos prestaciones laborales. 
La crisis petrolera de 1973 aceleró los problemas de sobreproducción en el mundo 
desarrollado. En naciones denominadas “en vías de desarrollo”, en particular 
México, la caída en los precios del petróleo supuso una disminución importante en 
la disponibilidad de recursos públicos, puesto que una proporción muy importante 
de este rubro derivaba de la exportación de bienesno industrializados como el 
petróleo crudo. 
Las políticas urbanas asociadas con este periodo atravesaron dificultades similares. 
Dadas las dificultades políticas y sociales en las ciudades de la época, déficit 
importante en materia de gasto público, y crecientes desigualdades en el 
crecimiento urbano y su impacto en el medio ambiente, se presentaron retos 
insalvables para continuar con políticas cuyo efecto era la migración del campo a la 
ciudad. El crecimiento en la fuerza laboral urbana comenzó a exceder la creación 
neta de empleos y por lo tanto la capacidad de absorción de los sectores tanto 
26 
 
industrial como de servicios. Las políticas sociales de vivienda, seguridad social y 
salud pública instauradas durante el periodo de gran crecimiento económico 
comenzaron a ser resueltas mediante endeudamiento público, lo cual resultaría en 
su paulatino deterioro y en el surgimiento de nuevos modelos y prácticas donde las 
necesidades públicas fueran resueltas con esquemas de financiamiento que no 
dependieran del Estado como principal, o único inversionista. (Duhau & Giglia, 
2008) 
2.1 El desarrollo urbano durante el periodo modernizador. 
En materia de desarrollo urbano, las ideas modernistas de diseño arquitectónico y 
urbano surgidas en los Estados Unidos y Europa fueron introducidas en México y 
en varios países en vías de desarrollo a partir del Congreso Internacional de 
Arquitectura Moderna (CIAM) en 1928 y de la publicación de la carta de Atenas 
(1933). 
Fue así como el diseño urbano se concibió en forma de reestructuraciones 
espaciales que involucraban consideraciones funcionales y de higiene, separación 
de las funciones del territorio y un diseño tendiente a privilegiar el transporte 
automotor privado. (Sánchez, 1999) 
Las metas en materia de renovación y política urbana en este periodo, 
particularmente en los países en desarrollo, fue inspirado por un intento de 
transformarlas en ciudades “modernas”, y en este esfuerzo, la arquitectura 
modernista en boga y las tendencias en la planeación en los países desarrollados 
se concebían como el estado óptimo al que las ciudades debían transitar. Se 
llevaron a cabo grandes esfuerzos para adaptar este tipo de modelos prevalecientes 
27 
 
en los países desarrollados al contexto de la Ciudad de México de la época, la cual 
se caracterizaba por un crecimiento acelerado, una importante expansión de la 
mancha urbana, enormes diferencias socioeconómicas, una gran heterogeneidad 
poblacional y de espacios urbanos, y la ausencia o insuficiencia de servicios 
urbanos e infraestructura. (Ibid.) 
La corriente modernista, expresada en la arquitectura y la planeación urbana, 
buscaba inspirar el acercamiento de profesionales y gobiernos al crecimiento 
urbano. En esta línea de la planeación, la estructura urbana, la forma y el entorno 
construido, se debían ajustar para cumplir con las demandas en materia 
demográfica, económica y de desarrollo social, basándose en la búsqueda 
constante de un crecimiento basado en la actividad industrial. Los grandes 
proyectos urbanos de la época fueron diseñados bajo este enfoque y se limitaron a 
cumplir con ciertos estándares preestablecidos, e incluir los principales postulados 
del diseño urbano y arquitectónico de la época, entre los que destacan: 
1. Separación de las funciones residencial, comercial e industrial. 
2. Preferencia de las localizaciones centrales para usos comerciales. 
3. Mejoras sustantivas en los sistemas de transporte e infraestructura. 
4. Segregación de la industria respecto a las áreas residenciales. 
5. Redesarrollo de tugurios, o barriadas, localizados en zonas centrales de las 
ciudades, a través de su demolición total y reemplazo con nuevos proyectos 
de escala urbana y 
6. Proyectos urbanos y arquitectónicos basados en estándares 
predeterminados. (Lungo, 2005) 
28 
 
 
Bajo la óptica modernizadora, los valores tradicionales y sus manifestaciones 
espaciales eran vistos como obstáculos para el progreso. Estos podían ser 
eliminados mediante la planeación promovida desde el Estado, aplicando la 
renovación urbana que buscaba la erradicación de tugurios, y el emplazamiento de 
nuevas viviendas “modernas” de bajo costo (para sectores de clase media), así 
Imagen 2. La ciudad de Brasilia, inaugurada como capital de Brasil en 1960, diseñada por los arquitectos 
Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, es una de las representaciones más completas a escala urbana, de la 
aplicación de los planteamientos de la corriente modernista. 
 
Obtenido de: httpswww.eldiario.espoliticaParis-arquitecto-Oscar-Niemeyer-
Brasilia_0_136486448.html 
29 
 
como el fomento al desarrollo de actividades comerciales en zonas centrales de la 
ciudad (CBD).11 
Las políticas de “erradicación” fueron implementadas particularmente en zonas 
determinadas como de interés comercial, o donde los barrios y su población 
residente se oponían a los requerimientos de una ciudad moderna. (Suelo para 
autopistas urbanas, hospitales, universidades, aeropuertos, terminales de 
transporte y demás infraestructura pública). 
En materia de financiamiento, derivado de los planteamientos Keynesianos, se 
asumía que los objetivos del desarrollo podían ser alcanzados mediante la 
concesión al Estado del rol principal en la carrera desarrollista, siendo éste quien 
llevaría la batuta de todo lo referente a la planeación urbana y regional. Fue así 
como la promoción y desarrollo urbanos, fueron delegados prácticamente en su 
totalidad al sector público. Los gobiernos de naciones occidentalizadas concretaron 
estos planteamientos otorgándole a los planificadores urbanos un importante poder 
de decisión, dentro de un marco regulatorio consistente principalmente en planes y 
programas sectoriales. 
En general, se aceptaba la noción de que los derechos de desarrollo sobre terrenos 
de propiedad privada debían de ser protegidos, pero también restringidos en casos 
de interés público. Los proyectos urbanos de corte modernizador hicieron uso del 
derecho de expropiación frecuentemente, desalojando así los barrios considerados 
 
11 Central Business District, o Distrito Central de Negocios Estadounidense, 
30 
 
“en decadencia”. En la Ciudad de México, el proyecto más acabado de corte 
modernizador, que hizo uso de este tipo de estrategias de “erradicación” de tugurios, 
es sin duda el Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco en el que fueron desplazadas 
más de 7000 personas. (Melé, 2006) 
En cuanto a vivienda se refiere, durante este periodo histórico se optó por el 
desplazamiento y erradicación de tugurios y asentamientos irregulares mediante su 
demolición completa y redesarrollo en forma de condominios de altas y medias 
densidades. Como lo definían las prácticas más aceptadas en la época, este tipo de 
vivienda se construía de acuerdo con estándares predeterminados (en ocasiones 
tomando referencias provenientes de otras latitudes y modelos urbanos, 
principalmente de países desarrollados), y tenían por objetivo mejorar las 
proporciones de espacio público y privado per cápita, así como los indicadores en 
materia de higiene y seguridad. 
Bajo la influencia de los postulados Keynesianos del Estado Interventor, se 
consideraba en el proyecto, la dotación de un amplio rango de viviendas, en función 
de las distintas capacidades adquisitivas de la población. Se seguían, naturalmente, 
estándares mínimos (en materia de dotaciones de espacio público, superficie de 
vivienda, dotación de servicios públicos etc.) para los diferentes estratos 
socioeconómicos bajo la premisa de reducir la especulación inmobiliaria e impulsar 
la movilidad social.12 Sin embargo, en muchos casos, los proyectos de vivienda 
 
12 En México, el libro “Iniciación al urbanismo” de Domingo García Ramos y editado por la UNAM en 
1961, es un ejemplo de cómo el urbanismo,se concebía desde el diseño urbano y la planeación a 
partir de estándares predefinidos, con poca sensibilidad a procesos políticos, sociales y culturales 
preexistentes. 
31 
 
social construidos durante este periodo resultaron inalcanzables para el grueso de 
la población y se encontraban ocupados en su mayoría por población de clase 
media. A falta de vivienda social asequible, los intentos de restringir la expansión de 
los asentamientos humanos irregulares, así como los intentos de regeneración a 
partir de la destrucción de dichos asentamientos no prosperaron, por el contrario, el 
proceso de urbanización a partir de este tipo de asentamientos continuó. 
Acompañando al deseo de incrementar la eficiencia urbana mediante la 
implementación de zonificaciones estrictas, segregación de las funciones del 
territorio, e incremento de las densidades urbanas, el transporte se convirtió en un 
eje prioritario de los ideales de transformación urbana modernistas. El objetivo 
principal era el de facilitar las conexiones intraurbanas, mejorar la accesibilidad a 
las áreas centrales y evitar la congestión vehicular mediante el trazo de vías rápidas 
de acceso controlado y pasos a desnivel. La Ciudad de México cuenta con claros 
ejemplos de este tipo de soluciones, el anillo Periférico y el Circuito Interior como 
vialidades de acceso controlado de diseño orbital, y el Viaducto Miguel Alemán, en 
diseño radial. La construcción de arterias urbanas se realizó bajo los mismos 
esquemas de expropiación y planeación centralizada. 
La gestión de los proyectos urbanos y la planeación durante el periodo 
modernizador, se llevaron a cabo bajo un marco normativo que otorgaba a varios 
órganos estatales, el poder y control necesarios para garantizar la concreción de 
proyectos bajo los postulados descritos en párrafos anteriores. En general, las 
facultades en materia de renovación urbana e implementación de proyectos de gran 
32 
 
escala se hallaban concentrados en el nivel nacional y central del gobierno, y la 
modernización urbana se realizaba bajo esquemas “top-down”. 13 
Alrededor del mundo, se crearon agencias estatales de planeación, integrando a 
profesionistas afines a los temas de planeación, arquitectura, ingeniería, economía 
y gestión de proyectos, cuya función principal era idear, financiar, coordinar y 
evaluar un sistema de planeación sectorial, ministerial, regional y urbano para temas 
físicos, económicos y sociales. Más adelante en los años sesenta, evolucionaron 
sistemas de planeación metropolitana para minimizar los efectos de fragmentación 
municipal y la rápida expansión de áreas urbanas. (Burgess & Carmona, 2001) 
2.2 La Ciudad de México durante el periodo modernizador 
En la Ciudad de México, ya desde la primera década del siglo XX, se había 
comenzado la construcción y puesta en marcha de importantes obras públicas de 
gran escala, ampliando la dotación de servicios básicos urbanos y transporte, 
equipamiento urbano, edificios públicos y una mejora general de los principales 
espacios públicos urbanos, todo esto durante la última etapa del Porfiriato, la cual 
se vio bruscamente interrumpida por el proceso revolucionario. 
 Entre 1910 y 1920, el proceso de expansión urbana provocado por la incipiente 
industrialización en décadas anteriores se detuvo prácticamente en seco. Muy 
pocos inversionistas arriesgaban su capital en proyectos de urbanización y los 
 
13 El enfoque de planeación centralizada o tecnócrata, en el que la toma de decisiones se realiza de 
manera unilateral, bajo la premisa de que, mediante estándares predeterminados, aplicados por 
agencias, órganos, o instituciones creadas para tal fin, se deben implementar acciones en el territorio 
establecidas en programas previamente definidos. (Pissourios, 2014) 
33 
 
gobiernos local y federal, estaban demasiado ocupados tratando de mantener su 
propia supervivencia como para continuar invirtiendo en obra pública. El periodo 
que siguió inmediatamente al de la Revolución, fue una década más de 
incertidumbre y la ciudad solo comenzó a crecer nuevamente, hasta que reinició el 
proceso de industrialización a partir del retorno a la calma social y política durante 
la década de 1930. 
Al inicio de esta década la Ciudad de México tenía una población de apenas un 
millón de habitantes. Entre 1930 y 1950, lo que hoy se considera el centro de la 
Ciudad de México, en ese momento comprendía prácticamente la ciudad entera, y 
fue la localización preferida para la construcción de edificios públicos e inversiones 
inmobiliarias. Incluso, los primeros “rascacielos” 14 surgieron de este periodo, y la 
arquitectura residencial vivió un momento de desarrollo significativo. Es importante 
mencionar, que, durante este mismo periodo, los migrantes del campo que llegaban 
a la Ciudad, se alojaban en los vecindarios más antiguos, principalmente en 
vecindades. 
 
14 Por citar algunos ejemplos, el edificio La Nacional, ubicado en Avenida Juárez, construido en 1932, 
de 13 pisos y 55 metros de altura, o el Edificio el Moro, ubicado en el Paseo de la Reforma, 
inaugurado en 1946, de 107 metros y 29 niveles. 
34 
 
 
Autores como Duhau & Giglia (2008) identifican esta etapa como la de “desarrollo 
estabilizador”, la cual se instaló en el contexto nacional en un periodo posterior al 
de las naciones industrializadas (1954) y concluye con la crisis petrolera de 1973. 
A partir de este periodo conocido como el “Milagro Mexicano” México vivió una etapa 
de gran desarrollo económico cuyas transformaciones urbanas se reflejaron en la 
capital, de una manera mucho más intensa que en cualquier otra ciudad del interior 
de la República. Se explica gracias a una política económica altamente centralizada 
en la que las decisiones y proyectos de desarrollo, se implementaban primero en la 
Ciudad de México, para su réplica posterior en los estados. A partir de la década de 
1950, y en adelante, el flujo migratorio fue predominantemente hacia la periferia, lo 
Mapa 1. Extensión aproximada de la mancha urbana de la Ciudad de México en la década de 1930 
 
Elaboración propia 
35 
 
que contribuyó a una expansión de la zona metropolitana. El centro de la Ciudad de 
México fue económicamente muy activo, en buena parte, debido a la inversión 
pública, hasta la década de 1960, sin embargo, de ese momento en adelante, otras 
áreas se volvieron atractivas para la inversión y las actividades comerciales, a partir 
del surgimiento de varios fraccionamientos en el Estado de México (particularmente 
en el municipio de Naucalpan), así como la aparición de nuevas zonas industriales 
en los municipios conurbados. 
Durante la segunda mitad del siglo XX, desarrollo económico mexicano fue 
resultado de una compleja red de factores sociales, demográficos, económicos, 
legales y políticos. Uno de los cambios demográficos más importantes en este 
periodo, fue detonado cuando la población rural sin tierras, o sin recursos para 
trabajarlas, migró hacia las ciudades, en particular la Ciudad de México, en busca 
de empleo y mejores condiciones de vida. El mercado informal de tierra en la ciudad 
fue el resultado de un déficit importante en materia de vivienda y servicios, y por lo 
tanto de su disponibilidad en el mercado formal a precios accesibles para la 
población inmigrante. La Reforma Agraria15, nacida a partir de los ideales 
revolucionarios, dio como resultado grandes extensiones de tierra en propiedad 
social (los ejidos), dejando enormes territorios fuera de toda regulación en materia 
 
15 “La reforma agraria mexicana tuvo su origen en una revolución popular de gran envergadura y se 
desarrolló en tiempos de la guerra civil. A lo largo de un extenso período se entregaron a los 
campesinos más de 100 millones de hectáreas de tierras, equivalentesa la mitad del territorio de 
México y a cerca de las dos terceras partes de la propiedad rústica total del país, con los que se 
establecieron cerca de 30 000 ejidos y comunidades que comprendieron más de 3 millones de jefes 
de familia. Sin embargo, la reforma no logró el bienestar perseguido, y los campesinos a los que 
llegó viven hoy en una pobreza extrema. El deterioro paulatino del sector rural se prolongó hasta 
1992, cuando se consiguió reorientar cabalmente el desarrollo rural. La reforma agraria quedó 
inconclusa, y sus objetivos sociales y económicos no se alcanzaron.” (Warman, 2007) 
36 
 
de planificación y del control de un gobierno local. Todo lo anterior, sumado a la 
práctica de acción por omisión desde el gobierno hacia lo que ocurría en materia de 
inmigración y déficit de vivienda para el segmento de la población más pobre, ha 
tenido implicaciones en el largo plazo para los gobiernos locales de la Zona 
Metropolitana del Valle de México hasta este momento. (Suárez Pareyón, 2001) 
Como respuesta a este proceso de urbanización, en 1948 se crea la Secretaría de 
Bienes Nacionales e Inspección Administrativa, que promueve, entre otras cosas, 
el desarrollo de “planos reguladores”. 
“Estos planos reguladores elaborados para atender la dinámica desarrollista 
cuando carecía de una vinculación seria y profunda con la ciudad motivo de estudio, 
al realizarse generaban casi siempre tensiones sociales y urbanas. La atención de 
esta situación inducida nos conducirá más tarde a los Presupuestos por Programa, 
surgidos de los Planes de Acción de Emergencia, primero, y de los Planes de 
Gobierno o de Desarrollo a nivel estatal o nacional…” (Chávez de Ortega, 1996). 
A lo largo de toda esta etapa, no existió propiamente un marco jurídico específico 
que impulsara el desarrollo urbano, ya que la Constitución de 1917, producto de las 
pugnas revolucionarias, estaba particularmente enfocada a resolver la cuestión 
agraria nacional, sin embargo, dentro de los principales organismos responsables 
de atender el desarrollo urbano a nivel federal en esa época, se encuentran algunos 
como la Subsecretaría de Urbanismo de la Secretaría del Patrimonio Nacional 
(SePaNal) (1956-1964), el Programa Nacional Fronterizo y el Programa de Puertos. 
Asimismo, este periodo vio la fundación del Instituto Nacional de Vivienda (INV) en 
1955, el cual fue el principal promotor del proyecto del Conjunto Urbano Nonoalco 
37 
 
Tlatelolco, y la Comisión de Desarrollo Urbano del País (CODURPA) en la 
Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas. (Ibid.) 
Aunque durante este periodo en varias latitudes se crearon órganos institucionales 
facultados para abordar la cuestión urbana de manera integral, a nivel local y estatal 
o provincial, México no pasaría a este nivel de institucionalización de la planeación 
sino hasta la promulgación de la Ley General de Asentamientos Humanos en 1976, 
lo que derivaría en la creación de la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras 
Públicas (SAHOP), sin embargo, aún con un marco jurídico insuficiente, (y en parte, 
gracias a este mismo hecho), se promovieron los primeros megaproyectos urbanos 
en la Ciudad de México que procuraban brindar soluciones a las deficiencias en 
materia de infraestructura, servicios y vivienda desde una perspectiva integradora 
que reconocía la cuestión urbana como una relación de elementos 
interdependientes que durante un tiempo dieron respuesta a las necesidades más 
apremiantes de la capital. 
Resulta relevante mencionar la carencia de instituciones de carácter local que se 
dieran a la tarea de abordar la cuestión urbana y la implementación de planes, 
programas y proyectos urbanos. Lo anterior derivado del carácter jurídico de la 
capital, cuya administración dependía completamente del ámbito federal, por lo 
tanto, el Distrito Federal (DF) se encontraba sujeto a un régimen jurídico que lo 
reconocía más como una dependencia del Gobierno Federal, que como una entidad 
independiente. Esto a su vez significó dos cosas, primero, y gracias al enorme poder 
conferido a los regentes, e instituciones federales sobre el DF, la realización de 
grandes proyectos urbanos derivados de esta etapa se llevó a cabo con relativa 
38 
 
facilidad y eficiencia administrativa, además de contar con el respaldo absoluto de 
los fondos federales; segundo, la oposición social hacia la realización de los grandes 
proyectos se veía minimizada debido a la falta de representatividad de los 
capitalinos, lo cual también contribuyó a facilitar la construcción de los mismos, pero 
derivó en un descontento social que se agravaría al pasar los años. 
Aunque el enfoque impositivo de los grandes proyectos urbanos derivados del 
pensamiento modernizador fue duramente criticado a lo largo de las etapas 
subsecuentes, se debe de reconocer que este enfoque también partía de 
consideraciones de bienestar social en las que se procuró tomar en cuenta la 
equidad social y espacial como uno de los principales objetivos. Igualmente, esta 
etapa sentó las bases jurídico-normativas para la creación de agencias e 
instituciones, así como el desarrollo de mayor capacidad tecnológica y de gestión 
que fuera resultado de criterios más técnicos y menos políticos, (aunque éstos 
últimos sigan teniendo un peso desproporcionado hasta la fecha). 
El legado de este periodo, en cuanto a estructuras e instituciones de planeación e 
implementación de proyectos de escala urbana y regional, ha evolucionado en lugar 
de haber sido reemplazado por completo en las etapas siguientes, y es por ello que 
los megaproyectos actuales, derivan en cierta medida de los planteamientos y 
esfuerzos del periodo modernizador. 
39 
 
2.3 Caracterización de los megaproyectos del periodo 
modernizador. 
Para definir los megaproyectos de esta etapa (Ezquiaga, 2001) se propone 
clasificarlos como megaproyectos de primera generación, los cuales se 
caracterizaron por tratarse de “obras públicas”, es decir grandes proyectos de 
infraestructura y servicios urbanos, donde el gobierno fungía como principal actor 
en el proceso de realización, y en ocasiones, único financiador. 
Además de la aplicación de los principios arquitectónicos modernistas del CIAM, de 
su enfoque eminentemente tecnócrata, estandarizado, general e impositivo, los 
megaproyectos urbanos que se concretaron durante la etapa de la estrategia 
modernizadora presentan como características comunes: 
1. Tener por objeto la construcción de infraestructuras o servicios urbanos, 
recuperando y ampliando el concepto de “obra pública”; 
2. Estar basados, por la razón anterior, en el protagonismo público e 
intervención directa de gobierno central o municipal; 
3. Estar concebidos como motores de la transformación urbana y recuperación 
del tejido social 
4. Brindar atención prioritaria al espacio público. (Ibid.) 
40 
 
A partir del Modelo de Vertientes Múltiples, propuesto por Kingdon (1984)16, la 
respuesta a las tres razones principales por las que este tipo de proyectos 
permaneció en la agenda pública y fue implementado con éxito, se explica en la 
siguiente tabla: 
 
 
16 El modelo de John Kingdon fue originalmente pensado para describir los procesos de cambio en 
la agenda de políticas públicas en los sectores de salud y transporte durante la administración de 
James Carter (1977–1981) en Estados Unidos. Véase Kingdon, Agendas, 1984. 
Tabla 1. Análisis MVM para megaproyectos de la estrategia modernizadora. 
 
¿Qué problemas se 
buscaban resolver? 
Era urgente resolver los problemas de urbanización y 
déficit de vivienda que derivó de una inmigración masiva 
de población rural a la Ciudad de México. 
Además, los planteamientos del Estado benefactor 
promovían la construcción de grandes infraestructuras de 
salud, educación y en general todas las que estaban 
orientadas a la atención de la población ensu conjunto. 
¿Qué alternativas de 
solución se 
encontraban 
disponibles? 
Las políticas sociales de vivienda, seguridad social y 
salud pública instauradas durante el periodo de gran 
crecimiento económico comenzaron a ser resueltas 
mediante endeudamiento público, a partir de grandes 
intervenciones. 
¿Quién promueve la 
solución? 
El Estado, es en su mayor parte el único promotor, y 
financiador de los grandes proyectos de este periodo. 
Elaboración propia. 
41 
 
La Ciudad de México, en el contexto nacional, fue por excelencia el escenario donde 
la estrategia modernizadora se materializó en forma de magnos proyectos urbanos, 
debido a que este periodo se caracterizó por una gran centralización que priorizó el 
desarrollo de la capital, cuyo régimen jurídico (como Distrito Federal, y no como 
estado) facilitaba la implementación de este tipo de obras. Hoy en día los proyectos 
concebidos bajo sus premisas permanecen, a pesar de que muchos han sufrido 
modificaciones importantes para adaptarse a cambios en la dinámica urbana no 
contemplados en su diseño, buscando subsanar deficiencias importantes que de 
origen generaron conflicto entre la realidad local y la concepción utópica y artificial 
de este tipo de proyectos, e incluso se han alterado a consecuencia de fenómenos 
sociales y naturales como los terremotos de 1957,198517 y 2017, o movimientos 
como el estudiantil de 1968. 
Aunque ya se han mencionado otros proyectos de corte modernista realizados en 
la Ciudad de México, en materia de vivienda, infraestructura, transporte y 
equipamiento, los ejemplos son tan vastos que hacer un recuento de todos, o por lo 
menos de los mejores ejemplos de cada rubro, trasciende los alcances del presente 
proyecto de investigación. Por lo tanto, para ejemplificar los megaproyectos 
pertenecientes a esta etapa en la Ciudad de México, los cuales cumplen con las 
características enlistadas anteriormente, y que representaron enormes esfuerzos 
 
17 Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco, en el cual se desplomó el Edificio Nuevo León a causa del 
sismo de 1985, y Centro Urbano Presidente Juárez, el cual tuvo que ser demolido prácticamente en 
su totalidad, debido a los daños provocados por el mismo evento. 
42 
 
en materia de diseño, planeación y gestión para la época, se seleccionaron los 
siguientes: 
1. La Ciudad Universitaria de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
2. El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. 
 
Mapa 2. Localización de megaproyectos representativos de la estrategia modernizadora, en la Ciudad de 
México. 
 
Elaboración propia, con información de (INEGI, 2010) 
43 
 
2.3.1 La Ciudad Universitaria (CU) 
A principios del siglo XX la Universidad Nacional no respondía al modelo del 
“campus universitario” anglosajón, sino que las escuelas, facultades y edificios 
administrativos de la universidad estaban concentrados en el centro de la ciudad de 
México, en lo que popularmente se conocía como "Barrio Universitario". A pesar de 
que varias veces se conceptualizó un proyecto para relocalizar las mismas a un solo 
campus que integrara la vida universitaria, no fue sino hasta 1943 que se eligió el 
Pedregal de San Ángel como sitio adecuado para construir la Ciudad Universitaria. 
Aproximadamente siete millones de metros cuadrados fueron expropiados mediante 
decreto de expropiación firmado por el entonces presidente Manuel Ávila Camacho. 
Al mismo tiempo se organizó el concurso de anteproyectos para la realización del 
plano de conjunto de CU y en 1948 iniciaron las primeras obras de infraestructura: 
drenajes, túneles y puentes. En 1950, el Patronato Universitario creó el organismo 
denominado “Ciudad Universitaria de México”, al que correspondía la tarea de 
convertir en realidad los proyectos que se iban finalizando. (Artigas, 1994) 
“El proyecto fue dividido en varias zonas fundamentales: escolar, habitaciones de 
estudiantes, práctica de deportes, estadio de exhibición y servicios comunes. Se 
determinó que el conjunto se proyectara para alojar un máximo de 25 mil alumnos, 
ya que en esa fecha la UNAM contaba con menos de 15 mil. 
Los efectos simultáneos de la creación de Ciudad Universitaria con respecto de la 
Ciudad de México se hicieron notar en un magno proyecto de vialidad que 
conllevaría un fuerte crecimiento hacia la zona sur. (Ibid.) 
https://es.wikipedia.org/wiki/Siglo_XX
44 
 
 
El proyecto de Ciudad Universitaria, concebido por los Arquitectos Mario Pani y 
Enrique del Moral, cumple con las características de diseño derivadas de la 
arquitectura modernista y basadas en el funcionalismo. y en los postulados de la 
Carta de Atenas, y que son congruentes con las características identificadas en el 
apartado anterior, para describir a los megaproyectos de esta etapa. 
En primer lugar, cumple con la característica de la separación de las funciones del 
territorio (habitacional, comercial, equipamiento etc.), ya que el proyecto de Ciudad 
Universitaria en sí mismo, corresponde a una separación de las actividades 
educativas, confinándolo a un solo y magno espacio, que no solo se aisló 
completamente de la ciudad, sino que se concibió dentro de un rígido plan maestro 
Imagen 3. Ciudad Universitaria en 1953, poco antes de su inauguración. Hacia el sur, se aprecia que la 
mancha urbana no se había extendido más allá del emplazamiento del campus. 
 
Obtenido de: Archivo Histórico UNAM 
http://www.ahunam.unam.mx/images/albums/4.21/album/Exp%200113%20Aereas/index.html#
SM-CL-E0113-001.jpg 
http://www.ahunam.unam.mx/images/albums/4.21/album/Exp%200113%20Aereas/index.html#SM-CL-E0113-001.jpg
http://www.ahunam.unam.mx/images/albums/4.21/album/Exp%200113%20Aereas/index.html#SM-CL-E0113-001.jpg
45 
 
que no admitía actividades que no estuvieran relacionadas con lo que en ese 
momento se concebía como la vida universitaria. El proyecto original sufrió 
alteraciones principalmente de uso a lo largo de los años, y debido al crecimiento 
de la propia universidad, y a otras actividades no consideradas dentro del proyecto 
original, estas alteraciones corresponden a adaptaciones que se han ido sumando 
con el paso del tiempo, tales como la aparición de venta de productos alimenticios 
y materiales escolares en locales semipermanentes, y en algunos casos, 
ambulantes, así como la desaparición del uso de residencias para académicos y 
estudiantes. 
 
En segundo lugar, el proyecto cumple con la característica de propiciar la 
implementación de mejoras sustantivas en los sistemas de transporte e 
Imagen 4. Plano original del campus central de la Ciudad Universitaria de 1954. 
 
Obtenido de (Artigas, 1994) 
46 
 
infraestructura, aunque en un principio el proyecto se orientó para el transporte 
privado, y tenía un importante déficit de transporte. 
Con el paso del tiempo, y procurando resolver la demanda de viajes que generaba 
este megaproyecto, se construyeron las estaciones de la Línea 3 del Sistema de 
Transporte Colectivo Metropolitano (Metro), de Copilco y Universidad (1980), las 
cuales facilitaron el acceso al campus, y que sin embargo requirieron adecuaciones 
especiales para abrir accesos y recibir flujos peatonales desde las nuevas 
estaciones. Es importante mencionar, que, como muchos proyectos de esta etapa, 
se diseñó con énfasis en la utilización del automóvil. Si bien al momento de su 
inauguración en 1954, la Ciudad Universitaria se encontraba alejada del resto de la 
Ciudad y con escasas rutas de transporte, el diseño basado en la movilidad 
motorizada resulta conflictivo pues destina grandes superficies para 
estacionamiento que hoy en día resulta insuficiente para la demanda y que además 
limita la movilidad interna del campus, debido a un trazo consistente en circuitos de 
flujo continuo que separa al peatón del flujo vehicular, y que hoy en día ha sido 
modificado para incorporar cruces peatonales y flujoshacia las nuevas facultades e 
institutos. 
47 
 
 
 
 
Imagen 5. Son pocos los accesos peatonales que comunican el campus universitario con los principales 
medios de transporte público. En la fotografía se aprecia uno de los más concurridos, frente a la Facultad 
de Medicina, que comunica con la zona de Copilco. 
 
Google Street View (2019) 
Imagen 6. Como muchos otros ejemplos de la corriente moderna, el diseño de Ciudad Universitaria 
privilegia el uso del automóvil privado sobre los desplazamientos peatonales, generando perspectivas 
como esta, de grandes tramos de recorrido sin banqueta, donde el espacio lo ocupa el auto. 
 
Google Street View (2019) 
48 
 
Por último, cumple con la característica de ser un proyecto urbano y arquitectónico 
basado en estándares predeterminados, ya que la Ciudad Universitaria se concibió 
bajo un modelo arquitectónico que, aunque estéticamente reconocible y muy 
apreciado18, limita el desarrollo de nuevas actividades dentro del campus central, y 
que con el paso del tiempo y a pesar de la monumentalidad del proyecto, hoy 
padece de limitaciones para dar servicio a la comunidad estudiantil. 
En función de las características identificadas por (Ezquiaga, 2001), la Ciudad 
Universitaria puede identificarse claramente como un proyecto derivado de la 
ideología modernizadora y promovido desde un marco institucional centralizado, 
con base en un rígido Plan Maestro basado en estándares y premisas de diseño 
desarrollistas, que pretendían emular condiciones sociales, económicas y 
culturales, de otras regiones. Sin duda alguna tuvo por objeto la construcción de 
infraestructura (en este caso educativa), donde el gobierno central tuvo el papel 
protagónico, pues el proyecto se financió a través de fondos federales y se 
construyó en terrenos expropiados por causa de utilidad pública; Fue un motor de 
la transformación urbana del sur de la ciudad, pues como se menciona en Artigas 
(1994), detonó un proceso de poblamiento hacia el sur de la ciudad. 
 
18 El 28 de junio del 2007, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 
49 
 
 
2.3.2 Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco 
El Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco es un conjunto habitacional ubicado en la 
Delegación Cuauhtémoc, en una zona central de la Ciudad de México, con acceso 
directo desde importantes avenidas que atraviesan el centro de la Ciudad como el 
Paseo de la Reforma y el Eje Central, además de localizarse apenas a unas cuadras 
Mapa 3. Trazo de Ciudad Universitaria sobre vista satelital. (2018) 
 
Elaboración propia, con información de (INEGI, 2010) 
50 
 
del Centro Histórico de la Ciudad de México. El proyecto fue inaugurado el 21 de 
noviembre de 1964, su construcción duró aproximadamente cuatro años y su diseño 
estuvo a cargo del Arq. Mario Pani, gran favorito en los concursos para este tipo de 
proyectos emprendidos por el gobierno central, y con importantes antecedentes en 
su haber, como el Centro Urbano Presidente Alemán (1949), que es considerado el 
primer desarrollo habitacional multifamiliar de gran escala en América Latina. En 
este proyecto se pueden identificar claramente varias de las principales 
características de los proyectos modernistas, como la de avocarse al “redesarrollo 
de tugurios, o barriadas, localizados en zonas centrales de las ciudades, a través 
de su demolición total y reemplazo con nuevos proyectos de escala urbana”. Ya que 
Tlatelolco fue concebido, como el proyecto más importante para resolver en forma 
revolucionaria el problema de la vivienda en América Latina, pero bajo la óptica 
modernista que planteaba una solución al “problema” de los tugurios. 
51 
 
 
El Conjunto se ubicó en gran parte de lo que fueran extensos terrenos parcialmente 
desocupados pertenecientes a la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Mexicanos sin 
embargo, y siguiendo las prácticas urbanísticas de la época, que buscaban a toda 
costa la renovación a través de la erradicación de lo que se consideraba se oponía 
a la ideales modernos, se determinó conveniente demoler más de 1,000 viviendas 
construidas en esos terrenos, mismas que formaban parte de la denominada 
“Herradura de Tugurios” y que corresponde a lo que en ese momento eran 
porciones de las colonias Guerrero, San Simón Tolnahuac y Ex Hipódromo de 
Peralvillo. De acuerdo con estimaciones de la época fueron desplazadas más de 
7,000 personas, la mayoría de las cuales se vieron impedidas para acceder a una 
Imagen 7. Fotografía aérea que muestra, en 1953, los terrenos en donde habría de emplazarse el 
conjunto urbano Nonoalco Tlatelolco y que correspondían casi en su totalidad a terrenos de propiedad 
federal. 
 
Obtenido de: Fundación ICA 
52 
 
de las nuevas unidades de vivienda debido a las condiciones de venta posteriores 
a la conclusión del proyecto, aun cuando se contempló un programa de adquisición 
de vivienda a precios accesibles a través de créditos. (Ciprés, 1991) 
El proyecto se ajustó con las propuestas urbanísticas hechas por el Movimiento 
Moderno. Al momento de su inauguración, Tlatelolco constaba de 11,916 
departamentos y 2,323 cuartos de servicio en 102 edificios con 688 locales 
comerciales y 6 estacionamientos cubiertos con 649 cajones. Además, fueron 
incluidas 22 escuelas (11 preprimarias, 8 primarias y 3 secundarias), guarderías, 6 
hospitales y clínicas, 3 centros deportivos, 12 edificios de oficinas administrativas, 
una central telefónica, 4 teatros y hasta un cine. Se planeó en promedio para 
familias con tres y medio salarios mínimos de la época, siendo los más baratos los 
de la primera sección y los más caros los de la tercera. (Ibid.) 
Se diseñó para cumplir con una expectativa máxima de 1000 habitantes por 
hectárea, y más de la mitad del proyecto total se destinó a espacios públicos y 
servicios integrados en los mismos edificios. También se integró al proyecto, un 
conjunto de edificios gubernamentales en los que por más de cuatro décadas se 
ubicaría la Secretaría de Relaciones Exteriores. Además de la arquitectura 
claramente modernista, el conjunto integró la zona arqueológica de Tlatelolco y el 
Templo de Santiago, de origen colonial, conformando así la llamada Plaza de las 
Tres Culturas, pues contaba con representantes arquitectónicos de tres etapas 
históricas diferentes. (Ibid.) 
El esquema general se diseñó a partir de tres supermanzanas separadas por ejes 
norte-sur, con edificios de cuatro, ocho, 14 y hasta 20 niveles y del total del conjunto, 
https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_Moderno
https://es.wikipedia.org/wiki/Movimiento_Moderno
53 
 
solo 16 edificios fueron destinados para vivienda sociales del ISSSTE, reservadas 
a funcionarios, mientras que las viviendas restantes fueron puestas en venta como 
condominios, a precios solo accesibles para la clase media. Es decir, que se 
erradicó una parte importante de lo que entonces era uno de los principales 
asentamientos de capitalinos de bajos recursos, para remplazarlo por un modelo 
que sería ocupado prácticamente en su totalidad por familias de clase media, ya 
que incluso los acreedores a las viviendas del ISSSTE, fueron funcionarios que no 
solo contaban con seguridad social, sino que en su mayoría tenían ingresos 
suficientes y estables, en oposición a los desplazados. (Cantú, 2001) 
 
Imagen 8. Vista aérea de la supermanzana oriente del conjunto. 
 
Obtenido de: Fundación ICA 
 
54 
 
Desde su inauguración, y durante el resto del siglo XX, fue el marco de varios 
sucesos de importancia histórica nacional e incluso internacional entre los que 
destaca la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968, la firma del Tratado de 
Tlatelolco19, además de convertirse en uno de los lugares emblemáticos del 
desastre provocado por el sismo de 1985, el cual derrumbó el Edificio Nuevo León. 
 
Este megaproyecto vino acompañado, además, de mejoras

Continuar navegando