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Marrichiweu--antagonismo-e-insubordinacion-por-la-tierra-y-la-autonoma--el-pueblo-indgena-Mapuche-en-Chile--el-caso-de-la-coordinadora-Arauco-Malleco

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1 
 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO 
PROGRAMA DE POSGRADO EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS 
Facultad de Filosofía y Letras 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales 
Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades 
Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe 
Instituto de Investigaciones Económicas 
 
 
Marrichiweu 
 “Antagonismo e insubordinación por la tierra y la 
autonomía: el pueblo indígena mapuche en Chile”: 
el caso de 
la Coordinadora Arauco-Malleco. 
 
Tesis que para optar por el grado 
de Maestro en Estudios Latinoamericanos 
 presenta 
César Enrique Pineda Ramírez 
. 
 
Director de Tesis: Dr. Massimo Modonesi. 
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. UNAM. 
 
 
 
 
 
 
México, DF. Abril de 2013 
 
 
 
 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
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Al pueblo mapuche: 
Por su digna lucha, que es una luz, en la larga noche del poder y del despojo 
 
A Héctor Llaitul. 
Por su confianza y por su inquebrantable resistencia 
 
A mi madre. 
Por enseñarme a admirar a los más pequeños, a los dignos, a los rebeldes 
 
A Andrea: 
por nuestros pasos, y por mostrarme el camino hacia el wallmapu 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
3 
 
 
Agradecimientos: 
En Chile: 
a mis carnalitos Camilo y Nacha por su amistad, sus risas y sus manos de apoyo, 
igual que al abuelo del Mora. A la Pauli y Pancho por preocuparse, ayudarme y 
protegerme. A Helder Binimelis por su confianza. A Fernando Pairicán por 
guiarme, orientarme y compartir lo que él ya había caminado. 
A Mónica Andrea de nuevo, porque este proyecto sólo fue posible por ella, por 
nuestro andar y por luchar juntos, al lado de un pueblo muy otro, que tarde o 
temprano, saldrá de esta oscuridad. 
En México: 
A toda la banda que me apoyó con chamba y trabajo rudo en la investigación: a 
Mario Lugo que sólo asentía cada vez que le pedía algo más; a Oscar 
Mondragón, Paulina Alvarez, Javiera Palma y Pablo Reyes por fletarse, gracias 
amigos; a mis carnales, mis hermanos de jóvenes en resistencia alternativa y en 
especial a Centli Pérez y Abraham Márquez no sólo por la chamba sino por 
estar ahí siempre que lo necesitaba. También de jra, a Gizella Garciarena quien 
trabajó tanto en la corrección de estilo y en las entrevistas, pero sobre todo 
acompañándome, entusiasmada, en narrar la historia de lucha de la gente de la 
tierra. A mis padres que me ayudaron siempre. 
A Massimo Modonesi, por creer en el proyecto, por darme su confianza y por 
apoyarme en el largo viaje de tres años en este proyecto. 
En el Wallmapu: 
a todos los familiares de los presos y a todos los militantes de la Coordinadora 
Arauco Malleco quienes me permitieron estar con ellos, viajar con ellos, comer 
con ellos, escuchar sus conversaciones, ver sus ceremonias, discutir con ellos. 
Gracias por su confianza y apertura a pesar de los riesgos. 
 
 Especialmente agradezco a Ramón, Jonathan, Huenu y Héctor, 
presos políticos mapuche e integrantes de la CAM; por mostrarme todas las 
historias, sin censura; todos los días y las horas de preguntas, reflexiones, 
conversaciones y análisis juntos, por compartir todas las dificultades y los 
logros, todos sus miedos, risas y sus dudas, pero también su pensamiento, su 
resistencia y su digna lucha. 
Todo mi apoyo, cariño y respeto por ustedes y por la gente de la tierra. 
gracias peñi. Gracias lamngen. 
Weuwaiñ 
 
 
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Marrichiweu! 
 “Antagonismo e insubordinación por la tierra y la autonomía: el pueblo indígena mapuche en 
Chile”: el caso de la 
Coordinadora Arauco-Malleco. 
Introducción. 
I. Arde Lumaco. 
II. La Coordinadora de Comunidades Mapuche en Conflicto Arauco Malleco. 
III. Capital, Estado y clases subalternas. 
IV. Los de abajo y su disposición a luchar. 
V. Entramados subalternos: la política de los de abajo. 
VI. Una mirada. 
VII. Hacia el Wallmapu. 
 
PRIMERA PARTE: 
Subalternidad, antagonismo y emancipación en el caso de la Coordinadora 
Arauco Malleco. 
Formación y ascenso de la movilización radical: 1997-2003. 
 
Capítulo I. Viviendo la opresión winka: el momento más desgraciado. 
 
1.1 La gente verdadera. La gente de la tierra. 
1.2 La triple opresión: la nación, el capital y el Estado contra el pueblo mapuche. 
1.2.1. Los ciclos de acumulación en la Araucanía: cercando al mapuche. 
1.2.2 Estado y Nación: subordinando a un pueblo. 
1.3 Viviendo la opresión winka: el momento más desgraciado. 
 
Capítulo II. Pichi Trwn: La política de los de abajo. Conversando en algún lugar del 
wallmapu: los entramados subalternos mapuche 
 
2.1 Del fogón al pichi trwn (pequeña reunión). 
2.2 Trawün, la palabra comunitaria y la propuesta de la CAM. 
2.3 La alianza de los longkos y los weichafe 
2.4 La Coordinadora de comunidades en conflicto Arauco Malleco. 
 
Capítulo III. Newen Mapuche: la fuerza de un pueblo. 
 
3.1 Una lucha centenaria 
3.2 Ñuke mapu: tierra. Las recuperaciones territoriales y las siembras productivas 
 3.2.1 Digna rabia 
 3.2.2 Recuperación, resistencia, autodefensa: violencia política y lucha mapuche 
3.3 Chem. La acción directa mapuche. 
 
Capítulo IV: Marrichiweu. Liberación Mapuche: horizontes emancipatorios. 
 
4.1 El nuevo rakiduam (pensamiento) 
 Autonomía y descolonización 
 Antisistema 
4.2 Liberación: reconstitución nacionalitaria. 
4.3 La Coordinadora Arauco Malleco en el movimiento indígena continental: potencias, paralelismos, 
límites del programa radical. 
5 
 
 
SEGUNDA PARTE: 
Contracción, desmovilización, debilitamiento y descomposición de la 
Coordinadora Arauco Malleco. 2003-2011 
 
 
Capítulo V. Controlando la insubordinación: reacción conservadora y gobernanza 
neoliberal 
 
5.1 Reacción conservadora: propiedad privada, capital y racismo en Chile. 
5. 2 Gobernanza neoliberal. 
5.2.1 Contrainsurgencia social. 
5.2.2 Iniciativas de reformas legislativas y derechos indígenas. 
5.2.3 Derechos a la consulta, la participación y la representación política indígena. 
5.2.4 Programas de desarrollo, asistencia y fortalecimiento multicultural. 
5.2.5 Iniciativas políticas de diálogo, negociación y relación con el Estado. 
5.2.6 Política de entrega de tierras. 
5.3. Criminalización: control social a través de subsistemas penales de excepción. 
 5.3.1 Estado Penal. 
 5.3.2 Desalojos. 
 5.3.3 Allanamientos. 
 5.3.4 Encarcelamientos. 
 
Capítulo VI. Resistencia. La lucha continúa. 
 
6.1. Quemando Naves: clandestinidad, negociación y rupturas: 2003:2007 
 6.1.1 La división de los entramados comunitarios 
 6.1.2 La división de la militancia de la CAM. Persecución, desgaste y agotamiento. 
 6.1.3 La fractura de la alianza de comunidades mapuche 
6.2. El camino de los weichafe. 2007-2011. 
6.3. La última frontera: los cuerpos en resistencia 
6.4 El drama de una lucha radical. 
 
Reflexiones finales 
 
Anexo 1. Cronología de la Coordinadora de comunidades en conflicto Arauco Malleco 
1997-2011. 
 
Anexo 2: “Poder, insubordinación, emancipación: Reflexiones, aproximaciones y notas en 
torno de la rebeldía.” 
 
Bibliografía. 
 
 
 
 
6 
 
INTRODUCCIÓN GENERAL 
I. Arde Lumaco 
El 1 de diciembre de 1997, Lumaco, en el sur de Chile, en la llamada Araucanía,amaneció 
bajo el humo de tres camiones incendiados. Habían sido quemados por comuneros 
mapuche.1 Las comunidades de Pichilonkoyan y Pilimapu habían realizado una recuperación 
de territorios ancestrales después de años de reclamos sin solución (Tricot, 2009). Los 
camiones pertenecían a la empresa forestal Bosques Arauco que, como en casi toda la 
Araucanía, explota los bosques usurpando y ocupando tierras que los mapuche reivindican 
como suyas. 
 
Los medios de comunicación reaccionaron: el diario El Mercurio habló de un nuevo Chiapas 
en la Araucanía (Bengoa, 2007: 335). El diario La Tercera se preguntaba: “¿Chiapas 
chileno?”.2 El gobierno también reaccionaría con fuertes declaraciones, considerando la 
protesta como una acción subversiva, infiltrada por agentes guerrilleros. Año y medio más 
tarde, se anunciaba la formación de la Coordinadora de Comunidades en conflicto Arauco- 
Malleco (CAM). Conjuntamente con los hechos de Lumaco y el surgimiento de la 
Coordinadora, comenzaba un ciclo ascendente de recuperaciones de tierra por parte de 
comunidades mapuche, además de un fuerte proceso de movilización indígena. En un 
comunicado de 1999, la Coordinadora evaluaba así los acontecimientos de Lumaco: 
 
De las cenizas de los camiones de la Forestal Bosques Arauco quemados en Pichiloncoyan ha 
comenzado a surgir un movimiento autónomo que se plantea en directa confrontación con el 
Estado chileno y que tiene como eje central de sus demandas la restitución de las tierras 
usurpadas. Un Movimiento Mapuche Autónomo que es liderado por las autoridades 
tradicionales de nuestro Pueblo, que obedece a nuestras necesidades y reivindicaciones 
históricas y que se proyecta como un referente político-ideológico fundamentado en lo más 
profundo de nuestra realidad, cosmovisión y cultura (CAM, 1999). 
 
El mismo comunicado, iniciaba reproduciendo una cita a manera de epígrafe que decía: 
 
 En cualquier tiempo, en cualquier lugar, 
 un hombre o una mujer se rebela y termina por 
 romper con la ropa que el conformismo le ha tejido 
 y que el cinismo le ha coloreado de gris 
 Subcomandante Marcos 
 
En 2011, 14 años más tarde, luego de un intenso ciclo de movilización mapuche que disputó 
la tierra de manos de grandes corporaciones forestales y de propietarios privados, después 
de innumerables enfrentamientos comunitarios con las policías chilenas y de numerosas 
acciones incendiarias contra la infraestructura, el transporte, los insumos y la maquinaria de 
las empresas forestales, tras irregulares procesamientos judiciales, la Coordinadora Arauco 
Malleco tenía a sus principales dirigentes encarcelados, cumpliendo largas condenas. En un 
comunicado público en junio de ese año la Coordinadora sostenía: 
 
1
 Mapuche, en mapudungun (mapuzugun), lengua originaria de ese pueblo, significa literalmente “gente de la tierra”; por lo 
que, en su utilización castellana sería injustificado e incorrecto utilizar el plural “mapuches”. En este trabajo usaremos la 
denominación “mapuche” en la concepción originaria que no requiere su castellanización. 
2
 Diario La Tercera. 21 de diciembre de 1997. 
7 
 
 
Que la larga y ensangrentada historia de que ha sido objeto nuestro Pueblo desde la llegada 
de los conquistadores españoles, hasta las políticas represivas, de los actuales gobiernos, 
masacres, muertes, violaciones, incendios, robos y humillaciones, que continúan hasta estos 
días, hacen que reafirmemos nuestra condición de Nación oprimida y, por lo tanto, su 
derecho a rebelarse. 
 
Que continuamos planteando la resistencia y la reconstrucción de nuestro pueblo, como los 
dos ejes de una estrategia de liberación nacional. Es por ello que luchamos por la 
recuperación del territorio combatiendo la presencia de las forestales, desarrollando 
recuperaciones productivas con tala de bosques, siembras y cosechas, conservando los 
suelos y las aguas y practicando nuestras tradiciones. 
 
Para quienes han sido encarcelados su obligación es hacer de las cárceles permanentes 
trincheras de lucha por la justicia y la libertad (CAM, 2011)-3 
 
Los encarcelamientos y las condenas de los líderes de la Coordinadora, sin embargo, 
marcaban el cierre de una larga fase de antagonismo e insubordinación por la tierra y la 
autonomía, que significó una bifurcación en el movimiento mapuche contemporáneo. 
Inflexión protagonizada centralmente –aunque no de manera exclusiva- por el movimiento 
de recuperación de tierras ancestrales impulsado por la Coordinadora Arauco Malleco. Este 
trabajo intenta narrar esa historia y, en especial, comprender e interpretar dicho proceso de 
insubordinación. 
 
II. La Coordinadora de Comunidades Mapuche en Conflicto 
Arauco Malleco. 
 
Wallmapu4 es como se nombra al territorio ancestral del pueblo originario reche5 o 
mapuche, que abarcaba zonas que hoy son parte de las naciones chilena y argentina en el 
cono sur del continente. Entre 1997 y 2003,6 en el Gulumapu –el sector oeste de ese 
territorio ancestral, chileno-, se vivió un intenso proceso de disputa por tierras ancestrales y 
una oleada de acciones directas y de movilizaciones de numerosos grupos mapuche, entre 
ellos, la Coordinadora Arauco Malleco. 
 
La intensa capacidad de impugnación de numerosas poblaciones mapuche articuladas de 
manera intercomunitaria en la CAM, configuró una verdadera irrupción de un nuevo sujeto 
político que reivindicó territorio y autodeterminación, expresando un fuerte antagonismo 
frente al Estado, contra sectores considerados latifundistas y contra gigantescas 
corporaciones trasnacionales. Reivindicaciones que, hay que resaltar, estaban centradas en 
el territorio y avanzaron hacia discursos y proyectos de índole etnonacional. Esta irrupción 
trastocaría y pondría en crisis las relaciones entre el Estado y el pueblo mapuche, el cual con 
una radical capacidad de veto, obstruía el funcionamiento de la normalidad de las relaciones 
 
3
 Comunicado público de la CAM. “Por la reconstrucción del Pueblo-Nación Mapuche: toda forma de lucha y resistencia”. 11 
de junio de 2011. http://wichaninfoaldia.blogspot.mx/search/label/CAM 
4
 Territorio mapuche histórico, constituido por el Puelmapu y el Gulumapu. El primero, corresponde geográficamente al 
espacio ubicado desde el oriente de la cordillera de los Andes hasta el océano Atlántico. El Gulumapu comprende la parte 
oeste del territorio mapuche, localizada desde el océano Pacífico hasta la cordillera. 
5
 Reche, significa “gente verdadera”. En su emblemático trabajo, Guillaume Boccara postula la transfiguración ética o la 
etnogénesis del pueblo reche, que se convierte en pueblo mapuche como respuesta identitaria frente a la invasión y a la 
conquista española. La denominación mapuche aparece por primera vez en un registro en 1760 (Boccara, 2007: 21). 
6
 Desarrollaremos claramente las características de esta fase de ascenso en el capítulo III. 
8 
 
de producción agroforestal en la zona y sometía a cuestionamiento los mecanismos de 
colonialismo interno estatal que aún perduran en Chile. 
 
El Estado chileno respondería a este movimiento de recuperación de tierras con un agresivo 
y sofisticado proceso de desarticulación, de contención, de contrainsurgencia social y 
represiva que, entre 2003 y 2009, provocaría la contracción y el debilitamiento de la 
movilización mapuche y, posteriormente, el cierre del ciclo de la lucha por la tierra y la 
autonomía al producirse ese año el encarcelamiento de sus líderes, quienes fueron 
condenados de manera definitiva en 2011. 
 
El ciclo de insubordinación, antagonismo y proyecto emancipatorio abierto por la 
Coordinadora Arauco Malleco constituye el eje conductor de este trabajo. La investigación 
que respalda este texto ha tenido un objetivo doble. 
 
Por un lado, recuperar, sistematizar y narrar la historia de una organización mapucheque ha 
sido protagonista de un conjunto de acciones y de procesos fundamentales para el 
movimiento mapuche contemporáneo en su conjunto; con el objetivo de comprender a un 
actor colectivo sumamente polémico tanto a nivel del propio movimiento mapuche como de 
la intelectualidad chilena; un sujeto demonizado por los medios de comunicación, 
categorizado como terrorista, como grupo radical o subversivo por el Estado y por los grupos 
económicos dominantes en Chile. 
 
El movimiento mapuche contemporáneo surgido en las últimas dos décadas, representa un 
complejo conglomerado de procesos urbanos y rurales, comunitarios y organizativos, 
etnopolíticos y etnoculturales, representados en una amplia constelación de plataformas 
organizativas, coordinaciones, comunidades y proyectos mapuche del cual la CAM es parte. 
 
Por otro lado, hemos buscado aproximarnos a una explicación profunda del proceso de 
insubordinación etnosocial y etnopolítico representado en el movimiento de recuperación 
de tierras. Es un segundo eje que corre a lo largo de este trabajo. Subyace una potente 
motivación por comprender cómo se produce socialmente el fenómeno de la 
insubordinación; por comprender las formas, los modos, los tiempos, los pasos, las potencias 
y los límites de las clases, etnias y pueblos subalternos en la construcción de su disposición a 
luchar. 
 
Este trabajo, entonces es a la vez, la narración de la historia de una organización mapuche 
radical y también una aproximación para intentar comprender los complejos procesos de 
producción de la rebeldía y de la insubordinación, así como de su posterior estabilización y 
disciplinamiento. Dicha búsqueda parte de la premisa de que se debe mirar, buscar y hacer 
nuevas preguntas en el mundo cotidiano de los de abajo, en sus formas de reproducción 
social, en los lugares y procesos ocultos (Scott, 2000), tanto del mundo comunitario como de 
las núcleos militantes que sin fama, ni poder, ni dinero, van constituyendo complejos, 
multipolares y polimorfos procesos de insubordinación. Es por ello que dicha historia tiene 
que ser contada “a contrapelo” (Benjamin, 2005). 
 
 
 
 
9 
 
III. Capital, Estado y clases subalternas 
 
De manera indiscutible, la Coordinadora Arauco Malleco y el movimiento de recuperación de 
tierras en Chile son parte de la oleada de emergencia indígena antineoliberal y 
descolonizante de los últimos 30 años, la cual se ha vivido en buena parte del continente 
(Escárzaga, Gutiérrez, 2006). En tiempos largos, sin embargo, la insubordinación mapuche 
forma parte de la acción subalterna contra el despojo universal expansivo y sin límite del 
capital, que avanza sobre territorios y culturas, sobre los bienes naturales, sobre los 
ecosistemas y los pueblos, desarticulándolos para volverlos a su imagen y semejanza (Gilly, 
2006). 
 
Este antagonismo esencial contra el despojo, que lleva aparejada la desarticulación étnica - 
es decir el etnocidio, la posible muerte de un pueblo-, es una lucha que ha significado un 
desafío a la reproducción del capital extractivo y depredador de los bienes naturales y, al 
mismo tiempo, un cuestionamiento a la estructura política constitucional liberal monoétnica 
del Estado. Además de una lucha -y esto es importante- también ha significado la 
elaboración de un bosquejo de proyecto de regulación social alternativa desde los propios 
pueblos originarios. 
 
Esa lucha hace visible los hilos conductores de nuestra investigación, que son la sujeción y 
subordinación del pueblo mapuche, por un lado, y sus procesos de des-sujeción, de 
antagonismo, de insubordinación y rebeldía para desarticular-modificar-superar las 
relaciones de dominación que la forma Estado y la forma capital imponen, por el otro. Es por 
ello que la tríada de interacción antagónica capital-Estado-grupos subalternos, es el 
terreno en el cual desenvolvemos nuestra reflexión y narramos la historia de la 
Coordinadora. En ese sentido, nos sentimos parte de una reflexión que abreva en un campo 
en el que la separación disciplinaria canónica entre lo político, lo social y lo económico, no 
sólo es inútil sino que obtura una visión crítica.7 
 
A pesar de que retomaremos el análisis de las diversas estrategias de sujeción y de los 
distintos tipos de poder desplegados por el Estado chileno y el capital en el siglo XX, así como 
de la respuesta gubernamental a la acción colectiva desatada por la CAM, nuestra atención 
estará dirigida hacia el proceso de subjetivación política que, desde abajo, va constituyendo 
y haciendo emerger la disposición a luchar, a recuperar tierras ancestrales, a hablar y a 
deliberar explícitamente en colectivo, a defender las recuperaciones, e incluso, a enrolarse 
en arriesgadas acciones incendiarias contra las corporaciones. 
 
Nuestra mirada, entonces, se orientará hacia el horizonte interno de las reducciones 
mapuche, hacia los militantes de la Coordinadora, hacia su pensamiento, y además, hacia el 
encadenamiento de procesos y de acontecimientos de interacción antagónica que van 
constituyendo la voluntad de lucha, que posibilitan su sostenimiento y que, posteriormente, 
producen su abandono y desactivación. Al iniciar nuestra investigación, no sabíamos que en 
la historia de la CAM encontraríamos la muestra de un ciclo completo de formación, 
 
7
 Sobre ello, Werner Bonefeld argumenta: “El ser humano es inseparable, es decir, no puede ser dividido en un factor 
económico de producción y, aparte, en un ente político dotado de los derechos del hombre, salvo a través de la fuerza y la 
violencia. (…) El Estado y la economía, pues, no existen como dos entidades distintas de organización social” (Bonefeld, 
2005: 46). Sobre ello, también retomamos algunas de las premisas acerca de la unidisciplina social propuesta por Immanuel 
Wallerstein en su crítica a la separación disciplinaria decimonónica. 
10 
 
ascenso, lucha, confrontación, descenso y desactivación de las luchas subalternas. Dicho 
ciclo trata de ser narrado y explicado desde una sistemática recuperación de la subjetivación 
del propio actor en lucha. Es decir, desde la recuperación a partir de los integrantes de la 
Coordinadora misma, de cómo fueron subjetivados, ideologizados y entendidos diversos 
procesos de dominación, de confrontación y de posible liberación de la situación y condición 
que vive el pueblo mapuche en Chile, procurando asimismo, confrontarlo con una amplia 
investigación sobre dichas condiciones desde otras miradas y voces. 
 
Por tanto, a partir del cruce entre la interacción capital-Estado-subalternos y la subjetivación 
política de la Coordinadora, iremos reconstruyendo una historia de lucha que, sin embargo, 
se nutre también de algunas premisas que nos posibilitan aproximarnos a la insubordinación 
social y étnica, o mejor dicho, de un pueblo subalternizado, oprimido. Dichas premisas 
parten de la idea de que los dominados, los subalternos, los de abajo, despliegan su acción y 
su pensamiento contra la dominación desde una racionalidad política otra, compleja, 
multipolar, polifónica, que de ninguna manera puede ser reducida al pensamiento de los 
liderazgos, a la manipulación carismática, a reacciones inconscientes frente a la precariedad 
y el hambre, a oportunidades de cambio político en el Estado o a procesos espontáneos de 
acción colectiva. Los de abajo van constituyendo su acción a través de un complejo 
entramado de relaciones socio-étnicas, el cual les permite deliberar y pensar su decisión en 
torno a la acción de lucha. Los subalternos viven y experimentan su condición de dominación 
y piensan en ella en su cotidianidad. Éste, es el punto de partida, la materia simbólica, el 
magma con el que se construirá la irrupción subalterna en forma de insubordinación social. 
 
IV. Los de abajo y su disposición a luchar 
 
De manera que, nuestra intención es recrear la racionalidad política de los subalternos, su 
posición y su relación con estructurascomplejas de dominación. Su interacción antagónica 
con el poder, su proyecto emancipatorio, sus contradicciones y su posterior disciplinamiento 
y vuelta a cierta normalidad dominante. Nos interesa comprender cómo un sector mapuche 
emprendió un proyecto de acción colectiva que tuvo un alto riesgo y costo represivo. En 
efecto, el mito interpretativo de los medios de comunicación y del Estado ha sido reducir, 
caricaturizar e interpretar este proceso como la formación de un típico grupo armado o 
terrorista lo cual, en realidad, deja lugar a innumerables dudas y vacíos. O bien, que ha sido 
explicado como un epifenómeno de las cambiantes condiciones políticas de la transición 
democrática y de las influencias globales de las luchas identitarias, reactivas a la 
globalización homogeneizante. 
 
Sin embargo, con Ranajit Guha, compartimos la idea de que los procesos de insubordinación 
campesina-indígena tienen siempre, como precedente, otros tipos de movilización menos 
militantes que no habían dado resultado y, a la vez, un profundo proceso que habla de 
discusión y deliberación colectiva previa, el cual se da de manera poco visible y soterrada. 
Aunque en Chile no tuvo lugar un proceso de rebelión abierta sino un movimiento de 
recuperación de tierras ancestrales, las reflexiones de Guha pueden mostrarnos algunos 
paralelismos: 
 
Las insurrecciones campesinas (…), en cada caso los protagonistas habían utilizado 
peticiones, delegaciones y otras formas de súplica antes de declararle la guerra a sus 
opresores. (…) Las rebeliones (…) fueron iniciadas todas tras consultas planificadas y en 
11 
 
algunos casos prolongadas entre los representantes de las masas campesinas locales. A decir 
verdad apenas si existe algún ejemplo de que el campesinado se haya rebelado por 
casualidad o [haya sido] llevado por la corriente. Ellos tenían demasiado en juego y no iban a 
lanzarse a la rebelión excepto como una manera deliberada, aunque fuera desesperada, de 
salir de una existencia intolerable. Dicho en otras palabras, la insurgencia fue una empresa 
motivada y consciente llevada a cabo por las masas rurales (Guha, 2002: 45 ). 
 
El planteamiento de Guha, que tiene reverberaciones y ecos con el pensamiento del 
historiador E.P. Thompson, nos plantea un modo de aproximarnos a los subalternos: 
considerándolos sujetos dentro de una relativa y contradictoria pero existente esfera 
autónoma de acción política no formal, de una racionalidad alternativa, popular, étnica, 
plebeya y, en ocasiones, hasta milenarista, espiritual o religiosa. Como sujetos colectivos que 
van tomando decisiones frente a las alternativas viables, posibles o abiertas para enfrentar 
su propia condición subalterna. 
 
Esto no quiere decir que el mundo subalterno no esté lleno de contradicciones y de 
dispositivos de control hegemónico, pero ese mundo habla siempre de un poder incompleto 
del Estado y del capital, que no logra la adhesión acrítica de los subalternos a las condiciones 
dominantes. Un relativo, fluctuante y contradictorio espacio donde los de abajo van 
deliberando de manera informal y formal para tomar sus decisiones frente a su condición de 
dominados. 
 
Por tanto, ese mundo interno, comunitario-reduccional y militante mapuche, nos interesa 
como espacio de exploración. Y, sobre todo, nos interesa cómo en ese mundo se fue 
constituyendo la voluntad de lucha, la subjetivación política, las ideas de los dominados. 
Adhiriéndonos a James C. Scott en su trabajo “Los Dominados y el arte de la resistencia”, nos 
interesa explorar ciertos elementos que nos permitan: 
 
[…] privilegiar las cuestiones relacionadas con la dignidad y la autonomía, las cuales en 
general han sido consideradas como secundarias en la explotación material. (…) este análisis 
nuestro le da prioridad a la experiencia social de los ultrajes, el control, la sumisión, el 
respeto forzado y el castigo. La resistencia surge no sólo de la apropiación material sino de la 
sistemática humillación personal que caracteriza la explotación (Scott, 2000: 20, 140). 
 
Es decir, nos interesa privilegiar las ideas, las ideologías, las percepciones y las experiencias 
sobre la dominación vividas cotidianamente por los subalternos, aquellas de las que hablan, 
opinan y comparten. En ese mismo sentido, en su emblemático trabajo “La injusticia: bases 
sociales de la obediencia y la rebelión”, en la misma orientación de Scott, Barrington Moore 
Jr. sostiene explica que no siempre las condiciones de vida negativas como la injusticia y la 
opresión van a provocar respuestas colectivas similares entre los grupos sociales, sino que 
son la percepción y la significación que se les otorga a estas condiciones las que orientan las 
respuestas. Sin embargo, como veremos más adelante, estas percepciones y significaciones 
relativamente autónomas se desarrollan dentro de un marco de condiciones estructurales. 
El propio Moore destaca que: 
 
Sin los fuertes sentimientos morales de indignación, los seres humanos no actuarían en 
contra del orden social. Y en ese sentido, las convicciones morales se convierten en un 
elemento igual de necesario para cambiar el orden social, junto con las alteraciones en la 
estructura económica. (Moore, 1989: 443) 
 
12 
 
El objetivo, por tanto, es mostrar el marco de significaciones (Chihu Amparán, 2006) que las 
comunidades mapuche y los liderazgos articulados en la Coordinadora Arauco Malleco 
fueron constituyendo, para entender su propia percepción y la significación que han 
construido en torno a la experiencia de la dominación. Ello es definitivo ya que, como 
plantea Aranda: 
 
La función central del marco de significaciones es configurar un sistema de interpretación del 
mundo, como una construcción propia de la organización, por medio de la cual se otorga 
sentido a las decisiones y acciones colectivas. En la elaboración de los marcos de significación 
desempeña un papel de la mayor importancia la ideología y el simbolismo (…) La 
construcción de la identidad colectiva, se trata de un proceso en el que el actor social 
incorpora experiencias presentes a la memoria colectiva y experiencias anteriores, 
generándose una resignificación de los hechos en que participa, incluyendo así los factores 
sociales con los psicosociales. De ahí que los momentos de crisis y los episodios conflictivos 
resultan en circunstancias especiales para la reevaluación y resignificación de la biografía 
personal con la historia colectiva con la cual uno se identifica socialmente, en la que un “yo” 
se reconoce como un “nosotros” y, por esta razón, el primero modifica su identidad personal. 
(…) La propia existencia de los movimientos es una manera de percibir la realidad, que se 
subraya y pondera como alternativa (Aranda, 2002). 
 
Sin embargo, nuestra preocupación no sólo se centra en comprender los procesos 
discursivos de los integrantes de la Coordinadora, en tanto, desde nuestra posición, la 
disputa y la interacción antagónica no se reducen solamente a una lucha de significados, ni a 
un enfrentamiento relativo de posiciones discursivo-ideológicas que, o bien pueden ser 
solucionadas en un diálogo intercultural, o ser negadas como falsas ideologías, como se hace 
desde el Estado y, también, desde cierta intelectualidad y desde cierto sector académico 
chileno. 
 
El fenómeno de insubordinación y acción colectiva mapuche de la década de los noventa y 
principios de siglo es, por supuesto, una construcción identitaria, de significaciones, de 
interpretaciones ideológicas y simbolizaciones en torno a experiencias vividas, percibidas y 
narradas desde la memoria colectiva de los pueblos originarios. No obstante, ellas se 
construyen en relación a procesos objetivos de dominación y de despojo material e 
inmaterial, real y simbólico, impulsados desde el Estado y el capital, desde estructuras de 
dominio que perduran y cristalizan en el tiempo y desde relaciones de producción y de 
acumulación que modifican el territorio y las formas dereproducción social. 
 
Es decir, también estamos preocupados por comprender estos dispositivos de poder y 
dominio, de colonialismo y desposesión, de desarticulación de los poderes autónomos 
comunitarios, a través de los cuales se lleva a cabo su sujeción a la normatividad liberal 
estatal, a los mecanismos progresivos de control social. Nos interesa la disputa material-
inmaterial, el antagonismo esencial que surge a partir de la reproducción del capital y de 
otras formas de reproducción social no basadas en el valor de cambio. Nos interesa 
comprender las ideas y las percepciones que, en Chile, orbitan alrededor de procesos 
objetivos de acumulación por desposesión y de colonialismo interno contra el pueblo 
mapuche, cómo son vividos, experimentados e interpretados por la Coordinadora y sus 
integrantes, y de qué manera los procesan para convertirlos en acción de antagonismo y en 
programa emancipatorio. 
 
13 
 
En suma, nos interesa entender el proceso de insubordinación étnico y su proyecto de 
liberación mapuche como un proceso de relaciones de poder ancladas en las propias 
experiencias y vivencias de dominación, así como su lucha por des-sujetarse de ellas, 
constituyendo sujeto político que da cuenta de su condición subordinada, que se rebela 
frente a ella y busca salir e ir más allá de dicha relación. 
 
Por todo ello, nos interesa acercarnos a estas relaciones de poder a partir de la tríada 
conceptual “subalternidad-antagonismo-emancipación” (Modonesi, 2010), ya que nos 
permite aproximarnos al movimiento mapuche de recuperación de tierras representado en 
la Coordinadora Arauco Malleco, desde la clave del conflicto y no sólo de la identidad 
(Melucci, 1999) o de la descripción y taxonomía de sus “repertorios de acciones” u 
“oportunidades políticas” (Tarrow, 1998), o bien, del balance de sus alcances como proyecto 
de transformación de la totalidad (Touraine, 1973); ni tampoco del carácter inmaterial-
simbólico de la multiculturalidad en su orientación comunitarista o etnicista (Cerda, 2011). 
Ello no implica, necesariamente, dejar de utilizar algunas de las herramientas de varios de 
estos enfoques. 
 
La tríada subalternidad-antagonismo-emancipación (o dominación, insubordinación, 
liberación), nos ancla en la conflictividad de las relaciones de poder desde una perspectiva 
abierta y constituye una matriz de aproximación fundamental que permite el enlace con las 
formas contemporáneas de los procesos de cercamientos, despojos y extractivismos 
territoriales, en tanto posibilita un diálogo a partir del análisis de las relaciones de 
dominación generadas hoy día por la acumulación capitalista. El abandono de cualquier 
noción de la conflictividad a partir de las relaciones capitalistas impregna las explicaciones 
dominantes sobre los pueblos originarios. Es por ello que hemos intentado que la columna 
vertebral de la argumentación incluya una visión marxista abierta. No para insistir en una 
relación monocausal entre capital-insubordinación, ni tampoco en una simplificación de 
relación causa-efecto entre condiciones materiales y lucha. Sostenemos que el campo 
antagónico entre quienes mandan y quienes obedecen, entre quienes viven del trabajo 
ajeno y quienes lo hacen de su propio trabajo, entre quienes se apropian de la riqueza de la 
naturaleza y quienes son despojados de ella, así como entre quienes impulsan una visión de 
desarrollo y riqueza y, entre quienes viven su identidad desde otros parámetros de 
reproducción social, son antagonismos que van creando conflictos de intereses, de objetivos, 
de necesidades y de creencias. En ese campo de conflicto es que nos movemos, aunque de 
manera unitaria, entre las dimensiones material-inmaterial, entre lo objetivo y lo subjetivo, 
entre la reproducción material y simbólica. 
 
Nuestra investigación, entonces, se centra en el campo de conflicto y en el campo relacional 
de los dominados en lucha. Partimos de la noción de que la reflexión crítica buscaría develar 
los procesos de insubordinación frente al poder desde dentro de la relación y desde la 
acción de los dominados, en interacción antagónica con quien sujeta, norma, nombra, 
ordena y decide, pero también, como parte de una constelación de redes múltiples de 
relaciones de poder estatal y extraestatal. 
 
La acción colectiva, es sólo la punta del iceberg de un profundo proceso de producción de 
relaciones sociales alternativas a la dominación, antagónicas, en lucha por la autoafirmación 
y la autodeterminación, de des-sujeción del poder y, por tanto, de sus dispositivos de 
control, materiales e inmateriales, objetivos y subjetivos. Son relaciones alternas de 
14 
 
reordenamiento del poder, por lo cual se expresan en la producción de nuevas relaciones 
políticas. Esta centralidad de las relaciones de poder y de conflicto, ubican su especificidad 
en otras formas de acción colectiva y, por ende, en un campo de reflexión propio.8 
 
Por lo que, hemos aplicado la tríada subalternidad, antagonismo y emancipación como un 
eje de orientación, para aproximarnos a las experiencias mapuche de dominación y a las 
experiencias de la Coordinadora en torno a la configuración de la lucha y a la interacción 
antagónica y de emancipación como horizonte articulador de la acción colectiva, que le 
brinda sus significados y potencias como proyecto liberador y como explicación de las 
estrategias y tácticas de acción política inmediatas. Esta tríada teórica contribuye a delimitar 
dimensiones de análisis del mundo mapuche y del proyecto político de la Coordinadora 
Arauco Malleco. Conviene reproducir lo que Modonesi, después de una extensa 
investigación sobre cada concepto, sintetiza sobre esta tríada, ya que su utilización será 
transversal a todo el estudio: 
 
[Entenderemos subalternidad] como la formación subjetiva inherente y derivada de 
relaciones y procesos de dominación, construida en función de la incorporación de 
experiencias colectivas de subordinación, caracterizadas fundamentalmente por la 
combinación entre la aceptación relativa y la resistencia dentro del marco de la dominación 
existente, proyectándose hacia una renegociación o ajuste del ejercicio del poder sobre. 
 
[Entenderemos] antagonismo como la formación subjetiva inherente y derivada de 
relaciones y procesos de conflicto y lucha, construida en función de la incorporación de 
experiencias colectivas de insubordinación, caracterizadas fundamentalmente por la 
impugnación y la lucha (o rebelión) contra la dominación existente, proyectándose hacia el 
establecimiento y el ejercicio de un poder contra. 
 
Entenderemos autonomía como formación subjetiva inherente y derivada de relaciones y 
procesos de liberación, construida en función de la incorporación de experiencias 
colectivas de emancipación, caracterizadas fundamentalmente por la negación y 
superación – más allá – de la dominación existente, proyectándose hacia el establecimiento 
y el ejercicio del poder hacer (Modonesi, 2010: 196). 
 
En suma, nos interesa la producción de relaciones alternas a la dominación, distintas a la 
cotidianidad-repetición-institucionalización-normalización del poder y a la aceptación de sus 
dispositivos. Estudiamos la producción de relaciones de ruptura y de des-orden del poder y 
del dominio, que no sólo enfrentan sino que superan –o conllevan la potencia de hacerlo- la 
dominación. Finalmente, aunque tendremos que conocer y estudiar el marco de 
oportunidades desde el cual se desenvuelve la acción de los subalternos, y a su vez, 
comprender la construcción de significados e identidades de dichas acciones, en el caso de la 
Coordinadora Arauco Malleco, el centro de nuestra reflexión son las nuevas relaciones de 
antagonismo y emancipación –que forman, de hecho, una constelación de relaciones 
alternas a la dominación-, producidas a partir del conflicto en el pueblo mapuche. 
 
8 Tanto la tesis sobre los movimientos sociales de Alan Touraine como la deAlberto Melucci implican cierto antagonismo. El primero define 
a este ámbito como oposición y, el segundo, como precondición de desarrollar un conflicto. Sin embargo, Touraine desarrolla lo que 
podríamos denominar una teoría elitista de los movimientos sociales, cuya característica primordial es su influencia sobre lo que él llama 
sistema histórico. Como veremos, esta premisa no es útil para explicar los procesos de insubordinación y emancipación, porque son 
clasificados única y exclusivamente desde una visión de totalidad, requisito que no cubren todos los procesos sociales de insubordinación y 
antagonismo. Por el otro lado, Melucci desarrolla características de la acción colectiva -que intentan explicar acciones callejeras de 
aficionados al fútbol, o manifestaciones culturales como las llamadas tribus urbanas, además de aquellas propias de los movimientos 
sociales-, las cuales, aunque ancladas en el conflicto identitario, evidentemente descentran y minimizan la relación conflictual del 
movimiento social que nosotros consideramos central. 
15 
 
 
V. Entramados subalternos: la política de los de abajo 
 
El campo relativamente autónomo de los subalternos en la vida cotidiana, desde la que se 
experimentan las condiciones de la dominación mediadas por sus propias culturas, saberes y 
procesos, son las interacciones sociales ancladas en los núcleos familiares, en las redes de 
reciprocidad para el trabajo y la producción (en el mundo rural) o para la sobrevivencia (en 
el mundo urbano), a las que llamamos entramados9 subalternos o redes societales 
subalternas. Estas redes informales, rizomáticas, inconexas, episódicas, no explícitas, que 
permiten la reproducción social, son uno de nuestros actores y espacios de estudio 
esenciales y representan el mayor punto de apoyo para comprender el despliegue de la 
movilización y la insubordinación. En ese mundo subalterno hay una política otra, informal, 
que va constituyendo definiciones “compartidas” sobre las situaciones y experiencias vividas 
y percibidas de la dominación; construidas y “negociadas”, por decirlo de algún modo, 
mediante las interacciones de “los de abajo” al interior de la familia, a partir de la 
reciprocidad y de la vida cotidiana, en la que siempre hay un intercambio activo en relación a 
las condiciones subalternas vividas por los propios dominados. En la que, de manera 
molecular, se elaboran opiniones y algo que es importante, cuestionamientos y preguntas 
respecto a su propia situación. 
 
Al enfrentar su condición de subalternos, los dominados no siempre resisten –ni siquiera de 
manera simbólica-. No siempre están “conspirando”, utilizando las palabras del propio Scott. 
Lo que existe siempre, sin embargo, es un proceso de subjetivación infrapolítica 
permanente frente a los poderosos y sus acciones y, por tanto, sobre la propia condición de 
subalternidad de los dominados. De manera marginal, fragmentaria, y si se quiere, 
disgregada, episódica, informal, caótica, las experiencias directas de las condiciones de la 
dominación, del actuar de los poderosos y de las posibles alternativas, son pensadas desde 
el mundo popular subalterno -esto es importante-, desde el marco de interpretación, de 
significaciones y sentidos con que cuentan, que es parte –dinámica- de su propia identidad. 
Son interacciones microsociales que se producen en los entramados subalternos y de las 
cuales dependen la posibilidad de luchar y las condiciones para que la movilización social se 
active. 
 
Su forma no sólo es comunicativa, sino que también constituye la plataforma desde la cual 
se producen nuevas relaciones sociales alternativas. Estas “estructuras” socializan –
permiten, obstruyen- la interacción de los subalternos, y además, guardan la memoria en 
distintas formas e intensidades, posibilitan la interacción con saberes alternativos en una 
pluralidad de grados y sentidos, y están fracturadas de manera desigual y heterogénea por 
las acciones de hegemonía del poder. En esas redes, sin embargo, también se han guardado 
saberes colectivos, conformando tradiciones y subculturas disidentes, experiencias prácticas 
de lucha, discursos y símbolos de desobediencia, de resistencia y de emancipación. Los ciclos 
de lucha anteriores y la memoria que se guarda de ellos son indispensables, ya que pueden 
acumular saberes en una línea de continuidad progresiva, o bien rechazar los valores y 
 
9
 La noción de entramado comunitario está siendo desarrollada por Raquel Gutiérrez Aguilar donde planetea que “Entiendo 
por entramado comunitario un espacio/tiempo para la reproducción material producido a partir de prácticas múltiples de 
intercambios de reciprocidad”. Documento de trabajo. Modernidades alternativas. Sin embargo aquí entiendo entramados 
o redes subalternas como mecanismos de interacción y reproducción social étnicos, etáreos, etc. 
16 
 
formas del ciclo anterior, con elementos de ruptura, con nuevas orientaciones o pudiendo, 
incluso, combinar elementos de continuidad y ruptura. 
 
No obstante, para que se generalice la desobediencia, alguien debe tomar la iniciativa. En 
todo caso, existen muchos ensayos previos de insubordinación antes de que la 
desobediencia se convierta en acción visible, masiva. También existen muchos intentos de 
subalternos rebeldes por concitar la desobediencia. José Aranda denomina a esos grupos 
“núcleos activistas”. Estos grupos desempeñan funciones importantes, entre otras: 
conservación y actualización de la memoria colectiva, actitud vigilante ante los 
acontecimientos, convirtiéndose en núcleo organizador que plantea demandas, que formula 
discursos (Aranda, 2000). Consideramos que estos grupos o actores 10 (integrados 
formalmente de manera previa, o formados durante el transcurso del conflicto por personas 
con experiencias anteriores, o con autoridad simbólica entre los subalternos, un líder o 
familia emblemática, un colectivo militante, una acción de insubordinación ejemplar y/o 
espontánea), de ninguna manera pueden ser considerados vanguardias, pero tampoco 
deben ser considerados “prescindibles”. (Moore, 1989: 446) Aquí destacamos el concepto de 
Tarrow de estructuras conectivas; aunque extenso, conviene reproducir el funcionamiento 
de lo que llamamos núcleos activistas y de los entramados de subjetivación subalternas: 
 
La organización hace referencia a las estructuras conectivas que vinculan a los líderes con sus 
seguidores, el centro con la periferia y los diferentes sectores entre sí, permitiendo la coordinación y 
optimizar la relación entre las organizaciones del movimiento y que éste perdure en el tiempo aunque 
no posea una organización formal. Sólo cuando dichas estructuras conectivas son internalizadas en la 
organización de un movimiento y la organización de la acción colectiva queda bajo el control de sus 
líderes puede decirse que un movimiento social se corresponde con una única organización. Con más 
frecuencia, las organizaciones formales sólo reflejan imperfectamente el tejido conectivo informal de 
los movimientos. Aunque los movimientos puedan alcanzar momentos álgidos de acción colectiva, con 
frecuencia dichas energías se desintegran o se disipan sin un cierto grado de coordinación. El principal 
reto para los organizadores de los movimientos es crear modelos organizativos suficientemente 
fuertes como para estructurar relaciones sostenidas con sus oponentes pero lo bastante flexibles para 
facilitar las conexiones informales que unen a las personas y a las redes unos con otros en una acción 
coordinada y multiplicadora (Tarrow, 1998: 178). 
 
Las estructuras conectivas ayudan a comprender el proceso. Las mismas tienen su base en 
las interacciones sociales de la cotidianidad y son etáreas, de pares, de parentesco, barriales, 
comunitarias, identitarias, productivas, etcétera. 
 
A pesar de ello, el proceso de insubordinación no depende por completo de los entramados 
subalternos y de losnúcleos activistas-militantes, ni tampoco se genera de manera 
totalmente autónoma a partir de ellos. Depende del propio procesamiento que realizan de 
su condición de sometimiento para el cual, desde abajo, hay un campo de disputa por dichas 
significaciones y en el que, en ocasiones, los mecanismos de compromiso y de 
 
10 Estamos hablando del rol de actores como la Plataforma Democracia Real, con su convocatoria que, en 2011, formaría el movimiento de 
los indignados en España; de la acción de desobediencia de Rosa Parks, al negarse a darle el asiento a un pasajero blanco y de la acción de 
la National Association for the Advancement of Colored People, llamando a las primeras acciones del movimiento por los derechos civiles 
en Estados Unidos; de la organización del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, convocando a las comunidades al alzamiento desde 
1992 y de la insurrección indígena de 1994, con el posterior movimiento nacional de la sociedad civil por una paz justa y digna; de la 
convocatoria de la Confederación de Estudiantes en Chile a movilizarse, desarrollada por el movimiento estudiantil en 2011; de la 
convocatoria de la Asamblea de Movimientos Sociales en el Foro Social Mundial, que resulta en la mayor movilización cuando 45 millones 
de personas se congregaron el 15 de febrero de 2003 en contra de la invasión norteamericana a Irak. Por otro lado, nos referimos a los 
vecinos de Magdalena Contreras aglutinados en el plantón contra la supervía en 2010, quienes lograron convocar a cientos de vecinos 
opositores; a la familia Del Valle y a otros campesinos y vecinos de San Salvador Atenco, que aglutinan al movimiento campesino; a la 
convocatoria de la asamblea de regantes durante la Guerra del Agua en Bolivia, a la acción organizativa de los asentamientos de los Sin 
Tierra en Brasil, solo por mencionar algunos ejemplos de grandes procesos de insubordinación y revuelta popular. 
17 
 
incorporación del poder en los subalternos son insuficientes, están obstruidos o, incluso, 
no existen o son débiles. También se requiere de la crisis de los mecanismos de poder al 
interior de los propios dominados. 
 
Una de las premisas para la posibilidad de la desobediencia, de la insubordinación, es la 
existencia de una contradicción entre la realidad objetiva y el contenido de las ideas 
dominantes que pueda ser percibida-vivida por los dominados. Por otro lado, la ausencia de 
conexión, exposición e interrelación con ideas-experiencias-realidades alternas a las 
dominantes, determina que se construya una visión que se presenta como única alternativa. 
De ello podemos inferir que, al igual que las ideas dominantes, las razones alternativas a la 
dominación requieren de un soporte material objetivo, visible para los dominados. En este 
sentido, si una explicación alternativa a la dominación no se conecta con una experiencia de 
contradicción material-discursiva concreta puede llegar a ser ignorada por completo por los 
subalternos. Cuando existe la visibilidad-percepción de la contradicción, comienza a operar 
una reflexión crítica. 
 
Para llevar adelante la acción de insubordinación, debe existir una mínima concepción de 
cómo hacerlo, un campo de oportunidades políticas y algún tipo de reflexión –por sencilla 
que sea- que integre los elementos dispersos que los propios subalternos han podido 
reflexionar en su subjetivación infrapolítica. 
 
Aunque desarrollaremos con mayor precisión estos puntos más adelante, conviene 
mencionar aquí qué entendemos por campo de oportunidades políticas, no de manera 
estrecha a las relaciones institucionalizadas de las estructuras estatales,11 sino como los 
cambios o posibilidades de recursos, oportunidades y coyunturas que se generan en las 
redes de interacción de los propios subalternos, en sus entramados, organizaciones, 
liderazgos y núcleos activistas-militantes. 
 
Simplificando, podemos decir que necesitamos estudiar de manera sincrónica y diacrónica: 
1) la construcción-percepción de los subalternos respecto a la contradicción material-
objetiva de los contenidos de las ideas y visiones dominantes; 2) el funcionamiento y 
construcción-percepción de los mecanismos de compromiso de las clases dominantes con 
los subalternos; 3) el campo de oportunidades en que puede -o no- desarrollarse la 
insubordinación y la conciencia que de ello tienen los subalternos; 4) el grado de acceso, 
exposición e interconexión con marcos interpretativos-ideológicos-realidades alternas, que 
contribuyen al proceso de construcción de una subjetividad y de relaciones distintas a las 
dominantes. 
 
Asimismo, nos preocupa articular estos cambios con las situaciones materiales de 
dominación. Por tanto, si bien es necesario reconocer que las condiciones objetivas de 
ninguna manera condicionan la forma y los contenidos de la subjetivación como si ésta sólo 
fuera un epifenómeno -ello no implica que no sea importante, lo es y mucho-, resulta 
relevante conocer cuál es la relación entre las condiciones objetivas de dominación y la 
subjetividad política, y de qué manera dichas condiciones influyen en ésta. Hablamos de 
condiciones objetivas y, en su caso, materiales, porque pensamos que, como veremos más 
adelante, la dominación cultural no se reduce únicamente a procesos de disensos 
interculturales inmateriales, sino que refiere a procesos que tienen consecuencias concretas, 
 
11
 Como la teoría de la movilización de recursos y de la sociedad civil parecen definir. 
18 
 
materiales, no sólo en la vida de los dominados, también en las relaciones de propiedad, de 
producción, de distribución y de consumo. 
 
Por ello, la visión de E.P. Thompson es iluminadora, ya que, parafraseando a este historiador, 
podríamos afirmar que para nuestra investigación es fundamental conocer cómo los nuevos 
regímenes de acumulación del capital y los regímenes de regulación estatal colocan al 
pueblo mapuche en situaciones de dominación. Analizar cómo estas situaciones llevan 
consigo antagonismos esenciales, conflictos de intereses y de necesidades, interpretados, 
simbolizados y resignificados desde las propias experiencias y vivencias del colonialismo, del 
racismo, de la expoliación territorial y de la desarticulación étnica. 
 
Dicha interpretación, se elabora a partir de su propia identidad y desde las relaciones de 
dominación simbólica, las cuales pueden ser étnicas en tanto el poder, con base en la 
conveniencia de su dominio y con el fin de neutralizar las capacidades alternas, clasifica, 
nombra, señala, juzga y categoriza al subalterno. Por ser él mismo, le impone un rol, tareas, 
lugares, prohibiéndole otros. Ordena lo que hace y, al mismo tiempo, determina lo que es. 
La dominación étnica no sólo tiene efectos simbólicos de exclusión y discriminación, también 
tiene efectos materiales y objetivos. 
 
Surgen entonces, dos tensiones o campos antagónicos de conflicto que pueden derivar en 
lucha. El primero de ellos es que, para que haya procesos de desobediencia, necesariamente 
se generan procesos que, frente a la dominación simbólica de clasificar y categorizar, 
oponen procesos de autonombramiento y de re-significación identitarios, de dignificación, 
que re-constituyen lo simbólico dominante creando marcos para renombrar aquello que el 
poder había categorizado. En segundo término, se crea una tensión entre las formas de 
reproducción social, que integran formas de significar, de producir y de decidir: el 
antagonismo entre las formas de reproducción social indígenas 12 y las formas de 
reproducción social capitalistas –estatales. 
 
Así, siempre que los subalternos o algunos de ellos vayan abriendo una nueva subjetividad, 
se van configurando formas de reflexión acerca de su propia condición de marginados y 
excluidos, que incluyen la construcción de valores y éticas en este sentido. En algunos de 
ellos, se va formando lentamente un sistemade interpretación del mundo que, si bien es 
influido por su experiencia subalterna, también incorpora las interconexiones simbólicas con 
otras formas de interpretar el mundo, distintas a las dominantes, que se cruzan, a su vez, 
con la memoria colectiva de los agravios recordados en los entramados subalternos. Dicho 
proceso converge en un sentimiento acerca de un determinado futuro, de un valor o deseo 
de futuro, el cual puede derivar en una práctica política concreta. Ese proceso de 
subjetivación genera un ensanchamiento de lo dado y de lo posible a través de la 
percepción, de la experiencia, de la imaginación y del conocimiento anclado en la 
resignificación de la propia identidad. 
 
 
12
 Que como dice el convenio 169 de la Organización Social del Trabajo: “cualquiera que sea su situación jurídica, conservan 
todas sus propias instituciones sociales, económicas, culturales y políticas, o parte de ellas.” Aunque estas formas 
“Indígenas” existen en tanto regularidades analíticas, no existen como modelo ni paradigma de transformación o 
funcionamiento comunitario. 
19 
 
Cuando estas herramientas cognitivas se van reuniendo, tiene lugar un momento en el que 
se produce una especie de revelación, de ruptura, que hace posible la constitución del sujeto 
social, el cual deviene sujeto político: 
 
La ruptura es el momento donde se toma la decisión, en el que se decide no sólo la 
diferenciación sino la constitución de lo antagónico. Previo al momento se va creando y 
desarrollando todo un proceso cuyos tiempos no están predeterminados y que consiste en la 
diferenciación y la toma de conciencia de ella. (…) Los sujetos, al emerger ya cuentan con 
elementos mínimos identitarios (Guerrero, 2004). 
 
En resumen, durante un proceso permanente pero caótico, se ha ido constituyendo una 
subjetivación infrapolítica, a partir de la cual se ha construido una doble percepción, 
conocimiento y juicio de lo dado, de la situación vivida, de la relación de dominio y de la 
propia condición, surgiendo entonces una doble voluntad de praxis: 
 
Una voluntad, una pulsión de expresión ética de dignidad para señalar lo dado como injusto, 
opresivo o intolerable. Una voluntad que, discursiva y simbólicamente, expresa la condena y 
la protesta del subalterno. Un señalamiento que desnuda a la dominación, que se 
insubordina y manifiesta una naciente capacidad de veto, de negación del dominio, que 
bloquea la relación del poder, rompiendo con la relación mando-obediencia. Desde la 
subalternidad, es la expresión que abre el antagonismo de manera explícita, basándose en la 
experiencia (vivida, percibida, memoria) de la dominación, en tanto intereses y necesidades 
significados desde la cultura-mismisidad-identidad situacional. 
 
Una voluntad, una pulsión por superar o trasformar lo dado, de potencia crítica y praxis que 
imagina y desea ir más allá de lo dado, para superar las relaciones, las condiciones del 
dominio y la relación de poder-sobre. Con ello se comienza a de-construir la relación 
subalterna que nunca fue total. 
 
Para nuestro análisis, entonces, podemos retomar todas estas categorías, reconociendo la 
idea de que los procesos de insubordinación son producción de sentido, de significados y 
que, el pasar de la obediencia a un antagonismo activo requiere, a su vez, de un proceso de 
construcción de un marco de interpretación en el que la experiencia funge como mediadora 
entre las condiciones materiales y simbólicas de la dominación y dicho proceso de 
subjetivación. Reconociendo además, que las condiciones de dominación no sólo son 
mediadas por las experiencias concretas vividas y percibidas, sino también por las formas 
etnoculturales que los subalternos identifican y desarrollan como propias. 
 
Si las acciones y coyunturas provocadas por los poderosos se combinan con la subjetivación 
infrapolítica previa a través de los entramados subalternos y ésta responde a las acciones y 
contradiscursos de núcleos activistas-militantes, se genera una politización de los 
entramados subalternos, convirtiéndolos en una sociedad en movimiento, en un 
movimiento societal que rebasa por completo los sentidos y formas de relación de las 
organizaciones establecidas de los subalternos. Es un movimiento societal (Zibechi, 2008) en 
tres dimensiones. 
 
La primera dada por el hecho de que su acción impone un veto a la dominación, a partir de 
distintos niveles, intensidades y formas de acción colectiva, que resignifican lo dado y lo 
dominante. La acción colectiva –cualquiera que sea-, es un acto de insubordinación. El 
20 
 
edificio y las estructuras que sustentan la relación de los poderosos frente a los dominados, 
son cuestionadas, golpeadas, obstruidas, erosionadas, e incluso, en ocasiones, derribadas. La 
acción desnuda la dominación y la señala con las significaciones y los símbolos propios de los 
subalternos. 
 
La segunda basada en la producción de relaciones sociales alternativas a la dominación, y 
además, distintas a las relaciones habituales de la vida social. En este sentido, se genera una 
constelación de relaciones sociales alternativas, un mundo de vida nuevo. Estas relaciones 
sociales nuevas constituyen actos de autoafirmación de los reprimidos y de lo reprimido, la 
afirmación del poder-hacer en toda su multiplicidad y en toda su unidad (Holloway, 2002). 
Los entramados subalternos en acción originan interacciones y relaciones sociales que no 
existían. Se convierten en algo más que no eran antes: ahí donde no había participación, hay 
participación masiva; ahí donde había silencio colectivo de la opresión, hay palabra en 
común; ahí donde no había conexiones entre los subalternos surgen numerosas, diversas y 
novedosas relaciones de cooperación, reciprocidad y aprendizaje colectivo. “No sólo resisten 
y se insubordinan: en el hacerlo, se transforman ellos mismos según sus modos y sus 
historias” (Gilly, Gutiérrez, Roux, 2006:112). Estas relaciones sociales alternas constituyen 
ese sujeto que, coincidiendo con Zibechi, es un movimiento societal que construye un sujeto 
colectivo y una democracia alternativa desde abajo. 
 
Democracias que se manifiestan en asambleas multitudinarias, en espacios íntimos de 
reflexión y debate barriales o comunales, en el ejercicio de una gestión colectiva, de una 
autogestión a favor de un propósito común, en el diálogo intergeneracional y a partir de 
culturas diversas (Mirza, 2006: 264). 
 
Además, en la mayoría de estos procesos se genera una tercera dimensión de relaciones 
sociales alternas, ancladas en las que hemos descrito. De manera embrionaria, son 
relaciones sociales emancipatorias, que prefiguran otras formas de reproducción social de la 
vida, maneras autónomas de producir la convivencia colectiva y de organizar la 
autorregulación política; surgen, en una diversidad de formas, intensidades, complejidades, 
mecanismos experimentales –muchas veces fragmentarios, parciales o incompletos- de 
democracia directa, de autorregulación social y de reapropiación y gestión colectiva de los 
bienes comunes (Pineda, 2010). 
 
“Es mediante las luchas y la acción colectiva como los sujetos han podido vislumbrar y 
apropiarse del sentido de lo político concebido éste como autodeterminación y, a la vez, 
como creación de mundos alternativos” (Svampa, 2005: 304). Es un proceso de gente común 
haciendo cosas extraordinarias. Integrando procesos de rechazo y de creación, esta 
producción de relaciones sociales alternativas desborda lo establecido, reabre una 
diversidad de potencias y germina relaciones de liberación y emancipación. Abre el porvenir 
de mundos otros. 
 
 
 
 
 
 
 
 
21 
 
VI. Una mirada 
 
En síntesis, para nuestro trabajo tenemos una mirada que privilegia el mundo subalterno, 
que considera sujeto a los dominados, cuyos entramados societales significan la potencia de 
la insubordinación, aunque también, como veremos, la potencia del control subalternizado 
actualizado.Esta mirada nos aleja de las tradiciones teóricas de los movimientos sociales, si 
bien utilizaremos algunas de sus herramientas. Nos sentimos más identificados con la 
tradición que abreva de W. Benjamin, Guha,13 E.P.Thompson, Gramsci, así como de James C. 
Scott y Raúl Zibechi. Esa mirada sobre la subalternidad y los entramados societales que 
hemos descrito brevemente, representa la mirada general con que nos acercamos a la 
experiencia mapuche. 
 
En ese mundo subalterno, exploraremos las experiencias vividas y percibidas de 
subordinación, insubordinación y horizonte de liberación. Las experiencias de dominación 
frente al capital y al Estado, vivencias que retomaremos para comprender el marco de 
significaciones ideológicas, simbólicas e interpretativas que van constituyendo la motivación 
y las razones para la acción política de la Coordinadora Arauco Malleco. Desde allí, 
pondremos en diálogo la sistematización que hemos realizado sobre dichas condiciones, 
acciones y procesos dominantes, para luego conocer la subjetivación que realizan los 
integrantes y militantes de la CAM a partir de la tríada subalternidad, antagonismo y 
emancipación de Modonesi. 
 
Todo ello estará atravesado por un diálogo teórico sobre el poder, la insubordinación y la 
experiencia militante propia de 18 años participando o acompañando movimientos, 
campesinos, juveniles-estudiantiles y, en especial, de los pueblos originarios. Estando de 
acuerdo en que todos los saberes están situados y no son neutros, debemos advertir que las 
construcciones que hemos realizado están impregnadas del universo de movimientos que 
conocemos, con el que hemos trabajado o que hemos estudiado.14 Diálogo teórico que 
puede revisarse al final de este trabajo en el anexo “Poder, insubordinación, emancipación: 
Reflexiones, aproximaciones y notas en torno de la rebeldía.” 
 
Con esta mirada hemos construido nuestra investigación, que recupera la historia y el 
pensamiento de la Coordinadora de comunidades en conflicto Arauco Malleco entre 1997 y 
2011 en dos grandes ciclos: un período de ascenso entre 1997 y 2002; y una etapa de 
contracción de la acción colectiva entre 2003 y 2011. 
 
 
13
 Aunque nos acercamos de manera crítica, sin sentirnos reflejados en el posterior viraje lingüístico de los estudios 
subalternos. 
14
 La observación-participación directa en movimientos sociales mexicanos representa la dimensión oculta de la 
investigación, siendo la que nos permite presentar una perspectiva comparada y desde adentro del funcionamiento de los 
propios movimientos. A saber: el movimiento estudiantil en la Universidad Autónoma Metropolitana (1994-2004); el 
movimiento zapatista civil (1994 hasta la fecha); el movimiento estudiantil en la UNAM (1999-2000); la cercanía, 
acompañamiento y trabajo conjunto con el movimiento campesino de San Salvador Atenco (2006-2010) y de los opositores 
a la Presa La Parota en Guerrero (2007-hasta la fecha); así como otras experiencias de trabajo, militancia y 
acompañamiento “desde adentro” con la Policía Comunitaria de Guerrero, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, 
Radio Ñomndaa La Palabra del Agua, el Frente de Pueblos del Anáhuac en Tláhuac; el Frente Popular Francisco Villa 
Independiente-UNOPII, el movimiento opositor al basurero tóxico en Zimapán. Por otro lado, el estudio sistemático del 
movimiento zapatista, de los movimientos autónomos argentinos de la última década, de los alzamientos ecuatoriano y 
boliviano, del funcionamiento del movimiento de los Sin Tierra y, por supuesto, del movimiento mapuche contemporáneo. 
22 
 
En el capítulo I “Viviendo la opresión winka: el momento más desgraciado”, recuperamos 
nuestra propia explicación de las condiciones de dominación estatal y de expansión del 
capital, así como de los ciclos de acumulación en el territorio ancestral mapuche, para luego 
aproximarnos a los testimonios, opiniones y documentos de integrantes de la Coordinadora 
sobre su situación subalterna. Sirve además como introducción a la compleja y abigarrada 
situación del pueblo mapuche en Chile, al extractivismo, al colonialismo interno y a la 
sofisticada interpretación que de ello hacen los liderazgos de la CAM. La acumulación por 
desposesión y la teoría crítica autonómica han sido herramientas para integrar este primer 
apartado. 
 
El capítulo II “Pichi Trwn” la política de los de abajo, se centra en el proceso del entramado 
subalterno mapuche, en las condiciones de escasez, de despojo, de desprecio y de 
humillación y en cómo esas experiencias eran transmitidas y deliberadas, informal y 
formalmente, creando las condiciones y las motivaciones para lucha por la tierra y la 
autonomía. En ese mismo sentido, desarrollamos la noción de núcleos activistas o núcleos 
militantes, para comprender la vinculación de los liderazgos que se articularán con las redes 
comunitarias y entender el surgimiento de la CAM. Es una historia oculta, subalterna, para 
comprender la integración de una organización y las condiciones que generan su disposición 
de luchar. 
 
El tercer capítulo describe la acción colectiva de la Coordinadora Arauco Malleco: la lucha 
por la tierra, las recuperaciones territoriales y su defensa comunitaria, las llamadas siembras 
productivas, así como las acciones incendiarias contra maquinaria, infraestructura y 
transportes de las corporaciones forestales. Para describir la acción colectiva mapuche nos 
hemos apoyado en algunas herramientas del trabajo de Sidney Tarrow. A pesar de que la 
movilización y sus efectos fueron públicos y en su momento causaron una importante 
conmoción pública, el debate y la confrontación pública de numerosos actores estatales y 
civiles que respondieron a la acción política de la Coordinadora, hasta ahora, al menos 
públicamente, no se había reunido y ordenado esta información. Representa toda la fuerza 
antagónica, por lo que se denomina a este apartado Newen Mapuche, la fuerza de un 
pueblo. 
 
En el cuarto capítulo Marrichiweu: “Liberación mapuche: horizontes emancipatorios” 
hemos reunido la discusión sobre el proyecto y la visión emancipatoria de la Coordinadora, 
lo cual abre una fuerte discusión sobre la autonomía, la libre determinación de los pueblos, o 
incluso, el separatismo y la independencia; sobre los etnonacionalismos y el Estado liberal 
chileno. Hemos agregado, además, un análisis comparativo de otros procesos reivindicativos 
autonómicos en el continente, para entender la situación que vive el pueblo mapuche, por 
un lado, y la propuesta de la CAM, por el otro. 
 
En el Capítulo V: ”Controlando la insubordinación: reacción conservadora y gobernanza 
neoliberal” reunimos la información correspondiente a la respuesta del Estado Chileno y de 
las clases dominantes en ese país , así como aquella relacionada con los dispositivos de 
control implementados para recuperar el orden frente al movimiento de recuperación de 
tierras. 
 
Por último, hemos destinado un capítulo entero al proceso de contracción, desmovilización y 
resistencia de la Coordinadora. En éste, incluimos además, una reflexión sobre las 
23 
 
condicionantes y limitaciones internas de la CAM que, junto a los dispositivos asistenciales y 
clientelares, explican la contracción del ciclo de movilización y protesta y el consiguiente 
debilitamiento y desarticulación de la Coordinadora como referente de acción comunitaria. 
Finalizamos este capítulo VI: Resistencia. La lucha continúa. Con un balance del movimiento 
mapuche y de la Coordinadora frente al Estado chileno contemporáneo. 
 
Para finalizar, en la estructura de este texto integramos nuestras conclusiones, el diálogo 
teórico sobre el poder y la insubordinación que hemos mencionado, así como una cronología 
de la historia de la Coordinadora. 
 
Durante esta investigación realizamos 15 entrevistas a profundidad e historias de vida con 
tres líderes de la Coordinadora Arauco Malleco: Héctor Llaitul, Ramón LLanquileo y JoséHuenuche, presos en la cárcel de Angol. De igual manera, hemos realizado entrevistas a 
profundidad con cuatro militantes de base o de apoyo de la Coordinadora: Jonathan 
Huillical, también preso, dos “weichafes”15 y un “peñi”.16 En el caso de estos tres últimos 
integrantes, en este trabajo omitimos sus nombres por razones de seguridad y de 
confidencialidad. Todas las entrevistas que en ocasiones llegaron a rebasar las tres horas, se 
realizaron por separado, de manera individual en distintos lugares de la Araucanía y en el 
caso de los presos e distintas celdas-dormitorio por lo que se aseguró con ell la 
confidencialidad de muchos datos y opiniones. Hemos seleccionado de ellas lo que nos 
parece no pone en riesgo la seguridad de los militantes de la CAM. A lo ya mencionado se 
suman entrevistas de control y profundización con historiadores mapuche -Fernando 
Pairicán, Pablo Marimán-, y con el reconocido historiador Martín Correa. Además, se 
cumplió con numerosos procesos de observación participante en ceremonias mapuche 
(nguillatún) y en deliberaciones colectivas llevadas a cabo en la cárcel durante la estancia de 
investigación realizada en Chile en 2011 y 2012. 
 
Un segundo insumo lo constituye una intensa revisión hemerográfica del período estudiado 
(1997-2011), consultando los diarios El Mercurio, El Austral de Temuco, la Revista Punto 
Final y El Siglo, entre otros. También, la revisión y sistematización de todos los comunicados 
y documentos públicos de la Coordinadora y de algunos archivos personales de familiares y 
amigos de los integrantes de la CAM. Además, por supuesto, de la revisión bibliográfica y 
documental necesaria para la investigación. Todo ello, es el resultado de tres años de 
investigación, adentrándonos en el mundo mapuche, en el Wallmapu. 
 
VII. Hacia el Wallmapu 
 
El presente trabajo está anclado en la convicción de que la disputa por la tierra, el territorio 
y los bienes naturales, así como la autodeterminación, la autorregulación social y la 
autonomía son luchas decisivas de nuestro tiempo. Partimos también de la premisa de que, 
en ambas luchas, los pueblos originarios son el corazón de numerosas alternativas 
antisistémicas y de que, en los últimos 20 años, han demostrado una enorme capacidad 
sujética, de construcción de proyecto alternativo y de resistencia frente a la desposesión, el 
desprecio y el colonialismo interno. 
 
 
15
 Guerrero/ guerrera 
16
 Hermano de un varón. 
24 
 
El pensamiento de la Coordinadora Arauco Malleco se enmarca en un proceso de largo 
aliento, de reconstitución y re-emergencia de las identidades étnicas como defensa y 
preservación ante procesos de desestructuración materiales e inmateriales de las 
condiciones de reproducción socioculturales ocurridos durante una historia larga de 
expansión económica y de relaciones opresivas generadas por la construcción del Estado-
Nación. 
 
La acción de la Coordinadora se enmarca, al mismo tiempo, en procesos de movilización de 
los pueblos originarios para resistir a nuevos ciclos y procesos territoriales de desposesión de 
la tierra y los bienes naturales (posesión, propiedad, gestión y regulación de tierra, bosques, 
agua); a la vez, su acción se explica a través de la tensión antagónica por la redistribución 
material de los excedentes de la explotación de dichos bienes y, de manera enfática, por la 
lucha respecto a quién debe asumir los costos ambientales que implica dicha explotación 
(contaminación, agotamiento y otras externalidades de costos). 
 
Se justifica, además, en una larga historia de dominación y exclusión étnica durante la 
conformación de los Estados nacionales en América Latina y en las tendencias de los 
movimientos campesino-indígenas, que buscan una redistribución de la tierra desde 
procesos de reforma agraria de base, cuya principal táctica es la ocupación directa para 
asegurar el sustento colectivo y la redistribución material para las economías de 
subsistencia. 
 
La Coordinadora Arauco Malleco, su acción y su pensamiento forman parte de un ciclo 
ascendente del movimiento indígena continental vivido entre 1992 y 2005, que reivindicó e 
hizo visibles demandas etnonacionales ancladas en múltiples expresiones de 
pluriculturalidad, autonomía o autodeterminación. A pesar de que hoy la Coordinadora se 
encuentra profundamente debilitada, en las últimas décadas su influencia e historia han 
marcado al movimiento mapuche en su conjunto; conocer su desarrollo nos permite ubicar 
algunas de las coordenadas para comprender la lucha de los pueblos originarios en Chile, su 
situación actual y, también, los límites de las transformaciones del Estado en la etapa 
contemporánea. 
 
La lucha de la Coordinadora, del pueblo mapuche y de los subalternos en general, nos 
hablan de la lucha por recuperar la capacidad sujética, de la lucha por desarticular la 
subalternidad y las relaciones de mando-obediencia, de superar las relaciones de dominio 
estatal y de dominio del capital. Una lucha radical por la recuperación de “lo político”. 
 
Para Bolívar Echeverría, existe una distinción esencial entre la política y lo político, según la 
que lo político es la 
 
[…] capacidad de decidir sobre los asuntos de la vida en sociedad, de fundar y alterar la 
legalidad que rige la convivencia humana, de tener a la socialidad de la vida humana como 
una sustancia a la que se le puede dar forma (…) que reactualiza, en el modo de lo virtual, el 
replanteamiento y la reinstauración de la forma social en cuanto tal, su interrupción y 
reanudación, su fundación y re-fundación (Echeverría, 2008: 78). 
 
Frente a ello “la política pura, constituida por el conjunto de actividades propias de la clase 
política, centradas en torno al estrato más alto de la institucionalidad social, el del Estado, 
25 
 
aquel en que la sociedad existe en tanto que sociedad exclusivamente política” (Echeverría, 
2008: 80). 
 
La potencia de los pueblos originarios, entonces, se ancla en la capacidad de “lo político”, 
luchando por darse su propia figura, por recuperar su capacidad sujética, por practicar la 
autodeterminación de su propia reproducción social, por preservar y mantener su identidad 
basada en su propia configuración autoconsciente, es “la actividad política como actividad 
autoconsciente de la comunidad como tal” o, al menos, su aproximación constante. 
 
En el sistema capitalista, sabemos que el poder expropia los medios para la reproducción 
material; pero además, desde nuestro punto de vista, también expropia y monopoliza los 
medios colectivos de decisión; a ello hay que sumar la dominación simbólica para neutralizar 
la diferencia como potencia y como capacidad, expropiando los medios de reproducción 
cultural. 
 
Si las capacidades políticas han sido enajenadas, expropiadas, al comando del capital y del 
Estado, la disrupción india contiene una potencia autodeterminante que pone en crisis el 
monopolio político a partir de su demanda autonómica. La potencia indígena corroe la 
centralidad de la política, porque busca la decisión sobre su propia configuración social y 
sobre sus modos de reproducción social. Ello no sólo cuestiona y alarma a la clase política; 
también al comando del capital que necesita llevar todas las formas de configuración social 
hacia su lógica limitada al valor de cambio. La sujetidad política indígena se convierte en 
obstáculo para las fuerzas centrípetas del capital. La posibilidad de autoconstitución, de 
autoconfiguración, es una osadía, un error para la dinámica del capital y del Estado, y más 
aún, si esa radicalidad autodeterminante está anclada en valores de uso. 
 
Mientras la democracia liberal realmente existente es una no política, las luchas de los 
pueblos originarios –no sin contradicciones y numerosos límites- irrumpen con una 
capacidad política abrumadora de autoconstitución. De ahí su peligrosidad sistémica y de 
ahí su atractiva capacidad y potencia emancipatoria.

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