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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN LINGÜÍSTICA FFL, IIF, CELE NEGOCIACIÓN DE SENTIDOS EN EL AULA: EL CASO DE UNA CLASE DE JAPONÉS EN EL CELE T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE MAESTRÍA EN LINGÜÍSTICA APLICADA PRESENTA JUAN ANTONIO YÁÑEZ ROSADO TUTOR: MTRO. LEONARDO HERRERA MÉXICO D. F. 2010 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos Dicen por ahí que rectificar es de sabios, y aunque no me considero uno de ellos, hace un par de años decidí emprender un nuevo camino cuya primera etapa ha concluido. Es el momento de agradecer a quienes contribuyeron para que todo esto fuera posible. En primer lugar, agradezco a la Universidad Nacional Autónoma de México por el apoyo económico otorgado mediante el programa de becas para estudios de posgrado y el programa de fomento a la titulación. Igualmente, agradezco al Dr. Sergio Ibáñez Cerda, director del posgrado en Lingüística, por la calidez, la confianza y la atención desinteresada que siempre me procuró. Agradezco a mis lectores, la Dra. Laura García Landa, la Mtra. Kazuko Nagao, la Dra. Marisela Colín y la Mtra. María Teresa Mallén. Su apoyo y comentarios enriquecieron no sólo el trabajo de tesis sino también mi formación académica. Fue un verdadero placer dialogar con todas ustedes. Doy las gracias a las profesoras de japonés del CELE quienes accedieron a colaborar en esta investigación. Aunque sus nombres no serán revelados, ustedes saben quiénes son. Agradezco su amabilidad y les aseguro que su experiencia será valiosa en mi formación ulterior en la investigación y en la didáctica de la lengua japonesa. También agradezco a varias personas que fueron parte de mi vida en el CELE y cuya huella quedó plasmada en este texto. Gracias a la profesora Monique Vercamer por sus juegos semióticos, sus pláticas, sus guisos y su actitud, siempre crítica, siempre disruptiva. Gracias a los compañeros de la maestría con quienes compartí momentos de gozo y muchas risas; a Jesús Valdés y al staff de la biblioteca del CELE por su amabilidad y por las facilidades otorgadas para consultar fuentes; y por supuesto, a Alejandra Contreras. Gracias por tus palabras, tus risas y el amor que en todo este tiempo sembramos en los intersticios de la lingüística. No pueden faltar agradecimientos a Fabián Robles Contreras por el apoyo y los múltiples proyectos en la ACIA; otra vez gracias a Laura García Landa por la retroalimentación que siempre dio a nuestros sueños académicos; a la familia que siempre apoya y nunca juzga; a Gato, Purr y Ronrrón, y a las viejas amistades de aquel viaje sin sentido. Después de este largo camino, la operación Caballo de Troya fue todo un éxito. Para terminar, un agradecimiento especial a mi tutor de tesis, el Mtro. Leonardo Herrera González. Gracias por los diálogos dentro y fuera del cubículo, por tu amistad y por la mayor enseñanza de todas: la calidad académica y la humildad pueden cultivarse en una misma persona. Al concluir esta etapa estoy listo para seguir; y esta vez, llevo mucho conmigo. Índice Convenciones de transcripción según el sistema Gail Jefferson 5 Introducción 6 Capítulo 1. Enseñanza de segundas lenguas y el análisis de la conversación 12 1.1Introducción: la investigación en la enseñanza de L2 12 1.1.1El cognoscitivismo 12 1.1.2 La crítica de Firth y Wagner 14 1.2 Una postura émica: el interés por los actos comunicativos 15 1.3 El estudio de la interacción en la enseñanza de L2 16 1.3.1 Interacción y aprendizaje 18 1.3.2 Negociación de sentidos en el aula 21 1.4 El habla en acción en el aula: los marcos sociales 23 1.4.1 El análisis conversacional 24 1.4.2 El análisis de la conversación en enseñanza de L2 29 Capítulo 2. Etnografía del habla en el aula 32 2.1 El lugar: el salón de clases como nicho de interacción 32 2.2 Los personajes: las identidades en el salón de clases 33 2.3 El trasfondo institucional 35 2.4 Las modalidades de la interacción 38 2.5 La organización de los intercambios verbales en el aula 41 2.6 Tácticas y estrategias para la comunicación en el aula 46 2.7 Enseñar o conversar 53 Capítulo 3. Método 56 3.1 Introducción 56 3.2 El nicho de intercambio lingüístico-comunicativo 56 3.2.1 La situación comunicativa: las clases de japonés 57 3.2.2 Los eventos de habla: la negociación de sentidos 61 3.2.3 Los actos del habla: estrategias comunicativas 63 3.3 Objetivos 66 3.3.1 Objetivo general 66 3.3.2 Objetivos específicos 66 3.4 Preguntas de investigación 64 3.5 Introducción al nicho lingüístico 67 3.6 Colecta y análisis de datos 68 3. 6.1 Observación 68 3.6.2 Registro 68 3.6.3 Selección 69 3.6.4 Clasificación y análisis 79 Capítulo 4. El análisis 83 4.1 Introducción 83 4.2 Notas sobre la transcripción 83 4.3 Descripción general 84 4.4 Análisis 86 Episodio 1: Bakari ばかり 86 Episodio 2: Bakari 2 ばかり2 95 Episodio 3: Yure y Jishin 揺れと地震 103 Episodio 4: Mada yondeimasen まだ読んでいません 107 Episodio 5: Hai, kekkōdesu はい、けっこうです 111 Episodio 6: Cara 顔 115 Episodio 7: Ñoño ニョニョ 121 Episodio 8: ¿Puede explicarlo otra vez? もう一度説明して下さい 126 Episodio 9: Email o celular メール Vs 携帯電話 131 Capítulo 5. Negociación de sentidos en el aula: discusión y conclusiones 138 5.1 El salón de clases como un contexto de comunicación limitada 138 5.2 La organización discursiva: interacción, identidades e interpretación en el aula 139 5.3 Discurso pedagógico en la clase de japonés 141 5.4 Rompiendo la estructura prototípica de clase: el discurso conversacional 149 5.4.1 Negociando sentidos durante la clase 149 5.4.2 El cambio de código como estrategia y como táctica 159 5.5 Conclusiones 164 5.5.1 Etnografía del habla en clase de L2 164 5.5.2 Análisis de la conversación y adquisición de la L2 166 5.5.3 Negociación de sentidos y aprendizaje en el aula 166 5.6 Temas para la reflexión 168 Referencias 170 Resumen Este es un estudio de tipo etnográfico e interpretativo cuyo objetivo es describir y explicar el uso de estrategias y tácticas comunicativas utilizadas por los miembros de dos clases de japonés lengua extranjera que se imparten en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se trata de una investigación que destaca los fenómenos interactivos ocurridos a lo largo de una clase y su incidencia en el aprendizaje. Asumiendo una postura epistemológica que resalta la función realizativa de la lengua sobre sus funciones referenciales, se recopilaron y analizaron nueve episodios de interacción en donde los participantes realizaron acciones en el habla, desplegaron recursos comunicativos y, en general, negociaron los sentidos de sus interacciones. Apartir de las herramientas conceptuales que proporcionan la etnografía del habla y el análisis conversacional, se definió a ambos grupos como comunidades de habla en donde se conjugan elementos como: conocimiento del mundo, identidades definidas, expectativas entre los miembros, objetivos pedagógicos y objetivos institucionales. Todo ello da como resultado el uso de modalidades previsibles de interacción relacionadas con dos estilos discursivos generales: el pedagógico y el conversacional, los cuales se conforman de estrategias y tácticas comunicativas. Después de transcribir y analizar detalladamente los nueve episodios de interacción, se resalta el dominio de un discurso pedagógico que, sin embargo, se interrumpió en distintos momentos para hacer un cambio hacia una discurso conversacional, lo cual muestra cómo los estilos de interacción en clase pueden reconfigurarse una y otra vez. Desde la postura que aquí se asume, la interacción y la negociación de sentidos son factores que procuran oportunidades para que los estudiantes pongan a prueba y desarrollen sus propias competencias con la lengua meta. Por ello se considera que mediante el reconocimiento de los momentos de negociación y las oportunidades que ofrecen para el aprendizaje, el docente podrá elaborar planes de acción encaminados a maximizar las oportunidades para la promoción del aprendizaje como un proceso social e interactivo. 6 Introducción En la investigación desarrollada en el ámbito de la enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas, a menudo se da como un hecho que la adquisición de una lengua nueva involucra el desarrollo de habilidades cognoscitivas a partir de una capacidad innata para ello. Esto quiere decir que el aprendizaje de una lengua distinta a la materna es un trabajo en el que el aprendiz ejercita tanto nuevas formas para procesar información, como otras con las que ya cuenta para producir muestras de un nuevo código con reglas diferentes, las cuales, no obstante, es capaz de incorporar a su repertorio conductual. La motivación principal de este trabajo surge de una serie de críticas hechas hacia ésta, la postura dominante (Firth y Wagner, 1997; Markee y Kasper, 2004), donde si bien, los fenómenos de interacción en el aula son vistos como factores que inciden en el aprendizaje, su papel ha sido subestimado. Siguiendo esta idea, hemos decidido estudiar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una mirada que resalta los usos de la lengua en la interacción social. Para tal efecto, prestamos atención a lo que en la literatura especializada se conoce como meaning negotiation (Pica, 1994) que en adelante llamaremos: negociación de sentidos. Para negociar se requiere de más de una persona. Se trata de una acción conjunta donde los participantes reconocen y expresan intenciones mutuamente, a fin de lograr un objetivo. Viendo a la lengua como una herramienta de interacción humana, aplicamos una idea similar que resalta su papel en la coordinación de las acciones individuales. Esto quiere decir que desde la mirada que aquí desarrollamos, vemos a la interacción verbal como un proceso errático de acomodo, pruebas y ensayos, en el que las personas construyen sentidos relevantes para las situaciones en las que se inter-relacionan con el lenguaje (Shotter, 1993: 100). 7 En la práctica, el entendimiento entre la gente se desarrolla y se negocia en las conversaciones (Garfinkel, apud. Shotter, ibid: 1); es por ello que vemos en la negociación de sentidos un concepto que posibilita el estudio de todo ese proceso de creación conjunta de significados situacionales que, en el caso de una clase de L2, apuntan siempre a un objetivo institucional: que los alumnos aprendan una nueva lengua. Entonces, desde la perspectiva que aquí asumimos, una situación de clase de L2 es una entre muchas situaciones sociales donde la lengua se pone en juego como moneda de cambio. Sin embargo, como se verá, ésta tiene características especiales desde el momento en el que la lengua meta es, al mismo tiempo, el vehículo y el foco de los intercambios verbales. Esta investigación es un esfuerzo por estudiar de cerca dicha situación dentro de dos grupos de japonés como L2 que se imparten en el Centro de Enseñanza de Lenguas Extranjeras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Mediante las herramientas conceptuales que proporcionan la etnografía del habla y el análisis conversacional, analizamos los procesos de acomodo y construcción de un orden social entre los miembros de cada grupo, y describimos las estrategias y tácticas discursivas con las que docentes y alumnos realizan dicho trabajo (Da Silva, et. al., 1992). De igual forma, resaltamos la existencia de un orden institucional que existe detrás de dichos intercambios, así como la relación entre los temas que propician los diálogos en clase y y el tipo de discurso con los que se manejan los participantes. La razón por la que elegimos un curso de japonés para realizar una investigación de este tipo responde a la experiencia del autor como docente de la lengua japonesa. El tiempo que ha pasado en las aulas ha sido suficiente para tomar conciencia de la necesidad de producir investigación básica centrada en la enseñanza de la lengua japonesa en México, la cual existe, sin embargo aún es escaza. De hecho, la investigadora japonesa Senko Maynard (2005) señala que, 8 en general, los estudios del discurso son un campo incipiente dentro de la investigación centrada en la enseñanza del japonés, empero, éstos prometen el desarrollo de una forma de ver al japonés como un idioma con usos creativos. Lo anterior implica romper la inercia que se centra en las reglas gramaticales de la lengua para ver en las reglas de su uso una oportunidad para desarrollar una conciencia crítica hacia el idioma y la cultura que se enseña en el aula (Maynard, 2005: 274). De acuerdo con lo señalado por Maynard, consideramos que una aportación de este estudio es el hecho de hacer patente que una clase de L2 es un espacio donde ocurren procesos que van más allá de una simple transferencia de información. El aula emerge como una arena donde los personajes despliegan aprendizaje previo, expectativas y recursos de interacción social. Todo ello, en perspectiva, constituye un crisol de situaciones del cual el (la) docente debe tomar conciencia para obtener el mayor provecho. Finalmente, el reconocimiento de la situación social que implica una clase de L2 le proveerá de la sensibilidad y de los recursos para hacer un trabajo más reflexivo en cuanto a las posibilidades de procurar a los estudiantes momentos para lograr episodios más propicios para la comunicación en la L2. El trabajo de investigación sigue la siguiente estructura. En el capítulo 1 establecemos la postura general, la cual hace converger al campo de la adquisición de segundas lenguas con el análisis conversacional y la antropología lingüística. Para ello, introducimos a la discusión a aquellas voces que clamaron por el desarrollo de posturas que resalten los usos de la lengua al interior de las aulas (Firth y Wagner 1997; Markee y Kasper, 2004). De igual forma, mediante conceptos básicos de la etnografía del habla (Hymes, 1974) como la vieja dicotomía entre lo émico y lo ético, argumentamos a favor de la observación de campo y la investigación cualitativa en el salón de clase, lo cual a la larga traerá consigo nuevas preguntas y un mayor equilibrio epistemológico en esta área de estudio. 9 En el segundo capítulo abordamos al salón de clase de L2 como un contexto de interacción social que posee sus propias reglas. Así, a lo largo de todo el capítulo describimos sus componentes, desde el contexto institucional donde se inscriben las acciones pedagógicas hasta el papel de factores como los personajes, las identidades que ahí se crean, y la organización de losintercambios verbales. Como se verá, a pesar de que un aula es uno más de los nichos en los que ocurre la comunicación verbal, se trata de un contexto en donde existe un objetivo institucional específico que constriñe la interacción. Esto da pie al establecimiento de posturas de poder desiguales entre el (la) docente y los alumnos y de patrones previsibles de interacción que son determinados por el objetivo institucional y un foco pedagógico. El capítulo 3 comprende a los conceptos metodológicos seguidos. Describimos las características de las situaciones de habla observadas. Es decir, a lo largo de esta sección el lector encontrará generalidades acerca del curso de lengua japonesa que se imparte en la UNAM y aspectos específicos de las clases que conforman el nivel 6 como, por ejemplo: el número de participantes, el libro de texto que pauta el trabajo en el aula, la duración, etc. Posteriormente, desglosamos los objetivos que sigue este trabajo: 1) elucidar la organización discursiva detrás de los diálogos que ocurren en clase; 2) describir las estrategias y tácticas empleadas entre los participantes para completar los episodios comunicativos; y 3) destacar sus competencias comunicativas como recursos para el aprendizaje. También describimos detalladamente el proceso de recolección y selección de datos y presentamos al lector los criterios con los que se seleccionaron nueve episodios de interacción como el material de análisis. Finalmente, explicamos las herramientas conceptuales con las que se llevó a cabo dicho trabajo. El capítulo 4 está dedicado al análisis de los episodios previamente seleccionados. Este es el capítulo más largo de todos, ya que implica una revisión minuciosa de aquellos momentos de interacción que generalmente son considerados como “simples detalles” dentro de la clase. En la 10 parte introductoria, el lector encontrará una explicación respecto al sistema de transcripción, para luego pasar al análisis de los nueve momentos de interacción y negociación de sentidos. Cada episodio comienza con una explicación del contexto que antecede a cada episodio de negociación de sentidos. También ahondamos en la modalidad discursiva que los participantes manejaron y el tipo de actividades realizadas hasta ese momento. Todo ello conforma el trasfondo sobre el que ocurren los diálogos que el lector encontrará transcritos para facilitar su seguimiento a lo largo de todo el análisis. El capítulo 5 está dedicado a la discusión de toda la información surgida del análisis. Condensando todo el argumento del capítulo anterior, describimos a los dos grupos de japonés como lengua extranjera como dos espacios de interacción con personajes y reglas de interacción definidas que, como se verá, son susceptibles de redefinirse cuando el actuar conjunto así lo requiere. En términos generales, la discusión retoma dos temas principales: 1) el uso y la utilidad de una postura émica y del análisis conversacional para la investigación dentro del campo de la enseñanza-aprendizaje de L2; 2) el papel que en este caso concreto juega la negociación de sentidos durante las clases y su importancia para el aprendizaje. Aunque los recursos de los alumnos aún se muestran limitados, esto no impide que en la interacción en clase se pueda pasar de una modalidad pedagógica a una más cercana a una conversación casual. Este es un hecho a mirar de cerca, ya que es en la aparición de este discurso conversacional (conversatin-like discourse) (Da Silva, et. al. 1992) que los miembros de la clase comienzan a intercambiar significados personales en la lengua meta. Por otra parte, señalamos el uso de estrategias discursivas no contempladas en estudios antecedentes, como por ejemplo el recurso paralingüístico conocidos como aizuchi, y el cambio de código. Par finalizar, diremos que esta investigación constituye un primer acercamiento a la interacción social que ocurre en una clase de japonés lengua extranjera en México. La 11 información que de esto emerge no ha de tomarse como un referente absoluto. En cambio, puede ser vista como un estudio de caso con el potencial para despertar más preguntas que den pie a otras investigaciones interesadas en los fenómenos interactivos, e idealmente para convertirse en una aportación a la diversificación epistemológica en el campo de la enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas. 12 Capítulo 1 Enseñanza de segundas lenguas y el análisis de la conversación 1.1 Introducción: la investigación en la enseñanza de L2 Este primer capítulo está dedicado a señalar el lugar del que parte esta investigación, la problemática central y la mirada epistemológica que la orienta. Esto hace necesario revisar parte de la historia de la investigación en el campo de la enseñanza-adquisición de lenguas extranjeras, para después situar el argumento dentro de una postura definida. La enseñanza de lenguas es una actividad que, como muchas otras, se ha alimentado de la investigación surgida de la necesidad de crear mejores métodos de enseñanza: si los métodos pueden hacerse más eficientes, esto finalmente se refleja en un aprendizaje igualmente eficiente por parte de quien estudia una lengua nueva. La investigación sistemática que ha seguido esta premisa involucra una actividad central que es: estudiar los actos implicados tanto en la enseñanza como en el aprendizaje de un idioma. Éste es en sí el origen de todo un campo de conocimiento. 1.1.1 El cognoscitivismo Es inevitable comenzar la exposición del tema en los años sesenta, momento en el que el auge de la psicología cognoscitiva alimentó enormemente a las ciencias del lenguaje. El cognoscitivismo ve al lenguaje como una manifestación de la cognición humana, el cual puede ser estudiado como un sistema que posee sus propias reglas. Desde esta mirada, la capacidad que tiene cada persona para expresarse con la palabra es parte de la constitución biológica humana. Es una 13 capacidad que se desarrolla a través de la experiencia, en un orden natural (Cfr. Firth y Wagner, 1997:287). Así, una lengua se desarrolla a partir de su uso y de un conocimiento implícito de principios sintácticos abstractos y parámetros que marcan la medida en la que las lenguas pueden variar (Long, 2006). Haciendo una analogía desde la biología, se puede decir que una lengua es como cualquier órgano, de manera que una persona debe ponerla en uso y ejercitarla para que sus competencias lingüísticas naturales (entendidas como competencias gramaticales) emerjan, independiente del contexto en el que esto ocurra. Hoy en día, la huella de esta premisa se mantiene vigente en las aulas, en las ponencias dentro de los congresos, los simposios y en los sobreentendidos que guían el debate académico centrado en la enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas: “alguien que aprende un idioma puede tener acceso a habilidades específicas y genéticamente determinadas para adquirir una segunda lengua como parte de sus estructuras cognosctivas”. (Long, 2006: 8) La popularidad de este paradigma explica una tendencia general a dar prioridad a la competencia lingüística1 como el objeto central de la investigación. Esto sin duda fue un paso adelante en la historia de la investigación en la enseñanza de segundas lenguas. En lugar de poner atención solamente a las formas de enseñar, el aprendizaje pasó a primer plano como un proceso psíquico que puede ser observado y analizado en todas sus partes. Desde entonces, lo que la investigación centrada en la enseñanza de lenguas ha tratado de explicar es cómo ciertos eventos causan o impiden la adquisición de una lengua. Mediante procedimientos experimentales se han confirmado y rechazado hipótesis que asumen relaciones causales entre las variables que inciden en el aprendizaje. Así, las 1 Entendida como la capacidady posibilidad de desarrollar una lengua como parte de la carga cognoscitiva del sujeto que aprende. 14 regularidades observadas en grupos de estudiantes que comparten ciertas características dan la pauta para establecer causas y efectos. Esto ha sido el camino para establecer no leyes universales pero sí tendencias generales (Sealey y Carter, 2004:88). En resumen, bajo una mirada centrada en la cognición, los principales objetivos de la investigación en temas de adquisición de segundas lenguas han sido (idem.): 1) Identificar los factores significativos para la instrucción. 2) Encontrar formas válidas y confiables para medir el aprendizaje. 3) Demostrar la relación que existe entre instrucción y aprendizaje. 1.1.2 La crítica de Firth y Wagner Los intereses y las prioridades de la investigación en la enseñanza-aprendizaje de lenguas se han concentrado en la cognición, en el desarrollo de competencias individuales (vista como la capacidad para desarrollar una lengua como parte de la carga cognoscitiva de un individuo) y en el establecimiento de relaciones funcionales entre los factores que inciden en el aprendizaje. Bajo dicho marco, la actuación o la realización de la lengua, por lo general ha quedado relegada a un papel secundario. Esto último conforma la base de una serie de críticas al status quo de la investigación (ver Firth & Wagner, 1997; Markee & Kasper, 2004). El argumento en lo que resta de este capítulo deriva de estas críticas, en específico, la hecha por Firth y Wagner (op. cit.). Una idea central sobre la que gira la postura de Firth y Wagner ante la forma en la que se ha investigado la adquisición de segundas lenguas es que en las agendas de investigación por lo general se reconoce a los elementos contextuales y sociales como factores que inciden en la adquisición. Sin embargo, siempre ha existido un desbalance que, a su juicio, ha llevado a un estancamiento epistemológico y metodológico. Frente a esta idea, podemos afirmar que el 15 paradigma cognoscitivista es sin duda dominante. Sin embargo, ni la adquisición de lenguas ni la lingüística general han tenido un desarrollo homogéneo, ya que, por supuesto, siempre han existido otras propuestas. Paralelamente al auge de las ciencias cognoscitivas, en los años sesenta y setenta se gestó un movimiento que desde sus inicios se contrapuso a la lógica del positivismo imperante, no sólo en el ámbito de la lingüística sino en general en todas las ciencias que estudian fenómenos humanos. El giro lingüístico, como se le conoce hoy en día, postuló nuevas preguntas en torno a la relación entre un sujeto cognoscente y un objeto cognoscible, donde, el lenguaje es un elemento central e ineludible. Igualmente, la crítica del antropólogo norteamericano Dell Hymes (1974) hacia el cognoscitivismo que predicó el estudio del lenguaje “más allá de su contexto”, sembró la semilla de nuevas preguntas que apuntaron hacia la posibilidad de ver a una lengua “más allá de las cadenas de palabras”. 1.2 Una postura émica: el interés por los actos comunicativos La propuesta de Hymes (idem.) resulta central para los objetivos de esta investigación. Desde la antropología, él vio a la lingüística volcada casi por completo hacia el análisis estructural de las lenguas como códigos referenciales. A su modo de ver, un análisis estructural de la lengua deja de lado la significación social, la diversidad y su uso. Su propuesta se volcó entonces hacia el estudio del lenguaje como un artefacto cultural que cada persona adquiere y aprende mediante las interacciones sociales. En contraposición a las ideas de Chomsky, una lengua se adquiere pero no como parte de una estructura psíquica sino como parte de un repertorio cultural que se comparte con una comunidad. Así, su propuesta es una mirada a las lenguas en su propio contexto de uso, donde el trabajo etnográfico se convierte en una forma de acceder a todos esos momentos en los que las 16 lenguas se ponen en acción. La comunicación, o mejor dicho, los actos comunicativos pasan a primer plano como objetos de estudio, siempre vinculados al contexto en el que ocurren y con las competencias comunicativas de los participantes (no las competencias gramaticales) (Cfr. Hymes apud. Golluscio, 2002). Quienes han enfocado su atención hacia el estudio de las lenguas en su propio contexto lo han hecho a partir de la relación dicotómica entre lo émico y lo ético. Tal distinción epistemológica proviene del mismo estructuralismo: mientras el trabajo experimental maneja datos duros arrojados por la observación de un sistema desde afuera (ético), una postura émica implica una mirada al uso de la lengua desde adentro (émico) del mismo sistema; es decir, desde la perspectiva de los participantes en la interacción. Podemos adelantar que este estudio sigue la misma idea, partiendo de un interés por estudiar desde adentro la organización del micro-sistema lingüístico y cultural que conforma una clase de idioma japonés. Lo que coloca a esta postura émica en un orden ontológico diferente a los clásicos constructos mentalistas es una concepción de la lengua en la que se le reconoce un papel central en la construcción de un orden social (Markee y Kasper, op. cit.: 495). Se trata entonces de una perspectiva interesada en el habla en acción, donde la estructura interna del sistema social se refleja precisamente en el proceder de sus miembros. De este modo, el significado de una acción o de una categoría lingüística utilizada por los miembros puede verse como un producto local, el cual siempre será estudiado en relación directa con otras acciones antes y después de su ocurrencia (idem.). 1.3 El estudio de la interacción en la enseñanza de L2 Cuando se presta atención a los procedimientos de interacción (interactional procedures) entre las personas, salta a la vista un hecho: tales procedimientos se constituyen antes que nada, por 17 elementos lingüísticos que convencionalmente llamamos gramática y léxico. Sin embargo, estos mismos elementos lingüísticos que con frecuencia se asumen como conjuntos de estructuras mentales se generan dentro de la interacción social misma. Lo que buscamos resaltar con esto es que lo que conocemos como la gramática o el vocabulario que se utilizan en clase, pueden ser abordados como inventarios compuestos por “un conjunto de rutinas cognoscitivas en constante evolución”, que se constituyen, mantienen y modifican dentro y durante las acciones sociales (Kelly Hall, 2004: 610). Dichos inventarios son entonces respuestas regulares a la necesidad que tienen los miembros de un grupo para lograr la intersubjetividad en términos de “qué estamos haciendo en y con nuestras acciones colectivas” (idem.). En resumidas cuentas, viendo a la lengua como un recurso cultural, el llamado “conocimiento de una lengua” (gramática y léxico) será visto como un conjunto de regularidades en renovación constante. Esto implica entonces un interés por el estudio de los contextos locales de su uso, y por las acciones coordinadas de los participantes para lograr la comprensión mutua. Retomando la crítica de Firth y Wagner (op. cit.), es evidente una preocupación común con la propuesta antropológica de Hymes, en un intento por dar a los estudios del lenguaje un mayor equilibrio teórico y metodológico. En la enseñanza-aprendizaje de las lenguas, tal empresa implica: 1) Explorar y explicar en forma más integrada el uso y la adquisición de lenguas extranjeras en sus dimensiones cognoscitivas y sociales. 2) Fomentar un estudio holístico del lenguaje que lleve a la re-especificación de los temas clásicos del área (Cfr. Firth y Wagner, 1997: 296). 18 Una vía para lograr lo anterior la proporciona la mirada émica, prestando atención a las prácticas comunicativas en las que se involucran los miembros de una clase. También hemosde ver a los procesos con los que los participantes administran en conjunto su interacción para completar las acciones que ocurren en el aula ( Kelly Hall, op. cit. : 610). Este es un tema que ha crecido con los años. Sin embargo, es cierto que, como lo hemos señalado, no ha sido lo suficientemente explorado (Firth y Wagner, 1997; Markee y Kasper, 2004). Por tal motivo acontinuación presentaremos un panorama general de lo que es el campo de estudios de la interacción en relación con el aprendizaje en las aulas. 1.3.1 Interacción y aprendizeaje Si hemos de resaltar las dimensiones sociales de la enseñanza-aprendizaje de segundas lenguas, esto debe ser sobre una postura definida ante la relación entre la interacción social y el aprendizaje. Bajo la mirada del enfoque comunicativo, de antemano asumiremos que existe una relación directa entre la participación y el aprendizaje, o por lo menos las oportunidades para que ocurra el aprendizaje. No obstante, el aprendizaje no es un fenómeno que se pueda observar directamente. Por suerte, muchas acciones y estrategias para lograr tal objetivo sí lo son. De ahí que para entender la relación de la interación con el aprendizaje sea necesario poner atención a aquellos momentos en los que los participantes de una clase realizan acciones propositivas que involucran “hacer cosas” con la lengua meta. Esta relación fue estudiada a detalle cuando este enfoque se afianzó dentro del campo de la enseñanza de segundas lenguas. En la medida en que aparecieron publicaciones al respecto, se acuñaron conceptos clave con los que ahora se vincula a la lengua con la actuación. Por ejemplo, en la parte final de los años sesenta, Peter Corder (apud. Wagner, 1996) hizo una distinción 19 básica entre dos conceptos muy manejados hoy en día: input e intake. Hablar de input es hacer alusión a las “muestras” de la lengua con las que el hablante no nativo se enfrenta cuando entra en contacto con el hablante nativo. El intake, por su parte, es aquello que el no nativo es capaz de procesar, a fin de desarrollar el control sobre su segunda lengua (ibid.: 219). Siguiendo la pista a esa relación entre el hablante no nativo (HNN) y el input que recibe en una legua que no es la suya, tenemos que, Ferguson (idem.) sentó las bases para el estudio de las modificaciones que los hablantes nativos (HN) realizan durante sus encuentros con los hablantes no nativos de una lengua (HNN). Él llamó a tales diferencias: el habla para extranjeros ( foreinger talk), y con ello inauguró una línea muy fructífera en los años ochenta. En esa misma época, Krashen hizo pública una ecuación que resumía la relación entre el input y la adquisición : i + 1. Esto significa que: [...Adquirimos (la lengua) solamente cuando entendemos un lenguaje que posee estructuras “un poco mas allá de nuestro nivel actua.l].2 De lo anterior, hemos de rescatar los pilares de la postura teórica de Krashen: la adquisición de la L2 se logra cuando el hablante no nativo se encuentra con estructuras que están “un paso más allá” de las competencias con las que cuenta. Sin embargo, a pesar de que el trabajo de Krashen es ahora un clásico, no se vio libre de críticas. Su “talón de Aquiles” fue el hecho de que el modelo nunca consideró a los aspectos pragmáticos del uso de la lengua. La idea de que la simple exposición a un “input comprensible” es una condición necesaria y suficiente para que ocurra la adquisición, es un argumento difícil de sostener. Viéndolo como una relación lineal, entre el input y la adquisición hacía falta algo, de manera que lo que haga una persona con el input que recibe, no sería posible sin la ayuda de información extra lingüística. 2 We acquire only when we understand language that contains structure that is “a little beyond” where we are now (Krashen, 1982 : 21). 20 Esta laguna en los estudios del input fue lo que colocó al papel desempeñado por la interacción en los primeros planos. Ferguson sentó un precedente: cuando un hablante nativo (HN) y un hablante no nativo (HNN) de una lengua conversan, producen modificaciones a su discurso en diferentes formas. Luego, Michael Long (1983a: 179) fue un paso más adelante al señalar que tales modificaciones no son unilaterales, ya que son el producto de los esfuerzos coordinados entre los interlocutores. Ferguson describió unas cuantas modificaciones: omisiones, expansiones y reemplazos. Long por su parte estudió a fondo dichas modificaciones y las aglutinó bajo un sólo concepto: “discurso de habla de extranjero” (Foreing Talk Discourse) (idem:180). En general, el discurso del habla del extranjero se caracteriza por: 1) El uso de oraciones cortas. 2) Una sintaxis simplificada. 3) Oraciones más regulares que las que aparecerían en un encuentro entre dos personas que comparten la misma lengua materna (ibid.). Como una transferencia lineal de información, la finalidad de este tipo de discurso es una sola y primordial: hacer el input comprensible para el interlocutor (Long, op.cit.:127). Entonces, si la comprensión es una condición necesaria para que la adquisición ocurra, el trabajo que implicaría modificar el input para hacerlo comprensible emerge como un elemento en la comunicación digno de estudiarse de cerca. En los términos de Long (ibid.: 189), la importancia de las modificaciones al discurso para la lingüística aplicada a la enseñanza de segundas lenguas puede resumirse en la forma del siguiente silogismo: 21 Los ajustes en la estructura del discurso llevan a la comprensión. La comprensión promueve la adquisición. Por lo tanto, los ajustes facilitan la adquisición. Modificar el input y modificar el discurso. Ese proceder que comúnmente se engloba en los términos de una comunicación lineal, en otros términos refiere a una labor de negociación entre las partes involucradas; a un trabajo de mutuo acomodo entre interlocutores que apunta al lograr un objetivo. Tal objetivo puede ser la comprensión por parte del hablante no nativo, la comprensión mutua, el logro de un mutuo acuerdo, realizar una tarea conjunta, etc.3 De esto finalmente se puede desprender que es precisamente la negociación la vía para construir los sentidos en el momento de la interacción. 1.3.2 Negociación de sentidos en el aula Una vez que el input se convirtió en un tema de estudio, éste se llevó al terreno de la experimentación. Aunque la presente investigación no es de corte experimental, resulta pertinente introducir al argumento un trabajo clásico realizado por Gass y Varonis (1994), quienes llevaron la idea del input, sus modificaciones y su supuesta importancia, a un ambiente controlado para estudiar su relación con la interacción y la producción de la L2. En su diseño experimental, estas investigadoras norteamericanas emparejaron a la presencia/ausencia de input modificado y de interacción4/no interacción en un grupo de dieciseis parejas HN-HNN. A todas ellas se les asignó una actividad de resolución de tareas. Al final, los 3 El intake, por su parte, sería entonces una parte del input que el estudiante asimila gracias a procedimientos en la conversación que así lo procuran. 4 Gass y Varonis definieron una situación de interacción como aquella en la que el HNN puede aclarar términos que no conoce. 22 resultados que obtuvieron confirmaron la premisa general de Long (1983a): Las modificaciones al discurso inciden positivamente sobre la comprensión. 5 La anterior es una conclusión muy simple que es necesario desarrollar. Gass y Varonis argumentaron que, efectivamente, las modificaciones al discurso favorecen la comprensión. Sin embargo, al parecer el discurso sin modificaciones también puede favorecer la adquisición de manera indirecta. En otras palabras, el discursosin modificaciones también puede favorecer la comprensión ya que proporciona al estudiante oportunidades para analizarlo. Recordemos que los discursos sin modificaciones se caracterizan por ser producciones más elaboradas, con redundancias, con estructuras formales más o menos regulares, etc.; y esto parece favorecer a las producciones posteriores más cercanas a la lengua meta por parte del HNN. En cuanto al papel de la interacción, los resultados que arrojó est estudio llevaron a concluír que las situaciones en las que existen oportunidades para la interacción proveen al HNN la oportunidad de pasar más tiempo estudiando el “input lingüístico”. Se trata entonces de oportunidades para procesar y reorganizar su propio conocimiento de la lengua, así como para preparar enunciaciones posteriores (ibid.). Entonces, lo que ha de resaltarse de este antecedente se puede resumir de la siguiente manera: La negociación de sentidos es un proceso que ocurre en la interacción. Éste ayuda a que el HNN enfoque su atención en las partes del discurso que son problemáticas, ya sea desde una posición de producción o de recepción. Retomando la nomenclatura de una comunicación lineal, se puede decir que el input producto de la interacción provee el espacio para que los interlocutores comparen y detecten discrepancias entre sus enunciaciones y la de la lengua meta. El efecto de la interacción no es inmediato, ya que se necesita tiempo para que el HNN procese la información. A final de cuentas, 5 De hecho, la condición experimental que arrojó mejores resultados en la resolución de la tarea fue aquella en la que el HNN recibió input modificado y se le dio oportunidad de interactuar. 23 parece ser que la consciencia sobre las diferencias lleva a hacer modificaciones en el uso de la lengua meta (Cfr. Gass y Varonis; op. cit.). Finalmente, el antecedente proporciondo por los estudios del input, así como el trabajo clásico de Gass y Varonis, nos llevan a reconocer que, en el proceso de aprendizaje de una lengua, la actuación juega un papel que no debe ser relegado. Como recurso cultural, la lengua se socializa en la práctica, en su uso y las acciones que se realizan continuamente con ella. De ahí que la llamada “modificación del input” para lograr la comprensión otorga peso al argumento que eleva a la actuación como el locus donde la gente crea la situación social, en la medida que pone en acción a la lengua. Siguiendo esta idea, el siguiente paso es conocer los marcos sociales en los que se inserta al habla como acto social. 1.4 El habla en acción en el aula: los marcos sociales El habla que se emplea en el aula tiene propiedades esenciales que comparte con todo tipo de intercambio verbal. Gran parte de las acciones que ahí ocurren son de tipo dialógico, cara a cara, lo cual conlleva a indagar la naturaleza de la comunicación verbal como una acción social. En los términos de la pragmática, la comunicación verbal involucra la puesta en juego de una serie de interpretaciones y significados que van mas allá de las reglas de la sintaxis o la semántica. Detrás del uso de una lengua funcionan normas socialmente consensuadas que actúan en el momento en el que una persona se dirige a otra.6 Esas normas son los marcos que restringen los encuentros verbales y les otorgan un orden gracias a las evidencias que los interlocutores intercambian para ser interpretadas. La actividad comunicativa es entonces un acto de cooperación que Grice cristalizó en lo que hoy se conoce como el principio general de cooperación (Grice, 1975 :45): 6 Por normas habremos de entender las comprensiones implícitas que los participantes deben saber emplear para dar un sentido adecuado a lo que su interlocutor está tratando de decir. 24 “Haga que su conversación sea, en cada momento, la requerida por el propósito o la dirección del intercambio comunicativo en el que está usted involucrado” . Lo anterior puede traducirse de la siguiente manera: cuando dos personas conversan, cada una espera que su contraparte siga una lógica. Entonces, lo que aquí se busca resaltar es que detrás de un intercambio verbal existen normas que cada persona asume que su interlocutor conoce. El diálogo emerge así como un acto conjunto y cooperativo detrás del cual existe una maquinaria de producción de acciones que sigue métodos a priori, con los que los interlocutores se interpretan uno al otro. De hecho, es precisamente cuando alguien quebranta esas normas, que la primera reacción de su interlocutor es tratar de dar sentido a lo que dice sobre la base de sus expectativas hacia el principio de cooperación. Así, antes de rechazar algo como una enunciación sin sentido, uno trata de otorgar un sentido de cooperación a cualquier cosa que se diga (Edwards y Mercer, 1994: 58). Entonces, en esos momentos de interpretación mutua que existe en cada diálogo, hemos de prestar atención al trabajo conjunto. Para ello recurrimos a las herramientas conceptuales y metodológicas que ofrece el análisis conversacional. 1.4.1 El análisis conversacional Si una motivación básica de este estudio es el desarrollo de una mirada al uso y la adquisición de una lengua centrada en la interacción social, los antes mencionados métodos de interpretación se convierten en un objeto central de investigación. Una alternativa para su estudio la proporciona el análisis conversacional. Sobre la base que sembró la etnometodología (Garfinkel, 1967), el análisis conversacional es una propuesta micro-sociológica cuyo foco de interés recae en las formas como la gente da orden a sus encuentros sociales en el momento que ocurren. Esto es 25 posible al ir más allá de la función referencial del lenguaje y prestar atención a su naturaleza deíctica y reflexiva.7 En el análisis conversacional, el interés en la deixis queda de manifiesto en la especial atención que da a la relación entre las expresiones y la secuencias conversacionales a las que pertenecen. El interés por la reflexividad se plasma en la consideración que se hace de los diferentes tipos de trabajo interactivo que se pueden realizar mediante expresiones y secuencias completas (Potter, 1998: 82). Viendo a la lengua como un instrumento para la interacción, la comunicación verbal emerge como una capacidad de tipo social. Cada persona la adquiere gradualmente en la experiencia social, mediante la producción y reproducción de patrones semejantes de relación. Las personas aprenden a organizar sus encuentros comunicativos, desarrollan sus propios hábitos de participación social y crean sus propias expectativas para adelantarse, por ejemplo, al tipo de interacción y a los procedimientos que se pueden utilizar en un momento específico. Es mediante esas expectativas y esas formas de interpretar sobre la marcha las acciones del “otro”, que las personas aprenden a involucrarse en conversaciones, como actividades humanas que apuntan a objetivos como puede ser: la comunicación interpersonal (Liddicoat, 2007: 4). Aquellos procedimientos con los que la gente ha aprendido a participar en los encuentros sociales se pueden encontrar en cada momento de interacción como puede ser una simple charla informal. Una charla tiene detrás un orden que se recrea en el momento que una persona tiene “algo que decir a otra”. Una característica evidente es su organización secuencial, la cual se puede ilustrar de la siguiente forma: a-b-a-b. Esto es, cada persona participa una a la vez, aunque 7 La noción de reflexividad del lenguaje, supone que las palabras no sólo tienen una función descriptiva. Cuando se habla, se construye al mismo tiempo el sentido y la racionalidad de lo dicho en ese mismo momento; por lo cual se puede decir que describir unasituación es construirla, siendo equiparable la expresión con la comprensión de ésta (Cfr. Coulon, 1987: 40). 26 frecuentemente ocurren traslapes en los turnos y huecos en la información. De hecho, la pura secuencia a-b-a-b no es muy usual (ibid.: 51). Lo que aquí queremos resaltar es que una charla no ocurre de manera aleatoria. Ésta tiene detrás una maquinaria socialmente distribuida que organiza las contribuciones de sus participantes. Las reglas, como la que establece el empleo de un turno a la vez, se recrean mediante la interacción. El siguiente es un pequeño ejemplo proporcionado por Liddicoat (ibid.:52) Ejemplo 1.1 Harry: Harry: Joy: Didjih speak tuh Mary today? (2) Didyih speak tuh Mary? Oh yea:h I saw her at lunch Hablaste con María hoy? (2) Hablaste con María? Ah s::í la vi hoy en la comida Si a alguien le preguntaran cómo sabe cuándo es su turno para hablar, tal vez diría que lo sabe debido a la pausa que hace su interlocutor. Sin embargo, el ejemplo anterior es una prueba de que aunque la regla a-b-a-b está presente, no funciona como una ley escrita sobre piedra. Harry hizo una pregunta a Joy, esperando una respuesta de su parte. El silencio que siguió a su turno no fue interpretado por Joy como una oportunidad para la toma del turno. En cambio, para Harry fue una falla en una secuencia esperable a-b-a-b. La anterior es una estructura muy simple sobre la que los interlocutores organizan sus encuentros. Sin embargo, esto no significa que existan reglas pre-establecidas detrás de la interacción. En los términos de Psathas (1995:51), podemos decir que en una charla se ponen en juego reglas como las del ajedrez, donde cada juego (o cada charla) se organiza a partir de un 27 cúmulo de reglas que hacen que el juego sea ajedrez y no otra cosa. Dicho de otra forma, el intercambio verbal durante una charla en un café, una consulta médica o una clase de inglés, son un conjunto de acciones coordinadas que como en un juego de ajedrez, generan patrones que emergen de las características del juego que se está jugando en ese momento. El siguiente ejemplo puede ilustrar mejor esta idea. En el artículo titulado: The interactive constitution of interculturality: How to be a japanese with words, el investigador japonés Aug Nishizaka (1995) utilizó el análisis conversacional para demostrar cómo la interacción toma formas particulares dependiendo de las expectativas que se crean entre los participantes. Mediante el análisis de entrevistas entre un locutor japonés de radio y estudiantes extranjeros que viven en aquel país, Nishizaka dio cuenta de la forma como el locutor creó una distinción entre su “japoneidad” y lo “extranjero” en el uso del lenguaje. Esto se logró mediante la administración de lo que Nishizaka llamó: la posesión de la lengua japonesa (japanese language ownership) (idem.). El siguiente es un extracto tomado de aquel estudio donde A es el locutor japonés y B su invitado de origen francés. Ejemplo 1.2 1 2 3 4 5 A: B: A: B: そうすると(.)フランスで(.)はじめて日本のその(.)ええ神道なり仏教なり(.)あるいは文化なりの聞いた時(.)にあるいは知った時ね はい どう思いましたか Hhhhh は (.) い:: は-/あ Y (.) cuándo fue la primera vez que en Francia escuchaste y supiste del shintoismo budismo o la cultura japonesa S- sí Qué pensaste Ehmm S::íí:: (.) mm:: hh -eh 28 6 7 8 9 10 A: B: A: B: A: もっと詳しく あ (.) もっ-と 勉強したいな:: はい (.) そう::そうそうそん-なかんじです [うんうんうんうん (.) そしてついにそしてついにそしてついにそしてついに日本日本日本日本にににに来来来来てしまったてしまったてしまったてしまった Más en detalle Ah (.) más-det Quiero aprende::r Sí sí sí es::o fue o que pensé [Sí (.) entonces finalmente viniste a Japón Nishizaka llamó Posesión de la lengua japonesa a un estilo de interacción como el del extracto anterior, donde lo que se ha de resaltar es que a partir de una expectativa hacia el hablante no nativo de la lengua japonesa, el locutor mantuvo el control de la administración de los turnos en la conversación. En un diálogo entre un japonés nativo y una persona extranjera, existe una expectativa hacia el uso de la lengua: el japonés puede entender mejor, hacer sugerencias, e incluso evaluar el dominio de la lengua japonesa que maneja su contraparte extranjera. Esto mismo es lo que se puede ver en la última línea (número 10), donde el locutor (A) comienza su turno antes de que el invitado termine el suyo. Esta práctica de comenzar a hablar antes de que termine el turno anterior fue una constante que el autor encontró en las entrevistas de radio: A no esperó a que B terminara de hablar, traslapando los turnos. Esto no es un error dentro de una regla de interacción a-b-a-b, sino una manera de administrar el intercambio. Con el comentario de la línea 10 (entonces finalmente viniste a Japón) el locutor realizó una acción concreta: señalar a su interlocutor que ha llegado al punto; esto es, que su enunciación ha llegado a ser comprensible (Cfr. Nishizaka, 1992: 313). Lo anterior, visto mediante la analogía del ajedrez, constituye un ejemplo de cómo los diálogos ocurren sobre mecanismos y procedimientos vinculados a aquello que se negocia en el momento mismo en que la gente se involucra en el acto comunicativo. Las formas de las palabras 29 están diseñadas con todo detalle para que sean percibidas e interpretadas de acuerdo a su contexto secuencial y a su papel en la interacción, por lo tanto, sus características no pueden especificarse de antemano. Desde la mirada que aquí proponemos, la interacción en clase puede ser analizada en su contexto, a fin de lograr una lectura fina de lo que es específicamente adecuado a aquella situación particular. Esto implica una observación minuciosa, una búsqueda de momentos de interacción, donde un solo ejemplo, aunque no sea muy común, puede proporcionar información valiosa acerca de la maquinaria detrás de los estilos de interacción que se generan en aquel nicho ( Cfr. Psathas, op.cit. :51). 1.4.2 El análisis de la conversación en enseñanza de L2 El análisis conversacional no nació ni fue pensado inicialmente para abordar los problemas implicados en la enseñanza de segundas lenguas. Sin embargo, como una perspectiva micro- sociológica, sí posee las herramientas teóricas y conceptuales necesarias para hacer aportaciones sólidas en este terreno. Esta forma de ver al lenguaje como un recurso que administran los participantes de la interacción, involucra la posibilidad de explorar terrenos donde se resalta lo que normalmente es considerado meros detalles secundarios del lenguaje que producen los alumnos en clase. Según las investigaciones que han utilizado este marco de referencia difieren mucho entre sí en el énfasis puesto a ciertos fenómenos de la interacción y a ciertos contextos de aprendizaje, resaltando aspectos de la interacción tan diversos como la toma de turnos, las reparaciones, las secuencias de interacción, entre otros (Kelly Hall, 2004:608). Todo ello, en mayor o menor medida ha contribuido al cúmulo de conocimiento en el campo de los estudios del discurso en el 30 salón de clase, y al mismo tiempo ha dado sustento a la idea de la interacción en el aula como una constelación compleja de prácticas sociales. Actualmente existen sub-campos de estudio muy distintos. Entre ellos podemos mencionar a los que estudian el mantenimiento del control de la interacción en clase; la construcción y cambio de identidades en el aula, la construcción social de las oportunidades para el aprendizaje, el manejo de problemas causados por falta de léxico, o bien patrones de cooperación entre el estudiante y el docente (ver Larsen-Freeman, 2004). Lo anterior evidencia un creciente interés por la interacción, lo cual ha abierto la posibilidad de resaltar las capacidades del estudiante (punto que en general se pasa por alto cuando de antemano se confiereal estudiante un papel pasivo). En cuanto al aprendizaje, coincidiendo con las posturas cognoscitivistas, se reconoce a la conversación como un nicho propicio para que éste ocurra. A final de cuentas, es así como la lengua se pone en práctica. Sin embargo, donde la vieja escuela clamaría que la conversación es la fuente del input que contribuye al desarrollo de competencias lingüísticas, ésta versión sociolingüística ve al aprendizaje como un fenómeno social en sí mismo (Larsen Freeman, op. cit.: 605). 8 A manera de recapitulación, diremos que, ver al aprendizaje como un fenómeno de tipo social permite explicar las competencias como competencias sociales con las que los participantes se involucran para lograr actos comunicativos llenos de sentido. Esto lo hacen a partir de recursos aparentemente imperfectos que los estudiantes tienen a su disposición. En este sentido, la atención recae sobre las capacidades que cada participante tiene para “leer” al lenguaje como una parte de la arquitectura que caracteriza a las prácticas discursivas en clase. 8 Idealmente, el aprendiz de una lengua recupera estas competencias cognoscitivas adquiridas en clase para utilizarlas en situaciones subsecuentes fuera o dentro del aula. 31 Para entender las formas en las que ocurren los diálogos durante una clase, es necesario tener presente que los participantes construyen su mundo social en el discurso utilizando una arquitectura de interacción que se conforma en el aula. El trabajo involucra entonces desmontar la estructura y los procedimientos coordinados entre maestros y alumnos, y es esa capacidad de acceso a los procedimientos lo que provee la mirada desde el interior del sistema (Cfr. Seedhouse, 2005: 252). Segundo, si comúnmente el hablante de una lengua extranjera se asume como un sujeto comunicante limitado que lucha por sobrellevar el desarrollo insuficiente de sus competencias en la L2, resulta relevante resaltar el hecho de que las personas a menudo logran comunicarse con éxito en una lengua extranjera utilizando diversas competencias a su disposición (Firth y Wagner, 1997: 296). A final de cuentas, cuando generalmente se asume un papel pasivo del estudiante en el proceso de aprendizaje, desde esta perspectiva se ha de reconocer su propia agencia. Como lo señala Larsen-Freeman (2004: 603) los estudiantes tienen un papel central en el momento de determinar qué aprendizaje ocurre en qué tipo de interacción. Tercero, el mundo que rodea a la gente que se comunica en una lengua es un crisol de factores como: relaciones sociales, identidades, contexto físico, y una agenda tanto general como de turno por turno. Cada uno de estos factores resulta potencialmente influyente mediante el uso de la lengua que haga el hablante y, al mismo tiempo, inciden también en las formas en las que los hablantes utilizan ésta (Cfr. Firth y Wagner, op. cit.: 293). De ahí que ver a los problemas en la comunicación como problemas sociales contingentes resulta una veta rica para plantear nuevas preguntas. De esta forma, el siguiente paso será desglosar las características del aula como nicho de interacción social, así como presentar las herramientas y los antecedentes que nos permitirán describir las características específicas de las aulas de japonés del CELE dentro de su propio contexto institucional. 32 Capítulo 2 Etnografía del habla en el aula En la sección anterior, reiteramos una idea que sustenta a la etnografía del habla: el lenguaje ha de ser estudiado con relación al contexto en el que se produce. Ahora, en este capítulo, abundaremos en el tema para comprender cómo los diálogos desarrollados en el aula son sensibles tanto a los marcos sociales donde ocurren como a los fines detrás de su ocurrencia. 2.1 El lugar: el salón de clases como nicho de interacción Retomando el tema de los marcos sociales del habla, debemos recordar que en el aula, como en cualquier otro contexto, existen normas implícitas sobre las que ocurre la interacción y la construcción situacional de sentidos (Grice, op. cit.). Igualmente, la importancia del lugar, las personas, el tiempo, el conocimiento cultural, el carácter y los fines de la transacción, conforman el telón de fondo de todo lo que ocurre a nivel del habla y de acciones abiertas. Las situaciones de clase, sean de lenguas o de cualquier otro tipo, constituyen una subcategoría de estos marcos sociales. Por ello resulta necesario comenzar describiendo las particularidades que tienen en comparación con otro tipo de contextos. En el caso que concierne a esta investigación, un salón de clases se definirá como “el lugar de reunión, por un período corto de tiempo, de dos o más personas, para los propósitos del aprendizaje de una lengua” (Van Lier, 1988; apud. Allwright y Bailey; 1992:18). Mas allá del espacio físico, el salón es un crisol de situaciones; el lugar de confluencia de actores donde uno de ellos toma el papel de instructor. Al final, se espera que ahí ocurra el aprendizaje (idem.). 33 Las situaciones que ahí confluyen son personales y grupales. Los participantes no llegan con las manos vacías; todos llevan consigo toda su experiencia de vida, su experiencia de aprendizaje previo dentro de las aulas, sus razones personales que los motivan a estudiar una lengua, sus necesidades y una expectativa a ser satisfecha. El profesor lleva también su experiencia en el aprendizaje y la enseñanza, y un programa que muy frecuentemente está contenido en un libro de texto (idem.). 2.2 Los personajes: las identidades en el salón de clases Si un aula es un espacio en el que se reúnen personas con un objetivo y una historia antecedente, es previsible que del trabajo que justifica esa reunión surja una repartición de papeles que posibilite el avance hacia dicho objetivo y a la satisfacción de las necesidades. Respecto a este punto, la investigadora brasileña Eni Orlandi es muy clara al caracterizar parte de una clase de lenguas. Ella señala que las actividades que ocurren en el salón de clases generalmente se encaminan hacia la resolución de tareas; y es a partir de ello que se entreteje una relación interactiva en la que toman parte actores definidos: profesor(a) y alumnos. En general, el (la) profesor(a) dirige la acción discursiva a través de un discurso de tipo pedagógico, lo cual es, al parecer, lo que justifica la relación social (Orlandi, 1987: 16). En el contexto de la enseñanza del japonés como L2, Shimazu (2003) hizo un planteamiento similar. A partir de observaciones de campo en cursos básicos de lengua japonesa, esta autora describió convencionalmente a diferentes formas en las que emergen las identidades del maestro y los alumnos durante una clase. 1 Las “identidades de la clase” como ella las llamó, se crean conjuntamente y al mismo tiempo forman parte de un patrón de interacción cotidiano. 1 Idea retomada de planteamiento de Ochs (1993), según la cual los participantes intercambian una serie de “acciones” y “posturas” con los que finalmente se logra una identidad que emerge del contexto. 34 Shimazu retomó una idea antecedente de Ochs (1993; apud. Shimazu, op. cit.) en cuanto a la existencia de acciones (actions) y posturas (stances) que los participantes de una clase despliegan en la interacción. En el caso de el (la) maestro(a), se trata de un personaje que ostenta el control de la clase. Tiene también un plan de clase a seguir, y una o varias metas. Sus acciones y posturas son las siguientes (Shimazu, op. cit.: 12): ACCIONES POSTURAS • Proveer un modelo en el uso del lenguaje • Comenzar las interacciones por medio de preguntas • Administrar la duración de las intervenciones • Administrar las intervenciones de los participantes • Corregir y evaluar las intervencionesde los alumnos • Guía y liderazgo • Orden • Ejemplo • Ayuda y asistencia Tabla 2.2.1 En el caso del (los) alumno(s), su papel previsible está circunscrito al del maestro. Se espera también que aprenda una gramática y un vocabulario y que a partir de ellos produzca enunciaciones poco a poco, hasta aprender un patrón rutinario de interacción donde sus acciones y posturas tienen las siguientes características: ACCIONES POSTURAS • Participación en clase • Uso y entendimiento de los objetos de estudio • Seguir las instrucciones del profesor • Docilidad • Cooperativismo • Motivación al aprendizaje 2適切なインターアクション型の反復 35 profesor • Recibir evaluaciones • Hacer repeticiones en la forma adecuada de interacción2 Tabla 2.2.2 Estas acciones y posturas de maestros y alumnos suelen ser constantes, repetitivas, proveyendo finalmente un contexto de interacción en el que emergen las “identidades de la clase” del (la) docente y los alumnos. De esta forma, veremos a las identidades como verdaderos productos locales, cuya construcción durante la interacción coloca a los participantes en una situación de asimetría con respecto al conocimiento de la lengua a aprender (Park, 2007:342). 2.3 El trasfondo institucional Un salón de clases es un espacio con características especiales, considerando que los intercambios verbales que ahí se suscitan no ocurren libremente. Por lo general, estamos acostumbrados a este tipo de restricciones a tal grado que un observador lego podría fácilmente predecir o adivinar el tipo de intercambios que estaría por presenciar. Es por ello que una clase de lengua también fue descrita por Dabéne et. al. (1990) como “un espacio donde se realizan intercambios ritualizados”. Ejemplo 2.1 En Snyder Ohta (2001:192). 1 2 3 4 M: A: M: A: テレビを見ますか はい うん なにを見ますか ニュースを見ます Ves televisión? Sí Mm Qué ves? Veo las noticias 36 5 M: うん はい ニュース (un) sí las noticias El ejemplo anterior es un intercambio que puede estar presente en un curso básico de cualquier idioma. Se trata de una rutina en la que el (la) profesor(a) (M) inicia una secuencia elicitando una respuesta del alumno (A). Ésta última antecede a otra respuesta del maestro(a), ya sea para evaluar o ampliar el turno anterior del alumno(a).Se trata de una estructura de interacción típica de un discurso con propósitos pedagógicos, es decir, cuyo objetivo es la enseñanza-aprendizaje. Con esto se pretende mostrar que, a pesar de compartir las características esenciales de cualquier tipo de encuentro verbal, una clase de lenguas tiene también características muy específicas. Como parte de una tradición francesa de estudios centrados en el trabajo interactivo en el aula, Dabene et. al. siempre resaltaron los factores sociales e históricos que otorgan a la situación de enseñanza, tanto un modo de habla, como un sistema de evaluación y una repartición de papeles y tareas. De esta forma, con base en las observaciones de estos autores, diremos que el carácter tan específico de una clase de lengua extranjera se sustenta en tres ejes findamentales (ibid.: 22): a. La clase es un lugar de intercambios sociales donde el estatus de los participantes genera comportamientos típicos. Las formaciones imaginarias de los sujetos legitiman el estatus de cada uno, otorgándoles derechos y obligaciones en cuanto a producir, hacer producir, asignar turnos, tomar un tema base para la conversación, evaluar las producciones, etc., todo esto alineado a una conversación didáctica. b. Dentro del marco de la enseñanza de una lengua hay identidad entre el objeto estudiado y el instrumento de estudio. Esto quiere decir que en una clase de lenguas las 37 formas lingüísticas juegan un doble papel: el estudio de una lengua es el vehículo pero también el foco o referente de lo que se dice y hace en ese ámbito. c. La enseñanza de una lengua extranjera engendra un discurso pedagógico específico. Esto hace referencia a la existencia de un estilo de inter-relación entre los participantes moldeado en forma y contenido por la meta general que es el aprendizaje. Por otra parte, desde la perspectiva del análisis conversacional, Drew y Heritage definieron a una clase como una situación en la que la interacción se rige por restricciones implícitas entre los participantes. Ésta tiene tres características (Drew y Heritage, 1992: 22-24): 1) Está orientada a metas. Una clase involucra una orientación hacia objetivos, actividades (tasks) o identidades convencionalmente asociadas con la institución en cuestión (una escuela, un hospital, una empresa, etcétera). 2) Existen limitantes en las contribuciones. A menudo pueden involucrar limitantes particulares en cuanto a lo que los participantes consideran como contribuciones viables dentro de la actividad en cuestión. 3) Las inferencias tienen características especiales. Las inferencias pueden asociarse a marcos (inferential frameworks) y procedimientos que son particulares a contextos específicos. Así, pueden existir características particulares a la institución donde ocurre el intercambio en el razonamiento, la inferencia y las implicaturas que se despliegan. 38 La postura de Drew y Heritage proviene del análisis conversacional, lo cual la coloca como una lectura micro-sociológica que resalta la relación entre las expresiones y la secuencias conversacionales a las que pertenecen. Así, la interpretación de los actos y las enunciaciones que ocurren durante una clase tienen marcos de referencia que se restringen a ese momento, a los objetivos, expectativas e identidades que se crean en el aquí y ahora del acto comunicativo. De igual forma, sobre esta misma línea, Numa Markee señala que la relación que se crea en este tipo de contextos ocurre desde posturas de poder desiguales, donde: 1. El maestro tiene el privilegio de asignar los tópicos y los turnos a sus alumnos. 2. El maestro es quien evalúa la calidad de cada contribución a la interacción por parte del alumno (Markee y Kasper, 2004). Así, al igual que en otros contextos institucionales como una consulta médica o una entrevista de trabajo, resalta el hecho de que los diálogos en el aula no pueden ser equiparables a aquellos que ocurren afuera. La interacción en este caso está constreñida por las características de un orden social preestablecido que proviene de la institución, de sus objetivos institucionales y de la división de papeles que su estructura interna facilita. 2.4 Las modalidades de la interacción Las restricciones que en sí tiene el contexto institucional de una clase de lenguas provee las condiciones para que en su interior se cree una comunidad. En los términos de Paul Seedhouse (1994), en el salón de clase se crea una comunidad de habla que sigue un propósito específico opera conforme un sistema de intercambio verbal adecuado para dicho propósito. 39 A todos esos patrones de interacción generados en la clase, Seedhouse los llamó modos o modalidades. Este autor identificó cuatro modos distintos en los que una clase puede operar, cada uno con sus propósitos y patrones de interacción más típicos (Seedhouse, op. cit.: 310). Cuadro 2.1 Los modos de interacción en clase según Paul Seedhouse (1994). Modo 1. Realidad de la comunidad de la lengua meta Modo 2. El saló de clases como comunidad lingüística Modo 3. Comunidad lingüística orientada a tareas Modo 4. Comunidad lingüística de forma y precisión Propósitos Habilitar a los alumnos para aproximarse a la realidad de la comunidad de la lengua meta. Los alumnos intentan reproducir los modelos característicos de interacción en la lengua meta a la que aspiran acercarse. Maximizar las oportunidades de interacción que propician lasituación de clase y la propia comunidad de habla. Que los alumnos realicen una tarea usando la lengua meta como medio. Los alumnos aprenderán del maestro cómo manipular con precisión formas lingüísticas. Características de la comunicación La interacción debería ser parecida a los patrones de interacción en el mundo real de la lengua meta. Los participantes hablan de su comunidad lingüísticas inmediata (el salón de clase), su medio inmediato, sus relaciones personales, sentimientos y significados. No se toman en cuenta significados personales. Los alumnos deben comunicarse a fin de completar una tarea; el foco está en el cumplimiento de la misma, más que en la lengua. Las enunciaciones de los alumnos pueden parecer empobrecidas y carentes de significado si se les saca de contexto; sin embargo, lo relevante en este caso es que ellos sean capaces de usar la lengua para llevar a cabo la tarea encomendada. Esta es una forma restringida de la comunicación que se basa únicamente en transacciones puntuales; no se toman en cuenta significados personales. El maestro da información a los alumnos sobre formas lingüísticas, los alumnos por su parte producen enunciados con la finalidad de que el maestro evalúe si ellos han asimilado dicha información. Análisis conversacional cuantitativo, cualitativo No hay modelos en la lengua meta Los criterios emergen de las Los criterios emergen de las 40 Evaluación de la comunicación y de actos de habla. con los cuales comparar, ni tampoco hay normas absolutas; sin embargo sí se proponen los siguientes criterios: 1) el número de miembros en la interacción. 2) la cantidad de interacción. 3) el grado en el que la interacción se basa en significados personales más que en contenido determinado por el maestro. 4) el grado en el que los alumnos son capaces de negociar sus propósitos con el maestro 5) el grado en el que el maestro ha aumentado las oportunidades posibles para la interacción. siguientes preguntas: 1) ¿Los alumnos cumplen con la tarea? 2) ¿El uso de la lengua por los alumnos facilita o dificulta el cumplimiento de la tarea? siguientes preguntas: 1) ¿El maestro presenta de manera clara el ejercicio y las formas a ser usadas? 2) ¿Los alumnos usan dicha información con precisión? 3) ¿Las formas aprendidas son utilizadas en un nivel más alto (en los modos 1, 2 y 3)? Cada una de estas modalidades representa parte de la estructura mayor de una clase y las condiciones en las que opera en un momento dado. Seedhouse propuso que cualquier caracterización acerca de la comunicación que ocurre en el aula debe incluir los conceptos de comunidad lingüística y sistema de intercambio lingüísticos. 41 Así, cada uno de estos cuatro modos es el punto de convergencia entre: 1) los propósitos de la comunidad lingüística que se forma en el salón de clases y 2) los modelos de interacción que ahí se producen. 2.5 La organización de los intercambios verbales en el aula El salón de clases es, en efecto, un lugar en el que ocurren conductas estereotipadas. Desde que su maquinaria se pone en marcha el primer día del curso en el contexto institucional, el cual tiene tres propiedades que derivan de la meta última que es el aprendizaje de la L2 (Seedhouse, 2004:183): 1. Como lo adelantamos, la lengua es el vehículo y el objeto de la instrucción. Este doble papel del lenguaje no aparece en ningún otro contexto de enseñanza, lo cual sin embargo, no quiere decir que toda la instrucción deba ocurrir en la lengua meta. 2. Existe una relación reflexiva entre la interacción y la pedagogía. Como vimos en la propuesta de las cuatro modalidades de Seedhouse, en la medida que el foco pedagógico tiende a variar, también varía el estilo de interacción. Una clase de lengua extranjera tiene su propia organización, la cual transforma el foco pedagógico en interacción. Esa relación se encuentra en constante evolución, y los participantes son capaces de monitorearla, interpretarla y actuar con base en ello. 3. Las formas lingüísticas y los patrones de interacción que producen los estudiantes en la L2 son sujetos potenciales de evaluación por parte del docente. En una clase existe un implícito que eleva a la evaluación y a la retroalimentación como procesos centrales en el 42 aprendizaje de lenguas. Entonces, dada la antes mencionada relación entre los estilos de inter-relación y el foco pedagógico, el (la) docente desarrolla una capacidad para evaluar las producciones de los alumnos a fin de cumplir las expectativas hacia éstas a partir del foco pedagógico. Lo anterior queda de manifiesto en el ejemplo 2.2 retomado de Seedhouse (ibid.:185). Ejemplo 2.2 En Seedhouse (2004:185). 1 2 3 4 5 6 7 8 9 M: A1: M: A2: M: A1: A2: M: A2: Ok my name’s My name’s Ok (.)er hello ((addresses L1) my name’s John Fry (.) my name’s John Fry Oh! ((laugh)) my name´s Ping Ping Ping? yes hello you say ((whispers)) hello Hello my name is my name´s Ping Muy bien mi nombre es Mi nombre es Muy bien (.)ehm hola ((acude a L1)) mi nombre es John Fry (.) mi nombre es John Fry Oh! ((risas)) mi nombre es Ping Ping Ping? si hola y dices ((susurrando)) hola Hola mi nombre es Ping En la línea 4, podemos observar cómo A2 desplegó su propio análisis de la relación que ocurre entre el foco pedagógico y la interacción. Él asumió que debía repetir todo lo que dijera el (la) maestro(a). Las líneas 1 y 2 así lo demuestran. Sin embargo, en las líneas 5 y 8 el (la) maestro(a) dejó ver que aquella no era la relación esperada: A2 debía producir una cadena de formas lingüísticas que incluyera su propio nombre. A partir de ello, A2 cambió su interpretación de la 43 relación entre el foco y la interacción de manera que en la línea 9 finalmente se adecuó a la expectativa creada en esa situación. (Cfr. Seedhouse, op. cit.). Así, a pesar de que la interacción en clase es un crisol de situaciones que confluyen en un mismo espacio, a partir de sus tres características básicas es posible señalar una secuencia básica común a todo salón de clases (Seedhouse, ibid: 187): Primero. Se introduce un foco pedagógico. Aunque esto lo pueden hacer los alumnos, en la gran mayoría de los casos es el profesor quien hace este trabajo. Segundo. Por lo menos dos miembros del grupo hablan en la lengua meta en una forma orientada hacia el foco pedagógico. Tercero. En todas las instancias, la interacción subsecuente de los participantes involucra un análisis constante del foco pedagógico y una construcción de turnos que refleja dicho trabajo de análisis. En un grupo en donde todo está cuidadosamente planeado y predicho, la interacción fluye turno por turno. Ejemplo 2.3 En Seedhouse (2004: 58-59) 1 2 3 4 M: A: M: A: After they have put up the tent, what did the boys do? They cooking food No, not they cooking food, pay attention They cook their meal Qué hicieron los niños después de colocar la tienda? Ellos cocinando comida No, no es ellos cocinando comida, pon atención Ellos cocinaron su comida 44 5 M: Right, they cook their meal over an open fire Exacto, ellos cocinaron su comida en una fogata En los grupos orientados a la forma y a la precisión (modalidad 4), la organización de los turnos se configura en secuencias como la del ejemplo anterior. El docente asigna los turnos y mantiene el control, produciendo secuencias donde existe un inicio (línea 1), del cual idealmente se espera una respuesta por parte de alumno (línea 2). A este par de turnos le
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