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Universidad Nacional Autónoma de México 
 
Facultad de Estudios Superiores Iztacala 
 
 
 
 “El Acoso Escolar en Educación Secundaria” 
 
 
 
 
 
 T E S I N A 
 QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE 
 L I C E N C I A D O E N P S I C O L O G Í A 
 P R E S E N T A 
 D a n i e l V e l á z q u e z L ó p e z 
 
 Director: Lic. César Elizalde García 
 Dictaminadores: Lic. Amado Raúl Rodríguez Tovar 
 Lic. Claudia Pilar Flores Rubí 
 
 
 
 Los Reyes Iztacala, Edo. De México, 2016 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
 
Agradecimientos 
A mis padres y hermanos 
Quienes me han apoyado a lo largo de mí desarrollo personal y 
profesional 
A mis asesores 
Especialmente al profesor y amigo cesar Elizalde, quien me apoyo 
durante mi estancia en la licenciatura y por su colaboración dentro 
de este proyecto. 
A GABI 
UNA PERSONA MUY ESPECIAL en mi vida. 
A mis Amigos “cardumen” 
Xavier, Alberto, Ana y Rodolfo, con los que viví momentos y 
experiencias maravillosas. 
 A Hugo y Fabiola 
Grandes amigos, con los que me divertí y con los que reí durante 
mucho tiempo. 
A JOSE 
AMIGO Y COLEGA CON EL QUE FORJE UNA BUENA AMISTAD Y QUE ME APOYO 
DURANTE MI PROCESO DE Titulación. 
A VIANEY 
AMIGA DE CCH CON LA QUE SIGO MANTENIENDO Una excelente AMISTAD. 
“Hay dos formas de enfrentar la vida; 
una, es el orgullo, creyendo que lo sabes todo 
y La otra, la humildad, reconociendo que 
tienes mucHo que aprender”. 
 
 
 
Índice 
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………..1 
1. ACOSO ESCOLAR 
1.1 Antecedentes…………………………………………………………………….….8 
1.2 Epidemiologia………………………………………………………………...……..9 
1.3 Definición y características del acoso escolar………………………...………..11 
1.4 Tipos de acoso escolar……………………………………………………….......14 
1.5 Factores que influyen en el desarrollo del acoso escolar………………....….16 
1.6 Consecuencias del acoso escolar….…………………………………...……....19 
1.7 Evaluación e Intervención…………………….…………………………………..21 
2. ADOLESCENCIA 
2.1 Desarrollo biopsicosocial del adolescente……………………………………..23 
2.2 Adolescencia y relaciones familiares…………………………………………....28 
2.3 Adolescencia y relaciones entre iguales………………………………………..31 
2.4 El adolescente en educación secundaria……………………………………….32 
3. ADOLESCENCIA Y ACOSO ESCOLAR 
3.1 El acoso escolar en educación secundaria………………………………….….34 
3.2 Características del acoso entre adolescentes………………………………….38 
3.3 Factores que determinan el acoso entre adolescentes………………….…....41 
3.3.1 Factores individuales…………………………………………………………..44 
3.3.2 Factores familiares……………………………………………………………..47 
3.3.3 Factores escolares………………………………………………………….....48 
3.3.4 Factores socioeconómicos y culturales……………………………………..51 
3.4 Evaluación y Prácticas de intervención…………………………………………53 
Conclusiones…………………………………………………………………………..60 
Referencias……………………….…………………………………………………...66 
 
 
 
 
INTRODUCCIÓN 
El termino acoso escolar surge en los años 70, a partir de estudios 
realizados por Daniel Olweus, sobre dinámicas violentas entre iguales. 
 En la actualidad, existe diferentes definiciones de acoso escolar y estas 
varían según la perspectiva del autor. 
Olweus (1998) define al acoso escolar como “una conducta de persecución 
física o psicológica que realiza un alumno hacia otro, al que elige como víctima de 
repetidos ataques” (pp.23). 
El acoso escolar es una forma de comportamiento agresivo (verbal, física o 
psicológico) que suele ser lesivo y deliberado; a menudo es persistente durante 
semanas, meses e incluso años y es difícil que los acosados se defiendan por sí 
mismos (Rincón, 2011). 
Según Ortega, Ramírez y Cautelan (2005) el acoso escolar consiste en una 
serie de agresiones e intimidaciones (recurrentes), físicas o psicológicas, 
realizadas por un individuo o grupo de individuos hacia una persona más débil que 
no es capaz de defenderse por sí mismo. 
Calvo y Ballester (2007) señalan que el acoso escolar es un proceso en el 
cual el individuo (víctima) se ve expuesto repetidamente, a acciones violentas: 
físicas, psicológicas o verbales que son realizadas por uno o varios agresores, 
dentro del contexto escolar. 
La adolescencia es considerada una de las etapas del desarrollo humano 
en la que se presentan una serie de cambios biológicos, psicológicos y sociales 
(Papalia, Olds & Feldman, 2009). Para entender lo que le ocurre al adolescente, 
es necesario primero reflexionar sobre el contexto sociocultural que lo rodea y los 
recursos con los que cuenta para enfrentar y resolver situaciones (Castro, 2007). 
2 
 
El adolescente se configura en distintos ámbitos sociales, entre los que 
destaca la familia y la escuela. La familia es el primer espacio donde el individuo 
desarrolla aspectos cognitivos, afectivos y sociales y establece las primeras 
relaciones sociales (Gómez, 2008). Por su parte, el contexto escolar tiene como 
objetivo, acompañar, facilitar y ayudar al adolescente en su proceso de desarrollo. 
Es decir, le permite al adolescente, satisfacer sus necesidades intelectuales, 
sociales y culturales, para su formación, crecimiento y desarrollo (Coll, Palacios y 
Marchesi, 2005). 
La adolescencia como etapa intermedia entre la infancia y la adultez, es la 
protagonista en la educación secundaria y principal característica en los alumnos 
que se encuentran inmersos en ellas (Sánchez, 2006). En este contexto, el 
adolescente tiende a agruparse con sus pares; comúnmente para el adolescente, 
el grupo de pares, es el mecanismo que le permite salir del ámbito familiar e 
ingresar al ámbito social, debido a que este tipo de agrupaciones se convierte en 
un espacio de seguridad y pertenencia, donde puede actuar, reflexionar, ensayar 
conductas, desarrollar destrezas e ir elaborando su identidad. 
“La educación secundaria en México se define como el último tramo de la 
enseñanza básica obligatoria, la cual está conformada por los niveles de 
preescolar, primaria y secundaria” (Zorrilla, 2004). 
La educación secundaria tiene como finalidad, brindar formación básica 
que permita responder al fenómeno de la universalización de la matrícula, es 
decir, preparar al adolescente que aspira continuar estudiando en el nivel medio 
superior (preparatoria); además de preparar para el mundo del trabajo a los que 
dejan de estudiar y quieren o tienen que integrarse a la vida laboral (Tedesco, 
2001). 
Dentro de la escuela secundaria, los adolescentes pasan gran parte de su 
tiempo interactuando con sus compañeros de clase. En este sentido, Gázquez, 
Pérez-Fuentes,Carrión y Santiuste (2010) señalan que existe un incremento 
3 
 
significativo en cuanto a situaciones de conflicto entre alumnos de educación 
secundaria, lo que supone un deterioro en el clima de convivencia escolar. 
Generalmente dentro del grupo de iguales, llegan a suscitarse conflictos, 
los cuales regularmente se originan por diferencia de intereses. Sin embargo, la 
violencia va más allá de ser una forma agresiva de solucionar un conflicto. Para 
ejercer violencia no es necesario que exista un conflicto previo entre las partes, es 
decir, puede existir violencia con un objetivo lúdico, en la cual los actores 
únicamente pretenden divertirse (Suarez, 2008). 
El acoso escolar es un tipo de violencia producida entre escolares de forma 
reiterada y en un tiempo determinado, tanto en aulas como en patios de los 
propios centros escolares. Este tipo de violencia se caracteriza por una reiteración 
enfocada a lograr la intimidación de la víctima, implicando un abuso de poder 
(fortaleza real o subjetiva) por parte del agresor hacia su víctima. 
Con respecto a lo anterior, Ortega y Mora (2008) plantean que el acoso 
escolar es un fenómeno que afecta el clima de convivencia de las aulas 
educativas. 
Actualmente, el acoso escolar es un fenómeno que se ha instalado y 
apoderado de las escuelas secundarias; los estudiantes son partícipes activos de 
un fenómeno con repercusiones a nivel individual y social. 
Este fenómeno siempre ha estado presente en el contexto educativo, sin 
embargo no se manifestaba con la intensidad y con la agresividad con la que se 
ha mostrado en los últimos tiempos (Batista, Román, Romero & Salas, 2010). 
Una de las problemáticas sociales más importantes de estos últimos 
tiempos en el contexto educativo, tiene que ver con el “acoso escolar”. El acoso 
escolar es un fenómeno que está presente de manera reiterada, en cualquier 
centro educativo, causando problemas sociales, psicólogos y de salud en los 
sujetos involucrados (Ortega, 2010). 
4 
 
El acoso escolar, es un fenómeno, que preocupa a padres, profesores y a la 
sociedad en general. Aunque el acoso escolar no es un fenómeno nuevo, puesto 
que siempre ha estado presente, sin embargo, recientemente los medios de 
comunicación comenzaron, a generar mayor difusión de estos episodios de 
violencia entre adolescentes (Nolasco, 2012). 
Desafortunadamente, respecto a este tema, algunas personas creen que es 
un aspecto normal del desarrollo del adolescente e incluso de la formación de la 
personalidad, cuestión totalmente errónea (Dueñas & Varela, 2009). 
De acuerdo con un estudio realizado por la Organización para la 
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México ocupa el primer lugar 
internacional en cuanto a casos de acoso escolar, ya que afecta 18 millones 781 
mil 785 alumnos de educación básica pública y privada (Notimex, 2013). 
La violencia en las instituciones escolares, es un problema que obstaculiza 
el proceso de enseñanza-aprendizaje; desencadenando generalmente situaciones 
como la deserción escolar, bajo rendimiento, fracaso escolar y en algunos casos, 
suicidio (Osorio, 2006). 
En la actualidad el acoso escolar se presenta con mayor frecuencia en el 
contexto educativo y la mayoría de las veces, no se le otorga la importancia y 
repercusión que tiene en los adolescentes que sufren el acoso, y las causas que 
motivan al acosador al tener esta aptitud hacia sus compañeros. Ante tal situación, 
en la mayoría de los casos se desconoce la gravedad y las consecuencias que 
este tipo de comportamientos puede ocasionar (Sánchez, 2013). 
Schäfer et al. (2004) realizaron un estudio donde ponen en evidencia, 
algunos de los efectos que puede provocar el haber sido objeto de acoso escolar. 
Los resultados arrojaron que el 28% había sido victimizado en la escuela, y las 
consecuencias se recogen en diversas manifestaciones: en cuanto a seguridad 
personal y psicopatologías, el 5% reconoció tener ideas recurrentes sobre las 
agresiones, produciendo trastornos de sueño, pérdida de apetito y ansiedad; 13 % 
tuvieron idea de suicidio recurrente (más de una ocasión); el 23% se siente 
5 
 
victimizado en la actualidad en su lugar de estudio o trabajo. En general mostraron 
un autoconcepto bajo y mayor vulnerabilidad a la depresión. En cuanto a los 
efectos a largo plazo, apuntan lo siguiente: en las relaciones sociales se muestran 
aislados y con alto nivel de ansiedad y muestran mayor dificultad para mantener 
relaciones sociales. 
Las consecuencias para el agresor están en relación directa con su proceso 
de desadaptación escolar que se ve reforzado por la aprobación de un grupo de 
incondicionales, extendiendo su conducta antisocial a otras esferas de relación: 
familia y profesores. Además aglutina a otros sujetos que se encuentran en 
condiciones semejantes de desadaptación escolar, propiciando la actuación 
predelictiva y la adicción a las drogas. Estudios retrospectivos (Cerezo, 2008) 
ponen de manifiesto que en la vida adulta son frecuentes las conductas delictivas, 
el consumo de drogas y en general el comportamiento problemático. 
En los últimos años se han llevado a cabo diversas investigaciones 
relacionadas con el acoso escolar en los distintos niveles académicos, ya que es 
un fenómeno que al paso del tiempo ha cobrado deserción escolar y suicidio, 
especialmente en adolescentes. Sin embargo, existen diversos tipos de acoso 
escolar, por lo cual es necesario conocer las circunstancias en las que se presenta 
y porque se presenta este fenómeno (Cerezo, 2008). 
Una de las principales diferencias entre la adolescencia y otro periodo del 
desarrollo humano, es el particular incremento de cambios que debe afrontar el 
individuo. Debido a estos cambios, es que se considera que la adolescencia es 
una etapa más vulnerable a los estímulos y cambios sociales. 
Cuando dichos cambios no se realizan de manera adaptativa, implica la 
posibilidad de que el adolescente se vea envuelto en situaciones o conductas de 
riesgo que repercutan en su desarrollo integral (Papalia, Olds & Feldman, 2009). 
Sin caer en la tentación de presentar una imagen dramática y 
sensacionalista de esta etapa, hay suficientes datos procedentes de estudios 
(Huitron et al., 2011) realizados que indican que durante la adolescencia 
6 
 
aumentan las conductas de riesgo, surge una mayor inestabilidad emocional y son 
más frecuentes los conflictos entre padres e hijos. Las razones de estas 
dificultades están asociadas con el carácter transicional de esta etapa, sujeta a 
numerosos cambios y a la asunción de nuevos roles por parte del adolescente. En 
este sentido, es importante destacar el impacto que tienen las transformaciones 
sociales, económicas, tecnológicas y demográficas que está afrontando México, 
sobre el desarrollo del adolescente (Oliva, 2007). 
Con respecto al estudio del acoso escolar como uno de los principales 
problemas sociales y de salud, está justificado en tres motivos. En primer lugar es 
una situación que perjudica significativamente el proceso de enseñanza-
aprendizaje en el aula, así como las relaciones sociales existentes en la misma, 
tanto entre compañeros, como entre alumnos y profesores. En segundo lugar 
pueden citarse los posibles problemas que presenta la víctima: ansiedad, perdida 
de intereses hacia los estudios, trastornos emocionales, fracaso escolar, 
problemas fóbicos o pensamientos suicidas; mientras que por parte del acosador 
posiblemente puede perfilarse a desarrollar conductas delictivas y en general 
comportamientos desadaptativos. El tercer motivo, se desprende directamente de 
los dos anteriores, es la posibilidad de intervenir y prevenir este fenómeno 
(Núñez, Herrero & Aires, 2006). 
El acoso entre escolares, poco a poco va ganando espacios no solo en la 
escuela sino también en el ámbito científico, como una problemática que requiere 
de su estudio,debido al incremento de casos y múltiples factores asociados. 
El papel de la psicología en relación con este fenómeno tiene gran 
relevancia, debido a que existen cambios conductuales, psicológicos y sociales 
que afectan al adolescente, que sufre acoso escolar, de aquí la importancia de 
elaborar estrategias que permitan la prevención la disminución de este tipo de 
eventos. 
7 
 
Bajo este mismo rubro, el compromiso y la labor del psicólogo, no se reduce 
únicamente al trabajo con la víctima, sino que también, implica trabajar con el 
acosador, docentes y padres de familia. 
Por tal razón, no se puede desconocer, uno de los fenómenos que se ha 
hecho presente de manera significativa en los espacios educativos, donde los 
docentes se comprometan a reconocerla y redireccione la práctica pedagógica en 
pro del desarrollo del adolecente. 
En este sentido, generar, recabar y dar a conocer información con respecto 
a este tipo de comportamientos que se gestan dentro de las escuelas, permite 
profundizar y generar acciones de prevención e intervención. 
Sin duda alguna, el estudio del acoso escolar ha tomado gran relevancia 
dentro de la sociedad y medios de comunicación, debido al decremento de casos 
que se han venido presentando, sin embargo y a pesar de tal relevancia, la 
problemática no se ha abordo en ninguno de sus niveles y esto posiblemente se 
deba a la serie de ideas erróneas que se tiene respecto al fenómeno. 
Generalmente dentro del ámbito educativo se tiene la idea de que el acoso escolar 
es un problema de indisciplina, mientras que a nivel social, se ha llegado a 
considerar que es una característica específica del desarrollo del adolescente, por 
tanto, con el presente trabajo se pretende abordar el tema, con la finalidad de 
describir las características del acoso escolar entre adolescentes de educación 
secundaria, así como los posibles factores de riesgo. 
 
 
 
 I 
ACOSO ESCOLAR 
1.1 Antecedentes 
Entre los años 70, en los países escandinavos (Suecia, Finlandia, Noruega 
e Islandia), surge cierto interés por los problemas de violencia que se suscitaban 
dentro de los contextos educativos. La primera persona que comenzó a estudiar la 
violencia entre pares en el contexto educativo fue Dan Olweus, quien acuñó el 
término “bullying (significa intimidar, maltratar o amedrentar”), para describir este 
fenómeno (Santoyo & Frías, 2014). 
Desde los primeros estudios de este fenómeno e inclusive en la actualidad, 
gran parte de los autores le otorgan diferentes conceptualizaciones a este 
fenómeno, tales como: bullying o acoso escolar. Sin embargo es importante 
remarcar que estas conceptualizaciones varían por cuestiones culturales. Por 
ejemplo, en los años setenta en los países como; Noruega, Dinamarca, Suecia e 
Inglaterra, utilizaron el término "bullying" para hacer referencia a la serie de 
intimidaciones y maltratos que ejercía uno o varios alumnos sobre un compañero 
(victima) dentro del contexto escolar. 
 El término bullying es un término anglosajón que no tiene una traducción 
fiel al español, sin embargo en los países de habla hispana lo han traducido como 
“acoso escolar” (Castro, 2007). 
El bullying abarca la misma concepción que acoso escolar y hace 
referencia, a una serie de comportamientos agresivos, donde el actor hace uso 
de su cuerpo, habilidades cognitivas o de algún objeto para infligir una lesión o un 
daño a otro individuo, por un tiempo prolongado (Ortega, 2008). 
Actualmente en México, este fenómeno ha tenido un gran incremento en las 
escuelas de educación básica, convirtiéndose en una problemática social la cual 
debe ser atendida y enfrentada de manera inmediata. 
9 
 
1.2 Epidemiologia 
Santoyo y Frías (2014) señalan que el estudio del acoso escolar en México 
comenzó en la década de los noventa, centrándose principalmente en el nivel de 
educación básica (preescolar, primaria y secundaria), y adoptando una 
perspectiva cualitativa. Así mismo refieren que la mayoría de estas investigaciones 
describen las actitudes del personal docente, directivo y alumnos ante situaciones 
de violencia escolar. Mientras que los escasos estudios de carácter cuantitativo se 
han enfocado a cuestiones de prevalencia, y estos han sido llevados a cabo, 
específicamente en centros educativos de Guadalajara, Mérida y el Distrito 
Federal. 
En México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006) expuso que el 
24.7% de los adolescentes ha sufrido algún robo, agresión o violencia. 
Especificando que los hombres han sido agredidos físicamente, mientras que las 
mujeres reportan haber sido violentadas a través de agresiones sexuales. 
En este sentido, Muñoz (2008) realizo un análisis de los resultados 
obtenidos por el Instituto Nacional para la evaluación de la Educación en la Ciudad 
de México. Los resultados demostraron que el 17% de los alumnos han sido 
víctima de violencia física, 24.2% psicológica en forma de burlas, 46,4% víctima de 
robos, 19% han peleado a golpes, 10.9% ha participado en robos o amenazas a 
otros alumnos, 9% participó causando daños a las instalaciones de la escuela y 
2.1% ha robado algún objeto o dinero en la escuela. 
La SEP y la UNICEF (2009) en su Informe Nacional sobre Violencia en la 
Educación Básica en México, ofrece un capitulo y un estudio dedicado al tema de 
la violencia cotidiana en las escuelas. Los resultados obtenidos muestran una 
ocurrencia de 25.4% en primaria general y 36.9% en primaria indígena, 46.4% en 
secundaria general, 57.5% en telesecundaria y 25.4% en secundaria técnica. En 
este mismo estudio se reporta que el 43.2% de los profesores refiere que se han 
identificado casos de acoso en su escuela, percibiendo que las maestras señalan 
más casos que los maestros. 
10 
 
Por otro lado, en el 2007 el Sistema Federal para el Desarrollo Integral de la 
Familia menciono que el 65% (7 de cada 10) de los alumnos de nivel preescolar a 
nivel preparatoria en México alguna vez sufrieron acoso escolar (Fundación en 
Movimiento, 2013). 
En 2011, el Consejo Ciudadano de Seguridad Publica, señala que durante 
este año recibió 381 reportes de acoso escolar, de los cuales el 26% refieren 
acoso físico, 30% agresiones psicológicas y 49% refieren acoso físico y 
psicológico; el mayor número de estas provinieron de las delegaciones Gustavo A. 
Madero, Iztapalapa y Coyoacán; la primera con 14% y las dos últimas con 10% 
(Martínez, 2011). 
Rivera (2013) en su entrevista al director del Programa Cultura de Paz del 
Congreso Iberoamericano de Calidad Educativa, señala que siete de cada diez 
adolescentes de educación secundaria son víctimas de acoso, situación que ha 
dado lugar al incremento del mismo a nivel bachillerato. 
Por otro lado, Muedano (2015), estima que de los 4.22 millones de jóvenes 
de 12 y 18 años que asisten a la escuela, 1.36 millones sufrieron acoso escolar 
durante el 2014. 
Concordando con Santoyo y Frías (2014) en México el acoso escolar, no 
ha recibido el mismo nivel de atención e investigación en comparación con otros 
tipos de violencia, por parte de los poderes públicos y de los investigadores. Tal 
situación se ve reflejada en los limitados datos que existen sobre este fenómeno 
con respecto cifras oficiales sobre la problemática o el análisis de la prevalencia y 
los factores asociados procedentes de encuestas con representatividad nacional. 
 
 
 
 
11 
 
1.3 Definición y características del acoso escolar 
Dentro de la literatura se establece que existe cierta vinculación entre los 
términos “acoso” y “agresión”. Este último término representa “acción violenta” que 
emprende un individuo en contra de otro con de otro con la finalidad de causar un 
daño. 
La violencia como “fenómeno social” puede adquirir distintas formas: 
física, verbal o psicológica (Ortega, 2008). De esta forma, aparece el término 
acoso escolarcomo un concepto complejo, utilizado para referirse a todas estas 
situaciones de violencia mantenida, por parte de uno o varios agresores, dirigida 
hacia otro sujeto del grupo incapaz de defenderse (Cerezo, 2001). 
A continuación, se mencionan algunas definiciones de acoso escolar 
otorgadas por diferentes autores. 
Trianes (2000) define al acoso escolar como un comportamiento violento el 
cual se puede manifestar por medio de agresiones físicas, verbales o exclusión 
social, de un alumno hacia otro. 
Al respecto, Santoyo y Frías (2014) refieren que el acoso es una forma de 
violencia reiterada que ejerce uno o varios estudiantes hacia algún compañero en 
concreto, con la finalidad de causar algún daño físico o psicológico. 
Por su parte, Castro (2007) refiere que el acoso es una conducta de 
persecución física y psicológica dirigida a un individuo que no es capaz de 
defenderse ante dicha situación, convirtiéndose en víctima. 
En este sentido, Santander (2007) manifiesta que esos comportamientos de 
persecución se materializan en comportamientos de intimidación, ridiculización, 
exclusión, bloqueo social, amenazas, agresiones físicas, hostigamiento verbal, 
robos, extorsiones, chantajes y deterioro de pertenencias. 
Siguiendo este orden de ideas y concordando con Mendoza (2011) el 
acoso escolar es una forma de violencia, en la que el agresor somete a la víctima 
12 
 
de manera metódica y sistemática; en algunos de los casos suele ejecutar la 
acción con la complicidad de otros compañeros. 
Al respecto, Blanchard y Muzas (2007) y Sullivan (2005) coinciden con 
Mendoza al considerar al acoso “una forma de violencia”, y añaden que esta 
puede ser física, verbal o psicológica y se lleva acabo de manera prolongada, 
oculta y repetida dentro del contexto educativo. 
A partir de la conceptualización proporcionada anteriormente, para 
identificar alguna situación de acoso escolar, es indispensable conocer las 
múltiples características que definen a este fenómeno. Por ende, a continuación 
se mencionarán algunas propuestas elaboradas por algunos autores. 
Otros autores como Harris y Patrie (2007) exponen que para detectar una 
situación de acoso escolar, se deben presentar los siguientes aspectos: 
 Debe existir una víctima atacada por una persona o un grupo de personas. 
 Debe existir una desigualdad de poder entre el más fuerte y el más débil. 
 La acción agresiva tiene que ser repetida. 
 Tiene que suceder en un periodo largo y de forma recurrente. 
 La víctima desarrolla miedo y rechazo al contexto en el que sufre la 
violencia; pérdida de confianza en sí mismo y en los demás y disminución 
del rendimiento escolar. 
 Se reduce la calidad de vida en el entorno en el que se produce; dificultad 
para lograr objetivos, aumento de problemas y tensiones. 
En este sentido, Avilés (2006) concuerda con lo planteado por Harris y 
Patrie, sin embargo añade que este tipo de comportamientos tiene objetivos 
específicos, los cuales consisten: 
 La exclusión social de la víctima. 
 Las agresiones estén dirigidas a una persona en específico y de manera 
sistemática. 
 Supone la persecución sin causa suficiente. 
13 
 
 El maltrato psicológico estaría presente en todas las otras formas de 
maltrato (físico, verbal o social) con diferente grado. 
Siguiendo la misma línea y concordando con Oliveros et al. (2008) y 
Giangiacomo (2010) para poder afirmar la existencia de acoso dentro de la 
escuela, es necesario la presencia de los siguientes elementos y circunstancias: 
 Desigualdad entre acosador y víctima: En esta situación generalmente el 
acosador suele estar apoyado por un grupo que le refuerza su conducta 
violenta, mientras que la víctima está indefensa, siendo incapaz de resolver 
por sí mismo la situación de acoso. 
 Repetida, Prolongada e Intencional: un comportamiento propositivo, que 
implica una clara intención y que se repite y prolonga durante cierto 
periodo; sin embargo esta característica no tiene que ver específicamente 
con un número determinado de veces en las que la violencia debe 
presentarse para ser considerado acoso escolar. 
 Comprende diversos tipos de conducta violenta: iniciándose generalmente 
con agresiones de tipo social y verbal e incluyendo después coacciones y 
agresiones físicas. 
 Desequilibrio de fuerzas: el acoso implica una relación de poder en la que 
no hay equilibrio en cuanto a posibilidades de defensa, tanto en un aspecto 
físico, social como psicológico. Por lo general este desequilibrio de fuerzas 
se expresa en un mayor tamaño físico de quien maltrata, mayor fortaleza 
psicológica y apoyo del grupo que solapa los episodios de violencia con su 
silencio o, peor aún, sumándose al maltrato. 
 El poder del agresor aumenta: el agresor va adquiriendo cada vez más 
poder y, consecuentemente, la víctima se va sintiendo cada vez más 
aislada, vulnerable y desprotegida. 
Si bien, los aportes proporcionados por los diversos autores dan cuenta de 
una extensa variedad de definiciones otorgadas al concepto de acoso escolar, es 
14 
 
preciso dejar en claro que no todas las conductas de agresión pueden 
considerarse como acoso escolar. En este sentido y concordando con Piñuel y 
Oñate (2006) para que una conducta agresiva entre escolares sea considerada 
como acoso, es necesario que las agresiones no se produzcan de manera 
incidental, si no de manera sistemática y con la intención de hacer daño; así como 
la duración del tiempo, con el establecimiento de un proceso que va a ir minando 
la resistencia del adolescente y afectando significativamente a todos los órdenes 
de su vida (académico, afectivo, emocional, familiar). 
1.4 Tipos de Acoso Escolar 
En definitiva, la extensa variedad de características que definen a este 
fenómeno denominado acoso escolar, dan pauta para reconocer y clasificar las 
modalidades en las cuales se puede presentar este tipo de comportamiento. 
(Giangiacomo, 2010). 
En este sentido, Mendoza (2011) señala que el acoso entre iguales puede 
tomar diferentes formas, que con frecuencia pueden aparecer de forma 
simultánea. Según este autor las más comunes son: 
1) Bloqueo social: hace referencia al aislamiento y marginación social, por lo 
que se le prohíbe entrar a jugar y en ocasiones se le excluye 
sistemáticamente (“Ley del hielo”). 
2) Hostigamiento: consiste en atentar contra la dignidad de la persona a partir 
de faltas de respeto, burlas, crueldad, desconsideraciones e “imitaciones” 
de la persona a sus espaldas, haciéndolas objetos de burlas y risas. 
3) Manipulación social: consiste en el rechazo social, a partir de la alteración 
de información y creando una imagen negativa de la víctima. 
4) Coacción: consiste en someter y obligar a la persona a realizar actividades 
en contra de su voluntad. 
5) Intimidación: va enfocado a asustar, amedrentar o acobardar a la víctima, 
afectándola emocionalmente. 
15 
 
6) Agresiones físicas: es la forma directa en la que los maltratan, empujan o 
golpean, también pueden esconderles, romperles rayarles su pertenecías. 
7) Amenaza a la integridad: consiste en chantajear a la víctima con respecto a 
su seguridad o la de su familia, insinuándole futuros, daños físicos, 
académicos o sociales. 
Sin embargo. Barrí (2010) señala que el acoso escolar no solo se produce 
entre alumnos, sino que, existe la posibilidad de que la víctima pueda ser el 
profesor en turno, por consecuente este autor señala que existen dos tipos de 
acoso escolar, el vertical y el horizontal, ambos descritos a continuación: 
 El acoso vertical es el que sufren los profesores por parte de los 
alumnos, es decir, lo someten a una relación de “domino- sumisión”, con 
la intención de ridiculizarlo frente al grupo. En este sentido, los alumnos 
se van percatando hasta donde, el profesor es capaz de ponerles un 
límite. Siendo de esta manera que el alumno estará al pendientede la 
actitud del profesor durante los primeros días de clase. 
 El acoso horizontal corresponde a la serie de agresiones que se genera 
entre alumnos, donde el acosador observa a su víctima y la va 
poniendo a prueba poco a poco, con situaciones tentativas de acoso, y 
si este se percata de que la futura víctima no se defiende, dará entrada 
para que el acosador continúe con agresiones futuras hacia él. 
En contraste con el autor anterior que toma como referencia a los 
participantes activos para definir las modalidades de acoso escolar, Martin (2009) 
y Valadez (2008) se enfocan en las formas que puede adquirir la agresión y es a 
partir de este factor, que puntualizan que el acoso escolar se puede clasificar en 
distintas modalidades, entre las que destacan: 
 Verbal: implica, insultos, apodos, humillaciones etc. 
 Físico: implica, empujones, codazos, golpes, patadas. 
 Emocional: implica chantaje o extorción para conseguir algo como por 
ejemplo, dinero. 
16 
 
 Sexual: implica palpaciones a la víctima sin su consentimiento. 
 Social: agresión que se le proporciona a la víctima delante de otras 
personas con la intención de aislarlo del grupo. 
 Económico: implica una destrucción o privación de sustento y/o 
propiedad, se manifiesta cuando el joven se le sustrae o se le exige el 
dinero que lleva a la escuela, cuando le roban sus pertenencias, o se 
esconden o destruyen sus posesiones. 
Retomando las modalidades propuestas por Martin (2009) y Valadez 
(2008), existen autores como Muñoz (2008) que identifican el acoso psicológico 
como una dimensión más, la cual engloba acciones encaminadas a aminorar el 
autoconcepto del individuo. En este sentido, el componente psicológico está 
presente en cada una de las modalidades de acoso, mencionadas anteriormente; 
acosar psicológicamente a una persona, implica agredirla físicamente, socialmente 
y verbalmente y a partir de estas generar en la víctima, preocupación, angustia, 
dudas y culpabilidad; deteriorando el factor emocional y el desarrollo social y 
académico de la víctima. 
Durante el desarrollo de este apartado, se pudo observar que el 
adolescente puede hacer uso de diferentes estrategias para causar daño o 
lastimar de manera repetida a un compañero en específico. 
1.5 Factores que influyen en el desarrollo del acoso escolar 
En una situación cotidiana, entender un comportamiento 
particular, como el acoso escolar, no es una tarea sencilla 
debido a la falta de control sobre las variables involucradas. 
No obstante, la exploración de las principales variables 
implicadas a través de procesos metodológicos, facilita su 
comprensión y, en su caso, la toma de decisiones para 
provocar cambios en la misma (Yescas, 2013, pp. 340). 
17 
 
Ser objeto de acoso escolar implica que la víctima puede ser sometida a 
una gran variedad de comportamientos, desde recibir comentarios desagradables 
(apodos), ser agredirlo físicamente, hasta ser excluido socialmente. Por ende 
para comprender la naturaleza de este fenómeno, resulta indispensable no solo 
analizar al adolescente como elemento único, si no por el contrario es preciso 
estudiar los contextos en los que el adolescente pasa la mayor parte de su tiempo. 
En este sentido, Loredo, Perea y López (2008) refieren que existen diversos 
factores de riesgo asociados al desarrollo de situaciones de acoso escolar. Entre 
tales factores destacan: personales, escolares y familiares (Loredo, Perea & 
López, 2008). 
Dentro de los factores personales, particularmente en el caso del agresor, 
suele presentar problemas de agresividad, impulsividad, poco control de sus 
emociones, distorsiones cognitivas (culpabiliza a la víctima de la situación), déficit 
en habilidades sociales y resolución de problemas. Mientras que la víctima, suele 
caracterizarse, por ser una persona insegura, con problemas de autoconcepto y 
con un nulo repertorio de habilidades sociales (Menéndez, 2006). 
Por otro lado y concordando con Marín (2002), los medios de comunicación, 
la desigualdad social, los altos índices de pobreza, el desempleo y la 
fragmentación familiar, son factores ambientales que contribuyen en algunos 
casos al desarrollo de conductas de acoso entre adolescentes. 
De acuerdo con Trianes (2000), la familia es uno de los contextos que le 
permite al adolescente desarrollarse y adquirir aprendizajes, sin embargo cuando 
la interacción entre sus integrantes no es de calidad (no existe la cohesión 
afectiva entre padres e hijos, apoyo, confianza e intimidad y comunicación familiar 
abierta y empática), existe la posibilidad de que el adolecente presente un 
desajuste conductual, lo cual implica un factor de riesgo, debido a que predispone 
al adolescente a tener comportamientos agresivos y responder cualquier situación 
de la misma manera. 
18 
 
Se han llevado a cabo diversas investigaciones (Estévez, Murgui, Moreno y 
Musitu, 2005; Martínez, Estévez y Jiménez, 2003) en las cuales se han 
identificado una serie de variables familiares que inciden en el comportamiento 
agresivo del adolescente. Entre las variables identificadas, sobresalen las 
siguientes: 
 Carencia de afecto, apoyo e implicación por parte de los padres. 
 Permisividad y tolerancia de la conducta agresiva del hijo. 
 Disciplina inconsistente (demasiado laxa o demasiado severa). 
 Estilo parental autoritario y uso excesivo del castigo. 
 Problemas de comunicación familiar. 
 Conflictos frecuentes entre cónyuges. 
 Utilización de la violencia en el hogar para resolver los conflictos familiares. 
 Rechazo parental y hostilidad hacia el adolescente. 
 Interacciones agresivas entre hermanos. 
Siguiendo esta misma línea, autores como Estévez (2005) han llegado a 
plantear que el nivel sociocultural de la familiar puede ser otra variable significativa 
asociada con los problemas conductuales del adolescente. Sin embargo dentro 
de la investigación, existe cierto consenso en considerar que el nivel sociocultural 
no constituye un factor de riesgo, puesto que cualquier extracto social puede estar 
sujeto o propenso a presentar problemas de violencia. 
Otro factor que ha sido estudiado y asociado con el acoso entre 
estudiantes, tiene que ver con la institución educativa. En este sentido, autores 
como Rodríguez (2004) consideran que existen instituciones educativas que 
contribuyen al desarrollo de comportamientos violentos entre los adolescentes, 
justificando tal idea en el hecho de que existen escuelas que se manejan por un 
modelo curricular basado en competencias, sin embargo los adolescente perciben 
tales competencias como sinónimo de “lucha” en donde está de por medio un 
reconocimiento social por parte del docente, situación que marca un trato desigual 
hacia los alumnos, debido a que los que demuestran un mejor rendimiento 
académico, reciben mayor atención y “privilegios” por parte del ya mencionado. 
19 
 
Por otro lado, Cava y Musitu (2002) consideran que la escuela ha sido 
catalogada como un posible factor que contribuye al desarrollo de conductas de 
acoso entre escolares, debido a que algunas instituciones conciben con 
naturalidad este tipo de comportamientos y por la poca importancia que le otorgan 
al aprendizaje de habilidades interpersonales. 
Si bien, existen múltiples factores asociados al desarrollo de 
comportamientos de acoso y en este aparatado solo se explicaron de manera 
general, es preciso aclarar que en el capítulo tres se explicaran de manera más 
concreta. 
1.6 Consecuencias del acoso escolar 
Las consecuencias tanto para víctimas como agresores son diversas y 
estas se ven reflejadas en el desajuste biopsicosocial de ambos. Sin embargo, las 
instituciones educativas solo perciben y le dan importancia a las consecuencias 
académicas (bajo rendimiento y deserción escolar) dejando de lado las 
consecuencias psicológicas, físicas y sociales. 
Sufrir agresiones de formasistemática, ejercerlo de manera habitual o 
contemplarlo y acostumbrarse a su ocurrencia, genera consecuencias negativas 
para los implicados. En este sentido, Avilés (2006) expone que la víctima de acoso 
escolar suele presentar consecuencias a nivel psicológico, social y físico, las 
cuales serán expuestas a continuación, 
 Aspecto Físico: 
 Dificultad para conciliar el sueño, dolores estomacales, en el pecho, de 
cabeza, náuseas y vómitos, así como llanto constante. 
 Aspecto Psicológico: 
 Baja autoestima, actitudes pasivas, trastornos emocionales, 
problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad e ideas suicidas. 
 Sufrir acoso escolar supone enfrentarse a una situación de estrés, 
desde el punto de vista de que el medio, y quienes están en él 
(agresor), plantean a la víctima una exigencia que, en el caso del 
20 
 
acoso, pone de manifiesto su insuficiencia para afrontarlo. Además, 
el tiempo actúa como agravante del estrés. 
 Aspecto Social: 
 Pérdida de interés por las cuestiones relativas a los estudios, lo cual 
puede desencadenar una situación de fracaso escolar, así como la 
aparición de trastornos fóbico. 
 Problemas de adaptación social. 
 Dificultades en el futuro para establecer relaciones íntimas. 
Por otro lado, Garaigordobil (2010) señala que las consecuencias que 
puede padecer el agresor, son las siguientes: 
 Bajo rendimiento académico. 
 Probabilidad de deserción escolar. 
 Ausencia de sentimientos de responsabilidad y culpabilidad. 
 Problemas de adaptación social. 
 Probabilidad de emitir conductas delictivas en un futuro. 
 Consumo de alcohol y drogas. 
 En la etapa adulta al formar una familia; es posible que transmitan maltrato 
en cada uno de los elementos que formen parte de ella. 
Los espectadores no quedan exentos de la situación, debido a que 
participan de manera indirecta, al reforzar los comportamientos del agresor 
(posiblemente por miedo o diversión), situación que los vuelve insensibles, 
evasivos e indiferentes ante el sufrimiento del compañero y en algunos casos 
supone un aprendizaje de cómo actuar ante situaciones de violencia o de cómo 
obtener algún beneficio material o reconocimiento social. 
 
 
 
 
21 
 
1.7 Evaluación e Intervención 
La evaluación es un proceso de recopilación de información que permite 
describir, analizar, predecir y clasificar las diferentes manifestaciones 
conductuales del individuo. En este sentido, la evaluación del acoso escolar se 
lleva acabo con la finalidad de establecer un diagnóstico que ayude a conocer que 
está sucediendo; además de que permite orientar y establecer la intervención 
clínica más idónea a la situación. 
En lo que refiere al uso de instrumentos de evaluación, Arce, Velasco, 
Novo, Fariña y Fariña (2014) argumentan que durante el transcurso del tiempo se 
han desarrollado múltiples instrumentos de medida. Sin embargo la mayoría de 
éstos tienen como objetivo la estimación de la incidencia o prevalencia del acoso 
escolar, así como la asignación de roles de los participantes (víctima, agresor, 
espectador) en función de su modo de actuar. 
En este sentido y concordando con Avilés, Irutia, García y Caballo (2011) 
para poder realizar una evaluación y posteriormente una intervención, es 
indispensable la recopilación de información; esta se puede obtener a partir de los 
datos proporcionados por los implicados en la situación. Esta información puede 
ser recopilada por medio de instrumentos de evaluación, tales como: 
cuestionarios y entrevistas. 
Con respecto al uso de cuestionarios, este tipo de instrumentos permiten la 
incorporación de una serie de descripciones de conductas, pensamientos o 
sentimientos referentes al fenómeno y a las circunstancias del mismo. Este 
instrumento ha sido empleado en diversas investigaciones para indagar los 
aspectos más relevantes del acoso, vistos desde el punto de vista del sujeto 
implicado. En este sentido y concordando con Avilés (2013) la información que 
proporcionan los sujetos implicados en la situación de acoso, es fundamental para 
la elaboración del plan de intervención 
La entrevista puede cumplir distintas funciones; diagnóstica, orientadora, 
terapéutica e investigadora (García, 2010). 
22 
 
Concordando con Muñoz-Rivas, Graña, O’Leary y González (2009) la 
entrevista en la función diagnóstica, es un instrumento fiel que permite detectar el 
verdadero motivo de la consulta. Este tipo de instrumentos permite la 
incorporación de una serie de descripciones de conductas, pensamientos o 
sentimientos referentes al fenómeno y a las circunstancias del mismo. 
Una vez descubierta la situación de acoso escolar, García (2010) 
recomienda que antes de comenzar la intervención, es indispensable separar a la 
víctima del agresor. 
De acuerdo con Avilés et al. (2011) la intervención clínica debe llevarse a 
cabo de manera individual e intervenir en los efectos del acoso. Generalmente en 
el caso de las víctimas es preciso intervenir, en los niveles de ansiedad, en 
posibles fobias, problemas del sueño, dolores físicos, así como lo posibles estados 
depresivos y baja autoestima. Mientras que en lo que refiere al agresor, es preciso 
intervenir en el control de impulsos y consecuencias indeseadas que pueden 
suponer para él. 
En la actualidad se encuentran disponibles una gran variedad de programas 
dirigidos a la intervención del acoso escolar y en diferentes niveles de actuación. 
Con respecto a los niveles de actuación, algunos programas buscan y 
realizan modificaciones internas en la escuela, con la intención de adaptarla a las 
necesidades del alumno; otros buscan promover el entrenamiento de habilidades 
sociales tanto en alumnos como en el profesorado con la finalidad de prevenir la 
violencia; y por ultimo encontramos los que pretenden la modificación conductual 
de los alumnos violentos y atender las consecuencias específicas de la víctima. 
Siguiendo esta misma línea, lo único claro y definido hasta el momento con 
respecto a los diferentes programas disponibles, es que la mayoría de ellos 
comparten un objetivo en común, prevenir y reducir las situaciones de acoso 
dentro del contexto escolar, sin embargo lo que los diferencia, es que cada uno 
trabaja o actúa en un nivel diferente. 
 
 
 
II 
ADOLESCENCIA 
 
2.1 Desarrollo biopsicosocial del adolescente 
El término “desarrollo” nació en la década de los 90 y hace referencia a los 
cambios de comportamiento provocados por el entorno y determinados por una 
sociedad (Cantero, Pérez & Navarro, 2011). En este sentido, el concepto 
“desarrollo humano” implica y abarca múltiples dimensiones (físicas, psicológicas 
y sociales), las cuales son resultado de un proceso complejo, en el cual 
intervienen factores sociales, económicos, demográficos, políticos, ambientales y 
culturales (Molerio, Otero & Nieves, 2007). 
Según Krauskopf (2011) “el desarrollo humano” es un proceso que tiene 
como finalidad, el enriquecimiento personal y social del individuo. Esté 
enriquecimiento comienza a en la etapa de la adolescencia, debido a que es en 
esta, donde el individuo experimenta una notable serie de cambios 
biopsicosociales. 
Durante el transcurso del tiempo, la adolescencia ha sido conceptualizada 
desde diferentes posturas o enfoques. El enfoque cronológico la ha 
conceptualizado como una etapa que comprende los 12 y 18 años de edad. 
Mientras que, desde una postura biológica, se ha definido como periodo de 
“Pubertad”, ya que considera que la adolescencia comienza con la pubertad, es 
decir, con cambios fisiológicos y corporales que señalan la maduración de los 
órganos sexuales y la aparición de los caracteres secundarios. Por su parte, el 
enfoque Biopsicosocial la conceptualiza como una etapa de transición que se 
caracteriza por profundos cambios biológicos, psicológicos y sociales. 
Concordandocon Papalia, Olds y Feldman (2009) la adolescencia es una 
de las etapas del desarrollo humano, que comprende los 12 y 18 años; periodo en 
24 
 
el cual el individuo alcanza su madures biológica y busca alcanzar una estabilidad 
y madurez cognitiva y social. 
De acuerdo con la literatura, los cambios biológicos marcan el inicio de la 
adolescencia, pero esta no se reduce a estos únicamente, debido a que también 
comprende cambios significativos a nivel psicológico y social. De esta manera se 
puede englobar los cambios del adolescente en tres categorías: Biológicos, 
Psicológicos y Sociales. 
 “Una de las diferencias entre la adolescencia y otras etapas del desarrollo 
evolutivo es precisamente, el número de cambios a los que el adolescente se 
debe enfrentar, así como la brevedad y rapidez de los mismos” (Alonso, 2005, 
pp.29). 
Generalmente, la adolescencia suele describirse con generalidades. 
Cotidianamente esta etapa suele calificarse como una etapa conflictiva y 
estresante para el individuo y su entorno. Sin embargo es importante tomar en 
cuenta, que el desarrollo del individuo no es lineal ni homogéneo, debido a que 
existe una gran variabilidad en cuanto a características personales y 
circunstanciales de cada individuo; sociales, culturales y económicos (Dávila, 
Ghiardo & Medrano, 2008). 
El desarrollo biológico comienza con los cambios puberales que sufre el 
adolescente, es decir aparecen los caracteres sexuales secundarios, los genitales 
alcanzan su mayor desarrollo y aparece el vello púbico. Específicamente en el 
caso de los varones aumenta la producción de andrógenos (testosterona), existe 
un crecimiento de los genitales (pene y glándula prostática), masa muscular y vello 
corporal (facial, púbico y axilar), aumento en la amplitud de hombros y cambios en 
la voz. Mientras que en el caso de las mujeres los estrógenos tienen incidencia en 
el crecimiento de los genitales femeninos y del vello púbico y axilar; crecimiento 
mamario e inicio de la menarquia, así como aumento en amplitud y profundidad de 
la pelvis. Así mismo en ambos casos existe aumento en la secreción de glándulas 
sebáceas y sudoríparas (Papalia, Olds y Feldman, 2009). 
25 
 
Los cambios biológicos del adolescente regularmente están acompañados 
de los cambios psicológicos tanto a nivel cognitivo como a nivel emocional. 
En este sentido, Vega, Muñoz, Berra, Nava y Gómez (2012) exponen que: 
Las emociones son respuestas que le permiten al 
individuo adaptarse, comunicarse e interactuar con su medio y 
con las personas que lo rodean; puede experimentar ira, 
felicidad, alegría, miedo, tristeza y estas dependerán de la 
valoración que realice en función de la situación que está 
enfrentando. Las emociones pueden ser positivas o negativas, 
excitantes o relajantes, sin embargo aun cuando sean 
positivas o negativas comparten características como: la 
duración, la intensidad y cumplen funciones ya sea adaptativa, 
sociales o motivacionales. (pp.1053). 
Durante todo el ciclo de vida, el individuo suele experimentar constantes 
cambios emocionales, sin embargo en el caso de la adolescencia, estos suelen 
presentarse con mayor frecuencia y esto, posiblemente se deba a que en esta 
etapa, el individuo se ve expuesto a un mayor número de tareas (la búsqueda de 
identidad o la elección vocacional), dificultades familiares, presión social o 
problemas en las relaciones amorosas (Cassaretto, Chau, Oblitas & Valdez, 
2003). 
Las emociones que se presentan comúnmente en los adolescentes son: el 
miedo, la preocupación, la ansiedad, la ira, el disgusto, la frustración, los celos, la 
envidia, la curiosidad, el afecto, el pesar y la felicidad (García, 2006). 
El desarrollo cognitivo del individuo ha sido explicado durante mucho 
tiempo, por medio de dos posturas teóricas: el paradigma cognoscitivo de Jean 
26 
 
Piaget y el paradigma sociocultural de Lev Vygotsky, siendo el primero, el más 
influyente a la hora de explicar el desarrollo cognitivo del individuo. 
Durante la adolescencia, hay un ascenso de la capacidad y el estilo de 
pensamiento que le permite al individuo desarrollar un pensamiento hipotético y 
abstracto, según Piaget (1971). Es decir, el adolecente desarrolla un pensamiento 
abstracto, que le permite tener un mayor control de la información y desarrollar 
estrategias de pensamiento hipotético-deductivas. Con hipotético, se hace 
referencia, que ante un problema el individuo es capaz de elaborar posibles 
explicaciones con condiciones supuestas, que después corroborar si se confirman 
o refutan. La comprobación de las hipótesis implica la aplicación del pensamiento 
deductivo: es decir la capacidad de comprobar sistemáticamente cada una de las 
hipótesis establecidas, después de seleccionarlas y analizarlas (Papalia, Olds & 
Feldman, 2009). 
La postura sociocultural, no coincide con el planteamiento de Piaget, pues 
considera que el conocimiento no se construye de manera individual, sino que se 
construye entre las personas a medida que interactúan. Las interacciones sociales 
con iguales y adultos (guían y apoyan el desarrollo intelectual del individuo) 
constituyen el medio principal del desarrollo intelectual. Es decir los pensamientos 
del individuo son producto de las actividades sociales (Carrera & Mozzarella, 
2001). 
Vygotski (1979) expone que si el individuo mantiene constantes 
interacciones sociales, esto le permitirá mayor conocimiento y más solides en sus 
funciones mentales. Así mismo plantea que las funciones mentales superiores del 
individuo en dos momentos; primero en el ámbito social y posteriormente en el 
ámbito individual. 
Los planteamientos tanto de Piaget como de Vygotski muestran importantes 
discrepancias, sin embargo ambos sentaron las bases para explicar el desarrollo 
cognitivo del individuo y tales explicaciones siguen perdurando hasta la actualidad. 
27 
 
Todo lo que rodea al adolescente, familia, escuela, comunidad y grupo de 
iguales, juegan un papel destacado a la hora de construir su identidad 
(Hernández, 2005). El adolescente explora todos contextos, con la intención de 
encontrar algo que satisfaga sus necesidades, intereses, capacidades y valores. 
Las nuevas características físicas y psicológicas, presentes en el 
adolescente tienen cierta influencia en su formación social. En este periodo el 
individuo se encuentra en constantes esfuerzos por establecer su propio 
autoconcepto a partir del reconocimiento y empleo de sus capacidades, 
características y necesidades individuales, que lo llevan a aceptar sus fortalezas 
debilidades y responsabilidades personales dentro de la sociedad (Alcaide, 2009). 
Muñoz (2000) define el autoconcepto como: 
La impresión que la persona tiene de sí misma, 
incluyendo la autoimagen (imágenes de sí misma) que 
corresponde con la dimensión cognitiva y la autoestima 
(sentimientos y valoraciones que tales imágenes suscitan), 
relacionada con la dimensión afectiva y evaluativa del mismo 
(pp.189). 
El desarrollo social del adolescente se ve reforzado mediante la gran 
cantidad de demandas sociales a las que se ve expuesto. Por un lado, el 
adolescente se enfrenta a situaciones, estímulos y desafíos de mayor complejidad, 
en comparación con su etapa anterior. Tales desafíos le posibilitan aprender a 
generar respuestas las cuales consoliden su adaptación y ajuste a las normas 
sociales de su cultura. 
Una de las actividades que el adolecente suele realizar con relativa 
frecuencia, es “conocerse así mismo”, y de esta manera comenzar a formar las 
bases para el desarrollo de su identidad (Craig, 2001). Concordando con Amar y 
28 
 
Hernández (2005) la identidad hace referencia a la forma en la que el individuo se 
percibe así mismo. 
En este sentido, la búsqueda de identidad implica en el adolescente, una 
serie de reajustes en su personalidad, la cual dependerá en gran medida de lascondiciones sociales, familiares y ambientales que se le ofrezcan (Craig, 2001). 
Si bien, la construcción de identidad del individuo comienza en la 
adolescencia, está no concluye aquí, debido a que el adolescente con el 
transcurso del tiempo y en las posteriores etapas continúa replanteando este 
proceso a partir de las decisiones (profesionales, ideológicos, etc.) que toma. 
2.2 Adolescencia y relaciones familiares 
La familia es un grupo social en el cual se producen los primeros modelos 
sociales y afectivos. Este grupo le brinda al individuo elementos de comunicación, 
apoyo y afecto (Musitu, Jiménez & Herrero, 2007). 
Dentro de la sociedad, perdura la concepción de que la adolescencia se 
caracteriza por una serie de conflictos que suelen suscitarse con frecuencia entre 
los padres y adolescentes, sin embargo, estos no son obligatorios (Toro, 2010). 
Las relaciones de los adolescentes con sus padres y la existencia o no de 
conflictos dependen de múltiples variables, como por ejemplo la comunicación en 
el contexto familiar, los estilos educativos empleados en el seno familiar, etc. 
La familia juega un papel fundamental, en la regulación del comportamiento 
del adolescente, debido a que es esta, quien se encarga de llevar el control de las 
actividades del adolescente. Sin embargo, en este periodo, el individuo exige 
tomar sus propias decisiones. 
Los conflictos entre padres y adolescentes suelen surgir por discrepancia 
entre ambas partes, la cuales radican, particularmente en que padres y 
adolescente no comparten los mismos objetivos. 
29 
 
 Los adolescentes consideran que pueden comenzar a tomar decisiones, 
mientras que sus padres opinan lo contrario. Esta discrepancia generalmente 
influye en los comportamientos de ambas partes, lo que podría ser un elemento 
que podría afectar sus relaciones afectivas y sociales y hacer más probable la 
aparición de conflictos entre ellos. Las decisiones más importantes que debe 
tomar el individuo en esta etapa tienen que ver específicamente con sus 
relaciones sociales (amistades) y proyecto de vida (Gambara & González, 2005). 
Si bien, las relaciones con los adultos en esta etapa, generalmente suelen 
ser ambivalentes, en ocasiones los adolescente se oponen a ellos y a los valores 
que representan sus padres, mientras que en otros casos, los imitan pues 
requieren de modelos para forjar su personalidad (Papalia, Olds y Feldman, 2009). 
Autores como Oliva y Parra (2004), manifiestan que durante la adolescencia 
el patrón cognitivo y social se modifican y estos cambios podrían ser posibles 
factores que provoquen constantes cambios en sus relaciones con los padres. 
La calidad de las relaciones del adolescente dentro del contexto familiar 
configuran sus modelos cognitivos internos y sus relaciones con los demás 
(Gómez, 2008). Los cambios a nivel cognitivo permiten al adolescente ser más 
crítico con respecto a las normas familiares y por consecuente a desafiar la 
autoridad parental; en algunos de los casos tendrá argumentos sólidos en sus 
discusiones, situación que en la mayoría de los casos genera en los padres 
estados de irritación. 
Otro factor a destacar es el biológico; los cambios hormonales y el inicio de 
la actividad sexual en el adolescente, puede inclinar a los padres a mostrarse más 
restrictivos y controladores con respecto a las amistades del adolescente, 
momento en el cual estos buscan mayor autonomía (Oliva & Parra, 2004). 
De acuerdo con Toro (2010) el conflicto familia-adolescente es un proceso 
que depende en cierto grado de las características de la familia y este puede llegar 
30 
 
a ser productivo o perjudicial. Es funcional dependiendo del contexto en el que se 
manifieste y de los comportamientos de los que se acompaña. 
Sin embargo, autores como Miranda & Pérez (2005) exponen que los 
conflictos son nulos cuando los propios padres ayudan al adolescente a conseguir 
su independencia, sin caer en cuestiones de caer en un control absoluto de estos. 
En este sentido, Musitu, Buelga, Lila y Cava (2001) exponen que la calidad 
de la comunicación entre padres y adolescente y el grado de conflicto entre éstos, 
son un indicador fundamental para detectar el clima dentro del contexto familiar. A 
partir de estudios realizados, estos autores han observado que los adolescentes 
implicados en conductas delictivas y violentas provienen de ambientes familiares 
negativos que se caracterizan por pautas escasas de comunicación cargada de 
mensajes críticos y poco claros. 
Está claro que cuando el clima dentro del contexto familiar es positivo, el 
adolescente reconoce que la familia es el grupo social más le ayudo durante la 
infancia. Sin embargo cuando el adolescente ingresa a la educación secundaria, el 
papel de la familia ya no es tan preponderante como en la etapa anterior, debido a 
que los sentimientos de amistad con compañeros y la integración a nuevos grupos 
suelen ocupar el primer lugar; posiblemente esto se deba a que el adolescente 
suele pasar a mayor parte de su tiempo en nuevas agrupaciones (grupos 
constituidos por individuos de su misma edad), quienes regularmente les brindan 
la posibilidad de cierta autonomía y satisfacción de sus necesidades personales 
(Ramos, 2008). 
 
 
 
 
 
31 
 
2.3 Adolescencia y relaciones entre iguales 
Durante esta etapa, el adolescente requiere apoyo para enfrentar todos sus 
cambios biopsicosociales, por lo que generalmente suele recurrir a individuos de 
su misma edad, posiblemente porque están experimentando los mismos cambios 
(Musitu & Cava, 2003). 
Las relaciones que emprenden los adolescente en este momento, pueden 
ser, con individuos de su misma edad o personas con los cuales ellos perciben 
cierta afinidad (Sánchez, 2006). Es decir, con aquellos grupos con los que ellos se 
sienten identificados, ya sea por su forma de expresión (vestimenta, lenguaje o 
estilos de comportamiento) o por las actividades que realizan (Cava & Musitu, 
2002). 
En este sentido, Gómez (2008) define al grupo de iguales o pares como 
instituciones sociales que le permiten al adolescente practicar diversos tipos de 
conductas, habilidades y roles que posteriormente contribuirán a la construcción 
de su identidad personal. 
En cuanto al rol que juega este tipo de agrupaciones, Vargas & Barrera 
(2002) señala que es de gran importancia, debido a que le brindan apoyo, 
retroalimentación y modelos de comportamiento diferentes a los de la familia. 
A partir de este tipo de agrupaciones, el adolescente sigue en ese proceso 
de construcción de identidad, sentido de pertenencia y la posibilidad de compartir 
estilos de vida, un marco afectivo (Azpiazu, 2010). 
Durante el proceso de interacción del adolescente con su grupo de iguales, 
se desarrolla un lazo de intimidad, el cual le permite poner en juego sus 
preferencias, reconocerse a sí mismo y ser reconocido por los demás (Sánchez, 
2006). La influencia de este grupo de iguales, es uno de los cambios más 
significativos en esta etapa. Tal influencia se establece a partir de las normas del 
propio grupo y el deseo de pertenencia. En este sentido, el adolescente 
experimenta una mayor necesidad de aceptación por parte del grupo de iguales y 
32 
 
cierto temor a un posible rechazo, debido a que es aquí, donde ha depositado sus 
valores, expectativas y sobre todo se percibe con el mismo estatus social al de su 
grupo de referencia. 
Ser parte de un grupo, en teoría es cumplir las normas internas, es decir, 
realizar conductas que los demás hacen. Ante tal situación, el deseo de 
pertenencia del adolescente es tan fuerte, que se deja influenciar por el grupo. La 
necesidad del adolescente por pertenecer a una agrupación es tan importante 
para él, que está dispuesto a ejercer actos intimidatorios o por el contrario 
sufrirlos. Es decir, es capaz de ocultar este tipo de comportamientos quese 
ejercen dentro del grupo, aunque esto implique ir en contra de lo principios y 
reglas establecidas en la escuela. 
2.4 El adolescente en educación secundaria 
La escuela es una institución social en la cual está inmerso la mayor parte 
del tiempo el adolescente, en este sentido, la escuela funge como un elemento de 
formación intermedia entre la familia y la sociedad. 
Los adolescentes viven sus cambios biológicos, psicológicos y sociales en 
la educación secundaria y es por medio de ésta que muestran su autonomía, la 
cual va adquiriendo y construyendo, como parte del proceso de separación de la 
familia. 
En México, la educación secundaria coincide con el inicio de la 
adolescencia y es el último nivel de enseñanza básica obligatoria. A través de 
ésta, el adolescente puede emprender distintos tipos de relación con sus iguales y 
figuras de autoridad como los profesores. 
Los estudiantes de secundaria son individuos que participan en la escuela, 
haciendo uso de sus recursos sociales para mediar sus acciones y de esta 
manera satisfacer sus necesidades, de modo que su conducta no es 
independiente de la organización de la escuela, pero tampoco se encuentra 
determinado de manera absoluta por ésta (Saucedo, 2006). 
33 
 
Los adolescentes dentro de las aulas desarrollan conocimientos, valores, 
actitudes y habilidades que favorecen su desarrollo físico, psicológico y social, sin 
embargo, cada adolescente muestra una forma particular de relacionarse en la 
escuela, a partir de sus experiencias escolares y extraescolares, las cuales 
construirán o reconstruirán una forma particular de comportarse con la familia, 
docentes, autoridades, con los adolescentes del sexo contrario, con amigos y 
compañeros (Reyes, 2009). 
La escuela secundaria debe lograr que los adolescentes desarrollen su 
personalidad, descubra sus potencialidades y se integre socialmente con sus 
compañeros, partir de las interacciones y actividades que realiza al interior de 
está. 
 Los adolescentes con su proceso de socialización, van 
edificando espacios de autonomía y de libertad para tomar 
ciertas decisiones al interior de las instituciones en las que 
participan, algunas de las cuales producen enfrentamientos 
con los demás miembros, con las normas y con visiones 
tradicionales que imperan en ellas (Reyes, 2009, pp. 155). 
Los adolescentes también pueden hacer uso de estos espacios, debido a 
que para algunos representa una forma de escapar de situaciones externas como 
problemas económicos o conflictos con los padres. 
En la educación secundaria mexicana, el ausentismo, el bajo rendimiento 
académico, la deserción y el acoso escolar son los principales problemas a los 
que se enfrenta actualmente. Este último ha sido declarado un problema de 
convivencia social que frecuentemente impide un desarrollo normal del proceso 
enseñanza-aprendizaje y de convivencia entre adolescentes mexicanos (Prieto, 
Carillo y Castellanos 2009). 
 
 
 
III 
ADOLESCENCIA Y ACOSO ESCOLAR 
3.1 El acoso escolar en educación secundaria 
El individuo es parte de una esfera social compuesta por la familia, escuela 
y sociedad. En estos ámbitos circulan elementos culturales, normas, actitudes y 
valores que pueden ser alterados por diferentes eventos; desafortunadamente, el 
contexto escolar ha sido invadido por eventos violentos, esto debido a que en 
cierta medida, las escuelas se han convertido en un auténtico reflejo de una 
sociedad plagada de violencia. 
Durante el transcurso del tiempo, la educación ha ido cambiado, tanto en el 
contexto escolar como familiar, es decir, los adolescentes gozan de mayor libertad 
en comparación con otras generaciones (Barrí, 2013). La permisividad por parte 
de los padres ha caído en una cuestión de “libertinaje”, es decir, los límites han 
sido traspasados y los padres han perdido cierto control de la educación de sus 
hijos. Los padres no conocen realmente, como es el comportamiento y la 
interacción de sus hijos con sus compañeros tanto dentro, como fuera del contexto 
educativo. 
En este sentido, Sánchez (2001) refiere que existen docentes que suelen 
demostrar inseguridad y miedo, al momento de tomar alguna decisión con 
respecto a alguna problemática que llegara a presentarse dentro del aula, lo cual 
trae como consecuencia un nulo control sobre el grupo y poca interacción con el 
alumnado. 
Con respecto a lo planteado por el autor anterior, al interior de las aulas y 
en la propia percepción del docente, existen dificultades de interacción con el 
alumnado. En este sentido, existen docentes que catalogan al alumno, de acuerdo 
a “la fama” que adquiere, esta suele formarse a partir de su comportamiento y 
disposición para estudiar, trabajar y participar; ante esta situación el docente 
35 
 
pueden tomar la decisión de que un estudiante entre o no a su clase (Prieto, 
2005). El uso de calificativos (malos alumnos, flojos, distraídos, peleoneros) hacia 
el alumno se han vuelto parte de un catálogo que se usa cotidianamente dentro de 
las aulas (Terrón y Álvarez, 2002). 
Dentro de la Educación Secundaria se generan muchas incógnitas, con 
respecto al desempeño académico de los alumnos, sin embargo no sucede lo 
mismo con el ambiente, los comportamientos y las interacciones que se 
desarrollan dentro de la escuela. 
Las interacciones se producen y reproducen, a partir de las experiencias 
previas de la vida cotidiana del adolescente. En este sentido, los alumnos dentro 
del aula, ponen en práctica lo aprendido en otros contextos (calle o familia). 
“La aproximación a este espacio permite observar relaciones de dominio-
sumisión en la base de la dinámica grupal entre los adolescentes, donde unos 
mandan y otros obedecen” (Tello, 2005, pp.1172). 
Al ingresar a la educación secundaria, los adolescentes enfrentan una serie 
de códigos impuestos por la institución, los cuales debe asumir, de tal forma que 
conocerá cuál es su posición dentro de la escuela, sin olvidar sus experiencias 
personales, sociales y culturales que serán reflejadas al interior del contexto 
educativo. Con respecto a este rubro, Prieto (2005) elaboró un estudio de corte 
etnográfico en una Secundaria ubicada en Colonia Obrera de la Ciudad de 
México, en el cual encontró que la mayoría de los alumnos tienen poca claridad 
de lo que es el respeto, la tolerancia y la disciplina y por lo general, no existe la 
presencia de los padres para fomentar estos valores; de esta manera, la calle, los 
amigos y el ambiente de la colonia suplen esa carencia familiar. 
Con respecto a lo anterior, Tello y Garza (2004) exponen: 
El entorno de las secundarias de las colonias populares 
del Distrito Federal es reconocido por los vecinos como un 
punto de alto riesgo. La presencia de jóvenes, adolescentes, 
36 
 
droga, violencia, y escaso o nulo control de la zona permiten 
que se dé una serie de acontecimientos violentos, que lleva a 
señalar este espacio como peligroso para los estudiantes 
(pp.2). 
Una forma de interacción muy peculiar entre alumnos de secundaria 
consiste en; aventones, cachetadas, coscorrones, insinuaciones de agresión física 
y el uso de frases como: “cállate”, “tú no hables”, “nos aburres” “eres un pendejo”; 
este tipo de situaciones suelen ser catalogadas por los propios adolescentes 
como “un juego” (Ramírez, 2003). 
A partir de investigaciones realizadas, Gómez (2005) señala que las 
instituciones de educación básica del DF, perciben las situaciones de acoso, como 
simples eventos cotidianos. Las relaciones de violencia reiterada entre 
compañeros se presentan como algo normal que ocurre entre los adolescentes, 
justificándose como parte de su proceso de socialización. “En este marco, los 
apodos ofensivos, las burlas, los golpes y abusos en general son tolerados como 
parte de las relaciones habituales entre estudiantes de secundaria”(Castillo y 
Pacheco, 2008). 
Actualmente, pareciera ser que la educación secundaria ha sido rebasada 
por el contexto social y cultural de los estudiantes, reproduciendo los patrones de 
conducta (Prieto, 2005). Ante tal situación, Muñoz (2008) revela que las 
agresiones de carácter verbal y físicas se presentan con mayor frecuencia y de 
manera más evidente en las escuelas ubicadas en contextos marginales. 
La escuela secundaria mal supervisada puede conllevar a comportamientos 
de hostigamiento, con diferentes formas de violencia que afectan en el ambiente y 
desarrollo del alumno. 
Las situaciones de acoso que se presentan al interior de la escuela, se han 
venido evidenciando de manera pública a partir de la información y denuncias 
realizadas por la víctima y en algunos casos por medio de video grabaciones. 
37 
 
Realmente este fenómeno ha tenido una gran exhibición por los mismos alumnos 
que graban los eventos y por los medios de comunicación que los difunden. 
Las investigaciones evidencian que regularmente, las víctimas son más 
jóvenes que sus agresores, puesto que las víctimas indican ser agredidas de 
forma más frecuente y común por los alumnos mayores que ellos (Benítez & 
Justicia, 2006). 
Los adolescentes agresores, dentro del salón de clases, suelen imponer y 
ejercer cierto poder (físico) ante sus compañeros con la finalidad de crear un 
ambiente de miedo, prestigio, poder y admiración hacia su persona; convirtiendo el 
salón de clases y la ausencia del profesor en el escenario ideal para romper los 
límites y agredir al otro (Tello, 2005). 
Fuera del salón de clases, los adolescentes tienden a crear nuevos 
espacios y para algunos es la oportunidad de estar con sus iguales en libertad, es 
decir sin reglas, límites ni control, pueden realizar cualquier actividad que deseen. 
De acuerdo con Estévez (2005) el acoso escolar se puede presentar en 
cualquier lugar de la escuela, sin embargo el tipo de agresión depende en gran 
medida de si el lugar está vigilado por algún adulto. Por ejemplo cuando el agresor 
pretende atacar de manera física a su víctima, intentara buscar lugares donde no 
exista supervisión del profesorado. 
 Los pasillos, el patio del recreo o la entrada y salida de la escuela, son 
lugares, donde existe menor supervisión y posiblemente este sea un factor por el 
cual los profesores normalmente no tienen conocimiento de la existencia de 
situaciones de agresión entre alumnos. 
De acuerdo con la literatura, aquellos espacios físicos donde no existe 
supervisión por los profesores, se producen otro tipo de interacciones entre 
alumnos, es decir, situaciones de presión y control de un alumno sobre otro, 
mediante el uso de violencia y a partir de la posición que juega cada alumno ante 
sus compañeros. 
38 
 
Los alumnos buscan y crean espacios para imponer su palabra y 
decisiones, sin embargo, Cuellar (2014) señala que existen diferencias entre los 
adolescentes de secundarias públicas y privadas, con respecto a los espacios que 
utilizan para desarrollar conductas de acoso. Los adolescentes procedentes de 
escuelas públicas, hacen uso del aula para emprender agresiones hacia algún 
compañero, mientras que los adolescentes procedentes de escuelas privadas 
hacen uso del patio de la escuela, de tal manera que los pasillos son las zonas 
menos empleadas en ambos casos. 
Está claro que tanto escuelas públicas como privadas están expuestas a 
presentar situaciones de violencia en sus instalaciones, sin embargo también 
existen casos de escuelas que desconocen el fenómeno o por el contrario ocultan 
o hacen caso omiso a la situación, debido a que no saben cómo enfrentarlo. 
Para hacer frente a esta problemática es necesario y urgente informar al 
docente y padres de familia, debido a que no es posible algún cambio, si no se 
comienza por el reconocimiento del problema. 
3.2 Características del acoso entre adolescentes 
La existencia de acoso entre estudiantes de educación secundaria, no es 
algo actual, estos comportamientos siempre han estado presentes; sin embargo 
hoy en día este comportamiento ha incrementado significativamente, lo que ha 
propiciado la realización de investigaciones que permitieran tener mayor 
conocimiento del fenómeno. 
Díaz-Aguado (2006) señala que los adolescentes agresivos se caracterizan 
por su falta de empatía, impulsividad, escasa capacidad de autocrítica y uso de 
fuerza física para resolver cualquier situación. 
De acuerdo con la literatura el adolescente puede realizar comportamientos 
violentos reiterados hacia algún compañero, con la intención de obtener 
protagonismo, tener una idea confusa de liderazgo, “estar aburrido”, “por 
39 
 
diversión”, compensar fracasos anteriores o porque está siendo agredido por otro 
individuo, por lo que replica la misma situación. 
Otras de las posibles razones por las cuales el alumno puede emprender 
este tipo de comportamiento se debe a la posible existencia de intereses 
económicos o sociales (dinero, cosas o favores) de por medio. 
Si bien las razones por las que el adolescente realiza constantes conductas 
agresivas sobre algún compañero son diversas, autores como Benítez y Justicia 
(2006) refieren que el adolecente agresor generalmente suele proceder de una 
familia disfuncional donde prevalece un alto grado de violencia o donde no hay un 
uso adecuado de técnicas para educación o por el contrario los padres no saben 
poner límites, consolidando estilos permisivos o autoritarios. 
Furlan (2005) reafirma la idea de Benítez y Justicia, y declara que “más de 
la tercera parte de los hogares de los estudiantes de escuela pública de la Ciudad 
de México informan algún tipo de violencia intrafamiliar, sin embargo esto no 
quiere decir que las escuelas privadas estén exentas de esta situación. 
Los estudios confirman que en las poblaciones de educación secundaria 
(Avilés y Mojaras, 2005; Serrano e Iborra, 2005; Defensor del Pueblo, 2006; Joffre 
et al., 2010), la agresión verbal (insultos, apodos, burlas y humillaciones, 
elaboración de rumores falsos) y la exclusión social son las modalidades más 
empleadas por los adolescentes de educación secundaria. Seguidas de estas, se 
encuentra la agresión física directa (uso de empujones, golpes y patadas) e 
indirecta (esconder o robar las cosas). Entre las modalidades menos frecuentes 
encontramos el acoso sexual. 
En este sentido, la exclusión social, además de ser una modalidad de acoso 
escolar, tiene cierta interrelación con violencia física, psicológica y verbal, debido a 
que los miembros del grupo suelen hacer tal supresión de la víctima con ofensas y 
agresiones físicas las cuales repercuten en el estado emocional de esté. 
40 
 
Los adolescentes generalmente suelen ignoran o excluir, a aquellos 
compañeros que presentan ciertas características físicas, específicamente el 
sobrepeso o alguna deficiencias física o biológica (Domínguez & Manzo, 2011). 
De hecho, algunos autores consideran que el acoso social es más frecuente 
entre adolescentes de tercer grado de secundaria, mientras que la agresión física 
y psicológica es más común en primer grado (Carozzo, 2010; Muñoz, 2008; Avilés 
y Monjaraz, 2005). 
Por otro lado, diversas investigaciones (Benítez & Justicia, 2006; Joffre et 
al., 2010; Domínguez y Manzo, 2011) han evidenciado que las mujeres sufren 
acoso en todas sus modalidades, en comparación con los hombres. Estos mismos 
trabajos refieren que el acoso físico se presenta con mayor frecuencia en alumnos 
de nivel socioeconómico bajo y medio. 
Por su parte Velázquez (2005) refiere que el acoso entre adolescentes 
siempre se realiza con alguien de su mismo género. 
La capacidad de respuesta de los alumnos que experimentan acoso escolar 
es diferente en cada uno de ellos, la mayoría no responde a la situación, algunos 
acuden al profesor, y muy pocos acuden a sus padres.

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