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RL 09-21-National Geographic Latinoamérica

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09.2021
Qué revela
 la tecnología 
sobre los 
millones de 
asteroides, 
cometas, 
planetas enanos 
y otros objetos 
que orbitan 
nuestro Sol
S I S T E M A S O L A 
E L N U E VOL N U E VO
Lanzada en octubre, 
la nave espacial 
Lucy de NASA volará 
entre asteroides 
cerca de Júpiter.
09/21
Ahora puedes volver a disfrutar de sus emocionantes novelas, 
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Redescubre las novelas del mayor visionario de todos los tiempos.
Viajar al espacio, explorar las profundidades del mar, cruzar un continente volando... Solo la prodigiosa 
imaginación de Julio Verne pudo realizar estas proezas cuando aún eran tecnológicamente imposibles.
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Todo lo que alguien
pueda imaginar,
otros lo harán realidad”
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S E P T I E M B R E | C O N T E N I D O
A R T Í C U L O S Guepardos 
a la venta
La lucha de Somalilan-
dia contra el tráfico de 
un felino emblemático.
P O R R A C H A E L B A L E
F O T O G R A F Í A S D E 
N I C H O L E S O B E C K I
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .P. 54
Afganistán
¿Tomarán los talibanes 
el control cuando las 
fuerzas estadouniden-
ses se vayan?
P O R J A S O N M O T L A G H 
F O T O G R A F Í A S D E 
K I A N A H AY E R I
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 80
Pequeñas maravillas
Vistas sin precedentes 
de los objetos más pe-
queños del sistema so-
lar arrojan nueva luz 
sobre los grandes mis-
terios cósmicos.
P O R M I C H A E L G R E S H K O
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . P. 32
En portada:
La sonda Lucy explorará 
asteroides cerca de Júpiter, 
incluidos Patroclus y Me-
noetius (en la ilustración), 
en una misión de 12 años 
que iniciará a finales de 2021.
MÓNICA SERRANO
Claudia Muzzi
DIRECTORA EDITORIAL
Erick Pinedo
COORDINADOR EDITORIAL
Vir gi lio Val dés
COORDINADOR DE AR TE
Luis Ernesto Nava
EDITOR DE CIERRE
Karen Alfaro
REDACCIÓN
Sarahí Ortiz
ASISTENTE DE DISEÑO
TRA DUC TO RES PARA ESTA EDICIÓN
Secciones: Aridela Trejo Bejarano 
Sistema Solar: Marco Antonio Vargas Solís 
Guepardos: Luis Ernesto Nava Buenfil 
Afganistán: Oscar Beltrán Arruti
CONSEJO EDITORIAL
Carlos Galindo Leal, Rodolfo Lacy, 
Antonio Peimbert, Patricio Robles Gil, 
Samuel Ponce de León, José Sarukhán, 
Leonardo López Luján
Sergio Cárdenas Fernández
DIRECTOR DE CONTENIDOS
Guillermo Caballero Medina
DIRECTOR DE MEJORA CONTINUA Y OPERACIONES
Michel Bauer Tapuach
DIRECTOR GENERAL COMERCIAL
Mara Domínguez
DIRECTORA DE VENTAS
Rosario Sánchez Robles
DIRECTORA DE ADMINISTRACIÓN Y FINANZAS
Lucía Alarcón de Zamacona 
DIRECTORA DE RELACIONES CON EMPRESAS Y TALENTO
Roberto Morán Quiroz
DIRECTOR DE AUDIENCIAS PRINT
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DIRECTOR DE CONTENIDOS DIGITALES
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COORDINADORA DE DATA INTELLIGENCE
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JEFE DE CORRECCIÓN DE ESTILO
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COORDINADORA DE PRODUCCIÓN
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COORDINADOR SUSCRIPCIONES Y VENTA DIRECTA
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Luz María Luckie González
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COORDINADORES COMERCIAL
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GERENTE DE OPERACIONES ADMINISTRATIVAS
Valeria Guerrero Cortés
COORDINADORA DE RECURSOS HUMANOS
Alejandro López
COORDINADOR DIGITAL
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REDES SOCIALES
TELÉFONOS DE ATENCIÓN:
Ventas: 55 3692 9292
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“Distribución en Voceadores del D.F. y área Metropolitana a través de la Unión de Expendedores 
y Voceadores de los Periódicos de México, A.C.”
© NATIONAL GEOGRAPHIC. Marca Registrada. Vol. 49, núm. 03. Fecha de publicación: septiembre de 2021. Revista mensual, editada y 
publicada por EDITORIAL TELEVIUA, U.A. DE C.V., Av. Vasco de Suiroga N‒ 2000, Ediンcio E, Col. Uanta Fe, AlcaldÌa Alvaro Obregón, C.P. 
01210, Ciudad de México tel. 52-61-20-00, por contrato de licencia celebrado con NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY, Washington, D.C. 
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de 1999, ambos con expediente N‒ 11432”7:”1409, ante la Comisión Caliンcadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas. Distribuidor exclu-
sivo en México: Distribuidora Intermex, S.A. de C.V., con domicilio en Calle Lucio Dlanco N‒ 435, Colonia San Luan Tlihuaca, AlcaldÌa 
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Voceadores de los Periódicos de México, A.C., con domicilio en Calle Guerrero N‒ 50, Colonia Guerrero, AlcaldÌa Cuauhtemoc, C.P. 06350. 
Tel.: 55-55-91-14-00. Impresa en Reproducciones Fotomecánicas S. A. de C. V. con domicilio en Durazno No. 1 Esquina Ejido, Col. Las Peritas, 
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NATIONAL GEOGRAPHIC SOCIETY. EDITORIAL TELEVISA S.A. DE C.V. investiga sobre la seriedad de sus anunciantes, pero no se res-
ponsabiliza con las ofertas relacionadas por los mismos. ATENCIœN A CLIENTES: a toda la Republica Mexicana tel. :00 REVISTA 
*73:47:2+. Exportada por Editorial Televisa, S.A. de C.V. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente re゙ejan la postura 
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Claudia Muzzi Turullols. LITHUANIA: Frederikas 
Jansonas. NETHERLANDS/BELGIUM: Arno Kantelberg. 
NORDIC COUNTRIES: Hanne-Luise Danielsen. POLAND: 
Agnieszka Franus. PORTUGAL: Gonçalo Pereira. 
ROMANIA: Catalin Gruia. RUSSIA: Andrei Palamarchuk. 
SERBIA: Igor Rill. SLOVENIA: Marija Javornik. SPAIN: 
Ismael Nafría. TAIWAN: Yungshih Lee. THAILAND: 
Kowit Phadungruangkij. TURKEY: Nesibe Bat
BOARD OF DIRECTORS
Ravi Ahuja, Jean M. Case, Bob Chapek, Nancy Lee, 
Kevin J. Maroni, Kevin Mayer, Peter Rice, Frederick J. 
Ryan, Jr., Jill Tiefenthaler, Michael L. Ulica 
INTERNATIONAL PUBLISHING
SENIOR VICE PRESIDENT: Yulia Petrossian Boyle
Allison Bradshaw, Ariel Deiaco-Lohr, Kelly Hoover, 
Diana Jaksic, Jennifer Jones, Leanna Lakeram, Jennifer 
Liu, Rossana Stella
N AT I O N A L G E O G R A P H I C
T E S T I M O N I O S
Las aguas poco profun-
das y los arrecifes que 
rodean Cuba (en primer 
plano), Florida (centro) 
y las Bahamas (der.) vis-
tas desde la Estación 
Espacial Internacional.
T E X T O Y F O T O S D E T I M P E A K E
L A T I E R R A D E S D E T O D O S L O S Á N G U L O S P O S I B L E S
UN MUNDO SIN FRONTERAS
Un astronauta de la Agencia Espacial Europea ofrece una perspectiva única de nuestro planeta.
V O L . 4 9 N Ú M . 3
El desierto escarpado de la península del Sinaí, en Egipto (arriba), contrasta con las aguas vastas del río 
Tapajós (abajo), un importante afluente del Amazonas en el que viven cientos de especies de peces.
T E S T I M O N I O S
La profundidad de los lagos Wanaka y Hāwea, en Nueva Zelanda, supera los 300 metros (arriba). Una 
postal excepcional de las islas y la península Antártica, por lo regular cubiertas de nubes densas (abajo).
Las Bahamas revelan sus 50 tonos de azul. Para algunos historiadores, el nombre del archipiélago y el país 
proviene de la palabra en español “bajamar”.
T E S T I M O N I O S
Peake asegura que, cuando tomó estas fotos, no tenía ningún interés político. “Quería capturar la Tierra 
tal como la veo: desde el espacio no se identifican naciones ni fronteras”.
LA HISTORIA DE FONDO
“ S E T R A T A D E F O T O G R A F Í A S D E L O Q U E M E P A R E C E 
H E R M O S O Y F A S C I N A N T E ” .
E N E STA S I M ÁG E N E S , tomadas desde la 
Estación Espacial Internacional, traté 
de capturar mis sensaciones al obser-
var la Tierra. Era imposible no rendirme 
ante su belleza. Me asombró la atmós-
fera, esa línea de gas que mantiene la 
vida y distingue a nuestro planeta de 
las condiciones estériles y hostiles que 
tienen Marte o Venus.
Fue difícil identificar señales de vida 
humana. En cambio, la Tierra se reve-
ló como un rompecabezas geológico 
al que han esculpido las fuerzas de la 
naturaleza. Fue evidente cómo el agua 
moldea la Tierra: los glaciares forjan 
cordilleras enteras cuando se despla-
zan implacables hacia los océanos y los 
ríos, creando patrones impresionantes 
en sus trayectos pausados.
Solemos pensar que el mundo está 
dividido en países y pueblos, pero cuan-
do se ve el planeta desde el espacio, no 
existen fronteras. Las únicas divisiones 
que hay son las que ha creado la natu-
raleza en el transcurso de 4 500 millo-
nes de años.
Una secuencia impresionante de su-
cesos posibilitó que evolucionara vida 
inteligente en la Tierra, lo que nos per-
mitió desarrollar la tecnología necesaria 
para dejar el santuario de nuestro pla-
neta y reflexionar sobre nuestra exis-
tencia desde un punto de observación 
en el espacio, un punto lleno de asombro.
Peake practica con el brazo robótico de la estación espacial, que requiere un grado absoluto de precisión.
T E S T I M O N I O S
Supongamos que limpia-
mos nuestro desorden y 
comenzamos a reciclar. 
¿No es así como la madre 
naturaleza quisiera que
nos comportáramos?
P O R C H R I S T I N A N U N E Z
FOTOS (EN SENTIDO HORARIO, DESDE ARRIBA A LA IZQ.): GETTY IMAGES/ISTOCKPHOTO; SHUTTERSTOCK/ STOCKCREATIONS; 
ROMAN MILERT, ALAMY STOCK PHOTO; SHUTTERSTOCK/EVGENIIAND; ZELJKO DANGUBIC, ALAMY STOCK PHOTO
E X P L O R A | P L A N E T A P O S I B L E
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P R O B A R U N A P A R R I L L A
Q U E F U N C I O N E C O N
P E L L A S D E M A D E R A 
C O M P R I M I D A , P U E S 
P R O D U C E N P O C A C O N -
T A M I N A C I Ó N A L A R D E R .
5
EJERCICIO ECOLÓGICO
Tenemos que agradecerle 
a Suecia por el plogging. 
Del término sueco plocka
upp (recoger), combina 
el trote con la recolección
de basura. Esta actividad 
ha sido adoptada y adap-
tada en todo el mundo:
considera la posibilidad
practicarlo donde vives 
para ponerte en forma
mientras recoges basura.
P R O T E C T O R E S S O L A R E S 
D U R A D E R O S
Una forma de garantizar que
tu protector solar sea seguro
para los arrecifes es usar ropa
con filtro UV (reduce la nece-
sidad de aplicarse lociones o
aerosoles). Busca prendas con 
protección ultravioleta (UPF).
4
BAJO LA
SOMBRA
3
COMPRAR MATERIAL
RECICLADO
Limpiar la playa
Las costas acumulan
todo tipo de basura: 
botellas, envolturas y
hasta cubrebocas. En
septiembre, mes dedi-
cado a la limpieza de
las costas, ecologistas
y gobiernos organizan 
actividades virtuales y
presenciales. En 2019,
voluntarios de Ocean
Conservancy recogie-
ron más de 900 tonela-
das de basura en varias
playas del mundo. Busca
en internet alguna pla-
ya cercana junto con
la palabra “limpieza”
para encontrar eventos 
relacionados u organi-
za tu propio equipo
de recolección.
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FUENTE: QING-HE ZHANG, UNIVERSIDAD
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P O R R O B I N G E O R G E A N D R E W S Y J A S O N T R E A T 
I L U S T R A C I Ó N D E M A R K G A R L I C K
L A F Í S I C A D E T R Á S de la belleza de las 
auroras boreales y australes es más o 
menos conocida, no obstante, aún con-
funde a los científicos. En ocasiones, 
cuando el viento solar es débil, en el 
polo norte magnético se dibuja una 
franja borrosa de luces aurorales que 
parece una nave espacial efímera y 
resplandeciente. A principios de 2021, 
investigadores pudieron explicar este 
fenómeno tras analizar la información 
que registraron satélites que datan de 
la Guerra Fría el 20 de agosto de 2014. 
Reportaron que dicha franja giraba 
como si fuera un vórtice y tenía un 
centro tranquilo rodeado por fuertes 
HURACÁN ESPACIAL
Precipitación de electrones, óvalos aurorales y un vórtice resplandeciente 
de 2 700 kilómetros de extensión y 50 000 de altura: así es la temporada de 
huracanes en el polo norte magnético de la Tierra.
“vientos”de gas agitado o plasma. Se 
trataba de un embudo gigante de unos 
2 700 kilómetros de ancho y más de 
50 000 de alto. Los científicos lo deno-
minaron “huracán espacial” y utilizaron 
un modelo en 3D del movimiento del 
flujo magnético para mostrar cómo se 
había formado. El viento solar débil, 
junto con la alineación de los polos 
magnéticos norte del Sol y la Tierra, 
disminuyeron una franja de luces –por 
lo regular expansiva– hasta convertirla 
en un punto estrecho que rotaba sobre 
el norte magnético. Hasta ahora solo 
se han avistado estos huracanes espa-
ciales sobre la Tierra.
UNA TORMENTA SILENCIOSA
En la Tierra, los huracanes se alimen-
tan desde abajo cuando el océano cáli-
do emana aire húmedo. En el espacio 
requieren condiciones estáticas como 
polaridad inversa, velocidad y densi-
dad del viento solar bajas.
POLARIDAD INVERSA
Una aurora expansiva se produce cuando el 
viento solar es fuerte y el campo magnético 
de la Tierra apunta al norte, mientras que 
el del Sol lo hace hacia el sur. Si el viento 
solar es débil y el campo magnético de la 
Tierra apunta al norte, la aurora se contrae 
para formar un punto estrecho sobre el campo 
magnético norte de la Tierra, es decir, se dan 
las condiciones para un huracán espacial.
18 N A T I O N A L G E O G R A P H I C
Óvalo aural
amplio 
Campo magnético Viento
solar fuerte
cuando el campo
magnético del Sol
es opuesto al
de la Tierra 
Viento
solar débil 
cuando el campo
magnético del
Sol está alineado
con el de la Tierra Ovalo
auroral
contraído
Embudo
del huracán
espacial
Óvalo auroral
amplio 
Campo magnético Viento
solar fuerte
cuando el campo
magnético del Sol
es opuesto al
de la Tierra
Viento
solar débil 
cuando el campo
magnético del
Sol está alineado
con el de la Tierra Óvalo
auroral
contraído
Embudo
del huracán
espacial
PRECIPITACIÓN DE ELECTRONES
Los electrones del viento solar se 
precipitan hacia los campos mag-
néticos de la Tierra, mientras gases 
como oxígeno y nitrógeno rebotan 
en la atmósfera superior planeta-
ria. Esto libera destellos de colores 
que conocemos como auroras.
Cómo se forman las auroras normales
Los electrones que desprende el Sol caen en el 
campo magnético de la Tierra y chocan con los 
gases para crear auroras. Cuando el campo mag-
nético del Sol es opuesto al planetario, se crea 
una abertura amplia u óvalo auroral que disper-
sa y extiende la aurora.
Cómo se forma un huracán espacial 
En 2014, el campo magnético del Sol se alineó 
con el de la Tierra, lo que propició una interacción 
débil y comprimió el óvalo auroral. La lluvia de 
electrones bañó el óvalo estrecho y aumentó su 
fulgor. Cuando la aurora giró, se contrajo y estiró 
muy por encima de la superficie terrestre.
ÓVALO EN ESPIRAL
A medida que la abertura sobre 
el polo magnético u óvalo auro-
ral se contrae, la velocidad del 
remolino de plasma aumenta 
para crear un vórtice.
EL OJO
Al igual que los huracanes en la atmós-
fera inferior de la Tierra, los huracanes 
espaciales tienen un ojo estático. Allá 
arriba circulan ráfagas de plasma –no 
de aire– a velocidades vertiginosas.
S E P T I E M B R E D E 2 0 2 1 19
S U R F S I LV E S T R E
El arrecife de coral se alza 
desde las profundidades de 
Passe Havae, en Teahupo'o; 
tiene la silueta y la ubica-
ción perfectas para ampliar 
las olas del Pacífico, que 
pueden convertirse en 
rugientes y superpoten-
tes. La mejor temporada 
es de mayo a octubre, pero 
todo el año son excepcio-
nales. Para esta imagen, el 
fotógrafo Andy Bardon se 
internó en las profundida-
des. “Se requiere calma y 
respirar hondo para bucear 
con seguridad bajo las olas 
y fotografiarlas –cuenta–. 
Entonces se revela un mun-
do submarino diverso”.
M A R Y T I E R R A
Sobre el agua, los visitan-
tes contratan taxis acuáti-
cos para apreciar de cerca 
a los surfistas expertos, así 
como algunos delfines y 
ballenas jorobadas (de 
agosto a octubre). Cerca 
de la playa de arena negra 
se puede practicar esnór-
quel entre los coloridos 
arrecifes de coral. En tierra 
firme, un sendero arenoso 
que atraviesa la ribera Ti-
rahi transita entre casas de 
colores y un lugar recluido 
bajo una palmera, donde 
las familias organizan píc-
nics y los surfistas se diri-
gen hacia donde rompen 
las olas.
E X P L O R A
Para contemplar los lito- 
rales de Fenua Aihere y Te 
Pari, cercanos a Teahupo'o, 
hay paseos en bote. Aquí 
los viajeros se encuentran 
con cascadas que desem-
bocan en el mar, cuevas que 
se vinculan con leyendas 
polinesias y senderos que 
llevan a petroglifos. Para 
ayudar a proteger el eco-
sistema y estimular el 
número de peces, los 
pobladores designaron 
una zona marina con cerca 
de 7.5 kilómetros cuadrados 
en Teahupo'o para decla-
rar el rahui, la tradicional 
veda polinesia de pesca 
y cosecha.
NGM MAPS
E X P L O R A | A V E N T U R A
DESAFIAR LAS OLAS
E n l a Po l i n e s i a Fra n c e s a s e a l a b a n y t e m e n a l a s o l a s e n u n 
A L G U N A S D E L A S O L A S más grandes y potentes del mundo rompen en el 
arrecife de Teahupo'o, en la costa sureste de Tahití. Su potencia explica 
por qué aquí se celebrará la competencia de surf olímpico en 2024, pero 
también es un lugar de belleza excepcional y cultura exquisita.
20 N A T I O N A L G E O G R A P H I C
P O R C E L E S T E B R A S H F O T O G R A F Í A D E A N D Y B A R D O N
EN NÚMEROS
“ S U R F E A R E N T E A H U P O ' O E S 
C O M O B A T A L L A R C O N D O S 
G I G A N T E S , L A S M O N T A Ñ A S S E 
A P R E C I A N E N U N C O S T A D O Y 
L A S O L A S R O M P E N E N E L O T R O ” .
—Michel Bourez, surfista olímpico de Tahití
1
C A R R E T E R A Q U E L L E G A 
A T E A H U P O ' O
9+
A L T U R A Q U E P U E D E N A L C A N Z A R 
L A S O L A S , E N M E T R O S
1 420
P O B L A C I Ó N A P R O X I M A D A 
E N T E A H U P O ' O
s i t i o p a r a s u r f e a r c e r c a d e Te a h u p o ' o .
 
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Francesa (FR.) Rc ( )
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S E P T I E M B R E 2 0 2 1 21
E X P L O R A | E N C U A D R E
P O R E V E C O N A N T
D E L P E Z L E Ó N A L K U D Z U, L A S E S P E C I E S I N VA S O R A S – D E S T R U C T O R A S 
Y M E N O S P R E C I A D A S – TA M B I É N P U E D E N S E R D E L I C I O S A S .
COMERSE EL PROBLEMA
“Los chefs son nuestras celebridades locales –dice 
Jacques Hebert, de la alianza Restore the Mississippi 
River Delta–. Nuestra cultura gira en torno a la co-
mida”. ¿Se podría hacer lo mismo con la conservación?
La situación es grave en el sur de Estados Unidos 
pero no es el único sitio. El país es hogar de 6 500 espe-
cies invasoras no nativas con tasas de reproducción 
agresivas que superan a las especies locales, transmi-
ten enfermedades y destruyen sus hábitats. Si bien la 
nutria es un fastidio, hay una diversidad de plantas y 
animales invasores en los radares
de los chefs.
El movimiento “invasívoro” es pequeño, pero tiene 
una lógica culinaria y conservacionista. Imagina una 
¿ D O S PA L A B R A S que no son tentadoras en un menú? 
“Pantano” y “rata”.
Por lo menos es el consenso humorístico entre los 
chefs que navegaban por un pantano de Luisiana 
antes de que pegara la pandemia por la COVID-19. 
Un grupo local de ecologistas organizó el recorrido 
porque quería ayuda para rescatar los humedales de 
Luisiana que están en peligro. Y la “rata de pantano” 
se refiere a la nutria roedora que alguna vez se im-
portó de Sudamérica por su pelaje, pero que ahora 
se propagó en la naturaleza y devora tal cantidad de 
hábitat que el estado fijó una recompensa de seis 
dólares por cabeza.
En el restaurante Dai Due, en Austin, Texas, se preparan tamales con relleno de carne, manteca y caldo de jabalí silvestre.
FOTO: JODY HORTON, THE HOG BOOK
FOTOS, DE IZQ. A DER.: MARTIN DEMMEL, TONY L. MOORE, FEDERICO CABELLO, GETTY IMAGES
T A M B I É N P R E O C U P A N 
L O S C E R D O S F E R A L E S , 
Q U E L A S A U T O R I D A D E S 
T E X A N A S L L A M A N “ C U A -
D R Ú P E D O S F U G I T I V O S ” .
el sur”. Ha asfixiado el hábitat desde que llegó for-
malmente de Japón a la feria mundial de Filadelfia 
en 1876. El chef Matt Marcus lo ha preparado encur-
tido, seco, fermentado y frito, con nuez pecana y 
mantequilla caramelizada para sus comensales en 
Atlanta. Sobre los sureños, bromea: “Si está frito, ¡les 
abre el apetito!”.
Esta hierba también inspira al chef Chris Sherrill 
del restaurante Gulf Shores, en Alabama, parte del 
Grupo NUISANCE Group cuyo acrónimo en inglés 
significa plantas y animales que son “un fastidio, no 
se usan o son invasoras, pero son sustentables y están 
disponibles mediante esfuerzos culinarios nobles”.
“Todo chef en el sureste podría incorporar el kudzu 
de mil millones de maneras –comenta mientras sirve 
un pesto–. Lo coseché de la carretera, en una zona 
donde sé que no rocían con pesticidas, los retiré de un 
cable de teléfono y los puse en un procesador de ali-
mentos con aceite de oliva y bellotas tostadas, mucho 
ajo, cebolla dulce y parmesano”.
También preocupan los cerdos ferales. Las autori-
dades texanas les llaman “forajidos cuadrúpedos”; los 
chefs, “jabalíes silvestres”. En Dai Due Butcher Shop 
and Supper Club, en Austin, los comensales pueden 
comprar jabón de manteca de cerdo “con certificación 
orgánica” y cenar entre paredes decoradas con los 
cráneos de antílopes nilgo que se importaron de India 
en los años treinta para cazar, y que ahora compiten 
con la fauna local y el ganado por territorios para pas-
tar. El chef Jesse Griiths imparte clases de carnicería 
de jabalí y obtiene sus piezas de ranchos donde abun-
dan junto con nilgos y ciervos moteados, otro prófugo 
importado para la caza deportiva.
“Ahora es bueno comer especies invasoras –expli-
ca Griiths mientras platicamos y comemos tacos de 
jabalí silvestre con un suntuoso salami de nilgo–. Es 
un sabor fuerte y un ejemplo de todos los usos que 
se le pueden dar al jabalí feral”. Cuenta que muchos 
texanos envenenan a los cerdos, una muerte tortuosa 
con efectos ambientales negativos. Argumenta que, 
en comparación, es más compasivo cazarlos. “Todo 
jabalí feral que consumes o preparas es un animal 
menos en la agricultura industrial”.
Sabe que no es una solución perfecta. “Un ecologis-
ta lo dijo mejor: no vamos a salir de esta haciendo 
parrilladas”. Sin embargo, no disminuye el atractivo. 
Estas especies invasoras “son absolutamente destruc-
toras y muy comestibles”. j
especie que ha pasado toda su vida en busca de su 
alimento en la naturaleza: pasto y forraje orgánicos. 
Los partidarios de este enfoque ambiental aseguran 
tener los ingredientes para atraer a un público cautivo.
El pez león es una especie invasora perjudicial y 
deliciosa. Es nativa de los océanos Pacífico Sur e Ín-
dico, y se le identificó por primera vez en el Atlántico 
en los años ochenta. Ahora abarrota los arrecifes, 
asegura Alex Fogg, pescador y biólogo. Describe que 
su picadura no es letal y como alimento no es tóxico 
mientras devoramos un espécimen frito en tempura 
con glaseado de caramelo y emplatado hermoso.
Estamos en GW Fins, un restaurante lujoso en 
Nueva Orleans. Aquella noche, su chef Tenney Flynn 
publicó en Instagram que habría pez león en el menú. 
“Se trata de resaltar la novedad”, explica, y añade 
que también gusta el pez león crudo con pimentón, 
limón amarillo, chips de taro y menta.
“Hay personas que en ninguna circunstancia con-
siderarían comerse un animal silvestre. Pero el pez 
león es distinto, porque se trata de beneficiar al medio 
ambiente”. Alguna vez una vegana le contó a Fogg 
que es el único animal que comería “por la causa”. 
Todos los años, Fogg dirige un torneo de pesca con 
arpón de pez león en Destin, Florida. El equipo gana-
dor de este año, Florida Man, recibió 10 000 dólares 
y las festividades incluyeron una semana de pez león 
como protagonista de fajitas, tacos, ceviches y rollos 
de sushi Little Simba en varios restaurantes. 
La carpa asiática también infesta y domina los 
canales. El chef Philippe Parola, de Baton Rouge, 
administra la página Can’t Beat ’Em, Eat ’Em!, dedi-
cada a las especies invasoras. Convierte la carpa en 
alimento casero: albóndigas de pescado preparadas 
y congeladas listas para freír. Planea comercializarlo 
en cafeterías y estadios para consumo masivo.
Tal vez una de las especies invasoras más infames es 
el kudzu, la denominada “enredadera que se devoró Eve Conant es redactora y editora de National Geographic.
Cada vez se ven más especies invasoras como los 
jabalíes silvestres, el kudzu o el pez león (de izq. 
a der.) en las mesas sureñas de EUA. Otras partes 
del país también se suman a la causa con eventos 
como concursos de cocina con nutrias en Oregón 
y estofados de cangrejo en The Great Lakes.
Sabores silvestres
PALEONTOLOGÍA
¿DEL ALA DE UN DINOSAURIO?
E N E L A N I V E R S A R I O 1 6 0 D E L D E S C U B R I M I E N T O D E E S TA 
P L U M A F O S I L I Z A D A , C I E N T Í F I C O S A Ú N I N V E S T I G A N E L
D I N O S A U R I O D E L C U A L P R O V I N O .
D E S D E Q U E S U RG I Ó D E L A cantera de piedra caliza bávara en 1861, la
primera pluma fosilizada de la que se tiene registro ha sido un icono 
de la paleontología: su parecido con las plumas modernas es asom-
broso, pero su antigüedad es insondable. La pluma tiene 150 millo-
nes de años y fue el primer fósil en recibir el nombre de Archaeopteryx 
lithographica, un tipo de dinosaurio emplumado que se descubrió
a menos de tres kilómetros en las mismas capas rocosas que la plu-
ma original. ¿Acaso el Archaeopteryx desprendió aquella pluma? x
Ryan Carney, explorador de National Geographic y paleontólogo de
la Universidad de Florida del Sur, asegura que sí. En un ensayo que
publicó en Scientific Reports, Carney sostiene que la pluma no solo
perteneció a un Archaeopteryx, sino que contribuyó a dar forma a
la superficie superior del ala izquierda del dinosaurio. Ahora Carney 
reconstruye el aleteo del Archaeopteryx para probar si tenía la capax -
cidad de volar tan solo con ese impulso. — M I C H A E L G R E S H KO
FOTOS (DESDE ARRIBA): AUKE-FLORIAN HIEMSTRA; MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE BERLÍN; PAUL STAROSTA, GETTY IMAGES
VIDA VEGETAL
Una carga
magnética en
su mordida
Investigaciones re-
velan que, cuando
una presa estimula
las hojas de la dionea
atrapamoscas, pareci-
das a una mandíbula,
producen un pequeño
campo magnético.
Estos campos se han 
identificado en otras
dos plantas: el haba y 
el alga unicelular. Los 
científicos que lo des-
cubrieron creen que 
es una consecuencia
de los impulsos eléc-
tricos que provocan 
el cierre de las hojas
de la planta. Ya se ha
estudiado esta clase 
de biomagnetismo 
en el cerebro huma-
no, pero es menos 
comprendido en las
plantas. —ANNIE ROTH
E X P L O R A | H A L L A Z G O S
E N V Í O S D E S D E
L A VA N G U A R D I A 
D E L A C I E N C I A Y 
L A I N N O VA C I Ó N
Equipo fuera de lugar
Luchar contra la COVID-19 ha tenido 
costos ambientales. Se han desecha- 
do montañas de equipo de protección 
individual; en un momento se estima-
ron 3 400 millones de cubrebocas al 
día. Lo que protege a los humanos per-
judica a la vida silvestre, como la perca 
atorada en este guante y una infinidad 
de aves atrapadas en mascarillas. —AR
N A T I O N A L G E O G R A P H I C
E X P L O R A
I L U M I N A M O S L O S M I S T E R I O S Y L A S M A R AV I L L A S Q U E N O S R O D E A N
L A R A Z A E S U N C O N S T R U C T O S O C I A L , N O U N R A S G O B I O L Ó G I C O. E S E E S
E L C O N S E N S O C I E N T Í F I C O, E N T O N C E S , ¿ P O R Q U É AÚ N S E P O N E E N D U DA?
La historia de la 
diferencia humana
V O L . 4 9 N Ú M . 3
C A DA L U G A R T I E N E sus propios mitos de creación. En 
Estados Unidos existe la doctrina del Destino Mani-
fiesto, es decir, la predestinación de los migrantes
europeos a colonizar el oeste de América. En China,
los restos del Homo erectus, conocido como el hombre
de Pekín, se emplean para sostener que existe un lina-
je chino intacto que se remonta a por lo menos 700000 
años y sugerir que se trata de un ancestro directo que 
estaría entre los primeros del mundo en crear el fuego.
En India, los nacionalistas religiosos sugieren que 
las leyendas fantásticas que se describen en las épicas 
hindús no son alegorías, sino hechos. Un científico 
indio incluso ha declarado que el relato de una mujer 
que dio a luz a 100 hijos es la prueba de las aptitudes 
centenarias indias respecto a tecnologías reproduc-
tivas de vanguardia que apenas se redescubren.
Uno de los esfuerzos de Donald Trump antes de
dejar la presidencia fue crear un panel consultivo 
nombrado Comisión de 1776 para fomentar la noción 
P O R A N G E L A S A I N I
S E P T I E M B R E 2 0 2 1 27
Cuando en mayo de 2020 una de las 
revistas médicas líderes del mundo, 
The Lancet, publicó que “la consti-
tución genética” podía ser un factor 
en los resultados de la COVID-19 en-
tre grupos étnicos, repitieron una 
ola de pensamiento que persistió 
en la literatura médica durante si-
glos. En 1793, cuando una epidemia 
de fiebre amarilla azotó Filadelfia, 
médicos blancos afirmaron que 
la población afrodescendiente era 
inmune. En 2016, investigadores 
de la Universidad de Virginia reali-
zaron un ensayo con 200 estudian-
tes de medicina y residentes en el 
que descubrieron que cerca de la 
mitad de ellos albergaba por lo me-
nos una idea sobre “las diferencias 
biológicas entre blancos y negros, 
muchas de las cuales son falsas y 
fantásticas”. Entre estos mitos figu-
raban que las personas afroamerica-
nas tienen mayor tolerancia al dolor 
y la piel más gruesa. —AS
Diferencias 
biológicas: los 
mitos persisten
de una “educación patriótica” en Estados Unidos. El 
reporte de la comisión minimizó la realidad de la 
discriminación y la explotación humana cuando se 
fundó la nación. Fue una crítica directa al trabajo de 
académicos y activistas que señalan la injusticia his-
tórica para abordar la desigualdad de la actualidad.
El esfuerzo de Trump fue breve porque el presidente 
Joe Biden desintegró la comisión el día de su jura-
mento. Sin embargo, no era el fin de las guerras cul-
turales. Trump no fue el primer líder político que 
intentó adjudicarse el pasado en beneficio propio y 
tampoco será el último. Los museos o monumentos 
nacionales del planeta están llenos de vitrinas que 
muestran la mejor cara de los países y ofrecen narra-
tivas de magnificencia, en ocasiones envueltas en 
nociones de superioridad étnica o racial. Para respon-
der en estos tiempos, debemos decidir qué historias 
queremos contar de nosotros y quienes somos.
UNA DE LAS HERRAMIENTAS más usadas es la creencia 
en la diferencia biológica entre la población. En Ale-
mania, los nazis buscaban definir un pueblo con el 
argumento del excepcionalismo racial. Esta tenden-
cia no se limita a la historia: también se ha recurrido 
a la biología y la arqueología para enfatizar la dife-
rencia de grupo y adoctrinar poblaciones con la ilu-
sión de que son mejores que otros por naturaleza.
Con el tiempo, estas historias se han entretejido en 
la identidad de formas sutiles e insidiosas que deter-
minan cómo entendemos quiénes somos. Incluso 
pueden distorsionar el pensamiento de los científicos 
modernos sobre la diferencia humana.
La historia de la raza es un recordatorio de que la 
ciencia no se limita a teorías e información: también 
trata con los hechos que forman parte de las historias 
que contamos sobre la variación humana. En Europa, 
durante la Ilustración, naturalistas y científicos de-
cidieron que se podía dividir a los seres humanos en 
grupos distintos, tal como a otras especies animales, 
y después formularon las fronteras arbitrarias para 
estas categorías. Otorgaron significado al color de la 
piel, recurrieron a estereotipos culturales generali-
zados sobre el temperamento, la inteligencia y el com-
portamiento. Estas ideas pseudocientíficas dieron 
forma a la medicina occidental durante siglos. Cons-
tituyeron la base del programa eugenésico nazi para 
justificar el genocidio y el Holocausto. 
Si bien desde hace por lo menos 70 años se ha sa-
bido que la raza es un constructo social innegable y 
que las premisas de esos pensadores del siglo XVIII 
son erróneas, muchos científicos creen que la raza es 
una realidad biológica. El relato está tan arraigado 
que incluso cuando se hizo evidente que somos una 
especie humana indivisible en el ámbito genético para 
muchos investigadores siguió siendo difícil ignorarlo. 
A principios de 2020, las redes sociales especularon 
que las personas negras no podían contraer el virus 
y meses más tarde que eran más vulnerables a conta-
giarse. Los propios científicos desinformaron al teori-
zar en público si las diferencias raciales genéricas 
E X P L O R A | R E F L E X I O N E S
28 N A T I O N A L G E O G R A P H I C
ILUSTRACIÓN: TRACY J. LEE S E P T I E M B R E 2 0 2 1 29
Angela Saini es periodista, presentadora y autora británica, entre 
sus libros destaca Superior: The Return of Race Science.
E S P R E C I S O Q U E L O S 
C I E N T Í F I C O S T E N G A N 
C U I D A D O S O B R E Q U É 
N A R R A T I V A D O M I N A N T E 
R E S P A L D A N .
podían haber influido en las tasas de mortalidad pese 
a que carecían de información que lo demostrara. 
Tristemente, ignoraron determinantes sociales de 
la salud como pobreza, geografía y profesión. 
Eso fue hasta que ocurrió la muerte de George 
Floyd, en la primavera de 2020. De pronto, se percibió 
un cambio en la narrativa en torno a la raza y la salud.
Los hechos científicos no cambiaron: la raza se-
guía siendo un constructo social, pero ahora se había 
suscitado un diálogo global sobre el verdadero signi-
ficado de la raza y que las consecuencias explícitas e 
implícitas del racismo tienen efectos viscerales en 
el cuerpo. Me di cuenta de que los médicos empeza-
ron a pedir más investigación sobre estatus socioe-
conómico, alimentario, entornos tóxicos y prejuicios 
en el sistema de salud. Las facultades de medicina e 
instituciones científicas de todo el orbe me invitaron 
a dar conferencias sobre mi trabajo en torno a los pre-
juicios en la ciencia.
Estos acontecimientos demuestran que el entorno 
político tiene un peso enorme en las preguntas y las 
respuestas que plantean los científicos. Cuando el 
trasfondo de nuestra historia humana apunta a la 
diferencia natural entre grupos, es inevitable que 
los investigadores prioricen la genética y los factores 
innatos, pero cuando el trasfondo tiene más con-
texto histórico y demuestra que la raza es producto 
de factores sociales, entonces el enfoque cambia. 
Este cambio sutil contribuye a identificar el proble-
ma de manera correcta.
A Ú N L I B R A M O S U N A B ATA L L A sobre la
historia de la 
diferencia humana. Los grupos de extrema derecha 
y los nacionalistas étnicos escarban en las publicacio-
nes científicas en busca de pedazos de evidencia para 
respaldar sus ideas de que las razas genéticamente 
más fuertes han decidido el curso de la historia y que 
la desigualdad de hoy día es un producto de estas 
diferencias innatas entre la población.
Hasta hace poco se retiraron dos ensayos de la re-
vista Psychological Reports escritos por un controver-
tido psicólogo canadiense de los años noventa, pues 
los editores se dieron cuenta de que la obra era “poco 
ética, de fundamentos científicos dudosos y basada 
en ideas e intenciones racistas”. Esta y otras revistas 
analizan publicaciones con deficiencias similares. 
Pero cuando los errores son así de atroces, uno se pre-
gunta por qué los editores tardaron tanto. Del mismo 
modo, debemos preguntarnos cómo se publicaron 
en primer lugar. Quizá se reduzca a las historias que 
algunos científicos quieren creer, incluso pese a la 
evidencia innegable. 
Es común entre académicos sostener que se guían 
por la información, no por la política, aunque es inte-
resante apuntar lo mucho que la política ha moldeado 
el pensamiento científico en torno a la diferencia hu-
mana. Por ejemplo, no es coincidencia que la eugene-
sia como disciplina seria se deterioró tras la Segunda 
Guerra Mundial debido a los esfuerzos de antirracistas 
en la ciencia y la antropología. 
A partir de los años setenta se empezaron a desa-
creditar las falsedades más flagrantes respecto a las 
mentes y los cuerpos de las mujeres gracias a la olea-
da de estudios feministas.
Desde luego, siempre habrá quienes quieran con-
servar las historias de antaño. En un mundo donde el 
populismo y el nacionalismo étnico están en ascenso, 
es de esperarse. En momentos convulsos, nuestras 
historias de creación, nuestras formas tradicionales de 
ver el planeta, nos pueden confortar. Para quienes 
sienten que tienen más que perder ante la igualdad 
de raza, clase y género –cuyas vidas han estado pro-
tegidas por la injusticia social y no lo contrario– no 
hay incentivo para cambiar la narrativa.
Los científicos deben cuidar qué narrativa domi-
nante respaldan. ¿Aquella que enfatiza la unidad esen-
cial de nuestra especie? ¿La que nos recuerda que 
genéticamente somos más parecidos que cualquier 
otra especie de primates y que la diferencia individual 
tiene mayor peso que cualquier diferencia de grupo? 
¿O acaso aquella que busca en los márgenes de nuestros 
genomas para encontrar diferencias estadísticas entre 
poblaciones y justificar a quienes buscan dividirnos 
de otra forma? Los hechos son los mismos, lo impor-
tante es la historia que nos contamos. j
Reformas en el 
financiamiento
Durante décadas, la Fa-
cultad de Salud Pública 
de la Universidad de 
Berkeley gozaba de un 
fondo de investigación 
creado para estudiar la 
eugenesia. La facultad 
asegura que readap- 
tará estos fondos para 
repudiar su pasado.
Obra inconclusa
Los legados de la ciencia racial y la 
eugenesia persisten en muchas ins-
tituciones. Sin embargo, se realizan 
esfuerzos para reestructurar el pasa-
do, corregir errores y hacer que la 
ciencia sea más incluyente. —AS
Cambio de nombre
La red MSI Reproducti-
ve Choices de asisten-
cia sanitaria cambió su 
nombre en 2020: ya no 
lleva el de Marie Stopes 
(1880-1958). Su apoyo 
por la eugenesia ha 
opacado su apoyo 
por la planificación 
familiar y los derechos 
de las mujeres. 
Repatriación en trámite
Un museo de la Universi-
dad de Pensilvania se dis-
culpó por poseer cráneos 
(algunos de esclavos) que 
un médico adquirió por 
medios poco éticos y em-
pleó para sostener la su-
premacía de la raza blanca. 
El museo quiere regresar 
los cráneos a “las comuni-
dades ancestrales”.
E X P L O R A | R E F L E X I O N E S
E X P L O R A
Investiga a los osos y 
fomenta la diversidad en 
la naturaleza y la ciencia.
Rae Wynn-Grant quiere demostrar que 
los osos no son peligrosos. Esta explo-
radora de National Geographic crea 
estrategias para eliminar las interaccio-
nes negativas entre dichos carnívoros 
y los humanos que viven cerca de sus 
hábitats. Traduce información espe-
cializada para comunicar a las comuni-
dades sobre la ubicación de los osos, sus 
rutas y cómo protegerse de ellos.
Como ecóloga dedicada a la vida sil-
vestre, también ha investigado a los 
leones en Tanzania y a los lémures de 
cola anillada en Madagascar. Wynn- 
Grant reside en Santa Bárbara, Califor-
nia, y en el transcurso de su carrera ha 
defendido con cada vez más fervor la 
necesidad de que exista diversidad en 
la naturaleza y las ciencias.
Cuando comenzó a estudiar ecolo-
gía de la vida silvestre era la única per-
sona afrodescendiente entre sus colegas 
académicos. Y la falta de diversidad se 
hizo más evidente a medida que avan-
zaba en su campo.
Sin embargo, ha descubierto que su 
éxito inspira a una nueva generación 
de ecólogas afrodescendientes. “Tengo 
más esperanza en el futuro, el porvenir 
de la vida silvestre, el medio ambiente, 
la igualdad, la justicia y la oportunidad 
porque cada vez hay más gente de color 
en estos espacios donde antes yo era 
la única”. j
National Geographic Society financia el 
trabajo de Wynn-Grant. Apoya a otros 
exploradores que protegen especies en pe-
ligro de extinción en natgeo.com/impact.
RAE WYNN-GRANT
P O R A N N I E R O T H F O T O G R A F Í A D E R E B E C C A H A L E
INNOVADOR
M A R A V I L L A S
P E Q U E Ñ A S
P O R 
Mich
ael
 Gre
shk
o
En 2015, el cometa C/2014 
Q2 Lovejoy –visto aquí en 
un mosaico de dos fotos– 
se acercó al Sol por primera 
vez en milenios. Lovejoy 
tal vez procede de la nube 
de Oort, una capa distan-
te de objetos de hielo que, 
se cree, rodea el sistema 
solar. Es uno de los cerca de 
4 000 cometas conoci- 
dos entre los miles de 
millones que se calcula 
existen en nuestro patio 
trasero cósmico.
obje
tos d
imin
utos
 que
 ocu
pan 
el sis
tem
a sol
ar. E
stos
 cuer
pos 
pequeños dan pistas sobre los MISTERIOS MÁS GRANDES DEL UNIVERSO.
La astronomía moderna ofrece una visión sin precedentes de los 
33
C O N P O D E R S O L A R 
Un conjunto solar para 
la sonda espacial Lucy 
de NASA se despliega 
en las instalaciones de 
Lockheed Martin, Colo-
rado. Lucy, cuyo lanza- 
miento está previsto 
para octubre, necesitará 
dos de estos conjuntos 
que generen energía 
durante su misión de 12 
años en los cuales explo-
rará los troyanos de Jú-
piter. Estos asteroides 
que orbitan el Sol pue-
den dar pistas sobre 
la distribución original 
del sistema solar.
PATRICK H. CORPATRICK H. CORKERY, 
LOCKHEED MARTIN.
IMAGEN DE APERTURA: VELIMIR 
POPOV Y EMIL IVANOV, OBSER- 
VATORIO IRIDA.
A L A T I E R R A 
El 6 de diciembre de 
2020, una cápsula que 
liberó la nave espacial 
japonesa Hayabusa 2 
aterrizó en el interior 
de Australia. El conte-
nedor guardaba los 
restos que Hayabusa 2 
había recogido del as-
teroide Ryugu, cercano 
a la Tierra, en 2019. El 
material antiguo ahora 
reside en el Centro de 
Curación de Muestras 
Extraterrestres (der.) 
en Sagamihara, Japón. 
Los científicos esperan 
que las muestras ayu-
den a develar secretos 
sobre la formación de 
los primeros planetas 
e incluso los orígenes 
de la vida en la Tierra. 
Aunque la carga de 
Hayabusa 2 regresó, la 
nave espacial ahora se 
encuentra en una misión 
ampliada que la llevará a 
otro asteroide en 2031.
AGENCIA JAPONESA DE EXPLORACIÓN 
AEROESPACIAL (IZQ.); NORIKO 
HAYASHI (DER.).
M I S T E R I O S D E L S I S T E M A S O L A R 37
O B J E T I V O LO G R A D O 
Tan ancho como la al- 
tura del Empire State, 
el asteroide Bennu es el 
cuerpo más pequeño 
jamás orbitado por una 
sonda espacial. El 20 de 
octubre de 2020, Bennu 
se convirtió en el tercer 
asteroide del que se 
tomaron muestras 
con una nave espacial 
cuando OSIRIS-REx, de 
NASA, hundió su brazo 
en la superficie (inserto) 
para recoger algo de 
polvo y guijarros. Una 
cápsula con la
muestra 
debería aterrizar en 
la Tierra en 2023.
VISUALIZACIÓN POR KEL ELKINS, 
CENTRO GODDARD DE VUELOS ESPA-
CIALES DE NASA; CENTRO GODDARD 
DE VUELOS ESPACIALES DE NASA/ 
UNIVERSIDAD DE ARIZONA (INSERTO).
Lauretta, científico planetario de la Universidad 
de Arizona, está fascinado ante un monitor que 
muestra tres vistas simuladas de un objeto roco-
so con forma de trompo que flota en un mar de 
estrellas. Es el asteroide conocido como 101955 
Bennu. Lo observa sentado en un taburete metá-
lico dentro de un edificio modesto de Littleton, 
Colorado. El edificio podría confundirse con una 
oficina común y corriente, pero las calcomanías 
de las naves espaciales en las paredes y los rótulos 
sobre cada cubículo –Energía Eléctrica, Teleco-
municaciones, Guía, Navegación y Control– re-
velan su verdadera función: el centro de mando 
de una misión en Lockheed Martin Space.
Es la 1:49 p.m. zona Pacífico, del 20 de octubre 
de 2020. La pantalla muestra a Bennu dentro de 
un círculo verde que representa la órbita de una 
sonda espacial de NASA. En menos de tres horas, 
este emisario robótico intentará descender y tocar 
Bennu por primera vez con la esperanza de ex-
traer una muestra de polvo y guijarros extrate-
rrestres para traerlos a la Tierra.
Lanzado en 2016, OSIRIS-REx tuvo que orbi-
tar dos veces el Sol para llegar a Bennu, que se 
encuentra a más de 300 millones de kilómetros en 
este fatídico día de octubre. Con casi 500 metros 
DANTE 
LAURETTA 
ESTÁ SERENO 
MIENTRAS 
SE PREPARA 
PARA LOS 17 
SEGUNDOS POR 
LOS QUE HA 
TRABAJADO 
DURANTE LOS 
úLTIMOS 16 
AÑOS.
M I S T E R I O S D E L S I S T E M A S O L A R 39
G U A R D E R Í A D E 
P L A N E TA S 
Imágenes en el infra-
rrojo cercano, captadas 
por el telescopio Gemi-
ni Sur, en Chile, revelan 
restos planetarios alre-
dedor de otras estre-
llas. Cada disco de 
desechos helados y 
rocosos rodea una 
estrella joven (tapada). 
Muchos de ellos tienen 
“agujeros” interiores, 
tal vez creados por pla-
netas recién formados. 
Estos discos se parecen 
al cinturón de Kuiper 
de nuestro sistema so-
lar, que se encuentran 
más allá de la órbita 
de Neptuno.
COMPUESTO A PARTIR DE CINCO 
IMÁGENES.
OBSERVATORIO INTERNACIONAL 
GEMINI/NOIRLAB/GPIES/T. ESPOSITO, 
UC BERKELEY.
han sospechado durante décadas que algo fallaba, 
ya que, por su apariencia, es en extremo difícil ex-
plicar cómo Urano y Neptuno pudieron formarse 
donde orbitan hoy día. Parece que a nuestro hogar 
cósmico le faltan algunos de los tipos más comu-
nes de planetas que orbitan alrededor de estrellas 
lejanas. Y hasta 2021, la Tierra es el único puerto 
conocido para la vida.
Así que, ¿cómo acabó aquí nuestro sistema so-
lar y cómo surgieron sus habitantes?
Durante mucho tiempo, los cuerpos pequeños 
como Bennu fueron descartados como simples so-
bras en el proceso de creación de los planetas. Sin 
embargo, ahora los investigadores saben lo im-
portantes que son estos cuerpos en la búsqueda 
de respuestas a estas preguntas. Al igual que di-
cho asteroide, muchos son cápsulas de tiempo, 
en esencia sin cambios desde el nacimiento de 
nuestro Sol. Otros también podrían suponer una 
amenaza para la vida en la Tierra. Al rastrear, vi-
sitar y tomar muestras de estos mundos primor-
diales, por fin tenemos la oportunidad de ver de 
dónde venimos y, con suerte, evitar que estos ob-
jetos destruyan lo que somos.
EL INTERÉS DE LA HUMANIDAD por los cuerpos 
pequeños –en el lenguaje de los astrónomos, to-
dos aquellos objetos naturales que orbitan el Sol 
y que no son planetas, planetas enanos o lunas– 
ha estado presente desde que las personas miran 
el cielo. Durante milenios, las culturas de todo el 
mundo han observado los cometas y meteoros 
visibles en el cielo nocturno, considerándolos pre-
sagios importantes. 
A inicios del siglo xx, los astrónomos ya habían 
encontrado cerca de 500 asteroides que orbita-
ban alrededor del Sol; esto lo consiguieron a par-
tir del descubrimiento de Ceres en 1801. El ritmo 
de los hallazgos comenzó a acelerarse en los años 
ochenta y noventa con la mejora de los telesco-
pios. En 1992 se descubrió el primer mundo –ade-
más de Plutón y una de sus lunas– más allá de la 
órbita de Neptuno, lo que confirmó la teoría sobre 
la zona exterior del sistema solar, ahora llamada 
el cinturón de Kuiper. Hoy día los astrónomos sa-
ben que esta región lejana está repleta de miles 
–quizá cientos de miles– de cuerpos de hielo.
Pero si hubiera que señalar cuándo comenzó 
el frenesí por los cuerpos pequeños, una opción 
razonable sería el 11 de marzo de 1998, cuando el 
de ancho, este asteroide es el cuerpo celeste más 
pequeño sobre el que haya orbitado una nave 
espacial. Su superficie es tan accidentada que 
al equipo de Lauretta le llevó un año cartografiarla 
en busca de un lugar seguro para el descenso. To-
dos estos preparativos deberían hacer que el even-
to principal de hoy fuera un momento tenso, pero 
en esta última fase de la misión, que cuesta 1 000 
millones de dólares, Lauretta parece tranquilo. “La 
nave está de muy buen humor”, me comenta.
¿Por qué pasar por todo este estrés y esfuerzo 
por dos kilos de polvo y escombros? Para empe-
zar, los componentes del asteroide se formaron 
durante los primeros días del sistema solar, hace 
más de 4 500 millones de años. Estas rocas que 
muestran indicios de contener carbono represen-
tan un archivo prístino de cómo se formaron los 
planetas y, quizá, de dónde obtuvo la Tierra el ma-
terial de partida para la vida. “Desde el punto de 
vista científico, se trata de una mina de oro”, afir-
ma Lauretta.
Pero así como Bennu lleva el material de la crea-
ción, también tiene el poder de destruir: está lo 
suficientemente cerca de la Tierra como para que 
los astrónomos crean que existe una pequeña pero 
seria posibilidad –una entre 2 700– de que pueda 
chocar contra nosotros entre los años 2175 y 2199. 
Las muestras que traiga OSIRIS-REx podrían ser 
clave para diseñar la defensa adecuada contra un 
impacto que liberaría más de dos millones de ve-
ces la energía de la explosión de nitrato de amo-
nio que sacudió Beirut hace un año.
En una escala mayor, Bennu y OSIRIS-REx sim-
bolizan dos revoluciones paralelas en la astrono-
mía moderna que transforman las concepciones 
antiguas del sistema solar. Los telescopios actua-
les pueden observar más objetos pequeños y poco 
brillantes que antes, lo que permite a los astróno-
mos examinar el cielo y determinar la población 
cósmica que rodea a los ocho planetas. Hace 20 
años, los humanos conocían unos 100 000 cuerpos 
celestes del sistema solar. A principios de 2021, 
se catalogaron algo más de un millón de objetos 
que orbitan el Sol.
Al mismo tiempo, las agencias espaciales de 
todo el mundo han desarrollado las herramientas 
y tecnologías necesarias para visitar y explorar 
estos mundos, e incluso traer a la Tierra trozos de 
ellos para estudiarlos más a fondo.
Lo que está en juego está lejos de ser abstracto.
La imagen del sistema solar que aprendimos 
en la escuela parece tener una arquitectura lógica. 
Pero los astrónomos y los científicos planetarios 
EL 
INTE
RÉS
 DE
LA HUMANIDAD
M I S T E R I O S D E L S I S T E M A S O L A R 41
EROS,
NEAR 
Shoemaker, 
1998-2001
BENNU,
OSIRIS-REx, 2018-2021
34 km
RYUGU,
JAXA Hayabusa 2 
2014-2020
RRYURYURYUGU,,GUGU
JJAJAXAXA HA HA Hayaayaayaay bb sbusbusb 2a 2a 2
22012012014-24-24 02002000
RRRYRYYUGYUUGUGGU,UGUU,U,U,
JJAJAXJAAXAAXXA XA HHayayaayyaabbusa sa 22
220201200101 224-14-24--20202220220020020020020
RYUGU,
JAXA Hayabusa 2 
2014-2020
Nombre de la misión*, fecha de la visita
Meteoritos 
de Vesta
0 
60º
30º
S O L
I
N
C
L
I
N
A
C
I
Ó
N
V E N U S T I E R R A M A RT EM E R C U R I O
Objeto transneptuniano
Asteroide potencialmente peligroso
Centauro
Asteroide
1 20 Unidades astronómicas
ASTEROIDES CERCANOS A LA TIERRA
Diámetro: 564 metros
Residuos rocosos
Los objetos que orbitan más cerca del Sol son, en su mayo-
ría, pequeños y rocosos. Es probable que la gravedad
de 
Júpiter impidiera la formación de un planeta en el cintu-
rón principal de asteroides y provocara que los primeros 
protoplanetas colisionaran y se desintegraran. Su masa 
combinada es inferior a la de la Luna.
BENNU:
FRAGMENTOS ADHERIDOS
Esta colección giratoria de escombros 
ligados a la gravedad muestra su edad 
con rocas superficiales oscuras y agrieta-
das que fueron erosionadas por el Sol.
Zona de peligro
Los asteroides grandes y co- 
metas que orbitan cerca de la 
Tierra se consideran potencial-
mente peligrosos. Más de 2 100 
de estos objetos están bajo la 
mirada vigilante de los expertos.
ÓRBITAS DISPERSAS
Los objetos conocidos se muestran 
por la inclinación de su órbita res-
pecto a los planetas mayores.
Los científicos han identificado más 
de un millón de objetos cercanos a la 
Tierra. Los cuerpos celestes más ale-
jados del Sol –estimados en billones– 
son más difíciles de observar debido 
a su distancia y a sus superficies más 
oscuras y menos reflectantes.
LOS CUERPOS NO ESTÁN A ESCALA. *MISIÓN DE NASA A MENOS QUE SE IDENTIFIQUE LO CONTRARIO. †RECUENTO DE OBJETOS AL 30 DE JUNIO DE 2021.
Estructura 
interna 
uniforme
Las hendiduras 
en las paredes del 
cráter sugieren 
flujos de escom-
bros acuosos.
La gravedad 
retiene algunas de 
las partículas que 
se expulsan.
La rotación se 
acelera, lo que 
podría alterar 
su órbita.
Estanques de 
polvo profundos 
en los cráteres.
EROS:
BRILLANTE Y ROCOSO
Eros es uno de los miles de asteroi-
des que cruzan la órbita de la Tierra, 
los cuales pueden ser fragmentos de 
asteroides más grandes o restos calci-
nados de cometas.
M U L T I T U D E S D E M E N O R E S
Núcleo 
metálico
Manto 
rocoso
Costra 
basáltica
VESTA,
Dawn, 2011-12
CERES,
Dawn, 2015-18
PSIQUE,
Psique,
lanzamiento en 2022
571 km
277 km
43
Hielo
de agua 
salada
Núcleo
rocoso
Interpretación 
del ilustrador
975 km
C I N T U R Ó N D E A S T E R O I D E S
PSIQUE: 
ÓRBITA RARA
¿Las colisiones arrancaron una capa 
rocosa que rodeaba el núcleo metá-
lico de un antiguo planeta en desarro-
llo? Una próxima misión investigará si 
ese es el origen de Psique.
CERES: 
LA ANOMALÍA
El único planeta enano del 
cinturón principal tiene una 
gruesa capa subterránea de 
hielo salado que brota a través 
de una superficie salpicada de 
pequeños cráteres.
VESTA: 
PROTOPLANETA INTACTO
Los modelos sugieren que hasta un cente- 
nar de planetas emergentes comenzaron 
a formarse. Vesta, el asteroide más grande, 
parece ser el único superviviente intacto. 
Cráteres, fracturas y flujos de lava marcan 
la superficie de este objeto.
Cinturón DE ASTEROIDES PRINCIPAL
Los desechos que colisionaron separaron los primeros 
planetas a medida que se formaban. Las partículas con 
propiedades orbitales similares se juntaron en grupos 
conocidos como familias de asteroides.
Se cree que está 
compuesto por 
60 % de metal.
Cráter de impacto 
grande; posible 
fuente de asteroides 
más pequeños.
Material 
expulsado
Al menos hay 
dos grandes 
depresiones.
Los fragmentos sobrantes de los componentes planetarios orbitan el Sol en forma de asteroides, 
cometas y planetas enanos. Desde prístinos hasta geológicamente activos, estos cuerpos ofrecen 
pistas sobre la historia de nuestro sistema solar mediante su composición, órbita y comportamiento.
L
Í
N
E
A
 
D
E
 
C
O
N
G
E
L
A
M
I
E
N
T
O
Rotación 
retrógrada
COMETA 67P
CHURYUMOV-GERASIMENKO,
ESA Rosetta, 2014-16
G l a c i a r d e 
n i t r ó g e n o
TROYANOS DE JÚPITER
Lucy, lanzamiento 
en 2022
CARONTE
PLUTÓN,
New Horizons, 2015
2 300 km
Chorros de 
gas y polvo
Hielo y 
material 
rocoso
Cañón grande 
y profundo
Dos lóbulos 
juntos
Montañas
de crista-
les de hielo
Volcán de hie
Troyanos 
de Neptuno
J Ú P I T E R S AT U R N O U R A N O N E P T U N O
Pholus
5 10 20 30
4.3 km
1 207 km
C E N T A U R O
PLUTÓN: 
ENANO DE HIELO
Montañas de hielo con capas de 
metano, un glaciar de nitrógeno 
con forma de corazón y cuatro 
kilómetros de grosor son algunas 
de las características de este 
planeta enano a -233 °C.
COMETA: 
Gélido CONTACTO
Los cometas, que son porosos, tienen 
agujeros por donde arrojan vapor de agua 
lleno de polvo. También han demostrado que 
a veces albergan compuestos que crean vida.
Troyanos
Millones de asteroides 
se equilibran entre la 
atracción de Júpiter 
y el Sol.
Centauros
Estos objetos que viajan 
entre Júpiter y Neptuno –parte 
cometa y parte asteroide– pue-
den ser empujados por los pla-
netas mayores hacia el Sol o 
fuera del sistema solar. 
Superficie 
hecha de hielo 
de agua
Atmósfera ligera
rica en nitrógeno
y metano
MÁS ALLÁ DE LA LÍNEA DE CONGELACIÓN
e
‘OUMUAMUA,
observado en 2017
805 km
Posible 
océano
Manto 
de hielo
Núcleo 
rocoso
elo
Superficie 
reflejante
Las aberturas 
arrojan gas
60º
30º
Orcus
Haumea Makemake
50 UA 6040
Interpretación 
del ilustrador
QuaoarQuaQuauaoaooaoaararQuaoar
C I N T U R Ó N D E K U I P E R
OBJETO EXTRAÑO: 
EL VISITANTE
Su velocidad y trayectoria 
extremas llevan a los cientí-
ficos a creer que el asteroide 
Oumuamua se originó fuera 
de nuestro sistema solar.
OBJETOS TRANSNEPTUNIANOS
Hasta el momento se han identificado unos 
4 000 cuerpos pequeños en esta zona más 
allá de la órbita de Neptuno. Muchos, como 
cuatro de los planetas enanos conocidos, son 
lo suficientemente grandes como para tener 
sus propias lunas.
Los desconocidos
Nuestro sistema solar se 
extiende más de 50 000 
veces la distancia entre la 
Tierra y el Sol, y todavía hay 
mucho que aprender sobre 
sus confines.
MANUEL CANALES, EVE CONANT, 
PERSONAL DE NGM; PATRICIA 
HEALY, ALEXANDER STEGMAIER, 
MATTHEW TWOMBLY.
ILUSTRACIÓN 3D: 
ANTOINE COLLIGNON.
FUENTES: BASE DE DATOS ASTORB 
Y NICK MOSKOVITZ, OBSERVATO-
RIO LOWELL; BETHANY EHLMANN, 
CALTECH; KEVIN PETER HAND, 
NASA/JPL; MICHAEL SHEPARD, 
UNIVERSIDAD DE BLOOMSBURG; 
NASA/UNIVERSIDAD DE ARIZONA/
AGENCIA ESPACIAL CANADIENSE/
UNIVERSIDAD DE YORK/MDA.
¿Cómo sabemos?
A veces, cuando los obje-
tos pasan por delante de un 
cuerpo más brillante, puede 
revelarse información sobre 
su forma y tamaño.
A 19 640 kilómetros de distan-
cia, Plutón y su luna Caronte 
siempre se muestran la misma 
cara mientras orbitan.
CUERPOS HAN SIDO 
CATALOGADOS EN NUESTRO 
SISTEMA SOLAR, PERO HAY 
BILLONES QUE AÚN NO 
SE IDENTIFICAN.
1 099 978
A esta distancia del Sol, el agua comienza a condensarse en hielo. Los cuerpos suelen ser 
más fríos y gaseosos, con órbitas más elípticas. Aquí se emparejan muchos objetos, tanto 
pequeños como del tamaño de un planeta.
Centro de Planetas Menores (repositorio oficial 
de todas las órbitas de asteroides y cometas), con 
sede en Estados Unidos, emitió un comunicado de 
prensa un tanto amenazador: un asteroide des-
cubierto el mes de diciembre anterior se acercaría 
a 42 000 kilómetros de la superficie terrestre en 
2028, con una probabilidad mínima de chocar con 
el planeta.
La historia no tardó en llegar a los titulares de 
todo el mundo y la noticia impactó a un público 
cada vez más consciente del daño que podía cau-
sar un asteroide. Unos años antes, los geólogos 
habían identificado el cráter que dejó el asteroide 
que golpeó la Tierra hace 66 millones de años y 
acabó con todos los dinosaurios excepto las aves. 
¿Era la roca espacial entrante el siguiente asteroi-
de aniquilador?
Los astrónomos se apresuraron a comprobar 
sus cálculos. Al día siguiente, Don Yeomans y Paul 
Chodas, del Laboratorio de Propulsión a Chorro 
de NASA, habían calculado que el asteroide pa-
saría por la Tierra a una distancia de 960 000 kiló-
metros. Vaya, la crisis se evitó. Sin embargo, las 
idas y venidas evidenciaron el escaso apoyo para 
la búsqueda de asteroides letales.
En mayo de 1998, el Congreso de Estados Uni-
dos pidió a NASA que encontrara al menos 90 % 
de todos los asteroides de más de un kilómetro de 
ancho que estuvieran a menos de 195 millones 
de kilómetros del Sol, y que lo hiciera en el trans-
curso de una década. En julio, NASA designó
una 
oficina para supervisar la búsqueda de asteroides.
Los astrónomos no solo tenían la voluntad polí-
tica de su lado. También contaban con la tecno-
logía apropiada. A finales de los años noventa, los 
sensores de las cámaras digitales eran lo suficien-
temente grandes y sensibles como para superar 
las engorrosas placas de cristal utilizadas para fo-
tografiar el cielo nocturno durante décadas. De 
repente, los telescopios podían ver objetos más 
pequeños, borrosos y lejanos. Y como los nue-
vos datos llegaban digitalizados, los investigadores 
podían analizarlos con software, lo que simplifi-
caba el proceso.
Mike Brown, astrónomo del Instituto Tecnoló-
gico de California en Pasadena, vio de primera 
mano lo que ocurrió después. En 2002, él y sus 
colegas decidieron actualizar con una gran cá-
mara digital el telescopio de 1.2 metros de ancho 
del Observatorio Palomar de California. Cuando 
Brown orientó el instrumento hacia el cinturón 
de Kuiper con la esperanza de encontrar objetos 
más grandes y brillantes que los pocos centenares 
conocidos en la región, su equipo empezó a des-
cubrir tantos mundos nuevos que “me pareció 
que las cosas se caían del cielo”, exclama.
Los descubrimientos de Brown incluían tres 
objetos con al menos la mitad del ancho de Plutón 
y uno más grande llamado Eris por la diosa griega 
de la discordia. Por ello, en 2006, la Unión Astro-
nómica Internacional votó para crear la categoría 
de planeta enano de la que ahora forma parte Plu-
tón. Desde entonces, los astrónomos han hallado 
otros objetos más allá de Neptuno y han apren-
dido lo diversos que son en sus movimientos al-
rededor del Sol.
Algunos objetos de este frígido popurrí tienen 
órbitas estables y aburridas que implican que se 
formaron donde están hoy, como el rojizo Arro- 
koth, por el que voló la sonda New Horizons de 
NASA en 2019. Otros se dispersaron en órbitas 
erráticas por la gravedad de Neptuno, y unos po-
cos raros tienen órbitas tan distantes y alargadas 
alrededor del Sol que probablemente no sienten 
los jalones gravitacionales de ninguno de los pla-
netas conocidos.
Estos pequeños cuerpos “desprendidos” son tan 
extraños que Brown y algunos astrónomos sos-
pechan que delatan la presencia de un planeta no 
visible varias veces más grande que la Tierra, el 
cual acecha a decenas de miles de millones de ki-
lómetros del Sol, fuera del sistema solar.
Sin embargo, para realmente empezar a com-
pletar el rompecabezas, el ser humano necesitaba 
traer piezas del cosmos a la Tierra.
Al amanecer del 6 de diciembre de 2020, el he-
licóptero de Shogo Tachibana aterrizó en la zona 
prohibida de Woomera, en Australia, unos 450 
kilómetros al norte de Adelaida. Esta húmeda ma-
ñana de verano, el lugar sirvió como punto de ate-
rrizaje para una nave espacial que regresaba de 
un asteroide. 
Tachibana, científico de la Universidad de To-
kio, estaba con su equipo en Woomera a la caza 
de la cápsula de 40 centímetros de ancho que por 
segunda vez en la historia de la humanidad traería 
polvo prístino y guijarros casi tan antiguos como 
el propio Sol.
Diez años antes, la Agencia de Exploración Ae-
roespacial de Japón (JAXA), se había convertido 
en la primera organización espacial en recuperar 
una muestra de la superficie de un asteroide. La 
AL AMANECER DEL
6 DE DICIEMBR
E DE 2020,
¿ L LU V I A D E R O C A S ? 
Los astronautas reco-
gieron las primeras 
muestras prístinas de 
otro mundo, incluyen-
do suelo expulsado del 
cráter Copérnico de la 
Luna (arriba), el cual se 
obtuvo durante la mi-
sión Apolo 12 (abajo). 
Esas muestras sugieren 
que el cráter se formó 
hace unos 800 millones 
de años, quizá durante 
las intensas lluvias de 
asteroides que bom-
bardearon la Tierra 
y su satélite natural.
AGENCIA JAPONESA DE EXPLORACIÓN 
AEROESPACIAL/SELENE (ARRIBA); 
CHARLES CONRAD, JR., NASA (ABAJO).
misión Hayabusa se encontró con el asteroide 25 143 
Itokawa en 2005, sin embargo, la maniobra para la 
toma muestras no salió como estaba prevista. Una 
cápsula que tan solo llevaba una pequeña canti-
dad de granos de polvo aterrizó en Woomera en 
2010. Su sucesora, la nave espacial Hayabusa 2, 
partió en 2014 hacia el asteroide 16 2173 Ryugu, cer-
cano a la Tierra.
En el interior de la nave los ingenieros habían 
colocado un conjunto de instrumentos científicos, 
un módulo de aterrizaje, tres rovers, un impacta-
dor diseñado para crear un cráter artificial y una 
cámara desprendible que filmaría la explosión 
mientras la nave principal se alejaba de su alcance 
por su propia seguridad. Estos accesorios ayuda-
ron a Hayabusa 2 a conseguir su objetivo final: 
alinearse en dos ocasiones con Ryugu, disparar 
incluso estos conocimientos extraordinarios tie-
nen una trampa: los meteoritos no son por com-
pleto prístinos, ya que llegan a la superficie de la 
Tierra tras sobrevivir a un descenso ardiente a 
través de nuestra atmósfera.
Al visitar asteroides en el espacio y tomar mues-
tras de ellos, los científicos podrían ayudar a re-
solver un misterio constante: ¿cómo fue que la 
superficie de la Tierra se convirtió en un oasis para 
la vida a pesar de que el planeta se formó tan cer-
ca del Sol? Ya que se configuró hace más de 4 500 
millones de años, el mundo pasó por una juven-
tud abrasadora e infernal. Sin embargo, aquí es-
tamos, nuestro pálido punto azul que chapotea 
en el espacio como un refugio biológico que de-
pende del agua y el carbono.
Algunas investigaciones sugieren que, a pesar 
de haberse formado en el sistema so-
lar interior, los componentes básicos 
de la Tierra naciente podrían haber 
contenido suficiente hidrógeno como 
para que se produjera gran parte del 
agua de nuestro planeta. Sin embar-
go, los meteoritos y cráteres de im-
pacto en el sistema solar apuntan a 
otra fuente de hidratación paradóji-
camente violenta: el bombardeo de 
asteroides y cometas. Hasta ahora, 
las misiones que se han enviado a los 
cuerpos pequeños han proporciona-
do indicios interesantes sobre el im-
pulso que generaron estos impactos 
antiguos en la química prebiótica de 
nuestro planeta.
Los 1 500 granos de Itokawa recuperados por la 
primera misión Hayabusa muestran que los mi-
nerales del asteroide contienen agua química-
mente similar a la de la Tierra. Y cuando la misión 
Rosetta de la Agencia Espacial Europea se convir-
tió en la primera en orbitar y aterrizar una sonda 
en un cometa, entre 2014 y 2016, reveló que hasta 
una cuarta parte de la masa de este cuerpo celes-
te está compuesta por moléculas orgánicas for-
madas por procesos no vivientes. 
Está claro que los cuerpos pequeños no son ac-
tores secundarios en la saga épica de la evolución 
de la Tierra, sino que se trata de personajes cen-
trales. Pero no podemos pensar solo en términos 
de su utilidad para la Tierra. En todo caso, las mi-
siones robóticas han puesto de relieve que los aste-
roides y los cometas son mundos diminutos con 
terrenos propios. Estos objetos cubren una gama 
tan amplia de formas, tamaños e historias, “es como 
una cápsula contra su superficie y recoger los re-
siduos que se esparcieran.
Hoy día, 5.4 gramos de granos y guijarros sor-
prendentemente oscuros se encuentran en un la-
boratorio a las afueras de Tokio, los cuales fueron 
transportados desde el interior de Australia por el 
equipo de Tachibana. Esta es la primera vez que 
la humanidad observa de cerca la superficie y el 
subsuelo de Ryugu; los próximos estudios propor-
cionarán registros de valor incalculable sobre la 
historia del sistema solar.
Hasta las misiones como Hayabusa 2, los cien-
tíficos dependían de los meteoritos que habían 
caído en la Tierra para ahondar en los orígenes del 
sistema solar. Algunos de estos fragmentos pri-
mordiales indicaban que los asteroides que los 
arrojaron contenían una cantidad sorprendente 
de minerales con agua, así como los tipos de quí-
mica carbonosa que pueden dar lugar a algunos 
de los componentes básicos para la vida. Pero 
AL VISITAR 
ASTEROIDES, LOS 
CIENTÍFICOS ESPERAN 
APRENDER
CÓMO 
LA SUPERFICIE DE LA 
TIERRA SE CONVIRTIÓ 
EN UN OASIS PARA 
LA VIDA.
48 N A T I O N A L G E O G R A P H I C
incluso podrían ser expulsados del sistema solar. 
Entonces, ¿cómo obtuvo Júpiter su séquito?
En 2005, Levison y sus colegas del Observatorio 
de la Costa Azul publicaron una hipótesis ahora 
llamada el modelo de Niza, que postula que el sis-
tema solar comenzó con muchos más cuerpos pe-
queños, y que Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno 
se formaron más cerca del Sol. A medida que los 
cuerpos pequeños jalaban por gravedad a los gigan-
tes gaseosos, las órbitas de los planetas se despla-
zaron hasta caer en una configuración inestable.
De repente, se cree que los planetas se han tam-
baleado y desviado, y sus órbitas se abombaron 
hacia sus posiciones actuales, donde Júpiter cap-
turó a sus troyanos. En la refriega, muchos cuer-
pos pequeños se dispersaron hacia el interior del 
Sol o fueron expulsados del sistema solar. Los pla-
netas interiores, que incluyen a la Tierra, pueden 
haber sentido las secuelas como un aumento de 
los bombardeos. “Es como si alguien hubiera aga-
rrado al sistema solar desde el principio y lo hu-
biera sacudido con fuerza”, explica Levison.
Tras su lanzamiento, en octubre, Lucy pasará 
por una serie de troyanos de 2027 a 2033. El color, 
la composición, la densidad y los cráteres de los 
cuerpos deberían ayudar a los investigadores a 
averiguar cuándo y dónde se formó cada uno de 
ellos dentro del sistema solar, lo que contribuiría 
a realizar estimaciones similares para el resto de 
los troyanos de Júpiter. Estos datos suponen un 
desafío: para tener una oportunidad de ser co-
rrectas, las futuras simulaciones de la formación 
temprana del sistema solar deben replicar cual-
quier patrón que Lucy encuentre. 
“Esta es la última población estable de planetas 
menores que no ha sido explorada –afirma Ol-
kin–. Es el momento adecuado”.
A PESAR DE TODO ESTE PROGRESO, los astró-
nomos saben que apenas empezamos a arañar la 
superficie de lo que hay allá afuera, y qué venta-
jas o peligros pueden acechar en la oscuridad.
Cuando el Observatorio Vera C. Rubin comience 
a funcionar en 2023, en Chile, pasará una década 
cartografiando el cielo nocturno del sur con un 
detalle asombroso hasta repetirlo unas 825 veces. 
Željko Ivezić, astrónomo científico del proyecto, 
suele comparar el reconocimiento con el rodaje 
de “la mejor película de todos los tiempos”. 
si de repente tuviéramos un millón de nuevos tipos 
de mundos para explorar”, compara Lindy Elkins- 
Tanton, científica planetaria de la Universidad 
Estatal de Arizona e investigadora principal de 
una misión de NASA que busca explorar un as-
teroide extrañamente reflectante y quizá metá-
lico llamado Psique.
Más allá de su composición, los diversos mo-
vimientos de los cuerpos pequeños revelan cuán 
importantes han sido estos mundos en la confor-
mación del sistema estelar que llamamos hogar.
EL MISMO EDIFICIO DE COLORADO que al-
berga el control de la misión de OSIRIS-REx con-
tiene la sala cavernosa en la que los ingenieros 
planean otras misiones de NASA, que incluyen 
una especie de paleontólogo robótico que pron-
to viajará hacia Júpiter. Para ver el regreso de 
esta nave espacial en octubre, me puse mis me-
jores galas: una mascarilla y un overol resbala-
dizo de pies a cabeza, diseñado para evitar que 
mi ropa y mi piel contaminaran cualquier cosa. 
Hal Levison y Cathy Olkin, científicos del Sou-
thwest Research Institute de Boulder, se unen. 
Levison y Olkin son los investigadores principal 
y adjunto, respectivamente, de la primera misión 
para explorar los asteroides troyanos de Júpiter, 
dos enjambres de objetos primordiales que guían 
y siguen a Júpiter en su órbita alrededor del Sol. 
En opinión de Olkin y Levison, los troyanos son 
los fósiles del sistema solar, por lo que Olkin sugi-
rió que llamaran a la misión Lucy, en honor al fa-
moso esqueleto de Australopithecus afarensis, un 
primo lejano del Homo sapiens.
Los ingenieros que construyen Lucy prueban 
un mecanismo clave durante nuestra visita, para 
mantener la mirada de la nave fija en sus objetivos 
durante una serie planificada de sobrevuelos a 
alta velocidad.
Formamos un arco espaciado alrededor de la 
plataforma. Se mueve lenta, de manera meticu-
losa; incluso este pequeño movimiento deleita a 
Olkin y Levison. “¡Está vivo! ¡Está vivo!”, exclama 
Levison en broma. 
Los troyanos de Júpiter no parecen haberse 
formado en el lugar, pero es muy difícil entrar en 
sus órbitas. Si los cuerpos pequeños de hoy día 
intentaran invadir el territorio de Júpiter de esta 
manera, lo más probable es que colisionaran con 
el gigante o fueran dispersados por su gravedad; 
EL MISMO
DE COLORADOEDIF
ICIO
A P
ES
AR
DE TODO
ESTE PROG
RESO,
M I S T E R I O S D E L S I S T E M A S O L A R 49
E L O J O E N E L C I E LO 
Los ingenieros se 
amontonan bajo el 
conjunto de sensores 
de 64 centímetros de 
ancho que alimentarán 
la cámara digital de 3.2 
gigapixeles del Obser-
vatorio Vera C. Rubin, la 
mayor jamás construida 
para la astronomía. El 
observatorio, en cons-
trucción en Chile y fi-
nanciado por Estados 
Unidos, espera hallar 
cerca de cinco millo- 
nes más de asteroides, 
cometas y otros cuer-
pos pequeños cuando 
entre en funcionamien-
to en 2023.
JACQUELINE ORRELL, LABORATORIO 
NACIONAL DE ACELERACIÓN SLAC.
I N VA S O R E S PA C I A L 
En 2019, Gennadiy Bori-
sov (abajo), cazador de 
cometas e ingeniero 
de telescopios de Cri-
mea, vio un objeto que 
se movía demasiado 
rápido para orbitar el 
Sol. Llamado ahora 2I/
Borisov, ese cometa 
(arriba) es uno de los dos 
grandes cuerpos proce-
dentes de otras estrellas 
que hemos visto mo-
verse por el sistema 
solar. Es probable que 
allá afuera haya miles 
de intrusos interestela-
res en este momento.
O. HAINAUT, OBSERVATORIO 
EUROPEO DEL SUR (ARRIBA); 
YULIA ZHULIKOVA (ABAJO).
lo que acortará la órbita de esa luna hasta en unos 
10 minutos.
Si DART tiene éxito, es posible que en el futuro 
los humanos tengan que utilizar una versión am-
pliada de esta maniobra para mantener a Bennu 
bajo control. Pero antes, pedazos mucho más pe-
queños del asteroide atravesarán la atmósfera 
planetaria de manera inofensiva.
SON LAS 4:13 P.M. del 20 de octubre de 2020, y los 
17 segundos que Dante Lauretta esperaba desde 
hace tiempo llegaron y se fueron para su deleite.
Dos minutos antes, él y su equipo recibieron la 
noticia de que OSIRIS-REx se encontraba a menos 
de cinco metros de la superficie de Bennu y que 
el sistema de detección de peligros de la nave es-
pacial le había dado luz verde para continuar. Con 
una máscara de plástico transparente para mos-
trar su cara, según los protocolos COVID-19, Lau-
retta sonríe. Al preguntarle cómo se siente, solo 
se le ocurre una palabra: “Trascendental”. 
Después, Estelle Church, ingeniera de sistemas, 
confirma que las órdenes que envió se ejecutaron. 
A millones de kilómetros de la Tierra, esquivando 
rocas más grandes que casas, OSIRIS-REx recoge 
su recompensa y se aleja.
La punta del brazo recolector de OSIRIS-REx 
se llenó tanto de escombros que se atascó y quedó 
abierta, por lo que el equipo tuvo que apresurar-
se a sellar el contenedor con fugas. Como resul-
tado, no saben qué tanto de Bennu traerán a la 
Tierra cuando OSIRIS-REx deje la cápsula en 2023. 
Pero sospechan que será mucho, y que una mirada 
más cercana a su química sacudirá nuestra com-
prensión acerca de nuestros inicios biológicos.
“La probabilidad de que haya vida en otra par-
te de la galaxia, incluso en el universo, es algo que 
entenderemos mucho mejor”, sentencia Lauretta.
Estamos hechos de materia estelar, como dice 
el adagio de Carl Sagan. Pero como productos del 
sistema solar, también nos podríamos ver como 
hermanos de Bennu, hermanas de Psique, primos 
de los cometas y parientes de los asteroides que re- 
latan nuestras historias más profundas. En cierto 
sentido, nosotros también somos los cuerpos pe-
queños del Sol: infinitamente

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