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Universidad Nacional Autónoma de México 
Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
 
 
 
 
 
UNAM IZTACALA 
 
 
“Elaboración del perfil psicogerontológico en tres 
grupos de ancianas de Tlaxcala, Estado de México 
y Distrito Federal, mediante la aplicación del 
Test FIIRAV-I” 
 
 
 
 
T E S I S E M P I R I C A 
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
L I C E N C I A D A E N P S I C O L O G Í A 
P R E S E N T A N 
ARLETTE MONZERRAT CRUZ RESÉNDIZ 
S A N D Y R O N Q U I L L O P O R T I L L O 
 
 
 
 
 
 Director: Dr. Fernando Quintanar Olguín 
Dictaminadores: Dr. Francisco Javier Guevara Martínez 
Mtra. Carlota Josefina Reyes-Lira García 
 
 
 
 
 
Los Reyes Iztacala, Edo. de México, 2013 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOS 
 
Gracias vida por permitirme vivir tantas cosas maravillosas y valiosas que me permitieron 
llegar al día de hoy. ¿Qué si fue difícil? Sí, mucho, pero hoy después de 26 años agradezco 
infinitamente haberlas vivido de este modo porque me permitieron llegar a ser quien soy 
ahora… 
Gracias a mis padres por haberme dado la vida… A ti mamá por ser mi incondicional 
compañera en todo mi camino recorrido, por cada noche de desvelo, por cada día que te 
preocupaste por mi y que hiciste hasta lo imposible por complacerme; muchas veces 
peleamos, reímos y lloramos y sé que muchas veces no estuviste de acuerdo con mis 
decisiones pero al final siempre las respetaste. 
Y a ti papá gracias por enseñarme el sentido de la palabra fortaleza, por estar conmigo en 
las buenas y en las malas y por ponerme los pies sobre la tierra en los momentos en que me 
he perdido, aunque en su momento padecí cada regaño ahora comprendo el valor de cada 
uno de ellos… simplemente gracias a ambos por seguir siendo parte de mi vida y por ser 
mis guías en estos años recorridos… 
A ti Uriel simplemente te agradezco que seas mi hermano, que hayas compartido conmigo 
tantos momentos desde el primer día que llegaste a este mundo, has sido mi compañero, mi 
cómplice, mi mejor amigo, mi confidente… para mí siempre serás mi hermanito. 
Diego Alexis esta tesis también es para ti, porque llegaste a mi vida en el transcurso en la 
que la construí, porque cambiaste mi sentido de la vida y me ensañaste lo verdaderamente 
valioso de estar en este mundo. Sé que por terminar esta tesis y conseguir mi título y seguir 
con mi crecimiento profesional he sacrificado tiempo contigo pero confió en que un día lo 
entenderás… Gracias hijito mío por elegirme como tu mamá y por estar hoy presente en 
este momento de la vida que es tan importante para mí, tal vez en algunos años seas tú el 
que este escribiendo esto. Te amo mi amor… 
Amauri y Raquel gracias a ustedes también por sumarse a nuestra familia y por agregar 
cosas valiosas, momentos agradables, experiencias y enseñanzas, ustedes también han sido 
parte importante en la construcción de esta tesis. 
A mis abuelos Alicia, José e Irene también les dedico esta tesis porque que mejor ejemplo 
de vejez que ustedes que si bien tienen sus “achaques” siguen de pie compartiendo con sus 
familias momentos, experiencias, risas, sueños, su vida… me siento muy orgullosa de 
ustedes por vivir una vejez con dignidad. Soy afortunada porque desde que abrí los ojos por 
primera vez han estado presentes en mi vida y hoy siguen siendo parte de ella… Y aunque 
tú ya no estás abuelo Juan te agradezco cada risa que me arrancaste y cada abrazo que me 
diste hasta el último día que te vi… 
 
 
Infinitas gracias a ti Sandy Ronquillo Portillo por llegar junto conmigo a la culminación de 
esta tesis, por haber llegado a mi vida y convertirte en más que mi mejor amiga… mi 
estancia en la universidad y mí recorrido en esta vida han sido muy gratas y llenas de 
enseñanzas y satisfacciones… Nos ha tocado compartir experiencias muy agradables, unas 
muy duras, otras más difíciles pero al final nunca me has dejado has permanecido a mi lado 
a pesar de todo…. Hoy querida amiga y ahora colega después de muchos años puedo 
decirte orgullosamente ¡LO LOGRAMOS! 
Monserrat, Isabel, Yessica, Karla, Sonia, José Luis, Erandy, Adian Aguas, Charassi 
también les agradezco a cada uno de ustedes por construir una amistad sólida en el 
transcurso de nuestra formación profesional, que si bien inicio en momentos diferentes con 
cada uno, todos aportaron algo que ha permitido también la culminación de este trabajo. 
Cada risa, cada desvelada haciendo trabajos finales, cada examen, cada tutoria, cada clase, 
cada momento que compartimos dentro y fuera del salón de clases, cada discusión valió la 
pena… quizá ahora ya no compartimos fiestas, borracheras ni viajes pero seguimos estando 
presentes en las bodas, baby showers, nacimientos, bautizos, cumpleaños, exámenes 
profesionales… para mí eso no tiene precio… Gracias amigos… 
Mi querido Fernando Quintanar tu también tienes cabida en estos agradecimientos, gracias 
a tus enseñanzas me convertí en la psicóloga que termina esta tesis orgullosa y satisfecha 
con este trabajo. Gracias a tus muy fuertes “jalones de orejas”, a tu apoyo, a las 
oportunidades que me brindaste y al compartir conmigo experiencias más allá del aula 
replanteaste mi concepto de Psicología y mi sentido de ser psicóloga… Lo paradójico de la 
historia es que nunca fuiste mi profesor y hoy eres mi director de tesis pero tú y yo sabemos 
que la sincronicidad existe. 
Querida Carlota a ti también te agradezco tus enseñanzas dentro del aula pero mucho más 
todo lo vivido fuera de ella, gracias por ser hoy participe de esta tesis, por ayudarme en su 
construcción y por también ser parte fundamental en mi formación como profesionista. 
Gracias por ser la que facilitó mi transcurso por esta carrera al invitarme por primera vez a 
ser parte de tu proyecto. 
Francisco Javier Guevara gracias también por aceptar ser parte de esta tesis, el trabajo que 
realizamos juntos ahora tiene sentido y puedo decir orgullosa que valió la pena el que nos 
hayas abierto las puertas de tu institución pero sobre todo te agradezco la oportunidad de 
participar contigo en un proyecto tan importante y que para mi marco una diferencia muy 
importante en mi vida personal. 
Y después de muchos párrafos llegó el momento de agredecerles a ustedes “Grupo Vida”, 
que durante estos últimos 6 años de mi vida me han dado las más grandes lecciones de vida, 
el trabajo que realizamos juntos en todo este tiempo ahora se ve reflejado en esta tesis, cada 
hora invertida hoy tiene sentido y cada experiencia que compartimos de persona a persona 
 
 
si más connotación me ha enriquecido como ser humano y así como yo fui participe de su 
vida ustedes fueron parte de la mía. Mi transitar en este proyecto me deja llena de muchas 
satisfacciones así que mi forma de reconocer el trabajo que realizamos juntos lo evidencio 
poniendo en alto su lema: “LO IMPOSIBLE SE HACE POSIBLE”. 
Gracias también a casa hogar “Xochiquetzal” y a la Comunidad de Atlihuetzian y a cada 
una de las ancianas que nos permitieron trabajar con ellas y nos compartieron sus 
experiencias y vivencias en esta etapa de la vida, cada palabra ha sido muy valiosa y por 
eso ahora son parte fundamental de esta tesis. Quizá a ninguna de ustedes las vuelva a ver 
pero su paso por este mundo tiene sentido para mí y por eso les doylas gracias. 
Gracias a todos aquellos que no mencione pero que estuvieron presentes de alguna forma 
en estos seis años que tuve que esperar para poder decir orgullosa: “hoy es el día de mi 
examen profesional, hoy me convierto en psicóloga”. Simplemente deseo, hoy más que 
nunca, ser al final, una orgullosa egresada de la vida. 
 
 
“GOYA GOYA CACHUN CACHUN RA RA CACHUN CACHUN RA RA GOYA 
UNIVERSIDAD” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
AGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOSAGRADECIMIENTOS 
 
A Dios y la Virgen por haberme puesto en los caminos que ellos creyeron los 
indicados para mí, pero sobre todo por demostrarme que con Fe se pueden lograr muchos 
sueños y concluir metas que parecen imposibles. Gracias por mandarme a todos esos 
ángeles que han hecho de mí una mejor persona. 
 
A mi mami Araceli Portillo Cruz, por regalarme la vida y por enseñarme que todo 
se puede lograr con perseverancia, constancia y dedicación; pero sobre todo si confío en mí. 
Porque jamás terminaré de agradecerte el gran esfuerzo que has hecho para que yo lograra 
ver mi sueño hecho realidad; por todas esas noches que me esperabas paciente a que llegara 
sana y salva a casa después de mis clases. Te amo. 
 
A mi papi Aurelio Ronquillo López, por todo el empeño que has puesto para 
sacarnos adelante. Porque me has enseñado que la nobleza es algo que no cualquier ser 
humano tiene, y que aunque a veces las cosas no son como nosotros queremos, jamás 
debemos dejar de luchar por aquello que vale la pena. Para mí eres un gran ejemplo. Te 
amo. 
 
A mis hermanos Daysi y Oswaldo, por demostrarme que si se puede ser tolerante, 
paciente y amar a una persona con todo y discusiones o peleas. Gracias por ser mis 
cómplices de muchas locuras, travesuras y sobre todo por hacerme poner los pies en la 
tierra cuando lo necesito; además de hacer que jamás se me olvide que la vida es hermosa y 
que aunque a veces las cosas no vayan bien, no debo de perder la Fe en mí. Porque día a día 
hacen que aprenda algo nuevo y sobre todo, porque hacen de mi vida una aventura más 
divertida. Los amo mis peques. 
 
A las familias Portillo Cruz, Portillo Ruíz, y Mendoza Ronquillo, por su 
incondicional apoyo, paciencia, regaños y consejos, por escucharme cuando necesito hablar 
de cualquier cosa que es importante para mí, por darme ese espacio en sus vidas; porque 
para mí son más que mis abuelitos, tíos o primos, sencillamente son mis ángeles. Pero 
 
 
sobre todo, gracias por demostrarme que una familia es el mayor tesoro que se puede tener 
en la vida. Me siento afortunada al poder compartir momentos de dicha y felicidad con 
ustedes. Los amo. Gracias también a mi abuelito Luis, que ahora me cuida desde el cielo. 
 
A mis hermosos sobrinos Zamira y Diego, porque así tan pequeñitos me han hecho 
sentir una enorme felicidad; sin duda cambiaron mi visión de la vida y han hecho de mí un 
mejor ser humano. 
 
A mi colaboradora, mejor amiga y comadre Arlette, gracias por ser parte de todo 
esto. Al fin cerramos un ciclo más en nuestras vidas, logramos superar todos los obstáculos 
y aquí estamos. Te agradezco por todos esos momentos de alegría, tristeza, orgullo o 
incertidumbre que hemos compartido; me queda claro que “para algo” nos conocimos esa 
tarde del 21 de Agosto de 2006. Espero y deseo que aún queden muchos años más de 
locuras y aventuras con mi mejor amiga. 
 
A mis asesores de Tesis Carlota y Fernando, por confiar en mí, por enseñarme que 
la Psicología va más allá de los libros y la Facultad, por impulsarme a dejar mis miedos y 
así poder lograr ser una profesionista. Sin ustedes nada de esto sería posible muchas 
gracias. 
 
Al “Grupo Vida” por hacerme sentir parte de esa familia que forman, por esos 
aprendizajes que sin querer me han heredado. A las señoras de “Casa Hogar Xochiquetzal” 
y a las de la comunidad de Atlhuetzía, por abrirme las puertas de su casa, por todas sus 
atenciones; pero sobre todo gracias por compartir parte de sus historias de vida. 
 
A mis amigos Sonia, Pepe, Aguas, Erandy, Chara, Yessi, Karla y Raúl, por hacer de 
mi estancia en la FESI algo inolvidable; porque ha sido la mejor etapa de mi vida gracias a 
aquellos momentos que compartimos. También gracias a Lola, Pedro y David; porque ya 
desde hace mucho tiempo atrás me han alentado a seguir mis sueños, a ustedes les consta lo 
que he pasado para lograr llegar hasta esto; gracias por sus palabras de aliento en esos 
momentos difíciles. A todos ustedes les agradezco porque sin duda alguna me han dejado 
 
 
algo importante en mi vida, y eso es el saber que si existen los verdaderos amigos, aquellos 
que son la familia que yo elegí. Los quiero. 
 
A la FES Iztacala y a la Universidad Nacional Autónoma de México, por hacerme 
sentir parte de una gran familia durante muchos años; porque desde que ingresé al CCH me 
sentí importante y especial. Después de estos años entiendo que ser parte de la comunidad 
de la máxima casa de estudios es una gran responsabilidad y estoy dispuesta a poner en alto 
el nombre de la UNAM, pero sobre todo de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala. 
 
Y finalmente, gracias a todas aquellas personas que han estado en mí camino por un 
instante, un día, un mes, un año o más, y que por diversas circunstancias ya no lo están; y si 
los recuerdo es porque seguramente algún aprendizaje dejaron en mí. 
 
 
“Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan los sueños y 
las esperanzas” 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
2 
 
INDICEINDICEINDICEINDICE 
 
INTRODUCCIÓN 4 
 
CAPITULO 1. Representación social de la vejez 6 
1.1 La imagen de los mayores en los medios de comunicación social 7 
1.1.1. La televisión 9 
1.1.2. Medios escritos 10 
1.2 Estereotipos negativos sobre la vejez 11 
1.3 Actitudes hacia la vejez 13 
 
CAPITULO 2. Técnicas proyectivas desiderativas en la evaluación de las actitudes 
ante la vejez 18 
 2.1. Definición de categorías (Análisis 20 
2.1.1 Concepción y reconocimiento de la vejez 21 
2.1.2 Recreación y tiempo libre 22 
2.1.3. Satisfacción en la vejez 25 
2.1.4. Afectividad y enamoramiento 26 
2.1.5. Trabajo y jubilación 28 
2.1.6. Reconocimiento del cuerpo 29 
2.1.7. Salud y bienestar 31 
2.1.8. Atención y servicios a la vejez 34 
2.1.9. Vivienda y ambiente 36 
2.1.10. Cultura y tradición 38 
2.1.11. Relaciones familiares 40 
2.1.12. Relaciones generacionales 42 
2.1.13. Sexualidad 44 
2.1.14. Muerte y duelo 46 
2.1.15. Espiritualidad y religión 48 
2.1.16. Eventos significativos 52 
2.1.17. Cambios personales 53 
3 
 
2.1.18. Socialización y soledad 54 
2.1.19. Convivencia y comunicación 56 
2.1.20. Calidad de vida 58 
2.1.21. Reflexión y sabiduría 59 
2.1.22. Abuelidad 60 
2.1.23. Autonomía y funcionalidad 63 
2.1.24. Futuro y perspectiva 65 
2.1.25. Cuidadores 67 
 2.1.25.1 Desgaste en el cuidador y tipología de los cuidadores 70 
2.1.26. Percepción personal de la vejez (del propio envejecimiento) 71 
2.1.27. Imaginario y representación de la vejez 73 
2.1.28. Convivencia y vida cotidiana 74 
2.1.29. Perspectivas temporales 76 
 
Capítulo 3. Método 78 
Participantes 78 
Materiales 78 
Aparatos e instrumentos 78 
Escenario 80 
Procedimiento 81 
Primera etapa 81 
Segunda etapa 81 
Tercera etapa 82 
 
RESULTADOS 83 
CONCLUSIONES 88 
BIBLIOGRAFIA 92 
ANEXOS 104 
 
 
 
4 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La psicología como ciencia de la mente, de la conciencia y del comportamiento es 
una de las principalesdisciplinas en ocuparse del envejecimiento. Según Birren y Schroots 
(1996; citados en Schroots, 1995), la psicogerontología consta de tres áreas de estudio 
principales: el envejecimiento, la edad y las personas mayores. La psicología del 
envejecimiento se ocupa de las pautas del proceso de envejecimiento; la psicología de la 
edad se centra en las diferencias de edad mediante la comparación de grupos de diferentes 
edades; por último, la psicología de las personas mayores aborda sobre todo las condiciones 
problemáticas que afectan a las personas mayores. 
 
Como fenómeno individual, el envejecimiento constituye una materia de estudio 
biopsicosocial. En otras palabras, la ciencia del envejecimiento es multidisciplinaria y no 
puede describirse, predecirse o explicarse sin tener en cuenta los tres aspectos principales 
del mismo: el biológico, el psicológico y social. 
 
El proceso de envejecimiento de la población en México se hizo evidente a partir de 
la última década del siglo XX, mostrando una inercia que lo convertirá, durante la primera 
mitad de del siglo XXI, en el cambio demográfico más notorio. Se estima que en la 
actualidad existen 600 millones de ancianos en el mundo y se espera que para mediados del 
siglo esta cifra alcance los dos mil millones (OPS, 2002; citado en Salgado de Snyder, 
González, Jáuregui & Bonilla, 2005). En México, el envejecimiento se ha producido con 
gran velocidad: estadísticas recientes indican que en el año 2010, 6.3% de la población eran 
adultos mayores (65 años y más) y de acuerdo con las proyecciones se espera que para el 
año 2050 la proporción aumente a 28% (INEGI, 2010). Si bien en nuestro país las 
estadísticas recientes indican que las condiciones de salud de los mexicanos en general han 
mejorado significativamente, el envejecimiento poblacional se ha convertido en tema 
prioritario debido a que implica un aumento en la inversión de recursos sociales, 
económicos y humanos, así como en la planeación de programas y redefinición de 
prioridades en el área de la salud. Sin embargo, nuestro país no está preparado para recibir 
5 
 
y dar la atención necesaria para la población anciana y propiciar que se viva una vejez con 
calidad. 
 
Considerando que las percepciones negativas hacia la vejez son las que tienen un 
mayor impacto en las actitudes que se tienen respecto hacia esta etapa de la vida, 
consideramos como uno de los campos abiertos a la investigación, la necesidad de 
comprender la influencia que los estereotipos negativos de la vejez tienen en las personas 
mayores y su relación con hábitos de vida poco saludables y con autopercepciones 
negativas. (The Valencia Report, 2002, p. 23; citado en Sánchez, 2004). 
 
De lo anterior se deriva la importancia de conocer, desentrañar y cuestionar el 
núcleo figurativo de una Representación Social alrededor del cual se articulan creencias 
ideologizadas, pues ello constituye un paso significativo para la modificación de una 
representación y por ende de una práctica social. 
 
Aunado a esto, no existen suficientes estudios psicogerontológicos que den un 
parámetro objetivo, el cual sirva de guía para desarrollar estrategias e instrumentos 
psicológicos que ayuden a los ancianos a vivir su vejez con la mayor plenitud posible. Por 
lo tanto, en la presente tesis promovemos la creación de un instrumento de evaluación 
psicológica que permita a los profesionales de la salud relacionados con la vejez, conocer la 
percepción que se tiene acerca de este tema, no sólo desde el punto de vista de los ancianos 
sino también de toda aquella persona que se relacione con esta población. 
 
Es por ello que, en el primer capítulo se hizo una revisión teórica del concepto de 
representaciones sociales bajo una perspectiva psicológica y cómo estas influyen en la 
construcción de las creencias y actitudes que se tienen sobre la vejez. En el capítulo dos se 
realizó una descripción y una definición operacional de las 29 categorías que conforman el 
instrumento de evaluación (FIIRAV-I) que se aplicó a los tres grupos de ancianas que 
participaron en este estudio. En el capítulo tres se describe detalladamente la metodología 
llevada a cabo para la realización de esta tesis. 
 
6 
 
1. REPRESENTACIÓN SOCIAL DE LA VEJEZ 
 
Emprender estudios acerca de la representación de un objeto social permite 
reconocer los modos y procesos de constitución del pensamiento social, por medio del cual 
las personas se construyen y son construidas por la realidad social. Pero además, nos 
aproxima a la “visión del mundo” que las personas o grupos tienen, pues el conocimiento 
del sentido común es el que la gente utiliza para actuar o tomar posición ante los distintos 
objetos sociales. El abordaje de las Representaciones Sociales posibilita, por tanto, entender 
la dinámica de las interacciones sociales y aclarar los determinantes de las prácticas 
sociales, pues la representación, el discurso y la práctica se generan mutuamente (Abric, 
1994; citado en Araya, 2002). 
 
A principios de los años 70, Sergio Moscovici propuso un concepto al que 
denominó “Representación Social”, sobre el cual fundó una nueva teoría (Teoría de las 
Representaciones Sociales); la cual se refiere a un conjunto de conceptos, proposiciones y 
explicaciones que se originan en las interacciones cotidianas y en las comunicaciones 
interpersonales (Moscovici, 1981; citado en Duque, 2002). 
 
Según González-Celis y Padilla, (2006), las representaciones sociales constituyen 
modelos explicativos que le permiten a un grupo interpretar las experiencias propias y de 
los otros, y a su vez estos modelos explicativos influyen en la interacción (acción social) 
con otras personas. Es importante recalcar que el estudio de las representaciones sociales 
cumple además la función de identificar elementos que cuestionan visiones tradicionales 
negativas de forma muy amplia sobre diversos fenómenos sociales; sin embargo, dado que 
la vejez se está convirtiendo en un tema de actualidad es importante conocer su impacto en 
la sociedad mexicana. Ya que la vejez es un fenómeno que forma parte del ciclo vital del 
ser humano como la etapa final del proceso de desarrollo donde se continúan manifestando 
cambios biológicos, psicológicos y sociales. 
 
El peor prejuicio sobre la vejez es aquel que nos obliga a verla como una 
enfermedad y no como una parte del proceso de la vida. Es demasiado frecuente, incluso 
7 
 
entre los profesionales que trabajan con personas mayores, ver a los "viejos" (palabra que 
se usa a veces con cierta carga negativa) como enfermos o incapacitados, estableciéndose 
una fuerte sinonimia entre "vejez igual a enfermedad" que entraña un riesgo enorme. En 
una sociedad de masas como la nuestra, el peligro aparece cuando sustituimos la opinión 
racional, basada en hechos, por la opinión basada en mitos que se fundamentan 
mayoritariamente en actitudes y estereotipos negativos (Fornós, 2003). 
 
En un estudio realizado por Duque, Salazar y Dulcey-Ruiz (1997, citado en Duque 
2002) acerca de las representaciones sociales se indago acerca de las representaciones que 
las mujeres de 16 a 90 años tenían con respecto al rol de mujeres y hombres viejos, como 
abuelas/abuelos, madres/padres, esposas/esposos, amigos/amigas. Dichas autoras 
encontraron que los roles de hombres y mujeres se percibían como diferentes, coincidiendo 
con la división tradicional del trabajo: los roles femeninos se relacionaron principalmente 
con el ámbito reproductivo, y los roles masculinos con el ámbito económico-productivo. 
Aunque también se relacionó con ausencia del trabajo fuera del hogar, como eje económico 
y de autoridad en la familia. Por otra parte, a las mujeres viejas se las percibió 
principalmente como ejes de cohesión afectiva, de hogar, de apoyo y de cuidado de otros. 
 
1.1 La imagen de los mayores en los medios de comunicación social 
 
Enla línea de influencia social se encuentran los medios de comunicación social o 
mass media. Los cuales son un agente social que tienen un alto nivel de influencia, y que 
por tanto sirven como instrumentos para reforzar e incluso crear estos estereotipos, 
perjuicios y conducta social. Los medios masivos de comunicación cumplen un papel cada 
vez más importante. Su influencia en la (re)construcción de creencias sociales; es decir, de 
ideologías, imágenes, actitudes, opiniones y representaciones sociales tiende a ser cada vez 
más decisiva (Rey & Restrepo, 1996; citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002). 
 
Es necesario comprender que los medios pueden afectar las concepciones que sobre 
la vejez tengan los grupos sociales, en tanto nuestras concepciones del mundo también se 
construyen a través de nuestra exposición a los medios (Brandolín, 2006). 
8 
 
Los medios utilizan una determinada manera de expresarse, mediante la utilización 
de un lenguaje propio. Al mismo tiempo expresan un sentir general, representaciones 
sociales determinadas, consiguiendo que al llegar más fácilmente a la mayoría de la 
población esa representación se generalice y llegue a constituir una verdadera imagen 
social. En este sentido es importante analizar la actitud de los medios de comunicación para 
con los mayores partiendo de un concepto de comunicación global, haciendo énfasis en la 
televisión como parte del discurso social (Arias, 2009). 
 
Diversos autores subrayan el papel de la comunicación en el aprendizaje de lo que 
se entiende por envejecimiento y por vejez, en el bienestar de los mayores y en el desarrollo 
de relaciones intergeneracionales (Baltes & Wahl, 1996; citados en Hardwood, 2000). 
 
Los contenidos de los medios de comunicación presentan una realidad propia de 
envejecimiento y de vejez. En este sentido los medios son estructuras de asignación de 
sentido que mediante códigos particulares permiten la (re)construcción de realidades 
sociales dentro de un dinamismo permanente. Son escenarios de representación de lo social, 
donde circulan significados y atribuciones sociales y, sobre todo, propuestas de 
interpretación. 
 
Gergen y Gergen (citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002) se refieren a tres tipos 
de imágenes significativas relacionadas con el envejecimiento y la vejez: (1) la eterna 
juventud (idealización de la juventud como contraparte del temor a la vejez o gerontofobia); 
(2) el empoderamiento (como posibilidad de controlar la propia vida, productividad –en su 
más amplio sentido-, sabiduría –en términos de experiencia vivida y asimilada-, testimonio 
histórico e influencia en la restauración de la sociedad civil); y (3) la expresión sibarita, 
modelo que enfatizaría el goce y los placeres, cuestionando el trabajo como valor social 
preponderante. 
 
Es necesario comprender entonces que los medios pueden afectar las concepciones 
que sobre la vejez tengan los grupos sociales, en tanto que las concepciones que tenemos 
acerca del mundo también se construyen a través de nuestra exposición a los medios. De 
9 
 
todo ello surge el planteamiento de la importancia de los medios y de cómo estos 
transmiten una imagen de un hecho, y hasta qué punto se acerca a la realidad social (Arias, 
2009). 
 
1.1.1. La Televisión 
 
De acuerdo con Brandolín (2006), se ha observado que los viejos adquieren 
visibilidad en la agenda noticiosa televisiva según las siguientes categorías: como 
problemas sociales, como víctimas de violencia, como curiosidad-rareza y con indicios de 
comicidad o burla en un contexto de sociedad de consumo donde se privilegia el modelo 
juvenil exitoso en contraste con un modelo de vejez marginal. 
 
En un primer análisis de contenido, específicamente de noticieros televisivos locales 
y nacionales, se encontró que la vía de entrada a los mismos ciudadanos viejos comunes 
está reservada mayoritariamente al mundo de los estereotipos negativos referidos a la 
disminución biológica, dependencia, pobreza, abandono, enfermedad, fealdad y presencia 
de la muerte. Es decir, a los viejos comunes se los excluye en cuanto a contar sus historias 
de vida; a decir, qué piensan, quiénes son, qué sienten y hacen, cuáles son sus propuestas, 
reclamos y/o demandas, cómo han contribuido a su país, cuáles son sus metas y logros, etc. 
 
Asimismo las tendencias resultantes de algunas investigaciones demuestran la 
existencia de estereotipos negativos, por ejemplo, como tontos o excéntricos; como 
carentes al extremo de emoción y de vínculos cercanos. En cuanto al género, se demostró 
que a más viejas las mujeres, menos significativa su presencia para los programas 
televisivos en comparación a los hombres. Por el contrario, la tendencia es la aparición de 
mayoría de mujeres jóvenes, más jóvenes que los hombres. También se observó que los 
hombres viejos aparecen como seguros, activos y maduros en tanto las mujeres viejas se 
muestran como dependientes. En contraste, en anuncios publicitarios, las imágenes de la 
vejez son positivas. También lo son en cuanto se trata de personajes destacados. 
 
 
10 
 
En este sentido Arias (2009), considera que la mayor parte de los ciudadanos viejos 
que son noticia en televisión, lo hacen gracias a sus posibilidades de presencia positiva y 
con oportunidad de narrar historias de vida, reflexionar sobre su propia vejez, hacer 
propuestas, anuncios o incluir demandas; son políticos, artistas, escritores, periodistas, 
educadores, investigadores y empresarios; es decir, destacados personajes de la vida 
pública a quienes, por supuesto, no se les nota la edad biológica, en términos de deterioro 
estructural y funcional al que hemos hecho referencia, pero sí su capacidad de éxito, ligada 
a su capacidad de consumo juvenil como sinónimo de calidad de vida. Más allá de que 
podamos habernos enterado de su edad cronológica, aún cuando permanezca tapada de 
cirugías, retoques varios y cosméticos, los espacios de visibilidad en televisión son para 
aquellos quienes, a su vez, han podido ocultar o evitar las indeseables modificaciones 
orgánicas que anuncian la vejez por adopción del modelo juvenil, a lo que se suma que esos 
mismos espacios, por lo menos a simple vista, no se ven invadidos por la gente común o 
viejos comunes. 
 
1.1.2. Medios escritos 
 
Si bien la televisión tiene gran influencia en la construcción de las representaciones 
sociales sobre la vejez, se encontró que en medios escritos también existe una connotación 
negativa hacia los ancianos lo cual tiene el mismo impacto social que la televisión. 
 
Jaramillo y Dulcey (1983), analizaron mensajes acerca de la vejez presentados, 
durante dos meses, por cuatro diarios colombianos de alta circulación. Sus hallazgos 
indican el predominio de noticias relacionadas con la muerte y con actividades sociales de 
beneficencia a favor de la vejez. En uno de los diarios encontraron la mayor parte de 
referencias a la vejez en la sección “Hogar”, y en otro en las “Páginas Femeninas”. 
 
Diferentes estudios señalan la escasa representación de personas mayores en los 
medios, en comparación con su cada vez mayor presencia en la población; otros dan cuenta 
de imágenes y representaciones que tienden a ser cada vez más positivas y que relacionan 
vejez con actividad, participación, felicidad y fortaleza (Acosta, 1999), e inclusive otros, 
11 
 
como las revistas Retirement Choice en Inglaterra y Modern Maturity en los Estados 
Unidos, destacan aspectos positivos del envejecimiento y de la vejez, combatiendo al 
mismo tiempo el etarismo o la discriminación por razones de edad (Featherstone & 
Hepworth, 1995; citados en Parales & Dulcey-Ruiz, 2002). 
 
Otro autor que evidencia la influencia de los medios de comunicación escritos es 
Trinidad (2003), quien menciona que existen determinados anuncios publicitarios, con la 
intención de llamar la atención, los cuales ofrecen una imagenjovial, activa y sana de la 
vejez. 
 
Sin embargo, una posición contraria y que quizá es la que hoy en día se apega a la 
realidad es la que señala Arias (2009), quien menciona que la imagen social de los mayores 
y el rol que la sociedad les asigna, es la de un colectivo que carece de imagen social, y en el 
mejor de los casos, es una imagen decrépita, limitante, avocada a la exclusión social. De 
este modo se entiende el envejecimiento como degeneración vital. 
 
1.2 Estereotipos negativos sobre la vejez 
 
A lo largo de la historia, de la cultura y civilizaciones han surgido opiniones, 
evaluaciones y juicios sobre la vejez, éstas evaluaciones han traído consigo tradicionales 
estereotipos positivos o negativos sobre diversos ámbitos de la realidad y circunstancias de 
la vejez bien sean personales, sociales, físicos, mentales, conductuales, afectivos, etc. 
 
Los estereotipos han sido definidos como ideas sobre las características personales 
de la mayoría de un grupo de personas que tienden a ser resultado de simplificaciones y son 
opiniones sesgadas de las que desconocemos su veracidad o falsedad. Son falsas 
concepciones que actúan a modo de clichés en el acercamiento a un fenómeno, grupo social 
u objeto; además, pueden favorecer la aparición de conductas discriminatorias (Carbajo, 
2009). 
 
12 
 
Sáez, Meléndez y Aleixandre (1994), los definen como creencias u opiniones que 
no tienen dirección implícita, y son, necesariamente negativos o positivos. Estas 
tipificaciones, a pesar de su inconsistencia ayudan a estructurar situaciones cotidianas para 
los individuos y permiten a las personas familiarizarse con situaciones u objetos 
desconocidos, atribuyéndoles características que disminuyan su ambigüedad para reducir su 
impacto en la autopercepción y mantenerse bajo control. 
 
Por lo cual se puede decir que la vejez ha sido valorada de dos formas, una positiva 
y otra negativa. La primera hace referencia a la consideración de la persona mayor como 
sabia, cargada de experiencias, de alto estatus social, merecedor de un gran respeto y con 
una clara posición de influencia sobre los demás. La segunda, destaca la vejez como un 
estado deficitario ya que la edad lleva consigo pérdidas significativas e irreversibles. Estas 
visiones representan mitos y prejuicios que dificultan el envejecer bien y limitan una 
adecuada integración del adulto mayor en la sociedad. 
 
Los mitos optimistas e idealizados sobre la vejez han sobrevalorado esta etapa vital 
como edad de oro, en la que la persona mayor queda liberada de pasiones e impulsos 
juveniles irracionales, alcanzando plena libertad, sosiego en el ocio y paz, y la experiencia 
acumulada por los años aportan a la persona mayor suma discreción, prudencia y juicio. 
 
Por el contrario las interpretaciones negativas y peyorativas de la vejez, que son las 
más comunes, inciden en el deterioro de la persona mayor desde diversas perspectivas 
como la cronológica, la biológica o de salud, la psicológica o personal y la sociológica o 
comunitaria (Rodríguez & Domínguez, 1989). 
 
Debe tenerse cuidado con los estereotipos porque tanto éstos como los papeles 
sociales que se les atribuyen a las personas mayores en un momento histórico o en una 
sociedad concreta determinan el autoconcepto, la autoimagen que la persona mayor tiene de 
sí misma y las expectativas que las personas en general tienen con respecto a la vejez. Una 
imagen negativa de la vejez, como la que existe en la actualidad, provoca rechazo pero no 
sólo de la persona mayor sino de la propia vejez lejana o cercana. Por lo tanto, la imagen 
13 
 
que las personas mayores tienen de sí mismas está influida por variables personales o 
biológicas; pero también por las normas sociales que existen en esa determinada sociedad 
(Carbajo, 2009). 
 
Pensamos en que hay diferencias entre el envejecimiento y la vejez propiamente 
dicha. El envejecimiento es todo proceso normal que se lleva a cabo en los seres humanos 
caracterizado por el impacto del tiempo sobre lo subjetivo. En cambio el término vejez 
conlleva rasgos de dependencia y de discapacidad. Por lo tanto, el envejecimiento es un 
proceso y la vejez es un estado. 
 
1.3 Actitudes hacia la vejez 
 
Según Fazio y Roskos-Ewoldson (1994; citados en Tesser & Martín, 1996), los 
psicólogos sociales generalmente emplean el término actitudes para referirse a las 
evaluaciones que se hacen de prácticamente cualquier aspecto del mundo social en la 
medida en que tengamos reacciones favorables o desfavorables hacia temas, ideas, 
personas, grupos sociales u objetos. 
 
Un aspecto importante de las actitudes es el hecho de que a menudo son 
ambivalentes. La ambivalencia de la actitud hace referencia a que nuestras evaluaciones de 
objetos, temas, personas o eventos no son siempre uniformemente positivas o negativas; 
por el contrario, estas evaluaciones con frecuencia están mezcladas componiéndose de 
reacciones tanto positivas como negativas (Priester & Petty, 2001; citados en Thompson, 
Zanna & Griffin, 1995). Un ejemplo de esta ambivalencia se manifiesta claramente cuando 
se hace referencia a la vejez de manera dicotómica o escindida al cuerpo (que según 
algunas interpretaciones es el que se “hace viejo”), y, a la “mente o al espíritu” (que suelen 
mantenerse jóvenes). 
 
Los psicólogos sociales han convertido el estudio de las actitudes en el centro de su 
campo por las siguientes razones: en primer lugar, las actitudes influyen fuertemente sobre 
14 
 
nuestro pensamiento social, incluso si no son siempre reflejadas en nuestro comportamiento 
explícito. (Baron & Byrne 2005). 
 
De acuerdo con Trinidad (2003) las actitudes son también una concretización de un 
pensamiento grupal en una persona. Por lo que se deben anclar histórica e ideológicamente, 
porque la manera en que una persona aprehende un objeto social está directamente 
relacionada con su posición social y esa posición social tiene que ver con las relaciones de 
poder entre las personas y los grupos. Grupos que entretejen formas de entender el mundo, 
de organizarlo, de explicarlo y de dar cuenta de él. Este entramado contiene valores, 
imágenes, esquemas y propuestas de acción ante determinados fenómenos. Todo ello nos 
lleva a tener en cuenta las relaciones de poder entre los grupos. 
 
Las relaciones sociales durante la vejez cambian y lo hacen porque sus 
circunstancias sociales son diferentes. Los escenarios relacionales varían, con ellos los roles 
y las expectativas recíprocas de relación. El adulto pasa a ser el viejo para los otros y en 
consecuencia para él mismo. Además en sus relaciones interpersonales empiezan nuevas 
negociaciones sobre los significados y los roles. Esta nueva negociación deberá llegar a un 
acuerdo para mantener una relación no conflictiva bajo los mismos supuestos. 
 
Desde ahí se da pie a la construcción social que rige nuestra sociedad y que 
lamentablemente ha originado la segregación de la población anciana, generando falsas 
creencias de lo que realmente sucede o sucederá cuando se llegue a esta etapa de la vida. 
Existen multitud de clasificaciones o términos para referirse a la vejez. Estos van desde los 
más coloquiales y cotidianos, a los que circulan en los discursos científicos que intentan no 
connotar y nos encontramos con: vejez, tercera edad, personas mayores, senectud o 
senescencia; incluso, se han encontrado clasificaciones como adultos-mayores, jóvenes-
viejos, viejos-viejos o viejos más viejos, todas ellas en función de un dato que para 
determinadas personas resulta poco educado preguntar por o dar a conocer como es la edad. 
A estos sustantivos se le añaden algunos calificativos como: saludable, patológica, normal, 
dependiente, satisfactoria, discapacitada, con éxito, competente (Trinidad, 2003). 
 
15 
 
El aumento de la población mayor ha generado una serie de interrogantes quedestacan la complejidad de este fenómeno. Una de ellas tiene que ver con las imágenes y 
expectativas sobre la vejez que se instalan en nuestra sociedad y sus consecuencias. Estas 
imágenes tienen relación con la manera en que este grupo es integrado y valorado, con la 
forma en que los actuales adultos mayores perciben y experimentan su etapa de vida; y, 
especialmente, en cómo las nuevas generaciones prefiguran su propia vejez (Arnold-
Cathalifaud, Thumala, Urquiza & Ojeda, 2007). 
 
La mayoría de los estudios disponibles muestran que las imágenes que construyen 
los jóvenes sobre la vejez, en general se asocian a una valoración negativa de esta etapa de 
la vida. Las investigaciones coinciden en mencionar que los estereotipos se concentran en 
la pérdida de capacidades de las personas mayores; destacan que la postura conservadora se 
va radicalizando a medida que pasan los años, que los intereses por la sexualidad decaen o 
desaparecen y que habría crecientes dificultades para adaptarse a los nuevos contextos 
sociales y tecnológicos. 
 
Kogan y Shelton (1962), hicieron un estudio en donde encontraron acuerdo entre las 
actitudes de jóvenes y viejos, particularmente en los aspectos negativos; además que los 
sujetos con actitudes desfavorables hacia la gente de edad tenían tendencia a mantener 
actitudes desfavorables hacia aquellas personas con defectos físicos y enfermedades 
mentales. Otro hallazgo importante es que para quienes tienen una visión negativa y 
pesimista de la vida, la vejez representa el período en el que sus predicciones pesimistas se 
confirman. 
 
En un estudio realizado por Monchietti, Lombardo y Sánchez (2007), en niños y 
púberes sobre su percepción de la vejez, en donde utilizaron un cuestionario y el dibujo de 
una persona anciana, se encontró que la mayoría de ellos tiende a construir su 
representación en función de los cambios físicos, ya que la mayoría tiene una imagen de los 
ancianos como personas con canas, arrugas y encorvadas, pues en la mayoría de sus dibujos 
aparecían estas características. 
 
16 
 
En concordancia con lo señalado, no es extraño suponer que existe una idealización 
de la juventud y la adultez temprana, ya que estas etapas de la vida son vistas como las 
únicas en que es posible la realización personal, el éxito o mayores posibilidades de 
encontrar la felicidad. Paradójicamente, por el aumento de la esperanza de vida, la juventud 
y la adultez tienden a ser proporcionalmente períodos cada vez más breves dentro del ciclo 
vital. 
 
Estas expectativas expresadas en representaciones sociales, concentran 
concepciones e imágenes que norman lo que se espera de los distintos grupos de edad y 
conllevan fuertes valoraciones. Específicamente, las referidas a la vejez pueden convertirse, 
como señalan algunos gerontólogos en medios opresivos que obligan a las personas a 
ajustarse a roles extremadamente estereotipados (Arnold-Cathalifaud et al., 2007). 
 
Como se ha indicado en la parte teórica de este trabajo, el cuerpo de investigaciones 
sobre la influencia de los estereotipos negativos en las personas mayores es menos 
numeroso que el que existe respecto hacia otros grupos sociales, tales como los de raza y 
género. Además, los estereotipos racistas y sexistas contienen unos elementos específicos 
que los diferencian de los referidos a la vejez. Tales diferencias se encuentran en que todas 
las personas van a pasar por la etapa de la vejez, si viven lo suficiente, y por lo tanto, nadie 
está libre, potencialmente, de padecer las actitudes y los estereotipos negativos referentes a 
la misma (Fernández-Ballesteros, 1992). 
 
Por otra parte, hay investigaciones que apuntan a que algunas de las creencias 
negativas hacia el endogrupo, pueden estar relacionadas con aspectos de la propia vida de 
los sujetos mayores o con dimensiones de personalidad. Sin embargo, como se ha dicho 
antes, este campo de estudio está aún poco desarrollado, aunque en nuestro país han 
aparecido algunos trabajos en los últimos años, pero básicamente en aspectos descriptivos. 
Por ejemplo, se ha estudiado la incidencia de los estereotipos de la vejez en poblaciones de 
diferentes grupos de edad o algunas características acerca de la percepción del proceso de 
envejecimiento en distintas poblaciones. Por lo tanto, parece necesario seguir investigando 
17 
 
para, en primer lugar, disponer de instrumentos de evaluación que demuestren propiedades 
psicométricas adecuadas. 
 
En segundo lugar, con objeto de dilucidar si existe relación entre las atribuciones 
negativas que sostienen hacia la vejez las personas de edad avanzada, y algunos hábitos de 
conducta que aparecen relevantes en esta etapa para proteger y promover la salud. 
Finalmente, para averiguar si las creencias que las personas mayores sostienen sobre la 
vejez guardan alguna relación con las propias autopercepciones y con dimensiones de 
personalidad. Con este trabajo se intenta aportar nuevos datos empíricos que se integren a 
los de estudios ya existentes, y que contribuyan a una mayor comprensión de algunas de las 
cuestiones que hemos planteado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
18 
 
2. TÉCNICAS PROYECTIVAS DESIDERATIVAS EN LA EVALUACIÓN DE LAS 
ACTITUDES ANTE LA VEJEZ 
 
En los últimos años se han incrementado en nuestro país los estudios que 
demuestran el interés por parte de investigadores provenientes de diferentes campos del 
conocimiento, como Aranguren (1992), Bazo (1990, 1995), Freixas (1991, 1997, 2001), De 
Miguel (1992), Montorio e Izal (1997), Pinillos (1992) o Triadó y Villar (1997), en 
acercarse a la forma en que las personas perciben o experimentan el proceso de 
envejecimiento y la vejez. Este interés se ha plasmado en la aparición, en la década pasada, 
de un instrumento para evaluar los estereotipos negativos hacia la vejez (Montorio e Izal, 
1991), el cual ha sido utilizado en estudios con poblaciones de diferentes grupos de edad 
(Fernández-Ballesteros, 1992; Yubero & Larrrañaga, 1999). No obstante, este cuestionario 
se ha empleado básicamente a un nivel descriptivo, por lo que se desconocen sus 
propiedades psicométricas. 
 
Más recientemente, Villar y Triadó (2000) han adaptado el Cuestionario de 
Conocimientos sobre el Envejecimiento (FAQ), de Palmore (1977), el cual es asimismo una 
medida de actitudes hacia la vejez. Sin embargo, las propiedades psicométricas no fueron 
muy satisfactorias en una muestra de diferentes grupos de edad. Parece oportuno, por 
tanto, profundizar en un nuevo instrumento para evaluar estereotipos negativos hacia la 
vejez y a la vez analizar sus propiedades psicométricas. 
 
La mayoría de los estudios que se han realizado sobre representaciones sociales, 
estereotipos y/o actitudes han sido a partir de técnicas o pruebas proyectivas como: 
asociación libre, dibujos, estímulos visuales, entre otros. En el caso del presente trabajo se 
aplicó un instrumento tipo Frases Incompletas. 
 
La revisión de la literatura muestra que los primeros diseños de pruebas y escalas 
proyectivas tipo frases incompletas, se diseñaron con una orientación clínica. El Test de 
Frases Incompletas, según Abt y Bellak (1999), consiste en un número de frases que el 
19 
 
examinado debe completar, por ejemplo: “Me enojo cuando…” y exploran áreas 
significativas de adaptación de un individuo a situaciones especiales, o con el fin de 
investigar algún conjunto específico de actitudes. Se han utilizado diversas versiones del 
Test de Frases Incompletas para investigar actitudes de pacientes hacia la intervención de 
manualidades con terapia de arte (Walter & Jones, 1956), investigar problemas de memoria 
para información relevante en ancianos (Hartman et.al., 1991), actitudes y visión de los 
niños ante la vejez (Lichtenstein et.al., 2003), relaciones familiares (Triadó, Villar, Solé, 
Osuna & Celdrán, 2006) y calidad de vida (González-Celis& Padilla, 2006). En estos 
estudios se corroboró que: los pacientes difieren en el reconocimiento de las intervenciones 
recibidas; que sí hay diferencias en distintos grupos de edades en el tipo de información que 
se puede recordar; y que los jóvenes valoran mejor su vejez que la que reconocen en 
familiares y conocidos. Según Abt y Bellak (1999), el test fue ideado originalmente con la 
intención de obtener material clínico para diagnóstico psicológico de algunos pacientes, en 
1946 con Rotter y en 1950 con Sacks, para la versión en psicología clínica, esta última 
versión es la más utilizada actualmente y se elaboró mediante un sistema de evaluación y 
agrupamiento de reactivos por psicólogos expertos, en especial sobre sentimientos y 
actitudes en áreas de las relaciones interpersonales. 
 
Bell (1978) comenta que aunque la confiabilidad del Test de Frases Incompletas no 
es muy alta sí está dentro de lo esperado. Diversos estudios proponen formas más claras de 
evaluación pero no difieren significativamente de las propuesta originales (Churchill & 
Crandall, 1955) y Wood (1969); más recientemente el trabajo de Kenneth, Bishop y Robert 
(2003) mostraron que hay muchos aspectos que con el tiempo no se han revalidado ni 
actualizado en los Test de Frases Incompletas y que se requieren mejores criterios de 
evaluación que los que se utilizan normalmente pues la mayoría de las veces dependen de 
la orientación teórica del evaluador. Tanto Morales (1993) como Valerdi (2005), reportan 
que en 1950 Forer precisó en tres, las formas en que deberían ser clasificadas las respuestas 
para su interpretación posterior; a) por su estructura, b) por el contenido y c) por el 
sustrato, pero sigue siendo una propuesta de tipo clínica, que deja fuera los avances en 
estudios de subjetividad y representación social. 
 
20 
 
Zarebski (2005), Salvarezza (2000 y 1998), Lezama y cols. (2008), Andres (2002), 
y Berriel (2007) han venido desarrollando los planteamientos del estudio de la subjetividad 
y las representaciones sociales en diferentes grupos de ancianos evaluados con frases 
incompletas. En México, el trabajo de Mendoza y cols. (2008), ha permitido contar con una 
serie de instrumentos elaborados a partir de escalas de actitudes y cuestionarios tipo 
verdadero o falso para evaluar el prejuicio del viejismo, pero estos instrumentos son de tipo 
cerrado y no proporcionan información más natural y amplia de lo que se reconoce de la 
vejez. Tarrés (2001), ha comentado la necesidad de realizar investigación cualitativa más 
dinámica y menos cerrada a esquemas predeterminados, respetando lo que va surgiendo de 
los procesos psicosociales. 
 
Cabe destacar que Kogan y Shelton (1962), fueron de los primeros autores en 
emplear un Test de Frases Incompletas para comparar las actitudes de edad hacia la 
ancianidad y hacia la gente en general tomando en cuenta que las tendencias negativas 
aumentan con la edad. Un resultado importante es que los sujetos de edad avanzada 
distinguían claramente entre gente anciana y “gente en general” (Dulcey & Ardila, 1976). 
 
Por lo tanto, en el estudio y análisis de las representaciones sociales es fundamental 
considerar la naturaleza de los propios deseos, temores, actitudes, percepciones, etc., de las 
personas a través de sus respuestas. 
 
2.1 Definición de categorías 
 
Después de varias aplicaciones del FIIRAV-I se realizó el análisis estadístico 
correspondiente para determinar las categorías más significativas que dieran origen al 
instrumento final. Dada la amplitud del tema propuesto en esta tesis, se tomó la decisión de 
definir las categorías propuestas en el instrumento para delimitar el alcance de cada una de 
ellas. 
 
 
 
21 
 
2.1.1 Concepción y reconocimiento de la vejez 
 
Culturalmente, “hacerse grande” ha sido a lo largo de la historia algo deseable, 
mientras que “hacerse viejo” ha tenido connotaciones negativas, habiéndose utilizado dicho 
término como sinónimo de enfermedad, incapacidad o dependencia. Pero la vejez no es 
necesariamente incapacidad o limitaciones funcionales, sino que también puede ser 
desarrollo en lo psicológico y en nuevas formas de optimización y adaptación social en 
función de la competencia evolutiva. La vejez, al igual que cualquier etapa del ciclo vital 
tiene rasgos y diferencias; rasgos que la caracterizan como etapa y diferencias entre el 
momento que las personas llegan a ella, cómo llegan y cómo la transitan (Moñivas, 2004). 
 
Envejecer conlleva la pérdida de algunos roles sociales que habían sustentado la 
propia identidad durante muchas décadas de la vida. Así, llega un momento en que la 
persona deja de trabajar y la probabilidad de perder amigos, familiares o la propia pareja 
aumentan a medida que van transcurriendo los años. La imagen que cada cual tiene de sí 
mismo comprende aspectos cognoscitivos y afectivos, y estos últimos estarán relacionados 
con la propia estima que ejerce una influencia universal sobre el modo de comportamiento 
y actitud ante la vida. En este sentido, parece que en la propia percepción que las personas 
tienen del envejecimiento es la noción de pérdida la que domina sobre la de ganancia 
(Fornós, 2001 & Villar, 1998). 
 
Esto sucede cuando las pérdidas asociadas al envejecimiento generan para la 
persona un área de experiencias que son una ruptura para su estima y autoimagen. Estas 
consideraciones no van dirigidas solo hacia las pérdidas importantes, sino también hacia los 
pequeños sucesos de la vida diaria que transmiten a la persona la sensación de disminución 
de su capacidad, de identidad y miedo al cambio, las cuales pueden estar referidas a la 
salud, a la economía, a la variación del rol social y familiar, o a los prejuicios sobre la vejez 
de los que el propio individuo puede ser portador (Fornós, 2001). 
 
En un estudio realizado por Villar (1998), al hablar de su propio envejecimiento, las 
personas mayores diferencian entre lo que se denomina “envejecimiento biológico” y 
22 
 
“envejecimiento psicológico”. El primero hace referencia a un proceso de declive continuo, 
acelerado e irreversible que acaba en la muerte, y que se caracteriza por una pérdida de 
recursos o reservas de carácter esencialmente biológico. 
 
Por el contrario, el envejecimiento psicológico concierne a una dimensión interna de 
la persona, definida en términos de bienestar y satisfacción subjetiva, que hace referencia a 
un estado cualitativo y no anclado en una dimensión temporal ni relacionado con la edad. 
Su comienzo no se expresa en años, sino que se hace depender en gran medida de la propia 
voluntad de la persona. 
 
En este sentido podemos definir la concepción y reconocimiento de la vejez como 
el conjunto de ideas y/o creencias que las personas tienen sobre los cambios que se 
presentan durante esta etapa. 
 
2.1.2 Recreación y tiempo libre 
 
El estudio del uso del tiempo de las personas mayores tiene que tener en 
consideración las circunstancias vitales de estas personas que han marcado y delimitado sus 
posibilidades a lo largo del ciclo de la vida. Las personas mayores de la actualidad han 
vivido una historia de supervivencia en la que el día a día y los quehaceres cotidianos se 
limitaban a seguir adelante en un intento de sobrevivir. Han crecido utilizando su tiempo 
sin planteamientos. Este estilo de vida ha delimitado, sin duda, su realidad y en la vejez se 
encuentran, en muchos casos, sin habilidades para utilizar su tiempo, un tiempo que, 
mayoritariamente, es considerado como tiempo libre. 
 
La cultura del ocio que impera en la actualidad está muy lejos de la realidad que han 
vivido las personas mayores, éstas han crecido en un ambiente en el que el trabajo era el 
único medio y fin de sus vidas y ahora en la vejez puede resultar difícil adaptarse a vivir el 
tiempo libre. 
 
23 
 
El área de tiempo libre contiene tanto las actividades deexpansión, diversión y 
consumo cultural que precisan de un espacio público, como aquellas que se desarrollan en 
el espacio privado del hogar (Ortega & Gasset, 2007). 
 
La gerontología tiene un amplio conocimiento del importante papel del ocio y la 
actividad en el bienestar y en la satisfacción de la vida de los ancianos. Partimos de que el 
ocio y la actividad en la tercera edad, son una parte obligada para una vejez productiva y 
sana, en la que, según Vega (1988), existirían tres condiciones fundamentales a tener en 
cuenta: la calidad de vida del anciano, el ocio y el aprovechamiento del tiempo libre; la 
última condición requiere una preparación física y espiritual inseparables e imprescindibles 
(Narro, Rico & Moral, 1994). 
 
Al llegar a la tercera edad el tiempo libre disponible es mucho mayor como 
consecuencia de haber llegado a la jubilación y/o enfrentarse al hecho de que los hijos se 
han ido de casa y se presenta una disminución en las actividades cotidianas, por lo que 
muchos de nuestros mayores no saben cómo ocupar el tiempo libre que antes ocupaban con 
el trabajo. 
 
El ocio puede ser entendido como un tiempo libre fuera de las obligaciones 
habituales, como una actividad libremente elegida que produce diversión, bienestar, 
relajación o descanso (Aparicio, 2007). 
 
Villar, Triadó, Solé y Osuna, (2006), mencionan que el tiempo de ocio se 
incrementa en los mayores, lo que puede contribuir a estrechar la conexión entre lo que la 
persona hace y lo que realmente desearía hacer; otro aspecto importante es que a medida 
que se envejece el planteamiento de objetivos y deseos futuros se dan en términos más 
modestos y a corto plazo. 
 
Existen pocas investigaciones que examinen las actividades que llevan a cabo los 
mayores sanos y que viven en comunidad, por lo que el patrón de actividades cotidianas 
puede ser un interesante indicador de la manera en la que las personas mayores se adaptan a 
24 
 
los cambios asociados a la edad (Villar, Triadó & Osuna, 2003). La realización de 
actividades recreativas puede convertirse en un nuevo motor y organizador de la vida 
cotidiana, ayudando a atravesar un envejecimiento sano. 
 
Para que la recreación pueda ser una buena alternativa en la vejez, las estructuras 
organizadas deben reunir una serie de condiciones. Se debe pensar en la recreación como: 
• Aquella actividad educativa que se realiza en y para el tiempo libre. 
• Tener una intencionalidad pedagógica. 
• Ser parte de la educación no formal. 
• No ser obligatoria, por lo tanto es voluntaria y realizada por propia iniciativa. 
• Busca la participación en la producción y el consumo del hecho recreativo. 
• Se basa en el concepto de participación real. 
• Implica diversión. 
• Favorece la autonomía. 
• Supone una continuidad temporal. 
• Tiene estructura y procesos pautados. 
 
El espacio recreativo es un sitio privilegiado para trabajar sobre los niveles de 
conciencia que se tiene respecto a la satisfacción de necesidades, las causas de dichas 
carencias y las posibilidades de pensar en conjunto con otros, algunas alternativas de acción 
frente a estas carencias (Moragas, 1991: citado en Fajn, 2000). De acuerdo con este autor, 
el modo en que se emplee el tiempo libre en la vejez deja al desnudo la forma en que se ha 
aprovechado este tiempo en otros momentos de la vida. Pero debido a que en esta etapa se 
incrementa sensiblemente la cantidad de horas que ahora quedan liberadas de obligaciones 
laborales, familiares y sociales es que puede ser la oportunidad para iniciar, continuar, 
retomar o completar intereses, deseos, anhelos. Pero también el tiempo libre puede 
presentarse con otra cara, la del terror al aburrimiento, la falta de iniciativa, la depresión. 
Entonces, puede ser vivido como amenaza, como castigo. 
 
En este sentido, definimos la recreación y el tiempo libre como el conjunto de ideas 
y/o acciones que las personas tienen o realizan respecto al aprovechamiento del tiempo 
25 
 
que no es destinado al trabajo y/o las relaciones familiares y es enfocado a la realización 
de actividades recreativas. 
 
2.1.3 Satisfacción en la vejez 
 
La satisfacción en general se refiere a todo aquello que produce un estado de 
felicidad, gusto o placer. Es este sentido Carmona (2009), considera que existen dos 
componentes en la satisfacción de las personas, la satisfacción actual, la cual define como: 
la valoración que el individuo efectúa de su situación actual, lo que da lugar a percibirse 
satisfecho consigo mismo, con su trabajo, con las actividades que realiza y en el lugar 
donde vive; el segundo se refiere a la satisfacción con la vida, relacionada con la 
valoración de los logros y aspiraciones a lo largo del tiempo, representa la diferencia 
percibida entre sus ambiciones y ganancias. 
 
De acuerdo con Meléndez, Tomás y Navarro (2008), aunque en principio resultaría 
lógico pensar que la satisfacción vital podría ser uno de los indicadores del funcionamiento 
psicológico, lo cierto es que la satisfacción con la vida se considera a otro nivel; siendo un 
indicador macro en el que participan tres dimensiones: funcionamiento psicológico, social 
y físico. De este modo, la aproximación orientada al análisis del bienestar en diferentes 
edades y sus posibles cambios parece fundamental para lograr un envejecimiento exitoso. 
 
En el adulto mayor, la satisfacción con la vida está ligada a las experiencias tenidas 
a lo largo de su historia. Así, tal satisfacción dependerá de la percepción positiva y/o 
negativa de los ancianos y de las variables sociales, biológicas y psicológicas, incluidos los 
aspectos objetivos y subjetivos, como la religiosidad o el sentido de la vida (Galvanovski & 
Rojas, 2000; citado en Vera & Montaño, 2002). 
 
El camino hacia el envejecimiento satisfactorio requiere considerar tanto las 
oportunidades del medio sociocultural, como el modo de vida forjado. El Adulto Mayor es 
una persona con biografía y experiencia y su conducta sólo puede ser comprendida dentro 
de su historia de vida y del grupo social en donde desarrolla su existencia. Resulta 
26 
 
imprescindible que éste le ofrezca posibilidades para que pueda ser protagonista de sus 
acciones y de su propio destino, con confianza en sí mismo, en uso de libertad, autonomía, 
razón, imaginación y reflexión crítica (Wszyndybyl & Gallo, 2002). 
 
De este modo los mayores tienden a reajustar sus metas manteniendo tanto lo ya 
conseguido como lo disponible y posible; así mismo, sustituyen sus objetivos por otros más 
realistas, lo cual ayuda a optimizar los recursos y a tener un mayor control de la situación. 
En consecuencia y mediante este tipo de estrategias logran generar un ajuste de las 
preferencias y de las metas que, aun no siendo intencional, hace que el sujeto se adapte 
adecuadamente a la nueva situación, con lo que disminuye la percepción de las 
restricciones situacionales o unos recursos personales insuficientes para conseguir metas 
antes valoradas (Meléndez et al., 2008). 
 
La persona que envejece aún parece disponer de capacidades de reserva que 
impiden que se produzcan cambios en sus niveles de satisfacción. Entre otros, las 
estrategias y los estilos de afrontamiento de los problemas son recursos con los que pueden 
contar las personas mayores para adaptarse satisfactoriamente a su proceso de 
envejecimiento (Bueno & Navarro, 2003). 
 
En conclusión, se puede definir la satisfacción en la vejez como el conjunto de 
ideas y/o creencias que se tienen acerca de los logros obtenidos a lo largo de la vida y la 
influencia de estos al llegar a la vejez. 
 
2.1.4 Afectividad y enamoramiento 
 
Pensamos al vínculo de pareja como el entramado (afectivo y representacional) que 
se produce entre sus integrantes, a través de una relación con cierta estabilidad. La que 
puede devenir en "acontecimiento" fundante, por la posibilidad de constituirseen 
experiencia inédita en la vida de sus protagonistas, o bien como una experiencia 
conmocionante que produce una discontinuidad en el devenir de los sujetos, en el momento 
de la vejez. El vínculo de pareja recubriría aquello que la pareja construye de manera 
27 
 
conjunta ante las múltiples novedades que enfrenta en su devenir (Delucca, González & 
Martínez, 2009). 
 
La presencia de vínculos emocionales con una pareja es un factor que contribuye a 
una adaptación óptima de la persona a lo largo de su vida adulta y, estos beneficios se 
extienden a las últimas décadas de la vida. Las personas mayores que poseen este tipo de 
vínculo disfrutan, en general, de una mejor salud física y mental, una mejor situación 
económica, menores probabilidades de tener hábitos perjudiciales para la salud y, sobre 
todo, disponen de un elemento fundamental de apoyo instrumental y emocional, lo que a su 
vez se relaciona con un mayor nivel de bienestar psicológico. 
 
Algunas investigaciones sugieren que más allá de los niveles cuantitativos de 
satisfacción marital, la relación de pareja se transforma cualitativamente a medida que pasa 
el tiempo. Las parejas mayores se caracterizan de esta manera, por unos niveles de 
compromiso mutuo, de implicación emocional y de confianza mayores que los que 
muestran las parejas más jóvenes. Esta tendencia coincide con los resultados de algunas 
líneas de investigación que parecen indicar que las personas mayores valoran más que las 
jóvenes los aspectos afectivos y emocionales de la vida y de las relaciones personales y, al 
mismo tiempo, son capaces de regular las propias emociones de manera más eficiente. Esto 
contribuiría a la presencia de mayores emociones positivas en los matrimonios de larga 
duración, protagonizados por personas mayores con más de cuatro décadas de vida en 
común. 
 
Una propuesta que puede ser útil en esta diferenciación en componentes de la 
relación amorosa es la que propone Sternberg (citado en Villar, Villamizar & López-
Chivrall, 2005). Su modelo, denominado «teoría triárquica del amor», es uno de los más 
populares en el estudio de las relaciones amorosas desde la psicología social y plantea que 
la experiencia amorosa está configurada por tres grandes factores: la intimidad, el 
compromiso y la pasión; definiendo así la intimidad como el sentimiento de tener un 
vínculo afectivo especial con la persona amada. Implica promover el bienestar del otro, la 
comprensión mutua, una comunicación fluida, la compenetración con el otro y el hecho de 
28 
 
compartir emociones, valores, gustos o actividades; es el componente emocional del amor. 
El segundo componente, la pasión, haría referencia a la experiencia de necesitar al otro y 
sentir deseo de él o ella, un deseo que implica una activación fisiológica y, en el caso del 
amor de pareja, en buena parte un aspecto sexual. La pasión sería el componente 
motivacional y energético del amor; y, por último, el compromiso se refiere a la decisión de 
mantener la relación con la otra persona, tanto a corto como a largo plazo. Es la disposición 
a sostener la relación en el tiempo a pesar de las dificultades que se puedan presentar. Sería, 
el componente cognitivo del amor. 
 
Por tanto, la afectividad y enamoramiento se puede definir como el conjunto de 
ideas, creencias y/o acciones que las personas de la tercera edad manifiestan para 
expresar su afectividad en las relaciones de pareja. 
 
2.1.5 Trabajo y jubilación 
 
En efecto, el adulto sano consume la mayor parte de su tiempo de vigilia y de sus 
energías dedicado a actividades de producir y/o distribuir bienes y servicios. Estas 
actividades marcan las líneas/directrices a la hora de estructurar su propia vida: distribución 
de tiempo, horarios a los que se somete, lugares donde se desenvuelve, desplazamientos 
regulares que efectúa, etc. Un buen número de sus interacciones personales e incluso el 
valor mismo de su propia categoría personal (prestigio, estatus, influencia) están directa o 
circunstancialmente ligados a su empleo. Igualmente a través de su trabajo, pone en juego y 
desarrolla sus aptitudes, destrezas, conocimientos, competencias, creatividad, actitudes, etc. 
Es decir, pone de manifiesto y expresa su propia personalidad, muestra sus señas de 
identidad y modula su grado de autoestima. Por ello, cuando bruscamente se interrumpen 
las imposiciones y obligaciones de la actividad laboral con sus consiguientes 
contrapartidas, se produce necesariamente una crisis o por lo menos una ruptura violenta 
que implica un periodo y un proceso de readaptación (Forteza, 1990). 
 
De acuerdo con Limon (1993), el trabajo además de ser un medio de subsistencia 
ofrece otra serie de elementos como: organización del tiempo (día, semana, año) y del 
29 
 
espacio (lugar de trabajo), status, contactos sociales, actividad e identidad personal. Al 
dejar el trabajo, se pierde una importante ocasión de contacto con los compañeros, lo cual 
suele ir acompañado de la disminución de contactos sociales y de sentimiento de 
“desenganche” social, que genera vivencias de inutilidad, no sólo desde la perspectiva del 
jubilado, sino también desde la perspectiva del resto de la sociedad. 
 
Se considera que la jubilación es un fenómeno moderno impuesto en la sociedad 
actual, y que su implantación como obligatoria y retribuida a edades cada vez más 
tempranas, es un indicador de desarrollo y de progreso. 
 
Sin embargo, parece existir una coincidencia generalizada en que la jubilación 
marca un momento trascendente para la vida de una persona y un cambio cualitativo que le 
afecta en todos sus aspectos. Su vida ya no se organiza a través del trabajo, sino del tiempo 
libre. Quizá los dos aspectos más significativos sean, por una parte, la disminución del 
nivel de ingresos, que en algunos casos puede hacer que los jubilados tengan que depender 
de los descendientes o de otras personas o instituciones; y, por otra, que el individuo, al 
jubilarse, siente que ha perdido ya su función social. 
 
La jubilación es para unos el tiempo de la liberación de las ataduras, de la presencia 
y protagonismo social, el momento para “añadir vida a los años”; pero para otros es el 
tiempo de la desilusión y de la pasividad. Esta categoría se define como las ideas 
creencias y acciones que las personas manifiestan al retirarse formalmente de las 
actividades laborales. 
 
2.1.6 Reconocimiento del cuerpo 
 
Desde el comienzo de la vida establecemos una autoimagen que va modificándose 
con el paso de los años y guarda una estrecha relación con el concepto de la corporalidad, 
de modo que los cambios físicos y funcionales que acompañan al envejecimiento exigen 
una evolución sustancial de la “imagen del cuerpo”. 
 
30 
 
La Imagen Corporal es definida como la representación del cuerpo que cada 
persona construye en su mente; esta representación mental o idea subjetiva contribuye al 
fortalecimiento de imaginarios, emociones, habilidades sociales y competencias dentro del 
ámbito social y personal que influyen profundamente en la calidad de vida del individuo. 
Está constituida por tres componentes que se integran en cada individuo: 
• Imagen perceptual que brinda información acerca del tamaño y forma del 
cuerpo y sus distintos componentes. 
• Imagen cognoscitiva que comprende las creencias relacionadas con el 
cuerpo, los pensamientos automáticos, las inferencias, interpretaciones, y 
comparaciones, los diálogos internos en relación con el escrutinio social, etc. 
• Imagen emocional que corresponde a los sentimientos acerca del grado de 
satisfacción o insatisfacción que experimentamos con nuestro cuerpo. 
 
La manera como hombres y mujeres vivencian su imagen corporal, tiene un impacto 
decisivo sobre la salud, el autocuidado y la calidad de vida a través de su ciclo vital. Desde 
el punto de vista psicológico, resulta una tarea difícil el asimilarlos cambios y limitaciones 
del cuerpo relacionados con la edad. La autoestima y la autoimagen del anciano suelen 
disminuir cuando aparecen cuadros de depresión y ansiedad en los que se expresa temor a 
la muerte, a la soledad, al pobre desempeño físico e intelectual; así como disforia al 
necesitar ayuda de otras personas o de instrumentos (bastones, pañales desechables, lentes, 
prótesis dentales, medicamentos de todo tipo, fisioterapia, etc.) para poder realizar sus 
actividades básicas cotidianas (Luna, 2008). 
 
Algunos autores como Cayo, Flores, Perea, Pizarro y Aracena, (2003), mencionan 
que en la actualidad está muy internalizado el modelo de figura corporal joven como 
atractivo sexual, la esbeltez, la delgadez en la mujer y una piel suave y lisa hace que en la 
ancianidad, el aspecto físico sea visto sin ningún atractivo e incluso con repulsión, lo cual 
hace que el anciano se autovalore negativamente con respecto a su cuerpo. 
 
31 
 
En este sentido, Orozco y Rodríguez (2006), consideran que la población en general 
cree que la belleza y la sexualidad son exclusivas de la juventud, que la imagen corporal de 
los viejos es fea y que no tienen ánimos para pensar en su arreglo personal. 
 
En realidad, lo que ocurre es un cambio en el foco de preocupación corporal, que 
pasa a centrarse en los signos de la edad (arrugas, caída de pelo, etc.). Esta preocupación 
por los signos de la edad es sustancialmente distinta a la que tienen los jóvenes, ya que es 
una lucha que la persona tiene perdida de antemano y constantemente se va alejando de su 
ideal físico. De acuerdo con esto, podemos definir la imagen corporal como la percepción 
que cada uno tiene acerca de los cambios físicos inevitables y propios de la edad adulta. 
 
2.1.7 Salud y bienestar 
 
Desde la última década, la Organización Mundial de la Salud [OMS], (1990) 
concibe la salud como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no 
solamente la ausencia de afecciones y enfermedades". Esta concepción representa una 
expresión positiva y no se reduce a la descripción de circunstancias negativas. Así, la salud 
resulta ser un concepto subjetivo-objetivo de valoraciones de satisfacción personal y social. 
No supone sólo la evaluación de la ausencia de patología, sino que se trata de un estado 
positivo que se intenta lograr y mantener y no algo que sucede únicamente como 
consecuencia del tratamiento de padecimientos y alteraciones. Se la concibe como una 
fuerza básica y dinámica de nuestro vivir cotidiano, en la que influyen las creencias, la 
cultura y el marco social, económico y ambiental (OMS, 1998; citado en Krzemien, 2002). 
 
De esta forma podemos distinguir tres elementos dentro del concepto de salud, por 
lo que podemos hablar de salud física, psíquica y social. La salud física consiste en el 
"nivel de susceptibilidad a una enfermedad, peso corporal, agudeza visual, fuerza, 
potencia, coordinación motora, nivel de tolerancia y rapidez de recuperación". Por otro 
lado, la salud social supone "la habilidad de interactuar adecuadamente con la gente y el 
ambiente, habiendo satisfecho las relaciones interpersonales". Por último, la salud 
psíquica sería "la capacidad para mantener relaciones armoniosas con los demás, 
32 
 
satisfacer las necesidades instintivas potencialmente en conflicto sin lesiones a los demás y 
ser capaz de participar en las modificaciones positivas del ambiente físico y social." 
 
De acuerdo con Carmen y Vázquez (1993), la salud mental o psíquica va asociada a 
la satisfacción de las necesidades propias de cada persona y cuando estas no son cubiertas 
aparecen algunos rasgos psicopatológicos que según Mishara y Riedel (1986) podrían ser 
las llamadas patologías sociales (soledad, aislamiento, disminución de la autoestima); las 
perturbaciones afectivas, como la depresión y el duelo; la propensión al suicidio; la 
hipocondría; las reacciones paranoides; las reacciones de angustia; ciertas psicosis y la 
variedad de perturbaciones orgánico-cerebrales. 
 
En este sentido, es bien entendido que cuando hay una buena salud, ésta se relaciona 
con el grado de bienestar que puede alcanzar una persona, sobre todo en la vejez, ya que 
esta relación es similar a una formula en la que a mayor salud mayor bienestar y por el 
contrario si no existe un estado de salud adecuado, entonces probablemente tampoco habrá 
un bienestar que derive en una buena calidad de vida. 
 
En sus inicios, el bienestar se estudió bajo dos perspectivas, una económica y la otra 
biológica. La perspectiva biológica contemplaba la presencia de un estado de salud óptimo 
(ausencia de enfermedades) para considerarse como bienestar. La perspectiva económica 
centraba la atención en indicadores macroeconómicos; de esta forma, el bienestar social de 
la población se medía a través del ingreso per cápita, del Producto Interno Bruto (PIB), de 
la canasta básica, del empleo, la vivienda, las condiciones del entorno, entre otros (Kovac, 
2004; citado en Carmona, 2009). Es decir, el bienestar económico se media en función de la 
capacidad de la persona para satisfacer sus necesidades básicas como comida y vivienda. 
 
A principios de los 80, el concepto de bienestar dejó de ser equiparable al término 
de calidad de vida, al integrar, además de la presencia de condiciones consideradas 
necesarias para una buena vida, la práctica de vivir bien, como tal. Esta práctica del bien 
vivir abre la puerta a factores individuales relacionados con la interacción social y con la 
33 
 
propia percepción de la vida, distinguiéndose de las condiciones socioeconómicas en las 
que se desarrolla (García, 2002; citado en Carmona, 2009). 
 
De esta forma, como indica Casas (1996; citado en Carmona, 2009) el concepto de 
bienestar se fue vinculando con medidas psicosociales de la realidad, como son las 
percepciones y evaluaciones asociadas a las condiciones de vida y a la experiencia vivida 
por las personas, y que pueden incluir aspectos tan delicados de medir como son la 
percepción de felicidad, y la satisfacción con la vida, entre otras. 
 
Sin embargo, Meléndez, Tomás y Navarro (2008) hablan de lo que se conoce como 
bienestar subjetivo el cual consideran que es cercano a conceptos de larga tradición en la 
psicología como el de satisfacción vital, y hace referencia a la experiencia subjetiva de 
felicidad. Este tipo de bienestar incluye un componente emocional o afectivo, relacionado 
con los sentimientos de placer y displacer que experimenta la persona y que comprendería 
el concepto de felicidad, y un componente de carácter cognitivo referido al juicio que 
merece a la persona su trayectoria evolutiva, es decir, lo que tradicionalmente se ha 
denominado satisfacción vital. 
 
Para Villar, Triadó, Solé, y Osuna (2003), existen dos grandes líneas de trabajo en el 
concepto de bienestar, la que se centra en el denominado bienestar subjetivo y la que 
plantea el concepto de bienestar psicológico. El bienestar subjetivo, es entendido como el 
resultado de un balance global entre el placer y el displacer y se compone de aspectos como 
la felicidad o el resultado de los estados positivos y negativos (componente afectivo 
emocional) y la satisfacción vital o valoración de la trayectoria vital (componente 
cognitivo). 
 
Respecto al bienestar psicológico Ryan y Deci (2001; citados en Molina, Meléndez 
& Navarro, 2008), agregan que es un proceso de consecución de aquellos valores que nos 
hacen sentir vivos y auténticos, que nos hacen crecer como personas y no tanto en las 
actividades placenteras o displacenteras y que este proceso se desarrolla en función de las 
metas o proyectos que cada uno tenga. 
34 
 
 
Entonces, podemos definir a la salud y el bienestar como el conjunto de ideas 
creencias y acciones que las personas mayores tienen acerca de su estado de salud y el 
impacto que ésta tiene en el nivel de bienestar

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