Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE PSICOLOGÍA EVALUACIÓN DE LA COGNICIÓN SOCIAL EN USUARIOS DE MARIHUANA T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADO EN PSICOLOGÍA P R E S E N T A : JUAN JOSÉ FIGUEROA VALDIVIEZO DIRECTORA: Dra. Maura Jazmín Ramírez Flores REVISORA: Dra. Silvia Morales Chainé Sinodales: Dra. Gabriela Orozco Calderón Dra. Itzel Graciela Galán López Lic. Asucena Lozano Gutiérrez Ciudad Universitaria, CD.MX. 2018 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. b En algún lugar existe un basural donde están amontonadas todas las explicaciones ¿Qué ocurrirá el día que alguien consiga explicar también el basural? Julio Cortázar c AGRADECIMIENTOS Mi admiración y profundo agradecimiento a la Doctora Maura Jazmín Ramírez Flores por ser parte vital de mi formación profesional y permitirme aprender de toda su experiencia. Gracias por la paciencia, tiempo y valiosa guía en la elaboración de este trabajo. A la Doctora Silvia Morales Chainé por abrirme las puertas del Centro de Prevención de Adicciones. Su entrega y dedicación constante a su trabajo sirve de guía e inspiración para muchos. A las Doctoras Gabriela Orozco Calderón, Itzel Galán López y a la Licenciada Asucena Lozano Gutiérrez por sus valiosas aportaciones, sin las cuales esta tesis no sería posible. A los compañeros del Laboratorio de Neuropsicología y Cognición con quienes nunca dejo de aprender cosas nuevas. A los terapeutas, estudiantes, servicios sociales y demás personal del Centro de Prevención de Adicciones Dr. Héctor Ayala por su disposición y valiosa ayuda en la evaluación de los usuarios. A mi madre Mariela Valdiviezo y a mis hermanos Ixtzul y Jonatan por ser fuente de motivación en mi vida diaria. A los amigos de la prepa 9 que a pesar de la distancia y el tiempo se siguen haciendo presentes en mi vida. A todas las generaciones de biocerebros y demás compañeros del museo Universum con quienes tuve el gusto de trabajar y aprender lo que es el verdadero trabajo multidisciplinario. Especialmente a aquellos con quienes he forjado amistades bastante cercanas; no puedo imaginar mi vida sin ustedes. A los grupos de divulgación La Bombilla Iluminarte Con-ciencia y Ciencia Viajera A.C. de quienes me he contagiado la pasión por la comunicación de las ciencias y que también apoyaron en la búsqueda de participantes. A todos los participantes, tanto usuarios como voluntarios que con su tiempo y compromiso aportaron valiosos datos en la realización de este trabajo. I Contenido Resumen ................................................................................................................................. 1 Capítulo 1. Consumo de drogas .............................................................................................. 2 1.1 Datos estadísticos y epidemiológicos .......................................................................... 2 1.2 Conceptos generales ..................................................................................................... 3 1.3 Factores de protección y de riesgo en el consumo de sustancias .................................. 5 1.4 Modelos neuropsicológicos de la dependencia a sustancias. ........................................ 8 1.4.1 Sistema límbico y circuito de la recompensa ......................................................... 9 1.4.2 Modelos evolutivo, marcador somático y de transición. ...................................... 11 Capítulo 2: Marihuana .......................................................................................................... 17 2.1 Características de la planta de marihuana ................................................................... 17 2.2 Sistema Endocanabinoide ........................................................................................... 18 2.3 Farmacocinética y vías de administración .................................................................. 21 2.4 Farmacodinámica ........................................................................................................ 24 2.5 Síndrome de abstinencia ............................................................................................. 25 2.6 Efectos agudos del uso de marihuana ......................................................................... 26 2.6.1 Efectos subjetivos ................................................................................................. 26 2.6.2 Efectos fisiológicos .............................................................................................. 27 2.6.3 Efectos cognitivos agudos .................................................................................... 28 2.7 Efectos crónicos del uso de marihuana ....................................................................... 30 II 2.8 Modelos de intervención para el consumo de marihuana ........................................... 37 Capítulo 3. Cognición Social y Evaluación Neuropsicológica............................................. 40 3.1 Modelos de Cognición Social ..................................................................................... 40 3.2 Componentes neuroanatómicos de la cognición social .............................................. 43 3.3 Evaluación de la Cognición Social ............................................................................. 46 3.4 Cognición social y consumo de sustancias ................................................................. 48 Capítulo 4.Método ................................................................................................................ 53 Justificación ...................................................................................................................... 53 Objetivos ........................................................................................................................... 54 Hipótesis ........................................................................................................................... 55 Diseño del estudio ............................................................................................................. 55 Participantes ...................................................................................................................... 55 Instrumentos ...................................................................................................................... 57 Procedimiento ................................................................................................................... 62 Análisis de los datos ......................................................................................................... 62 Resultados ............................................................................................................................. 63 Discusión ..............................................................................................................................70 Aportaciones y límites del estudio .................................................................................... 79 Conclusiones ......................................................................................................................... 82 Referencias ........................................................................................................................... 83 1 Resumen A partir del uso y la dependencia generada por el consumo de marihuana se han reportado alteraciones consistentes en memoria de trabajo y tiempos de reacción Sin embargo, los efectos del consumo crónico de marihuana en funciones ejecutivas y habilidades de razonamiento social muestran resultados contradictorios. El objetivo del presente estudio fue describir el desempeño de hombres jóvenes con consumo de marihuana en tareas de razonamiento social y no social. Participaron 36 jóvenes de entre 16 y 26 años de edad y de 12 a 18 años de escolaridad, divididos en dos grupos: 18 jóvenes con consumo de marihuana en búsqueda de tratamiento y 18 en el grupo control sin consumo de marihuana. Los participantes fueron evaluados con las subpruebas de razonamiento social de la batería COGSOC-AM y subpruebas de la batería BANFE. Se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las subpruebas de señalamiento autodirigido, ordenamiento alfabético clasificación de cartas y clasificación semántica de la batería BANFE, así como en las cuatro subpruebas de la batería COGSOC-AM. El desempeño en razonamiento social del grupo consumidor fue más bajo en comparación con el grupo control. El tiempo de consumo y el nivel de dependencia correlacionaron negativamente con el puntaje en las tareas de clasificación semántica e identificación de causas. Los consumidores de marihuana mostraron alteraciones leves en tareas de memoria de trabajo y funciones ejecutivas, que sólo fueron visibles al hacer la comparación con el grupo control. Dichos resultados concuerdan con la literatura previa. Conceptos clave: marihuana, cognición social, neuropsicología, adolescentes. 2 Capítulo 1. Consumo de drogas 1.1 Datos estadísticos y epidemiológicos La marihuana es la droga ilegal más consumida a nivel mundial. La Organización de las Naciones Unidas a través de la Oficina de Control de Drogas y Crímenes (UNODC) reporta que en el periodo de 2014 a 2015 aproximadamente 183 millones de personas consumieron marihuana, esto representa el 3.8% de la población mundial; tendencia que se ha mantenido estable en los últimos diez años. Actualmente América es el principal productor de cannabis con Estados Unidos y México como principales productores a nivel mundial. Los países americanos son responsables de tres cuartas partes del consumo mundial de marihuana, seguidos de África con el 14% y Europa con el 5%. (UNODC, 2016) En México, el Sistema de Vigilancia Epidemiológica para las Adicciones (SISVEA) en su reporte de 2015 indica que la marihuana es la tercera droga de impacto reportada en centros de tratamiento y rehabilitación no gubernamentales con una prevalencia de 16% de la población atendida; el primer lugar lo ocupa el alcohol con 39.5% y el cristal con 20.6%. Es la segunda droga de impacto en la zona centro (17.7% de las personas atendidas) y sur (16.8%) del país, sólo superada por el alcohol. Los estados donde la marihuana ocupa el primer lugar como droga de impacto son Coahuila, Nuevo León y San Luis Potosí. En poblaciones jóvenes la marihuana es la principal droga de impacto; de los jóvenes atendidos en centros de rehabilitación la marihuana fue reportada como droga de impacto en el 38.8% de los menores de 14 años y en el 35.7% de jóvenes de 15 a 19. De los jóvenes atendidos por consumo de marihuana la mayoría eran estudiantes de bachillerato (16.6) y de secundaria (16.1%). Esto coloca a los adolescentes y jóvenes como el grupo etario más afectado por consumo de marihuana (SISVEA, 2016). 3 De las personas atendidas en 2015 por consumo de marihuana el 86.5% reportan que iniciaron el consumo de una segunda droga, principalmente cocaína, colocando a la marihuana como principal droga puente al consumo de otras sustancias (SISVEA, 2016). 1.2 Conceptos generales La Organización Mundial de la Salud (OMS) especifica que las sustancias psicoactivas son todas aquellas sustancias que al ingerirse afectan los procesos mentales (cognición, emoción, movimiento). Los seres humanos han utilizado sustancias psicoactivas en todas las épocas y en todas las culturas, ya sea con fines medicinales, religiosos, sociales o lúdicos. Sin embargo, fue hasta inicios del siglo XX que el consumo de sustancias psicoactivas se comenzó a ver como un fenómeno social y a la adicción como un problema de salud a nivel mundial. Según los reportes de la oficina de las naciones unidas contra el crimen y las drogas, o UNODC por sus siglas en inglés, para diferenciar las fases de consumo de una sustancia psicoactiva se han establecido tres categorías: uso, abuso y dependencia (UNODC, 2003). El uso se refiere a la iniciación al consumo. Las ocasiones de consumo son puntuales y con el único propósito recreacional. En la fase de abuso el consumo se vuelve recurrente a pesar de que la persona conoce los daños que supone el consumo de la sustancia. En esta fase aparecen efectos adversos en los ámbitos personal, laboral, social así como en la salud de las personas. Es por esto que para algunas sustancias psicoactivas todo uso es considerado abuso, ya que un consumo experimental de estas sustancias ya supone daños a la salud del individuo. En la fase de abuso comienzan a producirse alteraciones en distintos circuitos cerebrales que al acumularse provocan cambios neurales a largo plazo. La dependencia de 4 sustancias supone la presencia de tres factores: tolerancia, síndrome de abstinencia y pérdida de autocontrol sobre el consumo de la sustancia (Del Moral & Fernández, 2009; Orio, Heras, & León, 2014). En el DSM-V (APA, 2014) se considera al trastorno por consumo de sustancias, distinguiendo tres categorías según el número de síntomas que presente el usuario: leve (de dos a tres síntomas), moderado (de cuatro a cinco síntomas) y grave (seis o más síntomas). En total se toman en cuenta 11 criterios diagnósticos divididos en cuatro grupos: control deficitario, deterioro social, consumo de riesgo y criterios farmacológicos. Los criterios incluidos en el grupo déficit en el control del consumo son: la persona consume grandes cantidades de sustancia o lo hace durante un tiempo más prolongado del previsto, la persona expresa deseos insistentes de dejar o de regular su consumo y relata múltiples esfuerzos fallidos por disminuir o abandonar éste, y cuando la persona invierte una gran parte de su tiempo intentando conseguir la sustancia, consumiéndola o recuperándose de sus efectos. Se considera que la persona presenta deterioro social cuando el consumo recurrente de sustancias puede conllevar el incumplimiento de los deberes fundamentales en los ámbitos académico, laboral o doméstico, la persona podría seguir consumiendo a pesar de tener problemas recurrentes o persistentes en la esfera social o interpersonal causados o exacerbados por los efectos del consumo y se reducen o abandonan importantes actividades sociales, ocupacionales o recreativas debido al consumo de sustancias. El consumo de riesgo se define cuando la persona consume de manera recurrente la sustancia incluso en aquellas situaciones en las que ésta provoca un riesgo físico. La 5 persona mantiene su consumo a pesar de saber que padece un problema físico o psicológico recurrente o persistente que probablemente se puede originar o exacerbar por dicho consumo Dentro de los criterios farmacológicos se incluyen la tolerancia y el síndrome de abstinencia. La toleranciaestá definida como el aumento significativo de las dosis de la sustancia para conseguir los efectos deseados, o bien, como una reducción notable del efecto cuando se consume la dosis habitual. El síndrome de abstinencia aparece cuando disminuyen las concentraciones de la sustancia en la sangre o los tejidos en una persona que ha sido una gran consumidora de manera prolongada. Es probable que la persona consuma la sustancia para aliviar los síntomas que produce la abstinencia (APA, 2014). 1.3 Factores de protección y de riesgo en el consumo de sustancias Los factores de riesgo son todas aquellas condiciones en la vida de un individuo que predicen o aumentan las probabilidades de desarrollar algún problema de salud, en este caso de desarrollar dependencia sustancias adictivas. En contraste los factores de protección son aquellos que disminuyen las probabilidades de presentar un problema de salud o bien, evitan la exposición a factores de riesgo. Estos factores no necesariamente tienen una relación causal con el consumo de sustancias. Se dividen en factores fijos, es decir los que son inherentes al individuo y no se pueden modificar (como el sexo, carga genética, grupo étnico o religión) y los factores variables, es decir, todos aquellos que pueden ser modificados mediante intervención. (Stone, Becker, Huber, & Catalano, 2012) El género es una condición que interactúa con el consumo de sustancias. Se estima que en México el 88% de las personas atendidas en instituciones públicas por consumo de 6 sustancias son hombres (SISVEA, 2016). En un estudio longitudinal sobre el consumo de alcohol se reporta que los hombres pasan más fácilmente de la etapa de uso a consumo de alta frecuencia en comparación con las mujeres (Hussong & Chassin, 2012). Hoeksema, (2004) atribuye estas diferencias a la existencia de otros factores ligados al sexo como la tendencia a conductas impulsivas y menor percepción de riesgos físicos por parte de los hombres y mayores sanciones sociales a las mujeres que consumen drogas. La presión social hacia las mujeres que consumen drogas puede ser un factor que influya en la poca proporción de mujeres que acuden a los servicios de tratamiento. En estudios genéticos se han hallado fenotipos que predisponen a las personas a presentar dependencia a drogas. La carga genética está asociada a alteraciones en los sistemas dopaminérgicos, gabaérgicos y serotoninérgicos. Fenotipos con baja densidad de receptores a D2 en la vía dopaminérgica mesocortical están asociados al riesgo de desarrollar dependencia a sustancias debido a que las personas con alteraciones en el sistema dopaminérgico son hiperreactivas a las recompensas del ambiente (Comings & Blum, 2000; Dager et al., 2014). Variaciones en el gen GABRA que codifica para las subunidades alfa del receptor GABAA está relacionado con mayor sensibilidad al consumo de alcohol y estimulantes, además de mayor probabilidad de presentar y rasgos impulsivos en la edad adulta. Alteraciones genéticas en receptores serotonérgicos 5-HT1B y 5-HT2A, así como duplicaciones en el gen CNR1 que codifica para los receptores canabinoides CB1 se han asociado con la dependencia a sustancias, principalmente alcohol, heroína y opioides (Kreek, Nielsen, Butelman, & LaForge, 2005). Los factores medio ambientales influyen en el inicio del consumo de sustancias, mientras que los factores genéticos están más fuertemente asociados con la transición del 7 uso experimental a la dependencia (Clay, 2010). Así en el ambiente familiar los factores de riesgo más importantes se refieren a los antecedentes de consumo y de conductas antisociales en miembros de la familia, poco apego familiar y disciplina inconsistente. Los padres que ejercen poca disciplina (permisivos) o bien disciplina excesiva e inflexible aumentan las probabilidades de que sus hijos desarrollen dependencia a sustancias. Por otra parte, los niños que sufrieron abuso emocional, físico o sexual o bien negligencia por parte de los padres o algún miembro de la familia presentan dos veces más propensión a desarrollar trastorno por consumo de sustancias en su vida adulta (Hill, Steinhauer, Locke- Wellman, & Ulrich, 2009). A su vez, factores como mayor nivel de apoyo familiar, disciplina consistente, reglas familiares claras y buena relación entre padres e hijos disminuyen en un 50% las probabilidades de desarrollar conductas adictivas (Wang, Pandika, Chassin, Lee, & King, 2016). En adolescentes la influencia del grupo de pares es un factor con mayor impacto que los efectos protectores del ambiente familiar. De igual forma, pertenecer a grupos sociales que consumen alcohol, tabaco o marihuana aumenta la probabilidad de presentar consumo de éstas sustancias. También se ha dicho que el apego a prácticas religiosas modera el riesgo de transición entre el uso y la dependencia (Larrosa, Palomo, López, & Luis, 2010; Stone et al., 2012). Otros estudios señalan que niveles socioeconómicos bajos son factores de riesgo para el consumo de tabaco y marihuana, sin embargo, pertenecer a niveles socioeconómicos altos está relacionado con el consumo de alcohol y cocaína (Casswell, Pledger, & Hooper, 2003). Las características de la comunidad donde vive el individuo también influyen en la probabilidad de consumo de sustancias, por ejemplo, la densidad poblacional alta, 8 infraestructura deteriorada, poco apego a la comunidad y presencia de delincuencia son factores asociados al consumo de sustancias. En cuanto a la actividad laboral, los hombres adolescentes con trabajo estable disminuyen el riesgo de consumo de alcohol y sustancias ilícitas, pero aumenta el riesgo de dependencia a tabaco en la edad adulta (Bachman, Malley, & Johnston, 1984; Ostaszewski & Zimmerman, 2006). En un estudio de factores de riesgo para la población mexicana (Díaz & García, 2008) el consumo de sustancias ilícitas correlacionó con problemas de control conductual, baja adherencia escolar, relaciones familiares disfuncionales y pertenecer a grupos sociales con conductas de consumo. En hombres mexicanos influye más el bajo control conductual, mientras que en la población femenina son las relaciones familiares disfuncionales y baja adherencia escolar los factores con mayor influencia en el consumo de sustancias en la vida adulta. 1.4 Modelos neuropsicológicos de la dependencia a sustancias. La mayoría de los modelos califican la dependencia a sustancias como una conducta desadaptativa. Entre los modelos más destacables por su evidencia empírica y validez clínica son: los modelos neuroevolutivos, los modelos de transición, y los basados en toma de decisiones (Verdejo & Tirapu, 2011). Puesto que todos los modelos mencionados parten en mayor o menor medida de las alteraciones provocadas en el circuito de la recompensa es necesario detallar las estructuras y funciones del circuito de la recompensa. A continuación se hará una revisión más profunda sobre el sistema límbico y posteriormente se hablará de las particularidades de cada modelo. 9 1.4.1 Sistema límbico y circuito de la recompensa El sistema límbico se divide funcionalmente en tres circuitos: el de la memoria y aprendizaje, formado por conexiones entre hipocampo, amígdala y corteza frontal; la porción motora formada por ganglios basales y tálamo; y el circuito de la recompensa, el cual se conforma por las conexiones dopaminérgicas entre el área tegmental ventral (ATV) y el Núcleo Accumbens (Cardinali, 2007). En sus inicios, los primeros modelos sobre la conducta adictiva centraban su atención en el papel de la dopamina. Existen dos vías en el sistema dopaminérgico. La primera es la vía mesolímbica en la cual neuronas dopaminérgicas en el ATV proyectan hacia el núcleo accumbens, hipocampo y amígdala. La segunda vía es la mesocortical, la cual conecta el ATV con corteza prefrontal,orbitofrontal y corteza del cíngulo. El ATV libera dopamina a ambas vías ante eventos altamente relevantes. El núcleo accumbens tiene conexiones recíprocas con el ATV e hipotálamo, así como eferencias con corteza prefrontal. Está involucrado en la expresión de conductas aprendidas y conductas de ingesta. Los ganglios basales son un conjunto de núcleos involucrados en la modulación de respuestas motoras. Están conformados por el globo pálido, putamen, núcleo caudado, la sustancia nigra y el núcleo subtalámico. En la conducta adictiva los ganglios basales están involucrados en la creación de hábitos y de patrones motores automatizados. La amígdala es considerada como el centro integrador y la principal vía de salida de la información del sistema límbico. La amígdala es un conjunto de núcleos ubicados en el lóbulo temporal, está implicada en el aprendizaje de asociaciones entre estímulos motivantes y estímulos neutros, así como en la consolidación de patrones motores 10 complejos. También presenta conexiones bilaterales con hipotálamo, por lo que está involucrada en respuestas endócrinas (Gilman & Winans, 2003). Figura 1.estructuras del sistema límbico. Tomada de Cardinali (2007). La activación del sistema dopaminérgico está relacionada con estímulos y conductas que son altamente reforzantes. Estudios animales de preferencia de lugar y de estimulación intracraneal, así como estudios de neuroimagen funcional en humanos (Volkow, Fowler, & Wang, 2004) aportan datos para considerar a la dopamina el principal neurotransmisor asociado a la recompensa y a la experiencia subjetiva de placer. La liberación de dopamina facilita cambios adaptativos en las células que permiten establecer aprendizajes sobre el contexto del estímulo reforzante. El sistema límbico, al participar en la integración de estados emocionales, eventos reforzantes y conductas motoras, es vital para controlar conductas motivadas (Cardinali, 2007). Sin embargo, el papel de la dopamina en el consumo de sustancias psicoactivas no es suficiente para explicar el establecimiento de un trastorno por abuso de sustancias. La activación del sistema de recompensa es un proceso necesario pero no suficiente para explicar la conducta característica de la dependencia 11 drogas, ya que en personas con dependencia a sustancias el recibir placer no es el único factor que motiva su consumo (Pedrero & León, 2014). Deficiencias en el sistema serotoninérgico también se han asociado con la dependencia a sustancias. Los núcleos del rafe a nivel del tallo cerebral tienen proyecciones serotonérgicas a zonas como hipocampo, amígdala y corteza prefrontal, su actividad se relaciona con la conducta de ingesta y regulación de estados de ánimo. Menor concentración de serotonina en las proyecciones a amígdala y corteza prefrontal así como aumento en la actividad de transportador de serotonina dependiente de sodio se relacionan con aumento de conductas impulsivas, trastornos del estado de ánimo, facilitación de la conducta de ingesta; ambos son rasgos comunes en los trastornos de conducta alimentaria y trastorno por consumo de alcohol y otras sustancias (Kreek, et.al, 2005) . La actividad del sistema serotonérgico se relaciona con la transición entre la fase de consumo a la fase de dependencia de sustancias (Koob & Kreek, 2007). El papel de los receptores gabaérgicos se ha ligado con la sensibilidad al consumo de alcohol y de benzodiacepinas. La alta densidad de receptores GABAA en amígdala y en globo pálido hacen que estas estructuras sean especialmente sensibles al consumo de alcohol. El bloqueo selectivo de estos receptores en el núcleo central de la amígdala inhibió los efectos reforzantes de alcohol y opioides administrados de manera oral (Goldman et al., 2005; Koob & Volkow, 2009). 1.4.2 Modelos evolutivo, marcador somático y de transición. En los modelos neuroevolutivos se propone que el cerebro en desarrollo es más propenso a desarrollar una dependencia debido al desequilibrio en la maduración entre el circuito de recompensa y la regulación de la conducta por parte de los lóbulos frontales (Ernst & 12 Fudge, 2010). La adolescencia es una etapa donde se es especialmente vulnerable a iniciar consumo de sustancias. Aunque el periodo de adolescencia no está bien delimitado, culturalmente se ha definido como la transición entre infancia y adultez, comprendiendo desde los 13 o 14 años, hasta después de los 21 años para la mayoría de las sociedades. Neurológicamente hay varios procesos que definen la adolescencia. Se sabe que el volumen de materia gris cerebral alcanza su pico de maduración a los 12 años en hombres, lo cual a nivel celular significa aumento en la cantidad de dendritas. Posteriormente las conexiones neuronales más fuertes son seleccionadas, mientras que las más débiles se eliminan; a este proceso se le llama comúnmente como poda neuronal. La poda neuronal garantiza la eficiencia de las conexiones y aumenta la especialización de regiones corticales. Una vez hecha la poda neuronal, comienzan las ondas de mielinización, que en la corteza prefrontal inicia a partir de los 20 años, por lo que antes de esa edad las funciones ejecutivas aún no son utilizadas de manera consciente y consistente por los adolescentes (Johnson, Blum, & Giedd, 2009). La poda neural y las ondas de mielinización siguen un patrón que va de regiones posteriores a anteriores, por lo que existe un desfase entre la maduración del núcleo estriado, que promueve conductas de aproximación, y la corteza prefrontal con proyecciones inhibitorias hacia el resto del sistema límbico. Se ha puesto especial atención en la tardía maduración del cíngulo anterior ya que su maduración está implicada en la capacidad de anticipar consecuencias negativas de la propia conducta. El desfase de maduración explica por qué conductualmente hay una búsqueda por estímulos novedosos y aumento de conductas de riesgo, así como preferencia por opciones de respuesta con mayor recompensa a corto plazo (Ernst & Fudge, 2010). 13 El modelo basado en toma de decisiones aplica la teoría del marcador somático de Damasio para explicar la conducta adictiva como una decisión basada en las experiencias y emociones que la sustancia ha provocado previamente en el consumidor. (Verdejo, Pérez, & Bechara, 2006). Según este modelo el consumo de sustancias activan preferencialmente a las áreas cerebrales encargadas de generar los marcadores somáticos, principalmente corteza orbitofrontal y amígdala. A largo plazo el proceso de toma de decisiones está sesgado hacia las opciones de respuesta con mayores recompensas inmediatas a pesar de las consecuencias negativas a largo plazo, fenómeno descrito por Damasio como ceguera hacia el futuro (Damasio, 1995). Los modelos de transición explican mejor la evolución de la conducta adictiva a través del tiempo, así como muchos de los síntomas de importancia clínica como el síndrome de abstinencia y craving (Verdejo & Tirapu, 2011). El modelo de transición es un modelo neuropsicológico de la conducta adictiva que se basa en la plasticidad cerebral, la cual provoca transición del consumo de sustancias como una conducta con recompensa positiva, a una conducta con recompensa negativa (Everitt & Robbins, 2005). Según este modelo el consumo de sustancias psicoactivas sobre estimula el sistema dopaminérgico, favoreciendo procesos de plasticidad y de aprendizaje. Las conexiones entre corteza prefrontal y el núcleo accumbens permiten al individuo predecir el efecto reforzante de la sustancia adictiva, por lo que la conducta de consumo se vuelve una conducta impulsiva motivada por el efecto reforzante de la sustancia. Con el paso del tiempo las conductas motoras ligadas al consumo se vuelven automatizadas, y el control motivado del consumo es reemplazado por estas secuencias motoras. Laaparición de síntomas negativos asociados a la abstinencia de la sustancia cambia el foco de motivación para el consumo, ya que los 14 consumidores pasan de la búsqueda de efectos placenteros del consumo a evitar los síntomas negativos de la abstinencia. Ante los síntomas negativos producidos durante la abstinencia las secuencias motoras se activan como conductas neutralizadoras de la ansiedad y favorecen el consumo de la sustancia. Según los autores Everitt & Robbins (2005), hay un intercambio en el protagonismo entre la conducta impulsiva motivada por el efecto reforzante de la sustancia y la conducta compulsiva motivada por los efectos negativos de la abstinencia. Los autores aseguran que en esta etapa el rol del sistema dopaminérgico es clave ya que la principal motivación del consumo es la activación del circuito de recompensa. La segunda etapa se centra en el síndrome de abstinencia. Los síntomas negativos característicos en el síndrome de abstinencia aparecen después del uso repetido de una sustancia psicoactiva, cuando los ligeros cambios fisiológicos del uso agudo comienzan a acumularse. Los cambios neuronales pueden estar guiados por un proceso de alostasis, es decir, la búsqueda del organismo por recuperar un estado de homeostasis, pero que genera cambios desadadaptativos (Koob & Kreek, 2007). Parte de esos cambios es la baja actividad en la vía dopaminérgicas mesolímbica, implicada en los efectos reforzantes agudos del consumo. El núcleo accumbens, y núcleo central de la amígdala bajan su regulación serotonérgica. Debido a que estas áreas tienen un papel importante en el procesamiento del miedo y de sensaciones de dolor, su activación produce estados emocionales negativos característicos de la abstinencia a sustancias. También durante la abstinencia se libera factor liberador de corticotropina, activando el eje hipotálamo- hipófisis-adrenal produciendo una respuesta de estrés y ansiedad en el cuerpo. Los cambios en estos tres ensambles neuronales (la vía mesolímbica dopaminérgica, la regulación 15 serotonérgica del núcleo accumbens y amígdala, y la liberación de corticotropina) provocan estados de malestar asociados a los síntomas del síndrome de abstinencia, los cuales inducirán la conducta de consumo con el fin de evitar el malestar, es decir, para obtener recompensa negativa (Koob & Volkow, 2009). Parte central de esta etapa es la formación de hábitos de tipo compulsivo. Después del uso repetido de sustancias hay un reclutamiento gradual de las conexiones del núcleo accumbens con los ganglios basales y corteza prefrontal. El núcleo accumbens responde de manera diferenciada según la cualidad de los estímulos motivadores y modula la respuesta motora gracias a sus conexiones con los ganglios basales. La intensidad y cualidad de la respuesta motora está mediada por la presencia de dopamina y GABA en el núcleo accumbens, las cuales favorecen la conducta de consumo. Además en esta etapa las personas en abstinencia muestran baja actividad en el sistema dopaminérgico mesocortical y disminución de receptores dopaminérgicos D2, lo cual se ha asociado a una baja sensibilidad a otro tipo de reforzadores naturales. Asimismo hay disminución en la intensidad de señales serotonérgicas en estado de reposo y aumento de receptores NMDA glutamato en ATV. Los receptores AMPA y NMDA en ganglios basales permiten la formación de hábitos y conductas automatizadas. En esta etapa el sistema dopaminérgico se activa con claves anticipatorias del consumo de sustancias y en algunos casos realizar los patrones motores automatizados es suficiente para iniciar la actividad dopaminérgica característica del uso agudo, lo cual alivia los síntomas de la abstinencia y facilita la formación de hábitos (Koob, Arends, & Le Moal, 2014). La tercera etapa se centra en el papel de la corteza prefrontal y el craving, es decir, la ansiedad por el deseo de consumir. La búsqueda compulsiva del consumo de sustancias y 16 la pérdida de control inhibitorio sobre la conducta de consumo son indicadores de esta etapa. En esta fase del consumo hay disminución de espinas dendríticas en las células piramidales de la corteza prefrontal, principalmente en su región ventrolateral, la cual está involucrada en inhibición de respuestas, así como en la corteza orbitofrontal, la cual permite hacer una adecuada evaluación del contexto y de valorar castigos y recompensas. Los cambios en las conexiones frontales son a largo plazo y pueden perdurar después de años de abstinencia. Es por lo anterior que en personas con mucho tiempo de abstinencia, al encontrarse con estímulos asociados al consumo, se inicia una respuesta de anticipación y preocupación por consumir, lo cual propicia el craving, que a su vez ocasiona la recaída en el consumo por parte de las personas con dependencia (Duncan et al., 2007). Las tres etapas consideradas en este modelo neuropsicológico de la dependencia podrían considerarse como homólogas a las tres etapas clínicas del consumo de sustancias definidas por la OMS (uso, abuso y dependencia) y pueden ser observadas en distintos tipos de personas sin importar la sustancia que utilicen. Esto ocurre debido a que muchas sustancias psicoactivas comparten la capacidad de activar, ya sea de manera directa o indirecta al sistema dopaminérgico. Sin embargo, los efectos subjetivos de la intoxicación, así como los síntomas durante el síndrome de abstinencia, son específicos para cada tipo de sustancia utilizada. En el siguiente apartado se hablará de las características específicas del consumo de marihuana. 17 Capítulo 2: Marihuana 2.1 Características de la planta de marihuana Se designa como marihuana a los productos derivados de la planta Cannabis sativa que se usan como sustancia de consumo con propiedades psicoactivas. La cannabis es una planta anual de la familia de las Cannabaceae. Ésta especie suele tener un tallo erecto que crece de uno a 10 metros. Las hojas son palmeadas con borde dentado y de color verde oscuro. Los frutos son pequeños, suaves, de color café verdoso y completamente ocupados por la semilla. Existen tres subespecies de Cannabis sativa de importancia epidemiológica: sativa, indica y ruderalis (UNODC, 2003). Se trata de una especie predominantemente dioica (con sexos masculino y femenino separados). Las variedades más cultivadas para fines de consumo son Cannabis sativa y Cannabis indica debido a la alta cantidad de canabinoides presentes en la planta además de su rápido crecimiento en comparación con la subespecie ruderalis. Ha sido cultivada por al menos 4500 años para diferentes propósitos entre los que destacan su uso medicinal, sedante y religioso (Kuddus, Ginawi, & Al-Hazimi, 2013). La planta de cannabis contiene alrededor de 538 compuestos químicos, de los cuales 60 tienen potencial psicoactivo. A estas sustancias se les conoce comúnmente como canabinoides, entre los que se incluyen el cannabidiol, canabinol y Δ9-tetrahidrocanabinol (THC), al cual se le atribuyen los principales efectos subjetivos del consumo de marihuana. La cantidad de THC presente en la planta varía según la subespecie y las condiciones de crecimiento. Los canabinoides se concentran en hojas y brácteas jóvenes. Es popular el cultivo de cepas sinsemilla, es decir, de flores hembra sin fertilizar debido a su alto porcentaje de THC (Piomelli & Russo, 2016). La selección artificial ha propiciado el 18 cultivo de cepas especialmente altas en porcentaje de THC como se ha observado en los Países Bajos desde el 2005 (Niesink, Rigter, Koeter, & Brunt, 2015). 2.2 Sistema Endocanabinoide Se considera sistema endocanabinoide al conjunto de receptores canabinoides, sus ligandos endógenos y a las enzimas encargadas de degradar a dichos ligandos. Por ahora se conocen dos tipos de receptores endocanabinoides, designadoscomo CB1 y CB2. El receptor CB1 se ha encontrado en el sistema nervioso de mamíferos y reptiles, por lo que Howlett (1998) sugiere que los receptores endocanabinoides tuvieron una aparición temprana en la historia filogenética. (Devane et al., 1988) Estudios de microscopía electrónica indican que los receptores CB1 se encuentran en las terminales presinápticas y en células gliales (Marsicano & Lutz, 1999). Estudios histológicos y con autoradiografía muestran alta densidad de receptores en alocorteza, hipocampo, bulbo olfatorio, caudado, putamen, globo pálido, sustancia negra, corteza del cerebelo y sustancia gris periacueductal. (Glass, Faull, & Dragunow, 1997; Svíženská, Dubový, & Šulcová, 2008). En corteza se ha encontrado alta densidad de receptores CB1 en corteza sensorial primaria y en áreas de asociación, corteza del cíngulo, lóbulo frontal y en áreas de asociación. La distribución de los receptores CB1 (figura 2) en corteza es heterogénea, siendo las áreas sensoriales secundarias y áreas de asociación las que poseen mayor densidad de receptores en contraste con las áreas sensoriales primarias. Además la densidad de receptores es mayor en el hemisferio dominante. (Glass et al., 1997; Terry et al., 2009). Se ha encontrado que la densidad de éstos receptores disminuye conforme a la edad, y en presencia de patologías como Parkinson y corea de Huntington. (Rodríguez De Fonseca et al., 2001) 19 A) B) Figura 2. Sistema Endocanabinoide en humanos. A) Imágenes PET que muestran la distribución de receptores CB1 en el cerebro humano. Tomado de Terry et al.,( 2009). B) Ilustración de la presencia de receptores CB1 y CB2 en el cerebro y a nivel periférico en humanos. Tomada de Fundación CANNA (2017). 20 Los receptores CB2 se encuentran de manera predominante en regiones postsinápticas y poseen 44% de homología con los receptores CB1. Se ha reportado mayor densidad de receptores CB2 en tejidos del sistema inmune como en el bazo, amígdala y timo. También se han encontrado receptores CB2 en el sistema nervioso central, principalmente en corteza piriforme, corteza orbitofrontal, corteza motora, corteza auditiva y visual y en las neuronas piramidales de las regiones CA2 y CA3 del hipocampo. Los receptores CB2 están relacionados con la proliferación celular y el crecimiento no diferenciado de células. Los receptores CB2 están sobre expresados en tumores cerebrales y en cáncer de mama (Heng, Beverley, Steiner, & Tseng, 2011). La arachidonoiletanolamida o anandamida, fue el primer endocanabinoide en ser descubierto por Devanne en 1992. La anandamida es un agonista de los receptores canabinoides con mayor afinidad por el CB1, aunque tiene un efecto de 4 a 20 veces menos potente que el Δ9-THC. Se han encontrado altas concentraciones de anandamida en hipocampo, estriado, cerebelo y corteza (Egertova & Elphick, 2000). El 2-araquinodilglicerol (2-AG) es un compuesto endocanabinoide que está presente en el cerebro a mayores concentraciones que la anandamida. Al 2-AG se le atribuye funciones inmunes y de proliferación celular. Además, se ha descubierto que participa como mediador en el proceso de potenciación a largo plazo, fenómeno crucial para la memoria y el aprendizaje. Otro endocanabinoide de gran importancia es el N-araquinodildopamina (NADA) el cual, al ser administrado, produce efectos cannabimiméticos motores, cognitivos y 21 subjetivos (Marinelli et al., 2007). Otros endocanabinoides descubiertos a la fecha son el ether-noladin y virodamina. La mayoría de los ligandos endocanabinoides funcionan como señales de modulación retrógrada, inhibiendo la liberación de glutamato, acetilcolina y noradrenalina principalmente. Se les atribuye además una participación importante en la modulación del dolor así como en el desarrollo embrionario, específicamente en la proliferación no diferenciada de células nerviosas. La gran cantidad de receptores canabinoides en hipocampo sugiere que el sistema endocanabinoide está involucrado en procesos de aprendizaje y memoria a largo plazo. Los endocanabinoides interactúan de manera importante con las señales de GABA y de glutamato, provocando los fenómenos de supresión de la inhibición inducida por despolarización (SIID) o bien de supresión de la excitación inducida por despolarización (SEID)(Solowij, 1998). En este proceso la neurona postsináptica libera endocanabinoides, los cuales actúan en la neurona presináptica como un mensaje de supresión de la liberación de GABA (provocando SIID) o bien de glutamato (provocando SEID). Estas señales retrógradas ocurren a gran velocidad y son abundantes en cerebelo e hipocampo. La modulación de los endocanabinoides sobre GABA y glutamato propician neuroplasticidad generalizada (Torres & Fiestas, 2012). 2.3 Farmacocinética y vías de administración La absorción de los compuestos psicoactivos de la marihuana, principalmente Δ9- THC, depende de la vía de administración y de la experiencia del consumidor (Del Moral & Fernández, 2009). La forma de consumo más común es inhalada por medio de cigarros preparados a mano, coloquialmente llamados churros. Cada churro contiene de 0.3 a 1 22 gramo de marihuana, con concentraciones de Δ9-THC de 3 a 150mg, es decir con concentraciones de 2 a 15% de THC (Solowij, 1998). El Δ9-THC es detectable en plasma entre los 3 y 10 minutos después de la primera inhalación. Su biodisponibilidad va de 10 a 35% siendo más alta en fumadores expertos. Aproximadamente el 30% del contenido de un cigarro es destruido por pirolisis durante la combustión, por lo que la absorción de Δ9- THC es más eficaz con otros medios de inhalación que optimicen la combustión como pipas de agua o pipas convencionales, métodos con los cuales se logra una biodisponibilidad de hasta 45% (Grotenhermen, 2003). La segunda vía de administración más utilizada es por vía oral. La planta de cannabis difícilmente es digerida por el humano si se consume cruda. Debido a sus características liposolubles la marihuana posee gran versatilidad para ser preparada en diferentes alimentos como infusiones, tés, caldos, horneada en pasteles, galletas y otros productos de repostería (Wolf & Parks, 2015). La absorción de Δ9-THC mediante vía oral es lenta en comparación con la vía inhalada. La concentración en plasma de Δ9-THC aumenta de manera lenta y errática; los picos de concentración ocurren después de 60 minutos de haber sido ingerida con una biodisponibilidad e 6 a 8% y puede alcanzar varios picos en las siguientes seis horas. El consumo de alimentos grasos puede mejorar la biodisponibilidad hasta un 20% (Gonzalez, 2007; Grotenhermen, 2003). Otras vías de administración incluyen la rectal y la intravenosa, las cuales son de interés como uso terapéutico de la marihuana. Sin embargo, son poco usadas e ineficaces en comparación al consumo oral e inhalado. La liposolubilidad de los canabinoides provoca que la administración intravenosa provoque dolor e inflación en el sitio de aplicación. En estudios clínicos con animales se han utilizado la administración sublingual y oftálmica con 23 buenos resultados (hasta 40% de biodisponibilidad) pero con pocos usos prácticos (Grotenhermen, 2003; Solowij, 1998) Una vez distribuido en plasma, el Δ9-THC es absorbido rápidamente por tejidos altamente vascularizados como hígado, corazón, riñones, glándulas, cerebro, pulmones y tejidos grasos. Los canabinoides son metabolizados principalmente en hígado gracias al citocromo P450. Uno de los principales metabolitos es el 11-OH-THC, producido por la hidroxilación del Δ9-THC (Koob et al., 2015). El 11-OH-THC atraviesa barrera hematoencefálica con mayor facilidad que el Δ9-THC y también posee efectos psicoactivos. La posterior oxidación de este metabolito resulta en THC-COOH el cual no tiene efectos psicoactivos (Paton,1975). El tiempo de eliminación del Δ9-THC así como de sus metabolitos es difícil de determinar debido al almacenamiento de estos compuestos en diferentes tejidos, principalmente en pulmón, hígado, bazo, glándulas mamarias y tejido adiposo. El Δ9-THC alcanza un equilibrio aparente en plasma a las 7 horas del consumo, mientras que el 11-OH- THC sigue siendo detectable 60 horas después. Otros metabolitos como el THC-COOH son detectables hasta siete días después del consumo. Los metabolitos del Δ9-THC son excretados mediante la orina y heces principalmente. Otras vías de eliminación incluyen el sudor, saliva y pelo (Grotenhermen, 2003). Las pruebas de antidoping generalmente son sensibles a la presencia tanto del 11-OH-THC como del THC-COOH en orina. Cabe señalar que la vida media de los metabolitos disminuye en consumidores experimentados (Del Moral & Fernández, 2009). 24 2.4 Farmacodinámica Los compuestos canabinoides interactúan con los receptores CB1 y CB2 actuando como agonistas. El Δ9-THC tiene prácticamente la misma afinidad por los receptores CB1 y CB2 comportándose como agonista parcial para ambos receptores, siendo más eficiente para el receptor CB1. Los efectos psicoactivos del consumo de marihuana se explican por el efecto agonista de Δ9-THC y de CBN con el receptor CB1, debido a la distribución de este receptor en el cerebro. El receptor CB1 también está implicado en los efectos hormonales y fisiológicos del consumo de marihuana. Los canabinoides pueden actuar como agonistas o como antagonistas con el receptor CB2; las interacciones con este receptor son responsables de los efectos antiinflamatorios, inmunomoduladores y antiproliferativos (Del Moral & Fernández, 2009; Sociedad Española de Investigación Sobre Cannabinoides, 2002). Una vez activados, los receptores CB1 modulan la liberación de neurotransmisores mediante los procesos de SIID o SEID descritos anteriormente. En cuanto a la toxicidad del Δ9-THC, estudios de Thompson, Rosenkrantz, Schaeppi y Braude, (1973) encontraron que la dosis letal 50 para ratones es de 800-1900 mg/kg por vía oral. En perros y monos se les administró hasta 9000mg/kg sin llegar a la dosis letal en ningún caso. En humanos tampoco se ha hallado dosis letales de canabinoides; aunque existen pocos casos documentados de muertes por intoxicación aguda en humanos, éstos se asocian a la complicación de síntomas cardiacos preexistentes en el consumidor. La baja letalidad de los compuestos canabinoides pueden ser explicados por la escasez de receptores canabinoides a nivel de tallo cerebral (Grotenhermen, 2003). 25 A nivel molecular el consumo regular de marihuana provoca que los receptores CB1disminuyan su eficacia y densidad en áreas frontales y temporales. El consumo continuo provoca la fosforilación de estos receptores afectando su eficacia, si la presencia de canabinoides persiste, los receptores CB1son degradados en el interior celular. Esto hace cada vez más demandante la síntesis de nuevos receptores CB1. Este ciclo de poca eficacia, degradación y síntesis de receptores CB1 se ha relacionado con el progreso de la tolerancia a marihuana en las personas con consumo (Sagredo, 2011). 2.5 Síndrome de abstinencia Se ha observado consistentemente síndrome de abstinencia en personas con patrones de alto consumo de drogas, es decir, en personas que consumen al menos seis ocasiones por semana. Los síntomas son mucho menos intensos en personas que consumen con menor frecuencia, por lo que su diagnóstico clínico es más difícil. Los síntomas suelen aparecer entre 24 y 48 horas después de haber interrumpido el consumo, los síntomas alcanzan su pico de intensidad a la semana, y por lo general remiten a partir de la segunda semana. Según el DSM-V los síntomas incluyen: 1) irritabilidad, rabia o agresión, 2) nerviosismo o ansiedad, 3) dificultades para dormir, 4)pérdida de apetito, 5) intranquilidad, 6) estado de ánimo deprimido, 7) síntomas físicos de gran malestar como dolor abdominal, sudoración, fiebre, espasmos, escalofríos o cefalea. Otros síntomas incluyen falta de concentración, somnolencia y deterioro de relaciones sociales. Las personas consumidoras de marihuana que han sufrido recaídas después de un tratamiento sufren además de niveles altos de estrés y ansiedad, así como fuertes sentimientos de culpa, los cuales pueden agravar aún más el síndrome de abstinencia posterior (Haney, 2005). 26 2.6 Efectos agudos del uso de marihuana 2.6.1 Efectos subjetivos Para evaluar los efectos subjetivos de la intoxicación por uso de marihuana se han realizado estudios mediante cuestionarios con preguntas abiertas y de opción múltiple que exploran las sensaciones que las personas han experimentado durante el consumo. Se han descrito hasta 400 efectos subjetivos diferentes. Los síntomas más frecuentemente reportados son la relajación, percepción lenta del paso del tiempo, y aumento del apetito, los cuales han sido reportados por el 90% de los consumidores. Otros efectos de alta prevalencia son aumento del placer y deseo sexual, reportado en 56.4% de los casos, mayor fluidez de pensamiento y pensamientos “más profundos” en 52% de los casos, mayor capacidad de concentración en el 40.1%, percepciones sensoriales aumentadas principalmente visuales y auditivas el 36% , mayor sociabilidad y facilidad para hablar 31.3% y estado de humor eufórico o hilarante en el 29.1% de los casos (Gonzalez, 2007; Green, Kavanagh, & Young, 2003; Solowij, 1998). El principal efecto negativo reportado es sequedad en boca y ojos en 68.9% de los casos, seguidos de mareos (22%), alucinaciones (9.2%), bajo deseo sexual (5.2%), ansiedad (3.6%), paranoia (15%) y pensamientos depresivos (3.5%), (Green et al., 2003). Los síntomas subjetivos dependen de la expertiz y expectativas del consumidor, así como del nivel de intoxicación. Tart (2004) encontró que los síntomas de sueño, aumento de sociabilidad y aumento de apetito se correlacionan con niveles bajos de intoxicación. En contraste se hallaron correlaciones de alteraciones en percepción del tiempo, menor sociabilidad, paranoia y ansiedad con altos niveles de intoxicación. Por otra parte Aarons, 27 Brown, Stice, y Coe, (2001) describieron que los efectos de relajación, percepciones sensoriales aumentadas y fluidez de pensamiento son menores en personas con más de cinco años de consumo, mientras que síntomas negativos como dolores de cabeza, sequedad en la boca y alteraciones del ritmo cardiaco son más frecuentes en consumidores experimentados. 2.6.2 Efectos fisiológicos El aumento del ritmo cardiaco es el efecto fisiológico reportado con mayor frecuencia entre los consumidores de marihuana (Green et al., 2003) reportado en estudios de electrocardiograma como taquicardia sinusal. Hay disminución de la presión arterial con un efecto de rebote posterior a la eliminación del Δ9-THC. Existen casos reportados de infartos al miocardio relacionados con el consumo de marihuana, sin embargo en todos los casos existen patologías cardiacas previas al consumo, por lo que el consumo de esta sustancia no provoca en sí mismo fallas cardíacas, si no que agravaría condiciones preexistentes en las personas (Cappelli, Lazzeri, Gensini, & Valente, 2008). El consumo de marihuana provoca también una ligera broncodilatación, cuando el consumo es por vía fumada, este efecto queda enmascarado por la acción del humo de la combustión de la marihuana. En los ojos hay dilatación de los vasos conjuntivales y baja presión intraocular, provocando el característico efecto de ojos rojos. A nivel endócrino el Δ9-THC estimula la liberación de corticoesteroides y disminución de la hormona folículoestimulante, hormona luteinizante y prolactina, provocando desequilibrio en el ciclo menstrual. Existe también un ligero efecto antiinflamatorio provocado porla inhibición de la ciclo-oxigenasa. (Del Moral & Fernández, 2009). 28 2.6.3 Efectos cognitivos agudos En estado de intoxicación, las personas con consumo de marihuana suelen presentar alteraciones en diversas funciones cognitivas. Kelleher, Stough, Sergejew, y Rolfe (2004) encontraron aumento en el tiempo de reacción de personas intoxicadas así como disminución en el control motor durante tareas complejas. Debido a esto se ha relacionado con aumento en el riesgo de sufrir accidentes vehiculares (Asbridge, Hayden, & Cartwright, 2012; Kvalseth, 1977). En cuanto a tareas de atención, Pope, Gruber, Hudson, Huestis, y Yurgelun-Todd, (2001) no encontraron diferencias significativas en la puntuación de personas que consumían marihuana en tareas Stroop. Por su parte Curran, Brignell, Fletcher, Middleton, y Henry, (2002) utilizaron tareas de atención sostenida entre personas intoxicadas con marihuana y un grupo control sin encontrar diferencias significativas en el desempeño de ambos grupos, sin embargo, al utilizar tareas de cancelación de dígitos encontraron mayor proporción de errores en personas intoxicadas. Los autores argumentan que este aumento en el número de errores se debe a déficits en el control inhibitorio y no por daño en los procesos atencionales en sí mismos. Aunque la hipótesis de que la intoxicación por marihuana no afecta los procesos de atención sigue en discusión, es cierto que el desempeño en tareas de atención se puede ver afectado por otros procesos cognitivos como la memoria. (Torres & Fiestas, 2012) Si bien los consumidores de marihuana tienen déficits en codificar y evocar información presentada durante la intoxicación, son capaces de reconocer y evocar información si ésta fue presentada antes del consumo (Ferraro, 1980). Curran et al., (2002) compararon el desempeño en tareas de memoria de trabajo y memoria verbal de personas 29 intoxicadas con dosis altas (15 mg) y bajas (7.5mg) de Δ9-THC administrado por vía oral además de un tercer grupo al que se le administró un placebo. En tareas de razonamiento lógico y memoria de trabajo aumentaron los tiempos de reacción en los grupos intoxicados, pero la proporción de aciertos y errores fue el mismo en los tres grupos. Para las tareas de memoria explícita encontraron déficits en codificación de elementos verbales en los grupos. Los autores sugieren que el consumo de marihuana impide la adquisición y consolidación de nueva información hasta ocho horas después de haber consumido. Ranganathan y D’Souza, (2006) al hacer un análisis cualitativo el mismo tipo de tareas observaron que el efecto de primacía desaparecía a los tres ensayos en sujetos intoxicados, además en estos grupos aumentaron el número de intrusiones. Estos autores no encontraron diferencias en el desempeño en memoria de trabajo. En cuanto a las alteraciones en lenguaje, Curran et al. (2002) muestran que personas intoxicadas con altas dosis aumentaban su desempeño en tareas de fluidez verbal. Por otra parte Ferraro, (1980) señala que un problema al entrevistar y evaluar a personas bajo los efectos agudos de la marihuana es el habla fragmentada y sin sentido que presentan las personas entrevistadas, además de dificultad para poder seguir una conversación debido al olvido de la información que se trata en la sesión. El estudio del desempeño de personas consumidoras de marihuana en funciones ejecutivas bajo el efecto de marihuana se ha realizado con tareas de toma de decisiones (tarea de apuestas de Iowa), planeación (torre de Londres), y control inhibitorio (tareas go/no go). Ramaekers et al. (2006) administraron dosis controladas de marihuana a un grupo de consumidores y compararon el desempeño en tareas de inhibición y en la tarea de 30 apuestas de Iowa con un grupo control al que se le administraron cigarros placebo. El grupo consumidor cometió más errores en la tarea de inhibición. En un estudio posterior (Lane, Cherek, Tcheremissine, Lieving, & Pietras, 2005) se utilizaron dosis escaladas de marihuana de 0 a 3.58% demostrando aumento en la preferencia por decisiones arriesgadas sólo en el grupo con mayor dosis (3.58%), mientras que a dosis bajas no hubo diferencias con el grupo control. Hasta ahora se han abordado los efectos subjetivos, fisiológicos, y cognitivos de la intoxicación por consumo de marihuana. A continuación se hablará de los efectos crónicos del consumo, es decir, cuando las personas con dependencia a marihuana no están bajo los efectos de la sustancia. El estudio de estos efectos es crucial ya que indican daños a largo plazo en el sistema nervioso central, cuyas repercusiones pueden ser visibles en el desempeño cognitivo de las personas con dependencia a marihuana. 2.7 Efectos crónicos del uso de marihuana El estudio de los efectos crónicos del uso de marihuana es un tema de gran interés por parte de las instituciones de salud pública. Parte de este interés se debe al creciente uso de marihuana medicinal en pacientes de enfermedades crónicas como VIH, cáncer o neuropatías (Hardisson, Expósito, Rubio, & Pozuelo, 2002). El estudio de los efectos crónicos representa grandes retos metodológicos, ya que por razones éticas la única aproximación posible en humanos es el retrospectivo, lo cual implica muchas limitantes a la hora de hacer inferencias causales (Gonzalez, 2007). Las muestras utilizadas suelen ser muy heterogéneas entre los estudios, impidiendo así la generalización de los resultados. Las diferencias más sustanciales incluyen el tiempo de abstinencia de los participantes, la 31 frecuencia de consumo y presencia de condiciones co mórbidas (Grant, Gonzalez, Carey, Natarajan, & Wolfson, 2003; Verdejo, López, Orozco, & Pérez, 2004). Pope, Gruber, & Yurgelun-Todd, (1995) identificaron tres estados de abstinencia en el cual los participantes pueden ser evaluados: el primero es inmediatamente después de la abstinencia cuando los efectos negativos del síndrome de abstinencia aún están presentes, un segundo estado cuando los efectos de la abstinencia comienzan a decaer pero aún hay metabolitos de canabinoides en el cuerpo, es decir, una fase de efectos residuales. La tercera etapa es cuando ha pasado suficiente tiempo desde el último consumo para que todos los metabolitos hayan sido eliminados, lo cual pueden ser desde semanas o hasta meses, según el patrón de consumo. En este último caso se hablaría ya de efectos a largo plazo permanentes. Grant et al. (2003) realizaron una revisión de 13 artículos cuya metodología cumplía con criterios de homogeneidad. En un análisis cuantitativo hallaron que el 45% de los estudios reportaban bajo desempeño en atención y memoria de trabajo en personas con dependencia a marihuana en abstinencia, el 35% reportaron un rápido olvido de la información. De esto concluyen que la memoria es la habilidad más afectada a largo plazo por el uso de marihuana. En un estudio extenso (Pope et al., 2001, 1995) se evaluaron durante 28 días a un grupo control sin consumo de sustancias y a personas consumidoras de marihuana de alto consumo (lo equivalente a más de 10 años continuos de consumo) divididos en dos grupos, el primero con abstinencia de 24 horas al momento de iniciar el estudio y el segundo con abstinencia mayor a tres meses. Se utilizaron tareas de memoria y lenguaje de la batería 32 WAIS, prueba Stroop, tarea de cartas de Wisconsin, tareas de memoria visoespacial y el test de matrices de Raven. El desempeño del grupo con abstinencia de 24 horas en tareas de atención, memoria de trabajo y memoria visoespacial fue menor que los otros dos grupos. Su desempeño fue mejorando conforme aumentaban los días de abstinencia. En contraste no hubo diferencias significativas en el desempeño de las personas con alto consumo en abstinencia comparados con el grupo control. Los autores concluyenque los déficits reportados en memoria y atención son de carácter reversible. En contraste, Gonzalez, (2007) argumenta que las personas consumidoras de marihuana en abstinencia presentan déficits pequeños en magnitud en tareas neuropsicológicas sobre todo en memoria y funciones ejecutivas. Los daños a largo plazo son más evidentes en personas de alto consumo ya que suelen presentar puntuaciones inferiores a consumidores ocasionales en tareas de toma de decisiones (como la tarea de cartas de Iowa) y de control inhibitorio (como las tareas Stroop). A pesar de que el desempeño de las personas consumidoras de marihuana en pruebas neuropsicológicas y psicométricas mejore con el tiempo de abstinencia, hay evidencia que apoya la idea de cambios funcionales en las redes neuronales relacionadas con el desempeño cognitivo. En estudios de electroencefalografía cuantitativa se han encontrado aumento en la frecuencia de ondas theta en lóbulo temporal y ondas delta en lóbulo frontal en consumidores regulares de marihuana. Además se ha encontrado disminución en la frecuencia de ondas alfa en derivaciones frontales y temporales en personas con una historia de consumo de 8 años o más. Estos patrones de actividad electroencefalográfica se han relacionado con efectos de adormecimiento y somnolencia en los consumidores regulares (Castelblanco, Peña, Mosquera, & Moreno, 2016). 33 En estudios de potenciales relacionados a eventos con tareas de atención, las personas con consumo regular de marihuana han mostrado mayores tiempos de reacción que personas sin consumo. En consumidores con abstinencia disminuye la amplitud de ondas N160 ante estimulación óptica mientras que las ondas P300 y N300 son más cortas y de menor amplitud ante tareas de atención auditiva. Además, en las personas con alto consumo las ondas P300 aumentan su latencia y las ondas N100 aumentan su frecuencia ante estímulos no relevantes para la tarea (Kempel, Lampe, Parnefjord, Hennig, & Kunert, 2003). Las diferencias en los elementos electroencefalográficos coinciden con el bajo desempeño de las personas consumidoras de marihuana en tareas de atención , lo cual sugiere incapacidad para filtrar adecuadamente la información y para dirigir adecuadamente los recursos atencionales (Solowij, 2002; Volkow et al., 2016). |Se ha propuesto que los elementos electroencefalográficos pueden servir como biomarcadores. En un estudio longitudinal se evaluaron a niños de 9 años con potenciales evocados y relacionados a eventos. Los niños con menor amplitud en la onda P300 tuvieron tres veces más probabilidad de desarrollar dependencia a sustancias en su vida adulta (Hill et al., 2009). En estudios de neuroimagen no se han hallado diferencias estructurales significativas en estructuras corticales ni subcorticales (Medina et al., 2009), a excepción del hipocampo y giro parahipocampal, en donde se ha reportado menor volumen de materia gris (Quickfall & Crockford, 2006). Dichos hallazgos concuerdan con la evidencia del efecto neurotóxico de canabinoides sobre células hipocampales (Lawston, Borella, Robinson, & Whitaker-Azmitia, 2000; Yücel et al., 2016). 34 Diversos grupos de investigación han reportado con técnicas de neuroimagen funcional que hay bajo flujo sanguíneo cerebral e hipometabolismo cerebral en personas con más de tres años de consumo. Se sugiere que este hipometabolismo general cerebral correlaciona con el tiempo de consumo (Lundqvist, 2005; Yanes et al., 2018). En estudios con personas consumidoras en abstinencia se ha reportado que el metabolismo regresa a su línea base así como recuperación del volumen cerebral en áreas involucradas con el circuito de recompensa después de nueve meses de abstinencia. (Korponay, Kosson, Decety, Kiehl, & Koenigs, 2017) En cuanto a los paradigmas de tareas de memoria con estudios de neuroimagen, Block et al., (2002) utilizaron la técnica PET con una tarea de memoria verbal, reportan menor activación de la corteza prefrontal dorsolateral e hipocampo izquierdo en el grupo consumidor; además las personas consumidoras de marihuana necesitaron mayor número de ensayos para codificar la información. Posteriormente Jager et al., (2007) usaron resonancia magnética funcional con una tarea de memoria asociativa, con la cual encontraron menor activación de corteza cingulada anterior, corteza prefrontal dorsolateral, giro occipital medial, giro fusiforme y regiones parahipocampales. Sin embargo, no encontraron diferencias entre el desempeño de las personas que consumían marihuana y los participantes controles. En estudios sobre memoria de trabajo verbal se ha reportado que las personas consumidoras de marihuana presentan dificultad para discriminar entre estímulos novedosos y estímulos que ya se habían presentado anteriormente en la misma tarea. Estas diferencias se atribuyen a procesos de automonitoreo dependientes de la corteza prefrontal dorsolateral (Riba, Valle, Sampedro, & Kulisevsky, 2015). En apoyo a esta idea, en un estudio con tarea de memoria de trabajo espacial los datos de resonancia magnética 35 funcional mostraron diferencias entre un grupo de consumidores y un grupo control en la actividad de corteza prefrontal lateral (Kanayama, Rogowska, Pope, Gruber, & Yurgelun- Todd, 2004). En el estudio de Eldreth, Matochik, Cadet, & Bolla, (2004) se utilizó la resonancia magnética funcional durante la prueba stroop. Las personas con consumo de marihuana presentaron hipoactividad en corteza prefrontal dorsolateral, ventromedial y corteza del cíngulo anterior, mientras que otras áreas como el área motora suplementaria derecha, lóbulo occipital izquierdo y el hipocampo presentaron aumento en su actividad. De estos datos surge la hipótesis del reclutamiento de redes neuronales alternativas para la resolución de la tarea Stroop. También se ha encontrado dificultad para inhibir respuestas automatizadas en tareas Go/No go en adolescentes consumidores de marihuana (Behan et al., 2013). Los autores de este estudio proponen que las deficiencias están ligadas a un atraso en la maduración cerebral debido al consumo de marihuana. Otras investigaciones centradas en toma de decisiones usando la tarea de cartas de Iowa concluyen que las personas con dependencia presentan déficits hasta 25 días después de su último consumo. Estas personas presentan una tendencia a escoger las recompensas a corto plazo a pesar de las consecuencias negativas a largo plazo, el cual es un patrón característico de la conducta de consumo. Además se encontró que no hubo efecto de aprendizaje a lo largo de los ensayos (Bolla, Eldreth, Matochik, & Cadet, 2005; Verdejo et al., 2006). Debido a que los déficits en la tarea no correlacionan con la frecuencia de consumo, los autores concluyen que los daños en habilidades de toma de decisiones aparecen hasta que la frecuencia de consumo alcanzó cierto umbral. En el estudio de Bolla et al., (2005) las imágenes PET mostraron que las personas con alto consumo de marihuana 36 presentaban baja activación de la corteza orbitofrontal derecha, corteza prefrontal dorsolateral derecha y aumento de la actividad en lóbulo parietal izquierdo, giro parahipocampal izquierdo, cerebelo y corteza del cíngulo posterior. Los autores no atribuyen esta diferencia de activación a mecanismos compensatorios ya que el desempeño del grupo consumidor no es mejor al grupo control. La hipótesis de redes neuronales compensatorias en personas con dependencia a marihuana aún está en duda (Jager et al., 2007); en muchos estudios falta considerar la edad de inicio de consumo puesto que es un factor que influye en la plasticidad cerebral. En un estudio con jóvenes universitarios mexicanos se encontraron déficits en tareas relacionadas con memoria de trabajo y funciones ejecutivas (Ostrosky et al., 2012). Los participantes con consumo de marihuanapresentaron dificultades al completar tareas dependientes de la corteza prefrontal dorsolateral como clasificación de cartas y memoria verbal espontánea. Los puntajes de los grupos con abuso y dependencia fueron menores que un grupo control sin consumo de marihuana para tareas de fluidez verbal, formación de categorías semánticas, funciones motoras y tareas stop. Además de las diferencias en los puntajes totales de las pruebas, los consumidores de marihuana presentaron más errores de tipo perseverativo y mayor tiempo de ejecución para tereas de abstracción semántica. Además de las pruebas neuropsicológicas mencionadas, se utilizó tomografía por emisión de positrones (PET) con al cual se detectaron diferencias metabólicas cerebrales entre los consumidores con nivel de dependencia y el grupo control. Los consumidores de marihuana mostraron menor actividad en el lóbulo parietal inferior, giro poscentral, así como en lóbulo parietal derecho (Montiel, Velez, Jimenez, Ostrosky, & Medina, 2012). 37 2.8 Modelos de intervención para el consumo de marihuana En México el consejo nacional contra las adicciones (CONADIC) establece como intervención en adicciones como “el conjunto de estrategias, programas y acciones encaminadas a conseguir la abstinencia o en su caso reducir el consumo de sustancias psicoactivas. Reduce los riesgos y daños que implican el uso y abuso de sustancias e impide la evolución del proceso adictivo” (Martínez, Garza, Cabrera, Torres, & Velázquez, 2008b) Existe una gran diversidad de modelos de intervención. Se dividen en dos grandes grupos: los residenciales, en el cual las personas con dependencia a sustancias psicoactivas son hospitalizadas y reciben tratamiento de desintoxicación y farmacológico, y los ambulatorios, los cuales son intervenciones a corto plazo en el que la persona que solicita el servicio no pasa más de 24 horas en el centro de tratamiento. Los modelos de tratamiento ambulatorio incluyen los grupos de auto ayuda, sesiones de psicoanálisis, modelo psiquiátrico- farmacológico y el modelo con enfoque cognitivo-conductual (National Institute on Drug Abuse, 2012). Actualmente la OMS recomienda el uso de intervenciones breves por su utilidad en la identificación temprana de proceso adictivo. Por su parte el CONADIC recomienda el uso del enfoque cognitivo conductual y de la entrevista motivacional para el tratamiento de adolescentes debido a la evidencia de su eficacia en la población mexicana (Martínez, Garza, Cabrera, Torres, & Velázquez, 2008). El tratamiento cognitivo-conductual tiene como base el proceso de aprendizaje y la generación de estrategias para regular el consumo. La entrevista motivacional es una técnica en la cual se busca incrementar en el usuario su disposición al cambio y motivar el cambio de conducta a través de compromisos personales. La entrevista motivacional busca 38 crear discrepancias o ambivalencias en el usuario a partir de evaluar pros y contras del consumo. Una vez que en el usuario se ha logrado la disposición al cambio, se hace uso de esa motivación para identificar situaciones y precipitadores de la conducta de consumo y generar estrategias para superar los obstáculos de la abstinencia. A lo largo de la intervención se busca establecer y alcanzar metas realistas, y la generalización de estrategias a contextos fuera del centro de intervención para desarrollar autoeficiencia en el usuario (Martínez et al., 2008). En el caso de la intervención breve para personas con dependencia a marihuana se contempla una sesión de admisión y evaluación, en la que se busca conocer datos relevantes del consumo de marihuana como la edad de inicio del consumo, frecuencia y contexto del consumo. En esta sesión también se aplican los instrumentos Beck para conocer niveles de depresión y ansiedad, y sub escalas cognitivas como símbolos y dígitos o repetición de dígitos para detectar daños cognitivos severos en las áreas de atención, memoria y motricidad. En caso de que los niveles de ansiedad y depresión sean severos o bien se detecte daño cognitivo severo es necesario canalizar al usuario a otro programa de intervención ya que con estas características no es candidato para una intervención breve (Mendina, Chávez, Cervantes, & Romero, 2012). En la intervención es importante conocer la etapa de cambio en la que se encuentra el usuario ya que de eso depende la intención para modificar una conducta adictiva. Las etapas de cambio se dividen en cinco. En la precontemplación el consumo no es visto como un problema y hay poca disposición al cambio. La contemplación es la etapa en donde el usuario se hace consciente su conducta de consumo como un problema aunque no lleva a cabo ninguna acción a corto plazo para cambiar su conducta. La tercera etapa es la de 39 preparación a la acción en donde el usuario se plantea un cambio en el corto o mediano plazo. En la etapa de acción el usuario realiza activamente conductas de modificación del consumo. Una vez en abstinencia el usuario entra a la fase de mantenimiento, en la cual se suelen presentar las recaídas. El ciclo de cambio no es un proceso lineal, las personas con dependencia suelen tener retrocesos y pueden ir y venir entre las diferentes etapas del cambio (Prochaska, Di Clemente, & Norcross, 1993). En el proceso terapéutico es importante conocer la etapa de cambio para brindar estrategias adecuadas que promuevan el cambio de conductas. Se considera que un consumidor ha finalizado con el problema cuando logra seis meses de abstinencia, aunque esta postura aún es debatida ya que en ocasiones las recaídas pueden suceder después de muchos años de abstinencia, haciendo difícil delimitar el momento en el que finaliza un proceso de cambio en la conducta adictiva (Balcells, Torres, & Yahne, 2015). El modelo de intervención breve hace uso de la motivación del usuario y su capacidad para generar planes de acción encaminados a la abstinencia, inhibición de la conducta, automonitoreo y uso de habilidades sociales. Es necesario corroborar que estos procesos no están afectados de manera severa, por lo que es necesaria la evaluación a partir de tareas neuropsicológicas antes de que el terapeuta tome la decisión del plan de tratamiento a seguir. 40 Capítulo 3. Cognición Social y Evaluación Neuropsicológica 3.1 Modelos de Cognición Social Cognición social es un constructo propuesto por Ralph Adolphs en 1999, comprende el ensamble de procesos altamente especializados en la interacción con miembros de nuestra misma especie, por medio de los cuales se pueden percibir, reconocer y evaluar eventos sociales, construir una representación del ambiente de interacción y generar conductas sociales adecuadas a cada contexto (Adolphs, 2003; Ustárroz, 2012). Los procesos involucrados en la cognición social son en su mayoría aprendidos y vulnerables a las condiciones innatas del individuo. Por lo tanto el desarrollo de habilidades sociales intactas hacia la edad adulta depende de la integridad de diferentes circuitos neuronales interactuando entre sí. (Beauchamp & Anderson, 2010). Según el enfoque evolutivo, la cognición social permite la formación de grupos sociales en una especie, lo cual en ciertos ambientes representa una ventaja adaptativa ya que permite la supervivencia de un mayor número de individuos. Las habilidades de cognición social influyen en el desarrollo de mecanismos conductuales de cooperación entre los individuos como el altruismo, conductas prosociales, coerción y manipulación de los conspecíficos. A la vez que una especie obtiene ventajas adaptativas, la vida en grupos sociales genera demandas cognitivas más altas como mantener buenas relaciones con otros miembros del grupo, memorizar eventos de cooperación de cada individuo y tomar decisiones para interacciones futuras. En apoyo a esta teoría se ha encontrado
Compartir