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El-papel-del-psicologo-dentro-de-las-instituciones-gubernamentales

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INDICE 
 Pagina 
Resumen 3 
Introducción 4 
Capitulo I El maltrato infantil: causas y consecuencias en la vida del niño 
1.1 Definición del maltrato infantil 
1.2 Consecuencias del maltrato infantil 
1.2.1 Consecuencias somáticas 
1.2.2 Consecuencias psicológicas 
1.2.3 Consecuencias durante la edad escolar y la adolescencia 
1.3 El papel de la familia 
1.3.1 Aspectos generales 
1.3.2 El desafió de ser madre y padre 
1.4 Aportes de la teoría conductual al maltrato infantil 
1.5 La atención del maltrato infantil en México 
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13 
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17 
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Capitulo 2 Los modelos psicológicos de atención en México ante el problema del 
maltrato. 
2.1 Prevención, atención y rehabilitación 
2.2 Modelo de prevención, atención, rehabilitación y seguimiento del Instituto 
Nacional de Pediatría (CAINM) 
2.3 Modelo de Prevención de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos 
2.4 Modelo de atención y rehabilitación de la procuraduría General de Justicia del 
Distrito Federal 
2.5 Modelo de atención del Centro de Prevención y Atención al Maltrato y la Familia 
en el Estado de México 
2.6 Modelos de atención psicológicos internacionales ante el maltrato infantil 
2.6.1 Modelo de intervención en España 
2.6.2 Modelo de intervención, tratamiento y prevención en Puerto Rico 
2.6.3 Modelo de investigación, formación, promoción, prevención, diagnostico, 
tratamiento, apoyo mutuo y colaboración en Estados Unidos 
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40 
40 
44 
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2.7 Modelo de prevención a nivel mundial 
2.8 Asociaciones civiles que atienden el maltrato infantil en México 
2.8.1 Modelo de prevención 
2.8.2 Modelo de prevención y atención 
47 
48 
48 
51 
Capitulo 3 Terapia cognitivo conductual para el tratamiento del maltrato infantil 
3.1 La enseñanza de habilidades parentales 
3.2 Escuela para padres: un programa de modificación de la conducta infantil 
3.3 Tratamiento psicoterapéutico individual para los padres maltratantes 
3.4 Aplicación de un programa de economía de fichas en un hogar de acogida de 
menores victimas de maltrato 
3.5 Tratamiento para el trastorno por estrés postraumático después de haber 
sufrido maltrato infantil 
54 
54 
55 
59 
60 
 
63 
Capitulo 4 Análisis de la información 65 
Conclusiones 72 
Bibliografía 74 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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RESUMEN 
 
Abordar el tema del maltrato infantil es de suma urgencia, puesto que, a pesar de que la 
violencia hacia los niños ya no es practica emocionalmente valorada, y de que se han 
emprendido acciones para erradicarla, continua subsistiendo y manifestándose bajo 
nuevas circunstancias. El maltrato infantil tiene consecuencias negativas en el desarrollo 
humano. Un niño puede ser victima de padres que en su niñez eran maltratados, y como 
consecuencia no pueden darles otra forma de vida sino a través de repetir su propia 
experiencia. También es cierto que existen adultos con poca tolerancia a la frustración y la 
transforman en un lenguaje violento, utilizando agresiones verbales, así mismo también 
entre otros d factores que propician el maltrato, se encuentra la prostitución, el 
alcoholismo, la drogadicción, baja autoestima, problemas económicos. Lo cual origina un 
desajuste emocional dentro de la familia donde los menores son mas débiles y por lo 
tanto los mas maltratados. 
Se trata, pues de abordar el tema para saber que tipos de posibles trastornos 
psicológicos se le son causados a los niños victimas de maltrato, los cuales pueden 
repercutir en la vida adulta. Estos actos de violencia se pueden manifestar en diversas 
formas y a veces sutiles, se cometen de manera silenciosa dentro del hogar y cuentan en 
ocasiones con la complicidad social para realizarlos. La importancia del diseño de 
aplicación de técnicas estratégicas que tendrán como objetivo brindar la oportunidad al 
psicólogo de tratar adecuadamente casos de maltrato. Dicho programa brindara la 
posibilidad de trabajar en conjunto con otras áreas, pero en esta ocasión desde el punto 
de vista psicológico además del trabajo comunitario se utilizara también las técnicas de 
terapia conductual. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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INTRODUCCION 
 
El maltrato en los niños ocurre desde que el ser humano se encuentra en la faz de la tierra 
y hasta hace poco tiempo fue tolerado e inclusive estimulado por considerarse un derecho 
inalienable de los padres, o de los adultos, bajo la excusa de la “corrección”. 
Desde la perspectiva del modelo social jerárquico y de la identidad del género, se 
considera que el fenómeno del maltrato esta enmarcado en sistemas rígidos que 
atribuyen cualidades “especiales y diferenciales” a hombres y mujeres, así como poderes 
casi absolutos a quienes por su fuerza física o edad pueden abusar de los “más débiles”, 
en este caso, de los niños. 
Desde este mismo enfoque, se trata de un fenómeno cuyos rasgos varían dependiendo de 
la posición socioeconómica, el lugar de residencia, el acceso a los servicios de salud, la 
educación, grupo étnico, sexo, edad y valores o creencias del núcleo social determinado. 
El maltrato, en general y, los castigos físicos en particular, son las manifestaciones mas 
difundidas en nuestra sociedad, aplicándola de manera muy sutil y silenciosa hacia los 
niños. El hogar es el principal escenario para ejercerla de esta manera, el doctor Fernando 
Nova (1992, citado en UNICEF s/f) señala que, para cualquier conceptualización del 
maltrato a los niños, deben considerarse como partes ínter actuantes al niño agredido, al 
adulto agresor, al contexto familiar y al entorno sociocultural en donde ocurre este 
fenómeno. 
En el maltrato se usa la violencia emocional en forma intencional no accidental, dirigida a 
herir o lastimar a un infante. Quienes se hallan más expuestos a sufrir el maltrato son: los 
niños menores de tres años, los de bajo peso, los sobredotados, los que padecen retraso 
mental, psicomotor y enfermedades crónicas o defectos congénitos. Esto no indica que 
niños en otras condiciones de vida no sean sujetos de violencia. 
En el presente estudio se realizara una investigación de tipo bibliográfica para determinar 
los problemas que existen por la falta de atención psicológica dentro de las instituciones 
gubernamentales y como objeto de estudio se mostrara el trabajo que realiza el psicólogo 
dentro del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia DIF, creado en México como 
programa de asistencia social, dentro del mismo existe una área llamada clínica del 
maltrato, la cual tiene la facultad de atender a las victimas de violencia con un equipo 
multidisciplinario conformado por el área jurídica, médica, trabajo social y psicología, en 
esta última el propósito del estudio, será analizar el trabajo que realiza el psicólogo 
dentro del sistema, porque se han observado negligencias que no dan solución al 
problema y por lo tanto en dicho estudio también se propondrán algunas alternativas que 
puedan mejorar la atención y el tratamiento. 
 
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CAPITULO I 
EL MALTRATOINFANTIL: CAUSAS Y CONSECUENCIAS EN LA VIDA DEL NIÑO 
 
Uno de los grandes problemas que tenemos en nuestro país es el maltrato a los niños, el cual 
hasta la fecha no se ha podido frenar, tal vez sea la ignorancia o la falta de atención por nuestras 
autoridades y por lo tanto este fenómeno se ha convertido en un problema social, elevándose 
cada vez más las estadísticas de menores maltratados y dentro de ellas se observan que no todos 
los niños denunciados son atendidos y que existe mayor atención cuando el menor llega golpeado 
sin tomar en cuenta la importancia al maltrato psicológico tal como lo señalan las siguientes 
estadísticas proporcionadas por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia DIF. 
 
 
 
Estados Unidos Mexicanos 
Situación de maltrato infantil 
1995-1999 
Conceptos 1995 1996 1997 1998 1999 
Denuncias recibidas 15,391 19,995 25,378 23,109 25,046 
 
Casos comprobados de maltrato 11,372 11,651 16,843 14.502 14,054 
 
Menores maltratados atendidos 1,405 17,560 25,259 23,239 24,927 
Total de niñas maltratadas N.D N.D N.D 11,257 12,219 
Total de niños maltratados N.D N.D N.D 11,982 12,916 
 
 
 
Estados Unidos Mexicanos 
Tipo de maltrato 
1995-1999 
Tipo 1995 1996 1997 1998 1999 
Físico 9,710 7,925 9,174 8,201 8,162 
Abuso Sexual 1,208 3,539 5,130 1,018 1,044 
 
Abandono N.D. N.D. 1,476 1,669 1,704 
Emocional 4,877 3,539 5,130 4,218 5,236 
Omisión de cuidados N.D 4,477 5,760 4,565 4,516 
Explotación sexual comercial N.D. N.D. 24 65 110 
Negligencia N.D. N.D. 951 1,615 2,594 
Explotación laboral N.D. N.D. 220 181 644 
 
 
 
 
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Estados Unidos Mexicanos 
Atención a menores victimas 
1995-2000 
Concepto 1995 1996 1997 1998 1999 2000 
Menores maltratados 
afectados 
8,635 295 552 457 677 760 
Supervisión a agencias 
especializadas en menores 
400 600 800 800 800 1,600 
Averiguaciones previas a 
menores victimas 
1,742 1,986 2,030 457 677 700 
Denuncias de maltrato a 
menores 
N.D. 390 420 264 359 450 
Menores relacionados con 
averiguaciones previas 
N.D. 1,989 2.030 457 677 677 
 
 
Estados Unidos Mexicanos 
Menores victimas canalizados 
1996-1999 
Canalizados 1996 1997 1998 1999 Total 
Custodia 616 799 645 1,307 3,367 
Proteccion social 9 24 77 N.D. 110 
Albergue temporal 798 497 378 372 2,045 
Casa-hogar 116 664 399 557 1,736 
Otras instituciones 369 46 30 N.D. 445 
 
 
 
Situación del maltrato infantil 
Distrito Federal 
1990-1994 
Concepto 1990 1991 1992 1993 1994 
Denuncias recibidas 1,223 1,246 1,335 1,462 1,411 
Casos comprobados de maltrato 428 480 488 604 624 
Menores maltratados atendidos 842 707 840 1,247 1,180 
Estadísticas de menores maltratados y victimas de abuso. Fuente: UNICEF (s/f) Sistema Nacional de Acción 
a favor de la Infancia, Evaluación 1990-2000. 
 
Las estadísticas anteriores, indican que el problema del maltrato infantil es muy importante ya 
que hay un gran número de denuncias de maltrato y solo un poco mas de la mitad es comprobado. 
De los tipos de maltrato el físico es el que predomina, quedando como interrogante el porque solo 
existe un pequeño número de averiguaciones previas tal vez por que el maltrato psicológico no se 
ve o porque el menor debe de tener un golpe que ponga en peligro su integridad física para que 
sea canalizado al Ministerio Publico y por lo que se advierte ninguno de los casos muestra 
seguimiento alguno. 
 
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A continuación, se hará una descripción de lo que se considera como maltrato, los tipos de este así 
como las consecuencias que este tiene en el desarrollo del niño y los factores que intervienen en 
el mismo 
 
 
1.1 Definición del maltrato infantil 
 
Como se puede notar el fenómeno del maltrato infantil tiene un gran impacto social, sin embargo 
existen diversas conceptualizaciones de este fenómeno en esta sección se analizaran las 
dificultades que existen para definirlo. 
 
La perspectiva social indica que, desde el punto de vista histórico, la dificultad para la comprensión 
y el reconocimiento de la violencia en las relaciones familiares ha sido estructurada a partir de dos 
procesos básicos: el de la invisibilización y el de naturalización)Con respecto al primero, se 
considera que la visibilidad de un fenómeno depende de una serie de factores que determinan la 
percepción social. Para que un objeto resulte visible o invisible, hay que examinar dos condiciones 
fundamentales: que el objeto tenga inscripciones materiales que lo hagan perceptible y que el 
observador disponga de las herramientas o instrumentos necesarios para percibirlo (Corsi, 2003) 
 
La concepción según la cual la definición de lo real se basa en métodos apoyados en el oído, la 
vista y el tacto es una herencia del dualismo cartesiano (este soy yo y el resto del mundo esta 
fuera de mí), con su derivación en el fuerte sesgo racionalista que caracterizo a la ciencia a partir 
del siglo XIX. Pero también recoge su influencia del materialismo (lo que puedo ver y tocar es bien 
real y todo lo demás es menos real) y del realismo ingenuo, sobre el cual se sustenta el positivismo 
con respecto a las acciones violentas y sus consecuencias. 
 
Durante la mayor parte de la historia, solamente se consideraron los daños materiales producidos 
por la violencia. En el caso específico de la violencia interpersonal, se consideró como daño solo 
aquel que tuviera una inscripción corporal y, durante mucho tiempo, permanecieron invisibles 
todas aquellas formas del daño que no eran sensorialmente perceptibles. A tal punto que las 
primeras referencias sistemáticas al problema de las víctimas de la violencia familiar utilizaron una 
terminología que se refería exclusivamente al maltrato físico (Henry Kempe del síndrome del niño 
apaleado en la década de 1960 y la dada por Lenore Walker del síndrome de la mujer golpeada en 
la década de 1970 (en op. cit., 2003, pag, 22). 
 
Desde la perspectiva del observador, la visibilización de la violencia familiar estuvo directamente 
vinculada con la esencia de herramientas conceptuales (partiendo de la definición misma) que 
permitirán identificarla y recortarla como objeto de estudio. Así, como en el campo biológico los 
microorganismos fueron inexistentes hasta la invención del microscopio, en el campo social se 
ignoro la existencia de la violencia familiar hasta que las investigaciones específicas las sacaron a la 
luz, mostrando su magnitud, describiendo sus formas e interrogando acerca de sus motivos y sus 
consecuencias (op., cit. 2003). 
 
Uno de los mayores obstáculos epistemológicos que se encontraron y se encuentran en este 
camino de desandar la invisibilización histórica del problema tratado, es la noción de familia como 
concepto abstracto y sacralizado. Desde la visión moderna de la familia, se la definió como un 
espacio idealizado, como un contexto nutricio, proveedor de seguridad, afecto, contención, limites 
y estímulos. Esta visión sesgada de la realidad familiar retraso en muchos años la posibilidad de 
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ver la otra cara de la familia: como un entorno potencialmente patógeno en el cual también se 
pueden violar los derechos humanos, en el que se puede experimentar miedo e inseguridad y en 
el que se aprenden todas las variaciones de resolución violenta de conflictos interpersonales. 
Así como la invisibilización del problema puede relacionarse con una variada gama de obstáculos 
epistemológicos, el proceso complementario de naturalización de la violencia se apoya 
básicamente en algunas construcciones culturales de significados que atraviesan y estructuran 
nuestro modo de percibir la realidad. 
 
De acuerdo a Corsi (op.,cit., 2003)se pueden citar como relevantes: 
*las concepciones acercade la infancia y del poder adulto, 
*los estereotipos de género, 
*la homofobia cultural 
*la concepción maniquea acerca de “lo bueno” (nosotros) y “lo malo (los otros). 
 
Todas estas construcciones se apoyan en dos ejes conceptuales: estructuración de jerarquías y 
discriminación de lo “diferente”. Según las conocidas investigaciones acerca de los parámetros 
culturales de la “normalidad”, ésta se define coincidentemente con la descripción del varón adulto 
de raza blanca y heterosexual. Por lo tanto, la violencia dirigida hacia niños, mujeres, minorías 
sexuales o étnicas tienden a justificarse como un modo de ejercer control sobre todo aquello que 
sea parte del paradigma vigente o que amenace sus bases. 
 
Así, se señala que “en nuestra sociedad, la persona clásica de alto estatus social es el varón adulto 
de clase alta. La violencia dirigida a tal persona es verdaderamente tabú. Cuando la violencia 
afecta a otras personas, ya sea mujeres, niños, pobres o minorías, entonces esto será percibido, en 
diferente grado, como menos censurable” (Viano, E. 1987 en op. cit., 2003, pag. 23-24). Por lo 
tanto, la violencia se naturaliza siguiendo la lógica de la construcción social y cultural del poder: El 
uso de la fuerza como forma legitimada de ejercicio del poder transforma múltiples formas de 
violencia en “naturales”. El control sobre el otro es la forma exitosa de ejercicio del poder. 
 
El análisis del discurso de quienes ejercen diversas formas de violencia (y también de muchas 
victimas de violencia) permiten entender que la mayor parte de las conductas violentas tienen 
como meta ejercer control sobre la conducta del otro y se justifica mediante objetivos tales como 
“disciplinar”, “educar”, “hacer entrar en razones”, “poner limites”, “proteger”, “tranquilizar”, 
etcétera. 
 
De esta forma, la percepción social del hecho probablemente considere como “natural” y legítimo 
ese modo de actuar de acuerdo con las pautas culturales vigentes. La naturalización de la violencia 
suele traducirse en expresiones populares que recogen la pauta cultural legitimadora (“la letra con 
sangre entra”, “una buena paliza a tiempo evita problemas”, “a las mujeres hay que tenerlas 
cortitas”, “aquí hace falta una mano dura”, etcétera); de ese modo, las víctimas suelen quedar 
atrapadas en medio de un “consenso” social que les impide ser conscientes de sus derechos y del 
modo como están siendo vulneradas (Corsi, 2003). 
 
Las instituciones sociales no son ajenas a la construcción de significados que contribuyen a 
naturalizar la violencia. Sirva como ejemplo el hecho de que, pasaron siglos antes de que 
existieran leyes de protección para las víctimas de la violencia doméstica. Durante gran parte de la 
historia las instituciones educativas utilizaron métodos disciplinarios que incluían (y, en algunos 
casos, todavía incluyen) el castigo físico. Las instituciones del sector de la salud todavía se resisten 
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a reconocer el efecto de la violencia sobre la salud física y psicológica de las personas. Los medios 
de comunicación continúan vendiendo violencia cotidiana. Los gobiernos todavía no han 
incorporado el problema de la violencia entre las cuestiones de estado. Todo ello forma un 
conjunto de acciones y omisiones que tienen como resultado la percepción de la violencia como 
un modo normalizado de resolver conflictos interpersonales (Corsi, 2003). 
 
Pero si este fenómeno es observado desde una perspectiva psicológica podemos ver que, en la 
actualidad, se sigue reconociendo el problema del maltrato infantil como una enfermedad social 
cuya descripción ya no queda a los hallazgos médicos, ni su tratamiento se restringe a separar al 
niño de su hogar. En este momento, al abordar la problemática, es necesario reunir una serie de 
elementos que permitan evaluar cuántos y cuales son los factores que inciden en ésta y en que 
proporción y como se eslabonan. 
 
El maltrato a los menores es una situación cuya historia abarca el devenir mismo de la humanidad. 
Los psicólogos, historiadores, antropólogos y actualmente psicohistoriadores que se han dedicado 
a revisar este proceso y esta conducta humana, informan hallazgos de inadecuado trato a los 
menores desde épocas muy tempranas del género humano y que esta ligada a las culturas, 
sociedades y etnias más diversas. De esto se pretende que tal fenómeno se designe como 
enfermedad universal que ha acompañado al ser humano en su historia evolutiva (Loredo, 1994). 
 
Sobre esta misma línea de pensamiento, pero apoyándose en la teoría psicoanalítica, De Mause, L. 
(1988, en op. cit, 1994) señala que, en el pasado los niños se enfrentaban a un maltrato 
sistemático y que conforme uno se adentra a los estudios históricos, se encuentra un mejor nivel 
de atención a los menores y mayor probabilidad de hallar actos de infanticidio, abandonos y 
golpes, de terrorismo y abuso sexual contra ellos. 
 
Este autor, apoyándose en estudios psicodinámicos de la conducta, intenta dar una explicación a 
esta situación. Señala que, a lo largo de la historia ha habido diferentes modos de relación entre 
padres e hijos los cuales, desde los más primitivos, como el infanticidio, se han modificado hasta 
llegar a la posibilidad de establecer, por parte de los padres, una relación empática que lleve a la 
socialización y a la ayuda del niño. Este tipo de conductas, esta determinada no por la falta de 
amor de los padres hacia sus niños, sino por la inmadurez emocional que les impide concebir y 
contemplar a sus hijos como seres separados ya que, los ven como pantallas en donde proyectan 
y observan sus propios sentimientos desagradables, o bien como seres necesarios para satisfacer 
sus necesidades no resueltas de amor y paternidad. 
 
Continúa señalando que, los padres se hayan entonces constantemente expuestos a ansiedades 
que no son capaces de manejar, que descargan en los hijos a través de intensas manifestaciones 
de ira y agresión, viviendo un continuo oscilar ambivalente. 
 
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También se plantea que desde el momento en que los padres se enfrentan a la tarea de procrear 
hijos, primero los tienen como imagen y fantasía y después como una realidad que ellos 
confrontan en los momentos críticos del desarrollo del menor (control de esfínteres, separación-
individuación, fase edípica, adolescencia, etc.). Estas confrontaciones despiertan en el padre o en 
la madre ansiedades inconscientes que tienen reprimidas, que son producto de las propias 
experiencias que tuvieron cuando eran niños con sus padres y que no pudieron en ese momento 
resolver adecuadamente. Si el adulto, con una mayor capacidad, con mas recursos y asesoría, 
logra enfrentar esas ansiedades y elaborarlas en una segunda oportunidad que se le presentan, 
existe una alta posibilidad de empezar a modificar la conducta maltratadora. 
 
Por otra parte, en el campo de investigación de este problema, es importante señalar que el 
fenómeno que De Mause (1988, en op. cit., 1994) denomina el “argumento del silencio”, es un 
recurso que con frecuencia es utilizado por los investigadores en este tema del maltrato infantil, y 
que determina que se comuniquen marcadas diferencias en los resultados de los estudios. Este 
argumento consiste en afirmar que, todo aquello que no se dice o que no se escribe, significa que 
no ha existido. Ya que las investigaciones históricas sobre la existencia y las características del 
abuso infantil se apoyan en la revisión de fuentes históricas como: diarios personales escritos por 
niños, adolescentes y adultos, autobiografías e informes periodísticos y policíacos, los 
investigadores que utilizan el “argumento del silencio” concluyen que, como en esos documentos 
no se comunican conductas de maltrato o de abuso contra los niños, entonces no existen y 
deducen que la conducta que si existió fue la de un buen trato, de amor, sin crímenes ni delitos 
contra los niños. Se ha considerado queeste argumento constituye una valoración inadecuada de 
los documentos, en donde se dejan ver muchas cosas. 
 
En una línea divergente a la anterior, en relación con el maltrato infantil, Pollock (1990), 
apoyándose de manera total en el “argumento del silencio” afirma, después de haber realizado 
una exhaustiva revisión sobre las condiciones de relación entre padres e hijos a lo largo de cuatro 
siglos, que esta no han tenido modificación considerable y que los niños siempre han sido parte 
integral de las familias, son seres queridos, felices y libres de preocupación. El maltrato, dice, ha 
constituido más bien la excepción que la regla. Los padres siempre se han encargado del cuidado 
atento y cariñoso de sus vástagos, pendientes de actuar con las disciplinas necesarias, sabiendo 
acudir en los momentos necesarios a personas que los ayudan en ese proceso. 
 
Como se observa, son posturas de pensamiento totalmente opuestas, una idealiza y rescata a los 
padres y otra vez con más dramatismo la existencia del niño en la historia. Ambas cuentan con un 
buen número de adeptos y con argumentos para defenderse, abriéndose así un campo muy 
amplio de discusión e investigación. 
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En relación a lo anterior, Loredo ( op.cit., 1994) refiere que, en primer lugar el maltrato infantil no 
es solo un momento histórico, sino que constituye un estilo de relación que ocurre entre los niños 
y sus padres, siendo esta la punta del iceberg que sobresale pero que, hacia abajo, hay múltiples 
situaciones que la apoyan por ejemplo la relación que prevalece de la sociedad a la niñez y hacia 
la familia, el ambiente cultural y el geográfico, la situación económica, el flujo de movimientos 
sociales y algunas condiciones políticas particulares del momento. Estos son algunos 
determinantes que finalmente marcan el modo de llevar las interrelaciones personales. 
 
El análisis de la conflictiva psicológica y social del maltrato y del abuso a los niños, requiere de una 
alerta constante con respecto a la objetividad que debe tenerse al dar un diagnóstico, al hacer un 
señalamiento o al querer realizar una generalización. El maltrato infantil es una identidad 
patológica que no puede mantenerse a distancia del observador, se llame médico, psiquiatra o 
abogado, ya que se trata de un mal humano que afecta a un congénere y que no puede 
mantenerse aislado de las emociones que despierta en los investigadores, también humanos. 
 
El maltrato no es el “experimento” factible de aislar y poner en condiciones medibles, con control 
exacto de las variables externas, sino que es todo lo contrario, el suceso o la cadena de sucesos 
que constantemente se hallan en modificación y poseen variables muy particulares que afectan 
directamente al investigador, a quien también le concierne emociones, conductas e impulsos. 
Cuánto mayor ansiedad ocasiona un fenómeno, menos capaz es el ser humano para observarlo 
con cuidado y objetividad. El investigador se verá afectado con mayor o menor medida, 
dependiendo de sus propios valores culturales y sociales, y de sus vicisitudes personales a lo largo 
de su desarrollo emocional. 
 
Es por todo esto que, hay diversas maneras de ver el problema del maltrato y de contemplar cual 
ha sido la relación que se ha dado con el niño a través de la historia. 
 
Considerando lo anterior, se analizarán los estudios realizados por Kempe (1985), éste autor dio 
un nuevo término para describir su diagnóstico de los niños maltratados el Síndrome del Niño 
Golpeado. Este síndrome derivó su descriptivo nombre de la naturaleza de las heridas del 
pequeño, entre las que generalmente figuran abrasiones, contusiones, laceraciones, mordiscos, 
(causados por humanos), hematomas, daño cerebral, herida corporal profunda (a menudo con 
costillas fracturadas o daño en el hígado o en los riñones) articulaciones luxadas (usualmente los 
brazos o los hombros) y combinaciones de fracturas (Querol, 1990, p.12). 
 
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Otras características observadas en este tipo de niños era su mirada triste, que volvían sus ojos 
hacia la pared, que no podían responder a un toque amistoso, niños con infecciones que no habían 
sido tratadas, con llagas que no habían sido atendidas, esqueléticos, niños a quienes se había 
quitado los piojos de la cabeza, que estaban ligeramente magullados que tal vez tenían una o dos 
dislocaciones menores y cuyos ojos aparecían grandes en sus rostros enjutos. Niños que se habían 
deshidratado casi hasta el punto de morir; niños pequeños, que apenas podían hablar, que 
utilizaban el más increíble lenguaje de la calle, que habían sido sostenidos con alimentos 
completamente inadecuados, que mostraban huellas de una medicación jamás intentada para 
niños, que parecían físicamente saludables y, sin embargo, estaban terriblemente perdidos, que 
nunca reían y cada vez lloraban. Desde luego no tenían muchos motivos para reír, pero no era 
siempre el niño físicamente lesionado el que estaba más profundamente ensimismado. A veces, el 
pequeño con quemaduras y fracturas respondía con más facilidad al tratamiento y a las tentativas 
amistosas que el que no mostraba evidencias de heridas por lo que, se tenía la sensación de que 
había algo más en el maltrato infantil que solo el síndrome del niño golpeado. 
 
Se comprobó que no se había descubierto algo nuevo llamado “descuido”. Sin embargo, lo que se 
estaba observando no era precisamente una cosa o la otra. Tenía muchas manifestaciones. El 
descuido puede no ser abuso, pero es maltrato. De manera análoga, el descuido puede no ser 
siempre deliberado, pero es perjudicial, así los casos de fracaso parecían vinculados con el 
maltrato deliberado. 
 
Había una indicación de lo que podría llamarse descuido activo. Los niños no prosperaban porque 
así les parecía a otros, habían sido maltratados emocionalmente, habían sido privados de la 
atención materna o no habían recibido la sustancia necesaria para su desarrollo físico, mental o 
espiritual. Sus cuerpos no podían haber tenido cicatrices, pero algo en ellos había sido dañado y, a 
veces, de modo irreparable. Con el tiempo, se daban cuenta de que niños al parecer no dañados 
no podían salir de su letargia (Fontana, 1979, p.51). 
Según las observaciones, un pequeño maltratado a menudo no muestra señales de haber sido 
golpeado, pero si múltiples síntomas físicos menores o evidencias de privación emocional (a veces 
nutricional), de descuido y de maltrato. En caso de maltrato incipiente o solapado, observamos 
que el perspicaz diagnóstico del médico podría muy bien permitir la temprana intervención y 
prevenir las más severas lesiones de trauma infligido, que son causas significativas de mortalidad 
infantil. El descuido y el maltrato premeditados de niños se clasifican desde una ligera privación o 
desnutrición, sigue con un descuido general acompañado de maltrato verbal y cierta cantidad de 
bofetadas y manotazos y llega a casos en el que el niño es víctima de trauma intencional que 
conduce a invalidez permanente o a la muerte. 
 
De este modo, los signos y síntomas que indican el maltrato de los niños van desde la simple 
subnutrición de un infante a quien se reporta como deficiente en su desarrollo, a las fracturas y los 
daños múltiples infligidos que se observan en el niño golpeado. Las heridas que no caen dentro del 
cuadro general de síntomas del niño golpeado no siempre son fáciles de diagnosticar. Sin 
embargo, las laceraciones en tejidos blandos, las abrasiones, las quemaduras y los hematomas de 
cualquier parte del cuerpo deben observarse siempre con sospecha, comparándolas críticamente 
con la explicación de los padres que suelen acompañarlos. Más esclarecedora es la presencia de 
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abrasiones “viejas” con costras o curadas o de contusiones de la piel. Asimismo, las 
manifestaciones de múltiples deficiencias vitamínicas son invariablemente evidentesen tales 
pequeños. Las mordeduras o picaduras son también sospechosas, sean de la clase que fueran. A 
veces las hinchazones pequeñas, pero aparentemente inflamadas e infectadas enseguida son 
descritas por los padres como picaduras de insectos, pero con frecuencia resultante de heridas 
infligidas. Las mordeduras humanas, sin embargo nunca son descritas como tales (a no ser que el 
padre culpe de ello a un hermanito), pero son frecuentes he inconfundible evidencia de maltrato 
deliberado. El maltrato y el descuido del niño forman parte del mismo problema (Fontana, 1979, 
p.58). Por lo tanto traen consigo consecuencias devastadoras en el menor, que continuación se 
mencionaran. 
 
1.2 Consecuencias psicológicas del maltrato infantil 
 
Como ya se menciono, el maltrato infantil trae serias consecuencias tanto en el individuo como en 
la sociedad en general, pero desgraciadamente existen muy pocas investigaciones acerca de este 
tema y no obstante, poco o nada se hace en términos de promoción de la salud mental a manera 
de prevención y de tratamiento, más sin embargo las autoridades encargadas de la detección, 
prevención y tratamiento, únicamente atienden las necesidades físicas de los menores y la 
rehabilitación de los trastornos emocionales quedan en el olvido, así mismo también el agresor no 
recibe tratamiento. En este caso sería indispensable que tanto el maltratado como el maltratador 
sean atendido en los servicios de salud pública para que no pase de largo sin reconocerlos como 
individuos bio-psico-sociales. 
Por tanto, la reintegración y adaptación de las víctimas y los agresores a la sociedad la llevan a 
cabo solos y la forma en la que lo hacen no siempre es la más adecuada. Por consecuencia se 
entiende toda serie de alteraciones en el funcionamiento individual, familiar y social de las 
víctimas de maltrato, siendo los aspectos más conocidos la reproducción del mismo y las 
alteraciones en el rendimiento académico, en el ajuste psíquico individual y en el tipo de 
relaciones en las que el sujeto participa (Friederich y Wheeler, 1982; Lamphear, 1986 citado en 
Pino y Herruzo, 2000). 
Según algunos autores (Martinez, Roig y De Paul, 1993; Quero, 1991 en op., cit. 2000), los malos 
tratos que se llevan a cabo sobre los niños pueden provocar daño o consecuencias negativas en 
los siguientes niveles: 
 
1.2.1 Consecuencias somáticas 
a. Abandono físico: retraso pondoestatural, cronificación de problemas por falta de 
tratamiento físico, vitaminopatías, eritemas de pañal, aplanamiento del occipucio, 
aparición de ciertas enfermedades prevenibles mediante vacunación y producción de 
quemaduras y otras lesiones por accidentes familiares debidas a una falta de supervisión. 
b. Maltrato físico: lesiones cutáneas, quemaduras, lesiones bucales (que pueden afectar a la 
posición de los dientes), lesiones óseas (que pueden afectar el crecimiento y la movilidad 
articular), lesiones internas (traumatismos craneales y oculares) entre las que destacan 
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aquellas que producen edemas cerebrales puesto que pueden tener secuelas 
neurológicas. 
En el presente trabajo las consecuencias arriba señaladas no serán abordadas ya que, estas son 
tratadas por el médico, siendo las consecuencias psicológicas las que se trataran con mayor 
profundidad. 
1.2.2 Consecuencias psicológicas: 
 
Pino y Herruzo (2000), al hablar de las consecuencias psicológicas se refieren a la variedad de 
comportamientos que pueden aparecer, sean alterados o como ellos los llaman "excesos 
conductuales" y también los retrasos o "déficits" en ciertos repertorios que se esperarían en los 
niños en función de sus edades respectivas. Estas consecuencias pueden manifestarse a corto, a 
mediano y largo plazo, es decir, en la infancia, adolescencia y edad adulta. Las consecuencias que 
estos autores plantean serían las siguientes: 
Consecuencias durante la infancia.- A corto plazo, incluye los efectos que estos pueden tener 
sobre el desarrollo físico del niño en el período comprendido entre 0-8 años de edad esto debido a 
que, según el autor, este es el período en donde los cambios más rápidos y drásticos se producen 
en el período de cero a seis / ocho años. 
La principal secuela que los malos tratos producen en el desarrollo de los niños es precisamente su 
retraso que se nota alrededor de la edad de un año, y ya es muy claro a los veinticuatro meses. 
Las áreas comportamentales que se encuentran más afectadas en este período son las siguientes: 
a. Area cognitiva: los niños presentan un menor desarrollo cognitivo, se muestran más 
impulsivos, menos creativos, más distraibles y su persistencia en las tareas de enseñanza 
aprendizaje es menor. Son menos habilidosos resolviendo problemas y cuando llegan a la 
edad escolar muestran peores resultados en las pruebas de CI y tienen malas ejecuciones 
académicas. Los niños maltratados funcionan cognitivamente por debajo del nivel 
esperado para su edad, ya que sus puntuaciones en escalas de desarrollo y tests de 
inteligencia son menores que en los niños no maltratados, sus habilidades de resolución 
de problemas son menores y hay déficit de atención que comprometen el rendimiento en 
las tareas académicas. 
b. Area social: estos niños, entre los 18 y 24 meses, sufren un apego ansioso y presentan más 
rabia, frustración y conductas agresivas ante las dificultades que los niños no maltratados. 
Entre los 3 y 6 años tienen mayores problemas expresando y reconociendo afectos que los 
controles. También expresan más emociones negativas y no saben animarse unos a otros 
a vencer las dificultades que se presentan en una tarea. Por último, presentan patrones 
distorsionados de interacción tanto con sus cuidadores como con sus compañeros. Según 
Gaensbauer et al. (1979; 1980 op, cit., 2000) se identificaron seis patrones distorsionados 
de comunicación afectiva entre los niños maltratados y sus cuidadores: eran retraídos o 
distantes afectivamente, mostraban falta de placer o bienestar, eran inconsistentes en la 
interacción, presentaban ambigüedad, frivolidad y una comunicación afectiva negativa. 
Estos niños se acercan menos a los cuidadores, evitan más a los adultos y a los 
compañeros y son más agresivos con los adultos. 
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Otros autores como Hoffman-Plotkin y Twentyman (1984 en op. cit., 2000), descubrieron 
que el grupo de niños maltratados físicamente eran más agresivos que los del grupo 
control y que los que padecían abandono interaccionaban menos de lo normal. En otra 
investigación, estos mismos autores (1988), indican que los niños maltratados han 
mostrado falta de empatía. Son niños que entre 1-3 años de edad no mostraban interés 
por escapar a las situaciones molestas de la guardería y cuando lo hacían eran violentos, 
reaccionaban con ataques físicos, cólera o miedo (Main y Georges, 1985, en op. cit., 2000) 
también se ha visto que los niños maltratados son menos recíprocos en las interacciones 
con sus iguales y que estas dificultades en habilidades de empatía perduran hasta la edad 
adulta (Elmer y Martín, 1987 en op. cit., 2000). 
c. Área de lenguaje: los autores citados (op.cit., 2000) han revisado varios estudios al 
respecto y ha encontrado lo siguiente: Beeghly, Carlon y Cicchetti (1986) descubrieron que 
los niños que padecen de maltrato físico, a los 30 meses, no se diferencian de los niños 
control en cuanto a lenguaje comprensivo pero si en el productivo, en lo que se refiere a 
sensaciones, sentimientos y necesidades y los niños que padecen abandono y maltrato 
físico presentan un déficit en la expresión de este tipo de verbalizaciones referentes a 
estados internos. Por otra parte, Coster, Gersten, Beeghl y Cicchetti (1989) estudiaron la 
interacción verbal madre e hijo en niños de 31 meses; ellos observaron que los niños 
maltratados físicamente utilizan un lenguaje menos complejo sintácticamente, tienen 
menos vocabulario expresivo y conocen menos palabrasque los normales. Burguess y 
Conger (1978), observaron que las madres de los niños que padecen abandono y maltrato 
físico hablan menos con sus hijos que las controles, en los casos de abandono físico las 
madres dan menos recompensas verbales y aprobación a sus hijos, y se muestran más 
propensas a criticarlos. En los casos de maltrato físico se ha visto que utilizan menos 
instrucciones verbales para ayudar a sus hijos a superar las dificultades normales de su 
ambiente. Inician menos interacciones de juego e ignoran más a sus hijos. Estas 
dificultades de lenguaje no desaparecen a lo largo del tiempo, sino que perduran hasta la 
edad escolar. Los niños maltratados, tal como lo señala Blager y Mártin (1976), presentan 
dificultades de comunicación y de habilidades de expresión. 
d. Área de autonomía funcional: se encontró en esta área que, por un lado, puede haber 
conductas de cuidado personal (aseo, vestido, nutrición, etc.) que en condiciones 
normales deben ser aprendidas en el seno familiar. Por otro lado, están las habilidades de 
la vida en comunidad, es decir, la capacidad que el sujeto tiene de funcionar de forma 
independiente a sus progenitores o cuidadores y señalan que los resultados de Egeland et. 
al. (1981, 1983) muestran que los niños que padecían diferentes formas de maltrato 
presentaban un apego ansioso, en especial los que sufrían abandono emocional. Estos 
niños tendían a ser menos obedientes a sus padres y educadores que los controles y 
presentaban menor repertorio de autocontrol. El grupo de abandono físico resultó 
especialmente dependiente del educador para aquellas tareas propias de la nutrición que 
se llevan a cabo en el colegio. Sin embargo, en cuanto a los comportamientos de 
funcionamiento independiente con respecto a los padres en su medio, estos niños llegan a 
estar al nivel o por encima de los controles (Pino, 1995), esto podría ser consecuencia 
directa del número de horas que estos pasan solos, muchas veces en la calle, desde 
edades muy tempranas. 
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e. Área Motora: diversas investigaciones al respecto han encontrado los siguientes hallazgos: 
ésta es el área que se encuentra menos afectada, en el estudio de Egeland et al. (1981, 
1983) los niños maltratados se mostraron menos hábiles que los controles, en el uso de 
herramientas a los 24 meses de edad; en Pino y Herruzo (1993) los niños que padecían 
abandono físico se mostraban más tardíos en adquirir la locomoción y se apreciaban 
también déficits en motricidad fina. 
f. Problemas de Conducta: se refiere a los problemas de comportamiento en general 
(conductas agresivas, hiperactivas y disruptivas). Como ya se ha mencionado, los 
problemas de conducta agresiva se presentan principalmente en los niños maltratados 
físicamente. Kazdin, Moser, Colbus y Bell (1985) y Allen y Tarnowski (1989) hallaron en 
estos niños más síntomas depresivos (mayor externalidad en la atribución de control, más 
baja autoestima y desesperanza en cuanto al futuro). Pino y Herruzo (1993) observaron 
una inusual aparición de comportamientos sexuales precoces (frotis, masturbaciones con 
una alta frecuencia, en presencia de otros niños) en niños que padecían abandono. 
 
1.2 .3 Consecuencias durante la edad escolar y la adolescencia. 
Los autores antes citados (op., cit., 2000) han revisado varias investigaciones y llegando a las 
siguientes conclusiones: 
 
Cichetti y Olsten (1990) afirman que el maltrato infantil tiene una serie de efectos en todas las 
áreas del desarrollo del niño, lo que le coloca en una situación de alto riesgo para desarrollar 
problemas de conducta y posteriores psicopatologías. Son diversas las alteraciones conductuales 
que se engloban bajo la etiqueta general de conducta antisocial las más relacionadas con el 
fenómeno de los malos tratos. Azar, Barnes y Twentiman (1982) han encontrado altos niveles de 
conducta violenta y delitos con uso de violencia entre delincuentes y jóvenes con alteraciones 
psiquiátricas que habían padecido malos tratos. Engfer y Schnewind (1982) mencionan que el 
maltrato físico está relacionado con la aparición de ansiedad e indefensión y estas reacciones se 
deben principalmente a las situaciones de rechazo (maltrato emocional/abandono emocional), 
estos niños presentan un comportamiento agresivo tal vez debido al mismo maltrato, lo cual crea 
un círculo vicioso en la relación padres-hijo. Mc Cord (1983) en un estudio retrospectivo encontró 
que el 20% de los niños que habían padecido abandono o maltrato físico, cuando llegaron a 
adolescentes cometieron delitos graves, y una vez que estos cometen delitos ésta conducta suele 
cronificarse hasta la edad adulta. 
También se ha estudiado el Coeficiente Intelectual y su relación con los malos tratos y los niños 
abandonados. Estos, parecen tener un CI inferior al normal y las niñas tienen un CI infranormal ya 
sea que sufran maltrato físico o abandono. 
Otra consecuencia de los malos tratos es que los niños acaban adoptando una visión distorsionada 
de la realidad, los adolescentes maltratados tienen una idea distorsionada de la relación padre-
hijo y ven a su padre como perfecto al lado del hijo despreciable, también suelen tener 
expectativas poco realistas sobre la conducta de otros niños y piensan que los niños deben saber 
hacer cosas que son poco adecuadas para la edad de estos. 
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Como ya se menciono existen diversas consecuencias que afectan el desarrollo emocional, físico e 
intelectual del menor maltratado. En la siguiente sección se hará una breve descripción de la 
estructura y el funcionamiento familiar en donde se da el maltrato infantil a fin de ejemplificar el 
rol que esta juega en la aparición y mantenimiento de esta problemática. 
 
1.3 El papel de la familia 
 
El papel de la familia es fundamental en el maltrato infantil ya que dentro de esta, es justamente 
en donde la mayoría de las veces se genera este trastorno, por lo tanto, se revisaran algunos 
factores que, según Loredo (op., cit., 1994), probablemente sean la causa de este problema que 
afecta a la comunidad infantil. 
 
1.3.1 Aspectos generales 
 
Este autor define a la familia como “el conjunto de personas de la misma sangre, que viven bajo 
un mismo techo y que particularmente está integrada por el padre, la madre y los hijos aunque 
también se pueden agregar abuelos, tíos y primos” (p. 113). 
 
Señala que los hay diversos tipos de familia: 
• La nuclear, que consta de padre, madre e hijos, y éstas pueden dividirse en completa e 
incompleta. 
• La mixta cuando hay padrastro, madrastra, hijos de uniones previas o hijos adoptivos, y es 
extensiva cuando la familia está viviendo con los padres de algunos de los cónyuges o de 
alguna amistad. 
 
Finalmente, considera que la función de la familia sea cual sea su tipo es educativo a través de las 
experiencias de cada uno de los elementos. Ello es lo que proporciona seguridad al menor. 
 
Este autor continua señalando que, quienes se han dedicado a los problemas de la familia, refieren 
que debe existir un equilibrio permanente entre amor y autoridad, entre rivalidad y solidaridad, y 
estos cuatro papeles son representados en la sociedad familiar por los siguientes personajes: el 
padre, que debe, en esta organización social, manejar la autoridad; la madre, el afecto; los 
hermanos, la rivalidad, y el hogar, la solidaridad. Debe de entenderse que el papel de cada uno de 
los elementos no son exclusivos. Así, la madre ha de poseer autoridad sobre sus hijos y el padre ha 
de amarlos. 
 
De esta forma, es necesario que el grupo familiar proporcione al niño seguridad afectiva y 
material. Debe de tener cerca de un adulto que conozca y lo proteja, mas no que lo agreda y lo 
destruya. Ante la estructura y dinámica familiar es muy importante en la relación de pareja, pues 
si bien no existe una armonía perfecta entre los cónyuges, también es cierto que entre ellos 
requiere intentarse alcanzar y mantener una unidadprofunda e indispensable para lograr un 
equilibrio afectivo entre ambos y su grupo familiar. Si no hay consistencia, constancia y solidez, en 
lugar de existir un terreno firme en el que el niño se desenvuelva, encontrará un terreno escaso de 
valores afectivos y no tendrá la seguridad que requiere para un buen desarrollo físico y mental, 
por eso es muy importante que el menor tenga una familia que le proporcione estos elementos a 
lo largo de su niñez. 
 
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De acuerdo, a Loredo (1994), existen algunos factores sociofamiliares que es necesario analizar 
más profundamente para en tender mejor el fenómeno del maltrato. Dichos factores son: 
-Estado civil de la pareja. Realmente este factor no es determinante para que un niño no sea 
maltratado ya que se ha comprobado que estando la pareja formalmente casada o no, de todas 
formas existe el maltrato. En la mayoría de los casos la mujer es la que está a cargo de la 
educación de los hijos y esta es la que con mayor frecuencia maltrata a los hijos y si a esto le 
sumamos si es abandonada, viuda, divorciada o madre soltera. Probablemente le sea una 
situación muy difícil puesto que tiene que asumir los papales de padre y madre a la vez. Esto 
quiere decir que debe de salir a trabajar y, por lo tanto, los hijos no se encuentran bajo su 
vigilancia directa. La presión material y psicológica producirá reacciones diferentes en cada 
persona. 
-Organización. Otra característica que debe de ser considerada con respecto a la organización 
familiar es que ésta sea funcional o disfuncional. Se entiende por funcional aquélla en que existe 
comunicación entre los miembros, los papeles están bien definidos, y hay reglas y limites de 
autoridad. 
-Anormalidad del hogar. Es muy probable que la disgregación familiar o las alteraciones en la 
dinámica familiar ocasionen que el hogar no represente para el hijo la función que debería asumir. 
-Pobreza. El bajo salario del padre causa varios efectos en la familia. Obviamente su incapacidad 
económica no le permite ofrecer a la misma una serie de satisfacciones como habitación, 
alimentación, vestido, educación, recreación, etcétera, y ello produciría frustración en todos los 
miembros del núcleo familiar. Existe la posibilidad de que ante tal carga económica, el padre 
abandone a la familia. 
Dicha incapacidad económica puede alejar a la madre del hogar, quien sale a la calle para 
incrementar el ingreso, dejando a los hijos solos bajo la vigilancia de otra persona o bien en una 
guardería. 
-Escolaridad. Este elemento es de primordial importancia puesto que el grado escolar alcanzado 
por el adulto, le permitirá obtener un mejor empleo y conseguir mayor ingreso. 
-Antecedentes del agresor de haber sufrido maltrato. Se ha insistido en que el agresor con 
frecuencia ha sufrido algún tipo de maltrato cuando era niño, por lo tanto se tiene la probabilidad 
de que repita la misma conducta, pero no siempre se cumple esta regla. 
El problema del maltrato al menor debe de ser considerado desde la estructura social. Una amplia 
gama de problemas sociales está afectando a nuestra sociedad, como ya se vio anteriormente y 
tiene un denominador común, la familia, si esta no cumple con las funciones psicológicas, físicas y 
sociales que históricamente le corresponden, se convierte en el principal agente motivador de 
conductas antisociales. 
Una de las características del ser humano es el hecho de vivir en sociedad, el hombre para 
satisfacer sus necesidades biológicas, psicológicas y sociales requiere siempre participar y moverse 
dentro de diferentes grupos en su vida diaria. La familia ha demostrado históricamente ser el 
núcleo indispensable para el desarrollo del hombre, el cual depende de ella para su supervivencia 
y crecimiento. 
 
La familia es la más antigua de las instituciones sociales humanas, una institución que sobrevivirá, 
en una forma u otra, mientras exista nuestra especie pues ha sido considerada como en núcleo 
primario y fundamental para proveer la satisfacción de las necesidades básicas del hombre y sobre 
todo de los niños, quienes por su carácter dependiente deben encontrar plena respuesta a sus 
carencias, como requisito para lograr un optimo resultado en su proceso de crecimiento y 
desarrollo. 
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 21
Por lo tanto es necesario insistir en la necesidad de buscar cada uno de los aspectos de arriba 
señalados para tratar de establecer el mejor tratamiento integral para las familias afectadas. 
 
 
1.3.2 El desafío de ser madre o padre 
Como se ha visto, ser padres es una responsabilidad muy grande y a través del tiempo han existido 
muchos eslabones perdidos en cuanto a la educación de los niños dentro de la familia, los cuales 
son difíciles de entender. A este respecto, Barudy (1998), dice que el ser padres es un gran desafío 
ya que hay que ocuparse de sus hijos, comprender sus necesidades, exigencias y responder a ellas 
en la medida de lo posible, no es fácil para ningún padre o madre. La dificultad es aun más grande 
cuando se trata de guiarlos en sus aprendizajes sociales, dándoles ordenes, imponiéndoles 
prohibiciones y frustraciones para que lleguen ser sujetos autónomos y responsables. En este 
proceso, la agresividad natural ocupa un lugar importante, tanto para proteger al niño como para 
enseñarle a respetar las reglas y las normas que aseguren su integridad y la de los demás. Para 
todos los adultos sustituir el dialogo por los golpes y la violencia es grande. Esta tentación puede 
ser aún mayor si existe una tradición cultural muy expedida que da derecho absoluto por los 
padres sobre sus hijos. 
 
De acuerdo con esta tradición que se trasmite de generación en generación, la manera dura es la 
mejor forma de controlar a los niños y a los adolescentes, entendiendo por manera dura la 
utilización de golpes, castigos corporales y amenazas que parten de la idea de que una buena 
corrección no ha hecho nunca mal a nadie, o bien que si todos los niños hubiesen recibido una 
buena paliza a tiempo no existirían delincuentes. Hay muchos adultos que hacen de estas ideas el 
fundamento de sus modelos relacionales y pedagógicos, ignorando que detrás de estas premisas 
se esconden sus propios sufrimientos y que estas creencias les impiden utilizar su agresividad de 
una forma constructiva para amar, proteger y educar a sus hijos. 
Además, cualquier adulto puede transformarse en un padre o madre violentos si se encuentra en 
una situación de desbordamiento de su agresividad natural y si existe además un trastorno o un 
fracaso de los mecanismos naturales que permiten su ritualización. 
 
La intoxicación ideológica amplifica los riesgos de transformar la agresividad sana en violencia 
destructora. 
El autor indica que según sean las causas, los padres podrán presentar dos tipos de 
comportamientos físicamente maltratantes: el maltrato físico como consecuencia de la violencia 
agresiva, o como expresión de la violencia ideológica. 
 
El maltrato físico como consciencia de la violencia agresiva se trata de un maltrato producido por 
un padre o una madre que, desbordados por situaciones de estrés se encuentran en la 
imposibilidad de ritualizar su rabia y que tratan, a través de los golpes, de controlar una de las 
fuertes inmediatas de su enervamiento. Los padres, descontrolados de esta manera, golpean al 
niño por lo que acaba de hacer. El adulto en esta situación puede reconocer que ha hecho daño al 
niño, darle explicaciones e incluso pedirle disculpas y a menudo recuperar el control si un tercero 
interviene. Este adulto golpea generalmente con la mano, casi nunca con objetos. Estos golpes 
pueden dejar huellas visibles, por ejemplo marcas en la cara, en las piernas o en las nalgas, 
generalmente superficiales y sin gravedad. Pero en ciertas circunstancias la pérdida del control 
puede provocar lesiones graves. 
 
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El maltrato físico como expresión de la violencia ideológica. Como se ha señalado, lapalabra del 
ser humano es una fuente de amor pero al mismo tiempo de todas las violencias. La palabra crea 
las representaciones y las creencias que dan sentido a lo vivido, pero se transforma en una fuerza 
destructora cuando es producida y manejada por individuos que por sus historias traumáticas no 
pudieron convertirse en personas (Rogers, 1977 cit. por Barudy, 1998). Se trata de mujeres y 
hombres poco diferenciados que tuvieron una experiencia de individuación integrada incompleta 
(Stierlin, 1979, cit. por Barudy, 1998), que expresa un yo individual frágil todavía, dependiente de 
un yo colectivo indiferenciado de una familia de origen violenta y maltratante (Bowen, 1988 cit. 
por Barudy, 1998). 
 
Así mismo se ha observado que la familia es la base fundamental para el desarrollo físico y mental 
del niño pero también, si no se cuenta con unos padres emocionalmente estables, existe la 
posibilidad de que esta familia se convierta en destructora de la personalidad del menor y es más 
probable que este fenómeno se trasmita de generación en generación. Por lo tanto aquellos niños 
que tiempo atrás fueron víctimas de padres maltratadores algún día se convertirán en agresores 
y todo aquel dolor que ellos mismos sintieron va a ser trasmitido sin lugar a duda hacia sus 
propios hijos. 
 
 
1.4 Aportes de la teoría conductual al maltrato infantil 
 
 
La terapia de la conducta parte de la idea de que la mayor parte de la conducta (incluida la 
inadaptada) es aprendida y de que los principios descritos por las teorías del aprendizaje pueden 
utilizarse en la práctica clínica. El énfasis en la metodología científica y la validación empírica de 
los tratamientos son los rasgos distintivos de los terapeutas de conducta: centra el tratamiento en 
el cambio de la conducta observable en sí misma. 
Las principales características de los modelos conductuales según Bernstein y Netzel (1980 en op., 
cit., 2003) son los siguientes: 
 
*Se considera que tanto la conducta anormal como la normal son producto del aprendizaje. 
*Se le concede menor importancia a los factores innatos o heredados en la adquisición de la 
conducta, aunque se acepta la influencia posible de factores genéticos o constitucionales. 
*Se sitúa el objeto de estudio en la conducta, entendida como actividad cuantificable o evaluable, 
tanto en el plano motor como en el cognitivo o fisiológico. 
*Se concede especial relevancia al método experimental como instrumento imprescindible en la 
descripción, predicción y control de la conducta. 
*Se considera necesaria la comprobación de la eficacia de cualquier procedimiento, ya sea de 
evaluación o de tratamiento. 
*No se admite la existencia de enfermedades mentales como entidades cualitativamente distintas 
en cuanto a génesis y dinámica funcional: la conducta normal y anormal se adquieren y modifican 
por medio de los mismos principios del aprendizaje. 
*La evaluación y el tratamiento se consideran funciones estrechamente relacionadas y dirigidas a 
modificar las conductas inadecuadas. 
*Se considera que el rigor científico no es incompatible con la responsabilidad profesional. 
 
El abordaje conductual y el modelo terapéutico se caracteriza por ser concreto, operativo y 
minuciosamente estructurado. Para el estudio de la conducta anormal se a basado en tres 
Neevia docConverter 5.1
 23
paradigmas del aprendizaje: el condicionamiento clásico, el condicionamiento operante y el 
modelado. 
 
El condicionamiento clásico se ha utilizado para explicar cómo estímulos neutros o nuevos llegan a 
provocar respuestas innatas como consecuencia del emparejamiento con otros estímulos. Este 
paradigma establece concretamente que cuando un estímulo incondicionado que da origen a una 
respuesta incondicionada es seguido repetidamente de un estímulo condicionado este adquiere la 
propiedad de provocar por si mismo una respuesta condicionada similar a la respuesta 
incondicionada. 
 
El condicionamiento operante se ocupa de conductas que el organismo emite libremente, que 
operen sobre el medio y que están controladas por sus consecuencias ambientales. Establece que 
si un tipo de respuestas se refuerza en presencia de un estímulo discriminativo, en el futuro tendrá 
más probabilidades de ocurrir en presencia de ese mismo estímulo. Entre la respuesta operante y 
el refuerzo se establece una relación de contingencia y si la respuesta se refuerza repetidamente, 
tendera a consolidarse, mientras que si no se refuerza tendera a extinguirse. 
 
Los objetivos terapéuticos del condicionamiento operante están dirigidos al desarrollo, el 
establecimiento, el fortalecimiento y/o la eliminación de una conducta. Es fundamental el 
planteamiento del problema en términos conductuales incluyendo las respuestas inadecuadas en 
las situaciones que ocurren de trabajo. Se requiere también la identificación de los objetos 
conductuales y de las medidas conductuales para la evaluación de la eficacia del tratamiento, la 
observación del cliente en su ambiente natural para determinar las contingencias y los refuerzos 
eficaces, la especificación de las condiciones bajo las cuales se introducirá el tratamiento y la 
revisión de los resultados para introducir cambios y para dar por finalizado el tratamiento cuando 
se logran los objetivos conductuales. Algunas técnicas utilizadas en esta terapia son: 
• técnicas para establecer conductas 
• modelado 
• encadenamiento 
• técnicas para incrementar conductas 
• contrato de contingencias 
• técnicas para disminuir una conducta 
• castigo 
• costo de respuesta 
• tiempo fuera de refuerzo 
• reforzamiento de conductas incompatibles 
• condicionamiento encubierto 
 
El modelado o aprendizaje observacional establece que un observador puede aprender una 
conducta compleja observando la ejecución que realiza un modelo. Este paradigma recurre a 
complejos mecanismos de información. Se pueden distinguir dos fases: la primera es una fase de 
adquisición de la respuesta, en la que el sujeto observa como el modelo realiza la conducta, y la 
segunda es una fase de ejecución, en la que el observador realiza la conducta a partir de su 
representación simbólica. 
 
Se a demostrado que cuando el modelo es semejante al observador en las variables de sexo, edad, 
raza y actitudes, aumenta la eficacia: además mejora la adquisición de conductas el prestigio, la 
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competencia y la cordialidad del modelo. El observador también puede presentar capacidades 
para procesar y detener la información. 
 
La adquisición de conductas se puede ver afectada por el nivel de incertidumbre o el de ansiedad; 
también la rigidez, la autoestima y la impulsividad pueden afectar a la eficacia del modelado. 
 
En el aprendizaje observacional se presentan modelos reales o simbólicos para lograr el control 
adecuado de todos los detalles importantes, y se utilizan estrategias progresivas, en las que el 
modelo comienza mostrando un grado de habilidad similar al del observador para finalizar un nivel 
de competencia adecuado. No basta con que se adquiera una conducta, también hay que ponerla 
en práctica. 
 
El objetivo de los tratamientos conductuales es la modificación de la conducta inadaptada. 
 
El papel del terapeuta consiste en instruir al cliente en la tecnología conductual apropiada para 
solucionar su problema. Se conciben los procesos que ocurren en el contexto de la relación 
terapéutica como procesos de aprendizaje, y es el terapeuta quien refuerza o modela las 
conductas objeto de tratamiento. 
 
Desde el modelo conductual se presentan los trastornos mentales como categorías de conducta 
anormal. No se habla de enfermedad, síntomas, procesos o traumas causales subyacentes, de 
constructos internos o de rasgos. Los trastornos mentales son entendidos como hábitos mas o 
menos persistentes que tal como se adquieren se pueden modificar extinguir o sustituir a partir 
del manejo de las mismas leyes. Su alcance se limita a los trastornos neuróticos y psicopáticosque 
carecen de raíces orgánicas. 
 
Los problemas de ansiedad han recibido una atención especial por parte de los terapeutas de la 
conducta, quienes consideran que los síntomas específicos son producto de ansiedades específicas 
ante los estímulos específicos. Así, el éxito de un tratamiento depende de la eliminación de todas 
las ansiedades específicas, de acuerdo a lo aplicado en este modelo terapéutico. 
 
Un ejemplo de ello en la práctica no los da, la Academia Americana de Psiquiatría para Niños y 
Adolescentes, la cual ha estado aplicando como tratamiento, la Terapia del Comportamiento 
Cognoscitivo (TCC). Dicha terapia ayuda a mejorar el mal humor y el comportamiento del niño 
mediante el examen de los patrones confusos y distorsionados de pensar. 
 
Durante la Terapia del Comportamiento Cognoscitivo el niño aprende que los pensamientos 
causan sensaciones y humores que pueden influenciar al comportamiento. Por ejemplo, si un niño 
experimenta sensaciones no deseadas o tiene comportamientos problemáticos, el terapista 
trabaja para identificar la forma de pensar que los está causando. El terapeuta entonces ayuda al 
niño a remplazar esa forma de pensar con pensamientos que resulten en sensaciones y 
comportamientos más apropiados. 
De acuerdo a las investigaciones realizadas por dicha academia se ha demostrado que, la Terapia 
del Comportamiento Cognoscitivo puede ser efectiva en el tratamiento de la depresión y ansiedad, 
causados por el maltrato infantil. 
Otro tratamiento realizado por la Academia Americana de Psiquiatría es la Terapia Familiar 
enfocada en ayudar a la familia a funcionar de manera más positiva y constructiva al explorar los 
patrones de comunicación, promoviendo apoyo y educación. 
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1.5 La atención del maltrato infantil en México 
 
Como ya se vio, existe un gran problema ante el maltrato infantil y de acuerdo a lo investigado 
dicho problema solo es atendido en el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia DIF la cual 
es una institución gubernamental y estatal que no cuenta con los recursos necesarios para buena 
atención de las víctimas ya que por la demanda que tiene, el personal no alcanza a proporcionar el 
tratamiento adecuado y por lo tanto no existe recuperación en la víctima. 
Esta experiencia se desarrollo en el DIF Municipal de Chimalhuacán en el cuál existe una área 
específica llamada antes Clínica de maltrato, ahora Modelo de Atención del Centro de Prevención 
y Atención al Maltrato y la Familia (CEPAMyF) la cual está encargada de atender a las víctimas de 
maltrato y su objetivo general es: organizar, dirigir, coordinar y controlar las acciones en 
caminadas a la atención integral de los sujetos de violencia, así como instrumentar y promover 
programas de prevención al maltrato. 
 
Dentro de este programa de atención existen funciones en general que muestran el trabajo que se 
realiza dentro de la Clínica del Maltrato y a continuación se nombran: 
 
1. Detectar, a través de la realización de visitas domiciliarias y estudios socioeconómicos, la 
problemática social específica de los casos especiales de posible maltrato o violencia familiar, 
que sean canalizados a este centro. 
2. Canalizar los reportes de probable maltrato que lleguen a este Centro Estatal a través de los 
programas ya establecidos, a los sistemas Municipales DIF correspondientes. 
3. Elaborar y difundir un modelo multidisciplinario de atención para los sujetos de maltrato o 
violencia familiar, que tengan entre sus propósitos instrumentar estrategias de operación que 
permitan mejorar las acciones integrales que se realizan para brindar apoyo médico, 
psicológico, jurídico y de trabajo social. 
4. Difundir en coordinación con los Sistemas Municipales DIF la información de los programas 
preventivos del maltrato o violencia familiar, así como a la población en general de los 
programas de atención para esta problemática. 
5. Difundir en coordinación con los Sistemas Municipales DIF la información de los programas 
preventivos del maltrato o violencia familiar a la población en general. 
 
La clínica del maltrato está conformada como ya se menciono, por un equipo multidisciplinario los 
cuales tienen como función; planear, organizar, dirigir, coordinar, vigilar, normar y controlar 
sistemáticamente las actividades correspondientes a dicha clínica, esta se encuentra dividida en 
cuatro áreas específicas y cada una de ellas tiene una función diferente, por ejemplo: 
 
Trabajo social tiene como función detectar, a través de la realización de visitas domiciliarias y 
estudios socioeconómicos, la problemática social específica de los casos especiales de posible 
maltrato o violencia familiar, que sean canalizados a este centro. 
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Área Médica: tiene como propósito, valorar y brindar servicios de atención medica al receptor de 
maltrato o violencia familiar, a fin de determinar la existencia o la no existencia del maltrato. 
 
Área Psicológica: dicha área tiene como función, valorar y determinar la existencia y tipo de 
maltrato mediante la atención psicológica los generadores y receptores de violencia familiar, así 
como brindar tratamiento, a través de técnicas de terapia individual y/o familiar con la finalidad de 
apoyar en la superación de su problemática. 
 
Área Jurídica: tiene como propósito brindar asesoría jurídica a receptores y generadores de 
maltrato y apoyar las acciones de las áreas internas. 
 
El propósito de este grupo multidisciplinario es determinar a través del razonamiento, análisis 
conclusión de cada uno de los casos de maltrato que ingresan a la clínica, si se confirma o se 
descarta maltrato y el seguimiento que se dará a cada uno de ello. 
 
Como ya se observo existe un estructurado y bien definido modelo de atención para las víctimas 
de maltrato el cual cuenta con funciones especificas, pero la realidad del problema es otra, y como 
ya se menciono anteriormente y como ya es costumbre en dichas Instituciones que cuenten con 
mucha demanda y aunado al pobre personal con el que cuentan, la realidad es muy distinta, ya 
que no existe una verdadera solución a este problema. 
 
Tan solo la atención, se queda en canalizar al menor a un albergue si existe maltrato, o a su vez 
por medio de un convenio, el agresor se compromete a ya no seguir maltratando a la víctima, y en 
realidad eso no nos garantiza que el problema esté resuelto y no existe un seguimiento que 
permita a la víctima o al agresor una recuperación satisfactoria. Por lo tanto el objetivo del 
presente estudio es analizar el trabajo que realiza el psicólogo en dicha Institución y ante este 
fenómeno que en últimas décadas ha tornado fuerza por las consecuencias tan graves que ha 
tenido. 
 
Dentro de este trabajo, se implementara si es posible un modelo de tratamiento a base de la 
terapia conductual, la cual nos permitirá mejorar la conducta del agresor, así como también la de 
la víctima, por medio de terapia individual y familiar. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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CAPITULO 2 
 LOS MODELOS PSICOLOGICOS DE ATENCION EN MEXICO ANTE EL PROBLEMA DE MALTRATO 
Como ya se habló en el capitulo anterior, el fenómeno de maltrato infantil en México es un 
problema que aun no ha tenido la atención necesaria por parte de las autoridades 
gubernamentales sólo existen algunas instituciones en las cuales se atiende este problema. En la 
actualidad hay diferentes modelos de atención que solo tratan el problema en el momento y no 
existe tratamiento alguno que ayude realmente a la victima a quitar las secuelas ocasionadas por 
el mismo. Hace falta mucho en nuestro país, personal preparado para atender este fenómeno y el 
gobierno también tiene que invertir recursos económicos, para contratar dicho personal, 
especialmente en el área de psicología por lo que existe demasiada población y las Instituciones 
no cuentan con los recursos humanos y materiales para atender el maltratoinfantil y por lo tanto 
se va acrecentando el problema, se necesita concientizar a la población y prevenir sobre el 
problema ya que no es posible seguir permitiendo que las personas no asuman su responsabilidad 
ante los menores, porque un niño no es cualquier cosa que se puede manejar al antojo de los 
adultos; el niño es un ser viviente que ha sido causa del milagro de la naturaleza, cuya existencia 
es el inicio y la prolongación de la vida, así como también la alegría. 
Es importante comenzar a actuar respecto a los adultos, quienes por siempre han sido la causa del 
maltrato infantil y con ayuda de las autoridades gubernamentales quienes son responsables por 
no crear leyes de protección a la infancia. Por lo tanto, es necesario poner nuestra mirada en los 
agresores, quienes deben de superar sus problemas psicológicos ya que estos son la causa del 
maltrato. 
El programa contra el maltrato infantil debe permitir que los especialistas en psicología, aporten 
sus conocimientos y evalúen más estrictamente la situación, con la finalidad de que los casos de 
maltrato no queden solo en los expedientes; sino que, con la colaboración de otros profesionistas 
se le de a la población denunciante, una respuesta satisfactoria. Esta idea surge a partir del análisis 
de las deficiencias que hay en las instituciones, las cuales lamentablemente no han cumplido con 
la función que les ha sido encomendada en el tratamiento de este problema. En estos programas 
se propone que la función del psicólogo sea la de prevenir, atender y rehabilitar a todos los 
involucrados en este problema. 
2.1 Prevención, atención y rehabilitación 
Uno de los principales aspectos a considerar es la prevención, por lo que es mejor prevenir que 
después arreglar el problema cuando ya hay consecuencias fatales. Por lo tanto, se deben de 
hacer campañas de prevención a cargo de especialistas, en donde se trasmita la información a la 
población en general, por medio de platicas en las escuelas, hospitales, centros de salud pública, 
repartición de trípticos, programas de televisivos y de radio, en los cuales se haga tomar 
conciencia a la población de que el maltrato puede tener consecuencias físicas y mentales a corto 
y largo plazo. 
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Cuando ya se presenta el problema, lo que resta es darle una atención adecuada al mismo. Por lo 
consiguiente, se debe de contar con un equipo multidisciplinario de profesionistas como médicos, 
psicólogos, trabajadores sociales y abogados en todas las instituciones de salud gubernamentales 
que cuenten con un espacio propio y adecuado para que puedan atender a toda la población 
demandante. Este equipo deberá realizar valoraciones en las que se pueda determinar si hay o no 
maltrato infantil y el grado de éste. Esto a veces es un poco difícil ya que, los menores por 
amenaza de sus agresores ocultan la verdadera causa de sus lesiones y los agresores rara vez 
confiesan sus malas conductas. Por lo tanto se debe proceder mediante una observación 
cuidadosa y profunda que permitan relacionar los diversos indicios y la raíz del maltrato, mismos 
que pueden referirse específicamente a la lesión, al aspecto general del niño agredido o de las 
características del sujeto agresor. 
Al hablar de rehabilitación para el niño maltratado se debe de empezar por tener una panorámica 
de sus limitaciones y dificultades, lo cual se logra teniendo el diagnóstico completo de cada 
integrante del equipo multidisciplinario, para establecer un plan de tratamiento adecuado al caso. 
Cabe mencionar que el tratamiento debe de llevarse a cabo para que el paciente (sobre todo si es 
menor) logre superar los daños psicológicos, físicos y sociales causados por el maltrato. Sin 
embargo, el tratamiento no debe de concretarse solo en el niño, sino debe de ampliarse al 
ambiente en el cual se desarrolla, evitándose así que se vuelva a reincidir en el maltrato. De esta 
forma, se les deberá proporcionar a los involucrados en la problemática (agresores y víctimas) 
terapias de grupo, familiares, individuales y de pareja. 
El tratamiento psicológico es de suma importancia para lograr la superación emocional ocasionada 
a las y los menores; es también de suma importancias ampliarlo a los agresores, a fin de que 
modifiquen su conducta de golpeadores y aprendan a resolver sus problemas sin conflicto, ni 
agresiones. Este tratamiento de apoyo a los padres debe de lograr que sientan al psicólogo como 
una persona en la que puedan confiar y no como un enemigo. 
Dentro de las actividades que diversos profesionistas podrán realizar están: el orientador familiar 
que tiene por finalidad formar criterios y establecer pautas de conducta del sujeto agresor; la 
acción del trabajador social que funciona como un apoyo en las tareas de los demás especialistas, 
prestando ayuda para resolver ciertas situaciones que conllevan a la ejecución de los malos tratos 
como problemas de empleo, vivienda, enfermedad u otros aspectos, es en este punto en donde 
comienza la intervención de otros profesionistas, para finalmente lograr el objetivo de rescatar al 
menor maltratado. 
Así como también se puede mencionar que se podría contar con un albergue cuando el caso lo 
requiera, para poder canalizar al menor y poder llevar su seguimiento. 
A continuación se revisaran algunos modelos de atención, rehabilitación, prevención y 
seguimiento implementados por las distintas instituciones de nuestro país, de los cuales se hará 
una comparación con otros modelos a nivel internacional para observar cual de todos es el más 
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eficaz, para que así se pueda dar una propuesta que nos lleve a dar una mejor atención a las 
victimas ante este fenómeno. 
2.2 Modelo de prevención, atención rehabilitación y seguimiento del Instituto Nacional 
de Pediatría (CAINM) 
Una de las instituciones gubernamentales que trata este problema es, el Instituto Nacional de 
Pediatría (INP), dentro de este se encuentra la clínica de atención Integral al niño maltratado 
(CAINM). Este programa atiende el maltrato infantil de manera directa en el proceso terapéutico, 
el cual previene, atiende, rehabilita y tiene un seguimiento que a continuación se mencionará, 
poniendo sobre todo atención al modelo terapéutico psicológico que ofrece este instituto, que al 
parecer es el más completo ya que, trabaja las cuatro funciones mencionadas, que permiten 
atender mejor este problema. 
Marco teórico: 
Como fenómeno sociocultural, el maltrato infantil afecta la interacción temprana del niño con sus 
padres ya sea, por su inexperiencia en el proceso de crianza o por la ausencia para cumplir con la 
función ideal de la parentalidad: protección, afecto y respeto al niño. El resultado es que los 
padres generan una interacción hostil y agresiva. 
Objetivo: 
Diagnostica y atiende integralmente, al niño maltratado y su familia; evaluando y diagnosticando 
la repercusión psicológica en el menor y sus cuidadores, también planea construir y proponer 
programas de atención específicos en esta población. 
Aborda y propone estrategias diagnosticas de intervención hacia el niño considerando: 
• Edad del menor. 
• El tipo de agresión. 
• Relación afectiva que existe en el posible agresor. 
• Disposición del niño a externar la experiencia de violencia. 
Las acciones que utiliza son: 
• Realizar la entrevista con apoyo de dibujo libre. 
• Utilizar las pruebas proyectivas y psicométricas. 
• Aplicación del juego libre. 
• Analizar el tipo de expresión del dibujo libre en el niño maltratado y el apego (vinculo 
afectivo) con su cuidador principal. 
• Descartar psicopatología en el menor. 
 
 
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Como se realiza la intervención hacia el o los cuidadores: 
• Entrevista interdisciplinaria: área pediátrica, trabajo social y psicología. 
• Evaluación de pruebas proyectivas y psicométricas. 
• Análisis de la interacción

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