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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO POSGRADO EN BIBLIOTECOLOGÍA Y ESTUDIOS DE LA INFORMACIÓN FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIBLIOTECOLÓGICAS Y DE LA INFORMACIÓN MUJERES LECTORAS: RECONSTRUCCIÓN Y ANÁLISIS DE BIBLIOTECAS PARTICULARES DEL SIGLO XVIII TESIS QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: MAESTRA EN BIBLIOTECOLOGÍA Y ESTUDIOS DE LA INFORMACIÓN PRESENTA: POLET ABIGAIL MOLLEDA SABALA TUTOR DR. MAURICIO SÁNCHEZ MENCHERO CENTRO DE INVESTIGACIONES INTERDISIPLINARIAS EN CIENCIAS Y HUMANIDADES Ciudad de México, abril, 2019 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. Agradecimientos: Al Consejo de Ciencias y Tecnología (CONACYT) por el apoyo otorgado durante los años 2015-2017, periodo en el que curse la maestría de Bibliotecología y Estudios de la Información así mismo a la Universidad Nacional Autónoma de México por su apoyo al brindarme un lugar para continuar mis estudios en tan importante escuela. Un agradecimiento especial Al Doctor Mauricio Sánchez Menchero Quien me ha acompañado en dos procesos muy importantes en mi vida académica, la titulación de licenciatura y de maestría; cuya paciencia y excelentes consejos, me han dado lecciones que jamás olvidaré; Gracias por el enorme empujón en el camino correcto. A la Dra. Rosa María Fernández de Zamora, Dra. Elsa Margarita Ramírez Leyva, Doc. Héctor Guillermo Alfaro López, Doc. Hugo Alberto Figueroa Alcántara, cuyos consejos y correcciones me ayudaron enormemente en la elaboración de este texto. Dedicatorias A mi madre Quien, con su sabiduría, fuerza y sacrifico me demostró, que su amor, es más fuerte que todo lo malo. Te amo, mami, por todo lo que has hecho, desde darme la vida hasta soportar mis locuras y claramente por el hermoso trabajo que haces día a día con mi hija. Esta tesis y las que vengan serán tan tuyas como mías. Gracias por ser mi conciencia A mi Layla Cuyo amor, ha sido mi fuerza, hija eres mi vida entera y hare todo lo humanamente posible, para verte feliz y plena. Gracias por ser mi hija, por elegirme a mí como tu madre, daré lo mejor para que siempre estés orgullosa de mí. Como yo lo estoy yo de ti Te amo. Y como siempre te he dicho “tú y yo contra el mundo” A mi marido Cesar, eres mi vida y mi fuerza sigo tan enamorada como el primer día. Gracias, por ayudarme a cumplir mis sueños aunque sean descabellados, tu, apoyo incondicional ha sido lo segundo mejor que me has dado. Tu sonrisa y amabilidad me hacen ser mejor cada día. No pude encontrar mejor pareja. “Hasta el final. Mono” A mi hermano Hola Tú, generalmente no soy muy expresiva. Pero te diré que eres mi suelo, la base de mi vida y aunque seas un anciano, para mí siempre serás. Mi pequeño, hermano, estoy tan orgullosa del hombre que eres; no supe en qué momento, creciste pero me alegro de poder verte así. Te amo, y siempre estaré contigo A mi padre Nos diste todo, gracias a ti tuvimos una familia gracias a ti, jamás nos faltó nada, nos permitiste volar tan alto como quisimos, gracias y créeme; ni en esta vida ni la que sigue alcanzare a pagarte lo que hiciste por mi hermano y por mí. Te amo padre, y mucho. Solo me queda decirte. “Tengo el mejor papá del mundo” Y a mí hermosa familia Gracias: Abuelita: por apoyarnos siempre y más de la cuenta, y por seguir en mi vida de forma presente, y compartir ahora tu vida y tiempo con mi pequeña Lala. Mi querida Fer, y Tía Ros, que siempre me acompañaron y siempre están presentes en todo momento de mi vida. Las amo muchísimo. A mis suegros: que, en estos nueve años, han estado presente y se han vuelto mi familia, gracias por sus consejos y cuidados, los agradezco por todo lo que hacen por mí, por Cesar y por Layla todos los días. Y a mi tío Oscar: que, a pesar de no estar aquí de forma presente sé que siempre estará conmigo ÍNDICE Resumen…………………………………………………………………………………I Introducción…………………………………………………………………………….II Capítulo 1 Sociedad, mujeres y lectura en la Nueva España 1.1 La mujer en la Nueva España del siglo XVIII………………………..……….6 1.1.1 La educación de la mujer en el siglo XVIII…………….…..………9 1.2 La lectura en la vida cotidiana novohispana………………………..……….20 1.2.1 La mujer y sus tipos de lectura…………………………………......33 1.2.1.1 Lectura en solitario…………………………………………..35 1. 2.1.2 Lecturas grupales……………………………………………36 a) Lecturas familiares en voz alta……………………….….36 b) Tertulias…………………………………….………………37 1.2.2 Las mujeres como lectoras y escritoras……………..…...……….39 a) Las mujeres religiosas………………………………………40 1.2.3 Las bibliotecas privadas en el siglo XVIII……………...…………..41 Capítulo 2 Las tres bibliotecas: sus propietarias y sus acervos 2.1 Aproximación a las tres bibliotecas …………………………..…..….….…..44 2.2 Fuentes históricas para reconstrucción de tres bibliotecas privadas ……...…… 48 2.3 Análisis de las bibliotecas 2.3.1 Biblioteca de Eusebia de Castañeda………….………..……..…50 2.3.1.1 Obras de religión……………………………………………..55 2.3.1.2 Obras de humanidades…….…………………………….….57 2.3.1.3 Obras de ciencias……………………..……………..…….…58 2.3.1.4 Obras de derecho………………….…….…………..….……59 2.3.1.5 Producción y comercialización de libros….……………..…60 2.3.1.6 Idiomas…………………………..……………………………62 2.3.1.7 Formatos de los libros en la biblioteca ………..…………...63 2.3.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga………………..………65 2.3.2.1 Obras de religión………………………...…………………....69 2.3.2.2 Obras de humanidades…………………...………………….70 2.3.2.3 Obras de ciencias…………………………..………………...72 2.3.2.4 Obras de derecho…………………………..………………...74 2.3.2.5 Producción y comercialización de libros ..……...……….…76 2.3.2.6 Idiomas……………………………………………….…..……77 2.3.3 Biblioteca de Ana María Guralla………………………………….….78 2.3.3.1 Obras de Religión……………………….……………..……..81 2.3.3.2 Obras de Humanidades……………………….………....…..83 2.3.3.3 Obras de Ciencias……………………………….….…….….84 2.3.3.4 Producción y comercialización de libros ..….……………....86 2.3.3.5 Idiomas…………………………………………………………87 2.3.3.6 Costo del ítem………………………………...……………….88 Capítulo 3. Mujeres, libros y representaciones……………………………….90 3.1 La mujer y su representación social. Desde la perspectiva de Antonio Ossorio en su libro Las virtudes en el estrado….…………………………97 3.2 La mujer y su representación intelectual. Desde la perspectiva de Benito Feijoo en su libro Teatro crítico universal, tomo I, capítulo XVI..103 3.3 La mujer y su representación espiritual. La percepción de Jaime Barón y Arín en su libro Luz de la senda de la virtud, desiderio, y electo en el camino de la perfección………..…………………………………….108 3.4 La mujer y su representación corporal: el cuidado íntimo una visión médica en los libros de: 3.4.1 Joseph Gazola. El mundo engañado por los falsos médicos. Discursos………………………………………………………...112 3.4.2 Pauli Zacchiae. Questiones médico legales…………….…..114 Conclusiones…………………………………………………………………………..121 Obras consultadas.…………………………………………………………………...128 Anexo1. Reconstrucción catalográfica 1.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda……………….….140 1.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga………………………...…..182 1.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara…………………………………..203 Anexo 2. Reconstrucción a manera de tabla 2.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda…………..….…..215 2.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga…………………..…...…...253 2.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara……………………………..…...276 Anexo 3. Testamentos 3.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda……….……..…...288 3.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga……………………...….....301 3.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara……………………………..…...332 Índice de figuras Figura 1. Distribución de títulos…………………………………………………………44 Figura 2. Total de volúmenes ……………...……………………………………….......44 Figura. 3. Temas biblioteca de Eusebia de Castañeda………….….………..….…..54 Figura 4. Obras de religión……………………………………………………….….….56 Figura 5. Obras de humanidades…………………….………………………..…..…...57 Figura 6. Obras de Ciencia………………………………………….………………..…58 Figura 7. Obras de derecho...……………………………………...……………….…..59 Figura 8. Producción y comercialización de libros ……………………………….…..61 Figura 9. Idiomas……………………………………………………………….…….…..62 Figura 10. Tipos de formatos…………………….. ….………………………….….….64 Figura 11. Temas de la biblioteca de Theresa de Quiroga……………...…….…….68 Figura 12. Obras sobre Religión……………………………………………….……….69 Figura 13. Obras de humanidades…………………………………………..…….…...71 Figura 14. Bails, Benito. (1775) Elementos de Matemáticas. Madrid: Imprenta de Joaquín Ibarra. p. 580………………………………………………………………….. 72 Figura 15. Bails, Benito, (1806) Tabla de Logaritmos de todos los números naturales desde 1 hasta 20000. Madrid: Imprenta de la viuda de Ibarra. p.350………….…..72 Figura 16. Garcia Carrero, Pedro (1612). Disputationes medicae. Madrid: Ex Officina Ioannis Gatiani p. 680………………………………………………………...…………73 Figura 17. Malpica, Francisco. (1751). Alexipharmaco de la salud, antídoto de la enfermedad, favorable dietético instrumento de la vida: dissertacion médico-moral. México: Colegio real y más antiguo de san Idelfonso p. 580………………………………………………………………………………….……..73 Figura 18. Obras de derecho……………………………………………………………75 Figura 19. Producción y comercialización de libros ……………………...…………..76 Figura 20. Idiomas……………………………………………………………….…….…77 Figura 21. Biblioteca de Ana María de Gullara………………………………………..80 Figura 22. Obras de religión…………………………………...………………………..82 Figura 23. Martínez Montaño, Francisco, (1740). Arte de cocina pastelería bizcochería. Madrid; Imprenta de Barco López, p. 365……………………..……….84 Figura 24. López, Tomas. (1730). Mapa de calañazor y alrededores. Madrid: Imprenta de burgos, mapa………………………………………………………...…….85 Figura 25. Producción y comercialización de libros ………………….………………86 Figura 26. Idiomas…………………………………………………….……………..…..87 Figura 27. Costo de los libros…………………………………………….……….…….88 Figura 28. Ossorio, Antonio. (1766). La virtud en el estrado visitas juiciosas crítica espiritual. Madrid: Andrés Ortega, p.580………………………………………………………………………………………97 Figura 29. Feijoo, Benito. Theatro critico Universal o discursos varios, en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Madrid: Imprenta de Lorenzo Francisco, 1728 tomos……………………………………………………....105 Figura 30. Barón y Arín, Jaime. (1790). Luz de la senda de la virtud, Desiderio y electo en el camino de la perfección. Madrid: Imprenta de Pedro Gómez. p. 576……………………………………………………………………………………….108 Figura 31. Gazola, Josef. (1765). El mundo engañado por los falsos médicos. Discurso. Valencia: imprenta de Salvador Fauli. p. 256……………………………………………………………………………………….112 Figura 32. Zacchie, Pauli. (1771). Questiones médico-legales. Venecia: imprenta de Simonen Occhi. t. I…………………………………………………………..………….114 Índice de talabas Tabla 3.1. Títulos que coinciden entre las biblioteca de Theresa de Quiroga y Eusebia de Castañeda………………………………………………………………….91 Tabla 3.2 Títulos que coinciden entre las bibliotecas de Eusebia de Castañeda y Ana María Gullara……………………………………………………………………….93 Tabla 3.3 Títulos que coinciden entre las bibliotecas de Ana María Gullara y María Theresa de Quiroga……………………………………………………………………..94 Tabla 3.4. Títulos que coinciden en las bibliotecas………………………………….95 I Resumen Los archivos históricos que existen sobre las bibliotecas particulares en la Nueva España son amplios como lo demuestran los materiales de intestados que se hallan en el Archivo General de la Nación (AGN). Sin embargo, la investigación sobre las mujeres dueñas de bibliotecas hasta ahora es limitado, debido a que las fuentes en buena medida no han sido estudiadas bajo esta óptica. Por ello, el estudio aquí presentado, ha llevado a la reconstrucción bibliográfica de tres bibliotecas correspondientes a tres mujeres novohispanas que nos ha permitido conocer un poco a cerca de su vida cotidiana como lectoras eruditas. Esta investigación se basa en el análisis de sus acervos, además de la reconstrucción bibliográfica con ayuda de los catálogos de acceso abierto (OPAC) de las Bibliotecas Nacionales de México, España, Francia, Italia, Bélgica, Portugal e Inglaterra, de tal forma que los registros encontrados se fueron cotejando y pegando en la reconstrucción (véase anexo II). En particular, en el presente trabajo se realizó el análisis de cinco libros que tenían en común las tres mujeres, dentro de sus acervos y cuyas características abordadas en sus páginas (moral, costumbres sociales, erudición y medicina), por los autores contemporáneos de su época (Antonio Ossorio, Benito Feijoo, Paulo de Zacchia, Joseph Gazola y Jaime Barón y Arín). Lo anterior permitió observar la ideología que tanto de hombres como de mujeres que se tenía al respecto del papel de ellas desempeñaban en lo privado, como hija, madre y esposa; y en el aspecto público: su comportamiento, vestimenta, forma de hablar y por otro lado en el sentido racional, con su capacidad para pensar y hacerse cargo de sí mismas. Finalmente, toda esta información obtenida por medio de sus bibliotecas nos ha servido para entender un poco acerca de la vida lectora que llevaron cómo estas lecturas pudieron impactar en todos los demás aspectos de sus vidas. II Introducción El estudio de la lectura durante el siglo XVIII en México ha sido escasamente investigado, por tal motivo surge el interés en llevar a cabo el análisis y apropiación de los libros durante el periodo de las Luces. Nos ha interesado analizar cómo se conformaban los lectores y el papel que desempeñaron las bibliotecas particulares para ello. Especialmente el enfoque de este trabajo está dirigido hacia la mujer y sus lecturas durante el siglo dieciocho. Hay que recordar que la imprenta fue un factor decisivo en la creación de bibliotecas privadas sobre todo para las clases pudientes. Por otro lado, libros impresos en suelo novohispano o europeo circularon por manos femeninas; se trató de un flujo de libros no sólo de literatura y religión, sino de otras temáticas como derecho y educación. En cuanto al tipo de estudios dirigidos hacia la comprensión y explicación de la lectura en México se puede señalar que ha sido desarrollado, sobre todo para un periodo como el siglo XIX, por investigadoras como María Guadalupe García Alcaraz, quien analizó a las “Las niñas lectoras de la escuela evangélica de Guadalajara (1872-1914)”1, de Federico Lazarín Miranda2, Gerardo Galindo e Irma Leticia Moreno Gutiérrez3, quienes detallan la educación y libros para niñas en varios estados de la República. Sin embargo, poco se ha estudiado a las lectoras novohispanas del siglo XVIII, siendo un tiempo en que la producción editorial y el auge de la lectura,particularmente entre mujeres y niños, tuvieron un incremento que no es posible identificar antes4. En este campo de investigación, otros países 1 García Alcaraz, María Guadalupe (2004). Las niñas lectoras de la Escuela Evangélica de Guadalupe, 1872- 1914 en: Lecturas y lectores en la historia de México. México: CIESAS, Colegio de Michoacán. p. 120 2 Lazarín Miranda, Federico. (2013) ¿Leer y escribir para el progreso?: El proceso de la alfabetización y la economía mexicana (1891-1982). México: Universidad Autónoma Metropolitana p. 80 3 Moreno Gutiérrez, (2011). Irma Leticia. La prensa pedagógica del siglo XIX. México: ISCEEM p. 24 4 Cantón Arjona, Valentina. (2009). Historia de la lectura en México: hacia la formación de lectores autónomos. En Revista Correo del Maestro (diciembre núm. 163). 8 III como España, Francia y Argentina han desarrollado líneas de estudio de manera más amplia. El historiador francés Martyn Lyons, en su texto “Los nuevos lectores del siglo XIX: mujeres, niños, obreros”5, hacía una introducción a las diferentes lecturas debido a la edad, el género y la ocupación desde finales del s. XVIII y durante el siglo XIX. Destacan las descripciones sobre el tipo de lectores, entre ellos las mujeres –fuesen esposas o hijas- que utilizaban las bibliotecas particulares pertenecientes a los progenitores hombres, incluso algunas escribieron y publicaron, ciertamente con seudónimos porque en esa época no estaba permitido que ellas lo hicieran. Otra línea de trabajo ha sido la desarrollada por Mónica Bolufer Peruga, quien se ha dedicado a estudiar la lectura en España. Así, en su trabajo “Mujeres de letras: escritoras y lecturas del siglo XVIII”6, describe cómo circuló el libro durante la era de las Luces sobre un conjunto de materias útiles y placenteras para hombres y mujeres. Claro que el género femenino continuó siendo reducido en sus posibilidades de lectura y estudio: el material escrito y dedicado exclusivamente a ellas fue limitado. Y aunque las mujeres comenzaron a participar en la lectura de forma más abierta, la mayoría pertenecía a estratos sociales altos, puesto que la educación y la adquisición de libros seguían siendo restringidas o inaccesibles para algunas clases. Así, la lectura enfocada para mujeres fue escasa y solamente hasta el siglo posterior tendría un mayor número de publicaciones para el género femenino y a costos más accesibles. Dorothy Tanck Estrada es de las pocas investigadoras que se ha concretado a rescatar del olvido a las mujeres de la época de la Ilustración en su libro Historia de la lectura en México, donde habla de las mujeres y su papel en la lectura. Otro de sus trabajos es el libro La educación. Educación primaria en la ciudad de México, 5 Lyons, Martyn. (1997). Los nuevos lectores del siglo XX mujeres, niños y obreros. P. 473-518. En: Chartier, Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. México: Taurus. 600p. 6 Bolufer Peruga, Mónica. (2009). Mujeres de letras: escritoras y lectoras del siglo XVIII. Valencia: Universidad de Valencia p.150 [consultada el 10 de mayo de 2017 en: http://www.cervantesvirtual.com/obra/mujeres-de-letras-escritoras-y-lectoras-del-siglo-xviii--0/] IV 1786-1836, que, aunque está enfocado a la educación de la mujer, nos narra en unos pequeños párrafos cómo fueron vistas ellas a través de los libros. Desde luego todas estas mujeres, a las cuales se refieren Tanck y Bolufer, pertenecieron a clases altas y acomodadas que tuvieron acceso a libros y bibliotecas particulares en casas o escuelas, así como a ciertos círculos de lectura o tertulias con gente ilustrada, les permitió tener una educación autodidacta gracias al intercambio de opiniones en el ámbito familiar y social. Durante el siglo XVIII se generaron grandes cambios de índole intelectual que se materializaron en revoluciones en el pensamiento y llegaron al cuestionamiento del sistema de vida. En buena parte, los libros fueron el centro de gravedad de estos cambios, pues la lectura se volvió una parte fundamental de la sociedad y con este despliegue vinieron otras transformaciones que se desarrollaron en este periodo. Desde luego que el siglo XVIII en la Nueva España debe ser entendido dentro de un contexto marcado por grandes cambios. Es necesario hacer referencia a las reformas borbónicas cuyos decretos cambiaron la concepción no solo del trabajo en la sociedad novohispana, sino también de la vida diaria y la educación. Estas modificaciones impactaron en las formas de administrar el poder: desde la metrópoli y hasta las colonias de ultramar. Un ejemplo fue la evolución y expansión de la imprenta, en México y el mundo, que estaban apareciendo con las revoluciones y que fue un detonante para que la cultura impresa creciera en gran medida. Desde luego la censura de libros se mantuvo, a partir de la publicación de Índices de obras prohibidas que eran actualizadas constantemente y aduanas en las entradas principales de los países, pero era factible que la gente de clase alta consiguiera ampliar sus acervos; lo mismo sucedió para el caso de conventos, universidades o palacios. La educación formal que se consolidó en este periodo, apoyado en gran medida por las reformas borbónicas, buscaba la obligatoriedad para abrir escuelas donde V criollos y mestizos tuvieran acceso a la lectura7. Incluso, gracias a estas reformas, las mujeres fueron ganando terreno, si bien el mayor número de mujeres criollas podían leer, aunque no escribir, ellas pudieron entrar al mundo de los libros8. De ahí que las bibliotecas ubicadas en las casas particulares, escuelas y conventos, se convirtieron para algunas mujeres privilegiadas en refugios para su instrucción, inspiración y recreación. Nuestro interés por estudiar el acervo de las bibliotecas particulares de mujeres del siglo XVIII, en buena medida provino de una interrogante surgida durante los trabajos de investigación realizados para la licenciatura en el AGN. Es decir, al momento de buscar información para realizar la tesis y analizar los documentos de personas intestadas, nos topamos con el caso del abogado Isidro de Castañeda del Siglo dieciocho. Gracias a esta documentación pudimos reconstruir lo que fue su acervo bibliográfico. A su muerte, su fondo terminó en manos de la hija, Eusebia de Castañeda, quien no sólo lo heredó, sino que lo acrecentó, esto se nota en las ediciones posteriores a la muerte de su padre. Una rica información que nos permitió no solamente conocer el perfil lector de una mujer, sino generar una pregunta de investigación: ¿el caso de Eusebia de Castañeda fue un caso único o podía pensarse en la existencia de otras mujeres lectoras? Si fuera este el caso, ¿cómo y de qué manera se construyeron las aficiones de las mujeres a la lectura de libros y sobre qué temas estuvieron interesadas? Asimismo, surgió el interés por colaborar en la construcción de la historia de las bibliotecas privadas, sobre todo de mujeres, durante el siglo XVIII que sirviera como un mapa de la lectura para futuros trabajos. Todos estos cuestionamientos nos condujeron a rastrear en las salas de Inquisición del Archivo General de la Nación. Ahí, se buscaron documentos pertenecientes a mujeres con diferentes actividades profesionales, que nos dieran información sobre 7 Ruiz Barrionuevo, Carmen. (2007). Libros, lectura, enseñanza y mujeres en el siglo XVIII novohispano. En: Revista de Filología. España: Instituto de Lengua, Literatura y Antropología. (febrero núm. 25). 539. 8 Galí Boadellam, Montserrat. (2002). Historias del bello sexo: la introducción de romanticismo en México. México: Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, p.173 VIbienes materiales, como sus libros, con el fin de reconstruir sus acervos. En específico, la tarea se dirigió a la reconstrucción bibliográfica con los siguientes datos: autor, título, lugar de publicación, temática, lengua y formato de libros. Es decir, los datos indispensables para poder configurar una base de datos que permitiera hacer cruces de información para obtener una idea de lo que estas mujeres del dieciocho pudieron haber leído, cómo pudo ser el hábito de lectura y como se pudo impactar en su vida cotidiana Así, luego de hallar tres expedientes de intestados, la primera tarea fue, entonces, la paleografía y transcripción de dichos documentos, aquí debemos señalar que estos acervos bibliográficos, al ser anotados por notarios quienes, interesados solamente en tasar el valor de los libros, llevaron a cabo los registros de los libros de manera desordenada. Algunas veces anotaban de forma incompleta, el nombre del autor o del título, añadiendo en ocasiones el lugar, la imprenta o el año, todo de acuerdo con sus criterios, pero no de forma sistemática. De ahí que la labor de la reconstrucción del libro resultara, en algunos casos, compleja (véase Anexo II). Para completar los registros de cada obra se hizo un rastreo en acervos bibliotecarios con obras similares. Al mismo tiempo, se hizo un cotejo del listado de libros encontrados en estas bibliotecas con el índice de libros prohibidos, lo que nos permitió considerar que algunos libros pudieron circular pese a las restricciones religiosas y morales. Así, de forma inferida se reconstruyeron las tres bibliotecas (véase Anexo I y II) y, posteriormente, se analizaron cuáles fueron los intereses de las lectoras del XVIII. De esta forma se logró tener un panorama del perfil lector del libro en manos de ellas durante el periodo de las Luces; luego de llevar a cabo la reconstrucción de los datos bibliográficos de los tres acervos, se analizaron particularmente los títulos de obras que coincidieron entre estos acervos; es decir, estos títulos que se repitieron en las tres bibliotecas sirvieron no sólo para identificar cuáles fueron los libros más leídos de la época, sino sobre todo para concentrarnos en su análisis de lo que consideramos un perfil lector común. VII Al pensar en todo lo que engloba a la lectora del siglo XVIII; es que esta investigación está divida en tres capítulos, partiendo de lo general a lo particular. El capítulo uno habla sobre la mujer del siglo XVIII, los cambios políticos que sufrió la Nueva España y con ello, conocer el estilo de vida de la mujer de este siglo, así como el papel que desempeño en la sociedad, como hija, madre y esposa o bien su papel como religiosa, sus obligaciones y derechos, así como el tipo de lectura a la que la mujer fue expuesta. Es decir, nos interesó conocer cómo las obras que leyó pudieron influir en su vida, ya que, al tener roles de género muy marcados, ésta tenía un tipo de lectura y enseñanza precisa. Al mismo tiempo estas mujeres al estar imbuidas en un periodo de explosión de conocimientos en libros impresos pudieron realizar sus lecturas en muchos lugares, desde casa y hasta la calle. El capítulo dos describe el análisis obtenido de la reconstrucción de sus inventarios y que se incluyen en el anexo I y II, así como los datos que se encontraron sobre la vida de las tres mujeres aquí analizadas: Eusebia de Castañeda, María Theresa de Quiroga y Ana María de Gullara. Con la información encontrada en el AGN, se pudo hacer una breve reconstrucción lo que fue su vida: matrimonio, defunción, compra y venta de inmuebles, conflictos legales, así como donaciones a la Iglesia; todos estos detalles rescatado de los archivos permitieron conocer detalles de la vida cotidiana de estas lectoras. Además de los aspectos particulares de su vida se encuentra un análisis temático de las bibliotecas privadas de estas mujeres. Con este análisis se da cuenta de los gustos y afinidades que tenían las mujeres del dieciocho, ya que no sólo muestra el interés personal de cada mujer; sino el aspecto global que las envolvía en este período histórico. En el tercer y último capítulo se analiza la lectura de obras dirigidas al género femenino para lo cual se eligieron cuatro temas relacionadas con la mujer a partir de cinco libros diferentes, títulos que se encontraron en las tres bibliotecas. De esta forma se pudo estudiar el concepto que se tenía con respecto a la vida moral de la mujer. También se analizaron los papeles se le asignaba como libre pensadora, así como el comportamiento ético y social que se esperaba, además del cuidado íntimo VIII y de higiene. La lectura pormenorizada de estos ejemplares permitió entender a la mujer del dieciocho, no sólo a través de sus libros en estantes, sino adentrándonos en lo que ellas leyeron y se apropiándose así del conocimiento de estos autores. Capítulo 1. Sociedad, mujeres y lectura en la Nueva España La llegada de la Casa de los Borbón1 a España y, por ende, a las colonias, trajo consigo cambios muy importantes: desde el mundo de la política y la economía hasta la educación y la cultura. Para empezar, la llegada de una nueva dinastía de monarcas a la corona española, que poco conocía del manejo y vida en las colonias, significó una amenaza a la vida en América y el Caribe debido a la extracción desmedida de materias primas. Dentro del gobierno de los Borbones, el desperdicio de los recursos y el dinero por parte de la corona fue más que sabido, haciendo que las tierras fuera de España exportaran cada vez más tanto recursos naturales como impuestos, dejando sus arcas prácticamente vacías o con lo apenas indispensable para vivir, al tiempo que se exigió una mayor producción a la población mestiza e indígena que laboraba en las minas de las colonias. Además, la aplicación de las nuevas leyes y el manejo de la administración provocaron un severo burocratismo, generando la creación de más puestos para funcionarios2. Lo anterior provocó que el gobierno fuera lento para la solución de problemas internos, dando como resultado la apertura de más divisiones gubernamentales para solucionar los problemas. Un ejemplo fue el decreto en 1775 del Reglamento de bienes de comunidad, hecho por José de Gálvez, expresado por la Corona, que llevó a cuantificar bienes, dinero y terrenos de las comunidades indígenas, sobre todo, para asegurar el pago exacto de impuestos. Todo ello a resultas de que los pueblos indígenas, en años previos, al ver que sustraían sus tierras de forma ilegal, se fueron uniendo en gremios y pasaron sus propiedades a cofradías, cuyo papel principal fue el de defender la propiedad y titularidad de cada dueño y evitar así la sustracción ilícita de estas propiedades. Sin embargo, con las reformas y antes de sacar a luz el reglamento de 1775 donde se notificaba de la 1 La casa imperial de los Borbones estuvo representada sobre todo por Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759- 1788) y Carlos IV (1788-1808), quienes decretaron una serie de leyes mejor conocidas como las Reformas Borbónicas cuya implementación provocó cambios en la vida social de la Nueva España. 2 Nieto López, Jesús (2014). “Historia 3”. México: Santillana. p 60. 2 suspensión de dichas cofradías3, sus privilegios ya estaban amenazados desde 1769 con el impuesto de “el real y medio”. Todos estos elementos terminaron por empantanar las acciones del gobierno en México, por lo que fueron incapaces de dar soluciones prontas, lo que a su vez generó descontento entre la población que con los años derivó en una de las causas de la guerra de Independencia.4 Asimismo, los criollos, que anteriormente ascendían a puestos importantes, empezaron a ya no tener derecho a conseguirlos; paraello, el rey comenzó a enviar peninsulares, fieles a la Corona, para que se hicieran cargo de los puestos dentro del gobierno. Esta decisión sería otra de las causas para que los criollos gestaran la independencia5 Otra de las leyes que se vieron endurecidas fue la del ejército. Los Borbones decidieron establecer un ejército regular, hecho que nunca había sucedido en la Nueva España. Al ver lo difícil del control de impuestos en toda la Colonia, se creó una división con doce intendencias o jurisdicciones a lo largo de todo el territorio para su mayor control administrativo, de tal manera que se pudiera obtener el mejor aprovechamiento de lo que cada territorio producía. Hay que recordar que esté siglo fue rico en crecimiento económico para la Nueva España. Esto provocó que no sólo las regiones que tenían minas se expandieran. Por ejemplo, Oaxaca y Yucatán que habían sido relegadas, ahora eran reconsideradas, lo que significó la llegada de más españoles a estas tierras con el fin de activar el comercio de sus bienes, lo que implicó una especie de reconquista de estos territorios.6Otra medida fue la pérdida de fueros y privilegios de la Iglesia, comenzando con la expulsión de los jesuitas el 17 de marzo de 1767. Para entonces, la Compañía de Jesús era la congregación religiosa más poderosa de la Nueva España debido a sus numerosos seminarios y colegios que controlaban buena parte de la población. Una vez expulsados, la Corona tomo sus 3 García Ayluardo, Clara. (2010). Las reformas borbónicas 1750-1808. México: Fondo de Cultura Económica. p. 66 (ídem) 4 Gálvez José de. (1990). Informe sobre las rebeliones populares de 1767. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p.35 5 (2000). Pinceles de la Historia de la patria criolla a la nación mexicana. México: Museo Nacional de Arte. P.140 6 Tutino, John. (octubre-diciembre, 1970). Guerra, comercio colonial y textiles mexicanos: el Bajío. En: Historias: revista de la dirección de estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México: INAH nom. 11, 36 3 posiciones, algunas las vendió, otras sirvieron para alojar las nuevas administraciones. Esto ocasionó divisiones entre la población.7 Ciertamente el rubro de producción económica más importante para la Nueva España fue la minería, que la convertía en la colonia con mayor producción y exportación de plata. Principalmente el virrey Francisco de Güemes y Horcasitas (1746-1755) fue quien impulsó la extracción minera, al tiempo que promovió un banco de avío en Pachuca. Sus sucesores, el virrey Agustín de Ahumada y Villalón (1755-1760) y Francisco Cajigal de la Vega (en 1760-1777), declararon y mantuvieron un libre comercio del hierro y del acero. Hacia 1720, en la Nueva España se había desarrollado una economía mercantilista que propició una vasta proyección y construcción de edificios y avances en la expansión demográfica; por su parte, la agricultura y la ganadería, fueron la segunda y la tercera actividad económicas en importancia de este periodo. Desde luego de estos ramos se obtenían alimentos para la población. La mayor parte de la agricultura era de temporal. En consecuencia, a buenos años de cosecha seguían frecuentemente temporadas de sequías, causantes de escasez y hambrunas en las ciudades y el campo.8 Por otra parte, era casi imposible realizar comercio de lo producido dentro de la Colonia, debido a los duros trámites y leyes fijados desde la metrópoli. Los textiles fueron de los pocos productos que se pudieron comercializar, así como la fabricación de telas de lana y de algodón en talleres llamados obrajes. La mayoría de éstos empleaba a trabajadores cautivos, presos o endeudados9. Fue el Bajío la zona con mayor producción de telas de lana: las haciendas de Tomás Merno Pablo y la de José del Raso fueron las mayores productoras durante este siglo, esto debido a la expansión de la población en esta zona, atraída por el trabajo en los telares, de tal 7 Borah, Woodrow. El gobierno provincial en la Nueva España 1570-1787 (1985). México: Universidad Nacional Autónoma de México p.190. 8 Miranda. José. (1995). La hacienda en banca rota y la operación fiscal En: Estudios novohispanos. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 36 9 Rubio Mañe, Ignacio. (1955). Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España 1535-1746. Expansión y defensa. México: Dirección General de Publicaciones, UNAM. p. 312 4 forma que los productos artesanales fueron ampliamente beneficiados.10 Este mismo sector se apoyó con el trabajo desde casa que realizaban las mujeres de familias campesinas: de esta forma mantenían la figura de la madre protectora y de esposa virtuosa, ya que trabajaba desde el hogar, era una práctica bien vista por la sociedad con esto aportaban dinero a la economía familiar que hacía mucha falta. La expansión de todos los sectores y el crecimiento de la riqueza no fue pareja, de tal forma que hubo más riqueza, pero no hubo mejoras a la calidad de vida, al contrario, genero empobrecimiento en algunos sectores de la población, gracias a las leyes que protegían algunos y al excesivo impuesto que había en ciertos productos y pagos por servicios11. La vida de la sociedad novohispana vivió cambios importantes durante el periodo del virrey Francisco de la Cueva Enríquez (1702-1711), primero el desalojo de los ingleses de las costas de la Nueva España, y al mismo tiempo la población indígena tuvo un ligero ascenso en su número de pobladores, reponiéndose después de las bajas que había tenido los siglos anteriores. No obstante, durante el período en que el Virrey Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740), fue arduamente atacado por las plagas de 1736 y 1737 lo que provocó que la población se viera mermada. Igualmente, para 1785-1786 la población padeció una hambruna que comenzó en el Bajío debido a una sequía en sus campos y en los productos de ganado que producía. Por una parte, los territorios de Chiapas, Yucatán y Campeche12, como ya vimos, tuvieron un realce en su economía lo que produjo un repoblamiento. Lo mismo sucedió en los territorios del norte, donde la población creció durante la mitad del siglo XVIII. En cambio, en el centro del virreinato, entre Guadalajara y Oaxaca, se generó un decrecimiento de la población, particularmente de indios.13 En 1790, el conde de Revillagigedo ordenó un censo –que no hay que 10 Tutino, John. (octubre-diciembre, 1970). Guerra, comercio colonial y textiles mexicanos: el Bajío. En: Historias: revista de la dirección de estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México: INAH nom. 11, 36 11 Sánchez Santiró, Ernesto. (2010). Una modernización conservadora: el reformismo borbónico y su impacto. Sobre la economía, la fiscalidad y las instituciones. En: Las reformas borbónicas, 1750-1808. México: Fondo de Cultura Económica. p.295 12 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 317 13 Idídem, p. 37. 5 olvidar fue criticado por José Antonio Álzate14- el cual mostraba las siguientes cifras: seis millones de habitantes en 30 ciudades, 95 villas, 4,682 pueblos y 165 misiones, cuya base primordial estaba compuesta por una variedad de castas que no dejaba de aumentar.15 En algunos lugares los habitantes estaban conformados por 67% indígenas y el 33% español o de castas16. Por otra parte, los eruditos novohispanos de la época fueron prolíferos en investigación que exponían puntualmente en libros, gacetas, periódicos y panfletos que llegaban a la gente continuamente. Como Antonio de Álzate, José Ignacio Bartolache, Joaquín Velázquez de León, Antonio deLeón y Gama y Juan Benito Díaz de Gamara y Dávalos, hombres ilustrados que se encargaron de comentar en sus círculos de lecturas a Descartes y a Newton, ellos también participaron en trabajos de corte científico. Por otra parte, los nuevos cambios que trajeron las reformas también llegaron a las imprentas. En 1768 Carlos III decretó que la impresión y circulación de libros, debía tener licencia y limitó el ámbito a la Inquisición; esta institución que era estricta se volvió más aguda en la vigilancia tanto de los embarques traídos de otras partes del mundo como de lo que circulaba en las ciudades novohispanas, aun así, muchas bibliotecas privadas, conventuales albergaban libros prohibidos.17 La lectura también estuvo sujeta tanto a la clase social como a las restricciones puestas por la Inquisición, ya que los libros no eran para todos y las lecturas tenían un público definido, de tal forma que se procuraba que las castas, sobre todo, no accedieran a ciertas lecturas que podían confundir sus mentes, ya que los consideraban de intelecto inferior por ser la mezcla de dos razas diferentes.18 Durante 1770, se publicó un edicto que buscaba enseñar español de forma forzosa a los indígenas. Sin embargo, algunos eruditos argumentaron, en contra de esta propuesta, pues ésta generaría la perdida de la gran riqueza lingüística 14 ídem, p. 38 15 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 142. 16 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 317 17 Ibídem, p. 241 18 García Sáinz, María Concepción. (1989). Las Castas mexicanas un género pictórico americano. México: Olivetti. p. 180 6 indígena. Bartolache publico textos en náhuatl, Clavijero hizo lo propio con sus textos y Álzate proponía una nomenclatura botánica heredada del pasado prehispánico. Esta situación no se dio solamente en la Nueva España, sino que también alcanzó a otras colonias como la de Perú.19 En un panorama general podemos ver como el siglo XVIII fue de grandes cambios tanto sociales como intelectuales y todo esto impacto a las mujeres y su estilo de vida; al ser consideradas el pilar de las nuevas generaciones los cambios impactaban en su vida cotidiana y la manera de criar a los hijos. 1.1 La mujer en la Nueva España del siglo XVIII Durante el periodo de las Luces, la mujer de clase alta mantuvo su rol tradicional enfocado al cuidado del hogar mediante el arte culinario, la ejecución musical - generalmente piano y canto, dibujo y ritmo en el baile20- , así como la gracia y el decoro en la mesa y, en lugares públicos con modos de hablar adecuados, así como comportamiento dependiendo de su clase social. Asimismo, debía cuidar su cuerpo de forma pulcra, respetable y vestida con buen gusto, mostrando un carácter bondadoso y conducta obediente21. Fue un tiempo en que las mujeres además de ser esposas abnegadas, amas de casa y cuidadoras de las nuevas generaciones, tenían la posibilidad de ejercer diversos oficios los cuales estaban clasificados dependiendo de la clase a la que se perteneciera.22 Y este estuviera avalado por su esposo o padre. Lo anterior sin olvidar, dentro de un plano moral, que la mujer podía dedicarse a la vida religiosa, 19 Ibídem, p. 103 20 Martins Torres, Andrea. (2017). La joyería femenina novohispana. Continuidades y ruptura en la estética del adorno corporal. En: Mujeres en la Nueva España. México: Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, p.49 21 Ossorio de la Cadena, Antonio. (1766). Virtud en el estrado: visitas juiciosas critica espiritual. Madrid: Imprenta de Andrés Ortega, p.29 22 Criado Torres, Lucia. (2012). El papel de la mujer como ciudadana en el siglo XVIII: la educación y lo privado. [Consultada el 23 de abril de 2017 a las 10:31pm. en: http://www.ugr.es/~inveliteraria/PDF/MUJER%20COMO%20CIUDADANA%20EN%20EL%20SIGLO%20XVIII.%2 0LA%20EDUCACION%20Y%20LO%20PRIVADO.pdf] 7 con devoción y oración.23 Pero en ámbitos seglares, ellas eran toleradas en labores como empresarias, comerciantes, dueñas de minas, de obrajes, haciendas e impresoras. De tal forma que la mujer de ciertas clases sociales y bajo ciertas restricciones morales podía trabajar, hacer uso de sus bienes económicos y ser tan reconocidas en actividades donde los hombres predominaban, sobre todo aquellas que quedaban viudas, ya que este estatus le permitía trabajar sin ofender la norma social24 En el caso particular del oficio de la imprenta conviene hacer hincapié que, a lo largo del dieciocho, en particular durante el último tercio, el comercio de libros tuvo un gran auge: se incrementó la oferta de impresos mexicanos lo mismo que de obras provenientes de diversas partes del mundo. Y las imprentas surgidas desde siglos anteriores por los hombres, ahora eran manejadas por mujeres, cuya tradición venía desde sus padres o esposos. Es decir, las hijas o las esposas de impresores, al participar en los diferentes oficios dentro del taller mientras limpiaban el taller o vendían libros, se fueron familiarizando con el trabajo de impresor que posteriormente les permitió seguir con el oficio de sus esposos y generar esta gran cadena que fue la de imprenta de viudas25. En muchas ocasiones, ellas terminaron por acrecentar el negocio después heredado a los hijos. En el caso de las impresoras de la época su papel fue fundamental para la cultura escrita de la Colonia y lo demuestran sus múltiples libros editados y los permisos otorgados a estas mujeres como Gertrudis Escobar, quien desde 1703 tomó el control de la imprenta de su marido y logró conseguir permisos exclusivos de ciertos impresos26; a lado de Escobar también destacan otras impresoras como Juana de León y Mesa en 1726; María de Rivera en 1732 y Teresa de Poveda 1741.27 23 Rodríguez Torres, Rosario. (2011) Una aproximación a la figura femenina durante un siglo de que hacer tipográfico en la nueva España: 1539-1639, México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. p.250 24 Barón y Arín, Jayme. (1632). Luz de la fe y de la ley: entretenimiento christiano entre Desiderio, y electo, maestro, y discípulo, en dialogo, y estilo parabólico, adornado con varias historias, y moralidades, para enseñanza de ignorantes en la Doctrina Christiana. Madrid: Imprenta de Don pedro Gómez. p. 40 25 Beltrán Cabrera, Luz del Carmen. (2014). Mujeres impresoras del siglo XVIII: novohispanas en México. México: Revista Fuentes Humanísticas (año 27, núm. 48). .18 26 Beltrán Cabrera, Luz del Carmen. (2014). Mujeres impresoras del siglo XVIII novohispanas en México. México: Revista Fuentes Humanísticas (año 27, núm. 48). 23 27 Poot-Herrera, Sra. (2008). El siglo de las viudas: impresoras y mercaderes de libros en el XVIII novohispano: Revista destiempo. (marzo-abril número 14). 30 8 Todo esto se vio reflejado en un mercado creciente, manifiesto en las colecciones personales no sólo de hombres ilustres y eruditos de la época, sino también de personas que se apoyaban de forma autodidacta por medio de lecturas para sus labores profesionales en el campo, las minas o las ciudades como es el caso de las mujeres aquí estudiadas. De esta forma, entraron en esta dinámica, de forma sutil, pero con pasos firmes creando bibliotecas con temas actuales y escritores contemporáneos. Después de más de dos siglos de la presencia hispana, la colonia de la Nueva España mostraba un mapa de lectura particular: los libros circulaban en diferentes ámbitos de la vida cotidiana afectando costumbres y formas de comportamiento y los lectores se volvían cada vez más exigentes. Por ello, la historia de la Nueva España y en particularla ocurrida durante el siglo aquí estudiado, no se puede abordar, sin hablar de los libros que rodeaban, a los lectores de este periodo. Ya que estos fueron cambiando y la lectura modificó estos comportamientos como lo podemos ver en las bibliotecas aquí analizadas. La idea escrita sobre el comportamiento correcto para la mujer fue circulando gracias a que muchas de ellas tuvieron el privilegio de ser lectoras en la era de las Luces. Si el siglo XVI había estado marcado por una fuerte restricción para la mujer en cuanto a su educación y participación social, ya para el dieciocho las limitaciones no fueron tan estrictas, la lectura y la educación se volvieron más abiertas, también porque los nuevos pensadores y teólogos veían a la mujer con otros ojos, no solo como madre, sino como gran aliada para formar y enderezar a las familias de forma cristiana. Pero aun así el destino de las mujeres estaba encaminado al matrimonio o el convento, sobre todo porque los padres buscaban a toda costa asegurar el bienestar, la honra y la descendencia de ellas, quienes eran el reflejo de la calidad del apellido que portaban. Para lograr esto muchos autores, sobre todo españoles, comenzaron a escribir sobre las buenas conductas que debían guardar las mujeres como Antonio de Ossorio, Benito Feijoo, Jaime Barón, Manuel Tesauro, Paul de Zacchia. Los libros circularon y un número considerable de mujeres se convirtieron en lectoras en ciertos círculos y de ciertas obras consideradas aptas para su posición. Una de 9 estas lecturas recreativas fue La Instrucción de la mujer casada de Juan Luis Vives28 y La perfecta casada de Fray Luis de León. Ambas obras fueron consideradas como lecturas aptas para las damas porque la familia estaba en el centro de sus propósitos. La educación de la mujer forma parte indispensable en su vida; esto a pesar de que se ha sostenido que la mujer colonial no estudiaba; cosa que ha sido refutada en varios estudios29, ya que durante la Colonia y en particular durante el dieciocho, se conoce un gran número de escuelas para mujeres; incluso se sabe que para finales de este siglo los colegios eran superados de tres de hombres por uno para mujeres30. Lo anterior demuestra que, durante la época de la Colonia, sobre todo las mujeres peninsulares y criollas o algunas mestizas, tuvieron ciertos privilegios y posiciones sociales que les permitieron realizar ciertos trabajos en torno a la cultura escrita. Todo lo cual demuestra que algunas sabían leer y tenía contacto con los libros pudiendo crear sus propias bibliotecas, cosa que se puede ver en este estudio, ciertas mujeres con posición social y economía solvente para adquirir materiales de lectura. 1.1.1 La educación de la mujer en el siglo XVIII Para el siglo XVIII, la educación para las mujeres tuvo un lugar importante en la Nueva España. La enseñanza para ellas estaba dividida de acuerdo con el estatus social al que pertenecían31. La mayor parte de las mujeres prósperas económicamente podían terminar en los monasterios. Las mujeres de clase media asistían a escuelas denominadas “Belén”, mientras que las huérfanas ingresaban al Colegio de niñas. En este periodo se abrieron escuelas como el Colegio de las Vizcaínas (1732) y el Colegio de los Ángeles, en Tlatelolco (1753) y también se crearon nuevos conventos dando paso a órdenes como la de Santa Brígida y la 28 Tuñón, Julia. (2015). La mujer México: Debate; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. p. 83 29 Vega, José Luis. (1989). América virreinal: la educación de la mujer 1503-1821. México: Jus, p.80 30 Vega, José Luis. (1989). América virreinal: la educación de la mujer 1503-1821. México: Jus, p.55 31 Criado Torres, Lucia. (2012). El papel de la mujer como ciudadana en el siglo XVIII: la educación y lo privado. [Consultada el 23 de abril de 2017 a las 10:34am. en: http://www.ugr.es/~inveliteraria/PDF/MUJER%20COMO%20CIUDADANA%20EN%20EL%20SIGLO%20XVIII.%2 0LA%20EDUCACION%20Y%20LO%20PRIVADO.pdf] 10 compañía de María.32 Josefina Muriel, investigadora de la educación de la mujer durante la colonia33 distingue tres etapas en la educación de las mujeres: 1. Básica: doctrina católica y sus aspectos 2. Cultura media: alfabetización, operaciones aritméticas y oficios propios de mujeres 3. Cultura superior: intereses personales. Aunque de forma minoritaria la mujer aprendió a leer gracias a la lectura fonética o por repetición; eran estos ejercicios de lectura en voz alta lo que hacía eco en las mujeres lectoras. Y de ahí que lecturas como la de Ossorio formaran parte de sus lecturas en casa. Las ideas de la Ilustración fueron llegando a México poco a poco y la educación sobre todo en la mujer se vio desde diferentes perspectivas y se permitió a más grupos sociales acceder a la escuela.34 Desde el siglo XVII Sor Juana se convirtió en un modelo para que algunas monjas comenzaran a dar a conocer sus escritos que anteriormente permanecerían sólo para su convento de igual forma a publicar de la vida en el convento y la historia de sus congragaciones. Un ejemplo es la Relación histórica de la fundación del convento de Nuestra Señora del Pilar, escrita y publicada en 1784 sobre la biografía de la fundadora de la Compañía de María.35 Otro ejemplo es la criolla María Anna Águeda de San Ignacio (1695-1756), monja dominica recoleta, que fue autora de varios títulos, entre los que destaca Modos de ejercitar los oficios de obediencia. Una obra que circulaba por los conventos de Nueva España como manual de conducto fuera y dentro de la institución espiritual.36 El papel que desempeñaba una mujer a lo largo de su vida iba variando con forme a su edad y en cada etapa tenía atributos y conductas que debía 32 Monjas coronadas. (1978). México: Secretaría de la Presidencia. p. 85 33 Guadia, Sara Beatriz. (2013). Historia de las mujeres en América Latina. Lima. Centro de Estudio sobre la Mujer en América Latina. p. 120 34 Bazarte Martínez. Op Cit.p.80 35 Ruiz Barrionuevo, Carmen. (207). Libros, lectura, enseñanza y mujeres en el siglo XVIII novohispano. Revista de Filología (febrero 25). 40 36 Bazarte Martínez. Op Cit. p.120 11 seguir para garantizar ser una mujer digna dentro de los estándares marcados por la sociedad.37 Dichas reglas eran impuestos en las colonias por las mujeres peninsulares, las cuales eran modelos a seguir, siempre encaminadas a las normas establecidas por la iglesia y las cuales se replicaban por medio de la lectura, como por el ejemplo, La virtud sobre el estrado del español Antonio de Ossorio. Una obra, como se analizará en los próximos capítulos, donde se describía cómo debía ser el comportamiento de una mujer tanto de forma interna como externa en la sociedad.38 Las mujeres eran educadas, desde la niñez, para cumplir con el rol social que se les encomendara: ya fuera que tomaran el camino del matrimonio o el religioso, en cualquier caso, debían ser dóciles, respetar la autoridad de sus padres y vivir confinadas en sus casas o monasterios39. Estas ideas eran planteadas desde la niñez y conforme la adultez llegaba; mayores eran los cuidados que la familia ponía en torno a las jóvenes: por esta visión la mujer soltera, tenía pocos espacios para ser vista y poder conversar. Uno de los pocos lugares de sociabilidad fueron las ceremonias religiosas, entre las cuales, la misa podía servir para que las jóvenes platicaran40. Como ya se ha visto, la educación jugaba un papel importante en la vida de las jóvenes, por lo cual algunas familias preferían educar a sus hijas en claustros, lo que garantizaba su pureza y virginidad. También porque estas instituciones resultaban ser las mejores escuelas para niñas y jóvenes. Las pequeñas eran encargadas con algunamonja quien fungía como su tutora particular en cuanto a su formación espiritual y educación hasta cumplir la edad marcada para casarse o tomar los votos.41 Su educación variaba según la orden a la que pertenecieran, pero como regla general todas ellas aprendían a leer y escribir, 37 Gonzalbo, Pilar. (1991). Familias novohispanas siglos XVI al XIX. México: El Colegio de México. p. 100 38 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII. Anales de Antropología, UNAM. p. 263 consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] 39 Ossorio de la Cadena, Antonio. (1766). Virtud en el estrado: visitas juiciosas critica espiritual. Madrid: Imprenta de Andrés Ortega, p.29 40 Vid nota 37 41 Martínez Cuesta, Ángel. (1995). Monjas en la América colonial. Revista Thesaurus: boletín del Instituto caro y Cuervo, (núm. 50). 576. [consultado el 25 de agosto del 2016 en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=25684] http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039 12 hacer costura y bordado, cocinar, gobernar la casa o practicar alguna actividad recreativa como teatro, baile, tocar instrumentos.42. Si las jóvenes contaban con sus padres y decidían o eran mandas a tomar los hábitos éstos debían dar una dote para convertirlas en religiosas, pero si eran huérfanas o no contaban con dote podían seguir trabajando y viviendo como “acogidas” dentro del convento, pero no eran religiosas43. En los casos donde las jóvenes contraían matrimonio, existían dos posibilidades; el arreglado por los padres o el libre; de ahí el cortejo era parte sustancial. Del noviazgo pocos documentos rescatan está parte lo poco que se ha tenido descrito es relatado por Gonzalbo, que menciona, que es el caballero quien debía pedir permiso a la joven para ser cortejada, y con autorización de los padres de está, así como el conocimiento de los padres del hombre, lo que implicaba correspondencia y recados44 con los empleados de forma asidua, así como visitas supervisadas, ya que las doncellas no podían salir solas y menos encontrarse con un hombre joven en tal situación, ya que eso desataba rumores y podía terminar con la buena reputación de la joven45. Los regalos entre los novios fue también parte del cortejo sobre todo el intercambio de prendas como pañuelos y mascadas, rosarios, medallas etc. Todo esto derivaba en los esponsales, lo cual era la promesa de ambas ya sea ante un párroco o por escrito de la promesa para casarse, acciones muy frecuentes en la Nueva España con la cual daba paso a la preparación de la boda oficial, estos esponsales eran válidos y de carácter legal, lo que hacía que si alguno de los novios no cumplía su promesa podía ser llevado a juicio, para obligarle a cumplirla.46 Al no hacerlo, podían ir presos hasta que decidieran casarse o bien algunos entraban a los conventos para evitar el matrimonio47. También era muy común que durante este 42 Bazarte Martínez. Op Cit. p.45 43 Bazarte Martínez. Op Cit. p.74 44 Vid nota 37 45 Barón y Arín, Jayme. (1632). Luz de la fe y de la ley: entretenimiento christiano entre Desiderio, y electo, maestro, y discípulo, en dialogo, y estilo parabólico, adornado con varias historias, y moralidades, para enseñanza de ignorantes en la doctrina christiana. Madrid: Imprenta de don Pedro Gómez. p. 60 46 Vid nota 37 47 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII: Anales de Antropología, UNAM. p. 149 consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039 13 tiempo en que los novios se hacían promesas, se desflorara a la mujer, lo que apremiaba más a la doncella para casarse en varios casos quedaba embarazada, lo que apresuraba el matrimonio48. Queda evidencia en el Archivo General de la Nación, de varios procesos legales ante hombres, que después de haber hecho promesas y consumado el acto se daban a la fuga; así que varios padres de las damas estaban en todo el derecho de enjuiciar y obligar a casa a los caballeros que cometían estos actos y en gran medida estos juicios eran a favor de la joven dama. Ahora bien, si las jóvenes no se casaban el tomar los hábitos era la siguiente opción, en cuanto al ingreso a los conventos, durante el siglo XVIII se instauró en la Nueva España una nueva forma de examen de admisión para las futuras religiosas,49 esto debido a que, en ocasiones, las jóvenes entraban sin vocación, impulsadas u obligadas por los padres, lo que las volvía una carga para el convento y las demás religiosas. Ante esta situación, la mujer que deseaba ingresar a la vida conventual tenía que pasar por etapas para alcanzar a convertirse en religiosa. Ellas debían postular alrededor de los 16 años, pero, si por algún motivo los padres o tutores pedían su ingreso antes de esta edad, se tenía que entregar un permiso firmado por el arzobispo, donde la joven firmaba de estar convencida de tomar los hábitos, sin ser presionada o amenazada50. Luego, la postulante debía pasar un año de noviciado, periodo durante el cual se les enseñaba la importancia de los votos de vida que iban a elegir: castidad, obediencia, pobreza y enclaustramiento. Pasado este periodo, la novicia que tomaba la decisión de adquirir los hábitos era necesario el pago de la dote, el cual oscilaba entre los 3000 a 4000 pesos dependiendo del convento51. también se pedía a los padres o padrinos, que prepararan la fiesta en el interior y exterior del convento, el cual se podía hacer iluminando las calles, con luminarias puestas en las azoteas de las casas vecinas y en las torres y cúpulas del convento. “Se ponían enramadas en las puertas, había verbenas populares, se 48 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII. Anales de Antropología, UNAM. p. 150 Consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] 49 Monjas coronadas. (1978). México: Secretaría de la Presidencia. p. 75 50 Bazarte Martínez. Op Cit. p.58 51 Bazarte Martínez. Op Cit. p. 250 http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039 14 tronaban cuetes y prendían castillos, mientras en el interior en medio de una iglesia iluminaba por centenares de velas y ante el resplandeciente oro de los altares aparece la novicia con una vestimenta especial para la ocasión y que variaba por convento y ataviada de joyas otorgadas por la familia, una vez en el altar la rodeaban todas las religiosas del convento y solo las mayores la iba despojando de todas estas vestiduras para dejar atrás la vida mundana y se les cortaba el pelo, en señal de humildad y para sustituirlo por el velo, de esta forma se celebraba la boda”52, así mismo una vez vestida con su hábito se le daba la comunión y se entregaba a la maestra del noviciado, para comenzar con sus estudios y el inicio su vida como religiosa53 Durante el siglo XVIII, la vida de una religiosa se consideraba socialmente ideal, además de que le daba estatus a la familia. En la vida religiosa, las mujeres tenían diferentes tareas según la vocación del convento: cuidar niños huérfanos o atender enfermos desamparados principalmente. Esta vocación era acompañada con los rezos y lecturas no sólo religiosas, sino también de esparcimiento gracias a un cierto tipo de libertad que era permitido.54 El papel de la mujer religiosa en la sociedad colonial anterior al siglo XVIII; se veía como una protectora y cuidadora. La escritura también formó parte de su vida que se puede apreciar en la producción de cartas, sonetos, novelas y poesía de las religiosas en diversos conventos alrededor de México55, los vestigios que quedaronde estas acciones nos deberían permitir apreciar la lectura y la escritura de estas mujeres de un modo más personal. Es decir, el conocer lo escrito en cartas que se intercambiaban entre conventos para compartir opiniones, nos puede ayudar a comprender la importancia de la escritura en la vida religiosa de la Nueva España. 52 Bazarte Martínez, Alicia. Op Cit. p.80 53 Martínez Cuesta, Ángel. (1995). Monjas en la América colonial Revista Thesaurus: boletín del Instituto caro y Cuervo, (núm. 50). 576. Consultado el 25 de agosto del 2016 a las 11:00 am. en: [https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=25684] 54 Tuñón, Julia. (2015). La Mujer. México: Debate; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. p. 109 55 Infante Vargas, Lucrecia. (2009). Del diario personal al Diario de México escritura femenina y medios impresos durante la primera mitad del siglo XIX. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 40 15 Sin embargo, muchas de estas cartas quedaron sepultadas en los archivos conventuales que, con el tiempo, se fueron destruyendo o perdiendo. Son pocos los ejemplos epistolares que sobreviven y dan fe del talento que tenían las religiosas de diversas órdenes y por conceptos de la época no pudieron ser publicadas, debido a las restricciones que prevalecieron en el siglo XVIII56. Entre algunas religiosas que destacaron en la escritura destacan sor Teresa Magdalena de Cristo, quien escribió las “Décimas para San Juan de Dios” (1700), y ganó un concurso literario en 1702. También despunta sor Francisca Gonzaga Castillo que se dedicó al estudio de las matemáticas, y escribió quien escribió un libro intitulado “Efemeris, calculado al meridiano de México para el año de 175757. Si, bien el camino de las jóvenes podría tomar dos rutas, una ya explorada en los párrafos de arriba el matrimonio era parte fundamental de la sociedad virreinal mientras que las mujeres casadas tuvieron un papel relevante para la sociedad de castas ya que, seguidora de tradiciones y costumbres, su labor en el hogar fue parte fundamental para la reproducción social establecida en las colonias58. De ahí que el matrimonio, sobre todo de las mujeres de élite, fuera determinado por alianzas que fortalecieran la alcurnia de familias enteras, garantizando que el patrimonio familiar no se perdiera y que las futuras generaciones conservaran su posición y bienes. De esta forma un buen casamiento resguardaba a la mujer en varios sentidos ya que se garantizaba que estuvieran protegidas toda su vida. Así la dote, por ejemplo, no pasaba como tal al marido, pues había reglas sobre los esponsales, la infidelidad y el otorgamiento del divorcio -para ciertos casos-.59 Ciertamente la mujer era vista 56 Infante Vargas, Lucrecia. (2009). Del diario personal al Diario de México escritura femenina y medios impresos durante la primera mitad del siglo XIX. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 60 57 El Renacimiento, Periódico Literario (2006), [ed. Belem Clark]. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 193. 58 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: Estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 2017 en: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27- 38.pdf] 59 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: Estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 2017 en: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27- 38.pdf] 16 como un bien, pero también como un ser indefenso que tenía que ser cuidado, ya que no podía valerse por sí misma, de ahí que las leyes del Toro, fueran en gran medida para procurar el bien de ellas.60 La futura esposa podría quedar comprometida por consentimiento de los padres o tutores desde temprana edad. Cuando los padres no arreglaban el matrimonio y la joven disponía a casarse por su propia elección, el seno familiar tenía que dar su autorización para que la unión se celebrara; en caso de que los padres negaran su permiso, la joven pareja podía recurrir a los tribunales para que la familia diera las razones de su negativa al juez. Luego, en caso de que las razones presentadas no satisficieran al juez, los solicitantes podían llevar a cabo su matrimonio con la venia de las autoridades civiles quienes se encargaban de hacer un juicio y emitir resolución; dicha determinación tenía que ser aceptada por la familia61.Esto le daba a la mujer cierta libertad de elección, pero también, el hombre que eligiera tenía que garantizarle una buena vida, para que las autoridades aceptaran dicho matrimonio, por encima de la voluntad familiar. Para poder llegar al matrimonio existían ciertas reglas sobre todo judiciales que los contrayentes y su familia debían atender.62 En el siglo XVIII las reglas fueron muy severas sobre todo en el terreno de las castas y parentescos familiares63: un apartado de las leyes del Toro era muy claro en cuanto al tipo de uniones permitidas y prohibidas64: 60 Theauro, Manuel. (1692). Filosofía moral derivada de la alta fuente del grande Aristóteles stagirita. Madrid: Imprenta de Juan García Infanzón. p. 353 61 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: Estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 2017 en: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27-38.pdf] 62 Vid nota 37 63 Las Leyes del Toro, tenían restricciones ante el matrimonio, para garantizar el bienestar tanto de la mujer, como de la descendencia de esta. Un ejemplo era: “Parentesco por afinidad contamos como una sola estación, la unión de los dos cónyuges que ligan a los parientes por afinidad”. CF. Transcripción de las leyes del Toro según el original que se conserva en el Archivo de la Rea lChanchillería de Valladolid. Consultado en: [http://faculty.georgetown.edu/sallesrv/courses/SPAN-459/span459/pdfs/leyes_toro/leyes_96.pdf] 64 Vid nota 37 17 Para celebrar los desposorios, también existía un protocolo o guion que estaba descrito para cada casta. Entre las familias de españoles existían pasos a seguir para llevar acabo la celebración de un matrimonio. Generalmente el novio debía presentarse a las primeras horas de la mañana con sus padres, padrinos y testigos a la parroquia con el sacerdote. Ahí, se leían las amonestaciones en privado y se entregaba la dote y las arras para sellar el trato y se ponía fecha para la misa. A la hora de la velación se reunían los contrayentes con sus padrinos e invitados en la Iglesia para la lectura y se hacían los juramentos por parte de los solicitantes ante la comunidad y el altar.65 Después de dicho intercambio se hacía la celebración la cual dependía del estrato social de la pareja, la cual podía variar de cantidad de invitados. En el caso de las familias menos acaudaladas, el procedimiento era parecido a excepción de la dote, la cual, al no tener la posibilidad de otorgarla, dependía del hombre que quisiera casarse con ella y este entregaba las arras al dotarla de un ajuar para la boda, o bien se omitía tanto la dote como las arras y se celebraba una ceremonia sencilla. La dote jugó un papel fundamental en todas las uniones, pues era fundamento para alentar las empresas familiares, además de dejar a la esposa un futuro resguardado; la dote quedaba por lo general a nombre de la esposa66. Hay que recordarque la mujer no estaba autorizada mental ni jurídicamente a utilizar sus bienes de forma autónoma, pues para cualquier trámite tenía que pedir permiso o bien estar respaldada por su padre o marido si era menos de edad, en caso de no contar con ninguno de los padres, era alguno de los hermanos, quienes quedaban como responsable. La viudez era el único estado liberador para ellas67, pues en estas circunstancias, el dinero y propiedades que dejara el marido servían para darle libertad; por el contrario, los viudos debían devolver la dote si la familia de la esposa la solicitaba, sobre todo si no había hijos de por medio. Si había descendencia la dote pasaba directamente para los hijos y en la repartición, los abuelos maternos podían 65 Vid nota 37 66 Bazarte Martínez. (Op Cit. p.48 67 Vid nota 37 18 participar68. Las tres mujeres lectoras, aquí estudiadas, fueron viudas que heredaron de sus esposos dinero y bienes que les permitieron vivir bien69. Incluso, en algunos casos la viuda tomaba una actitud activa haciéndose cargo de los negocios del esposo fallecido, pero en otros casos ella, ya sola, optaba por recluirse en los conventos donde las monjas se ocupaban de su vida diaria70 , y aseguraban un entierro digno en camposanto o bien dentro del templo de las iglesias y los rezos constantes por su alma, de tal forma que se aseguraban un descanso eterno71. Estas mujeres ya con una amplia cultura del mundo secular y ahora, con el tiempo y la oportunidad de expandir su conocimiento con las lecturas en el claustro, lograron escribir mucho y llevar vidas virtuosas, dejando como testigo de esto sus cartas y escritos dentro de los archivos de las iglesias. Ejemplo de esto son María Josefa de San Diego (1697-) y sor Inés de los Dolores (1659-1728)72, y en nuestro caso, lo fue Eusebia de Castañeda quien, siendo viuda, decidió entrar en el convento para cuidar de su alma. El matrimonio en la Nueva España, como se ha podido ver, implicó una compleja red de relaciones sociales. Dentro de su papel social como educadoras de las nuevas generaciones y trasmisoras de los valores cristianos y civiles, por esto los matrimonios entre razas fueron mal vistos los cuales existieron desde la conquista y en estos primeros años de colonización, si bien fueron los menos y no eran tan estigmatizados, debido a la necesidad de poblar y mantener la fe. Pero con el nacimiento de nuevas generaciones resultado de cruces interraciales generó malestar, confusión y burla hacia los descendientes de estas mezclas73.El desdén que españoles y criollos sentían por los mestizos y el resto de las castas era ilimitado, forzando a tener trabajos forzados y denigrantes, así como obligándoles a vivir de cierta forma,74 poca 68 Vid nota 37 69 Véase Capítulo tres de esta tesis 70 Bazarte Martínez, Alicia. Op Cit. p.75 71 Bazarte Martínez, Alicia. Op. Cit. p.80 72 Op. Cit. p.82 73 García Sáinz, María Concepción. (1989). Las Castas mexicanas un género pictórico americano. México: Olivetti. p. 175 74 Navarro García, Luis (1989). El sistema de castas. Historia general de España y América: los primeros Borbones. México: Ediciones Rial. p. 101 19 gente como el obispo Manuel Abad y Quiepo75 entendían que si las castas tenían malas costumbres se debía a la discriminación legal y pobreza que soportaban76, gracias a esta creciente ola de depuración de castas, fue que durante este periodo los cuadros de castas pintados en México tomaron fuerza, así mismo fue durante este siglo que surgieron los apelativos que actualmente conocemos y son estudiados en la escuela hasta la actualidad, pero fue hasta el siglo XVIII, donde se les nombro con mayor crudeza, hasta la fecha sólo se estudian los más usados en las pinturas y en algunos documentos o archivos como “chino, no te entiendo, tente en el aire, jibaro, tresalbo, jarocho, sambo prieto, lunarejo, rayado etc.77. El hecho de que durante este periodo los prejuicios raciales fueran intensos provoco fricciones entre los grupos españoles y los indios, entre estos con los mulatos y pardos y a su vez éstos y los españoles (resultado de estas fricciones quedan registradas muchas revueltas, casi siempre sofocadas por las autoridades reales)78. Siempre con la idea de que la sangre española podía reivindicarse, pero la sangre negra no, bajo esta ideología es que los puestos, impuestos y lugares públicos a los que accedían, eran delimitados por las leyes y por la misma sociedad,79 Aunque en esta misma idea de la reivindicación se podía encontrar la idea del “mestizo bueno” o “mestizo limpio”, sobre todo cuando se quería aclarar que se trataba de un mestizo de primer orden (es decir, hijo de india y español)80, ya en pleno siglo XVIII el término se aplicó más genéricamente a quien tuviese un antepasado indio. Esto para poder heredar o para escalar socialmente.81 75 (1985). La pintura de las castas en México. México: Galería J. Guadalupe Posada, p. 80 76 Navarro García, Luis (1989). El sistema de castas. Historia general de España y América: los primeros Borbones. México: Ediciones Rial. p. 145 77 (1985). La pintura de las castas en México. México: Galería J. Guadalupe Posada, p. 100 78 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 79 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 80 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 81 Vid nota 37 20 1.2 La lectura en la vida cotidiana novohispana La lectura como instrumento de aprendizaje doméstico y disciplina moral y también placer y esparcimiento y llave de acceso al mundo del saber. Josefa Amar82 La historia de la Nueva España, en particular la ocurrida durante el s. XVIII, no se puede abordar sin hablar de los libros que circularon entre los lectores de este periodo. Se trata de obras que se leyeron en diferentes ámbitos de la vida cotidiana y que podían criticar, cuestionar o afectar costumbres y formas de comportamiento. En cuanto a los libros, en manos de las mujeres, sus lecturas fueron formativas y reflexivas. Muestra de ello son las bibliotecas de Eusebia de Castañeda, Ana María de Gullara y María Theresa de Quiroga que coincidieron en libros y autores, muchos de ellos de corte moral y religioso.83 Por ello, el rescate de los archivos y el análisis de los inventarios de las tres bibliotecas nos pueden servir para dar cuenta qué tipo de obras estuvo al alcance de sus manos y cómo fue su posible lectura. La historia de la lectura femenina en este periodo tiene grandes lagunas debido a la escasez de testimonios y al escaso estudio que existe alrededor de este tema, sobre todo en México. Son contados los datos que se pueden recuperar como el que aporta Francisco García, al hablar de la familia Joaristi en Zacatecas durante el s. XVIII. El autor destacaba cómo don José se ponía a leer a Benito Feijoo, entre otros autores, todo a la luz de la vela, lo que nos recuerda a las tertulias muy socorridas en Europa y Estados Unidos.84 Así, el autor destacaba cómo don José se ponía a leer “uno de los diversos libros tomado del estante en el que se encontraban: un juego de libros de la venerable madre Águeda, un vocabulario de Nebrija, 18 tomos del Año 82 Bolufer, Peruga, Mónica. (2009). Mujeres de letras. Escritoras
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