Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS COLEGIO DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS MARAS EN EL SALVADOR: ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA EN LA POSGUERRA TESIS QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN ESTUDIOS LATINOAMERICANOS PRESENTA: JUANA MARISOL GARZÓN RIVERA ASESORA: DRA. KRISTINA PIRKER CIUDAD UNIVERSITARIA, 2014 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 1 Los que ampliaron el Canal de Panamá (y fueron clasificados como “silver roll” y no como “gold roll”), los que repararon la flota del Pacífico en las bases de California, los que se pudrieron en las cárceles de Guatemala, México, Honduras, Nicaragua, por ladrones, por contrabandistas, por estafadores, por hambrientos, los siempre sospechosos de todo (“me permito remitirle al interfecto por esquinero sospechoso y con el agravante de ser salvadoreño”), las que llenaron los bares y los burdeles de todos los puertos y las capitales de la zona (“La gruta azul”, “El Calzoncito”, “Happyland”), los sembradores de maíz en plena selva extranjera, los reyes de la página roja, los que nunca sabe nadie de dónde son, los mejores artesanos del mundo, los que fueron cosidos a balazos al cruzar la frontera, los que murieron de paludismo o de las picaduras de escorpión o la barba amarilla en el infierno de las bananeras, los que lloraran borrachos por el himno nacional bajo el ciclón del Pacífico o la nieve del norte, los arrimados, los mendigos, los marihuaneros, los guanacos hijos de la gran puta, los que apenitas pudieron regresar, los que tuvieron un poco más de suerte, los eternos indocumentados, los hacelotodo, los vendelotodo, los comelotodo, los primeros en sacar el cuchillo, los tristes más tristes del mundo, mis compatriotas, mis hermanos. ROQUE DALTON, Poema de amor 2 AGRADECIMIENTOS Investigación realizada gracias al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT) de la UNAM, en el proyecto IN400512 “México ante el conflicto centroamericano 1976-1996. Una perspectiva histórica” a cargo del Mtro. Mario Vázquez Olivera. Agradezco a la DGAPA-UNAM la beca recibida. Agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México, magnífica casa de estudios, por mi formación académica y humana. A la Facultad de Filosofía y Letras por abrirme sus puertas y, junto con ellas, un enorme horizonte de aprendizaje y gratas experiencias. De manera muy especial agradezco a la Dra. Kristina Pirker, por contar con su valiosa asesoría, por nutrirme con sus amplios conocimientos y agudas reflexiones, y por su apoyo enorme y siempre presente. Por su compromiso, su tiempo, así como por la disposición y la paciencia con las que me guió a lo largo de este trayecto. Este trabajo no hubiera sido posible sin su ayuda, y a ella le debo todo lo bueno que de él se desprende. Grande es el agradecimiento, el aprecio y la admiración que le tengo. A la Dra. Mónica Toussaint, por todo el apoyo que me ha dado, así como por alentarme y creer en mí. Agradezco la revisión de este trabajo, así como sus valiosos y estimulantes comentarios. La asistencia a sus seminarios sobre Centroamérica y el acercamiento a su quehacer académico me han dejado un gran aprendizaje y muchas cosas más. Su labor académica es un ejemplo a seguir. Asimismo, agradezco al Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora por el apoyo otorgado para la realización de esta tesis. Al Mtro. Mario Vázquez, por su inmenso apoyo, su confianza, sus consejos y su paciencia. Por su ejemplo de compromiso y por compartir sus grandes conocimientos en los seminarios sobre Centroamérica, magníficos espacios de aprendizaje y reflexión que me dieron valiosos aportes y nutrieron este trabajo. La participación en su proyecto no sólo fue fundamental para el desarrollo de esta tesis, sino que fue un parteaguas en mi formación académica y en mi vida, por lo que siempre le estaré agradecida. Al Dr. Guillermo Fernández Ampié, por compartir sus valiosos conocimientos y experiencias. Por la cuidadosa lectura de este trabajo y la claridad de sus observaciones y sugerencias. Su compromiso hacia Centroamérica es algo que admiro sinceramente. 3 Al Lic. Omar Núñez, a quien le tengo una profunda admiración. Por la valiosa ayuda que me brindó desde el principio de esta investigación, cuando aún era una hoja en blanco; sus enseñanzas, consejos y observaciones fueron cruciales. También le agradezco todo lo aprendido en sus brillantes clases que, desde el comienzo de la carrera, me acercaron de manera profunda y reflexiva a la realidad latinoamericana, y determinaron y enriquecieron significativamente mi formación como latinoamericanista. A mis padres, a quienes debo tanto, por todo lo que han hecho por mí, por su gran apoyo, sus esfuerzos, su ejemplo, sus enseñanzas, su comprensión y su incondicional amor. Porque nunca dejaron de creer en mí. A mi hermana, compañera de vida, por el cariño y el apoyo que siempre me ha dado. Gracias, nada habría hecho sin ustedes. A Alejandra, Karina y Laura, por mostrarme el valor y la belleza de la amistad. Por estar conmigo siempre, por contar con ustedes, por los momentos vividos, por su fraternal cariño y su apoyo incondicional y nunca ausente. La vida no sería la misma sin ustedes. A Griselda, Graciela y Yesica, estimadas amigas y compañeras de esta travesía. Agradezco el gran aprendizaje, la alegría y las gratas experiencias que me ha dejado recorrer este camino a su lado; aún queda mucho por recorrer. Gracias por poder contar con ustedes, sin su presencia, apoyo y compañía todo habría sido muy difícil. A quienes tuve la dicha de encontrar en este trayecto y compartir el interés por Centroamérica, especialmente a David, Juan Carlos y Fabián; agradezco su amistad, su apoyo, sus consejos, sus ánimos y el que me hayan compartido sus conocimientos. A todas las personas que me han brindado su amistad. Gracias por lo que han traído consigo, así como por alentarme siempre y darme su apoyo. Los aprecio sinceramente. Aunque aquí no los mencione, sus nombres están siempre en mi memoria. A quienes aún a pesar del tiempo y la distancia permanece la huella de su presencia en mi vida. A todos ustedes, con profundo cariño e infinita gratitud. Marisol 4 ÍNDICE INTRODUCCIÓN................................................................................................................. 8 CAPÍTULO I ENFOQUES EXPLICATIVOS DEL FENÓMENO DE LAS PANDILLAS 1.1. Introducción..................................................................................................................... 18 1.2. Vertientes analíticas del fenómeno pandilleril………………………………....…… 19 1.2.1 La Escuela de Chicago……………………………………………………….…..… 21 1.2.2 El enfoque culturalista………………………………………………………….…. 26 1.2.3 Los contextos migratorios……………………………………………………….... 30 1.3. El fenómeno de las pandillas en Centroamérica…………………………………….. 33 1.3.1 Surgimiento y evolución de las pandillas en El Salvador………………......…. 38 1.3.2 Origen de las maras en los guetos angelinos e irrupción en El Salvador……. 50 1.3.3El discurso hegemónico: estigmatización y criminalización de las maras….... 61 1.4. Factores posibilitadores del fenómeno de las maras…………………………..…….. 66 1.4.1 Factores estructurales y coyunturales………………………………………….… 68 1.4.2 Factores microestructurales……………………………………………………….. 79 1.5. Conclusiones………………………………………………………………………….... 85 CAPÍTULO II LAS SECUELAS Y LOS LEGADOS DE LA GUERRA 2.1. Introducción………………………………………………………………………….... 87 2.2. Vivencias y secuelas de la guerra………………………………………………...….. 88 2.2.1 La devastación…………………………………………………………………..….. 89 2.2.2 Las experiencias de violencia, muerte y terror………………………………….. 96 2.3. Los legados del conflicto armado…………………………………………………... 102 2.3.1. La exacerbación de la violencia………………………………………………..… 103 2.3.2. La deshumanización y la trivialización del horror………………………….… 111 2.3.3. El deterioro del tejido social……………………………………………………... 112 2.4. La violencia posbélica……………………………………………………………….. 116 2.4.1. El fenómeno de la violencia en El Salvador …………………………………… 119 2.4.2. El estallido de violencia social en la posguerra …………………………….…. 122 2.5. Conclusiones …………………………………………………………………………. 126 5 CAPÍTULO III EL ESCENARIO DE LA POSGUERRA: EMERGENCIA Y EXACERBACIÓN DE LAS MARAS 3.1. Introducción………………………………………………………………………….. 127 3.2. El fin de la guerra: los Acuerdos de Paz ……………………………….…………. 129 3.3. El entorno político ………………………………………………………...………… 134 3.3.1. Los fracasos del proceso de desmilitarización y desmovilización …..…..….. 134 3.3.2. Los déficits de la reforma policial y las políticas de seguridad………….…... 144 3.4. El entorno socioeconómico …………………………………………………….…… 154 3.4.1. Los estragos de la guerra y los vacíos de los acuerdos……………………...… 155 3.4.2. Los impactos de la implementación del proyecto neoliberal…..…………….. 158 3.4.3. Continuidad de la pobreza, la desigualdad y la exclusión…………….…….. 160 3.5. Conclusiones …………………………………………………………………….…… 167 CAPÍTULO IV MARAS EN LA POSGUERRA: ESTRATEGIAS DE SOBREVIVENCIA Y COSTOS DE LA VIDA PANDILLERIL 4.1. Introducción…………………………………………………………….…………..... 169 4.2. Las maras en El Salvador de la posguerra…………………………………..…..… 171 4.3. Estrategias de sobrevivencia……………………………………………………..…. 178 4.4. Los costos de la vida pandilleril …………………………………………………… 181 4.4.1. La estigmatización ……………………………………………………………….. 183 4.4.2. La represión ……………………………………………………….……………… 191 4.4.3. El reforzamiento de la exclusión ………………………………………………... 194 4.4.4. La espiral de violencia y muerte ………………………………………….…….. 195 4.5. Conclusiones…………………………………………………………………..……… 196 REFLEXIONES FINALES…………..……………………………………….……... 197 FUENTES CONSULTADAS………………………………………...…………….. 205 6 GRÁFICAS Y CUADROS CAPÍTULO I Gráfica 1.1 Violencia homicida en las distintas regiones del continente americano (2000-2011) Gráfica 1.2 Violencia homicida en Centroamérica (2000-2011) Gráfica 1.3 Crecimiento de la población rural y urbana en El Salvador (1950-1992) Cuadro 1.1 Número de pandilleros en Centroamérica según diversas fuentes Cuadro 1.2 Porcentaje de actividades delictivas de las maras en El Salvador en articulación con bandas criminales (2006) Cuadro 1.3 Incidencia de la tregua entre pandillas en los niveles de homicidios Cuadro 1.4 Salvadoreños deportados de Estados Unidos (1993-1998) Cuadro 1.5 Porcentaje de homicidios en El Salvador atribuidos a las maras (1999-2006) Cuadro 1.6 Perfil poblacional en El Salvador (1950-1992) CAPÍTULO II Gráfica 2.1 Tasa de homicidios en El Salvador y Latinoamérica (1969-1999) Gráfica 2.2 Muertes violentas ocurridas en la guerra y en la posguerra El Salvador (1980-2012) Gráfica 2.3 Tasas de homicidios en El Salvador (1990-2011) Gráfica 2.4 Violencia homicida en El Salvador (1969-1996) Gráfica 2.5 Tasa de homicidios en algunos países de América Latina (1997-2009) Gráfica 2.6 Violencia homicida en El Salvador de la posguerra (1992-2012) Cuadro 2.1 Porcentaje de población urbana en El Salvador (1950-1990) Cuadro 2.2 Número y tasas de homicidios en El Salvador de la posguerra (1994-2012) Cuadro 2.3 Violencia delincuencial en El Salvador de la posguerra (1994-1998) Cuadro 2.4 Caracterización de la violencia homicida en El Salvador de la posguerra (1999-2006) 7 CAPÍTULO III Gráfica 3.1 Asesinatos derivados de la violencia pandilleril en El Salvador (1999-2006) Gráfica 3.2 Evolución de los salarios mínimos mensuales reales en El Salvador (1981-2000) Cuadro 3.1 Contingente de combatientes desmovilizados en El Salvador Cuadro 3.2 Población carcelaria de El Salvador (2002-2012) Cuadro 3.3 Pobreza en El Salvador (1991-1999) Cuadro 3.4 Estructura de personas y hogares en pobreza en El Salvador (1995-2006) Cuadro 3.5 Evolución de la desigualdad del ingreso per cápita en El Salvador (1991-1999) Cuadro 3.6 Tasas brutas de escolaridad según nivel educativo (1979-2002) Cuadro 3.7 Porcentaje de conclusión de educación por niveles de enseñanza de jóvenes de entre 15 y 29 años en El Salvador (1995-2001) Cuadro 3.8 Tasas de desempleo abierto en El Salvador (1991-1999) Cuadro 3.9 Tasas de desempleo urbano en El Salvador (1990-2006) Cuadro 3.10 Tasas de desempleo juvenil en El Salvador (1990-1999) CAPÍTULO IV Gráfica 4.1 Número de pandilleros en El Salvador (1996-2012) Gráfica 4.2 Número de pandilleros presos en El Salvador (2002-2012) 8 INTRODUCCIÓN “Los nombres de los asesinados irán cambiando, pero siempre habrá asesinados. Las violencias seguirán cambiando de nombre, pero habrá siempre violencia mientras no se cambie la raíz de donde están brotando como de una fuente fecunda todas estas cosas tan horrorosas de nuestro ambiente” Monseñor Óscar Arnulfo Romero 1 Al finalizar la guerra civil que azotó a El Salvador durante doce años (1981-1992), el país no sólo padeció las profundas secuelas del cruento conflicto armado, sino que se enfrentó a la emergencia de diversas problemáticas sociales, así como de una nueva y aguda oleada de violencia. En este contexto, las pandillas juveniles, conocidas como maras, irrumpieron con gran fuerza, y se convirtieron en uno de los fenómenos sociales más complejos y neurálgicos de la historia reciente. En los años noventa las maras emergieron como un nuevo y emblemático actor social en El Salvador; si bien ya existían pandillas juveniles desde los años ochenta, al finalizar el conflicto armado el fenómeno pandilleril salvadoreño se perfiló con un nuevo rostro: las maras adquirieron una gran visibilidad, enormes magnitudes y una fuerte proliferación, así como características inéditas, particulares e inquietantes. El fenómeno de las pandillas en El Salvador es resultado de diversos factores históricos y estructurales; pero tanto las secuelas y los legados de la guerra, como las especificidades políticas y socioeconómicas de la coyuntura posbélica, incidieron en que las maras se masificaran y exacerbaran fuertemente, así como que se emergieran como un fenómeno social agudo y de época en la posguerra. 1 Fragmento de la homilía del 25 de septiembre de 1977 9 Esta tesis tiene por objeto reconstruir la historicidad de las maras en El Salvador; conocer y analizar las condiciones que posibilitaron su emergencia y exacerbación, y que además configuraron sus especificidades. Concretamente, se busca hacer una reflexión en torno a los fenómenos sociales engendrados por la guerra, así como a los aspectos políticos, económicos y sociales que caracterizaron la coyuntura de la posguerra, e indagar la incidencia de estos elementos en el fenómeno de las maras. De este modo, la presente tesis no sólo se inscribe en el estudio de las pandillas en El Salvador, sino también en el debate sobre las consecuencias del cruento y prolongado conflicto armado, asícomo sobre las especificidades del escenario de posguerra. En suma, busca dar una mayor inteligibilidad al fenómeno de las maras a la luz del análisis del contexto que lo posibilitó, así como de la comprensión de la sociedad en la cual emergió y se reprodujo, una sociedad no sólo sumamente desigual y excluyente, sino violentada y desgarrada por la guerra. Ciertamente, las maras se han perfilado como una problemática grave e inquietante en los países del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras), pero en cada uno de ellos el fenómeno pandilleril ha adquirido características y dimensiones particulares en virtud de procesos sociohistóricos específicos. En El Salvador las maras tienen un rostro más agudo, en términos de su proliferación, sus magnitudes, sus expresiones de violencia y el impacto de su presencia. En este sentido, las condiciones históricas y estructurales concretas de El Salvador, junto con los aspectos coyunturales producto de la guerra civil, es decir, las secuelas y legados del conflicto armado, y las vicisitudes políticas, económicas y sociales del escenario de la posguerra, configuraron un contexto posibilitador para el surgimiento, proliferación y exacerbación del fenómeno de las maras en este país desde principios de los años noventa, como también para su configuración en una expresión pandilleril inédita y con características muy particulares. 10 Por una parte, la cruenta y prolongada guerra civil sumergió a El Salvador en una vorágine de devastación y una aguda oleada de violencia, terror y muerte, lo cual dejó profundas secuelas tanto materiales como simbólicas. Asimismo, el conflicto armado dejó tras de sí importantes legados que marcaron significativamente a la sociedad salvadoreña, entre ellos, la normalización y exacerbación de la violencia, los efectos didácticos de la guerra, una enorme proliferación de armas, un fuerte deterioro del tejido social, así como una profunda descomposición social. De este modo, al finalizar la guerra quedó una sociedad profundamente desgarrada, descompuesta, desintegrada y violenta, en cuyo seno fue posible la emergencia de un fenómeno como el de las maras. Por otra parte, en el contexto de la posguerra que, conviene señalar, la Real Academia Española define como el “tiempo inmediato a la terminación de una guerra y durante el cual subsisten las perturbaciones ocasionadas por ella”,2 hubo diferentes aspectos políticos, económicos y sociales que crearon condiciones de posibilidad para la fuerte irrupción y proliferación de las maras en los años noventa; fundamentalmente, los vacíos en la implementación de los Acuerdos de Paz, los déficits del proceso de desmovilización, las fallas de la reforma policial y las políticas de seguridad pública, un fuerte estallido de violencia social, los costos sociales de la implementación del proyecto neoliberal, así como la continuidad de agudas condiciones de pobreza, desigualdad, marginación y exclusión social. De este modo, en El Salvador de la posguerra las maras se convirtieron en una estrategia de sobrevivencia para buena parte de la juventud marginal salvadoreña, así como en una cautivadora instancia alternativa de socialización, integración, pertenencia y solidaridad. Sin embargo, la vida pandilleril significa, a la vez, la inmersión en un mundo que trae consigo importantes consecuencias y elevados costos, la vivencia de cruentas experiencias, así como la inmersión en una honda e irreversible espiral de violencia, odio y muerte. 2 Real Academia Española, Diccionario de la Lengua Española, 22ª Edición, 2001. 11 Al mismo tiempo, en la posguerra las maras adquirieron una fuerte visibilización y se convirtieron en un aspecto de enorme relevancia y preocupación social; además, como resultado de una fuerte estigmatización y criminalización, en los discursos hegemónicos y en el imaginario social las maras se perfilaron como la encarnación del mal, como un sujeto sumamente bestial, aterrador y peligroso, así como en el actor violento más visible, brutal y emblemático; de este modo, percibidas como el principal protagonista de la desatada ola de violencia posbélica y como la principal fuente de inseguridad y miedo, las maras se convirtieron en un nuevo enemigo social, en un sujeto execrable e indeseable al que era preciso eliminar. En este marco, sobre las maras recayó una fuerte represión, expresada en la implementación de estrategias sumamente autoritarias y violentas, esto es, en políticas estatales eminentemente coercitivas y punitivas, en la aparición de grupos de exterminio y en la perpetración de tareas de limpieza social; estas estrategias no sólo recordaron el pasado reciente y generaron un proceso de regresión autoritaria, sino que generaron más violencia e incidieron en la reconfiguración y agudización del fenómeno pandilleril, el cual a principios del siglo XXI adquirió un carácter más estructurado, criminal y violento, trayendo consigo importantes y dramáticas consecuencias sociales. En suma, el fin de la guerra en El Salvador no trajo consigo la paz ni el fin de la violencia, como tampoco la erradicación de las condiciones estructurales que le dieron origen al conflicto, y al finalizar el conflicto emergieron nuevas problemáticas sociales. En este sentido, el escenario de la posguerra fue un contexto posibilitador del surgimiento, masificación, expansión y agudización de las maras como fenómeno social, las cuales se configuraron como uno de los aspectos más inquietantes y neurálgicos de la realidad salvadoreña, y cuya presencia y actuación sumergieron al país en una nueva guerra, en una nueva y profunda espiral de violencia, terror y muerte. Este tema de investigación surgió del gran interés por la historia reciente de Centroamérica en general, y de El Salvador en particular; fundamentalmente, del interés por los fenómenos de violencia que ha vivido y vive esta región que, cabe señalar, es 12 una de las más violentas del mundo. Concretamente, la investigación surgió, en primer lugar, de la inquietud de saber cuáles fueron las consecuencias sociales de la guerra; conocer, entre otras cosas, qué secuelas tanto materiales como simbólicas deja en la sociedad un periodo cruento y prolongado de violencia política, y qué fenómenos sociales engendra o deja tras de sí una aguda oleada de violencia, muerte y terror, así como conocer cuáles son las principales características de los entornos posbélicos; y en segundo lugar, de la inquietud por conocer y analizar cómo dichos aspectos incidieron en la emergencia y agudización de un fenómeno social como el de las maras. Así, al conocer y analizar las secuelas y legados de la guerra civil, como también los aspectos políticos, económicos y sociales que caracterizaron la coyuntura de la posguerra en El Salvador, y su relación con la fuerte irrupción, proliferación y exacerbación de las maras, esta tesis se enmarca en un esfuerzo por dar mayor inteligibilidad a este fenómeno social, por reconstruir su historicidad y por profundizar el análisis de las condiciones históricas y socioestructurales lo posibilitaron y que configuraron sus especificidades. La incidencia de los fenómenos que engendró el conflicto armado en El Salvador y de las especificidades del escenario de la posguerra, en el fuerte surgimiento y proliferación de las maras a mediados de los años noventa, que constituye el eje de investigación de esta tesis, es un tema que ha sido poco trabajado académicamente. En tanto que constituyen un fenómeno sociohistórico sumamente complejo, las maras ameritan ser estudiadas desde un enfoque más profundo e interdisciplinario, que recupere su historicidad y analice las características políticas, económicas y sociales del contexto que las posibilita; asimismo, requieren de unanálisis que trascienda el tratamiento simplista y estigmatizante que hasta ahora ha sido el denominador común tanto de los discursos gubernamentales y mediáticos, como también de buena parte de trabajos académicos, los cuales perciben a las maras como un fenómeno meramente delincuencial, o se centran fundamentalmente en aspectos microestructurales que lo explican, perdiendo de vista su complejidad y sus raíces históricas y sociales. 13 En suma, esta tesis pretende aportar nuevas líneas explicativas del fenómeno de las maras en El Salvador, así como conocer sus especificidades y darle una mayor y más profunda comprensión a la luz del análisis del contexto que lo hizo posible. De este modo, se buscó, por una parte, conocer qué secuelas y fenómenos sociales engendró la guerra y analizar cómo crearon las condiciones que posibilitaron la irrupción, proliferación y exacerbación de las maras en los años noventa; y por otra parte, analizar las especificidades del contexto de la posguerra e indagar qué aspectos de esta coyuntura incidieron en la masificación y agudización de las maras. Asimismo, se buscó saber por qué en la posguerra las maras adquirieron una enorme visibilidad, y de qué manera se configuraron como uno de las problemáticas sociales más agudas y neurálgicas. Finalmente, se buscó saber cómo y por qué para buena parte de la juventud marginal las maras se convirtieron una estrategia de sobrevivencia y en una de las más cautivadoras instancias de socialización. La hipótesis de la investigación es que tanto los distintos fenómenos sociales que engendró el conflicto armado en El Salvador, como los diferentes aspectos políticos, económicos y sociales que marcaron la coyuntura de la posguerra, configuraron en la década de los noventa un contexto que posibilitó la emergencia, proliferación, violentación y exacerbación de las maras, así como su configuración como una expresión pandilleril inédita y particular en este país. Este contexto de adversidad, descomposición, desintegración y violencia posibilitó, además, que las maras constituyeran una cautivadora estrategia de sobrevivencia y una forma alternativa de socialización y pertenencia para un importante sector de la juventud salvadoreña. Esta investigación estudió el fenómeno de las maras en torno a la articulación de dos dimensiones analíticas, la primera de ellas tiene que ver con las condiciones de posibilidad, en donde se analizan los factores históricos y estructurales que incidieron en su emergencia, su proliferación y agudización; mientras que la segunda las aborda como estrategias de sobrevivencia, donde se buscó, además del conocimiento de las 14 especificidades la escena pandilleril salvadoreña, la comprensión del universo de las maras. Respecto a la delimitación espacial, si bien la investigación se centró en el caso salvadoreño, tanto por la historia de violencia política del pasado reciente como porque es donde la problemática pandilleril es más aguda y extendida, y tiene mayores magnitudes y expresiones de violencia más exacerbadas, la dimensión regional del fenómeno de las maras no fue inadvertida. Por lo que respecta a la fijación temporal, en tanto que el tema central lo constituye la coyuntura de la posguerra, la investigación se enfocó en el análisis del contexto de los años noventa; no obstante, entendiendo el carácter sociohistórico del fenómeno de las maras, no se perdió de vista el contexto más general, de modo que para recuperar su historicidad y darle una mayor comprensión, se analizaron aspectos de años anteriores y, de igual forma, tampoco se perdieron de vista aspectos significativos que han tenido lugar en los últimos años. Por otra parte, esta investigación se basó, fundamentalmente, en una revisión bibliográfica y hemerográfica. En cuanto a las fuentes consultadas, cabe señalar que fueron especialmente valiosos los diversos trabajos de investigación realizados por la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” de El Salvador, principalmente las investigaciones del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP), así como las publicaciones de la revista Estudios Centroamericanos de dicha institución; fueron también muy valiosas las investigaciones periodísticas realizadas por el proyecto Sala Negra del periódico El Faro de El Salvador, las cuales aportaron un conocimiento serio, profundo y actual del fenómeno de las maras; también fueron esenciales las investigaciones de la FLACSO y del PNUD de El Salvador; el acceso a estas fuentes y sus aportaciones fueron fundamentales en la realización de esta tesis, pues posibilitaron un conocimiento profundo de la realidad salvadoreña y del fenómeno pandilleril en aquél país. Al mismo tiempo, se recurrió a la exploración de estadísticas y bases de datos provenientes de diversas fuentes y organismos, cuya información pudiera complementar los demás hallazgos e ilustrar el análisis cualitativo, así como ofrecer 15 evidencia que comprobara y/o fundamentara las aseveraciones más generales en torno a las magnitudes del fenómeno pandilleril, las dimensiones de la violencia, así como de las condiciones estructurales de El Salvador, entre otros temas contenidos en la tesis. La búsqueda y revisión de todas estas fuentes, así como la sistematización y el análisis de la información recopilada, se realizó de la manera más exhaustiva posible con la finalidad de llenar los vacíos dejados por la imposibilidad de realizar trabajo de campo y la consiguiente ausencia de información primaria recopilada de manera directa. Asimismo, la investigación se vio nutrida con la exploración de diversos documentales que se han hecho en torno a la problemática de las maras, de entre los que destacan Hijos de la guerra (2007) de Alexandre Fuchs, La Vida Loca (2008) de Christian Poveda, y Children of a Rape (2008) de Yorgos Avgeropoulos; estos trabajos filmográficos contribuyeron a ampliar la visión y el conocimiento en torno al fenómeno de las maras y a tener un mayor acercamiento a la realidad salvadoreña, cuyo conocimiento directo escapó a las posibilidades de esta investigación. La tesis está compuesta por cuatro capítulos. En el primero de ellos se exploran los diferentes enfoques explicativos del fenómeno pandilleril. Se examinan, en primer lugar, las distintas vertientes analíticas que han emergido desde principios del siglo XX en torno a las pandillas juveniles en general y, en segundo lugar, los diferentes estudios que se han hecho en torno al fenómeno de las pandillas en Centroamérica en particular, poniendo énfasis en el caso salvadoreño. En este último punto, se parte de un análisis de los enfoques explicativos de las maras, así como de las valoraciones que se han hecho respecto su devenir histórico, conociendo tanto sus orígenes como su desarrollo y evolución, haciendo además un análisis de los procesos históricos que explican su surgimiento y sus transformaciones. Posteriormente, se hace una revisión crítica de los discursos hegemónicos que se han construido, visiones simplistas y estigmatizantes que perciben a las maras como un fenómeno de carácter meramente criminal, y que desdibujan su complejidad y sus raíces históricas y sociales. Finalmente, se examinan los distintos factores posibilitadores del fenómeno de las maras en El Salvador. 16 El segundo capítulo está dedicado al análisis de las secuelas y los legados de la guerra. Este capítulo tiene por objeto comprender la incidencia de la guerra civil salvadoreña en la emergencia y configuración del fenómeno de las maras; de este modo, se busca conocer qué consecuencias, tanto materiales como simbólicas, dejó el conflicto armado, e indagar cómo repercutieron en las maras. Por una parte, se examinan las experiencias vividas durante el conflicto armado y sus diferentes impactos, y al mismo tiempo, se analiza cómo dichosimpactos fueron preparando el terreno para que al finalizar la guerra las maras emergieran y se expandieran agudamente. Por otra parte, se exploran los diferentes legados que el conflicto armado dejó tras de sí, tales como la exacerbación de la violencia, la deshumanización, el deterioro del tejido social y la incidencia que tuvieron en las maras. Finalmente, se hace un análisis de la continuación de la violencia en la posguerra, examinando tanto las causalidades y características de la violencia posbélica, como el papel de las maras en la misma. El tercer capítulo se enfoca en el estudio del contexto de la posguerra, así como del surgimiento, la proliferación y la exacerbación de las maras en el mismo. En este capítulo se busca comprender las especificidades políticas, económicas y sociales del escenario posbélico, y analizar cómo éste constituyó un contexto posibilitador tanto de la fuerte emergencia de las maras como fenómeno social nuevo y agudo, así como de la enorme masificación, expansión y agravamiento que éste tuvo desde mediados de los años noventa. Concretamente, se analiza de qué manera los vacíos y déficits de los Acuerdos de Paz y las reformas del Estado en el contexto de transición incidieron en la proliferación y fortalecimiento de las maras. Por una parte, se examina el entorno político; en primer lugar, el impacto de los fracasos del proceso de desmovilización, el cual no logró reinsertar eficazmente a los excombatientes a la vida civil, fundamentalmente a los menores de edad, a quienes no se tomó en cuenta; en segundo lugar, las fallas de la reforma policial, las cuales generaron una significativa debilidad institucional, así como vacíos de control y autoridad que permitieron la emergencia de nuevos fenómenos de violencia y de nuevos actores violentos, como también un proceso 17 de regresión autoritaria que se tradujo en el recrudecimiento de la violencia. Por otra parte, se analiza el escenario socioeconómico; se examinan las huellas de los efectos devastadores de la guerra, los vacíos de los Acuerdos de Paz en el tema socioeconómico, la continuidad de los problemas estructurales que le dieron origen al conflicto, así como las consecuencias y costos sociales de la implementación del proyecto neoliberal; asimismo, se analizan los escenarios de pobreza, desigualdad, precariedad, marginación y exclusión social. Por último, el cuarto capítulo tiene por objeto conocer las especificidades del universo pandilleril en El Salvador de la posguerra, y comprender cómo y por qué las maras constituyeron estrategias de sobrevivencia y, al mismo tiempo, conocer los costos que la vida pandilleril ha traído consigo para los jóvenes que apuestan por ella. Por una parte, se analiza cómo las maras se configuraron como formas alternativas sobrevivencia, socialización, integración y pertenencia en un contexto marcado por una profunda descomposición, desintegración, adversidad y violencia. Por otra parte, se examinan las consecuencias de la pertenencia a las pandillas; en este marco, se analizan aspectos como la estigmatización de las maras, el reforzamiento de la exclusión, la represión, así como la inmersión en una aguda vorágine de violencia y muerte. En suma, esta tesis plantea que las maras en El Salvador son espejo y reflejo de una sociedad desgarrada y violentada por un largo periodo de guerra y violencia política. Sugiere que en la coyuntura posbélica emergieron como estrategias de sobrevivencia; que tanto las secuelas y los legados de la guerra, como diversos aspectos del escenario de posguerra posibilitaron no sólo su surgimiento como un fenómeno social inédito y agudo, sino también su fuerte proliferación, y la configuración de sus especificidades e inquietantes características. Así, esta investigación intenta ser un buen aporte al conocimiento y debate de uno los fenómenos sociales más neurálgicos y complejos de la historia reciente de El Salvador; que al mismo tiempo, se ha perfilado como una de las expresiones pandilleriles más exacerbadas y violentas del mundo. 18 CAPÍTULO I ENFOQUES EXPLICATIVOS DEL FENÓMENO DE LAS PANDILLAS “Al río que todo lo arranca lo llaman violento, pero nadie llama violento al lecho que lo oprime” Bertolt Brecht 1.1. INTRODUCCIÓN Las pandillas juveniles han surgido desde finales del siglo XIX en diversos lugares del mundo; su presencia ha sido posibilitada por diferentes condiciones históricas, sociales, económicas y culturales, y han adquirido características específicas de acuerdo tanto al contexto sociohistórico en el que emergen, como a las particularidades de los sujetos sociales que las conforman; las pandillas son, por lo tanto, un fenómeno social heterogéneo, cambiante y sumamente complejo. En Centroamérica, las agrupaciones pandilleriles, conocidas como maras, comenzaron a aparecer alrededor de la década de 1980; sin embargo, hacia los años noventa se reconfiguraron drásticamente y emergieron como un fenómeno social inédito, agudo y de grandes magnitudes, y con el tiempo se han ido transformando y exacerbando. Sobre todo en el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) las maras se han convertido en uno de los aspectos más neurálgicos de la realidad social. De este modo, el tema de las maras desde entonces despertó una enorme preocupación y adquirió una gran relevancia tanto en los debates académicos como en los discursos gubernamentales y mediáticos. El fenómeno de las pandillas en general, y el de las maras en particular, han sido estudiados desde diferentes perspectivas; se ha buscado explicar qué son estas agrupaciones, examinar las condiciones que posibilitan su surgimiento y proliferación, así como comprender sus características, sus significados y sus diferentes expresiones. 19 En el presente capítulo se examinarán los principales enfoques explicativos del fenómeno pandilleril. En tanto que las maras en El Salvador constituyen el objeto de estudio de esta investigación, se privilegiará la revisión crítica de los trabajos sobre este tema en particular, sin perder de vista lo que estudios más generales aportan para su mayor comprensión. En primer lugar, se explorarán las distintas vertientes analíticas que definen y explican el fenómeno de las pandillas en general. En segundo lugar, se analizarán los estudios sobre las maras en Centroamérica, fundamentalmente, se revisarán las nociones acerca de sus orígenes, los discursos hegemónicos que se han construido y los distintos factores que han posibilitado su emergencia. 1.2. VERTIENTES ANALÍTICAS DEL FENÓMENO PANDILLERIL Las pandillas son, a grandes rasgos, formas alternativas de socialización, integración y pertenencia que emergen en contextos de exclusión, marginación y vulnerabilidad y en el marco del déficit de otras instancias de socialización. Estas agrupaciones constituyen adscripciones identitarias y nichos de referencia e inclusión en las que se construyen fuertes lazos de afecto, fraternidad, cohesión y solidaridad entre sus miembros, aspectos que difícilmente se encuentran en otros espacios; asimismo, en su interior se crean distintos códigos de socialización, sistemas de valores y normas, expresiones estéticas y signos identitarios propios y distintivos. Uno de los principales elementos cohesionadores de las pandillas es la pertenencia a un territorio determinado, así como la lucha por el dominio y la defensa del mismo, y también una fuerte rivalidad con otros grupos pandilleriles; en este marco, la violencia se convierte en un elemento que les es inherente, como forma de interacción y como mecanismo idóneo para la obtención de diversos objetivos. Si bien las diferentes pandillas comparten rasgos comunes, éstas adquieren rostros particulares a la luz del contexto específico en el que emergen.33 Véanse, por ejemplo, OEA, Definición y categorización de pandillas, Washington DC, OEA, junio de 2007; Valenzuela Arce et al., Las Maras. Identidades juveniles al límite, México, UAM/Colegio de la Frontera 20 Con base en diversos estudios, en el trabajo Definición y categorización de pandillas de la OEA se define a las pandillas de la siguiente forma: Las pandillas representan el esfuerzo espontáneo de niños, niñas, adolescentes y jóvenes por crear, donde no lo hay, un espacio en la sociedad (fundamentalmente urbano) que sea adecuado a sus necesidades y en el cual puedan ejercer los derechos que la familia, el Estado y la comunidad les han vulnerado. Emergiendo como grupos de la pobreza extrema, la exclusión y la falta de oportunidades, las pandillas buscan satisfacer sus derechos a la supervivencia, protección y participación, organizándose sin supervisión y desarrollando sus propias normas y criterios de membresía, afianzando una territorialidad y una simbología que otorgue sentido a la pertenencia grupal. Paradojalmente, esta búsqueda de ejercer ciudadanía es, en muchos casos, violatoria de los derechos propios y ajenos, generando violencia y crimen en un círculo que retroalimenta y perpetúa la exclusión de la que provienen.4 Por su parte, Wim Savenije define a las pandillas o maras de la forma siguiente: […] se trata de agrupaciones formadas mayoritariamente por jóvenes, quienes comparten una identidad social que se refleja principalmente en su nombre, interactúan a menudo entre ellos y se ven implicados con cierta frecuencia en actividades ilegales. Expresan su identidad social compartida mediante símbolos o gestos (tatuajes, graffiti, señas manuales, etc.), además de reclamar el control sobre ciertos asuntos, a menudo territorios o mercados económicos.5 El mismo autor señala que las transformaciones que se han dado en las maras centroamericanas han conducido a cuestionar la concepción tradicional de pandilla, pues estas agrupaciones han trascendido el límite de la comunidad y “forman redes trasnacionales de grupos que se establecen como ‘clikas’ a nivel local unidas bajo el nombre o la identidad de la Mara Salvatrucha o el Barrio 18”.6 Norte/Juan Pablos, 2007; Savenije, Wim, Maras y barras: pandillas y violencia juvenil en los barrios marginales de Centroamérica, San Salvador, FLACSO, 2009. 4 OEA, op. cit., 2007, p. 45 5 Savenije, Wim, op. cit., p. 97 6 Ibid, p. 98 21 Finalmente, José Luis Rocha en su estudio sobre las pandillas en Nicaragua señala lo siguiente: Las pandillas son el esfuerzo espontáneo de los jóvenes para crear una sociedad para ellos mismos en medio de una donde no existe nada adecuado a sus necesidades. […] recurren a las identidades primarias en un mundo que los excluye. […] construyen sus propios significados y sus propios códigos morales. […] La vida en pandilla genera una historia común, un intercambio constante de conocimientos y un fortalecimiento de los lazos de amistad. Aunque el aspecto delincuencial sea el que más destaque para el observador externo, la motivación fundamental para los muchachos es acceder al espacio más inmediato de socialización y de fuente de identidad.7 1.2.1. LA ESCUELA DE CHICAGO Alrededor de la década de 1920 en la llamada Escuela de Chicago surgieron algunos de los primeros trabajos que buscaron explicar la emergencia de pandillas callejeras; esta escuela constituye una importante vertiente analítica no sólo sobre las bandas juveniles, sino también sobre las especificidades del contexto urbano en el cual emergen, ya que el grueso de sus investigaciones se enfocaron en el análisis de los entornos urbanos y de los distintos fenómenos sociales que en él se generan; de este modo, uno de sus principales aportes es el análisis del papel que juegan los procesos de urbanización tanto en el surgimiento de pandillas como en la configuración de sus comportamientos. La Escuela de Chicago surgió en un contexto en el que esta ciudad estadounidense era escenario de distintos fenómenos y conflictos sociales generados por una serie de transformaciones socioeconómicas derivadas del desarrollo industrial por el que atravesaba Estados Unidos, entre ellos, un acelerado proceso de urbanización y un masivo flujo migratorio de poblaciones rurales provenientes tanto del interior del país como de países pobres de Europa como, por ejemplo, Irlanda e Italia.8 7 Rocha, José Luis, “Pandillero: la mano que empuña el mortero”, Envío, Managua, No. 216, marzo de 2000 8 Feixa, Carles, De jóvenes, bandas y tribus: antropología de la juventud, Barcelona, Ariel, 1999, pp. 47-48 22 En este marco, autores como Robert E. Park comenzaron a estudiar distintos aspectos de la vida urbana, cuyo tratamiento hasta entonces había sido poco atendido por las ciencias sociales, entre ellos, las conductas delictivas, la marginación y la pobreza urbana, así como la composición y la organización social de la ciudad, y las formas de vida de distintos grupos sociales; el principal enfoque teórico de esta escuela era la llamada “ecología humana”,9 la cual proponía analizar las formas de conducta que se producían en el nuevo “ecosistema” urbano,10 muchas de las cuales eran percibidas como conductas desviadas, respecto a las que Park señalaba lo siguiente: El ambiente de libertad y soledad de las grandes urbes permitía que los comportamientos desviados, que en las comunidades rurales de origen eran sistemáticamente reprimidos, encontraran en la ciudad un terreno favorable para difundirse, mediante un mecanismo de <<contagio social>> que generaba <<regiones morales>> donde prevalecían normas y criterios <<desviados>>.11 Como señala Carles Feixa, “uno de los efectos más visibles de este proceso era la proliferación de bandas juveniles callejeras […] en ciertas zonas de la ciudad”.12 Así, de acuerdo con estos enfoques, la emergencia de bandas juveniles estaría fuertemente asociada a las distintas consecuencias sociales del proceso de urbanización y, fundamentalmente, de la migración del campo a la ciudad inherente a aquél, entre ellas, la configuración de comportamientos “desviados” en el contexto urbano; en este sentido, las bandas juveniles constituían una expresión paradigmática de esos fenómenos de desviación. Pese a lo cuestionables que pueden ser estos enfoques, de 9 La “ecología humana” proponía analizar las dinámicas sociales del medio urbano basándose en los principios analíticos del acontecer del mundo natural; de este modo, se concebía a la ciudad como un escenario en el que ocurren luchas por la supervivencia y por la apropiación del espacio urbano, y en donde, además, los más poderosos no sólo dominan a los más débiles, sino que se apropian de las zonas más privilegiadas segregando a éstos últimos en zonas marginales y excluidas. Asimismo, desde esta perspectiva, la ciudad estaba conformada por distintas “áreas naturales”, esto es, por comunidades formadas por individuos que compartían diferentes cosas en común, en un contexto urbano marcado por la heterogeneidad, sea ésta social, económica, cultural y/o étnica. 10 Feixa, Carles, op. cit., p. 48 11 Ibidem 12 Ibidem 23 acuerdo con Carles Feixa, en un ambiente en el que predominaban perspectivas moralizantes o psicomédicas para explicar el fenómeno de las bandas juveniles, los autores de la Escuela de Chicago fueron los primeros en abordarlo con base en criterios científicos;13 este autor apunta que el supuesto fundamental de dicha escuela era que: La degeneración de las bandas juveniles era causada por la <<anomia>> reinante en ciertas <<regiones morales>>de la gran ciudad, marcadas por la desorganización social y la desaparición de los sistemas tradicionales de control informal. La desviación juvenil no sería por tanto un fenómeno patológico, sino el resultado previsible de un determinado contexto social que era preciso analizar.14 La obra The Gang (1926) de Frederick Thrasher, constituye uno de los estudios más importantes de la Escuela de Chicago sobre el tema de las pandillas o bandas juveniles. Este autor sostenía que “las bandas no surgían indiscriminadamente, sino que estaban vinculadas a un determinado hábitat: las llamadas <<áreas intersticiales>>”,15 las cuales constituyen fisuras o grietas en la organización social, favorables para la producción de fenómenos de anomia y desorganización; por otra parte, distinguió algunos de los principales elementos cohesionadores las bandas como, por ejemplo, la homogeneidad étnica y socioeconómica de sus miembros, el conflicto con elementos externos y la pertenencia a un determinado territorio. Thrasher definió a la banda como: […] un grupo intersticial que en origen se ha formado espontáneamente y después se ha integrado a través del conflicto. Está caracterizado por los siguientes tipos de comportamiento: encuentro cara a cara, batallas, movimiento a través del espacio como si fuese una unidad, conflictos y planificación. El resultado de este comportamiento colectivo es el desarrollo de una tradición, una estructura interna irreflexiva, esprit de corps, solidaridad moral, conciencia de grupo y vínculo a un territorio local.16 13 Ibid, pp. 48-49 14 Ibid, p. 49 15 Ibid, p. 50 16 Citado en Ibid, p. 47 24 En suma, la ciudad, constituida por un proceso acelerado de urbanización producido, entre otras cosas, por intensos flujos migratorios, era percibida por los autores de la Escuela de Chicago como un entorno idóneo para la emergencia de pandillas o bandas juveniles, concretamente, las periferias urbanas habitadas, en su mayoría, por migrantes de origen rural; según estos enfoques, tanto el surgimiento de bandas como sus comportamientos “desviados” eran resultado de la anomia que se producía en esos entornos, la cual estaba vinculada a la desorganización social y al deterioro de los mecanismos tradicionales de control social. Cabe señalar que la noción de anomia, que constituye un elemento clave en estos y otros trabajos para explicar el surgimiento de pandillas juveniles, se refiere básicamente a la ausencia de reglas, a la transgresión de las normas y al “debilitamiento peligroso de los vínculos sociales”;17 de acuerdo con Pere-Oriol Costa et al., “suele aparecer en períodos de cambios históricos y grandes transformaciones, y se expresa mediante manifestaciones de desorden que reflejan crisis de valores: esto es, caducidad de los viejos valores e inexistencia (o fragilidad) de los nuevos”.18 Así, de acuerdo con estos análisis, el surgimiento de grupos pandilleriles no sólo era posibilitado por las condiciones objetivas del contexto urbano, sino que además era resultado tanto de los procesos de transformación acelerada como de los fenómenos de desorganización y anomia que generaban. Finalmente, otra obra fundamental es La sociedad de las esquinas (1943) de William Foote Whyte, la cual se inscribe en el marco de la Gran Depresión y estudia a las pandillas de un barrio de Boston habitado por migrantes italianos, el cual recibe el nombre de Cornerville. En un contexto en el que los barrios de minorías étnicas generalmente eran vistos “desde fuera” y solían ser muy estigmatizados, este autor propone la comprensión “desde dentro” y, a través de un enfoque cualitativo, buscó conocer de 17 Costa, Pere-Oriol; Pérez Tornero, José Manuel; y Tropea, Fabio, Tribus urbanas: el ansia de identidad juvenil: entre el culto a la imagen y la autoafirmación a través de la violencia, Barcelona, Paidós, 1996, p. 18 18 Ibid, p. 38 25 manera profunda tanto las realidades, la organización y la estructura social de la comunidad, como las lógicas internas de los grupos pandilleriles que en ella existían.19 Entre otras cosas, Whyte detalla las condiciones en las que se vive en Cornerville y da a conocer las especificidades de la vida local; asimismo, señala que existe una carencia de engranaje de su organización social con la estructura de la sociedad que la rodea, así como una fuerte estigmatización por parte de la sociedad estadounidense hacia las minorías étnicas, lo cual refuerza la cohesión, la organización y las lealtades entre los miembros de éstas últimas.20 Por otra parte, el autor señala que la generación más joven ha formado su propia sociedad independiente de la influencia de los mayores, y una de estas formas es la de los “muchachos de las esquinas”,21 observa que entre ellos existen fuertes vínculos de afectividad, identidad, lealtad y solidaridad, así como que uno de los principales elementos cohesionadores del grupo es un sistema de obligaciones mutuas; al mismo tiempo, la pandilla se convierte en el centro de sus actividades y la esquina su principal espacio de socialización.22 Los enfoques aquí examinados, aunque emanan del análisis de una realidad concreta, permiten aproximarse a algunos aspectos que se asocian a la emergencia de pandillas juveniles en general, y en El Salvador en particular como, por ejemplo, las diversas consecuencias de los procesos de urbanización acelerada, y de los procesos de migración interna y externa, así como de la conformación de asentamientos urbanos segregados y marginales, la emergencia de nuevos fenómenos de exclusión social y el surgimiento de nuevos grupos marginales, entre otros. Sin embargo, aunque los aspectos señalados constituyen algunos de los factores que posibilitaron el surgimiento de pandillas en el escenario salvadoreño, se trata no sólo de aspectos que se ubican en un contexto específico, sino también de un fenómeno pandilleril con características particulares. 19 Véase, Whyte, William Foote, La Sociedad de las Esquinas, México, Editorial Diana, 1971 20 Ibid, pp. 330-333 21 Ibid, p. 19 22 Ibid, pp. 311-314 26 1.2.2. EL ENFOQUE CULTURALISTA En la década de 1960, ante la vertiginosa emergencia, en distintos países, de diferentes movimientos sociales y agrupaciones juveniles que representaban formas de contestación, protesta y disidencia, surgieron nuevas lecturas de los comportamientos de la juventud que le dieron una importancia fundamental al aspecto cultural. Articuladas bajo el concepto de culturas juveniles, Carles Feixa señala que estas agrupaciones “se refieren a la manera en que las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintivos, localizados fundamentalmente […] en espacios intersticiales de la vida institucional.”23 Respecto a la poca o nula integración a las estructuras productivas y reproductivas que caracteriza a estos jóvenes, el mismo autor señala que “la noción de culturas juveniles remite a la noción de culturas subalternas. En la tradición gramsciana […] éstas son consideradas como las culturas de los sectores dominados, y se caracterizan por su precaria integración en la cultura hegemónica […]”.24 En este contexto, alrededor de 1964 surgió el Centre for the Contemporary Cultural Studies de la Universidad de Birmingham en Gran Bretaña, uno de los espacios académicos más importantes dedicados al estudio de las distintas culturas juveniles. Aunque el grueso de sus investigaciones fueron dirigidas al análisis de las expresiones juveniles británicas de la segunda posguerra, sus aportaciones son muy valiosas, pues dan cuenta de las raíces históricas y de los factores sociales y culturales que explican la emergenciade este tipo de agrupaciones. La escuela de Birmingham hace una diferencia –muchas veces criticada- entre subculturas y contraculturas juveniles, de acuerdo a la cual las primeras se refieren a las expresiones de los jóvenes pertenecientes a los sectores marginados, y las segundas a las 23 Feixa, Carles, De jóvenes, bandas y tribus: antropología de la juventud, 2a ed., Barcelona, Ariel, 1999, p. 84 24 Ibid, p. 85 27 de los jóvenes de estratos sociales medios; asimismo, mientras que “en las primeras la vivencia predomina sobre el discurso, en las segundas no hay vivencia sin discurso”.25 Como señala Carles Feixa, las subculturas juveniles son concebidas por esta escuela como estrategias de las clases subalternas para solucionar las contradicciones que se hallan en el seno de una cultura parental en crisis;26 además, son intentos de reparar la cohesión social destruida a través de la construcción de una nueva identidad social y, finalmente, constituyen formas de “resistencia ritual” que desafían los sistemas de control cultural impuestos por los sectores dominantes.27 Por su parte, las contraculturas son aquellas expresiones que emergen del descontento y la oposición de la juventud hacia los valores e instituciones dominantes y plantean la creación de instituciones alternativas a la cultura hegemónica, representando así “formas más articuladas y peligrosas de disidencia político-moral”.28 Con base en las anteriores afirmaciones, las pandillas formarían parte del terreno de la subcultura juvenil; sin embargo, las fronteras entre lo subcultural y lo contracultural no siempre están tajantemente definidas. En términos más generales, el concepto de subcultura define a un grupo que posee un conjunto distintivo de comportamientos y creencias que difieren de lo establecido por la cultura dominante de la que forma parte; mientras que para José Agustín el concepto de contracultura comprende: […] toda una serie de movimientos y expresiones culturales, usualmente juveniles, colectivos, que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. […] La contracultura genera sus propios medios y se convierte en un cuerpo de ideas y señas de identidad que contiene actitudes, conductas, lenguajes propios, modos de ser y vestir, y en general una mentalidad y una sensibilidad 25 Ibid, p. 83 26 De acuerdo a Carles Feixa, las culturas parentales se pueden considerar como “las grandes redes culturales, definidas fundamentalmente por identidades étnicas y de clase, en el seno de las cuales se desarrollan las culturas juveniles”, asimismo, éstas “refieren las normas de conducta y valores vigentes en el medio social de origen de los jóvenes.” Ibid, p. 86 27 Ibid, pp. 72-75 28 Ibid, p. 83 28 alternativas a las del sistema […] por eso la contracultura también se conoce como culturas alternativas o de resistencia.29 Por otra parte, para Francisco Gomezjara las pandillas o bandas son una más de las expresiones de protesta juvenil y las define como “agrupamientos defensivos-ofensivos de jóvenes inmersos en un agudo y acusado proceso de crisis generalizada”,30 de acuerdo con este autor, algunos elementos de dicha crisis son el déficit de trabajos y viviendas, el desencanto en los mitos del progreso, una urbanización fallida, así como la desorganización de la resistencia popular;31 de este modo, la pandilla constituye una forma de organización social que se ubica “en el centro de la tela de araña de la crisis general del contexto urbano […] [y que] por constituirse en un actor beligerante […] se le sataniza”.32 Gomezjara señala, además, que los estudios que emergen después de los años cincuenta y que conciben a la pandillas como expresiones de conductas negativas y de amenaza social constituyen una estrategia para “controlar y nulificar las experiencias juveniles, en cuanto comienzan a volverse críticas y contestatarias al orden establecido”.33 Al respecto, este autor señala que “en el campo de la teoría renace el concepto de anomia, tanto en su vertiente Durkheimiana de desorden o transgresión de la ley o Mertoniana, como deficiente integración entre la estructura cultural y la estructura social”.34 Ello daría lugar, en los años sesenta, al estudio de las pandillas como fenómenos de desviación social, haciendo énfasis en sus conductas violentas y criminales, consideradas como conductas desviadas;35 de este modo, como señala el autor, la comprensión de las 29 Agustín, José, La contracultura en México. La historia y el significado de los rebeldes sin causa, los jipitecas, los punks y las bandas, México, Grijalbo, 2004, pp. 129-130 30 Gomezjara, Francisco A., Las bandas en tiempo de crisis, México, Nueva Sociología, 1987, pp. 18-19 31 Ibidem 32 Ibidem 33 Gomezjara, Francisco A., op. cit., p. 11 34 Ibid, p. 12 35 Ibid, pp. 12-13 29 pandillas no sólo se reduciría al parámetro de la desviación, sino que se constreñiría al ámbito individuo-familiar, desdibujando el ámbito socioestructural en el que se inscriben, de modo que la aspiración no sería la comprensión del fenómeno de las pandillas juveniles, sino su descalificación.36 En este sentido, cabe señalar que existen numerosos estudios tendientes a estigmatizar y criminalizar a las pandillas enfatizando sus conductas antisociales, negativas y transgresoras, así como sus acciones violentas y delictivas; en estos enfoques usualmente se dejan de lado los factores históricos, económicos, políticos y sociales que no sólo posibilitan la emergencia de estas formas de organización juvenil, sino que además explican dichas conductas. Si bien aspectos como la violencia están presentes en las pandillas, el desdibujamiento de los aspectos sociohistóricos que se le asocian impide una comprensión integral y profunda de este fenómeno social. Otra importante obra es Les barjots. Essai d’ethnologie des bandes de jeunes (1968) de Jean Monod; como señala Carles Feixa, en este estudio el autor buscó realizar “un análisis estructural de los estilos de vida y sistemas simbólicos de las bandas”;37 de este modo, Monod intentó explorar la lógica interna de las bandas, lógica sobre la cual se fundaba su significado y que permitía comprenderlas más profundamente desde su propio lenguaje; en este marco, el autor logró ver, entre otras cosas, que “los conflictos y tensiones que desde fuera son vistos como violencia gratuita y patológica, desde el interior se contemplan como situaciones densamente rituales”.38 En términos generales, uno de los principales aportes de los estudios aquí revisados es la comprensión de las pandillas como formas alternativas de socialización y como instancias que dotan a los jóvenes de una identidad social con sus propias lógicas y significados. 36 Ibid, p. 14 37 Feixa, Carles, De jóvenes, bandas y tribus: antropología de la juventud, 2a ed., Barcelona, Ariel, 1999, p. 66 38 Ibid, p. 67 30 1.2.3. LOS CONTEXTOS MIGRATORIOS El fenómeno de la migración es un importante factor que incide en el surgimiento de pandillas, ya que éstas constituyen una estrategia de sobrevivencia de los jóvenes pertenecientes a minorías étnicas en los contextos migratorios, los cuales suelen ser entornos muy adversos y hostiles, marcados por la segregación, la marginación, la violencia, el rechazo y la discriminación.39 En dichos contextos, las pandillas constituyen instancias alternativas de socialización, integración y pertenencia, así como formas de resistencia cultural y de reivindicación identitaria y étnica; además, son nichos de solidaridad, lealtad y protección entre pares. Al mismo tiempo, constituyen mecanismos de defensa ante las hostilidadesde grupos pandilleriles antagónicos presentes en estos escenarios multiétnicos, frente a los cuales se establecen rivalidades, confrontaciones de carácter étnico, así como disputas por el control territorial. Asimismo, las pandillas constituyen un referente identitario alternativo para los jóvenes de comunidades de migrantes en medio de la dificultad que tienen de identificarse plenamente tanto con la cultura del lugar de origen, que muchas veces no conocen directamente, como con la cultura del lugar de destino, que es muy distinta. Siendo el proceso de migración una estrategia para escapar de entornos políticos o socioeconómicos adversos, en los lugares de destino no siempre se encuentra una vida mejor, sino que, por el contrario, los inmigrantes no sólo ven frustradas las expectativas de ver mejoradas sus condiciones de existencia, sino que se enfrentan a situaciones de enorme vulnerabilidad, precariedad, desarraigo y adversidad; difícilmente encuentran posibilidades reales de integración, y se enfrentan a la exclusión, la marginación, la segregación, el rechazo, el racismo, la discriminación y la violencia. De este modo, en los contextos migratorios, los barrios en donde se concentran las minorías étnicas 39 Véase, por ejemplo, Vigil, James Diego, “Marginalidad múltiple: un marco comparativo para comprender a las pandillas”, en Valenzuela Arce, José Manuel et al. (coords.), op. cit., pp. 63-81 31 constituyen un terreno fértil para el surgimiento de pandillas de jóvenes pertenecientes a dichos grupos. En este sentido, Gilbert M. Griñie, percibe las pandilleriles como “un fenómeno cultural y social inherente a los barrios étnicos”.40 Por su parte, James Diego Vigil señala que “las pandillas callejeras se encuentran primordialmente en barrios de minorías étnicas de bajos ingresos y surgen de situaciones y condiciones de descuido y ostracismo social, marginalización económica y represión cultural”.41 Este mismo autor señala que las pandillas callejeras en Estados Unidos son resultado de la marginalización que afecta a las poblaciones étnicas minoritarias, y advierte que “los factores de raza y clase se encuentran muy marcados en la marginalización [de estos grupos], y las repercusiones sociales y culturales resultantes han decantado en la socialización callejera”;42 de acuerdo con el autor, la socialización callejera adquiere prioridad ante los vacíos de otros agentes de socialización, y crea las bases para un nuevo conjunto de normas y valores. 43 Asimismo, Vigil apunta que “las fuerzas macrohistóricas y macroestructurales importantes forman el trasfondo de las pandillas callejeras. La discriminación racial y los obstáculos económicos son, respectivamente, su origen histórico y una parte integral de su estructura”.44 De este modo, el fenómeno de la migración y sus impactos ha ocupado un lugar destacado como ejes explicativos del surgimiento y proliferación de pandillas de minorías étnicas. En lo que respecta a las maras, su surgimiento en la ciudad de Los Ángeles, California, ha sido un tema muy recurrente en diferentes trabajos de investigación, como se verá más adelante. 40 Véase Lara Klahr, Marco, Hoy te toca la muerte: El imperio de las Maras visto desde dentro, México, Editorial Planeta, 2006, p. 46 41 Vigil, James Diego, “Marginalidad múltiple: un marco comparativo para comprender a las pandillas”, en Valenzuela Arce, José Manuel et al. (coords.), op. cit., p. 67 42 Ibid, p. 65 43 Ibid, p. 65 44 Ibid, p. 65 32 La aparición de las maras, concretamente de la Pandilla de la Calle 18 y de la Mara Salvatrucha, en los guetos latinos de Los Ángeles, tuvo lugar en los años cincuenta en el caso de la primera, y en los años ochenta, en el caso de la segunda. Al igual que otras pandillas étnicas, estas agrupaciones surgieron como una estrategia alternativa de socialización, referencia, pertenencia y reivindicación, así como un mecanismo de defensa ante otros grupos pandilleriles imperantes en esta ciudad que, cabe señalar, es considerada la capital mundial de las pandillas. En este sentido, autores como José Manuel Valenzuela consideran a los pachucos y a los cholos como antecedentes de las maras, no sólo porque estas tres agrupaciones constituyen respuestas a la discriminación, a la marginación y a las tensiones étnicas, sino porque aquéllas dos formas de adscripción identitaria definieron una parte importante de los elementos socioculturales que caracterizan a las maras.45 Al respecto, este autor señala que entre estos tres distintos fenómenos culturales juveniles existe una experiencia acumulada, un proceso, al que denomina pachoma, de “continuidades, apropiaciones y recreaciones, pero también [de] rupturas y vínculos conflictivos”.46 Los pachucos surgieron alrededor de la década de 1930, eran grupos integrados por jóvenes chicanos y su aparición se asocia a las consecuencias del proceso masivo de migración de mexicanos hacia Estados Unidos. Constituyeron un movimiento defensivo en un contexto de discriminación, racismo y marginación y, como señala Valenzuela, incorporaron “símbolos identitarios definitorios del perfil cultural de lo mexicano como recurso de resistencia social, política y cultural, frente a la condición prevaleciente de subordinación social y desacreditación cultural”.47 Posteriormente, alrededor de los años setenta, emergieron los cholos; herederos del movimiento chicano, los cholos surgieron de la necesidad de reivindicación, afirmación y sobrevivencia en un entorno adverso y 45 Véase, Valenzuela Arce, José Manuel, “La mara es mi familia”, en Valenzuela Arce, José Manuel et al. (coords.), op. cit., pp. 33-61 46 Ibid, p. 36 47 Ibid, p. 37 33 hostil.48 Tanto los pachucos como los cholos, además de reivindicar su origen étnico, incorporaron diferentes elementos culturales presentes en el escenario estadounidense, dando lugar a un fenómeno de hibridación cultural. De este modo, las maras, al igual que los pachucos y los cholos, constituyeron mecanismos de resistencia, defensa, reivindicación y solidaridad, así como referentes de identidad y pertenencia que emergieron en los contextos migratorios permeados por la exclusión, la marginalidad, la discriminación y la violencia. Valenzuela señala que los pachucos y los cholos son movimientos juveniles que “aportan parte central del repertorio simbólico, organizacional y de códigos conductuales de las maras”.49 Algunos de los elementos socioculturales que las maras comparten con aquéllas dos agrupaciones son: una adscripción identitaria que, entre otras cosas, gira en torno a la reivindicación y la lealtad étnica; la existencia de sólidos lazos de fraternidad y solidaridad; códigos organizativos definidos; patrones de conducta y sistemas de normas y valores propios y bien establecidos; fuertes lazos de pertenencia, cohesión y lealtad con la pandilla, que se traducen en una aguda rivalidad con grupos pandilleriles antagónicos; un fuerte sentido de pertenencia y lealtad al barrio, principal espacio de socialización, así como la lucha por la conquista, el control y la defensa del territorio; las riñas pandilleriles y otras expresiones de violencia; elementos simbólicos y expresiones estéticas propios y distintivos, tales como el uso del grafiti, un argot particular, señales con las manos, una vestimenta característica, el uso de tatuajes, entre otros elementos. 1.3. EL FENÓMENO DE LAS PANDILLAS EN CENTROAMÉRICA En Centroamérica, tanto el fenómeno de la violencia como el de las pandillas juveniles se han convertido en las problemáticas más agudas y centrales de la historia reciente. Es sobre todo en los países del Triángulo Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras),48 Véase, Agustín, José, op. cit., 2004, p. 106 49 Valenzuela Arce, José Manuel, “La mara es mi familia”, en Valenzuela Arce et al., op. cit., p. 36 34 donde estas problemáticas son más graves pues, como se observa en las gráficas y el cuadro siguientes, no sólo es en estos tres países donde existe un mayor número de pandilleros, sino que, además, es donde se experimentan los mayores niveles de violencia homicida, cuya magnitud ha convertido al Triángulo Norte de Centroamérica en la región más violenta no sólo de América Latina sino del mundo.50 Gráfica 1.1 Violencia homicida en las distintas regiones del continente americano (2000-2011) 50 De acuerdo al informe de la UNODC, los países del Triángulo Norte de Centroamérica actualmente tienen unas de las tasas de homicidio más altas del mundo; dicho informe advierte que Honduras es el país que experimenta los mayores índices de homicidios a nivel mundial, cuya tasa en 2011 fue de 92 asesinatos por cada 100,000 habitantes; por su parte, El Salvador se perfiló como el segundo país más violento con una tasa de 69 homicidios en ese mismo año. Véase, UNODC, Delincuencia Organizada Transnacional en Centroamérica y el Caribe. Una Evaluación de las Amenazas, Viena, UNODC, 2012, pp. 9-17. Por su parte, el PNUD señala que en el año 2004 Centroamérica tuvo una tasa de 29.3 homicidios por cada 100,000 habitantes, la cual sólo fue superada por la región sudafricana cuya tasa de homicidios fue de 31.7, de modo que ésta sería la región más violenta del mundo si se exceptúan aquellas regiones que están siendo afectadas por una intensa violencia política; asimismo, se advierte que los países del Triángulo Norte centroamericano son los que más se ven afectados por la violencia al poseer tasas que oscilan entre los 40 y 70 homicidios por cada 100,000 habitantes entre los años 2000 y 2008. Véase, PNUD, Informe sobre Desarrollo Humano para América Central 2009-2010, PNUD, octubre de 2009, pp. 63-69 0 10 20 30 40 50 60 70 80 2 00 0 2 00 1 2 00 2 2 00 3 2 00 4 2 00 5 2 00 6 2 00 7 2 00 8 2 00 9 2 01 0 2 01 1 T a sa s d e h o m ic id io s p o r c/ 1 0 0 ,0 0 0 h a b s. Américas Caribe América Central Norteamérica Sudamérica Triángulo Norte de Centroamérica 35 Fuente: Elaboración propia con base en datos de la OEA y la UNODC.51 Aunque las maras comparten rasgos comunes con otras experiencias pandilleriles, fundamentalmente con la de los guetos latinos de Los Ángeles, ciertamente las pandillas en Centroamérica se han perfilado como un fenómeno social inédito, particular y agudo, así como en uno de los rostros más emblemáticos de la violencia en la región. Asimismo, si bien su presencia es más o menos similar en Honduras, Guatemala, El Salvador y, en menor medida, en Nicaragua, sus expresiones y dimensiones no son las mismas, como tampoco sus dinámicas y magnitudes de violencia; lo anterior debido a que procesos sociohistóricos concretos han hecho que las maras tuvieran un desarrollo específico y adquirieran sus propias especificidades en cada uno de estos escenarios. 51 Los datos para el Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) fueron obtenidos de UNODC, Delincuencia Organizada Transnacional en Centroamérica y el Caribe. Una Evaluación de las Amenazas, Viena, UNODC, 2012, p. 12. Los datos del resto de las subregiones del continente fueron obtenidos de OEA, Informe sobre Seguridad Ciudadana en Las Américas 2012, Washington DC, OEA, 2012, p. 20. Respecto a estos últimos datos cabe señalar que en la región de América Central se incluyeron los 7 países del Istmo (Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá); mientras que para la región del Caribe se incluyeron 12 países (Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Dominica, República Dominicana, Granada, Haití, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Granadinas, y Trinidad y Tobago; para Norteamérica se incluyeron 3 países (México, Canadá y Estados Unidos); y finalmente para Sudamérica se incluyeron 11 países (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela). 36 Gráfica 1.2 Violencia homicida en Centroamérica (2000-2011) Fuente: Elaboración propia con base en datos de la UNODC y la OPS.52 52 Para El Salvador, Honduras y Guatemala se usaron los datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito. UNODC, Delincuencia Organizada Transnacional en Centroamérica y el Caribe. Una Evaluación de las Amenazas, Viena, UNODC, 2012, p. 12. Para Nicaragua y Costa Rica se usaron los datos de Organización Panamericana de la Salud. OPS, Proyecto de Información y Análisis de Salud. Iniciativa Regional de Datos Básicos en Salud, Washington DC, OPS, 2010. Disponible en: http://www.paho.org/Spanish/SHA/coredata/tabulator/newTabulator.htm. Como se observa en esta gráfica, los países del Triángulo Norte padecen niveles de violencia exacerbados y muy superiores a sus vecinos del sur; asimismo, se observa que El Salvador es el país donde la magnitud de la violencia ha sido mayor, siendo el país más violento del mundo hasta que en 2010 fue desplazado por Honduras. 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 20 00 20 01 20 02 20 03 20 04 20 05 20 06 20 07 20 08 20 09 20 10 20 11 T a sa d e h o m ic id io s p o r c/ 1 0 0 ,0 0 0 h a b . El Salvador Honduras Guatemala Nicaragua Costa Rica http://www.paho.org/Spanish/SHA/coredata/tabulator/newTabulator.htm 37 Cuadro 1.1 Número de pandilleros en Centroamérica según diversas fuentes País El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua Años 2002a 2012c 2003b 2004a 2001a 2003b 2003a 2005a Número 10,500 64,000 14,000 8,114 4,621 36,000 1,058 2,227 Fuente: Elaboración propia con base en datos de: a) el Centro de Estudios y Programas Interamericanos del ITAM; b) la Comisión de Jefes y Jefas de Policía de Centroamérica y Caribe; y c) el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública de El Salvador.53 En este sentido, conviene señalar que en El Salvador la problemática de las pandillas es más aguda, pues no sólo ahí existe un mayor número de pandilleros, sino que los impactos de su presencia son más visibles y contundentes; pero además, El Salvador ha sido uno de los países más fuertemente azotados por la violencia: una cruenta violencia política desde finales de los años setenta, y una aguda violencia social desde comienzos de los noventa, perfilándose como uno de los países más violentos de la región y del mundo. Si bien ya existían pandillas desde los años setenta en Centroamérica, en los años noventa, cuando los países de la región salían del cruento periodo de violencia política en el que se vieron sumergidos, el fenómeno pandilleril se reconfiguró drásticamente, y las maras emergieron como un fenómeno social inédito y agudo. En este marco, las maras no sólo comenzaron a expandirse y masificarse fuertemente, sino que también 53 Respecto a estas estimaciones es importante señalar que, por su naturaleza, el fenómeno de las pandillas es difícil cuantificar, así como que los datos disponibles respecto a la cantidad de pandilleros suelen ser imprecisos y diferir unos con otros. Barnes, Nielan (comp.), Pandillas juveniles transnacionales en Centroamérica, México y los Estados Unidos. Resumen Ejecutivo, México, Centro de Estudios y Programas Interamericanos del ITAM, s/f., pp. 5-6; cabe señalar que este informe se basa en datos de las policías de los respectivos países. Comisión de Jefes y Jefas de Policía de Centroamérica y Caribe, Informe del Equipo Técnico para el Estudio y Evaluación de la Actividad
Compartir