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Modulacion-de-los-ritmos-respiratorios-por-actividad-microglial

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO 
Maestría en Ciencias (Neurobiología) 
Instituto de Neurobiología, UNAM campus Juriquilla 
 
 
 
Modulación de los ritmos respiratorios por actividad microglial. 
 
 
 
TESIS 
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE: 
MAESTRO EN CIENCIAS (NEUROBIOLOGÍA) 
 
 
 
PRESENTA: 
JONATHAN JULIO ISMAEL LOREA HERNÁNDEZ 
 
 
TUTOR: 
Dr. José Fernando Peña Ortega 
Universidad Nacional Autónoma de México, Campus UNAM Juriquilla 
Instituto de Neurobiología 
Departamento de Neurobiología del Desarrollo y Neurofisiología 
 
 
MIEMBROS DEL COMITÉ TUTOR: 
 
Dra. Ma. Teresa Morales Guzmán 
UNAM Juriquilla, INB, Departamento de Neurobiología Celular y Molecular 
 
Dr. Daniel Reyes Haro 
UNAM Juriquilla, INB, Departamento de Neurobiología Celular y Molecular 
 
 
MÉXICO marzo 2015 
 
UNAM – Dirección General de Bibliotecas 
Tesis Digitales 
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reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el 
respectivo titular de los Derechos de Autor. 
 
 
 
 
Universidad Nacional Autónoma de México 
Instituto de Neurobiología 
 
Los miembros del Comité Tutor certificamos que la tesis elaborada por Jonathan Julio 
Ismael Lorea Hernández cuyo título es: “Modulación de los ritmos respiratorios por 
actividad microglial”, se presenta como uno de los requisitos para obtener el grado de 
Maestro en Ciencias (Neurobiología) y cumple con los criterios de originalidad y calidad 
requeridos por la División de Estudios de Posgrado de la Universidad Nacional 
Autónoma de México. 
 
Presidente 
Dr. 
Secretario (tutor) 
Dr. José Fernando Peña Ortega 
Vocal 
Dr. 
Suplente 
Dr. 
Suplente 
Dr. 
 
Aprobado por el Comité Académico 
 
 
 
Coordinador del Programa 
Firma 
Resumen 
 
El complejo pre-Bötzinger (preBötC) es el generador de los ritmos respiratorios. Este 
circuito es capaz de producir distintos patrones de actividad respiratoria en respuesta a 
la disponibilidad de oxígeno. En condiciones normales de oxigenación, el preBötC 
produce la respiración normal (eupnea), mientras que durante un episodio de hipoxia 
prolongada genera boqueos. Los boqueos son el último esfuerzo respiratorio en vida y 
son necesarios para que el organismo recupere sus funciones vitales a través de la 
autorresucitación. La disminución en la capacidad de generar boqueos está implicada 
en la patogénesis del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) que cursa con 
una falla en la autorresucitación. Dentro de los varios factores que predisponen a los 
bebés a sufrir el SMSL se encuentra la inflamación. La capacidad de generar boqueos y 
autorresucitación disminuye en condiciones pro-inflamatorias. Dado que la respuesta 
inflamatoria en el sistema nervioso central (SNC) involucra la activación de la microglía, 
existe la posibilidad de que estas células modulen la generación de los ritmos 
respiratorios a nivel central. El objetivo del presente trabajo fue evaluar si la activación o 
la inhibición de la microglía afecta la actividad del circuito generador del ritmo 
respiratorio in vitro e in vivo. Los resultados muestran que la activación de la microglía 
con lipopolisacárido (LPS), así como su inhibición con minociclina y su eliminación con 
L-leucina-metil-ester (LME), disminuyen la generación de los ritmos respiratorios tanto 
in vitro como in vivo y disminuyen la autorresucitación. Estos resultados representan 
una importante evidencia de la participación de la microglía en la modulación de la 
generación de los distintos ritmos respiratorios y permiten sugerir que las alteraciones 
en la actividad microglial podrían contribuir a la vulnerabilidad de la actividad 
respiratoria bajo condiciones pro-inflamatorias. Nuestros hallazgos podrían contribuir a 
un mejor entendimiento de aquellos padecimientos que cursan tanto con alteraciones 
inmunológicas como con alteraciones de la actividad respiratoria, como es el caso del 
SMSL en donde la reducción de la generación de boqueos y de la autorresucitación 
podría relacionarse a alteraciones de la actividad microglial. 
 
Abstract 
The pre-Bötzinger Complex (preBötC) is the respiratory rhythms generator. This 
neuronal circuit can produce different patterns of respiratory activity in response to 
changes in oxygen availability. In normal oxygenation conditions the preBötC generates 
normal breathing (called eupnea), whereas during a prolonged hypoxic period generates 
gasping. Gasping is the last respiratory effort and it is necessary for the recovery of the 
vital functions through autoresuscitation. A reduction in the ability to produce gasping 
and autoresuscitation has been implicated in sudden infant death syndrome (SIDS). An 
important risk factor for SIDS is inflammation. Accordingly, proinflammatory conditions 
reduce the ability to generate gasping and autoresuscitation. Considering that the 
inflammatory response into the central nervous system (CNS) involves microglial 
activation, it is possible that these cells modulate the generation of the respiratory 
rhythms in the CNS. Thus, we aimed to test whether the microglial activation or inhibition 
affect respiratory rhythm generation in vitro and in vivo. The results show that microglial 
activation with lipopolysaccharide (LPS) and its inhibition with minocycline or its 
elimination with L-leucine methyl ester (LEM) reduce respiratory rhythm generation while 
diminishes autoresuscitation. These results show that microglia modulates the 
generation of different breathing patterns in basal conditions and that its overactivation 
reduces gasping generation and autoresuscitation. Based on these findings, it is 
concluded that changes in microglial activity could contribute to breathing vulnerability 
during inflammation. Our findings may contribute to a better understanding of those 
diseases that involve immunological abnormalities as well as changes in respiratory 
activity, such as SIDS which is related to a reduction in gasp generation and in 
autorresucitación that be produced by disturbances in microglial activity. 
Agradecimientos y dedicatoria. 
 
Agradezco al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología por la beca recibida durante 
mis estudios de maestría en la que se me asignó el número de becario 276264. 
Agradezco también a la Dirección General de Estudios de Posgrado de la UNAM. 
Agradezco el apoyo técnico recibido de parte de la Dra. Maria Teresa Morales Guzman, 
del Dr. Benito Ordaz Sánchez y de la candidata a doctora Ana Julia Rivera Angulo, así 
por el apoyo y tutoría recibido por parte del Dr. José Fernando Peña Ortega 
Agradezco también el apoyo recibido para la realización de este trabajo por parte del 
Bioterio del campus Juriquilla a cargo del médico veterinario zootecnista José Martín 
García Servín y de la Biblioteca del mismo campus a cargo del Dr. Francisco J. Valles 
Valenzuela 
Dedico afectuosamente ésta tesis a mi familia a quienes amo y agradezco su apoyo 
incondicional durante toda mi vida, en particular a mi madre Cristina Margarita Lorea 
Hernández y mis abuelos Raymundo Lorea Hernández y Teresa Hernández Reyes. 
Extiendo también mi dedicatoria a Tzitzi Alhelí Marín Juárez y agradezco su apoyo, su 
compañía y su cariño durante estos últimos 5 años. 
 
 
 
Es gracias a su apoyo, a su guía y a mi esfuerzo que he llegado hoy hasta aquí. 
INDICE. 
Introducción .................................................................................................................................................1 
Antecedentes .............................................................................................................................................. 3 
La respiración. ......................................................................................................................................... 3 
Los centros respiratorios. ...................................................................................................................... 6 
El Complejo Pre-Bötzinger. ................................................................................................................. 10 
Respuesta respiratoria a la hipoxia. .................................................................................................. 11 
EL Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. .................................................................................. 12 
Las células gliales. ............................................................................................................................... 14 
La participación de las células gliales en el control respiratorio ................................................... 17 
La participación de las células gliales en la respuesta inflamatoria dentro del SNC ................. 19 
La microglía. .......................................................................................................................................... 20 
Modelos de activación e inhibición de la microglía. ........................................................................ 25 
Justificación ............................................................................................................................................... 30 
Hipótesis. ................................................................................................................................................... 30 
Objetivo General ....................................................................................................................................... 30 
Objetivos particulares............................................................................................................................... 30 
Materiales y métodos. .............................................................................................................................. 31 
Animales. ............................................................................................................................................... 31 
Registros in vivo .................................................................................................................................... 32 
Registros In Vitro .................................................................................................................................. 34 
Análisis de resultados. ......................................................................................................................... 37 
Resultados ................................................................................................................................................. 37 
Efecto de la inhibición y la activación microglial sobre los distintos patrones respiratorios de 
ratones neonatos. ................................................................................................................................. 37 
Efecto de la inhibición y la activación microglial sobre los distintos patrones de actividad 
respiratoria del preBötC in vitro. ......................................................................................................... 42 
Discusión. .................................................................................................................................................. 52 
Conclusiónes ............................................................................................................................................. 56 
 
1 
Introducción 
 
La apnea y el síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) son condiciones patológicas de 
riesgo considerable en la población neonatal (Mathew, 2010), lo que convierte a estos 
padecimientos en una preocupación médica de gran relevancia en la pediatría (Mathew, 
2010; Herlenius, 2011). La apnea y el SMSL se exacerban con la exposición a factores 
ambientales como el humo de tabaco (Raza y Blackwell, 1999, Moon y Fu, 2007) o son más 
comunes en neonatos que presentan una regulación disminuida de la respuesta ventilatoria a 
la hipoxia (disminución de la presión parcial de oxigeno) y a la hipercapnia (aumento en la 
presión parcial de dióxido de carbono) (Raza y Blackwell, 1999; Herlenius, 2011). Diversos 
procesos infecciosos, particularmente en las vías respiratorias (Blackwell, 1999; Heininger, 
2004; Moon y Fu, 2007; Greer, 2012; Neary et al., 2012), pueden inducir la manifestación de 
episodios de apnea y el SMSL (Raza y Blackwell, 1999; Hofstetter et al., 2007; Herlenius, 
2011). 
Ante la presencia de un proceso infeccioso, el sistema inmunológico coordina, en conjunto 
con el sistema nervioso, respuestas adaptativas para hacer frente a la presencia de 
patógenos o daño tisular (Carson et al., 2006). Sin embargo, esta activación del sistema 
inmunológico puede también interferir con las funciones reguladas por el sistema nervioso 
autónomo, lo que afecta la termorregulación, la frecuencia cardíaca y/o la actividad 
respiratoria sobretodo en los neonatos (Guntheroth y Spiers, 2002; Stock et al., 2010; 
Herlenius, 2011; Neary et al., 2012). Los procesos infecciosos en otros sistemas del 
organismo pueden desencadenar procesos inmunológicos en el sistema nervioso central que 
son mediados principalmente por la microglía (Ashwell, 1991; Block et al., 2006; Graever, 
2011; Balan et al, 2012; Chen et al, 2012). En condiciones fisiológicas, la microglía 
permanece en un “estado vigilante” que no produce citocinas o quimiocinas pro-inflamatorias 
(Nakamura, 1999; Wake et al., 2009; Kettenmann et al., 2011; Kim, 2012; Pocock y 
Kettenmann, 2007). Sin embargo, cuando un estímulo activa a la microglía, ésta comienza a 
producir citocinas y quimiocinas que inician un proceso inflamatorio que también puede 
involucrar la participación de otras células como los astrocitos o las mismas neuronas 
(Nakamura, 1999; Leonardo y Pennypacker, 2009; Kettenmann et al., 2011; Wake et al., 
2009; Kim, 2012; Pocock y Kettenmann, 2007). La inflamación producida por la microglía 
puede afectar la actividad respiratoria, pues una de las principales citocinas que la microglía 
 
2 
 
produce cuando se activa, la interleucina 1β (IL-1β), afecta la generación de los distintos 
patrones respiratorios (Olsson et al., 2003; Hofstetter y Herlenius, 2005; Gresham et al., 
2011). La IL-1β deprime particularmente la generación de los boqueos en roedores 
(Stoltenberg et al., 1994; Froen et al., 2000; Olsson et al., 2003; Hofstetter y Herlenius, 2005, 
Herlenius, 2011) y, por consecuencia, reduce la capacidad de autorresucitación de los 
animales tras un episodio de hipoxia (Stoltenberg et al., 1994; Froen et al., 2000; Olson et al., 
2003; Hofstetter y Herlenius, 2005). La inhibición en la generación de los patrones 
respiratorios producida por la IL-1β, y quizá por otras citocinasa pro-inflamatorias, podría 
estar relacionada con varias condiciones patológicas pro-inflamatorias observadas en la 
clínica (Guntheroth y Spiers, 2002; Hofstetter et al., 2007; Moon y fu., 2007; Weber et al., 
2008; Schuartz et al., 2009; Herlenius, 2011; Brigham et al., 2014). Por ejemplo, sujetos que 
padecen del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), muestran un incremento 
crónico en los niveles de varias citocinasa pro-inflamatorias, incluidas la interleucina 6 (IL-6) y 
el factor de necrosis tumoral α (TNFα, por sus siglas en inglés), mismo que se asocia a la 
obstrucción de las vías aéreas (Brigham et al., 2014). Esta predisposición a la oclusión de las 
vías aéreas hace que los sujetoscon SIDA sean propensos a sufrir apnea obstructiva del 
sueño (AOS) (Brigham et al., 2014). La obesidad es otra condición donde se presenta 
inflamación crónica que se asocia con la AOS (Schuartz et al., 2009), ya que los adipocitos 
secretan citocinas como el TNFα, la IL-1β y la IL-6 (Schuartz et al., 2009). De manera 
relevante para la presente tesis, se ha reportado que las infecciones pueden preceder al 
SMSL (Guntheroth y Spiers, 2002; Hofstetter et al., 2007; Moon y Fu, 2007; Weber et al., 
2008; Herlenius, 2011) y que una infección periférica puede desencadenar procesos 
inflamatorios en el SNC (Balan et al., 2012), a través de la activación de la microglía que 
libera varias citocinas pro-inflamatorias, incluida la IL-1β, directamente en el SNC (Balan et 
al., 2012). Adicionalmente, la expresión de la IL-6 y su receptor se ha correlacionado con la 
aparición del SMSL en sujetos que cursaron con una infección (Rognum et al., 2009). Una 
infección periférica puede activar a la microglía e inducir una respuesta inflamatoria que 
pudiera deprimir la actividad respiratoria, por lo que se consideró relevante determinar en 
esta tesis si la activación o la inhibición de la microglía afectan la generación de los ritmos 
respiratorios. 
 
 
3 
 
 Antecedentes 
 
La respiración. 
 
En muchos organismos, la captación de oxígeno (O2) y la eliminación de dióxido de carbono 
(CO2) se lleva a cabo a través de un proceso fisiológico denominado respiración pulmonar 
(Pino y Río, 2010). Durante la respiración pulmonar se intercambian O2 y CO2 entre el medio 
externo y el medio interno del organismo mediante la renovación del aire en los alveolos 
pulmonares (Cruz y Moreno, 2002). La ventilación de los pulmones se realiza por la 
contracción y la relajación rítmica y alternada de diferentes músculos respiratorios (Richter et 
al., 1999; Hilaire y Pásaro, 2003), que se enlistan a continuación (Figura 1): 
 
 Diafragma. Es un músculo en forma de bóveda que separa la cavidad torácica de la 
abdominal. La contracción de este músculo es directamente responsable de la 
expansión de los pulmones y de la entrada de aire a los mismos (Hilaire y Pásaro, 
2003). 
 Músculos accesorios. Incluyen a los músculos intercostales internos y externos, los 
músculos escalenos, los costales elevadores y los abdominales. Su acción coadyuva 
a la del diafragma, lo que hace más eficiente la expansión de los pulmones, sobre 
todo durante la espiración activa (Hilaire y Pásaro, 2003). 
 Músculos de las vías aéreas superiores. Son los músculos de la laringe y la faringe 
que controlan la apertura y el cierre rítmico de estas vías (Hilaire y Pásaro, 2003). 
 
4 
 
 
Figura 1. Los músculos respiratorios. Se muestran los músculos respiratorios localizados en la caja torácica y la 
pared abdominal. De lado derecho se identifican a los músculos espiratorios y del lado izquierdo a los músculos 
inspiratorios. (Modificado de Mulroney et al., 2009) 
 
 
La ventilación pulmonar se lleva a cabo en tres fases, que en conjunto componen al ciclo 
respiratorio (Hají et al., 2000; Hilaire, 2003). Estas fases son: 
 La inspiración. Involucra la contracción del diafragma y de otros músculos inspiratorios 
de la caja torácica que, como consecuencia, induce la expansión de los pulmones. 
 La post-inspiración. Durante esta fase los músculos inspiratorios dejan de contraerse 
de manera progresiva mientras que los músculos espiratorios de la faringe se 
contraen para controlar el flujo de aire fuera de los pulmones. 
 La espiración. Normalmente esta fase es pasiva, pero en condiciones de 
hiperventilación los músculos intercostales y abdominales espiratorios se contraen 
activamente para aumentar la eficiencia de la salida de aire de los pulmones (Haji et 
al., 2000; Hilaire, 2003). 
 
La respiración no se limita a ser una sucesión regular de fases inspiratorias y espiratorias 
(Pino y Río, 2010). Muchas de las actividades cotidianas como hablar, reír, llorar, bostezar, 
Diafragma 
 
5 
 
toser, estornudar, beber o comer modifican el patrón respiratorio y precisan de una 
regulación de este ritmo que facilite la realización de las mismas (Hilaire y Pásaro, 2003; Pino 
y Río, 2010). La generación de la respiración, así como las modificaciones que este ritmo 
experimenta bajo distintas circunstancias fisiológicas y conductuales, son mediadas por 
mecanismos complejos de generación y control, constituidos por receptores centrales y 
periféricos, por un entramado complejo de vías nerviosas, por centros integradores 
localizados en el cerebro, el tallo cerebral y la médula espinal; así como por un generador de 
los ritmos respiratorios (Berger et al., 1977; Richter y Spyer, 2001; Feldman et al., 2003; 
Wong-Riley y Liu, 2005). Este sistema de generación y regulación de la respiración se 
considera, de modo simplificado, como una organización formada por tres componentes que 
se enumeran a continuación (Figura 2): 
 Un "controlador", constituido por circuitos neuronales que se localizan en el tallo 
cerebral. La actividad generada por el controlador se modula integrando señales que 
provienen de los “sensores” periféricos y centrales (Berger et al., 1977; Richter y 
Spyer, 2001; Feldman et al., 2003; Wong-Riley y Liu, 2005). 
 Los "efectores" (pulmones, vías aéreas y músculos respiratorios), que ejecutan los 
comandos que emite el controlador (Berger et al., 1977; Richter y Spyer, 2001; 
Feldman et al., 2003; Wong-Riley y Liu, 2005). 
 Los "sensores" (cuerpos carotideos, quimiorreceptores periféricos y centrales así 
como los receptores de estiramiento pulmonar) (Berger et al., 1977; Richter y Spyer, 
2001; Feldman et al., 2003; Wong-Riley y Liu, 2005), que censan constantemente la 
eficacia de la respiración y envían señales al controlador si es requerido un ajuste en 
la función (Berger et al., 1977; Richter y Spyer, 2001; Feldman et al., 2003; Wong-
Riley y Liu, 2005). 
El sistema de control de la respiración se adapta a cambios en la oxigenación y en el pH, 
para minimizar el desbalance en los gases sanguíneos durante el ejercicio, el sueño o ante 
determinadas enfermedades (Pino y Río, 2010; Feldman et al., 2013). Sin embargo, cuando 
la homeostasis respiratoria rebasa su límite, sobreviene alguna forma de disnea (dificultad 
para respirar) (Pino y Río, 2010). El controlador del sistema respiratorio está constituido por 
circuitos neuronales en el tallo cerebral, denominados centros respiratorios, que mantienen la 
homeostasis respiratoria al generar los comandos motores que dan lugar a los distintos 
patrones respiratorios (Richter y Spyer, 2001; Feldman et al., 2003; Wong-Riley y Liu, 2005). 
 
6 
 
 
Figura 2. El sistema de control respiratorio. El componente autónomo de la respiración se genera en circuitos 
zlocalizados dentro del tallo cerebral. Las señales recibidas desde los propioceptores y los quimiorreceptores en 
los órganos relacionados con la respiración pueden modular la actividad de estos circuitos respiratorios y generar 
patrones de actividad diferentes. El componente de control voluntario de la respiración es importante pues la 
respiración es una actividad inconsciente que, sin embargo, puede modularse de forma consciente, como cuando 
contenemos el aliento (tomado de Pino y Río, 2010). 
 
Los centros respiratorios. 
 
Las estructuras del SNC relacionadas con la generación y el control de la respiración son el 
bulbo raquídeo, el puente, la formación reticular, los “centros superiores” (p.e., la corteza 
cerebral) y la médula espinal (Pino y Río, 2010). Las neuronas localizadas en el tallo cerebral 
regulan el componente autónomo de la respiración, mientras que la corteza cerebral es la 
responsable de la modulación voluntaria de la respiración (Long y Duffin, 1986). Un grupo de 
neuronas respiratorias localizadas en el asta ventral de la médula espinal integra la 
información eferente enviada porlos centros respiratorios y la información aferente de los 
receptores periféricos para generar las señales que producen la contracción de los músculos 
respiratorios (Berger et al., 1977, Hilaire, 2003). 
´ 
´ 
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7 
 
El ritmo respiratorio puede ser modulado por el sistema reticular activador (SRA), constituido 
por las neuronas de la formación reticular que se extienden desde la médula espinal cervical 
superior hasta el diencéfalo en la porción medial del tallo cerebral (Berger et al., 1977; 
Cohen, 1981; Murray, 1986; Lorier et al., 2007). El SRA modula la actividad respiratoria 
dependiendo de las transiciones del ciclo sueño-vigilia (Orem et al., 1980). En el diencéfalo y 
el mesencéfalo también se han localizado neuronas con actividad respiratoria, que parecen 
coordinar la ventilación con las respuestas locomotoras y autónomas tales como la deglución 
(Cohen, 1981). 
Ya se mencionó que actividades como hablar, gritar, ingerir o reír causan cambios en la 
ventilación (Murray, 1986). Por ejemplo, durante la fonación disminuye la sensibilidad al CO2, 
por lo que se toleran concentraciones mayores de este gas en la sangre (Murray, 1986). Este 
tipo de control relacionado con una conducta voluntaria radica en la corteza cerebral, pues se 
ha podido comprobar que la estimulación de algunas zonas de la corteza inhibe los 
movimientos respiratorios, mientras que la estimulación de otras áreas de la corteza 
incrementa la frecuencia respiratoria (Aminoff y Sears, 1971). 
Los circuitos neuronales que generan la respiración se encuentran en el tallo cerebral 
distribuidos en tres áreas principalmente (Figura 3). En el puente, la mayoría de las neuronas 
respiratorias se localizan en la región dorsolateral rostral pontina que se denominan, en 
conjunto, grupo respiratorio pontino (GRP) (Wong-Riley y Liu, 2005). El GRP está constituido 
por el núcleo parabraquial medial y el núcleo de Kölliker-Fuse (Wong-Riley y Liu, 2005). Los 
núcleos respiratorios pontinos reciben información de la médula espinal y están involucrados 
en el control motor del diafragma, la vocalización, y el control de los músculos de las vías 
aéreas durante el ejercicio y el sueño (Wong-Riley y Liu, 2005). Las neuronas inspiratorias 
del grupo respiratorio pontino presentan un patrón de actividad similar a la de las del bulbo 
raquídeo (Cohen, 1981; Long y Duffin, 1986; Cherniack, 1980). La actividad de las neuronas 
inspiratorias del grupo respiratorio pontino se ha relacionado con la duración de las distintas 
fases del ciclo respiratorio y con la frecuencia del mismo (Long y Duffin, 1986). Todos los 
centros del puente presentan conexiones bilaterales con el grupo respiratorio ventral (GRV) y 
el grupo respiratorio dorsal (GRD) que constituyen las neuronas respiratorias del bulbo 
raquídeo (Kalia, 1981; Cohen, 1981; Long y Duffin, 1986). 
El GRD se constituye por una concentración bilateral de neuronas predominantemente 
inspiratorias, que se localizan en el límite dorsal del bulbo raquídeo y que se integran en el 
 
8 
 
núcleo del tracto solitario (NTS) (Cohen, 1981; Long y Duffin, 1986; St-John et al., 2009). Los 
nervios frénicos se componen de los axones de las motoneuronas que inervan al diafragma y 
qie trasmiten el comando motor que produce la contracción rítmica de este músculo y que 
también establecen comunicación con el NTS (Hilaire et al., 1990; Wong-Riley y Liu, 2005), 
para modular la contracción del diafragma en respuesta a los cambios en el medio interno 
que ocurren durante diferentes estados conductuales como, por ejemplo, el esfuerzo físico 
(Streeter y Baker-Herman, 2014). La información de retroalimentación aferente de los 
quimiorreceptores periféricos, como los cuerpos carotideos, ingresa al GRD a través del 
nervio vago y del nervio glosofaríngeo (Wong-Riley y Liu, 2005). Esta información que viaja 
por aferencias vagales permite modificar la actividad respiratoria en respuesta a 
modificaciones en los niveles de sanguíneos de O2 y CO2, a tal grado que pueden inducir un 
cambio en el patrón respiratorio (Wong-Riley y Liu, 2005; Streeter y Baker-Herman, 2014). 
Las neuronas inspiratorias del GRD se clasifican en aquellas que se excitan con la 
insuflación pulmonar (ingreso de aire a los pulmones) (Iß) y aquellas que se inhiben con este 
mismo estímulo (Iα) (Feldman et al., 1976). Una subpoblación de neuronas Iα, llamadas 
neuronas de descarga tardía, se relaciona con el final de la fase inspiratoria (Cohen y 
Feldman, 1977). Un tercer tipo de neuronas inspiratorias del GRD es el integrado por las 
neuronas P o de despolarización "en rampa" (Shannon, 1980), que intervienen en los reflejos 
de la vías aéreas y en la facilitación de la fase espiratoria (Shannon, 1980). Finalmente, sólo 
un 5% de las neuronas del GRD tienen un patrón de descarga espiratorio (Cohen, 1981). 
El grupo respiratorio ventral (GRV) corresponde a una columna longitudinal bilateral 
localizada en la región ventrolateral del bulbo raquídeo (Taylor et al., 1978), misma que se 
extiende desde el nivel de la primera raíz cervical hasta alcanzar la línea media del puente 
(Taylor et al., 1978). Las neuronas inspiratorias del GRV se pueden dividir en neuronas Iγ 
(que se corresponden con las neuronas Iα del GRD) y en neuronas Iδ, o de descarga precoz, 
que están relacionadas con el inicio de la inspiración (Mitchel, 1977). Funcionalmente, el 
GRV puede dividirse en el grupo respiratorio ventral rostral (GRVr) y el grupo respiratorio 
ventral caudal (GRVc) (Wong-Riley y Liu, 2005). El GRVr incluye al complejo Bötzinger (CB), 
al complejo pre-Bötzinger (preBötC), y al grupo respiratorio parafacial (GRpF) (Wong-Riley y 
Liu, 2005). El CB contiene neuronas espiratorias inhibidoras, mientras que el preBötC y el 
GRpF se consideran como los centros generadores de la respiración (Onimaru et al., 1988). 
El preBötC es el generador de los ritmos inspiratorios (Smith et al., 1991), mientras que el 
 
9 
 
GRpF participa de la generación de la espiración activa (Peña, 2009). El GRVc se conforma 
principalmente por el núcleo retroambiguo (NRA) y contiene principalmente neuronas que 
favorecen la espiración (Peña, 2009). Desde el núcleo ambiguo se proyectan vías que se 
dirigen a las motoneuronas inspiratorias y espiratorias de los músculos intercostales y 
abdominales (Kalia, 1981). Por su parte, los axones de las neuronas del núcleo retroambiguo 
se dirigen a las motoneuronas que controlan varios músculos accesorios (Murray, 1986), lo 
que regula el paso del aire desde las vías aéreas superiores (Murray, 1986). 
Otras áreas relacionadas con la regulación de la respiración incluyen al cerebelo (Harper, 
2000a; Harper et al., 2000b), la neocorteza (Davenport et al., 2010; Von Leupoldt et al., 2010) 
y la materia gris periacueductal (Subramanian y Holstege, 2010). Como ya se mencionó, 
estas estructuras son importantes para la integración de varios comandos motores no-
respiratorios con la respiración misma (Subramanian y Holstege, 2010). 
 
 
 
Figura 3. Los centros respiratorios. Representación esquemática de la localización de los centros respiratorios 
presentes en los mamíferos. La sección transversal (izquierda) muestra una vista a nivel del obex. Abreviaciones: 
nA, núcleo ambiguo; nVII, nucleo facial; nXII, núcleo hipogloso; nTS, núcleo del tracto solitario; DRG, grupo 
respiratorio dorsal; PRG Grupo respiratorio pontino; RVLM médula rostral ventral; pFRG, grupo para-facial 
respiratorio; VRG, grupo respiratorio ventral; CD4, segmento correspondiente de la médula espinal. (Modificado de 
Duffin 2004). 
 
Vista dorsal. 
 
10 
 
El Complejo Pre-Bötzinger. 
 
En 1991 Smith et al. publicaron un trabajo donde se delimitó una región dentro del bulbo 
raquídeo que mostró ser necesaria y suficiente para la generación del ritmo respiratorio y que 
corresponde al complejo pre-Bötzinger (preBötC; Smith et al., 1991). Se ha determinadoque 
el preBötC es necesario para la generación del ritmo respiratorio pues lesionarlo deprime o 
elimina la actividad rítmica relacionada a la respiración in vitro (Smith et al., 1991; Ramírez et 
al., 1998; Gray et al., 1999; Lieske et al., 2000; Smith, 2001) e in vivo (Gray et al., 2001; 
McKay et al., 2005; Ramírez et al., 1998; Tan et al., 2008). Por otro lado, el carácter de 
suficiencia del preBötC como generador de la respiración se ha determinado aislando al 
preBötC en una preparación in vitro, llamada “isla”, que contiene sólo a este circuito y que 
genera la actividad rítmica relacionada con la respiración (Johnson et al., 2001; Tryba et al., 
2008; Ramírez-Jarquín et al., 2012). 
Dependiendo de las condiciones de oxigenación, el preBötC es capaz de generar patrones 
de actividad respiratoria diferentes que se corresponden con distintas modalidades de la 
respiración (Figura 4; Lieske et al, 2000). En condiciones basales de oxigenación (normoxia), 
el preBötC genera la eupnea que corresponde a la respiración normal y que se caracteriza 
por un ascenso y descenso lento en la descarga eléctrica poblacional que produce un patrón 
en la señal integrada en forma de campana (Figura 4; Lieske et al, 2000). Además de la 
eupnea, durante la normoxia se generan los suspiros que se caracterizan por una inspiración 
sostenida de mayor amplitud que la eupnea y que presentan una forma bifásica que, 
típicamente, esta seguida por un periodo de inactividad breve denominado apnea post-
suspiro (Lieske et al, 2000; Figura 4A). En condiciones de hipoxia prolongada, el preBötC es 
capaz de reconfigurarse y generar un tercer ritmo respiratorio, llamado boqueo que se 
caracteriza por una ráfaga poblacional de inicio súbito y que es de menor duración, mayor 
amplitud y menor frecuencia comparada con la eupnea (Figura 4; Lieske et al, 2000). Los 
boqueos son esenciales para el proceso de autorresucitación pues mantienen la apertura de 
las vías respiratorias aún en condiciones de baja oxigenación (Fewell et al., 2000; Gozal et 
al., 2004). El proceso de autorresucitación es un mecanismo de supervivencia que permite la 
recuperación de las funciones vitales del organismo una vez que se recupera el aporte de 
oxígeno (Erickson y Sposato, 2009). Fallas en la generación de los boqueos y, por 
 
11 
 
consiguiente, en la capacidad de autorresucitación están relacionadas con el SMSL (Hunt, 
1992; Poets, 1999; Harper 2000; Gozal, 2004). 
 
 
Figura 4. Patrones de actividad del complejo pre-Bötzinger (preBötC) A) Trazo representativo del registro 
electrofisiológico del preBötC en condiciones de normoxia. Se muestran una serie de ráfagas monofásicas 
correspondientes a la eupnea. Se observa también una ráfaga bifásica que corresponde a un suspiro. Al suspiro, le 
sigue un periodo silente característico denominado apnea post-suspiro. B) Detalle de los patrones de actividad 
correspondientes a la eupnea (izquierda) y al boqueo (derecha). En condiciones normales de oxigenación la 
activación paulatina de las neuronas inspiratorias determina la forma de campana de la ráfaga correspondiente a la 
eupnea. Durante la hipoxia la duración de la ráfaga y el tiempo de subida de la misma se reducen y el patrón de 
actividad cambia a boqueos. (Modificado de Lieske et al., 2000). 
 
Respuesta respiratoria a la hipoxia. 
 
Los organismos modifican su comportamiento y/o su fisiología ante condiciones adversas 
como un mecanismo de preservación (Rossen et al., 1943; Bachevalier y Meunier, 1996). En 
condiciones de hipoxia, las funciones cerebrales no esenciales para la supervivencia como la 
conciencia y la conducta dirigida se inhiben (Rossen et al., 1943; Bachevalier y Meunier, 
1996; Peña y Ramírez 2005), mientras que aquellas funciones que sí son esenciales para la 
supervivencia como la respiración se mantienen (Peña y Ramírez, 2005; Ramírez et al., 
2007). Esta adaptación fisiológica es el resultado de una coordinación compleja, que 
involucra la reorganización y bloqueo parcial de diferentes circuitos neuronales que se 
complementa con una reconfiguración a nivel celular (Luhman y Heinemann, 1992; Young y 
 
12 
 
Somjen, 1992; Peña et al., 2004; Ramírez et al., 2004). Esta reorganización funcional de los 
circuitos neuronales en la hipoxia se genera por la necesidad de reducir los requerimientos 
de O2, para prevenir el daño celular en los diferentes circuitos neuronales (Ramírez et al., 
2007) y para mantener la integridad funcional del organismo (Ramírez y Peña, 2005; 
Ramírez et al., 2007). En los mamíferos, la respuesta respiratoria a la hipoxia consta de dos 
fases (Richter et al., 1991; Haddad y Jiang, 1993; Maxová y Vízek, 2001). En la primera fase 
de la respuesta respiratoria a la hipoxia se observa una aceleración de la respiración 
asociada a un incremento en la amplitud de la actividad respiratoria. En la segunda fase de la 
respuesta respiratoria a la hipoxia se presenta una depresión de la frecuencia del ritmo y de 
la amplitud de la actividad respiratoria que precede a la generación de los boqueos (Lieske et 
al., 2000; Peña y Ramírez, 2005; Ramírez et al., 2007; Peña et al., 2007; Peña et al., 2008; 
Ramírez-Jarquín et al., 2012). De prolongarse demasiado el periodo de hipoxia, los boqueos 
cesan y el organismo muere por apnea hipóxica (Lieske et al., 2000; Peña y Ramírez, 2005; 
Ramírez et al., 2007; Ramírez-Jarquín et al., 2012). Esta misma respuesta bifásica a la 
hipoxia se observa en rebanadas de bulbo raquídeo que contienen al preBötC (Telgkamp y 
Ramírez, 2000; Peña et al., 2004), lo que evidencia que la respuesta respiratoria a la hipoxia 
es generada directamente por este circuito (Mironov et al., 1998; Telgkamp y Ramírez, 1999; 
Lieske et al., 2000; Thoby-Brisson y Ramírez, 2000; Peña et al., 2004). El estudio de los 
mecanismos involucrados en la generación de los boqueos tiene relevancia no sólo desde el 
punto de vista básico, sino también en el campo clínico pues el SMLS se ha relacionado con 
una disminución en la generación de los boqueos y la autorresucitación (Poets et al., 1999; 
Hunt, 2001; Erickson y Sposato, 2009; Herlenius, 2011). 
 
EL Síndrome de Muerte Súbita del Lactante. 
 
El síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) se define como “la muerte repentina de un 
infante dentro de su primer año de vida, que se mantiene sin causa aparente tras realizar la 
autopsia. Dicha muerte no está relacionada con ningún registro patológico en el historial 
médico y no puede relacionarse con factor alguno tras el análisis de la escena de la muerte” 
(Moon y Fu, 2007; Rognum et al., 2009; Neary et al., 2012). Este síndrome es la causa 
principal de muerte durante el primer año de vida en países desarrollados (Neary et al., 2012) 
y presenta una incidencia de 0.53 casos por cada 1000 nacimientos (Neary et al., 2012). Los 
 
13 
 
factores principales de riesgo asociados al SMSL incluyen condiciones que influencian el 
nivel de ventilación y la calidad del aire que respira el infante (Roche, 2003; Moon y Fu, 2007; 
Rognum et al., 2009). Estas condiciones incluyen la posición en la que se encuentra el 
infante mientras duerme (Moon y Fu, 2007; Rognum et al., 2009), algunos desórdenes 
respiratorios como la apnea obstructiva del sueño (Moon y Fu, 2007), la altitud del lugar 
donde la familia del infante reside (Moon y Fu, 2007), así como la exposición al humo del 
tabaco (Moon y Fu, 2007; Rognum et al., 2009). La conjunción de alguno o varios de estos 
elementos con un infante susceptible favorece la generación de apneas repetitivas y, 
eventualmente, el SMSL (Roche, 2003). La apnea es el periodo caracterizado por la 
ausencia de flujo inspiratorio que tiene una duración de al menos 10 segundos (Iber, 2005). 
Como se mencionó anteriormente, existen diversos factores de riesgo que pueden contribuir 
a la patogénesis del SMSL (Neary et al., 2012). Uno de ellos, es la posición del infante al 
dormir(Neary et al., 2012) pues la posición decúbito prono o la de costado comprometen la 
ventilación de las vías aéreas superiores del infante y aumenta la probabilidad de generar 
condiciones de hipoxia (Neary et al., 2012). En este mismo sentido, otros factores de riesgo 
para el SMSL son aquéllos relacionados con la disminución de la oxigenación del aire que 
respira el infante (Raza y Blackwell, 1999; Neary et al., 2012). Entre estos factores se 
encuentra la exposición al humo de tabaco y la altitud respecto del nivel del mar del lugar de 
residencia del infante (Raza y Blackwell, 1999; Neary et al., 2012). De relevancia para esta 
tesis, se ha documentado que los procesos infecciosos, y la inflamación asociada a los 
mismos, son factores de riesgo para sufrir SMSL (Herlenius, 2011). De hecho, se ha sugerido 
que la inflamación disminuye la resistencia de los organismos a las condiciones de hipoxia 
(Erickson y Sposato, 2009; Herlenius, 2011) y favorece la aparición de apneas (Fanaroff, 
1998; Erickson y Sposato, 2009). Más específicamente, la inflamación asociada a una 
infección deprime la capacidad de generar boqueos y la autorresucitación en animales 
neonatos (Hofstetter y Herlenius, 2005; Hofstetter et al., 2007; Paterson et al., 2009; 
Herlenius, 2011). Relacionado a lo anterior, se ha documentado que la inflamación asociada 
a infecciones contribuye a la patogénesis del SMSL a través de la depresión de la generación 
de boqueos y la autorresucitación (Hofstetter y Herlenius, 2005; Hofstetter, 2007; Paterson et 
al., 2009; Herlenius, 2011). Es importante mencionar que los procesos infecciosos a nivel 
periférico generan una respuesta inflamatoria en el SNC y que esta inflamación central altera 
los patrones normales de respiración en roedores (Balan et al., 2012). Durante un proceso 
inflamatorio la microglía se torna reactiva y libera citocinas pro-inflamatorias y quimiocinas 
 
14 
 
(Leonardo y Pennypacker, 2009; Dantzer, 2001). Entre estas citocinasa se encuentra la IL-1β 
que es capaz de deprimir, por sí misma, la generación de los boqueos y la autorresucitación 
(Hofstetter y Herlenius, 2005; Paterson et al., 2009; Herlenius, 2011). Dado que la fuente 
principal de IL-1β es la microglía (Dantzer, 2001), aunque también puede ser liberada por los 
astrocitos (Dantzer, 2001), podemos proponer que los procesos infecciosos periféricos 
activan a la microglía dentro del SNC y que esta microglía activa libera citocinas pro-
inflamatorias como la IL-1β que afectan la actividad respiratoria (Hofstetter y Herlenius, 2005; 
Paterson et al., 2009; Herlenius, 2011). 
 
Las células gliales. 
 
La glía es el grupo celular más abundante del sistema nervioso de los seres humanos (Allen 
y Barres, 2009). Este tipo celular fue descubierto por Rudolf Virchow en 1858 y, durante más 
de un siglo, se planteó que solo constituían un elemento estructural y pasivo en el que las 
neuronas se encontraban embebidas. A finales del siglo pasado y durante los años que han 
transcurrido de éste, numerosos trabajos han demostrado que la glía no solo cumple con 
funciones de sostén físico (Nave y Trapp, 2008) sino que tiene funciones metabólicas 
(Gourine y Kasparov, 2011, Mamczur et al., 2014) y que participa activamente en procesos 
tan importantes como el establecimiento y función de redes neuronales (Del Bigio, 2010; 
Young et al., 2013; Clarke y Barres, 2013), el aprendizaje y la memoria (Parkhurs et al., 
2013; Blank et al., 2014, López-Hidalgo et al., 2012), el desarrollo de habilidades sociales 
(Morgan et al., 2010; Chen et al., 2010) e incluso la respiración (Hülsmann et al., 2000; 
Gourine et al., 2010; Erlichman et al, 2010; Balan et al., 2012; Rivera-Angulo y Peña-Ortega, 
2014). 
La glía es un grupo heterogéneo de células con morfología y funciones diversas que se 
ubican en el SNC o en el SNP (Allen y Barres, 2009), por lo que se les puede dividir en glía 
central y periférica (Jessen, 2004). Los cuatro tipos gliales generales del SNC comprenden: 
a) Oligodendroglía, incluye a los oligodendrocitos en el SNC y a las células de Schwann en el 
sistema nervioso periférico. Los oligodendrocitos y las células de Schwann se encargan de 
producir la mielina, que recubre los axones de las neuronas en estructuras que se conocen 
 
15 
 
como vainas de mielina (Jessen, 2004). Las vainas de mielina permiten una conducción 
rápida del potencial de acción (Jessen, 2004; Young et al., 2013). 
b) Glía NG2, constituye aproximadamente el 5% del total de las células nerviosas presentes 
durante el desarrollo y en el cerebro adulto (Bergles et al., 2010). Esta glía recibe contactos 
sinápticos, por lo que es un elemento postsináptico adicional al neuronal (Bergles et al., 
2010). Al igual que las neuronas, presenta fenómenos de plasticidad sináptica como la LTP 
(Ge et al., 2006). 
c) La astroglía, incluye la glía radial como la de Müller y la de Bergmann, los astrocitos y la 
glía ependimal. Los astrocitos son el componente más numeroso de la glía central (Uliasz et 
al., 2012) y se distribuyen homogéneamente en el cerebro y en la médula espinal (Uliasz et 
al., 2012). Virchow describió la función estructural de estas células, que es innegable, pero 
hoy también se sabe que son de gran importancia para mantener las condiciones 
homeostáticas del sistema nervioso (Allen y Barres, 2009; Uliasz et al., 2012), pues 
proporcionan el entorno fisiológico bajo el cual las neuronas funcionan (Allen y Barres, 2009; 
Uliasz et al., 2012). A través de sus numerosos procesos, los astrocitos forman asociaciones 
con los vasos sanguíneos y las neuronas y, esta asociación habilita a los astrocitos para 
controlar el flujo sanguíneo en función de la actividad neuronal (Haydon y Carmignoto, 2006), 
lo que aumenta el suministro de oxígeno y de glucosa a las regiones activas del cerebro 
(Haydon y Carmignoto, 2006). Los astrocitos pueden transportar la glucosa y el oxígeno 
desde la sangre a las neuronas (Nave y Trapp, 2008) y pueden transformar la glucosa en 
lactato (Nave y Trapp, 2008; Zorec et al., 2012 Parpura y Verkhratsky, 2012). Este lactato 
producido por los astrocitos puede ser exportado a las neuronas (Nave y Trapp, 2008; Zorec 
et al., 2012 Parpura y Verkhratsky, 2012), que lo convierten en piruvato que se incorpora al 
ciclo de Krebs y promueve la generación de ATP (Nave y Trapp, 2008; Zorec et al., 2012 
Parpura y Verkhratsky, 2012). Los astrocitos también regulan la transmisión glutamatérgica, 
pues tienen transportadores de glutamato que capturan este neurotransmisor (Nave y Trapp, 
2008). El glutamato recapturado por los astrocitos es convertido en glutamina que es 
exportada a las neuronas (Nave y Trapp, 2008), que a su vez la utilizan para sintetizar 
glutamato de nuevo (Nave y Trapp, 2008). 
Las células ependimales son células ciliadas que recubren la pared de los ventrículos en el 
SNC (Joly et al., 2007; Bystron et al., 2008), extendiéndose desde los ventrículos laterales 
del encéfalo y hasta el filum terminale en la médula espinal (Joly et al., 2007; Bystron et al., 
 
16 
 
2008). Las células del plexo coroideo filtran suero de la sangre (Joly et al., 2007) y producen 
un ultrafiltrado que es secretado como líquido cefalorraquídeo (LCR) al interior del sistema 
ventricular (Joly et al., 2007). En los ventrículos, las células ependimales movilizan el LCR a 
través de la agitación de sus cilios (Joly et al., 2007; Bystron et al., 2008). Se piensa también 
que las células ependimales protegen y dan mantenimiento a la zona subventricular 
adyacente durante el desarrollo embrionario (Del Bigio, 2010) y que estas células también 
son responsables de la preservación de las zonas neurogénicas a lo largo de la vida del 
organismo (Del Bigio, 2010). 
Las células de Müller son el componente glial principal de la retina (Goldman; 2014). Estas 
células regulan el transporte transcelular de iones y agua, lo que mantienela homeostasis y 
la integridad de la retina (Reichenbach y Bringmann, 2013). Las células de Müller pueden 
regular la permeabilidad de la barrera hematorretiniana (Reichenbach y Bringmann, 2013), al 
controlar la composición de fluido extracelular en la retina (Reichenbach y Bringmann, 2013). 
Además, las células de Müller proveen de soporte metabólico (Reichenbach y Bringmann, 
2013) y antioxidante a los fotoreceptores y a las neuronas de la retina (Reichenbach y 
Bringmann, 2013). 
La glía de Bergmann es un tipo celular que se encuentra solo en el cerebelo, da origen a 
diferentes tipos celulares y provee de una guía de migración a otras células como las células 
granulares (Buffo y Rossi, 2013). La glía de Bergmann direcciona la elongación de los 
axones y dendritas de las neuronas y se piensa que participa en el establecimiento de la 
forma del árbol dendrítico de las células de Purkinje a través de contactos de los procesos 
dendríticos con las fibras de Bergmann (Buffo y Rossi, 2013). 
d) La microglía comprende un grupo de células de origen mesodérmico que colonizan el SNC 
en etapas tempranas del desarrollo embrionario (Ashwell et al., 1991) y que se establecen 
ahí para formar una población glial residente (Ashwell et al., 1991; Parkhurst y Gan, 2010). 
Clásicamente, la función de la microglía se relaciona con la inmunidad innata del SNC 
(Hutchins et al., 1990; Ashwell et al., 1991; Esiri et al., 1991; Geny et al., 1995; Rezaie y 
Male, 1999), por lo que se le ha asociado con procesos patológicos (Ashwell et al., 1991; 
Hutchins et al., 1990; Esiri et al., 1991; Geny et al., 1995; Rezaie y Male, 1999). Sin embargo, 
hoy se sabe que, al igual que los astrocitos, la microglía también se encarga de mantener la 
homeostasis del sistema nervioso bajo condiciones fisiológicas (Tremblay et al., 2011; 
Paolicelli et al, 2011; Miyamoto et al., 2013; Zhan et al., 2014; Gomez-Nicola y Perry, 2014) y 
 
17 
 
es responsable de procesos importantes para el desarrollo del SNC (Paolicelli et al, 2011; 
Miyamoto et al., 2013; Zhan et al., 2014; Gomez-Nicola y Perry, 2014). Dada la importancia 
de la microglía para este trabajo, se proveerá más información acerca de estas células en el 
apartado de “La microglia.” 
 
La participación de las células gliales en el control respiratorio 
 
Además de las neuronas que forman parte de los diferentes grupos respiratorios, se sabe 
que las células gliales presentes en estos circuitos pueden participar en el control de la 
respiración (Gourine et al., 2010; Ballanyi et al., 2010; Gourine y Kasparov, 2011; Schnell et 
al., 2011; Kasparov, 2011; Mulkey y Wenker, 2011; Mitterauer, 2011; Okada et al., 2012; 
Kasymov et al., 2013). La glía, particularmente los astrocitos, puede controlar la actividad de 
las redes neuronales respiratorias a través de la liberación de gliotransmisores tales como el 
glutamato, el ATP y d-serina (Haydon y Carmignoto, 2006; He y Sun, 2007; Huxtable, 2010). 
La glía es necesaria para el mantenimiento de la actividad del circuito respiratorio (Hülsmann 
et al., 2000). Los astrocitos de las áreas quimiorreceptoras en el tallo cerebral son altamente 
sensibles a los cambios químicos (Gourine et al., 2010). Dehecho, una disminución en el pH 
induce un incremento en la concentración intracelular de Ca2+ en los astrocitos y provoca la 
liberación de ATP (Gourine et al., 2010). El ATP liberado por los astrocitos despolariza la 
neuronas en el área ventral del tallo cerebral, donde se encuentra el grupo respiratorio 
ventral, lo que induce un incremento en la frecuencia respiratoria (Gourine et al., 2010). 
Los incrementos de calcio intracelular en los astrocitos son pulsátiles (Mitterauer; 2007; 
Mitterauer; 2011) y se piensa que estos pulsos de calcio y el incremento en la excitabilidad 
de las neuronas producido por la liberación de ATP, podrían ser esenciales para mantener la 
actividad de las neuronas marcapaso de la respiración (Gourine et al., 2010; Mitterauer; 
2011). Se ha determinado que dentro del GRV existen neuronas respiratorias con 
propiedades marcapaso (Peña y Ramirez, 2004) y que estas neuronas son necesarias para 
la generación de los distintos ritmos respiratorios (Peña y Ramirez, 2004). Varios tipos de 
neuronas marcapaso son influenciadas tónicamente por el sistema serotoninérgico (Peña y 
Ramirez, 2004; Mitterauer; 2011), por lo que el bloqueo de esta modulación causa severas 
alteraciones en los ritmos generados por los circuitos en los que estas neuronas marcapaso 
se encuentran (Peña y Ramirez, 2004; Mitterauer; 2011). Lo anterior puede ser fatal durante 
 
18 
 
etapas tempranas del desarrollo posnatal, pues la actividad marcapaso es vital para el 
mantenimiento de la homeostasis de funciones autónomas incluida la respiración (Tryba et 
al., 2006; Mitterauer; 2011). Las investigaciones sobre la fisiopatología del SMSL se han 
enfocado en encontrar alteraciones en el funcionamiento de las neuronas respiratorias 
(Luhman y Heinemann, 1992; Young y Somjen, 1992; Peña et al., 2004). Sin embargo, debe 
expandirse esta campo de investigación al impacto de las alteraciones en el funcionamiento 
de la glía en la patogénesis del SMSL. En el tallo cerebral, alteraciones en los astrocitos que 
modulan la actividad de neuronas marcapasos pueden deteriorar la generación de los ritmos 
cardio-respiratorios (Mitterauer et al., 2000; Mitterauer; 2007), lo que señalaría una posible 
implicación de estas alteraciones en la patogénesis del SMSL (Mitterauer et al., 2000). 
La transmisión purinérgica, mediada por los astrocitos en los centros respiratorios, contribuye 
a la homeostasis de la respuesta ventilatoria (Gourine et al., 2003; Gourine et al., 2005 Lorier 
et al., 2008; Huxtable, 2010) y la hipoxia es capaz de inducir la liberación astrocítica de ATP 
en los centros respiratorios (Gourine et al., 2003; Gourine et al., 2005). Esta liberación de 
ATP, producida por la hipoxia, activa a receptores purinérgicos tipo II y atenúa la depresión 
ventilatoria durante la hipoxia (Gourine et al., 2003; Gourine et al., 2005; Huxtable, 2010). La 
atenuación de la depresión ventilatoria durante la hipoxia es un evento fisiológico muy 
relevante pues un incremento en la depresión ventilatoria puede ser letal en bebés recién 
nacidos y/o prematuros (Peña, 2009). 
La transmisión purinérgica establece una vía de comunicación por medio de la cual, 
neuronas, astrocitos y microglía pueden modularse mutuamente (Lauro et al., 2010; Pascual 
et al, 2012). La microglía puede responder a la liberación ATP y adenosina (Orr et al, 2009; 
Gourine et al., 2010) y, una vez activada por el ATP, la microglía puede liberar también ATP, 
adenosina y otras sustancias que pueden modular la actividad de las neuronas y otras 
células gliales como los astrocitos (Lorier et al., 2008; Huxtable, 2010; Lauro et al., 2010; 
Pascual et al., 2012). Adicionalmente, el ATP liberado al medio extracelular por los atrocitos 
produce un efecto quimiotáctico que induce la movilización de los procesos de la microglia 
(Davalos et al., 2005). En el GRV, la liberación de sustancias como el BDNF, la PGE2 y/o los 
opioides endógenos, que pueden tener origen microglial, pueden modular la actividad 
respiratoria (Feldman y del Negro, 2006; Ballanyi et al., 2010). Interesantemente, el BDNF 
liberado por la microglía puede aumentar las corrientes de calcio de las neuronas del hasta 
dorsal en cultivos organotípicos de médula espinal (Lu et al, 2009). Se sabe también que, en 
 
19 
 
rebanadas que contienen al generador de la respiración, el BDNF estimula la actividad del 
preBötC (Bouvier et al., 2008). De hecho, alteraciones en la liberación de BDNF por la 
microglía se podrían relacionar con patologías respiratorias como las observadas en sujetos 
con el síndrome de Rett (Bouvier et al., 2008). Otra sustancia liberada por la microglía es la 
prostaglandina E2, la cual se sabe estimulaal generador de la respiración (Koch et al., 2014). 
 
La participación de las células gliales en la respuesta inflamatoria dentro del SNC 
 
A nivel sistémico, la inflamación es parte de la respuesta inespecífica o innata del sistema 
inmune ante cualquier tipo de daño corporal o por la presencia de elementos extraños en el 
organismo (Abbas, 2008). La inflamación se caracteriza por el aumento del flujo sanguíneo 
en la zona lesionada, el aumento del metabolismo celular, la vasodilatación, la liberación de 
mediadores solubles de la respuesta inflamatoria, la extravasación de líquidos y la afluencia 
celular (Ferrero, 2007). 
En el SNC, la respuesta inmune está altamente regulada por diferentes células residentes 
(Lai y Todd, 2006). La inflamación dentro del sistema nervioso se caracteriza por la 
hiperactivación de las células gliales, en particular la microglía, que comienza a expresar 
moléculas del MHC clase I y II (Graeber et al., 2011; Liu et al., 2012), lo que deriva en la 
liberación de citocinas pro-inflamatorias (Graeber et al., 2011; Liu et al., 2012). Además, la 
inflamación en el SNC involucra la sobreexpresión de la iNOS y la COX2, así como de 
moléculas de adhesión (Kurkowska-Jastrzebska et al., 1999; Joniec et al., 2009). La 
microglía también se activa ante alguna alteración de la homeostasis del SNC (Lai y Todd, 
2006; Członkowska, 2011). 
Tras su activación, la microglía migra hacia la zona afectada y fagocita los restos celulares si 
se lleva a cabo la muerte neuronal (Lai y Todd, 2006). La microglía activada puede liberar 
gliotransmisores que inducen la activación y la movilización a la zona afectada de los 
astrocitos (Lai y Todd, 2006), que sobreexpresan la proteína acida fibrilar glial y se agregan 
en un fenómeno conocido como astrogliosis reactiva (Leonardo et al., 2008). Las células 
alrededor, y dentro del foco de lesión expresan proteoglicanos que se acumulan en el 
espacio extracelular (Leonardo et al., 2008) y, así, se forma un agregado de astrocitos, 
microglía y proteoglicanos que forman una barrera de tejido llamada cicatriz glial (Leonardo 
et al., 2008). La formación de la cicatriz glial es un mecanismo innato de protección que aisla 
 
20 
 
las áreas lesionadas de las zonas viables que la rodean (Chew et al., 2006). Sin embargo, la 
formación de la cicatriz glial también evita la plasticidad neuronal, y puede generar más daño 
si la microglía y los astrocitos que forman la cicatriz glial continúan liberando citosinas y 
quimiocinas (Chew et al., 2006). 
Uno de los mediadores más importantes de la inflamación en el SNC es la interleucina (IL)-
1β que posee una actividad proinflamatoria potente (Ferrero, 2007) y que es producida 
principalmente por microglía en el SNC (Dantzer, 2001), así como por monocitos de la 
sangre durante la fase aguda de la respuesta inmune en la periferia (Herlenius, 2001; Ferrero 
et al, 2007). Como ya se ha mencionado, la liberación de la IL-1β en el SNC está relacionada 
con anormalidades respiratorias que se presentan durante la progresión de un proceso 
infeccioso (Hofstetter y Herlenius, 2005; Paterson et al., 2009; Herlenius, 2011) y que 
involucran la sobreproducción de la prostaglandina E2 (Herlenius, 2011). La producción de 
IL-1β y de prostaglandina E2, se lleva a cabo dentro del SNC principalmente por la microglía 
(Dantzer, 2001). En base a lo anterior, el presente trabajo propone que la actividad de la 
microglía es capaz de modular la actividad del circuito generador de los diferentes ritmos 
respiratorios (el preBötC) y, en consecuencia, de la respiración, de manera análoga a la 
capacidad de la microglía de modular la actividad neuronal en otras estructuras del cerebro 
como el hipocampo y el tálamo (Pascual et al., 2012; Schafer et al., 2012; Ji, 2013). 
 
La microglía. 
 
Como se mencionó anteriormente, la microglía es de origen mesodérmico (Ashwell et al., 
1991), y se establece en el SNC para formar una población residente de glía, cuya principal 
función es inmunológica (Hutchins et al., 1990; Ashwell et al., 1991; Esiri et al., 1991; Geny et 
al., 1995; Rezaie y Male, 1999). Los precursores de la microglía son macrófagos que pueden 
ser detectados dentro del saco vitelino desde estadios muy tempranos del desarrollo 
embrionario y que darán origen a la microglía siguiendo una vía de diferenciación distinta a la 
que deriva en el linaje de los monocitos (Alliot et al., 1999). En el SNC maduro, la microglía 
se encuentra ampliamente distribuida dentro de todo el parénquima (Dalmau et al., 1998) 
aunque con mayor densidad en la materia gris (Dalmau et al., 1998). La microglía presenta 
principalmente dos “estados” (Dalmau et al., 1998). En condiciones fisiológicas, la microglía 
 
21 
 
se encuentra en un “estado de reposo” que se caracteriza por una morfología ramificada de 
soma reducido, con procesos celulares numerosos (Figura 5; Lorier et al., 2007). Estudios 
recientes indican que la microglía tiene una actividad lejana al “reposo”, que le permite 
monitorear de manera continua el estado de la sinapsis (Nimmerjahn et al., 2005; Hanisch y 
Kettenmann, 2007; Kettenmann y Verkhratsky, 2008). Por ejemplo, si las sinapsis dejan de 
ser funcionales, la microglía se encarga de removerlas (Nimmerjahn, 2005; Hanisch y 
Kettenmann, 2007; Kettenmann y Verkhratsky, 2008). La microglía en reposo también realiza 
funciones relacionadas con el mantenimiento y monitoreo de la proliferación celular (Streit, 
2004; Wirenfeldt, 2005). En la sección siguiente se revisarán algunas de las funciones que 
realiza la microglía. 
Eventos que alteran la homeostasis del sistema nervioso como una infección (Kreutzberg, 
1996), un trauma (Raivich et al., 1999; Ladeby et al., 2005), la isquemia (Morioka et al., 
1991), alguna enfermedad degenerativa (Rupalla et al., 1998) o la actividad neuronal 
aberrante (Ponomarev et al., 2006), inducen que la microglía sufra un cambio de estado a 
nivel morfológico, molecular y funcional mediante un proceso denominado “activación 
microglial” (Kettenmann et al., 2011). En este nuevo estado, la microglía reactiva o activada 
se torna altamente móvil, su morfología so torna ameboidea y sus funciones se enfocan en 
procesos de fagocitosis y de liberación de citocinasa (Figura 5; Hanisch y Kettenmann, 2007; 
Kettenmann y Verkhratsky, 2008). La activación de la microglía está regulada por el complejo 
formado por el ligando CD200 y su receptor CD200R (Hoek et al., 2000; Wright et al., 2000), 
que es la misma vía de activación que siguen todas las células mieloides (Hoek et al., 2000; 
Wright et al., 2000). La respuesta inmunitaria mediada por la microglía activada dentro del 
SNC depende de la expresión de diversos receptores de reconocimiento de moléculas 
asociadas a patógenos, como los receptores tipo toll (TLRs, por las siglas en inglés de toll 
like receptors) (Fukagawa et al., 2013). Además de reconocer patógenos (Saijo et al., 2012); 
los TLRs reconocen moléculas generadas endógenamente a consecuencia de daño tisular o 
algún otro proceso patológico (Saijo et al., 2012). La activación de estos receptores en la 
microglía inducen que este tipo celular adquiera un fenotipo fagocítico que elimina células 
muertas, detritus y sustancias peligrosas del tejido nervioso (Inoue, 2002). La microglía 
activada por los TLRs también puede inducir apoptosis al liberar toxinas sobre las células 
dañadas (Inoue, 2002). Además, en estas condiciones, la microglía secreta citocinas, 
 
22 
 
quimiocinas y otras sustancias que están asociadas a diferentes procesos como la 
proliferación celular, a la quimiotaxis y a la inflamación (Figura 5). 
 
Figura 5. Características morfológicas de los diferentes estadios de la microglía. Clásicamente, se reconocen dos 
estados de la microglía, la microglía en reposo (vigilante) que posee una morfología altamente ramificada y la 
activada con una morfología ameboidea, similara lo de un macrófago clásico. Mientras que la microglía vigilante 
está asociada al mantenimiento de la homeostasis del sistema nervioso, la microglía activada se relaciona con el 
desarrollo de procesos patológicos (Modificado de Dale et al., 2014). 
 
Modulación de los circuitos neuronales por la microglía. 
 
Como se revisó al final de la sección anterior, el estudio de la microglía se ha enfocado en 
las acciones que ejerce dentro del SNC como defensa innata ante agentes patógenos y 
como mediador principal de la respuesta inflamatoria en el SNC (Saijo et al., 2013). Sin 
embargo, recientemente, se ha asociado a la microglía con el funcionamiento “normal” de los 
circuitos neuronales (Pascual et al., 2012; Schafer et al., 2012; Ji et al., 2013). Si bien la 
microglía expresa receptores para citocinas y quimiocinas (Saijo et al., 2013), que le permiten 
interactuar con células inmunológicas de la periferia (Pocock y Kettenmann, 2007), también 
expresa receptores para todos los neurotransmisores que clásicamente se pensaba eran 
exclusivos de las neuronas (Pocock y Kettenmann, 2007). La presencia de receptores para 
neurotransmisores en la microglía sugiere que existe una interacción mucho más activa entre 
las neuronas y la microglía en estado de reposo de lo que se supuso por mucho tiempo 
(Pascual et al., 2012). Por ejemplo, la estimulación de los receptores metabotrópicos de 
 
23 
 
glutamato (mGlu) del grupo II (mGlu2) en la microglía, con el agonista específico 2’, 3’-
dicaboxi-ciclopropil glicina, induce la activación de la microglía en un fenotipo neurotóxico 
(Taylor, 2005). La estimulación del mGlu2 induce la liberación de TNFα por parte de la 
microglía y la activación de la caspasa 3 lo que induce la apoptosis neuronal (Taylor, 2005). 
La neurotoxicidad resultado de la estimulación de los receptores mGlu2 en la microglía no 
involucra la actividad de la iNOS (Taylor, 2005). Caso contrario, la estimulación de la 
microglía con el ácido (L)-2-amino, 4-fosfono-butirico (L-AP-4) o la (R, S)-fosfonofenilglicina 
(RSPPG), agonistas específicos de los mGlu del grupo III (mGlu3), induce la activación de la 
microglía sin un fenotipo neurotóxico (Taylor et al., 2003). Adicionalmente, la activación los 
receptores mGlu3 produce un efecto neuroprotector al bloquear la producción de toxinas 
microgliales activada por el lipopolisacárido (LPS) o por la proteína β amiloide (Bruno et al., 
1997, 1998; Taylor et al., 2003). La interacción de estas vías glutamatérgicas modulan la 
actividad microglial durante un proceso patológico (Taylor et al., 2003; Taylor et al., 2005), 
pues el glutamato es el principal agente excitotóxico liberado tras algún daño al tejido 
nervioso (D’Antoni et al., 2008). A su vez, la estimulación de los mGlu3 inhibe la liberación de 
glutamato desde la microglía, los astrocitos y las neuronas (Conn y Pin, 1997). Además, la 
estimulación de los mGlu3 en los astrocitos inhibe la producción de citocinas (Besong et al., 
2002). 
Como ya se mencionó, la microglía genera una respuesta inmune a través de su “activación” 
(Lorier et al., 2007; Kettenmann, 2011; Saijo, 2013). Una vez activada, la microglía es capaz 
de producir sustancias que afectan la actividad neuronal, como el óxido nítrico que puede 
modular la transmisión sináptica (Bessis et al., 2007), las citocinas que pueden aumentar o 
disminuir la exitabilidad de las neuronas ( Bessis et al., 2007; Hanisch y Kettenmann, 2007) y 
los factores tróficos que pueden inducir la supervivencia neuronal y la remielinización de los 
axones (Bessis et al., 2007; Hanisch y Kettenmann, 2007), así como modular la transmisión 
sináptica y el disparo neuronal (Pocock y Kettenmann, 2007; Pascual et al., 2012). Por 
ejemplo, Pascual y cols. (2012) demostraron que la que activación de la microglía con LPS 
produce un aumento en la frecuencia de las corrientes post-sinápticas excitatorias. 
Adicionalmente, este grupo determinó que dicho efecto es mediado por la liberación de ATP 
por parte de la microglía activada (Pascual et al., 2011). El ATP liberado por la microglía se 
une al receptor P2Y1R en la astroglía, que a su vez libera glutamato que se une a receptores 
metabotrópicos a glutamato neuronales y aumenta las corrientes excitatorias al modular la 
 
24 
 
actividad neuronal (Pascual et al., 2012.). Además de estos procesos, la actividad microglial 
puede influenciar la dinámica de un circuito neuronal mediante la fagocitosis activa de 
elementos post- y pre-sinápticos en un proceso denominado poda sináptica (Schafer et al., 
2012). 
Durante el desarrollo, la eliminación de las sinapsis excedentes y el reforzamiento de 
conexiones maduras son indispensables para la maduración y el adecuado funcionamiento 
de un circuito neuronal (Wake et al., 2013). A este proceso se le denomina poda sináptica y 
es una de las funciones microgliales más importantes bajo condiciones no patológicas 
(Paolicelli et al., 2011; Ji et al, 2013). En el sistema nervioso adulto, la microglía extiende sus 
procesos constantemente para “censar” la actividad de las uniones sinápticas (Ji et al., 2013; 
Kettenmann et al., 2013). Cuando un botón sináptico deja de ser funcional es fagocitado por 
la microglía como un mecanismo que permite mantener la eficiencia del circuito (Ji et al., 
2013; Kettenmann et al., 2013). 
Con el uso de microscopia de dos fotones, se descubrió que la microglía establece 
constantemente contactos con las sinapsis sin fagocitarlas (Wake et al., 2009). Sin embargo, 
la finalidad de esta interacción no es clara aún (Wake et al., 2009). En la corteza visual y en 
la somatosensorial de ratas adultas los contactos entre los botones sinápticos y los procesos 
de la microglía se establecen hasta por cinco minutos y la frecuencia con que ocurren es 
dependiente de la actividad sináptica (Wake et al., 2009). Por ejemplo, en la corteza visual, 
las interacciones entre los procesos microgliales y los botones sinápticos se deprimen con la 
enucleación de ambos ojos, mientras que la privación de luz reduce la movilidad de los 
procesos microgliales y aumentan el tiempo de contacto que establecen con las dendritas 
más grandes (Tremblay et al., 2010). El efecto apenas descrito es revertido con la re-
exposición de los animales a la luz (Tremblay et al., 2010). 
La microglía también puede generar alteraciones en la neurotransmisión (Wake et al., 2013). 
Por ejemplo, la microglía puede liberar glutamato y, además, posee un sistema de 
recaptación de este amino ácido que está activo en la microglía en reposo y también cuando 
ésta se activa (Domercq et al., 2007). El glutamato liberado por la microglía en reposo puede 
ser removido rápida y eficientemente por los sistemas transportadores de glutamato en los 
astrocitos e incluso en los oligodendrocitos (Domercq et al., 1999). Sin embargo, la microglía 
reactiva interfiere con la recaptura de amino ácidos excitatorios de otras células gliales al 
liberar sustancias que interfieren con este proceso como son las especies reactivas de 
 
25 
 
oxigeno (ROS), el TNFα y la IL-1β (Domercq et al., 2007). Además, como ya se mencionó, la 
microglía es capaz de liberar sustancias con actividad excitatoria como el quinolato, la D-
serina, el ATP y la adenosina (Wake et al., 2013). 
 
Modelos de activación e inhibición de la microglía. 
 
La estrategia experimental más ampliamente utilizada para estudiar el efecto de la 
inflamación sobre el SNC es la activación de la microglía con lipopolisacárido (LPS; Wang et 
al., 2005). El LPS es el componente principal de la pared celular de las bacterias gram-
negativas y posee un gran potencial inmunogénico, pues induce el reclutamiento celular y la 
liberación de citocinas en la periferia (Yoon et al., 2012). Al igual que el resto de las células 
inmunogénicas del cuerpo, la microglía expresa el receptor tipo toll 4 (TLR4) que le permite 
reconocer patrones molecularesasociados a patógenos incluido el LPS (Chen et al., 2012; 
Zeng et al., 2012; Hines et al., 2013) (Figura 6). 
 
26 
 
 
Figura 6. Activación microglial inducida por el LPS y mediada por los receptores CD 14 y TLR. Los receptores CD14 
y TLR son moléculas de reconocimiento de antígenos. Una vez unido el LPS al receptor CD14 y/o al receptor TLR se 
inicia la señalización a través de la vía de MAP cinasas que lleva a la expresión de los genes que inducen la 
activación de la microglía (Modificado de Machado et al., 2011). 
 
La activación de la microglía con LPS involucra una serie compleja de pasos que se 
describen a continuación. Inicialmente, el LPS se une, en el medio extracelular (Machado et 
al., 2011), a la proteína soluble de unión a LPS (LBP, por sus siglas en inglés; Figura 6; 
Machado et al., 2011). La formación del complejo LBP-LPS facilita el enlace de la LBP con el 
receptor CD14 (Machado et al., 2011), que está presente como proteína plasmática soluble 
(Machado et al., 2011), pero que también se encuentra como proteína de membrana ligada a 
glucofosfatidil-inositol (Machado et al., 2011). Una vez que el LPS se une al receptor CD14, 
se disocia de la LBP (Machado et al., 2011) y el complejo LPS-CD14 se une con el receptor 
TLR4 (Machado et al., 2011). Otra proteína extracelular auxiliar llamada MD2 también se une 
al complejo LPS-CD14 para favorecer la transducción de la señal mediada por esta 
 
27 
 
interacción (Machado et al., 2011). Esta vía transduccional incluye la activación de las MAP 
cinasas (Machado et al., 2011) y del factor de transcripción NF-κB (Machado et al., 2011), lo 
que da inicio a la transcripción de genes específicos que conducen a la activación microglial 
(Figura 6; Machado et al., 2011). Cuando el LPS es aplicado a nivel sistémico, éste puede 
actuar sobre el SNC por diferentes vías que se enumeran a continuación (Hines et al., 2013): 
 El LPS se une al receptor TLR4 de la microglía presente en regiones donde la barrera 
hematoencefálica es permeable (Hines, 2013), como el área postrema y otros órganos 
circumventriculares (Hines et al., 2013). 
 El LPS activa células perivasculares y endoteliales en los vasos sanguíneos del 
cerebro (Hines et al., 2013). 
 EL LPS estimula aferente al nervio vago (Hines et al., 2013). 
 Por infiltración a través de la barrera hematoencefálica de citocinas producidas por 
macrófagos periféricos activados por el LPS (Hines et al., 2013). 
En cultivos celulares, la estimulación con LPS induce la producción de factores 
neuroinflamatorios por parte de la microglía (Nakajima et al., 2001). Sin embargo, la microglía 
activada con LPS también sintetiza factores tróficos que tienen un efecto protector frente a 
ciertos eventos patológicos dentro del SNC como los accidentes cerebrovasculares (Lauro et 
al., 2010). En estructuras como el hipocampo, se ha demostrado que la activación microglial 
con LPS puede modular la transmisión sináptica a través de un efecto pre- sináptico (Ahmadi 
et al., 2013). 
Así como se ha usado al LPS como activador microglial (Wang et al., 2005), la minociclina es 
un fármaco utilizado como inhibidor de la activación microglial (Wang et al., 2005). La 
minociclina es un antibiótico de segunda generación, de la gama de las tetraciclinas, que 
posee un espectro amplio de actividad antimicrobiana y, además, que tiene efectos 
inhibitorios sobre las células del sistema inmune (Yoon et al., 2012). Este fármaco puede 
atravesar fácilmente la barrera hematoencefálica e ingresar al parénquima del SNC (Yoon et 
al., 2012; Saivin y Houin, 1988). La minociclina es capaz de inhibir la activación y la 
proliferación de la microglía (Zink et al., 2005), de los astrocitos (Zink et al., 2005), de los 
macrófagos (Nikodemova et al., 2007) y de los linfocitos (Nikodemova et al., 2007). La 
administración de la minociclina en cultivos microgliales reduce la producción de especies 
reactivas de oxígeno, así como la de distintas citocinasa proinflamatorias (Wang et al., 2005). 
 
28 
 
Además, la minociclina detiene la progresión de la encefalomielitis alérgica experimental 
(EAE; Nikodemova et al., 2007), que es un modelo muy utilizado de esclerosis múltiple 
(Nikodemova et al., 2007). La minociclina es ampliamente utilizada para bloquear la 
activación microglial o como antiinflamatorio (Nikodemova et al., 2007). Sin embargo, el 
mecanismo a través del cual la minociclina ejerce estos efectos no se conoce del todo 
(Fukagawa et al., 2013). A pesar de ello, en 2007 Nikodemova y colaboradores encontraron 
que la administración de la minociclina suprime la expresión del complejo mayor de 
histocompatibilidad II (MHCII) en la microglía (Nikodemova et al., 2007). El MHC II es otro 
receptor muy importante en la regulación de la respuesta inmune en el organismo (Abbas, 
2008). Además, la minociclina impide la fosforilación de la PKCα en la micrioglía y la 
subsecuente fosforilación y translocación del factor de transcripción IRF-1 (Nikodemova et 
al., 2007), lo que suprime la expresión del MHCII (Nikodemova et al., 2007; Figura 7). 
Además del uso de la minociclina como “inhibidor” de la activación microglial, se ha utilizado 
la depleción de la microglía como otra estrategia para evaluar el papel de la microglía en 
diversos procesos del sistema nervioso (Pascual et al., 2012). Con este propósito se ha 
utilizado al agente tóxico selectivo para la microglía, la L-leucina-metil-ester (LME) (Pascual 
et al., 2012). La exposición de los linfocitos humanos o murinos a la L- LME resulta en la 
eliminación selectiva de los linfocitos citotóxicos (Thiele, 1990). Esta eliminación es mediada 
por la aparición de metabolitos membranolíticos de la LME de estructura esterificada (Thiele, 
1990), que son producidos por la actividad de la dipeptidil peptidasa, una proteasa lisosomal 
de tipo tiol, presente en células con potencial citolítico de origen linfoide (Thiele, 1990). Las 
células que presentan esta enzima son afectadas por la LME y en el caso del SNC sólo la 
microglía expresa la dipeptidil peptidasa (Thiele, 1990), lo que permite eliminar con la LME a 
este tipo celular selectivamente del tejido nervioso (Thiele, 1990). La eliminación selectiva de 
la microglía con LME ha permitido determinar que la activación de este tipo celular modula la 
actividad de otras células gliales e incluso la actividad sináptica (Pascual et al., 2012; Neher 
et al., 2011). 
 
 
29 
 
 
Figura 7. Regulación en la expresión del MHC II y su inhibición por la minociclina. Se ilustran los sitios donde se ha 
demostrado que la minociclina ejerce efectos inhibitorios con una flecha roma. Después de la unión con su 
receptor, el interferón γ (IFN γ) activa la vía de señalización JAK/STAT e induce la fosforilación de la PKC/II, lo que 
resulta en el aumento de la expresión de IRF-1. STAT 1 e IRF 1 son factores de transcripción que se unen al 
promotor de CIITA IV. CIITA es una proteína de unión a ADN y es un co-activador clave para la regulación de la 
expresión del MHC II. La minociclina inhibe esta vía transduccional bloqueando el efecto de la cinasa PKCa y del 
factor de transcripción IRF-1 (modificado de Nikodemova et al, 2007). 
 
 
30 
 
 
Justificación 
 
La inflamación representa un factor importante para la patogénesis del SMSL, ya que 
disminuye la generación de los ritmos respiratorios y la autorresucitación (Hofstetter y 
Herlenius, 2005; Hofstetter et al., 2007; Herlenius, 2011). Distintos procesos infecciosos 
periféricos inducen la liberación de citocinas pro-inflamatorias por la microglía a nivel del tallo 
cerebral (Dantzer 2001; Balan et al., 2012). Dado que en el tallo cerebral se ubica el 
generador de los ritmos respiratorios (Smith et al, 1991), se propuso determinar si la 
activación o la inhibición de la microglía, la principal fuente de citocinasa pro-inflamatorias en 
el SNC, afectan la generación de los diferentes ritmos

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