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Eritrofobia-una-expresion-de-verguenza-y-temor-frente-a-la-homosexualidad

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA 
 DE MÉXICO 
 
 
PROGRAMA DE MAESTRÍA Y DOCTORADO EN PSICOLOGÍA 
RESIDENCIA EN PSICOTERAPIA PARA ADOLESCENTES 
 
 
 
 
ERITROFOBIA: UNA EXPRESIÓN DE VERGÜENZA 
Y TEMOR FRENTE A LA HOMOSEXUALIDAD 
 
 
 
 
REPORTE DE EXPERIENCIA PROFESIONAL 
 
 
QUE PARA OBTENER EL GRADO DE 
 
 
MAESTRA EN PSICOLOGÍA 
 
 
P R E S E N T A 
 
 
NIDIA SOLEDAD RAMÍREZ SIERRA 
 
 
 
DIRECTOR: 
DR. FRANCISCO ANTONIO MORALES CARMONA 
 
COMITÉ TUTORIAL: 
DRA. ANA MARÍA FABRE Y DEL RIVERO 
DRA. ASUNCIÓN ÁLVAREZ DEL RIO 
DRA. MARTHA LILIA MANCILLA VILLA 
DR. ENRIQUE GUARNER DALIAS 
 
 
 
CIUDAD UNIVERSITARIA 2011 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
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respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
ÍNDICE 
 
 
 
 Página 
 
 
1. RESUMEN …………………………………………………………………… 1 
 
 ABSTRACT…………………………………………...………………… 1 
 
 
2. JUSTIFICACIÓN……………………………………………………………… 2 
 
 
3. INTRODUCCIÓN……………………………………………………………… 4 
 
 
4. MARCO TEÓRICO…………………………………………………………… 6 
 
I. UN ACERCAMIENTO PSICOANALÍTICO 
A LA ADOLESCENCIA………………………………………..…... 6 
 
II. PUNTUALIZACIONES ALREDEDOR DE LAS FOBIAS………… 14 
 
III. HOMOSEXUALIDAD, PSICOANÁLISIS Y 
ADOLESCENCIA…………………………………………………… 19 
 
IV. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA DE 
ADOLESCENTES…………………………………………………… 26 
 
 
5. METODOLOGÍA…………………………………………………………………. 29 
 
 
6. ANÁLISIS CASO MARIO……………………………………………………. 31 
 
 
7. CONCLUSIONES…………………………………………………………….. 59 
 
 
8. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS………………………………………… 61 
 
 
 
 
 
 1 
RESUMEN 
 
 
Este trabajo presenta el Reporte de Experiencia Profesional, que informa la actividad profesional que 
se realizó a lo largo del desarrollo de la Maestría en Psicología Profesional con Residencia en 
Psicoterapia para Adolescentes. Describe el análisis de 30 sesiones de psicoterapia con orientación 
psicoanalítica, de un adolescente de 17 años al que se llama Mario. Integra el aprendizaje teórico 
realizado con las experiencias adquiridas en la práctica profesional supervisada, realizada en el 
Programa de Atención Psicológica Especializada a Estudiantes del Colegio de Ciencias y 
Humanidades Plantel Sur de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
 
El objetivo del trabajo es asociar a partir de la teoría psicoanalítica el sentimiento de vergüenza frente 
a la homosexualidad con el desarrollo y la manifestación de una eritrofobia adolescente. Se tomaron 
fragmentos de algunas de las sesiones que ejemplifican la problemática referida como motivo de 
consulta que consiste en dificultad para expresar sus ideas y sentimientos, particularmente cuando se 
percibe observado, lo que le genera un temor a excesivo a sonrojarse. 
 
Se tomó como base la exposición Freudiana de la estructura fóbica clásica, que supone la dinámica 
establecida entre lo reprimido traumático que aflora como fantasía inconsciente intolerable y la 
angustia que él sufre como amenaza de castración o desintegración. A partir de ella se integra el 
análisis de la intervención terapéutica que muestra hacia el final de las sesiones aquí expuestas, que la 
vergüenza que experimentaba Mario ha ido en decremento, lento pero significativo, tras la revelación 
de los encuentros homosexuales con su primo durante su infancia y al confesar el temor a que esta 
situación fuera “terriblemente juzgada” por mi, como considera lo sería por su padre. 
 
 
 
ABSTRACT 
 
This work presents the Professional Experience Report, which informs the professional activity was 
conducted during the development of the Master of Professional Psychology in Psychotherapy with 
Adolescent Residence. Describes the analysis of 30 sessions of psychoanalytically oriented 
psychotherapy of a boy 17 years old which is called Mario. Integrates theoretical learning undertaken 
with the experience gained in the supervised professional practice, in the Specialized Care Program 
Psychology Student of the College of Humanities and Science Campus South of the National 
Autonomous University of Mexico. 
 
The aim of this work is associated with psychoanalytic theory from the feeling of shame toward 
homosexuality with the development and demonstration of a teen eritrofobia.. Fragments were taken 
from some of the sessions that exemplify the problem referred to as reason for consultation that is 
difficult to express their ideas and feelings, particularly when collecting observed, which generates a 
fear of excessive blushing. 
 
It was derived from exposure Freudian classical phobic structure, reflecting the dynamic established 
between the repressed traumatic unconscious fantasy emerges as intolerable and anguish he suffers 
as a threat of castration or disintegration. Since it integrates the analysis of therapeutic intervention that 
shows towards the end of the sessions presented here, that the shame experienced by Mario has been 
on decrease, slow but significant, following revelations of his homosexual encounters during his cousin 
childhood and confessing the fear that this situation was "grossly impaired" by the therapist, as he 
thinks it would be by his father. 
 
 
 
 
 
 2 
 
JUSTIFICACIÓN 
 
Adán y Eva heredaron una buena vida, pero cuando desobedecieron las 
reglas, tomaron conciencia de su desnudez y se avergonzaron de no vivir de 
acuerdo con las expectativas de su creador. La vergüenza es un sentimiento muy 
doloroso que implica un marcado foco en sí mismo, en las deficiencias de sí 
mismo, involucra también un yo pasivo o indefenso. La desnudez recién 
descubierta por Adán y Eva se asemeja a la experimentada por los adolescentes 
al disponer de nuevas representaciones, en especial de aquellas precisas en 
cuanto a la excitación sexual, pero que no son integradas, que no se entienden y 
no se sabe qué hacer con ellas. 
La vergüenza forma parte de los conflictos en la adolescencia que pueden 
tener –y tienen- un impacto fuerte en la personalidad. De hecho, se diría que, en 
no pocos individuos, el impacto del periodo adolescente –que abarca y vuelve a 
poner en funcionamiento las primeras soluciones intrapsíquicas- en los conflictos y 
rasgos de carácter posteriores es tan grande o mayor que la más comúnmente 
reconocida neurosis infantil. 
Esto en parte puede explicarse por la unión en la adolescencia de fuerzas 
poderosas: el recrudecimiento de los impulsos de base biológica, el renacer de los 
conflictos edípicos incestuosos, las luchas en cuanto a la separación y la 
autonomía, la ampliación de la capacidad de la mente para conceptualizar y para 
emplear procesos de pensamiento abstracto y simbólico, y las nuevas 
experiencias –que a menudo implican la experimentación sexual- de la 
adolescencia como tal. 
Todas juntas, estas fuerzas crean una intensidad de la experiencia que, 
reelaborando y alterando las soluciones anteriores forjando nuevas formaciones 
de compromiso, tienen un profundo impacto en el desarrollo de la personalidad. 
 3 
Además, la agitación psicológica característica de los años adolescentes produce 
inevitablemente cambios significativos en el sentimiento del sujeto, cambios que 
se convierten en parte permanentes de la representación de uno mismo.Aunque está claro que la neurosis adolescente se basa –y debe hacerlo- 
en los conflictos y formaciones de compromiso de los periodos anteriores, también 
debe entenderse como una entidad separada, nueva y distinta, conformada no 
sólo a partir de los cenizas de las viejas luchas nuevamente resurgidas, sino 
también de las fuerzas únicas psicológicas y biológicas que entran en juego y que 
inundan la personalidad en este periodo concreto de la vida. Y es esta nueva 
entidad, la que para muchos individuos ejerce una influencia duradera sobre el 
funcionamiento psíquico y el subsiguiente curso de la vida. 
La combinación de estas fuerzas puede crear complicaciones que 
contribuirán de un modo importante al desarrollo de aquellos síntomas y rasgos de 
carácter que se convertirán en partes estables de la personalidad. 
A su manera, muchos de nuestros pacientes, permanecen atrapados en un 
mundo de conflictos adolescentes aunado a las soluciones a las que pudieran 
haber llegado –o creído llegar-. Por esto considero relevante conocer y entender la 
forma en la cual se anudan las experiencias que desembocan en síntomas, en 
este caso los que se desprenden del sentimiento de vergüenza frente a la 
homosexualidad, por los que el adolescente termina por experimentar su 
adolescencia desde el malestar y el sufrimiento. Prestando estrecha atención, 
explorando y elaborando los significados que estas experiencias y sus fantasías 
asociadas tienen para ellos, podemos ayudar a aflojar los fuertes nudos, no 
siempre visibles, que los atan a una época de la vida única y especialmente 
poderosa. 
 
 
 4 
 
INTRODUCCIÓN 
 
La adolescencia es una etapa del desarrollo del ser humano que pone en 
manifiesto cambios psicológicos y corporales e implica una resignificación de la 
figura de los padres. 
En este reporte, se entiende la adolescencia como un periodo de crisis, 
cambio y desequilibrio, y es comprendida a partir de la teoría y de lo observado y 
experimentado en la práctica profesional de acuerdo a la problemática que 
presenta Mario, adolescente de 17 años, de quien se analiza el caso clínico y que 
refiere como motivo de consulta dificultad para expresar sus ideas y sentimientos, 
particularmente cuando se percibe observado, lo que le genera un temor a 
excesivo a sonrojarse 
El propósito de este trabajo consiste en describir y analizar la intervención 
terapéutica de este caso de eritrofobia para asociar, a partir de la teoría 
psicoanalítica, el sentimiento de vergüenza frente a la homosexualidad con el 
desarrollo y la manifestación de una fobia adolescente. 
Se realizó una revisión teórica para después analizar el caso desde un 
marco referencial tomando como base la teoría psicoanalítica del desarrollo de las 
neurosis, específicamente de las fobias. El análisis teórico se fundamentó a partir 
de la explicación Freudiana del síntoma fóbico. 
En cuanto al tratamiento aplicado, se utiliza la psicoterapia individual 
orientada fundamentalmente hacia la comprensión psicodinámica de los 
determinantes actuales e históricos que constituyen la crisis por la que atraviesan 
los adolescentes. A lo largo del reporte de caso se podrá observar la evolución del 
proceso terapéutico. 
 5 
La revisión teórica de este trabajo está conformada por un primer capítulo 
que explica desde el psicoanálisis las fobias. Un segundo capítulo describe de 
manera teórica el periodo de la adolescencia, el tercero hace referencia a la 
posición de la teoría psicoanalítica para la comprensión de la homosexualidad en 
el adolescente y en el último capítulo se encuentra un breve resumen de la 
aplicación de la técnica psicoanalítica en la psicoterapia para adolescentes. En el 
apartado del método, se describen el objetivo del trabajo, las características 
específicas del participante, el escenario y el procedimiento. 
En el análisis del caso, se encuentran la historia clínica del paciente, la 
transcripción de fragmentos de algunas de las sesiones y las consideraciones 
técnicas que se fueron dando en el desarrollo del tratamiento. En el apartado de 
conclusiones se pretendió vincular la propuesta teórica con lo experimentado en el 
desarrollo del proceso terapéutico con el fin de acercarse a una mejor 
comprensión del caso. Finalmente se presenta la bibliografía empleada en la 
elaboración de este reporte. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 6 
MARCO TEÓRICO 
 
 
I. PUNTALIZACIONES 
 ALREDEDOR DE LAS FOBIAS 
 
 
Según el breviario del manual diagnostico de los trastornos mentales DSM-
IV (APA, 2000), las fobias son consideradas dentro de los “Trastornos de 
ansiedad” y caracteriza básicamente a la fobia como la aparición de una crisis de 
angustia desencadenada por el objeto o situación fobógena. 
El manual define a la “Fobia específica” como el “temor acusado y 
persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o 
anticipación de un objeto o situación específicos (...) la exposición al estímulo 
fóbico provoca casi invariablemente una respuesta inmediata de ansiedad, que 
puede tomar la forma de una crisis de angustia (...) las situaciones fóbicas se 
evitan o se soportan a costa de una intensa ansiedad o malestar”. Dice también 
que los comportamientos de evitación interfieren acusadamente con la rutina 
normal de la persona, con las relaciones laborales, académicas o sociales o bien 
provocan un malestar clínicamente significativo. Además el DSM-IV especifica el 
tipo de fobia específica, ya sea animal, ambiental, o situacional, entre otras. 
Una fobia puede estar referida a situaciones bien definidas o frente a 
objetos que no son en sí mismos generalmente peligrosos los cuales son evitados 
de un modo sistemático o afrontados con gran temor. Cabe aclarar que la angustia 
y la ansiedad no se alivian por saber que otras personas no consideran dicha 
situación como peligrosa o amenazante, o de reconocer que temor resulta 
desproporcionado. 
Específicamente, la eritrofobia, tema de este reporte, será entendida 
como un temor anormal, persistente e injustificado a ruborizarse. 
 7 
Desde el psicoanálisis, el mecanismo que caracteriza a una fobia es el de 
desplazamiento y sistematización de la angustia sobre un objeto o situación 
externa. El miedo que siente la persona es irracional y constante e inevitablemente 
le causa malestar individual así como en el ámbito interpersonal. 
A lo largo de la historia, las causas de la enfermedad se habían visto como 
externas al enfermo y es a partir de la teoría desarrollada por Freud que se han 
podido introducir los aspectos emocionales y personales al considerar la 
importancia de los momentos biográficos del paciente como factores 
etiopatogénicos de la enfermedad. 
Freud enfatizó la complejidad e influencia de los factores psíquicos en lo 
biológico y, específicamente, en la formación de síntomas somáticos. Esta idea se 
refleja desde sus primeros trabajos en citas como: 
“Los afectos pasan a ser con harta frecuencia causas patógenas tanto de 
enfermedades del sistema nervioso con alteraciones anatómicas registrables, 
cuanto de enfermedades de otros órganos”. “Todos los estados anímicos son, en 
cierta medida, afectivos, y de ninguno están ausentes las exteriorizaciones 
corporales y la capacidad de alterar procesos físicos”...“cuando se formula un 
juicio sobre dolores corporales, es preciso tomar en cuenta su evidentísima 
dependencia de condiciones anímicas” 1. 
 “Si un ser humano experimenta una impresión psíquica, en su sistema 
nervioso se acrecienta algo que llamaremos suma de excitación. En todo 
individuo, para la conservación de su salud, existe el afán de volver a 
empequeñecer la suma de excitación. El acrecentamiento de la suma de 
excitación acontece por vías sensoriales y su empequeñecimiento por vías 
motrices”2. 
Desde un inicio, sus propuestas representaron un serio cuestionamiento a 
los modelospsicopatológicos vigentes. En “Estudios sobre la histeria” (1895) 
 
1 Freud, S. (1890). Tratamiento psíquico(tratamiento del alma), O. C., Amorrortu, Vol. I, págs. 119-120 
2 Freud, S. (1893). Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos, O. C., Amorrortu, Vol. III, p. 37 
 8 
señala que los síntomas somáticos son el resultado de la transformación, de la 
conversión de una excitación endógena en una inervación somática. 
A finales de siglo, uno de los principales intereses clínicos de Freud fue el 
tema de la angustia, por lo que una de sus primeras labores fue realizar la 
diferenciación entre las neurosis tomando como criterio definitivo su origen. En la 
explicación de las neurosis actuales, Freud descubre cómo la angustia no puede 
ser transformada y organizada a través del aparato psíquico ya que sobrepasa sus 
posibilidades de elaboración mental. Esta sobreexcitación y la falla de los 
mecanismos mentales producen la descarga en el cuerpo a través de síntomas 
somáticos. Afirma que: 
“Si se considera el mecanismo de las dos neurosis (refiriéndose a la 
conversión histérica y a la neurosis de angustia), se dilucidan unos puntos de vista 
que hacen aparecer a la neurosis de angustia directamente como el 
correspondiente somático de la histeria. Aquí como allí, acumulación de excitación 
(en lo cual quizá tenga su fundamento la ya descrita semejanza entre los 
síntomas); aquí como allí, una insuficiencia psíquica a consecuencia de la cual se 
producen unos procesos somáticos anormales. Aquí como allí, en vez de un 
procesamiento psíquico interviene una desviación de la excitación hacia lo 
somático; la diferencia reside meramente en que la excitación en cuyo 
desplazamiento se exterioriza la neurosis es puramente somática en la neurosis 
de angustia (la excitación sexual somática) mientras que en la histeria es psíquica 
(provocada por un conflicto)” 3. 
En 1894 separa la fobia de la neurosis obsesiva, al establecer que la gran 
diferencia consistía en que en la fobia el estado emotivo es siempre la ansiedad y 
el temor, además que tienden a ser monótonas y típicas por lo que quedaron 
consideradas dentro de la clasificación de neurosis ansiosa. 
 
3 Freud, S. (1893-95). Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome 
en calidad de « neurosis de angustia», O. C., Amorrortu, Vol. III, p. 114 
 9 
La angustia presente es estas neurosis es un verdadero límite para el 
trabajo de los mecanismos psíquicos, porque ella es efecto de una irrupción 
directa, en el plano de lo psíquico, de energía somática acumulada, los síntomas 
son similares a los ocasionados psíquicamente, no obstante que su producción 
está afuera de la vida psíquica, siendo ésta su principal diferencia con la neurosis 
obsesiva y la histeria. 
En el historial del pequeño Hans, publicado inicialmente en 1909, Freud 
vincula la angustia y la sexualidad como marco para explicar el complejo de 
castración y coloca al complejo de Edipo en el plano central de la teoría 
psicoanalítica. 
El síntoma que presenta el niño de 5 años, es el temor a que lo muerda un 
caballo, temor que le impide salir de su casa. Freud plantea la presencia de 
angustia en Hans como resultante del marcado interés y preocupación por su 
«hace pipí» y por las breves separaciones de su mamá. El autor advierte que el 
comienzo de la angustia está relacionada con la transformación que sufre la 
creciente “ternura por su madre”. Es decir que la angustia corresponde a: “una 
añoranza erótica reprimida, carece al comienzo de objeto, como toda angustia 
infantil: es todavía angustia y no miedo”4. 
Hay tres elementos predominantes que estuvieron presentes en el proceso 
que desembocó en la fobia: la separación de la madre, el placer masturbatorio y la 
angustia. Hans deseaba la lejanía del padre y añoraba la cercanía con su madre. 
Otro aspecto presente es la manifestación de angustia de perder una parte de su 
cuerpo, su «hace pipí», angustia que Freud relaciona con el complejo de 
castración. 
En este punto, parecería que la angustia está solamente relacionada con la 
madre, más adelante Freud resalta la angustia de Hans como producto de una 
doble articulación: “angustia ante el padre y angustia por el padre. La primera 
 
4 Freud, S. (1909). Análisis de la fobia de un niño de cinco años (el pequeño Hans), O. C., 
Amorrortu, Vol. X, p. 23 
 10 
proviene de la hostilidad hacia el padre; la segunda, del conflicto entre la ternura, 
exagerada aquí por vía de reacción, y la hostilidad”5. 
La amenaza de externalizar estas pulsiones es desplazada sobre un objeto 
sustituto, de esta manera el síntoma le permite expresar las mociones hostiles 
hacia el padre y mantener el vínculo con la madre, claro, pagando el precio de la 
angustia. 
En “Inhibición, síntoma y angustia” (1926), Freud retoma el caso y añade 
elementos para la explicación de cómo se forma el síntoma fóbico. En un inicio 
plantea que se manifiesta una angustia indefinida que encierra la expectativa 
angustiada de que el caballo lo muerda, sin embargo, este contenido de 
representación es sustraído de la conciencia por la acción de la represión, y en su 
lugar se establece la fobia a un objeto definido. 
Amplía su explicación al incluir la importancia de los sentimientos de 
ambivalencia, amor y odio, dirigidos al padre, en donde el síntoma fóbico tendría 
entre sus funciones solucionar este conflicto. El desplazamiento, la sustitución del 
padre por el caballo, permite gestionar el conflicto de ambivalencia. 
Lo reprimido es el impulso hostil equivalente a la “moción asesina del 
complejo de Edipo”, la característica principal de la fobia es la sustitución que se 
produce entre el padre y el caballo, a partir de la cual se resuelven los 
sentimientos de ambivalencia porque el padre puede permanecer como objeto 
amado, no obstante la hostilidad sentida hacia él. 
Refiriéndose tanto al pequeño Hans como al «Hombre de los lobos», 
concluye en un aspecto central para la comprensión total de la formación 
sintomática, en donde está presente otro tipo de sustitución: “En ambos casos, el 
motor de la represión es la angustia frente a la castración; los contenidos 
angustiantes -ser mordido por el caballo y ser devorado por el lobo- son sustitutos 
desfigurados {dislocados} del contenido «ser castrado por el padre».” 
 
5Ibid. p. 39 
 11 
De esta forma, la fuente de la angustia que motiva la represión, es la 
represión ante la “castración inminente”. La angustia de la fobia es por lo tanto una 
angustia “realista” porque concierne a un peligro que es considerado auténtico, al 
fin de cuentas se sustituye un peligro externo por otro. 
También en “Inhibición, síntoma y angustia”, Freud señala que la mayoría 
de las fobias refieren una angustia del yo frente a las exigencias de la libido y se 
desemboca una lucha contra la sexualidad: 
“El yo se revuelve, asombrado, contra invitaciones crueles y violentas que le 
son enviadas desde el ello a la conciencia, y ni sospecha que en verdad está 
luchando contra unos deseos eróticos, algunos de los cuales se habrían sustraído 
en otro caso de su veto. El superyó hipersevero se afirma con energía tanto mayor 
en la sofocación de la sexualidad cuanto que ella ha adoptado unas formas tan, 
repelentes”.6 
Fenichel (1966) plantea que se siente angustia en aquellas situaciones 
donde una persona no inhibida sentiría excitación sexual o rabia. 
En las fobias, la angustia es de origen sexual. Lo que el paciente teme es el 
advenimiento de ese ataque de angustia, en circunstancias particulares, en las 
que cree que no podrá evitarlo. La fobia es el miedo al nacimiento de la angustia. 
La angustia no proviene de la represión de la libido, sinoque es ella la que 
provoca la represión. O dicho de otro modo, ella manifiesta el peligro en que se 
siente el yo. A lo largo de todas las ilustraciones clínicas, hay un hecho 
predominante, el de que el material fóbico es siempre reconocido como un 
elemento extraño al sujeto. 
En la fobia, la angustia libre, no-ligada, es desplazada a un objeto fóbico. 
No es que el cuerpo esté ausente en la fobia, está presente y mucho. Por eso 
también en la fobia se responde desde el cuerpo, los síntomas físicos se 
 
6 Freud, S. (1926[1925]).Inhibición, síntoma y angustia, O. C., Amorrortu, Vol. XX, p. 111 
 12 
presentan en respuesta a esa situación que atrae y repele al mismo tiempo, a ese 
objeto de deseo “tan amado y tan temido”. 
Los beneficios primarios y secundarios de la fobia como síntoma y sus 
alcances inhibitorios o evitativos producen, por absurdo que parezca, cierto 
equilibrio psíquico, postergando de esta manera la solicitud de apoyo. 
El temor irracional que el paciente pueda reconocer en sí mismo como 
desproporcionado en relación con el estímulo o situación que lo despiertan, 
conduce por un lado a experimentar inhibición o evitación, demorando el contacto 
con el objeto fóbico. La otra alternativa, sería enfrentar la situación que produce 
temor, de una manera contrafóbica, apostando a vencerlo con la voluntad propia. 
Este combate, generalmente conlleva a experimentar actividades 
insatisfactorias y por tanto a la frustración, produciéndose angustia y un gran 
monto de ansiedad que se expresa a través de síntomas físicos como sudoración, 
taquicardia, ahogo, transpiración y temblor. 
Desplazamiento, evitación, la fobia es entonces una formación defensiva 
que transforma la angustia en miedo, concentrándose el sujeto en un objeto 
específico. Lo reprimido retorna a través de la angustia que provoca y del miedo 
que despierta ese objeto. Objeto investido de peligrosidad, pero que al mismo 
tiempo impide la irrupción de la angustia de castración. Objeto que paraliza, pero 
que también precipita la huída. Objeto que produce horror, pero que a la vez 
ejerce una fascinación de la que es imposible sustraerse. 
El fóbico parece obligado a experimentar aquello que teme, 
inconscientemente parecería que se empeña en lograr justamente lo que le 
provoca el temor consciente. En este doble juego de atracción-rechazo, la vida del 
fóbico gira en torno de lo que siente como peligroso. Predomina el miedo, la 
sensación de vulnerabilidad, la necesidad ambivalente de acercamiento y 
alejamiento de ese objeto deseado y vivido como amenazante. La evitación será 
su defensa, esa búsqueda de distancia por la que paradójicamente tiende a no 
 13 
vincularse para no quedar ligado y comprometido, impulsado por su deseo de 
unión simbiótica. 
 La pulsión hostil no sólo es reprimida sino también proyectada. Es por eso 
que el temor a ser rechazado o perjudicado, bajo el imperio de la ansiedad 
persecutoria, hace que los contactos sean rehuidos y la comunicación se dé 
predominando una modalidad ambigua y tangencial. 
En el fóbico no logra instalarse dentro del yo la actividad de la pulsión. Si el 
síntoma no se hace presente quedará en el momento de la angustia libre sin saber 
realmente quién es ni lo qué quiere, anclado en un momento en el que la alarma 
es continua, permanente, insoportable. El fóbico quedará afuera, dando cuenta 
del déficit en la función simbolizante. El síntoma fóbico entonces, por más penoso 
e inoportuno que parezca, se presenta como organizador de lo pulsional. 
De esta manera, los dos estados emotivos asociados a la fobia son la 
angustia y la ansiedad. La ansiedad mantiene a la persona en un permanente 
estado de alerta, con diferentes niveles de intensidad y la angustia es lo que se 
desplaza al exterior, quedando parte de la misma en la persona. 
La formación del síntoma psíquico en la fobia, se emprende con el único fin 
de que el yo pueda eludir la angustia por medio de la inhibición y/o la evitación 
(total o parcial). Éstas últimas, surgen como defensa contra la angustia que siente 
el yo frente a las exigencias del ello y del mundo exterior (la realidad), que no 
puede conciliar. 
La angustia desempeña entonces un importante papel en la formación del 
síntoma y el mecanismo fóbico, manteniendo al yo en estado de equilibrio, aunque 
mantenerlo implique sufrimiento para el paciente, ya que se sacrifica la calidad de 
las relaciones objetales tanto internas como externas del sujeto. 
 
 
 
 
 14 
II. UN ACERCAMIENTO PSICOANALÍTICO 
 A LA ADOLESCENCIA 
 
La adolescencia es una etapa de suma importancia en el desarrollo de 
todos los seres humanos, al ser determinante en el comportamiento venidero y 
representa para diferentes culturas una entrada a un nuevo estadio, en el que la 
toma de decisiones y la consecución de objetivos serán de vital importancia y 
trastocarán todos o la mayoría de los aspectos biopsicosociales del sujeto. 
Como preámbulo, y desde una postura psicoanalítica podríamos definir la 
adolescencia como: 
“La etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su 
identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales–parentales 
internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el 
uso de los elementos biofísicos en desarrollo a su disposición y que a su vez 
tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, lo que sólo es 
posible si se hace el duelo por la identidad infantil”7. 
Son muchos los autores que han estudiado el fenómeno que se da durante 
el este periodo. La mayoría de las investigaciones psicoanalíticas de la 
adolescencia se basan, en las premisas fundamentales que introdujera Freud en 
1905 en la “Metamorfosis de la pubertad” ubicada dentro de sus “Tres ensayos de 
teoría sexual”. 
Así es como con el descubrimiento de la sexualidad infantil, la adolescencia 
pasó a ser considerada como una etapa de transformación final, o como un puente 
obligado entre la sexualidad polimorfa y perversa infantil, y la sexualidad adulta, 
centrada en la genitalidad. 
En las cuatro o cinco décadas posteriores a los escritos de Freud, los 
 
7 Aberastury, A. y Knobel, M. (1988.) La adolescencia normal, Paidós, págs. 39-40 
 
 15 
estudios específicamente centrados en la adolescencia los debemos a la escuela 
vienesa, algunos de cuyos integrantes emigraron a Inglaterra, como Anna Freud y 
sus discípulos, y otros a Estados Unidos como Erik Erikson y Peter Blos, entre 
otros. Todos ellos se basaron fundamentalmente en la teoría de la evolución 
libidinal y de la estructuración psíquica según la segunda tópica. 
Para Peter Blos (1971) “La adolescencia es la suma total de todos los 
intentos para ajustarse a la etapa de la pubertad, al nuevo grupo de condiciones 
internas y externas –endógenas y exógenas- que confronta el individuo”. La 
adolescencia se encuentra entre el inicio de la pubertad y la juventud. Es una 
etapa que conlleva cambios de tipo biológico y de tipo emocional, ambos 
conforman el proceso adolescente. 
Es importante señalar que la adolescencia no sólo puede ser considerada 
una etapa en tanto que dentro de esta se viven una serie de aspectos psíquicos, 
emocionales y biológicos por lo que podemos considerarla como un proceso. El 
adolescente deberá atravesar por cada momento de la adolescencia que le 
permitirá una transformación psíquica. 
Dentro de este proceso se presentan una serie de cambios que podemos 
considerar difíciles, es en definitiva, un periodo complejo y arduo en muchas 
ocasiones violento y doloroso que habrá de ser vivido en algunos casos con 
sufrimiento pero que permitirá la conformación de la identidad adulta. 
Blos, en “Psicoanálisis de la adolescencia” (1971) explica que es a través 
de este proceso de integración quese busca preservar la continuidad en la 
experiencia del yo, misma que pueda facilitar el surgimiento de una sensación de 
estabilidad en el ser o “sentido de identidad”. 
Ana Freud (1985) en su libro “Psicoanálisis del desarrollo del niño y el 
adolescente” explica que durante la adolescencia, el yo se encuentra en pelea 
para dominar los conflictos y presiones que se originan en los derivados instintivos 
por la pubertad. Se pasa de esta manera de la tregua de la latencia a la eclosión 
pubertaria, cuando la modificación cuantitativa y cualitativa de los instintos altera la 
 16 
distribución de fuerzas dentro del individuo, lo que enfrenta al yo a una “lucha” por 
sobrevivir . 
Aunque las perturbadoras luchas entre el ello y yo son intentos beneficiosos 
de restaurar la paz y la armonía, Ana menciona que la salud mental se basa en 
última instancia en la armonía y que lo patológico surge por un uso excesivo, con 
intensidad exagerada y utilización aislada de las defensas, aunque llegado el caso 
estas defensas son formas potencialmente útiles de recuperar la estabilidad 
mental. 
Para Ana Freud la perturbación del adolescente es beneficiosa, necesaria 
e inevitable, porque el equilibrio interno de la latencia no permite el incremento 
cuantitativo ni las modificaciones cualitativas de la pubertad. Se debe abandonar 
ese precario equilibrio para permitir la integración de la sexualidad adulta en la 
personalidad. 
La exposición anafreudiana sobre la adolescencia depende entonces de las 
vicisitudes de la retracción y desplazamiento de libido y del conflicto que surge 
entre el yo y el ello. Tanto es así que el adolescente se asemeja a lo neurótico, 
cuando lo patógeno se centra en el yo y está la ansiedad como culpa. Y a lo 
psicótico cuando la situación de peligro reside en la supremacía del ello que 
amenaza la existencia y la integridad del yo. Según la autora, la semejanza a uno 
u otro depende de la cantidad y calidad de contenidos del ello que acosan al yo y 
de las defensas en juego y, a su vez, el reservorio original de libido, propio de la 
niñez, refiere a la necesidad de una homeostasis originaria y equilibrada, a partir 
de la cual surja la sexualidad adulta. 
Desde otra perspectiva, Erikson (1960) recalca que el esfuerzo adolescente 
para lograr sentido del yo y del mundo es “un saludable proceso vital que 
contribuye a fortalecer el ego del adulto maduro”. La búsqueda de identidad es, 
por supuesto, una empresa que se produce a lo largo de la vida. La importancia de 
esta época de la vida es como un punto de lanzamiento para la búsqueda. 
 
 17 
Este autor, en “Sociedad y adolescencia” (1960) postula que la identidad 
yoica significa saber quiénes somos y cómo encajamos en el resto de la sociedad. 
Exige que tomemos todo lo que hemos aprendido acerca de la vida y de nosotros 
mismos y lo moldeemos en una autoimagen unificada, una que nuestra sociedad 
estime como significativa. Hay cosas que hacen más fácil estas cuestiones. 
Primero, debemos poseer una corriente cultural adulta que sea válida para el 
adolescente, con buenos modelos de roles adultos y líneas abiertas de 
comunicación. 
Además, la sociedad debe proveer también unos ritos de paso definidos; o 
lo que es lo mismo, ciertas tareas y rituales que ayuden a distinguir al adulto del 
niño. De una forma o de otra, la diferencia entre ese periodo de falta de poder, de 
irresponsabilidad de la infancia y ese otro de responsabilidad propio del adulto se 
establece de forma clara. Sin estos límites, el adolescente puede enfrentarse a 
una confusión de roles, lo que significa que no sabrá cuál es su lugar en la 
sociedad y en el mundo. 
Erikson refiere que cuando un adolescente pasa por una confusión de roles, 
está sufriendo una crisis de identidad. De hecho, una pregunta muy común de los 
adolescentes en nuestra sociedad es “¿Quién soy?”. La falta de identidad es más 
problemática y puede involucrar al adolescente en actividades destructivas como 
la ingesta de drogas, alcohol o incluso adentrarse seriamente en sus propias 
fantasías psicóticas. Después de todo, ser “malo” o ser “nadie” es mejor que no 
saber quién soy. 
Podemos pensar a la adolescencia como un puente entre la niñez y la 
etapa adulta, que permitirá el devenir de un sujeto ahora como adulto lo que 
implica la diferenciación de esos padres sin dejar de lado que mucho de lo que es 
ahora ese adulto está relacionado con las identificaciones parentales. Es un 
período que se caracteriza por las contradicciones entre el deseo de crecer y 
seguir siendo niño, de salir del espacio parental y de continuar en ese lugar por lo 
tanto es un momento en el que se presenta la confusión y la ambivalencia. 
 18 
 
Este periodo tan fundamental para la vida del ser humano y para la 
reestructuración del psiquismo está atravesado por distintas pérdidas y 
separaciones que conllevan un proceso de duelo. Es un trabajo para el 
adolescente enfrentarse a las diversas pérdidas que se le imponen, elaborando los 
duelos correspondientes, lo que posibilitará la adquisición de su propia identidad. 
Podemos pensar a la pérdida como estructurante del psiquismo ya que las 
distintas separaciones a las que debemos enfrentarnos a lo largo de nuestra vida 
conforman nuestro devenir psíquico. 
Como señala Arminda Aberastury (1971) todo proceso de duelo lleva un 
tiempo para que sea elaborado y no es la excepción con los duelos que se 
presentan durante el proceso adolescente. Ya que si no se elabora realmente 
entonces, esto dará paso a la actuación de tipo maniaco o psicopático y “cuando 
los procesos de duelo por los aspectos infantiles perdidos se realizan en forma 
patológica, la necesidad del logro de una identidad suele hacerse sumamente 
imperiosa para poder abandonar la del niño, que se sigue manteniendo. Esto no 
permitiría la tarea esencial de la adolescencia es decir, lograr la propia identidad”. 
Sin duda, el proceso adolescente es un periodo crucial en la vida del 
individuo y dentro de este se viven pérdidas que son vivenciadas con dolor pero 
también se obtienen logros. El duelo durante el proceso adolescente requiere de 
un trabajo psíquico complejo que habrá de ser enfrentado con los recursos con los 
que cuente el adolescente, es un período difícil ya que el yo se encuentra 
confundido y ambivalente frente a los cambios que se le presentan y que se le 
exigen para lograr su propia transformación y dar paso a su identidad. 
 
 
 
 
 19 
III. HOMOSEXUALIDAD, 
 PSICOANÁLISIS Y ADOLESCENCIA 
 
1. La homosexualidad en psicoanálisis 
Sigmund Freud abrió el camino que intenta de aclarar algunos puntos de la 
vida psíquica de los homosexuales. En “Tres ensayos para una teoría sexual” 
(1905), Freud afirma que en los neuróticos se encuentran mociones de inversión, 
de fijación de la libido en personas del mismo sexo. Esta inclinación nunca falta 
en la neurosis. 
La teoría psicoanalítica ubica la etiología de la homosexualidad en la salida 
del complejo de Edipo, y el tipo de identificaciones que logró hacer el sujeto en 
esa fase libidinal, habiendo quedado el sujeto homosexual fijado a su madre "con 
una intensidad inusualmente grande" sin abandonar este objeto en la etapa 
puberal (etapa en la que debería permutar a la madre por otro objeto sexual) 
identificándose de esta manera al objeto, e introyectándolo a su yo. 
La elección de objeto se realiza bajo una fuerte fijación de mujer: la madre, 
a la cual se identificaron y se tomaron a si mismos como objeto sexual, o sea 
elección narcisista de objeto, lo cual Freud agrega la importancia del erotismo 
anal. 
En “Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci” (1910), donde Freud parte 
de la biografía del artista, analiza la organización de su carácter, que deja ver un 
encubrimiento de su agresividad y una frialdad sexual que disimularía tendencias 
homosexuales como rasgos característicos ybastante evidentes. 
Desde el análisis de Leonardo, refiere que "el amor hacia la madre no 
puede proseguir el ulterior desarrollo consciente, y sucumbe a la represión. El 
muchacho reprime el amor por su madre poniéndose él mismo en el lugar de ella, 
identificándose con la madre y tomando su persona propia como el modelo a 
semejanza del cual escoge sus nuevos objetos de amor. Así se ha vuelto 
 20 
homosexual (...) hallando sus objetos de amor por la vía del narcisismo (...) Por 
obra de este vínculo erótico con la madre ha devenido un homosexual"8. 
Después de esta mención para explicar la homosexualidad, Freud inauguró 
el estudio del narcisismo explícitamente en 1914, en “Introducción al narcisismo”, 
partiendo de dos situaciones patológicas: las enfermedades orgánicas y la 
hipocondría; y de una situación normal, habitual y cotidiana: la vida amorosa. 
Allí, Freud afirma que al principio de la vida, cuando el sujeto empieza a 
relacionarse con el mundo, toma a su madre como primer objeto erótico, pero 
también la toma como una prolongación de sí mismo. Detalla que en adelante, se 
tendrán dos objetos sexuales originarios: él mismo y la mujer que lo crió, que 
marcarán dos modelos de relación: narcisista el primero y anaclítica, el otro. Y 
agrega que el narcisismo eventualmente podría expresarse de manera dominante 
en la elección de objeto. 
Se señalan entonces dos caminos a seguir, que reeditan las satisfacciones 
infantiles, que no serán excluyentes, sino rivales; imponiendo cada uno su tipo de 
satisfacción: la narcisista o la objetal, según cual predomine. Para entender esta 
interacción, Freud aporta otra idea: las satisfacciones sexuales se apoyarán sobre 
las narcisistas. 
Retomando el tema de las pulsiones anales reprimidas, en “El hombre de 
los lobos” (1918) analiza una neurosis infantil donde estudia las distintas 
posiciones homosexuales reprimidas, su destino y vínculos con la castración y el 
erotismo anal. 
El paciente al que Freud se refiere en este historial padecía de un estado 
depresivo crónico sufrido después de una infección de gonorrea que causó su 
quebranto psicológico a los 18 años. Si bien Freud lleva a cabo su análisis varios 
años después de este incidente, el historial del caso se desarrolla a partir de la 
 
8 Freud, S. (1910). Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci, O. C., Amorrortu, Vol. XI, p. 93,99 
 21 
neurosis infantil del paciente a la par de algunas puntualizaciones sobre su 
tratamiento. 
La historia de su neurosis es reconstruida a partir del análisis de la escena 
primaria en la cual un primer sueño de angustia recordado de la infancia 
constituye una pieza clave y en el que la imagen de varios lobos blancos sentados 
sobre un nogal que él observa desde su ventana con temor a ser devorado, es el 
elemento principal. 
Freud analizó este sueño, alrededor del cual mostró que había sido 
determinado por la observación anterior del coito de los padres y que estaba 
subentendido por el deseo de interrumpirlo mediante la emisión de un excremento 
que permitiría recurrir a su nodriza, sustituto edípico. 
Es posible estudiar dos vertientes del juego pulsional enmarcado por las 
catexias narcisistas y objetales que se despliegan en el conflicto edípico percibido 
en este sueño: primero, el niño desea a su madre y se identifica con el padre, 
segundo, se identifica con su madre y desea al padre. 
La emisión del excremento que expresa el deseo de dar un hijo al padre, 
traduce también el regreso de los deseos eróticos homosexuales reprimidos, y 
permite, a la vez interrumpir el coito de los padres, competir con la madre, llamar a 
la nodriza que es un ambiguo sustituto materno que amenaza al niño con castrarlo 
o con golpearlo en el pene. 
Es en múltiples pasajes del hombre de los lobos donde Freud dedica 
importantes desarrollos al estudio de estas posiciones homosexuales reprimidas 
en el niño. 
Más tarde, dentro de “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad 
femenina” (1920) Freud aclara que no es tarea del psicoanálisis solucionar el 
problema de la homosexualidad, sino que debe conformarse con revelar los 
mecanismos psíquicos que incidieron en la elección de objeto, rastreando desde 
ahí las vía que llevan hasta las disposiciones pulsionales. 
 22 
Al final de su obra, Freud enfatiza, como igualmente preponderante para el 
devenir homosexual, la identificación con el padre. El rasgo primario de perversión 
define el vínculo incestuoso con el padre y partir de esta nueva conceptualización, 
dibuja una figura particular de este complejo para la homosexualidad masculina: el 
Edipo invertido. 
En este período de la obra de Freud, éste parece ocuparse menos de la 
diversidad nosográfica y psicopatológica de las perversiones, para intentar 
encontrar elementos comunes y determinantes de su estructura. Surge un nuevo 
mecanismo de elección de objeto homosexual: la identificación con el semejante 
que deja en lugar segundo aquella identificación con la madre. 
 
2. La homosexualidad en el adolescente 
Para Peter Blos (1992) el conflicto fundamental que atraviesa el varón en el 
periodo de la adolescencia es el esfuerzo que realiza para poder alcanzar un 
estado sin conflictos de su masculinidad, a través de la resolución del complejo 
paterno en el período diádico y la renuncia de la necesidad infantil de idealización 
del objeto y del self. 
 Este periodo diádico se produjo cuando intentó por primera vez romper los 
lazos de pasividad que le unían a la madre simbiótica, transfiriendo lenta e 
intermitentemente su ligazón emocional al padre, un objeto no contaminado por la 
fusión, y por tanto más tranquilizador en ese momento, proveedor, como la madre, 
de la atención y del cuidado. 
Para Joyce Mc Dougall (1992), la capacidad del padre de mostrarle al hijo 
su fuerza y su amor es determinante para el destino homosexual del hijo. Vemos 
aquí la coincidencia con Blos en la importancia otorgada al padre en la 
adquisición de la identidad sexual, tanto en la infancia como en la adolescencia. 
 23 
Tradicionalmente, la teoría psicoanalítica postulaba que la adquisición de 
una definitiva identidad de género y la elección del objeto de amor era una de las 
principales tareas del adolescente, que debe pasar del niño preedípico, al niño 
edípico y de éste a la asunción de una identidad de género y a la elección de 
objetos de amor homo o heterosexuales. 
Siguiendo la línea de Silvia Bleichmar (2006) en “Paradojas de la 
sexualidad masculina”, se habrían de objetar algunas cuestiones al concepto de 
“definitiva” identidad sexual, elección de objeto de amor y de deseo. 
 Se tendría entonces que diferenciar identidad de género de identidad 
sexual (que tiene que ver con la práctica sexual), así como la separación entre 
identificación y deseo: sentirse un hombre o una mujer –identidad de género- no 
tiene que ver con desear a hombres o mujeres –identidad sexual -. Si bien no 
podemos separar completamente ninguno de estos cuatro conceptos, que están 
conectados de forma dinámica y recíproca. 
La tarea prioritaria del adolescente es dotarse de una identidad separada de 
la de los padres. Es lo que Peter Blos (1996) llamó segundo proceso de 
individualización. Una identidad que está construida sobre las huellas de las 
identificaciones con estos, y los otros significativos, identificaciones que contienen 
la marca de sus pulsiones. 
Se podría decir que el adolescente tiene que formular una frase en 
negativo: “Yo no soy papá ni mamá”, cuya hipérbole sería el oposicionismo 
adolescente, y otra en positivo: “Yo soy yo”, con la consecuente recuperación 
narcisista y, simultáneamente, la carga de ambigüedad que ese yo contiene. De 
este proceso de separación- diferenciación va a depender, en gran medida, el 
destino de las identidades de género y de la identidad sexual. 
Ahora bien,si la familia victoriana, a partir de la cual Freud formuló la teoría 
del Complejo de Edipo, estaba fundada en la autoridad de un padre – 
representante del orden simbólico patriarcal, por más que su debilidad efectiva 
 24 
fuese notable -, y de una madre que asumía los valores tradicionales de la 
maternidad –identificada con la feminidad, aún a costa de un abanico de síntomas 
-; una familia en la que el niño tenía que vérselas con una diversidad de 
identificaciones reducidas, claras y plenamente sancionadas por la totalidad del 
orden social, al que tenía que acceder para separarse de esas primeras figuras 
identificatorias. 
El individuo contemporáneo se desarrolla en un entorno mucho menos 
estable. Si antes se era hombre o mujer –ambos ligados al ejercicio de la 
paternidad-maternidad-, sin grandes contradicciones internas en esas propuestas, 
definidas y concretas, los puntos de anclaje actuales, se despliegan en múltiples 
significantes. 
En la mayoría de los casos la identidad de género y el sexo anatómico 
coinciden. Algunos adolescentes descubren su homosexualidad y no siempre 
pueden manejar adecuadamente el sufrimiento psíquico frente a la aceptación 
social de la misma. 
Según Lebovici y Kreisler (1984) la cultura francesa –yo agregaría a nuestra 
cultura- no acepta la homosexualidad, sea cual fuere su universalidad, de tal forma 
que a pesar de que esta es favorecida por la estructura y la educación familiar, 
llega a ser condenada con energía por los padres. 
Para estos autores la homosexualidad se observa en condiciones precisas 
y muy diferentes, siendo una de ellas la inquietud que presenta el adolescente 
cuando ésta se revela y que en ocasiones desemboca en el repudio de los 
deseos homosexuales. 
Acercándose a una neurosis obsesiva clásica, explican que por lo general 
se presenta en sujetos cuya infancia fue marcada por algunas fobias y que la 
neurosis se desarrolla después de algunos episodios de culpa. Además estas 
formas psicopatológicas no son radicalmente distintas de lo que se puede 
observar en cualquier adolescente, salvo que la lucha entre el deseo homosexual 
 25 
y la represión que lo restringe, desemboca en el empobrecimiento de ciertos 
sectores del yo. 
Luis Ortiz (2005) habla de una homofobia internalizada que ha sido definida 
por diferentes autores (Gonsiorek, 1998; Shidlo, 1994 y Zhang, 1998) como un 
conjunto de actitudes y reacciones negativas hacia su propia homosexualidad y 
con la que es posible que crezcan los niños que en un futuro serán homosexuales. 
Ortiz explica que éstos desarrollarán una conciencia de ser diferentes desde los 
inicios de la infancia, y aún cuando no pudieran entender del todo el significado de 
su diferencia, ésta, sería evaluada negativamente. Conforme estos niños 
maduren, irán comprendiendo la naturaleza de su diferencia y la reacción negativa 
que se presenta hacia ella socialmente. 
En su artículo recientemente publicado “Pecado, delito y enfermedad. El 
“estigma” de ser homosexual” Carlos Baños (2008) menciona la relevancia de la 
tradición judeocristiana en la estigmatización de la homosexualidad en las culturas 
latinoamericanas, en donde, pese a la modernidad se observa un acentuado 
componente homofóbico. Este autor nos recuerda que desde la óptica 
judeocristiana, sólo son válidas y legítimas las relaciones sexuales entre un 
hombre y una mujer, estando por lo tanto, condenadas las prácticas y conductas 
homosexuales. 
Lo anterior cobra relevancia para entender el desarrollo psíquico de un 
adolescente homosexual inmerso en una sociedad en donde hay una condena 
hacia el diferente que no cumple con los ideales familiares y sociales, el 
adolescente desarrolla una mirada culpógena que perturba y distorsiona la 
constitución de su subjetividad. 
Los sentimientos de culpabilidad que acompañan a la homosexualidad 
producen sufrimiento, y generan una agresividad que puede dirigirse hacia el 
propio sujeto (autorreproches, fuertes impulsos autodestructivos, etc.) o hacia el 
otro en las relaciones interpersonales. 
 26 
IV. PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA 
 DE ADOLESCENTES 
 
Para Horacio Etchegoyen (2005) el psicoanálisis es una forma especial de 
psicoterapia y define los rasgos característicos que la destacan de acuerdo a su 
devenir histórico. Habla entonces de la psicoterapia como un tratamiento dirigido 
a la psique en un marco de relación interpersonal y con respaldo en una teoría 
científica de la personalidad. 
Freud mencionó en diversas ocasiones que el psicoanálisis es una teoría de 
la personalidad, un método de psicoterapia y un instrumento de investigación 
científica, de modo que el método de investigación coincide con el proceso 
curativo, dado que a medida que uno se conoce a sí mismo, puede modificar su 
personalidad. 
La psicoterapia psicoanalítica se basa en la comprensión psicodinámica de 
los determinantes actuales e históricos que constituyen los síntomas que son la 
expresión del conflicto intrapsíquico que se enmascara en los motivos que plantea 
el paciente cuando acude al consultorio, todo esto desde el marco referencial que 
indica la técnica psicoanalítica desarrollada por Freud. 
El tratamiento de un paciente adolescente se caracteriza por la 
intensificación del proceso terapéutico, dado en parte por las características del 
paciente como por la respuesta del terapeuta en comparación con el tratamiento 
de adultos. Los procesos internos a los que se enfrenta el adolescente son 
distintos, así como su modo de afrontar y responder a las experiencias que se le 
presentan. 
El logro de un vínculo confiable y estable entre el terapeuta y el 
adolescente, que permita proseguir con el proceso terapéutico, es una primera 
meta que no debe ser descuidada ni desjerarquizada en su importancia. 
 27 
En “Sobre la iniciación del tratamiento” (1913), Freud señaló que la fase de 
apertura del análisis se caracteriza porque el paciente establece un vínculo con el 
médico. Este vínculo se basa en la transferencia, así pues los síntomas cambian 
en relación con la situación analítica, los afectos y en especial la ansiedad se 
dirigen al analista, recrudecen nuevos síntomas y hábitos, desemboca así, lo que 
el autor señala como requisito para el desarrollo del análisis: la neurosis de 
transferencia. 
González Nuñez, Romero y de Tavira en “Teoría y Técnica de la Terapia 
Psicoanalítica de Adolescentes” (1986) señalan que la cooperación es un indicio 
de que la alianza terapéutica se está consolidando y la manifestación más clara de 
que se ha establecido de manera adecuada es cuando el adolescente ha logrado 
trabajar en su psicoterapia a pesar de sus resistencias. 
El tratamiento se transforma en un instrumento que contribuye al natural 
desarrollo mental y emocional del joven en crecimiento. Esta debe ser una 
preocupación esencial para todo terapeuta de adolescentes. Un adulto quiere 
desembarazarse de sus síntomas o poner fin a sus insatisfacciones y fracasos 
crónicos; un adolescente, si no está extremadamente perturbado, quiere y 
necesita crecer mental y emocionalmente, y ser un adulto. 
Si consideramos que la adultez, con su correspondiente sexualidad, reside, 
desde el punto de vista psicoanalítico, en la subordinación de las estructuras 
narcisistas al mandato edípico, y en la consiguiente identificación introyectiva de la 
pareja parental interna y de su función creativa, la adolescencia es una edad 
mental donde reaparece y predomina el funcionamiento narcisista, con sus 
amores y odios absolutos, que temporariamente interfiere el hallazgo de opciones 
exogámicas, regidas por el deseo sexual, la ética y la creatividad. 
Mientras no se dediquen todo el tiempo y los esfuerzos necesarios a la 
elaboración, en detalle y profundidad, de las «estructuras narcisistas 
(diferenciación yo - no yo, procesos de idealización- desidealización bruscos, para 
los finesde control omnipotente), prestando especial atención a su indicador 
 28 
relevante, la autoestima y sus vicisitudes, no resultarán abordables las pulsiones 
sexuales propiamente dichas. 
El objetivo fundamental de un proceso psicoterapéutico en la etapa 
adolescente, es acompañar al joven en su natural turbulencia narcisista para 
favorecer la gradual integración de su self y el incremento de su capacidad de 
tolerar el dolor depresivo, y así lograr una dependencia útil, con miras a que en 
una segunda etapa enfrente la lucha por la resolución de su complejo de Edipo y 
logre la asunción de su deseo sexual, con las limitaciones por una parte y las 
posibilidades creativas por otra, que ello implica. 
De esta manera, colaboraremos con su objetivo fundamental que es crecer 
emocionalmente y asumirse sexualmente. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 29 
METODOLOGÍA 
 
OBJETIVO 
El presente trabajo pretende asociar a partir de la teoría psicoanalítica el 
sentimiento de vergüenza frente a la homosexualidad con el desarrollo y la 
manifestación de una fobia adolescente, a través de la descripción y análisis del 
tratamiento de un caso de eritrofobia. 
 
PARTICIPANTES 
Mario es un adolescente de 18 años que durante el periodo que abarca este 
reporte contaba con 17 años y cursaba el último año de bachillerato en una 
institución pública dependiente de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
El motivo de consulta que refiere es la dificultad para expresar sus ideas y 
sentimientos, particularmente cuando se percibe observado, lo que le genera un 
temor a excesivo a sonrojarse, como le es característico cada vez que se expone 
a estas situaciones. 
 
ESCENARIO 
Las sesiones clínicas se llevaron a cabo en las instalaciones del Programa 
de Atención Psicológica Especializada a Estudiantes cuya sede se encuentra 
dentro de una institución pública de nivel medio superior ubicada al sur de la 
ciudad, el Colegio de Ciencias y Humanidades Plantel Sur de la Universidad 
Nacional Autónoma de México. 
 30 
El inmueble cuenta con seis cubículos en donde se atiende a los alumnos 
de la institución que son canalizados por el Departamento de Psicopedagogía o 
que asisten por iniciativa propia a solicitar apoyo psicológico. 
El cubículo donde se desarrollaron las sesiones mide aproximadamente 
12 m2 y cuenta con dos sillones colocados uno frente al otro, además de un 
escritorio situado contra una de las paredes laterales; el espacio cuenta con 
adecuada iluminación y ventilación. 
 
PROCEDIMIENTO 
El proceso terapéutico del caso a presentar se llevó a cabo durante los 
ciclos escolares 2009-1 y 2009-2 teniendo la primera entrevista el 10 de 
septiembre de 2008, tras ser canalizado al programa por el Departamento de 
Psicopedagogía. 
Se realizaron 3 entrevistas de evaluación para determinar la pertinencia 
para iniciar un tratamiento, su interés por llevarlo a cabo y si la terapeuta era la 
persona adecuada para desarrollarlo. 
Tras efectuarse estas entrevistas, y como resultado de las mismas, se 
propone al alumno la iniciación del tratamiento, mismo que acepta, por lo que se 
establece el encuadre terapéutico, considerando los días y horarios de 
asistencia, e indicando la modificación de intervención al utilizar la asociación 
libre como herramienta principal para el desarrollo del tratamiento. 
Las sesiones con duración de 50 minutos cada una, se efectuaron una vez 
por semana, los días jueves con un horario fijo (1:00 p. m.). Por cuestiones 
institucionales, se suspendieron el 5 de diciembre de 2008 y se reanudaron el 8 
de enero de 2009. El reporte abarca 30 sesiones entre entrevistas de evaluación 
y sesiones clínicas propiamente dichas. 
 31 
ANÁLISIS DE CASO MARIO 
 
¿Por qué me siento así? ¿por qué mi cuerpo reacciona de esa manera? 
¿por qué no puedo controlarlo? Estas son algunas de las preguntas que Mario se 
ha hecho en el consultorio en repetidas ocasiones desde la primera vez que 
asistió a consulta en el mes de septiembre de 2008. 
Mario actualmente tiene 19 años, a su ingreso al Programa y hasta la 
última sesión que se reporta en este trabajo (septiembre 2008-mayo 2009), cursó 
el quinto y sexto semestre del CCH y contaba con 17 años de edad. 
Es un chico delgado, de tez apiñonada, cabello corto y oscuro, mide 
aproximadamente 1.68 cm. Comúnmente viste jeans, playeras de algodón 
siempre de manga larga, presenta adecuada higiene e interés en su arreglo 
personal. Su postura es relajada y mantiene la misma posición con poco 
movimiento corporal durante la entrevista. Se muestra interesado y atento con la 
mirada dirigida a los ojos la mayor parte del tiempo. 
En las primeras entrevistas, presentó dificultad para desarrollar su discurso 
si no había una pregunta que marcara la pauta, poco a poco se ha vuelto más 
relajado y se caracteriza por un aplanamiento afectivo, salvo algunas risas 
nerviosas poco adecuadas con lo hablado en ese momento. Le cuesta trabajo 
asociar y se inclina por comentarios a su parecer lógicos y razonables tras algún 
cuestionamiento o intervención de mi parte. 
Mario solicita el servicio en el Departamento de Psicopedagogía por 
consejo de un compañero de clases que asiste al programa y en éste exponen 
como motivo: “Refiere tener problemas para participar sobre todo para exponer, 
con lo que se pone muy nervioso, se ruboriza, tiene sudor de manos y dolor de 
estómago. Es demasiado susceptible a la crítica. ” 
 32 
En entrevista refiere como motivo de consulta interés en tener un mejor 
desempeño en las clases y poder estar mejor consigo mismo: “en las clases no 
tengo problema para hablar, pero me pongo muy nervioso, me sonrojo, me sudan 
las manos y me duele el estómago. Esto me afecta porque por más que quiero 
participar en la clase no me atrevo porque pienso que las personas se reirán de 
mí cuando me vean sonrojado”. 
El problema con la ruborización inició desde el primer día de su ingreso a 
la secundaria, y anterior a esto no se presentaba. El sonrojamiento sobreviene a 
cualquier situación en la escuela en la que sienta que los demás centran su 
atención en él, desde sus participaciones en clase hasta su convivencia con 
compañeros y amigos, cuando algo le apena, como que le pregunten si le gusta 
una chica. Fuera de esto, se presenta en casa sólo cuando su papá lo regaña: 
“…me da mucho coraje y siento que voy a estallar”. 
Para Mario esto se ha vuelto cotidiano en su vida y tiene la impresión de 
haber aprendido a sobrellevarlo, pero aún así no se siente bien consigo mismo. 
Teme que esto afecte sus calificaciones pues desde el semestre anterior las 
participaciones tienen mayor porcentaje sobre los exámenes. 
 
I. Historia Clínica 
En dónde buscar las respuestas a sus preguntas parecería obvio: en su 
discurso, en su historia, luego entonces he escuchado su historia, claro, la 
versión según Mario de lo que ha pasado, su realidad, esa que lo hace sentir con 
poca voluntad, sin control de sí mismo cuando se enfrenta a situaciones en las 
que se siente observado, vulnerable de ser criticado y temeroso a perder el 
afecto de quienes lo rodean. A continuación se presenta un breve resumen de lo 
relatado en las primeras sesiones desde su ingreso al programa. 
Es el menor de dos hijos, su padre, de 41 años, es originario de Tuxpan, 
Michoacán, lleva 22 años residiendo en el Distrito Federal, cuenta con 
 33 
escolaridad secundaria y actualmente se desempeña como taxista (propio); su 
madre, es originaria del D. F. tiene 41 años, cuenta con una carrera técnica en 
contaduría y actualmente es encargada del área de nóminas de una institución 
educativa. Tiene una hermana de 20 años que estudia Diseño Gráfico. 
Su padre es el cuarto de 11 hermanos y trabajaba en el campo mientras 
residía en Michoacán, se muda al D. F. motivado por unos primos que llevaban 
varios años establecidos en la ciudad y con quienesllega a trabajar en un taller 
mecánico familiar instalado bajo las oficinas en las que trabajaba su mamá en 
ese entonces como secretaria. Su mamá es la segunda de 6 hijos y desde los 11 
años se hizo cargo de las labores domésticas y responsable del cuidado de sus 
hermanos debido a que ambos padres trabajaban. 
Al poco tiempo de conocerse, sus padres se casaron por el civil y por la 
iglesia católica, ambos tenían 20 años. La familia de su madre no estuvo de 
acuerdo con la relación por considerar a su padre “poca cosa”: “se casaron así 
como en contra de la familia de mi mamá”. 
Su papá ha trabajado como chofer de Pepsi y durante varios años se 
dedicó a vender leche y agua de casa en casa en un triciclo. Respecto a su 
mamá: “yo desde que me acuerdo mi mamá siempre ha trabajado, de chiquito no 
me acuerdo de ella, tengo recuerdos a partir de los 10 años”. 
Cuando tenía 14 años, descubrió que su papá mantenía otra relación y 
que su hermana lo había estado encubriendo y chantajeando. Después de ese 
evento, señala que la relación con su madre se ha vuelto más cercana y su papá 
lo ha convertido en su confidente de, al parecer, sus repetidas infidelidades, 
incluso le confesó que tiene un hijo de aproximadamente seis años con otra 
mujer. 
La convivencia con sus padres y hermana es prácticamente nula 
actualmente, ocasionalmente come con su hermana o cenan todos, cada vez con 
menos frecuencia, anteriormente salían al cine o a comer los domingos, pero 
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hace meses que esto se suspendió debido a constantes discusiones entre los 
padres. 
La mayor parte de la familia de su padre reside en la ciudad y mantiene 
escaso contacto con ellos; con la familia materna la relación es más cercana, es 
especial con sus abuelos, aún así la refiere como distante y con una especie de 
“rencorcillo” porque su mamá le contó que cuando él nació nadie fue a verlo al 
hospital pues meses antes había nacido su primo Marco, (hijo de tía materna) y 
toda la familia estaba en Acapulco. 
En un inicio, refiere haber sido un niño planeado, durmió en la cama de los 
padres hasta los 3 años, después en la parte inferior de una litera que compartía 
con su hermana hasta los 6 o 7 años, la cama de los padres y la litera estaban en 
el mismo cuarto hasta que construyeron el segundo piso de su casa, en el que 
tienen recámaras separadas. 
Ha estudiado en escuelas públicas con buen rendimiento escolar, durante 
la primaria presentó facilidad para relacionarse y tener amigos, conforme fue 
creciendo prefería pasar el receso con los niños pequeños. Practicó basquetbol 
durante un par de años: “más que nada fue porque mi papá quiso”, nunca le han 
gustado los deportes y esta ha sido una situación de conflicto con su padre. 
Presentó enuresis de los 4 a los 11 años, relata dos situaciones en las 
que se daba: “cuando era niño jugando con mis primos o amigos me hacía pipí, 
pero era porque me reía mucho”, por lo general se daba jugando escondidillas 
una vez por semana: “por el nervio de me van a encontrar, me van a encontrar, 
ahí era cuando me daba una ataque de risa”; la otra ocurría de vez en cuando 
antes de dormir, después de haberse bañado y estando listo para acostarse. 
Respecto a esta situación explica: “me sentía angustiado porque me iban a 
regañar, ¡me van a pegar! mi papá decía que era un cochino”. 
Actualmente todavía se presenta la sensación de incapacidad para 
contener la orina cuando se ríe mucho: “a veces no me controlo y se me sale un 
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chorrito de pipi”. Menciona que su abuela materna tiene un problema de 
incontinencia urinaria y considera que el que él presente este problema puede 
ser hereditario. 
La secundaria la cursó en el turno vespertino, lo que hizo que perdiera 
prácticamente todo el contacto con su familia por la diferencia de horarios, incluso 
refiere esta etapa como en la que vivió solo. Durante el primero y segundo año 
sus papás iban a recogerlo, en tercero les pidió que dejaran de hacerlo porque le 
daba pena. 
Refiere haber tenido una mala relación con su padre durante su infancia, 
considera que no le daba la atención suficiente porque su hermana era su 
preferida. Mantiene constantes fricciones con su papá, generalmente cuando 
pelean, éste no le permite hablar y siempre lo calla: “yo siempre reclamo que no 
me deje expresar lo que siento”. 
No le gusta discutir con las personas y por lo general termina accediendo a 
peticiones o a aparentemente cambiar su punto de vista con el afán de evitar 
altercados porque considera que si éstos se presentan: “no van a volver a ser 
igual las cosas”. Explica que cuando lo hacen enojar es muy orgulloso: “es 
cuando digo verdades y suelo ser hiriente, por eso prefiero quedarme callado y 
dar la razón a los demás aún cuando no estoy de acuerdo”. 
Presenta dificultad para confiar cosas personales a sus amigos y expresa 
que le cuesta trabajo hablar de él y de su vida: “no sé si es por miedo o porque 
considero que son cosas que no deben de saber”, respecto a éste comentario, 
refiere que su papá siempre ha dicho que las cosas de la casa se quedan en la 
casa y tal vez ésta sea la razón por la que no las comparte. 
Considera sumamente importante para que una relación interpersonal 
funcione que haya constantes muestras de cariño: “así como yo expreso lo que 
siento por ellas, necesito que ellas tengan muestras de afecto”. Refiere como su 
mayor temor el que no lo quieran como a los demás. 
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Un tema recurrente es el temor a tener dificultades con los demás, 
presenta persistente molestia por no poder decir que no o expresar su 
desacuerdo, por ejemplo, constantemente le piden su cuaderno prestado para 
copiar las tareas, considera el negarse pero nunca lo consigue: “si le digo que no, 
híjole, que mala persona soy, va a decir que soy mala onda, el día que yo 
necesite algo me va a decir que no”. 
No le gusta que la gente lo rechace, que deje de quererlo, que no 
signifique nada para los demás… En una sesión en la que se tocaron estos 
temas, se concluyó: “yo temo a que mi papá no me quiera desde chiquito… de 
quien quiero saber que me quiera es de mi papa… a lo mejor por eso me pongo 
rojo de coraje porque mi papá nunca me ha demostrado que me quiere…” 
Toma un curso de inglés todos los sábados, el domingo lo dedica a 
realizar tareas escolares y en su tiempo libre hace ejercicio en su casa, le gusta 
ver películas e ir al cine, prefiere el género de terror; ve televisión por las tardes 
(telenovelas y History Channel). 
Tiene interés en estudiar psicología, situación que lo ha tenido en conflicto 
con sus padres porque ambos le “sugieren” otras opciones, a su padre le gustaría 
que estudiara medicina y a su madre, informática. 
Explica que no ha iniciado vida sexual por temor a un embarazo: “no he 
tenido relaciones sexuales porque me da miedo, no sé por qué me da miedo… tal 
vez a que se rompiera el condón y todo resultara en un embarazo”. Se masturba 
ocasionalmente desde los 12 años. 
Mario no tiene novia y ha tenido dos relaciones que considera largas, la 
primera durante la secundaria, que duró dos años y medio y terminó porque la 
chica “lo engañó”: “yo creo que de ahí quedé tocado porque me dolió”. La 
segunda fue con una de sus amigas con quien duró seis meses y terminaron 
porque ella era muy celosa. 
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Bebe ocasionalmente desde hace dos años, nunca para emborracharse 
pues no le encuentra caso a “quedar perdido tirado en el piso”. No fuma: 
“además de que no me gusta nunca aprendí”. En cuanto al consumo de otro tipo 
de drogas menciona no haber tenido la oportunidad ni haberlas probado. 
¿De qué manera se habrán trazado los diques en la pizarra mágica de 
este adolescente? ¿cómo explicar este exceso de ruborización? Tras el 
desarrollo del proceso terapéutico parece que la respuesta apunta a un 
sentimiento que desencadena el sonrojamiento: la vergüenza -pero ¿vergüenza 
de qué?- la angustia quela acompaña, parece ser el motor del temor persistente 
a sonrojarse y es a partir del análisis de esa angustia, que este trabajo pretende 
entender lo que pasa alrededor de Mario. 
 
II. Que me vean, que no me vean 
Alrededor de la estructura fóbica, la ambivalencia frente al objeto que 
causa temor es siempre un elemento presente. El miedo que produce este objeto 
o alguna situación temida, va siempre acompañado de una fascinación de la que 
no se puede desprender; de tal forma que el sujeto se ve forzado a experimentar 
aquello que le disgusta, dado que el temor es al mismo tiempo reflejo y expresión 
del deseo inconsciente. 
La evitación será utilizada como defensa, las relaciones pueden estar 
caracterizadas por la distancia, con tendencia a no vincularse para no quedar 
ligado, podría entonces, también haber un distanciamiento afectivo. 
Desde las primeras sesiones, Mario ha expresado una constante 
preocupación por la opinión que los demás tengan de él, por lo que 
frecuentemente se siente observado y/o criticado y “prefiere” evitar cualquier 
circunstancia que lo coloque, según lo que él percibe, en esa posición: 
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“Desde chiquito siempre he tenido como miedo a la reacción de las 
personas, siempre me pongo a pensar en el qué dirán… el problema es que la 
gente me esté viendo…” 
Contradiciendo hasta cierto punto su discurso, refiere disgusto frente a 
situaciones en las que se siente poco atendido, sobre todo por su padre, por 
ejemplo, en la cuarta sesión refiere que su papá lleva una relación muy estrecha 
con su primo Marco, con quien comparte interés por los deportes, relata que el fin 
de semana en que fue de visita Marco a su casa, se la pasaron hablando de 
fútbol: “…mi papá se olvida de mí, de que a mí no me gusta el fútbol… me pone 
un poquito triste que a mí no me hagan caso… sé que no me gusta que la gente 
me desprecie, no me gusta que no me hagan caso ¿sabes qué? no me gusta no 
caerle bien a la gente…” 
En esa misma sesión, hacia el cierre, concluye que le cuesta mucho 
trabajo expresar lo que siente, sobre todo cuando se trata de tristeza, molestia o 
coraje, explica que es pasivo porque aunque algo de esto esté presente, nunca 
se atreve a decirlo: “creo que procuro mostrar al Mario positivo y no vean quién 
soy”. Le pregunto quién es y qué sería lo que no quisiera que vieran y responde: 
“a veces siento que tengo una máscara con dos caras, una que muestra lo 
positivo y otra que guardo para mí con lo negativo”. Cuestiono que máscara usa 
en el consultorio, contesta: “no sé, uso la positiva con los demás y a veces 
contigo”. 
El malestar por sentirse observado, va de la mano del sentirse expuesto, 
las primeras sesiones mostró amplia suspicacia y dificultad para adentrarse en su 
historia, sobre todo en los eventos que lo contrariaban. En una de estas 
ocasiones, al inicio de la entrevista, le comenté que al hablarme de su historia me 
había descrito situaciones y eventos que se han presentado en su vida como si 
éstos no le hubiesen afectado ni positiva ni negativamente y restringiendo lo que 
pasó alrededor de ellos. 
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Mario escuchó atento mi comentario y preguntó si me refería a que no 
había hablado de sus sentimientos, tras mi silencio, menciona que en cuanto a 
sus sentimientos, desde pequeño le ha gustado ser una persona feliz y procura 
estar alegre y rodearse de muchas personas, además, no le gusta estar solo, 
esto lo inquieta y por eso se mantiene constantemente entablando nuevas 
relaciones de las cuales la mayoría no llegan a amistades pues le cuesta trabajo 
confiar cosas personales: 
“…necesito primero entablar una relación para que pueda hablar de mi 
vida… sí me cuesta trabajo hablar de mí, de mi vida, no sé si es por miedo o 
porque considero que son cosas que no deben de saber…”. Respecto a éste 
comentario, refiere que su papá siempre ha dicho que las cosas de la casa se 
quedan en la casa y tal vez ésta sea la razón por la que no las comparte. 
 
III. Que crezca, para que su papá lo quiera 
Para Hugo Bleichmar (2006), existe un sometimiento al otro producido por 
el miedo a su respuesta emocional, esta sumisión se vería expresada en la 
angustia que se experimenta frente al otro, en la inhibición para expresarse, en la 
constante atención fijada en la mirada del otro, en sus gestos, en lo que dice, y/o 
en su tono de voz. 
 Pareciera que la creencia estaría puesta en que lo que el otro sintiera 
frente al sujeto, seria testimonio de lo que el sujeto es, de si se merece ser 
querido o no. Según Bleichmar, hay sumisión por un super yo que hace sentir 
culpa frente a la idea de producir el menor sufrimiento en el otro, lo que conduce 
al autosacrificio; hay sumisión, también por deseo de apego e intimidad. 
La imago más presente en el discurso de Mario es la paterna, la relación 
con su padre, disputas y acuerdos, el anhelo de su reconocimiento, han sido las 
constantes temáticas durante el tratamiento. Al parecer la frecuente búsqueda 
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por agradarle a los demás, se convierte del plural al singular, el deseo está en 
agradarle al padre: 
“Yo temo que mi papá no me quiera desde chiquito, a mí siempre me 
dejaba a un lado… de quien quiero saber es que mi papá me quiera… a lo mejor 
por eso me pongo rojo, de coraje porque mi papá nunca me ha demostrado que 
me quiere, quiero pensar que si me quiere… yo creo que si me quiere… bueno 
no, estoy seguro de que mi papá me quiere, sólo que le ha de costar trabajo 
decirme te quiero o te amo”. 
En esta sesión, de noviembre de 2008, Mario hablaba de su incapacidad 
para negarse ante las peticiones de los demás, reconoce el temor de que si lo 
hiciera, podría perder el cariño que cree tener de la gente que lo rodea. En el 
mismo mes y siguiendo la temática, hablaba de la molestia que le generaba el 
que su papá le hablara de las relaciones que ha tenido fuera de su matrimonio y 
el “tener” que escucharlo: 
“Mi papá me dijo que pensó en dejarnos a mi hermana, mi mamá y a mí 
por otra tipa que se le atravesó… ¡no puedo creer que me diga eso! …[¿por qué 
lo escuchas?]… lo escucho por miedo a que se enoje conmigo… porque a lo 
mejor quiero que esté conmigo más tiempo, pero si no me gusta que me esté 
contando eso”. 
¿Qué hay detrás de este “sacrificio” por la atención del padre? Parece que 
la compensación podría explicarlo, Mario considera necesario tener que soportar 
estas conversaciones por no ser lo que él cree que su papá quiere que sea, en la 
misma sesión menciona: 
“Y también he pensado que como que no soy el prototipo de hijo que él 
quisiera tener… yo creo que mi papá quisiera más un hombre, un hijo que fuera 
más aventado, alguien más como mi hermana…” 
Mario se caracteriza por el aplanamiento en su discurso, esta sesión 
pareció mover algo, habló del resentimiento que le genera el que su padre haya 
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dedicado su tiempo y su dinero durante años a sus parejas, de su deseo porque 
ese tiempo se lo hubiera dado a él: 
 “yo lo necesitaba y lo necesito… y no sé si esa es la barrera que hay entre 
él y yo, por el coraje que le tengo por no haber estado conmigo como yo hubiera 
querido… como siempre se la pasa callándome, me acostumbre a estar callado y 
no decir nada y estar de sumiso”. 
¿Qué se movió? Por primera vez Mario pronunció congruencia entre lo 
que decía y lo que su cuerpo y rostro expresaban, el aplanamiento perdió fuerza, 
si, también se sonrojó, pero el énfasis en esta sesión es porque por primera 
ocasión en el consultorio, Mario se enojó. 
El anhelo de sentirse querido por su padre es trasladado a su cuerpo, en 
específico a su pene, es sobre él en que Mario deposita sus esperanzas para 
lograr su objetivo de amor. Este escenario se pone de manifiesto en una sesión 
de febrero de 2009 en la que explica que no recuerda exactamente si tenía tres o 
cuatro años, pero que era la época en la que se bañaba con su papa -aclara que 
en ocasiones también

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