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Mujeres-lectoras-del-Siglo-XVII--analisis-y-reconstruccion-de-sus-bibliotecas

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
 
POSGRADO EN BIBLIOTECOLOGÍA Y ESTUDIOS DE LA INFORMACIÓN 
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS 
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIBLIOTECOLÓGICAS Y DE LA INFORMACIÓN 
 
 
MUJERES LECTORAS: RECONSTRUCCIÓN Y ANÁLISIS DE BIBLIOTECAS 
PARTICULARES DEL SIGLO XVIII 
 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRA EN BIBLIOTECOLOGÍA Y 
ESTUDIOS DE LA INFORMACIÓN 
 
PRESENTA: 
POLET ABIGAIL MOLLEDA SABALA 
 
TUTOR DR. MAURICIO SÁNCHEZ MENCHERO 
CENTRO DE INVESTIGACIONES INTERDISIPLINARIAS EN CIENCIAS Y HUMANIDADES 
 
 
Ciudad de México, abril, 2019 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
Restricciones de uso 
 
DERECHOS RESERVADOS © 
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL 
 
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal 
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). 
El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea 
objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para 
fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo 
mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, 
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
Agradecimientos: 
Al Consejo de Ciencias y Tecnología (CONACYT) por el apoyo otorgado durante 
los años 2015-2017, periodo en el que curse la maestría de Bibliotecología y 
Estudios de la Información así mismo a la Universidad Nacional Autónoma de 
México por su apoyo al brindarme un lugar para continuar mis estudios en tan 
importante escuela. 
 
 
Un agradecimiento especial 
Al Doctor Mauricio Sánchez Menchero 
Quien me ha acompañado en dos procesos muy importantes en mi vida 
académica, la titulación de licenciatura y de maestría; cuya paciencia y excelentes 
consejos, me han dado lecciones que jamás olvidaré; Gracias por el enorme 
empujón en el camino correcto. 
 
 
A la Dra. Rosa María Fernández de Zamora, Dra. Elsa Margarita Ramírez Leyva, 
Doc. Héctor Guillermo Alfaro López, Doc. Hugo Alberto Figueroa Alcántara, cuyos 
consejos y correcciones me ayudaron enormemente en la elaboración de este 
texto. 
 
 
 
 
 
 
 
Dedicatorias 
 
A mi madre 
Quien, con su sabiduría, fuerza y sacrifico 
me demostró, que su amor, es más 
fuerte que todo lo malo. 
Te amo, mami, por todo lo que has hecho, desde darme la vida 
hasta soportar mis locuras y claramente por el hermoso trabajo 
que haces día a día con mi hija. Esta tesis y las que vengan 
serán tan tuyas como mías. Gracias por ser mi conciencia 
 
 
 
 
A mi Layla 
Cuyo amor, ha sido mi fuerza, hija eres mi vida entera 
y hare todo lo humanamente posible, para verte feliz y plena. 
Gracias por ser mi hija, por elegirme a mí como tu madre, 
daré lo mejor para que siempre estés orgullosa de mí. 
Como yo lo estoy yo de ti 
 Te amo. 
Y como siempre te he dicho 
“tú y yo contra el mundo” 
 
 
 
 
 
A mi marido 
Cesar, eres mi vida y mi fuerza 
sigo tan enamorada como el primer día. 
Gracias, por ayudarme a cumplir mis sueños 
aunque sean descabellados, tu, apoyo incondicional 
ha sido lo segundo mejor que me has dado. Tu sonrisa y amabilidad 
me hacen ser mejor cada día. No pude encontrar 
mejor pareja. 
“Hasta el final. Mono” 
 
 
 
 
 
A mi hermano 
Hola Tú, generalmente no soy muy expresiva. 
Pero te diré que eres mi suelo, la base de mi vida 
 y aunque 
seas un anciano, para mí siempre serás. 
Mi pequeño, hermano, 
estoy tan orgullosa del hombre que eres; 
no supe en qué momento, creciste 
pero me alegro de poder verte así. 
Te amo, y siempre estaré contigo 
 
 
 
 
A mi padre 
Nos diste todo, gracias a ti tuvimos una familia 
gracias a ti, jamás nos faltó nada, nos permitiste 
volar tan alto como quisimos, gracias y créeme; 
ni en esta vida ni la que sigue alcanzare a pagarte lo que hiciste 
por mi hermano y por mí. Te amo padre, y mucho. 
Solo me queda decirte. 
“Tengo el mejor papá del mundo” 
 
 
Y a mí hermosa familia 
Gracias: 
Abuelita: por apoyarnos siempre y más de la cuenta, y por seguir en mi vida de 
forma presente, y compartir ahora tu vida y tiempo con mi pequeña Lala. 
Mi querida Fer, y Tía Ros, que siempre me acompañaron y siempre están 
presentes en todo momento de mi vida. Las amo muchísimo. 
A mis suegros: que, en estos nueve años, han estado presente y se han vuelto mi 
familia, gracias por sus consejos y cuidados, los agradezco por todo lo que hacen 
por mí, por Cesar y por Layla todos los días. 
Y a mi tío Oscar: que, a pesar de no estar aquí de forma presente sé que siempre estará 
conmigo 
 
 
ÍNDICE 
 
Resumen…………………………………………………………………………………I 
Introducción…………………………………………………………………………….II 
 
Capítulo 1 Sociedad, mujeres y lectura en la Nueva España 
 
1.1 La mujer en la Nueva España del siglo XVIII………………………..……….6 
1.1.1 La educación de la mujer en el siglo XVIII…………….…..………9 
 
1.2 La lectura en la vida cotidiana novohispana………………………..……….20 
1.2.1 La mujer y sus tipos de lectura…………………………………......33 
1.2.1.1 Lectura en solitario…………………………………………..35 
1. 2.1.2 Lecturas grupales……………………………………………36 
 a) Lecturas familiares en voz alta……………………….….36 
 b) Tertulias…………………………………….………………37 
1.2.2 Las mujeres como lectoras y escritoras……………..…...……….39 
a) Las mujeres religiosas………………………………………40 
1.2.3 Las bibliotecas privadas en el siglo XVIII……………...…………..41 
 
Capítulo 2 Las tres bibliotecas: sus propietarias y sus acervos 
 
2.1 Aproximación a las tres bibliotecas …………………………..…..….….…..44 
2.2 Fuentes históricas para reconstrucción de tres bibliotecas privadas ……...…… 48 
2.3 Análisis de las bibliotecas 
 2.3.1 Biblioteca de Eusebia de Castañeda………….………..……..…50 
2.3.1.1 Obras de religión……………………………………………..55 
2.3.1.2 Obras de humanidades…….…………………………….….57 
2.3.1.3 Obras de ciencias……………………..……………..…….…58 
2.3.1.4 Obras de derecho………………….…….…………..….……59 
2.3.1.5 Producción y comercialización de libros….……………..…60 
2.3.1.6 Idiomas…………………………..……………………………62 
2.3.1.7 Formatos de los libros en la biblioteca ………..…………...63 
 
 2.3.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga………………..………65 
2.3.2.1 Obras de religión………………………...…………………....69 
2.3.2.2 Obras de humanidades…………………...………………….70 
2.3.2.3 Obras de ciencias…………………………..………………...72 
2.3.2.4 Obras de derecho…………………………..………………...74 
2.3.2.5 Producción y comercialización de libros ..……...……….…76 
2.3.2.6 Idiomas……………………………………………….…..……77 
 
2.3.3 Biblioteca de Ana María Guralla………………………………….….78 
2.3.3.1 Obras de Religión……………………….……………..……..81 
2.3.3.2 Obras de Humanidades……………………….………....…..83 
2.3.3.3 Obras de Ciencias……………………………….….…….….84 
2.3.3.4 Producción y comercialización de libros ..….……………....86 
2.3.3.5 Idiomas…………………………………………………………87 
2.3.3.6 Costo del ítem………………………………...……………….88 
 
Capítulo 3. Mujeres, libros y representaciones……………………………….90 
3.1 La mujer y su representación social. Desde la perspectiva de Antonio 
Ossorio en su libro Las virtudes en el estrado….…………………………97 
3.2 La mujer y su representación intelectual. Desde la perspectiva de 
Benito Feijoo en su libro Teatro crítico universal, tomo I, capítulo XVI..103 
3.3 La mujer y su representación espiritual. La percepción de Jaime 
Barón y Arín en su libro Luz de la senda de la virtud, desiderio, y electo 
en el camino de la perfección………..…………………………………….108 
3.4 La mujer y su representación corporal: el cuidado íntimo una visión 
médica en los libros de: 
3.4.1 Joseph Gazola. El mundo engañado por los falsos médicos. 
Discursos………………………………………………………...112 
3.4.2 Pauli Zacchiae. Questiones médico legales…………….…..114 
 
Conclusiones…………………………………………………………………………..121 
 
Obras consultadas.…………………………………………………………………...128 
Anexo1. Reconstrucción catalográfica 
1.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda……………….….140 
1.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga………………………...…..182 
1.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara…………………………………..203 
Anexo 2. Reconstrucción a manera de tabla 
2.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda…………..….…..215 
2.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga…………………..…...…...253 
 2.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara……………………………..…...276 
Anexo 3. Testamentos 
3.1 Biblioteca de Doña María Eusebia de Castañeda……….……..…...288 
3.2 Biblioteca de María Theresa de Quiroga……………………...….....301 
 3.3 Biblioteca de Ana maría de Gullara……………………………..…...332 
 
 
 
 
Índice de figuras 
 
Figura 1. Distribución de títulos…………………………………………………………44 
Figura 2. Total de volúmenes ……………...……………………………………….......44 
Figura. 3. Temas biblioteca de Eusebia de Castañeda………….….………..….…..54 
Figura 4. Obras de religión……………………………………………………….….….56 
Figura 5. Obras de humanidades…………………….………………………..…..…...57 
Figura 6. Obras de Ciencia………………………………………….………………..…58 
Figura 7. Obras de derecho...……………………………………...……………….…..59 
Figura 8. Producción y comercialización de libros ……………………………….…..61 
Figura 9. Idiomas……………………………………………………………….…….…..62 
Figura 10. Tipos de formatos…………………….. ….………………………….….….64 
Figura 11. Temas de la biblioteca de Theresa de Quiroga……………...…….…….68 
Figura 12. Obras sobre Religión……………………………………………….……….69 
Figura 13. Obras de humanidades…………………………………………..…….…...71 
Figura 14. Bails, Benito. (1775) Elementos de Matemáticas. Madrid: Imprenta de 
Joaquín Ibarra. p. 580………………………………………………………………….. 72 
Figura 15. Bails, Benito, (1806) Tabla de Logaritmos de todos los números naturales 
desde 1 hasta 20000. Madrid: Imprenta de la viuda de Ibarra. p.350………….…..72 
Figura 16. Garcia Carrero, Pedro (1612). Disputationes medicae. Madrid: Ex Officina 
Ioannis Gatiani p. 680………………………………………………………...…………73 
Figura 17. Malpica, Francisco. (1751). Alexipharmaco de la salud, antídoto de la 
enfermedad, favorable dietético instrumento de la vida: dissertacion médico-moral. 
México: Colegio real y más antiguo de san Idelfonso p. 
580………………………………………………………………………………….……..73 
Figura 18. Obras de derecho……………………………………………………………75 
Figura 19. Producción y comercialización de libros ……………………...…………..76 
Figura 20. Idiomas……………………………………………………………….…….…77 
Figura 21. Biblioteca de Ana María de Gullara………………………………………..80 
Figura 22. Obras de religión…………………………………...………………………..82 
Figura 23. Martínez Montaño, Francisco, (1740). Arte de cocina pastelería 
bizcochería. Madrid; Imprenta de Barco López, p. 365……………………..……….84 
Figura 24. López, Tomas. (1730). Mapa de calañazor y alrededores. Madrid: 
Imprenta de burgos, mapa………………………………………………………...…….85 
Figura 25. Producción y comercialización de libros ………………….………………86 
Figura 26. Idiomas…………………………………………………….……………..…..87 
Figura 27. Costo de los libros…………………………………………….……….…….88 
Figura 28. Ossorio, Antonio. (1766). La virtud en el estrado visitas juiciosas crítica 
espiritual. Madrid: Andrés Ortega, 
p.580………………………………………………………………………………………97 
Figura 29. Feijoo, Benito. Theatro critico Universal o discursos varios, en todo 
género de materias, para desengaño de errores comunes. Madrid: Imprenta de 
Lorenzo Francisco, 1728 tomos……………………………………………………....105 
Figura 30. Barón y Arín, Jaime. (1790). Luz de la senda de la virtud, Desiderio y 
electo en el camino de la perfección. Madrid: Imprenta de Pedro Gómez. p. 
576……………………………………………………………………………………….108 
Figura 31. Gazola, Josef. (1765). El mundo engañado por los falsos médicos. 
Discurso. Valencia: imprenta de Salvador Fauli. p. 
256……………………………………………………………………………………….112 
Figura 32. Zacchie, Pauli. (1771). Questiones médico-legales. Venecia: imprenta de 
Simonen Occhi. t. I…………………………………………………………..………….114 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Índice de talabas 
 
Tabla 3.1. Títulos que coinciden entre las biblioteca de Theresa de Quiroga y 
Eusebia de Castañeda………………………………………………………………….91 
 
Tabla 3.2 Títulos que coinciden entre las bibliotecas de Eusebia de Castañeda y 
Ana María Gullara……………………………………………………………………….93 
 
Tabla 3.3 Títulos que coinciden entre las bibliotecas de Ana María Gullara y María 
Theresa de Quiroga……………………………………………………………………..94 
 
Tabla 3.4. Títulos que coinciden en las bibliotecas………………………………….95 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
I 
 
Resumen 
 
Los archivos históricos que existen sobre las bibliotecas particulares en la Nueva 
España son amplios como lo demuestran los materiales de intestados que se hallan 
en el Archivo General de la Nación (AGN). Sin embargo, la investigación sobre las 
mujeres dueñas de bibliotecas hasta ahora es limitado, debido a que las fuentes en 
buena medida no han sido estudiadas bajo esta óptica. Por ello, el estudio aquí 
presentado, ha llevado a la reconstrucción bibliográfica de tres bibliotecas 
correspondientes a tres mujeres novohispanas que nos ha permitido conocer un 
poco a cerca de su vida cotidiana como lectoras eruditas. Esta investigación se 
basa en el análisis de sus acervos, además de la reconstrucción bibliográfica con 
ayuda de los catálogos de acceso abierto (OPAC) de las Bibliotecas Nacionales de 
México, España, Francia, Italia, Bélgica, Portugal e Inglaterra, de tal forma que los 
registros encontrados se fueron cotejando y pegando en la reconstrucción (véase 
anexo II). En particular, en el presente trabajo se realizó el análisis de cinco libros 
que tenían en común las tres mujeres, dentro de sus acervos y cuyas características 
abordadas en sus páginas (moral, costumbres sociales, erudición y medicina), por 
los autores contemporáneos de su época (Antonio Ossorio, Benito Feijoo, Paulo de 
Zacchia, Joseph Gazola y Jaime Barón y Arín). Lo anterior permitió observar la 
ideología que tanto de hombres como de mujeres que se tenía al respecto del papel 
de ellas desempeñaban en lo privado, como hija, madre y esposa; y en el aspecto 
público: su comportamiento, vestimenta, forma de hablar y por otro lado en el 
sentido racional, con su capacidad para pensar y hacerse cargo de sí mismas. 
Finalmente, toda esta información obtenida por medio de sus bibliotecas nos ha 
servido para entender un poco acerca de la vida lectora que llevaron cómo estas 
lecturas pudieron impactar en todos los demás aspectos de sus vidas. 
 
 
 
 
 
II 
 
 
 
 
Introducción 
 
El estudio de la lectura durante el siglo XVIII en México ha sido escasamente 
investigado, por tal motivo surge el interés en llevar a cabo el análisis y apropiación 
de los libros durante el periodo de las Luces. Nos ha interesado analizar cómo se 
conformaban los lectores y el papel que desempeñaron las bibliotecas particulares 
para ello. Especialmente el enfoque de este trabajo está dirigido hacia la mujer y 
sus lecturas durante el siglo dieciocho. Hay que recordar que la imprenta fue un 
factor decisivo en la creación de bibliotecas privadas sobre todo para las clases 
pudientes. Por otro lado, libros impresos en suelo novohispano o europeo circularon 
por manos femeninas; se trató de un flujo de libros no sólo de literatura y religión, 
sino de otras temáticas como derecho y educación. 
 
En cuanto al tipo de estudios dirigidos hacia la comprensión y explicación de la 
lectura en México se puede señalar que ha sido desarrollado, sobre todo para un 
periodo como el siglo XIX, por investigadoras como María Guadalupe García 
Alcaraz, quien analizó a las “Las niñas lectoras de la escuela evangélica de 
Guadalajara (1872-1914)”1, de Federico Lazarín Miranda2, Gerardo Galindo e Irma 
Leticia Moreno Gutiérrez3, quienes detallan la educación y libros para niñas en 
varios estados de la República. Sin embargo, poco se ha estudiado a las lectoras 
novohispanas del siglo XVIII, siendo un tiempo en que la producción editorial y el 
auge de la lectura,particularmente entre mujeres y niños, tuvieron un incremento 
que no es posible identificar antes4. En este campo de investigación, otros países 
 
1 García Alcaraz, María Guadalupe (2004). Las niñas lectoras de la Escuela Evangélica de Guadalupe, 1872-
1914 en: Lecturas y lectores en la historia de México. México: CIESAS, Colegio de Michoacán. p. 120 
2 Lazarín Miranda, Federico. (2013) ¿Leer y escribir para el progreso?: El proceso de la alfabetización y la 
economía mexicana (1891-1982). México: Universidad Autónoma Metropolitana p. 80 
3 Moreno Gutiérrez, (2011). Irma Leticia. La prensa pedagógica del siglo XIX. México: ISCEEM p. 24 
4 Cantón Arjona, Valentina. (2009). Historia de la lectura en México: hacia la formación de lectores 
autónomos. En Revista Correo del Maestro (diciembre núm. 163). 8 
III 
 
como España, Francia y Argentina han desarrollado líneas de estudio de manera 
más amplia. El historiador francés Martyn Lyons, en su texto “Los nuevos lectores 
del siglo XIX: mujeres, niños, obreros”5, hacía una introducción a las diferentes 
lecturas debido a la edad, el género y la ocupación desde finales del s. XVIII y 
durante el siglo XIX. Destacan las descripciones sobre el tipo de lectores, entre 
ellos las mujeres –fuesen esposas o hijas- que utilizaban las bibliotecas particulares 
pertenecientes a los progenitores hombres, incluso algunas escribieron y 
publicaron, ciertamente con seudónimos porque en esa época no estaba permitido 
que ellas lo hicieran. 
 
Otra línea de trabajo ha sido la desarrollada por Mónica Bolufer Peruga, quien se 
ha dedicado a estudiar la lectura en España. Así, en su trabajo “Mujeres de letras: 
escritoras y lecturas del siglo XVIII”6, describe cómo circuló el libro durante la era 
de las Luces sobre un conjunto de materias útiles y placenteras para hombres y 
mujeres. Claro que el género femenino continuó siendo reducido en sus 
posibilidades de lectura y estudio: el material escrito y dedicado exclusivamente a 
ellas fue limitado. Y aunque las mujeres comenzaron a participar en la lectura de 
forma más abierta, la mayoría pertenecía a estratos sociales altos, puesto que la 
educación y la adquisición de libros seguían siendo restringidas o inaccesibles para 
algunas clases. Así, la lectura enfocada para mujeres fue escasa y solamente hasta 
el siglo posterior tendría un mayor número de publicaciones para el género 
femenino y a costos más accesibles. 
 
Dorothy Tanck Estrada es de las pocas investigadoras que se ha concretado a 
rescatar del olvido a las mujeres de la época de la Ilustración en su libro Historia de 
la lectura en México, donde habla de las mujeres y su papel en la lectura. Otro de 
sus trabajos es el libro La educación. Educación primaria en la ciudad de México, 
 
5 Lyons, Martyn. (1997). Los nuevos lectores del siglo XX mujeres, niños y obreros. P. 473-518. En: Chartier, 
Roger. Historia de la lectura en el mundo occidental. México: Taurus. 600p. 
6 Bolufer Peruga, Mónica. (2009). Mujeres de letras: escritoras y lectoras del siglo XVIII. Valencia: 
Universidad de Valencia p.150 [consultada el 10 de mayo de 2017 en: 
http://www.cervantesvirtual.com/obra/mujeres-de-letras-escritoras-y-lectoras-del-siglo-xviii--0/] 
IV 
 
1786-1836, que, aunque está enfocado a la educación de la mujer, nos narra en 
unos pequeños párrafos cómo fueron vistas ellas a través de los libros. Desde luego 
todas estas mujeres, a las cuales se refieren Tanck y Bolufer, pertenecieron a 
clases altas y acomodadas que tuvieron acceso a libros y bibliotecas particulares 
en casas o escuelas, así como a ciertos círculos de lectura o tertulias con gente 
ilustrada, les permitió tener una educación autodidacta gracias al intercambio de 
opiniones en el ámbito familiar y social. 
 
Durante el siglo XVIII se generaron grandes cambios de índole intelectual que se 
materializaron en revoluciones en el pensamiento y llegaron al cuestionamiento del 
sistema de vida. En buena parte, los libros fueron el centro de gravedad de estos 
cambios, pues la lectura se volvió una parte fundamental de la sociedad y con este 
despliegue vinieron otras transformaciones que se desarrollaron en este periodo. 
 
Desde luego que el siglo XVIII en la Nueva España debe ser entendido dentro de 
un contexto marcado por grandes cambios. Es necesario hacer referencia a las 
reformas borbónicas cuyos decretos cambiaron la concepción no solo del trabajo 
en la sociedad novohispana, sino también de la vida diaria y la educación. Estas 
modificaciones impactaron en las formas de administrar el poder: desde la metrópoli 
y hasta las colonias de ultramar. Un ejemplo fue la evolución y expansión de la 
imprenta, en México y el mundo, que estaban apareciendo con las revoluciones y 
que fue un detonante para que la cultura impresa creciera en gran medida. Desde 
luego la censura de libros se mantuvo, a partir de la publicación de Índices de obras 
prohibidas que eran actualizadas constantemente y aduanas en las entradas 
principales de los países, pero era factible que la gente de clase alta consiguiera 
ampliar sus acervos; lo mismo sucedió para el caso de conventos, universidades o 
palacios. 
 
La educación formal que se consolidó en este periodo, apoyado en gran medida 
por las reformas borbónicas, buscaba la obligatoriedad para abrir escuelas donde 
V 
 
criollos y mestizos tuvieran acceso a la lectura7. Incluso, gracias a estas reformas, 
las mujeres fueron ganando terreno, si bien el mayor número de mujeres criollas 
podían leer, aunque no escribir, ellas pudieron entrar al mundo de los libros8. De 
ahí que las bibliotecas ubicadas en las casas particulares, escuelas y conventos, 
se convirtieron para algunas mujeres privilegiadas en refugios para su instrucción, 
inspiración y recreación. 
 
Nuestro interés por estudiar el acervo de las bibliotecas particulares de mujeres del 
siglo XVIII, en buena medida provino de una interrogante surgida durante los 
trabajos de investigación realizados para la licenciatura en el AGN. Es decir, al 
momento de buscar información para realizar la tesis y analizar los documentos de 
personas intestadas, nos topamos con el caso del abogado Isidro de Castañeda 
del Siglo dieciocho. Gracias a esta documentación pudimos reconstruir lo que fue 
su acervo bibliográfico. A su muerte, su fondo terminó en manos de la hija, Eusebia 
de Castañeda, quien no sólo lo heredó, sino que lo acrecentó, esto se nota en las 
ediciones posteriores a la muerte de su padre. Una rica información que nos 
permitió no solamente conocer el perfil lector de una mujer, sino generar una 
pregunta de investigación: ¿el caso de Eusebia de Castañeda fue un caso único o 
podía pensarse en la existencia de otras mujeres lectoras? Si fuera este el caso, 
¿cómo y de qué manera se construyeron las aficiones de las mujeres a la lectura 
de libros y sobre qué temas estuvieron interesadas? Asimismo, surgió el interés por 
colaborar en la construcción de la historia de las bibliotecas privadas, sobre todo 
de mujeres, durante el siglo XVIII que sirviera como un mapa de la lectura para 
futuros trabajos. 
 
Todos estos cuestionamientos nos condujeron a rastrear en las salas de Inquisición 
del Archivo General de la Nación. Ahí, se buscaron documentos pertenecientes a 
mujeres con diferentes actividades profesionales, que nos dieran información sobre 
 
7 Ruiz Barrionuevo, Carmen. (2007). Libros, lectura, enseñanza y mujeres en el siglo XVIII novohispano. En: 
Revista de Filología. España: Instituto de Lengua, Literatura y Antropología. (febrero núm. 25). 539. 
8 Galí Boadellam, Montserrat. (2002). Historias del bello sexo: la introducción de romanticismo en México. 
México: Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, p.173 
VIbienes materiales, como sus libros, con el fin de reconstruir sus acervos. En 
específico, la tarea se dirigió a la reconstrucción bibliográfica con los siguientes 
datos: autor, título, lugar de publicación, temática, lengua y formato de libros. Es 
decir, los datos indispensables para poder configurar una base de datos que 
permitiera hacer cruces de información para obtener una idea de lo que estas 
mujeres del dieciocho pudieron haber leído, cómo pudo ser el hábito de lectura y 
como se pudo impactar en su vida cotidiana 
 
Así, luego de hallar tres expedientes de intestados, la primera tarea fue, entonces, 
la paleografía y transcripción de dichos documentos, aquí debemos señalar que 
estos acervos bibliográficos, al ser anotados por notarios quienes, interesados 
solamente en tasar el valor de los libros, llevaron a cabo los registros de los libros 
de manera desordenada. Algunas veces anotaban de forma incompleta, el nombre 
del autor o del título, añadiendo en ocasiones el lugar, la imprenta o el año, todo de 
acuerdo con sus criterios, pero no de forma sistemática. De ahí que la labor de la 
reconstrucción del libro resultara, en algunos casos, compleja (véase Anexo II). 
 
Para completar los registros de cada obra se hizo un rastreo en acervos 
bibliotecarios con obras similares. Al mismo tiempo, se hizo un cotejo del listado de 
libros encontrados en estas bibliotecas con el índice de libros prohibidos, lo que nos 
permitió considerar que algunos libros pudieron circular pese a las restricciones 
religiosas y morales. Así, de forma inferida se reconstruyeron las tres bibliotecas 
(véase Anexo I y II) y, posteriormente, se analizaron cuáles fueron los intereses de 
las lectoras del XVIII. De esta forma se logró tener un panorama del perfil lector del 
libro en manos de ellas durante el periodo de las Luces; luego de llevar a cabo la 
reconstrucción de los datos bibliográficos de los tres acervos, se analizaron 
particularmente los títulos de obras que coincidieron entre estos acervos; es decir, 
estos títulos que se repitieron en las tres bibliotecas sirvieron no sólo para identificar 
cuáles fueron los libros más leídos de la época, sino sobre todo para concentrarnos 
en su análisis de lo que consideramos un perfil lector común. 
 
VII 
 
Al pensar en todo lo que engloba a la lectora del siglo XVIII; es que esta 
investigación está divida en tres capítulos, partiendo de lo general a lo particular. El 
capítulo uno habla sobre la mujer del siglo XVIII, los cambios políticos que sufrió la 
Nueva España y con ello, conocer el estilo de vida de la mujer de este siglo, así 
como el papel que desempeño en la sociedad, como hija, madre y esposa o bien 
su papel como religiosa, sus obligaciones y derechos, así como el tipo de lectura a 
la que la mujer fue expuesta. Es decir, nos interesó conocer cómo las obras que 
leyó pudieron influir en su vida, ya que, al tener roles de género muy marcados, 
ésta tenía un tipo de lectura y enseñanza precisa. Al mismo tiempo estas mujeres 
al estar imbuidas en un periodo de explosión de conocimientos en libros impresos 
pudieron realizar sus lecturas en muchos lugares, desde casa y hasta la calle. 
 
El capítulo dos describe el análisis obtenido de la reconstrucción de sus inventarios 
y que se incluyen en el anexo I y II, así como los datos que se encontraron sobre la 
vida de las tres mujeres aquí analizadas: Eusebia de Castañeda, María Theresa de 
Quiroga y Ana María de Gullara. Con la información encontrada en el AGN, se pudo 
hacer una breve reconstrucción lo que fue su vida: matrimonio, defunción, compra 
y venta de inmuebles, conflictos legales, así como donaciones a la Iglesia; todos 
estos detalles rescatado de los archivos permitieron conocer detalles de la vida 
cotidiana de estas lectoras. Además de los aspectos particulares de su vida se 
encuentra un análisis temático de las bibliotecas privadas de estas mujeres. Con 
este análisis se da cuenta de los gustos y afinidades que tenían las mujeres del 
dieciocho, ya que no sólo muestra el interés personal de cada mujer; sino el aspecto 
global que las envolvía en este período histórico. 
 
En el tercer y último capítulo se analiza la lectura de obras dirigidas al género 
femenino para lo cual se eligieron cuatro temas relacionadas con la mujer a partir 
de cinco libros diferentes, títulos que se encontraron en las tres bibliotecas. De esta 
forma se pudo estudiar el concepto que se tenía con respecto a la vida moral de la 
mujer. También se analizaron los papeles se le asignaba como libre pensadora, así 
como el comportamiento ético y social que se esperaba, además del cuidado íntimo 
VIII 
 
y de higiene. La lectura pormenorizada de estos ejemplares permitió entender a la 
mujer del dieciocho, no sólo a través de sus libros en estantes, sino adentrándonos 
en lo que ellas leyeron y se apropiándose así del conocimiento de estos autores. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo 1. Sociedad, mujeres y lectura en la Nueva España 
 
 
La llegada de la Casa de los Borbón1 a España y, por ende, a las colonias, trajo 
consigo cambios muy importantes: desde el mundo de la política y la economía hasta 
la educación y la cultura. Para empezar, la llegada de una nueva dinastía de 
monarcas a la corona española, que poco conocía del manejo y vida en las colonias, 
significó una amenaza a la vida en América y el Caribe debido a la extracción 
desmedida de materias primas. Dentro del gobierno de los Borbones, el desperdicio 
de los recursos y el dinero por parte de la corona fue más que sabido, haciendo que 
las tierras fuera de España exportaran cada vez más tanto recursos naturales como 
impuestos, dejando sus arcas prácticamente vacías o con lo apenas indispensable 
para vivir, al tiempo que se exigió una mayor producción a la población mestiza e 
indígena que laboraba en las minas de las colonias. 
 
Además, la aplicación de las nuevas leyes y el manejo de la administración 
provocaron un severo burocratismo, generando la creación de más puestos para 
funcionarios2. Lo anterior provocó que el gobierno fuera lento para la solución de 
problemas internos, dando como resultado la apertura de más divisiones 
gubernamentales para solucionar los problemas. Un ejemplo fue el decreto en 1775 
del Reglamento de bienes de comunidad, hecho por José de Gálvez, expresado por 
la Corona, que llevó a cuantificar bienes, dinero y terrenos de las comunidades 
indígenas, sobre todo, para asegurar el pago exacto de impuestos. Todo ello a 
resultas de que los pueblos indígenas, en años previos, al ver que sustraían sus 
tierras de forma ilegal, se fueron uniendo en gremios y pasaron sus propiedades a 
cofradías, cuyo papel principal fue el de defender la propiedad y titularidad de cada 
dueño y evitar así la sustracción ilícita de estas propiedades. Sin embargo, con las 
reformas y antes de sacar a luz el reglamento de 1775 donde se notificaba de la 
 
1 La casa imperial de los Borbones estuvo representada sobre todo por Fernando VI (1746-1759), Carlos III (1759-
1788) y Carlos IV (1788-1808), quienes decretaron una serie de leyes mejor conocidas como las Reformas 
Borbónicas cuya implementación provocó cambios en la vida social de la Nueva España. 
2 Nieto López, Jesús (2014). “Historia 3”. México: Santillana. p 60. 
2 
 
suspensión de dichas cofradías3, sus privilegios ya estaban amenazados desde 1769 
con el impuesto de “el real y medio”. Todos estos elementos terminaron por 
empantanar las acciones del gobierno en México, por lo que fueron incapaces de dar 
soluciones prontas, lo que a su vez generó descontento entre la población que con 
los años derivó en una de las causas de la guerra de Independencia.4 Asimismo, los 
criollos, que anteriormente ascendían a puestos importantes, empezaron a ya no 
tener derecho a conseguirlos; paraello, el rey comenzó a enviar peninsulares, fieles 
a la Corona, para que se hicieran cargo de los puestos dentro del gobierno. Esta 
decisión sería otra de las causas para que los criollos gestaran la independencia5 
 
Otra de las leyes que se vieron endurecidas fue la del ejército. Los Borbones 
decidieron establecer un ejército regular, hecho que nunca había sucedido en la 
Nueva España. Al ver lo difícil del control de impuestos en toda la Colonia, se creó 
una división con doce intendencias o jurisdicciones a lo largo de todo el territorio para 
su mayor control administrativo, de tal manera que se pudiera obtener el mejor 
aprovechamiento de lo que cada territorio producía. Hay que recordar que esté siglo 
fue rico en crecimiento económico para la Nueva España. Esto provocó que no sólo 
las regiones que tenían minas se expandieran. Por ejemplo, Oaxaca y Yucatán que 
habían sido relegadas, ahora eran reconsideradas, lo que significó la llegada de más 
españoles a estas tierras con el fin de activar el comercio de sus bienes, lo que implicó 
una especie de reconquista de estos territorios.6Otra medida fue la pérdida de fueros 
y privilegios de la Iglesia, comenzando con la expulsión de los jesuitas el 17 de marzo 
de 1767. Para entonces, la Compañía de Jesús era la congregación religiosa más 
poderosa de la Nueva España debido a sus numerosos seminarios y colegios que 
controlaban buena parte de la población. Una vez expulsados, la Corona tomo sus 
 
3 García Ayluardo, Clara. (2010). Las reformas borbónicas 1750-1808. México: Fondo de Cultura Económica. p. 
66 (ídem) 
4 Gálvez José de. (1990). Informe sobre las rebeliones populares de 1767. México: Universidad Nacional 
Autónoma de México. p.35 
5 (2000). Pinceles de la Historia de la patria criolla a la nación mexicana. México: Museo Nacional de Arte. 
P.140 
6 Tutino, John. (octubre-diciembre, 1970). Guerra, comercio colonial y textiles mexicanos: el Bajío. En: 
Historias: revista de la dirección de estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. 
México: INAH nom. 11, 36 
3 
 
posiciones, algunas las vendió, otras sirvieron para alojar las nuevas 
administraciones. Esto ocasionó divisiones entre la población.7 
 
Ciertamente el rubro de producción económica más importante para la Nueva España 
fue la minería, que la convertía en la colonia con mayor producción y exportación de 
plata. Principalmente el virrey Francisco de Güemes y Horcasitas (1746-1755) fue 
quien impulsó la extracción minera, al tiempo que promovió un banco de avío en 
Pachuca. Sus sucesores, el virrey Agustín de Ahumada y Villalón (1755-1760) y 
Francisco Cajigal de la Vega (en 1760-1777), declararon y mantuvieron un libre 
comercio del hierro y del acero. Hacia 1720, en la Nueva España se había 
desarrollado una economía mercantilista que propició una vasta proyección y 
construcción de edificios y avances en la expansión demográfica; por su parte, la 
agricultura y la ganadería, fueron la segunda y la tercera actividad económicas en 
importancia de este periodo. Desde luego de estos ramos se obtenían alimentos para 
la población. La mayor parte de la agricultura era de temporal. En consecuencia, a 
buenos años de cosecha seguían frecuentemente temporadas de sequías, causantes 
de escasez y hambrunas en las ciudades y el campo.8 
 
Por otra parte, era casi imposible realizar comercio de lo producido dentro de la 
Colonia, debido a los duros trámites y leyes fijados desde la metrópoli. Los textiles 
fueron de los pocos productos que se pudieron comercializar, así como la fabricación 
de telas de lana y de algodón en talleres llamados obrajes. La mayoría de éstos 
empleaba a trabajadores cautivos, presos o endeudados9. Fue el Bajío la zona con 
mayor producción de telas de lana: las haciendas de Tomás Merno Pablo y la de José 
del Raso fueron las mayores productoras durante este siglo, esto debido a la 
expansión de la población en esta zona, atraída por el trabajo en los telares, de tal 
 
7 Borah, Woodrow. El gobierno provincial en la Nueva España 1570-1787 (1985). México: Universidad Nacional 
Autónoma de México p.190. 
8 Miranda. José. (1995). La hacienda en banca rota y la operación fiscal En: Estudios novohispanos. México: 
Universidad Nacional Autónoma de México. p. 36 
9 Rubio Mañe, Ignacio. (1955). Introducción al estudio de los virreyes de Nueva España 1535-1746. Expansión 
y defensa. México: Dirección General de Publicaciones, UNAM. p. 312 
4 
 
forma que los productos artesanales fueron ampliamente beneficiados.10 Este mismo 
sector se apoyó con el trabajo desde casa que realizaban las mujeres de familias 
campesinas: de esta forma mantenían la figura de la madre protectora y de esposa 
virtuosa, ya que trabajaba desde el hogar, era una práctica bien vista por la sociedad 
con esto aportaban dinero a la economía familiar que hacía mucha falta. La expansión 
de todos los sectores y el crecimiento de la riqueza no fue pareja, de tal forma que 
hubo más riqueza, pero no hubo mejoras a la calidad de vida, al contrario, genero 
empobrecimiento en algunos sectores de la población, gracias a las leyes que 
protegían algunos y al excesivo impuesto que había en ciertos productos y pagos por 
servicios11. La vida de la sociedad novohispana vivió cambios importantes durante el 
periodo del virrey Francisco de la Cueva Enríquez (1702-1711), primero el desalojo 
de los ingleses de las costas de la Nueva España, y al mismo tiempo la población 
indígena tuvo un ligero ascenso en su número de pobladores, reponiéndose después 
de las bajas que había tenido los siglos anteriores. No obstante, durante el período 
en que el Virrey Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta (1734-1740), fue arduamente 
atacado por las plagas de 1736 y 1737 lo que provocó que la población se viera 
mermada. Igualmente, para 1785-1786 la población padeció una hambruna que 
comenzó en el Bajío debido a una sequía en sus campos y en los productos de 
ganado que producía. Por una parte, los territorios de Chiapas, Yucatán y 
Campeche12, como ya vimos, tuvieron un realce en su economía lo que produjo un 
repoblamiento. Lo mismo sucedió en los territorios del norte, donde la población 
creció durante la mitad del siglo XVIII. En cambio, en el centro del virreinato, entre 
Guadalajara y Oaxaca, se generó un decrecimiento de la población, particularmente 
de indios.13 En 1790, el conde de Revillagigedo ordenó un censo –que no hay que 
 
10 Tutino, John. (octubre-diciembre, 1970). Guerra, comercio colonial y textiles mexicanos: el Bajío. En: Historias: 
revista de la dirección de estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. México: INAH 
nom. 11, 36 
11 Sánchez Santiró, Ernesto. (2010). Una modernización conservadora: el reformismo borbónico y su impacto. 
Sobre la economía, la fiscalidad y las instituciones. En: Las reformas borbónicas, 1750-1808. México: Fondo de 
Cultura Económica. p.295 
12 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional 
Autónoma de México. p. 317 
13 Idídem, p. 37. 
5 
 
olvidar fue criticado por José Antonio Álzate14- el cual mostraba las siguientes cifras: 
seis millones de habitantes en 30 ciudades, 95 villas, 4,682 pueblos y 165 misiones, 
cuya base primordial estaba compuesta por una variedad de castas que no dejaba 
de aumentar.15 En algunos lugares los habitantes estaban conformados por 67% 
indígenas y el 33% español o de castas16. 
 
Por otra parte, los eruditos novohispanos de la época fueron prolíferos en 
investigación que exponían puntualmente en libros, gacetas, periódicos y panfletos 
que llegaban a la gente continuamente. Como Antonio de Álzate, José Ignacio 
Bartolache, Joaquín Velázquez de León, Antonio deLeón y Gama y Juan Benito Díaz 
de Gamara y Dávalos, hombres ilustrados que se encargaron de comentar en sus 
círculos de lecturas a Descartes y a Newton, ellos también participaron en trabajos 
de corte científico. Por otra parte, los nuevos cambios que trajeron las reformas 
también llegaron a las imprentas. En 1768 Carlos III decretó que la impresión y 
circulación de libros, debía tener licencia y limitó el ámbito a la Inquisición; esta 
institución que era estricta se volvió más aguda en la vigilancia tanto de los 
embarques traídos de otras partes del mundo como de lo que circulaba en las 
ciudades novohispanas, aun así, muchas bibliotecas privadas, conventuales 
albergaban libros prohibidos.17 La lectura también estuvo sujeta tanto a la clase social 
como a las restricciones puestas por la Inquisición, ya que los libros no eran para 
todos y las lecturas tenían un público definido, de tal forma que se procuraba que las 
castas, sobre todo, no accedieran a ciertas lecturas que podían confundir sus mentes, 
ya que los consideraban de intelecto inferior por ser la mezcla de dos razas 
diferentes.18 Durante 1770, se publicó un edicto que buscaba enseñar español de 
forma forzosa a los indígenas. Sin embargo, algunos eruditos argumentaron, en 
contra de esta propuesta, pues ésta generaría la perdida de la gran riqueza lingüística 
 
14 ídem, p. 38 
15 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional 
Autónoma de México. p. 142. 
16 Gerhard, Peter. (1986). Geografía histórica de la Nueva España: 1519-1821. México: Universidad Nacional 
Autónoma de México. p. 317 
17 Ibídem, p. 241 
18 García Sáinz, María Concepción. (1989). Las Castas mexicanas un género pictórico americano. México: 
Olivetti. p. 180 
6 
 
indígena. Bartolache publico textos en náhuatl, Clavijero hizo lo propio con sus textos 
y Álzate proponía una nomenclatura botánica heredada del pasado prehispánico. 
Esta situación no se dio solamente en la Nueva España, sino que también alcanzó a 
otras colonias como la de Perú.19 En un panorama general podemos ver como el 
siglo XVIII fue de grandes cambios tanto sociales como intelectuales y todo esto 
impacto a las mujeres y su estilo de vida; al ser consideradas el pilar de las nuevas 
generaciones los cambios impactaban en su vida cotidiana y la manera de criar a los 
hijos. 
 
 
1.1 La mujer en la Nueva España del siglo XVIII 
 
Durante el periodo de las Luces, la mujer de clase alta mantuvo su rol tradicional 
enfocado al cuidado del hogar mediante el arte culinario, la ejecución musical -
generalmente piano y canto, dibujo y ritmo en el baile20- , así como la gracia y el 
decoro en la mesa y, en lugares públicos con modos de hablar adecuados, así como 
comportamiento dependiendo de su clase social. Asimismo, debía cuidar su cuerpo 
de forma pulcra, respetable y vestida con buen gusto, mostrando un carácter 
bondadoso y conducta obediente21. 
 
Fue un tiempo en que las mujeres además de ser esposas abnegadas, amas de casa 
y cuidadoras de las nuevas generaciones, tenían la posibilidad de ejercer diversos 
oficios los cuales estaban clasificados dependiendo de la clase a la que se 
perteneciera.22 Y este estuviera avalado por su esposo o padre. Lo anterior sin 
olvidar, dentro de un plano moral, que la mujer podía dedicarse a la vida religiosa, 
 
19 Ibídem, p. 103 
20 Martins Torres, Andrea. (2017). La joyería femenina novohispana. Continuidades y ruptura en la estética del 
adorno corporal. En: Mujeres en la Nueva España. México: Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, p.49 
21 Ossorio de la Cadena, Antonio. (1766). Virtud en el estrado: visitas juiciosas critica espiritual. Madrid: 
Imprenta de Andrés Ortega, p.29 
22 Criado Torres, Lucia. (2012). El papel de la mujer como ciudadana en el siglo XVIII: la educación y lo privado. 
[Consultada el 23 de abril de 2017 a las 10:31pm. en: 
http://www.ugr.es/~inveliteraria/PDF/MUJER%20COMO%20CIUDADANA%20EN%20EL%20SIGLO%20XVIII.%2
0LA%20EDUCACION%20Y%20LO%20PRIVADO.pdf] 
7 
 
con devoción y oración.23 Pero en ámbitos seglares, ellas eran toleradas en labores 
como empresarias, comerciantes, dueñas de minas, de obrajes, haciendas e 
impresoras. De tal forma que la mujer de ciertas clases sociales y bajo ciertas 
restricciones morales podía trabajar, hacer uso de sus bienes económicos y ser tan 
reconocidas en actividades donde los hombres predominaban, sobre todo aquellas 
que quedaban viudas, ya que este estatus le permitía trabajar sin ofender la norma 
social24 En el caso particular del oficio de la imprenta conviene hacer hincapié que, a 
lo largo del dieciocho, en particular durante el último tercio, el comercio de libros tuvo 
un gran auge: se incrementó la oferta de impresos mexicanos lo mismo que de obras 
provenientes de diversas partes del mundo. Y las imprentas surgidas desde siglos 
anteriores por los hombres, ahora eran manejadas por mujeres, cuya tradición venía 
desde sus padres o esposos. Es decir, las hijas o las esposas de impresores, al 
participar en los diferentes oficios dentro del taller mientras limpiaban el taller o 
vendían libros, se fueron familiarizando con el trabajo de impresor que posteriormente 
les permitió seguir con el oficio de sus esposos y generar esta gran cadena que fue 
la de imprenta de viudas25. En muchas ocasiones, ellas terminaron por acrecentar el 
negocio después heredado a los hijos. En el caso de las impresoras de la época su 
papel fue fundamental para la cultura escrita de la Colonia y lo demuestran sus 
múltiples libros editados y los permisos otorgados a estas mujeres como Gertrudis 
Escobar, quien desde 1703 tomó el control de la imprenta de su marido y logró 
conseguir permisos exclusivos de ciertos impresos26; a lado de Escobar también 
destacan otras impresoras como Juana de León y Mesa en 1726; María de Rivera en 
1732 y Teresa de Poveda 1741.27 
 
23 Rodríguez Torres, Rosario. (2011) Una aproximación a la figura femenina durante un siglo de que hacer 
tipográfico en la nueva España: 1539-1639, México: Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. p.250 
24 Barón y Arín, Jayme. (1632). Luz de la fe y de la ley: entretenimiento christiano entre Desiderio, y electo, 
maestro, y discípulo, en dialogo, y estilo parabólico, adornado con varias historias, y moralidades, para 
enseñanza de ignorantes en la Doctrina Christiana. Madrid: Imprenta de Don pedro Gómez. p. 40 
25 Beltrán Cabrera, Luz del Carmen. (2014). Mujeres impresoras del siglo XVIII: novohispanas en México. 
México: Revista Fuentes Humanísticas (año 27, núm. 48). .18 
26 Beltrán Cabrera, Luz del Carmen. (2014). Mujeres impresoras del siglo XVIII novohispanas en México. 
México: Revista Fuentes Humanísticas (año 27, núm. 48). 23 
27 Poot-Herrera, Sra. (2008). El siglo de las viudas: impresoras y mercaderes de libros en el XVIII novohispano: 
Revista destiempo. (marzo-abril número 14). 30 
8 
 
Todo esto se vio reflejado en un mercado creciente, manifiesto en las colecciones 
personales no sólo de hombres ilustres y eruditos de la época, sino también de 
personas que se apoyaban de forma autodidacta por medio de lecturas para sus 
labores profesionales en el campo, las minas o las ciudades como es el caso de las 
mujeres aquí estudiadas. De esta forma, entraron en esta dinámica, de forma sutil, 
pero con pasos firmes creando bibliotecas con temas actuales y escritores 
contemporáneos. Después de más de dos siglos de la presencia hispana, la colonia 
de la Nueva España mostraba un mapa de lectura particular: los libros circulaban en 
diferentes ámbitos de la vida cotidiana afectando costumbres y formas de 
comportamiento y los lectores se volvían cada vez más exigentes. Por ello, la historia 
de la Nueva España y en particularla ocurrida durante el siglo aquí estudiado, no se 
puede abordar, sin hablar de los libros que rodeaban, a los lectores de este periodo. 
Ya que estos fueron cambiando y la lectura modificó estos comportamientos como lo 
podemos ver en las bibliotecas aquí analizadas. 
 
La idea escrita sobre el comportamiento correcto para la mujer fue circulando gracias 
a que muchas de ellas tuvieron el privilegio de ser lectoras en la era de las Luces. Si 
el siglo XVI había estado marcado por una fuerte restricción para la mujer en cuanto 
a su educación y participación social, ya para el dieciocho las limitaciones no fueron 
tan estrictas, la lectura y la educación se volvieron más abiertas, también porque los 
nuevos pensadores y teólogos veían a la mujer con otros ojos, no solo como madre, 
sino como gran aliada para formar y enderezar a las familias de forma cristiana. Pero 
aun así el destino de las mujeres estaba encaminado al matrimonio o el convento, 
sobre todo porque los padres buscaban a toda costa asegurar el bienestar, la honra 
y la descendencia de ellas, quienes eran el reflejo de la calidad del apellido que 
portaban. Para lograr esto muchos autores, sobre todo españoles, comenzaron a 
escribir sobre las buenas conductas que debían guardar las mujeres como Antonio 
de Ossorio, Benito Feijoo, Jaime Barón, Manuel Tesauro, Paul de Zacchia. 
 
Los libros circularon y un número considerable de mujeres se convirtieron en lectoras 
en ciertos círculos y de ciertas obras consideradas aptas para su posición. Una de 
9 
 
estas lecturas recreativas fue La Instrucción de la mujer casada de Juan Luis Vives28 
y La perfecta casada de Fray Luis de León. Ambas obras fueron consideradas como 
lecturas aptas para las damas porque la familia estaba en el centro de sus propósitos. 
La educación de la mujer forma parte indispensable en su vida; esto a pesar de que 
se ha sostenido que la mujer colonial no estudiaba; cosa que ha sido refutada en 
varios estudios29, ya que durante la Colonia y en particular durante el dieciocho, se 
conoce un gran número de escuelas para mujeres; incluso se sabe que para finales 
de este siglo los colegios eran superados de tres de hombres por uno para mujeres30. 
 
Lo anterior demuestra que, durante la época de la Colonia, sobre todo las mujeres 
peninsulares y criollas o algunas mestizas, tuvieron ciertos privilegios y posiciones 
sociales que les permitieron realizar ciertos trabajos en torno a la cultura escrita. Todo 
lo cual demuestra que algunas sabían leer y tenía contacto con los libros pudiendo 
crear sus propias bibliotecas, cosa que se puede ver en este estudio, ciertas mujeres 
con posición social y economía solvente para adquirir materiales de lectura. 
 
1.1.1 La educación de la mujer en el siglo XVIII 
 
Para el siglo XVIII, la educación para las mujeres tuvo un lugar importante en la 
Nueva España. La enseñanza para ellas estaba dividida de acuerdo con el estatus 
social al que pertenecían31. La mayor parte de las mujeres prósperas 
económicamente podían terminar en los monasterios. Las mujeres de clase media 
asistían a escuelas denominadas “Belén”, mientras que las huérfanas ingresaban al 
Colegio de niñas. En este periodo se abrieron escuelas como el Colegio de las 
Vizcaínas (1732) y el Colegio de los Ángeles, en Tlatelolco (1753) y también se 
crearon nuevos conventos dando paso a órdenes como la de Santa Brígida y la 
 
28 Tuñón, Julia. (2015). La mujer México: Debate; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. p. 83 
29 Vega, José Luis. (1989). América virreinal: la educación de la mujer 1503-1821. México: Jus, p.80 
30 Vega, José Luis. (1989). América virreinal: la educación de la mujer 1503-1821. México: Jus, p.55 
31 Criado Torres, Lucia. (2012). El papel de la mujer como ciudadana en el siglo XVIII: la educación y lo privado. 
[Consultada el 23 de abril de 2017 a las 10:34am. en: 
http://www.ugr.es/~inveliteraria/PDF/MUJER%20COMO%20CIUDADANA%20EN%20EL%20SIGLO%20XVIII.%2
0LA%20EDUCACION%20Y%20LO%20PRIVADO.pdf] 
10 
 
compañía de María.32 Josefina Muriel, investigadora de la educación de la mujer 
durante la colonia33 distingue tres etapas en la educación de las mujeres: 
 
1. Básica: doctrina católica y sus aspectos 
2. Cultura media: alfabetización, operaciones aritméticas y oficios propios 
de mujeres 
3. Cultura superior: intereses personales. 
 
Aunque de forma minoritaria la mujer aprendió a leer gracias a la lectura fonética o 
por repetición; eran estos ejercicios de lectura en voz alta lo que hacía eco en las 
mujeres lectoras. Y de ahí que lecturas como la de Ossorio formaran parte de sus 
lecturas en casa. Las ideas de la Ilustración fueron llegando a México poco a poco y 
la educación sobre todo en la mujer se vio desde diferentes perspectivas y se permitió 
a más grupos sociales acceder a la escuela.34 Desde el siglo XVII Sor Juana se 
convirtió en un modelo para que algunas monjas comenzaran a dar a conocer sus 
escritos que anteriormente permanecerían sólo para su convento de igual forma a 
publicar de la vida en el convento y la historia de sus congragaciones. 
 
Un ejemplo es la Relación histórica de la fundación del convento de Nuestra Señora 
del Pilar, escrita y publicada en 1784 sobre la biografía de la fundadora de la 
Compañía de María.35 Otro ejemplo es la criolla María Anna Águeda de San Ignacio 
(1695-1756), monja dominica recoleta, que fue autora de varios títulos, entre los que 
destaca Modos de ejercitar los oficios de obediencia. Una obra que circulaba por los 
conventos de Nueva España como manual de conducto fuera y dentro de la 
institución espiritual.36 El papel que desempeñaba una mujer a lo largo de su vida iba 
variando con forme a su edad y en cada etapa tenía atributos y conductas que debía 
 
32 Monjas coronadas. (1978). México: Secretaría de la Presidencia. p. 85 
33 Guadia, Sara Beatriz. (2013). Historia de las mujeres en América Latina. Lima. Centro de Estudio sobre la 
Mujer en América Latina. p. 120 
34 Bazarte Martínez. Op Cit.p.80 
35 Ruiz Barrionuevo, Carmen. (207). Libros, lectura, enseñanza y mujeres en el siglo XVIII novohispano. Revista 
de Filología (febrero 25). 40 
36 Bazarte Martínez. Op Cit. p.120 
11 
 
seguir para garantizar ser una mujer digna dentro de los estándares marcados por la 
sociedad.37 Dichas reglas eran impuestos en las colonias por las mujeres 
peninsulares, las cuales eran modelos a seguir, siempre encaminadas a las normas 
establecidas por la iglesia y las cuales se replicaban por medio de la lectura, como 
por el ejemplo, La virtud sobre el estrado del español Antonio de Ossorio. Una obra, 
como se analizará en los próximos capítulos, donde se describía cómo debía ser el 
comportamiento de una mujer tanto de forma interna como externa en la sociedad.38 
 
Las mujeres eran educadas, desde la niñez, para cumplir con el rol social que se les 
encomendara: ya fuera que tomaran el camino del matrimonio o el religioso, en 
cualquier caso, debían ser dóciles, respetar la autoridad de sus padres y vivir 
confinadas en sus casas o monasterios39. 
 
Estas ideas eran planteadas desde la niñez y conforme la adultez llegaba; mayores 
eran los cuidados que la familia ponía en torno a las jóvenes: por esta visión la mujer 
soltera, tenía pocos espacios para ser vista y poder conversar. Uno de los pocos 
lugares de sociabilidad fueron las ceremonias religiosas, entre las cuales, la misa 
podía servir para que las jóvenes platicaran40. Como ya se ha visto, la educación 
jugaba un papel importante en la vida de las jóvenes, por lo cual algunas familias 
preferían educar a sus hijas en claustros, lo que garantizaba su pureza y virginidad. 
También porque estas instituciones resultaban ser las mejores escuelas para niñas y 
jóvenes. Las pequeñas eran encargadas con algunamonja quien fungía como su 
tutora particular en cuanto a su formación espiritual y educación hasta cumplir la edad 
marcada para casarse o tomar los votos.41 Su educación variaba según la orden a la 
que pertenecieran, pero como regla general todas ellas aprendían a leer y escribir, 
 
37 Gonzalbo, Pilar. (1991). Familias novohispanas siglos XVI al XIX. México: El Colegio de México. p. 100 
38 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII. Anales de Antropología, 
UNAM. p. 263 consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] 
39 Ossorio de la Cadena, Antonio. (1766). Virtud en el estrado: visitas juiciosas critica espiritual. Madrid: 
Imprenta de Andrés Ortega, p.29 
40 Vid nota 37 
41 Martínez Cuesta, Ángel. (1995). Monjas en la América colonial. Revista Thesaurus: boletín del Instituto caro 
y Cuervo, (núm. 50). 576. [consultado el 25 de agosto del 2016 en: 
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=25684] 
http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039
12 
 
hacer costura y bordado, cocinar, gobernar la casa o practicar alguna actividad 
recreativa como teatro, baile, tocar instrumentos.42. Si las jóvenes contaban con sus 
padres y decidían o eran mandas a tomar los hábitos éstos debían dar una dote para 
convertirlas en religiosas, pero si eran huérfanas o no contaban con dote podían 
seguir trabajando y viviendo como “acogidas” dentro del convento, pero no eran 
religiosas43. 
 
En los casos donde las jóvenes contraían matrimonio, existían dos posibilidades; el 
arreglado por los padres o el libre; de ahí el cortejo era parte sustancial. Del noviazgo 
pocos documentos rescatan está parte lo poco que se ha tenido descrito es relatado 
por Gonzalbo, que menciona, que es el caballero quien debía pedir permiso a la 
joven para ser cortejada, y con autorización de los padres de está, así como el 
conocimiento de los padres del hombre, lo que implicaba correspondencia y 
recados44 con los empleados de forma asidua, así como visitas supervisadas, ya que 
las doncellas no podían salir solas y menos encontrarse con un hombre joven en tal 
situación, ya que eso desataba rumores y podía terminar con la buena reputación de 
la joven45. Los regalos entre los novios fue también parte del cortejo sobre todo el 
intercambio de prendas como pañuelos y mascadas, rosarios, medallas etc. Todo 
esto derivaba en los esponsales, lo cual era la promesa de ambas ya sea ante un 
párroco o por escrito de la promesa para casarse, acciones muy frecuentes en la 
Nueva España con la cual daba paso a la preparación de la boda oficial, estos 
esponsales eran válidos y de carácter legal, lo que hacía que si alguno de los novios 
no cumplía su promesa podía ser llevado a juicio, para obligarle a cumplirla.46 Al no 
hacerlo, podían ir presos hasta que decidieran casarse o bien algunos entraban a los 
conventos para evitar el matrimonio47. También era muy común que durante este 
 
42 Bazarte Martínez. Op Cit. p.45 
43 Bazarte Martínez. Op Cit. p.74 
44 Vid nota 37 
45 Barón y Arín, Jayme. (1632). Luz de la fe y de la ley: entretenimiento christiano entre Desiderio, y electo, 
maestro, y discípulo, en dialogo, y estilo parabólico, adornado con varias historias, y moralidades, para 
enseñanza de ignorantes en la doctrina christiana. Madrid: Imprenta de don Pedro Gómez. p. 60 
46 Vid nota 37 
47 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII: Anales de Antropología, 
UNAM. p. 149 consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] 
http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039
13 
 
tiempo en que los novios se hacían promesas, se desflorara a la mujer, lo que 
apremiaba más a la doncella para casarse en varios casos quedaba embarazada, lo 
que apresuraba el matrimonio48. Queda evidencia en el Archivo General de la Nación, 
de varios procesos legales ante hombres, que después de haber hecho promesas y 
consumado el acto se daban a la fuga; así que varios padres de las damas estaban 
en todo el derecho de enjuiciar y obligar a casa a los caballeros que cometían estos 
actos y en gran medida estos juicios eran a favor de la joven dama. 
 
Ahora bien, si las jóvenes no se casaban el tomar los hábitos era la siguiente opción, 
en cuanto al ingreso a los conventos, durante el siglo XVIII se instauró en la Nueva 
España una nueva forma de examen de admisión para las futuras religiosas,49 esto 
debido a que, en ocasiones, las jóvenes entraban sin vocación, impulsadas u 
obligadas por los padres, lo que las volvía una carga para el convento y las demás 
religiosas. Ante esta situación, la mujer que deseaba ingresar a la vida conventual 
tenía que pasar por etapas para alcanzar a convertirse en religiosa. Ellas debían 
postular alrededor de los 16 años, pero, si por algún motivo los padres o tutores 
pedían su ingreso antes de esta edad, se tenía que entregar un permiso firmado por 
el arzobispo, donde la joven firmaba de estar convencida de tomar los hábitos, sin 
ser presionada o amenazada50. Luego, la postulante debía pasar un año de 
noviciado, periodo durante el cual se les enseñaba la importancia de los votos de vida 
que iban a elegir: castidad, obediencia, pobreza y enclaustramiento. Pasado este 
periodo, la novicia que tomaba la decisión de adquirir los hábitos era necesario el 
pago de la dote, el cual oscilaba entre los 3000 a 4000 pesos dependiendo del 
convento51. también se pedía a los padres o padrinos, que prepararan la fiesta en el 
interior y exterior del convento, el cual se podía hacer iluminando las calles, con 
luminarias puestas en las azoteas de las casas vecinas y en las torres y cúpulas del 
convento. “Se ponían enramadas en las puertas, había verbenas populares, se 
 
48 Quezada, Noemi. (2012). Sexualidad y magia en la mujer novohispana: el siglo XVIII. Anales de Antropología, 
UNAM. p. 150 Consultada en: [http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039] 
49 Monjas coronadas. (1978). México: Secretaría de la Presidencia. p. 75 
50 Bazarte Martínez. Op Cit. p.58 
51 Bazarte Martínez. Op Cit. p. 250 
http://dx.doi.org/10.22201/iia.24486221e.1989.1.13039
14 
 
tronaban cuetes y prendían castillos, mientras en el interior en medio de una iglesia 
iluminaba por centenares de velas y ante el resplandeciente oro de los altares 
aparece la novicia con una vestimenta especial para la ocasión y que variaba por 
convento y ataviada de joyas otorgadas por la familia, una vez en el altar la rodeaban 
todas las religiosas del convento y solo las mayores la iba despojando de todas estas 
vestiduras para dejar atrás la vida mundana y se les cortaba el pelo, en señal de 
humildad y para sustituirlo por el velo, de esta forma se celebraba la boda”52, así 
mismo una vez vestida con su hábito se le daba la comunión y se entregaba a la 
maestra del noviciado, para comenzar con sus estudios y el inicio su vida como 
religiosa53 
 
Durante el siglo XVIII, la vida de una religiosa se consideraba socialmente ideal, 
además de que le daba estatus a la familia. En la vida religiosa, las mujeres tenían 
diferentes tareas según la vocación del convento: cuidar niños huérfanos o atender 
enfermos desamparados principalmente. Esta vocación era acompañada con los 
rezos y lecturas no sólo religiosas, sino también de esparcimiento gracias a un cierto 
tipo de libertad que era permitido.54 
 
El papel de la mujer religiosa en la sociedad colonial anterior al siglo XVIII; se veía 
como una protectora y cuidadora. La escritura también formó parte de su vida que 
se puede apreciar en la producción de cartas, sonetos, novelas y poesía de las 
religiosas en diversos conventos alrededor de México55, los vestigios que quedaronde estas acciones nos deberían permitir apreciar la lectura y la escritura de estas 
mujeres de un modo más personal. Es decir, el conocer lo escrito en cartas que se 
intercambiaban entre conventos para compartir opiniones, nos puede ayudar a 
comprender la importancia de la escritura en la vida religiosa de la Nueva España. 
 
52 Bazarte Martínez, Alicia. Op Cit. p.80 
53 Martínez Cuesta, Ángel. (1995). Monjas en la América colonial Revista Thesaurus: boletín del Instituto caro y 
Cuervo, (núm. 50). 576. Consultado el 25 de agosto del 2016 a las 11:00 am. en: 
[https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=25684] 
54 Tuñón, Julia. (2015). La Mujer. México: Debate; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. p. 109 
55 Infante Vargas, Lucrecia. (2009). Del diario personal al Diario de México escritura femenina y medios impresos 
durante la primera mitad del siglo XIX. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 40 
15 
 
Sin embargo, muchas de estas cartas quedaron sepultadas en los archivos 
conventuales que, con el tiempo, se fueron destruyendo o perdiendo. Son pocos los 
ejemplos epistolares que sobreviven y dan fe del talento que tenían las religiosas de 
diversas órdenes y por conceptos de la época no pudieron ser publicadas, debido a 
las restricciones que prevalecieron en el siglo XVIII56. Entre algunas religiosas que 
destacaron en la escritura destacan sor Teresa Magdalena de Cristo, quien escribió 
las “Décimas para San Juan de Dios” (1700), y ganó un concurso literario en 1702. 
También despunta sor Francisca Gonzaga Castillo que se dedicó al estudio de las 
matemáticas, y escribió quien escribió un libro intitulado “Efemeris, calculado al 
meridiano de México para el año de 175757. 
 
Si, bien el camino de las jóvenes podría tomar dos rutas, una ya explorada en los 
párrafos de arriba el matrimonio era parte fundamental de la sociedad virreinal 
mientras que las mujeres casadas tuvieron un papel relevante para la sociedad de 
castas ya que, seguidora de tradiciones y costumbres, su labor en el hogar fue parte 
fundamental para la reproducción social establecida en las colonias58. De ahí que el 
matrimonio, sobre todo de las mujeres de élite, fuera determinado por alianzas que 
fortalecieran la alcurnia de familias enteras, garantizando que el patrimonio familiar 
no se perdiera y que las futuras generaciones conservaran su posición y bienes. De 
esta forma un buen casamiento resguardaba a la mujer en varios sentidos ya que se 
garantizaba que estuvieran protegidas toda su vida. Así la dote, por ejemplo, no 
pasaba como tal al marido, pues había reglas sobre los esponsales, la infidelidad y 
el otorgamiento del divorcio -para ciertos casos-.59 Ciertamente la mujer era vista 
 
56 Infante Vargas, Lucrecia. (2009). Del diario personal al Diario de México escritura femenina y medios impresos 
durante la primera mitad del siglo XIX. México: Universidad Nacional Autónoma de México. p. 60 
57 El Renacimiento, Periódico Literario (2006), [ed. Belem Clark]. México: Universidad Nacional Autónoma de 
México. p. 193. 
58 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: 
Estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 
2017 en: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27-
38.pdf] 
59 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: 
Estudios históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 
2017 en: http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27-
38.pdf] 
16 
 
como un bien, pero también como un ser indefenso que tenía que ser cuidado, ya 
que no podía valerse por sí misma, de ahí que las leyes del Toro, fueran en gran 
medida para procurar el bien de ellas.60 
 
La futura esposa podría quedar comprometida por consentimiento de los padres o 
tutores desde temprana edad. Cuando los padres no arreglaban el matrimonio y la 
joven disponía a casarse por su propia elección, el seno familiar tenía que dar su 
autorización para que la unión se celebrara; en caso de que los padres negaran su 
permiso, la joven pareja podía recurrir a los tribunales para que la familia diera las 
razones de su negativa al juez. Luego, en caso de que las razones presentadas no 
satisficieran al juez, los solicitantes podían llevar a cabo su matrimonio con la venia 
de las autoridades civiles quienes se encargaban de hacer un juicio y emitir 
resolución; dicha determinación tenía que ser aceptada por la familia61.Esto le daba 
a la mujer cierta libertad de elección, pero también, el hombre que eligiera tenía que 
garantizarle una buena vida, para que las autoridades aceptaran dicho matrimonio, 
por encima de la voluntad familiar. 
 
Para poder llegar al matrimonio existían ciertas reglas sobre todo judiciales que los 
contrayentes y su familia debían atender.62 En el siglo XVIII las reglas fueron muy 
severas sobre todo en el terreno de las castas y parentescos familiares63: un apartado 
de las leyes del Toro era muy claro en cuanto al tipo de uniones permitidas y 
prohibidas64: 
 
 
60 Theauro, Manuel. (1692). Filosofía moral derivada de la alta fuente del grande Aristóteles stagirita. Madrid: 
Imprenta de Juan García Infanzón. p. 353 
61 Coutier, Edith. (2013). La mujer y la familia en el México del siglo XVIII: legislación y práctica. México: Estudios 
históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia. (36) 3. [Consultada el 30 de enero de 2017 en: 
http://www.estudioshistoricos.inah.gob.mx/revistaHistorias/wp-content/uploads/historias_36_27-38.pdf] 
62 Vid nota 37 
63 Las Leyes del Toro, tenían restricciones ante el matrimonio, para garantizar el bienestar tanto de la mujer, 
como de la descendencia de esta. Un ejemplo era: “Parentesco por afinidad contamos como una sola estación, 
la unión de los dos cónyuges que ligan a los parientes por afinidad”. CF. Transcripción de las leyes del Toro según 
el original que se conserva en el Archivo de la Rea lChanchillería de Valladolid. Consultado en: 
[http://faculty.georgetown.edu/sallesrv/courses/SPAN-459/span459/pdfs/leyes_toro/leyes_96.pdf] 
64 Vid nota 37 
17 
 
Para celebrar los desposorios, también existía un protocolo o guion que estaba 
descrito para cada casta. Entre las familias de españoles existían pasos a seguir 
para llevar acabo la celebración de un matrimonio. Generalmente el novio debía 
presentarse a las primeras horas de la mañana con sus padres, padrinos y testigos 
a la parroquia con el sacerdote. Ahí, se leían las amonestaciones en privado y se 
entregaba la dote y las arras para sellar el trato y se ponía fecha para la misa. A la 
hora de la velación se reunían los contrayentes con sus padrinos e invitados en la 
Iglesia para la lectura y se hacían los juramentos por parte de los solicitantes ante la 
comunidad y el altar.65 Después de dicho intercambio se hacía la celebración la cual 
dependía del estrato social de la pareja, la cual podía variar de cantidad de invitados. 
En el caso de las familias menos acaudaladas, el procedimiento era parecido a 
excepción de la dote, la cual, al no tener la posibilidad de otorgarla, dependía del 
hombre que quisiera casarse con ella y este entregaba las arras al dotarla de un 
ajuar para la boda, o bien se omitía tanto la dote como las arras y se celebraba una 
ceremonia sencilla. 
 
La dote jugó un papel fundamental en todas las uniones, pues era fundamento para 
alentar las empresas familiares, además de dejar a la esposa un futuro resguardado; 
la dote quedaba por lo general a nombre de la esposa66. Hay que recordarque la 
mujer no estaba autorizada mental ni jurídicamente a utilizar sus bienes de forma 
autónoma, pues para cualquier trámite tenía que pedir permiso o bien estar 
respaldada por su padre o marido si era menos de edad, en caso de no contar con 
ninguno de los padres, era alguno de los hermanos, quienes quedaban como 
responsable. La viudez era el único estado liberador para ellas67, pues en estas 
circunstancias, el dinero y propiedades que dejara el marido servían para darle 
libertad; por el contrario, los viudos debían devolver la dote si la familia de la esposa 
la solicitaba, sobre todo si no había hijos de por medio. Si había descendencia la dote 
pasaba directamente para los hijos y en la repartición, los abuelos maternos podían 
 
65 Vid nota 37 
66 Bazarte Martínez. (Op Cit. p.48 
67 Vid nota 37 
18 
 
participar68. Las tres mujeres lectoras, aquí estudiadas, fueron viudas que heredaron 
de sus esposos dinero y bienes que les permitieron vivir bien69. Incluso, en algunos 
casos la viuda tomaba una actitud activa haciéndose cargo de los negocios del 
esposo fallecido, pero en otros casos ella, ya sola, optaba por recluirse en los 
conventos donde las monjas se ocupaban de su vida diaria70 , y aseguraban un 
entierro digno en camposanto o bien dentro del templo de las iglesias y los rezos 
constantes por su alma, de tal forma que se aseguraban un descanso eterno71. Estas 
mujeres ya con una amplia cultura del mundo secular y ahora, con el tiempo y la 
oportunidad de expandir su conocimiento con las lecturas en el claustro, lograron 
escribir mucho y llevar vidas virtuosas, dejando como testigo de esto sus cartas y 
escritos dentro de los archivos de las iglesias. Ejemplo de esto son María Josefa de 
San Diego (1697-) y sor Inés de los Dolores (1659-1728)72, y en nuestro caso, lo fue 
Eusebia de Castañeda quien, siendo viuda, decidió entrar en el convento para cuidar 
de su alma. El matrimonio en la Nueva España, como se ha podido ver, implicó una 
compleja red de relaciones sociales. 
 
Dentro de su papel social como educadoras de las nuevas generaciones y 
trasmisoras de los valores cristianos y civiles, por esto los matrimonios entre razas 
fueron mal vistos los cuales existieron desde la conquista y en estos primeros años 
de colonización, si bien fueron los menos y no eran tan estigmatizados, debido a la 
necesidad de poblar y mantener la fe. Pero con el nacimiento de nuevas 
generaciones resultado de cruces interraciales generó malestar, confusión y burla 
hacia los descendientes de estas mezclas73.El desdén que españoles y criollos 
sentían por los mestizos y el resto de las castas era ilimitado, forzando a tener 
trabajos forzados y denigrantes, así como obligándoles a vivir de cierta forma,74 poca 
 
68 Vid nota 37 
69 Véase Capítulo tres de esta tesis 
70 Bazarte Martínez, Alicia. Op Cit. p.75 
71 Bazarte Martínez, Alicia. Op. Cit. p.80 
72 Op. Cit. p.82 
73 García Sáinz, María Concepción. (1989). Las Castas mexicanas un género pictórico americano. México: 
Olivetti. p. 175 
74 Navarro García, Luis (1989). El sistema de castas. Historia general de España y América: los primeros 
Borbones. México: Ediciones Rial. p. 101 
19 
 
gente como el obispo Manuel Abad y Quiepo75 entendían que si las castas tenían 
malas costumbres se debía a la discriminación legal y pobreza que soportaban76, 
gracias a esta creciente ola de depuración de castas, fue que durante este periodo 
los cuadros de castas pintados en México tomaron fuerza, así mismo fue durante 
este siglo que surgieron los apelativos que actualmente conocemos y son estudiados 
en la escuela hasta la actualidad, pero fue hasta el siglo XVIII, donde se les nombro 
con mayor crudeza, hasta la fecha sólo se estudian los más usados en las pinturas 
y en algunos documentos o archivos como “chino, no te entiendo, tente en el aire, 
jibaro, tresalbo, jarocho, sambo prieto, lunarejo, rayado etc.77. 
 
El hecho de que durante este periodo los prejuicios raciales fueran intensos provoco 
fricciones entre los grupos españoles y los indios, entre estos con los mulatos y 
pardos y a su vez éstos y los españoles (resultado de estas fricciones quedan 
registradas muchas revueltas, casi siempre sofocadas por las autoridades reales)78. 
Siempre con la idea de que la sangre española podía reivindicarse, pero la sangre 
negra no, bajo esta ideología es que los puestos, impuestos y lugares públicos a los 
que accedían, eran delimitados por las leyes y por la misma sociedad,79 Aunque en 
esta misma idea de la reivindicación se podía encontrar la idea del “mestizo bueno” 
o “mestizo limpio”, sobre todo cuando se quería aclarar que se trataba de un mestizo 
de primer orden (es decir, hijo de india y español)80, ya en pleno siglo XVIII el término 
se aplicó más genéricamente a quien tuviese un antepasado indio. Esto para poder 
heredar o para escalar socialmente.81 
 
 
 
75 (1985). La pintura de las castas en México. México: Galería J. Guadalupe Posada, p. 80 
76 Navarro García, Luis (1989). El sistema de castas. Historia general de España y América: los primeros 
Borbones. México: Ediciones Rial. p. 145 
77 (1985). La pintura de las castas en México. México: Galería J. Guadalupe Posada, p. 100 
78 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 
de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 
79 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 
de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 
80 Katzew, Iliona. La pintura de castas: identidad y estratificación social en la Nueva España. [Consultada el 28 
de octubre de 2016 en: https://www.mtholyoke.edu/acad/latam/castas25.html] 
81 Vid nota 37 
20 
 
1.2 La lectura en la vida cotidiana novohispana 
 
La lectura como instrumento de aprendizaje doméstico y 
disciplina moral y también placer y esparcimiento 
y llave de acceso al mundo del saber. 
 Josefa Amar82 
 
La historia de la Nueva España, en particular la ocurrida durante el s. XVIII, no se 
puede abordar sin hablar de los libros que circularon entre los lectores de este 
periodo. Se trata de obras que se leyeron en diferentes ámbitos de la vida cotidiana 
y que podían criticar, cuestionar o afectar costumbres y formas de comportamiento. 
En cuanto a los libros, en manos de las mujeres, sus lecturas fueron formativas y 
reflexivas. Muestra de ello son las bibliotecas de Eusebia de Castañeda, Ana María 
de Gullara y María Theresa de Quiroga que coincidieron en libros y autores, muchos 
de ellos de corte moral y religioso.83 Por ello, el rescate de los archivos y el análisis 
de los inventarios de las tres bibliotecas nos pueden servir para dar cuenta qué tipo 
de obras estuvo al alcance de sus manos y cómo fue su posible lectura. 
 
La historia de la lectura femenina en este periodo tiene grandes lagunas debido a la 
escasez de testimonios y al escaso estudio que existe alrededor de este tema, sobre 
todo en México. Son contados los datos que se pueden recuperar como el que aporta 
Francisco García, al hablar de la familia Joaristi en Zacatecas durante el s. XVIII. El 
autor destacaba cómo don José se ponía a leer a Benito Feijoo, entre otros autores, 
todo a la luz de la vela, lo que nos recuerda a las tertulias muy socorridas en Europa 
y Estados Unidos.84 Así, el autor destacaba cómo don José se ponía a leer “uno de 
los diversos libros tomado del estante en el que se encontraban: un juego de libros 
de la venerable madre Águeda, un vocabulario de Nebrija, 18 tomos del Año 
 
82 Bolufer, Peruga, Mónica. (2009). Mujeres de letras. Escritoras

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