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1 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA PSICOLOGÍA VOCES DE LA ADOLESCENCIA: TALLER SOBRE PROBLEMÁTICAS PSICOSOCIALES EN TRES ESCUELAS SECUNDARIAS DE COYOACÁN T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADOS EN PSICOLOGÍA P R E S E N TA N: VERÓNICA ROBLES CABALLERO VLADIMIR BRAULIO ÁNGELES GUADARRAMA JURADO DE EXAMEN TUTORA: MTRA. ANA MARÍA ROSADO CASTILLO COMITÉ: MTRO. FERNANDO GONZÁLEZ AGUILAR MTRA. JULIETA MONJARAZ CARRASCO DR. RAÚL ROCHA ROMERO LIC. JUAN JOSÉ SALDAÑA CASTILLO MÉXICO, D. F. NOVIEMBRE 2013 UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. 2 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO FACULTAD DE ESTUDIOS SUPERIORES ZARAGOZA PSICOLOGÍA VOCES DE LA ADOLESCENCIA: TALLER SOBRE PROBLEMÁTICAS PSICOSOCIALES EN TRES ESCUELAS SECUNDARIAS DE COYOACÁN T E S I S QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE: LICENCIADOS EN PSICOLOGÍA P R E S E N TA N: VERÓNICA ROBLES CABALLERO VLADIMIR BRAULIO ÁNGELES GUADARRAMA JURADO DE EXAMEN TUTORA: MTRA. ANA MARÍA ROSADO CASTILLO COMITÉ: MTRO. FERNANDO GONZÁLEZ AGUILAR MTRA. JULIETA MONJARAZ CARRASCO DR. RAÚL ROCHA ROMERO LIC. JUAN JOSÉ SALDAÑA CASTILLO MÉXICO, D. F. NOVIEMBRE 2013 3 Dedicatorias A nuestros padres por iniciarnos, encaminarnos y acompañarnos en nuestro camino de la vida incondicionalmente. A nuestros hermanos y familiares cercanos por su compañía, apoyo e interés. A nuestra tutora que sin su paciencia, apoyo y dedicación no habríamos podido llegar hasta donde estamos. 4 VOCES DE LA ADOLESCENCIA: TALLER SOBRE PROBLEMÁTICAS PSICOSOCIALES EN TRES ESCUELAS SECUNDARIAS DE COYOACÁN. Índice I. Resumen. II. Introducción. Capítulo 1. La adolescencia. 1.1 La comunicación como factor elemental de la adolescencia. 1.1.1Comunicación en la familia. 1.1.2 Comunicación con los profesores. 1.1.3 Comunicación con el grupo de iguales. 1.2 Autoestima en la adolescencia. 1.3 Formación de la identidad. 1.3.1 Identidad y medios de comunicación. 1.3.2 Identidad de género. 1.4 Pertenencia y grupos sociales. Capítulo 2. Las redes de apoyo social y el contexto del adolescente en México. 2.1 La familia. 2.2 Grupo de iguales. 2.3 Profesores. Capítulo 3. Estadísticas sobre la adolescencia en México. 3.1 Morbilidad en los adolescentes mexicanos. 3.2 Mortalidad. 3.3 Salud sexual. 3.4 Adicciones. 3.5 Violencia. Capítulo 4. El contexto del adolescente en las colonias Santa Úrsula y Ajusco. 4.1Localización geográfica. 4.2 Población y crecimiento. 4.3 Características económicas. 4.4 Características educativas. 6 7 11 11 12 18 21 23 26 28 29 30 33 37 41 42 44 44 45 46 48 49 51 51 52 53 54 5 Capítulo 5. Comité Cultural Comunidad Universal A. C. Talleres interactivos “¿Qué onda con los chavos?” 5.1 Comité Cultural Comunidad Universal A. C. 5.2 El proceso de concurso del proyecto en la Secretaría de Desarrollo Social del D. F. 5.3 Del proyecto Talleres interactivos “¿Qué onda con los chavos?” Capítulo 6. Método. 6.1 Justificación. 6.2 Antecedentes. El proyecto de intervención comunitaria Talleres interactivos “¿Qué onda con los chavos” 6.3 Tipo de estudio. 6.4 Participantes. 6.5 Escenario. 6.6 Instrumento. 6.7 Procedimiento. 6.7.1 Descripción de las sesiones 6.8 Técnica de análisis de datos. Capítulo 7. Resultados. Capítulo 8. Discusión. Capítulo 9. Conclusiones. Referencias. Anexos. 56 56 60 63 67 67 67 68 69 70 70 70 71 75 79 149 155 161 165 6 Resumen Este es un estudio de tipo exploratorio sobre las opiniones de adolescentes de tres secundarias públicas de la zona de Pedregal de Coyoacán. Se basa en las respuestas dadas por los jóvenes a cuestionarios aplicados una vez concluidos los talleres que formaron parte del proyecto de intervención comunitaria “Que onda con los chavos”. La teoría dice que el desarrollo de los adolescentes se ve afectado si no cuentan con factores de protección necesarios como una comunicación libre, redes de apoyo social y una autoestima e identidad adecuadas, además de no contar con información sobre problemáticas importantes en la etapa que viven. El objetivo fue facilitar un espacio de libre expresión para los jóvenes. En cada escuela se impartieron seis talleres sobre problemáticas de la sociedad actual y al finalizar se aplicaron dos cuestionarios de respuestas abiertas para conocer la opinión de los jóvenes. Las sesiones se video grabaron con el consentimiento informado de los participantes. Se analizó el discurso de los adolescentes a través de una categorización cerrada. En los resultados se muestra la necesidad de los adolescentes de contar con un espacio de expresión así como la falta de información sobre violencia, adicciones, sexualidad. Palabras claves: Adolescencia, redes de apoyo social, comunicación, identidad, pertenencia, talleres. 7 Introducción La adolescencia es una etapa en la que las personas tienen cambios tanto físicos como psicológicos, al tiempo que las presiones sociales aumentan; en esta etapa se desean adoptar ciertos roles de adulto y el proceso de identificación con grupos de iguales se incrementa, a la par de una búsqueda de libertad e independencia (Musitu y Cava, 2003). Si no tienen la información y los medios para obtenerla, así como una buena comunicación y relación con la familia, podrían caer en ciertas problemáticas que inciden en la juventud, tales como el inicio de una sexualidad de forma temprana, embarazos no deseados,enfermedades de transmisión sexual, consumo de alguna droga, violencia, entre muchas otras. Principalmente en los inicios de la adolescencia, los jóvenes pueden presentar estados de tensión y estrés, así como emociones inestables donde la intensidad de las mismas suele superar el hecho que las origina; dicha inestabilidad emocional es debida en gran parte a la influencia de experiencias relacionadas a su entorno y en menor parte a los cambios hormonales que se manifiestan en esta etapa (Santrock, 2006). Además, el aumento de problemáticas entre padres e hijos, así como mayores alteraciones en el estado de ánimo de los mismos, disminución en su autoestima o el aumento en su ánimo depresivo, la conformación de la identidad y la necesidad de pertenencia son aspectos que distinguen la etapa de la adolescencia, momento complicado tanto para el adolescente como para las personas que lo rodean, pudiendo originar mayor implicación en conductas de 8 riesgo, tensiones, disminución de su bienestar psicosocial o dificultades de adaptación (Arnett, 1999, citado en Musitu y Cava, 2003; Cava, 2003). El modelo de los padres, familiares cercanos o amigos, el contexto en sí en el que se encuentran los adolescentes, es sin duda una influencia poderosa tanto de manera positiva como negativa (Calero y Santana, 2001); a esto se le une que hay jóvenes que por la etapa en la que se encuentran, y por no tener la confianza de expresarse y comunicarse con su familia o por tener cambios en la dinámica familiar, padecen de sentimientos de inseguridad, angustia, inestabilidad emocional, debilidad en la voluntad y sensación de fracaso, que son particularidades que pueden acentuar su susceptibilidad a la influencia de los medios de comunicación y de otras conductas modelos. Por lo anterior, entre otras razones, se debe buscar la manera en la que los jóvenes tengan un espacio en el que puedan expresar sus inquietudes, sus vivencias, o simplemente su sentir ante ciertas situaciones que se viven de manera cotidiana y para las que probablemente no tengan las herramientas necesarias. Es por eso que es importante buscar formas y fuentes de información que los adolescentes tengan a su alcance para que, en lo posible, no entren y ni se relacionen con situaciones de riesgo. Es aquí donde surge el interés por realizar un proyecto de intervención comunitaria sobre las opiniones de los adolescentes, de donde surge la creación de esta tesis. Por medio de los talleres se proporcionó un espacio en el que se dio información y los jóvenes tuvieron oportunidad de expresarse. Es clara la necesidad que tienen los adolescentes de preguntar, de ser escuchados y ser 9 visibles ante la gente que los rodea, así como también de ser atendidos más allá de lo que los padres, profesores o hasta los mismos amigos crean necesario o suficiente; los jóvenes tienen mucho que decir y requieren atención, tal vez unos más que otros, quienes pudieran ser los chicos que demuestran actitudes de rebeldía e indisciplina por un lado, como también quienes se muestran tímidos y reservados por otro, que sin duda alguna, también tienen cuestionamientos, experiencias por transmitir y sugerencias ante alguna situación, pero que quizá no encuentren la forma de externar, que tengan miedo a ser juzgados, que no se sientan en un ambiente de confianza o que prefieran dejar pasar ciertas situaciones de riesgo, en lugar de enfrentarlas, por su necesidad de pertenencia a un grupo, entre otras causas. Es por eso, que sin duda alguna, es tarea de la Psicología profundizar en investigaciones al respecto; se sabe que la etapa de la adolescencia es básica para la formación de la personalidad, y por resultado, un campo de estudio bastante amplio en el que la Psicología puede incidir de manera positiva. A continuación se describirá brevemente la estructura del presente trabajo: En el primer capítulo se habla sobre los conceptos psicosociales encontrados en el desarrollo del proyecto de intervención comunitaria, como fundamentales en el proceso de la adolescencia, principalmente en la etapa de la secundaria, pues fue la población con la que se realizó el proyecto, tales como la comunicación, la autoestima, identidad y pertenencia, cada uno de estos conceptos son descritos y relacionados con diferentes esferas sociales de los adolescentes. 10 En el capítulo segundo, se retoman las principales redes de apoyo social de los jóvenes, sus características, su dinámica y su importancia dentro del desarrollo de la etapa adolescente; dentro de las cuales se encuentran la familia, el grupo de iguales, incluso los profesores. En el tercer capítulo se hace mención de datos estadísticos de la población mexicana adolescente que se relacionan con los participantes del presente trabajo y con los temas tratados en los talleres. Las características concernientes a la Delegación, colonias y población de la zona donde se realizó el proyecto, son mencionadas en el capítulo 4, dichos aspectos, forman parte del contexto de los participantes y ameritan ser mencionados. Dentro del capítulo 5 se habla sobre la Asociación Civil que apoyó en el desarrollo del proyecto de intervención, además se retoman los puntos de la convocatoria de participación del Programa de Coinversión para el Desarrollo Social del Distrito Federal. Posteriormente se hace la descripción del proyecto y sus objetivos. La metodología utilizada es explicada en el capítulo 6, además de la aplicación del proyecto; los resultados encontrados se abordan dentro del capítulo 7. La discusión donde se contrastan las investigaciones citadas con los datos hallados se encuentra en el capítulo 8 y posteriormente las conclusiones del trabajo están en la parte final en el capítulo 9. 11 Capítulo 1. La adolescencia En este primer capítulo se abordarán conceptos que se mencionarán a lo largo del presente trabajo; dichos conceptos se encontraron como fundamentales en la conformación del adolescente desde un punto de vista psicosocial, tales como la comunicación, la autoestima, la identidad y la pertenencia. 1.1 La comunicación como factor elemental de la adolescencia Es claro que el ser humano al estar inmerso en un grupo social requiere de la comunicación para la interacción humana, tanto así que sería prácticamente imposible dejar de comunicarse, en cualquiera de sus manifestaciones, pues constituye un determinante del bienestar en el que se pueden incluir aspectos tales como la satisfacción, calidad de vida y salud, acercándose así, al bienestar físico y social idóneo (Musitu, 1993). Cabe mencionar que el conocimiento social y la comunicación se vinculan de distintas formas, pues las relaciones interpersonales son inherentemente sociales al involucrar intercambio de mensajes por lo menos entre dos personas teniendo como fin el lograr ciertos objetivos sociales y también tienen que ver con la cognición pues los mensajes son producto de la actividad cognitiva de los comunicadores (Musitu, 1984, 1987; citados en Musitu, 1993). La comunicación es un proceso interactivo en el que intervienen un conjunto de símbolos y tiene como objetivo y fin el lograr una comprensión entre los comunicantes (emisores y receptores), por lo que una comunicación carente de efectividad o una desviación en la comunicación, en donde los modelos de la 12 misma distraen y confunden a un receptor que trata de compartir significados con el emisor, tiene importantes contradicciones en su desarrollo psicosocial (Musitu, 1993). En el caso específico de los adolescentes es importante que la información brindada por padres, profesores, grupo de iguales y por la gente más cercana a ellos, sea congruente y proporcionada con atención e interés, ya que se está interviniendo en la orientación y formación de ideas, significados y percepciones,evitando dobles mensajes, ocultando información o que ésta sea transmitida a través de mitos; así mismo, escuchen también las exigencias, necesidades y vivencias del adolescente pudiéndole otorgar una comprensión que es básica para su proceso formativo, además de que a través del diálogo se fortalecerán sus vínculos. 1.1.1 Comunicación en la familia Dentro de la dinámica familiar, la comunicación representa el medio fundamental de convivencia, pilar elemental del desarrollo del adolescente tanto en el núcleo familiar como social. Como ya se ha mencionado antes, la adolescencia conlleva cambios tanto físicos como psicológicos y sociales que en ocasiones orillan al adolescente a ser propenso a involucrarse en situaciones desconocidas y probablemente de riesgo para ellos, en las que pudieran poner en peligro su bienestar por lo que necesitan de la orientación y apoyo de quienes los rodean, así como saberse escuchados y comprendidos. Es por eso que la comunicación dentro de la familia podrá fomentar el aprendizaje de habilidades sociales y adaptativas que formarán competencias relacionadas con la 13 socialización, autoestima y toma de decisiones, logrando así, en lo posible, optimizar el desarrollo de los jóvenes en cada uno de sus ámbitos. Al respecto, algunos autores argumentan que la comunicación funge como instrumento para la renegociación de roles, convirtiéndose así en un factor que interviene en la dinámica de las relaciones familiares (Tesson y Youniss, 1995; Noack y Krake, 1998; citados en Cava, 2003). La comunicación familiar abierta y con intercambio de ideas entre padres e hijos de forma clara, empática, respetuosa y afectiva, es un aspecto positivo para la obtención de recursos psicosociales que logran facilitar procesos adaptativos de la edad (Kerr y Sattin, 2000, citados en Jiménez, Murgui, Estévez y Musitu, 2007). El desarrollo de una autopercepción y autoestima positiva (familiar, social o académica) dependen en gran parte de una relación positiva entre padres e hijos adolescentes formando parte de los factores de protección dentro del ajuste comportamental y emocional de los adolescentes (Dubois, Bull, Sherman y Roberts, 1998; Harter, 1990, Lila y Musitu, 1993; Fering y Taska, 1996; McCullough, Huebner, y Laughlin, 2000; citados en Jiménez, et al., 2007; Estévez, Murgui, Moreno y Musitu, 2007), entendiendo como factores de protección las características, condiciones y atributos que facilitan a las personas lograr su salud integral (Rojas, 2001 citado en Gómez, 2008). En ocasiones es notable que existan deterioros en la comunicación que puedan reflejar el desarrollo del pensamiento formal que lleva al joven a mostrarse más crítico ante las reglas familiares, a percibir a sus padres de forma menos idealizada y a tener mejores argumentos para defenderse en una discusión (Parra 14 y Oliva, 2002); puede surgir un cambio en las estructuras de poder dentro de la familia; así como conflictos relacionados al ritmo de crecimiento de los adolescentes dirigido a la independencia, principalmente en la adolescencia temprana y media, en donde surgen discusiones que en su mayoría conciernen a situaciones cotidianas, como tareas escolares o domésticas, gastos, amigos, hermanos; sin embargo algunos de estos temas pudieran ser sólo pretextos o situaciones que pudieran encubrir cuestiones de mayor relevancia en el desarrollo del adolescente (Arnett, 1999, citado en Papalia, 2004). Según Rueter y Conger, (1995, citados en Papalia, 2004) los conflictos con los padres disminuyen entre la adolescencia temprana y media en familias que son cálidas y brindan apoyo, no obstante, los problemas empeoran en un ambiente familiar hostil, coercitivo o crítico. Los problemas de comunicación en la familia son factores de vulnerabilidad para desarrollar en los hijos problemas de salud mental, síntomas depresivos, estrés y ansiedad, que pudieran insertarlos a su vez, en problemas dentro del contexto escolar y social (Cava, 2003; Estévez, Musitu y Herrero, 2005), además de que debilita la autoestima tanto familiar como escolar (Jiménez, et al., 2007); dichas cuestiones se pueden convertir en factores de riesgo, entendidos éstos como los atributos unidos a una mayor probabilidad de daño a la salud, tales como la deserción escolar, el consumo de sustancias, actos delictivos, violencia, inicio de una sexualidad temprana, por mencionar algunos (Rojas, 2001, citado en Gómez, 2008). 15 Proporcionando ejemplos de lo anterior, en una investigación acerca de los estilos de comunicación familiar, se comenta que la comunicación negativa entre padres e hijos y los conflictos familiares, se relacionan con problemas de conductas violentas en la escuela (Dekovic, Wissink, y Mejier, 2004; Estévez, et al., 2005; Morales y Costa, 2001; Stevens, De Bourdeaudhui, y VanOost, 2002; Villar, Luengo, Gómez, y Romero, 2003; citados en Estévez et al., 2007), siendo posible que los problemas con el padre y la madre, quienes fungen como las principales figuras de autoridad, puedan influir en el desarrollo de actitudes hacia otras figuras de autoridad tales como los profesores y la policía, incidiendo a su vez en la conducta violenta del adolescente(Emler, Ohana, y Dickinson, 1990; citados en Estévez, et al., 2007). Por su parte, Máiquez (2004, citado en Gómez, 2008) argumenta que las alteraciones en la comunicación familiar también se relacionan con el consumo temprano de tabaco y alcohol, así como malestares físicos y psicológicos, y dificultades en la comunicación con los amigos, donde pudiera intervenir la falta de asertividad y problemas en la toma de decisiones. De igual forma en la investigación realizada por Gómez (2008), se encontró que los adolescentes que presentan problemas comunicacionales con sus padres muestran mayores complicaciones académicas y sociales, así como mayor consumo de alcohol y tabaco a comparación de los adolescentes con mejor diálogo con los familiares, dichos adolescentes muestran conductas contrarias a las reglas de los padres, buscando autoafirmarse con otros grupos sociales, principalmente de iguales o experimentando conductas riesgosas. 16 En el caso del tema de sexualidad, por ejemplo, el que exista una pobre o nula comunicación al respecto entre padres e hijas, puede ocasionar que se inserten de manera más fácil en relaciones riesgosas, enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados e incluso abortos, y la probabilidad aumenta si son hijas de padres divorciados (Ortiz y Rodríguez, 1995; López, Florez y Roche, 1996, citados en Calero y Santana, 2001). Como Parra y Oliva (2002) explican, un número considerable de padres quisiera hablar con sus hijos acerca de temas tales como la ingesta de sustancias, embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, sin embargo gracias a su nivel educativo bajo, carecen de la información y seguridad necesaria o simplemente no saben de qué manera conversar con ellos y convertirse en una fuente activa de información, pues los temas no son discutidos con frecuencia, lo que se convierte en un factor más para la falta de comunicación entre padres e hijos. Es factible que la comunicación sea mejor entre adolescentes y madres, posiblemente, por roles tradicionales de género, donde la madre resulta ser más afectiva y cercana que el padre (Gómez, 2008); sin embargo pudiera ser con quien se presenten más conflictos a causa de que las madres se encuentren más involucradas en asuntos cotidianos que puedan ocasionar problemáticas con sus hijos (Montemayor, 1983; Steinberg, 1990 citados en Parra y Oliva, 2002;Papalia, 2004). Existen investigaciones en las que se afirma que las discrepancias y problemas comunicacionales varían según el género, como por ejemplo en el 17 estudio realizado por Gómez (2008) con adolescentesmexicanos, se reportó que los varones muestran más dificultades en la comunicación con el padre a diferencia de las mujeres, quienes manifestaban más problemáticas con la madre, hecho que probablemente se deba a que el padre del mismo género tiende a fungir el papel de la figura principal de identificación, por lo que para lograr alcanzar la independencia, es de quien debe separarse primero, lo que puede ocasionar ciertos conflictos. En otra investigación (Estévez, et al., 2007) se señala que existe una estrecha asociación entre la calidad de la comunicación con el padre y el comportamiento violento del hijo en el contexto escolar, así como con la victimización del adolescente en la escuela y por consiguiente en su ajuste psicológico, esto se da principalmente en las mujeres quienes se comunican con mayor frecuencia y conceden mayor importancia a la comunicación ofensiva, evidenciando que hay una comunicación pobre, a comparación de los hombres; así también existe un vínculo importante entre los problemas de comunicación familiar, especialmente con la madre, y el desarrollo de una autopercepción negativa del hijo respecto de su contexto familiar. Es claro que la familia no está formada únicamente por los padres, o por uno de ellos, y el adolescente en formación, por lo que la comunicación con otros integrantes de la familia, principalmente nuclear, también es importante e interesante. Según Gómez (2008), en el caso de que el diálogo entre los padres y el adolescente sea deficiente, es probable que éste busque a otros familiares, como sus hermanos principalmente y a abuelos, tíos y primos en segundo término, 18 como confidentes, figuras de apoyo o fuentes de información, lo cual puede fungir también como un factor de protección para el adolescente. 1.1.2 Comunicación con los profesores. La escuela es otro de los espacios en los que los adolescentes se desenvuelven y en donde pasan gran parte de su tiempo, pudiendo otorgar a los profesores un papel fundamental en su desarrollo integral, convirtiéndose en actores dadores de información así como confesores, por lo que no sólo las adecuadas enseñanzas pedagógicas, sino también las relaciones interpersonales maestro-alumno y por lo tanto la existencia de un diálogo entre ellos optimizará de alguna manera el proceso de la adolescencia; como diría Zárate (2002): La relación maestro-alumno no se puede considerar como un hecho casual e intrascendente; por el contrario, es de suma relevancia y reviste una gran responsabilidad, ya que trasciende en la formación y por ende en la vida del educando. (p.25) Según Villasmil (2004), la comunicación es de suma importancia en la educación pues ésta posee un carácter relacional y recíproco, por lo que debiera haber un diálogo profesor-estudiante, abierto y enriquecedor que despierte el deseo de conocer y permita la comprensión del conocimiento; sin embargo esta autora considera que existe una falta de compenetración entre maestro y alumno acompañada de una inadecuada interacción comunicativa, imposibilitando así el encuentro entre ambos y hasta entorpeciendo el aprendizaje. 19 En las aulas, el objetivo de la comunicación es poner en contacto a los alumnos con el objeto de conocimiento, pretendiendo afectar o influir en su conducta mediante la adquisición de nuevos conocimientos. La comunicación permite la interacción entre el profesor y los alumnos, y si ésta se logra de manera eficaz, se genera una acción en común, estableciendo un vínculo de intereses cognoscitivos y emocionales que facilitan la comprensión del mensaje que se intenta transmitir, llevando a los alumnos a la convicción, de que lo que hacen puede ser beneficioso para su formación (Zárate, 2002). Como es sabido, para transmitir una idea se requiere de un código, que permita que el mensaje sea claro y comprensible; en el caso de las aulas, un factor esencial es el uso de un lenguaje propio al nivel o características de los alumnos, ya que el emplear un lenguaje muy técnico, inaccesible o poco entendible así como la afectación del mismo en cualquier sentido podría provocar la falta de comprensión, cierta posición de reserva o simplemente el rechazo por parte de los alumnos (Zárate, 2002). Cabe mencionar que comunicarse no se limita sólo a la transmisión de un mensaje, así hablar no implica necesariamente comunicarse, es decir, puede que el profesor hable por horas sin ser comprendido y exista un fracaso en la comunicación a causa de que probablemente el mensaje no fue transmitido con eficiencia o la interpretación no fue la idónea, además, el alumno puede que no muestre interés en los mensajes a menos que encuentre en estos algún valor (Zárate, 2002). 20 En la investigación realizada en México por Rodríguez (2000), se encontró que la comunicación con los profesores es importante para los adolescentes por dos razones, la primera, definida por ellos mismos como “para llevarse bien” y la segunda “para tenerse confianza”. Los jóvenes consideran favorable el mantener una relación estrecha y agradable con sus maestros, asimismo el establecer confianza entre profesor y alumno resulta esencial para: a) plantear sus dudas académicas sin temor a ser reprendidos o rechazados, b) solicitar apoyo por medio de consejos sobre problemas personales, ya que llegan a considerar a algunos de sus maestros como amigos, o en dado caso como sustitutos de los padres al no existir apoyo y atención en el hogar, e incluso para c) ser comprendidos como adolescentes, quienes independientemente de que acudan al centro escolar a adquirir aprendizaje, también tienen necesidades e intereses y logran formar relaciones sociales con sus compañeros y maestros con quienes quieren también recrearse. Los alumnos comentan que al no haber comunicación maestro-estudiante, el profesor no llega a comprender el verdadero origen del comportamiento del adolescente, es decir, los problemas que lo rodean y que afectan su conducta, prefiriendo en lugar de un diálogo, los castigos, reportes y suspensiones (Rodríguez, 2000). Así, para propiciar una buena relación entre estudiantes y profesores, es necesario que los docentes pasen de un esquema autoritario institucional a otro más participativo, logrando cambiar el concepto de profesor-autoridad por el de profesor-comprometido a la transmisión, búsqueda y construcción del 21 conocimiento, a la par de excluir características como la rigidez y las figuras cerradas, aunando la autenticidad, espontaneidad y frescura (Zárate, 2002). 1.1.3 Comunicación con el grupo de iguales. En la adolescencia, el grupo de iguales representa una de las esferas más influyentes para los jóvenes; en este medio, la atención se centra más hacia los iguales, a diferencia de cualquier otra etapa de desarrollo, debido a los aspectos de la socialización que facilitan la interacción en grupo, por lo que el poder compartir sentimientos y comparar opiniones con los compañeros y compañeras abre un campo ilimitado a la maduración personal y a la adaptación social (Herrero, 2003). Así como en la infancia, donde los niños centran la mayoría de su atención hacia los padres, en la adolescencia se da mayor importancia al plano horizontal entre pares (a diferencia del plano vertical adulto-adolescente), al grado de comenzar a otorgar mayor credibilidad a los amigos. Cabe mencionar que si existe una excesiva tendencia grupal o un deseo violento de ruptura con la etapa infantil, puede que el grupo llegue a suponer también un riesgo, inhibiendo la responsabilidad individual y toma de decisiones libre e individual, favoreciendo la dependencia y conformismo, así como las conductas inadecuadas, como el consumo de alcohol y drogas, entre otras (Herrero, 2003). Proporcionando un ejemplo de lo anterior, en el caso de las drogas, al momento de proporcionarinformación y orientación a los jóvenes sobre este tema, básicamente se le brinda mayor veracidad a quienes tienen la experiencia, es decir, los iguales que han probado las sustancias, son los se supone que saben y 22 se les escucha por tener el conocimiento; en cuanto a los adultos, sin importar su edad, se autoatribuyen el saber, visto desde los adolescentes, esta legitimidad no se reconoce por comprender que las circunstancias son diferentes, y se acepta más la experiencia entre iguales (Megías, Rodríguez, Megías, Navarro, 2004). Según Lagrange y Lhomond y Navarro-Pertusa (1997; 2002, citados en Navarro-Pertusa, Reig-Ferrer, Barberá y Ferrer, 2006), la influencia del grupo adolescente de iguales en la iniciación sexual, se incrementa, por ser parte de un síndrome de experiencia adolescente basado en la horizontalidad de las normas de referencia. En los países occidentales, instituciones como la familia, la escuela y la religión han sido desplazadas por el grupo de iguales y su cultura joven, en especial para los varones (Lagrange y Lohomnd, 1997, citados en Navarro- Pertusa, et al., 2002); así por ejemplo, un estudio realizado con adolescentes de 14 y 15 años, revela que los varones son presionados por su grupo de amigos en lo que concierne a su vida sexual, siendo estas conductas elementos de éxito social, a diferencia de las mujeres con quienes no ocurre de tal forma. Cabe resaltar que el ambiente familiar y las relaciones parentales pueden ejercer influencia negativa en los adolescentes y su grupo de iguales, tal es el caso que demuestra la investigación de Estévez, Martínez, Moreno y Musitu (2006), en la cual se estudian las diferencias de las relaciones familiares de jóvenes de edades entre 11 y 16 años, dentro del grupo de iguales, donde los adolescentes rechazados y los no rechazados por su grupo muestran diferencias relacionales con su familia; es decir que los adolescentes agresivos rechazados (por su grupo de iguales) que participan en conductas violentas, en el ambiente 23 escolar, comunican una relación familiar violenta entre padres y con poca comunicación dentro de ella. El otro grupo estudiado dentro de la misma investigación, que es el grupo de los rechazados no agresivos, informan de un menor apoyo por parte de la familia; tal situación es de mucha relevancia porque muestra la gran importancia e influencia del núcleo familiar y su forma de interactuar, hacia el grupo de iguales en la adolescencia, siendo éste un caso detonante de la violencia escolar en las aulas de clases (Estévez,et al., 2006). 1.2 Autoestima en la adolescencia La autoestima podría definirse como la evaluación y valoración global que se tiene de sí mismo (Santrock, 2006). Autoconcepto y autoconocimiento son términos ligados al de autoestima, se definen como procesos cognitivos internos que son generados a partir de autoevaluaciones, juicios y valoraciones acerca de uno mismo, que pueden contener connotaciones de valor sobre la personalidad y/o características físicas. La imagen personal es un sistema organizado que involucra desde la primera imagen que forma el niño de sí mismo hasta el concepto alcanzado en la madurez, la cual funciona como contexto para integrar nueva información (Fierro, 1990). La autoestima se refiere a la confianza básica en las propias potencialidades y contiene dos componentes esenciales: la valía personal y el sentimiento de capacidad personal, y es en la adolescencia donde la autoestima juega un rol importante en la construcción de la personalidad y generalmente se ve afectada por sentimientos negativos y de inseguridad, que son marcados por el 24 contexto que generan los cambios corporales y la formación propia de una escala de valores y juicios (Tarazona, 2005). La autoestima es un juicio personal de valor que se expresa en las actitudes que el individuo tiene de sí mismo e influye en aspectos importantes de la vida como la adaptación a situaciones nuevas, niveles de ansiedad y la aceptación de otros, rendimiento escolar, relaciones interpersonales y resiliencia (Fierro, 1990). La etapa específica de la adolescencia marca un hito importante debido a que autoconcepto y autoestima pasan a formar una parte central en la construcción de la identidad, en especial se da atención e importancia a las características físicas, sexuales y su atractivo para el otro género, que el adolescente crea sobre sí mismo (Fierro, 1990). Es claro que el contexto en el que el adolescente se desenvuelve, principalmente la familia, es crucial para el desarrollo de la autoestima (Alonso y Román, 2005; Musitu et al, 2001, citados en Cava, Musitu y Murgui, 2006). Según los resultados de la investigación de Robins, mujeres y varones que presentaron niveles de autoestima altos en la niñez, mostraron un descenso considerable de la autoestima durante la adolescencia, más aún en el caso de las jóvenes (Robins, et al 2002, citado en Santrock, 2006). De manera general, una autoestima alta en la adolescencia, en especial en el ámbito familiar y escolar, es un factor de protección frente a problemas emocionales y comportamentales (Cava, Musitu y Vera, 2000; Harter, 1990, citados en Cava, et al., 2006; Wild, Flisher, Bahna y Lombard, 2004, citados en Jiménez, Musitu y Murgui, 2008). 25 Según Musitu y Herrero (2003, citados en Jiménez, et al., 2008) en ciertas situaciones, la autoestima social y física altas pueden ser factores de riesgo en situaciones problemáticas tales como en el consumo de drogas, conducta que se podría considerar como social durante la adolescencia, ya que, los jóvenes al tener un consumo moderado u ocasional con sus pares, se autoperciben como “seres sociales normales” y se autoevalúan de manera positiva. En la investigación realizada por Jiménez, et al. (2008), se señala que las características del funcionamiento familiar pueden incrementar o inhibir las autoevaluaciones positivas de los adolescentes en las distintas esferas de su vida (familiar, escolar, psicosocial y apariencia física); dichas características familiares, principalmente cohesión, comunicación y conflicto, se relacionan con el consumo de sustancias de los hijos, pues tienen que ver con la autoestima. En la investigación de Cava, et al., (2006) se encontró una relación negativa entre la autoestima familiar y académica y la violencia escolar, observando así la relevancia que tienen estas dimensiones de la autoestima en el adecuado ajuste psicosocial de los adolescentes; según esta investigación, los adolescentes agresivos tienen una percepción alta de sí mismos en las dimensiones de autoestima social y emocional, y baja en las dimensiones académica y familiar. Por su parte, en la investigación de Estévez, et al. (2007) se observó un vínculo entre la dimensión escolar del autoconcepto y la actitud hacia la autoridad; siendo posible que la autopercepción que el alumno tenga respecto de sí mismo en la escuela pueda influir en la actitud hacia la institución escolar y el profesorado. Esta relación se ha confirmado en estudios que demuestran que 26 aquellos estudiantes con un autoconcepto negativo y actitudes desfavorables hacia la autoridad institucional se encuentran en una situación de riesgo más evidente ante el desarrollo de conductas violentas (Emler y Reicher, 1995; Haynes, 1990; Hoge, Andrews, y Lescheid, 1996, citados en Estévez, et al., 2007). 1.3 Formación de la identidad. Desde un enfoque social, puede verse a la identidad como un proceso de construcción de significados en base a los atributos culturales; la identidad puede formarse a partir de instituciones dominantes que se convierten en identidad cuando la persona las hace internas y construye su significado a partir de dicha internación, haciendo que la identidad sea la fuente de significado y experiencia para los individuos(Castells, 1997 citado en Trujillo, 2004). Así, la identidad social, puede entenderse como un mecanismo que determina las relaciones entre grupos siendo producto de la pertenencia a ciertos grupos sociales y de la comparación que la persona establezca entre los grupos a los que pertenece y aquellos que le sean ajenos (Tajfel, 1978, citado en Álvaro, y Garrido, 2007). La identidad se construye mediante un proceso de comparación social, la valoración de la misma, no dependerá solo del conocimiento que se tenga de los grupos a los que se pertenece, sino de una relativa valoración que se hace de estos grupos al compararlos con otros; cabe resaltar que la valoración que un individuo hace del grupo al que pertenece es resultado de la comparación con otros grupos, lo cual contribuye también a la autoevaluación, es decir que la valoración que se tiene de sí mismo depende en gran parte de la valoración que 27 se tiene del grupo del que se forma parte (Tajfel, 1978, citado en Álvaro y Garrido, 2007). Es así que teorías como la de la identidad social de Tajfel (1984) y la de la categorización del yo de Turner (1982) tienen como base el que en un contexto determinado los individuos utilicen los grupos para definir su identidad en relación con otros grupos, por lo tanto las comparaciones intergrupales contribuyen en la percepción de sí mismos en relación a otros (citados en Expósito y Moya, 2005). En el caso particular de los adolescentes, Juárez, 2002 (citado en Gómez, 2008) sugiere que los adolescentes parten de un modelo externo para formar su identidad, modelo que eligen por las características que concuerden con las necesidades vitales y psicológicas que el adolescente vaya experimentando; también en la construcción de dichos modelos influye el referente social que transmiten los padres, quienes a su vez, tomaron de la sociedad. Cabe mencionar que si el adolescente tiene relación abierta con otro familiar estas relaciones se convierten en factores protectores que pueden contribuir a que la conformación de la identidad se desarrolle favorablemente (Gómez, 2008). Otro sector importante en la búsqueda de la identidad es el grupo de iguales, pues proporciona al adolescente una serie de ventajas que podrán facilitar la transición hacia el mundo adulto brindando apoyo y seguridad, además facilita la separación de los padres y modelos anteriores, proporciona ideales, intereses y valores (Herrero, 2003). La identidad del adolescente puede ser conformada por exploraciones difusas y carente de estructura, si es que las bases para su construcción son 28 deficientes, incorporando así los riesgos como expresiones de autoafirmación para compensar el empobrecimiento de mecanismos de respuesta a las demandas y necesidades a las que se deben enfrentar (Rojas, 2001, citado en Gómez, 2008). 1.3.1 Identidad y medios de comunicación Pindado (2006) argumenta que los medios de comunicación fungen como una fuente de recursos simbólicos con los que los adolescentes interactúan para la construcción de su propia identidad, ya que dicha etapa se caracteriza por cierto incremento en la autoconciencia y tienden a ser más sensibles a imágenes y mensajes provenientes de los medios que utilizan como fuente de información y comparación en la búsqueda de su identidad. La identidad adolescente se ha interpretado, según diversos estudios (Mazzarella y Pecora, 1999; Fisherkeller, 2002, citados en Pindado, 2006) como un proceso dialéctico de acercamiento-alejamiento con los contenidos en los medios. Los adolescentes se ven impulsados a una aceptación o rechazo de las actitudes de identificación que los medios envían a través de símbolos y valores. Es decir que el joven construye su propia subjetividad en un proceso dialéctico entre la experiencia directa y la mediada, la cual la representan los medios de comunicación (Pindado, 2006). Uno de los aspectos más importantes de la formación de la identidad por el que los adolescentes utilizan los medios de comunicación es la identidad de rol de género, ya que retoman parte de los ideales de lo que significa ser hombre o mujer, aprendiendo por ejemplo, guiones románticos o sexuales (Hust, 2006; Steele y Brown, 1995; Brown et al., 2002, citados en Jensen, 2008). 29 1.3.2 Identidad de género Como diría Chihu (2002), la identidad se conforma en parte por el arraigo a un territorio donde de manera cotidiana se realizan prácticas y costumbres, las cuales también adjudican a ese lugar cierta distinción; dicha construcción de lugares resulta de gran importancia para la configuración de las identidades de género. Zager (1992, citado en Nateras, 2002) por su parte argumenta que este proceso de construcción es continuo e influyen las expectativas de los padres y pares, además de factores psicosociales y culturales. Siguiendo a Chihu (2002) las diferencias de género no provienen de una diferencia fisiológica, sino de una diferencia social y cultural. La construcción social de género y por lo tanto su socialización, son producto de “la combinación de relaciones sociales materiales y de representaciones simbólicas de la distinción entre lo masculino y lo femenino” (p. 20). Al respecto Ramos, González y Bolaños (2002, citados en Nateras, 2002) comentan que el género hace referencia a una construcción simbólica mediante la cual algunos rasgos son atribuidos como pertenecientes a uno y otro sexo y que son además naturalizadas de cierta forma, así como por mucho tiempo funcionaron las conceptualizaciones sobre los roles sexuales, es decir, patrones rígidos sobre lo que debe ser una mujer y lo que debe ser un hombre. En la actualidad, es posible que esta situación esté cambiando, tanto para las mujeres como para los hombres gracias al dinamismo de los procesos psicosociales. 30 1.4 Pertenencia y grupos sociales Según Horrocks (2008), uno de los aspectos más importantes de la vida de un adolescente es la relación con sus coetáneos, al grado en que la aceptación puede producir sentimientos de seguridad y felicidad, mientras que la exclusión puede resultar una gran aflicción. Es aquí donde intervienen y se mezclan conceptos como pertenencia, empoderamiento y fortalecimiento, nociones que hacen referencia al control sobre los miembros de un grupo (Horrocks, 2008; Silva y Martínez, 2007). Es claro que la parte material de un grupo son los individuos mismos y el formar parte de un grupo implica por un lado la aceptación de los miembros y por otro, un sentido emocional de pertenencia. El empoderamiento según Rappaport (1984, citado en Silva y Martínez, 2007) es el proceso y los mecanismos mediante los cuales personas, organizaciones y comunidades ganan control sobre la vida de otras personas. Por su parte Montero (2003, citado en Silva y Martínez, 2007) propone el término de fortalecimiento definido como el proceso mediante el cual los integrantes de una comunidad desarrollan colectivamente recursos y capacidades para controlar su situación de vida, para lograr la evolución de su entorno según sus necesidades y aspiraciones, pudiéndose transformar de manera simultánea a sí mismos. El grupo se convierte en un lugar en el que las personas, en este caso los adolescentes, ponen a prueba su autoestima y valoración que tienen de sí mismos; gran parte de la imagen que el adolescente tiene de sí, se construye a través de las relaciones que establece dentro de su grupo de pertenencia y con 31 otros grupos mediante procesos de diferenciación que entabla con los demás (Monreal, Muñoz y Martínez, 1990). Las personas en situación de grupo se desenvuelven en ambientes tolerantes o restrictivos, que estimulen o inhiban aspectos de su personalidad y actitudes presentes; el grupo estimula a sus integrantes, brinda oportunidad social y en ocasiones una base en la que puedanrepresentar sus agresiones. El grupo debe ofrecerle al adolescente seguridad y satisfacer alguna necesidad de modo que pueda participar sin una tensión indebida y para ser aceptado por el grupo debe conformarse a sus creencias y costumbres (Horrocks, 2008). Por otra parte, no se debe olvidar que la pertenencia a cierto grupo puede fungir como factor de riesgo, por ejemplo con los consumos recreativos de alcohol y de otras drogas entre jóvenes que se realizan en un contexto grupal y que juegan, en ocasiones, un papel socializador. El sentimiento de pertenencia a estos grupos de iguales facilita el acceso a nuevas formas de relación y ayuda a tomar cierta distancia de la familia y del control de los adultos; el adolescente que comienza a consumir en el grupo de iguales tiene la sensación de acceder a situaciones prohibidas, escapando así a la tutela de los padres o de otras figuras de autoridad además de compartir nuevas experiencias con sus iguales, en lugares y horarios que hacen propios, contrarios a los de los adultos (Herrero, 2003). El consumo de drogas en el grupo de iguales puede funcionar de cierta forma, como una forma más de cohesión y de identidad grupal, así como de ejemplo para la imagen física, el tipo de música que escuchen o cualquier otra 32 conducta, que defina un estilo de vida considerado como propio. Algo similar ocurre con la aparición de conductas violentas, como actos vandálicos realizados en grupo, que constantemente con mencionados en los medios de comunicación, que pueden ir asociadas al uso de alcohol o de otras drogas y que constituyen, en muchos casos, una forma inadecuada y extrema de lograr una identidad y pertenencia frente a otros grupos (Herrero, 2003). Como se pudo observar, la comunicación es parte fundamental en toda relación social y en el caso de los adolescentes es un aspecto de suma importancia en el proceso de formación que atraviesan, aunado a la interrelación y desarrollo de la autoestima e identidad; ya se mencionó sobre el sentido de pertenencia que se posee al formar parte de un grupo y en el siguiente capítulo precisamente se argumentará acerca de los principales grupos sociales de los adolescentes, llamadas redes de apoyo social y su importancia en el desarrollo de los mismos. 33 Capítulo 2. Las redes de apoyo social y el contexto del adolescente en México. En este capítulo se abordarán las principales redes de apoyo social de los adolescentes identificadas en el desarrollo de los talleres: la familia, el grupo de iguales y los profesores. Cabe destacar que algunos autores identifican a estas redes con el nombre de redes sociales, sin embargo en este trabajo se contemplará sólo el concepto de redes de apoyo social a causa de que al primero se le está dando en la actualidad la connotación de redes sociales cibernéticas. Las redes de apoyo social, son sin duda alguna un punto de apoyo para el proceso de adolescencia y en general para las relaciones de cualquier persona sin importar la edad; se definen como el espacio en el que se desarrolla un individuo, basándose en el apoyo e influencia de los demás hacia sí mismo, constituyendo así, una parte importante de la experiencia individual, de la formación de la identidad e incluso de hábitos (Sluzki, 1996, citado en Rodríguez, 2009). Así, Rodríguez (2009) afirma que dichas redes son las relaciones humanas, no constantes, entre un grupo de personas que resultan importantes en la vida de cada una de ellas, en su búsqueda de apoyo social, en la cual se incluye desde la ayuda de tipo material hasta el sustento emocional que se traducirá en sensaciones de bienestar, además existe un efecto red, es decir consciencia de unidad y pertenencia de los individuos de la red ante un problema. Shumaker y Brownell (1984, citados en Arón, Nitsche y Rosenbluth, 1995) mencionan que el aspecto fundamental de las redes sociales es la provisión de 34 apoyo social, definido como un intercambio de recursos producido por la relación de una persona con otra u otras, percibiendo a cierto individuo como proveedor y a otro como receptor. El apoyo social es dinámico y transaccional, influido por distintos factores tales como la edad, género, patrones culturales, nivel socioeconómico o estructura de la red, entre otros, que tienden a afectar la posibilidad de acceder a dicho apoyo y a sus efectos (Shumaker y Brownell, 1984; Rook, 1990; Hirsch, 1985; Gottlieb, 1985a; Vaux, 1990, citados en Arón, et al., 1995). Según Gómez (2004, citado en Rodríguez, 2009) el apoyo social tiene como características principales el apoyo socioemocional, siendo éste las expresiones de afecto y cuidados positivos; apoyo instrumental, informando y orientando sobre la resolución de problemas; y apoyo material, dando o recibiendo bienes materiales. Siguiendo esta línea, Gracia, Herrero y Musitu (1995, citados en Méndez y Barra, 2008) mencionan que las relaciones sociales son un medio para conseguir una meta como pudiese ser la búsqueda de trabajo o dinero, que describe la función instrumental del apoyo social, y añaden una función expresiva que considera las relaciones sociales como un fin o un medio en sí mismas, caracterizadas por la presencia de afectos y emociones como puede ser pedir un consejo, compartir una pena, entre otras. El apoyo social percibido se refiere, según Gracia (1997, citado en Méndez y Barra, 2008) a la valoración que una persona hace sobre su red de apoyo social 35 y los recursos que fluyen desde ella, lo que implica destacar el grado de satisfacción que obtiene del apoyo disponible. Se ha señalado que los efectos beneficiosos de las relaciones sociales en el bienestar individual se producen a través de su influencia en el autoconcepto, los sentimientos de valía personal, de control personal y la conformidad con las normas conductuales (Gracia & Herrero, 2006, citados en Méndez y Barra, 2008), por lo que se podría considerar la falta de vínculos sociales como un factor que prediga la delincuencia juvenil (Vásquez, 2003, citado en Méndez y Barra, 2008). Distintas investigaciones han demostrado la importancia que proporciona el apoyo de las redes de apoyo social, tanto en la vida diaria como en situaciones de crisis, por su potencialidad para ayudar a encontrar soluciones, abrir nuevas posibilidades y disminuir la vulnerabilidad del individuo ante problemas físicos y emocionales (Estévez y Aravena, 1988; Gottlieb, 1987; Koeske y Koeske, 1990, citados en Arón, et al., 1995). El estudio de la perspectiva de las redes de apoyo social, puede ser de gran ayuda en la comprensión, intervención y prevención de problemáticas típicas de la adolescencia tales como: drogadicción, delincuencia, alcoholismo, deserción escolar, embarazo precoz, y prostitución, situaciones especialmente críticas entre los jóvenes de sectores de menores recursos. Algunas investigaciones señalan que las personas en condición de riesgo que se sienten apoyadas por sus amigos y familia, presentan menores índices de depresión y ansiedad y un mayor nivel de autoestima. Ello les permite afrontar de manera más adecuada los problemas cotidianos, proporcionándoles además 36 mejores condiciones para enfrentar situaciones de pobreza y posibilitar el mejoramiento de su condición económica, como también mantener un ajuste psicológico más adecuado (Gracia y Herrero, 2006; Palomar y Lanzagorta, 2005; citados en Méndez y Barra, 2008) Por su parte, Bravo y Fernández (2003) argumentan que existen varios estudios que demuestran la efectividad del apoyo social al momento de afrontar problemas y conflictos de la vida diaria; el recibir consejos, guía, compañía, ayuda, afecto, sentirse escuchado y valorado, son algunas de las expresiones de apoyo que se ofrecen dentro de las redes sociales. En la investigación realizada por Bravo y Fernández(2003) se muestran las principales redes de apoyo social de adolescentes en España, las cuales se podrían identificar con las redes de adolescentes mexicanos, entre las que destacan: los familiares, contemplando a los integrantes por separado, en orden descendente según el apoyo, hermanos, madre, padre, abuelos, y otros familiares; los profesores; amigos de la escuela; y otros amigos, siendo estas dos últimas esferas las más significativas para los jóvenes. Dentro del instrumento utilizado en la investigación, se tomaron en cuenta aspectos como la confianza, la ayuda y la afectividad que forman parte del apoyo percibido en una red social. A continuación se describe brevemente los tres tipos de red de apoyo que según la literatura son más importantes y frecuentes en la adolescencia: La familia, el grupo de amigos y los profesores. 37 2.1 Familia Calvo (2007) comenta en una de sus publicaciones lo siguiente sobre la familia: La palabra familia, procedente de la raíz latina famulus (sirviente o esclavo doméstico), agrupaba en principio el conjunto de esclavos y criados propiedad de un solo hombre. La familia era regida por el pater, quien ostentaba todos los poderes, incluidos el de la vida y la muerte. (p. 46) Claramente junto con las sociedades, sus conceptos han evolucionado y según Hidalgo y Carrasco (citados en Calvo, 2007), la familia actualmente representa generalmente el grupo primario de pertenencia del individuo así como el primer agente socializador. Así, la familia es la principal institución en la formación de los individuos y es la responsable de que los hijos se formen exitosamente como seres afectivos, sociales, productivos, intelectuales y sexuales (Cariote, 2007). Así, Leñero (1992, citado en Gómez, 2008) menciona que precisamente es en la dimensión familiar donde se adquieren normas, valores, derechos, obligaciones y roles; además en donde se prepara a la persona para el papel que desempeñará en el futuro . Aunque en la adolescencia se conceda gran importancia a otros contextos sociales como lo es el grupo de iguales, en la infancia, la familia constituye el principal contexto de interacción social: los padres son las principales fuentes de socialización y por consecuencia tienen un rol primordial en la formación de la autoestima del niño. (Hartup, 1996, citado en Jiménez, et al., 2007). 38 Medellín, López, Rivera, Kanán y Rodríguez-Orozco (2012), mencionan dos aspectos que forman parte del concepto familia. El primero de ellos es la estructura familiar, definida como la forma que tiene la propia familia de organizar la manera de interactuar de sus miembros de acuerdo con las demandas funcionales que tengan y a las pautas repetitivas de interacción; ante los cambios de ciclo vital y/o ante los sucesos estresantes que ocurren a lo largo de la vida, las familias cambian y los enfrentan de acuerdo a diferentes estilos de funcionamiento familiar. El segundo concepto hace alusión a la cohesión, que se define como la distancia y proximidad que existe entre los miembros de una familia, dicho concepto comprende dos aspectos: el lazo emocional que tienen los miembros de la familia entre sí y el grado de autonomía de cada miembro de la familia. Olson, Rusell y Sprenkle (2000, citados en Medellín, et al., 2012) hacen una clasificación de acuerdo con el grado de cohesión de la siguiente manera: a) Aglutinada: donde hay un apego excesivo, pues existe mucha proximidad entre los miembros de la familia, la cohesión es muy alta; b)Conectada: existe una proximidad en un nivel alto o moderado entre los miembros de la familia, por lo que la cohesión es moderada o alta; c) Separada: el nivel de proximidad es moderado o bajo entre los miembros de la familia, por lo que la cohesión se clasifica como moderada o baja; d) Desligada: existe una escasa proximidad que se puede traducir como un desapego entre los miembros de la familia, manifiestan un nivel de cohesión muy bajo o nulo. 39 Las familias que tienen una cohesión aglutinada se caracterizan por un exceso de identificación de los miembros con la familia, la generación de un gran sentimiento de lealtad que produce, en los integrantes de la misma, problemas para lograr una individuación, dificultando el desarrollo una identidad personal propia. Por su parte, las familias que tienen una cohesión desligada tienden a mostrar un bajo nivel de compromiso y apego entre sus miembros y cada quien desarrolla sus propios planes, sin tomar en cuenta a los demás miembros de la familia (Olson, Rusell y Sprenkle, 2000, citados en Medellín, et al., 2012). Olson, Rusell y Sprenkle (2000, citados en Medellín, et al., 2012) hacen alusión en su modelo a otras dos categorías que evalúan el funcionamiento familiar: la adaptabilidad definida como la habilidad del sistema para cambiar su estructura de poder, la dinámica entre los roles y las reglas de las relaciones familiares en respuesta a estresores evolutivos y situacionales. Dicha adaptabilidad puede ser: rígida donde hay muy baja adaptabilidad, estructurada, donde la adaptabilidad es de baja a moderada, flexible, adaptabilidad de moderada a alta y caótica, donde la adaptabilidad es muy alta. La otra categoría es la comunicación familiar, elemento modificable en función de la posición de las familias a lo largo de las otras dos dimensiones (cohesión y adaptabilidad), por lo que al cambiar los estilos y estrategias de comunicación de una familia, probablemente cambiará el tipo de cohesión y adaptabilidad al que pertenecen (Olson, Rusell y Sprenkle, 2000, citados en Medellín, et al., 2012). 40 Muñoz-Rivas y Graña (2001, citados en Gómez, 2008) en su estudio sobre factores familiares de riesgo y protección para el consumo de drogas, encontraron que los adolescentes que provenían de familias unidas presentan menor probabilidad de consumo de drogas, así también, una relación positiva y estrecha entre padres e hijos, además de que una actitud no permisiva de los padres hacia las drogas y el alcohol, mostraban una menor implicación del adolescente en el consumo éstas. Asimismo, en la investigación realizada por Musitu y Cava (2003), se encontró una correlación positiva entre la percepción de apoyo del padre y el consumo menor de alcohol y de mariguana en los adolescentes. Así como otros grupos sociales, la familia puede resultar una red de apoyo y protección y por lo tanto ser un factor de protección o en el otro extremo, ser un factor de riesgo. Como dirían Bravo y Fernández (2003), en ocasiones la familia no puede o no es capaz de proveer el apoyo necesario y fracasa al momento de satisfacer las necesidades básicas del adolescente. Silva y Pillón (2004, citados en Gómez, 2008) consideran a la familia como el núcleo desencadenante de conductas de riesgo, si es que el adolescente llega a percibirla como un ambiente hostil, momento en el que busca un grupo que le brinde seguridad y al carecer de una referencia fiable de sus propios atributos, presenta un proceso de desadaptación provocándole el rechazo de otros. Si hablar de riesgo es referirse a la proximidad o contingencia de estar expuesto a un daño, y la familia es la dimensión que se encuentra en mayor cercanía a la persona, es entonces ésta la que involucra un nivel más alto de peligro, pues éste se clasifica por falta de apoyo, trato violento, deserción escolar y poca estancia en 41 el hogar. Lo anterior emana en la exposición a factores de riesgo como el consumo de drogas, la promiscuidad y conductas violentas como recursos de afrontamiento. 2.2 Grupo de amigos La adolescencia tiende a caracterizarse por ser una etapa en la que los chicos adquieren nuevos roles, demandas y necesidades, entre las que se encuentra la de recibir apoyo, motivo por el que los jóvenes comienzan a acercarse a sus iguales y distanciarsede sus padres, para así empezar a formar sus redes de apoyo principalmente de pares, redes más densas y complejas que en la infancia (Vaux, 1985; Bryant, 1985; Hirsch, 1985; citados en Arón, et al., 1995). Según Musitu y Cava (2003), la precepción de apoyo de los padres disminuye conforme avanza la adolescencia, sin embargo aumenta la importancia concedida a las relaciones con los iguales, considerando entre estos a amigos y novios. Para los adolescentes, la integración en el grupo de iguales es fundamental ya que le aporta un sentimiento de pertenencia y validar su identidad; estos grupos evolucionan también durante las distintas etapas de la adolescencia, desde pequeños grupos de un mismo género, hasta el grupo formado por mujeres y hombres, en el que es probable surjan parejas (Dunhy, 1963, Connolly, Furman y Konarski, 2000, citados en Musitu y Cava, 2003). El grupo de iguales (o de pares) puede ser definido como un agente de socialización formado por un grupo social de miembros de edad homogénea. El adolescente llega a apoyarse en gran medida en su grupo de iguales para obtener 42 seguridad y guía, además de que sólo otros que pasan por la misma transición aparecen como confiables para comprender sus experiencias (Universidad de Oriente, s. f.). El grupo de iguales puede desempeñar funciones como el intervenir en la formación de la identidad del adolescente, que en sí, inicia desde la infancia, pues el adolescente se apoya en la retroalimentación que recibe y en la comparación directa con los atributos y características de los otros. Otra de las funciones es brindar un conjunto de valores dentro de los que se podrá interpretar la información recibida; además de la adquisición de las habilidades sociales a través de la interacción con los compañeros. El grupo de iguales puede ser el escenario en el que los jóvenes practiquen la independencia fuera del control adulto con aprobaciones y aceptaciones que no provengan de adultos (Universidad de Oriente, s. f.). A medida en que los jóvenes confían más en su capacidad para elegir a sus amigos y en la medida en que sus intereses se hacen más estables, los grupos se vuelven más permanentes y más estructurados. 2.3 Profesores Según Zárate (2002), los profesores son un instrumento indispensable de la sociedad, mediante el cual, ésta transmite parte de su cultura, preparando condiciones de su propia existencia, lo que hace del maestro un ser afortunado pero con una enorme responsabilidad; con sus acciones el profesor puede contribuir a la formación de ciudadanos libres y críticos, útiles a la sociedad, a la vez que forma promotores del cambio de la misma. 43 Fernández y Bravo (2000), encontraron en uno de sus estudios, que los profesores forman parte de las redes de apoyo social de los adolescentes, ya que en su muestra, la mitad de los jóvenes consideraron dentro de sus redes a algunos de sus profesores. En cuanto a la composición de la red de apoyo social, Fernández y Bravo (2000) describen que existe un predominio de la frecuencia de la figura los amigos, tanto de los que surgen en el contexto escolar como del grupo de otros amigos, surgido del contexto comunitario; entre ambos grupos suman más del 50% de la red, a ellos se podría añadir otro grupo de amigos, mucho menos numeroso, que es el que procede de los contextos asociativos (deportivos, culturales, entre otros). El resto se distribuye entre las figuras familiares, con la presencia de padre, madre y hermanos (aproximadamente uno por sujeto). Los abuelos aparecen en un tercio de la muestra, al igual que los profesores. Los amigos adultos aparecen de un modo muy esporádico (suponen el 0,4% de la red). 44 Capítulo 3. Estadísticas sobre la adolescencia en México. México puede considerarse un país joven en tránsito a la adultez. Si bien el efecto de la transición demográfica sobre la estructura por edad de la población tiende al envejecimiento en el largo plazo, en la actualidad el país cuenta con un legado histórico de población entre 15 y 24 años de edad, producto del impulso que los altos niveles de fecundidad del pasado ejercen sobre la composición por edades de la población actual (Consejo Nacional de Población, 2010). Para el año 2010, en México residían 20.2 millones de jóvenes entre 15 y 24 años de edad, de los cuales 10.4 millones son adolescentes tardíos (15 a 19 años) y 9.8 son adultos jóvenes (20 a 24 años). En conjunto, los jóvenes representan cerca de la quinta parte de la población total del país. (CONAPO, 2010). A continuación se mencionarán datos estadísticos relacionados a la presente investigación. 3.1 Morbilidad en los adolescentes mexicanos Los problemas de salud que más frecuentemente adquieren los adolescentes son las de origen infeccioso como las de vías respiratorias, gastrointestinales, urinarias y de transmisión sexual; dentro de las 20 primeras causas de atención médica, también se encuentran los accidentes de transporte de vehículo de moto (Sistema Único de Información para la Vigilancia Epidemiológica/Dirección General de Epidemiología/SSA, citado en Secretaría de Salud, s. f.). 45 3.2 Mortalidad Las principales causas de muerte adolescente son en mayoría consecuencias de afecciones que pudieron haberse prevenido: muertes ocasionadas por violencia, ya sea por acción directa (homicidios o suicidios) o por negligencia (accidentes) (Secretaría de Salud, s. f.). El CONAPO (2010) relaciona en mayor medida las muertes prevenibles con actividades de alto riesgo de los hombres, donde intervengan actividades de mayor esfuerzo físico y consumo de sustancias como el alcohol. A nivel nacional, en el año 2007 ocurrieron cerca de 25 muertes por lesiones intencionales, por cada cien defunciones de jóvenes; dentro de esta causa se encuentran los homicidios y los suicidios. En 2007 los adolescentes presentaron una tasa de 45.3 defunciones por cada cien muertes en este grupo de edad, a causa de accidentes, mientras que entre los adultos jóvenes la tasa ascendió a 43 defunciones. La segunda causa en este sector de la población son las lesiones, las cuales se presentan con mayor frecuencia entre los adultos jóvenes, con una tasa de 20.5 por cada cien defunciones. Los tumores malignos ocupan el tercer lugar entre las principales causas de muerte, particularmente entre los adolescentes. El cuarto y quinto lugar lo ocupa la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y por enfermedades infecciosas y parasitarias. En el caso de las enfermedades infecciosas y parasitarias, el VIH/SIDA provoca cerca de cuatro defunciones por cada cien en el grupo de 20 a 24 años (CONAPO, 2010). Aunque entre la población femenina adolescente los accidentes siguen siendo la primera causa de muerte, como en el caso de los hombres, la proporción 46 es menor, pues la tasa de mortalidad por esta causa entre las adolescentes se ubica en 25.7 defunciones por cada cien muertes en este grupo de edad, mientras que para las adultas jóvenes es de 22.5 defunciones por cien (CONAPO, 2010). La segunda causa de muerte entre las mujeres jóvenes destacan los tumores malignos y las lesiones se encuentran en tercer lugar. Entre los padecimientos de tipo cancerígeno, destaca la leucemia, enfermedad que provoca 5.02 defunciones de adolescentes y 3.8 muertes de adultas jóvenes, por cada cien. La cuarta causa de mortalidad entre las adolescentes y jóvenes es la mortalidad asociada a la maternidad, fenómeno que se presenta con mayor recurrencia entre las adultas jóvenes, donde ocho de cada cien defunciones se deben a padecimientos originados en el embarazo, parto o puerperio. Por último, se encuentran las causas infecciosas y parasitarias, entre cuyas defunciones el VIH/SIDA aporta la mayor tasa, particularmente entre las adultas jóvenes (CONAPO, 2010). 3.3 Saludsexual Los adolescentes están en mayor riesgo de tener problemas en el área de salud sexual y reproductiva, como lo son los altos contagios de enfermedades de transmisión sexual, embarazos no planeados y abortos. Según el CONAPO (2010) la edad promedio de la primer relación sexual de las adolescentes para es de 15.9 años, pero es más importante aún que la edad a la que se tiene la primera relación sexual es que ésta ocurra de manera protegida, sin embargo, el uso de anticonceptivos en la primera relación sexual no es una práctica común entre los adolescentes mexicanos, ya que en el año 2009, sólo 47 cuatro de cada diez mujeres entre 15 y 19 años reportaron haber utilizado algún tipo de anticonceptivo en el primer encuentro sexual, el más común es el condón más común. La tasa de embarazo en las adolescentes de 12 a 19 años de edad, en el año 2005 fue de 79 por cada mil mujeres, mientras la tasa de embarazo en las adolescentes de 12 a 15 años fue de seis embarazos por cada mil, el número aumentó en las jóvenes de 16 y 17 años a 101 embarazos por cada mil, y el mayor incremento se observó en las adolescentes de 18 y 19 años, entre quienes se alcanzó una tasa de 225 embarazos por cada mil mujeres (ENSANUT, 2005, citada en Secretaría de Salud, s. f.). El total de números de casos de egreso hospitalarios en adolescentes atendidas por el sistema de salud durante el 2006, fue de 201,475 por parto, y de 19,291 por abortos (Sistema Automatizado de Egresos Hospitalarios, DGIS/SSA, 2006, Secretaría de Salud, s. f.). El CONAPO (2010) en su análisis territorial de la intensidad de la fecundidad adolescente evidencia que este fenómeno no se presenta necesariamente entre las entidades con mayor rezago en el proceso de transición demográfica o con mayores dificultades socioeconómicas; la intensidad de la fecundidad adolescente podría estar asociada a otro tipo de procesos, probablemente relacionados con la incapacidad de los adolescente de controlar los riesgos del ejercicio de su vida sexual, ya sea por falta de acceso a los medios anticonceptivos o por exposición a modelos culturales que aumentan su exposición al peligro y dificultan una valoración adecuada del mismo. 48 Referente a la formación de la primera unión, el 82.2% de los hombres y el 65.8% de las mujeres de la población adolescente se declaran solteros. Asimismo, el 11.4% de los hombres y 25.5% de las mujeres dicen haber contraído matrimonio (Instituto Mexicano de la Juventud. Encuesta Nacional de Juventud, 2006, citada en Secretaría de Salud, s. f.). 3.4 Adicciones El uso de drogas y alcohol ha aumentado entre los jóvenes y se ha convertido en una importante fuente de morbilidad y mortalidad. El inicio de los jóvenes en el consumo de sustancias puede deberse a distintos factores como la búsqueda de experiencias nuevas, por la necesidad de identidad y pertenencia con su grupo de iguales, e incluso, conforme se hace más habitual su uso, la satisfacción de una adicción, lo que representa un riesgo severo a la salud, tanto de forma directa como indirecta (CONAPO, 2010). Según la Encuesta Nacional de Adicciones (2002, citada en Secretaría de Salud, s. f.), realizada por el Consejo Nacional contra las Adicciones, la prevalencia de tabaquismo entre adolescentes de 10 a 19 años fue de 7.6%, siendo mayor en el grupo de hombres de 16 a 19 años (25.9%), que en mujeres de la misma edad (9.5%). La escolaridad de los jóvenes fumadores de áreas urbanas fue, en casi la mitad de ellos, (40.7%) de nivel secundaria, seguidos del 35.4% con preparatoria y del 23.4% con primaria. La información acerca del consumo de alcohol en la población adolescente mostró que 17.7% ha ingerido bebidas alcohólicas, se encontró que, independientemente de la frecuencia de consumo de alcohol por ocasión y por 49 grupo de edad hay una tendencia sostenida a aumentar la ingesta con la edad, tanto en hombres como en mujeres (NSP, SSA, Encuesta Nacional de Salud y Nutrición, 2006, citada en Secretaría de Salud, s. f.). De la misma forma, más de 200 mil adolescentes entre 12 y 17 años han consumido drogas ilícitas. De este grupo, sólo el 55.3% continúa usándola en el último año y de éstos, un 37% las ha usado en el mes previo a la encuesta. La primera droga de uso fue la mariguana, seguida de los inhalables y en tercer lugar la cocaína (Secretaría de Salud, s. f.). 3.5 Violencia Como ya se había mencionado, las principales causas de muerte entre los jóvenes son las relacionadas, directa e indirectamente, con la violencia. Las llamadas causas externas como son los accidentes vehiculares, los homicidios y los suicidios son causas predominantemente altas en su nivel de incidencia. En el año 2005 la tasa de muertes por violencia en adolescentes varones fue de 46.7% en el rango de 10 a 14 años y del 65.4% en el de 15-19 años. Mientras que en el caso de las mujeres fue del 32.1% y 37.7% respectivamente (INEGI, 2005, citado en Secretaría de Salud, s. f.). En el año 2006 el sistema de salud atendió un total de 4,339 casos por lesiones causadas por violencia en adolescentes de 10 a 19 años: 1,148 mujeres y 3,251 varones (Sistema de Información de Salud, DGI/SSA, citado en Secretaría de Salud, s. f.) La tasa de muertes por accidente con respecto al total de muertes violentas por género y grupos en el año 2005, fue del 72.6% en varones de 10 a 14 años y 50 del 64.1% de 15 a 19 años. En el caso de las mujeres fue menor con un 69.6% y 62.9% respectivamente en el grupo de edad (INEGI, 2005, citado en Secretaría de Salud, s. f.). La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006, citada en Secretaría de Salud, s. f.) reflejó un aumento considerable en la prevalencia de accidentes en el grupo de adolescentes de 10 a 19 años, ya que aumentó del 6% según resultados de la Encuesta Nacional de Salud del año 2000 a 8.8% en el 2005. Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2006, citada en Secretaría de Salud, s. f.) permiten identificar que la prevalencia de intento de suicidio en adolescentes aumenta en aquellos que viven con su pareja (3.1%), en los que consumen alcohol (3.0%) y en los que sufrieron algún tipo de violencia en los últimos 12 meses (4.1%). De esta forma, las estadísticas del INEGI muestran el alto nivel de muertes por suicidio en adolescentes, ya que en el rango de 10 a 14 años se encuentra una tasa del 10.5% mientras que entre los adolescentes de 15 a 19 años se incrementa a un 12.6% (INEGI, 2005, citado en Secretaría de Salud, s. f.). 51 Capítulo 4. El contexto del adolescente en las colonias Santa Úrsula y Ajusco El contexto socioeconómico, cultural y geográfico de la zona de los Pedregales de Coyoacán es importante debido a que muchas de las problemáticas estudiantiles se relacionan a variables sociales, es por eso que se ha determinado aclarar cómo es la dinámica del contexto de las tres escuelas secundarias donde se aplicó el proyecto. 4.1 Localización geográfica La Delegación Coyoacán es una de las 16 delegaciones políticas del Distrito Federal y tiene una extensión de 53 Km2,representa el 3.5 por ciento del área total del Distrito Federal y ocupa el 10° lugar de las delegaciones en cuanto a su superficie territorial (Delegación Coyoacán, GDF, 2000). Los límites geográficos de esta demarcación son fijados por los decretos de 1899 y 1970, los cuales mencionan que limita al Norte con las Delegaciones Álvaro Obregón, Benito Juárez e Iztapalapa; al Este con las Delegaciones Iztapalapa y Xochimilco; al Sur con la Delegación Tlalpan y al Oeste con la Delegación Álvaro Obregón. Lo anterior se puede observar en el siguiente mapa (Delegación Coyoacán, GDF, 2000). 52 4.2 Población y crecimiento Coyoacán está formada por 4,238 manzanas, distribuidas en 123 colonias, siendo las más importantes: Ajusco,