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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Iztacala UNAM IZTACALA “Elaboración del perfil psicogerontológico en tres grupos de ancianas de Tlaxcala, Estado de México y Distrito Federal, mediante la aplicación del Test FIIRAV-I” T E S I S E M P I R I C A QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A P R E S E N T A N ARLETTE MONZERRAT CRUZ RESÉNDIZ S A N D Y R O N Q U I L L O P O R T I L L O Director: Dr. Fernando Quintanar Olguín Dictaminadores: Dr. Francisco Javier Guevara Martínez Mtra. Carlota Josefina Reyes-Lira García Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS Gracias vida por permitirme vivir tantas cosas maravillosas y valiosas que me permitieron llegar al día de hoy. ¿Qué si fue difícil? Sí, mucho, pero hoy después de 26 años agradezco infinitamente haberlas vivido de este modo porque me permitieron llegar a ser quien soy ahora… Gracias a mis padres por haberme dado la vida… A ti mamá por ser mi incondicional compañera en todo mi camino recorrido, por cada noche de desvelo, por cada día que te preocupaste por mi y que hiciste hasta lo imposible por complacerme; muchas veces peleamos, reímos y lloramos y sé que muchas veces no estuviste de acuerdo con mis decisiones pero al final siempre las respetaste. Y a ti papá gracias por enseñarme el sentido de la palabra fortaleza, por estar conmigo en las buenas y en las malas y por ponerme los pies sobre la tierra en los momentos en que me he perdido, aunque en su momento padecí cada regaño ahora comprendo el valor de cada uno de ellos… simplemente gracias a ambos por seguir siendo parte de mi vida y por ser mis guías en estos años recorridos… A ti Uriel simplemente te agradezco que seas mi hermano, que hayas compartido conmigo tantos momentos desde el primer día que llegaste a este mundo, has sido mi compañero, mi cómplice, mi mejor amigo, mi confidente… para mí siempre serás mi hermanito. Diego Alexis esta tesis también es para ti, porque llegaste a mi vida en el transcurso en la que la construí, porque cambiaste mi sentido de la vida y me ensañaste lo verdaderamente valioso de estar en este mundo. Sé que por terminar esta tesis y conseguir mi título y seguir con mi crecimiento profesional he sacrificado tiempo contigo pero confió en que un día lo entenderás… Gracias hijito mío por elegirme como tu mamá y por estar hoy presente en este momento de la vida que es tan importante para mí, tal vez en algunos años seas tú el que este escribiendo esto. Te amo mi amor… Amauri y Raquel gracias a ustedes también por sumarse a nuestra familia y por agregar cosas valiosas, momentos agradables, experiencias y enseñanzas, ustedes también han sido parte importante en la construcción de esta tesis. A mis abuelos Alicia, José e Irene también les dedico esta tesis porque que mejor ejemplo de vejez que ustedes que si bien tienen sus “achaques” siguen de pie compartiendo con sus familias momentos, experiencias, risas, sueños, su vida… me siento muy orgullosa de ustedes por vivir una vejez con dignidad. Soy afortunada porque desde que abrí los ojos por primera vez han estado presentes en mi vida y hoy siguen siendo parte de ella… Y aunque tú ya no estás abuelo Juan te agradezco cada risa que me arrancaste y cada abrazo que me diste hasta el último día que te vi… Infinitas gracias a ti Sandy Ronquillo Portillo por llegar junto conmigo a la culminación de esta tesis, por haber llegado a mi vida y convertirte en más que mi mejor amiga… mi estancia en la universidad y mí recorrido en esta vida han sido muy gratas y llenas de enseñanzas y satisfacciones… Nos ha tocado compartir experiencias muy agradables, unas muy duras, otras más difíciles pero al final nunca me has dejado has permanecido a mi lado a pesar de todo…. Hoy querida amiga y ahora colega después de muchos años puedo decirte orgullosamente ¡LO LOGRAMOS! Monserrat, Isabel, Yessica, Karla, Sonia, José Luis, Erandy, Adian Aguas, Charassi también les agradezco a cada uno de ustedes por construir una amistad sólida en el transcurso de nuestra formación profesional, que si bien inicio en momentos diferentes con cada uno, todos aportaron algo que ha permitido también la culminación de este trabajo. Cada risa, cada desvelada haciendo trabajos finales, cada examen, cada tutoria, cada clase, cada momento que compartimos dentro y fuera del salón de clases, cada discusión valió la pena… quizá ahora ya no compartimos fiestas, borracheras ni viajes pero seguimos estando presentes en las bodas, baby showers, nacimientos, bautizos, cumpleaños, exámenes profesionales… para mí eso no tiene precio… Gracias amigos… Mi querido Fernando Quintanar tu también tienes cabida en estos agradecimientos, gracias a tus enseñanzas me convertí en la psicóloga que termina esta tesis orgullosa y satisfecha con este trabajo. Gracias a tus muy fuertes “jalones de orejas”, a tu apoyo, a las oportunidades que me brindaste y al compartir conmigo experiencias más allá del aula replanteaste mi concepto de Psicología y mi sentido de ser psicóloga… Lo paradójico de la historia es que nunca fuiste mi profesor y hoy eres mi director de tesis pero tú y yo sabemos que la sincronicidad existe. Querida Carlota a ti también te agradezco tus enseñanzas dentro del aula pero mucho más todo lo vivido fuera de ella, gracias por ser hoy participe de esta tesis, por ayudarme en su construcción y por también ser parte fundamental en mi formación como profesionista. Gracias por ser la que facilitó mi transcurso por esta carrera al invitarme por primera vez a ser parte de tu proyecto. Francisco Javier Guevara gracias también por aceptar ser parte de esta tesis, el trabajo que realizamos juntos ahora tiene sentido y puedo decir orgullosa que valió la pena el que nos hayas abierto las puertas de tu institución pero sobre todo te agradezco la oportunidad de participar contigo en un proyecto tan importante y que para mi marco una diferencia muy importante en mi vida personal. Y después de muchos párrafos llegó el momento de agredecerles a ustedes “Grupo Vida”, que durante estos últimos 6 años de mi vida me han dado las más grandes lecciones de vida, el trabajo que realizamos juntos en todo este tiempo ahora se ve reflejado en esta tesis, cada hora invertida hoy tiene sentido y cada experiencia que compartimos de persona a persona si más connotación me ha enriquecido como ser humano y así como yo fui participe de su vida ustedes fueron parte de la mía. Mi transitar en este proyecto me deja llena de muchas satisfacciones así que mi forma de reconocer el trabajo que realizamos juntos lo evidencio poniendo en alto su lema: “LO IMPOSIBLE SE HACE POSIBLE”. Gracias también a casa hogar “Xochiquetzal” y a la Comunidad de Atlihuetzian y a cada una de las ancianas que nos permitieron trabajar con ellas y nos compartieron sus experiencias y vivencias en esta etapa de la vida, cada palabra ha sido muy valiosa y por eso ahora son parte fundamental de esta tesis. Quizá a ninguna de ustedes las vuelva a ver pero su paso por este mundo tiene sentido para mí y por eso les doylas gracias. Gracias a todos aquellos que no mencione pero que estuvieron presentes de alguna forma en estos seis años que tuve que esperar para poder decir orgullosa: “hoy es el día de mi examen profesional, hoy me convierto en psicóloga”. Simplemente deseo, hoy más que nunca, ser al final, una orgullosa egresada de la vida. “GOYA GOYA CACHUN CACHUN RA RA CACHUN CACHUN RA RA GOYA UNIVERSIDAD” AGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOS A Dios y la Virgen por haberme puesto en los caminos que ellos creyeron los indicados para mí, pero sobre todo por demostrarme que con Fe se pueden lograr muchos sueños y concluir metas que parecen imposibles. Gracias por mandarme a todos esos ángeles que han hecho de mí una mejor persona. A mi mami Araceli Portillo Cruz, por regalarme la vida y por enseñarme que todo se puede lograr con perseverancia, constancia y dedicación; pero sobre todo si confío en mí. Porque jamás terminaré de agradecerte el gran esfuerzo que has hecho para que yo lograra ver mi sueño hecho realidad; por todas esas noches que me esperabas paciente a que llegara sana y salva a casa después de mis clases. Te amo. A mi papi Aurelio Ronquillo López, por todo el empeño que has puesto para sacarnos adelante. Porque me has enseñado que la nobleza es algo que no cualquier ser humano tiene, y que aunque a veces las cosas no son como nosotros queremos, jamás debemos dejar de luchar por aquello que vale la pena. Para mí eres un gran ejemplo. Te amo. A mis hermanos Daysi y Oswaldo, por demostrarme que si se puede ser tolerante, paciente y amar a una persona con todo y discusiones o peleas. Gracias por ser mis cómplices de muchas locuras, travesuras y sobre todo por hacerme poner los pies en la tierra cuando lo necesito; además de hacer que jamás se me olvide que la vida es hermosa y que aunque a veces las cosas no vayan bien, no debo de perder la Fe en mí. Porque día a día hacen que aprenda algo nuevo y sobre todo, porque hacen de mi vida una aventura más divertida. Los amo mis peques. A las familias Portillo Cruz, Portillo Ruíz, y Mendoza Ronquillo, por su incondicional apoyo, paciencia, regaños y consejos, por escucharme cuando necesito hablar de cualquier cosa que es importante para mí, por darme ese espacio en sus vidas; porque para mí son más que mis abuelitos, tíos o primos, sencillamente son mis ángeles. Pero sobre todo, gracias por demostrarme que una familia es el mayor tesoro que se puede tener en la vida. Me siento afortunada al poder compartir momentos de dicha y felicidad con ustedes. Los amo. Gracias también a mi abuelito Luis, que ahora me cuida desde el cielo. A mis hermosos sobrinos Zamira y Diego, porque así tan pequeñitos me han hecho sentir una enorme felicidad; sin duda cambiaron mi visión de la vida y han hecho de mí un mejor ser humano. A mi colaboradora, mejor amiga y comadre Arlette, gracias por ser parte de todo esto. Al fin cerramos un ciclo más en nuestras vidas, logramos superar todos los obstáculos y aquí estamos. Te agradezco por todos esos momentos de alegría, tristeza, orgullo o incertidumbre que hemos compartido; me queda claro que “para algo” nos conocimos esa tarde del 21 de Agosto de 2006. Espero y deseo que aún queden muchos años más de locuras y aventuras con mi mejor amiga. A mis asesores de Tesis Carlota y Fernando, por confiar en mí, por enseñarme que la Psicología va más allá de los libros y la Facultad, por impulsarme a dejar mis miedos y así poder lograr ser una profesionista. Sin ustedes nada de esto sería posible muchas gracias. Al “Grupo Vida” por hacerme sentir parte de esa familia que forman, por esos aprendizajes que sin querer me han heredado. A las señoras de “Casa Hogar Xochiquetzal” y a las de la comunidad de Atlhuetzía, por abrirme las puertas de su casa, por todas sus atenciones; pero sobre todo gracias por compartir parte de sus historias de vida. A mis amigos Sonia, Pepe, Aguas, Erandy, Chara, Yessi, Karla y Raúl, por hacer de mi estancia en la FESI algo inolvidable; porque ha sido la mejor etapa de mi vida gracias a aquellos momentos que compartimos. También gracias a Lola, Pedro y David; porque ya desde hace mucho tiempo atrás me han alentado a seguir mis sueños, a ustedes les consta lo que he pasado para lograr llegar hasta esto; gracias por sus palabras de aliento en esos momentos difíciles. A todos ustedes les agradezco porque sin duda alguna me han dejado algo importante en mi vida, y eso es el saber que si existen los verdaderos amigos, aquellos que son la familia que yo elegí. Los quiero. A la FES Iztacala y a la Universidad Nacional Autónoma de México, por hacerme sentir parte de una gran familia durante muchos años; porque desde que ingresé al CCH me sentí importante y especial. Después de estos años entiendo que ser parte de la comunidad de la máxima casa de estudios es una gran responsabilidad y estoy dispuesta a poner en alto el nombre de la UNAM, pero sobre todo de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. Y finalmente, gracias a todas aquellas personas que han estado en mí camino por un instante, un día, un mes, un año o más, y que por diversas circunstancias ya no lo están; y si los recuerdo es porque seguramente algún aprendizaje dejaron en mí. “Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas” 2 INDICEINDICEINDICEINDICE INTRODUCCIÓN 4 CAPITULO 1. Representación social de la vejez 6 1.1 La imagen de los mayores en los medios de comunicación social 7 1.1.1. La televisión 9 1.1.2. Medios escritos 10 1.2 Estereotipos negativos sobre la vejez 11 1.3 Actitudes hacia la vejez 13 CAPITULO 2. Técnicas proyectivas desiderativas en la evaluación de las actitudes ante la vejez 18 2.1. Definición de categorías (Análisis 20 2.1.1 Concepción y reconocimiento de la vejez 21 2.1.2 Recreación y tiempo libre 22 2.1.3. Satisfacción en la vejez 25 2.1.4. Afectividad y enamoramiento 26 2.1.5. Trabajo y jubilación 28 2.1.6. Reconocimiento del cuerpo 29 2.1.7. Salud y bienestar 31 2.1.8. Atención y servicios a la vejez 34 2.1.9. Vivienda y ambiente 36 2.1.10. Cultura y tradición 38 2.1.11. Relaciones familiares 40 2.1.12. Relaciones generacionales 42 2.1.13. Sexualidad 44 2.1.14. Muerte y duelo 46 2.1.15. Espiritualidad y religión 48 2.1.16. Eventos significativos 52 2.1.17. Cambios personales 53 3 2.1.18. Socialización y soledad 54 2.1.19. Convivencia y comunicación 56 2.1.20. Calidad de vida 58 2.1.21. Reflexión y sabiduría 59 2.1.22. Abuelidad 60 2.1.23. Autonomía y funcionalidad 63 2.1.24. Futuro y perspectiva 65 2.1.25. Cuidadores 67 2.1.25.1 Desgaste en el cuidador y tipología de los cuidadores 70 2.1.26. Percepción personal de la vejez (del propio envejecimiento) 71 2.1.27. Imaginario y representación de la vejez 73 2.1.28. Convivencia y vida cotidiana 74 2.1.29. Perspectivas temporales 76 Capítulo 3. Método 78 Participantes 78 Materiales 78 Aparatos e instrumentos 78 Escenario 80 Procedimiento 81 Primera etapa 81 Segunda etapa 81 Tercera etapa 82 RESULTADOS 83 CONCLUSIONES 88 BIBLIOGRAFIA 92 ANEXOS 104 4 INTRODUCCIÓN La psicología como ciencia de la mente, de la conciencia y del comportamiento es una de las principalesdisciplinas en ocuparse del envejecimiento. Según Birren y Schroots (1996; citados en Schroots, 1995), la psicogerontología consta de tres áreas de estudio principales: el envejecimiento, la edad y las personas mayores. La psicología del envejecimiento se ocupa de las pautas del proceso de envejecimiento; la psicología de la edad se centra en las diferencias de edad mediante la comparación de grupos de diferentes edades; por último, la psicología de las personas mayores aborda sobre todo las condiciones problemáticas que afectan a las personas mayores. Como fenómeno individual, el envejecimiento constituye una materia de estudio biopsicosocial. En otras palabras, la ciencia del envejecimiento es multidisciplinaria y no puede describirse, predecirse o explicarse sin tener en cuenta los tres aspectos principales del mismo: el biológico, el psicológico y social. El proceso de envejecimiento de la población en México se hizo evidente a partir de la última década del siglo XX, mostrando una inercia que lo convertirá, durante la primera mitad de del siglo XXI, en el cambio demográfico más notorio. Se estima que en la actualidad existen 600 millones de ancianos en el mundo y se espera que para mediados del siglo esta cifra alcance los dos mil millones (OPS, 2002; citado en Salgado de Snyder, González, Jáuregui & Bonilla, 2005). En México, el envejecimiento se ha producido con gran velocidad: estadísticas recientes indican que en el año 2010, 6.3% de la población eran adultos mayores (65 años y más) y de acuerdo con las proyecciones se espera que para el año 2050 la proporción aumente a 28% (INEGI, 2010). Si bien en nuestro país las estadísticas recientes indican que las condiciones de salud de los mexicanos en general han mejorado significativamente, el envejecimiento poblacional se ha convertido en tema prioritario debido a que implica un aumento en la inversión de recursos sociales, económicos y humanos, así como en la planeación de programas y redefinición de prioridades en el área de la salud. Sin embargo, nuestro país no está preparado para recibir 5 y dar la atención necesaria para la población anciana y propiciar que se viva una vejez con calidad. Considerando que las percepciones negativas hacia la vejez son las que tienen un mayor impacto en las actitudes que se tienen respecto hacia esta etapa de la vida, consideramos como uno de los campos abiertos a la investigación, la necesidad de comprender la influencia que los estereotipos negativos de la vejez tienen en las personas mayores y su relación con hábitos de vida poco saludables y con autopercepciones negativas. (The Valencia Report, 2002, p. 23; citado en Sánchez, 2004). De lo anterior se deriva la importancia de conocer, desentrañar y cuestionar el núcleo figurativo de una Representación Social alrededor del cual se articulan creencias ideologizadas, pues ello constituye un paso significativo para la modificación de una representación y por ende de una práctica social. Aunado a esto, no existen suficientes estudios psicogerontológicos que den un parámetro objetivo, el cual sirva de guía para desarrollar estrategias e instrumentos psicológicos que ayuden a los ancianos a vivir su vejez con la mayor plenitud posible. Por lo tanto, en la presente tesis promovemos la creación de un instrumento de evaluación psicológica que permita a los profesionales de la salud relacionados con la vejez, conocer la percepción que se tiene acerca de este tema, no sólo desde el punto de vista de los ancianos sino también de toda aquella persona que se relacione con esta población. Es por ello que, en el primer capítulo se hizo una revisión teórica del concepto de representaciones sociales bajo una perspectiva psicológica y cómo estas influyen en la construcción de las creencias y actitudes que se tienen sobre la vejez. En el capítulo dos se realizó una descripción y una definición operacional de las 29 categorías que conforman el instrumento de evaluación (FIIRAV-I) que se aplicó a los tres grupos de ancianas que participaron en este estudio. En el capítulo tres se describe detalladamente la metodología llevada a cabo para la realización de esta tesis. 6 1. REPRESENTACIÓN SOCIAL DE LA VEJEZ Emprender estudios acerca de la representación de un objeto social permite reconocer los modos y procesos de constitución del pensamiento social, por medio del cual las personas se construyen y son construidas por la realidad social. Pero además, nos aproxima a la “visión del mundo” que las personas o grupos tienen, pues el conocimiento del sentido común es el que la gente utiliza para actuar o tomar posición ante los distintos objetos sociales. El abordaje de las Representaciones Sociales posibilita, por tanto, entender la dinámica de las interacciones sociales y aclarar los determinantes de las prácticas sociales, pues la representación, el discurso y la práctica se generan mutuamente (Abric, 1994; citado en Araya, 2002). A principios de los años 70, Sergio Moscovici propuso un concepto al que denominó “Representación Social”, sobre el cual fundó una nueva teoría (Teoría de las Representaciones Sociales); la cual se refiere a un conjunto de conceptos, proposiciones y explicaciones que se originan en las interacciones cotidianas y en las comunicaciones interpersonales (Moscovici, 1981; citado en Duque, 2002). Según González-Celis y Padilla, (2006), las representaciones sociales constituyen modelos explicativos que le permiten a un grupo interpretar las experiencias propias y de los otros, y a su vez estos modelos explicativos influyen en la interacción (acción social) con otras personas. Es importante recalcar que el estudio de las representaciones sociales cumple además la función de identificar elementos que cuestionan visiones tradicionales negativas de forma muy amplia sobre diversos fenómenos sociales; sin embargo, dado que la vejez se está convirtiendo en un tema de actualidad es importante conocer su impacto en la sociedad mexicana. Ya que la vejez es un fenómeno que forma parte del ciclo vital del ser humano como la etapa final del proceso de desarrollo donde se continúan manifestando cambios biológicos, psicológicos y sociales. El peor prejuicio sobre la vejez es aquel que nos obliga a verla como una enfermedad y no como una parte del proceso de la vida. Es demasiado frecuente, incluso 7 entre los profesionales que trabajan con personas mayores, ver a los "viejos" (palabra que se usa a veces con cierta carga negativa) como enfermos o incapacitados, estableciéndose una fuerte sinonimia entre "vejez igual a enfermedad" que entraña un riesgo enorme. En una sociedad de masas como la nuestra, el peligro aparece cuando sustituimos la opinión racional, basada en hechos, por la opinión basada en mitos que se fundamentan mayoritariamente en actitudes y estereotipos negativos (Fornós, 2003). En un estudio realizado por Duque, Salazar y Dulcey-Ruiz (1997, citado en Duque 2002) acerca de las representaciones sociales se indago acerca de las representaciones que las mujeres de 16 a 90 años tenían con respecto al rol de mujeres y hombres viejos, como abuelas/abuelos, madres/padres, esposas/esposos, amigos/amigas. Dichas autoras encontraron que los roles de hombres y mujeres se percibían como diferentes, coincidiendo con la división tradicional del trabajo: los roles femeninos se relacionaron principalmente con el ámbito reproductivo, y los roles masculinos con el ámbito económico-productivo. Aunque también se relacionó con ausencia del trabajo fuera del hogar, como eje económico y de autoridad en la familia. Por otra parte, a las mujeres viejas se las percibió principalmente como ejes de cohesión afectiva, de hogar, de apoyo y de cuidado de otros. 1.1 La imagen de los mayores en los medios de comunicación social Enla línea de influencia social se encuentran los medios de comunicación social o mass media. Los cuales son un agente social que tienen un alto nivel de influencia, y que por tanto sirven como instrumentos para reforzar e incluso crear estos estereotipos, perjuicios y conducta social. Los medios masivos de comunicación cumplen un papel cada vez más importante. Su influencia en la (re)construcción de creencias sociales; es decir, de ideologías, imágenes, actitudes, opiniones y representaciones sociales tiende a ser cada vez más decisiva (Rey & Restrepo, 1996; citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002). Es necesario comprender que los medios pueden afectar las concepciones que sobre la vejez tengan los grupos sociales, en tanto nuestras concepciones del mundo también se construyen a través de nuestra exposición a los medios (Brandolín, 2006). 8 Los medios utilizan una determinada manera de expresarse, mediante la utilización de un lenguaje propio. Al mismo tiempo expresan un sentir general, representaciones sociales determinadas, consiguiendo que al llegar más fácilmente a la mayoría de la población esa representación se generalice y llegue a constituir una verdadera imagen social. En este sentido es importante analizar la actitud de los medios de comunicación para con los mayores partiendo de un concepto de comunicación global, haciendo énfasis en la televisión como parte del discurso social (Arias, 2009). Diversos autores subrayan el papel de la comunicación en el aprendizaje de lo que se entiende por envejecimiento y por vejez, en el bienestar de los mayores y en el desarrollo de relaciones intergeneracionales (Baltes & Wahl, 1996; citados en Hardwood, 2000). Los contenidos de los medios de comunicación presentan una realidad propia de envejecimiento y de vejez. En este sentido los medios son estructuras de asignación de sentido que mediante códigos particulares permiten la (re)construcción de realidades sociales dentro de un dinamismo permanente. Son escenarios de representación de lo social, donde circulan significados y atribuciones sociales y, sobre todo, propuestas de interpretación. Gergen y Gergen (citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002) se refieren a tres tipos de imágenes significativas relacionadas con el envejecimiento y la vejez: (1) la eterna juventud (idealización de la juventud como contraparte del temor a la vejez o gerontofobia); (2) el empoderamiento (como posibilidad de controlar la propia vida, productividad –en su más amplio sentido-, sabiduría –en términos de experiencia vivida y asimilada-, testimonio histórico e influencia en la restauración de la sociedad civil); y (3) la expresión sibarita, modelo que enfatizaría el goce y los placeres, cuestionando el trabajo como valor social preponderante. Es necesario comprender entonces que los medios pueden afectar las concepciones que sobre la vejez tengan los grupos sociales, en tanto que las concepciones que tenemos acerca del mundo también se construyen a través de nuestra exposición a los medios. De 9 todo ello surge el planteamiento de la importancia de los medios y de cómo estos transmiten una imagen de un hecho, y hasta qué punto se acerca a la realidad social (Arias, 2009). 1.1.1. La Televisión De acuerdo con Brandolín (2006), se ha observado que los viejos adquieren visibilidad en la agenda noticiosa televisiva según las siguientes categorías: como problemas sociales, como víctimas de violencia, como curiosidad-rareza y con indicios de comicidad o burla en un contexto de sociedad de consumo donde se privilegia el modelo juvenil exitoso en contraste con un modelo de vejez marginal. En un primer análisis de contenido, específicamente de noticieros televisivos locales y nacionales, se encontró que la vía de entrada a los mismos ciudadanos viejos comunes está reservada mayoritariamente al mundo de los estereotipos negativos referidos a la disminución biológica, dependencia, pobreza, abandono, enfermedad, fealdad y presencia de la muerte. Es decir, a los viejos comunes se los excluye en cuanto a contar sus historias de vida; a decir, qué piensan, quiénes son, qué sienten y hacen, cuáles son sus propuestas, reclamos y/o demandas, cómo han contribuido a su país, cuáles son sus metas y logros, etc. Asimismo las tendencias resultantes de algunas investigaciones demuestran la existencia de estereotipos negativos, por ejemplo, como tontos o excéntricos; como carentes al extremo de emoción y de vínculos cercanos. En cuanto al género, se demostró que a más viejas las mujeres, menos significativa su presencia para los programas televisivos en comparación a los hombres. Por el contrario, la tendencia es la aparición de mayoría de mujeres jóvenes, más jóvenes que los hombres. También se observó que los hombres viejos aparecen como seguros, activos y maduros en tanto las mujeres viejas se muestran como dependientes. En contraste, en anuncios publicitarios, las imágenes de la vejez son positivas. También lo son en cuanto se trata de personajes destacados. 10 En este sentido Arias (2009), considera que la mayor parte de los ciudadanos viejos que son noticia en televisión, lo hacen gracias a sus posibilidades de presencia positiva y con oportunidad de narrar historias de vida, reflexionar sobre su propia vejez, hacer propuestas, anuncios o incluir demandas; son políticos, artistas, escritores, periodistas, educadores, investigadores y empresarios; es decir, destacados personajes de la vida pública a quienes, por supuesto, no se les nota la edad biológica, en términos de deterioro estructural y funcional al que hemos hecho referencia, pero sí su capacidad de éxito, ligada a su capacidad de consumo juvenil como sinónimo de calidad de vida. Más allá de que podamos habernos enterado de su edad cronológica, aún cuando permanezca tapada de cirugías, retoques varios y cosméticos, los espacios de visibilidad en televisión son para aquellos quienes, a su vez, han podido ocultar o evitar las indeseables modificaciones orgánicas que anuncian la vejez por adopción del modelo juvenil, a lo que se suma que esos mismos espacios, por lo menos a simple vista, no se ven invadidos por la gente común o viejos comunes. 1.1.2. Medios escritos Si bien la televisión tiene gran influencia en la construcción de las representaciones sociales sobre la vejez, se encontró que en medios escritos también existe una connotación negativa hacia los ancianos lo cual tiene el mismo impacto social que la televisión. Jaramillo y Dulcey (1983), analizaron mensajes acerca de la vejez presentados, durante dos meses, por cuatro diarios colombianos de alta circulación. Sus hallazgos indican el predominio de noticias relacionadas con la muerte y con actividades sociales de beneficencia a favor de la vejez. En uno de los diarios encontraron la mayor parte de referencias a la vejez en la sección “Hogar”, y en otro en las “Páginas Femeninas”. Diferentes estudios señalan la escasa representación de personas mayores en los medios, en comparación con su cada vez mayor presencia en la población; otros dan cuenta de imágenes y representaciones que tienden a ser cada vez más positivas y que relacionan vejez con actividad, participación, felicidad y fortaleza (Acosta, 1999), e inclusive otros, 11 como las revistas Retirement Choice en Inglaterra y Modern Maturity en los Estados Unidos, destacan aspectos positivos del envejecimiento y de la vejez, combatiendo al mismo tiempo el etarismo o la discriminación por razones de edad (Featherstone & Hepworth, 1995; citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002). Otro autor que evidencia la influencia de los medios de comunicación escritos es Trinidad (2003), quien menciona que existen determinados anuncios publicitarios, con la intención de llamar la atención, los cuales ofrecen una imagenjovial, activa y sana de la vejez. Sin embargo, una posición contraria y que quizá es la que hoy en día se apega a la realidad es la que señala Arias (2009), quien menciona que la imagen social de los mayores y el rol que la sociedad les asigna, es la de un colectivo que carece de imagen social, y en el mejor de los casos, es una imagen decrépita, limitante, avocada a la exclusión social. De este modo se entiende el envejecimiento como degeneración vital. 1.2 Estereotipos negativos sobre la vejez A lo largo de la historia, de la cultura y civilizaciones han surgido opiniones, evaluaciones y juicios sobre la vejez, éstas evaluaciones han traído consigo tradicionales estereotipos positivos o negativos sobre diversos ámbitos de la realidad y circunstancias de la vejez bien sean personales, sociales, físicos, mentales, conductuales, afectivos, etc. Los estereotipos han sido definidos como ideas sobre las características personales de la mayoría de un grupo de personas que tienden a ser resultado de simplificaciones y son opiniones sesgadas de las que desconocemos su veracidad o falsedad. Son falsas concepciones que actúan a modo de clichés en el acercamiento a un fenómeno, grupo social u objeto; además, pueden favorecer la aparición de conductas discriminatorias (Carbajo, 2009). 12 Sáez, Meléndez y Aleixandre (1994), los definen como creencias u opiniones que no tienen dirección implícita, y son, necesariamente negativos o positivos. Estas tipificaciones, a pesar de su inconsistencia ayudan a estructurar situaciones cotidianas para los individuos y permiten a las personas familiarizarse con situaciones u objetos desconocidos, atribuyéndoles características que disminuyan su ambigüedad para reducir su impacto en la autopercepción y mantenerse bajo control. Por lo cual se puede decir que la vejez ha sido valorada de dos formas, una positiva y otra negativa. La primera hace referencia a la consideración de la persona mayor como sabia, cargada de experiencias, de alto estatus social, merecedor de un gran respeto y con una clara posición de influencia sobre los demás. La segunda, destaca la vejez como un estado deficitario ya que la edad lleva consigo pérdidas significativas e irreversibles. Estas visiones representan mitos y prejuicios que dificultan el envejecer bien y limitan una adecuada integración del adulto mayor en la sociedad. Los mitos optimistas e idealizados sobre la vejez han sobrevalorado esta etapa vital como edad de oro, en la que la persona mayor queda liberada de pasiones e impulsos juveniles irracionales, alcanzando plena libertad, sosiego en el ocio y paz, y la experiencia acumulada por los años aportan a la persona mayor suma discreción, prudencia y juicio. Por el contrario las interpretaciones negativas y peyorativas de la vejez, que son las más comunes, inciden en el deterioro de la persona mayor desde diversas perspectivas como la cronológica, la biológica o de salud, la psicológica o personal y la sociológica o comunitaria (Rodríguez & Domínguez, 1989). Debe tenerse cuidado con los estereotipos porque tanto éstos como los papeles sociales que se les atribuyen a las personas mayores en un momento histórico o en una sociedad concreta determinan el autoconcepto, la autoimagen que la persona mayor tiene de sí misma y las expectativas que las personas en general tienen con respecto a la vejez. Una imagen negativa de la vejez, como la que existe en la actualidad, provoca rechazo pero no sólo de la persona mayor sino de la propia vejez lejana o cercana. Por lo tanto, la imagen 13 que las personas mayores tienen de sí mismas está influida por variables personales o biológicas; pero también por las normas sociales que existen en esa determinada sociedad (Carbajo, 2009). Pensamos en que hay diferencias entre el envejecimiento y la vejez propiamente dicha. El envejecimiento es todo proceso normal que se lleva a cabo en los seres humanos caracterizado por el impacto del tiempo sobre lo subjetivo. En cambio el término vejez conlleva rasgos de dependencia y de discapacidad. Por lo tanto, el envejecimiento es un proceso y la vejez es un estado. 1.3 Actitudes hacia la vejez Según Fazio y Roskos-Ewoldson (1994; citados en Tesser & Martín, 1996), los psicólogos sociales generalmente emplean el término actitudes para referirse a las evaluaciones que se hacen de prácticamente cualquier aspecto del mundo social en la medida en que tengamos reacciones favorables o desfavorables hacia temas, ideas, personas, grupos sociales u objetos. Un aspecto importante de las actitudes es el hecho de que a menudo son ambivalentes. La ambivalencia de la actitud hace referencia a que nuestras evaluaciones de objetos, temas, personas o eventos no son siempre uniformemente positivas o negativas; por el contrario, estas evaluaciones con frecuencia están mezcladas componiéndose de reacciones tanto positivas como negativas (Priester & Petty, 2001; citados en Thompson, Zanna & Griffin, 1995). Un ejemplo de esta ambivalencia se manifiesta claramente cuando se hace referencia a la vejez de manera dicotómica o escindida al cuerpo (que según algunas interpretaciones es el que se “hace viejo”), y, a la “mente o al espíritu” (que suelen mantenerse jóvenes). Los psicólogos sociales han convertido el estudio de las actitudes en el centro de su campo por las siguientes razones: en primer lugar, las actitudes influyen fuertemente sobre 14 nuestro pensamiento social, incluso si no son siempre reflejadas en nuestro comportamiento explícito. (Baron & Byrne 2005). De acuerdo con Trinidad (2003) las actitudes son también una concretización de un pensamiento grupal en una persona. Por lo que se deben anclar histórica e ideológicamente, porque la manera en que una persona aprehende un objeto social está directamente relacionada con su posición social y esa posición social tiene que ver con las relaciones de poder entre las personas y los grupos. Grupos que entretejen formas de entender el mundo, de organizarlo, de explicarlo y de dar cuenta de él. Este entramado contiene valores, imágenes, esquemas y propuestas de acción ante determinados fenómenos. Todo ello nos lleva a tener en cuenta las relaciones de poder entre los grupos. Las relaciones sociales durante la vejez cambian y lo hacen porque sus circunstancias sociales son diferentes. Los escenarios relacionales varían, con ellos los roles y las expectativas recíprocas de relación. El adulto pasa a ser el viejo para los otros y en consecuencia para él mismo. Además en sus relaciones interpersonales empiezan nuevas negociaciones sobre los significados y los roles. Esta nueva negociación deberá llegar a un acuerdo para mantener una relación no conflictiva bajo los mismos supuestos. Desde ahí se da pie a la construcción social que rige nuestra sociedad y que lamentablemente ha originado la segregación de la población anciana, generando falsas creencias de lo que realmente sucede o sucederá cuando se llegue a esta etapa de la vida. Existen multitud de clasificaciones o términos para referirse a la vejez. Estos van desde los más coloquiales y cotidianos, a los que circulan en los discursos científicos que intentan no connotar y nos encontramos con: vejez, tercera edad, personas mayores, senectud o senescencia; incluso, se han encontrado clasificaciones como adultos-mayores, jóvenes- viejos, viejos-viejos o viejos más viejos, todas ellas en función de un dato que para determinadas personas resulta poco educado preguntar por o dar a conocer como es la edad. A estos sustantivos se le añaden algunos calificativos como: saludable, patológica, normal, dependiente, satisfactoria, discapacitada, con éxito, competente (Trinidad, 2003). 15 El aumento de la población mayor ha generado una serie de interrogantes quedestacan la complejidad de este fenómeno. Una de ellas tiene que ver con las imágenes y expectativas sobre la vejez que se instalan en nuestra sociedad y sus consecuencias. Estas imágenes tienen relación con la manera en que este grupo es integrado y valorado, con la forma en que los actuales adultos mayores perciben y experimentan su etapa de vida; y, especialmente, en cómo las nuevas generaciones prefiguran su propia vejez (Arnold- Cathalifaud, Thumala, Urquiza & Ojeda, 2007). La mayoría de los estudios disponibles muestran que las imágenes que construyen los jóvenes sobre la vejez, en general se asocian a una valoración negativa de esta etapa de la vida. Las investigaciones coinciden en mencionar que los estereotipos se concentran en la pérdida de capacidades de las personas mayores; destacan que la postura conservadora se va radicalizando a medida que pasan los años, que los intereses por la sexualidad decaen o desaparecen y que habría crecientes dificultades para adaptarse a los nuevos contextos sociales y tecnológicos. Kogan y Shelton (1962), hicieron un estudio en donde encontraron acuerdo entre las actitudes de jóvenes y viejos, particularmente en los aspectos negativos; además que los sujetos con actitudes desfavorables hacia la gente de edad tenían tendencia a mantener actitudes desfavorables hacia aquellas personas con defectos físicos y enfermedades mentales. Otro hallazgo importante es que para quienes tienen una visión negativa y pesimista de la vida, la vejez representa el período en el que sus predicciones pesimistas se confirman. En un estudio realizado por Monchietti, Lombardo y Sánchez (2007), en niños y púberes sobre su percepción de la vejez, en donde utilizaron un cuestionario y el dibujo de una persona anciana, se encontró que la mayoría de ellos tiende a construir su representación en función de los cambios físicos, ya que la mayoría tiene una imagen de los ancianos como personas con canas, arrugas y encorvadas, pues en la mayoría de sus dibujos aparecían estas características. 16 En concordancia con lo señalado, no es extraño suponer que existe una idealización de la juventud y la adultez temprana, ya que estas etapas de la vida son vistas como las únicas en que es posible la realización personal, el éxito o mayores posibilidades de encontrar la felicidad. Paradójicamente, por el aumento de la esperanza de vida, la juventud y la adultez tienden a ser proporcionalmente períodos cada vez más breves dentro del ciclo vital. Estas expectativas expresadas en representaciones sociales, concentran concepciones e imágenes que norman lo que se espera de los distintos grupos de edad y conllevan fuertes valoraciones. Específicamente, las referidas a la vejez pueden convertirse, como señalan algunos gerontólogos en medios opresivos que obligan a las personas a ajustarse a roles extremadamente estereotipados (Arnold-Cathalifaud et al., 2007). Como se ha indicado en la parte teórica de este trabajo, el cuerpo de investigaciones sobre la influencia de los estereotipos negativos en las personas mayores es menos numeroso que el que existe respecto hacia otros grupos sociales, tales como los de raza y género. Además, los estereotipos racistas y sexistas contienen unos elementos específicos que los diferencian de los referidos a la vejez. Tales diferencias se encuentran en que todas las personas van a pasar por la etapa de la vejez, si viven lo suficiente, y por lo tanto, nadie está libre, potencialmente, de padecer las actitudes y los estereotipos negativos referentes a la misma (Fernández-Ballesteros, 1992). Por otra parte, hay investigaciones que apuntan a que algunas de las creencias negativas hacia el endogrupo, pueden estar relacionadas con aspectos de la propia vida de los sujetos mayores o con dimensiones de personalidad. Sin embargo, como se ha dicho antes, este campo de estudio está aún poco desarrollado, aunque en nuestro país han aparecido algunos trabajos en los últimos años, pero básicamente en aspectos descriptivos. Por ejemplo, se ha estudiado la incidencia de los estereotipos de la vejez en poblaciones de diferentes grupos de edad o algunas características acerca de la percepción del proceso de envejecimiento en distintas poblaciones. Por lo tanto, parece necesario seguir investigando 17 para, en primer lugar, disponer de instrumentos de evaluación que demuestren propiedades psicométricas adecuadas. En segundo lugar, con objeto de dilucidar si existe relación entre las atribuciones negativas que sostienen hacia la vejez las personas de edad avanzada, y algunos hábitos de conducta que aparecen relevantes en esta etapa para proteger y promover la salud. Finalmente, para averiguar si las creencias que las personas mayores sostienen sobre la vejez guardan alguna relación con las propias autopercepciones y con dimensiones de personalidad. Con este trabajo se intenta aportar nuevos datos empíricos que se integren a los de estudios ya existentes, y que contribuyan a una mayor comprensión de algunas de las cuestiones que hemos planteado. 18 2. TÉCNICAS PROYECTIVAS DESIDERATIVAS EN LA EVALUACIÓN DE LAS ACTITUDES ANTE LA VEJEZ En los últimos años se han incrementado en nuestro país los estudios que demuestran el interés por parte de investigadores provenientes de diferentes campos del conocimiento, como Aranguren (1992), Bazo (1990, 1995), Freixas (1991, 1997, 2001), De Miguel (1992), Montorio e Izal (1997), Pinillos (1992) o Triadó y Villar (1997), en acercarse a la forma en que las personas perciben o experimentan el proceso de envejecimiento y la vejez. Este interés se ha plasmado en la aparición, en la década pasada, de un instrumento para evaluar los estereotipos negativos hacia la vejez (Montorio e Izal, 1991), el cual ha sido utilizado en estudios con poblaciones de diferentes grupos de edad (Fernández-Ballesteros, 1992; Yubero & Larrrañaga, 1999). No obstante, este cuestionario se ha empleado básicamente a un nivel descriptivo, por lo que se desconocen sus propiedades psicométricas. Más recientemente, Villar y Triadó (2000) han adaptado el Cuestionario de Conocimientos sobre el Envejecimiento (FAQ), de Palmore (1977), el cual es asimismo una medida de actitudes hacia la vejez. Sin embargo, las propiedades psicométricas no fueron muy satisfactorias en una muestra de diferentes grupos de edad. Parece oportuno, por tanto, profundizar en un nuevo instrumento para evaluar estereotipos negativos hacia la vejez y a la vez analizar sus propiedades psicométricas. La mayoría de los estudios que se han realizado sobre representaciones sociales, estereotipos y/o actitudes han sido a partir de técnicas o pruebas proyectivas como: asociación libre, dibujos, estímulos visuales, entre otros. En el caso del presente trabajo se aplicó un instrumento tipo Frases Incompletas. La revisión de la literatura muestra que los primeros diseños de pruebas y escalas proyectivas tipo frases incompletas, se diseñaron con una orientación clínica. El Test de Frases Incompletas, según Abt y Bellak (1999), consiste en un número de frases que el 19 examinado debe completar, por ejemplo: “Me enojo cuando…” y exploran áreas significativas de adaptación de un individuo a situaciones especiales, o con el fin de investigar algún conjunto específico de actitudes. Se han utilizado diversas versiones del Test de Frases Incompletas para investigar actitudes de pacientes hacia la intervención de manualidades con terapia de arte (Walter & Jones, 1956), investigar problemas de memoria para información relevante en ancianos (Hartman et.al., 1991), actitudes y visión de los niños ante la vejez (Lichtenstein et.al., 2003), relaciones familiares (Triadó, Villar, Solé, Osuna & Celdrán, 2006) y calidad de vida (González-Celis& Padilla, 2006). En estos estudios se corroboró que: los pacientes difieren en el reconocimiento de las intervenciones recibidas; que sí hay diferencias en distintos grupos de edades en el tipo de información que se puede recordar; y que los jóvenes valoran mejor su vejez que la que reconocen en familiares y conocidos. Según Abt y Bellak (1999), el test fue ideado originalmente con la intención de obtener material clínico para diagnóstico psicológico de algunos pacientes, en 1946 con Rotter y en 1950 con Sacks, para la versión en psicología clínica, esta última versión es la más utilizada actualmente y se elaboró mediante un sistema de evaluación y agrupamiento de reactivos por psicólogos expertos, en especial sobre sentimientos y actitudes en áreas de las relaciones interpersonales. Bell (1978) comenta que aunque la confiabilidad del Test de Frases Incompletas no es muy alta sí está dentro de lo esperado. Diversos estudios proponen formas más claras de evaluación pero no difieren significativamente de las propuesta originales (Churchill & Crandall, 1955) y Wood (1969); más recientemente el trabajo de Kenneth, Bishop y Robert (2003) mostraron que hay muchos aspectos que con el tiempo no se han revalidado ni actualizado en los Test de Frases Incompletas y que se requieren mejores criterios de evaluación que los que se utilizan normalmente pues la mayoría de las veces dependen de la orientación teórica del evaluador. Tanto Morales (1993) como Valerdi (2005), reportan que en 1950 Forer precisó en tres, las formas en que deberían ser clasificadas las respuestas para su interpretación posterior; a) por su estructura, b) por el contenido y c) por el sustrato, pero sigue siendo una propuesta de tipo clínica, que deja fuera los avances en estudios de subjetividad y representación social. 20 Zarebski (2005), Salvarezza (2000 y 1998), Lezama y cols. (2008), Andres (2002), y Berriel (2007) han venido desarrollando los planteamientos del estudio de la subjetividad y las representaciones sociales en diferentes grupos de ancianos evaluados con frases incompletas. En México, el trabajo de Mendoza y cols. (2008), ha permitido contar con una serie de instrumentos elaborados a partir de escalas de actitudes y cuestionarios tipo verdadero o falso para evaluar el prejuicio del viejismo, pero estos instrumentos son de tipo cerrado y no proporcionan información más natural y amplia de lo que se reconoce de la vejez. Tarrés (2001), ha comentado la necesidad de realizar investigación cualitativa más dinámica y menos cerrada a esquemas predeterminados, respetando lo que va surgiendo de los procesos psicosociales. Cabe destacar que Kogan y Shelton (1962), fueron de los primeros autores en emplear un Test de Frases Incompletas para comparar las actitudes de edad hacia la ancianidad y hacia la gente en general tomando en cuenta que las tendencias negativas aumentan con la edad. Un resultado importante es que los sujetos de edad avanzada distinguían claramente entre gente anciana y “gente en general” (Dulcey & Ardila, 1976). Por lo tanto, en el estudio y análisis de las representaciones sociales es fundamental considerar la naturaleza de los propios deseos, temores, actitudes, percepciones, etc., de las personas a través de sus respuestas. 2.1 Definición de categorías Después de varias aplicaciones del FIIRAV-I se realizó el análisis estadístico correspondiente para determinar las categorías más significativas que dieran origen al instrumento final. Dada la amplitud del tema propuesto en esta tesis, se tomó la decisión de definir las categorías propuestas en el instrumento para delimitar el alcance de cada una de ellas. 21 2.1.1 Concepción y reconocimiento de la vejez Culturalmente, “hacerse grande” ha sido a lo largo de la historia algo deseable, mientras que “hacerse viejo” ha tenido connotaciones negativas, habiéndose utilizado dicho término como sinónimo de enfermedad, incapacidad o dependencia. Pero la vejez no es necesariamente incapacidad o limitaciones funcionales, sino que también puede ser desarrollo en lo psicológico y en nuevas formas de optimización y adaptación social en función de la competencia evolutiva. La vejez, al igual que cualquier etapa del ciclo vital tiene rasgos y diferencias; rasgos que la caracterizan como etapa y diferencias entre el momento que las personas llegan a ella, cómo llegan y cómo la transitan (Moñivas, 2004). Envejecer conlleva la pérdida de algunos roles sociales que habían sustentado la propia identidad durante muchas décadas de la vida. Así, llega un momento en que la persona deja de trabajar y la probabilidad de perder amigos, familiares o la propia pareja aumentan a medida que van transcurriendo los años. La imagen que cada cual tiene de sí mismo comprende aspectos cognoscitivos y afectivos, y estos últimos estarán relacionados con la propia estima que ejerce una influencia universal sobre el modo de comportamiento y actitud ante la vida. En este sentido, parece que en la propia percepción que las personas tienen del envejecimiento es la noción de pérdida la que domina sobre la de ganancia (Fornós, 2001 & Villar, 1998). Esto sucede cuando las pérdidas asociadas al envejecimiento generan para la persona un área de experiencias que son una ruptura para su estima y autoimagen. Estas consideraciones no van dirigidas solo hacia las pérdidas importantes, sino también hacia los pequeños sucesos de la vida diaria que transmiten a la persona la sensación de disminución de su capacidad, de identidad y miedo al cambio, las cuales pueden estar referidas a la salud, a la economía, a la variación del rol social y familiar, o a los prejuicios sobre la vejez de los que el propio individuo puede ser portador (Fornós, 2001). En un estudio realizado por Villar (1998), al hablar de su propio envejecimiento, las personas mayores diferencian entre lo que se denomina “envejecimiento biológico” y 22 “envejecimiento psicológico”. El primero hace referencia a un proceso de declive continuo, acelerado e irreversible que acaba en la muerte, y que se caracteriza por una pérdida de recursos o reservas de carácter esencialmente biológico. Por el contrario, el envejecimiento psicológico concierne a una dimensión interna de la persona, definida en términos de bienestar y satisfacción subjetiva, que hace referencia a un estado cualitativo y no anclado en una dimensión temporal ni relacionado con la edad. Su comienzo no se expresa en años, sino que se hace depender en gran medida de la propia voluntad de la persona. En este sentido podemos definir la concepción y reconocimiento de la vejez como el conjunto de ideas y/o creencias que las personas tienen sobre los cambios que se presentan durante esta etapa. 2.1.2 Recreación y tiempo libre El estudio del uso del tiempo de las personas mayores tiene que tener en consideración las circunstancias vitales de estas personas que han marcado y delimitado sus posibilidades a lo largo del ciclo de la vida. Las personas mayores de la actualidad han vivido una historia de supervivencia en la que el día a día y los quehaceres cotidianos se limitaban a seguir adelante en un intento de sobrevivir. Han crecido utilizando su tiempo sin planteamientos. Este estilo de vida ha delimitado, sin duda, su realidad y en la vejez se encuentran, en muchos casos, sin habilidades para utilizar su tiempo, un tiempo que, mayoritariamente, es considerado como tiempo libre. La cultura del ocio que impera en la actualidad está muy lejos de la realidad que han vivido las personas mayores, éstas han crecido en un ambiente en el que el trabajo era el único medio y fin de sus vidas y ahora en la vejez puede resultar difícil adaptarse a vivir el tiempo libre. 23 El área de tiempo libre contiene tanto las actividades deexpansión, diversión y consumo cultural que precisan de un espacio público, como aquellas que se desarrollan en el espacio privado del hogar (Ortega & Gasset, 2007). La gerontología tiene un amplio conocimiento del importante papel del ocio y la actividad en el bienestar y en la satisfacción de la vida de los ancianos. Partimos de que el ocio y la actividad en la tercera edad, son una parte obligada para una vejez productiva y sana, en la que, según Vega (1988), existirían tres condiciones fundamentales a tener en cuenta: la calidad de vida del anciano, el ocio y el aprovechamiento del tiempo libre; la última condición requiere una preparación física y espiritual inseparables e imprescindibles (Narro, Rico & Moral, 1994). Al llegar a la tercera edad el tiempo libre disponible es mucho mayor como consecuencia de haber llegado a la jubilación y/o enfrentarse al hecho de que los hijos se han ido de casa y se presenta una disminución en las actividades cotidianas, por lo que muchos de nuestros mayores no saben cómo ocupar el tiempo libre que antes ocupaban con el trabajo. El ocio puede ser entendido como un tiempo libre fuera de las obligaciones habituales, como una actividad libremente elegida que produce diversión, bienestar, relajación o descanso (Aparicio, 2007). Villar, Triadó, Solé y Osuna, (2006), mencionan que el tiempo de ocio se incrementa en los mayores, lo que puede contribuir a estrechar la conexión entre lo que la persona hace y lo que realmente desearía hacer; otro aspecto importante es que a medida que se envejece el planteamiento de objetivos y deseos futuros se dan en términos más modestos y a corto plazo. Existen pocas investigaciones que examinen las actividades que llevan a cabo los mayores sanos y que viven en comunidad, por lo que el patrón de actividades cotidianas puede ser un interesante indicador de la manera en la que las personas mayores se adaptan a 24 los cambios asociados a la edad (Villar, Triadó & Osuna, 2003). La realización de actividades recreativas puede convertirse en un nuevo motor y organizador de la vida cotidiana, ayudando a atravesar un envejecimiento sano. Para que la recreación pueda ser una buena alternativa en la vejez, las estructuras organizadas deben reunir una serie de condiciones. Se debe pensar en la recreación como: • Aquella actividad educativa que se realiza en y para el tiempo libre. • Tener una intencionalidad pedagógica. • Ser parte de la educación no formal. • No ser obligatoria, por lo tanto es voluntaria y realizada por propia iniciativa. • Busca la participación en la producción y el consumo del hecho recreativo. • Se basa en el concepto de participación real. • Implica diversión. • Favorece la autonomía. • Supone una continuidad temporal. • Tiene estructura y procesos pautados. El espacio recreativo es un sitio privilegiado para trabajar sobre los niveles de conciencia que se tiene respecto a la satisfacción de necesidades, las causas de dichas carencias y las posibilidades de pensar en conjunto con otros, algunas alternativas de acción frente a estas carencias (Moragas, 1991: citado en Fajn, 2000). De acuerdo con este autor, el modo en que se emplee el tiempo libre en la vejez deja al desnudo la forma en que se ha aprovechado este tiempo en otros momentos de la vida. Pero debido a que en esta etapa se incrementa sensiblemente la cantidad de horas que ahora quedan liberadas de obligaciones laborales, familiares y sociales es que puede ser la oportunidad para iniciar, continuar, retomar o completar intereses, deseos, anhelos. Pero también el tiempo libre puede presentarse con otra cara, la del terror al aburrimiento, la falta de iniciativa, la depresión. Entonces, puede ser vivido como amenaza, como castigo. En este sentido, definimos la recreación y el tiempo libre como el conjunto de ideas y/o acciones que las personas tienen o realizan respecto al aprovechamiento del tiempo 25 que no es destinado al trabajo y/o las relaciones familiares y es enfocado a la realización de actividades recreativas. 2.1.3 Satisfacción en la vejez La satisfacción en general se refiere a todo aquello que produce un estado de felicidad, gusto o placer. Es este sentido Carmona (2009), considera que existen dos componentes en la satisfacción de las personas, la satisfacción actual, la cual define como: la valoración que el individuo efectúa de su situación actual, lo que da lugar a percibirse satisfecho consigo mismo, con su trabajo, con las actividades que realiza y en el lugar donde vive; el segundo se refiere a la satisfacción con la vida, relacionada con la valoración de los logros y aspiraciones a lo largo del tiempo, representa la diferencia percibida entre sus ambiciones y ganancias. De acuerdo con Meléndez, Tomás y Navarro (2008), aunque en principio resultaría lógico pensar que la satisfacción vital podría ser uno de los indicadores del funcionamiento psicológico, lo cierto es que la satisfacción con la vida se considera a otro nivel; siendo un indicador macro en el que participan tres dimensiones: funcionamiento psicológico, social y físico. De este modo, la aproximación orientada al análisis del bienestar en diferentes edades y sus posibles cambios parece fundamental para lograr un envejecimiento exitoso. En el adulto mayor, la satisfacción con la vida está ligada a las experiencias tenidas a lo largo de su historia. Así, tal satisfacción dependerá de la percepción positiva y/o negativa de los ancianos y de las variables sociales, biológicas y psicológicas, incluidos los aspectos objetivos y subjetivos, como la religiosidad o el sentido de la vida (Galvanovski & Rojas, 2000; citado en Vera & Montaño, 2002). El camino hacia el envejecimiento satisfactorio requiere considerar tanto las oportunidades del medio sociocultural, como el modo de vida forjado. El Adulto Mayor es una persona con biografía y experiencia y su conducta sólo puede ser comprendida dentro de su historia de vida y del grupo social en donde desarrolla su existencia. Resulta 26 imprescindible que éste le ofrezca posibilidades para que pueda ser protagonista de sus acciones y de su propio destino, con confianza en sí mismo, en uso de libertad, autonomía, razón, imaginación y reflexión crítica (Wszyndybyl & Gallo, 2002). De este modo los mayores tienden a reajustar sus metas manteniendo tanto lo ya conseguido como lo disponible y posible; así mismo, sustituyen sus objetivos por otros más realistas, lo cual ayuda a optimizar los recursos y a tener un mayor control de la situación. En consecuencia y mediante este tipo de estrategias logran generar un ajuste de las preferencias y de las metas que, aun no siendo intencional, hace que el sujeto se adapte adecuadamente a la nueva situación, con lo que disminuye la percepción de las restricciones situacionales o unos recursos personales insuficientes para conseguir metas antes valoradas (Meléndez et al., 2008). La persona que envejece aún parece disponer de capacidades de reserva que impiden que se produzcan cambios en sus niveles de satisfacción. Entre otros, las estrategias y los estilos de afrontamiento de los problemas son recursos con los que pueden contar las personas mayores para adaptarse satisfactoriamente a su proceso de envejecimiento (Bueno & Navarro, 2003). En conclusión, se puede definir la satisfacción en la vejez como el conjunto de ideas y/o creencias que se tienen acerca de los logros obtenidos a lo largo de la vida y la influencia de estos al llegar a la vejez. 2.1.4 Afectividad y enamoramiento Pensamos al vínculo de pareja como el entramado (afectivo y representacional) que se produce entre sus integrantes, a través de una relación con cierta estabilidad. La que puede devenir en "acontecimiento" fundante, por la posibilidad de constituirseen experiencia inédita en la vida de sus protagonistas, o bien como una experiencia conmocionante que produce una discontinuidad en el devenir de los sujetos, en el momento de la vejez. El vínculo de pareja recubriría aquello que la pareja construye de manera 27 conjunta ante las múltiples novedades que enfrenta en su devenir (Delucca, González & Martínez, 2009). La presencia de vínculos emocionales con una pareja es un factor que contribuye a una adaptación óptima de la persona a lo largo de su vida adulta y, estos beneficios se extienden a las últimas décadas de la vida. Las personas mayores que poseen este tipo de vínculo disfrutan, en general, de una mejor salud física y mental, una mejor situación económica, menores probabilidades de tener hábitos perjudiciales para la salud y, sobre todo, disponen de un elemento fundamental de apoyo instrumental y emocional, lo que a su vez se relaciona con un mayor nivel de bienestar psicológico. Algunas investigaciones sugieren que más allá de los niveles cuantitativos de satisfacción marital, la relación de pareja se transforma cualitativamente a medida que pasa el tiempo. Las parejas mayores se caracterizan de esta manera, por unos niveles de compromiso mutuo, de implicación emocional y de confianza mayores que los que muestran las parejas más jóvenes. Esta tendencia coincide con los resultados de algunas líneas de investigación que parecen indicar que las personas mayores valoran más que las jóvenes los aspectos afectivos y emocionales de la vida y de las relaciones personales y, al mismo tiempo, son capaces de regular las propias emociones de manera más eficiente. Esto contribuiría a la presencia de mayores emociones positivas en los matrimonios de larga duración, protagonizados por personas mayores con más de cuatro décadas de vida en común. Una propuesta que puede ser útil en esta diferenciación en componentes de la relación amorosa es la que propone Sternberg (citado en Villar, Villamizar & López- Chivrall, 2005). Su modelo, denominado «teoría triárquica del amor», es uno de los más populares en el estudio de las relaciones amorosas desde la psicología social y plantea que la experiencia amorosa está configurada por tres grandes factores: la intimidad, el compromiso y la pasión; definiendo así la intimidad como el sentimiento de tener un vínculo afectivo especial con la persona amada. Implica promover el bienestar del otro, la comprensión mutua, una comunicación fluida, la compenetración con el otro y el hecho de 28 compartir emociones, valores, gustos o actividades; es el componente emocional del amor. El segundo componente, la pasión, haría referencia a la experiencia de necesitar al otro y sentir deseo de él o ella, un deseo que implica una activación fisiológica y, en el caso del amor de pareja, en buena parte un aspecto sexual. La pasión sería el componente motivacional y energético del amor; y, por último, el compromiso se refiere a la decisión de mantener la relación con la otra persona, tanto a corto como a largo plazo. Es la disposición a sostener la relación en el tiempo a pesar de las dificultades que se puedan presentar. Sería, el componente cognitivo del amor. Por tanto, la afectividad y enamoramiento se puede definir como el conjunto de ideas, creencias y/o acciones que las personas de la tercera edad manifiestan para expresar su afectividad en las relaciones de pareja. 2.1.5 Trabajo y jubilación En efecto, el adulto sano consume la mayor parte de su tiempo de vigilia y de sus energías dedicado a actividades de producir y/o distribuir bienes y servicios. Estas actividades marcan las líneas/directrices a la hora de estructurar su propia vida: distribución de tiempo, horarios a los que se somete, lugares donde se desenvuelve, desplazamientos regulares que efectúa, etc. Un buen número de sus interacciones personales e incluso el valor mismo de su propia categoría personal (prestigio, estatus, influencia) están directa o circunstancialmente ligados a su empleo. Igualmente a través de su trabajo, pone en juego y desarrolla sus aptitudes, destrezas, conocimientos, competencias, creatividad, actitudes, etc. Es decir, pone de manifiesto y expresa su propia personalidad, muestra sus señas de identidad y modula su grado de autoestima. Por ello, cuando bruscamente se interrumpen las imposiciones y obligaciones de la actividad laboral con sus consiguientes contrapartidas, se produce necesariamente una crisis o por lo menos una ruptura violenta que implica un periodo y un proceso de readaptación (Forteza, 1990). De acuerdo con Limon (1993), el trabajo además de ser un medio de subsistencia ofrece otra serie de elementos como: organización del tiempo (día, semana, año) y del 29 espacio (lugar de trabajo), status, contactos sociales, actividad e identidad personal. Al dejar el trabajo, se pierde una importante ocasión de contacto con los compañeros, lo cual suele ir acompañado de la disminución de contactos sociales y de sentimiento de “desenganche” social, que genera vivencias de inutilidad, no sólo desde la perspectiva del jubilado, sino también desde la perspectiva del resto de la sociedad. Se considera que la jubilación es un fenómeno moderno impuesto en la sociedad actual, y que su implantación como obligatoria y retribuida a edades cada vez más tempranas, es un indicador de desarrollo y de progreso. Sin embargo, parece existir una coincidencia generalizada en que la jubilación marca un momento trascendente para la vida de una persona y un cambio cualitativo que le afecta en todos sus aspectos. Su vida ya no se organiza a través del trabajo, sino del tiempo libre. Quizá los dos aspectos más significativos sean, por una parte, la disminución del nivel de ingresos, que en algunos casos puede hacer que los jubilados tengan que depender de los descendientes o de otras personas o instituciones; y, por otra, que el individuo, al jubilarse, siente que ha perdido ya su función social. La jubilación es para unos el tiempo de la liberación de las ataduras, de la presencia y protagonismo social, el momento para “añadir vida a los años”; pero para otros es el tiempo de la desilusión y de la pasividad. Esta categoría se define como las ideas creencias y acciones que las personas manifiestan al retirarse formalmente de las actividades laborales. 2.1.6 Reconocimiento del cuerpo Desde el comienzo de la vida establecemos una autoimagen que va modificándose con el paso de los años y guarda una estrecha relación con el concepto de la corporalidad, de modo que los cambios físicos y funcionales que acompañan al envejecimiento exigen una evolución sustancial de la “imagen del cuerpo”. 30 La Imagen Corporal es definida como la representación del cuerpo que cada persona construye en su mente; esta representación mental o idea subjetiva contribuye al fortalecimiento de imaginarios, emociones, habilidades sociales y competencias dentro del ámbito social y personal que influyen profundamente en la calidad de vida del individuo. Está constituida por tres componentes que se integran en cada individuo: • Imagen perceptual que brinda información acerca del tamaño y forma del cuerpo y sus distintos componentes. • Imagen cognoscitiva que comprende las creencias relacionadas con el cuerpo, los pensamientos automáticos, las inferencias, interpretaciones, y comparaciones, los diálogos internos en relación con el escrutinio social, etc. • Imagen emocional que corresponde a los sentimientos acerca del grado de satisfacción o insatisfacción que experimentamos con nuestro cuerpo. La manera como hombres y mujeres vivencian su imagen corporal, tiene un impacto decisivo sobre la salud, el autocuidado y la calidad de vida a través de su ciclo vital. Desde el punto de vista psicológico, resulta una tarea difícil el asimilarlos cambios y limitaciones del cuerpo relacionados con la edad. La autoestima y la autoimagen del anciano suelen disminuir cuando aparecen cuadros de depresión y ansiedad en los que se expresa temor a la muerte, a la soledad, al pobre desempeño físico e intelectual; así como disforia al necesitar ayuda de otras personas o de instrumentos (bastones, pañales desechables, lentes, prótesis dentales, medicamentos de todo tipo, fisioterapia, etc.) para poder realizar sus actividades básicas cotidianas (Luna, 2008). Algunos autores como Cayo, Flores, Perea, Pizarro y Aracena, (2003), mencionan que en la actualidad está muy internalizado el modelo de figura corporal joven como atractivo sexual, la esbeltez, la delgadez en la mujer y una piel suave y lisa hace que en la ancianidad, el aspecto físico sea visto sin ningún atractivo e incluso con repulsión, lo cual hace que el anciano se autovalore negativamente con respecto a su cuerpo. 31 En este sentido, Orozco y Rodríguez (2006), consideran que la población en general cree que la belleza y la sexualidad son exclusivas de la juventud, que la imagen corporal de los viejos es fea y que no tienen ánimos para pensar en su arreglo personal. En realidad, lo que ocurre es un cambio en el foco de preocupación corporal, que pasa a centrarse en los signos de la edad (arrugas, caída de pelo, etc.). Esta preocupación por los signos de la edad es sustancialmente distinta a la que tienen los jóvenes, ya que es una lucha que la persona tiene perdida de antemano y constantemente se va alejando de su ideal físico. De acuerdo con esto, podemos definir la imagen corporal como la percepción que cada uno tiene acerca de los cambios físicos inevitables y propios de la edad adulta. 2.1.7 Salud y bienestar Desde la última década, la Organización Mundial de la Salud [OMS], (1990) concibe la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades". Esta concepción representa una expresión positiva y no se reduce a la descripción de circunstancias negativas. Así, la salud resulta ser un concepto subjetivo-objetivo de valoraciones de satisfacción personal y social. No supone sólo la evaluación de la ausencia de patología, sino que se trata de un estado positivo que se intenta lograr y mantener y no algo que sucede únicamente como consecuencia del tratamiento de padecimientos y alteraciones. Se la concibe como una fuerza básica y dinámica de nuestro vivir cotidiano, en la que influyen las creencias, la cultura y el marco social, económico y ambiental (OMS, 1998; citado en Krzemien, 2002). De esta forma podemos distinguir tres elementos dentro del concepto de salud, por lo que podemos hablar de salud física, psíquica y social. La salud física consiste en el "nivel de susceptibilidad a una enfermedad, peso corporal, agudeza visual, fuerza, potencia, coordinación motora, nivel de tolerancia y rapidez de recuperación". Por otro lado, la salud social supone "la habilidad de interactuar adecuadamente con la gente y el ambiente, habiendo satisfecho las relaciones interpersonales". Por último, la salud psíquica sería "la capacidad para mantener relaciones armoniosas con los demás, 32 satisfacer las necesidades instintivas potencialmente en conflicto sin lesiones a los demás y ser capaz de participar en las modificaciones positivas del ambiente físico y social." De acuerdo con Carmen y Vázquez (1993), la salud mental o psíquica va asociada a la satisfacción de las necesidades propias de cada persona y cuando estas no son cubiertas aparecen algunos rasgos psicopatológicos que según Mishara y Riedel (1986) podrían ser las llamadas patologías sociales (soledad, aislamiento, disminución de la autoestima); las perturbaciones afectivas, como la depresión y el duelo; la propensión al suicidio; la hipocondría; las reacciones paranoides; las reacciones de angustia; ciertas psicosis y la variedad de perturbaciones orgánico-cerebrales. En este sentido, es bien entendido que cuando hay una buena salud, ésta se relaciona con el grado de bienestar que puede alcanzar una persona, sobre todo en la vejez, ya que esta relación es similar a una formula en la que a mayor salud mayor bienestar y por el contrario si no existe un estado de salud adecuado, entonces probablemente tampoco habrá un bienestar que derive en una buena calidad de vida. En sus inicios, el bienestar se estudió bajo dos perspectivas, una económica y la otra biológica. La perspectiva biológica contemplaba la presencia de un estado de salud óptimo (ausencia de enfermedades) para considerarse como bienestar. La perspectiva económica centraba la atención en indicadores macroeconómicos; de esta forma, el bienestar social de la población se medía a través del ingreso per cápita, del Producto Interno Bruto (PIB), de la canasta básica, del empleo, la vivienda, las condiciones del entorno, entre otros (Kovac, 2004; citado en Carmona, 2009). Es decir, el bienestar económico se media en función de la capacidad de la persona para satisfacer sus necesidades básicas como comida y vivienda. A principios de los 80, el concepto de bienestar dejó de ser equiparable al término de calidad de vida, al integrar, además de la presencia de condiciones consideradas necesarias para una buena vida, la práctica de vivir bien, como tal. Esta práctica del bien vivir abre la puerta a factores individuales relacionados con la interacción social y con la 33 propia percepción de la vida, distinguiéndose de las condiciones socioeconómicas en las que se desarrolla (García, 2002; citado en Carmona, 2009). De esta forma, como indica Casas (1996; citado en Carmona, 2009) el concepto de bienestar se fue vinculando con medidas psicosociales de la realidad, como son las percepciones y evaluaciones asociadas a las condiciones de vida y a la experiencia vivida por las personas, y que pueden incluir aspectos tan delicados de medir como son la percepción de felicidad, y la satisfacción con la vida, entre otras. Sin embargo, Meléndez, Tomás y Navarro (2008) hablan de lo que se conoce como bienestar subjetivo el cual consideran que es cercano a conceptos de larga tradición en la psicología como el de satisfacción vital, y hace referencia a la experiencia subjetiva de felicidad. Este tipo de bienestar incluye un componente emocional o afectivo, relacionado con los sentimientos de placer y displacer que experimenta la persona y que comprendería el concepto de felicidad, y un componente de carácter cognitivo referido al juicio que merece a la persona su trayectoria evolutiva, es decir, lo que tradicionalmente se ha denominado satisfacción vital. Para Villar, Triadó, Solé, y Osuna (2003), existen dos grandes líneas de trabajo en el concepto de bienestar, la que se centra en el denominado bienestar subjetivo y la que plantea el concepto de bienestar psicológico. El bienestar subjetivo, es entendido como el resultado de un balance global entre el placer y el displacer y se compone de aspectos como la felicidad o el resultado de los estados positivos y negativos (componente afectivo emocional) y la satisfacción vital o valoración de la trayectoria vital (componente cognitivo). Respecto al bienestar psicológico Ryan y Deci (2001; citados en Molina, Meléndez & Navarro, 2008), agregan que es un proceso de consecución de aquellos valores que nos hacen sentir vivos y auténticos, que nos hacen crecer como personas y no tanto en las actividades placenteras o displacenteras y que este proceso se desarrolla en función de las metas o proyectos que cada uno tenga. 34 Entonces, podemos definir a la salud y el bienestar como el conjunto de ideas creencias y acciones que las personas mayores tienen acerca de su estado de salud y el impacto que ésta tiene en el nivel de bienestar
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