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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA DIVISIÓN DE ESTUDIOS PROFESIONALES ´´EFECTOS DE LA DIABETES MELLITUS TIPO 2 EN LA MEMORIA EPISÓDICA EN ADULTOS MAYORES´´ T E S I S PARA OBTENER EL TÍTULO DE LICENCIADA EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A: LIUBA RAMÍREZ BARAJAS DIRECTORA DE TESIS: DRA. CARMEN SELENE CANSINO ORTIZ REVISORA DE TESIS: DRA. MARTHA PATRICIA TREJO MORALES COMITÉ TUTOR: DRA. MARÍA DOLORES RODRÍGUEZ ORTIZ DR. JULIO ESPINOSA RODRÍGUEZ DRA. IRMA YOLANDA DEL RIO PORTILLA MÉXICO D.F., 2016 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS La presente investigación se llevó a cabo por el apoyo recibido del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT 238826) y de la Dirección General de Apoyo al Personal Académico de la Universidad Nacional Autónoma de México a través del Programa de Apoyo a Proyectos de investigación e Innovación Tecnológica (PAPIIT, clave ID-300312, IG300115). Agradezco a mi Alma Mater, la Universidad Nacional Autónoma de México, por abrir sus puertas al conocimiento y brindarme una excelente formación profesional e identidad universitaria. A la Dra. Selene Cansino Ortiz, por su profesionalismo, crítica constructiva y compromiso en la dirección de esta investigación. Agradezco su valiosa dedicación, guía y confianza brindada durante y después del trabajo realizado en el Laboratorio de NeuroCognición, una experiencia inestimable y enriquecedora. A mis revisores, la Dra. María Dolores Rodríguez Ortiz, el Dr. Julio Espinosa Rodríguez y la Dra. Irma Yolanda del Rio Portilla por ser amables guías y mostrar entusiasmo en los comentarios y aportaciones realizadas para enriquecer este trabajo. A la Dra. Frine Torres Trejo, por tu disposición y entrega en el desarrollo de la investigación y el apoyo en mi desarrollo profesional. A la Dra. Patricia Trejo Morales por la dedicación en el acompañamiento del desarrollo del trabajo. Me brindaron su conocimiento como ejemplo a seguir pero más importante, su amistad que es invaluable. A mis compañeros del LNC, que disfrutamos del conocimiento y alegrías compartidas en esta travesía, hicieron del Laboratorio una experiencia inolvidable. A mis compañeros y profesores de la Facultad de Psicología por su apoyo y cariño a lo largo de la carrera. A los participantes del estudio por su colaboración e interés en formar parte de la investigación. Ustedes hicieron posible este trabajo, espero les sea de utilidad. DEDICATORIA A mi padre por enseñarme del mundo e impulsarme a cumplir mis metas. A mi madre, por ser mi guía, admiración y apoyo incondicional. Son mi cariño, ejemplo y soporte, a quienes les debo lo que soy. A mis abuelos, que siempre creyeron en mí. A mis hermanos y hermana, mi felicidad, quienes dan a mi vida impulso, motivo y crecimiento, los que quiero infinitamente. A mi compañero Miguel, por tu cariño, apoyo y comprensión en cada etapa que caminamos juntos. A la familia Ramírez y Barajas por quererme incondicionalmente y formarme con valores y tradiciones que reflejan la importancia la unión familiar. A mi familia elegida Isaac, Aidé, Marianita, Ada, Iván por su hermosa presencia y carisma, de cuántas risas no me han privado, gracias por ser y estar en todo momento; Carlos, Omar, Isra, Rod, Bren por quererme como me quieren los quiero todavía más. A mi presente recuerdo, David, que desde pequeña me enseñó la expresión más auténtica, soñar con los pies y disfrutar cada paso que doy. CONTENIDO RESUMEN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .5 1. INTRODUCCIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6 2. ENVEJECIMIENTO NORMAL. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9 2.1 Envejecimiento cerebral. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10 2. 2 Envejecimiento y funciones cognitivas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 3. MEMORIA. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 3.1 Memoria episódica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 3.2 Métodos de estudio de la memoria episódica.. . . . . . . . . . . . . . . . .19 3.3 Envejecimiento normal y memoria episódica. . . . . . . . . . . . . . . . . .20 4. DIABETES MELLITUS TIPO 2. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..23 4.1 Diabetes y memoria episódica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .26 4.2 Diabetes y envejecimiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 5. JUSTIFICACIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 6. MÉTODO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 6.1 Planteamiento del problema. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 6.2 Objetivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36 6.3 Hipótesis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .37 6.4 Variables. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 6.5 Participantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .38 6.6 Instrumentos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40 6.6.1 Aparatos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 6.6.2 Estímulos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 6.7 Paradigma memoria de contexto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41 6.8 Procedimiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .44 6.9 Análisis de datos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45 7. RESULTADOS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .45 8. DISCUSIÓN. .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52 9. CONCLUSIONES. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .62 10. LIMITACIONES Y SUGERENCIAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63 11. REFERENCIAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 645 RESUMEN El envejecimiento normal se caracteriza por un declive de la memoria, en particular, la memoria episódica se ve afectada. La diabetes mellitus 2 es una enfermedad que incide principalmente en los adultos mayores por lo que su presencia podría incrementar el deterioro de este tipo de memoria. El objetivo del presente estudio fue determinar si el desempeño en una tarea de memoria episódica difiere entre participantes diagnosticados con diabetes mellitus tipo 2 y participantes sin este padecimiento. Así como, establecer si el tiempo de evolución de la enfermedad diabética predice el desempeño en la tarea de memoria episódica. Participaron en el estudio 100 personas entre 60 a 80 años, 50 personas con diagnóstico de diabetes y 50 personas sin este padecimiento. En la fase de codificación los participantes realizaron una tarea de clasificación semántica (natural/artificial) de imágenes de objetos comunes distribuidas azarosamente en cuadrantes. En la fase de reconocimiento, los participantes clasificaron las imágenes como viejas si las habían visto en la fase de codificación o como nuevas si no las habían visto, si las imágenes eran viejas debían indicar en qué cuadrante se habían presentado las imágenes en la fase de codificación. Los resultados mostraron que los participantes con diagnóstico de Diabetes mellitus tipo 2 tuvieron un menor porcentaje de respuestas correctas de reconocimiento y de recuperación del contexto correcto (cuadrante) que lo participantes sin este padecimiento. Asimismo, el reconocimiento disminuyó .3 % por año en los pacientes diabéticos. La diabetes mellitus es una condición que incrementa el deterioro de la memoria episódica asociado a la edad. Palabras clave: envejecimiento normal, memoria episódica, diabetes mellitus 2. 6 1. INTRODUCCIÓN El envejecimiento normal se asocia a cambios en el sistema nervioso a nivel estructural y bioquímico (Lieberman, Kanarek y Prasad, 2005) lo que conlleva al deterioro de las funciones cognitivas, una de las funciones más sensibles al envejecimiento es la memoria episódica (Cansino, 2009). Otros de los factores que pueden disminuir el desempeño cognoscitivo en el envejecimiento son las enfermedades que comúnmente aparecen en edades tardías, entre ellas, la Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2), la cual tiene una alta prevalencia en los adultos mayores (Biessels, 2005). La DM2 es un desorden metabólico de múltiples etiologías que se caracteriza por hiperglucemia crónica con disturbios en el metabolismo de los carbohidratos, grasas y proteínas, lo que genera defectos en la secreción y/o en la acción de la insulina (Aschner, 2000). Su prevalencia oscila entre 5% en menores de 30 años y 20 % después de los 60 años (Asociación Latino Americana de Diabetes, 2006). En el 2013, México registró 8.7 millones de casos de DM2 (Federación Internacional de la Diabetes, 2013). Los adultos con DM2 presentan cambios cerebrovasculares característicos del envejecimiento normal, sin embargo, el deterioro en estas personas ocurre como un proceso de envejecimiento acelerado (Biessels et al., 2002). Esta enfermedad trae consigo deterioro de las funciones cognitivas, por lo que estas podrían ser aún más vulnerables en los adultos mayores que padecen 7 DM2 (McCrimmon, Ryan y Frier, 2012). Por ello, para conocer el impacto de la DM2 en la memoria episódica se han estudiado a personas con diabetes y sin diabetes; sin embargo, los resultados y conclusiones son contradictorios, probablemente por los diferentes métodos empleados para examinar a la memoria episódica. Algunas investigaciones han reportado claras diferencias en la memoria episódica (Gold et al., 2007; Award, Gagnon y Messier, 2004) entre personas que padecen DM2 y personas sanas; mientras que otras (Biessels, Braak, Erkelens y Hijman, 2001; Ryan, 2005) no han reportado diferencias. Por lo tanto, aún se requiere mayor investigación para establecer con claridad las alteraciones en la memoria episódica en personas con diabetes, así como, examinar si la duración de la enfermedad influye en el déficit de este tipo de memoria. En el presente estudio se aborda la relación entre la DM2, la duración del padecimiento, y el desempeño (respuestas correctas y tiempos de reacción) en una tarea de memoria episódica. En los antecedentes primero se describen las características biológicas y cognitivas del envejecimiento. En seguida, se aborda la definición y descripción de la memoria episódica, y la relación de este proceso con el envejecimiento. Posteriormente se explica la definición y características de la DM2, su incidencia en México, así como sus manifestaciones clínicas y cognitivas. Después se presenta evidencia sobre la relación de la DM2 y las funciones cognitivas en adultos mayores, con énfasis en la memoria episódica. Más adelante, se presenta la justificación del estudio, el método, los resultados, la 8 discusión, la conclusión, y por último las sugerencias y limitaciones. 9 2. ENVEJECIMIENTO NORMAL El envejecimiento es un proceso gradual e inevitable que consiste en cambios relacionados con la edad después de la madurez, el cual se caracteriza por el deterioro de estructura y el funcionamiento corporal (Hansen, 2002). Es un proceso natural que pasa por el ciclo constante de construcción, destrucción, reparación y transformación de estructuras cuyas funciones culmina con la muerte (González-Celis et al., 2009). El proceso de envejecimiento humano comienza al alcanzar el máximo desarrollo biológico alrededor de los 20 años de edad cronológica y progresa con mayor efecto en la adultez mayor (López, 2011). En este intervienen procesos psicológicos, sociales y (Aguera et al., 2002) se distingue por la afectación de los niveles de organización biológica (Bernis, 2004; Allevato y Gaviria, 2008) en el cual implica una serie de cambios morfológicos y fisiológicos en todos los tejidos (Salech, Jara y Michea, 2012), disminución de algunas capacidades sensoriales (agudeza visual y auditiva) y pérdida de las capacidades físicas, como la fuerza, elasticidad cutánea, la función aeróbica, el equilibrio y la marcha (Carbonel, 2009; López, 2011). Existen distintos factores que influyen en el envejecimiento fisiológico. Los factores extrínsecos hacen referencia a la alimentación, sedentarismo, inactividad física y enfermedades; mientras que los factores intrínsecos son alteraciones del ácido desoxirribonucleico o epigenéticas que conducen a modificaciones en la 10 expresión de los genes, al acortamiento de los telómeros de las células somáticas, al estrés oxidativo y a las lesiones mitocondriales; así como a la glicolización de las proteínas. Este último constituye uno de los factores que incide en el envejecimiento acelerado de los tejidos, ya que la presencia de demasiada glucosa disminuye las posibilidades de reparaciones intrínsecas (Jaeger, 2011). 2.1 Envejecimiento cerebral Los factores que influyen en el mecanismo de envejecimiento se presentan en presencia de algunos cambios cerebrales estructurales, principalmente se presenta un aumento del volumen ventricular; una reducción de la corteza paracentral, del polo frontal, reducción de la corteza orbitofrontal medial y lateral, reducción de la circunvolución frontal superior medial y los lóbulos temporales anterior e inferior, así como atrofia en áreas subcorticales como la amígdala y el hipocampo, (Fjell y Walhovd, 2010) y pérdida de neuronas del tálamo, locus coeruleus y los ganglios basales (Jaeger, 2011). Una de las primeras regiones cerebrales que presenta deterioro durante el envejecimiento normal son los lóbulos frontales, principalmente la corteza prefrontal (Buckner, 2004). Esta región se encuentra interconectada con áreas de asociación sensorial y motora (Funahashi, et al. 1989)cuya función principal es la formación de secuencias de comportamiento coherentes hacia la consecución de objetivos (Fuster, 2008). 11 Uno de los modelos en la teoría del envejecimiento se basa en estudios de imagen cerebral en los cuales se ha reportado una activación bilateral principalmente en la corteza prefrontal. Esta refleja el reclutamiento de zonas cerebrales adicionales dispersas debido a la reducción de la especialización funcional en los adultos mayores en la comparación con los adultos jóvenes. Por lo tanto, se ha propuesto que los adultos mayores reclutan regiones de la corteza prefrontal para compensar la disminución de la función en otras regiones cerebrales, lo que les permite mantener un rendimiento relativo a los adultos jóvenes (Cabeza, Anderson, Locantore y McIntosh, 2002), o respuestas deficientes en otros lugares (Eyler, Sherzai, Kaup y Jeste, 2011; Osorio, Ballesteros, Fay y Pouthas, 2009; Sambataro et al., 2012). Otros autores explican la compensación como una mecanismo ante el aumento en la complejidad de la tarea (Parkand Reuter - Lorenz , 2009) o debido a un desajuste en los recursos neuronales disponibles como es la materia blanca (Cabeza y Dennis , 2012) . Otra compensación mostrada en los adultos mayores es una mayor actividad del hemisferio derecho cuando realizan una tarea compleja en comparación con los adultos jóvenes que presentan actividad en el hemisferio izquierdo. Este sugiere que el aumento del reclutamiento contralateral de áreas de asociación heteromodal son altamente maleables en adultos mayores (Cabeza, 2002). Otros cambios asociados al envejecimiento es una reducción en el flujo sanguíneo cerebral (Jaeger, 2011), el incremento de lesiones vasculares y 12 adelgazamiento cortical (Raz, 2000), la deposición de betaamiloide (Cabeza et al , 2005) y la disminución de la materia blanca, la cual es importante para las funciones cognitivas superiores (Borghesani et al., 2013) que influye en la calidad de las conexiones estructurales y el procesamiento neuronal dentro de esas regiones (Bennet, I. y Rypma B., 2013). Asimismo, se presentan cambios químicos como la depleción global de los neurotransmisores (catecolaminas, dopamina, tirosina, serotonina, noradrenalina) y la disminución del número y la capacidad de los receptores (Jaeger, 2011; Nyberg, Persson y Nilson, 2002). En general se presenta la reducción en el número de espinas sinápticas, contracciones de los cuerpos celulares (Pereira et al., 2007) y la presencia de desmielinización (Lu et al., 2013). Por lo tanto, el declive cognoscitivo generalizado que se observa en los adultos mayores puede deberse a cambios químicos y estructurales importantes que tienen lugar en el sistema nervioso central cuando los organismos envejecen (Cansino, 2009). 2.2 Envejecimiento y funciones cognitivas Durante el envejecimiento existen funciones cognitivas que decrecen gradualmente, mientras que otras se mantienen hasta edades avanzadas y se desarrollan durante la vejez (Calero y Navarro, 2006). Algunas funciones cognitivas como la habilidad verbal y conocimiento general (Facal et al., 2009), así 13 como la memoria implícita o procedimental son resistentes al envejecimiento (Ballesteros, et al., 2013). Otra habilidad conservada en la vida adulta es el procesamiento emocional y la memoria autobiográfica que contiene componentes emocionales, esta última se conserva a pesar de los declives en la capacidad de recuperar información a largo plazo asociados a la edad (Fromholt, P. et al., 2003). Asimismo la teoría de la mente, la habilidad que implican la atribución de estados mentales a otros individuos, se mantiene intacta en edades mayores (Happe, Winner, y Brownell, 1998). Estudios neuropsicológicos han propuesto diversas hipótesis del envejecimiento basados en la funciones cognitivas que presentan declives asociados a la edad. Una de las principales funciones que declina con la edad es la velocidad de procesamiento, lo cual se considera el principal mecanismo de declive en una variedad de dominios cognoscitivos (Salthouse y Ferrer-Caja, 2003; Harada, Natelson y Triebel, 2013, Ballesteros et al., 2013). La velocidad de procesamiento se refiere a la rapidez con la que las actividades cognoscitivas y respuestas motoras se llevan a cabo, su declive se presenta en la tercera década de la vida y sigue disminuyendo durante toda la vida (Salthouse, 2000; Salthouse, 2010). Los tiempos de reacción permiten evaluar la velocidad de procesamiento desde la llegada de una señal hasta el comienzo de la respuesta. Se ha reportado mayor latencia en los tiempos de reacción en la ejecución de tareas que involucran procesos cognitivos en los adultos mayores (Fraser, Li y Penhune, 2010). 14 Otras hipótesis hace referencia al declive en las habilidades ejecutivas que involucran los lóbulos frontales como la supresión de estímulos irrelevantes (Geerligs et al., 2014), la memoria de trabajo (Manan et al., 2015), la memoria prospectiva (Anguera y Gazzaley, 2012), la evitación de falsas memorias (Dennis, Daselaar y Cabeza, 2007) la denominación, la fluidez verbal (Salthouse, 2010), la flexibilidad mental, control inhibitorio y toma de decisiones (Lezak, Howieson y Bigler, 2012). Asimismo, en la adultez mayor se reporta un declive en el razonamiento conceptual (Wisdom, Mignogna, y Collins, 2012), en la atención selectiva, la atención dividida (Salthouse, Fristoe y Lineweayer, 1995), la atención sostenida (Staub, Doignon-Camus, Després y Bonnefond, 2013), la memoria de contexto (McCoy et al., 2005), las tareas visuoespaciales complejas (Harada et al., 2013) y la capacidad de realizar tareas en condiciones de alta demanda (Kennedy, K. et al. 2015) que disminuyen gradualmente con el tiempo. El proceso de envejecimiento influye en ciertas funciones cognitivas de manera diferencial dependiendo los patrones de la edad (Salthouse, 2003). Los resultados de diversos estudios sugieren que existe una mayor heterogeneidad en el funcionamiento cognitivo en los adultos de edad avanzada en comparación con los adultos más jóvenes, y que esta no declina de manera uniformemente ya que la variabilidad se amplifica con la edad (Wisdom, 2012) En un estudio longitudinal (Shaie, 1996 citado en Hedden y Gabrieli, 2004) se comparó el desempeño de participantes entre 20 a 80 años de edad en 15 cinco tareas cognitivas (velocidad de procesamiento, razonamiento inductivo, orientación espacial, habilidad numérica, habilidad verbal y memoria verbal). Se encontró que las funciones cognitivas que presentaron un declive a lo largo de toda la vida fueron el procesamiento de información, la memoria de trabajo y la codificación de información en la memoria episódica; por otra parte, las funciones que presentaron un declive principalmente en los últimos años de la vida fueron la memoria a corto plazo y la memoria semántica. Esta variabilidad en la vida adulta, indica que el envejecimiento tiene efectos distintivos en el sistema nervioso y tiene efecto en varias habilidades cognitivas. Figura1. Estimaciones transversales y longitudinales de los cambios relacionados con la edad en las funciones cognitivas. A) Los datos transversales de la Seattle Longitudinal Study: Las disminuciones son evidentes en todos los dominios, se encuentra conservado la habilidad verbal y la habilidad numérica. B) Los datos longitudinales en el seguimiento por siete años: El declive es evidente en todas las funciones cognitivas después de los 55 años de edad, mientras que la velocidad de procesamiento declina antes. (Modificado de Hedden y Gabrieli, 2004, pp.88) P U N TU A C IÓ N M ED IA P U N TU A C IÓ N M ED IA 16 El aumento de esperanza de vida a nivel mundial ha incrementado proporcionalmente el riesgode incidencia de deterioro cognitivo (Organización Mundial de Salud, 2014). Una de las quejas cognitivas más comunes entre los adultos mayores es la pérdida de la memoria (Harada et al., 2013). Uno de los tipos de memoria más sensible en el envejecimiento es la memoria episódica (Cansino, 2009; Baltes y Lindenberg, 1997). 3. MEMORIA La memoria es un proceso de adquisición (registro/codificación) y retención (almacenamiento) de información para su recuperación posterior (Ashcraft, 2001). La adquisición se refiere al impacto del estímulo sobre el sistema nervioso, y la codificación se refiere a la forma en que la información es representada en el sistema nervioso. La retención consiste en que dicha representación esté disponible posteriormente, mientras que la recuperación se refiere al proceso de evocar la información que previamente se almacenó (Rains, 2001). Por lo tanto, es un proceso que permite experimentar de manera consciente y voluntaria un recuerdo o evento pasado (Tulving, 1983). Atkinson y Shiffrin (1968 citado en Baddeley, 2012) proponen tres tipos de sistemas de almacenamiento de información clasificados en función del tiempo en retención: la memoria sensorial, la memoria a corto plazo y la memoria a largo 17 plazo. La memoria de largo plazo en memoria declarativa (explícita) y no declarativa (implícita) (Squire, 2004). Esta última se refiere a la recuperación no consciente de información; mientras que la memoria declarativa, se refiere a la capacidad para registrar de manera consciente los hechos generales del mundo (memoria semántica) y eventos que ocurrieron en un contexto específico (memoria episódica). La memoria semántica es la que se aplica cuando decimos yo sé, mientras que la memoria episódica se aplica cuando sabemos qué, dónde y cuándo ocurrió cierto evento (Tulving, 2002). 3.1 Memoria episódica La memoria episódica es la memoria autobiográfica de los eventos que experimentamos y recordamos (Aschcraft, 1994). Este recuerdo de experiencias personales se asocia al contexto espacial y temporal específico en el que éstas ocurrieron (Tulving, 2002). Cuando se codifica la información se integran los eventos con sus contextos y posteriormente, en la recuperación, se espera que el contexto y el evento se reintegren para ser recordados (Craik, 1989). La recuperación episódica involucra una clave para su recuperación, autogenerada o proporcionada por el medio ambiente, es decir, una huella en la memoria o la presencia de un estímulo (Tulving, 1983). Por lo tanto, la memoria episódica mantiene dos tipos básicos de 18 información, el evento y el contexto del evento (Johnson, Hashtroudi y Lindsay, 1993). La información contextual se refiere a la ubicación, el tiempo y las emociones asociadas con la experiencia. La capacidad de recordar las circunstancias específicas en las que el evento episódico se vivió, como el cuándo, dónde y cómo (contextos), se conoce como memoria de contexto y permite recordar los eventos con mayor o menor detalle (Cansino et al., 2012). Por otra parte, el evento se refiere al recuerdo de los episodios que sucedieron de forma ordenada con base en la información espacial o temporal en que éstos ocurrieron (Cabeza, 1999). La memoria de contexto es mucho más susceptible al olvido que la memoria del evento en sí (Tulving, 1972). La memoria episódica depende de estructuras del lóbulo temporal medial, los lóbulos frontales y la amígdala (Squire, 2004). La corteza prefrontal izquierda está más implicada que la derecha en la codificación de información (Tulving, Kapur, Craik, Moscovitch y Houle, 1994); mientras que la corteza prefrontal derecha está más involucrada en la recuperación (Nyberg, Cabeza y Tulving, 1996). Al hipocampo se le asocia con la recuperación del contexto de los eventos (Cansino, Maquet, Dolan y Rugg, 2002; García, Ramírez, Lara y Roldan, 2012), mientras que la asociación del evento con el contexto depende principalmente del giro frontal izquierdo (Rugg, Otten y Henson, 2002). Así mismo, el lóbulo temporal medial, la corteza parahipocampal y el hipocampo sostienen el proceso de recolección; mientras que la corteza perirhinal se ha asociado con el proceso de familiaridad (Diana, Yonelinas y Ranganath, 2007). 19 3.2 Métodos de estudio de la memoria episódica El estudio de la memoria episódica se ha abordado desde diversos paradigmas, entre ellos, el de recuerdo libre, recuerdo con claves y reconocimiento. El primero consiste en recuperar la información almacenada sin la presencia de claves o ayudas externas; el recuerdo con claves ocurre cuando se proporciona una pista y la persona es capaz de evocar la memoria requerida; mientras que el reconocimiento consiste en distinguir estímulos previamente presentados de estímulos nuevos. La tarea mayormente utilizada para evaluar la memoria episódica es la tarea de lista de palabras (Tulving, 2001). Otro paradigma utilizado en el estudio de la memoria episódica es el paradigma remember (acordarse / know (saber) que mide diferentes tipos de procesos. El proceso de acordarse está relacionado con la capacidad para recuperar características específicas contextuales de una experiencia estudiada, mientras que el proceso saber se ha relacionado con la familiaridad, es decir, la sensación de que la información ha sido previamente experimentada con ausencia del recuerdo de los detalles contextuales (Tulving, 1985). El paradigma consiste en presentar al sujeto una serie de estímulos durante la fase de codificación, después se le pide que clasifique al estímulo como ”recordado” si recuerda los detalles contextuales en que ocurrió la presentación del estímulo o como ”conocido” si el estímulo le resulta familiar a pesar de no recordar los detalles en los que aprendió dicha información (Buckner y Wheeler, 2004). 20 Otro paradigma es el llamado paradigma viejo/nuevo, el cual consiste en una fase de estudio donde se presenta una serie de estímulos y posteriormente, en una fase de reconocimiento, se solicita al participante que distinga los estímulos previamente presentados de los estímulos nuevos (Nessler, Friedman y Bersick, 2004). Otro método para evaluar la memoria episódica es el paradigma de memoria de contexto, el cual explora de manera independiente la capacidad de recordar sólo el evento o la de recordar el evento y su contexto. Recuperar sólo el evento implica procesos de familiaridad y recolección, mientras que recuperar el contexto involucra procesos de recolección (Nyberg et al., 1996). Esta tarea permite estudiar los procesos de recolección de la memoria episódica de manera objetiva. La tarea consiste en presentar cada uno de los estímulos en un contexto (espacial, temporal, etc.) determinado durante la fase de codificación y preguntar en la fase de recuperación, el contexto específico en el que se presentó cada estímulo. 3.3 Envejecimiento normal y memoria episódica A lo largo de la vida adulta, la capacidad para codificar información nueva y recuperarla posteriormente declina (Haaland, Price y Larue, 2003); la memoria episódica es uno de los tipos de memoria que presenta mayor deterioro con la 21 edad (Grady y Craik, 2000; Cansino, 2009; Verhaeghen y Salthouse, 1997). Esta memoria disminuye principalmente cuando es evaluada mediante tareas de recuerdo libre o de memoria de contexto, pero cuando es evaluada a través de tareas de reconocimiento (Gutchess y Park, 2009) o de recuerdo con claves (Smith, 1994) disminuye sólo ligeramente. La información sobre el contexto espacial o temporal en que ocurrió un evento episódico es más susceptible a ser olvidadaque el evento en sí. Por ello, es posible encontrar un desempeño menor en tareas que evalúan los procesos de recolección que en aquellas que examinan los de familiaridad (Healy, Light y Chung, 2005). Entre los estudios que han evaluado los procesos de familiaridad y recolección de la memoria episódica, se encuentra el de Cansino et al. (2013), quienes evaluaron a la memoria episódica mediante el paradigma de memoria de contexto en un rango amplio de la edad adulta: 1500 personas entre 21 y 80 años de edad. En este estudio se encontró que el declive de los procesos de recolección de la memoria episódica comienza a los 30 años de edad y la capacidad para recuperar el contexto disminuye linealmente con la edad a un ritmo de 0,6% anual a través de todo el rango de edad estudiado. Esto equivale a olvidar el contexto espacial en el que ocurrió una experiencia previa cada dos años, lo que indica que la información contextual se une de manera menos eficientemente a las representaciones episódicas cuando avanza la edad o que la capacidad de recuperar esta información disminuye gradualmente durante la vida 22 adulta. El declive de la memoria de contexto ocurre como un proceso normal relacionado a la edad (Cansino et al., 2012). Otras investigaciones (Cabeza et al., 2000) han reportado diferencias entre adultos jóvenes y mayores en la capacidad para recuperar el contexto pero no en la habilidad para reconocer el ítem. Por su parte, Li et al. (2004) encontraron una disminución significativa en los adultos mayores, entre 63 a 75 años, en comparación con los adultos jóvenes, entre 18 a 34 años, tanto en el reconocimiento del evento, como en la recuperación del contexto. También se ha encontrado en una muestra de personas entre 18 y 85 años de edad (Bender, Naveh-Benjamin y Raz, 2010), un incremento en los tiempos de reacción en los adultos mayores en comparación con los adultos jóvenes en una tarea de reconocimiento de palabras aisladas y en pares. Este estudio mostró que la complejidad de la tarea de memoria está fuertemente asociada a la edad, ya que los tiempos de reacción fueron mayores cuando se presentaron las palabras en pares que cuando se presentaron aisladas, debido a que las primeras son más difíciles de recordar. La edad es el principal factor de riesgo del deterioro cognitivo y de la aparición de demencia. Sin embargo, se reconoce cada vez más que el deterioro cognitivo puede atribuirse a factores como la diabetes mellitus tipo 2, la hipertensión, la dislipidemia y la obesidad (Biessels, 2004). 23 4. DIABETES MELLITUS TIPO 2 La diabetes mellitus (DM) es un desorden metabólico de múltiples etiologías, caracterizada por hiperglucemia crónica y por disturbios en el metabolismo de los carbohidratos, grasas y proteínas, como consecuencia de los defectos en la secreción y/o en la acción de la insulina (Aschner, 2000). La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2012) reconoce tres formas de diabetes mellitus: tipo 1, tipo 2 y diabetes gestacional. La diabetes tipo 1 generalmente se desarrolla a una edad temprana y consiste en una destrucción auto inmune de las células del páncreas, lo que lleva a la deficiencia de insulina. La diabetes gestacional se diagnostica en el embarazo como una deficiencia del páncreas o incremento de la insulino-resistencia que produce hiperglucemia e hiperinsulinismo en el feto (Contreras-Zuñiga, Arango, Zuluaga-Martínez y Ocampo, 2008). Por otra parte la diabetes tipo 2 (DM2) el defecto principal es la resistencia a la insulina, lo que conduce a una deficiencia relativa de insulina que aumenta fuertemente con la edad (Biessels, 2005). La DM2 ocupa uno de los primeros diez lugares de causa de consulta y de mortalidad en la población adulta. Su prevalencia es mayor en zonas urbanas, en particular, es del 5% en menores de 30 años de edad y del 20 % después de los 60 años de edad. Alrededor de un 30 a un 50% de las personas que padecen 24 DM2 desconocen su problema por meses o años (Asociación Latinoamericana de Diabetes, 2006). En la población mundial, la DM2 afecta a 382 millones de personas y su prevalencia se encuentra en aumento. En México, en el año 2013, se registraron 8.7 millones de casos de diabetes, y se estima que en el año 2035, los casos con este padecimiento aumentarán a 15.7 millones. En el mundo se estima que aumentará a 592 millones, y la DM2 representará entre el 85% y el 95% del total de las personas que padecen diabetes (FID, 2013). De acuerdo con el segundo reporte de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2012), la prevalencia de la enfermedad aumentará paralelamente con la edad, por lo que las personas de 60 a 69 años de edad serán más vulnerables. Algunos factores que influyen en la manifestación de la DM2 son la predisposición genética y algunas condiciones ambientales como la disminución de la actividad física y el consumo de una dieta hipercalórica con un alto grado de grasas saturadas. También influyen factores que por sí mismos incrementan el riesgo de otras enfermedades que aumentan la resistencia a la insulina (Braunwald, Fauci y Kasper, 2005), entre ellos se encuentran la obesidad, la hipertensión y la dislipemia, factores que contribuyen a la severidad de la DM2 (McCrimmon et al., 2012). Otros factores que influyen en la aparición de esta enfermedad son el grupo étnico, el cambio en los hábitos de vida, el envejecimiento y la alta glucosa en sangre durante el embarazo (FID, 2013). La DM2 se caracteriza por la reducción de la sensibilidad a la insulina, seguida por un aumento compensatorio en la secreción de insulina (Luitse, 25 Biessels, Rutte, Kappelle, 2012). La insulina es la hormona responsable de que la glucosa de los alimentos sea absorbida por las células y así dotar de energía al organismo ( Federación International de Diabetes, 2013). Por ello, la carencia relativa de insulina (una cantidad insuficiente) o la resistencia a ésta o ambos provoca hiperglucemia, lo cual se asocia con un alto riesgo de enfermedades crónicas graves, a afecciones independientes para los ojos, los riñones y las enfermedades neurológicas, así como, a la morbilidad y mortalidad cardiovascular (Cuklerman-Jaffe, 2010). Desde el punto de vista fisiopatológico, la DM2 se puede subdividir en predominantemente insulino resistente con deficiencia relativa de insulina o en predominantemente un defecto en la secreción de la insulina, con o sin resistencia a ésta (Asociación Latinoamericana de Diabetes, 2006). Una persona con diabetes no absorbe adecuadamente la glucosa y ésta, sigue circulando por la sangre, afección conocida como hiperglucemia, lo cual con el tiempo daña los tejidos del cuerpo. La tolerancia anormal a la glucosa (TAG), junto con la alteración de la glucosa en ayunas, es reconocida como una etapa que precede a la diabetes cuando los niveles de glucosa en sangre son más elevados de lo normal. Por lo tanto, las personas con TAG corren un alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, aunque no todas las personas con TAG llegan siempre a desarrollar la enfermedad (Harris et al., 1997). La reducción de la regulación de la glucosa periférica y las condiciones diabéticas afectan al sistema nervioso central contribuyendo a la encefalopatía diabética (Liy-Salmeron y Azrad, 2014). Este padecimiento se refiere a los efectos 26 a largo plazo de la DM sobre el cerebro (Gispen y Biesels, 2000). Entre sus factores de riesgo, se han identificado la hipertensión, la dislipidemia, el genotipo apolipoproteína E (Pasquier, Boulogne, Leys y Fontaine, 2006), la aterosclerosis, los accidentes cerebrovasculares (Luitse et al., 2012) y el desorden degenerativo de la enfermedad de cuerpos de Lewy (Strachan, Reynolds, Frier, Mitchell y Price, 2008). Asimismo, la diabetes está asociada con déficit cognitivos quemuestran un incremento de riesgo de padecer enfermedad de Alzheimer y demencia vascular (McCrimmon et al., 2012; Biessels Staekenborg, Brunner, Brayne y Scheltens, 2006). 4.1 Diabetes y memoria episódica La DM2 está estrechamente relacionada con la edad avanzada ya que afecta a una de cada cinco personas mayores de 65 años y se asocia con discapacidad neurológica (Arvanitakis, Aggarwai, Wilson, Bennett y Li, 2006) La comparación de personas que padecen DM con aquellas que no tienen esta enfermedad ha permitido observar que las primeras presentan un mayor riesgo de declive cognitivo (Cukierman, Gerstein y Williamson, 2005). Esto se debe a la exposición prolongada a altos niveles de glucosa que pueden tener un efecto en el epigenoma humano si las alteraciones se mantienen estables (Cencioni et al., 2014). La disfunción cognitiva en la diabetes debe considerarse como otra consecuencia crónica de esta enfermedad (Cuklerman- Yaffe, 2010). 27 Las personas con diabetes presentan 1.5 veces más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo y 1.6 veces más probabilidades de desarrollar demencia que las personas sin diabetes (Cukierman et al., 2005). En un estudio de revisión (Berg et al., 2009), la diabetes se asoció con un empeoramiento significativo del rendimiento cognitivo en uno o más dominios en 13 de los 20 estudios transversales, y en 5 de los 7 estudios longitudinales. La asociación entre la diabetes y la cognición difiere entre los distintos dominios cognitivos: la velocidad de procesamiento se vio afectada significativamente en el 63% de los estudios que evaluaron este dominio, la atención en el 50%, la memoria en el 44%, la flexibilidad cognitiva en el 38%, el lenguaje en el 33%, la inteligencia general en el 31% y la percepción y la construcción en el 22% de los estudios. Las funciones cerebrales se encuentran ligeramente afectadas en los pacientes con diabetes que no son insulino dependientes y que no padecen demencia (Gao et al., 2015). Los déficits en la memoria podrían explicarse por estudios de resonancia magnética (Bruehl et al., 2009). En este estudio se reportó una relación entre la pérdida de volumen del hipocampo y alteraciones en la memoria en pacientes con DM2. En particular, se observó que el volumen del hipocampo era 12% más pequeño en los pacientes que en las personas controles, independientemente de otros factores asociados a la enfermedad, como la hipertensión, la dislipidemia, el índice de masa corporal y la inflamación. También se observó un menor volumen cortical en el polo frontal asociado a un 28 menor desempeño en una tarea de memoria declarativa verbal y de recuerdo diferido, aunque la relación fue menor con esta última tarea. Se ha observado (Gold et al., 2007) que individuos de mediana edad tienen un claro déficit en los tipos de memoria que dependen del hipocampo en comparación con sujetos sanos de la misma edad en la Escala de memoria Wechsler general, recuerdo tardío de historias y en el California Verbal Learning Test. Otros investigadores (den Heijer et al., 2003) han encontrado atrofia, particularmente en el lóbulo temporal medial y una disminución del volumen de la amígdala en las fases tempranas de la resistencia a la insulina. La glucoregulación alterada, como ocurre en la DM2, se asoció con una disminución de los procesos cognoscitivos en general, y a un menor desempeño en una tarea de memoria declarativa y en una de velocidad perceptiva en pacientes con DM2 (Gispen y Biesels, 2000). Las tareas cognitivas aumentan los requerimientos de glucosa cerebral en múltiples regiones del cerebro. Se ha reportado el aumento en el uso de glucosa en la corteza prefrontal (19%) y la corteza parietal inferior (11-20%) así como en el hipocampo (18-24%) (Friedman, Goldman-Rakic, 1998). Una tarea que depende de múltiples estructuras corticales y requiere altos niveles de glucosa para obtener un rendimiento óptimo, en una condición que afecte el metabolismo de glucosa cerebral puede impactar en la realización de la prueba. Asimismo el efecto de la glucosa en las funciones cognitivas se pueden limitar a aquellas que implican sistemas corticales que tienen funciones en la 29 metabolización de glucosa como el hipocampo, los ganglios basales y la corteza prefrontal (Christopher, M. R. et. al., 2006). Por lo tanto, la memoria declarativa, que depende del hipocampo, puede ser de las primeras que se afecta en las personas con DM2. Sin embargo, con el envejecimiento y la progresión de la enfermedad, el deterioro cognitivo puede extenderse más allá de la memoria declarativa (Bruehl et al., 2009). En la evaluación de la memoria, la glucosa tiene un papel importante. En un estudio (Sunram-Lea, Dewhurst y Foster, 2008) se evaluó el efecto de la administración de glucosa en la memoria episódica en adultos jóvenes sanos, mediante el paradigma remember-know. Los autores encontraron que la administración de glucosa incrementó el porcentaje de respuestas correctas basadas en la recolección, pero no se observaron efectos en las respuestas basadas en la familiaridad. Por lo tanto, la administración de glucosa parece facilitar el proceso de recolección, que como se mencionó, permite el recuerdo de detalles contextuales. Otro estudio (Donohoe y Benton, 2000) reportó el efecto de la tolerancia a la glucosa en el desempeño de la memoria episódica, evaluada mediante listas de palabras. Participaron en este estudio 46 mujeres adultas jóvenes. Las personas con niveles altos de glucosa en la sangre tuvieron tiempos de reacción más rápidos. El hallazgo fue interpretado como una demostración de que los niveles altos de glucosa en la sangre influyen en las tareas que demandan más recursos al cerebro. 30 Los adultos mayores tienen una respuesta de regulación del metabolismo de la glucosa disminuida, que se evidencia como una menor secreción de glucagón y de la hormona del crecimiento frente a la hipoglicemia. Esta condición, asociada a las alteraciones cognitivas y motoras de la edad, hace que la población de adultos mayores presente un mayor riesgo de hipoglicemia y por lo tanto, de sufrir sus graves efectos secundarios (Viljoen y Sinclair, 2011). 4.3 Diabetes y envejecimiento Se ha definido el cerebro diabético como el cerebro que presenta cambios cerebrovasculares debido al incremento de aterosclerosis, radicales libres, estrés oxidativo, acumulación de advanced glycation end products (AGEs), alteración de los mecanismos que regulan la homeostasis de las concentraciones de calcio intracelular, y alteración del metabolismo y señalamiento de la insulina (Zhao, Chen, Quon y Alkon et al., 2004). Estos cambios son marcadores de los procesos del envejecimiento normal, por lo que se ha señalado a la DM2 como un proceso de envejecimiento acelerado (Biessels et al., 2002). Los mecanismos de disfunción cognitiva son similares en la diabetes y el envejecimiento, por lo tanto, se podría esperar encontrar efectos sinérgicos. Al aumentar la duración de la enfermedad, así como la edad, los adultos mayores diabéticos podrían mostrar una aceleración en el ritmo y la magnitud de las disfunciones cognitivas, en comparación con sujetos sin diabetes (Ryan, 2005). 31 La DM2 y la demencia son dos de las condiciones más comunes en los adultos mayores. En una breve revisión de evidencia epidemiológica (Luchsinger, 2010) encontró una asociación entre DM2 y demencia. Uno de los factores más asociados al deterioro cognitivo de los pacientes con diabetes es la duración de la enfermedad (Gao et al., 2015). Hazari et al. (2011) encontraron que los diabéticos de más de 65 años de edad con al menos cinco años de padecer la enfermedad mostraron mayores latencias en el componente P300 de los potenciales relacionados a eventos que en los pacientes con menos de cincoaños de padecer la enfermedad, los cuales mostraron latencias similares a las del grupo control, es decir, el descenso en la cognición es más prominente cuando la duración de la DM2 es mayor a 5 años. Gao et al. (2015) estudiaron las diferencias cognoscitivas entre sujetos con DM2 sin deterioro cognitivo y sujetos con DM2 con deterioro cognitivo. Los autores de este estudio encontraron que los pacientes con DM2 y deterioro cognitivo mostraron mayores tiempos de reacción y menores puntajes en tareas de flexibilidad cognitiva, funciones ejecutivas, habilidades visuoespaciales, memoria de trabajo y lista de palabras. Sólo en la tarea de memoria lógica de la historia, que evalúa memoria y aprendizaje, no se encontraron diferencias entre los grupos. Asimismo, los autores encontraron que la duración de la DM2, una mayor concentración de HbA1c, una mayor frecuencia de episodios de hipoglucemia y la duración del tratamiento con insulina se asociaron significativamente con una disminución de la cognición en general, las funciones 32 ejecutivas, las funciones visuoespaciales, la memoria inmediata y la memoria lógica retardada, aunque sólo en los pacientes de edad avanzada. Un estudio longitudinal (Beeri et al., 2014) realizó un seguimiento de dos años a 897 adultos mayores diagnosticados con diabetes que fueron divididos según los años de duración de la enfermedad. Se compararon un grupo de duración corta (0–4.9 años), uno de duración moderada (5–9.9 años) y otro de duración larga (10 años o más). Los grupos no se asociaron con otros factores que influyen en la diabetes como el medicamento, la presión sanguínea, la orina, las características vitales, y los perfiles de lípidos y vitaminas. En contraste, se observó un mayor deterioro de la cognición en general, la memoria de trabajo y la atención conforme aumentaba el tiempo de la enfermedad a través de los grupos. Esto sugiere que aunque la cronicidad de la DM2 no afecta toda la vida médica y funcional de los individuos diabéticos, sí se asocia con el deterioro de una amplia gama de procesos cognoscitivos. En otro estudio longitudinal (Tuligenga et al., 2014) participaron 5653 adultos con una edad media de 54.4 años. Se evaluaron las diferencias cognoscitivas entre cuatro grupos: personas normoglicémicas, prediabéticos, personas con diabetes de corta duración y personas con diabetes de larga duración (más de 10 años). Se evaluó la memoria a corto plazo, el razonamiento y el estado cognitivo en general. Se e ncontraron diferencias en el desempeño entre normoglicémicos y diabéticos de larga duración. Estos últimos tuvieron un declive más rápido que los normoglicémicos en la memoria a corto plazo en un 45%, en 33 el razonamiento en un 29% y en la cognición en general un 24%. El deterioro cognitivo en las personas con diabetes de corta duración y en las personas prediabetes recién diagnosticadas no fue diferente al de los participantes normoglicémicos. Estos hallazgos sugieren que la duración de la diabetes contribuye al declive cognoscitivo a pesar de que los pacientes tengan un control glucémico adecuado. Ryan (2005) reportó diferencias debidas a la edad en tareas de solución de problemas, memoria episódica y aprendizaje pero no observó diferencias entre los participantes diabéticos y sanos. Lo anterior demuestra que aún se desconoce con certeza si existe una asociación entre la diabetes y la disfunción cognitiva, incluso después de 30 años de hiperglicemia crónica. Por su parte, Elias (1997) reportó que las personas que habían padecido de diabetes por mayor tiempo tuvieron un menor desempeño en tareas de memoria verbal inmediata y en tareas de razonamiento abstracto; asimismo, observó que el reconocimiento tuvo una menor disminución que el recuerdo libre. También reportó que cada 5 años de padecer la enfermedad se asoció a una disminución significativa en el desempeño de los pacientes en tareas de memoria lógica y fluidez verbal. Posteriormente, en otro estudio (Elias et al., 2005.) se observó una asociación modesta entre los años de padecer diabetes y el desempeño en tareas de recuperación lógica inmediata, recuperación lógica tardía, similitudes, fluidez verbal y en la puntuación global de las tareas. Ebady, Arami y Shafigh (2008) compararon la prevalencia de deterioro 34 cognitivo con la Escala de Estado Mini-Mental de Folstein (MMSE, por sus siglas en inglés) en un grupo de diabéticos controlados, diabéticos no controlados y no diabéticos, apareados por edad, sexo y escolaridad. En este estudio se encontró una prevalencia de deterioro cognitivo casi dos veces mayor en los pacientes diabéticos que en los participantes sin diabetes. Además, el grupo con DM no controlada obtuvo puntuaciones inferiores en comparación con el grupo con DM controlada. Asimismo, se encontró una relación negativa entre la duración de la enfermedad y las puntuaciones del MMSE. En un estudio longitudinal (Arvanitakis et al., 2004) se encontró que 127 personas con DM2 presentaron puntuaciones menores a las esperadas para su edad en pruebas de memoria episódica, memoria semántica, memoria de trabajo y habilidad visuoespacial. Sin embargo, la DM2 sólo se asoció con un mayor declive en la tasa de velocidad perceptual. También en este estudio se reportó que las personas diabéticas tuvieron un desempeño en las tareas de memoria y de velocidad perceptiva que correspondía a personas con 6 a 14 años más de edad que la edad de los pacientes. Los resultados de los estudios que han evaluado a la memoria episódica en pacientes diabéticos aún no son consistentes. En personas de edad media con DM2 se ha reportado (Gold et al., 2007) que su desempeño es menor en tareas de memoria episódica que las personas sin dicha enfermedad. En adultos mayores, los pacientes con DM2 tienen un desempeño inferior en tareas de memoria episódica que las personas sanas (Award et al., 2004). Sin embargo, en 35 otras investigaciones (Biessels et al., 2001) no se han observado diferencias significativas entre personas que padecen DM2 y personas sanas. Esta falta de consistencia en los resultados se contrapone a la asociación que han reportado algunos autores (Arvanitakis, 2000) entre el tiempo de padecer DM2 y el incremento del riesgo a desarrollar AD o alteraciones en diferentes esferas cognitivas. 5. JUSTIFICACIÓN La diabetes se encuentra entre las primeras causas de muerte en México. Su incidencia global es de 347 millones de personas, principalmente en adultos entre 40 y 59 años de edad y se prevé que las muertes por diabetes se dupliquen entre 2005 y 2030 (OMS, 2012). Por lo anterior, es importante desarrollar investigaciones que permitan conocer con mayor detalle las consecuencias de la enfermedad en distintos procesos cognoscitivos debido a que los mecanismos fisiopatológicos de la disfunción cognitiva relacionada con la diabetes no son del todo claros. En el presente estudio, se aborda a la memoria episódica debido a que aún se desconoce con certeza si este tipo de memoria se ve afectada en pacientes con diabetes de una manera más significativa de lo que se espera por el envejecimiento normal. Asimismo, se empleará un paradigma que permitirá investigar los procesos de recolección de manera independiente, es decir la 36 capacidad para recordar el contexto en el que se presentó la información en la fase de estudio. Del mismo modo, el presente estudio investiga el efecto del tiempo de parecer la enfermedad diabética en la memoria episódica. El efecto de la duración de la enfermedad se ha explorado en otros procesos cognoscitivos pero no de manera particular en la memoria episódica. Este tipo de memoria al deteriorarse tiene consecuencias importantes en la calidad de vida de las personas, ya que dificulta sus relaciones sociales y su autonomía.6. MÉTODO 6.1 Planteamiento del problema ¿Existen diferencias en el porcentaje de respuestas de reconocimiento y de contexto correcto y sus respectivos tiempos de reacción entre personas diagnosticadas con DM2 y personas sin este padecimiento? ¿Predice el tiempo de evolución de la enfermedad DM2 el desempeño en la tarea de memoria episódica? 6.2 Objetivo Determinar si la ejecución correcta y tiempos de reacción en tareas de memoria de contexto y reconocimiento difieren en personas con DM2 y personas sin este padecimiento. Así como, estudiar si la duración de la enfermedad predice el desempeño en la tarea de memoria episódica. 37 6.3 Hipótesis Existen diferencias significativas en el porcentaje de reconocimiento correcto y de respuestas de contexto correcto entre personas que padecen DM2 y personas sanas. Existen diferencias significativas en los tiempos de reacción de las respuestas de reconocimiento y de contexto correctos entre personas que padecen DM2 y personas sanas. La evolución de la enfermedad DM2 predice el porcentaje de reconocimiento y de contexto correctos y sus respectivos tiempos de reacción. 6.4 Variables Variables atributivas Participantes diagnosticados con DM2 Participantes sin diagnóstico de DM2 Variables dependientes Porcentaje de respuestas de contexto correcto: recordar la posición en la que se presentaron los estímulos en la fase de estudio. Porcentaje de reconocimiento correcto: recordar si el estímulo fue presentado o no en la fase de estudio. Tiempo de reacción en las respuestas de contexto correcto: Medido en 38 milisegundos a partir de la presentación del estímulo. Tiempo de reacción en las respuestas de reconocimiento correcto: Medido en milisegundos a partir de la presentación del estímulo. 6.5 Participantes Participaron 100 personas entre 60 y 80 años de edad: 50 diagnosticados con la enfermedad de DM2 (20 mujeres y 30 hombres) y 50 sin este padecimiento (25 hombres y 25 mujeres). Los sujetos firmaron una hoja de consentimiento de participación voluntaria y recibieron una compensación de $200.00. Los criterios de inclusión fueron tener una escolaridad mínima de 8 años de estudio, visión normal o corregida a lo normal; puntaje mínimo de 26 en la Subescala de Vocabulario de la Escala de Inteligencia para Adultos de Weschler WAIS (Weschler, 1981), puntaje mínimo de 24 en la Escala de Estado Mini-Mental de Folstein (Folstein, Folstein y McHugh, 1975) y puntaje menor a 20 en el Inventario de Depresión de Beck (Beck, Ward, Mendelson, Monk y Erbaug, 1961) (Tabla 1). Los criterios de exclusión fueron padecer enfermedades neurológicas o psiquiátricas, adicción a drogas y/o alcohol, consumir medicamentos que alteren al sistema nervioso central y padecer enfermedades cardiovasculares diagnosticadas por un médico. Los participantes firmaron una carta de consentimiento informado y recibieron una compensación de 200 pesos al final de su participación. Los participantes no difirieron significativamente en edad (t (98) = -0.133, p = 0.90), años de estudio (t (98) = -0.243, p = 0.81), ni en los puntajes 39 obtenidos en la subescala de Vocabulario del WAIS (t (98) = -0.302, p = 0.77), el Inventario de Depresión de Beck (U = 1015.00, p = 0.10) y la Escala Estado Mini- Mental (U = 1234.50, p = 0.91). Tabla 1. Media y desviación estándar (DE) de las características sociodemográficas de los participantes, diabéticos y no diabéticos, y de los puntajes normalizados obtenidos en las pruebas psicológicas de subescala WAIS; mediana y rango intercuartil de los puntajes en el BDI y MMSE. Edad (años) Media ± DE Escolaridad (años) Media ± DE WAIS ( normalizado) Media ± DE BDI Mediana ± RQ MMSE Mediana ± RQ Participantes sin diabetes 69.08 (5.49) 12.51 (4.15) 12.94 (1.57) 6.00 (7.00) 28.00 (2.00) Participantes diabéticos 69.23 (5.50) 12.72 (4.47) 13.04 (1.74) 8.00 (8.00) 28.00 (2.00) MMSE = Minimental de Folstein, BDI = Inventario de Depresión de Beck, WAIS = Escala Wechsler de Inteligencia para Adultos. *p<.05 Los participantes con diabetes y sin este padecimiento, no presentaron puntuaciones que indiquen sospecha de deterioro cognitivo, sospecha de depresión y mantienen puntuaciones dentro de los rangos normales para la integridad de la habilidad mental general. 40 6.6 Instrumentos Subescala de Vocabulario de la Escala de Inteligencia para Adultos Revisada de Weschler (1981). La escala puede aplicarse desde los 18 años de edad y tiene un coeficiente de confiabilidad de 0.96 mediante el método test- retest. La Subescala de Vocabulario se correlaciona con el coeficiente intelectual general que se obtiene del WAIS así como otras pruebas de inteligencia. Permite evaluar la integridad de la habilidad mental general de los participantes. Inventario de Depresión de Beck (1961). Esta prueba evalúa el grado de depresión que pueden presentar las personas. Los puntajes de depresión se obtienen a través de sumar las respuestas dadas a las 21 categorías de síntomas o actitudes. Si el sujeto obtiene un puntaje mayor a 20, probablemente sufre depresión. Esta prueba se estandarizó con 409 sujetos entre 15 y 55 años de edad y tiene un coeficiente de confiabilidad de 0.86. Escala de Estado Mini-Mental de Folstein (1975). Esta prueba de tamizaje permite identificar la presencia de demencia en las personas. Consta de 11 ítems que evalúa la orientación, concentración, atención, cálculo, memoria y lenguaje. La confiabilidad test-retest es de 0.89 con el mismo aplicador, y de 0.83 con un aplicador diferente. El diagnóstico de sospecha de demencia son con puntajes menores a 24, permitiendo distinguir entre personas con deficiencias cognitivas leves a severas. Es sensible al deterioro progresivo en pacientes con demencia. Por lo tanto, los sujetos que obtuvieron una puntuación ≤ 24 fueron excluidos del estudio. 41 Cuestionario de Calidad de Vida. Este cuestionario permite conocer la información personal del participante como escolaridad, edad, antecedentes patológicos personales, el consumo de medicamentos, alcohol, drogas y actividades cotidianas. 6.6.1 Aparatos Se utilizaron dos computadoras PC, dos monitores de 17 pulgadas, una caja de respuestas con cinco botones (una para diestros y otra para zurdos), una televisión, una videocámara y el software E-prime para mostrar los estímulos y registrar las respuestas de los participantes. 6.6.2 Estímulos Se emplearon 122 imágenes a color de objetos comunes, la mitad representaban objetos artificiales y la otra mitad objetos naturales. Las imágenes tuvieron un ángulo visual horizontal y vertical aproximado de 2.5º. Se eligieron 72 imágenes al azar para cada participante para ser presentadas en la fase de codificación, mientras que se usaron todas las imágenes mezcladas al azar en la fase de recuperación. 6.7 Paradigma de Memoria de Contexto Este paradigma, introducido por Cansino et al. (2002), consiste en una fase de codificación y una de recuperación. En la fase de codificación, la pantalla se dividió en cuadrantes. El centro de la cruz indicaba el punto de fijación, las imágenes aparecieron al azar en alguno de los cuadrantes (Figura 2) y se 42 presentaron a una distancia que variaba entre 0.5º y 1.25º de los ejes verticales y horizontales de la cruz. Cada ensayo comenzó con la presentación de una imagen durante 1000 ms, después hubo un periodo de 2000 ms en la que sólo permanecían los cuadrantes en blanco. Al término de este periodo aparecía la imagen del siguiente ensayo. El participante pudo responder durante un periodo de 3000 ms desde que apareció la imagen y hasta el final de este periodo. La tarea consistió en decidir si la imagenrepresentaba un objeto natural o artificial a través de dos de las teclas de la caja de respuestas. Debido a que los participantes sabían que su memoria sería puesta a prueba, se les dio la instrucción de que se concentraran en realizar la tarea. Figura 2. Presentación de los estímulos durante la fase de codificación y distribución de las teclas en la caja de respuestas. Estímulo Natural Estímulo Artificial Artificial Natural Caja de respuestas 43 En la fase de recuperación las imágenes aparecieron al centro de la pantalla (Figura 3). Cada ensayo comenzó con la presentación de una imagen durante 1000 ms, después durante un periodo de 2000 ms, la pantalla permaneció en blanco. Al término de este periodo aparecía la imagen del siguiente ensayo. El participante pudo responder desde que apareció la imagen y hasta antes del inicio del siguiente ensayo, es decir durante un intervalo de 3000 ms. La tarea del participante consistió en decidir si la imagen era nueva (no se presentó en la fase de codificación) o vieja (sí se presentó en la fase de codificación), en este caso, debía indicar en qué cuadrante se presentó en la fase previa. Las cuatro teclas superiores de la caja de respuestas representaban los cuadrantes de la pantalla. Si el sujeto no podía recordar el cuadrante en que se mostró la imagen, pero estaba seguro de que la imagen se presentó, se le indicó que eligiera uno de los cuadrantes al azar. Las imágenes nuevas se identificaron mediante la tecla inferior de la caja de respuestas y era presionada por medio del pulgar. El sujeto recibió un entrenamiento previo en ambas fases. Figura 3. Presentación de los estímulos durante la fase de recuperación. Imagen nueva Caja de respuestas Imagen vieja 44 6.8 Procedimiento Los participantes asistieron a dos sesiones cuya duración aproximada fue de dos horas. La primera sesión se llevó a cabo en un cubículo silencioso y tranquilo donde solamente estaban presentes el participante y el entrevistador. Se le dio a leer al participante el documento de Información del Estudio y se le pidió que firmara la Carta de Consentimiento. Se determinó si el sujeto cubría los criterios para participar en el estudio. Para ello, se le aplicó la Subescala de Vocabulario de la Escala de Inteligencia para Adultos Revisada de Weschler (1981), el Estado Mini-Mental (Folstein et al., 1975) y el Inventario de Depresión de Beck (1987). Se aplicó el Cuestionario de Calidad de Vida para conocer los antecedentes patológicos y no patológicos del participante. Se calificaron las pruebas en el momento para determinar si la persona cubría todos los criterios de inclusión y ninguno de exclusión. Posteriormente, se realizó una prueba visual para determinar si los participantes veían con precisión objetos del mismo tamaño que los que se emplearon en los experimentos de memoria. En la segunda sesión, los participantes realizaron la tarea de memoria episódica en una cámara sonoamortiguada. Se sentaron en un sillón de respaldo alto a 100 cm de distancia de la pantalla de la computadora. Sobre los brazos del sillón, se encontraba una plataforma en donde se colocaron las cajas de respuestas a una distancia cómoda para los participantes. Éstas se colocaban en el brazo derecho para las personas diestras y en el brazo izquierdo para las personas zurdas. Posteriormente, los participantes realizaron la tarea de memoria 45 episódica. Iniciaron con la fase de codificación y posteriormente realizaron la fase de recuperación. Antes de realizar ambas fases, los participantes hicieron una versión breve de las fases como entrenamiento. Durante el desarrollo de los experimentos, los participantes fueron observados desde la cámara de observación a través de un monitor, además, los participantes podían comunicarse con el investigador a través de un sistema de audio. 6.9 Análisis de datos Se compararon el porcentaje de respuestas de reconocimiento correcto, de contexto correcto y sus respectivos tiempos de reacción entre las personas con DM2 y las personas sanas mediante pruebas t de Student para muestras independientes. También, se estudió la relación de todas estas variables con el tiempo en que las personas con DM2 habían padecido la enfermedad mediante análisis de regresión lineal. Se consideraron como significativos los resultados con una p < 0.05. 7. RESULTADOS Se analizaron el porcentaje de respuestas correctas en la fase de codificación (tarea de clasificación natural/artificial). Los participantes sin diabetes tuvieron un mayor (t (98) = 3.53, p = 0.001) porcentaje de respuestas correctas 46 (94.54% ± 4.31) en comparación con los participantes diabéticos (90.03% ± 7.96). Asimismo, los participantes sin diabetes tuvieron menores tiempo de reacción (t (98) = -2.09, p = 0.04) en la fase de codificación (1074 ms ± 171) que los participantes diabéticos (1150 ms ± 194). En la fase de recuperación, se observaron diferencias significativas en el porcentaje de respuestas de reconocimiento correcto (t (98) = 6.32, p = 0.0001) (Figura 4). Del mismo modo, resultó significativo el análisis realizado en el porcentaje de respuestas de contexto correcto (t (98) = 7.06, p = 0.0001). Figura 4. Media del porcentaje de respuestas correctas en las respuestas de contexto correcto y de reconocimiento correcto en las personas con DM2 y en las personas sin este padecimiento. Las barras muestran el error estándar y las líneas el tipo de respuestas que mostraron diferencias significativas entre los grupos. 0 10 20 30 40 50 60 70 80 90 100 1 2 No Diabético Diabético * Reconocimiento Contexto *p = 0.0001 * R es p u es ta s co rr ec ta s (% ) 47 El análisis de los tiempos de reacción en las respuestas de contexto correcto resultó significativo (t (98) = -2.142, p = 0.04). Los tiempos de reacción en estas respuestas fueron mayores en los participantes diabéticos que en los no diabéticos (Figura 5). En cambio, en las respuestas de reconocimiento correcto los tiempos de reacción no difirieron entre los grupos (t (98) = - 1.807, p = 0.07). Figura 5. Media de los tiempos de reacción en las respuestas de contexto correcto y de reconocimiento correcto en personas con DM2 y personas sin este padecimiento. Las barras representan el error estándar y las líneas indican los tipos de respuestas que mostraron diferencias significativas entre los grupos. 0 200 400 600 800 1000 1200 1400 1600 1800 1 2 No diabético Diabetico * Reconocimiento Contexto * *p = 0.035 Ti em p o s d e re ac ci ó n ( m s) 48 El análisis del porcentaje de respuestas correctas para las imágenes nuevas resultó significativo (t (98) = 3.75, p = 0.0001). Los participantes sin diabetes tuvieron un mayor porcentaje de respuestas correctas (90.00% ± 10.27) que los participantes diabéticos (79.72% ± 16.46). Los tiempos de reacción en las respuestas correctas para los estímulos nuevos también difirieron significativamente (t (98) = -3.25, p = 0.002). Los participantes con diabetes (1448.26 ms ± 323.69) tuvieron mayores tiempos de reacción en estas respuestas que los participantes sin este padecimiento (1264.86 ms ± 234.48). El análisis del porcentaje de respuestas por olvidos en la fase de reconocimiento, es decir, la clasificación de una imagen vieja como nueva, resultó significativo (t (98) = 2.83, p =0.0001). Los participantes con diabetes tuvieronun mayor porcentaje de respuestas incorrectas por olvidos que los participantes no diabéticos. Del mismo modo, se observaron diferencias significativas (t (98) = - 3.79, p =0.0001) en el porcentaje de respuestas incorrectas por falsos positivos, es decir, la clasificación de estímulos nuevos clasificados como estímulos viejos. Los diabéticos presentaron mayores errores tipo falsos positivos que los no diabéticos (Figura 6). Asimismo se observaron diferencias significativas (t (98) = - 2.09, p =0.039) en el análisis realizado del porcentaje de no respuestas en la fase de recuperación de los participantes diabéticos (4.37 ± 7.48) en comparación con los participantes no diabéticos (1.97 ± 3.09). En cambio, en la fase de codificación no difirieron entre grupos (t (98) = -1.79, p =0.08). 49 Figura 6. Media del porcentaje de respuestas incorrectas en la fase de recuperación por olvidos y falsos positivos en las personas con DM2 y en las personas sin este padecimiento. Las barras muestran el error estándar y las líneas el tipo de respuestas que mostraron diferencias significativas entre los grupos. El análisis de regresión lineal entre la duración en años que los participantes han padecido la enfermedad de diabetes y el porcentaje de respuestas de contexto correcto no resultó significativo. Tampoco los análisis con los tiempos de reacción durante las respuestas de contexto correcto y de reconocimiento correcto resultaron significativos. En cambio, la duración de la enfermedad diabética sí explicó significativamente el porcentaje de 0 2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 1 2 No diabético Diabético Olvidos Falsos positivos * *p = 0.0001 R es p u es ta s in co rr ec ta s (% ) * 50 reconocimiento correcto (β = -.331, t (48) = -2.427, p = 0.02). La evolución de la enfermedad explicó una proporción significativa de la varianza del porcentaje de reconocimiento (R2 ajustado = 0.091, p = 0.02), (F (1, 48) = 5.89, p = 0.02) (Figura 7). Por lo tanto, a mayor tiempo de evolución de enfermedad diabética, los participantes tienen menor desempeño en tareas de reconocimiento en comparación con aquellos que tienen mayor tiempo de evolución. Figura 7. Relación entre respuestas de reconocimiento correcto y el tiempo de padecer enfermedad diabética. R ec on oc im ie nt o co rre ct o (% ) 51 8. DISCUSIÓN Los participantes con diagnóstico de Diabetes Mellitus tipo 2 obtuvieron puntuaciones significativamente menores en la tarea de memoria episódica en comparación con los participantes que no padecían esta enfermedad. Esto se observó tanto en las respuestas de reconocimiento, como en las de recuperación del contexto. El declive de la memoria episódica en las personas que presentan diabetes se había descrito anteriormente (Gold et al., 2007; Award et al., 2004; Arvanitakis et al., 2004); sin embargo, no se había reportado de manera específica que los procesos de recuperación se ven afectados en pacientes diabéticos. En el presente estudio fue posible analizar este hallazgo debido al procedimiento empleado para evaluar la memoria episódica. La tarea de memoria de contexto que se utilizó permitió establecer que específicamente los procesos de recuperación se encuentran disminuidos en los participantes diabéticos porque en la tarea se solicita a las personas que indiquen el contexto espacial (cuadrante) en el que se presentó la imagen en la fase de codificación. La capacidad de recordar el contexto de una experiencia episódica es un indicador objetivo de la integridad de los procesos de recuperación. En cambio, la mayoría de los estudios (Berg et al., 2004; Gold et al., 2007; Award et al., 2004; Arvanitakis et al., 2004) previos con pacientes diabéticos emplearon tareas de reconocimiento para evaluar la memoria episódica, es decir, 52 reconocer si un estímulo había sido presentado previamente o no, y este tipo de tareas no permite distinguir entre los procesos de familiaridad y recuperación. En el presente estudio, también se evaluó la capacidad de reconocimiento y nuestros resultados coinciden con los estudios previos (Gold et al., 2007; Award et al., 2004; Arvanitakis et al., 2004; Bruehl et al., 2009), ya que también se obtuvo un menor reconocimiento en los pacientes diabéticos en comparación con las personas sin este padecimiento. Debido a que una persona puede proporcionar una respuesta de reconocimiento correcto utilizando procesos de familiaridad, recuperación o ambos, este tipo de respuestas sólo proporcionan información inespecífica del deterioro de la memoria episódica. Otro hallazgo del presente estudio fue que los tiempos de reacción en las respuestas de contexto correcto fueron significativamente mayores en los participantes diabéticos en comparación con los participantes sin este padecimiento. Sin embargo, en las respuestas de reconocimiento correcto, no se observaron diferencias significativas entre los grupos. La disminución de la capacidad de velocidad de procesamiento es un fenómeno que acompaña al envejecimiento normal (Harada et al., 2013; Salthouse, 2010) y que aumenta con la presencia de la enfermedad de diabetes mellitus tipo 2 (Berg et al. 2009; Gispen y Biessels, 2000; Arvanitakis et al. 2004). Sin embargo, los tiempos de reacción en tareas de memoria episódica no han sido lo suficientemente estudiados debido a que la mayoría de los estudios (Arvanitakis et al., 2004; Gold et al., 2007; Award et al., 2004: Bruehl et al., 2009) 53 utilizan tareas de lápiz y papel, por lo que carecen de mediciones de los tiempos de reacción. Este resultado revela que cuando los participantes diabéticos fueron capaces de recuperar el contexto correcto emplearon mucho más tiempo para hacerlo que las personas sin este padecimiento. El proceso de recuperación es considerado como un proceso de alta demanda cognitiva y esfuerzo, mientras que el de familiaridad se ha considerado incluso como un proceso automático que no requiere esfuerzo alguno (Tulving, 1972). El hecho de que no se observaran diferencias entre los grupos en los tiempos de reacción de las respuestas de reconocimiento correcto puede deberse a que estas respuestas fueron proporcionadas, en parte, mediante procesos de familiaridad que los participantes diabéticos pueden realizar con la misma velocidad que las personas sin diabetes. Otro hallazgo del presente estudio es que los participantes diabéticos identificaron con menor precisión las imágenes nuevas. Estos estímulos se introducen en la tarea para determinar si los participantes identifican los estímulos nuevos de los viejos, un mayor número de respuestas incorrectas para estos estímulos indica un mayor número de falsas alarmas, es decir, juicios en que la persona indica que una imagen nueva es una imagen vieja. Esto indica una respuesta liberal por parte del participante porque no existe huella alguna en la memoria de un estímulo nuevo. En el presente estudio este tipo de respuestas predominaron significativamente más en los pacientes diabéticos. La capacidad de elegir y discriminar correctamente los estímulos previamente presentados disminuye en el envejecimiento normal. En el presente 54 estudio se encontró un mayor número de falsas alarmas en los pacientes con diabetes, por lo que se reconocen áreas cerebrales implicadas como la corteza paracentral, la corteza orbitofrontal medial y lateral, la circunvolución frontal superior medial (Fjell y Walhovd, 2010) lo que conlleva a errores en la selección y discriminación de estímulos previamente presentados, errores el control de impulsos, así como en la recuperación efectiva de la información. Estos hallazgos concuerdan con los estudios reportados anteriormente, como una respuesta deficiente (Eyler,
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