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UNAM – Dirección General de Bibliotecas Tesis Digitales Restricciones de uso DERECHOS RESERVADOS © PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México). El uso de imágenes, fragmentos de videos, y demás material que sea objeto de protección de los derechos de autor, será exclusivamente para fines educativos e informativos y deberá citar la fuente donde la obtuvo mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro, reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el respectivo titular de los Derechos de Autor. AGRADECIMIENTOS A nuestras familias por ser nuestro apoyo durante esta travesía. Por esperar con nosotros, a veces con cansancio, a que este día llegara y su comprensión y sustento en el momento de las dificultades en la realización de este sueño. A nuestra Máxima Casa de Estudios, La Universidad Nacional Autónoma de México, por permitirnos desarrollarnos como estudiantes para llegar a ser profesionistas capacitados. A la Facultad de Psicología por prestarnos un lugar donde se nos enseño que el ser humano es un gran cumulo de ideas, emociones y sentimientos, con los cuales debemos saber trabajar para que el paciente resulte beneficiado y con ello consiga la estabilidad y salud mental que le permitirá tener un mejor estilo de vida. A nuestros profesores de la carrera de Psicología, por mostrarnos el camino a seguir y dándonos las bases para que cada uno desarrollase su propia ideología de la psicología. En especial a la doctora Paciencia Ontañon Sánchez, que sin su apoyo como terapeuta y profesora, este momento no hubiese llegado. Igualmente hacemos mención a la maestra Patricia Corres Ayala quien con sus consejos desde el primer semestre nos mostro que cuando un tema te apasiona debes investigarlo aun cuando todo el mundo se vea en tu contra. A los participantes en el estudio, jóvenes que nos permitieron conocer su mundo personal y con ello conocerles a ellos. A nuestros amigos de la Facultad de Psicología por su apoyo incondicional y su ayuda durante toda la carrera y el desarrollo de la tesis, fuesen momentos agradables o desagradables. Por hacernos ver que en ocasiones podemos estar herrados y con eso estar consientes que debemos mejorar día con día. A nuestros amigos en general por su apoyo, sus comentarios alentadores y por sacarnos una sonrisa cuando lo necesitábamos. A todos aquellos seres queridos que partieron antes que nosotros y que en su momento nos brindaron su cariño, apoyo y comprensión y que ahora, físicamente no se encuentran, comparten nuestros triunfos y alegrías. Y, finalmente, a nuestra locura personal, la cual nos muestra cada día que la única manera de mantener nuestra imaginación despierta es nunca perder la capacidad de sorprendernos. Índice. Resumen. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 006 Introducción. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 007 1. Postadolescencia. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 011 1.1 Adolescencia: Antecedentes de la Postadolescencia. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 011 1.2. Desarrollo del Adolescente. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 012 1.3. Diferencias Sexuales. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 016 1.4. Stress de la Adolescencia. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 018 1.5. El Autoconcepto. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 020 1.5.1. Definición y características del Autoconcepto. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 021 1.5.2. Influencia de las relaciones familiares sobre el autoconcepto. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 027 1.6. Adolescencia Tardía. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 031 1.7. Postadolescencia. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 038 2. La fantasía inconsciente. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 044 2.1 Mito, necesidad subjetiva dentro de la perspectiva psicoanalítica. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 046 2.2. El símbolo. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 053 2.3. Espacio. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 057 2.4. Tiempo. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 060 2.5. Rito y Tótem. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 061 2.6. Mito, Cuentos de Hadas y Sueños. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 065 2.7. Cuentos bíblicos, divinidades y dioses. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 070 2.8. Mito individual del neurótico. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 074 3. Juegos de Rol. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 079 3.1. Definición. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 079 3.2. Diferencias respecto a otros juegos: colaborar, no competir. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 081 3.3. Jugar una aventura. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 082 3.4. Variantes de juego de rol. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 083 3.5. Aspectos positivos y crítica del Juego de Rol. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 087 4. Seres monstruosos presentes en el jugador de rol representados por los jugadores de Rol, obtenido de nuestra muestra. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 090 4.1. Monstruos. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 091 4.2. Licántropos. El aullido de la bestialidad. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 098 4.3. Vampiro. El deseo de la perpetuidad de la vida. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 101 4.4. Ángeles. La crueldad de la luz. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 105 4.5. Lucifer, el ángel caído. Mito y psicoanálisis del personaje estigmatizado. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 107 4.5.1. Panorama del Bien y del Mal. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 117 4.6. Dioses. Descubriendo el mundo arquetípico interno. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 119 Conclusión. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 122 Bibliografía. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 127 Anexo: Resultados obtenidos de entrevistas realizadas a Jugadores de Rol. ………...……………………………………………………………...…………………….Pg. 132 Resumen En la presente investigación documental tratamos de observar la relación que puede existir entre las entidades psíquicas de los postadolescentes y el juego de rol como forma de entretenimiento. Para esto se llevo a cabo la realización de una entrevista vía e-mail a 16 personas de entre 15 a 32 años, con el fin de identificar en que características y elementos se basan los jóvenes para realizar esta actividad. Se encontró que el motivarte inicial que lleva a estos jóvenes a practicar el juego de rol es el propio deseo de autoconocerse, de encontrar un yo ideal y proyectar sus fantasías inconscientes en un lugar donde, muchas veces, le permite escapar de su realidad. Los jóvenes mediante esta práctica buscan contar su mito individual y con eso, en ocasiones, requieren de tener una base mitológica y cultural en la que se pueda construir su propia historia. De esta manera, el juego de rol en la actualidad se vuelve un método para que los postadolescentes puedan descubrirse y sublimar las pulsiones, a veces agresivas, que no pueden liberar en su realidad debido a sus limitaciones físicas, morales o emocionales. Introducción. Dentro de la cultura de violencia que se vive en la actualidad, se presentan conductas de riesgo en una sociedad basada en el espectáculo. Así, es en especial, en el entretenimiento de las masas en donde se encuentran estos espectáculos violentos que se abordan desde series televisivas, videojuegos, deportes, etc.;es en este entorno donde hay que tener en cuenta el riesgo que corre la población adolescente, donde la transgresión a las normas y valores parecen ser aceptados por la cultura, e incluso los mismos jóvenes parecieran exigir una violencia cada vez mayor dentro de sus entretenimientos. El cultivo de la violencia, se lleva a cabo a través de medios visuales y de comunicación, es el que llega a afectar más a esta población, que se encuentra vulnerable por la búsqueda de su autoimagen, de identidad y de la formación de su personalidad. Algunos profesionales han declarado que les preocupa que los jóvenes y niños no tengan la oportunidad de hablar de lo que experimentan viendo televisión, ya que en esta sociedad tenemos tanto miedo a la agresión que no hemos sido capaces de hablar de manera inteligente sobre ello. Se enseña a dividir su comunicación en narrativa lineal o bien en dibujos estáticos, pero, sea como fuese, las historias que son visuales y verbales invitan a los que usan esta forma de comunicación a trascender cualquier división y, a experimentar sus pensamientos y sentimientos de una forma más plena. Este proceso ofrece a los jóvenes una sensación de autoridad sobre sus emociones y las influencias del mundo; al mismo tiempo revela la manera en la que niños y adolescentes utilizan las fantasías, las historias y las imágenes de los medios para construirse su identidad individual. Los postadolescentes, que en general, copian e imitan conductas de sus pares o ídolos, como una reproducción de patrones de conducta en adultos, buscan entenderse a sí mismos y presentar con eso una imagen aceptable. Sin embargo, debido a que dentro de la sociedad, donde se desarrollan los jóvenes en la actualidad, se tiende a una aceptación grupal de un mismo modo de pensamiento, se llega a mostrar un desarraigo que se presenta en estereotipos que han sido fomentados por los medios de comunicación. Estos estereotipos pueden fomentar una imagen negativa en el adolescente, como una identidad que intentará eliminar los signos de diferencias negativas que se contraponen dentro de las exigencias de una sociedad. Ante la propia influencia de los medios visuales y de comunicación que genera el desarrollo de la violencia, se ha encontrado que los jóvenes utilizan las fantasías de combate para sentirse más fuertes y a veces con eso luchar contra los estereotipos que se les impone; de este modo usan la fuerza para acceder a sus emociones, asumir el control de sus ansiedades, tranquilizarse ante episodios de violencia real, combatir una dificultad emocional y elevarse a nuevos niveles de desarrollo. En ocasiones esta fuerza no es bien tratada y la sociedad del espectáculo se apoya en eso y “normalizan” nuevas formas y usos de violencia dentro de los jóvenes, los que llegan a presentar conductas de riesgo. Estas conductas de riesgos se ubican dentro de una gama de visibilidad variable donde, incluso en conductas de riesgo poco visibles, permite a los jóvenes apropiarse de cierto valor para llevar a cabo acciones, que dentro un contexto normal no se atreverían a hacer; ejemplo de ello se encuentran los juegos de guerra donde su expresión extrema llego a desembocar en actos homicidas. Otro ejemplo donde encontramos cómo los jóvenes encuentran valor para llevar acciones que no pueden realizar en su realidad se ubica en el uso del internet por medio del “chat” o mensajería instantánea que permite cumplir las expectativas fantásticas del individuo, donde puede modificar desde los defectos de su cuerpo como los de su propio entorno, en ocasiones bastante hostil para el propio individuo. Esta expresión creativa se denomina en la actualidad como “dinámica colectiva en la Red”, donde se busca, dentro de una comunidad que mantiene una relación impersonal, contar una historia, crear una leyenda o dar vida a un nuevo tipo de héroe que sea capaz de aliviar las ansiedades y utilizar así mismo las fantasías que residen en quienes utilizan este recurso. En estas prácticas mencionadas, la persona llega a utilizar personajes de un universo de ficción compartido y re-creado por varios. Este universo requiere de una ambientación que muchas veces está relacionada con la literatura, películas, series de televisión, así como también leyendas y mitos populares en donde sus jugadores se sienten identificados. El juego de rol, como se denomina en la actualidad esta práctica, permite ejercicios de simulación y de experiencias vivenciales nuevas. El juego de rol, pudiéndosele llamar también “juegos de las máscaras”, llega a permitir el desarrollo de habilidades y asimilar aptitudes psicológicas nuevas que dentro de un contexto terapéutico está destinado al entrenamiento de la auto-observación; sin embargo, si no se maneja correctamente, el propio Juego de Rol puede llegar a constituirse como una conducta de riesgo poco visible. Es por eso que es importante entender el ¿por qué los postadolescentes buscan por medio del juego de rol un modo de expresión de sus fantasías inconscientes? Dado que el juego de rol en los últimos años ha tomado un auge importante dentro de la población juvenil, en un medio de comunicación tan grande como es el internet, y ya que las investigaciones sobre este tema están aumentando día con día dentro del ámbito de la psicología, nos surge el interés de observar qué sucede con la población postadolescente que recurre a este modo de distracción. Esta investigación tiene como antecedentes los trabajos de Ana Esteban Jodar y María Luisa Vecina Jiménez1, en un estudio encargado por el Defensor del Menor al Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid a instancias de la Fiscalía de Menores de Madrid en el año 1999, donde se trató de mostrar la relación entre la violencia y los juegos de rol, dando como resultado que los juegos de rol ayudaban como escape de las pulsiones violentas sin tener que agredir físicamente a otra persona. Caso similar fue el de Zayas, Luis H. and Lewis, Bradford H.2, cuyo estudio buscó mostrar cómo el juego se usó durante unos meses para ayudar a que niños de ocho y nueve años socialmente inadaptados desarrollasen habilidades de cooperación mutua. Otro trabajo es el de Carroll, James L. and Carolin, Paul M.3, quienes para su estudio aplicaron el test Cattall 16PF de medición de rasgos de personalidad a estudiantes de la Universidad de Michigan. El test fue ponderado según el número de años de juego en los jugadores. No se detectó ninguna desviación de la personalidad media, con la posible excepción de un incremento en el factor Q1 ("inclinación a la experimentación, liberal, librepensador") 1 Efectos psicológicos de los juegos del rol en el desarrollo social y cognitivo de los menores. Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, Septiembre de 2009. 2"Fantasy Role-Playing for Mutual Aid in Children's Groups: A Case Illustration" ("Juegos de rol de fantasía para ayuda mutua en grupos de niños: ilustración de un caso"). Social Work with Groups, vol. 9(1), Spring 1986, p. 53-66. 3"Relationship between Game Playing and Personality". ("Relación entre los juegos y la personalidad"). Psychological Reports, June 1989, pp. 705-706. Así pues, dentro de la presente investigación hemos visto que en estos juegos de roles se permite asumir determinadas identidades en cuanto a la realización de fantasías, de la lógica, sobre los héroes y las hazañas de los mitos e historias que sobreviven en los tiempos modernos, lo cual permite el individuo cumplir la necesidad de establecerse como un personaje “heróico”, dentro de un juego, en un universo ficticio, como una nueva forma de expresión de sus fantasías inconscientes; algo que viene ligado a la búsqueda de la realización del mito individual, del self ideal, de un “héroe moderno” y de un Yo realizado que, en un nuevo mundo fantástico impersonal,se atreve a escuchar la llamada y busca reconciliarse con su destino ficticio. Sin embargo, este nuevo “héroe moderno” también puede tornarse ficticio a la hora de confrontar la realidad, como se pudo observar en los 16 jugadores de rol entrevistados que conforman nuestra muestra para corroborar lo que la teoría revisada nos presentó sobre el tema. 1. Postadolescencia Si tu canto llega al cielo, por favor cuéntales a los de arriba, que acá abajo la melancolía esta matando los corazones. Que necesitamos esperanza y creer en algo más allá de la fría tortura que nos envuelve. Quetzal.1 1.1 Adolescencia: Antecedentes de la Postadolescencia “La palabra adolescencia proviene del verbo latino adolecere, que significa crecer o crecer hacia la madurez” (Hurlock, 1980.) Horrocks (1984) señala que para entender al adolescente se requiere de: a) El conocimiento de la conducta que se espera de un adolescente como tal, en ciertas condiciones. b) El suficiente conocimiento de la conducta humana en general, para determinar cuando actúa la persona tan solo como adolescente, y cuando lo hace como cualquier otro individuo. Gallagher y Harris en 1966 (citado en Horrocks 1984) afirman que la visión del comportamiento del adolescente debe basarse en el conocimiento de la adolescencia y sus características. Sin embargo, “el conocimiento sin sentimiento puede resultar inútil”. Como siente uno hacia el niño puede ser un factor mas decisivo que lo uno sabe acerca de el. “Todos necesitamos saber mas acerca de los adolescentes. Son después de todo, los adultos del mañana, los herederos de nuestra civilización.” El desarrollo del ser humano ha sido considerado como una serie de etapas, cuyos límites no están bien definidos. Sin embargo, el periodo de la adolescencia constituye un 1 Mitos y Leyendas: Vendanal (TCG). Salo, 2007 punto obvio de demarcación. La naturaleza del adolescente lo aparta de los niños y también de los adultos; representa la culminación de la infancia y el indicio de la futura vida adulta. (Jersild et all., 1978; Offer, 1969 y Rosenber, 1972) 2 Aunque no es posible delimitar edades precisas, se ha considerado que la adolescencia se inicia cuando el joven comienza a mostrar signos de pubertad (en la mujer de los 9 a los 15 años, en los hombres de los 10 a los 16), y continua hasta que la mayoría de estos signos son sexualmente maduros, y se ha alcanzado un crecimiento mental mas o menos completo, según se mide con los test de inteligencia. (Bar-On, 1985 y Jersild et al., 1978) 3. Según Hurlock (1980) “la adolescencia se inicia cuando el individuo accede a la madurez sexual y culmina cuando se independiza legalmente de la autoridad de los adultos.” El periodo de la adolescencia cubre aproximadamente de los 11 a los 20 años de edad, si bien, para algunos puede decirse que la adolescencia nunca termina, ya que asumen el rol del adolescente durante el resto de su vida. Sin embargo, para la mayoría, este periodo finaliza entre la segunda y la tercera década de la vida. (Jersild et al., 1978) 4. Horrocks (1984) divide la adolescencia en temprana y tardía, siendo en la primera etapa predominante los aspectos del crecimiento fisiológico; y los sociales y de conceptos de si mismo, en la segunda. 1.2. Desarrollo del Adolescente El adolescente busca lograr un sentido de si mismo como de una persona que tiene su propio valor. Se vuelve cada vez más consciente de si mismo, y se observa una tendencia gradual hacia la autoestabilidad que caracterizará su vida adulta. La dirección del cambio es desde una dependencia infantil hacia la relación adulta, basada en el respeto hacia uno mismo y hacia otros. El niño también aprende su rol personal y social. 2 citado en Horrocks, 1984 3 Ídem 4 Ídem En esta etapa de la vida, más que en ninguna otra, es importante para el individuo establecer convicciones acerca de su identidad. Ericson (1959) afirma que la principal tarea de la adolescencia es el logro del autoconcepto. La autoimagen es de vital importancia en esta etapa porque el sujeto se enfrenta a decisiones serias y urgentes (elección ocupacional, noviazgo o matrimonio, etc.), y la base principal para dichas decisiones, es su propio punto de vista acerca de si mismo. (Havighurst y MacDonald, 1955; Jersild et al., 1978; Offer, 1969; Rosenberg, 1972 y Strong, 1957) 5 Ya que el adolescente está entregado a la tarea de conocerse a sí mismo, se le ha descrito como una persona emocional, sumamente voluble y egocéntrica, que tiene poco contacto con la realidad y que es incapaz de la autocrítica. También se le ha llamado conservador, estereotipado, inestable, perfeccionista y sensible. Fountain en 19616 enlista las siguientes cualidades que diferencian a los adolescentes: a) Sentimientos especialmente intensos y volubles b) Necesidad de recompensas frecuentes e inmediatas c) Comparativamente, poca capacidad para examinar la realidad d) Incapacidad para la autocrítica e) Inconsciencia o indiferencia hacia cosas y sucesos que no se relacionen con su propia personalidad El adolescente experimenta una ambigüedad de status como individuo, pues la sociedad no le ofrece expectativas claras y bien definidas. Muchas veces se espera que el adolescente adopte patrones de conducta adulta antes de que en realidad esté preparado emocional o socialmente. Además, tiene que enfrentar seguido valores contradictorios, debido a dependencias que han sido creadas culturalmente. El adolescente no tiene claro sus deberes y responsabilidades, ni tampoco sus derechos y privilegios sociales. Ha perdido la seguridad de la infancia, pero aun no se ha ganado su aceptación como adulto. (Adams, 1969; Jersild et al., 1978; Offer, 1969 y Strong, 1957)7. Friedenberg (1959)8 opina que la autoridad vacilante que los adultos ejercen sobre los jóvenes fomenta esta ambivalencia. 5 Ídem 6 Ídem 7 Ídem 8 Ídem Un aspecto muy importante en la lucha por adquirir status es la tendencia a emanciparse de la autoridad paterna. El niño lucha por romper la completa dependencia de la infancia, si bien permanece una estrecha unión con los padres. El hogar suele entonces convertirse en una especie de prisión, y el deseo de acción y de aventura se intensifican. La autonomía es un símbolo de estatus para el adolescente. Si el padre niega al adolescente la independencia, este adoptará actitudes negativas hacia ellos, y hacia todo lo que dicen y hacen. Lo que es más grave es que la confianza en sí mismo y la autoestima se ven severamente afectadas. Parece ser que la mayor fuente de fricción entre padres e hijos se da cuando el control paterno difiere notablemente del que impera en los hogares de los amigos adolescentes. (Havighurst, 1953;; Hurlock, 1980; Jersild et al., 1978; Offer, 1969; Rode, 1971; Rosenberg, 1972; Strong, 1957 y Walters y Stinnet,1971)9. En la adolescencia, las relaciones de grupo adquieren la mayor importancia. Con el ingreso a la escuela, disminuye la ligadura a los padres y es probable que primero el niño transfiera una parte de sus sentimientos de dependencia al maestro, pero pronto sus relaciones con el grupo de compañeros se vuelven cada vez más importantes y comienza a depender más de estos que de sus padres. El niño se haya fuertemente influenciado por la presión de su grupo social y su aprobación o critica afectan su actitud hacia si mismo. Al principio, esta presión puede ser una ventaja en el sentido de que brinda al adolescente una oportunidad de desempeñar varios roles dentro de la cultura de sus compañeros. Mas adelante, en cambio, esta presión puede llegar a interferir con su libertad y le impide ser él mismo. Sin embargo, el adolescente se resiste a la completaconformidad con los estándares del grupo; se rehúsa a ser “igual que todos” y desea ser el mismo, como un individuo único. Este deseo lo lleva a desarrollar su individualidad. (Offer, 1969; Rosenberg, 1972 y Strong, 1957)10 Cabe citar a Brittain (1963)11, quien no confirma la postura tradicional de que los jóvenes cambian de un comportamiento de conformidad con los padres a uno de conformidad con los compañeros. Además, señala con los adolescentes no siempre recurren a los padres en busca de consejo, sino que buscan a diferentes personas, dependiendo del tipo de consejo que necesitan. Es una época de cambios fisiológicos y psicológicos; de desarrollo físico y de crecimiento. Los impulsos sexuales surgen con mayor intensidad. Estos cambios básicos 9 Ídem 10 Ídem 11 Ídem emergen principalmente de la dotación genética del individuo. (Havighurts, 1953; Jersild et al., 1978 y Rosenberg, 1972)12. Lerner y Karabenick (1974)13 indican que tales cambios tienen un efecto psicológico importante. Por ejemplo, sostienen que existe una relación significativa entre la estimación que una persona tiene del atractivo físico de las diversas partes de su cuerpo y la autoestima global de uno mismo. Es una etapa también de expansión y de desarrollo intelectual, así como de expansión académica. Al niño se le piden gradualmente mayores requisitos académicos e intelectuales. Se le pide que adquiera muchas habilidades y conceptos que le serán útiles en el futuro, pero que a menudo carecen de interés inmediato para él. El joven va adquiriendo experiencia y conocimiento en muchas áreas, e interpreta su ambiente bajo esos términos. (Havighurst, 1953 y Rosenberg, 1972)14. Se menciona también como un periodo de desarrollo y evaluación de valores, alrededor de los cuales la persona busca integrar su vida. Se valoran en alto grado la poesía, el romance y la sensibilidad artística. Surgen los ideales propios y la persona se acepta en concordancia con dichos ideales. Sin embargo, suele existir conflicto entre el idealismo juvenil y la realidad, ya que los anhelos y esperanzas suelen estar despegados de la realidad. El adolescente vive en dos mundos: el mundo social de la realidad, y su propio mundo invisible de la imaginación. Una de las principales causas de los problemas del adolescente comienza cuando el niño trata de desempeñar en un mundo el papel que le corresponde en otro de los mundos que vive. Esto le provoca problemas y la falta de entendimiento entre todos los que participan. (Havigurst, 1953 y Offer, 1969)15. También debe tomarse en cuenta el hecho de que el pensamiento del adolescente es místico; interpreta un determinado suceso y hace generalizaciones, tendiendo a buscar siempre la confirmación de sus hipótesis con ejemplos que la sostengan, incluso frente a cualquier refutación contundente. Frente a la realidad, el adolescente se ve en la necesidad de revisar sus pensamientos; sin embargo, cuando esta mal ajustado, se retira de la realidad, mostrando trastornos que pueden ser psíquicos o somáticos. (Offer, 1969)16 12 Ídem 13 Ídem 14 Ídem 15 Ídem 16 Ídem 1.3. Diferencias Sexuales Numerosos autores han sostenido que existen patrones de personalidad pronunciadamente distintos para ambos sexos, durante la adolescencia. Algunas de estas diferencias pueden quizás estar intrínsecamente determinadas por factores genéticos. Sin embargo, ha sido posible concluir que los dictados de la cultura y las expectativas del papel femenino son la causa de muchas de estas diversidades. El rol de la mujer se hace cada vez mas central en su vida, conforme avanza a la adolescencia. (Coklin, 1938)17 Toda cultura establece unas normas para los individuos de la sociedad y dichas normas llegan a interiorizarse de tal forma que con el paso del tiempo, llegan a formar parte de la personalidad del individuo, y parece que no pueden ser transformadas, sin riesgo de perder la propia identidad. (Fundación Centro de Orientación Familiar de Canarias (COF), 1985) Un aspecto importante en el establecimiento de la identidad en un adolescente es definir y aceptar el propio rol sexual. Parece ser que en el pasado ha resultado más difícil para las niñas aceptar su femineidad, que para los niños su masculinidad. Sin embargo, la tendencia en años recientes ha sido la de alentar a las mujeres a hacer sentir sus derechos y valores, y se les ha apoyado e incitado a ocupar posiciones y actividades previamente dominadas por los hombres. Curiosamente, esta condición creciente y cada vez mas generalizada, ha provocado diversos grados de ansiedad en algunos miembros del sexo masculino, quienes han expresado su inhabilidad, en relación con las mujeres, para demostrar la idea tradicional de masculinidad (seguridad, independencia, determinación, etc.) al enfrentarse a situaciones de stress (Jersild et al., 1978 y Komarovsky, 1977)18. En una sociedad orientada a favor de los hombres, se ofrecen mayores recompensas a los hombres, y por lo tanto, el aprendizaje del rol sexual es más fácil para los hombres que para las mujeres. Los problemas de identificación sexual son menores para los hombres también. (Jersild et al., 1978)19. La mayoría de los estudios sobre diferencias sexuales que 17 Ídem 18 Ídem 19 Ídem han contrastado las percepciones de si mismos de hombres y mujeres, argumentan que las mujeres están en una posición relativamente en desventaja en la sociedad contemporánea. Estas diferencias han tendido a perpetuar ciertas filosofías de socialización y otras contradicciones culturales, respecto a los roles sexuales, y estos a su vez, son parcialmente responsables por el mayor stress y sintomatología en las mujeres (Siddigue y D´Arcy, 1984)20. A pesar de que durante la infancia tanto a las niñas como a los niños se les anima a adoptar tanto los roles convencionales como los competitivos, durante la adolescencia existe una tendencia a ejercer una marcada presión en las mujeres para que se adapten al rol femenino tradicional. Bardwick (1971, citado en Siddigue y D´Arcy, 1984)21, hace notar que “esta repentina presión para conformarse de acuerdo a un rol mas bien especifico y estereotipado, esta destinado a inducir algún conflicto de rol y ansiedad.” Las mujeres perciben mayor stress en varias esferas de su vida; en particular, se preocupan mas por los desacuerdos con los padres, aceptación con los compañeros, relaciones con el sexo opuesto y su desempeño académico. (Siddgue y D´Arcy, 1984)22 La mayor dependencia social y psicológica de las adolescentes puede explicarse también por la naturaleza de su percepción del stress. Diversos estudios han demostrado que suelen ser altamente dependientes de sus familias, y hasta cierto punto, de sus compañeros, para apoyo emocional y la expresión de sus problemas personales. También son mas inclinadas a conformarse con varones adultos, que con los varones de su edad. Eichler (1983, citado en Siddigue y D´Arcy, 1984)23 argumenta que debido a sus diferencias estructurales, es probable que los niños y niñas experimenten a la misma familia de modo diferente. La dependencia característica de las niñas tiene el efecto de aumentar su sensibilidad al stress relacionado a la familia y grupo de compañeros. Las mujeres parecen depender de los padres mas, para el desarrollo de su autoconcepto. (Gecas et al., 1974 y Siddegue y D´Arcy, 1984)24 La dependencia de las adolescentes también ejerce un impacto negativo sobre su autoestima e identidad. Se ha demostrado que los niños poseen un mayor control interno y un mayor nivel de autoestima que las mujeres adolescentes. (Douvan y adelson, 1966 y Siddigue 20 Ídem 21 Ídem 22 Ídem 23 Ídem24 Ídem y D´Arcy, 1984)25. Mucho se ha discutido que las mujeres tienden a estar devaluadas en comparación con los hombres; sin embargo, los estudios no siempre confirman esta conclusión. El cuadro de las mujeres adolescentes es de fluctuación entre sumisión y dominancia, si bien, con la edad hay un incremento en dominancia. En contraste con las mujeres, los varones tienden a mostrar un rasgo constante de dominancia a cualquier edad. El notable incremento en cuanto a la falta de sentimentalismo constituye el área de mayor diferencia sexual durante la adolescencia. Los hombres tienden a ser menos sentimentales y las mujeres tienden más hacia el idealismo y el racionalismo. En general, las mujeres son más conservadoras que los hombres a través de este periodo; sin embargó, parece ser que el hecho de estudiar una profesión, se asocia a la apertura de convencionalismos. (Bar-On, 1985; Dickstein y Posner, 1978; Gecas et al., 1974)26. 1.4. Stress de la Adolescencia. Los adultos han llegado a percibir a los adolescentes en función de estereotipos que han sido fomentados por los medios masivos de comunicación. Estos estereotipos actúan en doble sentido, dentro de un círculo vicioso, ya que el adolescente se comportará según las expectativas que sabe que la gente tiene de él, reforzando de este modo el propio estereotipo. (Bandura, 196427y Hurlock, 1980). De acuerdo con Anthony (1969)28, los estereotipos tienen el efecto de afianzar lo que promulgan. Harris y Howard (1984)29, por ejemplo, informan sobre una relación entre el criticismo percibido y la autoimagen. A medida que el adolescente percibe más critica sobre algún comportamiento o actitud determinada, es mas probable que el adolescente se perciba a sí mismo como siendo de ese modo. Por su parte, Eckerson (1969)30 postula que el estereotipo desfavorable del adolescente ha tenido un efecto dañino sobre las actitudes y relaciones de los adultos con los adolescentes, así como sobre las actitudes de los jóvenes hacia si mismos y sus relaciones con los mayores. 25 Ídem 26 Ídem 27 Ídem 28 Ídem 29 Ídem 30 Ídem Barnett (1970)31 supone que la adolescencia es en sí, un proceso de desarrollo generador de ansiedad, debido a que puede implicar experiencias traumáticas, en el peor de los casos, y la dificultad de ajuste, en las mejores circunstancias. Levy (1969)32 opina que el stress se produce como resultado de los cambios que demandan una revisión de las relaciones paterno-filiales, y de la imagen de si mismo. Horrocks (1984) sugiere que el stress de la adolescencia se debe a que es un periodo de mayor conciencia de las demandas de la realidad, pero observa que hay una disminución gradual de la inquietud y la ansiedad, a medida que el individuo crece. Ello resulta lógico ya que al crecer el adolescente, va adquiriendo mayor experiencia y una conducta de enfrentamiento con la realidad más efectiva, y disminuye, por tanto, su necesidad de desarrollar conductas defensivas, como lo son la hostilidad y la ansiedad. Si los cambios en la personalidad del adolescente y la percepción de si mismo como adulto se producen antes que los cambios en sus relaciones con los adultos, entonces surgirán conflictos. Si un adulto trata al adolescente como si todavía fuese un niño, está en desacuerdo con el concepto de sí mismo que tiene el adolescente y su percepción de los derechos, en comparación con el grado de independencia que ya posee. Cuando un adulto prevé el cambio en las relaciones adulto-adolescentes e intentan vigorizarlas, la transición resulta más sencilla y se evitan conflictos. Masterson (1968)33 recomienda poner menos énfasis en los aspectos de desequilibrio que hay en esta etapa, sobre todo, advierte del peligro de suponer que la adolescencia es necesariamente un periodo de stress. Afirma que dicha suposición puede provocar la inadvertencia de la aparición de sintomatología de problemas psiquiátricos en el adolescente, por que tales síntomas serian considerados como pruebas de trastorno “natural”, característico de la adolescencia. Para COF (1985), “la adolescencia es una anormalidad normal” y considera que “la ausencia de esta crisis ha de entenderse como síntoma de alguna anormalidad”. Finalmente, Hess y Goldblatt (1957)34 rechazan la teoría de que los adultos tienen estereotipos negativos de los adolescentes. El problema no es el de una actitud desfavorable hacia los adolescentes, si no más bien el de una falta de comunicación en los adultos, de sus verdaderas actitudes hacia los adolescentes. Hurlock (1980) señala además, que las teorías de 31 Ídem 32 Ídem 33 Ídem 34 Ídem la adolescencia como un periodo inevitable de stress, no han sido comprobadas por la evidencia científica. 1.5. El Autoconcepto. Los idealistas alemanes abordaron el tema del self humano y la conciencia de sí mismo. El problema del autoconcepto ha sido revisado después por diversas aproximaciones, entre las cuales destacan el Psicoanálisis, el Conductismo y la Psicología Social entre otras. Dentro del Psicoanálisis, el estudio del Yo se ha referido tanto a las instancias intrapsiquicas como a las funciones de éstas. Por su parte, el Conductismo rechaza las ideas del Yo y del concepto del Yo, por considerarlos atributos metafísicos, que implican un grado de dificultad para su estudio a través del método científico. Sin embargo, la mayoría de los científicos profesionales, como lo son los psicólogos clínicos, sociales, escolares y otros profesionales que trabajan directamente con niños y adolescentes, consideran que el concepto del Yo resulta útil, no solo como una base para conceptualizar la naturaleza del desarrollo, sino también para el trabajo practico. Horrocks (1984) afirmaba que “el constructor del Yo es necesario para entender la conducta humana, y que se le puede remover de su estatus metafísico e hipotetizar de tal forma que sea un tema valido para el estudio psicológico. (Bar-On, 1985y Strong, 1957)35. Este autor afirma que el Yo constituye la única realidad que el ser humano posee. La autoimagen es central para la vida subjetiva del individuo y determina en gran medida su pensamiento, sentimientos y conducta. Pero la autoimagen es, al mismo tiempo, producto tanto de sus emociones como de su intelecto. Se ha sugerido que la satisfacción y la felicidad se hayan estrechamente asociadas al autoconcepto, y que son la consecuencia natural del funcionamiento armonioso de la personalidad total. Fitss (1965)36 expresa que la autoimagen del individuo tiene gran 35 Ídem 36 Ídem influencia en su conducta y esta estrechamente relacionada con su personalidad y con su salud mental. (Cameron, 1963; Rosenberg, 1972 y Strong, 1957)37 Una característica distintiva de las actitudes hacia el sí mismo es que en toda persona existe una motivación positiva. Como regla general, la gente desea obtener una opinión favorable de sí misma. Una actitud positiva hacia el self en todos los aspectos de la vida es uno de los más profundos determinantes de una adaptación exitosa a la vida. Otro aspecto fundamental es que el propio self es muy importante para la persona, por lo que se le considera de valor supremo. (Jersild et al., 1978; Rosenber, 1972 y Strong, 1957)38 1.5.1. Definición y características del Autoconcepto. En general, el concepto del Yo ha sido definido por diversos autores como una organización y reorganización afectivo-cognoscitivas de las experiencias pasadas del individuo, la experiencia del presente, y del pronóstico del futuro. Es en esencia, una simbolización del organismo, una visión interior personal que se puede delimitar objetivamente de la realidad externa. Esta visión incluye todas las ideas y sentimientosque una persona tiene respecto de las propiedades de su cuerpo, las cualidades de su mente y sus características personales. Abarca las creencias, valores y convicciones del individuo, sus concepciones sobre el pasado y sus prospectos sobre el futuro. Por tanto, el self se refiere a la persona total del individuo. (Bar-on, 1985; Jersild et al., 1978 y Lifton, 1971)39 Aquellos aspectos y características del individuo que son peculiarmente suyas, y que dan un sentido de unidad a su personalidad han sido designados con distintos nombres por diversos autores, entre otros: “self” por W. James y Jung, “ego” por Freud, “autosistema” por Sullivan, “propium” por Allport, etc. Kinch (1963)40 describe al autoconcepto como la organización de cualidades que el individuo se atribuye a si mismo. Hurlock (1980) afirma que “el núcleo del patrón de personalidad es el concepto que el individuo tiene de sí mismo como persona”. Jacobson (1954)41 define al self como aquello que se experimenta como la propia realidad subjetiva 37 Ídem 38 Ídem 39 Ídem 40 Ídem 41 Ídem interna y que se puede objetivamente delimitar de la realidad externa. Jersil et al., (1978)42 señalan que el self es la evaluación subjetiva de un individuo; es un compuesto de los pensamientos y sentimientos que constituyen la conciencia de una persona sobre su existencia individual, su noción de quién es y qué es. Lo que un individuo sabe de sí mismo es, desde su punto de vista, una realidad indiscutible. Una persona es lo que percibe ser, dice Horrocks (1984), hasta que lar realidad lo obliga a aceptar o abandonar esta interpretación de sí mismo. Incluso las percepciones que de común acuerdo tienen otras personas acerca de él, son tan sólo el punto de vista de ellos, más no del sujeto. Las ideas racionales acerca de sí mismo descansan sobre premisas realistas de autoavalúo. Sus ideas irracionales se basan en malinterpretaciones, pero no se da cuenta de ello. Así, los motivos que gobiernan sus pensamientos, actos y actitudes, varían desde aquellos que puede percibir hasta aquellos que no reconoce. Al respecto, en la terminología freudiana existen diversos motivos inconscientes y que constituyen la dimensión desconocida del self para la propia persona. . (Bar-on, 1985; Jersild et al., 1978)43 Algunos autores han indicado una diferencia entre los nombres que han sido atribuidos al sistema del Yo. Hartman (1950)44 es el principal precursor de la separación conceptual del Yo como sistema psíquico y el self como concepto referido a uno mismo. El concepto del self incluye la integridad de la persona: el Ello, el Yo y el Superyó, y la representación del self frente a él mismo. Freud no utilizó el termino self, propiamente dicho. Sin embargo, en su trabajo sobre el narcisismo (1914), introdujo un criterio diferente al del Yo estructural del sistema psíquico, referido en sus otros escritos. El Yo de la teoría narcisista representa un Yo que abarca el todo del individuo, convirtiéndolo en el self básico y total. (Astley, 1970; Grinberg, 1966; Guntrip, 1971 y Hartman, 1950)45 Otros autores han considerado igualmente al self como la personalidad integrada como un todo. Jung (1957) explica que el Yo es el centro de la conciencia, y el self es el centro mas la circunferencia total, que abarca tanto al consciente como al inconsciente. Estos últimos “no están necesariamente mutua oposición, si no que se complementan para formar una totalidad que es el self.” Según Adler (1956, citado en Fadiman y Fanger, 1979)46, el self 42 Ídem 43 Ídem 44 Ídem 45 Ídem 46 Ídem es la personalidad total, orientada al individuo para integrarse y adaptarse a su medio ambiente. Algunos teóricos han acentuado sobre el aspecto de las relaciones interpersonales en el concepto del self. Rogers (1972)47 considera que uno de los factores necesarios para las buenas relaciones intrapersonales es la conciencia de adaptación de sí mismo. Según él, el self es la conciencia de ser o de funcionar, y se forma como resultado de la interacción con el ambiente, y en particular, como resultado de la interrelación valorativa de los demás. Horney (1937)48 opina que el hombre es producto de su medio ambiente y posee un self real o actual, que desea lograr una realización completa de todas sus necesidades. Concibe que lo anterior es un sentimiento universal. Erikson (1959) define al self como una función sintética del Yo y que representa los modelos sociales del medio ambiente y también la imagen de la realidad adquirida a través de las sucesivas etapas de la infancia. Sullivan (1953)49 sostiene igualmente que el ser humano es el producto de la interacción con otros seres humanos y que la personalidad emerge de las fuerzas personales y sociales que actúan sobre el individuo, desde el momento mismo de su nacimiento. Como resultado de la ansiedad vivida por el niño, surge y se crea el sistema del self, el cual es el mecanismo más importante del individuo para disimular la tensión. Mead (1934)50 cita que el self es esencialmente una internalización de los aspectos de un proceso social o interpersonal. Existe en la imaginación y simbolización, y es internalizado y organizado por cada individuo según su percepción de cómo los otros individuos lo conciben. Bar-On (1985)51 expresa que cada persona tiene una imagen de su identidad familiar y de su identidad personal. Ambas son semejantes, están interrelacionadas y actúan desde el momento mismo del nacimiento. Según Ackerman (1971)52, la identidad individual se basa en la identidad familiar, la que a su vez requiere del apoyo de la sociedad para su establecimiento. Para la psicología social, la identidad implica autorrealización dentro del medio social y un periodo temporal particulares. El individuo, como entidad, es único, pero debe realizarse siempre dentro de diferentes medios sociales. Existe una interacción dinámica entre el self 47 Ídem 48 Ídem 49 Ídem 50 Ídem 51 Ídem 52 Ídem interno y la cultura circundante, y la identidad del self emerge finalmente a partir de dicha interrelación. (Borgatta, 1968)53 Se ha hecho una distinción entre la identidad y el Yo. Horrocks (1984) distingue la identidad como el resultado de un proceso dinámico denominado Yo. Este producto debe estar basado en postulados que concuerden con la realidad, ya que la identidad, siendo una hipótesis, puede resultar falaz, o por el contrario, si se confirma con la realidad, la identidad individual es más segura y se avanza un paso en la madurez. Este autor postula al Yo como un proceso cuyo producto final consiste en una hipótesis del Yo, denominadas identidades. Cualquier persona tiene varias identidades diferentes que usa en momentos distintos, cuando las expectativas propias y sociales las hacen apropiadas. Idealmente, una persona busca que esas identidades formen un todo integral. Esto no sucede así en la adolescencia y constituye uno de los problemas de dicho periodo. La integración de la identidad es una labor constante del desarrollo en el periodo de la adolescencia. (Horrocks, 1984) Fitts (1965)54 afirma que la percepción que una persona tiene de sí misma es multidimensional. De acuerdo a dicha concepción, varios autores han identificado algunas dimensiones del concepto de sí mismo: 1. El autoconcepto, propiamente dicho, y que ha sido definido como el conjunto de ideas y actitudes acerca de lo que la persona cree ser. Durante la adolescencia, la aceptación de los cambios corporales contribuyen de manera importante al autoconcepto. Estos cambios son rápidos (peso, estatura, forma del cuerpo, apariencia facial, cambios en la voz, etc.) y llevan a la necesidad de un cambio en la imagen corporal. El cuerpo cambiante se convierte en un símbolo,no solo de cambio físico, si no también de una nueva actitud hacia uno mismo, hacia otros, y en general, hacia la vida (Horrocks, 1984) Íntimamente relacionada con las características físicas está la influencia en el vestir, el arreglo y las posesiones materiales. El no tener ropas similares a las de otros jóvenes, el desarreglo en la apariencia personal, o el no contactar con un espacio en casa donde recibir a los amigos y sin sentir pena, disminuye la concepción que tiene un individuo de su propia importancia, de sus sentimiento de competencia social y de su habilidad para apreciar su verdadera habilidad y valor. Por eso la falta de atención en la apariencia personal puede ser 53 Ídem 54 Ídem una manifestación externa de una depreciación en el self interno. (Hurlock, 1980; Jersild et al., 1978 y Strong, 1957)55 2. La percepción transitoria del self. La percepción de sí mismo que se tiene en un momento dado puede ser transitoria debido a la influencia de estados de ánimo o experiencias recientes. Muchos adolescentes no reconocen esta naturaleza transitoria y actúan como si el optimismo o el pesimismo respecto al self fuera a durar por siempre. En esta dimensión se incluye una visión negativa, la imagen de una clase de self que la persona teme ser. (Strong, 1957)56 3. El self social. Se refiere al autoconcepto tal y como la persona piensa que los otros lo ven. El autoconcepto social que tiene una persona no puede corresponderse con las percepciones que las otras personas tienen de ella, sin embargo tienen un efecto importante sobre su conducta, ya que el modo como un adolescente piensa que otros lo perciben, llega a ser el modo como él mismo se percibe. De hecho, se ha sugerido que el self surge como reflejo del conocimiento basado en tomar el rol del otro como un rol importante y verdadero. En este aspecto, la actitud que toman los padres, maestros y amigos puede ser beneficiosa pues al acentuar realísticamente lo positivo de la personalidad del adolescente, éste tomará una mejor actitud hacia sí mismo. (Hurlock, 1980; James, 1890, -citado en Bar-On, 1985-; Rosenberg, 1972 y Strong, 1957) 57 4. El self ideal. Es lo que trata de llegar a ser o lo que desearía ser una persona, aún cuando no tenga esperanzas de lograrlo. Por lo tanto, puede ser o no realista, dependiendo del nivel de aspiración de la persona, en relación a sus habilidades y oportunidades para la autorrealización. Varía desde sueños irreales hasta metas y mejoras plausibles. (Hurlock, 1980; Jersild et al., 1978 y Strong, 1957)58 El nivel de aspiración de un individuo tiende a subir con el éxito y a bajar con el fracaso. Si el éxito interpersonal tiene un efecto positivo sobre la visión del Yo, la participación social en una situación de aceptación conduce a más éxitos interpersonales. A la 55 Ídem 56 Ídem 57 Ídem 58 Ídem vez, una autoevaluación favorable incrementa la participación social. (Hurlock, 1980; Jersild et al., 1978 y Strong, 1957)59 El self ideal se deriva de varias maneras. Según Havighurst y MacDonald (1955)60, el desarrollo del self ideal atraviesa por un periodo temprano de identificación con un padre o un sustituto, y posteriormente con un adulto joven en su ambiente, cuyo requisito consiste en ser un modelo atractivo. También se puede tomar como modelo a un carácter imaginario que posea una combinación de varias cualidades. Algunos padres no “ponen el buen ejemplo”, y aun cuando lo hacen, dice Strong (1957)61que no necesariamente serán aceptados como modelos, si el adolescente esta luchando por obtener la independencia psicológica de su familia. Para desarrollar el self ideal, la lectura puede resultar muy útil pues los personajes de los libros pueden servir como objetos para la identificación y la imitación. Dentro de esta dimensión, Jersild et al., (1978)62 incluyen la autoidealización, la cual es un sistema de ideas y actitudes irracionales a la luz de revelaciones posteriores que pueda tener el mismo individuo, acerca de lo que puede saberse por otras personas. La autoidealización es una forma de autoengaño y puede consistir en considerar la debilidad como fuerza, o también pueden enmascararse cualidades admirables como debilidades autoimpulsadas o atribuidas. Todas estas dimensiones del autoconcepto son de gran significado, ya que guían y, en muchas ocasiones, determinan la conducta de un individuo. El adolescente tiene el deseo de entenderse a sí mismo y de llevar a cabo la parte más aceptable de sí. Algunos crean una autoseguridad por medio de demostraciones de su competencia. Otros, ansiosos por ganar reconocimiento y afecto, pueden luchar por un perfeccionismo. Otros más pueden, en cambio, evitar o huir de situaciones en las que resultarán el centro de atención, mientras otros las buscarían. Algunos recurren a la autoacusación y al autodesprecio. Algunos mas, tratan de destruir cosas o de lastimar a la gente, cuando son heridos en sus sentimientos. Sin embargo, muchos adolescentes se enfrentan a las diversas evaluaciones de sí mismos por medio del aprendizaje de modos de autorrealización que resultan constructivos y aceptables. (Strong, 1957)63 1.5.2. Influencia de las relaciones familiares sobre el autoconcepto. 59 Ídem 60 Ídem 61 Ídem 62 Ídem 63 Ídem Las relaciones familiares son de gran importancia para el desarrollo del autoconcepto. Bar-on (1985)64 expresa que los padres son las personas que están presentes en las etapas tempranas de la vida del niño y son los que refuerzan selectivamente el autoconcepto. Además, a través del proceso de imitación de su ambiente, el niño imita a sus padres y desarrolla así las características que conformaran su autoconcepto. Hurlock (1980) también coincide en que de “…entre los factores que afectan el concepto de si mismo del joven, las influencias familiares son, sin duda, las mas difíciles de controlar”. A continuación enumera algunos factores de la influencia del hogar sobre el autoconcepto: a) Poder de los padres. La cantidad de autonomía que los padres están dispuestos a conceder al adolescente tiene gran influencia sobre el autoconcepto. b) Desavenencias familiares. Estas afectan desfavorablemente la personalidad del adolescente, por lo que generan ansiedad, nerviosismo e inseguridad, y por otra parte, estimulan las agresiones verbales que debilitan el amor propio del adolescente. Al respecto, Coopersmith (1967)65 encontró que son los conflictos y tensiones entre la pareja marital, los que se asocian a un importante índice de adaptación deficiente en los hijos. Rosenberg (1963)66 informa por su parte, que los conflictos entre padres e hijos son las causas más reiterativas para que se produzca un bajo autoconcepto. Sin embargo, Cooper et al. (1983)67 concluyen de sus investigaciones que el pobre autoconcepto esta en función mas bien de problemas de relaciones entre padres e hijos, mas que de desajuste en la pareja parental. c) Tamaño de la familia. El hijo único desarrolla por lo general un autoconcepto mas sano que el adolescente que esta sometido a la influencia nociva de la rivalidad y los conflictos con sus hermanos. Un punto de vista opuesto al anterior es el aportado por COF (1985), quien sostiene que el hijo único forma parte de una situación muy difícil en la que la unión exagerada de dos margina al tercer miembro. Los problemas que surgen en este último caso pueden ser muy violentos y directos, ya que no hay hermanos para poder desplazar el conflicto. El hijo único se enfrenta a la pareja con rabia y desconsuelo, y busca el apoyo fuera de la familia, o busca procurarse la alianza con uno de los dos progenitores. Por otra parte, los padres 64 Ídem 65Ídem 66 Ídem 67 Ídem sienten mayor temor ante cualquier demanda de mayor libertad e independencia, pues viven con ello una pérdida de su rol de padres y se ven enfrentados a la soledad de pareja ante la partida del hijo. De ahí que los padres que solo han vivido para la paternidad se sientan acabados e inútiles. El adolescente que hasta el momento ha vivido muy unido a sus padres, sufre por ello, y experimenta sentimientos de culpa, pero por otra parte, se rebelará ante las presiones psicológicas que se ejerzan sobre el. Todo esto le producirá conflictos internos que le dificultaran más su camino hacia la independencia. d) Autoestima de los padres. La autoestima de la propia madre influye significativamente sobre su conducta, y esto a la vez, repercute en la crianza del niño. Parish (1981)68 mantiene que el autoconcepto esta definitivamente asociado con la disposición familiar y con el cumplimiento de las necesidades básicas del niño (satisfacción, amor y sentido de pertenencia). El autoconcepto de los padres dirige su conducta hacia los hijos. Satir (1978)69 afirma que los padres que poseen un alto autoconcepto son guías de sus hijos, mientras los que tienen un bajo autoconcepto se comportan como jefes de sus hijos. Lidz (1960)70 sostiene que un padre desligado y ausente, presenta inseguridad con respecto a su masculinidad, y una gran necesidad de que se le admire para reforzar su pobre autoconcepto, siendo al igual que su esposa, un individuo insensible a las necesidades y a los sentimientos de los demás El tipo de prácticas de crianza que impera en una familia también tiene influencia sobre el autoconcepto. Angyal (1951)71 y Horrocks (1984) mencionan algunas de las circunstancias que se condicionan una pérdida de autoconfianza y de respeto por si mismo: a) La actitud sobreprotectora de un padre ansioso transmite al niño el sentimiento de que se encuentra incapacitado para controlar el mundo. b) Cuando los padres exageran y distorsionan los logros de los niños, cuando lo colocan dentro de un rol superior y tienen expectativas elevadas de él, el niño sufre una autoderogación pues descubre que la imagen que tienen sus padres de él es falsa, y al medirse con sus estándares excesivos y fantásticos, secretamente comienza a sentirse desvalorizado. 68 Ídem 69 Ídem 70 Ídem 71 Ídem c) Cuando un padre está muy ansioso porque el niño haga algo bien, y es excesivamente crítico con el, el niño llega a creer que no puede hacer nada bien. d) Las constantes negativas a las peticiones del niño crean en él un sentimiento de que es una persona fundamentalmente mala, porque las cosas que desea están prohibidas, por lo que han de ser malas. e) El tratar al niño sin entenderlo, sin comprensión ni respeto, crea en él la idea de que simplemente no tiene importancia como persona en un mundo de adultos. Siente que no es digno de ser tomado en cuenta y que no tiene valor. El niño necesita tanto sentir que tiene unos “buenos padres”, que tenazmente se adhiere a una mala autoimagen, antes de culpar a los padres por su evidente falta de comprensión y egoísmo. Hurlock (1980) enlista también ciertas “señales de peligro” para detectar la mala adaptación: a) Irresponsabilidad excesiva y dependencia de otras personas. b) Sentimientos extremos de inadecuación e inferioridad c) Excesivas expresiones de conducta asocial (agresiones físicas, o verbales había otras personas, etc.) d) Uso exagerado de mecanismos de defensa (racionalización, proyección, etc.), y de evasión (elaboración de fantasías, consumo de alcohol o drogas, etc.) e) Sentimientos de martirio e hipersensibilidad frente a los desaires reales o imaginarios. f) Preocupación, ansiedad e inseguridad excesivas. g) Actitudes perfeccionistas hacia todo lo que reemprenda h) Gran preocupación o falta de interés en la apariencia personal. i) Extrema hostilidad hacia la autoridad Hurlock (1980) indica que ninguna de estas señales forzosamente por si sola representa un índice de perturbación. Sin embargo, cuando casi todas ellas aparecen en el mismo individuo y dan la impresión de encajar en un patrón de personalidad, es importante considerar la necesidad de abordar el problema de la adaptación deficiente de la personalidad. Una de las principales razones para que el joven se acepte aun cuando sepa que no es perfecto, es que los demás lo acepten. “El afecto de los demás contribuye a la fuerza del Yo, o sea, la capacidad del individuo para enfrentar los problemas de la realidad”. Si el adolescente no tiene la suficiente fuerza en su Yo, su autoconcepto tenderá a oscilar de acuerdo con el trato que le brinden los demás. Ya que existe una estrecha relación entre la adaptación del adolescente y su grado de aceptación, resulta evidente que una mejora en la adaptación solo es posible con una mejora en la auto aceptación. “En lo fundamental, esto se resuelve si se logra un mayor acercamiento entre el autoconcepto real y el ideal.” Horrocks (1984) sugiere cuatro modos adecuados de alterar el autoconcepto de un individuo en una dirección positiva: los éxitos, la inculcación de ideas, el estimulo de las aspiraciones individuales, y la ayuda para construir defensas contra los ataques a la percepción de si mismo. Es “…sumamente importante que el adulto le brinde al adolescente todas las oportunidades que se pueda, para reforzar su ego. Esto puede lograrse en parte, ayudándolo a adoptar papeles aprobados socialmente y que refuercen el ego. Es un gran error desenmascararlo o avergonzarlo, o hacerlo sentirse incapaz, debido a su edad o a su estatus.” Es conveniente recordar aquí que la ayuda que los padres proporcionen a los niños para que estos construyan su propio autoconcepto y autoestima, debe tener límites de acuerdo al grado de desarrollo del niño. El fomento para la individualización en el adolescente debe ser un proceso gradual y coherente. Ramírez (1985)72 expresa que “…la higiene mental del adolescente, al nivel familia, consistiría en mejorar, rectificar y crear condiciones sustitutas para que la reparación que en forma natural tiende a desarrollar el adolescente se lleve a cabo por cauces menos patológicos y severos.” 1.6. Adolescencia Tardía. La fase final de la adolescencia se ha considerado siempre como una declinación natural en el torbellino del crecimiento. Los motivos y los medios por los que la adolescencia 72 Ídem llega a su terminación revelan que los aspectos psicológicos son los únicos en cuyos términos se puede definir la fase final de este periodo. La fase final de la adolescencia ha llamado más la atención que la turbulencia de las fases antecedentes durante las últimas décadas. Impresiona, por lo general, por la mayor unificación de procesos afectivos y volitivos, la docilidad con que se somete y la regresión. Otra importante característica del fin de la adolescencia es la delineación de aquellos asuntos que realmente importan en la vida, que no toleran dilación ni compromiso. Da la impresión de que la vida del individuo vista en perspectiva muestra continuidades definidas que se extienden desde la adolescencia hasta la adultez, al igual que discontinuidades, que de hecho marcan la línea limítrofe superior del fin de la adolescencia. La adolescencia tardía es primordialmente una fase de consolidación. Con esto nos referimos a la elaboración de: 1) un arreglo estable y altamente idiosincrásico de funciones e intereses del Yo; 2) una extensión de la esfera libre de conflictos del Yo (autonomía secundaria); 3) una posición sexual irreversible (constancia de identidad); 4) una catexis de representaciones del Yo y del objeto, relativamente constante; y 5) la estabilización de aparatos mentales que automáticamente salvaguarden la identidad delmecanismo psíquico. Este proceso de consolidación relaciona a la estructura psíquica y al contenido, la primera estableciendo la unificación del Yo, y el segundo preservando la continuidad dentro de él; la primera forma el carácter, el segundo provee los medios. Cada componente influye al otro en términos de un sistema de retracción hasta que, durante la postadolescencia, se adquiere el equilibrio dentro de ciertos límites de constancia intrínseca. Parece, desde luego, que el aspecto comprometido de la adolescencia tardía es una parte integral de esta fase; el logro es de relativa madurez. Casi siempre hay vestigios de lo que ha sido y una detonación parcial en una etapa anterior. Parece, entonces, que los “fenómenos residuales específicos y los retrasos parciales específicos” son causa en gran medida de las variaciones en la individuación que emerge al fin de la adolescencia. Lo que aquí necesita énfasis es el hecho de que la tarea relativa al desarrollo de la adolescencia tardía reside precisamente en la elaboración del Yo unificado que funde en su ejercicio los “retardos parciales” con expresiones estables a través del trabajo, el amor y la ideología, produciendo articulación social así como reconocimiento. La adolescencia tardía es un punto de cambio decisivo, por consecuencia, es un tiempo de crisis, que frecuentemente somete a esfuerzos decisivos, la capacidad integrativa del individuo y resulta en fracasos de adaptación, deformaciones yóicas, maniobras defensivas y psicopatología severa. Erickson (1956) ha hablado de esto extensamente como una “crisis de identidad”. Conceptos tales como fijación, mecanismos de defensa, síntesis del Yo, sublimación y adaptación, bisexualidad, masculinidad y femineidad, no son en si mismos ni suficientes ni adecuados para hacer comprensible el fenómeno de consolidación de la personalidad en la adolescencia tardía. Las fases de la adolescencia traen a colación los impulsos en sus diversas constelaciones regresivas y progresivas u organizacionales de alguna fase específica. Es por esto que ¿podemos suponer que la represión es el agente mayor que se introduce en la edad adulta, como lo hizo antes este mecanismo de defensa en la fase edípica, cuya secuela inicio el periodo de latencia? Obviamente esta es una solución demasiado simple; desde luego no ofrece ninguna explicación para la gran variabilidad de adaptaciones individuales o acuerdos aparentes al final de la adolescencia. Se debe encontrar un principio operable, un concepto dinámico, que gobierne el proceso de consolidación de la adolescencia tardía y rinda sus diversas formas comprensiblemente: primero el aparato psíquico que sintetiza los diversos procesos adolescentes específicos de la fase los convierta en estables, irreversibles, y les dé un potencial adaptativo; segundo, la fuente de los residuos específicos de periodos anteriores de desarrollo que han sobrevivido a las transformaciones adolescentes y que continúan existiendo en forma derivada, contribuyan con su parte a la formación de carácter; y finalmente, la fuente de la energía que implica ciertas soluciones hacia un primer plano y deja otras en estado latente, preste así al proceso de consolidación, una calidad de decisión e individualidad. Estas cualidades, que frecuentemente traen consigo sacrificio y dolor, no pueden derivar completamente del impulso de maduración. El término trauma es relativo y el efecto de cualquier trauma en particular depende de la magnitud y de lo imprevisto del estimulo, y de la vulnerabilidad del aparato psíquico. El trauma es un fenómeno universal de la infancia. El dominio del trauma es una interminable tarea de la vida, tan infinita como la prevención de su recurrencia. Esta autoprotección es proporcionada a la fuerza del Yo y a la estabilidad de las defensas. “Desde luego nadie hace uso de todos los posibles mecanismos de defensa; cada persona solamente selecciona alguno de ellos, pero estos se fijan en su Yo, estableciéndose como modos habituales de reacción para ese carácter en particular, los que son repetidos durante toda la vida siempre que ocurra una situación similar a aquella que originalmente los evocó.”(Freud, 1937) Por otro lado, los efectos posteriores de un trauma inducen a situaciones de vida que de algún modo repiten la originalidad, por lo tanto, el trabajo en la resolución del trauma, el intento de dominarlo, continuará. Las experiencias de la vida que tienen su origen en este tipo de antecedentes proceden de acuerdo a la repetición compulsiva. Al adquirir el status de un modelo, el peligro principal tuvo que ser reemplazado por representaciones simbólicas y equivalentes sustitutivas que corresponden al desarrollo físico y mental del niño en crecimiento. Al fin de la adolescencia la amenaza original o mas bien un componente de ella reaparece nuevamente siendo activada en el medio ambiente; su resolución o quietud es buscada entonces dentro de un sistema de interacción altamente específico. Anna Freud (1952) comentó sobre la posible “reversión adolescente de las actitudes del Superyo y el Yo, aunque aparentemente estas actitudes habían sido totalmente integradas en la estructura yoica del niño en estado de latencia”. En los casos en que no se logra la nueva integración, presenciamos una transformación parcial del adolescente por medio de persistente distonicidad del Yo en relación con ciertas actitudes propias de él. El alcance con que el trauma obstaculice el desarrollo progresivo constituye el factor negativo del trauma; y el alcance con que el trauma promueva e impulse el dominio de la realidad es el factor positivo; esta idea fue desarrollada por S. Freud (1939) en uno de sus últimos estudios. Dentro del problema de consolidación del carácter al final de la adolescencia, debemos incluir el problema del trauma como parte del proceso total. La fijación e irreversibilidad de carácter tiene un efecto favorable sobre la economía psíquica; al igual que los rasgos compulsivos agranda la distancia entre el Yo y el impulso. La traumática focal resiste las alteraciones del adolescente, a través de las transformaciones emocionales que permite la adolescencia; éstas le dan al proceso de consolidación de la adolescencia tardía una afinidad selectiva a ciertas elecciones. Los remanentes de los traumas relacionan el presente con un pasado dinámicamente activo, y establecen esa continuidad histórica en el Yo que provoca un sentimiento de certeza, dirección, y la armonía entre el sentimiento y la acción. La fijación busca el mantenimiento de una posición estática; resiste los cambios. Sin embargo el aspecto positivo del trauma reside en el hecho de ejercer una fuerza implacable para llegar a un acuerdo con sus residuos nocivos a través de su reactivación constante en el medio ambiente. Las fijaciones proveen la especificidad de elección en términos de necesidades libidinales, identificaciones prevalentes y fantasías preferidas. El trauma residual provee la fuerza que impulsa las experiencias no integradas en la vida mental, para su eventual dominio o integración al Yo. La forma que toma este proceso es influida por el medio ambiente, por las instituciones sociales, la tradición, las costumbres y los sistemas de valores. Con esto podríamos llegar a la conclusión de que los conflictos infantiles no son eliminados al final de la adolescencia, si no que se restituyen específicamente. La estabilización del autoconcepto es uno de los mayores logros de la edad adulta. Lo que observamos hacia el fin de la adolescencia es un proceso autolimitativo, la demarcación de un espacio de vida que permite movimiento solo dentro de un área psicológica restringida. Aquellos elementos de igualdad y continuidad que abarcan la niñez, la adolescencia y la vida adulta, subrayan el hecho de que la nueva formación mental que se ha modelado perpetúalas tendencias familiares antecedentes en la personalidad del adulto. Durante la adolescencia propiamente dicha, la solución de conflictos y dilemas del complejo edipico, inclusive de las fijaciones pregenitales, son nuevamente transferidas a la modalidad genital, esta vez en busca de acomodo dentro del reino de la heterosexualidad no incestuosa. Los fracasos en esta tarea llevan a procesos disociativos que dan resultados patológicos. Los intereses yoicos altamente idiosincrásicos y la catexis, preferentes de la adolescencia tardía constituyen un nuevo logro en la vida del individuo. En la misma medida las autorrepresentaciones asumen una fijación estable y segura. Una característica predominante de la adolescencia tardía es no tanto la resolución de los conflictos instintivos, sino mas bien lo incompleto de esta resolución. Adatto (1958) sugirió en un estudio clínico que la decisión que toman pacientes que están en la adolescencia tardía para terminar su tratamiento analítico coincide con la resolución del conflicto edipico o el hallazgo de nuevos objetos de amor. Este punto de cambio introduce “un periodo de homeostasis”, una fase de “integración del Yo que es normal en este periodo de desarrollo”. De su estudio se entiende también que una “función restauradora del Yo” es típica de la adolescencia tardía, que se asemeja a su función durante el periodo de latencia. Aquello que fue un impedimento y un obstáculo para la maduración se convierte precisamente en lo que da a la madurez su aspecto especial. En la adolescencia tardía emergen preferencias recreacionales, vocacionales, devocionales y temáticas, cuya dedicación iguala en economía psíquica la dedicación al trabajo y al amor. Winnicott (1953), en su estudio de “objetos de transición” en la infancia, describió el antecedente genético de una actividad mental en la vida adulta que no era bien comprendida anteriormente. Habla de un área “mental” intermedia de experiencia en que la realidad interna y externa se combinan, “un área que no es desafiada; un lugar de descanso para el individuo ocupado en la perpetua tarea humana de mantener la realidad interna y externa separadas pero a su vez interrelacionadas. Se acepta aquí que la tarea de aceptación de la realidad nunca es completada, que ningún ser humano está libre del esfuerzo de relacionar la realidad interna y externa, y que un aligeramiento de ese esfuerzo es provisto por un área intermedia de experiencia que no es definida; esta área intermedia esta en continuidad directa con el área de juego del niño pequeño que se “pierde” en el juego. La resolución del proceso en la adolescencia tardía está preñada con complicaciones que fácilmente someten a esfuerzo excesivo la capacidad integrada del individuo y, que puede conducir a maniobras de postergación (“adolescencia prolongada”), o a fracasos reiterados (“malogro de la adolescencia”), o adaptaciones neuróticas (“adolescencia incompleta”). Durante la adolescencia tardía la identidad sexual toma su forma final. “De los 18 a los 20 años – según observó Spiegel (1958)-, parece ser que la selección sexual evidente se efectúa; al menos observó que un numero de homosexuales masculinos han empezado a considerarse durante ese periodo como permanentemente homosexuales.” Freud (1920) hizo la misma observación; estableció que la homosexualidad en las mujeres toma una forma decisiva y final durante los primeros años después de la pubertad. Puede describirse el proceso de consolidación de la adolescencia tardía en términos de compromisos abortivos y practicables o de síntesis yoica, y de adaptaciones positivas y negativas a condiciones endopsiquicas y de medio ambiente. Los fracasos para dominar la realidad interna y externa, pueden catalogarse en dos categorías. Por un lado, los fracasos se deben a 1) un aparato defectuoso (Yo); 2) una capacidad deteriorada para estudio diferencial; o 3) una proclividad a la ansiedad traumática (pánico de la perdida del Yo). Estos casos que comprenden condiciones limítrofes esquizofrénicas y psicóticas, pueden ser llamados casos de adolescencia mal lograda. Por el otro lado, si los fracasos se deben a: 1) perturbaciones entre los sistemas; 2) bloqueos al aprendizaje diferencial (todo tipo de inhibiciones); o 3) evitar ansiedad conflictiva (formación de síntomas), entonces podemos hablar de adolescencia incompleta o de perturbación neurótica. La pseudomodernidad en los stándares sexuales es en gran parte responsable de muchas complicaciones en el desarrollo de la femineidad. El cambio del standard doble al sencillo no ha dado a la joven la libertad expansiva que esperaba adquirir. La niña reacciona a la diferencia entre los sexos con un bien reconocido resentimiento que es una expresión del “complejo de masculinidad”. En un intento de formular las cualidades esenciales de la feminidad, Helene Deutsch (1944) mencionó: “la secuencia constituida por: 1) mayor propensión a la identificación; 2) fantasía mas fuerte; 3) subjetividad; 4) percepción interna; 5) intuición, nos lleva de vuelta al origen común de todos estos rasgos la pasividad femenina.” Si las necesidades de dependencia no se vuelven una parte integral de la pasividad femenina, la necesidad de dependencia puede llegar a no desprenderse de la madre; en ese caso la joven puede transferir a los hombres su hostilidad defensiva hacia la madre. Durante la adolescencia tardía la predisposición a tipos específicos de relaciones amorosas se consolida y con mucha frecuencia estos tipos contienen mezclas de compromisos entre fijaciones edificas positivas y negativas. Ahora debemos mencionar una falla en la resolución en el proceso adolescente que proviene de un origen diferente: la sexualización de las funciones yoicas. Si la sublimación no se mantiene mas, agobiaran al Yo con excitación sexual y fantasías inconscientes que producen una actividad yoica muy inestable, y que finalmente conducirán a la inhibición. Esta condición ha sido estudiada especialmente con referencia a la inestabilidad de elección vocacional en los jóvenes en la adolescencia tardía, y también en relación con las inhibiciones y síntomas de los artistas. La sexualización de las funciones yoicas debilita la objetividad, la comprobación de la realidad y la autocrítica; parte de la actividad basada en la fantasía inconsciente se vuelve yo-distonica.”La fantasía yo-distonica contribuirá a la pauta de la organización del yo y sufrirá mas modificaciones de desarrollo junto con el yo, mientras que la fantasía yo-distonica puede formar el núcleo de un sistema disociado y por lo tanto potencialmente patógeno” (Brierley, 1951). La sexualización de las funciones yoicas las convierte en inestables, intratables y desconfiables; se torna inútiles para el mantenimiento de la armonía interna y la formación de patrones de hábitos de trabajo. Estas funciones yoicas sexualizadas son pobres ejecutantes de los intereses yoicos; y se comportan “como la cocinera que al entrar en un affaire con el amo se rehúsa a hacer su trabajo en la cocina” (Freud, 1926). La consolidación de la personalidad al fin de la adolescencia trae mayor estabilidad y nivelación al sentimiento y la vida activa del joven adulto. Se efectúa una solidificación de carácter; es decir, “una cierta constancia prevalece en las formas que escoge el yo para resolver sus tareas”(Fenichel, 1945). La mayor estabilidad de pensamiento y acción se obtiene a cambio de la sensibilidad introspectiva tan característica del adolescente; el florecimiento de la imaginación creativa se opaca durante la adolescencia tardía. Los intentos de imaginación, de aventura y artísticos declinan hasta que gradualmente desaparecen por completo. La mayor capacidad para el pensamiento abstracto, para la construcción de modelos y sistemas, la compacta amalgama de pensamiento y acción, dan a la personalidad
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