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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO TALLER DE AUTORREGULACIÓN EMOCIONAL PARA PREVENIR CONDUCTAS AGRESIVAS, DIRIGIDO A NIÑAS Y NIÑOS DE 9 A 12 AÑOS INSTITUCIONALIZADOS. T E S I N A PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADA EN PSICOLOGÍA PRESENTA: SANDRA ARREOLA REYES DIRECTORA DE LA TESINA: MTRA. GABRIELA ROMERO GARCÍA JURADO: MTRA. CECILIA MONTES MEDINA. DRA. ANA MARÍA BAÑUELOS MARQUEZ. LIC. MIGUEL ÁNGEL LUNA IZQUIERDO. DR. CARLOS AUGUSTO ALBURQUERQUE PEÓN. CIUDAD UNIVERSITARIA, CD. MX. MARZO, 2017 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. ÍNDICE RESUMEN ....................................................................................................................................................3 ABSTRACT ..................................................................................................................................................4 INTRODUCCIÓN ........................................................................................................................................5 CAPÍTULO 1 DESARROLLO NORMAL DEL NIÑO EN EDADES DE 9 A 12 ......................................8 1.1 Desarrollo físico en los niños de edades entre los 9 a 12 años ..........................................................10 1.2 Desarrollo cognitivo en niños de edades entre los 9 a 12 años .........................................................12 1.3 Desarrollo socio-afectivo en los niños de edades entre los 9 a 12 años ............................................15 1.4 Desarrollo de niños institucionalizados de edades entre los 9 a 12 años...........................................17 CAPITULO 2 CONDUCTA AGRESIVA ..................................................................................................22 2.1 Definición y teorías de la conducta agresiva en niños de edades entre los 9 a 12 años ....................22 2.2 Incidencia y prevalencia de la conducta agresiva ..............................................................................25 2.3 Factores asociados a la conducta agresiva .........................................................................................26 2.4 Evaluación y test de medición para conducta agresiva .....................................................................30 2.5 Prevención, tratamiento y manejo de la conducta agresiva en niños de edades entre los 9 a 12 años .................................................................................................................................................................33 CAPÍTULO 3 AUTORREGULACIÓN DE EMOCIONES .......................................................................48 3.1 Definición de emociones ...................................................................................................................50 3.2 Clasificación de emociones ...............................................................................................................51 3.3 Función de las emociones ..................................................................................................................54 3.4 Aspecto biológico y cognitivo de las emociones ..............................................................................56 3.5 Aspecto psicológico de las emociones ..............................................................................................59 3.6 Aspecto social y cultural de las emociones .......................................................................................61 3.7 Regulación emocional durante la niñez media ..................................................................................63 3.8 Instrumentos de medición para autorregulación emocional ..............................................................65 3.9 Tratamiento de la conducta agresiva en niños a través de la autorregulación de emociones ............68 CAPITULO 4 PROPUESTA DE TALLER ................................................................................................78 4.1 Justificación .......................................................................................................................................78 4.2 Propuesta ...........................................................................................................................................80 4.3 Carta descriptiva ................................................................................................................................85 4.4 Alcances y Limitaciones ...................................................................................................................96 CONCLUSIONES ......................................................................................................................................99 REFERENCIAS ........................................................................................................................................105 ANEXOS ...................................................................................................................................................0 2 3 RESUMEN En la presente tesina se realizó una investigación documental sobre el desarrollo físico, cognitivo y socio-afectivo de los niños institucionalizados, así como de la conducta agresiva y la autorregulación emocional. La literatura sobre este tema señala deficiencias en el desarrollo de los menores tras la separación del núcleo familiar, lo cual repercute también en la autorregulación emocional, disminuyendo sus relaciones interpersonales y adaptación adecuada en los contextos sociales que se desenvuelven los menores y las menores. Parte integral de esta investigación documental consistió en desarrollar la propuesta de un taller, que tiene como punto central la autorregulación emocional, con la finalidad de prevenir conductas agresivas en niños institucionalizados que se encuentren en la tercera infancia (9 a 12 años). Se espera que este taller apoye a los niños en el desarrollo de habilidades para la expresión emocional, especialmente del enojo, para así disminuir las respuestas agresivas como forma de solución a situaciones de conflicto. La selección del tema y propuesta del taller atiende la importancia y necesidad de brindar herramientas de adaptación que protejan al menor y la menor evitando la emisión de la conducta agresiva, ya que es uno de los problemas conductuales más comunes en la niñez. La conducta agresiva dificulta la adaptación social y emocional pues constituye un déficit de habilidades socio-afectivas, que puede persistir en la edad adulta, creando dificultades en sus relaciones interpersonales y para la solución de problemas sin agresión. Las competencias contenidas en este documento corresponden al ámbito de la psicología clínica, ya que se requiere del conocimiento de aplicación e interpretación de instrumentos psicológicos, así como el uso de técnicas cognitivo conductuales de intervención y manejo de grupo. Por lo tanto, el taller propuesto sugiere que el facilitador sea un psicólogo y esté acompañado de un co- facilitador. PALABRASCLAVE: Autorregulación emocional, Conducta Agresiva y Niños institucionalizados. 4 ABSTRACT The present thesis consists of a documentary research on the physical, cognitive and socio- emotional development of institutionalized children as well as on the aggressive behavior, the handling and the self-regulation of emotions. The literature on this theme proves deficiencies in the development of the minors after the separation of the core family, which also affects in the self-regulation, decreasing their interpersonal skills and adequate adaptation to social contexts. Given this situation, an important part of this document consists in the development of a workshop that focus on emotional self-regulation, with the objective of preventing aggressive behaviors in institutionalized children in the third childhood (9 to 12 years). It is expected that the proposed workshop can help the children in the development of skills to express emotions, especially anger, expecting a decrease in the aggressive answer as way of solution to conflict situations. The selection of the theme and the workshop proposal attends the importance and necessity of providing tools for adaptation to protect the child, avoiding the emission of aggressive conduct, since this is one of the most common childhood behavioral problems. Aggressive behavior hinders social and emotional adaptation since it´s a deficit of socio- emotional skills, which may persist in to adulthood, creating difficulties at their interpersonal skills and solution to conflict situations. The skills contained in this document represent the field of clinical psychology, as it requires knowledge in application and interpretation of psychological instruments and the application of cognitive behavioral intervention techniques and group management. Therefore, in the proposed workshop it is suggested that the facilitator should be a psychologist accompanied by a co- therapist. KEYWORDS: Emotional Self-Regulation, Aggressive behavior and Institutionalized children. 5 INTRODUCCIÓN En este trabajo se documenta el desarrollo físico, cognitivo y socio-afectivo infantil, en la etapa del desarrollo humano entre los 9 y 12 años, haciendo énfasis específicamente en los niños institucionalizados, pues estos han sido separados del contexto familiar nuclear por diversas agresiones y violencias emitidas a los y las menores por los padres y adultos. Diversos autores que se consultaron para este documento señalan que los y las menores que han permanecido en ambientes institucionales presentan retrasos o deficiencias en el desarrollo general, como: problemas médicos, dificultades para relacionarse, así como la manifestación de conductas agresivas o pasivas, déficits en la autorregulación emocional, déficits cognitivos y en competencia social, entre otros. Los y las menores que viven o vivieron en ambientes institucionales, comúnmente sufrieron maltrato infantil dentro de sus contextos familiares. El maltrato infantil comúnmente se debe a la legitimación social del castigo físico y del maltrato emocional como parte de las estrategias aceptables de crianza infantil, lo cual genera dificultades en la detección de éstos casos, ya sea en instituciones de salud, familia y/o de educación, a pesar de que desde hace tiempo en México existen instituciones encargadas de velar por la seguridad y el bienestar de los niños y las niñas. Esta normalidad de violencia por castigo físico y maltrato emocional, ha debilitado el estudio equivalente para dimensionar la violencia contra los niños, niñas y adolescentes, así como la emisión de las respuestas agresivas aprendidas como forma de solución a problemas (Informe Nacional Sobre Violencia y Salud, 2006). En casos de agresión y violencia extrema, comúnmente son los vecinos o familiares los que tienden a denunciar o dar a conocer estos casos. En México durante el 2014 se denunciaron casi 50 mil casos de maltrato a menores de edad, según las Procuradurías de la Defensa del Menor y la Familia de los Sistemas Estatales del DIF (Juárez, 2015). Asimismo, se reporta que en México los problemas más frecuentes en niños entre los 6 y 12 años de edad han sido la conducta negativista desafiante, la desobediencia, la conducta agresiva y la hiperactividad (Medina-Mora et al., 2003). Esta información exhibe la necesidad de prevención oportuna en la manifestación de conductas agresivas durante la infancia, que pueden llegar a exacerbarse con el paso del tiempo. Se han documentado diversas intervenciones para el tratamiento de la conducta agresiva en la infancia, principalmente enfocadas a los padres, maestros y a los niños; sin embargo, en el caso de los niños institucionalizados debido a su situación, resulta indispensable centrar la atención 6 únicamente en los menores, dado que presentan deficiencias importantes en la adquisición de habilidades sociales básicas y por ende dificultades para la solución de problemas sin agresión y la adecuada interacción con sus padres y adultos. Parte del planteamiento de que la conducta agresiva no es un trastorno, sino un déficit de habilidades socio-afectivas, la presente tesina consistió en realizar una investigación documental sobre el desarrollo normal de los niños, así como el desarrollo de niños institucionalizados, para conocer la norma de manifestaciones agresivas y la conducta agresiva como respuesta a experiencias. Otro tema es la autorregulación emocional donde se busca encontrar información para así fundamentar la propuesta de un taller de autorregulación emocional para prevenir conducta agresiva en niños institucionalizados, la cual se encuentra en este documento. Se propone la intervención psicoterapéutica a través de un taller que ayude a niños y niñas a desarrollar y potencializar habilidades de autorregulación emocional, previniendo la conducta agresiva, dotándolos de las destrezas sociales que permitan una adecuada adaptación, la población a la que va dirigida es a niños y niñas que se encuentran en el periodo de desarrollo de la tercera infancia (9 a 12 años). En el capítulo 1 se aborda el tema del desarrollo físico, cognitivo y socio-afectivo en una población infantil no institucionalizada, así como en niños institucionalizados que se encuentran en las edades de 9 a 12 años. En este capítulo se menciona que el estudio del desarrollo infantil es una interdisciplina, ya que obtiene la colaboración de un amplio rango de disciplinas durante la investigación. Existen factores de riesgo, los cuales afectan los resultados que alcanza un niño en el desarrollo, creando condiciones que aumentan la probabilidad de un resultado negativo dentro de cualquier dominio importante para el ser humano (Kim-Cohen, Moffitt, Caspi y Taylor, 2004), dentro del documento se encuentra que los niños institucionalizados pueden mostrar problemas de atención y pensamiento, distinguiendo así un decremento de habilidades de competencia escolar, así como en el desarrollo físico y socio-afectivo (Bennett, Espie, Duncan & Minnis, 2009; Eisenberg & Belfer, 2009). En casos de niños institucionalizados por maltrato o abuso severo, comúnmente se perciben debilidades en el desarrollo psico-emocional y de adaptación, por ende tienen dificultades para crear relaciones interpersonales adecuadas siendo mayor la probabilidad de emitir conductas agresivas. 7 Complementando al capítulo anterior, en el Capítulo 2 se realiza una investigación acerca de la conducta agresiva donde se dan a conocer las definiciones y las teorías que motivan a la conducta agresiva, así como la tasa de incidencia y prevalencia de esta conducta en México, también se indican los factores asociados a la conducta agresiva, la evaluación y test de medición para dicha conducta, así como herramientas de prevención, tratamiento y manejo de la conductaagresiva en niños de 9 a 12 años. De esta manera se obtiene información de que la conducta agresiva es un rasgo normal en la infancia, la cual declina en el desarrollo del y la menor, no obstante, se observan dificultades cuando la conducta es persistente y el menor es incapaz de dominarlas, llevándolo a enfrentarse a continuos conflictos con figuras de autoridad, figuras filiales, maestros, tutores, incluso dentro del grupo de pares; generando sentimientos de frustración, ante una baja autorregulación emocional, que pueden forjar conductas agresivas (Mosquera y Palencia, 2009). Es así como el capítulo 3 aborda el tema de la autorregulación emocional, donde se dan a conocer las definiciones, la clasificación y la función de emociones, así como el aspecto biológico, cognitivo, psicológico, social y cultural de las mismas, también se plantea el tema de la regulación emocional durante la niñez media, los instrumentos de medición de autorregulación emocional y los tratamientos de conducta agresiva a través de la autorregulación emocional en niños, de esta manera se muestra que las intervenciones basadas en autorregulación emocional han demostrado efectividad y utilidad en la prevención y el tratamiento de diversas problemáticas conductuales en la infancia. Esta investigación se enfoca en estrategias de la Terapia Cognitivo Conductual, la cual utiliza hipótesis de trabajo, basándose en los patrones de pensamiento distorsionados o conceptualmente erróneos, denominados distorsiones cognitivas, ejerciendo un efecto adverso sobre las diferentes emociones, conductas y modos de funcionamiento conductuales. Por lo tanto, la reestructuración cognitiva por medio de intervenciones psico-educativas, modificaciones emocionales, conceptuales y la puesta en práctica de nuevas modalidades conductuales, colaborarán en el mejoramiento del abanico de respuestas que el menor y la menor tiene para resolver una problemática (“Psicoterapia Conductual en niños: Estrategia terapéutica de primer orden”, 2012 p.31). De ésta manera si un niño que aprende a no agredir cuando está enojado o frustrado, estará en vías de desarrollar la capacidad global para “autorregular sus emociones” y emitir comportamientos asertivos, en lugar de la respuesta agresiva (Escobar, 2014). 8 CAPÍTULO 1 DESARROLLO NORMAL DEL NIÑO EN EDADES DE 9 A 12 El campo del desarrollo infantil se enfoca en el estudio científico de los procesos de cambio y estabilidad en los niños, buscando la manera en que los niños cambian desde la concepción hasta la adolescencia. Los científicos del desarrollo estudian dos tipos de cambio; el cambio cuantitativo está relacionado con el número o la cantidad, como la estatura, el peso, amplitud de vocabulario o la frecuencia de comunicación. También encontramos el tipo cualitativo, que está relacionado con el tipo, estructura u organización, este se identifica por el surgimiento de nuevos fenómenos que no se pueden anticipar con facilidad, con base en el funcionamiento previo. Por ejemplo, el desarrollo de la personalidad y el comportamiento. El estudio del desarrollo infantil es una interdisciplina, ya que obtiene la colaboración de un amplio rango de disciplinas, incluyendo la psicología, psiquiatría, sociología, antropología, biología, genética (aportando con características hereditarias), ciencia de la familia (aportando el estudio interdisciplinario de las relaciones familiares), educación, historia y medicina, corroborando que los estímulos directos de crianza, educación, salud y políticas sociales, percibidos por el ser humano durante su infancia, serán introyectos para interactuar, adaptarse y sobrevivir al contexto en el que se desenvuelve, ya que los humanos somos un ente bio-psico- social. Lo que hizo que los científicos distinguieran mediciones conductuales, para delimitar o dar a conocer cierto modo de desarrollo normal del hombre, fue el uso de herramientas como los diarios donde describían el desarrollo percibido en menores que comúnmente eran hijos, nietos o sobrinos, también se utilizaron cuestionarios y entrevistas a los principales cuidadores. Sin embargo, se apoya de observaciones naturales o de laboratorio. Tras estas investigaciones se delimitaron tres dominios del desarrollo humano: el físico, cognitivo y socio-afectivo. El desarrollo físico se refiere al crecimiento del cuerpo y del cerebro, sin embargo, éste es influido por la genética del individuo. El crecimiento incluye patrones de cambio en capacidades sensoriales, habilidades motoras y salud. El desarrollo cognitivo, es un patrón de cambio en las capacidades mentales como el aprendizaje, atención, memoria, lenguaje, pensamiento, razonamiento y creatividad. El desarrollo socio-afectivo, es un patrón de cambio en emociones, personalidad y relaciones sociales. Papalia, Wendkos y Duskin (2009) mencionan que los periodos del desarrollo no son un decreto, ya que el proceso es diferente para cada ser humano, pues no existe un momento único y 9 definible en el que un niño se convierta en adolescente y éste en adulto. Así pues, el concepto de “períodos del desarrollo” es arbitrario y se adoptó con propósito de un discurso social, a lo que se le denomina constructo social, que es una idea aceptada por los miembros de una sociedad (p. 10). Se observan influencias interpersonales e intrapersonales importantes sobre el desarrollo del ser humano. Entre las influencias interpersonales se observa la inteligencia, el temperamento, la personalidad y las reacciones emocionales; en cambio, lo intrapersonal se refiere a los contextos en los que se desenvuelve el menor y la menor como familia, comunidades y sociedades en las que habitan, así como tipos de escuela en las que asisten y en sus pasatiempos. Los periodos de desarrollo en el ser humano están divididos de la siguiente manera: Figura 1. Periodos de desarrollo del ser humano durante su infancia. Dentro de los periodos del desarrollo se observan tres ámbitos importantes que son: el desarrollo físico, cognitivo y psicosocial. A continuación, se describe lo que cada uno incluye: Periodo prenatal (De la concepcion al nacimiento) Lactancia y primera infancia (Nacimiento a 3 años) Segunda infancia (3 a 6 años) Tercera infancia (6 a 11 años) Adolescencia (11 a 20 años, aproximadamente) 10 Ámbitos del desarrollo humano Desarrollo físico Incluye el crecimento y los cambios físicos que ocurren en el cuerpo de una persona, así como los factores genéticos, nutricionales y de salud que influyen en el crecimiento. Desarrollo cognitivo Incluye todos los procesos mentales que una persona utiliza para llegar al conocimiento que le brindará las herramientas de desenvolveimiento en su entorno, utilizando la percepción, imaginación, discernimiento, memoria y lenguaje. Desarrollo psicosocial Comprende el desarrollo de las emociones, temperamento, las habilidades sociales, la familia, los amigos, la comunidad y la cultura, involucrandose las normas y reglas a ejercer dentro de una sociedad, especificando los roles sociales que se deben llevar a cabo. Figura 2. Ámbitos del desarrollo humano y lo que involucra (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009, pg. 12). La composición de una comunidad afecta los resultados que alcanza un niño en su desarrollo, ya que se pueden crear factores de riesgo, los cuales crean condiciones que aumentan la probabilidad de un resultado negativo en el desarrollo, dentro de cualquier dominio importante para el ser humano. No obstante, también pude ocurrir que por características de resiliencia en los menores los factores de riesgo se reduzcan (Kim-Cohen, Moffitt, Caspi y Taylor, 2004). 1.1 Desarrollo físico en los niños de edades entre los 9 a 12 años Papalia, Wendkos y Duskin (2009) mencionan que los niños de 9 a 12 años pierden sus dientes de leche y comienzana aparecer los dientes definitivos. Algunas niñas comienzan a desarrollar las características sexuales secundarias entre los 9 y 10 años, aun cuando no están en la adolescencia. Por otro lado, los niños de esta edad se vuelven más fuertes y rápidos, hay un continuo perfeccionamiento de su coordinación: muestran placer en ejercitar su cuerpo, en 11 probar y aprender nuevas destrezas. Su motricidad, fina y gruesa, en esta edad muestra todas las habilidades posibles, si bien algunas de ellas sean ejercitadas con torpeza. En esta etapa la nutrición adecuada y el sueño son esenciales para el crecimiento normal y la salud. En diferentes investigaciones, se detecta que la tercera infancia que abarca las edades de 9 a los 12 años, es un periodo relativamente saludable, ya que la mayoría de los niños son vacunados contra las principales enfermedades, disminuyendo así la tasa de mortalidad en éste ciclo vital. Amso y Casey (como se citó en Papalia, Wendkos y Duskin, 2009) refieren que la maduración y el aprendizaje durante y después de la niñez media dependen de la sintonización fina de las conexiones cerebrales, junto con la selección más eficiente de las regiones del cerebro apropiadas para tareas particulares, siendo el conjunto de éstas quienes incrementan la velocidad y eficiencia de los procesos cerebrales y mejoran la capacidad para descartar la información irrelevante. Lenroot y Giedd (como se citó en Papalia, Wendkos y Duskin, 2009), los investigadores para determinar la evolución y cambios en el cerebro a lo largo del tiempo y sus variaciones en los niños, se apoyan en imágenes por resonancia magnética, detectando pérdidas en la densidad de la materia gris en ciertas regiones de la corteza cerebral, reflejando la eliminación de dendritas neuronales no utilizadas. En los lóbulos parietales que manejan la comprensión espacial, la materia gris alcanza su volumen máximo en promedio, alrededor de los 10 años en las niñas y en los niños a los 11 años y medio. El lóbulo frontal es aquel que maneja funciones de orden superior como el pensamiento. Alcanza su máximo desarrollo a los 11 años en niñas y a los 12 en niños. Los lóbulos temporales se encargan del desarrollo del lenguaje regularmente alcanzan su máximo desarrollo a los 16 años en adolescentes de ambos sexos. Debajo de la corteza, el volumen de la materia gris en el caudado (parte de los ganglios basales, los cuales participan en el control de movimiento y el tono muscular, aportando en la mediación de funciones cognitivas superiores, así como atención y estados emocionales), alcanza su punto más alto a los siete años y medio en las niñas y a los diez en los niños. Ésta pérdida de densidad de la materia gris es equilibrada por un incremento constante de la materia blanca, que son los axones o fibras nerviosas que transmiten información entre neuronas a regiones distantes del cerebro. Esas conexiones, más gruesas y mielinizadas, empiezan en los lóbulos frontales y avanzan hacia la parte posterior del cerebro. Entre los seis y los trece años 12 tiene lugar un sorprendente crecimiento de las conexiones entre los lóbulos temporal y parietal. (Kuhn, 2006). Los investigadores han observado un engrosamiento de la corteza cerebral de regiones en los lóbulos temporal y frontal entre los cinco y once años. Este cambio se correlaciona con un mejor desempeño en el vocabulario (Toga, Thompson y Sowell, 2006). Entre los seis y once años los niños crecen entre cinco y siete centímetros, duplicando su peso (Orgden, Fryar, Carroll y Flegal, 2004). Necesitan consumir en promedio 2,400 calorías cada día, por el desgaste físico e incremento en estatura y peso. No obstante, investigaciones realizadas revelan actualmente los tiempos de sueño de los niños tiende a ser variable y llegan a dormir hasta cinco horas al día, por actividades como jugar videojuegos, ver televisión, navegar en internet -específicamente en redes sociales-, debilitando los hábitos adecuados en horarios de sueño. 1.2 Desarrollo cognitivo en niños de edades entre los 9 a 12 años Los avances cognoscitivos son sustentados por cambios en la estructura y el funcionamiento del cerebro. Durante la tercera infancia los menores adoptan un pensamiento lógico, radicando uno de los avances significativos en la posibilidad de comprender, conocido como conservación, la cual hace referencia a que los aspectos cuantitativos de cualquier objeto no cambian o el cambio es posible si se agrega o extrae algo de ellos. Asimismo, el menor y la menor son capaces de comprender los números, evidenciando un pensamiento concreto y el desarrollo de la reversibilidad en el pensamiento. (Jean Piaget, citado en Mosquera, 2009). Existen tres reglas de gran importancia para la adquisición de la conservación: 1) la identidad, en la cual el objeto deformado es idéntico a lo que era; 2) la reversibilidad, que se hace evidente cuando el objeto deformado se devuelve a su forma original; y 3) la compensación, visible cuando un objeto deformado parece tener mayor cantidad de material, pues es de longitud mayor, pero su delgadez compensa esa longitud (Lefrançois, 2000. p.403). Además de estas adquisiciones, a medida que ingresan a la etapa de operaciones concretas los niños mejoran las capacidades en: a) clases, siendo capaz de comprender la inclusión y razonar acerca de la combinación de ellas; b) número, entienden estos de una manera completa de acuerdo a sus propiedades ordinales, es decir en secuencia ordenada; y b) ordenación, cuando el menor y la menor logran acomodar correctamente los números en secuencia. 13 En este sentido Jean Piaget (citado en Mosquera, 2009) presenta un individuo con habilidades cognitivas y un desarrollo que le permitirá hacer frente a exigencias familiares, sociales y académicas. Cuando los niños entran a la escuela marcan un hito importante en la evolución: toda su curiosidad y energía se centran en el aprendizaje, gracias a las habilidades de leer y escribir que adquiere; el pensamiento se hace cada vez más flexible, capaz de poner en relación ideas y conceptos nuevos; descubren el sentido del tiempo y la historia, la grandeza del espacio físico y la geografía, los números tan extensos que superar los dedos de las manos siendo las operaciones matemáticas las que le lleven progresivamente a la abstracción mental y coordinan los movimientos necesarios en las diferentes actividades físicas que realizan. Son felices cuando los padres se asombran con él por sus descubrimientos o cuando se alegran de los trabajos realizados, reconociendo su esfuerzo por hacerlo bien. El menor y la menor suelen compartir con los padres los sucesos de su quehacer diario. Sin embargo, este puede ser inhibido por la percepción de desinterés, esto significa que los niños y las niñas que en toda situación de dificultad, preocupación o conflicto se les brinde tranquilidad, asegurándoles que el afecto de ambos padres, sigue constante. En la escuela el niño y la niña se encuentran inmersos en un contexto estructurado con normas sociales necesarias para el aprendizaje común. El maestro es una nueva figura adulta significativa, pues es admirado por sus conocimientos, a veces temido por su autoridad, y tiende a ser imitado como modelo positivo. Los niños y niñas deben ser reforzados, fomentando conversaciones y escuchar lo que él o ella necesite expresar, brindando así la oportunidad de ejercitar la capacidad narrativa, demostrando una construcción lingüística estructurada, con frases complejas palabras nuevas, entonación específica y una gran riqueza en los detalles descriptivos. Las actividades lúdicas se hacen más complejas aparecen los juegos de equipo, aceptando a otros niños como amigos, y no solo como compañeros de juego con quienes se organizan para ganar el partido. Los niños entienden y aprenden el significado de las reglasdel juego y controlan que otros las lleven a cabo para que el juego funcione. El pensamiento egocéntrico se encuentra en proceso de eliminación, logrando entender que otra persona puede ver el mundo diferente y que él actuaria diferente si estuviera en su lugar (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009). Kohlberg (citado en Papalia, Wendkos y Duskin, 2009) realizan un enriquecimiento sobre el desarrollo moral, asociando la madurez cognoscitiva y moral. El autor postula que el nivel de 14 razonamiento moral es afín con el nivel cognoscitivo de una persona, por lo que describe tres niveles: 1. Moralidad pre-convencional. Se cumplen las normas que el contexto social, ya sea para evitar un castigo u obtener una recompensa. 2. Moralidad de la conformidad del papel convencional. Los niños complacen a las personas de su contexto, pero las normas son internalizadas hasta cierto punto. 3. Moralidad de los principios morales autónomos. El control de la conducta es interno, razonando sobre lo bueno y lo malo. Postulando así Kohlberg los juicios morales, correlacionándolos positivamente con la edad de los niños, la educación, el coeficiente intelectual y la posición socioeconómica (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009). Con ello se da a conocer que “la cognición social se relaciona con la conciencia de que los demás son individuos capaces, al igual que nosotros mismos, de emitir y percibir sentimientos emotivos, intencionales” (Lefrançois, 2000 p. 405). Durante esta etapa los menores logran interpretar el dolor que puede sentir un compañero, identificando así la comprensión y reconocimiento de sentimientos en otros, mostrando empatía. Según Rubín (como se citó en Lefrançois, 2000), las amistades son vitales para el desarrollo de las habilidades sociales; en términos de sensibilidad y respeto ante los puntos de vista de los demás, convivencia y reglas para mantener el diálogo, que a su vez ayudan a la construcción de la identidad, la autovaloración y los sentimientos de pertenencia a un grupo. Por lo tanto, la aprobación o desaprobación de los padres, profesores y/o grupo de pares constituyen un modelador importante del auto-concepto y del comportamiento (Papalia, Wendkos y Duskin, 2009). Por otro lado, se encuentra la teoría clásica del aprendizaje social de Bandura (1977), quien afirma que el motor del desarrollo tiene dos direcciones, nombrando éste como determinismo recíproco: la persona actúa en el mundo y el mundo actúa sobre él. Las personas aprenden las conductas sociales por observación e imitación de modelos, como padres, maestro o figuras significativas para el menor y la menor, esto es aprendizaje por observación o modelamiento, siendo crucial en el desarrollo cognitivo y el modelamiento de la conducta pues así aprenden los niños a hablar, manejar las agresiones, cultivar un sentido moral y asimilar conductas propias de su sexo. A medida que los niños avanzan en el grado escolar, progresan en las habilidades para regular y mantener la atención, procesar y retener información, planear y supervisar su conducta, 15 contribuyendo a dar forma a la función ejecutiva, el control consciente de los pensamientos, emociones y acciones para alcanzar metas o resolver problemas (Luna et al., 2004). El desarrollo de ésta función acompaña al desarrollo del cerebro, en particular la corteza pre-frontal, región que permite la planeación, el juicio y la toma de decisiones (Lamm, Zelazo y Lawis, 2006). 1.3 Desarrollo socio-afectivo en los niños de edades entre los 9 a 12 años El crecimiento cognoscitivo que tiene lugar durante la tercera infancia permite a los niños desarrollar conceptos más complejos de sí mismos y mejorar la comprensión y el control emocional. En esta etapa, los juicios acerca del yo se vuelven más conscientes, realistas, equilibrados y generales a medida que los niños forman sistemas representacionales: autoconceptos amplios e inclusivos que integran varios aspectos del yo (Harter, 1998 en Papalia, 2010). En esta etapa de la niñez, los juegos que se practican suelen ser informales y de organización espontánea, participando en juegos con mayor actividad física, mientras las niñas prefieren juegos que involucran expresión verbal y conteo en voz alta, las cuales ayudan a mejorar la agilidad y la competencia social, favoreciendo así el ajuste académico y social (Pellegrini, Kato, Blatchgord y Baines, 2002). Bjorklund y Pellegrini (2002) mencionan que alrededor del 10% del juego libre de los escolares varones consta en el “juego rudo”, el cual parece ser universal, pues tras investigaciones en diferentes países se detecta éste juego, debido tal vez a la diferencia hormonal y de socialización, siendo factor importante para el desarrollo de roles e introyectos de conducta por género, desarrollando beneficios adaptativos importantes, pues perfecciona el desarrollo esquelético y muscular. Ofrece las habilidades viso-motrices y de lucha, pues canaliza la agresión y la competencia. Dittmar Halliewel e Ive (2006, p.284) refieren que, en la niñez media, la preocupación por la imagen corporal es un aspecto importante, enfatizado en las niñas que desafortunadamente tienen un estereotipo de belleza como real que puede generar trastornos alimentarios en la adolescencia, pues jugar con muñecas estilizadas de forma poco realistas, como Barbie, puede ser una influencia significativa. En la tercera infancia los niños tienen conciencia de las reglas culturales relacionada con la expresión emocional aceptable, aprendiendo a detectar aquello que los hace irritarse, sentir temor 16 o tristeza y la manera en que otras personas reaccionan ante sus respuestas emocionales, aprendiendo a comportarse en consecuencia, siendo la relación interpersonal de vital importancia, ya que si se percibe un castigo punitivo o es reprimido ante la expresión emocional de una forma no adecuada, puede incrementar la conducta y dañar el ajuste social (Fabes, Leonard, Kuapanoff y Martín, 2001). De lo contrario, pueden tornarse reservados y ansiosos, sin embargo cuando los padres reaccionan a los sentimientos de sus hijos y les ayudan a enfocarse en resolver la raíz del problema estimulan la empatía, el desarrollo prosocial y las habilidades sociales. Eisenberg y Morris (2004), mencionan que la autorregulación emocional implica un esfuerzo, voluntario, por controlar las emociones, atención y la conducta, pues aquellos niños que muestran poco control voluntario se desenvuelven con bajo control de impulsos, irritados o frustrados cuando se les impide hacer algo que desean, contario a esto los niños con un control adecuado en sus emociones pueden contener el impulso a mostrarse impulsivos ante sus emociones negativas en momentos inapropiados. Erikson (1982) argumentó que la crisis de esta etapa del desarrollo (tercera infancia) es la industria contra la inferioridad e implica el logro del sentimiento de la competencia, el tema central es el dominio de las tareas que se enfrentan, el esfuerzo debe estar dirigido hacia la productividad y por tanto, se debe clarificar si se puede realizar este tipo de trabajo. El niño debe desarrollar sus cualidades corporales, musculares y perceptivas, debe alcanzar progresivamente un mayor conocimiento del mundo al que pertenece y en la medida en que aprende a manejar los instrumentos y símbolos de su cultura, lo cual despega el sentimiento de competencia y reforzando su idea de ser capaz de enfrentar y resolver los problemas que se le presentan. El mayor riesgo en esta etapa es que el niño se perciba como incapaz o que experimente el fracaso en forma sistemática, ya que esto va dando lugar a la aparición de sentimientos de inferioridad, los cuales van consolidándose como eje central de su personalidad. Los hitos centrales de esta etapa son el desarrollo del auto-concepto y autoestima del niño. En la tercera infancialos menores se encuentran en la Latencia, periodo psicosexual explicado por Freud (1984), en el cual no existe interés de carácter sexual siendo la energía concentrada en las actividades de aprendizaje y socialización, hasta la adolescencia. No se debe caer en extremos ya que las conductas agresivas también son un rasgo normal en la infancia, el problema radica en la conducta persistente de algunos menores y su incapacidad para 17 dominarlas que los lleva a generar continuos conflictos con sus pares, figuras de autoridad (padres y/o maestros); dañándose a sí mismos a causa de la frustración que puede generar el hecho de ser rechazados por otros niños (Serrano, 2003). Tabla 1. Especificación del desarrollo físico, cognitivo y psicosocial en el periodo “Tercera infancia”. 1.4 Desarrollo de niños institucionalizados de edades entre los 9 a 12 años La mayoría de las teorías psicológicas y sociológicas mencionan que la familia es insustituible para el adecuado desarrollo infantil, sin embargo surgen problemas cuando la familia deja de cumplir sus funciones y se convierte en perjudicial para la sociedad y el estado (Finkelhor et al.,1983), automáticamente se vuelven responsables y asumen obligatoriamente el papel del ambiente familiar, aunque éste en ocasiones sea superficial, dando atención integral a los Periodo Desarrollo Físico Desarrollo cognitivo Desarrollo psicosocial 3ª . I nf an ci a (6 a 1 1 añ os ) El crecimiento se vuelve lento. Mejora la fortaleza y sus habilidades atléticas. Las enfermedades respiratorias son comunes, pero los riesgos en la salud es en general menor que en otro momento del ciclo vital. Disminuye el egocentrismo. Comienza el pensamiento lógico-concreto. Aumento de habilidades de memoria y lenguaje. Las ganancias cognitivas permiten que los niños se beneficien de la instrucción escolar formal. Algunos niños muestran necesidades y fortalezas educativas especiales. Aumento en la complejidad del auto- concepto. La correlación refleja el cambio gradual en control de los padres a los niños. Los compañeros o amigos asumen importancia central. 18 menores cuyos padres o tutores presentan impedimentos para cuidarlos adecuadamente, integrándolos a instituciones que proporcionarán esta sustitución. Los infantes que se encuentran en instituciones de asistencia social, fueron separados de sus familias con el fin de preservar la seguridad, integridad y propiciar el sano desarrollo, pues de lo contrario, los niños o niñas que se desenvuelven en un contexto familiar no adecuado podían favorecer factores de riesgo, como el desarrollo de conductas agresivas que impliquen maltrato físico, emocional o psicológico, dirigido a sus principales contextos (grupo de pares, escuela o familia) (González, 2013). Maclean (2003) cita a Goldfarb (1945), quien estudió a 15 niños que habían pasado tres años de su vida en una institución y posteriormente fueron ubicados en casas bajo el cuidado de una familia, comparó a este grupo de niños con otro cuyos integrantes permanecieron en la institución toda la infancia. Encontró que el grupo de niños que permaneció institucionalizado mostraba en la adolescencia mayores atrasos cognitivos que el grupo trasladado a un ambiente familiar, concluyendo que la crianza en la institución conlleva deficiencias en el desarrollo. Bowlby (2003) destacó la importancia del amor materno en la infancia, señalando la existencia de una relación causal entre la pérdida de cuidados maternales en los primeros años de vida y un desarrollo alterado de la personalidad; desde la formación de conductas agresivas, rasgos delincuentes hasta personalidades con tendencia a los estados de ansiedad y enfermedad depresiva. Spitz (1969) describió el deterioro progresivo que los niños sufren dentro de las instituciones, realizando estudios en los cuales reporta las consecuencias de la privación temporal y permanente del vínculo materno, concluye de la siguiente manera: “La separación prolongada de la madre sobre el índice de desarrollo infantil, en primera instancia revela retraso en el crecimiento, pero si la privación continua se presenta un descenso gradual del mismo, a mayor tiempo de separación de la madre, mayor daño, percibido, denotando: retraso motor, rostro inexpresivo, coordinación ocular defectuosa, dificultades para estar de pie, andar y hablar, así como una proporción de mortalidad elevada”. Una estancia prolongada suele asociarse con un bajo nivel de desarrollo y de coeficiente intelectual, los efectos del tiempo de institucionalización sobre el desarrollo han sido demostrados al comparar grupos de niños que han estado menos de dos años en instituciones y grupos que han permanecido más de ese tiempo (Maclean, 2003). 19 Ahmad et al. (2007) Llevaron a cabo un estudio que comparó a huérfanos, población general, pacientes bajo cuidado médico y pacientes hospitalarios, los niños de todas las muestras mostraron puntajes similares en problemas de desarrollo, sin embargo, en la muestra de niños en situación de orfandad y en las dos muestras de niños en situación clínica, se observaron problemas de salud mental, descubriendo un puntaje alto en problemas de conducta, estrés postraumático y manifestaciones de diversos síntomas. Respecto a los cuidadores se ha encontrado también que suelen ser de rotación frecuente, que establecen rutinas enfocadas en la eficacia más que en el cuidado, propiciando déficits de estimulación social hacia los menores (Eisenberg & Belfer, 2009), aunado a ello, los niños y adolescentes suelen tener una limitada exposición a materiales estimulantes e interacciones sociales, así como escasas oportunidades de obrar recíprocamente con los cuidadores o los pares, lo cual en su conjunto puede ocasionar deficiencias en el desarrollo normal (Hwa-Froelich & Matsyoh, 2008). Dentro de las Estancias se pudo observar un fenómeno al que Barudy (1998; Citado en Israel, 2011) llama abandono implícito, mismo que habitualmente comienza por el ingreso forzado o en algunos casos, voluntario de los menores a instituciones de protección infantil; Con el tiempo este abandono evoluciona al abandono definitivo del niño, el desafío existencial de los niños de las estancias de protección infantil, consiste en poder dar un sentido a la experiencia traumática que ha vivido antes de ingresar, sin olvidar que el maltrato en cualquiera de sus manifestaciones, es el origen de su historia. A continuación, se muestran afectaciones en el desarrollo físico, cognoscitivo y socio-afectivo, que suelen sufrir los menores que viven bajo la custodia de las instituciones: Desarrollo físico de niños institucionalizados Los niños que han permanecido en ambientes institucionales presentan retrasos o deficiencias en el desarrollo general, así como numerosos problemas médicos (Miller et al., 2009), presentando características como: estatura y peso menores al promedio (O´Connor et al., 2000); problemas intestinales y de piel, voracidad al comer y desnutrición (Muhamedrahimov, Nikoforova, Palmov, Groark & McCall, 2005). 20 Desarrollo cognoscitivo de niños institucionalizados Los niños institucionalizados pueden mostrar problemas de atención y pensamiento, distinguiendo así un decremento de habilidades de competencia escolar. Esto ha sido reportado por Ahmad et al (2005), quienes refieren las siguientes características detectadas en niños institucionalizados como: hiperactividad/ inatención y déficits cognitivos (Eisenberg & Belfer, 2009); retraso en la adquisición de vocabulario, reducción en las habilidades de comunicación y conducta simbólica (Hwa-Froelich & Masuoh,2008); procesos sensoriales anormales (Miller et al., 2009); bajas habilidades de lectura y coeficiente intelectual bajo, necesitandoo demandando educación especializada (O´Connor et. al., 2000). A los aspectos señalados, se suman diversos factores de riesgo que contribuyen bajos niveles de desarrollo cognitivo como: la desnutrición, adversidad de la pre-adopción, el tiempo vivido en la institución y el peso al nacer; estos aspectos correlacionan con bajos desempeños cognoscitivos y con problemas de comportamiento, incrementando la probabilidad de manifestar problemas psiquiátricos y ser económicamente improductivos; sin embargo si salen de la situación de institucionalización (por adopción) en sus primeros años de vida muestran mejores resultados (Miller, Chan, Tirella & Perrin,2009). Desarrollo socio-afectivo de niños institucionalizados. Los menores que han estado bajo situación de institucionalización muestran trastornos o problemas en el apego (Bennett, Espie, Duncan & Minnis, 2009; Eisenberg & Belfer, 2009); Mostrando un apego no seguro, así como mayor prevalencia en el apego desorganizado, en comparación con niños que viven en casa con sus padres bilógicos, esto genera anomalías en el desarrollo y en la conducta (Katsurada.2007). En el desarrollo social, los niños presentan déficit en competencia social, dificultando las relaciones con pares y hacer amigos, pues experimentan constantes rechazos, reforzando sentimientos de inadecuación frente al grupo de pares. Observando que los infantes tienden a buscar amistades de menor o mayor edad, pues manifiestan tener pocos amigos de su misma edad (Ahamad et al., 2005), como respuesta a las deficiencias en la adquisición de habilidades sociales básicas, debilitando el desarrollo de habilidades sociales más elaboradas, necesarias para la interacción con sus pares y con adultos (O´connor et al. 2000), aunado a la exhibición de conductas estereotipadas agresivas o pasivas (Muchamedrahimov et al., 2005). 21 De esta manera se descubre en los niños y niñas: déficits en el desarrollo de las relaciones interpersonales, demostrando una amabilidad indiscriminada, son excesivamente amigables con desconocidos, no discriminan entre un adulto y un par, incluyéndolo con facilidad en su círculo de amistades, sin embargo no se profundiza en la relación, ya que ésta es superficial, tienden a percibir a los adultos como más confiables, ya que consideran será menor la posibilidad de ser rechazados por ellos, inhibiendo la reticencia o el miedo característico hacia un extraño que tienen otros niños, lo cual puede ser peligroso para su seguridad (Bennet et al., 2009). En casos de niños institucionalizados por maltrato o abuso severo, es posible que los menores nunca hayan aprendido cómo jugar, por lo que su juego puede observarse repetitivo, estereotipado o en su defecto se queda en la fase exploratoria, lo cual demuestra las debilidades en el desarrollo psico-emocional y para adaptarse en los contextos sociales. Por ende se les dificulta crear relaciones interpersonales adecuadas. Los niños institucionalizados suelen experimentar depresión, ansiedad y baja tolerancia a la frustración emitiendo conducta agresiva (Ahmad et al., 2005), demostrando menor autonomía, participación activa baja, autoestima baja y debilidades en confianza de sí mismos (Boy, García & Torreblanca, 1985). La mayoría de los menores que se encuentran en instituciones, en su historia existen experiencias o episodios de violencia, los cuales probablemente dejen secuelas de estrés post traumático, esto depende de la situación que hayan vivido (Miller et al., 2009). Los menores post-institucionalizados aún después de varios años de adopción muestran algunas dificultades anteriormente mencionadas, enfatizado en problemas de conducta y académicos como: trastornos por déficit de atención con hiperactividad, problemas de aprendizaje o desórdenes mentales (Miller et al., 2009), lo cual incrementa relaciones problemáticas con sus pares, así como mayores demandas de apoyo social, académico, conductual e intelectual (Le Mare, Audet & Kurytnik, 2007). A continuación en el capítulo 2, se explicará más sobre la conducta agresiva, se presentan algunas definiciones, teorías que explican las manifestaciones de conducta agresiva, además se menciona la prevalencia e incidencia de la agresividad en México, refiriendo algunas formas de evaluación y tratamientos que han funcionado para el manejo de conducta agresiva en la tercera infancia. 22 CAPITULO 2 CONDUCTA AGRESIVA 2.1 Definición y teorías de la conducta agresiva en niños de edades entre los 9 a 12 años Existen controversias en la definición de la conducta agresiva, sin embargo, diferentes autores concuerdan en el esclarecimiento del término, Buss (1961), define a la conducta agresiva como una respuesta consistente en proporcionar un estímulo nocivo a otro organismo. Mientras Bandura en el año 1973, afirma que son conductas perjudiciales y destructivas que socialmente son definidas como agresivas. Para Dollar, Doob, Miller, Mowrer y Sears (1939), mencionan que la conducta agresiva tiene como objetivo dañar a una persona u objeto. Teniendo así información para crear una definición de conducta agresiva, la cual refiere a manifestaciones conductuales que provocan daño físico, emocional o en la propiedad a una persona, esta conducta también se presenta a objetos animados o inanimados, esta conducta incluye la ofensa, burlas, golpes, insultos, entre otras que agredan al prójimo. Ballesteros (citado en Serrano, 2003), demuestra una división en las teorías que han formulado explicaciones en torno a la agresión, las cuales a continuación se dan a conocer; distintos postulados de la conducta agresiva hacen mención de la agresión instrumental, hostil o emocional, esto va acorde al objetivo principal de la acción. La agresión instrumental es aquella que se lleva a cabo como un medio para lograr objetivos, por ejemplo: la aprobación social, obtención de objetos materiales o incremento de autoestima, mientras que la agresión hostil o emocional tiene como objetivo dañar a alguien o algo y se inicia por algún estímulo que provoca enfado y es seguido por una conducta agresiva, que supone ser un intento para hacer sufrir a otro (Mosquera y Palencia, 2009). Teorías activas Estas plantean que el origen de la agresión se encuentra en los impulsos internos, enmarcando lo innato. En tanto que se considera que la agresión viene con el individuo desde el momento que nace. Las teorías activas también son conocidas como teorías biológicas entre las cuales se encuentran las psicoanalíticas y las etológicas. La teoría psicoanalítica propone la agresión como un resultado del instinto de muerte, en tal sentido ese instinto se dirige hacia afuera, a los demás en lugar de ser dirigido al sujeto mismo, 23 siendo la catarsis la expresión de la agresión; De lo contrario el efecto catártico es la disminución de la tendencia a agredir, como consecuencia de la expresión de la agresión. Los etólogos enmarcan en las observaciones y conocimientos realizados de la conducta animal, a sus estudios y conclusiones, dirigidas a la conducta humana, parten del hecho que en los animales la agresión es un instinto indispensable para la supervivencia; por lo que postulan la agresión en el hombre como innata y no dada por una provocación previa, siendo regular la acumulación y descarga de energía (Serrano, 2003). Teorías Reactivas Estas teorías refieren que el origen de la agresión parte del medio ambiente que rodea al sujeto, en donde la agresión se percibe como una reacción frente a los sucesos ambientales, clasificada en la teoría del impulso y del aprendizaje social. Teoría del impulso Planteada por Dollard y Miller (1936) y desarrollada por Berkowitz (1962) y Feshbach (1970), la teoría del impulso presenta la agresión como una respuesta ante una situación frustrante; Afirmando que la frustración activa es unimpulso agresivo que se reduce a través de alguna forma, la conducta agresiva manifiesta o no manifiesta. Esto es aprendido como consecuencia de aquellas interacciones que se establecen en la primera infancia dentro de los principales contextos sociales. Teoría del aprendizaje social. Desde esta teoría las conductas agresivas parten del aprendizaje por imitación u observación de conductas de modelos agresivos; mostrando relevancia en el aprendizaje observacional y el reforzamiento de la agresión. Por lo que se define como un proceso de aprendizaje que recurre a variables como: modelamiento, reforzamiento, factores situacionales y cognitivos (Mosquera y Palencia, 2009). Siendo la imitación un papel importante en la adquisición y mantenimiento del comportamiento agresivo; Los menores toman un modelo a seguir el cual admiran y refuerzan la conducta, pues al percibir beneficios superficiales y no ser conscientes de las consecuencias, esta admiración continúa, ejecutando las mismas conductas pues no observan que el modelo reciba consecuencias ni castigos de forma inmediata que disminuyan o eliminen la misma, reduciendo así la posibilidad de eliminar la admiración por el modelo a seguir. Los factores situacionales en la conducta agresiva, llegan a variar sustancialmente por el ambiente social en el que se encuentra, mientras que los factores cognitivos hacen referencia a 24 una serie de pensamientos o creencias que provocan la adquisición o mantenimiento de los comportamientos agresivos. Buss (como se citó en Serrano, 2003), clasifica el comportamiento agresivo enmarcándolo en tres variables: 1. La modalidad, estado presente de la agresión física, por ejemplo: ataque con armas, elementos corporales o verbales, evidencia en expresiones nocivas. Es decir amenazas o rechazo. 2. La relación interpersonal, puede ser directa (amenaza, ataque o rechazo) o también indirecta (destruir la propiedad de alguien) 3. El grado de actividad implicada puede ser activa (agresiones directas o indirectas) o pasiva (que se refiere a impedir que el otro alcance su objetivo). Kempes, Matthys, Viries, Engeland (2005) han propuesto que la conducta agresiva es una conducta deliberada cuyo objetivo es dañar personas u objetos. La respuesta agresiva de los niños se asocia con el rechazo social y una frecuente victimización, la conducta agresiva para Kempes se caracteriza por ser explosiva e incontrolada, acompañada por altos niveles de activación y alteración emocional, las conductas observables más frecuentes que menciona son: herir a alguien físicamente y patear; Por tanto manifestación psicológica sería humillar. Las emociones implícitas informadas por el niño durante su actividad agresiva son: enojo y miedo, por lo que se observan dos tipos de agresividad: la reactiva, que es la respuesta agresiva demostrada ante una amenaza o provocación y la proactiva que se define como la conducta que anticipa una conducta; también incluye una modalidad patológica de la conducta agresiva que es aquella que se caracteriza por rasgos como: dominio, insensibilidad, aplanamiento emocional y la ausencia de culpa (Kempes, Matthys, Viries, Engeland, 2005). Sinelnikoff (1999) y Valera, Arce y Sabucedo (1999) señalan que el comportamiento agresivo complica las relaciones sociales y dificulta la correcta integración en cualquier ambiente, mientras Schor en 1996 considera que la conducta agresiva es inapropiada o excesiva cuando causa deterioro en el desarrollo de la niña o el niño, en sus relaciones interpersonales, logros académicos y en el hogar o cuando afecta a su comunidad. 25 2.2 Incidencia y prevalencia de la conducta agresiva La conducta agresiva se observa en los primeros años de vida, sin embargo, declina su frecuencia en la edad escolar, a los cuatro años disminuye la destructividad y las humillaciones al otro. Hacia los cinco años pocas veces emplea las acciones físicas de rechazo, mostrando que la conducta agresiva es un rasgo normal en la infancia (Herbert, 1985; citado en Mosquera y Palencia, 2009). El problema radica cuando la conducta es persistente y el menor o la menor son incapaces de dominarlas, llevándolo a enfrentarse a continuos conflictos con figuras de autoridad, como: padres, maestros y tutores, esto también puede ser dirigido a sus pares; generando sentimientos de frustración que pueden forjar conductas agresivas para desahogar ésta emoción. La conducta agresiva puede crear rechazo por parte de otros niños y hasta de los adultos. (Mosquera y Palencia, 2009). Esta conducta puede ser manifestada por los niños de forma directa e indirecta. En el primer caso, se observa a través del acto agresivo intencional, este puede ser físico o verbal, en el segundo caso es la manifestación indirecta de las conductas agresivas, donde se observan a través de las agresiones a los objetos de aquella persona con la que tiene conflicto. También ésta conducta se manifiesta de forma contenida, la cual consiste en gesticulaciones, gritos y/o expresiones faciales de frustración. Éste tipo de conductas son controladas por figuras de autoridad de diversas maneras, aunque al no percibir decremento o eliminación de la conducta, los padres, tutores o maestros tienden a perder el control, llegando a recurrir al uso de conductas agresivas e incrementar el maltrato físico contra los menores, esto por niveles bajos de tolerancia a la espera y a la frustración (Valles, 1988. Citado en Mosquera y Palencia, 2009). La conducta agresiva y violenta ha aumentado en cifras considerables en México, en la Encuesta Nacional de Victimización y percepción sobre seguridad pública (ENVIPE) se detectan informes a nivel nacional y por entidad federativa sobre el fenómeno de la victimización delictiva, haciendo estimaciones que afectan de manera directa a las personas y a los hogares en los delitos de robo total de vehículo; robo parcial de vehículo; robo en casa habitación; robo o asalto en calle o transporte público; robo en forma distinta a las anteriores (como carterismo, allanamientos con robo en patio o cochera, abigeato); fraude; extorsión, amenazas verbales; lesiones y otros delitos distintos a los anteriores (como secuestros y delitos sexuales). Ésta encuesta estima 22.8 millones de víctimas de 18 años y más, lo cual representa una tasa de 28,200 víctimas por cada cien mil habitantes durante 2014 (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2015). 26 En México, no se encuentra, al parecer con datos concretos sobre la prevalencia de la conducta agresiva en la población infantil, sin embargo se han documentado algunas manifestaciones asociadas con ésta como la inquietud, que tiene un 19% de prevalencia, la irritabilidad un 17%, el nerviosismo 16%, déficit de atención 14%, la desobediencia el 13%, explosividad 11% y la conducta dependiente el 9% de prevalencia en los infantes de entre 9 y 12 años (Caraveo- Anduaga, Colmenares-Bermúdez, & Martínez-Vélez, 2002). De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, (OMS) en 2014, América Latina muestra dentro de su población infantil el 3 y 4% de sujetos que padecen trastornos de la conducta que requiere tratamiento especializado. En México los problemas más frecuentes en niños entre los 6 y 12 años de edad han sido la conducta negativista desafiante, la desobediencia, la conducta agresiva y la hiperactividad (Medina-Mora et al., 2003). 2.3 Factores asociados a la conducta agresiva La conducta agresiva es consecuencia de la interacción de distintas variables de riesgo: individual, familiar y social, una vez que éstas interactúan generan fluctuaciones en el estado de ánimo, experiencias percibidas como desagradables para el menor o diferentes tipos de violencia como: física, sexual, de abandono, emocional y verbal. Las conductas agresivas de un niño pueden darse por aprendizaje de los padres, adultoso compañeros que le sirven de modelo para emitir tales comportamientos. Cuando los menores viven rodeados de modelos agresivos, van adquiriendo todo un repertorio comportamental que se caracteriza por responder ante situaciones conflictivas de una manera agresiva, imitando aquellas conductas que se le presentan, las cuales comúnmente son reforzadas por su contexto pues éstas permiten el incremento en la ocurrencia de determinada respuesta (Medina-Mora et al., 2003). Desde 1994, Feggy Ostrosky y cols. Del laboratorio de Neuropsicología y psicofisiológica de la Facultad de psicología de la UNAM, se han dedicado a estudiar el comportamiento en diversos grupos de individuos; Dentro de sus investigaciones ella aprendió que existen factores de riesgo individuales, como la predisposición biológica para desarrollar conductas agresivas y violentas. Ostrosky y cols, en 2015 mencionan los siguientes factores de riesgo para la manifestación de conducta violenta y agresiva. 27 Funciones del cerebro: Amígdala: estructura subcortical, que procesa el miedo, el cual es agente socializador, por ejemplo: temor a perder el cariño de figuras de autoridad o del grupo de pares. Corteza Orbito frontal: es un área que influye en la toma de decisiones basada en emociones, la cual se activa ante estímulos con contenido moral, cuando está sana. Área de circunvolución angular: tiene que ver con la integración sensorial, importante para el aprendizaje de la lectura. Cuando dentro de los contextos sociales, las figuras que representan para la niña o el niño autoridad no dirigen, detienen o modelan al menor a autorregular sus emociones, estas áreas se encuentran hipo activadas, esta hipo actividad puede ser generada por genes que producen encimas las cuales no están produciendo la cantidad exacta de neurotransmisores que debe haber en el espacio sináptico para que se regulen las emociones y el estado de ánimo adecuadamente. Probablemente por los estilos de crianza a los que se expusieron los menores que han sido separados de sus familias para ahora vivir en una institución gubernamental que les resguarda, sin embargo estos lugares también generan cierto estrés en ellos, probablemente ante exposiciones de abuso, enfatizado en lo físico y emocional (esto vivido u observado), asociando las conductas agresivas con las experiencias adquiridas. Herencia: Gracias a la epigenética, se sabe que el ADN, contiene información que se transmitirá de generación en generación, ésta puede incluir características físicas y temperamentales, sin embargo el estrés modifica las células, las histonas que rodean al cromosoma se relajan y permiten la modificación de éste gen, por las exposiciones a factores estresantes que ha experimentado el progenitor, en relaciones medioambientales, que al implicar violencia o conducta agresiva, es probable que la descendencia sea vulnerable a presentar estas mismas características a pesar de no haber conocido al progenitor. Resiliencia: Tiene que ver con la capacidad de afrontamiento ante situaciones estresantes, influida por pensamientos de autopercepción, autoestima y autoeficacia. También es influida por redes de apoyo, como: familia, institución a la que pertenece la niña o el niño y grupo de pares. Periodos críticos: Dan inicio a la edad de 3 años, en la cual los niños manifiestan conductas disruptivas u oposicionista-desafiante, el segundo periodo a los 5 y 9 años ante la pérdida de la habilidad lectora, debilitando esta adquisición cognitiva, esto no es por una carencia de inteligencia, sino por falta de madurez en el área del cerebro conocida como: circunvolución angular. En tercer lugar es la adolescencia entre los 11 y 13 años, una vez que por no haber 28 aprendido a leer y por problemas en las áreas orbito frontales que tienen que ver con la toma de decisiones asociadas a las emociones. Se percibe rechazado y con fracasos escolares rehusándose a asistir, lo que probablemente genere contactos con grupos de pares que presenten las mismas características e incrementen conductas agresivas, llegando hasta conducta delincuente (Ostrosky, 2015). El déficit de habilidades para afrontar situaciones frustrantes puede favorecer la conducta agresiva, Camp (1977; citado en Serrano, 2003) encontró que los niños con manifestaciones agresivas presentan deficiencias al momento de emplear habilidades lingüísticas que facilitarán el control de la conducta, teniendo respuestas impulsivas en lugar de la reflexión. Hacker (1973), señalo que los chicos impulsivos no tienen la habilidad de analizar los estímulos a través de las mediaciones cognitivas, sin realizar el mayor esfuerzo de interiorizar las reglas que posibilitarán el control de sus comportamientos. Los factores biológicos desempeñan un papel importante en estudios donde la herencia y el bagaje cromosómico de los padres, asociados a factores ambientales y psicológicos, pueden facilitar o no la aparición de la conducta agresiva en el niño (Muñoz, 2004). Entre estos factores biológicos se encuentra el temperamento y disposiciones heredadas y que se pueden modificar con la experiencia (Sarafino y Amstrong, 2000). Algunos estudios han encontrado que los niños genéticamente vulnerables a la agresividad son susceptibles a la influencia ejercida por la interacción con compañeros agresivos, que resulta en el incremento de ésta respuesta conductual (Van Lier et al., 2007). También la conducta agresiva ha sido asociada al sexo del individuo y la participación de algunas estructuras del cerebro. Rappaport & Thomas, (2004), en diferentes estudios se ha hecho constar que es más frecuente la presencia de conducta agresiva en hombres que en mujeres. Jinaghong (2004) y Muñoz (2004) plantean una combinación de las estructuras del pensamiento y el ambiente en el que se desarrolla el individuo y cómo esto facilita la aparición de la conducta agresiva. Toman en cuenta los factores psicológicos, que desempeñan un papel importante, ya que su interacción con los factores bilógicos puede facilitar la aparición de la conducta agresiva. Algunos de los factores psicológicos más investigados son el temperamento (Justicia et al., 2006), los trastornos internalizados (Muñoz, 2004) y las respuestas de la persona asociadas al contexto, por ejemplo: la impulsividad, ansiedad, enojo, miedo y estrés. 29 Algunos de los trastornos internalizados se relacionan directamente con las conductas que el sujeto presenta en relación con su ambiente, por ejemplo, la ansiedad, este estado de desequilibrio generan disfunciones académicas o sociales, ya que los trastornos del estado de ánimo, relacionados con sustancias y principalmente el trastorno por déficit de atención también se ha relacionado con la conducta agresiva (Justicia et al., 2006; Henk, Nijman et al., 1999; Miller et al., 2006; Muñoz, 2004). Se ha detectado que las deficiencias de habilidades intelectuales o sociales son indicio de problemas en la interacción, pues un ambiente social estresante, hostil y violento influye en la aparición de la conducta agresiva (Rappaport & Thomas, 2004). El niño agresivo es generalmente impulsivo que en ocasiones sufre de rechazo por los déficits anteriormente mencionados (Coie & Kupersmidt. 1983; Hernández-Guzmán, 1999). Un niño agresivo y que carece de habilidades sociales no puede interpretar eficazmente las señales sociales de sus compañeros, Dodge (1983) plantea que el juego rudo, la conducta agresiva, la falta de empatía predicen el rechazo, por lo que constantemente influyen para la detonación de ésta respuesta conductual, siendo factores sociales los que activen esta conducta en los infantes (Hernández- Guzmán, 1999). La influencia del ambiente es vital para la adquisición de un abanico de respuestas verbales y físicas ante determinadas situaciones, al estar el menor o la menor, inmersosen un ambiente donde la violencia, el crimen y el vandalismo son constantes, la percepción de esta conducta será reforzada y así se desenvolverá en su contexto social, siendo un medio interpretado por él como adecuado, pues así alcanzará sus metas. (Justicia et al., 2006; Muñoz, 2004; Rappaport & Thomas 2004), estos mismos autores refieren que el ambiente familiar resalta dentro de factores sociales, pues es el principal escenario de socialización y adquisición de habilidades intelectuales, afectivas y sociales, un ambiente familiar hostil y un estilo de crianza negligente, combinados con sucesos familiares estresantes como separación, divorcio, peleas y abusos, facilitan la aparición de problemas conductuales y emocionales. Otros factores sociales están representados por la influencia de los medios de comunicación sobre la ocurrencia de la conducta violenta, pues de acuerdo con algunas investigaciones, la participación de videojuegos y programas de televisión que contengan conductas violentas, son un factor de riesgo importantes (Justicia et al., 2007; Muñoz, 2004; Webster-Stratton & Taylor, 2001). 30 2.4 Evaluación y test de medición para conducta agresiva Uno de los problemas que acompañan a la evaluación de la agresividad es la falta de claridad conceptual de este constructo y la ausencia de un marco teórico único para su comprensión entre los investigadores (Carrasco, 2006), probablemente ésta sea la razón por la que en ocasiones la agresividad es evaluada con instrumentos específicos de ira, hostilidad, impulsividad o a través de instrumentos diseñados para evaluar otros constructos sociales como: conducta pro-social, empatía, resolución de conflictos, desarrollo moral, entre otros. A continuación se describen los instrumentos y técnicas que con mayor frecuencia se citan en la literatura para evaluar la conducta agresiva. Cuestionario de conductas antisociales-delictivas: Seisdedos Cubero, N. (2014, El Manual Moderno) evalúa niños y adolescentes entre los 11 y 19 años de edad, aplicación individual o colectiva, con un tiempo de aplicación de 10 a 15 minutos. El objetivo de esta prueba es detectar la existencia de conductas antisociales y delictivas en niños y adolescentes, es un cuestionario que consta de 40 reactivos que recogen una amplia gama de comportamientos sociales indicativos de propensión o presencia conductual de tipo delictivo. El ámbito de aplicación más probable es el escolar, pues muchas de las conductas a las que se refiere la prueba suelen detectarse o incluso hacerse manifiestas en dicho escenario. Índice de Enojo Infantil (Mendoza, Ortiz & Ayala, 1997). Este instrumento de lápiz y papel es contestado por la niña o el niño, mide el tipo de afrontamiento del enojo ante diversas situaciones conflictivas con pares y padres. Este índice construido y estandarizado en México, consta de 27 reactivos cuyas respuestas son de opción múltiple. La consistencia interna de este instrumento es de .85. La Lista de conductas de Achenbach: Children Behavior Checklist, CBCL/6-18, Achenbach, & Rescorl (2001) (citado en Carrasco, & González, 2006), es un instrumento que mide un agama amplia de conductas internalizadas y externalizadas de los niños, compuesto por 118 ítems que contestan los padres, sus ítems se agrupan en nueve factores: 1. Ansioso 2. Deprimido 3. Aislado 4. Quejas somáticas 5. Problemas sociales 31 6. Problemas de pensamiento 7. Problemas de atención 8. Conducta de violar reglas 9. Conducta agresiva Se califica con puntuaciones de 0= Nunca, 1= A veces y 2= Siempre. La escala de agresividad está conformada por 18 ítems, en los que se puede encontrar clasificaciones como: discute por todo, es cruel, molesta a otros, es malo con los demás. Mientras la escala de problemas sociales consta de 11 reactivos que miden problemáticas en el contexto social, por ejemplo, no se lleva bien con otros, se queja de estar solo, entre otros ítems. ChIPS Entrevista para síndromes psiquiátricos en niños y adolescentes: Weller, Elizabet (2001, El Manual Moderno) evalúa niños y adolescentes de 6 a 18 años de edad, es de aplicación individual, el principal objetivo es obtener información de manera rápida y eficiente que permita al clínico sondear la presencia de 20 trastornos en niños y adolescentes, esto consta de una entrevista estructurada, cuya base se encuentra en los criterios del DSM-IV. Esta entrevista detecta la presencia de los siguientes trastornos: 1. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. 2. Trastorno negativista desafiante. 3. Trastorno disocial. 4. Abuso de sustancias. 5. Trastorno de ansiedad por separación. 6. Trastorno obsesivo- compulsivo. 7. Trastorno por estrés post-traumático. Informes verbales: las desventajas de este instrumento son las posibles manipulaciones o cambio de información, ya que estas tienen que ver con auto-informes o bien por relaciones interpersonales del sujeto que deseamos evaluar. Entre estos auto-informes se pueden identificar: 1. Entrevistas: En sus modalidades de estructurada, semi-estructurada y no estructurada, la fiabilidad y validez de éste instrumento es dependiente de las habilidades del entrevistador, no obstante a medida que el grado de estructuración es mayor, la validez del instrumento es garantizada; Se puede manejar para niños la entrevista diagnóstica 32 para niños y adolescentes (DICA; Reich, Welter y Herjanic, 1997), adaptada al castellano por Ezpeleta, De la Osa, Doménech, Navarro y Losilla (1995, 1997). Posee diferentes versiones: para padres (EDNA-IV-P), niños de 8 a 12 años (EDNA-IV-C) y adolescentes de 13 a 17 años (EDNA-IV-A). Entre las áreas diagnósticas que evalúa este instrumento se encuentra las referidas a los trastornos de conducta, que son las relacionadas a manifestaciones agresivas (ej. Trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastorno negativista desafiante, trastorno disocial y uso- abuso de sustancias). 2. Auto informes y cuestionarios específicos: entre ellos se encuentra taxonomía de las Situaciones Sociales problemáticas para Niños (TOPS; Dodge, Mc Claskey &, Feldman, 1985). Consiste en una escala de valoración con 44 elementos que son evaluados por figuras adultas (profesores o padres de familia) la competencia social de los niños en las siguientes situaciones: integración en el grupo de iguales, respuesta a las provocaciones, respuesta al fracaso, respuesta al éxito, expectativas sociales y expectativas del adulto. Escala infantil de tendencias a la acción (CATS; Deluty, 1979). Está diseñado para evaluar, en niños de 6-12 años, las respuestas agresivas, asertivas o sumisas en total de 30 situaciones problema. Ante cada una de éstas el niño elegirá entre cuatro respuestas que son: agresión física o verbal, aserción o sumisión. 3. Técnicas proyectivas: dentro de estas se encuentran las pruebas grafológicas o de dibujos, tales como: Test de la familia (Corman, 1967), la figura humana (Machover, 1949: Koppitz, 1991), Test de la casa, árbol y persona (HTP, Buck, 1948), detectando indicadores de posibles manifestaciones agresivas y conducta impulsiva. También se detectan pruebas temáticas como es el caso de: Test de Apercepción Infantil-Figuras Humanas o animales (CAT-H o CAT-A, Murray, 1973,1996), las láminas 2, 7, 8 y 10 contienen temas relacionados con agresión y hostilidad. Técnicas de observación (Benguría, S., Martín, B., Valdés, M.V., Pastellides, P., Gómez, L., 2010) es otro medio que puede emplearse para la evaluación de la agresividad, es una evaluación directa de la conducta de interés en situaciones naturales, sin embargo se detectan ciertas dificultades, las cuales son: la posible reactancia del observado, la dificultad de acceder a ámbitos privados del sujeto, la dificultad de obtener índices de fiabilidad. Detectando como instrumento: Análisis
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